El problema del intrusismo en Psiquiatría en el Uruguay
por el Dr. José María Reyes Terra Es necesario recalcar que estas sesiones tienen para nosotros, médicos psiquiatras, un interés común previas las discrepancias de criterio en la apreciación de los hechos, que hayan de llevarnos luego, felizmente a la obtención de un fin único, útil y justo. Nadie viene a atacar ciega ni apasionadamente, ni es el tema de discusión las doctrinas ni los sistemas, nadie puede venir, tampoco, a defender intereses personales ni de grupo, en pugna con el interés común, superior, de una colectividad médico-profesional. El yo y el tú tienen que desaparecer de la escena ante el nosotros. Intrusismo y profesiones liberales El intrusismo es un hecho frecuente en las profesiones liberales, debido a incentivos de orden múltiple. el económico entre otros; se encuentra, sin embargo, en algunas de ellas, con limitaciones y trabas poco menos que insalvables, como en Derecho, donde el intruso se enfrentaría directa y riesgosamente con los institutos y representantes de la Ley, que, sorprendiéndolo, pueden promover su castigo. En cambio, la perentoria necesidad de la salud quebrantada, el inevitable plano de la intimidad en que se desarrolla en gran parte el proceso de su reparación y las mayores posibilidades de impunidad en que puede desplegarse la actividad curativa cuando es furtiva. han hecho que el intrusismo en la profesión médica sea algo mucho más difundido y por lo mismo, más peligroso. La clandestinidad vulgar choca con la valla y el correctivo de las acciones policial y penal respectivamente y es fácilmente evitable, por lo menos momentáneamente, cuando la organización represiva y judicial llega a sus os más perfectos. pero esas soluciones son más difíciles cuando el intrusismo adquiere formas más refinadas, ya no clandestinas sino ostensibles. que pueden escudarse aún tras títulos académicos o lo que es más cobijarse bajo una insuficiente vigilancia oficial, o la tácita que se desprende del nombramiento para un cargo presupuestal. Intrusismo médico psiquiátrico El intrusismo médico tiene una distribución desigual entre sus ramas: algunas han quedado aún indemnes de él; otras le son desde mucho tiempo atrás tradicionalmente preferidas; el curanderismo, burdo o no, es bien conocido en ginecología y obstetricia, en el tratamiento de fracturas y esguinces. en medicina interna. Al decir curanderismo, utilizamos el término, no en un sentido peyorativo, sino en la acepción que tiene para el Art. 17 de la Ley Orgánica de Salud Pública, del 12 de enero de 1934 cuando dice: "El que teniendo un título legalmente expedido para ejercer la medicina o cualquiera de los ramos anexos del arte de curar. lo utilizare para cohonestar o encubrir las actividades de un curandero o paro sustraerlo de lo aplicación de esas mismas sanciones”. Curandero es, simplemente, quien ejerce el arte de Curar sin estar legalmente habilitado para ello. No todas las veces. curanderismo y charlatanismo son homologables. En Psiquiatría es necesario hacer distingos: como en cualquier otra especialidad, su ejercicio ilegal se configura cuando concurren la tenencia de un local, la prestación continuada de asistencia y la percepción de honorarios; pero así como hay formas de intrusismo que pueden asimilarse, por su empirismo simplista o por sus procedimientos mágicos a lo que el vulgo entiende por curanderos, hay otras en que se trata de autodidactas pseudotécnicos; y finalmente, hay otras en que el intrusismo se desarrolla en un plano trascendente, científico, en el que lo discutible no es ya el método empleado, sino el alcance que se le pretende dar, y sobre todo. la capacitación médico-profesional de la persona que lo utiliza y aplica. Dejaremos de lado las formas rudimentarias y primitivas de intrusismo. de competencia predominantemente policial; lo que interesa mas en esta ocasión es lo que podría llamarse el intrusismo científico, es decir, el conjunto de prácticas médicos terapéuticas realizadas por quienes no son médicos. En este grupo están comprendidos los psicólogos “clínicos” y psicoterapeutas y los psicoanalistas no médicos, profanos o legos en medicina. El problema tiene diversas vertientes a considerar, una de orden legal; la otra de orden profesional y gremial y otra, finalmente de orden técnico y científico; pero antes de analizarlas, es necesario puntualizar con toda precisión que no se trata aquí de desconocer ni discutir la importancia de la Psicología como ciencia. ni de la Psicología Médica o de la Psicoterapia en sus vinculaciones con la Medicina Mental, como que se está bien lejos de renegar de Freud y de Su concepción genial; sólo se busca de delimitar las atribuciones de que se pueden sentir investidos quienes, sin ser médicos y médicos especializados en aquellas disciplinas, las utilizan para tratar enfermos. El Aspecto Legal La preceptiva legal es inexorable. La ignorancia de la ley no implica, como para los códigos morales o religiosos, impunidad. Si nos atenemos a la letra de la ley, una vez establecida ésta, hay que cumplirla. Su violación es un delito, y quien la viola, un delincuente. El ejercicio de las profesiones liberales está en nuestro país, codificado, legislado y reglamentado. El Código Penal castiga, en su Art. 167, a quienes se cargaren títulos académicos o ejercieren profesiones para cuyo desempeño se requiere una habilitación especial. Esta habilitación para el ejercicio de las profesiones científicas está encomendada a la Enseñanza Superior, por ley del 14 de julio de 1885. Como se puede ver, los preceptos legales son claros en cuanto a que las profesiones científicas serán ejercidas por quienes Sean puestos en las condiciones debidas por los institutos de enseñanza superior, que naturalmente integran la Universidad. En lo que se refiere particularmente a la Medicina, la ley 9202 (Ley Orgánica de Salud Pública, de julio 12 de 1934), establece en su Art. 13, que la profesión de médico-cirujano no podrá ejercerse por quien, previamente no inscriba el título que lo habilite para ello, en las oficinas del Ministerio de Salud Pública. En su Art, 15 agrega que ejercer ilegalmente la medicina, el que, sin título regularmente expedido o revalidado por la ley se dedique al tratamiento de enfermedades, ejerciendo actos reservados a quienes el Estado habilita para tal fin. En Su Art. 16 establece que también ejerce ilegalmente quien se atribuye condiciones para curar enfermedades por cualquier medio, aun cuando no sean los habitualmente empleados por la ciencia. Ya hemos hecho referencia, a "curandero" a los contenidos del Art. 17. Por fin, el Art. 18 excluye de lo preceptuado en los otros artículos a los practicantes de medicina y enfermeros, cuya actuación será reglamentada por la autoridad sanitaria. A partir de esta ley ha habido dos reglamentaciones de concursos para técnicos de Salud Pública, en la que se establecen entre éstos, diversas categorías. Ambas reglamentaciones hacen el distingo entre Técnico profesional, Técnico especializado y Auxiliar especializado. La reglamentación del 9 de octubre de 1953 dice en su Art. 9 que la Comisión de Salud entre sus cometidos, "introducirá todas aquellas especialidades o disciplinas que surjan de la evolución de las ciencias médicas o que no hayan sido previstas en el presente reglamento", etc. En su Art. 25 incluye entre los técnicos especializados junto a los dietistas, electrofisiológicos y electrotécnicos, a los psicólogos. Entiende por Técnicos especializados a diferencia de los Técnicos profesionales. que deben ser universitarios titulados, "a quienes tienen preparación científica adecuada". En la nueva reglamentación, del 2 de Mayo de 1956, se especifica más claramente qué se entiende por Técnico especializado: se requiere "acreditar preparación científica adecuada. Se "reconoce como tal, la que resulte de títulos, diplomas o certificados de estudio expedidos por organismos universitarios o de diplomas o certificados de estudio expedidos por organismos oficiales nacionales no universitarios, o privados reconocidos por el Ministerio de Salud Pública. que capaciten para un desempeño técnico” En resumen, capacitación para un desempeño técnico, testimoniado mediante documento expedido por organismos oficiales, universitarios o no, o privados reconocidos por el Ministerio de Salud Pública. El Aspecto Profesional y Gremial La Medicina es algo mas que el arte de curar, pero es también y por sobre todo, el arte de curar, por lo menos en su más explicita proyección social, es además, como ciencia, una disciplina investigadora de las causas de los mecanismos normales y de los mórbidos, una exposición y arquitecturacion de sus expresiones fenoménicas; una técnica de pesquisa para la captación de estas y una dialéctica de la causalidad sintomática. Y es también una integración de ramas del saber afines, que complementan sus propósitos Es médico, quien, como mínimo, tiene esto como adquisición docente siempre que lo complete con un proceso formativo vivido espacial y temporalmente en un medio que lo penetre de “sustancia de medico” y con un transcurrir que familiarice su personalidad con los basamentos teóricos y con el material humano sobre el que dirigirá su saber en forma de aptitud y de intención de éxito. Para aplicarse al arte de curar, se necesita pues, una capacitación, y ella la da la Facultad de Medicina, que otorga un título universitario que, ya se dijo, se debe registrar ante el Ministerio de Salud Pública, momento desde el cual, el médico queda bajo el contralor oficial en el desempeño de su profesión, entra en la competencia profesional y se ve sometido a diversos atributos impositivos. ¿Con qué se encuentra el médico, lanzado al ejercicio liberal? Con la competencia desleal, no sometida al régimen tributario alguno, no sólo de idóneos y otras artes menores, sino de dos grupos de innegable jerarquía la intelectual y cultural, que, en una clandestinidad sólo teórica, se le enfrentan en una injusta desventaja, o por su origen foráneo y por tanto improcedente. o por eludir el régimen tributario al que el médico, por el hecho de serlo se ve sometido o por sortear sin esfuerzo toda la preparación larga y penosa que debe cumplir para saber curar pese a lo cual también pretenden curar. Dichos grupos son el de los psicólogos clínicos y psicoterapeutas y el de los analistas no médicos. El aspecto técnico En nuestro país, la enseñanza superior de la Psicología se imparte en la Facultad de Humanidades, cuya ley de creación estableció como propósito, la formación, no de profesionales sino de investigadores, nunca de terapeutas que por antonomasia deben egresar además de por ley de la Facultad de Medicina. Dicha ley, del 5 de octubre de 1945, establece en su Art. 2, que dicha Facultad tendrá como finalidad esencial la enseñanza superior en Filosofía, Letras, Historia y Ciencias; en el inciso A de ese artículo expresa que fomentará la especialización e investigación superiores; en el inciso C, que instituirá cursillos de especialización que abarquen cuestiones científicas, etc.; en el inciso D que organizará investigaciones de seminario sobre asuntos que atañen a la cultura superior. En el art. 6 dice que el plan de estudios sólo comprenderá estudios desinteresados y la enseñanza que se imparte en las Escuelas y Facultades profesionales. El psiquiatra no puede dejar de ser psicólogo. es más. debe serlo. Como perito de la patología mental no puede dejar tener presente la contrapartida que significa la normalidad psíquica actuante, a partir de la cual va a edificar sus conceptos de morbidez, es decir, de alteración de aquélla. El técnico psicólogo no médico, tiene que tener vedado el arte de curar, primero por la ley, pero, sobre todo, por la distinta orientación de su formación técnica. Será un idóneo en determinados aspectos del funcionamiento mental, es un técnico insustituible, necesario, en la manualidad de determinados métodos de investigación y de diagnóstico, pero no puede desbordar esa aptitud de pesquisa, con su sola formación 'extra-médica, para encarar los problemas de la salud y la enfermedad, con una jerarquía, y sobre todo con una libertad que no le corresponden. Puede trabajar con el psiquiatra, pero a su servicio y bajo sus órdenes; los asesorará pero no resolverá por si, sino que sólo aportará elementos a tener en cuenta para el-diagnóstico y el tratamiento. - Este es el punto fundamental de la discusión, el que se refiere a la terapia, pero hay otro que también merece ser discutido: la ley. se dice, veda al psicólogo no médico, el arte de curar, no el de orientar, guiar o aconsejar (4, pág. 56). Posiblemente se quiere salvar Con esto, para el psicólogo no médico, además de su función auxiliar, no discutida, otra, más autonómica, la de guía, consejero u orientador. El problema tiene menos interés y la proscripción de actuar como tal, menos imperiosa. Sin embargo, creemos que el más indicado en términos generales. debe ser el médico especializado. En efecto, el médico, experto conocedor de la salud por la que lucha y de sus alteraciones a las que combate, está condiciones mejores que el fisiólogo. ducho de la investigación experimental de los mecanismos de la salud para indicar o prohibir determinadas actividades físicas cuando éstas pueden mantener o alterar el estado de salud. En la misma forma supera el médico psicólogo al no médico cuando debe encarar problemas de orden psicológico: por ejemplo, el de la orientación vocacional. Es difícil que el no médico pueda indicar aptitudes vocacionales con justeza, pues corre el riesgo de tomar índices captados, como irreductibles y primarios, desconociéndolos como máscaras y resultantes de mecanismos mórbidos, cuyo diagnóstico. necesario, está impedido de elaborar, por carencia de formación médica. El Psicoanálisis en su aplicación terapéutica El psicoanálisis, dice Hendrick (5, pág. 2 1), es la ciencia creada por Sigmund Freud y por sus discípulos, que trata las funciones inconscientes de la mente y de la personalidad. El término psicoanálisis se aplica con propiedad en los siguientes casos: l) Para designar las observaciones empíricas de aquellos factores determinantes de la personalidad y de la conducta humana que no son accesibles; a la investigación de los pensamientos y las motivaciones racionales, ya se realice mediante la introspección o por el estudio directo del prójimo. para calificar la técnica especial de Freud destinada a demostrar ya a estudiar estos fenómenos mentales inconscientes, así como a tratar los trastornos de la personalidad y los síntomas neuróticos 2) Para significar el sistema teórico de psicología constituido por la abstracción de estas observaciones y por las conclusiones de ellas inducidas. En un sentido más amplio y menos científico. el término psicoanálisis puede emplearse correctamente para enunciar las aplicaciones del conocimiento del hombre logrado por tal estudio a muchos campos afines, como la sociología, la criminología, la economía, el arte y la literatura, la pedagogía, la antropología, la religión y la ética". "El psicoanalista, dice a su vez la Asociación Médica Británica (British Medical Journal, suplemento, apéndice 2, junio 29 de 1 929, págs. 288, parágrafos 27-28) (7, pág. 166) es una persona que usa la técnica de Freud, y todo aquel que no use esta técnica, cualquiera sea el método que pueda emplear, no debe esta definición, y con el propósito de evitar confusiones, el término psicoanalista debe reservarse apropiadamente para los miembros de la Asociación Psicoanalítica Internacional". Esta, pues, o sus filiales son quienes, previa severa preparación, autorizan a practicar psicoanálisis. Ateniéndose a estas definiciones, el Psicoanálisis desborda el campo de la Medicina: es un sistema teórico de psicología abstraído del conocimiento de la personalidad y de la conducta del hombre en todas las maneras de Su actividad, en el aspecto individual y colectivo, a lo largo del tiempo y todos los ámbitos, luego de la compulsa de sus actos y de sus factores determinantes ajenos a la conciencia y a la razón. pero también es una técnica para esa búsqueda y para tratar trastornos y síntomas; en este sentido se expide la Revista del Psicoanálisis Argentina (7), cuando dice que "el Psicoanálisis nació como una necesidad terapéutica para interpretar y aliviar los trastornos de un determinado sector de pacientes". aunque "su evolución ulterior le condujo a ampliar el campo de sus actividades médicas y de su material inicial constituido por los psiconeuróticos “, "extendiéndose en un sentido para dar una interpretación más profunda de los mecanismos mentales ocurrentes en la Psiquiatría”; y agrega "por otra parte aspectos insospechados hasta entonces de la Medicina interna pasaron a ser campo fértil para sus investigaciones. De ahí surgió la actual Medicina Psicosomática"... etc. Es decir, que el Psicoanálisis no es sólo Medicina, pero también lo es en cuanto es aplicable a sus propósitos, investigar y curar trastornos como no son Medicina la Química, la Electrónica, la Cibernética, la Radiología, aunque pasan a serlo en cuanto son utilizadas y aplicadas a ella. Para mejor ratificar lo antedicho, valgan las afirmaciones de Lagache, transcriptas por Cáceres (2, pág. 38): "La cura psicoanalítica es un tratamiento médico y su aplicación debe estar subordinada a un examen clínico practicado por un médico competente", y, "el estudio profundizado de los casos individuales es el propio de los métodos clínicos, y el psicoanálisis puede considerarse como ultraclínico", para terminar que toda terapia psicoanalítica "reposa en la relación del terapeuta con el paciente", y, "un psicoanálisis os pues una psicoterapia". En esto, la coincidencia con el propio Freud es total (6, pág. 83). En el mismo sentido pugnan los conceptos vertidos por el psicoanalista didacta que actúa en nuestro medio, Prof. Baranger en el homenaje rendido a Freud, en la Facultad de Medicina de Montevideo, con motivo del Centenario del nacimiento del genio de Viena. Refiriéndose al psicoanálisis aplicado, dice Baranger (23. págs. 1 3 y Sig.): "Por eso me parece inadecuada la expresión psicoanálisis aplicado". No se trata en realidad de "aplicar" el pensamiento analítico en campos donde le faltan verificaciones directas, sino de pensar contextos distintos con una mente psicoanalítica. No aplicar sino sintetizar. por eso, prácticamente, es deseable que el analista que investiga fenómenos sociológicos sea al mismo tiempo. sociólogo, que el que investiga cuestiones de lenguaje sea al mismo tiempo. filólogo, que el que investiga cuestiones psicosomáticas, sea al mismo tiempo, médico. Ya pasamos la era donde el pensamiento analítico era cosa tan novedosa que se podía "aplicar" a cualquier campo con la seguridad de descubrir algo interesante. Tenemos ahora más exigencia hacia nosotros mismos, porque el primer trabajo de exploración ya ha sido realizado por Freud y sus discípulos inmediatos". '"No pensamos entonces que, en la actualidad, se puede "aplicar" el pensamiento analítico a cualquier campo de las ciencias del hombre. prescindiendo de los conocimientos. adquiridos en este campo". La razonable intención de destacar su originalidad justifica la afirmación de que el Psicoanálisis es una ciencia del significado y del diálogo (3. pág.43) es decir que se basa en la interpretación verbal de una expresión también verbal, pero puede acaso negarse que la Medicina en su totalidad y por su mero carácter de ciencia, es otra cosa que la interpretación verbal de una expresión muchas veces nada más que verbal en busca de un significado? Naturalmente que, en su estricta vinculación médica, utiliza técnicas especiales que la individualizan, en su propósito de curar o aliviar, pero eso no descarta que en la formación del analista no deba concurrir, junto con la preparación analítica. la basal médica, y mejor aún, la médico-psiquiátrica. No deben tomarse ambas situaciones como opuestas y excluyentes, sino, por el contrario, como concurrentes y complementarias. La terapia analítica por no médicos ¿La existencia de analistas terapeutas no médicos obedece a una necesidad, o es una situación de hecho aparecida al azar? ¿Se debe insistir en seguir formando nuevos? ¿Debe admitirse a los ya existentes? ¿Debe impedirse que en el futuro se formen más? Esa necesidad de que existan obedece a que deben ser expresamente no médicos o a que siendo los médicos analistas escasos no se da abasto con los pacientes, ¿y en tal caso la preparación de los profanos exige menos tiempo que la del médico y por tanto ofrece más tiempo de rendimiento? "No se ha planteado ningún problema en el uso del psicoanálisis con propósitos de investigar por parte de científicos no médicos", dice Kubie Profesor de Psiquiatría de la Universidad de Yale y Profesor del Instituto Psicoanalítico de Nueva York (15, pág. 233). En cambio. se pregunta si al hombre común, a no médico, se le puede permitir tratar gente psicológicamente enferma. Los primeros analistas procedieron no sólo de entre los enfermos que consultaron por sus males, sino de muchos campos de actividad cultural, filosófica y humanista, además de psiquiatras. Había pues, como un impulso hacia la nueva doctrina, o una necesidad de curación o una curiosidad ante una nueva corriente científica. En ciertos casos, dice Kubie (15, pág. 234), la falta de formación científica general permitió que hipótesis científicas se desprendieran de especulaciones no controladas y se planteó la duda de que hubiera compensación entre los riesgos y las ventajas de una situación de tal naturaleza. una de las condiciones exigibles para ser psicoanalista dice Ey (17, pág 131) es que él debe ser médico y médico psiquiatra "Esta condición, que el buen sentido exige, no sólo no es requerida por Freud, sino que ha sido formalmente repudiada por él, lo que ha abierto el círculo psicoanalista a una turba de de io que la clínica psicopatológica, de tal manera que los problemas que son sometidos a su sagacidad son peligrosamente mutilados e incomprendidos". etc. Freud sostiene (6, págs. 66 y sig.) que "no puede ejercer el análisis nadie que no haya conquistado, por medio de una determinada preparación, el derecho a una tal actividad". En esto no cabe discrepancia; ella surge cuando agrega que "el que tales personas sean o no médicos, me parece secundario La ventaja de ser médico radicaría en la capacidad de diagnóstico y de alertar sobre las intercurrencias somáticas (6, pág. 79). En cambio (6, pág. 66-67) dice que "los médicos no pueden alegar en modo alguno un derecho histórico a la exclusividad en el ejercicio del análisis, pues hasta hace muy poco tiempo han empleado contra él toda clase de armas. desde la leve ironía hasta las más graves calumnias", refiriéndose con esto a la amargura que le provocó la manera como fue recibida en Viena su doctrina por sus colegas, y haciéndolo escéptico en cuanto a posibilidades de un cambio para el porvenir. aunque ese porvenir, que hoy es un pasado de más de 30 años, ha demostrado lo contrario. Referente a la capacitación que recibe, o mejor, recibía el médico de la época, dice que esa educación era casi opuesta a la que exige la preparación analítica, orientada hacia hechos anatómicos, físicos y químicos, sin despertársele el interés por las fuentes anímicas de los fenómenos vitales, cuyo estudio no interesa, dice, a la medicina. Sin embargo, la orientación moderna de la medicina tiene justamente un carácter unitario, integrativo y un ejemplo de ello es el criterio psicosomático de enfoque de los problemas médicos, gracias, precisamente a la importancia y fundamental contribución del psicoanálisis. La psiquiatría de hoy ha dejado de ser, como la de su tiempo, que, "al ocuparse de las perturbaciones de las funciones anímicas, lo hacía buscando las condiciones físicas de esas perturbaciones y las trataba como oros motivos de enfermedad". Hoy la psiquiatría ha perdido esa orientación organicista, que justificaría su distanciamiento de las corrientes psicologistas, para buscar de integrarlas a sus métodos y a sus contenidos. El temor de que el médico, formado en el desinterés de los factores psíquicos de la vida, los considere ajenos a su ciencia y a su arte, y no les dé importancia ya no tiene vigencia, porque, si no la actividad docente, por lo menos la intención docente oficial actual, busca de promover ese interés. La no concreción de esa intención en el terreno pragmático de la pedagogía medica , es el motivo de otro temor de Freud, basado en el estado actual de las relaciones entre la enseñanza académica y los institutos analíticos. El que muchos conocimientos que adquiere el médico sobran, "ocupan lugar" para el análisis, pierde sentido. No interesa "descriptivamente el conocimiento" de los huesos del pie, la composición del hidrógeno, el trayecto de las fibras nerviosas del cerebro o los descubrimientos sobre microbios, sueros o neoplasmas (6, pág. 87) pero interesan "formativamente" por su valor cultural, y no por su aplicación práctica al análisis. Puede esto significar prolongar una preparación, que por lo demás una vez terminada sería de una solidez ponderable, pero permite en cambio, una plausible selección natural de los más capaces, de quienes podrán llegar al análisis previa esa formación. Cuando este ideal de armonía entre lo académico y lo analítico cristalice, el analista profano desaparecerá por gravitación natural, confirmando el carácter transitorio que le ha atribuido Alexander (13). Los americanos, a la inversa de los analistas europeos, que juzgan superflua la psiquiatría general para lo formación del analista, "están convencidos de que una práctica psiquiátrica general, previa a la especialización en el análisis, procura una comprensión de los problemas diagnósticos y terapéuticos que la práctica analítica no puede ofrecer por sí sola" (5, pág. 29 y sig.) No es sólo por las intercurrencias somáticas que es preferible el analista médico; lo es también en el campo de las etiologías, como lo pone en evidencia el problema de las psicosis sintomáticas. La Asociación Médica Americana exige (15. pág. 225) la graduación en una escuela médica, el internado médico general, durante un año como mínimo, una cabal formación psiquiátrica con otro año de internado y una preparación adecuada en los fundamentos de la neurología. Esto rige desde 1938 (5, pág. 293). La cuestión del análisis profano va siendo resuelto favorablemente en favor de la exigencia de ser médico, no sólo en Estados Unidos, donde han intervenido la Asoc. Psiquiátrica N. Americana, y varias comisiones estatales de graduación médica (5, pág. 293) sino en algunos países europeos como Holanda. Suiza, Bélgica y en nuestro continente, entre otros en Brasil y Chile. Es de sumo interés, por razones obvias agregar algo sobre los criterios seguidos por el grupo psicoanalítico argentino, del cual es filial el uruguayo. "Los requisitos de formación analítica", dice L. Rosenthal (5. pág. 305), "que rigen en el Instituto de Psicoanálisis de Buenos Aires se ajustan, en términos generales, a las normas del Inst. Psicológico de Berlín y de la Americana Psychoanalytic Asociation. filiales. como la Asociación Psicoanalítica Argentina, de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Transcribimos a continuación textualmente lo que se exige como "A Requisitos de Admisión", en lo que tiene que Ver con el problema que se discute: " I. Preparación científica; a) Título de médico para los analistas adultos y título pedagógico para los candidatos a analistas de niños; b) Concurrencia a un servicio de psiquiatría bajo vigilancia directa de un analista didáctico que dirige la enseñanza de la psiquiatría psicoanalítica”, etc. La conducta seguida o aconsejada ante los terapeutas legos Hemos visto que la tendencia actual es a hacer que el terapeuta analista sea médico. Rey lo apoya en parte (3, pág. 45) cuando dice que "la tendencia del psicoanálisis en el mundo y la de la Asoc. Psicoanalítica del Uruguay no es de facilitar el ingreso a personas carentes de formación universitaria, sino todo lo contrario. Lo deseable en este sentido seria llegar a un acuerdo con las autoridades universitarias". pero lo ratifica categóricamente la Asoc. Psicoanalítica Americana (5, pág. 293). que admite "que profanos de reconocida capacidad en otras profesiones (asistencia social, pedagogía, antropología, sociología, adquirir la capacitación psicoanalítica necesaria para la aplicación de esta ciencia en su propio sector de estudio, siempre que se comprometan a no utilizar tal instrucción para el tratamiento de enfermos". Esta intromisión del profano en la terapéutica ha motivado una importante declaración del I O Congreso Latinoamericano de Salud Mental, realizado en San pablo en julio de 1954 donde se aprobó una ponencia por la que se considera infractores legales a los que no siendo diplomados realicen entre otras, psicoterapia analítica, por entender que ésta corresponde al ejercicio de la medicina (8). En dicho Congreso, Flaminio Favero. catedrático de Medicina Legal de San Pablo y presidente de la Sociedad de Medicina Legal y Criminología de la misma ciudad, y Pinheiro Cinna, psiquiatra del Manicomio Judicial del Estado y Presidente de la sección de psiquiatría de aquella sociedad, entendieron en el trabajo que presentaron (13), entre otras cosas, que el psicoanalista, además de médico ha de ser psiquiatra y que el título de médico psicoanalista se dará en un curso de post-graduados, al especializado en psiquiatría, previa una adecuada preparación sobre la materia. sobre la base de conocimientos teóricos y prácticos de la materia correspondiente. Las conclusiones que pueden extraerse de 10 que antecede son las siguientes: 1 ) Con un estricto sentido legal, tanto el curanderismo como las intromisiones de psicoterapeutas y psicoanalistas legos en el arte de curar, caen en el ámbito penal. 2) El arte de Curar los trastornos mentales está limitado y es privativo de los médicos psiquiatras cualquiera sea la orientación técnica y doctrinaria que hayan elegido. 3) La formación de técnicos auxiliares y con más razón la de investigadores puros puede pertenecer a Otros institutos docentes que la Facultad de Medicina. 4) La formación de médicos psicológicos y psicoanalistas debe competir a la Facultad de Medicina, que está obligada a capacitarse para proporcionar la especialización adecuada. 5) Si bien el psicotécnico no médico puede ser considerado como un auxiliar técnico especializado, y por lo tanto actuar junto al médico, pero supeditado a su contralor, esto no cabe en lo referente al analista profano, que carece de formación médica y médico-psiquiátrica, teórica y clínica, lo que le impiden actuar con la autonomía absoluta que la propia naturaleza del análisis exige. Ambas situaciones no son equiparables y por tanto admisibles en una misma situación reglamentaria. 6) Los argumentos en favor del analista profano han ido perdiendo su vigor inicial y los hechos que lo han desvirtuado han determinado a las propias autoridades analíticas de muchos países a declarar la necesidad de ser médico para hacer análisis terapéutico. 7) Si la escasez de médicos-psicólogos y médicos psicoanalistas responde a insuficiencias o defectos de planes de la Facultad de Medicina, es necesario proveer a ésta de lo necesario para que las correspondientes enseñanzas sean proporcionadas (9, pág. I l). Como corolario de lo dicho, la Sociedad de Psiquiatría del Uruguay dría proponerse, en este problema, los siguientes fines: l) Difundir entre quienes corresponda la actualidad de esta forma de intrusismo médico en defensa de sus asociados, de los psiquiatras en general y de la Psiquiatría. 2) Provocar el celo de la Universidad para que delimite el cometido de cada una de sus facultades. 3) Provocar idéntico celo de las autoridades sanitarias para vedar el ejercicio del arte de curar a profanos o legos. 4) Enterar a las entidades gremiales para que colaboren en la lucha contra el ejercicio ilegal y la competencia desleal en el campo profesional. 5) Promover la habilitación de la Facultad de Medicina para proporcionar a sus graduados la formación que se requiere para ser Médico Psicólogo y Médico Psicoanalista buscando la contribución de los institutos y las personas habilitadas y aptas y estableciendo Con ellos los vínculos necesarios (9, l l , 13. 14).