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Resumen:
En julio de 1974 salió el primer fascículo que oficiaba como introducción de los capítulos de
Summa/historia que saldrían hasta 1977, luego reunidos en el libro Documentos para una
histo-ria de la arquitectura Argentina. En él, Waisman explicitaba que S/h se articularía a partir
de los planteos realizados en La estructura histórica del entorno que le había permitido
posicionarse en la escena nacional. El contexto de producción de S/h nos permite analizar un
momento muy par-ticular en el proceso de constitución del campo de la historiografía de la
arquitectura. Si durante los sesenta se apreciaba una consolidación en la producción
historiografía, los setenta supusie-ron un momento de crisis y “disolución”, seguido de una
relativamente rápida reconstitución, en la cual S/h tuvo un papel central, no sólo porque ofrecía
una mirada integradora de la historia de la arquitectura en el país, no ensayada hasta el
momento, sino también porque dinamizó redes y contactos que se prolongaron en el tiempo.
Palabras clave: Waisman, Summa/historia, Historiografía
Abstract:
In July 1974, was published the first instalment that acted as an introduction for the Summa/
historia’s (S/h) chapters that were going to be published until 1977, later reunited in the book
Docu-mentos para una historia de la arquitectura argentina. In that July instalment, Waisman
explained that her book La estructura historica del entorno -which allowed to position herself in
the national architectural scene- was going to be the theoretical framework for s/h. S/h’s context
of production is relevant to study a very particular moment in the constitution process of the
architectural histo-riography field. Whereas during the 60’s a consolidation in the
historiographical production can be appreciated, the 70’s meant a moment of crisis and
“dissolution”. This was followed by a relatively quick reconstitution of the architectural
historiography field, in which s/h had a central roll, not only because it offered the first
comprehensive national architectural history, but also because it trigge-red and consolidated
networks and contacts that were prolong in time.
estructura histórica daba cuenta de un conjunto tura, en la que puede verse un desplazamiento
de apuestas teóricas que buscaban conformar desde la estética hacia las ciencias sociales,
un nuevo objeto historiográfico que se asenta- que además implicaba una ruptura con las po-
ba, además, sobre una serie de rupturas pre- siciones sostenidas por Enrico Tedeschi, con
vias. quien Waisman había compartido numerosos
Por tanto, el contexto de producción de s/h espacios institucionales, como el IIDEHA. En
nos permite analizar un momento muy particu- ese libro, Waisman proponían la emergencia
lar en el proceso de constitución del campo de de un “nuevo” objeto que, en base a Michel
la historiografía de la arquitectura. Si durante Foucault, Umberto Eco y Reyner Banham, pro-
los sesenta se puede apreciar una consolida- curaba acercarse a una historia basada en la
ción en la producción historiografía, los setenta noción de tipología. Esas lecturas situaban a la
supusieron un momento de crisis y “disolución”, autora en el marco más general de la recepción
que implicó tanto el cierre -momentáneo o defi- de la semiótica y el estructuralismo que, en el
nitivo- de las dos únicas instituciones específi- caso de la Argentina de los setenta, se dio en
cas que tenía la historiografía de la arquitectura un contexto de radicalización política, del cual
-como lo fueron el Instituto de Arte Americano Waisman se mantuvo al margen. Pero, a pesar
(IAA) y el Instituto Interuniversitario de Historia de estos planteos, se observa un desfasaje con
de la Arquitectura (IIDEHA)-, cuanto una serie el tipo de historiografía ofrecida en S/h, en la
de replanteos respecto al objeto y las delimita- que prevalece un abordaje tradicional anclado
ciones de la historia de la arquitectura. A esta en consideraciones sobre obras ejemplares y
situación le siguió una relativamente rápida re- enfocada a cuestiones de estilo. Esto se de-
constitución, en la cual S/h tuvo un papel cen- bió a que S/h recuperaba trabajos publicados
tral, no sólo porque ofrecía una mirada integra- previamente, realizados por autores que, como
dora de la historia de la arquitectura en el país, Federico Ortiz, Ramón Gutiérrez, Alberto De
no ensayada hasta el momento, sino también Paula o Alberto Nicolini, se habían formado en
porque dinamizó redes y contactos que se pro- el IAA, caracterizado por su afán documentalis-
longaron en el tiempo. Redes y contactos que ta y un modelo historiográfico poco preocupado
muestran que, en buena medida, ese proceso por las discusiones teóricas. Por otra parte, la
de reconstitución provino de espacios provin- aparición de S/h revitalizó las redes y contac-
ciales, aún cuando Buenos Aires se mantuvie- tos que se habían creado en torno al IIDEHA
ra como el principal escenario de producción y el IAA, dando lugar a la creación de nuevos
historiográfico. Por otro lado, tanto S/h cuanto espacios específicos para la historiografía de
el libro que se ofrecía como su marco teórico, la arquitectura, como el Instituto Argentino de
La estructura histórica del entorno, remiten a un Investigaciones en Historia de la Arquitectura y
universo referencial que excede a la cultura ar- el Urbanismo, creado en 1978 en Mar del Plata.
quitectónica. Modelos o tradiciones historiográ-
ficas, autores, teorías o campos problemáticos II Crisis y disolución en la historio-
-como la semiótica o el estructuralismo- dan grafía de la arquitectura
cuenta de una serie de préstamos y cruces que Como decíamos, hasta la década de 1970 las
son necesarios de reponer en sus marcos de dos únicas instancias específicas para la histo-
circulación más amplios. riografía de la arquitectura eran el IAA funda-
En tal sentido, La estructura histórica del en- do por Mario Buschiazzo en 1947 en la UBA
torno participaba en la revisión de las referen- y el IIDEHA creado por Tedeschi en 1957 con
cias teóricas de la historiografía de la arquitec- asiento en Córdoba. Por tanto, para dar cuenta
del cuadro de situación en el que se produjo Colombres, participaron regularmente del IAA.
s/h se vuelve necesario señalar, aunque sea A partir de 1955, al tiempo que las temáticas
brevemente, el itinerario seguido por ambas ligadas a la colonia mostraban cierto agota-
instituciones. Antes de avanzar, conviene seña- miento -ya sea porque los principales edificios
lar que durante los sesenta ambas instituciones del periodo ya habían sido relevados o porque
generaron perfiles y circuitos diferenciados. estos no podían ofrecer respuestas a una histo-
Mientras el IAA se orientaba a la investigación ria entendida operativamente (como guía para
y producción historiográfica, con sede en Bue- la práctica profesional presente)-, el ingreso de
nos Aires y aglutinado en torno a su fundador, una nueva generación de investigadores abrió,
Buschiazzo, el IIDEHA se pensó como una red se podría decir, una nueva etapa en la que se
que conectaban diversos centros provinciales fueron incorporando nuevas temáticas, como
-Tucumán, Córdoba, Rosario, Mendoza, Resis- el siglo XIX, la arquitectura rural e industrial y
tencia-, cuyo propósito era la formación y es- la arquitectura moderna, en un marco más ge-
pecialización de docentes de historia de la ar- neral en el que las formas tradicionales de la
quitectura a partir de una serie de seminarios historia de la arquitectura como historia del arte
internacionales. comenzaban a entrar en crisis (Silvestri, 2004).
El IAA -y su revista Anales del Instituto de Justamente, fueron algunos de los miembros
Arte Americano e investigaciones estéticas- de esa nueva generación quienes resultaron
fue la primera y principal institución dedicada en los principales colaboradores de S/h. Nos
a la historia de la arquitectura. Un rápido reco- referimos a: Alberto de Paula (1936). Egresado
rrido por los números de los Anales muestra de la UBA en 1972, revestía como investigador
una presencia mayoritaria de temas ligados a del IAA desde 1958 y como adjunto de Historia
la arquitectura colonial, así como trabajos so- desde 1974. Alberto Nicolini (1931) egresó de
bre arte argentino y latinoamericano del mismo la UBA en 1958, aceptando al año siguiente un
periodo. Durante una primera etapa, el IAA se cargo de profesor titular en la Universidad de
caracterizó por un modelo historiográfico, se- Tucumán, donde se radicó definitivamente. Fe-
gún indica Graciela Silvestri (2004), en el que derico Ortiz (1929) egresó de la UBA en 1956,
se privilegiaba el cruce entre documentalismo donde luego se desempeñó como titular de In-
y patrimonialismo, entendiendo que las tareas troducción a la Arquitectura y como adjunto de
del historiador “serio” eran aquellas que corres- Historia de la Arquitectura. Ramón Gutiérrez
pondían a las disciplinas auxiliares (cronología, (1939) egresó de la UBA en 1963 e inmediata-
archivística), con una inflexión antiespeculativa mente ingresó como docente en la Facultad de
y antiintelectual4. El afán documentalista y el Arquitectura, incorporándose al IAA. En 1970
énfasis metodológico -entendido como crítica -y con 31 años- ya era titular de Historia de la
documental- los acercaba a la renovación his- Arquitectura en la Universidad del Noreste.
toriográfica emprendida por la “Nueva Escuela Ahora bien, la figura central de Buschiazzo y
Histórica” (NEH) desde la década del veinte, el numeroso cuerpo docente que trabajaba en
en un intento por institucionalizar y profesio- el IAA determinaron una posición central en el
nalizar la disciplina (Devoto y Pagano, 2009). incipiente campo de la historiografía de la ar-
Además de una mirada compartida sobre el quitectura. Esto permitiría entender por qué se
oficio del historiador, varias figuras ligadas a la autoexcluyeron del IIDEHA, a pesar de haber
NEH, como Guillermo Furlong o Carlos Luque participado de la reunión en Tucumán que le dio
origen. Efectivamente, sobre la base de una se-
4 En líneas generales, sigo los planteos de Silvestri (2004).
rie de artículos en los que analizaba el estado
de las facultades de arquitectura del país (Te- minaba siendo el mismo, una historia en el que
deschi, 1956; 1957), el italiano Enrico Tedes- la arquitectura se explicaba a ella misma. Esto
chi5 convocó allí a una reunión de profesores queda más claro cuando se analiza la cuestión
de historia de la arquitectura en 1957, en el que del “contexto” al que hace referencia Nicolini. El
se propuso la creación del IIDEHA, siendo ele- problema es que sin un planteo teórico definido,
gido él como su primer presidente, quedando las relaciones entre la arquitectura y su “medio
Waisman como su secretaria y Córdoba como cultural” quedan reducidas a que éste aparez-
su sede permanente. ca como un trasfondo, como un “otro” ajeno al
Pero a las diferencias de pesos relativos entre desarrollo de la arquitectura. Esta cuestión se
el IAA y el IIDEHA, se puede identificar una di- hace evidente en La arquitectura del liberalismo
ferencia en términos conceptuales. Justamen- de Ortiz, en lo que podría considerarse un caso
te, en aquella reunión hubo un acuerdo general paradigmático de un modelo historiográfico de
en la necesidad de superar las visiones positi- larga raigambre que, entre otros casos, vere-
vistas y enciclopedistas por una aproximación mos repetirse en S/h. Si, en términos de conte-
crítica, pero en el transcurso de las delibera- nidos, el libro supuso -como señalan Gorelik y
ciones emergieron dos posturas diferenciadas Silvestri (1988: 178-179)- la consagración de un
respecto de cómo entender esa aproximación. cuadro interpretativo en el que los problemas
El eje del desacuerdo pasaba por la pregunta del presente tenían su origen en el esquema
sobre cómo debía establecerse la relación en- importado del liberalismo por parte de las élites
tre arquitectura y cultura. La postura de Tedes- del país, lo que nos interesa resaltar es el rol
chi, que subsumía la historia de la arquitectura asignado al texto de Abelardo Levaggi -un his-
a la historia del arte, era la mayoritaria. La otra toriador vinculado a la NEH- que consistía en
postura, la de Buschiazzo y Leopoldo Artucio narrar el contexto sobre el que se desarrollaba
de Uruguay, sin un planteo del todo preciso, la arquitectura. Y aquí hay que notar la distancia
alertaba contra las aproximaciones esteticistas entre las apreciaciones de los arquitectos -Ortiz
y bregaba por la necesidad de incluir aspectos y Juan Mantero- y la de Levaggi. Mientras éste
sociológicos en la comprensión de la obra ar- presentaba un análisis del periodo que resulta-
quitectónica (UTN, 1957). Según señala Nico- ba en una mirada equidistante respecto a las
lini en un texto retrospectivo, “la nueva gene- antinomias que se habían dado entre las visio-
ración [la suya], a la que podríamos llamar ‘del nes liberales y revisionistas sobre la historia ar-
56’, hizo de la preocupación por el ‘medio cultu- gentina, Ortiz y Mantero condenaban in toto a
ral’ y sus relaciones sincrónicas con la arquitec- la “arquitectura del liberalismo” por considerarla
tura una cuestión explícita y enfática” (Nicolini, un error que no debía repetirse. Aunque detrás
2007: 20)6. de esa valoración haya elementos fuertes de la
Pero más allá de esta disputa por el sentido cultura arquitectónica moderna -como analiza-
de la noción de “crítica” -Tedeschi podía ape- remos más adelante-, no deja de ser indicativo
lar a Croce mientras que Nicolini a un Hauser de lo complejo que pueden resultar los diálogos
despojado de toda connotación marxista-, el re- entre dos áreas historiográficas, produciendo
sultado historiográfico de ambas posturas ter- una suerte de “diálogo de sordos”.
Si en el caso de la Arquitectura del libera-
5 Tedeschi llegó al país en 1948 para instalarse en Tucumán como lismo la arquitectura se independizaba de su
profesor de Historia y Teoría de la Arquitectura, en 1956 ingresó como contexto, en la producción del IIDEHA el con-
profesor de Teoría en la Universidad de Córdoba.
Ahí mismo señalaba que la preocupación por las relaciones texto -por lo menos en su consideración social
entre la arquitectura y su contexto encontraban su fundamento teóri-
co en las obras de Erwin Panofsky y de Arnold Hauser. y cultural- no era tenido en cuenta. Los pocos
cesivo, parece que Gazaneo priorizó el traba- valoración global y crítico. Según indicaba, “el
jo de restauración y conservación patrimonial, punto de partida para definir el modelo concep-
articulando actividades con ICOMOS. En 1973 tual de la arquitectura colonial argentina reside
Gazaneo fue separado de su cargo, siendo res- en sustraerla del ámbito de las bellas artes”,
tituido recién en 19759. para aclarar que “su motivación principal [la de
Por otro lado, hacia finales de los sesenta es la arquitectura colonial] no es estética; su finali-
posible rastrear una serie de textos producidos dad no es la creación de formas. Los productos
en el marco del IAA en los que se comenzó a de la arquitectura colonial son más artefactos
problematizar las formas tradicionales de la his- que obras de arte” (Martini, 1971: 13-14). Si es-
toria de la arquitectura, ya sea por la incorpo- tos trabajos muestran un intento de redefinir una
ración de nuevo objetos, como en el caso de de las temáticas centrales del trabajo del IAA,
Gazaneo y Mabel Scarone, o por la reformula- la inclusión de nuevos objetos desestabilizaba
ción de los presupuestos que se habían mane- los cánones de la historiografía tradicional. Por
jado respecto a la arquitectura colonial. Así, por caso, Gazaneo y Scarone habían publicado un
ejemplo, Buschiazzo proponía revisar algunos conjunto de trabajos sobre arquitectura rural e
de los supuestos que habían motivado los prin- industrial en los que llamaban la atención, por
cipales enfoques sobre la arquitectura colonial. primera vez, sobre el rol de la tecnología de la
El texto en sí no avanzaba con una programá- revolución industrial en la conformación del há-
tica renovadora, pero era indicador de un es- bitat urbano y rural10. El enfocarse en un con-
tado de incomodidad respecto al estado actual junto de objetos que habían permanecido por
de las investigaciones: “una vez más, insisto en fuera de aquellos que se consideraban legíti-
que no estoy negando posturas mías pretéritas, mos para la historia de la arquitectura, supuso
sino tan solo repreguntando, interrogando, afi- un fuerte desplazamiento respecto a las formas
nando la apreciación para no dejarme llevar por tradicionales, que se basaban en la distinción
entusiasmos que todavía siento, pero que de- entre “construcción” y “obra de arquitectura”
seo frenar con el raciocinio” (Buschiazzo, 1969: para establecer lo que era propia de ella y lo
88). Más decidido era el planteo de Damián Ba- que no.
yón que, de forma provocativa, sostenía que “en No es de extrañar, entonces, que la nueva
Sudamérica el arte colonial cuenta apenas con etapa que parecía abrirse en el número 24 de
un puñado de obras maestras”, para señalar la Anales se retomaran muchas de aquellas cues-
necesidad de restituir los fenómenos artísticos tiones. Según apuntaba Gazaneo (1970: s/p) en
a “la más vasta Historia General de la cultural”. la presentación: “nuestra interpretación se ocu-
Para ello, decía, había que alejarse de la “his- pará menos de la ‘arquitectura’ y del ‘arte’ como
toria-monumento”, prescindir de la idea de “es- entes autónomos, y profundizará en aquellas
cuelas” y “estilos” para trabajar con “tipologías” manifestaciones que definen el entorno cons-
y “series” (Bayón, 1970). Aún más contundente, truido del hombre -se consideren las mismas
José Xavier Martini sostenía que, luego de un ‘arte’ o no-”. Los problemas en el IAA y la in-
primer momento romántico-nacionalista y de terrupción de los Anales impidieron proseguir
otro riguroso documentalista en la historia de en esa dirección. Esta situación de crisis era
la colonia, había que avanzar en un tercero de compartida, aunque con otros acentos, en el
Taller Total e, incluso, por Marina Waisman en
9 Hemos extraído la información respecto al IAA y de Gaza-neo de
los artículos publicados en Anales, número 31-32 de 1996- 1997
dedicado al veinticincoavo aniversario de la muerte de Buschia-zzo, 10 Tres asentamientos rurales (1965), La arquitectura de la
sobre todo los textos de de Paula (1997) y de Pando (1997). Cabe revolución industrial de la Argentina (1966) y Revolución industrial y
destacar que la información se presenta confusa y poco clara. equipamiento urbano (1969).
cho arquitectónico recurriendo a la noción de un planteo tautológico y, por cierto, muy poco
tipología. Así, lo que estaba en el centro del “estructuralista” si tenemos en cuenta que éstos
análisis de Waisman eran las “unidades cultu- suponen establecer equivalencias formales -o
rales”, que suponían unos sistemas de valores isomórficas- a partir de analizar las relaciones
y de pensamientos que le daban consistencia, que se establecen entre los elementos que con-
pero que se recostaban sobre una idea de en- forman una estructura y nunca un elemento en
torno entendido como “un conjunto general de sí mismo.
límites indefinibles” en donde las “articulaciones Ahora bien, si las principales referencias teó-
interiores result[a]n asimismo imposibles de de- ricas de La estructura histórica eran Foucault,
limitar con precisión” (Waismanm 1985: 48). Eco y Banham, cabría preguntarse por los mar-
Para poder abordar esas unidades, Waisman cos más amplios en los que circularon esos au-
sostenía que había que dejar provisoriamen- tores en Argentina. Los nombres de Foucault
te de lado la individualidad de obras y autores y de Levi-Strauss -a quien cita reiteradamente-
-donde sitúa el nivel de la “parole”, en analogía son los que la colocan en un lugar excéntrico,
con la lingüística- para buscar establecer series no sólo para la arquitectura, sino con relación a
y tipos (Waisman, 1985: 60-61). Con esto in- la recepción argentina del estructuralismo fran-
troducía la cuestión tipológica como elemento cés. Efectivamente, los años sesenta estuvieron
central para la historia de la arquitectura, cuya marcados por el auge de los discursos marxis-
principal referencia era el texto de Argan de la tas y estructuralistas, con un importante punto
Enciclopedia Universale dell’Arte, luego inclui- de cruce en la obra de Louis Althusser (Tarcus,
do en Progetto e destino, de 1965. 1999). La difusión de su obra encontró diversos
Waisman reconocía tipologías de tipo “estruc- medios. Uno de ellos se dio a través de la re-
tural”, “formal”, “funcional” y de relaciones entre novación del pensamiento sociológico llevada a
edificios y entorno. Para ella, era a nivel de las cabo por Eliseo Verón -junto a Emilio de Ipola y
tipologías formales donde se podía plantear el Ernesto Laclau, entre otros-, quien además se
problema de la “interpretación” al que daba lu- constituyó en una de las principales referencias
gar la semiología de Eco, ya que una tipología de la semiótica en la Argentina. Otro de esos
siempre implicaba una relación con el entorno canales fue la revista Los Libros, fundada por
físico que, en el texto de Waisman (1985: 86- Héctor Schmucler en 1969, que venía de estu-
96), era asimilado al de entorno cultural. Pero diar con Roland Barthes en París. Adoptando el
como no hay una correspondencia directa en- modelo de la La Quinzaine Littèraire, la revista
tre tipo y entorno, el tipo formal suponía, para buscaba incidir sobre la coyuntura por medio
Waisman, un “recorte”, por tanto, una ideolo- de la crítica de libros, poniendo en circulación
gía. Según sus palabras: “el acto de formar es nuevas perspectiva de análisis, principalmente
al mismo tiempo el acto de poner en obra una las ligadas al estructuralismo francés. Con el
ideología. Entonces, la forma arquitectónica, tiempo, se convirtió en uno de los principales
al significarse a ella misma, significa al mismo medios de expresión de un sector de la izquier-
tiempo una ideología arquitectónica” (Waisman, da intelectual radicalizada.
1985: 91)13. Pero si la forma arquitectónica se Así, una de las vías de recepción de Foucault
significaba a ella misma, lo que determinaba en la Argentina fue a través de los comenta-
la ideología era la forma y no la relación entre rios elogiosos que había recibido por parte de
los componentes ideológicos, lo que llevaba a Althusser, colocándolo como parte del “frente
estructuralista”, mientras que las otras recep-
13 Destacado en el original.
ciones fueron en sede psicoanalítica -como en
los trabajos de José Bleger- y filosófica, prin- Son pocos los estudios sobre la presencia de
cipalmente en su vertiente sartreana existen- Eco en la Argentina o sobre el desarrollo de la
cialista (Canavese, 2015). De tal forma, para semiótica, por lo que no es posible trazar con
principio de los setenta sus principales libros ya precisión las formas de su recepción en la Ar-
habían sido traducidos, siendo su figura media- gentina16. Sin embargo, en función de nuestro
namente conocida (aunque no con el impacto tema quisiéramos mencionar, al menos, tres
que tuvo posteriormente). Este breve recorrido vías. Una de ellas nos sitúa en la problemáti-
nos permite preguntarnos cómo llegó Waisman ca del “escritor revolucionario” y de la serie de
a Foucault. La hipótesis más probable es que debates que se dieron en torno al “realismo”,
lo haya hecho a través de su marido, Abraham en tanto tópico que permitía problematizar las
Waisman, docente de filosofía en la Facultad de relaciones entre literatura y sociedad, estética
Filosofía y Humanidades de Córdoba, en donde y política, y para las cuales fueron centrales
había coincidido en los sesenta con Schmucler la recepción de las neovanguardias francesas
y Oscar Del Barco, aunque en grupos políticos de Tel Quel e italianas del Gruppo 63 -al que
opuestos y hasta enfrentados14. Abraham Wais- pertenecía Eco, junto a Edoardo Sanguineti y
man trabajaba temas de teoría y filosofía de la otros- en la revista Los Libros17. Otra de las vías
historia, por lo que no sería raro que se haya fue por medio de la cátedra de Semiótica de la
topado con el nombre de Foucault, aunque su Arquitectura en la UBA, cuyo titular era César
orientación estuviera más cerca de la filosofía Janello y en donde trabajaban Mario Gandelso-
especulativa. Tal vez esto explique que el Fou- nas y Diana Agrest. La de Waisman -y en algu-
cault de Marina Waisman sea el de la Arqueo- na medida de Summa- podría ser una tercera
logía del saber y no el de Las palabras y las vía de entrada de Eco. Fue justamente Wais-
cosas. Es decir, el Foucault metodólogo y no el man la que organizó la primera visita de Eco
histórico-filosófico. Por ello podía recurrir a los a la Argentina para que diera un seminario en
conceptos de la Arqueología pero desentender- el marco del IIDEHA, realizado en La Plata en
se de las hipótesis históricas que planteaba en abril de 1970 por el conflictivo clima que se vivía
torno a las discontinuidades discursivas del “sa- en Córdoba18.
ber” en Las Palabras y las cosas. Si Waisman El Eco que le había interesado a Waisman era
supuso una de las primeras entradas de Fou- el que había intentado un cruce entre semiótica
cault en la cultura arquitectónica -presencia que y arquitectura en la Estructura ausente de 1968,
no tuvo continuidad en sus trabajos-, fue recién publicado parcialmente en los Cuadernos Sum-
con el “retorno democrático” cuando el nombre ma-Nueva Visión19. Para Waisman, Eco era una
de Foucault ganó espacio en los debates arqui- puerta de entrada al cruce entre semiología y
tectónicos -proporcionalmente al espacio que diseño que se estaban dando en Italia y que,
había ganado en las agendas públicas-. en el marco del surgimiento de las neovanguar-
A diferencia del conocimiento parcial que se dias, había despertado el interés internacional.
tenía de Foucault, el nombre de Eco tenía una Así parecería inferirse del hecho de que en el
presencia importante en una serie de debates
que iban de la semiótica a la crítica cultural15. lípticos, habían sido traducidos en 1965 y 1968, respectivamente.
El único trabajo que hemos podido encontrar sobre el tema
14 Oscar del Barco, era docente de la Escuela de Historia, y es el de Raversa (2010).
Schmucler lo era de la Escuela de Letras. Ambos habían participa- Ver García (2011).
do de la revista animada por José María Aricó, Pasado y Presente y Luego del seminario de La Plata, el IIDEHA no tuvo más ac-
en Los libros. Aunque no contamos con una historia de la FFyH, se tividad pública. Para una historia parcial sobre el IIDEHA, véase Ma-
podría decir que Waisman pertenecía a los sectores liberales de la lecki (2013). También puede consultarse Gutiérrez, y Paterlini (2007).
Facultad. Cuadernos Summa-Nueva Visión, Nº 31/32 “Comunica-
Sus principales libros, Obra abierta e Integrados y apoca- ción”, julio de 1969.
número que Summa le dedica a la exposición primera era de la máquina, producto de su tesis
Italy: The New Domestic Landscape -organiza- doctoral desarrollada bajo la dirección de Pevs-
da por Emilio Ambasz en el MoMa de Nueva ner, y publicada en español por la Editorial Infini-
York en 1972-, se incluyera una serie de textos to en 1965. Allí Banham intentaba desmontar la
de Eco -que no eran parte de la muestra- y se historiografía del “movimiento moderno”, sobre
omitieran los textos mucho más críticos de Ta- la base de señalar no sólo algunas de las conti-
furi que sí estaban incluidos en el catálogo. Si el nuidades con la arquitectura academicista -par-
primero señalaba alegremente las contradiccio- ticularmente las de Le Corbusier con Choisy-,
nes a las que se enfrentaban los diseñadores sino también indicar que para el propio desarro-
radicales -particularmente Archizoom, Supers- llo de la arquitectura moderna fue más impor-
tudio, Gruppo 9999- al decir que “proyectan y tante la construcción simbólica de una imagen
diseñan su protesta contra el universo del di- -emparentada a la estética de la máquina gra-
seño industrial adaptado a las exigencias de la cias a la difusión de las imágenes del futurismo
sociedad de consumo” (Eco, 1972: 58), el se- italiano- más que el resultado del desarrollo de
gundo mostraba que la “revuelta de los objetos” la noción de “función” (Vidler, 2008). Invitado a
de los diseñadores italianos, bajo el piso común Córdoba para participar de uno de los semina-
del estructuralismo y las teorías semiológicas rio del IIDEHA en 1968, Banham presentó allí
de la comunicación, ejemplificaba la ratio por la su trabajo en curso sobre las relaciones entre
cual la utopía tecnológica del diseño ocultaba tecnología, ambiente y arquitectura, publicado
su propia contribución a la reconfiguración del en inglés al año siguiente como The Architec-
capitalismo (Tafuri, 1972). Si Tafuri representa- ture of the Well-Tempered Enviroment. Como
ba la posición más crítica y políticamente com- bien señala Claudia Shmidt (2016), la visita de
prometida, la de Eco resultaba más ambigua y Banham a Córdoba se produjo en un momento
despreocupada respecto a sus implicancias y, en el que todavía no estaba claramente dife-
por tanto, más fácil de asimilar por lectores inte- renciado los contornos entre los conceptos de
resados en el hecho del diseño en sí. Además ambiente, entorno y hábitat. Y resulta elocuen-
del prestigio de Eco, posiblemente haya sido te de ello que Waisman recurriera a la noción
esta posición moderada la que le interesaba a de “ambiente” menos en términos de “control
Waisman para invitarlo a dar el seminario del ambiental” -tal como lo proponía Banham- que
IIDEHA, ya que le permitía un juego controlado como sinónimo de entorno.
respecto a los saberes que estaban cuestio-
nando los límites de la arquitectura. Así parecía IV summa/historia
sugerirlo cuando justificaba la invitación de Eco Disueltos los dos centros que aglutinaban a
al seminario: “por esa necesidad urgente que los historiadores de la arquitectura en los tem-
tiene hoy todo arquitecto que se respete, de tra- pranos setenta, tensionada por el contexto de
tar de salirse del campo de la arquitectura para radicalización y politización, la historia parecía
reconsiderar su propia acción desde nuevos cambiar la matriz desde la que se la miraba y
puntos de vista” (Waisman, 1970: 77). estudiaba. La aparición de S/h en 1974 permi-
Banham, por su parte, ya era una figura cono- tió una rápida reconstitución del campo de la
cida para principio de los setenta, no sólo por historiografía, en el que algunos de los repo-
su relación con Archigram y la cultura pop in- sicionamientos previos -las relecturas de la ar-
glesa -a quienes había apoyado en su carácter quitectura colonial, la ampliación de la noción
de editor de Architectural Review-, sino por su de arquitectura a la de entorno o la incorpora-
primer libro, Teoría y diseño arquitectónico en la ción de la arquitectura rural e industrial- eran
incluidos, pero cuya innovación quedaba des- arquitectónico del país, en el que invitaban a los
dibujados en un esquema que tendía a repro- lectores (bajo el lema “la historia de una ciudad
ducir las formas tradicionales de ver la historia, muere con sus edificios”) a que mandaran fotos
debido a que s/h ponía en circulación, principal- e informaciones de edificios históricos. Aunque
mente, trabajos realizados durante los sesen- el alcance se haya pretendido nacional, segu-
ta. Pero deberíamos precisar esta afirmación: ramente el motivo inmediato que animaba la
esos trabajos corresponden, en general, a las campaña era la propuesta de un sistema de au-
introducciones a cada capítulo, mientras que topistas en Buenos Aires que impulsaba el In-
buena parte de las entradas fueron realizadas tendente Cacciatore, el cual implicaba demoler
específicamente para S/h. Hasta donde hemos amplias zonas de la ciudad.
podido averiguar, Waisman fue responsable de Lo que sí ponía en evidencia S/h era la con-
la iniciativa y llevó adelante el armado de S/h20. fluencia de las redes que se habían articulado
Aunque más significativo fue que S/h coincidió en torno al IAA y al IIDEHA, mostrando, ade-
con un giro hacia las temáticas de la preserva- más, cierto reacomodamiento geográfico de sus
ción y el patrimonio en Summa. Posiblemente principales referentes. De tal forma, el impulso
parte de ese giro se debiera a la presencia de a la reconstitución del campo provino, principal-
Waisman en la revista, de la que era colabora- mente, de una serie de espacios provinciales.
dora permanente desde 1972. A lo que debería- Alejada Waisman de la Universidad Nacional
mos sumar la incorporación, hacia mediados de de Córdoba, recaló en la Universidad Católica
la década, de Julio Cacciatore y posteriormente en donde comenzó a funcionar en 1974, bajo su
de Alberto Petrina. Quienes, además de con- dirección, el primer curso de posgrado en pa-
tribuir con temas de historia, patrimonio y con- trimonio y preservación arquitectónica del país.
servación, promovieron en los ochenta un repo- Como ya señalamos, Gutiérrez y Alexander se
sicionamiento de la revista hacia perspectivas habían trasladado a Resistencia. Allí, luego de
latinoamericanistas -por caso, a partir de 1985 una reorganización del Departamento de His-
Summa se convirtió en uno de los principales toria de la Arquitectura en 1971, comenzaron a
difusores de los debates regionalistas-. Como publicar Documentos de Arquitectura Nacional
señal de aquel giro, el primer suplemento de s/h (DAN, luego reconvertida en Documentos de
apareció en el número siguiente al que Summa Arquitectura Nacional y Americana, DANA) que
le dedicó, por primera vez, al tema de patrimo- sustituyó el espacio que había dejado Anales
nio arquitectónico, cuya nota de apertura era de -el afán documentalista, señalado en el propio
Waisman21. Temática que adquirió una presen- título de la revista, la emparentaba con esta úl-
cia cada vez mayor en la revista: por ejemplo, tima-. A lo que debemos sumarle la presencia
entre julio de 1977 y agosto de 1978 Summa de Nicolini en Tucumán.
lanzó una campaña para salvar el patrimonio Dicho esto, ahora podemos avanzar con el
análisis respecto a algunos de los contenidos
20 Hasta el momento, no ha sido posible dar con los archivos de S/h. Si uno la lee de corrido se encontrará
personales de Waisman o los de Summa, por lo que hay muchos de-
talles de la gestación de s/h que no hemos podido aclarar. Según nos con un trabajo heterogéneo, que contiene dife-
cuenta Nicolini, la iniciativa correspondió íntegramente a Waisman, rentes posicionamientos y apreciaciones res-
siendo ella la que elegía a los autores. No hubo, al parecer, tampoco
reuniones para discutir los diferentes aportes (Comunicación con pecto a los capítulos de la historia de la arqui-
el autor, Tucumán, 30/1/2017). Es de suponer, teniendo en cuenta la
pe-riodicidad mensual con que salían los fascículos y que no tectura en Argentina. Si bien esas diferencias
siguieron un orden cronológico de publicación, que se iban no llegan a marcar una oposición, en tanto no
armando para la ocasión, en función del material e información
previamente disponi-ble. logran desarticular el marco referencial que las
Summa, nº 77, 1974, dedicado al tema “revitalización de los
centros históricos”. sostiene, dan cuenta de algunas revisiones que
iban a cobrar forma más adelante -por ejemplo Aún así, el evidente desfasaje entre la propues-
respecto al liberalismo y al peronismo-. Tam- ta general y el resultado es señalado por Wais-
bién debe marcarse la trayectoria dispar de mu- man (1984b: 8) al reconocer que “la idea de una
chos de los colaboradores de S/h, alguno de aproximación tipológica, (…) debió extenderse
ellos recién egresados o todavía estudiantes22. desde las tipologías edilicias hasta las estilísti-
Por otro lado, hay que señalar la distancia, en cas”, desvirtuando la innovación que suponía el
muchos casos, entre lo que se muestra -en una uso de la noción de “tipo”. En tercer lugar, como
publicación en el que las imágenes tienen un correlato de una red provincial, S/h procuraba
lugar central- y lo que se dice. Por ello es di- avanzar en una historia de la arquitectura que
fícil proponer una consideración general. Sin no estuviera centrada en Buenos Aires. El con-
embargo, se pueden hacer algunos comenta- traste es notable si la comparamos con ejem-
rios globales. En primer lugar, la periodización plos tan dispares como la Arquitectura en la
propuesta no respondía a consideraciones in- Argentina: 1810-1930 de Buschiazzo, La arqui-
ternas a la cultura arquitectónica, sino que se tectura del liberalismo de Ortiz o la Breve histo-
asentaba sobre hechos políticos, reproducien- ria de la arquitectura argentina de Jorge Glus-
do las periodizaciones de la historiografía ge- berg. Todas ellas tienen en común que, a pesar
neral. Una excepción parcial es el “Periodo de de remitir a un escenario nacional, centran sus
integración nacional (1914-1943)” que aúna dos indagaciones en Buenos Aires. A pesar de este
momentos que suelen analizarse por separa- loable esfuerzo, los autores no eran conscien-
dos a partir del año bisagra de 1930. Una po- tes que una mera sumatoria de partes no altera
sible explicación sería que esa fue la forma de el todo. Dicho de otra forma, el agregado de
combinar la persistencia del eclecticismo con la casos no llevaba necesariamente a modificar la
emergencia de la arquitectura moderna. Esto apreciación del conjunto, en tanto no se proble-
nos lleva al segundo punto: a pesar de la in- matizaba las relaciones entre lo local y lo nacio-
sistencia de Waisman sobre una aproximación nal. Justamente, mientras los estudios de casos
tipológica, S/h se articula mayormente en tor- no se propongan como parte de problemáticas
no a la consideración de estilos. En realidad, la mayores es poco lo que pueden aportar a una
cuestión de los estilos estructura las introduc- reconsideración de los procesos entendidos en
ciones generales de cada capítulo, a lo que le un marco realmente nacional.
siguen diversas entradas que intentan abordar Como señalamos al comienzo, S/h conden-
algunas cuestiones tipológicas. Justamente en saba una serie de operaciones historiográficas
esas entradas es posible ver los aportes más que dan cuenta del estado del arte del momen-
innovadores de s/h, como los trabajos sobre la to, así como de una serie de sensibilidades
“casa cajón”, la “vivienda no profesional” -las de la época. Nos detendremos en algunas de
casas en la Boca-, “los poblados de la indus- ellas, como en la noción de “transculturización”,
tria azucarera”, la “arquitectura industrial” o “la en la apreciación sobre el “eclecticismo” y el
infraestructura técnica y profesional en provin- “neocolonial” y en la lectura sobre el peronis-
cias”. Podría mencionarse, además, que, por mo. Teniendo en cuenta que S/h se construyó
primera vez, se incluyó en un libro de historia en base a trabajos realizados previamente, pro-
de la arquitectura trabajos de historia urbana. curamos remitirnos a ellos para dar cuenta de
sus fuentes.
22 Tal vez el menor de ellos haya sido Daniel Schávelzon, Empecemos, entonces, por el concepto me-
egresado de la UBA en 1975, pero dentro del grupo de recién recibi-
dos debemos incluir a Olga Paterlini -egresada en 1971- y a Alberto nos ligado a la arquitectura, el de “transculturi-
Petrina, entre otros. Celia Romaña y Ricardo Wagner eran estudian-
tes. zación”. Originalmente formulado por el escritor
cubano Fernando Ortiz en su libro contrapun- tiérrez, 1971: 5)23. Según su perspectiva, en la
teo cubano del tabaco y el azúcar de 1940, el síntesis realizada por España en el continente
concepto pretendía discutir la noción de “acul- -ese “sólo mundo latiendo al unísono”-, “se de-
turización”, al proponer una mirada no esencia- fine el carácter periférico del Río de la Plata”
lista sobre los procesos de transmisión cultural. que, “alejado del epicentro geopolítico del Cari-
Aunque recién en los setenta se expandió su be y satelizado desde Lima”, cumplió un papel
uso a otros dominios que el de la antropolo- de proveedor de materias primas. Para agre-
gía, principalmente gracias al trabajo de Ángel gar que “este carácter periférico es crucial, no
Rama, “Los procesos de transculturización en solamente para entender la necesidad de una
la narrativa latinoamericana” (1974), republica- impostación inicial en la arquitectura, sino tam-
do en Transculturización narrativa en América bién cómo esta se manifiesta a través de una
Latina (1984), con gran impacto en los estudios arquitectura espontánea” (Gutiérrez, 1984a:
literarios y luego, a partir de los ochenta, en los 33). Estas características originales -en tanto
estudios culturales. Ajeno a este universo de comienzo y marca- determinaron que “nuestra
referencias, la noción ingresó al discurso arqui- arquitectura fue intemporal y muy empírica, pero
tectónico despojado de toda reflexión teórica. también así lo era en las zonas rurales margi-
Como señala Felipe Hernández, mientras que nadas de España” (Gutiérrez, 1984a: 34). Esta
en otras disciplinas el concepto de transcultu- perspectiva debe enmarcarse en la revisión co-
rización ha servido para dar cuenta de las di- menzada en Anales, del que luego Gutiérrez
námicas de interacción social, cultural y artísti- sería uno de sus principales voceros, en la que
ca, en la historiografía de la arquitectura, por el se operó una inversión simétrica respecto a lo
contrario, su uso resultó en una “una visión re- que se consideraba de valor en la arquitectu-
ductiva de la arquitectura latinoamericana” que, ra colonial: “aquello que era provinciano [para
en vez de conectar la arquitectura con procesos la historiografía europea] resulta ahora afirma-
sociales y culturales más amplios, sólo apun- ción de lo americano (…) y el valor destacable
taba a “descubrir las transformaciones forma- para a ser el grado de incidencia popular en los
les que ciertos tipos de arquitectura sufrieron programas de la cultura alta” (Aliata, 1999: 46).
cuando fueron traducidos a un nuevo contexto Por simétrica, esa inversión seguía sostenién-
geográfico” (2005: X y IX, respectivamente). En dose sobre una idea esencialista respecto a
esta línea, tal vez uno de los principales difuso- los procesos de transmisión cultural, muy lejos
res de la noción de “transculturización” en sede de la renovación en las teoría de la recepción
arquitectónica haya sido Gutiérrez, sobre todo que ya estaba llevando adelante Rama en los
si tenemos en cuenta la extensa difusión de sus setenta, en un marco mayor de reformulacio-
trabajos en América Latina. nes teóricas -por ejemplo “Las ideas fuera de
Gutiérrez abría el periodo de “dominio espa- lugar” de Roberto Schwarz o la “estética de la
ñol” retomando las ideas que había publicado recepción” de Hans-Robert Jauss- que enten-
en Presencia y continuidad de España en la dían que todo proceso de recepción contiene
arquitectura rioplatense, en donde explicaba elementos activos que permitían reformular en
que para él “transculturización” implicaba tres nuevos términos toda esta problemática. La in-
modalidades: por impostación, por superposi- sistencia en esos viejos marcos conceptuales,
ción y por mestizaje y que era la primera la que junto a un vocabulario ligado a la “dependencia
había predominado en el Río de la Plata (Gu- cultural” y a la “filosofía latinoamericana” -a lo
Figura 3: Arquitectura Moderna durante el “nacionalismo po- dillismo político, traía consigo una imagen lar-
pular” (1943-1955)
gamente aprendida (…) de sus lugares físicos”,
para luego preguntarse, respecto a las solucio-
nes disciplinares que se ofrecían, si “¿primaría
el respeto por el destinatario, como persona
con una historia y con necesidades precisas,
o el gusto del arquitecto, imponiendo su pro-
pio criterio acerca de cómo los demás deben
vivir su propia vida?”, su respuesta era que “en
realidad, y contra la opinión generalizada, que
señala sólo la primera de estas opciones, se
siguió un camino de síntesis entre ambas”, para
Fuente: Waisman, 1984a: 220-221 concluir, citando a Ortiz y Gutiérrez, que “si los
resultados cualitativos pueden dejar mucho que
Figura 4: Arquitectura Moderna durante el periodo de “inte-
gración nacional” (1914-1943). desear no podemos, sin embargo, menos que
admirarnos de lo cuantitativamente realizado”.
En realidad, este panorama confuso respecto
al peronismo ya estaba presente en La arqui-
tectura en la Argentina de Ortiz y Gutiérrez. Allí
se sostenía que “la política de Perón significó
la incorporación de los sectores marginales en
las decisiones de poder, aunque ello no alteró
sustancialmente las estructuras. La clase tra-
bajadora tomó conciencia de su papel protagó-
nico en el proceso y en el principio mejoraron
sensiblemente sus condiciones de vida” (Ortiz
Fuente: Waisman, 1984a: 175 y Gutiérrez, 1972: 34). Para luego proceder a
una identificación entre peronismo y fascismo,
arquitectónica durante el peronismo, así como por lo menos a nivel arquitectónico. Así, los au-
a su sentido cultural o político para sectores tores sostenían que en “Argentina esta arqui-
más amplios que el de los profesionales. El tectura de masas [las obras de Albert Speer o
caso más claro es respecto a la cuestión de la la Exposición Universal de Roma] había sido
vivienda y al “estilo californiano”. Así, por ejem- y seguiría siendo expresión de la dependen-
plo, la difusión del estilo californiano ya no se cia cultural, manifestada como préstamo de
leía exclusivamente como de regresión discipli- sistemas icnológicos cuyo contenido era y es
nar, sino que se lo situaba como un intento de aceptado o marginado, sin mayores desaso-
dar respuesta al bagaje cultural que poseían los siegos”, para agregar que desde el ministerio
grupos sociales que apoyaban el peronismo. Al de guerra (1938-1942), la Facultad de Derecho
respecto, Jorge Cavallo, Carlos Hilger, María (1942-1949), la sede de la Fundación Eva Perón
Isabel de Larrañaga y Alberto Petrina (1984: (1950-52) y hasta el monumento a la Bandera
217) sostenían que los migrantes del interior de 1940 eran claros ejemplos de “arquitectura
“en general provenientes de medios culturales imperial”, lo que los llevaba a concluir que sub-
de fuerte arraigo hispano-criollo, con ancestra- yacía a esa “etapa la negación apocalíptico del
les tradiciones de paternalismo familiar y cau- racionalismo arquitectónico” (Ortiz y Gutiérrez,
1972: 42). Estas consideraciones fueron repro- tituto Argentino de Investigaciones en Historia
ducidas por Gutiérrez (1984c) en el apartado la de la Arquitectura y el Urbanismo (IAIHAU). La
“arquitectura imperial”, con el que se abre los idea surgió de un encuentro organizado por
años relativos al peronismo (como buscando un Raúl Gómez Crespo y Roberto Cova en Mar
golpe de efecto, aparece en la misma secuen- del Plata en marzo de 1978. En septiembre se
cia una foto del Graf Zeppelin -reconocido sím- realizó un nuevo encuentro en Tucumán donde
bolo del régimen nazi- sobre el Luna Park (Fi- quedó oficialmente establecido el Instituto, que-
gura 5). El problema con estas afirmaciones no dando Nicolini como su presidente. El Instituto
era tanto que se tomara al Estado como un todo reflejaba las precarias condiciones en que se
homogéneo, que se omitieran grupos y trayec- encontraban las universidades argentinas du-
torias, ni que no se diera cuenta de debates y rante la dictadura y, al igual que “la Escuelita”,
polémicas, sino que lo que más sorprende en surgió de la iniciativa privada, desarrollándose
esa identificación entre fascismo y peronismo por fuera de todo marco institucional oficial.
es que los casos que se menciona, a excepción Esto no impidió que el IAIHAU se constituyera
de la Fundación Eva Perón, fueron edificios en el espacio de referencia de la historia de la
construidos o proyectados con anterioridad al arquitectura, consolidando las redes que veni-
peronismo. mos describiendo. Más aún, a partir del núme-
ro siete, DANA se convirtió en el vocero oficial
Figura 5: “Arquitectura Imperial”
del Instituto, a lo que le debemos sumar la ar-
ticulación que llevó adelante Waisman entre el
IAIHAU y el Curso de Posgrado de Historia y
Preservación del Patrimonio en la Universidad
Católica de Córdoba. Si los primeros congresos
del IAIHAU retomaban tópicos que se venían
trabajando desde finales de los sesenta -como
el de la arquitectura popular-, a partir del V con-
greso en 1981 se volvió central la cuestión del
patrimonio, coincidentemente con su ingreso
en las agendas de discusión pública, como lo
Fuente: Waisman, 1984a: 206-207 muestra la repercusión del Congreso de Pre-
servación del Patrimonio que se realizó en Bue-
V Epilogo nos Aires ese año. Justamente, esto da cuenta
Como señalamos antes, el emprendimiento de una deriva desde la historia a las temáticas
de S/h contribuyó decididamente al proceso de del patrimonio y la conservación que permite
reconstitución del campo de la historiografía de comprender, por lo menos en parte, por qué no
la arquitectura, en tanto supuso el primer inten- se produjo una profesionalización disciplinar de
to de ofrecer una historia integral de la arqui- las redes que habían convergido en s/h -enten-
tectura en el país, lo que implicó una empresa diendo por tal una formación específica en his-
colectiva que revitalizó redes y contactos for- toriografía-.
jados previamente. Justamente, algunas de las Además de los congresos, el IAIHAU tuvo una
derivas de S/h permiten dan cuenta de la conti- activa política de edición: por un lado, se comen-
nuación de esos contactos, los que comentaré zó a editar una “segunda época” y una “tercera
brevemente. La publicación en formato libro de época” de s/h en Summa que, en los planes de
s/h en 1978 coincidió con la creación del Ins- Waisman, deberían haber formado un estudio
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