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Se puede ese ee uta? Por as sts elt: ante oblgaris a ura respuesta dela ciencie, 0 de la ficin, Eee de fos mundes es posible en el marco de ta Realdad Tota: un grupo de adotscentes destaye 3 Aino civtzeciones enteasy pone en eso, sin sul 22s, a antigua idea de la muerte de Divs, otal y sin medias ita, muni de un espe aventueo, et po- ‘agonists halo posible juguemos: to imposible pra ave et relato encuetie por fin la forma, extavagane, singular (tic), de verses» slas con su veda ven Qh broche César Aira - El juego de los mundos César Aira ; El juego de los mundos SME . Po7758s1 ediciones et broche “77784 IB aed a2 000 ra edicién: marzo de 2000 © César Aisa © ediciones el broche edicioneselbroche@lpset. La Plata, Buenos Aires Disefio de tapa: Sara Guitelman LS.BN. 987-97642-2-6 ; Queda hecho el depésito que previene la ley Impreso en Argentina 723 En una época del futuro se habia puesto de moda el juego de los mundos, que se practicaba con el sist ma de RT (Realidad Total). Mi hijo mayor se habia hecho muy aficionado a él, y teniamos frecuentes discusiones sobre e] tema, que no alcanzaban a de- teriorar nuestra buena relaci6n, tierna y carifiosa por encima de las diferencias; es inevitable que los’ pa- dres no podamos entender la fuente del interés o la pasion de nuestros hijos; en el miejor de los casos vemos banalidades; en el peor, barbarie. El consue- Jo mas a mano esta en el hecho cierto y tangible de gue nuestros hijos no son excepciones sino repre- sentantes cabales de toda una juventud para la que banalidad y barbarie (o lo que los mayores percibi- mos como tal) son un gesto cultural compartido, quizés una violencia necesaria contra las normas de Ja vieja civilizacion para que ésta pueda renovarse. Por otro lado, mi oposicién era puramente tedrica; no se me habria ocurrido siquiera prohibirle que ju- gara a su juego favorito; ademas, no habria servido de nada que lo intentara. Mis reservas eran poco mas que un tema de conversacién entre nosotros, y su reiteracién, y hasta mi busca de nuevos argumen- tos, las habian vuelto parte de nuestro folklore fami- liar. Lo Yinico que me molestaba en serio era que mi bitados y civilizados era tal que daba lo mismo abrir su “explotacién” (hed6nica) al dominio pablico. Como esto sucedia en un futuro muy remote, debo hacer algunas explicaciones para algiin eventual lec- tor del pasado. La primera es que estos mundos eran reales, tan reales como el nuestro, Todos existian en lugares mas o menos remotos del Universo, y todos tenian una historia tan larga y rica como la nuestra. ‘Todos habian pasado por diferentes estadios progre- sivos, primero biol6gicos, después cientificos y tec nolégicos, hasta llegar al presente, en que podian hacer frente a esos vandalos que eran én realidad {ellos no debian ni sospecharlo) unos mocosos sin nada mejor ni mas constructive que hacer por las tardes. Porque, por nuestro lado, la civilizacién que ha- biamos creado habia llegado a ese punto, de encon- irar descartable la poblacién innumerable de los mundos, y ponerla a merced de la industria del en- tretenimiento. Si puede parecer objetable que se en- iregara a la ruina, y se la efectuara en un par de horas, una determinada suma de millones de afios de evolucién y acumulacién de saberes, sélo para que un chico tuviera una discutible diversion, hay, no obstante, un argumento ante el que yo mismo debia inclinarme: cuando Tomasito venia a cenar después de una de sus sesiones, solia estar entu- siasmado por sus “hazafias”, y me describia los sistemas bélicos que habia debido enfrentar, los métodos exdticos en transporte y comunicacién, las topologias polidimensionales de ese mundo (\qué 10 i extrafio oirle decir "El mundo de hoy no fue tan interesante como el de ayer’l), sus paisajes y construcciones... y era inevitable que su descripcion me aburriera, me pareciera charla trivial, desprovis- tade verdadero interés. Por muy buena voluntad que pusiera por parecer atento, como no puede déjar de hacerlo ningin padre ante las actividades de su hijo, él notaba mi tedio. Y ahi estaba el argumento a su favor: en que, al fin de cuentas, eran los Jugadores Jos que se tomaban en serio a los mundos, se ente- raban de sus caracteriaticas, los estudiaban. Si, ipara destruirlos! —iPero lo hacemos! Peor es la indiferencia de us- tedes. En efecto: no nos importa. No nos interesa. Y de- beria hacerlo, ivaya si deberial En el pasado habria sido un alimento de primera calidad para la curiosi- dad y la inteligencia, Ahi esta todo: la organizacion de una cultura a partir de bases distintas, los ele- mentos objetivos con los que se creé otra ciencia, otra filosofia, otra percepcion. Qué mas puede pe- dir el trabajo intelectual? El conglomerado gelactico de mundos habitados podria compararse con una inagotable biblioteca en la que cada libro fuera todas las literaturas concebibles por una mente dada Y atin asi, estas riquezas no nos dicen nada. Por qué? Me llevaria muy lejos tratar de explicarlo. Qui- zas se deba simplemente a la cantidad. corto de Su idea correspondiente, habria que’ eeovierado en algin recoveco de los registros, ¥ ue 96 tener ue fr an own anszorte de 8 ara con El. Bn vi Pare verrmncin, deberia estar en todos 10s reietos, orprera de ellos también. Sinadie Lo encontraba, 7 eg no tena fo de Sse para buses ‘modo que si yo Lo encontraba, ¥ no au a oe er hacerlo, lo hatia encabelgado en ees fra la que iniciaba mi cruzada uuipersonel: Me ine ternaba, ya me estaba internando, en el bosa qué respondia? 75 a realidad @ las que nos hemos librado, hubo que llegar a destruir mundos enteros para que no se ee finguiera ese rasgo de la juventud. Para que pudiera Pronunciarla yo, a esta altura de mi vida, la ocasién babia tenido que tomar un aspecto tan extravagan. te. De hecho, era ridiculo, y deberia haberme aver. Sonzado, pero tenia la ventaja incomparable de que no era un resumen: por una vez, era el relato com. Pleto de lo que pasaba. (Podia haber sido esto, o cual. quier otra cosa. Como lo habia previsto, aqui todo estaba permitido,) Pero al mismo tiempo, también era la Ultima vez que algo asi podia ocurrir, con lo auc le estaba haciendo un agujero irreversible a la idea de Dios. Podia suceder una vez, y nada mas. 24 de enero de 1998 *

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