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Prehistoria Arte
Prehistoria Arte
La imagen que el ser humano moderno suele tener del hombre prehistórico es el de un
ser torpe incapaz de cualquier manifestación artística. Sin embargo, las primeras creaciones
artísticas de las que tenemos noticia, fueron realizadas por un ser tan hábil y refinado como
el de cualquier otra época histórica. Sólo así pueden entenderse obras de arte tan hermosas como las pinturas
de la cueva de Altamira o el Bisonte de la Magdeleine. Bisonte tallado, Cueva de la Magdeleine, Francia,
periodo Magdaleniense.
¿ES ARTE EL ARTE DE LA PREHISTORIA?
La pregunta en realidad nos llevaría a otra igualmente retórica, sobre la propia naturaleza del arte: porque
¿qué es el arte? o ¿es arte el arte de cualquier época? Ya sabemos que nos costaría mucho responder a estas
cuestiones, pero hay una cosa cierta, cuando contemplamos cualquiera de las pinturas prehistóricas que se
esconden en los abrigos rocosos y descubrimos con asombro su corrección técnica, sus tonos de color en
medio de lo oscuro, sus múltiples recursos plásticos y su calidad, y nos sentimos además sobrecogidos por el
ambiente que circunda las pinturas, entre el silencio y el misterio, en medio de lo sagrado, nos alcanza la
emoción de lo extraordinario, en fin, nos alcanza la magia. Ese sentimiento que transciende de lo material y
de lo cotidiano y nos traslada más allá. Más allá de todo lo concreto, más allá de nosotros mismos. Entonces
descubrimos el arte, porque se nos ha abierto una puerta al más allá, al ámbito de lo abstracto del
pensamiento y de los sentimientos. Lo mismo exactamente que cuando entramos en una catedral gótica o
admiramos un cuadro de Rothko.
El arte es siempre el mismo, y pocos ejemplos de la obra hecha por la mano del hombre como
éste, para comprender lo poco que hemos evolucionado desde hace 30.000 años hasta hoy. Es
cierto que en el plano material, la civilización ha dado en ese tiempo pasos de gigante, pero no
ocurre lo mismo en el campo del pensamiento y la creatividad. Y es algo que nos debería hacer
reflexionar y mucho, porque en realidad, ¿qué es lo verdaderamente importante
para el ser humano, para nuestra felicidad, para nuestra estabilidad emocional, para nuestro
avance intelectual, el desarrollo técnico o el espiritual? El hombre sigue siendo tan pequeño
delante de aquellos dioses como de los que ahora nos queramos inventar, y una y otra vez,
recurrimos al arte para consolarnos. Lo mismo entonces que ahora. Y lo mismo entonces que
ahora, el arte nos sigue emocionando. P. Klee, Muerte y fuego, 1940. Cinto de las Letras, Valencia
Por otra parte, a qué nos referimos con el arte de la prehistoria. Si entendemos que la
prehistoria se refiere al periodo de la humanidad del cual carecemos de documentos escritos,
podríamos extenderlo a todas las culturas primitivas que todavía existen en la actualidad. Pero considerando
que el ámbito habitual de estudio es el de nuestro entorno occidental, el marco del tema abarcará un periodo
enormemente amplio que englobaría desde el paleolítico hasta la edad de los metales, al menos en aquellas
zonas que para entonces siguieran todavía sin haber entrado en la historia propiamente dicha. Cromlech,
Stonehenge, Inglaterra, II milenio
PALEOLITICO
LA PINTURA FRANCO-CANTÁBRICA
A lo largo del paleolítico superior se realizan en numerosos abrigos rocosos, sobre todo del
norte de España y el sur de Francia, un número considerable de representaciones pictóricas que
se han dado en llamar genéricamente arte parietal, por su ubicación en las paredes de las
cuevas, y que asimismo se las denomina habitualmente como pintura francocantábrica por la
localización geográfica que antes hemos mencionado, si bien este nombre no sería del todo preciso pues
también se han encontrado pinturas paleolíticas en otras zonas geográficas distintas. Friso de los caballos
tordos, Cueva de Pech-Merle, Francia, Paleolítico Superior.
Se trata de la expresión plástica del ser humano más antigua de la que tenemos noticia y que
nos asombra por su indudable calidad y por su cantidad, pues se han conservado
afortunadamente muchas muestras en numerosas cuevas. Se trataría por tanto de una enorme
producción, considerando las otras muchas obras que se habrán perdido por múltiples razones
y las que todavía no se hayan descubierto. Esta explosión artística del hombre primitivo tendría
probablemente connotaciones religiosas, sobre todo considerando el carácter de santuario que
al parecer asumen muchos de estos abrigos rocosos, si bien todavía nos asaltan las dudas frente a los muchos
misterios sin resolver de estas representaciones. Abundan los animales de todo tipo, pero especialmente los
caballos, los bisontes, ciervos, toros y mamuts, y también signos variados, entre otros los perfiles de manos y
los puntos distribuidos en diferentes secuencias. Marcas de manos, La Fuente del Salín, Muñorredo,
Cantabria, periodo Paleolítico.
INGENIO Y RECURSOS
Técnicamente las pinturas paleolíticas también nos sorprenden porque explotan con
indudable ingenio todos los recursos naturales que ofrecían las propias cuevas y el que
otorgan los minerales que el hombre encuentra para obtener colores y herramientas variadas para su ejecución.
Bisontes, cueva de Altamira, Santillana del Mar, periodo Magdaleniense.
LOS DESCUBRIDORES
Pero si emocionante resulta asistir a este tipo de representaciones cada vez que podemos visitar
alguna de estas cuevas, imagínense lo que supondría su descubrimiento para aquellos
arqueológos pioneros que las empezaron a dar a conocer a principios de nuestro siglo. La historia
de los descubrimientos de la pintura paleolítica está llena de malentendidos, olvidos e injusticias,
pero también de nombres para el recuerdo, que dieron una dimensión aún más extraordinaria a este periodo de
la historia del hombre, nombres como el abate Breuil, Marcelino Sanz de Sautuola (el descubridor de
Altamira), Hugo Obermaier, André Leroi-Gourhan, y tantos otros. Bisonte, cueva de Altamira, Santillana del
Mar, periodo Magdaleniense.
PROBLEMAS DE CONSERVACIÓN
Lástima que el conocimiento de estas obras y la espectación que han despertado hayan contribuido
también a su acelerado deterioro, y lo que no había ocurrido en 15 o 20.000 años está ocurriendo en apenas
unas décadas. Muchas cuevas han tenido que cerrarse a la visita pública o restringirse extraordinariamente su
acceso porque está en peligro la conservación de las pinturas. Pero ello no les priva de su grandeza, de su
espectacularidad y su misterio. De su magia irrepetible.
LOS AUTORES
Tenemos la inercia casi inevitable de considerar a los hombres del paleolítico superior
como seres inferiores a nosotros y por ello nos asombran más sus obras y su arte. Pero no hay que olvidar
que se trata de un homo sapiens sapiens, es decir, hombres como nosotros y que por tanto su capacidad
intelectual y su desarrollo cerebral es equivalente al nuestro, lo que es diferente son sus circunstancias y los
medios para afrontarlas. No es habitual que aparezcan representados los hombres de aquella época en sus
propias obras, predominan como ya hemos dicho figuras de animales, pero en ocasiones de forma simbólica
o explícita pueden encontrarse formas antropomórficas: caso de las numerosas imágenes de manos en
negativo o positivo que se desperdigan por numerosas cuevas, y de manera manifiesta en las
representaciones de figuraciones humanas que excepcionalmente se pueden encontrar.
Figura antropomórfica, Cueva de Trois-Fréres, Ariége, Francia, periodo Magdaleniense.
La técnica empleada por estos maestros paleolíticos sorprende también por su variedad de recursos, su
sencillez y la duración que han alcanzado sus obras. Los colores utilizados se obtenían directamente de la
naturaleza. Básicamente se utilizan dos: negros y rojos en una amplia gama, que iría desde el amarillo
terroso hasta el marrón. Se obtenían de productos tan diversos como el óxido de manganeso, el carbón, los
óxidos de hierro, el caolín, la misma sangre, el ocre, etc. En general el proceso consistía en pulverizar el
color sobre una superficie plana y dura (piedra), mezclándolo después con un aglutinante probablemente
orgánico, grasa o tuétano preferentemente, aunque tal vez utilizaran otros que desconocemos. Por otra parte
la propia humedad de la roca lograba la adherencia necesaria, en un curioso anticipo de lo que será la técnica
al fresco. A su vez, la falta de luz en la roca y unas condiciones constantes de temperatura y humedad han
permitido su perfecta conservación durante tanto tiempo.
Su forma de aplicación también resulta sorprendente: a veces se utilizaban los llamados por los
arqueólogos lápices, que en realidad eran objetos que contenían el color deseado y servía además para
aplicarlo directamente: así por ejemplo se encontró un lápiz en Altamira consistente en ocre mezclado con la
resina de una conífera. El color, en ocasiones se aplicaba directamente, y en otras se utilizaban los dedos,
espátulas o toscos pinceles elaborados con cerdas. Incluso en ocasiones se lograba un efectismo
sorprendente en el color a base de un difuminado que se lograba a través de la técnica del soplado como
forma de aplicación. Frecuentemente se utilizaba un buril de sílex, para contornear las figuras. En cuanto a
los recursos plásticos utilizados predominan las figuras aisladas y con visiones de perfil, hechas con un
extraordinario realismo: para ello a veces se utilizan los salientes de las rocas para darle sensación de
volumen a la representación, otras se emplean sencillas fórmulas perspectivas, como la perspectiva torcida,
cuando vemos en una misma figura dos puntos de vista simultáneos, o incluso la visión de tres cuartos,
mucho más realista.
Predominan los temas animales, sobre todo bisontes y caballos, aunque también se encuentran
ciervos, jabalíes o mamuts. Hemos visto que aparecen asimismo figuras humanas que parecen
hechiceros disfrazados de animales, y hay igualmente toda una serie compleja de signos, como
las manos en negativo, las secuencias de puntos, y líneas diversas, cuya interpretación no está totalmente
aclarada. Representaciones de animales, Cueva de Lascaux, Francia, periodo Magdaleniense.
¿Cuál es el sentido que le dieron nuestros antepasados a estas pinturas? ¿Por qué y para qué las hicieron?
Hay dos versiones básicas para explicar la finalidad de estas pinturas. La primera es la que dio a conocer el
abate Breuil, uno de los pioneros en el estudio de la prehistoria: Se trataría de representaciones que buscaban
la magia simpática o propiciatoria, es decir, un elemento complementario de un ritual que facilitara la
realización de las necesidades más urgentes de aquellas comunidades: principalmente dos, la caza y la
procreación, o lo que es lo mismo, la supervivencia y la pervivencia de la especie. De ahí la representación
de los animales de forma aislada, puesto que se pintaban individualmente en cada ritual; de ahí también el
realismo extraordinario, para que la ceremonia fuera más propicia; de ahí la representación de animales
preñados, y como prueba del carácter mágico-religioso de estas pinturas y de las cuevas como lugares de
culto, tendríamos la representación en las paredes de los propios hechiceros. Según esta misma
interpretación signos como las manos, serían ex-votos dejados por los participantes en la ceremonia, y otros
dibujos aludirían claramente a órganos sexuales, lo que insistiría en su significación relacionada con la
fecundidad.
Los utensilios asociados al hombre paleolítico se remontan a épocas antiguas en las que hacen
uso fundamentalmente de herramientas. No obstante, progresivamente algunos de estos
instrumentos asumen un tipo de decoración que los convierte en piezas con un carácter
simbólico. Fundamentalmente este tipo de ornamentos se realizan a base de talla, es decir de
incisiones o relieves, la mayoría de las veces a base de formas geométricas realizadas sobre el
material en el que está hecha la pieza. Entre los objetos que presentan este tipo de decoraciones destacan los
arpones, agujas, cuchillos, colgantes o bastones, también llamados bastones de mando, porque algunos
especialistas los asocian con la representación de un valor jerárquico. Suelen estar hechos en asta, hueso o
marfil. Bastón de mando, asta de reno, M. Saint Perier, Francia, periodo Magdaleniense.
En el periodo del Paleolítico superior también aparecen, asociadas muchas veces a los abrigos
rocosos que contienen pinturas, pequeñas esculturas exentas. Abundan las piezas con un claro
simbolismo sexual y por tanto relacionadas con cultos a la fecundidad, de representación de
mujeres con sus órganos sexuales prominentes y exagerados, por lo que se les ha dado en llamar
genéricamente venus. Pero no son las únicas piezas escultóricas encontradas, también las hay de
animales, cuya función sería similar a las de las pinturas con las que suelen estar asociadas, se
han encontrado bisontes modelados en barro, animales esgrafiados sobre una estalactita, relieves sobre la
piedra de distintas especies y otros animales variados modelados sobre la piedra, etc. Venus de la cuerna,
Laussel, Francia, periodo Solutrense
NEOLITICO
LA PINTURA NEOLÍTICA
El final de la última glaciación, alrededor del 8.000-9.000 a. C., supone un cambio importante de hábitos y
formas de vida de los humanos, que lógicamente tendrá su repercusión en sus manifestaciones
artísticas. Éstas no desaparecen, pero cambian notablemente su situación, ahora en abrigos más
abiertos que las cuevas paleolíticas, cambian las técnicas artísticas y cambian sobre todo los temas
y la composición de las obras pintadas. La expansión conocida de estas pinturas también es mayor.
Sus manifestaciones principales serían las siguientes: el llamado arte epipaleolítico europeo,
etapa de transición hacia el Mesolítico, entre el Paleolítico y el Neolítico, tratándose por tanto de
una fase de cambios, del fin de una sociedad nómada y de cazadores, que progresivamente se irá
asentando en zonas fijas. También se incluye en este periodo el arte rupestre desarrollado en el norte de
África, especialmente en el área sahariana; el arte rupestre de Escandinavia y Rusia, y sobre todo el
fenómeno aislado que representa el arte levantino en España.
Así como la pintura paleolítica peninsular encuentra paralelismos muy semejantes con otras
de ámbitos geográficos diferentes, como ocurre entre las obras de las cuevas cantábricas y las
del sur de Francia, la pintura prehistórica levantina es un hecho aislado, circunscrito
exclusivamente al ámbito peninsular. Sólo algunos conjuntos saharianos pueden resultar parecidos, pero son
un fenómeno distinto en cualquier caso.
La mayoría de las pinturas se encuentran situadas en las paredes, cornisas y covachos rocosos de las
serranías que se extienden desde los Pirineos hasta la Penibética, si bien las zonas de mayor concentración
de obras y también las más importantes se encuentran en la Serranía de Albarracín (entre Teruel y
Cuenca); Maestrazgo y Bajo Ebro (sur de Tarragona y norte de Castellón) y sur del País Valenciano.
Recolección de miel, cueva de la Araña, Valencia.
Los recursos plásticos suelen utilizar todo tipo de fórmulas estereotipadas. Así sobre todo
la sensación de movimiento que se transmite a base de efectos muy expresionistas: se
estilizan las figuras, se abren exageradamente las piernas de los corredores, se remarcan los
músculos, e incluso en un recurso verdaderamente avanzado se disponen composiciones en
diagonal, para acentuar esa sensación de movimiento. El resto de manifestaciones sacrifican el realismo en
beneficio de un esquematismo casi geométrico, pero que potencia el expresionismo, objetivo central de este
tipo de representaciones, más orientadas a la narración documental, que a la visión realista y totémica del
arte paleolítico. Guerrero con arco, Els Cavals, Valltorta, Castellón
LA PINTURA LEVANTINA: TEMÁTICA
LA CERÁMICA