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Biblia & Teología / Oskar Arocha Transcribe: Tr

La glorificación
Dios salva a pecadores
5/11/2015

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"Dios salva a pecadores" es una serie de artículos que muestran los temas principales de la salvación, desde la eternidad
pasada a la eternidad futura. Las demás entradas: La salvación antes del principio; Unidos a Cristo en la cruz; La caída y la
misericordia; El Rey: el León de la tribú de Juda; El Profeta mayor que Moisés; El Sacerdote de eterna salvación; El Siervo
Sufriente exaltado; La esencia de la cruz; La redención; La reconciliación; El llamado; El nuevo nacimiento; La fe; La adopción;
La justi cación; La santi cación; Preservados y preservando.

La glori cación es la fase nal, la culminación de todo el proceso de la redención aplicada[1]. Aquellos que fueron elegidos en
Cristo y predestinados para vida eterna, que fueron llamados por Dios y creyeron en Su nombre, ellos serán glori cados.
Cuando Cristo vuelva en portentosa venida, en el día nal, todos serán transformados y revestidos de divina gloria. Fue para
esto que Él nos llamó mediante el evangelio, para que alcancemos la gloria de nuestro Señor Jesucristo (2 Tes. 2:14). Dios nos
otorgará la gloria lograda a nuestro favor por la obra perfecta de Cristo, y en aquel día seremos hechos completamente
perfectos, santos y gloriosos para siempre.

El sufrimiento y la gloria
Si queremos apreciar la gloria futura, necesitamos entender la corrupción presente, para que podamos decir como el apóstol:
"considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser
revelada" (Ro. 8:18). Vivimos en un mundo de mucho sufrimiento y dolor, tragedias, enfermedades, calamidades y problemas sin
número, y al nal la muerte sin excepción. Sufren grandes y pequeños, hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, criminales y
justos (Ec. 7:15, 8:14[2]). ¡Sufren hasta los recién nacidos y los bebes en el vientre!

¿Por qué hay tanto dolor? Porque a causa del pecado y la rebelión, la creación fue sometida a vanidad, y ella gime y sufre con
dolores de parto (Ro. 5:12; 8:20, 22). ¿Para qué? A n de que así como una mujer con dolores de parto da a luz una hermosa y
resplandeciente nueva vida, en el día nal haya grandioso regocijo cuando sea manifestada la redención de los hijos de Dios
en gloria eterna. ¿Qué debemos hacer en lo que llega ese día nal? Debemos creer (Jn. 11:40). Debemos comparar el presente
sufrimiento con la futura gloria. Debemos orar, anhelar y aguardar la nal redención del cuerpo, y aun más en medio del dolor
(Hch. 5:40-42).

El sufrimiento es el preludio de la gloria de venidera del creyente, porque "si somos hijos, también herederos; herederos de
Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a n de que también seamos glori cados con El" (Ro. 8:17). El
apóstol Pedro, que lo vivió en carne propia, lo describe de esta manera: "En la medida en que compartís los padecimientos de
Cristo, regocijaos, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría" (1 P. 4:13-15).

Resurrección y glori cación


Si no hay resurrección, no hay glori cación[3]. En la resurrección nal "la trompeta sonará y los muertos resucitarán
incorruptibles, y nosotros seremos transformados" (1 Cor. 15:52). La unión entre la resurrección y la glori cación es indivisible,
porque Cristo resucitó y así también nosotros (1 Cor. 15:20[4]). Ese futuro estado de perfecta gloria será investida a todos los
creyentes que murieron y resucitaron juntamente con Cristo (Ef. 2:5-6). En Romanos 8 el apóstol Pablo hasta lo describe como
algo ya realizado: "a los que justi có, a ésos también glori có" (Ro. 8:30). La experiencia de perfecta gloria es futura, pero ya
fue lograda por Cristo en la cruz, comunicada al creyente por el Espíritu, y experimentada por Cristo mismo cuando resucitó de
entre los muertos.

¿Cómo será esa gloria? El Señor Jesucristo "transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo
de su gloria" (Fil. 3:21) y seremos "participes de la naturaleza divina" (2 P. 1:4). No es que seremos dioses, sino que seremos
transformados en "conformidad" a su gloria. Su gloria será nuestra gloria en todo aquello que un humano creado a la imagen
de Dios pueda tener sin ser divino[5]. Jesús lo describe de esta manera: "Los justos resplandecerán como el sol en el reino de
su Padre" (Mat. 13:43). ¿Has visto el sol? Nuestra gloria será in nitamente más brillante y magní camente más hermosa que el
sol[6].

La gloria del cuerpo resucitado


¿No es su ciente un alma perfecta? ¿Para que necesitaremos un cuerpo? El decreto divino detalla que la victoria nal de la
muerte no vendrá hasta que no suceda la nal resurrección: "Cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto
mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: devorada ha sido la muerte en
victoria" (1 Cor. 15:51). En otras palabras, mientras exista la muerte y no tengamos cuerpos glori cados, no se podrá
completamente experimentar el gozo de Cristo diseñado para nosotros.

La gloria del cuerpo resucitado será el estado más excelso de todos. ¿Qué tanto más? En Romanos 8 encontramos una pista. El
verso 21 dice que "la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los
hijos de Dios". No es que seremos adaptados a una nueva y perfecta creación, sino más bien que para alcanzar la máxima
libertad, toda la creación será adaptada a la libertad de la gloria del cuerpo glori cado de los hijos de Dios[7]. En otras palabras,
no solo seremos libres de todo pecado, dolor y tristeza (Apoc. 21:4), sino que recibiremos nuevos ojos perfectos, y toda la
creación será adaptada para el máximo deleite de nuestra vista. Así será en cada detalle, con todas las cosas y todo el tiempo.

En n, es cierto que cuando el creyente se muere se une a los santos en luz hechos ya perfectos (Col. 1:11; Heb. 12:23), pero la
gloria de ellos aún no está completa para disfrutar el más pleno gozo de Dios. Un día todos los santos serán glori cados a la
gloria perfecta del cuerpo resucitado del Rey de Gloria.

Fiesta: Gozo exuberante


La promesa divina no se satisface con tan solo eliminar la corrupción, sino que el Señor garantiza exuberante gozo. En
Tesalónica algunos estaban tristes y desesperanzados por la muerte de sus hermanos en Cristo, y fueron consolados con la
verdad: "Dios traerá con Él a los que durmieron [murieron] en Jesús" (1 Tes. 4:13-14). En otras palabras, a pesar que estaban
tristes, no debían perder de vista que en poco tiempo los muertos en Cristo se levantarán y los que estemos vivos seremos
arrebatados y así estaremos con el Señor siempre (1 Tes. 4:15-18; Col. 3:4).

Por tanto, el supremo gozo no solo será en nuevo cuerpo y nueva creación, sino también en compañía de nuestros hermanos
amados. Todos seremos glori cados para la supremacía del eterno gozo con el Señor (Jn 17:22-24). ¡Qué consolación! El
profeta Isaías lo ilustró cuando profetizó: Cielos nuevos y tierra nueva. ¡Gozaos y regocijaos para siempre! Yo me gozaré por mi
pueblo y ellos construirán, plantarán y comerán (Is. 65:17-25).

Hoy nuestra santi cación no es consistente con nuestra futura glori cación, pero todo cambiará cuando seamos glori cados.
Mientras tanto, en lo que llega ese día debemos esperar, "y todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se puri ca, así como
Él es puro" (1 Jn. 3:3). Y debemos contemplar "como en un espejo la gloria del Señor, que nos transforma en la misma imagen
de gloria en gloria (2 Cor. 3:18). Porque "aún no se ha manifestado lo que habremos de ser, pero sabemos que cuando Él se
mani este, seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es" (1 Jn. 3:2).

[1] John Murray, El Plan de Salvación, p. 169,

[2] Una de las cosas que sabiamente presenta Eclesiastés es que el bien y el mal le suceden a quienes hacen el bien y los que
hacen el mal, a los creyentes como los incrédulos. Al nal, este mundo no valora eso, sino que solo Dios es soberano y el
hombre que tema a Dios y que guarde su palabra (Ecc. 12:13-14). Smith comenta que ambos textos parecen mostrar la vida al
revés. No solo para nosotros, sino que la cultura hebrea tenía la inclinación de esperar calamidad para los pecadores y
bendición para los justos (James E. Smith, The Wisdom Literature and Psalms: Old Testament Survey Series, entrada Ecc. 7:15 y
8:14, Collage Press Publishing Co., Joplin, 1995, consultada en Logos Bible Software).

[3] La resurrección no es solo para los justos. Los justos serán resucitados para glori cación, y los injustos serán resucitados
para eterna perdición (Dn. 12:2-3; Jn. 5:28-29; Hch. 24:15).

[4] El texto dice: "Cristo ha resucitado, primicias de los que durmieron" (1 Cor. 15:20). Las primicias no solo precedían las
cosechas agrícolas, sino que eran también un anticipo de la cosecha. El resto de la cosecha venía después. La propia
resurrección de Cristo era las primicias de la "cosecha" de la resurrección de los creyentes muertos (John MacArthur, Primera
de Corintios: Comentario MacArthur del Nuevo Testamento, p. 480, trad. José Luis Martínez, Editorial Portavoz, Grand Rapids,
2003).

[5] Los creyentes serán "partícipes" de la Gloria divina, pero no se convertirán en dioses. Ellos compartirán la perfecta
moralidad y las excelencias de Dios. Según Wolters, el contexto y el uso de la palabra permite que pueda ser traducida como
"compañeros" de la naturaleza divina. Según Starr, basado en un estudio comparativo con el Viejo Testamento, Josefo, Filo,
Plutarco, el Estoicismo, y el cristianismo Paulino, él concluye: ser partícipe de la naturaleza divina no signi ca ser divino, sino
que Pedro mantiene que los creyentes "compartirán" las cualidades morales de Cristo. Otros han señalado también que Pedro
está usando un lenguaje comparativo con Génesis 3:5, 22 (Thomas R. Schreiner, 1, 2 Peter & Jude, p. 294, The New American
Commentary, ed. E. Ray Clendenen, Broadman & Holman P., Nashville, 2003).

[6] El brillo del sol es la máxima expresión de divina gloria revelable. Es una luz tan pura que se usa para describir la pureza del
brillo del rostro del Señor (Mat. 17:2; cp. Apoc. 1:14-16). Weber comenta que en las Escrituras la imagen de una luz brillante
comúnmente se re ere a la justicia y gloria perfecta de Dios (Stuart K. Weber, Matthew: Holman New Testament Commentary, p.
202, Broadman & Holman Publishers, Nashville, 2000).

[7] John Piper, The Triumph of the Gospel in the New Heavens and the New Earth, The Gospel Coalition National Conference,
Deer eld, 2007, http://www.desiringgod.org/conference-messages/the-triumph-of-the-gospel-in-the-new-heavens-and-the-new-
earth - consultado el 4 de Febrero del 2015.

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AFIRMACIONES COMUNES, PERO ERRÓNEAS

M O S T R A R C O M E N T A R I O S
Oskar Arocha
Oskar Arocha es profesor de Griego y Exégesis en el Instituto Integridad & Sabiduría, y profesor de Soteriologia en la Academia Ministerial de la Gracia. Es hijo del Pastor
Óscar Arocha. Vive en República Dominicana con su esposa Patricia y sus tres hijas. Puedes seguirlo en twitter.

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