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HABILIDADES DE COMPRENSIÓN

HECHOS Y OPINIONES

Una distinción importante que todo lector debe hacer es poder distinguir en un texto la
información que se expresa como un hecho de la que se expone como una opinión del
redactor. La confusión en este punto trae como consecuencia que la información se analiza de
mala manera al asignarle valor de verdad a lo que es un punto de vista personal. Observe la
siguiente distinción:

HECHO: Verdad objetiva, se trata de una información verificable que responde a las nociones
de verdadero o falso. Se trata de información objetiva. Prevalece el uso de la tercera persona
(él, ella, eso, aquello, etc.)

OPINIÓN: Punto de vista de quien la expresa, no es verificable pues es la verdad interior de


quien la expresa. No es ni verdadera ni falsa, ya que es un juicio subjetivo. Puede reconocerse
el uso de la primera persona gramatical de distintas formas (yo, nosotros, mí, mi, para mí,
etc.). Además se observan expresiones que presentan el punto de vista (para mí, desde mi
perspectiva, desde mi punto de vista, etc.) y el uso de adjetivos calificativos (hermoso,
extraordinario, pésimo, grandioso, horrible, etc.).

“Este martes estuvo nublado y lluvioso” Hecho

“Los días nublados y lluviosos son los más deprimentes del año” Opinión

“Las medidas de seguridad son indispensables para poder cumplir un trabajo Hecho
de manera segura”
“Adoptar medidas de seguridad para trabajar es sumamente incómodas para Opinión
mí”

“Frente a la Plaza de Armas de Santiago se encuentra la Catedral” Hecho

“Para mí, la Catedral que está frente a la Plaza de Armas, es la más hermosa Opinión
de Chile”

¿Por qué es importante distinguirlos?

Si se observa los ejemplos anteriores, es posible afirmar que lo verdadero y que se puede
afirmar es que “el martes estuvo nublado o lluvioso”, “es importante adoptar medidas de
seguridad” y que “la catedral está en la plaza de armas”. Pero lo deprimente, lo incómodo o
hermoso no se puede considerar ni verdadero o falso, sino perspectivas de quien expresa la
afirmación.

Observe el siguiente texto. En él se ha distinguido los hechos en rojo (información objetiva,


cierta y verificable) de las opiniones del autor en verde (puntos de vistas, subjetivo, que forma
parte de la perspectiva individual)

No hay futuro sin l@s técnic@s

Por Mario Waissbluth.

El 26 de agosto se cumplieron 73 años desde que la educación técnica se instauró oficialmente


en el sistema educativo. Lamentablemente no hay muchos motivos para celebrar. La
educación TP (técnica profesional), a nivel escolar y superior, sigue siendo el pariente pobre. Es
en realidad la más fiel expresión de nuestro clasismo. La “universititis” ha inducido falsamente
a cientos de miles de estudiantes a la vana ilusión de que un cartón profesional, aunque sea
una mugre, en una carrera no acreditada, será su pasaporte al futuro. Es en realidad su
pasaporte al desempleo o el subempleo.

Un ejemplo que no puede ser más claro: en Canadá un ingeniero gana dos veces el salario de
un pintor con un oficio certificado de la construcción. En Chile, esa diferencia se dispara a ocho
veces, esencialmente porque la empresa no puede confiar en las capacidades técnicas ni las
competencias del “maestro pintor”. Están muchas veces dispuestas a pagar mejores
remuneraciones por buenos especialistas certificados y no los encuentran. La ruta a la
productividad y la equidad salarial de Chile pasa por aquí.

No es el único dato. El 55% de los docentes de las especialidades técnicas en nuestros liceos TP
carecen de formación pedagógica; el financiamiento público a la educación técnica secundaria
y superior es deplorable; sólo el 38% de los IP y CFT están acreditados. Todo esto ocurre en un
mundo donde lejos de lo que usted puede pensar, se forma una parte importante de los
jóvenes. El 40% de los estudiantes de la educación media y el 42% de la matrícula total de
educación superior asiste a la modalidad TP.

Nuestra experiencia de trabajo con liceos técnicos ha sido ilustradora. Cuando se les pregunta
a sus estudiantes qué tipo de educación sueñan, ya no les basta con prepararse para el mundo
del trabajo, ni que los traten como “ejecutores”. Ellos exigen innovación radical, una formación
que potencie el desarrollo integral de la persona. El cartón protocolar que los habilitaría para
el trabajo se desplaza por mayores habilidades y competencias para incluirse y aportar a la
sociedad.

Asimismo, las comunidades educativas de estos liceos, y en especial las familias, tienen
expectativas muy altas sobre los beneficios sociales y personales que traería este tipo de
formación. Sus profesores hacen lo imposible por lograr que estas expectativas sean realidad,
pero se les hace cuesta arriba cuando se encuentran con un sistema que está subvalorado
política, social y económicamente.
Prosigamos: prácticamente no existen instituciones responsables de articular y potenciar la
formación técnica a nivel local. El sistema de educación pública no hace esfuerzos por vincular
los Planes de Desarrollo Comunal con los proyectos educativos de sus liceos. Salvo honrosas
excepciones, tampoco hay sinergias con el mundo laboral y el sector privado, y la educación
dual es la excepción antes que la regla. A la falta de equipamientos e insumos para aprender,
muchas veces se les exige a sus estudiantes y familias que aporten sus propios materiales.

Como guinda de la torta, los recientes anuncios de gratuidad en educación superior, en la


práctica, despriorizaron la educación técnico profesional, donde estudia cerca de la mitad de
los estudiantes, generalmente los de menores recursos. El débil argumento del gobierno,
paradoja de paradojas, es que no les quieren permitir transitar a convertirse de entidades con
fines de lucro a sin fines de lucro… porque habría que repartir la torta de los US$ 500 millones
del 2016 entre más instituciones.

El mundo al revés. Los IP y CFT piden que los dejen transitar hacia el fin del lucro y el gobierno
no los deja. Con esto se vuelve a privilegiar -en los hechos- la “universititis”. Es imprescindible
tramitar una ley corta que facilite el tránsito a la brevedad posible a todos los CFT e IP que así
lo deseen a transformarse en corporaciones sin fines de lucro. Es preferible repartir los
mismos recursos entre el 40% de menores recursos, incluyendo más técnicos, que entre el
50% privilegiando la “universititis”.

En Educación 2020 queremos que las cosas pasen, que la educación técnica tenga un hito, y
que los hechos tengan nombres. Queremos una nueva educación técnica que no tenga
fronteras socioeconómicas, que sea atractiva, que sea el espacio para explorar con innovación
los intereses de los estudiantes.

Por ello hemos lanzado la campaña “Mejora la Técnica”. Valoramos que este gobierno plantee
medidas de largo plazo para esta formación, como los CFT estatales –aunque apenas cubrirán
el 2% de la demanda y sólo en carreras cortas- y el Consejo de Formación Técnica, pero aún
queda mucho por hacer. Llamamos a ciudadanos e instituciones de la sociedad civil a apoyar e
inscribirse en esta iniciativa con el objetivo de proponer participativamente una nueva
educación técnica para el país, y que estas ideas puedan tener cabida en las políticas
educativas, con una asignación de recursos congruente con el desafío.

Hechos relevantes del texto:

− El 26 de agosto se cumplieron 73 años desde que la educación técnica se instauró


oficialmente en el sistema educativo.

− En Canadá un ingeniero gana dos veces el salario de un pintor con un oficio certificado
de la construcción. En Chile, esa diferencia se dispara a ocho veces.

− El 55% de los docentes de las especialidades técnicas en nuestros liceos TP carecen de


formación pedagógica

− El 38% de los IP y CFT están acreditados.

− El 40% de los estudiantes de la educación media y el 42% de la matrícula total de


educación superior asiste a la modalidad TP.

− Nuestra experiencia de trabajo con liceos técnicos ha sido ilustradora. Cuando se les
pregunta a sus estudiantes qué tipo de educación sueñan, ya no les basta con
prepararse para el mundo del trabajo, ni que los traten como “ejecutores”.

− Las comunidades educativas de estos liceos, y en especial las familias, tienen


expectativas muy altas sobre los beneficios sociales y personales que traería este tipo
de formación.

− En Educación 2020 queremos que las cosas pasen, que la educación técnica tenga un
hito, y que los hechos tengan nombres. Queremos una nueva educación técnica que no
tenga fronteras socioeconómicas, que sea atractiva, que sea el espacio para explorar
con innovación los intereses de los estudiantes.

− Por ello hemos lanzado la campaña “Mejora la Técnica”. Valoramos que este gobierno
plantee medidas de largo plazo para esta formación, como los CFT estatales –aunque
apenas cubrirán el 2% de la demanda y sólo en carreras cortas- y el Consejo de
Formación Técnica

Opiniones relevantes del texto:

− Lamentablemente no hay muchos motivos para celebrar. La educación TP (técnica


profesional), a nivel escolar y superior, sigue siendo el pariente pobre. Es en realidad la
más fiel expresión de nuestro clasismo. La “universititis” ha inducido falsamente a
cientos de miles de estudiantes a la vana ilusión de que un cartón profesional, aunque
sea una mugre, en una carrera no acreditada, será su pasaporte al futuro. Es en realidad
su pasaporte al desempleo o el subempleo.

− El financiamiento público a la educación técnica secundaria y superior es deplorable.

− Ellos exigen innovación radical, una formación que potencie el desarrollo integral de la
persona. El cartón protocolar que los habilitaría para el trabajo se desplaza por mayores
habilidades y competencias para incluirse y aportar a la sociedad.

− Sus profesores hacen lo imposible por lograr que estas expectativas sean realidad, pero
se les hace cuesta arriba cuando se encuentran con un sistema que está subvalorado
política, social y económicamente.

− Prosigamos: prácticamente no existen instituciones responsables de articular y


potenciar la formación técnica a nivel local. El sistema de educación pública no hace
esfuerzos por vincular los Planes de Desarrollo Comunal con los proyectos educativos
de sus liceos. Salvo honrosas excepciones, tampoco hay sinergias con el mundo laboral
y el sector privado, y la educación dual es la excepción antes que la regla. A la falta de
equipamientos e insumos para aprender, muchas veces se les exige a sus estudiantes y
familias que aporten sus propios materiales.

− Como guinda de la torta, los recientes anuncios de gratuidad en educación superior, en


la práctica, despriorizaron la educación técnico profesional, donde estudia cerca de la
mitad de los estudiantes, generalmente los de menores recursos. El débil argumento
del gobierno, paradoja de paradojas, es que no les quieren permitir transitar a
convertirse de entidades con fines de lucro a sin fines de lucro… porque habría que
repartir la torta de los US$ 500 millones del 2016 entre más instituciones.

− El mundo al revés. Los IP y CFT piden que los dejen transitar hacia el fin del lucro y el
gobierno no los deja. Con esto se vuelve a privilegiar -en los hechos- la “universititis”. Es
imprescindible tramitar una ley corta que facilite el tránsito a la brevedad posible a
todos los CFT e IP que así lo deseen a transformarse en corporaciones sin fines de lucro.
Es preferible repartir los mismos recursos entre el 40% de menores recursos,
incluyendo más técnicos, que entre el 50% privilegiando la “universititis”.

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