Está en la página 1de 320

.

Taller 34
Repensar el fascismo español: nuevos enfoques y perspectivas
Coordinadores: Zira Box y Julián Sanz Hoya (Facultat Geografia i Història, Universitat
de València)
zira.box@uv.es; julian.sanz@uv.es

Textos aceptados (15)

34.1. Adrián Gálvez, Inmaculada (Universitat de València), “Identidad y elites


femeninas en el fascismo español”……………………………………………………..3

34.2. Alonso Ibarra, Miguel (Universitat Autònoma de Barcelona), “¿Fascist warfare?


Algunas aproximaciones a las experiencias bélicas de los fascismos europeos”……..23

34.3.Candela Ochotorena, José (Universidad de Valencia), “La batalla falangista de


Madrid, fascismo y urbanismo”………………..………………………………………41

34.4. Castro Sánchez, Álvaro, “Fascismo como Tradicionalismo. El discurso


fascistizado de José Pemartín y Sanjuán (1888-1954)”...………………………………63

34.5. Cayuela Sánchez, Salvador (Universidad de Castilla La-Mancha), “Por la


regeneración de la Raza. Hacia El concepto de modernidad en la arquitectura española
durante el primer franquismo. El caso de Andalucía, 1937-1957”…….……………...79

34.6. Domenech Muñoz, Daniel (Universidad de Granada), “Una interpretación


biopolítica del fascismo español y del franquismo”.…………………….…………….97

34.7. Domper Lasús Carlos (LUISS Guido Carli Università), “El franquismo a través de
las urnas. Metodología, fuentes y retos de la aproximación electoral al fascismo
español”……………………………………………………………………………...141

1
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
34.8.Fernández Redondo, Iñaki (Universidad del País Vasco), “La fallida conquista del
Estado. Falange y el establecimiento de FET y de las JONS en el País Vasco (1936-
1945)”………………………………………………………………………….……..163

34.9. Fuertes Muñoz, Carlos (Universitat de València), “El proyecto educativo


falangista, desde abajo: los problemas con el magisterio”.………………………......183

34.10. León Álvarez, Aarón (Universidad de La Laguna), “Los mártires del falangismo
canario: entre el frente de guerra, la retaguardia y las instituciones”….……………..197

34.11. Mas i Sempere Xavier (Universitat de València – Facultat de Ciències Socials),


“Eres de todas la más hermosa: la obra musical de José Alfosea Pastor durante el
franquismo”…………………………………………………………………..………215

34.12. Navas, Alina (Universidad Complutense de Madrid) “Falange y arte: una primera
aproximación”………………………………………………………………..……….235

34.13. Rivas Venegas, Miguel (Universidad Autónoma de Madrid / Humboldt


Universität zu Berlin), “Hidras marxistas, canes rojos: Retórica y lenguaje
nacionalsocialista en los diarios “Libertad” y “La Conquista del Estado”……………255

34.14. Ruiz San Miguel, Javier (Universidad de Málaga) y Zamarreño Aramendia,


Gorka (Universidad de Málaga), “Construyendo el espectáculo franquista. Los
elementos del ceremonial de masas”…………………………………………………283

34.15. Camil Torres Fabra Ricard y Colomer Rubio Juan Carlos (Universitat de
València) “El fascismo español desde las localidades: el ejemplo rural valenciano de
FET y de las JONS (1939-1973)”…………………………………………..………...305

2
Identidad y elites femeninas en el fascismo español

Inmaculada Adrián Gálvez


Universitat de València

Introducción.
Para autores como Giddens1 o Turner2 uno de los elementos definitorios de la
modernidad es la cuestión de la identidad, Turner la califica de “utopía”, tanto en lo que
se refiere a la identidad colectiva de los movimientos sociales, como a la identidad
individual característica de lo que Giddens llama “modernidad tardía”.
El género es el concepto que se emplea en las ciencias sociales, desde su
formulación en los años 60 para el análisis de las identidades. Su funcionalidad esta
dirigida a analizar las razones culturales y sociales que apuntalan las jerarquías de
dominio patriarcal basadas en la complementariedad de los sexos.
Por tanto cuando hablamos de la identidad de género femenina estamos
aludiendo a las condiciones socioculturales y subjetivas que en un tiempo y espacio
concreto conforman y dan sentido a la idea de lo que significa ser mujer.
Por lo que respecta a la identidad de género femenino contemporánea, dos son
los periodos que marcan significativamente su desarrollo, las décadas de los treinta y los
sesenta, del pasado siglo XX. Ambos periodos, son momentos convulsos para la mujer,
son tiempos de renovación en los que la sociedad y la mujer se pensaba a sí misma,
demostrando la capacidad de elaborarse una idea propia y buscando nuevas formas de

1
Anthony GIDDENS: Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea,
Barcelona, Ediciones Península, 1997.
2
Hank JOHNSTON, Enrique LARAÑA y Joseph GUSFIELD: “Identidades, ideologías y vida cotidiana
en los nuevos movimientos sociales” en Enrique LARAÑA y Joseph GUSFIELD: Los nuevos
movimientos sociales. De la ideología a la identidad. Madrid, Centro de Investigaciones Sociologicas,
1994, pp. 3-44.
3
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
ser3 a través de prácticas que tenían como finalidad acabar con la tradicional moral
burguesa de la domesticidad y la complementariedad, elaborando propuestas y
reivindicaciones encaminadas a diseñar una redefinición de su identidad al margen de
los postulados patriarcales.
En ambos periodos, en el desarrollo de la feminidad contemporánea española
contamos con una organización que surgida en los años treinta y cuya trayectoria supera
los cuarenta años, estuvo al frente de las políticas de feminización de la dictadura
franquista, la Sección Femenina de Falange (SF). Esta organización cuyo cometido fue
la formación política y el encuadramiento de las mujeres, se dotó de unas elites que
personificaron las propuestas asociativas modernas de la derecha radical fascista.
Para llevarlo a la práctica, la SF elaboró una propuesta de género que contenía
dos modelos de mujer diferenciados; el modelo falangista de mujer y el modelo de
mujer falangista4. En estas últimas vamos a centrar esta comunicación.
Primero vamos a perfilar los rasgos que caracterizaron a las elites femeninas
falangistas, y detectar los mecanismos que elaboraron y que permitieron que esas
mujeres accedieran a la esfera pública y al poder. En un segundo epígrafe nos
centraremos en aquellas que formaron la cúspide de la elite política, las Procuradoras a
Cortes que participaron de la política estatal a partir de los años sesenta, de una forma
significativa aunque minoritaria. Para terminar analizaremos con más detalle el perfil de
una de las Procuradoras que consideramos más controvertida, para acabar con unas
conclusiones finales.

Una cuestión de identidad: El modelo de mujer falangista.


Hablar de modelo de mujer falangista es sinónimo de hablar de elites y de un
modelo de feminidad exclusivo y excluyente. Exclusivo en tanto que confería derechos
y privilegios que estaban vetados para el resto de mujeres. Excluyente puesto que
rechazaba a todas aquellas mujeres que no representaban el llamado “estilo falangista”.
La organizaciones femeninas de falange y por supuesto SF, estaban concebidas como un
espacio de experiencia y realización personal donde algunas mujeres pudieron
desarrollar una individualidad que les era negada a las “otras”, las no falangistas.

3
Rosa MONTERO: Historias de mujeres. Madrid, Alfaguara Ediciones, 1996,p 77
4
Mª Aline BARRACHINE: “Ideal de la mujer falangista. Ideal falangista de Mujer: Las mujeres y la
guerra civil española”.III Jornadas de estudios monográficos, Madrid, Dirección de Archivos Estatales,
pp. 211-217

4
Inicialmente esta elite que encarnó ese modo de ser falangista era un reducido
grupo de mujeres que procedían de las elites burguesas y que estaban vinculadas al
partido de Falange por relaciones personales pero también políticas ya que algunas de
ellas pertenecían al Sindicato Universitario de Estudiantes. Necesariamente esta elite se
tuvo que ampliar cuando al terminar la guerra esta pequeña organización se convirtió en
la Delegación Nacional a la que el régimen le encomendó las funciones de formar y
socializar políticamente a las mujeres.
Esta minoría de mujeres comprometidas políticamente con el proyecto falangista
desde sus inicios, tomaron conciencia de que el extraordinario desarrollo experimentado
durante la guerra y esa integración en el aparato estatal del régimen les permitía realizar
acciones de transcendencia colectiva, proporcionándoles una confianza y una imagen
más revalorizada de sí mismas y un especial sentido de superioridad moral. Además su
reconocimiento como una organización femenina dentro de la organización política del
franquismo, suponía darle legalidad a su intervención en la esfera pública. Convertidas
pues en la única organización dirigida íntegramente por mujeres y con un objetivo
dirigido al mundo femenino, ese monopolio será defendido desde el primer momento
por Pilar Primo de Rivera, eliminando cualquier atisbo de competencia. Todos estos
elementos contribuyeron a que a partir de ese momento la SF actuara para una minoría
de las mujeres como marco de referencia valido y atrayente, y además les ofrecía la
posibilidad de participación social y política permanente a través del servicio a la patria.
Las primeras labores que llevaron a cabo en los años cuarenta fue la de formular
una identidad en clave totalitaria radical y proporcionar una estructura jerárquica a la
organización. Una de sus primeras decisiones, adelantándose al falangismo masculino,
fue la creación de escuelas de mandos de las que iban a salir las jerarquías de servicio, e
inicialmente también las jerarquías políticas, tanto las provinciales como las conocidas
como “la Nacional”5. Era prioritario la formación y el desarrollo de las aptitudes y
competencias de las mujeres que iban a llevar por toda España el “espíritu falangista” y
que iban a componer los servicios de la organización para llevar a cabo el programa de
adoctrinamiento impuesto por el régimen a las mujeres6.
De las jerarquías de servicio, hay que destacar el papel que desempeñaron las
educadoras, visitadoras del Hogar Artesano, o las divulgadoras socio-sanitarias de las
5
Kathleen RICHMOND: Las mujeres en el fascismo español. La Sección Femenina de Falange, 1934-
1959,Madrid, Alianza Editorial, 2004
6
Luis SUAREZ FERNANDEZ: Crónica de la Sección Femenina y su tiempo, Madrid, Asociación Nueva
Andadura, 1993

5
Cátedras Ambulantes, su actividad les servía no solo como un medio para el desarrollo
profesional, sino que les supuso una formación intelectual en diversas materias tanto en
el ámbito académico como humano porque su actividad les permitió relacionarse con el
mundo masculino. Un papel destacado entre estas jerarquías lo tuvieron la organización
de Coros y danzas, su cometido les permitía viajar tanto por el territorio nacional como
por el extranjero, eso les daba la posibilidad de desenvolverse en unas relaciones que se
extrapolaban al reducido mundo femenino, relacionarse con personalidades ajenas a la
organización y al régimen, y les relacionaba con el mundo del ocio y de la cultura. En
esa labor de formar jerarquías autoras como Aguilar destacan el papel que jugaron la
Regiduría de Prensa y Propaganda, la Regiduría de Cultura, o los Círculos Culturales
Medina, este último ha sido destacado como uno de los más destacados espacios de
contacto cultural para la burguesía próxima a falange7.
Las primeras escuelas que se crearon fueron la Escuela de Mandos del Castillo
de la Mota, inaugurada en 1942 y la Escuela Nacional de Instructoras del Palacio del
Pardo8, de ellas saldrían las primeras Mandos y las encargadas de formar a las
jerarquías políticas. A partir de los años cincuenta estas jerarquías se nutrirán de
universitarias que aportaban una conciencia política adicional9.
Los mandos que de estas escuelas salieron fueron las encargadas de llevar a cabo
la socialización política del resto de mujeres. La regeneración de la mujer a través de la
formación era el elemento esencial para llevar hacia delante la Revolución Falangista.
Los valores que a estas mujeres se les exigía en sus cursos de formación eran
inteligencia, disciplina, carácter, educación, moral y religión…etc.10 valores que
prefiguraban una eficacia, responsabilidad y preparación, valores que determinan
ciertas capacidades para el desempeño profesional de la actividad política. Para
coordinar sus acciones y definir sus objetivos, estas jerarquías se reunían cada dos años
en los Consejos Nacionales.
Por otra parte, el acceso a la carrera de mando de estas mujeres no fue
exclusivamente por razones políticas e ideológicas, les atrajo también porque en esos
momentos era la única posibilidad de formarse, la única vía de desarrollo profesional en

7
Isabel AGUILAR CARRION: La participación activa de la mujer en la Sección Femenina: Su labor
cultural (1939-1952) en “Investigación y género, inseparables en el presente y en el futuro: IV Congreso
Universitario Nacional Investigación y Género” Universidad de Sevilla, Sevilla, 2012, pp. 39-56
8
Isabel AGUILAR CARRION: La participación…….p.42.
9
Kathleen RICHMOND: Las mujeres del fascismo español……. p.215-222
10
Informes de la Jefe de Curso sobre Mónica Plaza. Archivo Mónica Plaza legado a la Diputación de
Palencia, sin catalogar.

6
áreas como la docencia, la rama sanitaria o la comunicación y el periodismo, en
definitiva de escapar a una domesticidad a la que estaban avocadas fuera de la
organización, y en definitiva de de adquirir una experiencia que algunos mandos como
Mercedes Formica o Marichu de la Mora utilizaron en el desarrollo de opciones fuera de
la organización y del mundo político11.
Aquellas otras que adquirían un compromiso mayor con la organización y
optaban por desarrollar una carrera dentro de estas jerarquías políticas, lo hacían
atraídas por esa idea de regeneración de la mujer, de sacarla de su ignorancia y por su
implicación en la reconstrucción de España. Además les proporcionaba a estas mujeres
de clase media, la oportunidad de participar como protagonistas en el devenir del
franquismo12 de forma permanente y corporativa, y el hecho de que esa capacidad de
acción fuera fruto de su integración en las estructuras del estado franquista les confirió
legitimidad social y también legitimidad respecto a otros organismos franquistas. A
estos factores políticos, hay que añadir su origen social y su formación, la rectitud moral
y la sobriedad que se les exigía, todos estos factores terminaron por definir ese “estilo
de mujer” que era una amalgama de comportamientos, capacidades, talentos y virtudes
morales que contribuyeron a apuntalar esa superioridad moral. Ese estilo va a ser un
concepto central e inalterable, y constituyó “el distintivo definitorio e inmutable de
pertenencia a la SF”13.
Socialmente, ambas jerarquías gozaron de una imagen de modernidad y
dinamismo en una sociedad en la que la mayoría de mujeres veían reducida su
existencia al hogar y la familia, pero para gran parte del aparato franquista esta imagen
no era bien recibida aun a pesar de las infraestructuras y servicios que le prestaba, ya
que estas jerarquías políticas añadían a esta imagen de modernidad y compromiso social
un compromiso político de fidelidad al proyecto falangista. El mecanismo que
adoptaron para una completa integración en el discurso del régimen fue la no
profesionalización de sus actividades, y la readaptación ideológica en la nueva
coyuntura.
A esa imagen activa y moderna contribuyó el que por su actividad disfrutaron de
unos espacios de libertad de los que no disponían el resto de mujeres. En el desempeño
de sus funciones tuvieron la posibilidad de viajar, participar en debates, asistir a
11
Kathleen RICHMOND: Las mujeres del fascismo español……. pp. 211-212.
12
Aurora MORCILLO GÓMEZ: En cuerpo y alma. Ser mujer en tiempos de Franco. Madrid, Siglo XXI
de España Editores,2015, p. 318
13
Kathleen RICHMOND: Las mujeres del fascismo español……. pp.216-218

7
conferencias, adquirir conocimientos y desenvolverse en relaciones que hacía que su
espacio de socialización no fuera exclusivamente femenino, lo que las obligó a
desplegar todas sus actitudes14, elementos que contribuyeron a modelar la subjetividad
de estas mujeres aportándoles mayor confianza y seguridad en sí mismas. El poder
desempeñar un proyecto laboral, poder desarrollar intereses personales y en suma tener
un proyecto de futuro, proyectos a los que el resto de mujeres debían renunciar para
consagrarse a la vida familiar y a los hijos, todo ello como parte activa del discurso de
regeneración nacional, proyectó además una imagen de feminidad patriótica.
Pero los años cuarenta también fueron los años en los que surgen los primeros
signos de inestabilidad con la legalización de la rama femenina de Acción Católica y
con el inicio del proceso de desfascitización del régimen. Aun así la estabilidad de la
organización se mantuvo frente a las inestabilidades que sufrirá el falangismo masculino
hasta su completo relevo del gobierno por los tecnócratas. Para ello las mujeres de SF
tuvieron que adaptarse e integrarse en las nuevas circunstancia, sobre todo en los años
cincuenta cuando el falangismo sale del gobierno15, lo que le supuso un mayor
reconocimiento a la organización dentro del régimen,. A partir de ese momento
intentará aprovechar espacios que le permitan crear nuevas estructuras que favorezcan
su presencia en el ámbito político, lo que conseguirá en los años sesenta.
La llegada de la década de los cincuenta va a ser de vital importancia para la
estabilidad y supervivencia de la organización por tener que afrontar tanto un reto
político como humano.
El político, porque frente al falangismo masculino que desaparecerá del gobierno
a consecuencia del relevo tecnócrata, el pragmatismo y la voluntad de ocupar áreas de
poder por parte de Pilar Primo de Rivera llevo a la necesaria readaptación de la
organización ante las circunstancias. A finales de 1956 señaló la necesaria revisión de
los principios organizativos de SF, planteó nuevas directrices más acordes con el giro
nacionalcatolico, y una nueva orientación en sus aspectos formales pero no en su
esencia. Esta redefinición de objetivos la llevará a cabo a finales de la década cuando a
pesar de la perdido de apoyo social, conseguirá su objetivo y le hará “disfrutar de un
mayor respaldo oficial” a la SF, al tiempo que las convirtió en guardianas del espíritu
falangista. El objetivo de esa reorganización es claro, la evolución tiene sentido para
“abarcar cuantas más zonas de influencia mejor” y Pilar Primo de Rivera recordará que

14
Kathleen RICHMOND: Las mujeres del fascismo español……. pp. 211
15
Aurora MORCILLO: En cuerpo y alma…., p. 258.

8
la razón y su primera justificación de su presencia en el estado es la “servir a la
política”16 y mantener vivo el espíritu de Falange. Los Consejos Nacionales de la SF
celebrados en 1956 y 1958 fueron de vital importancia para redefinir su papel futuro
dentro del aparato franquista puesto que trataron de la reorganización de la SF, así como
de la supervivencia de los principios falangistas frente a los cambios que se estaban
produciendo.
El otro gran reto va a surgir de sus propias bases. Las primeras brechas en el
falangismo femenino surgen en los años 50 y proceden de voces críticas en sus propias
jerarquías. Uno de los casos más llamativos es Mercedes Formica. Mujer con larga
trayectoria dentro del falangismo, Delegada Nacional del SEU, miembro de la Junta
Política de Falange y responsable de SF vio frustrado su ingreso en el cuerpo
diplomático por estar vetado a las mujeres. Ya en 1951 se mostró crítica con la situación
laboral de las mujeres y en el I Congreso Hispanoamericano reivindicó en una ponencia
su incorporación al mundo laboral, ponencia que fue retirada por la organización por
feminista. Dos años más tarde sería la cuestión de la situación jurídica de la mujer en el
ámbito familiar la que denunciaría en un artículo publicado en ABC titulado “El
domicilio conyugal” que tuvo gran repercusión.
Para finales de los años cincuenta ya es patente el descenso de afiliación, y en
unos momentos de relevo político en el que el falangismo pierde fuelle para ser
sustituido por los tecnócratas, el discurso de la Revolución Falangista pierde atractivo
ante unas posibles afiliadas que se demuestra que carecían de un verdadero entusiasmo
ideológico, y que ven a la organización como una mera salida laboral. Una medida para
contrarrestar esta pérdida de afiliación en unos momentos en los que la mayoría de sus
jerarquías tenían formación universitaria fue la mejora de oportunidades educativas y la
apertura a carreras que hasta entonces tenían vetadas.
El motivo de esta insatisfacción, no era solo de falta de perspectiva laboral fuera
de la organización y fuera de unas determinadas profesiones. Provenía también porque
estas jerarquías, que se beneficiaban de una posibilidad de desarrollo laboral, el alcanzar
determinado escalafón en la organización no les garantizaba desarrollar una vida
profesional al margen de su estado civil. El matrimonio también les obligaba, aunque
no como al resto de mujeres, al abandono de su profesión o la pretensión de desarrollar
una carrera profesional, si bien es cierto que su aplicación a la jerarquías políticas no era

16
Aurora MORCILLO GÓMEZ: En cuerpo y alma….260.

9
homogéneo ya que algunas siguieron trabajando, otras abandonaron y otras se
reincorporaron años más tarde a la política activa como es el caso de Josefina Veglison.
En cambio en las jerarquías de servicio era más común que abandonaran sus
cargos cuando se casaban, y serán estas las que encontrarán años más tarde en los otros
modelos asociativos, que no les exigían tantas renuncias a sus propios deseos, como las
asociaciones culturales o las asociaciones de amas de casa una vía de seguir
participando de la vida pública. En ese caso encontramos a Ascensión Sedeño que
abandonó la SF tras contraer matrimonio y encontró en las Asociaciones de Amas de
Casa de Madrid, de la que fue presidenta, una nueva oportunidad de participar en el
espacio público, y posteriormente intentar participar en la política local de Madrid al
presentarse a la elecciones municipales de 1963 y 1966 por el tercio familiar, y a
intentar entrar en la política estatal presentándose en 1967 a las elecciones a Procurador
por el tercio familiar. Estas situaciones demuestran que las opciones que se les abría a
estas mujeres estaban en función de las necesidades de la organización y a la renuncia a
sus deseos. Podemos decir que si hasta los años 50, inicialmente SF ofrecía un discurso
coherente y provechoso que permitía a la mujer tener una imagen revalorizada de si
mismas, el hecho de que estas jerarquías tuvieran que abandonar su actividad pública
cuando se casaban va a convertirse en un elemento de fractura y de distancia, que poco
a poco irá minando la confianza en las organización, y tomando forma una voluntad de
llevar adelante unas expectativas de futuro fuera de la misma.
Con los años sesenta y la aparición de identidades alternativas a la que
preconizaba la SF, el objetivo de estas elites políticas va a ser doble: por un lado
contribuir con el régimen a la redefinición de la feminidad de acuerdo a las nuevas
circunstancias y necesidades. Por otro, y aprovechando los nuevos espacios que a partir
de 1967 abrieron la aprobación de la Ley Orgánica del Estado, la Ley de Representación
Familiar y el desarrollo de la familia como cauce de representación, romper su
aislamiento y pasar a la política nacional pero sin abandonar sus principios ideológicos.
En esos años reconciliarán los elementos esenciales de su discurso con las nuevas
necesidades del régimen tanto políticas como económicas, pero no así con las demandas
de modernización y de integración del resto de mujeres.

10
Con nombre propio: Trece Procuradoras.

La cúspide de estas jerarquías políticas, la protagonizaron trece mujeres que


accedieron a los cargos de mayor envergadura y protagonismo al que tuvieron acceso
las mujeres en la política estatal franquista, el de Procuradoras Cortes y en un número
todavía más reducido, seis de ellas fueron miembros del Consejo Nacional del
Movimiento.
Realmente su presencia en las Cortes no será significativa hasta 1967, y para que
esto fuera posible tuvieron que pasar casi veinte años desde el comienzo de la primera
legislatura el 17/12/1942. Desde ese momento y hasta 1961 solo dos mujeres estuvieron
presentes en la cámara, Pilar Primo de Rivera y Mercedes Sanz.
El hecho de que sea a partir de la década de los sesenta cuando se produce esta
incorporación, ha sido interpretado de forma generalizada como resultado de un
conjunto de condiciones estructurales que se estaban produciendo en el régimen desde
1957 sobre todo económicas y sociales, y como un signo de modernidad del régimen. El
cambio de política económica, las tensiones entre tecnócratas y falangistas, las
reformas políticas de finales de los años sesenta, la emigración y el turismo, o las
necesidades en política exterior del régimen son fenómenos que transformaron la
trayectoria del régimen, tuvieron un notable impacto en la sociedad, e influyeron en un
cambio de mentalidad de la sociedad española.
Pero a estos factores estructurales, pensamos que hay que añadir elementos de
otra índole que van a posibilitar el acceso al poder de estas elites femeninas y que van a
permitir que una organización que había definido un ámbito de poder propio y
exclusivamente femenino se integre en la esfera masculina. Sin su valoración quedaría
oscurecida la capacidad de acción en la esfera pública de mujeres que en algunos casos
tienen una larga trayectoria.
El primero de ellos, sería que en unos momentos en los que el falangismo
masculino estaba desplazado del poder, las reformulación llevada a cabo por estas elites
al final de los años cincuenta les confirió un rostro más amable para el régimen. Además
como organización seguía ofreciendo toda una red de servicios esenciales para el
régimen.
Por otra parte, porque esta inclusión en la política nacional se realiza desde la
ortodoxia doctrinal con la defensa de la complementariedad de funciones propia del

11
sistema patriarcal, no apareciendo como competencia al poder masculino, ni mostrando
su labor como vía de profesionalización ni de intereses personales.

Pero también, en ese cambio de mentalidad influyó el clima de movilización


femenina que se vivió a partir de los años sesenta que adquirió dimensiones y
expectativas novedosas respecto al vivido casi treinta años atrás17. Desde mediados de
los años cincuenta habían aparecido publicaciones, artículos de prensa, libros…etc.,
dirigidos a mujeres que por su capacidad económica tenían acceso a viajes y medios de
información, a opciones de sociabilidad y de relación más abiertas y plurales, que van
generando una conciencia, una capacidad crítica, una oposición incluso ,y una
capacidad de acción que se verá canalizada tras la aprobación de la Ley Orgánica del
Estado y la posibilidad que ofreció de crear asociaciones de acción política.
Esto se tradujo en la aparición desde principios de los años sesenta en nuevos
movimientos asociativos como fue el Seminario de Estudios Sociológicos de la Mujer,
asociaciones de interés cultural y vecinal, las Asociaciones de Amas de casa o desde
los incipientes movimientos democráticos, el Movimiento Democrático de Mujeres18.
Como hemos avanzado dieron respuesta a la insatisfacción y al anhelo de mujeres de
todo tipo incluidas las de SF. Porque además ya a finales de los sesenta incorporaron a
sus demandas no solo la promoción femenina por medio de la educación y de su
incorporación al mercado de trabajo19, sino que ahora se incluía como reivindicación la
igualdad jurídica.
Por todo ello, si atendemos exclusivamente a los argumentos meramente
estructurales se deja fuera de análisis las aspiraciones, expectativas y deseos de mujeres
que encontraron en los cambios legislativos y en los estrechos márgenes que los
mecanismos institucionales que el régimen permitía, espacios de actuación autónomos
fuera del entorno de SF.
A todos estos argumentos hay que añadir uno de índole ideológica y política,
que no es otro que la voluntad de poder, el compromiso ideológico de monopolizar la
acción estatal propio de la doctrina falangista por parte de la SF y de Pilar Primo de

17
José Luis L. ARANGUREN: La mujer, de 1923 a 1963. Revista de Occidente, 1963, pp. 231-245.
18
Concha BORREGUERO: “La Mujer Española de la tradición a la modernidad: 1960-1980”,Madrid,
Tecnos, 1986
19
Judith CARBAJO VÁZQUEZ: Mujeres, movimientos sociales, asociaciones profesionales y poder
político (1965-1975) en Josefina CUESTA BURILLO (ed.): “Historia de las mujeres en España: siglo
XX”, Tomo II, Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 1986, p. 474.

12
Rivera, pero también de mujeres como Mónica Plaza o Pilar Careaga que como ella
llevaban desarrollando una labor pública de forma ininterrumpida desde los años 30
demostrando además de un fuerte compromiso ideológico capacidad para ejercer el
poder.
Si hasta principios de los años sesenta la mayoría de estas mujeres estaban
acostumbradas a ser una “comunidad sin hombres”20, autosuficiente pero a la vez
dependiente de la jerarquía del Movimiento Nacional, la incorporación al cargo de
Procuradoras supuso la ampliación de metas y objetivos, dejaban de trabajar
exclusivamente en la esfera femenina y pasaban a participar de la toma de decisiones de
mayor calado en todos lo ámbitos de la política, trabajando de forma conjunta y en
igualdad con los hombres, con los que por otra parte algunas como Purificación Sedeño,
Pilar Careaga o Mónica Plaza ya estaban acostumbradas a tratar dentro del ámbito
político y sindical del régimen.
Hasta ese momento solo las mujeres pertenecientes a la organización de SF y de
las entidades de ella dependientes, se habían encargado de monopolizar la capacidad de
acción en el espacio. En cambio, la primera mujer que accedió a la cámara el 2 de
junio de 1961 con el inicio de la VII Legislatura, Purificación Sedeño, lo hizo por el
Tercio Sindical sin pertenecer a las filas de la SF. Se incorporó al cargo de Procuradora
desde su condición de enlace sindical por la Sección de Transportes y Comunicaciones
de la Organización Sindical en la que había sido vocal provincial y más tarde vocal
nacional hasta su nombramiento como Procuradora.
Esta incorporación fue previa a la aprobación de la Ley de derechos políticos,
profesionales y de trabajo de la mujer que se aprobó un mes después, el 22 de julio.
Además la primera vez que se planteó la cuestión femenina en el régimen, fue como
hemos planteado en 1951. Un año después, en 1952 en la Conferencia Nacional de
Justicia celebrada en Madrid, se debatió sobre el Estatuto Jurídico de la mujer en el seno
de la familia, debates que no culminarán hasta 1958 con la reforma del Código Civil.
Todos estos debates habían sido impermeables para la SF.
A la altura de 02/06/1961 con el inicio de la VII Legislatura, la cuestión del
trabajo extradoméstico femenino se había tratado ya meses antes en el I Congreso
Sindical, era debate en los organismos del Movimiento y en la prensa, y también era
motivo de controversia entre las mujeres falangistas. El diario Pueblo publicó una

20
Kathleen RICHMOND: Las mujeres del fascismo español……. pp. 218

13
tertulia titulada “Sobre el trabajo de la mujer” en la que participó Mónica Plaza, que en
esos momentos era Regidora Central de Trabajo de la SF. Su planteamiento es claro, el
desarrollo profesional de la mujer no es legítimo en si mismo y solo es justificable en
función de la situación civil de la mujer y desde la necesidad: “El problema del trabajo
en la mujer hay que tratarlo en dos aspectos: según la mujer sea casada o soltera”, era
patente la necesidad de arbitrar la necesaria incorporación de la mujer al trabajo
asalariado sin menoscabar la doctrina de la domesticidad dirigida a la inmensa mayoría
de mujeres. Con sus declaraciones pretendía apuntalar la doctrina falangista: “Está
recogida la función familiar como de las más importantes, teniendo que ser respetada y
protegida por ser la familia la base del pueblo” 21
Por su parte Pilar Primo de Rivera, en el mismo mes que defendió en las Cortes
la Ley de derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer, defendió en la
Conferencia Internacional de la Familia, que “la mujer casada adquiera sobre todo
conciencia de que su primordial deber es la familia, y que a él debe supeditarse todos
los demás trabajos, gustos…etc.”22. En cambio, por su parte Purificación Sedeño
defendió la incorporación de la mujer a la esfera pública y política como una
necesidad23.
Lo cierto es que aunque en la defensa en la cámara de la Ley, las tres
representantes falangistas actuaron con un objetivo común, defendiendo y votando la
aprobación de la misma, sus declaraciones en prensa sobre la incorporación al trabajo
extradoméstico para todas las mujeres y sus derechos políticos, pusieron de relieve la
tensión entre modernidad y tradición, entre inmovilismo ideológico y la necesaria
respuesta a los retos que el clima social iba presentando. Todo ello aun teniendo en
cuenta los esfuerzos que la SF haría desde la revista Teresa para ofrecer una imagen de
modernidad y adecuación a las necesidades que se estaban planteando.
Las declaraciones en la prensa en distinto sentido de estas mujeres, pone de
manifiesto el necesario equilibrio para asumir y armonizar las nuevas necesidades sin
traicionar sus principios ideológicos. Las nuevas exigencias económicas, políticas y
sociales requerían de un cambio de la mentalidad femenina que la SF se resistía a no
controlar.

21
Pueblo 8 de marzo de 1961.
22
Pueblo 13 de julio de 1961.
23
La Vanguardia 4 de diciembre de 1965.

14
Los planteamientos sobre cuestiones relativas a la identidad femenina
empezaban a mostrar signos de incoherencia de forma pública en la prensa. Una prensa
que si bien prestó gran atención a la aprobación de la Ley de 22 de julio de 1961, la
elección de Purificación Sedeño como Procuradora solo mereció un pequeño pie de foto
en la portada del diario Arriba.
La labor en la cámara de Purificación Sedeño se desarrollará en la VII y VIII
legislatura, al finalizar esta, tanto ella como Mercedes Sanz abandonaron el cargo, y si
bien Mercedes Sanz abandonó la política, Purificación Sedeño siguió vinculada al
mundo sindical obteniendo diversos reconocimientos.
Con el inicio de la VIII legislatura en 1964, se incorporó como Procuradora
Teresa Loring Cortes, con ella se incrementó el número de mujeres, también supuso la
primera mujer procedente de la SF que se incorporó a las Cortes en veinte años, y lo
hizo por designación directa de Franco al haber sido elegida miembro del Consejo
Nacional de FET y de las JONS. Su incorporación supone también la aparición de las
jerarquías provinciales de SF en la política nacional ya que además de haber sido Jefe
de la Escuela de Instructores de la SF “Isabel la Católica” era también Delegada
Provincial de la SF en Málaga24.
A la altura de 1967, así como el régimen se vio obligado a dar salida a los dos
problemas principales: la representación que venía larvándose desde los años 40, y la
necesidad de la institucionalización del régimen, la SF tuvo que afrontar la pérdida de
apoyo social por las presiones sociales que iban cobrando fuerza con las movilizaciones
y el cambio de mentalidad, propiciado por la aparición de otro tipo de organizaciones
que daban cabida a las aspiraciones de actuación de las mujeres. La SF se vio obligada a
una necesaria apertura que encontró en la representación por la vía familiar que
inauguraba la Ley Orgánica.
En la IX y X legislaturas estuvieron representadas tanto las jerarquías nacionales
como las jerarquías provinciales. Representantes provinciales fueron Ana Ballenilla
Delegada Provincial de la SF de Alicante, Mercedes Sanz Punyed Delegada Provincial
de la SF en Tarragona y Consejera Provincial del Movimiento por Huesca, y Ana Bravo
Delegada Provincial de la SF de Sevilla, cargo que ejerce desde 1955 hasta 1976,
periodo en el que también desempeñó los cargos de concejala en el Ayuntamiento de

24
Credencial. Archivo del Congreso de los Diputados. Madrid

15
Sevilla y diputada provincial25. También “la Nacional” tuvo su representación en las
figuras de Monserrat Tey, Josefina Veglison, Mónica Plaza y Belén Landáburu, la
mayoría por la vía de representación familiar. Todas ellas contaban con larga
experiencia dentro del falangismo y de SF, la más destacada en este sentido era Mónica
Plaza que no había abandonado la política desde su incorporación a la Gestora que se
hizo cargo del Ayuntamiento de Palencia entre 1942 y 1947.
Habrá que esperar hasta los últimos años de vigencia de la cámara, con la X
legislatura para que aparezcan representadas las mujeres procedentes del
tradicionalismo. Carmen Cossio, Consejera Provincial del Movimiento por Santander y
Pilar Careaga Basabe Alcaldesa de Bilbao y representante del Tercio Municipal, esta
última además formaba parte del círculo íntimo de Pilar Primo de Rivera.
Su integración y desarrollo de tareas dentro de la cámara fue tan dispar como su
vía de acceso a la misma26. Aunque sobresalen aquellas que pertenecían a las jerarquías
nacionales, el abordar aspectos de índole política ajenos al mundo femenino no era una
labor extraña para ninguna. Todas contaban con participación en los Consejos
Nacionales de SF que incluían cuestiones políticas de toda índole, desarrolladas bien
como ponencias a debatir y proponer soluciones, o como conferencias que generalmente
se encargaban a los jerarcas del partido, lo que les daba experiencia en practicas de
debate. Pero también contaban con experiencia en la negociación y la gestión política
puesto que muchas habían sido Concejalas o Diputadas Provinciales.
Para el régimen, la incorporación mayoritaria femenina a partir de 1967, y
además asociadas a la inauguración del tercio familiar en el que la mujer recuperaba sus
derechos políticos al poder ser electora y elegible por primera vez con independencia de
su estado civil, se proyecto como una imagen de modernidad y apertura del régimen.
Pero el desarrollo de las elecciones para la X legislatura en 1971, sobre todo por
el tercio familiar, pusieron de manifiesto el error de asimilar mujer y modernidad dentro
del régimen, primero porque se produce un descenso en el interés de la población por
participar en estas elecciones, segundo porque las mujeres que en estos momentos
llegan al cargo están más cercanas a las posiciones integristas del franquismo, al
denominado bunker, y a la burocracia del Movimiento Nacional.

25
Rafael RODRIGUEZ: “Diputadas. La mujer en el Parlamento de Andalucía y en la política local,
autonómica y nacional”, Sevilla, Parlamento de Andalucía, pp. 37-41
26
Para detalle de las comisiones en las que estuvieron adscritas ver Inmaculada ADRIÁN GÁLVEZ:
Mujeres para la patria: las Procuradoras en las Cortes franquistas, Trabajo de Investigación de
Doctorado, Universitat de València, 2011

16
Si para los años sesenta, las Cortes parecían un escenario válido y proporcionaba
condiciones objetivas para dar sentido a una acción colectiva por parte de las
Procuradoras, el escenario político de los años setenta y sobre todo la tramitación de
proyectos legislativos de gran trascendencia como la Ley de Asociaciones Políticas y el
proyecto de Ley para la Reforma Política, evidenciaron que la diferencia de intereses,
expectativas y ambición política de las Procuradoras trascendían las necesidades de la
SF.
Frente a las divergencias interpersonales, el denominador común que caracterizó
a estas mujeres en el momento de la disolución de la cámara en 1977 fue su
compromiso político y su voluntad de participación pública. La mayoría se integraron
en la Asociación Nueva Andadura como Pilar Primo de Rivera y Teresa Loring, otras se
vincularon al Regionalismo como Carmen Cossio. Pilar Careaga adopto posturas
todavía más integristas con su participación en la fundación de Fuerza Nueva, Mónica
Plaza fue una de las que intentó pasar a la política democrática con el inicio de la
democracia presentándose al Senado por el partido de Alianza Popular por Palencia,
aunque no salió elegida. La que tuvo un mayor protagonismo fue Belén Landáburu, que
participó en la defensa de la Ley para la Reforma Política, se integró como Senadora por
designación real en las primeras Cortes democráticas y participo de la redacción de la
Constitución de 1978.

“Yo lo que quería era ser yo misma”27


En 1967 cuando es elegida Procurador a Cortes por el tercio familiar, Belén
Landáburu tenía treinta y tres años. Licenciada en Derecho en 1957, en una universidad
andrógina y “anodina” según sus palabras, pertenece a esa generación en la que la
universidad se convirtió en vivero de la elite política. En 1958 se había incorporado a la
Asesoría Jurídica de la SF, después de una afiliación temprana en la organización y por
recomendación de una de sus profesoras, pero sin haber pasado por las Escuelas de
Mando de la organización.
Desde principio de los años sesenta dirigía junto a otra falangista, Isabel Cajide,
la revista ARTE dedicada a las vanguardias pictóricas nacionales e internacionales, en
la que no tenía cabida el arte popular y sacro que periódicamente se exhibía en la revista
Teresa. Sus amistades ajenas a la organización eran mujeres mayores que ella,

27
Frase con la que Belén Landáburu concluyo la entrevista personal realizada en 2010.

17
profesionales del periodismo radiofónico de Burgos. Con ellas compartía su afición por
el cine patrio y los deportes.
Con este esbozo podemos comprobar que cuando Belén Landáburu se incorpora
como Procuradora a las Cortes van a ser precisamente los dos baluartes del falangismo,
formación y juventud, lo que más le va a separar de sus compañeras en la cámara. Tanto
la edad, como lo espacios de socialización que frecuenta y sus códigos culturales, son
ajenos a los ámbitos y a las propuestas de las jerarquías falangistas femeninas, incluidas
las que gozaban de cierto prestigio como los Círculos Medina.
De su paso por la Asesoría Jurídica en el momento de su elección solo se
conocía su participación en la redacción de la Ley de derechos profesionales y políticos
de la mujer, a pesar que ya había ejercido la representación de la SF en ámbitos
internacionales. Cuando se presentó a las elecciones por el tercio familiar, contó con el
apoyo de la SF, pero no fue propuesta por la organización sino que se presentó por su
ciudad natal Burgos para encauzar una voluntad de participación política personal que
según sus declaraciones se inició en sus tiempos universitarios. Las aspiraciones
individuales de Belén Landáburu se perfilan desde los comienzos de su trayectoria
política, lo que hizo que “no fuera del todo bien vista” por parte de la organización. El
que la SF se perfilara para ella como un medio para el desarrollo de aspiraciones
profesionales y personales lo confirma el que años más tarde declare que SF “había sido
la única organización que se dedicaba a la incorporación de la mujer, y lógicamente las
mujeres que han tenido vocación política se han dirigido a la organización”28
Una vocación e iniciativa personal que se ve pronto manifestada en la cámara,
en la que expresa su deseo de participar en aquellas áreas relacionadas con la
institucionalización del régimen, lo que la llevó en diciembre de 1967 a integrarse en la
Comisión de Leyes Fundamentales y Presidencia del Gobierno.
En 1968, una de sus primeras intervenciones es la presentación de una
proposición de ley de un sueldo para las amas de casa. Esta medida fue presentada como
un signo de modernización e internacionalismo pero que hay que enmarcarla en unos
momentos en los que en España eran ya numerosas las publicaciones y foros donde se
cuestionaba el ideal tradicional de la mujer doméstica. Dentro de ese mundo cultural
tuvieron trascendencia publicaciones nacionales de diferente signo, pero sobre todo las
obras de Simón de Beauvoir y Beatty Friedan, eran un referente internacional a la hora

28
Álvaro DE DIEGO GONZALEZ: “Las mujeres de la transición”, Madrid, Congreso de los Diputados,
Dirección de Estudios, Análisis y Publicaciones, 2008, pp.101-146.

18
de cuestionar el modo en el que las mujeres eran significadas por el patriarcado y de las
consecuencias que este modelo de dominación tenía para la mujer.
A partir de 1969 su proyección política se consolida dentro y fuera de la cámara.
Dentro de la cámara además de su participación en distintas comisiones se integra en la
Unión Interparlamentaria, en el grupo denominado de los “Trashumantes”, y es
miembro de la Delegación Española ante la Asamblea General de la ONU en 1973 y
1976. Pero también en los órganos del Movimiento Nacional, puesto que fue Secretaria
Nacional de la Delegación de Asociaciones en 1968, y en 1971 es nombrada secretaria
segunda del Consejo Nacional del Movimiento. Esta trayectoria política no paralizó sus
inquietudes como jurista, y se integró en la Asociación de Mujeres Juristas.
En 1971 es elegida nuevamente Procuradora por el Tercio familiar por Burgos,
aunque en esta ocasión por un margen más estrecho de votos, lo que ella aduce es que
“su independencia de criterio la había granjeado ya algunos adversarios”29. De hecho el
alejamiento de sus posiciones políticas respecto a sus compañeras es evidente y le
llevará a enfrentamientos en la cámara con Monserrat Tey y Mónica Plaza, lejos
quedaban los días en los que actuaban como “un frente unido sin imposiciones”. Pero
no solo con ellas, su nombramiento para integrarse en la Comisión General de
Codificación, a iniciativa de Antonio Hernández Gil, para tratar la reforma del Código
Civil enfureció a Pilar Primo de Rivera. Estas muestras de independencia fueron
suficiente motivo como para que no fuera recompensada con una distinción de la que si
fueron objeto el resto de integrantes de la Comisión.
Esta singular trayectoria respecto a sus compañeras, el trabajo desarrollado en la
cámara, sus muestras de paulatina individualidad, su imagen cosmopolita y
moderna,…etc. hizo que fuera una de las Procuradoras que mayor atención recibió de la
prensa, donde por otra parte costó que se destacara su profesionalidad frente a valores
más vinculados a la feminidad tradicional. Aun así, ese distanciamiento respecto a sus
compañeras tampoco es indicativo de un cambio en ese pretendido estilo falangista que
implicaba cierta soberbia, puesto que se le llegó a calificar de “repelente pero mucho
más cultivada e interesante que el resto de sus compañeras”30
Lo cierto es que esta Procuradora, inició su carrera en la cámara en 1967
declarando que su intención era “llevar el ideal joseantoniano de concepción del Estado
a las Cortes” y su profundo sentido antimonárquico, pocos años después seguía

29
Álvaro DE DIEGO GONZÁLEZ: “Las mujeres de la …..”, p.114
30
Amalia SANCHEZ SAMPEDRO: “Pendientes de la noticia”, Barcelona, Editorial Planeta.2003. p 41

19
declarándose falangista y destacando dos elementos de la doctrina de José Antonio “la
unidad de España y el sentido de justicia social”. En 1974 durante el Gobierno de Arias
Navarro fue nombrada Directora General de Asistencia Social a propuesta del Ministro
de Gobernación José García Hernández, y en 1976 votó a favor de los dos proyectos
legislativos que acabarían con el franquismo: la ley de Asociaciones Políticas y el
proyecto de Ley para la Reforma Política en el que participó en su defensa.
Una trayectoria personal y política que ella define como “una muestra de
acrobacia política sin red”, y que indica el grado de complejidad de las identidades
propias de la modernidad, construidas tanto en los espacios públicos como en los
privados.

Conclusión
La elaboración de la identidad de género es una construcción cultural definida
por el tiempo y el espacio. Elaborada desde los mecanismos institucionales del estado
las políticas de género son un elemento de control y de orden, y su finalidad es
proporcionar estabilidad.
El organismo encargado de elaborar esas políticas de género durante el
franquismo fue la SF, para ello se dotó de una estructura de funcionamiento ligada a los
valores de la Revolución Falangista. Valores de una superioridad moral que solo estaba
restringida a una minoría, de tal forma que la identidad de estas elites femeninas está
construida por oposición al modelo asignado al resto de mujeres, por supuesto a las
republicanas, pero también a las católicas e incluso a sus propias afiliadas de base que
se veían abocadas a desarrollar las funciones de la domesticidad que el régimen les tenía
reservado.
Firmes defensoras de la complementariedad como forma de discriminación, esta
organización que se había erigido como baluarte de la ideología falangista supo resistir
los vaivenes que sufrió el Movimiento Nacional31 pera ello se tuvo que apoyar en el
inmovilismo doctrinal.
Este inmovilismo doctrinal en circunstancias políticas en las que la doctrina
falangista salía de la escena política, y por tanto dejaba de ser un referente social, le
impidió dar un giro real a su discurso frente a las transformaciones que estaba
experimentando la sociedad, Desde mediados de los años cincuenta dejó de

31
Aurora MORCILLO GÓMEZ: En cuerpo y alma, p.257

20
proporcionar un sistema coherente de significados a la feminidad cotidiana de las
mujeres universitarias de clase media a las que iba dirigido su discurso, dejando de ser
atractivo y convirtiéndose en un anacronismo.
La respuesta de estas elites políticas, fue no hacerse eco de estas demandas y no
realizaron una apertura real a las demandas de modernización. Estas demandas, habían
surgido internacionalmente en reacción al reforzamiento patriarcal de una imagen
hipersexualizada de la feminidad vinculada a la maternidad y el hogar, que se había ido
tejiendo desde el final de la segunda guerra mundial. El objetivo de estos movimientos
era denunciar las consecuencias que este modelo estaba produciendo en la subjetividad
femenina, convirtiendo sus deseos de identidad en “el problema que no tiene nombre”32.
Esa negativa postura que excluía tanto la interacción con personas o grupos
ajenos a la doctrina falangista, como el conflicto y la negociación minó la capacidad de
generar una solidaridad interna y anuló la posibilidad de crear un sentido del “nosotros”
en estas elites33.
La capacidad de acción individual ejemplificada en el caso de Belén Landáburu
frente a una posible identidad común femenina falangista, pone en cuestión la
coherencia de una cultura política como la falangista, y su consideración como un
espacio inmune y ajeno a la transformación que los individuos, en este caso algunas
mujeres, pudieron realizar de sus símbolos y elementos discursivos. En este caso al
tratarse de la identidad de elites femeninas políticas hay que plantear también el género
de una forma menos limitada y no considerarlo “un conjunto cerrado de rasgos
34
asociado al cuerpo de la mujer o al del hombre”

32
Betty Fry Edam
33
Hank JOHNSTON, Enrique LARAÑA y Joseph GUSFIELD: “Identidades, ideologías y vida cotidiana
en los nuevos movimientos sociales” en Enrique LARAÑA y Joseph GUSFIELD: Los nuevos
movimientos sociales. De la ideología a la identidad. Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas,
1994, p 34.
34
Almudena HERNANDO: “Genero y Sexo”, Claves de la razón práctica, 188 (2011), pp. 64-70

21
¿Fascist warfare? Algunas aproximaciones a las experiencias
bélicas de los fascismos europeos

Miguel Alonso Ibarra


Universitat Autònoma de Barcelona

Desde hace ya un tiempo, a la hora de explicar los procesos de violencia política


de masas, de radicalización de proyectos políticos o de dinámicas genocidas o
eliminacionistas durante la primera mitad del siglo XX, se ha tendido a situar la guerra
como un elemento esencial, central en el desarrollo exponencial de este tipo de
procesos1. Lógicamente, esto no podría ser de otra manera en tanto en cuanto la guerra
es una parte esencial de esos años y, al mismo tiempo, porque buena parte de los
regímenes que implementaron dichos procesos lo hicieron consecuencia de esta o
tuvieron en ella uno de los instrumentos esencial de desarrollo de sus ambiciones. Es
decir, que la guerra se ha convertido en un elemento indispensable para entender todas
esas dinámicas radicalizadoras y todos esos procesos, jalonados de puntos de no
retorno, que tendrían en Auschwitz su epítome. Así, sería un marco propiciatorio para la
generación de dinámicas más radicales, para la construcción de proyectos más totales en
un sentido ideológico, en tanto en cuanto el nuevo contexto generado por el
enfrentamiento bélico permitiría el diseño y aplicación de políticas que en tiempo de
paz y con las reglas propias de ese momento serían inviables. La represión de posguerra,
la brutalidad del trato a las poblaciones ocupadas o la profilaxis social interna se
potencian y extienden sus dimensiones al calor de los conflictos bélicos.

1
Un ejemplo en Javier RODRIGO: “Heterofobia: las políticas de la violencia en la Europa del
Novecientos”, en ÍD. (ed.): Políticas de la violencia. Europa, siglo XX, Zaragoza, Prensas Universitarias
de Zaragoza, 2015, p. 22. También en Alex J. KAY: Exploitation, Resettlement, Mass Murder: Political
and Economic Planning for German Occupation Policy in the Soviet Union, 1940-1941, Oxford,
Berghahn Books, 2006. O en Christian GERLACH: “La Conferencia de Wannsee, el destino de los judíos
alemanes y la decisión preceptiva de exterminar a todos los judíos europeos”, en Javier RODRIGO (ed.):
Políticas de la violencia…, pp. 283-355.
23
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
En este marco, todos los estados participantes en los conflictos bélicos tienden a
verse afectados, en uno u otro grado, por este tipo de dinámicas radicalizadoras. La
guerra, y más la guerra total característica del siglo XX, exige un compromiso absoluto,
con lo que las medidas que se han de implementar para alcanzar la victoria se rigen por
unas nuevas reglas de juego. En este sentido, si bien los regímenes denominados
totalitarios, y especialmente el fascismo, han sido los principales protagonistas de estos
análisis, no debemos dejar de lado que también las potencias democráticas se vieron
afectadas por dinámicas similares. Así, ¿cómo si no podemos entender el internamiento
sistemático de ciudadanos estadounidenses de origen japonés en campos de
concentración si no es debido al nuevo marco impuesto por la guerra? Y, de la misma
forma, ¿bajo qué prisma podemos analizar el bombardeo masivo de ciudades alemanas,
como Dresde, o el de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, si no es bajo el
de las nuevas marcadas por un enfrentamiento total?2 Estas cuestiones, si bien escapan
ampliamente a la temática y límites de la presente comunicación, sí permiten establecer
una serie de puntos comparativos y de referencia para entender la guerra como un
escenario propiciatorio para unos y de radicalización para otros, algo que se encuentra
en la base de lo que trataré aquí.
Por supuesto, si bien podemos encontrar ejemplos de radicalización en tiempo
de guerra en cualquier régimen o país, como apuntaba antes los principales
protagonistas, por razones obvias, de los análisis en torno a esta cuestión en la Europa
de la primera mitad del siglo pasado han sido los fascismos. En este sentido, la
incidencia y dimensión de la radicalización o, quizá mejor, potenciación de sus políticas
en tiempo de guerra ha sido significativamente mayor, en tanto en cuanto el punto de
partida ideológico y el uso de la violencia como elemento transformador también lo
eran. Aunque, como mencionaba, la guerra como marco propiciatorio de radicalización
es algo inherente a todo contendiente sea cual sea su orientación ideológica, es bien
cierto que en ningún caso se ha llegado al extremo de extender la violencia masiva
contra el civil al conjunto de los enemigos, y de forma proactiva, salvo en el caso de los
fascismos. Bien es cierto que las propias potencias occidentales, durante el siglo XIX y
principios del XX, llevaron a cabo auténticos procesos genocidas en los territorios
coloniales, como el caso de los herero y los namaqua o de la muerte de varios millones

2
Al respecto de esta cuestión, son interesantes algunas de las reflexiones que elabora el siempre polémico
Daniel J. GOLDHAGEN: Peor que la guerra: genocidio, eliminacionismo y la continua agresión contra
la humanidad, Madrid, Taurus, 2010.

24
de personas en el Congo a manos de las autoridades belgas, algo que sin duda debe
introducirse en la ecuación que estoy intentando elaborar aquí3. Pero, en este caso, por
un lado, la extensión de la violencia contra el civil respondía a unas dinámicas concretas
de rebelión o explotación sistemática de la población en situaciones específicas no
definidas a priori; y, por otro, dicha eliminación de las barreras entre los ámbitos civil y
militar únicamente se remitía, de forma extensiva, al plano de lo colonial. Por el
contrario, en el caso del fascismo la planificación previa de los procesos de violencia y
explotación partía de la base de considerar bajo el mismo prisma a civiles y militares,
esto es, de que ambos colectivos eran susceptibles de sufrir el mismo grado de violencia
independientemente de su resistencia activa o pasiva, o de su actuación ante el avance y
conquista de las tropas fascistas. Y es aquí, en esa definitiva definición del civil como
objetivo militar pleno, donde es posible encontrar un nicho interpretativo en el que
construir el concepto de fascist warfare o guerra fascista.
De este modo, a la hora de intentar determinar si es posible articular dicho
concepto y si tiene operatividad analítica, debemos en primer lugar acudir a la somera
definición, apunte quizá sería más ajustado a la realidad, que del concepto fascist
warfare hizo Alan Kramer en su libro Dynamic of Destruction. Culture and Mass
Killing in the First World War. El historiador del Trinity College de Dublín apuna que
la guerra fascista “totally erradicated that distinction [entre combatientes y no
combatientes]” en la medida en que se caracterizaba por ser “waged with ruthless
brutality against the entire population”, algo que ya puso de manifiesto la invasión
italiana de Etiopía en la que entre 350.000 y 760.000 etíopes, la mayoría de ellos civiles,
fueron asesinados debido a la superioridad militar del ejército fascista, cuya capacidad
destructiva fue puesta al servicio de la diseminación del terror entre la población4. Así,
Kramer sitúa el elemento definitorio en lo comentado anteriormente, en una
radicalización de la guerra total en la que las formas totales de hacer la guerra, valga la
redundancia, no son ya un medio para obtener la victoria, sino además un fin en sí
mismas, una parte sustancial del proyecto que, mediante la contienda, se quiere
implementar. Algo que, igualmente, se aprecia para el caso de la Alemania nazi cuando,

3
Para el caso de los herero, ampliamente desconocido y que constituye uno de los primeros genocidios en
la Historia, puede verse Jeremy SARKIN: Germany’s Genocide of the Herero: Kaiser Wilhelm II, His
General, His Settlers, His Soldiers, Cape Town, UTC Press, 2010; o Katharina von HAMMERSTEIN:
“The Herero: Witnessing Germany‟s „Other Genocide‟”, Contemporary French and Francophone
Studies, 20, 2 (2016), pp. 267-286.
4
Alan KRAMER: Dynamic of Destruction. Culture and Mass Killing in the First World War, Oxford,
Oxford University Press, 2007, p. 329.

25
por ejemplo, se diseñaron unas políticas de ocupación de la Unión Soviética destinadas
a dejar morir por hambre a entre 20 y 30 millones de personas, independientemente de
su posible actitud de resistencia, pasividad o colaboración hacia las tropas alemanas5.
Considerando, pues, esta distinción que hace Kramer, y partiendo del concepto
que enuncia, lo que planteo aquí es abordar una serie de cuestiones que considero
esenciales para poder posteriormente, digámoslo así, „aterrizar‟ este concepto y pulsarlo
en el plano de lo factual. En este sentido, además de abordar la inevitable dimensión
genocida y violenta que las guerras de los fascismos llevaron aparejada, es fundamental
también analizar cómo esta se imbrica con el día a día de la guerra en los diversos
frentes. En definitiva, no son sino la guerra, la conquista de territorios mediante el
avance de los ejércitos y la actuación de las tropas en el campo de batalla las que
generan los escenarios que permiten la implementación de este tipo de políticas. Y, al
mismo tiempo, no debemos olvidar tampoco la propia influencia que la guerra y sus
dinámicas en el frente ejercen en el modo en que estas políticas evolucionan, tal y como
la historiografía sobre la guerra en el Frente Oriental ha puesto de manifiesto desde hace
ya bastantes años6. Así pues, será interesante analizar el comportamiento de las tropas
en el campo de batalla y cómo este responde, por un lado, a las propias realidades del
escenario en que tiene lugar; por otro, a la propia cultura de enfrentamiento y
conducción de la guerra de cada ejército en cuestión; y, finalmente, al marco ideológico
en el que dicha guerra, ejército y, en última instancia, individuo se encuadran. De
hecho, este último elemento entiendo que constituye una parte esencial del conjunto de
la reflexión, en la medida en que comprender el marco ideológico y cómo los individuos
se relacionan con él permite observar las posibles permeaciones, adaptaciones y
transformaciones de un discurso teórico a un plano real, factual y cotidiano, y como esto
incide en la labor de, en este caso, los combatientes.
Por otro lado, el concepto de guerra fascista permite también englobar toda una
serie de casos de estudio diferentes al alemán que, por este preciso motivo, permiten
cuestionar la tesis de la singularidad alemana, respecto a una deriva genocida, tal y
como apunta el propio Kramer7. Así, la propia Alemania e Italia serían los casos

5
Alex J. KAY: “Germany‟s Staatssekretäre, Mass Starvation and the Meeting of 2 May 1941”, Journal of
Contemporary History, 41, 4 (2006), pp. 685-700.
6
Un ejemplo clásico en Omer BARTOV: The Eastern Front, 1941-45: German Troops and the
Barbarisation of Warfare, New York, Palgrave, 2001[1986]. Si bien puede, y deben, citarse otros muchos
a este respecto, luego haré referencia a algunos de ellos cuando aborda esta misma cuestión.
7
Alan KRAMER: Dynamic of Destruction…, p. 329.

26
indiscutibles, si bien habría que incluir otros como Croacia8, España y, quizá, Japón.
Respecto a estos dos últimos, es importante hacer alguna precisión para justificar su
inclusión en una hipotética teorización acerca del concepto de guerra fascista. España y
su fascismo son una cuestión ampliamente debatida en la historiografía y, en ese
sentido, mi posición al respecto es la de considerar el régimen nacido con la guerra y
construido a partir de ella como un fascismo. Por cuestiones de espacio y de dispersión
no es este el lugar para retomar o argumentar sobre ese debate, al menos en lo que
refiere a la naturaleza del régimen, con lo que baste apuntar que mi posición se
fundamenta en los trabajos de historiadores como Ferran Gallego, Francisco Morente o
Javier Rodrigo9. Y en lo tocante a Japón, la precisión tiene que ver con el debate acerca
del carácter exclusivamente europeo del fascismo, lo que deja en suspenso el poder
incluir o no casos como el japonés, que si bien comparte muchos rasgos con los
regímenes europeos tiene una evidente brecha en el plano cultural. Así, aunque hay
algunos trabajos que apuntan a la consideración de Japón como un fascismo, baste
apuntarlo aquí como una posibilidad analítica y no como una certeza 10. Sea como fuere,
las precisiones respecto a las experiencias española y japonesa son igualmente
importantes por otro motivo, que no es otro que la necesidad de huir de modelos ideales,
en tanto en cuanto son las características del escenario concreto las que definen el tipo
de, en este caso, guerra fascista que se lleva a cabo. Precisamente, y de forma para nada
casual, la cuestión de la importancia que se le da al marco general por encima del
contexto particular es uno de los principales puntos calientes en los debates existentes
en el seno de los fascist studies acerca de la inclusión o no de experiencias como la
española o la francesa de Vichy dentro de la familia de los fascismos europeos.

¿Guerras fascistas o guerras de los fascismos?


A la hora de hablar de fascist warfare, es importante determinar primero hasta qué
punto los individuos luchaban o no por el fascismo. O, de un modo más global, si las
dimensiones militar e ideológica confluían en el escenario bélico o, por el contrario, si

8
Una contribución ineludible sobre el caso croata en las coordenadas en la que planteo este texto es la de
Alexander KORB: Im Schatten des Weltkriegs: Massengewalt der Ustasa gegen Serben, Juden und Roma
in Kroatien, 1941-1945, Hamburgo, Hamburguer Edition, 2013.
9
Como síntesis esencial, Ferran GALLEGO: El Evangelio fascista. La formación de la cultura política
del franquismo (1930-1950), Barcelona, Crítica, 2014.
10
Un análisis del régimen nipón como un fascismo y de la experiencia bélica japonesa en Yoshimi
YOSHIAKI: Grassroots Fascism. The War experience of the Japanese People, Nueva York, Columbia
University Press, 2015 [1987]

27
eran antagónicas y generaban espacios propios que pugnaban por obtener primacía el
uno sobre el otro. Esto, indudablemente, nos conduce de lleno a otro de los principales
debates existentes en la actualidad en lo que respecta a las guerras de los fascismos, que
tiene un recorrido sustancialmente mayor para el caso alemán pero que también ha
tenido algún desarrollo, si bien considerablemente menor, en casos como el italiano o el
español; debate que no es otro que el del papel jugado por la ideología en la forma de
conducir la guerra y actuar en el frente por parte de las tropas alemanas, italianas o
españolas.
En líneas generales, existen dos teorías fundamentales al respecto, si bien
también es cierto que algunos autores han intentado abrir una vía que se nutra de ambas
y trate de encontrar una posición intermedia. Por una parte, hace ya algunos años, el
historiador Omer Bartov en sus clásicos The Eastern Front y Hitler’s Army apuntaba
que las condiciones de vida y combate en el Frente Oriental habían supuesto una
radicalización y una brutalización del modo de hacer y experimentar la guerra por parte
de los soldados11. Esto, a su juicio, habría supuesto una disgregación de los grupos
primarios en el seno de las unidades y, al mismo tiempo, habría conllevado la necesidad
de recurrir a la ideología nacionalsocialista como forma de mantenimiento de la moral y
la voluntad de combate, con la consiguiente ideologización de unas tropas que, ya de
por sí, estaban muy fascistizadas12. Así, si bien esta teoría peca en algunos aspectos de
una maximización del rol ideológico y de una cierta falta de equilibrio a la hora de
confrontar experiencia e ideología y a la hora de entender la posición ocupada por el
nazismo en el seno de la cotidianeidad del frente13, no es menos cierto que ha
constituido una base fundamental tanto para la generación de debates al respecto como
para su propia continuación, en trabajos como los de Félix Römer por ejemplo 14. Y, de
la misma forma, ha nutrido también investigaciones que no toman el caso alemán como
elemento central de estudio, sino que abordan otras experiencias importantes para la
cuestión que estoy analizando aquí, como la italiana o la española. En este sentido, para
el caso español podemos citar los análisis de Javier Rodrigo, y para el italiano los

11
Omer BARTOV: The Eastern Front…; ÍD.: Hitler’s Army: soldiers, Nazis and war in the Third Reich,
Nueva York, Oxford University Press, 1991.
12
ÍD.: The Eastern Front…, p. 148.
13
Por ejemplo Ibid., p. 94.
14
Félix RÖMER: Der Kommissarbefehl: Wehrmacht und NS-Verbrechen an der Ostfront 1941/42,
Paderborn, Ferdinand Schöningh, 2008.

28
trabajos de Amedeo Osti Guerrazzi15. Por ende, podríamos definir esta teoría, o este
grupo de interpretaciones, como aquellas que otorgan un papel definitorio y
preponderante a la ideología, por encima de otros aspectos menos políticos como la
cultura militar o motivaciones personales –mundanas– de los propios combatientes.
En segundo término, encontramos una posición opuesta a la que acabamos de
apuntar, que se centra la infravaloración del rol jugador por la ideología en el día a día y
las actuaciones de los combatientes en el campo de batalla. Yendo de nuevo al caso
alemán, matriz y fuente de todos estos debates, la obra de Sönke Neitzel y Harald
Welzer, Soldaten, sería el exponente más reciente e importante al respecto16. En ella,
ambos autores sitúan como eje central de la experiencia y la motivación de los soldados
alemanes la cultura militar y el sentido del deber, dejando la ideología confinada a un
rol bastante marginal. Así, lo que explica el por qué las tropas alemanas actuaron como
lo hicieron en el frente y resistieron tan duramente frente a los Aliados sería, por un
lado, la consideración de la guerra como trabajo, es decir, la interiorización de la
muerte del enemigo no como un proceso ideológico sino como, simplemente, una tarea
más dentro de los deberes del soldado; y, por otro, el papel jugado por los vínculos
personales, que se hallaban detrás tanto de las represalias por „venganza‟ como de dicha
resistencia a ultranza17. Unos vínculos personales basados en el mantenimiento de los
grupos primarios en las unidades de combate que Bartov consideraba muy erosionados
a raíz de la crisis del invierno de 1941-42, algo que, recientemente, el historiador
americano Jeff Rutherford ha demostrado que no fue así, sino que se mantuvieron hasta
bien entrado 1943-4418. Sea como fuere, esta interpretación ha tenido una amplia
recepción, tanto para el propio caso alemán como para otras experiencias de fascismos
en guerra, como el caso español. Por ejemplo, dos de las últimas investigaciones acerca
de la experiencia bélica de los combatientes sublevados durante la guerra civil apuntan

15
Analizando la experiencia de combate del C.T.V. en España, en la línea interpretativa que apuntamos,
Javier RODRIGO: La guerra fascista. La intervención italiana en España, 1936-39, Alianza, Madrid,
2016. Para loss soldados españoles del bando sublevado puede verse Miguel ALONSO IBARRA:
“Vencer y convencer. Una aproximación a la fascistización del combatiente sublevado y la construcción
del consenso en la España franquista”, en Francisco COBO, Miguel Á. DEL ARCO y Claudio
HERNÁNDEZ: Fascismo y modernismo. Política y cultura en la Europa de entreguerras (1914-1945),
Granada, Comares, 2016, en prensa. El caso italiano y su ocupación en Eslovenia en Amedeo OSTI
GUERRAZZI: The Italian Army in Slovenia: Strategies of Antipartisan Repression, 1941-1943, Londres,
Palgrave MacMillan, 2013.
16
Sönke NEITZEL y Harald WELZER: Soldados del Tercer Reich. Testimonios de lucha, muerte y
crimen, Barcelona, Crítica, 2012.
17
Ibid., pp. 343 y 338-339 respectivamente.
18
Jeff RUTHERFORD: Combat and Genocide on the Eastern Front. The German Infantry’s
War, 1941-1944, Cambridge, Cambridge UP, 2014, pp. 259-285.

29
en esta línea, restando importancia a la cuestión ideológica y separando dicha esfera de
la puramente militar, que habría influido más en los centenares de miles de hombres
movilizados por los rebeldes19.
En una posición intermedia, que busca armonizar ambas posturas pero que, al fin
y al cabo, acaba nutriendo la tendencia más pujante hoy en día, es decir, la que defiende
un rol complementario de la ideología –si bien más matizado que en los estudios que
acabo de mencionar–, encontramos trabajos como el ya mencionado de Jeff Rutherford.
En lo que solo cabe calificar como un brillante análisis de la experiencia de combate, de
las políticas de ocupación y, en suma, de la guerra llevada a cabo por la infantería
alemana en el noroeste de Rusia, Rutherford apunta un concepto central, el de necesidad
militar. Así, lo principal habría sido siempre derrotar al enemigo, y dicho objetivo se
habría antepuesto a cualquier otra consideración de tipo ideológico, entrando ambas en
contradicción en no pocas ocasiones20. La visión nacionalsocialista del Este, por tanto,
habría tenido una posición complementaria, estando siempre a merced de que la
necesidad militar coincidiese con sus mismos objetivos, y no al revés. Sin embargo,
¿hasta qué punto era la necesidad militar lo que primaba a la hora de arrasar un pueblo
que supuestamente apoyaba a los partisanos, y no una percepción de estos como
enemigos absolutamente eliminables basada en la ideología? Si el autor apunta que fue
la propia doctrina alemana de destruir al enemigo usando toda la fuerza disponible la
que explicaba las brutales medidas antipartisanas y contra los civiles en Rusia, ¿por qué
estas mismas medidas no tuvieron parangón en otros escenarios, como por ejemplo
Francia?21
Y es que precisamente es ahí donde se encuentra la clave de dicho debate, si
bien es cierto que su naturaleza es más interpretativa que otra cosa. Las fuentes
primarias dibujan un determinado escenario pero no nos permiten aproximarnos de
forma directa y, digámoslo así, objetiva a los porqués que explican dicho escenario, por

19
James MATTHEWS: Reluctant Warriors. Republican Popular Army and Nationalist Army Conscripts
in the Spanish Civil War, 1936-1939, Oxford, Oxford University Press, 2012; y Francisco J. LEIRA
CASTIÑEIRA: “Movilización militar y experiencia de guerra civil. Las actitudes sociales de los soldados
del ejército sublevado”, en Lourenzo FERNÁNDEZ PRIETO y Aurora ARTIAGA REGO (eds.), Otras
miradas sobre golpe, guerra y dictadura. Historia para un pasado incómodo, Madrid, Los Libros de la
Catarata, 2014, pp. 150-178. Para el caso del ejército italiano, Nicolò DA LIO: “A Royal Army in a
Fascist State. Italian Army‟s Culture, Moderls and Men Relations. 1922-1945”, comunicación presentada
al V Encuentro de Jóvenes Investigadores de Historia Contemporánea, Barcelona, UAB, Julio de 2015.
20
La necesidad militar confluyendo con la ideología en Jeff RUTHERFORD: Combat and Genocide…, p.
83. Aquélla imponiéndose sobre esta en Ibid., p. 130.
21
Un estudio de la ocupación alemana en Francia en Thomas J. LAUB: After the Fall: German Policy in
Occupied France, 1940-1944, Oxford, Oxford University Press, 2010.

30
lo que la naturaleza del debate queda remitida al lugar desde el que observamos el
elemento estudiado. En mi opinión, existe una cuestión importante a considerar, y es
aquella que tiene que ver con la importancia que damos a la ideología en la vida
cotidiana de cualquier individuo. Y no me refiero aquí al debate que estamos tratando
sino, de un modo más global, a cómo la ideología influye en el marco de referencia y en
los modos que las personas tienen de percibir la realidad. No podemos pretender que la
ideología juegue un papel activo en todo momento, central si se quiere, en la mente del
individuo. Es decir, que cuando un soldado alemán fusila a unos civiles rusos por la
mera sospecha de ser partisanos no lo hace pensando en que así está dando forma la
Lebensraum germano, sino que lo hace porque es su deber como soldado en función de
las directivas y órdenes que ha recibido. Sin embargo, ello no implica que la ideología
no juegue un papel crucial, porque la predisposición a considerar al civil ruso como
partisano, y la misma falta de predisposición para hacerlo con el francés, demuestra la
influencia de los marcos de referencia nacionalsocialistas22. Del mismo modo que,
cuando un alférez provisional está combatiendo en las ruinas de Belchite en una guerra
“de liberación” librada para “grandeza de España” no ve al soldado republicano como el
demonio que describe la propaganda, sino casi como un igual, porque “no podía ver en
ellos al enemigo”. Sin embargo, eso no es óbice para que el soldado admita “He
batallado, he luchado cuerpo a cuerpo, he conquistado y reconquistado trozos de mi
España, palmo a palmo, he avanzado a la bayoneta, ebrio de sangre, drogado de ansia de
victoria, he resistido lo irresistible y he matado para no morir”23.
El ejemplo que acabo de citar, extraído de las memorias del alférez provisional,
es solo una pequeña muestra que va en el sentido de lo que pretendo argumentar. Es
decir, que la ideología no es una cuestión de máximos en función de la cual el individuo
modifica radicalmente su forma de actuar en todos los ámbitos de la vida sino que, más
bien, es un elemento que dicho individuo adapta a su realidad, transformándola en algo
que, indudablemente, determina su posición frente a algunas cosas pero no hasta el

22
Algo que Sönke NEITZEL y Harald WELZER: Soldados del Tercer Reich…, negarían de forma
implícita en p. 346, apuntando igualmente que solo la violencia dirigida contra objetivos no militares,
como prisioneros o judíos, podría considerarse nacionalsocialista (p. 350) En ese sentido, ¿es entonces la
violencia derivada de las operaciones antipartisanas una dirigida contra objetivos militares? ¿Cómo
calificaríamos, pues, las políticas de tierra quemada, o de vivir sobre el terreno, que condujeron a
centenares de miles de ciudadanos rusos a morir de hambre?
23
Amaro IZQUIERDO: Belchite a sangre y fuego. Diario de un alférez provisional. Su lucha en la
defensa de Belchite y su cautiverio en Valencia y Barcelona, Barcelona, Editorial Acervo, 2004 [1976],
pp. 13, 14, 12 y 12 respectivamente.

31
punto de convertirse en una suerte de dogma rector, inamovible y siempre presente24.
En este sentido, es obvio que como apunta Rutherford la necesidad militar juega un
papel esencial, pero pienso que este papel no se impone a la cuestión ideológica si esta
la contradice, sino que la ideología provee los mecanismos necesarios a la dimensión
militar para que esta obtenga la victoria mientras que dicha dimensión militar es el
brazo ejecutor, creador más bien, de la realidad ideológica que se quiere construir. Así,
que los alemanes suavizasen su política antipartisana en determinados momentos se
explica, sí, por la necesidad militar de frenar el incremento exponencial del apoyo a la
resistencia y de obtener mano de obra para el sustento de los servicios anexos a las
tropas, pero igualmente porque sin la colaboración ciudadana resultaría imposible
atisbar cualquier posibilidad de victoria. Esto, a mi juicio, no prima una cosa sobre la
otra sino que sitúa el pragmatismo como elemento central, si bien evidencia al mismo
tiempo la fundamentación en percepciones muy ideologizadas en el momento en que
estas pueden aplicarse sin menoscabo de la propia supervivencia de las tropas25.
Toda esta digresión acerca del rol de la ideología en la experiencia de combate
de las tropas ocupa un lugar central en el concepto de fascist warfare que estoy
abordando aquí. Porque, ¿en qué medida puede hablarse de una guerra fascista si
aquellos que la libraron no estaban siquiera permeados, en su actuación en el frente, por
esta ideología? Si el hecho diferencial que se mencionaba previamente, la naturaleza
radical del proyecto fascista y lo que de esta se deriva en términos, fundamentalmente,
de violencia no constituyen el eje rector de la lógica de la actuación de las tropas en el
frente, así como de la propia planificación militar, no tiene ningún sentido la
elaboración de un concepto definitorio singular, en tanto en cuanto podría perfectamente
hablarse de guerra total, o si se quiere de una categoría algo más radical de guerra total.
Es por esto que definir un marco en el que se sitúe a los combatientes como brazos
ejecutores, más o menos conscientes y más o menos convencidos –entendiendo, por
supuesto, que no pretendo dar una dimensión absoluta a esto, sino que cuento también
con aquellos soldados alemanes/italianos/sublevados que no eran proclives a esta
ideología y de los que bien se pueden documentar casos, como en cualquier otra

24
En la línea de lo que plantea Kate FERRIS: Everyday Life in Fascist Venice, 1929-1940, Basingstoke,
Palgrave MacMillan, 2012.
25
Una argumentación que sitúa en un mismo plano y en constante retroalimentación a la campaña militar
y a la campaña genocida en el Este por parte de Alemania en Stephen G. FRITZ: Ostkrieg. Hitler’s war of
extermination in the East, Lexington, University Press of Kentucky, 2011.

32
experiencia26–, del proyecto fascista es esencial para construir la base sobre la que
cimentar el concepto de fascist warfare. En definitiva, no debemos perder tampoco de
vista el hecho de que los soldados que lucharon las guerras del fascismo trabajaron –
combatieron– para la consecución y el triunfo de los proyectos de esta ideología, con lo
que su acción se inserta en un marco bien definido por el resultado que hubiera tenido, y
que tuvo, la victoria en la guerra.

¿Una lógica fascista de ocupación?


Otro de los elementos a tener en consideración, que forma parte de la propia experiencia
de combate pero que no se trata, las más de las veces, del combate contra el enemigo, es
el de las políticas de ocupación. Este ámbito de la experiencia bélica resulta igualmente
importante que el que comentaba anteriormente, en la medida en que buena parte de la
generación de violencias se produce debido al modo en que los diferentes regímenes
fascistas implementan la ocupación sobre el terreno. Así, desplazamientos de población,
políticas represivas encaminadas a eliminar los focos de resistencia, dinámicas
eliminacionistas contra minorías étnicas, religiosas o poblaciones locales y, en suma,
todas las acciones destinadas a transformar los nuevos espacios ocupados sobre la base
de las líneas maestras del proyecto fascista son elementos esenciales que han de tenerse
muy en cuenta a la hora de trazar un perfil del modo en que los fascismos llevaron a
cabo sus guerras27. En este sentido, parece claro que en lo tocante a las políticas de
ocupación, los regímenes fascistas actuaron en la mayoría de ocasiones con una
cuestión en mente, esto es, la necesidad de aprovechar el marco de la guerra como
escenario propiciatorio para la implementación de sus medidas, llevando a cabo
prácticas de extrema violencia, de naturaleza genocida en no pocas ocasiones, que
tenían como objetivo a civiles y combatientes por igual. Esto, por ende, establecería una
diferencia con respecto a las violencias coloniales de las que se hablaba al principio del
texto, en la medida en que el fascismo adopta una estrategia proactiva, desplegando

26
Para el caso de la Guerra Civil Española, por ejemplo, puede verse el ejemplo del voluntario irlandés
Seumas McKee, que pese a enrolarse en la denominada “Brigada Irlandesa” del líder fascista Eoin
O‟Duffy, posteriormente escribió unas memorias en las que renegaba de su alistamiento y, al mismo
tiempo, de las ideas fascistas. Sus memorias en Seumas MacKEE: I was a Franco Sodier, Londres,
United Editorial Limited, 1938. Sobre el caso de algunos franceses alistados en la Legión, Archivo
General Militar de Ávila (AGMAV), C.1566, 82.
27
Algunas referencias en Klaus SCHMIDER: Partisanenkrieg in Jugoslawien, 1941-1944, Hamburgo,
Mitte, 2002; Ben SHEPHERD: War in the Wild East: the German Army and Soviet partisans, Cambridge,
Harvard University Press, 2004; Davide RODOGNO: Fascism’s European Empire: Italian Occupation
during the Second World War, Cambridge, Cambridge University Press, 2006; o en Mark MAZOWER:
Hitler’s empire: how the Nazis ruled Europe, Nueva York, Penguin Press, 2008.

33
desde el primer momento toda la violencia disponible, algo que contrasta con la práctica
de las potencias coloniales que, por su parte y en líneas generales, tuvieron una actitud
que no estaba expresamente destinada al exterminio total o parcial de las poblaciones
conquistadas, sino que este se produjo como consecuencia de –y aprovechando–
levantamientos o circunstancias muy específicas28.
Volviendo sobre los dos casos mencionados antes, el genocidio alemán contra
los pueblos namaqua y herero, que tuvo lugar en la actual Namibia y que se cobró la
vida de, al menos, la mitad de la población de cada etnia, tuvo como origen una rebelión
de ambos contra el dominio colonial alemán. Pero no fue, por el contrario, una política
implementada ya desde 1884, momento en que la región queda bajo protectorado
alemán. Por supuesto, la situación de las poblaciones locales era de absoluta sumisión a
los colonizadores, siendo sus tierras confiscadas para entregarlas a colonos alemanes,
sus poblaciones desplazadas hacia las regiones más inhóspitas y menos productivas de
la zona, y no pocos de ellos esclavizados para servir en las políticas de explotación
colonial29. Sin embargo, deben entenderse estos elementos dentro de la propia lógica
colonial, que tenía más de explotación al máximo del territorio que de dinámica
genocida per se. De la misma forma, el genocidio cometido por los belgas en el Congo
no se inscribe en una actuación directa para eliminar a las poblaciones locales, sino que
se enmarca dentro de la explotación económica del caucho y las brutales condiciones de
trabajo a las que eran sometidas. Es decir, que ambas cuestiones no parten de la
eliminación de los nativos de esas regiones como una política en sí misma, sino que son
condiciones concretas las que derivan en los procesos genocidas. Algo que, en el caso
de los fascismos, no encontramos, ya que la eliminación total o parcial de dichas
poblaciones era contemplada como algo normal y esperable. De hecho, para la invasión
de la Unión Soviética, tal y como ha demostrado Alex J. Kay y como apuntaba antes, se
diseñaron una serie de políticas de racionalización y explotación del territorio que
llevaron aparejadas, como figura en la resolución adoptada por los Staatssekretäre el 2
de mayo de 1941, la muerte por inanición de entre 20 y 30 millones de personas que
vivían en las ciudades y pueblos del centro y norte de Rusia, ya que era imposible
alimentarles si se pretendía un aprovechamiento extremo del terreno para el propio

28
Una revisión bibliográfica de los trabajos que abordan, para el caso alemán, la relación entre violencia
colonial y Holocausto en Thomas KÜHNE: “Colonialism and the Holocaust: continuities, causations, and
complexities”, Journal of Genocide Research, 15, 3 (2013), pp. 339-362.
29
Jeremy SARKIN: Germany’s Genocide of the Herero…

34
Reich30. En este sentido, salta a la vista que la nula consideración por los civiles y, en
definitiva, su percepción como un objetivo militar, ya que la supervivencia de las tropas
alemanas en el Este dependía en buena medida de la implementación de estas políticas,
eran dos elementos nucleares de las políticas de ocupación alemanas, diferenciados de
las propias prácticas coloniales.
Dentro de este modelo que he pretendido esbozar, o mejor dicho sugerir, he
incluido el caso español, en la medida en que fue también una guerra llevada a cabo por
un régimen fascista y porque se caracterizó por unos niveles de violencia extremos, que
incluso han llevado a algunos a otorgar la consideración de práctica genocida a dicha
violencia31. Sea como fuere, si bien creo que no puede hablarse ni de genocidio ni de
práctica genocida, la gran dimensión de la violencia en retaguardia durante la guerra, así
como la extensión de la política represiva en los años posteriores con el mantenimiento
del estado de guerra hasta 1948, lleva implícita la voluntad de someter, mediante la
violencia, a la denominada “anti-España”32. Así, además de las propias políticas
represivas en retaguardia, el civil también se situaba, al igual que hemos visto en el caso
alemán o italiano, como un objetivo militar plenamente legítimo, algo que demuestran
las campaña de bombardeo que sobre el litoral mediterráneo, así como sobre otras zonas
como el País Vasco, realizaron los aviones fundamentalmente italianos y que no tenían,
como tales, ningún tipo de justificación en base a objetivos militares33.
Sin embargo, es también cierto que, como apuntaba, creo que no puede hablarse
de dinámicas genocidas en la Guerra Civil Española, en la medida en que pese a los
altos niveles de violencia durante y tras la guerra nunca se tuvo la voluntad expresa de
aniquilar a la España vencida. Sí someter, si subordinar y sí dominar, pero no eliminar,
en tanto en cuanto algunas políticas de reutilización de combatientes republicanos
durante la guerra o la conmutación de sentencias de muerte en la posguerra se alejan del
total exterminio físico de los, por usar un término global, republicanos34. Esto, a priori,
podría servir para desencajar la experiencia española del modelo planteado, ya que esa
dinámica genocida era lo que se apuntaba como el hecho diferencial y definitorio, uno

30
Alex J. KAY: “Germany‟s Staatssekretäre…”
31
Antonio MÍGUEZ MACHO: “Nuestro pasado presente: práctica genocida y franquismo”, Hispania
Nova, 10 (2012). Disponible en: http://hispanianova.rediris.es/10/dossier/10d010.pdf. Consultado por
última vez el 01-06-16
32
Un estudio de la violencia durante la Guerra Civil Española y en la posguerra en Javier RODRIGO:
Hasta la raíz: violencia durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, Madrid, Alianza, 2008.
33
Una cuestión que se aborda en Javier RODRIGO: La guerra fascista…
34
Sobre la reincoporación al frente, en unidades sublevadas, de prisioneros republicanos véase James
MATTHEWS: Reluctant Soldiers…, pp. 202-203.

35
de ellos al menos, del fascist warfare. Empero, topamos aquí con el problema
fundamental respecto a la experiencia española –y, en cualquier caso, respecto a
cualquier otra experiencia–, que no es otro que la necesidad de adaptar el esquema
general al contexto particular, que en este caso se trata del de una guerra civil. En este
sentido, las características de un enfrentamiento interno que no está motivado por
cuestiones étnicas o religiosas, que son elementos mucho más excluyentes que los
basados en la identificación ideológica, llevan a la imposibilidad de buscar el
exterminio de todo aquel que una vez fue definido como enemigo. La construcción del
nuevo régimen, para ser viable, necesitaba no solo de una violencia ejemplarizante y de
una profunda profilaxis social, sino también de la construcción de unos consensos que,
de alguna forma, permitieran incluir, aun en una posición de sometimiento social,
político y cultural, a parte de los vencidos. Así pues, en una guerra en la que lo que se
disputaba era la legitimidad de la idea de España, resultaba imposible articular una
retórica que abogase por el exterminio de los que, en un primer momento, se pusieron al
lado de la República o no se pusieron del lado de los rebeldes, ya que habría condenado
a estos últimos a fundamentarse en una base social muy reducida y a la pérdida de
apoyos que llegaron a raíz de la cambiante situación de la guerra o de la propia
necesidad de supervivencia de los individuos. Por ende, es la naturaleza de la guerra la
que marca las posibilidades, realistas, de los proyectos en lucha, y esto es algo que debe
tenerse muy en cuenta a la hora de abordar la siempre compleja experiencia española y
que, por ello, creo que permite su inclusión dentro de la categoría de fascist warfare.

Algunas consideraciones finales


El presente texto no representa, en absoluto, una investigación completa, una reflexión
cerrada o una definición del concepto de fascist warfare. Por el contrario, viene a ser un
conjunto de ideas puestas sobre el papel en torno a una cuestión a la que le he estado
dando vueltas en los últimos tiempos a raíz de mi propia investigación. Es decir, se trata
de un work in progress, extremadamente embrionario todavía, que ha servido más para
intentar organizar toda esa serie de ideas y darles un primer sentido lógico que para otra
cosa. Por ello, no pretende en ningún momento llevar aparejada una exhaustiva revisión
bibliográfica de los temas que se mencionan, ya que solo se apuntan algunos principales
y quedan otros muchos en el tintero, ni busca por el momento adentrarse en el terreno
de lo empírico, que por supuesto es un camino esencial que en algún momento futuro

36
habrá de transitar. Así, su naturaleza teórica y enunciativa busca generar reflexiones,
críticas, debates y consideraciones aprovechando el marco del encuentro en el que se
plantea. Esa ha sido, pues, la principal motivación con la que lo he escrito.
Dicho esto, quiero resaltar algunos puntos finales de cara a proponer
interrogantes sobre la mesa que sirvan para seguir profundizando en este concepto. En
primer lugar, es fundamental, para saber si la idea de fascist warfare puede tener
contenido real y operatividad analítica, definir muy bien los contornos que esa guerra
fascista tendría y que la diferenciarían de la guerra total característica de la primera
mitad del siglo XX, y de antes según algunos autores35. Es decir, no solo establecer una
diferencia cuantitativa o cualitativa en la naturaleza de las prácticas y violencias que
unos y otros estados practicaban, sino analizar detenidamente los fines que perseguían
dichas prácticas y violencias y el marco en el que tenía lugar. Así, es esencial seguir
profundizando en el debate apuntado antes sobre el rol de la ideología en el
comportamiento y día a día de las tropas, algo en lo que la combinación de las fuentes
propiamente militares con un enfoque más cultural que incorpore testimonios, diarios y
memorias, constituye el núcleo fundamental. A este respecto, de hecho, es esencial
también abordar una cuestión que se ha mencionado en ciertas ocasiones, nuevamente
más para el caso de la experiencia nacionalsocialista, pero que no ha tenido un
desarrollo propio como tema de estudio, que es la relación entre el ámbito militar y el
fascismo. Como sugieren no pocos ejemplos de la época, las conexiones entre ambos
mundos fueron muchas y muy fuertes. Diversos militares tanto en Alemania, Italia o
España se vieron atraídos por el fascismo y se convirtieron en fervientes defensores de
esta ideología, algo que por ejemplo permea la documentación militar y que, sin duda,
influye en la actuación en el frente36. De igual modo, es innegable la voluntad del
fascismo de incorporar diversos conceptos e ideas procedentes del ámbito militar, más
allá de la propia estética, lo que me lleva a preguntarme hasta qué punto es posible
establecer dos escenarios estancos y opuestos entre sí o, por el contrario, si es posible
hablar de ámbitos interrelacionados y que se permean entre ellos. Para el caso español,
por ejemplo, la cuestión del africanismo puede constituir un importante antecedente en
cuanto a la generación de una particular cultura militar proclive a determinados
posicionamientos políticos, considerando además que buena parte de la oficialidad

35
David A. BELL: The first total war: Napoleon’s Europe and the birth of warfare as we know it,
Boston, Houghton Mifflin, 2007.
36
Jeff RUTHERFORD: Combat and Genocide…, p. 90.

37
golpista en julio de 1936 procedía precisamente de esta específica cultura militar. Sea
como fuere, sería muy interesante, a la par que necesario, introducir este elemento en el
debate sobre la ideología y los combatientes, ya que quizá podría encontrar un punto
intermedio que pudiese explicar ciertos aspectos que hoy en día se presentan como
antagónicos.
Por otro lado, es también fundamental atender al contexto colonial, no solo
como antecedente –aunque también como escenario propio de la guerra fascista, como
en el caso de Etiopía– sino también como un tipo de guerra diferencial. Así, replantearse
la naturaleza de las violencias en estos territorios, o intentar trazar diferencias más
precisas que las aquí marcadas –a brocha muy gorda– entre la explotación de las
colonias y la que los regímenes fascistas hicieron de los territorios bajo su control es
esencial para establecer tanto los puntos que conectan ambos tipos de guerra como
aquellos que los diferencian. Y, finalmente, es igualmente necesario establecer una
reflexión global sobre el concepto, que abarque diversos casos de estudio y que no se
centre en sintetizar un modelo ideal sino, más bien, en elaborar una serie de
características definitorias que dejen también espacio a las particularidades de cada
contexto. No es lo mismo la construcción de un estado fascista paralela a una guerra
civil que una guerra de exterminio frente a un estado extranjero, al tiempo que tampoco
lo es una guerra colonial con tintes genocidas que una guerra interna en la que, además
del conflicto ideológico, juegan un papel crucial las dimensiones étnica y religiosa. Por
ende, si algo podemos aprender de las décadas de debates y reflexiones en el seno de los
fascist studies es a huir de los modelos ideales aplicados desde arriba, sin conocer el
escenario específico, y a apostar por modelos interpretativos que se construyan desde
abajo, desde la experiencia empírica que no pierde de vista la dimensión teórica.
Como argumentase Mark Mazower en su famoso y ya clásico La Europa Negra,
el fascismo fue la ideología definitoria del siglo XX por excelencia. Si bien esto es una
premisa argumentable, lo que sí es cierto es que las guerras del fascismo, en conjunto,
llevaron aparejados procesos genocidas y de violencia de masas que conllevaron las
mayores tasas cuantitativas y cualitativas de muerte, solo por debajo en el aspecto
cuantitativo proporcional de las del régimen de los jemeres rojos liderado por Pol Pot.
Por ello, entiendo que es posible hablar, o plantearse, de la existencia de una
especificidad en el modo en que dichas guerras se llevaron a cabo, sintetizado en ese
concepto de fascist warfare. Sea como fuere, y se pueda finalmente articular el concepto

38
o no, lo que sí esencial es seguir ahondado en la relación entre guerra y fascismo como
una de las claves explicativas esenciales del pasado siglo XX.

39
La batalla falangista de Madrid, fascismo y urbanismo

José Candela Ochotorena


Universidad de Valencia

Introducción
Las ideas de jerarquía, servicio y hermandad en que se apoya el régimen, tiene tradición
exacta en la forma de disponer los diversos elementos urbanos, matizando los
emplazamientos representativos, preparando las diferentes zonas de trabajo, vivienda y
esparcimiento de forma eficaz, tanto en situación como en condiciones de uso,
organizando todas las partes en unidades de diversos órdenes que den lugar a la unidad
urbana de gran volumen y significación que necesariamente ha de ser el gran Madrid
Capital de España (Bidagor, Ordenación General de Madrid, 1941)
La Falange inició en 1941, con la venia del Caudillo, una batalla por plasmar en
la Capital de España su proyecto de ciudad, a la vez imperial y nacional-sindicalista.
Aprovechando la reconstrucción que imponía la victoria militar, iniciaron una
intervención para rescatar Madrid y restaurar la capital de los Austrias, en una
trasposición a España del nuevo orden fascista que parecía imparable en la Europa de
1939. Ese proyecto fue el Plan Bidagor de 1941-44; sus antecedentes, que han sido
objeto de múltiples trabajos de investigación urbanística, fueron, entre otros, el proyecto
de Zuazo de la etapa republicana, con sus anillos verdes por los arcos del valle del
Manzanares y del arroyo del Abroñigal1; el Plan de Azaña y Prieto para terminar con el

1
Luis AZURMENDI, “Orden y desorden en el Plan de Madrid del 41” en Madrid cuarenta años de
desarrollo urbano (1940-1980) Madrid, Ayuntamiento de Madrid.1981, p 14.
41
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
chabolismo madrileño, construyendo un anillo de poblados satélite apoyados en los
pueblos de la periferia2, y otros.
La constitución de la Junta de Reconstrucción de Madrid, por la Orden de 7 de
octubre de 1939, bajo la dirección de Moreno Prieto, preveía tres funciones básicas, a)
Aprovechar las destrucciones de la guerra para los proyectos de capitalidad; b)
reconstruir las zonas destruidas, y c) redactar el anteproyectos de ordenación de la
ciudad, con la misión específica de,
“establecer las normas generales de reorganización material que,
respondiendo a una renovación espiritual, convienen a Madrid (…) en un
orden nuevo, que lo capaciten para desempeñar honrosamente la misión alta y
fundamental que le corresponde en el conjunto de la Nación” (Bidagor,
1941)3

Paralela a éste organismo, la “Comisión Técnica” , dirigida por Pedro Bidagor,


fue creada para “imponer a toda otra iniciativa la aplicación consiguiente de unas
ordenanzas previas que se ajustasen a las líneas generales del plan en estudio”. La
Comisión redactó un Plan, que recogía doce apartados, para trasformar Madrid en
capital imperial, a) Conexiones ferroviarias; b) Accesos por vías rápidas de
comunicación; c) Zonificación del espacio urbano; d) Reformas en el casco urbano; e)
La terminación de los ensanches con la introducción de parques y jardines; f) La
prolongación de la Castellana; g) La ordenación de los núcleos del extrarradio y los
suburbios; h) La ordenación de la ribera izquierda del Manzanares y el cierre del
conjunto con anillos verdes; i) La previsión de zonas para la industria y los nuevos
poblados satélite que incorporaran los pueblos limítrofes a la capital (hasta aquí seguía
el proyecto de Zuazo) y j) Construir la cornisa imperial del Manzanares; k) La vía de la
Victoria con el Arco de la Moncloa apuntando al Escorial. Estos añadidos imperiales se
completarían con, cerca del mausoleo de los reyes, el Valle de los Caídos. La entrada
NO a Madrid copiaba el simbolismo de la entrada a la capital por la autopista nacional-
socialista, Berlin-Munich.

2
Santos JULIÁ, “Madrid Capital de España” en Juliá, Ringrose y Segura, edit. Madrid, Historia de una
Capital, Madrid, Alianza Editorial, Historia, 1994, pp. 236-455.
3
Pedro BIDAGOR, 1941, Plan de Ordenación URBANA DE MADRID, en Sambricio (edit.) “Plan
Bidagor 1941-1946) y edición facsímil”. Comunidad de Madrid, ed. Nerea, S.A. 2003.

42
Munich es la cuna del Partido Nacional Socialista donde han de mantenerse
vivas sus esencias y donde se honra la memoria de sus primeros mártires4
Como es sabido, aunque Bidagor no reconocía su deuda con Zuazo (entonces relegado
por el régimen), en cuyo estudio inició la carrera, la zonificación de 1941 replica la
diagonal, trazada por aquel en 1929 desde el Paseo de Extremadura a la Carretera de
Aragón5, con la variante de dejar despejados los valles delimitadores de la ciudad para
destacar el perfil velazqueño de la capital y los puentes históricos del Manzanares,
“Reúne el paisaje típico velazqueño de la sierra madrileña. La belleza de las
luces del Poniente, el prestigio histórico de los recintos antiguos con el
recuerdo de la primera reconquista, la tradición imperial de esta fachada, la
emoción de la lucha y la victoria de la segunda Reconquista” (…) “La
Capitalidad debe organizarse, exaltarse y representarse en el Valle del
Manzanares (Bidagor, 1941, nota 35)

El anillo se completaría delimitando el centro gubernamental -Dirección


Política y Económica de la Nación- cuya vertiente moderna se extendería en los Nuevos
Ministerios por la prolongación de la Castellana6. La diferencia principal con el
proyecto de 1929 provenía, una vez más, de la influencia nacional-socialista, plasmada
en el conjunto de “Nuevos Ministerios” de la Castellana.
“Como cualidades generales se aprecian unas organizaciones claras, un deseo
de representación en contraste total con las edificaciones exclusivamente
funcionalistas anteriores al Nacional-Socialismo; un concepto de arquitectura
de tipo clásico helénico, con gran preocupación del equilibrio de las masas y
una austeridad de formas de acuerdo con los principios políticos (….) Para
nosotros, los españoles, recuerda inevitablemente la manera de presentar los
elementos propios de El Escorial (…). En Berlín se aprecia la envergadura del
propósito de trasformación de la ciudad en gran capital imperial…7

4
EDITORIAL, “Reformas urbanas de carácter urbano de Berlín”, REVISTA NACIONAL DE
ARQUITECTURA (R.N.A), Nº 5 1941, p. 4.
5
Carlos SAMBRICIO, “De nuevo sobre el plan Bidagor” en Sambricio (edit.) Plan Bidagor, 1941-1947 y
(Edición facsímil). Comunidad de Madrid, ed. Nerea, 2003, pp. 12-19.
6
Luis AZURMENDI, “Orden y Desorden en el Plan De Madrid…..
7
ED. “Reformas urbanas……, p. 16 y 21.

43
La prolongación de La Castellana recogería otro de los mitos de los arquitectos
falangistas, las manzanas interclasistas. Se proponían dos tipos de edificación sobre
manzanas de 250 m de longitud, la primera, con viviendas orientadas a las vías
fundamentales, y con patios interiores para servicios, lo que se corresponde con
edificaciones de lujo y un mejor aprovechamiento de solares más caros.
“El segundo más modesto se desarrolla en el interior de las manzanas con
edificaciones en fila. De esta forma se favorece la convivencia de clases
sociales diferentes” (Bidagor, 1941, nota 35)

El plan de Madrid y la ideología falangista


Examinado el problema de Madrid desde el punto de vista nacional, es decir,
como ciudad al servicio de España cuyo otro interés ha de ser relegado a
segundo orden, destaca en seguida el problema de la capitalidad como algo
fundamental (Bidagor, 1941…)

Madrid tenía que ser escaparate del nuevo orden totalitario, el carácter simbólico de la
capital, centro geográfico, administrativo y político de la nación, era muy valorado por
los falangistas. Como decía el artículo sobre Berlín citado,
“Las organizaciones políticas de acusada personalidad histórica tienen
siempre una manifestación urbanística. Corrientes políticas de tan acusada
personalidad como la de los actuales movimientos nacionales, (…), no
pueden sentirse a gusto con la organización material y la fisonomía externa
existente en los centros directores fundamentales de la nación, las ciudades.
Han sentido la necesidad de transformarlas y darles las características de
unidad, de fuerza y de espíritu propias de su personalidad…”8

El modelo era el Orden Nacionalista emergente en Europa. A finales de 1941, Bidagor


acompañó al alemán F Lindscheidt, del Instituto Alemán en Madrid, en la preparación y
presentación de una magna exposición sobre la Nueva Arquitectura Alemana del
nazismo, que se celebró en los palacios del Retiro de Madrid. La prensa y las revistas
resaltaron la “amistad” que unía a los “dos pueblos, español y alemán”

8
Ibíd.……, p. 21.

44
“(…), la primera impresión causada entre los diez mil visitantes, era más de
asombro que de inmediata comprensión. (…) Las obras alemanas están más
allá de todo afán de producir desconcierto. Solo es preciso mostrar las fuerzas
espirituales, llenas de fuerza y decisión, que informan la nueva arquitectura
alemana (…..) El pueblo no puede existir sin una ordenación, sin aquella
fuerza de configuración autoritaria, tan emparentada con la Arquitectura
misma (…)” 9

Para la ideología falangista, la jerarquía establecida en torno a una elite era el eje que
movía el progreso urbano. Así lo escribía Eduardo Aunós en un artículo titulado la
Virtualidad de la Urbe. La ciudad era el sitio donde perdía poder la intromisión rural en
la vida de las diferentes individualidades, que adquirían así libertad, pero no igualdad..
“… La igualdad mata el carácter civilizador de la ciudad. (……) La ciudad
cumple su misión civilizadora por la jerarquía que la somete a las elites.
Contra este fruto espléndido (….), se eleva como innegable peligro el
igualitarismo” (Arriba, 4-2-46).

El punto 26 de falange “La vida es milicia”, junto con los conceptos organicistas del
Madrid imperial de Bidagor, permiten vislumbrar las ensoñaciones falangistas de los
primeros años de la Victoria. No sería exagerado decir, que su percepción arquitectónica
del país futuro tenía resonancias de un “cuartel de La Legión” en día de revista de
policía, higiénico, aireado, ordenado y limpio. Todo un “banderín” viviendo en
comunidad, sin mezclar las clases, y todos a la vista para facilitar la vigilancia. Y, sobre
todo, la convivencia en un mismo edificio de la tropa y los oficiales, fomenta la
pedagogía por el ejemplo y la emulación hacia los superiores.

Como en la “milicia” el subordinado tiene la obligación de obedecer, pero en los


particulares valores castrenses la obligación principal es del mando, cuidar y proteger a
sus subordinados. Darles estabilidad en las rutinas y seguridad frente a los riesgos
innecesarios. Muguruza y Bidagor piensan la ciudad en términos de intendencia y
logística, pero sobre todo de Jerarquía. El Plan de Madrid, que el segundo diseñó, estaba
inspirado por esas virtudes militares. Sus barrios interclasistas no implicaban a todas las

9
F. LINDSCHEIDT, “Epílogo a la exposición „Nueva Arquitectura Alemana” en RECONSTRUCCIÓN,
nº 26,1942.

45
jerarquías, pero, como se verá, trataban de evitar edificios solo para la “tropa”, aunque
respetando la jerarquía. Así lo habían proclamado los arquitectos falangistas en 1939.
“Como arquitectos queremos hacer notar que hasta ahora se construyen
barrios independientes y distintos para diversas clases sociales, que fomentan
y excitan la lucha de clases. Y ahora queremos hacer barrios para gentes que
estén unidas por un fin común, dentro de estos barrios estará comprendida
toda la jerarquía desde la máxima hasta la mínima (…); la zonificación
urbana es la tradición material de la lucha de clases socialista que hay que
desterrar..” (S. T. de FET y JONS, 1939)10.

La propiedad familiar de la vivienda es otro elemento central de la ciudad falangista. La


“Revolución” nacional-sindicalista eliminaría la lucha de clases con la “justicia social”
y la “jerarquía”; daría seguridad a las familias obreras por medio del mutualismo y la
previsión social, y sentido de la dignidad al “productor” con la propiedad. La cultura de
jerarquía y comunidad se adquiriría con la difusión de los valores de la clase media
tradicional española. La convivencia en barrios inter-clasistas es requisito esencial para
éste objetivo, pues los valores se transmiten en las interacciones de la vida cotidiana.
“A pesar de que haya casas dignas e higiénicas, de que las calles estén
cuidadas y los niños en las escuelas, si no hay una heterogeneidad social, el
barrio no surgirá con fuerza suficiente para subsistir como a tal. Para que el
suburbio pase a barrio es necesaria, pues, la conveniente y dosificada
heterogeneidad social, de la que nace entre los habitantes un intercambio de
impresiones ..y difunden la cultura de los más cultos” (……) 11

Como ilustración, sirva un ejemplo, en el sur de Madrid, junto a la Plaza de Toros de


Vista Alegre, la Junta de Reconstrucción proyectó un bloque de viviendas acogido a la
Ley de renta reducida, con unos niveles de calidad superiores a los normales en su
entorno; el objetivo era elevar el nivel cultural del barrio. El medio de hacerlo… “llevar
a Carabanchel habitantes de superior condición social, (…) que elevarán con su
ejemplo las costumbres y las formas de vivir de los habitantes menesterosos de otros

10
Jesús LÓPEZ DÍAZ, “La vivienda social en Madrid 1939-1959”. UNED, Espacio, Tiempo y Forma,
Serie VII Hª del Arte, t. 15, 2002 pp. 297-338, sobre la Asamblea de Arquitectos de FET-JONS.
11
José María PORCIOLES, “discurso de mayo de 1957”, en P. DUOCASTELLA JS. (edi.) Semana del
Suburbio de Barcelona, Obispado de Barcelona, 1957.

46
tiempos” y procurarán “una verdadera hermandad cristiana entre las diferentes clases
sociales, que necesariamente siempre han de existir” 12(Brandis, 1983, p. 213).

Pero, solo la propiedad de las viviendas familiares garantizaría la estabilidad de


residencia, y actuaría como elemento suavizador del estatus que, inevitablemente,
implica la jerarquía de clases sociales, que los falangistas no pretendían hacer
desaparecer. Lo proclamaba sus Textos fundamentales, y los discursos de sus líderes
FUERO DEL TRABAJO, XII-2.- El Estado asume la tarea de multiplicar y
hacer asequibles a todos los españoles las formas de propiedad ligadas
vitalmente a la persona humana, el hogar familiar, la heredad de tierra y los
instrumentos o bienes de trabajo para uso cotidiano.
GIRÓN, El retorno a nuestros grandes valores históricos es nuestra consigna
irrevocable en este como en todos los órdenes de la vida nacional, contra la
frívola disipación de los hogares, (….) ridículo oropel de paganía con que los
pueblos envilecidos y decadentes se visten para morir, porque olvidan que la
prosperidad de las familias es la base de la grandeza de las naciones, y el
hogar el sublime relicario que guarda el misterioso futuro de las generaciones
y de las Patrias13

Acabar con el Madrid castizo y pobretón, rodeado de miseria


En los más de treinta años del siglo, anteriores a la guerra civil, Madrid había superado
los límites del extrarradio, creciendo en mancha de aceite; creando núcleos de viviendas
agrupadas sin orden ni concierto, sin transporte urbano y sin urbanización14. En
posguerra era, además, una ciudad que había sufrido bombardeos de aviación y
artillería. Las gentes se hacinaban entre las ruinas de los edificios en los barrios
devastados, “durmiendo en promiscuidad”.
(En Madrid) La guerra dejó sin hogar a 60.000 habitantes que viven entre
ruinas 15

12
Dolores BRANDIS, El paisaje residencial de Madrid, Madrid, MOPU/DGATU, 1983.
13
J.A. GIRÓN, Discursos, t III, Madrid, 1952, p. 132.
14
Santos JULIÁ, “Madrid Capital de España….
15
Pedro BIDAGOR, “Primeros problemas de la reconstrucción de Madrid”, Reconstrucción, 1940 nº 1.

47
Allí vivían, y a veces se escondían, viudas e hijos de republicanos fusilados y mujeres
de “rojos” encarcelados que, faltas de otra forma de supervivencia, “buscaban”
cualquier medio de subsistencia para ellas y para su prole, incluida la prostitución. Los
niños vagaban por las calles y se calculaba que solo un 30 por 100 de ellos asistía a la
escuela16. Para los falangistas, el reto era explotar la devastación y construir una nueva
capital. Regenerar Madrid era misión de la Arquitectura y, para esa misión, los
falangistas creían tener un proyecto. ¿Cómo habían de reconstruirse estos barrios
devastados? Los defectos que producen la penosa impresión que se experimenta al
visitar estos barrios pueden centrarse en tres, La especulación, la suciedad y la
insolidaridad… Estos barrios han sido el fruto espontáneo de la especulación del suelo
(…) La suciedad proviene (…) de (…) la imposibilidad material de dotar de servicios
urbanos, tales como pavimentación y alcantarillado a barrios sin organización. Todavía
más grave es la anarquía moral, pues al carecer de ordenación… los habitantes no se
sienten amparados por una organización que ayude a sus necesidades, y sin Iglesias, sin
plazas de reunión, sin mercados, sin escuelas, sin centros sanitarios… reducidos a su
esfera individual y a la única ayuda de la caridad, la vida es agria y propensa a cualquier
género de revolución…
Reconstruir Madrid será modelar la ciudad haciendo que cada uno de los
sectores actuales, hoy uniformes y anárquicos, se convierta en un miembro
definido en dimensión y función que le corresponde en la misión conjunta de
la ciudad como órgano del Estado.. 17
Además de la reconstrucción, los proyectos falangistas para Madrid buscaban también
la desaparición del Madrid popular y castizo, que había sido semillero de revuelta
durante más de un siglo y parecía rechazar toda noción de cultura totalitaria18. Serrano
Suñer hizo las siguientes declaraciones al diario Arriba en mayo de 1939, “.. acabar con
la españolería trágica del Madrid decadente y castizo… de toda esa roña
madrileñista”19. O como decía Emilio Romero (1958),

16
Assumpta ROURA, Mujeres para después de una guerra, Barcelona, Flor del Viento ed. 1998, p. 80.
17
Pedro BIDAGOR, “Primeros problemas…..
18
Zira BOX, “la mirada sobre Madrid: anticasticismo y castellanismo en el discurso falangista radical de
la inmediata posguerra” en Historia y Política , núm. 27, Madrid, enero-junio (2012), págs. 143-166
19
Zira BOX, “Hacer patria, la Arquitectura al servicio de la nación durante el primer franquismo”, en
Angeles BARRIO ALONSO; Jorge de HOYOS PUENTE, Rebeca SAAVEDRA ARIAS (coord.): Nuevos
horizontes del pasado. Culturas políticas, identidades y formas de representación; Actas del X Congreso
de la Asociación de Historia Contemporánea, Santander, Universidad de Cantabria, 2011, pág. 20.

48
Madrid tiene una realidad peligrosa de casticistas (….) La Corrala – por
ejemplo - ¿no es realmente el tipo de vivienda insalubre, de pobre y de
hampón, indecorosa y sórdida? (p. 87)20

La idea de estructurar el extrarradio mediante poblados satélite, con la doble finalidad


de aliviar la escasez de viviendas en el casco antiguo y proporcionar localizaciones a la
industria, tenía la utilidad añadida de servir al proyecto falangista de cambiar la cultura
popular. Con la trasformación industrial de Madrid se terminaría con el mito castizo,
“del Madrid alegre y confiado, en el que pululan rentistas y vividores, y en el que, a
quien trabaja, se le sigue considerando un desgraciado” 21
El urbanismo era también para los falangistas un dique contra la revolución proletaria,
un tópico que les obsesionaba. Seguían sobrecogidos por la reacción popular de julio de
1936. Según interpretaban, la resistencia en los suburbios de Madrid había facilitado,
(que) “prendiera la mecha de la revolución comunista e inmediatamente
hiciera explosión todo el cúmulo de bajas pasiones y malvados instintos que
estaban albergados, en gran parte, en estos suburbios madrileños”22

El jefe de Falange, Serrano Suñer, alertaba en sus discursos del peligro que los
falangistas percibían en la ciudad rodeada de barrios proletarios, barrios que habían
formando un “cinturón rojo”, y que el Plan de Urbanismo tenía que erradicar,
“Un Madrid donde nunca más puedan realizarse las vilezas que aquí se
cometieron en el dominio rojo y un Madrid con armonía social, quitando
rigidez a esa raya que marcó su cinturón”23

Poco más tarde del fin de la guerra europea, aún en los cuarenta, el casticismo iba a ser
un elemento importante del folklore y los chistes en el cine y los espectáculos, y motivo
central de los programas de entretenimiento de RNE y la SER. Los personajes
reproducían el lenguaje del “foro” para una audiencia de toda España convocada al grito

20
Emilio ROMERO El futuro de España nace un poco todos los días, Madrid, Colección Unidad, Edit.
Pueblo, 1958.
21
Rafael MONEO, “Madrid los últimos veinticinco años”. Madrid, Información Comercial Española
(ICE) febrero, pp. 81-99. 1967, p. 86.
22
José MORENO TORRES, “Congreso de Técnicos de la reconstrucción nacional, 5 a 9 de octubre”,
1941, Reconstrucción, nº 16.
23
Ramón SERRANO SUÑER, declaraciones a, Revista Nacional de Arquitectura Nº 1, 1940.

49
de Juani, Pepi, abuela, niños.. ¡Vamos, vamos, que empiezan los sainetes!24. Giro en la
cultura autárquica de un franquismo deseoso de ser integrado en la guerra fría y
olvidado por la Europa democrática, y fin del intento falangista de generar en Madrid
una cultura nacional-sindicalista.

La oposición del alcalde Alcocer y el problema de los suburbios


El proyecto de ordenación de Madrid que se presenta, aborda el problema de la ciudad,
de tal manera que esté en condiciones de cumplir en primer lugar su misión fundamental
de Capital de España, y en segundo lugar que sus funciones derivadas se desenvuelvan
de una manera útil y agradable (…..) sentar el principio de colaboración y armonía de
todos los extensos sectores que intervienen en la ordenación y expansión de la ciudad,
para contener las libres competencias y las especulaciones desenfrenadas que habían
roto los principios de ordenación interior (usos) y exterior (suburbios) clásicos en la
ciudad.25
Mientras los falangistas incidían en el urbanismo como pedagogía. Alberto
Alcocer, primer alcalde franquista de Madrid, reclamaba un castigo colectivo al pueblo
madrileño, que tan encarnizadamente había resistido a las tropas del Caudillo. Al recibir
al primer general gobernador de Madrid, expuso los deseos de “sanear esta casa, donde
tuvieron cobijo las bajas pasiones”. A pesar de las evidencias del impacto de la guerra
sobre el frente universitario y las fachadas Oeste y Sur, Alcocer sostenía que Madrid no
había sido destruido por el fuego “nacional”, echaba las culpas de los destrozos bélicos
a los propios resistentes, y negaba la responsabilidad franquista de los daños provocados
por tres años de asedio y bombardeos26. Los pobres, y la población desplazada por las
devastaciones de guerra, eran sospechosos de mendicidad, delincuentes a los que aplicar
la legislación de “vagos y maleantes”.
Por otra parte, el Plan de Ordenación y las leyes de vivienda resultaban
incómodos para el alcalde y su equipo. Veían las ruinas de Madrid como solares,
oportunidades para la reconstrucción, en la que imaginaban implicados a los inversores

24
Juana GUINZO, Mis días de radio. “La España de los 50 a través de las Ondas”, Madrid, Edit. Temas de
Hoy S.A. 2004.
25
Pedro BIDAGOR, 1941, Plan de Ordenación….
26
Sofía DIÉGUEZ, Un nuevo orden urbano, “El Gran Madrid” (1939-1951) (Prólogo de Pedro Bidagor
Lasarte), Madrid, Edit. Ministerio Administraciones Públicas-Ayuntamiento de Madrid.1991, p. 34.

50
privados. El concejal, y catedrático de arquitectura, Cesar Cort tachaba las políticas
oficiales de vivienda de normas dañinas para las clases medias rentistas, las cuales
habían apoyado el Alzamiento militar. Hacía de portavoz de los propietarios de suelo y
empresarios inmobiliarios, solicitando la liberalización de los alquileres. Cort reflejaba
la ideología urbanística del equipo municipal de Alcocer, y la oposición sorda que,
desde el inicio, se planteó contra el Plan Bidagor y sus reservas de suelo entre los
empresarios del sector. Doce años más tarde de su cese, publicó un largo artículo
exponiendo los argumentos que había defendido en su etapa municipal,
“Los destrozos de nuestra última lucha intestina dejaron muchas poblaciones
en trance de necesitar una legislación de urgencia (La congelación y
consolidación de los arrendamientos urbanos) (….) A nadie extrañará, que me
alarmara ante el hecho de que la legislación especial se hiciera extensiva al
conjunto del territorio, (….) donde por fortuna no hubo devastaciones y no se
notaba falta de albergues, sino más bien falta de habitantes (………).
.. Para lograr la colaboración de los particulares en la solución del problema
de la vivienda es indispensable devolver a los propietarios de fincas urbanas
la plenitud de sus derechos dominicales (derogar la congelación de
alquileres). Considero que la cuestión fundamental para lograr plenamente la
colaboración de la iniciativa privada es (….) la garantía pública y solemne de
que las nuevas casas que se construyan quedarán con plena libertad de
contratación. 27
En contra del concepto falangista de la Arcadia urbana interclasista y propietaria, Cesar
Cort propugnaba abaratar con subvenciones los solares, para obtener una rentabilidad
razonable de las inversiones en viviendas económicas de alquiler y se oponía a las
subvenciones, que violentaban el mercado y contribuían a la ruina de los “caseros”.
“Con esta decisión de los Gobiernos de construir casas subvencionadas,
porque decían que la gente no podía pagar los alquileres aceptados en los
contratos, se iba desposeyendo a los dueños de casas de todos los atributos de
la propiedad, y se fue creando un ambiente nada propicio para que el ahorro
buscase el cauce, hasta entonces el más apetecible, de inversiones
inmobiliarias urbanas….28

27
Cesar CORT, “Los Arquitectos tenemos la obligación de resolver el problema de la vivienda.”, Revista
Nacional de Arquitectura nº 196, Madrid, 1958, p. 3.
28
Ibíd.……

51
La oposición municipal a la política de vivienda de Falange fue llevada a la práctica en
1944, con la creación por el equipo de Alcocer del Patronato Municipal de Viviendas.
Sus actuaciones, dentro de los planes de Regiones Devastadas, se saldaron con un
conjunto de “grupos” en el Paseo de Extremadura, en régimen de arrendamiento, que el
Patronato Municipal terminó en 1945 con el nombre de “Colonia Moscardó”29; los
alquileres implicaban una renta del 8 al 10 por 100 anual, muy por encima del 4 por 100
de las casas del I.N.V, lo que cerraba el paso a las familias humildes.
Sin embargo, lo que marcó más claramente el enfrentamiento entre Falange y el
alcalde Alcacer, fue el problema crónico de los suburbios. El Alcalde solo veía en los
suburbios a los obreros de 1936, “la clase obrera que, con su resistencia de tres años,
constituía un trauma para el régimen, de tal magnitud que en los años cuarenta, en que
la capital aparece rodeada de hambre y miseria, y penetrada por el frío, el extrarradio
cambia su nombre por el más amenazador de “cinturón”30. Mientras Víctor de la Serna
calificaba las afueras de Madrid en abril de 1943 como algo de lo que se avergonzarían
las “afueras” proletarias de cualquier otro centro de Europa –“entronización de la
cochambre”- índice de que “Madrid era una ciudad abandonada, sin sistematizar, sin
policía que impidiera la anarquía de los constructores y proyectistas”31; los falangistas
lo hacían en los editoriales de Arriba,
“varios cientos de miles de españoles, convocados en Madrid para excitar las
conciencias y para ilustrar las contradicciones y las lacras de nuestra época se
desenvuelven en un clima de pobreza y desamparo que no admiten
calificativos. Junto a los detritus de la vida social, los arrumbados por los
azares de la fortuna o las víctimas de sus propios vicios, languidecen con sus
hijos y sus familias. La concentración junto a las grandes ciudades de este
cinturón de desdicha constituye, a no dudarlo, una fatalidad (Arriba 9-1-
1945)

El suburbio era el freno más importante para el proyecto urbanístico de Bidagor, “el
problema más urgente y que más podía afectar a la prestancia urbana de la capital era
el de abordar y orientar el problema de los suburbios (….), para evitar a la Ciudad
29
Ver reseña en Arriba, 2-1-1945. Se trata del proyecto para terminar la Colonia Usera, que venía de la
época republicana.
30
Santos JULIA, Madrid capital…, p. 413.
31
Zira BOX, “Hacer patria…., p. 22.

52
quedar asfixiada en un cinturón de anarquía”32. Si “Madrid tenía que ser un ejemplo
vivo para todos los españoles”, mal podía representar ese carácter simbólico cuando los
viajeros que llegaban por tren o carretera se topaban con una ciudad de barracas a medio
construir, sobre arroyos de lodo en invierno y envueltas en el polvo de la meseta durante
el verano33. El ABC de 4 de abril de 1943 decía que los trabajos para reformar Madrid
eran “tan lentos que nadie ha podido darse cuenta”, y el equipo municipal, parapetado
en reclamar la anexión de los municipios limítrofes a la capital, demostraba carecer de
un plan para la ordenación de las nuevas zonas. La parálisis municipal daba pie a
Moreno Torres para pedir una actuación urgente,
“El estudio formulado por los Servicios técnicos municipales, cuyo jefe es el
Arquitecto y buen amigo mío, don Gaspar Blein, centra su atención en la
urbanización racional de las zonas suburbiales actuales (….) y se formulan
diversas cuestiones previas de resolver, como son, Ayuda económica estatal;
facilidades de expropiación; preferencia en la adjudicación de materiales y
transporte; (y la) resolución de la manida anexión al Ayuntamiento de Madrid
de los términos municipales colindantes..”34

En los mismos términos se pronunciaba la Fiscalía provincial de la vivienda, quien, en


su ponencia de 1946 para la “Ordenación Urbana” de la provincia de Madrid, resaltaba
la dificultad de redactar un Plan contra los suburbios por la indefinición de la relación
de los pueblos circundantes con la capital35. Terciando en la polémica, Pedro Muguruza
decía que en cinco años Madrid había crecido un 25 por 100, mientras los suburbios de
la zona sur lo habían hecho en un 360 por 100. Con esos parámetros, la inmigración a
Madrid y los índices de absorción de los poblados del extrarradio, entretejían una
maraña de cuestiones de diversa índole, que trascendía la planeación técnica y hacía del
suburbio un complejo problema social36.

Moreno Torres terció en la polémica, con una conferencia en 1944 sobre el proyecto
“Gran Madrid”. Para el director de Regiones Devastadas los suburbios madrileños eran

32
Pedro BIDAGOR, prólogo al libro citado de DIÉGUEZ, (1991).
33
Javier ANGULO, Cuando los vecinos se unen, Madrid, edit. PPC (Justicia y Paz), 1972.
34
José MORENO TORRES, El problema de los suburbios de Madrid (Conferencia pronunciada el 4 de
mayo) Madrid, edita D.G.R.D. (Mº. de la Gobernación)1944.
35
(AGA, 4/45 4200/318) Ponencias Plan General de Ordenación Urbana provincia de Madrid, 1946.
36
Sofía DIÉGUEZ, Un nuevo orden…., p. 153.

53
un problema que podía desestabilizar la reconstrucción de la capital. Aunque compartía
las aprensiones del Alcalde, tenía su propia opinión sobre el problema,
“… la vida de los habitantes de estos llamados suburbios (…) en muchos
casos es incompatible con la existencia de una sociedad cristiana y organizada
(…..) Madrid podríamos compararlo a un lujoso y bello edificio que guarda
entre sus paredes un sinfín de tesoros y riquezas, pero que todo él está
cimentado sobre verdaderos bloques de dinamita,(….), debiendo yo añadir,
por mi parte que recordéis (...) en el año 1936, .. 37

La fractura social de los suburbios se debía al desorden urbanístico y la especulación


en Madrid, ciudad cuyo crecimiento de población había ido “muy por delante de las
previsiones de urbanización”. El resultado había sido ……
“hacinamiento y carencia de bienestar, abandonados de toda enseñanza
religiosa, moral y patriótica, (había) llenado de bajas pasiones y malvados
instintos”. (Por eso consideraba necesario eliminar) “de una manera previa,
pero con decisión y energía, todos aquellos elementos nocivos o extraños que
(en los suburbios) se han asentado, trasladándolos, bien a sus puntos de
origen, a campamentos de vagos y maleantes, a Organizaciones benéficas, o
convirtiéndolos en materiales aptos para que puedan ser útiles a la sociedad y
a su patria..” 38

La opinión de Moreno Torres basculaba entre la represión y la reconstrucción. Para ésta


última, proponía tres actuaciones, que apoyaban claramente el diseño de Cinturones
Verdes del Plan Bidagor, al que se oponían los propietarios y el equipo municipal,
1.- Delimitación de las actuales zonas de los suburbios mediante la creación
de espacios verdes o in-edificables en profundidad conveniente.
2.- Construcción de barriadas satélites alrededor de esta barrera de espacios
verdes.
3.- Que la red de comunicaciones de estas barriadas satélites con el centro de
la capital tenga como características la rapidez y la amplitud necesarias en
capacidad y horas de servicio.39

37
José MORENO TORRES, El problema……
38
Ibíd.…. P.6.
39
Ibíd.…. Pp. 13-14.

54
El gran Madrid, cese de Alcocer y final de la arcadia falangista
CON EL GRAN MADRID, Madrid tendrá manera de romper con la asfixia de los
suburbios, circundada por cinturones magníficos (…) Se van a atacar dos procesos
lamentables, el proceso social de los suburbios y el proceso sanitarios de las
habitaciones interiores. (…) Para no cansaros más, diré que yo tengo la convicción –y
conmigo quienes saben de esto mucho más que yo- que esta Ordenación que hoy ofrece
el Gobierno (…) si se mantiene con rigidez y autoridad todo cuanto la Ley indica como
posibilidad, si se llega a cortar con rapidez y justicia el choque que necesariamente
producirán los intereses creados, que se supone falsamente lesionados. Madrid será lo
que el Caudillo quiere, la capital de una España mejor por la que todos trabajamos
(¡Muy bien! Aplausos)40
El primer intento de acometer de forma global el problema del extrarradio
madrileño fue el proyecto del Gran Madrid, presentado en Cortes por el entonces
Ministro de la Gobernación en 1944. Muguruza fue nombrado director, según Arriba
por su gran sensibilidad hacia los problemas de los suburbios (6-3-1945), aunque pronto
enfermaría y tendría que desistir. El proyecto se enmarcaba en el Plan Bidagor de 1941,
pendiente aún de aprobar. Su articulado prometía recortar el rendimiento de los solares,
es decir de la especulación, a favor de jardines y parques de recreo, e incorporar en
breve los municipios del extrarradio a la capital. Esto último aun tardaría cinco años en
lograrse; lo otro, frenar la especulación, simplemente no ocurrió.41
Había un reconocimiento general de que los suburbios de Madrid trascendían social y
políticamente la capacidad y competencias del Ayuntamiento42. Por eso, cuando el
Gobierno redactó y aprobó el proyecto del Gran Madrid, Alcocer agradeció la iniciativa
y dio plazos para la desaparición del “cinturón”.
El Alcalde (…) se extendió en explicar las modalidades económicas y
técnicas de la anexión de los Municipios limítrofes, premisa a la creación de
una faja de verdura que ceñirá a la capital, y al arrasamiento de aquellos
suburbios, en que una parte de la población madrileña –más de cien mil

40
Blas PÉREZ, “La Ordenación Urbana de Madrid (Discurso en las Cortes de 22 de noviembre)”,
Reconstrucción, nº 48, 1944.
41
Carlos SAMBRICIO, “De nuevo sobre el Plan Bidagor”……, pp. 12-19.
42
Ver nota del Ayuntamiento de Madrid en ABC, 1-7-1943.

55
almas- vive en condiciones infrahumanas. El plazo previsto para la
transformación del extrarradio no excede de cinco años, y la fecha
preconcebida para el comienzo de las obras no pasa del próximo semestre. 43

Pero el Gobierno se encontraba con un país sin recursos y las fronteras cerradas. El
discurso del Ministro de la Gobernación dilataba plazos, con el objetivo de hacerse una
correcta evaluación del margen de acción que tenía, y de la disposición de los capitales
privados a pactar y entrar en el marco planificador. Blas Pérez explicaba a sus señorías,
procuradores en Cortes, que ¡hay que tomarse su tiempo! Primero ordenar las normas;
luego armonizar intereses, y… ¡Ya veremos!...
¿Cuáles son los principios del Plan (del Gran Madrid)? Primero ordenar las
jerarquías de normas; Segundo, crear un organismo rector; Tercero robustecer
el poder del municipio (…) Cuarto, estudiar el solar (…) expropiaciones,
indemnizaciones, y el límite a la especulación. Quinto, interesar a la
actividad privada; y sexto, que todas estas fuerzas (…) estuvieran dominadas
por una sola mano (…). Madrid apremia, Madrid sufre las consecuencias de
una guerra (…) hora es ya que la capital de España alcance la alcurnia y el
porte que es menester. 44

Además, estaban los problemas de los espacios ya consolidados, que dificultaban


mucho las soluciones adoptadas. Para construir viviendas higiénicas en las zonas ya
edificadas era necesario modificar las manzanas cerradas. Lo cual chocaba con “el
recelo de propietarios y constructores”. La suspicacia de los empresarios era grande.
“Pues se trataba de cambiar una costumbre secular y, por de pronto, suponía
un menor aprovechamiento del suelo; un cambio tan radical podía paralizar
por completo la construcción de viviendas en un momento en que las
dificultades de todo tipo eran numerosas y graves” 45

Las dificultades para edificar en zonas ya construidas, eran comunes a la capital y el


suburbio. En su discurso, ya citado, Moreno Torres hacía un análisis de la forma en que
se habían formado los poblados irregulares del suburbio madrileño ……..
43
ABC, 21-1-1945.
44
B. PÉREZ, 22-11-1944, , discurso a las Cortes…… Reconstrucción, nº 48.
45
P. BIDAGOR, prólogo citado a Diéguez, 1991….

56
“En los que las vías son angostas, con trazados incomprensibles” y “alternan
las casas de pisos, con alturas desproporcionadas al ancho de las calles, con
las que solo constan de una o dos plantas”46

El Director de Regiones Devastadas era el único que parecía adelantar soluciones


concretas; empezando por pedir al Alcalde un esfuerzo económico.
Créame el Sr. Alcalde de Madrid, aquí presente, que para mí, como
madrileño, sería una satisfacción el enterarme algún día de que el
Ayuntamiento se había empeñado hasta los ojos por haberse gastado los
millones en resolver este problema de tanta humanidad y por el que tanto se
interesan nuestro Caudillo y nuestro Gobierno, problema cuya solución
económica no debe pesar exclusivamente sobre la generación actual, ya que
van a ser las siguientes las que han de recoger el fruto de esta labor”47

Reconstruir Madrid exigía iniciativa ejecutiva. Moreno Torres, de manera hiperbólica,


responsabilizaba al equipo Alcocer del caos suburbial en 1944, ….
“Han pasado cinco años, y si en adelante (el Ayuntamiento) no acometiera, de
una manera decisiva, este problema (los suburbios) caería sobre él la misma
responsabilidad que a los anteriores (municipios liberales y republicano).

Ante la acumulación de críticas, la Alcaldía publicó una “nota”, respuesta a varios


artículos aparecidos “tratando el problema de los suburbios madrileños”. Después de
resaltar que el Ayuntamiento no tenía por norma responder a las críticas en prensa, el
Alcalde-Presidente hacía cinco manifestaciones. La primera recordaba que la mayoría
de los suburbios estaban fuera del término municipal de Madrid, en los municipios
limítrofes. La segunda, se refería al coste: la resolución del problema de los suburbios
supone un gasto que excede de los 400 millones de pesetas….,
No se trata solamente de derruir unas casuchas miserables y construir unas
viviendas ultra-económicas, es preciso expropiar terrenos que tienen sus
propietarios, urbanizar la zona (….) Dada la magnitud del esfuerzo a realizar,
el problema escapa a las posibilidades del Ayuntamiento de Madrid.

46
José MORENO TORRES, el problema de…..
47
Ibíd.….

57
La tercera estaba relacionada con la escasez de materiales. La cuarta, recordaba a los
críticos que el Ayuntamiento había pedido ayuda al Gobierno un año antes, y que estaba
en trámite de desarrollo el plan de Gran Madrid. Por último, el ayuntamiento
reivindicaba haber prestado una especial atención al problema de la vivienda barata, y
dentro de las zonas del suburbio había reconstruido y ampliado las colonias Moscardó y
Cerro Bermejo (es decir, había terminado proyectos que venían de la República y
alojado, principalmente, funcionarios y empleados municipales).
“Y el Patronato Municipal de la Vivienda, organismo creado por el
Ayuntamiento, sigue construyendo (….), demostrando todo ello que la
Corporación Municipal no ha permanecido ajena al problema de
mejoramiento de las clases necesitadas de vivienda barata e higiénica” (ABC,
20-11-1945).

Con la aprobación en Cortes del Plan Bidagor el 1 de marzo de 1946, el Alcalde y su


equipo fueron destituidos. Franco terminaba con la polémica en el Ayuntamiento de
Madrid nombrando Alcalde a José Moreno Torres48, bajo cuyo mandato se realizó todo
el proceso de anexiones de las poblaciones periféricas, que multiplicó por diez la
superficie de la capital.49 En su primera declaración a la prensa, Moreno fue muy cauto,
“Vengo a realizar en Madrid la misma labor que he llevado a cabo en
Regiones Devastadas” (Arriba, 15-03-1946).

El editorial de Arriba, resaltaba el perfil de Moreno Torres, “gestor eficaz, poco amigo
del colosalismo, frente a una cierta desgana del equipo anterior”. El diario falangista no
dejaba pasar la ocasión de mostrar su enemistad a Alcocer y sus concejales. El nuevo
Alcalde demostrará una capacidad muy superior a los anteriores ediles, para manejar las
grandes cantidades de terreno anexionado, proporcionando así a la O.S.H y el I.N.V. el
suelo que necesitarán para sus proyectos de los cincuenta. Partidario sin complejos de la
segregación en zonas, era consciente de que la vivienda social, en la situación
económica de los cuarenta, solo podía ser de promoción pública.
Para facilitar el trabajo del nuevo alcalde, se nombraba a Francisco Prieto para la
Comisaría General de Ordenación Urbana de Madrid, encargada de la aplicación del

48
Arriba, 15-03-1946.
49
Ángel CABO, “Valor de las migraciones madrileñas”, Madrid, Rev. Estudios Geográficos,
Agosto/noviembre (CSIC) pp. 353-374, 1961.

58
Plan Bidagor mediante el desarrollo de los “Planes Parciales”. Prieto se ocupó, en
primer lugar, de rebajar las tensiones mediante la negociación de las Ordenanzas de
Edificación; los promotores, por su parte, vieron en los “Planes parciales” un medio
para eludir las exigencias del Plan de Urbanismo50. Su doble apuesta, por la defensa de
los intereses de los propietarios del suelo, y por construir barrios “interclasistas” en los
pueblos anexados, apaciguó los ánimos. Su propuesta de cambiar los “barrios de
casitas” por la edificación en densidad, permitió empezar la trasformación de los
suburbios más cercanos, Tetuán, Ventas, Puente Vallecas, Usera, Puente de Toledo y
Paseo de Extremadura51.
Entrevistado por ABC, el nuevo Alcalde manifestaba estar cómodo en el
ayuntamiento de la Capital; el haber formado parte de la junta de Reconstrucción y de la
ponencia del Plan de Ordenación de Madrid, le habían permitido “conocer a fondo los
problemas urbanísticos de la capital de España, e incluso perfilar soluciones” para los
suburbios”.
Al que vamos a poner mano inmediatamente, sin dilaciones ni demoras (...)
Esa tarea que le he dicho de los suburbios la simultanearemos con la
construcción de gran número de viviendas de clase media y modesta en
distintas zonas de Madrid (…) Todo será realidad a corto plazo, contando,
como cuento, con la colaboración entusiasta de todos los que componen la
Corporación Municipal (ABC, 31-3-1946).
Dado el volumen de la agenda, pedía “un margen prudencial de tiempo” para las
realizaciones. “Todo ello sin alegrías impropias de esta tarea”. Antes que nada, había
que racionalizar la construcción en la capital, elevando la edificabilidad. Parecía que los
falangistas se opondrían, la revista Reconstrucción había editado unas “Aleluyas”, en
las que, bajo una fotografía de bloques de pisos, aparecía el siguiente pie;
“Las casas han crecido en altura. Es un negocio alquilar pisos, y al pie de esta
estampa hay esta leyenda” , “Bien dice quien ve este mundo // Que desde
Madrid al cielo”52.

50
Alfredo MEDINA, Promoción inmobiliaria y crecimiento espacial, Santander 1955-1974, Edit.
Universidad de Cantabria, 2004, p. 70.
51
Jesús LÓPEZ DÍAZ, “Vivienda social y Falange, Ideario y construcciones en la década de los 40”.
Scripta Nova (http,//www.ub.edu/geocrit/sn/sn-146(024).htm) Vol. VII num., 146(024) pp. 1-18. 2002.
52
Aleluyas urbanísticas; Reconstrucción, nº 64, 1945.

59
Pero el periódico saludó al alcalde, al que colocó la etiqueta de enemigo del
colosalismo, y dijo de él ser un gestor negociador53, publicó una nota de la
remodelación de la Plaza de España de Madrid, donde se edificaría un rascacielos de
nombre “Torre de España”, y cesó la discusión54. Todos los diarios le acompañaron:
“La gran ciudad pone sus esperanzas en su nuevo alcalde; uno de los hombres
públicos que hoy están dotados de más recia vitalidad, capacidad constructiva
y temple organizativo ….” (ABC, 31-03-1946)

Moreno Torres, por su parte, inició su alcaldía con el anuncio de un Plan de Obras para
Madrid y la emisión de un importante empréstito, marcando así su orientación. El
programa financiero dispondría de mil trescientos millones, financiados con venta de
suelo municipal (25 %), deuda municipal (72 %) y del I.N.V. (3 %); y la preparación de
terrenos para las obras de un Plan de viviendas bonificables para “combatir el paro
obrero” (Arriba, 20-07-1946). La construcción de viviendas protegidas en Madrid se
dejaba en manos del I.N.V, al cual el Ayuntamiento facilitaría suelo barato. El
nombramiento de Moreno Torres a la alcaldía de la capital, zanjó la polémica en torno
al Plan de Urbanismo, dictando una distribución de marcos diferentes según la cuestión
que se afrontara, El Patronato Municipal de Madrid asumía que la vivienda en
propiedad tenía prioridad en las promociones oficiales, mientras la ordenación urbana
del suelo sería contemplado como el ámbito del negocio inmobiliario. Falange se
garantizó, también, la participación en éste último, mediante la ocupación masiva de las
corporaciones municipales, proceso que culminó en la elección de 12.188 concejales del
“tercio sindical” en 1954 (Arriba, 1-12-1954).

Conclusiones
Con el Plan de Ordenación Urbana de Madrid, Falange había dado una batalla
ideológica por consolidar un mensaje hegemónico, y la perdió. En un contexto
amenazante, marcado por la derrota total de sus referentes europeos en la II Guerra y la
quiebra financiera del Estado, el ambiente social franquista no estaba receptivo al
mensaje nacional-sindicalista; los sectores poderosos que apoyaron a Franco tenían
intereses inmobiliarios, que eran impermeables al discurso de la “conciliación de

53
Arriba, 15-3-1946, Nuevo alcalde en Madrid.
54
Aún siguió un editorial del 25 de mayo de 1946 que Arriba rotulaba, alturas excesivas y pérdida de las
ciudades jardín; pero no hubo réplicas posteriores.

60
clases”. La clase media, por su parte, acogió la cultura de propiedad, y se empapó de
ella; pero también conservó su propia identidad, uno de cuyos signos es el “pánico” a la
posibilidad de verse mezclada, confundida, con las clases “inferiores”. El resto, las
clases trabajadoras y humildes, no parece que percibieran ningún mensaje, aunque
estaban bien dispuestos a recibir un piso que los sacara de la chabola, si es que tal cosa
llegaba a ocurrir.
Tras la batalla de Madrid, la pugna por el control ideológico del urbanismo
estaba perdida para los falangistas. Pero Falange no era un grupo menor; bien situados
en los ayuntamientos, coparon las elecciones “de tercios” a los municipios franquistas y,
poco a poco, se adaptaron a los nuevos tiempos y a ellos acomodaron los ideales. Se
apoyaron en el arbitraje del Caudillo y, a través de la alcaldía de Moreno Prieto,
salvaron los muebles de la cultura de vivienda en propiedad, y con ella un mensaje de
política social que les sería muy útil en los años cincuenta y sesenta. Y, aunque no es
materia de éste trabajo, desde su ubicación privilegiada en las corporaciones
municipales, se posicionaron con ventaja ante las oportunidades de negocio inmobiliario
de las décadas siguientes, alumbrando esa clase media peculiar, que ha marcado la
cultura urbana del último medio siglo.

61
Fascismo como Tradicionalismo. El discurso fascistizado de José
Pemartín y Sanjuán (1888-1954)

Álvaro Castro Sánchez

Introducción
Si desde el punto de vista de la generación de conocimiento crítico caben nuevos relatos
sobre lo acontecido con la Guerra Civil española o el Franquismo, está claro que
tendrán que situarse bajo la perspectiva de una historia larga que explore sus causas y
de una historia ancha que sitúe todo el proceso en el ámbito internacional. Dicho esto,
una de las posibilidades interpretativas es la de conectar el fenómeno del fascismo y la
radicalización de la derecha española con la historia de la racionalidad y sus crisis desde
finales del siglo XIX, pues aquellos tuvieron bastante que ver con una reacción ante una
modernidad que algunos sectores de la sociedad europea percibieron como un peligro o
como decadencia; reacción de cuyos bienes intelectuales el protagonista de este trabajo
se sirvió para su estrategia discursiva de disolver el fascismo en el nacional-catolicismo.
Esta perspectiva no es novedosa. Algunos filósofos españoles que sufrieron
directamente el giro autoritario posterior a la Gran Guerra y la aparición del fascismo
relacionaron el fenómeno con la crisis de la razón ilustrada. Por ejemplo, José Ortega y
Gasset lo vinculó en los años veinte con la irrupción de la moderna sociedad de masas,
Eugenio Ímaz lo calificó durante la II República como una absorción de la religión
desde la política y María Zambrano identificó al idealismo y su defensa de una razón
incondicionada como antecedente del fascismo1. Para Zambrano e Ímaz, la disolución
de lo divino por el idealismo y el nihilismo trajo consigo retorno a lo sagrado bajo
formas brutales2. De tal modo, el discurso fascistizado que el filósofo reaccionario

1
Antolín SÁNCHEZ CUERVO: “El legado filosófico-político del exilio español del 39”, Isegoría, 41
(2009), pp. 201-216.
2
María ZAMBRANO: Los intelectuales en el drama de España y escritos de la guerra civil, Madrid,
Trotta, 1998.
63
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
jerezano José Pemartín fue elaborando desde su tiempo de militancia política en el seno
de la extrema derecha alfonsina hacía converger el asalto a la razón moderna que
operaba en los elementos teóricos del fascismo y el nacionalismo reaccionario
europeos con el discurso político del tradicionalismo español actualizado desde el
carlismo y fundamentalmente por Ramiro de Maeztu durante la II República. En ese
contexto, Pemartín fue uno de los miembros de los monárquicos tradicionalistas más
abiertos al fascismo -término que usaremos en un sentido heurístico y no sustantitvo- y
una de las figuras que mejor representa el proceso de fascistización de la derecha anti-
republicana atrincherada en el grupo-revista Acción Española3. Su estrategia fue
instrumentalizar el falangismo en provecho de su familia política tratando de limar lo
que de proyecto revolucionario podía haber en el mismo mediante su inclusión en un
tradicionalismo actualizado por la vía de la conexión con la revolución conservadora
europea y el recurso a la tradición del pensamiento reaccionario español, presentando la
simbiosis como el auténtico “fascismo español”. Por lo tanto, aquí se hará historia
genética de tal estrategia, comenzando por la labor ideológica de Pemartín en el seno de
la Unión Patriótica (UP) la segunda etapa de la dictadura de Miguel Primo de Rivera,
sus contribuciones en la revista Acción española (AE) durante la Segunda República y
sus elaboraciones teóricas en plena Guerra Civil.
Dicho esto, en el presente texto no se aborda directamente el debate acerca del
fascismo como concepto genérico con el que comparar la “anomalía” española en favor
de una visión de conjunto que sitúa a esta en conexión con el ámbito europeo, pues
elaboraciones teóricas como la de Pemartín no se pueden comprender sin conectar a
este con las redes intelectuales europeas que le eran afines. Desde un punto de vista
epistemológico, aprehender las interacciones sociales mediante categorizaciones
“genéricas” es muy problemático, porque si por un lado el trabajo científico impone la
utilización de un lenguaje ideal-típico que categorice series de casos singulares, estos
últimos nunca se dejan atrapar por un orden conceptual. Junto a cierta tendencia al
exhibicionismo teórico, en los científicos sociales opera lo que Weber llamó “coacción
de razonamiento”, el cual se da cuando se trata de pasar a concepto la singularidad de
toda configuración histórica, incurriendo en el peligro de disolver los matices de esta

3
Ferrán GALLEGO: El evangelio fascista. La formación de la cultura política del Franquismo (1930-
1950), Barcelona, Crítica, 2014, p. 499.

64
última y perdiéndose así de vista el objeto de estudio.4 De modo que suscribiendo
indicaciones que ya han hecho Ismael Saz o Ferrán Gallego, es más productivo el
análisis del proceso de fascistización de las derechas españolas que partir de un
concepto genérico con el que compararlas.

De camino al fascismo: la intuición contra la razón moderna


Desde finales del siglo XIX una parte de la cultura burguesa europea empezó a
experimentar la modernidad ilustrada bajo las categorías de decadencia, corrupción o
gran cansancio; lo que Nietzsche llamó “nihilismo”. Aliándose con las élites
tradicionales y las instituciones que pugnaban por la permanencia del Antiguo Régimen,
el liberalismo conservador había sido el triunfante en Europa desde 1848, y los grupos
sociales que lo defendieron acabaron quebrando la confianza en una razón moderna que
apostaba por el valor de la argumentación frente a la tradición y en los sueños de
progreso social del ciclo revolucionario liberal. Fusionada con las elites más
tradicionales por la vía del negocio, de la política y/o el entronque, a comienzos de siglo
una buena parte de la burguesía culta se identificaba con valores religiosos o morales
que sobrevivían desde el Antiguo Régimen y demandaban, frente al industrialismo, el
materialismoo y la racionalización moderna, una edad del espíritu.
La sensación de decadencia frente a la modernidad mostró muchas caras en
Europa y una de ellas fue la de la aristocracia rural andaluza en la que se crió José
Pemartín. Nacido en Jerez de la Frontera en 1888 en el seno de una familia de
antepasados franceses dedicada a la industria del vino, el espacio social en el que se
desenvolvía su ámbito familiar había hecho del catolicismo su seña de identidad y
mantenía un fuerte sentimiento de casta superior. Dominante durante generaciones del
espacio socio-político y simbólico local, el mundo de los señoritos andaluces andaba
asustado por las implicaciones que conllevaba la modernidad, porque los cambios
sociales, políticos o culturales finiseculares sacudían su concepción del orden y su
visión del mundo, no solamente su posición social dominante. De ese modo, si como
hace Roger Griffin hay que pensar al fascismo como un fruto de la crisis de la
reflexividad moderna que empujó por la vía violenta hacia la regeneración total de la

4
Jean-Claude PASSERON: El razonamiento sociológico. El espacio comparativo de las pruebas
históricas, Madrid, Siglo XXI, 2011, p. 100.

65
sociedad en respuesta a su percepción de una civilización en decadencia 5, haciendo del
modernismo condición de aparición de los fascismos, no hay que olvidar que el asalto a
la reflexividad fue múltiple y plural, y además no se debe de reducir a una reacción anti-
racionalista que priva al nacionalismo reaccionario o al fascismo de cualquier tipo de
racionalidad.
La derecha radical en España compartió con Europa la idealización de un pasado
concreto, la rebelión contra el positivismo y el mecanicismo, la conciencia de la
democracia como sistema corrupto y anti-natural, la lucha por subordinar la ciencia al
dogma religioso, el desapego hacia la política, etc. Este fue el camino intelectual por el
que discurrió Pemartín en la etapa de la dictadura de Primo de Rivera, recorrido en el
que exhibe permanentemente construcciones teóricas que el discurso fascista italiano
había incorporado, tales como la filosofía de Henri Bergson y su defensa de la intuición
frente a la razón. De influencia fundamental en Georges Sorel o Charles Maurras,
Bergson fue el asidero anti-positivista de toda una generación de jóvenes católicos
desencantados con el cientificismo que inundaba la Universidad francesa a comienzos
de siglo, que fue donde Pemartín hizo sus estudios de ingeniería, literatura y filosofía y
donde conoció directamente esa y el resto de las corrientes de pensamiento de las que se
apropiaron los discursos de la nueva derecha.
Mientras que los nuevos descubrimientos en física y matemáticas desmontaban
radicalmente la concepción newtoniana del mundo, en el campo filosófico la quiebra de
la razón moderna vino representada por la irrupción del vitalismo, el irracionalismo y el
historicismo. La crisis de la razón se asociaba a la “transformación” de la valoración de
las ciencias desde finales del XIX y el desplazamiento de la Filosofía a un lugar
subordinado, atribuyéndose la “exclusividad” a la hora de determinar la “visión entera
del hombre moderno”. Esto, unido a su puesta al servicio de la prosperidad, habría
desviado a los saberes respecto a cuestiones decisivas para la humanidad. Como
escribió Edmund Husserl en sus arremetidas contra el naturalismo, “meras ciencias de
hechos hacen meros hombres de hechos”6. En España, y estando de acuerdo con este
diagnóstico, José Ortega y Gasset era el foco de irradiación de las novedades
filosóficas europeas y su concepción vitalista del tiempo histórico, la interpretación
psicologista de la historia española, así como la defensa de la acción y de criterios
5
Roger GRIFFIN: Modernismo y fascismo. La sensación de comienzo bajo Mussolini y Hitler, Madrid,
Akal, 2010.
6
Edmund HUSSERL: La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Barcelona,
Crítica, 1990, pp. 4-6.

66
cualitativos frente al cuantitativismo moderno fueron de gran influencia en el Pemartín
de los años veinte. Así lo declaraba en La Nación, órgano de la dictadura en el que
debutó como intelectual de ámbito nacional en junio de 1927:

hay toda una rama de pensamiento europeo lleno de novedad y de


fuerza, con Bergson como su más ilustre representante, y con Spengler
como el más vistoso, que sacuden resueltamente el yugo racionalista,
rompen el dogal de la inmanencia y el dogmatismo conceptual y
lógico. Entramos de lleno en el campo de la intuición, de la acción y
del vitalismo. Aquí, en España, una de nuestras más fuertes figuras
intelectuales, D. José Ortega y Gasset, evoluciona francamente en ese
sentido7

Para el jerezano, la democracia parlamentaria había entrado en crisis junto a todo


lo demás que legó la modernidad y constituía uno de los momentos de degeneración o
desnacionalización de España de los que había hablado Ortega en España invertebrada
(1921)8. Las épocas racionalistas imponen esquemas absolutos que fabrican la ilusión
de que la realidad se adapta a los mismos9. En consecuencia debía de ser el
irracionalismo el que debería de sostener la nueva ideología política tras lo acontecido
en Europa tras 1914. De tal modo, como también hizo su primo hermano José María
Pemán en su empeño de presentar a UP como movimiento político que rompía con el
periodo de la Restauración10, utilizó la interpretación de la situación española que
Ortega venía desarrollando desde su texto Vieja y nueva política (1914), del que
reconoció que tomó la división de una “España oficial” y otra “vital”. El origen y el
peligro de todas las ideas revolucionarias eran la utopía racionalista y su empeño en
plasmar esquemas ideales en la realidad. De ese modo, Pemartín suscribiría una teoría
aristocrática del conocimiento que apoyándose en la intuición y el privilegio de la
acción sobre la razón atravesaba toda Europa11. Cabe indicar que los primeros
receptores de estos textos eran suscriptores de La Nación, los cuales pertenecían a las

7
José PEMARTÍN: “Más allá del racionalismo”, La Nación, 14 de junio de 1927.
8
José PEMARTÍN: “Una visita inesperada en una noche universal”, La Nación, 12 de enero de 1927.
9
José PEMARTÍN: “Reintegración de lo dislocado”, La Nación, 18 de noviembre de 1926.
10
José María PEMÁN: : El hecho y la idea de Unión Patriótica, Madrid, Imprenta Sáez Hermanos,
1929.
11
La referencia clásica en esta cuestión es: Georgy LUKÁCS: El asalto a la razón. La trayectoria del
irracionalismo desde Schelling hasta Hitler, México D.F., Grijalbo, 1972.

67
clases medias rurales y urbanas clericalizadas, de tendencia monárquica y autoritaria,
así como a la Iglesia, las asociaciones católicas o el Ejército. Cargados de un lenguaje
altamente ritualizado, el autor se sirvió de las recurrentes convenciones en el orden del
discurso que se relacionaban directamente con el extremado rechazo del
parlamentarismo y del liberalismo de aquellos sectores de la sociedad española a los que
servía como intelectual orgánico. Entre ellas, la acusación de falta de legitimidad de los
sistemas representativos, la defensa de un Orden social concreto o el emergente discurso
contra la judeo-masonería. De este modo, desde la producción ideológica de autores
como Pemartín se puede analizar cómo la construcción del discurso de los sectores
tradicionalistas de la sociedad española empapó las publicaciones que estos manejaron -
desde hojas parroquiales a los diarios afines-, ayudándoles a conformar su elitista
percepción o representación del mundo. Esta actividad marcó sus opiniones y sus
posicionamientos políticos del mismo modo que alimentó su disposición a sumarse a la
C.E.D.A. o a las fuerzas anti-republicanas más adelante.
Especialmente relevante son las teorizaciones pemartinianas contra el
parlamentarismo. Si bien siempre careció de la fuerza necesaria, la lucha de UP por
distanciar a la Monarquía y a las clases dirigentes del modelo parlamentario del periodo
de la Restauración fue fundamental desde el punto de vista de la historia de las derechas
españolas, ya que en palabras de Julio Gil-Pecharromán, la gran aportación del upeísmo
fue el acercamiento entre el pensamiento de estas en su primera fase, marcado por el
catolicismo social y el tradicionalismo que por ejemplo habían sintetizado Vázuez de
Mella y Víctor Pradera, con la moderna derecha autoritaria europea, bien la francesa de
Charles Maurras, bien el fascismo italiano12. Es cierto que el sistema parlamentario
español no gozaba de buena fama ni entre la opinión pública ni entre los intelectuales.
Acusado de discusionismo superfluo, inoperancia y otras descalificaciones, más allá del
espectro de la derecha eran muchos los que consideraban el parlamento una institución
corrupta y decadente. Además, los regeneracionismos, tanto de tintes conservadores
como liberales, agotaron muy pronto sus fuerzas y posibilidades, quizás debido a sus
propias contradicciones. De eso se servían los upetistas para presentarse como un
movimiento post-político.
Para Pemán el régimen de Primo de Rivera era un gobierno “de hecho” sin color
determinado y se ponía en sintonía con el tecnocratismo de hombres como José Calvo

12
Julio GIL-PECHARROMÁN: Conservadores subversivos. La derecha autoritaria alfonsina (1913-
1936), Madrid, Eudema, 1994, pp. 31-56.

68
Sotelo o Eduardo Aunós. El teórico carlista Vázquez de Mella había indicado ya que la
necesidad social era la medida de la legitimidad y de la actuación del poder político13.
En la “era de las masas” estas deben movilizarse desde el poder, el cual debe de educar
en ciudadanía a sus gobernados, ya que el problema de la población española es su
proclividad hacia el obrerismo o el socialismo. La psicología colectiva del pueblo
español era la causa de la “falta de ciudadanía” de los españoles, a la que se debía su
individualismo, su falta de sociabilidad y su particularismo, denunciado por Ortega. Por
eso, y siguiendo el ejemplo italiano, la única solución realista era la dictadura14.
En el fondo de este tipo de discurso que situaba la legitimidad del poder en la
eficacia latía el rechazo de la discusión y el debate políticos cuya teorización partía de
las críticas que Donoso Cortés (1809-1853) realizó al liberalismo radical un siglo antes
y que tenían un fundamento religioso15, pues para Donoso un país que pusiese en
cuestión el principio religioso estaba condenado al desgobierno16. Estas ideas eran de
actualidad en Europa, y por ejemplo es sabido cómo Carl Schmitt se sirvió de la idea
donosiana del origen teológico o metafísico de toda política dando lugar a una posición
que reclamó que, ante la muerte de Dios, sólo tendrían sentido la dictadura y el
decisionismo17. Según esta tradición la burguesía liberal e ilustrada representa a una
“clase discutidora” que elude la decisión, de modo que su “ideal de la vida política
consistiría en que discutiese no solamente el cuerpo legislativo, sino toda la población,
que la sociedad se transformase en un gigantesco club y la verdad naciese
espontáneamente de la votación”18. En sintonía con esa otra recepción del pensamiento
donosiano, buena parte de los upetistas estaban en una tradición que situaba el núcleo
de la política en una decisión moral, donde la democracia y el parlamentarismo
representarían más bien la aniquilación de la verdadera política. Esta posición tendrá
una trascendencia inmediata.

Pemartín y las derechas durante la II República


El llamado por algún caricaturista “filósofo de Chipiona” había conseguido ocupar
cargos importantes dentro del Ayuntamiento de Sevilla durante la última etapa del

13
José María PEMÁN: El hecho y..., pp. 16-18.
14
José PEMARTÍN: “Las ideas de nuestra política”, La Nación, 31 de enero de 1927.
15
José PEMARTÍN: “En el hemisferio oculto de la luna”, La Nación, 31 de diciembre de 1926.
16
Juan DONOSO CORTÉS: Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, Salamanca,
Almar, 2003, pp. 215-216.
17
Carl SCHMITT: Teología política, Madrid, Trotta, 2009, p. 48.
18
Ibíd.: 55.

69
Régimen. Ahora que la caída de Primo de Rivera lo había desplazado desde una
posición social dominante en el escenario político local a una posición dominada, trató
junto a Pemán de mantener activas las redes clientelares y caciquiles que sus alianzas
familiares, comerciales y políticas les propiciaban y militó en diferentes configuraciones
partidistas que fueron gestando los monárquicos durante en los inicios del periodo
democrático, como la Unión Monárquica Nacional (UMN), Democracia Social, fuerzas
que por diferentes causas, especialmente las divisiones internas, no llegaron a cuajar.
Una vez fracasado el golpe de Sanjurjo de 1932, antiguos líderes de la UP y la UMN
gestaron Renovación Española, partido de la derecha autoritaria monárquica que se
diferenció del resto por la vía de la conspiración contra la República y la oposición a las
derechas que optaron accidentalmente por el parlamentarismo. Mientras esto ocurría, un
sector reducido de la juventud de las mismas daba lugar a la creación de las Juntas de
Ofensiva Nacional Sindicalista y de Falange. En ese contexto y viviendo entre Cádiz y
Sevilla, José Pemartín, que obtuvo plaza de catedrático de francés en 1934, se convirtió
en una de las plumas de la revista AE, ecléctica publicación que resulta fundamental
para comprender los elementos ideológicos tanto de la reacción que provocó la Guerra
Civil como de la confrontaciones políticas en el seno del futuro Estado franquista.
Teniendo en su cúpula dirigente a hombres como el Marqués de Eliseda, Eugenio Vegas
Latapié o Ramiro de Maeztu, lo cierto es que la actitud abierta de la revista y la
colaboración de algunos de sus miembros en la subvención y aupamiento de los partidos
fascistas explica mucho de la voluntad de colaboración que animaba a los agentes de
unos y de otros. Esto es importante de subrayar porque muchos esfuerzos destinados a
estudiar el fenómeno fascista en España han partido de su excepcionalidad en el marco
de la II República y se han centrado excesivamente en explicar sus causas, centrándose
en el análisis político, algo que quizá ha oscurecido la comprensión del proceso de
radicalización en términos nacional-sindicalistas al que se vieron sometidas las derechas
españolas19. Cabe entender dicho proceso como una fase de integración o convergencia
hecha posible entre otros factores por la disposición de un sector importante de las
clases medias españolas a radicalizar su postura anti-republicana, entre otros motivos
porque se sentían amenazados por los intentos de reforma agraria o de laicización del
Estado, por lo que las derechas se vieron inmersas en un proceso de fascistización que si
bien desembocó en un partido fascista debilitado, se compensó con la creación de un

19
Eduardo GONZÁLEZ CALLEJA: Contrarrevolucionarios. Radicalización violenta de las derechas
durante la II República, 1931-1936, Madrid, Alianza, 2011.

70
amplio espacio fascistizado en el que se desplegó un proyecto heterogéneo. Que esto
fuese así ayuda a explicar la continuidad del Estado que acabó fundando20. De tal modo,
los textos publicados por Pemartín en AE hay que entenderlos bajo una voluntad general
de convergencia interesada en acceder por la vía fascista a las clases populares, pero
esto no era óbice para que mostrase su crítica a los diferentes rumbos que estaba
tomando la derecha autoritaria. Estos fueron los casos del fascismo de Falange, partido
que era sin duda el del sesgo de población más joven, o el posibilismo republicano de la
C.E.D.A. de José María Gil Robles.
Inevitablemente, el surgimiento de los partidos fascistas tenía que contar con una
posición por parte de los monarquicos que en su mayoría representaban AE y que era
donde se situaba José Pemartín, muy cercano, como su amigo Vegas Latapié, al
maurrasianismo. Fundamentalmente por su declarado ultra-catolicismo, siempre
mantuvo una actitud crítica hacia el fascismo italiano y alemán, lo que no impidió que
incorporase a su discurso algunos de sus elementos. En ese sentido en la sección de
“Vida Cultural” del nº39 (1934) de AE se preguntaba “¿Qué son los fascismos?”. Si
estos obligan a reconocer la imposibilidad del parlamentarismo y la necesidad del
totalitarismo, olvidan que toda patria tiene un “alma nacional” y no defienden
correctamente la misma, presentando un gran vacío de valores espirituales. Les falta una
ruptura clara con la modernidad y por eso son incapaces de reconocerse en un espíritu
nacional, lo que les lleva a tapar su carencia o con “un concepto de raza, regresivo y
primario” en el caso alemán, o con una “lejana y artificial mitología del imperialismo
romano” en el italiano21. Por el contrario, el catolicismo es la esencia cultural española y
su puesta en valor representaría un sistema unitario de mayor fortaleza y estabilidad que
los circunstanciales u ocasionales fascismos europeos, proponiendo para España
cambiar este término por el de Tradicionalismo, haciendo intercambiables fascismo
católico y “tradicionalismo moderno”, algo en lo que seguía al carlista también
miembro del grupo Víctor Pradera22. Respecto a la C.E.D.A. y Gil Robles consideraba
que lo único que mantenían como constante era su desprendimiento ideológico en
beneficio del oportunismo parlamentario23, y a José Antonio Primo de Rivera le
reprochaba que su llamamiento a la “justicia social” era meramente retórico. Como

20
Ferrán GALLEGO: El evangelio fascista. La formación de la cultura política del Franquismo (1930-
1950), Barcelona, Crítica, 2014, pp. 15-233.
21
José PEMARTÍN: “Vida cultural”, Acción Española, 39 (1933), p. 296.
22
Ibíd.: p. 297.
23
José PEMARTÍN: “Vida cultural”, Acción Española, 45 (1934), p. 89.

71
ideal heredero de una tradición idealista que hacía recaer en el Estado la misión jurídica
de implantar una determinada igualdad en la sociedad, iba contra-natura de lo que es
“históricamente dado”24.
Para entonces, Pemartín se había incorporado ya a la teología política que
elaboraba Ramiro de Maeztu25. Según este, en España eran innecesarias las tradiciones
modernas herederas de la Ilustración, tales como el socialismo o el liberalismo, y más
bien se tenían que haber adaptado correctamente los principios morales y jurídicos de la
tradición teológica comenzada en el siglo XVI, que se plasmó en la voluntad
imperialista de los Austrias y su defensa de la Contrarreforma. Esta respondería un tipo
de humanismo propiamente español que tal y como teorizó Ángel Ganivet conformaba
un “eje diamantino” de origen senequista cuya esencia era la fe en la igualdad intrínseca
del género humano. Tal orientación debía de plasmarse en un fraternidad universal entre
los hombres guiada y conducida por la Iglesia, de modo que esa “unidad moral” del
género humano fue el gran objetivo de aquella España heredera de los Reyes Católicos
amenazada ahora por la extranjerización26.
Según el Pemartín de la guerra, si las naciones nacieron tras la crisis de la Edad
Media en el contexto de la Reforma y el Renacimiento, la española, fue la primera de
todas las nacionalidades europeas y se amasó con la “sustancialidad histórica religioso-
militar medieval”. Esa Nación se constituyó como una Monarquía religioso-militar y
ese era el modelo al que había que retornar para rejuvenecer España. Publicar esto en
1938 en el bando nacional estaba muy lejos de ser un mero artificio retórico, cuando las
distintas familias políticas que apoyaron el alzamiento se disputaban el protagonismo y
algunas de ellas no comulgaban con el monarquismo. Estas eran las tesis de su texto
“España como pensamiento”, el cual publicó en el último número de AE durante la
contienda, cuya edición estuvo a su cargo, y que hay que leer junto a su conferencia
sobre “La idea de monarquía en Lope de Vega”27. Ambas se plasmaron en su libro Qué
es «lo nuevo», que publicó durante el proceso de unificación de todas las derechas bajo
un partido único.

24
Ibíd.: p. 94.
25
José PEMARTÍN: “El pensamiento político de Ramiro de Maeztu posterior a La crisis del
humanismo”, Cuadernos Hispanoamericanos, 33-34 (1952), pp. 83-105.
26
Ramiro de MAEZTU: Defensa de la Hispanidad, Madrid, Homo Legens, 2005, pp. 84-85.
27
José PEMARTÍN: “La idea monárquica en Lope de Vega”, Acción Española, 79 (1935), pp. 417-459.

72
Guerra Civil y fascismo intensivo
Si hasta el golpe de Estado del 18 de julio la capacidad de influencia de los intelectuales
fascistas sobre la sociedad en general y los militares golpistas en particular era limitada
por su escasa base militante, la guerra cambió la situación por completo, ampliando
Falange y de las JONS sus filas notablemente ya desde la victoria del Frente Populas en
las elecciones de febrero. Durante la contienda y en ese contexto de euforia ante el
fascismo europeo, se configuró una nueva generación de jóvenes intelectuales militares
que se concentraron en Burgos en torno a la figura de Ramón Serrano Suñer. Entre ellos
destacaron Dionisio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo y Antonio Tovar, que comandaron
una labor de propaganda ideológica filo-nazi dirigida a la construcción de un nuevo
Estado liderado por el cuñado de Franco a través de publicaciones como Jerarquía,
Arriba o Vértice. Se perfilaba así una lucha abierta por la conquista de posiciones en la
administración de justicia o educación que pasaba por apropiarse del sentido de la
guerra, esto es, por su administración propagandística. Lucha simbólica de la que los
miembros de AE se hicieron cargo pronto. De ahí la importancia de mantener la
impresión de AE por parte de los monárquicos, misión que recayó en Pemartín28,
aunque solamente pudo llegar a conseguir la edición de una antología que se publicó en
1937, aunque desde Sevilla mantuvo la actividad editorial de Cultura Española, que
entre otras obras imprimió la primera edición su libro Qué es «lo nuevo» o El Estado
nuevo de Víctor Pradera.
El grupo de AE justo antes de la guerra había encomendado a Pemartín un curso
para estudiantes dedicado al repaso de los conceptos fundamentales de la física y la
filosofía de su tiempo que debía de impartirse en el verano de 1936. Como fue
imposible llevarlo a cabo, a finales del mismo año convirtió el material en un libro que
publicó a comienzos de 1937 bajo el título Introducción a una filosofía de lo temporal.
Doce lecciones sobre Espacio-Tiempo-Causalidad29. En la obra establecía tres grandes
periodos de la cosmovisión filosófica y científica occidentales: la stasis griega, que
obedecía a una visión del mundo fijista; la diástasis moderna, basada en una visión del
mundo mecanicista e idealista, y la metástasis actual, en la que se ponía de relieve la
dimensión temporal del cosmos, su inconmensurabilidad y la esencialidad espiritual del
hombre. Las filosofías de Max Scheler, Martin Heidegger y Bergson serían su muestra
28
Así se lo pedía en una carta a Vegas: Carta de José Pemartín a Vegas Latapié, 15-11-1937, AGUN,
76/9/0215.
29
José PEMARTÍN: Introducción a una filosofía de lo temporal. Doce lecciones sobre Espacio-Tiempo-
Causalidad, Madrid, Espasa- Calpe, 1941.

73
más acabada, las cuales habían renovado la reacción romántica contra el racionalismo
moderno y el positivismo, ambos de raíz ilustrada, ya comenzada por Nietzsche30.
A partir de la condición temporal del hombre tematizada por Heidegger en Sein und Zeit
(1927) y que encontraba en continuidad con la ya realizada por San Agustín, Pemartín
exponía un modo banal y otro auténtico de afrontar la existencia. La primera se
orientaría hacia lo espacial y material, como lo ha hecho la modernidad a manos del
liberalismo y el marxismo por la vía de sus respectivas revoluciones, mientras que la
existencia auténtica se haría cargo de la dimensión temporal humana, que es espiritual,
fundando un modo de vida que se despega de lo material y anhela eternizarse31.
Absorbido por las tareas depurativas del profesorado de la Comisión de Cultura
de la Junta Técnica del Estado y escribiendo en el ABC de Sevilla textos de carácter
teórico e ideológico, compuso su conocido libro Qué es «lo nuevo», que será motivo de
muchas controversias con el sector intelectual de la Falange de Burgos comandado por
Dionisio Ridruejo. Entre otras cosas, incluido un programa concreto sobre cómo debería
de estructurarse en el nuevo Estado, la obra denunciaba los peligros y la falsedad de la
“novelería” de todo movimiento revolucionario. Propios de una existencia banal que
olvida que todo presente y todo futuro deben de anclarse en la tradición, los elementos
revolucionarios del nacional-sindicalismo deberían de cumplir un papel instrumental en
el momento de la guerra, pero renunciar a su proyecto de sociedad una vez devuelto el
poder a su legítimo y más natural detentador, que sería la Monarquía. Toda actitud
revolucionaria da cuenta de un modo de vida inauténtico porque no se hace cargo de las
condiciones reales en las que el hombre se encuentra existiendo, ya que quiere romper
con la tradición, que es de donde toda existencia adquiere sentido, pues hay reconocerse
en un pasado y proyectase desde él hacia un futuro. El fascismo corre peligro de vivir en
un tiempo vulgar, que según Heidegger, obedece a una “nivelación” del tiempo original
o temporalidad, y su sola atención sería propia del estado inauténtico.
De ese modo, la concepción de “lo nuevo” guardaba para Pemartín tres sentidos
posibles que fundaban modos diferentes de estar en el mundo. El primero es lo que
llamó “lo nuevo banal” o negativo. Este se trata de un sentido de la novedad que
esconde resentimiento con el presente, un tipo de nihilismo aristofóbico que busca su
destrucción planteando una renovación que no tiene en cuenta el pasado. Será el que
promueve el odio a las elites que caracteriza al comunismo y a la democracia moderna.

30
Ibíd., pp. 73-89.
31
Ibíd., pp. 184-187.

74
Bajo una apariencia constructiva y positiva (por ejemplo, la de la Libertad, Igualdad y
Fraternidad del utopismo de Rousseau), “lo nuevo banal” encubre un “destruccionismo”
esencial32 y debe combatirse heroicamente. Para ese combate se hace necesario el
fascismo, concebido como “reorganización elemental primordial de las masas;
precisamente para salir de este 'estado de masa', último producto, última forma social de
la decadencia”33. Así, el segundo sentido, “lo nuevo primordial”, estaría encarnado por
el “Movimiento Militar”, que representa la fuerza profunda e intuitiva que impulsa al
ejército sublevado, el cual se “actualiza” en virtud de dos fines: triunfar y realizar las
“virtudes militares españolas”.
Tanto el comunismo como el fascismo tienen una raíz común en el
hegelianismo, pero estos últimos han evitado caer en el resentimiento de los
comunistas34. Eso sí, no pueden pasar de un instrumento circunstancial moderno al
servicio de una entidad político-histórica tradicional que representa las verdaderas
esencias españolas35. Pero ello para dar paso a su concreción en “lo nuevo racional”,
donde las instituciones históricas y naturales tales como el Ejército, la Iglesia y la
Monarquía deben de seguir ordenando la vida nacional aún acabada la guerra. Por ello,
el fascismo no puede ser solamente español, sino “Católico Español”, catolicismo
localizado además en el tiempo imperial del siglo XVI. Falange sería técnica o
instrumento al servicio de la Tradición36.
El libro, que había sido leído antes de su publicación por el padre Francisco
Peiró, propagandista jesuita que formaba parte de las comisiones de depuración en
Sevilla, así como por Vegas y Pemán37, se había confeccionado entre los últimos meses
de 1936 y los primeros de 193738, y estaba llamado a presentar un programa político
que si bien integraba muchos elementos fascistas, decantaba la balanza a favor de los
monárquicos. Por ello, el grupo de Burgos hizo lo posible para que no tuviese difusión,
y utilizando la posición de poder ostentada por Ridruejo en el campo cultural de la
España insurrecta, llegaron a prohibir la circulación de la obra en el año 1939. Aunque
Pemartín le había enviado una copia de la segunda edición del libro a Serrano Suñer y

32
José PEMARTÍN: Qué es «lo nuevo». Consideraciones sobre el momento español presente, Madrid,
Espasa-Calpe, 1941 (3ª edición), p. 6.
33
Ibíd., p. 8.
34
Ibíd., p. 9.
35
Ibíd., p. 10.
36
Ibíd., p. 37.
37
Carta de José Pemartín a Vegas Latapié, 17-04-1937, Archivo General Universidad de Navarra
(AGUN), 76/9/0206.
38
Carta de José Pemartín a Vegas Latapié, 29-11-1936, AGUN, 76/9/0197.

75
este le había elogiado en respuesta escrita tanto su estilo como su contenido39, Ridruejo
se encargó de poner trabas suficientes para retardar la tercera. La posición de su
hermano Julián Pemartín, situado en la cúpula de Falange, junto a la de los más
allegados de Pemartín, puso de nuevo en marcha la obra y se volvió a publicar por
Espasa-Calpe apenas sin cambios40.
Para el grupo de Ridruejo se trataba de hacer lo mismo con el resto de
producción vinculada a AE, a la que tampoco se la dejaba publicar. Si bien la actividad
de la revista paró al comienzo de la guerra y muchos de sus miembros habían caído, se
mantenían cargos, como la presidencia de José María Pemán, la vicepresidencia de
Pedro Sainz Rodríguez y la tesorería del Marqués de Eliseda, siendo su secretario el
propio Vegas. Este enviaría un memorial a Serrano Suñer en noviembre de 1938
pidiendo que se autorizase la reaparición de la revista, y en el que le recordaba que era
ella la que había “logrado la perfecta unidad en el terreno de las ideas” anticipándose
varios años a la fundación de FET y de las JONS41. Señalando el apoyo que Falange
recibió desde los primeros momentos desde su grupo, les recordaba además la doble
tarea llevada a cabo tanto en el terreno de las armas (el golpe de Sanjurjo) como en la
penetración dentro de instituciones como la Academia de Jurisprudencia, la Universidad
o el Ateneo de Madrid durante la República. Sin embargo, tanto las fricciones con los
falangistas como diferencias entre Vegas, que se había visto expulsado del Consejo
Nacional y desplazado a Ceuta, y Pemán a la hora de posicionarse e integrarse en el
partido único lo impedían. En una carta que Vegas había escrito a este en septiembre le
expresaba su voluntad de cordialidad y de retomar la amistad pero se le quejaba
crudamente de lo que había resultado al final con un partido unificado. FET y de las
JONS no servía a sus ideales, y no solamente los específicamente monárquicos, sino
tampoco patrióticos y religiosos. Cuando AE se integró en el “Movimiento” Vegas
habría sentido alegría y pedido a Pemán que se agenciase rápidamente una camisa azul,
sin embargo, tras pasar dos meses en las trincheras y también al servicio de la
Delegación de Prensa y Propaganda, se había desengañado de su política. La labor en la
preparación del “alzamiento” de hombres como José María Calvo Sotelo, Antonio
Goicoechea, Pedro Sáinz Rodríguez etc., es decir los hombres de AE o la antigua UP,

39
Archivo Sainz Rodríguez (ARS), 03-10-1938, PSR1/16-411.
40
José Manuel CUENCA TORIBIO: Nacionalismo, Franquismo y Nacional-catolicismo, Madrid, Actas,
2008, pp. 116-117.
41
Cfr. Memorial de Eugenio Vegas Latapié al Delegado Nacional de Prensa y Propaganda y a D. Ramón
Serrano Suñer, noviembre de 1938, AGUN, 76/2/190-6.

76
había sido demasiado importante, tanto desde el punto de vista de las ideas como desde
el de la conspiración, como para que ahora se viese despreciada42.

Conclusiones: mutaciones
Ni el pensamiento reaccionario español ni su plasmación en el nacional-catolicismo
pueden entenderse al margen de Europa y así se ha mostrado con la génesis del discurso
de José Pemartín. Este, desde sus tiempos de militancia en el primorriverismo, se
apropió de la filosofía europea de mayor calado de su tiempo para articular una
estrategia de actualización de aquellos y su disposición al combate simbólico en el seno
de la nueva derecha. La conexión con redes intelectuales europeas o la irradiación desde
el campo filosófico español (cuyo epicentro en los años veinte y treinta era Ortega) le
fueron fundamentales, hasta el punto de que no basta las referencias a la tradición
española que comenzaría con el Manifiesto de los Persas y culminaría con Ramiro de
Maeztu, pasando por Donoso Cortés, Menéndez Pelayo o Vázquez de Mella, para poder
comprender de qué modo se enfrentó a las tradiciones socialistas y liberales.
De mismo modo, formó parte de dicha estrategia la interpretación y uso de autores
de referencia por parte del fascismo como Nietzsche o Bergson para guardar las
distancias con este y disolverlo bajo la capa del nacionalismo reaccionario católico que
siempre defendió, siendo el carlismo actualizado de Víctor Pradera lo que conformaba
más certeramente su filosofía política. En ese sentido, la apertura a novedades o a
autores como Ortega o Heidegger no fue patrimonio del falangismo. La filosofía
europea de su tiempo, que calificó de Metástasis y la caracterizó por su atención a la
dimensión temporal humana, abordaba la crisis de la razón moderna ante los avances
del positivismo, los descubrimientos en física-matemática y el proceso de
autonomización de las ciencias sociales, amenazando con naturalizar o cosificar la vida
humana. Por ello, corrientes como el vitalismo o la fenomenología podían servir de
instrumento para un grupo social que si bien mantenía una cosmovisión y una idea del
orden social heredera del Antiguo Régimen, estaba lejos del aislamiento intelectual
internacional y defendía a través de ellas el papel primordial de la Religión en la
sociedad y la organización del Estado, pues había que defender el espíritu frente a la
materia a todo coste. Por ello, la trayectoria de Pemartín ayuda a clarificar el proceso de
fascistización de las derechas españolas desde el punto de vista de sus mutaciones

42
Carta de Vegas Latapié a José Mº Pemán, 21-9-1938, AGUN 22/1/125-8.

77
ideológicas y su fundamentación filosófica, cuestiona la consideración de aquellas
como un mero movimiento reaccionario carente de un programa social, y ayuda a situar
la historia española del siglo XX bajo coordenadas más amplias.

78
Por la regeneración de la Raza. Hacia una interpretación
biopolítica del fascismo español y del franquismo

Salvador Cayuela Sánchez


Universidad de Castilla La-Mancha

I
El régimen franquista ha sido sin duda uno de los sistemas políticos recientes que
mayor diversidad de interpretaciones ha suscitado, y ya desde el mismo momento de su
institucionalización. Así, mientras algunos autores lo han definido como un régimen
autoritario1, otros se han decantado por considerarlo una dictadura personal2, un
despotismo reaccionario3 o simplemente un régimen militar4. No obstante, estas
interpretaciones –como ya señalara Pérez Ledesma5–, parecen más atentas a lo que el
franquismo no llegó a ser que a lo que de hecho fue, definiéndolo como algo
“radicalmente distinto” de los fascismos europeos de los años veinte, treinta y cuarenta
del pasado siglo. Algunos autores, de hecho, han llegado a afirmar que el propio debate
en torno a la naturaleza del régimen franquista parecía enteramente agotado ya a
principios de los años noventa6, o incluso que éste había sido un tanto estéril7. En este

1
Juan José LINZ: “Una teoría del régimen autoritario. El caso de España”, en Manuel FRAGA
IRIBARNE (ed.): La España de los años setenta, vol. III/1, El Estado y la política, Madrid, Moneda y
Crédito, 1974, pp. 1467-1531; y Juan José LINZ: Totalitarian and Authoritarian Regimes, Boulder,
Rienner, 2000.
2
Javier TUSELL: La dictadura de Franco, Madrid, Alianza, 1988.
3
Guy HERMET: La politique dans l’Espagne franquiste, Paris, Armand Colin, 1971.
4
Siguiendo a Eric A. NORDLINGER: Soldiers in Politics: Military Corps and Governments, London,
Englewoods Cliffs, 1977.
5
Manuel PÉREZ LEDESMA: “Una dictadura „Por la gracia de Dios‟”, Historia Social, 20 (1994), pp.
173-193.
6
Julio ARÓSTEGUI: “La historiografía sobre la España de Franco. Promesas y debilidades”, Historia
Contemporánea, 7 (1992), pp. 77-100.
7
Javier TUSELL: “La dictadura de Franco a los cien años de su muerte”, en Juan Pablo FUSI (ed.): La
historia en el 92. Ayer, 10 (1993), pp. 13-28.
79
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
sentido, la interpretación del franquismo como una variante más o menos ortodoxa del
fascismo, ha sido reactualizada recientemente por autores proveniente en parte de la
historiografía marxista, preocupados por atender a esa llamada “misión histórica” de los
fascismos8. Bajo este prisma, los regímenes fascistas de mediados del siglo XX fueron
sistemas políticos esencialmente interesados por estabilizar las relaciones de propiedad
capitalistas, asegurando de este modo el dominio económico y social de las clases
medias y altas frente al comunismo. En este sentido, la Guerra Civil española habría
sido fundamentalmente una guerra de clases, y el franquismo, en efecto, un fascismo
“de pleno derecho”.
Tomando en consideración estos debates –aunque sin entrar a discutirlos–, mi propósito
aquí será ofrecer una interpretación del régimen franquista que tenga en cuenta su
particular forma de gobierno, delineada en el funcionamiento y la propia existencia de
sus dispositivos biopolíticos característicos. Para ello, y en primer lugar, definiré de
forma introductoria los conceptos teóricos y el aparato metodológico de los que me
serviré a lo largo de mi exposición para definir al franquismo como un régimen
totalitario y fascista. En segundo lugar, aplicaré estos conceptos y metodología de
análisis a ciertos elementos y dispositivos considerados definitorios del régimen del
General Franco. Finalmente, me serviré de lo expuesto para ofrecer una nueva
interpretación del régimen franquista, analizado desde una perspectiva biopolítica que
será utilizada asimismo para compararlo con los regímenes fascista y nazi9.

II
Con el concepto de biopolítica voy a referirme al conjunto de mecanismos de
conducción de conductas y fenómenos naturales relacionados con el ser humano en
tanto que organismo viviente y en cuanto a especie viviente, sujeto como tal a toda una
serie de procesos biológicos de alcance colectivo –índices de natalidad, de mortalidad,

8
Enzo COLLOTTI: “Cinque forme di fascismo europeo. Austria, Germania, Italia, Spagne, Portogallo”,
en Luciano CASALI (ed.): Per una definizione della dictadura franchista, Milán, Franco Angeli, 1990,
pp. 41-56; Enzo COLLOTTI: Fascismo, fascismi, Milán, Sansoni, 1994; Josep FONTANA: “La utopía
franquista: la economía de Robinson Crusoe”, Cuadernos de Historia del Derecho, Vol. Extraordinario
(2005), pp. 97-103; y Gregory M. LUBBERT: Liberalismo, fascismo y socialdemocracia. Clases
sociales y orígenes políticos de los regímenes de la Europa de entreguerras, Zaragoza, Prensas
Universitarias de Zaragoza, 1997.
9
Estas cuestiones han sido desarrolladas por el autor de forma más extensa y detallada en varios lugares,
fundamentalmente en Salvador CAYUELA SÁNCHEZ: Por la grandeza de la patria. La biopolítica en
la España de Franco (1939-1975), Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2014; ó Salvador CAYUELA
SÁNCHEZ: “Biopolítica, nazismo, franquismo. Una aproximación comparativa”, Endoxa. Series
filosóficas, 28 (2011), pp. 257-286.

80
de duración de la vida, de morbilidad, etc.–, y de circunstancias vitales que inciden en la
ordenación de tales procesos –en el lugar de trabajo, en la ciudad, en las distintas
“instituciones de encierro”, etc.–10. La biopolítica estaría compuesta así por el llamado
dispositivo disciplinario –nacido según Foucault en el siglo XVII y orientado a la
disciplinarización del cuerpo individual11–, y por los conocidos como mecanismos de
seguridad o regulación –aparecidos a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX,
y encargados de regular los procesos biológicos de conjunto12–. En este esquema, la
soberanía ocuparía el tercer y último elemento cuya combinación con los dos anteriores
–las disciplinas y los mecanismos de seguridad– habría ido conformando distintas
formas de biopolítica asociadas a otras tantas maneras de gobierno.
En este programa de análisis, el gobierno debe ser entendido en la acepción
foucaultiana como “conducción de conductas”, y las formas de gobierno o
gubernamentalidades como esa “conducción de conductas dentro de unas coordenadas
históricas concretas”. Así, por ejemplo, la forma de gobierno del llamado Estado
Interventor o Social de finales del siglo XIX y principios del XX13, aspiraba a conducir
las conductas de sus súbditos sobre la base de ciertos principios que inspiraban al
tiempo, por lo demás, las actuaciones de los dispositivos biopolíticos –insisto,
disciplinarios y reguladores– activados por cada aparato estatal. En este sentido, más
que hablar de biopolítica en general, cabría distinguir tantas formas de biopolítica como
maneras de gobernar, permaneciendo siempre bajo los presupuestos de un
planteamiento pluralista y radicalmente histórico de los acontecimientos humanos14. De
hecho, en el marco de una misma forma de gobierno, podremos distinguir en su
cristalización en cada Estado concreto importantes diferencias derivadas de múltiples
factores sociales, económicos, culturales, etc. Atendiendo a este marco conceptual y
metodológico, es tiempo ya de exponer aquí la configuración y funcionamiento de
ciertos dispositivos biopolíticos considerados definitorios del régimen franquista.
10
Para esto véase: Salvador CAYUELA SÁNCHEZ: Por la grandeza de la patria…, pp. 29-41;
Francisco VÁZQUEZ GARCÍA: La invención del racismo. Nacimiento de la biopolítica en España
(1600-1940), Madrid, Akal, 2009, pp. 9-16; Michel FOUCAULT: «Il faut défendre la société». Cours au
Collège de France. 1976, Paris, Gallimard/Seuil, 1997, pp. 213-235.
11
Michel FOUCAULT: Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Madrid, Siglo XXI, 2005.
12
Michel FOUCAULT: Historia de la sexualidad I. La voluntad de saber, Madrid, Siglo XXI, 2005, pp.
143-169; y Michel FOUCAULT: Sécurité, territoire, population. Cours au Collège de France 19771978,
Paris, Gallimard/Seuil, 2004.
13
Alfons LABISCH: “Doctors, Workers and the Scientific Cosmology of the Industrial World: the social
construction of health and the «homo hygienicus», Journal of the Contemporary History, 20 (1985), pp.
599-615.
14
Salvador CAYUELA SÁNCHEZ: Por la grandeza de la patria…, pp. 34-37.

81
III
Uno de los elementos definitorios del régimen franquista –al menos durante sus
primeros años– fue sin duda un cierto racismo de Estado, llamado a jugar un papel
esencial en la acomodación de los distintos dispositivos disciplinarios y reguladores que
caracterizarán a la biopolítica franquista. En este sentido, también el franquismo
entendió –como el nazismo y otros fascismos– al homosexual, el judío, el anarquista, el
comunista, el rojo en general, como un peligro para el futuro de la llamada raza
hispánica, un agente cancerígeno que amenazaba desde el interior el cuerpo de la
nación. Estos individuos ponían en peligro la España Eterna, siempre en riesgo de
progresiva degeneración racial, sujetos portadores de ideas disolventes, toxinas
antiespañolas e inauténticas que era necesario neutralizar activando toda una serie de
medidas inmunitarias destinadas a salvaguardar y potenciar la raza. El espíritu
revolucionario que había aflorado en la España de los años treinta no podía ser en este
marco conceptual más que fruto de unos complejos de inferioridad y resentimiento
capaces de transformar en enfermo mental al hombre más sano. Y es que como
recordaba Antonio Vallejo Nágera –el más destacado psiquiatra de aquel primer
franquismo–, «las características psicopatológicas de los predicadores de la revolución
marxista española no difieren mucho de las de los personajes de otras revoluciones»15.
En aquella España de los años treinta y cuarenta, las medidas de higiene racial y
restricción estatal eugenésica, tan en boga en la Alemania nazi –y en otros países como
Suecia o Estados Unidos, aunque marcadas diferencias, claro–, difícilmente podían ser
asumidas por los psiquiatras y médicos nacionales, de profundas convicciones
religiosas. Como señalaba el propio Vallejo, «aún en el caso de que parezcan evidentes
y rigurosamente científicos los principios eugenésicos, jamás estaremos autorizados
para su aplicación cuando mermen los más sagrados derechos naturales del
individuo»16. Es por ello que la regeneración de la raza hispánica y la salvaguarda de su
pureza debía perseguirse mediante medidas tales como el internamiento en penales,
asilos y “colonias de tarados” de quienes eran considerados elementos degeneradores de
la raza. Y al tiempo, se debía estimular la procreación de los más dotados psíquica y
físicamente, contribuir al desarrollo intelectual y físico de niños y jóvenes, y sobre todo,

15
Antonio VALLEJO NÁGERA: Política racial del Nuevo Estado, San Sebastián, Editorial Española,
1938, p. 53.
16
Antonio VALLEJO NÁGERA: Eugenesia de la Hispanidad y regeneración de la Raza, Burgos,
Editora Nacional, 1937, p. 48.

82
favorecer el ambiente social más propenso a la «expansión biopsíquica de la raza
selecta»17. La creación de una Moderna Inquisición encargada de defender las buenas
costumbres, el consejo matrimonial o la adopción de medidas pronatalistas estaban
llamadas a ser mecanismos imprescindibles en la exigencia ineludible de regeneración
de la raza18.
En este contexto también Juan José López Ibor –otro de los más destacados
psiquiatras de la época–, estructuró una verdadera psicología de la raza destinada a
legitimar la segregación de los contrarios a la llamada “causa nacional”, verdaderos
culpables de la degeneración de España. De hecho, los defensores de la II República
eran considerados por el valenciano como representantes de la Anti-España, a los que
tuvieron que enfrentarse los portadores de los valores eternos de la raza: esto es, los
partidarios del bando nacional19.
Lo que este peculiar racismo de Estado perseguía era, en última instancia,
distinguir de forma “científica” los auténticos españoles de los enemigos internos que
amenazaban con degradar el cuerpo nacional, justificando al tiempo la destrucción del
Estado republicano y sus instituciones. En este punto –y como había sucedido en la
Alemania de Hitler y en la Italia de Mussolini–, la erradicación de los partidos políticos,
la creación del partido único y el culto al líder, la censura o la policía política, debían
completar las actuaciones del Nuevo Estado encaminadas a librar al país de los peligros
de la degeneración racial. Se trataba, en efecto, de una particular versión de Estado
totalitario, fundado esencialmente en la eliminación de la soberanía democratizada de
las democracias liberales, y legitimado por una concepción racial de la sociedad donde
la población era sometida a una distinción radical entre los verdaderos representantes
de la raza y aquellos otros que amenazaban con corromperla.

IV
Ahora bien –y sin olvidar este argumento al que volveré más tarde–, ¿cuáles eran esas
características esenciales de la raza hispánica? Por supuesto, los psiquiatras y médicos

17
Antonio VALLEJO NÁGERA: Política racial del Nuevo Estado…, p. 21 y ss.
18
Además de los textos ya citados de Vallejo Nájera, véanse para esto: Antonio POLO BLANCO:
Gobierno de las poblaciones en el primer franquismo (1939-1945), Murcia, Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Cádiz, 2006; y Miguel Ángel PUIG SAMPER y Consuelo NARANJO OROVIO:
“Ciencia, racismo y sociedad”, Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, Vol. XL, 2
(1988), pp. 9-27.
19
Juan José LÓPEZ IBOR: Discurso a los universitarios españoles, Madrid, Rialp, 1964 [1942], p. 78 y
ss.

83
españoles no podían defender de ningún modo la unidad de genotipo entre los máximos
exponentes de la raza, por lo que centraron sus discursos legitimadores en las viejas
concepciones de la Hispanidad. Así, se afirmaba, la raza hispánica iba a quedar fundada
sobre la supuesta existencia de un genio nacional, asentado en una pretendida base
biológica, heredada por los españoles como predisposición a ciertas cualidades
psicológicas: el carácter apasionado más que reflexivo, el estoicismo, el idealismo y la
sobriedad, el amor por los valores guerreros, la indiferencia ante la muerte, etc. En esta
línea argumental, Vallejo Nájera afirmaba que la raza hispánica se cimentaba sobre
ciertas características esenciales como la lengua y la cultura, el respeto a la moral
católica y las tradiciones patrias. Así, más que subrayar la preeminencia de factores
genéticos, se apuntaba a una supuesta comunidad espiritual que dotaba de unidad a la
raza: «En la raza ibérica no existe unidad en el biotipo, y así el vasco nos ofrece una
figura corporal, un temperamento y un carácter que le hacen muy distinto del andaluz,
del catalán, del gallego o del castellano. Pero la raza ha rebasado los límites territoriales
y ha poblado o repoblado muchas naciones americanas, infundiéndoles no solamente
caracteres biológicos, sino ideas, hábitos, idioma, religión y cultura, de manera que el
argentino, el peruano, el chileno, el mejicano, ofrecen tales semejanzas con el
castellano, por ejemplo, que podemos hablar de unidad racial. Empero repetimos que no
debemos dar importancia ni al ángulo facial ni al color de la piel, porque lo que
llamamos raza no está constituido exclusivamente por las características biológicas que
pueden transmitirse al través del plasma germinal, sino por aquellas que son luz del
espíritu, como el pensamiento y el idioma»20.
Con estas argumentaciones, la regeneración de la raza debía buscarse a través de
la ordenación de una sociedad jerárquica fundada en el modelo de la vida militar,
respetuosa de las tradiciones y la moral católica, y ajena al materialismo capitalista y a
la democracia extranjerizante. El patriotismo, la austeridad, la religiosidad, la
responsabilidad moral, y los ideales éticos y estéticos del hidalgo español, debían ser los
valores supremos del Nuevo Estado, esencia verdadera del sentimiento espiritual
diferencial de la raza hispánica21. Autores como Vallejo Nájera, Rojo Sierra, Linares
Maza o el propio López Ibor se iban a encargar de sostener esta concepción de forma

20
Antonio VALLEJO NÁJERA: Eugenesia de la Hispanidad y regeneración de la Raza…, p. 108.
21
Ibid., p. 108 y ss.

84
“científica”, en un claro ejemplo de proyecto parapsiquiátrico22. Y es que como
sostuviera López Ibor, la Raza Ibérica era una especie de mezcla ideal entre el tipo
mediterráneo –extrovertido, excitable, apasionado, tendente a los extremos, etc.–, y el
nórdico –sobrio, robusto, místico, organizado, etc.–. A lo largo de la historia estas
características habrían emergido en aquellos momentos de grandeza nacional donde ese
estilo de vida tan genuinamente español había tomado forma. Caracterizado por el
desprecio a las riquezas y el poco interés por la técnica, el hombre ibérico era
indiferente a la muerte y tenía como aspiración definitiva el heroísmo, amante de la
gloria militar y literaria, sobrio y estoico, displicente siempre de las circunstancias de la
vida cotidiana23.

V
Esta concepción de la raza sirvió al tiempo para sostener la imagen de la Guerra Civil
como Cruzada, tan esencial para comprender el funcionamiento y legitimaciones de los
dispositivos biopolíticos activados por aquel primer franquismo. Y es que el régimen
encontró en la misma conflagración fratricida el mejor dispositivo inmunitario para el
cuerpo nacional, un trágico enfrentamiento entendido desde el primer momento como
cruzada salvífica de la civilización cristiana y restauradora de los valores eternos de la
Hispanidad. En efecto, la Guerra Civil supuso para los sublevados un excelente
dispositivo de eliminación-selección capaz de regenerar una España degradada por
aquellos representantes de la Anti-España que habían conformado y defendido la II
República. La guerra era por tanto la mejor oportunidad para purgar a España de todos
esos seres inferiores que amenazaban con degenerarla, primera y esencial medida
inmunitaria del Nuevo Estado. Y es que como afirmaba López Ibor: «Se ha sentido […]
España, quebrantada en la misma médula de su historia, y ahora, cuando se ha visto en
la disyuntiva de ser o no ser, es cuando han chocado en su superficie, de un modo más
puro, las fuerzas positivas y negativas que, en insoldable antinomia, forman todo su
devenir histórico. Así, el español, en esa terrible purificación de la guerra, se ha podido
purificar como pueblo y como destino, y tras la noche oscura de una vida sin

22
Enrique GONZÁLEZ DURO: Psiquiatría y sociedad autoritaria, España 1939-1975, Madrid, Akal,
1978, p. 21 y ss.
23
Juan José LÓPEZ IBOR: El español y su complejo de inferioridad, Madrid, Rialp, 1971, p. 160 y ss.

85
profundidad, entregado a remediar su necesidad cotidiana, ha sentido la iluminación
súbita de su propia esencia»24.
No es difícil entender desde esta perspectiva la tesis del historiador Nerín Abad,
cuando afirma que los sublevados trajeron del norte de África las más crueles formas de
hacer la guerra, no tanto encaminada a vencer en el campo de batalla, como a aniquilar
al enemigo y todas sus esperanzas25. Se trata en efecto de una particular guerra de
desgaste, legitimada científicamente por un discurso racial que convertía en
pseudobiológicas las diferencias sociales, culturales e ideológicas. En este contexto, los
republicanos, los marxistas, los demócratas, los homosexuales o los judíos, ya no eran
simplemente adversarios políticos, sino elementos perniciosos para la raza, células
cancerígenas que desde el interior mismo del cuerpo nacional amenazaban con
corromperlo. El enfrentamiento armado era la mejor oportunidad para purgar a España
de todos esos seres inferiores que podían degradarla, de terminar de una vez por todas
con los elementos disolventes de la patria. Se trataba además de un argumento
corroborado en el campo de batalla –señalaba Vallejo– por el hecho de que en las filas
nacionales no se registraran casos de psicosis de guerra, pues sus soldados, verdaderos
representantes de la raza, “defendían una causa noble y entusiasta”; por el contrario, el
ejército republicano, al estar formado por enfermos contagiados del virus marxista,
estaba repleto de psicóticos y neuróticos histerizados26.
La guerra había sido concebida como un verdadero mecanismo de depuración,
quizá no entendible bajo principios estrictamente “biológicos”, pero que sin duda
consideraba el enfrentamiento bélico como una oportunidad para eliminar a quienes
amenazaban el cuerpo nacional. La psiquiatría y la medicina franquista, es cierto,
rechazaron los principios eugenésicos tan en boga por aquellos años. Pero los caracteres
raciales siempre se consideraron como fruto de la transmisión hereditaria, tanto los
negativos y anómalos como los nobles y positivos27. Como afirmaba Vallejo, la guerra
había sido un «doloroso pero necesario» proceso depurador, encaminado a hacer
posible la regeneración de España, un dispositivo inmunitario esencial y fundacional del
régimen. La raza española se había purgado por fin mediante el asesinato o la
segregación de todos los elementos que amenazaban desde antaño con corromperla.

24
Ibid., p. 150.
25
Gustau NERÍN ABAD: La guerra que vino de África, Barcelona, Crítica, 2005.
26
Antonio VALLEJO NÁJERA: Neurosis de guerra. Psicología de guerra, Madrid/Barcelona, Editorial
Científico Médica, 1942, p. 12.
27
Enrique GONZÁLEZ DURO: Psiquiatría y sociedad autoritaria…, pp. 33-34.

86
VI
Ahora bien, esta sanación de la raza no sería completa sin la creación de un sistema de
previsión social capaz de asegurar un mínimo de bienestar social a toda la población.
Era, en efecto, el reverso positivo de una política de la raza jalonada por un sistema
total de seguros sociales supuestamente equiparable al del resto de los países europeos
del entorno. Como es sabido, este cuarto elemento de la biopolítica franquista no dejó
de ser un objetivo frustrado, fundamentalmente debido a la falta real de determinación
por parte de las autoridades franquistas, unida por lo demás a la escasez de recursos28.
Con todo, el régimen orquestó toda una serie de dispositivos biopolíticos inspirados, de
una parte, por este supuesto interés por asegurar la salud a la población considerada
parte del cuerpo nacional –o al menos recuperable para éste–, y de otra parte, por ese
racismo de Estado al que he aludido más arriba.
Esas fueron las motivaciones de dispositivos tales como el conocido Auxilio
Social29, las Cátedras Ambulantes de la Sección Femenina de Falange30, o el mismo
Seguro Obligatorio de Enfermedad31. Estos dispositivos estuvieron en efecto destinados
a la consecución de ciertos objetivos políticos, fundamentalmente la legitimación del
Nuevo Estado, e inscritos en el marco de un discurso higiénico-sanitario orientado a
crear imágenes de la realidad beneficiosas para el régimen 32. Así, los discursos sobre la
salud y la enfermedad, los consejos y medidas profilácticas, y otras medidas de
actuación socio-sanitaria, además de responder a verdaderas y preocupantes

28
Perdo MARSET, José Miguel SÁEZ y Fernando MARTÍNEZ: “La Salud Pública durante el
franquismo”, Dynamis. Acta Hispanica ad Medicinae Scientiarumque. Hisoriam Illustradam, Vol. 15
(1995), pp. 211-250.
29
Ángela CENARRO: La sonrisa de Falange. Auxilio Social en la Guerra Civil y la posguerra,
Barcelona, Crítica, 2006; y Mónica ORDUNA PRADA: El Auxilio Social (1936-1940): la etapa
fundacional y los primeros años, Madrid, Escuela Libre, 1996.
30
Rosario SÁNCHEZ LÓPEZ: Mujer española, una sombra de destino en lo universal. Trayectoria
histórica de la Sección Femenina de Falange, (1934-1977), Murcia, Universidad de Murcia, 1990, p. 34
y ss.; y Francisco Javier SÁNCHEZ LLAMAS: “Dos visiones de educación popular: el Patronato de
Misiones Pedagógicas y las Cátedras Ambulantes de la Sección Femenina”, Isla de Arriarán: revista
cultural y científica, 4 (1994), pp. 129-140.
31
Este seguro fue promulgado el 29 de diciembre de 1942 como un Seguro Total del Nuevo Estado.
Véase para su nacimiento y evolución el estudio de Luis ALBERTI: “La asistencia sanitaria en el
conjunto de la previsión social española”, en AA. VV.: Cuatro siglos de acción social en España. De la
beneficencia al bienestar social. Seminario de Historia de la Acción Social, Madrid, Siglo XXI, 1985,
pp. 297-338.
32
Véase como ejemplo de esto el trabajo de Isabel JIMÉNEZ LUCENA: “El tifus exantemático en la
posguerra española (1939-1943). El uso de una enfermedad colectiva en la legitimación del «Nuevo
Estado»”, Dynamis. Acta Hispanica ad Medicinae Scientiarumque. Hisoriam Illustradam, vol. 14
(1994), pp. 185-198.

87
necesidades de la población por aquel entonces, estaban guiados esencialmente por
ciertos intereses políticos e ideológicos: esto es, la adhesión política y la obediencia a
los expertos del régimen.
En este contexto, la salud del paciente concreto debía quedar supeditada a la
robustez del cuerpo nacional, y su bienestar entendido como redundante en la
optimización de los recursos del Estado. La salud de la mujer, por ejemplo, cobraba su
entero significado en tanto que podía ser madre, valorada como portadora en su seno de
los futuros exponentes de la raza33. Las enfermedades, lejos de tener su origen en las
durísimas condiciones vitales experimentadas por una gran parte de la población en
aquellos largos años de la posguerra, o en la carencia de productos de primera
necesidad, se debían al descuido e ignorancia de los individuos, o a la tan cacareada
moral relajada de tiempos de la República. Así se refería por ejemplo el por aquel
entonces Director General de Sanidad, José Antonio Palanca, a las epidemias de tifus
que sufrían varias ciudades de la costa mediterránea: «Durante nuestra guerra toda la
faja costera del norte de África era un vivero de tifus exantemático, y no se puede
olvidar que de esta zona venían constantemente voluntarios a engrosar nuestras filas,
aunque, a decir verdad, jamás nos trajeron un solo caso de la enfermedad [pues] faltaba
una población con el suficiente grado de receptividad para que entre ella se propagase
fácilmente el contagio […] Pero, además es muy probable que los sufrimientos morales
y materiales padecidos durante los años de guerra en zona roja […] determinaran la
aparición de la epidemia»34.
En efecto, la gran parte de los instrumentos socio-sanitarios articulados durante
aquel primer franquismo estaban llamados a cumplir una inestimable función
propagandística, legitimadora y de control social, además claro de cubrir ciertas
necesidades benéfico-asistenciales ineludibles entre la población más necesitada.
Ciertos ámbitos, como el gravísimo problema de la mortalidad infantil –que alcanzó
entonces dramáticos niveles no vistos en España desde principios del siglo XX35–,
fueron atajados con eficacia y determinación. Pero no cabe duda de que todos esos
esfuerzos estuvieron especialmente orientados a asegurar la grandeza de la patria, la

33
Antonio POLO BLANCO: Gobierno de las poblaciones en el primer franquismo…, pp. 21-100.
34
José Antonio PALANCA: Las epidemias de la posguerra. Discurso leído en la solemne sesión
celebrada el día 28 de marzo de 1943 en la Real Academia de Medicina, Madrid: Instituto de España,
1943, pp. 11-12.
35
Isabel JIMÉNEZ LUCENA: “El tifus exantemático en la posguerra española”…, p. 188.

88
regeneración de una raza destinada a ocupar un lugar preeminente en el concierto
internacional que por historia nunca debió abandonar.

VII
Queda no obstante por señalar un quinto y último elemento característico de la
biopolítica de aquel primer franquismo, la ordenación de una política económica
autárquica e intervencionista, orientada a la consecución de determinadas necesidades
consideras estratégicas por el régimen, y de inspiración netamente fascista36. En este
punto, la España de Franco intentó orquestar los intereses de los distintos agentes
económicos en función de las necesidades políticas del momento, de las cuáles la mera
supervivencia ocuparía siempre la mayor preocupación. Junto a ello, la adquisición de
material bélico y la llamada autarquía se convirtieron en objetivos fundamentales,
especialmente espoleados por el temor a una nueva conflagración. Así, el nuevo
régimen privilegió ciertos sectores estratégicos para la defensa y autosubsistencia del
país, tales como las industrias de producción de material bélico, la adquisición de
combustible, las comunicaciones o determinados sectores agroalimentarios.
El aquellos momentos, el Instituto Nacional Industria (INI) o el Instituto
Nacional de Colonización (INC) –los dos de inspiración fascista–, fueron dotados de
importantes recursos materiales y financieros, en un momento de acuciante escasez
económica. Así, guiados por postulados claramente intervencionistas, pretendieron el
desarrollo de ciertos sectores considerados esenciales para la consecución de la
independencia económica del país. Por lo demás, en el caso del INI, sus actuaciones
más provechosas fueron las destinadas al apoyo de iniciativas empresariales privadas –
en las que participaba parcialmente–, mostrándose en muchos casos claramente ineficaz
en la creación de nuevas industrias. Por su parte, el INC, por ejemplo, privilegió
desmedidamente el fomento del regadío en zonas donde un buen aprovechamiento del
secano habría sido más conveniente, fracasando por lo demás en su supuesta principal
misión: a saber, ordenar una agricultura española capaz de alimentar suficientemente a
la población del país. En conclusión, a juicio de los mayores especialistas en la materia,
esta política económica –como acabo de señalar directamente inspirada en la

36
Véanse los trabajos de Manuel Jesús GONZÁLEZ: La economía política del franquismo (19401970).
Dirigismo, mercado y planificación, Madrid, Tecnos, 1999; Josep FONTANA: “La utopía franquista: la
economía de Robinson Crusoe”…; ó Carlos BARCIELA (ed.): Autarquía y mercado negro. El fracaso
económico del primer franquismo, 1939-1959, Barcelona, Crítica, 2003.

89
desarrollada durante fascismo italiano y en menor medida por el nazismo alemán–,
supuso a todas luces un atraso para la economía española de al menos veinte años,
produciendo un largo estancamiento de la producción industrial, y prolongando
artificialmente la llamada “edad de oro” de la agricultura española. Con todo, para los
empresarios apegados al régimen fue un momento más que propicio para los negocios,
sin necesidad de competir con el mercado exterior y protegidos estatalmente, en la
orquestación de un verdadero proceso de acumulación del capital que haría posible la
extraordinaria expansión económica de los años sesenta.
VIII
Recapitulando, he señalado a lo largo de estas páginas cinco elementos característicos
de la biopolítica franquista, elementos que ordenaron el funcionamiento y los planes de
actuación de los dispositivos disciplinarios y los mecanismos de regulación activados
durante aquel primer franquismo, y que me permitirán elaborar una nueva
interpretación del régimen. El primer lugar, un racismo de Estado, sin duda con
características e inspiraciones propias, pero que va a distinguir dentro del cuerpo
nacional los agentes patógenos que amenazan la salud de la nación, de aquellos otros
representantes de la auténtica España. En segundo lugar, una determinada concepción
de la raza hispánica, identificada con la propia Hispanidad, que a va servir para crear
los patrones ideales de lo que los hombres y mujeres de España debían ser,
conformadores de una subjetividad precisa y característica. En tercer lugar, la imagen
de la Guerra Civil como cruzada salvífica de la civilización cristiana y de los valores
eternos de España, primer y esencial dispositivo de inmunización y depuración racial.
Conectado con esto, un cuarto elemento, un sistema de previsión social que iba a
privilegiar no obstante la salud y el fortalecimiento del cuerpo nacional sobre el
bienestar de los individuos, ineficiente a todas luces pero con una evidente función de
legitimación política. Y finalmente, una política económica de inspiración netamente
fascista, esencialmente intervencionista, y cuyo objetivo primordial era la ordenación
de una economía nacional supeditada a las necesidades estratégicas y políticas del
momento.

IX
Volviendo a las cuestiones planteadas al inicio de estas páginas, y retomando lo
expuesto hasta aquí, ¿cómo cabría pues definir al régimen franquista? Como una

90
dictadura conservadora, un sistema autoritario postfascista37, un cesarismo de base
militar38, un autoritarismo, una dictadura personal, un despotismo reaccionario, o
simplemente, un régimen fascista. Los problemas para ofrecer una definición más o
menos clara y consensuada sobre la dictadura franquistas podrían problematizarse
incluso más si introducimos en el debate la cuestión del totalitarismo, ineludible al
hablar de otros sistemas políticos del momento39, pero absolutamente ajeno al debate
sobre el franquismo. De hecho, no ha aparecido ninguna referencia al Estado franquista
en textos considerados ineludibles sobre la cuestión, tales como el más reciente de Enzo
Traverso40, o el clásico de Ernst Nolte41. La interpretación de Nolte, de hecho, es
sumamente interesante aquí, por cuanto argumentaba que el fascismo debía ser
entendido como el gran antimovimiento: antiliberal, antiburgués, anticapitalista,
anticomunista y antisemita. Y ello porque esta interpretación –conocida como visión
histórico-genética de la teoría del totalitarismo–, definiría indudablemente al
franquismo como un régimen fascista y totalitario: nació de una Guerra Civil
experimentada como guerra de clases y como mecanismo de depuración, un régimen
antisemita, antiburgués, anticapitalista, antiliberal y, sobre todo, anticomunista.
Por lo demás, esta interpretación fue criticada duramente a finales de los años
noventa por el francés François Furet, para quien la definición del fascismo como
esencialmente un movimiento reactivo del comunismo era solo satisfactoria en parte42.
En su opinión, el origen tanto de los fascismos de mediados del siglo pasado como del
comunismo soviético habría que buscarlos antes incluso de la I Guerra Mundial, en la
llamada crisis de la democracia liberal, donde la solución fascista se fundaría en un
universo simbólico contrarrevolucionario, actualizado sobre la base de la absolutización
de la idea nacional. Por supuesto, Furet también olvida el caso español, a pesar de que
el régimen de Franco sería también de forma evidente un fascismo totalitario bajo esta
perspectiva: sentó sus bases en la misma crisis del sistema liberal español, exaltó la idea
37
Stanley G. PAYNE: El régimen de Franco: 1939-1975, Madrid, Alianza, 1987.
38
Antonio ELORZA: “El franquismo, un proyecto de religión política”, en Emilio GENTILE, Giuliana
DI FEBO, Susana SUEIRO y Javier TUSSEL (coords.): Fascismo y franquismo cara a cara: una
perspectiva histórica, Madrid, Biblioteca Nueva, 2004, pp. 69-82.
39
Véase para esto Simona FORTI: El totalitarismo: trayectoria de una idea límite, Barcelona, Herder,
2008.
40
Enzo TRAVERSO (ed.): Le totalitarisme: le XXè siècle en débat, Paris, Seuil, 2001.
41
Ernst NOLTE: El fascismo en su época: Action Française, Fascismo, Nacionalsocialismo, Madrid,
Península, 1967.
42
François FURET: Le Passé d’une illusion, essai sur l’idée communiste au XXè siècle, Paris,
Laffont/Calmann-Lévy, 1995. Véase también la discusión con el propio Nolte recogida en François
FURET y Ernst NOLTE: Fascisme et communisme, Paris, Hachette, 2007.

91
nacional, y observó los pretendidos valores de la España Eterna como los únicos
legítimos.
En esta línea argumental, incluso podríamos citarnos con Hannah Arendt y su
conocida interpretación del nazismo y el comunismo soviético como regímenes
totalitarios, expuesta principalmente en Los orígenes del totalitarismo43. En opinión de
Arendt, lo esencial del Estado totalitario no es tanto su contenido teórico, sino más bien
su “intrínseca función totalizadora”, entendida sobre la base de ciertas características
definitorias: el intento por apoderarse de todas las cosmovisiones e ideologías; la
extensión de los principios del gobierno a todos los ámbitos de la vida humana; la
violencia como norma; y, finalmente, la aspiración a la dominación mundial. Se trata de
características que, en efecto, tan solo podrían sostenerse a lo sumo en el caso del
nazismo y el comunismos soviético estalinista. Si las extrapolamos al régimen
franquista, es cierto que nunca elaboró algo así como una ideología con pretensiones
milenaristas, pero tampoco permitió la menor disidencia política. Jamás aspiró a la
dominación mundial, y ello a pesar de sus iniciales proclamas imperialistas44. Ahora
bien, sería más discutible que el franquismo no pretendiera extender sus principios
ideológicos a todos los ámbitos de la vida humana, desde la economía –al menos
durante el llamado primer franquismo al que aquí me he referido–, al hogar, a las
diferencias raciales entre nacionales y republicanos, a ciertas imágenes de la
subjetividad o la supeditación de la salud individual al cuerpo de la nación. Y aún sería
más evidente esa “violencia hecha norma” para el caso español, según Pau Casanellas la
sociedad que más represión tuvo que soportar en términos comparativos de toda la
Europa occidental en tiempos de paz: mil fusilados españoles por cada una de las
víctimas italianas del fascismo, y treinta españoles en campos de concentración por
cada alemán preso en las mismas circunstancias45.

X
Estas discusiones en torno a la “naturaleza” del régimen franquista podrían en efecto
extenderse cuasi ad infinitum. Y por supuesto, en absoluto quiero negar aquí su
43
Hannah ARENDT: Los orígenes del totalitarismo, Madrid, Taurus, 1999.
44
Encarna NICOLÁS: “Crisis y añoranza del Imperio durante el franquismo: la presión de la memoria”,
Anales de Historia Contemporánea, 14 (1998), pp. 33-45.
45
Pau CASANELLAS: “El Estado ante la violencia política en España, 1966-1977. Perspectivas teóricas
y propuestas de análisis”, ponencia pronunciada el 24 de septiembre de 2009 en el II Encuentro de
Jóvenes Investigadores en Historia Contemporánea, celebrado en Granada entre el 22 y el 25 de
septiembre de 2009.

92
relevancia y pertinencia. Con todo, creo –con Pérez Ledesma46– que en este debate sería
más conveniente atender a lo que el franquismo fue, y no a lo que no llegó a ser, por
cuanto esta segunda opción tiende a establecer subrepticiamente una especie de
jerarquía entre unos regímenes considerados fascistas puros, y otros en los que esta
“forma política” se habría desarrollado de forma más o menos incompleta. Esta
jerarquía estaría coronada, indudablemente, por el nazismo alemán, al que seguiría de
forma decreciente el fascismo italiano, la Action Française, el régimen franquista quizá,
etc. Esta imagen sería el resultado de una explicación formalista de los procesos
políticos, poco atenta en mi opinión a las particularidades y variaciones históricas que
se dieron en cada uno de los países en los que cristalizaron regímenes fascistas.
En efecto, un análisis nominalista de las “condiciones históricas de posibilidad”
– que diría Michel Foucault– que diera cuenta de las circunstancias particulares de cada
caso, nos permitiría entender los conceptos políticos no como ideas fijas, sino como
nociones utilizadas en su exclusivo carácter histórico. Así, con las nociones de fascismo
y totalitarismo nos permitimos designar ciertos sistemas estatales, entre los cuales
debemos incluir indudablemente al franquismo, al menos en su primera etapa. Cada uno
de los regímenes fascistas tendrá sus particularidades, derivadas de sus contextos de
aparición y de las circunstancias sociales, económicas, culturales, etc., previas a su
nacimiento. En este sentido, el régimen franquista presentará ciertas características
extrañas en los casos nazi y fascista, por supuesto, pero también sus homólogos alemán
e italiano mantuvieron entre ellos al menos tantas similitudes como diferencias: «No
podemos pensar que exista un modelo único de fascismo, sino distintas formas estatales
cristalizadas sobre la base de toda una miríada de estrategias gubernamentales a las que
es posible referirnos como fascistas, pero que indudablemente guardarán siempre una
singularidad propia»47.
Así, por ejemplo, si retomamos las características definitorias de la biopolítica
franquista que he expuesto –someramente– en las páginas precedentes, descubrimos que
como en el caso del nazismo, la pureza racial de la nación y la sumisión de los
individuos a los intereses del Estado fue una constante en ambos regímenes. En efecto,
bien como biología aplicada –en el caso del nazismo–, o bien como cruzada cristiana –
en el caso del franquismo–, ambos regímenes se sirvieron de teorías pseudocientíficas
encaminadas a legitimar la deshumanización del adversario político, considerado en los
46
Manuel PÉREZ LEDESMA: “Una dictadura „Por la gracia de Dios‟”…, p. 180.
47
Salvador CAYUELA SÁNCHEZ: Por la grandeza de la patria…, p. 315.

93
dos casos como un parásito y un enemigo biológico48. Tanto para el nazismo como para
el franquismo el cuerpo nacional fue entendido en términos biologicistas como un
cuerpo vivo, compuesto por los individuos que conformaban la verdadera nación, en
peligro de degeneración. En ambos casos, aquel Racismo de Estado al que se refiriera
Foucault sirvió para articular el antiguo poder soberano de dar muerte y el nuevo
derecho biopolítico de hacer vivir.
No negaré, por supuesto, las evidentes diferencias entre las prácticas más brutales de la
llamada tanatopolítica nazi49 –las esterilizaciones forzadas, los exterminio de los judíos,
homosexuales, discapacitados, etc.–, y las prácticas de exterminio quizá “menos sutiles”
–si se me permite– orquestadas por las autoridades franquistas –los fusilamientos, los
asesinatos indiscriminados, los trabajos forzados en condiciones infrahumanas, el
hambre y el frío en los campos de concentración, etc.–. Diferencias que por lo demás no
deben esconder una concepción biológico-inmunitaria compartida por ambos
regímenes. Solo bajo esta perspectiva puede entenderse el pronunciamiento del General
Emilio Mola cuando afirmaba que únicamente la eliminación de los dos tercios de la
población española podía permitir la verdadera regeneración de España. Como los
judíos, los gitanos o los homosexuales para los nazis, los rojos eran considerados por el
bando nacional como bacterias de las que había que librarse, como un virus que
amenazaba el sagrado cuerpo de la nación. Que el régimen franquista no llegara al nivel
de tecnificación que si se logró en Alemania para los asesinatos en masa, o que la
diferencia racial entre los representantes de la raza y sus enemigos se fundara en bases
teóricas distintas, no puede hacernos ignorar la finalidad común de tales discursos y
prácticas, como tampoco –y sobre todo– sus horribles consecuencias.
Por lo demás, en mi opinión, las diferencias entre la biopolítica franquista y nazi son
más acusadas por ejemplo en lo que la política socio-sanitaria o económica se refiere.
En efecto, mientras que el nazismo sí logró un más que aceptable sistema de seguros
sociales y de protección de sus trabajadores –sanidad, pensiones, paro, vacaciones, etc.–
, el régimen franquista tuvo que centrar sus esfuerzos en este ámbito en la lucha contra
enfermedades contagiosas propias de sociedades en crisis –el tifus, la viruela, la difteria,
etc.–, mientras se mostró incapaz de orquestar un verdadero sistema de previsión o
bienestar social. También en lo referente a la política económica podemos encontrar
marcadas diferencias: siendo ambas estrategias intervencionistas y tendentes a la
48
Salvador CAYUELA SÁNCHEZ: “Biopolítica, nazismo, franquismo”…, p. 279 y ss.
49
Roberto ESPOSITO: Bíos. Biopolítica y filosofía, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, pp. 175-234.

94
autarquía, la política belicista nazi supuso un fuerte impulso inicial a la economía
alemana; por el contrario el único resultado de la política económica del primer
franquismo no fue sino la prolongación hasta bien entrados los años cincuenta de las
penurias y la situación de escasez generalizada que siguieron a la Guerra Civil. Con
todo, y como antes señalé, estas diferencias habría que buscarlas más en las
circunstancias particulares previas a ambos sistemas políticos –y también en el contexto
nacional e internacional en el que se desarrollaron, claro está–, que en diferencias
puramente programáticas.

95
El concepto de modernidad en la arquitectura española durante
el primer franquismo. El caso de Andalucía, 1937-1957

Daniel Domenech Muñoz

Universidad de Granada

Marco teórico

Modernidades

Imagen 1. Águilas de San Juan pertenecientes a diferentes movimientos artísticos.


(Fuente: Internet)

En esta serie de fotografías encontramos un mismo símbolo representado de tres


formas diferentes. Se trata del águila de San Juan, emblema adoptado por el régimen
franquista como escudo para la bandera nacional. Cada una de estas obras aparece
siempre en fachadas de edificios representativos del poder. Ellas pueden servir como

97
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
ilustración de las tres ideas-fuerza o corrientes que dominaron el pensamiento
arquitectónico mundial en general, y el español en particular, en los dos primeros tercios
del siglo XX. Se dieron en todos los países, en todos los regímenes totalitarios y en
todos los niveles de la sociedad, a veces llegándose a dar dos de ellas dentro del
pensamiento de un mismo artista1. Fueron corrientes de ideas que divergían en torno al
papel del pasado en las realizaciones contemporáneas: continuidad (historicismo),
adaptación (otra modernidad) y ruptura (modernidad).

Se produjo durante esa época un debate entre estas tres ideas a todos los niveles
artísticos y de la vida, y que, dependiendo siempre de las circunstancias sociales y de
los contextos nacionales, a veces se tornó amargo. Así fue el caso de la persecución que
recibió el arte moderno al ser considerado como un arte degenerado (Entwartete Kunst)
durante el período nacionalsocialista2, la persecución de autores que publicaran so
arquitectura de los países fascista durante el Estalinismo3 o la omisión en los libros de
historia de las arquitecturas historicistas o de la otra modernidad, así como de obras no
modernas elaboradas en los países fascistas.4

La corriente de continuidad, el historicismo, consideraba que el futuro, y por lo


tanto, la modernidad, debían de ser construidos a imagen y semejanza del pasado, sin
interrupción entre una y otro. Formalmente el pasado debía ser la única opción lógica
para el futuro, y el futuro debía estar basado en el pasado. Aun habiendo innovado en
los sistemas constructivos y en la tecnología, debían usarse éstos para recrear formas,

1
Por ejemplo el caso de Luis Gutiérrez Soto que alternó edificios modernos con historicismos a lo largo
de su carrera. Como puede observarse en proyectos publicados con pocos meses de diferencia, un hotel
racionalista y el Nuevo Ministerio de aires escurialenses. Luis GUTIÉRREZ SOTO: “Hotel particular en
Madrid en la calle de Serrano”, Revista Nacional de Arquitectura, 13 (1943), p. 40. Y Luis GUTIÉRREZ
SOTO: “Proyecto de edificio para Nuevo Ministerio del aire en la plaza de la Moncloa”, Revista Nacional
de Arquitectura, 20 (1943), p. 291.
2
En 1933, el gobierno publicó un manifiesto de cinco puntos titulado “¿Qué esperan los artistas alemanes
del nuevo gobierno?” El rol del artista en el estado era “contribuir al crecimiento y refuerzo de la
comunidad nacional”. 1. Todo arte no alemán debía de ser retirado. 4. La arquitectura moderna sería
abolida y todos los arquitectos que se hubieran enriquecido con estas construcciones serían tratados como
criminales. Jeffrey NARVER: Cultural production of domination in Nazi Germany: Architecture as
propaganda, Tesis doctoral, Simon Fraser University, 1990, p. 71.
3
Lázar Rempel, por ejemplo fue deportado al escribir en la URSS un libro sobre la arquitectura italiana
fascista, Arjitektura poslevoennoi Italii, que tuvo bastante éxito en el momento. Jean-Louis COHEN:
“Encuentros difíciles: La arquitectura de la vanguardia Rusa, entre oriente y occidente.”, en s.a.:
Construir la Revolución. Arte y Arquitectura en Rusia 1915-1935, Barcelona, Fundación “la
Caixa”/TURNER, 2011. p. 20.
4
En tres breves epígrafes “El delito nazi”, “la decadencia francesa” y la “corrupción fascista” se despacha
toda producción arquitectónica que no fuera moderna en Bruno ZEVI: Historia de la arquitectura
moderna, Buenos Aires, Emecé, 1954 pp. 208-227.

98
sistemas de proporciones y detalles decorativos del pasado. Para los historicistas las
otras corrientes modernas o “modernizadoras” eran simplemente una moda de los
tiempos que desaparecería sin dejar marca, muy a menudo condicionadas por ideologías
políticas “de acusado matiz avanzado”.5

La segunda corriente, encarna la “otra modernidad” que es puente entre pasado y


futuro, tradición y renovación.6 Los que se situaban en este pensamiento, rechazaban a
unos, por ser excesivamente rupturistas y a otros, por ser historicistas y anacrónicos.
Esta concepción ha pasado bastante desapercibido debido a que los estudios de
historiadores de la arquitectura se han centrado en general en el estudio de las
vanguardias y el Movimiento Moderno, consiguiendo así que la “Nueva Tradición”,
término acuñado por Henry-Russell Hitchcock en 1928, cayera en el olvido.7

La corriente de ruptura representa la modernidad consagrada por críticos e


historiadores, desde sus inicios hasta hoy día. Se consideró por sus partidarios como la
única opción realmente moderna, siendo las otras dos, pensamientos residuales de
ideologías ya pasadas, reaccionarias y anacrónicas.8

Es cierto que existió una gran heterogeneidad de movimientos y que una


clasificación reduccionista a tres vías podría parecer a primera vista inadecuada,
entendiendo las posibles contradicciones que surgirían al incluir en un mismo grupo
movimientos muy dispares. Un ejemplo de esto serían el futurismo italiano, el
constructivismo soviético y la estética racionalista y funcionalista del movimiento
moderno. Pero a nivel conceptual la matriz de pensamiento que constituían estas
tendencias artísticas se identificaban con una ruptura total con el pasado9. Este hecho se
lleva a cabo formalmente, es decir a través de la incorporación de rasgos compositivos y
formales que no existían en los anteriores movimientos artísticos, y en muchos de los

5
Juan DE ZAVALA, La Arquitectura, Madrid, Pegaso, 1945, p. 168.
6
Para ver más sobre cuestiones estéticas de esta corriente, Daniel DOMENECH: “La arquitectura de la
otra modernidad. Un breve análisis formal y compositivo.”
7
Henry-Russell HITCHCOCK “Arquitectura de los siglos XIX y XX”, Madrid, Cátedra, 1998, y Kenneth
FRAMPTON “Historia critica de la arquitectura”, Barcelona, Gustavo Gili, 2009, p. 212.
8
Esto lo vemos en el primer artículo a favor de la arquitectura moderna en España que criticaba
duramente la arquitectura historicista y tradicionalista, abogando por abandonar todas las formas del
pasado. ,Gio PONTI: “Política de la arquitectura”, Reconstrucción, 95 (1949), págs. 301-308
9
Exceptuando por ejemplo las relaciones con el pasado antiguo que establecieron los más relevantes
arquitectos modernos: Walter Gropious, Le Corbusier, Mies van der Rohe, etc. Ver por ejemplo, Jean-
Louis COHEN: Mies van der Rohe, AKAL, 2007, p. 8.

99
casos, a través también del discurso teórico, por ejemplo en los textos de Marinetti10 o
de Tatlin11.

Las tres opciones, aunque pueda parecer paradójico, son modernas, pues
implican actitudes y reflexiones propias de su tiempo, las tres coherentes con su época,
dirigiéndose cada una hacia la consecución de un futuro ideal, utópico. Asociar
historicismo con el concepto de modernidad es una idea aparentemente contradictoria,
pero hay ejemplos que demuestran esa asociación como puede ser la consideración de la
“aportación española a las vanguardias europeas” del barroco español durante los
primeros años de la década de los veinte.12 En esa línea, el investigador Roger Griffin
ha calificado la utilización de formas del pasado para la construcción de utopías como
modernidad alternativa.13

Habiendo ya tomado nota del concepto de modernidad que implicaba cada una
de ellas y dado que la terminología es un poco compleja, para evitar equívocos, a partir
de ahora nos referiremos a la primera como historicismos o tradicionalismos, a la
segunda como la otra modernidad y a la tercera como modernidad o modernidad
convencional.

La construcción del nuevo estado

Tras la Guerra Civil, el nuevo estado que se levantaba lo hacía en un país


devastado por tres años de feroz contienda en la que una gran parte de la población
había apoyado o luchado con el bando derrotado. Éste estaba formado por un amplio
espectro político que iba desde republicanos de derechas hasta comunistas y anarquistas.
Entre los vencedores, la variedad de grupos y tendencias también desterraba la idea de

10
“La pintura y el arte ha magnificado hasta hoy la inmovilidad del pensamiento, el éxtasis y el sueño,
nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la
bofetada y el puñetazo.” “Manifiesto futurista”, Le Figaro (París), 20 de febrero de 1909.
11
“Los ingenieros y constructores de puentes a hacer sus cálculos e inventar una nueva forma”, “formas
puramente artísticas con intenciones utilitarias” en Jean-Louis COHEN: “El Tío Sam en el país de los
Soviets: el tiempo de las vanguardias” en Carlos MARTÍ y Antonio PIZZA: Constructivismo ruso,
Barcelona, Ediciones del Serbal, 1994, p. 96.
12
Francisco Daniel HERNÁNDEZ: La búsqueda de la modernidad en la arquitectura española (1898-
1958). Medio siglo de eclecticismo, Córdoba, Universidad de Córdoba, 1997, p. 108.
13
Roger GRIFFIN: Modernity under the New Order: The fascist Project for Managing the Future,
Thamesman Publications, Oxford Brookes School of Business imprint, 1994

100
un único bando unido: conservadores y radicales, Iglesia, Ejército y Falange
presentaban una variedad de visiones sobre cómo tenía que ser la “Nueva España”,
muchas de ellas contradictorias. Cada una de estas “familias del Régimen” contaba con
pensadores e ideólogos que publicaban frecuentemente sus ideas en revistas o libros y
que eran tenidos en cuenta, más o menos, por los poderes fácticos y por los artistas y
arquitectos que construirían la nueva imagen del Estado que, ante todo, debía
representar unidad política.

Independientemente de cuál fuera la idea o las ideas finalmente llevadas a la


práctica, era necesario primero, reconstruir grandes zonas del país 14 y segundo, era
fundamental que el estado se hiciera presente en cada una de ellas a través de
instituciones representativas. Los símbolos elegidos para el Nuevo Estado debían llegar
a todos los rincones: no sólo cambios simbólicos de nombres de calles y plazas, o
levantamientos de nuevos monumentos y cruces para los caídos, sino gran número de
construcciones debían ser levantadas, casas de falange, casas sindicales, comisarias,
cuarteles de la guardia civil, bancos, iglesias, hospitales. El nuevo estado totalitario
debía ocupar la totalidad de niveles del país.

Para lo primero se crean una serie de organismos como la Dirección General de


Regiones Devastadas y Reparaciones (DGRDR) anterior Servicio Nacional de Regiones
Devastadas y Reparaciones (1938), dirigida por Moreno Torres o la Dirección General
de Arquitectura (septiembre de 1939) dirigida por Pedro Muguruza, que a su vez era
director en el Servicio Técnico de Falange. También el Instituto Nacional de la
Vivienda (INV) dirigido por Federico Mayo, (abril de 1939) que además dirigía la Obra
Sindical del Hogar y de la Arquitectura. Se organizaron exposiciones como las de la
DGRDR a partir de 1940 y también congresos como las Asambleas Nacionales de
Arquitectura, promovidas en un principio por Falange y los Congresos de la Federación
de Urbanismo y de la Vivienda (octubre de 1940) dirigidos por Cesar Cort.15

Para lo segundo, la idea más popular era que había que dirigir la arquitectura,
convirtiendo la nueva construcción en propaganda en piedra, a través de los estilos

14
José Manuel LÓPEZ GÓMEZ: Un modelo de arquitectura y urbanismo franquista en Aragón: La
dirección General de Regiones Devastadas 1939-1957
15
Jesús LÓPEZ DÍAZ: “Vivienda social y falange: Ideario y construcciones en la década de los 40.”
Scripta Nova, 146 (2003), http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-146(024).htm

101
escogidos (historicismos, regionalismos, racionalismos, etc.), de los rasgos de poder
(torres, entradas monumentales, columnatas o pórticos, arcos del triunfo, etc.) y de los
símbolos (esculturas, bajorrelieves, escudos, banderas, etc.) que se adhirieran al
proyecto arquitectónico. Así, se pensaba en crear unos nuevos escenarios en los que el
pueblo entrara en contacto con el Estado y adoptara nuevas costumbres más acordes con
los ideales del Partido.16 Se trataba de usar la arquitectura como una herramienta de la
propaganda que nos remite a la recreación de escenarios (denominados como la “obra
de arte total”) que sirvieran como plataforma para reforzar la identidad nacional, con el
fin de influir o incluso crear memoria colectiva para legitimar a un gobierno, para hacer
estado.

Entre líneas ideológicas tan diferentes, como la fascista o la ultraconservadora


era difícil ponerse de acuerdo. Algunos sectores del poder, como Falange, abogaban por
la construcción de entornos urbanos sin separación de clases sociales, compartiendo
estas los mismos edificios. Así lo promulgaba Pedro Muguruza director del Servicio
Técnico de Falange, y posteriormente de la Dirección General de Arquitectura. Otros
sectores más conservadores como el representado por César Cort, arquitecto y concejal
del Ayuntamiento de Madrid, promovían la segregación de la clase obrera en pequeñas
ciudades satélites.17

En cuanto al estilo, en Falange no faltaban arquitectos racionalistas que


abogaran por la modernidad como arte fascista, siendo el caso de José Manuel Aizpurúa
(Real Club Náutico de San Sebastián) o de Enrique Pérez de los Cobos (diseño del
Monumento a los Caídos de la Falange de Valladolid).18 Desafortunadamente para el
desarrollo del movimiento moderno en España, ambos murieron durante la contienda,
uno fusilado poco después del golpe de estado y el otro en combate. Los más
conservadores, la mayoría, creían en un renacer de los estilos imperiales, con las figuras
de Villanueva o Herrera como modelos a seguir. Aunque es algo que se lleva a su

16
Mosse hizo referencias a este tipo de interacciones entre sociedad y monumentos dirigidos a la creación
o control de la conciencia nacional: “Monuments, they believed, had to provide a framework for mass
meetings…The space which urges us to join the community of the Volk is of greater importance than the
figure which is meant to represent the fatherland.” George L. MOSSE: The nationalization of the masses,
New York, Howard Fertig, 1975, p.68.
17
Jesús LÓPEZ DÍAZ: “Vivienda social y falange: Ideario y construcciones en la década de los 40.”
Scripta Nova, 146 (2003), http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-146(024).htm
18
S.a.: Estudiantes de Arquitectura: Enrique Pérez de los Cobos y Rafael Corderch de Sentmenat, Revista
Nacional de Arquitectura, 1 (1942), p. 12.

102
máxima expresión durante el franquismo, no es nada nuevo. Desde 1920 se encuentran
artículos en esa línea que desembocará en la construcción de edificios como el (Luis
Gutiérrez Soto, Madrid, 1940)19.

Imagen 2. Ministerio del aire, Madrid, 1943-1957. (Fuente: Carlos Delgado)

Pero todos estaban de acuerdo, en que tanto el urbanismo como la arquitectura


eran las formas más apropiadas para la manifestación del Estado. Ernesto Giménez
Caballero en El Arte y el Estado, fue el primero en aclamar la superioridad de la
arquitectura sobre el resto de las artes y la búsqueda de un líder-arquitecto o líder-
constructor.20

Se realizó entonces un esfuerzo para ver cómo se resolvió esta cuestión en los
países aliados del entorno. Muchos consideraban Alemania como el mejor ejemplo a
seguir. Se patrocinaron actos como la Exposición de Arquitectura Moderna Alemana de
1942, que recorrió Madrid y Barcelona durante varias semanas y se mostraron
fotografías, planos y maquetas de los nuevos edificios que se habían construido en el
período nacionalsocialista. Tanto en Revista Nacional de Arquitectura como en la
prensa, la opinión siempre era favorable, hablando de una arquitectura que estaba
predestinada a hacer visible la voluntad política de duración inconmovible” que poseía

19
Luis GUTIÉRREZ SOTO: “Proyecto de edificio para Nuevo Ministerio del aire en la plaza de la
Moncloa”, Revista Nacional de Arquitectura, 20 (1943), p. 291.
20
Ernesto GIMÉNEZ CABALLERO, El Arte y el Estado, Madrid, Biblioteca Nueva, 2009, p.

103
“una profunda relación con el poder y la ley, el rango y la dignidad”. 21 En la práctica
tenemos los resultados de los concursos de la Plaza de Toros de Jaén o el Concurso
Santiago Bernabéu, donde se presentaron diseños monumentales de inspiración
germana y que a pesar de la buena aceptación del discurso, no resultaron ganadores.

Imagen 2. Concurso para la plaza de toros de Jaén. (Fuente: Paul Bonatz 1877-1956)

Imagen 3. Concurso para el Campo de Deportes del Real Madrid. Segundo premio. Joaquín
Vaquero y Eduardo Baselga. (Fuente: Revista Nacional de Arquitectura)

Aunque muchos veían en la Italia de Mussolini un ejemplo a imitar, la


arquitectura del Ventennio no atraía halagos tan presuntuosos como su análoga alemana.

21
“Exposición de Arquitectura Moderna Alemana” La Vanguardia Española (Barcelona), 21 de octubre
de 1942, p. 5 y “La exposición de Arquitectura Moderna Alemana” La Vanguardia Española
(Barcelona), 31 de octubre de 1942, p. 1.

104
En Italia las tres corrientes de modernidad habían sido usadas indiscriminadamente
como símbolo del poder para la construcción de la imagen del estado, y quizás por este
motivo, no generaba suficiente confianza entre los arquitectos y críticos de la
arquitectura española. Diego de la Reina, por ejemplo, critica duramente la modernidad
en Italia aunque a la vez valora los ejemplos de inspiración clasicista.22

Menos interés recibió Portugal, país tan cercano geográficamente y que


presentaba un régimen fascistizado relativamente similar. Aunque hubo encuentros,
estos no tuvieron lugar en los primeros momentos del franquismo y por lo tanto las
ideas de origen portugués no entraron en el debate de la imagen del Nuevo Estado. La
primera reunión “lusoespañola de Arquitectura” en la Real Academia de San Fernando
fue en 1944. Allí se reunieron 35 arquitectos portugueses que “estrecharon lazos de
fraternidad” con sus homólogos españoles y donde la Dirección General de Arquitectura
y el Sindicato Nacional Portugués iniciaron los preparativos para la Asamblea
hispanoportuguesa de 1946.23

Es revelador de las tensiones en juego, el concurso de la Cruz del Valle de los


Caídos que podría considerarse como el hito fundacional del Nuevo Estado. En este
concurso se trataba de elegir la imagen que quería transmitir el Estado, si un nuevo
modelo moderno, una arquitectura moderna pero de inspiración clásica a la italiana o un
estilo monumental más propio de Alemania, optando finalmente por un modelo clásico
de inspiración nacional, lo que impidió que se adhiriera formalmente a una posible
arquitectura del fascismo.24 Gabriel Alomar resumió como “reaccionarismo
tradicionalista de tipo romántico” esta adopción del historicismo de rasgos hispanos
como arquitectura de estado.25

22
Diego DE LA REINA, Apuntes para un estilo arquitectónico imperial, Madrid, Ediciones La Verdad,
1944, p. 76.
23
La Vanguardia Española (Barcelona), 2 de octubre 1944, p. 4.
24
Los arquitectos de cada proyecto fueron de izquierda a derecha: 1. Luis Moya, Enrique Huidobro y
Manuel Thomas, 2. Juan del Corro, Fco. Bellosillo y Federico Faci Iribarren, 3. Francisco de Asís
Cabrero Torres-Quevedo., 4. Manuel Muñoz Monasterio y Manuel Herrero Palacios.

25
Gabriel ALOMAR: "Sobre la tendencia estilística de la arquitectura española actual", en Boletín de
información de la Dirección General de Arquitectura, 7 (1948), p. 11-16.

105
Imagen 4. Concurso para el Valle de los Caídos. (Fuente: Revista Nacional de
Arquitectura)

La modernidad recibió toda la atención de ideólogos y arquitectos, como crítica


y como elemento diferenciador del historicismo. Si éste, representaba todo lo “bueno y
puro” de las esencias españolas, podemos intuir en contrapartida cuáles serían los
valores de la arquitectura racionalista, funcionalista y vanguardista: antipatriota y
antiespañola26, soviética27, marxista28, judía29, inhumana30, superficial31, aburrida32 y
fea33, en suma, una enfermedad del arte.34 En el caso que se trató de manera más
favorable fue en “La Arquitectura”, un libro sobre historia de la arquitectura de los
siglos XIX y XX, en el que se destacaba como esta tendencia se encaminaba “solamente

26
“No es credo de España copia, ni plagio, ni inspiración de vivencias extrañas, ni procede de dogmas
importados de otras tierras. Nuestra doctrina es española, castizamente española por su sentir grande…”
en Diego DE LA REINA, Apuntes para un estilo…, p. 122.
27
Víctor DE LA SERNA: “La nueva arquitectura española. Un palacio para Falange”, Informaciones
(1943). Citado en Llorente, Ángel: Arte e ideología..., p.70.
28
“Para caer después, debido a la preponderancia política del judaísmo y de los partidos marxistas, en el
error fundamental de repudiar como inservible todo el bagaje tradicional y lanzarse careciendo de esta
base, a la busca de nuevas formas artísticas, en Diego DE LA REINA, Apuntes para un estilo…, p 63.
29
Ernesto GIMÉNEZ CABALLERO, El Arte y el Estado, Madrid, Biblioteca Nueva, 2009, p.
30
“No tiene calor humano, empaque místico o poesía rural” en Diego DE LA REINA, Apuntes para un
estilo…, p. 62.
31
“Ya no se trata de criterio, simplemente de moda. La falta de un espíritu nacional orientador se revela
en la arquitectura como en las demás manifestaciones del espíritu” en Juan DE ZAVALA, La
Arquitectura…. p.156.
32
“Más ascético y de mala sombra”, Eugenio D‟ORS, La Vanguardia Española (Barcelona), 7 de marzo
de 1952, p. 5.
33
“Sería doblemente funesto que las muestras de mal gusto que tanto se prodigan, se realizaran en
materiales nobles y perdurables”, José DEL RÍO, “Sobre el arte de la arquitectura.” La Vanguardia
Española (Barcelona), 21 de marzo de 1959, p. 5.
34
Antonio TOVAR: “Arquitectura, arte imperial”, en La Gaceta Regional (Salamanca), 6 de agosto de
1939. Citado en Ángel LLORENTE HERNÁNDEZ: Arte e ideología en el franquismo (1936-1951),
Madrid, Visor, 1995, pp.71-72.

106
a la inteligencia” y se criticaba su “indiferencia a la significación nacional”. Lo
interesante de este texto es que se publica tres años antes que los artículos en los que
empieza a verse cierta apertura de ideas, es decir, a partir de 1948.35

La otra modernidad, por su carácter reformador pasó inadvertida y solo


disponemos de algunos comentarios, como los del director de la escuela de Arquitectura
de Madrid, López Otero, que la criticaban duramente. Se puede decir que el discurso
arquitectónico se polarizó a los extremos y esta segunda opción no se traspasó al
discurso imperante de la época.36

Así, los nuevos edificios debían hacerse “al modo antiguo” para expresar que la
“Nueva España” se encontraba en la punta de lanza de la “correcta” modernidad.37 Pero
con este pensamiento mayoritario, por parte de ideólogos, críticos, instituciones y del
mismo Franco, ¿cómo se produjo el paso de la teoría a la práctica?

Estado de la cuestión y metodología del trabajo

No nos encontramos ante una cuestión novedosa, numerosos investigadores


desde el ámbito de la historia, historia del arte y de la arquitectura han tratado ya el tema
de la arquitectura durante el franquismo siendo los puntos de vistas muy diferentes.

Por una parte encontramos trabajos que buscan resolver la continuidad entre la
arquitectura moderna del período justo anterior a la guerra civil con la de la década de
los cincuenta (a partir de 1949). Y los que intentan seguir este racionalismo y
funcionalismo, a veces más escondido a veces más visible, en la década de los 40. De

35
Juan de ZAVALA: “La Arquitectura…” p. 173.
36
“Con mayor frecuencia se presentaban los alumnos seguidores de una híbrida modalidad que nunca ha
tenido mi entusiasmo: me refiero a lo que se consideraban como interpretaciones de los estilos históricos,
consistentes en transformar o mutilar y macerar las formas de aquellos estilos; estilizar, las denominan los
alumnos, o lo que yo, en juego de palabras, diría mejor, “estirilizar”. Significaba esto un deseo de
innovación, que sin entrar en las francas aspiraciones de la nueva arquitectura, no merece el respeto a la
tradición de las anteriores modalidades imitativas.” en Modesto LÓPEZ: “La última lección”, Revista
Nacional de Arquitectura, 162 (1955), pp. 1-6.
37
Para ampliar ver Daniel DOMENECH: “Arquitectura franquista. Variaciones respecto a la postura
oficial: Andalucía Oriental y Melilla, 1939-1949, IX Encuentro de Investigadores del Franquismo,
Granada, 2016.

107
estos, la mayoría se ha centrado en la arquitectura residencial y en las políticas de
planificación urbana, así como en los trabajos de Regiones Devastadas. Son estudios
frecuentemente elaborados por arquitectos o historiadores del arte.38

Otros trabajos se han dedicado a buscar semejanzas con la arquitectura y el arte


de otros países fascistas o analizar las relaciones entre Alemania e Italia con España,
tanto a nivel de obra como de publicaciones y discursos. Generalmente han sido
llevados a cabo por historiadores, y no tanto por arquitectos.39

Una tercera línea de trabajos son los que han recopilado los ejemplos más
notables de arquitectura, independientemente del estilo en una región concreta. En
Andalucía disponemos de una gran cantidad de estos estudios como los llevados a cabo
por La Junta de Andalucía, y por Víctor Pérez Escolano,40 así como las guías
provinciales41 o los libros sobre la historia arquitectónica de ciudades.42

Una cuarta vía de trabajos son los que tratan cómo el régimen se asienta desde el
golpe de estado y se construye un nuevo Estado, el trabajo líder en este campo es La
fundación de un régimen. La construcción simbólica del franquismo, de Zira Box,
donde se trata el tema de la arquitectura.43

A nosotros, por una parte no nos interesa examinar la arquitectura desde el punto
de vista de la modernidad consagrada, campo de estudio extensamente estudiado por
numerosos investigadores casi desde el mismo fin de la década de los cincuenta hasta la
actualidad. Centrándonos sólo en una de las corrientes no podríamos aportar apenas
nada nuevo. -

38
A parte de los clásicos, como Carlos SAMBRICIO o Luis DOMENECH, son muy interesantes
¡Bendita Vanguardia! 1950-1975 De Eduardo DELGADO ORUSCO y Lo moderno de nuevo,
Arquitectura en Asturias, 1950-1965 de Fernando NANCLARES y Nieves RUIZ
39
En esta línea, sobresale el trabajo de Harald BODENSCHATZ, Piero, SASSI, Max, WELCH
GUERRA (eds.): Urbanism and Dictatorship: A European Perspective, Basel, Birkhauser, 2015.
40
Víctor PÉREZ ESCOLANO et al. (coords.): 50 años de arquitectura 1936-1986, s.l., Dirección
General de Arquitectura y Vivienda, 1986, y Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico: RAAC: Registro
Andaluz de Arquitectura Contemporánea. 1900-2000, Junta de Andalucía, Conserjería de Cultura, 2012.
http://www.iaph.es/web/canales/publicaciones/cuadernos/eph-cuadernos/contenido/ePH_Cuaderno3
41
Colección Guías de Arquitectura de Málaga, Granada, Almería, etc
42
Antonio BRAVO NIETO: La construcción de una ciudad europea en el contexto norteafricano,
Melilla, Ciudad Autónoma de Melilla, 1997 y Maites MENGES BAIGE (ed.): Arquitectura, Ciudad y
Territorio en Málaga (1900-2011) Málaga, Geometría Asociación Cultural, 2012.
43
Ver Capítulo 5: El cuerpo de la nación: Madrid, la Capital Imperial del Nuevo Estado en Zira BOX: La
fundación de un régimen.: la construcción simbólica del franquismo, Tesis doctoral, Universidad
Complutense de Madrid, 2008, pp. 353-415.

108
Por otra parte, este estudio no comprende las relaciones de influencias entre
otros países de regímenes políticos fascistizados o directamente fascistas. Las hubo y se
han tratado en otros artículos, pero su atención aquí hubiera conllevado un trabajo
demasiado ambicioso que hubiera distorsionado las conclusiones. Aquí tratamos el tema
de la arquitectura española sin buscar referencias externas, aunque cuando sean
relevantes para el trabajo serán mencionadas.

No es tampoco un mero catálogo, aunque nos basamos y hemos utilizado los que
ya existen44 para crear nuestra base de datos espacial, completándolos en algunos casos,
con edificios que habían pasado desapercibidos por su aparente desinterés para la
historia de la arquitectura.

Nuestro objetivo es complementar y desarrollar el nivel de conocimiento en los


campos de la arquitectura y de la historia para servir de apoyo a investigaciones sobre la
construcción de la nación, de las identidades, del poder y sobre como la arquitectura las
transmite y crea, y a su vez, cómo se deja influir por ellas.

Queremos ver a través de los edificios construidos y de sus símbolos cómo se


desarrolló la arquitectura del poder durante las dos primeras décadas del franquismo. Se
trata de una búsqueda de edificios de poder sea cual sea su tipología y de observar,
primero, en qué estilo se construyeron y a qué corrientes de pensamiento se adhirieron;
se observan ayuntamientos, casas sindicales, iglesias, pero también bancos, escuelas,
universidades y hospitales. También analizamos qué rasgos formales los componen y
qué símbolos utilizan, clasificando cada obra según las tres líneas de modernidad vistas
en el epígrafe anterior: modernidad, otra modernidad e historicismo. Posteriormente,
analizamos el contexto urbano para ver cómo se significan unos u otros espacios
públicos a través de programas de información geográfica. Así logramos conocer dónde
se produjeron tanto estética, cuantitativa, como tipológicamente y, si el desarrolló fue
igual en ciudades o núcleos rurales.

Este método totalmente ajeno al ámbito del historiador e inusual para el


arquitecto responde básicamente al principio de incertidumbre del proceso
arquitectónico, ya que hay tantas incógnitas en él que no podemos averiguar realmente

44
Agradecemos la labor del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico por haber creado una base de
datos de más de http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-andalucia/

109
como se desarrolló. Cuando nos dedicamos a estudiar la figura de un arquitecto o la de
un edificio, entonces prestamos atención a la obra y a su contexto. Pero si lo que
pretendemos estudiar es la construcción de la imagen de una nueva nación esto es
imposible de conseguir. Un edificio, podría adquirir rasgos de uno u otro estilo, y
pertenecer a una corriente de pensamiento por muchos motivos diferentes. Podría ser así
porque el arquitecto se identifique a sí mismo con una de estas corrientes y crea que es
la mejor manera de hacer la obra. Pero podría ser también un ejercicio formal o
compositivo casual, visto en la última publicación de su revista de cabecera. O puede
que el promotor lo pida así y el arquitecto lo hiciera en contra de sus principios, o que
tanto promotor o arquitecto estén “aconsejados” por algún organismo de poder del
estado para actuar de una forma determinada, en todos los grados de coacción que
puedan existir, desde la sugerencia a la obligación de adoptar un método para conseguir
su aprobación.

Todos estos casos se podrían haber dado y es muy difícil discernir que pasó en
realidad si no se dispone de información del propio arquitecto, y aun así, puede que éste
no declare lo que realmente pasó, ya sea por ocultamiento, por tergiversación de
recuerdos o simplemente por equivocación. Como no podemos saber realmente lo que
sucedió en un caso, ampliarlo a más de cien edificios convertiría este trabajo en una
tarea imposible y sus resultados entrarían en el terreno de la pura especulación,
alejándose de la realidad.

Lo único cierto es el hecho arquitectónico, la obra construida y sus símbolos, a


los que podemos llegar, a través del edificio actual, de las fotos históricas y de los
planos publicados en su momento. Los símbolos y los rasgos arquitectónicos, que se
construyeron conformaron el nuevo paisaje urbano que la gente percibía,
independientemente del discurso del régimen, de los arquitectos o de los críticos que
después han ido construyendo la historia de la arquitectura y la de la formación de la
nación. El estudio de los símbolos y rasgos arquitectónicos y su comparación con los
discursos de las voces oficiales es una manera de propiciar un nuevo tipo de estudios en
el campo de la historia de la arquitectura que no se ha realizado todavía en España.

110
Resultados del estudio

Una visión general del Nuevo Estado en Andalucía

Plano 1. Distribución de los edificios compilados en Andalucía. (Fuente: Elaboración


propia)

Como ya señalaba Ángel Llorente: “La mayoría de los que trataron el tema, fueron
favorables al neoclasicismo, idea que fue llevada a la práctica sólo parcialmente”45.
Ahora, a este parcialmente le ponemos número. Sólo un 25% del total de los edificios
representativos del poder analizados contienen rasgos que nos hablen de la hispanidad y
del tradicionalismo español. Encontramos 17 puramente historicistas, como la Plaza de
Toros de Melilla (1945) o la Casa Sindical de Córdoba y otros 20 a caballo entre la otra
modernidad y el tradicionalismo, como el Instituto de Previsión de Jaén (1945) o la
Iglesia del Pueblo de Esquivel (1950).

45
Haciendo referencia al neoclasicismo español. Considero extensible a todos los estilos que incorporen
rasgos hispanos. La crítica de arte en España 1939-1976 Julián DÍAZ SÁNCHEZ, Ángel LLORENTE
HERNÁNDEZ, pag 14

111
Por el contrario, edificios puramente modernos hemos encontrado sólo cinco y
once que mezclan rasgos de la otra modernidad con el movimiento moderno. De los
primeros tenemos, el Mercado de Abastos de Andújar (1939) y el de Málaga (1937-
1944), así como el Colegio Romualdo de Toledo en Almería (1940), construidos todos
en los primeros años después de la guerra. Entrada la década de los cincuenta empiezan
a surgir de nuevo edificios de esta tendencia como la Cámara de Comercio de Córdoba
o el Ambulatorio Hermanos Laulhé en San Fernando (1954). La fachada de este último
es puramente moderna, pero se combinan con un juego de esculturas que se colocan
sobre voladizos que sobresalen de la pared blanca, juego muy similar al Palazzo dei
Congresse de la EUR 42, edificio fascista y perteneciente a la otra modernidad.

Los casos más numerosos son los de la corriente reformadora. De un total de 140
clasificados, 86 muestran rasgos propios de la otra modernidad, variando de la
geometrización propia del art déco (como el ayuntamiento de Melilla, 1932-1949), al
neoclasicismo sin rasgos hispanos46 (como el Banco de España de Córdoba, 1939) y de
la monumentalización (como la Casa Sindical de Melilla, 1942) a resultados estéticos
cercanos al racionalismo (como la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Córdoba en
Jaén, 1954-58). También aparecen monumentos de primera hora como los Monumentos
a los Caídos de Ceuta (1936-1940) y Melilla (1940), con una estética Art Decó que
identificamos con la otra modernidad.

46
Entendemos los rasgos hispanos como los “Invariantes castizos” de Fernando CHUECA GOITIA:
Invariantes castizos de la arquitectura española, Madrid, Editorial Dossat SA, 1979.

112
Gráfico 1. Número de edificios por estilo en Andalucía: Otra Modernidad (OM),
Historicismo (H), Movimiento Moderno (MM), Otra modernidad e Historicismo (OM-
H), Otra Modernidad y Movimiento Moderno (OM-MM) (Fuente: Elaboración propia)

Encontramos una tendencia decreciente de edificios historicistas mientras que


los de la otra modernidad, se mantienen presentes desde el inicio hasta finales de la
década de los cincuenta, con un repunte entre 1952 y 1955, sobre todo en ciudades
como Almería, Cádiz, Jaén o Linares. Destacan aquí la Casa Sindical (1952), el Instituto
de Aclimatización del CSIC (1955) o el Palacio de Justicia de Almería (1952), la
Escuela de Comercio en Cádiz (1952) y el Instituto Columela (1957), los Bancos de
España de Jaén (1948) y Linares y los edificios técnicos de la Universidad de Linares
(1954).

Geográficamente hablando, casi todos los edificios se hallan en las capitales de


provincia o en los núcleos de mayor tamaño. En los pueblos raramente se hace uso de
una arquitectura de poder que sea publicitada en los medios. Tenemos el caso de
Porcuna, Santiago de Calatrava e Higueras de Calatrava, donde se hace el ayuntamiento
y los cuarteles de la guardia civil, con símbolos del nuevo estado. O iglesias puntuales
como la torre de la iglesia de Esquivel, en Sevilla y las de los demás pueblos de
colonización. En estos se construye siguiendo el modo tradicional e incluyendo
símbolos pero sin utilizar rasgos potentes, con resultados un poco burdos, como en el
caso de Alcaracejos.

113
Imagen 4. Nueva Iglesia para Alcaracejos. Mezcla de símbolos religiosos con portada
clásica y espadaña tradicional (Fuente: Reconstrucción)

En las ciudades es muy diferente, donde grandes edificios se incorporan a la


trama urbana ya consolidada o se crean nuevas expansiones. Se observan diferencias
dependiendo del contexto. Ciudades como Jaén, Almería, Huelva y Cádiz, construyen
gran número de equipamientos, más incluso que otras ciudades ya consolidadas, como
pueden ser Málaga y Sevilla. Es un proceso lógico ya que su situación previa a la guerra
era cercana a la de pequeños núcleos urbanos sin mayor relevancia y que durante el
franquismo se quisieron afianzar como centros de poder de cada provincia.

Cada una de estas ciudades se consolida de manera muy diferente, por ejemplo
Cádiz presenta una distribución muy homogénea de los nuevos edificios en su trama
urbana. Aparecen en grupos de dos o tres, como pueden ser el Colegio Mayor Beato
Diego José de Cádiz (1955) y la Escuela de Comercio (1952) cerca del Castillo de Santa
Catalina o la Subdelegación del Gobierno y el Instituto Columela a las afueras de la
muralla antigua. Es interesante, que el primer hotel de gran tamaño construido en
Andalucía sea el Hotel Playa Victoria, levantado a las orillas del Atlántico en 1940-42.
Observamos en él rasgos de la otra modernidad como la tendencia a la verticalidad de
unas pilastras carentes de ornamento, así como el juego de la simetría y las diferentes
alturas de los volúmenes.

114
Plano 2. Distribución de los edificios compilados en Cádiz. (Fuente: Elaboración
propia)

Bastante diferente de lo que sucede en Huelva y Jaén, en las que se observan dos
ejemplos de expansión fuera del casco urbano. Huelva lo hace hacia el interior, hacia el
este concentrando todos los edificios en un núcleo central, que se complementan con
barriadas de viviendas de diferente tipología, planta baja o bloques muy típicos de esta
época. Destaca sobre todo el estadio de fútbol, el Instituto Nacional de Previsión y la
Casa Sindical.

115
Plano 3. Distribución de los edificios compilados en Huelva. (Fuente: Elaboración
propia)

Jaén lo hizo hacia el norte, partiendo de la plaza de la catedral y siguiendo dos nuevos
ejes. Se generó un nuevo sector triangular donde se potencia una nueva imagen de
ciudad. El punto central de esta geometría lo ocupó el antiguamente llamado Parque de
la Victoria (1940-1941), asociado a la estación de autobuses (1941) y a todos los
edificios de poder construidos en la década de los cincuenta, como la Casa de la Falange
(1953), la Delegación de Obras Públicas y Transportes (1950) y el Colegio de Madre
Carmelitas (1948-1955). Más al norte y limitando ya con el campo, apareció un sector
educacional con el colegio de los Hermanos Maristas (1955-59) que complementó al
Estadio de la Victoria (1944) y a la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial (1957),
edificio monumental que se abría a la calle a través de cinco grandes huecos de tres
alturas, lamentablemente ya desaparecido.

116
Plano 4. Distribución de los edificios compilados en Jaén. (Fuente: Elaboración propia)

Almería también construyó un núcleo principal en la zona central, y luego edificios en


dos expansiones, una en el otro lado de la Rambla y otra hacia el norte, en la barriada
construida para los habitantes de las cuevas. El núcleo central, cercano al mar, consta de
seis edificios de poder, la mayoría con rasgos de la otra modernidad. La expansión hacia
el este se afianzó con la construcción del Estadio de la Juventud, que posee un arco del
triunfo de inspiración germana.

117
Plano 5. Distribución de los edificios compilados en Almería. (Fuente: Elaboración
propia)

Algo similar sucede en Málaga. Allí, los nuevos edificios fueron construidos alrededor
de la Alameda y del puerto. Presentan la nueva fachada de la ciudad frente al mar,
compuesta en su mayoría por edificios historicistas construidos durante los cuarenta. En
contraposición a estos, aparecieron en el polígono del Ejido, edificios parcos en detalles
históricos, de color blanco y rasgos de la otra modernidad. Como las escuelas diseñadas
por Miguel Fisac en 1942, de clara inspiración italiana.

118
Plano 6. Distribución de los edificios compilados en Málaga. (Fuente: Elaboración
propia)

En Córdoba por el contrario tenemos una dualidad entre el centro de la ciudad, donde se
construyeron instituciones como la Casa Sindical, el Banco Central, la Cámara de
Comercio y por otra parte, en el exterior, donde encontraron lugar colegios como La
Aduana, Hospitales, centros religiosos y la Universidad Laboral. Es otra manera de
adaptarse al entorno que produce una relación más cercana con los espacios naturales,
entremezclando la ciudad y la naturaleza, relacionada más con la idea falangista del
urbanismo.47

47
José Manuel LÓPEZ GÓMEZ, La arquitectura oficial en Teruel durante la era franquista (1940-
1960), Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1988, pp. 59-63.

119
Plano 7. Distribución de los edificios compilados en Córdoba. (Fuente: Elaboración
propia)

Imagen 5. Colegio la Aduana en las afueras de Córdoba. (Fuente: Internet)

120
Los edificios del Nuevo Estado

Describiremos en función de su uso, algunos de los edificios más representativos del


momento.

Entre las Casas Sindicales, la más representativa del estilo de la otra modernidad es la
de Melilla (1942-1948), que muestra una monumental portada carente de detalles. La de
Almería (1952) también pertenece a esta otra modernidad, en la que aparecen los
recurrentes tres vanos sobre el eje de la puerta en una fachada de piedra. Otras casas
sindicales como la de Córdoba son edificios de ladrillo rojo en fachada y resalte de
piezas en piedra o pintura clara de color amarillento sobre mortero, mucho más cercana
al movimiento historicista.

Los Tribunales de Justicia más representativos son los de Almería, Huelva y


Sevilla. El de Almería presenta una portada racionalista en la que destaca un gran hueco
perfilado con un marco de piedra oscura que contrasta con la blancura de la fachada.
También aparece una pequeña torre en la esquina, marcada con tres vanos. Este
elemento lo encontramos repetido por toda Andalucía y toda Europa. En el de Huelva,
encontramos una fachada comedida de piedra, sin detalles, blanca, equilibrada y de
apariencia racionalista, que se combina a cada lado con los símbolos de la justicia
marcados sobre la piedra. Por último, el de Sevilla juega con dos cuerpos diferenciados,
un volumen cúbico de siete pisos y un volumen horizontal más bajo que lo
complementa. Se produce un interesante juego entre la entrada de tres arcos con
pilastras y la parte superior que presenta una cuadricula que monumentaliza el edificio.

Entre los centros de enseñanzas destacan, el instituto construido en el Ejido, Málaga; o


las Universidad Laborales de Córdoba (1956) y Sevilla (1949-1954), que guardan
rasgos a caballo entre la otra modernidad y el movimiento moderno. Destaca la obra de
Miguel Fisac en el Ejido, de 1942, que reúne todas y cada uno de los rasgos de la otra
modernidad: entrada en tres vanos, repetición de huecos verticales, monumentalización
a través de la unión de ventanas de los diferentes pisos, hueco monumental en los
edificios anexos (actualmente la Facultad de Bellas Artes). A la misma estética
pertenece el edificio principal de la Universidad Laboral de Córdoba; se trata de una
gran estructura porticada, de color blanco que aparece flanqueada por dos masas
macizas. Detrás del pórtico tiene una entrada de tres vanos sobre la que se dibuja un

121
mural de dimensiones monumentales y estética moderna. Tanto en la Universidad de
Córdoba como en la de Sevilla aparece un gran hito vertical que recuerda a las
expansiones urbanas y a las torres Littoria en el Agro Pontino italiano. Estos edificios, a
su vez, son construidos a las afueras de la ciudad, dejando entre cada una de las alas o
módulos construidos gran espacio para jardines y vistas hacia el campo.

Podríamos incluir en este módulo el edificio del CSIC en Almería, la “Estación


Experimental de Zonas Áridas” (1955). Se trata de un edificio, simétrico, realizado en
aplacado de piedra. En la planta superior se juega con dos galerías cortas columnadas,
parcas en detalle, rasgo bastante inusual.

Los Institutos Nacionales de Previsión pertenecen casi todos a la otra


modernidad. Como el de Granada (1954), Huelva o Sevilla (1953-1955). Son edificios
de una gran monumentalidad tanto en extensión como en altura, que siguieron el
esquema tipo de hospital desarrollado durante el franquismo. Muy parecida es la
Residencia Sanitaria Virgen del Mar de Almería, conocido popularmente como Bola
Azul (1949-1953), debido al uso de las cúpulas azules, que le otorgan cierto aire
arabizante que lo distingue del resto.

Los bancos crean numerosas sucursales provinciales, por ejemplo la Caja de


Ahorros y Monte de Piedad de Córdoba en Jaén (1954-1958), que se abre a la plaza a
través de una pequeña entrada, acentuada verticalmente con una torre de ladrillo
rematada en tres vanos. La Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Granada en Granada,
construida en 1955 es un edificio que no pasa desapercibido al contrastar su piedra gris
pulida de una fachada racionalista con la portada neoclásica y a su vez, con el volumen
sin huecos que muestra una escultura. Destacan también el Banco de España en Jaén y
en Linares, que mantienen tanto el mismo estilo como los mismos rasgos, siendo
difíciles de diferenciar uno del otro a primera vista.

El poder eclesiástico también deja su marca con iglesias, conventos y numerosos


colegios religiosos. Como el Colegio Santa María de la Capilla, Hermanos Maristas
(1955), el Colegio de la Asunción de Málaga (1950) o el Colegio de la Aduana en
Córdoba (1958). Los tres presentan características de la otra modernidad como puede
ser la entrada en tres vanos, la repetición de elementos verticales sin decoración a lo
largo de toda la fachada o la torre rematada en tres vanos por cada cara.

122
Iglesias significativas podrían ser la del Cristo Rey de Ramón de Pajares en Jaén
(1955) y la Parroquia de San Severiano en Cádiz (1947). Igualmente no hay que tener
en cuenta a las iglesias de los primeros pueblos de colonización por su carácter especial.

El estado también crea espacios para entretener a la gente, y apartarla por un lado de los
malos tiempos que se vivían y por otro, para rellenar con “circo” el vacío político que
existía en la dictadura totalitaria. Así se construyen estadios de fútbol y plaza de toros
en todas las capitales. Estadios como el de Granada y Almería presentan portadas
monumentales. Ya sea a través de arcos de triunfo de estética que recuerda a la alemana
en el estadio de Almería (1945), o de arcos más bien de estética española, como en el de
Granada, que aparece junto a unas escaleras monumentales o el de Córdoba (Estadio
Arcángel). En Melilla se emplea una fachada simétrica, en la que aparecen el rasgo de
los tres vanos, unas escaleras monumentales y una fachada de aplacado de piedra dura.

El de Huelva, con un pórtico en la entrada de cinco vanos recuerda a modelos italianos


como el Stadio Partenopeo de Nápoles, mientras que el estadio Ramón de Carranza en
Cádiz, dispone de una portada más moderna, aun así mostrando poder a través de una
gran estructura porticada de pilares circulares y un hito vertical en el eje de la entrada,
con reminiscencia de la estética art déco. Cosa muy diferente del Real Jaén, edificado en
los años posteriores a la guerra y con una estructura de aires tradicionales y ajenos a la
monumentalidad.

Respecto a la arquitectura de las plazas de toros, gran parte de ellas ya estaban


construidas antes de la entrada del franquismo en el poder o fueron construidas sobre
otras anteriores años después, como el caso de la de Huelva, la de Córdoba o la de Jaén.
La de Melilla, fue realizada en 1945 y se trata de un edificio historicista que repite
portadas de un barroco destilado de poca calidad. Consideramos muy interesante el
concurso para el diseño de la plaza de toros de Jaén, donde el arquitecto Fernando
Moreno diseña una plaza monumental de inspiración alemana.

Teatros y cines, como el teatro Aliatar (1940) o Granada 10 (1941) en Granada


son singularidades. El primero por el uso de una fachada monumental anómala, que
recuerda ligeramente al Cine Callao (1928) de Madrid, y el segundo por su cercanía a la
estética de la máquina propia del movimiento moderno. En Cádiz, el Cine Florida
sorprende con un estilo a caballo entre el neoclasicismo y el Art déco.

123
Conclusiones

Tras el estudio de 140 obras encontramos que sólo un cuarto de los edificios construidos
en esta época guardan rasgos hispanos, demostrando así que la línea ideológica del
régimen fue escasamente seguida por los arquitectos del momento y revelando en la
práctica una continuidad con etapas anteriores.

Centrándonos en el estilo de estos edificios, vemos que pertenecen a la corriente


reformadora de la otra modernidad y que el movimiento moderno apenas tuvo calado en
los edificios de poder, no así en la vivienda privada y la arquitectura residencial pública
en pueblos o ciudades, aunque aquí no es tema de estudio.

Nos parece interesante que estos edificios de la otra modernidad, los más
semejantes estilísticamente a las edificaciones realizadas durante el fascismo en Italia y
Alemania, se construyeran mucho más en el período 1952-1957 que en el de 1939-1945,
donde no apareció casi ninguno. Exceptuando la casa Sindical de Melilla, prácticamente
todas las demás obras se erigieron en lenguaje tradicionalista. Es probable que, como el
resto de tendencias estéticas llegaran a la práctica en España con diez o veinte años de
retraso y fueran la respuesta a los esfuerzos por equiparar España con las potencias del
eje de bastantes arquitectos e ideólogos de la década anterior.

En el aspecto urbanístico vemos que las mayores expansiones se produjeron en


las pequeñas capitales de provincia y que se realizaron mayormente durante la década
de los cincuenta, una vez dejado atrás los problemas económicos de posguerra.
Observamos dos tipos de desarrollo urbano. Los que centraron su expansión en o desde
el casco antiguo (Jaén, Almería, Granada, Huelva, Cádiz, Málaga y Melilla) y los que lo
hicieron exteriormente a éste (Córdoba, Sevilla).

También podemos dividirlas entre las que se construyeron principalmente en


lenguaje historicista, Sevilla y Málaga, y en las que se hizo predominantemente según el
lenguaje de la otra modernidad como Jaén, Almería y Cádiz. Entre los posibles
motivos:, barajamos que los arquitectos de mayor edad y mejor posición estuvieran en
la ciudades más importantes y siguieran la línea historicista o que el régimen pusiera
más atención en estos dos polos y su restauración fuera previa a la de las otras ciudades,

124
siendo paralela al momento de máximo esplendor del “reaccionarismo tradicionalista”
en España.

En los polos rurales, encontramos poca arquitectura relevante, siendo los


ayuntamientos y casas cuartel o iglesias construidas en un lenguaje historicista de poca
calidad, y no muy notable. Exceptuando siempre los nuevos pueblos de colonización
donde el lenguaje del movimiento moderno o de la otra modernidad pugnan por el
primer puesto.

Analizamos los rasgos de poder utilizados, generalmente consisten en torres y


portadas monumentales que usan la piedra o el aplacado de piedra y el ladrillo. Se repite
siempre la solución de tres vanos, tanto para torres como las entradas o en elementos
sueltos en fachada. Estos son elementos que se observan en toda la arquitectura europea
representativa de poder. Por otra parte, los pórticos columnados son menos frecuentes y
se prefieren soluciones en las que a pesar de un racionalismo claro, la puerta de entrada
la constituye un elemento tradicionalista, muy probablemente para conectar
emocionalmente a la gente con la arquitectura.

Creemos haber puesto la primera piedra en esta línea de investigación que aúna
urbanismo, historia de la arquitectura e historia desde una perspectiva amplia y
nacional, y esperamos en el futuro ensanchar el camino, incorporando a esta
metodología el análisis de la percepción que tuvo la población durante esta etapa, para
averiguar si fueron o no fueron conscientes de la estética de poder.

125
Anexo fotográfico

Imagen 6. Casa Sindical de Melilla. (Fuente: Internet)

Imagen 7. Casa Sindical de Almería. (Fuente: Internet)

126
Imagen 8. Casa Sindical de Córdoba. (Fuente: Internet)

Imagen 9. Palacio de Justicia de Almería. (Fuente: Internet)

127
Imagen 10. Palacio de Justicia de Sevilla. (Fuente: Internet)

Imagen 11. Palacio de Justicia de Huelva. (Fuente: Google Earth)

128
Imagen 12. Palacio de Justicia de Málaga. (Fuente: Internet)

Imagen 13. Instituto, Málaga. (Fuente: Internet)

129
Imagen 14. Escuela de Magisterio, Málaga. (Fuente: Internet)

Imagen 15. Universidad Laboral de Córdoba. (Fuente: Internet)

130
Imagen 16. Edificio de Investigaciones del CSIC, Almería. (Fuente: Google Earth)

Imagen 17. Centro de salud en Málaga. (Fuente: Internet)

131
Imagen 18. Instituto Nacional de Previsión de Huelva. (Fuente: Internet)

Imagen 19. Instituto Nacional de Previsión de Granada. (Fuente: Internet)

132
Imagen 20. Instituto Nacional de Previsión de Sevilla. (Fuente: Internet)

Imagen 21. Centro de Salud “Bola Azul”, Almería. (Fuente: Internet)

133
Imagen 22. Iglesia del Colegio de La Asunción, Málaga. (Fuente: Internet)

Imagen 23. Colegio Cristo Rey, Jaén. (Fuente: Google Earth)

134
Imagen 24. Colegio La Aduana, Córdoba. (Fuente: Internet)

Imagen 25. Iglesia de San Severiano, Cádiz. (Fuente: Internet)

135
Imagen 26. Parroquia Cristo Rey, Jaén. (Fuente: Internet)

Imagen 27. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Córdoba en Jaén. (Fuente: Propia)

136
Imagen 28. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Granada en Granada. (Fuente:
Propia)

Imagen 29. Banco de España en Linares. (Fuente: Internet)

137
Imagen 30. Banco de España en Jaén. (Fuente: Propia)

Imagen 31. Edificios de la Escuela Politécnica Superior en Linares. (Fuente: Wikipedia)

Imagen 32. Estadio Huelva. (Fuente: Internet)

138
Imagen 34. Estadio de la Juventud, Almería. (Fuente: Internet

139
El franquismo a través de las urnas. Metodología, fuentes y retos
de la aproximación electoral al fascismo español

Carlos Domper Lasús1


LUISS Guido Carli Università

Repensar el fascismo español, entendiendo por ello la búsqueda de nuevos


enfoques de análisis, debe remitirnos en primer lugar a la ya dilatada historia de sus
estudios, puesto que resulta harto difícil (re)pensar cualquier cosa sin conocer lo que se
ha dicho y escrito sobre ella con anterioridad, sino se es consciente de las principales
visiones existentes sobre el asunto, de sus fortalezas y debilidades, de las
investigaciones en curso o de sus principales carencias. Afortunadamente esa labor ha
sido realizada ya en otros lugares por autores de contrastada solvencia, por lo que me
limitaré a subrayar aquí algunas ideas que me permitan armar el punto de arranque de
mi comunicación2.

1
El autor forma parte de los proyectos de investigación MICINN HAR2014-53498-P ―Culturas políticas,
movilización y violencia en España, 1930-1950‖ y MICINN HAR2012-36528 "Continuidad y cambio en
el comportamiento político de los españoles en el segundo franquismo y la transición desde una
perspectiva comparada (1966-1982)".
2
Entre las más recientes Teresa M.ª ORTEGA LÓPEZ: ―Se hace camino al andar. Balance
historiográfico y nuevas propuestas de investigación sobre la dictadura franquista‖, Ayer, 63(2006), pp.
259-278. Oscar J. RODRÍGUEZ BARREIRA: ―La histórica local y social del franquismo en la
democracia, 1976-2003. Datos para una reflexión‖, Historia Social, 56 (2006), pp. 153-175. Joan Maria
THOMÀS: ―Los estudios sobre las Falanges (FE de las JONS y FET de las JONS): revisión
historiográfica y perspectivas‖, Ayer, 71(2008), pp. 293-318. Julián SANZ HOYA: ―Falangismo y
dictadura. Una revisión de la historiografía sobre el fascismo español‖ en Miguel Ángel RUIZ
CARNICER (ed.): Falange. Las culturas políticas del fascismo en la España de Franco, 1936-1975,
Zaragoza, Institución ―Fernando el Católico‖, 2012, pp. 25-60.
141
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
A día de hoy, la historiografía del fascismo español cuenta ya con una dilatada
trayectoria iniciada a principios de los años sesenta, cuando Stanley Payne comenzó a
analizar aquello que él mismo denominó como ―the Spanish fascism‖3. Al margen de
los detalles concretos, los estudios sobre el el tema han recorrido ya muy diversas etapas
con una relación cambiante con respecto a los estudios internacionales sobre el
fascismo. No obstante, parece existir un consenso claro en torno a la idea de que los
años noventa constituyeron un claro punto de inflexión en la historiografía sobre el
franquismo.

Tal y como han subrayado diferentes autores, durante aquélla década se produjo
una importante expansión de este campo historiográfico caracterizada por un
incremento de la producción, una creciente pluralidad temática, la renovación de los
enfoques, el afinamiento de los instrumentos conceptuales y metodológicos, en muchas
ocasiones incorporándolos desde otras disciplinas académicas, y la influencia de los
estudios internacionales sobre el fascismo, que en los años noventa experimentaron
también una importante renovación de signo tanto culturalista como social, paralela al
resurgir de la comparación y del fascismo genérico4.

A luz de lo anterior, no cabe duda de que, como ha indicado Julián Sanz, la


historiografía sobre el fascismo español ha dado un salto cualitativo hacia adelante que
ha conllevado la modificación de nuestra forma de entender la historia del franquismo 5.
No obstante, a finales de 2016 todavía es posible identificar en nuestro campo de
estudio debilidades que en algunos casos han sido subrayadas repetidamente en los
últimos veinte años y en otros ni tan si quiera han sido consideradas como un aspecto
sobre cuya investigación merezca la pena invertir tiempo y esfuerzo. Entre ellas, y por
lo que a esta comunicación concierne, quiero destacar las siguientes. Por un lado,
aunque en mejor situación que hace unos años, el desequilibrio persistente entre los
trabajos dedicados al estudio del primer y del segundo franquismo, con el predominio
de los dedicados al primero de ellos. En segundo lugar, conocemos todavía muy poco
sobre el lugar de la dictadura en el marco comparado a partir de los años sesenta.
Finalmente, la ausencia casi total de líneas de investigación relacionadas con los

3
Stanley PAYNE: Falange. A History of Spanish Fascism, Stanford, Stanford University Press, 1961.
4
Teresa M.ª ORTEGA LÓPEZ: ―Se hace camino al andar…‖; Julián SANZ HOYA: ―Falangismo y
dictadura…‖,
5
Ibid., p. 57.

142
procesos electorales puestos en marcha por el franquismo, así como sobre sus
procedimientos de representación política.

A decir verdad, ni las elecciones ni los plebiscitos organizados por las dictaduras
europeas del siglo XX han sido nunca un tema relevante para la investigación histórica.
Al considerar que la ausencia de lo que los politólogos denominan ―competición
política‖6 convertía aquellos procesos electorales en simples eventos propagandísticos,
los historiadores han priorizado el análisis de los discursos, las policías secretas o la
violencia (entre otros muchos) como elementos más relevantes para explicar los
mecanismos a través de los cuales los citados regímenes trataron de salvaguardar el
control del poder.

No obstante, entre los escasos estudios existentes al respecto en el ámbito


internacional existe una llamativa división asimétrica del interés académico en estas
votaciones que ha provocado la existencia de diferentes aproximaciones, métodos y
fuentes a la hora de investigarlos. Así, los historiadores han estudiado las elecciones y
plebiscitos celebrados en la Italia fascista y la Alemania nazi, un hecho explicable por la
posibilidad de acceder a las fuentes archivistas desde 1945 7. Por su parte, los
politólogos se hicieron cargo del análisis de los procesos electorales que tuvieron lugar
tanto en la URSS como en sus satélites del Este, sin acceso a documentación de archivo
hasta 1989 y por tanto basada en informaciones periodísticas, entrevistas a exiliados en
los EE.UU. y las experiencias personales de los propios investigadores en sus estancias
en la URSS8. Por desgracia, después de 1991 los científicos sociales perdieron interés
en las elecciones que se celebraron bajo las dictaduras comunistas para centrarse en

6
Giovani SARTORI: Partidos y sistemas de partidos, Madrid, Alianza Editorial, 2014 (1ª ed. en inglés
1976); Vernon BOGDANOR (ed.): Democracy and elections : electoral systems and their political
consequences, Cambridge, Cambridge University Press, 1987; John ROEMER: Political competition:
Theory and applications, Cambridge, Harvard University Press, 2001; David ALTMAN: ―Competition,
Political‖ en Bertrand BADIE, Dirk BERG-SCHLOSSER y Leonardo MORLINO (eds.): International
Encyclopedia of Political Science, Thousand Oaks, SAGE Publications, Inc., 2011, pp. 360-364.
7
William G. CHRYSTAL: ―Nazi party election films, 1927-1938‖, Cinema Journal, 15 (1975), pp. 29-
47; Patrick MÜHLEN: Schlagt Hitler an der Saar¡: Abstimmungskampf Emigration u. Widerstand in
Saargebiet 1933-1935, Boon, Verlag neue Gesellschaft, 1979; Otmar JUNG: Plebiszit und Diktatur: die
Volksabstimmungen der Nationalsozialisten. Die Fälle “Austritt aus dem Völkerbund” (1933),
“Staatsoberhaupt” (1934) und “AnschluB Österreichs” (1938), Tubingen, Mohr Siebeck, 1995. Enzo
FIMIANI: La legittimazione plebiscitaria nel fascism e nel nazionalsocialismo. Una interpretazione
comparata, Quaderni Storici, 94 (1997), pp. 183-224; Paola DAL LAGO: Verso il regime totalitario: i
plebiscito fascista del 1929, Padova, Cleup, 1999.
8
Howard R. SWEARER: ―The functions of soviet local elections‖, Midwest Journal of Political Science,
Vol. 5, 2 (1961), pp. 129-149; Jerome M. GILISON: ―Soviet Elections as a Measure of Dissent: The
Missing One Percent‖, The American Political Science Review, Vol. 62, 3 (1968), pp. 814-826; Theodore
H. FRIEDGUT: Political Participation in the USSR, Princeton, Princeton University Press, 1979.

143
investigar aquéllas celebradas al calor de los nuevos regímenes surgidos de la
desintegración de la Unión Soviética9.

Esta dicotomía está también presente en los pocos trabajos existentes sobre las
elecciones en la España de Franco. Dicha bibliografía se encuentra claramente dividida
en dos bloques. Los primeros estudios realizados en España sobre este asunto
aparecieron a mediados de los años setenta y fueron realizados por politólogos ligados
al profesor Manuel Martínez Cuadrado alrededor de la celebración conjunta entre
Madrid y París de un congreso sobre elecciones no competitivas10. Estos trabajos
estuvieron muy influenciados por los resultados de las investigaciones previas
realizadas por los politólogos, especialmente americanos, sobre las elecciones en los
regímenes comunistas bajo el manto del debate en torno al totalitarismo y el
autoritarismo. Algunas décadas más tarde, en los años noventa, los historiadores de la
Universidad de Alicante Roque Moreno Fonseret y Francisco Sevillano Calero
recuperaron el tema partiendo de los trabajos realizados en los años setenta pero
incorporando ya algunos de los resultados de la investigación histórica realizada sobre
las elecciones en la Italia de Mussolini o el Portugal de Salazar11. El resultado fue una
aproximación de carácter histórico que sin embargo tampoco perduró en el tiempo más
allá de las aproximaciones laterales al asunto realizadas por trabajos sobre las
instituciones franquistas en las provincias que nunca llegaban más allá de los años
9
Una corriente de estudios que ha desembocado en uno de los temas más candentes de la ciencia política
en la actualidad el ―electoral authoritarianism‖. Andreas SCHEDLER (ed.): Electoral authoritarianism.
The dynamics of unfree competition, Boulder and London, Lynne Rienner Publishers, 2006. Yonatan L.
MORSE: ―The era of electoral authoritarianism‖, World Politics, 64 (2012), pp. 161-198.
10
Miguel MARTÍNEZ CUADRADO: ―Representación. Elecciones. Referéndum‖ en Manuel FRAGA (et
ali.): La España de los años 70. Vol III. El Estado y la política, Madrid, Moneda y Crédito, 1974, pp.
1371-1439. Miguel Ángel RUIZ DE AZUA: ―Las elecciones franquistas (1942-1976)‖, Historia 16 (abril
1977), pp. 80-95. Luis LÓPEZ.: ―Abstencionismo electoral en contextos no democráticos y de transición:
el caso español‖, REIS, 2(1978), pp. 53-69; Francisco J. VANACLOCHA: ―Las elecciones de
representación familiar en las Cortes españolas (1967-1971) como elecciones no competitivas‖,
Cuadernos Económicos del ICE, 1 (1977), pp. 59-76. El título de congreso fue ―Elecciones no-
competitivas, semi-competitivas y la transición a los sistemas pluralistas competitivos‖, organizado en
mayo de 1976 por el Seminario de Derecho Político de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad
Complutense de Madrid, las Fundación Juan March y la Foundation Nationale des Sciences Politiques de
Paris. Las principales ponencias del mismo fueron publicadas en Guy HERMET, Alain ROUQUIE y Juan
José LINZ: Des elections pas comme les autres, Paris, Foundatine Nationale de Sciences Politiques,
1978.
11
Roque MORENO: ―La presencia de los grupos políticos en el régimen de Franco a través de las
elecciones municipales de 1948‖ en Javier TUSELL, Julio GIL PECHARROMAN y Feliciano
MONTERO (dir.): Estudios sobre la derecha española contemporánea, Madrid, UNED, 1993, pp. 613-
626; I.D.: ―Las consultas populares franquistas: la ficción plebiscitaria‖ en Roque MORENO y Francisco
SEVILLANO: El franquismo. Visiones y balances, Alicante, Universidad de Alicante, 1999, pp. 77-175;
I.D. (ed.): Plebiscitos y elecciones en las dictaduras del sur de Europa (siglo XX), Alicante, Marfil, 2003.
Francisco SEVILLANO: ―El nuevo estado y la ilusión de la ―democracia orgánica‖. El referéndum de
1947 y las elecciones municipales de 1948 en España‖, Historia Contemporánea, 24 (2002), pp. 355-387.

144
cincuenta12, entre los que cabe destacar por excepcional y por abarcar el periodo
completo de la dictadura el de Martí Marín sobre los Ayuntamientos catalanes13.

Partiendo de este contexto historiográfico mi comunicación pretende esbozar las


principales líneas a través de las cuales se articula mi propuesta para repensar el
fascismo español a través de un enfoque electoral. Una perspectiva que ya ha mostrado
sus posibilidades para profundizar en la relación estado sociedad y que en el caso
español permite además cubrir el periodo menos estudiado del franquismo (a partir de
1945) así como profundizar en el marco comparado de los años 60 y 70 dado que todas
las dictaduras europeas posteriores a la II Guerra Mundial organizaron elecciones. Para
logarlo, utilizamos las dos aproximaciones académicas al tema, politológica e histórica
insertando nuestra investigación en el marco historiográfico citado anteriormente. En
este sentido, dividiremos nuestra comunicación en tres partes. En primer lugar,
esbozaremos la metodología utilizada y los principales problemas que plantea. A
continuación, haremos referencia a las fuentes disponibles para estudiar el tema.
Finalmente, comentaremos muy brevemente algunos de las principales dificultades y
retos a los que se enfrenta una aproximación de este tipo.

Metodología. Una aproximación pluridisciplinar a un objeto multifacético.

En un famoso artículo que publicaron en la revista Political Studies en 1967,


Richard Rose y Harve Mossawir definieron las elecciones como ―the most ubiquitous of
contemporary political institutions‖14. Esa infinidad de interconexiones con todas las
esferas de la vida política y social, incluso cuando nos referimos a comicios organizados
en regímenes no democráticos, convierten a las elecciones en un objeto de estudio
extremadamente escurridizo, al que, a pesar a pesar de ello, todas las disciplinas de las
ciencias sociales y humanas se han aproximado. El método de análisis que aquí

12
En este caso, la nómina de obras de carácter local que hace referencia a estas elecciones sería
kilométrica por lo que me remito a las citadas en Julián SANZ HOYA: ―Jerarcas, caciques y otros
camaradas. El estudio de los poderes locales en el primer franquismo‖, Historia del Presente, 15 (2010),
pp. 9-26.
13
Martí MARIN: Els ajuntaments franquistes a Catalunya. Politica i administración municipal, 1938-
1979, Lleida, Pagés Editors, 2000.
14
Richard ROSE y Harve MOSSAWIR: ―Voting and elections: a functional analysis‖, Political Studies, 2
(1967), pp. 173-201, esp. p. 173.

145
planteamos trata de combinar lo mejor de las dos disciplinas que, como acabamos de
ver, han copado los estudios sobre las elecciones en las dictaduras del siglo XX, la
historia y la ciencia política.

Una de las principales virtudes de este enfoque pluridisciplinar es que convierte


un objeto hasta ahora marginado por la historiografía, las elecciones organizadas por el
régimen de Franco, en una nueva vía de aproximación a uno de los campos de estudio
que más fértiles se están mostrando en los últimos años dentro de las ciencias sociales y
humanas, el de las relaciones entre el estado y la sociedad. No obstante, no pretendemos
de ningún modo renunciar a nuestra condición de historiadores por lo que la lente
principal a través de la que nuestra propuesta analiza este asunto es la histórica. De este
modo, la descripción, la contextualización y la búsqueda de explicaciones que conecten
nuestro objeto de estudio tanto con su tiempo (Guerra Fría) como con el pasado
(historia electoral europea) o el interés por profundizar en las actitudes y los apoyos
sociales al franquismo, permean las herramientas, también presentes, de carácter más
funcionalista que ofrece la ciencia política a la hora de ahondar en los mecanismos de
cooptación de élites, la articulación de dichas élites para sustentar el régimen, las
explicaciones sobre su institucionalización, estabilidad y larga duración.

Ahora bien, cualquiera que descienda a la realidad electoral del franquismo se


verá de inmediato sepultado por una densa y enrevesada red de elecciones con censos,
métodos de votación, ámbitos de influencia, duración de los cargos electos, etc. muy
distintos que llevó a Miguel Martínez Cuadrado a calificarla como una ―inabarcable
15
madeja de insondables complejidades‖ . De todos modos, a pesar de las muchas
diferencias que había entre ellas todas se caracterizan por un elemento común, ninguna
ponía en juego los puestos de poder realmente ejecutivo de la dictadura, lo que sirvió a
algunos investigadores para catalogarlas como ―elecciones no competitivas‖16. Aún así,

15
Miguel MARTÍNEZ CUADRADO: ―Representación…‖, pp. 1393 y 1395. Bajo el franquismo
convivieron, además de los dos referenda de 1947 y 1966, siete tipos de elecciones distintas: elecciones a
procuradores de la Administración Local; a procuradores sindicales; a procuradores representantes de las
corporaciones; a consejeros nacionales representantes de las provincias; a diputados provinciales; a
concejales municipales; y a procuradores familiares de representación familiar.
16
Las califican así entre los más relevantes, Miguel Ángel RUIZ DE AZUA: ―Las elecciones
franquistas…‖, p. 87; Francisco J. VANACLOCHA: ―Las elecciones de representación familiar…‖; y
Juan José Linz en su capítulo de la obra Guy HERMET, Alain ROUQUIE y Juan José LINZ: Des
elections…‖. He discutido la utilidad de este concepto y propuesto otro alternativo en Carlos DOMPER
LASÚS: ―La otra cara de las urnas. Elecciones, dictaduras y Guerra Fría en Europa. Propuesta para un
marco conceptual‖, Rúbrica Contemporánea 5 (2014), pp. 45-69.

146
nos parece que lanzarse al análisis de ese heterogéneo conjunto de comicios de forma
global no solo implicaría graves dificultades metodológicas, sino que, sobre todo,
llevaría a quien se encomendase a tal tarea a empeñar toda su vida académica en ella.
Esa es la razón por la cual, consideramos que la opción más eficaz de investigar el
mundo de las urnas franquistas es reducir el tamaño de la muestra de estudio y
analizarla con un enfoque más conceptual y teórico que las inserte dentro de las
principales líneas de investigación existentes tanto sobre la dictadura como sobre las
elecciones en este tipo de regímenes.

¿Cómo lograrlo? Las vías son múltiples pero en nuestro caso apostamos por el
método inductivo, es decir, por seleccionar una muestra representativa del objeto de
estudio que nos permita analizar los procesos o elementos en los que estamos
interesados para extraer conclusiones generales a partir de ella. En este sentido,
proponemos tres criterios para configurar la muestra de nuestro estudio. En primer
lugar, nos centraremos exclusivamente en aquellos comicios que obligaron a la
dictadura a realizar un mayor esfuerzo para controlarlos y, por tanto, a mostrar todos los
instrumentos a su alcance para lograrlo. Así pues parece claro que las candidatas
perfectas son las elecciones a concejales, especialmente las del tercio familiar, y las
elecciones a procuradores familiares en Cortes por ser las que, con mucha diferencia,
mayor censo tuvieron17. En segundo lugar, limitamos nuestra investigación a las
capitales de provincia. Somos conscientes de que dejar fuera del campo de estudio los
ámbitos rurales limita en cierta medida la representatividad de la muestra, una carencia
que puede suplirse en parte incluyendo en ella algunas pequeñas ciudades de carácter
rural, pero pensamos que de este modo podemos aglutinar nuestros esfuerzos en
aquellos lugares donde las luchas por el poder fueron más intensas y respondieron más
habitualmente a las tensiones generadas por las propias dinámicas institucionales del
régimen que por personalismos y rencillas familiares. Finalmente, es posible acotar

17
Conviene aclarar que los dos referenda que fueron organizados por Franco en 1947 y 1966, tuvieron un
censo mucho mayor que estas elecciones. Sin embargo, quedan fuera de nuestro análisis porque tanto los
fines a los que respondían como, a consecuencia de ello, los métodos utilizados para lograrlo fueron muy
diferentes. Resumiendo la cuestión lo máximo posible, cabe decir que el objeto de nuestra investigación
es analizar el impacto de estas elecciones en el sistema institucional del régimen y estos referenda
tuvieron un carácter fundamentalmente plebiscitario y propagandístico que, además no permite observar
mecanismos tan importantes para comprender la articulación de las elites políticas como el de la selección
de los candidatos.

147
todavía más la investigación seleccionando únicamente las capitales cuyas
características permitan cubrir lo más aproximadamente posible los principales
―cleavages‖ entorno a los cuales se hallaba divida la sociedad española entre 1945 y
1973, y entre los cuales deberían estar sin duda el agrícola/industrial, el centro/periferia;
o el nacionalista/no nacionalista.

Una vez definido un objeto de estudio de dimensiones razonables y con la


suficiente potencialidad para alumbrar con nitidez los principales problemas que
queremos estudiar, a través de él, el análisis electoral del franquismo puede realizarse
alrededor de tres niveles distintos e interrelacionados: la descripción formal; el análisis
de élites y los apoyos sociales al régimen; y, por último, el estudio de las actitudes
políticas y el consenso, todas las cuales pueden ser complementadas por la perspectiva
comparada. Una combinación que permite articular un marco interpretativo complejo y
dinámico en el que lo local y lo nacional, lo cuantitativo y lo cualitativo, las miradas
desde arriba y desde abajo, conviven y se asocian de manera constante, dando a la
investigación un carácter mucho mas analítico y una mayor capacidad interpretativa sin
perder su base empírica.

El primero de los planos a los que debe prestarse atención es necesariamente el


descriptivo. Necesitamos definir claramente las características del objeto de estudio,
delimitar sus funciones, alcance, y reglas. En definitiva, tenemos que dotarlo de
corporeidad y hacerlo aprehensible como sujeto histórico. ¿Quiénes eran los electores?
¿cuántos eran? ¿quiénes podían presentarse como candidatos? ¿cómo se forman las
juntas del censo? ¿y las mesas electorales? ¿qué sistema de votación se utilizaba, directo
o indirecto? Y las circunscripciones ¿cómo eran? ¿qué instituciones se encargaban de la
organización de las elecciones? ¿cómo lo hacían? Todas estas preguntas pueden
responderse acudiendo a los textos legales que articularon los comicios que nos
interesan. En el caso que nos ocupa los principales textos legales a tener en cuenta son
la ley de Bases del Régimen Local de 1945, la ley Orgánica del Estado de 1967, la ley
de Representación Familiar en Cortes de ese mismo año y las diferentes órdenes
ministeriales con instrucciones para organización de las mismas, todas ellas publicadas
en el Boletín Oficial del Estado.

No obstante, constituiría un grave error confiar plenamente en la realidad


electoral que emerge del Boletín Oficial del Estado. En este sentido, Roque Moreno

148
Fonseret ya subrayó hace algunos años como estos textos legales convivieron durante
toda la dictadura con un conjunto de actividades extralegales, destinadas a controlar
unos comicios ya de por si muy rígidos y encorsetados, articuladas por un conjunto de
circulares y órdenes reservadas escritas tanto desde la Dirección General de la
Administración Local del Ministerio de la Gobernación, como desde la Delegación
Nacional de Provincias de FET-JONS18. Una circunstancia, por lo demás, característica
de todos los comicios organizados por regímenes no democráticos.

Está dicotomía entre la realidad oficial del BOE y la realidad extraoficial de las
circulares reservadas, así como las relaciones entre la Administración Central y la
Administración Periférica del Estado que hacían posible la articulación de las mismas
sobre el terreno local donde tenían lugar las elecciones, abre una nueva vía de
penetración en un campo de estudio prácticamente inexplorado pero de vital
importancia para comprender en toda su dimensión tanto el funcionamiento
institucional del franquismo como su larga duración, el de las relaciones entre la
Dirección General de la Administración Local y la Delegación Nacional de Provincias y
los gobiernos civiles y las jefaturas provinciales del Movimiento19.

¿Tienen estas características alguna conexión con la historia electoral europea?


Esta cuestión no es ni mucho menos un asunto menor puesto que frente a las
explicaciones más simples que despachan el tema aludiendo a su carácter meramente
legitimador y propagandístico, permite situar la interpretación de los comicios
franquistas en un marco mucho más complejo y enriquecedor, el de la evolución de los
mecanismos electorales y la concesión del derecho al voto en la Europa contemporánea.
En ese plano se abre la posibilidad de forjar nuevas herramientas metodológicas para
responder cuestiones hasta ahora no ventiladas como por ejemplo la inclusión de este
tipo de elecciones en el refinamiento del concepto de ―participación política‖ en Europa
que, como señaló Raffaele Romanelli20, ha sido desarrollado manteniéndolas
completamente al margen y por tanto, obviando una parte sustancial de la realidad
histórica de la que pretende dar cuenta. En esa misma dirección, esta perspectiva
metodológica permite poner sobre la mesa la continuidad y fuerza del sufragio

18
Roque MORENO: ―Las consultas populares franquistas…‖, pp. 77-175;
19
Julián SANZ HOYA: ―Jerarcas, caciques y otros camaradas…‖, pp. 9-26. Martí MARIN I CORBERA:
― Los gobernadores civiles del franquismo, 1936-1963‖, Historia y política , 29 (2013), pp. 269-299.
20
Raffaele ROMANELLI, R.: ―Electoral systems and social structures‖, en Raffaele ROMANELLI, R.
(ed.): How did they become voters? The history of franchise in modern European representation, La
Haya, Kluwer Law, 1998, pp. 31-32 y 34.

149
censitario en la historia electoral europea, lo cual situaría el sistema electoral franquista
en una línea de continuidad histórica que por supuesto debería adaptarse al contexto
social e histórico en el que tuvo lugar21.

Asimismo, la tarea descriptiva debe dar cuenta en última instancia de la


evolución que todo ese corpus legal al que acabamos de aludir experimentó al calor de
la finalización del proceso de institucionalización del régimen y las transformaciones
económicas y sociales a las que se vio sometida la sociedad española desde los años
sesenta. Una tarea que no solo permite contribuir al debate sobre la supuesta apertura
del sistema político franquista y su capacidad, o no, para incluir a nuevos sectores
sociales en su seno, sino que a través de la comparación con la realidad establecida por
las documentación reservada ya comentada, que no dejo de enviarse a las provincias
hasta el final de la dictadura, permite evaluar la distancia existente entre la apertura
teórica de la que hablaban las leyes y la apertura real que permitieron el Ministerio de la
Gobernación y la el Movimiento22.

Pasar de la descripción analítico formal de las elecciones municipales y a


procuradores familiares en las Cortes franquistas a examinar la élite política de segunda
fila que accedió a través de ellas a puestos no ejecutivos de instituciones secundarias del
régimen, donde sus miembros estuvieron completamente subordinados a autoridades
superiores designadas de forma discrecional, requiere prestar atención a dos aspectos
interrelacionados y conectados en última instancia con las cuestiones más generales de
la institucionalización y los apoyos sociales al franquismo. Por un lado, interrogarse
acerca de los mecanismos institucionales que permitieron la selección y elección de los
candidatos, así como de los actores responsables de su funcionamiento. Por otro, definir
el perfil sociopolítico de dicha élite a fin tanto de poder compararla con aquéllas que
fueron seleccionadas de forma discrecional, como de comprobar en qué grado

21
Vernon BOGDANOR: ―Conclusion: electoral systems and party systems‖, en Vernon BOGDANOR y
David BUTLER (eds.): Democracy and elections: Electoral systems and their political consequences,
Cambridge, Cambridge University Press, 1983, pp. 247-262. Metodológicamente hablando, esta línea de
interpretación debería desarrollar una explicación convincente sobre la ausencia de elecciones en el
régimen de Franco hasta 1944 con la puesta en marcha de las elecciones sindicales. En este sentido, nos
parece que la importancia de la Guerra Civil como espacio y acontecimiento fundador y a su vez
legitimador del régimen franquista debería de tener un lugar primordial en dicha argumentación.
22
La existencia de esta dualidad no debería pasarse por alto a la hora de analizar los trabajos de algunos
intelectuales del periodo sobre la configuración del régimen como un estado de derecho. Sobre el asunto
véase Nicolás SESMA LANDRIN: ―Franquismo, ¿estado de derecho? Notas sobre la renovación del
lenguaje de la dictadura durante los años sesenta‖, Pasado y memoria: Revista de historia
contemporánea, 5 (2006), pp. 45-58.

150
estuvieron representados todos los sectores que sustentaban al régimen. En ambos
casos la prosopografía representa un papel esencial.

¿Cuáles eran los mecanismos que permitían la cooptación de los candidatos y el


control de su elección? Para responder a esta pregunta el foco del análisis debe mirar a
la vez en dos direcciones, la Administración Central y la Administración Periférica cuya
relación debería de convertirse en un objeto de estudio preferente sin el cual nos será
imposible explicar correctamente el funcionamiento institucional de la dictadura en
provincias. Al margen de los detalles concretos, era el gobernador civil de cada
provincia el que se encargaba de configurar las listas de candidatos oficiales y de
vigilar, obstaculizar y, en última instancia, anular las posibles candidaturas opositoras.
Dado que desde mediados de los cuarenta los gobernadores civiles eran también jefes
provinciales del Movimiento, las estructuras provinciales del Partido controladas por la
Delegación Nacional de Provincias fueron puestas igualmente al servicio de las
candidaturas oficiales23.

El análisis prosopográfico de los diferentes gobernadores civiles tiene en este


sentido una importancia capital porque permite poner de relieve la militancia falangista
de la mayoría de ellos al menos hasta mediados de los sesenta24. Este es un detalle
fundamental para explicar el férreo control que FET logró ejercer sobre estos comicios -
especialmente los municipales25, dado que cuando empezaron a organizarse las de
procuradores familiares su poder en provincias se hallaba en claro declive-, no solo
sobre el proceso de apoyo a los candidatos oficiales (donde su red de prensa tuvo un
papel esencial) sino sobre el proceso de selección de los mismos. De este modo, el
análisis de estas dinámicas permite analizar no solo el poder real de FET-JONS en la
España de Franco sino su papel fundamental en la selección del personal político en
provincias al menos hasta la crítica coyuntura de los años sesenta. Por lo demás, estos
espacios de investigación abren la puerta a examinar tanto la articulación de los grupos

23
Martí Marín ha mostrado el funcionamiento de estos mecanismos para el caso de Cataluña. Martí
MARIN I CORBERA: Els ajuntaments franquistes a Catalunya…
24
Algo que ya han apuntado Julián SANZ HOYA: ―Jerarcas, caciques y otros camaradas…‖, pp. 9-26.
Martí MARIN I CORBERA: ― Los gobernadores civiles del franquismo…‖, pp. 269-299.
25
Carlos DOMPER LASÚS: ―Entre la fuerza del mastodonte y la reserva de dinosaurios. Falange y las
elecciones municipales de representación familiar en Aragón, 1948-1973‖ en Miguel Ángel RUIZ
CARNICER (ed.): Falange. Las culturas políticas del fascismo en la España de Franco, Zaragoza, IFC,
2012, cd actas, pp. 111-130.

151
sustentadores de la dictadura26, como los enfrentamientos que surgieron entre ellos
como consecuencia de las dinámicas generadas por ese proceso27.

Estos mecanismos no se vieron sustancialmente afectados por los cambios


sociales y económicos de los sesenta aunque, como consecuencia del desplazamiento
de FET del control de los gobiernos civiles, si lo hicieron las relaciones que a través de
ellos se habían establecido entre los diversos sectores del régimen. Además, el
Movimiento dejó de ser el canal prioritario a través del cual acceder a las candidaturas
en un contexto muy permeado por el debate entorno al asociacionismo político y la
creciente aparición de candidatos independientes que buscaban plataformas de
promoción y que, en ausencia de partidos y asociaciones políticas, acabaron recurriendo
en algunos casos a las asociaciones de cabezas de familia. Estos hombres y mujeres, que
en absoluto eran opositores, comenzaron a denunciar en los tribunales las
irregularidades electorales que la dictadura venía practicando con impunidad desde
1948, lo cual empezó a resquebrajar la eficacia de los mecanismos de control de estas
elecciones, al sacar a la luz (al menos judicial) todo el entramado de practicas
extralegales que ya hemos mencionado.

Como consecuencia de todo ello, el análisis de estos mecanismos necesita


prestar atención tanto al contenido de las citadas reclamaciones y su destino final en los
tribunales y la forma en la que condicionaron el desarrollo de las elecciones familiares,
como al funcionamiento de las citadas asociaciones y su relación con la construcción de
la sociedad civil durante los estertores de la dictadura28, sin olvidar los límites del
aperturismo franquista. En este sentido, nos parece fundamental la inclusión en el marco
explicativo de los intentos de una parte del falangismo capitaneada por Solís de utilizar
las elecciones en su estrategia por ampliar la base social de FET y dotar al régimen de
una legitimidad alternativa a la de ejercicio que venía siendo defendida por los
tecnócratas del OPUS DEI.

26
Philippe Schmiter defendió esta tesis para el caso portugués en Philippe SCHMITTER: ―The Impact
and Meaning of ‗Non-Competitive, Non-Free and Insignificant‘ Elections in Authoritarian Portugal,
1933–74‖ en Alain ROUQUIE, Guy HERMET y Richard ROSE (eds.): Elections without choice, New
York, Palgrave, 1978, pp. 145-168.
27
Un claro ejemplo de ello lo encontramos en las elecciones municipales de Madrid de 1954, donde la
candidatura integrada por los monárquicos Joaquín Fanjul, Torcuato Luca de Tena, Joaquín Calvo
Sotelo y Joaquín Satrústegui denunció irregularidades a favor de la lista falangista, finalmente vencedora.
28
Pamela RADCLIFF: Making democratic citizens in Spain. Civil Society and the Popular Origins of the
Transition, 1960-78, New York, Palgrave, 2011.

152
Pero ¿quiénes eran aquellos candidatos? Resolver esta cuestión implica
nuevamente recurrir a la prosopografía a fin de poder trazar perfiles socioprofesionales
y políticos tanto de lo que podríamos llamar el candidato tipo que accedió a estas
elecciones como de quienes resultaron finalmente elegidos. En este sentido, las posibles
comparaciones son múltiples y van desde la comparación entre candidatos y elegidos
hasta las más específicas entre candidatos o elegidos por diferentes tercios o tipos de
elección pasando por la comparación con los perfiles de élites intermedias o superiores
como podrían ser los alcaldes o gobernadores civiles hasta los ministros y demás
ocupantes de la alta administración del estado.

Esta línea de investigación brinda muchas opciones de análisis porque no solo


permite contribuir al ya clásico debate sobre la renovación o no del personal político del
franquismo en las provincias y, por tanto, al esclarecimiento de la cuestión de los
apoyos sociales a la dictadura, sino que ofrece la posibilidad de comprobar si el
franquismo permitió a los diferentes sectores que lo apoyaban competir en estas
elecciones o si, por el contrario, algunos en concreto fueron los privilegiados. De hecho,
este enfoque es interesante porque arroja luz acerca de la representación de dichos
sectores en las instituciones y sobre las posibilidades reales de elección que los votantes
tuvieron, gracias a la aproximación de carácter cualitativo que mejora el simple análisis
cuantitativo hecho muchas veces por los politólogos, que se limitan a dividir el número
de puestos en disputa por el número de candidatos con el objetivo de determinar si
hubo, o no, lo que ellos mismos llaman ―competición‖.

¿Los cambios que sufrió la sociedad española a partir de los años sesenta se
reflejaron en la composición de esta élite de segunda fila? La respuesta a esta pregunta
es otro elemento fundamental a tener en cuenta a la hora de afrontar el análisis de los
procesos electorales a los que nos estamos refiriendo. En efecto, esta cuestión abre ante
nosotros la posibilidad de comprobar la medida en la que la dictadura fue capaz de
incorporar a los nuevos sectores sociales surgidos al calor del desarrollismo y la
creación de la elite funcionarial del estado en las provincias, algo que resulta
trascendental para evaluar los límites del aperturismo franquista y sus posibilidades de
supervivencia más allá de la muerte de Franco.

En este punto, nos parece igualmente insoslayable la necesidad de prestar


atención al peso tanto numérico como cualitativo que tuvieron en la conformación de

153
esta elite en el tardofranquismo, un conjunto de hombres y mujeres que sin tener
experiencia política previa y sin ser ni mucho menos opositores, comenzaron a
presentarse de forma independiente con el objetivo, en muchos casos, de mejorar las
cosas tanto en sus ciudades como en las Cortes y que mayoritariamente accedieron a las
candidaturas a través del conducto familiar. Algunos de ellos, además, acabarían
teniendo un papel en el proceso de transición a la democracia, como en el caso de
Adolfo Suárez, que se presentó como candidato a las elecciones a procuradores
familiares en Cortes de 1967 por Ávila. De este modo, no resulta descabellado
plantearse la posibilidad de aplicar el concepto de ―espacio de experiencia‖ desarrollado
por Koselleck años atrás29.

Por último, nos gustaría poner de manifiesto que los procesos electorales a los
que estamos aludiendo permiten también realizar algunas aportaciones a la historia
social del franquismo y, especialmente, a uno de los campos de estudio más en boga
actualmente dentro de la historiografía sobre la dictadura de Franco, el de las actitudes
sociales hacia la misma. Obviamente, esta aproximación afecta fundamentalmente a los
comicios protagonizados por los cabezas de familia, que fueron los que contaron con un
censo más amplio y heterogéneo. Así, pensamos que son al menos tres los caminos a
transitar en esta dirección. Por un lado, el del estudio de la confección del censo
electoral y las características socioeconómicas y políticas de los ciudadanos con derecho
a voto en el franquismo. Por otro, el de la articulación de las circunscripciones
electorales; y finalmente, el del análisis de los datos de participación abstención, votos
nulos y en blanco, etc.

Por lo que se refiere a la delimitación de quien tenia derecho a votar en la


España de Franco, el camino a seguir viene marcado por los propios textos legales a los
que hemos hecho referencia anteriormente. Tanto en la Ley de Bases del régimen local
como en la Ley de Procuradores familiares en Cortes determinan claramente el perfil
del votante. Así, recurriendo a documentación oficial puede fijarse el número de
personas censadas (aunque no es fácil encontrar censos electorales del franquismo) y
compararse con el total de la población. De este modo, puede calcularse el grado de
limitación del sufragio, estableciendo además una conexión directa con una de las

29
Reinhart KOSELLECK: ―«Espacio de experiencia» y «Horizonte de expectativa», dos categorías
históricas‖ en Reinhart KOSELLECK: Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos,
Buenos Aires, Paidos, 1993, pp. 333-359.

154
características del sufragio en España y Europa durante la edad contemporánea, el
carácter censitario del sufragio. El rastreo de esa evolución puede conducirnos de igual
manera a observar si con el peso de los años, la dictadura amplió el porcentaje de
población a la que permitía votar.

Sin embargo, si de la definición de lo que podríamos denominar como cuerpo


electoral, pasamos a analizar el comportamiento electoral de ese cuerpo de forma
conjunta lo primero que debemos hacer es determinar el tamaño y composición de las
unidades administrativas a través de las cuales se articuló la votación de quienes estaban
incluidos en el censo electoral, es decir, la circunscripción electoral. De acuerdo con las
ordenes del Ministerio de la Gobernación con instrucciones para la celebración de
elecciones, era al gobernador civil a quien correspondía la tarea de fijar las
circunscripciones electorales y darlas a conocer a través de su publicación en el Boletín
Oficial de la Provincia. Utilizando la composición de los distritos electorales de cada
ciudad aparecidos en dichos boletines pueden reconstruirse dichas circunscripciones
sobre un mapa. Hasta ahora, aplicando este método, hemos puesto de manifiesto como
el franquismo modificó las circunscripciones electorales con el mas que posible objetivo
de evitar que las votaciones reflejasen comportamientos de clase, sobre todo en barrios
obreros. Mezclando para ello diferentes tipos de distritos ocupados por grupos sociales
diferentes30.

Esto nos lleva al último de los apartados a los que hemos aludido más arriba. El
examen de los datos de las votaciones. Aquí son sin duda de gran utilidad las
herramientas desarrolladas por la ciencia política y la sociología electoral. A decir
verdad, que los registros de participación y abstención generales en una dictadura no
son elementos de mucha fiabilidad es algo que no se le escapa a nadie31. Sin embargo, la
evolución de los porcentajes de participación, su crecimiento significativo asociado a la
presencia de candidatos no oficiales, el aumento repentino de los votos nulos o/y en
blanco, la propia necesidad del estado de manipular unas cifras de participación en
muchas ocasiones realmente baja, e incluso la consiguiente adopción de medidas para
estimular la participación a partir de los años sesenta, pueden darnos información, junto

30
Carlos DOMPER LASÚS: ―Las elecciones de Franco en Zaragoza (1948-1973): una aproximación
local a un asunto transnacional‖, Ayer, 94(2014), pp. 201-228.
31
Nosotros mismos hemos mostrado como las cifras oficiales de participación que ofreció el régimen en
Zaragoza fueron aumentadas en casi un cincuenta por ciento de forma sistemática. Carlos DOMPER
LASÚS: ―Las elecciones de Franco en Zaragoza (1948-1973…‖, pp. 201-228.

155
con los propios informes redactados por los gobernadores civiles sobre la actitud de la
población hacia las elecciones, acerca de cual fue la actitud de los españoles con
derecho a voto, en su mayor parte profundamente despolitizados32, no solo hacia estos
comicios en particular, sino hacia el sistema institucional del franquismo en general.
Por lo tanto, el análisis electoral del franquismo desde esta perspectiva, nos conduce al
debate en torno al consenso bajo el régimen franquista, puesto que pone sobre la mesa la
cuestión de si dichas elecciones plantea la cuestión de si dichas elecciones permitieron
ampliar o reforzar el consenso que existía sobre el régimen o, por el contrario, aquéllas
fueron usadas como un elemento represivo o coactivo más.

El plano comparado es perfectamente compatible con este tipo de investigación.


De hecho, permite poner en relación la dictadura franquista con su entorno geográfico y
político ya que el franquismo no fue ni la única dictadura en Europa tras 1945 ni la
única que organizó elecciones. Aplicando la historia comparada podemos buscar
similitudes y diferencias que nos permiten conocer mejor estas dictaduras. En que grado
concedieron el derecho al voto a sus ciudadanos? ¿dieron acceso a puestos relevantes en
la toma de decisiones? ¿en que fase de las dictaduras se pusieron en marcha? ¿cómo
fueron recibidas por quienes debían presentarse a ellas? ¿y por quienes debían votar?
¿cuál fue el grado de control e intervención del estado? ¿a que organismos les fue
encargada la supervisión y control de los procesos? La respuesta a estas preguntas
permite indagar en asuntos relacionados no solo con la institucionalización de dichas
dictaduras, sino con su larga duración y con el modo en el que se relacionaron con sus
respectivas sociedades en un contexto en el que las elecciones alcanzaron la categoría
de elemento simbólico insoslayable en la sociedad occidental.

Ya por ultimo me gustaría abundar en dos problemas metodológicos


relacionados con esta investigación que me parecen relevantes. En primer lugar, la
dificultad que se plantea para analizar dos tipos de elecciones que sirven para cubrir
puestos en instituciones diferentes situadas a distintos niveles: el municipal y el
nacional. Esa dualidad complica a priori el análisis combinado de ambas en busca de
problemas y dinámicas comunes. Sin embargo, la relación entre ellas se encuentra en su
propia mecánica de funcionamiento, puesto que ambas tenían como punto de

32
Claudio HERNÁNDEZ BURGOS: Franquismo a ras de suelo Zonas grises, apoyos sociales y
actitudes durante la dictadura, 1936-1976, Granada, Universidad de Granada, 2013.

156
organización común la provincia. Eran las mismas autoridades las que las organizaban y
en el caso de las que congregaban a los cabezas de familia, los candidatos aludían a
temas locales y provinciales durante los periodos electorales.

En segundo lugar, es pertinente mencionar aquí los problemas existentes


alrededor de la idea de asociar directamente abstención electoral en contextos no
democráticos con oposición al régimen. La la existencia de esa relación fue en primer
lugar teorizada en los años sesenta y setenta por los científicos sociales que analizaron
las elecciones que tuvieron lugar en la URSS33 y posteriormente aplicada al análisis del
caso español por Luis López Guerra34. No obstante, pese a los muchos intentos de los
politólogos por probar está reveladora conclusión, ningún estudio ha sido definitivo al
respecto como señalaron Richter y Jessen35. No obstante, pensamos que antes de
descartar esta hipótesis valdría la pena tratar de refinarla utilizando el análisis histórico.
Es decir, quizás tener en cuenta solo los porcentajes generales de abstención no sea
suficiente, pero si comparamos estos porcentajes en zonas muy específicas y
descendiendo al nivel de los distritos electorales con los resultados obtenidos por
partidos de izquierdas en esos mismos distritos en elecciones de carácter democrático
anteriores o posteriores, en el caso español elecciones en la II República y primeras
elecciones libres tras la muerte de Franco, quizás podríamos ser más precisos.

Fuentes para una aproximación electoral al franquismo.

Las fuentes primarias que permiten dotar de contenido empírico este campo de
investigación del franquismo son, en general, abundantes y variadas aunque no exentas
de problemas. De hecho, disponemos de fuentes de este tipo tanto a nivel nacional como
local lo que permite desarrollar con solvencia esa dinámica interpretativa de la que
hablábamos antes que aspira a poner constantemente en contacto lo local con lo
nacional, el estado con la sociedad. Los principales archivos a consultar son el Archivo
33
Jerome GILISON: ―Soviet Elections as a Measure of Dissent: The Missing One Percent‖, The
American Political Science Review, 62 (1968), pp. 814-826; Rasma KARKLINS: ―Soviet Elections
Revisited: Voter Abstention in Noncompetitive Voting‖, The American Political Science Review, 2 (Jun.,
1986), pp. 449-470; Philip G. ROEDER: ―Electoral Avoidance in the Soviet Union‖, Soviet Studies, 3
(Jul., 1989), pp. 462-483.
34
Luis LÓPEZ GUERRA: ―Abstencionismo electoral en contextos no democráticos y de transición: el
caso español‖, REIS, 2(1978), pp. 53-69.
35
Ralph JESSEN y Hedwig RICHTER(eds.): Voting for Hitler and Stalin. Elections Under 20 th Century
Dictatorships, Frankfurt, Campus Verlag, 2011, p.14.

157
General de la Administración, especialmente los fondos de Presidencia (dónde se
encuentra la documentación de la Delegación Nacional de Provincias) y Gobernación
(dónde están los repertorios de la Dirección General de la Administración Local). El
Archivo del Ministerio del Interior de accesibilidad mucho más restringida pero
custodio de los fondos de la Dirección General de Seguridad y la Dirección General de
la Guardia Civil, entre otros. Por su parte, en la Biblioteca Nacional, pueden consultarse
los principales periódicos de tirada nacional del Régimen, como Arriba o YA. A nivel
local/provincial resultan de interés los archivos municipales, los históricos provinciales
y los de las sudbdelegaciones provinciales del gobierno, donde se conservan (si no han
sido destruidos) los fondos de los antiguos gobiernos civiles. Finalmente, a parte de
estas fuentes, resultan de interés las encuestas realizadas por el Instituto de Opinión
Publica desde los años sesenta, no publicadas en muchos casos, que actualmente pueden
ser consultadas en el Centro de Investigaciones Sociológicas.

La accesibilidad de todas estás fuentes es, en general, amplia aunque deben


señalarse dos importantes excepciones. Por un lado, la documentación oficial relativa a
las elecciones de procuradores familiares en las Cortes no se encuentra ni en el Archivo
General de la Administración ni en el Archivo del Congreso de los Diputados. Bajo
nuestro punto de vista, lo más probable es que la misma se encuentre en el Archivo del
Ministerio del Interior lo que dificulta su consulta puesto que el acceso depende de la
decisión discrecional de los gestores de dicho archivo. La segunda de las excepciones
afecta a las fuentes de ambos comicios, municipales y procuradores familiares en
Cortes, y tiene que ver con las restricciones de acceso a documentos con información
personal de los candidatos a partir de la década de los sesenta lo que complica el análisis
de las elecciones a procuradores familiares en Cortes y dificulta el de las elecciones
locales a partir de esa fecha.

Para realizar el análisis descriptivo y de la propia mecánica electoral las


principales fuentes documentales a tener en cuenta son tanto el Boletín Oficial de
Estado como los Boletines Oficiales de las respectivas provincias, donde se puede
encontrar toda la legislación relativa a estas elecciones. En este sentido, también
resultan claves las circulares e instrucciones tanto de carácter regular como reservado
emitidas por la Dirección General de la Administración Local y la Delegación Nacional
de Provincias, así como la correspondencia entre los gobernadores civiles y ambas
instituciones nacionales, gracias a la cual es posible documentar todas las practicas

158
extralegales que acompañaron y subvirtieron el teórico orden legal definido por las
publicaciones del BOE y las circulares regulares.

La documentación disponible es más amplia en lo que hace a la investigación


sobre la elite política de segunda fila que surgió de estas elecciones. Entre los
documentos de mayor interés están los estadillos de información personal de los
candidatos, realizados en base a los informes enviados por los jefes provinciales del
Movimiento a la Delegación Nacional de Provincias y a partir de mediados de los
sesenta a la Dirección General de la Administración Local. Esta documentación es
especialmente interesante para las elecciones por el tercio familiar y sobre todo en lo
que hace referencia a los candidatos que resultaron finalmente elegidos. En cambio,
presenta mayores lagunas por lo que respecta al tercio sindical y de entidades. No
obstante, estás carencias pueden ser subsanadas acudiendo a los archivos de los
gobiernos civiles que se conservan en algunas provincias. También son de interés los
informes generales que realizaron los jefes provinciales del Movimiento a petición de la
Delegación Nacional de provincias tras las elecciones de 1954 y los gobernadores
civiles con ocasión del referéndum y las elecciones locales que tuvieron lugar en 1966.

Por desgracia, como consecuencia de las razones ya señaladas la accesibilidad


de todo este tipo de documentación de primera mano acerca de las elecciones a
procuradores familiares en las Cortes es muy limitada. Por tanto, la prensa, que es un
muy buen instrumento para complementar la información sobre las elecciones locales,
se convierte una fuente prioritaria para el análisis de estos otros procesos electorales.
Junto a ella, las entrevistas a los protagonistas son otra de las herramientas que pueden
ayudarnos a superar la ausencia de documentación oficial, ya que que las elecciones a
procuradores familiares en Cortes tuvieron lugar en 1967 y 1971 y a ellas se presentaron
muchos candidatos relativamente jóvenes, sobre todo a las primeras, que siguen vivos a
día de hoy. Finalmente, en el archivo del Congreso de los Diputados podemos encontrar
información sobre algunos de los que finalmente fueron elegidos utilizando las
credenciales de los mismos que allí se conservan.

Documentar el estudio ―desde abajo‖ de los procesos electorales franquistas es


posible aunque las fuentes de las que disponemos para hacerlo son de menor cuantía que
las anteriormente citadas. Además, nos aportan una visión indirecta del modo en el que
los ciudadanos afrontaron estas elecciones puesto que lo hacen a través de los ojos de

159
las autoridades que relataron los informes y a través de lo que las cifras, siempre sujetas
a interpretación, en este caso del investigador, nos cuentan. Por lo que se refiere al
estudio del sufragio y su extensión a lo largo del periodo analizado, la mejor
herramienta de la que disponemos son sin duda los censos electorales, que no se han
conservado en todas las provincias. La información que éstos aportan puede
complementarse con la existente en los informes sobre las diferentes elecciones
realizados por los gobernadores civiles y los jefes provinciales del Movimiento, donde
aparecen también el número de delegados que votaron en las elecciones por el tercio
sindical. La prensa constituye otra fuente para conocer el numero de personas censadas
para cada elección por el tercio de representación familiar, tanto a nivel local como de
procuradores en cortes desde 1967.

En otro orden de cosas, la reconstrucción de los distritos electorales es posible


gracias a los boletines oficiales de la provincia, y la prensa, donde se publicaban las
calles que componían cada distrito electoral para que cada cabeza de familia supiese
cual era el centro al que tenia que ir a depositar el voto. Por otro lado, los datos sobre
participación, número de votos, abstenciones, etc. pueden encontrarse tanto en los
previamente citados estadillos realizados por la Delegación Nacional de Provincias y la
Dirección General de la Administración Local, como en la prensa, que en el caso de los
periódicos locales. Da cuenta en muchos casos de la distribución de los votos por
distritos.

Finalmente, la opinión de los ciudadanos sobre estas elecciones puede analizarse


de manera indirecta a través de los informes que los gobernadores civiles y jefes
provinciales del Movimiento realizaban sobre las elecciones de cada provincia, los
comentarios que los primeros hacían al respecto en los informes anuales de actividades
de los gobiernos civiles y los segundos en los partes mensuales que hasta principios de
los cincuenta enviaban a la Delegación Nacional de Provincias. Desde la perspectiva de
la oposición, al menos de una parte de ella, son relevantes los diversos informes que
sobre estas elecciones escribieron miembros del Partido Comunista en la clandestinidad
y que pueden consultarse en el Archivo Histórico del Partido Comunista de España.
Asimismo, una última vía de análisis sería la proporcionada por las encuestas
electorales que realizó el Instituto de Opinión Publica desde los años sesenta referidas a
elecciones locales y a elecciones a procuradores familiares.

160
Algunos retos en torno al estudio de las elecciones, el fascismo español y la Guerra
Fría

Aunque por cuestiones de espacio no podemos extendernos mucho más, nos


gustaría terminar poniendo de relieve algunos de los retos que plantea para el
historiador el análisis del franquismo desde una perspectiva electoral. Aún cuando son
muy variados, queremos subrayar aquéllos relacionados con la necesidad de integrar las
conclusiones de nuestro trabajo en el marco de debates conceptuales e historiográficos
más amplios relacionados con la inclusión de la historia de la dictadura de Franco en el
marco de la historia contemporánea de Europa, en general, y de la Guerra Fría en
particular.

Cuando Mark Mazower publicó su famosa obra Dark Continent en 199836, puso
de manifiesto como la historia de las dictaduras europeas posteriores a la II Guerra
Mundial había sido excluida de la construcción de la historia de Europa occidental tras
1945, una idea que vuelve a aparecer en la introducción del no menos reconocido
Postwar de Tony Judt37. En este sentido, nos parece que integrar la historia de las
dictaduras europeas en ese marco debería de ser una de los principales retos de quienes
las estudiamos. El hecho de que todas ellas realizaran elecciones no es en absoluto
baladí puesto que constituye no solo una línea de conexión entre las mismas, sino
también con el propio contexto histórico de la Guerra Fría en el que tuvieron lugar y
ello por dos razones. En primer lugar porque el hecho electoral se convirtió, tras la
firma del Tratado de Yalta, en un elemento simbólico inevitable para cualquier régimen
que quisiera integrase en el Orden Internacional surgido de las cenizas de la guerra. En
segundo lugar debido a que, al margen de las manidas y nunca suficientemente probadas
funciones legitimadoras de dichos procesos electorales, parece que todos ellos
contribuyeron a la institucionalización de aquellas dictaduras en la convulsa segunda
mitad de los años cuarenta.

En esta misma línea y conectando con el hecho subrayado durante la


introducción de que los estudios de la dictadura de Franco siguen sufriendo un gran
desequilibro a favor de los que se dedican a los años anteriores a la década de los
cincuenta, la investigación de estas elecciones ofrece una escenario perfecto no solo
36
Mark MAZOWER: Dark Continent: Europe's Twentieth Century, London, The Penguin Press, 1998.
37
Tony JUDT: Postwar: A History of Europe Since 1945, New York, Penguin Press, 2005.

161
para continuar aportando luz sobre el periodo menos transitado por la historiografía sino
también para plantear conceptualizaciones distintas del régimen que nos permitan
comprender mejor su naturaleza política tras la derrota de los fascismos. En este
sentido, nos parece de lo más sugerente intentar integrar la celebración de estas
elecciones y sus principales características dentro del proceso evolutivo que la síntesis
fascista surgida de la guerra civil38 experimentó a partir de los años cincuenta, lo que le
llevó a transformarse de acuerdo con las imposiciones de un contexto de Guerra Fría
completamente distinto al que dio origen al régimen, pero sin perder, a su vez, un ápice
del carácter fascista originario. En este sentido, la aplicación del concepto de
―postfascismo‖ al régimen de Franco en el sentido que lo esta haciendo Miguel Ángel
Ruiz Carnicer y su grupo de investigación constituyen el marco teórico perfecto para
realizar esa integración39.

Finalmente, otro de los retos que debería afrontar cualquier investigación del
franquismo desde la perspectiva electoral, tiene que ver con la retrospectiva. En general,
el estudio de los procesos electorales en las dictaduras ha tendido ha realizarse
aceptando el marco teórico inicial desarrollado por los científicos sociales. Es decir,
para discernir entre unas elecciones dignas de tal nombre y que puedan ser calificadas
de democráticas y aquéllas que constituyen una mera fachada propagandística sin mayor
función que la de lograr legitimidad, sobre todo internacional, el factor esencial recae en
si dichos procesos electorales son competitivos o no40. Sin embargo, este marco teórico
separa por completo el objeto de estudio del marco histórico convirtiéndolo en un hecho
coyuntural solo sujeto a un análisis funcionalista. El objetivo por lo tanto, consiste en
situar estas elecciones en el marco más amplio de la historia electoral europea. Tratar de
entender estas elecciones en el contexto de la evolución de los sistemas electorales
europeos desde el siglo XIX y observar cuáles son sus conexiones y rupturas con ellos,
porque parece evidente que el sufragio censitario y la escasa representación de los
sectores sociales entre los candidatos que se presentaban a las elecciones no fue algo
exclusivo del franquismo y el resto de dictaduras europeas posteriores la segunda
guerra mundial, sino que fue moneda de cambio habitual en la historia europea del XIX.
38
Ferrán GALLEGO: El evangelio fascista. La formación de la cultura política del franquismo (1930-
1950), Barcelona, Crítica, 2014.
39
Miguel Ángel RUIZ CARNICER: ―Fascismo, posfascismo y transición a la democracia. La evolución
política y cultural del franquismo en relación al modelo italiano‖, Itinerari di ricerca storica, 2014 (1),
pp. 67-88.
40
Véase nota 6.

162
La fallida conquista del Estado. Falange y el establecimiento de
FET y de las JONS en el País Vasco (1936-1945)

Iñaki Fernández Redondo


Universidad del País Vasco

Esta comunicación tiene por objetivo reflexionar sobre el papel que jugaron en
primera instancia Falange Española (FE), y después Falange Española Tradicionalista y
de las JONS (FET), en el establecimiento del régimen dictatorial franquista en el País
Vasco. Para ello, después de un conciso acercamiento a los antecedentes de Falange
durante la II República en territorio vasco, nos aproximaremos a cuál fue su aportación
como FET a la construcción de la dictadura franquista.

La premisa de la que parte esta comunicación es la de que Falange se reveló


como incapaz de hacerse por sí misma con los resortes del estado y que la considerable
cuota de poder que llegó a gestionar lo fue en virtud de su integración en una coalición
contrarrevolucionaria, que bajo el liderazgo del ejército, se levantó en armas contra el
régimen republicano en julio de 1936. Así, Falange se constituyó en una más de las
piezas que conformaban el magma de los sublevados, una pieza, que por lo pronto, se
convirtió, dentro del elemento civil de los rebeldes, en la más importante en términos
numéricos y de influencia política. Ello fue así por un cúmulo de diversos factores: su
posicionamiento alejado de cualquier postura posibilista durante la II República
acrecentó su prestigio una vez comenzada la guerra y la dotó de una aureola de
intransigencia doctrinal que atrajo a cuantiosos efectivos de otras organizaciones de
derechas como la CEDA; la disposición de una estructura paramilitar la habilitó para
encauzar de manera efectiva y rápida el esfuerzo de guerra que se le demandaba; y su

163
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
despliegue de una retórica palingenésica y redentora así como su organización en
diferentes servicios orientados al encuadramiento y control de la población al estilo
fascista propiciaron que fuese juzgada como el canal más adecuado para la asimilación
de las masas trabajadoras y de los sectores reconvertibles de los vencidos.

Sin embargo, no en todos los lugares se cumplió este relato general. En el País
Vasco, Falange no se convirtió en el principal activo político de los sublevados, sino
que el papel predominante lo jugó otra fuerza de extrema derecha con un arraigo muy
superior: el tradicionalismo. Pese a los altibajos que sufrió este movimiento durante el
último tercio del s.XIX y el primero del s.XX, durante la II República vivió un
momento de intensa reorganización y expansión que vivificó su potencial y le afirmó
como el principal vehículo de expresión de la oposición al régimen republicano en las
provincias vascas1. Todo ello además, imbuido de un sistema referencial y simbólico de
honda influencia sentimental para sus bases, con una profunda imbricación en las auto-
representaciones locales y los círculos de sociabilidad, de forma que trascendía los
límites de un simple partido político pretendiendo constituirse en una suerte de
comunidad2.

Por otra parte, otra de las premisas constituyentes de esta comunicación es que el
caso vasco, más allá de las especificidades derivadas de la superioridad tradicionalista y
de la originalidad que pueda presentar en lo concerniente al establecimiento de la
dictadura, puede resultar de utilidad al análisis del conjunto del proceso de
institucionalización del régimen franquista a nivel nacional. La diferenciación entre los
proyectos políticos de cada una de las fuerzas que apoyaron la sublevación militar así
como de sus representantes locales y provinciales se encuentra más marcada que en
otros lugares de la geografía española, donde grandes masas adscritas a una derecha
genérica sin mayor definición se integraron en FE y en FET sin que ello supusiese la
aceptación inmediata de sus postulados ideológicos o del modelo de sociedad y estado
que propugnaba la opción fascista que representaba la antigua Falange. De esta forma,

1
Sobre el proceso reconstituyente del tradicionalismo en las provincias vascas vid. RODRÍGUEZ RANZ,
José Antonio: Guipúzcoa y San Sebastián en las elecciones de la II República. Sociedad Guipuzcoana de
Ediciones y Publicaciones, San Sebastián, 1994; RIVERA BLANCO, Antonio y PABLO CONTRERAS,
Santiago de: Profetas del pasado. Las derechas en Álava. Ikusager, Vitoria, 2014, y PLATA PARGA,
Gabriel: La derecha vasca y la crisis de la democracia española (1931-1936). Diputación Foral de
Vizcaya, Bilbao, 1991.
2
Sobre las raíces culturales de la sublevación en Álava y el papel que en ellas desempeñó el
tradicionalismo vid. UGARTE TELLERÍA, Javier: La nueva Covadonga insurgente. Orígenes sociales y
culturales de la sublevación de 1936 en Navarra y el País Vasco. Biblioteca Nueva, Madrid, 1998.

164
el claro contraste entre unos sectores políticos y otros en el País Vasco facilita la
observación del papel que jugaron los falangistas en el proceso de establecimiento de la
dictadura franquista a nivel provincial y local, pudiendo servir de referente para lo que
ocurrió en otros territorios donde la pertenencia a las diferentes opciones de derechas
que conformaban la coalición contrarrevolucionaria no resultan a primera vista tan
marcadas.

Falange durante la II República

Lo primero que hay que señalar respecto a Falange durante la II República es su


carácter marginal dentro del sistema republicano de partidos. Esta afirmación es
igualmente cierta para el caso vasco: Falange no presentó candidatura alguna en
ninguna de las circunscripciones vascas en las diferentes citas electorales que se
produjeron durante el periodo republicano y su número de afiliados se mantuvo en
cifras ridículas hasta el momento de la sublevación militar.

En lo que respecta a su implantación, encontramos dos tipologías bien


diferenciadas en territorio vasco, por un lado el País Vasco continental y por el otro el
costero. Cada uno de estos modelos está asociado con un mayor (caso del costero) o
menor (el continental) impacto del proceso de modernización y de las consecuencias de
la aparición de la sociedad de masas industrial, lo que conllevó aparejado a su vez un
mayor o menor grado de penetración del fascismo en su territorio.

En el primero de los casos, circunscrito a la provincia de Álava, la presencia


organizada de Falange se limitó a la capital, Vitoria, mostrando una evidente
incapacidad para penetrar en el interior de la provincia. Cabría hacer la excepción de
pequeños núcleos de militantes en alguna de las localidades del norte de la provincia
como Amurrio o Barambio, pero no está claro que se constituyesen como
organizaciones locales y, en todo caso, su dependencia jerárquica estaba debida a Bilbao
y no a Vitoria3. Además de por su limitación orgánica a la capital, el caso alavés estuvo
caracterizado por el muy limitado desarrollo del partido, que no mantendría hasta

3
Así lo indican diferentes indicios. Los únicos mítines realizados por Falange en suelo alavés tuvieron
lugar en Barambio y Llodio y fueron organizados por la Falange vizcaína. Arriba 13-2-1936. Cuando
algunos de los falangistas del norte de la provincia, descontentos con la gestión del jefe provincial alavés,
decidieron solicitar su destitución, lo hicieron acudiendo a Bilbao. AGA (9) 17.10 51/20506 Exp. 6.

165
comenzada la guerra civil más delegaciones o servicios que el SEU, y por el escaso
número de militantes, que podemos cifrar en torno a los 40 en julio de 19364.

En el otro caso, encontramos el País Vasco continental, conformado por las


provincias de Guipúzcoa y Vizcaya. En este modelo, pese a seguir moviéndonos en los
ámbitos de insignificancia numérica en que se desenvolvió la actividad de Falange en
toda España, el partido fascista logró un mayor desarrollo orgánico y una implantación
más sólida que le llevó a rebasar los límites de las capitales provinciales. Así, en
Guipúzcoa Falange estableció organizaciones locales en Tolosa, Irún y Eibar además de
contar con núcleos de militantes en Cegama, Segura y Hernani 5. En Vizcaya,
encontramos una situación similar con jefaturas locales en Baracaldo, Portugalete,
Guecho y Valmaseda, y con núcleos no organizados en otras localidades de la comarca
de las Encartaciones como Güeñes o Galdames o de la zona minera como Gallarta u
Ortuella6. Además, como ya apuntábamos antes, Falange alcanzó un mayor desarrollo
organizativo con el establecimiento de diferentes ―servicios‖: el SEU, la Sección
Femenina, la CONS y la Primera Línea. En cuanto al número de afiliados también nos
encontramos con un salto cuantitativo importante: en vísperas de la sublevación militar
Falange contaba en Guipúzcoa con 150-175 afiliados7, mientras que en Vizcaya en los
mismos momentos rondaba los 175-2008.

La actividad de los falangistas durante la II República se concentró en la


organización de algunas charlas en sus locales y en la venta de su prensa, de donde se
derivarían la mayor parte de los altercados en que se vieron implicados. Tras las
elecciones de 1936, Falange fue ilegalizada en todo el territorio nacional en el mes de
marzo. A raíz de ello, numerosos falangistas vascos fueron encarcelados a causa de su
4
PABLO CONTRERAS, Santiago de: La Segunda República en Álava: elecciones, partidos y vida
política. Universidad del País Vasco, Bilbao, 1989, pp. 70-71
5
Unidad 18-7-1938; AGA (8) 1.003 44/2628; RODRÍGUEZ ÁLVAREZ, Mikel: ―Marcelo Usabiaga. Así
fue la batalla de Irún‖. Historia 16, nº 362, 2006, pp. 76-85; RUNY: Irún. Llave del Norte. Aldus,
Santander, 1938; El Día 25-3-1936
6
Arriba 27-6-1935; YBARRA BERGÉ, Javier: Mi diario de la guerra de España. Imprenta Provincial de
Vizcaya, Bilbao, 1941, p. 16; CDMH/PS/TPE Caja 18 Exp. 1 y Caja 10 Exp. 7; AIZPURU MURUA,
Mikel: Barakaldo. Una ciudad industrial. Auge y consolidación (1900-1937). Beta III Milenio, Bilbao,
2011, p. 175; GARCÍA VENERO, Maximiano: Testimonio de Manuel Hedilla. Acervo, Madrid, 1972, p.
93; AGA (8) 1.003 44/2553.
7
ARRARÁS IRIBARREN, Joaquín: Historia de la Cruzada Española. Vol. VI, Tomo XXVI, Ediciones
Españolas, Madrid, 1942, p. 232 y CALVO VICENTE, Cándida: Poder y consenso en Guipúzcoa
durante el Franquismo. 1936-1951. Tesis doctoral inédita presentada en el Departamento de Historia
Medieval, Moderna y Contemporánea de la Universidad de Salamanca, 1994, p. 66.
8
ARRARÁS IRIBARREN, J.: Historia de… op. cit., p. 315; PAYNE, Stanley G.: Falange. Historia del
fascismo español. Sarpe, Madrid, 1985, pp. 100-101 y GARCÍA VENERO, M.: Testimonio de… op. cit.,
p. 95.

166
actividad política clandestina. Por estas fechas también se implicó decididamente en la
conspiración antirrepublicana que conduciría al golpe de estado del 18 de julio,
tomando parte en las reuniones preparatorias, realizando labores de enlace con los
cuarteles y comprometiendo sus fuerzas en el movimiento insurreccional.

FET de las JONS

Con el fracaso del golpe de estado y el inicio de lo que se auguraba como una
larga guerra en el bando insurrecto se fue dibujando la necesidad de establecer un
andamiaje institucional que fuese desarrollándose en un aparato estatal bajo la autoridad
de los militares rebeldes. Una de las primeras necesidades cohesivas a las que se
enfrentaron fue a la unificación y supeditación de todas las fuerzas políticas que habían
apoyado la sublevación militar. El primer paso que se dio en ese sentido fue el de el
sometimiento de las milicias vinculadas a los partidos políticos bajo la autoridad del
ejército9. El siguiente movimiento, y de un alcance mayor, fue el de la extinción de
todos los partidos políticos y la integración de todos sus miembros en una nueva
organización que se estableció a partir de la unificación de los dos partidos mayoritarios
de la zona ―nacional‖: Falange y Comunión Tradicionalista (CT).

Pese a que la unificación impuesta se veía venir por parte de ambos partidos
desde tiempo antes de que efectivamente se llevase a cabo, los intentos y negociaciones
llevados a cabo por sus dirigentes y delegados para lograrla de manera voluntaria y
pactada fracasaron10. Finalmente, la unificación les vino dictada desde arriba, en la
forma de un decreto redactado sin haber consultado a ninguna de las dos fuerzas
políticas en abril de 193711. El decreto establecía la creación del nuevo partido único de
los sublevados, FET y de las JONS, cuya estructura organizativa y puntos
programáticos eran básicamente los de Falange, creando una sensación de descontento,
que no haría más que ir agrandándose con el paso del tiempo, entre los tradicionalistas
por considerar estos que quedaban desplazados y sus símbolos y sistemas referenciales
marginados.

9
BOE 22-12-1936
10
Sobre la negociación entre tradicionalistas y falangistas vid. RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, José Luis:
Historia de Falange Española de las JONS. Alianza, Madrid, 2000, pp. 283-291 y THOMÀS I
ANDREU, Joan María: Lo que fue la Falange. Plaza & Janés, Barcelona, 1999, pp. 146-160.
11
BOE 20-4-1937

167
La forma en que se llevó a cabo, así como las primeras medidas que se tomaron
en torno a FET, como el nombramiento de los miembros de su Junta Política, obviando
por completo la jerarquía propia tanto de Falange como de CT, originaron conflictos
con ambos fuerzas. En el caso de Falange, la promulgación del decreto de unificación
coincidió con una crisis de liderazgo que tenía su origen en la situación de
descabezamiento que se había producido al quedar en zona republicana sus principales
líderes. Al frente del partido fascista quedó Manuel Hedilla Larrey, pero su situación era
harto inestable y su liderazgo se encontraba sometido a fuertes críticas de sectores que
se sentían más legitimados para dirigir el partido. En esta pugna por el control de
Falange Hedilla hubo de recurrir al apoyo de los militares y del general Franco para
neutralizar las maniobras de sus rivales tendentes a descabalgarle de su puesto, en lo
que posteriormente sería conocido como ―los sucesos de Salamanca‖. Así, cuando la
unificación fue decretada, las acusaciones a Hedilla por haber ―vendido‖ Falange a
Franco se intensificaron y forzaron al líder falangista a rechazar su participación en el
partido único y tratar de establecer una base de fuerza desde la que negociar con Franco
una modificación de la unificación en términos más respetuosos para Falange12.

Para ello hizo llegar un telegrama a todas las jefaturas de Falange el 22 de abril
reafirmando el conducto jerárquico propio del partido (y entrando en abierta oposición a
uno del día anterior mandado por el Cuartel General de Franco a todos los gobernadores
militares en el que se daba cuenta de la unificación dictada y se les conminaba a
reunirse con los jefes de FE y CT de sus respectivas provincias y notificarles que de ese
momento en adelante sólo habían de acatar las órdenes que les llegasen a través de FET)
y a continuación envió emisarios a esas mismas jefaturas con la finalidad de recabar
adhesiones y poder presentarse respaldado a una posible negociación con Franco. Sin
embargo, el general no iba a permitir ese menoscabo de su autoridad y el día 24 ordenó
la detención de Hedilla por oponerse a la unificación.

Los emisarios enviados por Hedilla a las provincias tuvieron escaso éxito en sus
propósitos con la notable excepción de Guipúzcoa. El designado para trasladar las
instrucciones de Hedilla a este territorio, Lamberto de los Santos Jalón, encontró una
buena acogida entre los dirigentes provinciales de Guipúzcoa, que rápidamente

12
Para todo lo referente a los movimientos de Hedilla durante los periodos inmediatamente anterior y
posterior al decreto de Unificación el mejor acercamiento es el de THOMÀS I ANDREU, J. M.: El gran
golpe. El caso Hedilla o cómo Franco se quedó con Falange. Debate, Barcelona, 2014.

168
decidieron apoyar a Hedilla en sus pretensiones de rectificación del decreto de
unificación. El jefe provincial, Aniceto Ruiz Castillejo, en colaboración con el jefe del
servicio de información, teniente de caballería José Chamorro García, mandó falangistas
a Pamplona y Vitoria con el objetivo de averiguar con cuántos hombres destinados al
frente de Vizcaya y de la 2ª Línea podrían contar en caso de que fuese necesario el
empleo de la fuerza. También se habló en las reuniones celebradas en San Sebastián
entre los dirigentes guipuzcoanos de la posibilidad de ocupar los centros de poder
provinciales. Pero finalmente la decisión adoptada, en vista del terreno peligroso en el
que se estaban moviendo y las escasas posibilidades de éxito que preveían al no contar
con buenas expectativas para que el resto de jefaturas provinciales se sumasen, fue la de
organizar dos manifestaciones en apoyo de Hedilla, una en Irún y otra en la capital
donostiarra13.

Como esperaban los líderes guipuzcoanos, el resto de jefaturas provinciales del


norte peninsular se movieron en este asunto entre la cohibición, caso de Álava o La
Rioja, y el firme apoyo a las autoridades militares, Navarra. De esta manera, cualquier
conato de insurrección falangista se convertía en una quimera. Los emisarios de Hedilla,
así como los dirigentes guipuzcoanos, fueron arrestados y procesados por su actuación,
desbaratando de manera definitiva las maniobras de resistencia hedillistas.

Los tradicionalistas, por su parte, pese al franco disgusto con que todos
acogieron la unificación, también se vieron divididos respecto al posicionamiento a
adoptar frente a la misma. En primer lugar se encontraban los seguidores del conde de
Rodezno, partidarios del entendimiento con los militares y de la integración en lo que ya
se iba conformando como el futuro estado franquista. No obstante su postura posibilista,
la situación de marginamiento a la que fue sometido el tradicionalismo les condujo a un
mayor distanciamiento, sobre todo hacia el partido único, sin que nunca llegasen a
romper sus relaciones con el franquismo. En segundo lugar podemos situar a los
partidarios de las tesis intransigentes defendidas por Fal Conde, que renegaron desde el
comienzo del partido único y cuyas actitudes hacia el régimen franquista variaron entre
la aceptación distante y la oposición. Y en último lugar hay que mencionar a un grupo
minoritario pero que en determinados territorios, como Álava, contaron con un peso e
influencia determinante, los carloctavistas. Adoptaron su nombre del de su candidato a

13
Ibid., pp. 179-191

169
la sucesión del trono carlista, Carlos Pío de Habsburgo, y pese a que durante la II
República se destacaron por su defensa de la ortodoxia tradicionalista y su rechazo al
acercamiento a los alfonsinos, durante la década de los cuarenta se integraron
decididamente en el franquismo, colaborando tanto en las instituciones estatales como
en el partido único14.

En el País Vasco, una vez superado el incidente protagonizado en Guipúzcoa por


los fieles a Hedilla, la primera preocupación del régimen franquista fue la de asegurarse
la adhesión y aceptación del tradicionalismo, a fin de cuentas el movimiento derechista
con mayor apoyo en territorio vasco. Para ello, siguiendo el acuerdo tácito por el cual el
reparto de las jefaturas y secretarías provinciales de FET se haría en base a la fuerza
numérica de cada organización15, en las tres provincias vascas el mando del partido
único se confió en un primer momento a los tradicionalistas. Indicativo de la
importancia que se le concedía a la integración del tradicionalismo vasco es que en otros
territorios como Cataluña o La Rioja, esta norma no escrita no se respetó16.

FET en Álava

En Álava la sublevación militar tuvo éxito, quedando todo su territorio excepto


algunos pueblos limítrofes con Vizcaya en manos rebeldes desde el primer momento.
Los militares se hicieron con el poder provincial ocupando el teniente coronel Cándido
Fernández Ichaso del gobierno civil y la presidencia de la diputación foral. Para
transmitir un ambiente de normalidad el ayuntamiento de Vitoria le fue confiado a
Rafael Santaolalla, alegando que había sido el candidato más votado en las malogradas
elecciones municipales de abril, y poco después, en el mes de agosto, se encargó la
dirección de la diputación a Eustaquio Echave-Sustaeta, representante del sector

14
Sobre los octavistas en Álava vid. CANTABRANA MORRAS, Iker: ―Octavistas contra oriolistas. La
lucha por el control de las instituciones, 1936-1957‖ en RIVERA BLANCO, Antonio (coord.): Dictadura
y desarrollismo. El franquismo en Álava. Ayuntamiento de Vitoria, Vitoria, 2009, pp. 121-174.
15
THOMÀS I ANDREU, J. M.: Falange, guerra civil, franquisme: FET y de las JONS de Barcelona en
els primers anys del règim franquista. Abadia de Montserrat, Barcelona, 1992, p. 132-133.
16
La Jefatura Territorial de Cataluña logró, mediante contactos en los círculos cercanos a Franco, la no
aplicación del decreto de unificación hasta el momento de la ―liberación‖ del territorio catalán,
consiguiendo en ese momento el nombramiento para uno de los suyos, ibid., 127-196. En La Rioja el
nombramiento de jefe provincial también recayó en un falangista, el motivo hemos de encontrarlo en que
el crecimiento que experimentó Falange fue muchísimo mayor al del tradicionalismo, superando su
aportación en número de combatientes e, incluso, de afiliados, RIVERO NOVAL, Cristina: Política y
sociedad en La Rioja durante el primer franquismo (1936-1945). Instituto de Estudios Riojanos,
Logroño, 2001, pp. 188-190 y 198.

170
tradicionalista mayoritario, el seguidor de José Luis Oriol y alineado con la postura
posibilista de Rodezno17. En el interior de la provincia la tónica general también fue la
de la continuidad, respetándose los ayuntamientos en manos derechistas y cesando a los
concejales de izquierda y republicanos. Frente al nacionalismo vasco la actitud fue
ambivalente puesto que en algunos lugares, caso de Elciego o Iruráiz, las gestoras
nacionalistas fueron permitidas, mientras que en otros lugares como Aspárrena fueron
cesadas18. Llama la atención que en estos momentos, con una Falange que se encontraba
en pleno auge por el escenario bélico y la afluencia de nuevos militantes a sus filas,
fuesen plenamente desprovistos de cualquier participación en la gestión del poder
provincial, prefigurando de este modo las dificultades que tanto FE como FET
encontrarían para poder desarrollar su proyecto político en Álava.

En este escenario de primacía militar y control de las instituciones por parte de


la derecha vitoriana de ―toda la vida‖ y del tradicionalismo oriolista es en el que se
efectuó la unificación. El primer jefe provincial designado para hacerse cargo de FET en
la provincia fue el presidente de la diputación Eustaquio Echave-Sustaeta, con el
falangista Hilario Catón Presa como secretario19. El proceso unificador en Álava fue
complejo, con resistencias por ambas partes, y nunca llegó a completarse en plenitud.
Desde muy temprano llegaron noticias de incidentes en diferentes puntos de la
provincia, especialmente por parte de tradicionalistas, que mostraban el rechazo que esa
medida suscitaba entre las bases y dirigentes de ambos partidos20.

Un ejemplo significativo de la desconfianza que se instaló entre falangistas y


tradicionalistas es la causa militar que se inició en abril de 1941 por un depósito de
armas realizado durante la unificación. Los responsables eran antiguos dirigentes de la
Falange alavesa y el alijo de armas se había escondido, según sus palabras, porque
―como se rumoreaba de cierta tirantez entre Requetes y Falangistas ante la Unificación
y que los requetés se estaban preparando en contra de los Falangistas por medio de

17
Sobre el Ayuntamiento de Vitoria en el franquismo vid. LÓPEZ DE MATURANA DIÉGUEZ,
Virginia: La reinvención de una ciudad: poder local y política simbólica en Vitoria durante el franquismo
(1936-1975). Universidad del País Vasco, Bilbao, 2014. Sobre la Diputación Foral en el mismo periodo:
CANTABRANAMORRAS, I.: Lo viejo y lo nuevo. Diputación-FET de las JONS. La convulsa dinámica
política de la leal Álava (Primera parte 1936-1938). Sancho el Sabio, nº 21, 2004, pp. 149-180 y la
segunda parte, que bajo el mismo título se encuentra en Sancho el Sabio, nº 22, 2005, pp. 139-169.
18
RIVERA, A. Y PABLO, S. de: Profetas del… op. cit., p. 448
19
BOM 1-9-1937
20
AHN, FFCC, Ministerio del Interior, 810-H, AIMNO, Plaza de Vitoria, Caja 60, Causa 1143/37;
AGMAV, Caja 2912, Exp. 56

171
checas y armándose, claro esta que sin otra justificación que el mero rumor y se les
indicaba [a los falangistas] que siendo en esta provincia mayor número [de
tradicionalistas] les iban a atizar y que ya se podían preparar‖21. En una fecha como
octubre de 1940, más de tres años después del decreto de unificación, el jefe provincial
de aquellos momentos, Alfonso Sanz, se lamentaba del escaso espíritu unificado que
existía en Álava y señalaba que ―mientras no se lleve a rajatabla la orden de unificación
y se den atribuciones de carácter ejecutivo a los Jefes Provinciales para detener o
proceder con multas o sanciones contra aquellos que no cumplen el decreto de
unificación aun cuando sea en sus más pequeños detalles, no adelantaremos nada‖22.

El periodo de Eustaquio Echave-Sustaeta al frente de la FET alavesa fue breve.


Su gestión fue criticada por los falangistas, que le veían como representante de la vieja
política y como un cacique tradicionalista. Pero la oposición más cerrada que se
encontró provino de dentro del tradicionalismo, concretamente de los octavistas.
Privado de buena parte de sus apoyos por el descontento que la unificación había
generado entre el tradicionalismo oriolista, fue cesado en su cargo en octubre de 1937
por el gobernador civil que acababa de llegar para hacerse cargo de la provincia, Eladio
Esparza23. Esparza, apoyado en su labor por los octavistas y los miembros más
intransigentes de la antigua Falange alavesa, pretendió llevar a cabo una política
revolucionaria que barriera la influencia de los antiguos políticos y consolidará el papel
del partido único. Al frente de FET se colocó a José María Elizagárate, representante
octavista, y como secretario al antiguo jefe provincial de Falange Ramón Castaño24.
Este es el momento de mayor auge de los antiguos falangistas en el seno del partido
único alavés, que controlarían varias delegaciones y extenderían su influencia hasta
poder penetrar en otras instituciones provinciales como la diputación.

A pesar del éxito que habían tenido al expulsar de la jefatura provincial a


Echave-Sustaeta, las relaciones entre ambos sectores nunca fueron buenas y finalmente,
en abril de 1938, todo se vino abajo. Castaño se presentó en el despacho del secretario
particular de Elizagárate y le propinó varios golpes. El motivo era que en las
dependencias de la jefatura un grupo de tradicionalistas empleaban una bandera de
Falange para limpiarse los zapatos y que a la empleada de la limpieza que había dado

21
AIMNO, Plaza de Vitoria, Caja 39 Causa 496/41
22
AGA (9) 17.10 51/20545 Exp. 9
23
Norte 27-8-1937
24
BOM 15-10-1937 y Norte 9-10-1937

172
cuenta de este hecho a Castaño la habían despedido y maltratado haciéndole beber
aceite de ricino25. Castaño fue cesado de su cargo y sustituido por José María Aresti,
también falangista de una línea colaboracionista26.

Sin embargo, la política llevada a cabo por el tándem Esparza-Elizagárate había


generado mucho malestar en Álava y se había granjeado la inquina de los sectores que
habían sido desplazados del poder. Con la pérdida del apoyo de los falangistas
intransigentes, la situación en que quedaba Esparza era muy precaria, siendo cesado en
agosto de 1938. Elizagárate abandonó en solidaridad su puesto de jefe provincial27.

A partir de este momento se abre un largo periodo de interinidad en el partido


único alavés ante la incapacidad de las autoridades para encontrar personas de prestigio
y capaces que quisiesen hacerse cargo del mismo. De esta manera, José María Aresti
ocupó en funciones la jefatura provincial hasta enero de 194028. Esta situación se vio
acompañada con el despliegue de una política de pacificación interna que desplegaron
los siguientes gobernadores civiles, Eduardo Cadenas (8-1938 / 12-1938)29 y Francisco
Sáenz de Tejada (12-1938 / 8-1939)30. Las instituciones provinciales volvieron a
encontrarse bajo el control de la derecha tradicional alavesa y se vivió un periodo de
relativa normalidad y estabilidad.

Representativo de la situación de debilidad que vivía FET en Álava en estos


momentos es el conflicto que mantuvo con el ayuntamiento vitoriano a cuenta de los
comedores económicos que éste disponía para cubrir las exigencias benéficas. Alegando
que el ayuntamiento desarrollaba una gestión nefasta en asuntos de abastecimiento y
que se solapaban sus competencias en matera de asistencia social, FET pretendió que
los comedores del ayuntamiento pasasen a depender del Auxilio Social. El
ayuntamiento se negó y pese a poseer el respaldo del gobernador civil, FET careció de
influencia necesaria para hacer valer su criterio31.

En enero de 1940 fue nombrado jefe provincial de FET el capitán de caballería


Alfonso Sanz Gómez con la intención de acabar de una vez con la situación de

25
AIMNO, Plaza de Vitoria, Caja 8, Causa 1055/38
26
Norte 30-4-1938 y 20-5-1938
27
Norte 31-8-1938
28
Norte 8-9-1938
29
Norte 30-8-1938
30
Norte 30-12-1938
31
AC-AV 21-1-1939

173
interinidad y postración en que vivía el partido único en Álava32. Como se iría
revelando, Sanz no era la mejor figura para emprender una tarea de prestigiamiento:
durante la guerra había ocupado el cargo de delegado de orden público y había sido el
responsable del grueso de asesinatos y ejecuciones que llevaron a cabo de los
sublevados en Álava, infligiendo profundas heridas en la cohesionada sociedad alavesa,
no sólo entre los vencidos, sino también entre amplios sectores de la derecha que habían
desaprobado sus métodos represivos33. Además, en su tarea encontraría otros
problemas, como la cerrada oposición que a su gestión realizaron los sectores
falangistas encabezados por Ramón Castaño. Pese a los esfuerzos de Sanz, el partido
único continuó siendo un ente sin arraigo popular y con una manifiesta debilidad en el
organigrama institucional alavés. Prueba de ello es la desaparición del órgano de
expresión oficial de FET, el diario Norte, debido a dificultades económicas, no
consiguiendo que la diputación dispusiese de un fondo para su rescate34.

En agosto de 1942 el llamado a regir el partido único alavés fue Pedro Gómez Ruiz, un
tradicionalista unificado bien relacionado en la provincia35. Unos meses después de
llegar a la jefatura provincial se produciría en su persona la unificación de cargos al ser
nombrado también gobernador civil en junio de 1943. Para desarrollar su política se
apoyó en el octavismo, que se convertiría en el primer beneficiario de su gestión al
encabezar las instituciones provinciales. Así se dio un talante más desideologizado y
administrativo a las instituciones, prefigurando lo que vendría a ser la larga dictadura
franquista en suelo alavés.

FET en Guipúzcoa

En Guipúzcoa, de manera aún más destacada que en las otra dos provincias
vascas, el eje en el que transcurrió durante los primeros años la política del régimen
franquista y el partido único fue el de la integración del tradicionalismo36. Mientras en
Álava el carlismo también se encontraba dividido, la sólida presencia del octavismo

32
BOM 1-2-1940
33
GÓMEZ CALVO, J.: Matar, purgar… op. cit., pp. 70-78
34
AGA (9) 17.10 51/20545 Exp. 9
35
BOM 1-8-1942
36
CALVO VICENTE, C.: Poder y consenso… op. cit., pp. 265-324

174
garantizó la gobernabilidad y la minimización de la disidencia tradicionalista; en
Vizcaya, la existencia de un sólido grupo monárquico de gran prestigio y que acogía en
sus filas a buena parte de la élite económica y social bilbaína hacía menos necesario el
apoyo de los carlistas. Sin embargo, en Guipúzcoa, quedó patente desde bien pronto que
el establecimiento de la dictadura pasaba por el logro de una mínima adhesión del
tradicionalismo, por lo que la rápida extensión del falcondismo por la provincia supuso
un motivo de alarma para las autoridades.

En un primer momento, y a diferencia de lo que acabamos de ver en Álava, la


voluntad de los militares que tomaron la provincia fue lograr que todas las fuerzas
políticas que habían apoyado la insurrección se encontrasen representadas en las
instituciones pero manteniendo una cierta preponderancia del carlismo37. La diputación
quedó en manos de Fidel Azurza, tradicionalista tolosano, y el Ayuntamiento fue
presidido por el monárquico José Múgica Múgica. Éste último estuvo poco tiempo al
frente de la institución ya que Falange había quedado descontenta con el reparto de los
puestos de poder, considerando su representación exigua, y aprovechó su ambigua
postura hacia las medidas represivas desatadas por el incipiente régimen franquista para
lograr su destitución. El siguiente alcalde, José María Angulo Jiménez, también era
monárquico, pero en su gestora había un mayor peso del tradicionalismo38.

Con la constitución del partido único la cota de poder del tradicionalismo se


ampliará, al ser nombrado jefe provincial Agustín Tellería Mendizábal, jefe del requeté
guipuzcoano y uno de los máximos exponentes de la conspiración antirrepublicana en la
provincia39. Sin embargo, Tellería se reveló pronto como el hombre equivocado para
llevar a cabo la implantación del partido único en Guipúzcoa. Sentía una profunda
animadversión hacia los falangistas y nunca aceptó del todo el decreto de unificación.

Un ejemplo de lo esto que señalamos lo encontramos en los actos organizados


con motivo del I aniversario de la ―liberación‖ de San Sebastián. Pese a que la
organización de los actos fue encargada al ayuntamiento, fue el tradicionalismo, por
medio de Tellería y los concejales carlistas de la comisión de fomento, el encargado de
los preparativos. Desde el primer momento la celebración fue concebida como un acto

37
LUENGO TEIXIDOR, Félix: ―La formación del poder local franquista en Guipúzcoa (1937-1945).
Gerónimo de Ustariz, 4, 1990, pp. 83-95
38
Ibid.
39
Unidad 4-5-1937

175
de exaltación carlista que rayaba con la exhibición de la disidencia. De hecho, Tellería
fue cesado en su cargo de jefe provincial durante los preparativos40, dando instrucciones
de que no se informase de nada relacionado con el aniversario a su sucesor, el
tradicionalista unificado Julio Muñoz Aguilar41. El último día de los festejos se produjo
una masiva manifestación tradicionalista, que portaba banderas no autorizadas y
coreaba gritos a favor de Fal Conde y el rey carlista. Hacia el final de la manifestación
se produjeron algunos incidentes con grupos de falangistas que trataron de detener a
algunos de los carlistas más exaltados. Por su parte, en la tribuna de autoridades, el
gobernador civil, el jefe provincial y el secretario de FET, decidieron mostrar su
disgusto abandonando la presidencia de los actos y acudiendo al gobernador militar para
darle cuenta de los hechos42. Las consecuencias fueron la remodelación del
ayuntamiento, que quedó en manos del tradicionalista Antonio Paguaga Paguaga en
seguimiento de una política diseñada para paliar el creciente y visible malestar carlista.

El motivo por el que el jefe provincial Muñoz Aguilar fue excluido de los
preparativos del acto por su predecesor, fue el objetivo con el que fue nombrado: lograr
que la unificación fuese una realidad en Guipúzcoa. Así, lo hizo saber el propio Aguilar
al tomar posesión de su cargo: ―dedicar todos sus afanes por que [sic] Falange Española
Tradicionalista y de las JONS cumpla en esta Guipúzcoa heroica y gloriosa, la misión
que el jefe Nacional del movimiento trazó en el decreto de unificación‖43. Sin embargo,
su éxito fue más bien limitado. El descontento entre el tradicionalismo continuaba
agrandándose y los incidentes entre falangistas y tradicionalistas se repetían, como
ocurrió en la conmemoración de los mártires de la Tradición en Tolosa en marzo de
1938.

Por este motivo se continuó buscando entre el tradicionalismo guipuzcoano una


figura de gran prestigio que por su posicionamiento ante la unificación pudiese
encabezar FET en la provincia. El elegido fue Fidel Azurza Aramburu 44, que ya había
presidido la primera diputación franquista. Sin embargo, el encargo fue acogido con
notables reparos por el elegido, que manifestaba en una entrevista celebrada con motivo
de su nombramiento: ―se me ha caído una losa encima y puedo decirle francamente que

40
Unidad 4-9-1937
41
BOM 1-9-1937
42
AIMNO, Plaza de Logroño, Gobierno Militar de Guipúzcoa, Caja 148, Causa 1647/37
43
Unidad 4-9-1937
44
BOM 1-5-1938

176
me disgusta [su designación]‖ para asegurar a continuación ―Quizás dentro de unos dos,
tres o cuatro días tomaré posesión, pues supongo que para entonces se me habrá pasado
la mala impresión que mi nombramiento me ha producido‖45. Poco parece que mejoró
su opinión acerca de su designación porque menos de dos meses después de la misma,
en julio de 1938, presentó su dimisión46.

Para sustituir a Azurza se trató de continuar poniendo al frente del partido único
a un tradicionalista guipuzcoano con prestigio entre las bases carlistas y el elegido fue
Juan José Pradera Ortega47. Pradera también trató de seguir desarrollando la unificación
en la provincia y para ello se apoyó en elementos tradicionalistas que habían aceptado la
unificación. Al igual que sus predecesores, obtuvo escaso éxito. Un informe de la
delegación de información e investigación de FET fechado poco después de que Pradera
abandonase el cargo, en octubre de 1939, manifestaba que en ―los pueblos de
Guipúzcoa […] la unificación no se conoce […] es muy grande el numero de personas
que están al margen de la unificación‖48

El siguiente jefe provincial fue Elías Querejeta Insausti49, que además de


continuar con la política unificadora de sus antecesores también acentuó la búsqueda de
la integración carlista mediante un repunte simbólico del tradicionalismo. Una delas
piezas claves de su política de atracción del tradicionalismo y de impulso del partido
único fue la ligazón de FET con la diputación, aunando en su persona los cargos de jefe
provincial y presidente50. De esta manera trataba de transferir parte del prestigio que
poseía la institución de la diputación al partido al tiempo que se aseguraba que las
iniciativas de FET fuesen secundadas y apoyadas económicamente por el ente
provincial.

Su política rápidamente fue contestada desde otros sectores del régimen


franquista. Los falangistas, que paradójicamente habían alcanzado su mayor cuota poder
en el partido único con Querejeta, creyeron que había llegado el momento de
aprovechar la coyuntura favorable que se les abría a nivel nacional, no en vano estos
fueron los años de mayor fascistización del régimen, para poder desarrollar sus

45
Unidad 2-5-1938
46
BOM 10-8-1938
47
Ibid.
48
AGA (9) 17.10 51/20517 Exp. 2
49
BOM 10-6-1939
50
Unidad 17-8-1939

177
planteamientos más netamente fascistas. De esta manera, los conflictos de Querejeta
con los reductos más intransigentes de Falange se empezaron a multiplicar
localizándose especialmente en el SEU, dirigido por el camisa vieja Víctor Manuel
Rubio, y en los sindicatos, encabezados por el también camisa vieja, Juan Francisco
Puente. Además, a la labor de oposición falangista se sumó el influyente grupo
monárquico donostiarra, que contaba con el apoyo del gobernador civil, el también
monárquico Gerardo Caballero Olabezar51. Las tensiones entre el jefe provincial y el
gobernador civil convencieron a las autoridades franquistas de la necesidad de proceder
a la unificación de cargos en Guipúzcoa. Para llevarla a cabo se cesó tanto a Caballero
como a Querejeta, recayendo los cargos de ambos en el falangista navarro Fermín Sanz
Orrio52.

A partir de este momento se produjo una reducción considerable del peso del
tradicionalismo, en buena parte autoimpuesta en su decisión de rechazar la colaboración
con el régimen franquista, y un cierto repunte del de los falangistas. Sin embargo, es
este también el punto de partida de la desnaturalización política a la que el régimen
franquista sometió a las fuerzas políticas que la sostenían, rebajando el tono ideológico
de sus componentes y disolviéndolos en la amalgama unificada que requería.

FET en Vizcaya

La situación que se abrió en Vizcaya con la toma de la provincia por parte de las
tropas del ejército franquista es el ejemplo paradigmático de la que Antonio Canales
Serrano vino en denominar como la lógica de la victoria social53. Con ello quería hacer
referencia a que el control de las instituciones no sería adjudicado en virtud de la
pertenencia a una u otra facción definida por su orientación política, sino que el
ejercicio del poder provincial sería adjudicado en base a criterios de clase o condición
social. En el caso que nos ocupa, a la élite socioeconómica vizcaína. De esta forma, el
control del ayuntamiento de Bilbao y de la diputación fue ejercido en todo momento por
elementos procedentes de las clases preeminentes bilbaínas o muy próximos a las

51
Los conflictos de Querejeta con falangistas y monárquicos en CALVO VICENTE, C.: Poder y
consenso… op. cit., pp. 226-235
52
Unidad 2-6-1941
53
CANALES SERRANO, Antonio Francisco: ―Las lógicas de la victoria: modelos de funcionamiento
político local y provincial bajo el primer franquismo‖ en Comunicaciones presentadas al II Encuentro de
Investigadores del Franquismo, Universidad de Alicante, Alicante, Vol.1, 1996.

178
mismas (José Maria Areilza, José María González Careaga, José Félix Lequerica, José
María Oriol, Tomás Pero-Sanz y Joaquín Zuazagoitia fueron los alcaldes del periodo
que nos ocupa, mientras que Luis Llaguno, José Luis de Goyoaga y Javier Ybarra
ocuparon la presidencia de la diputación)54.

En el momento en que Vizcaya pasó a estar bajo el control de los sublevados, el


decreto de unificación ya había sido promulgado. El primer encargado de llevar las
riendas de FET en Vizcaya fue el tradicionalista José María Oriol55. Oriol, a pesar de
formar parte de los seguidores de las tesis posibilistas del conde de Rodezno, sentía un
fuerte disgusto hacia los componentes más totalitarios y fascistas del partido único, por
lo que bajo su mandato FET experimentaría una implantación muy deficiente en la
provincia.

La actitud de Oriol originó el descontento de los sectores falangistas que en los


primeros pasos del partido único optaron en numerosos casos por no integrarse en el
mismo. La inquina falangista hacia Oriol se acentuó aún más cuando éste fue nombrado
también alcalde de Bilbao, acusándole de tener abandonado su puesto de jefe provincial
en beneficio de la alcaldía56.

La política de desentendimiento hacia el partido único fue continuada por sus


sucesores al frente de FET57, los también tradicionalistas Juan Granell Pascual58 y José
Garrán Moso59. Durante el mandato de este último tuvo lugar el episodio de
enfrentamiento entre falangistas y tradicionalistas que mayor repercusión tuvo: el
atentado de Begoña del 16 de agosto de 194260. El incidente, que ya había venido
precedido de diferentes altercados y exhibiciones de fuerza por parte de ambas fuerzas,
tuvo un gran impacto en el devenir de los acontecimientos internos del régimen
franquista puesto que en el se entrecruzaban asuntos de gran trascendencia. Por una

54
Para el ayuntamiento de Bilbao durante el franquismo vid. AGIRREAZKUENAGA, Joseba Y
URQUIJO, Mikel (dir.): Bilbao desde sus alcaldes. Diccionario biográfico de los alcaldes de Bilbao y
gestión municipal en la Dictadura (1937-1979). Ayuntamiento de Bilbao, Bilbao, 2008; y para la
diputación ALONSO OLEA, Eduardo: ―La Diputación Provincial durante la Dictadura de F Franco
(1937-1979)‖ en AGIRREAZKUENAGA, Joseba (dir): Historia de la Diputación Foral de Bizkaia
(1500-2014). Diputación Foral de Vzcaya, Bilbao, 2014, pp. 523-549
55
BOM 1-9-1937
56
AGA (9) 17.10 51/20562 Exp. 23
57
AGA (9) 17.10 51/20626 Exp. 14
58
BOM 1-1-1941
59
BOM 1-8-1941
60
Sobre el atentado de Begoña vid. MARQUINA BARRIO, Antonio: ―El atentado de Begoña‖. UNISCI
Discussion Papers, nº 36, 2014, pp. 123-131 y THOMÀS I ANDREU, J. M.: La Falange de Franco.
Plaza & Janés, Barcelona, 2001, pp. 313-321

179
parte, el atentado fue rápidamente instrumentalizado en las luchas de poder que existían
en la cúpula franquista, y acabó suponiendo la definitiva derrota del proyecto fascista
con el cese de Ramón Serrano Suñer en sus cargos de ministro de Asuntos Exteriores y
presidente de la Junta Política de FET. Además, los sucesos de Begoña también
pusieron de relieve el enconado enfrentamiento que existía entre los partidarios de la
entrada de España en la II Guerra Mundial a favor del Eje y los que propugnaban su
neutralidad.

En cualquier caso, las consecuencias a nivel provincial fueron inequívocas: el


jefe provincial José Garrán y el alcalde de Bilbao, Tomás Pero-Sanz, fueron cesados en
sus cargos. En sustitución a Pero-Sanz se nombró a Joaquín Zuazagoitia61, que pasó a
presidir el ayuntamiento bilbaíno con mayor número de concejales falangistas. Para
sustituir a Garrán se eligió al falangista Rodrigo Vivar Téllez62. Téllez desarrolló desde
su llegada una política basada en el desarrollo del partido único, que hasta entonces se
encontraba inmerso en una larga atonía. Para ello contó con la colaboración de los
sectores falangistas, desplazando a un tradicionalismo que en su mayoría inició un
alejamiento del régimen franquista del que no habría retorno. Sin embargo, esta etapa de
auge azul en Vizcaya también descubre las serias limitaciones que padecía Falange. Y
es que los falangistas no habían conseguido auparse a los puestos de poder provinciales
por sus propios medios sino en medio de una coyuntura que en el juego de pesos y
contrapesos desarrollado por Franco exigía la entrega de mayores cotes de poder
provincial a los falangistas vizcaínos en contraprestación por la definitiva derrota del
sector más fascista de la cúpula franquista personificado en Serrano Suñer.

Conclusiones

Como hemos visto en este sucinto repaso que acabamos de hacer sobre el periplo
que recorrió Falange primero y FET después en el País Vasco las posibilidades de las
que dispuso para llevar a cabo su proyecto político fueron muy limitadas. En ese sentido
continuó el camino que ya le auguraba su limitada implantación durante la II República.

La sublevación militar y la guerra civil tuvieron unas consecuencias paradójicas


sobre los falangistas. Si por una parte fue el clima de extrema polarización política que

61
AGA (8) 1.003 44/2553
62
BOM 10-9-1942

180
abrió el inicio del conflicto bélico lo que posibilitó su espectacular crecimiento y su
acceso a unas cotas de poder tanto a nivel nacional como provincial que nunca antes
había disfrutado, no es menos cierto que las exigencias tácticas de la propia guerra
supusieron su final como organización autónoma, su integración junto al resto de
fuerzas políticas que habían apoyado la rebelión y su sometimiento a la autoridad de los
militares, tanto en los aspectos castrenses como en los políticos.

Además, en el País Vasco, su situación se vio aún más debilitada por la


existencia de un competidor que inició su carrera hacia la conquista del poder provincial
en una situación de partid mucho más ventajosa. La unificación, pese a que
teóricamente se había hecho en beneficio de los falangistas, en las provincias vascas
supuso su supeditación al tradicionalismo, que controló FET en sus primeros años de
vida. Las relaciones entre ambas fuerzas siempre fueron tirantes y el éxito de su mutua
integración fue limitado, circunscribiéndose a los elementos más posibilitas de cada uno
de los partidos.

De esta manera, en un contexto marcado por su debilidad numérica y su


postergación frente al tradicionalismo, los falangistas tuvieron un estrecho margen de
maniobra en el seno de FET. Un hecho que remarca la debilidad de la posición de los
antiguos falangistas es que los momentos que mayores cotas de influencia y poder
dispusieron siempre vinieron marcadas por elementos exógenos y por alianzas con otras
facciones políticas en detrimento de la que estuviese en ese momento ostentando el
control del partido único.

181
El proyecto educativo falangista, desde abajo: los
problemas con el magisterio

Carlos Fuertes Muñoz*

Universitat de València

Como pone de manifiesto el repaso a los índices de las principales revistas o de las
actas de congresos, el análisis del fascismo español ha avanzado notablemente en los
últimos años. Dentro de este avance, debe destacarse de forma particular cómo, pese a
la clara preponderencia de la historia política de Falange, se han ido abriendo paso
nuevas perspectivas inspiradas por la historia cultural y la historia social. Entre estas,
nos interesa especialmente recalcar el interés de estudiar el funcionamiento cotidiano y
las actitudes sociales hacia las estrategias de socialización de la juventud impulsadas por
los falangistas, desde la premisa de que estas estaban llamadas a jugar un papel clave en
la difusión de sus postulados fascistas y/o fascistizados entre las nuevas generaciones1.

De entre estas distintas estrategias de socialización, en este trabajo reflexionaremos


―desde abajo‖ sobre los problemas a los que se enfrentó el proyecto educativo
falangista, particularmente, la materia de Formación del Espíritu Nacional (FEN),
llamada a funcionar como instrumento clave en la legitimación de la dictadura, la
nacionalización española y la difusión de la cultura política falangista entre las nuevas

*El autor participa en el proyecto de investigación ―Derechas y nación en la España contemporánea.


Culturas e identidades en conflicto‖ (ref: HAR2014-53042-P, Ministerio de Economía y Competitividad)
1
Visiones globales que ponen de manifiesto el potencial de estas nuevas perspectivas, en: Julián SANZ
HOYA: ―De la guerra al Movimiento: sobre prácticas, socialización y vectores de difusión del
falangismo‖, en Manuel PÉREZ LEDESMA e Ismael SAZ CAMPOS (coords.): Historia de las culturas
políticas contemporáneas en España y América Latina. Tomo IV. Del franquismo a la democracia, 1936-
2013, Madrid, Marcial Pons-Prensas Universitarias de Zaragoza, 2014, pp. 267-297; ÍD: ―Falangismo y
dictadura. Una revisión de la historiografía sobre el fascismo español‖, en Miguel Ángel RUIZ
CARNICER (coord.): Falange, las culturas políticas del fascismo en la España de Franco (1936-1975),
Zaragoza, Instituto Fernando el Católico, 2013, Vol. 1, pp. 25-60.
183
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
generaciones. Particularmente, a partir de una revisión bibliográfica y del análisis de
informes coetáneos y fuentes orales, nos centraremos en los diversos problemas con el
profesorado encargado de impartir FEN en la enseñanza primaria durante el
desarrollismo y el tardiofranquismo, los cuales contribuyen a explicar sus notables
dificultades para funcionar en la práctica de forma eficaz. Problemas relacionados con
su formación pedagógica, pero también con su formación y compromiso político o el
control que sobre los mismos ejercían las delegaciones provinciales de juventudes2.

Incumplimientos y falta de colaboración del magisterio

Cabe empezar señalando que los encargados de impartir FEN en la enseñanza


primaria eran titulados en Magisterio, por tanto, a priori personas menos motivadas
políticamente que los y las Oficiales Instructores formados en la Academia Nacional de
Mandos José Antonio del Frente de Juventudes (FJ) y en los centros dependientes de la
Sección Femenina (SF), encargados de impartir FEN en el bachillerato. A fin de
fomentar dicha motivación se les exigía, como requísito para ejercer como maestros, la
superación de una ―capacitación‖ como ―instructores elementales‖ de FEN, consistente
en la realización de clases teóricas durante el curso académico, así como en la asistencia
a campamentos del FJ/OJE, en el caso de los hombres, y de la Sección Femenina, para
las mujeres3. Igualmente, las autoridades de juventudes trataron de controlar con detalle
el proceso de enseñanza de FEN en primaria. Según las consignas y el programa de
actividades, los maestros debían realizar una hora semanal de FEN, siguiendo las
lecciones publicadas en la revista ―Mandos‖, así como los ―cuestionarios‖ y las
circulares enviadas por las Delegaciones Provinciales de Juventudes. Asimismo, se
establecía que los alumnos debían confeccionar un mural mensual a partir de los

2
Los principales estudios sobre FEN son: José Ignacio CRUZ OROZCO: El yunque azul. Frente de
Juventudes y sistema educativo: razones de un fracaso, Madrid, Alianza Editorial, 2001; Enrique
MARTÍNEZ: La educación cívico-social en el bachillerato español (alumnos) entre 1940 y 1977, Tesis
doctoral, Universidad de Barcelona, 1981; ÍD: ―La educación cívico-social en el Bachillerato (1940-
1977), De Juventud. Revista de estudios e investigaciones, 12 (1983), pp.35-67. En un trabajo anterior
hemos reflexionado de forma más general sobre las distintas dificultades a las que se enfrentó esta
materia en la enseñanza primaria y media: Carlos FUERTES MUÑOZ: La recepción de la educación
política oficial bajo el franquismo: el caso de la Formación del Espíritu Nacional. IX Encuentro de
Investigadores del Franquismo. 80 años de inicio del franquismo, Granada, 10 y 11 de marzo de 2016,
Universidad de Granada-Red de Archivos Históricos de CCOO.
3
Enrique MARTÍNEZ MARTÍNEZ: La educación cívico-social en el bachillerato español (alumnos)…,
pp. 514-523.

184
resúmenes que de cada sesión iban haciendo los estudiantes –cada sesión un alumno
distinto- en los ―Cuadernos de Rotación‖. Todos los centros de primaria debían,
teóricamente, enviar un ―parte mensual‖ a las delegaciones provinciales, dando cuenta
del devenir de la materia, además de estar sometidos a la realización de visitas
ocasionales por parte de inspectores. Como contrapartida estimulante, se daban premios
económicos mensuales a los mejores maestros de FEN, publicaciones relacionadas con
la materia y cuadernos de rotación de los alumnos4.

A través de todas estas estrategias se trataba de luchar contra los incumplimientos de


FEN y la falta de colaboración entre los maestros de primaria, un problema que, de
hecho, fue detectado tempranamente por los mandos de juventudes. Así, diversos
informes de los años cuarenta y cincuenta apuntan al problema de que en no pocas
ocasiones FEN no se impartía o era inadecuadamente impartida, enfrentándose a una
falta de colaboración del magisterio en cuestiones como el envío menusal de los
cuadernos de rotación, todo ello en un contexto en el que en no pocos centros privados
se incumplían prácticas incluidas en el currículum de FEN, como el izado y arriado de
banderas con cánticos y oraciones5. En los años sesenta y setenta el panorama, lejos de
mejorar, empeoró, asistiéndose a un menor cumplimiento en la impartición de FEN y el
seguimiento de las normas establecidas por las delegaciones provinciales de juventudes,
según se deduce de la documentación de las delegaciones nacionales y provinciales de
juventudes. A partir del análisis de estas fuentes, José Ignacio Cruz ha concluido que, en
relación con la reducción de la ―presión ideológica ambiental‖ y con la agudización del
declive de la influencia falangista en el interior del régimen, ―desde al menos los inicios
de la década de 1960, la presencia de la asignatura de FEN en las aulas de Primaria
españolas presentaba graves deficiencias‖. Así, siguiendo a este autor, ―el diseño de la
intervención educativa‖ de la Delegación Nacional de Juventudes (DNJ) para la
educación primaria ―comenzó a ser ignorada por la mayoría de los maestros nacionales
ya por esas fechas‖, de modo que estas normas decretadas por las autoridades de
juventudes ―pasaron a ocupar un papel muy secundario en la mayoría de las escuelas‖6.

4
José Ignacio CRUZ: El yunque azul…, pp. 179-185.
5
José Ignacio CRUZ: El yunque azul…, pp. 220-228; Carolyn P. BOYD: Historia Patria. Política,
historia e identidad nacional en España, 1875-1975, Barcelona, Pomares, 1997, pp. 235-236.
6
Jordi GRACIA GARCÍA y Miguel Ángel RUÍZ CARNICER: La España de Franco (1939-
1975).Cultura y vida cotidiana, Madrid, Síntesis, 2001, p. 102; José Ignacio CRUZ: El yunque azul…, pp.
227-228.

185
Una mirada a los problemas en las escuelas rurales

La documentación de las Cátedras Ambulantes Francisco Franco de la Sección


Femenina correspondiente a la provincia de Valencia también nos permite aproximarnos
al problema de la falta de colaboración del magisterio en el cumplimiento del proyecto
educativo falangista en las pequeñas escuelas rurales. En efecto, estas incluían entre sus
muchas tareas la labor de inspección de las actitudes sociopolíticas de los maestros y
maestras rurales, los cuales estaban llamados a jugar, como se planteaba en un extenso
informe oficial sobre ―propaganda política‖ de 1958, un papel clave en la legitimación
del régimen en los pequeños pueblos7. Así, los informes de las Cátedras nos permiten,
por encima de todo, constatar entre el magisterio de los pueblos valencianos una elevada
presencia de actitudes apáticas y poco entusiásticas respecto a la Sección Femenina, las
Cátedras Ambulantes Francisco Franco y determinados elementos del programa de
―Juventudes‖ que debía impartirse en las escuelas. En Xeraco, la delegada local de la
Sección Femenina, de 65 años y con 26 en el cargo a la altura de 1975, lamentaba la
falta de colaboración de las maestras con la organización y destacaba entre los
problemas fundamentales del pueblo ―la educación y formación de la juventud‖. Eran
habituales situaciones como la de Bèlgida, dónde en 1974 y a propósito de la escasa
capacidad de la Cátedra para revertir las bajas afiliaciones entre las niñas y
adolescentes, se señalaba que, de hecho, ninguna de las tres maestras de la localidad era
afiliada a la Sección Femenina.
La falta de implicación activa con la Sección Femenina y en general con la
Falange y con el régimen, se plasmó a menudo en una escasa colaboración por parte de
algunos maestros con las actividades impulsadas por las profesoras de las Cátedras
Ambulantes Francisco Franco. Así, por ejemplo, en 1968 se señalaba cómo en Domeño,
una de las maestras ―no ha puesto obstáculo en cuanto a dejarnos a las niñas, pero ella
se ha quedado al margen de estas Actividades‖. En 1969, en Campo Arcis se destacaba
cómo ―las maestras se han inhibido‖, lamentando particularmente como una de ellas,
―muy joven, estaba en el pueblo, pero no pasó por él, jamás salía de casa, es tímida y
apática‖, mientras que ―el director cumplió con lo de la ayuda, aunque no personal‖, de
7
Sobre las Cátedras Ambulantes: Sescún MARÍAS CADENAS: Por España y por el campo. La Sección
Femenina en el medio rural oscense, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2011, pp. 146-153 y
253-255; Sofía RODRÍGUEZ LÓPEZ: ―El campo como refugio, el ocio como instrumento. Las cátedras
ambulantes y la política juvenil de Sección Femenina en el Sureste, 1953-1964‖, Historia Actual Online,
36 (2015), pp. 117-132. El informe sobre ―propaganda política‖ en: Archivo General de la
Administración [AGA], Presidencia, Caja 51/1854, ―Esquema de un plan de extensión de la propaganda
política‖, 30-4-1958.

186
modo que ―prestaba clases o sillas, nunca su ayuda propia‖. La conclusión estaba clara:
―cito esto, por explicar que por esta situación, no se puede contar con la ayuda del
Magisterio para una continuidad‖. En Bèlgida, la Instructora de Juventudes que formaba
parte del equipo de la Cátedra lamentaba ―las pocas horas que me han dejado las
maestras para realizar mi labor‖ con los niños y niñas. En Montixelvo, en 1974, se
lamentaba varios meses después del paso de la Cátedra la escasa influencia de esta de
cara a un cambio de actitudes del magisterio, pues se decía, ―los maestros no prestaron
colaboración ni se interesaron por la Cátedra‖.
Asimismo, son constantes en estos informes las referencias al problema de las
deficiencias en el cumplimiento de determinados elementos del programa de
―Juventudes‖ que debían aplicar los maestros y maestras, debiendo tener en cuenta que,
según un informe general sobre el papel de las Cátedras Ambulantes, una de las
funciones de las Instructoras de Juventudes que formaban parte de dicho equipo era
comprobar ―si la Maestra no da Política‖, caso ante el cual ―la orientará dando ella el
tema a la vista de la Maestra‖. Así, por ejemplo, en 1968, lamentando como ninguno de
los 61 niños y niñas de la escuela mixta de Los Isidros estaba encuadrado en la OJE o la
SF, se destacaba cómo el maestro, de 29 años, no impartía las clases de Formación
Político-Social, ―la maestra de párvulos es una mujer introvertida, nada sociable, solo se
ocupa de sus clases‖ y ―la de las niñas es joven y podría dar muy bien toda su labor,
pero considera la gimnasia poco importante y según ella no sirve para cantar‖. Tras el
paso de la Cátedra, ―haciéndoles ver que estas clases complementarias son eficaces y un
descanso para las demás materias‖, las maestras ―prometieron dar todo lo iniciado‖ en
relación con la ―Formación de Juventudes‖, aunque pese a todo la Jefa de la Cátedra
concluía afirmando que ―no soy demasiado optimista‖ y ―presumo que se haga poco, a
pesar del interés mostrado‖. En 1969 se señalaba cómo en Derramador, si bien la única
maestra de la escuela mixta cumplía con la Ley de Juventudes impartiendo una hora
semanal de ―Formación Político-Social‖, no hacía ―las actividades complementarias con
las niñas‖, lamentando la instructora de juventudes el ambiente de agresividad de los
niños que era achacado a la ―falta de autoridades en el pueblo (ni la maestra, sacerdote
ni médico viven allí)‖, así como al hecho de que ―hay demasiada matrícula‖,
recomendando asimismo la necesidad de ―separar chicos de las chicas‖.
En ocasiones aisladas las referencias a la falta de implicación del magisterio se
formulan a propósito de un optimismo respecto a la capacidad de la Cátedra para haber

187
resuelto el problema. Así, por ejemplo, en Casinos, la Instructora de Juventudes
señalaba a propósito de los tres maestros y dos maestras que ―ellos mismos han visto lo
importante que es la labor formativa de Juventudes‖, destacando particularmente cómo
se había logrado que, de uno solo que impartía anteriormente la Educación Física, todos
se hubieran comprometido a realizar dicha clase, por la cual, se afirmaba, tanto niños
como niñas sentían ―una especial inquietud‖. Precisamente fueron muy frecuentes en
estos informes las referencias a la falta de cumplimiento de las clases de Educación
Física, especialmente por parte de las maestras. Así, por ejemplo, en Otos se señalaba en
1966 este problema, achacándolo, en una interpretación frecuente, a la timidez de la
maestra. En Bèlgida, se destacaba en 1974 cómo, si bien durante la Cátedra ―se
promocionó la Educación Física en las escuelas‖, lo cierto era que ―no creemos q las
Maestras sigan con la línea que se le marcó‖. En 1975, en Palma de Gandia se
lamentaba cómo, aunque según la delegada local de Sección Femenina las maestras
colaboraban con esta organización e impartían la sesión semanal de Formación Político-
Social, no estaban dando las clases de educación física, en un ejemplo de cómo este
incumplimiento ciertamente podía relacionarse con factores no asociados a una
desmotivación política o una actitud de resistencia8.
El problema sin embargo, no era únicamente de falta de colaboración o implicación
de los maestros, sino también de escaso cumplimiento de la labor de inspección y
control, probablemente relacionado con la consideración de la enseñanza primaria como
algo secundario respecto a la enseñanza media por parte de los dirigentes del FJ. La
documentación oficial muestra en este sentido que no sólo siguió bajando la
colaboración de los maestros (manifestada por ejemplo en el escaso y decreciente envío
mensual de los cuadernos de rotación), sino que también fueron pocas, y cada vez
menos, las visitas de los inspectores a los centros. La escasez de estas visitas y su
descoordinación denotaría una escasa inspección efectiva e influencia de las
delegaciones de juventudes sobre los maestros. En la memoria anual de la Delegación
Provincial de Juventudes de Valencia de 1969 se lamentaba, así, el descenso y la
escasez de las inspecciones de centros, ―lo que supone, prácticamente, tener desatendida
en esta función, a la mitad de la provincia‖. En la memoria de 1970 se lamentaba

8
Los informes sobre los pueblos valencianos en: Archivo del Reino de Valencia [ARV], Delegación
Provincial de la Sección Femenina [DPSFV], Divulgación, Caja 47, carpetas 195 y 196; Caja 46, carpeta
148. El informe general sobre el papel de las Cátedras Ambulantes en: Archivo AGA, Cultura [C],
Sección Femenina [SF], Departamento de Promoción Humana y Social, ―Problemática de las Cátedras‖,
Abril 1974.

188
igualmente el escaso contacto que la misma tenía con los maestros de la provincia.
Asimismo, aunque debe estudiarse con mayor detalle, también puede considerarse en
este sentido un fracaso la labor del Servicio Español del Magisterio (SEM), el sindicato
falangista que estaba encaminado a controlar y generar consentimiento entre el
profesorado de primaria9.

Problemas en la formación del magisterio

En cualquier caso, más allá de la falta de control ejercido por la inspección y por el
SEM, lo cierto es que el proyecto educativo falangista y en particular la asignatura de
FEN en primaria se enfrentaba a un problema más profundo que ayuda a entender el
escaso cumplimiento detectado. Esto es, a las carencias en la formación inicial política y
pedagógica de los maestros y maestras que debían posteriormente transmitir al
alumnado los contenidos de FEN, es decir, los valores y discursos legitimadores del
franquismo. Para empezar, cabe en este sentido destacar la existencia de irregularidades
e incumplimientos de los propios requisitos que teóricamente debía exigirse al
profesorado encargado de impartir FEN en la enseñanza primaria. Por una parte,
muchos de los maestros más mayores, titulados antes de la Guerra Civil, ni siquiera
llegaron a realizar la formación que les capacitara como ―instructores elementales‖, con
lo que la inspección fijó como un objetivo teórico prestarles una mayor atención. Por
otra parte, otro tipo de irregularidades son sugeridas por ejemplos como el de una joven
sin estudios de Magisterio, pero que por haber residido durante el bachillerato en un
colegio menor de la Sección Femenina había realizado allí el curso de ―Instructora
Elemental de Juventudes‖, obteniendo gracias a sus contactos con las estructuras del
poder político la autorización para impartir FEN y Educación Física en un colegio
religioso de Morella, ―perquè les altres mestres quan acabaen magisteri feen eixe curset
d'instructora de joventuts, les monges no, no el tenien entonces‖, en un ejemplo que
apunta asimismo a las carencias formativas del profesorado religioso para aplicar el
currículum falangista10.

9
José Ignacio CRUZ: El yunque azul…, pp. 220-226. AGA, C, Delegación Nacional de Juventudes
[DNJ], Caja 737: Memoria Anual de la Delegación Provincial de Juventudes de Valencia [MADPJV] de
1969; y Caja 797: MADPJV de 1970. Sobre el SEM: Jordi GRACIA GARCÍA y Miguel Ángel RUÍZ
CARNICER: La España de Franco…, p. 116.
10
Arxiu de la Memòria Oral dels Valencians-Museu Valencià d‘Etnologia: MOH71-Morella-D31.

189
Por otra parte, más allá de estas irregularidades relacionadas con la falta de una
formación completa, existen otros problemas relacionados con la eficacia en sí de la
formación impartida sobre aquellos que impartieron FEN en primaria tras haberse
titulado en Magisterio y, por tanto, tras haber cursado las clases teóricas de FEN y
participado en los campamentos para maestros/as. Ciertamente, se trata de un tema
sobre el que sabemos aún poco y sería necesario llevar a cabo investigaciones más
extensas, recurriendo por ejemplo a entrevistas a profesores y alumnos de las Escuelas
de Magisterio, así como al análisis de las memorias de prácticas en centros de primaria.
Pese a ello, contamos con diversos ejemplos que sugieren la existencia de límites
notables en la eficacia de la formación inicial de maestros, temprana pero agudizada en
los años sesenta, cuando se asistió al crecimiento de las actitudes críticas y distantes
entre los estudiantes de Magisterio hacia las actividades de capacitación como
―instructores elementales‖.
Respecto a las clases teóricas, se trataba de 4 horas semanales de FEN impartidas
por profesores dependientes directamente de la Delegación Nacional de Juventudes. Al
igual que ocurrió en la enseñanza primaria y media, también en los estudios de
Magisterio, la Formación del Espíritu Nacional o también llamada en este nivel
Formación Político-Social se enfrentó a diversos problemas y carencias. En consonancia
con la consideración de la enseñanza primaria como algo secundario respecto a la
enseñanza media por parte de los dirigentes de juventudes, la enseñanza de esta materia
en las Escuelas Normales se enfrentó a la falta de medios, con unos profesores mal
formados y peor pagados que en colegios e institutos, los cuales ejercían su trabajo sin
el apoyo de manuales. Asimismo, al igual que en los niveles previos, la hiper-
ideologización excluyente continuaba estando presente, pudiendo actuar como factor
limitador de su eficacia. Por otra parte, el carácter repetitivo (respecto a lo visto en
primaria y bachillerato) de los contenidos de esta asignatura contribuían a reforzar las
actitudes apáticas que hacia la misma habían manifestado de hecho en niveles
educativos previos muchos de los estudiantes de Magisterio. Como recuerda uno de
aquellos estudiantes de finales de los sesenta, que vivió su paso por la Escuela de
Magisterio de Valencia sin una concienciación crítica con la existencia de la dictadura y
estando completamente al margen de las protestas estudiantiles:
Las Leyes Fundamentales del Estado Español, el Fuero del Trabajo y toa la leche
en vinagre, toa la normativa esta, franquista, te la estudiabas en el bachiller,

190
llegué a Magisterio y lo mismo, y como yo estaba hasta las narices, a mí me
pusieron un cinco por ponérmelo, porque me podían haber cargao, porque yo no
quería estudiármelo ya más eso. Entonces, el tío que iba allí el que daba la clase,
era joven, era, se notaba que era del régimen clarísimamente, además, eso lo
dicen mis compañeros también. ―Y otra vez con el Fuero de los Españoles, otra
vez con las leyes del reino, con no sé qué de la descendencia‖, ché tú, y te
examinaba de eso otra vez, ¡si ya lo has dao en bachiller, todos los santos años
del bachiller!11

Todo ello debe enmarcarse, asimismo, en el contexto más amplio de las Escuelas de
Magisterio, el cual también limitaba la eficacia de las clases de FEN. Para empezar, se
observa en este sentido un neto contraste entre el profesorado de FEN y el resto del
claustro de las normales. Ciertamente, no parece descabellado pensar en que se asistiese
a una percepción negativa o extraña, desde bien temprano, del profesorado de FEN,
entre el resto del claustro de las normales, si tenemos en cuenta la –generalmente-
menor formación y fuerte ideologización de los primeros. Asimismo, con el progresivo
avance de las actitudes críticas entre algunos sectores del profesorado y del alumnado
de las escuelas de Magisterio, particularmente en los años setenta, dicho contraste será
aún mayor, quedando en evidencia su discurso y siendo contrarrestado por la
emergencia de discursos políticos y pedagógicos claramente opuestos. En conjunto,
todos estos elementos característicos del nuevo contexto político y pedagógico de las
escuelas de magisterio, pueden ayudar a entender las dificultades para la difusión del
discurso de FEN en las clases semanales12.

El fracaso de los campamentos con estudiantes de Magisterio


Por otra parte, más allá de estas sesiones de aula, conviene atender a la otra
actividad de capacitación dirigida a los futuros maestros desde las estructuras de

11
Entrevista a Paco M.C. (1949), Paterna, 17-5-2009.
12
José Ignacio CRUZ: El yunque azul…, pp. 165-166. Sobre el cambio de actitudes entre estudiantes y
profesores de las Escuelas Normales, resultan muy ilustrativos los testimonios relativos a la de Valencia:
Conxa DELGADO y Jaume MARTÍNEZ BONAFÉ: Gonzalo Anaya: converses amb un mestre de
Mestres, València, Tàndem-PUV, 2004, pág. 134; María Dolores MOLINA: La práctica viva y la
experiencia colectiva de la renovación pedagógica. Historia de vida del MRP del País Valencià-Gonçal
Anaya, Tesis doctoral, Universidad de Valencia, 2011, p. 149; Albert SANSANO: L‟escola que volem.
València, Tandem., 2003, pág.23.

191
juventudes, esto es, los campamentos. Esta cuestión ha sido ampliamente estudiada por
José Ignacio Cruz a partir de la documentación oficial de las delegaciones de
juventudes. Estos campamentos se iniciaron en los años cincuenta con la pretensión de
crear unos ―lazos‖ más sólidos con los maestros, con un programa habitual que solía
combinar la formación política (20 horas), religiosa (5), física (28) y pedagógica (27 h.).
Si bien inicialmente se optó por priorizar la realización de campamentos provinciales,
desde principios de los sesenta, ante la constatación de diversos problemas para su
eficacia, la Delegación Nacional pasó a encargarse directamente de la organización de
campamentos interprovinciales. Igualmente, durante esta última etapa se ensayaron
ciertos cambios, por ejemplo, a nivel pedagógico y de mejoras en las instalaciones y el
profesorado.
Pese a dichos cambios, la conclusión de José Ignacio Cruz es que estos
campamentos fueron, al igual que las clases semanales, un fracaso innegable,
asistiéndose a una creciente difusión de una imagen negativa de los mismos y de la
propia OJE y la SF –encargados de organizarlos- entre los y las estudiantes de
Magisterio. De hecho, algunos intentaron escaquearse, viviendo muchos de ellos con
apatía y malestar esta experiencia, en una actitud similar a la experimentada por muchas
mujeres que se vieron obligadas a realizar el Servicio Social de la Mujer por diversos
motivos prácticos que, como la obtención del pasaporte o del carnet de conducir, les
exigían superar dicho curso13. Este fracaso reconocido por las autoridades de juventudes
en varios informes, obedece a diversos factores.
Por un lado, al igual que en el resto de actividades relacionadas con FEN, los
campamentos se enfrentaron a una notable carencia de medios, así como a destacadas
deficiencias e improvisaciones en su organización. Cruz ha destacado, en este sentido,
que eran frecuentes los problemas de absentismo del profesorado, así como que en
ocasiones, a fin de ahorrar, se juntaban en un mismo campamento a niños y a
estudiantes de magisterio, algo que, bien enfocado, hubiera podido ser altamente
positivo desde un punto de vista didáctico, pero que, lejos de ello, se convertía en un
obstáculo para la correcta formación de los maestros y maestras.
Por otro lado, tal y como constataban numerosos informes oficiales, se apunta al
problema de que estos campamentos eran vividos por muchos alumnos, y

13
María Pilar REBOLLO: El Servicio Social de la Mujer en la provincia de Huesca (1937-1978),
Zaragoza, Gobierno de Aragón-Departamento de Educación y Ciencia, 2003.

192
consecuentemente por sus familias, como una obligación que les suponía una
considerable inversión de tiempo y dinero, pues debían pagar por su estancia, además de
comprarse el uniforme, los libros y el viaje. Como ha escrito Cruz, ―la mala imagen
pública que en parte suponían todas esas singulares características no solo tenía
repercusiones sobre un significativo sector del alumnado‖, puesto que ―el alto costo del
campamento trascendía a los estudiantes e implicaba, como mínimo, a las familias‖,
siendo asimismo probable que contribuyera a generar recelo hacia los mismos entre ―los
claustros de las normales y entre los responsables de esa parcela del sistema educativo‖.
Esta cuestión contribuía a agravar lo que parece ser un escaso entusiasmo de las nuevas
generaciones de estudiantes de Magisterio hacia unos campamentos que percibían como
una obligación, un trámite legal que era necesario superar para poder ejercer y al que
asistían por puro pragmatismo.
Encarna, hija de una familia ―de orden‖, católica comprometida en su parroquia y
ella misma ubicada en posiciones conservadoras, destaca cómo en su primer año de
Magisterio, en 1975, ―era el último año que decían que era obligatorio el campamento
de la Sección Femenina, pero como no se tenía muy claro si iba a ser verdad o no, que
lo iban a quitar, yo fui. Lo hicimos porque… solo por eso, ganabas puntos…‖. Para
Paco M.C., que estuvo una semana en un colegio menor en Castellón y otra semana en
un campamento en una localidad costera de dicha provincia, insiste igualmente en que
―era obligado hacerlo‖, pues ―luego te daban un certificado como que habías asistido y
habías aprovechado, y lo tienes que presentar, ojo‖, ―y bien, lo hacías, había que
hacerlo, lo hacías y punto.‖ Del mismo modo que, destaca, ―cuando acababas luego para
el título te tenías que ir a la Guardia Civil‖ a solicitar el ―certificado de buena
conducta‖, algo que recuerda haber vivido sin mayores cuestionamientos, afirmando
que ―era una rutina‖, pues ―la verdad es que uno, como está metido en la dinámica, a
veces, pues si, «C., ¿ahora tengo que ir a la Guardia Civil? ¿Pa qué voy a la Guardia
Civil?». Pues ibas y ya está‖ 14.
Asimismo, se daban también en los campamentos los habituales problemas de
didáctica, basándose fundamentalmente en charlas y clases magistrales. Además,
cuando se intentó paliar este problema mediante la introducción de nuevos métodos
pedagógicos más basados en la participación, se incurrió en el riesgo de
contraproducentes efectos que suponía pretender utilizar una metodología participativa

14
Entrevista a Encarna (1956), Valencia, 6-1-2012. Entrevista a Paco M.C. (1949), Paterna, 17-5-2009.

193
para llevar a cabo una socialización política en una cultura autoritaria. Otro problema,
nuevamente, fue el de la hiper-ideologización de los contenidos y actividades de los
campamentos. Aunque, también en este sentido en los campamentos de maestros, como
en general en las actividades de la OJE durante el período, se asistió a una ampliación
del repertorio temático, incluyendo nuevas cuestiones y referentes musicales, culturales
o políticos que podían suscitar más interés entre los estudiantes de Magisterio. Algo que
quizás derivaba más de talantes personales de los nuevos mandos e instructores de la
OJE, pero que en cualquier caso parece innegable15.
Así, de resultas de esta compleja combinación de discursos y referentes, Paco M.C.
recuerda en su campamento a principios de los 70 una contradictoria mezcla de hiper-
ideologización falangista y apertura en las formas y en ciertas temáticas. Así, se trató de
una experiencia que por un lado le chirriaba un poco por su excesivo carácter falangista
y franquista -―cantábamos canciones tradicionales y todo eso, se izaba la bandera, se iba
a misa (...) se notaba todo un tufillo de falangistas (…) ibas allí, uniformes, lógicamente
la camisa azul, eso tenías que llevarlo todo eso, luego un escudo con el águila‖-,
tomándose sin ningún tipo de seriedad o identificación este tipo de ritos y símbolos: ―Y
luego, entre nosotros los camaradas [risas] que decíamos, estábamos (…) por
escuadras, se llamaba, era una formación, una estructura más o menos paramilitar,
―¡Escuadras!‖ (…) pero nosotros ya con, algunos con 20 años ya y tal, la verdad es que
era cachondeo puro‖.
Pero, por otro lado, este campamento le puso en contacto con unas charlas de
sexualidad que impartía un profesor más joven que suponía un claro contraste con el
resto del profesorado, de mayor edad -―ahí ya se notaba la apertura‖-, las cuales
despertaron de hecho la inquietud de Paco por la educación sexual, cuestión que más
tarde intentaría introducir en las escuelas sus inicios profesionales: ―¡nos habló del
sexo! (…) que expresásemos por escrito (…) y luego el cogía los que más le gustaban y
los leía fuerte, en fin, ¡que se atrevió a hablar de eso!‖. En su evocación sin mayor
entusiasmo ni carga crítica de su experiencia en el campamento de la Sección Femenina
para mujeres estudiantes de Magisterio en el verano de 1975, Encarna, con una mirada
próxima a los referentes político-culturales del régimen, destaca cómo ―era solo eso, ya
no se hablaba claramente de política….ya era… Pues eso, ibas a aprender lo que es el
orden, a la disciplina, la forma de servir las mesas,…como ya lo sabía hacer… Si,

15
José Ignacio CRUZ: El yunque azul…, p. 139. Ignacio JIMÉNEZ SOTO: Si madrugan los arqueros.
Un estudio sobre socialización política a finales del franquismo, Granada, Port Royal, 2005.

194
urbanidad y saber… letras de canciones de las que habíamos cantado siempre y
eso…‖16.

Conclusiones
En suma, como conclusión puede afirmarse que debido a las muchas limitaciones
señaladas, tanto en la inspección como en la formación del magisterio, la enseñanza de
FEN en la educación primaria se enfrentó a numerosos problemas que hacen que en
opinión de Cruz, el fracaso en su cumplimiento y eficacia fuese mayor en este nivel que
en la enseñanza media. Este fenómeno, además, tenía un arraigo más profundo, pues
más allá de cómo se planificaba la inspección o la formación inicial de los maestros, la
realidad es que desde los años sesenta se asistió a un creciente cambio de actitudes entre
las nuevas generaciones de maestros, de poderosos efectos potenciales a la hora de
frustrar su papel de correas de transmisión de la ideología del régimen. Cambio que las
propias autoridades de juventudes percibían, destacando entre otras cosas en sus
informes internos su mayor formación -―un nivel virtualmente universitario‖ o su menor
miedo y pasividad -―un vivo espíritu crítico‖-. Como ha escrito Cruz, ―ya no se trataba
de los dóciles estudiantes de años anteriores, sino de jóvenes mucho mejor formados y
con inquietudes mucho más profundas‖, los cuales ―vivían en un universo ideológico y
cultural mucho más abierto que en épocas pasadas‖17.

16
Entrevista a Encarna (1956), Valencia, 6-1-2012. Entrevista a Paco M.C. (1949), Paterna, 17-5-2009.
17
José Ignacio CRUZ: El yunque azul…, pp. 156 y 159.

195
Los mártires del falangismo canario:
entre el frente de guerra, la retaguardia y las instituciones

Aarón León Álvarez


Universidad de La Laguna

―…El hecho se documenta por sí mismo. No como


tinerfeños sentimos el orgullo de que la gloriosa victima
haya señalado con su sangre el resurgir de la Patria, sino
que como españoles nos cabe el proclamar al Mundo qué
aquí, en Tenerife, en Santa Cruz de Tenerife, se tiñó el
suelo hispano, por primera vez, con la sangre de uno de
sus redentores‖.

―Una oportuna iniciativa‖, Gaceta de Tenerife (Santa Cruz


de Tenerife), 10 de septiembre de 1936.

El falangismo canario se caracterizó, como en otros puntos del Estado, por su


debilidad numérica inicial y por su escasa influencia en la política local. Aún así, a
medida que pasaron los meses desde su fundación, Falange Española fue ganando
presencia en el espacio público, sobre todo a partir de febrero de 1936 con la
participación de sus militantes en acciones violentas (y otras que podríamos definir
como simbólicas) que empezaron a dar visibilidad a la organización. A esas alturas y
teniendo en cuenta que el proceso de radicalización de las derechas tinerfeñas no se
197
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
produjo hasta 1935, Acción Popular Agraria (en adelante, APA) y las facciones
conservadoras del Partido Republicano Tinerfeño aglutinaban a amplios sectores
sociales descontentos con la Segunda República y con la situación política y social. Por
tanto, no nos resultará sorprendente que, cuando se produjera el golpe de Estado, fueran
los representantes de los exportadores y propietarios agrícolas, vinculados
históricamente con las esas organizaciones, quienes mayoritariamente ocuparan los
principales cargos institucionales en la provincia occidental. Esto, también es cierto,
vendría favorecido por la marcha al frente de guerra del grueso de los jóvenes
falangistas y por otros factores, como fue la vinculación histórica de algunos destacados
militares locales y otros desplazados a las Islas con la burguesía y la gran propiedad
local. En este sentido, la particularidad del caso canario respecto a otros del territorio
peninsular, en todo caso, vendría dada por la lejanía del frente de batalla y por el
significado histórico de asumir la necesidad de partir fuera de las islas para luchar
contra el enemigo. Eso, unido a la visión mítica de dar la vida por España y poner fin a
la situación de desorden y caos que, según su visión, existía en el Archipiélago. Todo
ello se sumó a que el comandante militar de Canarias se convertiría, con el transcurso de
los acontecimientos, en el jefe del Estado y en la referencia de una Dictadura que en las
Islas se impuso desde la misma mañana del 18 de julio de 1936. Todos estos factores se
consolidaron en el momento político nacido a partir de entonces y, progresivamente, se
aunaron en un discurso que hizo continuos llamamientos a la trascendencia de la guerra
y al derrame necesario de la sangre española en los campos de batalla frente al enemigo
extranjerizante.

Atendiendo a todo ello, esta comunicación es una aproximación general a la


construcción del discurso del caído falangista y de su mitificación en Tenerife
–prácticamente inexplorado hasta la fecha por la historiografía insular–, no solo como
referente humano para la retaguardia canaria –de héroe y luchador frente al enemigo
marxista– sino también como sujeto de regeneración frente a quienes se alejaban de la
política, no se comprometían lo suficiente o, sin ir más lejos, habían formado parte de
las organizaciones que tradicionalmente habían controlado las instituciones de las Islas.
Por esta razón, se toman como ejemplos explicativos el caso de Santiago Cuadrado,
único muerto de los sublevados durante la Guerra Civil en Santa Cruz de Tenerife (en
los enfrentamientos del 18 de julio) y la figura de Francisco Javier Centurión, uno de los
fundadores de Falange en Tenerife y que se caracterizaría por su activismo en en la

198
provincia occidental y en el frente peninsular. En un apartado final, se ofrece una visión
general sobre la presencia de esos jóvenes falangistas en las gestoras locales durante la
etapa del primer franquismo. Con esta triple explicación se identificarán las
características discursivas y de acción de los falangistas canarios, fundamentalmente de
aquellos procedentes de la isla de Tenerife, con el fin de valorar aquellos elementos que
los definieron durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra.

Santiago Cuadrado Suárez, el mártir falangista de la retaguardia tinerfeña

Como mantiene la historiografía insular1, la importancia e implantación de


Falange fue bastante reducida en Canarias durante la Segunda República. En el caso de
la provincia occidental, su presencia se centró especialmente en la isla de La Palma y en
algunos núcleos de Tenerife, especialmente en La Laguna. Muchos de ellos procedían
de los partidos conservadores, de APA y de la Unión de Derechas palmera. La
constitución de sus organizaciones locales fue bastante débil. Sin ir más lejos, los
estatutos del Comité Local de Falange Española de Santa Cruz de Tenerife estaban
fechados en el Gobierno Civil el 10 de febrero de 1936, mientras que en La Palma la
organización no superaba los dos centenares de militantes. Las acciones de los grupos
de falangistas se caracterizaron por ser puntuales y muchas veces respondían a la
individualidad y a la débil estructura organizativa del partido. Así, se pueden citar entre
ellas el reparto de hojas clandestinas; de pintadas de exaltación del fascismo; de la
colocación de banderas fascistas en los ayuntamientos de la isla de La Palma; de
tenencia ilícita de armas y de escándalo público. Debe tenerse en cuenta que para su
defensa contaron con la colaboración de destacadas figuras conservadoras de la
provincia, como fueron José Víctor López de Vergara (diputado en Cortes por APA) y
Esteban Pérez González (miembro de la Unión de Derechas palmera y hermano de Blas

1
Miguel Ángel CABRERA ACOSTA: La II República en las Canarias Occidentales, Santa Cruz de
Tenerife, Cabildo Insular de El Hierro-Centro de la Cultura Popular Canaria, 1991, pp. 526-529; Salvador
GONZÁLEZ VÁZQUEZ: ―Falange Española en la provincia de Tenerife (1933-1939)‖, en Francisco
MORALES PADRÓN (coord.): XIII Coloquio de Historia Canario-Americana. VIII Congreso
Internacional de Historia de America (AEA) (1998), Las Palmas de Gran Canaria, Casa de Colón-Cabildo
de Gran Canaria, 2000, pp. 2747-2750; ÍD.: ―El origen de Falange Española en La Palma (1933-1936)‖,
Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, 2 (2006), pp. 111-130; Ricardo A. GUERRA
PALMERO: La Falange en Canarias (1936-1950), Santa Cruz de Tenerife, Centro de la Cultura Popular
Canaria, Santa Cruz de Tenerife, 2007, pp. 46-48.

199
Pérez González, futuro ministro de la Gobernación, 1942-1957)2. Fue así como, poco a
poco, la presencia de los falangistas fue incrementándose en la vida pública tinerfeña,
aunque para entonces muchos de sus simpatizantes y colaboradores militaran
nominalmente en las organizaciones conservadoras anteriormente citadas.

La declaración del Estado de Guerra durante la mañana del 18 de julio de 1936


vino acompañada del control de las principales instituciones civiles de las Islas. En la
Plaza de la República (actual Plaza de la Candelaria) se ubicaba el edificio del Gobierno
Civil de Santa Cruz de Tenerife que fue ocupado por los sublevados, tras haber detenido
al gobernador Manuel Vázquez Moro y a su secretario Isidro Navarro 3. Por la tarde se
produjo un enfrentamiento entre un grupo de guardias de asalto y los soldados que
defendían el citado edificio, producto del cual resultó herido de muerte el soldado de
Infantería Santiago Cuadrado Suárez. Este joven falangista era hijo del comandante de
la Guardia Civil, quien fue nombrado alcalde de la ciudad de La Laguna
inmediatamente después del golpe de Estado. Pero aparte de eso, su caso era muy
representativo en cuanto a quiénes conformaban inicialmente Falange Española en la
isla y cómo tuvieron una aceptación creciente en determinados sectores sociales,
especialmente entre los más jóvenes. Era el primer (y sería el único muerto de los
sublevados en la isla) caído de los falangistas, pero también era joven, es decir, se
ajustaba perfectamente al discurso de renovación y de cambio que defendió un sector de
Falange tras el decreto de Unificación. Santiago Cuadrado Suárez estaba considerado
como un simpatizante ―con los elementos activos de la Falange Española de las JONS y
con los del grupo heroico realizó en esta Capital, La Laguna y pueblos del interior de la
Isla, aquella organización que fue base del Movimiento Nacional en la Isla‖. Además, el
18 de julio

―en las horas de la madrugada, se alistó voluntario en el Ejército, sin desempeñar


ningún cargo, sino solo como soldado. Siendo destinado al Regimiento de
2
Alfredo MEDEROS PÉREZ: La conspiración contra la república en La Palma: la represión franquista
en Las Breñas y Fuencaliente, Santa Cruz de Tenerife, Centro de la Cultura Popular Canaria, 2007, p. 35.
3
Tras ser detenidos, fueron juzgados en la Causa Militar 50/1936, en una pieza separada contra
autoridades y dirigentes del Frente Popular y directivos del Sindicato de Inquilinos. Acusados de rebelión
militar, fueron condenados a muerte y fusilados el 13 de octubre de 1936, en la batería del Barranco del
Hierro, junto a Domingo Rodríguez Sanfiel, presidente del Círculo de Amistad XII de Enero y secretario
de Unión Republicana, y a Francisco Sosa Castilla, presidente del Sindicato de Inquilinos y militante de
la CNT.

200
Infantería, en las horas de la tarde, con motivo de los sucesos originados en la
Plaza de la Constitución se presentó voluntario con un grupo de soldados a
reprimir la rebelión que se iniciaba (…) Individuo fervorosamente religioso‖4.

Sin embargo y, a pesar de la situación de partida, ello no fue óbice para que se
produjera una rápida construcción de la imagen del caído canario asociada a la virilidad
y heroicidad de los falangistas y al martirio necesario para salvar a España. Eso, a pesar
de que como también se ha dicho, las instituciones insulares fueron rápidamente
controladas por los militares y los representantes del Frente Popular fueron depuestos y
detenidos. No es de extrañar pues que, apenas transcurrieron unas horas desde el
asesinato de Santiago Cuadrado, los sublevados lo convirtieran en un mártir y en
símbolo de lucha, patriotismo y compromiso con España. Su muerte supuso que
rápidamente se transmitiera la imagen del valor y heroísmo de aquellos que se habían
presentado voluntarios el mismo 18 de julio en la Comandancia Militar de la capital
tinerfeña para ponerse a las órdenes de los militares. El diario católico Gaceta de
Tenerife recogía los hechos que habían sucedido hacía unas horas antes y ya aseveraba
que ―su nombre glorioso figurará entre los héroes españoles: nunca morirá en la
memoria y será siempre ejemplo vivo de patriotismo‖5. Así fue, la muerte de Santiago
Cuadrado sería instrumentalizada como referente heroico pero también como
demostración real de que aquel temor que se había consolidado durante la Segunda
República podía afectar a quienes defendían a España del enemigo que había nacido en
su interior.

Su muerte fue recogida por la propaganda falangista como una demostración del
sacrificio necesario para cambiar la situación caótica y de deriva que había vivido hasta
entonces España. En su figura y en su muerte se concentraron tres referentes discursivos
y propagandísticos de la Guerra Civil: la patria, el martirio necesario para liberarla y el
heroico sacrificio de la juventud para hacerlo realidad. Desde las propias filas
falangistas se dejaba constancia de que su muerte, entendida como el símbolo de
sacrificio que representaba Santiago Cuadrado, debía ser ―prenda segura para el
cumplimiento de nuestras consignas‖. Por eso, ―sólo un pueblo que tenga bien
presentes, muy vivos, sus muertos será capaz de signar su vida con el fuerte carácter que
4
Archivo Municipal de Santa Cruz de Tenerife (AMSCT). Legajo 606.
5
Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 19 de julio de 1936.

201
la sangre imprime allí donde se derrama‖. De esa manera, su figura siempre estaría
presente, en el frente, en la escuela, en la actividad diaria, ―con la aureola inmortal del
mártir y con la fama fresca del vencedor de la caducidad humana‖6.

El falangista Hildebrando Padrón7 profundizaría en este sentido al decir que ―ya


la Falange Española de la JONS de Santa Cruz de Tenerife tiene un muerto a quien
recordar día tras día y un camarada desaparecido de nuestras compactas filas nacional-
sindicalistas‖. A pesar de todo el dolor por el amigo caído, afirmaba que ―su muerte es
el acicate más poderoso para que continuemos firmes en nuestros puestos, tanto de
batalla como de trabajo‖, siguiendo de esta manera el ímpetu y el sentir patriótico de
Cuadrado, ―un español, creyente en los destinos de España, y por España, dándole su
viva, murió‖8. Más allá de la retórica de sus palabras, este falangista que había
participado activamente en las filas falangistas con anterioridad al golpe de Estado,
reiteraba la importancia de la ―sangre‖, ―la entrega de su vida‖ ―en el cumplimiento del
más sacrosanto de los deberes que pueda tener un hombre‖ como era la defensa de la
Patria, al tiempo que señalaba a los traidores y a los que lo convirtieron en mártir ―de
una altísima Causa Nacional‖. Todo ello como elemento definidor de su importante
misión histórica que deberían recoger aquellos que se unieran a las filas falangistas y
brazo en alto juraran ―guardar su muerte al grito de ¡Presente y Adelante!, y

6
―Santiago Cuadrado Suárez: ¡Presente!‖, Arriba España (La Laguna, Tenerife), 12 de septiembre de
1936.
7
En marzo de 1936 fueron detenidos algunos de los directivos de Falange Española en Santa Cruz de
Tenerife. Hildebrando Padrón Rey, había sido el vicesecretario de la Juventud de APA en Santa Cruz de
Tenerife y fue voluntario el 18 de julio, como otro de los implicados, Eduardo Herrera Hernández.
Dionisio Cabrera González, ocuparía un puesto destacado en la organización sindical local después de 18
de julio de 1936. Fueron acusados de asociación ilícita de Falange, pues se habían reunido a pesar de no
contar con la aprobación de sus estatutos por parte del Gobierno Civil y de que su organización ―debía
emplear la violencia para conseguir sus ideales‖. Se les requisaron, entre otras cosas, porras de goma y
dos revólveres, una bandera monárquica y gran cantidad de propaganda de Falange Española. Según
consta en las conclusiones provisionales del fiscal los detenidos venían realizando con anterioridad actos
de constitución de Falange y el 18 de febrero de 1936 presentaron en el Registro de Asociaciones del
Gobierno Civil sus estatutos. Pero ―por faltarle requisitos‖ se le negó que pudieran actuar legalmente. A
pesar de ello, en uno de los registros realizados, se encontraron documentos de convocatoria para una
reunión en su sede de la calle Primo de Rivera. No obstante, en sus declaraciones negarían estar afiliados
a Falange, porque la asociación como tal no había sido autorizada por el Gobierno Civil. Estuvieron en
prisión provisional desde el 19 y 20 de marzo hasta que, finalmente, en el juicio de 20 de abril de 1936
fueron absueltos de toda acusación (Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Audiencia
Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Sumario 68/1936, sign. 2038, caja 163. Sobre este tema también se
puede consultar Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 21 de abril de 1936 y 28 de abril de 1938 y
―Gobierno Civil. Una reunión clandestina‖, La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 18 de marzo de 1936).
8
Hildebrando PADRÓN: ―In memoriam. Santiago Cuadrado Suárez‖, Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de
Tenerife), 30 de julio de 1936.

202
efectivamente, hacer honor a la Justicia, imponiéndola con todo su rigor‖ 9. En esencia,
tomando como referencia estos entrecomillados, el discurso que inicialmente se
construyó en la retaguardia canaria giró en torno a una necesaria identificación de un
caído local y su ejemplo de virilidad y heroicidad como modelo a seguir para asumir
que habría que dar la vida, si España lo necesitaba, para derrotar al enemigo10.

En paralelo al discurso de construcción del mito del primer muerto de la


sublevación militar, debe tenerse en cuenta que se procedió a ―perpetuar‖ en calles,
plazas y monumentos a los caídos del frente, siendo siempre el referente del discurso
falangista el camarada Santiago Cuadrado11. Se daba la circunstancia de que solo habían
transcurrido unas semanas desde su muerte y ya entonces se iniciaba una campaña para
colocar una lápida en ―agradecimiento hacia estos jóvenes y que recuerde la gloriosa
muerte del primero de ellos, Santiago Cuadrado Suárez, caído en puesto de honor en
servicio de la Patria‖12. Se hizo, además, asociando la construcción simbólica del nuevo
marco con la eliminación de todo rastro del anterior régimen republicano y definiendo
el viario central urbano al amparo de lo que sucedía en la guerra. De esta manera, como
se verá, no solo se incluyó a caídos locales sino también a destacados militares
peninsulares, justamente cuando en algunas localidades se advertía de que con la
República se habían dado nombres a calles de sus municipios sin atender a la actividad
de los homenajeados en pro de esa determinada localidad13.

9
Debe tenerse en cuenta que esa aplicación de la justicia en las Islas se llevaría a cabo con enorme
contundencia a la vista de las cifras con las que trabajamos actualmente y que significarían la
desestructuración del movimiento obrero canario, la desaparición de los principales líderes políticos y
sindicales y la ruptura por completo de la convivencia social en el Archipiélago. Datos actualizados en
Aarón LEÓN ÁLVAREZ (coord.): La represión franquista en Canarias: contribuciones para su estudio,
Santa Cruz de Tenerife, LeCanarien Ediciones, 2015.
10
Aarón LEÓN ÁLVAREZ: ―Combatiendo desde la retaguardia. Prensa y propaganda en Tenerife: el
periódico Amanecer (1937-1939)‖, Boletín de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de
Tenerife, 1 (número extraordinario I Congreso de Historia del Periodismo canario), 2010, pp. 471-488.
11
Otra cuestión a tener en cuenta es que se trató de reparar social y económicamente a su familia, lo cual
se tradujo, por ejemplo, en que los condenados por la pieza separada de la Causa 50/1936 tuvieron que
pagarles quince mil pesetas por la muerte de Cuadrado Suárez y, a su vez, otras veinticinco mil al Estado
―por los perjuicios ocasionados‖ (Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 14 de octubre de 1936).
También se hicieron homenajes a sus familiares, caso de su madre María Suárez Cabrera-Pinto con la
entrega de una medalla guardapelo del Santísimo Cristo de La Laguna (―De un obsequio‖, La Prensa
(Santa Cruz de Tenerife), 22 de enero de 1937).
12
―Comandancia Militar‖, Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 5 de agosto de 1936.
13
Se hablaba, por ejemplo, de que la intención de las autoridades republicanas no era otra que ―dejar
huella de su sectarismo rabioso y herir los sentimientos españolistas de la mayoría de este pueblo‖.
Archivo Municipal de Güímar (AMG). Libro de actas del Ayuntamiento de Güímar. Sesión de 12 de
agosto de 1936.

203
En el Ayuntamiento de La Laguna se tomarían algunos acuerdos en este sentido,
con el cambio en la denominación de las calles y la colocación de símbolos en
homenaje a los caídos y a figuras representativas del nuevo régimen. Así, en la sesión
de siete de julio de 1937, la gestora municipal acordó denominar plaza Dieciocho de
Julio (en la confluencia de la avenida de Lucas Vega con los caminos del Cercado del
Marqués, Vieja Picha y Calle del Pozo); celebrar un funeral en honor de José Calvo
Sotelo en la Catedral de La Laguna, con la asistencia de las principales autoridades y
con el objeto posterior de desplazarse hasta la calle que lleva su nombre,
―descubriéndose las lápidas que darán su glorioso nombre a la entrada de la población
ya que se trata de uno de los lugares más bellos de la población. Al indicado fin propone
que en la noche del mencionado día en el Teatro Leal sea celebrada una velada
necrológica en memoria del malogrado estadista‖; conmemorar la fecha del dieciocho
de julio con la celebración de una misa de campaña, descubriéndose el mismo día las
placas que darían el nombre de Franco a la céntrica calle de Herradores y celebrándose
una función de exaltación de su figura en el Teatro Leal; y descubrir las placas con los
nombres de los caídos en el frente peninsular, el capitán Gerardo Brotons Ballester,
Ernesto Ascanio y León-Huerta y Santiago Cuadrado Suárez (en un tramo de la calle
Bencomo, Briones y La Palma, respectivamente), coincidiendo con las fiestas locales y
con la salida del Pendón de la Conquista, símbolo de la conquista castellana de las Islas
Canarias.

Por su parte, en cuanto a la capital tinerfeña también hay que resaltar que se
produjo un hecho similar, aunque en este caso se elegirá una calle señalada del
municipio. En concreto, aquella que hasta entonces llevaba el nombre de José Nakens
Pérez, periodista republicano andaluz que había sido acusado de acoger en su casa al
anarquista Mateo Morral, quien había atentado con el rey Alfonso XIII en 1906, y que
fue colocada en abril de 1932 (además un equipo de la ciudad llevaba ese mismo
nombre). Por tanto, era algo significativo el lugar elegido para colocar ese nombre para
el primer caído de los sublevados14, tanto por el lugar como por el significado con el
que se dotaba a ese lugar. De esta manera, atendiendo a estos dos casos concretos de las

14
Debe tenerse en cuenta que el primer muerto durante aquellos tiroteos en Santa Cruz de Tenerife fue
Francisco Muñoz Serrano, cabo de la Guardia de Asalto, que se había posicionado del lado de la Segunda
República. Igualmente, se produjo un cambio en el nombre de las calles que conectaban con esta vía
denominada Santiago Cuadrado. En concreto, las de Rambla de Benítez de Lugo y la de la Igualdad
pasaron a denominarse Emilio Mola y Manuel Goded, respectivamente.

204
dos principales ciudades de la isla de Tenerife, se aprecia el interés de las nuevas
autoridades por crear un nuevo marco simbólico asociado a la sublevación y como se
producirá una vinculación directa con lo que estaba sucediendo en el frente de guerra.
Santiago Cuadrado no dejaba de ser un caído más de la guerra, aunque hubiera sido en
territorio insular, convertido en héroe local, como generador de una emoción colectiva
que recordara a cada instante que su vida había sido necesaria para empezar a liberar a
España del dominio rojo y, paralelamente, para convertir a aquel caído en un símbolo
colectivo de ―la verdadera España abocada a imponerse‖15.

Por último, al discurso político de exaltación y a las políticas de perpetuación de


la memoria de los caídos, hay que añadir en último término que la Falange tinerfeña
aprovechó estos actos a modo de ocupación del espacio público en los primeros
momentos. Tal era el caso que en el verano de 1936 fue cuando en la prensa se decía
que el partido formó por primera vez en público en La Laguna, coincidiendo con el
entierro de Santiago Cuadrado16. A partir de entonces fue una constante que muchos de
los actos oficiales finalizaran frente a la tumba del héroe caído17, todos ellos
acompañados de coronas de flores, el rezo de un padre nuestro, la oración por los caídos
de Rafael Sánchez Mazas y vivas a Falange –este tipo de acciones se repetirían en
algunas ocasiones frente a las tumbas de los ―camaradas muertos‖.

Francisco Javier Centurión Hernández: un caído de la Vieja Guardia

Francisco Javier Centurión procedía de los círculos católicos que se habían


organizado durante la Segunda República en la ciudad de La Laguna. En esta, aparte de
la Universidad, también se encontraba situada la sede episcopal de la Diócesis
Nivariense. No es de extrañar que durante el quinquenio republicano la localidad fuera
punto de enfrentamiento entre los grupos que representaban opciones políticas,

15
Zira BOX: España, año cero. La construcción simbólica del franquismo, Madrid, Alianza Editorial, p.
285.
16
―Presencia de F.E. en la calle‖, Arriba España (La Laguna, Tenerife), 12 de septiembre de 1936.
17
Así, por ejemplo, la celebración del nombramiento del nuevo jefe territorial de Falange Española,
Diego Feria, culminó con la colocación de flores en la tumba de Santiago Cuadrado. Gaceta de Tenerife
(Santa Cruz de Tenerife), 6 de octubre de 1936.

205
culturales y sociales muy diferentes18. Fue ahí donde surgieron los primeros núcleos de
Falange, entre los que estaba el propio Centurión, quien formó parte de la Asociación de
Estudiantes Católicos de la ciudad, fue redactor del periódico católico Gaceta de
Tenerife y un activo propagandista durante aquellos años, participando como orador en
numerosos actos públicos de Acción Popular Agraria19. Entre otros temas, cabe destacar
que abordó la trascendencia de la españolidad y la virilidad de su defensa, la fe católica
y su ataque a la escuela laica como ―madriguera de salvajes‖. También hablaría en sus
intervenciones públicas el papel fundamental de la juventud, que para entonces vendría
caracterizada por nuevos valores que representaban, según su visión de entonces, las
Juventudes Tradicionalistas20. Junto a ello, cabe destacar su participación activa en
algunos enfrentamientos con las organizaciones obreras canarias, como él mismo
recordaría ya durante los años de la guerra. En concreto, rememoraba sus años en su isla
natal (La Palma) y como los comunistas, liberales y masones ―nos combatían a sangre y
letra hiriente‖ pero como, a pesar de todo, ―la Falange crecía. De cada «jaleo» salían
varios militantes más. Frente a nosotros, todos. Nadie nos quería. Y como a nadie
queríamos nosotros nos quedamos en soledad altiva, frente a todos‖21. Su esencia venía
definida por un credo antiliberal, antidemocrático, antimarxista, antiizquierdista y
antiderechista, tal y como él mismo definiría. Todo ello porque

―el liberalismo y la democracia concedieron al obrero una irónica libertad


absoluta y una absoluta libertad de perecer por hambre. El marxismo hace a los
marxistas hombres sin Patria, sin amor, sin alcance de ánimo. Las izquierdas burguesas
son pesadas y nunca caminan por sus píes: son verdaderamente antinacionales. Las
derechas son antisociales.

La Falange –antipartido, nacionalismo y justicia social– va contra todo eso. Por


eso nosotros hemos clavado sobre este movimiento militar, nacionalista, antimarxista y

18
Sobre la conflictividad en la ciudad y la tensión creciente que se dio durante la etapa del Frente Popular
con la toma y ocupación de las sedes del Obispado y del Seminario Diocesano (abril-mayo de 1936) por
un grupo de obreros, véase Luana STUDER VILLAZÁN et. al.: En Rebeldía. Once desaparecidos de La
Laguna durante la guerra civil en Tenerife, Santa Cruz de Tenerife, LeCanarien Ediciones, 2012, pp. 23-
52y 171-175.
19
Puede consultarse a modo de ejemplo su participación en varios actos de la campaña electoral en
Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 24 de octubre de 1933.
20
―Una solemne velada‖, Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 3 de septiembre de 1933.
21
Francisco J. CENTURIÓN: ―Genio y figura de un cámara heroico‖, Amanecer (Santa Cruz de
Tenerife), 28 de agosto de 1937.

206
antipartidista nuestro haz de flechas para que nunca pueda olvidarse el carácter genuino
y entero de esta Revolución que se está haciendo para todos los españoles‖22.

Después del 18 de julio, se mostró como un activo propagandista falangista tanto


en La Palma como en Tenerife, participando en actos públicos coincidiendo con sus
regresos puntuales de la Península. Ya en el frente, Francisco J. Centurión pasó al
Servicio de la Delegación Militar de Prensa, desde donde enviaría sus colaboraciones
con la prensa local y se mostraría como un fiel defensor de una de las claves de la
propaganda falangista y que, en sus palabras, podría sintetizarse así: ―tras las albas de
plata de nuestras bayonetas‖, ―en la guerra estamos forjando nuestra paz‖ para
conseguir ―la patria, el pan y la industria‖23.

En los frentes de Toledo y de Madrid participó activamente en las acciones


militares, dejando a un lado la escritura y tomando las armas. Poco después, en la Casa
de Campo de Madrid se integró en los Tiradores de Ifni con el grado de alférez,
momento en el que caería en combate. Fue entonces, el 13 de junio de 1938, cuando fue
abatido en el frente de Cataluña por ―la metralla del enemigo inconsciente e
incivilizado‖ un falangista que condensaba los mejores valores: la pureza, la juventud,
su carácter revolucionario y su heroicidad, valores todos que defendería hasta la muerte
y que la propaganda falangista resaltaría durante toda la contienda. Básicamente, porque
su muerte y todo el entusiasmo y la valentía que había demostrado debían ser su legado,
―como el camino que él nos dejó trabado para la mejor gloria de España‖24.

Su entierro en su pueblo natal, San Andrés y Sauces, en la isla de La Palma, se


convirtió en un acto de exaltación falangista con las milicias del partido cubriendo el
centro de la parroquia, junto a las organizaciones juveniles locales y presidiendo el acto
las autoridades de FET y de las JONS, la Guardia Civil y la gestora local. En el recinto
religioso y con los símbolos falangistas, el párroco Jesús Cabrera Medina resaltaba los
valores del caído falangista Francisco Javier Centurión, quien lo había hecho por Dios y

22
Francisco J. CENTURIÓN: ―Arriba España‖, Arriba España (La Laguna, Tenerife), 19 de septiembre
de 1936. Véase también un artículo anterior en el que ya dejaba constancia de su pensamiento, ―No soy
demócrata, por varias razones‖, Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 19 de agosto de 1933.
23
Francisco J. CENTURIÓN: ―Pueblo y Ejército‖, Gaceta de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 27 de
octubre de 1936.
24
Amanecer, Santa Cruz de Tenerife, 19 de junio de 1938. También puede consultarse Francisco
HERNÁNDEZ DÍAZ: ―Camarada Centurión: ¿dónde formas?‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 17
de julio de 1938.

207
por España. El acto, lejos de limitarse al recinto religioso, se convirtió en manifestación
pública con destino a la casa donde había nacido Centurión, desde donde se cantó el
himno de Falange y se realizó una oración. Se escenificaba así el dolor por la pérdida
humana pero también la celebración de un ritual de exaltación de la ―Santa Causa‖ que
había defendido el falangista palmero desde su juventud25.

El pensamiento de Francisco J. Centurión quedaba definido en una frase certera


que recogía el anhelo y el desencanto de la retaguardia tinerfeña: ―pueden seguir
pensando los imbéciles, que no fueron ni irán a la guerra, que la Falange vegeta en
retaguardia‖26. Su acusación era directa para quienes desde la retaguardia canaria27 no
cumplían con las aspiraciones de los jóvenes falangistas, para quienes decía que podían
seguir en ―sus festines‖ pero que cuando terminara la guerra ―nadie podrá oponerse a
que demos implacable forma nacionalsindicalista a esta pasta sangrienta que es la Joven
España‖28.

El caso de Francisco J. Centurión es representativo en tanto que su figura era una


de las pocas de relevancia pública que había tenido un papel destacado desde los
primeros momentos de la fundación de Falange Española en Tenerife. Pero no solo por
lo que representaba antes del 18 de julio de 1936 sino también con posterioridad a esa
fecha, como integrante de aquel sector que reivindicaba la aplicación del programa
falangista y la renovación por completo de la vida política canaria. Fue de los primeros
en mostrar su satisfacción ante el nombramiento de Daniel Arriza29 como gobernador

25
―De Los Sauces. Honras fúnebres por Francisco Centurión‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 1 de
julio de 1938. Tras su muerte, se celebraron nuevos homenajes, se enviaron numerosos escritos de
recuerdo y exaltación de su figura desde el frente y su nombre fue colocado en un comedor infantil de
Auxilio Social en La Laguna. A día de hoy, un grupo de viviendas de la capital de la provincia occidental
continúa llevando el nombre de Francisco Javier Centurión.
26
Francisco J. CENTURIÓN: ―La gloria solo nuestra‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 3 de agosto
de 1937.
27
Javier Rodrigo ha afirmado que ―la española fue, pues, una guerra combatida en los frentes pero
vencida en las retaguardias‖ (Javier RODRIGO: ―Presentación. Retaguardia: un espacio de
transformación‖, en Ayer, 76 (2009), p. 15). Este mismo autor iría más allá al decir que ―tras el paso de
los ejércitos, toda España se convirtió, más que en una cárcel, en una inmensa retaguardia‖ (p. 33). Si
ponemos esto en relación con nuestro caso de estudio, debemos valorar la importancia que tuvo tanto el
trabajo en el frente como en el Archipiélago, asumiendo que la guerra era algo más que desplazarse hasta
la Península. A unos y a otros les unía su lucha contra el marxismo, el liberalismo y una idea de España
que chocaba totalmente con su visión tradicional de la nación.
28
Francisco J. CENTURIÓN: ―La joven España‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 19 de noviembre
de 1937.
29
Este doctor en Medicina fue concejal de Pamplona durante la dictadura de Primo de Rivera y en el
período de la Segunda República fue uno de los fundadores de Falange Española en Navarra y ocuparía el

208
civil de la provincia, sustituyendo a Julio Fuentes Serrano, propietario agrícola y
exportador frutero vinculado con Acción Popular Agraria y con las fuerzas tradicionales
de la sociedad insular. Por eso, Centurión escribió que ―por primera vez, un nuevo 18 de
Julio alienta en Tenerife. Hoy un camarada viejo que comprendió magníficamente a
José Antonio y al Generalísimo Franco, nos trae esta alegría‖30. No hablaba como
periodista o como reportero, lo hacía como combatiente –―cuando la voz de las
trincheras lo dice, no os engaña‖– consciente de que el proyecto de cambio (de patria,
pan y justicia) no se había logrado. Eso significaba que ―los mismos personajillos‖
seguían en las instituciones e influyendo en la política insular, causa de la ―ansiedad de
hacer y de crear y, sobre todo, de purificar lo que se mantiene impuro en esta hora que
debe ser clara y transparente, sin intrigas y sin chismes‖31. Residía ahí una de las claves
sobre las que se cimentó la construcción del poder local en las Islas, vinculando la
idealizada sangre derramada en el frente con una situación de control progresivo de la
situación por parte de determinados núcleos económicos y sociales que protagonizaban
los primeros momentos de la Nueva España.

De esta manera, dos jóvenes falangistas se convirtieron en referente de la


propaganda falangista a modo de abnegados luchadores por la ansiada reconquista de
España. Como se ha visto, sus muertes fueron utilizadas como ejemplos del sacrificio
necesario para derrotar al enemigo forjado durante la Segunda República, así como del
valor que la Patria requería de sus hijos32. De manera paralela, habría que tener en
cuenta que se formuló una imagen del combatiente falangista asociada a conceptos de
masculinidad y de virilidad que se contraponían habitualmente con la incapacidad y
escaso fervor patriótico de quienes no iban a la guerra33. El poema ―Ardiente voz de

cargo de secretario provincial de FET y de las JONS. Con posterioridad sería nombrado gobernador civil
de Cádiz y, luego, de Santa Cruz de Tenerife (10 de julio-16 de diciembre de 1937). También fue
consejero Nacional de FET y de las JONS.
30
Amanecer, Santa Cruz de Tenerife, 4 de agosto de 1937.
31
Ibid.
32
Recordemos las palabras de José Antonio Primo de Rivera en el verano de 1935 cuando decía que ―es
la Patria quien necesita de nuestro esfuerzo y de nuestros brazos; ella es quien nos manda uniformar,
formar todos como uno, vestir las azules camisas de la Falange‖. ―El sentido heroico de la milicia‖,
Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 4 de diciembre de 1938.
33
Sobre la relación del concepto de masculinidad y la valentía de los combatientes, resultan de interés
algunos trabajos como los siguientes: Ana Isabel SIMÓN ALEGRE: ―Discurso de género en la doctrina
de la Falange y su vigencia en los primeros años de la Transición‖, en Actes del Congrés la transició de la
dictadura franquista a la democràcia: Barcelona, 20, 21 i 22 d'octubre de 2005, Barcelona, Universitat
Autònoma de Barcelona y Centre d'Estudis sobre les Epoques Franquista i Democràtica, 2005, p. 7.
También véanse Teresa GONZÁLEZ AJA.: ―Monje y soldado. La imagen masculina durante el

209
guerra‖ del propio Francisco Javier Centurión es una buena demostración de su ideario
y del necesario martirio de los jóvenes falangistas para lograr la definitiva liberación de
España. En ese poema, que luego también daría título a un libro con recopilación de
materiales de su autoría, el falangista palmero apelaba a la masculinidad y hombría de
los combatientes, a la necesaria implicación de los jóvenes, al sacrificio obligado por la
patria, por su unidad y la gloria de Dios. Utilizaba frases como ―Y es hombre quien
vaya al frente / y cobarde quien no vaya‖ o ―Nuestro deber es de guerra, / y a quien en
la retaguardia / no haga suya voz del frente, / genio y grito de las armas, / que lo
escupan las mujeres / y no haya buena mañana‖. Todo ello invocando a la muerte de los
camaradas y a la hombría del valiente guerrero, manteniendo que ―La voz redonda de
muertos / –labio del ―Arriba España‖– / grita que todo lo joven / sea, en esta hoguera,
llama. / Y al que no queme sus leños y baile esta dura danza. / le darán garrote vil / los
que traigan Paz y España‖34.

Se construyó así un discurso que tenía como referentes a los caídos en la guerra
y en la retaguardia, pero que servía de acicate para que unos y otros fueran conscientes
de su lugar en la Historia. En esencia era el recuerdo permanente de lo que había
supuesto la guerra y del coste que había implicado la reconstrucción de España35.
Precisamente, el segundo elemento a tener en cuenta es que subyace continuamente una
idea que se remarca en cada mensaje y guión publicado en la prensa: Canarias formaba
parte de la Cruzada, había sido punta de lanza y era una demostración de que se
reforzarían sus vínculos con la patria, dejando atrás etapas de lejanía territorial y de
relajación en las costumbres. Se aprecia desde entonces un interés por vincular a las
Islas con España, superando toda barrera geográfica e implicarla en el marco bélico y de

franquismo‖, Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 1 (1) (2005), pp. 64-83,
http://www.cafyd.com/REVISTA/art5n1a05.pdf; Mary VINCENT: “La reafirmación de la masculinidad
en la cruzada franquista‖, Cuadernos de Historia Contemporánea, 28, 2006, pp. 135-151.
34
Francisco J. CENTURIÓN: ―Ardiente voz de guerra‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 17 de julio
de 1938.
35
En este sentido hay que tener en cuenta el significado material de esa reconstrucción a partir de las
ruinas de España, tanto en sentido espiritual como aquellas generadas en la guerra. En las Islas, dado que
no hubo enfrentamiento bélico y no se produjeron esas pérdidas materiales, la prensa y los discursos de
las autoridades tendieron a hacer propios los desastres de la guerra como parte de esa integración nacional
y demostración de lo que había supuesto la etapa republicana. Véase, Stéphane MICHONNEAU: ―Ruinas
de guerra e imaginario social bajo el franquismo‖, en Stéphane MICHONNEAU y Xosé-Manuel
NÚÑEZ-SEIXAS: Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo, Madrid, Casa de
Velázquez, 2014, pp. 31-47.

210
esfuerzo sobrehumano que se realizaba en el resto del Estado36. Sin ir más lejos, la frase
inicial con la que se abre este texto reivindicaba la muerte de Santiago Cuadrado como
la primera muerte provocada en la lucha contra el enemigo, justamente en el territorio
insular del que había partido Francisco Franco, hasta entonces comandante militar de
Canarias.

Ahora bien, como decía al comienzo de esta comunicación, fueron los jóvenes
falangistas los que habían partido hacia el frente, mientras que precisamente aquellos a
los que aspiraban a desbancar de las instituciones fueron los que, poco a poco,
retomaron el control de la política local. Aunque es cierto que este proceso no fue de
manera lineal ni fue tan sencillo como pudiera parecer, la cuestión es que, como se verá
a continuación, quienes habían liderado el partido desde sus inicios desaparecieron
prácticamente de la vida pública local. Eso sí, el ejemplo de los caídos falangistas se
mantuvo durante toda la Dictadura y permanecería como referente discursivo de quienes
reclamaban un partido que superara aquella vuelta al pasado.

¿Del frente a las instituciones? Un breve balance

Los dos ejemplos expuestos a lo largo de este trabajo, más allá de los datos
concretos y descriptivos sobre sus vidas, eran reflejo de las vidas de muchos jóvenes
canarios que, directa o indirectamente vinculados con el partido, partieron hacia la
Península durante la guerra. Lo habían hecho con la aspiración de derrotar al enemigo y
de colaborar directamente en las tareas bélicas, manteniendo la aspiración de renovar
por completo la situación política local. Esta cuestión –la necesidad de desmarcarse por
completo del pasado– fue un referente del discurso falangista tinerfeño durante toda la
guerra, pero materialmente no se tradujo en la llegada al poder (alcaldías, presidencia
del Cabildo Insular, etc.) de sus hombres. En general, hubo una incorporación
progresiva y masiva de personas poco interesadas en la doctrina falangista y que
asumieron el ideario como una forma de adaptarse a la nueva situación política, de
proteger y asegurar su posición y de optar a ocupar nuevamente los principales cargos

36
Ricardo A. GUERRA PALMERO y Aarón LEÓN ÁLVAREZ: ―La españolización de Canarias a través
de la propaganda falangista (1936-1945)‖, en Miguel Ángel RUIZ CARNICER (ed.): Falange. Las
culturas políticas del fascismo en la España de Franco (1936-1975). Actas del congreso celebrado en
Zaragoza del 22 al 24 de noviembre de 2011, Zaragoza, Institución Fernando El Católico, 2013, pp. 195-
220.

211
en la vida política insular37. De esta manera, se produjo paulatinamente la integración de
personas procedentes de organizaciones derechistas y católicas ―a los que se suma un
grupo más o menos amplio de personas que, sin ser anteriormente de adscripción
derechista, aceptó el estado de cosas existentes y se puso, según la expresión del general
Queipo del Llano, el «salvavidas», que representaba la camisa azul‖38. Era un partido
débil, del que incluso públicamente sus jerarcas decían que ―hasta la fecha Tenerife es
la provincia donde más ha tardado en llegar el espíritu de la Falange, que es
revolucionario, sin gritos estridentes, sin bastas maneras, sin plebeyez y sin jactancia‖39.

Por otro lado, en el orden político se puede decir que este primer momento
estuvo marcado por la llegada progresiva a las instituciones de los hombres más ricos de
cada municipio, muchos procedentes de los períodos Restauración y de la dictadura de
Primo de Rivera, vinculados con las organizaciones políticas conservadoras y católicas,
fundamentalmente. De esta manera, nacía un personal político franquista heredero de
las luchas y experiencias anteriores, mientras al frente de batalla peninsular había
partido la juventud que militaba en Falange y que se había alistado voluntaria el 18 de
julio. De aquellos jóvenes que habían formado parte del núcleo fundador de Falange en
La Laguna, unos años después, prácticamente todos habían desaparecido de la vida
política local. Francisco Javier Centurión y Ernesto Ascanio y León-Huerta habían
muerto en el frente peninsular; Nicolás Pérez de Ascanio fue herido en el frente y
regresó a la ciudad. De todos ellos –al menos de lo que se tiene constancia–, sólo dos
hombres mantendrían un papel destacado en la vida política de La Laguna. Me refiero a
los alcaldes José Vicente Buergo Oraá (1943-1945) –―espíritu intranquilo, descendiente
de carlistas y luchador en Madrid por el advenimiento de la República, cuya frustración
como intento nacional revolucionario la había aturdido. Un viaje a Alemania le
convirtió en entusiasta y admirador de la persona y la obra de Hitler. Mi alegría, al
instante, fué suya. Empezaba la luz primera: amanecía en todo‖40– y Lucipio Arbelo
Padrón (1952-1958) –―joven trabajador, fue otra flecha, más de nuestro haz‖41–. Ambos
casos son representativos de miembros de la Vieja Guardia que llegaron a lo más alto en
las instituciones locales, aunque no fuera representativo de lo que sucedió en la

37
Joan Maria THOMÁS: Los fascismos españoles, Barcelona, Planeta, 2011, p.124.
38
Ricardo A. GUERRA PALMERO: La Falange en Canarias..., p. 48.
39
―Guión‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 24 de febrero de 1938.
40
―Vieja Guardia. Tenerife, 29 de octubre 33‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 2 de diciembre de
1937.
41
Ibid.

212
provincia de Santa Cruz de Tenerife. Los dos eran destacados representantes de aquella
facción del partido42 que pretendía aniquilar al fenómeno que consideraban como
principal causante de la deriva político-institucional de España: ―el caciquismo es una
cosa pervertida, incompleta, localista, pero con una razón fuerte de ser que denuncia su
arraigada persistencia‖43. En todo caso, es cierto que a partir del estudio realizado para
toda la provincia, detecté que muchos de aquellos hombres, a su regreso de tierras
peninsulares, no necesariamente pasaban a ocupar cargos en los Ayuntamientos44. Se
trataba de una situación de progresiva inserción política y que era continuamente puesta
en valor; podrían ser nombrados como jefe locales de la Comisión de Subsidio al
Combatiente o delegados locales de excombatientes, así como responsables de las
hermandades sindicales, hasta que definitivamente entraban a formar parte de las
corporaciones locales.

De este modo, personas pertenecientes a los grupos económicos poderosos e


insertos en las redes clientelares preexistentes se integraron en el poder franquista,
configurándose un personal político que reducía la idea de renovación a la que
aspiraban los falangistas y que tuvo, entre otras cosas, su manifestación en un choque
violento durante el mandato del gobernador Orbaneja (1937-1940). Fue entonces
cuando se produjo un enfrentamiento abierto entre las dos facciones que convivían en el
partido, entre los sectores renovadores y los conservadores, es decir, entre quienes
defendían un salida revolucionaria, el pensamiento de José Antonio y la ruptura con el
pasado, y aquellos otros que procedían del viejo entramado caciquil canario y que
tratarían de frenar cualquier amenaza para sus intereses y posición privilegiada. A pesar
de que el gobernador y jefe provincial Vicente Sergio Orbaneja se mostraba
esperanzado de poner fin a ―los lucros que afeaban la bella Tenerife, aquellos
escandalosos asuntos como el azúcar, aquellas tertuliejas formadas por los
representantes del viejo régimen‖45, lo cierto es que los planteamientos de estos saldrían

42
―Por eso combaten los caciques a la Falange, porque la Falange supone el fin de su hereditaria
oligarquía (…) Los que se han filtrado en ella –con boina roja o con camisa azul o ambos hábitos–
queriéndola hacer fracasar. Dando nombres del lenguaje de la Falange, revistiendo de Falange todo lo que
no es Falange. Porque conviene saber que la Falange espera todavía su tiempo y que no tiene prisa‖.
―Guión: sobre caciquismo‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 28 de junio de 1938.
43
Ibid.
44
Me estoy refiriendo a mi Tesis Doctoral que próximamente será publicada en formato libro con el título
La retaguardia de Franco. El personal político y el poder local en las Canarias Occidentales, 1936-1961
y que será editado por el Instituto de Estudios Canarios.
45
―Discurso del camarada Orbaneja en el Radio Club‖, Amanecer (Santa Cruz de Tenerife), 2 de octubre
de 1938.

213
victoriosos y progresivamente irían ganando terreno hasta conseguir que en el primer
Congreso Provincial de FET y de las JONS en 1953 se fijara como primer objetivo
económico para la provincia la recuperación del sistema de Puertos Francos –el sistema
de libre comercio que reconocía las especificidades de Canarias respecto al territorio
peninsular y que estuvo vigente desde 1852 hasta 1936, coincidiendo con el inicio de la
guerra y con la aplicación posterior de las políticas autárquicas. Para entonces, aún se
continuaban haciendo llamamientos a mantener vivo el sacrificio y el esfuerzo de la
guerra. Eran tiempos de silencio, de hambre y escasez para la mayoría de la población
canaria, en los que no dejarían de escucharse los vítores y recuerdos para los camaradas
caídos en combate: los mártires del falangismo canario.

214
Eres de todas la más hermosa: la obra musical de José Alfosea
Pastor durante el franquismo

Xavier Mas i Sempere


Universitat de València – Facultat de Ciències Socials

Introducción
La música es uno de los elementos sociales más potentes que intervienen en cualquier
proceso. El carácter abstracto de lo sonoro y la imposibilidad de retenerlo en su
totalidad en un punto concreto del tiempo, le han permitido desarrollar un cierto
misticismo a su alrededor. En la Edad media europea, la música era considerada la
mejor forma de alabar a Dios. En el Romanticismo, y de la mano de escritores y
filósofos como Hoffmann (Bonds, 2014), la música –especialmente la instrumental–
fue identificada como la manifestación artística más elevada del ser humano ya que,
desligada de la palabra, podía expresar ideas mucho más trascendentes.

Este imaginario metafísico –que tanto ha condicionado el acercamiento


musicológico– esconde una serie de intereses articulados por medio de las funciones
sociales de la música. El poder, en sus diferentes formas, siempre ha sido consciente de
este potencial y lo ha aprovechado para su conveniencia. Ya se han mencionado el caso
medieval y decimonónico, pero de la misma manera se puede indagar en los regímenes
totalitarios y en las democracias contemporáneas – sometidas a los gobiernos
oligopólicos de los mercados–. En las páginas siguientes, realizamos una aproximación
a este fenómeno en el contexto de la dictadura franquista española. Desprendiéndonos

215
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
del sesgo esotérico y abordando la problemática con el rigor metodológico de las
ciencias sociales.

Objetivos
Este trabajo se configura como un acercamiento microsociológico. A partir de la obra
de un compositor concreto, el santapolero José Alfosea Pastor, pretendemos llegar a
conocer el papel de la música, durante el franquismo, como elemento fundamental de
construcción de la identidad social. El estudio de su catálogo y el análisis de los
elementos extramusicales – género, formación, título, y letra– nos permiten establecer
una dialéctica constante entre la producción musical y realidad sociopolítica estatal.
Los resultados obtenidos nos permitirán identificar la función social de la música y las
lógicas presentes en sus discursos. Elementos imprescindibles para conocer un poco
mejor el contexto sociohistórico del Franquismo.

Delimitación
Nuestro análisis, aunque centrado en las décadas de régimen franquista, se extiende a lo
largo de toda la vida productiva de José Alfosea Pastor. Según los últimos datos, una
producción que tiene su primera obra fechada en la año 1912 y la última en 1964, año
de su defunción. Cabe indicar que se ha considerado su catálogo musical de manera
íntegra: incluyendo música para banda, para solista, conjunto de cámara y para orquesta
de música ligera. Empero, sólo se ha realizado un análisis del contenido de aquellas
obras datadas, con precisión, durante los años del Franquismo –quedando fuera toda
obra sin datar o con fecha dudosa–.

El catálogo fue elaborado a partir de la consulta del archivo familiar Alfosea


Lafuente del compositor, del archivo de la Unió Musical de Santa Pola y del archivo de
la Biblioteca Municipal d‘Elx.

Metodología
Para el presente trabajo se han aunado técnicas procedentes de la metodología
cuantitativa y cualitativa. Así, se ha realizado, primero, un análisis estadístico de la
producción musical del Mestre Alfosea. Aquí se han valorado elementos tanto

216
musicales –tonalidad, modulación, género, etc.– como tecnológicos –edición,
agrupación para la que se compone–, e históricos – año de composición–.
Posteriormente, se ha realizado un análisis de contenido. Para ello, se han diferenciado
elementos musicales y elementos textuales. En los segundos, se han incluido los textos
incluidos en la partitura. Esta combinación de técnicas nos permite sobrepasar el nivel
descriptivo y plantear, en las conclusiones, resultados explicativos.

Marco teórico
La referencia fundamental de esta investigación es el trabajo –todavía inédito– de José
Torres Alfosea, José Alfosea Pastor (1891-1964): Vida y obra de un gran músico de
Santa Pola. Este volumen, testimonio privilegiado de un descendiente del Mestre
Alfosea, constituye el primer acercamiento metódico a la biografía y la obra del
compositor santapolero. Casi 20 años después de realizarse, todavía sigue pendiente de
publicación por parte del Ajuntament de Santa Pola.

Contamos, también, con nuestro trabajo de 2015 La recomposició del mestre:


obra i catàleg de José Alfosea Pastor. En el artículo, planteábamos la necesidad de
estudiar la figura del compositor desde un punto de vista sociomusicológico. También,
completando la primera recopilación de Torres Alfosea, aportábamos una propuesta de
catálogo en base a las funciones de la música y los géneros musicales.

Los trabajos de Iván Iglesias resultan fundamentales para entender la realidad


musical española bajo la dictadura franquista. Su estudio sobre el jazz (2010, 2011)
conecta con nuestro acercamiento a la música popular que realizamos por medio de la
música de José Alfosea Pastor.

A parte de los referentes empíricos indicados, teóricamente nuestro trabajo se


sustenta en una serie de paradigmas que exponemos a continuación. En primer lugar,
nos vinculamos a la corriente de estudio de la música as social identity. Un
planteamiento científico que se centra en el estudio de la música como hecho social que
interviene en el proceso de construcción de identidades. Uno de sus estudiosos más
importantes es Simon Frith y su trabajo sobre la música popular (2001).

La propuesta teórica de Jesús Ibáñez (1997: 66) nos presenta a las élites como
las únicas capaces de extraer información de otros estratos sociales y, a la vez, inyectar

217
neguentropía para conservar el statu quo. Esta aportación teórica es imprescindible para
reconocer la importancia del poder en la configuración de las relaciones y las
posiciones sociales.

Finalmente, cabe reseñar las aportaciones sociológicas de Bourdieu que


incorporamos a nuestro análisis –distinción (1991), capital cultural (1987), campo
(1990). Y la metodología en el estudio de los compositores que inició Pierre-Michele
Menger (1983).

Alicante levanta su caserío: unas pinceladas sobre su vida


José Alfosea Pastor nace el 8 de enero de 1891 en Santa Pola –cuando todavía el poder
eclesiástico, ignorante, promovía el topónimo Santapola creyendo que Pola, derivado
fonético de Paula, no era tal santa. Moriría en Alacant, capital provincial a escasos 17
km de su pueblo natal, el 21 de diciembre de 1964.

Por medio, una vida dedicada enteramente a la música. Abordó el arte sonoro
desde múltiples facetas: intérprete instrumental –violín, guitarra, clarinete, percusión,
piano, clarinete bajo y saxofón barítono–, director –orquesta de vientos, orquesta de
pulso y púa, agrupación coral– y compositor. Su carácter, descrito por los que lo
trataron como suma de afabilidad y bonhomía, le llevó a emprender numerosas
acciones en pro de la divulgación musical. Buena muestra de ello es, por ejemplo, la
creación de una rondalla de invidentes.

Con una formación prácticamente autodidacta –con el único hito de un Curso


Elemental de Harmonía por correspondencia–, desarrolló su vida profesional
principalmente en Alacant, aunque también emprendió proyectos en Elx, Santa Pola y
Argel. Dos agrupaciones son fundamentales en su trayectoria musical: la Banda
Municipal de Alicante –donde ocupó diferentes plazas de instrumentista entre 1934 y
1961– y la Banda de la Cruz Roja, también en Alacant, y de la que fue su director
titular entre 1942 y 1960. Esta última agrupación, encargada de poner música a las
corridas de toros, fue la que le permitió estrenar buena parte de sus creaciones.

El episodio de su entierro, en forma de multitudinaria despedida, nos permite


entender el alcance de su trayectoria y el prestigio y admiración que había cosechado
entre la población alicantina. Con él moría una forma de hacer música muy personal,

218
muy característica. A su vez, quedaba un legado que, sin pretensiones originales, había
ayudado a construir musicalmente la identidad sonora de los moros y cristianos de
Alcoi, Fogueres de Sant Joan de Alacant, y del imaginario colectivo de una tierra que
se presenta al mundo, sin modestia, como la millor terreta del món.

Flor de aroma embriagador, soy para aquel caminante: la producción de Alfosea


Pastor en datos
Hasta el momento, se conocen 253 obras originales de José Alfosea Pastor. De ellas, se
han podido indexar cronológicamente un total de 139 composiciones. Con todo, la
gráfica resultante de los años de composición es la presentada en la figura 1.

Figura 1 – Cronología de las obras de José Alfosea Pastor

Como se observa, la época de mayor actividad compositiva se desarrollaría en sus años


al frente de la Banda de la Cruz Roja de Alacant: las décadas 40 y 50 del siglo XX. En
caso de poder datar las obras de juventud, el resultado de la gráfica sería más
homogéneo. A pesar de ello, y como vimos en nuestro estudio anterior (Mas i Sempere,
2015), la producción de madurez está ya prácticamente recogida.

La contienda civil infringió una etapa de silencio. Hasta la fecha, no se han


recogido obras compuestas entre 1936 y 1939. Superado ese momento histórico, desde
1940 hasta su muerte en 1964 apenas encontramos 3 años más de inactividad
compositiva. El corpus musical de Alfosea Pastor recorre, así, todo el Franquismo
desde su establecimiento como régimen estatal unificado hasta los años del gobierno

219
tecnócrata del Opus Dei. No sería, empero, su único contexto ya que, anteriormente,
había producido música bajo la II República, la dictadura de Primo de Rivera y la
monarquía borbónica de Alfonso XIII.

Figura 2 – Género musical de las obras de José Alfosea Pastor

La predilección por el pasodoble queda reflejada en la figura 2. Un género


musical, muy característico de las bandas de música valencianas, que desarrolló en
diferentes formas (pasodoble-canción, pasodoble taurino o pasodoble marcha) y que
supone el 31,7% de su producción. Si este género está muy vinculado a su etapa en
Alacant, el vals se vincularía a su actividad en Santa Pola –donde ponía música, junto a
otros intérpretes, a los bailes–. Por ello, es también insistente su composición de otros
géneros bailables como el chotis, el fox (foxtrot), la polka (4% todos ellos) y la
mazurca (4,3%). Finalmente, también tenemos que reseñar la composición de
habaneras (4%), canciones e himnos (2,8%). Estos géneros, que casi siempre incluyen
letra, serán muy importantes en el presente trabajo.

Finalmente, comentamos brevemente los datos presentados en la figura 3. La


orquesta de vientos –banda de música tradicional valenciana– reúne el 19,4% de su
creación. Una cifra que se elevaría al 24,2% si añadimos las obras que aúnan orquesta
de viento y otros participantes (diferentes tipos de coro, cornetas, tambores). El piano
es otro actor fundamental en este catálogo (15,4%). A su cuarentena de obras
pianísticas hay que sumar las que tiene al piano como acompañante: piano y voz solista

220
(11,1%), piano y violín (7,1%) y piano y coro a cuatro voces (0,4%). Finalmente, su
vinculación a la cuerda pulsada se recoge en las composiciones para guitarra solitas
(6,3%) y para orquesta de plectro (3,2%).

Figura 3 – Agrupación destinataria de las obras de José Alfosea Pastor

Es el lema del hombre, trabajo y amor: análisis de contenido


Para este apartado del trabajo, hemos tomado de referencia el texto escrito presente en
cada una de las obras. Bien, en forma de título, bien, como texto dispuesto para su
recitado o canto. A parte de los títulos de las 253 obras estudiadas, hemos reunido un
compendio de 34 obras con letra, compuestas durante el Franquismo, cuya autoría se
distribuye de la siguiente manera: 12 letras escritas por José Alfosea, 20 obras por otros
autores y 2 cuya autoría no se especifica y no se ha podido establecer, todavía. Solo se
incluyen, en este apartado, obras cuya fecha de composición está convenientemente
indicada dentro de los límites del periodo dictatorial. En aquellos casos donde no se
explicita el autor de la letra, se trata de obras escritas por el propio José Alfosea Pastor.

La lectura de los diferentes textos, nos ha posibilitado construir el esquema relacional


que mostramos en la figura 4 y que nos ayudará a estructurar la exposición de nuestro
análisis. Así, en la obra de Alfosea Pastor identificamos la construcción de dos lógicas
identitarias diferentes y complementarias. Por bajo, en el eje del género, la dialéctica
entre feminidad y masculinidad. Por encima, en el eje territorial, la dialéctica entre lo
local y lo estatal. Entre ambos ejes se produce una correlación, asociándose lo local con
lo femenino y lo estatal con lo masculino. Mientras que la correlación local-feminino
221
está gobernada por las lógicas del eros –sexualidad, amor, vida–, la segunda se sustenta
en las lógicas del Tánatos (o más bien de Keres, por el tipo de muerte): guerra,
violencia, destrucción. Finalmente, en una última operación de cambio de rol –y que
conllevaría la aniquilación de las personas, especialmente las mujeres– se convierte en
objeto –se reifica– a las personas, mientras se otorga cualidades de sujeto a los espacios
físicos.

Figura 4 – Lógicas discursivas en la producción musical de José Alfosea Pastor

La construcción de género de esta música nos permite identificar un tipo ideal


de mujer y de hombre. Es destacable que, de todos los autores de las letras, solamente
en una ocasión es la mujer sujeto de la enunciación –y no solo sujeto del enunciado
como pasa en la mayoría de los casos. Si nos centramos, primero, en este caso
excepcional vemos como el texto de María Francisca García Yuste, Te vi rezar (1959)
se centra en el abnegado rol de devota. ―Te vi en la iglesia rezar / y al mismo tiempo
llorabas /a tu Virgen le pedías /volviera el que tú adorabas.‖ La mujer, abandonada, se

222
dirige a la Virgen para tratar de remediar un abandono que, por su intercesión, se
resolverá favorablemente: ―El hombre que tú adorabas / ha vuelto a tu lado ya / y hoy
reís los dos felices / sin tener porqué llorar.‖

En este primer ejemplo ya se indica la base de la felicidad y realización de la


mujer: conseguir el amor de un hombre. Por ello, en Joven romántica (1947) la mujer
se presenta directamente como consumidora de amor: ―Soy una joven, romántica / me
alimento de ilusiones‖. Tal es la dependencia que tiene la mujer en la búsqueda de ―su
otro‖, que la idea de no conseguirlo resulta completamente destructiva. La propia letra,
nos cuenta en qué se convierte la mujer cuando recibe la negativa de su amado: ―Seré
una joven histérica / marchitas las ilusiones / por causa de la maléfica / flor de las
emociones.‖

No olvidemos, pues, que la mirada sobre la mujer siempre será masculina y


dentro de este imaginario patriarcal y machista, la mujer se convierte en un mero objeto
más del paisaje. Esta situación se reproduce en Los Seis de España (1963): ―¡Olé! la
Tierra del amor /
mujeres y flores, sin par‖; en Perla Alicantina, [José Santonja]
(1951): ―Sus palmeras, sus flores y sus mujeres / son orgullo de un pueblo que ama la
Paz‖; o en La sultana de oro [Diego Alcalá] (1952): ―tus mujeres bonitas y hermosas /
esculturas de arte seductor‖. Este último ejemplo, nos permite adelantar dos ideas: por
un lado, la subjetivación del espacio –la sultana de oro es la ciudad de Alacant– y, por
otro lado, la reificación de la mujer.

El proceso de reificación –cosificación– de la mujer (Bengoechea, 2007) nos


permite avanzar en la destrucción de la misma. Primero, el hombre invade su espacio
discursivo y no le permite que hable. Segundo, su cuerpo físico se objetiva permitiendo
su manipulación y su desmembramiento. Ese estadio, precisamente, es muy propio del
género lírico y de esta época. Así, la producción musical se convierte en un catálogo
de miembros de la mujer. Los ejemplos son muy numerosos. ―tu pie tan chiquitín y tu
cara linda cual jazmín‖ (Vaya gachó [Raúl Álvarez Antón, 1954]); ―para besarte la
frente / hecha de nardo y jazmín / para besarte los ojos / faros de eterno lucir / ¡para
besarte los labios, / llama de vivo rubí!‖ (Cantos del mar [José Santonja, 1952]);
―Guarda tu boca, blanco tesoro, / ¡perlas de nieve que valen oro!‖ (Mis amores [J. P.
Morales Gómez, 1943]).

223
Llegados a este punto, la sumisión debiera ser total y la mujer tendría que haber
asumido su rol de sirvienta:

Canta pollito sí, pollito sí

Canta el ki-ki-ri-ki
ki-ki-ri-ki. Que tu
canto me ha
despertado y has
conquistado pollito
atroz que te sirvan,
con mano bella, en
la paella con buen
arroz.

Como se puede ver en este fragmento de Pollito (1947) la encargada de servir la


comida, ―con mano bella‖ es una mujer ama de casa. Pero en aquellos casos en los que
la mujer se resiste y no se doblega al mandato del hombre, la única salida posible es la
violencia física. Rescatamos un par de fragmentos del dúo-cómico, Sibuto y Quiteria
(1946) que desde la perspectiva del siglo XXI resulta un alegato apologético de la
violencia contra la mujer.

Sib.- Espera mañica, no corras, mujer.

Quit.- Yo quiero, Sibuto, a mi


casa volver. S.- Con este
garrote te voy a moler.

Q.- ¿Por qué eres tan bruto y me quieres coger?

S.- Yo quiero mañica


casarme con ti, no seas
borrica y agárrate a mí.

Q.- Pues suelta el garrote y


me agarraré, que yo sí te
quiero y me casaré.

224
(…)

Sib.- Te cambio por una burra,

te cambio por
una burra como
no te portes
bien, y antes te
doy una zurra
que te levante la
piel, pa que te
acuerdes,
baturra, de
Sibuto el de
Teruel.

En este virulento fragmento se introduce otro elemento que habremos de


considerar, a continuación, por su estrecha vinculación con lo femenino: lo local. Antes
empero, queremos identificar dos elementos más que recaen sobre la mujer y que hacen
referencia a las cualidades de su objetivación y de la expresión de sus emociones.
Queda claro, tras ver los diferentes ejemplos, que la mujer ha de ser bella –agradable a
los sentidos y con cualidades estéticamente reseñables–. Es gracias, pues, a esta forma
de ser que podrá ser agraciada con el rol de adorno: ―Gitanilla morena te quiero / y de
celos me muero / cuando tiras al ruedo un clavel, tú… / gitanilla, para dar de tu garbo el
salero / esta tarde tendrás que venir / para verte, bonita, / de adorno en el Club.‖
(Alicante Club Taurino [Fex-Fu, posible pseudónimo de Alfosea, 1956]). El problema
de los celos, ahora mencionados, se resuelve con el otro elemento que queremos
reseñar: el amor incondicional, fiel y casto: ―tus bonitas mujeres, / ramilletes / de tu
inmenso vergel / te perfuman / con sus castos quereres‖ (La sultana de oro [Diego
Alcalá, 1952]); ―Mujer siente mi amor, nunca desvíes tus ojos de mí‖ (Mis amores [J.
P. Morales Gómez, 1943]). Con los ojos prisioneros, mirada capturada constante en el
hombre, se completa la anulación de un sujeto que, además de ser objeto, se enfrenta al
mundo siendo mudo y ciego – sordo ya se presupone, puesto que ha de escuchar los
cantos que se le dedican–.

225
Seguimos, ahora, con el análisis de la identidad local. Específicamente, en la
obra del Mestre Alfosea se abordan escenas de culturas tales como la turolense –en el
caso mencionado en Sibuto y Quiteria–, la madrileña (Vaya gachó), la andaluza o
gitana (Piensa el ladrón, Vino de España, Timidé), la gitana mezclada con la catalana
(El gitano catalán) y la alicantina (Mis amores, Perla alicantina, Sultana de oro, La
cansó de la foguera, Himno a San Juan, Alicante club taurino). Esta última, como se
puede comprobar, es la más numerosa por tratarse de la tierra de origen del compositor.

En estos casos, se utiliza en ocasiones el recurso de los coloquialismos y la


imitación de la fonética ―el muy bribón a mí me tié chalá también‖ (Vaya gachó [Raúl
Álvarez Antón, 1954]); ―«Que lleves mucho cuidao» / también te dijo tu pare / «no te
ocurra lo que a mí / cuando casé con tu mare» / Se piensa el ladrón / que todos han sío
de su condición‖ (Piensa el ladrón, 1946); ―De ná le sirvió ar gitano / desilme que me
quería. / En silensió le escuché / sin inmutalme siquiera. / La rosa de mi queré / s’había
secao en la espera.‖ (Timidé [Rafael Bernabeu, 1950]).

Caso aparte supone la inclusión del catalán, lengua materna del compositor. A
lo largo de la época franquista se han identificado dos ejemplos diferentes. En el
primero, El gitano catalán (A. Sanjuan, 1947), el texto pretende imitar el catalán
oriental propio de Barcelona e, incluso, realizar algún juego de palabras con el
bilingüismo: ―Y al pasar molt decidit / por la estatua de Colón / una noia a mi m’ha dit:
/ Este es el més chulón / que hay por el mon…chuit. / Pero yo la he hecho un feo / y
mezclado entre la gente / me he metido en el Liseo / pues li seo indiferente.‖. En el
segundo, La cansó de la foguera (Rafael Quilis, 1941), el texto se desarrolla con
elementos propios del catalán occidental y recoge giros fonéticos propios de la variedad
dialectal propia del sur del País Valencià.

¡Obri l‘ull! ¡Obri


l‘ull! ¡Obri l‘ull! La
cansó de la foguera es
una alegre cansó per
aixó de nit i dia solc
cantarla sempre jo i
no en canse de

226
cantarla per lo dia i
per la nit perquel cant
de la foguera es un
cant molt divertit.

En ninguno de los dos ejemplos se siguen la normativa, ya establecida por aquel


entonces, de Pompeu Fabra. Sus respectivos autores, en cambio, tienen en la fonética su
única guía.

La zona de Alacant, afirma el dicho, es ―la millor terreta del món‖. Esta idea de
paraíso terrenal, de oasis, de tierra fértil y vergel queda patente y se reproduce en todos
los cantos dedicados a ella.

Perla del mar


levantino, mar como
un lago de tul cumple
su caro destino bajo
su cielo en azul. Es
Alicante, mi tierra,
del mundo entero, la
tierra mejor; no hay
otro sol ni otro cielo
que tengan tanta
alegría y color… Es
Alicante, mi tierra,
tierra de eterno
esplendor, canto de
luz y de aromas,
himno constante al
amor.

227
Este fragmento de Perla alicantina (José Santona, 1951) recoge muchos de esos
elementos que pasarán al feliz imaginario de la dictadura. Un glosario muy similar es el
que presenta, un año después Sultana de oro (Diego Alcalá):

Con un cielo tachonado


de estrellas que refulgen
con destellos de sol, se
alza altiva la más linda y
más bella, flor hermosa
del jardín español.

Tiene un mar de un
azul sin igual que
gozoso en su ritmo
sonoro acaricia a su
novia ideal de
Levante ―La Sultana
de oro‖

La lógica de la relación entre local – estatal es la misma que la que se produce


entre lo femenino y lo masculino. España es el todo –indisoluble, indivisible y
sagradamente unido– que recibe la sumisión y la ofrenda de unos territorios –otrora
ubicados en una delimitación territorial diferente ajena a la identidad española– que
ahora están plenamente asimilados y son los primeros garantes de su integridad
territorial. España es el jardín y Alacant su hermosa flor. Alacant, también, ―fiel a su
historia labora y ríe, para gloria de España que es su ideal‖ (Perla alicantina [José
Santona, 1951]).

Esta idea de ofrendas a España, tan fundamental en el regional himno de José


Serrano, se repite en la propuesta que Alfosea realizó para el concurso que debía
escoger un himno, en 1958, para la localidad de Sant Joan d‘Alacant. Es, en este caso,
―un pueblo que tiene naranjos y rosas / trigales y frutos que a España ofrendar.‖
(Himno a San Juan de Alicante, 1958). En el pasodoble dedicado al grupo Los Seis de
España –formado por los hermanos Espinosa, de Santa Pola, y los hermanos Campo, de

228
Guardamar– la patria española actúa como el elemento catalizador y añorado en la
distancia: ―Con que alegría / a ti cantamos / España mía / con emoción. / Y al
recordarte / es para amarte / pues te llevamos / en el corazón.‖ (Los Seis de España,
1963).

La conexión entre la patria y la masculinidad, por medio de la muerte, se


produce a través del toreo. Siguiendo en el pasodoble anterior,

¡Olé! la Tierra del


amor, mujeres y
flores, sin par.

Tu Fiesta brava
demuestra gran valor del
torero que sabe luchar,
sin pensar en morir
saliendo al ruedo a
torear ¡Olé!

vemos como queda reflejado este sistema de igualdades. España es fiesta brava
y la fiesta brava es muerte. El torero, dentro de esta lógica, es el más grande héroe: la
manifestación más auténtica de la masculinidad española. No es, pues, de extrañar que
en diversas ocasiones se glosen sus proezas. Es el caso de, por ejemplo, del matador
Dámaso Gómez –―Dámaso Gómez, / sangre agarena, / solo tu arte puede brillar / como
tu traje / brilla en la arena /cuando tú sales a torear.‖ (Dámaso Gómez [José Santonja,
1952])– o del diestro Pepito el Grande –―Pepito el grande, el gran Pepito, / es un artista
sensacional; / pues dicen todos, y yo repito, / que para el ―baile‖ no tiene igual.‖
(Pepito el Grande, 1954).

La hispánica hombría, aún más, tiene otras formas de expresión. El decálogo de


valores que recogen estas obras, representa todo un manual de comportamiento. El
hombre tiene que ser agresivo: ―En cuanto me levanté / rápido me fui al corral / y del
cuello le agarré / al pollito carcamal.‖ (Pollito, 1947). Tiene que ejercer el derecho de
propiedad: ―Ya logré de tu amor ser el dueño, / y es mi anhelo realidad.‖ (Noche azul,
1950). Tiene que proteger, valerosamente, a su amada: ―Y si la mar se alborota, / no

229
temas Lola, no temas Lola… / que bastarán mis brazos / para salvarte de entre las olas.‖
(Brisas del mar, [popular, 1951]). Tiene que presumir de su posición de poder:
―Machote soy. / Machote soy. / Que ser machote es la mayor gloria del mundo. /
Machotear, / machotear / es hoy en día el encanto más profundo.‖ (Machote [Jopín,
posible pseudónimo de Alfosea, 1947]).

A diferencia de la mujer, que padecía en el amor, en el caso del hombre es el


trabajo lo que le produce sufrimientos mientras que encuentra, en el amor, la merecida
satisfacción: ―Por el amor / –fuego y pasión / el sin igual / placer que el mundo anhela–
/ todo lo damos, / la vida el corazón. / El amor siempre fue triunfador / es el lema del
hombre trabajo y amor.‖. (Mis amores [J. P. Morales Gómez, 1943]).

Conclusiones
La presente investigación nos ha servido para conocer, con más precisión, la
obra de José Alfosea Pastor durante los años del Franquismo. En primer lugar, hemos
visto la fertilidad creativa de las décadas 1940 y 1950. En segundo lugar, hemos
comprobado como la producción giraba alrededor del pasodoble y de la orquesta de
viento –tradicional banda de música valenciana–. Elementos que destacan el papel de la
música como vehículo de entretenimiento tanto a nivel de interpretación –en bandas
profesionales y amateurs– como a nivel de audición –en conciertos, pasacalles y
corridas de toros–.

El análisis del contenido de sus letras nos ha permitido identificar cuatro


grandes elementos distribuidos en dos ejes diferentes y complementarios: la feminidad
y la masculinidad, en el eje del género, y lo local y lo estatal, en el eje geográfico. En
ambos casos, el ejercicio de construcción de identidades es una constante que nos ha
permitido profundizar en la cosmovisión de la España dictatorial. Primero, una mujer
silenciada, objetivada, desmembrada y violentada; obligada a cumplir su rol de ama de
casa obediente, religiosa y devota, amante fiel y precioso adorno. Segundo, unas
culturas regionales igualmente menospreciadas en el coloquialismo y subordinadas a la
gloria de la homogénea nación española. Sus espacios geográficos son elogiados,
constantemente, con metáforas que las acercan al campo léxico usado en las mujeres.
Tercero, la patria es el centro de todo loor y toda ofrenda. Su máximo exponente
identitario es el toreo, elemento que ensalza los valores de la masculinidad. Y, cuarto,

230
precisamente en esa masculinidad reconocemos al ideal del patriarcado: la figura del
hombre dueño, valeroso, fuerte, líder y violento.

Todos estos elementos de construcción social han trascendido a la Transición.


El sistema de valores del patriarcado sigue vigente y su reproducción –por medio de
otros géneros y de otras plataformas– lo perpetúan en el tiempo. A pesar de ello, la
fabulosa música del Mestre Alfosea que ha llegado a nuestros días, lo hace dentro de un
contexto social que también ha desarrollado críticas y alternativas a este modelo. Como
sabemos, cualquier mensaje emitido toma sentido, en última instancia, en el receptor.
Futuros estudios tendrán que analizar hasta qué punto el paso de los tiempos ha
mudado el sentido de estas letras o, directamente, ha prescindido de ellas. Siempre será,
en cualquier caso, decisión de cada sociedad.

Bibliografía
Adorno, T. W. (2009). Disonancias: Introducción a la sociología de la música. Tres
Cantos: Ediciones Akal.

Bengoechea, M. (2007). Rompo tus miembros uno a uno (Pablo Neruda): De la


reificación a la destrucción en los discursos masculinos sobre la mujer.
Circunstancia: Revista de Ciencias Sociales del Instituto Universitario de
Investigación Ortega y Gasset, 12, 25– 41.

Bonds, M. E. (2014). La música como pensamiento: el público y la música


instrumental en la época de Beethoven. Barcelona: Acantilado.

Born, G. (2010). The Social and the Aesthetic: For a Post-Bourdieuian Theory of
Cultural Production. Cultural Sociology, 4(2), 171–208.

Born, G., & Hesmondhalgh, D. (2000). Western Music and Its Others. London:
University of California Press.

Bourdieu, P. (1987). Los tres estados del capital cultural. Sociológica, 5, 11–17.

Bourdieu, P. (1990). Algunas propiedades de los campos. En P. Bourdieu (Ed.),


Sociología y Cultura (pp. 135–141). México: Conaculta.

Bourdieu, P. (1991). La distinción: criterio y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.

231
Frith, S. (2001). Hacia una estética de la música popular. En F. Cruces (ed): Las
culturas musicales, lecturas de etnomusicología. Madrid: Trotta.

Ibáñez, J. (1986). Termodinámica del regalo. Revista de Occidente, 67, 79–94.

Ibáñez, J. (1991). El regreso del sujeto: la investigación social de segundo orden.


Santiago de Chile: Editorial Amerinda.

Ibáñez, J. (1997). A contracorriente. Madrid: Editorial Fundamentos.

Ibáñez, J. (2014). Por una sociología de la vida cotidiana. Tres Cantos: Siglo XXI de
España Editores.

Idhe, D. (2007). Listening and voice: Phenomenologies of sound. Albany: State


University of New York Press.

Iglesias, I. I. (2010). (Re) construyendo la identidad musical española: el jazz y el


discurso cultural del franquismo durante la Segunda Guerra Mundial. Historia
Actual Online, (23), 119-135.

Iglesias, I. I. (2010). Improvisando la modernidad: el jazz y la España de Franco, de la


guerra civil a la guerra fría (1936-1968) (Tesis doctoral).

Martí i Pérez, J. (1995). La idea de ―relevancia social‖ aplicada al estudio del fenómeno
musical. Revista Transcultural de Música, 1, (Artículo 8). [Consultado el 23 de
octubre de 2015]

Martí i Pérez, J. (2015). No sense la meva música: la música com a fet social. Perifèria:
Revista de Recerca i Formació en Antropologia, 20(2), 4–25.

Mas i Sempere, X. (2014). ―La identitat de gènere de la dona a les sarsueles de canvi de
segle (XIX–XX)‖. Quadrivium: Revista digital de musicologia. Vol. 5.

Mas i Sempere, X. (2015). ―La recomposició del mestre: obra i catàleg de José Alfosea
pastor‖. Quadrivium: Revista digital de musicologia. Vol. 6.

Menger, P.-M. (1983). Le paradoxe du musicien. París: Flammarion.

Torres Alfosea, F. (1998): José Alfosea Pastor (1891-1964): Vida y obra de un gran
músico de Santa Pola, [sin publicar, cedido por el autor].

232
Weber, M. (2015). Los fundamentos racionales y sociológicos de la música. Madrid:
Tecnos

233
Falange y arte: una primera aproximación

Alina Navas
Universidad Complutense de Madrid

Los orígenes de la sociedad Gu

Fig.1. “Don Rafael Sánchez Mazas leyendo sus cuartillas de inauguración de “Gu”,
Sociedad de amigos del Arte (Fot. Marín). El Pueblo Vasco, 31 de agosto de 1934.

La Sociedad de amigos de arte Gu, en vasco ―nosotros‖, se creó en 1934 al calor del
asociacionismo cultural de los años treinta. La idea era dar refugio a artistas y celebrar
actos culturales. Dichos actos contaron con intelectuales de gran importancia y de muy
distinto signo político como por ejemplo Rafael Sánchez Mazas a Federico García
Lorca. Pero además, muchos de sus miembros eran falangistas y, de hecho, el grupo

235
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
supuso un acercamiento de Falange hacia las artes plásticas, un ámbito muy marginal en
los primeros pasos de los primeros grupos filofascistas en España.
Gu fue una peña de amigos y una sociedad gastronómica que acogió artistas y
escritores vascos de mediados de los años treinta. Pero Gu, fue también un lugar
experimental. Fundada con la idea de crear un albergue o un refugio para los artistas
―desparramados‖1 por la provincia para mantenerse en contacto, realizaron
conferencias, exposiciones, recitales y homenajes en 1934. Aunque se ha denominado
círculo intelectual, todo apunta a que sus pretensiones eran más amplias. De hecho en la
fotografía de la inauguración que fue publicada, vemos a los asistentes sentados
comiendo e incluso se ve un camarero que asiste a los comensales por lo que la
asociación parece asemejarse a las sociedades gastronómicas vascas, algo así como un
lugar de encuentro. Gu contaba con 40 socios que pagaban 5 pesetas.2 Todos los
miembros debían dar del ―tú‖, en vez de ―usted‖, lo que era a la vez deseo de
camaradería muy en voga en las diversas corrientes políticas de los años treinta. Todos
los socios tendrían llaves del local. Los invitados se debían escribir con un día de
antelación en la pizarra. Con sacos de harina se confeccionaría un uniforme con etiqueta
de ribete rojo y letras del mismo color que también sería obligatorio para los invitados
aunque desconocemos el alcance de todas estas normas.
Gu se inauguró el 28 de agosto de 1934 en un local situado en la calle del Ángel

1
ANÓNIMO, ―Gu. Sociedad de amigos del Arte‖, El Pueblo Vasco. 30 de agosto de 1934.
2
En el proyecto del arquitecto José Manue Aizpurúa se explicaban estas cantidades y se especificaba que
sería el chico del club Pizkunde el que cobraría el dinero. Los administradores eran Berreneche, Otegui y
Aguirreche. Según el documento la directiva de la sociedad recaería en un comité provisional formado
por Lojendio para las cuestiones legales y los secretarios provisionales serían Aizpurúa y Lagarde.
royecto realizado por Aizpúrua en MEDINA MURUA, J.A. ¿Cuándo habrá arquitectura? José Manuel
Aizpurúa & Joaquín Labayen, Catálogo de la exposición en San Sebastián, Sala de exposiciones de
Koldo Mitxelena Kulturunea, 2012. Allí también aparece la siguiente lista de socios y sus direcciones: 1.
Eduardo Lagarde, Andía 2 2. José Manuel Aizpurua, Prim 32 3. Joaquín Labayen, Prim 32 4. Nicolás
Soraluce, Garibay 32 y Pasajes de S. Pedro, Villa Concha 2º 5. José Cendoya, Prim 39 – 1º 6. Carlos
Ribera, Miracruz 28 -B, pral. izd. 7. Emilio Pisón, Miracruz 27 - 4 d. 8. Txiki, Peñaflorida 72 – 2º 9.
Zatarain, Hernani 2 – 1º 10. Gabarain, Fueros 2, ent. Izd. 11. Tellaeche, Hotel Argentina 12. Martiarena,
Villa Txabol-Gorri, Ategorrieta 13. Marín, Garibay 24 14. Olasagasti, Villa Orio, Miraconcha 15. José
Labayen, Alameda 7, ptal. Izd. 16. Sansinenea, Garibay 5 – 2º 17. Barreneche, ―Sacha‖ 18. Aguirreche
19. Otegui 20. Carlos Landi, Usandizaga 3 – 5º 21. Díaz Bueno, Triunfo 4 - 2º d. 22. Quintero,
Usandizaga 21 - 2º d. 23. Sellers, Prim 10, Pensión Arrieta 24. Cabanas, Urbieta 26 - 4º izd. 25. J.
Francisco Rodriguez Garrido 26. Juanena, Garibay 18 – 1º 27. Elgarresta, Andía 7 – 3º 28. Tobalina 29.
Gaspar Montes Iturrioz, Pintor, Irún 30. Bienabe Artía, Pintor Irún 31. Kaperochipi, Elgueta 32. Garbizu
Tomás, Casa Erbité 33. Paco Villar 34. Elósegui, José, Prim 27 . 2º 35. Arriola, Francisco, Prim 27 . 2º
36. Luis Lojendio,P Villa Iciar – Miraconcha 37. David Álvarez, Tolosa 38. Pepe Mendizabal, Garibay.
Como se aprecia no aparecen ni Rafael Sánchez Mazas, ni José Antonio Primo de Rivera.

236
número 13, en la parte vieja de San Sebastián (López de Sosoaga, 2004) 3. Había sido
diseñado por el arquitecto José Manuel Aizpurúa, uno de los secretarios provisionales,
imitando un barco, con una torre en el centro destinada a ser púlpito de los
conferenciantes. De la realización se encargaron los pintores Carlos Landi Sorondo,
Juan Cabanas, Jesús Olasagasti y el arquitecto Eduardo Lagarde.
El día de la inauguración desde la torre de control, sobre una baraja se
encontraba el escritor Rafael Sánchez Mazas que se marcó un discurso que después
reprodujo El Pueblo Vasco el 30 de agosto. Sánchez Mazas había quedado fascinado
por el fascismo en Italia donde había sido corresponsal para Abc entre 1923 y 1929. A
su vuelta a España escribía desde las páginas de los periódicos complejos artículos
doctrinarios cargados de herméticas referencias culturales. No era el único escritor.
Entre los asiduos a Gu se encontraban otros escritores como Ernesto Giménez
Caballero, los pintores Mauricio Flores Kaperotxipi y Julián Tellaeche y el fotógrafo
Pascual Marín. Su rector era Eduardo Lagarde, y sus administradores los cantantes
Marcial Otegui y Juan José Aguirreche y entre sus socios figuraban los pintores Gaspar
Montes Iturrioz, Ascensio Martiarena; los escritores Pío Baroja, Tobalina y Berruezo;
los abogados Juan Pablo y Luis Lojendio y los compositores Juan Tellería y Garbizu
(López de Sosoaga, 2004).

Gu y Falange
Al parecer Gu ―no tenía ideario propio, aunque sí la mayor parte de sus integrantes‖
(González Durana, 2002). Muchos de sus animadores ya eran personajes frecuentes en
la órbita de la Falange madrileña y su actividad fue paralela a la de Falange en San
Sebastián, uno de los lugares donde primero surgieron los falangistas en el País Vasco
aunque, como en otros lugares, la implantación fue mínima (Fernández Redondo, 2014).
Falangistas eran Cabanas, Olasagasti y Ribera (Gónzalez Durana, 2002) algo no extraño
si tenemos en cuenta que Aizpurúa, Sánchez Mazas o José Antonio, quien frecuentaba al
grupo en San Sebastián formaban parte de la Junta Política de Falange. De hecho el I

Consejo Provincial de Falange se había celebrado precisamente en el estudio de


Aizpurúa en la calle Prim número 32 y el arquitecto estuvo presente junto con Iturrino y
José Antonio en el acto inaugural del local de Falange en San Sebastián en 1934 (Sanz
Esquide, 2004). Hasta el final de sus días (murió fusilado en la guerra), Aizpurúa estuvo

3
Los bocetos de Gu en MEDINA MURUA, J.A. ¿Cuándo habrá arquitectura?, op.cit

237
vinculado a Falange. No acudió al segundo acto de Falange por encontrarse de viaje en
Italia pero estuvo en el II Congreso de noviembre donde dio una conferencia sobre
orientaciones agrarias.
A pesar de la ideología de sus principales fundadores, Gu fue un lugar
heterodoxo, del que –imaginamos- la política, como en otros lugares de aquella España
que se cuarteaba, fue depurando presencias. De hecho, a la inauguración asistió Picasso
quien a través de Gu, conoció a José Antonio Primo de Rivera con el que conversó en
presencia de Aizpurúa y Giménez Caballero (Llorente, 2015). Sin duda en esta ocasión
es la fotografía que Olasagasti se hizo con Picasso. Se ha llegado a apuntar que
Olasagasti y Picasso trabaron amistad y expusieron juntos en París.4 Picasso no
encarnaba todavía para estos falangistas todos los males de los que después fue blanco,
aunque había sido criticado por Giménez Caballero tres años antes en el artículo ―Ante
el traslado a Madrid de los restos de Pablo Picasso‖, La Gaceta Literaria, Madrid,
marzo de 1931, p.1.
Además allí recitó Federico García Lorca su Romancero gitano, hubo conciertos
de Sainz de la Maza y de Tellería, Benjamín Jarnés presentó el Libro de Esther, se
recibió la visita de Max Aub, se subastaron cuadros y los artistas hicieron retratos para
la barraca verbenera en las fiestas del barrio de Amara en julio de 19355.
Se ha repetido que su principio era la experimentación vanguardista del arte,
pero esta última afirmación debería ser hoy matizada a la luz de los nuevos datos. De
los creadores que la frecuentaron, muchos ya no eran vanguardistas, o al menos en esos
años ya se habían distanciado de sus posiciones más radicales reprobando incluso sus
obras anteriores como veremos. Una de las almas de Gu, Aizpurúa, había sido defensor
de la vanguardia arquitectónica pero desde 1932 viraba hacia el clasicismo (Sanz Esquide,

2004). De hecho Gu no fue su primer ―barco‖ ya que Aizpurúa es conocido por ser el autor
del Club Naútico de San Sebastián en 1929, una de las obras racionalistas españolas
más conocidas. En el estudio que compartía con Joaquín Labayen, se realizaron
experimentos fotográficos muy modernos con la cámara Leica de Aizpúrua y se hablaba
de arte, literatura y política. Estas conversaciones fueron el inicio de la interesante
tertulia en el café Madrid de la que según López de Sonsonaga surgió Gu y a la que
4
Catálogo de la Exposición-homenaje Jesús Olasagasti: 17-30 octubre de 1975, Galería de arte Lorca,
Bilbao.
5
Sobre Jarnés (9 de abril de 1935) y sobre Aub ―Un poema inédito de Max Aub‖ (21 de mayo de 1935),
ambos en El diario Vasco

238
acudían Ribera-que por estos años empezaba a condenar las vanguardias y Francisco
Rodríguez Garrido (González Durana,2002)
A pesar de ser delegado de los CIAM (Congresos Internacionales de
Arquitectura Moderna) y de GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el
Progreso de la Arquitectura Contemporánea), en octubre de 1934 viajaría a Italia
interesándose por la arquitectura neoclásica que el régimen fascista promovía y el arte
clásico. En una entrevista que concedió junto a Eugenio Aguinaga, tras ganar el primer
premio del concurso nacional para un Instituto de Segunda Enseñanza, ambos se
mostraron partidarios de un estilo ―nacional‖ basado en la tradición y en lo popular.
Exigían concebir las cosas con espíritu nacional y se mostraban de acuerdo con la vuelta
al Escorial y a lo popular. Como ellos mismos señalaron, esto ya lo había dicho ―con
verdadero acierto‖ Giménez Caballero en su libro Arte y Estado6. De hecho, la siguiente
obra de Aizpurúa fue un salón proyectado con López Delgado en 1935 basado en una
composición de: ―(…) módulos clásicos, adaptados al espíritu moderno, lográndose, con
el empleo de la piedra y el ladrillo, tratados originalmente, una solución que hermana
con la noble arquitectura madrileña del pasado siglo‖ (Muñoz Fernández, 2011). De
hecho, el proyecto ya no aparecía como obra del GATEPAC a pesar de que López
Delgado hubiera asistido al acto fundacional del grupo y su obra se publicara en la
interesantísima revista A.C. Sin embargo, y a pesar de las declaraciones de Aizpurúa, la
obra no puede ser considerada formalmente clásica y evidencia la ruptura entre teoría y
práctica de los primeros creadores cercanos al falangismo ocupados en el imposible
ejercicio de cuadrar el fuerte nacionalismo del partido con una formación y un mercado
cada vez más internacionales.

José Manuel Aizpúrua y Felipe López Delgado Proyecto de Salón para Bellas Artes,
1935.

De hecho, Arte y Estado defendía el naturalismo, lo barroco y lo plateresco

6
―Figuras donostiarras una charla con los jóvenes arquitectos Aizpúrua y Aguinaga‖, El Diario Vasco,
diciembre de 1935. en: MEDINA MURUA, José Ángel, ―Arquitectura y política: el caso de José Manuel
Aizpúrua‖, en El G.A.T.E.P.A.C y su tiempo. Política, cultura y arquitectura en los años treinta, opus cit.,
p.76.

239
como modelos nacionales del genio español aunque allí, como en la política artística de
la Falange y del Franquismo, la cuestión del estilo nunca quedó resuelta. El propio
Giménez Caballero viraba hacia el clasicismo mucho antes. Desde 1931 condenaba el
funcionalismo en su revista La Gaceta Literaria, en tanto en cuanto lenguaje extranjero,
no nacional y no tradicional y al entonces Aizpurúa más vanguardista le objetaba en
1932 "yo afirmo y sostengo que la arquitectura racionalista que desde unos años se
pretende introducir en España es antiespañola y antinatural, porque el español no es
racionalista y tiene el alma puesta en los sentidos, y no los sentidos en el alma‖ y
añadía, en una alusión que recuerda a ―lo barroco‖ de D'Ors, "me gustan las filigranas
del mudéjar, me gusta el flamígero del plateresco, me entusiasma la cirelería del
churriguerismo. En definitiva, el Barroco‖7.
Algo similar al giro de Aizpurúa ocurre con el caso de los pintores cercanos a
Gu. En líneas generales, su obra permaneció inalterada, pero en nuestra opinión se
observa en su producción un giro hacia el clasicismo. La razones radican en varias
cuestiones que deben ser tenidas en cuenta. Sin duda, el contexto de vuelta al orden
internacional dejaba mella, como en España, en el País Vasco. Por otro, era también
evidente el impacto del corpus teórico de la nueva formación política de Falange y de la
politización de los creadores a los que se les exigía crear un arte nacional.
El pintor y crítico vasco Carlos Ribera quien, como muchos otros pintores
mostró ecos del postcubismo picassiano expuso en 1932 obras influenciadas por el
surrealismo en los sótanos del local Yacaré diseñado por su amigo Aizpurúa. Se vieron
27 obras y 3 aparecieron publicadas en la revista de Zaragoza Noroeste de (Bodegón,
Nacimiento y Equilibrio I)8. Antes de la guerra y como otros pintores vascos, su pintura
había vuelto al naturalismo, pasando a interesarse por la Edad Media, el arte italiano y a
ancorarse en géneros como el retrato y el paisaje9. Durante la guerra, como crítico,

7
GIMÉNEZ CABALLERO, E., ―Arquitectura‖, La Gaceta Literaria, 15 de enero de 1932.
8
MELGAREJO, J.M. ―La moderna pintura española. Tres actitudes de Carlos Ribera‖. Noroeste, Época
1, n.9, 1935. El mismo influjo surrealista mostraba su texto Acción poética escrito tras la exposición.
RIBERA, C. ―Surrealismo‖, El diario Vasco, 11 de julio de 1935, se ilustraba con una obra de De
Chirico.
9
Ribera fue incluido entre los hijos sanos de Picasso, denominación justa, según Adelina Moya, tras el
análisis de sus dibujos entre 1929 y 1936, aunque también son importantes la influencia del surrealismo,
del realismo expresionista alemán o de la pintura de De Chirico. MOYA, A. ―Exposiciones de arte de
vanguardia en el San Sebastián de los años treinta‖, En AAVV. Arte y Artistas Vascos de los años treinta.
Entre lo individual y lo colectivo. Museo San Telmo de San Sebastián. Diputación Foral de Guipúzcoa,
1986.

240
incidió en el carácter minoritario de las vanguardias en la revista Vértice, pero no llegó a
denostarlas como hiciesen otros intelectuales.10
Esta vuelta al clasicismo había sido precedida en este territorio gracias a revistas
como Hermes. Revista del País Vasco (Bilbao, 1917-1922) y la Escuela Romana del
Pirineo, que habían animado a viajar a Italia y condenar el arte moderno frente a la
atracción imparable de la vanguardia francesa y de hecho aquí deben buscarse una parte
importante de algunos retornos de este grupo. De hecho y por su cuenta a Italia habían
viajado en 1929 Mauricio Flores Kaperotxipi, Jesús Olasagasti y Juan Cabanas Oteiza,
artistas que frecuentaron Gu y algunos de ellos como Cabanas ilustradores en Hermes.
El primero nunca se despegó de la pintura vasca tradicional, pero de Olasagasti y
Cabanas la crítica destacó su interés por los pintores primitivos italianos,
particularmente por Giotto. De hecho la crónica del viaje de Flores está llena de
referencias al Quattrocento y, como Sánchez Mazas, diletante de los primitivos
italianos, criticaba, años más tarde, que los hallazgos de este pintor medieval fueran
presentados en París por algunos artistas como algo moderno y revolucionario11.

Sánchez Mazas informó de este viaje en los años treinta en las páginas de El Sol bajo
el pseudónimo Izaro. Los había conocido en Roma gracias a una carta de presentación
de un periodista amigo de Flores, Felipe Urcola. Allí les había enseñado sus primeros
ensayos de diagramas sobre la Flagelación de Urbino de Piero della Francesca. Giotto
influyó a Cabanas, quien también copia en Arezzo la maniera secca e tagliente de
Piero, así como en Ucelay.

Igualmente, hablando de Cabanas, José María Alfaro en las páginas del mismo
medio, también recordó el viaje ―había que ir a la conquista del tiempo perdido para
abrirse camino a lo largo de la historia de la pintura, para recomponer la soñada
armonía, persiguiendo las huellas de Giotto o de Paolo Ucello‖12. Alfaro escribiría
entonces que ―aunque en Roma refrenase sus pisadas para conversar con Bragaglia,
entre cesáreas ensoñaciones y coletazos futuristas, con Marinetti, en la Academia Real
de Italia y después habría visitado París, aunque Picasso, no fuera ya su Picasso‖. Sin

10
RIBERA, C.‖Arte moderno‖, Vértice, 6 de noviembre de 1937.
11
FLORES KAPEROTXIPI, M., Pintores vascos y no vascos, Buenos Aires, Editorial Vasca Ekin, 1947.
12
ALFARO, J.M. ―Poesía y pintura en Juan Cabanas‖, El Sol, Mayo 1932.Artículo probablemente
relacionado con la exposición individual de Cabanas en el Ateneo de Madrid.

241
embargo, como otros artistas españoles, ―Cabanas todavía estaba fuertemente influido
por el surrealismo y su condena de la vanguardia era más nominal que formal. De esta
época de juventud se conservan pocas obras que continúan la figuración vasca previa.
Ya después del viaje expuso en 1930 con otros Amigos del Arte, advirtiendo la crítica
―una inteligencia bien disciplinada, ágil y dúctil, apta para acometer los temas pictóricos
más opuestos‖13.

De esta época es una obra pseudo surealista Sin título (1933, Col. Echevarria
Lecaroz) (Mur), su Retrato de Aizpurúa (1933) y cuatro dibujos entre la vanguardia, la
metafísica y el realismo en el n.1 de la revista Atalaya de Pamplona (1934-5). En
Retrato de Aizpurúa se ha recordado la composición de los retratos de Lorenzo Lotto o
Hans Holbein pero con la patina de la pintura vasca moderna y algo de los retratos
arquitectónicos de Sironi de principios de los años veinte14. En la ventana, su club
mediterráneo y al fondo un antiguo barco de vapor. Los elementos geométricos que se
superponen sobre la balaustra recuerdan vagamente a las reglas y cartabones de algunas
naturalezas muertas metafísicas de De Chirico (Natura morta evangelica, 1916 o
Consolazioni metafisiche, 1918) pero hay un fuerte peso del postcubismo.
También la pintura de Olasagasti dio un giro hacia el clasicismo tras el viaje.
Flores señaló que el viaje fue fundamental para él y citó el impacto en la Recogida de la
manzana, con una composición renacentista de Mazzochio y un cambio desde la
austeridad cromática de la paleta de Daniel Vázquez Díaz por unos colores más ácidos
con predominio del azul y del verde. Flores Kaperotxipi también citó una de sus obras
más interesantes La niña del yoyo (Col. Part., San Sebastián, 82x65,5 cm., 1930-1933),
en la que notaba una mayor solidez en la composición y que se acerca a los retratos de
Severini y al clasicismo de la Olga picassiana de 1923.
En la misma época, realiza el enigmático Retrato del arquitecto Aizpurúa (Col.
Aizpurúa, Madrid, óleo/tabla) conectado con ―el flanco más metafísico de la iconografía
de Valori Plastici y con resonancias del imaginario surrealista‖ (Brihuega). Algunas de

13
La Nación de Buenos Aires, 1930. Es posible que se tratase de su exposición personal en Buenos Aires
en 1930, por la que Marañón y Cossío le ofrecen un homenaje, aunque ese mismo año también participó
en la Exposición de Arquitectura y Pintura Moderna organizada por el Ateneo Guipuzocano en el Gran
Casino para la que realizó un interesante cartel que mezclaba ecos del segundo futurismo y figuras
primitivistas a lo novecento. Como Olasagasti también parece influenciado por la pintura metafísica.
14
MERJIAN, A., ―El arquitecto Aizpurúa‖, en El retrato moderno en España. 1906-1936. Itinerarios y
procesos. Real Academia de San Fernando 17 de octubre-2 de diciembre de 2007 (cat. Expo.)

242
estas líneas ya se apreciaban en la pintura de De Chirico. En el verano de 1930,
inauguraba su individual en Yacaré en la que presentaba dos tendencias opuestas: una
muy de vanguardia y otra ya clásica (López de Sosoaga, 2004). Algunas de las obras
realizadas fueron expuestas en la Exposición de Arquitectura y Pinturas modernas
organizada en septiembre de 1930 en el Gran Casino de San Sebastián. Al parecer
Moreno Villa defendió la obra sin tema de Miró y criticó a los pintores locales, por lo
que probablemente Cabanas le aplaudió con toda la mano abierta, molestándole 15. No
conocemos estas obras aunque sí sabemos que los artistas locales eran dos jóvenes
recién llegados de Italia que se acercaban al clasicismo: Cabanas que presentaba un
bodegón, y Olasagasti con su estupendo Retrato del pintor Caneja (Óleo/ lienzo, Museo
de Bellas Artes de Bilbao 80,5 x 70,5 cm, ca. 1930) y dos bodegones16.

El 15 de septiembre de 1931 participó con tres obras en la Exposición organizada por la


SAI (Sociedad de Artistas Ibéricos) en San Sebastián. Una de ellas fue Damita Verde
(Museo de Bellas Artes de Bilbao, 80 x 61 cm, 1931). A pesar de la modernidad de esta
obra, un año más tarde Sánchez Mazas lo consideraba ―uno de los que nacieron para
realizar una pintura como cosa mentale, como los pintores del Renacimiento pero sin
imitar su estilo‖17.
Además de las implicaciones estéticas, el viaje tuvo que suponer un empuje,
junto al aumento del filofascismo en el País Vasco, hacia el fascismo. De hecho, pronto,

15
Comentario de Zumalabe en MOYA, A.: ―El arte guizpuzcoano entre la renovación y la innovación‖ en
AAVV. Arte y Artistas Vascos, op.cit. p. 162. El poeta fue acusado en un polémico escrito por Echecalte
de querer explicar la vanguardia de París y más en concreto la de hace quince años, ignorando la otra
vanguardia, la que ―hoy interesa, la obra de Ponce de León‖.
16
La obra de Cabanas fue publicada en La Gaceta Literaria. La de Olasagasti guarda enormes similitudes
con La niña del yo-yo y con la obra novecentista de Sironi.
17
DE IZARO (SÁNCHEZ MAZAS): ―Por la puerta estrecha Olasagasti, Bachiller, camino de la
Filosofía‖, Sección de Libros y Arte, El Sol. 5,6,7 de junio 1932. Artículo escrito con motivo del inicio
del bachillerato de filosofía de Olasagasti. En él habla de los primeros éxitos del pintor, de Juan de la
Encina atento a sus primeras dotes, del viaje a París, Roma y Florencia, de la influencia de su hermano el
arquitecto Eduardo Olasagasti y de que ambos hermanos se rodearon de estudiantes de arquitectura,
letras, filosofía, jóvenes escritores, viajeros, estudiosos de literatura, algunos snob. Sánchez Mazas
recalcaba su dibujo cada vez más seguro, a Montesquieu, quien decía que cuando una institución decae
debe volver a los orígenes y recordaba el parangón entre iglesia y pintura. Mazas aconsejaba en general a
los pintores, el estudio de la matemática, la geometría, la música, el dibujo lineal, las ciencias físicas y
naturales, la psicología y la filosofía, añadiendo las letras clásicas, la gimnasia y la lectura de los clásicos
(como hacía Valle-Inclán algunas líneas más abajo en su Ruedo Ibérico). Un modelo humanista al que
Olasagasti podía optar ya que era un acérrimo lector de poesía y filosofía y un gran promotor de la escena
donostarria.

243
los artistas que viajaron, renegaron de la vanguardia más por extranjera, que por
rupturista. Según Oteiza, el grupo se había hecho fascista precisamente a partir del viaje.
De hecho Oteiza ofrece la fecha de 1933-4, coincidente con el nacimiento de Gu y con
la aparición de Falange en el País Vasco18 Sin embargo, en nuestra opinión, este
acercamiento al filofascismo fue muy anterior y en ello el viaje a Italia pudo suponer un
punto de inflexión.
Veremos pues ahora cómo se mitificó este viaje por parte de la crítica y dichos
artistas. Se trata de un proceso de mitificación y legitimación cargado de connotaciones
políticas y estéticas que puede extrapolarse a otros intelectuales. Es precisamente en
recuerdos tardíos de estos artistas donde el viaje a Italia adquiere un lugar
preponderante y mitificado. Tras la guerra, Cabanas recordaría de Roma, el futurismo, la
claridad mediterránea de la pintura del Quattrocento, y las charlas con Sánchez Mazas
quien orientó su trayectoria vanguardista hacía el fascismo. Cabanas recordaría en el
periódico falangista Unidad y sólo después de la toma de San Sebastián, que había
vivido una época de bohemio en París, pero que fue en Roma donde entendió su instinto
sindical, gremial y nacional19. Cabanas llegaría a admitir que en París conoció a
Cocteau, Severini, Fujita, Buñuel y Cossio, aunque después rompería toda la obra de
aquel período. Se lo contaba a Miguel Grau que no era otro que el secretario provincial.
En esta reconstrucción del viaje es interesante notar un profundo odio hacía la
vanguardia y un interés por destacar la corriente sindical. Al tratarse de una
reconstrucción es difícil poder valorar los límites de estos relatos. Sin embargo, según
Llano Gorostiza el ―contagio‖ de Italia condujo, en los mismos años treinta, a algunas
posiciones propias del arte fascista en este grupo. Existe un estilo joven y culto, que
Llano Gorostiza fecha ya desde 1931, ―común a la izquierda y a los núcleos fascistas,
con una ambigüedad que se dio también en el primer arte del fascismo italiano‖ (Llano
Gorostiza, 1986). Hablamos pues de las postrimerías del viaje y de 3 años antes de la
formación de Gu y de Falange en el País Vasco. De hecho, en su artículo Llano
Gorostiza señala la importancia de estudiar las implicaciones ideológicas de la pintura
vasca, y la necesidad de estudiar los vínculos con la estética fascista a propósito de Gu.
Es un momento en que Donostia, frente a Bilbao, se perfila como capital del arte vasco,

18
OTEIZA, Nueva Forma: arquitectura, urbanismo, diseño, ambiente, arte, n.40, mayo de 1969.
19
GRAU, M., ―Juan Cabanas un camisa vieja nos habla de arte nuevo‖, Unidad, 14 de diciembre, 1936
en Moya. Cabanas aparece retratando a la ―princesa-cámarada‖ Inés Pignatelli.

244
pero con un vasquismo manierista e italianizado ―da paso a ciertas interpretaciones
acusadamente fascistas que todavía perviven en el País Vasco. Algún día habrá que
analizar la liturgia del PNV y sus mitos corales y ambigüedades burguesas‖.
Como hemos visto Gu ni era un lugar de vanguardia, ni sus asistentes tenían un
ideario común ni pertenecían a Falange. Los que sí pertenecían al partido (Aizpúrua,
Cabanas, Olasagasti, Giménez Caballero) a pesar de haber animado la vanguardia
parecían orientarse hacia la búsqueda de un arte nacional no sólo desde un punto de
vista teórico. Este fenómeno es importante ya que, aunque Gu fue un lugar de
experimentación, el contacto con Falange supuso una exigencia a una forma más
contenida.
No siempre fue así. En los años treinta algunos falangistas pueden considerarse
vanguardistas (si el concepto estrecho puede aplicarse a España), no sólo por sus
lenguajes plásticos ―sino por sus presupuestos teóricos, entre los que el principal fue el
de la conexión del arte con la vida social‖ (Llorente, 2015)20. Reflexionemos pues, tras
hacer un análisis de la forma, sobre estos presupuestos. Aunque Giménez Caballero
presentó a Gu como corriente iniciadora de la corriente sindical, experiencias anteriores
no politizadas como la SAI y GATEPAC debieron ser fundamentales. Algunos de los
proyectos de GATEPAC publicados en las páginas de A.C. eran concebidos como
trabajos colectivos, por lo que en ocasiones aparecían firmados con el nombre del grupo
(Muñoz Fernández, 2011). Giménez Caballero, tras enumerar algunos ejemplos y
condenar con su habitual descaro experiencias interesantes como la SAI, proponía una
nueva vía, admitiendo que ―las dificultades para el desarrollo sindical de los artistas hoy
no son pequeñas‖ (Giménez Caballero, 1935). Creemos que esta afirmación se debe a
los problemas a los que debe hacer frente en estos años el sindicalismo fascista que
Giménez Caballero conocía tras sus muchos viajes a Italia. La propia jerarquía fascista
había acabado lanzando críticas hacia los artistas, que en Italia en aquellos momentos
exigían encargos y protección al Estado. Sin duda esto le había hecho cambiar de
opinión acerca de la implantación del modelo en España que en 1928 le había
hondamente impresionado. De hecho ahora citaba los escritos de Roberto Papini y
Maraini, estudiosos de los problemas sindicales que advertían de la necesidad de
intensificar las relaciones entre sindicatos de artistas y otros sindicatos. Por eso citaba

20
Los integrantes de Gu criticaron el arte burgués reivindicaron el trabajo en grupo para sus actividades
artísticas y el uso de nuevas técnicas.

245
los 17 sindicatos regionales, la afiliación obligatoria y los 4.500 inscritos21.
De hecho y por eso, se mostraba contrario a que el Estado fuera mecenas,
favorable a la organización de concursos frente a exposiciones y auguraba la creación
espontánea de este tipo de grupos. Por eso defendía los gremios, las asociaciones artísticas permeables a otros

grupos internacionales y confió en que ―ese club· de "individualistas" (en referencia a Gu) ―construido
con un cierto snobismo" para que materializaran la ―corriente sindical en España‖.
Aunque Giménez Caballero conocía muchos otros ejemplos de asociaciones como las
que describía, citó este ejemplo porque, según él, en Gu ya se trabajaba de forma
colectiva y multidisciplinar a la hora de presentarse a los Concursos Nacionales. Sin
embargo, nosotros solo hemos localizado los proyectos de Aizpurúa antes mencionados.
Todo apunta a que Giménez Caballero manipulaba de nuevo la Historia reciente para
poder marcar una vía política para el nuevo partido de Falange. Bajo la tinta vertida en
Arte y Estado, supuraban años de experimentación política y estética que ahora digería
sin una idea clara este teórico del fascismo español. Uno de los muchos ejemplos de
esto fue su pretensión de englobar todas las artes en un sistema nacional-catolicista
usando elementos del sindicalismo como la bandera roja y negra anarcosindical y la
palabra camarada entre afiliados y militantes. Giménez Caballero parece referirse a
Falange cuando expresa el deseo de que Gu fuera absorbida "por algún partido juvenil
nuevo, en la política nacional, su emblema; frente a bohemios, cofrades, Gu dejaría de
ser una peñita de buenos camaradas y amigos y podría tener la ambición de su grito
Nosotros". De hecho Gu ha sido definida como ―el principal punto de confluencia entre Falange
Española y la vanguardia‖ (Bonet, 1995).
En nuestra opinión la vinculación de la sociedad con el arte moderno, la
promoción de las actividades culturales y los vínculos con la naciente Falange pudieron
ser el germen de un interés de Falange por el arte, ausente en los primeros textos de los
falangistas. Pero, como hemos visto, éste no puede considerarse un proyecto falangista.
De los grupos filofascistas, Falange mostró un interés escaso y tardío por las artes. A
pesar de la fascinación que les produjeron la estética fascista y luego nazi durante sus
viajes, los falangistas no mostraron interés en crear un arte a imitación o propio y sólo,

21
Tras presentar las experiencias de Porza, Giménez Caballero habló de Gu. JIMÉNEZ CABALLERO,
E. ―En torno a ―Gu, Bohemios, no: cofrades‖, El Diario Vasco (Bilbao, 19 de marzo de 1935, p. 9. En el
n. 21 de marzo de Arriba (21 de marzo 1935-5 marzo de 36, sucesor de F.E.) apareció ―Bohemios no
cofrades‖. No era el único dentro de Falange que mostraba dudas sobre la intervención del Estado en
estas materias. Sánchez Mazas quien mientras exigía un arte nuevo combatía la modernidad.

246
como diría Payne, se puede encontrar una intencionalidad y una preocupación en ese
sentido (Llorente, 2005).
Era lógico por otra parte que nuevas formaciones como las JONS o la Falange
de la II República se preocuparan poco por el arte ya que contaban con pocos creadores
militantes, al contrario de lo que sucedió en el fascismo italiano. Así, todas las
preocupaciones artísticas, parecen provenir de algunos integrantes de GU, Pancho
Cossío, y Alfonso Ponce de León pero sobre todo de teóricos como Giménez Caballero
que hicieron reflexiones muy puntuales. Este hecho demuestra, como ha señalado
Rodríguez Puertolas, que la Falange carecía antes de la guerra civil de cualquier tipo de
aspiración en el ámbito de la cultura (Rodríguez Puértolas, 1996:76). Hemos hecho
referencia a artistas puntuales de muy distinta procedencia estética, pero también
podríamos hablar de artistas cercanos o militantes de Falange procedentes del
conservadurismo político. Si analizamos los lugares donde se desarrolló la vida cultural
de Falange antes de la guerra, una reflexión importante se debería centrar en los cafés y
salones que dieron cobijo a las tertulias filofascistas de los años 30. Una parte
importante de estos, tuvo carácter privado-secreto: en salones privados o en sótanos de
lugares conocidos. En ellos se fue mostrando un ideario artístico que basculó, de nuevo,
desde el conservadurismo a la vanguardia con motivos muy evasivos como iconografías
medievales y marinas. Sin embargo, esto cambió notablemente con el estallido de la
Guerra Civil española como ejemplifica bien la propia sociedad Gu.

“Nosotros”, presentimiento nacionalsindicalista


Los artistas en torno a Gu se destacaron en la clandestinidad durante la Guerra Civil,
momento de grandes lagunas sobre la actividad del grupo reapareciendo tras la pronta
toma de San Sebastián el 13 de septiembre de 1936 momento que la sociedad fue
absorbida por el febril núcleo de propaganda falangista de San Sebastián. Antes de que
se pongan en marcha muchas publicaciones de Falange, Gu vuelve a su actividad con su
Quincena el 10 de diciembre de 1936, es decir 6 meses después del estallido de la
guerra. La Quincena consistía en la organización de una serie de conferencias y una
colecta de fondos a través de la venta de retratos que los mismos artistas realizaban para
el Ejército y Falange. En todos los retratos destacó la vuelta a un naturalismo muy duro.
De estos destacaron los de Ribera, el escultor Emilio Alandrén y Nicolás Lecuona.

247
Retratos firmados por Alandrén, Lecuona publicados en La Unidad22.

Como la propia Falange, Gu cambió notablemente después de la guerra. La


ideología falangista de Falange cambió desde la etapa republicana (la de la ―falange
azul‖) a la nueva situación surgida tras la guerra. Así se produjo un desplazamiento de
algunas de sus características ideológicas, como el laicismo y el nacionalismo fascista,
para asumir el catolicismo y el nacionalismo tradicional. De hecho según Chueca el
nacionalismo genuinamente fascista de la época republicana no conllevaba una unidad
territorial (Chueca, 1983:38)23.
La ceremonia de inauguración de Gu estuvo cargada de ritos, unos ritos
totalmente diversos. Se montó guardia ante la puerta al estilo de lo que se hacía en la
Italia fascista y en la Alemania nazi. El periodista Eugenio Montes debía dar el discurso
de la inauguración, pero al final se ocupó Miguel Grau, Jefe Provincial de Prensa y
Propaganda presencia que refuerza el vínculo con Falange. Grau tituló su conferencia de forma
clarividente GU presentimiento nacionalsindicalista, destacando a la sociedad como un
germen de una corriente nacionalsindicalista. En su discurso habló de los antecedentes
de esta sociedad, de su significado y de la necesidad de cambiarle el nombre por su
traducción del vasco, ―Nosotros‖, por ser este un nombre español, nacional y católico.
También se recordó los años en que los artistas no eran bohemios, sino cofrades
hermanados por el mismo sentimiento de trabajo y de deber (Grau, 1936). No faltó una
alusión a uno de los ejes en materia artística durante la guerra civil: ―desvalijamiento del
Museo del Prado como muestra de la incultura de las hordas rojas‖. Cabanas,

22
El día 11 de diciembre apareció en La Unidad, el retrato de Lucio Arrieta jefe provincial del
movimiento realizado por Ribera y el discurso inaugural.
23
Al finalizar la guerra fue necesario reorganizar Falange ya que gran parte de los cuadros de mando
habían fallecido: los tres Iturrino (Jesús era el jefe provincial) y Aizpurua. FERNÁNDEZ REDONDO, I,
―Aproximación a Falange Española, op.cit.

248
entrevistado por Grau, habló de sindicalismo, gremios, función educativa y
propagandista del arte, ya que explica, todo arte es propaganda, y que hay que sacar el
arte de la exposición y también hace referencias a una nueva revista de artes plásticas
que debía nacer24. En un contexto de fuerte apología del nacional-sindicalismo la
palabra gremio se repetía en textos muy diversos, desde las reflexiones de un pintor
como Cabanas muy ligado al Nuevo Régimen hasta el Fuero de los Trabajadores
(Chueca). Eran los años del proyecto nacional-sindicalista y los anuncios de Gu se
entremezclan con los de la Central Obrera Nacional-Sindicalista. Que esta corriente
terminara siendo un silencioso fracaso no significa que no lograse conquistar una parte
importante del discurso de los primeros años del franquismo, incluso cuando algunos de
sus máximos exponentes habían sido orillados del poder e incluso condenados25.
Cabanas fue más allá: condenó el cuadro de caballete como elemento burgués,
declaró la importancia del muro y se confesó deudor de Giotto y Angélico. Ninguna de
estas reflexiones nacía de la nada ni del nuevo ideario de Falange. De hecho, muchas de
estas propuestas son fruto de su tiempo no solo en la Italia fascista, sino en regímenes a
las antípodas como la URSS o el New Deal americano que promovieron un arte mural y
una vuelta a un lenguaje naturalista como clave para mejorar la efectividad de la
comunicación con la masa. Específicamente muchas de estas cuestiones procedían de la
discusión teórica sobre la función del arte de la Italia fascista más que de la Alemania
nazi y ya estaban presentes en Arte y Estado. Es muy posible, que se consolidasen en
torno al grupo vasco no sólo por la incidencia de Giménez Caballero sino también por la
de activos integrantes de la sociedad como Aizpurúa. Tras la comparación de ambas
fuentes, se aprecia una diferencia notable: la distinta consideración acerca del arte mural
y el sindicalismo en Giménez Caballero probablemente por las razones que antes hemos
mencionado. Por lo que respecta a la Falange de la guerra, se evidencia por otro lado, un
gran momento de actividad con programas propios muy ligados a los distintos
territorios como ejemplifica el caso de Gu y la enorme proyección de la prensa

24
Por estas declaraciones se ha considerado a Cabanas ideador de Vértice pero en la revista sólo hay
algunas ilustraciones suyas como otros artistas de Gu. Publicada en San Sebastián la revista fue
confeccionada por Tono desde los primeros números y dirigida más tarde por Manuel Halcón. Grau
entrevistó a Cabanas en el órgano del partido, GRAU,1936.
25
Sobre el nacionalsindicalismo: PEÑALBA-SOTORRÍO, M., ―El sindicato vertical: una ambición
frustrada y una burocracia lograda‖, VII Encuentro de Investigadores del Franquismo, Santiago de
Compostela. Sobre el confinamiento del sector hedillista y de Salvador Merino. GRACIA, J., La vida
rescatada de Dionisio Ridruejo, Barcelona, Anagrama, 2004.

249
falangista en el País Vasco en estos años. Los intercambios entre los sectores muy
diversos: del arte a la propaganda, de la propaganda a la prensa y el sindicalismo,
evidencian un fuerte impacto de los modelos más totalitarios aunque implementados a
pequeñas escalas locales. En ellos el arte encontró un lugar secundario supeditado a la
educación y la propaganda, formalmente naturalista y teóricamente nacional, un
concepto que permaneció inalterado durante varias décadas.
Sin embargo, Gu, como otros proyectos de este calado, agigantado por la
propaganda y con escasos frutos concretos, terminó siendo víctima de la Unificación
con los carlistas en abril de 1937. De hecho encontramos en este periodo un grupo muy
limitado, sacudido por la mortalidad de la guerra, la rivalidad entre facciones dentro del
propio partido y un número escaso de integrantes.

Del arte a la propaganda, la declinación de Gu


Como muchos artistas españoles los artistas de Gu realizaron propaganda
durante la guerra civil. No es de hecho baladí que Aizpurúa fuese ya antes de su
detención entre julio y agosto de 1936 el Jefe de Servicio de Prensa y Propaganda de
Falange. Precisamente como jefe habría diseñado la cabecera del diario Arriba y es
probable que controlase la primera propaganda de Falange en San Sebastián (Sanz
Esquide, 2004). Al parecer fue sustituido tardíamente por Vicente Cadenas y Vicent, con
Manuel Hedilla al mando de la Falange tras el fusilamiento de José Antonio en
noviembre de 1936, pero ya sabemos que Hedilla fue apartado meses después.
De hecho se ha sugerido que la Sección de Plástica que dependía del
Departamento de Prensa y Propaganda de Falange en San Sebastián, nació de Gu, dato
que justifica un estudio posterior sobre este grupo. El departamento editaba importantes
revistas en aquel momento que pretenden cubrir todas las capas de la población y en las
que participaron artistas de Gu que terminaron en las nuevas estructuras. Precisamente
Cabanas fue el jefe de la sección plástica, realizó ilustraciones para Vértice aunque Mur
(1985) que mejores fueron sus carteles como Por las armas. La patria, el pan (1937-8)
o Ya presentimos el amanecer en la alegría de nuestras entrañas (1938-9). Cabanas
ilustró Vértice desde el inicio con obras como El mar está cerrado por densa niebla
(abril de 1937), Égloga primera de Vivanco (abril de 1938), Escassi hijo del la tierra
(abril de 1938) y Marina (septiembre de 1938), o, Mujer de General (1937), que

250
vuelven al academicismo pero recuerdan al primitivismo de Novecento. Su obra se
ensucia y se vuelve narrativa. Sólo los carteles y los retratos se salvaron del cambio de
estilo. De Vértice diría Cabanas ―una pretensión de revista total, en la que ilustración,
fotografía y texto están integrados en una unidad expresiva, otra, su tono directivo y de
consigna, reflejado en el contenido de sus artículos‖ (Moya, 1986). Durante la guerra
ilustró obras literarias como El viaje del joven Tobías: milagro representable, de
Torrente Ballester, publicado por la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda de
FET y de las JONS en ediciones Jerarquía (Bilbao en 1938), con unas ilustraciones muy
en línea con Vértice, idílicas, algo historicistas, neopicassianas y muy herederas de la
escultura. Su posición dentro de la organización de la propaganda fue en aumento. Se ha
dicho que creó los símbolos imperiales del caudillo, el águila y las flechas y que fue jefe
de protocolo de Franco, de quien gozó su afecto26.
De este momento es el proyecto encontrado entre los documentos de Ribera en
el que se detallan posibles actividades a realizar en sus tres secciones o talleres: cartel y
derivados, decoración de libros, ilustración y fotografía y cine. Además, escribe un
Proyecto acerca de la organización de la sección de Bellas Artes de los Servicios
técnicos de FET de las JONS, que debía asesorar al Gobierno en decisiones relacionadas
con las artes, para imprimir al arte español el nuevo estilo nacional sindicalista y que
debía mejorar las condiciones de trabajo de los artistas el aprovechamiento integral de
las facultades artísticas de todos los españoles mediante una eficaz organización de la
enseñanza; revitalización de Museos; celebración de Certámenes y Exposiciones ―para
que el pueblo español adquiera una completa conciencia de su arte‖ (Moya, 1986). Pero el relato
no tiene límites tan claros. La confusión de la guerra llega hasta nuestros días. Si algunos artistas
de Gu participaron en la propaganda de Falange, algunas de sus obras se vieron también
en el pabellón republicano de la Exposición Universal de París, celebrada entre el 24
mayo y el 25 de noviembre de 1937.
En enero de 1938, con el primer gobierno de Franco, la sección pasó a la
Jefatura del Servicio Nacional de Propaganda de Dionisio Ridruejo de Burgos que
dependía del Ministerio del Interior de Ramón Serrano Súñer. Habría sido este el punto
de contacto con lo que Pedro Laín Entralgo definiría como falangismo liberal. A partir

26
Los datos son del hermano del artista. GONZÁLEZ DURANA, J. ―Arte vasco, op.cit. Cabanas
abandonaría España en 1945.

251
de ese momento la sección se convirtió en el Departamento de Ceremonial y Plástica27.
Sin duda a este momento se debe la referencia de que Cabanas fue jefe de protocolo de
Franco uno de los primeros falangistas implicados en el intento de creación de un estilo
artístico que fuese simultáneamente falangista y franquista. Él parece ser, en la
composición del departamento, el único miembro que desde Gu terminó en los vértices
de la propaganda franquista. El estado de la cuestión sobre este personaje hace difícil
entender hasta donde llegaron sus responsabilidades, pero él se habría encargado de
organizar la mediática ceremonia del traslado de los restos de José Antonio de Alicante
al Escorial28.
Los artistas que transigieron con las distintas unificaciones fueron encontrando
su lugar en el aparato especialmente dedicados a la propaganda. Lagarde, liberado
tardíamente, dejó unos interesantes dibujos de su paso por las cárceles republicanas. Sus
dibujos fueron expuestos en enero de 1938 en el Refugio Nacional del Primer Piso del
Casino de San Sebastián en la que se pudo ver su retrato realizado por Flores. En
nuestra opinión algunos de los dibujos pudieron estar en sintonía con los vistos en
Vértice en el número 7 (1938), obras interesantes de gran fuerza expresionista y
modernidad, que sin embargo la revista no vinculó a estos influjos, sino a la figura de
Goya. Como Cabanas, Lagarde ocupó puestos de importancia como el de jefe de las
regiones devastadas en Toledo y diseñaría la cripta del Alcazar (Llorente, 2012).

Conclusiones
Gu fue un lugar experimental donde se dieron cita intelectuales de distintas ideologías.
Todo apunta a que la sociedad, a pesar de los vínculos de algunos de sus animadores
con la Falange madrileña y guipuzcoana, no estuvo politizada antes de la guerra. Lo que
parece claro es que fue un importante acicate para interesar a Falange sobre la necesidad
de incluir las artes en su proyecto y que durante la guerra fue instrumentalizada. Como
hemos visto con los ejemplos de Aizpurúa, Ribera, Cabanas y Olasagasti, aunque la
vanguardia había dejado un importante poso en estos artistas, ya muchos se orientaban a
lenguajes más clásicos en 1934 por lo que es difícil hablar de vanguardia. Las razones

27
VÁZQUEZ, M., ―Celebraciones de masas con significado político: los ceremoniales proyectados desde
el Departamento de Plástica en los años de la Guerra Civil Española‖, Artigrama, 19, 2004.
28
LLORENTE HERNÁNDEZ, A. ―Vencidos y enemigos en la pintura y la ilustración‖, en Berthier, N. y
Sánchez-Biosca, V. (ed), Retóricas del miedo, Imágenes de la Guerra Civil española, Casa de Velázquez,
2012.

252
de este viraje se encuentran en la llegada del retorno al orden y la fuerte politización que
exigía un estilo nacional y que obligó a estos artistas a adecuar y depurar su estilo. Por
otra parte, en Gu no se habló de sindicalismo hasta después de la toma de San
Sebastián, sólo Giménez Caballero hizo mención a este modelo en 1935 mostrando
todavía en esa fecha su esperanza de que ellos iniciaran esta corriente en España.
Tras el análisis de la actividad de Gu al finalizar la guerra observamos que fue escasa y
que la sociedad quedó absorbida por Falange y supeditada a la propaganda. Sin
embargo, se observa en este periodo un momento ilusionante de Falange por controlar
un proyecto integrador de las artes y liderar un fuerte sindicalismo previo a la
Unificación.
Por último, se documenta la labor de algunos integrantes de Gu en la propaganda
de la guerra y, al parecer, fue decisiva la intervención de Cabanas y Ribera en la
organización de la sección plástica de Falange que terminó absorbida por los servicios
de propaganda nacionales. De ellos, pocos artistas de la asociación original formaron
parte de la sección de plástica, aunque los que quedaron parecen haber tenido un papel
en su organización.

Bibliografía:
BONET, J.M., Diccionario de las vanguardias en España 1907-1936, Madrid, Alianza,
1995.
CHUECA, R., El fascismo en los comienzos del régimen de Franco. Un estudio sobre
FET-JONS, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1983.
BRIHUEGA, J., El retrato moderno en España (1906-1936). Itinerarios y procesos,
Real Academia de San Fernando, 2007.
GONZÁLEZ DURANA, J. ―Arte vasco y compromiso político‖ en VVAA., Arte y
política en España. 1898-1939, Granada, Consejería de Cultura. Junta de Andalucía,
2002, pp. 38-54
MAINER, J. C., Falange y Literatura. Antología, Barcelona, Labor, 1971.
MECHTHILD, A., Vanguardistas de camisa azul, Madrid, Visor Libros, 2003.
MUR, P., La asociación de Artistas Vascos, Bilbao. Caja de Ahorros, Vizcaína, 1985.
MUÑOZ FERNÁNDEZ, F.J., La arquitectura racionalista en Bilbao (1927-1950).
Tradición y modernidad en la época de la máquina, Servicio Editorial de la Universidad
del País Vasco, Bilbao 2011.

253
LLORENTE, A., Arte e ideología en el franquismo (1936-51), Madrid, Visor, 1995.
LLORENTE, A., ―¿Hubo un arte falangista?‖, en Arte para después de una guerra,
Madrid, Comunidad de Madrid, 1993. (cat. Expo.)
LLORENTE, A. La Falange y el arte contemporáneo durante el primer franquismo
(1936-1951), Spagna Contemporánea, 2015, anno XXIV n. 47
LÓPEZ DE SOSOAGA, M.J. ―Jesús Olasagasti, animador del protagonismo cultural
que tuvo San Sebastián antes de la guerra civil‖, Ondare. 23, 2004, 561-573.
http://www.euskomedia.org/PDFAnlt/arte/23/23561573.pdf (consultado en mayo de
2011).
RODRÍGUEZ PUÉRTOLAS, J.: Historia de la Literatura Fascista Española, Madrid,
Akal, 2008.
SANZ ESQUIDE, J.A., José Manuel Aizpurúa, fotógrafo: la mirada moderna, Madrid:
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía: Aldeasa, 2004 (cat.expo).
WAHNON, S., La estética literaria de la posguerra: del fascismo a la vanguardia,
Amsterdam, 1998.
FERNÁNDEZ, I, ―Aproximación a Falange Española en el País Vasco (1910-1945)‖,
Falange. Las culturas políticas del fascismo en la España de Franco (1936-1975), Actas
del congreso celebrado en Zaragoza del 22 al 24 de noviembre de 2011,
http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/32/79/08fernandezredondo.pdf (consultado en
febrero de 2014)

254
Hidras marxistas, canes rojos:
Retórica y lenguaje nacionalsocialista en los diarios
“Libertad” y “La Conquista del Estado”

Miguel Rivas Venegas


Universidad Autónoma de Madrid / Humboldt Universität zu Berlin

―Aparte de las ideas, el ritual y el marchamo fascista (ya en cierto modo


internacionalizado) F.E no lograba incorporar apenas nada nacional y sugestivo.
Ni bandera ni vocabulario, ni agitación profunda en torno a las angustias
verdaderas de los españoles. De todo esto se proveyó tres meses más tarde, al
unificarse con las J.O.N.S1‖

En 1935 escribiría estas palabras Ramiro de Ledesma en referencia a J.O.N.S,


agrupación política formada por su grupo La Conquista del Estado y por las Juntas
Castellanas de Actuación Hispánica de Onésimo Redondo.

Asumir esta afirmación como acertada, sugiere también la siguiente pregunta:


¿de dónde proceden el vocabulario, la retórica incendiaria, las ideas fundamentales que
articulan el discurso de Redondo y Ledesma? ¿De qué fuentes beben sus colaboradores
más cercanos? ¿Cuál es su relación con el movimiento Nacionalsocialista, al que
defenderán abiertamente en sus artículos?

Es necesario realizar una relectura de las relaciones entre ambos fascismos


centrándose en uno de los pilares fundamentales de estos movimientos políticos: el
lenguaje. El empleo particularísimo que hicieron de éste los nacionalsocialistas ha sido

1
Ramiro LEDESMA RAMOS:¿Fascismo en España?, Ediciones La Conquista del Estado
Madrid,1935. p. 43.

255
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
definido como ―Lingua Tertii Imperii‖ (Klemperer) ―Language of Violence‖ (Rash) o
simplemente como ―Nazi Deutsch‖ (Karin Dörr) . A lo largo de esta comunicación se
estudiará la importación de modelos discursivos nacionalsocialistas y la traslación de
imágenes políticas, del Feindbild Hitleriano a los periódicos de los fundadores de
J.O.N.S.

Los individuos que integraron estos dos grupos políticos y sus periódicos se
encontraban, de hecho, particularmente cercanos al movimiento Nacionalsocialista:
Antonio Bermúdez Cañete, propagandista cordobés asentado en Múnich desde 1925 y
corresponsal de El Debate; Juan Aparicio, futuro Delegado Nacional de Prensa (1941-
1946) y amigo personal del Agregado de Prensa del Reich, Hans Lazar; Giménez
Caballero, autor de numerosos textos laudatorios sobre la Alemania nazi y colaborador
habitual de Informaciones, diario que recibía financiación de la Embajada del Reich…

El diario que dirigió Ledesma prestará desde el principio particular atención a


los movimientos totalitarios europeos, sin hacer en ocasiones una clara
distinción entre los totalitarismos fascistas y bolchevique. Del Reich y la nueva
Alemania que surgía diría el zamorano:

―Sólo existe hoy en Europa una política cuyo futuro difícilmente chocará con el nuestro.
Es la política de Alemania, cuyos pasos internacionales conviene mucho a España
tenerlos presentes, por si a lo mejor descubrimos una serie de fecundas interferencias2.‖

Los ―camisas pardas‖ eran para Ledesma, en efecto, aquellos que habían sabido
encauzar el espíritu de los tiempos, asumir la nueva ―fase de violencia‖ que se cernía
sobre Europa:

Las falanges hitlerianas obedecen fielmente en su formación los imperativos políticos y


sociales de estos años. Son, pues, algo vivo, que se enraíza en lo más hondo de nuestro
tiempo.3

2
Ramiro LEDESMA RAMOS: Discurso a las Juventudes de España, F.E, Madrid, 1935. p. 26.

256
El zamorano y sus colaboradores se tomaron muchas molestias en difundir y comentar
el ideario nacionalsocialista. Así, en el número segundo de LCDE aparecerá ya
traducido y comentado el programa del NSDAP, del que dicen, sin demasiado espíritu
de crítica, que posee ―una desarrollada capacidad oportunista‖. Ledesma lo describirá
elogiosamente como un ―partido popular que moviliza grandes masas‖:

Para ello, agita las cuestiones sociales con una intrepidez y una precisión
notables. Las dificultades económicas de la postguerra, de un lado, y de otro, las ideas
sentimentales de grandeza y de revancha unidas al odio racial contra los judíos, han
obrado el milagro4.

No es de extrañar, en este sentido, que el Deutsches Arbeitsfront (Frente Alemán


del Trabajo) considerara razonable recomendar una financiación del efímero periódico
de Ledesma ―Nuestra revolución‖ (del que sólo sale un número, el 11 de Julio de 1936,
al estallar una semana después la Guerra Civil) al ministerio de Propaganda del Reich:
en las páginas de La Conquista del Estado ya encontramos la propaganda anti-británica
y anti-francesa que el D.A.F deseaba extender a través del que fue el último diario de
agitación que editaría Ledesma Ramos antes de su ingreso en el penal de Ventas. Prueba
de ello son artículos como ―El despreciable pulpo extranjero en Tharsis‖, publicado el 2
de Marzo de 1931:

―El pulpo del capitalismo extranjero continúa vorazmente chupando la poca


savia de vuestra economía nacional. Despojo tras despojo, estruja y agota todas
las posibilidades de rapiña. No se sacia con los suculentos dividendos ni con su
influencia solapada en la política del estado…5‖

de Tharsis dice Ledesma, para reforzar sus argumentos y amplificar el ultraje cometido,
que es cuna de la ―más antigua civilización española, donde vibró el espíritu nacional
muchísimos siglos antes de que los burgueses piratas se divirtieran en Londres o en

3
s.a: ―Plagio ineficaz. La violencia y la política actual‖, La Conquista del Estado, 14 de Marzo de
1931.
4
Ramiro LEDESMA RAMOS: ―Nacionalsocialismo. El partido de Hitler.‖ La Conquista del Estado,
2 de Marzo de 1931.
5
s.a: ―El despreciable pulpo extranjero en Tharsis‖ , La Conquista del Estado, 2 de Marzo de
1931. 6s.a: ―La colaboración en la propaganda‖, ibid.

257
París‖. El diario es presentado desde su segundo número como una plataforma donde
intervienen aquellos en vez de ideas, tienen sólo gritos‖: los propagandistas, aquellos
encargados especialmente de la creación de un ―clima de hostilidad, de expectación, de
irritación6‖.

Artículos como éste y otros de Bermúdez Cañete de tono anti-británico y


antisemita aparecidos también en El Debate de Herrera Oria, del que fue corresponsal
en Berlín, darían al periodista una buena imagen ante los jerarcas nazis. Su justificación
de las persecuciones a los judíos ―destructores de la civilización del pueblo cristiano‖,
―calumniadores de Sión6‖ y ―protectores del marxismo‖, así como su defensa de las
políticas de esterilización aplicadas en Alemania (y defendidas abiertamente en El
Debate) explicarían el interés que despertarían estos individuos en Alemania, desde
donde se percibió al grupo de Ledesma como un posible aliado en la defensa de los
intereses y del ideario Nacionalsocialista una vez el NSDAP se hizo con el poder.

Hitler aparece ante los miembros de LCDE como el caudillo esperado, el


caudillo necesario para el resurgimiento de Alemania: ―Orador sobresaliente y preciso,
que triunfa ante el pueblo de un modo rotundo. Si estuviese en el Reichstag –añade
Ledesma- no cabe presumir hasta donde llegaría la eficacia de sus intervenciones‖.
También se fijará el zamorano en las aptitudes oratorias de otro hombre del
Nacionalsocialismo, el Dr. Goebbels, a quien reconoce ―hombre frío, sistemático (…)
de perfil preciso de doctor joven en humanidades‖.

Tomás Borrás, militante de JONS y amigo de Ledesma, afirma que Ramiro


estaba indudablemente influido por el filósofo nacionalista Fichte, cuya obra llevaba
sistemáticamente bajo el brazo7. Su ―Discurso a las Juventudes de España‖ pretendía
ser, en palabras de Borrás, el equivalente al ―Discurso a la nación alemana‖ de Fichte.
Es de suponer, en este sentido, que Ramos conociera también la existencia de la
sociedad Fichte en España, encargada de la difusión de propaganda y material
ultranacionalista y antisemita.

No menos necesario es un estudio del lenguaje de odio que encontramos en el


diario Libertad de Onésimo Redondo: el vallisoletano realizó una estancia en la

6
Gonzalo ÁLVAREZ CHILLIDA: El antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002),
Marcial Pons, Madrid, 2002. p. 335.
7
Tomás BORRÁS: Ramiro Ledesma Ramos, Editora Nacional, Madrid, 1971, p 249.

258
Hochschule de Manheim como lector de español en 1928, antes de fundar las Juntas y
su diario Libertad. Matteo Tomasoni reconoce que a pesar del obstáculo lingüístico
inicial, Redondo ―se esforzó en asimilar todo lo que tuviese relevancia con la cultura, la
sociedad, los usos, y la política alemana8‖ y considera la estancia del joven como uno de
los pasos clave en su formación ideológica.

La Asociación Católica de Propagandistas, fundada por Herrera Oria poco antes


de 1927, fue un estímulo para el joven Redondo, quien se identificó con los ideales y los
intereses de su mentor: un ferviente anticomunismo, nacionalismo, catolicismo
combativo y su gran interés por el periodismo. Estos intereses, estas inquietudes,
colocarían a Onésimo en una posición en la que resultaría sencillo sentirse fascinado por
el naciente partido Nacionalsocialista, sus ideales, su retórica, su capacidad para
estimular a las masas, su lenguaje…

En 1927, y por lo tanto poco antes del traslado de Onésimo a Alemania, el


NSDAP había editado ya una importante publicación para la formación de sus
propagandistas que circularía a ciencia cierta entre los grupos locales de todas las
ciudades alemanas. No sabemos a ciencia cierta si Onésimo Redondo tuvo la ocasión de
acceder a este documento, no he hallado por ahora correspondencia que lo atestigüe. Su
curiosidad intelectual y su creciente radicalismo político hacen pensar que si el joven
vallisoletano tuvo la ocasión de hacerlo, sin duda consultaría Propaganda (Propaganda
Abteilung, München, 1927) con el mayor interés.

No tenemos constancia documental de que Onésimo Redondo accediera a


material para propagandistas, como Unser wille und Weg o a obras fundamentales del
antisemitismo contemporáneo.. Es de suponer, sin embargo, que un Onésimo Redondo
interesado por ―Los Protocolos‖ encontrara también tiempo, como le aconsejarán
parientes y amigos, para consultar textos similares de autores alemanes. Muy similares
son, desde luego, las ideas que expondrá Dühring cuando justifica una guerra con lo que
él denomina ― ataques de elementos anti-arios, anti-humanos perpetrados por parásitos
extranjeros9‖. Igualmente probable es que accediera a textos de Houston Stewart

8
Matteo TOMASONI: Onésimo Redondo Ortega. Vida, obra y pensamiento de un sindicalista
nacional (19051936), Tesis doctoral, Universidad de Valladolid, 2014, p. 84.
9
Eugen DÜHRING: Die Judenfrage als Frage der Racencharakters und seine Schädlichkeit für
Völkerexistenz, Sitte und Cultur der Völker, Ulrich Dühring, Nowawes, 1901 p. 136.

259
Chamberlain, uno de los más conocidos antisemitas de principios del siglo XX y autor
del ampliamente difundido Die Grundlagen des 19. Jahrhunderts.

Si sabemos con seguridad, en cualquier caso, que Onésimo leyó ávidamente los
citados Protocolos de los Sabios de Sión, de los que hizo una traducción comentada al
castellano , y nos consta que participó en debates políticos con compañeros de la
Universidad de Manheim, permeada por elementos del NSDAP. Tomasoni consideró
complicado ver ―hasta qué punto el nacionalismo vallisoletano se impregnó de ideas
nacionalsocialistas‖. Un estudio del lenguaje y una comparación de textos debería
permitirnos arrojar luz sobre este tema y tratar de evaluar, al menos en lo que al
lenguaje se refiere, cuál fue el impacto de la retórica nacionalsocialista y antisemita
alemana en la posterior gestación de la retórica Redondiana.

La historiografía ha valorado de manera diversa la estancia de Onésimo en


Manheim:

Stanley Payne afirma, sin hacer particular énfasis en ello, que durante este periodo el
joven Onésimo entró en contacto con la ideología nacionalsocialista10. Otros
investigadores como Cándido Ruiz irán más allá al hablar de una ―clara simpatía por el
partido racista‖, así como de la ―nazificación‖ del vallisoletano y su aceptación de los
―fines‖ del NSDAP11. También hablará de sus actividades en Alemania el propagandista
Narciso Sánchez, en un claro ejercicio de exaltación y reivindicación del
vallisoletano:―Durante el año que permanece allí enseña y aprende, alecciona y estudia,
escucha y observa.13.‖

Parece, en efecto, que Onésimo siguió los consejos que le daba su hermano Andrés a
principios de 1928:

10
Stanley PAYNE: Falange, Stanford University Press, Stanford, 1961. p. 15
11
Cándido RUIZ: ―Onésimo Redondo: el fascismo en Valladolid en los años Treinta‖ en AA.VV.,
Valladolid, historia de una ciudad, vol. III (Valladolid Contemporánea) Ayuntamiento de Valladolid,
13
1999, pp. 1031-1032. Narciso SÁNCHEZ: Onésimo Redondo, Temas españoles, Madrid,
14
1953,. pp. 5-6. Carta de Andrés R. (07-03-1928), APMR, caja 2, carpeta 2, sobre 11.

260
―…el empeño principal que debe ocuparte ahí es estudiar textos alemanes y
teorías alemanas con la previa preocupación de que no digas al volver ¡ojala me
hubiera detenido más en tal cosa [...]!‖14

Onésimo dedicaba su tiempo libre en la Handels-Hochschule para ―leer y escribir‖ y


previsiblemente asistiría a las reuniones que realizaban en la casa donde se hospedaba:
Ambos profesores del prestigioso Instituto donde trabajaba Redondo como Lector de
español, realizaban en su casa reuniones donde se debatían ―temas de actualidad‖. No
resulta difícil imaginar que el joven Onésimo, curioso y ávido de conocimiento, asistiera
con frecuencia a estos debates. La paulatina nazificación de las instituciones había
comenzado ya en el momento en que se produce la estancia de Redondo en la
universidad de Manheim: la Nationasozialistischer Deutscher Studentenbund, creada en
1926, tenía ya entonces una presencia relevante en las universidades alemanas. Esta
organización estudiantil sería además protagonista de numerosos enfrentamientos con
organizaciones estudiantiles de izquierdas.

A continuación, citaré diferentes elementos y características comunes de la LTI


nacionalsocialista y lo que podría denominarse ―Lingua Novi Imperii‖ que desarrollaron
Onésimo y Ledesma, presente en sus textos, en sus discursos y en ambos periódicos:

“Nosotros” y “ellos”: La “Weltanschauung proto-jonsista”.

Redondo y Ledesma emplean habitualmente una estructura argumentativa propia de la


visión del mundo hitleriana: la división entre dos cosmovisiones (Weltanschaaungen)
irreconciliables, enfrentadas a muerte. Una representa la virtud, el renacimiento
palingenésico fascista, y la otra la decadencia y la miseria absoluta.

En este sentido, el propio Redondo definirá el Kampfzeit nacionalsocialista hablando de


la:

―…lucha entre el fanatismo materialista, de los creyentes de Marx, destructor de


naciones, y otro fanatismo (…), que reafirma el valor espiritual de la propia raza

261
y su voluntad tradicional de proseguir con grandeza las rutas nacionales de
civilización12.

Redondo contrapone el ―fanatismo materialista‖ frente al ―fanatismo espiritual‖,


generando por tanto dos supuestas realidades igualmente radicales enfrentadas a muerte.
La argumentación de Redondo es completamente hitleriana, puesto que se alimenta de
falsas contradicciones, inventadas por él: (fanatismo materialista destructor / fanatismo
espiritualnacional, civilizador)

En los mismos términos, asumiendo la polarización del mundo en cosmovisiones


incompatibles, afirmaría Ledesma Ramos:

―El marxismo es la solución bestial, antinacional y antihumana que presenta el


clasismo proletario para resolver los evidentes problemas e injusticias, propias
del régimen capitalista (…) La primera incompatibilidad de tipo irresoluble del
fascismo se manifiesta frente a los marxistas. Tan irresoluble, que sólo la
violencia más implacable es una solución13‖

Ledesma hablará del enemigo, de esa ―morralla republicana, traidora‖ , que


abandona a las masas y las lideran falsamente con su moral de señoritos. Frente a esta
turba incapaz, frente al régimen ―alicaído, moribundo, tembloroso‖ contrapone la idea
de un movimiento unitario, ―haz de afirmaciones e ideas claras‖. Contra el caos,
eficacia. Contra la moral del blandengue del señorito, la moral implacable de una
minoría selecta, y de sus juventudes audaces. Frente al olvido del destino, al
estancamiento, ―una gigantesca ambición nacional que recoja las ansias históricas de
nuestro pueblo. Obsesión por algo radicalísimo y tremendo‖14.

En el discurso del pensador völkisch Stuart Chamberlain, toda la historia


Europea es concebida y presentada como una lucha entre lo Germane y lo Nicht-
Germane, definido inclusive como Antigermane:

12
s.a: ―Frente a frente‖ Libertad, 23 de Noviembre de 1931.
13
Ramiro LEDESMA RAMOS: ¿Fascismo en España?, p. 8.
14
―Nuestras afirmaciones‖, La Conquista del Estado, 4 de Abril de 1931

262
In einem gewissen Sinne kann man, wie man sieht, die geistige und moralische
Geschichte Europas von dem Augenblick des Eintrittes der Germanen an bis auf den
heutigen Tag, als einen Kampf zwischen Germanen und Nicht-Germanen, zwischen
germanischer Gesinnung und antigermanischer Sinnesart betrachten…15‖

En términos similares se expresará Redondo en Libertad, donde defiende el


―movimiento sano y juvenil‖ frente a la ―máquina marxista‖ deshumanizada, carente de
alma. Al grito de justicia y de independencia se opone la barbarie bolchevique, la
democracia extranjera, judaizante, superburguesa. Frente al espíritu puro de los jóvenes
alegres, la Rusia destructora de las libertades nacionales, productora de esclavos:

―Pero si la revolución social es una necesidad y un grito de justicia, hay que


defender ese movimiento sano y juvenil de las corrupciones traidoras que
proceden de la democracia judaizante superburguesa, como de las máquinas
internacionales con sello marxista, que descaracterizarían la genuina revolución
hispánica para hacernos siervos de Moscú16.‖

El lenguaje se convierte en un simple siervo de la visión hitleriana de la realidad,


en una herramienta que sirve para reforzar su concepción radical de la realidad, su
Weltanschauung destructora: el lenguaje se congela, como indica Winkler17, en
repeticiones de formulario: ―Así, grande y genial, preparado y decidido, disminuir y
debilitar, comprender y captar, incitó y avivó, limitación e inferioridad, cuidado y
exactitud, apoyo y fortalecimiento, energía y acción, energía y riesgo. Mediante la
acumulación de tales fórmulas se destruye la lógica clásica de la frase18.‖

Esta concepción radical de la realidad permitirá y potenciará la construcción


artificial del ―nosotros‖ que precisa el fascismo, y la figura del ―ellos‖, del ―otro‖, al que
se concibe como patología.

15
Houston Stewart CHAMBERLAIN: Grundlagen des neunzehnten Jahrhunderts, F. Bruckmann,
München, 1922. p 520.
16
―La revolución social‖, Libertad, 20 de Junio de 1931.
17
Lutz WINKLER: La función social del lenguaje fascista, Ariel, Barcelona, 1979. p. 46
18
Ibid. p. 46

263
“Extirpación cruenta”: la eliminación del Volksfremd.

―Necesitaremos, si ésta ha de ser eficaz, enemigos cercanos y concretos19…‖

La concepción hitleriana y jonsista de la patria como un cuerpo, como un Volkskörper


único, facilita la categorización del enemigo como patología, como enfermedad
susceptible de ser erradicada. Así, encontramos en el lenguaje de Onésimo y Ledesma
abundantes metáforas de extirpación:

―…repudiamos el régimen burgués; condenamos la farsa parlamentaria y la


libertad de propaganda contra la Sociedad y la Patria; declaramos a los
comunistas traidores a ésta, pidiendo la inmediata extirpación de las excitaciones
públicas al robo y a la guerra social20‖

De ―cruenta extirpación‖ hablará también Onésimo al referirse a aquellos ―que juegan a


la Revolución sin ideal de verdad revolucionario21‖. Lo mismo dice de la idea de clase:
―sostenemos la extirpación de la idea de clase, sustituida por una convivencia forzosa de
los factores de producción bajo la disciplina del Estado25‖. Extirpado de España debe
ser también el enemigo marxista y sus propagandas, imponiéndose un Estado
dictatorial:

―La desgracia, el enemigo nacional, es el marxismo. Y de éste no se libra el país


sino por extirpación voluntariosa, desalojando del país, por traidores y
disolventes, sus propagandas. La solución está, pues, en una dictadura
antimarxista22.‖

19
Ramiro LEDESMA RAMOS: Antología, Ediciones, F.E, Madrid, 1940. p. 50 y ss.
20
s.a: ―La ineptitud burguesa‖, Libertad, 4 de Junio de 1931.
21
s.a: ―La traición de la prensa burguesa‖ , Libertad, 20 de julio
de 1931. 25 s.a: ―Ideas de reforma agraria I‖ Libertad, 14 de
Septiembre de 1931.
22
s.a: ―La solución‖ Libertad, 12 de Octubre de 1931.

264
En otra ocasión hablará Redondo de ―extirpación‖ cruenta, regodeándose en términos
médicos, casi de hospital de campaña.

―Purificar radical e históricamente el estadio político con un gesto de honradez


hispana, llegando a extirpar cruentamente, si hace falta, a los eternos
merodeadores de la farsa trágica, profesionales del negocio de la Libertad, que
imposibilitan con sus interesadas mentiras la convivencia patriótica de todos los
españoles23‖

El lenguaje de Onésimo y Ledesma, tan cercano al lenguaje de Mein Kampf, sentaría


cátedra en la retórica del Franquismo: el propio Franco, a quien Ramón Garriga
denomina ―buen discípulo de Goebbels‖ diría el 19 de Mayo de 1939:

―El espíritu judaico que permitía la gran alianza del gran capital con el
marxismo, que sabe tanto de pactos con la revolución anti-española, no se
extirpa en un día, y aletea en el fondo de muchas conciencias24‖

El “honor de la sangre”: hacia la conciencia de raza.

La idea de degeneración o de hundimiento de raza aparece en los textos de


Onésimo Redondo y Ledesma Ramos, inspirada sin lugar a dudas por la lectura de Mein
Kampf y otros textos nacionalsocialistas. La repetición de esta idea en la Alemania nazi
no pasó desapercibida para ellos: Redondo habla de ―porvenir de la raza‖, de ―honor de
la raza‖ de ―enemigos de la raza‖. Todos ellos manifiestamente derivados o
relacionados con términos como ―Rassischen gegner” (enemigos de la raza)
―Rassenbewustsein‖ (consciencia de raza) ―Blutstolz‖ (honor de la sangre) Tampoco es
casual la alusión a ―la maraña envenenada de planes Judaicos‖: en Mein Kampf y en

23
s.a: ―El dolor de España‖ Libertad, 27 de julio de 1931.
24
Ramón GARRIGA: Las relaciones secretas entre Franco y Hitler, Jorge Álvarez Editor, Buenos
Aires 1965. p. 31.

265
otro material al que probablemente accedió Onésimo hay referencias constantes a los
planes de dominación Judaica25.

―Una invasión de papel impreso, organizada, sin duda, por los enemigos de la
Sociedad hispana, se ocupa, cada día con mayor ardor, en corromper las bases de
nuestra subsistencia racial: las publicaciones de tipo judío26‖

Aquí encontramos una idea, la de la corrupción de la raza, que deriva de conceptos de la


LTI como Rasseinstinkt, Rassenangst, Rassenaufbau…la subsistencia de Raza
mencionada por O. Es un acto de defensa contra el “Rassenchaos”, el “Rassenpest‖ y
por tanto una reivindicación del instinto netamente hispano, a través de una
―disciplinada acción hispánica‖.

Ledesma habla en su ―Discurso a las juventudes de España‖ de una ―moral


nacional‖ propiamente hispánica. El olvido de esta ―moral nacional‖ y la consecuente
decadencia que esto supone ha provocado, en opinión suya, la mayoría de los problemas
de España:

―Hay una moral del español que no obliga ni sirve a quien no lo sea. Sin ella,
bien poco haremos. Precisamente, es el servicio a una moral a así y a la
aceptación de ella lo que nutre la existencia histórica de las grandes Patrias. Y es
en los períodos en que esa moral es abandonada, desconocida, cuando los
pueblos caen en degradación y en esclavitud.27‖

La desaparición de esta suerte de ―Rassenbewußtsein hispánico‖ es lo que lleva


a la decadencia, al ―Niedersenkung‖, a la ―subordinación económica y política a otros
pueblos‖. Para Ledesma, la raza española, a la que cree destinada a grandes empresas,
sólo puede ser sometida cuando se produce este acto de olvido. Las potencias

25
Weltherrshaftpläne des Judentums, mencionado en MK en las páginas 343, 351, 703, 738, 751.
26
s.a: ―Los enemigos de España‖ Libertad, 27 de Junio de 1931.
27
Ramiro LEDESMA RAMOS: Discurso a las juventudes de España, p. 22.

266
extranjeras que atenazan España quedan a menudo señaladas, identificadas, en La
Conquista del Estado: Inglaterra y Francia. Los pueblos sin ―moral nacional‖ –continúa
Ledesma- nunca son libres. ―O son explotados y tiranizados por una minoría de su
propio país‖.

Ledesma, de una ―dimensión histórica inesquivable‖, condicionada por la sangre28: un


―Blutvergiftung‖ de la raza hispánica, ―tradicionalmente raza de conquistadores‖, pero
privada temporalmente de su ―Blutstolz‖. Ante esto, solo cabe la recuperación de su
―Blutbedingt”, esto es, la consciencia del condicionamiento racial, histórico, que
impone la sangre hispánica al individuo.

Danielle Rozemberg afirma acertadamente que Ramiro de Ledesma y Onésimo


Redondo ―desarrollaron un discurso que apelaba al odio racial29. Ledesma parecía
justificar la ―tibieza‖ del antisemitismo en España indicando que la situación política en
España era de mayor complejidad que la alemana, donde los enemigos eran ―bien
visibles y señalables con la mano: de una parte el Judío y su capital financiero; de otra,
el enemigo exterior de Alemania, Versalles, y sus negociadores34‖.

Redondo advertirá desde Libertad contra las ―tenebrosas salidas de los


ciudadanos de Babilonia‖, a quienes hay que ―hacer frente desde Jerusalén‖ 30. En su
artículo ―Un crimen masónico‖, Onésimo habla directamente de ―engendros
infrahumanos36‖, responsables de verter sobre la masa indefensa toneladas de prensa
difamatoria, infectada, venenosa: el ―veneno de la difamación‖ de los ―cobardes
calumniadores‖ debe defenderse con espíritu de cruzada, con espíritu de raza.

Frente a la difamación, frente a los crímenes masónicos, frente a las salidas


tenebrosas y el afán dominador del Judío, Redondo defiende la idea de Imperio,
entendida como la dominación de una raza sobre otras:

―La importancia y hasta la utilidad del Imperio es positiva y múltiple: Significa,


desde luego, una grata hegemonía, una gloriosa sensación de poder que beneficia

28
Ramiro LEDESMA RAMOS: Antología, p. 50 y ss.
29
Danielle ROZEMBERG: La España contemporánea y la cuestión judía, Marcial Pons, Madrid,
2010. p 104. 34 ―La síntesis Nacional-Socialista‖ en Ramiro LEDESMA RAMOS: Discurso a las
juventudes de España, p. 46 y ss.
30
s.a: ― Un crimen masónico‖ Libertad, 31 de agosto
de 1931. 36 Ibid.

267
y encumbra ante los demás a la raza que lo ejerce. Es también -y aquí está, sin
duda, su mayor y verdadera utilidad política- un vivero de generosas apetencias
nacionales, y el supremo motor de las grandes energías latentes en cada raza31‖

Son patentes las similitudes entre el discurso de odio racial de Hitler o Redondo
y el lenguaje de antisemitas ya mencionados como Eugen Dühring de quien dice Rash
es de los pocos que desarrolló un lenguaje antisemita tan elaborado, tan perversamente
complejo como el del Führer32 : Zigeuner von Palästina (zíngaros de palestina),
Judenanmassung (audacia judía), Judenchorus (coro judío), Judengeistsuggestion,
(sugestiones judaicas del espíritu), Judenmanieren (maneras judaicas),
Judenmonomopol, Judenpresse, Judentrachten (comportamiento judío) Volk der
Judasse, Hebräeralp (goblins judíos) Hebräerunwesen (trucos judíos)… interesante es
también la similitud con otra terminología asociada a los judíos, como Ratten, derivados
de serpiente (Schlange, Schlangehaftigkeit, Schlangennatur..) malos olores, infecciones,
tumores y pústulas (Geschwüre, Pusteln), parásitos (Parasiten, Parasitenthiere,
Parasitenmenschen), carnívoros (Raubthiere) de comportamiento similar al del zorro
(Fuchsnatur), chupasangres o corruptores (heraussaugen, Fäulnis).

Esta idea de envenenamiento del espíritu o de ―envenenamiento del aire nacional‖ será
recurrente en los textos de Libertad. Hitler habla, efectivamente, de ―envenenamiento de
la nación‖ ,término que aparece también en la edición traducida de Mein Kampf39. El
―envenenamiento de los ignorantes‖ o simplemente el ―envenenamiento del pueblo‖ es
perpetrado por los que Onésimo califica mediante términos que sugieren la existencia de
un agente patológico, corruptor. De una enfermedad. La asociación del enemigo a la
peste, a la lepra, a la sífilis justifica o pretende justificar su total exterminación:

―Esta lepra descastada, antinacional, que envenena al pueblo con ilusiones


groseras, que destruye en el pueblo los gérmenes de fidelidad a la Patria, merece

31
s.a: ―Un crimen masónico‖ Libertad, 31 de Agosto de 1931.
32
Felicity RASH: German Images of the Self and the Other, Palgrave Macmillan, Nueva York,
2012, p. 96. 39 Adolf HITLER: Mi lucha, Barcelona, Casa editorial Araluce, 1935. p. 137

268
el exterminio radical (…) la teoría de clases es uno de los mayores crímenes de
la inteligencia judía.33‖

Judía es, según la mentalidad Redondiana, la lucha de clases. Judíos son también los
―ultracapitalistas‖. Judía es también la prensa. Judío es el sistema parlamentario y los
partidos democráticos. La apreciación que hace Margherita von Brentano sobre el
nacionalsocialismo y los judíos bien podría aplicarse, en este sentido, a la visión
igualmente radical de Redondo:

―El catálogo de cosas cuya culpa recae sobre los judíos es ilimitado (…) judío es
el capitalismo y el socialismo, judíos son los que inventaron el liberalismo (…)
los judíos están tras los gobiernos establecidos pero también son judíos los que
maquinan las revoluciones. Judía es la guerra y el pacifismo (…) judío es, en
una palabra, todo lo que existe en realidad34‖

Es altamente probable que Redondo llegara a leer varios de los ejemplares del
diario Der Stürmer que circulaban por las ciudades alemanas y por los cenáculos
nacionalsocialistas de Manheim. Estas líneas en el manifiesto fundacional de las JONS
de Ledesma y Onésimo recuerdan mucho, en efecto, números tempranos42 del tabloide
editado por Streicher, en el que se habla de la exterminación, de la fumigación de los
enemigos de la patria que corrompen la nación alemana. En este caso los enemigos son
representados como ratas que corrompen el cuerpo de la nación, representado por un
roble (símbolo nacional alemán)

El 20 de Marzo publicará Libertad un artículo en el defiende, como lo harán los


Nacionalsocialistas, la necesidad de una reacción, de un acto de defensa frente a los
abusos y al dominio del enemigo último, del responsable de todos los males de Europa:
el judío, quien en opinión de Redondo:

33
―Manifiesto político de las J.O.N.S‖ en Onésimo REDONDO: Obras completas, Artes G. Ibarra,
Madrid, 1954. p. 262 y ss.
34
Margherita VON BRENTANO: ―Die endlosung. Ihre funktion und Theorie in Praxis des
Faschismus‖, en Hermann HUSS. y Andreas SCHRÖDER: Antisemitismus. Zur Pathologie der
bürgelichen Gesellschaft, , Europäische Verlagsanstalt , Frankfurt am Main ,1965, p. 49. 42 Der
Stürmer, 48, Diciembre de 1927.

269
…tiene en constante zozobra al mundo entero, forzando a un pueblo para que produzca
en su miseria dinero destinado a corromper los demás, y al lujoso sostenimiento de la
burocracia judía.

La referencia y el ejemplo a seguir -continúa Redondo- no es otra que la


Alemania Nacionalsocialista, verdadero ejemplo de la ―reacción de las naciones‖ frente
a lo antinacional y lo patológico:

Contra el judaísmo y contra el comunismo, emparentados como padre e hijo en esos


designios criminales, nace la reacción de las naciones, más profundamente acusada que
en ninguna otra, en la filosófica Alemania. Esperamos que todas llevarán el mismo
camino si tienen voluntad de salvarse35

Estos “Rassische Gegner‖ o ―enemigos de la raza que indica Redondo, dirigen sus
ataques contra el verdadero espíritu hispánico, contra el espíritu nacional, el
“Volkseele‖ que tanto se esforzó en definir la propaganda hitleriana. La motivación de
estos calumniadores, de los vendidos al poder masónico, es la destrucción de la ―idea de
imperio‖, de lo que Redondo considera ―el supremo motor de las energías latentes‖ de
la raza española. La cosmovisión Redondiana tiene mucho que ver con la de Hitler, que
también concibe la raza alemana como destinada a grandes empresas, pero
constantemente atacada y hostigada por sus enemigos. Al enemigo racial lo motiva,
según su lógica, el ―odio de raza‖ el ―Rassenhaß‖, que lo lleva a intentar destruir toda
conciencia de raza en el ario, al que sabe superior36. Redondo habla de la mezcla de
culturas y de razas anterior a la reconquista como una regresión a la barbarie, un
proceso de decadencia:

―Somos históricamente una «zona de frotamiento» entre lo civilizado v lo


africano, entre lo ario y lo semita. (…) se expulsó - por necesidad, por el imperio
primero de las voces de independencia y vida!- a la morisma, organizada en
reinos, y luego a los semitas de Judá, y por fin, a los africanos que quedaban (…)

35
s.a: ―El escarmiento ruso‖, Libertad, 23 de Noviembre de 1931.
36
Adolf HITLER: Mein Kampf, Zentralverlag der NSDAP, München, 1942. p. 346

270
¿Quedó la Península enteramente desafricanizada? ¿No habrá peligro de un
nuevo predominio del factor africano, aquí donde tantas raíces del espíritu moro
quedaron en el carácter de una raza, vanguardia de Europa?...

Nosotros nos hacernos serenamente esta pregunta grave, y la contestamos a c


ontinuación, señalando el evidente, el redivivo peligro de la nueva
africanización: «el marxismo».‖37

¿Habla aquí Onésimo de una contaminación racial, de una ―Rassenpest‖ africana? El


vallisoletano pretende convertir la llamada reconquista en una guerra por la
supervivencia de las razas, en una ―Rassenkampf‖ al modo hitleriano, que además
traslada a pleno siglo XX. Onésimo habla de ―Independencia y vida‖, palabras
secuestradas, tergiversadas, instrumentalizadas y sometidas en este caso a los intereses
de la propaganda fascista: ¿Quién podría, en efecto, negar el derecho a independencia y
vida? La afirmación de Redondo no deja de ser una llamada al ya manoseado concepto
del Lebensraum hitleriano, que pretendía justificar por sí mismo todas las atrocidades
perpetradas en Alemania contra los no arios, contra los discapacitados, contra el
diferente.

No está muy claro (no puede estarlo) a qué se refería el vallisoletano con el ―factor
africano‖ que aún puede permanecer en la península, agazapado, enmascarado entre los
enemigos de España. Redondo parece hablar de su posible permanencia, casi a modo de
desviación genética, de infección extranjera. En un malabarismo propio del más
descarado de los propagandistas fascistas, Onésimo parece conectar este ―factor
africano‖ con lo que él llama la nueva oleada de africanización: el marxismo.

Redundante, tautológico y vacío es también el mensaje de Ledesma en su análisis sobre


el movimiento fascista en España. La estructura de sus razonamientos de 1935
perfectamente encaja con la descripción del lenguaje de Mein Kampf que hará Winkler:

37
―El regreso de la barbarie‖ en Juan APARICIO: JONS. Antología, Editora Nacional, Barcelona,
1939. p. 58 y ss.

271
Desde el momento en que el fascismo no es un producto de los sectores más
conformistas de la sociedad, es decir, de los grupos más satisfechos y partidarios de la
actual ordenación económica y política, su régimen y su victoria implican,
necesariamente, grandes trasformaciones revolucionarias38.

Y continúa:

―La mecánica actual de las luchas político-sociales hace que el fascismo sea la
bandera de una red complejísima de gentes insatisfechas, postergadas y
descontentas. De ahí el origen multiforme de sus cupos, unánimes, sin embargo,
en la manifestación de su espíritu combativo, de milicia, que revele cómo no son
residuos de la vida, sino grupos valiosísimos y fértiles.‖

Si reducimos esta frase al mínimo, si eliminamos todos los arabescos que despliega
Ledesma Ramos, encontramos en realidad un razonamiento que no es sino una
concatenación de obviedades: dado que el fascismo es un producto de los sectores
inconformistas, entonces no es conservador. Si este movimiento no conformista triunfa,
se producirán cambios revolucionarios.

La repetición hasta el tedio, casi a modo de conjuro como diría Klemperer, es


perfectamente apreciable en ―Fascismo en España‖: en un fragmento de sólo cinco
líneas encontramos juntas las palabras ―complejísimo y multiforme‖, ―insatisfecho y
descontento‖, ―valiosísimos y fértiles‖, ―combativo y de milicia‖.

Ledesma dice mucho, para acabar diciendo muy poco. El lenguaje que emplea se
asemeja mucho al que encontraríamos en los análisis realizados por Hitler en MK:
detrás de un razonamiento, de un análisis de la realidad aparentemente complejo,
aparentemente reflexivo, hay simplemente una afirmación absolutamente vacía,
redundante, tautológica.

38
Ramiro LEDESMA RAMOS: ¿Fascismo en España? p. 8.

272
―El fascismo busca un nuevo sentido de la autoridad, de la disciplina y de la
violencia. Respecto a la autoridad, vinculándola en jefes verdaderos. Respecto a
la disciplina, convirtiéndola en liberación en eficacia y en grandeza del
hombre39.‖

En palabras de Ledesma, el fascismo redescubre sentimientos y valores atemporales del


hombre, valores universales previos al envenenamiento burgués de la sociedad. Una
autoridad vinculada a jefes verdaderos: no a políticos, no a parlanchines, no a cobardes.
A caudillos.

Una disciplina liberadora, en eficacia y grandeza del hombre. La disciplina castrense, de


milite, a la que alude Ledesma no tiene nada de nuevo: es la disciplina del legionario,
del hombre de Tercio. Del cruzado. Su liberación, lejos de ser nueva, es de lo más
antiguo: la libertad de la que habla Ramos no es sino la de aquel que se libera del peso
de su humanidad, de su libre albedrío, para convertirse en engranaje.

Metáforas de ascenso/ renacer palingenésico. Metáforas de hundimiento/


decadencia:

Las imágenes que sugieren un movimiento ascendente como metáfora de


progreso son comunes en el discurso político previo a la gestación del
nacionalsocialismo y de los fascismos europeos. En este sentido, Hitler y sus
propagandistas o posteriormente los miembros de JONS y Falange en España se
limitaron a adaptar una serie de imágenes comunes y preexistentes en el pensamiento de
las masas (progreso es movimiento ascendente, regresión, decadencia, es movimiento
descendente) otorgándoles, eso sí, un sentido particular acorde con su ideología.

Así, el movimiento ascendente en Mein Kampf está habitualmente asociado al progreso


político y social, pero muy particularmente al progreso o al perfeccionamiento racial 40.
En la mentalidad de Hitler, sólo él y el Nacionalsocialismo pueden garantizar a
Alemania su resurgimiento, su renacer palingenésico, aquella Arcadia en la que el ario
ocupará de nuevo el lugar que le pertenece en el mundo, como dominador de pueblos y

39
Ibid.
40
Felicity RASH: The Language of Violence, p. 109.

273
naciones. Esta idea de progreso/ movimiento ascendente se refuerza con el empleo
reiterado de verbos como aufsteigen (ascender, elevarse), emporführen (dirigir hacia
arriba), emporsteigen (equivalente a aufsteigen), sich emporheben (alzarse),
emporreißen, erheben (erguirse, alzarse)…

En ―El imperio de la calumnia‖, aparecido en Libertad en Junio de 1931, habla


Onésimo de la decadencia que han provocado los ideales de la ―superburguesía
masónica‖ en las mentes débiles, susceptibles de ser embaucadas. La destrucción de la
propaganda y de las ideas venenosas de los enemigos de España evitará y frenará el
hundimiento, el proceso de decadencia del país:

―Nosotros, que queremos poner toda nuestra energía en la tarea de arrumbar los
mitos hipócritas con que la superburguesía masónica atormenta los cerebros
débiles, señalamos como uno de los más funestos ese de contraponer pueblo y
Gobierno, autoridad y libertad, haciendo girar la vida política y los problemas de
justicia perpetuamente en torno de tales conceptos y a medida que la nación se
hunde41.‖

Junto a la ―decadencia de la República‖ y del sistema ―demoburgués‖ que representa, se


produce el derrumbamiento de sus ideales:

―Pues el fracaso del sistema demoburgués ofrece hoy, efectivamente,


características universales. Asistimos al hundimiento de las justificaciones
morales, políticas y económicas que han sido el soporte del Estado liberal
parlamentario, de la democracia burguesa.‖

Este concepto de ―niedersenkung‖ (derrumbamiento, desplome) (M.K 314, 429, 442,


476..) o de ―rückgang‖ (disminución, descenso) suele aparecer asociada a la raza, a la

41
s.a: ―El imperio de la calumnia. Hay que acabar con esta nueva dictadura‖. Libertad, 20 de junio
de 1931. 50 Adolf HITLER: Mein Kampf , p. 314.

274
nación, a la sangre, o al destino de la nación alemana. En ocasiones, como en este
ejemplo, podemos encontrarlas juntas:

―Das Ergebnis jeder Rassenkreuzung ist also, ganz kurz gesagt, immer
folgendes: a) Niedersenkung des Niveaus der höheren Rasse,

b) körperlicher und geistiger Rückgang und damit der Beginn eines, wenn auch
langsam, so doch sicher fort- schreitenden Siechtums‖50.

Términos como Niedergang (caída, degeneración) (herab)sinken (disminuir, descender)


favorecen la visión Hitleriana del mundo, su Weltanschauung, que concibe el destino de
la nación alemana exclusivamente mediante dos polos opuestos, dos posibilidades
antagónicas: futuro o naufragio/ hundimiento, “Zukunft oder Untergang” (M.K 274).
Esta misma idea de victoria o muerte, de renacimiento o destrucción la encontramos en
―La oligarquía de los degenerados‖:

―No hay otro dilema: o la Nación se libra de la Prensa morbosa, o ésta consigue hundir
para la vida de algunas generaciones el honor de España. A la juventud sana le
corresponde contener con una disciplinada acción hispánica, esa oleada de
degeneración. Es urgente sacudir con intrépida severidad la maraña envenenada de los
planes judaicos, aplastando sin compasión la Prensa antihispánica42.‖

Hannah Arendt dirá, al hablar del Führer totalitario, que intenta asegurar y reforzar la
43
eficacia de su ―ficción‖ contra toda ―experiencia comprobada ‖. El lenguaje
nacionalsocialista logrará el blindaje de su doctrina mediante la independización de los
medios retóricos, la destrucción de la frase y las repetición de tópicos, eslóganes y
consignas sistemáticamente recurrentes. El texto de Redondo no es sino una
concatenación de gritos de guerra, de ideas y de expresiones vacías, monótonas, que
habrían despertado los mismos comentarios por parte de Unamuno que el Manifiesto
fundacional de La Conquista del Estado. Cabe preguntarse, siguiendo la lógica del

42
―La oligarquía de los degenerados‖, Libertad, 27 de junio de 1931.
43
Hannah ARENDT: Los orígenes del totalitarismo, Taurus, Madrid ,1998. p.
379 y ss. 53 Lutz WINCKLER: La función social del lenguaje fascista, p. 48.

275
escritor bilbaíno, qué había en realidad tras expresiones pomposas y castrenses como
―disciplinada acción hispánica‖, si es que en efecto había algo más que simple retórica.

Resulta sencillo, tras leer la misiva que dirige a Ledesma, imaginarse a Unamuno
preguntándose también cuál era, en efecto, la diferencia entre una ―disciplinada acción
hispánica‖ y una acción disciplinada carente de todo supuesto hispanismo. El discurso
fascista tenderá siempre a la nacionalización de las acciones,: la correspondencia
nacionalsocialista se llenará, como sabrán aquellos que la hayan consultado, de
―afectuosos saludos alemanes‖, como si el saludo fuera, en efecto, algo que pudiera
vincularse a una raza o a un pueblo.

Son expresiones como las vistas en ―La oligarquía de los degenerados‖ las que
configuran el núcleo del lenguaje de Hitler , como indicará Winkler al hablar de la LTI:
―infeccionamiento, empestamiento, prostitución, bastardización, enjudaizamiento53.
Estas mismas expresiones, podría añadirse, configuraron y articularon también el núcleo
del discurso Jonsista, particularmente el de Redondo.

Otras metáforas físicas en el discurso Jonsista

Como indica Felicity Rash, las metáforas de cuerpo forman un grupo particularmente
amplio en el lenguaje de MK. El uso de las diferentes partes del cuerpo humano formará
también parte del discurso de Redondo y Ledesma, quienes supieron aprovechar las
capacidades sugestivas de las metáforas físicas presentes en el lenguaje Hitleriano.

Es poco realista intentar precisar (y probablemente innecesario) si MK y otros textos


nacionalsocialistas fueron la única fuente de inspiración para estas metáforas. Pero
parece innegable que ambos individuos, conocedores y admiradores del movimiento

Nacionalsocialista, prestarían atención a un lenguaje que a todas luces no sólo les


interesaba, sino que poseía un probado éxito en las masas. Como vimos, el propio
Ledesma reconocería en su segundo número de La Conquista del Estado el dominio
absoluto, el control sobre sus objetivos y sobre las masas que ejercían los oradores
nacionalsocialistas, Hitler a la cabeza. Incluso el propio Tomasoni, en ocasiones reacio
a constatar como otros investigadores la ―nazificación‖ de Onésimo, habla de una

276
―emulación del ejemplo alemán‖ y de las estrategias propagandísticas de Hitler, vistos
sus progresivos éxitos electorales44.

Así, encontraremos el mismo empleo de las metáforas asociadas, por ejemplo, a las
manos: las extremidades superiores poseen menor importancia que la cabeza (que suele
representar la dirección del cuerpo, que es la nación) o el cuello. Al igual que en MK,
las manos adquieren en el discurso de los dos Jonsistas roles negativos y positivos: las
manos entregan, protegen, ofrecen sin pedir nada a cambio. Pero también estrangulan,
empuñan armas, golpean.

―Venimos poblados de afirmaciones terminantes, que ofrecemos al pueblo con las dos
manos.45‖

--

―Estamos aquí de nuevo, esgrimiendo con ambas manos la vibración nacional que nos
sostuvo la primera época46.‖

--

―España espera vigilante: cuando el fracaso se haya consumado, intervendrá con mano
viril, puesto el pensamiento en la Historia y el porvenir patrios47.‖

--

―Esta actitud, sin base heroica ni sentido popular ni espíritu moderno, llegó a
convertirse casi en pura bobería. Desde luego, sin razones ni puños firmes contra la
avalancha antinacional que crecía y se extendía por el país.48‖

Ledesma habla también de manos ineptas, insensibles, traidoras, para referirse a


aquellos que operan con falta de consciencia histórica, de conciencia de raza, el timón
de la patria:

44
Matteo TOMASONI: Onésimo Redondo Ortega, p. 184.
45
―Nuestras Afirmaciones‖ , La Conquista del Estado, 4 de Abril de 1931.
46
Ramiro LEDESMA RAMOS: Antología, p. 23.
47
―El pacto de San Sebastián‖, Libertad, 28 de Septiembre de 1931.
48
―Examen de nuestra ruta‖, en Ramiro LEDESMA RAMOS, Antología,
p. 34 y ss. 59 ―La acción Política‖ Ibid, p. 47.

277
―Presentar a las juventudes el camino de la acción política, es mostrarle el lugar
concreto donde reside el timón histórico que ellas precisamente necesitan, donde está—
y en manos ineptas, insensibles o traidoras—, el transmutador eléctrico, mediante el que
se dan los dramáticos apagones o se encienden y abrillantan las rutas históricas.59‖

Metáforas de temperatura.

Presentes de manera reiterada en Mein Kampf, aparecen también en el discurso de


Ledesma Ramos, particularmente en relación a las masas, a la propaganda, a la
revolución o a la carencia de ella. El lenguaje de Jons, como el de Hitler y el de otros
propagandistas contemporáneos, concibe la propaganda moderna en los términos que
definiría Le Bon: un grupo amplio, constituido como masa, llevará a cabo acciones que
como individuos independientes jamás realizarían. Para que se produzca esta
―mentalidad de masa‖ es necesario, en efecto, elevar la temperatura, generar un estado
de ánimo en el espectador que lo prepare para dejar atrás su propia conciencia y para
ejecutar las órdenes del caudillo.

La división del mundo y de las ideas políticas en frías/ frígidas y calientes/ vibrantes
favorece una vez más su visión maniqueísta e inspirada en la weltanschauung hitleriana:
La única vía posible ante la ideología helada, antinacional, despegada de los enemigos
de España pasa por la imposición de un ―calor nacional‖, de una moral netamente
hispánica que inflame de nuevo a las masas. La propia idea de calor sugiere y permite la
existencia de la vida. El frío, por el contrario, la interrumpe o la imposibilita.

Así, el zamorano hablará de la ―temperatura combativa49‖ que es necesario desarrollar,


en combinación con una ―violencia formidable‖ para derrotar a los enemigos de su
España ―nacional y revolucionaria‖, por la que J.O.N.S está dispuesta a luchar.

49
Ramiro LEDESMA RAMOS: ―Las JONS revolucionarias‖ en Antologia de JONS, Editora
Nacional, Barcelona, 1939, p. 28.

278
Diría en Valladolid en 1934 que el movimiento Jonsista necesitaba ― el calor y la
temperatura de las masas50‖ si deseaba asegurar su supervivencia. Así, dirá Ledesma en
Valladolid:

―Bien está, pues, enarbolar ante la juventud nacional el grito de la ocasión que se acerca.
Elevar su temperatura y llevarla al sacrificio por España51.‖

La inmolación de las masas a favor de un supuesto ideal superior, la idea de la Patria,


solo es posible tras su fanatización, que lleva a la creación de lo que Ledesma Ramos
denomina un ―fervor nacional‖ puramente hispánico, esto es, la aparición de una fe
particularísima que prepare al individuo para el que es su más alto deber: su conversión
en mártir.

Llegará a reivindicar Ledesma la existencia de una temperatura, de un stimmung


propiamente Jonsista, que les impide aceptar soluciones mediocres: ―o el triunfo de
España; es decir, el orgullo de sostener sobre los hombros una Patria, o la muerte
histórica de España y nuestra propia muerte52.‖ De este ―Stimmung‖ netamente Jonsista
dirá también Ledesma que procede del partido carlista: son los tradicionalistas los que
han entregado a las JONS su ―temperatura combativa53‖.

Metáforas de asfixia (erstickung)

Junto a las metáforas de temperatura, serán en el discurso hitleriano y Jonsista muy


comunes las metáforas de asfixia. Hitler hablará de la asfixia de las más grandes
virtudes alemanas (M.K 167) en aquellos momentos en los que sólo se ha primado el
desarrollo económico del país. Del simple conocimiento teórico de la realidad diría

50
Ibid, p. 30.
51
Roberto LANZAS (Ramiro LEDESMA RAMOS): ―La violencia política y las insurrecciones‖,
JONS, 3 ,
Agosto de 1933.
52
―Las elecciones y el triunfo de las derechas‖, JONS, 6, Noviembre de 1933.
53
―Partidos de España‖, JONS, 2, Junio de 1933.

279
Hitler que asfixiaba, si se aislaba de la realidad (M.K 84). De la victoria alemana en la
Primera Guerra Mundial, que fue asfixiada por las huelgas, organizadas por los
enemigos de la patria (M.K 241). Asfixiante es también el perfume del erotismo
contemporáneo –dice- que ha contaminado toda la vida cultural de Alemania (M.K
279).

La concepción de la patria como cuerpo permite su oxigenación y su estrangulamiento


o emponzoñamiento: la supervivencia de éste puede estar amenazada por el
envenenamiento del ―aire nacional‖, como diría Onésimo. La idea de asfixia aparece en
diferentes contextos, bien para describir la situación de España o para describir la
destrucción del enemigo:

―El sufragio es la alegre viña del escándalo, donde el más despreocupado hace
mejor negocio, cambiando votos por meras palabras. En este campo, abonado
para todas las traiciones, prospera la hidra marxista, que sin el barullo de las
elecciones muere por asfixia54.‖

Por asfixia se debía destruir, como diría Ledesma, al Estado enemigo: la consecución de
las necesidades de las masas, la asunción –dice- de sus justos clamores y la sustitución
del Estado permitirán a las JONS derrotarlo y asfixiarlo55 definitivamente.

En contraposición a este acto de estrangulamiento legítimo, contraponen Ledesma y


Onésimo la actitud de la burguesía, a la que califica de inoperante:

―…Ese será, quizá, el ideal del Gobierno, y en eso le acompañará todo el ancho
sector de la burguesía inconsciente y bobalicona: asfixiar la juventud nacional,
garantizar una vida sin sobresaltos, evitar las luchas, transigir y correr las
cortinas67.‖

54
―La solución‖, Libertad , 12 de octubre de 1931.
55
―Nuestra revolución‖ en Juan APARICIO (ed.): JONS. Antología., Editora Nacional, Barcelona,
1939, p. 15. 67 ―Persecuciones tiránicas‖ ‖ Ibid. p. 53.

280
El lenguaje que desarrollaron estos individuos, manifiestamente relacionado con la LTI,
estimuló y reforzó su Weltanschauung radical de la vida: Cristianismo o barbarie.
Extirpación o enfermedad. ―Aire nacional‖ o asfixia del pueblo. Victoria o muerte.

281
Construyendo el espectáculo franquista. Los elementos del
ceremonial de masas

Javier Ruiz San Miguel


Universidad de Málaga
Gorka Zamarreño Aramendia
Universidad de Málaga

La presente comunicación1 se centra en el análisis de las ceremonias de masas


celebradas durante la dictadura franquista en España. Dentro de este análisis, se tendrán
en cuenta los elementos más importantes y definitorios de los eventos que marcaron el
lenguaje audiovisual de los años de gobierno de Franco entre 1939 y 1975.

Se han elegido varias unidades temporales de muestreo que abarcan


determinados momentos de la dictadura (1939-1975), desde los albores de su formación
hasta la muerte de Franco, que supondría su desaparición, buscando la dimensión
espectacular de las movilizaciones de masas del franquismo, donde las ceremonias de
carácter político adquieren un protagonismo principal.

El problema de investigación que planteamos es conocer si el franquismo poseía


una elaborada planificación de las movilizaciones de masas que se impone en todo el
territorio nacional desde el cese de las hostilidades el 1 de abril de 1939. A partir de
aquí, el objetivo primordial planteado es la comprobación de la existencia de un

1
El docmento ofrece los resultados de la investigación recogida en Gorka ZAMARREÑO:
Movilizaciones de masas del franquismo. Un espectáculo al servicio de Francisco Franco. Universidad
de Málaga, 2015.
283
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
dispositivo elaborado al efecto de movilizar y encuadrar a las masas y la forma que
tiene de desarrollarse en el extenso periodo que abarca el largo tiempo del franquismo
(1939-1975).

Metodología

Para ello, se utilizará una metodología argumental mediante la correspondiente revisión


documental. Es decir, se realizará un análisis de contenido escrito y audiovisual que
pretende analizar y explicar el uso de elementos como la uniformidad, la iluminación, la
decoración o el uso de los espacios públicos en dichos ceremoniales. Esta investigación
se realiza, pues, en dos partes:

1. Revisión documental de archivos históricos para contextualizar


estos ceremoniales de masas durante el franquismo.
2. Revisión de documentos audiovisuales que permitan analizar los
elementos que se desarrollarán en el capítulo tercero de esta tesis doctoral y
que corresponden a aquellos que ayudan a dar forma a las ceremonias.

Dada la heterogeneidad de los diferentes conceptos a los que hace referencia este
trabajo, se hace necesario establecer una serie de definiciones para la correcta
compresión de la investigación.

El enfoque del investigador ha de derivar de los objetivos marcados y de la


finalidad del estudio2. También entra en juego un importante factor, como es el de los
recursos necesarios para llevar a cabo la investigación. aquí se enmarcan los métodos
adecuados para recopilar información de cara a responder a las preguntas de la
investigación.

Debemos considerar previamente, como afirmación, que una investigación


factible ha de identificar los problemas relacionados con una serie de conceptos. en este
caso, aquellos que se han definido básicamente en el tema primero y, de forma más
profunda, a lo largo del capítulo dos del marco teórico.
2
Roger D. WIMMER y Joseph R. DOMINICK: La investigación científica de los medios de
comunicación. Una introducción a sus métodos. Barcelona, Bosch, 1996.

284
Así, la investigación de ha planteado desde un doble prisma investigador: en
primera instancia, una recopilación documental y el análisis de los eventos de masas del
franquismo. por tanto, se trata de una metodología que atiende a criterios de naturaleza
documental. es por ello que el estudio de la dimensión espectacular requiere del empleo
del análisis de contenido como método de investigación principal.

El dominio tradicional del análisis de contenido ha sido el de la comunicación de


masas, produciendo un conocimiento de la realidad social en la perspectiva cualitativa
así como un conocimiento simbólico de los procesos comunicacionales. Existen
definiciones paradigmáticas de cada una de estas orientaciones, una de las más
tempranas afirma que ―técnica de investigación capaz de facilitar una descripción
objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto de la comunicación3‖, y
también se puede entender como una ―técnica de investigación destinada a formular, a
partir de ciertos datos, inferencias reproducibles y válidas que pueden aplicarse a su
contexto4‖

Sin embargo, a pesar de que más que una técnica, estamos ante un conjunto de
técnicas de análisis de comunicaciones5, todo análisis de contenido que se pretenda
científico ha de responder a una lógica composición, forma de razonamiento y criterios
de fiabilidad y validez.

El análisis de contenido, es aplicable a discursos, información, mensajes, textos,


imágenes y demás productos comunicativos, pudiéndose optar por una modalidad de
análisis cuali-cuantitativa. El análisis cuantitativo se refiere a los distintos tipos de
unidades de análisis de las que se obtiene una visión de conjunto o con las que se
efectúan comparaciones o clasificaciones, para lo cual se recurre a elementos
clasificatorios o cuantificables: generalmente habrá de limitarse a aspectos formales y al
contenido manifiesto. Cuando se requiere buscar mayores detalles relativos al contenido
y a la aplicación de variables e indicadores que pongan en evidencia un contenido
latente, estamos ante una labor propiamente interpretativa que cobra mayor importancia

3
Bernard BERELSON: Content Analysis in Communication Researches. Glencoe III, Free Press, 1952, p.
18.
4
Klaus KRIPPENDORFF: Metodología de análisis de contenido. Teoría y Práctica. Barcelona, Paidós,
1990, p. 28.
5
Laurence BARDIN: El análisis de contenido. Barcelona, Akal, 1991.

285
para nuestro trabajo: hablamos de un trabajo cualitativo como en el caso al que nos
enfrentamos.

La muestra seleccionada para el presente estudio responde a una observación


indirecta ya que se ha recurrido a la observación documental que recogen los fenómenos
sociales objeto de estudio. Las unidades muestrales se han obtenido mediante un
proceso no probabilístico, teniendo en cuenta la importancia mediática, histórica y
política de los distintos eventos a analizar así como la secuencia temporal del estudio.
De todos ellos poseemos una amplia información documental. Esta selección
intencionada busca establecer patrones comunes que puedan ser validados en unidades
muestrales similares.

Definiciones

Para la comprensión y poder llevar a cabo un correcto análisis de los eventos del masas
del franquismo debemos partir de una serie de definicones básicas que utilizaremos en
este trabajo dada su heterogeneidad.

Movilizaciones de masas

Este concepto6 es aplicable a aquellos regímenes políticos que tratan de estimular la


presencia del público en el proceso político, con el preciso papel de proporcionar apoyo
en respuesta a los émulos del poder. No se le reconoce al público la potestad de trasmitir
libremente sus demandas, sino solo de responder con su apoyo a los estímulos que
provienen del poder político. En ese sentido, se habla de movilizaciones de masas
cuando las estructuras políticas fijan al público una directiva programática para lograr
un objetivo unitario y usan todos los medios de represión y de persuasión para la
consecución de sus fines políticos.

6
Siguiendo a Domenico FISICHELLA: Lineamenti di Scienza Politica Concetti, Problemi, Teorie.
Roma, Carocci Eidtore, 2010.

286
Espectáculo

Existen múltiples acepciones para el concepto espectáculo, tomaremos la idea básica7 de


lo que se entiende como una forma de organizar la vida social, reductora, totalitaria y
engendradora de imágenes destinadas a ser contempladas pasivamente y, en razón de
ello, generadora de pasividad, de individuos pasivos. Ampliando el concepto a la esfera
política seguiremos a Edelman8, quien identifica el espectáculo político como
interpretaciones de los desarrollos políticos que poseen un valor simbólico
dramatúrgico, construidas desde observadores interesados y dirigidas a una audiencia
específica que reacciona emocionalmente a los símbolos y lógicas que se utilicen en su
construcción.

Ceremonial

El ceremonial es una serie o conjunto de formalidades que deben cumplirse


estrictamente para cualquier acto público o solemne. Está referido al rito9, secuencia,
orden, programa y planificación que se establece en los actos públicos. El ceremonial se
basa en modelos de representación que escenifican los actos, integrando un discurso
que debe ser ordenado y que incluya elementos que garanticen su comprensión por parte
de la audiencia a la que va dirigido.

Ritual político

El orden político no descansa en una sola justificación de carácter racional, pues


requiere de la producción de imágenes, la manipulación de símbolos y su ordenamiento
en un cuadro ceremonial10. La noción de ritual político proporciona un marco para
interpretar las motivaciones de la conducta política que desde un punto de vista
utilitario, se considera como conducta no racional, y que remite a los tipos de conducta
propios de la tradición y la acción organizada de quien detenta el poder político.

7
Guy DEBORD: Comentarios sobre la sociedad del espectáculo. Barcelona, Anagrama, 1988.
8
Murray, EDELEMAN: The Symolic USES of POLITICS. Illinois, Board of Trustees of the University
of Illinois, 1964
9
María BERISSO. Protocolo y Ceremonial, Madrid, Espasa Calpe, 1999.
10
George BALANDIER: El poder de las escenas. De la representación del poder al poder de la
representación. Barcelona, Paidós, 1994.

287
Ampliando11 Lindholm, C (1992:52), los rituales cívicos moldean el mundo moral del
grupo (las masas), que es distinto en muchos sentidos a los intereses individuales,
puesto que en las celebraciones cívicas, al congregarse cierta densidad de gente, la
proximidad física y el influjo de la multitud inevitablemente estimulan el sentimiento
común, despersonalizan al individuo y lo hacen partícipe de una comunidad moral, en la
cual se borran las distinciones sociales y se apela a la cooperación. El ritual propicia una
efervescencia colectiva que se expresa en el derrumbe de las convenciones de la vida
cotidiana y de las distinciones sociales.

Festividades

Para explicar e imaginar los eventos de masas del franquismo debemos conocer la
extensa red de festividades que el régimen puso en marcha. Para que el aparato de
movilizaciones funcionase a pleno rendimiento, el régimen debía estructurarse en torno
a una serie de festividades que conformasen un calendario litúrgico con el que recordar
periódicamente quién y por qué regía el destino de los españoles. Los días señalados,
escogidos cuidadosamente, debían regirse en adecuadas referencias culturales para
cimentar las bases ideológicas de la emergente nueva España. La dimensión simbólica
de los días festivos se convertía, así, en un mecanismo para configurar el Estado y la
sociedad. Como la celebración de las fiestas quedó sometida a un control exhaustivo,
tales fechas se convirtieron en uno de los instrumentos para acercarse a las masas. El
calendario festivo oficial quedó fijado el 19 de marzo de 1940, con rúbrica de Ramón
Serrano Suñer12, y estaría vigente hasta la instauración de un segundo ciclo de
festividades en 1957.
Serían festivos, a parte de todos los domingos del año, una larga lista de fiestas
religiosas, así como las denominadas Fiestas Nacionales. Cuatro fechas se incluirían
bajo esta categoría: el 19 de abril, Fiesta o día de la Unificación; el 18 de julio,
declarado Fiesta del Trabajo Nacional; el 1 de octubre, el día del Caudillo y el 12 de
octubre, la fiesta de la Raza. El mismo decreto dejaba claro que las dos fiestas del 25 de
julio, día de Santiago y el 8 de diciembre, la Inmaculada Concepción, adquirían el
11
Charles LINDHOLM: Carisma. análisis del fenómeno carismático y su relación con la conducta
humana y los cambios sociales. Barcelona, Gedisa. 1992, p. 52.
12
Orden del 9 de marzo de 1940 (publicada en el BOE, 13 de marzo de1940)

288
carácter de fiesta nacional. El 2 de mayo y el 20 de noviembre quedaban como fiestas
nacionales meramente oficiales, en las que sólo los organismos públicos cerrarían sus
puertas. La fiesta de la Unificación y el día del Caudillo podían trasladarse, como de
hecho ocurrió, a los domingos más cercanos.
La presencia de las festividades era fundamental para la creación de una nueva
sociedad. De ahí que la instauración (o restauración) de ciertas conmemoraciones,
persiguiera dos objetivos fundamentales. Uno, socializar a amplios colectivos sociales y
otro, ofrecer unos cauces, siquiera estrechos, para su necesaria participación en esa
nueva comunidad nacional que se estaba forjando.

El culto a su personalidad necesitaba de su presencia física en una serie de actos


que se programaban con regularidad, así como en ocasiones de especial trascendencia, a
pesar de que Franco no era un hombre dado a las demostraciones publicas, ni su físico,
ni su voz lo hacían especialmente apto para estas.

El régimen convirtió en habituales los desfiles del Día de la Victoria o la


onomástica de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, así como la celebración, a
partir de 1958, de las exhibiciones sindicales. En todos estos eventos se esperaba que las
masas manifestasen su amor al salvador de la patria y le expresasen su absoluta
adhesión. Por su despliegue de medios, colosalismo y significado político, en el sentido
amplio del término, se ha procedido al análisis cronológico de varios eventos que ponen
en escena los elementos que el franquismo quería recalcar ante las masas y que tendrían
una especial relevancia en el discurrir de la dictadura.

Cuadro 1

Fuente: (Elaboración propia)

289
Eventos objeto de estudio

La muestra seleccionada para el presente estudio responde a una observación indirecta


ya que se ha recurrido a la observación documental que recogen los fenómenos sociales
objeto de estudio. La muestra seleccionada se ha obtenido mediante un proceso no
probabilístico, teniendo en cuenta la importancia mediática, histórica y política de los
distintos eventos a analizar así como la secuencia temporal del estudio. De todos ellos
poseemos una amplia información documental. Esta selección intencionada busca
establecer patrones comunes que puedan ser validados en unidades muestrales similares.
Atendiendo a lo anteriormente expuesto, se han elegido para la investigación
seis ceremonias o conjunto de ceremonias que supusieron un jalón para el régimen. Una
vez establecido el calendario festivo oficial, todos los años se sucedían de manera
uniforme y repitiendo el guión básico que se había establecido desde su primera
celebración. Por ello, se ha seleccionado un grupo de celebraciones que tienen un
especial interés y que exigieron del régimen una cuidada planificación y medios
extraordinarios. De ellas se han extraído los elementos que las conforman para efectuar
una matriz que nos sirve como base de interpretación en esta tesis. El primer hito sería
la celebración de la Victoria, un evento que mezclaría el elemento militar (que se
repetiría anualmente) como elemento coactivo y recordatorio de quienes habían
resultado exitosos, con un acto de pseudoentronización en la basílica de Santa Bárbara,
que servirá para establecer un nexo de unión entre el pasado histórico español y la
dictadura en ciernes.

El traslado de los restos de José Antonio Primo de Rivera supuso un momento


clave para la Falange, ya que permitió demostrar todo el poder movilizador del que era
capaz con una ceremonia al más puro estilo fascista. Tras depositar los restos de El
Ausente en El Escorial, se celebraría anualmente su recuerdo con una concentración en
la Plaza de Oriente cada 20 de noviembre, momento que el régimen aprovecharía para
ofrecer a Francisco Franco un baño de masas que lo convenciese de la inquebrantable
adhesión de los españoles a su causa.

Las dificultades del franquismo durante el periodo de aislamiento al que se vio


sometido sólo se rompieron en contadas ocasiones, momentos en los que la dictadura
necesitaba hacer una demostración de fuerza y adhesión sin precedentes ligada a una
necesidad concreta. De este modo, se sucedieron las movilizaciones en torno a la visita

290
de Eva Perón en junio de 1947, el XXXV Congreso Eucarístico Internacional en mayo
de 1952 y la visita del presidente Eisenhower en diciembre de 1959.

Tras el retorno de España a la esfera internacional y finalizado el bloqueo al que


había sido sometida, sólo quedaba controlar con firmeza las riendas del Estado a través
de una política económica que aumentase la prosperidad de los españoles y una
continua campaña de ensalzamiento de las bondades del caudillo. El culmen de ese
momento fueron los fastos para la celebración de los que se vino a denominar 25 años
de Paz, efeméride que sería aprovechada para recordar los hitos de un régimen que
había salvado España y que en esos momentos comenzaba a vivir una etapa de
prosperidad sin precedentes.

Cuadro 2

Fuente: (Elaboración propia)

Para el análisis de contenido de cada evento se ha recurrido a las fuentes


hemerográficas de la época, así como a diversos archivos en los que se guardan
documentos relevantes para su organización y comprensión.

Ficha de análisis

La ficha de análisis está formada por distintos elementos que se justifican a


continuación. Se trata de una base para analizar los eventos de masas y se ha dividido en

291
ocho categorías con sus respectivas subcategorías. El modo de proceder en el análisis ha
sido deductivo, esto es, de lo general a los detalles particulares. De este modo, los
elementos conforman el soporte de la construcción del espectáculo propagandístico. Es
obligatorio recordar algunas de las definiciones aportadas en la introducción de este
trabajo. La articulación de los elementos formales seleccionados son necesarios para la
construcción espectacular del espectáculo franquista. A pesar de los significados
patentes, todos ellos generan un universo simbólico (se puede afirmar que son símbolos
en sí mismos) debido a las connotaciones que implican su uso y contexto.

Emplazamiento: Se trata del elemento básico sobre el que se construye el


discurso del evento. Desde la relevancia del lugar geopolítico, hasta las
características del mismo. Así, las subcategorías a tener en cuenta en este
apartado son las siguientes:

Espacios abiertos: No se trata de un espacio concreto, sino una


serie de lugares sin elementos urbanos. Es decir, englobaría
caminos, zonas rurales, bosques y todos aquellos espacios
alejados de la ciudad, y sus connotaciones urbanísticas.

Zonas urbanas abiertas: Dentro de las ciudades existen lugares


que, dentro del desarrollo de las mismas, permiten la celebración
de eventos de masas en espacios abiertos. Se entiende como tales
las grandes avenidas, parques urbanos o plazas.

Edificios: En esta subcategoría, se ha empleado una segunda


clasificación interna, para diferenciar cuatro grandes grupos de
edificios. Aquellos que, siendo de propiedad estatal, tenían uso de
carácter civil; los que tenían un uso castrense; los de uso religioso
y en un cuarto lugar los estadios deportivos, que pudiendo ser de
propiedad pública, se utilizaron para ceremonias de masas.

Elementos arquitectónicos efímeros: Entendemos por arquitectura efímera


aquella construcción que desaparece una vez cumplido su cometido. Puede durar

292
días, semanas o incluso meses pero su destino es de sobra conocido: la
extinción.

Arcos del triunfo y el puente de XXV Años de Paz; monumentos


conmemorativos formados por uno, tres o más vanos flanqueados
por columnas o pilastras que sostienen un entablamento.
Originalmente se erigían en honor a un personaje o para
conmemorar un hecho relevante o una victoria.

Tribunas: Plataformas elevadas dispuestas para que se instalen


autoridades o un grupo restringido de espectadores y contemplen
un desfile, espectáculo, etc, al aire libre. Desde esa misma
instalación un orador puede hablar al público.

Columnas y obeliscos: Las primeras no cumplen una función


constructiva, levantándose ambos elementos con función
conmemorativa.

Altares y cruces: Los altares son construcciones elevadas sobre


un basamento donde se celebran ritos religiosos relacionados con
el sacrificio. En nuestro entorno está directamente relacionado
con el culto católico así como las cruces que han tenido múltiples
variantes destacando las de interés arquitectónico decorativo ya
sea como elemento independiente o integrado en arquitecturas
más complejas.

Decoración propagandística: Colocación y combinación de elementos


funcionales y ornamentales en un lugar o espacio para crear ciertos efectos
buscando persuadir o convencer al receptor para que actúe de cierta forma. El
objetivo es la promoción de determinadas ideas así como de determinadas
visiones del mundo.

293
Tapices: Obra de tejido tradicionalmente realizada a mano que
reproduce figuras semejantes a las obras pictóricas mediante hilos
de colores. Uno de sus usos era hacerla colgar, como elemento
decorativo. en lugares públicos e instituciones con motivo de
cualquier celebración importante.

Fotografías: Imágenes de cualquier formato reproducidas en


soportes de papel en las que se reproducen generalmente líderes
políticos o elementos de alto valor simbólico.

Ilustraciones: Técnicas de dibujo, estampa o grabado sobre


diversos soportes que adornan, documentan o decoran espacios
susceptibles de ser utilizados con finalidad propagandística.
Puede combinar imágenes y tipografías.

Banderas: Una bandera es una pieza de tela, normalmente


rectangular, aunque puede adoptar formas muy variadas, que se
sujeta por uno de sus lados a un asta o se cuelga de una driza. Se
utiliza para identificar o representar a una persona o grupo de
personas. En nuestro caso particular los guiones se considerarán
parte de los escudos.
 Española
 Falange
 Requetés
 Otras nacionalidades

Gallardetes: Bandera pequeña, larga y rematada en punta, que se


utiliza como insignia, adorno o como señal en buques y edificios.

Escudos: Lugar u objeto en el que se materializa la


representación de los blasones de una familia, un Estado, una
comunidad o una corporación

294
Tipografías: En este caso tratadas de modo creativo. En ellos el
texto no sólo tiene una funcionalidad lingüística, a veces, se
representa de forma gráfica, como si se tratara de una imagen,
mientras que otras lo hace con tipos, tamaños y estilos que
funcionan como metáforas visuales.

Iluminación: Representación de la luz y la sombra y su distribución en los


espacios para generar diferentes efectos.
Luz diurna: Utiliza la iluminación generada por el sol en sus
distintas fases horarias.

Luz eléctrica: Generada por bombillas incandescentes, focos e


ingenios que necesitan electricidad para generar luz.

Fuego: Luz generada por la combustión de hogueras, antorchas o


cualquier otro material susceptible de arder generando
iluminación.

Sonido: Cualquier fenómeno que produzca ondas mecánicas capaces de ser


interpretadas por el oído humano.
Artillería: Estruendo producido por las salvas de artillería y que
produce una gran reverberación.

Megafonía: Sistema electromecánico diseñado para amplificar el


sonido lo más fielmente posible, de tal modo que por la distancia
a la fuente original o el volumen natural de emisión de la misma
impiden experimentar el sonido

Gritos y consignas: Vocalizaciones ruidosas de palabras,


interjecciones o frases con el fin de generar atención en la
audiencia.

295
Música: Arte de organizar, de forma sensible y lógica una combinación
coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la
melodía, la armonía y el ritmo. La música es un estímulo que afecta el campo
perceptivo del individuo; así, el flujo sonoro puede cumplir con variadas
funciones (tal como entretenimiento, comunicación, ambientación).

Himnos: Composición poética o musical de tono solemne que


representa y ensalza a una organización o un país y en cuyo
honor se interpreta en actos públicos.
 Extranjeros: Pertenecientes a cualquier otro Estado
y que se interpretan por motivos protocolarios.
 Himnos españoles:
 Marcha de Granaderos: Himno oficial del
Estado español.
 Cara al Sol: Himno de la FET de las JONS
 Oriamendi: Himno de los Requetés.

Música clásica: Conocida como música de tradición culta, hecha


exclusivamente para ser oída. Posee un carácter solemne y se
espera que el público permanezca en silencio para evitar
distracciones.

Música folclórica: Conocida como música tradicional, son


composiciones generalmente anónimas aceptadas por la
comunidad y que se transmiten de manera oral. Pueden
acompañarse de bailes.

Música religiosa: También conocida como música sacra o


litúrgica agrupa toda composición musical que posea referencias
religiosas cristianas y se ejecute en ámbitos relacionados con el
ejercicio religioso.

296
Participantes: Este término hace referencia a los distintos grupos de personas
que toman parte de las movilizaciones y sus diferentes encuadres y funciones.

Civil: Englobaría a cualquier persona sin función determinada en


las movilizaciones y que participa de manera pasiva en los
eventos. Su papel consiste en ser receptores de los diferentes
mensajes y en formar una masa que justifique la movilización.

Fuerzas de seguridad del Estado (FSE). Son organismos públicos


que funcionan como brazo ejecutivo del Poder Judicial,
empleando la fuerza para hacer cumplir la ley. Su labor principal
es mantener el orden público. En nuestro caso comprenderían a la
Policía Nacional, Policías Locales, Policía Judicial y Guardia
Civil.

Militar: Lo componen los miembros de cualquiera de las tres


ramas del ejercito: Tierra, Armada y Aire.

Paramilitar: Organizaciones particulares que tienen una estructura


y disciplina similar a la de un ejército, pero no forma parte de
manera formal de las fuerzas militares de un Estado. Las
organizaciones paramilitares sirven a los intereses del Estado, o a
grupos de poder en él enquistados, y generalmente están fuera de
la ley.
 Falange: Efectivos masculinos de Falange
Española de las JONS.
 Sección femenina: Efectivos femeninos de las FET
de las JONS.
 OJE: Organización juvenil de las FET de las
JONS.
 Requetés: Milicia armada carlista.

297
Religioso: Miembros de cualquier orden o cuerpo sujeto a la
disciplina de la Iglesia Católica.

Vestimenta: Prenda o conjunto de prendas exteriores que cubren el cuerpo. La


vestimenta ha sido utilizada para definir e identificar diferentes grupos sociales
definiendo su estatus económico, político, religioso o social.

Civil: Son aquellos elementos que conforman la vestimenta de los


individuos utilizadas en sus facetas privadas, tareas o eventos de
tipo cívico.

 Deportiva: Ropa específicamente creada para la


práctica de deporte, tanto por los materiales y tecnologías
empleadas como por el diseño, proporcionando al deportista
comodidad, seguridad y un mayor rendimiento.
 Folclórica (típica o tradicional): Vestimenta que
expresa la identidad cultural de una región y período de tiempo
específico. Puede indicar la condición social, marital, económica
o religiosa de quien lleva ese tipo de vestimenta.
 Ropa de faena (trabajo): Vestimenta específica
para realizar ciertos trabajos, que protege al usuario de los riesgos
inherentes de la actividad que realiza.
 Ropa de calle: Prenda o conjunto de prendas
exteriores que cubren el cuerpo. Sirve para defenderse de las
inclemencias del tiempo gracias a una gran cantidad de materiales
y complementos.

Fuerzas de seguridad del Estado (FSE): Conjunto de prendas que


conforman la uniformidad de la Guardia Civil, Policía Nacional y
policías locales.

Militar: Conjunto de prendas de vestir que han usado los


componentes de los grandes ejércitos nacionales para
diferenciarse entre sí y del resto de los ciudadanos. Existen dos

298
grandes grupos de uniformes. Los de representación, referidos a
aquellos uniformes confeccionados con tejidos de calidad que les
proporcionan una mayor elegancia, y cuyo uso se vincula
habitualmente a actos de gala o de sociedad. El segundo grupo
está formado por los llamados uniformes funcionales, menos
lujosos y de mayor comodidad, más aptos para el combate y para
su uso en actividades eminentemente castrenses.

Paramilitar: Grupo de prendas similares a las militares que lucen


aquellas organizaciones particulares que tienen una estructura,
entrenamiento, subcultura y función similares a las de un ejército,
pero que no forma parte de manera formal de las fuerzas militares
de un Estado. En el caso de nuestro estudio nos referimos a las
siguientes organizaciones:
 Falange
 Sección Femenina
 OJE
 Requetés

Religiosa: Referidas específicamente a las de la Iglesia Católica,


son aquellas vestiduras distintivas que usan los sacerdotes
ministeriales, tanto durante el culto como fuera de él, momentos
en los que pueden llevar cualquier vestimenta, aunque el Canon
218 del Derecho Canónico católico indica que los clérigos han de
vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la
Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar.

Una vez recogidas todos los datos para las unidades muestrales el resultado se expresa
en una matriz construida para tal efecto.

299
Cuadro 4

(Fuente: Elaboración propia)

300
Interpretación y conclusiones

El régimen franquista buscaba la movilización continua de los españoles como


proceso de transmisión de la simbología de la dictadura a través de unos espectáculos de
masas en los que transmitir a los espectadores sentimientos sobre el estado franquista en
toda su extensión. A la vista de la matriz de análisis de datos que hemos construido para
el conocimiento de los eventos de masas seleccionados, queda clara la estricta
planificación que se hace en estos, con el fin de generar un extenso mundo simbólico
del cual se nutren las masas participantes y que será reproducido y amplificado por los
medios de comunicación del régimen. De este modo, tras engendrar una multiplicidad
de elementos simbólicos, se produce un proceso de ritualización que generará
emociones políticas gracias al proceso comunicativo. De este modo, la acción ritual
forjada en las movilizaciones de masas del franquismo serán un medio de transmisión
de creencias, emociones y conocimiento sobre el universo político del franquismo. Es
decir, el ritual transmitirá simbólicamente la ideología de la dictadura de Franco,
haciendo uso de su aparato propagandístico y del encuadramiento de los ciudadanos.

Todas las movilizaciones de masas objeto de este estudio tienen un patrón


repetitivo, una orientación simbólica fundamental para la continuidad de la dictadura y
sus instituciones y, evidentemente, centrada en el culto a Francisco Franco. Por ello, el
objetivo primordial de las movilizaciones de masas era obtener un consenso sobre el
que asentar la legitimidad del régimen y perpetuarlo, de manera que el papel de los
órganos de encuadramiento y los agentes socializadores de la dictadura no fueron más
que apéndices de los instrumentos tradicionales de control social y, más concretamente,
del aparato represivo, debido, además de a sus propias limitaciones, a la brusca ruptura
que el franquismo representó con el pasado más inmediato y a la falta de una verdadera
voluntad integradora. En este sentido, resulta muy ilustrativo el papel jugado por la
propaganda política y los medios de comunicación social en los procesos de
manipulación y persuasión ideológica.

La generación de festividades con el fin de organizar un calendario litúrgico es


una condición necesaria para la puesta en marcha de las movilizaciones de masas del
régimen. Sin embargo, existieron, eventos que no se corresponden con éste y que tienen
su razón de ser en hitos de especial relevancia para el régimen, como ocurrió con las

301
visitas de mandatarios extranjeros o situaciones que el régimen consideraba críticas para
sus intereses e incluso, supervivencia.

Las movilizaciones de masas del franquismo, como espectáculos estatales repletos de


simbología perfectamente planificados y organizados, son piezas clave de la política
comunicativa y aportan a los medios de la época no sólo un magnífico material
audiovisual, sino que cumplieron una función persuasiva evidente al construir el
imaginario colectivo de la dictadura. Las movilizaciones de masas mutan con el tiempo,
incidiendo en las necesidades de la dictadura y en la imagen que quiere proyectar.

A partir de 1943 se comienza a abandonar la exaltación totalitaria, mientras se


difuminan los principios del nacional-sindicalismo. Desde entonces, los símbolos
destacados fueron el carácter tradicional, genuino, católico y social del franquismo,
mientras que la ―conjura‖ comunista daba todo su sentido a la ―lucha‖ de España como
―reserva moral de Occidente‖. La premisa era alcanzar un modelo paternalista donde lo
lúdico se combinaba con el recordatorio del componente militarista, origen inequívoco,
junto con el designio divino, del poder del dictador.

A la luz de los datos que arroja el análisis de los espectáculos de movilización de


masas, se deduce un control absoluto de cada uno de los elementos que los caracteriza.
Se cuida el orden, su precisión, la uniformidad, los tiempos, los participantes, los
acompañamientos sonoros y las imágenes, de manera que el espectáculo sirve a los
intereses del dictador. A través de la exhibición se pone en juego todo el dramatismo del
evento. Las masas participantes en las movilizaciones eran, a la vez, sujeto activo y
pasivo. Por un lado, formaban parte de la puesta en escena y resultaban un convincente
elemento que impresionó a más de un estadista extranjero, en especial al presidente
norteamericano Eisenhower. Sin embargo, los españoles eran al mismo tiempo los
receptores directos de los mensajes que contenían dichos eventos y que luego se
amplificaban gracias al rígido control ejercido sobre los medios de comunicación.

Resulta necesario destacar el papel diferenciador que tuvieron las


movilizaciones en torno a los funerales de José Antonio Primo de Rivera. La
espontaneidad del público asistente a lo largo de la peregrinación de sus restos, lo
genuino de un evento en el que Franco quedó relegado a una posición secundaria y unos

302
elementos únicos e irrepetibles que convirtieron a esta celebración en una anomalía
fascista dentro la dictadura franquista.

A pesar de la fabricación de un depurado discurso pletórico de visiones


religiosas y trascendentes, al mismo tiempo que legitimador y movilizador; de la
proliferación de una panoplia ultranacionalista que se pretendía apabullante pero que en
realidad pivotaba entre lo incompresible y lo increíble y una pretendida grandiosidad
imperial de los dispositivos de masas; el control ejercido por el franquismo se
deterioraría a la misma velocidad que la salud de su líder, convirtiéndose en algo hueco
e incluso risible.

303
El fascismo español desde las localidades: el ejemplo rural
valenciano de
FET y de las JONS (1939-1973)

Ricard Camil Torres Fabra


Juan Carlos Colomer Rubio
Universitat de València

Introducción

Sobre la dictadura franquista a escala local, pese a la cantidad de monografías


publicadas en los últimos años, aún nos queda mucho por profundizar por lo que
respecta al estudio de las dinámicas locales ligadas al devenir del partido único. El
estudio de la construcción de las «políticas de la victoria» en las diferentes localidades
por parte de los poderes municipales y su evolución a lo largo del franquismo, ha sido
escaso. No debemos olvidar que las corporaciones constituían el máximo órgano
político en la localidad y era la vía por la cual el régimen se expresaba y para la
ciudadanía constituían la «imagen y referencia de todo el sistema», tomando el rol
fundamental de organismo de transmisión de poder entre las esferas emanantes y la
población.

Los estudios pioneros de las instituciones locales del franquismo surgieron en


una coyuntura concreta, con el intento de progresar en el conocimiento del personal
político que auspició el gobierno dictatorial, reduciendo la escala de observación para
ello. Aunque el aumento de los estudios locales no ha referido a un cuestionamiento del
modelo general imperante basado en grandes monografías generales sobre la dictadura,
305
Universidad de Castilla~La Mancha
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea
Edificio Benjamín Palencia | Campus Universitario s/n | 02071 Albacete
Email: congreso.ahc16.organizacion@uclm.es | www.ahistcon.org |
ahora conocemos mejor el funcionamiento de estos consistorios, el personal político que
los ocupó y su praxis política a lo largo de todo el régimen. Gracias al avance en la
investigación se ha podido determinar que los organismos locales tenían gran capacidad
de control para supeditar a la población a las reglas de juego de la dictadura1.

Dentro de la construcción de estas instituciones jugó un papel fundamental el


partido unificado: Falange Española Tradicionalista y de las JONS, grupo aglutinador
de tendencias en diálogo y donde vino a recaer la mayoría de grupos partidarios de la
sublevación contra la República. De este partido unificado, formado en muchas
localidades a partir de multitud de partidarios del «alzamiento» y con experiencia
política anterior, surgieron los gestores municipales dedicados, «en cuerpo y alma a la
construcción del nuevo Estado franquista»2.

En el caso de País Valenciano, como pretendemos reflejar en el presente estudio,


queda patente la continuidad manifiesta de determinado personal político precedente de
épocas anteriores -sobre todo Derecha Regional Valenciana y la Unión Patriótica, de
Primo de Rivera- y rastreable desde las instituciones locales. Pero, dentro de esta
divergencia de orígenes, tenemos un peso relativo, nada desdeñable, de «camisas
viejas» o falangistas de «primera hora», que harán valer su proyecto de régimen, sobre
todo a partir de la década de los cincuenta y que, fruto de la decadencia del proyecto
político que decían representar, se precipitaron al ostracismo víctimas de la decepción y
el escaso apoyo esperado desde instancias más resolutivas.

1
Destacar los estudios más relevantes que han combinado el estudio de poderes locales, personal político
y su evolución a lo largo de la dictadura: Julián SANZ HOYA: La construcción de la dictadura franquista
en Cantabria: instituciones, personal político y apoyos sociales: (1937-1951), Santander, Universidad de
Cantabria, 2009; Encarna NICOLÁS MARÍN: Instituciones murcianas en el franquismo (1939-1962).
Contribución al conocimiento de la ideología dominante, Murcia, Editora Regional de Murcia, 1982;
Martí MARÍN CORBERA: Els ajuntaments franquistes a Catalunya: política i administració municipal,
1938-1979, Lleida, Pagès, 2000 e ÍD: Josep María de Porcioles: catalanisme, clientelisme i franquisme,
Barcelona, Base, 2005; María del Mar LARRAZA: «El ayuntamiento pamplonés en el tardofranquismo»,
en VV.AA.: Actes del Congrés la transició de la dictadura franquista a la democràcia, Barcelona, UAB-
CEFID, 2005, pp.68-79; Rafael QUIROSA-CHEYROUZE MÚÑOZ y Mónica FERNÁNDEZ AMADOR, Poder
local y Transición a la democracia en España, Granada, CEMCI, 2010; Óscar MARTÍN GARCÍA,
Albacete en Transición: el Ayuntamiento y el cambio político, 1970-1979, Albacete, Instituto de Estudios
Albacetenses, 2006; Julio PONCE ALBERCA (et alii): Guerra, franquismo y Transición. Los gobernadores
civiles en Andalucía (1936-1979), Sevilla, Centro de Estudios Andaluces, 2008.
2
En el caso del primer franquismo, subrayar que del análisis del personal político que ocupó los puestos
en un primer momento derivó en un debate muy sugerente sobre la continuidad o no del personal político
franquista con respecto a otros periodos precedentes. Una discusión iniciada por Antonio Cazorla en 1998
sobre caciquismo y franquismo y que no ha hecho más que crecer con intervenciones de Damián
González Madrid, Miguel Ángel del Arco, Julián Sanz Hoya, Óscar Rodríguez Barreira, Antonio Canales
Serrano, Francisco Cobo, Teresa Ortega o Ángela Cenarro.

306
Con el presente trabajo, aparte de enfatizar la relación entre FET-JONS y,
especialmente, el poder municipal circunscrito a la zona del País Valenciano, con
especial hincapié a la provincia de Valencia; pondremos en valor el peso de la propia
institución municipal en el régimen, sobre todo al final de la dictadura, donde contamos
con pocos estudios

Fruto del intento del historiador por investigar las sombras presentes en el
periodo surge este trabajo: el análisis de esta institución municipal franquista en el País
Valenciano y sus relaciones con FET-JONS hasta 1973, para entender la evolución de la
dictadura a escala local, razonar las diferentes relaciones que se establecen entre los
grupos y proyectos políticos enfrentados en ella, comprobando la continuidad y
discontinuidad del personal político al frente de los mismos. Para ello, primeramente,
veremos las características propias de la instauración del régimen en el País Valenciano
para enlazar con el peso predominante de la institución local en la dictadura y la
evolución del personal político al frente de la institución. Con ello avanzaremos en el
conocimiento, no solo del franquismo, sino de su crisis y desintegración, contribuyendo
al conocimiento de las políticas locales y de las instituciones conducentes a lograr «la
más rotunda absolución de la dictadura»3.

La imposición del franquismo en el País Valenciano

Dejando de lado la zona norte del territorio valenciano, ocupado tras la batalla
de Teruel, el resto del País Valenciano no caería en manos franquistas hasta el final de
la guerra y el proceso resultó más o menos uniforme en las tierras valencianas: los
partidarios de la victoria de los sublevados, a partir del 6 de febrero de 1939, se
envalentonaron hasta el extremo de atreverse a hacer pública su presencia mediante
pintadas en lugares estratégicos de sus respectivas localidades4.

3
La elección de 1973 como fecha final de nuestro análisis no es casual. Ese año resulta clave para el
régimen pues se produce el triunfo definitivo del proyecto de Carrero Blanco basado en la continuidad de
la dictadura alejada de las aspiraciones y proyectos de algunos falangistas del partido único. Y aunque
1969 ya había sido un año clave que redujo las aspiraciones de este colectivo, por la crisis de gobierno y
la salida de falangistas del poder y el nombramiento de Juan Carlos de Borbón como sucesor a la Jefatura
del Estado, lo cierto es que el nombramiento de Carrero como presidente del Gobierno culminó las
aspiraciones de este grupo. Véase: Álvaro SOTO CARMONA: Atado y bien atado. Consolidación y crisis
del franquismo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2005.
4
Ricard Camil TORRES FABRA: Entorn a la trajectòria de la dreta valenciana, Benicull, 7 i mig, 1999,
pp. 64 y ss.

307
A continuación quedaron a la espera de las noticias del inminente final de la
guerra, alimentadas con el conocimiento de la continua deserción de representantes
municipales que ya desde principios de marzo se hizo patente para, una vez llegada la
noche del 28 de marzo y ante la riada humana que comenzó a poblar las carreteras
valencianas con las consecuencias inmediatas que derivaron en pocos días en forma de
decenas de miles de prisioneros tanto civiles como militares5, comprobar que el
derrumbe de los frentes era una realidad.

Toda la gama de conservadores y reaccionarios conformadores de las diversas


quintas columnas locales sin olvidar a todos aquellos partidarios del bando sublevado
que pasaron la contienda escondidos, huidos, o simplemente habían logrado sobrevivir,
sin olvidar a los arribistas o los que esperaban acomodarse a la nueva situación, pasaron
a ocupar los diversos ayuntamientos para llevar a cabo el correspondiente acto de
posesión de los mismos a la espera de la ocupación efectiva de las tropas vencedoras 6,
salvo en algunos lugares en los que se abrieron conversaciones con la finalidad de
realizar un traspaso de poderes municipales cuyo proceso podía verse en peligro por la
presencia de las tropas vencidas pero todavía armadas7.

Al mismo tiempo fueron conformándose diversos somatenes, que en algunos


lugares fueron bautizados con el eufemismo de «Juntas de Vigilancia» con el objetivo
de garantizar el orden, pero cuya finalidad última no era otra que la de detener a todos
los elementos considerados simplemente no simpatizantes de los vencedores al tiempo
que se otorgaban también la potestad de realizar registros y confeccionar denuncias.

Mientras tanto, las corporaciones locales ganaron en peso y entidad y una vez
configuradas presentaban una abrumadora unión conservadora basada en el rechazo a
los ensayos revolucionarios y, por extensión, a cualquier manifestación que pudiera
hacerlos posible, en definitiva los valores republicanos y democráticos en toda su

5
José Miguel SANTACREU SOLER (ed.): Una presó amb vistes al mar. El drama del port d’Alacant. Març
de 1939, Valencia, Tres i Quatre, 2008.
6
El caso más significativo fue el de la ciudad de Valencia, donde días antes de la entrada del General
Aranda se produjo una sublevación de grupos de la población pertenecientes a la quinta columna que
asaltaron el Ayuntamiento y nombraron alcalde provisional a un antiguo edil municipal durante la
dictadura de Primo de Rivera: Francisco Londres. Paralelamente se produjeron tareas demostrativas de la
repulsa a tiempos pasados consistentes en la destrucción iconográfica de banderas y otras manifestaciones
adversas a sus preferencias, inmediato cambio de la nomenclatura urbana, etc. Véase: Juan Carlos
COLOMER RUBIO: Gobernar la ciudad. Alcaldes y poder local en Valencia (1958-1979), Tesis doctoral,
Universidad de Valencia, 2014.
7
El caso más remarcable se dio en Alicante. José Miguel SANTACREU SOLER (ed.): Una presó amb vistes
al mar.

308
extensión8. Este consenso se vería sellado definitivamente con la consiguiente represión
en la que todos los conformadores del régimen participaron más o menos activamente,
incluyendo los que lo hicieron de forma pasiva.

Y las primeras demostraciones represivas a nivel municipal fueron, como se ha


señalado, la «limpieza» de enemigos para alternarla inmediatamente con la depuración
de los empleados municipales cuya finalidad, aparte de despachar a los elementos
indeseables de la función pública, era la del reparto del botín resultante; cuestión que se
hizo extensible a otras instituciones u organismos tales como el Sindicato de Policía
Rural, el de Aguas o cámaras agrarias mediante la convocatoria y desarrollo de las
denominadas «oposiciones patrióticas»9, que convivieron con las más diversas formas
de nepotismo.

El proceso depurador resultó uniforme en todos los municipios valencianos con


la particularidad de conformarse íntimamente, o sea que la casuística depuradora se
llevó a cabo de forma completamente autónoma por parte de cada corporación
municipal. Esta nombraba una comisión encargada de llevar a cabo las depuraciones,
aunque ocasionalmente encontremos un miembro del consistorio sobre el que recaía la
tarea, que confeccionaba un sumario recogiendo los expedientes depurativos. Una vez
cumplimentado el cuestionario correspondiente, que podía acompañarse de los avales o
pruebas de infidelidad a las autoridades anteriores, este pasaba a la comisión o el
delegado en cuestión y se hacía público el fallo que quedaba corroborado por el pleno
municipal que, a su vez, trasladaba la decisión al gobernador civil que asumía la última
responsabilidad de certificar la decisión adoptada por las autoridades municipales sin
que tengamos constancia de intervención directa a favor o en contra de las resoluciones
comunicadas10, de ahí nuestra afirmación que el proceso depurador en el ámbito
municipal resultase íntimo, autóctono y autónomo.

A pesar de todo, aquellas personas a las que se les aplicó cualquier tipo de fallo
en contra de sus intereses, podían recurrir la sentencia mediante un pliego de descargos.
8
Como ejemplo significativo valga el del desmantelamiento inmediato de las diferentes colectividades
constituidas durante la guerra. Una buena muestra en Archivo Histórico Municipal de Cullera (AHMC).
Libro de Registro de Bandos 1939. 2 de abril de 1939.
9
Un ejemplo en Ricard Camil TORRES FABRA: Camp i política. La Falange en una comunitat rural
valenciana, Catarroja, Afers, 2005. pp. 140-155.
10
Ricard Camil TORRES FABRA: «La casuística depuradora en l‘àmbit municipal del País Valencià», en
Ricard Camil TORRES FABRA y Francisco Javier NAVARRO NAVARRO: Temps de por al País Valencià
(1938-1975). Estudis sobre la repressió franquista. Castelló de la Plana, Publicaciones de la Universitat
Jaume I, 2014.

309
Ahora bien, al contrario que la confección de expedientes y resolución de los mismos
resultó ser extremadamente rápido, la lentitud fue el común denominador por lo que
respecta a las demandas de revisión y estas, generalmente, no lograron revocar la
sentencia anterior.11

Desmantelado el organigrama municipal anterior, se pasó a su reconstrucción


mediante nombramientos a discreción al que se debe añadir el resultante de las
«oposiciones patrióticas» y la obligatoriedad de pertenencia a FET-JONS conformando
un funcionariado fiel y un clientelismo que se convirtió en la verdadera razón de ser de
la dinámica burocrática, dada la categoría de casi completa impunidad de los nuevos
funcionarios. En la base de todo ello primaba la regeneración de España y del País
Valenciano y hacer, de alguna manera, las cosas «como no se habían hecho antes». En
estas palabras, como ha destacado Ángela Cenarro, latía todo un proyecto político
monolítico, depurador y centralizador que se concretó en un cambio en los mecanismos
para acceder al control de los centros dónde se hacía la política12.

La administración municipal, pues, se transformó en una nueva herramienta de


control social al servicio de la alianza contrarrevolucionaria que encontró su razón de
ser una vez sometido el enemigo de clase -anticlericales, republicanos, nacionalistas,
masones, …-13 perpetuando formas de gobierno dictatoriales y, a pesar que los intereses
particulares formaran parte ineludible de la propia concepción de poder, el fuerte
sometimiento al Caudillo marcó su evolución.

Función de las instituciones locales durante el franquismo

En definitiva, este nuevo ámbito de instituciones locales cobró especial


protagonismo en el régimen como aglutinador del personal político y órgano gestor de
la depuración. Así, gobernadores civiles, diputaciones y ayuntamientos, sobre todo estos

11
Ibid.
12
Ángela CENARRO LAGUNAS: «Instituciones y poder local en el `Nuevo Estado´», en Santos JULIÁ
(coord.): República y guerra en España (1931-1939), Madrid, Espasa, 2006, pp. 421-448. Véase también:
Martí MARÍN CORBERA: Els ajuntaments franquistes a Catalunya…, pp. 50-53.
13
Como muestra de lo compacto de la alianza y su decidido empeño en perseguir al enemigo no hace
falta más que acudir a las famosas losas de Caídos por Dios y por España, colocadas de manera
inmediata y referente obligatorio de la nueva memoria histórica impuesta por los vencedores.

310
últimos, resultaron claves para dotar al nuevo sistema político de una nueva base de
dirección que le aportase una mayor legitimidad al franquismo.

En esta nueva realidad ¿Cuáles eran las ventajas de obtener un puesto en una
gestora local que tenía, escaso margen de maniobra y unos presupuestos que las
atenazaban? Las circunstancias descritas más arriba y que acompañaron a la guerra,
primero, y a la victoria, después, generaron una serie de bienes e influencias muy
preciadas y, en torno a ellas, se hilaron nuevas adhesiones y lealtades. Así, las viejas
relaciones de poder se reformularon y las antiguas clientelas se reconstruyeron en torno
a los que estaban a punto de ganar la guerra en abril de 1939. Además, estas nuevas
redes clientelares, giraban en torno a los mandatarios locales, quiénes tenían capacidad
de maniobra para decidir puestos y cargos locales, favorecer a determinadas familias y
empresas y, en definitiva, primar unos intereses frente a otros.

Aparte de lo anterior, no debemos desdeñar que a partir de entonces todos los


principales cargos que aquí reseñamos serían ocupados por nombramiento directo del
gobernador civil, estableciéndose una relación de confianza y dependencia de arriba a
abajo que solo podía ser desquebrajada en la misma dirección, incluso en el supuesto de
una dimisión o en una destitución fulminante14.

Esta jerarquización que caracterizaba al régimen franquista, como base para el


mantenimiento de la homogeneidad política, es el hilo explicativo de la limitación de las
atribuciones municipales, último peldaño de este sistema jerárquico. En este contexto, la
figura del alcalde era más la de un delegado gubernamental que la de un representante
del municipio ante otras instancias de poder, aunque este hecho no nos debe hacer
minusvalorar su papel y el de la corporación que presidía, aunque sí que es cierto que su
supeditación al gobernador civil y otras instituciones, como las religiosas, presentaría
una continuidad en todo el franquismo.

Para el caso de la evolución de los consistorios municipales resulta inevitable


hacer referencia a la escasa evolución del corpus legal que los reguló a lo largo de toda
la existencia del régimen, pese a que para el mismo sistema era pieza fundamental, tal y
como se hacía constar en la Doctrina del Movimiento. Así, el único texto regulador en
toda la dictadura fue la Ley de Bases aprobada el 17 de julio de 1945. Su redacción tuvo

14
Antonio CAZORLA SÁNCHEZ: Las políticas de la victoria: la consolidación del nuevo estado franquista
(1938-1953), Madrid, Marcial Pons, 2000, p. 44.

311
lugar en la fase de reordenación, fijación legal y revisión estatal que caracterizó a los
años centrales de la década de los cuarenta y que se inició con la aprobación de la Ley
de Creación de las Cortes Españolas en 194215. Los principios recogidos en la Ley de
Bases de Régimen Local de 1945 permanecieron vigentes hasta los momentos finales de
la dictadura, si bien en los años siguientes se elaboraron otros textos referidos a la vida
municipal, de carácter complementario, que no modificaron el espíritu de la ley que
rigió la institución durante el régimen16.
Por medio de esta ley se establecía que los ayuntamientos -como las
diputaciones- eran corporaciones públicas de fines económico-administrativos,
encargadas del gobierno y la dirección de los intereses peculiares de su territorio y que
debían actuar bajo la dirección ministerial en las materias cuyas competencias no les
fuera confiada por la ley. A partir de ese desarrollo legal se estableció la característica
fundamental de los ayuntamientos franquistas: el poder que recaía en la figura del
alcalde era total, en él se encontraba las funciones de presidente del ayuntamiento, jefe
de la administración local y delegado gubernamental en el término.
Los requisitos necesarios para poder optar a una alcaldía eran, como en la
mayoría de casos, ser español, tener más de 25 años de edad y «reunir las debidas
condiciones de idoneidad, competencia y arraigo en la localidad», expresión tan
genérica e indeterminada que no significaba en la práctica ninguna limitación a la
discrecionalidad nominativa. El cargo tenía carácter obligatorio, garantizando de esta
forma la subordinación y la obediencia a la autoridad frente a un posible rechazo del
nombramiento. Además, quién ostentaba el cargo no recibía compensación económica
alguna, enfatizando la idea de servicio a la Patria y al Caudillo, aunque si bien en los
municipios mayores la Corporación podía asignarle a su presidente una cantidad fija
para los gastos de representación que no podía exceder del 1 % del presupuesto
ordinario de ingresos. Esta circunstancia explica que la mayoría de ediles y alcaldes

15
En este sentido, durante esa etapa también fueron promulgados el Reglamento Provisional de las Cortes
(1943) el Fuero de los Españoles (1945), la Ley de Referéndum (1945) y la Ley de Sucesión en la
Jefatura del Estado (1947).
16
Entre ellos destacan el Reglamento de organización, funcionamiento, y régimen jurídico de las
corporaciones locales, de 17 de mayo de 1952; la Ley de Bases de Régimen Local de 3 de diciembre de
1953, sobre modificación de la de 1945; y el Texto articulado y refundido de las leyes de bases de
régimen local de 1945 y 1953, aprobado por Decreto el 24 de junio de 1955. Se puede hablar de la nueva
ley de régimen local que modificó la anterior y que se aprobó en 1975 días después de que muriera
Franco y que prácticamente no se desarrolló.

312
continuará con su profesión anterior mientras las obligaciones relativas al cargo se lo
permitiesen17.

«La ley de 1945 ‗fabrica‘ un alcalde para hacer tanto a nivel municipal como,
sobre todo, estatal en la localidad […] El alcalde es poder[…] El alcalde es el
instrumento a través del cual el Estado va a realizar su política a nivel municipal,
quedando cualquier otra consideración totalmente relativizada; a la vez que las
formas jurídicas de este órgano -Presidencia del Ayuntamiento, jefatura de la
Administración Municipal, delegación gubernativa- son meras coberturas de ese
poder actuante desde instancias externas al municipio»18.

Además del alcalde, los ayuntamientos franquistas en todo el Estado estaban


compuestos por un número de concejales proporcional al conjunto de residentes en el
término correspondiente. Así se favorecía a los municipios menores, donde la supuesta
relación edil/vecinos era más ―representativa‖ que en las poblaciones mayores 19. Pese a
todo, estos ediles tenían escasa capacidad de decisión política, y en la práctica
resultaban ser más bien delegados de los alcaldes en determinadas barriadas o asuntos
municipales. La última decisión de todos los aspectos era competencia del munícipe,
quien administraba las prebendas entre unos y otros, y sobre el que recaía la última
responsabilidad. Aunque esta realidad fue así durante todo el régimen, lo cierto es que la
elección de estos concejales fue utilizada por el régimen como una forma de establecer
los principios de la democracia orgánica que éste propugnaba.
Así, y tal y como dictaminaba la ley, en el apartado relativo a la función concejil, a
partir de 1948 y hasta 1973, se sucedieron elecciones municipales por tercios para
renovar parte de los concejales, siendo las del tercio familiar la más destacable para
entender la evolución y composición diversa de los consistorios del franquismo. Estos
procesos, falseados en muchas ocasiones, fueron aprovechados, y el caso de País
Valenciano no es un tema menor, por un sector de la oposición para expresar sus
opiniones en los cauces que el régimen permitía, aunque muchas veces no se lograse por
los mecanismos de control restrictivos impuestos en un contexto dictatorial.

17
En los municipios de menos de 10.000 habitantes se estableció un régimen económico diferente, según
el cual los alcaldes solo podían recibir compensaciones e indemnizaciones en el caso de que fueran
propuestas por el Ayuntamiento y autorizadas por el gobernador civil. Véase: Reglamento de
organización, funcionamiento y régimen jurídico de las Corporaciones locales de 17 de mayo de 1952.
18
José Ignacio MORILLO-VELARDE PÉREZ; El alcalde en la administración española, Sevilla, Instituto
García-Oviedo-Universidad de Sevilla, 1977.
19
Rafael QUIROSA-CHEYROUZE MÚÑOZ y Mónica FERNÁNDEZ AMADOR: Poder local y Transición…, p.
51.

313
La evolución del personal político en los ayuntamientos valencianos

Tal y como señalábamos anteriormente, acabada la guerra muy pocos falangistas


«camisas viejas» se encontraban entre aquellos que ocuparon inmediatamente los
diversos consistorios establecidos en el País Valenciano. Al contrario, la militancia
falangista se había evaporado casi por completo a lo largo de la contienda mermada
físicamente por la represión y la huida o la deserción al campo franquista20. Y esta
dinámica se desarrollaba también en otras zonas de características similares.21

Con todo, FET-JONS y antes Falange no llegó a ser nunca un partido lo


suficientemente arraigado en las tierras valencianas y su presencia en el ámbito rural
pasó casi desapercibida22, y si no alcanzó cotas de verdadero anonimato ello fue debido
a la constancia mostrada por los grupos falangistas en sus acciones a lo largo de la
primavera de 1936, y que se contemplaban más como próximas al comportamiento
propio de ciertos sectores de la juventud que otra cosa, lo que no significa que la
dinámica de enfrentamientos con fuerzas izquierdistas no fuese comparable con la
desatada en todo el territorio nacional23.

Lo que se pretende decir es que la Falange valenciana de preguerra estaba


formada, sobre todo, por jóvenes seducidos por la verborrea y la mística falangista
-muchos procedentes de las JONS-24. Otra cosa es que supiera maniobrar dentro del
escaso margen que permitían los grupos archiconservadores y ultraderechistas
correspondientes, destacando sobre todo en desplegar acciones provocativas25 pero sin

20
Manuel CHUST CALERO: «La dreta camuflada: Sueca, 1936-1939», Quaderns de Sueca, 8 (1986), pp.
95-105.
21
Martí MARIN CORBERA: «FET y de las JONS a Sabadell, 1939-1945: Els primers temps». L’Avenç, 157
(1992), pp. 32-39; Josep CLARA RESPLANDIS: «Els falangistes a Girona. Evolució de les afiliacions i
dades sociològiques de FET y de las JONS (1934-1969)», en: ídem. pp. 46-50; Joan María THOMAS:
«Falangistas i carlins catalans a la ‗zona nacional‘ durant la guerra civil (1936-1939)» Recerques, 31
(1995), pp.7-18.
22
La mayoría de los miembros con precedentes militantes, jóvenes en su totalidad, provenía de la extrema
derecha monárquica y de las juventudes socialcatólicas. Informe 26. Archivo Histórico Municipal de
Sueca (AHMS), Sección Falange, Caja 22. 5 de mayo de 1939.
23
Antonio CALZADO ALDARIA y Ricard Camil TORRES FABRA: Un silenci extens. El franquisme a la
Ribera Baixa (1939-1962). València, Diputación de València, 1995, pp. 42 y ss.
24
Ricard Camil TORRES FABRA: Camp i política… pp.21-24.
25
La indulgencia mostrada ante las demostraciones de los grupos falangistas resulta asombrosa. En las
páginas de El Sueco, semanario conservador de Sueca, la referencia a sus acciones se las catalogaba casi
exclusivamente de gamberradas entre finales de 1935 y finales de la primavera de 1936. El rotativo
cullerense Sucrona, de carácter más izquierdista, tampoco tomaba muy en serio sus provocaciones,
condenándolas de forma acusadamente paternalista. El terrateniente y cacique Juan José Rico Ferrer,
militante de Renovación Española y futuro peso pesado del régimen en el ámbito rural valenciano, se
refería a los grupos falangistas como cuatro gatos que se pasean con ganas de llamar la atención. José

314
llegar a tener el protagonismo político de otras fuerzas conservadoras y/o reaccionarias
como los tradicionalistas, los extremistas monárquicos, Renovación Española o Derecha
Regional Valenciana.

Así las cosas, el personal político de las primeras gestoras franquistas atendía
más a una cornucopia reaccionaria que a un verdadero espíritu falangista, a pesar de
estar presentes algunos que otros de los «camisas viejas» de preguerra y los títulos de
falangistas que se otorgaban los antiguos componentes de las quintas columnas locales,
y que venía a mostrar lo que fue Falange a lo largo del tiempo: un partido fascista cuya
militancia más que comulgar con el propio credo fascista ostentaba como elemento de
cohesión la total adhesión a Franco bajo una mezcla de autoritarismo, ciertas dosis de
religiosidad y un fuerte militarismo como timón político. Ser falangista tras la guerra se
redujo, pues, a militar en el partido único, lo mismo daba si en realidad se tratase de un
monárquico, un tradicionalista o un conservador. El único requisito necesario, aparte del
componente reaccionario de cada cual, consistía en aprender el Cara al Sol, saber
repetir cuatro o cinco consignas lanzadas desde «la superioridad» y, sobre todo, no
entorpecer la cadena de transmisión de poder.

Y ello se mostraba palpable cuando en cada localidad, el «Servicio de


Información del Ejército de Levante» elaboraba una relación de personas con la
finalidad de constituir los mandos de la Falange local atendiendo a «su actuación,
ideología, honradez y acrisoladas virtudes (que) se conceptúan como verdaderamente
adictas y leales a Nuestro Glorioso Movimiento Nacional y aptas para desempeñar
cometidos en la Nueva España»26, lo que en la práctica no era otra cosa que aplicar la
ley municipal de la dictadura de Primo de Rivera. Solicitar además que fuesen
verdaderos falangistas resultaba exagerado. El pasado no importaba, por tanto, como se
desprende del siguiente informe:

«Entre las gentes que el 18 de julio del 36 dieron la batalla al comunismo, las
hay de diferentes matices, no todos son falangistas, pero todos son de probada
lealtad a la Patria, y todos son útiles para una labor como la municipal. Quiere
esto decir que hemos de buscar siempre a los más aptos sin prejuicio de ningún
género, aunque esto no signifique que Falange que es siempre la primera en los
momentos de sacrificio haya de ser desplazada de los cargos de dirección y

RICO FERRER: Memorias, p.66 [Manuscrito inédito]. Cedido amablemente por Joaquín Rico
Casamichana.
26
Circular reservada. Archivo Municipal de Albalat de la Ribera. II. 1156. 17 de abril de 1939.

315
responsabilidad. Todo lo contrario, debemos aspirar a que la esencia, el modo de
ser de la Falange se infiltre en todos los municipios españoles»27.

De hecho, para el caso de la ciudad de Valencia, por la constitución de la gestora


provisional en abril de 1939 se nombró a Joaquín Manglano, barón de Cárcer,
tradicionalista que había sido regidor del Ayuntamiento de Valencia durante la
Dictadura de Primo de Rivera -como la mayoría de regidores de la comisión- y diputado
durante la República. También constatamos la existencia de una presencia
numerosísima de personal político vinculado a Derecha Regional Valenciana, algo que
se verá más claramente en el caso de la Diputación. Ello contrasta con un peso relativo
de la Falange a escala local, aunque encontremos figuras relevantes como Rincón de
Arellano, presidente de la Diputación a partir de 1943. Y la cosa tampoco varió ni en la
forma ni en el fondo con la incorporación de las elecciones municipales hasta los
sucesos de la riada de 1957, como posteriormente analizaremos.

Por lo que hace referencia a la militancia de base la concepción del partido


tampoco difería en nada respecto a la elite como lo demuestra el «hecho que los de
arriba siempre escogieron a los de abajo»28, y su cometido político no venía a ser más
que el de constituir una especie de cuerpo de apoyo al Ejército de Ocupación en un
principio, tal y como se recogía en la instrucción de 12 de abril de 1939, consistente «en
vigilar a los elementos peligrosos, perseguir los actos de sabotaje, dar la sensación que
la Organización está activa, etc.»29 Lo que no variaría demasiado a lo largo del tiempo
pero no por ello la militancia falangista se mantuvo aferrada a la espera de órdenes
como lo demuestran los no pocos ni aislados casos en que por cuenta propia efectuaba
registros, llevaban a cabo detenciones y ejecutaban enemigos a su antojo con la más
completa impunidad.

Cabe señalar, por otra parte, que la propia heterogeneidad ideológica de la


militancia falangista proporcionó una incesante preocupación a las autoridades
franquistas en los primeros años de posguerra como lo demuestran las continuas luchas

27
Montserrat DUCH PLANA: «Falangismo y personal político en los ayuntamientos españoles (1948-
1954)», en VV.AA.: Comunicaciones presentadas al II Encuentro de Investigadores del franquismo,
Valencia, Institut de Cultura Juan Gil Albert, 1995, pp.117-126.
28
Joan ADRIÀ MONTOLIO: «El franquismo» en VV.AA.: Historia Contemporánea del País Valenciano.
Valencia, Tabarca, 1992. p. 299.
29
AHMS. Falange. Caja Z.

316
desatadas por los diversos sectores de la militancia con el propósito de controlar el
partido a nivel local, premisa necesaria para asumir el poder municipal, procesos en que
las intrigas y los intentos por conseguir la complicidad del gobernador civil se
convirtieron en moneda corriente en el ámbito de la política municipal, y no resultaba
inusual que las pendencias internas de Falange acabaran solucionándose mediante la
apelación al consejo de los caciques tradicionales30, características no exclusivas de las
tierras valencianas, como podemos constatar también en el caso de Cataluña31.

Ahora bien, aún y con todo lo apuntado, el acceso a la militancia no resultaba


tarea fácil ante la avalancha de peticiones de ingreso registradas en la primavera de
1939, y que podemos cifrar de manera aproximada en un cuarto del total de solicitudes
aceptadas32 y cuyo proceso se efectuó en medio de las más completas desorganización e
improvisación. El propio resultado de incorporación de la militancia otorgaba una
composición de la misma bastante alejada de lo que el ideal primigenio falangista
deseaba, para nada representativa del supuesto interclasismo defendido en sus orígenes
y que tampoco venía a plasmar en ella aquella ensalzada necesidad de militancia joven
pregonada anteriormente. De los pocos datos de que disponemos en el País Valenciano
podemos extraer que un 57% de los afiliados, en el primer momento, superaba los 40
años y el porcentaje se dispara a 82% para los mayores de 30 33 y con mayoría de
antecedentes de la Derecha Regional34.

Con esta dinámica, el enquistamiento de la militancia resultó una evidencia que


ni el relevo generacional ni las sucesivas purgas, especialmente la depuración de los
años cuarenta, consiguieron alterar, y todo lo más a lo que se asistió hasta bien entrados
los años sesenta fue a un relevo biológico sin más relevancia que la constatación de un

30
Ricard Camil TORRES FABRA: Camp i política…pp.41-50 y Antonio CALZADO ALDARIA: Entre la nit…,
pp. 182-200.
31
Josep María COLOMER: «Franquistes per a dresprés d‘una guerra», L’Avenç, 12 (1979), pp. 41-46.
Martí MARÍN CORBERA; «La classe política local a la Catalunya franquista: dues espanyes, dues
catalunyes», L’Avenç, 197 (1995), pp. 22-27; Carles VIVER PI-SUNYER y Teresa CLIMENT: «El personal
polític de la provincia de Barcelona» L’Avenç, 12 (1979), pp.29-34. En otros lugares cuya similitud con el
caso valenciano quedan bastante alejados la dinámica resultó ser idéntica. Tómese como ejemplo: Julián
SANZ HOYA: La construcción de la dictadura franquista...
32
Únicamente poseemos el estudio de Ricard Camil TORRES FABRA: Camp i política…pp.52 y ss.
33
Ricard Camil TORRES FABRA: Camp i política…p.54.
34
José Alberto GÓMEZ RODA: «La primera Jefatura Provincial de FET-JONS de Valencia, 1939-1943»,
en VV.AA.: Comunicaciones presentadas al II Encuentro… pp.127-132; Glicerio SÁNCHEZ RECIO: Los
cuadros políticos intermedios del régimen franquista, 1939-1959. Diversidad de origen e identidad de
intereses. Alicante, Institut de Cultura Juan Gil-Albert, 1992. Para la militancia: Ibíd, pp. 46 y ss. y Rafael
VALLS: La Derecha Regional Valenciana, 1930-1936. Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1992.

317
partido único cuya razón de ser era la obediencia a Franco y el mantenimiento de la
disciplina como elementos palpables de su realidad.

Paralelamente, la continua burocratización, tanto interna como externa de


Falange, comportó un verdadero problema irresoluble condenándola a ser un fin en sí
mismo sin más, cuestión que se reforzaba por la propia dinámica del régimen, de
manera que si la militancia se mantuvo más o menos estable a lo largo del tiempo, la
decadencia falangista no se detuvo ni un instante. El proyecto movilizador de FET-
JONS resultó un fracaso a medio y largo plazo,35 desembocando en una mera apariencia
a medida que el régimen se adaptaba a los cambios mundiales que, junto a la propia
amalgama constitutiva del partido único, provocó su colapso a mediados de los 50
plasmado en la ausencia de renovación ideológica, la desconexión entre jerarquías y
bases y el propio desencanto falangista36, lo que no impedía que la actitud de las
jerarquías locales continuaran comportándose de forma indiferente, limitándose a
ignorar la situación, como también hacían públicamente personajes de la talla de
Laporta Girón o Sancho Dávila37.

Pero las autoridades falangistas rurales no quedaban atrás. No en balde se habían


acostumbrado a la prepotencia que regalaba la casi eterna impunidad que
proporcionaban sus cargos, y en tal sentido resultan reveladores ejemplos claros como
la contestación negativa que efectuaron los jerarcas falangistas de Cullera (Valencia) a
una petición del ministerio de Interior consistente en la cesión de un terreno destinado a
fines que desconocemos y, como es natural, la decisión hubo de ser retractada ante la
reprimenda recibida desde la superioridad38.

En el caso de la ciudad de Valencia tenemos una situación muy similar a lo


anunciado. De la preponderancia de una amalgama de orígenes diversos que cooptaron
a los poderes municipales de la ciudad, muchos de ellos procedentes del sector
monárquico del régimen, a una «reacción de los camisas viejas», que incapaces de
imponer su idea de régimen acabarían abandonando sus cuotas de poder, envueltos en
un aura de desencanto hacia el régimen. De hecho, la gestión política de la riada del rio
Turia de 1957 marcó un antes y un después en la evolución de la institución municipal,

35
José Daniel SIMEÓN RIERA: ‗Impasible el ademán’. Franquisme i societat a una comunitat rural:
Xàbia, 1939-1945, Xàbia: Ajuntament de Xàbia, 1998, pp. 85-89.
36
José Daniel SIMEÓN RIERA: ‗Impasible el ademán’…, p. 99.
37
Ricard Camil TORRES FABRA: Camp i política…, p.111.
38
AHMC. Negociado Central. Comunicaciones 1. (6 de agosto de 1955).

318
lo que explica la larga duración del periodo de alcaldía del fundador de Falange en
Valencia, Adolfo Rincón de Arellano, cuyo mandato se extendió entre 1957 y 1969.
El ascenso de este falangista de primera hora, propiciado, como veíamos, por la
crisis política auspiciada por el sector monárquico de la capital y la búsqueda de un
nuevo referente leal y fiel a los principios del Movimiento vino seguida de la búsqueda
de una solución para evitar un nuevo desastre natural. La gestión de la reconstrucción
marcó la propia alcaldía de Rincón de Arellano, que se rodeó, usando el procedimiento
de las elecciones municipales, de viejos camaradas y amigos de estudios de su etapa en
la Falange inicial, reavivándola. Junto a ello, mantuvo estrechas relaciones con los
gobernadores civiles con los que convivió, favoreciendo esa relación unidireccional que
mantenía con Jesús Posada Cacho y Antonio Rueda Sánchez Malo, lo que también le
permitió mantenerse en el poder largo tiempo, dando prioridad al peso del grupo
falangista en la capital hasta 196939 .
La situación política de FET-JONS esbozada anteriormente y en descomposición
en la ciudad de Valencia hasta 1973, se comprueba por los propios enfrentamientos del
alcalde con la administración central y la política de su sucesor, el también médico
Vicente López Rosat, último representante falangista, frente a una elite tecnocrática
encabezada por el nuevo gobernador civil: Oltrá Moltó. Los choques personales entre
Rosat y el gobernador y la acuciante sensibilidad social del primer edil hacía ciertos
grupos de protesta vecinal conllevó su cese inmediato y abrió la puerta a una nueva elite
dirigente, no vinculada directamente a Falange, y que desempeñó un papel fundamental
en el cambio de gestión hacia la democracia, tanto del municipio como el de otras
instituciones locales.
La entrada del abogado Miguel Ramón Izquierdo a la alcaldía en 1973, o la de
Carrau Leonarte en la Diputación en 1975, son buena prueba de ello. Ambos líderes se
caracterizaron, más que por una amplia fidelidad al Caudillo como ostentaban los
alcaldes anteriores, por un mero servilismo al Estado. Por tanto, alejados de los
principios fundacionales del nuevo Estado, defenderían la posibilidad de un estado
plurirregional, partidarios de la lengua autóctona y de símbolos regionales de forma
reiterada -a diferencia de concejales anteriores- que marcaran la evolución de la propia

39
Durante su alcaldía, la Falange de Franco tendrá notable peso en la ciudad y sólo sufrirá una crisis
parcial durante el triunfo del gobierno monocolor en 1969 que propiciará la salida de este alcalde. El
fracaso político de este grupo vendrá de la mano del alcalde Vicente López Rosat, cuando en 1973, y
fruto de la conflictividad social del momento sería cesado.

319
dictadura en el Ayuntamiento de Valencia y la posterior transición a la democracia en
territorio valenciano.
Por tanto, lo que encontramos al final del proceso es una transformación de la
elite dirigente que ocupó las instituciones, aunque vinculada directamente por ley al
Movimiento hasta su extinción, estaba alejada de los principios originarios que
fielmente guardaba la militancia «autentica de FET-JONS». Ello no les hacía
divergentes del proyecto franquista pero, en la línea de lo afirmado por Tusell, debemos
destacar esta ruptura para comprender el proceso posterior de unos dirigentes apenas
«fidelizados» en la lealtad al Caudillo, sino en el servicio al Estado40.

A modo de conclusión: Los ayuntamientos valencianos dentro del túnel


Como conclusión, para el caso valenciano y por lo que tocante a la institución
municipal en su relación con FET-JONS, podemos hacer referencia a varios aspectos
fundamentales en lo que respecta a la instauración y evolución en el régimen a tenor de
lo planteado en páginas anteriores. En primer lugar, encontramos una elite al frente de
las nuevas corporaciones que no es nueva, sino que más bien procede de grupos
políticos anteriores. Para las gestoras de después de la guerra se contaría con grupos de
relevancia en la localidad, que provenían de fuerzas políticas, sobre todo la Derecha
Regional Valenciana y que encuadrados obligatoriamente en FET-JONS recibieron el
encargo de impulsar las políticas conducentes a la construcción del nuevo Estado. El
personal político que instauró el franquismo en el País Valenciano fue heterogéneo y
poliédrico, de orígenes diversos y plurales, pero con una confluencia de intereses
palpable en FET-JONS basado en el seguidismo al Caudillo y en la implantación de las
políticas de la victoria.
En segundo lugar observamos, en los primeros años de implantación del
régimen, a un importante sector de la aristocracia valenciana y terrateniente presente en
las corporaciones. Esa cooptación de este grupo social, gran parte del mismo
ideológicamente cercano a la restauración monárquica, tendría suma importancia en la
instauración del régimen y sus aspiraciones se vieron truncadas especialmente tras la
riada de Valencia.. A partir de aquel momento se optó por un cierto retorno a una elite

40
Javier TUSELL y Genoveva QUEIPO DE LLANO: Tiempo de incertidumbre. Carlos Arias Navarro entre el
franquismo y la Transición (1973-1976), Barcelona, Crítica, 2003.

320
falangista originaria, supuestamente más fidelizada al Caudillo y a los ideales que él
representaba. Esta etapa se cerró con la llegada al poder de una elite que
denominaremos de «gestión técnica del municipio», más implicada políticamente con el
regionalismo y que marcó el proceso de tránsito a la democracia en el País Valenciano.
En tercer lugar, como ha destacado Viver Pi-Sunyer, el personal político
encargado de la instauración del régimen, también en tierras valencianas, estuvo
imbricado con grupos económicos importantes. Ese enriquecimiento y mejor
incremento en las conexiones económicas se produjo a todos los niveles: tanto en el
número de individuos con vinculaciones de ese tipo, como en número de cargos
económicos desempeñados o de altos cargos e incluso en la importancia de las empresas
en las que participaban. Es más, el incremento se observa no solo en cifras absolutas
sino también relativizadas por el número de empresas existentes en los diferentes años
del período41.

Por tanto, el personal político de los municipios valencianos, relacionado con


fases históricas anteriores sobre todo el proveniente de Derecha Regional Valenciana,
con una fuerte imbricación con sectores económicos importantes y con un peso de la
aristocracia de viejo cuño de influencia monárquica fue la característica fundamental.
La ruptura producida en el cap i casal en 1957 y posteriormente en 1973 condicionó la
propia evolución del municipio franquista valenciano en su relación con el partido único
en fechas posteriores

41
Véase: Carles VIVER PI-SUYER: El personal político de Franco (1936-1945): contribución empírica a
una teoría del régimen franquista, Barcelona, Vicens Vives, 1978.

321

También podría gustarte