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Historia de Isla de Pascua

La historia de la Isla de Pascua, ubicada en medio del Pacífico Sur, siempre ha estado rodeada de un halo de misterio, al
ser uno de los lugares más apartados y remotos del mundo.
Mucho se ha especulado a cerca de los orígenes de la civilización que un día fue capaz de esculpir y poner en pie esos
espectaculares monumentos de piedra conocidos como moais y la verdad es que muy poco se sabe con certeza sobre los
orígenes del pueblo Rapa Nui, cuándo empezó la isla a ser poblada y desde donde llegaron sus primeros habitantes.

La Isla de Pascua y sus nombres

A lo largo de la historia, lo que hoy conocemos como la Isla de Pascua o Rapa Nui ha tenido varios otros nombres. El
primero de ellos, al parecer, fue “Te Pito O Te Henua” que se traduce como “el ombligo del mundo”. La tradición oral
afirma que este fue el nombre que le dio a la isla el Ariki (rey) Hotu Matu’a, cuando llegó con sus gentes a establecerse
en esta parte del mundo, debido al aislamiento geográfico del lugar. No obstante, algunos estudiosos sostienen que este
nombre fue escuchado por primera vez en 1873 y que lo más probable es que los antiguos habitantes se hayan referido
a la isla simplemente como “Te Kainga”, es decir “la tierra”, ya que no había ninguna otra tierra cercana de la que
necesitaran diferenciarla.

El nombre de Isla de Pascua fue dado por Jakob Roggenveen, un navegante holandés que descubrió oficialmente la isla
el 5 de abril de 1722. Dado que ese día era viernes de Pascua de Resurrección, Roggenveen la llamó “Paaschen Eyland”,
nombre que luego fue traducido literalmente a otros idiomas y que es el que ha perdurado por sobre los demás.
Cuando los españoles llegaron a la isla en 1770 con la finalidad de reclamar su soberanía para la corona española, la
bautizaron como “San Carlos” en honor al rey Carlos III de España pero, quizá porque ningún español volvió jamás para
hacer efectivo ese dominio, el nombre se olvidó rápidamente.

Otro de los nombres más populares con que se suele conocer a la isla es “Rapa Nui”, sin embargo el término no es de
origen nativo sino más bien tahitiano. Fue dado por los navegantes que visitaron la isla en el siglo XIX, procedentes de
Tahiti debido al parecido que le encontraron con la isla Rapa, en la Polinesia Francesa. Rapa Nui significa “Rapa grande”,
como una forma de distinguirla de la otra, a la que también se le conoce como “Rapa Iti” (“Rapa pequeña”).
A pesar de su origen extranjero, el nombre de Rapa Nui ha sido aceptado completamente por los isleños, que se refieren
a su tierra como Rapa Nui y no como Isla de Pascua. El término además, se ha hecho extensivo para identificar a su gente,
a su cultura y a su idioma.

¿Dónde está la Isla de Pascua?

Aunque la mayoría de la gente relaciona las famosas estatuas gigantes de piedra, denominadas moai en idioma rapanui,
con la Isla de Pascua, muchos ignoran dónde está situada. Intentaremos responder las preguntas más frecuentes sobre
su ubicación geográfica.

Cambiemos por un momento la perspectiva. Si giramos un globo terráqueo de su posición habitual, ese en el que aparece
siempre el océano Atlántico como protagonista entre las grandes masas continentales, y lo paramos en la posición donde
apenas se ve tierra, entonces el océano Pacífico se vuelve protagonista y ahora uno entiende porque a la Tierra se le llama
Planeta Azul. Allí, en medio de ese inmenso océano Pacífico que ocupa casi toda la superficie, aparece un pequeño punto
en el mapa casi imperceptible. Hemos encontrado la Isla de Pascua.

Ubicación geográfica de Isla de Pascua

La Isla de Pascua se encuentra ubicada en el vértice oriental del llamado Triángulo de la Polinesia, en el Océano Pacífico
Sur, en la Latitud 27° 9′ 10” Sur, y la Longitud 109° 27′ 17” Oeste. Este gran triángulo geográfico tiene en su vértice norte
a Hawai y se cierra con Nueva Zelanda en el vértice sudoccidental.

Uno de los lugares habitados más remotos

Isla de Pascua es una de las islas permanentemente pobladas más aisladas del globo. Es difícil asegurar que puesto ocupa
en el ranking de aislamiento.

Según el Libro Guinness de los récords el pequeño archipiélago de Tristán da Cunha, situado en mitad del Atlántico Sur a
2.334 Km de la Isla de Santa Elena, ostenta el honor de ser el territorio insular habitado más remoto del planeta. Su
pequeña población que no supera las 300 personas se originó a principios del siglo XIX con motivo de evitar un posible
rescate de Napoleón por parte de los franceses. Actualmente sigue siendo muy inaccesible ya que su difícil orografía evita
la construcción de un aeropuerto.

Pero aunque formalmente la Isla de Pascua no ocupe la primera posición en esta inusual categoría, no hay duda de que
la sensación de aislamiento extremo se siente en toda su plenitud. Como decía Heyerdahl en su libro Aku Aku: “la tierra
firme más próxima que pueden ver sus habitantes está en el firmamento y consiste en la Luna y los planetas“.

La tierra más cercana

El pedazo de tierra más cercano es el pequeño e inhabitado islote de Sala y Gómez, situado a 415 Km hacia el Este, que
es refugio natural para las aves marinas. Para encontrar la tierra más cercana habitada a Isla de Pascua, hay que dirigirse
2.200 Km hacia el Noroeste dónde se sitúa la Isla Pitcairn, conocida mundialmente por ser el lugar donde se instaló la
tripulación rebelde del Bounty, cuyos descendientes aún residen allí.

Estas dos islas forman parte de una de las dos cadenas volcánicas submarinas levantadas sobre la Placa de Nazca, conocida
como Dorsal de Sala y Gómez. Las modernas teorías de tectónica de placas echan por tierra las fantasiosas ideas de que
la Isla de Pascua pudo haber pertenecido a un mítico continente perdido, conocido como Mú, situado en el océano
Pacífico.

¿A qué país pertenece la Isla de Pascua?

Isla de Pascua pertenece a Chile desde que en 1888 se produjo la anexión por parte del país sudamericano,
incorporándose desde entonces del denominado Chile insular.

Actualmente este territorio, conocido también como islas Esporádicas, se divide en dos. El denominado Chile insular
continental, formado por el archipiélago Juan Fernández y las islas Desventuradas en las que se incluyen las islas de San
Ambrosio y San Félix. Y el Chile insular oceánico, formado por la isla Sala y Gómez y la Isla de Pascua, situadas
geográficamente en la Polinesia y por tanto en el continente de Oceanía.
Todas estas islas pertenecen administrativamente a la Región de Valparaíso o V Región de Chile. Las islas de Pascua y
Salas y Gómez conforman la comuna de Isla de Pascua, la única que compone la provincia del mismo nombre.

Geografía de Isla de Pascua

La Isla de Pascua es una isla de origen volcánico formada por las múltiples emisiones de lava de sus
tres volcanes principales, lo que dio origen a una única masa continental de forma triangular con una longitud máxima
de 24 km y con 12 km en su punto más ancho. Tanto los tres volcanes principales como los 70 conos menores que se
encuentran en la isla, se encuentran extinguidos hace más de 10.000 años.
La superficie de la Isla de Pascua es de unos 173 km2. Su punto más alto es el volcán Maunga Terevaka con 511 m. situado
al norte. Los otros dos puntos de mayor altitud en la isla son los volcanes Rano Kau con 324 m. ubicado al sudoeste y
el Poike con 377 m. al sudeste.

Lomas vistas desde el Terevaka

Además de estos tres volcanes principales existen varios volcanes menores y geoformas volcánicas como el cráter
de Rano Raraku, el cono de escoria de Puna Pau y una serie de cuevas originadas por tubos de lava.

Vista de los motus y los acantilados de la isla al fondo

El resto de la isla está formado por suaves lomas que contrastan con su costa que es rocosa y accidentada. Frente a ella
se levantan cinco islotes deshabitados llamados motus (isla en lengua rapanui): Motu Nui, Motu Iti y Motu Kao Kao en el
extremo sudoeste, el islote Motu Tautara en la costa oeste y el Motu Marotiri en la costa occidental.

Playa de Ovahe con el volcán Poike al fondo

La altitud de la costa desciende hasta el nivel del mar frente a Hanga Roa y en el sector de Anakena dónde se encuentran
la playa del mismo nombre y la playa de Ovahe que son las únicas playas de arena coralina y volcánica de toda la isla.
Flora de Isla de Pascua

La flora de Isla de Pascua no presenta una gran diversidad, a diferencia de otras islas de la Polinesia. La isla se encuentra
cubierta en un 90% por pastizales, 5% por formaciones arbóreas o cultivos y el 5% restante por vegetación escasa.
Sin embargo estudios botánicos y arqueológicos indican que la vegetación no siempre fue así. En los últimos cuarenta mil
años existieron grandes variaciones en la abundancia y distribución de la flora. Entre ellas cabe destacar la existencia de
bosques extensos en los alrededores de los grandes volcanes.

Con la llegada de los primeros colonos polinesios en el siglo V de nuestra era, el ecosistema sufre grandes cambios. Se
introducen especies como el ñame o uhi (Discorea Alata), el taro (Colocasia Esculenta), la caña de azúcar o Toa (Sacharum
Officinarum), el plátano o Maika, el camote o kumara (Ipomoea Batatas), la calabaza o Hue o el Mako´i.

Utilizaban sistemas como los “Manavai”, pequeños jardines rodeados de muros de piedras de diferentes tamaños y
formas, dónde plantaban especies más frágiles para resguardarlas del viento y al mismo tiempo conservar su humedad.

Otro sistema para salvaguardar la flora era los “Pu”, que eran un tipo de hoyos en la tierra de aproximadamente 50 a 60
centímetros de diámetro localizados en áreas rocosas. En estos se podían ver plantas como el Taro y “Uhi”.

Lamentablemente los polinesios utilizaban el sistema de tala y roza para su agricultura intensiva, lo que desencadenó la
extinción de especies como la palmera endémica de la isla (Paschalococos Disperta) y el Sándalo. Al mismo tiempo, la
introducción de la Rata Polinesia, que se multiplicó gracias a la falta de depredadores, contribuyó a la pérdida de especies
ya que se alimentaban fundamentalmente de semillas y cocos de palma.

Se cree que el uso excesivo de la madera en las grandes construcciones megalíticas pudo originar la extinción de los
bosques, ya que se utilizaron enormes cantidades de troncos de palmera y cuerdas elaboradas con la corteza del Hau Hau
(Triumfffeta Semitriloba).

Cuando llegan los primeros navegantes europeos en el siglo XVIII dan cuenta de la pobreza vegetal de la isla, describiendo
algunas pequeñas masas boscosas de Toromiro, Mako´i y Ahu Ahu.
Durante el siglo XIX se introducen nuevas especies vegetales y comienza la cría intensiva de ganado ovino lo que
precipitará la extinción de las pocas especies endémicas sobrevivientes como el sándalo, el toromiro y el Hau Hau.

Actualmente se han identificado un total de 212 especies distintas de plantas, de las cuales 46 son nativas y 166 fueron
introducidas en distintas épocas de la historia de la Isla de Pascua. Estas últimas dominan el paisaje actual de la isla,
destacando los Eucaliptos, las Melias y las Guayabas.

Flor de Erythrina en el camino a Terevaka

Ciertas zonas de la isla se encuentran en recuperación medioambiental. Se trata de aumentar la reforestación, el control
de la erosión y proteger la biodiversidad, así como canalizar los flujos turísticos mediante senderos para que sólo se
transite por ellos.

Es importante difundir la educación y conciencia medioambiental entre los habitantes y los visitantes de la isla para que
se preocupen de la vegetación del lugar, y lograr recuperar especies en peligro de extinción, cómo se está haciendo
recientemente con el Toromiro y el Moka´i. Animamos a seguir las instrucciones del personal de la CONAF para colaborar
y mantener un ecosistema tan frágil como el de Rapa Nui.

Fauna de Isla de Pascua

Fauna terrestre

La fauna de Isla de Pascua, como consecuencia de su aislamiento extremo, es escasa y muy pobre desde el punto de vista
de su diversidad, lo que la diferencia notablemente del resto de las islas polinesias.Entre la fauna terrestre se distinguen
las siguientes especies entre mamíferos, aves marinas y reptiles.

Mamíferos

En la isla no existe ningún mamífero autóctono. Los más abundantes son los roedores introducidos involuntariamente
por medio de los barcos que llegaron a la isla en el pasado. Las especies existentes son la rata de las acequias (Rattus
norvegicus), distribuida por toda la isla; la rata de las casas (Rattus rattus); y la laucha común (Mus musculus), que vive
en las cercanías de las viviendas.

En la antigüedad existió el kio’e o ratón polinésico o del Pacífico (Rattus exulans), roedor traído por los primeros
colonizadores polinesios pero hoy se encuentra extinguido. Estudios del ADN de lo huesos antiguos de esta especie
encontrados en Isla de Pascua, revelan que está relacionada con los ratones de Mangareva y las Islas Marquesas,,
sugiriendo que debieron haber llegado de alguno de estos dos lugares.

Entre los animales domésticos introducidos por los misioneros del siglo XIX se encuentran las ovejas, cabras y vacas. Cabe
destacar la enorme población de caballos (unos 6000 ejemplares) que ya superan en número a los personas y que
deambulan sueltos por la isla. A pesar de la belleza de observarlos en libertad (aunque todos tienen dueño), muchas veces
suponen un peligro para los conductores, ya que cruzan los caminos y carreteras a su antojo, del mismo modo que circulan
sin control entre los restos arqueológicos.

Reptiles

Los únicos reptiles terrestres existentes son dos pequeñas especies distribuidas en forma relativamente abundante en
toda la isla. Seguramente llegaron a Rapa Nui de forma accidental, transportadas sobre maderos arrastrados por las
corrientes marinas o las canoas de los primeros inmigrantes. Una de ellas es el geko blanco (Lepidodactylus lugubris)
conocido localmente como moko uru-uru kau, que posee hábitos nocturnos y una amplia distribución que abarca
Panamá, India y varias islas del Pacífico tropical.

La otra especie es una pequeña lagartija (Ablepharus boutoni poecilopleurus) llamada moko uri uri, de coloración más
oscura. A diferencia del anterior es de hábitos diurnos y su presencia se extiende desde el Archipiélago de Hawaii, Tahiti
y Samoa, entre otras, hasta algunas islas peruanas y ecuatorianas.

Cabe decir, para tranquilidad de los locales y los visitantes que en la isla no se conoce la existencia de serpientes.
Aves

Según el estudio de algunos especialistas, Rapa Nui llegó a tener más de 30 especies de aves terrestres y marinas,
convirtiéndose así en una de las islas polinesias con mayor cantidad de aves en tiempos prehistóricos. Sin embargo,
muchas de ellas han desaparecido, algunas se encuentran extinguidas y otras ya no visitan la isla. Entre las diversas
especies de aves que han existido o siguen viviendo en la isla habría que distinguir entre aquellas de hábitat netamente
terrestre, que en su gran mayoría fueron introducidas en épocas recientes, y aquellas marinas de hábitos migratorios.

Ejemplar de gallo en Ahu Tongariki

Históricamente la información registrada sobre las aves terrestres se remitió únicamente a la aves domésticas y casi
exclusivamente a las gallinas (Gallus gallus domesticus) o moa en idioma rapanui, las cuales fueron introducidas por los
primeros colonizadores polinesios y eran recluidas en gallineros de piedra llamados hare moa. Eran y siguen siendo muy
valoradas tanto por sus plumas, utilizadas como elemento decorativo en el vestuario tradicional, como por constituir un
importante elemento en su dieta. En algún momento las gallinas se hicieron silvestres en grandes cantidades, de hecho
algunos ejemplares actuales todavía ponen huevos azules, y esto se considera un rasgo original. Actualmente las gallinas
siguen teniendo una fuerte presencia en la isla y corretean sueltas cerca de las casas, los hoteles y los sitios arqueológicos.

Sin embargo, estudios arqueológicos efectuados en Anakena han permitido establecer la existencia de al menos seis tipos
de aves terrestres correspondiente a cuatro familias, y que habrían habitado en la isla hace varios siglos atrás.

Por otra parte, dentro del período comprendido entre 1888 y 1928, se estima la introducción de siete aves terrestres
desde Chile continental, cinco de las cuales siguen viviendo en la isla. Actualmente se puede ver al gorrión, diuca, tinamou
chileno y perdiz chilena. También abundan los chimango caracaras, un ave de presa de la familia de los halcones, que fue
traído para controlar la población de roedores pero al no tener depredadores se ha reproducido considerablemente. La
paloma (Columba livia), representa un caso especial ya que se introdujo en la década de los setenta.

Como isla oceánica, Rapa Nui ha debido ser un punto obligado de visita de las numerosas especies de aves marinas que
habitan el Océano Pacifico tropical y subtropical. Sin embargo, con el paso del tiempo se ha producido una paulatina
disminución de las aves marinas que anidaban aquí y que han cambiado la isla por otros lugares de reproducción, como
es el caso de los islotes de Salas y Gómez. Recientemente se han registrado unas 15 especies en la isla y sus aguas
cercanas, y actualmente 5 nidifican en los islotes o motus y acantilados de la isla.

Se puede contemplar el largo planeo de la fragata común o Makohe(Fregata minor) cuyo macho es fácil de distinguir por
su llamativo buche de color rojo; el alcatraz o piquero enmascarado o Manukena (Sula dactylatra) que da nombre a una
de las emisoras de radio de la isla y según cuentan se cobijaba en la playa de Anakena (que significa cueva del pájaro
kena); y el ave del trópico de cola roja o Tavake (Phaeton rubricauda) que en ocasiones se encuentra en grandes grupos
alrededor del volcán Rano Raraku emitiendo un característico chillido. Las otras dos especies más difíciles de observar
son el petrel heráldico o kakapa(Pterodroma arminjoniana) en peligro de extinción, y la pardela de Pascua
o kuma (Puffinus nativitatis).
Parece que la extinción de las aves terrestres y la desaparición de la avifauna marina, se debe a los sucesivos cambios
sufridos en el frágil ecosistema insular a lo largo de su historia ocasionados por factores naturales. Al mismo tiempo, con
la llegada del hombre desaparece gran parte de la vegetación que aún se conservaba, junto a la avifauna terrestre,
iniciándose la erradicación y desaparición de las aves marinas. Estas fueron un importante elemento en las prácticas
rituales y ceremonias desarrolladas en la antigüedad, y su llegada y reproducción estuvieron estrechamente ligadas con
las deidades locales, particularmente con el dios Make Make y Haua, quienes las habrían traído desde Motu Motiro Hiva
(Salas y Gómez) según cuenta la tradición.

Manutara o gaviotín pascuense


Manukena o Alcatraz enmascarado

La leyenda que da testimonio de ello, menciona los sucesivos intentos de introducción llevados a cabo por Make Make en
diversos puntos de la costa sur de la isla, lográndolo con éxito en Motu Nui, lugar que era considerado como tapu ( o
tabú) para la antigua sociedad isleña. Es en este lugar donde anidaban hasta poco dos clases de gaviotines (Sterna lunata)
y (Sterna fuscata), conocidos localmente como Manutara y en los que antiguamente se basaba el culto y la ceremonia
del Tangata Manu u Hombre Pájaro.

Fauna marina

Algunas especies representativas de la fauna marina rapanui

Debido a la estrecha plataforma alrededor de la isla, y a la temperatura del agua de 22º C, el coral no crece en cantidad
suficiente para formar arrecifes y lagunas protegidas, como aquellas que se pueden ver en otras islas de Polinesia como
en Hawai o en Fiji. En Rapa Nui, el mar rompe con furia contra la costa.

Dada la ausencia de ríos que descarguen sus sedimentos y considerando que el mar que rodea la isla es pobre en plancton,
el agua es tan clara y transparente que la visibilidad promedio es de treinta a cincuenta metros, lo que convierte a la isla
en un paraíso para los aficionados del buceo.

La fauna marina local incluye más de 150 especies pertenecientes a 65 familias diferentes. Debido al aislamiento de Isla
de Pascua, aproximadamente el 25% de los peces son endémicos, no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.
Muchos peces son de interés para la pesca como el atún de aleta amarilla y de aleta azul, la sierra, el bacalao, la morena,
el nanue, el matahuira, el toremo o el mahi-mahi. En tiempos antiguos, las especies de mayor prestigio, como el atún o
kahi, estaban reservadas a la nobleza y su captura estaba prohibida durante la mayor parte del año.

Otras especies presentes son el pez erizo y el pez aguja, y ocasionalmente aparecen diversas especies de tiburones, pero
para tranquilidad de los pescadores y los bañistas, nunca se ha reportado ningún ataque.

De vez en cuando suele aparecer como visitante ocasional de las costas isleñas la tortuga marina o honu, en sus
variedades de tortuga verde (Chelonia mydas japonica) y tortuga carey (Eretmochelys imbricata bissa). Se las puede ver
con relativa facilidad en las costas de Hanga Roa, en la orilla de la playa Pea y en el puerto de Hanga Piko. Los rasgos que
diferencian estas dos especies se encuentran en la cabeza. La tortuga carey tiene un número mayor de escamas en la
parte superior de la cabeza, y su mandíbula superior es más puntiaguda que la tortuga verde.

Los invertebrados marinos, que también tienen un alto nivel de endemismo, están representados por moluscos,
crustáceos, equinodermos, actinias y corales. Entre ellos destacan por su valor un tipo de caracola llamada Pure, con el
cual se realizan artesanías típicas de la isla y tres especies de langostas muy apreciadas: la ura (Panulirus pascuencis) y
el rape rape (Panulirus perlatus y Scyllrides roggeveeni).
Recientemente la organización Oceana ha realizado un video que muestra parte de las especies que habitan las aguas
alrededor de la Isla de Pascua.
Según los estudios de la organización, la isla ha sufrido una preocupante disminución de sus peces durante los últimos
años, debido, principalmente a la sobreexplotación pesquera. Esta escasez afecta tanto al funcionamiento del ecosistema
marino de la isla, como al pueblo Rapa Nui cuya economía y cultura dependen de estos recursos.
Oceana propone la creación de una Reserva Marina en la Bahía de Hanga Roa, en la cual la pesca esté regulada. Si es
aceptada por los isleños, el buen estado de conservación de los corales facilitaría bastante la recuperación de las especies
locales.

Historia de Isla de Pascua


La historia de la Isla de Pascua, ubicada en medio del Pacífico Sur, siempre ha estado rodeada de un halo de misterio, al
ser uno de los lugares más apartados y remotos del mundo.
Mucho se ha especulado a cerca de los orígenes de la civilización que un día fue capaz de esculpir y poner en pie esos
espectaculares monumentos de piedra conocidos como moais y la verdad es que muy poco se sabe con certeza sobre los
orígenes del pueblo Rapa Nui, cuándo empezó la isla a ser poblada y desde donde llegaron sus primeros habitantes.

Los primeros pobladores

Existen dos teorías acerca de quienes fueron esos primeros navegantes intrépidos que encontraron la Isla de Pascua y
decidieron instalarse en ella fundando una nueva civilización.
Thor Heyerdahl, científico noruego que dedicó gran parte de su vida a estudiar los patrones migratorios polinesios y su
posible vinculación con Sudamérica, sostuvo la idea de que fueron los nativos sudamericanos los que navegaron a través
del Océano Pacífico y poblaron la Isla de Pascua. Para probar su teoría, en 1947 salió de la costa del Perú en una
rudimentaria barca de madera –la Kon Tiki– y consiguió arribar a la Polinesia Francesa, siguiendo las corrientes marinas.
Aunque su llegada fue bastante más arriba de la Isla de Pascua, sostuvo que saliendo de más al sur de América sería
posible llegar a laIsla de Pascua. Esta teoría, bastante refutada desde sus inicios, ha sido negada más recientemente
gracias a pruebas de ADN que muestran que los Rapanui tienen genes polinesios y no sudamericanos.
La teoría de población más aceptada y avalada, a su vez, por la tradición oral, cuenta que el rey Hotu Matu’a llegó a la
Isla de Pascua proveniente de la mítica isla Hiva, posiblemente en las Islas Marquesas, en algún momento entre los siglos
VI y VIII d.C. Se cree que cuando Hotu Matu’a y sus hombres (alrededor de unos 100) desembarcaron en la playa
de Anakena, llevando consigo lo necesario para formar una nueva civilización, y encontraron una isla cubierta de
palmeras y plantas comestibles, donde también abundaban las aves marinas y los peces.

La tradición cuenta que el Ariki (rey) Hotu Matu’a estableció cuál sería la organización social y religiosa de la nueva
comunidad, dictando nomas para la construcción de viviendas y monumentos. Aquellos primeros años se habrían
dedicado a explotar todo lo que les ofrecía la isla, cultivar especies que ellos mismos habían llevado y a incrementar la
población de animales y de seres humanos.
Los moais y las creencias religiosas

Como en toda la Polinesia, en la Isla de Pascua, el culto a los antepasados rigió gran parte de la vida espiritual de sus
habitantes. Los Rapanui creían que el “mana” (energía espiritual) de las personas importantes continuaba existiendo
después de su muerte, y tenía la capacidad para influir en los acontecimientos mucho tiempo después de su fallecimiento,
creencia que se hizo tangible en la elaboración de los moais.
Esta es la conocida como etapa clásica, cuando la cultura Rapa Nuialcanzó su máximo esplendor erigiendo enormes
altares ceremoniales o Ahu en los cuales se levantaron las enormes esculturas talladas en piedra volcánica, que son el
símbolo más característico de la Isla de Pascua. El período de los moais se extendió aproximadamente entre el año 800
d.C. y 1860, cuando el conflicto entre los distintos linajes cambió la historia de la Isla.
Al momento de morir el jefe de una tribu o alguno de sus miembros más importantes, se mandaba esculpir una estatua
en la cantera de Rano Raraku, misma que luego sería trasladada hasta la aldea correspondiente, para que proyecte sobre
sus descendientes su “mana” o poder sobrenatural, a través de su mirada. Losmoais siempre se colocaron mirando hacia
su aldea y sus descendientes, no hacia el mar, ya que su objetivo no era protegerlos de amenazas externas sino extender
sobre ellos un manto protector.

En la medida que los Rapanui adquirieron más habilidad esculpiendo y transportando los moais, éstos fueron haciéndose
más grandes y más estilizados, a diferencia de los primeros que eran más pequeños y toscos; de este modo, el tamaño y
la delicadeza de los detalles en la escultura sirven para establecer su antigüedad. De hecho, los moais más grandes que
fueron esculpidos en este período, se encuentran todavía inconclusos en la cantera de Rano Raraku. Se calcula que las
estatuas más grandes exigieron el trabajo de entre 10 y 20 hombres durante todo un año.

Se cree que entre los siglos XV y XVIII la Isla de Pascua sufrió una crisis de sobrepoblación que originó escasez de recursos
y provocó conflictos entre las 12 tribus que la habitaban. La obsesión por construir moais cada vez más grandes fue una
de las principales causas de deforestación y falta de alimentos. Estos problemas generaron el decaimiento en la creencia
del poder de los moai y por tanto su elaboración no sólo fue abandonada sino que llegaron incluso a derribarlos de sus
ahus.

En este momento cobra fuerza el culto al Tangata Manu u Hombre-Pájaro, que se tradujo en lo que hoy conocemos como
la Competencia del Hombre-Pájaro como como forma de determinar quién sería el Ariki que gobernaría las tribus por un
período de un año. Quien recogiera el primer huevo de manutara (gaviotín pascuense) desde Motu Nui tendría derecho
a gobernar. La Competencia del Hombre-Pájaro se siguió realizando hasta la llegada de los misioneros católicos en 1864.

La llegada de los primeros europeos

Casi todo lo que ahora sabemos sobre la cultura Rapanui, proviene de la narración que hicieron de sus viajes los primeros
europeos que arribaron a la Isla de Pascua.
El primero en llegar fue el explorador holandés Jacob Roggeveen que arribó a la Isla de Pascua procedente del
archipiélago Juan Fernández, mientras buscaba la Terra Australis, el legendario continente del Hemisferio Sur que, según
las creencias de la época, equilibraba las tierras del Hemisferio Norte.
Roggeveen avistó la isla, que no aparecía en sus mapas de navegación, el domingo 5 de abril de 1722, y como ese día era
domingo de Pascua, bautizó a la isla con el nombre de Isla de Pascua, nombre que ha perdurado hasta hoy. El holandés
sólo consiguió estar un día en tierra a causa de los fuertes vientos y, dado que encontró pocas posibilidades de
aprovisionamiento, partió con rumbo a Tahiti, continuando con su mítica búsqueda.
Pasaron casi cincuenta años hasta la llegada de nuevos barcos europeos. Esta vez la expedición española dirigida
por Felipe González de Haedollegó desde Perú en 1770 con el fin de reclamar el territorio para España. Lo isleños no
opusieron resistencia e incluso algunos jefes “firmaron” un contrato para formalizar el dominio español. La isla fue
rebautizada con el nombre de San Carlos en honor al Rey Carlos III y después de seis días, la expedición se marchó. Desde
ese momento, nunca más nadie se presentó para hacer efectivo el dominio español sobre la isla.
Cuatro años más tarde, en 1774, el famoso explorador inglés James Cook, llegó a la playa de Anakena en la “Resolution”,
con la esperanza de abastecerse de alimentos y agua, pero le fue imposible porque encontraron una isla prácticamente
desolada. Cook estaba familiarizado con los pueblos de las islas Sociedad, Tonga y Nueva Zelanda por lo que llegó a la
conclusión que los Rapanui pertenecían a la misma etnia. En su relato del viaje, James Cook señala que aunque algunos
moais todavía se encontraban en pie, muchos de ellos estaban caídos y los ahus dañados, dejando claro que tanto los
moais como los isleños estaban en peores condiciones que las reportadas por los españoles. El último año en que un
visitante registró haber visto un moai de pie fue 1838.

Hoy se sabe que todas las estatuas fueron derribadas por los Rapanui y no a causa de algún desastre natural y son dos las
teorías que intentan explicar el por qué los isleños hicieron esto. La primera sostiene que la falta de alimentos ocasionó
guerras entre los diferentes clanes y producto de esos enfrentamientos los moais fueron derribados para privar a los
enemigos del “mana” o protección que éstos ofrecían. La segunda teoría sostiene que la razón para derribarlos no fue
otra que el haber perdido la fe en ellos, después de que a pesar de todo el esfuerzo y los años invertidos en su elaboración,
los dioses no los compensaran con los recursos que tanto necesitaban.

Esclavistas y misioneros en Rapa-Nui

La lejanía de la Isla de Pascua y el hecho de que no estuviera bajo el protectorado de ningún otro país, la convirtió en
blanco fácil de explotadores y esclavistas.

Uno de los peores momentos de la historia Rapa Nui y que casi extingue definitivamente su cultura, fue cuando en 1862
traficantes peruanos incursionaron en la isla, tomaron como esclavos a más de un millar de Rapanui, y los llevaron a
trabajar a los depósitos de guano en Chincha. Entre las víctimas de este atropello se encontraban el rey y muchos de los
sabios que aún sabían leer y escribir las tablillas Rongo Rongo.

Las protestas internacionales no se hicieron esperar pero el daño ya estaba hecho. Casi todos los Rapanui murieron en
Perú o en el viaje de regreso. Sólo consiguieron volver 15 isleños pero lo hicieron portando el virus de la viruela, lo que
terminó de diezmar la población.

La llegada de los misioneros a la Isla de Pascua a mediados de 1860, también causó daños irreparables en la cultura
Rapanui. En su afán de convertir a los nativos al cristianismo terminaron con antiguas creencias y ritos ancestrales, así
como con la competencia del Hombre Pájaro. No obstante, también gracias a esos primeros misioneros, se tienen relatos
de lo que fue la forma de vida en la Isla de Pascua y se salvaron muchos de sus objetos más representativos.
La fragilidad de la Isla de Pascua se hizo notoria otra vez en 1870 cuando el francés Jean-Baptiste Dutroux-
Bornier pretendió reclamar la soberanía total de la isla y convertirla en su rancho ovejero para la producción de lana. El
francés atacó a los nativos obligándolos a evacuar la isla, muchos de ellos con destino a Tahiti. Se dice que para 1877, año
en que Jean-Baptiste Dutroux-Bornier fue asesinado, sólo quedaban en la Isla de Pascua 111 nativos, lo que es una ínfima
cantidad en comparación con los 14.000 que llegaron a ser en el momento de su mayor apogeo.

La Isla de Pascua y su anexión a Chile

Durante muchos años, la Isla de Pascua fue considerada lejana y sin valor por todos los países colonizadores, pero cuando
Gran Bretaña comenzó a mostrar pretensiones sobre ella (para responder a las manifestadas por Francia), Chile dio el
paso definitivo para su anexión.

El 9 de septiembre de 1888, el capitán Policarpo Toro presentó una “Escritura de Cesión” al entonces Rey de la isla, Atamu
Tekena. El documento fue escrito en español y en Rapanui pero su contenido era muy diferente en cada uno. Según el
texto en español, mediante dicha acta se le otorgaba a Chile “Total y completa soberanía” sobre la Isla de Pascua por
tiempo indefinido. Sin embargo su traducción al Rapa Nui sólo hablaba de “protección” a la isla por parte de Chile y de
“amistad” entre ambos territorios.

La tradición oral cuenta que cundo Policarpo Toro izó la bandera Chilena, el rey Atamu Tekena dijo “”Al levantar tu
bandera no quedas dueño de la isla porque nada hemos vendido; sabemos que el señor Obispo puso a la Isla bajo el
protectorado de Chile, pero no se ha vendido nada”.

Sin embargo este fue el comienzo de un nuevo capítulo de abusos a los que fue sometido el pueblo Rapa Nui. Durante
los primeros años de soberanía chilena, la isla fue olvidada y los isleños quedaron encerrados en ella sin posibilidades de
salir ya que Chile no les reconoció la plena ciudadanía hasta 1966.

Pero lo peor llegó en 1903 cuando los Rapanui fueron despojados de sus tierras, las que fueron entregadas en “alquiler”
por 25 años a la empresa escocesa-chilena Williamson, Balfour & Co., que se dedicaba al comercio de nitratos y a la
crianza de ovejas. La empresa creó la “Compañía de Explotación de Isla de Pascua”, llegando a tener unas 70.000 ovejas
que deambulaban libres por la isla, mientras que los isleños fueron recluidos en Hanga Roa para evitar que las robaran.
El control de la isla por parte de la empresa ganadera se extendió hasta 1936 cuando el comercio de lana se vio afectado
por la Segunda Guerra Mundial, aunque no fue sino hasta 1953 que terminó totalmente el comercio de lana en la isla y
la Marina Chilena tomó el control sobre la misma.
La Marina prohibió el uso de la lengua Rapa Nui y no mejoró en nada las condiciones de vida en la isla, lo que fue
generando un sentimiento de identidad cada vez más fuerte y que surgieran iniciativas independentistas. Después de
muchas luchas, el pueblo Rapa Nui consiguió ser gobernado por un alcalde elegido por ellos, y se les concedieron
exenciones de impuestos así como el reconocimiento de que sólo el pueblo Rapa Nui puede ser propietario de la tierra.
A pesar de la convulsa historia de Isla de Pascua, el 16 de enero de 1935 fue creado el Parque Nacional Rapa Nui, que
ocupa más del 40% del territorio de la isla y en diciembre de 1995 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por
la UNESCO, lo que le permitió acceder a mayores recursos para su financiación y conservación

Vestimenta Rapa Nui

La vestimenta rapa nui cotidiana es una mezcla de la vestimenta occidental con adaptaciones polinésicas tales como
colores fuertes, diseños de la iconografía local y flores en las vestimentas de mujeres y hombres. Asimismo se utilizan
múltiples accesorios de conchitas, flores, plumas, cortezas y elementos de la naturaleza local y de otras islas de la
Polinesia.
El vestuario de Isla de Pascua en rituales de danza y canto, es el Huru-Huru. Lo caracteriza los amarres de plumas en las
faldas, sostenes y tocados de las mujeres, las fibras del tronco del plátano en trajes de baile (Kakaka), la corteza
de Mahute en capas y taparrabos como por ejemplo el Hami Hiku Kioe prenda que va al interior y Hami Kura Kura que
lo cubre. En la representación de danzas antiguas se utiliza el Kakenga y su variante guerrera el Hoko. Finalmente es
habitual el uso de conchitas y semillas, plumas de diferentes tipos y colores, dientes y huesos o partes disecadas de
animales, piedras con diseños como el Mata o vidrio volcánico, tallas de madera como el tradicional y sagrado Rei Miro,
pectoral con forma de media luna y así varios otros objetos que se mezclan y diseñan según la habilidades del artista.

El color blanco es considerado sagrado desde tiempos antiguos, ya que las hechiceras lo ostentaban pintándose el cuerpo
con tierra de color blanco, aunque no se puede descartar un sincretismo en su utilización identificándolo como un
elemento de pureza dentro de la religión católica. Por lo tanto en ceremonias importantes de carácter social, como
casamientos o entierros, está muy presente, sobre todo en las mujeres. Para el caso de los hombres, si se es invitado a
una ceremonia política, religiosa o social, es adecuado contar con un pantalón blanco y una camisa con diseños
polinésicos que se puede manufacturar o adquirir en el mercado local.

Otro componente fundamental de la indumentaria del rapanui son los tatuajes y la pintura corporal que se usan desde
los orígenes de la cultura y complementan los adornos de la vestimenta. Pueden informar sobre sucesos de la vida
del propio tatuado y normalmente y según la tecnica Tatau (tatuaje permanente) o Takona (temporal). Los temporales
se crean utilizando pigmentos naturales como tierra de color y se complementa los motivos y los colores de la
vestimenta y de los otros accesorios, según la ocasión o el rol social que les corresponda representar. Es así que con solo
la pintura corporal uno puede conocer si se trata de una mujer viuda o casada, ya que los colores y lugares donde se
hacen los motivos, lo indican.

¿Qué es un moai y qué representa?


Moai semienterrado en la ladera de Rano Raraku

La tradición oral cuenta que el arte de esculpir estatuas de piedra ya era conocido por los primeros pobladores polinesios
que llegaron tras la expedición, del rey Hotu Matu’a y los siete exploradores, que partió desde la tierra de Hiva (entre el
400 y el 800 d.C.). Existe un manuscrito llamado Pua A Rahoa, que narra el olvido de dichos pobladores polinesios de un
moai de nombre Oto Uta en las playas de Hiva, al que fueron a buscar para traerlo a la isla.
La arquitectura monumental de Rapa Nui es el producto de un modelo ampliamente difundido en la Polinesia, en
particular, en las islas Marquesas, Tahiti y Raivava’e, donde se encuentran estructuras pétreas y esculturas que parecen
ser los prototipos de los ahu y los moais rapanui.

El nombre completo de las estatuas en su idioma local es Moai Aringa Ora, que significa “rostro vivo de los ancestros”.
Estos gigantes de piedra fueron hechos por los Rapa Nui para representar a sus ancestros, gobernantes o antepasados
importantes, que después de muertos tenían la capacidad de extender su “mana” o poder espiritual sobre la tribu, para
protegerla.

Los reyes poseían este poder de manera innata; otros podían adquirirlo en el transcurso de sus vidas, pero para ello tenía
que realizar una serie de hazañas extraordinarias, y estaban obligados a demostrarlo constantemente para no perderlo.

Los clanes más prósperos ordenaban construir un moai como una manera de honrar al hombre difunto con mana.
Después de varios meses de duro trabajo , el moai recorría su camino hasta llegar al ahu o altar de piedra preparado para
recibirlo. Finalmente era erigido acompañado de grandes celebraciones.

¿Cómo fabricaron los moai?

Las estatuas de Isla de Pascua fueron esculpidas, en un principio, en basalto, traquita y escoria roja, pero poco después
los talladores se fijaron en el volcán Maunga Eo (que significa “cerro aromático”), más conocido como Rano Raraku. La
piedra volcánica de color amarillo grisáceo, que se da exclusivamente en ese lugar de la isla, es un tipo de ceniza compacta
con incrustaciones de basalto. Este material, llamado toba lapilli, resultó ser más idóneo que la blanda escoria o el
durísimo basalto, para la construcción masiva de estatuas mediante el uso de simples herramientas.

Curiosamente la mitad norte del cráter, cuyos bordes bajan en una suave pendiente, está compuesta por un material
arcilloso rojizo inservible para el tallado. La toba lapilli aparece en la mitad sur del cráter, en el lado más alto, por tanto
la actividad de los antiguos maestros talladores de moais se concentró en la pared exterior que mira al suroeste, pero
llegaron hasta la cima e incluso hasta el interior del cráter, en cuya ladera se conservan más de cuarenta estatuas,
orientadas hacia la laguna.
Fases de construcción de un moai

Se iniciaba el tallado desde un costado de la imagen, enfrentando la pared vertical, o hacia abajo, donde existieran
superficies horizontales o incluso bastante inclinadas, con la cabeza hacia arriba o hacia abajo. Los maestros talladores
esculpían la piedra con cinceles de basalto u obsidiana llamados “toki” y se calcula que un equipo de escultores podría
tardar hasta dos años en terminar un moai grande. Primero se esculpía la parte frontal con todos sus detalles excepto la
cuenca de los ojos.

Uno de los misterios sin resolver es saber por qué no extrajeron los grandes bloques en bruto y los llevaron a un lugar
más accesible para que escultores pudieran trabajar de manera más cómoda, y en cambio, ascendían hasta la parte más
alta y difícil del volcán para tallar cada detalle de los moais, incluso los finos rasgos de la cara y las manos, en su lugar de
origen.

En la fase final del trabajo, se cincelaba la espalda para desprender la estatua de la roca madre cortando la quilla que
quedaba a lo largo del eje del cuerpo. Luego, se deslizaba por la ladera hacia la base del cerro, mediante maderos y firmes
cuerdas de fibra vegetal, hasta depositar el moai en un hoyo previamente escavado que le permitía mantenerse de pie.
En esa posición, se terminaría el tallado de la espalda y quedaba listo y en la posición de “caminar” a su destino final.

¿Cómo los movieron?

Aunque muchas teorías se han planteado al respecto, el traslado de estas enormes y pesadas estatuas es todavía el mayor
misterio sin resolver de la Isla de Pascua. Sin embargo, descartando algunas ideas fantasiosas, existe una serie de hipótesis
serias y experimentos que han permitido demostrar que el transporte es factible con los recursos humanos y materiales
con que contaban los antiguos isleños.

Según la tradición, los moai “caminaban”. De hecho, desde la cantera del volcán salían varios caminos destinados al
transporte de las estatuas. Aún hoy es visible la ruta que seguían por la costa sur, en donde se hallan varios moai caídas
hacia delante.

Representación de una de las posibles formas en que trasladaron los moais

Se ha probado que es factible, aunque no muy práctico, hacer “caminar” un moai de unos tres metros de altura,
haciéndolo bascular alternativamente al mismo tiempo que se tira de cada lado de la base hacia delante. Otro
experimento exitoso muestra el traslado de un moai recostado sobre una plataforma de maderos como trineo, que se
tira con cuerdas sobre troncos transversales. Probablemente, desarrollaron distintas técnicas a lo largo del tiempo, en
función del tamaño y peso de los moai, y de los recursos disponibles.
Ya sea de pie o acostado, los moai debieron instalarse sobre una base de troncos a manera de trineo, deslizándolos sobre
troncos transversales, para reducir el roce. Excavaciones recientes en un tramo del camino de los moai entregan datos
nuevos, que obligan a replantear la ingeniería del traslado y a realizar nuevos experimentos. El camino presenta tramos
cóncavos, o con pavimento, pero las huellas de una gran cantidad de troncos instalados de manera vertical, o inclinados,
a ambos lados del camino, parecen indicar que en el transporte eran fundamentales la palanca con troncos resistentes y
las cuerdas de fibra vegetal, del árbol hau hau (Triumfetta semitriloba).

De acuerdo con la información disponible, el traslado de los moai fue la tarea que demandó mayor esfuerzo físico y
destreza técnica. Finalmente, el levantamiento sobre la plataforma debió ser un desafío complejo pero de mayor
paciencia, sobre todo cuando se trataba de poner estatuas muy cerca de otras, en una plataforma elevada, sin ayuda de
cemento o barras de sujeción, ni de poleas. Algunas evidencias indican que el levantamiento de las estatuas se realizaba
mediante la acumulación progresiva de piedras de tamaño medio, hasta levantar una rampa de gran volumen.
Posiblemente, ese mismo material servía para el relleno de la plataforma del ahu.
¿Cuántos moai hay en la isla y dónde están?

Se han registrado unos 900 moai en la Isla de Pascua. De estos, unos cuatrocientos se encuentran en la cantera de Rano
Raraku, 288 asociados a los ahu, y el resto dispersos en distintos puntos de la isla, probablemente abandonados en la
ruta hacia algún ahu. Del total, más de ochocientos fueron tallados en la toba lapilli del Rano Raraku, 22 en traquita
blanca, 18 en escoria roja y 10 en basalto.
Unos 164 moai llegaron a los distintos ahu dispersos en todo el contorno de la isla como formando un anillo sagrado.
Unos pocos llegaron a pequeños ahus en el interior, como es el caso de Ahu Huri a Urenga y Hanga Kio’e . En ocasiones
formaban grupos imponentes, como los 15 moais del Ahu Tongariki, con pesos individuales de más de sesenta toneladas,
los 13 del Ahu Akahanga, o los siete moai del tipo promedio en el Ahu Akivi.
Los millones de golpes de esas pesadas picotas de mano parecen haberse detenido en un solo momento. Cientos de
moai quedaron en distintas etapas del tallado.

Aunque en algunos casos fueron abandonados por problemas técnicos o fracturas, da la impresión de que, por alguna
razón, ese enorme esfuerzo fue interrumpido abruptamente, como si las propias herramientas esperaran la vuelta de los
trabajadores en cualquier momento.

¿Qué tamaño tiene un moai?

La altura media de los moai es de unos 4,5 metros, pero los antiguos especialistas fueron capaces de trabajar y trasladar
dos estatuas de 10 metros de alto, que llegaron al Ahu Hanga Tetenga en la costa sur, y al Ahu Te Pito Kura en la costa
norte, en el sector de La Pérouse, a unos seis kilómetros de distancia de la cantera. El de Hanga Tetenga se encuentra
quebrado en cuatro partes sobre la plataforma y sin cavidades para los ojos, prueba de que no pudieron controlar el
último impulso para ponerlo en posición vertical.

El peso estándar ronda las 5 toneladas y no más de 30 a 40 estatuas pesan más de 10 toneladas. Estas corresponden a la
época de pleno desarrollo de la cultura rapanui llamada Período Ahu Moai situado entre los años 1.500 y 1.600 d.C..

El moai más grande

Moai Te Tokanga en Rano Raraku

En la cantera principal de Rano Raraku quedó sin desprender de su nicho una imagen de 21,65 m, conocida como Te
Tokanga, que habría llegado a pesar más de doscientas toneladas, algo impensable aun para la tecnología más moderna.
Las estatuas de mayor tamaño se encuentran abandonadas en la ladera de la cantera, lo que demuestra que la sociedad
rapanui estaba embarcada en una competencia que, finalmente, se resuelve en el abandono total de estas construcciones
monumentales.
La puesta de ojos y el mana

Moais con ojos restaurados en Ahu Tahai

Una vez que el moai era instalado en su ahu, se le tallaban las cuencas de los ojos y, en una ceremonia ritual, se le
colocaban los ojos fabricados con coral blanco y pupilas de obsidiana, escoria roja o piedras de otro color. En ese
momento se consideraba que el mana del moai revivía y podía proyectarse sobre su tribu para protegerla. Esta es la
explicación de por qué todos los moais miran hacia el interior de la isla, que es dónde estaban los poblados y sus
habitantes, y no hacia el océano.

Hoy, el mana ya no puede actuar. Ningún moai tiene sus ojos originales Tal vez fueron arrojados mar adentro, tal vez
fueron destruidos o se desvanecieron con el tiempo. Nadie lo sabe realmente.

En el año 1978, durante la reconstrucción del Ahu Nau Nau en Anakena, se encontró por primera vez uno de los ojos
originales de un moai, que se expone actualmente en el Museo Antropológico de Hanga Roa.
En el complejo de Tahai se puede apreciar la única estatua con ojos restaurados. En comparación con el resto de los moais
de la isla, parece como si hubiera recuperado la vista y quisiera proyectar de nuevo su poder a los nuevos pobladores y
visitantes.

Los pukaos

Moais con pukaos del Ahu Nau Nau en Anakena

Varios estudios han contabilizado 58 moais con un extraño tocado de color rojo sobre la cabeza. Reciben el nombre
de pukaos, tienen forma cilíndrica y están hechos de escoria roja procedente de la cantera de Puna Pau, un pequeño
volcán próximo a Hanga Roa. Se cree que representa el pelo amarrado en un moño y teñido de ocre, tal como era la
costumbre polinésica y que aún puede observarse.
En la propia cantera, o en transporte, quedaron abandonados 31 pukaos. Las dimensiones de estos cilindros alcanzaban
entre uno y dos metros de alto, por dos a tres metros de diámetro, con pesos de entre nueve y veinte toneladas. Fueron
la máxima expresión del poder de algunos linajes, y en un extraordinario alarde de ingeniería y poder político, levantaron
sobre el moai del Ahu Te Pito Kura, a 10 metros de altura, un cilindro de escoria que pudo pesar más de diez toneladas.

Forma y estética de los moais

En sus inicios los moai eran pequeños, con las cabezas más anchas y con rasgos más naturales y orejas más cortas, pero,
poco a poco, el dominio de la técnica fue estilizando las figuras hasta llegar a la estética de las imágenes clásicas salidas
de las canteras del Rano Raraku, las cuales presentan un patrón claramente definido.
El estereotipo del moai es de forma rectangular, y destaca por la mayor proporción de la cabeza respecto del tronco, con
una nariz alargada en donde las aletas se detallan con finos espirales, boca de labios finos de expresión despectiva, orejas
con largos lóbulos, en los que a veces se aprecian aros cilíndricos. El mentón tiene un borde pronunciado, que a veces
termina en una pequeña barba. Los ojos permanecían “cerrados” hasta que la figura era levantada sobre un ahu.
Los cuerpos fueron diseñados para que la estatua tuviera un bajo centro de gravedad, con un abdomen abultado en el
tercio inferior y una espalda cóncava. La base se corta a la altura de la pelvis, dejando en el frente los genitales masculinos
cubiertos por un taparrabos. Los brazos están pegados al cuerpo y las manos sostienen un vientre ligeramente abultado
con sus pulgares señalando hacia el ombligo, Te Pito, la matriz, que contiene el poder de la vida. Sus dedos alargados y
finos simbolizan a un ser sagrado, intocable, no destinado al trabajo común, sino a la reflexión y sabiduría.

Los pectorales presentan tetillas modeladas como espirales en relieve. Bajo el grueso cuello, se define una línea que
representa las clavículas, y en el centro, la hendidura de la parte superior del esternón. El ombligo está marcado en
relieve, aunque en la mayoría de los casos la erosión ya no permite apreciarlo.

En la antigüedad, probablemente todos los moai que llegaron a levantarse sobre un ahu estuvieron pintados con
pigmentos minerales rojos. Algunos presentan diseños incisos que representan tatuajes en el cuello. En los moai del Ahu
Nau Nau de Anakena se pueden apreciar diseños geométricos en relieve aplicados en la espalda, como un cinto a la altura
de las caderas, diseños en forma de M o Y, así como espirales sobre los glúteos.
Tangata Manu, el hombre pájaro

El culto al manutara

Imagen del Manutara o gaviotín apizarrado

La importancia que tienen los pájaros en la cultura pascuense se manifiesta a través de las numerosas alusiones a las aves
que se encuentran en grabados, pinturas, esculturas y leyendas a lo largo de su historia.
Esta gran relevancia tiene sentido en una isla remota y aislada como Rapa Nui, en la que no existían grandes mamíferos
ni reptiles, y en la que las aves eran los únicos seres vivos cercanos a los humanos, que suministraban además una
interesante fuente de proteínas en forma de carne y huevos.
Más información sobre la fauna de Isla de Pascua

No es extraño por tanto, que surgiera un culto religioso en torno a los pájaros. Existía la creencia de que las aves tenían
una relación mística con los dioses, y especialmente, las aves marinas que unían la tierra, el mar y el cielo.

Manutara, el pájaro de la suerte

No se conoce exactamente cómo surgió el culto al manutara y la competencia del hombre pájaro. Esta creencia giraba
en torno al manutara, que podría traducirse como el “pájaro de la suerte” y que se ha identificado con el gaviotín
apizarrado (Sterna fuscata) , un ave marina migratoria que llegaba a la isla cada primavera para poner sus huevos.
Actualmente ya no es posible ver el gaviotín, porque no anida en la isla desde hace años.

En algún momento de la historia, que algunos estudios sitúan a principios del siglo XVIII, se abandona el culto a unos
ancestros divinizados, representados por los moai, debido a una pérdida de prestigio del antiguo orden político y
religioso.
Una excelente muestra de esta transición entre las antiguas y nuevas creencias es el moai Hoa Hakananaia. En la espalda
del antiguo ídolo se observan relieves que expresan el nuevo culto del hombre pájaro.
Relieves de hombre pájaro y ao en la espalda del moai Hoa Hakananaia | Foto: Museo Británico

Paulatinamente las antiguas creencias se sustituyen por nuevos ritos relacionados con la fertilidad y vinculados a una
única divinidad, el dios creador Make Make.

En un principio, la celebración de la competencia del hombre pájaro tuvo un carácter religioso en honor a Make Make.
Según la tradición, el dios creador había traído los pájaros marinos desde Motu Motiro Hiva (el actual islote Sala y Gómez)
a la isla, donde anidan durante los meses de primavera y verano.

Más tarde, debido al ascenso de los nuevos clanes dirigidos por los matato’a o líderes guerreros, la ceremonia fue
tomando un perfil más político, convirtiéndose en un sistema que permitía a la clase guerrera justificar su poder.
Ahora, los líderes serían elegidos entre los ganadores de una competición anual, y no por motivos hereditarios o bélicos,
lo que era más justo para todas las partes. Con el nuevo método se alternaba el liderazgo entre los diferentes grupos,
en base a una carrera ritual por un huevo. El ganador de esta original prueba era consagrado como el hombre pájaro o
tangata manu, convirtiéndose en el representante de Make Make en la tierra durante un año, tiempo durante el cual su
grupo recibía privilegios especiales.

El camino del Ao, de Mataveri a Orongo

El ritual comenzaba en la aldea de Mataveri, a los pies del volcán Rano Kau. Allí residían, en grandes casas-bote
comunales, los jefes de los clanes más importantes acompañados de sus familias. Durante los meses que pasaban allí, se
organizaban celebraciones con festines y danzas, durante los cuales, según cuenta la tradición, se sacrificaban varias
víctimas de los clanes rivales para luego ser devoradas. Parece que la cercana cueva de Ana Kai Tangata pudo ser uno de
los escenarios elegidos para estas terribles prácticas.
Lee más sobre Ana Kai Tangata

Llegado el momento, los grupos más poderosos liderados por los matato’a, aspirantes al título de hombre pájaro, se
organizaban para participar en la competencia. Unos sacerdotes, llamados “ivi atua”, profetizaban quien sería el elegido
y se designaban a los hopu manu o jóvenes servidores de los líderes, quienes competirían en representación de su clan.
A primeros de Julio, todos los participantes, únicamente masculinos, ascendían por la ladera del volcán Rano Kau hasta
la aldea de Orongo, por un sendero conocido como Te Ara o Te Ao, o “el camino del Ao”.
Posiblemente el nombre proceda del Ao, un tipo de cetro o bastón de mando que se utilizaba en los ritos relacionados
con el manutara. El Aotiene la forma de un remo de unos dos metros de longitud con una pala en cada extremo. Algunos
eran adornados con pinturas de caras esquemáticas, cuyo diseño también se ha encontrado en las losas interiores de las
casas de Orongo.

Por extensión, parece que también se denominaba por ese nombre a los miembros dominantes que tenían el privilegio
de participar.

La aldea ceremonial de Orongo


Casas de piedra en la aldea ceremonial de Orongo

El antiguo culto a los ancestros, que tenía lugar en los centros religiosos de cada familia, se desplaza ahora a un nuevo
centro de competencia anual por el poder instalado en la aldea ceremonial de Orongo.
Aquí vivían temporalmente los contendientes, en una serie de 54 casas de piedra laja construidas en el impresionante
borde del cráter del Rano Kau.
Lee más sobre la aldea ceremonial de Orongo

En el extremo suroeste de la aldea existe aún un conjunto de casas, llamado Mata Ngarau utilizado por los sabios maorí
rongonrongo que recitaban las tablillas y cantaban durante todo el día invocando a Make Make.

Los tres motu o islotes

Vista de los islotes desde Orongo con Motu Nui al fondo

Desde este lugar se tiene la mejor vista de los islotes donde se realizaba la etapa fundamental de la competencia: la
búsqueda del huevo del manutara.

A unos mil metros de la base del acantilado, se observan los tres islotes Motu Kao Kao (“islote agudo”) , Motu Iti (“islote
pequeño”) y Motu Nui (“islote grande”). Aquí llegaban a anidar cada primavera una gran variedad de aves marinas, de las
cuales sólo algunas se pueden observar en la actualidad. Entre las más importantes destaca el pájaro fragata (makohe),
que puede ser visto planeando en solitario y cuya cabeza y pico se asemeja más a los relieves del tangata manu que el
propio manutara o gaviotín en el que se basaba el rito.

La carrera por el huevo sagrado

Los hopu manu nadaban con ayuda de una pora para llegar a Motu Nui

Los hopu manu, verdaderos participantes de la prueba, permanecían en Orongo con sus jefes y demás asistentes hasta
que llegaba la visita del Ariki Henua o gobernante supremo, que les daba la orden de salida.
Entonces, los hopu manu descendían por un acantilado casi vertical de 300 metros hasta llegar a la orilla. Los que
llegaban aquí sanos y salvos, nadaban hasta Motu Nui, el islote más grande y lejano, con ayuda de una pora o flotador
realizado con fibras de totora. El trayecto de más de un kilómetro se realizaba en un mar agitado por fuertes corrientes y
concurrido por tiburones.
Una vez superado el primer tramo de la carrera, los contendientes debían esperar durante varios días o incluso semanas
la llegada de los pájaros, que solía ocurrir a primeros de Septiembre.

En Motu Nui se han encontrado grabados y pinturas en ocho de las más de veinte cavernas que los jóvenes utilizaron
para refugiarse, entre las que destaca un imponente rostro de Make Make pintado de rojo.

Lee más sobre las cuevas de Isla de Pascua

Algunas cuevas fueron acondicionadas como sepulturas y en otra se halló un pequeño moai de basalto que marcaba la
división de la isla por el centro, y que ahora se expone en el Museo Pitt Rivers de Oxford.

Después de una tensa espera, en la que tenían lugar fricciones y escaramuzas por robar los víveres de los rivales, los
pájaros llegaban al islote entre sonoros graznidos para anidar.

¡Afeita tu cabeza, ya tienes el huevo!

Cuando un hopu manu tenía la suerte de conseguir el primer huevo del manutara, se dirigía a un extremo de Motu Nui
donde se encuentra un peñón llamado Puku Rangi Manu. Desde allí, el poseedor del huevo anunciaba su éxito
gritando con fuerza el nombre de su líder y la expresión “Ka varu te puoko” que significa “afeita tu cabeza”.
El emocionante y esperado grito era escuchado por un vigilante que se disponía en una cueva situada en la parte inferior
de la pared del acantilado, conocida como “Haka hongo manu” o “el escuchar de los pájaros”.
El ganador, ponía el huevo sagrado en una banda que amarraba a su frente y se lanzaba al mar para nadar de vuelta a
Orongo. Todavía tenía que esforzarse para presentar el huevo intacto, librarse de los embistes de olas contra las rocas y
evitar despeñarse durante su ascenso. En ocasiones, casi todos los competidores morían durante la prueba.

El ritual del Tangata Manu

Piedra grabada con un hombre pájaro portando un huevo | Foto: Museo Británico

Cuando el hopu manu llegaba por fin a Orongo, entregaba el huevo a su líder convirtiéndose así en el elegido por Make
Make para ser el tangata manu de esa temporada, hasta la siguiente primavera. A modo de “fumata blanca” se
anunciaba el nombramiento encendiéndose una hoguera en el borde opuesto del volcán.
El receptor de ese poder místico o mana, era ungido con los símbolos de su nuevo status. Debía afeitarse completamente
la cabeza, se ponía una peluca de cabello humano y era pintado con los colores rituales, blanco y rojo. Recibía el Ao,
símbolo del poder, y finalmente iniciaba la procesión por el camino del Ao, bajando a Mataveri para continuar su marcha
triunfal por buena parte de la isla.
No se sabe con certeza pero parece que, como recuerdo de cada investidura del hombre pájaro, se tallaba un relieve de
una figura con cuerpo de humano y cabeza de pájaro en las rocas de Orongo y especialmente en las cercanías de las
casas de Mata Ngarau.
Podría ser un gesto de agradecimiento a Make Make por otorgarles su protección y concederles su fortuna, tal como se
sigue haciendo actualmente por parte de los fieles que reciben los dones solicitados a sus santos. Se han contado más de
100 petroglifos del tangata manu esculpidos en las rocas y según esa interpretación indicarían el número de ganadores
de la competencia.

El aislamiento del vencedor

Aunque no se conocen los detalles exactos de los rituales, la tradición cuenta que el tangata manu era considerado
“tapu” o tabú, es decir, persona sagrada durante un año, y nadie podía acercarse o tocarle, ni siquiera su mujer o sus
hijos. Por ese motivo era recluido por al menos seis meses, en Anakena o más frecuentemente en la falda del volcán Rano
Raraku dependiendo del clan al que perteneciese.
Se alojaba en una casa preparada para él, donde se colgaba el huevo vaciado y seco, que compartía únicamente con un ivi
atua. un tipo de sacerdote dedicado exclusivamente a su servicio. El elegido no se bañaba y se pasaba el día durmiendo
durante un encierro bastante monótono que era interrumpido únicamente por las ofrendas de comida que recibía.
Transcurrido el período de un año, el tangata manu dejaba de serlo y regresaba a su vida normal, aunque ya le
acompañaría para siempre el respeto y la consideración de los demás.
El hopu manu también se retiraba de la vida social aunque podía residir en su propia casa, donde se le suministraba
comida que tenía prohibido tocar con la mano que había recogido el huevo sagrado.
A primera vista, parece que el premio para los ganadores no era muy envidiable, pero lo importante era que el poder
otorgado aseguraba los privilegios de su grupo y el control de la producción de alimentos.

Declive y últimas competencias

A pesar de que el sistema creado para repartir el poder representaba una buena solución política, con el tiempo fracasó
ya que el clan vencedor no quería perder los privilegios alcanzados. Para evitarlo, no permitía participar en la
competencia a los otros grupos de los clanes rivales, con lo que se mantenían en el poder durante muchos años.
Lógicamente, esto desencadenó muchos conflictos tribales reflejados en la tradición oral a través de terroríficas
leyendas, en las que no faltan referencias al canibalismo.
En ese contexto, el culto del tangata manu degeneró con los años, introduciendo cambios como el hecho de tener más
de un hombre pájaro por temporada y otras novedades dispuestas a favorecer al clan gobernante. Así fue evolucionando
hasta la llegada de los primeros misioneros que consideraron esta práctica contraria a la fe cristianay terminaron
prohibiéndola.

No existen datos exactos de cuántos años duró este rito. Si se toma por buena la hipótesis de que los relieves de Orongo
representan a los ganadores de cada año, se podría estimar que comenzó a mediados del siglo XVIII.

También se conservan algunos nombres de esos ganadores, recogidos por la investigadora Katherine Roultedge durante
su estancia en la isla, que habrían dado su nombre al año de su “reinado”.

El último tangata manu registrado se llamaba Rokunga, quien habría sido el ganador en el año 1866 o 1867. Con él
termina definitivamente la época antigua, cuando los impactos externos ya habían provocado un tremendo impacto en
la población, el orden social y la cultura.

El recuerdo del hombre pájaro aún vive

A pesar del largo tiempo transcurrido desde la elección del último tangata manu, el espíritu del hombre pájaro aún sigue
muy presente en Isla de Pascua. El recuerdo de esta original ceremonia se puede sentir durante la caminata de ascenso
hasta el volcán Rano Kau por el sendero Te Ara o Te Ao, visitando la impresionante aldea de Orongo o cuando se realiza
un paseo en barca hasta los motu.
Pero la mejor ocasión para revivir la emoción que sentían los participantes de esta competencia extrema, es durante
la Tapati Rapa Nui, que se celebra la primera quincena de Febrero. Varias de las pruebas culturales y deportivas que se
realizan durante el festival más importante de la isla, están inspiradas en la fortaleza y valentía de los antiguos hopu
manu.
Más información del Festival Tapati Rapa Nui

En Noviembre, también se puede apreciar un reflejo de la antigua ceremonia ancestral. Se trata del Koro Nui Tupuna, un
torneo en el que los estudiantes de los colegios pascuenses han de mostrar su destreza en diversas pruebas físicas y
culturales.
Así mismo, la imagen icónica que representa al tangata manu y el manutara impregna muchas de los recuerdos y
souvenirs que se pueden conseguir en Isla de Pascua. Desde preciosas joyas en forma de anillos, colgantes o pendientes
hasta pareos, polos o camisas. Incluso la marca chilena de vinos Manutara se ha inspirado en el antiguo ritual para
nombrar y diseñar las botellas de sus diferentes variedades.
Por último la figura del hombre pájaro volvió a cobrar vida en la película Rapa Nui producida por Kevin Kostner en 1994,
donde en la mejor escena del film, se narra de forma trepidante lo que pudo haber sido esta arriesgada competición.
Música y danzas Rapa Nui

La mayoría de la musica Rapa Nui al igual que las danzas que encontramos actualmente en la Isla de Pascua tienen un
origen polinesio. Las danzas ancestrales se han ido perdiendo o fusionando, aunque aún es posible encontrar música
autóctona enraizada en las leyendas transmitidas oralmente y que son cantos y danzas dedicadas a los dioses, a los
espíritus guerreros, a la lluvia o al amor.
Los Rapa Nui tienen gran habilidad para la música, y los bailes se acompañan por instrumentos ancestrales como
el Hio, una especie de flauta de caña de bambú con agujeros; o el Kauaha que es la quijada del caballo que al golpearse
contra el suelo o la palma de la mano, se producen sonidos característicos.
También se han incorporado instrumentos como el Ukelele o guitarra hawaiana, la guitarra clásica o el Upa-Upa, un tipo
de acordeón.

La población nativa actual de la Isla de Pascua es bilingüe, hablando con facilidad tanto español como Rapa Nui o
pascuense, que es la lengua usada comúnmente por los isleños en su ámbito familiar y coloquial. El español es usado para
interactuar con los habitantes de la isla provenientes de Chile continental y con los visitantes.
El Vananga Rapanui (el hablar de los Rapanui) es una lengua de raíz polinesia y es hablado exclusivamente por
los Rapanui, con un total de unos 3.000 hablantes en todo el mundo, que viven mayormente en la Isla de Pascua. A pesar
de esta raíz y de estar muy emparentada con el tahitiano y el marquesano, la lengua Rapa Nui es independiente y
autóctona ya que, otra vez, el aislamiento de la isla, produjo características únicas en su idioma.

El idioma Rapa Nui usa sólo diez consonantes y cinco vocales, lo que lo hace difícil de aprender porque muchas palabras
se escriben y suenan demasiado parecidas. Por otro lado, la fonología del Rapa Nui se parece mucho al maorí
neocelandés, lo que ha dado lugar a la especulación de que los primeros navegantes que colonizaron la Isla de
Pascua podrían ser los mismos que llegaron a Nueva Zelanda.

Actualmente, la que se conoce como la lengua Rapa Nui moderna, está muy influenciada por el tahitiano. Además ha
sufrido grandes transformaciones por el contacto foráneo, generándose préstamos lingüísticos del inglés, francés y
español, sumado a la incorporación de palabras que identifican invenciones recientes como avión o automóvil, que se
han introducido directamente en el lenguaje.

Con el paso del tiempo y la influencia de estas lenguas foráneas, el idioma Rapa Nui estuvo en peligro de extinguirse. En
la década de 1960 el español cobró gran relevancia por la llegada de la administración chilena y con ella de población
hispano-hablante. Los matrimonios mixtos y el incremento del turismo ocasionaron que muchos jóvenes Rapa Nui
crecieran como hablantes nativos de español, dejando de lado el aprendizaje de su lengua madre.

Afortunadamente para el idioma, durante las últimas décadas el pueblo Rapanui ha vivido un proceso de reafirmación
étnica que los ha llevado a valorarse como pueblo originario. Esta autovaloración ha generado una reivindicación cultural
que refuerza, entre otras cosas, la asociación del lenguaje a su propia identidad.

Diccionario Rapa Nui

Algunas palabras y frases útiles:

Iorana -> Hola / Buen día / Adios


Pehe koe? -> ¿Cómo estás?
Riva riva -> Muy bien
Ana hanga koe -> Por favor
Mauru-ur -> Gracias
To’oku ingoa ko… -> Me llamo…
To’oku henua ko… -> Soy de…
Éé -> Sí
Ina -> No
E hia moni…? -> ¿Cuánto cuesta…?

Religión y creencias
La vida de los habitantes de la Isla de Pascua, al igual que en las culturas polinesias, estaba organizada en torno a su
religión y creencias espirituales. Estas creencias y su evolución, marcaron de manera significativa el curso de la historia.
Los ritos religiosos comenzaban desde el nacimiento, en el momento del corte del cordón umbilical, y se extendían a lo
largo de toda la vida, existiendo ritos para el primer corte de pelo, los primeros tatuajes así como ritos de iniciación y de
entrada en la edad adulta.

Pero quizá los ritos más importantes y que marcaron más el arte y la historia Rapa Nui, fueron los relacionados con la
muerte. Los Rapa Nui creían que los espíritus de sus antepasados tenían la capacidad de acudir en su ayuda en caso de
ser necesario ya que el espíritu permanecía rondando a sus parientes por largo tiempo antes de partir definitivamente.
Esta energía espiritual o mana, atribuida sobre todo a los jefes y personas importantes de la comunidad tenía la capacidad
de influir en los acontecimientos por mucho tiempo.

Rito funerario de los antiguos Rapa Nui

Este culto a los ancestros hizo que se desarrollara un rito funerario que consistía en envolver los cuerpos en telas
vegetales, y exponerlos al aire libre en el interior del ahu hasta su total descomposición. Finalmente, los huesos del
difunto eran lavados y depositados en una cámara funeraria en el mismo ahu, para que el espíritu se encuentre con sus
antepasados.

Pero por sobre todas las cosas, el culto a los antepasados dio origen a la representación más característica que se conoce
de la Isla de Pascua, los moais. Cuando moría un jefe de tribu o alguno de sus miembros importantes, se mandaba a
esculpir un moai en la cantera de Rano Raraku y luego era trasladado a su aldea para ser colocado sobre un ahu o altar
ceremonial. Una vez en su altar, se le colaban el Pukao(especie de sombrero tallado en escoria roja) y los ojos, momento
en el cual el moai adquiría su mana y ejercía su poder. Llegaron a haber más de 300 ahus en toda la isla y más de 600
moais, principalmente en zonas costeras y siempre mirando en dirección a su aldea, a la que le conferían protección.
Pero la crisis y los conflictos entre la población, por la escasez de alimentos, que se dio entre los siglos XVII y XVIII ocasionó
la decadencia de la época de los moais y del culto a los antepasados, dando paso a un nuevo orden político y religioso.
Se impone con más fuerza la creencia en Make-Make o dios creador y es en este momento en que se da inicio a la
ceremonia del Tangata Manu u Hombre-Pájaro, a través de la cual se elegían a los gobernantes de la isla. De esta manera
la clase guerrera adquiere también el poder político, ya que la competición por el primer huevo del manutara(gaviotín
pascuese) exigía una gran fuerza y destreza física.
Existieron también una serie de prohibiciones y preceptos, que rigieron el día a día de los Rapanui que eran conocidos
con el nombre de tapu (tabú). Los tapu eran prohibiciones para hacer determinadas cosas como por ejemplo cortarse el
cabello, o determinar zonas vedadas por derechos pesqueros u otras circunstancias. El término tapu también existe en
otras culturas Polinesias y se usa de la misma manera, para señalar que algo es sagrado o está prohibido, lo que refuerza
(entre otras cosas) la teoría del origen polinesio de los Rapa Nui.

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