El problema del lenguaje político

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María Fernanda Arlas

Los autores coinciden en afirmar que el lenguaje político es sumamente ambiguo y confu-
so. En primer lugar, la política como tal vez ninguna otra disciplina posee muchos lenguajes.
James Connelly considera que los términos políticos son utilizados tanto por los teóricos como
por los teorizados, es decir, aquellos que son objeto de la ciencia. De tal.manera que el lengua-
je político es de difícil definición. De acuerdo con Sartori, son tres las vertientes del lenguaje
1

político: el discurso común, el filosófico y el conocimiento empírico. Esto quiere decir que 2

hay un lenguaje político "de la calle" que incluso llega a alcanzar postulados valederos. O sea,
el hombre ha experimentado de una forma u otra lo que es la política, por.lo cual puede refe-
rirse a ella con más o menos capacidad de acuerdo con su grado de interés. A l contrario, las
ciencias físicas no generan un lenguaje común, no son dominio de la discusión pública. Nadie
se pondría a hablar sobre las cualidades del átomo o sobre la ley de gravedad en lenguaje co-
mún y cuando alguien lo hace se refiere a conclusiones que han elaborado los estudiosos, no a
experiencias vividas. .
En segundo lugar, el lenguaje confuso proviene de la pertenencia original de la política a la
filosofía. No sólo es una ciencia muy antigua sino que también ha sido estudiada en sus notas
metafísicas como ninguna otra disciplina en nuestros días. Esto deviene de la siguiente reali-
dad: para la filosofía clásica, la política era una ciencia práctica que tenía como objeto el com-
portamiento del hombre dentro de la comunidad. Pero no sólo se trató filosóficamente en el
3

James Connelly, "Patrolling ihe Boundaries of Politics: CoUingwood, Política) Analysis and Política) Action", en Brítish
Journal of Politics and Internacional Relationship; 2005, Vol.7, 67-80.
2 Sartori, Giovanni: La política. Lógica y método délas ciencias sociales. México, Fondo de Cultura Económica, 1979.p.l5
3 Véase Prelot, Marcel: La ciencia política. Buenos Aires, E U D E B A , 1998. Deecimocuarta edición. P.17. También Arias Pe-
lerano, Francisco. Temas de teoría política. Buenos Aires, Editorial El Coloquio. Cap l , y Sampay, Arturo, Introducción a
la teoría del Estado. Buenos Aires, Bibliográfica Ameba, 1961.
' pensamiento clásico. Todos los autores.posteriores.con mayor o menor profundidad conscien-
te o inconscientemente, han discurrido sobre la política en forma filosófica, o sea, han indaga-
do sobre las características esenciales del objeto de la política. A través del pensamiento de
Thomas Hobbes o de Nicola Maquiavelo se puede percibir una concepción pesimista del'hom-
bre. El gobernado es egoísta y cambiante y el político es un ser que sólo busca el poder por el
poder mismo. Por el contrario, Adam Smith y Karl Marx se convirtieron en ideólogos de la
bondad natural del hombre, quien se halla corrompido temporalmente por el Estado que, según
Smith, actúa en contra de sus intereses particulares o es dominado por la burguesía, según
Marx, que oprime a la clase proletaria. Todos han hecho filosofía en sus distintas formas: an-
tropología, ética, metafísica y hasta teología.
En tercer lugar, también es una ciencia empírica. Es decir, que también se puede obtener un
conocimiento descriptivo de la política. En las últimas décadas, el conocimiento empírico de la
política ha sido la manifestación más importante de esta ciencia. Comenzando por los estudios
cuantitativos en Estados Unidos Jos comportamientos políticos pueden ser medidos y, algunas
veces, hasta pronosticados como si fueran leyes de cumplimiento necesario. Las investigacio-
ii< • IKH luis por los sóndeos de opinión tienen un carácter prospectivo que muchas veces se cum-
ple I i pn u-nsión de los positivistas en cuanto a considerar a la sociedad como un objeto que
U [Mióle medir cuantificando su comportamiento para después predecir loque va a pasar pare-
ciera haber sido cumplida con el desarrollo de los estudios de opinión púbüca.
A esta confusión lingüística a la que se refiere Sartori, se podrían agregar otras. También se
relaciona la política con el arte. De acuerdo con la definición clásica de arte, todo elemento de
este campo se produce cuando se crea un bien fuera del individuo que la efectúa. Es por el)Q
que en la antigüedad clásica se hablaba de arte política como "capacidad de crear un bien en la
comunidad política". De tal manera que el político es un artista cuando puede hacer que la co-
munidad política llegue a conseguir su fin. Esta faceta de arte la vio claramente Maquiavelo en
el Renacimiento. Sin embargo, el florentino no consideraba la necesidad de crear una sociedad
buena sino una sociedad eficaz. Es decir,.separaba a la política de la ética o más bien no reco-
nocía que un gobierno eficaz pudiera ser bueno también para los miembros de esa sociedad
Aquí nos enfrentamos con otro problema que es la validez ética del político. Es decir, en qué
medida un gobernante no ético puede crear un bien exterior bueno.
Podríamos contestar que así como Michelangelo o Gauguin produjeron obras de arte excep-
cionalmente bellas sin por ello ser ejemplos de virtud, también es posible que un gobernante
pueda crear algo bueno para la sociedad sin tener que ser ético con su vida personal. Esta ase-
veración ha generado muchas discusiones en el presente. Todos los gobiernos con más o me-'
nos rigidez han tratado de imponer reglas éticas para elegir a los funcionarios de gobierno. En
los Estados Unidos no sólo se juzgan con severidad los delitos económicos sino también los
comportamientos sexuales. En el caso de Nixon, su mendacidad en los asuntos de Watergate
produjo su alejamiento del poder.
Las confusiones lingüísticas nos remiten a una realidad incontrastable: en la disciplina po-
lítica existe una gran confusión terminológica y conceptual. Los términos políticos no sólo son
multivalentes o polivalentes, es decir, pueden significar algo para el hombre de la calle y otra
cosa para el científico, o corresponde a un determinado concepto para el ideólogo liberal que
para el marxista, sino que también pueden ser equívocos. Es decir que debemos muchas veces
contextualizar el vocablo según quién lo dijo, cuándo se dijo o dónde se dijo. Finalmente, los
vocablos políticos están cargados de valor, con lo cual eso también dificulta su entendimiento
y definición. Es diferente el sentido .valorativo que le da el castrismo o aun el PRI mejicano al
vocablo "revolución" que aquel que le puede asignar un ciudadano norteamericano. Lo mismo
ocurre con el término "democracia" que tiene diferentes connotaciones para el contribuyente
de la ciudad de New York que para el más recalcitrante defensor del régimen cubano.
El mismo término política o políticos causa sensaciones diferentes. Fijémonos que en las'
encuestas de ios últimos años existe un descreimiento en la política, con lo.cual la connotación
negativa es predominante. Sin embargo, si leyéramos La política del sabio Aristóteles del siglo
IV a.C. tal disciplina era .considerada la ciencia suprema ya que de ella dependían las otras
ciencias. Esto se debe a que su fin último es el más importante en el orden terrenal: el bien de
la comunidad entera. Aún hoy en día, a pesar de las críticas a los políticos, la política sigue sien-
do valorada como un servicio.
En fin, estamos acostumbrados a oír, por ejemplo, que "manejos políticos*' son aquellos que
se realizan sin la intervención de los interesados como, sinónimo de corrupción, lo cual también
trae como consecuencia otras frases como la de que "todos los políticos son ladrones" . Por otro
lado, se juzga nial a aquellos que desean hacer carrera en la política o que van a estudiar la car
rrera de Política o de Ciencia Política. Es muy común que nos pregunten: ¿qué vas a hacer con
tu carrera} o peor, como decía mi abuelo, quien fuera político en su Galicia natal en tiempos
de la República española: "La política se aprende en la calle, no en la universidad". Pero no só-
lo es Iá versión de los hombres de la calle, volviendo a Adam Smith y Karl Marx lá política era
un mal que debía eliminarse. Para el primero, porque entorpecía la búsqueda del beneficio eco-
.--nómico individual. Para el segundo, era un elemento qué utilizaba lá burguesía para oprimir al
proletariado. Giovanni Sartori afirma que en ciertas enciclopedias y por algún tiempo, no figu-
raba el término política porque estaba desacreditado.
Poco a poco iremos desentrañando a lo largo de estas páginas los sentidos de la ciencia po-
lítica y de la política en general. Ahí nos encontramos con un problema que fue detectado, en-
tre otros, por Marcel Prélot. En muchos idiomas como los latinos no existe una palabra que di-
ferencia a la acción de la política del estudio de la misma. En cambio el inglés tiene facilitado

. i . temí ya que cuenta con tres términos: politícal science es definida como la disciplina que
.nuil. .1 l.i polítií a, politics se refiere a las acciones políticas que tengan que ver con la esfera
pública ipolky I la l< Cidn concreta que llevará a conseguir determinado fin. En politics seven
rnu< hu alianzas y componendas. No es lo mismo que la policy de la empresa consistente, po-
diía ser, en aumentar los sueldos a los nuevos empleados no bien se pruebe su idoneidad. Nos
damos cuenta que estos términos tienen significados diferentes.
Ahora bien, ¿por qué se produce tal confusión? ¿Es sólo un problema lengüístico? ¿Está re-
lacionado con la desácreditación de la política? ¿O tiene como origen la imposibilidad de defi-
nir la política, la ciencia y las estrategias con vocablos diferentes? Observaremos que no sólo
es eso. La confusión deriva también de otras causas. Una de las respuestas más ajustadas es que
la política como ciencia y práctica es muy antigua. Es obvia la antigüedad de la política como
práctica ya que desde que la sociedad existe, se ha actuado políticamente. Sin embargo, desde
el punto de vista de la ciencia, es tan antigua como la filosofía griega. Es decir, es una ciencia
que fue desarrollada mucho antes que las ciencias físico-matemáticas. Eso indica que la histo-
ria produjo un cambio constante en sus términos y vocabulario. La política era, para los anti-
-guos'griegosruna parte de la filosofía que teníaque ver con Ja ética. La política estudiaba aquel
comportamiento del hombre que tenía que ver con su vida en sociedad.
A continuación, vamos a analizar el cambio de conceptos de la política y de otros términos
políticos a lo largo de la historia. Pensamos que contextualizar los términos políticos de acuer-
do con la evolución de la humanidad aclarará lo que someramente hemos dicho antes.
La experiencia política introspectiva
La visión pesimista que los politólogos han manifestado acerca de la confusión de los tér-
minos políticos, se podría solucionar realizando un análisis introspectivo. O sea encontrando en
nosotros y en nuestra propia experiencia aquello que es comportamiento político para poder de-
f i n i r l o que es la política.
Uno de los que han hecho esa experiencia es Jean-Ives Calvez, un ppliticólogo francés. En
un lihro pequeño llamado Introducción a la vida política nos dice varias cosas interesantes.
Remontándose a la infancia, nuestro primer contacto con el mundo se realiza con los seres que
n.i« MI, crecen y mueren alrededor nuestro, o sea el entorno familiar (el oikós) o como lo líama-
i i.t A i i.Mótcles, el hogar. En esa circunstancia, el nombre se halla acompañado de personas en
dundr r | bien familiar es el bien de todos. Lo cual constituye un bien tan importante que el
hombre o la mujer es capaz de dar hasta su vida misma por el bien familiar. Esto no imptíca
Jcan-lvci Cilvei, Introducción a la vida política, Buenos Aires: Editorial Estela, 1969. Capítulo Primero.
V V f W f V W W W W W W W W JP
que existan circunstancias en donde esto no sucede, pero son circunstancias extremas o mino-
ritarias que las instituciones políticas regulan a través de penas como por ejemplo: el abando-
no de un niño es considerado un delito, como también lo es el abandono de uno de los integran-
tes de la familia. Inclusive, hay paliativos para resolver estos casos como son las instituciones,
públicas de defensa de los derechos del niño o del anciano.
Otra experiencia que va alcanzando el hombre a medida que crece es la experiencia econó-
mica. O sea la experiencia con el otro a través del intercambio de bienes y servicios. En este
sentido, el bien económico es un bien que sólo satisface una parte de las necesidades del indi-
viduo aunque, como dijera Santo Tomás, lo que es último en el orden espiritual es primero en
el orden humano. Si no se satisfacen ciertas necesidades básicas del individuo como el alimen-
to, la vestimenta y la vivienda, poco puede esperarse que se satisfagan también las necesidades
espirituales. Sin embargo, en el bien económico no existe un abandono total como en el bien
familiar. Nadie da la vida por satisfacer un bien material para sí mismo. Lo puede haóer el pa-
dre para dar de comer a sus hijos pero no por el bien material en sí. Por otro lado, menos va a
dar la vida por la persona con la que mantiene la relación económica. Lo que se busca en esta
relación es el beneficio propio aunque se obtenga indirectamente el beneficio del otro.
La relación del hombre con la comunidad, lo que llamaría Aristóteles la polis, no necesaria-
mente es tan espontánea como afirma el estagirita. Calvez considera que el niño al entrar en el
colegio por primera vez y quedarse sólo en un ámbito que no es el de su casa, necesariamente
experimenta una extrañeza que incomoda en distinto grado su individualidad- Experimenta lo
que nombra con la palabra "otredad", o sea la experiencia de encontrarse con otros individuos
de la misma especie que sin embargo no son sus familiares. Lo que primero experimenta el in-
dividuo es que existen otros individuos con la misma libertad que posee cada uno y además con
la misma ansia de encontrar la felicidad, la autonealización o la perfección.
Por un lado, Calvez plantea una realidad que ya fue descubierta por otros anteriormente, que
está vigente en todo el pensamiento filosófico y es la concepción del otro como enemigo. Mien-
tras Hobbes lo llevaba al extremo diciendo que "todo hombre es el lobo del hombre", Rous-
seau consideraba que el hombre era bueno (el buen salvaje rousseauniano) hasta que se encon-
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traba con otro hombre y Marx consideraba que el estado de felicidad completa se hallaría cuan-
_do no hubiera propiedad'privada, que es la que perjudica a la sociedad. De alguna manera, Hob-
bes, Rousseau, los poiiticólogos modernos como Calvez y, anteriormente, otro francés de Lo-
rena* Julien Freund, basándose en la teoría de Cari Schmitt, dicen que la relación amigo-ene-
migo se encuentra en el meollo de la relación política. Este conflicto histórico que algunos tra-
5
Julien Freund: La esencia de lo político. Madrid. Editorial Nacional. 1968.
tan de resolver a través de la revolución comunista y la socialización de los medios de produc-
ción, o como Rousseau a través del contrato social, Calvez dice que es superado por otra ma-
nifestación del hombre, la del reconocimiento de las libertades ajenas.
Es decir, el hombre se encuentra con otro hombre y experimenta una sensación de que su
libertad va a estar restringida, puede experimentar la necesidad de separarse de esa otra perso-
na y pelear contra ella. Sin embargo, a la larga, comprenderá o intentará aliarse para vivir una
buena convivencia. Experimentará que la necesita porque ambos pueden ayudarse a vivir me-
jor. Muchas experiencias mucho más violentas que el hecho de sumergirse en la socialización
educativa han tenido necesariamente ese fin. Tal es el caso de la convivencia entre enemigos
en una guerra o la relación psicológicamente estudiada entre la víctima y el victimario o la del
secuestrador y el secuestrado, que es llamada"síndrome de Estocolmo".
Más naturalmente, los hombres sienten que al trabajar mancomunadamente y por el bien de
todos, el beneficio podrá ser mayor. El hombre, entonces, en sociedad está experimentando el
bien común. Es decir que si todos los miembros de una-comunidad tenemos como fin último el
bien de la comunidad entera, esto redundará en nuestro propio beneficio, Cuando esto está
puesto en duda es q ú e n o ha habido acuerdo sobre cuál es el bien de la sociedad en ese mórnen-
(< i precita Pero aun cuando haya-dudas, los hombres no dejan de respetarse, de cumplir con las
normas y de desear que a todos les vaya mejor. Ésta es la conciencia política: la vivencia del.
bien común. . í
Completando con lo que afirma Walter Lippmann en su hbro.El publico fimtasjná el públi-
6 Para la antigüedad clásica, existían dos tipos de conocimiento: doxa y episteme. La doxa se
co, por más que deje de pensar en la política porque no tiene tiempo y está interesado en su dia-
rio vivir, tiene conciencia de que su trabajo vale en tanto y en cuanto contribuya al bien gene-
ral. No interesa si opina verbairnente o no, si emite su preferencia política en las elecciones o
no, el hombre tiene cierta conciencia del bien general y de que su comportamiento está relacio-
nado coa él. Este tipo de actitud ya es una actitud política.
Esto viene a contradecir a algunas personas cuando se declaran "apolíticas". Nadit puede
declararse apolítico ya que vive en una sociedad política. Así como sería ridículo y antinatural
declararse antifamifia. Cuando defienden la convivencia versus el matrimonio, están definien-
do otra forma de familia tal vez menos comprometida, pero no por eso diferente a lo <que sigair
fica el vínculo de pertenencia. La mayoría de las veces es que se inclinan por otras formas co-
mo las uniones de hecho o de parejas del mismo sexo a los: hogares uniparentales..
También es poco feliz la autodefinición de apolítico. Vivir en comunidad significa opinar,
mezclarse con el otro. Por acción u omisión, actuamos pensando en que formamos par-
I ippnmn, Wnller, U* Phcmiom Public, New Jersey.: Transaaion PubÜshers, 1993.
te de una comunidad. Aunque no tiene comprobación empírica como un átomo o un planeta, a
la política la experimentamos, así como experimentamos los sentimientos: el amor o el odio.
La quejas por los impuestos, las manifestaciones contra los poderes económicos o políticos así
como también la defensa de los intereses nacionales en momentos de guerra u ocupación ex-
tranjera siguen siendo constantes en todo el mundo. Las personas mueren y luchan por mante-
ner la sociedad en la que Yiven. Además^ hacen sacrificios pero también se liberan de los opre-
sores. Peío sin llegar a esos extremos,, discuten^ obedecen, pelean y opinan. Eso es comporta-
miento político: La.política está en la lucha pero también en el entendimiento entre las perso-
nas.
A algunos nos resulta todavía muy difícil diferenciar la actividad política del ciudadano con
la de los políticos. Freund tiene una receta, y es diferenciar lo político de la política. Manifies-
7
ta que mientras lo político es el ámbito en donde todo el pueblo se mueve, trabaja y piensa y
que tiene que ver con la relación entre el hombre y la comunidad, la política es el campo del.
hacer, o sea de la supervivencia de una determinada sociedad. De esa manera, absolutamente
todos estamos inmersos en lo político, pero sólo hacen política los que toman decisiones que
conciernen a fa comunidad entera.
La política en la a n t i g ü e d a d c l á s i c a
traduce como opinión. Un conocimiento no científico que estudiaba el objeto describiendo sus
cualidades particulares y singulares. Mientras tanto, la ciencia era llamada episteme. Sólo era
ciencia la filosofía porque describía las cualidades universales y esenciales del objeto, o sea
aquello que hace que una cosa sea eso y no otra cosa. POF ejemplo: una descripción de las cua-
lidades particulares sería: esta mesa tiene cinco patas. Una descripción de la cualidades esen-
ciales en cambio sería: la mesa sirve para apoyar. Es decir, en lenguaje no científico o doxa es-
toy describiendo un objeto en particular, aquel que tengo en frente mío y que tiene cinco patas.
Sin embargo, esta definición de mesa no me ayuda a conocer la característica común o univer-
sal que tiene la mesa. La segunda oración sí hace referencia al elemento esencial: una mesa no
jtri tal si no sirviera para apoyar.
La política formaba parte de la filosofía,, en realidad de la filosofía práctica* con lo cual la
política era episteme. Ahí no había problema. Adentrándonos en la filosofía aristotélica: exis-
tían dos tipos de conocimientos científicos: el especulativo, que los griegos consideraban co-
7 Julián Freund, ibíd.
<7
' mo metafísica, cuyo objeto era conocer por el conocimiento mismo, y el conocimiento prácti-
co, cuando se conocía para obrar. En este orden existían tres disciplinas: la ética, que estudia-
ba cómo conducir al comportamiento humano hacia la búsqueda de su fin individual; la econo-
mía, que buscaba el bien familiar, y la política, que tenía como objetivo el bien de la comuni-
dad entera o bien común. A l ser la política aquella ciencia practica que poseía como fin el bien
común, las otras ciencias tales como la ética y la economía se subordinaban a ella. Por eso fue
llamada ciencia arquitectónica o la ciencia mas importante en el orden del obrar. ; ^
Ahora bien, el objeto de la política era el estudio de \ñ polis, es decir, de la comunidad po-
lítica o lo que Santo Tomás en el medioevo llamaba Estado: la comunidad de personas que vi-
viendo en un mismo territorio y ordenados por una misma autoridad persiguen el bien común.
Sin embargo, como señala Sartori, el término polis significaba algo relativamente diferente.
Aristóteles señalaba que el hombre era un zoón politikon, que en una mala traducción signifi-
caria animal político. Este término no significa necesariamente que el hombre actúa siempre
con fines políticos como búsqueda del poder sino que es un ser que no puede vivir si no es en
sociedad. Aristóteles agregaba que si existía alguien que pudiera vivir fuera de la sociedad se-
ria o bien un dios o un ideon subhumano. Lo que en lenguaje moderno sería que el hombre se
realiza sólo en sociedad con otros pero en un tipo de sociedad que es la sociedad política. O
sea, no es posible que el hombre se realice y perfeccione rodeado sólo por sus seres queridos,
o en familia, o solamente en el ámbito laboral porque éstos serian casos patológicos, sino que^
el hombre sólo sobrevive en una comunidad que vela por el bien común ya que el bien de los
demás produce su bien particular.
Esto implica que es imposible que una persona se beneficie como persona cuanrlo la cpmu-
nidad entera se ve perjudicada. Por el contrario, cuando la sociedad progresa desde el punto de
vista material pero también como sociedad en paz y cou pocos conflictos, es cuando el hombre
alcanza su perfeccionamiento. Inconscientemente, cuando alguien se queja de haber nacido "en
este país", está pensando que el mal que aqueja a la nación le impide llegar a completar sus sue-
ños futuros. Reconoce que el medio social influye en su propia vida.
^ En el medioevo, Santo Tomás en su Summa Theologica retoma el estudio de la política ba-
sándose en la filosofía de Aristóteles. Sin embargo, como buen teólogo, subordina la filosofía
a la teología, es decir, la filosofía es la ancilla theologiae o sea la sirvienta de la teología. To-
do conocimiento humano está subordinado al saber iluminado por la fe, lo que se denomina teo-
logía. Tal como lo hizo Aristóteles, Santo Tomás reivindica la política como ciencia arquitec-
tónica cuyo fin es mayor que los bienes individuales (ética) pero que, sin embargo, está subor-
dinada al bien de la persona humana como compuesto de espíritu y materia. Es decir, la políti-
ca tiene como objeto el estudio del Estado, que es la sociedad más perfecta en el orden huma-
[5i no. Pero el bien común, a su vez, se subordina al bien persona), que sólo puede alcanzarse en
¡i
la vida eterna. £n este sentido, es claro que el bien de la sociedad entera, entonces, tiene un
compuesto ético muy importante. Nadie podría, entonces, considerar que el bien común se lo-
graría con el exterminio de otro pueblo (genocidio) o la destrucción y el sometimiento salvaje
de una comunidad (tiranía). Con más claridad que Aristóteles, Santo Tomás considera que el
bien común o bien político nunca podrá estar en contra del bien del hombre, es decir como cria-
tura divina con un alma eterna.
...,-Sin embargo, no es hasta la Edad Moderna y con la aparición de Maquiavelo que la políti-
ca se autonomiza de la filosofía y de la teología. Se crea una óptica nueva de la política que
claramente es descriptiva y que resulta un antecedente de la sociología política. Sin embargo,
de acuerdo con la concepción clásica de ciencia, ésta deja de serlo. Se convierte en conocimien-
to concreto sobre sociedades concretas y se percibe con más claridad algo que ya había adelan-
•* tado Santo Tomás como causa eficiente del Estado y que es la autoridad. O sea, se reemplaza
la visión horizontal de la política por la visión vertical. Se acentúa de tal manera ello que Ma-
quiavelo se dirige a educar al príncipe y no a la sociedad.
Maquiavelo y la autonomía de la política
*j
Maquiavelo escribe El príncipe y el concepto de la política se vuelve diferente al concepto
clásico. La política es ahora comprendida como el arte de luchar por el poder y mantenerse en
él. La política entonces se autonomiza de la ética porque su fin no es otro que el de obtener el
9 •• poder por el poder mismo sin relacionarlo a algún concepto de bien o felicidad. De tal forma
se independiza de la ética que cualquier medio para lograr el poder es válido. La esencia del
pensamiento de Maquiavelo no es antiética sino noética. Para él, en principio, ía política se r i -
ge por otras leyes que no son reglas morales. El príncipe desde el punto de vista moderno, es
un análisis de lo que era la política en ese momento histórico: un poder personal autocrático al
que se le requería la fortaleza del león y la astucia del zorro. Sin embargo, también aseguraba
que el político no sólo debía ser el hombre de virtú sino que también debería tener una buena
dosis de fortuna. Es decir, debería poseer capacidad, no moral, sino política para conducir al
pueblo. Pero no era suficiente si la realidad histórica no le era favorable.
. La genialidad de Maquiavelo es haber definido la política como el arte de los líderes en ma-
nejar a los dominados. La óptica desde donde enfoca la política es puramente vertical. El pú-
blico no aporta nada, es un egoísta, individualista, que se mueve aclamando al exitoso y deni-
grando al.fracasado. Por lo tanto, no puede ser más que un instrumento político del príncipe pa-
ra lograr sus objetivos: una forma de comportamiento de los líderes con respecto a sus domi-
g
nados. Maquiavelo se instituye, entonces, en el iniciador de las teorías de la élite. Finalmente,
j
el análisis vertical de la política, o sea "de arriba hacia abajo", da comienzo al desarrollo de es-
critos que ven la política desde el punto de vista del que manda y dejan de lado la política de
las masas o de los habitantes como si su papel fuera mucho menor. En el siglo X X esta mira-
da sobre la política desarrollaría lo que se dio en llamar la corriente neomaquiavelista, Gaeta-
no Mosca, Robert Michels y Wilfredo Pareto, que comprende la política como una sociedad
8
jerarquizada, en donde el poder se distribuye en forma más desigual. Más tarde son académi-
cos como Wright Mills los que retoman estos pasos. 9
• Además, aunque podamos hacer un juicio de valor sobre la concepción del florentino, es el
primero que expresamente describe la socíedad^concreta que lo rodea dejando de lado los as-
pectos axiológicos. Es por eso que se lo llama el fundador de laxnencia política en sentido mo-
derno, que es la sociología política. La descripción de la realidad política coetánea a Maquia-
velo es el elemento en el que basa su teoría sobre cómo conducirse hacia el poder y permane-
cer en él. * ses que instalaron al primer rey de la casa de Orange en Inglaterra en el siglo X V I I desconfia-
Así como decimos que Maquiavelo dio comienzo al estudio de la política independizándo-
la de la filosofía y analizándola en forma vertical, el liberalismo puso su acento en su forma ho-
rizontal y muchas veces, radicalmente, de abajo hacia arriba, lo que los antiguos llamaban la
" l i / «agon&l^-de la política.- - • ....... \ .
?
La desaparición y demonización de la política
Conel iluminismo del siglo X V I I I y el positivismo del siglo XIX, la política fue tratada con
rudeza y dejada de lado como tema de estudio. Muchos fenómenos influyeron para que la his-
toria de la ciencia política tomara esos rumbos. Por un lado, los primeros teóricos liberales, co-
mo Locke y Rousseau, comenzaron a ver la política desde su faz horizontal, teniendo en cuen-
ta que aparentemente el poder vendría de abajo hacia arriba, o sea desde los gobernados hasta
los gobernantes. No eliminaban totalmente la presencia de la autoridad. Pero mientras para
Locke estaba en la corona y para Rousseau en un concepto abstracto como era la voluntad po-
pular, la misma estaba conformada por la suma de las voluntades individuales, con lo cual uno
al obedecerla se obedecía a sí mismo. Los ¡luministas ponían de cabeza la interpretación de Ma-
quiavelo. No era el monarca o la autoridad la que gobernaba sino que eran los gobernados los
que lo hacían. Aparece entre brumas y luego más abiertamente el concepto de opinión pública
como forma de controlar e imponer la voluntad ciudadana sobre el soberano. Loclce la Mama-
ba "ley de la opinión pública" y Rousseau la reconocía como "el censor". De tal manera que el
James Burnham, Los maquiavelistas, defensores de la libertad. Buenos Aires.: Oléese Editores, 1986.
Véase Mills, C. WrighL Tlie Power Elite. New York:. Oxford University Press. 1956 y 1970.
público controlaba la representación que el pueblo le había otorgado a sus representantes a tra-
vés del pacto o el contrato social. De ahí, es que los estudiosos de las teorías democráticas clá-
sicas se califican también como contractualistas. Es por propia voluntad y haciendo valer su l i -
bertad que el pueblo se somete a-un poder supremo para que lo represente. Los contractualis-
tas descreían de la necesidad social del hombre por vivir en comunidad y para ser ordenados
por una autoridad. Lo deciden no porque crean que así se logra el bien de la comunidad entera
Sino su propia bien personal.
Ahora bien, ¿quién erael pueblo en ese momento?, ¿qué características tenía? El pueblo al
que se refie< en los contractu alistas era el estado llano de la Revolución Francesa, o sea los cre-
cientes comerciantes e industriales que se formaron a partir de las ciudades. En otras palabras,
Jos burgueses, propietarios y educados como no lo eran los obreros y campesinos. Los burgue-
ron del monarca en el siglo siguiente. Mientras la Revolución Gloriosa mantuvo el régimen
monárquico limitado por el poder del Parlamento, la futura Revolución Francesa descreía del
poder absoluto del rey Borbón y lo hacía decapitar.
Sin embargo, como dice Sartori, los que realmente eliminaron la política fueron los econo-
mistas. Ellos llegaron más allá al diseñar un mundo en donde cabía la sociedad como produc-
tora de bienes y servicios, consumidora y distribuidora de los mismos. El Estado era un mal ne-
cesario que no debía actuar más qué para defender los intercambios económicos dejando libres
las puertas del comercio y la empresa. Hasta Smith llegó a hablar de una "mano invisible" pa-
ra designar a aquella forma que antes poseía el gobierno político para resolver las contradiccio-
nes del sistema económico. Ya no se necesitaba el Estado o más bien se necesitaba para que se
mantuviera la libertad. 16 *
Sin desearlo, el iluminismo y el liberalismo no sólo destruyeron la visión de la política des-
cendente o vertical, la legitimidad de la autoridad, sino también negaron la de la política ascen-
dente, la de los gobernados. Aparentemente, nadie hacía política. Porque política significaba lí-
mites, coerción de la libertad, represión de los derechos individuales. Lo curios© es que, si bien
era formalmente así, la sociedad sí bada política ya que al disminuir el poder del monarca fue
la nueva clase económica, la capitalista, la que acrecentaba su poder trente a los demás grupos
. sociales.
Ahora bien, no sólo se negaba realidad política como actividad o forma de comportamien-
to sino también como ciencia. Con el correr del tiempo, la evolución del pensamiento filosófi-
co y la transformación de las ciencias naturales o exactas, el terminó ciencia en sentido estüc-
Sartori. ibtd.
to se reservó a aquellos conocimientos que podían ser medidos y controlados, que podían ser
tangibles. Por lo cual sólo se consideraban ciencia los estudios que hacían las ciencias exactas
y matemáticas. De allí que para algunos la ciencia política, al no cumplir coii las regularidades
de las ciencias físico-matemáticas, no podía ser ciencia. Es así que Comte inventó una cien -
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cia que estudiaba la sociedad que dio en llamar sociología.
Para Marx, la política era una simple formalidad. Es decir, la política era el elemento a tra-
vés del cual se legitimaba el poder de la burguesía, que era un poder económico. La autoridad
estaba determinaba por aquellos que poseían los medios de producción. Si lo poseían, tenían
poder político; si no, no tenían ninguna autoridad. El Estado, para Marx, era el órgano de po-
der de la clase dominante. Servía como sometimiento de la clase proletaria. La revolución trae-
ría cqmo consecuencia la dictadura del proletariado. Pero ni siquiera el gobierno de los otrora
oprimidos sería permanente. Una vez que se destruyera la propiedad privada, la política no ten-
dría sentido. Como consecuencia, la sociedad sin clases o llamada el "paraíso marxista" care-
cería de autoridad.
En el siglo X X , fue Weberel sociólogo más influyente en las primeras décadas del siglo so-
hrerel-pensamientO' político. Basándose en una posición an ti pos i ti vista, consideraba que los
hombres se mueven por motivos y no de forma uniforme para poder ser estudiados con la mis-
ma vara con que se estudian los elementos inorgánicos. El Estado es definido en su forma más,
brutal como "la institución que posee el monopolio de la violencia legítima". Quería decir
que el Estado era el elemento de coacción de la autoridad pero no de cualquier autoridad si-
no de aquella a la que los subditos le reconocían legitimidad para actuar. Es decjr, gara él
existía un comportamiento político no sólo de las autoridades sino sobre todo de las bases
que gobernaban no por miedo al castigo sino por reconocer el poder de gobierno que poseían
ciertas personas.
La regularidad y exactitud de la ciencia en sentido moderno ha sido criticada por autores .
políticos. Strasser en su artículo "La idea de una ciencia política" considera que la ciencia po-
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lítica es tanto ciencia en sentido estricto (como la ciencia política norteamericana, que es cuan-
titativa) como en sentido laxo como conocimiento sistemáticamente adquirido y organizado.
Por otro lado, Strasser dice que los que'defienden la ciencia en sentido estricto argumentan
que lo hacen porque es operacional, es objetiva y es acumulativa. Él aclara que Einstein hizo
En el siglo X X , el auge de la ciencia política en los Estados Unidos se produce al poder manejur el comportamiento políti-
co con la metodología de los ciencias naturales, creando leyes de comportamiento necesario. Uno de los resultados es la moda
de ION métodos cuantitativos que cjieron origen a emprendimicntos como el del Roper Center en la Universidad de Connecticut
en Storrs, y el 1PSR (Intcrconsortium Program on Social Research) de la Universidad de Michigan, en Ann Arbour.
1 2 Carlos Strasser "La idea de una ciencia política" en Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales. No.46. Vol.12,
julio-set, 1972.
metafísica cuando elaboró la teoría de la relatividad porque no se basó en mediciones de un ob-
jeto. Por otro lado, ningún conocimiento científico es completamente objetivo. La elección del
tema a estudiar ya compromete al científico. Finalmente, el objeto puede ser estudiado desde
1 puntos de vista diferentes y todas las conclusiones pueden Ser verdaderas. Es decir, la batalla
de Bagdad puede ser estudiada desde el punto de vista de la política, desde el punto de vista de
la estrategia o la historia. Todas las conclusiones podrían ser verdaderas porque el objeto tiene
tantas facetas que es imposible abarcarlas todas. Por otro lado, ningún conocimiento es total-
mente acumulativo y si no'hay que ver cómo la teoría de la relatividad o la teoría de Max Plank
vino a rectificar la teoría formulada por Newton.
Podría ser que, como señala Rogers M . Smith, "el objeto de la política es tan complejo y tan
infundido de normas que los investigadores honestos pueden hacer sólo argumentaciones proba-
bilísticas sobre los tópicos políticos". Sin embargo, este especialista se pronuncia a favor de los
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estudios que iluminen aquellos asuntos que la gente considere que son más necesarios.
En conclusión, podemos decir que la ciencia política es tanto ciencia en sentido clásico, o
sea episteme, porque conoce o intenta conocer las cualidades esenciales de un objeto, como
ciencia en sentido moderno, o sea en sentido laxo. Por otro lado, las ciencias naturales no se-
rían según los clásicos episteme sino doxa.
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f Desarrollo actual de la ciencia política
En este resumen de la historia de la política intentamos introducir al estudiante sobre qué es
la política y qué es la ciencia que se dedica a ella. Como afirmamos al principio; es un empren-
dimiento muy difícil y controvertido ya que supone manipular una nomenclatura y vocabula-
rio muy extenso cuyos términos son multívocos y equívocos. Este fenómeno se manifiesta más
precisamente en la ciencia política porque es una ciencia muy antigua que comienza a desarro-
llarse mucho antes que las ciencias exactas o de la naturaleza. También es debido a que los cam-
bios históricos produjeron un apocamiento de la ciencia y del concepto de política hasta casi la
mitad del siglo XX.
El auge de la ciencia política se produce a mediados del siglo pasado y tiene que ver con el
avance de la tecnología. En verdad, los primeros que produjeron un cambio sustancial en este
fenómeno fueron los sociólogos de las universidades de Chicago y Harvard. Figuras provenien-
tes de Europa o educadas allí como Festinger, Pitirim Sorokin, Lazarsfeld, Converse y más no-
J Rogers M. Smith, "Should We Make Politicnl Science More of a Science or More about Politics", en Política! Science
and Politics, June, 2002. Psonline www.apsanet.org
tablemente el inventor de la "gran teoría", Talcott Parsons, reivindicaron nuevamente el fac-
tor político en la sociedad. Si bien, en principio, privilegiaron la faz agonal o faz ascendente a
la de la autoridad, notaron que existía una realidad que era distinta al comportamiento religio-
so, económico etc. Con más precisión, fue.el conductismo el que rescató el valor del compor-
tamiento político. Haciendo uso de los medios tecnológicos más importantes de su época, co-
mo la comunicación, las encuestas etc., desarrollaron un gran redescubrimiento de la ciencia.
política. En lo que algunos se equivocaron fue en tratar de desarrollar una ciencia política es-
pecíficamente positiva, es decir, restringida al conocimiento del hic et nunc (aquí y ahora) y a
la conformación de leyes que se suponía serían de cumplimiento necesario, como la de las cien-
cias duras.
La realidad demostró el objeto de la ciencia: el hombre político posee libertad, a diferen-
cia de los objetos de la naturaleza. Es por ello, que las encuestas, por ejemplo, no son siem-
pre seguras y que las investigaciones de campo o empíricas no pueden establecer más que.re-
gularidades microscópicas que son valederas para un lugar y un momento histórico. Por
ejemplo, la investigación realizada por Thomas Patterson en los años 50 acerca de la mflu-
•encra-de^rarTV en las actitudes electorales de los ciudadanos americanos, no puede dar por
sentado que en todas partes del mundo, la televisión haya tenido tan poca influencia en los.
votantes. 14
Lo curioso es que la visión sociologista de la vida política se mantuvo, junto una visión. fí-
losófica, una visión económica y hasta una visión institucional que relaciona la política oon las
instituciones de gobierno y las normas. La UNESCO trató de resolver el problema, como bien
afirma Prélot, llamando a especialistas de todo el mundo a una reunióruea donde se llegara aia
conclusión de qué era la política. De tal manera, se publicó una lista de temas políticos que; si-
bien llevan a una definición de tipo empirista, es útil para saber ios temas que estudia la cien-
cia política: las ideas, políticas, la vida política y las instituciones políticas,
Maurice Duverger trató de definir la ciencia política como cieBcia del poder institucionali-
zado. Lo que quería demostrar era lo siguiente. Por un lado, la ciencia política no era sólo, co-
mo clásicamente se acordaba, una parte de la filosofía sino que versaba sobre elementos con-
cretos. Era una ciencia empírica. Pero ¿cuál era el objeto de esta ciencia empírica?. Algunos su-
ponían que la ciencia política era la ciencia del poder. O sea que su objeto era el poden^allí don-,
de él estuviera. Sin embargo, esto» que fue muy difundido aun para definir las relaciones oon<-
yugales como relaciones políticas, consideraba Duverger que era muy amplio. Por lo cual él su-
1 4Thomas Putterson and Robcrt McClurc. The Unseeing Eye: Tlie Myth ofTelevisión Power and National Politics. New
York:. Putman, 1976.
ponía que la política sólo versaba en el poder institucionalizado. Es decir, el poder constituido
dentro de una organización con normas y reglas establecidas. Sin embargo, esto disminuía mu-
cho la amplitud del objeto. Por ejemplo, no se podría considerar política la actividad desempe-
ñada por los "piqueteros" ya que constituyen una organización muy poco normativizada y
constante. 1 5
Además del desarrollo histórico, la política fue suplantada históricamente por varias cien-
cias en las cuales perdió hasta su propio objeto. Con la concepción del liberalismo clásico y el
auge de la economía, fue reemplazada por la visión economista de la sociedad. Luego, por la
visión jurídica, que sólo daba importancia a lo que estaba regido por las leyes y normas de t i -
po positivo. Es por ello que la política supuestamente se estudiaba en la Facultad de Derecho,
especialmente en la cátedra de Derecho Constitucional y luego en la de Derecho Político. Fi-
nalmente, en el siglo X X y como herencia del pensamiento positivista del siglo X I X , la políti-
ca se redujo al estudio de lo empírico, lo tangible que se podía medir. De allí que se haya de-
sarrollado la sociología y que ésta haya suplantado a la ciencia política.
. i En los años 40 y con posterioridad a la I I Guerra Mundial, el conductismo le dio a la cien-
cia política un cariz puramente sociológico. Lo político se mezclaba con lo social, no se dife-
renciaba de él. Además, se estudiaba desde el punto de vista horizontal. En otras palabras, la
sociedad creaba inputs que el sistema político transformaba en outputs. El sistema político,
; ; además, ocupaba el mismo puesto que otros sistemas que se subordinaban al gran sistema so-
cial. Los conocimientos que brindaba la política eran puramente descriptivos, a valorativos y
T mensurables. De acuerdo con Sartori, es dudoso que fueran totalmente avalorativps. Una vi-
sión del mundo equilibrado significaba que se negaba implícitamente el elemento de lucha y
violencia. La amplitud de los estudios políticos y de las escuelas de ciencia política en los úl
timos años dio también origen a una mayor confusión en el vocabulario, la definición del 6b
jeto y del método. 16
Ello llevó a una mayor confusión que fue relatada maravillosamente bien por Gabriel A l -
mond, uno de los más destacados conductistas, en su artículo "Mesas separadas". Almond par-
te de la base de que, tras la inundación de dentistas políticos, escuelas, universidades, institu-
ciones que se dedican de alguna manera al estudio de la política, se ha producido una suerte de
división entre las diferentes escuelas. Cada una de ellas se ha convertido en una mesa como las
de un hotel, en donde los que se hospedan se sientan separadamente. No hay diálogo entre ellos.
La razón de la falta de diálogo estriba en el diferente concepto que tienen de la política y del
j 5 Maurice Duverger, Sociología política. Barcelona. Ariel. 1972.
1 6 Sartori. ibíd
 - ^ v w w w w w w w w v* y^ y^ : y^ y^

estudio de la política. En líneas generales, Almond dice que existen cuatro grupos divididos por
su utilización de la metodología estadística y por sus inclinaciones hacia la derecha o la izquier-
da. Por lo tanto, se forman los siguientes grupos: el de la derecha, que utiliza fuertemente la
metodología citada (hard right), el de la izquierda más teórica y menos metodológica (soft lefi\
el de la derecha débilmente cuantitativa {soft right) y de la izquierda que utiliza los elementos
metodológicos con mucho interés (hard left). 17

Almond dice que los politólogos contemporáneos discuten sin considerar que todos tienen
algo de razón. Es decir, tanto los que consideran que sin la metodología cuantitativa no se pue-
de estudiar la ciencia política, como los que argumentan que lo importante es la posición ideo-
lógica desde donde se estudie el tema, pasando por los que reniegan de las posiciones valora-
tivas o no creen que el método cuantitativo sea adecuado para el estudio de las ciencias, todos
tienen algo de razón. Esto de alguna manera no sólo sucede ahora sino que a lo largo de la his-
toria de la ciencia política, inclusive en sus inicios en Grecia, la política fue estudiada, analiza-
da desde diferentes puntos de vista, todos valederos.
En suma, hemos querido en estas páginas demostrar que la política tiene las siguientes ca-
racterística^: 1) es central a la vida del hombre, 2) es una ciencia donde existe todavía un gran
desorden y confusión terminológica y conceptual y 3) está compuesta por un elemento horizon-
tal y otro vertical que se entrecruzan pero que poseen una importancia similar.
El primer punto fue expresado en la antigüedad clásica y en el medioevo y luego descarta-
do por la visión antipolítica de los iluministas y más tarde de los marxistas. Las nuevas corrien-
tes vuelven a destacar la preeminencia de lo político en el hombre. En cuanto al segundo pun-
18

to, el desorden persiste. Sin embargo, es debido a que los estudios que tienen que ver con la po-
lítica han avanzado en conocimiento y, por otro lado, han tomado distintos caminos. Finalmen-
te; la política ha llegado a ser tema de conversación aun de personas que antes no poseían ese
interés, lo que habla de su gran masificación. Finalmente, todos somos hombres políticos. La
política es central en nuestra vida. Tanto para aquel que tiene una vocación política concreta
porque considera que posee los elementos necesarios para gobernar y para hacerlo bien como
para aquel otro que acata o reluiye de la política por propia convicción sin atinar a comprender
que está haciendo política.

Gabriel A. Almond, "Sepárate Tables: Schools and Sects in Political Science", en Poliiical Science and Politics, vbl.2).
1 7

No.4 (Otoño, 1988).

1 8Para esto véanse los trabajos de Michel Foucault, Microfísica del poder, Edición La Piqueta, 1991, y Giorgio Agarnben,
Estudo de excepción. Valencia. Pie-textos, 2003.