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EL PENSAMIENTO Y LA EXIGENCIA DE

DISCONTINUIDAD

I A POESÍA TIENE una forma; la novela tiene una 'forma.1 La


-*^ búsqueda, aquélla en que está en juego el movimiento de to-
da búsqueda, patece ignorar que no tiene forma, o, lo que todavía
es peor, se niega a interrogarse sobre la forma que extrae de la
tradición. Aquí, "pensar" equivale a hablar sin saber en qué len-
gua se está hablando, ni qué retórica se está empleando, e incluso
sin presentir 'la significación con que la forma de este lenguaje y
de esta retórica sustituye a aquella que quisiera decidir el "pen-
samiento". Pueden usarse palabras sabias, conceptos forjados en
vista de un saber especial, y esto es legítimo. Pero generalmente
la forma con que se aclara lo puesto en duda dentro de la bús-
queda, sigue siendo la de un exposi . El modelo es la dis
tación escolar y universitaria.
•Tal vez estas observaciones valgan, antes que nada, para los
tiempos modernos. Existieron grandes excepciones, y habría que em-
pezar pot recordarlas, tratando luego de interpretarlas. Trabajo que
merecería un largo estudio. Al azar de una memoria no erudita,
citaré los viejos textos chinos que están entre los más significativos,
algunos textos del pensamiento hindú, el primer lenguaje griego, in-
cluso el de los diálogos. Dentro de la filosofía occidental, la Suma
'de Santo Tomás, por su forma rigurosa, de una lógica determinada
y de un modo de interrogar que, en verdad, es una forma de res-
puesta, aparte de afirmar la filosofía como institución y enseñanza.
Por el contrario, los Ensayos de Montaigne 'escapan a la exigen-
cia de! pensamiento que pretende situarse dentro de la Universidad,
Con Descartes, aunque tan sólo fuese por la libertad de su forma,
es importante el Discurso del Método, puesto que esta forma dejó
de ser la de una simple exposición para convertirse en la descrip-
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ción del movimiento mismo de una búsqueda, búsqueda que une idealista, confirmaría la ¿"relaciones que ésta mantiene con la Uni-
pensamiento y existencia dentro de una experiencia fundamental; versidad. A partir de Kant, el filósofo es ante todo un profesor.
la de lograr un avance, es decir, de un método; y ese método Hegel, en quien se concentra y se cumple la filosofía,'es un hom-
como conducta, como el modo de comportarse y de avanzar de bre cuya ocupación consiste en hablar desde lo alto de una cá-
alguien que se interroga. tedra, en redactar cursos y en pensar sometiéndose a las exigencias
Dejemos que pasen los años. Un telexamen que propongo a los de'esta forma magistral. No digo esto con intenciones desprecia-
investigadores, nos instruiría mucho. Pero anotaré esto que vale tivas. Ese encuentro de ía sabiduría y de la Universidad tiene mu-
para las épocas más diversas: la forma dentro de la cual el pen- cho sentido. Es evidente que la necesidad de ser filósofo a título
samiento se encamina hacia lo que busca, muchas veces está vincu- de profesor, que es como dar a ¡a búsqueda filosófica la forma de
lada a la enseñanza. Así fue incluso en los más antiguos. No sólo una exposición continua y desarrollada, —no puede quedar sin con-
enseña Heráclíto, sino que el sentido del lagos, que está propuesto secuencias. Pero ¿no está Kierkegaard? ¿no está Nietzsche? Desde
cuando habla, quizá podría caber dentro cíe la palabra "lección", luego. Nietzsche también fue un profesor, después tuvo que re-
esto es, la cosa que- se dice a varios con el fin de que alcance nunciar a serlo y por diversas razones, una de ellas bastante re-
a todos; "la conversación inteligente", diálogo que sin embargo veladora: ¿cómo habría podido ubicarse dentro de la enseñanza,
tiene que volver a ubicarse dentro del ámbito institucional sagrado.2 y ponerse de acuerdo con las necesidades de ¡a palabra universitaria,
Sócrates, Platón, Aristóteles: con ellos, la enseñanza es filosofía. un pensamiento viajero que se cumple por fragmentos, es decir,
Kntnnces se manifiesta la institucionalización de la filosofía, la que por afirmaciones separadas y que exigen la separación, tal como
más tarde recibe su forma de la institución preestablecida dentro Así habló Zaratustra? Aquí se rechaza la manera noble de estar
de cuyo ámbito se instituye, esto es: Iglesia y Estado. Los siglos juntos y pensar juntos según la división maestro/discípulo que —tal
XVII y XVIII lo confirman por las excepciones estallantes que vez sin razón— pretende mantener la Universidad. Con Nietzsche,
.señalan en uno de sus sentidos una ruptura con la fílosofía-ense- aparece algo insólito, 3 tan insólito como cuando ía filosofía utilizó
naii/a. Pascal, Descartes y Spinoza son unos disidentes cuya fun- la máscara de Sade, quien ya no representa al hombre ex cátedra,
ción oficial no es la de aprender enseñando. Pascal puede escribir sino al hombre hundido de las cárceles. Sin embargo, de' ahora en
una apología, un discurso unido y coherente.destinado a enseñar adelante, el filósofo no puede dejar de ser profesor de filosofía.
las verdades cristianas y a convencer a los libertinos, pero su discur- Kierkegaard engendra grandes universitarios. Cuando, en el año
so, por ia doble disidencia del pensamiento y de la muerte, se 1929, Heidegger plantea el problema "¿Qué es ía metafísica?" lo
manifiesta como dis-cursus, curso desunido e interrumpido que, por hace a través de una lección inaugural en la Universidad de Fri-
primera vez, impone la idea de fragmento como coherencia. En burgo, mientras se interroga sobre la comunidad de profesores y
el siglo XVIII, el escritor correrá la suerte de la misma filosofía estudiantes que constituye la organización técnica de las Facultades
(al menos en Francia). Escribir es filosofar. En aquel entonces la —con lo cual, además, la pone en tela de juicio—. Y gran parte
enseñanza es el movimiento breve de las cartas que se envían (así de su obra está hecha de cursos y trabajos universitarios.4
COmcT también en el siglo anterior), de los libelos que se difunden, Las posibilidades formales que se ofrecen al hombre de la bús-
de los opúsculos que se distribuyen. En fin, Rousseau es e! gran queda, podrían reducirse a cuatro: 1? Enseña; 2° Es hombre de
filósofo, y parte de su palabra se dedica a modificar las costum- ciencia, y esta ciencia.se relaciona con formas siempre colectivas
bres pedagógicas, dado que ya no es el hombre, sino la naturaleza de la búsqueda especializada (psicoanálisis —ciencia de la no-cien-
cia—, ciencias humanas, búsquedas científicas fundamentales); 3°
El gran período de la filosofía, el de la filosofía crítica e Asocia su búsqueda a la afirmación de una acción política; 4" Es-
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está destinado a allanar el ámbito de las relaciones, sino a tras-
cribe.
tornarlo; no a facilitar los caminos del saber, sino, en un princi-
Profesor; hombre de laboratorio; hombre de la praxis; escri-
pio, a hacerlos no sólo más difíciles, sino propiamente infran-
tor. Tales son sus metamorfosis. Hegel, Freud y Eínstem, Marx y
queables; lo que se muestra bastante bien en la tradición oriental
Lenín, Nietzsche y Sade.
del magisterio. El maestro no da a conocer nada que no quede
Decir que esas cuatro maneras de ser fueron siempre asociadas
determinado por lo "desconocido" indeterminable que representa;
(que Pitágoras enseña, elabora una teoría unitaria del universo
desconocido que no se afirma a través del misterio, el prestigio,
y crea una especie de partido religioso y político) y sugerir así
la erudición del que enseña, sino por la distancia infinita entre
que nada cambia, es igual que no decir nada. Apartemos seme-
A y B. Ahora bien, conocer por !a medida de lo "desconocido",
juntas comparaciones que carecen de fuerza. Sería más importante,
¡r a la familiaridad de las cosas conservando su extrañeza, refe-
más difícil también, interrogarse sobre las relaciones antiguas y
rirse a todo por la misma experiencia de la interrupción de las
constantes de la filosofía con la enseñanza. A primera vista, se
relaciones, no es más que oír hablar y aprender a hablar. La rela-
puede responder: enseñar es hablar, y el hablar de la enseñanza
ción del maestro con el discípulo es la misma relación de la
corresponde a una estructura original, la de la relación- maestro/
palabra, cuando en ésta lo inconmensurable se hace medida y la
discípulo. Por un lado, se trata de la comunicación oral en lo que
irrelación, relación.
tiene de específico; por el otro, se trata de cierta anomalía que
Pero, como es fácil concebirlo, una doble alteración amenaza
afecta lo que puede llamarse (cuidándose de todo sentido realis-
el sentido de esa extraña estructura. A veces lo "desconocido"
ta): el espacio interrelacional.
se limita a ser el conjunto de las cosas que todavía no son cono-
Comprendamos que e! filósofo no es solamente aquel que ense-
cidas (esto es, nada más que el objeto mismo de la ciencia). A
ña lo que sabe; comprendamos también que no es suficiente atri-
veces lo "desconocido" se confunde con ía persona del maestro, y
buir al maestro un papel de ejemplo y definir su vínculo con el
entonces se vuelven principio de sabiduría su valor propio, su
alumno como un vínculo existencial. El maestro representa una
valor de ejemplo, sus méritos de gurú y de zaddik (su trascenden-
región absolutamente distinta del espacio y el tiempo. Ksto sig-
cia de maestro), y no la forma del espacio interrelacional del
'nifka que existe, a causa de su presencia, una disimetría en las
que resulta uno de los términos. En ambos casos, la enseñanza
relaciones de comunicación; es decir que, allí donde él está, "el
deja de corresponder a la exigencia de !a búsqueda.
campo de las relaciones cesa de estar unido y presenta una dis-
torsión que excluye toda relación recta e incluso la reversibilidad
De las" observaciones anteriores, retengamos dos indicaciones.
de las relaciones. La existencia del maestro revela una estructura
Lo desconocido que se pone en juego dentro de la búsqueda
singular del espacio interrelacional, de lo cual resulta que la dis-
no es ni objeto ni sujeto. La relación de palabra en la que se
tancia del alumno al maestro no es la misma que la del maestro
articula lo desconocido es una relación de infinitud; de lo que se
al alumno —y más aún: que existe entre el punto ocupado por
desprende que la forma en la que se efectuará esta relación debe
el.maestro, el punto A, y el punto ocupado por el discípulo, el
tener, de algún modo, un índice de "curvatura" tal que las rela-
punto B, una separación y algo así como un abismo, separación
ciones entre A y B no sean nunca directas, ni sistemáticas, ni
que será, desde ahora, la medida de todas las otras distancias
reversibles; no formen un conjunto y no se ubiquen en el mismo
y de todos los otros tiempos. Digamos con más exactitud que la
tiempo y, por lo tanto, no sean ni contemporáneas ni conmensu-
presencia de A introduce en B, y por consiguiente también en A,
rables. Problema en el que puede verse cuáles son las soluciones
una relación de infinitud entre todas las cosas y, ante todo, en
que tal vez puedan no convenir: por ejemplo, un lenguaje de
el habla que asume esta relación. De esta forma, el maestro no
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afirmación y respuesta, o bien un lenguaje lineal con desarrollo nidas." Por lo tanto, habrá que esperar a la dialéctica hegeliana
simple, un lenguaje en el que no se pusiera en juego el mismo para que la continuidad, gestándose a sí misma, yendo del centro
lenguaje. a la periferia, de lo abstracto a lo concreto, dejando de ser tan
Pero lo notable, y también lo comprensible, es que se. buscan sólo la continuidad de un conjunto sincrónico, anexándose, al
soluciones en dos direcciones opuestas. Una supone la exigencia contrario, el "parámetro" de la duración y de la historia—, se
de una continuidad absoluta y de un lenguaje que podría llamarse constituya como una totalidad en movimiento, finita e ilimitada,
esférico (cuya fórmula fue propuesta por Parménides); otra im- según la exigencia circular que responde tanto al principio del
plica la exigencia de una discontinuidad más o menos radical, la- entendimiento —que no se 'satisface sino con la identidad por
de una literatura de fragmento (capaz de predominar tanto en los la repetición— 'como al principio de la razón que exige la supe-
pensadores chinos como en Heráclito) y los diálogos de Platón tam- ración por la negación. Aquí, se ve que la forma de la búsqueda
bién se refieren a ella; Pascal, Nietzsche, Georges Bataille, Rene y la búsqueda en sí coinciden o deberían coincidir con la mayor
Char evidencian su persistencia esencial, e, inclusive, la decisión exactitud. Es más, el habla de la dialéctica no excluye, 'sino
que en ella se prepara. Ambas direcciones se imponen alternati- que procura incluir el momento de la discontinuidad: ella va de
vamente, y esto, en última instancia, es perfectamente concebible. un término a su contrario, por ejemplo del Ser a la Nada; pero
Pero volvamos a la rejación maestro/discípulo, por cuanto sim- ¿qué hay entre los dos opuestos? Una nada más esencial que la
boliza la relación que se pone en juego dentro de la búsqueda. Nada misma, el vacío del intermedio, un intervalo que siempre
Esa relación es tal que incluye la ausencia de medida común, se ahonda y al ahondarse se hincha,.esto es, la nada como obra
la ausencia de denominador común y, por lo tanto, de relación y movimiento. Desde luego, el tercer término, el de la síntesis, ,
entre los términos: relación exorbitante. De allí el afán de señalar llenará aquel vacío y colmará el intervalo, aunque en principio
ya. sea la interrupción y ¡a ruptura, ya sea la densidad y la pleni- no lo hace desaparecer (porque todo se detendría en seguida),
tud del campo que resulta de la diferencia y de la tensión. Sin sino que, al contrarío, lo mantiene y (o cumple a la vez, reali-
embargo, también se comprende que la continuidad corra el ríes- zándolo en eso mismo que está faltando y que así hace de la
•j¡o de ser sólo la de un desarrollo simple, suprimiendo la irregu- falta un poder, otra posibilidad.
laridad de la "curvatura", o que la discontinuidad corra el riesgo Paso formalmente tan decisivo que la filosofía parece tener
de, ser la mera yuxtaposición de términos indiferentes. La conti- que asentarse dentro de su movimiento. Sin embargo, en segui-
nuidad no es nunca suficientemente continua, al ser soto de su- da varias dificultades harán explotar esa forma. Una es que la
perficie y no de volumen, y la discontinuidad no es nunca sufi- parte de discontinuidad se revela como insuficiente. Dos opuestos,
cientemente discontinua, pues'logra tan soló una discordancia mo- —porque tan sólo son opuestos—, todayía están muy próximos;
mentánea y no una divergencia o diferencias esenciales. la contradicción no representa una separación decisiva; dos ene-
Con Aristóteles, el lenguaje de !a continuidad se convierte en migos ya están comprometidos en una relación de unidad, mien-
lenguaje oficial de ía filosofía, pero, por un lado, esa continuidad tras que la diferencia entre lo "desconocido" y lo familiar, es
es la de una coherencia lógica reducida a los tres principios de infinita. De allí que, en la forma dialéctica, siempre el momento
identidad, no-contradicción y tercero excluido (por consiguiente, de la síntesis y de la reconciliación termine por predominar.
coherencia con determinación simple) y, por el otro, no es ni Formalmente, esa puesta fuera de combate de la discontinuidad
realmente continua, ni meramente continua, en la medida en que se traduce por la monotonía del desarrollo en tres tiempos (que
el Corpus del saber que instituye Aristóteles no es más que un reemplaza la retórica clásica de las tres partes del discurso},
conjunto mal unificado, una suma disonante de exposiciones reu- mientras que institucionalmente desemboca en la identificación de

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la Razón con el Estado y en la coincidencia de la Sabiduría con tinuidad que no sería, e;i verdad, más que un agradable entre-
la Universidad. tejido de rayas gruesas y delgadas. En el texto que estoy escri-
Ese último rasgo no es secundario. No deja de ser significativo biendo, las frases se siguen y se ligan más o menos como se debe;
que el Sabio acepte desaparecer en esta institución que se llama los cortes por párrafos no son más que cortes por comodidad;
llttiversitas, tal como se organiza en el siglo XIX. Entonces la hay un movimiento seguido destinado a facilitar la continuación
Universidad no es más que una suma de saberes determinados, de la lectura, pero ese movimiento seguido, sin embargo, no pue-
cuya única relación con el tiempo es la de un programa de estu- de proponerse como continuidad verdadera. Recordemos que, en
dios. El habla que enseña no es en absoluto la que nos reveló la literatura moderna, la preocupación por un habla profunda-
lu estructura maestro/discípulo como adecuada para abrirse a una mente continua fue la que primero dio lugar, en Lautréamont, en
ruptura fundamenta!, sino que se contenta con la tranquila con- Proust, después en el surrealismo, en Joyce, a obras evidente-
tinuidad discursiva. El maestro competente habla ante un audito- mente escandalosas. El exceso de continuidad molesta a! lector y
rio interesado, eso es todo. Basta con evocar la nivelación "de rela- molesta, en el lector, Jas costumbres de la comprensión regular.
ciones que ]a oposición ligeramente superior de! conferencista Cuando André Bretón abre e! espacio de nuestros libros 'a lo
frente a un grupo de estudiantes dóciles introduce en el lenguaje que llama "Id continuidad absoluta", cuando induce al que escri-
filosófico, para que se empiece a comprender cómo el filósofo be a confiar "en el carácter inagotable del murmullo", entonces
convertido en profesor—- determina un aplastamiento tan visi- molesta nuestras maneras de leer, justamente porque la mente,
ble de [a filosofía; por su parte la dialéctica no dejará de romper en su andar medido y metódico, no podría afrontar la intrusión
mu lo que le parece ser el idealismo de la palabra, a fin de llegar inmediata de la totalidad de lo real (real que es precisamente la
u las divisiones más serias de la lucha revolucionaria. imposible continuidad de lo "real" y lo "imaginario"). Como
Uno de los problemas que se plantea al lenguaje de la bús- siempre, ¡a ambición surrealista nos ayuda bastante a comprender
queda está ligado a esa exigencia de discontinuidad. ¿Cómo hablar qué es lo que permanece implícito en ese juego. La escritura
ilc modo que el habla sea esencialmente plural? ¿Cómo puede automática quisiera permitir la comunicación inmediata de cuanto
«firmarse la búsqueda de un habla plural, que no se fundamente es; no sólo lo permite, sino que resulta, en su continuidad sus-
ni en igualdad y desigualdad, ni en predominio v subordinación, tancial, la continuidad absoluta de cuanto es; lo es imaginariamen-
ni en -mutualidad recíproca, sino en disimetría e irreversibilidad, te; se trata de una maravillosa búsqueda de inmediación. (Por
do manera que, entre dos hablas, siempre esté implicada una rela- eso, tal vez, el malentendido que acercó ese movimiento al movi-
' mn de infinitud como movimiento de la significación misma? miento hegeüano, cuando no hay filósofo más hostil al prestigio
O también ¿cómo escribir para que la continuidad del movimien- de lo inmediato que Hegel; sin embargo queda el que ambos
to de la escritura pueda dejar intervenir, fundamentalmente, la buscan la continuidad: pero, para la poesía surrealista, ésta no
interrupción como sentido y la ruptura como forma? Por el roo- puede darse sino inmediatamente; para Hegel no puede ser más
nicnio, aplacemos ía aproximación a este problema. Tan sólo note- que obtenida; producida;, es un resultado.6 Pero también se intuye
nuis que cualquier lenguaje en que se trata de interrogar y no a qué postulado parece corresponder tal aspiración a la continui-
> l i responder, es un lenguaje ya interrumpido, más aún, es un dad absoluta. La realidad misma —el fondo de las cosas, lo
HDguaje en que todo empieza por la decisión (o la distracción) "cuanto es" en su profundidad esencial— sería absolutamente
(le un vacío inicial. continua, postulado tan antiguo como el pensamiento.
Pero también notaremos que la escritura •—ya sea la de ensayo Es la gran esfera parmenídica, el modelo del universo de
o de novela-— corre el riesgo de limitarse a una supuesta con- Einstein. De lo cual resultaría que sólo las modalidades de nues-
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tro conocimiento, las estructuras de nuestros sentidos y de nues-
tros aparatos, las formas de nuestros lenguajes, matemáticos y no
1. O, por decirlo mejor, la poesía, la novela, es forma, palabra que en-
matemáticos, nos obligan a descifrar o a recortar esa hermosa túni- tonces, lejos de aclarar, lleva el todo de la interrogación.
ca sin costura. Pero ¿qué significa esto? ¿Habría que ver en la 2. Esto, por lo menos, es la interpretación de Clémence Rammoux (He-
discontinuidad una señal de la desgracia del entendimiento y de
la comprensión analítica y, más generalmente, un defecto de la 3. Lo que se expresa en ¡a forma trág ico -paródica, en la última carta a
Burekhardt: "Querido Señor Profesor, a fin de cuentas quisiera más
estructura humana, marca de nuestra finitud? A no ser que debié-
ramos atrevernos a una conclusión muy distinta y muy turbadora, 4. Pero, hay que añadirlo de inmediato, una de las características de la
tal vez formulable asi: ¿por qué, a! suponer que lo discontinuo filosofía tal como se manifiesta con Heídegger puede expresarse así:
sea propio del hombre y su obra, no revelaría ese hombre que Heidegger es esencialmente un escritor; y por esto también, respon-
el fondo de las cosas, al que de algún modo debe pertenecer, sable de una escritura comprometida [lo que implica, además, la me-
dida de su responsabilidad política).
tiene que ver tanto con la exigencia de discontinuidad como con
5. Ese defecto, suponiendo que lo sea, se explica en parte por este
U de unidad? Conclusión turbadora, turbia también, y que desde hecho: no disponemos de los textos de Aristóteles, sino de los apun-
ahora procuraremos aclarar añadiendo esto: cuando se habla del tes de curso, de los "cuadernos" de sus alumnos.
hombre como de una posibilidad no unitaria, no significa que per- 6. Véase más adelante el texto dedicado al "porvenir del surrealismo":
manezca en él alguna existencia bruta, alguna naturaleza oscura, parece que el requerimiento surrealista, por cuanto provoca lo desco-
irreductible a la unidad y al trabajo dialéctico: esto es algo fuera
ideología de lo continuo.
de discusión. Ello quiere decir que, por e! hombre (o sea no 7. Cuando se supone (casi siempre implícitamente) que lo "real" es con-
tanto por él sino por el saber que encierra y por la exigencia
de la palabra siempre ya previamente escrita), podría anunciarse
una relación muy distinta que encauzase al ser como continuidad,
experiencia pura, pura afirmación empírica. Pero lo "continuo" no es
unidad o concentración del ser, o una relación que se exceptuase
más que una ideología avergonzada de sí misma, igual que el empí-
de la problemática del ser y plantease un problema que no sea
problema del ser, Entonces, al interrogarnos sobre esto, saldríamos Recuerdo lo que permitió plantear la teoría de los conjuntos: con-
no sólo de la dialéctica, sino también de la ontología.7 trariamente a una larga afirmación, hay una potencia de infinito que
eleva la infinitud por encima de lo continuo, o también lo continuo

J, Vuillemin, "lo infinito es un género dentro del cual lo continuo


es una especie" (Filosofía del álgebra).

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