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CELIA AMORÓS y ANA DE MIGUEL ÁLVAREZ (eds.) (2007).


Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización (3 vol.), Ma-
drid, Minerva Ediciones, 2007.

* El vínculo ineludible entre teoría fe- cio y la experiencia de las mujeres ba-
minista y movimientos sociales marca el sándose en personajes femeninos de la
inicio de estos tres volúmenes de Teoría mitología y la historia. Sin superar del
Feminista, en los que sus editoras Celia todo la mentalidad feudal de su tiempo,
Amorós y Ana de Miguel Álvarez pro- mantiene que la mujer posee las capaci-
ponen un recorrido por las distintas eta- dades necesarias para aprender las cien-
pas, reivindicaciones, logros y dificulta- cias; sin embargo, no postula de estas
des que ha pasado esta teoría crítica de la afirmaciones la exigencia del ejercicio
sociedad a lo largo de sus tres siglos de del conocimiento por parte de todo el gé-
tradición. La teoría feminista —cuyo de- nero femenino. Poullain de la Barre, dis-
sarrollo no ha sido precisamente lineal ni cípulo de Descartes, será una de las voces
uniforme— ha ido acompañada de una que continuará la crítica contra el prejui-
militancia activa de los distintos grupos cio de la desigualdad entre los sexos y
de mujeres, convirtiéndose de este modo los intereses que lo sustentan. Su afán por
en agente de cambio social. El feminis- aplicar el método cartesiano a problemas
mo, «tradicionalmente ignorado por la éticos, políticos o sociales, y su relación
historia de las ideas y de los movimientos con el círculo del movimiento de las Pre-
sociales»1, se constituye como un para- ciosas, le lleva a traspasar el umbral de lo
digma que, desde sus nuevas y propias ético para adoptar un sentido más político
categorías, pone al descubierto los idea- en su idea de igualdad. Siendo uno de los
rios sexistas, racistas y patriarcales que principales teóricos del contrato social,
funcionan en tantos discursos (filosófi- no puede sin embargo estar más lejos del
cos, científicos o políticos) y prácticas discurso de Rousseau, para quien las di-
sociales. Es así como la mirada feminista ferencias entre los sexos condicionan por
nombra, hace visible y pública la opre- completo la moral y educación de unos y
sión de las mujeres que, tradicionalmente otras. La igualdad será para Poullain de la
silenciadas y esclavizadas en el espacio Barre el rasgo más característico del lla-
privado de lo doméstico, han vivido sin mado «estado de naturaleza», igualdad
ningún tipo de reconocimiento. que con la extensión de la familia y la no
Bajo el subtítulo «De la Ilustración al participación de las mujeres en las gue-
segundo sexo» se presenta el primer vo- rras sería sustituida por la interiorización
lumen, que arranca con la narración del de las desigualdades.
llamado «memorial de agravios» para se- Las incoherencias de la ideología de
guir más tarde con la formulación de las la Revolución Francesa serán puestas en
vindicaciones feministas. Ya en 1405, en evidencia por los grupos de mujeres que,
su obra La cité des dames, Christine de autodesignadas como «Tercer Estado
Pizan2 llevaba a cabo una defensa del jui- dentro del Tercer Estado», reivindicaron
su derecho a la ciudadanía y exigieron
* Recensión realizada en el marco del pro- una y otra vez su inclusión en los discur-
yecto de investigación HUM2007-65099. sos sobre igualdad, libertad y fraternidad.
1
Celia Amorós y Ana de Miguel, «Introduc-
ción», vol. 1, p.56.
Autoras como Olympe de Gouges —que
2
Celia Amorós y Rosa Cobo, «Feminismo e fue guillotinada en 1793, dos años des-
Ilustración», vol. 1, p. 95. pués de escribir la «Declaración de los

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Derechos de la Mujer y de la Ciudada- res supondría un beneficio para la socie-


nía»— denunciarán la falsa universalidad dad en su conjunto, para la humanidad.
del lenguaje revolucionario y solicitarán El movimiento sufragista, heredero del
la invalidez de la Constitución. abolicionismo, comienza su andadura con
En el contexto de la Revolución Indus- la declaración de Seneca Falls o «Decla-
trial británica, Mary Wollstonecraft re- ración de sentimientos», firmada en 1848
presenta la recepción de la literatura fe- al tiempo que aparecía el Manifiesto co-
minista de la Revolución Francesa. En munista de Marx y que se sucedían las
Vindicación de los Derechos de la Mu- revoluciones burguesas. La educación, la
jer (1792), apelando a la razón moral y a dependencia social y económica de la
la igualdad, se cuestiona las motivacio- mujer en el matrimonio, el deber de re-
nes sociales de la subordinación sufrida producción o la precariedad en el trabajo
por las mujeres (incluida ella misma) en —propiciadas por la ideología de la natu-
el ámbito de lo privado. Gran crítica de raleza diferente— fueron algunas de las
los libros de conducta para mujeres y del cuestiones sometidas a análisis y crítica
ideal de feminidad rousseauniano, «se en- por las sufragistas. Pero frente al libera-
frenta a una pedagogía femenina profun- lismo y el marximo, sus reivindicaciones
damente marcada por el pensamiento y parecían seguir quedando fuera del dis-
la práctica más patriarcal y misógina»3. curso de la humanidad, a pesar de haber
La desarticulación de esa ideología de supuesto «la redefinición real de qué sean
la naturaleza tan fuertemente implanta- derechos civiles y derechos sociales y
da, será el principal objetivo del feminis- fuera la base sobre la que el feminismo
mo del diecinueve. El ensayo de John edificó una amplia gama de nuevos dere-
Stuart Mill The Subjection of Women chos, los sexuales»5.
(1869) tuvo una increíble repercusión en El feminismo estadounidense de la se-
la mentalidad de lectoras de todo el mun- gunda mitad del diecinueve vivió proce-
do. La filosofía utilitarista se revelaría así sos de radicalización tanto en el ámbito
como «un poderoso instrumento para rei- de las ideas y como en los modos de ac-
vindicar el sufragio universal» 4. Para tuar, «consistentes en marchas, reuniones
Mill, las mujeres habían quedado injusta- masivas, difusión de folletos y la presen-
mente relegadas a los discursos de la in- tación casi anual de una enmienda cons-
ferioridad o de la excelencia, ambos legi- titucional a favor del sufragio femenino
timadores de su opresión y desigualdad. en el Congreso de 1878 a 1896»6. Tam-
Según sus planteamientos, tras la aboli- bién el feminismo inglés cambiaría sus
ción de las instituciones feudales en la métodos e intensificaría su lucha a co-
modernidad, no se las podía seguir ex- mienzos del siglo XX, pero habrá que es-
cluyendo de los principios de igualdad y perar al fin de la Primera Guerra Mundial
libertad. Mill, desde el escaño que ocupó para asistir al inicio del reconocimiento
en el parlamento inglés de 1865 a 1868, del derecho al voto de las mujeres en nu-
incluyó (sin demasiado éxito entre sus merosos países.
contemporáneos) el sufragio de las muje- Con El segundo sexo de Simone de
res en su programa electoral, argumen- Beauvoir, «texto bisagra entre el feminis-
tando que el reconocimiento de las muje- mo ilustrado y el neofeminismo de los
70», se cierra este interesante primer vo-
3
Ibíd., p. 134.
4 5
Ana de Miguel Álvarez, «El feminismo en Alicia Miyares, «El sufragismo», vol. 1,
clave utilitarista ilustrada: John S. Mill y Harriet p. 255.
6
Taylor Mill», vol. 1, p. 179. Ibíd., p. 282.

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lumen. El conocido ensayo de Beauvoir las mujeres a su función biológica. Los


relanzará, tras la Segunda Guerra Mun- planteamientos de Friedan no estuvieron,
dial, el debate feminista tomando como por otra parte, exentos de críticas. Se la
punto de partida su propia experiencia y acusa, entre otras cosas, de haber con-
los testimonios de mujeres. La pregunta fundido el capitalismo como sistema de
¿qué ha significado para mí el hecho de dominación y el patriarcado o sistema de
ser mujer? la llevó a preguntarse por «las dominación sexo/género.
condiciones de posibilidad de la existen- El neofemenismo de los 60 y 70, de-
cia vivida como mujer y la forma como sengañado de los discursos emancipato-
las mujeres se sienten vivir en esas con- rios de la izquierda, promovió la crítica al
diciones que la sociedad y la cultura pro- patriarcado y al androcentrismo. Surgen
pician»7. Su declaración «la mujer no corrientes como el feminismo radical,
nace, se hace», (que sitúa a las mujeres que se definiría como tal «porque, según
como «las otras» en la hermenéutica exis- la etimología de este término, se propone
tencialista) y su particular análisis del buscar la raíz de la dominación»9. El
mundo —tan aplaudido como criticado— lema lo personal es político guiará a estas
la define como una filósofa existencialis- pensadoras en el avance de sus teorías y
ta diferenciada de las teorías sartreanas. actuaciones. Denuncian que la esfera per-
El segundo volumen, «Del feminismo sonal está condicionada políticamente y
liberal a la posmodernidad», comienza sujeta a las relaciones de poder que es-
con los planteamientos de Betty Friedan, tructuran la familia y la sexualidad. El
«figura central del nuevo feminismo nor- análisis de la violencia patriarcal, la rei-
teamericano que surge a mediados del si- vindicación del aborto y del control sobre
glo XX»8 y que se articulará como un el propio cuerpo —cuestiones que la
movimiento organizado de mujeres y del NOW no se atrevió a formular—, serán
que, como sabemos, nacerán organiza- algunos de los temas clave de esta co-
ciones feministas como la NOW (Orga- rriente feminista pionera en su considera-
nización Nacional de Mujeres) en 1966. ción de la sexualidad como una construc-
Pese a los logros obtenidos en el terreno ción política. El controvertido concepto
laboral, sostiene Friedan, las mujeres no de género (duramente criticado con pos-
gozan aún de una auténtica igualdad, ni terioridad por las feministas lesbianas y
en el ámbito privado ni en el público. En negras) pretende precisamente diferen-
La mística de la feminidad, fruto de su ciar las convenciones socio-culturales
primera época, esta feminista liberal rei- construidas de lo biológico (el sexo).
vindicará la herencia del feminismo ilus- Feministas radicales como Kate Mi-
trado recurriendo a conceptos como el de llett, autora de Sexual Politics (1969), es-
razón para derribar el modelo mítico que candalizaron a la sociedad y a muchas
los varones habrían proyectado sobre las feministas de su tiempo al introducir
mujeres. Teorías tan importantes como el «claramente el tema de la bisexualidad y
psicoanálisis o la antropología cultural el lesbianismo en el movimiento»10. Con
serán señaladas como cómplices de este las formulaciones del feminismo lesbiano
modelo mítico al condicionar la vida de y las polémicas en torno a la sexualidad,
el movimiento feminista de los ochenta
7
Teresa López Pardina, «El feminismo exis-
9
tencialista de Simone de Beavoir», vol. 1, p. 336. Ibíd., Alicia H. Puleo, «Lo personal es polí-
8
Ángeles J. Perona, «El feminismo liberal tico: el surgimiento del feminismo radical», vol.
estadounidense de posguerra: Betty Friedan y la 2, p. 40.
10
refundación del feminismo liberal», vol. 2 p. 15. Ibíd., p.43

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queda dividido. Estos debates internos tural y el análisis «de la dinámica social
darán lugar a algunas reformulaciones del en las sociedades del capitalismo del bie-
feminismo socialista y a nuevas propues- nestar»12 de Nancy Fraser, que intentará
tas como la del feminismo cultural que, conciliar las generalizaciones que se rea-
contra posiciones anteriores, mantendrá lizan sobre la base de género con las
que desde la ecuación mujer-naturaleza diferencias raciales, sociales y de com-
frente a varón-cultura pueden establecer- portamiento sexual. Desde un multicul-
se «vínculos directos entre las vidas de turalismo crítico, se propone así desve-
las mujeres, sus cuerpos y el orden natu- lar los subtextos de género que anidan en
ral» 11. Esta noción del cuerpo femenino las culturas. Y es que los profundos cam-
—han señalado las críticas— cae en la bios que desde hace unas décadas se vie-
trampa del esencialismo, repitiendo las nen produciendo en las sociedades a nivel
mismas técnicas ideológicas que some- mundial, y los que se están gestando en el
ten a las mujeres. Será éste un debate marco neoliberal globalizado en que vi-
muy vivo en el seno del feminismo de la vimos, hacen pensar en una fuente inago-
igualdad (en su redefinición de la tradi- table de desigualdades que propician fe-
cional división entre lo público y lo pri- nómenos como los dramáticos «flujos
vado), del feminismo de la diferencia y su migratorios», la emergencia de los fun-
crítica al logofalocentrismo y los femi- damentalismos o la llamada feminización
nismos posmodernos y postcoloniales. de la pobreza. Por todo ello, algunas vo-
Es en el tercer volumen de esta Teoría ces feministas apelan a una crítica con-
feminista, «De los debates sobre género al junta basada en la construcción de redes,
multiculturalismo», donde se detallan las en la solidaridad y el diálogo de mujeres
controversias en torno al concepto de gé- a nivel global.
nero. Las críticas de la antropóloga ameri- En suma, estos tres volúmenes —de
cana Gayle Rubin al psicoanálisis, al mar- imprescindible lectura para comprender
xismo y a las estructuras de parentesco de las dinámicas de las luchas de las muje-
las teorías de Lévi-Strauss, las denuncias res desde sus inicios— se hacen eco de
de Adrienne Rich a la «heterosexualidad los teorías y movimientos feministas que
obligatoria», la perspectiva de los perfor- han sometido a crítica las prácticas cul-
mativos de Judith Butler o los movimien- turales, políticas, sociales y religiosas pa-
tos queer son algunos de los frentes —por triarcales, y que aún hoy siguen desfa-
mencionarlos de manera muy sumaria— voreciendo a las mujeres en todo el
que conforman este debate. mundo.
Los problemas de género constituyen
también el eje vertebral de la crítica cul- Dácil Álamo Santana

12
11
Raquel Osborne, «Debates en torno al fe- Ramón del Castillo, «Crítica cultural y gé-
minismo cultural», vol. 2, p. 229. nero en el capitalismo tardío», vol. 3, p. 66.

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