Está en la página 1de 1

Querido Tú:

Ha pasado el tiempo y sigo sin poder olvidarte. No sé si a ti te ocurrirá lo mismo. No me


importa si no es así. En realidad este amor ha llegado a ser lo que fue por mi tendencia natural
al romanticismo subrogado, unidireccional pero autocomplaciente y al amor no
correspondido. Llevo la tragedia griega en la sangre y creo que desde siempre supe que esto
terminaría en el puñado de cenizas que forman hoy los recuerdos de lo que, con una intriga un
tanto deshonesta, vinimos a bautizar en otro tiempo como “lo nuestro”.

No tendrás queja. Te prometí no volver a molestarte con mis laberintos emocionales (todos
acababan en ti) y he cumplido mi promesa casi al pie de la letra. Estoy orgullosa de mis logros.
Ya sé que volví a contactar contigo, a sabiendas de que no ibas a entender mis debilidades a la
hora de zanjar relaciones tóxicas, pero me resistí justo hasta donde pude, aunque -como
demostró la evidencia- no fue suficiente.

Me he visto quemando los últimos cartuchos: un poco desesperada y un mucho abandonada a


la suerte de mis creencias pretendiendo que esto vuelva a ser lo que fue, en medio de un sinfín
de dudas, tan oceánica, tan extenuada, tan desinhibida para confesar sentimientos… que a
veces no me reconozco, si no es porque alguien me llama por mi nombre y atiendo como los
perros viejos casi ciegos que acuden al "bulto" acercándose a cualquiera que les da de comer
un mendrugo de pan y tienen que elegir entre el desierto y la nada.

Sé que te desconcierto y que ya no confías en mi palabra. Sé que dije lo que dije, pero también
sé que soy lo que soy y no puedo renegar de ello. Cada adiós es una bofetada por tu parte y un
nuevo intento por la mía. Se me están acabando las excusas para traerte a mí. Pienso que hay
esperanza, que no todo ha terminado, aunque sé que me engaño, pero quiero pensar así.
Quiero creer que el tiempo es nuestro aún, que una vida mejor y juntos es posible y nos espera
y que detrás de cada desastre emocional hay un haz de luz que nos marca el camino hacia el
otro.

Dios escribe con renglones torcidos pero trata de hacernos coincidir en algún punto de
nuestras vidas por muy complicado que parezca. Lo sé y te busco. Tal vez también tú lo sepas y
me busques a tu manera en medio de este caos, en medio de esta guerra, y por eso no hayas
cerrado definitivamente la puerta.

También podría gustarte