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Estudios de Historia Peruana - El Imperio Incaico - Riva-Agüero - Parte 1 PDF
Estudios de Historia Peruana - El Imperio Incaico - Riva-Agüero - Parte 1 PDF
IMPERIO INCAICO
PLAN DE LAS OBRAS COM-
PLETAS DE JOSE DE LA
RIVA-AGUERO y OSMA
v
1912
013RAS CO:MPLE1AS DE
JOSE DE LA RIVA-AGOERO
LIMA{ 1%6
NQ 52
COMISION EDITORA DE LAS OBRAS COMPLETAS DE
MIEMBROS DE HONOR:
COMITE EJ ECUTIVO:
CONSEJO DE ASESORES:
DELEGADO DE LA J UNTA
ADMINISTRADORA DE LA HERENCIA RIVA-AGÜERO:
c. P. 1J.
Primera Parte:
el P. Cobo 26, es como sigue: re ¡Oh Sol Padre mío, que dis-
jiste: ¡haya CUZCO! y por tu voluntad fue fundado y se con-
serva en tanta grandeza-, sean tus hijos los Incas ven-
cedores de todas las gentes, pues para esto los creaste".
Varios cantos guerreros -por lo general monorrimos,
consonantes en la última sílaba solamente-, trae el curaca
D. Felipe Huamán Poma de Ayala, acompañados de pin-
turas explicativas, en su Crónica y Buen gobierno, des-
cubierta hace pocos años por Pietschmann en la Biblioteca
Real de Copenhague.
J-luaytaninta musquicbipabuay . ..
De los más antiguos y hermosos yaravíes (baraui en
quechua), es el que comienza:
Purum pampaPi
Piscucunata . ..
28 Para la región del Centro, son útiles (aunque carecen de todo rigor y
método científico), las recopilaciones de cantarcillos y apólogos intituladas :Jar-
map-Pacba--:Huc;ray y :Jarmapap-pacba-:Huaraynin, (impresas en Tarma, 1905 y 1906),
por Adolfo Vienrich.
94 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO
CIVILIZACION DE TIAHUANACO
Estudio preparado para el 111 Congreso de Qeografía e
llistoria llispanoamericana, realizado en Sel)il1a, en abril de
1930, al cual asistió Riva-Agüero como delegado oficial del
Perú, representando a la Sociedad Qeográfica de Lima.
La ponencia la terminó de redactar en Roma y la fecbó
el 2 de abril de 1930. Se publicó primero en la Revista Uni-
versitaria, de Lima, segunda época, año Xx. primer 5eme~
tre, fuljo de 1931, pp. (43) - 78.; en Mercurio Peruano, [ima,
Vol. XV, 'N9 144 - 145, enero-agosto de 1931, pp. (351)-380,
y en Por la Verdad, la Tradición y la Patria (Opúsculos),
'J. 1, Dma, 1937, pp. (169)-202.
Es ya una verdad definitivamente adquirida en la ar-
queología sudamericana, que el Imperio de Tiahuanaco,
así llamado por las célebres ruinas próximas nueve leguas a
La Paz, llevó su influencia y estilo, muchos siglos antes
que el de los Incas, hasta las sierras del Ecuador y las del
Noroeste de la Argentina. La cultura tiahuanaquense, res-
pecto de la incaica, se halla en la misma relación de prece-
dencia y origen que la caldea respecto de la ninivita, o el
antiguo imperio hasta la XI dinastía respecto de la ulterior
historia egipcia.
Desprovistos de fuentes escritas, sin más elementos
que las excavaciones arqueológicas actuales, y los mitos y
tradiciones que muy tardíamente recopilaron cronistas es-
pañoles e indios, se nos plantea el problema de cuál de las
razas peruanas fue la creadora de aquella primitiva civili-
zación. Tres coexisten en las alturas andinas: Uros, Ayma-
ras y Quechuas. Desde luego, hay que descartar a los Uros.
Nadie ha de adoptar hoy la teoría de González de la
116 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO
he dicho tal, sino que el imperio de Tiahuanaco debió de ser fundado por que-
chuas o proto-quechuas; y que a Una rama de la raza quechua corresponde el
imperio posterior de los Incas. Me he limitado a expresar el lazo de filiacióu en-
tre amhas culturas cada día más comprobado por las modernas investigaciones, y
que el mismo Uhle contribuye a poner en muchas ocasiones de manifiesto. En e~
Cuzco, en la hoya del Huatanay, se ha descubierto alfarería con ornamentación de
Tiahuanaco. Por los numerosos desmentidos que a sí propio se da, Uhle (Posición
bistórica de los Áymaras) ha reconocido que los Incas fueron quechuas; y que
la cultura incaica es la última transformación de la de Tiahuanaco, después de
la que Hama colla-cbulp~ (que es la que yo creo aymara). Paladinamente ha
suscrito que en el valle de Vilcanota se halla cerámica tiahuanaquense, con la
que se inicia el estilo incaico (pág. 36 de la referida disertación Orígents de
los 1ncas). Confitentem babemus.
7 Uhle ha apuntado qne estos mismos aymaras del Apurímac eran de raza
e idioma eolias (Orígenes de los 1ncas); pero conviene dejarle la responsabilidad
de sus arriesgadísimas etimologías, que con sobrada frecuencia lo engañan. Las
terminaciones yt:, aya, l1a, ni, y bua, en que insiste demasiado pueden ser per-
fectamente quechuas. Su manía de aymarizarlo todo, 10 lleva a aniquilar el que-
chua, a barrerlo y negarlo dondequiera, o a recluirlo en cantones tan estrechos
que seTÍa un prodigio estupendo que lengua hablada en insignificantes y muy
reducidos distritos, y extraña a los dominadores Incas (aunque ya vimos que en
esto vacila y se desdice), llegara de pronto a imponerse en un vastísimo imperio,
haciendo retroceder precipitadamente en pocas generaciones a la universal aymara,
y produciendo dialectos con inaudita rapidez. Extremos tales son contraproducen-
tes y significan la negación del espíritu crítico. No comprendemos cómo ha
podido Uhle alegar a Garcilaso para sostener que en los principios del imperio
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