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PREHISTORIA

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Introducción

El nacimiento del Arte

La imagen que el ser humano moderno suele tener del hombre prehistórico es
el de un ser torpe incapaz de cualquier manifestación artística. Sin embargo, las
primeras creaciones artísticas de las que tenemos noticia, fueron realizadas por
un ser tan hábil y refinado como el de cualquier otra época histórica. Sólo así
pueden entenderse obras de arte tan hermosas como las pinturas de la cueva de
Altamira o el Bisonte de la Magdeleine.

¿Es Arte el Arte de la Prehistoria?

La pregunta en realidad nos llevaría a otra igualmente retórica, sobre la propia


naturaleza del arte: porque ¿qué es el arte? o ¿es arte el arte de cualquier época?
Ya sabemos que nos costaría mucho responder a estas cuestiones, pero hay una
cosa cierta, cuando contemplamos cualquiera de las pinturas prehistóricas que se
esconden en los abrigos rocosos y descubrimos con asombro su corrección
técnica, sus tonos de color en medio de lo oscuro, sus múltiples recursos plásticos
y su calidad, y nos sentimos además sobrecogidos por el ambiente que circunda
las pinturas, entre el silencio y el misterio, en medio de lo sagrado, nos alcanza la
emoción de lo extraordinario, en fin, nos alcanza la magia. Ese sentimiento que
transciende de lo material y de lo cotidiano y nos traslada más allá. Más allá de
todo lo concreto, más allá de nosotros mismos. Entonces descubrimos el arte,
porque se nos ha abierto una puerta al más allá, al ámbito de lo abstracto del
pensamiento y de los sentimientos. Lo mismo exactamente que cuando entramos
en una catedral gótica o admiramos un cuadro de Rothko.

El gusto por la creación

Naturalmente que es arte lo que vamos a estudiar a continuación. Las obras


hechas por el hombre en la prehistoria no sólo tienen un valor meramente
histórico. En algunos casos podría parecer que sí, caso de herramientas hechas en
sílex sin otra finalidad que la meramente práctica, o de armas realizadas en
hueso, porque todo ello nos habla estrictamente del pasado del hombre, pero por
el contrario existe una intencionalidad puramente artística en la ejecución de los
adornos, en las piezas con un valor simbólico, en la cerámica que además de su
uso busca también el ingenio y el diseño, y por supuesto en la pintura parietal,
ejemplo espléndido de perfección y belleza.

El Arte como invariante de la emoción

El arte es siempre el mismo, y pocos ejemplos de la obra hecha por la


mano del hombre como éste, para comprender lo poco que hemos evolucionado
desde hace 30.000 años hasta hoy. Es cierto que en el plano material, la
civilización ha dado en ese tiempo pasos de gigante, pero no ocurre lo mismo en
el campo del pensamiento y la creatividad. Y es algo que nos debería hacer
reflexionar y mucho, porque en realidad, ¿qué es lo verdaderamente importante
para el ser humano, para nuestra felicidad, para nuestra estabilidad emocional,
para nuestro avance intelectual, el desarrollo técnico o el espiritual? El hombre
sigue siendo tan pequeño delante de aquellos dioses como de los que ahora nos
queramos inventar, y una y otra vez, recurrimos al arte para consolarnos. Lo
mismo entonces que ahora. Y lo mismo entonces que ahora, el arte nos sigue
emocionando.

¿Qué entendemos por Prehistoria?

Por otra parte, a qué nos referimos con el arte de la prehistoria. Si


entendemos que la prehistoria se refiere al periodo de la humanidad del cual
carecemos de documentos escritos, podríamos extenderlo a todas las culturas
primitivas que todavía existen en la actualidad. Pero considerando que el ámbito
habitual de estudio es el de nuestro entorno occidental, el marco del tema
abarcará un periodo enormemente amplio que englobaría desde el paleolítico
hasta la edad de los metales, al menos en aquellas zonas que para entonces
siguieran todavía sin haber entrado en la historia propiamente dicha.

Paleolítico

La pintura Franco-cantábrica

A lo largo del paleolítico superior se realizan en numerosos abrigos rocosos,


sobre todo del norte de España y el sur de Francia, un número considerable de
representaciones pictóricas que se han dado en llamar genéricamente arte
parietal, por su ubicación en las paredes de las cuevas, y que asimismo se las
denomina habitualmente como pintura francocantábrica por la localización
geográfica que antes hemos mencionado, si bien este nombre no sería del todo
preciso pues también se han encontrado pinturas paleolíticas en otras zonas
geográficas distintas.

La pintura más antigua

Se trata de la expresión plástica del ser humano más antigua de la que


tenemos noticia y que nos asombra por su indudable calidad y por su cantidad,
pues se han conservado afortunadamente muchas muestras en numerosas
cuevas. Se trataría por tanto de una enorme producción, considerando las otras
muchas obras que se habrán perdido por múltiples razones y las que todavía no
se hayan descubierto. Esta explosión artística del hombre primitivo tendría
probablemente connotaciones religiosas, sobre todo considerando el carácter
de santuario que al parecer asumen muchos de estos abrigos rocosos, si bien
todavía nos asaltan las dudas frente a los muchos misterios sin resolver de estas
representaciones. Abundan los animales de todo tipo, pero especialmente los
caballos, los bisontes, ciervos, toros y mamuts, y también signos variados, entre
otros los perfiles de manos y los puntos distribuidos en diferentes secuencias.
Ingenio y recursos

Técnicamente las pinturas paleolíticas también nos sorprenden porque


explotan con indudable ingenio todos los recursos naturales que ofrecían las
propias cuevas y el que otorgan los minerales que el hombre encuentra para
obtener colores y herramientas variadas para su ejecución.

Los descubridores

Pero si emocionante resulta asistir a este tipo de representaciones cada vez


que podemos visitar alguna de estas cuevas, imagínense lo que supondría su
descubrimiento para aquellos arqueólogos pioneros que las empezaron a dar a
conocer a principios de nuestro siglo. La historia de los descubrimientos de la
pintura paleolítica está llena de malentendidos, olvidos e injusticias, pero también
de nombres para el recuerdo, que dieron una dimensión aún más extraordinaria a
este periodo de la historia del hombre, nombres como el abate Breuil, Marcelino
Sanz de Sautuola (el descubridor de Altamira), Hugo Obermaier, André Leroi-
Gourhan, y tantos otros.

Problemas de conservación

Lástima que el conocimiento de estas obras y la espectación que han


despertado hayan contribuido también a su acelerado deterioro, y lo que no había
ocurrido en 15 o 20.000 años está ocurriendo en apenas unas décadas. Muchas
cuevas han tenido que cerrarse a la visita pública o restringirse
extraordinariamente su acceso porque está en peligro la conservación de las
pinturas. Pero ello no les priva de su grandeza, de su espectacularidad y su
misterio. De su magia irrepetible.

Los autores

Tenemos la inercia casi inevitable de considerar a los hombres del paleolítico


superior como seres inferiores a nosotros y por ello nos asombran más sus obras
y su arte. Pero no hay que olvidar que se trata de un homo sapiens sapiens, es
decir, hombres como nosotros y que por tanto su capacidad intelectual y su
desarrollo cerebral es equivalente al nuestro, lo que es diferente son sus
circunstancias y los medios para afrontarlas.
No es habitual que aparezcan representados los hombres de aquella época en
sus propias obras, predominan como ya hemos dicho figuras de animales, pero en
ocasiones de forma simbólica o explícita pueden encontrarse formas
antropomórficas: caso de las numerosas imágenes de manos en negativo o
positivo que se desperdigan por numerosas cuevas, y de manera manifiesta en
las representaciones de figuraciones humanas que excepcionalmente se pueden
encontrar.

Las técnicas: colores

La técnica empleada por estos maestros paleolíticos sorprende también por su


variedad de recursos, su sencillez y la duración que han alcanzado sus obras.
Los colores utilizados se obtenían directamente de la naturaleza. Básicamente
se utilizan dos: negros y rojos en una amplia gama, que iría desde el amarillo
terroso hasta el marrón. Se obtenían de productos tan diversos como el óxido de
manganeso, el carbón, los óxidos de hierro, el caolín, la misma sangre, el ocre,
etc. En general el proceso consistía en pulverizar el color sobre una superficie
plana y dura (piedra), mezclándolo después con un aglutinante probablemente
orgánico, grasa o tuétano preferentemente, aunque tal vez utilizaran otros que
desconocemos. Por otra parte la propia humedad de la roca lograba la adherencia
necesaria, en un curioso anticipo de lo que será la técnica al fresco. A su vez, la
falta de luz en la roca y unas condiciones constantes de temperatura y humedad
han permitido su perfecta conservación durante tanto tiempo.

Las técnicas: aplicación del color y recursos

Su forma de aplicación también resulta sorprendente: a veces se utilizaban los


llamados por los arqueólogos lápices, que en realidad eran objetos que contenían
el color deseado y servía además para aplicarlo directamente: así por ejemplo se
encontró un lápiz en Altamira consistente en ocre mezclado con la resina de una
conífera. El color, en ocasiones se aplicaba directamente, y en otras se utilizaban
los dedos, espátulas o toscos pinceles elaborados con cerdas. Incluso en
ocasiones se lograba un efectismo sorprendente en el color a base de un
difuminado que se lograba a través de la técnica del soplado como forma de
aplicación. Frecuentemente se utilizaba un buril de sílex, para contornear las
figuras.
En cuanto a los recursos plásticos utilizados predominan las figuras aisladas y
con visiones de perfil, hechas con un extraordinario realismo: para ello a veces se
utilizan los salientes de las rocas para darle sensación de volumen a la
representación, otras se emplean sencillas fórmulas perspectivas, como la
perspectiva torcida, cuando vemos en una misma figura dos puntos de vista
simultáneos, o incluso la visión de tres cuartos, mucho más realista.

Temas: animales y hombres

Predominan los temas animales, sobre todo bisontes y caballos, aunque


también se encuentran ciervos, jabalíes o mamuts. Hemos visto que aparecen
asimismo figuras humanas que parecen hechiceros disfrazados de animales, y
hay igualmente toda una serie compleja de signos, como las manos en negativo,
las secuencias de puntos, y líneas diversas, cuya interpretación no está
totalmente aclarada.

Temas: la interpretación mágica

¿Cuál es el sentido que le dieron nuestros antepasados a estas pinturas? ¿Por


qué y para qué las hicieron? Hay dos versiones básicas para explicar la finalidad
de estas pinturas. La primera es la que dio a conocer el abate Breuil, uno de los
pioneros en el estudio de la prehistoria: Se trataría de representaciones que
buscaban la magia simpática o propiciatoria, es decir, un elemento
complementario de un ritual que facilitara la realización de las necesidades más
urgentes de aquellas comunidades: principalmente dos, la caza y la procreación,
o lo que es lo mismo, la supervivencia y la pervivencia de la especie. De ahí la
representación de los animales de forma aislada, puesto que se pintaban
individualmente en cada ritual; de ahí también el realismo extraordinario, para
que la ceremonia fuera más propicia; de ahí la representación de animales
preñados, y como prueba del carácter mágico-religioso de estas pinturas y de las
cuevas como lugares de culto, tendríamos la representación en las paredes de los
propios hechiceros. Según esta misma interpretación signos como las manos,
serían ex-votos dejados por los participantes en la ceremonia, y otros dibujos
aludirían claramente a órganos sexuales, lo que insistiría en su significación
relacionada con la fecundidad.

Temas: la interpretación sexual

La otra gran interpretación es la que realiza después de arduos trabajos de


recopilación y estudio, A. Leroi-Gourhan, que termina por considerar que todas
las imágenes son signos con una orientación sexual, de tal manera que tanto los
animales como el resto de dibujos son símbolos masculinos o femeninos. Así,
todo se reduciría a representaciones con una intencionalidad vinculada a rituales
de fecundidad. En cualquier caso, también para él, las cuevas serían santuarios, y
las pinturas un elemento esencial de rituales mágico-religiosos.

Arte mueble: utensilios

Los utensilios asociados al hombre paleolítico se remontan a épocas antiguas


en las que hacen uso fundamentalmente de herramientas. No obstante,
progresivamente algunos de estos instrumentos asumen un tipo de decoración
que los convierte en piezas con un carácter simbólico. Fundamentalmente este
tipo de ornamentos se realizan a base de talla, es decir de incisiones o relieves,
la mayoría de las veces a base de formas geométricas realizadas sobre el material
en el que está hecha la pieza. Entre los objetos que presentan este tipo de
decoraciones destacan los arpones, agujas, cuchillos, colgantes o bastones,
también llamados bastones de mando, porque algunos especialistas los asocian
con la representación de un valor jerárquico. Suelen estar hechos en asta, hueso
o marfil.

Arte mueble: las venus

En el periodo del Paleolítico superior también aparecen, asociadas muchas


veces a los abrigos rocosos que contienen pinturas, pequeñas esculturas
exentas. Abundan las piezas con un claro simbolismo sexual y por tanto
relacionadas con cultos a la fecundidad, de representación de mujeres con sus
órganos sexuales prominentes y exagerados, por lo que se les ha dado en llamar
genéricamente venus. Pero no son las únicas piezas escultóricas encontradas,
también las hay de animales, cuya función sería similar a las de las pinturas con
las que suelen estar asociadas, se han encontrado bisontes modelados en barro,
animales esgrafiados sobre una estalactita, relieves sobre la piedra de distintas
especies y otros animales variados modelados sobre la piedra, etc.

Neolítico

La pintura neolítica

El final de la última glaciación, alrededor del 8.000-9.000 a. C., supone un


cambio importante de hábitos y formas de vida de los humanos, que lógicamente
tendrá su repercusión en sus manifestaciones artísticas. Éstas no desaparecen,
pero cambian notablemente su situación, ahora en abrigos más abiertos que las
cuevas paleolíticas, cambian las técnicas artísticas y cambian sobre todo los
temas y la composición de las obras pintadas. La expansión conocida de estas
pinturas también es mayor. Sus manifestaciones principales serían las siguientes:
el llamado arte epipaleolítico europeo, etapa de transición hacia el Mesolítico,
entre el Paleolítico y el Neolítico, tratándose por tanto de una fase de cambios,
del fin de una sociedad nómada y de cazadores, que progresivamente se irá
asentando en zonas fijas. También se incluye en este periodo el arte rupestre
desarrollado en el norte de África, especialmente en el área sahariana; el
arte rupestre de Escandinavia y Rusia, y sobre todo el fenómeno aislado que
representa el arte levantino en España.

La pintura levantina: localización

Así como la pintura paleolítica peninsular encuentra paralelismos muy


semejantes con otras de ámbitos geográficos diferentes, como ocurre entre las
obras de las cuevas cantábricas y las del sur de Francia, la pintura prehistórica
levantina es un hecho aislado, circunscrito exclusivamente al ámbito peninsular.
Sólo algunos conjuntos saharianos pueden resultar parecidos, pero son un
fenómeno distinto en cualquier caso.
La mayoría de las pinturas se encuentran situadas en las paredes, cornisas y
covachos rocosos de las serranías que se extienden desde los Pirineos hasta la
Penibética, si bien las zonas de mayor concentración de obras y también las más
importantes se encuentran en la Serranía de Albarracín (entre Teruel y
Cuenca); Maestrazgo y Bajo Ebro (sur de Tarragona y norte de Castellón) y sur
del País Valenciano.

La pintura levantina: cronología

En cuanto a su cronología sigue aún hoy en día la controversia, no


pudiéndose establecer todavía una datación segura para estos conjuntos. Al
principio de las investigaciones, autores como el abate Breuil u Obermaier
pensaban que se trataba de un arte paleolítico realizado por etnias diferentes de
las del norte peninsular, por eso eran tan diferentes. Más adelante en base a los
propios yacimientos y la fauna representada que en ningún caso era paleolítica,
se consideraron los conjuntos de una cronología mucho más reciente, que oscila
según los autores entre los 6.500 años a los 5.000 según otros. Para algunos
por tanto son obras que podríamos considerar Mesolíticas si bien para otros son
representaciones relacionados con las primeras manifestaciones Neolíticas del
Mediterráneo. De todas formas y como una prueba más de la disparidad de
criterios existente, todavía hay investigadores que mantienen cronologías
paleolíticas, entre 12.000 y 11.000 años de antigüedad, aunque sin duda son las
menos defendidas.

La pintura levantina: características técnicas

Desde un punto de vista puramente técnico se advierten estas características:


La utilización de pinceles de pelo, plumas finas u otros materiales orgánicos
para la aplicación de la pintura. Parece que en este caso no se utilizaban los
dedos ni la técnica del soplado para la difuminación del color, como en época
paleolítica
Los colores utilizados son el rojo, el negro y el blanco, cuyos orígenes
naturales serían los mismos que en la época paleolítica, aprovechándose en este
caso el carbonato de calcio para la coloración blanca.
Sobre esta base los matices cromáticos son múltiples, a veces conseguidos por
el propio pintor y otras producto de efectos naturales, como el grado de
humedad, la conservación, el tono de la roca, etc.
También en este tipo de pintura se emplearían aglutinantes orgánicos y
suponemos que principalmente la grasa.

La pintura levantina: la figura humana

Desde el punto de vista estrictamente artístico es donde se advierten mayores


diferencias respecto a la pintura paleolítica franco-cantábrica:
En primer lugar aparece la figura humana, elemento ajeno a la pintura
paleolítica.
Además es habitual, que las imágenes representadas creen escenas y no
aparezcan aisladas como en la etapa anterior.
Su solución plástica abandona el realismo característico de la etapa paleolítica
y tiende ahora a una esquematización, rayana en la geometrización, que otorga a
las figuras mayor expresionismo. Si aquella era una pintura característica de
tendencias naturalistas, ésta lo es de posturas ideocráticas.

La pintura levantina: recursos plásticos

Los recursos plásticos suelen utilizar todo tipo de fórmulas estereotipadas. Así
sobre todo la sensación de movimiento que se transmite a base de efectos muy
expresionistas: se estilizan las figuras, se abren exageradamente las piernas de
los corredores, se remarcan los músculos, e incluso en un recurso
verdaderamente avanzado se disponen composiciones en diagonal, para acentuar
esa sensación de movimiento.
El resto de manifestaciones sacrifican el realismo en beneficio de un
esquematismo casi geométrico, pero que potencia el expresionismo, objetivo
central de este tipo de representaciones, más orientadas a la narración
documental, que a la visión realista y totémica del arte paleolítico.

La pintura levantina: temática

En cuanto a la temática abundan principalmente tres grandes áreas de


contenidos dentro de las cuales la variedad de temas es grande. Son: actividades
económicas (caza, recolección, agricultura, ganadería, monta, etc.); escena de
guerra; escenas lúdico-religiosas (danzas, fecundación, hechicería, rituales, etc).
Es evidente por tanto que de ello se deduce también una significación de tipo
religiosa o propiciatoria, similar a las de la época paleolítica, aunque en este caso
la temática es mucho más amplia y en ocasiones pareciera que la pinturas
tuviesen también una intención meramente narrativa. En cualquier caso y al igual
que ocurría en la pintura paleolítica, las hipótesis al respecto siguen siendo
múltiples y ninguna es, de momento, rechazable.
La cerámica

El Neolítico implica la aparición de la agricultura y la ganadería y, en


consecuencia, una nueva manera de vivir. La cerámica fue una de las técnicas
que acompañó a esta revolución. Desde el principio, sus autores gustaron de
utilizar diferentes materias primas y, sobre todo, de la variedad formal y la
diversidad en la decoración.
Precisamente son su forma y ornamentación los criterios que se utilizan para
su clasificación. Así, entre los tipos de cerámica más antiguos que se conocen
destacan la cerámica de bandas y la cerámica cardial. En ambos casos se trata de
piezas decoradas mediante presión cuando el barro aún está blando, para formar
motivos de carácter geométrico y repetitivo.

Edad de los Metales

La Edad de los Metales

El uso de la escritura marca el paso de la Prehistoria a la Historia. Este


fenómeno, iniciado en algunas zonas del Oriente Próximo en el III Milenio,
tardaría siglos en producirse en otras áreas geográficas, como el continente
europeo que, en consecuencia, siguieron en una fase prehistórica de su
desarrollo. Al periodo que media entre la aparición de la escritura en Oriente y su
extensión a Occidente, se le denomina Edad de los Metales. El nombre deriva del
inicio del empleo del bronce y el hierro para la fabricación de objetos de muy
diversa naturaleza, desde los de carácter utilitario hasta los puramente
ornamentales.
Lo más sorprendente de estas piezas metálicas es la extraordinaria belleza y
modernidad de sus diseños, muy próximos a los gustos más actuales.

Arquitectura megalítica

La Edad de los Metales también es la época de las primeras grandes


construcciones en el occidente europeo. La mayoría asociadas a una finalidad de
tipo religioso o funerario, pero siempre sorprendentes por su descomunal tamaño,
por las dificultades que entrañaría su construcción y por el halo de misterio que
parece rodearlas. Menhires, dólmenes, cromlech o cuevas de enterramiento
ilustran también esta época de una forma curiosa y fascinante a la vez,
haciéndonos reflexionar sobre las dificultades técnicas que aquellos hombres
supieron superar para levantar unos monumentos tan grandes y pesados, y sobre
el sentimiento religioso y sobrenatural que esconden bajo su mole abstracta y
misteriosa.
MESOPOTAMIA
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Introducción

Entre dos ríos

Si la civilización egipcia había sido consecuencia directa de la influencia


decisiva del río Nilo, otra zona no demasiado alejada ni en el espacio ni en el
tiempo, va a contar con otra afortunada coincidencia fluvial, el discurrir de los ríos
Tigris y Eúfrates cercanos entre sí, que igualmente va a producir la formación de
una sociedad evolucionada y compleja, que genéricamente denominamos
“mesopotamia”, que en griego quiere decir precisamente “entre ríos”.

Ciudades e imperios

El desarrollo de la agricultura en estas tierras bajas y fértiles, bañadas además


por las aguas de los ríos, pero también un creciente comercio entre zonas
próximas del territorio, dará lugar a la formación de comunidades urbanas, que
darán la medida del progreso y los avances de la humanidad, ya desde el cuarto
milenio antes de Cristo. Esta civilización de ciudades, requerirá una estructura
social y política variada, en la que la religión y el poder de los gobernantes,
muchos de ellos sacerdotes, conseguirán aglutinar y dar cuerpo a esos grupos
sociales.
Históricamente la formación de estos núcleos urbanos poderosos pronto
ensanchará sus horizontes más allá de sus zonas de origen, constituyendo así los
primeros imperios que irán colonizando consecutivamente toda la zona. Pero no
siempre serán los mismos pueblos, al poder inicial de los sumerios se sucederá el
de los acadios situados algo más al norte, y con posterioridad el de asirios y
babilonios, hasta colonizar territorios del Asia anterior desde donde medos y
aqueménides constituirán finalmente el Imperio persa, el primero de los grandes
imperios de la Historia de la humanidad.

El valor de la expresión artística

Desde el punto de vista artístico, hay una nota común que relaciona todas
estas civilizaciones diferentes y originarias de distintos territorios, y es la
importancia que se le da a la expresión artística, precisamente como elemento de
afirmación de ideas y formas de poder político y religioso. Considerando además
que el desarrollo urbano también proporcionará los medios para desarrollar un
arte diverso, rico y grandilocuente, no es de extrañar la enorme importancia que
llega a alcanzar el arte que llamamos mesopotámico.

Concepto de Arte Mesopotámico

Aunque indudablemente, tal variedad de civilizaciones y espacios, lógicamente


dará lugar a una cierta diversidad dentro de este movimiento artístico, tal, que el
término mesopotámico debe entenderse como un concepto genérico porque no
tiene otra referencia que la espacial, con él queremos denominar al repertorio de
obras artísticas que se suceden a lo largo de todo este espacio durante las
sucesivas civilizaciones que fueron dominando la zona, y cuyo desarrollo en el
tiempo es igualmente amplio, porque comienza con las primeras muestras de arte
sumerio en el cuarto milenio antes de Cristo y acaba con las últimas obras del
arte persa, alrededor del S. V a. C.

Localización

Los sumerios

Ya se ha comentado que la cultura que llamamos mesopotámica se configura a


partir de un conglomerado de etnias que en sucesivos momentos de la historia
van dominando los distintos espacios que se extienden entre las cuencas del
Tigris y el Eúfrates. Los primeros que constituyen un entramado social complejo,
de estructura urbana con instituciones políticas y religiosas son los sumerios.
Sus primeras manifestaciones culturales se podrían rastrear ya en el quinto
milenio, si bien la cultura brillante de los sumerios, capaces ya de desarrollar una
escritura que ha llegado hasta nosotros y de confeccionar un compendio de obras
de arte de indudable calidad e importancia histórica se desarrolla a partir del
cuarto milenio, concretamente entre el 3700 y el 2900 a. C., fechas en las que
alcanza su periodo de plenitud el centro urbano de Uruk (la actual Warka, en
Irak), razón por la cual se conoce a este periodo precisamente como la cultura de
Uruk. Más adelante, la civilización sumeria se extiende en los llanos de la
desembocadura de los dos ríos, dando lugar a la formación de ciudades-estado,
todas de un gran esplendor cultural e importancia política: Kish, Ur, Lagash, la
misma Uruk, etc.

Imperio Acadio y periodo Neosumerio

Se alarga este periodo aproximadamente hasta el 2300 a. C., momento en


que empieza a advertirse un cambio en el predominio de poder de los pueblos
mesopotámicos: Progresivamente la tradicional hegemonía de los sumerios se vio
sustituida por la preponderancia de gentes semitas provenientes de regiones
cercanas, hasta que finalmente la nueva etnia personificada en la figura del rey
Sargón, dio lugar a la formación de un imperio, con centro en la ciudad de Accad
y que por ello conocemos como Imperio acadio. Su extensión alcanza a
territorios situados más al norte si bien la preponderancia de ciudades como Ur,
Lagash o Uruk, no desaparece. Pero a pesar de la importancia de algunos de los
monarcas acadios más renombrados, como el propio Sargón o su nieto Naramsin
(imagen), el imperio acadio desaparece como tal hacia el 2100 a. C., momento en
el que de nuevo imponen su hegemonía las viejas ciudades mesopotámicas,
dando lugar a la etapa conocida como periodo Neosumerio.

Periodo Babilónico

Tampoco iba a durar demasiado esta reinstauración del viejo orden: son ahora
las ciudades del oeste en latitudes algo más al norte que las anteriores, las que
van ahora a imponer progresivamente su dominio, hasta cohesionarse todo el
territorio bajo el mando de una de estas ciudades, que empieza ahora a alcanzar
una importancia que la convertirá en un referente universal a lo largo de la
Historia: Babilonia, cuyos restos se encuentran actualmente a 60 Km., al sur de
Bagdad. Este periodo que tendrá su momento culminante en el reinado del
famoso rey babilonio, Hammurabi, lo conocemos como periodo Babilónico, y
dura aproximadamente entre el 2000 y el 1600 a. C.

Imperio Asirio

Pero mucho más al norte en la Alta Mesopotamia, a orillas del Tigris, se va


afianzando social y económicamente un pueblo rudo de ganaderos y guerreros, la
tierra de Assur. Su papel en el entorno político no pasó de ser secundario en
tanto estuvo dominado por el poder babilónico, pero estaba llamado a ser uno de
los protagonistas de la historia mesopotámica. El Imperio Asirio, comienza a
imponerse al resto de territorios a mediados del siglo XIII a. C., si bien su
momento de esplendor coincide con los reinados de monarcas de personalidad
imborrable como Asurnasirpal II (imagen) y Salmanasar III, que en el siglo IX a.
C., extienden su poder desde el Próximo Oriente al Golfo Pérsico. Su férreo poder
basado en su potencia militar durará aproximadamente hasta el siglo VII a. C.,
dando lugar a un arte peculiar en el que se refleja la idiosincrasia a veces
truculenta de este pueblo, pero que dará lugar igualmente a obras deslumbrantes
como buena parte de sus relieves, sus lamassus o toros alados o las
construcciones de sus palacios, como los de Jorsabad o Nínive.

Periodo Neobabilónico e Imperio Persa

Pero como todos los imperios también éste llegará a su fin, concretamente a
finales del siglo VII a. C., cuya decadencia será aprovechada curiosamente por los
caldeos de la ciudad de Babilonia, que de nuevo va a vivir un momento de
esplendor. Será de la mano de su rey más conocido, Nabucodonosor II, con el
que el periodo Neobabilónico alcanza su hegemonía en la región, que se
prolonga a lo largo de todo el siglo VI a. C., hasta que definitivamente sucumba
ante una nueva relación de fuerzas, protagonizada a hora por gentes
indoeuropeas, fundamentalmente medos y aqueménides, provenientes de las
regiones más extremas del NE de la región, en los Montes Zagros. Su fuerza se
irá haciendo creciente en la zona, hasta que Ciaxares, destruyó definitivamente el
poder de Babilonia y algo más adelante Ciro II el Grande, cohesionó y extendió
definitivamente el Imperio persa, sin duda el más grande y poderoso de cuantos
habían dominado hasta entonces Mesopotamia. Y lo seguirá haciendo, al menos
hasta que surja mucho tiempo después, a finales del siglo IV a. C., la figura
legendaria de Alejandro Magno, que acabará a su vez con aquel poderío
indiscutible de los persas.

Arquitectura

Características generales

Templos y palacios van a ser las construcciones monumentales que


caracterizan la arquitectura mesopotámica desde sus primeros tiempos.
Considerando la importancia que adquiere el elemento religioso como
fundamento de la cohesión social de esta civilización, y su implicación con el
poder político, no es de extrañar que las primeras edificaciones monumentales
se refieran a estos dos ámbitos. Como por otra parte, ya se ha comentado que la
expresión artística tiene una clara intención propagandística, es una consecuencia
lógica que la arquitectura adquiera un carácter colosal y de apariencia grandiosa,
con el que exteriorizar de cara al pueblo el poder atesorado por la clase dirigente
y la importancia de la religión.

Los Zigurats

Resultarían espectaculares en el entorno cultural del momento las


construcciones palaciegas, existentes desde los primeros tiempos, pero aún
mucho más los templos sobre zigurats, auténticas montañas artificiales en medio
del paisaje, capaces de sobrecoger el ánimo de cualquiera. En cuanto a la
arquitectura funeraria, no adquiere la importancia que alcanza en otras
civilizaciones, como en la egipcia, por ejemplo, aunque en época del Imperio
persa, las tumbas de sus reyes también logran un cierto protagonismo
arquitectónico.

Templos

Los templos, ya en época de los sumerios son denominados con el nombre


de eanna, que significa “casa del cielo”. Su importancia simbólica y constructiva
es pareja a la relevancia social del poder religioso. Podemos distinguir dos tipos
de templos: aquellos que están trazados con una planta rectangular, y rodeados
de murallas con un sentido de ciudadela militar, en cuyo centro se edifica el
templo propiamente dicho y una segunda tipología característica, conocida como
templo-torre, denominado zigurat, construcción compuesta por varias terrazas
superpuestas en cuya cima se eleva un templo.

Palacios

Los primeros palacios se asocian a los templos. En ellos se advierte la


generalización de una tipología, constante desde entonces, y que vemos en los
ejemplos de Tell-Ashmar de época neosumeria o en el de Mari, de la primera
mitad del II Milenio: un amplio patio central, que servía de antesala protocolaria,
y una sala rectangular transversal al patio, utilizada como sala de recepción y
cortesana. Alrededor, estancias de funciones diversas, desde talleres hasta
viviendas.
Más adelante la mayor impronta militar asumida por los pueblos
mesopotámicos dará lugar a la construcción de ciudadelas y ciudades-palacio,
fuertemente amuralladas, con torreones y robustos contrafuertes, como el caso
de Jorsabad en el imperio asirio, levantada por Sargón II. Mucho más complejo y
espectacular resultará con posterioridad el modelo palaciego aportado por el
Imperio persa, del que el de Persépolis (imagen) resulta siempre su ejemplo más
significado.

Escultura

Escultura de bulto redondo

La escultura exenta o de bulto queda reducida casi a la producción de


imágenes del poder: bien reproducciones de los administradores sumerios; de
los patesi (imagen), príncipes-sacerdotes de época neosumeria, o retratos reales.
Plásticamente las soluciones van variando con el tiempo, pero son constantes
algunos tratamientos generales como la disposición frontal, la rigidez, la
concepción de bloque de las figuras o la ausencia de movimiento. En cuanto a los
materiales utilizados son variados, pero dada la ausencia de piedra en el entorno,
son extrañas las grandes obras monumentales. Se utilizan en cambio otros
materiales duros como la diorita, el alabastro, el basalto, etc., pero siempre en
proporciones pequeñas, dándole a la figura cánones menores. Sólo los lamassus,
asirios y persas, tienen un mayor canon monumental. Por todo lo dicho se explica
que fuera frecuente la utilización de metales fundidos, como el bronce, en la
producción artística.

Escultura en relieve: soluciones formales

El relieve, mucho más utilizado como forma de expresión plástica en todos los
periodos de la historia mesopotámica, desarrolla una mayor variedad de temas y
de soluciones técnicas. La mayoría tienen un carácter narrativo, haciendo así
relato de múltiples actividades, desde las más trascendentes como la guerra o las
hazañas de sus reyes, hasta las más cotidianas, como trabajos domésticos o
labores de campaña militar. En todos se aprecia la utilización de numerosos
convencionalismos, tanto para la solución plástica de sus formas de expresión
como para desarrollar su narrativa, y que son más numerosos entre los más
antiguos. Cabría citar entre otros, la perspectiva torcida, al modo egipcio, sobre
todo en las figuras, representadas con la cabeza y piernas de perfil y el cuerpo de
frente; la utilización de registros para ordenar la sucesión narrativa; o la ausencia
de perspectiva.

Escultura en relieve: nivel técnico

En determinados momentos de la historia artística de los pueblos


mesopotámicos el relieve alcanza un nivel técnico y plástico extraordinario,
convirtiéndose como en el caso del arte asirio (imagen), en una verdadera seña
de identidad cultural. En cuanto a los materiales trabajados, también son
variados, como en el caso de la escultura exenta, pero siempre limitados por la
escasez de piedra, por lo que también en este caso, las piezas sean de arenisca o
caliza o diorita, son generalmente de pequeño tamaño. En ocasiones se utiliza
igualmente el bronce, caso de algunos ejemplos de los mencionados relieves
asirios.

El relieve asirio: características generales

Entre todas las manifestaciones artísticas de los pueblos mesopotámicos, una


destaca de forma muy especial: los relieves asirios.
En primer lugar constituyen un registro narrativo de un enorme interés
histórico, porque relatan visualmente todo tipo de acontecimientos, lo mismo
hechos de armas y campañas militares, que escenas de carácter cotidiano. Pero
también tienen un gran interés desde el punto de vista puramente artístico. No
faltan recursos plásticos de representación variados y complejos: movilidad de
las escenas; sentido del movimiento que adquieren las figuras; representación
figurativa de los cuerpos; y sobre todo gran capacidad expresiva. Aún así no
faltan convencionalismos tradicionales: como la ausencia de perspectiva, la
proyección de la profundidad a través de la repetición de perfiles o miembros, o la
narración en registros, que también se utiliza en ocasiones.
El relieve asirio: fases iniciales

En los primeros relieves de importancia realizados hacia el S. IX a. C., en


tiempos de Assurnasirpal II, son frecuentes los temas religiosos, como la figura
simbólica de los genios alados, sin que se advierta aún un excesivo protagonismo
de los reyes. Son figuras estáticas, pero el naturalismo de las anatomías es ya de
gran mérito. En época de Salmanasar III, son famosas las puertas de su palacio,
forradas con relieves en bronce, las famosas Puertas de Balawat (imagen), en los
que se reproducen acciones militares y hazañas del propio rey, destacando
especialmente por el cruento realismo que alcanzan las imágenes de las torturas
y castigos que infringían a sus enemigos.

El relieve asirio: periodo de madurez

Durante las etapas siguientes, el relieve asirio mantendrá su importancia


narrativa, en ocasiones con textos cuneiformes sobre el relieve de la imagen y
acentuará el carácter propagandístico de sus reyes, hasta alcanzar su punto
culminante en tiempos de Asurbanipal, ya en el S. VII a. C., en el que proliferan
escenas de caza e imágenes de animales. Formalmente mantienen un estilo muy
tradicional: en las composiciones, muy simétricas; la figuración, un tanto
estática; y la utilización de los convencionalismos habituales, pero no es menos
cierto que su realismo escénico, el modelado muy naturalista de las imágenes y la
expresividad de las fieras, hacen de estos relieves tal vez los más famosos de
todo el arte asirio.

Otras artes

Variedad y calidad de las artes decorativas

Además de las denominadas «grandes artes», el mundo mesopotámico


conoció un fértil cultivo de las artes decorativas, disponiendo de los más variados
materiales y técnicas. No repararon en la utilización de metales preciosos, como
ocurre en el período sumerio (2900-2330 a. C.), al que pertenece el casco de
Meskalandug (imagen), trabajo repujado sobre oro que imita un tocado ritual y su
cabellera lateral, con rizos decorativistas, y el arpa de Ur, rematada con una
cabeza dorada de toro y elaborada con taracea de madera, conchas y piedras
preciosas. En la misma época se ha datado el estandarte real de Ur, una
pequeña placa, ejecutada mediante taracea de concha y caliza sobre lapislázuli;
posee escenas de guerra y de simposium desarrolladas en registros, y personajes
dentro del estilo de las estelas de Eannatum y Urnanshe.

La glíptica

Otro apartado en las labores artísticas es el referente a la glíptica, o arte de


los sellos que, por su forma cilíndrica repetían sus motivos ad infinitum sobre las
tablillas de arcilla. Precisamente este sistema influyó en los grandes asuntos
decorativos de los frisos, con temática idénticamente repetida y que expresaban
el sentido oriental de lo infinito.
Los frisos decorativos

Los frisos solían decorar muros externos, puertas o salones, utilizando una
técnica largamente experimentada en la zona: la cerámica vidriada. Ésta consiste
en la aplicación, sobre la cara externa de un ladrillo, de óxidos que, una vez
cristalizados en el horno, proporcionan intensos colores de transparencia vítrea;
de este modo, a su impactante efecto estético, unían la impermeabilización del
muro y su protección frente a los agentes climáticos. Numerosos edificios
utilizaron este sistema decorativo, como las Puertas de Ishtar de Babilonia (siglo
VI a. C.), que poseían su frente ornamentado con animales en relieve, realizados
con ladrillos salientes; estos animales, rítmicamente repetidos poseían un
simbolismo religioso: el toro era el dios Adad y el grifo, Marduk.

Los arqueros de Susa

Siguiendo el modelo de los frisos decorativos, el Palacio de Susa (siglo V a. C.)


estuvo ornamentado con similar sistema, como puede apreciarse en un fragmento
de una procesión de arqueros realizados en releve, que se repetían de forma casi
mimética extendiéndose por la parte baja del muro y constituyendo un friso con
enmarque geométrico.
EGIPTO
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Introducción

Misterio y singularidad del Arte Egipcio


Los conceptos que mejor definen desde nuestro punto de vista las
características del arte egipcio son singularidad y misterio. Los egipcios no
concebían sus creaciones artísticas para el disfrute de los vivos sino que, por lo
general, tenían una finalidad funeraria. Sólo así puede entenderse la grandiosidad
de las pirámides, la rigidez de sus esculturas o la disposición característica de sus
pinturas.
El arte egipcio se mueve, en consecuencia, en unas coordenadas
completamente distintas a las del arte posterior. Al artista no se le pide
originalidad sino perfección en la repetición de unos modelos. No debe innovar
sino respetar estrictamente unas normas que permanecen casi inalterables
durante más de tres milenios.
Esta singularidad llena de misterio al arte egipcio. Todavía hoy seguimos sin
poseer todas las claves que nos permitan conocer, en toda su magnitud, algunas
de las obras de arte más fascinantes de toda la historia.

Una civilización enigmática


Desde que Heródoto abriera el libro de la Historia contando las maravillas de
un país extraordinario, Egipto ha cautivado a todas las civilizaciones y ha
hechizado y sigue hechizando a cuantos se han acercado a su civilización. Nos
aproximamos a su historia y un halo de misterio y de enigmas sin resolver
parecen envolver su pasado, por más que sea una de las civilizaciones antiguas
más y mejor estudiadas. Pero siempre hay algo más que hace especial el Egipto
de los faraones: su desarrollo cultural, su temprana civilización, sus logros de
progreso como las canalizaciones o el calendario que les marcaba el propio Nilo
con sus crecidas, el aislamiento de su geografía, o su riqueza extraña en medio
del desierto, el secreto prolongado durante tanto tiempo de sus jeroglíficos, pero
sobre todo y por encima de todas esas facetas, son sus dioses, su especial culto a
los muertos y sus portentosos monumentos, los que elevan la grandeza de Egipto
a un verdadero mito de la Antigüedad.

Un arte de ultratumba
Pero el arte de Egipto no se limita a la construcción extraordinaria de sus
pirámides, a la obra de sus templos, y a las tumbas fabulosas que de vez en vez
descubren los arqueólogos, Egipto desarrolló también en el campo de las artes
plásticas una obra excepcional por su enorme variedad y su calidad técnica. No
era un arte para la belleza. Ni los artistas ni sus mecenas buscaban en el arte
egipcio encontrar la magia de la belleza, como les ocurrirá siglos después a los
griegos. El arte de Egipto es un arte práctico y utilitario al estar íntimamente
ligado a su función funeraria y al interés de la monarquía. Por ello es un arte de
carácter simbólico que además cambia muy poco a lo largo de los siglos, porque a
la tradición secular que definía todas las manifestaciones de la cultura egipcia,
había que añadir las propias tradiciones asumidas por artistas y talleres que eran
muy difíciles de alterar, y a su vez la función de este arte, que le obliga también a
ejercitar siempre unas mismas formas de expresión, que de otra manera no se
habrían entendido. En Egipto, la imagen es su expresión, y también por ello
apenas varía con el tiempo su forma de ejercitarla.

Arte y vida cotidiana


Un arte para sus dioses, para el mundo de ultratumba y para sus faraones,
principalmente, pero también un arte en el campo de las artes plásticas, que en
ocasiones le hace un guiño a la vida cotidiana y a las manifestaciones más
simples de la belleza. Un arte por todo ello fascinante, que nunca nos podrá dejar
indiferente.

Arte oficial y arte de lo cotidiano

Tanto la pintura como la escultura o el relieve, adquieren en el Antiguo Egipto


una considerable importancia, tanto por ser un elemento complementario de la
arquitectura monumental, como por su propio valor propagandístico, lo mismo
en lo referente al ámbito religioso como al poder político. Por ello, las artes
plásticas tienen en el arte egipcio un mecenazgo principalmente oficial, que es el
que explica la mayoría de las obras realizadas, dedicadas bien a prodigar e insistir
en el carácter eterno de sus faraones, o a recordar el poder de sus numerosos
dioses. No obstante, no deja de ser curioso en un arte tan rígido en casi todos los
aspectos como es el egipcio, que junto a este arte oficial, existan también
numerosas obras que reproducen el Egipto cotidiano, el de los seres sencillos
que realizan sus trabajos mundanos. Suelen ser pequeñas obras en
contraposición a las oficiales, siempre mucho mayores, y que desarrollan unos
valores de expresividad y movimiento, de espontaneidad y frescura, que
contrasta con las formas estereotipadas y rígidas del resto del arte egipcio.

Estereotipos y convencionalismos

Ésta sería otra de las características de las artes plásticas egipcias, la


dependencia de unas formulaciones artísticas basadas en estereotipos y
convencionalismos inflexibles, que además se mantuvieron prácticamente
inalterables a lo largo de la dilatada historia del Antiguo Egipto. Tal vez la propia
rigidez de la estructura política y social de aquella civilización, igualmente
inalterable a lo largo de milenios, explique también la continuidad formal del arte
egipcio a lo largo del tiempo, pero también su aislamiento geográfico y político,
que dificultó la entrada de influencias foráneas que pudieran variar ese carácter
inalterable de su creatividad.

Localización

El don del Nilo


Desde Herodoto se viene repitiendo la expresión "Egipto es un don del Nilo".

De no ser por el Nilo, Egipto sería un inmenso desierto. Sin embargo, las
aguas del río, procedentes de las montañas del corazón de África, no sólo
recorren el país de sur a norte, sino que todas las primaveras se desbordan,
fertilizando una estrecha banda de tierra. En ella surgió la agricultura y,
posteriormente, la cultura egipcia. Las principales ciudades, desde Tebas a Tanis,
pasando por Amarna o Menfis, también se localizan junto al Nilo.
Arquitectura
Arquitectura y vida en el más allá

La arquitectura funeraria es sin duda una de las expresiones más


espectaculares de todo el arte egipcio, pero no hubiera sido posible sin el
desarrollo profundo de una religión que le daba una importancia absolutamente
trascendental al fenómeno de la muerte y la vida en el más allá. El egipcio para
poder iniciar el viaje al mundo más allá de la muerte, debía conseguir que
permanecieran unidos los dos principios esenciales que constituían al ser
humano: el ba, que aludía al aspecto inmaterial o alma del ser; y el ka, o fuerza
vital, que se relacionaba con el cuerpo y el físico del sujeto. De ahí el interés de
los egipcios por salvaguardar la apariencia física de los fallecidos, por medio de la
momificación o la realización de estatuas y máscaras funerarias, única manera de
que ambos aspectos del ser no se separaran en el otro mundo. De esta forma
podía el difunto acceder a la barca del dios Sol-Rah, que al llegar el ocaso lo
trasladaba al mundo inferior, o de ultratumba, donde a su vez asistiría al juicio de
Osiris que pesaría su alma y decidiría su futuro eterno.

Importancia de la arquitectura funeraria

Tan arraigada se hallaba la creencia en el mundo de ultratumba en el universo


religioso egipcio, que buena parte de su vida giraba alrededor de su muerte, lo
que puede parecer una paradoja, pero explica perfectamente el alcance y la
tremenda importancia alcanzada en esta civilización por la arquitectura funeraria.
Al principio sólo reservada al faraón, pero posteriormente ampliada también a las
clases más acomodadas.
Es el inmenso poder económico y social acaparado precisamente por el faraón
el que permitiría obras descomunales dedicadas a su descanso eterno: primero
las mastabas, que luego se convirtieron en pirámides y posteriormente los
hipogeos.

Modelos de tumbas
Mastaba: La primera forma arquitectónica con fines mortuorios, estaba
constituida por un tronco de pirámide o cuadrado con muros en talud. Las primeras
se realizaron en ladrillo, sustituido posteriormente por sillares de piedra
perfectamente escuadrados.

Pirámide: El segundo modelo será la forma típica de enterramiento real


durante el Imperio Antiguo. La perfecta ejecución de la obra y la grandiosidad de
sus proporciones impresionaban al visitante con el vértigo de su altura. Como
material se utilizó la piedra, trabajada en grandes sillares asentados con tal
virtuosismo técnico que no dejaban fisuras en sus uniones.

Hipogeo: El último ejemplo de construcción funeraria se desarrolló durante el


Imperio Nuevo, tratándose de una construcción que como su propio nombre indica,
estaba excavada dentro de una montaña, con una disposición interna que trasponía
en cierto modo las estancias de las anteriores construcciones.
Simbolismo de las pirámides
La pirámide es, por excelencia, la tumba del soberano, de ahí que se revista
de un simbolismo especial. En primer lugar, se ha demostrado que fueron
concebidas mediante complejos cálculos numéricos, como es el caso de la de
Keops, que recoge ciertas medidas astronómicas. De hecho cada lado está
perfectamente orientado a cada uno de los cuatro puntos cardinales, y además,
las cuatro aristas que provienen del vértice, simbolizan los rayos del dios Sol-Rah,
protegiendo a su hijo el faraón. Por otro lado, su forma apuntada y su gran
elevación las hacía visibles desde lejos, lo que también constituía un símbolo
grandilocuente del poder político, capaz de sufragar semejantes obras.

Partes de una tumba


En las tumbas, la momia del difunto se disponía en un pozo excavado bajo la
construcción, donde se hallaba la cámara mortuoria; otra estancia, el serdab,
habilitada dentro de la edificación, contenía el doble del difunto o ka, junto a
diversas estatuillas y símbolos funerarios. En las pirámides como en la de Keops,
sobre la cámara mortuoria del rey se colocaban varios compartimentos de
descarga, una cámara inferior para la reina, y una cámara subterránea para
despistar a los saqueadores. Hay que añadir a todo ello una compleja disposición
interna compuesta por largos corredores salpicados de trampas que evitaran la
profanación del rito de ultratumba.

El templo
El peso enorme de la religión egipcia en todos los ámbitos de la vida, no se
limita exclusivamente al mundo funerario y de ultratumba, también se construyen
templos con una finalidad meramente devocional, especialmente a partir del
Imperio Nuevo. El inicio de este periodo coincide con la derrota y expulsión de los
hicsos, que entre otras cosas cambiará el sentido del poder monárquico de los
faraones, ahora más próximos a lo humano que a lo divino. Tal vez por ello se
potencia el culto a los dioses y en especial al dios Amón, que tenía en Tebas,
capital del Imperio Nuevo, su principal centro de devoción. Allí destacan
principalmente los grandes templos de Luxor y Karnak. También se construyen
en esta época templos de carácter funerario, hipogeos en su mayoría,
localizados en lugares distantes para evitar su localización y su saqueo, es el caso
de los que se construyen en el valle de los Reyes y de las Reinas, cercanos a
Tebas, o los mucho más alejados de Abú Simbel.

Partes del templo


Básicamente, el templo clásico del Imperio Nuevo constaba de dos grandes
sectores: el abierto a los fieles y el reservado al personal sagrado. El primero lo
componía un dromos o avenida flanqueada por numerosas esfinges; un pilono o
puerta monumental realzada con obeliscos; un primer patio porticado o pronaos y
una sala hipóstila, dividida en dos o más naves. A continuación se pasaba a las
estancias del segundo sector, de acceso restringido, y constituidas por otro
pronaos o sala de ofrendas y un naos o santuario con el tabernáculo para la
estatua del dios. Todas estas estancias suelen estar rodeadas por capillas para
divinidades secundarias, almacenes, viviendas y hasta un lago sagrado. Un grueso
muro aislaba estas dependencias del muro exterior.
Una arquitectura de líneas rectas

La arquitectura egipcia, tal y como se manifiesta en sus templos, es una


arquitectura adintelada, por tanto de formas rectas y horizontales, que a su vez
se combinan con las verticales: obeliscos, pilonos y soportes. Todos ellos
encuentran una relación íntima con la naturaleza del entorno a la que se le
asignan valores religiosos: los obeliscos representan el rayo de sol y representan
por ello la inmortalidad, y los pilonos, simbolizan las montañas que flanquean el
disco solar, así como los acantilados que se extienden a cada lado del valle del
Nilo, de tal forma que por la puerta de acceso parecería penetrar ese caudal de
vida que era el río y que parece invadir el templo con su cauce sagrado.

Columnas y capiteles
Entre los elementos de soporte se utilizan preferentemente columnas que
presentan el fuste liso o estriado. Sus capiteles también son variados, y en
muchos casos hacen alusión a la naturaleza del entorno. Entre los modelos
habituales más utilizados se hallarían: los capiteles lotiformes, que reproducen
la flor de loto, una planta acuática de hojas muy grandes, peciolo delgado y forma
cerrada a modo de campana invertida, que es muy abundante en el Nilo;
capiteles palmiformes, en forma de hoja de palmera; o capiteles
papiriformes, que reproducen en este caso la forma del papiro, otra planta
característica del Nilo, formada en este caso por una caña lisa y cilíndrica que
acaba en un penacho de forma acampanada.

Escultura

Las formas escultóricas

En el caso de la escultura puede observarse un acusado hieratismo o falta de


movimiento, una simetría clara y la sujeción a los principios de la llamada "ley de
la frontalidad". A ello se puede añadir, en determinados casos, el toque de
solemnidad, idealismo, seriación y expresionismo, lo que confiere a esculturas y
relieves una definida personalidad propia. Asimismo, las estatuas presentan
fijaciones tipológicas que se mantienen durante milenios, caso del adelantamiento
del pie izquierdo de las figuras o el diferente tamaño dispensado a las mismas,
según se trate de dioses, faraones, simples humanos o animales. El deseo de la
perdurabilidad de la obra por una serie de motivaciones religiosas y psicológicas
obligó a los artistas -en su mayoría anónimos- a que confeccionaran sus obras en
materias duras y sin apenas delinear volúmenes, sometiendo así sus labras a
esquemas prismáticos o cúbicos, en los cuales lo más llamativo lo constituyen los
brazos, siempre lo más posiblemente unidos al cuerpo. Modelado sobrio,
elegantes figuras y perfiles, pulimentado y coloración simbólica -pardo rojizo en
las figuras masculinas, ocre claro en las femeninas- son otras tantas
características de la plástica.

El canon en escultura
Los egipcios, pueblo, como se sabe, eminentemente agricultor, debido a la
fertilidad de sus tierras abonadas anualmente con el limo del Nilo, habían
desarrollado desde muy antiguo las técnicas de agrimensura. Ello les familiarizó
con la geometría y el cálculo aritmético. Estos conocimientos técnicos los
aplicaron a la totalidad de su arquitectura, caracterizada, entre otras
peculiaridades, por unas proporciones de acuerdo a determinados módulos.
Como no podía ser menos, la escultura, el relieve y la pintura los acomodaron
asimismo a determinadas medidas, tomadas a escala humana (dedo, puño,
codo), produciéndose con ellas ejemplares de todo tipo de tamaños, desde las
figuras más colosales -ningún pueblo superó al egipcio en monumentalidad- hasta
las más diminutas.

La representación del cuerpo

Para los egipcios, cada cosa debía ser representada en su aspecto más
característico. En la figura de la izquierda se aprecian los efectos que produjo esta
idea en la representación del cuerpo humano. La cabeza se veía mucho más
fácilmente de perfil; así pues, la dibujaron de lado. Pero si pensamos en los ojos,
nos los imaginamos como si estuvieran vistos de frente. De acuerdo con ello, ojos
enteramente frontales fueron puestos en rostros vistos de lado. La mitad superior
del cuerpo, los hombros y el tórax, son observados mucho mejor de frente,
puesto que así podemos ver como cuelgan los brazos del tronco. Pero los brazos y
los pies en movimiento son observados con mucha mayor claridad lateralmente. A
esta razón obedece el que los egipcios, en estas representaciones, aparezcan tan
extrañamente planos y contorsionados. Además, los artistas egipcios encontraban
difícil presentar el pie desde afuera; preferían perfilarlo claramente con el dedo
gordo en primer término. Así, ambos son pies vistos de lado y la figura aparece
como si hubiera tenido dos pies izquierdos.

Pintura

Convencionalismos pictóricos

En la pintura egipcia predomina el dibujo sobre el color, de modo que las


figuras se caracterizan mediante líneas, creando zonas posteriormente coloreadas
con tintas planas, es decir, sin degradación tonal. Las figuras suelen situarse
siguiendo un convencionalismo en su disposición, de forma que el cuerpo
permanece de frente, mientras la cabeza y las piernas se colocan de perfil. El
espacio y por tanto, la profundidad, no existen y las figuras aparecen en un solo
plano, si bien se usa el primitivo recurso de la repetición de perfil, sugiriendo la
superposición de una figura sobre otra para intentar crear la sensación de que
hay varios planos de profundidad. Precisamente para suplir la falta de espacio y
dotar de mayor flexibilidad a la composición, las escenas se estructuran en
registros, bandas con filas de personajes en un solo plano.

Una pintura ideográfica


Un arte eminentemente ideográfico como es el egipcio, es decir un arte que
basa la comunicación de sus ideas a través de imágenes, tiene lógicamente un
importante contenido iconográfico. No sólo personajes concretos o figuras, sino
detalles, complementos, vestimentas, posturas o actitudes tienen habitualmente
una fuerte carga simbólica. Para poder desentrañar ese lenguaje iconográfico, es
decir para poder interpretar el contenido y el significado de sus imágenes, hay
que conocer las principales ideas que son propias de aquella cultura,
fundamentalmente de carácter religioso y político: el protagonismo del faraón,
sus poderes políticos y religiosos; ideas sobre la vida de ultratumba; el panteón
religioso egipcio, Egipto como Doble país, es decir como unión entre el norte y el
sur del valle del Nilo, su cosmología, etc.

Procesos y técnicas
En las tumbas en las que la decoración pintada no se ha terminado es posible
observar las distintas fases de trabajo que llevaban a cabo los pintores
organizados en cuadrillas. Primero se dibujaban los contornos de las figuras que
componían la decoración. Ese dibujo era preciso y se atenía a unas pautas de
representación fijadas y a unos cánones y proporciones que afectaban al tamaño
y la disposición de las figuras y de los textos. Una vez trazadas las imágenes se
procedía a colorearlas. Para ello los “escribas de los contornos” actuaban en
cadena. Uno de ellos comenzaba por cubrir todos los tonos de un mismo color
por ejemplo los colores rosados de la piel de las mujeres o el marrón rojizo de los
hombres. A continuación otro “escriba de los contornos” se ocupaba de colorear
los blancos de los faldellines masculinos, de los vestidos femeninos, de las
cuencas de los ojos. Después otro miembro de la misma cuadrilla coloreaba los
verdes de los tallos. Finalmente, otro pintor cubría los colores negros…
GRECIA
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Clasicismo

Características básicas del Arte Griego


Sustentado sobre bases precedentes -artes Cicládico, Minoico y Micénico-, el
Arte Griego se generó en un contexto territorial que comprendía desde los
dominios peninsulares de Grecia hasta Asia Menor, desarrollándose
cronológicamente entre el siglo XI a.C. y el I a.C. Si los artes mesopotámico y
egipcio estuvieron determinados por la religión, ligados a la naturaleza y a su
civilización agraria, el arte griego, abandonando el colosalismo anterior, se centra
en el hombre y en su nueva organización social, la polis, convirtiendo incluso sus
dioses en humanos.
Su concepción racional les llevó a fundamentar el proceso de creación artística
en un sistema de medidas y proporciones armónico, que conseguía el equilibrio de
todos sus elementos. Por otro lado, los autores dejan de ser siervos del rey o de la
religión, para convertirse en artistas autónomos, cuyos nombres conocemos en
muchos casos, hecho que les permitió introducir cambios en los estilos y promover
su desarrollo, convirtiendo el arte griego en un proceso dinámico que sigue un
incesante itinerario evolutivo. La armonía compositiva, unida al virtuosismo técnico
de los artistas, dio lugar al concepto de belleza clásica, muy imitada
posteriormente.

¿Qué es el Clasicismo?
Cuando hablamos de arte clásico estamos haciendo referencia principalmente
a las obras artísticas realizadas por los artistas griegos de la Antigüedad y
posteriormente por los romanos. Son por tanto los griegos los verdaderos artífices
de este nuevo fenómeno que denominamos arte clásico, ya que realmente los
romanos actuaron como continuadores de esa forma de entender el arte iniciada
por los griegos. Fueron ellos, los romanos, los que por ello mismo lo denominaron
clasicus, que quiere decir, digno de imitar.

El Arte como Belleza


Pero qué tiene de especial el clasicismo. Algo debe de tener, cuando a lo
largo de los siglos ha habido muchos momentos en que los artistas de muy
diferentes épocas se han fijado en aquel arte clásico antiguo como motivo de
inspiración de sus obras. Sin duda su calidad extraordinaria, pero también y por
encima de todo, el haber establecido de una manera muy clara lo que debía
considerarse bello y lo que no. El arte para muchas personas es principalmente
belleza, y para los artistas griegos también, de ahí la importancia de su
aportación.
Así que aquí está tal vez la clave de su éxito: su concepción de la belleza. Para
los artistas griegos de la antigüedad, la belleza es elegancia, la belleza es
armonía, la belleza es equilibrio, la belleza es proporción. La belleza es todo
aquello que serena nuestra vista al mirarlo porque prevalece una sensación de
sosiego, de sencillez, de mesura. Lo notamos así cuando contemplamos sus
edificios, especialmente sus templos, cuando admiramos sus esculturas, sus
piezas de cerámica... Es una característica del arte griego que lo hace
inconfundible.
El Arte como medida humana

El clasicismo también es un arte que nos parece familiar y próximo porque


toma como referencia de sus obras las cosas reales que nos rodean, los
sentimientos y las acciones de los hombres y las escalas pequeñas en sus
construcciones y esculturas. Es un arte hecho a nuestra medida, a la medida del
hombre: primero porque huye de utilizar tamaños colosales, y segundo porque
sus temas nos resultan tan cercanos y tan comprensibles.
Tal vez por todo lo dicho entendamos ahora el éxito que durante siglos ha
tenido este estilo artístico: su calidad, su sentido de la belleza, su realismo, su
capacidad para explicar la naturaleza del hombre, su escala humana, han sido
aspectos que en todas las épocas se han entendido y se han apreciado con
facilidad. De ahí que siga siendo hoy una referencia universal.

La herencia clásica en Roma


Cuando los romanos invadieron Grecia, comprendieron antes que nadie la
importancia de aquel arte extraordinario. Se llevaron obras, se llevaron artistas,
imitaron cuanto pudieron y poco a poco le fueron dando ellos también un sello y
una personalidad especiales. El arte griego y el arte romano se difundieron con
facilidad por el Imperio romano y alcanzaron tal importancia en todos los
territorios conquistados, que a partir de entonces se convirtieron en un arte
universal para todos, que servía de referencia por su calidad y su divulgación. Tal
fue su importancia, que desde entonces fue durante siglos el arte a imitar, el arte
que por eso mismo, todos llamaron arte clásico.

Orígenes
Localización

La civilización griega encuentra sus primeras manifestaciones artísticas en las


islas Cícladas y en la Isla de Creta, donde se originará la llamada cultura minóica.
Desde aquí la civilización griega se extenderá por el continente y en concreto a la
Península helénica, en la que se desarrollará la cultura micénica y posteriormente
surgirá con todo su esplendor el pleno clasicismo griego.
Sin embargo, el arte griego no se limita a este espacio que coincide
aproximadamente con las fronteras de la actual Grecia. Los griegos desarrollaron
una intensa actividad comercial a lo largo y ancho de todo el Mediterráneo que les
llevó a fundar colonias en lugares tan alejados como la Península Ibérica o el sur
de Italia. Allí también floreció el arte griego y por ello son igualmente centros
importantes de actividad artística durante este periodo y son por ello yacimientos
importantes de restos arqueológicos de este periodo. Así al ámbito central de la
Península helénica y del Mar Egeo, hay que añadir como zonas de expansión del
arte griego toda la costa Jónica, la Magna Grecia (sur de Italia) el sur de Francia y
buena parte de la costa mediterránea española.

Arte Cicládico

En pleno Mar Egeo un grupo de pequeñas islas como Naxos, Delos, Paros o
Milo constituyen las llamadas Islas Cícladas. Es allí donde se producen las
primeras manifestaciones artísticas conocidas de la cultura helénica. Datan del III
milenio a. C., y sorprenden por su extraordinaria belleza y simplicidad. Se trata
de pequeñas estatuillas o ídolos que posiblemente tendrían una función religiosa a
modo de ofrenda, o lo que es lo mismo de exvoto. Su sencillez reduce sus formas
y detalles a la mínima expresión, pero es este esquematismo, esta capacidad de
abstracción, lo que las hace tan bellas y expresivas, y también lo que atrajo sobre
ellas la atención de los artistas contemporáneos.

Arte Minoico
Si bien el arte de las Islas Cícladas no llegará a tener una influencia
determinante en el arte griego posterior, si la tendrá el arte que se desarrolla en la
isla de Creta y que denominamos arte Minoico.
Se desarrolla éste a lo largo de un amplio periodo en plena Edad del Bronce,
entre el 3000 y el 1100 a. C. También se trata de un arte peculiar y sorprendente,
enriquecido gracias al intercambio cultural que proporciona una civilización
marítima y comercial como era la cretense.

Arte Minoico: aportaciones artísticas


En su aportación a la Historia del Arte destacan tanto sus manifestaciones
plásticas en el campo de la escultura o la pintura, como también sus obras en el
ámbito de la arquitectura. Sobre todo sus famosos palacios laberínticos, cuyo
descubrimiento constituyó uno de los acontecimientos arqueológicos más
asombrosos de comienzos del siglo XX.
En cuanto a sus piezas escultóricas son en su mayoría pequeñas figuras
femeninas con una clara finalidad de culto a la fecundidad. Más sorprendentes
resultan las pinturas murales realizadas al fresco. Resultan de una gran calidad
técnica y alegran la vista del espectador por la vivacidad de sus colores, sus temas
desenfadados y la claridad de sus imágenes.

Arte Micénico
A finales del II milenio, la civilización minoica se verá progresivamente
sustituida en su hegemonía sobre el territorio por otra civilización, impulsada en
este caso por gentes procedentes de la Grecia continental. Se trata de los aqueos,
que dan lugar a la cultura Micénica, que de hecho se desarrolla ya en la Península
helénica. Aunque en algunos aspectos más tosca y menos brillante que la
minoica, la civilización micénica se aproxima mucho más a los aspectos que
vendrán a definir el arte griego propiamente dicho.
Sus restos se encuentran en las ciudadelas de Micenas, Argos o Tirinto, y si el
descubrimiento de la civilización minoica se debe a Arthur Evans, el hallazgo de
Micenas y de la cultura micénica está ligada para siempre a la figura del
arqueólogo alemán, H. Schliemann que la descubre en 1876, dos años después
de haber encontrado la mítica ciudad de Troya.
Entre sus manifestaciones artísticas más singulares destacaríamos la
existencia de fortificaciones amuralladas en lo alto de las ciudadelas (acrópolis);
la existencia de tumbas muy características en forma circular (imagen), con un
corredor de acceso y cubiertas bajo tierra y vegetación; o la aparición del
Megaron, edificio con finalidad política y religiosa, precedente inmediato de los
primeros templos griegos.
Ejemplos de esto serían la Puerta de los Leones, entrada a la Acrópolis de
Micenas; el Tesoro de Atreo, un tholos o tumba circular, o la llamada Máscara de
Agamenón, en realidad un máscara funeraria de las que era habitual utilizar en
los enterramientos de la época, pero que Schliemann confundió con la del mítico
rey de Micenas, protagonista de la guerra de Troya.

Arquitectura
Principios constructivos: sencillez y racionalidad

La arquitectura griega se basa en una serie de principios constructivos


permanentes:
• En primer lugar, conciben, en efecto, la arquitectura, para ser contemplada,
más que vivida; para ser vista desde el exterior, como si se tratara de una
enorme escultura y no como un espacio cerrado.
• En segundo lugar, se trata de una arquitectura tremendamente sencilla, que
consta de elementos de sostén y de elementos horizontales de cierre.
• En tercer lugar, es una arquitectura basada en la racionalidad, porque esa es
también la mentalidad de los griegos de la época. Por ello mismo conciben el
edificio como número, como una medida, que les permita alcanzar ese ideal
de proporción y de armonía que, como vimos, constituyen su concepto de
bella.

Principios constructivos: orden y perfección

La concepción racionalista de la arquitectura lleva inevitablemente al orden y


a la perfección. Del primer aspecto son buena muestra las estructuras
perfectamente simétricas que caracterizan sus edificios, y del segundo su criterio
de perfección técnica.
Por ello mismo, la perfección es también para los griegos, belleza: lo bien
hecho, lo bien acabado, lo bien decorado. Este perfeccionismo explica algunas
peculiaridades de la arquitectura griega, como el preciso ajustados de su bloques
de piedra, el pulido escrupuloso de sus muros, y sus famosos reajustes ópticos,
según los cuales, arqueaban ligeramente las piezas horizontales e inclinaban
también las columnas de los extremos del edificios para que el ojo humano, que
por naturaleza tiende a ver las líneas rectas combadas, las apreciara totalmente
rectilíneas.

Principios constructivos: escala humana

La arquitectura griega evita las construcciones colosales o de grandes


dimensiones que caracterizaban el modo de construir de otros pueblos. Los griegos
prefieren una escala más reducida, acorde con el mundo real que rodea a los
hombres. Por ello desarrollan una escala humana en sus construcciones, llegando
incluso a utilizar medidas humanas de proporcionalidad. Así, también en la
arquitectura, el hombre se convierte en medida de sus obras.

Los órdenes

Una de las aportaciones de más éxito y difusión que tuvo la arquitectura


griega fue la creación de sus famosos órdenes arquitectónicos. Los órdenes son
un modo de organizar el edificio y decorarlo de una manera determinada. Son la
prueba de ese sentido del orden y la racionalidad griegas, porque a través de los
órdenes disponen de una fórmula inalterable de construir y decorar sus obras.
A lo largo del tiempo se llegaron a desarrollar tres órdenes: Dórico, Jónico,
Corintio.
El Dórico. Aparece ya en el siglo VII a. C. como una trasposición a la piedra
de las primeras formas constructivas hechas en madera.
El Jónico. Se desarrolla en Jonia a partir del siglo VI a. C.
El Corintio. Empieza a utilizarse a partir de mediados del siglo IV a. C.

El templo griego

De todos los edificios construidos a lo largo del arte griego, el templo es el


más importante y el más difundido sin ninguna duda. No sólo porque la religión
ocupa una parte sustancial de la cultura de este pueblo, sino porque el templo
constituye uno de los elementos comunes de la cultura y la civilización griega en
cualquiera de las polis independientes en que se dividía la antigua Grecia.
Se trata por tanto del edificio más característico de la arquitectura griega. Por
ello refleja perfectamente todas las características que definían su singular forma
de construir.

El templo griego: sencillez y racionalidad

La principal característica del templo griego es su sencillez constructiva. Los


templos se dibujan sobre una planta rectangular y constan de tres habitaciones:
Una primera estancia, que sirve de entrada o antesala, llamada pronaos; el
santuario a continuación, donde solía colocarse la estatua de la divinidad a la que
estaba dedicado el templo: se le denomina naos o cella; y una pequeña
habitación al fondo del templo, que servía para guardar las reliquias y tesoros que
poseía el templo, el opistódomos.
Su sentido de la racionalidad conlleva criterios de proporcionalidad y simetría,
cuyos elementos constructivos se disponen y se decoran de forma inalterable a
través de los órdenes clásicos.

El templo griego: la columna

Es además una arquitectura hecha a la medida del hombre, en la que la


disposición de las columnas que sirven de apoyo al edificio, resultan doblemente
importantes: primero porque sirven de medida de proporcionalidad a todo el
edificio; en segundo lugar porque su tamaño es proporcionado al del hombre, y
en tercer lugar porque son las piezas más visibles del templo. Tratándose de un
edificio para ser visto desde fuera, la colocación de las columnas tendrá una
relevancia especial.

El templo griego: clasificación


Las columnas son el elemento que permite clasificar los distintos tipos de
templos. Esta clasificación se realizará según dispongan las columnas alrededor
de todo el perímetro del templo (períptero), doble fila alrededor de todo el
perímetro (díptero), sólo en una fachada (próstilo), o en las dos fachadas
(anfipróstilo). Igualmente, se clasifican también según el número de columnas
que presentan en la fachada: seis (exástilos) ocho (octástilos), etc.
La Acrópolis de Atenas: origen

La Acrópolis es una colina natural que por su fácil acceso fue desde época
neolítica un lógico asentamiento de población. En época micénica se fortificó
convenientemente y alojó el palacio de los reyes, y ya en el siglo VI a. C.,
gobernando Solón, se trasladó a este lugar el ágora y con ello los principales
templos de la ciudad, convirtiéndose a partir de entonces en un lugar sagrado por
su carácter religioso.
No obstante, será a finales de ese mismo siglo VI a. C., cuando con el
gobierno del tirano Pisístrato comience el verdadero embellecimiento de la
Acrópolis ateniense: se construyó un primer propíleo o entrada monumental a la
ciudad, se amplió el viejo templo de Atenea, se impulsaron los rituales de las
fiestas y procesiones panateneas, precisamente hacia la Acrópolis y poco a poco
se fue multiplicando en la explanada la construcción de edificios y templos.

La Acrópolis de Atenas: esplendor

La segunda gran etapa de embellecimiento y remodelación de la Acrópolis de


Atenas se produce durante el gobierno de Pericles en el siglo V a. C. Las guerras
contra los persas habían arrasado la mayoría de los edificios de la colina y era
necesario remodelarla. Además, la importancia adquirida entre las demás polis
por la ciudad de Atenas y su enriquecimiento posterior, permitió a Pericles
desarrollar un amplio programa de obras.
Entre las más importantes destacan los Propíleos; el templo de Atenea Niké,
en una esquina delante de los Propíleos; el Erecteion, en un desnivel del terreno
frente a uno de los lados largos del Partenón, y el Partenón, dominando todo el
entorno. A ellos se añadieron otros muchos edificios menores que habían de
servir a los servicios religiosos de todos los templos de la explanada.

Arquitectura helenística
La etapa histórica que denominamos Helenismo constituye un largo periodo
artístico cuyo inicio coincide con la muerte de Alejandro Magno, en el año 323 a.
C. Justo en ese momento el inmenso imperio que había sido capaz de conquistar,
desde Grecia hasta la India, se divide en numerosos reinos independientes. No
obstante todos tienen algo en común, la herencia griega que Alejandro había
dejado en todos los territorios conquistados. Herencia griega que se aprecia en la
lengua, la religión, la cultura y por supuesto en el arte.
Aun con todo, el arte helenístico no será exactamente igual al arte griego del
pleno clasicismo. También hay influencias propias de los lugares que se habían
conquistado y por ello se dice que hay una mezcla en el arte helenístico de
elementos griegos y de elementos orientales, propios de los territorios asiáticos
que Alejandro había conquistado. En el apartado de la arquitectura esa influencia
oriental se nota sobre todo en que se pierde buena parte de la obsesión griega
por la proporción y la sencillez, y que, por el contrario, hay una mayor tendencia
por la grandiosidad, la monumentalidad y el colosalismo.

Urbanismo: el plano hipodámico

Un aspecto singular de las ciudades griegas es la aparición de un modelo de


diseño urbanístico a partir del siglo V a. C., basado en la disposición perpendicular
de las calles, formando como una malla o retícula cuadrada, y partiendo de un
centro urbano denominado ágora en el que se concentrarían los edificios e
instituciones más importantes. Su autor es Hipodamos que experimenta dicho
plano en la ciudad jonia de Mileto. Desde entonces y sobre todo en época
helenística, este tipo de organización urbana se extiende por muchas polis.
Este tipo de plano tiene sus ventajas: las manzanas cuadradas y las calles
rectas y perpendiculares hacen más fácil el tránsito y más cómoda la
comunicación. Es además una ciudad más igualitaria ya que no existe ningún
lugar más importante que otro puesto que todos son iguales, por lo que se
considera también una ciudad más democrática. Así, este modelo urbano llamado
desde entonces también Hipodámico en honor de su autor, es sinónimo de
planificación y ejemplo de la ciudad racional y perfecta postulada por Aristóteles.

Urbanismo: el ágora
El ágora, en el centro de la ciudad, concentra la parte más importante de la
misma: en realidad se trata de una amplia plaza adornada con estatuas y
fuentes, donde se desarrollaba toda la actividad comercial y política de la ciudad,
y donde se realizaban también las manifestaciones festivas. Entre sus
construcciones más importantes destacaba el Bouleuterion, edificio destinado a
la Boulé o Consejo de los Quinientos; el Pritaneo, lugar de reunión de los
magistrados y donde se guardaba el fuego sagrado de Hestia, diosa del Hogar; y
la Stoa, amplia galería porticada que servía para el intercambio comercial, a
veces podía tener función judicial y era siempre un marco de paseo ciudadano.

Escultura
Principios básicos

La escultura alcanza en el arte griego una extraordinaria importancia. Es un


elemento primordial en su decoración arquitectónica y resulta un modelo ideal
para desarrollar todos los principios ya estudiados que definen su sensibilidad
artística. El arte griego, como ya sabemos, es un arte de la belleza, de la armonía
y del hombre, y es en el campo de la escultura donde mejor se pueden reproducir
esas ideas.
Pero tal vez la grandeza de la escultura griega y la razón de que haya
perdurado como un ejemplo universal a lo largo de los siglos se deba a que sus
obras pretendían algo más que decorar. Con la escultura los griegos hicieron el
esfuerzo de recrear al Hombre perfecto. Nunca como en este periodo el género
humano se ha mirado más sobre sí mismo buscando lo mejor de nosotros,
buscando nuestra perfección.

La perfección como belleza


Conociendo a los griegos como ya los conocemos después de estudiar su
arquitectura, ese hombre perfecto sería para ellos lo mismo que el hombre
bello. Y conociendo como conocemos sus gustos, el hombre perfecto y bello será
ante todo una imagen proporcionada y en armonía. Pero no basta sólo con el
aspecto meramente externo de la escultura. El hombre perfecto debe serlo
también en el ámbito de sus sentimientos y emociones, y por tanto eso debe
reflejarse también en sus esculturas. El Hombre perfecto no se dejará doblegar
por las emociones y los sentimientos, y por tanto siempre manifestará una actitud
serena y equilibrada también en lo espiritual. Se dice entonces que es una
escultura idealizada.
Periodo Arcaico

Las primeras manifestaciones escultóricas del arte griego tienen una clara
función religiosa, y al parecer eran pequeñas estatuillas de madera llamadas
xoanas.
Posteriormente, la decoración de los templos ya obliga a la realización de
esculturas en piedra pues en piedra eran los templos. Se esculpen entonces los
relieves de metopas, frisos, frontones, etc. El paso siguiente consistirá en hacer
esculturas a partir de un bloque de piedra independiente.
Al principio, esas primeras esculturas suponen grandes retos para sus autores.
Esas dificultades se manifiestan por ejemplo en que son muy rígidas, porque
aún mantienen la forma del bloque de piedra del que se han tallado, y por lo
mismo no manifiestan ninguna sensación de movimiento. Estas primeras piezas
realizadas alrededor del siglo VI a. C. se llaman Kurós, los varones y Korés, las
mujeres.

Plenitud Clásica

El paso siguiente coincide con la llegada del siglo V a. C. que, como ya hemos
visto, supone tantos cambios importantes en el arte griego. También en la
escultura, que progresivamente va mejorando su nivel técnico y consigue que sus
figuras rompan con la rigidez y la sensación de bloque de kurós y korés. Es el
periodo que se denomina Severo, y que ya está iniciando claramente las
características de la escultura plenamente clásica del arte griego. Ese momento
de plenitud clásica se consigue, al igual que había ocurrido con la arquitectura,
en esa fase de esplendor que alcanza Atenas a mediados del siglo V a. C.
Coinciden en ese momento y en ese lugar los mejores escultores del momento:
Mirón, Fidias y Policleto, que otorgan a sus obras todas las características que por
fin llegan a definir al Hombre perfecto.

Clasicismo tardío

Pero Atenas también tendrá su decadencia. La segunda mitad del siglo V a. C.,
se tambalea su autoridad sobre las demás polis, y además su entrada en guerra
con su rival Esparta le acarreará la derrota y con ella, la crisis. El optimismo de la
etapa anterior se trastoca en una fase más pesimista que se refleja en la
producción artística. El clasicismo pleno había impuesto una norma, un canon,
que resulta un ideal de perfección y belleza y que por ello mismo parecía
inmutable. Pero ahora todo se pone en duda, y el canon también: las figuras se
estilizan y alargan sus medidas, rayando en la desproporción, se acentúa el
movimiento y se buscan sensaciones de desequilibrio que rompen la armonía.
Sólo el idealismo de las expresiones se mantiene. Esta es la época llamada del
Clasicismo tardío. Sus principales protagonistas son Praxíteles, Scopas y Lisipo.

Helenismo
El cambio definitivo se producirá cuando las polis pierdan su libertad bajo la
autoridad de Alejandro Magno. Como ya vimos en el capítulo dedicado a la
arquitectura, coincide esta nueva etapa con el periodo artístico del Helenismo. El
cambio que se produce en la escultura es también muy profundo: no sólo se
rompen definitivamente los principios clásicos de armonía proporción y equilibrio,
sino que también cambian los temas, ahora muy variados y sencillos, y lo que
resulta más novedoso, la expresión gestual. Se abandona por fin el idealismo tan
característico de la escultura griega y se sustituye ahora por una postura más
exagerada y gesticulante. Se dice por ello que es una escultura mucho más
expresionista.

La técnica del trabajo en bronce


Todos los bronces griegos se fundían probablemente mediante alguna forma
de proceso de cera perdida. En el vaciado por el procedimiento directo de la cera
perdida, se construye un núcleo o alma de arcilla con una armazón metálica, y su
superficie se acaba en cera con el espesor que se quiera dar a la estatua. A
continuación se añade una cubierta de barro, unida al núcleo por medio de
varillas de bronce. El espacio que deja la cera derretida lo ocupa el bronce
fundido. El molde se desprende del bronce solidificado, los extremos de las
varillas se sierran, se arreglan las imperfecciones y finalmente se limpia la
superficie. A pesar de que la mayor parte de los detalles se realizaban sobre el
modelo, podían terminarse con el cincel sobre el bronce frío. En el método
indirecto, el modelo puede ser de cualquier material. Alrededor de él se hace un
molde de piezas desmontables, en las que se modela o vacía un molde de cera,
rellenándolas a continuación con lo que constituirá el núcleo. El bronce se trabaja
después como en el método directo. Se retiran las piezas del molde, y en
principio pueden ser utilizadas de nuevo para la realización de otra estatua
idéntica, pero existen pocas pruebas de que así se hiciera en Grecia.

La técnica del trabajo en piedra


Respecto de la figura dice R. Wittkower : “Los perfiles de una figura como ésta
revelan la forma que tenía el bloque original. Frente a la obra ya terminada
tenemos una seguridad aún mayor de que, mientras trabajaba en la parte
anterior, en la posterior y en los lados, el escultor tuvo que orientarse en todo
momento por las figuras que antes de empezar dibujara en el bloque: al
enfrentarse a cada una de las caras de sus estatuas, el escultor griego de esta
época razonaba como un delineante (...). La consecuencia es que la estatua tiene
necesariamente cuatro vistas bien diferenciadas (...) Una figura así está lejos de
ser una obra realista en el sentido moderno de este término, pese a lo cual posee
una asombrosa vitalidad, esta rebosante de la energía de la vida. Tiene además
una superficie de calidades suaves y cálidas, casi aterciopeladas. Ello se debe no
solamente a las características del mármol griego, sino también (...) a las infinitas
muescas producidas por el puntero que, aunque luego se las suavice por medio
de abrasivos, crean, por así decirlo, una serie de vibraciones bajo la superficie,
que evocan la sensación de una piel palpitante.

Soluciones plásticas: composición

A lo largo de la historia de la escultura griega se investigaron diferentes


soluciones plásticas. Podríamos establecer un mínimo de cuatro apartados para
aprender las más utilizadas y más logradas por los escultores clásicos de la
antigua Grecia: la composición, la luz, el movimiento y la expresión. De
algunos, ya se ha hablado, por ejemplo hemos insistido en la importancia del
contraposto, como una forma de disposición de todas las partes de la figura
para lograr la perfecta simetría y equilibrio de la figura. Será por tanto la forma
de composición más utilizada y más característica de la escultura de esta época.
Soluciones plásticas: luz
La luz se utiliza en la escultura buscando principalmente contrastes de
luminosidad y sombra, lo que es un forma de darle a la imagen algo de vivacidad
y movimiento. En la mayoría de las ocasiones el recursos para conseguir este
efecto se consigue a través del trabajo sobre los pliegues de los ropajes o paños
de las figuras. Además con ellos se consiguen otros efectos complementarios,
porque las líneas de las arrugas o la caída de los pliegues contribuye a crear
ritmo en el conjunto de la pieza, lo que también influye en la sensación final de
movimiento que transmite la figura. Una técnica especial, utilizada inicialmente
por Fidias y sus seguidores, pero que seguirá utilizándose con éxito en épocas
posteriores es la denominada de paños mojados, utilizadas en representaciones
femeninas y en la que las telas, muy delgadas y suaves, se adhieren al cuerpo
como si realmente se hubieran mojado. Con ello aumenta considerablemente la
sensación de sensualidad y delicadeza que adquieren las figuras.

Soluciones plásticas: movimiento

El movimiento se consigue, como hemos visto, de muy diversas formas: a


través de la propia composición, de los contrastes de luz, del juego de pliegues en
los paños... Pero tampoco son los únicos. A veces, se trata de obtener una
sensación de movimiento transmitiendo el efecto de la instantaneidad, es decir
de captar el tiempo detenido, lo que aunque parezca paradójico, también refleja
el desarrollo de una acción.

Soluciones plásticas: expresión

Por último se ha hablado igualmente de la expresión. Y se ha insistido en que


la escultura griega se caracteriza precisamente por el idealismo de su expresión
gestual. No obstante, el cambio que en muchos aspectos representó el
movimiento helenístico también se notó en la expresividad. Las representaciones
aumentaron su realismo y exageraron su dramatismo, dándole por ello un
carácter expresionista a la escultura de este periodo. A partir de ese momento
se advierte una doble opción en la representación del carácter: el ethos y el
pathos. El primero, representa el estado normal de una persona, su modo de ser
habitual y también aquel que se manifiesta en la persona por la educación y el
dominio de sí mismo que deben presidir nuestras acciones. El pathos, por el
contrario, alude a la manifestación espontánea de los sentimientos y pasiones, sin
que nada reprima su expresión. La escultura griega clásica se identifica con el
ethos. Es ya con el helenismo cuando el pathos, también se introduce en la
expresión gestual.

Cerámica
Cerámica: periodo geométrico

La cerámica griega adquiere una importancia considerable en el estudio de la


evolución artística de Grecia, no sólo por la calidad de las piezas y la antigüedad
de las obras conservadas, sino porque además resultan un buen testimonio de las
características plásticas del arte griego, que de otra manera no podemos estudiar
al haberse perdido casi en su totalidad toda su pintura.
Los restos más antiguos aparecen después de los llamados siglos oscuros, esa
época de la Historia de Grecia, entre los siglos XII al IX a. C. de la que
prácticamente lo desconocemos casi todo. Por tanto, las piezas más antiguas que
llamamos del Periodo Geométrico, se desarrollan entre los siglos IX y VIII a. C.
Su valor aumenta si tenemos en cuenta que apenas tenemos restos artísticos
griegos de esta época en ninguna de las otras artes. La enorme expansión de la
cerámica en esta época tiene que ver con la propia expansión comercial de sus
gentes. Estas primeras piezas se caracterizan por una decoración de motivos
geométricos (sobre todo grecas, o líneas quebradas o espirales cuadradas)
intercalados con otros de animales.

Cerámica: figuras negras y figuras rojas

Más adelante, a partir del siglo VIII a. C. se inicia una nueva etapa
denominada de Figuras Negras. Aumentan las formas de las piezas, se multiplican
los elementos decorativos en los que ya aparece la figura humana y sobre todo se
perfecciona la técnica, cuya mayor novedad es la representación de las figuras en
siluetas negras destacadas sobre el fondo claro del barro. Su difusión es enorme y
su éxito se prolonga durante siglos
No obstante, a partir del siglo VI a. C. empieza a introducirse una técnica
inversa a la anterior, en la que el fondo se cubre de negro y se destaca a las
figuras por su color rojizo del barro. Es por eso que se denomina a esta etapa de
Figuras rojas. También adquiere una mayor delicadeza en los detalles y más
complejidad en la distribución y composición de figuras y motivos.
ROMA
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Introducción

La continuidad clásica

Si algo define con acierto la aportación del arte romano a la Historia es su


empuje decisivo a la continuación del arte clásico.
Roma hereda muchos elementos culturales del arte griego, desde su misma
religión y los dioses del Olimpo, hasta su concepto del arte. Su predisposición
natural a ese mundo del pensamiento, de las letras y la expresión plástica,
siempre quedará lastrado por una visión de la vida caracterizada por su
pragmatismo. Por eso, la civilización romana admirará con un cierto complejo de
inferioridad los logros de la cultura clásica y cuando llegue el momento de su
conquista sabrá hacerla suya. Esa es su verdadera aportación, su capacidad de
asimilación por un lado, pero sobre todo su capacidad de difusión, que de otra
manera no se hubiera producido.

Etruria y la Magna Grecia

Un primer paso en este proceso de asimilación cultural lo dan los romanos con
la conquista de Etruria. Ya en este entorno existe una clara influencia del arte
griego, difundido desde las colonias griegas de la Magna Grecia al sur de Italia.
Pero además, el arte etrusco también tiene un sello propio, muchos de cuyos
aspectos esenciales también serán asimilados por la civilización romana.
La expansión de Roma por todo el Mediterráneo hará de Roma una unidad
política y administrativa, de un poder como no había habido otro igual en la
Antigüedad. Ese poderío servirá para adoptar con una gran capacidad de síntesis
las formas culturales del mundo clásico y posteriormente a través de su
exportación a todo lo largo y ancho del Imperio, convertir el arte clásico en una
propuesta universal cuyos valores se repiten cíclicamente a lo largo de toda la
Historia y hasta nuestros días.

Personalidad del Arte Romano

Sería un error pensar en el arte romano como una simple imitación del arte
griego. Es cierto que en lo referente al ámbito de las artes plásticas, el arte
romano copia con bastante descaro fórmulas artísticas, cánones e iconografías del
arte griego, entre otras cosas porque era habitual, una verdadera rapiña de obras
y artistas que eran llevados a Roma a continuar el mismo trabajo que hacían en
Grecia. Pero también es igualmente cierto que la personalidad romana terminó
imponiéndose en un estilo con identidad, no ya sólo en el terreno del retrato, el
relieve o el mosaico romanos, obras extraordinarias que señalan ya un rasgo
singular e inconfundible, sino sobre todo en el campo referido a la arquitectura y
las obras de ingeniería (acueducto de Tarragona en la imagen), donde los
romanos alcanzaron cotas de monumentalidad y perfección técnica, que tardarían
siglos en repetirse.
Grandes periodos históricos

Roma, superada una primera fase de colonización y expansión de la Península


itálica, inicia un periodo de dominio hacia el exterior, que a lo largo de los siglos
III y II a. C. la convertirán en dueña del ámbito Mediterráneo.
Su cronología o periodización artística será mucho más compacta que en el
arte griego, ya que los cambios estéticos son escasos y sobre pautas muy fijas.
Una primera clasificación global distinguiría dos grandes periódicos históricos:

- Periodo Republicano. S. II a. C.- 31 a. C.

- Época Imperial:
- Primera fase (propiamente imperial). 31 a. C.- 193 d. C.
- Segunda fase (Bajo Imperial). 193- 395.

Orígenes
Principales fuentes del Arte Romano

Aunque las influencias que enriquecieron el arte romano fueron tantas como
tendencias artísticas encontraron en sus territorios conquistados, dos son las
aportaciones que marcarán a lo largo de toda su historia la impronta del arte
romano: por un lado el legado irresistible del arte griego y por otro, el del arte
etrusco, menos relevante si se quiere, pero mucho más próximo en el espacio y
anterior en el tiempo.
Los romanos heredan del arte etrusco su inclinación al realismo, que se
manifestará sobre todo en los retratos y los relieves romanos; su devoción por el
tema funerario, que dará lugar al retrato funerario, tan característico; un modelo
primitivo de templo religioso, que servirá de sustrato al modelo romano; y en
general una tendencia al arte popular y sencillo, tan acorde con la mentalidad
romana.
Del arte griego, los romanos heredan la esencia misma del clasicismo, tanto
desde el punto de vista iconográfico, como desde el punto de vista formal: no
sólo en lo relativo a concepciones plásticas y cánones escultóricos, sino en la
asimilación de los órdenes clásicos y de modelos ornamentales característicos, en
el ámbito de la arquitectura.

La influencia etrusca

En el entorno de la Toscana, en la vieja Etruria, se localizaba el pueblo de los


etruscos, una civilización cuyo desarrollo cultural y artístico influirá
decisivamente en el arte romano.
El arte etrusco combina el alcance de la influencia griega, procedente de la
Magna Grecia, y su propio criterio cultural, marcado por el protagonismo dado al
mundo de ultratumba, y del que podrían destacarse, la sencillez en los temas,
que elevan el asunto cotidiano a la categoría de arte, y su notorio realismo, que
marcará una huella permanente en la escultura romana.
Podemos establecer su cronología entre los siglos VII al IV a. C., siendo
durante ese siglo IV a. C., cuando se alcanza su mayor momento de apogeo
cultural y artístico.
Arquitectura etrusca

El mejor ejemplo de la personalidad cultural y constructiva etrusca son sus


tumbas. Un pueblo tan inclinado por el culto a los muertos hará de sus
enterramientos, obras excavadas de auténtica ingeniería, sorprendentes además
por la riqueza y el lujo de los objetos encontrados y por el repertorio decorativo
de piezas escultóricas y pintura.
Igualmente singulares resultan los templos. Estos entroncan con las
tradiciones constructivas locales y no adoptan elementos de influencia foránea, ni
siquiera griega. Su personalidad se manifiesta en la utilización de materiales
tradicionales. Asimismo su disposición espacial y la distribución de sus elementos
constructivos es distinta: el templo etrusco se levanta sobre un podio; con una
escalinata frontal; una única sala o cella; una fachada columnada de orden
toscano; tejados a dos aguas; frontón hueco; y una decoración a base de relieves
y esculturas en barro que se aglomeran en los aleros y en el culmen o viga
principal.

Las tumbas etruscas

Las tumbas etruscas alcanzan una importancia para este pueblo equivalente a
la devoción que como ya se ha explicado rendían los etruscos a sus antepasados.
Por ello y porque además se trata de espacios reservados a las clases
aristocráticas, no debe extrañar que se conviertan en lugares donde abundan los
objetos preciosos y las decoraciones abundantes. Es una forma de recrear un
entorno acorde con la categoría social del difunto, para que lo viva igualmente en
su otra vida de ultratumba, y para ambientar también los festejos que se
celebraban con motivo del fallecimiento de un ser querido.

Escultura etrusca

La escultura romana va a tener su manifestación más genuina en el retrato.


Su principal característica es el realismo con el que trata a las figuras. Es este
aspecto justamente el que el arte romano hereda de los etruscos, que
experimentados en el retrato funerario, que había de ser del mayor verismo,
alcanzan un nivel de autenticidad en sus obras muy destacado.

Arquitectura
Características generales

La arquitectura romana es heredera en cierta medida de las influencias griegas


y en menor proporción del arte etrusco, pero a pesar de todo, Roma fue capaz de
desarrollar un panorama arquitectónico de enorme personalidad y de una
extraordinaria importancia en el conjunto de toda la Historia de la arquitectura.
Entre sus rasgos más sobresalientes deberíamos destacar su
monumentalidad, su funcionalidad, sus avances técnicos y su diversidad.
De la tradición griega queda una inclinación por la ordenación de los espacios, la
simetría de las construcciones y la utilización de los órdenes clásicos, y algunos
otros elementos ornamentales. Pero cambia totalmente su sentido de la
proporción, abocado ahora a construcciones de grandes dimensiones, colosales
incluso, como manifestación propagandística del poder del Imperio.

Una arquitectura funcional


Es también un arte útil, eminentemente funcional, algo muy ligado a la
mentalidad pragmática del romano. Esta característica explica, por una parte el
desarrollo de numerosos avances técnicos en los procesos constructivos y en la
solución de complejas obras de ingeniería. En este sentido destaca la arquitectura
romana por el desenfado con el que levanta bóvedas de cañón y de arista,
cúpulas a veces muy complejas por sus enormes dimensiones y arcos de varios
tipos, aunque predominantemente de medio punto, así como por la construcción
de puentes, acueductos (en la imagen el de los Milagros en Mérida), calzadas,
saneamientos urbanos, etc., donde mostraron su pericia técnica y su imaginación.

Variedad tipológica de la arquitectura romana

La otra consecuencia del carácter útil de la arquitectura romana se manifiesta


en la enorme variedad de edificios que diseñaron para cubrir todas las
necesidades que planteaba una sociedad compleja como fue la suya: desde
edificios religiosos, en los que se desarrollaron muy diversas soluciones, hasta
edificios de diversión variadísimos, como circos, teatros, anfiteatros, etc.,
pasando por edificios singulares pero que tendrán una proyección tremenda en el
futuro, caso de las basílicas, o construcciones de carácter conmemorativo, como
los arcos de triunfo y las columnas.

La basílica: concepto espacial


Las basílicas eran edificios con un esquema constructivo característico, muy
sencillo, en el que se combina la monumentalidad, la simplicidad y la simetría en
la concepción de los espacios, por lo que resulta un modelo muy apropiado a la
mentalidad arquitectónica de los romanos. En realidad se trataba de una sala
rectangular, en la que por tanto prevalecía el sentido del eje longitudinal, dividida
en tres naves o pasillos, separados entre sí por filas de columnas, y en la que la
nave central siempre es más ancha y más alta que las laterales. Con ello se
acentúa el eje axial en el conjunto del espacio y además, como sobresale en
altura, permite la iluminación de toda la sala. Es por tanto, una concepción
arquitectónica muy funcional y práctica, porque permite la amplitud de espacios,
sin demasiados accidentes visuales y perfectamente iluminados.

La basílica: modelo de arquitectura religiosa


La basílica se utilizó habitualmente en Roma con múltiples funciones: bolsas
de comercio, salas administrativas y más frecuentemente como tribunales de
justicia. Pero será con la legalización del cristianismo cuando la basílica adquiere
su destino más conocido. La nueva religión carecía de un arquetipo de templo,
pero vio en el aprovechamiento de las basílicas un perfecto modelo a su
concepción religiosa y a sus rituales, porque la basílica permitía la congregación
de muchas personas que, además, podían participar directamente en los oficios
religiosos, porque al no ser un espacio compartimentado permitía la participación
de todos. Tenía incluso su elemento de carácter simbólico en la disposición de la
nave central, que más grande e iluminada desde lo alto y con su altar al final del
pasillo, reproducía alegóricamente un “camino hacia dios”.
Escultura
El predominio realista

La escultura romana se mueve entre la admiración por el legado clásico del


arte griego y el interés por hacer de la escultura un elemento de representación
realista y que pueda tener un aprovechamiento práctico. Por ello, la escultura
romana se dedica en buena medida por una parte a copiar muchas de las obras
más conocidas del arte griego y también a imitarlas, y por otro lado a desarrollar
una expresión singular de su plástica escultórica que pueda servir para
conmemorar la aportación de su civilización a la Historia: el retrato y el
relieve. Tanto uno como otro tienen como fundamento el realismo heredado de
la escultura funeraria etrusca, cuya tradición se prolonga largo tiempo en el
arte romano, y es además un buen ejemplo del talante artístico de este pueblo,
pues no deja de ser una forma de darle un valor práctico a la expresión plástica.

El retrato y el relieve
El retrato inmortalizará la imagen de muchos de los magistrados y patricios
de época republicana y por supuesto de los emperadores en época imperial, sin
olvidar otros personajes no menos influyentes como emperatrices, lugartenientes,
herederos, amantes y también personajes anónimos que igualmente han llegado
hasta nosotros. El relieve por su parte, graba en la piedra para siempre hechos
de armas, conquistas y campañas que fueron ampliando las fronteras del Imperio.

Una escultura de calidad


Los escultores romanos alcanzaron un nivel de calidad técnica difícilmente
igualable. En el caso del retrato destaca la perfección de los rasgos y de la
fisonomía de los personajes, y algo más difícil de conseguir, su profundidad
psicológica. En este sentido la tradición de las imagines maiorum o mascarillas
con las que se obtenía la imagen precisa del difunto del que iba a realizarse su
retrato funerario ya desde época etrusca, contribuyó mucho a perfeccionar las
técnicas realistas del retrato. El relieve, sorprende por su detallismo y precisión
en el modelado; su ritmo compositivo, producto de una enorme variedad de
soluciones plásticas en posturas, disposiciones, composiciones, etc., en la obra; y
su capacidad perspectiva mediante la técnica que hará famoso a Donatello, el
schiacciato, es decir, el diferente volumen con el que sobresale el bulto de cada
parte del relieve, lo que propicia la ilusión óptica de diferenciar varios planos de
profundidad o de perspectiva.

Pintura
Las artes del color
La importancia de las artes del color en el arte romano fue muy notable,
porque fue muy abundante la decoración de muros y pavimentos a base de
mosaicos y pintura mural, y porque sabemos también de la existencia de la
pintura de caballete. Como ocurriera en caso de la escultura, la pintura en general
y también el mosaico, vivieron fundamentalmente de la influencia griega y más
concretamente de su último periodo, el helenístico, si bien el arte romano,
también en este ámbito, tuvo su aportación particular hasta darle un carácter
propio, se advierte en el caso del mosaico, utilizado como pavimento, y en el
ámbito de la pintura con el desarrollo de técnicas propias y por el auge de una
serie de estilos, los famosos cuatro estilos pompeyanos, que marcan la evolución
plástica de la pintura romana conocida.

La escasez de obras
No obstante, ocurre en las artes del color del arte romano lo mismo que pasara
en las del arte griego, que su estudio se halla enormemente restringido por la
escasez de obras conservadas. Apenas ha llegado a nosotros pintura que no sea
mural y de ésta, restos muy fragmentados y limitados a los encontrados en Roma
y sobre todo a los que la fortuna permitió conservar primero y descubrir después,
en Herculano y Pompeya, como consecuencia de la famosa erupción del Vesubio
del siglo I a. C.

Pintura mural

Caracteriza a la pintura mural romana, la única como decimos de la que


quedan restos para poder estudiarla, un carácter decorativo y ornamental,
utilizada preferentemente para decorar los interiores de las casas pudientes y
como recurso además para encubrir la pobreza de los mampuestos. Tiene por ello
iconográficamente un carácter profano y suele tratar temas mundanos y poco
trascendentes.

Técnicamente es una pintura que desarrolla con sabiduría referentes


plásticos de calidad, como la utilización de perspectivas geométricas, un juego
alegre del color, aplicación de veladuras para acentuar los brillos de luz, e incluso
en ocasiones sorprende por la atrevimiento y la frescura en la aplicación de
pinceladas de mancha. Estructuralmente, a veces abusa de composiciones un
tanto rígidas y teatrales.

Los cuatro estilos pompeyanos


Las obras de pintura mural romana encontradas son escasas y la mayoría de
las que se han conservado se descubrieron en los restos sepultados por la ceniza
de las ciudades de Herculano y Pompeya. Su estudio ha permitido distinguir hasta
cuatro estilos diferentes, los llamados cuatro estilos pompeyanos.

El mosaico
El estudio del mosaico en Roma trata preferentemente de los suelos decorados en
opus tessellatum, es decir, a base de teselas, unos cubos de forma más o menos
regular, de medio centímetro a un centímetro y medio, aproximadamente, cortados
a partir de materiales diversos. Estos materiales consistían por lo general en
mármoles blancos, negros o de colores, y otras piedras y azulejos, pero a veces
también se recurría al vidrio transparente y coloreado o bien al smalto (vidrio
opaco), o a la cerámica. Para los detalles se cortaban teselas más pequeñas y de
otras formas. Éstas se colocaban lo más juntas posible en un lecho de mortero fino,
húmedo, sobre una base sólida. Cuando la capa de mortero se había secado, se
rellenaban los intersticios entre las teselas con mortero fino líquido, y, cuando éste
se había secado, se procedía a limpiar y pulir el mosaico.

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