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VEGUETA, Número 4, 1999 (103-116)

Habermas y Fo~cault:
Modernidad,
Posmodernidad y
teoría de la Historia

*Universidad de Las Palmas dc Gran Canaria

OUnversdad de a s Fanas d? Gran Canara i t o e c a U n u e s t s r i M e m m i D g t a le C a n i r i s 20815


104 Juan Mmiurl Santona Pércs / Antonia M." PCrez Rodrí@m

E n el presente artículo nos hemos pro- mas que Habermas y Foucault tienen en
puesto comparar el pensamiento de común, y la actitud crítica que han mante-
Michel Foucault, con uno de los más im- nido uno respecto a otro.
portantes defensores actuales del proyecto Como hemos dicho, esta confrontación
Modernista: Jürgen Habermas. teórica se encuadra en el más amplio de-
Consideramos que Habermas y Fou- bate modernidad versus posmodernidad.
cault son los dos grandes lilósofos con ma- Augusto Klappenbach distingue en este
yor infliiencia en las Ciencias Humanas y pannrama tres líneas de desarrollo teórico:
Sociales del último cuarto del siglo XX. Ca- los neoconservadores; los reconstructores-
da uno «representa» un proyecto de com- reformistas; y deconstructores o posmo-
prensión de la sociedad, que difícilmente dernosl. En los dos primeros grupos en-
pueden ser conciliables y uno y otro ayu- contramos un diagnóstico similar de la si-
dan a dar distintas repuestas al sentido de tuación de cambio cultural, pero las salidas
!ñ Histori~cii !os alGurt.5 del ano 2000.
ííiie se &Yrigei.L,
Intentaremos contrastar las teorías de Para los conservadores como Daniel
estos dos autores así como sus respectivas Bell, el individuo en la sociedad actual se
pwsiciunes con respecto al proyecto de la encuentra inmerso en las contradicciones
modernidad, dada las repercusiones que cultilrales del capitalismo, en el que sc han
ello tiene en la búsqueda del por qué de la conformado tres lógicas antinómicas: he-
Historia. Creemos importante profundizar donismo, eficacia e igualdad; la única sali-
en este último punto, por ser un tema que da que Be11 estima posible es el recurso a
marca enormes diferencias entre estos dos la tradición desechada, la única que puede
autores y que, en la actualidad, ha suscita- dar al individuo la seguridad existencia1 de
do un profundo y fructífcro debate en el la quc ahora carece.
seno de la Teoría de la Historia. Habermas se encontraría en el segundo
Por otra parte, no hemos de pasar por grupo citado, el de los reconstructores-refor-
alto que la modernidad ha constituido madores, y coincide con Be11 en considerar
nuestra forma de ser y de pensar. Se ha que estamos ante una sociedad defectuosa
convertido en una ideología que hoy forma que debemos reformar. La razón moderna,
parte de todas las sociedades occidentales cuando seguimos el análisis weberiano, se
(y de algunas no occidentales) y este deba- ha escindido en tres esferas autónomas, la
te, por tanto, puede ayudarnos personal- ciencia, la moral y el arte, que funcionan se-
mente a una reflexión y postura crítica con gún tres lógicas distintas, la cognitivo-ins-
respecto a la línea que ha llevado nuestra trumental, la moral-práctica y la estético-ex-
sociedad hasta el momento presente. presiva. Pero para Habermas, el criterio uni-
En esta reflexión, expondremos dos vi- ficador que nos haga superar esta situación
siones totalmente opuestas con respecto a no ~ I I P hallarse ~ P pn elempntor exteriores a
este tema y que se corresponden con las te- la vida humana, sino que procederá de nues-
sis mantenidas por estos dos autores. Las tro análisis de la esencia de la racionalidad
dos posiciones a las que nos rcfcrimos son dada en la praxis humana.
la modernidad y la posmodernidad. Foucault se sihiaría en el tercero de los
Hemos de aclarar, que no pretendemos grupos, los deconstructores o posmoder-
cn cstc trabajo llegar a una exposición nos2.A pesar de sus diferencias, estos auto-
completa del pensamiento habermasiano y res mantienen m a s tesis comunes frente al
foucaultiano sino exponer sólo unas bases mundo posmoderno: la escición del discur-
- 2 - -- -
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C r~ C e ~ L L U ~pu~riiid~l, su cri id J U C ~ ~ &aciudi
~ ~ L dUu~i ü ~ que I U cn una serie de di-
partiendo de los problemas ya anterior- ferentes juegos del lenguaje es irrevocable,
mente planteados, profundizar en los te- no hay que proponer estrategias para su su-

OUnvprsdad de a s F a n a i d? Gran Canara i L o e c a U n u e s t s r i M e m m i D g t a le C a n i r i s 20815


Habermas y Foucault: Modernidad, Posmodernidad y teoría de la Historia 105

peración, sino que sólo cabe acostumbrarse saparecer, antes bien, nos plantea la nece-
a iin mundo sin fundamentaciones, la muer- sidad de su radicalización. La filosofía de
te de Dios -garante de racionalidad cn el la historia ha pretendido un desarrollo
perplejo mundo moderno- se ha producido prospectivo, por e1 que la propia teoría
finalmente, pero ahora, en estos pensadores desde sí misma, trata de autofundamen-
no encontraremos las resonancias trágicas tarse, de proponer los principios que la le-
que para Nietzsche tuvo esta seguridad. gitiman y fundan los fines de la historia.
Lo que nos interesa ahora es tratar de Para Habermas esto no es concebible, no
señalar las consecuencias que plantea- porque renuncie a la capacidad de estable-
mientos tan diferentes tienen para el status cer fines, sino porque no cree que estos sur-
qiie pret~ndemnspara la Historia. Ésta no jan desde la teoría ? Con esto, quiere recu-
tiene el mismo significado en un mundo en perar los planteamientos de los primeros
que las estrategias discursivas son múlti- escritos de Marx, traicionados en algún
ples y heterónomas, que si, por el contra- modo por el marxismo más ortodoxo, que
rio, confiamos en un horizonte común pa- quiso ver en la teoría la afirmación de los
ra una sociedad humana integral. La histo- fines, pero estos, para Marx, no dependían
ria de la ciencia llevada a cabo por dc las necesidades teóricas sino de las
Foucault se radicaliza en una crítica de la prácticas, si entendemos (<práctica»corno
racionalidad, que desdeña todo desarrollo acción encaminada a la emancipación s.
en ciencia social por Iralarse al mismo IIabermas no quiere renunciar al pro-
tiempo de una ampliación del ámbito del yecto moderno, pero rechaza sus efectos
dominio. Para Foucault la ciencia moderna perversos. Algo similar, encontramos en
se ha convertido en el sustrato ideológico Foucault, quien no se pronuncia cuntra lus
que legitima el stnflr 9110 en el capitalismo ideales emancipatorios, sino contra las tec-
avanzado. Mientras para Habermas cabe la nologías de dominio que pone en funcio-
posibilidad de una ciencia aeconstructiva>) namiento h.
y emancipadora, para Foucault, sólo es po- Muchos autores han pretendido ver en
sible la acción deslegitimadora del histo- lo que se llamó posmodernidad, el último
riador del pensamiento. peldaño de la modernidad, una más de sus
Muy a gvosso modo, hemos ya adelanta- caras. Matei Calinescu, en sil ensayo sobre
do que Habermas defiende las propuestas los desarrollos de la estética moderna sos-
de la modernidad como vjlidas para la so- tiene que «el posmodernismo es una cara
ciedad actual. Piensa quc a pesar dc los del modernismo. Revela algunas sorpren-
problemas lógicos y de las contradicciones dentes semejanzas con el modernismo (cu-
internas que existen en el proyecto moder- yo nombre continúa llevando en sí mismo),
no no hemos de abandonarlo como causa (...); la modernidad sobrevive, al menos co-
perdida, sino aprender de sus errores,, v mo el nombre de una semejanza familiar
tratar de apropiarnos de él ofreciéndole cultural en la que, para bien o para mal, se-
una salida. Ante la interpretación posmo- guimos reconociéndonos^^ '. Esto no nos
derna de la historioyrafía trata de mante- debe hacer pensar que podemos forzar las
ner un proyecto de modernidad anclado en posturas habermasiana y foucaultiana, por
los ideales ilustrados 3 . ejemplo, hasta el extremo de señalarnos
La postura habermasiana en lo que a la ciertos parecidos de familia. Es innegable
filosofía de la historia se refiere ha variado la separación, c incluso confrontación, en-
desde sus primeras formulaciones hasta tre estos desarrollos teóricos, pero nos en-
obras más recicntcs. Habermas somete a la contramos ante uno de los debates más
filosofía de la historia a una profunda crí- fructíferos y más ricos en la teoría de los ú1-
tica, pero esto no significa que la haga de- timos tiempos.
106 / i u n Mnnuel Saritana Pérez /Antonia M." Pérez Rodr&iiez

Foucault (se considera a sí mismo como te es convertirse en algo que no se era al


un historiador del pensamiento) es relativis- principio. Si se supiera al empezar un libro
ta y, en consecuencia, está contra el proyec- lo que se iba a decir en el final, jcree usted
to ilustrado, por tanto, habría que incluirlo que se tendría el valor para escribir?... El
dentro del posmodernismo, aunque presen- juego merece la pena en la medida en que
ta grandes diferencias con otros autores más no se sabe cómo va a terminarv.
representativos de esta filosofía como Lyo- En este sentido, Paul Veyne considera a
tard o Vattimo. La Historia que hace Fou- Foucault como el historiador completo, el
cault no es una Historia social de las insti- final de la historia; añade que es ~ u i ode los
tuciones ni una Historia de la Ciencia, IU si- mayores historiadores de nuestra época,
quiera, a pesar de las semejanzas externas, pero también podría ser el autor de In re-
se trata de monografías sobre Historia de las volución científica que perseguían todos
mentalidades, estos estudios se aproximan los historiadores lo.
más bien a una Historia de la razón Se ha dicho que el proyecto m o d ~ r n o
La posición de Foucault es de total re- surgió en el siglo XVIII con los filósofos de
chazo hacia la ideología de la Modernidad, la Ilustración. Las ideas promovidas por
considera insalvable el proyecto modernis- estos, fiiernn enriquecidas y consolidadas
ta. Los criterios de «razón científica» y el durante los siglos siguientes, pero hemos
concepto de «objetividad), son considera- de tener en cuenta que la influencia de la
dos por éste como tina mera sustitución de emergencia de la racionalidad científica
las imágenes religiosas y metafísicas del surgida a partir del siglo XVII fue sin lugar
mundo antiguo por otra «retórica de la ver- a dudas, un factor indisociable en la con-
dad\\,FGWXL!~
nu cree e n 11. pcsibi!idad de se c.cc ión de tales ideris.
ningún principio absoluto, ningún criterio En este siglo se logran avances científi-
que tenga una fundamentación firme y de- cos insospechados. Los pensadores de la
finitiva, y por tanto, tampoco ve positivo el Il~islraciónse llenan de optimismo y espe-
establecimiento de normas universales de ranza ante los logros de la Razón Científica,
ningún tipo. Cada forma cultural de la ci- dando la espalda al oscurantismo místico, y
vilización occidental ha tenido su sislema a las supersticiones que éste traía consigo.
de interpretación, sus técnicas, SUS méto- Así que emprendieron la demolición del en-
dos, sus formas propias de sospechar que tramado en el que se basaba la anterior cos-
el lenguaje yuieie decir digo Uisiintu de io movisión. Kant fue quien más claramente
que dice, y entrever que hay lenguajes definió los ideales de la Ilustración, quien
aparte del mismo lenguaje '. Cualquier in- mejor formuló la tesis del sujeto, así como
tento, como el habermasiano, de funda- las tesis de la universalidad del conoci-
menlar las teorías en principios universales miento, de la acción, de la física y de la mo-
es rechazado por Foucault, no sólo por fa- ral. El pensamiento de Kant resulta para-
iaz, sino por *terrorífico». digmático de este pensamiento. Kant fue un
Para entender mejor la teoría de Fou- escritor consciente de que, los intentos de la
cault lo hemos encuadrado dentro de la co- centuria por elaborar la historia, no se ba-
rriente de pensadores posmodernos, pero saron únicamente en aspectos filosóficos, si-
hemos de aclarar antes, que Foucault siem- no también sobre temas centrados en la vi-
pre se negó a ser ((encasillado,) dentro de da cotidiana y la historia la estudia para de-
cualquier tipo de escuelas, corrientes e sarrollar una filosofía moral, intenta poner
ideologías, por las limitaciones que éstas le orden en la historia, extrayéndole un senti-
acarrearían posteriormente: «No creo que do y haribndola prnfefizas La hictnrii. para
sea necesario saber exactamente lo que soy Kant, sería la forma general y, necesaria de
En la vida y en el trabajo lo más interesan- realizarse la esencia del ser humano ".
Habermas y Foucault: Modernidad, Posmodernidad v teoría de la Historia 107

A partir de entonces estaba claro: la ra- cula la crítica hegeliana referida a los pro-
zón aseguraría el progreso, conduciría hacia blemas que se pueden derivar de semejan-
el bien-estar social, disiparía las tinieblas, te abstracción de contenido. Lo que se esiá
acabaría pa~datinamentecon los misterios cuestionando es la utilidad de una ética
de la naturaleza, liberaría a los individuos que en la búsqueda de una universaliza-
de las falsas creencias que permiten subyu- ción de los juicios morales sacrificó los in-
garlos, y destruiría por fin la posibilidad tereses tradicionales de la teoría ética; en
misma de arbitrariedad, creando una socie- los escritos kantianos ya no se encuentran
dad de seres humanos libres y felices. definiciones sustanciales de «lo bueno» o
Es obvio el fracaso de tales expectati- «lo justo», sino que se desarrolla algo así
vas, y éste ha sido reconocido tanto por los como una técnica de evaluación para los
partidarios de la demolición del proyecto enunciados de contenido moral.
moderno como por los partidarios de su re- La metodología kantiana situada en la
novzciSn. filosofía tradicional de la conciencia (don-
El mundo contemporáneo no es la ima- de en última instancia la evaluación es un
gen de ese bienestar deseado y programa- procedimiento subjetivo, en el que el indi-
do, los efectos perversos de la forma de ra- viduo se interroga a sí mismo sobre el va-
cionalidad que ha imperado en Occidente lor moral de su actuación en sociedad) se
han sido suficientemente constatados por convierte en solipsismo metodológico, ca-
la Escuela de Frankfurt y por K. O. Apel, rente de una fundamentacián que le otor-
dos de las grandes influencias en el pensa- gue cierto valor intersubjetivo.
miento habermasiano. Ahora ocupa todo el La ética habermasiana (que podríamos
ámbito humano ia r u ú r i subjeiivá qüc es s i k a r cn Ir: i,-.terrecci& d e trlAi&*~- fi-
aquella que busca los medios para alcanzar losóficas tales como la hermenéutica conti-
fines establecidos, y esto es así toda vez nental, el desarrollo del análisis lingüístico
que ha desaparecido la razón objetiva, que en la filosofía angloamericana -cn la forma
era aquella que establecía los fines huma- en que sc configura en la línea del segun-
namente deseables. Así la primera se con- do Wittgenstein y los trabajos de Cearle- y
vierte en razón instrumental, la Ilustración la corriente historicista alemana) supera el
vuelve al mito 12. En este sentido, Alain solipsismo moral kantiano en la lürrna de
Touraiiie considera que Horkhcimcr anun- una ética discursiva.
-
cia ya a Foucault 1 3 . En Habermas se mantiene ei ~uriiia~isiiw
Es obvio que ningún pensador contem- Kantiano, puesto que la racionalidad dialó-
poráneo se sustrae a esta crítica del desas- gica no establece fines en el sentido que lo
tre, son las salidas las que resultan dife- hacen las eticas materiales, sino que el fin es
rentes. La propuesta superadora de Fou- el <.consenso»alcanzado por una «cornuru-
cault es individualista y estética: la vida dad ideal),. La postura foucaltiana es muy
humana como la realización de una obra distinta pero podemos insishr en io que
de arte, donde la labor de la historia es des- Foucault considerá vital en sus trabajos, un
legitimar los impedimentos que los indivi- escepticismo sistemático frente a todos los
duos encuenlrai-i en su desarrollo. Habcr- universales antropológicos. Para el pensa-
mas en su intento por salvar el proyecto de dor francés no existe una única forma de ser
la socialdemocracia, sin caer en la metafí- humano, se niega el universal «humano»
sica, nos propondrá la teoría de la comiini- mediante el trabajo del historiador que po-
cación como explicación de la emergencia ne de relieve la contingencia de las distintas
vcciu! u p r t i r de los indivici~ios14. objetivaciones del ser humano mediante
La propuesta ética kantiana es fuerte- unas prácticas y unas tecnologías del yo. Es-
mente formalista. En esta dirección se arti- to al mismo tiempo destruye la posibilidad

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108 Junn Manitel Silntnnn Pérez / Antonin M " PC're: R o d r ( p e z

de una Historia, sólo es posible hacer histo- abstracta con la tradición y perdió de vista
rias parciales. Frente a la profunda histori- su relación con la antigüedad y con el con-
cidad de estos planteamientos, la postura junto de la historia. Igualmente Foucault
universalista haber-masiana desemboca en pone el acento en la discontinuidad como
una teoría de la evolución de la sociedad 15, seña de dispersión temporal que los liisto-
si bien quiere librarse de toda implicación riadores tienen el deber de suprimir de la
de conformación de la especie a través de historia I h .
una hipostatización de los comportamientos Cuando Foucault indaga en la constitu-
individuales, mediante la realidad de la co- ción de las ciencias sociales, sobre todo a
municación humana. partir del XIX, relaciona los desarrollos
Pero el problema entre ambos plantea- teóricos en cuestión con las instituciones de
mientos vuelve a ser si esta comunicación vigilancia en el mundo moderno. En ambas
dirigida hacia la emancipación es posible, organizaciones encuentra como elementos
si podemos hablar con Habermas de ((con- es~ncialwlar dualidaler siijeto-nhjnt~de
diciones ideales de comunicación,), o si por la filosofía moderna, sobre todo en su for-
el contrario, el poder vertebra todos los mulación kantiana.
discursos humanos. Pero está claro que En Habermas ciencia y técnica se han
ninguno de estos planteamientos es pesi- constituido como ideologías legitimadoras
mista, en el caso de Habermas esto es cla- del actual orden, pero esto no significa, pa-
ro, en e1 de Foucault siempre queda la la- ra él, que ambas no tengan ninguna vincu-
bor de desenmascarar la contigencia histó- lación con un proyecto humanamente dese-
rica de una forma de ser humano. able 17. En la sociedad tradicional la legiti-
En !S c ~ n f e r c n c i apr~rs,-.iadu con mo- niaciji-I del clúrriiruu se encontraba anciacia
tivo de la concesión del premio Adorno en el «mundo institucional,, (mundo de las
1980, Habermas critica a la nueva van- interacciones humanas guiadas por reglas)
guardia de artistas que se declasaii posrriu- que él diferencia de la órbita de las acciones
dernos bajo la consigna de ((elpresente del encaminadas a fines. La ideología sólo se da
pasado». Analizando el significado del tér- en la sociedad moderna capitalista, cuando
mino modernidad, intenla derriustrar có- el conflicto de clases no permite asegurar la
mo, desde su punto de vista, la posmoder- permanencia del sistema y de su legitimi-
nidad es en el fondo una antimodernidad dad con el único apoyo de la tradición, pe-
y cjii-LOrsia pdidLld i ~ i d i c a ,una corriente ro tambien sigue formando parte de ese
conservadora y negadora de lo moderno. mundo institucional, como órbita diferen-
Ilabermas analiza como el concepto ciada de las acciones encaminadas a fines.
moderno se ha empleado en la historia des- En el capitalismo avanzado la ciencia y la
de el siglo V (para delimitar la nueva épo- tecnología funcionan como ideología, pero
ca cristiana con respecto al pasado romano) esta nueva ideología ha cambiado respecto
a la actualidad. El concepto de moderni- a la anterior: los criterios de justificación los
dad, dirá, expresa la consciencia de una disocia de la organización de la convivencia,
época con respecto a los cambios surgidos esto es, de la regulación normativa de las in-
en su seno en relación con el pasado. Pero tcracciones, y en ese sentido los despolitiza;
señala también la relación de continuidad y en lugar de eso los vincula a las funciones
que esta nueva época que surge sigue man- del sistema de acción racional con respecto
teniendo con su pasado. a fines 18. ES esto lo que vuelve a esta nueva
Habermas piensa que esta relación de forma de ideología la apariencia de incues-
continuidad con el pasado se olvidó con la tinnahle, pu.esto q-.e p.rece -Y-i' on ti!
3 n n 7 r 9 ~ ~ 0
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radicalidad del espíritu romántico del siglo desarrollo de las fuerzas productivas. Lle-
XIX. Éste se encegó en su contraposición gamos así al cuestionamiento de las defini-
Habermas y Foucault: Modernidad, Posmodernidad v teoría de la Historia 109

ciones clásicas de las relaciones entre las Es de esta forma como la verdad se im-
fuerzas productivas y las relaciones de pro- pone a través de una percepción evidente
ducción. En el panorama actual las exigen- y definitiva que se avala en un lenguaje
cias del desarrollo y dc la investigación transparente y neutro.
científica legitiman el ejercicio del dominio El paso del empirismo al racionalismo
sobre la naturaleza y subre las pei-soiias.En implica, sin duda, un cambio en la concep-
Foucault encontramos la negación de la h o - ción del saber sujeta al poder. Siguiendo a
cencia política de las fuerzas productivas. Descartes 23 observamos como el único co-
La ciencia soclal se ha desarrollado como un nucirriieiilu verdadero que puede darsc cs
aparato más del poder, como una especiali- aquél en el que se da una actuación pura y
zación en el ejercicio del dominio. Con esto atenta de la inteligencia.
fijó el marco filosófico de ciertas formas in- La distinción entre códigu eliiborado y
novadoras de hacer historia, al tiempo que código restringido que estableciera Berns-
descentralizó radicalmente el concepto de tein y su interrelación con la división entre
poder, haciéndolo omnipresente y permea- trabajo intelectual y trabajo manuai que ex-
ble, al concebirlo como relaciones de fuerza puso Marx, se encaminan a una racionali-
distribuidas de manera asirnétrica en toda la dad que hace distinguir a diferentes clases
sociedad, corno constelaciones dispcrsas de sociales bajo una base que intenta legiti-
relaciones desiguales ". Mientras, la postu- marse como científica no sólo en su pose-
ra habermasiana es menos radical, defiende sión de saber, sino sobre todo en su pose-
que es posible una nueva ciencia social sión de poder.
siempre que sea crítica. Foucault es perfectamente consciente
U m idea qiie esfi presente Pn toda la de que este sistema de saber que ha desa-
obra de Fouca~i11es la inseparable unión rrollado nuestra sociedad es realmente
saber-poder, es decir, «la verdad no está complejo, máxime si tenemos en cuenta
fuera dcl poder ni sin poder* *O. que dispone de unas estructuras de poder
Esta verdad viene caracterizada históri- muy sofisticadas 24.
camente por cinco rasgos, tales son: Es este híbrido saber-poder el que va a
- está centrada sobre la forma del dis- constituir la creación de las Ciencias Hu-
curso científico y sobre las instituciones manas, a través de un saber de vigilancia,
que lo producen; de examen que controla, mediante la nor-
- esid suu~riidaa üi-ia cüm:a~:c i ~ i c i t ~ -u, u !es inciividlies diirante toda sii P X ~ S -
ción económica y política; tencia 25.
- es objeto de una inmensa difusión y Después de la obra de Foucault no es
consumo; posible scguir manteniendo los ((objetosin-
- es producida y transmitida bajo el tclectunles>>como «objetos naturales» de
control dominante de grandes aparatos po- los que sólo cambiarían las modalidades
líticos y económicos; kiistóiicas de exis:rn&. L a lacurz, !a rr.e-
- y es el envite de todo un debate polí- dicina, el Estado no son categorías pensa-
tico y de todo u n enfrentamiento social l'. bles en el modo de lo universal y de las que
El saber, que quedaba limitado a una cada época particularizaría el contenido.
serie de interpretaciones en el siglo XVI, Detrás de la permanencia engañosa de
empieza a dejar de lado esos comentarios nuestro vocabulario, debemos reconocer
infinitos sujetos al juego de similitudes pa- no los objetos, sino las objetivaciones que
ra entrar de lleno en una enumeración per- construyen una figura original
fecta que somete a análisis cualquier com- Así los individuos son controlados, no
paración bajo el objetivo, no tanto de rela- ímicamente por los poderes judiciales, sino
cionar como de discernir 22. también por otro conjunto de poderes late-

O h v e r s d a d de a s F a n a i d? Gran Canara i t o e c a U n u e s t s r i a e m m i D g t a le C a n i r i s 20815


110 Juan Manuel Santane Pérez / Antonin M." Pérez Rodríguez

rales que contribuyen, a la par de los pri- fía, que «procede en términos eruditos y
meros, a mantener el orden vigente, a re- positivistas,,, es el concepto nietzscheano y
accionar contra todo aquello calificado de asociológico de poder en que Foucault ba-
peligroso en tanto y en cuanto puede po- sa todos sus desarrollos. En su genealogía
ner en cuestión o resquebrajar el sistema «poder» es sólo un sinónimo de una «pura
social. Bajo esta óptica cualquier loco es un actividad estructuralista». Cuando Haber-
disidente político 27. No tenemos que ir mas se pregunta por qué en Foucault la te-
muy lejos para constatar la certeza de esta oría de la ciencia y la crítica de la razón dan
afirmación, basta con echar u11 vistazo al paso a una teoría del poder, achaca este en-
surgimiento de estas disciplinas para co- cauzamiento al interés de Foucault por el
rroborar su función de orden social. Por paso de la época clásica a la modernidad.
ello, cualquier propuesta que plantee los Esta voluntad de saber se convierte para
problemas de la necesidad de una trans- Foucault en la clave de la conexión entre sa-
formación del planeta son desconsidera- ber y poder, «las ciencias humanas ocupan
dos'", ae este modo, toda duda o nega- el terreno alumbrado por la aporética auto-
ción de dicho orden son calificadas de lo- tematización del sujeto cognoscente. Erigen
cura, aberración y fanatismo. con sus exorbitantes pretensiones nunca
No es de extrañar, pues, que Foucault cumplidas la fachada de iui saber univer-
insista en comparar la tarea de inctitucio- salmente válido tras la que se oculta la fac-
nes presuntamente neutrales con las desa- ticidad de la pura voluntad de autoavasa-
rrolladas por la policía 29. Ni tampoco nos llamiento mediante el saber), 31
coge desprevenidos su extrapolación tanto La arqueología como método que nos
a los hospitales, como a las escuelas, los propone Faiicaiilt tratará cie deccrihir e! de-
ejércitos, la misma fábrica y, por supuesto, minio del saber, describir las contradiccio-
a la prisión, tal como se ha venido desa- nes intrínsecas al discurso. Si partimos de
rrollando en investigaciones historiográfi- que el disc~usoes una práctica que mantie-
cas desde la década de los setenta. ne diferentes formas de encadenamiento,
Parece obvio, pues, que tanto los suje- sucesión, etc.; la arqueología será la encar-
tos de conocimiento como las relaciones de gada de establecer fisuras, definiendo, a su
verdad se forman en un contexto caracteri- vez, formas nuevas, específicas de articula-
zado por unas condiciones políticas y eco- ción. La historia como arqueología nos in-
nómicas que les dan s ~ n t i r l n vita 2 recerrcr hiSkGriCi pu1-
<.Foucault no se deja impresionar -dice que lo que interesa es dejar al desnudo las
Habermas- por la referencia a la evidente prácticas discursivas en la medida en que
ausencia de coacción que caracteriza a la ar- den lugar a un saber, y en la medida en que
gumentación convincente con que se impo- ese saber toma, o no llega a hacerlo, el esta-
nen las pretensiones de verdad y en gene- tuto y el papel de ciencia, lo que supone LUI
r d !us pr&er.si=ncu & ~ü!idez;> ?", el nrqüe- cambio cit. planteamiento frente a ias con-
ólogo del saber indaga en esos discursos vencionales historias de las ideas 32.
científicos para mostrar las estructuras que El autor no es partidario de definir el
posibilitan la werdadn. Comu esas estruc- método que nos propone como anti-cien-
turas no son susceptibles de ser verdaderas cia, ni de situar su objetivo en la descrip-
o falsas, Foucault realiza en la década de los ción de la ciencia. Y ello es así porque si
setenta una nueva tarea, la investigación bien es verdad que la arqueología recorre
genealógica, que, a partir de la voluntad de el eje prácticas discursivas-saber-ciencia,
verdad que rige en el discurso, persigue la podemos encontrar saberes independientes
genesis de las condiciones de validez. Para de las ciencias; pero todo saber tiene una
Habermas el problema de esta historiogra- práctica discursiva definida.
IIabermas v Foucault: Modernidad, Posmodernidad y teoría de la Historia 111

La arqueología se convierte, pues, en que es conforme a las reglas, o en produc-


una de las líneas de ataque para el análisis tiva, útil, dará lugar a multitud de formas
de las actuaciones verbales que pretende posibles dc observación, encuesta, exyeri-
mantener al discurso en sus asperezas múl- mentación de las que ninguna ciencia au-
tiples describiendo los diferentes espacios téntica podrá prescindir
de disensión que presenta y suprimiendo La verdad es pues inseparable de un
«el tema de una contradicción uniforme- procedimiento cpr la ~ s f a h l ~ c!oe ,cual ha-
mente perdida y recobrada, resuelta y ce que Foucault compare la <(investigación
siempre renaciente, en el elemento indife- inquisitorial* que trata en Vigilar y Casti-
rente del lagos), 33. g a con el <.examen discipliiiario~~ modelo
Foucault señalará como preocupación de las Ciencias Humanas.
fundamental de su análisis arqueológico, La dimensión crítica de la historia filo-
describir la aparición y el funcionamiento . , rdsu
36fic~de !as ciericias riü es en i-iiiig~iii
del discurso en su .<sistema de institucio- tina critica de la ciencia sino que, por el
jY,

nalizaciónx ". contrario, es una crítica de lo negativo de


Ahora bien, el poder para Foiicaiilt no la razón.
se identifica con un individuo en particu- La verdad existe. Esta es una afirmación
lar que lo ejerza o posea, sino que se con- de Foucault ante la conslilución d e saberes
vierte en iina maqiiinaria de la qiie nadie que llegue a inestabilizar aquellas objetivi-
es titular 35. Herencia de la antropología de dades a las que ya hemos hecho referencia
Lévi-Strauss, para Foucault la revolución
(locura, poder, sexualidad). De ahí que pre-
estructuralista (discurso negativo sobre el
tenda hacer la historia de las relaciones que
sujeto) es la disolución del s~ijeto.Aludió a
unen el pensamiento y la verdad, es decir,
las prácticas d e la historia estructural y se-
ij2&,
- -"--
2 n ~ n n A c i t nde !3 CUU!
r "r YiaCUiS e +
traer todas sus consecuencias teóricas 3h.
la historia del pensamiento en tanto pen-
samiento de la verdad "'. Ello lo hará no in-
tentando responder a las leyes de verifica-
Será dentro d e este entramado donde la
figura dcl Panopticon cobra sentido: Re- ción que rigen la historia en sí, es decir, no
cordemos que el elemento que introduce y reduciéndose a lo que ocurrió, al proceso,
que caracteriza al panóptico no es la p e - a las transformaciones. Uno d e los objeti-
~cini~ic& a=
;; p ~ r j ~ i yüe . . a 10s de-
i a vigile vos que se plantea PS e1 T ~ P mnqtrñr que
más, sino que se trata d e un artificio mu- muchas de las cosas que forman parte de
cho m i s complcjo que oculta el inspector a su paisaje y que la gente piensa que son
los ojos d c los presos, en el ejemplo de la ~inivcrsalcs,no son sino el resultado de al-
prisión; ya que no es un individuo el que gunos cambios históricos muy precisos.
impone el respeto o establece el control, si- Todos sus análisis van en contra de la idea
i10 yUc e s ;iiiip:cmcnk Uiia yicsciicin, u do necesic?uder c.niierou!cs cn !u cxis:cn&i
mejor aún, la posibilidad de que pueda l-iumana. Muestra la arbitrariedad de las
existir esa presencia. instituciones, cuál es el espacio de libertad
Foucault coincide en esto con Blanchot que todavía podemos disfrtiiai; y qué cam-
al denunciar toda perscinología lingüística bios pueden todavía realizarse ". Toda his-
y situar los ernplazamicntos de sujeto en el toria es arqueológica por naturaleza y no
espesor d e un murmuiio anónimo por eiección: expiicar y hacer expiicita la
La vigilancia no consistirá, por lo tanto, historia consistc en percibirla primero en
en el ejercicio que le corresponde a los su conjunto, en relacionar los supuestos
guardianes, sino que se va a identificar con objetos natiirales con las prácticas de fecha
la condición humana misma. Al quererse concreta y rara que los objetivan y en ex-
convertir ésta en obediente en la medida plicar esas prácticas, no a partir de un mo-
tor único, sino desde todas las prácticas tido que la evolución de las sociedades de-
próximas en las que se asientan 42. be estar guiada por esos principios univer-
De este modo, la Historia tendría una sales. Pero se refiere a principios que no
función deslegitimadora, aquí radica la im- derivan de la teoría a la manera kantiana,
portancia de contextualizar la historia del sino de las necesidades prácticas de una
pensamiento en una historia de estructuras sociedad, del interés humano por la eman-
sociales porque el pensamiento también es cipación y de las condiciones objetivas en
social. que se encuentra.
La fecundidad que en este sentido tie- Habermas en su teoría de acción comu-
nen los dcsarrollos foucaultianos no la po- nicativa distingue entre acción orientada al
demos encontrar en los planteamientos ha- éxito y acción orientada al entendimiento,
bermasianos, al menos no en los más ge- así como dos situaciones de éstas, una so-
nerales, porque si Foucault habla de «lo cial y otra no social.
que es», el pensador alemán se encuentra Propugna. además. la acción orientada
en la formulación de 40 que debe ser.. La al entendimiento en situación social en la
teoría crítica, sin embargo, quiere ser em- que se halla su teoría de la acción comuni-
pírica y científicai p r n sin rmiinriar a siis cativa. Para 61,. Fiiera d e ella no PS posible
intereses teóricos y prácticos. E n este in- hablar de ética. En la acción comunicativa,
tento Habermas aboga por una ciencia so- los sujetos no tralan de interaccionar bus-
cia! inter&scip!inari2 que receja &versos ci.ndo i-xpnner SLE in!ereses, rinn !izt!!ar un
desarrollos de la teoría social de este siglo, entendimiento. Para ello, exponen sus in-
aunque el trabajo de Habermas se centra tereses, los discuten y llegan a través del
fundamentalmente en la sociología. A no- diálogo a un acuerdo 45.
sotros nos cabe, al menos, defender lo La acción que Foucault formula, dentro
apropiado de este enmarque pluridiscipli- de esta clasificación realizada por Haber-
nar. Junto con la teoría de sistemas o la Fi- mas, vendría a ser una acción orientada a1
losofía analítica del lenguaje, Habermas in- éxito en situación social. Foucault compar-
cluye los avances de la hermenéutica filo- te la teoría del significado como tiso, man-
sófica como fundamentales en la tarea tenida por Wittgenstein y Austin que con-
investigadora en las ciencias sociales 43, ciben los actos del habla como juegos es-
aunque no sin provocar revuelo entre los tratégicos de accion y reacción, que son en
pensadores más significativos de la filoso- definitiva juegos de poder, ya que, para él
fía hermenéutica. Gadamer responde a hablar, es también ejercer un poder.
Habermas que la hermenéutica no es asun- Habermas critica este tipo de acción es-
to de la metodología, sino que es en Lodo Lratégica diciendo que en ella los sujelos se
caso un arte. Este autor explica su teoría en instrumentalizan recíprocamente y orientan
el contexto de la tradición alemana de las su acción segíin las expectativas del com-
ciencias del espíritu, achacando a Haber- portamiento de los otros, utilizándolos co-
mas y a Apel que no se den cuenta de que mo medios para lograr fines propios. Es m a
la rcflexión sobre la praxis no es técnica 44. acción fundamentada en intereses egoístas y
Habermas, como heredero de la tradi- bajo la visión de Habermas, no ética.
ción ilustrada, sostiene una teoría univer- Foucault se ha manifestado siempre
salista. Piensa que es posible hallar unas contrario a las posiciones universalizado-
normas, a modo de leyes generales, que ex- ras dc la ética de Habermas. La ética filo-
presen una voluntad general. Su ética, por sófica que propone Foucault es una estéti-
tanto, la podemos definir como normativa ca de la existencia, sería la tarea de «pro-
y, en consecuencia, se desprende una teo- ducirse a s í mismo)) 4h renunciando a la
ría de la historia cercana a Kant en el sen- guía de la religión, de la ciencia, la ley o las
Habermas y Foucault: Modernidad, Posmodernidad y teoría d e la Historia 113

afirmaciones universales formales presen- mejor que otra recurriendo a ningún crite-
tadas por los filósofos, y renunciando tam- rio externo que no sea las opciones sim-
bién a ese empeño que ellas fomentan de plemente humanas. La ausencia de funda-
realizar una verdad profunda del yo. Fou- mentos Últimos no sufre excepciones ni si-
cault asume que no existe ningún principio quiera con un fundamento tan descentrado
absoluto, ningún criterio que tenga una de la validez con respecto a la verdad co-
fmdamentación firme y definitiva; los se- mo el supuesto trascendental del lenguaje
res humanos no pueden ampararse en na- de Habermas. Y es precisamente esta au-
da que no provenga de sus propias pro- sencia, la que nos brinda la posibilidad de
ducciones. Por tanto todos los supuestos y decidir por nosotros mismos.
las «retóricas de verdad,, son puramente Cuando no cxistc ningún meta-nivel al
históricas y contingentes y es preciso de- que remitirse para legitimizar las decisio-
construirlas a todas y cada una dc ellas, y nes y el poder que se ejerce, éstas terminan
revelarlas para así debilitar los efectos de mostrándose como lo que son: pura con-
poder producidos por éstas 47. veniencia humana. A partir de entonces es
Foucault trata de corporizar un estilo posible debilitar todas las manifestaciones
de acción que nos permita ver, mediante dcl podcr.
una prueba de límites que hay diferencias Habermas declara que esta comparación
significativas en las clases de sociedad que que hace Foucault de su (crítica del poder»
podemos tener y modos de ser h u m a n o s a con PI «análisis d~ la vprdadn es i i n ñ cnn-
los que conviene oponerse y otros a los que tradicción, ya que la crítica al poder queda
conviene fortalecer. privada de los parámetros normativos que
Habermas dirá acerca de esto que Fou- debería pedirle al análisis de la verdad.
cault «hace afirmaciones teóricas normati- Desde el punto de vista de Habermas, toda
vas injustificadas, y toma posiciones polí- intervención crítica es portadora de un con-
ticas no sustanciadas>no siendo conscien- tenido normativo, inclusive, claro está, las
te de su enfoque general. Considera una intervenciones críticas de Foucault $', que,
tradición hacer juicios normativos -ya que según Rainer Rochlitz, en el fondo no son
en cierto modo hace una propuesta ética sólo normativas, sino incluso universalistas
para e1 presente- y a la vez propugnar el ya que proponen ciertos principios como
abandono de toda autoridad, ley, o princi- son la autonomía de la persona y la oposi-
pio dc cualquier índole. ción al sufrimiento injusto.
La metaética de Habermas es cogniti- Este autor critica a Foucault por pre-
vista ya que cree en la validez racional de tender difundir una ética basada en un mo-
la ética fundamentada en un método cohe- delo griego, elitista, opresor y sexista; no
rente y lógico de la mejor propuesta moral. dudando reivindicar las exigencias de una
También podríamos clasificarla como no cultura aristocrática, de un arte de vivir, en
naturalista, pues no cree que las teorías del vez de una universalidad de derechos. Di-
significado ético se puedan reducir al len- rá que al exagerar el aspecto negativo de la
guaje natural. idea de universalidad de la que el cristia-
Foucault, con una metaética no cogniti- nismo es portador, minimizd el carácter eli-
va, niega la posibilidad de fundamentar la tista del modelo griego. También cree que
ética. No cree, por tanto, en la posibilidad Foucault cayó en un error al equiparar po-
de ningún principio trascendente que nos der y moral, no dándole ninguna autono-
permita decir que algo es fibueno. y debe mía a esta última. De este modo, no pudo
guiar nuestra conducta. Se trata de una de- apreciar «la ambigüedad moderna,) es dc-
cisión plenamente nuestra y no existe nin- cir, el hecho de que ella hace posible a la
guna forma de asegurar que esa opción sea vez las estructuras de poder.
114 Juan Mnnuel Snntann Pérez / Antonia M." Pérez liodrQuez

La teoría foucaultiana se desarrolla a sino que presenta un concepto alternativo,


partir de un elemento común que es la pre- la teoría de la evolución, que ~dcscansaso-
g~uitapor el sujeto "',a partir de ella cstc bre supuestos de estructuras universales de
autor desemboca en un escepticismo siste- conciencia y niveles de aprendizaje orde-
mático frente a todos los universales an- nados segím la lógica del desarrollo» 53. Por
tropológicos, incluido el universalismo éti- su parte, Foucault cree que la labor de la
co basado en competencias comunicativas Historia es enseñarnos que somos libres,
habermasiano. Para Foucault, el único pro- que podemos criticar y cambiar la eviden-
greso experimentado desde lus u i i ~ i u sde la cia de una verdad, ya que esta ha sido
modernidad es el progreso de la domina- construida en un momento histórico deter-
ción , su proyeclo es el de deconstruir to- minado y, por ello, debemos relativizarla.
da la ciericia histórica moderna con fines El relativismo es también un logro del
deslegitiinadores. Según Fontana, Foucault pensamiento moderno, el debate ahora es
ha sido considerado como un deconstruc- entre ~ urelativisrno
i radical que disuelve la
tor de ia nistoria io que califica, con poca noción de humanidad o si es posible un
profundidad, de paradojas de una termi- nuevo planteamiento para el viejo concep-
nología ambigua que sirve para todo Ha- to judeo-cristiano. Si el mundo no puede
bermas, coincidiendo con Foucault en el comprenderse en su totalidad, entonces el
papel legitimador del s t a t u quo que ha de- desarrollo histórico carece de sentido uni-
sempeñado la ciencia histórica, quiere, no versal. Las mismas personas están frag-
obstante, la reconstrucción de las ciencias mentadas y descentradas y son incapaces
sociales occidentales; con la teoría de la ac- de proyectar su futuro Deja de interesar
ción comunicativa, recurre a una nueva el futuro y, en consecuencia, la <<historia
forma de teoría social superadora de la pri- profétican justificada por los metarrelatos
mera teoría crítica, que pretende obtener es abandonada, pero sin embargo, las exa-
un cambio real de la sociedad, a través de geraciones de este pensamiento llevan al
la confluencia de diversas tendencias del triunfo del presentismo, el relativismo to-
pensamiento actual 5 2 . tal y la pasividad política, que paradójica-
Para Habermas la historiografía se ha mente puede desembocar en un esencialis-
de mover necesariamente en un sistema mo cultural. La fragmentación posmoder-
narrativo de referencia, así que su interés na de la sociedad encaja perfectamente con
no está en desarrollar una historiografía el funcionamiento del m ~ r c a d nl i h r ~en el
universal, que también Foucault desdeña, capitalismo avanzado.

NOTAS
A.: E t i c ~y posmodernidad. Uni-
1 KLAPPENBACH, 3 MORALES MOYA, A.: «Historia y postmoderni-
versidad de Alcalá de Henares, Alcalá de He- dad,,. En MORALES MOYA, A. (Ed.):La Historia
nares, 1991. en el 91. Ayer, Madrid, 1992, y. 36.
2 Aquí se incluyen un conjunto de pensadores 4 HABERMAS, J.: Teorín y praxis. Estudios dc filo-
heterogéneos, desde Foucault, Lyotard o Li- sofía socinl. Tecnoc, Madrid, 1990. Este carác-
pnvetsky, hasta il pensievo debole de Vattimo, ter tclcológico que atribuye al materialismo
que se ha constituido en una forma de ver el histórico es la principal crítica que le formu-
mundo, sobre todo sus relaciones sociales la en HABERMAS, J.: La r e c o n s t r ~ ~ c ~ i del
ó r i rnutu-
frente a los metarrelatos de la historia. VATI- rialismo histórrco. Taiiriiq; M a d r i d , 1986, F 43
MO, G.: Filosofía, política, religión. Nobel, Ovie- En este sentido coincide con HARRIS, M.: El
do, 1996. niatrrinlisrno ~ u l t u r a l Alianza,
. Madrid, 1982.
Habermas y Foucault: Modernidad, Posmodernidad y teoría de la Historia 115

5 MACCARTHY, T.: La teoría crítica de Jürgen Ha- 14 HABERMAS, J.: Teoría de la acción comunicativa,
bermas. Tecnos, Madrid, 1987, pp. 158-159. 2 vols. Taurus, Madrid, 1987.
Sobre este planteamiento marxiano de Ha- 15 HABERMAS, J.: Conciencia moral y acción comu-
bermas, resulta destacada la apreciación de nicatizla. Península, Barcelona, 1991. En esta
HELLER, A,: Crítica de la ilustración. Peiiínsula, obra Habermas elogia el intento de Kohlberg
" ....- 1
uarcriviia, 1984; &! r i s ~ r í i!
- A -

ra ukxa de M n r x ,L,,..,..u. ,.
--.. An---..,.ll-..
..-m te&n de !as cerr.-o+on-
Y-'-"
como ciencia y como filosofía, Habermas se cias morales en la línea piagetiana, una teo-
sustrae a los peligros de ambos extremos. Su ría que sería al mismo tiempo, evolutiva y
-rornnctriirrirín
-- -- --- ----. do1
--. m
....a.---
. t ~ r i-..---.
~~
n l i ~ mhietíirirn
n
- --- PS universalis ta. En es te sentido discrepamos
tal vez el mejor ejemplo de la solidez y via- de Habermas y creemos que lo mismo que
bilidad de esta actitud sin que tenga rele- puede concebirse una teoría de la sociedad
vancia alguna que estemos de acuerdo o no puede también concebirse otra de la historia
con todas sus proposiciones teoréticas» (p. como ha señalado AROSTEGUI,J.: La iiives-
289). tigación histórica: Teoría y método. Critica, Bar-
6 En este sentido entre las dos posturas pode- celona, 1995, p . 158.
mos situar el artículo de HOBSBAWM, E.J.: «The 16 FOUCAULT, M.: dlistória e descontinuidaden.
revival of narrative: some cornments». Past & En NIZADA SILVA,M.B.: Teoria da história.
Pres~nt.N 86, Oxford, febrero 1980, pp. 3-8; Cultrix, Sao Paulo, 1976, p. 57.
combatiendo desde el materialismo histórico 17 HABERMAS, J.: Ciencia y técnico como .ideolo-
las tesis donde narración es igual a explica- gía)). Tecnos, Madrid, 1992.
ción como en STONE,L.: reviva1 of na- 18 lbidem, p. 98.
rrativen. Past t3 Present. N" 85, Oxford, no- 19 HERNÁNDEZ C ALOS
S H N ~ ~ O IE.: , r:urnirios de h
viembre 1979, pp. 3-24. Historiiz. Cuestiones de historiografía y método.
7 CALINESCU, M.: Cinco caras de la modermdad. Síntesis, Madrid, 1995, p. 175.
Tecnos, Madrid, 1991, y. 301. 20 FOUCAULT, M.: U n diáluyu sobre el puder,
8 VÁZQUEZ GARCIA, F: Fo~~cault.Ld Historia como Alianza Materiales, Madrid, 1988, p. 143.
crítica de la razón. Montesinos, Barcelona, 21 Ibidem, pp. 143,144.
1995, p . 22. 22 FOUCAULT, M.: Las palabras y las cosas, Siglo
9 FOUCAULT, M.: Nittzche, Freud, Marx, Anagra- XXI, Madrid, 1989, pp. 61, 62.
ma, Barcelona, 1981, p. 25. 23 DESCARTES, R.: Discurso del método. Espasa-
10 VEYNE,P.: Cómo se cscribc la historia. Foiuault Calpe, Madrid, 1991.
revoluc~onala historia, Alianza Universidad, 24 FOIJCAIJLT, M.: Tecnologías del yo, Paidós, Bar-
Madrid, 1984, p. 200. Dice que qmsitivistas, celona, 1990, p. 117.
nominalistas.. pluralistas y enemieos de las 25 FOUCAUL~, M.: La zlerdad y lus formus juríditus,
palabras acabadas en ismo, lo somos todos: Gedisa, México, 1984, p. 100.
él es el primero que lo es todo. Es el primer 26 CHARTIER, R.: El iizuildo C O M O represriitación.
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y una ontología del presente, Antl-iropos, Bar- historia. Crítica, Barcelona, 1992, p. 89.
celona, 1990, p. 182. 52 GUIDDENS, A,: cciRazón sin revoliición? La
41 FOUCAGLT,M.: Tect~ologías del yo. Paidús, Tkrorie des Kon~inunikativeiiHaizdelns de Ha-
Barcelona, 1990, p. 144. Foucault sugiere bermas,,. BERNSTEIN, R.J. (Ed.):Habermns y ln
que para poder estudiar las discontinui- inoderi~idad.Citedra, Madrid, 1988, pp. 153-
dades históricas tenemos que 'individuali- 192; pp. 177-1788.
zar' los discursos, es decir, liemos de tener 53 HABERMAS, J.: La recoizstri~ccióndel n~aterialis-
claro el sistema lingüístico al que pertene- mo histórico. op. cit., p. 185.
ccn y idcr,fi&d de! q-ac los jesa- 5 1 LARRAIN, J.: &íodermdad, razó~ze idetltidad eii
rrolla. Anzéuica 1.ntinn. Editorial Andrés Bello, San-
42 VEYNE, p: Cómo se escribe la Izistorin. Foucnult tiago de Chile, 1996, p. 244. En este mismo
remlur-inna la historiir op. cit , p. 237. sentido se dirige la crílica de Rurty d los
43 HABERMAS, J.: Coilciencia moro/ y acción comii- pensadores postmodernistas, en los que la
izicativa. op. cit., pp. 31 y SS Para él la her- incapacidad para pensar en un mosotros,,
menéutica no rompe todavía con la raciona- IPS l l ~ v añ !a apa-Ia p!ifica er. RI?.TY, R.:
lidad interna a la historia y su continuidad, <<Habermasy ~jotard-sobrela posmoderni-
tal como la modernidad la presentaba; en dad,,. En BERNSTEIN, R.J. (Ed.): Hnbermas y la
FERRER, U.: «La concepción postmoderna de rnoderriidad. op. cit., pp. 253-276.

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