Nos introduce en tres historias en principio independientes y presumiblemente
interesantísimas, cuyo nexo común sería la coincidencia, conoceremos a nueve
personajes cuyas rutinas vitales están conectadas entre sí. Seguiremos su devenir durante el transcurso de todo un día y veremos cómo sus vidas, así como la climatología y los fenómenos atmosféricos, cambian para siempre y determinan las situaciones que acontecen. Impresionante inmersión en el dolor que nos auto infligimos los individuos humanos adultos y en la búsqueda incesante y transversal de cualquier tipo de perdón ajeno, que no es más que un deseo imposible de asumir una actitud autoindulgente hacia nuestros errores, nuestros temores, nuestros fracasos… Nada excesivamente grave más allá de la intrínseca gravedad de las situaciones que nos forzamos a vivir o hacia las que empujamos a nuestros semejantes.… Cosas que pasan. Casualidad, causalidad, culpabilidad, perdón y complejo de inferioridad como conectores. Infancia, inteligencia, paternidad, ortodoncia, enfermedad, cáncer, pastillas, preguntas, respuestas, policía, relación, amor, exigencia, bondad, felicidad, autoengaño, conformismo, fracaso, humedad ambiental, gestión de conflictos, muerte, cosas prácticas, testamento, cuerpo, dolor, remordimientos, seguridad, líneas temporales, desorden, más pastillas, teléfono, seducir, destruir, evolución, antropología, biología, entrevista, calendario, objetivos, disciplina, tragedia, propiedad, drogas, vieja gloria, viento del sudoeste, lluvias ligeras, televisión, concurso, tabaco, pornografía, barra de bar, banda sonora, canciones, camarero, fama, necesidad de ir al baño, biblioteca, dar, recibir, farmacia, dexedrina, anfetamina, recetas, más preguntas, estallido, ira, adultos, niños, contrincantes, rivalidad, búsqueda, perros, ternura, miedo, abogado, psiquiatra, confesión, infidelidad, adulterio, invalidez, silencio, melancolía, depresión, amabilidad, pistola, suicidio, sociedad, suciedad, claudicación, disculpas, errores, implicación, empatía, morfina, visita, cita, promesa, reproches, expiación, alivio, juicio, escucha activa, tormenta, ranas, intersección, ambulancia, hospital, perdón, ayuda, sonrisa. actitudes, emociones, sensaciones, situaciones, espacios y lugares para resumirlos en ideas y palabras que no son más que cárcel y reflejo de nuestra inexperiencia e incapacidad para traducir a cualquier lenguaje nuestras inquietudes, preocupaciones, estado anímico… Lo que no somos capaces de convertir en palabras es como si no existiera fuera de nosotros mismos, y esta incapacidad de comunicación (o capacidad incomunicativa) que nos define como seres humanos, que nos impide comunicarnos y mostrarnos al exterior hace que nos convirtamos en espectros invisibles e inexistentes para nuestros semejantes. Pensar, hablar, transformar, transgredir, existir. Si pudiéramos conocer la verdad, la veríamos. Todo lo demás es sistema y sus alrededores. Nos basta, si pensamos, la incomprensibilidad del Universo. Querer comprenderlo es ser menos que hombres, porque ser hombre es saber que no se comprende. A falta de saber, escribo”. 1. Anderson realiza un pulso consigo mismo en un logradísimo ejercicio metalingüístico que cuenta con la complicidad de Phil Parma, enfermero interpretado por Philip Seymour Hoffman, cuando desesperado interpela a su oyente telefónico: “…esta es la escena de la película en la que usted me ayuda”. Impresionante. 2. “Papá, tienes que tratarme mejor…” le dice Stanley a su padre, después del mosqueo monumental del primero tras la negativa de su hijo a seguir participando en un programa televisivo, violentado y humillado al no permitírsele ir al baño. 3. Sorprendido se mostrará al presentador Jimmy Gator (crepuscular Philip Baker Hall) y memorables ambos en la escena en la que Stanley interpela a Gator: “No es gracioso. No es bonito. No soy un muñeco. ¿Soy un freak por ser listo o tener que ir al baño? ¿Por qué? A lo que el personaje de Baker Hall responderá aturdido: “No sé la respuesta”. Fracaso profesional y fracaso personal 4. ya que su hija Claudia, de la que no recuerda haber abusado de pequeña, le rechaza aún a sabiendas de su condición, hastiada e infeliz que verá como el amor que se le negó en su infancia decide darle otra oportunidad en forma del oficial 5. Jim Kurring, conformista y creyente policía (que perderá toda su serenidad cuando extravíe su arma) y que no busca más que un bálsamo contra una vida algo tensa, disfrazado en forma de relación tranquila y cariñosa y sin exigencias. En su afán por hacer el bien se cruzará con el exniño prodigio 6. Donnie Smith, incapaz de discernir entre melancolía y depresión y abrumado por su necesidad de dar tanto amor como cabe en su interior y capaz de practicarse una ortodoncia para conseguir llamar la atención de Brad, su amado camarero. 7. Earl Partridge, se erigirá como voz en off de la conciencia de Jimmy Gator a la vez que narrador omnisciente y embajador de los remordimientos que acongojan a todos los protagonistas. Alrededor de su cama, le rondará ante su muerte su repudiado hijo 8. Frank T. J. Mackey, presentador de un programa llamado Seducir y destruir cuya máxima principal reza lindezas como “…respetad la polla y domad el coño” y que enseña a los hombres a fingir que son amables y cariñosos para conseguir sexo cargado de reafirmación y pataleta contra la sociedad que sólo nos enseña a pedir disculpas: “Yo no pido perdón por que soy, necesito y quiero…”. Fachada siempre a punto de desmoronarse, cuya prueba de fuego será doble. Por un lado un cuestionario filmado al que se someterá y que terminará con un largo silencio que servirá de juicio hacia la intrusiva entrevistadora y, por otro, a la llamada del enfermero Phil (frágil, compungida y catártica interpretación, su implicación, que supera la bioética profesional conseguirá con una simple llamada telefónica lo que no pudieron años de vida, abandono y discusiones. 9. Linda Partridge., espeluznante creación de esta mujer reconcomida por los remordimientos, que buscará tanto respuestas como patillas para reducir o dosificar su dolor, usará a su abogado como psicólogo confesando mil infidelidades hacia su moribundo marido, preocupada en igual medida por la incertidumbre de qué hacer con un cuerpo muerto que por cambiar el testamento del mismo, rechazando cualquier beneficio y alegando adulterio como motivo para invalidar las últimas voluntades de una persona. Si un servidor tuviera que resumir la adoración que siente por la actriz y su casi toda su filmografía en una escena, sin duda sería la visita a una farmacia de esta maravillosa Magnolia: “…estoy enferma, la muerte me rodea y encima me hacen preguntas. Traigo mis recetas… ¿Con qué derecho?… Brutal, demoledora, tierna, empática, desquiciada, enternecedora… No hay palabras para describir el sufrimiento que nos transfiere con su interpretación.