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OBSERVACIÓN Y CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

OBSERVACIÓN Y CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
Martín Fragoso

En tres entradas anteriores escribí sobre La estructura de las revoluciones científicas del físico
Thomas Khun. Esta obra provocó dos respuestas: la de quienes –como Imre Lakatos- defienden
que la ciencia es una empresa racional, y la de quienes afirman –como Paul Feyerabend- que
hay que decir Adiós a la razón.

¿Son los conocimientos científicos simples convenciones producto de modas pasajeras? ¿La
“carga teórica” presente en las observaciones que se realizan es un prejuicio que obstaculiza la
adquisición de conocimiento verdadero? ¿Son arbitrarias e injustificables las ideas y creencias
que forman parte de esa carga teórica? Dudley Shapere, en su texto El concepto de
observación en ciencia y en filosofía, nos da su respuesta y examina algunas de las
descalificaciones que suelen hacerse a la ciencia.

Observación directa

A través de una detallada exposición acerca de la manera en que los físicos investigan los
procesos que tienen lugar en el interior de las estrellas Dudley Shapere explica lo que en
ciencia se entiende por “observación directa”. La exposición resulta interesante porque, a
diferencia de muchos filósofos, Shapere comprende la forma en que trabajan los científicos.
Además es un filósofo que se opone a las interpretaciones relativistas –mismas que ven en la
ciencia una empresa arbitraria o caprichosa-, de hecho, fue uno de los primeros filósofos en
realizar una crítica a la obra de Thomas Kuhn.

Comienza el texto haciendo alusión a la afirmación de un cierto filósofo de que el interior de las
estrellas no podrá observarse jamás, luego indica que un astrofísico menciona que los
científicos pueden ver en el interior de las estrellas. Así, el autor se pregunta sobre esta
aparente contradicción. A lo mejor el filósofo no sabe nada de astrofísica. O a lo mejor el
filósofo y el astrofísico usan la palabra observación de formas distintas, es decir, es posible que
los intereses y problemas de filósofos y científicos sean tan diferentes que el uso de la palabra
sea distinto en ambos campos, pero legítimo en cada uno de ellos. Pudiera ser que los
científicos usan de forma descuidada la palabra observación.

Entonces decide comenzar a examinar el asunto desde la presunción del filósofo: que el
científico usa demasiado libre y descuidadamente la palabra observación. Para ver si este
filósofo está en lo correcto, describe la forma en que los astrofísicos afirman observar el interior
del Sol.

¿Qué hacen realmente los científicos cuando afirman estar observando el interior de nuestra
estrella? Después de revisar lo anterior el autor considera que el filósofo puede estar en lo

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cierto, que no se está “observando directamente”. Pero las cosas aún no están tan claras,
incluso analizando un poco más la cuestión, se presentan varias posibles explicaciones: tal vez
los científicos sí son descuidados en el uso de esta palabra, o tal vez el sentido que le dan esté
claro para ellos y no para los no científicos, tal vez otros términos sean más exactos que el de
observación, por ejemplo, sondeo. Señala Sharpe que hay científicos que usan comillas al
escribir términos como observar y mirar, de ahí que sea posible que su usó sea metafórico.
¿Cómo se entienden y usan en ciencia términos como percepción sensorial, observar, mirar y
ver? ¿Se debe entender de forma distinta “observación” y “observación directa”?

El autor analiza las ideas que los astrofísicos tienen acerca de los fenómenos que ocurren en el
interior de las estrellas, las ideas que se tienen sobre los neutrinos y lo que los científicos dicen
observar en este caso: hablan indistintamente de observar el interior del Sol y de observar los
neutrinos en sus aparatos. Analizar los tres puntos anteriores podría dar luz a problemas que se
suscitan al considerar la relación entre la observación y las teorías: qué tanta teoría presupone
una observación, y la forma en que esa carga teórica influye en las maneras en que se ponen
a prueba otras teorías.

Para dar respuesta a estas cuestiones el autor propone dos condiciones para considerar directa
un observación: Que la información pueda recibirse por medio de un receptor apropiado y que
esa información se pueda transmitir directamente (esto es, sin interferencia) desde la entidad x
(que es la fuente de la información), hasta el receptor.

El autor analiza las condiciones que propone y saca las consecuencias que se derivan de éstas.
Aclara que lo que cuenta en un momento dado como observación directa depende de lo que
en ese momento se considere como parte del conocimiento físico (científico), así que puede
cambiar. Más explícitamente “el conocimiento físico prevaleciente especifica qué cuenta como
un ‘receptor apropiado’, qué cuenta como ‘información’, los tipos de información que existen,
las formas en las cuales se transmite y recibe la información de diversos tipos, y el carácter y
los tipos de interferencia así como las circunstancias y la frecuencia con la que ésta ocurre.”

Para el análisis divide la discusión en tres partes, éstas se refieren a la emisión de la


información, la transmisión de la misma y el receptor. Les llama, respectivamente, teoría de la
fuente, teoría de la transmisión y teoría del receptor. Aclara que esta separación es artificial (no
se da así en la ciencia) pero fructífera desde el punto de vista filosófico.

En la parte dedicada a la teoría de la fuente se refiere a la forma en que los científicos creen
que se produce energía en el interior de las estrellas. Nuevamente se trata de una explicación
bastante detallada (que –repito- muestra que el autor realmente está familiarizado con el
trabajo científico), en la que informa cómo se construyen modelos explicativos. Esta información
incluye las predicciones que hace la que llama “teoría de la fuente” sobre los neutrinos.

En la parte dedicada a la teoría de la transmisión hace su análisis considerando el problema de

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la detección de neutrinos; por ello es que revisa detalladamente lo que la teoría dice que pasa
en el interior del Sol, cómo se han construido modelos de nuestra estrella y las predicciones
que se desprenden de esos modelos (específicamente se refiere a las predicciones sobre la
observación de neutrinos). Al final comienza a mencionar las diferencias entre lo que se ha
predicho y lo que se ha detectado. Lo cual ha hecho que se cuestione el modelo que se ha
considerado hasta ahora como el mejor.

Cuando aborda la teoría del receptor escribe sobre la forma en que los científicos tratan de
detectar neutrinos.

¿Qué es observable?

Nota que en la física se habla de entidades que no es posible captar mediante nuestros
sentidos. Por ejemplo, la luz visible es sólo una parte del espectro electromagnético, frecuencias
más altas y más bajas no son captadas por nuestra visión. Así, podemos detectar con nuestros
ojos sólo ciertas ondas electromagnéticas; pero hay otros receptores que pueden detectar
ondas en otros rangos del espectro.

Describe, a partir de descubrimientos físicos (como las cuatro fuerzas fundamentales y que la
luz visible es sólo una parte del espectro electromagnético), la forma en que se ha ampliado lo
que se considera observacional, y la forma en que han evolucionado conceptos como
transmisión, información y recepción. “Un ‘receptor apropiado’ puede ahora entenderse como
un instrumento capaz de detectar la presencia de tales interacciones, y por consiguiente de las
entidades que interactúan, de acuerdo con las reglas o las leyes precisas de la física actual.”

Los descubrimientos físicos –como los mencionados- determinan entonces si algo puede
llamarse o no observación directa, ya que a partir de ellos se determinará lo que cuenta como
información, “esto es, de qué manera, en qué medida y bajo cuáles circunstancias, podemos
utilizar al receptor de información para obtener conclusiones acerca de la fuente. En lo que
concierne a la observación, las condiciones bajo las cuales pueden obtenerse tales conclusiones
se expresan en las condiciones mencionadas anteriormente, las cuales deben cumplirse para
que pueda decirse que un cierto objeto es ‘observado directamente’”.

Shapere, en su análisis, profundiza acerca de la física del Sol y los neutrinos, así que también
explica lo que ve como los huecos en el estado actual del conocimiento sobre este tema.

Analiza a continuación las formas en que los filósofos han entendido el término “observación”:
como un tipo especial de percepción y desde el punto de vista epistémico. Para la tradición
empirista el conocimiento descansa sobre la experiencia, entendida como percepción sensorial.
Sin embargo, explica que “la ciencia ha llegado cada vez más a excluir tanto como sea posible
a la percepción sensorial de jugar algún papel en la adquisición de evidencia observacional.”
¿Cómo es esto? Pues el autor explica que la ciencia va confiando cada vez más en mejores

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receptores que nuestros sentidos. La información recibida debe transformarse en información


que pueda ser leída (en amplio sentido se usa esta palabra) por los científicos, esto quiere decir
que debe “ser transformada a una forma que sea accesible a los seres humanos.”

El siguiente punto aborda el papel de la presencia del investigador en el momento en que se


recibe la información. En ciertos casos no es fundamental la presencia de un científico cuando
se recibe la información, las máquinas adecuadas lo hacen. Pero en algún momento los
investigadores la usarán para obtener conocimiento.

Después de su detallada explicación del trabajo de los astrofísicos al buscar neutrinos, concluye
que, efectivamente, usan el término “observación” en un amplio sentido; pero no considera que
esto sea descuidado o erróneo: “llámesele como se quiera, mientras recuerden los papeles que
esa actividad desempeña, así como sus relaciones con otras actividades y con otros conceptos
(...) el uso del astrofísico se aparta del uso ordinario, se trata de una desviación razonada (...) el
que se trate de una divergencia no va en detrimento del hecho de que tiene una relación con lo
que el lenguaje ordinario llama ‘observación’.” Señala que esta observación de la que habla el
astrofísico desempeña el mismo papel epistémico que la tradición empirista asigna a la
observación: “construir la base para la contrastación de creencias y para la adquisición de
nuevo conocimiento sobre la naturaleza. De hecho desempeña esos papeles mejor de lo que
podrían haber sido desempeñados sin el conocimiento previo que la ciencia ha acumulado y
que participa en la observación científica.”

Aclara que lo que ha mencionado sobre el término observación, se refiere al asunto de la


detección de neutrinos y no a todos los trabajos que se realizan en ciencia; es decir, habrá
campos en los que se pueda aplicar lo expuesto en su trabajo, pero otros en los que no (por
ejemplo, en la mecánica cuántica las observaciones son aún más complicadas).

La carga teórica

Llegamos a la parte en la que escribe sobre la “carga teórica” (información previa o


background information) presente en las observaciones y la forma en que esto ha sido usado
para descalificar a la ciencia como método para obtener verdadero conocimiento.

¿Es posible siquiera plantear una posible observación si no contamos con algún tipo de
información previa? Cuando un científico piensa que es posible realizar algún experimento es
porque sabe ciertas cosas. Shapere explica: “Así es que la ciencia construye sobre lo que ya
conoce, incluso cuando sus capacidades observacionales están involucradas. La ciencia aprende
cómo observar la naturaleza, y su habilidad para observar aumenta conforme se incrementa el
conocimiento (o disminuye cuando se da cuenta de que estaba equivocada con respecto a
cierta información previa que utilizó). En el proceso de adquisición del conocimiento no sólo
aprendemos acerca de la naturaleza, también aprendemos cómo aprender acerca del proceso
mismo, mediante el aprendizaje, entre otras cosas, de lo que constituye información y de cómo

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observar a las entidades que hemos averiguado que existen y los procesos que hemos
encontrado que ocurren en la naturaleza.”

¿La “carga teórica” (es decir, el conocimiento que se acepta previamente y que además es el
que da lugar a que se plantee un cierto experimento) “contamina” la observación? La existencia
de esa carga teórica ¿es una prueba de que el conocimiento dista mucho de ser objetivo?,
¿aceptar esa carga teórica equivale a aceptar prejuicios de moda?

A quien responda afirmativamente a estas cuestiones, podría preguntársele sobre la alternativa,


¿de qué otra forma se podría llegar a obtener conocimiento de la naturaleza?, ¿cómo se podría
lograr hacer una ciencia sin los ‘prejuicios de moda’? No es posible realizar observaciones sin
ningún tipo de carga teórica; aún pensando que es posible, ¿de qué serviría? Cualquier cosa
aprendida de esa observación ya no podría ser usada para posteriores observaciones porque
se argumentaría que es un prejuicio. Lo que se estaría proponiendo es que no pueda
acumularse el conocimiento.

Shapere aborda estas cuestiones en la última parte de su escrito. ¿Hay algún caso que sea útil
en la búsqueda del conocimiento en el que una observación no requiera de alguna creencia
previa (y que además estuviera exenta de toda duda)? Contesta: “La riqueza de la interpretación
crea la pertinencia de aquello que es información y de aquello que puede servir de base para
obtener información ulterior; y la información científicamente confiable se establece empleando,
como información previa que establece la confiabilidad, creencias previas exitosas acerca de las
cuales no tenemos razones específicas ni contundentes para ponerlas en duda.”

Ni en la vida cotidiana pueden hacerse observaciones que no requieran de creencias previas.


“En particular, ningún argumento aducido por filósofos ha mostrado nunca que existe algún
nivel absolutamente neutral en el cual no pueda surgir duda alguna.”

Shapere explica que quienes piensan que la carga teórica es un prejuicio despreciable, están
aprovechando la ambigüedad del término “teoría”. A veces se usa para referirse al
conocimiento previo, y a veces para referirse a cosas inciertas (cuando alguien afirma “x es
sólo una teoría” está diciendo “x es sólo una idea cualquiera o incierta o no comprobada”). Esta
misma ambigüedad es usada por los creacionistas en cuanto a la evolución por selección
natural, para ellos se trata de una teoría en el segundo sentido.

Otra de las cosas que suelen hacer quienes descalifican a la ciencia o quienes proponen ideas
pseudocientíficas, es decir que las ideas científicas que se aceptan en la actualidad podrían
llegar a cambiar, es decir, no hay una certeza absoluta. “Las ideas científicas han cambiado a lo
largo de la historia, así que lo que hoy niegan, mañana pueden llegar a aceptarlo.”, afirman. Es
verdad que las ideas científicas pueden cambiar, pero ¿cómo saber si una idea debe ser
aceptada o puesta en duda?

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Shapere escribe: “Pero si bien es cierto que en la información previa que se emplea en ciencia
no hay certeza (en el sentido de que podría estar equivocada, y en el sentido de que incluye un
cierto margen de error), no por esa razón es incierta (en el sentido de que sea vacilante o
arbitraria). En su intento por obtener nueva información, lo que la ciencia utiliza como
información previa siempre que le es posible es la mejor información que tiene a su disposición;
hablando vagamente y de una manera idealizada para los presentes propósitos, pero que no
deja de ser adecuada, se trata de información que en el pasado ha sido altamente exitosa, y
con respecto a la cual no existe ninguna razón específica contundente para ponerla en duda.
(Nosotros aprendemos en qué consiste que las creencias sean exitosas, qué es lo que cuenta
como una razón para dudar, y cuándo una duda es contundente en el sentido de que sea lo
suficientemente seria como para preocuparse) (...) Llamar ‘hipotética’ o ‘incierta’ a toda la
información previa –llamarla ‘teórica’ en el segundo de los sentidos que se distinguieron arriba-
hace hincapié en que todas nuestras creencias son ‘dudosas’, en el sentido de que pueden
surgir dudas, y de que las dudas pueden resultar tan contundentes que nos obliguen a rechazar
la idea en cuestión. Pero como hemos aprendido en la ciencia (aunque, por desgracia, quizá no
en filosofía), la sola razón de que pueda surgir una duda no es por sí misma una razón para
dudar.”

Así, es posible seguir haciendo ciencia con ideas exitosas fuera de duda o con ideas de las que
existen dudas con respecto a ciertos rangos de error más bien insignificantes (tan insignificantes
que se tenga la seguridad de que no habrá consecuencias).

Shapere concluye: “Así, el hecho de que lo que cuenta como ‘observacional’ en la ciencia esté
‘cargado’ con información previa no implica que las observaciones estén ‘cargadas’ en favor de
ciertas concepciones arbitrarias, relativas o incluso ‘inciertas’ (en cualquier sentido útil de este
término). Tampoco implica que esa información previa no pueda llegar a estar sujeta a dudas
específicas y ser rechazada (...) El empleo de información previa, lejos de constituir una barrera
para la adquisición del conocimiento acerca de la naturaleza, es el medio por el cual se obtiene
mayor información.”

Shapere a lo largo de su artículo muestra que el término observación tal y como es usado por
los astrofísicos está relacionado con el uso ordinario y filosófico, pero va más allá; es una
desviación racional que puede usarse exitosamente para ampliar el conocimiento de la
naturaleza. También muestra que la ciencia se va construyendo con lo que ya se ha aprendido.
Y este proceso de construcción permite no sólo aumentar el conocimiento sino también diseñar,
desarrollar o idear nuevas formas de realizar observaciones.

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