A LAS PUERTAS
DE UN LIBRO
DERROTADO
POR PABLO R. ARANGO
Ilustraciones de Ana Yael
¿Puede un libro de divulgación
científica ser acertado en su
investigación y fallido en sus
argumentos? De acuerdo con esta
reseña, A las puertas del universo
derrotado de Alexis de Greiff,
director de la Biblioteca Luis
Ángel Arango, padece de esa
aparente contradicción, además
de otros males sintomáticos del
medio editorial académico.
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E
n 2012, la Editorial Universidad Nacional de
Colombia publicó A las puertas del universo
derrotado, de Alexis De Greiff, como parte de
su Colección Obra Selecta. El libro no solo
describe cuatro episodios de la física del siglo
xx cuyo interés rebasa las fronteras científicas
y académicas, sino que documenta, a propósito
de los cuatro sucesos, distintas maneras en que
la ciencia funciona como el resto de las cosas
humanas: no a través de procesos racionales, sino por
simpatías y odios, desconfianzas y trucos, influencia y
poder. El tema es fascinante: las fuerzas políticas, aparen-
temente extracientíficas e irracionales, que configuran
el éxito y el fracaso de hombres de ciencia y teorías. En
otras palabras, la vieja naturaleza humana –gregaria,
irracional, jerárquica–, tal como se manifiesta en esa
actividad que según el estereotipo creado por científicos
y filósofos nos aleja del resto de la naturaleza: la ciencia.
El primer episodio relata el ascenso de Albert
Einstein al lugar de figura pública en todo el mundo (un
ascenso que tuvo muy poco que ver con el contenido de
sus logros científicos, estrictamente hablando, y del que
el propio Einstein comentaba que se debía a que nadie lo
había entendido). De Greiff muestra cómo las medicio-
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En la introducción el autor nos cuenta que no fue escrito para especialistas,
pero está escrito en el dialecto de los especialistas: el academiqués.
Innecesariamente, pues todo lo que dice también se podría decir en español
nes realizadas por Eddington en el eclipse solar de 1919
(que buscaban contrastar las predicciones de la teoría de
Einstein sobre la desviación de los rayos de luz cuando
pasaban cerca del Sol) detonaron una serie de eventos
que introdujeron a Einstein en los altos círculos de la
física y lo convirtieron en la imagen popular del genio
científico. Aun así, la teoría de la relatividad general no
comenzó a ser objeto de investigación en física sino hasta
décadas después. Como lo sugiere De Greiff, Einstein
tuvo, desde entonces, la suerte que su teoría solo co-
menzó a tener muchísimo después. De paso, De Greiff
documenta la manera en que las interpretaciones escép-
ticas de las mediciones de Eddington fueron finalmente
excluidas de la comunidad científica, o por lo menos de
su corriente dominante.
El segundo episodio narra el proceso mediante el cual
la teoría del Big Bang triunfó sobre la teoría rival del esta-
do estacionario. De Greiff argumenta convincentemente
que la influencia de factores psicológicos y sociológicos
fue decisiva en dicha batalla (en particular, una división
entre los experimentalistas, quienes veían la física teórica
como mera especulación metafísica, y los físicos teóricos
como Fred Hoyle, que arriesgaban atrevidas hipótesis
explicativas).
El tercer caso es el de la segregación a la que fue
sometido el joven físico Klaus Tausk (nacido en Austria
pero criado en Brasil), quien planteó una serie de críticas,
en un tono insolente, a las observaciones de unos repu-
tados científicos italianos acerca de las implicaciones del
principio de incertidumbre de Heisenberg para la medi-
ción del mundo físico. De Greiff muestra que, aunque el
trabajo de Tausk fue conocido por varias figuras impor-
tantes en la discusión, e incluso algunas de sus sugeren-
cias fueron recicladas y usadas por gente que conoció su
trabajo, el mundo científico lo excluyó antes incluso de
que entrara en la polémica: simplemente actuaron como
si no hubiera dicho nada. En tal complot de silencio ayu-
dó, sostiene De Greiff, además de su grosería, el hecho
de que el joven Tausk trabajara y escribiera desde un país
subdesarrollado.
El cuarto episodio muestra la forma en que el Cen-
tro Internacional para la Física Teórica, una institución
financiada parcialmente por la Unesco, fue boicoteado en
una discusión sobre la física de partículas, conspiración
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concretos o abstractos. Por ello, lo universal de la ciencia no es ejemplo, el buen funcionamiento de los instrumentos de
su método, ni su privilegiado acceso a un mundo supuestamente observación), ya que darle la razón a Einstein implica-
desnudo y neutro; solo “la mediación interpretativa es univer- ba rechazar la hasta entonces firme teoría newtoniana.
sal” (Nietzsche, citado en Gutiérrez, 2004, p. 93) [no sabemos Como si esto no bastara, agrega:
cuál Gutiérrez, pues la cita no aparece referenciada en la biblio-
grafía], y eso tal vez nos conduce a una ciencia postmoderna no Para ser más precisos, estas explicaciones ad hoc eran un per-
positivista. fecto ejemplo de la adición de una cláusula de ceteris paribus y
ajustes kuhnianos.
motivada principalmente por factores políticos como Es como si tuviéramos aquí a dos autores (el que
parte de un complot más amplio en contra de la Unesco. intenta comunicarnos su idea a través de imágenes con- ¿Para ser más precisos? No. Los tales “ajustes kuhnia-
Como ya lo señalé, el autor aprovecha estos casos cretas, y el otro, un neófito asustadizo que solo piensa en nos”, por ejemplo, no son kuhnianos, son cosas que hace
para ilustrar los mecanismos de segregación que usan los agradar a sus mayores con citas autoritarias, giros incom- casi todo el mundo cuando intenta defender una idea, a
científicos; la influencia enorme de factores irracionales prensibles y entrecomillados inútiles), y dos libros. La- veces contra viento y marea: proponer interpretaciones
en la adopción de una idea o en el rechazo de otras; las mentablemente, solo tenemos el libro real, pero la obra alternativas de los datos o, en último caso, empecinarse
formas en que a los individuos se les permite o impide posible que asoma por momentos en esta prosa tortuosa (lo que hizo Kuhn fue señalar que quienes pensaban que
entrar en una polémica importante, y así sucesivamente. no fue publicada. En el que es probablemente el mejor en la ciencia no pasaban esas cosas era porque no cono-
Lamentablemente, a pesar de estar muy bien docu- capítulo –el que documenta el fracaso de la teoría del es- cían la historia de la ciencia). Pero lo importante es que
mentado y, por momentos, escrito con brío y claridad, el tado estacionario– puede verse con claridad la forma en no había que agregar eso y, peor aún, al decirlo, el lector
libro falla en sus propios términos. En la introducción que esta manía arruina el libro. Al comentar la reacción queda con una rara sensación de profundidad incom-
el autor nos cuenta que no fue escrito para especialistas, de algunos científicos escépticos ante los resultados de prensible, que no es más que oscuridad gratuita.
pero está escrito en el dialecto de los especialistas: el las mediciones hechas por Eddington en el eclipse de Como se ve, en academiqués uno no puede presentar
academiqués. Innecesariamente, pues todo lo que dice 1919, De Greiff exhibe nuevamente esa ansiedad injusti- nada, ni la más obvia constatación, sin trajearla con las
también se podría decir en español. También declara ficada por complacer a un hipotético lector académico, y pesadas ropas de la cita obsecuente, la jerga abstracta
que el libro busca ser un “instrumento de emancipación” finalmente estropea su, hasta el momento, clara expo- innecesaria y la tautología. El caso es aún más interesan-
ya que invita a reconocer que esos elementos irracio- sición. Nos cuenta que se propusieron interpretaciones te en este libro puesto que, como el autor lo declara al
nales, contingentes, sociales, hacen parte de la ciencia. diferentes de las mediciones (que ponían en duda, por comienzo, la obra tiene una intención política:
Pero en esto también falla porque, como espero mos-
trar, A las puertas del universo derrotado es un tributo al
autoritarismo.
Comencemos con los barbarismos. La premisa
central de este libro es que la ciencia no consiste única ni
principalmente en procesos racionales como la contras-
tación de hipótesis, la corrección de errores y el examen
de la evidencia, sino que es una actividad influida por
factores irracionales como las relaciones de poder, las
preferencias personales, los prejuicios de la época, las
herramientas teóricas disponibles, la tecnología a mano,
etc. Veamos cómo presenta el autor esta idea:
No hay “pruebas reina” en la corte de la ciencia y la tecnolo-
gía, sino entramados complejos de objetos (artefactos o teorías),
retórica, instrumentos de poder e instituciones. La naturaleza no
“habla” por sí misma, sino por boca de esas redes de cancerberos
de las puertas de la ciencia.
Por supuesto que esta flexibilidad *está en la médula de la
crítica a la modernidad y a su doctrina positivista. Como dijo
Nietzsche en las postrimerías del siglo xix, “contra el positivis-
mo que se detiene ante el fenómeno solo hay hechos, yo diría:
no, justamente no hay hechos, solo interpretaciones”. Esa es la
esencia de los debates científicos y el carácter constructivista
de la ciencia y de la tecnología; por ello el acto de creación y
el de circulación son inseparables en la producción de objetos
35
 A pesar de su declarada intención emancipatoria, este libro es en realidad
un tributo al autoritarismo. Y de la clase más efectiva: la que no se nota,
hasta el punto que el propio autor cree estar haciendo un gesto rebelde
Este libro, en la medida en que quiere contribuir a mostrar
que la incertidumbre y la contingencia han sido y son más
propias de la práctica científica de lo que, por miedo a perder
su estatuto de supremacía, quisieron y quieren aceptar muchos
científicos, pretende ser un instrumento de emancipación.
Desde luego, si hubieran publicado el otro libro, el
posible y bueno, tal advertencia sería redundante. Pero
De Greiff parece consciente por momentos y enton-
ces nos recuerda a los lectores lo que estaba queriendo
decir, o lo que alguna vez quiso decir, o lo que iba a decir
pero no pudo porque tenía que hacer un libro, no para
lectores, sino para “pares académicos”, es decir, un libro
escrito por un analfabeto para otros analfabetos que han
leído mucho, muchísimo (la bibliografía ocupa once pági-
nas tamaño carta en letra de diez puntos). Analfabetismo
ilustrado, académico, erudito (este libro me recuerda
un apunte de Julio Ramón Ribeyro acerca de la enorme
distancia que puede haber entre cultura y erudición: “El
componente de una tribu primitiva que posee el mundo
en diez nociones básicas es más culto que el especialis-
ta en arte sacro bizantino que no sabe freír un par de
huevos”).
Como ya lo señalé, a pesar de su declarada intención
emancipatoria, este libro es en realidad un tributo al au-
toritarismo. Y de la clase más efectiva: la que no se nota,
hasta el punto que el propio autor cree estar haciendo
un gesto rebelde. Al final del libro, por ejemplo, cuan-
do extrae las moralejas de los casos que ha estudiado, y
remachando sobre la metáfora dominante de la obra, nos
dice que las puertas que le cerraron en la cara al joven
físico Klaus Tausk eran retóricas. Según De Greiff, este
caso ilustra “la forma en que no se debe exponer una
crítica a autoridades: desde una posición de debilidad
(un centro marginal y un estudiante desprotegido)”, las
cursivas son del mismo autor. En otras palabras, la mar-
ginación a la que fue sometido Tausk, según De Greiff,
le enseña a cualquier neófito que a los mayores se les
habla con respeto. Podría ser una ironía, de no ser porque
buena parte del libro es un ejercicio de algunas de las
convenciones más estúpidas y dañinas de las academias
contemporáneas.
Si atendemos a las conclusiones que extrae De Greiff
al presentar el caso de Tausk, podremos entender mejor
el sentido de la emancipación que propone. Recordando
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el tono arrogante de las críticas de Tausk y la falta de tác-
tica de este a la hora de conseguir aliados para sus ideas,
De Greiff extrae una lección:
Los jóvenes científicos pueden ser desperdiciados si no se les
enseña a participar en controversias; este es un arte que va más
allá de la razón y de la lógica. El caso de Tausk sirve para de-
mostrar las consecuencias de tratar de participar en discusiones
sin entrenamiento y orientación apropiados. El Tercer Mundo,
así como los científicos jóvenes, creen ingenuamente que este
“maquiavelismo” corrompe la ciencia, hasta cuando ven cómo se
comportan sus asesores. Quizás la historia de la ciencia podría
ser útil para mostrarles a los jóvenes científicos hasta qué grado
la ciencia es una práctica social.
En otras palabras, el papel emancipador del libro
estriba en recordarles a los científicos jóvenes y tercer-
mundistas que, además de estudiar la ciencia y el mundo,
deben aprender el eterno arte de lamer culos. Ese “hasta
cuando ven cómo se comportan sus asesores” constituye
una deliciosa revelación de lo que tiene en mente nuestro quier parte de la realidad–). En tales áreas, Colciencias Esas puertas no son externas a la ciencia, sino constitutivas:
emancipador: lo que debe hacerse es imitar, en todo, el y las universidades les piden a los escritores que digan, se construyen dentro y como parte esencial de la práctica científi-
comportamiento de los mayores. Allí, en esa breve cláu- cuando presentan una solicitud de tiempo y plata, cuál va ca. La ciencia... define sus topologías, es decir, lo que está adentro
sula, parece estar el secreto del estilo ruinoso del libro, a ser su “metodología”. Petición absurda puesto que, en y lo que está afuera.
de su postración intelectual, de su conservadurismo: tales disciplinas, solo tienen metodología los fanáticos
dado que la ciencia es una empresa principalmente irra- (es fácil hacer la parodia, porque la petición es ya una Al comienzo del libro, dándole otra vez a la metáfora
cional, no debemos esperar que cambie. El único gesto parodia: “Doctor Montaigne, ¿cuál es su metodología?”; de las puertas, dice:
de insurgencia que queda es simplemente reconocer este “Doctor Kuhn, responda lo mismo”).
hecho y destronar a la ciencia del pedestal en el que la ha Los dos rasgos: i) la escritura tortuosa y redundante, y ...cualquier intento por subvertir la distribución de cuotas
puesto la modernidad. Pero incluso esa mueca final de ii) el autoritarismo, son complementarios. Es interesante de poder –o, siguiendo a Pierre Bordieu [sic], de “capital
pseudorebeldía queda mal hecha, puesto que el esoteris- ver cómo se mezclan y producen una suerte de modus simbólico”– es percibido como una amenaza externa, y así se
mo banal en el que está escrito el libro hace difícil –y muy operandi, unos tics mentales, unos gestos de reverencia presenta a los demás miembros del campo: la exposición pública
aburrido– descifrar el mensaje. ante nadie. Esto funciona como lo que Konrad Lorenz de esa amenaza, real o ficticia, es una efectiva defensa contra los
Sospecho que una causa de los fallos de este libro es llama “actividad vacua”: como perros que, aunque viven intrusos.
que el autor se ciñó a las exigencias de entidades como en casas con piso de cemento, hacen el gesto vacío de
Colciencias y de las universidades y, en general, de lo que enterrar un hueso, quienes hemos sido entrenados en las Ambos pasajes son representativos. La aclaración
hoy en día llaman “comunidades académicas o científi- academias seguimos escribiendo con gestos igualmente innecesaria en el primero (el libro está infestado de pleo-
cas” (en los agradecimientos, el autor menciona el apoyo vacíos. Por ejemplo, hacia el final del libro, luego de que nasmos como “lo que está adentro y lo que está afuera”;
de la Universidad Nacional y de Colciencias). Es el mejor el autor nos ha regalado su conclusión según la cual casos o ese “...la incertidumbre y la contingencia han sido y son
camino para el fracaso. Si hubiera que clasificar este libro como el de Tausk deberían enseñarles a los muchachos más propias de la práctica científica de lo que, por miedo
según la disciplina (para hablar en academiqués), cosa a no hablar duro cuando están en posiciones frágiles y a perder su estatuto de supremacía, quisieron y quieren
inútil de todos modos, podría decirse que es una obra en instituciones marginales (como el propio De Greiff, aceptar muchos científicos…” de una de las citas que hice
de historia y filosofía de la ciencia (el autor, siguiendo la que escribe desde una universidad tercermundista), y más arriba) y la referencia a una autoridad –también
moda, la llama “estudios sociales de la ciencia”, y dice que machacando sobre la metáfora central del libro –la de las innecesaria– en el segundo son la marca inconfundible
es un área “transdisciplinar” –como, en rigor, lo es cual- puertas–, nos dice: del adiestramiento académico: no se puede decir nada,
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 Es un caso representativo del aislamiento al que se ha condenado el mundo
académico incluso en áreas que tradicionalmente tuvieron un contacto
fluido con el resto de la cultura, como la historia, la política y la filosofía
ni la más obvia pendejada, sin la apariencia de precisión y
profundidad (de ahí la tautología y la expresión retorcida)
y sin la apariencia de investigación (de ahí las referencias
absurdas a las autoridades para decir que está llovien-
do). Este último rasgo, además, resulta interesante por
sí mismo, puesto que la investigación ha terminado por
entenderse en el mismo sentido primario de la escue-
la pobre de espíritu: consultar libros o revistas, pero
nunca simplemente pensar. Hace poco oía a una filósofa
quejarse estruendosamente porque “¡todavía hay estu-
diantes que entregan trabajos de diez páginas en los que
no hacen ni una sola cita!”. Me temo, ¡ay!, que deben de
quedar muy pocos.
Sospecho, decía, que De Greiff arruina su libro, en
parte, por tomarse en serio esas majaderías de la acade-
mia. Es un caso representativo del aislamiento al que
se ha condenado el mundo académico incluso en áreas
que tradicionalmente tuvieron un contacto fluido con
el resto de la cultura, como la historia, la política y la
filosofía. En estas disciplinas hay en Colombia miles de
investigadores “del más alto nivel” –esto es, con títulos
obtenidos en el exterior–, pero ni un solo escritor que
tenga lectores por fuera de la academia. El resultado
ha sido una creciente trivialización de los medios de
comunicación masivos (por ejemplo, una ausencia casi
absoluta de la divulgación científica o de la filosofía o de
análisis políticos que sean a la vez interesantes y legibles)
y una casi absoluta irrelevancia de la academia.
El reciente caso de la Comisión Histórica creada por el
gobierno nacional y las Farc para producir un escrito sobre
el conflicto armado colombiano, integrada por intelectua-
les y académicos, es otro ejemplo de este aislamiento de
los científicos que da risa y llanto: mientras que generales
del Ejército y comandantes guerrilleros han sido capa-
ces no solo de conversar sino de llegar a acuerdos en las
negociaciones, un grupo de doce intelectuales fue incapaz
incluso de sentarse a charlar, y cada uno produjo su monó-
logo acostumbrado para, finalmente, sacar un documento
con la yuxtaposición de todos los soliloquios más dos resú-
menes innecesarios y mal hechos de otros dos académicos.
Por ejemplo, Víctor Manuel Moncayo, investigador que
hace uno de estos dos resúmenes, nos explica del siguiente
modo una de las “perspectivas” sobre el conflicto colom-
biano: “...considera que el conflicto armado, así como
todas las manifestaciones de insurgencia o resistencia,
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tienen como referente explicativo el orden social vigente
que, sin duda, responde a las características esenciales
del sistema capitalista, cuya existencia es reconocida en
nuestra contemporaneidad como socialmente existente,
con independencia de su valoración positiva o negativa,
o de los entendimientos múltiples que hoy se presentan
sobre sus transformaciones y efectos”. Más de lo mismo: la
tautología larga con aires de profundidad; Cantinflas pero
sin gracia; lenguaje sin significado; el efecto ruidoso del
pensamiento sin la causa; la fiesta del vacío. Le dan ganas
a uno de robarse la pregunta de Raymond Chandler: “¿Se
dice algo ahí que no pueda decirse con un eructo?”.
Así como el autor del libro creyó estar urdiendo un
instrumento de emancipación cuando en realidad prac-
ticaba la más rancia obsecuencia, los editores se ufanan
vanamente de virtudes que no solo no poseen, sino que
pisotean abiertamente.
La forma más segura de llamar la atención sobre nues-
tros defectos, todos lo sabemos, es llamar la atención
sobre nuestras virtudes. Aún más, el mejor indicador de
la carencia de una virtud es la autoafirmación vocingle-
ra. Decir seriamente que uno es modesto es ahuyentar
la modestia para siempre; no nos queda duda de que
quienes proclaman insistentemente la pulcritud de sus
maneras son las gentes de mente más sucia. Esto hace
parte de la sabiduría humana general, un conocimiento
que comparten las coperas, el político y todo el que pase
por la plaza de mercado. Pero hay una nueva clase de
gentes que desconocen ese principio básico de la comu-
nidad humana: los académicos. O los investigadores. (Es
interesante que se autodenominen así. Es como si alguien
se presentara diciendo: “Mucho gusto, Fulano. Pregunta-
dor”.) O los burócratas universitarios.
En una de las solapas de este libro esperpéntico dice
lo siguiente:
Este libro hace parte de la Colección Obra Selecta, constitui-
da por reflexiones teóricas del más alto nivel intelectual.
Y más abajo:
El Sello Editorial Universidad Nacional de Colombia es
garantía de rigurosidad académica y de una cuidadosa labor
editorial, reflejada en la calidad de los textos y la sobriedad del
diseño.
No sé qué significa exactamente eso de “...más alto
nivel intelectual”, pero me temo que el libro que aquí co-
mento pudo haber sido creado por el gran Dios para que
algún ángel torpe entendiera el concepto de desperdicio.
La contratapa del volumen arranca con la siguiente
oración:
Este libro explora la persistente dificultad que se presenta
en los círculos de la llamada corriente principal donde la ciencia
acepta que en el mundo no oecd haya pensamiento científico
autónomo, crítico.
La frase es sacada del prólogo que a su vez va firmado
por Hebe Vessuri y, además de que el prólogo está tan
mal escrito como el libro, la frase original de Vessuri fue
modificada de tal manera que terminó siendo un sinsen-
tido. Es una prueba de que en la editorial nadie leyó el li-
bro antes de publicarlo; o de que no les importaba lo que
estaban publicando (uno de los tantos errores de digita-
ción es serio, tratándose de un libro que pretende ser, al
mismo tiempo, de divulgación y de historia: al comienzo
del primer episodio, se lee que Comte dijo en 1940 que
conocer la composición de las estrellas era imposible.
Desde luego, lo dijo en el siglo xix). Justo la invitación a
leer el libro comienza con una frase de sintaxis fallida que
carece de significado y es evidente que alguien (o un pro-
grama de computadora, da lo mismo) extrajo al azar del
prólogo. Y es una lástima, porque el libro hubiera podido
llegar a un público amplio. O mejor dicho, otro libro: uno
hecho a partir de estas notas para un libro.
Por lo que respecta al diseño de toda la colección, es
característico de la ebriedad: los libros son encuaderna-
dos en tapa dura, con guardas texturizadas y sobrecu-
bierta con solapas; el papel, ¡ay!, es bond tamaño carta,
blanco, blanquísimo. Los detalles de diagramación son
una combinación de las peores ideas de los estudiantes
que quieren lucirse en la entrega de sus trabajos finales y
aprovechan todas las posibilidades que les brinda Micro-
soft Word. El efecto general es el de un mal gusto logrado
con mucho esfuerzo pero con el propósito opuesto (ya lo
dijo Mark Twain: no hay peor clase de ordinariez que la
de quien quiere parecer refinado).
Los episodios del libro están tan bien documentados,
el tema es tan fascinante y la universidad que lo publicó
es tan importante en Colombia que todas las fallas que
cometieron al publicarlo se hacen peores. La colección,
repito, se llama Obra Selecta. Uno no quiere saber qué
publican cuando no se toman la molestia. 
pablo r. arango (bogotá, 1975). Es profesor de
filosofía en la Universidad de Caldas. Su último libro se
titula De la belleza y otros caprichos de conservador.
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el malpensante • lecturas paradójicas • septiembre 2015

lecturas paradójicas
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