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Leccion Adultos Primer Trimestre 2017 PDF
Leccion Adultos Primer Trimestre 2017 PDF
de la Biblia
(Lecciones de la Escuela Sabática)
ESPIRITUALIDAD
Edición para Adultos
Enero – Marzo 2017 Contenido
Autor Introducción ........................................................................ 2
Frank Hasel 1. El Espíritu y la Palabra.................................................... 5
Dirección general 2. El Espíritu Santo: Obrando tras bambalinas................... 12
Clifford Goldstein 3. La divinidad del Espíritu Santo...................................... 19
Dirección 4. La personalidad del Espíritu Santo................................ 26
Marcos G. Blanco 5. El bautismo y derramamiento del Espíritu Santo............ 33
Traducción y redacción 6. El Espíritu Santo y una vida santa................................. 40
Walter Steger 7. El Espíritu Santo y el fruto del Espíritu............................47
Diseño 8. El Espíritu Santo y los dones del Espíritu....................... 54
Ivonne Leichner 9. El Espíritu Santo y la iglesia.......................................... 61
Ilustraciones 10. El Espíritu Santo, la Palabra y la oración........................ 68
Lars Justinen 11. Entristecer y resistir al Espíritu...................................... 75
12. La obra del Espíritu Santo............................................. 82
La oficina de las Guías de Estudio de la Biblia para Adultos de la Asociación General de los Adventistas del
Séptimo Día prepara estas Guías de Estudio de la Biblia. La preparación de las guías ocurre bajo la dirección
general de la Comisión de Publicaciones de la Escuela Sabática, una subcomisión de la Junta Directiva de la
Asociación General (ADCOM), que publica las Guías de Estudio de la Biblia. La guía publicada refleja la contri-
bución de una comisión mundial de evaluación y la aprobación de la Comisión de Publicaciones de la Escuela
Sabática, y por ello no representa necesariamente la intención del autor.
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INTRODUCCIÓN
EL ESPÍRITU SANTO Y LA
ESPIRITUALIDAD
Muchos de nosotros hemos escuchado las palabras “Te bautizo en el nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Y, si somos bautizados, seguramente las
escuchamos justo antes de que el ministro nos sumergiera en el agua (ver Mat. 28:19).
Bautizados “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. Sí, el Espíritu
Santo es mencionado allí mismo, junto con el Padre y el Hijo.
Y no es de extrañar. La creencia fundamental número cinco de la Iglesia Adven-
tista del Séptimo Día, “El Espíritu Santo”, dice: “Dios el Espíritu eterno desempeñó
una parte activa, con el Padre y el Hijo, en la Creación, en la Encarnación y en
la Redención. Es una persona, de la misma manera que lo son el Padre y el Hijo.
Inspiró a los autores de las Escrituras. Infundió poder a la vida de Cristo. Atrae y
convence a los seres humanos, y renueva a los que responden y los transforma a
la imagen de Dios. Enviado por el Padre y por el Hijo para estar siempre con sus
hijos, concede dones espirituales a la iglesia, la capacita para dar testimonio en
favor de Cristo y, en armonía con las Escrituras, la guía a toda la verdad”.
Sin embargo, cuando leemos la Biblia, especialmente el Antiguo Testamento,
vemos la actividad y la obra directa de Dios el Padre. Sus acciones se encuentran
por doquier. En el Nuevo Testamento, especialmente en los evangelios, leemos vez
tras vez acerca de la obra y la actividad de Jesús, el Hijo. Jesús (su vida, muerte y
ministerio en el cielo) domina el Nuevo Testamento.
En contraste con la actividad tanto del Padre como del Hijo, la obra del Espíritu
Santo no está plasmada tan abiertamente en ninguno de los dos Testamentos.
Pero, hay una razón para este contraste: el Espíritu Santo no busca ser el
centro de atención. Su papel se encuentra más bien tras bambalinas. El Padre y
el Hijo son revelados de forma más directa en la Palabra. Y eso se debe a que el
Espíritu Santo está allí para señalarnos, no hacia él mismo, sino hacia Jesús y lo
que él ha hecho por nosotros.
Al estudiar la obra del Espíritu, veremos cuán central es para nuestra expe-
riencia cristiana. El Espíritu Santo, siendo Dios él mismo, conoce a la Deidad
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como ninguna persona puede hacerlo, de modo que puede revelarnos a Dios
de una manera confiable y fidedigna. El Espíritu Santo inspiró, primeramente, a
los escritores de la Biblia; y hoy nos guía en nuestro estudio de lo que él inspiró
para que estos escritores comunicaran. El Espíritu Santo nos da la seguridad de
nuestra salvación por medio de Jesucristo (Rom. 8:16), y nos presenta evidencias
de la obra de Dios en nosotros (1 Juan 3:24). El Espíritu Santo también nos limpia
de pecado y nos santifica: “Ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya
habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro
Dios” (1 Cor. 6:11). El Espíritu genera en nosotros un crecimiento en la gracia a lo
largo de toda la vida, produciendo en nosotros el fruto del Espíritu: “amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gál. 5:22, 23).
“El Espíritu iba a ser dado como agente regenerador, y sin esto el sacrificio de
Cristo habría sido inútil. El poder del mal se había estado fortaleciendo durante
siglos, y la sumisión de los hombres a este cautiverio satánico era asombrosa. El
pecado podía ser resistido y vencido únicamente por la poderosa intervención de
la tercera Persona de la Deidad, que iba a venir no con energía modificada, sino
en la plenitud del poder divino. El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido
realizado por el Redentor del mundo” (DTG 625; énfasis añadido).
Debido a su papel crucial en la vida de los creyentes, el estudio de este trimestre
nos ayudará a comprender mejor el inmenso don que tenemos en el Espíritu Santo.
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CLAVE DE ABREVIATURAS
BA La Biblia de las Américas
CBA Comentario bíblico adventista, 7 tomos
CC El camino a Cristo
COES Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática
CS El conflicto de los siglos
DTG El Deseado de todas las gentes
Ed La educación
ELC En los lugares celestiales
Ev El evangelismo
FV La fe por la cual vivo
HAp Los hechos de los apóstoles
LLM Loma Linda Messages
MS Mensajes selectos, 3 tomos
NEV Nuestra elevada vocación
NVI La Biblia, Nueva Versión Internacional
PVGM Palabras de vida del gran Maestro
RH Review and Herald [Revista Adventista, en inglés])
RP Recibiréis poder
RVA La Santa Biblia, versión Reina-Valera Actualizada
(1989, Junta Bautista)
RVR La Santa Biblia, versión Reina-Valera (revisión 1960)
TI Testimonios para la iglesia, 9 tomos
DATOS BIBLIOGRÁFICOS
Chadwick, S., en Arthur Walkington Pink. The Holy Spirit. Bellingham, Wash.: Logos
Bible Software.
Cole, Graham A. He Who Gives Life: The Doctrine of the Holy Spirit. Wheaton, Ill.:
Crossways Books, 2007.
Froom, LeRoy Edwin. La venida del Consolador. Buenos Aires: ACES, 1990.
Packer, J. I. Keep in Step With the Spirit: Finding Fullness in Our Walk with God. Grand
Rapids: Baker Books, 2005.
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Lección 1: Para el 7 de enero de 2017
EL ESPÍRITU Y LA PALABRA
Sábado 31 de diciembre
PARA MEMORIZAR:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16, 17).
Lee 2 Pedro 1:19 al 21. ¿Qué nos dice esto acerca del origen del mensaje
bíblico profético? ¿Y acerca del origen divino del mensaje bíblico sobre la
autoridad de la Biblia?
Dios utilizó a seres humanos para proclamar su Palabra al mundo. ¿De qué ma-
nera podemos nosotros ser utilizados por el Espíritu Santo para hacer algo similar
hoy; no para escribir las Escrituras, sino en la proclamación de lo que ya ha sido
escrito?
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Lunes 2 de enero // Lección 1
Ser “impulsados por el Espíritu Santo” (2 Ped. 1:21, NVI) es una afirmación
fuerte de la obra del Espíritu Santo en la inspiración. En 1 Corintios 2:9 al 13, el
apóstol Pablo atribuye la revelación y la inspiración al Espíritu Santo. A nosotros
los apóstoles, dice Pablo, Dios reveló las cosas ocultas que ningún ojo ha visto, y
que menciona en el versículo 9. Dios las reveló por medio del Espíritu (1 Cor. 2:10).
Los apóstoles han recibido este “Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos
lo que Dios nos ha concedido” (vers. 12). Luego, en el versículo 13, pasa a referirse
a la obra de la inspiración, donde habla “no con palabras enseñadas por sabiduría
humana, sino con las enseñadas por el Espíritu, combinando pensamientos espiri-
tuales con palabras espirituales” (BA). Pablo no tenía duda en cuanto a la fuente
y la autoridad de lo que estaba proclamando.
Aunque muchas partes de la Biblia son un resultado de la revelación sobre-
natural directa de Dios, no todo en la Biblia fue revelado de esa manera. A veces,
Dios usó a los escritores bíblicos y su investigación cuidadosa personal de las
cosas o su uso de los documentos existentes (Jos. 10:13; Luc. 1:1-3), a fin de revelar
y comunicar el mensaje divino. De manera que todas las partes de la Biblia son
reveladas o inspiradas (2 Tim. 3:16). Esta es la razón por la cual Pablo afirma que
“todo” lo que fue escrito lo fue para nuestra enseñanza, para que por medio del
“consuelo de las Escrituras tengamos esperanza” (Rom. 15:4, BA). El Dios que habla
y que creó el lenguaje humano capacita a personas escogidas para comunicar en
palabras humanas los pensamientos inspirados, de un modo fidedigno y confiable.
“Dios se ha dignado comunicar la verdad al mundo por medio de instrumentos
humanos, y él mismo, por su Santo Espíritu, habilitó a hombres y los hizo capaces
de realizar esta obra. Guió la inteligencia de ellos en la elección de lo que debían
decir y escribir. El tesoro fue confiado a vasos de barro, pero no por eso deja de
ser del Cielo” (CS 10).
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Lección 1 // Martes 3 de enero
Lee Salmo 119:160. ¿Qué nos enseña esto acerca de todo lo que Dios nos
revela?
Lee Juan 17:17. ¿Qué nos indica Jesús aquí acerca de la Palabra de Dios?
¿Por qué es tan crucial que sometamos nuestro propio juicio a la Palabra de Dios,
y no viceversa?
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Miércoles 4 de enero // Lección 1
Lee 1 Corintios 2:13 y 14. ¿Qué enseña el apóstol Pablo acerca de nuestra
necesidad de interpretar espiritualmente las cosas espirituales?
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Lección 1 // Jueves 5 de enero
Lee Juan 5:39, 46 y 47; y Juan 7:38. ¿A qué autoridad se refiere Jesús
en estos textos? ¿De qué manera confirma la Biblia que Jesús es el Mesías?
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Viernes 6 de enero // Lección 1
Piensa en toda la verdad que conocemos solamente porque nos ha sido reve-
lada en la Biblia. Piensa, por ejemplo, en la Creación. Qué contraste entre lo que
la Palabra de Dios enseña acerca de cómo fuimos creados y lo que la humanidad
afirma al respecto (es decir, que llegamos a existir por medio del proceso que ahora
se llama “la síntesis neodarwiniana”). ¡Observa cuán equivocados están los seres
humanos! Piensa, además, en la segunda venida de Jesús y la resurrección de los
muertos al fin del tiempo. Estas son verdades que nunca podríamos aprender por
nuestra cuenta. Deben sernos reveladas; y lo son, en la Palabra de Dios, que fue
inspirada por el Espíritu Santo. De hecho, la verdad más importante de todas, que
Jesucristo murió por nuestros pecados, y que somos salvos por fe en él y sus obras
por nosotros, es una verdad que nunca habríamos podido dilucidar por nuestra
cuenta. Lo sabemos únicamente porque nos fue revelado. Piensa en otras verdades
que sabemos solamente porque nos han sido dichas por medio de la Palabra de
Dios. El hecho de que tales verdades cruciales se encuentren únicamente en la
Biblia ¿qué nos debería decir acerca de cuán central debe ser la Palabra de Dios
en nuestra vida?
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Lección 2: Para el 14 de enero de 2017
EL ESPÍRITU SANTO:
OBRANDO TRAS BAMBALINAS
Sábado 7 de enero
PARA MEMORIZAR:
“Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” (Juan 16:14).
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Domingo 8 de enero // Lección 2
Al comparar las acciones del Espíritu Santo con el viento, Jesús describe el
carácter misterioso del Espíritu. Los movimientos del viento tienen algo misterioso.
Es difícil predecir con exactitud de dónde viene el viento y a dónde va. ¿Quién no
ha sido sorprendido por momentos por la aparición repentina de viento, aparen-
temente de la nada? Sin embargo, podemos aprender a familiarizarnos un poco
con sus movimientos y patrones.
De un modo similar, el Espíritu Santo obra donde le place. Nadie puede contro-
larlo. Pero, podemos saber dónde está activo y trabajando. Al igual que el viento, el
Espíritu Santo es invisible pero puede ser muy poderoso. Nosotros, por supuesto,
podemos sentir la presencia del viento y, a menudo, podemos ver su efecto, aun
cuando no podamos ver el viento mismo. Desde una brisa suave hasta un vendaval
arrasador, el viento puede ser una fuerza muy potente. Cuando se describe al Es-
píritu Santo como viento, su actividad es conectada con la idea de traer vida a los
muertos. Esto implica un poder del más elevado nivel, que solamente Dios tiene.
El modo en que esto se logra sigue siendo un misterio. Dios y su actividad
por medio del Espíritu Santo son más grandes de lo que podríamos llegar a com-
prender, al igual que muchas otras cosas seculares y sagradas.
Esto no significa que no podamos ver lo que el Espíritu Santo logra, pero
debemos reconocer que, al lidiar con los misterios divinos, la virtud apropiada es
la humildad. La humildad aprecia la grandeza de Dios, reconoce nuestras limita-
ciones como criaturas y acepta nuestra necesidad de revelación divina.
Elena de White lo explicó muy bien: “Los misterios de la Biblia, lejos de ser
un argumento contra ella, se encuentran entre las más fuertes pruebas de su
inspiración divina. Si su descripción de Dios consistiera solo en lo que nosotros
pudiéramos comprender, si su grandeza y su majestad pudieran ser abarcadas
por mentes finitas, la Biblia no llevaría, como lleva, evidencias inconfundibles de
la divinidad” (Ed 154).
¿Cuáles son algunas de las fuerzas invisibles de la naturaleza que pueden impac-
tar nuestra vida? ¿Qué debería enseñarnos esto acerca de la realidad de influen-
cias invisibles pero poderosas en nuestro mundo?
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Lección 2 // Lunes 9 de enero
Lee Génesis 1:2; Job 26:13 y 33:4; y Salmo 33:6 y 104:29 y 30. ¿Cuál fue
el papel del Espíritu Santo en la Creación? ¿De qué manera se relaciona el
Espíritu de Dios con la creación de la vida?
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Martes 10 de enero // Lección 2
Lee Éxodo 31:1 al 5. ¿De qué manera el Espíritu Santo estuvo involucrado
en la construcción del Santuario? ¿Cómo ayudó el Espíritu Santo a aquellos
que construyeron el lugar donde Dios habitaría?
La Biblia nos dice que el Espíritu Santo también estuvo presente en la construc-
ción del Santuario, el lugar central donde se llevaba a cabo la reconciliación entre
Dios y los seres humanos, y donde un Dios santo venía al encuentro del pecador.
Fue Dios quien comunicó a Moisés su plan de construir el Santuario terrenal, según
el celestial original (Éxo. 25:9, 40).
El Santuario fue el modelo de Dios para ilustrar su plan de salvación. Dios
habría de morar en medio de su pueblo de una manera especial, y lo haría en el
Santuario que dijo que debían construir. Y fue tarea del Espíritu Santo capacitar a
diferentes seres humanos a fin de que llevaran a cabo con destreza artística y con
hermosura lo que Dios les había pedido. Sin esa ayuda, Israel no habría podido
realizar esta obra de arte.
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Lección 2 // Miércoles 11 de enero
Lee Juan 16:13 y 14; y 15:26. Según dijo Jesús, ¿cuál es la tarea del Espíritu
Santo? ¿De qué manera se relaciona esta tarea central con todo lo demás
que hace el Espíritu Santo?
Jesús nos dice que el Espíritu Santo habla no de sí mismo, sino de Jesús. Su tarea
consiste en elevar la obra redentora de Cristo. El Espíritu se mantiene a sí mismo
tras bambalinas y apunta el reflector de lleno a Jesús. Se ha dicho acertadamente
que “el mensaje del Espíritu para nosotros nunca es: ‘Mírame a mí; escúchame a
mí; ven a mí; conóceme a mí’, sino siempre: ‘Míralo a él y ve su gloria; escúchalo a
él y escucha su palabra; ve a él, y tendrás vida; conócelo a él, y prueba su don de
gozo y paz’. El Espíritu, podríamos decir, es el celestino, el casamentero celestial,
cuyo papel es unirnos con Cristo y asegurarse de que permanezcamos juntos”.–J. I.
Packer, Keep in Step With the Spirit: Finding Fullness in Our Walk with God, pp. 57, 58.
Esto es altamente significativo. Cualquier énfasis en la obra del Espíritu Santo
que reste importancia a la persona y la obra de Jesucristo no proviene del Espí-
ritu Santo. Por importante que sea el papel del Espíritu Santo para nuestra vida
espiritual, nunca debería ocupar, en nuestro pensamiento y para nuestra salva-
ción, el lugar que pertenece solamente a Jesucristo. Dondequiera que Jesús sea
exaltado, el Espíritu Santo está obrando. Por eso somos llamados cristianos, es
decir, seguidores de Cristo (ver Hech. 11:26), en vez de “pneumianos”, es decir,
seguidores del Espíritu (ver Graham A. Cole, He Who Gives Life: The Doctrine of
the Holy Spirit, p. 284).
¿Por qué es tan importante para nosotros ensalzar al Cristo resucitado en todo lo
que hacemos? Después de todo, piensa en lo que Jesús ha hecho por nosotros.
Le debemos todo a él. ¿De qué manera podemos mostrarle nuestra gratitud?
(Ver, por ejemplo, 2 Tes. 1:11, 12.)
16
Jueves 12 de enero // Lección 2
Lee Lucas 24:44 al 49; Gálatas 5:16 al 23; y Efesios 4:23 y 24. ¿Qué apren-
demos acerca de la obra del Espíritu Santo en estos pasajes? ¿De qué manera
el Espíritu glorifica a Jesús?
¿De qué manera la obra de reproducir el carácter de Cristo en nuestra vida glo-
rifica al Padre?
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Lección 2 // Viernes 13 de enero
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Lección 3: Para el 21 de enero de 2017
Sábado 14 de enero
PARA MEMORIZAR:
“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo
sean con todos vosotros. Amén” (2 Cor. 13:14).
Lee Hechos 5:1 al 4. ¿Qué podemos concluir acerca de Dios y del Espíritu
Santo a partir de las palabras de Pedro a Ananías?
Si el Espíritu Santo no fuera Dios, entonces Pedro habría estado hablando aquí
de una manera muy descuidada y engañosa. El aspecto interesante acerca de la
naturaleza del Espíritu Santo, sin embargo, es el hecho de que el apóstol Pedro
coloca a Dios y al Espíritu Santo en el mismo nivel. En el versículo 3, le pregunta a
Ananías por qué le ha mentido al Espíritu Santo, y continúa al final del versículo 4:
“No has mentido a los hombres, sino a Dios”. Pedro, claramente, iguala al Espíritu
Santo con Dios. Su argumento es que Ananías no solamente estaba mintiéndole
a los apóstoles, sino a Dios mismo. Mentirle al Espíritu Santo es mentirle a Dios.
El Espíritu Santo es Dios. Pedro lo expresa aquí muy claramente.
¿Por qué el castigo por lo que hicieron estas dos personas fue tan duro?
Debemos recordar que los creyentes de la iglesia primitiva, en Hechos, eran “de
un corazón y un alma” (Hech. 4:32). Esta unidad era producto del Espíritu Santo,
y esta es la razón por la cual compartían libre y voluntariamente lo que poseían.
Mentir con respecto a lo que compartían era negar la unidad de la comunidad y
negar al Espíritu, que sustentaba esa unidad y la hacía posible.
Por esta razón, la mentira de Ananías y su esposa falsificó la obra divina y la
presencia del Espíritu Santo en la comunidad de la iglesia temprana. Una desho-
nestidad tan grande hacia Dios es destructiva e impide que el Espíritu de Dios
pueda trabajar de manera efectiva en la vida de los creyentes. Dios desea que
lo sirvamos indivisamente. Debido a que la naciente comunidad de fe estaba en
un momento crucial de su existencia, Dios utilizó consecuencias drásticas para
asegurarse de que la nueva iglesia trabajara al unísono y con fidelidad del uno
hacia el otro, y estuviera dispuesta a dejarse guiar por su Espíritu.
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Lunes 16 de enero // Lección 3
Salmo 139:7.
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Lección 3 // Martes 17 de enero
PISTAS BÍBLICAS
En la Biblia, existen varias referencias al Espíritu Santo que son intercambiables
con referencias a Dios.
En 1 Corintios 3:16 y 17, Pablo utiliza un lenguaje similar a 1 Corintios 6:19 y 20.
Para el apóstol Pablo, que el Espíritu Santo habite en una persona es equiparado
a que Dios more en ella. Al igualar la expresión “templo de Dios” con “templo del
Espíritu Santo”, Pablo señala que el Espíritu Santo es Dios.
En 1 Corintios 12:11, Pablo escribe que es el Espíritu Santo el que distribuye los
dones espirituales a cada creyente. Unos pocos versículos después, en 1 Corintios
12:28, se nos dice que es Dios quien lo hace. El mensaje básico es claro: el Espíritu
Santo realiza la misma acción que Dios está haciendo, evidencia poderosa de que
el Espíritu Santo es igual a Dios.
Lee una vez más Números 14:11. ¿De qué formas se puede aplicar esto a noso-
tros hoy? Piensa en las maneras milagrosas en que Dios ha obrado en nuestra
iglesia. Piensa en todas las evidencias que nos ha dado para creer. ¿Cómo pode-
mos asegurarnos de no estar haciendo hoy lo mismo que hizo el pueblo de Dios
hace miles de años?
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Miércoles 18 de enero // Lección 3
Lee Tito 3:4 al 6. ¿De qué manera Pablo describe el involucramiento del
Espíritu Santo en el proceso de recreación?
El Espíritu Santo es mencionado junto con “Dios nuestro Salvador” (Tito 3:4) en
el contexto del lavamiento de la regeneración (bautismo) y de nuestra renovación
espiritual (3:5). Es el agente de nuestro nuevo nacimiento. El Espíritu renueva
nuestro corazón; despierta nuestro deseo de seguir a Cristo. Es el Espíritu de vida
(Rom. 8:2). Es el que santifica a los pecadores y transforma su carácter. Nos ayuda
a ser obedientes a Jesucristo, quien nos salvó. Solamente un ser divino es capaz
de llevar a cabo cosas tan maravillosas.
Por otro lado, hay varios pasajes bíblicos en los que se dice que Dios es el que
habla y otros en los que escritores bíblicos declaran que el Espíritu Santo es el
que habla. Es el Espíritu el que nos impartió sobrenaturalmente las Escrituras (2
Ped. 1:21), algo que en otros pasajes es atribuido a la inspiración de Dios (2 Tim.
3:16). Impartir las Escrituras es otra tarea divina del Espíritu.
La Biblia declara que el Espíritu Santo resucitó a Jesús de entre los muertos y
que el mismo Espíritu también nos resucitará a nosotros. Solamente Dios tiene el
poder para resucitar personas de los muertos. Por lo tanto, el Espíritu Santo es Dios.
¿Qué cambios puedes realizar que te ayudarán a estar más abierto a la dirección
del Espíritu Santo? Es decir, ¿qué prácticas pueden estar impidiendo que discier-
nas claramente la dirección del Espíritu en tu vida?
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Lección 3 // Jueves 19 de enero
LA IMPORTANCIA DE SU DIVINIDAD
¿Qué se perdería si el Espíritu Santo no fuera Dios? Lo que significaría para
la salvación y la adoración si el Espíritu Santo no fuera plenamente Dios es serio.
La Biblia nos dice que el Espíritu es responsable por la regeneración de los cre-
yentes. Habita en nosotros y nos llena. Renueva nuestro pensar y cambia nuestro
carácter. Tiene el poder para resucitar y hace a los seguidores de Cristo como es
Dios: santo. Si el Espíritu Santo no es Dios, ¿cómo podemos estar seguros de que
no solo puede hacer cualquiera de estas cosas, sino también que puede hacerlas
de tal manera que sean aceptables ante Dios?
Lee 1 Pedro 1:2; 2 Corintios 13:14; y Mateo 28:18 y 19. El hecho de que
el Espíritu Santo sea mencionado junto con Dios el Padre y con Jesucristo,
su Hijo, en el bautismo y en bendiciones, ¿qué nos dice acerca del lugar del
Espíritu Santo en la adoración a Dios?
Piensa en lo que significa que el Espíritu Santo, Dios mismo, esté trabajando en
tu vida. ¿Qué grandes promesas encontramos aquí para nosotros al saber que es
Dios quien está obrando a fin de transformarnos en lo que podemos ser para él?
¿Por qué esta es una verdad elevadora y reafirmadora?
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Viernes 20 de enero // Lección 3
Tal como hemos visto esta semana, la evidencia bíblica de la divinidad del
Espíritu Santo es muy convincente. El Espíritu Santo es Dios. Pero, recuerda: al
reflexionar sobre el Espíritu, estamos abordando un misterio divino. Reiteramos
este punto: de la misma manera en que no podemos explicar plenamente a Dios
y su naturaleza, debemos resistir la tentación de hacer de nuestra comprensión
humana la norma según la cual pensamos cómo debería ser Dios. La verdad va
mucho más allá del entendimiento humano, especialmente cuando esa verdad
trata sobre la naturaleza de Dios mismo.
Al mismo tiempo, la fe en la divinidad del Espíritu Santo significa más que
solamente aceptar la enseñanza básica de la Trinidad. Incluye la dependencia y
la confianza en la obra salvífica de Dios, tal como es comisionada por el Padre y
llevada a cabo por medio del Hijo en el poder del Espíritu. “No es esencial para
nosotros ser capaces de definir con precisión qué es el Espíritu Santo [...]. La natu-
raleza del Espíritu Santo es un misterio. Los hombres no pueden explicarla, porque
el Señor no se la ha revelado. Los hombres de conceptos fantásticos pueden reunir
pasajes de las Escrituras y darles interpretación humana; pero la aceptación de
esos conceptos no fortalecerá a la iglesia. En cuanto a estos misterios, demasiado
profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro” (HAp 42, 43).
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Lección 4: Para el 28 de enero de 2017
LA PERSONALIDAD
DEL ESPÍRITU SANTO
Sábado 21 de enero
PARA MEMORIZAR:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él
os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan
14:26).
Según Jesús, el Espíritu Santo guía, habla, oye, hace saber y glorifica (Juan 16:13,
14). El Espíritu Santo también enseña y nos ayuda a recordar (14:26). Habita en
nosotros (14:17), testifica (15:24, 26) y convence (16:8). Estos atributos suenan más
a acciones de una personalidad soberana que a una fuerza impersonal.
Lee Juan 14:16 al 18. ¿De qué manera se cumpliría la promesa de Jesús?
¿En qué sentido no serían dejados solos los discípulos?
Jesús se preocupa por sus seguidores. No los dejará huérfanos. Él promete en-
viar al Espíritu Santo. Jesús aquí dice específicamente que enviará “otro ayudador”,
o “consolador”. Las palabras que Jesús utiliza aquí son importantes. Él promete
enviar otro ayudador. No un ayudador diferente. La palabra griega para “otro” es
allos. En el idioma griego del Nuevo Testamento, allos indica que Cristo enviará a
otro consolador que es numéricamente distinto pero del mismo carácter, es decir,
Uno igual a él, Uno que tomará su lugar, Uno que continuará realizando su obra
en nosotros y que es su representante.
Esta obra del Espíritu Santo es la de un ayudador o consolador. La Biblia aquí
utiliza la palabra griega parakletos (Juan 14:16) para describir a alguien que es
llamado para apoyar y ayudar, alguien que es llamado para prestar asistencia. Así
como Jesús es una persona, el Espíritu Santo también lo es. Esta idea es sustentada
por el hecho de que, a menudo, se asignan atributos personales al Espíritu Santo
(ver Juan 14:26; 15:26; Hech. 15:28; Rom. 8:26; 1 Cor. 12:11; 1 Tim. 4:1).
¿Por qué es mucho más consolador saber que el Espíritu Santo es una persona
en vez de una mera fuerza?
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Lección 4 // Lunes 23 de enero
¿De qué manera la perspectiva bíblica de que el Espíritu Santo tiene característi-
cas de persona impacta en nuestra relación con él? ¿Qué cambiaría si el Espíritu
Santo solamente fuera un poder impersonal, en vez de Dios mismo?
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Martes 24 de enero // Lección 4
Romanos 15:13
1 Corintios 2:4
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Lección 4 // Miércoles 25 de enero
EL ESPÍRITU DE VERDAD
Lee Juan 14:6 y 17:17. ¿Cuál es el significado de la verdad en estos pasajes?
Lee Juan 15:26 y 16:13. ¿Qué función tiene el Espíritu Santo como Espí-
ritu de verdad?
En Juan 16:13 se nos dice que el Espíritu de verdad nos guiará a toda la verdad.
Esto lo hace al señalar a Jesucristo, y al ayudarnos a recordar lo que Jesús dijo
(Juan 15:26) y lo que ha hecho por nosotros. La verdad a la cual nos guía el Espíritu
Santo es muy personal: él exalta a Jesús, y nos lleva a una relación viva y fiel con
él. Cuando Jesús habló con la mujer de Samaria, dijo que Dios debe ser adorado en
espíritu y en verdad (Juan 4:24). Cuando pedimos la dirección del Espíritu Santo,
él nos guía a Jesús, quien es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14:6).
La verdad en la Biblia no es una teoría ni algo abstracto, como a menudo pare-
ciera ser la filosofía. La verdad incluye una relación profundamente personal y fiel
con nuestro Creador y Redentor, que es llamado “Dios de verdad” (ver Deut. 32:4;
Sal. 31:5). Así, el Espíritu Santo es apropiadamente llamado el “Espíritu de verdad”
(Juan 14:17; 16:13), que es enviado a nosotros, procedente de Dios el Padre (Juan
15:26), lo cual indica no solamente su carácter personal sino también su divinidad.
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Jueves 26 de enero // Lección 4
Lee Romanos 5:5; y Efesios 2:18 y 19. ¿De qué manera están conectados
el Espíritu Santo y el amor de Dios? ¿Qué impacto tiene eso para ti perso-
nalmente y para la iglesia?
Que una persona elija conscientemente cooperar con otra es algo que puede
hacer solo ella misma. Somos invitados a trabajar junto con el Espíritu Santo de
manera corporativa, mientras él nos guía y transforma, personalmente y como
iglesia de Dios. Si no aceptamos al Espíritu Santo como una persona de la Deidad
triuna, será más fácil para nosotros ignorarlo, hacer oídos sordos a su invitación y
endurecer nuestro corazón contra su influencia, que busca cambiar nuestra vida.
Y, debido a que somos seres caídos, dañados por el pecado y en necesidad de
la gracia transformadora de Dios, lo último que precisamos hacer es ignorar las
impresiones del Espíritu Santo en nosotros. Al contrario, necesitamos entregar más
de nosotros a él. Así, al reconocer que el Espíritu Santo es una Persona divina que
desea utilizarnos, Dios es colocado en el centro de nuestra experiencia cristiana.
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Lección 4 // Viernes 27 de enero
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Lección 5: Para el 4 de febrero de 2017
EL BAUTISMO Y DERRAMA-
MIENTO DEL ESPÍRITU SANTO
Sábado 28 de enero
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Marcos 1:8; Efesios 5:18; He-
chos 13:52; Lucas 11:8-10; Hechos 5:32; Gálatas 5:16-26.
PARA MEMORIZAR:
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
COMO CRISTIANOS, DEBEMOS SER LLENOS del Espíritu Santo. Sin él, nuestro
testimonio carecerá de poder y nuestra vida cristiana no será más que una carga.
Puede ser que tengamos conocimiento, talento y elocuencia; pero, sin el Espíritu,
no podemos experimentar la vida como Dios desea que lo hagamos. No tendremos
la seguridad de la salvación y no conoceremos el gozo que viene de servir a nuestro
Señor. Seremos cristianos de nombre únicamente, y un cristiano solo de nombre
no es un verdadero cristiano.
Jesús, sin embargo, desea que vivamos la vida en plenitud. Desea darnos vida
como debe ser, una vida que es satisfactoria y significativa porque está enraizada en
la Fuente de toda vida: Jesucristo. Él es el Creador de toda vida y el único camino
a la vida eterna. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino
por mí” (Juan 14:6). Esta plenitud es posible únicamente al estar unidos a él; y esto
puede suceder solamente por medio de la obra del Espíritu Santo en nuestra vida.
Esta semana estudiaremos lo que la Biblia dice acerca del bautismo del Espíritu
y lo que significa estar llenos de él. También veremos cuáles son algunas de las
evidencias que testifican que estamos verdaderamente llenos del Espíritu.
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Lección 5 // Domingo 29 de enero
¿Cuál ha sido tu propia experiencia con el bautismo del Espíritu Santo? ¿Qué im-
portancia ha tenido en tu vida? ¿Cómo serías si el Espíritu no obrara en ti?
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Lunes 30 de enero // Lección 5
Una vez que hemos sido bautizados y pertenecemos a Cristo, deberíamos vivir
en el poder del Espíritu. Para que esto ocurra, debemos ser llenos del Espíritu. Hay
numerosas referencias en el Nuevo Testamento en las que las personas son llenas
del Espíritu (Luc. 1:41, 67; Hech. 2:4; 4:8, 31; 9:17; 13:9). El apóstol Pablo utiliza la
palabra lleno para decir que una persona se ha sometido completamente a Dios,
y está abierta a la influencia y la dirección del Espíritu Santo para que la obra de
Dios pueda cumplirse en la vida de ella.
Si cedemos a la influencia del alcohol, nuestro caminar, nuestras palabras
y nuestros pensamientos se verán afectados negativamente. Cuando estamos
llenos del Espíritu Santo, cedemos cada parte de nuestra vida a su influencia
transformadora, y el resultado es que nuestro caminar, nuestras palabras y nuestros
pensamientos reflejarán a Jesús.
Mientras que el Espíritu es dado por el oír con fe (Gál. 3:2) y es recibido por fe
(3:14) en el momento de nuestro bautismo (Tito 3:5, 6), debemos buscar ser llenos
del Espíritu Santo cada día. No podemos vivir de una experiencia poderosa que
tuvimos el año pasado, o el mes pasado, o incluso ayer. Necesitamos el derrama-
miento del Espíritu de Dios cada día, pues cada día trae consigo nuevos desafíos.
En Hechos 13:52, el término griego para llenos del Espíritu está en tiempo
imperfecto, lo cual implica una acción continua. Literalmente, significa: “siendo
llenos (continuamente)”. Ser llenos del Espíritu Santo no es un evento de una sola
vez. Es algo que deberíamos buscar y recibir cada día. Este bautismo del Espíritu
debe ser repetido a fin de que cada aspecto de nuestra vida esté lleno de su pre-
sencia, y así tengamos poder para vivir debidamente.
Estar llenos del Espíritu Santo no significa tanto que poseamos más de él, sino
que él posea más de nosotros. El Espíritu puede usarnos para la gloria de Dios
solamente cuando, cada día, entregamos todos los aspectos de nuestra vida a él.
“Quisiera impresionarlos con esta realidad. Los que tienen a Cristo por fe en
el corazón en verdad poseen al Espíritu Santo. Cada persona que recibe a Jesús
como su Salvador personal, con certeza, acoge también al Espíritu Santo, que para
el creyente es consejero, santificador, guía y testigo” (RP 120).
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Lección 5 // Martes 31 de enero
CONDICIONES – I
La Palabra de Dios señala ciertas condiciones necesarias para que el Espíritu
Santo habite en nosotros. Veremos algunas de las más importantes entre la lección
de hoy y la de mañana.
CONDICIONES – II
Lee Hechos 5:32. ¿Por qué la obediencia a la Palabra de Dios es una
condición tan importante para recibir al Espíritu Santo?
En aquel entonces, al igual que ahora, el Espíritu Santo era otorgado a todo el
que obedecía a Dios. En la Biblia, el amor y la obediencia van de la mano, y la fe
verdadera se expresa por la obediencia. Si confiamos en Dios de todo corazón,
entonces obedeceremos sus Mandamientos. Jesús dijo: “El que me ama, mi palabra
guardará” (Juan 14:23). La obediencia es una decisión que lleva a una vida que
sigue la voluntad de Dios expresada en su Ley. Debemos continuar en obediencia
si deseamos reconocer a Jesús como nuestro Señor (Luc. 6:46). En 1 Juan 2:4 y
5 se nos dice que “el que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el
tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste
verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado”. Esas son palabras fuertes.
Por Juan, también sabemos que “el que guarda sus mandamientos, permanece
en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el
Espíritu que nos ha dado” (3:24). Cuando hacemos lo que Dios ha mandado,
tenemos paz mental.
Lee Judas 18 al 21. ¿Por qué debemos evitar toda impureza si deseamos
estar llenos del Espíritu?
El fuego del Espíritu Santo no puede continuar ardiendo en nuestra vida cuando
nuestra mente está enfocada en las cosas del mundo. El Espíritu Santo reacciona
muy sensiblemente a la existencia de todo pecado y mundanalidad en nuestra
vida. Por lo tanto, debemos mantenernos en el amor de Dios y permanecer co-
nectados a Dios por medio de la oración, a fin de que cerremos la puerta contra
toda impureza, y despleguemos un espíritu de poder, amor y disciplina (2 Tim. 1:6,
7). Únicamente por medio de una batalla cercana y feroz contra el yo podremos
ser el tipo de persona que deberíamos ser. Por supuesto, no podemos hacerlo por
cuenta propia; la batalla viene a la hora de elegir entre dejar de lado nuestra propia
voluntad ante las invitaciones del Espíritu Santo o permitir que la carne domine.
La decisión es nuestra.
“No tiene límite la utilidad de aquel que, poniendo el yo a un lado, deja obrar
al Espíritu Santo en su corazón, y vive una vida completamente consagrada a
Dios” (DTG 216). ¿De qué modo puedes aplicar estas palabras a tu propia vida
espiritual?
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Lección 5 // Jueves 2 de febrero
La vida de una persona que está llena del Espíritu de Dios se caracteriza por
una obediencia amante a la Ley de Dios y un espíritu amable de compasión hacia
los demás (ver 2 Cor. 5:14). Habiendo sido renovados en nuestra mente y nuestros
pensamientos, y habiendo recibido un nuevo corazón y una nueva perspectiva de
la vida, nuestros valores y nuestro comportamiento cambiarán. Ya no desearemos
vivir la vida por nuestras propias fuerzas, sino en sumisión al Espíritu (Gál. 3:3).
No podemos transformarnos a nosotros mismos. No poseemos ningún poder
real para cambiarnos a nosotros mismos, pues el pecado está demasiado arraigado
en nosotros. La energía renovada debe provenir de Dios. El cambio desde adentro
solamente puede tener éxito por medio de la obra transformadora del Espíritu
Santo. Ningún cambio meramente externo, como corregir este o aquel mal hábito,
nos hace cristianos. El cambio debe venir de un corazón renovado por el Espíritu
Santo. Es una obra de toda la vida, que Dios promete hacer en nosotros (Fil. 1:6).
¿En cuáles áreas de tu vida ves sobresalir tu parte egoísta y centrada en el yo, y
en cuáles ves una vida que refleja la obra del Espíritu Santo en ti? ¿Qué te dice tu
respuesta acerca de ti mismo y de las decisiones que debes tomar?
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Viernes 3 de febrero // Lección 5
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Lección 6: Para el 11 de febrero de 2017
Sábado 4 de febrero
PARA MEMORIZAR:
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Je-
sucristo” (1 Tes. 5:23).
LA SANTIDAD DE DIOS
Lee 1 Pedro 1:14 al 16. ¿Por qué la máxima motivación para alcanzar la
santidad es, simplemente, la realidad de Dios mismo? ¿Qué te motiva a vivir
una vida santa? ¿Qué significa que Dios sea santo?
¿Cuán aterrado estarías, y con justa razón, si nuestro Dios y Creador todopo-
deroso no fuera santo y amante? ¿Qué te dice tu respuesta acerca de por qué
deberíamos estar tan agradecidos de que Dios sea como es?
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Lección 6 // Lunes 6 de febrero
LA NATURALEZA DE LA SANTIDAD
“Cuanto más cerca estéis de Jesús, más imperfectos os reconoceréis; porque
veréis tanto más claramente vuestros defectos a la luz del contraste de su perfecta
naturaleza. Esta es una señal cierta de que los engaños de Satanás han perdido su
poder, y de que el Espíritu de Dios os está despertando” (CC 64, 65).
Hay una tensión entre ser santo y, aun así, tener que buscar la santidad. ¿De
qué manera nuestra búsqueda de la santidad será diferente si sabemos que ya
pertenecemos a Dios y que somos aceptos en él por causa del sacrificio de Jesús
por nosotros?
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Martes 7 de febrero // Lección 6
EL AGENTE DE SANTIFICACIÓN
¿Qué nos dicen 1 Corintios 6:11; Tito 3:5; y Hebreos 13:12 acerca de la
santificación?
Nuestra santificación se logra por fe (Heb. 11:6) y gracias al poder del Espíritu
Santo (2 Tes. 2:13; 1 Ped. 1:2). El apóstol Pablo escribe: “Mas ya habéis sido lavados,
ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Cor. 6:11). Jesús produce en nosotros
un crecimiento de toda la vida en santidad, produciendo el fruto del Espíritu en
nosotros (2 Cor. 3:18).
Lee Gálatas 5:16 y 17. ¿Qué nos enseña Pablo en estos versículos?
Hay una batalla que se libra en todo creyente. La tensión que todos enfrentamos
se produce por el hecho de que el pecado mora en nosotros (Rom. 7:20). El apóstol
Pablo sabía de esta batalla cuando declaró, hacia el final de su vida: “Yo mismo
no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente
lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al
premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:13, 14).
La batalla que somos llamados a pelear es fijar “los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe” (Heb. 12:2). Demasiado a menudo nuestra religión se centra
en nosotros mismos. Nos enfocamos demasiado en nuestras victorias y en nuestras
derrotas en vez de en Dios, el único que puede darnos victoria sobre el pecado.
Cuando el Espíritu Santo nos ayude a ver a Jesús, no tendremos deseo alguno
por el pecado y todo lo que tan fácilmente nos enreda es puesto a un lado (Heb.
12:1). Pero, cuando nos enfocamos en nuestros pecados y defectos, nos miramos
a nosotros mismos en vez de a Jesús. Esto nos lleva a una derrota fácil porque,
al mirar nuestros fracasos, podemos desanimarnos con mucha facilidad. Sin em-
bargo, al contemplar a Jesús, encontraremos fortaleza para vivir victoriosamente.
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Lección 6 // Miércoles 8 de febrero
Lee Romanos 7:12 y 1 Timoteo 1:8. ¿Qué atributos utiliza Pablo para
describir la Ley? ¿De qué manera la Ley refleja el carácter de Dios?
La Ley es santa, justa y buena. Estos tres atributos designan, de forma apro-
piada, únicamente a Dios mismo. Por ende, la Ley es una expresión del carácter
de Dios.
Vivir una vida llena del Espíritu significa vivir según la Ley de Dios. La Ley
es la norma constante de su santidad. El estándar que fija la Ley no cambia, así
como Dios mismo no cambia. Jesús afirmó que la Ley no fue abolida, sino que ha
de cumplirse cada aspecto de ella (Mat. 5:17-19). Guardar la Ley no es legalismo;
es fidelidad. La Ley no nos salva; nunca podría hacerlo. La Ley nunca es nuestro
camino a la salvación. Más bien, es el camino de los salvos. La Ley, por así decirlo,
es el calzado en el que nuestro amor camina y se expresa. Por eso Jesús pudo decir,
de una manera asombrosa, que “debido al aumento de la iniquidad [transgresión
de la Ley], el amor de muchos se enfriará” (Mat. 24:12). El amor disminuye cuando
se desecha la Ley.
Lee Romanos 13:10 y Mateo 22:37 al 40. ¿Por qué el amor es el cumpli-
miento de la Ley?
¿Por qué la Ley es una expresión del amor de Dios hacia nosotros? ¿De qué ma-
nera están relacionados el amor y la obediencia?
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Jueves 9 de febrero // Lección 6
EN BÚSQUEDA DE LA SANTIDAD
Lee Salmo 15:1 y 2; Efesios 4:22 al 24; y 2 Timoteo 2:21. ¿Qué nos enseñan
estos versículos acerca de la santidad?
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Lección 6 // Viernes 10 de febrero
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Lección 7: Para el 18 de febrero de 2017
EL ESPÍRITU SANTO Y EL
FRUTO DEL ESPÍRITU
Sábado 11 de febrero
PARA MEMORIZAR:
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gál. 5:22, 23).
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Lección 7 // Domingo 12 de febrero
LA CONDICIÓN FRUCTÍFERA
Lee Juan 15:1 al 11. ¿Por qué el fruto solo puede surgir de una relación
viva con Jesús, la Vid? ¿Por qué es tan importante permanecer en Jesús?
¿De qué manera permanecemos en él?
El primer secreto del cristiano para dar fruto es permanecer en Cristo. Sin Cristo,
no podemos producir fruto espiritual genuino. El fruto del Espíritu no se nos es
impuesto desde afuera, sino que es el resultado de la vida de Cristo en nuestro
interior. En Juan 15:1 al 11, Jesús nos dice que el hecho de dar fruto es el resultado
de la vida de Cristo, la Vid, que fluye por las ramas, es decir, los creyentes. El
crecimiento del fruto es la obra de Dios por medio de Jesucristo.
La responsabilidad del creyente es permanecer en Cristo. Cuando Cristo ha-
bita en nuestros pensamientos, se volverá visible en nuestras acciones. Jesús vive
su vida en nosotros. La vida que Cristo vivió será reproducida en nosotros, en el
sentido de que reflejaremos su carácter.
El fruto del Espíritu es el carácter de Jesús, producido por el Espíritu Santo en
los seguidores de Cristo. Cuando Cristo habita en nosotros, andamos “en el Espíritu,
y así jamás satisfaréis los malos deseos de la carne” (Gál. 5:16; RVA).
En las palabras de Jesús: “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol
malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo
dar frutos buenos” (Mat. 7:17, 18). El fruto bueno es el resultado de nuestra relación
de permanencia con Jesús, por medio del Espíritu Santo. Cuando cooperamos con
las impresiones internas del Espíritu en nuestro corazón, el fruto del Espíritu se
hace evidente en nuestra vida. Nuestro carácter es transformado para reflejar el
carácter de Jesucristo en lo que decimos y hacemos, e incluso en lo que pensamos.
El Espíritu Santo nos da poder para vivir victoriosamente y para desarrollar las
virtudes que son características de aquellos que son hijos de Dios.
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Lunes 13 de febrero // Lección 7
¿Qué aspectos de tu vida carecen de la cualidad del amor? Pídele al Espíritu San-
to que te llene de amor hacia aquellas personas con quienes debes relacionarte
a diario. Recuerda que Dios también nos ama por medio de otras personas. ¿De
qué forma puedes mostrar amor hacia otros? ¿De qué modo el amor afecta esas
otras virtudes mencionadas en el fruto del Espíritu?
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Lección 7 // Martes 14 de febrero
Lee Juan 14:27 junto con Romanos 14:17. ¿De qué manera se relaciona
la paz con la obra del Espíritu Santo?
La paz es más duradera que el gozo, y llega como resultado de ser justificados
por la fe en nuestro Señor Jesucristo (Rom. 5:1). Cuando estamos en paz con Dios,
el Espíritu Santo nos guía a ser pacíficos y pacientes con los demás. Debido a
que el Dios de paz estará con nosotros (Fil. 4:9) por medio del Espíritu Santo, no
seremos buscapleitos ni vengativos con los demás. Más bien, buscaremos vivir tan
pacíficamente como sea posible con todos (Rom. 12:18).
Lee 2 Pedro 3:9. ¿De qué modo la paciencia refleja el carácter de Dios?
Gozo, paz y paciencia. ¿Cuánto de este fruto experimentas en tu vida? ¿En cuáles
de estas áreas necesitas que el Espíritu trabaje más?
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Miércoles 15 de febrero // Lección 7
La bondad es amor en acción. La bondad que crece como fruto del Espíritu
también incluye obras y actos de bondad. Se demuestra en obras prácticas reali-
zadas con amor para los demás. Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, hay un
desborde positivo de bondad hacia las personas con las que entramos en contacto.
Lee Gálatas 5:23 y Proverbios 16:32. ¿Qué miseria nos sobreviene cuando
no ejercemos el dominio propio? ¿Qué bendiciones obtenemos si tenemos
dominio propio y somos temperantes en nuestra vida?
Piensa en áreas de tu vida en las que deberías ejercer más dominio propio.
Quizá lo estés logrando en algún aspecto, pero no tanto en otro. ¿Por qué es
importante, gracias al poder de Dios, tener control sobre todas las áreas? Lleva tu
respuesta a la clase el sábado.
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Viernes 17 de febrero // Lección 7
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Lección 8: Para el 25 de febrero de 2017
Sábado 18 de febrero
PARA MEMORIZAR:
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diver-
sidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones,
pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo” (1 Cor. 12:4-6).
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Domingo 19 de febrero // Lección 8
Aunque todos los aspectos del fruto del Espíritu han sido diseñados por Dios
para que sean visibles en la vida de sus seguidores, no todos los creyentes tienen
el mismo don o los mismos dones. No hay ningún mandato que indique que todos
deban tener un don en particular, tal como hablar en lenguas. Más bien Dios, en
su soberanía, dota a sus creyentes de diferentes dones como él ve conveniente.
Los dones del Espíritu son dados a fin de que podamos servir a otros y edificar
el cuerpo de Cristo, su iglesia. Estos dones no son otorgados para nuestro propio
placer ni gloria. Son dados para el avance de la causa de Dios.
Por lo tanto, los dones espirituales carecen de valor sin el fruto del Espíritu. Es
interesante que, dentro del contexto de los dones espirituales, a menudo se hace
referencia al amor. Inmediatamente después de 1 Corintios 12, viene la descripción
suprema del amor, en el capítulo 13. Efesios 4:11 al 13 es seguido, en los versículos
15 y 16, por una referencia al amor. Los versículos siguientes a Romanos 12:3 al 8,
donde se mencionan los dones del Espíritu, hablan acerca del amor (vers. 9, 10).
Después de todo, los dones son dones de gracia; es decir, son dones de amor.
Son otorgados por amor y sirven al amor de Dios a fin de alcanzar a otras per-
sonas. Al amar a otros, estamos revelando el amor de Dios por ellos. Un Dios de
amor omnisciente provee los medios para llevar a cabo lo que ha comisionado
a su pueblo. Quizá por eso el amor es el don más grande de todos (1 Cor. 13:13).
¿Por qué el amor es tan central en todo lo que hacemos como cristianos? ¿De qué
manera el amor, en cierto sentido, nos da “poder” para testificar?
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Lección 8 // Lunes 20 de febrero
Lee Efesios 4:7. A menudo pensamos que el Espíritu Santo es el que otor-
ga los dones espirituales. Sin embargo, el apóstol Pablo también conecta a
Jesucristo con su distribución. ¿De qué manera está involucrado Jesús a la
hora de otorgar dones?
¿Qué dones ha otorgado Dios a los miembros de tu iglesia? ¿Qué mensaje puedes
obtener del hecho de que diferentes personas tienen distintos dones?
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Martes 21 de febrero // Lección 8
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Lección 8 // Miércoles 22 de febrero
Hay algunos cristianos que piensan que los dones espirituales mencionados
en el Nuevo Testamento estaban restringidos a la época de Jesús y los apóstoles.
Argumentan que, con la muerte del primer apóstol, los dones espirituales espe-
ciales también han desaparecido de la iglesia. Para sustentar esa posición, citan
1 Corintios 13:10, donde el apóstol Pablo afirma que “cuando venga lo perfecto,
entonces lo que es en parte se acabará”. Sí, vendrá el tiempo en el que los dones
cesarán. Pero cesarán únicamente cuando lo perfecto haya llegado; es decir,
cuando ya no veamos como por un vidrio oscuro, sino cara a cara, cuando Jesús
regrese. La Biblia nos dice que los dones espirituales son dados para edificación de
la iglesia (1 Cor. 12:28). Pablo amonesta a los creyentes: “Desead ardientemente los
dones espirituales” (1 Cor. 14:1; BA). Son necesarios para el bienestar del cuerpo.
En ausencia de cualquier evidencia bíblica de que Dios los haya abolido, debemos
entender que el propósito de Dios es que permanezcan hasta que la iglesia haya
culminado su misión y Cristo haya regresado a la Tierra.
La obra de Dios será completada al fin del tiempo con poder y fortaleza mucho
mayores que los inicios. Mientras la iglesia sea llamada a preparar al mundo para
la segunda venida de Cristo, Dios no dejará que los miembros de la iglesia queden
sin ayuda para cumplir su misión. No obstante, estos dones nunca sustituirán la
Biblia, ni ocuparán el mismo lugar que ella. Más bien, son un cumplimiento de la
promesa bíblica de capacitar a los creyentes a fin de que puedan edificar el cuerpo
de Cristo y preparar al mundo para el pronto regreso de Jesús.
Lee Efesios 4:11 al 13, especialmente el versículo 13, que dice: “Hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. ¿Qué nos dice esto
acerca de la necesidad presente de los dones en la iglesia?
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Jueves 23 de febrero // Lección 8
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Lección 8 // Viernes 24 de febrero
Algunos se preguntan: “¿Por qué no vemos hoy los mismos tipos de milagros
que se veían en los tiempos bíblicos, tales como curaciones milagrosas?” En primer
lugar, sí escuchamos historias de milagros. Y, ciertamente, algunas personas los
han visto con sus propios ojos. En segundo lugar, cuando leemos la Biblia, nos da
la impresión de que los milagros ocurrían de forma constante. Pero nos parece así
solamente porque el Espíritu Santo inspiró a los autores bíblicos a escribir acerca
de eventos que eran cruciales en el establecimiento de la iglesia primitiva, y estos
eventos a menudo incluían milagros. Podríamos imaginarnos que, en la mayoría
de los casos y la mayor parte del tiempo, las cosas en aquel entonces eran igual
que ahora: las personas aprendían de la Palabra de Dios y, luego, respondían al
Espíritu Santo. Por último, Elena de White escribió: “La forma en que Cristo obró
consistió en predicar la Palabra y en aliviar los sufrimientos mediante obras mila-
grosas de curación. Pero se me ha dicho que hoy no podemos obrar en la misma
forma, porque Satanás ejercerá su poder realizando milagros. Los siervos de Dios
de hoy no podrían obrar mediante milagros, porque se realizarán obras espurias de
curación que se harán pasar por divinas. Por esta razón, el Señor ha designado un
método mediante el cual su pueblo debe llevar a cabo la obra del sanamiento físico,
combinándolo con la enseñanza de la Palabra. Deben establecerse sanatorios y,
con estas instituciones, deben relacionarse obreros capaces de llevar a cabo una
obra médica misionera genuina. Así se rodeará con una influencia protectora a
aquellos que acudan a los sanatorios en busca de tratamiento” (MS 2:62).
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Lección 9: Para el 4 de marzo de 2017
EL ESPÍRITU SANTO Y LA
IGLESIA
Sábado 25 de febrero
PARA MEMORIZAR:
“Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y
un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación; un Señor, una fe, un bautismo” (Efe. 4:3-5).
Lee Efesios 2:18, y 20 al 22; y 1 Pedro 2:6 y 7. ¿Qué nos dicen estos versícu-
los acerca del papel de Cristo y del Espíritu Santo en la creación de la iglesia?
Por medio del Espíritu, tenemos acceso a Dios el Padre. Jesús es la Roca, el
fundamento de nuestra salvación, y aquel sobre quien todas las otras partes del
edificio son erigidas.
Luego, la obra del Espíritu en el nivel individual lleva a una comunidad espe-
cífica de fe: la iglesia. Cuando hemos experimentado la salvación por fe en Cristo
Jesús solamente, y habiendo sido tocados por el amor de Dios, hay una dulce
“comunión del Espíritu Santo” (2 Cor. 13:14) en la iglesia. Los creyentes individuales
están siendo edificados en una nueva morada espiritual de Dios “en el Espíritu”
(Efe. 2:22). Como seguidores de Cristo, deberíamos estar deseosos de “guardar
la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (4:3). De toda manera posible, sin
comprometer lo que no puede ser comprometido, debemos buscar unidad en la
comunidad de creyentes.
Lee Colosenses 3:12 al 14. ¿De qué manera puedes ejemplificar esos
atributos y contribuir a la unidad de la iglesia? ¿Por qué estos atributos son
tan importantes para la unidad de la iglesia?
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Lunes 27 de febrero // Lección 9
¿Ya has tomado la decisión del bautismo del creyente? Si no, ¿qué te detiene de
seguir a Cristo a través del bautismo? Si ya has sido bautizado por inmersión, ¿de
qué manera ha impactado tu pacto bautismal en tu caminar espiritual con Jesús?
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Lección 9 // Martes 28 de febrero
El medio principal por el cual el Espíritu Santo nos une con Cristo es la Palabra
de Dios. La Biblia es una fuente confiable para conocer a Jesús y la voluntad de
Dios. Por eso es tan importante leer las Escrituras y memorizar su contenido. La
Biblia es la fuente autoritativa para discernir la verdad espiritual y el error. Pablo
felicitó a los bereanos por su nobleza (Hech. 17:11), porque estudiaron diligente-
mente y escudriñaron las Escrituras a fin de comprobar si lo que oían era verdad.
Toda reforma y reavivamiento espiritual, no importa si nos afecta individual-
mente o como iglesia en forma corporativa, debe basarse en las Escrituras. La
Biblia es el fundamento sobre el cual nuestra fe se construye; al mismo tiempo, el
amor de Jesús y a su Palabra es el vínculo que nos mantiene unidos.
Lee Juan 17:17 al 21. Aquí Jesús habla acerca de la unidad como una
marca distintiva de discipulado cristiano. Según Juan 17:17, ¿cuál es la base
para esta unidad?
¿Cuánto tiempo dedicas a la Palabra? Más importante aún, ¿de qué manera pue-
des aprender a someterte a sus enseñanzas?
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Miércoles 1º de marzo // Lección 9
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Lección 9 // Jueves 2 de marzo
El Espíritu Santo fue responsable del esfuerzo misionero más poderoso que la
historia había presenciado hasta ese momento. Dios puede hacer más por medio de
un grupo pequeño que está unido en su devoción a él que lo que puede hacer por
medio de un grupo grande pero dividido. Dios puede hacer cosas mucho mayores
cuando todos dedicamos nuestra vida y energía, nuestros talentos y recursos, a él.
La iglesia del Nuevo Testamento creció a partir de la unidad en la vida y la
misión de los creyentes. Un pequeño y tímido grupo de creyentes fue transfor-
mado hasta conformar una tropa poderosa que se convirtió en una herramienta
efectiva que alcanzó a personas de diferentes culturas e idiomas. Se unieron al
proclamar “las maravillas de Dios” (Hech. 2:11). El mismo Dios que estuvo activo
en los tiempos del Nuevo Testamento estará activo al fin del tiempo, cuando la
obra deba ser finalizada antes de que Jesús regrese por segunda vez.
Lee Hechos 2:42 al 47. ¿En qué otros aspectos estaban unidos los creyen-
tes del Nuevo Testamento?
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Viernes 3 de marzo // Lección 9
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Lección 10: Para el 11 de marzo de 2017
EL ESPÍRITU SANTO, LA
PALABRA Y LA ORACIÓN
Sábado 4 de marzo
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 15:7; Mateo 7:7; Salmo
6:18; Santiago 1:6-8; 1 Juan 5:14, 15; Hechos 2:38.
PARA MEMORIZAR:
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos
de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál
es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por
los santos” (Rom. 8:26, 27).
Lee Juan 15:7. ¿Por qué es importante para nuestras oraciones que per-
manezcamos en Jesús y que sus palabras permanezcan en nosotros? ¿Qué
enfoque diferente tendrán nuestras oraciones si no permanecemos en Jesús?
Piensa en tu propia vida de oración; es decir: qué cosas pides en oración, cuándo
oras, por qué oras, etc. ¿Qué te dice esto acerca de tu propio estado espiritual y
tu relación con Dios? ¿Qué cambios necesitas hacer?
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Lección 10 // Lunes 6 de marzo
Lee Marcos 11:24; 1 Juan 5:14 y 15; y Salmo 66:18. ¿Por qué no hay pedido
de oración demasiado grande para Dios? ¿Por qué es bueno saber que Dios
es generoso y le gusta dar de su abundancia? ¿Cuál es el requisito para que
Dios responda nuestras oraciones?
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Martes 7 de marzo // Lección 10
Lee Santiago 1:6 al 8. ¿De qué forma describe el texto a la persona que
tiene falta de fe? ¿Por qué es la fe un requisito para recibir los dones pro-
metidos?
¿Qué te ayuda a crecer más fuerte en la fe? ¿Qué aspecto de Jesús te ayuda a
tener confianza en su disposición y habilidad para auxiliarte en tus momentos
de necesidad?
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Lección 10 // Miércoles 8 de marzo
Lee 1 Juan 5:14 y 15. ¿Cuál es la razón por la que podemos tener confianza
en que Dios nos oye y que recibiremos lo que le hemos pedido?
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Jueves 9 de marzo // Lección 10
Hay muchas cosas por las cuales podemos orar, pero hay una gran necesidad
en estos tiempos peligrosos en los que vivimos: es el don del Espíritu Santo. Este
es el mayor don que Jesús podría dar. Al otorgar al Espíritu Santo, Dios no podría
haber dado más a su pueblo. No hay nada que pueda añadirse a este don. (Después
de todo, ¿qué se puede añadir a la Deidad misma?) Por medio del Espíritu Santo y
de su obra en nuestra vida, todas nuestras necesidades son suplidas. La bendición
del Espíritu Santo traerá consigo todas las otras bendiciones.
Hay, sin embargo, un obstáculo importante: nosotros mismos. A menudo, no
estamos preparados para recibir al Espíritu Santo.
Como en los días de la iglesia del Nuevo Testamento, debemos percatarnos
de que, primero, necesitamos arrepentirnos y entregar nuestra vida por completo
a Jesús. Y sí, es solamente la influencia del Espíritu Santo lo que siquiera nos
permite hacerlo.
Sin embargo, cuando respondemos a sus impresiones, arrepentirnos de nuestro
pecado es la primicia de la obra del Espíritu en nuestra vida. En humildad y fe,
tenemos que confesar nuestros pecados para que él pueda limpiarnos de toda
injusticia. Debemos entender cuán caídos estamos, y cuánto necesitamos a Dios
y su gracia en nuestra vida. Sin él, estamos perdidos, muertos en nuestros pecados
y condenados a la perdición eterna.
Por ello, en oración ferviente, cumpliremos las condiciones sobre las cuales
Dios ha prometido darnos su Espíritu Santo. Entonces, todo lo que tenemos que
hacer es pedir a Dios, y él gustosamente nos dará su Espíritu. “El Padre celestial
está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que se lo piden que los padres
terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos” (RP 286).
Al igual que otras cosas espirituales, el don del Espíritu Santo nunca es un fin
en sí mismo. El Espíritu es otorgado para elevar a Jesús, reproducir el carácter de
Cristo en nuestra vida y habilitarnos para servir a otros en la edificación del cuerpo
de Cristo, la iglesia. Por ello, cualquier práctica de adoración, pública o privada,
que eleve al Espíritu por sobre Jesucristo está errada. Pues es por medio de Jesús
que “tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Efe. 2:18).
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Lección 10 // Viernes 10 de marzo
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Lección 11: Para el 18 de marzo de 2017
ENTRISTECER Y RESISTIR
AL ESPÍRITU
Sábado 11 de marzo
PARA MEMORIZAR:
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención” (Efe. 4:30).
¿De qué maneras podemos estimular a otros “al amor y a las buenas obras”
(Heb. 10:24)? ¿Cuál es tu responsabilidad a fin de fomentar en los demás “amor
y buenas obras”?
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Lunes 13 de marzo // Lección 11
El Espíritu Santo es un ser personal, no solamente una fuerza divina. Por eso
puede ser contristado. Pero ¿de qué formas contristamos al Espíritu Santo? Quizá
deberíamos recordar que una de las tareas del Espíritu Santo es abrir nuestros ojos
al pecado (Juan 16:8). Él nos guía a Jesús, quien perdona nuestros pecados y nos
santifica. Después de todo, el Espíritu de Dios es llamado “santo”. Esto significa que
él odia el pecado. Pero se regocija cuando somos obedientes a Dios en todas las
cosas, y pensamos y hablamos lo que es puro y santo. Por otro lado, esto también
significa que es contristado cuando atesoramos cualquier cosa que no sea digna
de su llamado divino. Cualquier determinación de nuestra parte para aferrarnos
del pecado o restarle importancia a la seriedad del pecado lo entristece. Contristar
al Espíritu Santo es algo muy serio.
El contexto de la declaración de Pablo en Efesios 4:30 acerca de contristar al
Espíritu Santo trata sobre el estilo de vida que vivíamos antes de ser convertidos
por Cristo, y lo que vino después de esa conversión. Como nuevas criaturas en
Cristo, deberíamos ser pacientes y amables el uno con el otro, soportándonos
en amor, y siendo diligentes para preservar la unidad del Espíritu en el vínculo
de la paz (Efe. 4:2, 3). Al haber sido renovados por el Espíritu (vers. 23), estamos
ahora siguiendo a Cristo, nuestra nueva cabeza (vers. 15), y así no caminamos en
la vanidad de nuestra mente, como lo hacen los gentiles (vers. 17). En vez de eso,
vivimos una vida que es agradable a Dios (vers. 24-31).
Cuando permitimos que encuentren cabida en nuestro corazón cualquiera de
las cosas negativas mencionadas en estos versículos del capítulo 4, y cuando se
manifiestan en nuestras palabras y actos, entonces el Espíritu queda triste y con-
tristado. Contristar al Espíritu Santo significa desdeñar su presencia santificadora
y su poder transformador porque continuamos pecando voluntariamente.
El Espíritu Santo no es indiferente a nuestro modo de vivir. Lee Efesios 4:25 al 31,
y haz una lista de comportamientos morales específicos que contristan al Espíri-
tu Santo. ¿Por qué el Espíritu Santo es contristado por estas cosas?
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Lección 11 // Martes 14 de marzo
Lee Efesios 4:25 al 5:2. ¿Qué se nos indica aquí que hagamos, y cuán
diferente sería nuestra vida si siguiéramos estos mandatos bíblicos?
Lee Efesios 4:3, 4, 15, 16 y 32. ¿Qué revelan estos textos acerca de los
aspectos de la vida en comunión con otros cuando vivimos en el Espíritu?
¿De qué manera una vida llena del Espíritu se ve reflejada en la comunión
con otros creyentes?
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Miércoles 15 de marzo // Lección 11
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Lección 11 // Jueves 16 de marzo
¿De qué forma podemos estar seguros de que, más allá de lo que profesamos
acerca de nosotros mismos, no estamos viviendo en oposición a Dios y resistien-
do el Espíritu Santo? (Ver, por ejemplo, 1 Juan 5:3; Rom. 8:14.)
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Viernes 17 de marzo // Lección 11
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Lección 12: Para el 25 de marzo de 2017
Sábado 18 de marzo
PARA MEMORIZAR:
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis
en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Rom. 15:13).
CONVENCER DE PECADO
Lee Juan 16:8 y 9. ¿Qué obra crucial hace por nosotros el Espíritu Santo,
y por qué es tan importante?
Jesús llama parakletos al Espíritu Santo, una palabra rica en significado, y que
transmite la idea de ayudador, abogado y consolador. El Espíritu Santo no se lanza
a esta obra importante de convencimiento como el acusador de los hermanos o
como fiscal. Él no es enviado por Jesús para condenarnos sino, más bien, para
ayudarnos a ver nuestra necesidad de la gracia de Dios.
Solamente un consolador será recibido como un ayudador. Es una gran tra-
gedia que los cristianos, por más bien intencionados que sean, a menudo se acer-
quen a los pecadores con un espíritu acusador en vez de ayudador. Si andamos
por allí señalando el pecado en la vida de las demás personas, estamos haciendo,
entonces, algo que Jesús no nos ha llamado a hacer. Después de todo, ¿quiénes
somos nosotros para señalar el pecado en los demás cuando nosotros mismos
no estamos libres de pecado?
Lee Romanos 2:1 y Mateo 7:3. ¿Qué mensaje debemos extraer de estos
versículos?
LA NECESIDAD DE JUSTICIA
Juan 16:8 dice que el Espíritu Santo convencerá al mundo no solamente de
pecado, sino también de justicia. En otras palabras, el mundo, que no sabe lo que
realmente es el pecado, tampoco sabe lo que realmente es la justicia.
Las personas no convertidas piensan que la moralidad externa es suficiente. No
desean la justicia de Dios, sino la suya propia. Desean una justicia que provenga
de sus propios actos externos, tales como la obediencia a la Ley de Dios. No obs-
tante, nuestros actos de obediencia a la Ley nunca pueden justificarnos ante Dios.
En Isaías 64:6, el profeta describe los actos de justicia propia, del pueblo de
su época, como “trapos de inmundicia”. Aun nuestra mejor justicia autopercibida
con motivos religiosos es, de hecho, lo opuesto: injusticia.
Sin embargo, la justicia de Jesús es suficiente para nosotros. Cumple con todos
los requisitos de la Ley de Dios. Es acepta para Dios el Padre y podemos reclamarla
para nosotros por fe solo en Jesucristo.
Lee Romanos 5:10; y Hebreos 4:15 y 16. ¿De qué manera se relaciona
nuestra justicia con el ministerio viviente de Cristo en la presencia del
Padre en el cielo?
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Martes 21 de marzo // Lección 12
CONVENCIMIENTO DE JUICIO
Lee Juan 16:8 y 11. ¿A qué juicio se está refiriendo Jesús? ¿Por qué este
juicio es una buena noticia?
Resta una última convicción importante que forma parte de la obra del Espíritu:
convicción acerca del juicio. Aquí es donde mucho de la predicación sobre este
pasaje parece ir en la dirección equivocada. Generalmente, un debate sobre el
pecado y la justicia parecen llevar a muchos profesos cristianos a pronunciar, sobre
aquellos que rechazan a Cristo, una advertencia acerca del Juicio. Al hacerlo, su
intención es advertir a los pecadores, a menudo con un matiz de temor, sobre el
Juicio futuro que les espera.
Y, aunque ese Juicio es una realidad, Jesús no se está refiriendo a eso en Juan
16:11. El lenguaje indica que el Señor no está hablando del Juicio venidero, como
lo hizo en Juan 12:48. Más bien, el aspecto del juicio al que se refiere aquí Jesús es
la buena nueva de que Satanás ya ha sido juzgado en el Calvario. El diablo, el gran
enemigo de la verdad, ahora está viviendo con tiempo prestado. El Juicio vendrá,
pero el foco aquí está puesto en la certeza de que el príncipe de este mundo ya
ha sido condenado (Juan 12:31).
Lee 1 Pedro 5:8 y 9. ¿Cómo describe Pedro a Satanás? ¿De qué manera
podemos resistirlo?
El diablo, aun sabiendo que su tiempo es corto y que ha sido derrotado fa-
talmente en el Calvario, todavía está vivo. Y está furioso, intentando devorar al
mayor número posible de personas. Sin embargo, es un enemigo vencido. Jesús
ha obtenido la victoria. La sangre de Jesús nos hace libres.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la invasión exitosa de Francia por parte
de los aliados fue un golpe decisivo para las tropas nazis. Ese 6 de junio de 1944,
estaba claro que Hitler había sido derrotado. No obstante, los once meses entre el
Día D (cuando se inició el ataque) y el Día VE (8 de mayo de 1945, cuando finalizó
la guerra en Europa) fueron los más sangrientos de todos. De manera similar, Sa-
tanás sabe que fue derrotado contundentemente en la Cruz, pero sigue peleando
testarudamente e intenta devorar a todos los que pueda. En estos tiempos difíciles,
somos llamados a ser sobrios y velar, y a echar todas nuestras ansiedades sobre
Jesús, porque él tiene cuidado de nosotros (1 Ped. 5:7, 8).
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Lección 12 // Miércoles 22 de marzo
SEGURIDAD DE SALVACIÓN
Lee 1 Juan 5:12 y 13; Romanos 8:15 al 17; y 2 Corintios 5:5. Una vez que
hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador, ¿por qué podemos tener la
seguridad de la vida eterna? ¿Cuál es la base de esta seguridad?
Lee Efesios 1:13 y 14. ¿Qué significa estar sellados con el Espíritu?
Aquellos que aceptan a Cristo son nacidos de nuevo; es decir, nacidos “del
Espíritu” (Juan 3:3, 5). El Espíritu Santo sella este hecho en nuestro corazón para
que podamos tener la seguridad de que estamos salvos y experimentar así el
gozo que proviene de ser un hijo de Dios. El Espíritu Santo nos identifica como
pertenecientes a Cristo. “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Rom.
8:9). Ahora tenemos un entendimiento de que Dios es nuestro Padre amante y que
nosotros somos sus queridos hijos. El Espíritu Santo es el adelanto, el depósito o
la garantía del don final de la vida eterna y la inmortalidad que nos será dada en
la segunda venida de Jesús (1 Cor. 15:51-54). Esta es la marca distintiva de la fe
auténtica. Es difícil que encontremos a un cristiano que pueda testificar con poder
convincente sin tener esta seguridad.
“Hablemos de la fe, de la esperanza, del valor, y difundiremos luz por todas
partes. Sigamos pensando en la puerta abierta que Cristo ha colocado ante nosotros
y que ningún hombre puede cerrar. Dios cerrará la puerta a todo mal, si le damos
la oportunidad. Cuando el enemigo llega como inundación, el Espíritu del Señor
levantará para nosotros un baluarte contra él” (RH, 16 de abril de 1889).
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Jueves 23 de marzo // Lección 12
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Lección 12 // Viernes 24 de marzo
Podemos resumir la actividad del Espíritu Santo al decir que obra armonio-
samente junto con Dios el Padre y Dios el Hijo, para lograr nuestra salvación. El
Espíritu Santo nos despierta de nuestra muerte espiritual. Nos lleva a una com-
prensión de nuestra pecaminosidad y abre nuestros ojos al hecho de que estamos
perdidos, en nosotros y por nosotros mismos. El Espíritu enciende en nuestro
interior el deseo de cambiar y nos lleva a Jesucristo, el único que puede suplir
las necesidades de nuestro fuero más íntimo. Nos da la seguridad de la salvación
porque siempre nos señala a Jesús y a lo que Jesús ha hecho por nosotros. Nos
hace más semejantes a Jesús. Nos mantiene fieles en nuestro caminar con Dios.
Nos capacita para cumplir con la voluntad de Dios e involucrarnos eficazmente
en la misión. Genera la Palabra escrita de Dios como nuestra guía y norma segura,
para nuestra vida y doctrina cristianas. ¿Dónde estaríamos sin el Espíritu Santo?
Seríamos miserables y estaríamos perdidos, y no podríamos hacer nada que diera
gloria y honor a Dios. Gracias a Jesús por haber prometido y enviado al Espíritu
Santo. “El Consolador era el más excelso de los dones que podría solicitar al Padre
con el propósito de exaltar a su pueblo” (RP 15).
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¿Por qué estoy aquí?
¿Qué me depara el futuro?
¿Cómo puedo vivir para siempre?
¿Qué significan las profecías del Apocalipsis?
¿Si Dios es tan bueno, ¿por qué hay tanto sufrimiento
en el mundo?
Con esta guía de estudios, podrá entender mejor lo que la Biblia dice. Permita que la Palabra de
Dios responda sus preguntas más profundas y hable a los anhelos más profundos de su corazón.
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10 Días en el
Mark A. Finley APOSENTO ALTO
El Pentecostés marcó una diferencia dramática
en la vida de los primeros discípulos, y también
puede producir un cambio radical en la nuestra.
Llenos del poder del
Espíritu Santo, los hijos
de Dios cambiarán el
mundo.
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