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Referencias[editar]
1. ↑ Saltar a:a b c d http://www.poeticas.com.ar/Biblioteca/Cartas_de_vidente/frame.html Cartas del
vidente de A. Rimbaud, en versión de Ramón Buenaventura
Cuesta leer a Rimbaud. No porque su poesía sea oscura: de hecho, es bastante explícita.
Sino porque está tan interferida que casi todas nuestras opiniones sobre la poesía de
Rimbaud son recuerdos de opiniones ajenas.
Se ha citado hasta el hastío «Je est un autre». Frase que no procede de ningún poema
de Rimbaud, sino de una carta que le envió a Demeny, poeta cuya pervivencia se debe
al hecho de haberla recibido. En un acto de fe, aceptemos que dicha frase no fue un
desliz, fruto del apresuramiento con que el adolescente caligrafió las cuartillas.
Aceptemos también leer la Carta del Vidente como un ensayo donde, según Pierre
Michon, las ideas poéticas que pululaban desde hacía tiempo se exponían «de forma más
convincente, más juvenil, más belicosa». Bueno. ¿Y qué demonios significa «Yo es
otro»?
Gracias al investigador Charles Nicholl hoy sabemos que Rimbaud jamás comerció con
esclavos en África, sino con diversos productos, entre ellos armas e instrumentos de
precisión. Allí siguió dedicándose a negociar con lo inexplorado. Precoz incluso para ser
póstumo (la primera edición de las Iluminaciones lo consideró difunto cinco años antes
de su muerte), es imposible releerlo sin sentir que el genio de Rimbaud llegó demasiado
temprano a sí mismo.
"Car Je est un autre. Si le cuivre s’éveille clairon, il n’y a rien de sa faute. Cela m’est évident: j’assiste à
l’éclosion de ma pensée : je la regarde, je l’écoute: je lance un coup d’archet: la symphonie fait son
remuement dans les profondeurs, ou vient d’un bond sur la scène."
"Porque Yo es otro. Qué culpa tiene el cobre si un día se despierta convertido en corneta. Para mí es algo
evidente: asisto a la eclosión, a la expansión de mi propio pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo un golpe
de arco: la sinfonía se remueve en las profundidades, o entra de un salto en escena".
MANUEL VICENT
28 AGO 2010
Cómo desentrañar el alma del poeta que inauguró la estética moderna, el hombre
con cara de niño capaz de experimentar todos los vicios como una conquista de la
libertad. Enamorado perdidamente de Verlaine creó Una temporada en el
infierno. Tenía 19 años cuando decidió sentar la cabeza y convertirse en traficante
de armas
Se trata de saber por qué un niño angelical de ojos azules y bucles dorados pudo
convertirse en el adolescente más depravado sin haber perdido la inocencia; por qué
un poeta superdotado, creador del simbolismo, el que usó por primera vez el verso
libre, el que inauguró la estética moderna, abandonó la literatura a los 19 años, en la
cumbre de su genio y se convirtió en un contrabandista de armas y sólo entonces fue
feliz. Este enigma ha dado de comer a centenares de críticos literarios. Llegar al
alma de Rimbaud siempre se ha considerado una proeza de la psicología humana.
Cuando Rimbaud en 1870 se fugó por primera vez a París tenía 16 años y todavía
parecía una niña de tez delicada, ni siquiera le había cambiado la voz, pero ya
componía poemas obscenos y violentos en una perenne lucha interior entre el ángel
y el demonio que no terminaría nunca. Perdido por los caminos escribía Muera
Dios en las paredes de las iglesias y ese era el único rastro que dejaba. Su admirado
Baudelaire, poeta maldito, cuando escribió Las Flores de Mal,aun iba muy
acicalado, incluso perfumado. Los poetas tenían todavía un carácter sagrado y un
porte respetable. Rimbaud fue el que inauguró los harapos de bohemio y el pelo
largo, fue el primero en divertirse provocando a los burgueses con una conducta
caótica, obscena e irreverente y antes de que se pusiera de moda comenzó a
experimentar cualquier clase de vicio como una conquista de la libertad.
En el verano de 1876, se enroló rumbo a Java como soldado del ejército holandés.
Desertó y volvió en barco a Francia. Luego viajó a Chipre y, en 1880, se radicó en
Adén (Yemen), como empleado en la Agencia Bardey. Allí tuvo varias amantes
nativas; por un tiempo vivió con una abisinia. Tal vez engendró un hijo o dos o los
que fuera. En 1884 dejó ese trabajo y se transformó en mercader de camellos por
cuenta propia en Harar, en la actual Etiopía. Luego hizo una pequeña fortuna como
traficante de armas para reyezuelos de la región que estaban siempre en guerra. La
poesía quedaba atrás como una locura lejana. En esta etapa de su vida Arthur
Rimbaud se comportó con la seriedad fiable de un perfecto burgués. Nada de
escandalizar, ni de provocar, ni de saltarse las reglas. Era respetado por sus
proveedores, pagaba las deudas en día de su vencimiento, saludaba con educación a
sus vecinos, se quitaba el sombrero y besaba la mano de las damas. Tal vez le daba
un poco de risa recordar que un día dijo que el poeta debía convertirse en un vidente
a través de la convulsión de los sentidos. Si se trataba de registrar lo inefable con
palabras nuevas ahí estaba el libro de ingresos y gastos. La nueva alquimia verbal
que descubrió de adolescente perdido en los bosques ahora tenía una traducción en
la letra de cambio y la nueva alucinación se producía al abrir el cargamento de
fusiles que revendía a diez veces su precio a cualquier tirano. Y así hasta que su
pierna derecha desarrolló tempranamente un carcinoma y tuvo que regresar a
Francia el 9 de mayo de 1891, donde días después se la amputaron. Finalmente
murió en Marsella unos meses después a la edad de 37 años.
de multiplicando a multiplicador,