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R E V I S T A

#17
m a y o / 2 0 1 5

John Terry.
El último
superviviente

Charla con
Diego Latorre

El día del
Caníbal

MARCELO BIELSA,
Un defensor del juego
Ilustración: Jim Ort
EDITORIAL

TALIBANES DEL ÉXITO


¿Disfrutamos las victorias? ¿O simplemente las engullimos?

La cultura del éxito está tan implantada que nos hemos convertido en
talibanes de la victoria. Nada importa, salvo el triunfo. Ya no es la duda
sobre qué medios emplear para obtener los fines, sino algo mucho más
profundo: despreciamos todo cuanto no sea el éxito. A poder ser, el
éxito absoluto. Somos fundamentalistas del éxito y no nos vale nada
más. Ni el que se esfuerza, ni el que pierde. Ni las razones por las que
perdió. Las destruimos de inmediato, triturándolas, ridiculizándolas a la
categoría de excusas. Da igual que sean razones poderosas y rotundas:
no las queremos escuchar. Éxito, éxito, éxito. Y cuanto más éxito, más
fútil es el propio éxito, hasta el punto que ninguna victoria acaba por
satisfacernos. Hemos acabado siendo bulímicos del triunfo: engullimos
victorias, ni siquiera las disfrutamos.

Nos llenamos los ojos de historiales repletos de cifras exitosas y nada


nos parece suficiente, con lo que tampoco nadie nos resulta necesario.
Todos son sospechosos de flaquezas o debilidad, de una posible derro-
ta. Todos son futuros derrotados, así que ninguno es de fiar.

Perdonen que me rebele ante esto y reivindique el valor de la derrota y


del derrotado. La vida es un fracaso en el que viajamos, transitando de
derrota en derrota. Perdonen que rechace el éxito como santo grial de
nuestras vidas deportivas y apueste todo al caballo perdedor.

Martí Perarnau

CLUB PERARNAU / REVISTA #17 MAYO 2015


Este es el número #17 de la revista del Club Perarnau. Se publica en mayo de 2015.
Como todos los contenidos del Club, esta revista es exclusiva para los socios.

Editorial Primera Impresión


ÍNDICE

LA MEMORIA ES EL ÚNICO PARAÍSO


DEL QUE NO PODEMOS SER EXPULSADOS������������������������ 4

JOHN TERRY. EL ÚLTIMO SUPERVIVIENTE�������������������������20

ENTREVISTA A CARLES ROMAGOSA������������������������������������29

MARCELO BIELSA, UN DEFENSOR DEL JUEGO���������������39

CHARLA CON DIEGO LATORRE…�������������������������������������������58

ESTADIOS MÍTICOS ���������������������������������������������������������������������68

EL AÑO DEL “URRUTI, T’ESTIMO”�����������������������������������������103

EL DÍA DEL CANÍBAL�����������������������������������������������������������������116

AUTORES����������������������������������������������������������������������������������������124
LA MEMORIA ES EL ÚNICO
PARAÍSO DEL QUE NO PODEMOS
SER EXPULSADOS
Álex Couto Lago

El nuevo siglo trajo consigo una nueva multiplicación de los panes y los pe-
ces, la era digital, la posibilidad de conocer más y mejor aquellas disciplinas
que nos interesan. Disponemos de los mecanismos para analizar, estudiar y
ampliar conocimientos en casi cualquier materia, disciplina o deporte. El siglo
XXI nos ha regalado otra manera de gestionar la información y sobre todo de
acceder a ella. Se ha evolucionado tanto en un registro antaño tan limitado
que nos hemos pasado de rosca y en poco tiempo hemos llegado a la sobre-
información, al exceso de datos y contenidos que nos abruma y nos imposibi-
lita el manejo de los mismos. Es por ello que debemos recurrir a mecanismos
que nos permitan filtrar los datos y desechar aquellos contenidos que no se
ajusten a nuestra búsqueda, para así poder dominar la parte relevante de la
información que nos interesa y darle la forma necesaria para su uso. 4

Índice
Revista#17
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E
l exceso de contenidos nos ha acercado a otros problemas hasta ahora
desconocidos. La relación con el tiempo ha variado, la búsqueda y el ac-
ceso casi inmediato nos han abierto nuevas posibilidades, pero también
nos han empezado a mostrar ciertas limitaciones. No necesitamos recordar
dónde, cuándo, cuánto y por qué, simplemente sabemos cómo acceder a
todas las respuestas que provocan dichas preguntas y nuestro cerebro se
adapta, se amolda y nuestras costumbres varían. Y es ahí, en el terreno de
las costumbres donde los malos hábitos entran y se convierten en protago-
nistas. El criterio que nos permite marcar la diferencia entre lo correcto y lo
incorrecto, lo debido e indebido, lo cierto o incierto se relaja, se acomoda y
entonces no solo empezamos a pagar las consecuencias de dicho relax, sino
que la sobreinformación y el exceso de posibilidades nos llevan a un concep-
to históricamente conocido pero aún no resuelto: el error.

Ha sido una monja, Jean Paul, quien ha regalado la frase que da título a esta
reflexión, una religiosa que entendió que la memoria es el único lugar propia-
mente nuestro en el que lo ocurrido se almacena con el objetivo de recordar-
nos por qué somos humanos. Recordar por qué somos como somos y no de
otra manera. La memoria es una de las grandes olvidadas de este comienzo
de siglo, una de las virtudes más destacadas del ser humano ha empezado a
verse condicionada por la facilidad y la comodidad de acceder a los datos y
contenidos, a la imagen, la película, la información en su sentido más amplio.
Nuestro cerebro dispone de un mecanismo extraordinario que nos permite de-
finir cómo hemos llegado hasta aquí, por qué se han elegido unos caminos en
lugar de otros, cuánto nos ha costado o cuáles han sido las consecuencias.
Muchas disciplinas del saber se han cuidado muy mucho de salvaguardar este
tipo de información porque representa el punto de partida del conocimiento.
La tecnología nos ha permitido acumular todo el proceso a través del cual algo
nace, crece y evoluciona. ¿Por qué en el mundo del deporte y en particular en
el fútbol esta memoria ha dejado de considerarse y la información básica de
cómo somos como deportistas ha dejado de tener importancia?

No se puede entender la economía sin haber estudiado a los mercantilistas,


a Adam Smith, Malthus o Keynes. Es imposible comprender la medicina sin
empezar a pensar en Hipócrates o Galeno. Si hablamos de física clásica no
hacer mención de Isaac Newton sería un sacrilegio, no conocer los estudios
de Volta, Galileo, Kepler, Tesla, Pascal o Becquerel sería un absurdo. En el
arte y la música sabemos quiénes han sido los grandes compositores y artis-
tas que han permitido la evolución de su disciplina hasta llevarla a su máxi-
ma expresión plástica y armónica. Bach, Mozart y Beethoven o Velázquez,
Caravaggio y Rembrandt reflejan cada uno en su arte lo más significativo y
relevante de sus disciplinas y son una pequeña muestra de un elenco incon-
table de talento.

¿Podríamos decir lo mismo del fútbol? Me temo que no, aún no. El paso del
tiempo ha sido una acumulación de experiencias y dinámicas que poco a poco
se han ido incorporando en las nuevas corrientes, que a la vez se han com-
plicado hasta llegar a situaciones de confluencia de tal cúmulo de discipli-
nas que no hemos tenido ganas ni tiempo para acomodar a nuestros clásicos
en el lugar que se merecen, y así ocurre lo que ocurre. ¿Se puede concebir
la formación de un entrenador de fútbol sin conocer de dónde proceden
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los grandes movimientos evolutivos de su deporte? ¿Puede un entrenador
transmitir las bases fundamentales de su deporte a sus jugadores y a los
componentes de su staff técnico sin saber o tener constancia de cómo ha
sido el proceso de constantes cambios que ha sufrido su disciplina a lo largo
de la historia? Parece ser que sí porque las escuelas de formación, sean del
pelaje que sean, federativas, privadas, vinculadas a alguna entidad de élite
o incluso de carácter universitario, han obviado de manera manifiesta la en-
señanza de un proceso en el que el fútbol ha pasado de ser un deporte rudi-
mentario a convertirse en una complejidad en sí mismo.

Llegados a este punto, ¿podríamos encontrarnos con entrenadores titulados


con la máxima referencia académica que no conozcan cómo han surgido los
grandes movimientos que han dado forma a su deporte? Me temo que sí. Di-
ría más, tengo la sensación, por no decir la completa seguridad, de que una
gran mayoría tendría serios problemas para explicar cómo el fútbol ha pasa-
do de ser un deporte de contacto y de impactos directos a una manifestación
de interacciones y sinergias derivadas de las mismas. Pero lo que aún resulta
más doloroso, sería posible encontrar una gran masa de técnicos UEFA Pro
que no tuviesen constancia de quiénes fueron los principales dinamizadores
del deporte que ellos dicen dominar.

¿Permitiríamos a un físico de la NASA que no supiese quién fue Einstein y


que desconociese la Teoría de la Relatividad, controlar cohetes que salen al
espacio exterior? Evidentemente no, ninguna universidad del mundo obvia-
ría dicha información en su temario, en su oferta de enseñanza. Pero en cam-
bio permitimos a cualquier entrenador del mundo que desconozca quién fue
Jimmy Hogan y no nos alteramos para nada. Este es un ejemplo de los miles
que podríamos poner para demostrar que las enseñanzas deportivas, y en
especial la enseñanza del fútbol, han obviado lo fundamental, el respeto a la
memoria. Y las consecuencias se notan.

Las enseñanzas deportivas, y en especial la enseñanza del


fútbol, han obviado lo fundamental, el respeto a la memoria.
Y las consecuencias se notan.

LA IMPORTANCIA DE SABER DE DÓNDE VENIMOS


Me temo que los mejores y más reputados estudiosos del fútbol y su evo-
lución a día de hoy no son, en su mayoría, entrenadores. A lo largo de los
últimos años me he encontrado auténticos eruditos del fútbol en su manifes-
tación histórica y metodológica y prácticamente ninguno de ellos es entre-
nador. Tenemos la suerte de disponer de organizaciones que se encargan del
estudio y la transmisión de información de todos los grandes movimientos
futbolísticos que se han dado en la historia del fútbol y, en dichas organiza-
ciones, pocos son entrenadores. Disponemos de instituciones capaces de
compartir información impagable que no está registrada en otros países y en
los procesos de enseñanza-aprendizaje del deporte fútbol en sus múltiples
manifestaciones no son ni tan siquiera consideradas.
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Como entrenador y como deportista amante de mi profesión no tengo por
más que sentirme agradecido a todos aquellos que desde su iniciativa per-
sonal han ahondado en la recopilación e implementación de estudios que nos
han permitido acercarnos a conocer las bases sobre las que se fundamenta
nuestro deporte y, que a partir de ellas, nos han posibilitado evolucionar el
juego hasta el punto de convertirlo en algo tan complejo y dinámico que hoy
día supone todo un reto afrontarlo en toda su extensión. Investigadores que
han empleado su tiempo y su paciencia en regalar información que estaba
oculta, escondida, olvidada porque el paso del tiempo ha hecho mella.

En España disponemos de organismos como el CIHEFE (Centro de Investi-


gaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español) y a nivel internacional
disponemos del IFFHS (International Federation of Football History & Statis-
tics) que nos ofrecen impagable información de cómo nuestro deporte ha ido
guardando una historia en la que se recogen las grandes revoluciones estra-
tégicas, los grandes eventos en los que se produjeron los mayores adelantos
tácticos, técnicos, condicionales o psicológicos de la historia del fútbol. Con
ellos, miles de iniciativas privadas nos permiten acceder a la información a
través de la cual explicar cómo y por qué determinados entrenadores a lo
largo de la historia entendieron el juego de una manera tan particular que
posibilitaron con su visión adelantos estructurales que hoy a su vez permiten
al fútbol ser la maravilla que es. La RSSSF (The Rec. Sport Soccer Statistics
Foundation) se ha encargado de recopilar datos trascendentes que nos han
permitido abrirnos al estudio de miles de particularidades relacionadas con
los grandes eventos en los que se han producido la mayoría de los avances
más significativos del fútbol en el último siglo.

Podríamos encontrar en diferentes países organismos, fundaciones o institu-


ciones de diferente calado que motu proprio han investigado y ampliado los
estudios a niveles insospechados. ¿Por qué no se utiliza dicha información,
dichos estudios, todo el análisis llevado a cabo por tantos profesionales,
para la enseñanza del fútbol al más alto nivel? ¿Cómo es posible que prácti-
camente todos los entrenadores salgamos de las escuelas de formación sin
conocer las bases sobre las que se ha cimentado un deporte de la incidencia
del fútbol? ¿Cómo se puede entender que en función de una trayectoria en
una parcela definida del deporte, como puede ser la de haber accedido a
jugar de forma profesional, pueda habilitar a alguien a reducir sus horas de
estudio para acceder a una titulación de máxima exigencia? Y lo más flagran-
te, ¿cómo se pretende que el fútbol se difunda a través de estas personas,
privilegiadas por haber tenido un talento para la práctica, sin haber certifica-
do su talento para la transmisión e implementación, gestión y administración
de todos los contenidos hacia terceros? ¿Son nuestros planes de estudio los
más adecuados para convertir a cualquier ciudadano capaz en un entrena-
dor de élite tal y como se están desarrollando hasta el momento? Si España
pasa por ser una de las mejores escuelas de formadores del mundo y obvia
una parte trascendente de la información sobre la que radica la evolución del
fútbol, ¿cómo estarán las demás?

La memoria es la capacidad mental que permite a un sujeto registrar, conser-


var y evocar experiencias, ideas, imágenes, acontecimientos, sentimientos,
emociones pasadas que posibilitarán una evolución futura, de tal manera que
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nos permite interactuar socialmente, comunicarnos a través de los diferentes
canales conocidos, realizar actividades motrices y convertirlas en procesos
iniciáticos de otros más complejos, vivir desde la emoción y las sensaciones
miles de experiencias vitales que regarán las raíces de nuevas tendencias,
expectativas y razones.

La memoria histórica nos permitirá entender y entendernos, nos facilitará


un camino para hacernos más conscientes de nuestras limitaciones y nos
regalará la posibilidad de elegir una vía en la que la humildad se manifieste
no como una cualidad, sino como una certeza de lo mucho que nos falta por
conocer y de cómo otros fueron capaces de abrirnos paso a tantas complica-
ciones relacionadas con el conocimiento.

Nereo Rocco

Herbert Chapman

Jack Reynolds Hugo Meisl


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¿UNA FORMACIÓN INSUFICIENTE
PUEDE DEPARAR UN FUTURO BRILLANTE?
El fútbol se ha convertido en todo un universo en el que confluyen infinidad
de disciplinas que se han ido acercando y asentando para mejorar el juego, el
espectáculo y el propio negocio. Pero la base sobre la que se asienta el fútbol
es y siempre será un triunvirato inamovible: jugadores, juego y dinámica. Si
obviamos alguno de estos tres aspectos innegociables todo el gigante se
caerá, a pesar de que a veces es lo menos importante, en apariencia, de todo
el entramado que hoy día significa el planeta futbolístico.

Los jugadores: sin ellos esto no es posible. Sin su talento, su capacidad para
improvisar desde la inconsciencia una acción impensada, su percepción de
todas las posibilidades posibles y la elección de la correcta en el momento
oportuno, la vivencia de interactuar con otro jugador, la posibilidad de medir-
se a un adversario y vencerlo en el duelo individual o ser vencido, la respues-
ta al error, la respuesta a la pérdida. Mil facetas englobadas en un ser que
unido a otros diez conforman un equipo con vida propia.

El juego: la confrontación de dos masas de individuos con objetivos comunes


que tratan de dirimir su fortaleza a través de la gestión de una pelota en un
espacio y a lo largo de un tiempo. La interacción de sus partes y el contraste
directo con un adversario cohesionado igualmente en torno a una idea. El
ajuste, el reajuste de intenciones, acciones y omisiones a lo largo de todo un
partido como consecuencia del impacto, de las reacciones químicas y físicas
que se producen con motivo de un choque futbolístico. La creatividad colec-
tiva nacida de la suma de creatividades individuales que se multiplican hasta
llegar a valores exponenciales de cualificación. Un universo alrededor del que
se mueven decenas de disciplinas, todas ellas tendentes a valorar al hombre
como especie, como dinamizador de un entorno de valor incalculable.

La dinámica del juego: la capacidad de llevar una actividad recreacional a


un deporte profesional. La evolución a través de la interacción compleja y no
lineal de intenciones y acciones propias y ajenas que confluyen en un entorno
común, un campo de fútbol. La capacidad de un deporte para evolucionar en
términos físicos, psíquicos, químicos, contextuales, coordinativos y artísti-
cos hasta llevar dicho deporte a convertirse en una manifestación humana
de primer orden como nunca se produjo a lo largo de la historia.

El jugador, el juego y la dinámica del juego son algo que crece, se reproduce
y evoluciona en el tiempo. Su unión, su contextualización dentro de variables
definidas de antemano, ha permitido que el juego se fuese acotando en es-
pacios y parámetros identificables. Su universalidad y su capacidad para la
incorporación de improvisaciones, acciones impensadas, intervenciones en
unidades de tiempo infinitesimales, decisiones conscientes e inconscientes
e infinitas circunstancias aún por conocer hacen del juego y del deporte algo
inabarcable en términos de cuantificación. Es por ello, por esa universalidad
y por su capacidad para sorprender que el fútbol tiene un futuro aún más
brillante que su pasado. Pero, volvemos al inicio, ¿podríamos aventurarnos
hacia ese futuro incierto y desconocido sin saber cómo hemos llegado hasta
aquí, hasta este momento?
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Analicemos qué era este juego, cómo se inició en sus bases y cómo ha ido
cambiando a lo largo de las décadas del último siglo. Abordar un estudio
como este requeriría varios tomos de miles de páginas de estudio. Trataré
de sintetizar en sus aspectos básicos para dar a entender lo importante que
resultaría incorporar a la formación de todo aquel que quiera acercarse al
fútbol las bases evolutivas de este deporte en el transcurso de los años y
aprovechar desde este foro para rogar, pedir, solicitar, invitar, para que el
fútbol como disciplina propia pueda tener su sitio en el marco universitario y
así poder dotar a quien quiera zambullirse en él del mayor argumento posible
para acceder a su comprensión, conocimiento, difusión e investigación.

DE LAS ISLAS BRITÁNICAS A LA ESCUELA DANUBIANA


El fútbol moderno nació de la confrontación directa de dos equipos encamina-
dos a marcar gol. El objetivo principal era llevar la pelota para ser introducida
en la portería rival. Llevar la pelota en sentido amplio, sin más. Dos equipos
trataban de encontrar el camino para lograr dicho objetivo. A partir de aquí
y condicionado por aspectos geográficos, medioambientales y culturales, el
fútbol inició su proceso evolutivo de una manera lenta y hasta cierto punto
inflexible con ciertos parámetros que a la postre resultarían determinantes.

Nos encontramos en las islas británicas y allí la meteorología influye sobre-


manera en el ejercicio de actividades al aire libre. Jugar al fútbol con lluvia y
barro supone adaptarse al entorno para cumplir con los objetivos propios de
este deporte. La naturaleza de los practicantes y sus particularidades cultu-
rales influyen en la forma en que este se desarrolla y nos encontramos, por lo
tanto, con un juego viril, de contacto, en el que las capacidades atléticas
tienen una preponderancia sobre cualquier manifestación creativa posible.
Es por ello que la manera de distribuirse espacialmente en el terreno de jue-
go busca la forma de acceder al objetivo final, el gol, desde caminos directos,
físicos, rudos, condicionados por todas las acotaciones que acabamos de
mencionar a grandes rasgos.

La organización del fútbol vive una evolución continua


hasta lograr un consenso que permitirá practicarlo de
manera uniforme a nivel internacional.

Pero el fútbol como manifestación social de una metrópoli que se expande


logra llamar la atención de la gente que recibe las influencias, sobre todo
comerciales, de quienes son los más grandes exportadores del juego, los in-
gleses. Y es aquí donde las manifestaciones futbolísticas empiezan a desa-
rrollarse paralelamente a los principios fundamentales definidos en las islas.
La organización del fútbol vive una evolución continua hasta lograr un con-
senso que permitirá practicarlo de manera uniforme a nivel internacional y
ello provocará que el juego se difunda como un elemento básico del ocio y del
progreso asentado en un modo de producción muy determinado.
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El impacto de Hogan es determinante para entender el
fútbol desde el punto de vista colectivo que tenemos
hoy. Él fue el primero en razonar y poner en acción el
aspecto cooperativo del fútbol en términos de ataque y
con ello su influencia en los desarrollos ofensivos.

El juego sale de las islas y allí se reivindica la presencia de quienes lo han


institucionalizado, y así nos vamos a encontrar en el período previo a la Pri-
mera Guerra Mundial con un personaje que ha quedado sepultado por el im-
placable paso del tiempo: Jimmy Hogan. Un futbolista inglés que entiende
el juego de una manera particular y trata de transmitir sus conocimientos en
la Europa Continental. Inicia su proceso en Países Bajos y posteriormente
irá viajando hacia el este, pasando por Alemania hasta llegar a Austria. Allí
conocerá a Hugo Meisl y entre ambos empezarán un proceso fundamental
en la evolución del fútbol a nivel continental. Nace la Escuela danubiana y el
fútbol entendido como algo más que una manifestación física para gestionar
un elemento aleatorio como es la pelota. Surge el fútbol “on the carpet”, como
lo decidió llamar Hogan, y a partir de ahí se definen una serie de principios
de cooperación que permitirán entender el juego de diferente forma. El juego
empieza a comprenderse como la interacción entre diferentes elementos del
equipo que se comunican a través de la pelota. La influencia de la tendencia
escocesa a la socialización a través del fútbol se hace patente de manera
manifiesta en el juego de los futbolistas austríacos que comprenden el fútbol
desde una perspectiva diferente a los jugadores ingleses. El impacto de Ho-
gan es determinante para entender el fútbol desde el punto de vista colecti-
vo que tenemos hoy. Él fue el primero en razonar y poner en acción el aspecto
cooperativo del fútbol en términos de ataque y con ello su influencia en los
desarrollos ofensivos.

La Primera Guerra Mundial lo sorprende en pleno Imperio Austro-Húngaro y se


le impide salir a cumplir con sus obligaciones para con su patria. Es retenido
y enviado a Hungría, hecho que posibilita la dinamización del fútbol a niveles
de carácter superior. Allí, en Budapest, contacta con mucha gente vinculada al
nuevo deporte y los influencia de tal manera que su forma de entender el jue-
go y su didáctica para transmitirlo a los demás impacta de manera particular.
Hungría acaba de acoger el estilo de Jimmy Hogan como un elemento diferen-
cial para comprender la implementación del deporte del fútbol.

No vamos a contar toda la historia de Jimmy Hogan y sus avatares futbo-


lísticos, simplemente hacer mención de su impacto en Holanda, gracias al
cual Jack Reynolds pudo aplicar sus principios en el Ajax de Amsterdam y un
jugador suyo, Marinus Michels, pudo llevarlos a un nivel superior hasta con-
vertirlos en toda una filosofía.

Si además consideramos que entre sus aventajados alumnos se encontraba


un señor llamado Gustav Sebes, influenciado enormemente por la manera
en que Hogan había transmitido el fútbol en su país, veremos que este inglés
de los Midlands tiene una relevancia fundamental en la evolución del juego.
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Sebes llevaría hasta la máxima expresión la mayor revolución del fútbol ofen-
sivo en la primera mitad del siglo y daría base al trabajo de Michels para com-
pletar una tarea que viene evolucionando hasta nuestros días.

Jimmy Hogan es un verdadero desconocido dentro del ámbito académico del


fútbol. No podemos seguir permitiendo que nuestros entrenadores sigan sa-
liendo de las escuelas de formación con su título habilitado para entrenar en
cualquier parte del mundo sin saber quién fue Jimmy Hogan y qué representó
para el fútbol, cómo fueron sus aportes y a quiénes empapó con una manera
de entender el fútbol que nos ha permitido llegar al juego de posición como
máximo exponente del fútbol artístico.

Bela Guttmann

Jimmy Hogan Boris Arkadiev

LA FORMACIÓN ESPACIAL
Y LA IMPORTANCIA DE LA DEFENSA
En contraposición a esta filosofía, en los años veinte y treinta, sin ánimo de
servir de contraste, sino como una manera de tratar de sobrevivir a la ausencia
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de capacitación y talento, se fue manifestando otra manera paralela de enten-
der el juego. Aquellos países que carecían de los mecanismos y medios para
crecer a través del juego entendido como una manifestación de talento y coo-
peración a través de la pelota en un juego corto y sobre la hierba empezaron a
idear la forma de competir y no perder ante equipos más atléticos, basados en
la filosofía de fútbol puramente inglesa o ante equipos creativos y coordinados
como los que nacieron tras la influencia de Hogan en Centroeuropa.

Se empieza a valorar la distribución espacial generalmente aceptada como


la formación básica de desarrollar el juego a lo largo y ancho del terreno de
juego. La distribución piramidal toma forma y se presenta como la más orto-
doxa y aplicada. La formación 1-2-3-5 es la más común, pero esta manera
de relacionarse en el espacio fomenta la ventaja para aquellos equipos más
fuertes y resistentes. La condición física marca una diferencia notable entre
unos equipos y otros, por lo que en algunos lugares, sin tener conexión entre
ellos, se empiezan a manifestar variaciones en la distribución espacial que
hacen que se fortalezcan determinadas conductas aplicadas en espacios
muy definidos del terreno de juego.

Robert Accard y posteriormente Karl Rappan, austríaco radicado en Suiza,


deciden retirar a un efectivo de los tres que forman el medio del campo y
colocarlo entre los dos defensas marcadores y, a la vez, retrasar a los dos
jugadores interiores que flanquean al delantero centro para ayudar al resto
de centrocampistas. Nace la figura del hombre libre, el “verrouillier” que dará
forma a una manera de entender el juego que llegó a denominarse “el derecho
de los débiles”, definido así por carecer de la calidad futbolística para organi-
zarse en torno a la pelota y de la fortaleza atlética inherente al propio juego.
Los equipos que practican esta manera de entender el juego se harán más
defensivos, retrocederán alrededor de su propia área para hacerse fuertes
todos juntos y como consecuencia de ello se verán obligados a sorprender
a su oponente a base de ataques largos con pocos efectivos. En definitiva,
nacen los contraataques asociados a una manera de defender pragmática
y ordenada, como objetivo de primer orden estratégico. Se produce otra re-
volución estratégica: la defensa es el mejor ataque. Nace el “Verrou”, la base
sobre la que se asentará posteriormente el Catenaccio.

En la Unión Soviética, Alexander Abramov realiza una actividad similar. Sus


estudios de especialista en gimnasia lo llevan a desarrollar métodos de en-
trenamiento que permiten a un equipo más humilde y débil que los de la
capital competir con garantías de obtener victoria. Surge, a través del
Krylya Sovetov, lo que se conocería como Volga Clip, un “Verrou” con acen-
to soviético.

Nuevamente dos corrientes contrapuestas evolucionan


a través de postulados revolucionarios que hacen que
el fútbol crezca y se complique en su forma, pero funda-
mentalmente en su fondo.

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En esa época se da en Italia una situación similar, siendo Gipo Viani el precur-
sor. Su equipo, más débil, peor preparado físicamente y con jugadores sin la
presencia física adecuada para competir con equipos centroeuropeos o de
influencia británica, necesita organizarse para afrontar dichos retos.

La formación vuelve a evolucionar en las islas a través de la figura histórica


de Herbert Chapman y esta se exporta como base que fundamenta el orden
dentro del terreno de juego. La WM de Chapman se institucionaliza a partir
de los años treinta en el continente y en los años cuarenta Viani, en Italia,
decide modificarla para incorporar un elemento más a su línea defensiva,
creando la figura del líbero al estilo de Karl Rappan y altera la organización
espacial del equipo y la funcionalidad del mismo. Si a ello unimos el deseo
de hacerse fuerte en posiciones defensivas y la aplicación de las bases de la
guerra de guerrillas para afrontar un ataque, estamos ante la manifestación
básica del Catenaccio italiano.

De las aplicaciones de Viani a las implementaciones de Nereo Rocco en Tries-


te, esta tendencia se va asentando gracias a la prédica de Gianni Brera, co-
municador de excepción de la postguerra italiana, y nos encontramos con una
nueva filosofía aplicada a la manera de entender el juego que se consolidaría
con el tiempo a través de las figuras exitosas de Nereo Rocco y el Milan y la
adaptabilidad competitiva del inteligente Helenio Herrera en el Inter de Milán.

Nuevamente dos corrientes contrapuestas evolucionan a través de postula-


dos revolucionarios que hacen que el fútbol crezca y se complique en su for-
ma, pero fundamentalmente en su fondo.

Somos lo que aprendemos y lo que no sabemos no se puede enseñar.

Es imperdonable que todas las derivaciones nacidas de la primera mitad del


siglo xx y principalmente de los períodos entreguerras no sean dominadas y
transferidas por entrenadores formados al más alto nivel y, sobre todo, que
no formen parte de su currículum personal. Somos lo que aprendemos y lo
que no sabemos no se puede enseñar.

NUEVOS CAMINOS Y MÁS TÉCNICA


El fútbol, al igual que evoluciona en Europa, también lo hace en América Lati-
na, especialmente en países como Brasil, Argentina y Uruguay, y desde aquí
se dinamiza hasta convertirlo en sello de identidad propio de cada país sud-
americano. El juego evoluciona y trasciende a lo meramente deportivo para
convertirse en un fenómeno social y en un producto de identidad nacional.
Brasil lleva el juego a su propio estilo de vida y el Jogo Bonito no tarda en con-
vertirse en toda una manifestación de arte popular. Argentina y Uruguay se
distancian hermanándose con el fútbol y la pasión como elementos básicos
de convivencia. La rivalidad entre ambos países encuentra en el campo de
fútbol el lugar ideal para batallar entre mate y mate.
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En la Unión Soviética se estudia la posibilidad del “desorden
organizado”, toda una búsqueda de independencia
individual dentro de un contexto abocado a entenderse
en términos colectivos, y Boris Arkadiev trata de facilitar
contextos para que esto se manifieste.

Y el fútbol crece y sigue su curso como un elemento básico de la convivencia


tradicional que se va incorporando en los diferentes países a lo largo del S. XX.
Se razona y se analiza en función de las personalidades de sus practicantes y
sobre todo se implementa con la intención de aumentar las probabilidades de
victoria en cada partido. El deseo de ganar lleva a las cabezas pensantes a
tratar de encontrar caminos que diferencien y signifiquen ventajas competi-
tivas que faciliten el acceso a la victoria.

Entre el fútbol auspiciado bajo los principios de Hogan y los practicados bajo
los preceptos de Rappan, se manifiestan cientos de procedimientos tenden-
tes a mejorar las prestaciones de los equipos.

En la Unión Soviética se estudia la posibilidad del “desorden organizado”,


toda una búsqueda de independencia individual dentro de un contexto abo-
cado a entenderse en términos colectivos, y Boris Arkadiev trata de facilitar
contextos para que esto se manifieste.

A medida que el fútbol amplía su gama de opciones, se abren otras nuevas.


El tiempo de ejecución se empieza a considerar como elemento de análisis
y Viktor Maslov lo lleva a máximos al incorporar la presión como elemento
determinante de su proceso defensivo.

La técnica evoluciona para resolver los problemas cada vez más complejos
que plantea la estrategia futbolística y que la táctica obliga a aplicar en el
terreno de juego. El fútbol, al igual que el cuerpo humano, tiende a buscar
soluciones para adaptarse a las realidades a resolver. Si “la función hace al
órgano”, que se dice en medicina, en el fútbol la técnica obliga a adaptar las
capacidades físicas y coordinativas a las exigencias del juego.

El fútbol a medida que avanza implica a más especialistas, más modalidades,


más necesidades. El jugador y el juego se ven abocados a entrar en nuevas
dinámicas que vienen condicionadas por un deseo básico y primitivo: querer
ganar. Los tres pilares del deporte fútbol crecen, evolucionan y se complican
hasta llegar al nivel actual.

¿Seríamos capaces de entender el fútbol sin habernos percatado de las


aportaciones de Hogan, Reynolds, Sebes, que han facilitado la presencia de
Michels, Weisweiler, Cruyff, Sacchi o Guardiola?

¿Podríamos permitirnos el lujo de obviar a Rappan, Viani, Rocco, quienes die-


ron rienda a que otros entrenadores llevasen sus postulados a niveles su-
periores? ¿Qué hubiese sido del fútbol sin Zubeldía, Trappatoni, Clemente,
Mourinho o Simeone?
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Gusztav Sebes Gipo Viani

Viktor Maslov

¿Habríamos disfrutado tanto del juego si Maslov y Arkadiev no hubiesen ser-


vido de base para que Lobanovsky, Beskov, Miljanic o Boskov sublimasen
sus propuestas e incidiesen en otros entrenadores de corte más occidental
como Clough, Guy Thys o Raymond Goethals?

¿Sin Sebes podríamos haber comprendido la evolución de Inglaterra en el


fútbol, con figuras como Alf Ramsey? Seguro que sin la debacle inglesa en
Wembley en 1953 no hubiese sido posible. Por lo tanto, la evolución de téc-
nicos como Bill Shankly, Bob Paisley, el propio Brian Clough o los coetáneos
actuales se habría visto seriamente condicionada.
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¿Y qué decir de los exportadores de fútbol? Bela Guttmann, “Dori” Kutchner,
Emérico Hirsch, base de la transmisión del fútbol desde el centro de Europa
a Sudamérica o tantos técnicos ingleses que llevaron el fútbol a lo largo y
ancho de sus colonias.

El fútbol es el sustento de un movimiento universal que se ha patentado de


forma tácita a lo largo de todo el S. XX: la convivencia a través del juego. Con
dicho movimiento se ha impulsado la cooperación y la evolución de una disci-
plina que se ha enriquecido gracias a la aportación de personas con nombres
y apellidos, profesionales que antes de tener los medios de comunicación de
masas que existen actualmente fueron capaces de sortear todos los impedi-
mentos para hacer llegar la prédica futbolística allí donde era estimado llegar.

Profesionales que defendieron intereses colectivos aún a costa de sus pro-


pias vidas o lo que es peor, de la estabilidad de sus propios familiares; si no,
que se lo digan a Gustav Sebes en los Juegos Olímpicos de Helsinki o en el
extraordinario mundial de Suiza. Que le pregunten a la selección yugoslava
por el recibimiento tras su medalla de plata en los Juegos de Helsinki, perdi-
da ante los magiares mágicos. El fútbol ha evolucionado bajo medidas de
presión que en nada se parecen a las actuales. Ningún entrenador actual tie-
ne amenazada la estabilidad familiar ante el resultado en un evento deporti-
vo. Antes era algo que se sabía de antemano y aun así se iba a competir,
asumiendo las consecuencias como algo consustancial al propio reto.

La gran panacea del fútbol actual, la sobreinformación, el


dominio del dato, la cuantificación de contenidos, el análisis de
un momento infinitesimal en el contexto general de un partido,
captado en una imagen, en una foto que se estruja entre flechas
y sombras para denotar la existencia de un posible principio
táctico mal ejecutado, dentro de los millones de momentos
infinitesimales que conforman un partido en su conjunto.

DE AHORA EN ADELANTE

El fútbol busca actualmente nuevos modos de evolución que permitan incre-


mentar los niveles de probabilidad de victoria. Se hace uso de la tecnología,
se incorporan al cuadro técnico a nuevos especialistas en visualizar y cuan-
tificar situaciones que a fuerza de repetirse tienden a convertirse en norma
de análisis y estudio. Reputados cuantificadores de información y manipula-
dores de herramientas informáticas pasan por cualificados técnicos que ac-
ceden al más alto nivel; algunos lo son realmente, otros aprovechan la propia
coyuntura del mercado para acceder a posiciones de ventaja.

La gran panacea del fútbol actual, la sobreinformación, el dominio del dato, la


cuantificación de contenidos, el análisis de un momento infinitesimal en el con-
texto general de un partido, captado en una imagen, en una foto que se estruja
entre flechas y sombras para denotar la existencia de un posible principio tác-
tico mal ejecutado, dentro de los millones de momentos infinitesimales que
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conforman un partido en su conjunto. La cuantificación y la imagen como ele-
mentos diferenciadores pasan nuevamente por tener en cuenta la base sobre
la que se sustenta este deporte: el jugador, el juego y la dinámica de juego.

Hoy en día cuantificamos para cualificar, pero seguimos


cometiendo el mismo error, no consideramos la cualificación
del máximo responsable como algo determinante, el cono-
cimiento de todo lo que acontece alrededor del fútbol, y que
debe ser dominado por un entrenador como jefe principal de
un staff, se sigue dejando en un segundo plano.

Helenio Herrera y Nereo Rocco Karl Rappan

Rinus Michels

Al contrario que nuestros antecesores, estamos ante la compleja tesitura de


desechar información en lugar de tratar de encontrarla y tenemos a nuestra
disposición mecanismos, herramientas, que nos facilitarán el acceso a nue-
vas vías de información y, sobre todo, filtros para separar lo relevante de
lo intrascendente. Pero nuevamente nos veremos obligados a partir de una
base de conocimiento fundamental, entender el juego a través del entendi- 18

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Revista#17
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miento de las personas que conforman un equipo y las dinámicas evolutivas
propias de cada equipo en particular para tratar de sacarles el máximo rendi-
miento a través de la competición.

Hoy en día cuantificamos para cualificar, pero seguimos cometiendo el mis-


mo error, no consideramos la cualificación del máximo responsable como
algo determinante, el conocimiento de todo lo que acontece alrededor del
fútbol, y que debe ser dominado por un entrenador como jefe principal de un
staff, se sigue dejando en un segundo plano.

Cualificamos a cuantificadores y analistas de imágenes y pensamos que ellos


nos permitirán definir las bases del problema, cuando el problema es cualifi-
car las aptitudes y actitudes de un grupo de futbolistas que deben competir
juntos para alcanzar un objetivo común.

Hogan no disponía del software actual, Sebes no necesitó de toda la tecno-


logía accesible al fútbol para romper con la dinámica competitiva imperante,
eran otros contextos en los que la parcela cualitativa del juego era determi-
nante. Cambiaron métodos y con ellos, perspectivas.

Hoy en día el juego sigue siendo trascendental, pero disponemos de nuevos


mecanismos para elevarlo a un grado superior. Muchos lo consiguen y nos
aportan luz a este nuevo mundo complejo, otros nos entorpecen el camino
con tecnicismos y tecnocracias innecesarias.

Todos, absolutamente todos, estamos necesitados de dominar unos concep-


tos básicos que nos permitan interpretar este deporte de manera que poda-
mos ofrecer el mejor camino para sacar el máximo rendimiento a nuestros
jugadores y una parte fundamental del mismo pasa por nuestro conocimien-
to, el cual se fundamenta en nuestro estudio, el adquirido motu proprio y el
institucionalmente establecido de común acuerdo por los organismos desti-
nados a la formación al más alto nivel profesional.

Necesitamos incrementar nuestra iniciativa personal para ser mejores cada día
pero, sobre todo, necesitamos incorporar una nueva línea de adquisición de co-
nocimiento a través de los organismos pertinentes a fin de evitar que la memoria
futbolística deje de formar parte de la base fundamental de nuestro saber.

Somos, queramos o no, parte fundamental de la dinamización del triunvirato


innegociable del fútbol, el jugador, porque somos formadores de nuevos ta-
lentos futbolísticos que se incorporan generación tras generación; el juego,
porque forma parte de nuestra responsabilidad básica de entrenadores; y de
la dinámica de juego porque es nuestro fin común, hacer crecer las posibili-
dades para que se incrementen las probabilidades de victoria. Somos facili-
tadores de contextos que a su vez generan nuevas vías de expresión que no
pueden detenerse en lo que sabemos, sino que deben dirigirse hacia lo que
debemos saber.

Álex Couto Lago.


@AlexCoutoLago
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JOHN TERRY.
EL ÚLTIMO SUPERVIVIENTE
Agustín Galán
Ilustración: Alex Santaló

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La temporada 2014-15 termina con una Premier League y una Capital
One Cup nuevas en su museo personal; figura en dos onces ideales, el
seleccionado por los jugadores y por la prensa especializada; desde su
posición de central zurdo ha conseguido anotar ocho goles y se ganó
la renovación en el mes de marzo, aún con la fase crítica de los torneos
por disputarse. Podría parecer el perfil de un jugador en la plenitud
de sus 27 o 28 años, pero su ficha señala 34. La figura de John Te-
rry luce más radiante que nunca, contradiciendo todas aquellas voces
que anunciaban un temprano declive.

Juega todos los partidos, minimiza hasta la vulgarización a los delanteros


con más renombre del planeta y se impone en una gran cantidad de apar-
tados estadísticos —el último, el de defensa con mayor número de goles en
la historia de la Premier League, dejando atrás al ex del Everton, David Un-
sworth—. Pero este guión no era el que se hubiera presumido en los meses
de junio y julio, cuando José Mourinho preparaba la planificación de una tem-
porada en la que tenía que dar obligatoriamente un paso adelante después
de haber retornado al Chelsea y luchar por los títulos.

El fichaje del lateral izquierdo Filipe Luís supuso automáticamente un desarro-


llo lógico respecto a la plantilla, seguido por multitud de analistas. El carrilero
brasileño venía de haber sido pieza fundamental en el Atlético de Diego Simeo-
ne que rozó con la punta de los dedos la Champions League, por lo que su rol
de titular parecía asegurado una vez se hubiera adaptado a las rutinas del
Chelsea. Su lugar en el once lo vino ocupando César Azpilicueta con un gran
rendimiento, pero la posición natural del navarro fue siempre la de lateral dere-
cho, que a su vez estaba ocupada por Branislav Ivanovic, un portento físico
innegociable en un equipo aspirante a todo en Inglaterra. La bestia serbia tam-
bién resultaba necesaria en todo once, y su adaptabilidad a la posición de cen-
tral permitiría que Azpilicueta y Filipe Luís se ocuparan de las bandas. Con el
75 % del rompecabezas armado, faltaba saber quién sería el perjudicado en-
tre Gary Cahill y John Terry, la pareja de centrales. Por cuestiones de edad, era
Terry el que parecía como primer damnificado con el banquillo a la mínima que
su rendimiento se resintiera, dado que Cahill es más joven y tiene reservado un
papel preponderante en el futuro inmediato del Chelsea y de la selección ingle-
sa. Esta era la secuencia lógica que llevaría a Terry, con 33 años en el verano
de 2014, a comenzar una etapa en la que su papel en los blues debería man-
tener su importancia en el vestuario, pero no en el césped, donde sus minutos
comenzarían a menguar de forma inevitable.

Junto a Petr Cech, Frank Lampard y Didier Drogba


conformó durante una década la columna vertebral
de un Chelsea que suspiraba permanentemente por la
Champions League.

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De haberse producido los acontecimientos tal como se indicaban en aquellos
análisis que finalmente resultaron ser de fútbol-ficción, nadie hubiera podido
reprochar nada al capitán del equipo del oeste de Londres. Su trayectoria, a
falta de la guinda del Mundial de Clubes y un éxito con su selección, había
colmado las ambiciones que cualquier futbolista profesional pudiera tener.
Junto a Petr Cech, Frank Lampard y Didier Drogba conformó durante una
década la columna vertebral de un Chelsea que suspiraba permanentemente
por la Champions League, y fue el liderazgo de estas cuatro figuras el que
consiguió, tras una década de excesiva inversión y frecuentes sinsabores eu-
ropeos, que el Bayern hincara la rodilla y la orejona llegara por fin a las insta-
laciones del club. Pocos meses después se anunció de forma oficial que Terry
abandonaba la selección inglesa, y unido el gran éxito de su carrera con el
adiós al brazalete de capitán de los pross —del que llegó a ser desposeído en
dos ocasiones—, las bases para ir preparando el adiós de Terry a la primera
plana del fútbol de élite parecían asentadas.

Esta despedida se ha pospuesto de forma indefinida a pesar de que Filipe


Luís se integró bien en las rutinas de entrenamiento del Chelsea y con sus
nuevos compañeros, pero el rendimiento que han mostrado todos los compo-
nentes de la zaga blue, en especial el de Terry, no le han permitido disfrutar
de minutos en su primera experiencia en el fútbol inglés. Para que Terry llega-
ra a este punto le hizo falta una inyección extra de motivación, algo que pare-
cía complicado una vez conquistada la Champions League. La filosofía del
club londinense desde la llegada del magnate ruso Roman Abramovich gira-
ba de forma casi exclusiva en torno a este torneo, y una vez conseguido fue
inevitable la sensación de que faltaba poner alguna otra meta que diera sen-
tido al día a día competitivo. La figura del entrenador que estaba al frente
22
cuando el Chelsea se coronó campeón de Europa era la de Roberto di Mat-
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teo, pero éste nunca caló ni supo cómo convertirse en una seña de identidad
del club, a pesar de haber conseguido algo que se resistió a figuras de prime-
ra línea como José Mourinho, Carlo Ancelotti, Guus Hiddink o Luiz Felipe
Scolari. Di Matteo supo aprovechar el hambre y las dotes de mando de Cech,
Terry, Lampard y Drogba y remar a favor de corriente mientras ellos lideraban
la plantilla para evitar terminar sus días profesionales sin contar con la joya
de la corona en sus vitrinas. Con el objetivo conseguido, la relajación fue in-
evitable y el Chelsea no dio la talla en la fase de grupos de la temporada si-
guiente, llevando a la destitución a Roberto di Matteo tras una derrota frente
a la Juventus que hacía casi imposible la clasificación para octavos de final.

Teniendo en cuenta sus 32 años y la reciente lesión de rodilla,


el técnico español dejó de considerar al defensa de Barking
apto para aguantar durante una temporada completa un ritmo
constante de partidos los miércoles y los domingos.

EL MOMENTO MÁS DIFÍCIL


Llegó Rafa Benítez para suplir al hoy entrenador del Schalke 04, y su interi-
nato fue siempre concebido en el entorno blue como un medio para terminar
de forma digna la temporada y buscar el modo de volver a empezar. Aunque
la temporada terminó con la conquista de la Europa League, el rendimiento
de los jugadores distaba de ser espectacular, y su no continuidad era algo
barruntado por todos. Terry estuvo fuera de los terrenos de juego durante
varios meses por una lesión de rodilla, y cuando estaba disponible no fue uno
de los intocables para el entrenador español. La prensa británica no tardó en
airear una presunta mala relación entre ambos y, a pesar del título conquis-
tado, Benítez puso rumbo a Nápoles después de varios meses en los que el
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ambiente en torno a la ciudad deportiva de Cobham desprendía puro nega-
tivismo. Con Drogba ya fuera del club, los rumores sobre la salida de las dos
principales vacas sagradas —el propio Terry y Frank Lampard— se hacían
cada vez más persistentes, y la plaza vacante en el banquillo quedaba de-
sierta, aunque la vuelta de José Mourinho cada vez se veía más factible en el
horizonte. No obstante, hubo en aquel tormentoso fin de temporada un deta-
lle que hoy revela su tremenda importancia. Sin saberlo, Rafa Benítez había
clavado en el orgullo de John Terry una puya que terminaría desencadenando
una reacción que hoy lo lleva a disfrutar de su segunda juventud. Teniendo en
cuenta sus 32 años y la reciente lesión de rodilla, el técnico español dejó de
considerar al defensa de Barking apto para aguantar durante una temporada
completa un ritmo constante de partidos los miércoles y los domingos.

Ese pensamiento quedó latente en lo más profundo de John Terry. Quería


desmentirlo a toda costa, pero necesitaba herramientas que se lo facilitaran.
Después de varios años, Abramovich optó por no adentrarse más en territo-
rio desconocido en lo relativo a entrenadores y volvió a poner el destino del
club en manos de José Mourinho, desencantado tras tres exigentes años en
lo deportivo y lo psicológico al frente del Real Madrid. Volvía a Cobham el
técnico portugués que devolvió al Chelsea a la élite europea, y lo hizo fiel a
sus principios. Desde 2013, en el oeste de Londres volvía a reinar el salvaje
concepto de meritocracia del entrenador portugués, en el que la jerarquía
se gana más desde el sudor de los entrenamientos que desde el grosor del
palmarés. Mourinho conocía perfectamente a Terry de su anterior etapa y
viceversa. Con aquel retorno, el capitán blue fue consciente de la oportuni-
dad que se le presentaba. El Chelsea volvía a tener unas señas de identidad
y él el escenario perfecto para recuperar el ardor competitivo y el nivel que lo
auparon a la más alta consideración entre los centrales del mundo.

La temporada 2013-14 no supuso ningún título para el Chelsea, pero esto


no preocupó en exceso a José Mourinho, quien defendía públicamente que
este proyecto comenzaba desde cero y que el equipo debía aprender a volver
a competir de tú a tú con los grandes, aunque realmente nunca dejara de
hacerlo. La metáfora del poni que tenía que aprender a saltar frente a los ca-
ballos de competición ya curtidos pareció ser bien asumida por el vestuario,
especialmente por Terry, que mostraba una versión mucho más centrada de
sí mismo de la que era habitual.

Su trayectoria como profesional ha estado salpicada constantemente, des-


de su aparición en la primera plantilla del Chelsea, de escándalos de todo
tipo, tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Su imagen pública
dista muchísimo de ser la de un chico ejemplar y le granjeó no pocas ene-
mistades entre los colegas de profesión. Siendo uno de los centrales más
duros de su generación no se esperaba que fuera considerado un modelo de
conducta, pero sus excesos iban mucho más allá de la esfera deportiva. Sus
altercados con Wayne Bridge y Anton Ferdinand llevaron a la FA a retirarle
en dos ocasiones la condición de capitán de la selección inglesa, un rol que
en la cultura inglesa tiene una importancia mucho mayor que en otros países
europeos. Las constantes apariciones en tabloides de corte sensacionalista
tiene un precio demasiado alto en Inglaterra, donde no son pocos los depor-
tistas cuya labor sobre el césped ha quedado olvidada a base de titulares a
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Revista#17
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cinco líneas describiendo comportamientos poco decorosos y completamen-
te fútiles en lo relativo a su campo profesional.

Esta versión de Terry parece haber quedado definitivamente aparcada desde


que José Mourinho volvió a vestir el chándal del Chelsea en los entrenamien-
tos. En su entorno se destaca que durante los días de descanso que concede
el portugués, las alternativas para el capitán se reducen a dos: jugar al golf o
entrenar en el gimnasio. Con su etapa en la selección inglesa cerrada de for-
ma definitiva, en su mente ya está exclusivamente la competición con su
club; y en el recuerdo, de forma permanente, las dudas sobre su edad y la
condición física.

John Terry, sin embargo, ha conseguido mantener su


puesto en el once titular del Chelsea, seguir siendo
relevante y, desde la condición de capitán, volver a
levantar trofeos para el club de su vida.

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El paso del tiempo resulta implacable, especialmente en el fútbol de élite, y
para los cuatro puntales en los que se sostuvo el Chelsea campeón de Europa
en 2012 resulta cada vez más complicado mantenerse como una referencia.
Didier Drogba, aunque regresó a solicitud de José Mourinho y ha contado con
minutos como refresco de Diego Costa, dejó atrás sus grandes días después
de haber experimentado dos experiencias: una exótica y más mediática que
deportiva en el Shanghai Shenhua; y otra en el Galatasaray turco, potencia en
su país pero lejos de los cabezas de cartel europeos. Frank Lampard aguantó
lo suficiente como para convertirse en el máximo goleador histórico del Chel-
sea, pero para Mourinho no pasó la criba necesaria para renovar una tempo-
rada más y terminó firmando por la nueva franquicia de la MLS New York City,
que paradójicamente le ha permitido tener una prórroga inesperada en la Pre-
mier League, aunque con la camiseta del Manchester City, que ha demostrado
estar un escalón por detrás de los blues esta temporada. Petr Cech nunca dejó
de estar considerado como uno de los mejores porteros de Europa, pero la evo-
lución de Thibaut Courtois en su cesión en el Atlético hizo inaplazable el retor-
no del belga a su club propietario, obligándolo a aceptar un rol secundario que
redujo su protagonismo al vestuario. John Terry, sin embargo, ha conseguido
mantener su puesto en el once titular del Chelsea, seguir siendo relevante y,
desde la condición de capitán, volver a levantar trofeos para el club de su vida.

Para que Terry alcanzara su mejor nivel no ha bastado únicamente con que
recuperara la autoestima y se viera capaz de seguir ofreciendo altas pres-
taciones, sino que también ha sido importante la reconstrucción del primer
equipo, más allá de la llegada de Filipe Luís anteriormente mencionada. La
evolución de Eden Hazard, que debe situar al belga como un serio aspirante
al Balón de Oro en años venideros, y las sonadas llegadas a Londres de Diego
Costa y Cesc Fàbregas, los encargados de firmar la mayoría de goles y asis-
tencias del Chelsea esta temporada, han permitido que el equipo se viera
poderoso y capaz de pelear por los títulos. Este año, el Chelsea dejó de ser el
poni que Mourinho decía que estaba aprendiendo a saltar y se ha convertido
en un feroz caballo de competición al que muy pocos han osado hacer frente
en Inglaterra —sí en Europa, donde el PSG lo eliminó en octavos—.

Con jugadores de tan alto nivel acompañándolo semana tras semana en el


once titular, el hambre por los títulos tenía que llegar de forma automática,
algo que reconoció el propio Terry, cuando destacaba que Fàbregas le reve-
ló a principio de temporada que estaba sorprendido por el fútbol que esta-
ba desarrollando el Chelsea, prácticamente sin fisuras y sumando de forma
constante mientras sus teóricos rivales se dejaban puntos en empates y de-
rrotas frente a equipos de menor pedigrí. “Que habiendo estado [Fàbregas]
en el Barcelona y en algunos de los mejores equipos del mundo diga eso,
hace que todos presten atención”, destacó el capitán.

UN SITIO EN LA HISTORIA DE LA PREMIER LEAGUE


A José Mourinho no le duelen prendas en alabar a un jugador cuando siente
que se está vaciando semana tras semana en el césped, por lo que esta tem-
porada ha sido habitual verle alabando a John Terry, siendo la última ocasión
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en el 0-0 firmado por el Chelsea en el Emirates frente al Arsenal, un partido
deslucido que supuso uno de los últimos pasos para que los blues se asegu-
raran la Premier League con varias semanas de adelanto. “Ha sido el mejor
partido que ha jugado nunca (…) Hoy ha estado fino en todo: dando cobertu-
ras, en la línea defensiva, recuperaciones, lectura del juego, recuperaciones
con pase… El equipo estuvo fenomenal, pero John ha ido un paso más allá
que cualquier otro jugador”, comentó el portugués en la rueda de prensa pos-
terior al choque.

Su compañero en el centro de la defensa, Gary Cahill, no duda tampoco en


elogiar a su capitán siempre que tiene un micrófono, aunque en este caso
Terry echa rápidamente balones fuera, consciente de que es Cahill quien
probablemente recoja su testigo como capitán cuando él no esté. Cuando
se hizo público el Equipo del Año por parte de la Asociación de Futbolistas
Profesionales, la pareja de centrales ideal era precisamente la formada por
Terry y Cahill, y el ‘26’ defendió públicamente que dentro de ese dúo, el que
tiene mayores cualidades como defensa central es su compañero y no él.
Los hechos no le han dado la razón, ya que ha sido Cahill el que ha prota-
gonizado algún que otro partido que ha costado puntos de forma directa
al Chelsea en la Premier League, y ha sido Cahill el que ha ido al banquillo
cuando José Mourinho ha estimado oportuno darle minutos a Kurt Zouma,
el central de recambio blue. Mientras Terry apura su recta final, Cahill toma
nota de todos los gestos que debe tener un capitán hacia los compañeros y
hacia los propios rivales. No tendrá fácil tomar el relevo de una sombra tan
alargada tanto en Stamford Bridge como en Wembley cuando defienda la
camiseta de los tres leones, pero para Terry no hay duda de quién debe ser
su sucesor en ambas plazas.
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Tras la retirada, uno de los destinos más golosos que pueden tener los juga-
dores de la Premier League es el de comentarista. Los poseedores de sus de-
rechos de retransmisión llegan a formar verdaderos dream teams que des-
menuzan desde su conocimiento del oficio los secretos del fútbol jornada
tras jornada. Estas leyendas del fútbol tampoco han obviado la temporada
que ha llevado a cabo Terry a sus 34 años, resaltando especialmente los co-
mentarios de Jamie Carragher, como él, portador durante muchos años de
un brazalete de capitán en uno de los clubes que más trascienden al propio
fútbol en Europa, el Liverpool. “Estaremos hablando de la posición de John
Terry dentro de veinte y treinta años. Nunca hemos visto a nadie mejor en la
lectura del juego y en la defensa del primer palo”, reflexionó en los micrófo-
nos de Sky Sports quien también será recordado con el paso de las décadas
como uno de los mejores defensas que el fútbol inglés haya visto.

Ese reconocimiento unánime del que hoy goza Terry y el hecho de volver a
celebrar títulos sólo tuvo un pequeño lunar en la temporada, cuando en la
Champions League él y Cahill se anularon mutuamente en un saque de es-
quina que terminó significando el gol de Thiago Silva que eliminó al Chelsea
de Europa en octavos de final. No obstante, en el cómputo global tienen que
pesar más otros factores: responder a la exigencia de José Mourinho en su
retorno a Londres, dejar atrás a David Unsworth con 39 goles en su cuenta
personal, ser la referencia absoluta para su compañero de zaga o que juga-
dores en el punto álgido de su carrera se sorprendan del nivel que ha alcanza-
do este Chelsea liderado por un chico de Barking de expresión pétrea rumbo
a los 35 años que se gana su renovación con el hambre de un joven de 22.

La historia de John Terry es de las que termina haciéndose un hueco propio


en la memoria del aficionado, que ve en su imperfección y posterior reden-
ción un reflejo humano que merece la pena valorar. Eric Cantona, Roy Keane
o el uruguayo Luis Suárez son otros ejemplos de jugadores que alguna vez
cruzaron las líneas rojas del deporte, pero consiguieron que fuera finalmente
su fútbol el que terminara imponiéndose. “Una persona dijo que no podría
jugar dos veces por semana. Él sabe quién es. Yo sigo aquí, sigo luchando”,
proclamó el capitán del Chelsea entre papelitos azules, gritos de sus compa-
ñeros y salpicaduras de champán, aliviado por sacarse la daga que hería su
orgullo mientras los aficionados se rinden ante su capitán, el eterno ‘26’ que
defiende la camiseta azul de forma ininterrumpida desde hace quince años y
que seguirá haciéndolo, al menos, uno más.

Agustín Galán.
@Agustin_Galan

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“Luis ENRIQUE HA ADAPTADO EL MODELO
BARÇA A SUS TRES DELANTEROS"
Jaume Marcet

Carles Romagosa conoce los entresijos del modelo de juego del Barça
gracias a su amplia trayectoria como técnico en la cantera, en la que
dirigió entre muchos otros a Jordi Alba, Piqué, Cesc o Bojan Krkic. Su
dedicación actual es la de asesor de clubes y jugadores aprovechando
los grandes conocimientos futbolísticos que también ha desarrollado
durante años en la Universidad de Vic. Ocasionalmente ejerce de
comentarista de partidos de fútbol base en Barça TV. Con él hemos
querido analizar la evolución de juego del Barça desde Guardiola hasta
Luis Enrique. Romagosa advierte una evolución sustancial en algunos
conceptos del juego del conjunto azulgrana.

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Revista#17
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Pregunta.- Antes de analizar qué cambios ha introducido Luis Enri-
que en el Barça, ¿cómo definirías las características esenciales del
juego del Barça en la era Guardiola?

Respuesta.- Cuando llegó Pep se encontró con un equipo que con Rij-
kaard había destacado por el talento descomunal de los jugadores a los
que el técnico holandés organizó con cuatro premisas tácticas básicas
y, sobre todo, con una enorme libertad para desarrollar la enorme cali-
dad individual de los futbolistas. Eso funcionó durante un tiempo, pero
luego se colapsó y entonces fue cuando llegó Guardiola.

Con Guardiola lo esencial era buscar la superioridad en el centro del


campo y obtener ventaja con la circulación del balón, además de con-
ceptos conocidos como la presión alta y un equipo compacto y junto
que permitía recuperar el balón rápido y arriba.

P.- ¿En los cuatro años de Guardiola observas unos conceptos de juego
idénticos o aprecias una evolución en el juego que desarrolla su Barça?

R.- En la idea básica de la superioridad numérica en el centro del campo


él intenta buscar diferentes soluciones, pero siempre mantiene la mis-
ma idea de controlar la zona ancha; él aplicaba lo que durante décadas
ha sido el método del fútbol base del Barça, los juegos de posición y
conservación de balón: los famosos rondos de los entrenamientos los
trasladaba a los partidos. Busca situaciones que domina desde hace
años, aunque en ataque los mecanismos sean diferentes, la generación
de espacios arriba sí que varía mucho dependiendo del tipo de delante-
ro que alineas. Eto’o te generaba unos movimientos diferentes a Ibra o
la apuesta de falso 9 de Messi cambia mucho. Los fichajes de delante-
ros iban cada temporada encaminados a encontrar una solución al pro-
blema que se había encontrado el equipo en la generación de espacios.

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P.- Cuando te refieres a que Pep buscaba siempre superioridad nu-
mérica en el centro del campo, alguien puede pensar cómo era esto
posible si el Barça solía alinear tres medios y los rivales con el 4-2-
3-1 llegaban a acumular cinco centrocampistas.

R.- Me refiero a la zona central del campo, no a la línea de medios. Ade-


más de los centrocampistas puros hay que sumar cuando Messi retro-
cedía o las incorporaciones de los laterales o las subidas de los centra-
les; el Barça de Pep lograba ahí una superioridad que le permitía atacar
los espacios.

Y con Tata Martino volvimos a un entrenador del perfil de Rijkaard. Un


técnico que gestiona el talento del jugador, busca que el futbolista se
sienta a gusto y cómodo, pero quizá es un tipo de entrenador menos
preocupado en los aspectos de organización del juego o en encontrar
mecanismos y soluciones tácticas.

P.- Antes de la llegada de Luis Enrique el Barça es entrenado por Tito


Vilanova y Tata Martino. ¿Adviertes alguna variación sustancial en
el juego de los azulgranas en estas dos temporadas?

R.- En el año de Tito Vilanova mi análisis es el de un juego totalmente


continuista y sin cambios respecto a la etapa de Pep. Tito era el segun-
do de Guardiola y su visión del juego era coincidente y por ello me pare-
ce un año en el que se mantuvo la misma línea de trabajo. Después de
cuatro años trabajando con un entrenador tan sistemático, en la tem-
porada siguiente a pesar del cambio de técnico se mantienen muchas
inercias y rutinas, todo sigue rodando durante un cierto tiempo, aunque
luego se vaya degenerando.

Y con Tata Martino volvimos a un entrenador del perfil de Rijkaard. Un


técnico que gestiona el talento del jugador, busca que el futbolista se
sienta a gusto y cómodo, pero quizá es un tipo de entrenador menos
preocupado en los aspectos de organización del juego o en encontrar
mecanismos y soluciones tácticas.

P.- Después de Martino, el Barça se decide por un Luis Enrique con


tres años de bagaje en el Barça B, una temporada en la Roma y otra en
el Celta. Analizando estos cinco años como técnico, ¿qué esperabas
de Lucho como entrenador?

R.- Respecto a Guardiola observo una primera diferencia. Pep escucha-


ba a todo el mundo, pero él marcaba las decisiones importantes desde
el punto de vista táctico. En Luis Enrique observo, en cambio, más ca-
pacidad para delegar funciones en sus ayudantes. El asturiano busca
en su cuerpo técnico características profesionales concretas y luego
intenta entenderse y formar un grupo técnico cohesionado. Guardiola
en cambio busca ayudantes competentes, pero sobre todo gente de su
31

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Revista#17
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máxima confianza, personas muy cercanas a él con las que ya haya de-
sarrollado amistad antes de trabajar. Lucho en cambio tiene más distri-
buidas las responsabilidades; en el Barça B se veía que él era conscien-
te de estar en una época de aprendizaje en la que necesitaba la
colaboración de técnicos muy competentes que le ayudaran a crecer.

P.- En el inicio de la pretemporada las ideas de Luis Enrique en el


juego del Barça sorprenden con una distribución de los jugadores
diferente, sin extremos, con laterales largos y un Messi más centro-
campista que delantero. ¿Cómo lees estas variantes?

R.- Veo un dibujo diseñado y pensado para sacar el máximo provecho de


los tres puntas, pensando que Messi, un poco más retrasado de media-
punta, puede generar mucho juego, y que colocando a Suárez y Neymar
cerca de la portería rival puede dañar mucho a cualquier contrincante.
También es cierto que en las primeras semanas sin Suárez entran en
juego los jóvenes Sandro y Munir, y hay que reconocer que dieron la
talla. El problema es que ante tanta presencia de delanteros en el área,
los rivales tratan de cerrarse por el medio y provocan un embudo, pero
el cuerpo técnico del Barça aunque detecta problemas con ese posi-
cionamiento espera con paciencia la reaparición de Luis Suárez, con
la esperanza de que el uruguayo pueda desatascar el ataque con su
potencial rematador.

Con la aparición del ‘9’ uruguayo persisten los graves problemas para
superar ese embudo en el área y Luis Enrique y sus auxiliares constatan
que este modelo tiene graves deficiencias, no se generan espacios por
dentro y la única solución pasa por la incorporación por fuera de los la-
terales, que acaban centrando en situaciones de desventaja. La virtud
del Barça no es nunca física en lo que se refiere a sus puntas, lo que
beneficia a las defensas rivales. Este problema no impide que el equipo
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gane muchos partidos, pero sí se puede observar que esta apuesta no
genera los desequilibrios ofensivos que deseaba el cuerpo técnico.

P.- ¿Entiendes entonces que el gran problema fue el rol que debían
cumplir los laterales?

R.- Con Guardiola siempre se buscaba superioridad por dentro, inten-


tando estirar el equipo. Por ejemplo, con Pedro y Villa abiertos, Messi
encontraba espacios entre líneas. Con Luis Enrique los rivales se cie-
rran muy bien por dentro y ahí los laterales son los elementos que pue-
den generar desequilibrio. Alves y Alba tienen muchos metros a reco-
rrer y una gran responsabilidad ofensiva constatando las dificultades
del juego interior. La solución más natural sin espacios interiores pasa
por enviar balones a las zonas libres donde aparecen los laterales, pero
cuando se incorporan y envían centros los rivales están más que avisa-
dos para defender y neutralizar cómodamente estas acciones.

P.- Esta propuesta inicial afectaba también a los interiores, más


preocupados a veces de las coberturas a los laterales que en ser
protagonistas en ataque.

R.- El centrocampista del FCB en ese momento tenía que asumir una
exigencia defensiva mayor que en la época de Guardiola. Los interiores
tenían el rol de controlar las transiciones del rival y este papel minimiza-
ba su capacidad y protagonismo creativo.

P.- ¿En qué momento crees que Luis Enrique cambia esta propuesta
inicial al considerarla menos eficaz de lo previsto?

R.- El cambio es muy importante. Se dan cuenta de que aunque dispon-


gas de grandes jugadores la aglomeración en el centro no es benefi-
ciosa, y se vuelve al modelo de un equipo más ancho para generar más
espacios. Se busca encontrar los espacios en las bandas.

Con Guardiola, la circulación rápida del balón pretendía encontrar espa-


cios interiores. Con Luis Enrique, se intenta llevar el balón a la banda y
desde ahí trasladarlo al área. El juego ha variado mucho. Con Guardiola,
la figura de Busquets era clave en la circulación del balón, mientras que
ahora si juega Mascherano o Busquets no hay mucha diferencia entre
ambos, porque el inicio del juego es más simple, ya que se busca un
pase a la banda, algo mucho menos complejo que buscar superioridad
en el juego por dentro. Por tanto, con Luis Enrique, a Mascherano o Bus-
quets se les pide un pase a Messi o Neymar en los costados que no es
tan exigente como los que tenía que buscar antes el mediocentro azul-
grana. Cambia mucho, porque de buscar el juego por dentro se pasa a
buscar el juego por fuera y esto provoca que las posesiones sean más
cortas, sin buscar como antes circulaciones más largas y complejas.

Los ataques del Barça siguen siendo más largos que los del resto de
equipos, pero son mucho más cortos de cómo eran en la época de Pep y
Tito. Ahora se busca generar espacios con la creación de situaciones
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que dependen de las características de los jugadores. En la derecha,
con Messi, se busca ofrecerle la posibilidad de la diagonal hacia dentro.
Con Xavi de interior no se facilita esta diagonal hacia dentro de Messi.
En cambio aquí encaja más la figura de Rakitic, que se encuentra cómo-
do moviéndose mucho lateralmente pensando en generarle un espacio
a Messi para que el argentino pueda hacer daño desde fuera hacia den-
tro. Rakitic está pendiente de las necesidades en el juego de Messi, a
veces se le ve de segunda punta intentando generar paredes de cara o
situado en la banda para que Leo pueda ir por dentro. Rakitic encaja
mejor en este rol complementario que Xavi, quien obviamente tiene
otras virtudes. Alves también ha variado su función para beneficiar las
incursiones de Messi. Neymar en la izquierda, en cambio, tiene otras
necesidades y mezcla mejor con Iniesta o Xavi.

Los ataques del Barça siguen siendo más largos que los del resto de
equipos, pero son mucho más cortos de cómo eran en la época de Pep y
Tito. Ahora se busca generar espacios con la creación de situaciones que
dependen de las características de los jugadores.

P.- ¿Ves a este Barça más cómodo que nunca con las transiciones
rápidas?

R.- Luis Enrique está más cómodo con las transiciones que Guardio-
la, que requería de un equipo muy junto y corto para tener posesiones
largas y un estricto control del juego. Ahora se buscan jugadas más
cortas. Se sigue moviendo el balón y circulando cuando inician el juego
por el medio. Mientras que antaño se intentaban evitar las transiciones
defensivas y ofensivas, ahora al equipo ya no le preocupa tanto buscar
estas transiciones vertiginosas, ya que por el perfil de los jugadores el
Barça genera mucho peligro en estos ataques y le compensa que los
rivales también le lleguen más a menudo en ataques verticales.

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P.- ¿Disponer un doble pivote sería un sacrilegio futbolístico del mo-
delo Barça?

R.- En absoluto. Solo sería así si con ello se renuncia a los conceptos
esenciales del juego del Barça, entonces sí. Si con ello renunciamos a la
posesión del balón y al protagonismo en el juego me parecería relevan-
te, si no es así me parece anecdótico.

P.- ¿Crees que el Barça de Luis Enrique puede llegar a evolucionar


hacia una propuesta donde se priorice el contragolpe y la posesión
del balón ya no sea la primera opción?

R.- No. Este Barça ha mejorado mucho en su faceta ofensiva respecto al


modelo inicial de Luis Enrique de los primeros meses, pero donde le en-
cuentro mucho margen de mejora es en la defensa posicional, no así en
la defensa en las transiciones. El sufrimiento de este Barça en defensa
posicional a causa del perfil de los jugadores que dispone es grande, y
por tanto veo inviable centrar toda la fuerza en las contras, porque si le
das el balón al contrario en transiciones rápidas el Barça tiene mucho pe-
ligro, cierto, pero con el balón en posesión del rival el Barça sufre mucho
en defensa y ante equipos de nivel jugar así supondría un riesgo muy alto.

P.- ¿Este tipo de ataques más directos crees que responden más a la
idea de Luis Enrique o a las características de los jugadores?

R.- Yo interpreto que empezó con una idea en la que los jugadores te-
nían que encajar en sus esquemas, pero Luis Enrique ha variado su plan
inicial. Creo que ha analizado a fondo cuáles son las grandes virtudes
de sus futbolistas y cómo puede sacarles el máximo rendimiento. Este
segundo modelo le está funcionando mejor. ¿Que Messi busca la diago-
nal hacia dentro? Pues lo sitúo a la derecha. Xavi prefiere gestionar el
espacio con la pelota, entonces la lógica indica que hay que situarlo
más cerca de uno que busca el dribbling, como Neymar. Creo que Lucho

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quiere potenciar básicamente las virtudes de los tres puntas y ha cons-
truido el modelo de juego intentando priorizar las tres piezas clave:
Messi, Suárez y Neymar. Incluso no es ningún secreto que este Barça
prefiere decantarse claramente hacia la banda derecha buscando más
a Messi que a cualquier otro jugador. Antes, el director de orquesta del
Barça era Xavi y ahora ha evolucionado hasta ser Messi el jugador que
marca la pauta del juego. Luis Enrique está intentando de manera inte-
ligente generarle situaciones para que Leo se encuentre cómodo.

Creo que Lucho quiere potenciar básicamente las virtudes de los tres
puntas y ha construido el modelo de juego intentando priorizar las tres
piezas clave: Messi, Suárez y Neymar.

P.- Si este Barça está variando tanto su plan de juego adaptándose a


las virtudes de sus futbolistas, ¿cabe esperar por tanto que a medio
plazo mute aún más dejando atrás el famoso juego de posición?

R.- Yo diferenciaría dos aspectos, por un lado los conceptos del juego
que creo que tienen que ser irrenunciables para el Barça: tener ventaja
con la posesión y la circulación del balón son conceptos que tienen los
niños que juegan en el Barça en cualquier categoría y que desde pre-
benjamines hasta el primer equipo aplican con naturalidad. Estas pre-
misas del juego son las más básicas y a la vez esenciales e indiscutibles.
Pero, por otro lado, hay que encontrar cuando compites, en base a esos
conceptos que trabajas en tu fútbol base, cómo acomodar a tus jugado-
res en cuestiones concretas. Cesc era más competente con movilidad,
encontrando espacios, mientras que Xavi rinde con circulación de ba-
lón. Y aunque los dos comparten conceptos, tienen un talento diferente
y se encuentran más cómodos en situaciones distintas del juego. Por lo
tanto, aunque se hayan formado en la misma idea de juego, un centro
del campo con uno u otro hay que plantearlo de manera diferente, acor-
de a sus características concretas.

El cambio de Luis Enrique entiendo que no provoca una pérdida de la


esencia del juego del Barça. Guardiola también variaba su manera de
atacar en función del tipo de jugadores de los que disponía en ataque.
Los mecanismos que tenía el Barça con los movimientos de Ibrahimovic
no se parecían en nada a las soluciones que se buscaban en función de
lo que ofrecía Eto’o. Pienso que mantener el estilo es a mi juicio innego-
ciable, pero a partir de aquí hay que ajustar los mecanismos y solucio-
nes en ataque en función de los jugadores.

P.- ¿Es lógico, por lo tanto, considerar que Luis Enrique con sus pe-
culiaridades sigue la línea histórica del Barça de Michels, Cruyff,
VanGaal, Rijkaard o Guardiola?

R.- Hay entrenadores que han respetado más y otros menos la línea de
trabajo del Barça, pero en general entiendo que se ha seguido un patrón

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coherente que tiene su base en La Masia. Luis Enrique respeta la esen-
cia de este modelo, pero aportando sus variaciones y retoques, igual
que Guardiola intentó evolucionar, ya que los equipos rivales se ajustan
a tu manera de jugar y encuentran antídotos que tienes que descifrar. La
innovación táctica es innegociable, cada año es necesario implementar
soluciones a los diferentes problemas que te van planteando los rivales.

P.- El dibujo táctico básico del Barça en los últimos años ha sido el
1-4-3-3. ¿Es también innegociable este sistema?

R.- La disposición táctica o posicional de los jugadores es, a mi juicio,


muy secundaria y mucho menos importante que la idea de juego. Cómo
quieres jugar es el quid de la cuestión, no si pones tres o cuatro jugado-
res en una línea.

Me parece imposible que un equipo sea excelente en todas las fases del
juego. Ser un diez en ataque posicional, en transiciones y en repliegue me
parece inviable. Las características de los jugadores son muy diferentes,
las necesidades son opuestas y no hay ningún jugador muy bueno en todo.

P.- ¿Este Barça puede llegar a la excelencia en el juego de posición


y a su vez dominar las transiciones? ¿Ves posible dominar todas las
facetas del juego?

R.- Me parece imposible que un equipo sea excelente en todas las fases
del juego. Ser un diez en ataque posicional, en transiciones y en replie-
gue me parece inviable. Las características de los jugadores son muy
diferentes, las necesidades son opuestas y no hay ningún jugador muy
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bueno en todo. Pongo el ejemplo de Xavi, el ‘6’ del Barça es excelente en
la circulación del balón, pero no le pidas largos recorridos en defensa.
Los equipos apuestan por la fase de juego que dominan y en la que se
sienten cómodos, el Barça actual se siente más incómodo en el ataque
posicional y trabaja más la transición, pero por ejemplo no domina la
defensa posicional. No hay equipo potente que quiera tener un 6 en to-
das las fases, ese equipo no sería tan competitivo como el que saca un
9 en una o máximo dos fases del juego. Dominar ataque posicional,
transicióno fensiva, defensa posicional y transición defensiva me pare-
ce utópico, ningún equipo lo ha conseguido.

El nivel de los cuerpos técnicos ha crecido tanto que los análisis del juego
son cada día más certeros y rápidos y todo evoluciona a una velocidad
sorprendente. Los estudios del juego de los rivales ganan en peso
conforme pasan los años.

P.- ¿La evolución en el modelo que ha encontrado Luis Enrique puede ser
sostenible en el tiempo? ¿Cuándo tendrá que variar de nuevo su plan?

R.- Luis Enrique está logrando soluciones tácticas que no eran fáciles
de lograr. Unas soluciones que eran difíciles de avanzar, pero a las que
veo fecha de caducidad. Si las soluciones tácticas de Guardiola funcio-
naron de maravilla durante un tiempo, pero al final murieron colapsa-
das, a Luis Enrique le pasará lo mismo y tendrá que volver a reinventar
su modelo de juego. Los equipos rivales contrarrestan muy rápido las
soluciones tácticas. El nivel de los cuerpos técnicos ha crecido tanto
que los análisis del juego son cada día más certeros y rápidos y todo
evoluciona a una velocidad sorprendente. Los estudios del juego de los
rivales ganan en peso conforme pasan los años.

Jaume Marcet.
@jaumemarcet

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Ignacio Benedetti

MARCELO BIELSA,
UN DEFENSOR DEL JUEGO

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Ilustración: Jim Ort Índice


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Marcelo Alberto Bielsa nació en Rosario, un 21 de julio de 1955.
Como futbolista pasó por varios equipos antes de tomar la decisión
de ser entrenador de fútbol. Sus limitaciones técnicas promovieron
una búsqueda del conocimiento que aún no cesa.
Durante su carrera ha gozado de momentos triunfales (Newell’s y
Vélez Sarsfield), etapas emocionalmente irrepetibles (Chile, Bilbao y
Marsella), y también ha protagonizado fracasos (Argentina), aunque
quienes entienden el deporte como una actividad formativa y compe-
titiva no se atrevan a utilizar un calificativo como ese.
Lo cierto es que de ninguna manera el paso del argentino deja indife-
rente a quienes lo viven de cerca. ¿Qué hace del rosarino un entrena-
dor tan peculiar?
En este trabajo indagaremos en algunas de las razones por las que es
tan venerado por los futbolistas y los equipos por los que ha pasado y
dejado su huella.

1. ESTUDIO DEL CONTEXTO

“Aceptar la proposición de dirigir en este país porque creo que es un sitio


donde me volveré a sentir cómodo ejerciendo mi trabajo del mismo modo
que me sentí en mi país. Tengo la ilusión de hacerlo bien”.
El discurso es el de cualquier entrenador que llega a una selección distinta a
la propia. Lo que diferencia a Marcelo Bielsa del resto de sus colegas es que
justamente se prepara a conciencia para la responsabilidad que asume. Para
ello, es de conocimiento público el énfasis que pone en conocer a cada uno de
los jugadores que va a entrenar, así como la historia del lugar que va a habitar.

Cuando llegó a Chile, el argentino expresó cómo fue el proceso que lo llevó a
tomar la decisión de dirigir al país trasandino: “Utilicé mucho el análisis para
valorar el material humano del que dispone el fútbol chileno… Me pareció
que había jugadores y que había posibilidades de ofrecerle a esos jugadores
una organización que los contuviera”. Pero además, Claudio Vivas, quien fue-
ra su ayudante durante ese período, destacó otra de las razones que motiva-
ron a Bielsa: “Es un país que está en orden, con una camada de jugadores que
viene surgiendo desde el año 2003”.

Durante su vida en Chile, Bielsa fue un asiduo visitante a una tienda de vi-
deos en la que rentaba todo tipo de documentales que explicaran la historia
de aquel país. Para el rosarino, al jugador de fútbol no se lo puede compren-
der si no se tiene una idea clara de dónde viene, y por ello debía adentrarse
en su historia, en sus batallas, sus logros y sus derrotas. Así lo hizo.

Pero el ejemplo de su paso por la selección “Roja” no fue una excepción.


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Durante su campaña electoral, Josu Urrutia presentó la carta Bielsa como
una de sus más importantes promesas. Dado el hermetismo que caracteri-
zaba hasta entonces al entrenador argentino, el ex jugador y aspirante a la
presidencia del Athletic Club de Bilbao logró que Bielsa aceptara realizar una
presentación, vía Skype, de sus planes de trabajo.

En ella, Marcelo dejó frases como las siguientes:

• “Lo primero que hice fue ver la cantidad de partidos que ha jugado
la plantilla en la temporada 2010-2011. Los partidos de pretem-
porada, de Liga, de Copa y algunos amistosos que se dieron en el
curso del año posteriores a la pretemporada,. Yo a los partidos que
más atención le puse fue a los de Liga, Copa y a los amistosos de
pretemporada”.

• “Analicé los ciclos que se fueron dando a lo largo de la temporada,


también para visualizar las rachas, victoriosas o de derrotas, como
un dato más para ir visualizado el comportamiento que tuvo el equi-
po el año anterior”.

• “Analicé los 42 partidos desde el punto de vista táctico, posicional,


estratégico. Yo he visto cada uno de esos 42 partidos dos veces
para profundizar los datos que busco, que necesito. Titulares, su-
plentes, cambios de posición, variantes, esquemas, entrenadores”.

• “Todas estas observaciones generales las fui acompañando con al-


gunos señalamientos individuales de cada jugador, que reúna lo más
importante y saliente de cada uno, para luego, en algún contacto
en la pretemporada, ir comentando y viendo con los futbolistas los
aspectos más fundamentales”.

Durante casi una hora, Bielsa expuso a los asistentes a aquella charla (que aún
puede ser repasada en el siguiente link: https://youtu.be/XCo6vWWW6Ds)
cómo había estudiado al que aún no se sabía si iba a ser su equipo, ya que Urru-
tia se encontraba en el final de la campaña por la presidencia. Vale acotar que
durante ese tiempo, el argentino recibió una importante oferta del Inter de Milán,
la cual rechazó por haberse comprometido anteriormente con la causa vasca.

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No lo dirá en público, pero entre sus mayores condicionantes a la hora de
elegir donde desarrollar su profesión está dirigir jugadores hambrientos de
triunfos y de enseñanzas, algo que él no cree que abunde en grandes equi-
pos. La excepción que confirma la regla fue su llegada a Vélez Sarsfield. El
equipo argentino venía de quedar campeón de todo de la mano de Carlos
Bianchi, incluyendo la Copa Intercontinental ante el por entonces todo pode-
roso AC Milan. Aún así, Bielsa se sintió motivado de asumir semejante reto,
y luego de un semestre lleno de conflictos y discusiones con buena parte
del plantel multicampeón, consiguieron salir primeros en el Clausura 1998.
Aguantó apenas un año y renunció.

También puede considerarse un caso aislado su aceptación del cargo de selec-


cionador argentino, labor que iba a desarrollar con jugadores de primerísimo ni-
vel, que ya tenían por lo menos un mundial de experiencia, pero obligaba a Bielsa
a enfrentarse al gran enemigo de todo entrenador: el poco tiempo para enseñar.

Pero hay que volver al presente y revisar su llegada a Marsella. En su primera


comparecencia pública, Bielsa afirmó haber aceptado dirigir al Olympique:
“Por los jugadores que tiene; porque para los que amamos el fútbol dirigir
algún partido con el Vélodrome lleno es una ilusión y porque interpreto que
Marsella es una ciudad con mucha diversidad, que sin embargo logra avanzar
en un sentido común, único, colectivo, y mi oficio es justamente eso, darle
dirección única a las diversidades que tiene un plantel. Y me pareció una ex-
periencia muy enriquecedora ver cómo funciona Marsella, que actúa como
aspiran actuar los líderes”.

El conocimiento de las aptitudes de esos futbolistas hizo más sencilla su de-


cisión de aceptar el cargo de entrenador del primer equipo, sólo un año des-
pués de su llegada a la institución.

Para el rosarino es sumamente importante tomarse el tiempo necesario an-


tes de aceptar una oferta de trabajo. Por ello es normal que la prensa y algu-
nos actores del fútbol muestren su nerviosismo ante la cautela del argentino.
Bielsa estudia a sus futuros dirigidos con la misma pasión con que se empa-
pa del lugar en el que va a vivir. En sus decisiones son muy importantes las
opiniones de su mujer y su hija

2. EQUIPO DE TRABAJO

“Trabajo con diez personas viendo partidos, e intentamos sacar conclusiones,


ideas verificables. Cuando digo que hay una matriz para llegar al gol, estoy seguro
de eso. Pero no importo yo, importa el procedimiento. Los medios tratan de anta-
gonizar personas, nunca ideas. Yo entiendo que el fútbol no es mecánico, ni que
son sólo muñecos o máquinas que se mueven. Mis análisis no son una pretensión:
es un ejercicio que hasta el más negado podría hacer”.
Marcelo Bielsa es un tipo de carácter duro, muchas veces exagerado en sus
reacciones, no en vano es él mismo quien se encarga de resaltar esa carac-
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terística. Por ello no debe sorprender que durante su larga carrera hayan sido
muchos los cambios que ha realizado en sus cuerpos técnicos, pero durante
todas sus aventuras, salvo su actualidad en Marsella, hubo una constante:
Luis María Bonini (https://www.youtube.com/watch?v=4Tc2E2vpOO0).

Bonini hizo siempre de vínculo afectivo con los futbolistas que integraban los
equipos de Bielsa. Es tal su personalidad que incluso, durante el Mundial de
Japón y Corea de 2002, fue el encargado de hacerle llegar al rosarino el pe-
dido de que los entrenamientos en la concentración previa al inicio del torneo
eran demasiado intensos para unos jugadores que llegaban exhaustos de una
larga temporada europea. En Chile y Bilbao también fue reconocido y querido
por los jugadores. Pero todo tiene su final.

Una vez terminada la estancia en el País Vasco, Bielsa y Bonini decidieron se-
pararse en buenos términos: “Fue una cuestión de ciclos. Tras los dos intensos
años que vivimos en Bilbao, Marcelo se acercó un día y me dijo ‘Luis, ya somos
dos elefantes viejos que estamos chocando nuestras cabezas’”.

¿Por qué hacer especial énfasis en la figura del preparador físico? Bielsa mismo
lo explica: “Yo soy docente, profesor de educación física. Fui un futbolista frus-
trado y fracasado. Tras jugar cuatro o cinco partidos en la primera de Newell’s
me di cuenta de que no podía ser futbolista de nivel. Me propuse entonces ser
un entrenador de nivel. Y para lograrlo comprendí que el primer paso era conver-
tirme en un especialista de la educación física, porque esa es la especialidad
que se ocupa del movimiento del cuerpo humano. Sabía que en ese aspecto
radicaba todo el secreto del fútbol. No tengo ninguna aspiración docente, por-
que no me interesa nada de la educación física que no sea estar mejor prepa-
rado para formar futbolistas. Estudié cinco años de fisiología para entender la
conducta del cuerpo, desde la óptica de la medicina”.

Su actual mano derecha es el belga Jan van Winckel, reconocido por su traba-
jo con en el Brujas de su país, clubes de cuatro continentes o por su paso en
el Al Ahli de Arabia Saudita, formando parte del proyecto BFCPro, con otros
entrenadores de su misma nacionalidad. Se conocieron cuando el argentino
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visitó las instalaciones del proyecto saudí y luego mantuvieron varias charlas
que cimentaron la relación. Es coautor, junto a David Tenney, Kenny McMillan,
Werner Helsen, Paul Bradley y Jean-Pierre Meert, del libro “Fitness in soccer:
the science and practical application”.

Pero además, para tener una idea más clara de los requerimientos contractua-
les del argentino en cuanto a la conformación de su cuerpo de trabajo, vale la
pena revisar el testimonio del chileno Eduardo Rojas.

Periodista y ex dirigente de fútbol, Rojas es autor del recientemente publicado


“Marcelo Bielsa: los 11 caminos al gol”. En él, el escritor hace un repaso sobre
lo que fue la etapa del rosarino al mando de la selección chilena. La lectura de
este ejemplar es obligatoria para quienes desean ahondar en la metodología
de Bielsa y no en las leyendas. En el caso de estas letras, Rojas aporta qué
puestos son indispensables en su equipo de trabajo:

• Un entrenador. • Dos o tres fisioterapeutas.


• De dos a cinco ayudantes de campo. • Un podólogo.
• Un entrenador de arqueros. • Masajistas (o lo que dispongan los
• Tres preparadores físicos. servicios médicos).
• Un director técnico de las divisiones • Dos o tres utileros.
inferiores. • Un jefe de prensa.

La cifra ideal es de diecinueve personas sin contar los masajistas. Para mu-
chos puede parecer una cifra un tanto exagerada, pero hay un antecedente
bastante interesante que ayuda a comprender la complejidad del trabajo de
un cuerpo técnico y cómo este debe estar conformado por una amplia gama
de especialistas.

Días después del Mundial Brasil 2014, el neerlandés Louis van Gaal ofreció
una conferencia en la que explicó a empresarios su modelo de conducción
y cómo estaba conformado su equipo de trabajo. Más allá de los nombres,
lo interesante del testimonio del míster del Manchester United es descubrir
justamente la complejidad a la que hacía referencia anteriormente. En dicha
presentación (https://youtu.be/Ac7Bk7fhbb4?t=2m43s), Van Gaal confiesa
haber trabajado con un staff de hasta 37 personas. Claro que en su esquema
hay que considerar que estaban incluidos los chef, dietistas, camarógrafos,
editores de video y algunas ocupaciones más que son tradicionales en un
club y por ello Bielsa no los mencionó en la exposición que luego rescató Ro-
jas para beneficio de quienes desean conocer más allá de lo evidente.

El organigrama actual del Olympique de Marsella confirma que el equipo de


trabajo de Marcelo Bielsa está integrado por diecinueve personas, un núme-
ro idéntico al que proponía el argentino en sus apuntes “chilenos”. Pero vale
hacer una aclaratoria: estos son apenas los que el club paga, porque en el
caso de Bielsa, en cada trabajo ha contado con asesores externos que él
mismo se encarga de reclutar y pagar.

Diecinueve entrenadores conforman el cuerpo técnico que lidera. Muchos no


llegan con él, pero todos deben contar con su aprobación para formar parte
de esa pequeña familia.
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3. IMPLICACIÓN EN EL PROYECTO CLUB

“Yo había quedado con él que cuando viniera a Argentina lo iba a traer a ver el hijo
de él, porque él tiene dos nenas, pero el hijo es esto (La Villa Olímpica Raúl Héctor
Gámez de Parque Leloir). Cuando él estuvo acá (Vélez Sarsfield) y visitábamos el
terreno vacío –acá había nada sino un campo- él dijo ‘qué lugar hermoso para
construir la concentración’. Le mostraron los planos y opinó sobre cosas que él
consideraba, de acuerdo a su jerarquía de técnico, que harían falta, y se fueron
corrigiendo los planos, y hoy, esto es lo que es gracias a los pedidos de él y la
aprobación de los planos de él”.
(Bernardo Becker, Secretario Técnico de Bielsa en Vélez Sarsfield).

La carrera de Marcelo Bielsa se ha caracterizado, entre muchas cosas, por


la intensidad con la que asume sus labores de entrenador. Quizá por ello, por
moverse en una sociedad que llama a la calma y a la relajación, el argentino
no ha vivido períodos mayores a los dos años en todos los clubes que ha
dirigido, con la excepción de los procesos con selecciones, esto motivado
en las diferencias que existen entre el míster de clubes y el de los equipos
nacionales. Aún así, su legado en los lugares por los que ha pasado va más
allá de lo futbolístico.

NEWELL´S OLD BOYS


Es su lugar en el mundo. No Rosario ni Argentina. El entrenador es hincha fe-
roz del equipo rojinegro, en el cual hizo todo lo posible por ser jugador profe-
sional y luego de disputar algunos encuentros con el primer equipo y aceptar
que no tenía cualidades para mantenerse al más alto nivel, inició un proceso
formativo con el objetivo de dirigir a su Newell´s.

A finales de la década de 1980, Bielsa vuelve a Rosario, ya convertido en


preparador físico, y con la intención de trabajar en La Lepra. Se acerca a
Jorge Griffa, ex jugador del Atlético de Madrid y uno de los más reconocidos
entrenadores de divisiones inferiores en Argentina, quien además es consi-
derado uno de sus maestros, y le pide que trabajar con él porque lo que desea
es ser entrenador de fútbol: “Lo primero que vas a hacer es empezar a apren-
der”, fue la respuesta de Griffa. “Vas a hacer un trabajo que te voy a decir yo,
y luego de determinado tiempo, vas a llegar, con este grupo de chicos que te
voy a dar, a primera división”.

El veterano entrenador recuerda: “A cambio de lo que le prometí, casi a modo


de fantasía, Bielsa salió a recorrer todo el país para que consolidáramos to-
dos los puntos estratégicos del país para que los chicos, en vez de ir a jugar
fútbol en Buenos Aires, fuesen a Rosario”.

Daniel Carmona, Secretario Técnico de Newell´s, explica un poco aquel proce-


so que iba a dejarle al club rojinegro una histórica camada de futbolistas: “Yo
lo planifiqué con un escalímetro (o escala de arquitecto), es decir, yo calculaba
desde Rosario cuantos kilómetros tenía que recorrer hasta cierta localidad.
Le decía: ‘Marcelo, esta semana tienes que recorrer 1500 kilómetros, te va a
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esperar alguien que luego te va a llevar a un entrenamiento con 200 jugado-
res. Al finalizar la práctica, él me llamaba y me confirmaba cuántos de esos
futbolistas iban a ir a Newell´s a probarse”.

En aquel grupo que Griffa ayudó a seleccionar y que acompañaron a Biel-


sa hasta las horas más memorables de la historia del club rosarino estaban
futbolistas como Darío Franco, Mauricio Pocchetino, Eduardo Berizzo, Fer-
nando Gamboa, Abel Balbo, Gabriel Batistuta y Roberto Sensini. Todos unos
chicos que crecieron bajo sus instrucciones y que luego se convirtieron en
figuras mundiales.

ATLAS
En México repitió su metodología de trabajo. Según Fernando Acosta, ex pre-
sidente del equipo, Bielsa “organizó una red de captación de jugadores muy
importante, y que todavía existe, en 92 ciudades de México”. Los resultados
y los futbolistas que comenzaron con el argentino ya fueron mencionados al
inicio de este trabajo.

CHILE
Su paso por el país austral, aunque haya sido en el equipo nacional, dejó mu-
cho de lo que aún disfrutan en el fútbol de aquel país.

Juan Pinto Durán es el centro de entrenamiento de la selección chilena. En


2007, como una de las condiciones que puso el argentino para dirigir el equi-
po nacional, y bajo la batuta y complicidad de Harold Mayne-Nicholls, presi-
dente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), aquel comple-
jo fue remodelado en su totalidad.

Aquellas mejoras fueron costeadas gracias a los ingresos por patrocinios


que supusieron la llegada del argentino y sus posteriores resultados con la
selección austral, así como lo que se recaudó de varias presentaciones ante
empresarios en las que Marcelo Bielsa exponía su método de conducción.

Gracias a un trabajo especial del diario La Tercera, la influencia de Bielsa en


esta área puede ser conocida:
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• Se asesoró con un paisajista que amplió ambos campos de juego y
construyó un sendero de un kilómetro, perfectamente señalizado en
madera, el cual tiene postas para realizar ejercicios de diferentes tipos.

• Refaccionó las 17 habitaciones (nueve en el primer piso y ocho en el


segundo) donde concentran los seleccionados. Cada una consta de
dos camas de dos plazas, un televisor LCD de 21 pulgadas, baño, y
sistema Wi-Fi que es apagado en las noches.

• Renovó todas las máquinas del gimnasio y a la salida colocó material


sintético recortán para que los jugadores realicen el trabajo regenera-
tivo dentro de una zona de contacto flexible

• Se construyeron tres camarines, destinados para los jugadores, los


sparrings y el cuerpo técnico. En la sala adjunta están los dos jacuzzi,
y además, una habilitación de una tina con agua fría que sirve de con-
traste, para luego acceder a la sala de masajes

• En el segundo piso de este edificio están ubicadas las oficinas donde


trabajaron los asistentes del DT revisando y editando videos

• Al lado se encuentra la sala de reuniones, donde Bielsa organizaba y


distribuía el trabajo de sus colaboradores.

Otro de los aportes del rosarino al complejo Juan Pinto Durán fue una cáma-
ra de frío, que sirve, según la explicación de Luis Bonini, quien en una presen-
tación para el canal de TV Canal 13 explicaba: “Es lo último que hemos incor-
porado. La temperatura acá desciende hasta seis grados bajo cero y el
jugador, después del viaje, para evitar efectos del jet lag, se mete dos o tres
minutos y realmente le produce una sensación de normalidad muy buena. A
veces el jugador, después de hacer una ducha, hace un toque de frío y real-
mente revitaliza mucho”.

Para la construcción de aquel sauna frío, la ANFP y Bielsa dieron varias char-
las por el país para así recaudar fondos que permitieran la construcción de
esta herramienta. Y para abaratar los costos, fue la esposa del argentino la
que se encargó de diseñar los planos de la obra, algo que ha sido recurrente
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en todas las remodelaciones en las que ha participado el “Loco”.
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BILBAO
Tras rescindir su contrato en Chile, Bielsa pasa un semestre sin trabajo y
luego aceptó la propuesta del Josu Urrutia para, en caso de ganar las elec-
ciones, asumir la conducción del equipo vasco.

Su primer año en España no pasó desapercibido. Los leones alternan gran-


des actuaciones domésticas e internacionales con el dolor de perder las dos
finales que disputaron (Copa del Rey y Europa League). Aún así, y a pesar
de algunos desencuentros con la directiva, el argentino decide cumplir su
contrato y además, supervisar las renovaciones que se iban a producir en
Lezama, lugar en donde están los campos de entrenamiento, la escuela de
fútbol de las categorías inferiores y la cantera del Athletic Club. Nuevamente
Bielsa se involucra en el proyecto del club sin que esto tenga que ver con la
duración o el cumplimiento de sus obligaciones contractuales.

Pero lo que se vivió al regreso de las vacaciones puede constituir uno de los
episodios más surreales en la historia de este deporte.

Según La Voz de Galicia, “Bielsa ofreció una rueda de prensa de 70 minutos,


convocada «a título personal» y al margen del club, en la que sugirió la exis-
tencia de discrepancias con sus dirigentes, además de acusar de «estafa,
robo y engaño» a la empresa que trabaja en la remodelación de Lezama”.

El argentino dijo haber propuesto “un plan austero para remodelar Lezama.
La planificación de obras tenía unos plazos de entrega y uno de ellos se cum-
plió el 2 de julio. Yo me reuní unas 30 horas con los responsables. Hacer la
pretemporada en estas condiciones de Lezama me desprestigia como en-
trenador”. Y continuó asegurando que “El trabajo no es que no se terminara,
sino que se hizo mal sabiendo que se hacía mal. Cuando vi como estaba, me
indigné. Ofendí a la persona encargada y él me contestó también mal”.

Todo continuó con una autodenuncia del argentino por agredir al encargado
de las obras, una comunicación oficial del club desligándose de los dichos
de Bielsa, un comunicado, a través de Facebook, del “Loco” reafirmando sus
acusaciones y una temporada en la que Javi Martínez prácticamente se es-
capó del equipo y Fernando Llorente no quiso ser más por problemas con-
tractuales. Pero lo que realmente es importante para este trabajo es recupe-
rar la influencia del rosarino en el proyecto club.

Durante aquella particular comparecencia ante los medios, recordada más


por su confesión que por lo que realmente importaba, el argentino explicó
las motivaciones de su implicación en la remodelación de Lezama, a pesar de
que únicamente le quedaba un año de contrato y la historia nos enseña que
no pasa más de dos en un mismo lugar:

• “Me hice las preguntas: ¿Todavía no maduramos? ¿Llegamos a un nivel


que está por encima de mis posibilidades? Yo elegí que todavía no ma-
duramos, así que diseñé un proyecto para eso. Mi primer diagnóstico
fue mejorar las condiciones de trabajo. Dije: “Vamos a parecernos a los
grandes”. Armé un proyecto para, entre otras cosas, mejorar eso. Son
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los pequeños matices con los que uno va constituyendo”.
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• “Al respecto de los campos quiero decir otra cosa. El Athletic tiene ju-
gadores como por ejemplo Javi Martínez. Un día en ese campo apoyó
el pie, el pie quedó fijo en el barro y él giró. Exactamente lo que gene-
ra la lesión más temida por los futbolistas. A partir de este momento
empecé a gestionar, tú no puedes tener un plantel de 300 millones de
euros y no tener un campo acorde a esos jugadores”.

• “Cuando diseñé el proyecto que me interesaba desarrollar en el Athle-


tic, consideré que acabábamos de terminar una temporada de casi
70 partidos. Soy una persona que por mi intervención en relación al
equipo, termino necesitándolo, tengo una vinculación muy invasiva, y
considero como un exceso de mi parte pero que también me consti-
tuye como entrenador. Quise desarrollar un programa que oxigenara
esa relación que estableció durante un año con este tipo de jugadores
ponderando mis exigencias”.

• “Una de las cosas que quise acentuar es la calidad del servicio que
recibe el jugador para el desarrollo de sus actividades profesionales.
Siempre llevo conmigo una foto de unos chicos africanos que están ju-
gando en una mesa hecha de barro, donde la bola está hecha y donde
los palos son varillas afinadas. Eso lo tengo porque cada vez que me
toca dar una charla los que escuchan inmediatamente me dicen: los
planes que usted propone no los puedo desarrollar por ausencia de
recursos. Inmediatamente saco la foto. Considero que todo se puede
hacer proporcionadamente”. 

• “Había términos de entrega, uno de los términos de entrega era el 2 de


julio. Me fui sabiendo que el 2 de julio un segmento iba a ser entrega-
do. A la mitad del tiempo me anunciaron que ese segmento iban a
cumplir solo con el 50 por ciento. Esto dentro de un contrato con pe-
nalidades, etcétera. Yo estaba condicionando una pretemporada muy
importante. Tomé todas las medidas del caso.”

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La autodenuncia del argentino fue la noticia que ocupó los titulares de dia-
rios, telediarios y páginas web, pero lo que realmente quedaba era simple-
mente una muestra más de que con sus errores, virtudes y exageraciones, el
entrenador se involucraba en algo mucho más profundo que el manejo de la
primera plantilla.

MARSELLA
La muestra más reciente de lo que Bielsa entiende como una interrelación
impostergable (Club-Equipo-Conducción Técnica) la constituye la herramien-
ta “Rodania Móvil”, que no es más que, según el diario argentino Olé, “un cubo
tecnológico situado sobre un carrito de golf, que posee un LED y una pizarra
con la canchita de fútbol. Es una idea del propio entrenador, que le permite
grabar 147 minutos de videos de la práctica y verlo ahí mismo”.

El “Bielsamóvil” fue descrito por Franck Passi, asistente del argentino, de la


siguiente manera: “La tecnología está cada vez más presente en el deporte.
Este cubo Rodania será único y hará los entrenamientos más eficaces. Es
ayudar a acelerar la progresión del jugador y que sean más atentos durante
las sesiones. Esta es una herramienta muy interesante y diseñada por un
entrenador”. Bielsa no se presentó para dar detalles de su creación.

Por otro lado, y según reportes de la emisora radial RMC Sport, el club consi-
guió la autorización para comercializar la imagen del entrenador en bufandas
y camisetas con su imagen, “a cambio de que parte de los beneficios obteni-
dos por las ventas se destinen a organizaciones de carácter solidario”, cons-
tituyéndose este gesto en una muestra más de lo que deja el rosarino en sus
clubes y el porque de la fuerte identificación de cada hinchada con sus pro-
cederes y su persona.

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¡NEWELL´S, CARAJO!
El 22 de diciembre de 2009, el estadio del club rojinegro fue oficialmente
bautizado como Estadio Marcelo Bielsa, luego de que la hinchada leprosa
aprobara el cambio tras una especie de referendo.

“El Loco”, como el mismo confiesa, es apodado de esa manera porque “algunas
de las respuestas que elijo para resolver no coinciden con las que se eligen
habitualmente”. Más allá de que el término locura esté más asociado a la pri-
vación del uso de la razón o del buen juicio, quizá lo de Bielsa pase más por el
rechazo al pensamiento tradicional, lo que podría suponer un desafío o recha-
zo a las normas sociales establecidas, sin que esto suponga alguna conducta
contraria al ordenamiento legal, sino sencillamente es la búsqueda de solucio-
nes por otros caminos distintos .

La insensatez que le adjudican al argentino está representada en su más re-


ciente aporte a la institución que tanto le dio y que no podrá ser jamás supe-
rada en la calificación de sus afectos, salvo por su familia. Para la construc-
ción de un hotel que sirva de concentración para el equipo rosarino, Marcelo
donó la suma de dos millones de dólares.

Según el diario Clarín, las condiciones del entrenador para aportar ese dinero
fueron muy sencillas: que su nombre no apareciera en ningún lado y que fuese
un edificio “moderno, austero, durable y de bajo mantenimiento”. El periódico
explicaba que “el hotel tendrá cuatro pisos y podrá albergar hasta 36 jugado-
res. En la planta baja habrá un amplio hall de ingreso y el estacionamiento para
los autos de los jugadores. El primer piso contará con un comedor, una cocina
para la preparación de las comidas, los sanitarios, un balcón con parrillero y un
mirador a las canchas donde practica la primera división. La segunda planta
tendrá un auditorio, una sala de videos, oficinas para el cuerpo técnico y un
salón de juego. En los pisos superiores estarán todas las habitaciones”.

Como ya es una costumbre, y según el mismo medio de comunicación, Bielsa se


implicó directamente en el diseño de esta obra, manteniendo conversaciones
periódicas con los jugadores más experimentados de ese equipo para conocer
de primera mano las necesidades que estos sentían debían ser cubiertas.

EL JUEGO, SU VERDADERA PASIÓN

“Creo en el protagonismo, en tener la iniciativa, en tratar de que el partido suceda


en campo rival, en poseer el balón y evitar que el contrario se lo apropie, en recu-
perarlo rápidamente y quitarle el minuto de posesión. Todo lo que tiene que ver con
el protagonismo, que es lo contrario a jugar al contragolpe, a ceder el elemento.
Creo en poner todos los esfuerzos en ese sentido”.
La frase se encuentra en ese magnífico recopilatorio del periodista chileno
Eduardo Rojas, pero no es exclusividad de su paso por la selección de aquel
país. Quizá el mejor ejemplo de cómo vive el fútbol Marcelo Bielsa se encuen-
51 tre en una rueda de prensa de hace ya un par de años.
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A los días de empatar a tres goles con el Espanyol de Barcelona en febrero
de 2012, el argentino se presentaba ante los medios de comunicación para
hablar sobre el próximo encuentro del Athletic ante el Betis. El diálogo lo re-
produzco exactamente como sucedió:

Periodista: ¿No cabe otra forma de reaccionar en los últimos mi-


nutos y conservar el balón, o conservar el balón de una forma más
eficaz, señor Bielsa?

Bielsa: ¿Una forma más…?

P: Eficaz

B: Pero, ¿cuándo usted dice eficaz, a qué se refiere? ¿Qué no ataquemos?

P: Eso lo ha dicho usted

B: No, no, yo no lo digo. Le pregunto si usted dice ‘mire, le falta eficacia


a un equipo que…’ Bueno, la pregunta la verdad es que… Lo que no-
sotros hicimos fue seguir atacando. Así fue. Entonces, usted que ha
visto que seguimos atacando considera que no es eficaz seguir ata-
cando cuando uno tiene una ventaja. No seguir atacando quiere decir
o darle la pelota al rival o sostenerla en propio campo, haciéndola cir-
cular sin posibilidades de crecer en el campo rival. Yo de lo que estoy
seguro es que no hay mejor forma de defenderse que obligar al rival a
que se adapte a un equipo que a pesar de que gana sigue atacando.

Si usted analiza que creamos 15 situaciones de gol y el rival creó 5,


¿no le parece que eso es suficientemente contundente como para no
buscar explicaciones diferentes? Eso se traduce en que es la forma de
jugar del equipo. Los partidos no se analizan en su totalidad; un equipo
que crea 15 opciones de gol y recibe 5 está clarísimo porque no ganó.

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P: Refiriéndose a la última acción, ¿en lo que pudo fallar el equi-
po es que fueron a presionar tres jugadores y ahí se desequili-
bró el equipo?

B: No, no se desequilibró ahí. Fueron a presionar tres jugadores al ar-


quero, que es muy cierto lo que usted dice. Claro que lo ideal hubiese
sido que esos tres jugadores estuvieran en el sector derecho de nues-
tra defensa, cerrando el pase que dio el lateral izquierdo rival… Us-
ted me propone que resuelva una jugada, pero nosotros defendimos
el 3-2 no en el último minuto sino desde que lo convertimos hasta el
final del partido. Entonces, la tentación de obturar todos los cami-
nos de llegada del rival también significa multiplicar la cantidad de
pelotas de las que van a disponer, ¿me entiende? Porque si usted no
ataca y no quiere poner en riesgo la pelota cerca de su arco, termina
tirándola lejos y dándosela al rival con pelotas divididas. Yo no adhie-
ro a eso. Ahora, claro, cómo se han dado las cosas, pareciera que es
cierto que está mal ir a presionar. ¿Usted vio lo que hizo el arquero
cuando recibió la presión de tres jugadores?

P: Se la ha quitado de encima.

B: Se la quitó de encima, y la recibió casualmente un jugador de ellos,


este abrió de centroderecha a centroizquierda, nosotros compensa-
mos ese lugar defensivamente, pero no perdimos, ni impedimos un pase
vertical, que en el fútbol no es una tragedia que haya un crecimiento en
el campo de un equipo que aparte está jugando con seis atacantes.

Finalmente, ¿sabe por qué se produce el gol? Porque en la línea del


último pase había un jugador parado y se cayó. Si hubiera estado pa-
rado en la línea de pase, donde la pelota prosperó… ¿Usted a qué le
da más importancia, a que tres jugadores fueron a buscar el cuarto
gol o a que se cayó un jugador? Pero de todos modos, no es nuevo
que si usted juega noblemente y no obtiene un triunfo que mereció,
va a ser criticada la nobleza y propuesta la especulación, y si usted
especula e igual le empatan va a ser criticada la especulación y recla-
mada la nobleza, por lo cual toda esta conversación es inútil, porque
usted sabe que la próxima vez que especulemos no va a haber una re-
ferencia a la recomendación de especulación que cierra esta conver-
sación, sino va a haber una crítica. Usted sabe, todos sabemos que
se bendice todo aquello que te acerca al triunfo y se rechaza todo
aquello que te lo impide, aunque sean valores antagónicos que se van
negociando de acuerdo a como se dan los resultados.

Aquella intervención sólo fue una de muchas en las que Bielsa quiso hacer
válido otra de sus convicciones, una que dio a conocer hace un par de meses
en Marsella:

“A mi lo único que me interesa es que el público sea más culto. El periodismo


al público lo único que le ha enseñado de fútbol, en líneas generales obvia-
mente porque hay sabios dentro del periodismo a los que yo leo semanal-
mente para nutrirme, es sólo sobre geometría: 4-3-1-2; 4-4-2; 3-4-1-2, o
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siglas de esa naturaleza que no necesitan ser explicadas más allá de los
números”.

Volviendo al libro Los 11 caminos al gol, Marcelo Bielsa asegura que el fútbol
no posee más de 29 esquemas de juego y cada jugador profesional debe
haber pasado por cada uno de ellos en su formación para que luego, ante
cualquier eventualidad, puedan adaptarse. Estos esquemas serían:

1) 1-5-4-1 16) 1-3-4-3


2) 1-5-2-3 17) 1-4-1-4-1
3) 1-5-2-1-2 18) 1-4-2-2-2
4) 1-5-3-2 19) 1-4-4-2
5) 1-5-2-2-1 20) 1-4-1-3-2
6) 1-3-5-2 21) 1-4-2-3-1
7) 1-3-1-4-2 22) 1-4-3-2-1
8) 1-3-3-1-3 23) 1-4-1-2-3
9) 1-3-3-2-2 24) 1-4-3-3
10) 1-3-1-2-4 25) 1-4-5-1
11) 1-3-2-1-4 26) 1-4-1-2-1-2
12) 1-3-2-2-3 27) 1-4-2-1-3
13) 1-3-1-3-3 28) 1-4-3-1-2
14) 1-3-4-2-1 29) 1-4-4-1-1
15) 1-3-3-3-1

Pero para comprender con mayor profundidad las ideas futbolísticas de Mar-
celo Bielsa, no hay mejor fuente que él mismo. Por ello vale repasar algunos
de los conceptos que ha ido entregando a lo largo de los últimos 30 años:

• “Decido la elección de los intérpretes para cada posición priorizando


las características ofensivas sobre las defensivas, sin dejar de consi-
derar las exigencias de la función. Una función predominantemente
defensiva está vinculada con la recuperación del balón, pero también
quiere decir que al volante que juega delante de la línea defensiva le
tiene que gustar hacerlo, y, además, tiene que saber quitarle la pelo-
ta al rival”.

• “Los dos jugadores que tienen más tiempo el balón y que pueden ele-
gir durante todo el partido el pase que van a dar son los dos centra-
les… A los centrales les digo que defiendan, que cabeceen, que recu-
peren, que sean feroces, pero que tengan buen manejo de la pelota
para que la salida sea más clara. Entonces, si tengo que postergar
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algunos elementos inherentes a la función específica -que es la recu-
peración- para ganar otros perfiles que tienen que ver con un aspec-
to menos frecuente en la función, pero que aportan a la belleza de lo
que construye el equipo, me inclino por ceder ferocidad defensiva y
ganar mejor trato de la pelota”.

• “A mi, como a cualquier entrenador, me gusta defender en espacios


reducidos y atacar en espacios amplios. Pero cuando uno observa el
fútbol con grandeza e interpreta el equipo que dirige, y sobre todo
cuando tiene mejores jugadores que los demás, está, desde mi punto
de vista, obligado a una actitud más generosa y más vinculada con la
belleza del juego, por lo que seguiremos intentando en mejorar nues-
tra capacidad para defender en espacios amplios y para atacar en
espacios reducidos. Eso es lo que hacen todos los equipos grandes
del mundo, porque para hacer lo contrario hay que tener enfrente un
equipo generoso, y eso no sucede”.

• “Prefiero el protagonismo con la pelota antes que la especulación y


estar en el campo rival antes que en el propio. Más tiempo en pose-
sión de la pelota antes que intentando recuperarla; utilizar el regla-
mento para que el juego sea mejor y no para sacar ventaja. Y, en la
medida de lo posible, anticipación de todas las líneas en el desarrollo
del juego”.

• “No puedo pretender que todos mis jugadores sean iguales y piensen
igual. Si en el minuto 85, empatando 0-0 de local, con el rival atrás,
le pedís a tus jugadores que ´inventen´ y no le diste lugar a su crea-
tividad, no le vas a encontrar la vuelta” .

• “Cuando el gol no llega, la sensación que tengo no es que hay que


poblar más el área sino que hay que manejar más la elaboración para
que la pelota llegue al área. Siempre que un equipo al que dirijo le
falta gol sitúo más la observación en cómo se elabora la pelota previa
a la definición. Esa es mi inclinación. Pero no descarto que a veces
el problema está en que haya más presencia en el centro del área. Si
fuera así, lo más aconsejable es darle al equipo dos presencias cen-
trales en el área”.

• “El problema de jugar con dos ‘9’ no es ubicarlos juntos sino decidir
que aspecto del juego se posterga poniendo dos atacantes centra-
les. Si usted pone dos atacantes centrales sin un volante creativo les
resta quien los abastezca, quien le de los pases verticales. Y si para
poner dos nueve saca a un extremo, se pierde la llegada de balones
desde los costados. Y si conserva los dos wines y el volante ofen-
sivo, debe restarle un componente a la estructura defensiva. No es
una decisión sencilla para los que reflexionan más de lo conveniente.
Puede ser ‘Parálisis por exceso de análisis’”.

• “Cuando dos centro atacantes juegan juntos, alguno desciende o


alguno se abre para no sobreponerse. Al que le toque descender o
abrirse va a jugar peor porque su mejor versión es en el  centro del
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campo y cerca del arco. Pero en ocasiones, jugando peor uno de los
dos, la suma de ambos mejora el equipo. Lo difícil es lograr como-
didad en aquel que hace concesiones a sus mejores posibilidades y
abandona su puesto. Hace 15 años que reflexiono sobre ese tema”.

• “Yo siempre les digo a los muchachos que el fútbol para nosotros es
movimiento, desplazamiento. Que hay que estar siempre corriendo.
A cualquier jugador, y en cualquier circunstancia, le encuentro un mo-
tivo para estar corriendo. En el fútbol no existe circunstancia alguna,
escúchame bien, no existe motivo alguno para que un jugador esté
parado en la cancha”.

• “Un ‘plan B’, que apunte solamente a ser eficaz, en concretar las op-
ciones que uno posee, no sería un ‘plan B’, sería un plan aplicable a
cualquier situación”

• “La elección del sistema táctico no es una cosa importante. Ha tomado


mucha repercusión, mucha resonancia, como es una cuestión que tiene
que ver con la geometría, con el armado de líneas, es accesible a todo
el mundo. Como todos aspiramos a poder hablar de lo que nos gusta,
hablamos de los aspectos que nos resultan más accesibles o más en-
tendibles, pero eso no quiere decir que sean los más importantes”.

• “El objetivo fundamental de que la pelota vaya por las puntas es que
haya desborde o centro intencionado. El primero permite que haya
pase hacia atrás, lo cual es complicadísima para el rival. Y el segundo
es cuando no hay desborde pero la pelota puede llegar al área hacia
alguien que marca la jugada”

• “El excesivo intervencionismo termina por joder al jugador”.

• “Un entrenador no es mejor por sus resultados ni por su estilo, mode-


lo o identidad. Lo que tiene valor es la hondura del proyecto, los argu-
mentos que lo sostienen, el desarrollo de la idea. No hay que juzgar
la idea, sino el sustento. Yo puedo valorar proyectos antagónicos. Lo
que nunca se puede hacer es sustituir las convicciones”.

• “El liderazgo está directamente relacionado con la derrota. Porque


es ahí cuando se verifica la consistencia del conductor. Una de las
claves que tiene que tener un líder, es que necesita ser querido para
ganar, y no ganar para ser querido”.

• “Sea ese el argumento, o el que fuere, siempre hay que ganar, y no re-
curro a alguna situación puntual para acentuar la búsqueda de la vic-
toria porque me parece inherente a la competencia. Competir para
ganar, y que no haga falta ningún agregado para estar siempre con
toda la disposición en la superficie porque, de algún modo, el día que
no haya argumentos parecería que no va a ser indispensable ganar y
para mí siempre lo es”.

• “Mi carrera ya está construida, para bien y para mal. Yo he tenido mu-
chos más fracasos que éxitos, y los fracasos me han marcado mucho
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más que lo que me han distinguido los éxitos, los pocos que obtuve.
Nadie se acuerda, sobre mí, algo más vinculado a Japón-Corea, que
fue un fracaso deportivo grandísimo. Ya por lo peor he pasado. Tam-
bién sé que, en esto, protegerse no ayuda: todos finalmente perde-
mos, hoy, dentro de un año, ayer”-

TODO LO QUE LES PUEDA DECIR LO LEÍ EN ALGÚN LADO


Esto es Marcelo Bielsa y esto es lo que recibe un club o una selección cuando
se entrega a su conducción. El rosarino elige muy cuidadosamente el destino
porque es consciente de que son pocos en los que tendrá posibilidades de
desarrollar sus ideas.

Su implicación en la vida del club, su gusto por entrenar futbolistas con ham-
bre y ganas de aprender, la curiosidad por la historia y la cultura del lugar al
que irá, pero más que nada, la manera como se vive el fútbol son los ingre-
dientes para que Bielsa se sienta atraído. No es el dinero ni las posibilidades
de triunfo sino lo humano.

A estas alturas, Marcelo Bielsa no ha definido su continuidad en Marsella.


Puede que lo veamos en otro club, en otra selección, o quien sabe si algún
día de estos se decida a recorrer el mundo dictando charlas y comandando la
lucha por el juego ante el negocio y la banalidad. Quién sabe…

Ignacio Benedetti.
@ibenedettip

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CHARLA CON
DIEGO LATORRE…
Alberto López Frau

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Pregunta.- Diego, 18 de octubre de 1987…

Respuesta.- Ja ja ja ja, el día de mi debut con


Boca Juniors, el día de la madre además en
Argentina. Un día muy especial y repentino.
Era una época de crisis en Boca, el martes
o miércoles estaba entrenando con el primer
equipo y ese domingo debuté, fue algo inol-
vidable.

P.- Leí en una entrevista que le hicieron


a Ángel Cappa que Menotti y él tuvieron
la idea de hacer un Sub 21 de Boca para
descubrir nuevos talentos, ¿Es así?

R.- Sí, así es. Además era una división que


no existía. Yo salí de ahí. Y fue una fórmula para que los pro-
fesionales no jugaran ilimitadamente en 3ª división. El partido se jugaba
en el mismo estadio antes de que lo hiciera el primer equipo, se jugaba en
estadios con mucha gente, lo que nos ayudaba a estar más preparados
para el debut con los mayores. Se arreglaron varios problemas de golpe.
Los profesionales que bajaban al 3ª lo hacían desmotivados y obstaculi-
zaban el ascenso de los chicos jóvenes…

Aquella Sub 21 fue una bocanada de aire fresco.

P.- Eran tiempos de crisis en Boca, ¿Te costó mucho adaptarte a la presión?

R.- Sí, me costó adaptarme a la Primera División, además el momento


del fútbol argentino era malo a nivel de clubes, exportaba pocos juga-
dores y subían pocos de la cantera. No se apostaba por la cantera, al
revés, Boca intentaba comprar lo mejor del país, pero no daba bola a
los chicos jóvenes. Encima, cuando se fueron Menotti y Cappa aquella
división Sub 21 se destruyó, volvió el club a la mecánica de antes, ba-
jar profesionales a 3ª… sólo quedamos un grupito entrenando con las
grandes, pero jugando con el Tercera…

P.- Llega el Profe Tabárez, aquel Clausura 91, tu dupla con Batistuta,
cambia todo…

R.- Sí, pero el principio no fue fácil tampoco. Tabárez toma dos decisio-
nes clave:

Pone a Batistuta de ‘9’, porque venía jugando en izquierda y le estaba


costando mucho adaptarse. Además venía de River, con lo que eso su-
ponía…

Y a mí me coloca detrás de Bati, más cerca del área. Yo sufría mucho


cuando me alejaban del área.

Tabárez puso a Tapia de enganche y a Graciani, que era delantero, le tiró


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a un costado abierto a la derecha. Eso me dio a mi libertad en ataque
y cercanía al área. En defensa sí tenía que cerrar en banda izquierda,
pero me venía bien porque me ayudaba a ordenarme. Sabía que tenía
que volver a mi refugio.

P.- Fue una época bonita, ¿no, Diego? Luego llega Basile a la selec-
ción sustituyendo a Bilardo y aquella Copa América del 91 en la que
vas convocado, pero en la que tuviste algún problema físico…

R.- Sí, se me juntaron varias cosas… Tenía 21 años lo primero, con todo
lo que ello supone. Llegaba de jugar seis meses extenuantes con Boca
entre Libertadores y campeonato local, hacía diez partidos que un emi-
sario de Italia me seguía para ojearme, me controlaba, me generó una
ansiedad tremenda. Después, tuve un problema en la planta del pie, ju-
gué los últimos cinco partidos infiltrado con Boca, no llegué muy bien.

Y además, Basile me colocó de enganche, me sacó de la posición en la


que yo jugaba en Boca para jugar por detrás de Caniggia y Batistuta. Yo
ahí rendía menos.

P.- ¿Te colocó en la posición de Maradona, verdad? Diego no fue a aque-


lla Copa América. Y debía ser difícil pelearle a Caniggia la segunda pun-
ta ya que venía de hacer un gran Mundial el verano antes en Italia.

R.- Sí, exacto. Jugábamos 4-3-1-2 y yo era ese uno. No estaba cómodo,
tenía que lanzar a los puntas, recibir de espaldas… Es muy común en
los entrenadores confundir al habilidoso con el tipo capaz de jugar en
zonas creativas, olvidando que yo tenía mucho gol.
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Caniggia le dio mucho resultado porque en esa época volaba y después
Leo Rodríguez era mejor que yo de enganche. Aquella Argentina no ela-
boraba mucho y a Cani y Bati les venía mejor un lanzador como Leo ahí.
Jugué y rendí menos de lo que podía haber jugado por todas estas cir-
cunstancias.

P.- Llega el verano del 92, la Fiorentina… pero las cosas no salen
como esperabas.

R.- Salió todo fatal. A mi representante lo llevaron preso y todo comenzó


del revés. Llegué a Italia, me había llevado Settimio Aloisio. Estábamos
en Roma para firmar el contrato con la Fiore en un hotel, estaba también
Simeone, que se iba del Pisa al Sevilla, Caniggia, Carnevale, Boskov,
Mijhailovic… vino la Policía y se lo llevó, le metieron preso por evasión
fiscal en el pase de Caniggia y Troglio al Hellas Verona unos años antes.

El club no se hizo cargo de mí, me desamparó… me vi con 22 años sólo,


iba de cuarto extranjero… Fue muy duro. Llamé a Boca para que me
ayudara y había cerrado el mercado de pases y tras unos meses, y gra-
cias a Batistuta, puedo entrenarme con la Fiore, hago tres goles en una
práctica y me hicieron un contrato para jugar con el equipo primavera…

Entonces llegan Valdano y Cappa y la llamada de Ángel para ir a Tenerife.

El Tenerife era el orgullo de la isla, salía a jugar igual en todas las


canchas, teníamos soluciones individuales, jerarquía, el plantel
hablaba el mismo idioma

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P.- Aquel Tenerife de tu primer año era un equipazo: Antonio Mata en
la salida de balón, Redondo en el eje, Chano en la derecha, Ezequiel
Castillo tirado a la izquierda para armar desde allí, Felipe de engan-
che, tú en la segunda punta y Dertycia arriba. Cuartos de Copa con-
tra el Madrid, muy buena liga…

R.- Sí, fue una maravilla, fue fantástico. Además llegué ya a un equipo
armado que venía de arrebatarle la liga al Madrid en la temporada ante-
rior en la última fecha, que ya sabía a lo que jugaba. Quique Estebaranz
salió hacia el Barcelona y yo pude ser titular enseguida y en la posición
que más me gustaba, por detrás del ‘9’.

El equipo era el orgullo de la isla, salía a jugar igual en todas las can-
chas, teníamos soluciones individuales, jerarquía, el plantel hablaba el
mismo idioma. Para mí fue una salvación, venía de un año durísimo, des-
arraigado en Italia y fue una alegría inmensa. Llegamos a semifinales de
la Copa del Rey, a octavos de la Copa de la UEFA…

P.- Valdano y Cappa emprenden viaje a Madrid, les acompaña Re-


dondo… y llega Vicente Cantatore. ¿Eran distintos Valdano y Can-
tatore?

R.- Sí, diametralmente. Además, la marcha de Redondo deja un gran


vacío, la sensación que ya nada podía ser igual. El equipo perdió gen-
te emblemática y volvimos a ser el Tenerife que fue toda su historia.
Los entrenamientos con Cantatore eran más mecánicos, rutinarios, el
equipo tenía un perfil más defensivo…

P.- ¿Aquella eliminatoria de la UEFA ante la Juve fue darse de bruces


con la realidad?

R.- Es que nosotros no estábamos para pelear en ese nivel. Nos iban
mejor los equipos grandes, pero no les podíamos ganar siempre. Y eso
que en aquella eliminatoria dimos la cara. Fíjate lo que tenían: Kohler,
Möller, Roberto Baggio…

Ellos nos marcaron hombre a hombre y a partir de ahí nos anularon. Lue-
go fueron más contundentes, pero no nos avasallaron jugando y eso ya
fue todo un reconocimiento.

P.- La noche del 0-3 en Copa ante el Madrid yo estaba en el estadio


y recuerdo bien aquél gol en el que te vas de Alkorta y bates a Buyo
por arriba tras hacerle un regate de cuerda. Siempre he pensado
que aquel gol te define bastante como futbolista, ¿Es así?

R.- ¡Sí, es así! Felipe me la da larga, yo insinúo ir a por la pelota pero me


quedo, la dejo correr y así dejó detrás a Rafa Alkorta, me fui en carrera
y coloqué el cuerpo para poder gambetear bien. Entere el cuerpo y el
arco pude engañar. Le saqué el balón a Buyo hacia fuera para que no me
la pudiera manotear y el remate, que no fue simple, lo pude colocar con
la zurda firme al primer palo.
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P.- Se fue Cantatore y llegó Heynckes, que venía de cambiar el estilo
histórico del Athletic de Bilbao jugando con un mediocampo en rombo
y dos puntas. Podrías haber encajado perfectamente en aquel siste-
ma como segundo punta y, sin embargo, dejó de contar contigo…

R.- Sí, fue raro lo que me pasó con Heynckes. Nada más llegar llegó con
un prejuicio, no quería jugadores sudamericanos, prefería europeos, ju-
gadores más duros, con otra mentalidad…

Pero como a mí me quería mucho la afición y yo había terminado bien


con Cantatore la campaña anterior haciendo goles, colaborando a sal-
var al equipo del descenso, la gente me quería mucho y prescindir de
mi de inicio hubiera sido muy impopular. Esperó seis meses y me fue
desgastando.

Lo curioso es que en los entrenamientos me ponía de ejemplo con los


compañeros, pero no me ponía después el domingo. Yo no le monté nin-
gún berrinche y me fui en silencio a Salamanca, en una decisión que
después lamenté mucho, porque aunque me eligió Lillo tenía que haber
esperado un poquito más, otros seis meses, pero yo quería jugar y fui a
un equipo que ya estaba condenado al descenso. Pero al final me deci-
dí, estaba Chemo del Solar, excompañero mío en el Tenerife… Fui y me
equivoqué.

P.- Lillo causa mucha controversia en España. Nunca entrenó a un


grande, pero por su estilo y forma de entender el fútbol despierta
admiradores y detractores a partes iguales. ¿Qué concepto te que-
dó de Lillo?

R.- ¿Sabes qué pasa? Cuando un entrenador te pone poco y eres jugador
en activo te da un poco igual su idea futbolística. Y Lillo tenía tanto
agradecimiento al grupo que había ascendido con él que quería morir con
ellos, y yo lo entiendo. Jugué poco, pero sí aprendí cosas de él.

¡Y Samuel! ¡Qué defensa era aquel Samuel! En los entrenamientos


no me podía ir de Samuel, y yo era bueno en el mano a mano, pero
tenía rapidez, anticipación, concentración y en el uno contra uno era
buenísimo. La llegada de Samuel y el ingreso de Román le dieron el
vuelo definitivo a Boca.

P.- Vuelves a Boca, está Diego Armando Maradona, Caniggia, tú…


Estuviste cuatro torneos, dos años… pero fue una época muy difícil;
con River es una época impresionante de la mano de Ramón Díaz,
¿Cómo viviste todo aquello?

R.- Fue una época difícil. En lo deportivo, River era un equipazo con
Francescoli, Gallardo, Ortega… y en Boca ganar era más obligación que
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nunca. Teníamos una presión bárbara. Estaba todo muy convulsiona-
do en el país y en Boca particularmente. Había asumido la Presidencia
Macri, que ya por entonces tenía muy claro que quería hacer carrera
política y Boca era su mejor escaparate. Había mucha política en el am-
biente, una necesidad de éxito impostergable. Para Macri, Boca era una
plataforma política para un cargo público, tal es así que ahora se postula
para Presidente de Argentina. En aquellos momentos ganar para él no
era una opción, era una necesidad y eso trajo conflicto, apresuramiento,
caos… y todo sin un criterio deportivo claro.

Me acuerdo que con Bilardo se depuró el plantel, se fueron 20 y vi-


nieron otros 20, algo tremendo. Y todo coincidió con el River que vos
decís. Después llegaría Bianchi y recogió los frutos. Pero los cimien-
tos se pusieron entre aquél equipo de Bilardo primero y del Bambino
Veira. Hubo uno de los cuatro torneos que hicimos 44 puntos, queda-
mos segundos a un punto de River, ahí se estaba gestando el gran
Boca del 98-2001.

P.- Aquel Boca sólido de Bianchi en el banco y jugadores como el


Patrón Bermúdez, el Chicho Serna, Román, Guillermo Barros Sche-
lotto, Palermo…

R.- ¡Y Samuel! ¡Qué defensa era aquel Samuel! En los entrenamientos


no me podía ir de Samuel, y yo era bueno en el mano a mano, pero
tenía rapidez, anticipación, concentración y en el uno contra uno era
buenísimo. La llegada de Samuel y el ingreso de Román le dieron el
vuelo definitivo a Boca.

P.- Sin embargo, llega de nuevo Cappa a tu vida y esa llamada para
jugar en Racing en 1998. Un equipo, aquella Academia, que si no re-
cuerdo mal juntaba al Mago Capria, Marcelo Delgado, Diego Latorre.

R.- Sí, y llegó en un momento que yo ya me quería ir a México, a un fútbol


más tranquilo que recibe bien a la gente de fuera, lo tenía casi decidido
pero sentí que me tenía que ir con Ángel y la pasamos bien. Salimos ter-
ceros, hicimos un fútbol precioso, llegábamos en oleadas al ataque, hici-
mos goles… Los primeros seis meses con Cappa fueron extraordinarios.

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P.- Vamos a pasar a repasar un poco la actualidad, el fútbol y los me-
dios, donde tú colaboras actualmente. ¿Por qué crees que cada vez
hay más distancia entre los medios y los futbolistas? ¿De quién es
la culpa?

R.- Hay varias teorías. En un marco donde uno es juez y otro es juzgado
se genera a veces rechazo y antipatía. Siempre hay una rivalidad entre
los periodistas y los deportistas y, además, estamos viviendo una épo-
ca de frivolidad y espectáculo donde el jugador ya no es el genuino que
juega por amor al fútbol y el periodista no es, en líneas generales, ese
analista concienzudo y objetivo del juego, entonces por ahí surgen los
problemas. Perdió la función de observador para formar parte y yo creo
que eso es un error. Y el futbolista ha perdido su rol central, perdió pa-
sión por el juego, por la institución, compromiso…

Y luego está el público, que forma parte de un papel en el que es fácil ser
engañado y a veces no sabe discernir entre qué textos le quieren condi-
cionar y cuáles no… Entonces se le miente fácil, se hace un mensaje fácil
para un público fácil. Y la gente pierde juicio crítico, no tiene barreras; si
se critica a su equipo es porque el periodista es anti tal o anti cuál, le pier-
de su parte pasional. Entonces, la mezcla de todo es peligrosa. El juga-
dor empieza a jugar para tener dinero, el periodista escribe para la gente
con unas intenciones u otras y el público se vuelve fanático. El periodista
es hincha, el jugador una celebridad, el público se cree parte directa del
vestuario… Todo el mundo adquiere un rol equivocado.

Yo entiendo jugar bien elaborando, el juego es una integración y luego hay


que definir (…) Por eso creo que la consagración de jugar bien fue el Barça
de Guardiola porque hacía todo eso.

P.- Diego, ¿Qué es jugar bien para ti? En España hay un agrio debate
en los últimos años en torno a qué es jugar bien, si la posesión define
al equipo que juega bien o no… En los últimos años hemos tenido la
suerte de ver equipos probablemente irrepetibles como la selección
española de 2008-10 o el Barça de Guardiola. ¿Puede cualquier
equipo aspirar a jugar así? ¿Sólo hay una forma de jugar bien?

R.- Hay acciones indispensables para jugar bien. Lo otro puede ser
cumplir eficazmente un plan de juego. Yo hago siempre esa salvedad.
Creo que jugar bien es defender bien, en zona, hacer una distribución
equitativa y racional de los espacios, defender recuperando la pelota;
eso no es interrumpir y no es solamente defender el arco, es recuperar
la pelota como acción en sí y después elaborar. Yo entiendo jugar bien
elaborando, el juego es una integración y luego hay que definir. Después
ya están los matices. Pero, básicamente, un equipo completo es el que
hace bien todo eso.

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Un equipo puede contragolpear de maravilla y entonces domina esa fa-
ceta concreta del juego, pero eso sólo no se puede considerar jugar bien.

Para mí, el Atlético de Madrid no juega bien, por ejemplo. Cumple efi-
cazmente un plan y eso es tan válido como cualquier otra forma de ju-
gar, pero para mí eso no es jugar bien.

Es una valoración que hago o y eso no significa que sea la verdad. Por
eso creo que la consagración de jugar bien fue el Barça de Guardio-
la porque hacía todo eso. Y luego está el talento individual, porque no
siempre aparece la inspiración colectiva y aquél Barça tenía un talento
individual descomunal, pero sobre todo cumplía las cuatro normas: de-
fender para recuperar, presionar, elaborar y definir.

Es muy importante defender bien a nivel global, no sólo defender bien


dentro del área.

Estamos acostumbrados a vivir en crisis y cuando vivimos un periodo de es-


tabilidad nos metemos otra vez en la crisis, es algo muy social, muy nuestro
a todos los niveles y el fútbol no escapa a ello.

P.- ¿Está mejor el fútbol argentino? El River de Gallardo, el buen ha-


cer, en otro estilo, del Vasco Arruabarrena en Boca, el torneo pasado
de Independiente, la aparición de Mancuello, el propio Racing cam-
peón, con un equipo que llegaba mucho, la selección en la que Mar-
tino está intentando hacer un bloque equilibrado… ¿Cómo lo ves?

R.- Yo creo que estaba mejor hasta que han hecho el engendro este del
torneo de 30 equipos. Nos encanta complicarnos la vida. Habíamos vivi-
do una resurrección interesante, con una corriente de técnicos muy fresca
con nuevos estilos y métodos de entrenamiento. El significado de varios
equipos buenos europeos que están influyendo positivamente... Un fútbol
más versátil, atacar mucho, salir jugando, robar en campo contrario…

Y cuando recuperamos parte de la genética del fútbol argentino hace-


mos este torneo en el que se pierden muchas virtudes. 30 equipos, un
calendario terrible, un torneo local que no respalda la Sudamericana
y la Libertadores, equipos que no cumplen los requisitos mínimos, no
se juega en Primerapor méritos… es un desastre. Estamos acostum-
brados a vivir en crisis y cuando vivimos un periodo de estabilidad nos
metemos otra vez en la crisis, es algo muy social, muy nuestro a todos
los niveles y el fútbol no escapa a ello.

P.- ¿Te identificas con algún jugador en concreto de la actualidad?

R.- Yo tenía cosas de Agüero, algunas, él es mucho más jugador, pero


en cuanto a la clase de jugador teníamos cosas parecidas. Quizá yo te-
nía algo más de capacidad para tirar pases un poco más retrasado y él,
para el gol, pero siendo él mucho mejor teníamos similitudes
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Me hubiera gustado tener la perseverancia de Suárez, la magia cons-
tante de Messi… Me gusta mucho Modric, también. Jugadores que no
sólo tienen condiciones naturales, saben jugar, saben cómo aprovechar
sus condiciones. Y que compiten durante muchos años, viven someti-
dos a juicios constantes y si uno no pone su cabeza dura todo son dis-
tracciones. Y a pesar de que ganan millones no caen en la complacencia
y van y van y van. Es muy difícil mantenerse así en la élite. Yo jugar con
ruido y marketing me costaba, la cabeza te estalla. Yo admiro a la gente
que lo consigue.

Maradona era una onda expansiva que llegaba a todo el equipo. Eso no se
hereda, no se copia. Nació, creció, sobrevivió, forjó un carácter así. Tenía ha-
bilidad, pegada, visión rápida de juego, talento, velocidad corta, gol, coraje
para jugar en todas las canchas, con un equipo debilitado, con un equipo peor,
con uno mejor, con una idea, sin una idea, con compañeros mejores, con otros
peores… No le hacía falta tener un Barça detrás, lo hacía con su Napoli…

P.- Es imposible no preguntarte por Maradona. Siempre pensé que


además de sus condiciones naturales, cuando estaba bien física-
mente, marcaba las diferencias por su entendimiento del juego. ¿Es-
tás de acuerdo?

R.- ¡Sí, claro! Tenía un impacto impresionante en la personalidad del


equipo. Era superior, transmitía su personalidad, era una onda expan-
siva que llegaba a todo el equipo. Eso no se hereda, no se copia. Nació,
creció, sobrevivió, forjó un carácter así. Tenía habilidad, pegada, visión
rápida de juego, talento, velocidad corta, gol, coraje para jugar en todas
las canchas, con un equipo debilitado, con un equipo peor, con uno me-
jor, con una idea, sin una idea, con compañeros mejores, con otros peo-
res… No le hacía falta tener un Barça detrás, lo hacía con su Napoli…
Fue algo extraordinario.

P.- ¿Cómo ves a la selección argentina? ¿Qué le añadirías?

R.- Yo le daría el ‘10’ a Pastore, le pondría dos volantes que trabajen por
detrás y a él detrás de dos puntas y libertad absoluta para jugar. Es un
jugador inmenso, ideal para armar el juego de la selección en ataque.

P.- Muchísimas gracias por este rato, Diego, ha sido un honor y un


gran placer poder hablar de fútbol contigo.

R.- Gracias, ha estado muy bien.

Alberto López Frau.


@Albercampeontv

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ESTADIOS
MÍTICOS
Alberto Cosín

En su interior se disputaron encuentros legendarios, grandes


figuras del balompié pisaron el césped con sus borceguíes
y miles de espectadores abarrotaron las gradas los días de
partido. Sin embargo, esos templos futbolísticos no lograron
evitar el paso del tiempo y ya son historia del deporte rey.

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LES CORTS

Les Corts fue el primer gran estadio moderno que tuvo el F. C. Barcelona.
Empezó a construirse en febrero de 1922 y en un tiempo récord de tres me-
ses fue inaugurado en un choque entre el conjunto blaugrana y el Saint Mi-
rren escocés.

Ubicado en el barrio de Les Corts, en las confluencias de las calles Numància,


Vallespir y Marqués de Sentmenat, tenía en principio un aforo para 25.000
espectadores y unas dimensiones de 101x62 metros. Los arquitectos en-
cargados de la obra fueron Santiago Mestres y Josep Alemany, que además
diseñaron una tribuna cubierta en la zona del Jardín de los Infantes.

El traslado al campo sentó de manera extraordinaria a las filas culés, que a


partir de entonces vivieron unos años de esplendor en el terreno deportivo.
El equipo donde figuraban Alcántara, Zamora, Samitier, Piera o Planas enca-
denó unos grandes años 20 con varias victorias en el Campeonato de Cata-
luña y la Copa. Además, estos éxitos obligaron a que el aforo fuese ampliado
en 1926, momento en el que Les Corts podía reunir a 45.000 personas.

Sin embargo, no todo fueron buenas noticias, y en plena dictadura de Primo


de Rivera el feudo fue clausurado tras un incidente en un partido contra el CE
Júpiter. En el encuentro, que servía como homenaje al Orfeó Catalá, sonaron
los himnos español y británico, recibiendo una sonora pita el primero, algo
que no gustó a los gobernantes y que tuvo como castigo una sanción de seis
meses, aunque posteriormente se quedó en la mitad de tiempo.

A finales de la década se creó el Campeonato Nacional de Liga. El F.C. Barce-


lona coronó una gran etapa con la conquista de este título, siendo Les Corts
el primer estadio que acogió al campeón de la competición doméstica. Los
blaugranas que inauguraron su participación en casa contra el Real Madrid
no se llevaron buen recuerdo de aquella cita, puesto que cayeron por 1-2,
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teniendo que esperar hasta la jornada 6 para celebrar su primer triunfo, en
un derbi ante el CE Europa.

Hasta después de la Guerra Civil el Barça no volvió a celebrar grandes vic-


torias. En los 40, la entidad renació con tres entorchados ligueros tras unos
años muy duros en todos los aspectos. Y la incorporación de Ladislao Kubala,
una de las leyendas culés, cambió la historia del club. Su impacto en el ám-
bito deportivo fue extraordinario y ello también se notó en Les Corts, puesto
que muchos días se quedaba pequeño.

F.C. Barcelona-Sevilla en Les Corts en 1946

El equipo de las Cinco Copas con Kubala, Ramallets, Segarra, Gonzalvo III o
Basora obtuvo numerosos títulos tanto nacionales como internacionales du-
rante un fabuloso trienio (1950-1953) y forzaron al nuevo presidente Fran-
cesc Miró-Sans a tomar la decisión de construir otro coliseo de mucha más
capacidad, pese a que el campo contaba ya con 60.000 asientos. El último
partido del conjunto barcelonista se celebró contra el Sevilla en mayo de 1957
y Kubala hizo el tanto con el que los catalanes se despidieron de su casa.

El último partido del conjunto barcelonista se celebró


contra el Sevilla en mayo de 1957 y Kubala hizo el tanto
con el que los catalanes se despidieron de su casa.

Les Corts, además de ser la residencia del F.C. Barcelona durante más de
tres décadas, tuvo la fortuna de ser la sede de otros eventos tanto futbolísti-
cos como de otras disciplinas. Acogió la final de Copa del año 1923 donde el
Athletic Club se impuso al CE Europa; dos choques de la selección española
de fútbol, el primero ante Austria en 1924 y el segundo contra Bélgica en
1953; o dos partidos de Cataluña en los que se enfrentó a España y a Bra-
sil. Además, otros deportes tuvieron cabida, como el boxeo con un combate
valedero para el título europeo del peso welter entre Alís y Hobin, el hockey
hierba o el rugby.
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El final del mítico estadio llegó a principios de 1966 cuando se iniciaron las
obras de demolición. La junta directiva sacó a subasta los terrenos y final-
mente los vendió por 226 millones de las antiguas pesetas. En la actualidad,
en esa zona hay un complejo deportivo, dos bloques de viviendas y una placa
que indica que allí estuvo presente el campo de Les Corts.

VIEJO CHAMARTÍN

El Real Madrid a mediados de los años 20 necesitaba disponer de un esta-


dio en propiedad y se lanzó a la aventura de construir un nuevo campo. La
idea fue de Carlos López-Quesada, un antiguo jugador y directivo que eligió
para diseñarlo al arquitecto José María Castell, otro exfutbolista de la casa
blanca. Para ello compraron unos terrenos en un municipio entonces a las
afueras de Madrid, de nombre Chamartín de la Rosa, por 642.000 pesetas y
solicitaron un crédito de un millón para las obras. Situado entre la calle Alfre-
do Calderón, camino del Arenal y camino de Maudes, el plan consistía en un
campo para 15.000 espectadores, 4.000 de ellos bajo una tribuna cubierta,
de césped natural (dimensiones de 105x68 metros) y además un complejo
con un campo de entrenamiento, piscina, pistas de tenis, frontón y un club
social. La prensa de la época lo calificó como una obra faraónica hasta que
llegó su inauguración en 1924.

El equipo invitado para el estreno del nuevo feudo blanco fue el Newcastle
inglés y ambos se vieron las caras el 17 de mayo. El resultado fue de 3-2 a
favor del Real Madrid, con el interior Félix Pérez como primer goleador, y con
un lleno absoluto en las gradas. Además, desde aquel día se hizo famoso el
tendido de los sastres, un montículo a las afueras del estadio donde la gente
se reunía para poder ver gratis cómo se desarrollaba el juego. Por entonces
solo faltaba poner nombre al nuevo hogar merengue y en este aspecto deci-
dió la afición, que bautizó al estadio como Chamartín pese a que en un prin-
cipio iba a ser llamado Campo del Real Madrid Fútbol Club.

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Final de Copa en Chamartín entre Athletic Club y Betis en 1931

En los primeros años, al Real Madrid no le fue muy bien y salvo algún Cam-
peonato Regional y una Copa Federación no llegaron muchos títulos a las
vitrinas del club. Todo cambió con los fichajes, ya iniciada la década de los
30, de los Zamora, Luis Regueiro o Quincoces. Se conquistaron dos Ligas de
forma consecutiva y aunque en la primera el alirón fue lejos de Madrid, en la
segunda se proclamaron campeones en casa. Concretamente, tuvo lugar en
la penúltima jornada en un duelo ante el Arenas al que apabullaron con doble-
tes de Hilario y Olivares y un hat-trick del Corzo Regueiro.

Lo peor para el campo madrileño llegó con la Guerra Civil, cuando fue utiliza-
do para reuniones de las fuerzas republicanas y como centro de detención de
presos políticos. El panorama al final del conflicto era tremebundo, al haber
sido desmanteladas las tribunas para coger la madera y quedando el terreno
de juego totalmente destrozado. Por suerte para el club, varios dirigentes
realizaron un estupendo trabajo consiguiendo dinero para asear el coliseo
blanco y este pudo abrir sus puertas con la reanudación de la competición
doméstica a finales de 1939.

Un lustro más tarde, bajo el impulso del presidente Santiago Bernabéu, co-
menzaron las obras del nuevo Chamartín en una zona anexa al viejo estadio
y en 1946 el antiguo campo fue demolido. El primer equipo tuvo la oportuni-
dad de despedirse de su casa el 16 de mayo, en un amistoso lleno de goles
ante el CD Málaga que acabó perdiendo por la mínima.

Para la historia del balompié español cabe destacar que en el feudo madrile-
ño también se disputaron cinco finales de Copa (1931, 1932, 1935, 1941
y 1942) y la selección española fue anfitrión en tres encuentros. El primero
fue el célebre 13-0 ante Bulgaria, hasta la fecha la mayor victoria del com-
binado hispano; el segundo choque correspondió a la clasificación para el
Mundial de 1934 contra Portugal; y el tercero y último les enfrentó en un
amistoso con Francia en 1935.
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METROPOLITANO

Uno de los estadios más legendarios en la Península durante más de 40 años


en el siglo xx fue sin duda el Metropolitano. El recinto fue construido para que
lo pudiesen utilizar todos los equipos madrileños (el Real Madrid declinó la
opción al preferir un campo propio), aunque finalmente fueron el Athletic de
Madrid, el Racing, la Gimnástica y el Unión Sport los que celebraron allí sus
encuentros como local (a partir de 1924 únicamente lo utilizó el Athletic).

La idea partió de los hermanos Otamendi (Miguel, Joaquín, José María y Ju-
lián), que habían fundado la Compañía Metropolitana. El arquitecto de la obra
al igual que el estadio de Chamartín fue el exjugador del Real Madrid José
María Castell, quien diseñó un campo de 105x67 metros, con una pista de
atletismo alrededor del césped de 7,5 metros de anchura y cuya capacidad
sería de 35.800 espectadores.

Situado en la Avenida de Reina Victoria, entre las calles Beatriz de Bobadi-


lla, Santiago Rusiñol y el Paseo de Juan XXIII, disponía de una morfología
irregular. Se construyó en una hondonada y mientras que un fondo era muy
grande, el otro era mucho más pequeño. Varias zonas del campo se hicieron
muy célebres con el paso de los años y recibieron distintos apelativos, a la
zona este se le conoció como “La gradona”, que era el lugar donde se instala-
ban los aficionados rivales; a la zona norte se le bautizó con el nombre de “La
jaula”, por encontrarse allí los socios y aficionados locales; y luego en la parte
más alta del estadio, un pasillo con una anchura de diez metros por donde se
charlaba antes del inicio y en el descanso del choque recibió el sobrenombre
de “El paseo”.

La inauguración del coliseo madrileño se produjo el 13 de mayo de 1923 en


un partido entre el Athletic de Madrid y la Real Sociedad, al que asistieron los
Infantes don Juan y don Gonzalo y las Infantas doña Isabel, doña Cristina y
doña Beatriz. El duelo se lo llevó el cuadro rojiblanco y el primer tanto sobre
el césped del Metropolitano fue obra de Monchín Triana.

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En los años 20, el Athletic, que contaba en sus filas con Pololo, Desiderio
Fajardo o los hermanos Olaso, Luis y Alfonso, se proclamó en un par de oca-
siones vencedor del Campeonato Regional Centro y fue uno de los equipos
fundadores de la Liga. El Metropolitano acogió por primera vez un choque
liguero en febrero de 1929, donde la Real Sociedad se llevó el triunfo con
claridad ante los colchoneros.

La Guerra Civil, al igual que le sucedió a otros muchos campos, fue de infaus-
to recuerdo para el estadio Metropolitano. En las proximidades del recinto
tuvo lugar una cruenta batalla y el coliseo del Athletic quedó en unas condi-
ciones pésimas. Tuvo que ser restaurado y el encargado de volver a hacerlo
brillar fue Javier Barroso, un arquitecto que fue delantero, medio y portero
del club. La reinauguración fue el 21 de febrero de 1943 en un duelo en el
que el Atlético Aviación (tras la Guerra se unieron Athletic y Aviación Nacio-
nal) doblegó a su eterno rival en la vigésima jornada del Campeonato de Liga.

Encuentro entre el Athletic de Madrid y la selección uruguaya en 1924

En los años posteriores el campo sufrió distintas remodelaciones, entre


otras se aumentó el aforo hasta las 35.000 localidades y además se instaló
la iluminación artificial, todo un hito en aquella época en España. Ya en 1950
y con dos títulos de Liga bajo el brazo con el genial Helenio Herrera en el ban-
quillo, el Atlético compró el estadio a la Sociedad Stadium de los hermanos
Otamendi por un montante de 11.800.000 pesetas.

La llegada a la presidencia del Marqués de la Florida en 1954 provocó nue-


vas reformas y al césped reimplantado se unió un nuevo graderío en torno
al terreno de juego, otro en la tribuna lateral de los socios, un nuevo fondo
y una reducción del nivel del suelo. Todo ello en un breve espacio de tiempo
que hizo que en aquel instante pudiesen entrar al Metropolitano cerca de
60.000 personas (aforo orientativo, puesto que había un gran número de
localidades de pie).

Sin embargo, en 1958 la Asamblea de Socios tomó la decisión de construir


otro terreno de juego y el estadio madrileño adquirió fecha de caducidad. En
1963 el club vendió el campo por 100 millones de pesetas y el equipo con-
tinuó jugando allí mientras se realizaban las obras del nuevo recinto. En ese
tiempo se obtuvieron victorias en la Copa y la Recopa y en la temporada de
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la mudanza se logró la Liga como gran despedida al Metropolitano. El último
choque que vivió aquel césped fue en los cuartos de final de la Copa frente
al Athletic el 7 de mayo de 1966, siendo el hondureño Cardona el artífice del
último gol que presenciaron los espectadores rojiblancos.

A lo largo de 43 años de existencia el estadio también fue utilizado como


canódromo, para acoger las Semanas deportivas de atletismo, como recinto
para choques de rugby, campeonatos de tenis universitarios y carreras de
motos o como llegada de una etapa de la Vuelta Ciclista a España en 1936.
Además, también fue sede de la final de Copa del año 1943 entre Athletic
Club y Real Madrid, y de tres partidos de la selección española, uno de ellos
mítico contra Inglaterra en 1929, en lo que supuso la primera derrota de los
pross fuera de las islas británicas.

La demolición se inició el 18 de mayo de 1966 y en la actualidad aquella


zona la ocupan varios edificios de viviendas y oficinas.

TORRERO

El campo zaragozano de Torrero fue construido en 1923 gracias a un grupo


de socios del Iberia S.C., el club por entonces con más fama de la ciudad.
Se edificó en un monte, concretamente entre las calles actuales de Lasierra
Purroy, Monzón y Honorio García Condoy. El terreno de juego de tierra podía
alojar a un total de 8.000 personas en todo el graderío de cemento que se
encontraba alrededor del campo, donde se incluían cinco largas gradas con
doce palcos.

El choque inaugural tuvo lugar el 7 de octubre de 1923, cuando se vieron las


caras el Iberia y el Osasuna, con un resultado de 1-4 a favor de los navarros.
Un año más tarde se implantó el césped y allí disputó sus encuentros el Iberia
hasta que se fusionó con el Zaragoza Club Deportivo y nació el Real Zarago-
za actual. Los maños, que jugarían 34 años en el feudo de Torrero, jugaron
su primer choque el 20 de marzo de 1932, con un triunfo ante el Valladolid.
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La Guerra Civil no hizo demasiada mella en el campo y el único problema que
hubo fueron las granadas de mano que se tuvieron que retirar del terreno de
juego. Nada más concluir el conflicto el Zaragoza se estrenó en Primera Divi-
sión y el primer club que visitó Torrero fue el Celta de Vigo. Su permanencia
en la máxima categoría solo duró dos años, pero entonces ya se planeó un
aumento del aforo que se hizo efectivo en 1943. La capacidad creció hasta
los 15.000 asientos, unos 5.000 sentados.

Inauguración del campo de Torrero entre el Iberia S.C. y Osasuna en 1923

A nivel deportivo las cosas no fueron tan bien como se esperaba y tras varios
años en Segunda descendieron a Tercera, lo que provocó un cisma en el club.
Además, y para rematar una mala época, en 1949 se produjo una desgracia
en el estadio zaragozano. Una enorme tromba de agua cayó el 11 de sep-
tiembre, poco antes de un Zaragoza-Badalona, y una de las tapias generales
se vino abajo causando un muerto y siete heridos.

Con la llegada de los 50 el Zaragoza regresó a la élite del fútbol hispano de


la mano del técnico Juan Ruiz Cambra y a renglón seguido el presidente de
la entidad, el Dr. Abril, y el alcalde Francisco Caballero acordaron la cons-
trucción de un estadio más moderno y amplio. En 1954 el Zaragoza vendió
su campo y ello le dio la posibilidad de acabar con su deuda y poder fichar a
jugadores de buen nivel. Permanecieron tres campañas más mientras fina-
lizaban las obras en La Romareda y, en un choque de Copa frente a la Real
Sociedad el 28 de abril de 1957, Torrero quedó jubilado.

El coliseo maño, que entre otras disciplinas acogió la final de Copa de 1927
entre el Real Unión y el Arenas de Getxo y un amistoso de la selección espa-
ñola en el que apabulló a Francia por 8-1 en 1929, se mantuvo en pie has-
ta finales de los años 70, cuando resistía una de las imponentes gradas de
cemento. Poco después, esta desapareció y en la actualidad se alzan varios
bloques de viviendas y una biblioteca municipal.
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ATOCHA

En San Sebastián, a los aficionados aún se les iluminan los ojos cuando se
les menta el estadio de Atocha. En 1913 en el barrio de Eguia, en los terre-
nos donde se encontraba el antiguo velódromo, se construyó el feudo do-
nostiarra. El estadio era de un estilo muy parecido al de los clubes ingleses,
con una grada principal construida en madera y numerosas columnas que se
utilizaban con pilares. En la parte de enfrente había una grada con una gran
terraza y los fondos los ocupaban dos pequeños graderíos.

La inauguración se produjo el 5 de octubre de 1913 y en el famoso choque


se enfrentaron la Real Sociedad y el Athletic. El partido según las crónicas
fue hermoso y concluyó en tablas con el célebre Pichichi como primer golea-
dor. En la posterior década la Real se hizo con tres Campeonatos Regionales
de Guipúzcoa y en 1929 fue uno de los clubes que empezó en Primera Divi-
sión en la recién creada competición liguera. Además, el destino quiso volver
a unir a txuri-urdines y bilbaínos y el debut en la máxima categoría de ambos
tuvo lugar en Atocha.

La estabilidad del equipo entres los mejores conjuntos del país trajo consigo
algunas novedades en el estadio. Una de ellas fue que la tribuna principal
fue sustituida por una sección central con tres plantas de asientos algo es-
trechos y también se instaló el palco. Tras la Guerra Civil, la Real Sociedad
conoció lo que era la categoría de plata con varias campañas en Segunda,
aunque en la mayoría de los casos lograba retornar a Primera muy pronto.

A partir de 1950 ,con un plantel con Ignacio Eizaguirre, Marculeta, Igoa, Onto-
ria o Epi, se recuperó la solidez y el cuadro donostiarra se convirtió en uno de
los fijos de la división de honor. Atocha siguió tomando forma y, tras comprar
el consistorio los terrenos donde se ubicaban los fondos, se levantaron las gra-
das definitivas. La zona del fondo norte adquirió el nombre de “La portería de
las frutas” y su opuesto se ganó el apodo de “Fondo de Mujika” por la cercanía
de una fábrica de muebles que tenía como dueños a los hermanos Mujika.
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Ya en los 70, y después de unos años difíciles en la década anterior en los
que no consiguieron subir a Primera, se cubrió la grada secundaria, se termi-
naron de completar las zonas que aún no disponían de graderío y se coloca-
ron las míticas vallas por una exigencia de la UEFA, alcanzando en los días
de lleno un aforo para casi 27.000 personas. Las líneas que delimitaban el
terreno de juego se encontraban a escasos centímetros de los aficionados y
eso dio una gran ventaja al equipo en sus encuentros como local. La presión
de los hinchas acogotaba al rival y visitar Atocha se convertía en un suplicio
para los contrarios.

Antes de dominar el fútbol español la Real ya debutó en Europa con varias


participaciones en la Copa de la UEFA, en las que disfrutó de eliminatorias
ante el Liverpool de Keegan y Paisley o el Inter de Milán de Oriali y Altobe-
lli. Con la llegada de los años 80 el equipo de los Arconada, Zamora, López
Ufarte, Kortabarria o Satrústegui conquistó el título liguero de forma conse-
cutiva en 1981 y 1982 y eso permitió que otros clubes europeos como el
CSKA de Sofía, Celtic de Glasgow, Sporting de Portugal o Hamburgo aterri-
zasen en Donosti.

Derbi vasco en Atocha en los años 80

Sin embargo, un duro golpe para el club fue que Atocha no estuvo entre los
campos elegidos para ser sede del Mundial de España. Esta exclusión fue un
claro indicativo de que el coliseo se estaba haciendo mayor y las primeras
voces para construir un estadio más moderno comenzaron a surgir. En 1987
se obtuvo la segunda Copa de la historia del club, con un recordado partido
ante el Mallorca Atlético, al que se aplastó por 10-1, y una campaña más
tarde se disputó la Recopa. En la competición europea se cayó en segunda
ronda pero no se logró ganar en Atocha ni a Slask Wroclaw ni Dinamo Minsk.

Un duro golpe para el club fue que Atocha no estuvo entre


los campos elegidos para ser sede del Mundial de España.
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El fin del campo guipuzcoano llegó en el año 1993. El último partido oficial
fue un Real Sociedad-Tenerife el 13 de junio con Océano como último golea-
dor, aunque días más tarde se enfrentaron dos combinados de veteranos de
Real y Athletic y la Real contra una selección de jugadores del País Vasco.
Como homenaje al exfutbolista donostiarra Sagarzazu, que había fallecido
con 29 años, su hijo se encargó de meter el último esférico en una de las
metas de Atocha.

Con la despedida del feudo donostiarra quedaba atrás el famoso marcador


simultáneo en el que se ponían los resultados de otros encuentros con una
tabla de diez anunciantes, el conocido aficionado que tocaba el acordeón
para amenizar la espera de los partidos, la megafonía con un sonido clásico
que hacía sonar el himno del club, el conserje del terreno de juego y exjuga-
dor Amadeo Labarta, que vivía dentro del recinto, o el histórico momento en
que jugadores de Real y Athletic saltaron al césped con la ikurriña en 1976.

La selección española únicamente jugó un partido en el césped de Atocha y


fue diez años después de abrir sus puertas, concretamente el 28 de enero
de 1923, cuando se vieron las caras España y Francia. Un año más tarde
la Federación española tomó la decisión de que allí tuviese lugar la final de
Copa y en 1924 se dieron cita el Real Unión y el Real Madrid. En cuanto a
otras disciplinas, dentro del estadio se celebraron carreras de karts, partidos
de rugby, campeonatos de atletismo o un final de etapa de la Vuelta a Espa-
ña que ganó Bahamontes.

La demolición se postergó hasta 1999 y en la actualidad en ese espacio hay


una zona residencial con viviendas, terrazas y un parque.

SARRIÁ

En la vieja carretera de Barcelona a Sarriá se construyó en 1923 el mítico es-


tadio del RCD Espanyol. Fue tras adquirir un solar de nombre Can Ràbia a las
afueras de la ciudad mientras que el precio de la obra ascendió a 170.000
pesetas, lo que provocó que el equipo realizase una gira por Sudamérica para
conseguir tanto dinero. En un principio las previsiones más optimistas eran
levantar un campo con un aforo de 40.000 personas, pero finalmente el feu-
do se quedó en 10.000 localidades. El arquitecto encargado de dar forma a 79
todo este proyecto fue Matías Colmenares. Índice
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El campo se inauguró el 18 de febrero de 1923 con un enfrentamiento entre
el Espanyol y la UE Sants y el primer artillero de Sarriá correspondió al delan-
tero Tonijuan. También el coliseo perico tuvo el honor de ver el primer gol de
la historia de la Liga española varios años más tarde, cuando en un Espanyol-
Real Unión el 10 de febrero de 1929, Pitus Prat logró batir al arquero irun-
darra Antonio Emery. Ese curso, además, el cuadro blanquiazul ganó la Copa
en un torneo en el que Sarriá fue un fortín en el que cayeron equipos como el
F.C. Barcelona, el Athletic de Madrid o el Arenas de Getxo.

Tras la Guerra Civil el Espanyol volvió a ganar de nuevo la Copa en 1940 con
otra destacada actuación en casa. Varios años más tarde un problema entre
el club y la familia La Riva, propietaria de los terrenos, se resolvió con la com-
pra del estadio por 5 millones de pesetas cuando el presidente de la entidad
era Paco Sáenz. Después de esta adquisición se realizaron reformas, como
tirar la grada situada en la zona sur para levantar otra en 1952, se edificó un
nuevo anfiteatro en 1956 y además se instaló la luz artificial en 1960.

En el aspecto deportivo se bajó a Segunda División en 1963, pero tras as-


cender al año siguiente la parroquia perica pudo deleitarse con ver en su te-
rreno de juego a Alfredo Di Stéfano, Kubala o a la delantera de los “Cinco
Delfines” que integraban Amas, Marcial, Re, Rodilla y José María. Las remo-
delaciones prosiguieron en los años 70 con la construcción de una tribuna
con localidades de asiento y tras confirmarse que sería sede en el Mundial de
España con una mejora en muchas de las instalaciones del estadio como el
césped, vestuarios o zonas para los medios de comunicación. De este modo
logró alcanzar su aforo máximo con capacidad para 44.000 espectadores.

En la Copa del Mundo se disputaron en Sarriá un total de tres partidos, to-


dos ellos correspondientes a la segunda ronda del grupo 3. En esa liguilla se
encontraban Italia, Argentina y Brasil y los partidos que jugaron entre ellos
fueron de enorme calidad y vistosidad. Sin duda, el triunfo de Brasil ante Ar-
gentina con Maradona expulsado o la victoria azzurra con un hat-trick de
Paolo Rossi contra Brasil son momentos históricos de los Mundiales.

Último partido en Sarriá entre Espanyol y Valencia

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Una década más tarde el campo también fue sede de los Juegos Olímpicos
de Barcelona 1992, con cinco encuentros de la primera ronda, y a lo largo
de su historia la selección española actuó como local en tres ocasiones, dos
amistosos contra Alemania Occidental y Polonia y un duelo de la fase de cla-
sificación para la Euro’76 ante Dinamarca. También en una ocasión se eligió
el feudo perico como recinto para organizar la final de Copa de la España
Libre, aunque tuvo lugar en 1937, en plena Guerra Civil y al choque entre
Valencia y Levante no se le ha dado carácter oficial.

En cuanto al Espanyol y su estancia en Sarriá en los últimos años de existen-


cia del coliseo hay que destacar lo acaecido en la campaña 87-88. El equipo
de Javier Clemente hizo una Copa de la UEFA maravillosa donde se impuso
al Gladbach, Inter y AC Milan o el Brujas tras una memorable remontada en
casa y llegó a la final contra el Bayer Leverkusen. En Sarriá, con un público
volcado, se apabulló a los alemanes, pero en la vuelta los teutones igualaron
la final y la tanda de penaltis evitó el éxito perico.

En los 90 dos artistas de reconocido prestigio como Sting y George Michael


tocaron en las entrañas de Sarriá, pero el hecho que marcó aquellos años fue
el suceso luctuoso ocurrido durante un Espanyol-Cádiz. El 15 de marzo de
1992 un aficionado lanzó una bengala con una dirección equivocada y fue a
impactar contra un niño que falleció poco después camino del hospital.

Una grave crisis económica a mediados de la década obligó a la entidad blan-


quiazul a vender los terrenos donde se encontraba Sarriá a una inmobiliaria y
el equipo se despidió del campo en 1997. El encuentro lo jugaron Espanyol
y Valencia el 21 de junio y, pese a que venció el cuadro perico, el último gol
lo anotó el valencianista Iván Campo. En septiembre, 78 kilos de explosivo
Goma-2 acabaron con todo rastro del estadio para levantar con posteriori-
dad 450 viviendas, repartidas en casas plurifamiliares y bloques de pisos.

VIEJO LAS GAUNAS

Estadio muy popular, sobre todo en la década de los 90, coincidiendo con la me-
jor etapa del CD Logroñés y con el recordadísimo grito radiofónico de “¡¡¡Goool
en Las Gaunas!!!”. El club nació tras la Guerra Civil y comenzó a disputar sus
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encuentros allí en 1940, pero el campo estaba en pie desde 1924, cuando fue
inaugurado con un partido entre el CD Logroño y el Vie au Grand Air galo el día
15 de junio. El tanteo fue de 3-0 a favor de los locales y la autoría del primer gol
correspondió a Castroviejo.

El recinto pronto se convirtió en un referente de la ciudad y además se levan-


taron instalaciones para la práctica de otros deportes como el baloncesto, el
atletismo, el tenis o la natación. Ubicado en un terreno propiedad de las her-
manas Gaona al sur de la ciudad, la obra se adjudicó al industrial Pablo Marín
y en unos meses vio la luz. En 1944 colocaron vallas, asientos en las gradas
y además se diferenció entre la zona de preferencia y la parte de grada ge-
neral. Las siguientes remodelaciones, ya en los 50, fueron la instalación de
rótulos de publicidad y la construcción de la tribuna del gol sur.

En el plano deportivo el equipo deambula por las categorías inferiores del fút-
bol español y solo alcanza la Segunda División durante un par de años en los
50 y una temporada en la década de los 60. En ese periodo el Ayuntamiento
compró el estadio a Simeón Tejada, propietario del feudo, quedando el club
vinculado a partir de entonces a cualquier decisión que tomase el consistorio,
y en 1969 llega la luz artificial al estadio antes de un choque frente al Elche.

Los años 70 se iniciaron con el cuadro blanquirrojo en Segunda División, lo


que trajo una ampliación en Las Gaunas de 5.000 espectadores con la edi-
ficación del fondo general cubierto en la zona este del campo. Sin embargo,
las deudas acuciaron a la entidad las posteriores temporadas y cerca estuvo
de desaparecer si no llega a ser por la ayuda del presidente Lázaro Carasa,
que liquidó la millonaria deuda. El equipo pagó toda esta incertidumbre y du-
rante más de una década no regresó a la división de plata del fútbol español.

El gran momento para la institución riojana llegó en 1987. Por fin se lograba
el ansiado objetivo de alcanzar la Primera División tras un curso largo e inten-
so en Segunda. El 14 de junio, Logroñés y Valencia jugaron en Las Gaunas
y el cuadro dirigido por Jesús Aranguren doblegó al che gracias a un tanto
de Noly, confirmando de este modo un puesto en la élite del balompié na-
cional. En verano se crearon las tribunas del fondo norte y el lateral norte, y
en 1988 tras permanecer en Primera se colocaron asientos de color blan-
co y rojo y se amplió la tribuna del gol sur para conseguir una capacidad de
14.825 personas.

Rául y Rubén Sosa en un Logroñés-Real Madrid de los 90


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La afición del cuadro blanquirrojo vio en su ciudad a los mejores clubes y
pudo disfrutar con figuras internacionales como Romario, Laudrup, Hugo
Sánchez o Maradona. El club encontró la estabilidad en Primera con ocho
temporadas seguidas, con planteles competitivos que incluían a jugadores
de la talla de Ruggeri, Alzamendi, Abadía, Polster, Setién o Salenko y el des-
censo no se produjo hasta 1995. Sin embargo, la tristeza apenas duró una
campaña, puesto que con el gran trabajo de Juande Ramos el Logroñés re-
tornó a Primera al curso siguiente. Era la temporada 96-97, bautizada como
la Liga de las Estrellas, la cual sería la última hasta la fecha del equipo riojano
en la máxima categoría.

Un par de años más tarde, en 1998, la promesa del mandatario Eguizábal


que tras conseguir el ascenso prometió que el club construiría un nuevo es-
tadio se hizo realidad. Las obras terminaron en el año 2002 con el equipo
en 2ªB y el viejo Las Gaunas fue demolido. Para la historia queda el último
partido del club contra el Hospitalet el 15 de febrero, en el que se obtuvo
la victoria por la mínima con una diana de David Martín. La afición no quiso
marcharse sin un recuerdo del mítico coliseo y tras el pitido final cientos de
personas saltaron al terreno de juego para llevarse un trozo de césped o par-
te de la red de las porterías.

La afición no quiso marcharse sin un recuerdo del mítico coliseo y tras el


pitido final cientos de personas saltaron al terreno de juego para llevarse un
trozo de césped o parte de la red de las porterías.

Hoy en día el nuevo estadio se encuentra muy próximo al terreno en el que fi-
guraba el antiguo campo, donde ahora hay un parque y edificios de viviendas.

CARLOS TARTIERE

El Oviedo jugó sus encuentros como local en el campo de Teatinos hasta


1932, momento en que se trasladó a un nuevo campo. Un año antes, el pre-
sidente del club y el alcalde de la ciudad habían acordado la construcción del
estadio de Buenavista. El arquitecto al que se encargó el diseño fue Juan
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Junquera y una de las tribunas fue obra del ingeniero Ildefonso Sánchez del
Río, que ideó una tribuna techada de 100 metros de longitud sin ninguna co-
lumna, algo original en la época. Las dimensiones del terreno de juego eran
105x68m y el aforo en los primeros tiempos, de 22.000 espectadores.

La inauguración del feudo asturiano correspondió a la selección española,


que se enfrentó al combinado yugoslavo el 24 de abril de 1932. El conjunto
español se hizo con el triunfo y el primer gol además lo marcó un jugador míti-
co del Oviedo, el delantero Lángara. Un año después el cuadro oviedista con-
siguió el ascenso a Primera División después de vencer al Atlético de Madrid
en Buenavista por un apabullante 5-1 y en su debut en la máxima categoría
se vio las caras con el F.C. Barcelona, al que remontó un 0-2 para obtener la
victoria por 7-3. Fueron años en que la afición asturiana tuvo la fortuna de
disfrutar de las dos primeras delanteras eléctricas formadas entre otros por
Casuco, Gallart, Emilín, Lángara o Herrerita.

La Guerra Civil supuso una terrible noticia también para el estadio de Buenavis-
ta, que tras el conflicto quedó totalmente en ruinas. Se cavaron trincheras para
dar refugio a los soldados y varias bombas cayeron en el recinto, con lo que la
infraestructura del campo tuvo que ser restaurada. Se invirtió un gran dinero en
la reconstrucción y la Federación le guardó plaza en Primera al no poder dispo-
ner de su campo en la reanudación de la competición doméstica. El césped fue
reimplantado y se reconstruyó de nuevo la gran tribuna, la torre del marcador,
los vestuarios y el aseo y, además, se cubrió la grada de la zona oeste.

Se invirtió un gran dinero en la reconstrucción y la Federación


le guardó plaza en Primera al no poder disponer de su campo
en la reanudación de la competición doméstica.

En la década de los 50 el campo pasó a ser propiedad del Ayuntamiento y en


1958 se decidió cambiar el nombre de estadio Buenavista por el de estadio
Carlos Tartiere, en honor al primer mandatario del club azulón. La luz artifi-
cial tardó en llegar aún un tiempo y el equipo no pudo disputar encuentros de
noche hasta 1968, cuando en un Real Oviedo-Real Madrid se paró el choque
en el minuto 33 de la primera mitad para que tres operarios del club pulsaran
el botón de la luminiscencia.

Un partido de la Copa de la UEFA en el Tartiere entre el Oviedo y Genoa


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Las reformas continuaron en la década de los 70 y 80 al cubrir la antigua
grada general y tras ser elegido el terreno de juego como una de las sedes del
Mundial de España, con el montaje de cuatros torretas de iluminación en las
esquinas del campo y la modernización de las tribunas. Se derribaron cada
una de ellas por fases y se levantaron unas nuevas para dotar al coliseo de un
aforo para 23.500 personas y de un aspecto compacto, sin la posibilidad de
ver el campo desde la calle. La obra además la llevó a cabo un antiguo cola-
borador de Sánchez del Río, el ingeniero Florencio Muñiz-Uribe.

En la Copa del Mundo acogió tres partidos del grupo 2 aunque en ninguno
de ellos estuvo incluida Alemania. Austria derrotó a chilenos y argelinos
y sudamericanos y africanos, también se desenvolvieron en el césped del
Tartiere con victoria para los Zorros del Desierto. No fue la única vez que se
celebraron allí partidos internacionales, puesto que además del duelo inau-
gural la selección fue local en dos amistosos contra Yugoslavia en 1988 y
Uruguay en 1991.

El conjunto de la ciudad volvió a Primera en 1988 después de una emocio-


nante promoción con el RCD Mallorca y vivió un lustro con grandes momen-
tos. En 1990 con Irureta en el banquillo y Carlos, Berto o los croatas Jerkan,
Gracan y Jankovic, el club finalizó en sexta posición en Liga y se clasificó
para la Copa de la UEFA. En la competición europea cayeron a las primeras
de cambio, pero en el partido de ida contra el Genoa en casa logró el triunfo
por la mínima.

El principio del fin del estadio tuvo lugar en 1998, cuando la normativa de
la UEFA obligó a mejorar la seguridad en todos los campos e instalar asien-
tos para no tener ninguna localidad de pie. De este modo el aforo se redujo
a 13.000 personas y la idea de construir un feudo más moderno fue toman-
do forma. Con la llegada del nuevo milenio el Oviedo disputó su último duelo
en las entrañas del Tartiere frente a la Real Sociedad el 20 de mayo, partido
que concluyó con victoria para los donostiarras con gol de Barkero. Sin em-
bargo, fue el equipo juvenil un mes después el que se encargó de echar el
cierre al mítico recinto en la final del Campeonato Regional de la categoría
contra el Sporting.

A lo largo de los 71 años en que el estadio de Buenavista/Carlos Tartiere


se mantuvo en pie también se celebraron mítines políticos, competiciones
hípicas y numerosos conciertos, siendo los más recordados uno de Michael
Jackson en 1992 en el que actuó con el guitarrista de Gunsn’Roses Slash,
otro de Elton John pocas fechas antes y el del grupo Beach Boys en 1990.

El campo tardó dos años en ser demolido y en ese espacio en la actualidad


se encuentra el Palacio de Congresos de la ciudad asturiana, un edificio que
fue diseñado por el conocido arquitecto Santiago Calatrava.

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ESTADIO INSULAR

El templo futbolístico de Las Palmas de Gran Canaria durante más de medio


siglo fue el estadio Insular. El campo fue una idea del Marino CF, que tomó la
decisión de edificarlo entre los barrios de Las Palmas y Puerto de la Luz. Parte
del dinero lo dio el presidente del club y, aunque el nombre que se dio al terreno
de juego fue de Estadio de Las Palmas, los aficionados del Marino lo llamaban
campo del Marino al haber pagado la entidad los gastos de construcción.

La obra se encargó al arquitecto Fernando Delgado y al constructor Fernan-


do Farray y en un tiempo de siete meses se levantó el nuevo feudo en la isla.
Con unas dimensiones de 105x68m y terreno de tierra, en un principio el
aforo contaba con 8.000 localidades. El estreno del nuevo recinto tuvo lugar
el día de Navidad de 1944 con un acto religioso a las 12 de la mañana y un
choque entre una selección de Las Palmas y una selección del Puerto.

Un lustro después, el Marino CF se fusionó con el CD Gran Canaria, el Atléti-


co Club, el Real Club Victoria y el Arenas Club para ver nacer la actual UD Las
Palmas. El primer partido de la que sería casa del club amarillo les enfrentó
a la selección del Puerto el 9 de octubre de 1949. Dos años más tarde se
acometieron importantes reformas tras comprar el Cabildo el estadio y bau-
tizarlo como Insular. La primera fue dotar al campo de césped natural y la
segunda, ampliar la capacidad del estadio hasta los 22.000 espectadores.

El equipo ascendió con gran rapidez por las categorías del fútbol español y
gran parte de la década de los 50 la vivió en Primera División. Fueron tiempos
en los que Pepín, Juan Vázquez, Ricardo o Macario eran los protagonistas de
un conjunto amarillo que se mantuvo en mitad de la tabla durante varias cam-
pañas. Sin embargo, la mejor etapa de la institución empezó en 1964 y duró
casi veinte años.

La UD Las Palmas compitió de tú a tú con los mejores equipos y para muchos


de ellos visitar el Insular era un dolor de muelas. Alcanzaron su mejor posi-
ción en Primera en el curso 1968-69 con una tercera plaza y en tres ocasio-
nes disputaron competición europea. En la Copa de Ferias y en la Copa de la
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UEFA se enfrentaron entre otros equipos al Hertha de Berlín, Torino, Slovan
de Bratislava o el Twente. Varios de sus jugadores como Germán, Guedes,
Castellano, Tonono o Martín Marrero llegaron a ser internacionales por Espa-
ña aunque también conocieron la tragedia en un breve espacio de tiempo con
el temprano fallecimiento de Guedes y Tonono, este último un día después de
que el cuadro gran canario apabullase al Real Madrid en casa en los cuartos
de Copa de 1975. Tras la retirada de la mayoría de futbolistas nacionales se
inició otro ciclo en el que predominaron jugadores argentinos como Carneva-
lli, Teodoro Fernández, Verde, Wolff, Morete o Brindisi, con los que se llegó a
una final de Copa en 1978 y se consiguió un cuarto, un séptimo y un sexto
lugar en el Campeonato de Liga entre 1976 y 1978.

La posterior década de los 80 estuvo marcada por la irregularidad en el as-


pecto deportivo y tras su segundo descenso en esa etapa en 1988 el club
vivió a partir de entonces momentos muy delicados. Se llegó a pisar la Ter-
cera División del fútbol español, aunque a mediados de los años 90 se volvió
a Segunda previo paso por la 2ªB. En ese periodo se cambiaron los asientos
en tres de las cuatro gradas del campo y la fachada del estadio fue pintada
estilo Art-Decó de color amarillo y con revestimientos azules. Con el inicio
del nuevo siglo se determinó la necesidad de levantar otro estadio, puesto
que el Insular ya no disponía de las mejores infraestructuras.

Un UD Las Palmas-Mérida en los años 90

La Unión Deportiva subió a Primera y aún disputó tres campañas más en su


mítico coliseo, dos de ellas en la máxima categoría. Consiguieron derrotar en
su santuario al Deportivo, Real Sociedad, Real Madrid o Sevilla y en 2003,
ya en la división de plata, disputaron su último encuentro oficial contra el
Elche el 29 de junio. Tras el verano aún jugaron un partido de pretemporada
contra el Peñarol uruguayo que les derrotó por 1-3, pero el equipo encargado
de clausurar el campo fue el conjunto filial con un choque ante el Laguna de
la Tercera División.

También la selección española tuvo su hueco en la extensa vida del Insular,


donde jugó cuatro duelos internacionales. El primero correspondió a la fase
de clasificación para el Mundial de Alemania 1974 ante Alemania y los otros
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tres fueron amistosos contra la URSS en 1986, México en 1993 y el combi-
nado de Noruega en 1996.

En estas mismas fechas las excavadoras trabajan a pleno rendimiento para


derruir lo que queda del campo y construir en la zona un parque deportivo.

SAN MAMÉS

Conocido como La Catedral, el estadio bilbaíno perduró en el tiempo duran-


te un siglo en el que se vivió mucho fútbol dentro de sus cuatro paredes. La
construcción del campo y la colocación de la primera piedra se produjeron a
principios del año 1913. Se eligieron unos terrenos al final de la Gran Vía,
cerca del asilo de San Mamés y la ermita dedicada al santo. En agosto con-
cluyeron las obras dirigidas por el arquitecto Manuel María Smith y el feudo
bilbaíno fue inaugurado con un partido entre el Athletic y el Real Unión el día
21. El primer gol lo marcó Pichichi (aunque otros se lo atribuyen a Zuazo) y
el coliseo quedó bautizado con el nombre de San Mamés en honor al santo.
Disponía de un aforo para 3.500 personas, aunque con las localidades de pie
se podían llegar a reunir cerca de 7.000. Una de las tribunas estuvo techada
desde el primer momento mientras que la otra era descubierta, siendo las
dos de madera.

Una década después, y tras haber logrado el equipo varios campeonatos re-
gionales y cinco Copas, el estadio sufrió su primera gran remodelación. Se
levantó la Grada de Capuchinos, se amplió la tribuna y la preferencia y se
dotó de mayor capacidad a la grada general, logrando de este modo un aforo
para 9.500 espectadores. Además, en 1926 se colocó el famoso busto en
homenaje a Pichichi, fallecido en 1922, y en 1929 se cubrió la Grada de los
Bonis, quedando toda esa tribuna cubierta.
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Con todas estas modificaciones se dio el pistoletazo de salida de la recién
creada Liga en el coliseo vizcaíno. El Athletic avasalló al Espanyol por 9-0 y
Carmelo tuvo la ocasión de marcar el primer gol rojiblanco en la competición
doméstica. El equipo no fue campeón ese año pero tras la llegada del célebre
Mister Pentland se dominó en el balompié hispano durante varias campañas.
Antes de la Guerra se obtuvieron cuatro títulos de Liga y tres de Copa y en
Bilbao sufrieron derrotas severas el Atlético de Madrid, la Real Sociedad, el
F.C. Barcelona con el mítico 12-1 del año 1931 o el Real Madrid, que cayó
por 5-1 en 1933.

Después del conflicto bélico se quiso agrandar el campo para dar cabida a
todos esos aficionados que no podían disfrutar de su equipo dada la estre-
chez de las instalaciones. En 1945 el club compró el estadio a la Caja de
Ahorros Vizcaína por 1.229.263 pesetas y se aprovechó la circunstancia
para proyectar una ampliación del campo. Se edificó la tribuna principal con
dos anfiteatros y el famoso arco de acero coronando la obra y también se
aumentó el tamaño de la tribuna de Misericordia. Todo se llevó a cabo entre
1950 y 1952 con la participación de los arquitectos Carlos de Miguel, José
A. Domínguez y Ricardo Magdalena y el ingeniero Carlos Fernández. Tras la
conclusión de las obras el templo bilbaíno era uno de los más modernos del
país y era capaz de alojar a 48.000 hinchas los días de partido.

Mientras tanto la ciudad tenía la fortuna de disfrutar de una de las mejores


delanteras que han existido en el fútbol español, la formada por Iriondo, Ve-
nancio, Zarra, Panizo y Gaínza. Los trofeos volvieron a las vitrinas de la en-
tidad tras varios años de sequía de la mano del técnico Daucik con el que se
logró la Copa en 1955 y la temporada siguiente el doblete de Liga y Copa.
Ese curso además San Mamés, que estaba en continua evolución, vio na-
cer la tribuna sur, la correspondiente a la zona de Capuchinos. Y en 1957 la
Copa de Europa llegó a Bilbao. Los vascos realizaron un torneo excepcional
y en casa derrotaron a grandes cuadros como el Oporto, el Honved o el Man-
chester United.

Ya en la década de los 60 después de la venta de Jesús Garay al F.C. Barce-


lona se remodeló con ese dinero la tribuna de Misericordia, bautizada desde
entonces como tribuna Garay, y se celebraron las bodas de oro del feudo
bilbaíno con un triangular entre el Athletic, el Sporting de Lisboa y el Fulham.
Restaba únicamente la mejora de la zona este del campo y llegó en 1972,
cuando se agrandó la tribuna y se alcanzó el aforo máximo de 47.000 per-
sonas. También en esa etapa se mejoró la iluminación artificial del terreno de
juego y se instaló la megafonía.

En el viejo continente el club tras la disputa de la Copa de Europa pudo ac-


tuar en la Copa de Ferias y la Recopa, donde se encontró como rivales al
Estrella Roja, Ferencvaros, Liverpool, Glasgow Rangers, Manchester City y
Sparta de Praga. Pero fue la Copa de la UEFA la competición que estuvo más
a su alcance en 1977. El plantel de los Iribar, Villar, Dani o Rojo levantó a
su afición de los asientos con remontadas contra el Ujpest Dozsa y Basilea,
triunfos históricos ante Milan o F.C. Barcelona o, sobre todo, en la final frente
a la Juve, en la que se quedaron a un gol de la gloria.

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Mítico partido en San Mamés entre el Athletic y el Manchester United en 1957

San Mamés fue otro de los campos elegidos para el Mundial de España 82 y,
como la mayoría, se vistió para la cita con sus mejores galas. Se ganó visión
desde los fondos con la supresión de los torreones, se remodelaron parte
de las tribunas laterales con su correspondiente cubrición, en cada fondo
se construyó un segundo anfiteatro, se instalaron el videomarcador y vallas
de protección y las líneas del terreno de juego se modificaron para pasar de
104x70m a 105x68m. La reforma salió cara, en torno a los 700 millones de
pesetas, de los que el club pagó la mitad y la capacidad del campo quedó en
46.000 espectadores, 12.000 de ellos aún en localidad de pie.

El campo acogió partidos del grupo D y en su césped se vieron las caras In-
glaterra y Francia, Inglaterra y Checoslovaquia e Inglaterra y Kuwait, con una
media de asistentes de 41.665 personas. Hasta entonces San Mamés había
celebrado otros partidos internacionales de la selección española, concre-
tamente seis. El primero fue un España-Bélgica en 1921, el segundo otro
amistoso contra Italia en 1931, el tercero un choque ante Portugal en 1941,
el cuarto un partido frente a Suecia en 1953, el quinto un duelo de la fase de
clasificación para la Euro’64 contra Irlanda del Norte y el último otro enfren-
tamiento de calificación para una Eurocopa ante Turquía en 1967.

Además, la final de Copa tuvo como sede el feudo vizcaíno en una ocasión,
cuando el Athletic se impuso al Athletic de Madrid (actual Atlético) en 1921
con gran actuación de Gómez-Acedo y Laca, que firmaron sendos dobletes.
Otra selección que ha disputado numerosos choques en las instalaciones de
San Mamés fue el combinado de Euskadi, que en sus clásicos partidos en Na-
vidad eligió Bilbao en 16 oportunidades. En cuanto a otros actos en el corazón
de La Catedral se jugó al rugby, fue final de etapa en la Vuelta a España y
tocaron artistas de la talla de Bruce Springsteen, AC/DC o los Rolling Stones.

Después del Mundial, el Athletic vivió un bienio de ensueño con la consecu-


ción de las Ligas de 1983 y 1984 aunque solo en esta última fecha el alirón
se produjo en San Mamés al imponerse a su gran rival, la Real Sociedad, por
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la mínima. La Copa de Europa regresó a Bilbao, pero apenas se disputaron
tres partidos contra Lech Poznan, Liverpool y Girondins de Burdeos al ser
apeado el cuadro rojiblanco muy pronto. La siguiente y última ocasión en que
la máxima competición europea se dio cita en San Mamés fue en la campaña
1998-99 con Luis Fernández en el banquillo. Por entonces el templo futbo-
lístico ya se había amoldado a la normativa de la UEFA, que obligó a eliminar
las localidades de pie en 1997. San Mamés vio reducida su capacidad a
40.000 personas y las cubiertas de las gradas tuvieron que ser reformadas.

El templo futbolístico ya se había amoldado a la


normativa de la UEFA, que obligó a eliminar las
localidades de pie en 1997.

Con el nuevo siglo, el alcalde de la ciudad y el máximo mandatario, Fernando


Lamikiz, firmaron el acuerdo por el cual a escasos metros del campo se levan-
taría un flamante nuevo estadio. Aún dio tiempo, eso sí, a que se respiraran
noches míticas de fútbol como en las semifinales de Copa en 2009 con re-
montada incluida al Sevilla o en la Europa League del curso 2011-12, cuando
PSG, Lokomotiv de Moscú, Manchester United o Sporting de Portugal salieron
escaldados de San Mamés. En 2013, en la penúltima jornada de Liga el día
26 de mayo, se disputó el último encuentro en La Catedral, con el levantinista
Juanlu como gran protagonista al conseguir el único gol del partido.

El estadio fue demolido en siete fases y del antiguo feudo queda intacto el
famoso arco de acero, que en las últimas fechas ha sido instalado en el com-
plejo deportivo de Lezama.

OTROS ESTADIOS
PATRONATO OBRERO

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El Betis Balompié ganó en 1935 su único Campeonato de Liga hasta la fe-
cha, y por entonces el estadio que acogía sus encuentros era el Patronato
Obrero. El campo nació en el lejano 1918 para cobijar al Betis que se ha-
bía quedado sin terreno de juego por la ampliación del recinto de la Feria de
Abril. Se encontraba en el terreno conocido como La Huerta del Fraile, entre
una fábrica de la Unión Española, la Pirotecnia Militar y una barriada de ca-
sas baratas.

La inauguración tuvo lugar el 1 de noviembre de 1918 y el primer partido


enfrentó a los dos grandes clubes de la ciudad, el Betis y el Sevilla, lle-
vándose el triunfo el conjunto blanco. Seis años más tarde el mandatario
verdiblanco Ramón Navarro Cáceres ordenó una amplia remodelación por
el estado ruinoso en que se encontraba. Se instaló una valla de ladrillo, una
doble pista de bancos alrededor del terreno de juego, una caseta para que
se cambiasen los jugadores y se construyó una gran tribuna. Las obras con-
cluyeron a finales de año y el Betis invitó para la reinauguración al conjunto
catalán de la US Sants.

El club estaba muy contento con su hogar y en los años sucesivos continua-
ron las reformas. A finales de los 20 se amplió el aforo hasta las 9.000 per-
sonas con otra gran tribuna cubierta, se situó un marcador con cronómetro
y en la zona anexa al estadio levantaron unas pistas de tenis pertenecientes
al Real Club de Tenis Betis.

El cuadro sevillano ascendió a Primera División en 1932 y contra el Va-


lencia se vivió el primer choque de la entidad en la máxima categoría del
fútbol español. El equipo cada temporada fue adquiriendo mejor nivel y
en el curso 1934-35, contra todo pronóstico, alzaron el título. Los Lecue,
Areso, Aedo, Unamuno o Adolfo hicieron del Patronato Obrero un fortín y
aquella temporada únicamente cedieron dos puntos en los partidos dis-
putados como local.

Un año más tarde, el Betis llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento para de-
jar el Patronato Obrero y jugar sus encuentros a partir de entonces en el
Stadium de la Exposición (actual Benito Villamarín). Sin embargo, estalló la
Guerra Civil y después del conflicto aún jugaron varios duelos en su antiguo
recinto hasta su cierre a principios de 1939.

Ya en los 70 en el lugar donde estaba el Patronato Obrero se edificaron las


cocheras de la empresa de autobuses TUSSAM. En la actualidad ya no exis-
ten las cocheras y en su lugar hay un colegio público y unas viviendas de
protección oficial.

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NERVIÓN

Al igual que su gran rival bético, el Sevilla tiene una única Liga en su palma-
rés, conseguida a mediados de los 40 cuando su residencia era el estadio de
Nervión. La Exposición Universal de 1928 que organizó la ciudad hispalense
obligó al Sevilla a buscar un nuevo estadio en el que disputar sus partidos.
El presidente del club, Juan Domínguez Osborne, le alquiló al Marqués de
Nervión una parcela a las afueras de la ciudad y allí se construyó el campo.

Con un aforo para 12.000 personas el terreno de juego se inauguró contra


el Real Betis el 7 de octubre de 1928. Al igual que pasó con el duelo en el
Patronato Obrero, la victoria fue para el equipo visitante, teniendo el honor de
marcar el primer gol el bético Carrasco. Una década más tarde y cuando podía
acoger a 20.000 espectadores, el mítico mandatario Ramón Sánchez Pizjuán
firmó las escrituras del estadio y de un solar anexo al estadio con una exten-
sión de 42.000 metros cuadrados por una cantidad de 429.000 pesetas.

Tras la Guerra, el Sevilla permaneció veinte años más en el estadio de Ner-


vión, tiempo en el que además de la Liga con los Busto, Araujo, Arza, Alco-
nero o Joaquín, conquistó tres Copas y seis Copas de Andalucía. Además,
antes de trasladarse al actual Ramón Sánchez Pizjuán, el campo de Nervión
disfrutó de un amistoso de la selección española ante Francia en 1942 y fue
la sede de los partidos del Sevilla en la Copa de Europa del curso 1957-58.
Abrió sus puertas por última vez en esa campaña, concretamente un 25 de
mayo de 1958 en un encuentro copero entre el Sevilla y la UD Las Palmas.

IBAIONDO
El Arenas de Getxo gozó de su etapa do-
rada entre los años 20 y 30, periodo en
el que tenía el campo de Ibaiondo como
hogar para disputar sus partidos. El terre-
no de juego que se inauguró el 13 de sep-
tiembre de 1925 con un encuentro entre
los guechotarras y el Athletic Club se en-
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contraba en el límite de los municipios de Getxo y Leioa. De forma ovalada y
con una pista de ciclismo que circundaba la hierba, disponía de un aforo para
12.000 aficionados.

El conjunto arenero, uno de los más fuertes del país gracias a la aportación
de futbolistas como Jáuregui, Yermo, Careaga, José María Peña o Vallana,
alcanzó la final de Copa en 1925 y 1927 y conquistó varios Campeonatos
de Vizcaya y una Copa Vasca. Además, fue uno de los clubes que jugó la pri-
mera Liga en la máxima categoría, aunque en el estreno no le fue muy bien al
perder en casa contra el Real Unión.

Estuvo con los mejores conjuntos del país un total de siete cursos hasta que
descendió en 1935. La campaña siguiente se quedó a las puertas de as-
cender, pero tras la Guerra Civil la trayectoria del equipo ya no volvió a ser
la misma. En 1948 dejaron de jugar en Ibaiondo, aunque la S.D. Leoia, que
también usó el campo entre 1925 y 1928 y desde 1949, aguantó varios
años más y no se despidió del feudo vizcaíno hasta 1974. Hoy en día hay allí
un polígono industrial al norte de la ría del Nervión.

El estadio además fue un espacio muy utilizado sobre todo para el atletis-
mo y el ciclismo. El Arenas cada cierto tiempo organizaba pruebas atléticas,
puesto que contaba con un equipo y la Vuelta al País Vasco celebró allí varios
finales de etapa.

ALTABIX

El Elche C.F. utilizó el célebre campo de Altabix durante 50 años en el pasa-


do siglo. Ubicado en el barrio del mismo nombre, el estadio fue construido en
la década de los 20 y fue inaugurado el 17 de octubre de 1926 con un en-
cuentro entre el Elche y el Levante. Con un aforo de 12.000 personas y una
dimensiones de 105x65m, una de las características del terreno de juego
fue lo cerca que estaba la grada de los límites del césped.

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Durante muchos años el Elche pagó religiosamente un alquiler hasta que con
Manuel Martínez Valero en el cargo de presidente se compró la totalidad del
feudo franjiverde. Fue una etapa en la que por fin el Elche llegó a lo más alto
del panorama futbolístico nacional. Se ascendió en 1959 y durante más de
diez años permaneció en Primera, siendo un quebradero para los “grandes”
visitar Altabix. El Elche adquirió fama de matagigantes y con los Cardona,
Iborra, Pazos, Vavá, Quirant o Asensi derrotó en varias ocasiones a los mejo-
res equipos de la categoría.

El Elche adquirió fama de matagigantes y


con los Cardona, Iborra, Pazos, Vavá, Quirant
o Asensi derrotó en varias ocasiones a los
mejores equipos de la categoría.

Una de las razones por las que se trasladaron posteriormente al actual Martí-
nez Valero fue la necesidad de poder acoger a más gente, puesto que pese a
realizar una ampliación del aforo a 18.000 asientos, cada vez que jugaba en
casa el Elche el campo se quedaba pequeño. La despedida de Altabix en Liga
se produjo contra el Athletic Club en mayo de 1976, aunque aún dos años des-
pués el Elche disputó allí contra Os Belenenses un amistoso en pretemporada.
El derribo del campo dio comienzo el 18 de agosto de 1981 y en la actualidad
parte de donde se encontraba el estadio es un terreno sin edificar.

ANTIGUO CASTALIA

El CD Castellón debutó en Primera División cuando aún jugaba en el campo


de El Sequiol, pero tras llegar a lo más alto del fútbol español decidió que de-
bía tener un estadio acorde a la categoría y por entonces, en 1943, comenzó
la construcción de Castalia.

El lugar elegido fueron unos terrenos junto al río seco, a un kilómetro al norte
del centro de la ciudad. Las obras para nivelar el suelo tardaron más de lo
debido, pero en 1944 pudo abrir sus puertas el nuevo feudo del Castellón. El
terreno de juego de 105x70m podía reunir a 25.000 almas y tenía forma de
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herradura, una pista de atletismo, fosos para los saltos y tras las porterías
varias canchas de baloncesto y balonmano. Además, una esplendorosa torre
de 40 metros de altura coronaba el campo en su parte oeste.

El primer partido sobre aquel césped tuvo lugar el 4 de noviembre de 1944


con un amistoso frente al Atlético Aviación, mientras que el primer gol fue
obra del jugador local Soria. Por la mañana había sido bendecido el estadio
por parte del Arcipreste y se realizaron varias exhibiciones de gimnasia ante
la atenta mirada del Delegado de Deportes José Moscardó. La razón del
nombre de Castalia se debió a los orígenes de la ciudad y por honrar al de-
porte de la Antigua Grecia, dado que Castalia era una fuente que se situaba
en el santuario de Apolo en Delfos.

Sin embargo, el traslado desde Sequiol no fue definitivo hasta 1947. Duran-
te unos años el cuadro blanquinegro solo utilizó el campo de Castalia cuando
visitaba la ciudad uno de los equipos grandes del país y necesitaba de más
capacidad para atender todas las peticiones de localidades. Esa etapa coin-
cidió con el descenso a Segunda División y algún periodo posterior también
en Tercera.

Tuvo que pasar un cuarto de siglo para que de nuevo retornasen a la máxima
categoría gracias al trabajo de hombres como Araquistain, Babiloni, Plane-
lles, Clares o el técnico galo Lucien Muller. Castalia vivió dos ascensos en
1972 y 1981, pero los orelluts no lograron la estabilidad de mantenerse en-
tre los mejores del fútbol español y se convirtieron en un clásico de la división
de plata. La primavera de 1986 vio como el estadio ya viejo tenía su fin cerca
y entre mayo y junio se iniciaron las obras de demolición. El Castellón pudo
despedirse de su santuario con un gran triunfo ante el Recreativo de Huelva
el 11 de mayo, teniendo Totó el honor de ser el último jugador en perforar las
redes de aquel mítico campo.

En la actualidad, en ese espacio se encuentra el Nuevo Castalia, aunque la


orientación del mismo es diferente y lo único que queda en pie a las afueras
del campo es la gran Torre Maratón.

ANTIGUO JOSÉ ZORRILLA

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El primer gran coliseo vallisoletano fue el estadio José Zorrilla, que vio su
nacimiento en 1940. Ubicado en el Paseo de Zorrilla, entre las calles Puente
Colgante y La Rubia, se construyó en un tiempo récord de nueve meses. La
obra ascendió a un total de casi un millón de pesetas bajo la dirección del
arquitecto Baz García y el campo contó en un principio con un aforo para
10.000 aficionados y unas dimensiones de 105x68 metros.

La inauguración se produjo con un partido entre el Real Valladolid y el Are-


nas el 3 de noviembre de 1940 correspondiente a la categoría de plata
del fútbol español, y el autor del primer tanto fue el jugador local Joaquín
Lizosoaín. Por entonces el campo fue conocido como Estadio Municipal y
no fue hasta 1951 cuando el Ayuntamiento le dio oficialidad al nombre de
José Zorrilla.

Los blanquivioletas a finales de la década de los 40 lograron ascender por


primera vez a la élite del balompié nacional y en 1948 el José Zorrilla acogió
un choque de la máxima categoría. El contrincante fue el Celta de Vigo y en
la alineación ya empiezan a aparecer jugadores importantes de los próximos
años como Coque, Lasala o Babot, además de Helenio Herrera en la parcela
técnica. Un par de cursos más tarde el Valladolid sorprendió en la Copa lle-
gando hasta la final ante el Athletic. Para ello hizo de Zorrilla un fortín en el
que cayeron consecutivamente Real Sociedad, Sevilla y Real Madrid.

Poco tiempo después el coliseo vallisoletano empezó a sufrir sus primeras


reformas con la edificación de una planta más en las gradas y con ello la
capacidad ascendió hasta los 18.000 espectadores. El equipo además se
convirtió a partir de 1958 en un equipo ascensor y combinó años en los que
militó en Segunda y otros en Primera, logrando en el curso 1962-63 la me-
jor clasificación histórica del club en la división de honor con un sensacional
cuarto puesto.

Los siguientes tres lustros el Valladolid militó asiduamente en la categoría


de plata, pero poco antes de jubilar el viejo Zorrilla se consiguió ascender en
1980. En ese momento ya había tomado cuerpo la idea de construir un nue-
vo estadio que además fuese sede del Mundial que organizaría España en
1982. El antiguo campo fue el hogar del Valladolid hasta la campaña 1981-
82, año en que se instalaron gradas supletorias para conseguir un aforo
máximo de 22.000 personas en un encuentro contra el Real Madrid.

El choque con el que se despidió el primer equipo de su querido feudo tuvo


lugar en la vigésimo tercera jornada de Liga ante el Osasuna, al que vencie-
ron por 2-0, con el medio Gail como último artillero. La afición blanquivioleta
pudo disfrutar un par de años más del antiguo Zorrilla, puesto que el conjunto
filial y los juveniles continuaron disputando allí sus encuentros hasta 1984.
La selección española no actuó nunca en Zorrilla aunque sí lo hizo la Sub21
en 1978 ante Yugoslavia.

Tras la demolición del terreno de juego se levantó en la zona un edificio de El


Corte Inglés y un parque de nombre Juan de Austria.

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ANTIGUOS CAMPOS DE SPORT DE EL SARDINERO

Otro de los equipos fundadores de la Liga española de fútbol fue el Racing de


Santander. El club cántabro, que nació en 1913, empezó a jugar desde ese mis-
mo año en los Campos de Sport de El Sardinero. La inauguración se produjo en
un torneo local y el primer partido lo disputaron el Strong y el Nueva España. El
Racing tuvo que esperar una semana para debutar y lo hizo frente al Strong. El
primer gol de los santanderinos en el estadio lo logra Mariano Zubizarreta.

A partir de 1916 el Racing alquila el campo de manera habitual y se convier-


te en su sede para los partidos como local. El club decidió entonces acome-
ter nuevas reformas y se instalaron una nueva tribuna de madera, sillas en los
palcos y duchas en los vestuarios. En el aspecto deportivo todo cambió con
la llegada de Mister Pentland en la década de los 20. El conjunto santanderi-
no con Pagaza, Óscar, Santiuste o Luis Álvarez pudo competir de tú a tú con
los mejores clubes de la Federación Norte hasta que se produjo una escisión
y entró a formar parte de la Federación Cántabra.

En su región fue netamente superior a clubes como la Gimnástica Torrelavega


y conquistó en su campo un total de nueve campeonatos regionales. En 1929
se estrenó en la nueva competición liguera contra el Barcelona con derrota y El
Sardinero lució nuevo aspecto. El dinero ganado en años anteriores se invirtió
en el coliseo santanderino, donde se levantaron gradas cubiertas en ambos
fondos (la del Norte, tiempo después fue la famosa Gradona de los malditos) y
además se amplió la grada del lateral Este, la que está pegada a la playa.

La Guerra Civil dejó muy tocado al club y en la primera temporada tras el


conflicto se descendió de categoría. En los 50 se logró el primer ascenso
de la historia y empezaron a acometerse numerosas reformas en El Sardi-
nero. Lo primero fue comprar el estadio por 3.250.000 pesetas en 1954,
y a partir de 1961 se levantó una moderna grada hecha de hormigón y con
un grandioso techo ondulado, se amplió y se orientó el terreno de juego unos
metros hacía el oeste, se instalaron torretas de luz artificial y se demolió la
vieja grada que ya estaba obsoleta. Con ello se logró alcanzar un máximo de
aforo de 20.000 espectadores.

Con la adjudicación del Mundial de España se intentó que Santander fuera


una de las sedes, pero el viejo estadio no estuvo entre los elegidos. Eso hizo
que se plantease la posibilidad de construir un nuevo coliseo que sustituyese
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al de 1913. El Ayuntamiento en 1983 compró el recinto por 175 millones
y a 150 metros de distancia dieron inicio las obras, donde se sitúa el actual
feudo del Racing. El equipo cántabro jugó allí su último partido frente al Gra-
nada el 15 de mayo de 1988, aunque la despedida tuvo lugar tras un choque
entre las leyendas del Racing y un combinado de antiguos futbolistas inter-
nacionales españoles, en un acto organizado por el futbolista Quique Setién.
Semanas más tarde las excavadoras iniciaron su trabajo de demolición.

Hoy en día y después de que ese espacio fuese un solar durante muchos
años, se halla en la zona el conocido Parque de Mesones. En un rincón y en
honor de los partidos allí jugados, incluido uno de la selección española en
1927 ante Suiza, hay una réplica en mármol de uno de los córners del anti-
guo campo.

VIEJO LOS CÁRMENES

El Granada CF, fundado en 1931 como Recreativo Granada, empezó jugan-


do en categoría regional, pero rápidamente fue ascendiendo al mismo tiem-
po que su campo de las Tablas se hacía pequeño. Por ello mientras militaban
en Tercera se pensó en construir un nuevo estadio. En un solar de la Casería
de los Pecos, una zona cercana a la Plaza de toros, se adquirió a finales de
1933 un terreno de 20.000 m2 por 110.000 pesetas.

La obra se presupuestó en 150.000 pesetas y el feudo granadino fue inau-


gurado el 23 de diciembre de 1934 en un partido de la categoría de plata
contra el Malacitano (actual Málaga). Los locales se hicieron con la victoria y
el honor del primer gol en Los Cármenes correspondió al delantero del Gra-
nada Antonio Calderón. El coliseo no tenía ninguna zona cubierta en sus cua-
tro lados y en la parte sur se ubicaban el palco, las oficinas y los vestuarios.

Tras la guerra, los granadinos ascendieron a Primera División, pero como


ocurriría en el futuro con otros éxitos no se pudo celebrar en Los Cármenes,
al tener lugar la confirmación en un choque fuera de casa. Durante los si-
guientes treinta años el club vivió épocas muy buenas con etapas en Primera
y otras más complicadas en las que cayeron en el pozo del fútbol español.
En 1959 se logró una de las mayores gestas cuando accedieron a la final de
Copa, donde perdieron frente al F.C. Barcelona. El Elche, Cádiz, Plus Ultra o
el Valencia sucumbieron en Los Cármenes en aquel torneo, aunque el paso a
la final tuvo lugar tras un desempate con los che en Madrid. 99

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El mejor periodo y el más recordado en la ciudad por el desempeño de su
equipo fue en la década de los 70, cuando además se produjo una remodela-
ción del estadio. Se levantaron en un lateral dos plantas más y se cubrió con
un techo sostenido por unos delgados pilares, lo que hizo que el aforo llegase
a los 22.000 espectadores de pie. En la parcela deportiva con Ñito, Pedro
Fernández, Aguirre Suárez, Porta o el austriaco Parits se derrotó en varias
ocasiones al Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid o Athletic de Bilbao
y en dos oportunidades se alcanzó un muy meritorio sexto lugar en Liga. Pero
en 1976 se regresó a Segunda y el viejo Los Cármenes no volvió a disfrutar
de los mejores del balompié nacional.

El último partido se jugó el 21 de mayo de 1995 con el Sevilla B como rival


de los granadinos en un duelo de la 2ª División B. La selección española tam-
bién tuvo su hueco en la historia de Los Cármenes con cuatro partidos, dos
del equipo “B” ante Marruecos e Inglaterra, uno de la fase de clasificación
para la Eurocopa de 1972 frente a Chipre y otro amistoso contra México en
1978, que concluyó con victoria por 2-0.

En el terreno en el que se encontraba el campo ahora hay varias urbanizacio-


nes de casas y hace unos años se situaba un parking.

ANTIGUO COLOMBINO

El club decano del fútbol español, el Recreativo de Huelva, ocupó el antiguo es-
tadio Colombino desde 1957 hasta 2001. La idea surgió en 1955, cuando se
compró por 69.000 pesetas un espacio de cuatro hectáreas cerca de la Igle-
sia del Sagrado Corazón de Jesús en el barrio de Isla Chica. Los arquitectos
fueron Miguel Rodríguez Cordero y Ricardo Anadón y el diseño se componía de
un terreno de juego con pista de atletismo alrededor del césped y una tribuna
techada, con lo que el aforo del campo podía reunir a 17.000 personas de pie.

El primer partido que se jugó allí fue el 6 de septiembre de 1957 y lo dispu-


taron el Recre y el Athletic de Bilbao, con un resultado de 3-4 a favor de los
rojiblancos. Por entonces se bautizó al campo como estadio Municipal, aun-
que muchos onubenses lo llamaron “Pequeño Chamartín” por las similitudes
con el coliseo madridista. No fue hasta principios del año 1987 cuando se
aprobó el nombre de estadio Colombino.

El Recre únicamente jugó en Primera en la temporada 1978-79 tras un in-


olvidable ascenso y durante muchas décadas acogió a lo más granado del
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fútbol mundial en el célebre trofeo veraniego. Además de los mejores clu-
bes españoles como Real Madrid, Barcelona, Athletic, Atlético de Madrid o
Valencia, participaron conjuntos como el Anderlecht de Van Himst, el Derby
County de Brian Clough, el Bayern Múnich de Beckenbauer, el River Plate de
Passarella o las selecciones de Chile y Uruguay en 1992.

El cierre del estadio tuvo lugar en 2001 tras la disputa de un partido de la


Segunda División española entre el Recreativo y el Levante. El campo estaba
vetusto, apenas se habían hecho reformas en cuatro décadas (se colocaron
asientos y el aforo se redujo a 13.000 espectadores) y en caso de regresar a
Primera no era un feudo acorde a la máxima categoría.

Desde principios de 2015 el solar del viejo Colombino es un aparcamiento gra-


tuito de 350 plazas y está previsto también que se habilite un parque público.

LUIS SITJAR

El RCD Mallorca tuvo en el campo de Luis Sitjar su hogar durante casi 55


años. Construido en 1945 y ubicado en el barrio de Es Fortí, el césped tenía
unas dimensiones de 103x69 metros y capacidad para 15.000 personas.
En principio, se bautizó al terreno de juego con el nombre del barrio, pero a
partir de 1955 pasó a llamarse Luis Sitjar, en honor al presidente del club
que ideó la edificación del campo.

El primer partido que se jugó sobre aquel césped lo disputaron el RCD Mallor-
ca y el Xerez, en un choque de la Segunda División el día 23 de septiembre
de 1945. Los bermellones se impusieron a los jerezanos y el hombre que
inauguró las redes del estadio fue Miguel Sans, un mito del club mallorquín.
Años más tarde se consiguió ascender junto a los mejores después de lide-
rar la tabla de Segunda con el técnico argentino Juan Carlos Lorenzo en el
banquillo. El gran éxito además influyó en la ampliación del campo, donde
se agregó un anfiteatro y una planta más en la zona oeste, elevando el aforo
hasta los 31.000 espectadores.

El Mallorca estrenó el Luis Sitjar ante el Racing de Santander en la máxima


categoría en el curso 1960-61 y lo hizo con un triunfo en el que tuvo mucho
que ver Juan Forteza, con un tanto histórico en el minuto siete del choque.
En temporadas venideras la entidad alternó etapas en lo más alto del fútbol
español con otras en las que regresó a la segunda categoría. Sin embargo,
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con la llegada de la década de los 70 el equipo bajó hasta Tercera División y
hasta mediados de los 80 no se codeó con la élite del balompié español. La
estancia no fue muy próspera y en ello tuvo que ver un desgraciado suceso
en la celebración de un gol del norirlandés Armstrong, al ceder un foso y caer
al suelo 40 aficionados que sufrieron distintas lesiones, aunque ninguna de
gravedad. Eso hizo que la entidad fuese sancionada y castigada a jugar va-
rios encuentros en Barcelona y Alicante.

Fue a finales de la década de los 80 cuando se empezaron a vivir momentos


gloriosos en la isla. Un histórico ascenso a Primera en una promoción contra
el Espanyol en 1989 o una inolvidable semifinal de Copa ante el Sporting
de Gijón en 1991 fueron el preludio de un Mallorca que llegó a despuntar en
Europa. Bajo la dirección de Héctor Cúper se alcanzó otra final de Copa en
1998 tras doblegar al Alavés en semis y ello le dio la posibilidad de jugar la
Recopa el año siguiente pese a no alzar el trofeo. Además, antes de derrotar
en casa en la competición europea a equipos como al Varteks y al Chelsea, se
conquistó la Supercopa española al vencer en el Luis Sitjar y en el Camp Nou
al F.C. Barcelona. Por entonces, las nuevas normas que regían los estadios
obligaron a reducir el aforo a las 18.000 localidades, pero eso no impidió
numerosos llenos a lo largo del curso.

En verano de 1999 el equipo se mudó al actual Son Moix y para el recuerdo


queda el partido frente al Celta de la penúltima jornada de Liga de la campa-
ña 1998-99 como el último en el coliseo bermellón de la primera plantilla. El
tanteo fue de 2-0 a favor de los locales y el serbio Stankovic se encargó de
perforar las redes mallorquinas por última vez, en una tarde en la que se con-
firmó la clasificación del equipo para la previa de la Champions League. La
selección española también tuvo su hueco en los más de 50 años en los que
el estadio estuvo activo. Jugó un total de dos encuentros aunque en ninguno
de ellos se hizo con el triunfo, el primero fue un amistoso ante Irlanda del
Norte en 1985 y el segundo otro duelo no oficial contra Rumania en 1997.

Entre las curiosidades que rodearon a Luis Sitjar hay que destacar dos apa-
gones en un partido contra el Real Madrid en 1997, una caída de la portería
del fondo sur ante el Lleida con el Mallorca en Segunda División o cuando el
jugador del Salamanca Giovanella luchaba por un balón y acabó en uno de los
fosos del terreno de juego.

Hasta 2007 el Mallorca B siguió disputando sus partidos en el Luis Sitjar,


pero desde entonces el campo quedó en estado de abandono, incluso hubo
un incendio en 2011. En noviembre de 2014 comenzaron las obras de de-
molición y se espera que a mediados de 2015 finalicen. En los planes está
mantener una puerta original de la calle Gómez Ulla, un recuerdo topográfico
de la situación de los cuatro córners y un mural donde figure el primer ascen-
so de la entidad a Primera en 1960.

Alberto Cosín.
@albertocosin

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El año del
“Urruti, t’estimo”
Davis Valero

El pasado mes de marzo se cumplieron treinta años de una efeméride


histórica para el barcelonismo, como fue la consecución del título de
Liga de la temporada 1984-85. Probablemente no sea la victoria de
la que más hayan oído hablar las nuevas generaciones, pero para mí
resulta transcendente, entre otras cosas porque fue mi primera Liga,
o sea, la primera vez que vi al Barça vencer en una gran competición
más allá de las clásicas Copas o Recopas. Once años llevaba el FC
Barcelona sin imponerse en la máxima competición nacional, puesto
que el último título databa de la temporada 1973-74, con Johan Cruyff
liderando el equipo y Francisco Franco encabezando la dictadura que
gobernaba el país.
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PerarnauClub
A
mí, todo aquello de la liga de Cruyff y del 0-5 en el Bernabéu me so-
naba a prehistoria y jamás había visto jugar a aquel holandés volador
del que tanto hablaban los mayores. La liga 1984-85 fue la décima
en la historia del Club y aparentemente ponía fin a una travesía del desier-
to, aunque luego descubrimos con tristeza que ese título no sería más que
un pequeño oasis en el trayecto, porque una vez conquistado volveríamos a
hundirnos en el lodo durante seis largos años.

No creo que traicione a la verdad si afirmo que aquella temporada se presen-


taba con muchas incógnitas, puesto que era el Año I después de Maradona
y el proyecto iba a estar encabezado por un entrenador desconocido para el
gran público. Era Terry Venables, un inglés de currículum poco brillante —al
menos comparado con sus predecesores Udo Lattek y César Luis Menotti—
que se había formado como futbolista en un club escasamente popular por
estas tierras llamado Chelsea. Nadie podía imaginar que ese equipo londinen-
se se convertiría veinte años más tarde en uno de nuestros más duros y per-
tinaces rivales en competición europea. Cuando Venables fue fichado por el
Barça, estaba entrenando al Queens Park Rangers, un conjunto de nombre
exótico para el culé medio de la época. Y por si fuera poco, el novato entre-
nador inglés había rechazado a la estrella del Atlético de Madrid, Hugo Sánc-
hez, porque prefería a un escocés rubio y endeble llamado Steve Archibald,
a quien la mayoría tampoco conocíamos. A todo esto cabe añadir que Diego
Armando Maradona había dejado el club en verano en dirección a Nápoles.

El equipo que comenzó la temporada era fundamentalmente una mezcla de


tres bloques de jugadores: los veteranos (Alexanco, Carrasco, Esteban, Ge-
rardo, Migueli, Manolo, Moratalla, Schuster, Sánchez, Urruti y Víctor), los
que quedaban del alud de fichajes del verano del 1982 (“Periko” Alonso, Julio
Alberto, Marcos, “Pichi” Alonso y Urbano) y unos ilusionantes jóvenes de la
cantera, que se habían consolidado recientemente en el primer equipo (Clos,
Rojo y Calderé). A estos había que añadir al ya mencionado Archibald, al por-
tero suplente Amador (en una época en que los guardametas reservas cri-
aban telarañas en el banquillo) y a Salva, un líbero prometedor, del que todo
el mundo hablaba maravillas, pero que por una razón u otra pocos habían
visto jugar con continuidad.

La incertidumbre y la angustia que rodeó a los jugadores


durante el mes en que Quini estuvo en manos de sus
captores sumieron al equipo en una espiral de malos
resultados suficiente para perder el título de Liga.

TEMPORADAS VASCAS
Las cuatro temporadas anteriores habían estado marcadas por el hecho in-
sólito de que el título de liga hubiese estado monopolizado por equipos vas-
cos: la modesta Real Sociedad de San Sebastián venció en las dos primeras
ediciones (1980-81 y 1981-82), mientras que el histórico Athletic Club de
Bilbao se llevaría a la capital de Vizcaya las otras dos ligas (1982-83 y 1983-
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84). En esos cuatro años el destino había sido muy cruel con nosotros, los
culés, puesto que un cúmulo de circunstancias desgraciadas y, por qué no de-
cirlo, insólitas se cebó en el club azulgrana para hacerlo naufragar una y otra
vez. A finales de la temporada 1980-81 se produce el secuestro de Quini, el
delantero centro goleador del equipo, cuando el FC Barcelona se postulaba
para el título y él lideraba la carrera por el Pichichi. La incertidumbre y la angus-
tia que rodeó a los jugadores durante el mes en que Quini estuvo en manos de
sus captores sumieron al equipo en una espiral de malos resultados suficiente
para perder el título de Liga. Mientras el goleador asturiano estuvo fuera del
once, el equipo solo sumó un punto de ocho posibles.

Alexanco Calderé
Migueli Schuster

La temporada siguiente el golpe fue aún más duro, ya que a falta de seis jor-
nadas, el FC Barcelona marchaba líder destacado con cinco puntos (más el
goal-average) sobre la Real Sociedad. Parecía imposible que los donostiarras
recuperasen esos seis puntos de distancia en tan breve periodo de tiempo,
pero de forma inexplicable el equipo azulgrana se desconectó y únicamente
sumó dos puntos de los doce posibles, lo que puso en bandeja el título al
equipo vasco, que de esta forma conseguía la segunda Liga de toda su histo-
ria. Las cosas se empezaron a torcer una tarde de marzo, cuando una Valen-
cia en plena resaca fallera vio cómo su equipo le endosaba un contundente
3 a 0 al Barça. Cabe decir que a los tres meses de iniciada la temporada, la 105

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estrella alemana Bernd Schuster había caído lesionado frente al Athletic de
Bilbao, víctima del ímpetu de Goicoechea, defensa central de los vizcaínos.
El alemán tardaría un año en recuperarse, circunstancia que, sin duda, tam-
bién contribuyó a que los azulgranas perdiesen el título.

En la temporada 1982-83, el fichaje de Maradona, junto con la contratación


de lo más destacado del fútbol español, situó al club catalán como favorito
indiscutible para alcanzar el título, pero de nuevo la mala fortuna conspiró
para que se nos escapase el triunfo final. En esta ocasión fue una hepatitis
que dejó al astro argentino fuera de juego durante tres largos meses. Aun
así, el equipo luchó hasta el tramo final, pero todo fue en vano.

Finalmente, el último capítulo de la tetralogía vasca, la liga 1983-84, estuvo


marcado por la brutal entrada del defensa del Athletic de Bilbao Goicoechea,
que destrozó el tobillo de Maradona y lo envió al dique seco por más de tres
meses. Sí, el mismo que había dejado fuera de combate a nuestro balón de
plata germano, Bernd Schuster. Parecía cosa de brujas, pero una vez más el
FC Barcelona veía cómo el mal fario se interponía en su camino para hacerle
fracasar. No obstante, los azulgranas tuvieron opciones de lograr el título
hasta la última jornada, pero por azares del calendario el Athletic se jugaba
el triunfo en un partido final contra sus compatriotas de la Real Sociedad.
Por supuesto, vencieron los rojiblancos.

Maradona lesionado
tras la entrada de
Goicoechea

EMPIEZA LA TEMPORADA
En medio de este ambiente de desilusión continuada y escepticismo general,
se inició la temporada 1984-85, que después de todo lo visto se percibía
como llena de incógnitas. Pero muy pronto saltó la banca; en la primera jorna-
da los catalanes vencieron de una forma tan rotunda como inesperada en el
campo del Real Madrid por 0-3. Parecía que definitivamente algo había cam-
biado. Además, una de las jóvenes promesas, Ramón María Calderé, había
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hecho un partido memorable con un gol y dos disparos al poste, en el que era
su debut en Primera División. Lamentablemente, las imágenes televisivas
que han quedado de ese encuentro histórico son escasas y de mala calidad,
grabadas por una cámara del propio club blanco. La causa es que en esa tem-
porada se vivió un conflicto de grandes dimensiones por los derechos para
la televisión, y por lo visto, la única forma de negociar que tenían los clubs
—encabezados por José Luis Núñez— era causando un daño irreparable a
todos los aficionados del momento, y también a los de décadas posteriores.
Yo, con doce años de edad, no era capaz de entender el porqué de ese tipo
de actitudes tan nocivas. Ahora, treinta años más tarde, sigo sin entenderlo.
El asunto de los derechos de televisión no fue el único conflicto “político” que
se produjo, ya que en una temporada especialmente convulsa se solaparon
el contencioso que mantenía el sindicato de jugadores con la patronal, que
desembocó en una huelga, con otro motivado por el reparto del dinero de las
quinielas, que hizo que el calendario de la competición fuese ocultado por la
asociación de clubs durante la primera fase de la temporada.

El partido del Bernabéu no sería flor de un día, sino que permitió abrir una
racha espectacular de quince partidos invictos, con diez victorias y cinco
empates. Un hecho insólito de aquella temporada —uno más— fue que en la
segunda jornada se produjo la ya mencionada huelga de futbolistas, a lo que
los clubs respondieron alineando a sus jugadores aficionados, en el caso del
FC Barcelona el tercer equipo, el ya desaparecido Barcelona “Amateur”. Los
azulgranas superaron la contingencia con un holgado 4-0 frente al Real Za-
ragoza, en un partido en el que se pudo ver sobre el césped del Camp Nou a
un joven de La Masia que años más tarde saltaría a la fama: el turolense Luis
Milla, que logró un espectacular gol de cabeza. La siguiente jornada no llegó
a disputarse debido a la huelga, y el partido correspondiente —en campo del
Elche— se desplazó de septiembre a noviembre.

Barça 1985

Aquel Barça clandestino, al que nunca veíamos por televisión, llegó al ecu-
ador de la competición lanzado hacia el título con unas señas de identidad
que se resumían en un neologismo que iba de boca en boca: el pressing.
Aquel esquema diseñado por Venables tenía como elemento clave una in-
tensa presión arriba, lo que daba lugar a un dinamismo en el juego poco
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visto por estas tierras. El fútbol que habíamos sufrido en los años inmedi-
atamente anteriores era aburridamente conservador y anodino, en cambio
el Barça de Venables proponía algo diferente, que nos ofrecía unos partidos
con más intensidad y vistosidad. El balance a mitad de competición —en-
tonces se jugaban 34 jornadas— era casi inmejorable: once victorias, cinco
empates y una única derrota, cómo no, en San Mamés, el feudo del temi-
ble —en todos los sentidos—Athletic de Bilbao. De entre las victorias de
esta primera vuelta, recuerdo con especial intensidad las conseguidas en
el Calderón frente al Atlético de Madrid (1-2) o en casa frente al Valladolid
de “Pato” Yáñez y “Polilla” Da Silva por 4-2, después de remontar un 0-1
adverso que se transformaría en 4 a 1 a favor recién comenzado el segundo
tiempo. También es digna de mención la victoria por 3-1 frente al Sevilla, en
la que la tarde inspiradísima de Paco Buyo evitó una goleada de escándalo.
La única derrota, la de San Mamés, llegó por un solitario tanto del entonces
rojiblanco Julio Salinas.

El once que se había consolidado hasta la fecha estaba formado por Urruti
bajo los palos, Gerardo en el lateral derecho, posición que había arrebatado
contra pronóstico al capitán Sánchez; Julio Alberto en el lateral izquierdo; los
centrales eternos Migueli y Alexanco; Víctor y Schuster en el medio campo,
a menudo acompañados por Calderé; y delante Carrasco en banda, Archi-
bald como delantero centro y Rojo en la mediapunta. También tenía mucha
participación Marcos, aunque a menudo partiendo desde el banquillo.

Maradona y
Schuster

DESPIDIÉNDOSE DE LA MALA SUERTE


En la segunda vuelta de la competición llegó el festival. El equipo alcanzó su
nivel óptimo y las victorias se producían incluso con aparente comodidad.
El Real Madrid cayó en el Camp Nou por 3 a 2, con un golazo de Esteban
disfrazado de Messi avant la lettre: arrancó desde la banda, recorrió la fron-
tal del área sorteando rivales y acabó enviando el balón al fondo de la red,
ajustado al poste. El estadio entero estalló ante la belleza y transcendencia
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del tanto. El siguiente partido se convertiría en una de las mayores demos-
traciones de superioridad de la temporada, pero poco antes se produjo un
hecho que hacía pensar que la mala suerte no había abandonado del todo el
Club. En la previa del desplazamiento a la capital del Ebro, “Lobo” Carrasco
estampó su flamante BMW contra un árbol y fue ingresado en el hospital con
heridas de poca importancia, pero suficientes como para no permitirle viajar
con el resto del equipo. Visitar La Romareda siempre había sido una asigna-
tura complicada, pero con un 2 a 4 inapelable el equipo superó con creces
el examen. Se hizo patente una de las características azulgranas de la tem-
porada, la capacidad de superar adversidades y remontar encuentros que
comenzaba perdiendo. En esta ocasión, el Zaragoza se había adelantado a
los siete minutos, pero un cuarto de hora después el Barça ya vencía por 1 a
3 gracias a los goles de Clos, Esteban y Archibald. A estas alturas, la confi-
anza del equipo era tal, que incluso se superó un gafe histórico como era El
Sadar, el campo del CA Osasuna. Después de años de derrotas, algunas de
ellas trascendentes, a los azulgranas no les tembló el pulso y vencieron a los
navarros por 1 a 2. La goleada de la temporada se la llevó el Murcia CF, que
llegó al Camp Nou en medio de una profunda crisis interna —los jugadores
no cobraban y, por lo tanto, tampoco entrenaban— y se volvió a casa con un
6 a 0. En este partido, y ya con 4 a 0 en el marcador, Steve Archibald intentó
conseguir un gol directo de saque de centro, pero el balón salió alto por poco.
Otro de los grandes rivales, el Atlético de Madrid, que aún contaba con Hugo
Sánchez en sus filas, no pasó del empate en el Camp Nou gracias a un penalti
que el gran Urruti logró detener al mexicano. Una acción premonitoria de lo
que ocurriría un mes más tarde.

El momento cumbre de la temporada —junto con la victoria en Zaragoza—


llegó la semana siguiente al choque con los rojiblancos. El FC Barcelona vi-
sitaba el Luis Casanova de Valencia, uno de los campos más difíciles de la
competición, pero fue precisamente ahí donde Schuster y sus compañeros
dibujaron la obra maestra de aquella Liga, dejando un 2 a 5 para la historia
y que incluía un gol del alemán robando un balón en medio campo, y lanzán-
dose hacia la portería contraria perseguido de forma infructuosa por varios
rivales. Cuando llegó al área, colocó un balón lejos del alcance de Sempere,
sin dar muestras de cansancio tras un sprint de cincuenta metros. Una vez
más, el rival se había adelantado en el tanteador, en esta ocasión gracias a
un gol tempranero obra de Roberto Fernández —años más tarde jugador del
Barça— que había perforado la portería azulgrana en el minuto 12. Pero de
nuevo una reacción fulgurante del Barça permitía que veinticuatro minutos
después el luminoso ya indicase un 1-4 espectacular. Este fue otro partido
que no pudimos ver y que hoy debería estar en todas las videotecas. Ignoro
si se conservan únicamente los goles o el partido completo.

En esa temporada sin fútbol televisado y con resúmenes rácanos, la radio fue
más importante que nunca; ya podía ser sintonizando a Fernández Abajo en
Cadena Catalana o a Joaquim Maria Puyal en Ràdio Barcelona, el transistor
era una herramienta indispensable en unos tiempos en que internet no existía
y menos aún las apps y los teléfonos móviles. Lo cierto es que para ver imá-
genes del Barça existía una alternativa curiosa y bastante popular en aquellos
tiempos: una pequeña productora llamada Video Soncosa grababa todos los
partidos en vídeo desde unas localidades de la grada, para después editar las
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imágenes, ponerles sonido ambiente enlatado y añadir unos comentarios bas-
tante sui generis. Estos vídeos se comercializaban bajo el lema “El vídeo-club
del Barça” y fueron desapareciendo conforme el mercado de los derechos de
imagen se consolidaba. A mí aún me faltaban algunos meses para hacerme
socio, de forma que, salvo contadas excepciones, ni siquiera podía ver los
partidos de casa. Mi alta en el club —como infantil— no llegaría hasta mayo de
1985, fecha en que recibí el carnet con el número 110.681.

UN DURO CAMINO PLAGADO DE DUDAS


Avanzando en el calendario, nos encontramos que una victoria en el Camp
Nou frente al Málaga nos otorgó el primer match point de la temporada. No
podía evitar la sensación de estar a las puertas de un momento histórico,
largamente deseado por todos los culés tras once años de angustiosa espe-
ra. Esa primera opción llegó el domingo 17 de marzo, cuando los azulgrana
viajaban al Rico Pérez de Alicante a enfrentarse al débil Hércules. El Barça
podía resultar campeón tanto empatando como ganando, pero no dependía
de sí mismo, sino que estaba a expensas de lo que hiciera el Atlético de Ma-
drid frente al Valladolid. Al final, se dio la peor de las combinaciones, puesto
que el FC Barcelona perdió, mientras que los rojiblancos se hacían con los
dos puntos. Algunos aficionados pudieron ver en directo los minutos finales
del encuentro, ya que TVE conectó por sorpresa por si se producía el alirón
culé. A dos minutos del final, y con empate a cero en el marcador, una caída
teatralizada de un jugador local tras una carga de Schuster sirvió para que el
árbitro señalase penalti. Urruti no pudo hacer nada y el equipo local se anotó
el primer y único gol del partido, que provocaría la segunda derrota del bar-
celonista en el campeonato. Los viejos fantasmas volvieron a asomar la nariz
por Can Barça, en forma de miedos ancestrales por títulos perdidos de forma
poco clara en los que, a menudo, los árbitros tenían un papel determinante.
Uno de los mantras de la temporada volvía a estar en boca de todos: “Este
club solo puede ganar la liga si saca muchos puntos de ventaja a sus perse-
guidores, porque en caso contrario se la birlan impunemente”.

Perdida la oportunidad de Alicante, quedaba un segundo match ball y de nuevo


fuera de casa. La ocasión sería el 24 de marzo, en el José Zorrilla de Valladolid
contra el equipo de la capital del Pisuerga. Los castellanos, que ya habían dado
muchos problemas a los azulgranas en el partido de la primera vuelta, no iban
a ser un rival fácil dado que se estaba jugando la permanencia en Primera Divi-
sión. La diferencia con el segundo clasificado, el Atlético, era de ocho puntos
más el goal-average y tras el partido de Valladolid quedarían únicamente cua-
tro jornadas, de forma que bastaba con mantener esa diferencia para procla-
marse campeones matemáticamente. Obviamente, el modo de asegurar que
la diferencia de puntos no decreciera era ganar el partido, independientemen-
te de lo que hiciesen los “colchoneros”. El Barcelona saltó al campó ese día con
Urruti; Gerardo, Migueli, Alexanco, Julio Alberto; Víctor, Schuster, Rojo; Clos,
Archibald y Marcos. Más tarde intervendrían también Calderé y Carrasco.
Por parte del Valladolid ya no estaba el “Polilla” Da Silva, pero sí “Pato” Yáñez
y, por encima de todo, el genio hondureño Jorge “Mágico” González, incorpo-
rado a media temporada, a modo de exilio en el frío de la Meseta. Su compor-
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tamiento indisciplinado en el Cádiz —en aquel momento en Segunda Divi-
sión— había motivado que lo facturasen a Castilla en lo que parecía un
castigo para un hombre tan amigo del clima y la cultura sureña. En los últimos
instantes de aquel encuentro intervino también una joven promesa de los
vallisoletanos llamada Eusebio Sacristán. A los nueve minutos de iniciarse el
partido, un córner servido por Schuster era rematado de forma acrobática
por Clos, que introdujo el balón en las mallas golpeándolo con alguna parte
del cuerpo indeterminada entre el hombro y el pecho. Los jugadores locales
salieron en tropel a rodear al árbitro reclamando una mano que no se había
producido. Como era de esperar no consiguieron que el árbitro modificase su
decisión, pero sí lograron que los medios de comunicación nacionales repiti-
esen una y otra vez la jugada buscando una mano del ariete mataronense con
que desvirtuar la victoria del Barcelona. Solo tres minutos después, en un
magistral lanzamiento de falta, “Mágico” González lograba el empate y ale-
jaba el título de las manos azulgranas. No sería hasta el minuto diecinueve del
segundo tiempo en que llegaría el deseado gol de la victoria que, como ocurrió
en el primer tanto, vendría a la salida de un córner. En este caso fue Víctor qui-
en ejecutó el lanzamiento desde la derecha del ataque barcelonista, para que
Alexanco, aprovechando su altura, rematase limpiamente de cabeza y enviase
el balón a las mallas. Era el gol que daba la Liga después de más de una década
de espera y de una temporada memorable.

Hércules vs
Barcelona

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La antena de Ràdio Barcelona emitía una declaración de
amor que hizo fortuna, un cántico que llegó para instalarse
de forma definitiva en el corpus mítico del barcelonismo, el
“Urruti, t’estimo!!!” de Joaquim Maria Puyal. Una expresión
improvisada, salida del alma del periodista barcelonés que con
los años ha servido para etiquetar una temporada entera.

Pero claro, se trataba del Barça, y por lo tanto nada podía ser fácil: en el mi-
nuto 88, exactamente el mismo que una semana antes en Alicante, el árbitro
señalaba un penalti a favor del Valladolid. Los fantasmas volvían a campar a
sus anchas por las mentes de jugadores, aficionados y periodistas: “¿Que-
dará el alirón pospuesto otra semana más?”, “¿Será posible que no nos dejen
ganar la Liga, maldita sea?”. La pena máxima iba a ser ejecutada nada menos
que por “Mágico” González, pero enfrente tendría a otro González, Urruti,
gran atajador de penaltis. En ese momento, TV3, la televisión autonómica, ya
había conectado con el Nuevo Zorrilla —de forma totalmente clandestina—
con la intención de ofrecer a todos los hogares catalanes el primer alirón
azulgrana de la democracia. Aquel penalti podía frustrarlo todo. El hondu-
reño lo tiró flojo, a la derecha del portero vasco que se lanzó como un felino y
atrapó el balón. Literalmente. No lo despejó, sino que se quedó aferrado a él
como si fuese el mismísimo trofeo de campeón de Liga. Mientras tanto, la
antena de Ràdio Barcelona emitía una declaración de amor que hizo fortuna,
un cántico que llegó para instalarse de forma definitiva en el corpus mítico
del barcelonismo, el “Urruti, t’estimo!!!” (Urruti, te amo) de Joaquim Maria
Puyal. Una expresión improvisada, salida del alma del periodista barcelonés
que con los años ha servido para etiquetar una temporada entera, como lue-
go lo fueron las “Ligas de Tenerife” o “la del penalti de Djukic” y antes lo había
sido “la Liga de Cruyff”.

Alineación
contra
Valladolid

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El tiempo se detuvo en la mente de todos culés, pero cuando la realidad se
descongeló hubo más gestos que pasaron a la historia. La primera reacción
de Urruti después de esos pocos segundos que parecieron eternos fue dar
un puntapié al balón con todas sus fuerzas, luego abrazarse efusivamente
con sus compañeros y finalmente, ya en solitario, ejecutar una colosal boti-
farra (corte de mangas) al viento. Más tarde le preguntaron si aquel gesto iba
dirigido a alguien en especial, pero era una pregunta retórica porque todos
habíamos sentido esa botifarra como propia y sabíamos que iba dedicada a
todos los obstáculos que se había encontrado el club en sus intentos sucesi-
vos por ser campeón: a la mala suerte, a los rivales violentos, a los arbitrajes
nefastos, a las cacicadas del sistema. Los dos minutos finales se hicieron
muy largos, pero no alteraron el marcador. Cuando el árbitro señaló el final,
se produjo la segunda explosión de la tarde, Barcelona saltó por los aires
como una olla a presión que llevaba demasiados años sin poderse liberar.
Los culés se lanzaron a las calles en dirección a Canaletes con el mismo ím-
petu con que los jugadores suplentes saltaron al césped a abrazarse con sus
compañeros. La décima Liga ya estaba aquí, ganada por aplastamiento, con
un fútbol de otro nivel, porque como ya se sabe “si no la ganamos con mucha
diferencia, nos la birlan”.

Penalti parado
por Urruti

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LOS DÍAS POSTERIORES
Recuerdo mi primer día de clase después de la victoria en Valladolid, mi
obsesión era esperar la llegada de un compañero que alternativamente
apoyaba al Real Madrid y al RCD Español, pero que en cualquier caso si-
empre estaba en contra del Barça. Cuando por fin traspasó la puerta, me
quedé atónito al verlo entrar puño en alto cantando “Barça! Barça!” y con
un escudo del club cosido en la mochila. Treinta años más tarde seguimos
siendo amigos y yo sigo sin saber realmente cuál es su equipo, pero él no ti-
ene inconveniente en asegurar que el Barça de Guardiola es el espectáculo
más grande que ha visto jamás.

Pasada la euforia y las celebraciones multitudinarias por la ciudad, el equi-


po dejó de pisar el acelerador, como exhausto por lo que había hecho en las
primeras treinta jornadas del campeonato. Los últimos cuatro encuentros se
saldaron con una victoria y tres empates, un pobre balance que, no obstante,
permitió a los azulgranas igualar el récord histórico de puntos, establecido
por el Real Madrid de la temporada 1979-80 con 53. Además, la diferencia
de goles a favor y en contra mostró un saldo tan elevado (44), que no se veía
uno mejor precisamente desde la Liga de Cruyff, la temporada 1973-74. El
máximo goleador del equipo fue Steve Archibald, con 15 dianas, seguido por
Bernd Schuster con 11. Hoy en día pueden parecer cifras bajas, pero hay
que tener en cuenta que en aquella temporada el pichichi fue el mexicano
Hugo Sánchez con 19 goles. Llama la atención que entre los dos centrales
titulares (Migueli y Alexanco) consiguiesen nada menos que siete tantos, pru-
eba de la importancia de las jugadas de estrategia en el modelo Venables.

El fútbol que el entrenador inglés propuso aquella temporada, con evidente


éxito, se basaba en una disposición 4-3-3, cuyo eje atacante estaba forma-
do por un extremo (inicialmente Carrasco, más tarde Clos), un mediapunta
(Rojo) y un delantero centro clásico (Archibald). También era muy frecuente la
presencia de Marcos. La característica principal era, como es sabido, el céle-
bre pressing que asfixiaba a los rivales, junto con los desplazamientos largos
de balón de Schuster, que reinaba en el centro del campo con ayuda de sus
escuderos Víctor y Calderé, aunque este último solía tener más proyección
ofensiva que el aragonés. Finalmente, la guinda de todo aquello eran los go-
les a menudo estrambóticos del rubio escocés Steve Archibald.

Los jugadores más utilizados por líneas fueron Urruti bajo los palos; Gerar-
do (en el primer tercio de competición su lugar en el lateral derecho lo ocupó
Sánchez), Migueli, Alexanco y Julio Alberto, en la defensa; Schuster, Víctor y
Calderé, en el centro del campo; y en el ataque los minutos estuvieron mucho
más repartidos entre Archibald (el que más jugó), Rojo, Carrasco, Esteban y
Marcos. Las escasas rotaciones en el once, propias de la época, provocaron
que algunos jugadores se quedasen inéditos o casi inéditos: Amador (portero
suplente), Salva, Moratalla y Manolo (defensas), Urbano y Periko Alonso (cen-
trocampistas, y este último padre de Xabi Alonso) y “Pichi” Alonso (delantero).
Al final, tan solo dos derrotas en toda la competición, la primera en San Mamés
(1-0), un campo extremadamente complicado en aquellos tiempos y la otra en
el partido ya reseñado de Alicante, con un penalti seguramente inexistente.

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UNA GLORIA CONTAGIOSA
Aquella temporada, de alguna manera, el club ente-
ro estuvo tocado por una varita mágica. Cinco días
antes de la tarde gloriosa de Valladolid, el equipo
de baloncesto había logrado su primer título euro-
peo, una Recopa, tras vencer en un emocionante y
emotivo partido disputado en Grenoble al Zalguiris
de Kaunas, conjunto lituano en el que despuntaban
unos todavía poco conocidos Sabonis, Homicius,
Kurtinaitis y Iovaisha. La final se decidió en los últi-
mos segundos y sirvió para consolar a aquel fabulo-
so equipo de los Epi, Solozábal, Sibilio y compañía
de la dolorosa derrota sufrida un año antes en la
final de la Copa de Europa. Equipo de Balon-
cesto Campeón
de la Recopa
Pero esto no era todo, ya que el destino reservaba a los culés más emociones
fuertes con final feliz. El 20 de abril, menos de un mes después del “Urruti, t’esti-
mo!!!”, el equipo de balonmano debía disputar en el Palau Blaugrana el encuentro
de vuelta de la final de la Recopa de Europa (¡otra vez la Recopa!, no hay histo-
ria de amor igual entre un club y una competición) frente al CSKA de Moscú.
En el partido de ida, en la capital de la URSS, se había producido una abulta-
da derrota azulgrana por nada menos que siete goles de diferencia, en medio
de un festival de exclusiones y lanzamientos de siete metros en contra. Pero el
Palau se llenó hasta la bandera con la intención de lograr el hito y su cúpula de
hormigón resonó como tantas veces la hemos oído en las grandes ocasiones. A
falta de diez segundos, aún faltaba un gol para hacer inútil la victoria soviética
en el partido de ida, pero el Barça debía poner el balón en juego mediante un
golpe franco. Diversos pases en corto para consumir el tiempo y a falta de uno o
dos segundos, la estrella azulgrana Eugeni Serrano colgó un balón imposible al
extremo, que el veloz Joan Sagalés cogió al vuelo en un fly casi irreal para flotar
sobre el área enemiga y depositar el balón en el fondo de la portería soviética. La
alegría fue indescriptible, con invasión de pista incluida.

Por si fuera poco, el 30 de junio la sección de hockey patines logró su décima


Copa de Europa —octava consecutiva— tras vencer al FC Porto en el partido
de vuelta de la final por 6-4, remontando el 5-4 que traían los portugueses
de tierras lusas. De igual modo que en el baloncesto y el balonmano, el título
se decidió en los últimos instantes: el partido había finalizado con el mismo
resultado que en la ida, pero con los papeles invertidos, motivo por el cual
se tuvo que recurrir a la prórroga. Cuando ambos equipos parecían encami-
narse hacia la tanda de penaltis, surgió el stick siempre oportuno de Joan
Ayats, quien a falta de solo 46 segundos para la finalización, logró el sexto
y definitivo tanto para los azulgranas. De nuevo, el Palau Blaugrana estalló
con miles de culés gritando como un solo hombre para celebrar una nueva y
agónica victoria de este club mágico.

Una temporada para no olvidar, aquella 1984-85…

David Valero.
@Davy1972
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EL DÍA DEL
CANÍBAL
Marcos Pereda 116

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Es 14 de julio en Francia, el Día Nacional, el más importante,
el día en que los galos se sacudieron las cadenas hace casi
200 años. Es 14 de julio de 1975 y parece que en este caso
la Bastilla aguantará, la tiranía va a continuar, el nuevo orden
nunca terminará por imponerse.

Aquel día el tirano viste de amarillo, y su reinado bascula sobre el ciclismo


mundial desde al menos el año 1969, cuando el hombre llegó a la Luna y
un belga inició el mayor control que jamás se haya ejercido por parte de un
deportista sobre su disciplina. Aquel día, el 14 de julio de 1975, un corredor
fuerte y moreno, en cuyo rostro comienzan a notarse las huellas de los mu-
chos años en la cumbre, avanza radiante por las carreteras de los Alpes.

Ha atacado sin necesidad de hacerlo, como hace siempre, como le pide de


forma inmisericorde el demonio que lleva dentro, aquí, en el pecho, y que es
su propia ambición, la necesidad de ir en cabeza, de arriesgar un poco más,
de llegar hasta el límite del dolor y, luego, traspasarlo. Ha atacado en un po-
deroso demarraje cuesta arriba, inclemente, aporreando los pedales como
decían que García Márquez aporreaba en París su vieja máquina de escribir,
aquella que tuvo que llevar a arreglar porque no aguantaba su ritmo de escri-
tura. Ha atacado moviendo los hombros con violencia, la boca muy abierta,
los ojos inyectados en sangre, la mirada asustada de sus rivales a la espalda.
Ha atacado en el último kilómetro de un puerto enorme, áspero, uno de esos
colosos de los Alpes que comunican valles poco importantes, desde cuya
cima se puede llegar a atisbar la mancha azul del Mediterráneo. Es el Col
d’Allos, y parece que se convertirá en el punto culminante de la historia más
fantástica que el Tour jamás haya dibujado desde su creación.

EL MERCKXISMO
Porque es él, el belga Eddy Merckx, el que asciende con fuerza por las mucho
menos empinadas pendientes de Pra-Loup, una pequeña estación de esquí
que, sin saberlo, está a punto de hacerse inmortal. Asciende decidido des-
pués de haber protagonizado uno de esos descensos que solo él sabe hacer,
una ruta frenética, alocada, por carreteras alucinantes no aptas para agora-
fóbicos. Un todo o nada ante el destino del que parece haber salido ganador
el ciclista que todo lo gana, en aquella bajada asesina en la que el coche de la
Bianchi se sale de la carretera y acaba en el fondo de un barranco cuando los
perseguidores del ciclista del Molteni, amarilla la tela sobre su pecho, cami-
nan ya a más de dos minutos en el valle que precede a la subida final, aquella
donde Merckx, el gran Merckx, está sentenciando el Tour de Francia. El que
hará el sexto de su cuenta particular. Hasta que ocurre.

Normalmente los grandes momentos tienen estas cosas, que pasan de un ins-
tante a otro y parecen haberse escurrido entre los dedos. Y más tarde los que
los presencian no saben decirte muy bien cuándo acabó de joderse el Imperio
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Romano, cuál fue el primer bárbaro que saltó el Limes o en qué instante se
nos fue de las manos el poder que le dábamos a Napoleón. Y seguramente
por eso son tan míticos, por su propia inexactitud. Eso es lo que ocurre con
Merckx, no se sabe muy bien cuándo. El ocaso. Porque lo cierto es que el bel-
ga empieza a cabecear un poco más, solo un poco más. Sus ojos empiezan
a entornarse, pero es apenas perceptible. La boca, quizás unos milímetros
más abierta. Las rodillas, puede que medio centímetro más separadas del
cuadro de la bicicleta. Sus ruedas, en suma, moviéndose a una velocidad un
poco inferior. Solo un poco. Suficiente. Un mundo. Todo.

Un instante. Al siguiente, Eddy Merckx, el Caníbal, el hombre que todo lo


puede, el glotón de victorias, aquel a quien llaman el deportista más grande
de todos los tiempos, aparece clavado sobre la carretera, la mirada perdi-
da en el gris asfalto. Y entonces el sol empieza a calentar más fuerte, y las
moscas se pasean por su rostro como si oliesen la muerte, y las plumas de
los periodistas, cansados de escribir la misma crónica desde hace años, se
afilan como garras de felinos que huelen sangre. La suya, la de todos.

El primero que le pasa como una exhalación es Felice Gimondi, el italiano ele-
gante y un poco pusilánime que ha hecho del ir a rueda de Merckx un arte de
estética poco valorada. Es él, tantos años bajo el puño de su dictadura, el que
adelanta al belga sin creérselo, mirando de reojo al león herido, temiendo que
sea solo una estrategia para asestar el zarpazo definitivo, el mortífero. Pero no,
el león languidece, le pesan los esfuerzos de tantas carreras, de tantas batallas.

118 Ilustración:
Xavi Salvador
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Gimondi se pierde, curva arriba, en dirección a la meta, como lo hará después
Bernard Thévenet, un francés espigado y de aspecto torpón, con su maillot aje-
drezado del Peugeot y su organismo cargado de cortisona, según declarará años
después. Será precisamente el galo quien termine ganando en aquella dramáti-
ca etapa, quien herede de Merckx esa túnica dorada que había vestido de forma
casi ininterrumpida desde 1969, Ocaña mediante, quien eche tierra encima del
cadáver deportivo del hombre que más cadáveres sembró por las carreteras de
la Europa ciclista.

Cuando llega a la meta, derrotado y roto, Merckx no quiere buscar excusas,


no quiere hablar del golpe que un energúmeno le dio dos días antes, en plena
ascensión al Puy de Dôme, no quiere hablar de esfuerzos mal medidos, de
la intensísima primavera de clásicas que sus rivales han obviado y que él ha
completado de la forma más brillante hasta entonces vista. No, no se le ocu-
rre al belga buscar pretextos, como no los buscará al día siguiente, cuando
sufra una tonta caída en Valloire, en la neutralizada, que le impedirá ingerir
alimentos sólidos durante lo que resta de carrera. Él calla, no se retira, se re-
siste a abandonar. “Mi lugar está en el pódium detrás de Thévenet, honrando
su victoria”, dice. Y así continúa, atacando cada día, contorsionando su mai-
llot arco iris de campeón del mundo en cada puerto, intentando sorprender
al francés en la bajada de Vars, en la recta de Arvieux previa a la Casse Des-
serte, en la subida moderna y algo anodina a Avoriaz. Atacará incluso en la
última etapa, en esos Campos Elíseos que acogen por primera vez una llega-
da del Tour de Francia, ese terreno sagrado que verá a Eddy Merckx devorar
sus adoquines con furia, como si fueran los de su amada Roubaix, los de su
esquivo Flandes, intentando lo que es un imposible. Y entonces, el hombre
que todo lo gana, pierde. Y, sin embargo, sigue ganando.

LOS COMIENZOS DEL VEHEMENTE CICLISTA


La historia de Merckx, esa década fabulosa que parece tocar a su fin en Pra-
Loup (pese a haber algunos coletazos posteriores de grandeza y, sobre todo,
rabia) se había iniciado en 1965 de la forma menos halagüeña posible. En
ese año un joven Merckx, recién cumplidos los veinte, pasa a profesionales
en las filas del poderoso Solo Superia. Su palmarés como aficionado es bue-
no (Campeón del Mundo de la categoría), pero en modo alguno epata, y ade-
más el joven Eddy tiene la suerte de caer en el mejor equipo del mundo en el
peor momento posible.

Porque el Solo Superia es el equipo de Rik Van Looy. Y es también el equipo


de un crepuscular Rik Van Steenbergen. En otras palabras, es un conjunto
que reúne en sus filas a los tres ciclistas con más victorias de todos los tiem-
pos. A dos de los tres únicos en vencer en los cinco monumentos del ciclis-
mo. A dos de los cuatro únicos con un triple campeonato del mundo. Pero, en
aquel 1965, el Solo es sobre todo el equipo de Van Looy. Y, con él, el equipo
de los flamencos. Y eso es un problema para un flamenco como Merckx.

Porque Merckx ha nacido en Flandes, en un pueblecito llamado Meensel-


Kiezegem. Y tiene antepasados flamencos. Y habla a la perfección flamen-
co. Pero vive desde los diez años en la parte francófona de Bruselas. Y en
su casa se expresan en francés. E incluso hace sus votos matrimoniales en
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francés, herejía en el corazón de Flandes. Van Looy es el corazón de Flandes
entonces, el flamenco entre los flamencos. Aquí empezará la particular rela-
ción de Eddy con Flandes y sus habitantes, esa que le llevará a enfrentarse
en encarnizadas batallas a los más grandes campeones de la zona, a los De
Vlaeminck, a Maertens, a Godefroot, a Monseré. Esa que hará que muchos
de ellos creen lo que se llamó “la brigada antimerckx”: si no gano yo, al menos
que gane uno de los nuestros, al menos que no gane él.

Y es que Van Looy no entendía a Merckx. Le tachaba de triste, de paleto,


se metía con él por tímido, decía que nunca sería un ciclista campeón. Qui-
zás, y solo quizás, el campeón viejo fue el primero en apreciar la verdadera
magnitud del hombre que tenía delante. Quizás, y solo quizás, supo desde
ese momento que su nombre iba a quedar relegado como “mejor ciclista de
siempre en las clásicas”. Quizás por eso siempre le ninguneó. Primero dijo
que no podría ganar una gran Clásica, luego que jamás triunfaría en Roubaix,
después que nunca entraría vencedor en De Ronde, y más tarde que no po-
dría compaginar Grandes Vueltas con Clásicas de forma exitosa. Y siempre
acabó por equivocarse, claro.

Vamos a 1967. En aquel año un joven Merckx es ya referencia absoluta en ca-


rreras de un día. Con su nuevo equipo, Peugeot, triunfa en Gante, en San Remo,
en Flecha Valona. Llega al Giro y se impone en dos etapas, pero flaquea en mon-
taña, solo puede ser noveno en la general. Bruno Raschi, periodista de La Gaz-
zetta dello Sport es concluyente: “El joven belga ha demostrado sus limitacio-
nes en la montaña y jamás podrá imponerse en una gran vuelta por etapas…”.

Para demostrar lo equivocado de esa profecía Merckx vuelve al Giro en 1968


y regala una etapa legendaria en las Tres Cimas de Lavaredo, en la que será,
posiblemente, su mejor ascensión, la más potente, la que mayores diferen-
cias deja con los demás. En mitad de una intensa nevada (las condiciones
meteorológicas adversas siempre acaban sacando lo mejor del belga, hasta
hacer una constante en su carrera su imagen en cabeza en mitad de la ven-
tisca, con el maillot manchado de barro y agua) deja de rueda a todos los
escaladores y se lanza a la cima con ese estilo tan característico suyo, pisan-
do con fuerza y rabia los pedales. Tan diferente del anterior as, del pedaleo
fluido, casi bailarín, de ese adonis que era Anquetil. Tan distinto, Merckx es
impulso, es determinación. Son las ganas enormes de victoria que le comen
por dentro. Es un ciclista, en esa primavera de 1968, perfecto.

SUS ÚLTIMAS APARICIONES


Julio de 1977. Un Merckx maduro se presenta con la intención declarada de
vencer en su sexto Tour. Su rostro refleja las arrugas de esfuerzos pasados,
su pelo es más crespo, aun más negro, sus patillas se ensortijan con más
fuerza sobre la quijada. Es un Merckx de 32 años que apenas recuerda a
aquel de hace doce. Demasiadas batallas, demasiadas guerras, demasiadas
heridas. En el pecho ya no está su maillot legendario de la Molteni, negro y
marrón tabaco. Ni siquiera aquel Faema que paseara por las rutas francesas
en sus primeras victorias. No. Viste una maglia azul con banda blanca, la pa-
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labra Fiat en negro cruzándola. Le dirige desde el coche un viejo zorro como
es Raphael Geminiani, el Gran Fusil, el viejo sueño del auvernés hecho reali-
dad por mor de la desaparición de la empresa Molteni. Es, pues, un Merckx
distinto, muy alejado del que asombrara al mundo.

Como es distinto el Tour, atípico como solo puede serlo uno con un recorrido
en el que los Pirineos se pasan en dos etapas muy tempranas (primera y se-
gunda) y sin apenas peligro para los de la general por la lejanía de los puertos
a meta. Pero ya allí, en ese Tourmalet desangelado por no resultar decisivo,
en esas rampas que en 1969 le ayudaron a entrar en la leyenda camino de
Mourenx, Merckx sufre, se descuelga del grupo de los mejores, empieza a
cabecear fatigosamente con la única aspiración de volver a entrar entre los
más fuertes. Y el público sufre con él, anima a aquel hombre al que llegaron
a odiar cuando dominaba, al que aman ahora que no puede vencer. Porque el
héroe caído es siempre, siempre, más querido que el dictador. Y eso es ahora
Merckx. Una sombra del pasado.

Subiendo el Tourmalet se encuentra el belga con Luis Ocaña, su archienemi-


go, su gran rival, aquel con el que estuvo sin hablarse durante años antes de
zanjar sus diferencias en un avión que quiso sentarles juntos, en una noche
en la que cerraron todos los bares de los alrededores de Bruselas. Y en los
ojos de Luis se ve reflejado a él mismo. Su impotencia, su falta de fuerzas.
Quizás también ese deje irónico que se le pone a los que estuvieron en lo más
alto cuando saben que nunca podrán volver a alcanzar la cima. Quizás. Ese
viejo zorro de Ocaña mira a Merckx, que mira a Ocaña, que mira a Merckx. Y
los dos, claro, sonríen. Qué van a hacer. Dioses caídos, pero dioses, al fin y al
cabo. Más tarde ambos empalmarán, pero ya todos saben que no cuentan,
que su tiempo ha pasado, que fueron pero no son.

Aún le quedaría a Merckx un último calvario, camino de Alpe d’Huez. Un puerto


joven, ajeno a la historia del ciclismo, a la mística, que jamás había subido ante-
riormente. Curvas llenas de público, el templo de la publicidad, del marketing.
Y allí, de forma simbólica, Merckx desaparece. Desaparece un viejo modo de
entender el deporte, desaparece el barro, el correr todo el año, el ciclocross.
Llega la televisión, el color, la modernidad. Se van las patillas, llegan los peina-
dos a la última. Y allí no está Merckx, que se pasa toda la jornada sufriendo,
persiguiendo desde el primer puerto, dejando instantáneas que hablan de ago-
nía, de puro dolor físico. De un motor que ya no funciona, que está demasiado
castigado. Allí deja Merckx sus imágenes más impactantes, las que lo visten
bajo un sol de justicia con el rostro desencajado, con la mirada perdida. Las del
hombre impotente que fue el Dios omnisciente. Principio y final, claro.

Pero entre medias nada menos que cinco Tour de Francia, cinco Giros de Ita-
lia, una Vuelta a España, siete Milán-San Remo, dos Tours de Flandes, tres
París-Roubaix, cinco Lieja-Bastoña-Lieja, dos Tour de Lombardía y tres Cam-
peonatos del Mundo. Entre otras cosas. Hasta sumar 525 victorias… El de-
portista más grande de todos los tiempos. Él. Eddy Merckx.

Marcos Pereda.
123 @MarcosPereda2
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AUTORES

Álex Couto Lago @AlexCoutoLago

Jaume Marcet @jaumemarcet

Marcos Pereda @MarcosPereda2

Alberto Cosín @albertocosin

David Valero @Davy1972

Ignacio Benedetti @ibenedettip

Agustín Galán @Agustin_Galan

Alberto López Frau @Albercampeontv

ILUSTRADOR
Álex Santaló DIRIGE
@alexsantalo Martí Perarnau

Jaime Ortega COORDINA


@jimort99 Eric Pujol

Xavier Salvador EDITA


María Victoria Hernández
@ehmaribrie
Darío Ojeda
@DarioOjeda

DISEÑO Y
MAQUETACIÓN
Hormigas y Cigarras
@HoryCig

Para consultas o intercambio de opiniones, escribir a: club@martiperarnau.com


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