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Galeno (130 a 210 a.C.), médico griego emigrado a Roma y representante de la escuela
hipocrática, fue, más que cualquier otro, quien mejor mostró la brillante posición de la cirugía
reparadora durante el esplendor de la Roma imperial. Este autor daba instrucciones muy
detalladas respecto a la reparación de los defectos de la nariz, oreja y boca. Sus enseñanzas,
mezcladas con supersticiones, quedaron consagrados y fueron causa de un retraso considerable
en el progreso médico. Poco tiempo después de su muerte, la caída del Imperio Romano bajo la
dominación de los bárbaros llevó a Europa a la oscuridad de la cultura y los conocimientos sobre el
transplante de tejidos fueron olvidados. En la edad media no se dieron nuevos avances en el
campo de la cirugía e, incluso, la actividad quirúrgica fue considerada como “indigna del médico” y
abandonada en manos de los cirujanos inferiores y vagabundos (Giovanni de Vigo).
Fue en 1492 cuando Branca de Catania, “doctor para heridos”, reintroduce el antiguo método
indiano de los colgajos, tomados de las regiones adyacentes, para la reparación de los defectos de
la cara. Gasparo Tagliacozzi (1546-1549), profesor de anatomía en Bolonia, fue el primero en
describir, científica y fisiológicamente la realización de un colgajo del brazo para la reconstrucción
de la nariz. Atacado por los teólogos de su tiempo, esta cirugía fue abandonada hasta el siglo XVIII,
cuando, a través de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales, llegaron noticias de la utilización
por los indianos de los colgajos de piel de la cabeza. Influenciados por estas noticias, Von
Graefe (1816) y Dieffembach (1829) en Alemania, Lisfranc (1826) en Francia, Carpue (1841) en
Inglaterra y Warren(1847) en América, comenzaran a practicarla. Soth ya escribía en 1847 que “los
colgajos eran de uso tan común en Inglaterra que ya no se hacían comunicaciones sobre tal
operación”.
Sin embargo, es solo a partir de la 1ª Guerra Mundial cuando se consigue simplificar conceptos y
sistematizar métodos, abriéndose nuevas perspectivas para el desarrollo de la
técnica. Filatov (1917) y Gillies (1920), independientemente, idearon los injertos tubulares, que
permitieron aumentar las proporciones de los colgajos, asegurando una mejor vascularización (x-
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Desde entonces ha evolucionado mucho la técnica de la realización de los colgajos. Gracias a los
nuevos conocimientos anatómicos y fisiológicos de la vascularización, a los colgajos de piel se
sumaron los colgajos musculares, miocutáneos, fasciocutáneos, y, gracias a los avances
tecnológicos, en la actualidad se están realizando con altos márgenes de éxito colgajos
compuestos transplantados con técnicas microquirúrgicas.
Concepto
El colgajo es una unidad de piel y tejido subcutáneo que es transferido de un sitio donante a un
sitio receptor manteniendo flujo sanguíneo a través de un pedículo vascular. Los colgajos
compuestos contienen músculo, hueso, fascia o cualquier combinación de estos, además de piel y
tejido subcutáneo.
Reciben su irrigación a través de perforantes musculocutaneos que conectan con los plexos
dermicos y subdérmicos.
Reciben su irrigación a través de una arteria cutánea directa que conecta con los plexos dermicos y
subdermicos.
1. Directamente: del tronco, extremidad superior (cross arm), extremidad inferior (cross leg).
- Libres:
Se utiliza en cobertura de pared toráxico, cabeza y cuello, región abdominal lateral, dorso y
extremidad superior. Reconstrucción de mama y pared abdominal.