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A ntonio Cornejo Pol ar

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ANTO NIO ,CORNEJO POLAR

SOBRE LITERATURA
y CRITICA

LA TINOAMERICANAS

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EDI CIONES DE LA FACU LTAD DE flUMA;'>JIDAD ES '1 EO UCAClON


UN IVGRSlDAD CENTRAL DE VENEZUELA
CARAC AS / 1982
PRIMERA PAR TE

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INTR ODUC C I ON

L os art ícu los reunido s en este libro abarcan un lapso de seis


años, entre 1975 y 1981, Y representan el desarrollo de preocupa~
ciones cr íticas de varia índ ole que, sin embargo, convergen en un
punto central: el que t iene que ver con la urgencia de dar razón de
la peculiaridad de la literatu ra latinoamericana y de su específica
inserción en un proceso histórico-social que , por definició n, es úni-
co e irrepetible. En la Primera Parte se encuentran aprox imaciones
más bien teóricas, sobre todo alusivas a los problemas que enfrenta
la crítica en ':"J\mérica Latina; en la Segunda Parte, en cambio, se re-
producen trabajos sobre ternas literarios concretos. Esp ero que al
lector no le sea especial mente difícil enco ntrar la relaci ón entre
ambas secciones, como tampoco el vínculo de todo el volumen
con la problem ática que actualmente acucia a la crítica literaria
latinoamericana.

A .C.P.

Caracas, junio de 1981.

I F It d de Humanidades y Educación.
Copyright 1982, Edici ones d e a 'aeu . a . Venezuela
Dep artamento de Publ icacio nes. UniverSid ad Central d e . .

Carátula: CARLOS VIVAS

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PROBLEMAS Y PERSPECTIV AS DE LA CRITICA
LITERARIA LATINOAMERICANA '

Desde que la cr ítica literaria pro blematizó 5U propio queha-


cer, dG8Cubriendo que no podía seguir realizándose sin una previa
autorreflexión: epi:;temológica en último términ o , una aguda se n-
sación de desc oncierto, de frustració n a veces, acompaña el ejerci-
cio de sus varias modalidades. Si este rast reo in terior va al fondo
de las cosas~ hurga en el sustrato últim o de la crisis q ue inoc ulta-
blemente afecta a nuestra disciplina, queda en claro muy pron to
que lo que está en juego es el estatuto c ientífico del discurso crí- .
tieo, o si se quiere, la validez del conocimiento que propone y, en
definitiva, la legitimidad de su existencia m ism a.

Dentro de este contexto ge neral, universalmente extendido,


ap arece una problemática aún más turbadora: la de la crítica lite-
raria en Latinoamérica. En su base está la necesidad de arti cular
coherentemente las cuestio nes propiamente científicas de la críti-
ca, ya de por sí inquietan tes, con una realidad social que no adm i-
te la neutralidad de ningun a actividad humana - y menos de aque-
llas que, como la crítica, suponen una predicación sobre los pro-
blemas fundamentales del ho mbre.

Tal vez este último juicio cause extrañeza. En los últimos


años viene siendo común, en efecto, la afirmación de la inmanen-
cia como único horizonte legítimo de la crít ica : cumpl ir íase ésta
en la minucfosa descripción del fu ncionamiento interior de la obra
literaria y en la reve laci ón de su estructura intrínseca, al margen
• El iexto fue lerdo com o presentación de la mesa r edonda organizada
po r la Universidad d e San Marcos , en 1974, sobre e l t ema a que se re ·
fi e re su U lulo. Apareció en Acta Literaria, 1 7, 1-2, Budapest, 1 975, y
se reprodujo -como editori al en ldiologies & Literature, 1 ,3, may -june
1977.

9
"

de cualquier proyecc ió n que exceda los límites objetivos del texto se tl~ta .~e _a~e!!@!I el gra.Q.o de fidelidad d e la representación ver-
y al margen, tamb ién, de todo enjuiciamiento acerca de su formu- bal s;on r~specto a sus referentes_de realidad..! pues de ser así la úl-
lación estética, su sentido o su funcionalidad social. tima palabra debería esperarse de las ciencias sociales, o emerger
de una disputa impresionist a acerca de "cómo es realmente la re a-
Las tesis inrnanentistas son obviamente cOjIelativas a una lidad" , sino - fundamentalmente- de iluminar la índo le, filiació n
poética q ue a su vez , ahora con respecto a la obra misma, señala y significado de esa imagen hermenéut ica del mundo que todo tex-
la radical aut onomía del fenóllleno literario, su enclaustramiento to from ula , incluso al margen de la intencional idad de su nuicu.
dentro del ámbito de un lenguaje que se dice a sí mismo. Princi- ~sª. imagen no es nunca ni individualmente gratu ita ni socialmen-
pios claves del simbolismo y la vanguardia, tuvieron su especí- te arbit rarla:-- - - - - - -
fica razó n de ser en la dialéctica de un proceso histórico concreto,
el de la literatura occidental de fines del siglo pasado y primeras Este objetivo redobla su importancia en el caso de la crítica
décadas de l presente , resultan ahora universalizados y alcanzan li teraria latinoamericana, no sólo porque la literatura latinoameri-
rango te órico sobresaliente. cana está sustantivamen te ligada desde sus o rígenes a' una reflexión
Sin d uda, aquí se encuentra la raíz del problema de la crítica ¿ sobre una realidad que unánimemente se co nsid era deficitaria)si.
li teraria contemporánea. No la crí tica toda, es cierto; pero sí su no, también, porque las imágenes que instau ra contienen con fre-
sector hoy más visible parece em belesado con ciertos progresos de cuencia postulaciones proyectivas: hay en la literatura latinoame-
disciplinas limítrofes, en especial de la lingüística y la antropolo- ricana, e n efecto, un a suerte de modulación propiciatoria q ue pa-
gía, y disp uesto a sacrificar su contenido human Ístico al servicio rece ensayar desiderativamente un mundo todavía no realizado.
de un conocimiento cada vez más fo rmalizado, sin duda, pero tam- La cr ít ica no puede soslayar estas categorías, ni cient íficamente
bién cada vez más inútil. Frente a los nuevos requerim ientos de - porque su propio objet o de conocimiento así lo exige-· ni ética-
rigor científico, y en oposición a las graves defic iencias del histo- mente - porque el ejercicio de la crítica no es desligable de las op-
ricismo y del impresionismo, esta nueva crítica viene optando por ciones básicas de quien lo re aliza.
lo qu e en último término equivale a la sustitución del objeto mate·
ria de estudio. Su estrategia básica consiste en abstraer d el univer· Su puesto todo lo anterior, es claro que \1.D.-Cabe .en1e.ndeua.
so literario sólo aquello que resulte pas ible de conocim iento a tra- co nstitu ción de la obra literariLc oll1o simple traducc ió n de una
vés de una metodología muy f ormalizada, con 10 q ue se deja de - imagen de l mundo previa e indepencliente. En realidad, esa image n,
lado sectores fundamentales de la li terat ura y se invierte el orden inex plicable dentro de l contexto general que la engloba, existe co-
de las necesi dades del desarrollo de la crítica. Mucho se pierde si mo fenómeno literario sólo en la medida de la concreción (ormal
el rigo r c ientífico ilumina niveles fin almente accesorios, depen- que la instaura. Confiérele ésta su especificidad, q ue la diferenc ia
dientes, y elude una y otra vez lo que es el fu ndamento de la lite- de otras artes, de otros modos del discurso lingüístico y de otros
ratura: su condición esclarecedora de la aventura terrena del hom- prod uctos literarios, al mismo t iempo que le otorga una base m a'
bre ~S e trata de afirmar lo que no debería haber dejado de ser evi·
teri al pasible de ser incorporada al proceso de producción de obje-
tos culturales. Hay que reconocer que la crítica inrnanentista vie-

~
e nt e: las obras li terarias y sus sistemas de pluralidades son signos
y remiten sin excepción posible a categorías supraestéticas: el ne desarroll ando m étodos cada vez más precisos en orden a la des-

-
I

homb re , la sociedad, la historia.t cripción de estas categorías fo rmales, y es posi,ble que , instrum en·
-
" Es tarea principal de la crítica, entonces, descifrar el sen tido
talizados dentro de la perspectiva propuest a, puedan result ar efec-
ti vamente esclarecedoras. En todo caso, p uesto s en contacto de
de esa predicación cuyo- sujetOprim'ario es el mu nd o; en otros ~ér­ servicio con la tarea de _~~~r e!..~1Jc!o qe las jmá genes_d ~Lmun­
mi nos , revelar qu ~jmagen__del universo propone la obra a sus lec- do que provienen de la .peculiaridad latinoa mericana, estos méto-
dos tendrán que perder el peligroso m imeLismo que suele vinctl-
--
io res, qu é conciencia so'Cial e indi vidual la estructura y anima. No
-~ --" - -
10 11
v
~ larIos, ¡rrestrictamente, a modelos co ncebidos bajo el imperio d e
{ otras urgencias culturales y sociales-....-__\
Los problemas de la crítica son también, y en más de un sen-
APEND I CE
t id o agudizad os, los p ro blemas de la enseñanza unive rsitaria de la
literatura. En u n o y otro campo, y en am b os con apremio mani-
fies to, el gran reto co nsist e en asum ir científicam ente, co n rigor
creciente, la' com pleja t otalidad del fenó m en o lit erario. El impre- PROBLEMAS DE L A CR IT ICA, HOY "
sio nismo, q ue cree resolver el problema con consideraci ones gen e-
r al es q ue apenas se solven tan en u no que otro texto sagazme nte
comentado, y el cientific ismo , que o lvida to do 10 que se resiste a I, Laii lín eas que siguen no so n una respu est a específica al cues-
tiOl1<)XlO d e 'Texto Crítico. Estim ulado por él , alentado por su am -
sus requerim ientos m etodo lógicos, desfiguran por ¡guaI la tarea de
plitud , ex pon go algunas id eas so bre la crític a literaria y en especial
la cr ítica y de la enseñanza de la literatura. No puede ocultarse, sin
sobr e la crí tica lit eraria latin oamericana, que es la q ue interesa y
embargo, que las n ecesid ad es de u na "crítica total" implican u n
preocupa co n mayor urgencia.
extenso y esforzado proceso y qu e su realización plena es im pen-
sable en términos individu ales. Se trata de un a em p resa mú ltiple, Un pun t o de par tida válid o es reconocer que la cr ítica vive en
de verdad co lectiva , sistem ática , sin duda gradu al y len t a. términos universales un a c risis d e legitimidad , d e r aíz fin alm ente
L a Univ ersidad debería ser el lugar donde este proyecto re- social y epistemo lógica , tanto porque su función ha dejado d e ser
sulte p o sible . u n presu p u est o obvio, cu anto (y tal vez so bre todo ) porque se
cuestiona la valide z m isma del conocimient o que pro duce . Algu-
n os d e lo s camin os d e salid a que se han intenta d o , p robablemen te
lo s más visibles y "exitos os", han termin ado por ah ond ar el pro-
b lema: aludo a las var ias m o dalidades d el in m anentisrn o y m e re-
f iero con cre tamen te a su d ecisión, expresa o t ácit a, de ajustai~ el
o bjeto de la crític a a las posi b ilid ades de sus métodos -lo que po-
d ría interpretarse co mo u na mues tra tard ía de las ilusiones de l tec-
n ologismo.

Hay que reconocer que la crítica inman ente ha logrado u n


buen n ivel de for malización y h a establecido u n cierto espacio d e
objetividad q u e el impresio nismo, el historicism o o la estilística
estaban lejos de alcanzar; sin embargo, y para ver lo s dos lad os d e
la mo n eda, h ay q ue reconocer también que el cost o de este avan ce
h a sid o excesivo y que ha supu est o una grave t ergiversac ión en el
desarrollo de la crítica. De hec ho el imperio de los métod os d el in -
man entism o im plica una arbitraria limitación del h echo li terario a
sus dimensio n es pasibles d e co n ocimiento bajo los térm inos y con-
diciones de esa metod ología, de suerte que quedan ilumin ados
, Apa recíó e n Texlo Graieo , lI I , 6, Veracru z, en ero-a b ril, 1977. E s res-
p u esta a u n a C' n ClIesla o rga nizada por d ic ha r e vista.

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ciertos aspectos textuales, a veces los menos interesantes, y se elu- camino la literatuta tennina siendo poco más que una fuent~ d
den reiteradam ente, una y otra vez, aquellos factores que detenni - comprobaciones para t esis ya establecidas en la explicació n .de u~
nan que la literat.ura sea materia de pasión y de estudio. horizonte más vasto, pero sí de evitar un a abstracció n ileg ít ima,
La necesidad de evitar esta abstracción es imperiosa en Latinoamé_
Se olvida que la literatura es signo y que inevitablemente re-
rica, no sólo po rque todo pulismo deviene aqu í, ante una realidad
mit,e a categorías que la exceden : al hombre ,la sociedad: la histo-
cada d ía más host il al hombre, en gratuid ad culpable, sino, tam-
ria; se olv~da, al mismo tiempo, que la literakura es producció n so-
bién , porque la literatura latinoamericana parece defini rse justa-
cial, parte integrante de una realidad y de una historia nunca neu-
mente por la peculiaridad de su inserció n en una sociedad ig~al­
trales, y tal vez por eso se omite toda referencia contextua! y todo
mente peculiar, distinta, al menos si el ténn ino de comparación es
discernimiento de valores. Falazmente eficiente, entrampada en la la literatura y la sociedad occidentales,
búsqueda de su "coherencia interior", cada día más esotérica y
atomizada, la crítica inmanente supone en definitiva la renuncia a Al señalar lo anterior no estoy pensando sólo en la consiste n_
entender la literatura como actividad concreta de hom bres concre- te tradició n realista de la lite ratura latinoamericana, n i en su tam-
tos. Aunque se puede d iscutir la conveniencia de emplear sus mé- bién co nsistente vocación de servicio político, aspectos ambos que
todos dentro de otro proyect o crítico , como instrumentos dispues- ahora suelen condenarse como "defectos " a partir de la extrapola-
tos en orden a alcanzar un objetivo distinto, es poco probable que ció n de un concepto de literatura que en el mejor de los casos no
así se alcance algo más que un eclecticismo a fin de cuentas insa- corresponde al objeto que se juzga; estoy pensando, más bien, en
tisfacto rio. la co nflictividad implícita en una literatu ra producida por socieda-
des inte rnamente het erogé neas, multinacionales incluso den tro de
Es interesante observar, complementariamente, las correlacio- los lím ites de cada país, señaladas toda vía por un proceso de con-
nes de la crítica inmanente con una poética definible en té rminos q uisla y una dominación colonial y neoc olonia l que sólo una vez,
histó ricos: la poética q ue afirm a la radical autonom ia de la litera- en Cuba, se ha podido romper de manera definitiva. Una literatura
tura , su enclaustramie nto dentro del ámbito de un lenguaje que se producida por sociedades de esta manera constituidas no puede
dice a sí mismo, cuya primera vigencia se produce en el simboli s- dejar d e reflejar y/o reproducir lo.:; múltiples niveles de un conflic-
mo y en algunos sectores de la vanguardia (y ahora se extrapola, en to q ue impregna la to talidad de su estructu ra y diná~ni c a,
Latinoamérica so bre todo, como principio de la "novela de lengua-
je") . Lo que tu vo una específica razón de ser en ia dialéctica de un Es indispensable ~clarecer~ entonces, el mod~ específico de
proceso histó rico co ncreto, el de la li teratura occidental de fines -la ~rt.¡c ulac ¡?n ~e esta, li ~e~atura con esta sociedad) lo qu e importa
del siglo pasado y p rimeras décadas del presente, resulta ahora uni- d efinir en term mos hlstoncos el funcionam iento de la instit ució n
versalizado y pret ende cambiar su estatu to : del de una poética de- literaria, los modos de producción que emplea, el sistema de comu-
terminad a al de una teoría general de la literatura. Es sinlomática nic ación en el que se inscribe. Mientras no sepamos qómo funci ona
esta correlación. Tal vez ex prese un curioso anacronismo de la crí- socialmente la literatura latinoamericana será prácticamente impo-
tica inmanenle, cuidadosamente recubierto por los gestos de un sible comp render co n rigor el sentido de su· desarro llo histórico y
actualismo casi siemp re beligerante y polémico. hasta sus man ifestaciones text uales conc retas: La indefin ic ión en
este campo ha llevado, por ejemplo, para señalar sólo el caso de
Frente a este panorama parece necesario reafirmar el carácter más bulto, a pri vilegiar en térm inos absolutos la literatura "culta ",
tran sitivo de la crítica, con respeclo a la creación literaria, y la y a remitir hacia el folclore la literatu ra de los estra los más depti-
ininteligib il idad de ésta como categoría autónoma, desligada del midas de la sociedad latinoamericana. Se ca ncela ~s í un ~r.iqu ísimo
proceso histórico de la cult ura (que es -ahO rA resu lta necesario re- hor izonte de creación y e n algunos casos se asume c omo único es.
caer en la evidencia- un proceso social concreto). No se trata de pacio lin güístico el de las lenguas "modernas",. pl;"esci ndi endo por
sociologizar el co nocim ie nto de la literatura, y menos si por este completo de las literaturas en lenguas " nativas", o considerándo-

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las sólo a la manera de estrato arque ológico, como si efcdivam01ri;e :::1l8 _;_ l.) ' _(lluLcioh2.'~ y tie[jarrollar cuidadosamen te una metodología
hubieran dejado de producirse a partir de la conquista. ::oL-3L8nte y enCa'L..

Algo similar sucede en los últimos años en los estudios sable i~l!:i.,':>i0ra ~D.fa-i:;l'Zar finalmente que la crítica literaria latino-
la novela lat inoamericana. Se ha hecho frecuente detectar en la no- BHh,)1"i_",!~I .i:!;;' deb:ría considerarse a sí mism a como par te integrante
vela ·regional sobre todo ciertos elemento s no novelescos que sue- del proCC80 de liberación de nuestros pueblos, n o sólo porque de
len ser descritbs como propios del mito, la epopeya, la historia, los alguna manera es también critica ideológica y esclarecimiento de
relatos folcló;icos, el testimonio, la denuncia social, etc. A partir realidad, en cuanto define la índole de las imágenes del mu ndo que
de un cierto conéept o de novela, con frecuencia d el de "novela de la literatura p ropone a los lecto res y en cuan to determina las cara~­
lenguaje", se establece la defectividad de estas formas heterogé- terísticas de un proceso de producción que reproduce la est ructura
neas y se postula la necesidad de liberar a la nueva novela d e esas de los procesos sociales, sino, también, porque al proponerse un
impurezas. No se sospecha siquiera que tal hetero geneidad, al mar- desarrollo en consulta con los requerimientos específicos de su
gen de producir un sesgo peculiar en la constitución del género, re- objeto está cumpliendo, en el orden que le corresponde , una im-
presenta la formalización del conflicto básico de una literatura que portante tarea d e descolonización.
quiere revelar la índole de un universo agrario, semife udal, con re- Inc1us 9-- si se le resume en sus líneas fundamentales (adecua-
cu rsos y desde perspectivas que inevitabl emente están señalados por ción a la peculiaridad de la literatura latinoamericana, rigor cientí-
su procedencia citadina y burguesa. La tensión que subyace en este fico y metodológico, integración al proceso de liberación social),
proyecto, que naturalmen te incluye en primera línea u n conflicto la cdtica literaria latinoamericana aparece como una vasta y com -
en tre culturas distintas, según se hace evidente en el indigenismo, pleja empresa que exige, cada vez más urgentem ent e, formas de
determina la apertura de la forma novela para dar cabida a otras trabajo colectivo- e interdisciplinario. El cumplimiento de sus ob-
formas que provienen, no de la instanc ia productiva, sino , más jetivos requiere una dificil transformación de los hábitos del tra-
bien, del mundo refer ido. Este hecho específicamente literario, bajo crftico, todavía muy ligados al individualismo académ ico, y
pues consiste en la modificación de la estructura del género, incl u- es posible que esta transformación sea la condición necesaria pa-
so en sus aspectos formales , resu lta inex plicable al m argen de su :ca solventar eficazmente el pro yecto de una crítica de verdad la-
peculiar correlato social; o sea, al margen de la hete rogtmeidad bá- tinoamericana.
sica de la sociedad y cultura lat inoamericanas. A partir de aquí es
por lo menos dif ícil insistir en los habituales enjuiciamientos ac er-
' ca de las formas no n ovelescas y en 105 requerimientos de una no·
vela que se ciña a las vi rtualidades d el género, especialmente si esas
virtualidades están co ncebidas e n términos de un contexto distin-
to como es el eur opeo o norteamericano.

De 10 anterio r creo que se desprende la urgencia de constituir


una crítica que consulte constantemente la peculiaridad de su ob-
jeto', una crítica con signo latinoamericano. Está demás aclarar
que este proyecto nada tiene que ver con cualquier beligerante ais-
lacionismo, siempre empobrecedor, pues resulta obvio que su de-
sarrollo requiere el conoc imiento y la asimilación discriminad a del
ejercicio critico propio d e otros ámbitos. También es obvio que
esta crítica, así entendida, tiene que cuidar el rigor cie ntífico de

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.'. E L PROBLEMA NACIONAL EN LA LITERATURA PER UANA*

Una parte nada despreciable de la reflexión sob re el proble-


ma nacional en el Perú h a sido formulada en referencia inm ed iata
a nuestra literatura, ta l vez porque en el momento en que se agu-
di zó la urgencia de una definición nacional, en las decadas de los
20 y los 30, "la renovación literaria fue considerada como parte
integrante de la renovación nacional",' o tal vez porque se com-
prendió, desde perspectivas distintas y ha'sta opuestas, que la li te-
ratura despliega u n horizo n te ideológico que permite conocer, ex-
plicar y valorar las tensiones y los conflictos del pro-ceso histórico .
de una sociedad: en tre otros, pero en primera línea dada la agen-
da del debate de la época, los que problematizan el carácter nacio-
nal d e las di versas formac io nes socioc ulturales que constituyen el
., Perú. En este orden de cosas no es irrelevante que Mariátegui, el
más enérgico y lúc ido intérp rete de -la realidad peruana, concedie-
ra a la li teratura una atención constante, profu nda yentusiasta. 2
EN BUSCA DE LA UNID AD

Durante un extenso período la literatura resultó ser, enton-


ces, uno de los espacios privilegiados para la discusión sobre la
identi dad nacional peruana. Por razones absolutamente obvias los
temas de lo n acio nal y de la lit eratura nacional tenían que pl an-
tearse en [unción de la Índole heterogénea de la realidad y cul tu ra
del país, pero dentro de algú n proyecto que transmutara - siquie-
* Apareció en Quehacer, Lima, 4 abril 198 0.
1. AdalberL Dessau: "Literatu ra y sociedad en las ·o bras de José Carl os
Mariátegui" , e n: Antonio Melis et aJ.: Mariátegui: tres estudios, Lima,
Amauta, 1971, p. 76, er.: Alberto Flores Gal indo : "Los in te lectua les
y e l problema nacional", en: Emilio Rome ro el a J., 7 ensayos: 50 años
de hisloria, Lima, Amauta, 1979.
2. Una b ibliografía sobre las re laciones de Mariálegu i y la li leraLura se en·
cuenLra en: Tom ás G. Escajadillo: "Para leer a Mariátegui: 2 tesis y 7
ensayo;;", en: Emilio Romero e l al.: Op. cit., pp. 57 y ss.

I 19
ra en el plano del deseo- lo heterogéneo en homogéneo, lo múlti- t~r de. Sll ?ropuesta integradora, pero --en cambio, en su práctica
ple en lo ún ico y hasta los conflictos en armo nía. Se trataba de en- h lst onografica- consigue ampliar el corpus de la literatura perua-
contrar la categoría unitaria que permitiera hablar de un a literatu- na . cOI~ la incorporación de la literatura prehispánica, en especial
ra nacional peruana. la inCaiCa, y encuentra un resquicio para apuntar la importancia de
la tr~d~ción folcl~rica . Ambos aspectos están, sin embargo, m~y
La propuesta más escueta fue, sin duda, la de R iva Agüero. me~l~tlzados : lo Incaico semeja ser una prehistoria gloriosa pero
Mediante una simple operación mutiladora él y quienes siguieron ?efl,mhvarnente muerta y el ejercicio moderno de las literaturas
su línea de pensamiento optaron por definir una única tradició n md lgena. y popular sólo es considerado en la medida en que pueda
y por propugnar un único destino para la lite ratura peruana : tradi- ser asumido y transformado por la literatura erudita. ?
ción y destino hispánicos, estableciendo que el proceso histórico
que unía a aquélla con éste constituía el corpus de la literatura del . Los planteamientos de Mariátegui sitúan la discusión en otro
Perú. Como parte de un discurso desde el poder (de una clase que mvel. Por lo pronto, incorporada dentro del pro yecto global de la
era también una casta), el de Riva Agüero y sus continuadores ex- revolUCIón socialista, la cuestión nacional de nuestra literatura de-
pulsó de la nación y de la literatura nacional a t odo componente ja ,de ser un....tema exclusivamente académico para adquirir -ade-
que no fuera hispánico en su raíz, forma y espíritu. Lo indígena mas- un contenido político : no se trata sólo de conocer la reali-
resultaba ser lo Hexótico" -es decir: lo no nuestro- y su literatu- dad p2rucma, y dentro de ella a la literatura, sino, sobre todo, de
ra --en el mejor de los casos- un quehacer primitivo sin rango es- ~ransformarla. En este sent ido Mariátegui no se preocupa tant o por
tético y sin vínculo posible con la literatura nac iona1. 3 mdagar en busca de una tradición ("el problema de nuestro t iem.
p? no está en saber cómo ha sido el Perú; está, más bien , en saber
Todas las otras propuestas iniciales giran en torno al concep- corno es el Perú"),a ni por fijar explícitamente el corp us de la lite-
,to de m estizaje -aunque no siempre sea ésta la palabra escogida. ratura nacional peruana¡ se preocupa fundamentalmente por ras-
N aturalmente la t eoría del mestizaje dio pie a in contables varian~ trear la dinámica histórica de nuestra sociedad y por contribuir a
t~s : desde la versión fuertemen te h ispanista de Gálvez, para quien su ;ncausamiento hacia el socialismo. Por esto , para él, la nación
~l r caudal literario de este signo d.ebería acoger algunos pocos in~ esta en el futuro y la literatura nacional sólo adviene cuando se
gredientes indígenas: el tema histórico del Incanato y ciertos con- cancela el colonialismo y se supera la apertura cosmopolita. Mariá-
tenidos anímic os propios del folclo re;4 hasta la propuesta agresiva- tegui vio en Vallejo 'y en los indigenistas de la época a los fundado-
mente indigenista de More, para quien la mat riz nacio nal es y de~ res del período nacional de nuestra literatura. Tal criterio armoni-
r----Be~·seguir siendo la quechua, aunque el desarrollo hist órico haya z~ bien con la reiterada afirmación m ariateguiana de la prevalen-
t~nturbiado su pureza con com ponentes occidentales. s cIa del problema indígena --entendido en términos sociales- den-
"'tf! (:.., ¡ tro de Jos co nflictos a resolver para la constitución de una nacio~
..."t.L:i4 Un punto intermedio ocupan las tesis de Sánchez. Propicia- nalidad auténtica.
dOD ld e un "totalismo perual.1ista" que ponga fin a " la vieja costum~
brehde oponer gal lo a gallo",6 Sánchez no logra precisar el carác- Seda. una .burda . falsificación del pensamiento de Mariátegui
no advertll' de mrnedlato que a lo largo de su desarrollo hay una
3. José de la Riva Agüero: Carácter de la literatura del Pe rú independie n· permanente asociación de reivindicaciones jnd Ígenas -una de las
.l.;-,h¡.l tll,J. Lima, Rosay, 1905 .
• <1 J José Gálvez: Posib ilid ades d e ull a genuina litera/ura nacio na l, Lima, 7. ~a ~opiosa bi blio~rafía de Sánc h ez sobre el tema comienza con su tesis
;';1.:~LMor<\l, 1915. .f!.ns.:!yo so bre la literatura nacional (1920) y culmina 'en: La literatura
, 5. , " Federico More : " De u n ensa yo sobre las lileraturas del Perú" , en: ](os· peruan a. Derrotero para una historia cultural del Perú; ' Lima Ediventas
ho, 1, 34 , Cusco, 7 marzo, 1925 . 1 ~G 5' 1 966 , 5 tomos. ' ,
. 6. Luis Alberto Sánc hez : "Bati burrillo indigenista " (p. 70) Y "Punto fi - 8. ,Jüf,¿ Carlos Mariátegui: 7 ensayos. de inte:p relación de la realidad p e-
nal con José Carlos Ma r iá legui" (p . 86), en: Ma nu el Aquézolo Castro ruana, Lima, Amauta , 1 969 (declmosépttma ed .; la primera d ata de
(comp . ): La polémica de l indigenismo, Lima , Mosca Azul , 1976. 1928), p . 335.

20 21

"En. el Perú el probl:ma de la un idad es mu cho más h ondo, porque


cuales es precisamente la literatura indigenista y 10 que ella signifi· aqu l n~ hay que resolver una p luralidad de trad ic iones locales o regio·
ca- con un sistema conceptu al y una práctica política universaleG. nal.cs , S I.~O una dual.idad d e raza, de lengua y de sentimiento, nacida d e
De aqu í su preocupación por dejar en claro la "coincidencia vici. la uwaslon y c(:mqUlst.a del Perú autóc~ono por una raza extranjera qu e
no ha conseguido fUSIOnarse co n la raza ind ígena, ni eliminarla ni ab-
ble y la consanguinidad íntima" del indigenismo con el socialis· sorberla" . 14 '

l
mo,9 lo que lo lleva a afirmar que, en el marco específico de la so-
ciedad que interpreta, no es posible adherirse sólo a una de las dos Es c.ierto q ue Mariátegui dejó sin desanollar las consec uencias
causas. lO Aunque no de manera explícita, Mariátegui parece com- de su tes.ls sobre el modo como esta dualidad social se reflejaba en
prender que el "nacionalismo peruano" del in digenismo 11 es tal nuestr~ lIteratura, pues el enunciado del carácter no orgánicamen-
porque precisamente pone en relació n productiva la vertiente na- te naclOnal de la li t.eratura peruana se diluye más tarde en el cur-
tiva con atributos culturales y condicionamientos sociales de otra so del análisis histórico del proceso literario, y en alguno~ casos de-
raíz histór ica. No hay que olvidar que para Mariátegui el indigenis- saparece porque quedan fuera del objeto de estudio los extremos
mo, como inicio del período nacional de nuestra literatura, niega de uno de los polos de la d ualid ad: la literatura o,ral del pueblo
y can cela la etapa colonialista, como es claro, pero supera la et apa q.u~c .~ua ffi?der?o, por ejempl o. En todo caso llueda en pie la de-
cosmopolita. De hech o, a Mariátegui no le escandalizaba una deno- fm lclort pnman.a '! a lgu~as aplicaciones lum inosas, como la que
minación como la de "indigenismo vanguard ista", por ejemplo 12 su~ya~e e~ el ~lstmgo teo rico entre literatura indígena y literat.u-
ra mdlgem sta; y qued a en pie, sobre todo , una nueva alt ernativa
EL RECONOCIMIENTO DE LA PLUR ALIDAD para comprender nuest.ra literatura sin mutilar su pluralidad . No
e~ que desapa rezca el criterio de un idad, pero se le relativiza me-
Mariátegui acompaña su reflexión sobre el proceso históric o
dia nte. un t ratamiento histórico que permite pensar tanto en su
de la literatura peruana con el enunciado de ciertas categorías de
paulatino logro cuanto en el múltiple y conflictivo proceso que le
análisis destinadas al examen de algunos caracteres que sin dejar
antecede. ~?y se sa be que la unidad no se plasmó y hasta se puede
de se r históricos, por cierto, representan la constancia de una sist e-
pe nsar leg1t.lmamente qu e éste no es un objetivo deseable: en to·
maticidad que sólo fluye en los "tiempos largos", por encima de la
do c~so, gracias .prec isamente a la tesis de Mariátegui, cabe ahora
periodizaciqu más concreta del seguim iento histórico específico.
~surrllr como obje to de reflexión la heterogeneidad esencial de una
Dentro de este contexto es que hay que situar su afirmación acer-
ltterat.u ra que en modo alguno puede ser más unitaria que la d is-
ca del carácter "no orgánicamente nacional" d;;"la literatura perua- grega da realidad de la que nace .
na. 13 Parece correcto apuntar que t al carácter preside el desarro ll o
total de la literatura peruana, inclusive durante ese breve lapso en . N.o est~ demás subra yar que al ganarse para la crí tica y la his-
el que Mariátegui percibe el comie nzo -pero no la realización ple- tona literanas la categorí a de p luralidad, se cancelan para siempre
na- de una literatura nacional . todas las opciones que a nombre de una falsa unidad cercenaban
d proc~~o y el corpus de nu estra literatura. En otras palabras: la
Com o es propio del pensamiento de Mariátegui, su señala- ~cep~acJOn de la heterogénea multiplicidad de la literatura peruana
' mi'ento del carácter no orgánicamente nacional de n ue stra literatu- ¡mphca, d.e u n~ parte, la reivindicación del carácter nacional y del
,..r~ deriva y es parte de una interpretación global de la sociedad : estatuto lIterariO de t~dos los sistemas de literatura no erudita que
s~ pr?du~e~ en el Peru; de otra , permite desen mascarar la ideo¡o-
9. Op. cit., p. 327.
10. José Carlos Mariátegui: "Intermezzo polémico" , en La polémica .. gla ~lscnmInadora, de base clasista y étnica , que obtiene la hom o-
Op. cit., pp . 73-77 . geneidad median te la supresión de toda manifestación literaria que
11. Op. cit., p. 76 .
12 . Ib ídem. Los. textos más importantes de Mar iálegui sobre la materia es· 14. op. cil., p . 206.
tán recogidos en:-7 ensayos .. . , El artista y la época e l deolog ía y poUtica. 15 . O p. ci/. , p. 335.
13 . 7 ensayos . . . , Op. cit., p. 206.
23
22
no pertenezca o no pueda ser acumida cen comc dhlG!c¡ (...or ~ J gt l.l· j¿,: ,;I!";;'~ '!~~~¡;!.S
!-" J,~¡t;\.. ;i.·/a~, los id iomas y prácticas literarios y los
po que norma lo que es o no es nacioi1 a1 .l 10 cj lle ~'~ t') n o 02:1 Ji. de con:Uffiv, ¿TI último término , cambian la instituciona-
<::i .. .::ujt,c:::
teratura. }¡dad, h...s fU.ncione¡; y lo::. valores literarios y por consiguiente se
, l~odiíicb el cOrJ(;epi;o mismo de literatura. Valores com o la origr-
ESQUEMA DE LA PLURALIDAD nalidad o la modernidad están privilegiados como tales en el siste-
ma de la literatura erudita, pero desaparecen casi por com pleto en
Al ma rgen de la diversidad diacrónica que pel1nite la periodi- los otros, mientras que ]a fu nción m ítico-propiciatoria que rige
zación del proceso histórico de nuestra literatura, incluyendo 'las todavía un sector de la lit eratura quechua no tiene cabida orgáni-
literaturas preh ispánicas, existe una d iversidad tanto o más signifi· ca dentro del primer sistema, por ejemplo.
cativa que se despliega sobre un m ismo eje tem poral. Un primer
análisis de esta última permite señalar la coexistencia d e 110 m~nos Esta diversidad es sin duda el gran reto que t iene que enfren-
de tres sistemas: el de la literatura enldita escrita en español, que tar la crítica y la historia literarias en el Perú. Es indudable que
es la que norm almente ha monopolizado la denominación de lite· hasta hoy su equipamiento teó rico-metodológico responde a los
ratura peruana, el de la literatura popular en español, y el de las requerimientos del estudio de la literatura erudita, pero es también
literaturas e n lenguas nativas, donde prima co n toda evidencia la indudable que carece de alternati vas para trabajar sobre los otros
literatu ra oral quechua. Aunque la provisionalidad tentativa de es· dstetilas y -por supuesto- para integrar la globalización de todos
te esquema es obvia, tanto po r la imprecisión de la nomenclaLl1 ra 2110s como ~gnos distintos de una hist oria en la que participan de
empleada cuanto por la excesiva generali zación de sus deslin de:;, modo diverso y hasta opuest o. Para es te fin el pensamiento litera-
lo cierto es que la lripartición propuesta da razón de laG q uieb, as rio tendrá que instrumentalizar aportes provenien tes de otras d is-
menos ocullas y discutibles: las que, en trazos gruesos, disgregah el ci plinas, sobre todo de la an tropología y de la lingü ística, para rei-
conjunto de la literatura que se produ ce en el Perú. 16 vindicar la tarea casi olvidada de quienes iniciaron las recopilacio-
nes y análisis de la literatura popular y de la literatura quec hua.
Es claro que los límites entre estos sistemas están constitui-
dos por la convergencia de varias, notas dife re nciadoras, desde los LOS ESPACIOS DE CONFLUENC IA
distintos idiomas y la diversa materialidad de sus medios (escritu- La dinámica de estos sistemas no es la misma, ciertamente.
ra'/ oralidad ), hasta el distinto tipo de estructura económ ico-social Mientras que la literatura e rudita se transfotma co n rapidez yen-
que los solventa. Es probable que el mejor camino para fija r COI! tabla relaciones orgánicas co n sus similares del circuito internacio-
nitidez esos límites, para establecer la naturaleza interna de cada nal, lo q,ue en nuestro caso sucede por Jo menos desde el moder-
sistema y para de finir su estratificación in terior, sea el es tud io por- nismo, las literaturas en lenguas nativas se ensimisman en su clau-
menorizado del modo de p rodu cción literaria que funcio na.p io- sura, incomunicadas inclusive con otras de características semejan-
ritariamente en cada uno de ellos y de la manera como se inscri- tes, y demoran mucho más su ritmo de transformaciones interna.s
ben"'en' el contexto diferenciado de la realidad social. En esle or- -en toJo lo cual no deja de observarse la situación opresiva qu e
den de cosas no parece debatible que cambian de uno a otro caso soporta n est as literaturas, al fin y al cabo sujetas a la mism a domi-
i6. . Es necesario insist ir en que se traLa de un esquema pre liminar. ~o con-
nación social que sufren los grupos que las producen , y la rearcai-
~ 's idera por esLo subsistemas (dentro de la li tera tura q U1c hua eXlsle, por zación a que se ven sometidas por su ubicación en la estructura
. ejemp lo, una culta y otra popul ar ) y estratiricac iones inl.eriorcs (com.o global de la sociedad peruana. 1 1
(¡lII,.. las que señala. también con carácler de subsistemas. Alejandro Lo<;:¡o.ol
. dentro de lo qu e él denomina "lltera lu ra Ilust rada"), Ce. AleJ<lndr? Lo 17, Aunque resulta evidente, no está d emás subrayar que la existencia d e
<\ I.p sada : Creación y praxis. La producCión literal';a como p rax is socIa' en estos sistem as se explica en térm inos sociales y tiene un obvio conteni·
lJispanoamét-ica y en el Perú. L im a, San Marcos, 1976. Sobre los si~le· d o de esta misma índo le. En este sentid o está referida a la estra t ifica.
mas en el arte peruan o, cf.: Mirko La uer: "Lo andir.o en clar l e p '~r u a' ción opresiva q ue gobierna el conjun to d e la sociedad peruana. Dentro
no", e n : Sociedad JI Política. IIl, a, Lima, reb rero, 1980. de ella se confundün facto res p ropiamen te clasistas con otros d e nalu-

24 25
,;
Sucede que pese a la diferencia estructural y al distinto ritmo
del yarav í, como alte rna tiva frente a la poesía ilus trada, no pudie-
histórico de estos sistemas literarios, de donde surge su estatuto
ra prosperar: su cancelación es correlativa a l fracaso de los movi-
autonórp~co , cabe observar cierta dinámica convergente, por cierto
mie ntos emancipadores de raíz indígena y al éxito posterior d el
que extraordinariamente conflictiva, que logra fundar algunos es~
proyecto independentista criollo. Sólo en las primeras décadas de
pacios de relación comunicativa entre ellos: ccrrnunicación ine sta~
ble, ambigua y contradictoria, sin duda, pero sufi cientemente sig.. este siglo, cuando el movimiento indígena alcanza nuevamente ni-
nificativa. Ella complet a el esquema de la multiplicidad de las hte~ veles apreciables de co m batividad, pueden re tomarse, y ya dentro
raturas que se producen en el Perú. de un contexto histórico distinto , los gérm'e nes inmersos en la ex-
pe riencia solitaria de Me lgar.
No son muchos estos casos de convergencia. Algun os además
son poco sistematizables, al menos por el momento, porque suce~ En t O?O caso , cuand? aquellas condicio nes se cumplen, la
den sobre todo en el campo de las literaturas menos conocidas. convergencIa aparece medIante la incorpo rac ión de uno o más
Una observación ligera permite, por ejemplo, establecer que nues- componentes ajenos, de alguna manera correspondientes a los sis-
tra li teratura popular en español fun ciona en parte como un reci- temas popular o indígena, dentro del circuito productivo de la li-
claje de las normas formales y particularmente estilísticas que la te ratu ra erudita. Tal se produce por lo menos en dos movimientos
literatura erudita va abandonando en su muy fluida renovación, literarios orgánicos: el criollismo, de menor significación, y el indi-
pero no parece posible, co n los instrumentos crítico-históricos genismo, much o más im portante y consistente.
ahora disponibles, determinar la legal idad, los caracteres espec í- 8L CRIOLLISMO
[icos y el sentido social concreto de esta relación discrónica. En
otros casos la dificultad viene dada por la ausencia de conocimipn- En el criollismo 18 la convergencia se produce med iante la
tos pormenorizados sobre determinados períodos de la literatu ra apert ura del sistema de la lit eratura erudita fren te a los estratos in-
qu echua: as í, por ejemplo, salvo en lo que toca genéricamente a ferio res de la sociedad no and ina y a la li teratura que les correspon-
los estratos referen ciales y temáticos, o en lo que alude , también de: la literatura po pular. Aproximación en mayor o menor grado
genéricamente, a la modu lac ión de un tono anímico, es imposible prejuic iosa y paternalista, sin embargo, la que propone el crioUis-
definir el mc;>do exacto de la relació n entre el yaraví y la lírica q ue- mo se entraba en el estereotipo de una imagen popular no con flic-
chua pre hispánica o inmediatamente posterior a la conquista. tiva y no trasciende del plano referencial: pe rsonajes y ambientes
po pulares son evocados con simpatía y hasta con admiración, pero
El examen de los espacios de convergencia puede resultar es- dentro de un esquema literario en el que están marginados de t oda
pecialmente fructífero cuando su constitución se desarrolla al in- productividad. El criollismo los sobrevue la.
terior de la li teratura e rudita, en sus zonas de contacto con los "
otros sistemas y median te un proceso histórico que acum ula en esa A es te efecto basta señalar el modo co mo el criollismo inten-
dirección un ejercicio literario apreciable. Esta úl t ima condición ta asumir el lenguaje popular. De Palm a para ad elante el estilo cos-
delata la existencia de una racionalidad social que ofrece la base tumbrista se funda en la captació n y repetición de formas lingü ís-
para un desarrollo literario más o menos co herente , el cual puede titas efectivamente habladas por el pueblo, pe ro el resultado de es-
llegar a constituir un movim ie nto o una escuela literaria, mien t ras ta tarea rec opiladora no deja de tener un res ultado contradictorio:
que su ausencia, graficada e n manifestaciones esporádicas e inor- la creatividad d el lenguaje popular. puesta de manifiesto en su ra-
gánicas, señala la desaparición de la base sociatque hubiera perm i- pid ísima fluencia tra nsform adora, se solidifica en el estiio costum·
tid o u n desarrollo. No es casual, po r ejemplo, que la experiencia brista a través de fó~m ul as que envejecen pronto y para siempre.
raleza étnica .. Por eso, al tiempo que se afi rma [a legitimidad de [os s iso 18 . A más de [os textos cl ásicos s obre el criollismo, cf.: Armando Zubiza '
temas n o erud itos y se en fatizan sus valores , debe observarse la injusti· neta: Perfil 'Ye n /raña de " El" Caballero Carmc lo " L ima Un iverso
cia de base que. [es da origen. 1968, y Tom ás G . Escajadi![o: " Estud io PI'úli minar'" a: J osé Die? Can:
seco: Estampas mula/as. Lima, Uni ve rso, 1973.

26
27
En cambio de asumir esa creatI vidad, los ...:ostumbrl:;t<J:;:.;e apropian l a:¿ón. .;;lJ.{; li:i ZCll~S'- de su trascendencia. No en vano es el mo-
de sus productos y Jos paralJzan. A la hnga, elli..onces¡ el lel1guaje :'~lí;{>n'fo
Ete\:trlC' de más larga historia y de más sólida coherencia
popular no funciona en el criollismo como tal -como creaClón h- d¿-;·tro del COIJ junto de la literatura peruana.
bre y constante- sino como parte de l aparato de la representación
narrati va: u n dicho popular es equivalente, así, a la descripción La operación productora de l indigenismo supo ne tensiones
costumbrist.a de un ambiente popular: ambos son cosas, no palabras. 0xlrcmas: trata de poner en relación no sólo la realidad, lenguaje
, y cultura de distintos estratos de una misma sociedad, sino de dos
1. Por Jo demás, no deja de se r sintomático que los valores po-
universos diferenciados y contradictorios: el indígena y el oc cid en-
pulares que resalta el criollismo y sm:citan su admiración son, por
taliz.ado, lo que im plica enfrentarse a los conflictos propios del bi-
ló general, los valores que la vieja oligarquía aris/;ocratizante quiso
lingiiismo más rotundo (n o sólo quechua/español, sino Lambién
representa r (el honor, la lealtad, la valentía personal, un ciert.o
ü!'i'údao!€G:rii.ura), del disloque de dos cosmovisiones con raciona-
idealismo, etc.), en contra del avance de la bw"gu.a¡;ía moderna. Es-
lidades no compatibles y de la desarticulación profunda, por lo
ta perspectiva, que es equipar8.ble a la de un ciert.o indigenisfno se.
I.nenos duran(,e un gran trecho de su recorrido histórico, de dos es·
ñor ial,' pronto superado dentro del proceso de radicaJi:¿3ción id¿o.
tructuras sociales que inclusive se fundan en dist intos modos de
lógica que preside la evolución de esta coniente, parece ser el ara·
" oroducción económico-social. Más todavía: entre uno y otro uni·
do máximo de la incisividad cr ítica del cl'iollismo. Tal cOLLeGéld d2
su resonancia social no está desligada del empleo sólo m imét.Ico de
~~wo la relación es de violencia, más de una vez sangrienta, co mo
que proviene de un hecho de conquista.y colonización.
las formas lingüíst icas populares: en am bos caso::; se nota que el
acercamiento del criollismo a lo popular es superficial e iasatur¡~c­ Durante un largo período la li teratura indigen ista realizó su
torio; es, sobre todo, ideológica y literariam ente improducti\lü, De índole fiéterogénea y confl ictiva a través de la incorporación del
aquí su clausura ,como altern ativa válida pa ra la literatura n2cioi'Jal. mundo indígena como referente de un proceso de producción li-
teraria anclado en condicionamientos sociales no indígenas, y a ve·
EL I NDIGEN ISMO ces ni siquiera andinos, y dependiente de valores y praxis de la cul·
Aunque con una base estru ctural muy semejante a la del C!'JO - tura dominante, En este sentido la literatura indigenista podía de-
ll ismo, e l indigenismo representa, sin embargo, un fenómeno ia '~ 'J­ finhse como el producto de la movilización de las fuerzas sociales
lógico y literario mucho más complejo y 5i1l duda hi:lrto más im- y culturales de un universo para revelar la naturaleza de otro dis-
portante. No es posible resumir aquí su proceso histórico ni dite- tinto . Tal caracLerización se aplica con bastante exactitud al indi-
ñar el esquema de su base estructu ral,'9 pero ::' 1 c~be mellc io nm' la genismo romántico , o al indigenismo estetizan te del modernismo.
Hasta este momento el cri ollismo y el indigenismo comparten una
19. ' Lo~ estudios reci entes que rep lantean el prob lema dd indigenism o en similar defectividad .
•[ ' la literalu l'a s on: Ange l Rama: "El área cultural andin a ( hispanismo,
.IA . meslicismo, indigen ism o)", en: Cuadernos Americanoa, XXXIII , Méx i.
ca , noviem bre·dic iem bre 1974; Angel Rama: "José María Arguedas
A partir de las décadas de los 20 y los 30 el indigenismo co-
transculturado r", prólogo o : Jos é Mar ia A/'guedas. Señores €' indios, mienza a superar esos límites. Diversas causas Gontribuyen a este
'. Bue nos Aires, Calican to, 1976; Agustin Cueva: "En pos de la hi storiei- e fecto : desde el aumen to de las corpunicaciones reales entre la cos·
J,I¡ dad perdida . Contribuci ó n al d eb a te sobre la literatura indigenista del
, Ec uador", en: Reuista de Crítica Literaria Latinoamericana, IV, 7.8, ta y la sierra peruanas, hasta el impacto del pensamiento de Ma-
" Li m a, 1978. eL también mis articulas: "Sobre el modo d e prod ucció n riátegui y la incorporación del marxismo como instrumento de
"j , de la literatu ra Indigenista", e n : Histo ria, problema y promesa. Home - anó.iisis de la realidad e historia del Perú, pasando por la emergen-
naje a Jorge Basadre, Lima, U. Católica, 1978, t . 11; " Pa ra una inLerpre-
tación de la nove la indigenista" , en Casa de las Amél-icas. XVI, 1 00, • cia de grupos de las clases med ias provincianas que asumen -des·
enero,febrero 1977 ; " El indigenism o y las lil,eralu nls hetemgéneas: su
• pIazando a la oligarquia- el liderazgo intelectual. La suma de éstos
doble estatuto sociocu lt ural " , e n Reui$ta de Critica Ut el'urio. Latino- y otros fa.ctores similares perm iten el replanteamiento del indige-
ame ricana. IV , 7·8, Lima, 1978.
nismo, especialmente en el campo de la narrativa. Aunque cierta·
28 29

mente no se transforma su base estructural, pues sigue siendo pro~


dueto del polo no indígena de la sociedad , se m(Jdifican, en cam ~
bio, otros aspectos sustanciales : se produce, en grado m uy aprecia -
ble, la asim ilación de los intereses sociales del pueblo indígena p~r
los grupos promotores de este nuevo indigenismo; se hacen mas
I el gran obstáculo para formar una auténtica nacional,idad pe~ ana,
habría que rec onocer en aquella multiplicidad no mas que el inde-
seable reflejo de. una realidad deficitaria y frustrante. El problema
es, sin embargo , mucho más complicado. Por lo pronto, como .ha
quedado ya insinuado, no puede dejarse de advertir que.los va n os
frecuentes y product ivos los enlaces t ransculturales que pe rmiten siste mas literarios nacionales delatan una es tructura SOCial basada
a ciertos escrit ores asumir rasgos importantes de la cosmovisión en la o presión y en la dependencia, y por consiguiente se fundan i
quechua; se flexibilizan las norm as lit erarias de filiación occiden- en un cimien t o de injusticia, pero tampoco puede olvidarse que en
tal, e inclusive los criterios de corrección idiomática, facilitándose los sistem as dependientes de Jos grupos oprimidOS se han generad o
de esta manera un empleo más o menos audaz de formas literarias respuestas c ulturales de extraordinario valor y que dentro de ellos,
y recu rs os lingüísticos de procedencia quechua. La nueva situación tal vez precisamen te como defensa ante la explotaci ón , se ha afir-
implica, entonces, que el universo indígena deja de ser un simple mado un a identidad absolutamen te legítima. Tal implica la urgen-
referente del indigenismo -esto es, una materia pasiva- para aña- !
cia de comp render la pluralidad dentro de una dif ícil operación
dir a su calidad refe rencial inevitable una cierta capacidad pro-
ductiva. 1 dialéctica que por una parte reconozca y denuncie ese carácter
op resivo y --por otra- afirme y reivi ndique la identidad fo rjada a
Gracias a estas modificaciones la constante heterogeneidad través de una larga historia de resistencia y comba.tividad.
del indigenism o , en cuan to es siempre una literatura plurisocial y
Como es claro, no basta, pero es indispensab le, su brayar la
pluricultural, pierde buena parte de sus t rabas y alcanza, visible-
do ble condic ión , nac ional y literaria, d e los sistemas lit.erarios has-
mente, fuer za y convicción esclarecedoras. Per~ no se trata sólo
ta ahora marginados. Puesto que la literat ura no es más que una
de una mayor perspicacia frente a la problemáLica indíge na; se tra-
forma específica de la producción social, esa reivindicac.ión ~u al
ta, sobre todo , de la conversión de un proyecto sustancialmente re-
t iene que englobarse d entro de un proyecto general que Im plique
presentativo, o si se quiere mimético , en otro que, sin olvidar esta
la ace ptación del carácter m ultinacional del Perú, pero, por cie rto,
. función prim era, se realiza como rep roducción literaria de las con-
bajo el princi pio rector de la real igualdad entre cada una de esas
diciones sociales y culturales qu e hacen posible el discurso indige-
"naciones in t eriores". En este sentido la imagen desiderativa de la
nista. En otros término s: el indigenismo más valioso ofrece una re-
literatura peruana no t iene por qué seguir depend5end? de u?a i~:a
ve\ación del mundo ind ígena y de su problemática concret.a, pero,
de unidad a bstracta, que en el fo ndo sería sólo la um versah zacJOll
al mismo tiempo, se ofrece a sí mismo como una reproducción de
del patrón dom inante; al c ontrario, puede y debe postularse la pre-
las relaciones entre ese mundo y el resto de la sociedad nacional, y
se rvac ión de su multiplicidad, siem pre que pueda desligarse de su
como una imagen legít ima de los conflict os medulares de todo el
ac t ual significado opresivo. Sólo desde esta perspectiva la. plurali·
sistema social peruano. En este sent ido se puede afirmar que el in-
dad se co nvierte en plenitud. La realización de esta alternativa, que
digenismo, como proceso de producción, es hasta hoy la más iIu-
Arguedas e xpresó como la o pción del hombre peruano de ':v.ivir
min ante y sagaz trasmutación a términos espec íficam ent.e li tera- fe liz todas las patr ias", lO no es ya t area literaria: es ob ra polltlca.
rios de la desintegrada Índole de la sociedad peruana . Es po r esta
razón que la obra de José María Arguedas tanto revela la realidad
indígena cuanto reproduce, hasta en sus contradiccio nes, y sobre
todo en eUas, el carácter y la historia del Perú todo.
DEFIGIT O PL EN ITUD
Sin duda la compl eja y co nflictiva pluralidad de la literatura
20. José Ma ria Ar gued as: El zo rro de arriba y el z o rro d e abajo, Buenos
peruana remite a su d esinteresada base social. Supuesto que ést e es Aires , Losada. 19 71 , p. 287 .

30 31

,.
l'AllA TJNA AGENDA PROBLEMATICA DE LA CRITICA
LlTl2:1¿ARlA LATll'IOAMERlCANA : DISEÑO PRELIMINAR'

Al promediar la década de los 60 se hizo evidente la hondura


de 1<::: crisis que agobiaba a la cr ítica literaria. So bre todo epistemo-
lógica en Eu ropa y los Estados Unidos, donde el problem a tenía
que ver con el est atuto cie ntífico del discurso crítico, la crisis po-
ní a de relieve en otros espacios cu lturales, en especial en América
Lat ina , co n't"'en id os y conflictos también ideológicos: aqu í, a la par
que se debat ía la validez e invalidez científica de l saber alcanzado
p or esta disciplína, y la adec uac ión e impertinencia de la metodo-
log ía em pleada a tal efecto, se ponía asimismo en discusión la fun-
cio!l.alid ad soc ial de la o peració n crítica .

Entre nosotros, entonces , hacer crítica implicaba responder


a dos solicitaciones y o btener una dob le legitimidad: la de la cien-
cia y la de la ideología. Para m uchos est e diseño semejaba ser una
d isyun t iva sin apelación posible: o crítica "ideol ógica", militante
y c omprometi d a l firmeme nte ligada a las alte rnati vas de la luch a
so cia l, con fre cuencia reco rtada dentro de los límites de lo que po-
dría llamarse "impresi onismo social"; o crítica "científica", af)a-
rentemente autón oma, neu tral y Objetiva, casi siempre preocupa-
da sólo por el tratamiento algo tecnológico de las categorías for-
m ales d e la lit erat ura, y habitualmente fundada en un agres ivo in-
manentism o t eó rico.

Había y h ay , sin embargo l otra perspectiva: ciencia e ideolo-


gía co nve rgen en una sola o peració n intelectual cuando la concien-
...1 cia id eológica , por ser la de las clases populares, ti ene la posibili-
dad objet iva de ser también con cie ncia científica: supe-ra y con-
vierte en trad ició n legítima los valores y el sa ber logrados histó ri-
• Texlo le íd o dura n te el E ncuentro de Escritores Latinoam ericanos y del
Caribe organizado po r Casa d e las Améri cas e n La Habana, e nero 1981.

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camente por otras clases y se ofrece como la opción más concreta ?entro de l~a crítica marxist~ no está del todo esclarecida, pero s í
y de finida de auténtica universalidad. La perspectiva de clase t iene mteres~ . sena lar . algunos puntos concretos relativos al ejercicio de
una ~rIt Jca que mtenta enfrentar este tipo de asuntos desde la pe rs~
pues, para la crítica, significado de condición d;,.ciencia.
pect~va de las c lases po pulares. Se trata de diseñar lo que podría
No está demás insinuar el parecido que existe entre la situa· conSId erarse su agenda problemática: en su es bozo, que pres upone
ción reseñada, en la que por cierto sería necesario profundizar, y la validez de otras y distintas opciones, prevalece n las hipótesis
la que corresponde , en el nivel de las relaciones internacionales, a las interrogantes y los vacíos, tal vez inevitablemente. No es má~
los pa íses del Tercer Mundo como parladores de esa misma alter· que una primera propuesta para un debate inap lazable.
nat iva de unive rsalidad real -aunque la pertinencia de la homoio-
gía global no deber ía desapercibir, como a veces sucede en los es- LA REIVINDICAC ION DE LA HISTORIA
tudios sobre la dependencia, las contradicciones internas dentro Diversos motivos, desde el merecido despresti'~io de práctica-
de cada una de estas sociedades. men te todas las historias de la literatura latinoamericana hasta las
La perspectiva propuesta perm ite organizar al menos en pri- ins ist en tes negaciones de la posibilidad teó rica de es ta ('lisciplina
mera instancia el vasto , complej o y confuso espacio de la crítica en espec ial po r la expansión de un modelo fu n damentalmente sin:
lit eraria latinoamericana. N o se puede olvidar que en él se acumu- crónic o como el de la lin güística saussureana, han contri buido a la
lan tareas no suficientemente cumplidas durante el desarrollo his- des historizació n de la crítica literaria, como tam bién, pro bable-
tórico de esta disciplina (como por ejemplo el acopio bibliográfico me nte e n o tr~ plan o pero en no escasa med ida, algunas prestigio-
sistemático o el procesamiento fil ológico de obras medulares) ; re- .sas colaboraCIOnes de la nueva narrativa hispanoame rican a como
visiones de t rabajos hechos a partir de supuestos teóricos hoy ina- instancia adánica, sin vínculos con la trad ición de nuesLra prosa
ceptab les (como se ria el caso d e buena parte de nuestra historio- de ficc ió n. No se trata sólo de la sintomática paralización de la
grafía literaria); y el planteamiento y definio ión de asuntos que producc ión bibliográfica en este campo. sino, lo que es mucho más
sólo ahora adquieren co nsistencia problemática y suscitan la ur· significati vo, de la ausencia de categorías his tóricas en un porcen-
gencia de su esclarecimiento crítico. taje muy subido de los más diversos trabajos de crítica.
E n t érminos generales, y aun reconociendo q ue cada tarea En muchos casos, por esto, la oposición al inm anentismo o
tiene su propia urgencia, parece claro que desde la perspectiva a.l form~l.is m o corre a cargo de una sociolog ía de 11;1 literatura que
adoptada tienen privilegio los problemas que se sitúan en la articu- Llene dlflc ultades muy notables para realizar sus imprescindibles
lación entre sociedad y literatura. Es así no sólo po rque las defini- compo nentes históric os: puede deci rse que en ese e nfrentam iento
ciones en este campo se asocian productivamente dentro; de pro- se concede a la crítica idealista un espacio que ella pone explíci.
yect os más amplios (como pudieran ser los relativos al carácter de tam,ente entre parén t~s is , pero que, desde la otra perspectiva, d e-
nuestras sociedades y de su producc ión simbólica), e inclusive es- berta se r abso lutam en te vital. Una sociolog ía sin histo ria se pa rece
tán en aptitud de vincularse ·con asuntos de implicancia poi ítica demasiado a la metafísica.
bastante directa (como se r ía el caso del anális is de las formas que En un aspect o que es for mal, pero q ue d e alguna man era en-
adopta la dominación en el campo de la cultura), sino también, y ru mba la fi jación del objeto, el co n flicto se tradu ce en la casi abru-
sobre todo si se trata de una visión centrada en los objetivos espe· madora prefe renci a por los tra bajos monográficos . En ell os, cuan-
cíficos de la crítica, porque no parece posible comprender la lit.e- do eventualmente apa~ecen componentes históricos, se proyectan
ratura al margen del proceso social del que emerge y so bre el cual sobre la sociedad , mas no so bre la literatu ra; así, por ejemplo , una
revierte. det enninada obra, desgajada de la secuenc ia ·literaria e n la que vi-
No cabe re flexio nar ah ora sobre el caráct.er y la forma que ve, es rem itida 3 un proceso social cuya complejidad suele se r ex -
asume el vínculo entre sociedad y literatura, materia que inclusive cesiva en re lació n al texto estudiado, que a veces queda reducido a

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la co ndició n d e instancia comprobatoria d el análisis sociolóeico. :J:, L... Ii.telat-t~r~~. ~~c~c:nal re.spect:~va y en mar~in~r de este espa cio a
Aunque de hecho pueda peri:.enecer más a la socio lo gía que ú la ...odas
1. . las mal1l.Le ......a<:lOl1es J¡terarlCl.S q ue no comclden con la no 1ma
. _
crítica, esta vía es m ejor que la q ue elude la h istoria también ,2n ;IVldfld empleada en el diseño de la imagen excluyente.
el exame n de la soc iedad : en est a circ unstancia el trabaj o ce este-
riliza en bloque, según puede o bse rvarse en alguílos debates sobre En los países andinos este proced imiento reductor tiene una
el carácter burgués, pequeño burgu és o proletario de ciertas man i· de .sus ~xpresiones más c.1aras. El conce pto de literatura boliviana
festaciones literarias. Cuando en tales ocasiones no se inte nta un ecuatOI'lana o peruana al ude sólo y exclusi vamente a la literatu '
análisis de las ft acciones de esas clases, ni una in t erpretación his- culta en espai101 q ue se escribe en esos países, mientras que las ~~
t órica de su discurrir y de sus v Ínculos con el rest o de la sociedad terat ura~ orales en l~nguas nativas, e incl usive la literatura popular
en una coyu ntura determinad a, lo que queda es un oscurecedor en espanol, sea escnta u oral, sea expulsad a del ámbito de la lite-
manejo de d ogmas totalmente vacíos de significac ión. ratur~ l'~~ciona1 respectiva. A veces se trata d e una expulsión total
y de.fmItlva, Gn cuyo caso se les suele remitir al fQlklore; en otras
T al vez el vértice de esta t endencia esté constituido por las ocaslOneo, el m.ecanismo es más sutil, p ues se sitúa a las literaturas
reflexiones, más especulativas que teóricas, que intent an ligar 50- ~n lenguall.. natl.vas en u n .nivel p rehistórico, com o si hubie ran de-
ciedad y literatura latinoame ricanas como si ambos términos fu e- Jade de producIrse a partir de la Con qu ista. En el fond o, de una u
ran un itarios y homogén eos; esto es, como si se tratara de u na sola ~tra l1:ane.r a, 10 que existe es una doble n egación ; ni tien en valor
sociedad, y esa sociedad fu era ann ónica y está tica, y como si exis- hter~no n.1 p ortan representatividad social, aunque o bjetivamente
tiera una sola literatura,. asimismo o rgánic a e inmóvil. En algunos se~ Imposible re~usar. la validez estét ica de esas ll terat uras, y n i si-
casos al m enos, la tergiversación p ropia de estos planteami ento s qUlera sensato dIscutIr su arraigo en un elevad ísimo porcentaje de
suele no ser del todo inocente . la. po blación de esos pa íses.
EL RESPE'fO DE LA PLURALIDAD REA L Obvia mente se trata de u n a operación ideológica' que repro-
E l recurso a la hist oria garantiza un mejor y más sutil ni vel de duce y trat a de solventar el orden y la jerarquía reaJes de la socie-
análisis . Por lo pronto, al observar aun superficialmente los compo- !a.d .andina , y ~~ás c?ncretamente.la situac ión de las clases y et nias
ne ntes h istóricos, se h ace discernible de inmed iato el desigual desa- .. uJetas a opreslOn, SIn d uda margmadas - y no só] o en niveles su-
rrollo de las regiones y hasta de los países q u e fOlman La tino amé- perestructurales- d entro de sus propios países.
:ri~a, y al mismo tiempo se evidenc ia la reproducción de esa hetera-
- _. -~gene'idad básica al interior de cada uno de ellos, casi sin exce pcio- Se .ob!;jene un efecto similar a través del empleo del concepto
d:, mestIz aJ e, sobre to.do curu:do detrás de él se o'c ulta la apro pia-
nes. ,E sta conciencia p rimaria, por lo demás ampi iament edesarro-
clOn opor el sector socIal dommante de algunos componentes refe-
llada por la sociología, la antropología y la ec onom ía m od ernas,
rencwles, Íormales o sim bólicos propios de los estratos subordina-
permite reformu lar a fondo una extensa gama de materias en el
d.os; tal .ve z algún episod io de la historia antigua, probablemente
campo de la crítica lit eraria .
CIertos giros lingüísticos, quizás algún uso pintoresco . Es frec uen.
,- :'t' ., El primer aspecto tiene que ver con el princip io teórico que te, por lo d emás, que el concepto de mestizaje ponga en movim ien-
delimita y organ iza los campos pasibles de conocimiento : el prin- t?, aun hoy, criterios irreparablemente obsoletos, como los que de-
cipio de la " unidad " , según el cual n o cabría estudiar más que o b- ~,l ~an. ~e la "psicología de las razas", y hasta extrapolaciones del
jetos unitarios y en cierto sentido h omogéneos. Es de verdad inte- slgmh?ado de la naturaleza" como instancia expli cativa del com-
resante observar cómo se aplica este criterio, especialmente en lo portam Iento ,de. los grup o.s soc iales .oprimidos: ~sí, por ejemplo , el
que atañe a las lit eraturas nacionales, p ues, a la larga, suc ede lo te~ p!o no.st~lg~co de la lIteratura andina provendría del desolado
mism o en el horiz onte total de la literatura lat inoamericana. Es paISaje altIplanl co, ° el humor sensual de la lit eratura cos"'eñ a de
evidente que el pro cedimiento co nsiste en establecer una imagen Ec u ador o Perú se ría pro duct o del espíritu bu rlón e ig U;l mente

36 37
Instrumentar el principio de la pluralidad, como resultado de
sensual de la raza negra, etc. De esta 'manera la unidad imaginada
un examen objetivo del carácter desmembrado de nuestras litera-
por la ideología del mestizaje es, en el mejor de los casos, una uni-
tu.ras y de las bases sociales que las sostienen, es una tarea apre-
dad gravemente desarmón ica, pues la estructura dominante no se
mIante. Ahora bien: si se considera la inscripción de todos los sis-
alLera de manera sustancial, y tiende en forma casi inevitable hacia
te~a~ ~entro de un mismo curso hittórico, se com prende que el
la desconflictivización de las re laciones sociales y de sus represen-
prm~lP.lo de la pluralidad se opone al de la "unidad", y tiende a
taciones literarias.
,. sustItulrl.o, pero propicia la consideración de una categor ía teóri -
Es fácil detectar en todos estos casos ideologizaciones más o c~, super~o.r: la de la totalidad _ En este orden de cosas la contradic-
menos burdas, pero también es fácil -tentador, podría decirse- ClOn deCISIva es entre la unidad (que según lo dic ho es producto de
responderlas con otras de signo inverso: en este caso se postula que un~ parcelación) y la totalidad , entendida en términos de globali-
lo verdaderamente nacional es el otro lado de la realidad y casi ZaCl?U de todos los sistemas por sección de la historia que los
siempre, cuando as í se actúa, ese otro lado es comprendido en tér- preslde.
minos m ucho más étnicos que clasistas.
. Al margen de esta problemática específicamente teórica, pero
El problema debe plantearse en otros ténninos, po r cierto. En surglendo de ell a, existe n otros asuntos básicos. Uno, especialme n-
lo esencial, discutiendo el carácter imprescindible de la categoría te urgente, tie ne qu e ver con la necesidad de reform ular sustancial-
de unidad, que como se habrá comprendido es casi sinónimo de menLc el corpus de las literaturas nacionales y de la literatura lati-
parcialidad y fragmentación, y postulando la opción de encarar noamericana como conju nto, pues debería ser evidente la imposi-
objetos definidos por su multiplicidad heterogénea. En este senti-
b~lidad científica -y la ilegitimidad ideológica- de seguir conce-
do la crítica literaria latinoamericana tendría que habituarse a tra-
diendo el monopo li o de la literatura a uno de los sistemas y murgi-
bajar, en consonancia con su maleria, sobre objetos internamente
contradictorios. No está demás recordar que para ello existe el mé- nando a los otros sin razón ni justicia. Postergar esta línea de tra-
tod o dialéctico . b.ajo significaría mantener como perspectiva básica del trabajo cTÍ-
t lCO ,10 que corresponde a la ideología dominante, aunque por lo
Pero si el planteamiento te6rico es relativ¡¡.¡nente claro, esto dernas no debe obviarse el hecho de que inclusive dentro del ám -
no implica, en modo alguno, que su realización concreLa sea sen- b~t~, privilegiado de esta perspectiva, actúa sólidam ente la gran tra-
cilla. No está definido ni remotamente el modo como pueda inves- dlclOn de nuestra literatura democrática, progresista y revolucio-
tigarse so bre sistemas literarios profundamente divergentes, q ue
naria. El esclarecimiento de este subsistema de la literatura c ulta
incluyen desde la oposició n esc ritura/oralidad hasta la realización
-tan expuesto a lecturas abe rrantes: Vallejo "poeta cristiano y
de conceptos antagónicos acerca de lo que es o no es la producción
metafísi c~" o Arguedas "precursor del ecolog i s mo ~' , ) tendría que
literaria, pues la solución más expeditiva, consistente en el estudio
por separado de cada sistema, no parece ser la más correcta. E n ser otra e Importante prioridad. '
efecto, ni las dificultades mencionadas, ni la realidad de la que
No es posible detallar ahora el encadenam iento de reformula-
emergen, borran el hecho de que todos estos sistemas parti.c ipan
ciones ~ue se desprenden de 10 expuesto hasta aquí, pero parece
de un proceso histórico común, inclusive en los casos extremos en
necesano apuntar siquiera la urgencia de replantear las normas de
los que las bases sociales de cada uno de ellos corresponden a muy
periodización, en condiciones que perm itan atender a la linealidad
desiguales grados de desarrollo. De hecho la convergencia en un
solo país de modos de producción capitalista's y no capitalistas como al espesor de un proceso sustancialmente más denso de lo
("feudales" en cierta terminología) determina profundas dispari- imaginado hasta ahora, como parte de un trabajo may or dest.inado
dades y marcados alejam ientos, mas, también, co ndicionan formas en última instancia a elaborar una nueva hist oria de la lit.eraLura
latinoameri cana.
de art iculación dependiente que ensamblan la totalidad social.

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LAS TOTALIDAD ES CONFLICTIVAS sividad co mienza a actuar sobre el conjunto del pr oceso producti-
vo que lo enuncia y determina el su rgimiento de una nueva visión
U na posib ilidad de acercamiento a este nuevo espacio proble- d.3 la realidad y la constitución de otra y también n ueva forma; vi-
mático, acercamiento indirecto pero útil , consiste en t.rabajar so- sión y fo rma que comienzan de alguna man era la tarea inversa de
bre objetos literarios que en su propia constitución reflejan, de revelar la m o dernidad capitalista en función de las clases y etnias
una p arte, el carácter plural y heteróclito de la literatu ra latino - oprimidas . Al hacerl o, lo que esta literatura ilum ina no es sólo el
americana , pero, de otr a , dan razón de su totalidad c o nflictiva.; es- carácter de un sector de la sociedad, como po dría ser en el ejem-
to es, aquellos movimientos literarios que se instalan en el cruce plo propuesto el sector ind ígena-campesino, sino, y aun más agu-
de dos o más fo rmaciones sociales y de d os o más sist em as de cul- damente, la articu lación d e ese espac io en el conjunto de la respec-
tura. En términos del avance global de la crítica literaria latino - tiv:;t sociedad nacional; esto es, la totalidad concreta de una especí-
americana, este campo de observación bien podría co nsiderarse :Ei(:a ex periencia histórica.
como un espacio de experimentación met odológica y de afina-
mi~nto y profundización teórica.
No sOf>!a subrayar que el! el análisis de procesos de esta ín-
dole t iene especial interés el examen de las fo rmas ; d espués de to-
Son muchos y variados los objetos pasibles de un tratamiento do, es con ellos que la literatura reproduce y simb oliza el mun do
de esta índole : desde asuntos m uy concretos, como los mecan is- del que proviene y al que --para co nso lidarl o o transformarlo- se
mos de reciclaj e formal y resernant ización que pone en movimie n- p royecta . En la literatu ra de la Emancipación, para poner un solo
to la literatura po pular con respecto a modelos abandonados por ejem.plo , puede tener may or significació n el empleo de fo rmas pro-
la literatu ra culta, hastá vastos y complejos fenómenos q ue se venientes de la tradición prehispánica qu e la explayación de con-
constituyen mediante el entrecruzamiento d e facto res de dispar tenidos in dependentistas y anticoloniales , sobre to do si éstos, co-
naturaleza y que sólo pueden ser com prend idos a través del exa- mo efectivament e sucedió en muchas ocasiones, se formalizan con-
men de todo el pr oceso de producción que recorren y d e la inser- tradictoriamente a través del acatamiento de las normas metro-
ción de él dentro de una historia minuciosamente considerada . Tal pol itan as.
el caso de la cro nística, la gauchesca, el negrismo, el indigenism o ,
la narrativa del nordeste b rasileño , algunos aspectos d e la ll amada Probablement e el enfoque de la p ro blemátic a d esarrollada'en
p'oes{a conversacional y del realismo mágico, etc. En cada uno de las pági nas anteriores no sea uniformemente atractivo en todos
e·s tos casos, aunque de manera siempre distin ta , un solo proceso nues lros países; pero lo es, sin duda, en aquéllos donde la estrati-
.'p~?d,uctivo pone en relación componentes de diverso signo soc,io- ficación clasista se complejiza por la incorporación de conflictos
- -tu'1t\.iral, a través d e procedimientos m u y cambiantes, qu e no solo étnic03, o si se q uiere , en sociedades donde el problem a nacio nal
indican el sesgo ideo lógico de las perspectivas de origen, sino, so- es todav ía un asunto pend iente y agobian te. En todo caso cabe
bré todo, reprod ucen la desmembrarl a constitució n de nuestras so- presumi:r.: que las experiencias ganadas en este campo concreto sean
ciedades. la heterogeneidad de su producción sim hó li ca y -al m is- d e ve rd ad útiles para la configuración de un p ro yecto crítico con-
mo tiempo- su configuración inestabl e y fluida dentro de lo que sistentemente lati noamericano ; esto es, un proyecto que signifique
se na denominado t otalidades con flictivas. un nuevo, original y superior nivel teórico, una audaz experimen-
.\ ¡fi/ .. i:.ación metodológica, abarcadora de muchas opciones pero se lecti-
¡~eN En .este o rden de cosas es realment e ilustrativo obse rvar, por va en cuanto a su nivel de pertinencia con respecto al objeto en
ejemplo en la lite rat ura indigenist a, la variación hi stórica de su di - estudio , y un vital e irrenunciable compromiso con lo q ue en últi-
námica, desd e un primer momento en el que lo ind Ígena-campesi- m a in~tanci a, pero definitivamente, distingue este trabajo de otras
nó tes .revelado d esde un pu nto de vista ajeno y po r consiguiente alternat ivas posibles: comp romiso y decisión de form ular un cono-
~e agot a corno 'pura re ferencia, hasta desarrollos posteriores, am - cimiento q ue , como t odo auténtico sa be r, ilumine la realidad y
pliamente superiores a los primeros, cuando lo que era simple pa· contribuya al p roceso de su "transformació n.

40 41
I ..
L
UNIDAD, PLURALIDAD, TOTALIDAD: EL CORPUS
DE LA LITER ATURA LATINOAMERICANA'

En las páginas que siguen se intenta diseñar el co rpus sobre


el que debería dar razón la crítica literaria latinoamericana. A este
efecto se procede breve y hasta esquemáticam ente, a : 1) Reconocer
e interpretar en sus líneas principales el estado de la cuestió n; 2)
Cotejar algunos supuestos y conclusiones de la crítica hegemónica
co n cierto s caracteres de la literatura latinoamericana que pueden
ser detectados empíricamente; y , 3 ) Formular un principio teóri·
ca, por cierto que de manera tentativa y provisional, con respecto
al tema mencionado .
L a necesidad de repensar y reÍormular el corpus de la litera-
tura latinoamericana d eriva de la certeza"de q~e su delimitació n
actual obedece en último término a una visión oligárquico-burgue-
sa de la literatura, visión que h a sido transmutada en base crítica
casi axiomática med iante operaci opes ideológicas que recién ahora
son discernibles como tales . Deriva también de ,la ' conv1cción de
que el desarrollo reai de las contrad icciones sociales en América
Latina permi te ensayar otras alternativas que se vinculen con los
intereses y la cultura populares. .,
L

LA CR ITICA COMO CONOCIMIENTO DE OBJETOS UNITARIO S Y LA


UNIDAD COMO PR ODUCTO DE UNA OPERACIQN IDEOLOGICA
MUTILADORA

Parecería ser que la crítica literari a latinoamericana, desde


sus orígenes, ha considerado que su conocimiento sólo puede \'¡'~r­
sar sobre corpus unitarios y más o menos homogéneos, p robable-
mente bajo impulso inicial de las historias de las literaturas nacio -
nales eu ropeas que enfatizaban, como se sabe, la un idad de su
materia.
* Inédita , esta nota intenta resumir y perfecc Ionar las ideas expuesü:¿; {, Il
los uos a rtículos anteriores .

43
...

Precisamente en el campo de nuestra::; lii;eraLu{;)s naCÍOl.:a1-2::: l-' .ió1 iide?' rreYj; '=r~l do;; sUs formas de conciencia tenga que recurrir
es donde se percibe lo anterior con mayor nitid ez. I.i: H 01 inea. 81.1- a ~ ':' oCI~djrr:ientos ideológicos extraordinariamen te burdos, no sólo
dina, por ejem plo, se acepta como literaturas ilacionru'?c boli'ijI~na , i;.:. .. :~i'J213ado l'es sino) suplantadores de la realidad.
ecuatoriana o peruana sólo y excJusivameni;e las liielatl.lras Cl!li.~
en español que se escriben en esos países, mientras que lar, lite'I'R {'G./"O los ·mecanismos de la unificación no sólo actúan mutila-
turas orales en lenguas nativas e inclusive la litel atllxa popular el!. doramencz con respecto a sistemas literarios que tienen una efec-
español, sea oral o escrita, son expulsadas del ámbito de la lite ra- tiva y ll"!uy ro.arcada diferencia con la norma privilegiada, como
tura nacional respectiva, a veces en b loque y defir¡jtivameJ.1Le, CUü- SOI1 eJ popular y los en lengu as nativas; actúan igualment e , aun-
finándolas al espacio del folklore, y a veces, c on algo más de suti- que med iante otros recursos, den tro del m ismo campo de la lite-
leza, situándolas en una etapa "prehistórica", como si hubieran de- r ai;Ufa culta.
jado de producirse a partir de la Co nqu ista.
Hecho este primer recorte básico, es claro que queda :Juficien·· En el nivel m3.5 obvio se enc uentran los casos de minusvalo-
teme n te garantizada la unidad interna del co rpul3 : se trata de un l&ción, ll!arginarnienco u olvido de las manifestaciones lit erarias
solo sistema literario y del proceso histórico que lo constitu ye . p~ _ que 52 alejan de 10:3 paradigmas consagrados, o no coinciden co n
ro además, como el corpus coincide con los límit es de ese sis~ema, e! ii10delo p romovido de un det erminado momento . D e lo segun-
e ntonces también queda establecida su exclusividad. Uno y único, do es ejem plo cercano el rechazo de la novela regional en favor de
o si se quiere: homogéneo y exclusivo, el objeto de la crítica deja la nueva nOVela, sobre todo cuando aquélla es negada co mo t al.
ver sin dificultad los mecanismos de su constitución . pues estaría formada por "romances". y ésta adviene como mani-
festaci ón inaugural de todo un género literario . Naturalmen te así
, ,T ales procedimient os son simples y se bas an en una d ob le ne- se vuelve a al canzar la unidad: la nueva novela, internamente ho-
gación q ue es normal no h acer explícita: los sistemas literarios no mogénea, es, además , nuestra única novela.
considerados ni tendrían au téntico valor estratégico ni gozarían
de efectiva represen tatividad social, aunque sea objetivamente im- Interesa subrayar otro procedimiento, en apariencia más his-
posible recusar la validez artística de esas literaturas y ni siquiera tórico q ue valorativo, y por tanto menos obvio, q ue consist e ·en la
.sensato discutir su arraigo real en un elevado porcentaje de la po- fijación de secuencias unilineales en el proceso de la litera tu ra 1a-
blació n . th1O americana. Aquí funciona una concepción algo teleológica de
... No debería haber may ores dudas sobre el carácte r escueta- la historia lit.eraria: articulada mediante momentos dec isivos, la
me nte ideológico de la operación q ue aca ba de descri birse. Por una histolia íntegra parece ir hacia o preparar el advenimiento de esas
parte, reproduce y trata d e convalidar el ord en y la jerarqu ía rea- instancias privilegiadas, alej ándose luego d e ellas para ir de n ue vo
Jes derla soc ied ad latinoamericana ; por otra, en el plano específi- p reparando otra etapa culm inante. De esta man era quedan fuera
co de la literatura, expresa la u niversalización del canon c ultura! de la historia todos los desarrollo s que, por un o u ·otro m otivo, no
d e 1951grupos dominantes. se integran en esa secuencia de real ización sucesiva de m od elos
únicos. En buena parte del debate sobre el modernismo , incluyen-
:1<;' ~AI mismo t iempo, tal vez al go parad ój icamente, todo este
do las precisiones acerca del p re y postmodernismo, se p uede ob-
p'ro~eso · del ata el fracaso de la burgues ía latinoamericana. Sujeta servar claramente esta tendencia. La literatura que va hacia Dar ía,
en buena medida a su ro l in termediario y por ello incapaz de for- Daría mismo y su escuela, y luego el " abandono del modernismo"
mular proyectos nacionales suficien tem ente englobado res, la bur- forman u n proceso q ue cubre un extenso período dentro del cual
guesía lati noamericana no pudo m ás que por excepció n difundi r se desapercibe todo lo que escapa a esa dinámica, o se le asigna c a-
.su cu ltura a través de todo el cuerpo social y n i siqu iera extender rácter de excepción no significativa. Es otra fonn a de reduccio-
con efectividad su propia red educat iva. De aqu í qu e al pro po ner nismo, sin duda alguna.
44 45
í
Lo anterior parece demostrar que la crítica literaria latino-
americana t rabaja sobre corpus ilegítimamente recortados. Cierta-
1 archipiélagos y no está claro si constituyen sistemas independien-
tes o si en algunos casos son subsistemas que convergen sobre un
mente se puede discutir si en determihadas circunstancias no se determinado eje unificador. Por lo derri'ás, en el caso de las li tera·
trata sólo de opciones metodológicas, relativas a la posibilidad de turas en lenguas nativas, sería un error grave no percibir que den-
manejo de una materia compleja, e inclusive cabría debatir la vali- tro de ellas hay niveles cultos y populares e inclusive sectores muy
dez o invalidez epistemológica del criterio de unidad, como pos- ligados a los intereses y cultura de castas hegemónicas que pueden
tulación de la impracticabilidad del conocimiento sobre objeto::; llegar a formar sistemas o subsistemas de literatura señorial ind í-
que carezcan de esa unidad interior, pero en todo caso queda en gena. Sobra indicar que en estos campos el trabajo crítico está en
claro que el recorte básico, que elimina todo lo que no sea litera- gran medida por hacerse.
tura culta, y muchos otros recortes sucesivos, como los que se han El provecho fundamental que deriva de la perspectiva plura-
tomado de ejemplo, son operaciones críticas que tienen un carác- lista consiste, como es obvio, en permitir la am pliación del espacio
ter marcadamente ideológico y que esa ideología corresponde, en literario latinoamericano y en suscitar el estudio de los sectores re-
último término, a los grupos dominantes. capturados. Tiene, sin embargo, limitaciones muy precisas: la pri-
LA CRITICA COMO CONOCIMIENTO DE LA PLURALIDAD QUE SURGE mera y más grave está en relación con el propio concepto de pI u-
DE LA OBSERVACION EMPIRICA DE LA LITERATURA LATIN O- ralidad y con el carácter estático que lleva implícito, en cuanto
AMERICANA consagra la desintegración de los sistemas literarios y no prevé nin*
guna alte rnativa para dar razón de las zonas de confluencia o de
La respuesta más inmediata al reduccionismo ideológico que los movimientos articulatorios que efectivamente se realizan en el
acaba de referirse consiste en la plena aceptación de la pluralidad curso de la historia. De base empírica, casi podría decirse que hace
de las literaturas latinoamericanas, con la consiguiente reivindica- de la realidad - la realidad de la multiplicidad y desmembració n de
ción de su va10r artístico y de su representatividad social, y en la
proyección del trabajo cr ítico sobre estas materias. En algunos ca~
sos totalmente nuevos, tales objetos exigen una reformulación a
\ los sistemas literarios en América Latina- un principio teórico.
El resultado es una imagen paradigmática qu e reproduce bien
fondo del aparato metodológico y eventualmeRte de la teoría sub- la densidad estratificada de la liter.atura latinoamericana, pero que
yacente en el ejercicio de la crítica. se en traba y finalmente se anula por carecer de una perspectiva his-
tórica y -en última instancia- de un mecanismo -dialéctico que
En lo que toca a lo primero, parece bastar la observación em- le impida contemplar la desintegración del objeto sin acudir a su
pírica para detectar la existencia en América Latina de sistemas li· correlato integrador.
terarios múltiples y diversos. Tam poco se requiere mayor esfuerzo
teórico para probar que todos ellos tienen su propia legiÜmidad LA CRITICA .COMO CONOCIMIENTO DE TOTA LIDADES HISTOR ICAS
estética y social y que son partes de nuestras literaturas nacionales
y de la literatura latinoamericana en su conjunto. Naturalmente,
una posición crítica de este tipo supone un enfrentamiento con la
1 gn más de un sentido la relación entre unidad (como prorluc·
to ideológico) y pluralidad (como producto de ob.servación emp í-
ideología que preside la visión falsamente unitaria de la literatura rica) es una relación de oposición mecánica. Sirve sin duda para
latinoamericana. desarticular e invalidar el primero de sus términos, pero no produ-
ce una alternativa de intelección de la literatura la tinoamericana
Con respecto a las incorporaciones de más bulto -de la lite· que pueda desplazarse, aun en el nivel de las hipótesis, hacia un
ratura popul ar y en lenguas nativas- deb e tenerse en cuenta su campo efectivamente teórico. Es otra, pues, la solución.
extrema diversidad para evitar otro tipo de reduccionismo. De he-
cho, como literaturas producidas por clases y etnias dominadas, es- Se trata, en primer lugar, de reivindicar el conocim iento his-
tán atomizadas e incomunicadas: forman , en realidad, verdaderos tórico de la literatura, ahora recesado y en crisis, y de verdad el

46 47
UnICO medio de dz.r razón cümtíficamente de la Ji:;<2.:.a~u!-a I¿tiiJ'; tléJtg de '1;, 3010 curS0 hjst órico porq ue en él, a pesar de su, com-
americana. Es aleccionador recordar quc el enfr:mtáiú i21'~0 al iu i-'leja cci;xatificaClón, adua he~emón icame nte el peso de las ar-
m ane ntismo y al formalismo ha est ado a cargo de ur,3 socioloe í;¡ i;icuiaciones.
de la li teratura q ue tiene dific ultades muy notables pal"cl. nsoali::.ar
"(IJ"cribir todos los sistemas literarios, o los que estén en jue-
sus imprescindibles componentes históricos, lo que ¡la significado
(;'0en Uíl a dei;e~min ada circunstancia, den tro de un proceso histó-
la co ncesión a la cdtica idealista de un espacio q ue e lla punia en ~
rico-socIal englobante, equ ivale a construir una t otalidad concreta.
tre paréntesis -el de la histori a- pero que desde la otra pe rspect,i~ 1 No está de más advertir q ue , como t otalidad de esta índole, ella no
va d ebía haber sido absolutamente vit al. Después de tod o , una so-
ciología si n historia es también idealista. pretende homogeneizar el campo lite rario ni inhibir sus contradic-
ciones reales ; al revés, las agudiza y las define con precisión porque
El recurso a la historia permit e, po r lo pro nto, explicar 11:.15 parte de ellas para hacer int eligible un proceso literario q ue nunca
será menos co nflictivo que la sociedad que 10 produce.
razo nes de la pluralidad literaria latinoam eric.:ma, que en gran par-
te procede del desrrollo desigual de nuestras sociedades . Est.a sola Tal vez el ejemplo más claro , den tro de este orden de cosas,
co mp ro bació n, si se quiere obvia pero necesaria para no caer en sea el que ofrece la "literatura de la Conquista " . A trazos gru esos,
los excesos del et nicismo , modifica sustancialmente Lodo el campo so bre ei eje de la historia social de la Conquista, la totalidad lite-
problemático. En efecto , la perspectiva histórica obliga a conside- ralia quedaría constituida p or:
rar que , pese a la pluralidad real de nuestras lite raLuras, existe un
ni ve l integra dor concreto: el que deriva de la in serció n de todos los a) La literatura indígena que narra e interpreta la irru pció n
sistemas y subsistemas en un solo Curso histórico global. de los conquistadores y la destrucción de los estados nativos: rela-
tos , elegías, núcleos simbólicos que luego se desarrolla rán como
mitos mesiánicos, etc,;
En 10 que toca a la base social, no parece habe r mayores du o
das acerca de que, inc lusive en los casos más agudos de disgH:~ ga· b} La literatura hispánica de desc ubrim iento y testimonio
ció n, c uand o un soto espacio es co mpartido por m odos de prod uc· de "la nueva reaJ idad, tensada entre el documentalismo y la fanta-
ción precapitalista s y capitalistas, ex ist.e un grado variab le pero sía, que t oma fonna de relaciones y crónicas ;
efectivo de ar ticulación que permite comprende r la totalidad. Si-
e ) La literatura popular española , casi siem pre a cargo de
milarm ente, en el campo de la literatura, hasta los sistemas li t era-
soldados desengañados, que se expresa a través de coplas y cancio-
rios más al ejados entre sí t iene en c omún el estar sit uados den t ro
nes crítico-sat íricas;
de un solo proceso histórico.
d} La literatu ra m oralista de los españoles que cuestionan
Esta inserción debe ser anali zada co n exactitud . En algun os larlegitimidad de la Co nqu ista y condenan la dureza de sus proce-
casos especiales se trata de la inse rción de un a h ¡st oria literari a de dim ientos, frec u entemente encamada en textos his tó ricos o jurídi-
dos o más sistemas, o al menos de un a cierta re lación emp írica· cos o en simples alegatos humanitarios;
mente compro bable: tal sucede, p or ejem plo, en el frecuente recio
claje! de f o rmas c ultas arcaicas por la poes ía pop ula r, o en el tam- e) La literat ura ofic ial hispánica, plasmada en cró nic as y re-
bién frecuente empleo por la literatura c ulta de formas del lengua- laci ones d e lo sucedido, bajo interpretacio nes p rovidencialistas y
je popular. Pero el hecho d ecisivo es otro: la inscripción de los siso proimperiales, que con frec uencia tiende n a la obtención de pre·
bendas personales ;
tém as literarios en el proceso de la histo ria social latinoam ericana.
Po r cierto, la inserción no es nunca igual , pues en los casos extre· Í) La literatura española catequística, tanto en el gé nero
mas las bases socioeco nómicas condicio nantes están situad as en dramátic o como en el de la o rato ria sagrada , que a veces em plea
la~ ¡antípOdas de una formac ión so cial dete rminada , pero sí se las lenguas nativas para obtener una mayor eficiencia;

48 49
g) La literatura inaugural d el p roceso de t ransculturación
que trata de explicar lo acaecido, de situar a sus autores en ese
contexto fluye nte en busca de una autenticidad personal, y que
contiene algunos gérmenes de lo que mucho después serán pro-
yectos .naci onales.
Ciertamente el listado no determina más que diversos niveles,
sin ensayar la configuración de una estructura, pero de cualquier
modo establece un principio de ordenación y d a cabida en él a los
sistemas literarios básicos y a algunos subsistemas. Sobre este ci-
miento la investigación concreta podrá diseñar la red relacional
que efec tivamente engarza y dinamiza a la totalidad.
Es probable que el mayor problema de esta propuesta esté en
la co rrecta captación del modo y moment o en que esa totalidad se
desintegra para dar cabida a otra, sobre todo porque se p uede ima-
ginar que en esa transfonnación los r it m os históricos d e cada uno
de los componentes de la totalid ad pueden vadar considerable-
mente . No rastrear ese· proceso equ ivaldría a negar el contenido SEGUNDA PA RTE
sustancialmente histórico de la catego ría de totalidad. Naturalmen-
te, al margen de éste que ser ía el más aprem iante , aparecen otros
1 muchos y complejos pro blem as pendientes.
Ahora bien: sea cual fuere la magnitud y d ificultad de est a
p roblemática, no cabe desapercibir que la organización del co rp us
de la literatura latinoamericana en términos de totalidad tiene la

I,
~ _.
ventaja inmediata de superar el conflicto entre unidad y diversi·
dad, pero, sobre todo, tiene la vitt ud de ~e rmitir el ejercicio de
una crítica que al incorp orar en su o bjeto las relaciones entre los
1
¡ sistemas lite rarios y entre éstos y la historia social que les corres-
ponde , está en aptitud de examinar 10 que en el fo ndo es dec isivo:
la reproducción espec íficamente lite raria de los conflictos y con-
tradicciones que tejen la histo ria global de n uestra sociedad.

¡.

50
!

SOBRE LA LITERATURA DE LA EMANCIPACION

- EN EL PERU'

Ern sus encontrados exámenes de la literat ura peruan a, Riva


.Agüe:to y Mariátegui coinciden en un solo punto: en qu e la ind e-
pendencia, en 1821, no produjo transformaciones en el proceso de
la literatura que siguió sin mayores sobresaltos la tradic ión colo-
nial. ¡ Este acercamiento, que está sujeto y limitado a la verifica-
ción de ciertos hechos lit erarios evidentes a simpl e lectur"a, desapa-
rece de inmediato para dar paso a interpretaciones y valoraciones
radicalmente opuestas. No en vano Riva Agüero propiciaba una li-
teratura de raíz, forma y espíritu hispánicos, mientras Mariátegui
postula ba la necesidad de negar el colonialismo, superar el cosmo-
p olitismo y fundar u na literatura nacional fuertemente adherida a
las reivindicaciones ind ígenas. 2 De todas m aneras , la inusual con.
vergencia d e pensamientos tan disímiles, permite partir de un cier.
to grado de evidencia y hace in necesaria la descripció n pormenori.
zada de sus referencias textuales. Tal no implica, sin embargo , que
detrás de üñ juicio básicamente correcto: la independencia no ge.
neró cambios decisivos en el sistema literario precedente, no. se es-
conda una problem.ática densa y compleja; espeoialmente 'atracU.
va porque perm ite diseñ ar articulaciones varias -y distintas- en.
tre la sociedad y la literatura de una misma coyuntura histórica.

Las páginas que siguen proponen algu nos criterios para una
nueva in t erp retación de esta literatura. Suponen, aunque tal vez
demasiado elípticamente, dos convicciones : l!na teórica, relativa

* Apareció en la R euista Ib eroam ericana, Pittsbu rgh, 198!.


1. José de la Riva Agüero : Carácter de la lileratura del Perú independien-
te, Lima, R osay, 1 905 . José Carlos Mariátegui: Siete ensayos de inler-
p re tació n de la realidad p eruana, Lima Amauta, 1928 .
2. Cf. m i articu lo: " El pro blema nacional en la literatura peruan a", en:
QueHacer, 4, Lima, abril 1980.

53
p~ran a él las obras que a partir de 1812 desp liegan el liberalismo
a la pluralidad convergente de los vínculos que asocian la literatu-
tnur:fante en las Cortes de Cád.iz y las que se hacen eco a veces
ra a la sociedad , y otra, más bien histórica, que se refiere al espe-
tardIo, de las victorias de Junín y AY.8cucho (1 9 24). E n' general ,
sor y a la estratificación de las literaturas latinoamericanas, casi
sin embargo , se trata de t extos circunstanciales, de importancia
siempre rrialenten didas por una crítica que uniforma lo que en rea-
menor, cuy.o lustre se ha ido desgastando con el tiempo . Cierta-
lidad es múltiple y h eterogéneo. ~ente SubsIsten obras valiosas, como las poes ías patrióticas de Ma·

LA EMANCIPACION: TEMAS y REFERENTES rIano Melgar \~ 790.1815), que acompañan el proceso "precursor"
hasta ~ a re beho n de Pumacahua (1814), las del ecuato riano J osé
Pese a la continuidad del proceso literario entre la colonia'y JoaquIn Olmedo (1780-1847), muy ligado a la historia y la litera-
la república, las historias de la literatura peruana suelen consignar t ura, del Perú, especialmente su renombrada oda "A la victo ria de .
un capítulo de dicado a la "literatura de la emancipación" . Aunque
~un,lJ1" (1~26), o tamb ién, en otros géneros, algunos textos de los
en ningún caso se caracteriza sufic ientement e lo que se entiende Ideologos mdependentistas.
bajo esa denom inac ión, es claro que se trata de un período de lími-
tes harto difusos y que su definición se basa en la relac ión existen- EL PROBLEMA DE LA FORMA
te entre un conjunto de o bras literarias Y los hechos e ideas que ~l concepto de "literatura de la emancipació n" diseñado er;.
constituyen un segmen to de la h istoria general del Perú: aquellos los parraf?s anteriores, es simple y no parece suscitar mayores pro-
que giran alrededo r de 1821, antecediendo Y haciendo posible la bl en:~ . Sm embargo, apenas se trata de relacionar las instancias
declaraci ón de la independencia, o inmediatamente consecuentes tematlco-refer~nc i ~es con las formales, ausentes por complet o en
a la fundación de la república. En alguna ocasitñ esta relación ape- esa conceptualIzaclOn, surgen conflictos importantes . Dicho en tra-
nas se menciona y en ese caso "literatura de la emancipación" es Z?S g~~esos, el asunto se resume así: las obras que asumen la eman -
la que cro nol~gicamente coincide con ese momento histó rico, aun- clpaclOn co.rr~ o tema y/o referente repiten sin variantes la no rma
que con él no guarde ligazón alg una. del neoclaSiCIsmo español, y en esa repetición no se perciben ras-
Si se prescinde de este últim o criterio, por lo demás insosté- gos de un.a conciencia que señale la contradicción que subyace en
nible, q ueda en pie, como carácter propio de la " literatura de la el a ~ ~tamle nto de tal modelo. No está demás recordar , como ilus-
emancipación", ese vínculo que asocia a un conjunto literario más t~a~lOn co~p le~entaria, que un periódico tan liberal, independen-
o menos nutrido co n· los acontecimientos e ideologias de la inde- t ls~a y antIespanol co mo La abeja republicana se anuncin bajo el
pendencia. Aunque en la práctica suelen darse unidas, se trata en ep Igrafe de unos versos patrióticos de Quintana.) '
principio de dos opciones difere nt es: una tiene que ver con los tex- ~esd e este punto de vista, la "literatura de la emancipacióh "
tos que describen , comentan o valoran los sucesos de la emancipa- se defme por una con trad icció n evidente: el nuevo reperLorio de
ción, como pueden ser las conspiraciones, las batallas o los actos tema~ y ~efere n tes~ alusivo a la independencia y teñido de agresivi-
de juramentación y festejo de la independencia, Y otra se refiere a d~d frente a Espana, se procesa literariamente c on sumiso acata-
las obras que de una u otra forma expresan las distintas alternati- mI ento a las normas estéticas peninsulares ---com o volverá a suce-
vas ideológicas de la época y que convergen hacia un breve elenco d er, con no muchas variantes, a propósito del combate del Callao
de valores como los de la libertad, independencia, soberan ía, etc . ~,1,866)- Es muy escl~:ecedor que "A la victoria de 'J un ín", qu e es
Sería leg ítimo considerar que en la primera alternativa
•• la emanci-
d - la ma~ cabal expreSIon f ...] de la poesía patriótica que rep re sen~
pación funciona sobre todo co mo referente y en la segun a , mas ta el clclo de la emancipación",4 deje ver sin dificultad su ances-
bien, como t ema. Este deslinde funciona a lo largo de las distintas
etapas por las qu e t ranscurre la "literatura de la emancipación. 3 Ex iste una ~xcelente ed ición facsimilar, con próJ o ~o y notas de Alber·
to Ta uro : LIma, Copé, 1971.
El corpus que surge de esta doble delimitación es más o me- 4. Alberto T auro : Elem ento s de literatura pe ruana 1 ima Palab ra
19<16, p.6 0. , -' . •
nos homogéneo y re lativame nte cuantioso, sobre todo si se incor-

54 55
tro hispánico y su obcdlenc:i(\, al cano n neoclásico. 5 "l c~ i·.r:' ~,'(0 ::: :' ~,X:;':'Tl'.:::j .ltn cli:;cusi6n abierta con el pensamiento oficial, como
trata de Olmedo, célHficado por Sánchez, como el <r ('~~ico " (.>0etB. .""\~H'prc dispuesto a la pura celebración, se difundió entonces una
de la revolución de la i:!!depcnd~ncia, que en algún mome,úo aÍir~ !.i.a ag>::H crítica. del proceso emancipador. Dos fu ero n los aspectos
ma descreer de las " luces, costu mbres, religión y leyzs" qu: impu- fl}.l:l.d2!!12ntaks puesto:J de relieve: de una parte, la comprobación
sieron los españoles en América. 6 Lo cierto es q"e su cant~ 8 la li- el o 1;::'\ escas;::¡ y f1uctucü1te participación popular en el proceso que
bertad y a la independencia supone una actitud cltl(;ul.ai qu e dela- c m ~Jujo ~ la i.ndependencia; de otra, la delimitación de las reper-
ta, precisamente, lo c ontrari o. Por cierto, esta con'~radicci ón no ~u::,v·nes de est e hecho al camp o político y su irrelevancia en tér-
tanto desmerece la obra de Olmedo, la más valiosa de c t:e momen - minos sociales y economicos -juicio que había adelantado Mariá-
to, cuanto revela la confusa ambigüedad de su cont orno rtistótico. V'!, )Ú mt1chos a1l0S antes. 8 La bibliografía acumulada al respecto,
cuyas conclusiones se asumen en este trabajo, permite prescindir
Se trata de una contradicción de verdad significativa. Detrás de uúa expo,:;ición detallada. 9
de estos textos que afirm an independencia y autonomía, que Im-
precan cont.ra el oscurantismo español, y que sin embargo son en LITER.ATURA y SOCmDA D (1)
sí m ismos producto de la dependencia con respect o a España, exis·
Lo dicho hasta aquí ofrece la posibilidad de t razar un a aso-
ten conflictos irresueltos que van mucho más all á del campo lite-
ciación genérica entre los límites de la "literatura de la emancipa-
rario. No se explica la contradicción ni subrayand o la inmadure z
ció n» , en cuanto su sumisión al código español recorta el carácter
de la literatura peruana del mome n ~o, ni poniendo de relieve la in- .
in dependentista de sus temas y referentes, y los límites del proceso
fluencia que tuvo la literatura eSQMola constitucionalista, liberal
histórico que le corresponde, en tanto ese proceso no modifica la
y antinapoleónica sobre la peruana,? aunque am bos juicios sean
eshuctura de base de la sociedad peruana. Se trata de una asocia-
correctos. Después de todo, para cotejar con un solo hecho, la lite-
ción puramente indiciaria, sin duda, pero ella da pie a un a explo-
ratura argentina tam bién era inci piente y recibió la misma influen· ración más concreta y pro funda. . .
~ia, pero ensayó otros rumbos, sea mediante la sustituci ón del mo·
delo hispánic o por el francés y con el cambio de la poética neoClá- El núcleo del problema parece residir e~ la contradicción ya
sica p or la romántica, sea mediante el empleo de ra íces populares mencionada varias veces: la dependen~ia fonna!, po,n respecto al
para la invención de la poesía gauchesca. La explicación t iene q ue código espaft ol, de una literatura que plasma un sentido indepen-
¡ser otra. dentista en sus estratos referenciales y/o temáticos. Ciertamente,
desde una perspectiva contenidista, se trataría de una contradic-
~ LOS LIM:rr ES DE LA IND EPENDENC IA ción menor, hasta irrelevante, porque el carácter emancipador es-
, ' taría impreso en los plan os decisivos de ese conjunto literario; sin
,.iu. ~ .A finales de la década del 60 y a comienzos de la siguiente, embargo , aun si eventualmente se aceptara esa jerarquizac ión, el
con . motivo de la conmemoración del sesquicentenario de la inue- conflicto se mantendría vigente : no deja de se r co ntradictorio
.pendencia del Perú, en las ciencias sociales fue visible una vasta -y mucho- que un discu rso que dice independencia se-configure
movilización destinada a reinterpretar el sentido de ;,quel hecho
(- - - 8. En Siete Ensayos... hay numerosas refe rencias a este hecho.
':_ 5: Las especi fi có Marcelino Menéndez Palayo (Hisiorio de fa poes ía hispa' 9. E,stud ios ~c Bonilla, Chaunu, Halperin , Hobsbawn, Spalding y Vilar es·
, noamericana, Madrid, Suárez , 1911-1913, 2 t om os ) y han sido co nfir o
ta n recogIdos en el volumen colectivo: L a independencia en el Perú
ti' madas por toda la crítica posterior. Lima, Instituto de Estud ios Peruanos, 1972. Cf. tam b ién los est u dio~
6 .. ' . Luis Alberto Sánchez: Los poe tas, de la Colonia y de la Revolu.ciÓn, de José 19nac!\3 Ló pez Seria, especialmente La descomposición de la
Lima, Universo, 19 74, p. 293. La primera versión dala de 191 9. dominació n hispc}~ ~c(.l en .el Perú, Lima, Arica, 1973. El gobien\o, a
7 ) Cf. Luis Mon gui6: "La poesía y la Independ encia , Perú: 1808·1825" , trnves de la ComlSlOll NacJonal del Sesqu icen ten ario de la lndependen-
en: Literatura de la Emancipación Hispanoa mericana Y otros ensayos da, ed itó una extensa serie de documen tos precedidos por prólogos im·
(Memoria del XV Co ngreso del Instituto de Litel'atura Iberoamericano), po rlllu tes , a unq ue en la mayoría de lo s casos se trata de estudios m ás
Lima, Universidad d e San Mareos, 1972. b ien trad icionales.

56 57
¡
i.
,f
como un acto de dependencia, sobre todo si esa dependencia se cipación" expresa la restricción con que esos grupos conci bieron
inscribe en el espacio que, por su propio carácter est ético, podría la independenc ia : es, por esto, una de sus manifestacio nes ideoló-
admitir la realización de un programa de experimentación de nue- gicas más evidentes.
vos rumbos acordes con la intencionalidad manifiesta de los otros
estratos. LOS YARAVIES, OTRA ALTER NATIVA

Tal como efectivamente se produjo, la "literatura de la eman-


Como queda insinuado , la cont radicción visible en el plano
ci pac ión" t ie ne que remitirse tanto a la realidad del proceso h istó-
literario parece reproducir la contradicción, menos clara pe ro más
rico que le corresponde, cuya estructura re prod uce, cuan to a la
decisiva, del proceso social correlativo: aquí también la indepen -
dencia se obtiene en un cierto nivel, el político, pero no en otros ideología -que expresa con explicitez- de los gru pos que lo go·
como el social y el eco nó mico. En esta relación de reproducción bernaron. Este tipo de li teratura no cubre, sin embargo , t odo el
cabría objetar la inversión de las categorías puestas en juego: en campo de la actividad literaria que tiene que ver con la emancipa-
el plano real cambia la superestructura política y se mantiene la ción. Los yarav íes de Melgar son la otra altern ativa; 10 re presentan,
base económico-social, mientras que en el plano literario cambia en t érmin os generales , el vért ice del subsistema lite rario que la crí-
el "fondo" o "cont enido " (que parecería corresponder a la estruc- t ica suele eludir, malju zgar, o -lo que es peor- homologar con la
tura de base ) y se man tiene la fo rma (asociable--ala superestructu- tradición erudita y oficial .
ra ). En realidad, sin embargo , esta doble asociación sólo puede de- Co mo se sa be, la poesía patriótica de Mariano Melgar está in-
rivar del contenidismo, pues , si se trata de comparar las categorías co rporada al o rden neoclásico y reitera los caracteres de la " lite ra-
mencionadas, es la fo rm a li teraria la que equivale, en cuanto ci- tura de la emancipac ión ", tal como han sido descritos y ex plica-
miento mat erial de la producción estética, a la estructura de base dos anteriormente, aunque en algún caso sea posible detectar al·
en el campo social. En úl tim a instan cia, en efecto, es el lenguaje y gunas desviaciones d e esa norma, JI Empero, al Iado de esta poes ía,
su modo de organizació n la categoría que determina objet ivamen- y esto es lo q ue ahora interesa, Melgar produjo una apreciab le can -
te las const rucciones semánticas que el tex to propone a los lecto- t idad de breves canciones amorosas que se co nocen bajo la deno-
res. Está de más advertir qu e esto n o supone imaginar al lenguaje minación de yaravíes . La crítica sobre este género todav ía no ha
como una fuerza fundadora actuante en el vacío. defi nid o sufic ientemente su hist oria y caracteres/2 pe ro, en tod o
caso, es posible·establecer ya algun os criterios básicos. ,
N aturalmente la reproducció n literaria de los hechos sociales
no es n i m ecán ica ni automát ica. Por esto, desde una perspectiva Es impo rtan le subrayar, po r lo pronto, que el yaraví surge de
complementaria, los límites de la "literatura de la emancipación" una matriz indígena prehispán ica , aunque no hay a consenso acer·
deben rem itirse tam bién a la conciencia de los grupos sociales que l a. Maria no Melga r : Poesías Completas. Lima, Academ ia Per uana de la
formularon o se adhirieron y ejecutaron o colaboraro n en ese - y Len gua , 1971. Incl uye 71 yarav íes, en al(!unos casos d e · atrib ución du-
no ot ro- proyecto independentista; vale decir , a la concie ncia de d osa. e f .: Aurelio Miró Quesa da: Historia y ley enda de Ma rian o Me l-
gar, Madr id, Cent.ro Iberoamerican o de Coope ración , 197 8.
ciertas fracciones de los grupos criollos más poderosos, interesados 11. " En una n oc he o sc ura y pavoro sa" (Poesías Completas, Op cit, p p.
en que la emancipación les abriese la cúpula del ejercicio político 60-62 ) es un texto inusual por la presencia d e n otas q ue expli citan el
y algun os espac ios burocráticos y económicos monopolizados por carác le r subversivo de algunas alusiones conten idas e n los versos d el
poem a.
el poder colonial y la arist ocracia española, pe ro en modo alguno 12 . C f. la muy com pleta "Bibliografía " de EsLuard o NÚ ll ez inclu ida co m o
dispuestos a variar a fondo un orden social que los favorecía am- apén dice en Poe sías. Completas (Op cit., pp. 519-5 34 ). lJa y q ue a ñadi r
pliamente. De aquí que el programa de la emancipación no inclu- algunos estudios post.eri ores: Antonio Cornejo Polar : " La poes ía de
yera ninguna reivindicación sustancial del pueblo y m enos de las Melgar y la em anc ipac ió n ", en: El Peruano (edic ión ex t raord in aria),
L im a, 28 julio 197 1. J ua n G uill erm o Carpio Muño z: El y arau í arequi-
masas indígenas. En este orden de cosas, la "lit eratura de la .eman- p eño: un estudio h istórico-social, Arequ ipa, T..a Colmena , 1976.

58 59
ca del tipo concreto de poesía que le da origen Il y aUílqLle, de o ~ra n inguna alusión a 105 hechos o ideas de Ja independenci a, 18 reali-
parte, esté comprobado su temprano mestizamiento 14 y rew1te ve~ :tan er. el plano que específicamente les corresponge como obras Ji-
rosím il la influencia de la poesía española de su tiempo. ls En todo (.erarias esa dimensión emancipadora que la "literatura de la eman-
caso lo sustancial es que el cultivo del yaravÍ supone la revaloriza- cipación" pYoclama pero no cumple. No otra cosa significa. su d o-
ción y uso de una tradición poética nativa -aun si ésta funciona ble inserción, en lo indígena y en lo popular, en contraste muy
sólo como eslabón primero y muy t ransform ado- y que en tal re i- marcado con el canon entonces vigente. Queda entendido que es-
vind icación y empleo subyacen filiaciones y adhesiones absoluta- ta transformación, pese a realizarse en el espacio de la forma poé-
mente insólitas en la otra literatura. En este sen tido es necesario tica, no es solamente una transformación formal: oponer Ja raíz
remarcar que el yaraví no guarda ninguna relación con el paramen- indígena a la tradición española y re ivind icar en la práctica la crea-
to indian ista qu e eventualmente aparece en la "1iteratura de la ción popular frente al cultismo de una literatura fuertemente eli-
emancipación ", tesca, son opciones que rem iten de inmediato, y con precisión, al
plano social. Penasndo en ellas Mariátegui afirmó, en polémica con
Es tamb ién importante señalar que el yaraví se inscribe den- Riva Agüero, que Melgar representaba "el primer momento pelUa ~
t ro del sis tema de la literatura popular, pese a que al haber sido no de esta literatura".J9
cultivado por Melgar ocupó por algún tiempo un lugar dent.ro ele
la poesía peruana culta. 16 El carácter popular del yaraví está de- Giertamente no deja de ext rañar que el impulso que produjo
finido, a todas luces, por su ancestro indígena, pero asimismo, aun· el yaravi no suscitara tamb ién una literatura explícitamente polí·
que en cada caso habría que hacer algunas precisiones, por su con- tico-social;20 sin embargo, la escuet.a existencia del movimiento
dición de poes ia para ser cantada, por realizarse en sus instancias yaraviísia marca la aparición de una conciencia que interpret<'l la
de creación, recreación y consumo como "poesía tradicional", I7·y emancipación de otra manera, tan to, que es la intimidad emotiva
por la masiva y persistente audiencia que le brindaron las' clases la q ue nece.ata para expresarse el doble apoyo de lo ind ígena y de
media y baja, especialmente en el sur, como se complueba por la · lo popular. En última instancia, y aun considerando sus obvias li-
cuantiosa presencia de este género en los cancioneros de la época. mitaciones e imperfecciones, el yaraví supone un momento hi stó~
rico en el que algunos hom bres dec iden plasmar sus afectos en una
Supuesto lo anterior, es posible reafirmar que los yaravies nueva forma: ya no la española, tal ve z sentida ajena e impastada,
melgarianos representan otra opción, harto significativa, de la li te- sino otra que, a través de resonancias remotas pero actua ntes, res-
ratura de la emancipación -ahora sin comillas. Y esto porque los tauraba una tradición por largo tiempo sepultada y reva loraba el
-- yar~vies, au nque limitan su ámbito temático al amor, si n contener modo popular del canto hecho para un o y para to dos.
--'- - 18. En El yuraul arequipeño (O p. cit., pp. 99 y ss.) J ua n Carpio Muñoz sos·
,13" He discutido e l punto en: "La poes ía tradicio nal y el yaraví" (en : Le·
Jlh Iras, XXXVIII, 76·77, Lima , 1966 ). En el ya citado libro de J uan Cal·' liene que el co ntenid o amoro so d el y arav í y hasta algunos de S\lS sfm -
r p i!) Muñoz se ofrece n otras alternat ivas. bo los recu rre ntes expresa n la situac ió n soc ial de un grupo indígena·
m esti;to definido (lo!> lance os ). Aunque no al ude a la re lació n eDIl el
14. CL Consuelo Pegaza Galdo: "El yaraví", en: Reuista de Folklore Ame·
p roceso em ancipado r, esta interpretación podrfa ab rir u lla nueva pers·
I't ricatl o, VIII· IX, 8·9, Lima, 1960·1961, pect iva en la que cabría incluir , tangenc ialmente al menos, al gu nos como
!15. ; Jorge Cornejo Polar: "Una fuente d esconocida de la poes ía de Mcl· ponentes temáticos dei ya raví den tro de la problemática de l a in depen·
'¡'~.I"< gar", en : El Comercio (Suplemento Dominical) , L ima , 28 nov iembre dencia.
1971. 19 . Riva Agüero habla considerado a Melga r "ün moment o cu rioso" den:
16. " N ingún otro cultor del yarav¡ fue as imi lado por el sistema de la li tera· tro de la literalu ra peruana (Op. cit., p . 23). El juicio dc Mariátegu i
tu ra peruana cult.a. Algunos pocos poemas románticos y m o dernistas apa rece e n Siete ensayos ... Op. cit., p, 231.
se t itula n yaravíes, pero en real idad no tienen ninguna relació n con el
20 , La poesía pop ular relativa a la emancipación carec e del c arácter in dí·
yaraví me lgariano y mucho menos co n las fue n tes d e éste,
gena de los yaravíes. e L La poesia de la emancipación, recopilación y
17. E n el sentid o lIue emplea este térm ino Ramón Menéndez Pida l para el prólogo de Aurelio Miró Q uesada, L ima, Comisión Nacional del Sesqui'
rom ancero. CL mi a rt ículo citado en la noLa 13. cC! ntcnario de la Indep end encia, 1971.

60 61
<-
LITERATURA Y SOCIEDAD (ll) nicativo sin v ínculo consistente con el basado en ia lectu ra ,23 los
yarav íes se d iferencian sustancialmente de la " literatu ra de la
Es indisp ensable referir la ex periencia del yaraví al horizonte
eman cipación " .
social que le corresponde concretamente. No sería suficiente, en
efectó, marcar su positiva desviació n con resp ecto a la norm~ de El énfasis étnico de los moVÍmientos emancipadores predo-
la "literatura de la emancipación" y explicar ese h ech o en una ma- minanteme nte indígenas p odría explicar tamb ién, aunque t angen -
yor perspic acia po lític o -social de Melgar, o en su h eroica mili~an­ cialmente , el int imismo de los yaravíes. En efecto, al reivindicar un
<;ia en la re belión de Pumacahua. Este segundo es daLo que debe sistema cultural oprimido, est os movim ientos ponen en juego no
ret enerse, sin du da , pero en sí mi sm o carece de apt itud expi icativa. sólo intereses político s, enmarcad os dentro de la dinámica del po-
La historia o ficial ha considerado todas las rebeliones anterio- d er co nquistad o r, sino tam bién , au nque rara vez de manera o rgá-
res a 1821 como etapas «precursoras" de la in dependencia logra- n ica , fue rzas espiritu ales d estinadas a ganar legitimidad para for-
da en esa fecha . La imagen que así se o btiene: la de un proceso m as d eterminadas de entender la realidad en su conjunto, inclu-
unitaria" que parece acum ular acontecim ient os de significac ión yendo el lado ín timo de la existencia perso nal. En los yarav íes se
igual o semejante y que fin alm ente culmina con el t r iu nfo de los expresa una muy pecu liar vers ió n del amor , que tiene compo nen-
patriotas, es notoriamente 1'a1sa .2J De hecho no todas esas rebeli o- tes determ inados por la experiencia histórica d el pueblo in d íge-
nes obedecieron al proyecto criollo que se im puso en 1821, y al- n a,2 <\ y no ser ía excesivo consid erar esta manifestación específica
gun as de ellas representaron, por el contrario, in~~reses sociales cla- Co m o parte del impulso legitimador d e una cultura .
ramente opuestos. Es el caso, sobre todo, de los movimientos ge- T odos los m ov imien t os emancipad ores de filiación indígena
néric am ente reconocibles por su raíz ind ígena y su base campesi- fracasa ron p ro nto; sin embargo, su sola irrupc ión generó un clarí-
ila, cuya manifestación mayo r es por cierto la rebelión de TÚp3C sim o y n o injustificado tem or en los grupos criollos, tanto por el
Am aru (1780), y den tro de cuyo rumb o se inscribe, parcialmen le radicalism o d e sus metas cuanto por la vi ole nda de sus procedi-
al menos, el levantamiento d e Pumacahua. No cabe ahora carad(~· m ien tos. De aquí que en el proceso dirigido por los criollos el ele-
rizar en d etalle este proceso,2".! pero s í es necesario apu ntar su fuer- me nto popu lar e indígena fuera m antenido a distancia o en condi-
te sentido étn ico y el radicalismo de sus pro pu est as so ciales, de ció n fu ertemente subordin ada, a la par qu e sus intereses no sólo
manera especial en los momentos en que estuvo impulsado por las desapareciero n de la agenda republicana, salvo en una que otra d e-
ni asas indígen as. clarac ió n teó rica, sin·o que fueron contrad ich os y burlados aun co n
E l yaraví melgariano está p ro fundamente ligado a este o t ro más r igor que durante el régime n colon ial. La cultura de estos gru-
proceso eman cipador - y muy po co, o nada, al proyedo de los pos quedó, por consigu ien te, op rimida, desp restigiada y some tida
crioll os. Se explican en él no sólo las opc iones claves del yaraví , a a una intensa p resió n alien ado ra. E l ciclo del yaraví tiene el mis·
fa vor de lo indígena y lo popular, si no t ambién algunos de sus ca- mo diseño : floreció mientras los levan tam ientos ind ígenas tuvie-
racte res formales , como su configuración musical. La prese rvació n ron expectativas de t riun fo, y desapareció cuando ' la república
de la naturaleza de canción t iene que ver d e m ane ra inmediata co n consolidó los t érm inos de su domin io oligárquico · y antipopuJar.
la oralidad propia de la cultura popular y repite -salvo p o r la sus- Sólo muchos años después, en m omentos de crisis· especialment e
t itución d e la quena por la guitarra- el modelo indígena t radi cio- agudas, como la desatada p or la guerra con Chil e y sobre t o d o la
nal. Es claro que tamb ié n p or esto, qu e implica un circuito com u- que se sitúa ent re los años 20 y 30 d e este siglo , volverán a surgir

2 1. H eraclio Bo nilla y K a ren Spalding: " La indepe nd encia en e l Per ú : las 23. Incl usive cuando pa san a la esc ri tura, los yaravíes se di fund en e n ca n-
palab ras y los hechos" , en: La in de p endencia 1211 el PerlÍ, Op. cit. , cion e ros, no en libros .
pp . .1 5-ü4 . 24 , Tristeza, fa tali smo, despedida y a lejami e nt o de la persona a mada . eLc·.,
22. lb {dem. CL también: Rubén Vargas Ugarle : H i.5 loria General d el Perú, so n com pone n tes que p ued en re ferir.se a las c o ndiciones oe ex i$t cncia
Lima, Mill a Batres, 1966 , t. V, Ca p. X . del pueblo ind ígena y de gru pos mestizos pob res . CL nota 18.

62 63

,,--=- ~ ,
~.ii:
alternativas semejantes, pero, por cierto, dentro de oüa:] :1 mny Un0.se Jos reto s más urgentes y más inquietantes de la críti-
distintas circunstancias h is tóricas. ca e historia de las literaturas latinoamericanas consiste en repen-
sar el concepto de literatura nacional y su categoría fu ndante, la
SOBRE LA LITERATURA NACIONAL ele la unidad , que normalmente no es más que la abusiva yexclu-
yente absolutización de un modo de entender, producir y juzgar
La remisión del yaraví melgariano a un proceso social distin- la literatura, en desmedro de otros que - por lo menos- son igual-
to y opuesto al que culmina en 1821 , que a su vez tiene SUG pro- menLe leg ítimos y valiosos. En este sentido, al criteJio unitario y
pias y peculiares manifestaciones hterarias ,2S esclarece las c.enslo- exclusivista es necesario oponer el de la pluralidad contrasta nte y
nes concretas de una determinada coyuntura hlstórico··li Leraria , conflictiva. Como Jo prueba la literatura ligada a la emancipación,
pero puede servir también para demostrar la no pertinencia teóri- el ejercicio de este arte resulta punto menos q ue ininteligible si se
ca de las articulaciones globalizant es entre socieda d y literatura, oscurece su condición reproductora de una realidad múltiple y
pues una y otra no son nunca en t idades homogéneas, sino estrati- desmembrada y su condic ión paralela de discurso ,ideológico ins-
ficadas y fluyentes, hechas de clases y etnias, en un caso, y de sis- crito raigalmente en la conflictividad de una sociedad estratificada
temas o subsistemas, en el otro, al mismo tiemp o que puede servir, y pluriétn ica.
igualmente, para confirmar la inconsistencia de las ~onceptualiz~.
ciones de la literatura peruana -y de otras muchas hteraturas lati-
noamericanas- como secuencia unilineal de componentes homo -
géneos .

Por aferrarse a esta imagen unitaria, que inventa una organi-


cidad a todas luces inexistente, la obra poética de Melgar fue y si-
gue siendo incomprendida en lo que tiene de mayor valor. Lo ner-
mal es, en efecto, situar su poesía patriótica dentro de la " literatu-
ra de la emancipación", lo que es correcto, y ubicar los yaravíes
como antecedentes del romanticismo, lo que es rigurosamente
erró neo , con el fin de inscribir ambas vetas en un a sola corri-8r.te:
la de la literatura peruana culta, en la transición del neoclasicismo
~l romanticismo. De esta manera, a más de corta r el vínculo entre
los yaravíes y la emancipación, porque eso obligaría a hab lar de la
otra emancipación, se mutila o recorta el significado popular-indí-
gena de estas canciones , gracias a lo cual se conserva imperturba-
ble el preco ncepto de la unidad de la literatura (y de la sociedad)
p~~ana. "precursor" de la emancipación y "anteceden Le" del ro -
manticismo·, Melgar es asimil ado po r el sisLema literario culto y
Ror los grupos sociales que con él se identificaron. Sólo así accede
al espacio consagrado de la literatura nacio nal.
2'5 ~ ·-Entre ést as habría q ue incluir al period i:>mo ya los géneros lite rarios
conectados con él, como el cuadro de costumb res. ef. Pablo Mace ra :
"El period'ismo en la Independenci a", en: Trabajos de historia, Lima,
INe, 1977, t. 2.

64 65
EL INDIGENISMO Y LAS LITERATURAS HETEROGENEAS
SU DOBLE ESTATUTO SOCIOCULTURAL'

En los últimos ai10S se ha venido insistie ndo, desde perspecti-


vas no siempre coincidentes, en la urgencia de adecuar los princi-
pios y métodos de n uestro eje rcicio crítico a las peculiaridades de
la literatu ra latinoamericana. Se trata en términos generales de la
"necesidad de autointerpretación" que invoca Mario Benedet ti, ' o
si se q uiere ser más e nfáticos, del requerimiento de fundación de
una crítica de verdad latinoamericana .2 En esta ocasión no se in-

J te nta determinar la validez científica y social de un proyecto tan


obviamen te complejo y riesgoso, y sin embargo, ese ncial para el
desarrollo de nuest.ra crítica, sino, apostando a favor de su legiti-
midad, se pretende mostrar una de sus posibilidades de realización
la q ue se relaci ona con el tratam iento crítico de las literaturas su-
jetas a un doble estatuto sociocultural .
* Este texto fue le ído dentro del Seminario sobre "Al gunos enfoq ues de
\ la cr ítica literaria en Latinoamérica", o rganizado por el Centro de Estu-
dios Latinoamericanos " Rómu lo GaHegos" d e Caracas: en marzo d e
1977 . En parte, es una re elaboració n de mi art ículo "Para ut¡la interpre-
tació n de la novela indigenista" (Casa de las Américul>, Año XVI, No.
100 , La Habana, enero-febrero 1977) . Apareció en la Revista d e Crít-ica
Literaria Latinoam ericana , IV , 7 -8, Li ma, 197 8 . ' ~
1. "Temas y problemas", en César Femández Moreno (ed. ):, América La-
tina en su literatura, México , Un esco-Sig!o XXI, 1972, pp. 397 y ss .
2. Desd e perspectiv as no siempre co inciden tes en fre ri.ta n esta problemáti-
ca, entre otros, los siguientes es tud ios: Carlos R incón: "Para ,un plano
de batalla por una nueva crítica en Latinoamérica",' en Casa de las Amé-
ricas, No . 67, La Ha bana , julio-agosto 1971 y " Sob re crítica e historia
de la li teratura hoy en Latino américa" , en Casa de las A méricas, No.
80, La Habana , setiembre-octubre 1973; Roberto Fernández Retamar:
"Para una teoría de la literatura hispano am ericana", en Casa de las Amé- ¡
ricas, No. 80, La Habana, setiembre-octubre 1973 y "Algunos proble- 1,
m as teóricos d e la literatura h isp anoamericana", en : Revistp de Crajea
Literaria Latinoamericana, No . 1, Lima, enero-junio 1975; Noé Ji t rik :
Prod ucció n literaria y producció n social. Buenos Aires, Sudamericana,
1975 ; Angel Ramt¡: "Sistema literario y sistem a social en Hi span oamé-

67
Hacia fi nes de la década de los veinte , profu ndamen Le com o b!e lEl reino de este m undo, en 1975; de Angel Rama so bre la obra
pro metido, en tonces , en la polém ica sobre el indigenismo,3 José dé Jüsé .MarÍa Argu edas, en 19 7G, representan , precisam en te, el re-
Carlos Mariáte gui advirtió la urgencia de construir un sistema crí· florecimiento de esta perspectiva. s En e lla quisiéramos inscri bir es.
tico capaz de dar razón de las literaturas he terogé neas. Casi al co" tas notas.
menzar "El proceso de ]a literatu ra peruana" , últim o de sus S iete
ensayos.. Mariátegui afirmó lo siguien te : EL i')110BLEMA DE LAs LIT ERATU R AS NACION ALES

El dualism o quechua-español no resuelto aún , hace de la literatura na- En la delimitación de sus cam pos y tareas, en la jerarqu ía de
cio nal u n caso de excepción que n o es posibl e es tud iar co n el método sus objetivos científicos, la historia literaria suele privilegiar el con"
váli do para las literaturas orgánicamente nacionales, nac id as y c recidas cepto de nación y sus derivados. Aunq ue , a veces, se trata de un
sin la in terv{!nció n de una conq u ista." presupuest<: no reflexivo qu e, adem ás, está sometido a los siempre
confusos Vinculas entre nacionali dad y cultura, el empleo de la
Sin d uda , el juicio de Mariátegui es extensivo a otras literatu" idea de literatura nacional parece garantizar la constitució n de un
ras lat inoamericanas y puede esclarecer no sólo las rupturas provee corpus relativamente autónomo y homogéneo y de una t radició n
nient es de la conquist a, en aq uellos casos en qLle el estrato nativo má:.: ; o menos unitaria y coherente. La literatura nacional sería un
no fue liqu idado por el impacto de la metrópoli, sino, también, espacio críticamente inteligible. .
otras fonn as de hetero geneidad como, por ejem plo, las que surgen
de la implantación del sistema esclavista en Latinoamérica. El indi- No~i ernpre es así , sin em bargo . El concepto de li teratura na"
gen ismo de las n aciones andinas, el negrismo cent roamericano y cional está constantemente sometido a una doble y contradicto ria
caribeño. pero , también de alguna manera, la literatura gauc hesca objeción: si desde determ inadas pe rspectivas puede juz gársele ex-
del R ío de la Plata, y la ligada aJ concept o de lo "real maravilloso", cesivam ente amp lio, pues dej a si n ex aminar las v~ri antes in trana"
pueden entenderse como variables del fe nómeno que preocupaba a cionales, desde o tros puntos de vista, cier tamente contrarios se le
José Carlos Mariátegui. En todos estos casos se tra ta de li t eraturas percibe más bien como u na catego ría dem asiado analít ica, i n~apaz
situadas en el co nfl ictivo cruce de dos sociedades y dos culturas. -por esto-o de conforma r una t otalidad suficien te.

Lame ntablemente, la línea de reflexión prop uesta POl Mariá- En lo q ue toca a la apt itud para delimi tar un ~ampo li terari o
tegui n o fue seguida, en éste como en otros aspectos, por la críi..ica de veras inteli.gible, Ernest Ro be rt Cu rtius alertaba enfáti camen Le
poste ri or. Sólo en años muy rec ientes, y sin que sea posible dete r~ so bre el peligro de una fra gmentació n naci onal ato miz an te : " la li -
minar la in fl uencia directa de Mariátegui, se ha renovado el interés teratura euro pea sólo se puede ver como un todo", decía en su Li-
por la heterogeneidad sociocultu ral d e algun os sectores básicos de teratura €ltrop ea y Edad Media la tina. 6 Para Curtius , el distj ngo
nuestra li te ratura -heterogeneidad que apenas si se sospechaba de- n ac.iona~, re fer ido en conc re to a la literatura de Europa, rompe
trás del término , tan vacío ya, de mestizaje . Los es tudios de Agus- arbI trariamente !a compact a unidad de un sistem a <;!ultural cuy as
tín Cueva sobre Cien Años de So ledad, en 1974, de Noé Jit rik so- fl'O~t.eras son ~1as amplias y distintas q ue las diseñadas en un mapa
pol1hco. Habn a que recordar, a este respecto, .las objecio nes de
.... ~ rica ", en: Varios : Literatura y p raxis social en América Da tina, Cara-
... !;..,i-cas, Monte Avila , 197 4 ; A lejand ro Losada : "Los sistemas literarios co- 5. "~ara u na interpretación soc iológica de Cien años de so ledad" en: R e-
~' ',''' mo instituciones so ciales en Am érica Latina " , en: Revis ta d e Crítica ULsto. Mexi::ana de S~,c iolog¡"a , Año XXXVI, Vol."xx'VI, No. 1: Méx ico,
• _1 L it eraria Latinoamericana, No . 1, enero-ju n io 1975 ; Nelson Osori o: enero'm arzo, 1974; Bla nco , negro ¿m u lato ? Lectura de El rein o de es-
t " Las ideologías y los estudios de la literatura hispanoam erican a", en : te mu.ndo, de Alejo Carp entier", en : A ratsa Ca racas Centro de Estu-
~ • Casa de las Americas, No . 94, La Ha bana , en ero-febrero 1976. dios La.ti noame:i~anos " Róm u lo Gallegos ",' 1975; "Recuperac ión del
3 . lc " Cf. : Varios: La po lém ica de l indigenismo. Lima, Mosca Azul, 197 6 . pensart:'llen to, ~lItlCO en José Mar ía Argu edas", I!n: Latino A mérica.
, Rep roduce textos originalmenle publicados enl re 1 9 27 y 1930. AnuariO , Mex!co, Cen tro de Estudios Latin oamericanos, No . 9, 1976 .
4: ' Sie te ensayos de in te rpretación de la realidad peruana, Lima , Ama u la , G. México, Fo'ndo de CultUra Ec onómica , 1955, tom o J, p. 34. Su b rayado
" 1963 ,' p , 204. (La primera edició n da ta de 192 8 ). nu estro.

68 69
Curtius a las interpretaciones estilísticas de Dárnaso Alonso y su insistido en este tema. Fernández Retamar ha señalado la existen-
negativa a co nceder relieve a lo "específico" de ciertos textos que cia de por lo menos " tres etapas de intercomunicación" regional:
reproducen más bien , por la vía de los tópicos, un canon genérico el romanticismo, el modernismo y la vanguardia, que darían p ie a
y totalizante. 1 Los tóp icos serían la expresión más visible del siste- la unidad más sólida forjada por la nueva narrativa hispanoam eri-
ma liierario de Occidente y éste se constituiría como el único hori- cana, al mismo ~ti empo que Cándido, desde otra perspectiva. ha po-
zonte epistemo lógicamente legítimo para el conocimiento de las dido detectar. a partir de la década de los veinte, el su rgimiento de
unidades que lo conforman y realizan. una "causalidad interna" en el proceso de nuestras li tera turas y e n
el desarrollo de la literatura latinoamericana en su conju nto. 9 Des-
Directa o indirectamente, estos problemas están ligados a la de este punto de vista las literaturas latinoamericanas quedan en-
pretensión de concebir, tras las huellas de Goethe, una literatura globadas --aunque no necesariamente indiferenciadas- en el sis te-
universal. Aunque ya se sabe que la afirmación de la literatura uni- ma total de la literatura de la región. Este sistema sería la categoría
versal es más desiderativa que real, y aunque también es fácil re- idó nea para la captación del significado de las unidades menores.·
conocer en ella una abusiva absolutización del orden lite rario de
Occidente, lo Lju e marca el signo colonialista de estas reflexiones, El legítimo rum bo de ampliación que está implícito en la afir-
10 cierto es que a través de la categoría más amplia se pone en mación d e la lite ratura latinoamericana como estruct ura coheren-
cuestión la validez de las categorías menores. La literatura nacio- te, se opone a la interpretación de nuestra literatura como simple
nal sería, pues, desde esta perspectiva, un falso objeto de conoci- agen cia de la de Occidente, en cuyo caso se trataría de un falso sis-
miento, o si se quiere : un recorte equivocado del objeto auténtico, tema, insuficiente en últim a instancia, y se opone, también. con
siempre más vasto, y supondría, asimismo. la vulnerabilidad de los mayor razón si cabe , a la extensión propuesta pOl' Luis Alberto
conocimientos derivados de su empleo por la crítica y la hist.oria Sánchez. para quien - misteriosamente- la literatura de Latino-
de la literatura. américa [orma uni dad con la norteamericana. 10
En el ámbito de la litera tura latinoamerican&el problema se Pero el concep to de li teratura nacional no sólo está discutido
puede plantear en té rminos similares: también aquí, el concepto por la necesidad de recurri r a categorías más amplias y de mayor
de literatura nacion al está sujeto a la presión de categorías mayo- aptitud explicativa; lo es tá, asimiSmo, desde una visión opuesta,
res , regi onales o subregionales, que cada vez cobran mayor peso de por constituir un orden demasiado extenso para d ~r razón de los
realidad verificable. Sin necesidad de remontarse a las primeras hec hos que suceden de ntro de los límites de la literatura de un
afirmaciones de la u nidad de la literatura latinoamericana, en bue- país determinado. En el ho rizonte de esta requisitoria pueden en-
na parte correlat ivas al pensamiento político de Bolívar, puede re- cont.rarse los planteamientos marxistas sobre la coexistencia de una
cordarse con perspectiva m ás cercana la polémica sobre el "rasgo cu ltura de la clase explotada y o tra de la clase explolado"ra, coexis~
pred ominante " de la literatura nuestra, y, en especial, de nuestra tencia que escinde de parte a parte el campo de la li teratura de una
novela. 8 Las ideas expuestas, entonces, deben entenderse dentro nación. Algo similar p uede dec irse con respec to al deslinde -éste
de la dinám ica t endente a enco ntrar la clave que permita la com- siempre ambig uo- ent re " li te ratura culta" y " li te ratura p opular".
prensión unitaria de la literatura de América Latina.
De ntro del marco de la li teratura latinoamericana, en un nivel
Mucho más recientemente, con mayor y mejor apoyo histó- todavía hipoté tico-deductivo, Alejandro Losada ha propuesto d cli-
rico-crítico, Roberto Fernández Retamar y An tonio Cándido han
9. Fernánd ez Reta.mar : " In lercom u nicación y nueva lit.erat.ura"; Cándido:
7. C f. ; Dám aso A lonso: "Berceo y los topoi". en: De los siglos oscuros al " Literatu ra y subdesarro ll o". Ambos estudios en: América La tina ell su
de oro. Madrid, Gredos. 1958. lile /·atu ro. Op . cit.
B. Los Lex t.os pri ncipales han sido recogidos en: Juan Lovc luek (ed.) : La 10. Es una idea varias veces r epetida por Sánchez, por ejemplo: ' Proceso y
nouela h ispanoamerica na. San tiago de Ch ile, Ed. Un ivers ita ria. ] 969 con te nido de fa nouela h ispanoamericana. Madr id, G redos, 196 8. {Se-
(Tercera edic iú n ). gunda ed ic ión). p . 45.

70 71
mitar tres sistemas literarios: el realista, el natu ralista y el subje~.i.­ creta s'; trad ucen er: el reforzamiento del aparato técnico .de la
vista, que corresponde rían más a la praxis social de grupos diferen- narnlCJÓl1, alud en referen~i a1men te a la problemáti ca de l mismo
ciados que a la estructura general de la sociedad latinoamericana estra to y son leídos por un público de igual signo social. La pro-
y que dispondrían, ['o r eso mismo, de un margen muy amplio de d ucción .lit eraria circu la., entonces, dent ro de un solo espacio social
autonom ía. Natu ralmente, esta tripartición que reco rre tod a la es- .Y co bra un grado muy alt o de homogen eidad : es, podría decirse,
tr uctura mayor, ~s taría también presente al inlerior de cada litera- una sociedad qu e se habla a sí misma. Si en al gun os casos, como
tura nacional. 11 el de Donoso a parti r de El lugar sin [(mi(es y, sobre todo, en E l
Las categorías puestas de manifiesto hasta aqu í : el siste ma obsceno pájiíto de la noche, el significado del relato parece exceder
nacional su dilu ción en un a estructura mayor y su fragmentación los límites de ese espacio, busc ando una atractiva, pero ilegítima
en secto~es me nos amplios, no tienen por q ué ser contradictorias. un iversalidad, es po rque en ellos un proc eso ideo lógico absolutiza
Un buen t ratam iento dialéctico podría dar razón de la co herencia lo que es exclusivo de un sec tor social determinado. 12
de su funcionamiento en el proceso real de nuest ras literaturas . Es CarActe riza a las litera turas heterogéneas , en cam bio, la dupli-
import ante advertir que en todas ellas se busca un grado suficiente cidad o plu ralidad de los signos sociocu lturales de su proceso pro-
de homogen eidad, presuponiendo que ésta es la condición indis- du ctiv o : .'le trata, en síntesis, de un proceso que ~iene, po r lo me-
pensable para la conformación de u n objeto pasible de esclareci- nos , un elemen t o q ue n o coincide con la fil iación de los otros y
miento critico: de hecho, en efecto, hasta las literat uras proven ien- crea, necesariamente, una zona de ambi güedad y confl icto. Al es-
tes de grupos sociales en pugna correspunde n a una estructura so-o t u diar este hecho en un tex to aislado, Cien años de soledad, Agus-
cial que no por estratificada deja de se r única y total. tín Cueva ha señalado que:
HO'M OGENEIDAD y HETEROGEN EIDAD , ALGUNOS CASOS [... J el pro b lema se plantea f... ] en térmi nos anti nómicos. De una parte,
un referente emp írico que no puede imponer su forma prop ia de con .
No toda literatura supone, sin embargo, la categoría de homo- ciencia como pe rspediva he gem ón ica, capaz de estructu rar a la obra en
geneidad . A través de un anál isis simple del proceso literario, que ] ~ fo rma estética pertinente [ ... ] por hallarse u b icado en un nivel suba].
pe rm it a d istinguir la producción, el texto res ultante, su referente y temo de la formación socia l que lo engloba y redefine y desde el cual
só lo p od ría e n gendrarse algú n géne ro de literatura popu la r [ ... ] De otra
el s ist~ m a de d is tr ib ución y consumo, cabe precisar la distancia que p a r te, una, fo rma de concienc ia proven iente del po lo social h egemónico,
separa ' a las literaturas homogéneas de las heterogéneas y determi- pero que por sí sola no bas ta , e in cluso puede convert irse e n óbice para
nar , ·consecuentemente, las variaciones en el tratamiento crítico la adecullda plasmación de aq ue lla materia pr im a que, nat uralmente , po.
q~~J ~~ corresponde. see s u propio espesor, vale decir su propia forma , y requi ere , por lo tan.
t o, un tratamiento estét ico part icu lar .
.. ./ .La mov ili zación de todas la.:; instan cias del proceso li terario
dentrd de un mismo ord en sociocul tural dete rmina el su rgimiento Noé Jitrik al examinar El reino de este mundo ha advert ido
del·literaturas homogéneas, tal como se aprec ia -ejemplarmente- otro modo de heterogene idad qu e, sin em bargo, se asocia ai fenó-
en' se'cto res muy important.es de la na rrativa peruana y chile na de meno descrito por Cueva. Jitrik afirma, en efec to, q ue :
los año1:i cincuenta. Los relat os de Se bas tián Salazar Bon dy, J ulio
• ~.J'
Ramón I
R ibey ro, en parte los de Carlos E~ duar d o Z av al e t a, en e 1
f... ] la escritura d e este rela t o no ha s ido ejec utada de n tro de y en re .
lación con el sis t ema de p roduc ción colonial, sino q u e, desde un punto
11 .""'
caso de Peru, . y Jos de J ose. D onoso o J orge Ed war ds, en e 1 caso de
de vista malerial, es tributa rio d e un circuito p roduct ivo históricamente
Chile: . pone n en juego pers pectivas propias de ciertos sectores de muy poste¡·io r.
las' c'ap'as 'medias urb an as, emplean los atributos de m odern idad qu e
distinguen la,. acci ón de ese grup o social, que en este aspecto con- 12 . CL m is artícu los: ''.Iosé Do noso y Jos problem as de ' la nu eva na rra ti n
,. hi.<;pano amer icana ", en : Ac ta Literaria, tom o 17, Nos. 1·2 , Budapest,
1 975 y "Los geniecillos do minicales· sus for tunas y adversidades", en:
11. Vid. ar tícu lo citado en nota 2. San Mll rcos. No. 13, Lima, oC l ubre· diciem bre, 1975.

72 73
,.

Cueva y Ji t rik examinan preferentemente el desencuent.ro hasta opues to. Histórica y estructuralmente, esta forma de hetero-
ltre un proceso de producción, y sus condicionamientos SOCIa- geneidad se manifiesta con gran nitidez en las crón icas del Nuevo
s y culturales , y la índole desiguaJ. del referente que se pretend: Mu ndo. Con ellas se fund a en Latinoamérica un tipo de lite ratura
!velar¡ o si se quiere, en palabras de Jitrik, la "f~~c t~~a de la um· q ue t ie ne vigencia hasta n uestros días.
ad 'mundo representado' y ' modo de representaclOn . En am bos
lSOS el objeto de la reflexión es una obra aislada, aunque algunas Todas las crónicas, hasta las menos elaboradas, llevan implíci-
!ferencias permiten cierta ex tensión hacia la literatura de "lo real to un sutil y complejo juego de d istancias y aprox imacio nes: si po r
laravilloso". Angel Rama se ocupa de la producción total d~ un un a parte producen una red comunicativa donde antes sólo había
liar J osé María Arguedas, y prefiere captar la heterogeneIdad desconocim iento o ignorancia, por otra parte, pero al mismo tiem-
.1 el' proceso productivo de las formas literarias. Afirm a a este po, ponen de relieve Jos vac íos que separan y desart iculan la rela-
$pecto : ción de las fuerzas que movilizan.
Las (ormas o riginarias que la cu ltura in dígen a ponía a disposic ión del En la escritura de las crónicas su byace una mo tivación prima-
escrilor eran la ca nción y el cuento fol klórico. Las qu e p ro ponía la ria: la de reve larla, por cie rto, ante un lector que la ignora toto.! o
cultura dominante eran la nove la y el cuento dentro d';'! los modelos
parcialmente. Escritas acerca de las Indias, las crón icas se realizan ,
establecidos b ajo la doble advocac ión regionalista y social que, a su vez,
se filia ba en e l relato re alista de la segunda mitad del siglo X IX europeo. sin em bargo, cuando logran cautivar al lector metropolitano. El
Dado que es a esta línea q ue se pl iega la obra narrativa de Ar¡,.ruedas, de· hecho de que casi unánim emente invoquen al Rey , o a otras ins-
bemos inferir que la batalla de la forma, en su primer embate, o ~ea, en tancias del poder peninsular, es un gesto cortesano , pero también ,
la opción genérica, se decide en favor de aquellas formas que rigen la más profundamente, un signo del sistema de co municación que
cultura occidental. Pero, a partir de tal elección, observaremos qu e pro-
preside el en unciado cronís tico: el Rey, la metrópoli, es su lecto r.
mueve un tratamiento interno de esas formas que te introduce notorias
mod ificacio nes y que al m ismo tiempo for tifica esa operació n con ayu-
da de elementos proced en tes de la cul t ura autócto na. 13
En el otro extremo del proceso de producción de las crónicas
es tá el refe rente, ese Nuevo Mun do que se presenta corno realidad
Los tres estudios menci o nados son suficientes para entender in co ntrastable y se propone como opaco o deslumbrante en igma.
1 co ncept o de heterogen eidad, en algunas de sus distintas varian- Ante él, el c ronista sien te una do ble solici tación: tiene que serIe "1,'
" :1:
~s . y para distinguirlo, con todas las implicanc ias cr ít icas del caso , f iel, re presentánd olq en t.é rm inos de "verdad", pero, al m ismo ~' ;
"'.1'
el concepto de homogeneidad. Casi podría decirse que se trata de t.iempo, tie ne que some ter lo a una interpretación que lo ' haga in- ,,'
os sis temas distintos de producción literaria. teli gible para un a óptica ex traña, comenzando por la de l pro pio
cro nista - tan frecuen teme nte desco ncert ado. La simple mención
L COMIENZO DE LA HE'I'GROGENE!DADo de esa nu eva realidad implica un doble movim iento : Cieza de León
lAS CRONICAS COMO MODE LO dice (y los eje mplos pudieran mul t iplicarse) que los "guanacos son
algunos may ores que pcquerlOs asn illos, largos de pescuezo, como
Evidentemente, la heterogeneidad se manifies ta a través de
camellos", con lo que queda en claro que hasta la más escueta des-
luchas y dis tin tas formas y niveles. Interesa en esta ocasión, re-
cripción tiene que procesarse dentro de un orden comparativo que
texionar sobre las literaturas q ue se proyectan hacia un referente
acude a la experiencia de una realidad q ue ·no puede ser la del refe-
uya identidad sociocultural difiere ostensiblemente del sistem a
re nte . En niveles más complejos, el cronista apela a todo el reper-
ue produce la obra literaria; en otras palabras, interesa examinar
torio cu ltu ral del mundo que produce y recibe s u historia: no es
)5 hechos que se generan cuando la producción, el tex to y s u con-
casual, po r esto, que el Cuzco sea vis to como Rom a y que el Inca
urna corresponden a un universo y el re ferente a otro distinto y
lo sea como Rey o Em perador, de suerte que la pecuUalidad de l"
~s citas de Cueva, Ji t rik y Rama correspond~ n a los artículos citados re ferente queda velada por la int rom isión de otras for mas de reali-
I e n la nota 5. dad, comem~ando -por cierto- con la del idiom a. En este o rden

74 75
de cosas tal vez nada más aleccionador que el neoplat.onismo dG j . ..! cO~1 Lí a [Jo, ~.om ando
como referencia ciert as crónicas hete-
Garcilaso : con esta concepción del mundo, el Inca q :1 i er~ dar taz ón en cGPeciai <:l lgunas de las producidas por cronistas indios
; .: ::I.Ol• ..'J .
de una disgregada y conflictiva realid ad que quisiera ver armomcz, e IT\2:J;izos, se d3tzctan d0sviaciones formales que sólo se pueden
men te sin tetizada en el mest izaje que él mismo replcsenta. QuP. e! 2.q·licar por la acéión del referente sobre su enunci ación croníst ica.
propio Garcilaso, tan fervientemente adhe rido al u n~ vers o ir.len. ~¡::n Los dibujos .Qe Guamán Po ma de Ayala pueden entenderse, dentro
orgulloso de su estirpe materna, tenga que recurrIr a la fIlosofIa de este c rden de cosas, como quie bras de la estructura de la eró.
neoplatónica para explicar y explicarse su situación p~ r~onal e his- nica para daf cabida a un segundo lenguaje -el gráfico- que res-
tórica, es clara muestra de cómo, en la base de t oda cronJea, se pro- ponde mejor q ue el lenguaje verbal a las exigencias de fidelidad con
duce ese encubrimiento del referente por los atribu tos culturale:.; ·r·especto al referente. De hecho, los dibujos de Guamán Poma di-
que la crónica actualiza. ce n mucho más sobre el mundo andino qu e el espruiol rudimenta-
rio con q Ue está escrita la Nueva Crónica ... 14 y su sola presencia
Sin du da es fácil determinar en las cró ni cas la acción no sólo indica la acción de una dinámica inversa: si en otros casos el pro-
de fue rzas culturales, sino también, y muy abiertamente, de intere- ceso pro ductivo sofocaba el referente, en éste, al contrario, el re-
ses concre t os en el plano económico-político y con frec uencia en ferente puede imponer ciertas condiciones y generar una mod ifica-
el orden puramente personal . En tod o caso, la mención de estos ción en la estructura formal de las crónicas. Se advierte as í, que la
otros niveles no hace más que enfatizar la índole conflictiva de las ÍOffi\a de las crónicas no es u na categoría neu tral, sino, al contra.
crónicas pues es obvio que no existe coincidencia entre l o ~ intere- rio, factor direct amente com prometido en el curso y significación
ses que ~xp resa el cronista y los que, en el horizonte de la realidad, de las li teraturas het erogéneas.
t iene el referen te, Sería erróneo, sin embargo, extraer de estos he·
chos una condena ción global del género cronístico y de sus autores. El género de las crónicas sirve d e modelo a las li teraturas he-
En el fon do las crónicas se lim itan a reproducir, en los térm inos terogéneas porque señala, con desigual intensidad, las dos alterna-
que específicamente les corresponden. lo que es un suceso histó:.i- tivas más impo rtantes: o el sometimiento del referen te por imp·e rio
ca i;;soslaYílble : la conquista. y a marcar el inicio de lo que Man a- de factores exógenos, en los casos n ormales, o, en algunos casos
tegui llamaba las literaturas no org~ nicam ente nacionales. excepcionales, la cap acidad de ese mismo referen t e para modificar
- co n t odo 10 que ello signi fica- el orden form al de las crónicas.
EL PROBLEMA DE LAS FORMAS EN LAS Ambas opciones tienen un vasto desarrollo en la literatura latino-
LI'T'ERATURAS HETEROOEN EAS americana.
. . En las crónicas, la heterogeneid ad genera una desigual rel a·
Un a sit uación similar se presenta en la literatura correlativa
c16n ~ntre su sistema de producción y consumo, por una parte, y a la emancipación de los países hispanoamericanos. En este caso el
él ref~ren te, po r otra. otorgando una notable primacía a aqu él y referen te (los hechos de la emancipación) y el "terna" (relativo al
oscureciend o a éste bajo la fuerza de la interpretación que se le 50 - ideario independentista) se formalizan bajo normas estéticas que
breimpone. En el plano formal este desequilibrio significa qu~ ,el curiosamente repite n los dictados metro politanos. No deja de se r
referente no es todavía capaz de imponer sus modo;-; de ex preslOn significativo que las re quisito rias contra España o las alabanzas a la
Y.. debé ~soportar una formali zación que n o le es propia y que resul· independe ncia y a la libertad se procesen literariamente con acata-
ta, 'en' mayor o menor medida, tergiversad ora. Tal se obse rva al miento de los valores que rigen la literatura española de la época.
co~parar la similitud formal de las crónicas castellanas y I~s de l
r¡¡~evo /VI,undo, simili.tud que im.plic~. que el referente amencauo 14. er.: Nathal1 Wachtel: Sociedad e ideolog{a . Lima, lns titulo de Estudios
está so me tido a la mIsma fo rmahzaClOn que en su momento tuvo Peruan os, 1973, esp ecialmen te el capítulo "Pensamiento salvaje y acu l.
lll raci ón : el espacio y el t iempo en Felipe Guamán Poma de Ayala y el
la realidad pe ~l i n s ul ar. lnca Gflrcilaso de la Vega".

76 77
<-

Esta otra manifestación de la heterogeneidad t iene su expresión tad e independencia que los otros poemas, desde su propia depen-
tal vez m ás su gestiva, en la obra poco conocida de Mariano Melgar dencia, sólo pueden enunciar. Contra todo lo que podría suponer-
(1790-181 5). " se, los poemas neoclásicos representan un may or grado de hetero-
geneidad, pues referente y "tema" se f ormalizan bajo un sistema
Una faceta de la poesía de Melgar está constituida por un con ~
que se define por su ajenidad y distancia, mientras que los yaravíes,
junt o de t ex tos básicamente neoclásicos que , con frecuencia, como
pese a todas sus limitaciones, significan un cierto adelanto en el
en la "Ooa a la- Libertad", son reflexiones poéticas acerca de los
rumbo que permitiría alcanzar otra homogeneidad, la que consulta
valores que presiden la actividad política de los precursores de la
los requerimientos de una tradición nativa. Aquí tam bién se poné
emancipación. Estos textos, unid os a traducciones de clásicos lat ;-
d e relieve la importancia de la forma en la delimitación esclareci-
nos y al desempeño de cátedras hum anísticas, muestran la solidez miento y crítica de las literaturas pluriculturales . '
de la formación de Mariano Melgar y su adscripción al canon '¡cul-
to" de la literatura de la época. Significativamen te, alI ado de esta LA SI'fUAClON DEL INDIGENISMO
producción que sólo por el "tema" se puede considerar indepen-
dentista, Melgar cultiva una poesía "popular", de tema excluyente- Todo lo dicho hasta aquí parece concentrarse. revelándose
mente amoroso, que se conoce bajo el nombre de yarau[ Aunque m ás nítidamente, en el caso del indigenismo. Una cita de José Car-
la discu sión del yarauí está lejos de haber t.erminado , parece indu- l~s Mariátegui señala el mej or rumbo para com prender en profun-
dable que proviene de la poesía prehispánica. pr~bablemente del didad este vasto movimiento:
jaray haraui quechua, y que tuvo un extenso cultivo, como form a l···J y la mayor injusticia en que podría incurrir un crftico [dice Mariá-
ya mest iza, mucho antes que Melgar la empleara en su poesía eró ti- teguil, ser ía cualqu ier apresurada condena de la literatura indigenista
ca. Si bien es cierto que Melgar introduce en el yarauí algunos re- por su falta de autoctonismo integral o la presencia, más o menos acu-
cursos de la otra vertiente de su poesía, el yarau( preserva su carác- l>ada en sus obras, de elementos de artificio en la interpre tación y en la
expresión. La literat ura iudig(mista no puede darnos una versión rigu-
ter popular, que a mayor abundamiento se reconoce por la fusión rosamente versista del in dio. Tiene que idealizarlo y estilizarlo . Tam.
de poesía y canto , e implica el uso y revalorización de una tradi- poco puede darnos su propia ánim a . Es todav ía una literatura de mes'
ción indíge na hasta entonces despreciada por la poesía peruana tizos. Por eso se llama indigenista y no indíge na. Una literatura ind íge.
"culta". lIa, si de be venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios estén
en grado de producirJa.J6
Desde la perspectiva que interesa ahora, el yarauí me!gariano
representa un acto de liberación más consisten te que los poemas .Aw;que la última parte de la cita es discutible, pues la litera.
neoclásicos relativos a la independencia de nuestros países: si estos tura mdl~ena nunca ha dejado de producirse en un curso paralelo
textos corresponden externamente al proceso histórico de la jnde- al d.e, la l~teratura en lengua española , el deslinde propuesto por
pendencia, proceso al que de alguna manera traicionan, por su ape- &:1aCiategul, ent:: li teratura indígena y literatura in digenista, signi-
go a los mqdelos metropolitanos; el yarauI, en cambio, pese a no f~:a l~ ca~celaclon de la utop ía indigenista, como presunta expre-
tematizar ninguna instancia política, realiza en la dimensión que Slon mtenor del mundo andino, y establece las bat;;es para fundar
específicamente le es propia, en el nivel literario, ese ideal de liber- una nueva y más coherente inierpretación del indigenismo .
15. Marian o Melgar : Poesias Completas, Lima, Academia Peruana de la Es indispensable destacar, en un primer momento, la fractura
Lengua, 1971. Gracias a es ta edición crítica, la obra de Melgar puede e~tr~ el un iverso indígena y su representación indi genista. E n los
ser 'conocida en toda s u amplitud e importancia. Antes se disponía de términos empleados hasta aquí, esta quiebra señala la existencia
la ed ición fra ncesa de 1878, en realidad una antología que incluía 31
poemas, y apora se conocen 182 textos. CL mi artículo "Mariano Mel· de un nuevo caso de literatura heterogénea donde las instancias de
. gar y la poesía de la Emancipación", en: E l Peruano , 28 de julio de producción, realización textual y consumo pertenecen a un univer~
1971, y Juan G uillermo Carpio Muñoz: El yarav( arcqu ipeño, Arequi·
pa, La Colmena, 1976. 16, Siete ensayos ... , Op. cit., p. 292 .

78 79
J sociocultural y el referente a otro distinto. Esta heterogeneidad iJ 1.!'lc)0n que significó la conquis ta española. Revivien do la virulen-
!lna relieve en el indigenismo en la medida en qu e am bos univer· CIa o:;: An gel E~calante , para quien ningún escritor no indio te nía
J S no aparecen yux tapuestos, sino en contienda, y en cuanto el uderecho " a ,escribir sobre la realidad indígena, lB Mario Va rgas
~ gund o, el universo indígena, suele mostrarse, precisamente, en Llo~a extremo su condenación hasta el punt o de afi rmar que " los
lnción de sus peculiaridades distin tivas. escntorel> ~ruanos desc~brieron al indio cuat ro siglos después que
Esta p rimera descripción presupone un a opción sociológica, laG conquIStadores espanoles y su comportamiento con él no fue
lUy controvertida en el cam po de las disciplinas pertinentes, ac.er- me~~s .criminal que el de Pizarro" . Aunque Vargas Llosa proyecta
a de la estructu ra unitaria o dual de los países andinos. Sin jnter- su JUICIO sobre el in,digenismo modernista, citando concretamente
enir direc tamente en la polémica, por lo dem ás estrechamente vi n- los nomb res de Jose Santos Chocano, Ven tura García Calderón y
ulada a posiciones políticas concretas, cabe señalar dos aspectos Enrique López Albújar, su línea de reflexi ón lo conduce a con de.
laves : de una parte,la corrección del planteamiento de Mariátegui na~, .igualmente, al naturalismo po~terior, sintetizado en la o bra
n lo que toca a la realidad que pudo auscultar en su tiem po , cuan- poe~lCa de Alejandro Peralta, que tendría una "visión [._. ] tan ex-
a la distancia entre la sierra semifeudal y la costa incipiente mente t ranJe ra ,como la de cual.q uier modernista". 19 Es claro que planteas

!
apitalista era, a todas luces, una verd ad incontrastable, y, d e otra de esta l~d ole no contTlbuyen a esclarecer el sentido del indigenis-
arte, el manleni miento de esa dualidad en la historia más recie nte mo: con~l~eran como defecto lo que es la iden tidad más profunda
LIando el real av ance de la integración nacional n o puede ocultar d~l ~ovI~lento, y, a la larga, le exigen qu e deje de ser lo que es
( surgimiento y énfasis de una relación de d ominación y depen- -mdlgemsmo- para convertirse en lo q ue en ningún caso puede
encia, relación derivada del desarrollo desigual de ambos espacios llegar a ser: li teratura indígena.

~,
ociales_La he terogeneidad su bsiste, pues, sea que se acepte la exis- Resulta indispensable, entonces, profundizar en la naturaleza
~ ncia de dos estructuras disti ntas, sea que, aceptando sólo una, se e~p'ecífica del illiJigenismo, respe tando los límites que le son espe-
istinga dentro de ella un polo hegemónico y otro dependien te _ CifICaS_ Con respecto a su proceso de producción José Ca rlos Ma-
Esta heterogeneidad es al a priori del indigenismo_ De aquí riát:gUi. afirmaba que el indigenismo es obra de m ~stizos _ Sin d uda
ue, en 1965, Sebastián Salazar Bondy pudiera afirmar la Hmuer- ~! ~ermlTIo '.'lnes~izo" no tiene a~uí una acepción puramente bio- il:,:,.
~" del in digen ismo como movimiento dife renciable dentro de las _Oglca o raCIal, nI tampoco cabe mterpretarlo en re lació n exclusiva
teraturas de los países andinos : como se ha producido un proceso con la fi.gura del .autor; alude, más bien, a toda una compleja red , , : ~;

,e indigenización, que incluye a la literatura, carece de se ntido de cuestIOnes SOClO~~llt~rales. principa lmen te al hecho de que este
proceso de produccIOn o bedece a normas occidentalizadas o " eu- ".If
1 "l , ~
rreflexionaba Salazar- insis tir en una especificidad que ya no es
~l, puesto que se ha diluido y universalizado. l ? Aunque o bv iam en~ r?poides." según la terminología de Lipschutz,2° tanto por 'la posi-
r"discu tible, el planteamiento de Salazar Bondy tiene el mé rito de ClOn SOCial ~ c.ultural de sus productores, claramente integrados al
r idenciar que el indige nismo sólo es inteligible a partir de una pre- polo hegemonlco de l~s sociedades a que pertenecen, cuan to po r
I,a conceptualización de l mundo andino como realid ad dividida y el contex to en que actuan y las convenciones cultural es y lite rarias
¡esintegrada. Es un a literatura heterogénea inscrita en un universo que ~~p'l ea~1 . P.a ra señalar sólo lo más evidente : el modo de pro-
ambién heterogéneo. ~ U CCIO~ mdlgenlsta ~o se concibe al margen de la eS,c rit ura en espa-
~;,.l: n?1, mIe ntras la oralidad quechua o aymara se ría el mod o más pro- I
1 n Qomo realid ad insular o como factor dependien te dentro de plO de la producción indígena _ .1
'!_e,s tructura social más vasta. el mundo indígena soporta una 18.
r un9iación e,xterior que, a veces, ha sido comparada con la expro- "Noso t!o~ los in~io~". ~rtículo publicado en 1927 y reprod u cido en
~a p r;lenllc_G de l mdlgemsmo, Op. cit. , pp. 39 -52 .
flJ l C!. las inte rvencio nes de Salazar en el J Enc uentro de Narrado res Pe-
19. J o?e Maria . Arguedas descubre al ind io au tén t ico" en: Visión d el l'
I
Peru . 1, 1, LIma, agosto, 1914 . '
r UOllos. Lim a . Casa de la Cu ll u r3 de Perú , 1969 , esp ec ialm ente pp . 20.
240- 25 3 . cr.: Perfil d e Indoamerica de nueslro tiempo. La Haban a. fnstit u to
C ubano del L ibro, 1972.

80 81
<, la que desarrollan y esclarecen en sus textos: esto explica los des-
Inte el modo de producción determina los caracte- plazamientos ideológicos que subyacen en el indigenismo y pone de
N a t ura me • b - d' . t s asu
del texto resultante. En este sentido las o ras. m 1ge~ls a - relieve, al mismo tiempo,la conflic tividad ,e sencial de su proyecto .
n aun en su estructura formal , el signo occld entahzado qU,e
n'ina su proceso productivo: de hecho, en efecto, tod~s l OS, ge- Angel Rama ha propuesto en tender el movimiento indigenis-
'os empleados por el indigenismo corresponden a ,la hterat~ra ta, en t érminos sociales, como resultado del ascenso de grupos mi-
Occidente y m arcan, con los desfases que . caract~.I1zan ,a l~ l.l~­ noritarios de la clase media baja que emplean las reivindicaciones
u ra latinoamericana en su conjunto, un rl1lsmo ntm? h~stonco . indígenas como refuerzo y legitimación de sus propias demandas
í, po r ejemplo, cabe hablar de u n in digenismo romantlco o de contra el sistema social impuesto desde arriba por la clase explota-
dora. En palabras de R ama:
indigenismo realista.
Lo que estamo s presenc iando [en el movimiento ind igenista ] es un gru-
Pero la impronta occidental del in digenismo no só~o marca po social nuevo, prom ovido por los imperat ivos de! desarrollo econ óm i·
proceso de producción y la índole ?e s,t;-s texto:; ~_enal a, . c~~ ca modern izad o , cuyo margen educativo oscila según las áreas y el gra-
1 fuerza todo su circuilo de comunlcaclOn. La htbatura mm do de adelanto alcanza do por la evoluc ión económica, el cual plantea
la • . t' cada uno de nílid as reivindicacio nes a la sociedad que integra. Com o todo grupo que
rlÍsta n o abre u n nuevo sistema comUnica lVO en .
j países andino y se limita a discurrir por el cauce que es pro~lO
ha adquirido movilidad -según lo apuntara Marx- entiende la n~clama ­
ción que fo rmula a lodos los demás sedores sociales oprimid os y se ha-
la literatura "culta", si se quiere "oficial", de suert~ que en nm- ce intérpre te de sus reclamaciones que entiende como propias, en~ro ­
n caso, n i aun en la perspectiva más radical,. log:'~ Incorporar .a sando así el caudal de sus magras fuerzas con aportes multitudinarios.
; sectores ind ígenas en su circuito de comumcac~on l..N"o se ~rata No hay duda de que se sentía solidario de ellas, au nque, ta mbién , no
uÍ de un hecho extern o y solamente circunstancIal, pues la .lma- ca ben dudas de q ue le servían de máscara, porque en la situación de esas
'n del lector ideal actúa poderosamente en el mo~~nto mlsma masas la in justicia era aun más na gran te que en su pro pio caso y, ade-
más, contaba n C OIL el innegable prestigio de haber fo rjado en el p asado
: la plasmación de la obra, dotándole de. los r:qu lSltos que e.~e una o ri ginal cultura , lo que en camb io no podía decirse de los grupos
etor exige para incorporarse' a la cadena hterarl~, Como l~s cro- emerge ntes de la clase media baja. Esas multitudes, por ser s ilenciosas I
cas, la literatura indigenista supone un ledor distante, ajeno al era n, si cabe, m ás elocuentes y , en todo caso, cómod amente inté rpreta-
bIes por q uienes dispon ían de los instrumentos adec uados : la palabra
I
üve rso que se le propone en el t exto.
escrita, la expresi ó n gráfica. 21
Pero la heterogeneidad del indigenismo. ~o se agot~ en el cr~-
! de dos culturas , en la dinámica de revelaclOn de la pnmer~ baJO La interpretación de Angel Rama es básicamente correcta, 0,-

IS supuestos de la. segunda ; tiene, tambi~n, en ~l estrato dec15~no mas n o el "balance [ ... ] adverso" que extrae de ella, pues, efecti-
;! los condicionamientos sociales, esa mIsma dlsg.reg~da constltu- vamente, el indigenismo es un movimiento de ciertos sectores me -
.ón . De h echo, el in digenis mo responde a determmacIOnes. de una dios que asumen los intereses d el campesinado ind ígena : aquí re-
~ciedad caracterizada po r el subdesarrollo y la dependenCIa ~e s~ side, prec isamente, una de las razones de su heterogeneidad. Esta.
~tructura capitalista, mientras qu e el referente -el mund? lJ1~~­ interiorización de intereses de otra clase social no puede en tender-
ena- aparece condicionado por una est ructura rural todaVIa t em- se, sin emb argo , fue ra del context o que precisó Mariátegui en su
la d e rezagos feu dales en la mayoría de los paíse~ ~nd inos . Por lo polémica con Luis Alb erto Sánchez y -más tarde- en su "Proceso
emás, mientras la actividad indigen~sta es una,actlvIdad. de ,la c!~se \ de la literatura pe ruana". Para Mariátegui, el movimiento indigenis~
ledia y en especial de grupos en d iverso ~raQo de radlcahzaclOn, t a se correlaciona con el socialismo, pues entre ambos distingue un
1 referente tiene que representar los conflIctos de ~tras clases, la vínculo d e "confluencia o aleación'.', y de esta manera evi ta las
,eligerante oposición del cam pesinad o y ei gamonalismo. Aunque aristas más agudas de su disgregada y difícil constitución .
iertamente ambas dimensiones muestran rasgos comunes que s: \
21. "El área c ullural andina (hispanism o, mesticis!11O, ind¡ge nismo)", e¡¡:
!erivan de su inserción en la lucha de cl ases , lo cierto ~~ que la Sl- Cuadern os America nos, XX X III, México . noviembre-d iciembre, J 974.
uación social de los productores del indigenismo es diferente de
\ 83
82
I
Mariátegui era aún más enfático: ¡'Uü!'l, V p'~:i;'elen¡;c, pn$uponiendo que esa relación será lanto más
. . ' fi e 1".5 reivindicac:.iones de las 11'¡".:JnS, d{: ItI
v¿¡ho~~ ;; ezcIarecedora cuanto más in terio r ("desde dentro") sea
El soclahsmo ordena y d \;! -,n I~- __ _r ~ -la .,Ia::;e t raba ja.:lora- ~cn, ~;1 la ¡JGrGpectiva del aLltor Aunque el indigenismo tiene una in eq uí-
\ t b · d ra y en Peru, "lO' ... _a!> '~
l"o 5Oclahsmo no ccn~,. puc.. ,
<.,; ••
e ase rat aja "ntas
o . part ee In . d Ig~na¡¡.
' ¡' "',e""t
~ .. vocz! voc.:tción realista, y aunque sus obras efectivamente intentan
sus ella ro qUl
. ' ~,:)Cla
'a s iqu i"r.l . \"l:.mo- $\ ," no ce solidan:t:::>[;(! • pI UI~Cl il.' plasmar l~presentaciones fidedignas del mundo indígen a, lo cjerto
peruano - ni sen .o . " • , s En esa acli tuu no se esconde
men te, con las reivindicaC IQ(lde s mdb, gena'd', de artificio ci se refl exiona e:: q ue -al lad o de esta capacidad mimética- el indigenismo ensa-
d tunismo Ni Sé escu re n ' .. ya otra fonna de z.utent icidad, más compleja, q ue deriva de la m en-
nad a e opar . . r E , ta actitud no es fillg ala , 111 es
dos minutos en lo que en socia 15m,o " z; n
cionada aSImilación de ciertas formas propias del re ferente, asi mi-
JlOS t ·l2.a, 01. • ,tuLa . No es más que socialism o .
tsción que implica un sutil proceso artístico que obviamente es tan
La perspec ti va trazada por Mariátegui no inten la dil~i.r ~~ ~?,n . import.a nte -o mós- que el cumplimiento de la decisión realista.
. ., acente en el indigenismo, que es un a con, ra lCelO,TI Puede rec ordame, a este respecto, q ue el estilo de José María
tradlcclon suby, , , le 't imar su condicion het eww
real; intenta, mas bien, explicar y f? le un rumbo ideológi co Arg ueúas 1 conelati vo a un "idioma" totalmen te inventado, hasta
clita defi niendo su contexto y otorgando ' Q e José artificial ~j se prefiere: esta palabra, pues está hecho de una matriz
dent~o de la problemática del n;u,ndo contempo~ane~, deu Mariá- sintáctica, quechua que lUego se realiza léxicamente en español, re ~
María Arguedas reconociera exphcltamente el r:naglstlc ~1 ~ ' geniSmO sulta mucho 1l1ás auténtico que la m as iva interpolación de vocablos
h h e ayuda a comprender como e in 1
tegui J eSal~n ~c °sqdUe m' ayor relieve enfrenta la di fíci l larea de
1 , quech uas -que fue eJ recurso privilegiado del indigenismo clásico
en sus re lzaClOne ' _ , 't " l' y corn,;..;ponde a la conceptualización del indigenismo como litera 4

asumir productiva y creadoramente , c~mo ~uena Man a egm, e'dm~ tura mimética. Con este lenguaje ficticio, Arguedas alcanza, sin em w
( fl ' t ue lo define, Sin unagmar una homogenel a
salv3{le ~~~e~ca~a ~or definición, el ind igenismo realiza ~ll)a paut,a
bargo, un nivel de auten ticidad real mente asom broso: si por una

de
~~~tr:r~:, heterogen~idad~ y en ella encuentra sus mejores P OSI-
bilidades ideológicas y literarIas. , , ,
parte p uede revelar la Índole real del mund o que refiere, po r otra
parte es capaz de revelar, tam bién lum inosamente, la ra íz de un
conflicto ma~r, la desmem brada constitució n de un a sociedad y
En este orden de cosas que poner de rc:ieve q ue el l~dlgenJ~­ una cultura que todav ía, tras siglos de convivencia en un mismo esw
mo el mejor indigenismo, no sólo asu me lo~ mteres~s ~~I ca~ ~esl­ pacio, 110 pueden decir su his toria más que con los atributos de un
, , í ena' asimi1a también, en grado diverso, iIrnl a o au az- diálogo conflictivo, con frecuencia trágico. Este d ifícil diálogo in-
;:e~Ot:n~i;rta; fo rmas literarias que pertenecen alOl:gánicam~nte tersocial e intercultural constituye el cimiento más profundo del
ind igenismo.
, rende ue esta doble aSlmilac lOn, de m ereses
re~~:~;ste, ~: f~~:~S estéti~as, constituye el corre~ato
dialéctico de
;~'imposLión q ue sufre el universo indígena del sIStema pr?du~tor
A! igual que t odas las literaturas heterogéne as, cuyos sesgos
específicos habría que estudiar por separado, el indigenismo no se
del o. indigenismo: es, por as í decirlo , su r~s pu~sta. De aqUl se e~w agota en la representación realista de su referen te , que, por lo de-
de q ue el trabajo crítico so bre el indigeniSmO n~ pue?e ,segu,l,r más, está limitada por la inevitable exterioridad de su perspecti va
pren
realizándose d 1 't ' de "mterIondad
en funció n ex cluyent e e cn ,eno t ' d' 's~ d e creación, y se realiza más bien como reproducción literaria de la
, '1 en efecto, que la crítica examme los tex 05 In"l ge~1l
fa~ :~b~~~:r;inos de un a relación mimética entre representaclOn lIte-
estructura e historia de sociedades desintegradas como lo son las de
los países andinos, Reproductor de la clave más hond a de las socié-
--" ·":-[~· terme'l.zo polémico", artlculo pub hcado orlgmalmente 1~~1~ 921 y dades andinas, el indigenis mo se compromete raigalmente Con el
22, re roducldo en La polémica de l indigenismo, Op Clt , pp , curso his tórico de las naciones que guardan el vigor de los pueblos
"~o ~~: ~:~::~:;; c:~ que la conquista no pudo liquidar. Si esta pluralidad no deja n unca
Veg~,) ~uenos Aires,
no soy un aculturado", d iscurso pron unciado
23, 1968, a l tccibir (!l p rem io Inca G arcilaso de la de ser con flict iva: es, también, y con mayor intensidad, esplénd ida-
mo e pílogo de El z orro de arriba y el zorro de a OJO,
mente emiquecedora.
Losada, 1971 , pp, 296,298.

84 85
1,1

,"d

SOBRE EL CONCEPTO DE HETEROGENEIDAD:


RESPUESTA A ROBERTO PAOLI*

El debate académico n o sólo es estimulante, ilust rati vo y en-


riquecedor: resulta, cua ndo verdadero, indispensable . Personal-
mente me siento muy satis fe cho de haberlo suscitado , máxim e si
la respuesta viene de un hispanoamericanista de la alta jerarq uía
,I
de Roberto PaoE y si su comentario crítico, como todo lo que él :¡
1I
produce, ti ene una extraordinaria riqueza con ceptual.
:, ,,11
,r
Me parece q ue debo comenzar por una aclarac ión , relativa al
campo de mis trabajos sobre el in d igenismo, porque de o tra ma-
nera la agenda de la d iscusión podría crecer incontrola blem ente.
Mi tema es la literatura indigen ista, y, por consiguienté, mis afir-
maciones no pueden extenderse ni al u niverso indígena real, ni a
las ciencias sociales que ,lo estudian, ni a las acciones polít.icas que
tienen re lación con 'et Por esto prefiero no aludi r a la.., > ideas de
Paoli sobi'e estos otros temas, aunque reconozco que todas, son
extraordinariamente sugestivas y algunas, tal vez por eso m islno,
frontalmente discutibles.

El fondo de l problema es el siguiente: yo co nsidero que el


co ncepto de heterogeneidad es insus t ituible para comp render crí-
tic amente la literatura in d igenista ; Paoli afirma, en cambio, q ue ese
concepto no es epistemológicamente válido ; a) Porque. result~ d e-
l' masi ado ge neral e indeterminado (puede aplicarse a muchas otras
lite raturas y no permite distinguir variantes al in terior del indige-
nism o ), y b) Po rque supone una interpretación de lo in d ígena co-
mo otredad incogn osci ble (lo q ue contradice la capacidad del hom-
b re d e conocer l act o lo humano).
* Aparec ió en R p.uis la de Cr(t ica Literaria Latinoamericana, VI, 12 , Lima ,
ju!¡o -d ic ie m hre 1980 .
Comencemos por lo segund o : sin duda ]0 indigena puede sel' ~l J CEp o;: ilk la C Gr.i V Er§;cLc ú·~ de dos o más sistemas en un solo pro- 'i
".ateria de conocimiento por qu ienes no son ind ios (y c:3pcro 11C. C01';O liter;. .rio . As!, por ejemplo, la heterogeneidad indigenista p ue-
lber sugerido lo contrario), pero, en este caso, no se trata no ° de diferenciarse de otras 'porq ue rem ite a un hecho de conquista y
110 se trata de conocimient o. El escritor in digenista puede cono- colonización, ponz 2n relación d os estructuras sociales que inclu-
~r profundamente el mundo indígena y puede sentir po r él y sus sive tienen. mod os de producció n diferenciados y dos culturas de
tIores una gran devoción , mas tal no significa que a t ravés de su raíces históric as completamente autóctonas, enfrenta problema')
ercicio literario (daramen te dependiente de un sistema no indí- de bilingüismo y la contradicción entre escritura y oralidad, etc .
ma) lo exprese "desde dentro" , interiormente. En este preciso Ciertamente, como afirma PaoJi, estos compo nentes y cualesquiera
:ntido es que el mundo indígena es otro : otro , distinto, ajeno (y otros que pudieran añad irse tienen una aptitud diferenciad ora sólo
) "impenetrable " ni Hindescifrable") para quien no es indio. Y el rel ativa, pero ello provi ene d el nivel histórico en el qu e aparecen.
.critar indigenista no es indi o ni produce su lit eratura dentro del En otras palabras: he terogeneidad es un concept o teórico general
stema sociocultural indígena . El concepto de heterogene idad da que esclarece el carácter .básico de un grupo más o menos extenso
lzón de estos hechos y no de otros: mediante él se trata d e definir de literaturas, pero la gam a concreta de sus manifestaciones, su
na producción literaria compleja cuyo caráct er básico está dado tipolo gía y proceso, sólo pueden se r reconocidos a través del cono-
: H la convergencia, inclusive dentro de un solo espacio text ual , cimiento histórico. Después de tod o, la diferencia entre la hetero-
~ dos sistemas sociocult urales diversos. A grandes rasgos: uno de geneidad de lo gauchesco y la heterogeneidad del indigen ismo no
¡tos sistemas, que cOlTesponde aliado occidental izado de los paí- es un problema. t eórico sino histórico.
~s andinos, rige el proceso de p r oducción, los textos result.antes Una similar estrat egia tiene que seguirse para qu e el concepto
el ci rcuito de comunicación de esta li teratura; el otro, el indíge- de heterogeneidad sirva en la distinción de variantes dentro del
1, funciona como referente , aunq ue en determinadas circunsta n- proceso del indTgenisrno. Sin duda, corno concepto teóri co general
'as pueda observarse q ue éste refluye sobre el discurso literario él no es por sí mismo apto para desagr,e gar ni histórica ni valorati:
ue' intenta revelarlo y lo transforma. El concepto d e heteroge- vam en te las d istintas expresiones del indigen ismo. Ahora bien: es-
eidad, en suma, expresa la índole plural, heteróclita y co nflictiva tas expresiones son distin t as no po rque unas sean heterogéneas v
e esta literatura a caballo entre dos universos distintos. otras no , sino porque en cada Gasa se resue lve la heterogeneidad
Es cierto que tal concepto es genérico y que puede aplicarse ?e ?ist~nta manera. No se t rata, pues, de reivindicar en bloque al
ot ras literaturas. En m is estudios señalo precisamente que las mdIgemsmo, com o supone Paoli, se trata de encontrar la d efinición
:ónicas, la gauchesca, el negrismo y la narrativa de lo real maravi- ~orrecta de esta literatura y, a partir de ell a, pr oceder a describir,
DSO se inscriben dentro de él. Me parece extrao rd inariam en te pro-
mterpretar y valorar sus varias alt.ernativas. Creo que en mis estu- "~o

letedor que fuera de la literatura lat inoamericana puedan encon: di os es tá insin.ua?o ~.n do ble criterio a este respecto : de una parte,
íarse otros casos de beterogeneidad, como sería el de la literatura el g~ad~ de aSlmliaclon de los intereses sociales auténticos del pue-
¡eridiQnal italiana, y no dejo de sentir un cierto orgullo al imagi- blo m dlgena (o en el extremo opuesto el modo com o es os intere-
s~s s~ n o lvidados, tergiversados o negados ); por otra parte , la efi-
¡IX que un planteam iento crítico fundad o en el pensam iento de
lariátegui pueda servir de pauta teórica para esclarecer fen ómenos CienCia co n que se asumen cier tas estructuras temático-formales
ind ígen a') y se las inscribe 'p rod uctivamente en el discurso lit erario
~ alcances universal es.
" indigenista (o en el extremo opuesto la manera como este discurso
'Es claro, sin em bargo, que el concepto d e hetero gene idad t ie- re pele tales estruci..uras y se encierra dentro de la normatividad oc-
e ' q~~ ad~n sarse m ediante el ex am en de los componentes históri· cide ntal) . Está 0emás an otar que ambos cri t erios deben ser anali-
)s q ue producen, en cada caso con creto , distintos tipos de hetcro- zados, mat.izad os y sum ados a otros. Las observaciones de Paoli
~ neidad ; como también, p o r otra parte, tien e que au sc ultarse con en este sentido son muy útiles, porque no sólo detectan una tarea
etenimjento la form ulación literaria que, as imismo en cada caso , en re alidad a me dio hacer sino porque ayudan a cumplida.

88 89
Aho ra bien: la alternativa que propone Paoli dio me parece Es tas consideraciones me reaf\ rman en la pertinencia del con· :1,'
mtisfadoria. Paoli afirma que "debemos resignarnos a ad mitir que cepto de heterogeneidad para dar razón del indigenismo literario, :
lo único que puede definir al in digenismo es su refe rente ind íge-
na " y señala la validez de algunas categorías tradicionales, c;omo
\ mas, al mismo t iempo, señalan con claridad que él es, sobre todo ,
un nuevo pu nto de partida y un nuevo cauce para examinar la den- 1I
"auten ticidad" o "interioridad", para el análisis y la valoración de
las distin tas m anifestaciones de este movimiento. Claro es tá que
ambas son materia de ciertos ajustes (la autenticidad se entiende
sa problemática de esta literatura. El diálogo con Paoli me parece
auspicioso y alentador. Se Jo agradezco. l
~
como "efecto de autenticidad" y la interioridad es calificada. de
"interioridad relativa") y que se añade alguna nueva (concretamen-
te la "problematización" del referente), pero lo cierto es que todo
este trabajo resulta más difícil que product ivo mientras no se reco-
l'
nozca la idea. de que el referente indígena no puede ser enunciado
por la literatura indigenista más que a través de una operación plu- I
risocial y pluric ultural. Lo que define al in digenismo no es sólo su'
I
referente ind ígena (pues es obvio que lo mismo podría decirse de
la literatu ra indígena) sino el modo com o ese referente es o preten-
I 1
I 1
de ser revelado desde una pe rspectiva no indígena. Est o sin contar 1;,1 ¡
el riesgo co nte ni dista que subyace en la defini ción temático-re fe - .J I
rencial qu e propone PaoH, riesgo al que se añade una incómoda re-
sonancia t au tológica .. A la larga poco se adelanta si se define al in- ,·Ji
digenismo como la literatura cuyo referente es el mund o indíge na . :I
Un a de las vent ajas del concepto de heterogeneidad es que lo-
I~
l' I
\
gra superar los lí mites de los planteamientos tradicio nales, que alu- . ~ '1

den sobre todo a los t extos, m ediante un a visión más amplia que ':;-i
comprende al indigenismo como un complejo proceso de produc- II
I
ción literaria y lo inserta dentro de un espacio de re~lidad social de
d imensiones mucho mayóres. Así se puede desenclaustrar al in d i-

.·1
genism o del encierro tergiversado r que él mismo y la crítica habían
11,
co nstruido.
r
r En último térm ino 10 que interesa evidenciar es<-q ue el indige-
nismo a más d e referir al mundo indígena reprod uce - prec isamen-
te por ser heterogéneo- las tensiones medulares de la problemática
global de un país desintegrado, multinacional.
* En n oviembre de 1979, el Instituto Italo·Latinoamericano de Roma invitó
a Antonio Cornejo Pol a r a participar en una Jornada de Estudios acerca de
El in d igenismo no sería tal si su referente no fuera indígena, la novela indigen ista. E n esa ocasión Rober to Paoli leyó una ponencia re-
pero tampoco seria indigenismo si su producción no vinculara con- lativa al concepto de heterogeneidad, empl eado en el artículo que antecc·
flicti vamen te a ese mundo con el otro sistema sociocultural que de. El texto de Paol í aparece en el mismo número de la revista de la que
se extrae esta nota . La respuesta de Antonio Co rn ejo fue redacta da más
con vive con él den tro de las fronteras del país . tard e, tomando como base su intervención oral en :a Jornada.

90 91
LA NOV ELA INDIGENISTA:
UNA DESGARRADA CONCIENCIA DE LA HISTORIA'

El desl ind e entre indígena e indigenist a es -o debería ser- el


punto de partida de tod a reflex ió n sobre el ejercicio art ístico que
se reconoce genéricamente baj o la segunda denominación : de aquí,
de la conciencia de su pre caria y contradictoria ubicación socio-
cultural, como vinculo e hiato entre ' el universo q ue lo produc e y
el univers o al que se refiere, deriva la posibilidad de explicar su he-
terogeneid ad constitut iva, su heterodox ia formal y su carácter re-
presentativo o si se quiere reproductor de la disgregada Índ ole de
los países andinos y de otros de similar it in era rio histórico .
A partir del sistema de ideas implícito en este resumen -des-
arrollado en ocasiones anteriores- 1 trato ahora de profundizar en
una dimensión específica y dentro de un campo severamente lim i-
tad o: las conciencias de la historia que se entrecruzan y compit en
en la novel a indigenista peruana durante el período que se central i-
za -sin ago larse- en la década de los treinta. 2

UN TIEMPO CONVULSO
El indigenismo es uno de los componentes esenciales de la
producció n artística, ideológica y científica que refleja y estimula
las tur bulencias sociales de un períod o excepcionalmen te conflic-
* A p areció en Lcxis. Vol. IV, No . 1, Lim a , ju lio 1980.
1. En ordeit de redacción : "Sobre el modo de producción de la lit eratu ra
indigen ista ", en: Homenaje a Jorge Basadre, Lima, Universidad Cató-
lica , 1978; "Para una in terpretación de la novela indigenis t a", en: Casa
d I' las A m éricas, XVI, 100, La Habana, enero- fe brero 1 977 ; "El in d ige·
,' n ismo y las lilcraluÚ1S het erogé neas: su do ble estatuto sociocultural",
." en Revista de en'lica Literaria Lalinoamericana, IV, 7-8, Lima, 19 78 .
2. Co n una ampliacióll (cierta s referencias a n ovelas de otras li teraturas an-
dinas ) y U:1 recorte (e l análisis se centra e n dos textos: El mu ndo es an-
ch u .y aj eno y Ya uar f ies la) .

93
\
~

[ .
¡vo: la crisis de la hegemonía civilista (1919) , el extenso y contra-
idorio gobierno de Leguía (1919-1930) y su sustitución por dic-
lduras fascistoides (1930·1939), constituyen la superficie política
Po r lo pronto, de la historia como rescate y celebración de
una tradición hispánica que pudiera explicar y legitimar el orden
presen t e -el orden oligárquico- se pasa a la historia como discu-
I
e un complejo proceso económico y social marcach'r ---€11 trazos sión del pasado, cuestionamiento del presente y prefiguración del
ruesos- por la rápida modernización capitalista bajo el impelio de· futuro. A más de la dimensión crítica -hasta entonces superficial
:stados Unidos y por la consiguiente agudización de la lucha de o ausente, salvo en casos de verdad excepcio nales-6 la hist.oria
tases. Algunos p iensan que se vivió, entonces, especialmente entre
)5 últimos años del Oncenio y los primeros de la dictadura de Be-
gana para sí una función programática: tal vez, evocando el título
de un libro de Jorge Basadre (1903 ), el gran tem a histórico sea en
¡.
ese momen to la dilucidación de la manera como deberá realizarse
avides, una auténtica "situación revolucionaria". 3
Es importante advertir que este clima signa, de distinta mane-
la incump lida "promesa de la vida peruana " .7 I
Se t ransfo rma ad emás -en diverso grado según los casos- el
1, pero con similar intensidad, los años formativos de los dos clási-
os de la n ovela indigenista : Ciro Alegría (1909-1967 ) yJosé María
lrguedas (1911-1969). Aquél como militante aprista comprome-
espacio sobre el que se ejerce el trabajo hist órico; por ejemplo, se
intenta la formu lación de una historia económica y de los movi-
I
ido en acciones subversivas y éste -cercano al movimiento comu- mientos populares, se enfatiza la importancia d e lo prehispánico,
ista- como adherente a diversas causas de la izqUierda peruana, cuyo conocimie nto es revisado, corregido y am pliado considera-
xperimentaron lo que parecía ser la víspera de la revolución. Años blemente, se estudian y reivindican con pasión las instituciones y
espués, Arguedas recordó este período: por entonces, él y mu- las artes indígenas contemporáneas y se afirma su matriz autócto-
h as otros crey eron que la revolución -lo dice textualmente- "es- na,8 etc.
iba a la vuelta de la esquina". 4
ENTRE LA PERMANENCIA Y EL CAMBi O , '

[NA NUEVA HISTORIA ;~


Es indispensable subrayar que en el campo tensi vo generado
Dentro de una situación social así definida es natural que la
~nexión ad quiriera prioridad y urgencia. La acumulación de trans-
por estas (y otras muchas) transform aciones, subyace una aguda
aunque tácita contradicción : es el conflic to entre la prograrnat.ici-
rl
Jnnaciones reales y la inminencia de otros cambios aún más pro-
¡mdos y decisivos incentivaron la 'apertura de la conciencia sobre
dad de l pens amiento h istórico, que s upone la postulación de una
realidad distinta para el fu t uro , y el t emple reivindicativo d el tra- [1
t problemática global d e la tem poralidad. El discurso histórico ta mien to de la tradición y la contemporaneidad indígenas, que ~!
ue entonces se em ite, marcadamente el prodU Cido por la genera-
ión llamada del Centenario, significó, a su vez, una transforma:-
supone, en cierto sentido al menos, una apelación reite rativa al
pasado. En términos muy esquemáticos: la urgencia de una Lrans-
;
,I
I
1, I
ión sustancial con respecto al modo anterior de concebir y practi- formación soc ial se entraba con la necesidad de prese rvar la raíz ,
ar el pensamiento h}stódco. s autóctona de la nacionalidad . Tal vez los planteamien t os iniciales
3, CL; Mirko Lauer (eo.): Fren te al Perú oligárquico, Lima, Mosca Azul, G. Sin pertenecer espec íficamente al campo de la historia; la exc epción
1977; Balta¡r.ar Caravedo : Clases, lucha po/iUca y gobierno en el Perú más destacada serta Gonzá lez Prada (1848·1918) . No deja de ser signi- I
~I (1919·1933), Lima, Retama, 1977 . #";"< ficativo el víncu lo de su pensamiento con puntos claves de la ide ología
indigenista . .
f I
4. "La narrativa en el Perú contemporáneo", en: Juan Larca (ed. ) : Reco-
pilación de textos sob re José Marta Arguedas, La Habana, Casa de las 7. El libro es de 1943. La idea de Perú como nación irrea!izada es preemi·
Américas, 19 76 , p. 479. Reprod uce una conferencia dictada en 1968. nente en las décadas de los veinte y treinta . Cf.: Julio Cotler: Clases,
5. Cf. : Pablo Macera: "La historia en el Perú"; ciencia e ideología", en : Es tado y nación en Perú, Lim a, IEP, 1978,
id . :· Trabajos de historia, Lima, I Ne, 1 977, t. I; Alberto Flores Galin- 8. CL estudios citados en la nota 5. Habr ía que añadir la p roducción ar tís·
do : " Los intelectuales y el problema nacional", en: Va rios: 7 ensayos: tica de l ind igenismo_ Cf . : Mirko Lauer: Introducción a la pintura. p erua-
50 an os en la historia, Lima, Amauta, 1979. na del siglo XX, Lima, Mosca Azul, 1976.

94 95
ie Luis E. Valcárcel (1891) sean los más representativos --precba Li>. COMUNIDAD, NUCLEO CONF LICTIV O
nente por su carácter paradójico- de este conflicto: él preconiza-o
)a una transfonnación, sí, pero un a transformación que restaurare E:n buena parte esta problemática se concentra, desde la pers-
~l pasado . 9 r. . ei.:Li va
de las ciencias sociales y de las ideologías políticas, e n el
tema de la comunidad indígena. 13 Los grupos progresis tas o revo-
Ciertamen te, este conflicto es mucho más que una cuestión Jucionar!os que producen el indigenismo, la perciben como mani-
leadémica. Por una parte parece consonar con la índole predomi· festación supérsti te de los más encumbrados valores de la cultura
lantemente milenarisla de los movimientos campesinos de la épo- indígena y como forma de organización social -frecuentemente
;a y con los más o menos confusos ideales de restauración incaica asociada al "comunismo primitivo"- que pone en evidencia las
1ue se filtran en las proclamas tanto de las asociaciones indigenis- vi rtudes del colectivismo ; al m ismo tiempo, sin embargo , esos mis-
;as como en las de organismos de "auténtico origen campesino"; 10 mos grupos no pueden dej ar de advertir su inserción den tro del sis-
)D r otra parte, reaparece en el pensamiento de quienes vertebran
tema feudal o semifeudal -que es el sistema que recibe el más se-
;u prod ucción intelectual sobre un eje político y en este orden de vero el1juiciamiento-~ y t ienen q ue postular su modernización.
:osas impregna -po r cierto que de distinta manera y con diversa No es tampoco casual que el título del libro más importante sobre
ntencionalidad- el ideario y los programas de los partidos que in- la materia, Del ayllu al cooperativismo socialista (1 936) de Hilde-
¡urgen d urante estos años. 11 brando Castro Pozo (1890-1945), aluda a ese tráns ito innovador. 15
Otra vez, pero ahora de manera harto más concreta, reaparece la J
No ·es, en modo alguno , casual, que el mismo conflicto esté difícil convivencia --O la inevitable contradicción- entre la preser- l
nesente como sustrato en los tres libros que mejor compendian vación y el cambio. , ,
as alternativas co ntradictorias que en ese t iem po se le ofrecen a la ,,"
lociedad peruana : en la opción revolucion aria, espléndidamente LA NARRAT1VA INDIGENISTA y LA COMUNIDAD
)Iasmada en los Siete ensayos de interpre tación de la realida.d pe- Para el indigenismo, para la novela indigenista en especial,
'uan a (1928) de J osé Carlos Mariátegui (1894-1930), en la polé- éste es el contexto inmediato en lo que toc a a la elucidadón del '-
nic a respuesta conservadora de Víctor Andrés Belaúnde (1883 - sentido de la historia. Es sintom~tico que Jase Carl os Mariátegui
1966), resumid a en La realidad nacional (1930) y en 8'/ anliimpe- d istinga en la obra de Enriq ue López Albújar (1872-1966) el cuen-
'¡aUsmo y el Ap ra (1936) de Víctor Raúl Haya de la Torre (1895- to ¡'Ushan am Jampi" (de Cuen tos andinos, 1920) por aiudir a la .~•
1979), que co rresponde al período más radical de ese partido, se co mun idad ind ígena y revelar algunos de sus valores; 16 pero lo es •
~

mcuentran persistentemente -de manera tácita o expresa- los sig- más, sin duda, que las dos novelas que en ciert o sen ti do cierran es. •
lOS de esa dob le y contradictoria urgen cia: la de cambiar la reaJ.i- te pe r íod o, E l mundo es ancho y ajeno y Yawar fiesta (ambas de I ~,
?ád y la' de prese~ar la raíz nativa de la nac ionali dad. 12 1941) , sitúen a la misma institución nativa en un nivel que bien
, ~. ICL: Tempestad en los Andes, Lima, Mmerva, 192 7 MalflJ F{"dIlcke podría calificarse de protagónico. Naturalm ente, no se trata de in -
Salive " E l mOVimiento In chgemsta e n el Cusca", en Va llos n Ige· sinuar qu e la novela indigenista funcione ni como reflejo inmedia-
,,¡smo, clasessociules y problema nacjonal, Lima, CELATS, 1979 .
lo. , Aludimos en especial al Comité Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo. 13 . Cr.: César Germaná: "Ma riáteg ui y el problema de Ja semifeuda lida d
er.: Wil fredo Kapsoli: Los mouimienlos campesinos en Perú: 1897· agraria y de la comunidad campesina", en: Varios : 7 ensayos: 50 años
1965, Lima, Delva, 1 977, p. 63 . en la historia. Op. cit.
11. E l Apra (que se funda en México en 1924) y el Partido Socialislil (que 14. En la ideo logía apTista de 13 pri mera época se establece la ambivalencia
se fu nda en 1928 y luego se convierte en Partid o Com unista en 1 930) . del cap italismo, pero se cond ena globalrnen le la feudalidad, por ejemp lo.
[2. Natura lm e nte, la propues~a de Be la únde (s in tetizada en s u co ncepto de 15. La primera fo rmulación de est.a id ea está en Nuestra comu nidad illd¡-
"pcruanidad") representa un caso aparte. El énfasis en lo nativo es mu; genQ (1924).
cho menor. CL: Augusto Salaza r Dandy: Historia de las ideas e n el Peru 16, Siete ensayos de interpretac jón de la realidad peruana, Lima, Amauta,
conlempo rá neo, Lim'l, MoncJoa, 1 965. 1963 (octava edición), p. 29 4.

96 97
to de una realidad determinada ni t ampoco como traducción a tér- 1868.' .~orrespondie l:te al gobierno de Melgarejo, para marcar la
minos literari os de una problemática ideológica preexistente, se tra n.s lc~on
entre la epoca en la que la t ierra pertenecía lodavía a
trata, más bien, de la convergencia sobre un nú~i'eo conflictivo de lo~ mdIOs y la ~e la expoliación, cuando "a fuerza de sangre y lá.
diversos modos de ejercicio de la conciencia social - lo que supone, grima [~eron dISueltas [... ] cosa de cien co m unidades [... ] y más
a su vez, un complejo juego de autonomías y dependencias ehtre de treSCIentos mil indios resultaron despose íd os de sus tierras'" 1<;1
cada uno de ellos y en re lación con su fuen t e de realidad . en ¡'¡uasipungo (1934), pese a la uniforme y pertinaz tragedia q'ue
nar~a, puede distinguirse entre los tiempos del viejo Perei ra, terra-
LA NOVELA INDIGEN ISTA' HISTOR IA DE UN MUN DO INTERFERIDO ten.lente cruel, pero, al menos, respetuoso de los códigos de la feu-
Puede decirse, empleando criterios de evidencia, que la novela ~ahdad, y los de Su hijo Alfonso, que lo ave ntaja en fiereza; 20 en
indigenista típica relata algunas de las fo rmas de opresión que los El mundo es ancho y ajeno (1941) el contraste se plasma entre la
explotadores - singularmente la "trinidad embrutecedora", cuyo memoria.de la épo~a gozosa en la que "todo era de comunidad " y
ele nco puede variar- 17 hacen sufrir al pueblo indígena. Detrás de los suceSIVOS despOJOs que s ufre - hasta su extinción- la comuni.
esta evidencia reside una de las condiciones de existe nc ia del géne- dad de Rumi;21 en Yaw ar fiesta (1941), en fin , el gozne gira alre-
dedor del momento en que los mistis irrumpen depredadorarn enlc
ro: el universo indígena parece novelable, en efecto, sólo en la me-
en 105 territorios comunales. 22
dida en que es interferido -agredido casi siem pre- desde fuera.
En su coherencia o en sus conflictos inte riores, ese universo resulta En algunos casos, la ubicación cronológica de la in terferencia
ajeno al ind igenismo. Naturalmente, cabría explicar este hecho en que .cada novela escoge como referencia puede· conducir -y as í ser
términos crudamente reali!;tas (en la realidad, el mundo ind ígena eXp~lCa?a- con momentos de efectiva sobreexpl otación de las ma-
perdió, hace siglos, su autonomía) o en referencia a la perspectiva sas mdl genas;23 sin embargo, por encima de esta consideración 50-
no in dígena que preside e l relato in digenista. Es posible, sin embar- cioló~ca, no vigen te en todos los textos, ex iste algo as í como una
go, una aproximación más enriquecedora. neceSidad estructural, derivad a de la naturaleza específica de la
La interfe rencia (piénsese en su paradigma' histórico: la con- no ve la indigenist a, qu e exige, en todos los casos, la construcción
quista) implica la ruptura de la continuidad temporal en un antes de un pasado mejor q ue el presente y que ex ige también un cierto
y un después, no puede d ejar de aludir de alguna manera al primer tratamiento de esa instancia pretérita.
momento: de ello depende el éxito de la estrategia del mensaje,
EL MITO DE LA COMUNIDAD UNIVERSAL
pues solamente un pasado feliz (o menos desgraciado) permit.e
apreciar la magnitud de la injusticia que se comete contra el pue- Corno se ha dicho, esta esp ecie de acto de memoria funciona
blo indio y la hondura de su sufrim iento. intensificadoramente en referencia al contenido crítico de la nove-
Es obvio que la ubicación histórica del momento de la inter- l~ ,indigenista. El mecanismo de an t ítesis que subyace en tal oper(l·
fere ncia, la Índole y el grado de ésta, la naturaleza y significación ClOn conduce, por necesidad , a la sobrevaloración del pasado; em~
que se co nfiere al pasado y el modo como se le re laci ona" con el 19 . Alcides Arguedas: Raza de bronce, Buenos Aires, Lozada, ! 972 , p. 92.
presente que se narra varían notablemente de I!.n texto a otro. En 20. Es la novel.a en la q ue menos claramen te se distin gue u na etapa d e otra.
Aves sin nido (1889) se apela a la oposición de más b ulto, entre C r.: Agustm Cue,va: "En pos de la historicidad perdida (contribución al
"la grandeza imperial" del pretérito y (tel lodo del op robio" del d.e ba t~ sob~e la literatura indigenista de Ecuador)" , en: Reuista de Cri.
tlca Lllerana Latinoam e/'icana, IV, 7·8, Lima, 197 8 .
presente;18 en Raza de bronce (1919) se fija una fecha precisa: 21. C iro Alegría: El mundo es ancho y ajeno, Caracas, Biblioteca Ayac u.
cho, 1978, p. 20 .
17. El est.udio de las variantes de este tópico podría se r exc epcionalmente
22 . Jc;>sé M.ar ía A"rguedas: Yawar fiesta, Lima, Mej íu Baca, 1958. El caiso.
escl arecedor para precisar la evolución del indigen ismo.
dIO esta narrado en el capítulo 11. r
18. C! orinda Malt a de T urn e r: A ues sin nido, La Habana, Casa de las Amé· 23. ef.: Agustín Cueva: "En pos de la h istoricidad perdida .. " , Op. cit.
ricas, 1974 , p. 11.

98 99
lero, de mane ra significativamente parad ójica. ese pasado ni es empeño por hacer respetar el r ito q ue sim boliza la cohesión y fuer-
nate ria novelada ni su restauración aparece como opción en el ho- za de su cul tura. 20) Este d estino desigual puede explicarse de mu-
izonte ideológico de la novela indigenista_ 24 chas ma~ eras, pe ro res~ lta particularmente ilustrativo re fe rirlo a
l~s relaclon es entre SOCIedad y cultura ~y de ambas con la histo-
En E l m undo es ancho y ajeno yen Yawar f iesta se instaura n a- que se plasman diferencialmente en ambos textos.
m pasad o mítico definido en ambos casos com o un tiempo fe liz
:uyo ún ico orden era el comunitari o: "antes todo era com unidad", E L MUNDO ES ANCHO Y AJE NO
.e lee en la novela de Alegría ;2S en la d e Arguedas, sim ilarmente,
-,e dice que "en otros tiempos t odos los cerros y t odas las pampas E n l~ n~vcl a de Ciro Alegría, la derrota de Rumi se in te rpreta
en est os te rmtn os :
le la puna fueron de los comuneros" .26 En un mundo así co nsii-
.uido, los conflictos y las tensiones , inclusive la posibilidad histó- As í llegó e l v enta rr~~ de octubre y los comun eros le o pon ían su habi-
'ica de la transform ación, son inim aginables: la realidad' se reitera t~ a J cara de tr~nqulhdad. Renunciaría a su embate fr ente a un sucio
m un t iem po de perfección que se imagina nat ural e in conmovible. hmc hado, un arbo~ lo.zano, una lluvia apretada como u n muro. Mas
co~ría o.trn venta~ro~ Incontrastable, que azolaba la conthwidad de la
~sta image n no es pasible de narraci ón novelesca,27 y , de h echo , la
eX 1Stenc l3 comuOlta~ l a y al cual no se podía en carar con la respuesta
lO vela indigenista no intenta procesarla en esos términ os: sim ple- d e la n atu ra leza. Y esta es la que, en ultimo térm in o, sabían los labrie-
n enta la inc orpo ra - como imagen, sin tratamiento narrativo--- a P,?s . Ho m.bl"l~s de ca mp o, adoctrinad os en la ley de la tierra desenvol-
;u sistema de significación. Sobre señalar que esta incursión en el ~ l a n .su vld'a' segu n elln e ignoraban las dem ás, que antes Jes'eran inne-
?asado moviliza más atributos míticos que his tóricos. cesa l'las y po r otra parte no habían pod ido apre nder. Ahora, ante la
p apelera embestida, o se a, la n ueva ley. se enco ntraban personalmente
desa rmad os, y su esperanza no pod ía hacer o tra cosa q ue afirmarse en
.L DESTINO DE LA COMU NIDAD, SOCIEDAD y CULT UR A ~ I am o r a la tierra. Mas no bastaba para afron tar la lucha y había C'[u e
Ir al pueb lo y tratar con los rábu las.3(}:
El vínculo entre este trasfond o mítico y el pasado inmediato
:le la acción que se narra, varía conside rablemente d e novela a no-
El. lecto~ sabe qu e fracasa este escéptico y obligado recu rso a
ve la. En las de Alegría y Arguedas -que se diferencian por estu, de
l~ legal~dad ajena y q ue fracasa, también m ás t ard e, el recurso a la
lo que es norm a en la narrativa de Bolivi a y Ecuador- U ese víncu-
~lOle?cla. La pleni t ud axiológica de la comunidad fu nciona sólo al
lo es t o davía actuan te y poderoso: aunq ue aislada y agredid a por la
expansión del ga m onalismo, la primera Rumi conserva intactos los
valores antiguos, de la misma manera que los ayllus de Puquio, pe-
mtenor d el p ropio sis tema - un sistema que tanto el n arrador co-
mo los co~un e ros imaginan "natural " . Fuera de su ámbito , frente
al gamonahsmo y ;?dO 10 que él implica, la comunidad es absoluta-
..
se a la opresión de los mistis, son capaces de p reservar su identid ad
mente vl~lnerable. Esta c~~vergencia de fo rtaleza y debilidad po-
cultural. Cambia más bien, de uno a otro texto, la din ámi ca del s.u-
ne de relieve un hecho deC ISIVO: las virtudes naturales de la comu-
ceso y la m anera como se le res uelve , en efecto , mientra/'; la comu-
nidad de Rumi es aniquilada, los ay llus puq uianos triunfan en su 29. u~u. ,bibli ografía sobre El m undo es ancho y ajen o se encuentra en ~
ed l~ lon de esta novela 'por la Biblioteca Ayacuch o. So bre Yawar ficsl rP.
24. Es significa tivo qu e es la op ción, copiosament e presen te en la ensayís- C~ .. Sa ra Castro Klare n: E/ mun do mágico de José Mar ía Argued s'
'J tica y en los programas de los movimientos indigenistas, no aparezca en Llm.s, IE~ , .\.973 : A ntonio Cornejo Polar: Los un iversos narrativos d~
la narra li va. Más tarde se alude a este hec ho. Jose l~r¡art.a A rgll ~das, Buenos Aires, Losada, 1 973; Gladys Marí n: La
25. El mundo es ancho y ... , Op. cit .. p . 20. expene.nc¡a ame ri cana d e José Man'a A rguedas Bu en os Aires G· ,
Ca~bel.ro , 1.973; Antonio Ure ll o: José Maria A;guedas: el nu cu'o r~~~~~
26. Yawar fies ta. Op. ci /.. p. 21. d e/ /rld lO , LI~a , r.,·I:j ía B~ca, 197 4; Will iam Rowe: Milo e id e%gia en
27. He lrata do esle tema en Jos ar ticulos cit ados en la nota 1 y e n el "Pró- la obra d e Jos e Mana Arguedas. Lima,-INC, 1979.
logo" a la ed ic ión venezolana de El mu ndo es ancho y ajeno. 30. E/mundo es an cho y ... , Op. cit .. p . 159.
28. Es una diferencia si¡;tni fic ativa: en las novelas ind ige nistas de otros pa í- 31. ~\! s recursos ~niciales: ~racio n es y conjurQs, fr acasan y ponen en d iscu-
ses andinos los va In res del pueblo indíge na ap arecen muy diluid os y, a Slo n l o do el sis tema de .deas que los so lventa. CL capítu lo XX Il1.
veces, son casi ine xistentes .

101
100
",

responder con sus propias fu erzas al reto de nuevas y m ás hostiles


I
nidad ~on, en última instan cia, la causa de su fracaso histórico, y
genera la urgencia d e decidir entre la adhesión trágica a un orden condiciones sociales. La derrota de Rum i antes de ha ber completa-
do s u proceso de cambio crea, indudablemente, un campo de am-
I
perfecto, pero irremediablemente condenado a desaparecer .0 la
promoción de su riesgosa t.ransfor mación hacia la modermdad bigüedad con respecto a la naturaleza proiunda y al destino final
-transfo rmación clave, p or cierto, q ue puede ententlerse como la de ese proceso, JS pero n o p uede h acer perder de vista que desde la
versión extrema del conflicto general entre permane ncia y cambio. perspectiva d el narrador la salvación del pueblo quechu a depende
de la acc ión de otras clases sociales y de la progresiva aceptación
En EL" mundo es an cho y aje no se decide por la modernidad, de otro h orizon te cult ural. 36 Detrás de esta manera de enfocar el
pero tal opción corresponde, en este caso, mucho más a la concien- problem a , no sólo está la ideología personal de Ciro Alegría;3? está
cia del narrador que a la de los comuneros. La sustitución de Ro - también, con fu nc ión condic ionante, la forma de conciencia que
sendo Maqui por Be nito Castro, en la alc aldía de Rumi, tiene aque- tipifica al in d igenismo como ejercicio social y cult uralmen te h ete-
lla significaci ón y este carácter. El p royecto transformador, que rogéneo y su específica ub icación, como prod uc to de las capas me-
supone , sin embargo, el respeto a las esencias de la vida comunita- d ias u rbanas de origen provinciano,38 en el Perú de entonces.
ri a, incl uye componentes relativos a la t.ecno logía, a la educación
y, sobre todo, a la for mación de una nueva conciencia ("tenía que YAWAR FIESTA
surgir W1a co n cepción de la existencia que. sin renegar de la ~r~­
La p rim era novela de Arguedas enfrenta una prob lem át ica s i-
funda alianza del hombre con la tierra, lo levantara sobre los lImi-
milar a la de El mundo es ancho y ajeno pero la en cara d e m an era
tes que h asta ese m omen to h abía sufrido para conducirlo a más
mu y disti nta, casi contradictoria.
am plias formas de vid a"); Jl ese proyecto, empero, cas i sólo apa-
rece en el ánimo de Castro, comunero excepcional tanto por su La d ifere ncia de mayor en vergadura está señalada por la im-
cdnd ición de mesti zo como por haber reali zado su aprendizaje so- portancia inversa que una y o tra novela conceden a lo soc ial y a lo
cial fuer a del espacio soc iocultural indígena: no puede olvidarse cul tural. En la de Alegr ía el énfasis está puesto sobre la categoría
que él descubre el sentido de la historia, e inclusive el sentido de fu ndamenta l d e la estructura socio económica del agro (l a propie-
las luchas campesinas , escuchando a líderes políticos, dirigentes dad de la t ierra), en la de Arguedas , en cambio, el acento recae so-
sindicales y - lo que es más significativo- a miembros del movi- bre el conflicto de cultu ras que se produce en la regió n andina y se
miento indigenista, En rea lidad, el n arrador penetra, a través de
Benito Castro, en el mundo indígena y suscita así su transforma· 3fl . En e l p rólogo a la décima edic ión de El mU11do· es ancho y ajeno, Ale-
grIa seílalaba que el l.!p isod io de la derrota de ia comun idad de Rumi
ción. 3 3 obedec ía a un criterio re .. lista ("as í sucede en la reandad"), p ero acla ·
raba q uc e llo no imp llcaba una posición pesim ist a rrenle a l problema
La conversión del orden natural en historia funciona, enton- ind ígena .
ces en esta novela, a partir de la acción de un agente exterior, en 36. Esta idea está presente, inclusive, aun que con otras con no taciones, e n
má~ de un sentido ajeno -por distin to- al sistema indígena. Di-
34 Rosenda Maqui . CL Tomás Escaja dillo: "El s imbolo de la constr uc ción
de la escuela e n El mundo es ancho y ajeno", en : R una, 7·6 , Lima ,
cho de otra ,manera: imaginada como un u niverso clausurado en julio 1978. .
su perfección nat ural, la comunidad indígena parece incapaz de 37. Las rel ac io nes entre la ideol og ía q ue subyace e n las no ve las de A legría
desarrollarse históricamente por sí misma e incap az, tam bién, de y la de l aprismo es un tema confuso y poco estud iado. CL Eduardo Ur·
d an ivia: "Par a una nueva lectura de Ciro Alegr fa ", en: Revista de Crt'l j·
32. El mundo es ancho ... , Op. cit .. p . 369. ca Literaria Latinoamericana, IV, 7-8, Lima, 1978 ; Tomás EscajadiHo :
"Para leer a Ma riá tegui: 2 t esis de to s 7 ensayos" , en : Varios: 7 ensu·
3 3. Cf. "Prólogo" , y a citado. yos: 50 años en la historia, Op. cit.
34. Uno de lOs t em as del debate político de la época es e l de la co nvenien· 38. Cf.: Angel Rama: "El área cultura! andina (h ispa nismo, m est icismo, in ·
cia de for mar líderes campesinos concientizados f uera del m und o i n~í. d igenismo)", en : Cuadernos Americanos, XXXIII, México, n o vicmo!"e-
gena. cr. Antonio Cornejo Polar: Los uniue rsos narra /iuos... , Op. c/I., d ici e mbre 1 9 7 4 .
pp. 95·97 .

102 103
concentra en la celebración de una fiesta que -dentro del re la co·- de raíz. V i"i1anifestaC"Íones m ític as, se juzga positivamente algunos
:ümboliza el vigor de la cultura quechua. 39 Lo social no desaparece, comport8.!l1 ientos que supo nen la superación de ese m odo de con-
pero es tratado a través y en func ión de lo culturaL cebir el mundo, t al corno se aprecia en los episod ios de la cacería
y muerte del Misitu - que es, sintomáticamente, un auki. 43 Proba-
Desde este otro punto de vista, Yawar f iesta vuelve a discutir
bJernent.c', la línea divisoria tenga que situarse en el confus o límite
el tema del cambio o la permane ncia del mundo ind ígena: t ambién
entre lo que prod uce cohesión y poder grupales y Jo que genera te-
aq uí, la conciencia de la historia surge y se intensifica, dramática~
rror e impotencia, por una parte, y entre los cambios autogenera-
mente, en contacto con esta doble opción y frente a la necesidad
dos por el pueblo ind io y los que pretenden ser impues tos desde
de definir una alternativa, partiendo del supuesto de que la cultura
fuera, po r otra. Es evidente que este deslin de está apenas insinua-
in dígena es excepcionalmente va liosa y supe rior a la de los grupos do, sin niayor esclarecimiento, en el texto de la novela.
sociaies que intentan su desintegración. 40 En esta novela se decide
por la co nservación del ant iguo orden cultural quechua y por el re- Harto más conflictiva es la correlación entre la decisión de
chazo glo bal de to da interferencia foránea : por igual se repudian preservar el orden tradicional de la cultura india y el modo co ncre-
las presiones de quienes detentan el poder central y las qu e eje rcen t o <.le su inserción en una estructura social -defi nida por su feuda-
los mest izos e indios aculturados en Lima y portadores de proy ec- lidad~ que supone la explotación de los portado res de esa cu ltura.
tos progresistas de transformación .41 Aunque la intencio nalidad de Aunque no hay duda acerca del " contenido an t ifeudal" de Yawar
unos y o tros es ob viament e distinta, la estrategia de de fe nsa de la fiesta,44 lo cierto es que -como se ñal a Rowe--- "10 que dem uestra
identi dad c ultur al indígena no hace mayores distinciones: el "para Arguedas es que la lucha cont ra el feudalismo conlleva o tros pro-
qué" del cambio pierde importancia frente a la decisión de no blemas y sugiere que la inco rporación de los indios a la sociedad
cambiar. Co rrelativamente, en el otro lado de la realidad, a veces moderna pueden resultar en un tipo de esclavitud peor, porque sig- ·1 ;
1

se desdibuja n las oposiciones entre el pueblo quechua y algunos te- nificaría la destrucción de su propia cultura",45
rrat enientes aindiados, 42 E n este sentido, la línea que demarca los
conflictos represen tados en Yaw al' fiesta t ienen un carácter más Sin duda, ésta es una contradicción atenazante: desde la pers-
étn ico que social. pectiva que desarrolla Yawar fiesta la preservación de los valores
cult urales quechuas aparece indeseablemente ligada a la continui-
La alte rnativa de pe rmanencia que propo ne l'awal' fi esta no dad de un sistema soc ial no sólo indefinible en términos generales
es, si n embarg o, ni simple ni u nifo rme. Se observa, por lo pronto, sino, además, particularmente cuestionado en el mism o relato. Es
una acentuada amb igüedad en lo que toca al valor del mito y de indispensable aclarar que esta cont radicción se resuelve -al m enos ,''1.

los sistemas de creencias y compo rtamientos que emanan de él: de m anera parciaJ- a la luz de las novelas pos te riores!de Arguedas : I1
aS í, mientras se reafirm a la vigencia de una concepción del m undo con ellas se comprende que de lo que se trata es de fundar primero 11
39 . Cf. bi bliografía citada en la nota 29. una imagen de fortaleza cult ural -negadora de l tópico de la pos-
40 , Este criterio es tanto del n arrado\" como de los indios. CL: An t onio Co r' tración y aba~j miento incurables del ind io-46 para imaginar más
.'
41.
. nejo Polar : Los universos narrativos ... , Op. cit., pp. 57-9 8 .
Curiosamente, la fu n ción de Benito Castro es equ ivalente a la de los 43 . La im p o rtancia de este episodio, e n c uanlo significa un triun fO' sobre e l
. "chalos" en Yaw ar fiesta, pero una y otra nove la la valora n de ma ne- "tem or mitico", es puesta de relie ve po r los "chalos"; " ¡Han matado a
ra radicalmente opuesta. Por lo demás, en Todas las sangres, Arguedas un au k i! Y el día q ue m alen a todos los auhis que ato rmentan sus con-
modifica su posición: Rendón WilIka t ie ne puntos de con t acto con Cas- chmcias ¡... J llevaremo s a este país hasta una gloria que nadie calcula" .
Op. cit. , p. 1 57.
tro. Para obser var las transformaciones en la posición de Arguedas es
im p ortante comparar el cuento " Yawa r (fiesta )" y la novela del mismo 44 . CL: César Lévano : "El contenido antifeudal de la obra de Arguedas"
t ítu lo. C f. : Lo.s universos narrativos ... , Op. cit., pp. 87-9 1. en; Id. · Arguedas: un sentimie n to trágico de la vida, Lima, Labor, 1969:
4 2. La dilución de la o posición se produce en el campo de la cultura; en 10 45. .M ito e ideologia ... , Op. cit., p. 33 .
social , en cambio, los terratenientes aindiados man t ienen su act itud ex- 46. CL: A riel Dorfman: Im aginación y violencia en Amérjca, Sant.iago,
plotadora frente a los indios . Universitaria, 197 0 . pp . 193 y ss .

104 105
tard e, en Todas las sangres (1964), la posibilidad de un a gran revo- tor de la e fectivamente disgregada índole de la realidad pema na.
lución campesina_ 47 Mientras tanto, Ya war fiesta deja abierta una No hay que o lvidar que la posibilidad de un desarrollo histórico
iluminadora, pero ambigua interrogante _ Por inversa vía -con res- nacional, integrado, se frus tró al ser derrotadas políticamente las
pecto a la que reco rre El mundo es ancho y ajeno- la primera no- fuerzas populares al termin ar la década de lo:; trein ta_ La novela
vela de Arguedas remite a las condiciones de producción del indi- indigenista de entonces da razón, a su manera, de esta frustración :
gen ismo, a su heteróclita constitución. La adhesión a la plenitud se convierte así, en este orden de cosas, en un ejercicio de ax!olo- 1
de la cultura quechua cancela sus opciones de cambio y oscurece gí3 social que afirma los val ores del pueblo indio, condena la injus-
uniformemente, sin matices, el ot ro lado de la sociedad peruana. ticia a la que es sometido y apela al futuro como instancia deciso-
,I
ria de una contradicción q ue sólo puede repetir, mientras tanto,
UNA DESGARRADURA INSALV ABLE trágicamente.
Hasta 1941, la novela peruana aparece trabajada por una con-
tradicción que , en su formulación más simple, asocia el cambio so-
cial y la im plantación de la justicia co n la ruptura de la armonía
in terna del pueblo ind io y de su cultura, de la misma manera que
la supervivencia d e este orden, unánimemente alabado, queda vin-
culad a a la no t ransformación del sistema injusto que, social y eco-
micamente, lo oprime. Las soluciones que a este respecto propo-
nen las ciencias sociales y las ideologías políticas influyen, pero no
son asumidas por la novela indigenista: en cierto modo rebotan en
la norma genéricamente realista de estos relatos que, en todo caso,
prefieren desli zarse haCÍa la elegía o la tragedia que haciá la prefi-
guración de illla síntesis que, desde su perspectiva, sería utópica.
Inl.eresa observ.ar que el discurso cie ntífico e ideológico no
parece tener mayores dificultades para vencer, sin vul nerar su cohe-
rencia, esa con tradicción. 48 Emitido desde el lado no indígena de
la sociedad peruana, desarrollado en el nivel de la teoría y referido
a proyectos que incluyen la totalidad del país, este pensamiento no
enfrenta en su concreción más inmediata la realidad del universo
indígena ni está obligado a realizar la operación pl urisocial y pluri-
cultural que es propia de la novela indigenista. Precisamente, esta
operación es la que impide al relato indigenista ima.ginar la historia
de manera no traumática, como desgarradura inevitable, pero de
aquí tamb ién se desprende su carácter representativo o reproduc-
47. EsLe p lanteamiento es cons iderado discutib le por Aníbal Quijano: "Car-
ta del Dr. Aníbal Quijano (a José Miguel Oviedo)", en : Boletín de So-
ciolog/a, r, 2, Lima, mayo-j unio 1965 .
48. Por ejemp lo: los planteamientos de Mariátegui acerc8cde la unión entre
in digcnismo y socialismo. cr.: Siete ensayos ... y sus textos en la polé-
mica. c on Luis AlberLo Sánchcz: La polémica del indigenismo, Lima,
Mosca Azu l, 1976.

106 107
JOSE DONOSO Y LOS PROBLEMAS DE LA
NUEVA NARRATIVA HISPANOAMERICANA*

En su memorable estudio sobre la Estructura de la lírica mo-


derna, Hugo Friedrich l optó por esclarecer su objeto a través de
un sistema de negaciones. Tal vez la misma estrategia sería aconse-
jable para estudiar la nueva narrativa hispanoamericana. Las cons-
tantes que la definirían son parciales, irrelevantes o. en extremo ge-
néricas si se frasean en términos pflsitivos; en cambio, si se decide
por la negación, s.parecen mucho más pertinentes y exactas, en el
fondo -y esto es lo significativo- más adecu adas al o bjeto que
pretenden definir. Bastará señalar los ejemplos menos discutibles:
ruptura de la linealidad narrativa y de la homogeneid ad del espacio
representado, descre imiento frente a la psicología como instancia
explicativa y frente a la identidad de los seres, sucesos u objetos,
descuido o abandono de la verosimilitud y de la univocidad, recu·
sación del orden racional, etc., etc. Queremos insinuar que esta red
de negaciones coincide bien con el ánimo, más apo calíptico que
fundacional, que parece presidir el desarrollo de buena parte de la

..
nueva narrativa hispanoamericana .
Conviene detenerse en dos aspectos claves: la destrucción de
la historia y de lo que podemos llamar, no sin reparos, el principio
de identidad. En lo que toca al primer punto, no se trata sólo del
viejo desfase entre t iempo cronológico y tiempo anímico; se trata,
más bien, de la negación del tiempo como fluir secuencial, proyec·
°
tivo si se qu iere, sea del tiempo que es historia, y de la corre la·
°
tiya afirmación del tiemp o discontinuo, repetitivo circular, cuya
raíz m ítica resulta incuestionable. Cuando un solo fuego h iere y
* Apareció en: Act,a Lilteraria Academiae Scientiarum H u. ngaricae, 17
(1-2) , Budapest, 1975.
1. Fri edrich, H : Es tructura de la lirica moderna, Barcelona , Seix Barral,
1 959 .

109
r-'" .'

mata,.a Irene y al procónsul, en un circo romano, y a Roland y So~ Dentro de este orden de significaciones, desplazándose en
nía, fin su departamento de París, según un admirable cuento de to rn o al tiempo sin historia y a la persona sin individualidad, se
Jl1lio Cortázar,'2 o cuand o -en ese mismo relat o- el lector descu~ inscri be la novelística de J osé Donoso (Santiago de Chile, 1925),
bre que la batalla de los gladiadores corresponde al mismo orden pero lo hace a través de un complejo proceso, esclarecedor como
que la hiriente conversación entre los amantes, se percibe de inme-' pocos, que pone de manifiesto algunos de los proble mas más pro-
diato, entonces, que el tiempo (yen este caso, también, la iden t i· fundos de la actual narrativ a hispanoamericana. Es necesario ras-
dad di ferencial de las personas y sucesos) ha quedado fuera de la trearlo con detenimien to.
conciencia del narrador; o mejor, ha sido materia de una suerte de
exorcismo: o el tiempo no existe o sól o es una tenaz insistencia, La bibliografía de Donoso incluye, hasta ahora, tres volúme-
una terca repetición. En otras palabras: sea porque"tada cambia, nes de cuen Los: Veraneo (1955), El charles ton (1960) - am bos re-
sea porque t odo vuelve a repetirse, una vez más , girando en un copilados bajo el títu lo Cuentos en 1971- y Tres nove litas bur-
círculo inacabable, la historia deviene imposible. "Todos los fue- guesas (1973); cuatro novelas: Coronación (1 958), Este domingo
gos el fuego" nos parece emblema de un amplísimo sector de la (1 966). E l lugar sin límites (1967) y El obsceno pájaro de la noche
nu eva narrativa hispanoamericana.) (1 97 0); y una especie de crónica literaria y autobiografía hite lec~
lual: Historia perso nal del boom (1972) .6 Nos in teresan, ahora,
También lo es, sin duda, La vida breve, de Juan Carlos Onetti. 4 las novelas.
Ahora nos interesa únicamente en un o de los aspectos de su corn~
pleja estructura, aquél que se proyecta hacia la dilución de la per- Aunq ue inaugural con respecto a la novelíst ica de Donoso,
., Coronación es un t.exto tran sicional en términos de historia litera-
,ona en cuanto portadora de una individualidad consistente. La
transformación del discreto Brausen en el violento y enconado ria : soporta, en efecto, un a desigual vigencia de m odelos n a rrati~
Arce y en el equívoco Díaz Grey, personaje de una ficción que tal vos, cuyos extremos resultan definit ivamen te contrad ictorios, y
vez sea la' única realidad valedera, supone la inmediata confusión delata así el ánimo de un narrador insatisfecho con la tradició n y
entre esencia y apariencia; o más exactamente, la fonnulación de ansioso por de finir su propio camino narrativo. Enfocando el con-
una imagen de la persona como vaCÍo que puede cubrirse con más· texto chile no de esos años, co n el que suele ser excepcionalmente
caras in distintas, siemp re falaces y por natural eza m udables, gra- críti co, Donoso afirma: HN uestras primeras novelas ( ... ) son fr uto
tuitas, qu ebradizas. De esta suerte, tod o acto humano deviene en de la pugna de un ascetismo nacionalist a con tra las grandes mareas
;jmple gesto, a fi n de cuentas arbitrario y absurdo, 'a la par que la que nos t ra ían ideas más complejas de sde afuera" (HPB, p. 26) .
.. ida íntegra se disuelve en la angustiosa b úsqueda de una meta in ~ O tamb ién: "A pesar de q ue gran parte de Coronación ·está esc rita
~x iste n te. 5 bajo presión de estos cánones de sencillez, veros imilitud, crítica so·
cial, ironía, que la hacen caer de ntro de un ti po de novela intimis~
2. Cortá:r.ar, J. : T odos fo s fuegos el fuego . Buenos Aires, Sud americana,
197 0 (décima ed ició n). Aludimos al cuento que da título a l volum en . ta , muy característicamente chilena, por aquella época yo ya había
3. cr.: Lagmano vich, D.: " Estr uctura. de un cuen to de J u lio COI·tázal·" , tenido algún vislumbre de q ue estas cualid ades del gusto nacion al
en: Nueua Narra tiva Hispanoamericana, Vol. 1, No . 2, ¡"!ew York, se· no eran la única vara con que se mide la excelencia; que, al co n tra~
tiembre 197 1, y ,Cornejo Polar, A.: " Sobre tod os lo!; fuegos el fuego", rio , lo barroco, lo retorcido , lo excesivo, pueden ampliar las posibi~
en: L etras, Añ o XL, Nos. 80-81, Lima, 1968.
lidades de la nove la" (HPB, p. 37).
4. Onetti, J . C.: La uida breue. Buenos Aires, Sudam erica na, 1968 (segun ·
da edició n ).
G. Las ed icion es que u t ilizamos son: Coronación, Barcelo na, Scix Barrnl,
5. Cf.: Varios: Recopilación de tex tos sobre Juan Carlos Onetli, La Haba- 197 1 (tercera ); Este d omingo. Méx ico, Joaquín Mo rl iz , 1 968 (segun da);
na , Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas, 1969, El lugar sin Umit es. Méx ico, Joaqu ín Mortiz, 1971 (seg unda); Elo bscc-
y More no A liste, Xi mena : Origen y sen tido d e la farsa en Jua n Carlos no pájaro de la /loche, Barcelona, Seix Barral, 19'1 0; Hi1J ioria personal
Onetti, Poitiers, Centre de Recherches Latino-Am ér icaines de l ' Univer- d el boom, Barcelona, Anagram a, 19 72. Las citas de páginas van prc c e ~
sité de Poitie rs, 1973. didas, en cada caso, por las iniciales del libro.

110 111
Lo q ue Coronación recibe de la novela an terior es el canon relato ) porque, él p artir de ellos, la narrati va de Donoso tom a su
realista ; fundamentalmente, la aceptación de la verosimilitud como CZluce p eculia r, novedoso con respecto a la tradición y co n respec-
norma invariable del relato y garantía única de su acogida por el LO a los fundamentos de su propia producción in icial.
lector, de una parte, y la autolimitaci ón del significado propuesto
a un horizonte de referentes más o menos concretos, de otra. De- Es te domingo, aunque con un aparato t~ cnico visiblemente
bido a lo primero , 'el narrador dispon e su discurso en orden al esta- m ás actual, repite buena parte de las características de la primera
blecimiento de un sistema de motivaciones que soporla la credibi- no vela. Reitera, por lo pronto, un mismo marco temático : aquí
lidad de toda su representación novelesca ; en co ncret o, un conjun- ~ambién , en este segundo texto, aparece la decade nci a de una fa-
to de razones sociales y psicológicas que apelan a la experiencia del milia an tano ..Doderosa y aparece igualmente, aunque bastante me-
lector y permiten la aceptación de lo narrado como dimensión vi- nos explíciLo" el nivel disc ursivo que explica social y/o sicológi-
caria de la existencia real. En lo que toca a lo segundo, que es o tro c<lmen te el proceso decaden te. Interesa, sobre todo , destacar e l
nivel del mismo m odo narrativo, el relato aparece fren te al lector acrecentam iento y profundización de los ám bitos de ambigüedad ,
como un mecanismo de correlación entre representación y sen lido ; cuya posición en el text o deviene central , y las distintas maneras
vale decir, como producción de significados que competen a la con que::;e suscitan: puede ser, a veces, la perspectiva infan til o la
representación, que es el ám bito de su predicado, y no se un iver- incorporación de ciertas dimensiones oníricas o patol ógicas, pero ,
salizan. básicamente, se trata de la creación de un núcleo o paco en la ra íz
de todo acto humano. Con sagacidad, el narrador propone un jue-
La historia que cuenta Coronación (el decaimiento y destruc- go de ocultamient o y revelación (aparente) del sentido de los actos
ción de una "gran familia" a través de l enloquecimiento y /o muer- del hombre, juego que funcio na por igual con respecto al propio
te de sus últimos representantes) tiene a lgo de crónica ín tima, nos- pe rsonaje que actúa , a elros personajes que lo circundan y al le c-
tálgica e irónica a un mismo t iempo , y supone la decisió n narrativa l ar, y que finalmente nunca logra descifrar del todo la oscura ra-
de revelar la Índole de los acontecimientos y el trasfondo q ue los zón que mueve a los hombres. Doña Chepa no sabrá jam ás la ver-
ex plica y delimita. Pero Coronación no sólo realiza un modelo na- dadera índole de su relación con Maya, y los otros personaj es y los
rrativo ya definido por la tradición; incluye, también , elementos lectores serán igualmente refractados po r esa im precisa relación.
hete rodoxos, nuevos dentro d e su co ntexto inmediato, que apun- Sopo rta ésta una gama muy variada de sentidos, desde altruismo
tan hacia la formulación de otro modelo -ahora apen as entrevisto. hasta sex ualidad, q ue rápidamente so n superados, entran en crisis,
Sus capítulos finales, por ejem plo, perm iten el ingreso de un tono resultan insuficientes o tergiversadores y, po r último, se desplazan
esperpéntico, subidamen te gro tesco, que contradice la mesura. del y transforman sin haberse de finido nunca a través de su constante
relato y crea un campo de ambigü edad, que a su vez se opone a la movimiento. De esta suerte queda enfatizada la elusiva natu raleza
univocidad prevalente en el resto del texto . La " co ronación" d e de la act ivid ad del hombre y se despliega un ancho escepticismo en
doña Elisa por sus viejas criadas ebrias, en la fiesta con que cele- re lac ión a la capacidad hum ana de comprender 'y comprenderse .
bran su cumpleaños, cuando la anciana ya está agónica, es u na es- Pero Este dom ingo n o sólo repite o profundiza algunos ele-
cena marcadamente goy esca, "excesiva" para utilizar el léxico d e mentos ya actuantes en Coronación; añade otros nu evos, en espe.
Donoso, que propone de inmediato un sentido am bivalente. La cial lm o de singular importancia por el desarrollo extremo al que
"coronación" de la moribunda es un homenaje invertido, un regalo será ll evado más tarde: aludim os a la configuración de un sistema
escarnecedor, vejatorio. Los actos humanos quedan así inscritos de transferencias y sus tit ,:-,ciones, por el momento ensayadas lim i-
~i{'
, ,un' cierto orden nebulos o, equívoco, que burla la diafanidad tativam ente, qu e imp lican ya, sin embargo, el cuestionam iento de
exp licativa del resto de la novela. Interesa remarcar de primera la ide nt idad de las personas y s ucesos humanos. El funcionamiento
Lrltención estos aspectos de Coronación (la inclusión de lo grotes- de este sisLema se advierte claramente en la representación de l ero-
co, el surgimiento de un determinado grado de ambigü edad en el tismo: as í, en las re laciones de Alvaro y Che pa, la imagen de Vio-
112 113
leta suplanta a la de la señora, como antes la imagen de la novia racterísticas propias de las dos novelas anteriores. De hecho el
había sustituido a 1... de la sirvienta; o tarnbién, aunque menos ex- ingre.so de lo grote~co. que era excepcional en Coronación y Este
plícitament e, la rehición de Maya y Viole t.a implica el rol vicario do m~ngo, se hace Incontenible ahora, en esta tercera novela; de
de ésta con respecto a la protectora del delincuente. En cualquier la mIsma ;nanera, ~ue la frenada ambigüedad del relato in augural,
caso, la amb igüed ad comienza a minar niveles harto más profundos mucho mas expll cIta en el segw1 do, se expande también aho ra ca.
que en Coronación: expresa ya un cierto descreimiento frente al ~o fuerza primaria del texto -para señalar so lamente, a manera de
carácter indi vidual de las pe rsonas y señala la sospecha de su gl"a- ejemplo, d?s casos. En lo que toca al sistema de sustit uciones y
tuidad. Empiezan a ser piezas inl.ercambiables de un sistema susti- ~ran~fe rencI~s que se ensaya en Este dom ingo, El lugar sin límites
tutivo tod av ía no formalizado, es cierto, pero ya suficiente para lmphca n.o solo ~na intensificació n not abil ísima; supone, más bien,
generar la crisis del concepto de ind ividualidad. La importancia de un cam bIO de SIgno, una nueva, distinta y corrosiva visión de la
este sistema en las o bras posteriores de Donoso, es evidente. aleatoriedad humana. En efecto, todo el relato ofrece una intermi.
nable sucesión ~e cambios de roles de los personajes: la bailarina
Los aspectos que hemos puesto de relieve efi'Coronación y
en Este dom ingo se insertan, con carácter dependiente, en un cam- de danzas espa.n olas resulta ser un hom osexual, a quien ya nadie
Ilam~ !"1anuel SIn O Man uela , la Japonesita es un a prostituta virgen
po de sign ificación, cuyo eje es el tem a de la destrucción. En una
y. [nglda, Pancho Vega, qu e parece representar el machism o más
y ot.ra novela, el narrad or centra su mayor empeño en representar
directo, menos elaborado, termina t urbiamente seducido por Ma -
procesos de det.erio ro personal y social: la locura, la enfermedad,
el emp obrecimiento, el descenso social son , por esto, sus motivos nuella, por ejemplo. Evidentemente, se está aquí ante un nivel de
más consLantes. Como consecuencia del orden al que primariamen- complejidad harto más notable que el establecido en Este domin-
~o, ~on?e.la red sU,stitutiva importaba sólo un cierto desplazamien-
te o bede ce n --el orde n realista- estas novelas defi nen el alcance
de su sentido en referencia al alcance de su representación; de esta to slcologICO; o mas concretamente, la suplantación de una imagen
suerte, la destrucción aparece sustantivamen te ligada a un ámbito real por otra evocada en la mente de algunos de los pro tagon istas .
que el propio relato delim ita: alude, así, en térm inos sodales, a En El lugar sin .l~'mites se trata, ciertamente, de otra cosa. La per-
individuos y grupos cuya filiación res ulta evidente. En general,se.. man.ente co nfuslOn de reali dad y apariencia termina po r hacer im-
t ra ta de sectores tradic ionales de la alta burguesía, todav ía, vin cu- pertll1e~ ~e esta d icotomía clásica y deriva no propiamente hacia su
lados a la aristocracia supérstite, que, inev itablemente, son despla- super:aclOn englobadora o dialéctica, sino, muy claramente, hacia
zados en el proceso modernizador po r otras fraccio nes dé""la misma el ,mas agu?o escepticismo. Como en La vida breve, pero mu ~ho
clase. Por consiguiente, los elementos constitutivos de la imagen de mas corroslvament.e, el narrad or despliega un juego de máscaras
que no se so brepo nen a ningún rostro, sólo al vacío . El t.ravestismo
destrucción que emana de Coronación y de Este domingo, aunq ue
y la ho mosexualidad adquieren así un rango simból ico.
en su formulación aislada puedan parecer predicacio nes sobre la con-
dición humana en general, tienen siempre un marco de referencia Pero lo q ue más distin gue a El luga r sin {(m Ues de las do·s no-
que los sitúa dentro de una problemática histórico-social concrcla . :elas anteriores es. la universalización del sentido propuest o por el
text.o .. La. ~res~~cla de .este proceso universalizador se o bserva ya
'Este orden de cosas comien za a quebrarse en El lugar sin lí- e~ la slgmfIcaclOn del sistema de sustituciones que acaba de men-
mites, 7 pese a que se prese rvan y se intensifican muchas de las ca- Cionarse, pe ro queda todavía más evidente frente al lector a través
7. De acuerdo a la bibliografía presentada por Cedomil Goié (en La nove· de otros niveles. Por lo pronto, el título mismo de la obra, extraÍ.
la chilena. Sa ntiago, Universi t aria, 1 971, tercera edición). E l lugar sin do de un parlamento de Mefistófeles en Doctor Faus to de Mar-
limites es poste rior a Este domingo. secuencia que in"ierte Emir Rodrí·
guez Mo negal (en: "El mundo de José Don oso", en: Mundo Nueuo.
I<?we, que se emplea como epígrafe de la novela, indi ca q~e el cspa. I

No. 12, París, julio 1967). Nos atenemos :;1. la primera cronolog ía, aun'
que la simu llane idad casi completa , de ambos Lex tos, reste valor al mo'
CIO repre~entado es base más o menos instrumental de un a cadena
c.onnotatlV#a qu~ ~oncluye en la imagen mítica del infie rno . A par-
I
mento de la edición . tir de aquI es fac d redefin ir los roles de los personajes y el sentido
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de los sucesos que viven en términos claramente extrarrealist as, sea . En el nive.l menos complicado, que podría corresponder al
bajo el modelo mítico o bajo los principi95 generales de la herme- se ntido denotativo del relato, El obsceno pájaro de la noche reite-
néutica sicoanalítica. 8 En cualquier caso, resulta evidente que el ra la obsesión por sectores del universo que tienen en común la
sentido formulado en El lugar sin lím ites no se circunscribe al ám· n:arca del deterioro . En él se incluyen aspectos del co ntorno fí-
bita de su representación, un pequeño y ruinoso pueblo ch ileno ; SICO ,del proceso social y de la vida del individuo. Puede tratarse
al contrario, supone una suerte de reflexión narrat iva acerca de la de la Casa de Ejercicios Es pirituales, verdadera ruina que el lector
realidad del mundo y de la naturaleza humana. De aquí que el te- ve despedazarse página a página, hasta el anuncio d e su t otal des-
ma de la destrucción, que reaparece una vez más en El lugar sin lí- apari~~ón, o del p~d~roso linaje de los Azcoitía, moribundo por la
mites, tenga definitivamente otro sent ido que en Coronación o en es~er~hd.ad de, sus ultimas representantes, o también, y tal vez con
Este domingo. En estas primeras novelas, la destrucción, como se mas, m Sls~e~~la, del deterioro personal, como se aprecia desde el
ha visto, era un fenómeno sicológico y social, explicable en estos capItulo InICIal de la novela, donde el narrador presenta a las vie-
términos y dentro del orden de la verosimilitud, mientras que en jas asiladas en la Casa "tomando el sol sentadas en la cu neta d e un
la tercera obra la misma obsesión adquiere un rango ontológico claustro, espantando las moscas que se ceban en sus babas, en sus
indiscutible. Podría decirse que lo que fue un destino personal o gran os, los codos clavados en las rodillas y la cara cubierta con las
grupal, referido de alguna manera a una cierta especificidad histó- manos, cansadas de es perar el-momento que ninguna cree qu e es-
rica, se convierte en E l lugar sin limites en una categoría absoluta: pera" (OPN, pp. 25-26). Este sentido de destrucción es rápida-
la destrucción, entonces, es el destino. ~ e nt: ~ uperado. sin em barg? y sobre él aparece, co mo en El lugar
Sin llmltes, pe ro mucho mas notablemente una dimensión onto-
El obsceno pájaro de la noche significa la culminación del lógica. Tal se expresa a partir de la ley que' regula la dinámica de
proceso que comienza en Coronación, casi quince años antes, pero la significación en esta novela.
desde la perspectiva ya explícita, aunque no del todo desarrollada,
en El lugar sin límites. Como sucede con las primeras n ovelas de Esta ley puede sintetizarse en la siguiente fórmu la: todo es
García Márquez en relación a Cien años de so ledad, las primeras pasible de sustitución. La sustitución primera y en cierta forma
novelas de José Donoso aparecen, desde la cima de El obsceno pá- originaria, está sit uada en un pasado de leyend; qu e el texto as imi-
jaro de la noche, como m ateriales previos de una compleja cons- la en form a de relato interior. Es un cuento popular, de brujería,
trucción que poco a poco se va gestando; o si se quiere, com o en· que s~ ce ntra en las figuras de la hija de un Azcoitía, poderoso te-
sayos de configuración de la novela que, finalmente, reali zará con rratemente, y de su sirvienta. El desenlace juega con una doble sus-
plenitud las virtualidades ya existentes en las prim eras tentativ~. titu.ci~ n : frent~ a la cólera popular la niña-bruja es suplantada por
Puede rastrearse, en efecto, una copiosa red de elementos que, a la sIrvIenta-bruJa, al mismo tiempo que la primera, enclaustrada en
partir de Coronación, aparecen constantemente en la novelística el co nvento de la Encarnación de la Chimba, se convierte en prota-
de Donoso y alcanzan su perfección en El obsceno pájaro de la no- gonista de otra mstori a, aparentemente distinta: la de la niña-beata.
che. Naturalmente, el más importante, por constituirse como eje Ambas sustituciones son posibles porque hay un punto del aconte-
del relato, es el tema de la destrucción. La última novela de Dono - cimiento que todos, salvo el padre de la niña, desconocen: "El ca-
so'Jés,'en sentido estricto, una obra apocalíptica. Su obvia trascen· cique, seguido de sus hijos, forzó la puerta del cuarto de la niña.
dencia aconseja un estudio algo más detallado.9 Al entrar dio ,u~ alari~o y abrió los brazos de modo que sU amplio
poncho ocu lto mmedlatamente para los ojos de los demás lo que
8.1. Una aproximación psicoanalítica puede encontrarse en el artículo de sólo sus ojos vieron" (OPN, pp. 39-40).
Rodríguez Monegal citado en la nota anterio r.
9. Cf. m'¡ artículo : "El obsceno pájaro de la noche : la reversibilidad de la El ocultamiento de la uverdadera realidad " lo sufren po r igual
metáfora" , el) : Nuevos Aires, No. 9, Buenos Aires, diciembre 1972-
enero y .febrero 197 3. Las líneas que siguen resumen este artículo y le
los p~rson ajes que están a espaldas del cacique, los narradores que
añaden. una interpret.ación final . sucesivamente presentan la historia dentro del texto y qUlenes la

116 117
<.

escuchan ........incluyendQ¡ al lector, por cierto. Se explica as í que el dad,lO de suerte que su acción concreta obliga al lector a "mudar
capítulo 21 ofrezca u~a extensa gama de variantes y subvariantes de punto de vista, sin apartarse, no obstante, del principal asunto"
del cuento y un relato totalmente opuesto: la niña "no fue ni bru- como prescribía Cicerón para la construcción de una buena me:
táfora. I I
ja ni santa" (OPN, p. 359). En este ep isodio, sin duda importante,
aparecen algunos de los factores básicos del modelo que preside Ya se sabe que cada lado del prisma aporta, en grados y ses-
la construcción de la novela. Interesa remarcar ahora, como punto gos dispares, una nueva:imagen de la destrucción. El capítulo 7 co-
de partida, la acción de un núcleo originario, siem pre misteripso, rresponde emblemáticamente a la totalidad de este sentido : como
y el ingrávido vuelo~ del lenguaje, partiendo de ese vacío, parece la cabeza de cartón-piedra, minuciosa y vejatoriamente destruida.
despJazarse inútilmeqte en busca de una realidad que 10 cubra. Sus- Humberto Peñaloza pierde su nombre, su voz, su capacidad de
titu¿iones y variantep son. for~~ de~~ndientes, en El obsceno pá- ~reac~on literaria, su potenc,ial sexual, su sangre, sus órganos, su
jaro de la noche, de esta sltuaclon ongmal. Identidad --en fin- para desvanecerse en ceniza que el viento dis-
persa. Los aterradores capítulos 16, 17 y 18, obsesivamente con-
De aquí que, si se sigue el orden presentativo del relato, sea centrados en una mutilación que no parece tener fin, insisten en
fácil descubrir numerosos y complejos procesos tlistitutorios. A e.st~ misma dirección: "He perdido mi forma, no tengo límites de-
través de uno de ellos, que de alguna man era vertebra el relato, el f¡md?s~ soy fluctuante, cambiante, como visto a través de agua en
lector observa que el Mudito (1) se convierte en una de las viejas mOVlmlento que me deforma hasta que yo ya no soy yo" (OPN,
asiladas en la Casa (2), en el gigante de la cabeza de cartón-piedra p. 272).
(3), en Humberto Peñaloza (4), de cierta manera en Jerónimo de
Azcoitía (5), en el hijo santo de Iris Mateluna (6), en el hijo de ~aturalmente, este nivel de lectura supone una discutible je-
Inés de Azcoitía (7), en el hijo de la Peta Ponee (8), en imbunche rar~U1a ~ntre las facetas de la figura resultante; por ejemplo, la pre-
(9) •. en "ceniza muy liviana que el viento dispersa" (10) (OPN, p. emmencl3 de Humb erto Peñaloza, en cuyo contorno se armarían
542). Es claro que la Índole de estas sustituciones no siempre es las demás figu ras. Y no es exactamente así. En todo caso ciñén-
hoqogénea y que la realización de una no implica, necesariamen- dose a la infor~ación que proporciona la novela, cabría p~nsar en
te, la cancelación de las anteriores, con lo que acaba la tentación un nuevo desphegue de variantes, como las que suscita la fábula
de hallar un sentido en su sola linealidad --que es puramente pre· de la niña-bruj~, qu~ tratan de cubrir, aquí también, eÍ v,a cío. Pues-
sentativa. Inclusive el reordenamiento de esta secuencia en función to que carece na de sentido afirmar que Humberto es "más real"
de una supuesta cronología, que, por lo demás, el texto ofrece in- que el. Mudito o el hijo de Iris Mateluna, cada una de estas repre-
completa y difusa, resulta tambien, y de manera muy clara, imper- s~ntaclOnes, y las otras muchas que le son homólogas, se desplaza-
tinente. Sólo un burdo recurso a la sicología menos elaborada, per- nan en busca de un asidero de realidad que el narrador de la nove-
mitirÍ"a in terpretar el 9rentido del Mudito, por ejemplo, como si l~, como el cacique del cuento popular, oculta cuidadosamente.
fuese una instancia posterior en la paulatina degradación de Hum- Sm embargo, habiéndose establecido que la ley de las sustituciones
berto Peñaloza. que. go.biema el texto tiene una aplicación general, comprendiendo
l~ fmgld? y lo real hasta el punto de borrar la pertinencia de esta
En realidad, la organización de El obsceno pájaro de La noche dicotomIa, esta segunda lectura se muestra también, en última ins-
es mucho más paradigmática que sintagmática. El prisma pudiera tancia, insuficiente. Lo reafirma así el insistente uso del mecanis-
ser una imagen certera de ella. En efecto, cada representación for- mo de la metáfo.ra absoluta (Mudito en vez de Humberto; Peta en
ma parte de una figura cuya presencia, frente al lector, impone la .: .
10. CL : Jakobson, R., y Halle, M.: Fundamentos del lengu.aje, Madrid,
percepción unitaria de la multiplicidad de sus lados. La naturaleza Cienc ia Nueva, 1967.
de.la relació n entre los lados tiene carácter metafórico por cuan- 11. "Diá logos del orador", en: Obras Completas de Cicerón Madrid,Imp.
to obedece primariamente a normas de similitud, no de contigüi- Central, 1880, t. 11, p. 212. ., '

118 119
Jugar de Inés, etc.) dentro de una fórmula abierta que adm ite, nor- incorporado al relato, a la manera de un espejo in terior, refleja
malmente, la fonna reversible (Humberto en vez del Mudito, Inés claramente este desajuste: "Sentía ( ... ) una especie de compul·
en lugar de Peta, etc.). La reversibilidad enfatiza la caducidad de la sión por vengarse y destruir y fue tanto lo que complicó y defor-
oposición real /ficticio, cumple una clara función desjerarquizante mó su proyecto inicial que es como si él mismo se hubiera perdido
y cancela toda opción de vertebrar causalmente el relato. para siempre en el laberinto que iba inventando lleno de oscurida-
Naturalmente, apuntan hacia esta misma dirección tod os los des y temores, con más consistencia que él mism o y que sus demás
otros procesos sustitutorios, cualquiera que sea su fun cionalidad personajes, siempre gaseosos, fluctuantes , jamás un ser humano ,
concreta, como el vertiginoso sistema de sustitución de sucesos siempre disfraces, actores, maquillajes que se disolvían ... sr, eran
más importantes sus obsesiones y su odios que la realidad que le
que ocupa el capítulo 9, donde se afirma y niega q ue Humberto
era necesario negar... ". (OPN, p. 488, subrayado nuestro).
robó (no robó) un lib ro de la biblioteca de los Azcoitía, que fue
(no fue) apresado, que Boy concurrió (no concurrió) a la comisa- Se desprende de lo anterior que en la composición de El obs-
ría, etc. Boy, precisamente, que puede no ser más que una inven- ceno pájaro de la noche no hay un solo elemento que no esté su-
ción de Humberto, aunque éste -tal vez- sólo viva en la imagina- jeto al sentido d e la destrucc ión, realizándolo en sí mismo (esto
ción de aquél, según otro conjunto sustitutorio que propone el ca- es, ofreciendo su propia destrucción) y en sus relaciones contex·
pítulo 16. A este respecto, vi ene al caso observar la insistencia con tuales. Bajo esta luz la norma de las sustituciones deja ver su ver·
que el relato niega la existencia de 10 real, según se aprecia en el dadera funcionalidad: todo es pasible de sustitución porque todo
capítulo 18, verdaderamente ejemplar en este sentido, donde el no es más que una apariencia que surge y se esfuma sin. otra razón
simulacro de una ventana "que miente un exterior qu e jamás ha que la de realizar, destruyéndose, ese obsesionante sentido. Inclu-
existido en ninguna parte" genera, por intensificación, un juicio sive el narrador, que dentro de este orden estructural puede inter-
global y definitivo: "no hubo jamás ventana porque no hay nad a pretarse como un significan te más, ingresa en el remolino de las
que mirar por las ventanas" (OPN, pp. 302-303). sustituciones y finalmente se desvanece. En suma, el lenguaje de
El universo de El obsceno pájaro de la noche está ín tegra- El obsceno pájaro de la noche es un cruel simulacro que parece
mente cubierto, pues, por objetos imaginarios que no pretenden crear cuando en verdad des~ruye.
revelar una realidad , ni siquiera la "realidad imaginaria" del mun- Sin dud a, la real ización poético-narrativa del sentido de des-
·do representado novelescamente, sino formular un sentido: el de trucción ofrece un a generosa apertura he rm enéutica; implica, en
la destrucción absoluta. Y no se trata de "decir" destrucción ; se otros ténnin os, la apertura del discurso hacia niveles connotados
trata, más bien, de encon trar algo as í como un significante no arbi- cuya especificidad semántica el lector debe determinar. Uno de
trario que plasme, encarnándolo , ese significado. De aquí que no estos niveles, tal vez no el más obvio, pero indiscutiblemente im-
sería ilícito proponer, dentro de este contexto específico, la índo· portante, puesto que señala la perspectiva de creación de la novela
le poética de El obsceno pájaro de la noche, recordando, en espe- y fija su marco d e lectura, tiene definido signo social. La superlati·
cial, las admirables páginas que Pfeiffer dedicó, precisame.nte, al vización del sentid o de destrucción, que engloba al universo todo,
fenómeno de la "plasmación" en poesía. l :2 Resulta obvio, enton- está avalada por una determinada experiencia grupal: su centro ge-
ces 1 el desajuste entre este modo de realización estética y los concep- nerante es, en esencia, la familia de los Azcoitía y lo que ella, po r
tos' tradicionales de novela. El empeño por representar un mundo ex tensión o sím bolo , representa. Una clase, o una fracción de esa
másrJ o menos repetitivo o suplantador del mundo real, con aconte- clase, es la que sufre el deterioro progresivo, deterioro que im-
cer; espacio y habitan tes, cede su lugar a una operac ión 'semántica porta la paulatina cancelación de la estructura social cuy o vértice
que parecía propia de la lírica. Un fragmento de "crítica literaria" ocupa, precisamente, ese grupo . Esta experiencia es la que se uni-
12. Pfeiffer, J . : La poesla, México, Fondo de Cultura Econ ómica, 1951,
versaliza y se propone como sentido del texto. En términos de re-
pp. 87 y ss. presentación social, el apocalipsis tiene un ámbito propio y un a

120 121
causalidad concreta; sin embargo, en su plasmación narrativa, los
limites y las causas del fenómeno se borran cuidadosamente y se
produce, entonces, una suerte de contaminación generalizada, fuer·
. temente a·histórica. La destrucción de una clase y del orden social •
que la explica se transfonna en la destrucción de todo orden P9·
sible y del universo en su conjunto - lo que no deja de tener rela·
ción con la ley de las sustituciones. HIPOTESIS SOBRE LA NARRATIVA PE RUANA ULTIMA'
Existe, pues, un problema de perspectiva. El hablante básico
de la novela aparece visceralmente integrado en el orden destruido
y es incapaz de recpnocer otras posibilidades de existencia. Si su Las páginas que siguen no intentan dar razón exhaustiva del
mundo- d esaparece quiere decir que el mundo está aniquilado. Des· proceso seguido por la narrativa peruana en los últimos años; son,
de esta perspectiva se formula el sentido de El obsceno pájaro de mucho más modestamente, la primera formulación de una hipó·
la noche: tal vez, por esto, pueda considerarse la gran novela de la tesis acerca del sentido de ese desarrollo y de las tensiones básicas
decadencia de un hombre de la burguesía. No es sólo que se hable que lo constituyen. Se examina esta materia bajo el supuesto de
de esa decadencia en los niveles represen tativos del relato, como ya que sería inútil reducirla a una serie literaria más o menos autó·
había ocurrido en otras novelas de Donoso; es, mucho más intensa noma: su inteligibilidad reside en el modo como inscribe su especi·
y sutilmente, que la conciencia apocalíptica de un grupo social es· ficidad en un proceso literario mayor y en una dinámica más vasta:
pecífico determina desde dentro la índole general de la obra, su es· la de la sociedad peruana.
tructura y sentido. De esta manera, el lector puede delimitar yen·
LA "GE NERACION DEL 50": RUPTURA Y RECESO
contrar la filiación del texto y entenderlo como resultado de un
proceso ideológico. Simplificando en exceso un proceso no especialmente denso,
pero sí confuso, puede decirse que la nu eva narrativa peruana I ca·
El proceso de la narrativa de José Donoso deviene represen·
mienza cuando se agota el vigoroso y extenso desarrollo del indi-
tativo de un amplio sector de la nueva narrativa his~anoamericana.
genismo trad icional y cuando ----en otro plano, sin duda menos sig-
En ella es frec uente observar desarrollos ideológicos similares; vale
nific ativ~ pierde interés el siempre desigual cultivo de la prosa
decir, la extensión a términos universales,. con intención ontológi-
criollista.
ca, de determinadas formas de conciencia social que ciertamente
no tiene esa amplitud y profundidad. En algunos de estos casos, el No es posible fijar límites cronológicos precisos, pero resulta
sentido proveniente del texto implica una saludable remoción de orientador recordar que el indigenismo clásico tiene su última 2 y
hábitos y valores sociales, un cuestionamiento profundo del orden espléndida manifestac ión al comenzar la década de los 40, con El
establecido., cuya liquidación se anuncia, pero sólo excepcional· mundo es ancho y ajeno (1941), y que aproximadamente diez
mente se descubre la visión dialéctica que pennite descubrir en -la años después aparecen los libros que inauguran la producción na-
destrucción de un sistema la construcción de otro distinto y me· rrativa de la llamada "generación del 50" : én 1953, Nahu{n, de
joro Es claro que la nueva narrativa hispanoamericana no accederá
a esta visión dinámica de nuestra realidad mientras no recupere * Apareció en Hueso húmero, 3, Lima, diciembre 1979.
1. "Nueva narrativa peruana" no es, aquí, la denominación nacional de
para sí el sentido y la experiencia de la historia. Tal vez esta sea la "nueva narrativa hispanoamericana ".
tarea más urgente para los narradores más jóvenes. 2. Es claro que el indigenismo tradicional no desaparece de modo abrupto,
como pudiera deducirse del silencio de Ciro Alegría (1909-1967) pos-
terior a 1941. Reaparece esporádicamente en relatos claramente epigo·
nales como, por ejemplo, Taita Youeraqué (1950), de Francisco Vegas
Sem inario (1904), o Los mitinaes (1970), de Mario Florian (1917).

122 .... 123


I
I
~l,
Eleodoro Vargas Vicuña (1924), en 1954, Náufragos y sobrevi- .~l desequilibrio asoma en muchos puntos del circuito litera·
vientes, de Sebastián Salazar Bondy (1924-1965), La evasión, de ria, pero se hace evidente, por lo menos, en dos: en su base mate-
Manuel Mejía Valera (1925), La batalla, de Carlos Eduardo Zava- rial concretamente en la producción y comercio editoriales, y en
leta (1927), Lima, hora cero, de Enrique Congrains Martín (1932) ; el darácter y cuantía de los lectores. Acerca de lo primero es poco
en 1955, Los Ingar, de Zavaleta, Los gallinazos sin plumas, de Ju· lo que se puede decir, pues su pobreza era y sigue siendo indiscu-
lio Ram ón Ribeyro (1929), El avaro, de Luis Loayza (1934), etc. tible,] en cambio, por su significación, es importante mencionar
En estos años se produce el relevo del indigenismo: el rumbo ., las formas con que se intentó burlar ese déficit: los Festivales del
Libro y las series de Populibros, a partir de 1958. Fueron empre·
central de la narrativa peruana, hasta entonces básicamente identi-
sas importantes -y exitosas en cuanto lograron poner en circula- .
ficado con él, se disgrega y fragmenta en opciones de variada índo-
1 cÍón una masa bibliográfica sin precedenteS:- pero su naturaleza
le que -en su conjunto- constituyen el inicio de la nueva n arrati-
eventual y la parquedad de sus resultados a largo plazo demuestran
va peruana. a contrapelo el atraso de la base material de la producción litera-
La narrativa "del 50" tiene un doble carácter; en efecto, si ria. Fuero n soluciones de emergencia, voluntaristas y coyunturales,
por una parte significa una instancia inaugural, por otra, paradóji- que se agotaren en su propia resonancia. La estructura editorial bá·
camente, entra muy pronto en un receso generalizado. El caso ex- sica -pese a la implantación de la tecnología offset- no varió con·
tremo es Congrains: su excelente producción se concentra en me- siderablemente.
nos de cuatro años (Lima, hora cero, 1954; Kikuy o, 1955; No En cuanto a los lectores : aunque no hay manera de verificar-
una sino muchas muertes, 1957) y luego se silencia; caso extremo, lo, no parece ser mayormente discutible que ellos, en general, que-
mas no excepcional, porque algo similar sucede con otros escrito· daron a la zaga de la moderna experim entación narrativa. De he-
res. Para mencionar como ejemplo algunos nombres ya citados : cho, aun cuando Populibros estimuló consistentemente a los na-
después de Nahuin, Vargas Vicuña publica sólo un libro más: Taita rradores de esta generación, ninguno de ellos pudo acercarse más
Cristo (1964), de la misma manera que Loayza añade a El auaro un tarde a los tirajes de diez mil ejemplares que entonces eran norma-
único título nuevo : Una piel de serpiente (1964). Las excepciones, les. Por lo demás, las proporciones que se extraen del análisis de
que son Ribeyro y Zavaleta, no desdibujan esta norma de rápida los índices de los Festivales y de Populibros (éstos mucho más mo-
cesación o de eventualización del trabajo narrativo. Es imposible dernos que aquéllos) demuestran que los lectores seguían prefirien.
explicar este hecho en una única razón; sin embargo, cualquiera do largamente a los escritores extranjeros y a nuestros clásicos, de
que sea la constelación causal en cada caso, parece haber, en el Garcilaso a Alegría.
forido de todos, una contradicción paralizante.
Subyace en estas circunstancias un hecho esencial: la frustra-
El signo más notable de la narrativa que comienza en la dé- ción del proyecto de profesionalización que alentaban, con mayor
cada del 50 es su decidido afán de modernización. Tal significaba, o menor claridad conceptual, estos narradores. Veinte años más
en el plano de co mpetencia de los narradores, la modernización de tarde, en la encuesta preparada por Abe lardo Oquendo, todos ellos
la estructura, lenguaje y función de los relatos -tarea obviamente aluden - quejosa o resignadamente- a las carencias de·la "vida lite-
vinculada a una profunda renovación del elenco de modelos acep- raria" en Perú: en palabras de Zavaleta, se reconocen. como l/escri_
tades; pero, en un orden más amplio, ajeno por completo a la .vo- tores a tiempo incompleto".4 La contradicción paralizante men-
luntad de ellos, la modernización implicaba también un desarrollo cionada antes podría esquematizarse en una frase: los narradores
de similar índole en todos los componentes del proceso de pro-
ducción de la literatura y en la institucionalidad que los solventa. 3. Cf. : Danilo Sánchez Lihón : El libro y la lectura en Perú, Lima, Man-
taro, 1978.
Hoyes evidente que entre uno y otro nivel se produjo un agudo 4. En: La narrativa peruana: 1950-1970. (Prólogo y selección de Abelardo
desbalance: los textos eran más modernos, sin duda. Oquendo). Madrid, Alianza Editorial, 1973, p. 16.

124 125
"del 50" pretendieron producir artesanalmente, pues ese era el sig· relato, se artificialízan y pierden consistencia al adelantarse a un
no del sistema editorial que los acogía, una literatu ra moderna. sistema productivo que repite sin mayores modificaciones su arcaís·
mo. Como indicio inverso, es sintomático que uno de los dos escri-
UNA MODERNIZACION IMPOSIBLE tores de este grupo que mantiene una actividad narrativa constan-
te, J ulio Ramón Ribeyro, se caracterice por su apego a los cánones
La dilución de la narrativa que insurge vigorosamente en los
del relato tradicional.
años 50 no es una circunstancia casual; corresponde más bien, con
bastante exactitud, al carácter de la sociedad peruai'fit entre 1948 y ESPECIALIZACION y PUNTO DE VISTA
1962. Es necesario recordar algunos hechos claves. I ,
Aunque falsa, la modernización que comienza ,durante el
En 1948, la gran burguesía exportado ra puso fin a la breve Ochenio deja huellas en algunos sectores socioeconómícos y pone
experiencia democrática del gobierno de Bustamante (1945-1948) en circulación ciertos valores o usos sociales calificados positiva-
e instauró un régimen dictatorial presidido por Odría (19 48-1956). mente. Uno de éstos es la especialización, claramente dependiente
La disciplina social impuesta represivamente permitió la realización de una más rigurosa, y más moderna, división del trabajo. Es claro
de una política económica dirigida a captar inversiones norteame- que el intento de profesionalización de la "generación del 50" tie-
ricanas en gran escala. La liberalización total del mercado cambia- ne que entenderse dentro de este contexto.
rio, la promulgación de un generoso Código de Minería (1950),
Hay, sin embargo, otras correlaciones. Parte importante de
entre otras muchas medidas internas, y la demanda de materias
la modernización del relato consistió en un trabajo de afinamiento
primas generada por la guerra de Corea, como parte de una coyun-
sobre el punto de vista de la narración -aspecto notablemente des-
tura internacional favorable, facilitaron el éxito de esta política:
cuidado hasta ese momento. En última instancia, la preocupación
su resultado fue una creciente y en más de un caso absoluta de-
por la perspectiva del relato implica la prescindencia del criterio de
pendencia del país frente al imperialismo. Esta situación se man-
totalidad y la aparición sustitutoria de una racionalidad analítica
tuvo, sin diferencias sustanciales, durante el go bierno de Prado y de un temple relativista, lo que está en relación evidente con la
(1956-1962)_
fragmentación del universo que estos mismos narradores asumen
El flujo de capitales norteamericanos, aunqu.&.siguió privile- como referente: ellos proceden según afirma Miguel Gutiérrez, "al
giando a los enclav'es mineros y agroexportadores, derivó también reparto ya la catalogación de nuestra realidad", s
hacia otros sectores de la economía y produjo una onda de moder- Como lo hace Gutiérrez a partir de cierto criterio 'de frag-
nización. Por cierto, dado el carácter básico de la sociedad peruana mentación, ésta, el racionalismo analítico y el relativismo se ads-
y el modo como actuó la inversión extranjera, esa modernización criben sin dificultad a la conciencia burguesa. Se trata de una ca-
fue epidérmica, no modificó el orden oligárquico dominante y se tegorización demasiado gruesa que requiere alguna precisión. La
tradujo en la agudización de los conflictos y desbalances de la so- pequeña burguesía -que es la clase originaria de casi todos los na-
ciedad nacional. Al comenzar la década de los 60 es evidente que rradores de esta generación- queda desconcertada y sujeta a una
este sistema ingresa, por acumulación de contradicciones internas movilidad inusitada a raíz de la modernización; una movilidad apa-
y por acción de factores internacionales (en primera línea, el triun- rentemente caprichosa que tanto puede causar el ascenSo social
fo de la Revolución Cubana en 1959) en un período de crisis y cuanto la proletarización o la pauperizante marginalidad. Desde .1
desintegración.
I ~,

Existe una cierta relación homológica entre este proceso so-


esa clase, la legalidad total del proceso se percibe con extrema di-
ficultad -o simplemente' no se percibe- porque se desarrolla en . t,
1
cial de falsa modernización (en el fondo imposible: el orden oli- 5. Miguel Gutiérrez: "Tierra de caléndula y la renovación de( ~ ~ento pe-
I
gárquiCO es inmodernizable) y los conflictos de la narrativa "del ruano ", prólogo a: Gregorio Martfnez: Tierra de calé,H:trJla, 'Lilna,Milla
50". También aquí las categorías novedosas, las nuevas formas del Batrp.s, 1975, p. 17.

126 127

, l';'l.
. ~.~ ti;-w .•
otros niveles sociales. Lo que se observa son sus manifestaciones los grandes poetas "del 50", Un mundo dividido (1970 ) de Wash-
parciales (la decadencia de la clase terrateniente, la inestabilidad ington Delgado (1927), term ina con estos versos emblemáticos:
de las capas medias, el surgimiento de las barriadas, la aparición de "he caminado po r los desiertos, toda mi vidal y nunca llegué a nin·
grupos juveniles marginales, etc.) y, precisamente, son estos los guna parte".
grandes temas de los narradores de la "generación del 50".
En este orden de cosas, quien mejor representa a su genera-
En el tratamiento de esta gama temática, correlativa en gran ción es Julio Ramón Ribey ro: él es quien desarrolla con más ca he·
parte a los resultados de la falaz modernización de la sociedad pe· rencia y extensión esta actitud escéptica y con ella nutre toda su
ruana, se observa una doble restricción: el. fragmentarismo, que narrativa, aunque -de otra parte-- la matriz social que la explica
borra las relaciones entre un aspecto y la totalidad, y el perspecti· no coincida eón la que es' común al grupo. En sus cuentos (publica·
vismo, que fija "un punto de vista y anula otras opciones, lo que dos a partir de 1955 y rec ogidos .más tarde en los tres volúmenes
puede consonar con la marcada preferencia que entonces se advier- de La p alabra, del mudo (1973, 1977) y en sus novelas (Crónica de
te por el cuento y la cautela con que se enfrenta -en términos ge- 84:m Gubriel, 1960; Los gentecillos dominicales, 1965;"Camb io de
nerales- la producción de novelas. Ambas restricciones remiten a guardia, 1976) destaca efectivamente ese carácter. Anclado en un
una inseguridad básica, que acota el espacio para no perderse en el sordo y opaco fatalismo, distante, sin embargo, de todo desgarra.
caos de una multiplicidad cuyo orden se desapercibe, e indirecta· miento trágico, este escepticismo deriva del examen del entorno,
mente tienen que ver con la conciencia grupal de un proceso que examen que demuestra la intrascendencia de las acciones de los
se impone desde fuera, inexplicablemente. hombres y el sin sentido de la historia, lo que coincide, a grandes
raGgos, con la conciencia de la realidad que es propia de los narra-
DEL ESCEPTICISMO A LA IRONIA
dores "del 50"; pero deriva, también, en otro plano, de un estrato
Ideológicamente, los narradores "del 50" se inscribieron den· anímico anterior, de una previa y definida posición existencial cu-
tro del marco de una izquierda moderada -ciertamente muy lejos ~o origen individualiza -dentro del contexto general- el caso de
del fervor político de sus coetáneos "poetas sociales"- y mantu- Ribeyro.
vieron su producción· literaria a distancia de los conflictos naciona· La acc ión de ambas fuentes detennina que la narrativa de
les más inmediatos, salvo algunas pocas excepciones: Congrains y Ribeyro semeje una gran re.flexi0n circular, compacta, armónica
-años después- En octubre no hay milagros (1965) de Oswaldo
e insistente, que nace del descreimiento y revierte sobre él después
Reynoso (1932). de un recorrido intensificatorio y confirmante por la realidad. Así,
- Pese a la tibieza de su compromiso político-social, es evidente por ejemplo, más que narrar la historia de una frustración colecti.
que para estos narradores la realidad de Perú durante los regímeJ;les va, su segunda novela relata la reiteración indefinida de un único
de Odría y Prado resultaba intolerable. La rápida frustración de la e insalvab le fracaso grupal: en Los geniecillos dominicales, que pu-
apertura democrática durante el gobierno de 13ustamante, con el diera leerse como símbolo y como parodia de la "generación del
que colaboraron algunos de estos escritores, los casi quince años 50", cada cap ítulo se cierra, indefectiblemente, con la dolorosa o
de dominación oligárquica, tanto más dura cuanto más veía ame- gro tesca dilución de alguna, más o menos, vaga esperanza.
nazada su supervivencia, y más tarde, con impacto de desigual in- Los referentes de la narrativa de Ribeyro (el universo de la
tensidad según la posición político·ideológica de cada quien, la de- pequeña burguesía y de los marginales, básicamente) ha hecho pen-
rrota de las guerrillas (1966), la claudicación del reformismo de sar que t oda ella está li g~da a la conciencia de los estratos inferio.
Belaúnde (1963-1968) y el fracaso del velasquismo (1968-1975), res de la burguesía, como es la norma generacional; no es así, sin
fueron generando una aguda sensación de malestar y un pesimismo embargo, porque lo que prevalece es una conciencia de raíz arista·
globalizante -no ajeno, en sus primeros momentos, a la influencia crática que co nd ena la vulgaridad de los nuevos ricos - los que
del existencialismo francé~. El hasta ahora último libro de uno de emergen de la falsa modernIZación del Ochenio-- y que retorna so-
128
- 129
bre sí y sobre la decadencia de la clase originaria por el oblicuo reformismo de Belaúnde fue siempre tibio, más declarativo que
real, y concluyó claudicando frente a la derecha peruana y frente
j.
camino de la ironía. El deterioro de tul grupo social, con el consi·
guiente desclasamiento de sus miembros más jóvenes, hace que és- al imperialismo, p:ero significó, en su momento, un intento de rup- I
tos participen de las experiencias y de la visión del mundo de otros tura con el sistema oligárquico.
estratos, aunque, por debajo de estas coincidencias, pervivan pers- El fracaso de esta experiencia -pero también el peligro del
pectivas desiguales. No es casual que Ribeyro sea uno de los pocos ascenso de la izquierda más radical, protagonista de numerosos
narradores que superan la crisis de la "generación del 50" -hasta levantamientos campesinos durante la década de los 60 y de las
llegar a ser uno de los más importantes escritores del Perú contem- guerrillas entre 1963 y 1966- determinó que las Fuerzas Armadas
poráneo- y que esa superación se realice a travé~del cultivo de asumieran como propias, de acuerdo al cada vez más extenso
una prosa fuertemente tradicional. I criterio de "seguridad nacional", las tareas no cumplidas por el
Desde 1968, Alfredo Bryce Echenique (193~) produce una gobierno anterior : la nacionalización de la IPe, la reforma agraria,
narrativa que responde, a su inanera por cierto, a una similar ex- por ejemplo. Lo hicieron de una manera mucho más radical de lo
periencia social. En sus cuentos (recogidos en Todos los cuentos, que podía suponerse, empleando, a veces, una terminología socia-
1979) y en sus dos novelas (Un mundo para Julius, 1970; Tantas lista, y provocaron uno de los procesos históricos más importantes
veces Pedro, 1977) reaparece esa conciencia de acabamiento y des- del Perú contemporáneo.
integración, mas ahora el humor se expande y oscurece su cimien- Las transformaciones logradas por el reformismo (en primer
to escéptico. No en vano ha discurrido el tiempo: el sistema oligár- lugar, la reforma agraria -1969) liquidaron a la vieja clase terra-
quico decae rápidamente y sus grupos más antiguos -los que ya teniente y a la gran burguesía agroexportadora, cambiando profun-
habían sido afectados desde la década de los 50-- tienen la certi- damente la estructura socioeconómica del campo. A partir de aquí
dumbre de la irreversibilidad del cambio. Esta distancia y la niti- se modifica todo el sistema social peruano: term ina el ciclo del po-
dez del corte con el pasado espléndido, activa una memoria iróni- der oligárquico y se minimizan los rasgos feudales -o genéricamen-
ca, crítica y nostálgica: el humor es sólo la forma de suscitar con te precapitalistas- de la economía nacional.
elegancia esos contenidos. Los relatos de Bryce son desde este pun-
to de vista, que ciertamente no da razón de todos sus componen- Al recomponerse la estructura social peruana, dos sectores se
tes, un a excelente representación del ocaso de la oligarquía aristo- fortifican y, en algún momento, compiten por la supremacía eco-
crática en Perú: el ocaso definitivo, en Tantas veces Pedro, o su nómica y el poder político: el propio Estado, que asume ciertos
ambigua conversión en gran burguesía, en Un mundo para Julius. comportamientos propios del capitalismo de Estado y una ambi-
Es sintomático que Bryce -como Ribeyro, aunque con menos cla- gua dirección socializante, y la gran burguesía industrial, especial-
ridad- se des~ntienda de la modernización del relato. . mente su sector expo rtador, cuyo vínculo con el imperialismo se
profundiza al integrarse con plenitud al sistema monopolista.
REFORMISMO Y GRAN BURGUESIA El movimie?to popular, pese a su ascenso, no logra ensamblar
Las contradicciones suscitadas por la fallida modernización u~ proyecto autonomo. Hoy es evidente que el refonriismo se ago-
del orden oligárquico fueron aprovechadas por distintas fracciones to .en la ruptura del orden oligárquico y que fue abandonado para
de la burguesía para fundar un proyecto social cuyo signo más des- dejar curso a otro proyecto: el de la gran burguesía efectivamente
tacado -aunque discutido por muchos- fue el reformismo. Este moderna, .monopólica y ~ransnacional. En el plano político, este
confuso período se inicia en 1962, con el derrocamiento de Prado hecho esta marcado por la caída de Velasco (1975). La actitud
por las Fuerzas Armadas, e incluye al gobierno de Belaúnde (1963- antIpopular y repreSIva del gobierno de Morales refleja los intereses
1968) y a la primera fase de la " Revolución de las Fuerzas Arma- del nuevo grupo hegemónico e intenta frenar la combatividad de
das", bajo la presidencia de Velasco (1968·1975). Ciertamente, el un pueblo ahora más explotado y oprimido que nunca.

130 131
EL DOBLE CURSO DE LA NARRATIVA Desde la década de los 30, Arguedas proyecta su narrativa so-
bre el mundo indígena; muy pronto, sin embargo, reconoce que
La crítica suele detectar dentro de la narrativa " del 50" dos ese espacio y sus conflictos son inexplicables si se prescinde de su
corrientes básicas: la "neoindigenista" y la "neorrealista urbana", inserción en el conjunto de la sociedad peruana, lo que comienza
para emplear denominaciones más o menos extenaidas, y un c~l ­ a examinar d esde 1941, y en el sistema de relaciones entre el Ter-
tivo eventual del relat o fantástico. Visibles en un primer momento, cer Mund o y el impe rialismo, q ue es una problemática vigente en
estas tendencias se desdibujan luego, conforme la " generación" en sus obras a partir de 1964. En todas estas instancias, Argued~s aus-
su conjunto se paraliza, y definitivamente no reflejan el desarrollo cul ta los signos q ue anu ncian la victoria del pueblo quechua, pero,
de la narrativa peruan a en los últimos años. al mismo t iem20' no dej a de perCibir los peligros que los amena-
La tensión esencial se sitúa en otro nivel: entre la narrativa zan. En últ imoiérmino se trata de conciliar el cambio social, desti-
que se liga al largo proceso de modernización capitalista, .triunfante nad o a instaurar la justicia, con la pennanencia de la trad ición cul-
luego del fracaso de la "modernización" odriista y de la mterferen- tural indígena. Es obvia ]a conflictividad de esta doble propuesta:
cia del reformismo, y la que se vincula a los fenómenos de deses- transfo rmación, por una parte, y permanencia, por otra.
tructuración del viejo orden social y puede desde aHí, dialécticam en-
Paradójicame nte, las sucesivas ampliaciones del espacio tra-
te cuestionar la realidad presente y proponer otro curso histórico.
bajado narrativam ente por Arguedas, no sólo no inhiben la previa
N~turalmente, en cada una de estas líneas se producen opciones de concept ualización de Perú como sociedad escindida y desintegra-
distinta índole, hast a contradictorias entre sí, pero una y ~ tra re- da; al revés, la suponen y parten de ella como de un a prio ri incon-
presentan y problematizan diversos referent.es y perspectivas : ~s movible, co n lo que la aparición de nuevos componentes significa
decir aunque internamente no sean homogeneas, las dos se defi-
siem p re la acu mulación de contradicciones y su entrabamiento en
nen ~or contraste. Sus extremos más característi~os, y ?e obra más una con flictividad también cada vez mayor. Este hori zonte cam-
valiosa son Mario Vargas Llosa (1936) y Jase Mana Arguedas biante y problemático explica la vivaz dinámica de la narrativa de
(1911.Í969) .... obre cuya modernidad no debería haber duda.
Arguedas; Explica, en relación a lo que ahora interesa, las distintas
APOCALIPSIS y UTOPIA maneras como procesa la dialéctica del cambio y la conservación .
As í, por ejem plo, m ient ras que en Los ríos profundos (1958) el
El espléndido capítulo inicial de Todas las sangres <,1964), énfas is está p uesto sobre la preservación de la antigua tradición in-
donde se relata el enloquecimiento y suicidio de un gran senor an- d ígena, en Todas las sangres se subraya su posible expansión como
dino instaura un denso símbolo cuyo núcleo remite a un proceso sustrat o de un proyec to nacional de filiación campesina.
soci~: el decaimiento e inminente destrucción del antiguo orden
serrano. Sometido a la doble presión del campesinado y del c;api- No so n , ni una ni otra, opciones simples. En general se tensan
talis'mo moderno, el sistema social una y otra vez condenad~ por entre el t emo r y la angustia que produce la observación de la reali-
la narrativa indigenista, y una y otra vez triunfante en la realidad, dad , dond e la desestructuración del antiguo sistema andino inevi-
comienza a desmoronarse¡ sin embargo, la realidad que surge sus- tablemente afec ta a los valores de la cultura indígena tradicional, y
titutivamente no se acopla a los ideales e intereses de aquél sino a la esperan za de que ese proceso de destrucción desemboque en la
las n,ecesidades de ést e: aparecen nuevas formas de explotación y fundació n de un mundo justo y pre;sidido por la axiología indíge-
los valores de la cultura indígena son amenazados al romperse el na. En cada caso se abren espacios de contradicción. En Los rfos
aislamiento andino. De la larga guerra entre el pueblo indígena y p rofundos se observa que pese al impulso transformador implíCito
la feudalidad historiada imaginariamente por Manuel Scorza (1929) en la movili zación de los colonos, con la que se c ierra la novela, el
en su importante ciclo de cinco novelas: de Redoble por Rancas narrad or - que es el portador de la cosmovisión quechua- prefiere
(1971) a La tumba del relámpago (1979) emerge triunfante una regresar a las fuentes d e su experiencia, al ayllu donde aprendió a
tercera fuerza: la de la gran burguesía moderna. ser indio. En c iuto sentid o se abandona la proyección histórica pa-

132 133
ra recuperar un pasado que es -precisamente por la acción modifi-
ticamente, indianiza el español y subvierte la estructura novelesca I
para enriquecerla con formas --como el mito, la canción la cuen~
cante de la historia- una imagen mítica. En Todas las sangres, el
tística folk lórica- que provienen del mundo quechua. L~ obra de
debate entre los distintos proyectos qu~ tratan de hacer suyo el
Arguedas es, en este sentido, un lúcido ejercicio de transcultu-
destino de Perú, a partir, nuevamente, de la corrosión del orden ración. 6
pasado, culmina con el triunfo del proyecto campesino de Rendón
Willka, pero mient ras que el desarrollo novel ístico de la confronta- Algo más: en esta operación reproductora no subyace .·una
ción se plasma en términos genéricamente realistas, su desenlace respuesta mecánica, neutral; se funda, al contrario, en una abierta
apela abiertamente a la utopía, que es otra fonna del mito. En El i~tenciona1idad y en una clara militancia. Las contradicciones SOT
zorro de arriba y el zorro de abajo (1971 , póstuma), al menos en c~ales no se r~producen desde el vacío sino a partir de una perspec-
su nivel propiamente novelesco, se deja testimonio del trágico in- tiva, perspectIVa que tanto implica actitudes ideológicas concretas
cumplimiento de todos los designios anteriores. Ni la tradición in- (a favor de la liberación del país, contra el imperialismo; del uni-
dígena sobrevive, ni la sociedad peruana se reorganiza de acuerdo verso andino, contra la dominación alienante de los sectores occi-
a esos valores: Perú es un hervidero de desconcertados hombres, dentalizados del país; del pueblo indio, contra quienes lo explotan
de fragmentadas culturas, sobre quien pesa el orpinoso dominio y desprecian) cuanto opciones literarias específicas. En El zorro
del capitalismo transnacional. ' de arriba y el zorro de abajo, para mencionar sólo el extremo últi-
De esta manera la narrativa de Arguedas consulta el carácter mo de una larga secuencia, se acomete la más audaz experiencia de
de la historia peruana, en un riguroso contrapunto de ideales y rea- toda la narrativa peruana: cimentar el relato de la crisis del Perú
lidad concreta. Da así razón del profundo fracaso del Perú contem- contemporáneo, la implantación del capitalismo en la cosmovi-
poráneo: sobre las ruinas de un mundo injusto no sólo se constru-
sió~, mítica indígena asumida por el narrador y actuante en la figu-
yó otro más oprobioso, sino que en ese tránsito, además, se perdió, raclOn de los "zorros" mitológicos, que funcionan también como
o se está perdiendo, la identidad cultural indígena, esa antigua y narradores, y en la oralidad de un discurso múltiple que remite a
espléndida fuente de la nacionalidad. Porque ésta es la historia que la oralidad del horizonte quechua y -por extensión- a la conCÍen·
cuenta la narrativa de Arguedas, es que desde ella se puede discutir cia y lenguaje del pueblo. 7 Lo anterior demuestra hasta qué punto
e invalidar el proyecto triunfante y proponer su subversión. Por es absurdo seguir afirmando el anacronismo literario de Arguedas.
esto, en los "diarios" de El zorro de arriba y el zorro de abajo, des- EL NUEVO ORDEN
de el centro mismo del fracaso, Arguedas puede volver a imaginar
el futu ro y restaurar la esperanza. Frente a la narrativa que se vincula a los fenómenos de des· '
estructuración social, y desde allí emite sus contenidos críticos se
Pero la· obra narrativa de Arguedas no sólo r!Wresenta la reali- produce otra narrativa que sigue de cerca el proceso de moderniza-
dad y la interpreta ideológicamente; es también -y tal vez, sobre ción de la sociedad peruana: su estructuración y funciona~iento ,
todo- la más intensa e iluminadora reproducción estética de las
contradicciones medulares de la formación histórica peruana: en 6. cr,: Ange l Ram~: "José_Mada ~n~~edas tra nsc ulturador", prólogo a:
José Marfa Arguedas: Senores e indiOS, Buenos AireA Calicanto 1976 '
lo esencial, de su desmembrada constitución sociocultural, donde Antonio Corne~o Polar: Los universos narrativos de josé María 'Argue~
convergen varios sistemas culturales, con sus respectivas lenguas, y das, .Bu~no~ AI,r,es, Losada, 1973, y: "Para una interpretació n de la no-
distintos modos de producción, débilmente integrados, dentro de vela indigenista ,en: Casa de las Américas, XVI, 100, La Habana ene-
ro- febrero 1977. '
un lento y traumático proceso de homogeneización capitalista que
7. Esta perspec,tiva está .siendo desarrollada en su tesis docloral sobre El
finalmente llega con notable retraso. Dentro de la obra de Argue- zorro .de a~;.'ba. y e! zorro de ab~{o por Martín Lienhard . Se alude en es-
das se reproduce esta contradicción múltiple. Para revelar la iden- ta, tesIS al indigenismo al revés de esta novela : con una conciencia in-
tidad del pueblo indio tiene que emplear los atributos de otra cul- ~ ¡gena se da razón de Chimbote, núcleo de la industrialización capita-
li sta más modern a en Perú.
tura, desde el idioma español hasta la fonna novelada, pero, dialéc-

134 135
,
11
inclusive sus enjuiciamientos, están determinados por su inserción básica del autor y en la configuración de su universo referencial.
dentro de ese proceso -que es, por cierto , el reverso del anterior. Es obvio que esta doble inserción puede ser conflictiva. 11

Esta segunda línea n arrativa está representada, pero de un modo En toda su primera etapa, que incluye Los jefes (1958), La l'
peculiar, por la obra de Mario Vargas Llosa. ciudad y tos perros, La casa verde (1965), Los cachorros (1968),
1I
I
Vargas Llosa realiza plenamente lo que fue ensayado po r los Conversación en La Catedra l (1970), la narrativa de Vargas Llosa
narradores 4'del 50" : la modernización del relato. Para. que ello ofrece una imagen de la sociedad nacional como espacio de inevi-
fuera posible se requirió el paso de una década y la trancformación table degrad~ón humana. Esta perspectiva amalgama una posi-
del sistema productivo de la novela hispanoamericana . Con.La ciu·· ción crítica frente a la realidad, crítica que es más ética que social,
dad y los perros (196 3), su primera novela, Vargas Llosa 8~ in3cri- y una actitud de desconc ierto: en Conversación en La Catedral
bió de lleno -mejor: contribuyó decisivamente a su fundación-- sólo el silencio responde a la pregunta, insistentemente formulada,
en la "nueva narrativa hispanoamericana" . El notable é}~i to in ter- acerca de cuándo, cómo y ' por qué Perú y los peruanos cayeron sin
nacional de esta novela significó, para su autor, la superación de las remedio en una insalvable defectividad. Este desconcierto puede
limitaciones que hab ían ahogado a sus antecesores inmediato::;. Al quedar oculto por el carácter orgánico y totalizante de 'novelas co-
fin una novela moderna (sin duda de calidad excepcional) podía mo La casa verde o Conversación en- La Catedral y por 1a trabada
gozar de una industria edito rial y de un circuito de comercializa- composición de los sucesos que se relatan, pero una lectura más
ción igualmente modernos y podía llegar no sólo a un número in- atenta descubre que se trata de una organicidad y una totalidad
comparablemente mayor de lectores, sino , además, a lectores ya ficticias, obtenidas por la combinatoria de fragmentos en el fondo
habituados a la experimentación -o permeables a ella- y conoce- independ ientes (en cierto sentido la obra de Vargas Llosa es más
dores de las normas estilístico-estructurales de la narrativa occiden- arte de composición qu e de narración) y que el engranaje interno
tal posjoyceana. Como en el proceso económico, aq u í tam bién el del acontecimiento queda librado con mucha frecuencia a la casua-
logro de la modernidad estuvo ligado al alc ance de una dimensión lidad y al azar, cuya representación concreta se plasma en las coin-
internacional. cidencias in~reíbles que suelen articular estos relatos.
Distingue a la narrativa de Vargas Llosa el hecho que su es'"
Es claro que el sistema productivo qu e sostiene a la narrativa
cepticismo básico no sólo se genera y/o confirma en el examen de
de Vargas Llosa es sustancialmente más desarrollado y eficaz que
la realidad, sino que se convierte en el primer término de una vasta
el peruapo; así, entonces, su represe ntatividad, en este orden espe-
oposición entre realidad y literatura. En otras palabras: la imper-
cífico, es parcial e indirecta. Aunque obedece a la dinámica de mo-
fectibilidad de la realidad se enfrenta a la plenitud de la literatura
dernización común a un más o menos vasto grupo de narradores
espacio punto men os que sagrado, donde la sustitución de Dio~
pe~uanos, Vargas Llosa, al escapar de los constreñimientos nacio-
por el hombre es 'metafóricamente posible. Son muchas las fonnas
nales, la realiza en un a escala impensable dentro del país. No está
q~e ha empleado Vargas Llosa para exponer esta idea, que es el
demás recordar que en los quince años que corren desde la apari-
nucleo de su poética explícita; más interesante resulta, sin embar-
ción de La ciudad y los perros, ningún otro escritor peruano -a
go, observar su práctica en el nivel textual. Vargas Llosa confiere
excepción, tal vez, de Scorza, igualmente inscrito en el circuito in-
a la forma del relato u~ valor de primera línea, asume y emplea
temacional---, ha podido alcanzar la situación de Vargas Llosa.
masivamente los procedimientos técnicos más modernos e inventa
Tal cosa no implica, sin embargo, que la narrativa de Vargas combinaciones complejas y eficaces. Detrás de este esmero técnico-
Llosa,·funcione sólo en co nso nancia con el contexto in ternacional,
aunque éste sea el de su nivel productivo y -en lo esencial- el de
su distribución. Al mismo tiempo actúan sobre ella los co ndi ciona-
mientos nacionales, singularmente en el plano de la experiencia
, -
fo rmal, que puede llegar al virtuosismo, existe una clara conciencia
acerca del carácter artístico de la narración moderna pero ade-
'
mas, se desarrollá un importante proceso sustitutorio del incom-
,
prensible desorden de la realidad por el cuidadoso orden artístico.

136 137
;El caos y la imperfección del mundo, su resistencia frente a los mente de la realidad representada, cuya grotesca jnsens~tez es ob·
esfuerzos de explicación y el riguroso desatino de los designios servada desde fuera y desde arriba, como sucede en Pantaleón y las
que caprichosamente gobiernan la existencia del hombre y de la visitadoras, sea porque se asume una actitud de irónica autocom-
sociedad son exorcizados -o pretenden serlo- mediante un siste- placencia, dentro de la cual el pesimismo no tiene cabida, como
ma formal perfecto y armónico, presidido por firmes leyes de co- acontece en La tía Julia y el escribidor. Entre otros factores debe
herencia, donde nada queda librado a la improvisación. . advertirse, como sustrato de este cambio, la transformación del pú-
Es visible la tensión que surge entre la índole del referente blico de la "nueva narrativa hispanoamericana" en la décaQ-a de
y del significado con que se le recubre, por una parte, y el carácter los 70: prestigiado por su éxito internacional, este movímiento es
de su formalización artística, por otra. Mientras que en la narrati- acogido por las clases altas y se establece una nueva correlación de
va, cuyo sím bolo es la obra de Arguedas, la producción del texto, expectativas entre el autor y su público.
su configuración concreta y el sentido que porta reproducen la
conflictividad del referente y de la perspectiva con que se le revela, LA VETA POPULAR
que en última instancia corresponde a las contradicciones del entor- Las dos opciones desarrolladas por Vargas Liosa' -la primera
no social, aquí, al contrario, se crea una relación dl}:.índole inversa: sin duda mucho más importante y valiosa- reflejan el carácter que
el caos es representado por el orden, para decirlo esquemáticamen- reviste el proyecto modernizador de la narrativa cuando se integra
te. Parece subyacer en esta quiebra la ambivalencia producida por al proceso general de la modernización capitalista de Perú. Hay ,
los dos contex tos en Jos que se apoya la narrativa de Vargas Llosa, desde luego, otras y muy dispa~s opciones: la experimentación de
pero también puede explicarse tal ruptura en la extrema moderni- la "narrativa del lenguaje" (v.g.: Mañana, Maa -1974- de Carlos
dad de uno de ellos, el de s u producción y distribución internacio- Thome -1924), el relato fantástico (v.g. : La piedra en el agua
nales. En efecto, sometidos a los requerimientos del aparato indus- - 1977- de Harry Belevan - 1945), la novela introspectiva (v.g. :
trial y comercial capitalista, sus productos -culturales o económi- La hora del tiempo -1977- de José Antonio Bravo -1937), l.
cos- aparentar rompe r el vínculo entre su identidad acabada, de novela de no ficción sobre hechos actuales 'o actualizados (v.g.:
productos ya hechos, y el modo como llegaron a ser lo que son: 1879 -1977- de Guillenno 'l'homdike -1940), etc.; pero h.y.
se trata en el fondo de una variante del fetichismo de la mercan- también, una alter:nativa en más de un sentido opuesta", la que está
cía. En' cierto mod~, la perfección del producto textual cumple representada por el grupo "Narración" , que podría denominarse,
homológicamente esa condición; es decir, se desliga de sus contra- si n mayor precisión narrativa popular. 8
dicciones de ba.5:e y se entrega al lector en la plenitud de su forma.
En 1966, 1971 y 1974 aparecieron los hasta ahora tres únicos
Las dos últimas novelas de Vargas Llosa (Pantaleón y las visi- números de la revista Narración. A partir de ellos y de las obras
tadoras, 1973, y La tía Julia y el escribidor, 1977) ofrecen algunas que han publicado los escritores agrupados en esta publicación, de
novedades. Inauguran, por lo pronto, dentro de la literatura perua- manera especial durante la década del 70 , se puede observar el sur-
na, la novela de entretenimiento, con lo que se m@difica una tradi- gimiento y primera consolidación de una línea narrativa diferente ,
ción prácticamente unánime, a la que también pertenecen las pri- explícitamente sustentada en el marxismo, que afina y perfecciona
meras novelas de Vargas Llosa, que concebía y practicaba la escri- el concepto y la praxis del relato social otorgándole una perspecti.
tura novelesca como ejercicio de revelación y crítica de lá real idad va popular. Ciertamente es un empeño que tiene antecedentes: los
social. Este cambio está acompañado de un nítido crecimien to de más obvios, El tungsteno (1931) y "Paco Yunque" ('1.951) de Cé-
los componentes conservadores en la ideología liberal de Vargas
Llosa e implica, en el plano literario, la simplificación del aparato 8. Es una denominación insatisfactoria . Evidentemente,la nflrra~iv.a .popu.
técnico ' y del sistema de significaciones del relato y la dilución del lar, en estricto sentido, es la producida oralmente (en español o en len'
guas nativas) por el pueblo. Cada vez se hace más imperiOso incH.lir este
escepticismo originario, sea porque el narrador se margina total- vasto sistema literario dentro del cuadro de la literatura per.uana.

138 139
sar Vallejo (1892-1938), El retoño (1950) de Julián Huanay (1907-
pero también, y a veces confusamente, las de ciertos sectores de]
1969) o No una sino muchas muertes (1957) de Enrique Congrains
campesinado costeño, de los grupos marginales o de la pequeña
(1932), pero, sin duda, es con el grupo "Narración'~ que est a ver-
bu rguesía cada yez más empobrecida . Se trata de una base cierta-
tiente de la novela y el cuento se organiza con amplitud y consis-
mente inestable y contradictoria (sobre todo si forzosamente tiene
tencia, formando una corriente que también se manifiesta en ~ 1
plano de la reflexión teórico-crítica sobre la literatura y su inser-
qu e entrar en relación con un sistema literario institucionalizado
por los grupos dominantes),9 sin embargo, pese a esto, es notable
ción en la sociedad peruana. Al mismo tiempo este grupo ensaya
la fortale za con que se imprime una perspectiva popular frente a
el género "crónica" tomo ejercicio de producción colectiva.
la problemática del país y no menos notables los logros en el plano
En un prlmermomento las obras de esta tendencia (como Los de la formalización: no es en modo casual que, como ] 0 hizo Ar-
inocentes -1961- de Oswaldo Reynoso -1932- o El viejo saurio guedas en otra dimensión, muchos de estos narradores, como Gál-
se retira - 1969- de Miguel Gutiérrez - 1940) no parecen diferen- vez Ronceros o Gregario Martínez, trabajen en la enunciación de
ciarse sustancialmente de la narrativa urbana inmediatamente ante- un lenguaje popular cuya primera y más significativa seña es su re-
rior o coetánea, en especial del modelo muy constante de los rela-
tos acerca de la adolescencia; sin embargo, la explicitez, fuerza e
incisividad de su crítica social, de una parte, y el empeño por hacer
I sonancia de oralidad.

APERTURA
coincidir la perspectiva del relato con la índole popular de sus re-
Como toda hipótesis, la que se expresa en estas páginas no
ferentes, de otra, anunCian el desarrollo posterior, más maduro,
se cierra en su primera formulación; no se cierra, además, porque
pero todavía en pleno proceso de perfeccionamiento, de una na-
se trata de historia viva: el modo como se resuelva la extrema vio-
rrativa popular, tal como se aprecia en las obras de Antonio Gálvez
lencia de las conhadicciones sociales del Perú de hoy no sólo orien-
Ronceros (1932), Augusto Higa (1946) o Roberto Reyes (1947),
tará el desarrollo futuro de nuestra narrativa. Obligará, también, a
ligados al grupo "Narración", o de otros escritores jóvenes que, en
repensar la interpretación de lo producido durante estos últimos y
cierto modo, comparten este proyecto: Luis Urteaga (1940), Fer-
tensos años.
nando Vidal (1943), Ornar Ames (1947) y muchos otros de obra
dispersa en revistas. Destaca nítidamente Gregario Martínez (1942):
sus ·cuentos (Tierra de caléndula, 1975) y, sobre todo, su novela
(Canto de sirena, 1975) son, hasta ahora, la realización más plena
de esta tendencia. .~ '.'i 1 ,t}:'1'.t
De manera más o menos inmediata, estos narradores sitúan 1.A:r" r. ~ ..,.
su producción de cara a las contradicciones de la formación del
capitalismo moderno en Perú, pero lo hacen desde la conciencia
de los 'grupos oprimidos por una dinámica económica cuya condi-
ción es la extrema pauperización de muy amplios estratos sociales,
como sucede dramáticamente sobre todo en la segunda mitad de
los 70. La demora en el establecimiento del capitalismo moderno
en Perú, y los altos índices de desocupación determinan que el
9.
...
Dos medidas del gobierno de Velasco pudieron significar el cambio de
proletariado no se consolide con suficiente fuerza durante un ex-
signo de esa institucionalidad: la oficialización del quechua y la socia-
t~nso período; por esto, la narrativa que revela desde abajo el pro- lización de los diarios de circulación nacional; sin embargo, como parte
ceso de la sociedad nacional no tiene carácter proletario sino - ge- del fracaso global de esta experiencia, la oficialización jamás tuvo efec-
néricamente...... popular: asume parcialmente la visión de esta clase, tos prácticos y la socialización rápidamente derivó en un burdo meca-
nismo de censura.

l40
141
INDICE

Pág.

INTRODUCCION 5

PRIMERA PARTE
PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS DE LA CRITICA LITE·
RARIA LATINOAMERICANA. . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Apéndice : PROBLEMAS DE LA CRITICA, HOY .. . . . . . . 13
EL PROBLEMA NACIONAL EN LA LITERATURA PE·
RUANA......... . .......................... 19
PARA UNA AGENDA PROBLEMATICA DE LA CRITICA
LITERARIA LATINOAMERICANA: DISEÑOPRELI·
MINAR. ............. ...... .... ............ 33
UNIDAD, PLURALIDAD, TOTALIDAD: EL CORPUS DE
LA LITERATURA LATINOAMERICANA. .. .. . . .. 43
¡JlUf lit'n. n
SEGUNDA PARTE
SOBRE LA LITERATURA DE LA EMANCIPACION EN
1l~1i 11 !,¡It¡ r P E W . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .... ... ...... U
,<j'~" 1'"1'11. i , :, I EL INDIGENISMO Y LAS LITERATURAS HETEROGE·
'\uJ(.t¡. l1U( '111ft. J!l¡ NEAS: SU DOBLE ESTATUTO SOCIO·CULTURAL 67
Apéndice: SOBRE EL CONCEPTO DE HETEROGENEI·
DAD: RESPUESTA A ROBERTO PAOLI . . .. .. . . .. 87
LA NOVELA INDIGENISTA: UNA DESGARRADA CON·
CIENCIA DE LA HISTORIA .... , . . . . . . . . . . . . . . . 93
JOSE DONOSO Y LOS PROBLEMAS DE LA NUEV A NA·
RRATIVA HISPANOAMERICANA . . . ....... .. .. 109
HIPOTESIS SOBRE LA NARRATIVAPERUANA ULTIMA . 123
.

IMPRESO
EN SETIEMBRE DE 1982
EN
LITETECN IA
C. A. DE ARTES GRA FICAS
CARACAS

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