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Jennifer L. Armentrout - Dark Elements #3 - Every Last Breath PDF
Jennifer L. Armentrout - Dark Elements #3 - Every Last Breath PDF
Cada elección tiene sus consecuencias, pero Layla de 17 años, enfrenta decisiones más difíciles
que la mayoría. Luz u oscuridad. El malvado y sexy príncipe demonio Roth, o Zayne, el
hermoso, protector Warden quien nunca pensó que podría ser ella. Lo más difícil de todo,
Layla tiene que decidir a cuál de sus lados confiar.
Layla tiene un nuevo problema también. Un Lilin, el más mortal de los demonios, ha sido
liberado, dejando destrozados a aquellos quienes la rodean... incluyendo a su mejor amigo.
Para alejar a Sam de un destino mucho, mucho peor que la muerte, Layla debe hacer un trato
con el enemigo mientras salva su ciudad - y a su raza- de la destrucción.
Dividida entre dos mundos y dos chicos diferentes. Layla no tiene ninguna certeza, la menor
de ellas la supervivencia, especialmente cuando un viejo conocido vuelve a cazarlos a todos.
Pero , a veces, cuando los secretos están por todos lados y la verdad parece difícil de
conseguir, tienes que escuchar a tu corazón, elegir un lado y luchar hasta morir.
Alphas: Ángeles superiores.
E
staba plantada en el medio de la sala de Stacey cuando todo mi mundo
se estrelló alrededor de mí una vez más.
Jugando conmigo.
―De hecho, no iba a decirte eso. Te necesito para que me ayudes a liberar a
nuestra madre. Sin embargo, el resto de ellos puede morir.
―No voy a ayudarte a liberar a Lilith. ―No iba a referirme a ella como
nuestra madre. Puaj―. Eso no va a pasar.
Aspiré una bocanada brusca y dolorosa de aire a la vez que Stacey soltaba un
gemido. En cuestión de un segundo, su relación con Sam apareció delante de mí.
Ellos habían sido amigos desde siempre y sólo hace poco ella había reconocido que
Sam siempre, siempre había estado enamorado de ella. Pero no había comenzado a
prestarle atención real hasta que Sam había comenzado a cambiar…
Oh Dios.
―No hay nada como tomar un alma pura, pero ya lo sabes, Layla. Toda esa
calidez y bondad bajando tan suave como el más rico chocolate. ―El Lilin inclinó
la barbilla hacia arriba y soltó un gemido que normalmente hubiera causado que
mis oídos ardieran―. Pero tomándote tu tiempo, degustar el sabor es mucho más
decadente. Deberías intentarlo, Layla, y dejar de ser tan glotona cuando te
alimentas.
―Me gustas. De verdad así es, príncipe. Qué pena que vayas a terminar
muerto.
Mis dedos se doblaron, las uñas mordiendo mis palmas mientras el enfado
atravesaba mi sistema, ardiente y amargo. Mis emociones estaban dispersas. Por
encima de todo lo demás que había ido mal últimamente, estaba aquí parada entre
Roth y Zayne, algo que era mil veces incómodo en un día normal, pero ahora,
luego de que Roth…
―Es más como muy ansiosos de acabar contigo, bocazas ―retrucó Roth,
moviéndose por lo que de nuevo estaba de pie directamente a mi lado.
―¿Has sido tú todo este tiempo? ―La voz de Stacey tembló bajo el peso del
dolor que debía estar sintiendo―. ¿No has sido Sam? No desde…
―No desde que Dean desató sus puños furiosos. Fue divertido. ―El Lilin
empezó a carcajearse mientras esos ojos oscuros se deslizaban en su dirección―.
Sam no ha estado en casa en bastante tiempo, pero puedo asegurártelo, disfruté…
nuestro tiempo juntos tanto como seguramente él lo habría disfrutado. Ya sabes, si
eso te da algún consuelo.
Ella llevó las manos a su boca, amortiguando las palabras a la vez que
lágrimas caían por su pálido rostro.
―¿Por qué? ―exigí―. Has estado cerca de nosotros por semanas. ¿Por qué
no has atacado a ninguno?
―Oh, he hecho más que eso ―contestó el Lilin―. Mucho más. Todo lo que tú
Sam desea poder haber tenido y no tuvo las bolas de hacer. Pero ya sabes, en este
momento él no está preocupado por esas cosas. Verás, lo consumí; su alma en su
totalidad. Ni una parte permanece en este plano. No es un espectro como los otros
que se cruzaron en mi camino. No jugué con mi comida cuando se trató de él,
tomando pequeños bocados. No, se ha ido. Está en…
Moviéndome tan rápido como una cobra atacando, sujeté a Stacey del brazo y
la empujé detrás de mí. Me interpuse entre ella y el Lilin.
Roth era… bueno, no había nadie que caminara en esta tierra que se pareciera
en absoluto a él. Probablemente tenía que ver con el hecho de que no era humano
de ninguna manera, pero era impresionante. Siempre lo había sido, incluso cuando
se había arreglado en puntas su cabello negro. Yo prefería la apariencia simple que
lucía ahora con el cabello cayéndole sobre la frente, rozando la punta de sus orejas
y los arcos de las cejas igualmente oscuras. Los ojos dorados se inclinaban
ligeramente en las esquinas exteriores. Tenía pómulos y una mandíbula con los
que se podía cortar vidrio, un rostro que cualquier artista moriría por dibujar… o
tocar. Y esos labios llenos y expresivos estaban abiertos.
Su piel tostada no estaba pálida y no me estaba mirando boquiabierto como si
yo encajara bajo un microscopio, pero me miraba con asombro tal como lo hacía
Zayne.
No podía haber sido porque le había dicho al Lilin que le arrancaría la cabeza.
Sí, era un poco menos violenta la mayoría de los días, pero en la última semana o
así, había pensado que yo era el Lilin, había sido besada por Zayne y casi tomé su
alma, posteriormente fui encadenada y mantenida en cautiverio por el propio clan
que me había criado, casi fui asesinada por el mismo clan ―respiro hondo― luego
fui curada gracias a Roth y la misteriosa infusión proporcionada por un aquelarre
de brujas que adoraban a Lilith, y ahora acababa de descubrir que mi mejor amigo
estaba muerto, su alma estaba en el Infierno, y el Lilin había tomado su lugar. Uno
pensaría que podrían hacerse excepciones con una chica.
¿Que mire mi mano? ¿Por qué diantres me estaría pidiendo hacer eso en
medio de toda la locura?
Zayne tragó.
―¿Qué pasa con mis alas? ―casi chillé, estirando la mano detrás de mí―.
¿Están rotas? ¿No salieron…? ―Las puntas de mis dedos entraron en contacto con
algo tan suave como la seda. Mi mano retrocedió de un tirón―. ¿Qué…?
―Um, Layla, hay un espejo sobre la chimenea. Creo que deberías mirarte en
él.
Eran grandes, no tan enormes como las Zayne o las de Roth, y normalmente
eran casi curtidas en textura, pero ahora eran negras… negras y emplumadas.
Como un emplumado legítimo. ¿Esa cosa suave y sedosa que había sentido? Había
sido diminutas plumas.
Plumas.
―Yo no ―murmuró Stacey, quien, en este punto, había metido las piernas
contra su pecho y realmente parecía que estaría meciéndose en cualquier momento
dado. Hasta hace poco, Stacey no había sabido lo que Roth era en realidad. Ni
siquiera había sabido sobre mí. Esto tenía que ser demasiado para ella.
―Está bien. ¿Cómo y por qué has visto esto antes? ―pregunté, inhalando el
aire demasiado rápido―. ¿Voy a tener que afeitarme las alas ahora?
―¡No te atrevas a reírte, cara de idiota! Esto no es gracioso. ¡Mis alas son
fenómenos de la naturaleza!
―No voy a reírme, pero creo que deberías dejar las máquinas de afeitar en
paz. Además, un montón de cosas tienen plumas en sus alas.
―¿Como cuáles? ―pregunté. ¿Todavía había más criaturas sobrenaturales
con las que no estaba familiarizada?
―¿Halcones? ¿Halcones?
―¡No soy un pájaro, Roth! ―La paciencia se escapaba de mí―. ¿Por qué
tengo plumas en mis alas? ―aullé, esta vez a Zayne―. ¿Has visto esto antes?
¿Dónde? Alguien que me diga…
Alas olvidadas, intercambié una mirada con Zayne. Algo de esto era
demasiado conocido. Había sentido esto antes, cuando…
Una cegadora luz dorada entró a raudales por las ventanas, las pequeñas
grietas en la pared y entre las tablas de madera del piso. Una luz suave y luminosa
se deslizó por el techo, goteando hacia abajo. Salté hacia un lado, evitando por
poco ser golpeada con las salpicaduras. Recordaba claramente lo que había
sucedido la última vez que había sido tan estúpida como para tocar la luz.
Ella tenía razón; un nuevo aroma impregnaba el aire. Para mí, era almizclado
y dulce. El cielo… el cielo olía a lo que sea que tú quisieras, lo que sea que
verdaderamente desearas más en el mundo, y era diferente para todos.
Zayne empujó a Stacey detrás de él, y tuve la sensación de que Roth estaba a
punto de arrastrar nuestros traseros no angelicales fuera de allí, pero una fisura de
energía irradió a través de la sala. El dulce aroma que me llenaba de añoranza fue
reemplazado por trébol e incienso. La calidez viajó por mi espalda, y supe que era
demasiado tarde para que hiciéramos un escape.
Oh no.
Stacey jadeó.
―Oh mi… ―Sus ojos se pusieron en blanco y sus rodillas cedieron. Se dobló
como un acordeón. Zayne la atrapó antes de que se estrellara contra el suelo, y yo
realmente no tuve tiempo para preocuparme por ella.
No estábamos solos.
No quería darme la vuelta, pero no pude evitarlo. Tenía que hacerlo, porque
quería verlos. Tenía que verlos antes de que me borraran de la faz del planeta. Roth
debió haber sentido lo mismo, porque también se volteó. Había un suave
resplandor reflejándose en sus mejillas. Él entrecerró los ojos y miré hacia la
puerta.
Dos de ellos estaban allí parados como centinelas, casi dos metros quince de
altura o posiblemente incluso más grandes. Eran tan hermosos que era casi
doloroso contemplarlos. Su cabello era del color del trigo y su piel resplandecía,
atrapando y absorbiendo la luz a su alrededor. No eran ni negros ni blancos ni
ningún tono intermedio, sino de alguna manera todos los colores a la vez, y
llevaban una especie de pantalón de lino. Los orbes de sus ojos eran blanco puro:
sin iris ni pupilas. Sólo espacio en blanco, y vagamente me pregunté cómo podían
ver. Sus pechos y sus pies estaban desnudos. Sus hombros eran tan anchos como
los de cualquier Guardián y sus alas eran magníficas, de un blanco brillante
extendiéndose al menos dos metros y medio a cada lado de ellos.
Sin embargo, a diferencia de las mías, esas plumas tenían cientos de ojos en
ellas, globos oculares reales. Globos oculares que no parpadeaban, pero
deambulaban constantemente y parecían asimilarlo todo a la vez.
Cada una de las criaturas sujetaba una espada de oro, una jodida espada real:
una espada que parecía que era del largo de mi pierna. Toda la combinación
posiblemente era la cosa más extraña que jamás había visto, y había visto un
montón de cosas extrañas en mis diecisiete años de vida.
Ellos estaban aquí, los que manejaban este pequeño espectáculo llamado
vida, los que habían creado a los Guardianes y los que, para los demonios, eran el
equivalente al hombre del saco. Nunca en la historia de todos los tiempos habían
estado en presencia de cualquiera con un rastro de sangre demoníaca en ellos sin
acabar su vida inmediatamente.
Sabía que no era Bambi ni los gatitos, porque ésta sombra venía de los
alrededores generales de su… bueno, más o menos donde estaba el cinturón de sus
vaqueros. Sólo existía un tatuaje allí, el único que yo nunca había visto.
El familiar dragón que Roth me había advertido que sólo salía de su piel
cuando todo se iba a la mierda o él estaba enojado a más no poder.
P
reparándome para la aparición de un gran y muy destructivo dragón,
me tensé y contuve la respiración. Todos íbamos a tener unas
horribles muertes ardientes.
Parpadeé lentamente.
El dragón giró la cabeza hacia mí, abrió su boca y dejó escapar un pequeño
chillido. Más bien como un resuello. Una nube de humo negro se desprendió de
ella. Sin fuego. Sólo oscuras volutas que olían ligeramente a azufre. Mis cejas se
alzaron.
La postura de Roth parecía casual, pero sabía que estaba tenso como un
resorte, listo para entrar en acción.
Mis ojos se abrieron de par en par. Fanfarronear con los Alfas no era lo que yo
consideraba una decisión inteligente.
―Roth ―murmuró Zayne. Sonaba más cerca, pero no quería quitar mis ojos
de los Alfas para comprobarlo―. Puede que quieras relajarte un poco.
―Hay reglas por una razón. Esto no significa que nos tienen que gustar, así
que sugiero que no tientes tu suerte, príncipe.
Maldita sea, ¡le había sacado el dedo a un Alfa! ¡Y había llamado Bob al Alfa!
¿Quién hacía eso? ¿En serio?
―No estoy cegado por su gloria ―dijo Roth―. Ustedes se sientan en sus
elevadas nubes juzgando a todo ser viviente que hay. No todo es blanco y negro.
Ustedes lo saben y sin embargo no reconocen ninguna zona gris.
Las chispas de electricidad crepitaron de los ojos totalmente blancos del Alfa.
―Están aquí por el Lilin, ¿verdad? Nosotros lo detendremos. ―No tenía idea
de cómo haríamos eso y probablemente no debería hacerle semejante promesa a
seres que podrían destruirme en un santiamén, pero no veía opción. No sólo
porque necesitaba distraerlos de Roth, sino porque el Lilin sí tenía que ser
detenido. Cualquier cosa con un alma ahora estaba en peligro―. Lo prometo.
―¿Conmigo?
―¡No! ―dijo Zayne, plegando sus alas hacia atrás―. Ella nunca ha hecho
nada que…
Thumper, todavía dando vueltas cerca del hombro de Roth, soltó otro
chillido…
El Alfa gritó algo, pero se perdió en mitad del bajo gruñido zumbante del
dragón. Se lanzó hacia delante, moviendo su enorme cola con púas a lo largo del
suelo. Los muebles volaron contra la pared, demoliendo un retrato. Una ventana se
rompió y el frío aire de afuera entró a raudales en la sala. Thumper se detuvo
frente a nosotros, enfrentando a los Alfas mientras retrocedía, resoplando chispas
de fuego por su nariz. El fuego oscureció lo que quedaba del techo cuando Bob
gritó de nuevo.
―Das un paso hacia ella y yo mismo haré un poco de fritanga de Alfa. ―La
voz de Roth era baja y mortalmente tranquila―. Al estilo extra-crujiente.
Un Alfa retrocedió un paso, pero Bob parecía que iba a reventar de la rabia.
―¡Alto! ―Me liberé del agarre de Zayne, pero Thumper se movió. Su cola se
balanceó de nuevo, parando a escasos centímetros de mis caderas.
―Cualquier problema que tengan, lo tienen conmigo. No con ellos. Así que
podemos…
―Oh… ¡oh! ―chilló Stacey, y me volví de lado, justo a tiempo para verla
prácticamente apretarse a sí misma entre los dos cojines traseros del sofá―. ¡Hay
un dragón en mi casa! ¡Un dragón! ―Supongo que todavía estaba demasiado ida
por desmayarse para recordar que también había habido ángeles en su casa.
El dragón eructó una espesa nube de humo y se dio la vuelta. Salté del
camino de su cola, al igual que Zayne. La chimenea no tuvo tanta suerte. Esa letal
cola se estrelló contra ella, aflojando un puñado de ladrillos con el golpe. Éstos
golpearon el suelo, rompiéndose en pedazos. Thumper cambió su pesado peso de
lado a lado.
―Ah, cuando Thumper sale, siempre es bueno ir con la vieja excusa del
conducto de gas. Es muy práctico. ―Roth se volvió hacia mí―. ¿Estás bien allí?
¿Estaba bien?
La ira se mezcló con el miedo… miedo por él. Lo miré fijamente por un
momento y luego me lancé hacia él.
―Ay. ―Se frotó el pecho, pero sus ojos brillaban. ¡Él pensaba que esto era
divertido!
Él se encogió de hombros.
―Me defendí.
―Me defendí ―lo imité, meneando la cabeza hacia atrás y hacia adelante―.
¡No puedes simplemente ir por ahí matando Alfas, Roth!
―¿Mataste a esos ángeles? ―preguntó Stacey, así que supongo que sí los
recordaba.
―Pero…
―Reglas que incluso los Alfas tienen que acatar. No pueden atacarme sin
provocación física. Si lo hacen, enojan al Jefe, y entonces el Jefe toma represalias de
una manera que hace que lo que el Lilin podría hacer parezca un juego de niños.
No soy simplemente un demonio al azar. Soy el Príncipe Heredero. Ellos
intentaron golpearme, y me defendí. Fin de la historia.
Pero él los había provocado, tal vez no físicamente, pero no era un espectador
inocente en esto. A medida que la conmoción decaía, había otro tipo de píldora
amarga que tragar. ¿Qué pasaba si Roth había entendido mal sus reglas? ¿Y si más
Alfas estaban de camino a vengar a sus compañeros incluso ahora?
―Voy a estar bien. ―Sus ojos sostuvieron los míos mientras daba un paso
más cerca, alineando sus pies con botas con los míos―. Nada me va a pasar. Lo
prometo.
Sus manos se deslizaron hacia atrás y curvó los dedos en mi cabello suelto.
―Yo puedo.
Esas dos palabras eran como lanzarle un desafío a todo el universo. Bajé la
mirada cuando arrastró mi cabello hacia atrás, metiendo ambos lados detrás de las
orejas. Fue entonces, mientras retiraba sus manos lentamente, que recordé que no
estábamos solos.
―Los dejo solos por unas horas, y permites que Thumper fría y se coma un
Alfa.
―Eso fue rápido ―comentó Roth, cruzando los brazos sobre el pecho.
―Es una señal de los tiempos, hombre. Probablemente esto estará en el muro
de Facebook de algún Alfa dentro una hora.
―¿Quién es ese?
Empecé a explicar, pero Cayman hizo una reverencia hacia ella, extendiendo
su brazo con una floritura.
―Umm. ―La mirada de ella se movió rápidamente por la sala―. Está bien.
―Pequeña, estoy…
Estrechando mis ojos, tuve que admitir que era un buen punto.
Jadeé.
―Eso no es bueno. ―Hasta acá llegó el Jefe estando del lado de Roth.
Cayman asintió.
―Si quieres la verdad, creo que para sus adentros el Jefe estaba complacido
con lo que Thumper hizo, pero ya sabes… política. ―Suspiró cuando alcé las
cejas―. Arruina toda la diversión.
―Hoy ha sido…
Roth se acercó.
―Las protegeré a ambas de lo que sea o de quien sea que pueda atacarlas
―le aseguró Zayne. Él respiró hondo―. Incluso... incluso si es mi clan.
Suspiré.
―Lo que sea. Vamos. ―Girando hacia Stacey, me acerqué para liberar
suavemente de su agarre mortal el cojín que ella había recogido de nuevo―. ¿Estás
de acuerdo en ir allá?
Ella parpadeó una vez y luego dos veces.
―¿Cuáles son mis opciones? ¿Quedarme aquí mientras Roth le prende fuego
al lugar? No gracias.
Era bueno ver que, incluso después del día que habíamos tenido, Stacey aún
podía ser una sabelotodo.
―Sí. Lo está.
―Recuerdo a todos ustedes hablando del… del Lilin y lo que le hace a las
personas. Si Sam está muerto, entonces su alma…
Envolviendo mis manos alrededor de las de Stacey, las apreté con fuerza.
―N
o debiste haber hecho esa promesa ―dijo Zayne en voz baja
en el momento en que Stacey fue al baño de chicas en la
panadería a unas cuantas cuadras de su casa. Había
intentado acompañarla, pero se puso firme en que necesitaba estar unos minutos a
solas.
―¿Cómo vas a conseguir sacar el alma de Sam del Infierno, Layla? Roth
puede ser el Príncipe Heredero, pero tengo serias dudas que eso sea algo que
puedas pedirle, incluso si estuviera en buenos términos con ellos. El Infierno no
entregará porque sí el alma de Sam.
―No había desarrollado mucho mi plan. ―De hecho, había estado esperando
que eso fuera algo con lo que Roth pudiera ayudarnos. Después de todo, ser el
Príncipe Heredero significaba que podía ir por ahí dejando que Thumper friera y
se comiera a los Alfas―. Pero es algo que hay que hacerse. Zayne, es mi mejor
amigo. ―Mi voz se quebró, y sentí que el tenue control que tenía sobre mis
emociones empezaba a escaparse―. Aunque él no lo fuera, no podía vivir con él
allá. No se merecía esto. Dios, Zayne, Sam no se merecía esto.
―Lo sé. ―Zayne bajó la barbilla, su mirada nunca dejando la mía―. No voy
a sugerir que te olvides de él.
―Tenemos que hacer algo ―repetí, aspirando una bocanada de aire mientras
me recostaba contra la cabina, apoyando las manos en la mesa lisa. Miré hacia atrás
donde Stacey había desaparecido. Ella me había pedido tiempo, pero era difícil
dárselo. Teniendo en cuenta todo lo que había acontecido, me sorprendió que
pudiéramos sentarnos aquí y hablar con normalidad―. Y después, tenemos que
descubrir qué hacer respecto al Lilin, y entonces…
No quería hablar sobre nada de eso, porque había una buena oportunidad de
que no pudiera manejarlo.
Bajé la mirada a su mano, la que sostenía la mía y la que había sostenido por
tantos años. Cerré los ojos e inmediatamente vi a Zayne yaciendo en el piso de mi
habitación, pálido e inmóvil. Recordé la manera en que Abbot, el Guardián que me
había criado, me había mirado cuando encontró a su hijo, me miró como si yo
fuera un monstruo que él había ayudado a crear. La presión apretó mi pecho
mientras recordaba el vuelo asustado a través del complejo, mi intento
desesperado por escapar y el fracaso.
Un fracaso que había terminado conmigo enjaulada y drogada, abandonada
en la oscuridad sin esperanzas de alguna vez volver a ver la luz del día. Todavía
podía oler el olor enmohecido que había perdurado en el sótano del complejo,
sentir las cadenas que me habían restringido cuando había sido llevada al almacén
secreto.
―¿Layla?
―Aprecio que digas eso. Tienes razón. Lo que me hicieron estuvo mal.
Entiendo que ellos creyeran que yo fui la causante de los problemas alrededor del
complejo… rayos, incluso yo misma pensé que estaba poniendo en peligro a todos,
pero fueron muy lejos.
Dez y Nicolai habían arriesgado todo por alertar a Roth de lo que estaba
sucediendo. Si no lo hubieran hecho, no estaría sentada aquí en este momento.
Luego estaba todo lo que había sucedido con Zayne. Había sido criada con él,
pasado años idolatrándolo y amándolo desde la distancia. Por mucho tiempo,
había sido mi todo, pero había sido un Guardián y yo sólo medio Guardián… pero
todavía, medio demonio. Entre su alma y mis antecedentes genéticos, él había
estado fuera del límite. Una amistad con él, el lazo que compartíamos, había sido
un atisbo de un futuro que cada hembra Guardián se había asegurado de que
nunca estuviera a mi alcance. Ese conocimiento no había hecho nada para detener
mis sentimientos crecientes, y cuando Roth regresó de los abismos, apartándome,
me empujó directamente en los brazos de Zayne, el chico que nunca pensé que
devolvería mis sentimientos.
―Pero no lo hiciste.
―Apenas. ―Esa presión regresó, pesando sobre mí como si sintiera otra vez
el horror de la noche que me di cuenta que me había estado alimentando de Zayne
en vez de… en vez de devolverle el beso―. Puedo ver dónde he tomado un poco.
Puedo decirlo por tu aura.
―Estoy bien…
―No gracias a mí. La única razón por la que había sido capaz de… de besarte
antes de eso fue gracias a Bambi. Cuando ella estaba sobre mí, podía controlar mis
habilidades. ―Liberé mi mano, presionando mis labios mientras negaba con la
cabeza―. No puedes restarle importancia a lo que te hice, y sé que no puedes estar
cien por ciento bien.
―Te detuviste a tiempo. Más que sentirme un poco cansado y… más gruñón
de lo normal, estoy bien, Layla-bug.
Creo que sabía la respuesta a eso. Cuando el alma de alguien era despojada,
incluso el trozo más pequeño, eso cambiaba quiénes eran de alguna manera. Tal
vez hacía a algunos más propensos a los cambios de humor, a otros más temerarios
y otros violentos.
Por otra parte, como Zayne había señalado una vez, había muchas más cosas
que podíamos hacer que no implicaba a nuestras bocas tocándose.
Tal vez los eventos de hoy me habían sorprendido lo suficiente que incluso
eso se vio afectado.
―Lo siento ―dije finalmente, girando mi mirada hacia la calle más allá de la
ventana. Era la segunda semana de diciembre, y los cielos de Washington, DC,
estaban grises y el viento brusco, llevando el aroma a nieve en el aire―. Lo siento
tanto, Zayne.
―No te disculpes ―fue rápido en decir―. Nunca te disculpes. No lamento
nada de lo que sucedió entre nosotros. Ni un momento.
―¿Yo sí?
―Estoy bien ―dije, y se sintió como una mentira―. Fui sanada por los
brujos. Ya sabes, los que trabajan con el Lilith. Le dieron a Cayman algo para que
bebiera y funcionó. ―Lo que me hizo acordar del hecho de que Cayman tuvo que
prometer algo a cambio y ninguno de nosotros sabía qué trato había hecho
todavía―. No tengo idea de lo que me dieron.
―Layla, yo…
Una sombra cayó en nuestra mesa, y cuando miré hacia arriba, vi primero el
aura de Stacey. Era de un verde suave y musgoso. Un color común. Las almas
puras eran raras, y entre más oscuro el tono del alma, más probable que hayan
pecado. El rostro enrojecido de Stacey me rompió el corazón. Me deslicé,
enviándole a Zayne una mirada. La mirada que él llevaba prometía que no
habíamos acabado con la conversación.
―¿Cómo estás? ―pregunté, sabiendo que era una pregunta de lo más tonta.
Mi sonrisa fue débil mientras las lágrimas ardían en el fondo de mis ojos.
Tragando saliva, ella asintió en tanto rodeaba la taza de chocolate caliente con
sus manos.
―Entendido.
Cuando Stacey asintió otra vez, él estiró la mano sobre la mesa, su mano
desviándose a la izquierda. Me arrebató la taza de chocolate caliente. Dándole un
sorbo, ni siquiera miró en mi dirección.
Me puse tensa.
―Buen punto.
―Esa cosa en mi casa no era Sam. No era él ―dijo, su voz elevándose. Una
pareja cerca de la puerta miraron hacia nosotras con ceños fruncidos en sus
caras―. ―Así que cuando ustedes hablan de eso, el Lilin, no están hablando de
Sam. ―Su voz se quebró―. Esa cosa no es Sam.
―Segura ―susurró.
―De acuerdo.
―Se escuchó como si los Alfas pudieran haber hablado ya con los
Guardianes, y si ese es el caso, encuentro un poco interesante que tú no hayas
mencionado nada.
―¿Cuándo habría tenido el tiempo de decir algo incluso si ese fuera el caso?
―respondió Zayne, su voz entrecortada―. ¿Entre ver a Layla y cuando los Alfas
de hecho aparecieron?
―No lo sé. ―Una ligera sonrisa se formó en sus labios mientras lanzó su
brazo a lo largo del respaldo del cojín. Suspiré, porque conocía esa mirada―. Pero
que me hables con ese tonito es casi tan interesante como informarse de los
beneficios del sistema de purificación del agua.
Lo miré fijamente. Solo hace un puñado de horas, Zayne le había agradecido
a Roth por salvarme. De hecho habían sido educados el uno con el otro. Supongo
que no debería sorprenderme que no haya durado tanto.
―Roth.
―¿Hmm?
―Detente ya.
Oh Dios.
―Lo que no entiendo es por qué los Alfas pensarían que los de tu especie
serían los que detuvieran al Lilin. Ustedes tienen almas, por lo tanto tienen mayor
vulnerabilidad. ―Roth estaba centrado en lo que quedaba de mi chocolate
caliente―. Mi especie no.
―¿Lo tenemos?
Quería hacer eco a esa declaración, porque no estaba segura exactamente qué
podía ser más grande que derribar a una criatura que podía infligir tanto dolor y
destrucción.
―¿Qué es lo que los Guardianes van a hacer una vez que se den cuenta de
que Layla está vivita y coleando? ―Hubo un rugido bajo en la voz de Roth que
parecía un gruñido―. Eso es de lo que estoy preocupado.
―No harán nada. Ellos saben que ella no es la causa de lo que pasó…
―No dije que lo hiciera. ―La mano que Zayne tenía en la mesa empezó a
acentuarse al color del granito―. No les voy a permitir que la toquen.
Abrí mi boca para señalar otra vez que yo no iba a permitirles que me tocaran,
pero Roth se puso justo en frente de la cara de Zayne.
―Nunca me perdonaré por eso. ―La queda voz de Zayne rompió el breve
silencio, y yo moví rápidamente mi cabeza para enfrentarlo.
―Yo tampoco.
―Ya basta. ―Apreté el borde de la mesa―. Hablar acerca de eso no nos está
llevando a ningún lado. No importa.
―Sí importa ―contestó Roth―. Porque sin importar qué, yo nunca, jamás te
lastimaría.
―Puedes hacer esto. ―Me estiré y apreté su brazo a través de su suéter. Sus
ojos tenían una apariencia salvaje y con pánico.
―Sabes esto, pero no puedes regresar al complejo. Hay lugares donde puedes
quedarte, donde estarás segura.
Su mandíbula se endureció.
―¿Con él?
La pregunta llevaba un montón de peso, porque supe que iba más allá de
donde me iba a pasar la noche o los próximos días. Había tanto de lo que no tenía
la respuesta. La escuela estaba en el aire. Dónde estaría viviendo estaba
completamente sin decisión. Cómo podíamos derrotar al Lilin o salvar el alma de
Sam aún lo desconocíamos. No tenía idea de lo que estaba pasando cuando me
cambié hoy. Y había más… estaban Roth y Zayne, dos chicos muy diferentes que
había amado y de los que me había enamorado.
Los cuatro nos dirigimos hacia el aire helado. Stacey y Roth caminaron
adelante, pero yo me detuve y me di la vuelta. Con mi corazón latiendo
rápidamente, caminé de vuelta hacia donde Zayne estaba parado detrás de la
banca cerca de la cual Stacey había caminado de un lado a otro. Estirándome,
envolví mis brazos alrededor de él. Hubo un momento de vacilación, y luego me
devolvió el abrazo, sosteniéndome tan apretadamente que mi mejilla se presionaba
contra su pecho.
El abrazo se sintió bien, más que bien. Era como volver a casa después de un
largo día, y era difícil alejarse de eso.
―Pronto ―prometí.
―Tú también.
―Nunca te culpé por las marcas de garras, así que por favor no te culpes a ti
mismo por algo que ni si quiera necesito perdonarte.
No sabía por qué Roth estaba tan callado, pero lo apreciaba, porque no tenía
la capacidad mental para mantener una conversación o en realidad pensar en
nada.
―Gracias.
No respondió.
Nunca me sentí tan fuera de lugar mientras sacaba el pijama que Cayman me
había traído hace unos días y rápidamente me cambié a pantalón de algodón y una
camiseta floja. Al menos la ropa de noche no era nada como la otra ropa que él y
Roth habían escogido para mí. Estaba medio sorprendida de que no me hubieran
dado un camisón revelador. Caminé lentamente con pies descalzos hacia el baño,
uno mucho más grande que el baño adjunto a mi habitación allá en el complejo de
los Guardianes. Bueno, mi antigua habitación. Definitivamente ya no más mía.
Vi a Sam.
No había nadie que me viera, pero estampé mis manos sobre mis ojos
mientras me presionaba contra la pared. Un estremecimiento me sacudió mientras
las lágrimas con las que estuve peleando toda la tarde y noche finalmente se
liberaron.
Ese conocimiento era como ser golpeado por una barredora de nieve a toda
velocidad, y luego ser atrapada bajo las ruedas y arrastrada por un camino lleno de
baches. Lágrimas se vertieron de mí mientras mis hombros temblaban con la
fuerza de ellas.
Una risa estrangulada se me escapó. Dios, ¿cómo es que Sam sabía todas esas
cosas? ¿Quién sabía ese tipo de cosas? Sam lo sabía, pero yo nunca conocería la
respuesta a esa pregunta y eso dolía.
No escuché abrirse la puerta del baño, pero de repente un brazo rodeó mis
hombros, y luego Roth estaba sentado a mi lado en el piso. No dijo nada mientras
me arrastró hacia su regazo, y yo era incapaz de pronunciar ni una sola palabra
mientras enterraba mi cara en su pecho, inhalando la singular esencia almizclada y
empapándome en su calidez. Las lágrimas cayeron más rápido y con más fuerza.
No había manera de controlar nada de esto. Roth me sostuvo, un brazo envuelto a
mí alrededor, la otra mano enterrada en mi cabello, curvándose alrededor de la
parte de atrás de mi cabeza. No susurró palabras de consuelo, porque no había
absolutamente nada que pudiera ser dicho. Mi corazón se había partido
completamente y estaba en carne viva, dolorosamente. Era injusto.
S
entada con las piernas cruzadas en el centro de la cama tamaño King,
introduje los números de Zayne y Stacey en el celular que Cayman
había puesto fuera de mi habitación esta mañana.
Tenía una espantosa y horrorosa suerte con los celulares. Había dejado
detrás un cementerio de celulares, montones de teléfonos que simplemente
tuvieron la mala suerte de terminar en mis manos, pero como la tuve con cada uno
antes de éste, en serio tenía la esperanza de que esta vez fuera a ser diferente.
Como el último teléfono que Zayne había escogido para mí, era un excelente
Smartphone, pero este era una versión incluso más reciente y sofisticada.
Extrañamente, sin importar la manera en la que posicionara mi dedo sobre el
pequeño botón, no leía mi huella dactilar.
Tecnología.
Suspiré.
Dejando caer el teléfono en la cama enfrente de mí, parpadeé varias veces con
mis ojos soñolientos. Había llorado tanto anoche, que mis ojos ahora se sentían
como si papel de lija estuviera adherido en la parte posterior de mis párpados.
Había llorado hasta que me quedé dormida en el piso del baño, en los brazos de
Roth. Él debió haberme cargado hacia la cama, pero no lo recordaba, aunque sí
recordé lo bien que se sintió ser sostenida por él. Ya se había ido cuando me
desperté y no lo había visto ni a él ni a Bambi en todo el día. Supuse que ella
estaba con él.
Intenté no entrar en pánico por su ausencia, pero era difícil. Por la forma en
que las cosas estaban sucediendo había una buena probabilidad de que Cayman y
Roth hubieran subestimado la extensión de la reacción de su Jefe hacia las acciones
de Roth con los Alfas y Thumper el día de ayer.
Porque era breve y era voluble, y nadie, ni yo ni nadie más que conociera,
tenía otro día, ni si quiera otro segundo asegurado.
―Buenos días ―dijo sin darse la vuelta. Su cabello estaba recogido con un
broche rosa fuerte con una deslumbrante mariposa adherida. Una pequeña sonrisa
se arrastró por mi cara―. ¿Te gustan los huevos revueltos o qué?
―¿Cómo lo supiste?
―Así que, ¿qué estás planeando hacer hoy? ―preguntó Cayman, sacando
con una pala los huevos y sirviéndolos en dos platos.
Casi me ahogo con el tocino. Mis ojos se llenaron de agua mientras agarraba
el jugo de naranja y tomaba un enorme trago.
―¿Disculpa? ―grazné.
―Dulce niña, una persona ciega podría ver que hay una gran tensión. ¿Cuál
es la noticia?
―Yo… ―No tenía idea cómo responder esa pregunta, porque ni siquiera yo
estaba segura―. No lo sé.
―Ah, creo que totalmente lo sabes, pero simplemente no estás lista para
ponerlo en palabras.
―Salió.
Haciendo un guiño, levantó su plato vacío entre dos dedos. Aire crepitó, y
luego llamas se desataron en la punta de sus dedos, trepando hacia el plato. Mis
ojos se ampliaron mientras observaba el fuego destruir completamente el plato. El
tenedor fue el siguiente en las llamas.
―Solo un pequeño truco del oficio. ―Sacudió las cenizas de sus manos―.
Pero volviendo a la parte de no ser de mucha ayuda, te dejaré saber que soy
bastante útil. Pregúntame cómo puedes recuperar el alma de Sam.
Parpadeé.
―¿Qué?
Él suspiró.
―Síp. Aunque creo que Roth preferiría que no te lo dijera. Ahora quita esa
mirada de tu cara que hace pensar a la gente que un ave acaba de cagarse en tu
cabeza.
Él continuó:
―Roth debe conocer una manera, pero no creo que sea ahí donde tiene su
cabeza justo ahora. Honestamente, ni siquiera estoy seguro de si quiero saber
dónde está su cabeza en este momento.
―Así que este es el asunto. Hay un ser que vigila las almas allá abajo y sólo
ese ser puede liberar un alma. Al menos, la mayoría del tiempo. Si la persona no
está completamente muerta y está merodeando en medio, entonces ambos, tanto el
Jefe y el gran hombre en el cielo, tienen la opción de liberar el alma o jalarla de
vuelta.
Sacudió su cabeza.
―No nos gusta usar esa frase en particular. Más como recuperarlos del
umbral de la muerte.
―Bueno, cuando una persona muere, los Alfas deciden a dónde van sus
almas. Típicamente el alma va a donde pertenece. No hay ninguna negociación, ni
súplicas o llantos. Si está destinada a ir allá abajo, ahí es a donde irá. ―Hizo una
pausa―. A menos que su alma sea arrancada por un Lilin… o alguien como tú. En
esas instancias sólo va en una dirección. Apesta. Completamente injusto, pero esa
es simplemente la manera en que es.
―¿Segador?
―No le gusta ser llamado así debido a que esa es la corrupta versión de su
nombre. ―Cayman giró en su taburete, un círculo completo―. Ni si quiera podrías
pronunciar su verdadero nombre, así que simplemente vayamos con Segador. Él
está bien con ello. Es el guardián de las almas allá abajo y es el único que puede
liberarlas.
―¿Es agradable?
Mi nariz se frunció.
―Asco.
―Así… ¿así que tendría que ir sola? ―Un estremecimiento bailó por mi
columna vertebral―. ¿Al Infierno?
―Lo más probable. Iría contigo, pero… Síp, de verdad no quiero hablar con
el Segador.
―¿Qué puedo decir? Los chicos son más mi campo de experiencia. Pero
volviendo al tema en mano, no, conseguir el alma de Sam no será tan fácil como lo
haces sonar, pero por suerte para ti, tendrás un poco de tiempo para planear tu
estrategia. El Segador no está allá abajo en este momento. Él está… lejos, tipo
como vacacionando.
―Si tú hubieras estado haciendo un trabajo por dos mil años y más, también
necesitarías unas vacaciones. ―Sus rodillas golpearon las mías―. De acuerdo.
Realmente no está vacacionando, pero está en un lugar mucho más placentero que
las fosas en este momento. Él alquila en dos lugares.
―¿Qué significa eso? Y no me llames idiota otra vez. No estoy familiarizada
con toda tu jerga demoniaca.
―¿Lo entiendes?
―¿Está allá arriba? ―Apunté hacia el cielo―. ¿Y también allá abajo? ¿Va a
ambos lugares?
No sabía mucho acerca de todos los diferentes tipos de ángeles, pero estaba
suponiendo que el Segador era en realidad un ángel de la muerte, tal vez el
original, así que supuse que tenía sentido que dividiera su tiempo entre el Cielo y
el Infierno. Honestamente, ni siquiera me importaba. Lo que era importante era
que había algo que nosotros podíamos hacer por Sam, y tal vez si tenía suerte, por
todos esos que el Lilin había sentenciado al Infierno.
Bueno, duh. Pero el viernes estaba a seis largos días de distancia. Tragué
saliva.
―Dices emplumadas como si fuera un mal peinado. Por otra parte, el cabello
emplumado es realmente malo.
―Y, ¿qué crees que va a hacer el Lilin cuando se dé cuenta de que mamá
querida no será libre y que no hay nada que pueda hacer?
―El caos se producirá, y, ¿qué crees que pasará cuando surja el caos? Los
Alfas intervendrán, y habrá tantos de ellos que Thumper conseguirá un malestar
estomacal tratando de comérselos a todos. No queremos eso. En serio que no.
Abrí la boca.
―¿Y por qué preocuparte por tus emplumadas alas culo elegante cuando
tienes todo un clan de Guardianes que acaba de enterarse en las últimas
veinticuatro horas que en realidad no estás muerta? Porque confía en mí, lo saben.
Zayne no tenía que decirles. Los Alfas lo hicieron. Algunos no van a estar
contentos con tu supervivencia. Oh, no, osito azucarado. Luego está toda la cosa de
las brujas, y ni siquiera me preguntaste qué querían a cambio de salvarte el culo,
porque no voy a ser el portador de las malas noticias.
Él no había terminado.
―¿Y por qué preocuparte por las alas en general cuando vas a romper el
corazón de alguien?
―Ambos harían cualquier cosa por ti, vivir, respirar y morir por ti, pero no
puedes tenerlos a ambos, Layla.
―Ya lo sé.
1Beanie Babies: son una línea de peluches populares, hechos por Ty Warner Inc., que más tarde fue
rebautizado como Ty a finales de 1993.
―Frustrada, salté del taburete y caminé alrededor de la barra―. Y tal vez no crea
que sea el momento adecuado para estar con cualquiera de ellos. ¿Alguna vez
pensaste en eso?
Él imitó mi postura.
―¿Disculpa?
―¿Dime otra vez por qué estamos hablando de esto? ¿Y por qué te importa?
Cayman sonrió.
No, no mejor que escuchar lo que había dicho Cayman sobre Zayne y Roth. Él
estaba en lo correcto. Oh, Dios, estaba tan espeluznantemente en lo correcto.
Amaba a los dos chicos. Realmente lo hacía, y la idea de lastimar a uno de ellos o
perder a uno de ellos me daban ganas de atacar, pero Cayman también tenía razón
sobre unas cuantas cosas más.
Bueno, sólo había uno con el que sabía que sería feliz por siempre, con quien
reiría por siempre. Uno que querría por más tiempo, que desearía por más tiempo,
y cada segundo que pasaba ignorándolo era un segundo que no conseguía pasar
con él, un segundo que no vivía la vida de amor con él, el verdadero amor con él, de
esos que tienen poder duradero.
A pesar de lo que había dicho Cayman, no estaba segura de que los dos
estuvieran realmente enamorados de mí. No leía sus mentes, pero la forma en que
se sentían no importaría cuando estuviera hecho. Era lo que sentía, y yo no iba a
conformarme. Además, no esperaba que se asentaran.
Te amo, Layla. Te he amado desde el primer momento en que escuché tu voz y seguiré
amándote. No importa qué. Te amo.
―Estaba… estaba pensando ―le dije, pasando mis manos por mi cabello―.
Pensando en cosas.
―Puede ser.
―Revisando la casa de Sam. Pensé que sería una buena idea. ―Estirándose,
puso sus dedos entre los míos y los tiró lejos de mi cabello―. No hay buenas
noticias.
Roth negó con la cabeza mientras sostenía mis manos entre las suyas.
―Su familia estaba muerta. En sus camas. ―Su expresión se hizo fuerte,
sombría―. Y habían estado muertos durante al menos un par de días. Como no vi
a ningún fantasma, no parece que sus almas hayan sido arrebatadas. Era un…
desastre lo dejado atrás.
―Dios. ―Mi único resquicio de esperanza era que la familia de Sam fuera a
donde pertenecía, ya que todavía tenían sus almas.
―Como que esperaba eso, para ser honesto. Pensé en ello anoche, pero no
quería dejarte hasta que me asegurara de que estabas bien. ―Sus cálidas manos se
extendieron a mis muñecas, y cuando abrí los ojos, estaba mirando hacia mí―.
Odio tener que darte esta noticia.
Odiaba el hecho de que más vidas inocentes se hubieran perdido. Había visto
a los padres de Sam un par de veces. Eran tan distraídos y adorables como Sam.
―Me di cuenta de que para Stacey… y para ti, sería más fácil si todo el
mundo asumía que estaba muerto o, bien, era un asesino ahora y no después. Si el
Lilin puede recorrer los alrededores de la escuela como Sam, significaría que
Stacey tendría que pasar por la pérdida de nuevo.
―¿Bien?
Oh.
Oh, vaya.
―Así que no me des crédito por algo que no soy ―terminó, dejando caer mis
manos.
Esa era la cosa. Yo no creía que tuviera una idea de lo que era, no lo que
existía en el interior de él, lo que realmente importaba.
Roth fue a la nevera y sacó una botella. No se volvió, pero hubo un silbido
sospechoso cuando desenroscó la tapa.
―Roth…
Él no me dejó terminar.
Antes de que pudiera decir nada más, o incluso protestar, Roth se había ido.
En un abrir y cerrar de ojos, había desaparecido y yo me quedé mirando el espacio
en el que había estado de pie.
Traducido por Malu_12
N
o fue hasta después en la tarde que pude encontrarme con Zayne, y
luego tuve que esperar a que Cayman jugara a chofer. Él no se
molestó por el nuevo requerimiento impuesto. Charló mientras
estábamos en el coche, pero yo estaba demasiado ansiosa y distraída para prestar
atención a lo que estaba diciendo, así que miré por la ventana, viendo todas las
guirnaldas colgadas de las farolas y las luces que pronto se encenderían. Me retorcí
todo el camino a la cafetería que Zayne y yo solíamos visitar todos los sábados, mi
mente pegada en la forma en que Roth me había mirado en la cocina.
―Sí, papá.
Él sonrió.
Disparándole una mirada por encima del hombro mientras bajaba, cerré la
puerta del coche y subí a la acera. El viento era brutal mientras aceleraba alrededor
de la gente corriendo ida y vuelta por la acera. Un conjunto de auras en amarillos
mantecosos y suaves azules y rosas me saludaron. Mantuve un ojo atento por
cualquier persona a la que le faltara una, un signo seguro de que había un demonio
en medio de nosotros, pero todo parecía ser lo de siempre.
Antes de que me uniera a él, me tomé unos minutos para conseguir despejar
mi cabeza y pedir un moka de menta. Entonces llevé la taza caliente hacia él. De
inmediato se puso de pie, y cuanto más me acercaba, me daba cuenta de que los
moretones cansados bajo sus ojos se habían desvanecido un poco. Por eso, estaba
agradecida.
―Esto era lo que quería hacer ayer ―dijo con voz áspera, su voz baja en mi
oído―. La primera vez que te vi de pie en esa casa, esto era todo en lo que podía
pensar.
―El clan sabe que estás viva ahora ―continuó, y sentí los músculos de su
espalda tensarse. Cayman había dicho lo mismo, pero escucharlo confirmarlo era
toda una historia diferente―. Danika quería venir conmigo. Quería ver por sí
misma que estás bien.
La extrañaba de una manera extraña, como uno extraña palear contra la nieve
durante una ola de calor. Cuando Zayne me soltó a regañadientes, todo cayó en su
lugar mientras luchaba por controlar lo que estaba sintiendo, de lo que estaba a
punto de hacer.
―Él llamó a la policía, que fue bastante inteligente. Eso va a obligar al Lilin a
desaparecer por un tiempo ya que la policía estará buscándolo… a Sam. Al menos,
eso esperamos. ¿Has averiguado algo sobre los Alfas?
―Sí. Algunos de ellos le dieron al clan una visita más o menos al mismo
tiempo que los otros dos se presentaban en la casa de Stacey. Por lo que pude
deducir de Nicolai, los Alfas sabían que había un Lilin, siempre lo han hecho.
―¿Lo hacían?
―Mi padre fue capaz de negociar algún plazo con ellos. Nos darán hasta el
Año Nuevo para hacer frente al Lilin, a menos que el Lilin haga algo que tenga
riesgo de exposición. Tenemos Guardianes ahora en busca de él.
Mis cejas se alzaron. Para ser honesta, no había pensado que fueran a darnos
nada de tiempo. Podía verlos fácilmente dándonos dos horas. No estaba
sorprendida al saber de todo el asunto de la exposición, sin embargo. Los Alfas
habían decretado hacía mucho tiempo que la humanidad nunca podría tener una
prueba real de que existían un Cielo y un Infierno, debían creer en un poder
superior basados en la fe. No lo había entendido entonces y todavía no lo entendía.
Todo lo que sabía era que los Guardianes recorrían grandes caminos para
mantener la existencia de los demonios en secreto de los seres humanos en todas
partes.
―Uh, no. Ellos… bueno, no hay manera fácil de decir esto. No están felices
contigo, Layla bug.
Tal vez hace un par de semanas, habría enloquecido y me habría tirado en un
rincón para alejar todos mis problemas. ¿Ahora? Solté un bufido y luego tomé otro
trago.
―Roth dijo algo cierto ayer. He visto alas de plumas negras antes.
―¿Dónde?
―Sólo he visto a un demonio con ellas. Uno que se sentía como de Nivel
Superior. Fue un breve vistazo. Pensé que estaba viendo cosas, pero eran como las
tuyas.
―Oh ―murmuré, sin saber cómo sentirme sobre eso. Zayne y Danika ya
habían confirmado que olía como un demonio de Nivel Superior. Por eso el
Guardián Tomas me había atacado. Así que esto no era nada nuevo, no realmente,
pero todavía no explicaba por qué mis alas repentinamente eran emplumadas y
por qué no me había transformado totalmente como un Guardián o un demonio
haría―. ¿Mis alas tienen algo que ver con la razón por la que de repente no le
gusto a los Alfas? Bueno, no que alguna vez les haya gustado en primer lugar,
pero, ¿por qué ahora?
―Todo lo que dijeron es que eres una abominación. Eso no está bien. Tú…
―Lo sé. No es correcto. Hay cosas peores por ahí que yo. Sé eso. Y si ellos no
lo saben, no es mi problema.
Me había costado mucho tiempo llegar a ese punto, no dejar que las palabras
de los Alfas o de los propios miembros del clan me cortaran. O incluso las palabras
de las chicas en la escuela, como Eva Hasher y la Manada de Perra, como Stacey se
refería a ellas, que solían dudar de todo lo que yo era. Ni siquiera sabía
exactamente qué había provocado ese cambio en mí. Tal vez las largas y oscuras
horas que había pasado en esa horrible jaula debajo del complejo o tal vez estar
casi muriendo. De cualquier manera, fue una llamada de atención.
En más de un sentido, y ahora tenía que hacerme con uno de esos otros
sentidos.
Eché un vistazo a Zayne, mi más cercano amigo desde que era una niña, mi
todo durante tanto tiempo, y descubrí que no podía mirar hacia otro lado. Esto…
esto iba a doler. Santas barras de granola, iba a arder como un enjambre de
avispas. Y era tan aterrador, porque no había ninguna red de seguridad para esta
decisión.
Para de ser una cobarde y dejar ir el pasado. Abraza el futuro, porque son dos cosas
muy diferentes.
Cayman había tenido razón. Era una cobarde, temerosa de dejar atrás el
pasado, toda la familiaridad, porque no había seguridad allí, sin simplicidad en su
comodidad. El pasado era como ir a casa, y era dulce y cálido, y perfecto en su
propia manera. No era nada menos que el futuro, pero yo había estado
aterrorizada de abrazar lo desconocido, de la posibilidad de perder con lo que
siempre había contado.
Porque sólo había visto un par de ojos cuando cerré los míos en la noche y los
abrí de nuevo en la mañana.
―Dijiste ayer que teníamos que hablar y tenías razón. Tenemos que hacerlo.
―Sé que hay mucho sucediendo en este momento, así que hay muchas cosas
en el aire, y mucho de ello es una locura.
―¿Pero…?
―Sabes que significas el mundo para mí, siempre lo has hecho, y que me
preocupo mucho por ti. Te quiero…
Abrí la boca.
―Para. Sólo por un segundo ―dijo de nuevo, con los ojos abiertos y sin
perderse nada. Sacudió la cabeza, mirándome con el peor tipo de asombro―. ¿Es
por lo que pasó cuando te besé por última vez, o por nuestro clan? Confío en ti,
Layla. Y sé que confías en mí. Podemos hacerlo funcionar.
Lágrimas quemaron la parte trasera de mis ojos porque nunca, nunca había
querido hacer daño a nadie. Especialmente a él.
―No sé.
―Por supuesto que no. ―Pasó una mano por su cabeza, apretando la parte
posterior de su cuello. Pasó un momento en que la tensión presionó las líneas de su
boca―. Te amo ―dijo entre dientes, un músculo latiendo en su mandíbula―.
Estoy enamorado de ti. Esperé por ti, Layla. Y nada de eso… nada de eso importa.
No sabía qué decir. Importaba, importaba mucho, pero, ¿cómo decir eso?
Porque al final, aun si volvía a la casa y Roth se reía en mi cara, no cambiaría nada.
―¿Y lo que pasó entre nosotros? ¿Fue simplemente pasar el rato para ti?
―¡Oh, Dios mío, no! ―Una mujer con un aura color rosa tenue miró en
nuestra dirección desde la fila del café, y yo luché por mantener mi voz baja―. No
fue así en absoluto. Dios, fue perfecto y como si todas las fantasías que jamás había
tenido cobraran vida.
―¿Hasta que pudiera estar con él? ―repetí en voz baja―. Ni siquiera sé…
―No te atrevas a decir que no sabes que te ama. No seas estúpida actuando
como idiota ―escupió, y me eché hacia atrás, aturdida por el rencor en su tono―.
Maldita sea ―murmuró, dejando caer su brazo.
―Zayne…
Todo lo que sabía era que había perdido al chico con el que había crecido. Si
hubiera tenido alguna duda acerca de ello, el hecho de que me dejara aquí sola me
decía todo lo que necesitaba saber. Con lo protector que Zayne era conmigo, no
había manera de que me hubiera dejado sin vigilancia con un Lilin suelto. No a
menos que permanecer lejos de mí fuera más importante que mantenerme a salvo.
No, este demonio estaba emitiendo ondas del tipo de Nivel Superior, lo que
significaba que podría ser un duque o un rey o cualquier otra variedad de malo de
élite. Se suponía que estaban en la parte superior debido al tipo de cosas que
podían hacer, como causar algún desagradable caos sangriento.
Fruncí el ceño.
Lo cual, al parecer, era tal vez el por qué yo estaba en la parte superior,
también. Me olvidaba de que ahora olía como ellos y lucía como algunos de ellos.
Suspiré.
Me quedé helada.
El demonio se congeló.
Uh, oh.
Entonces él se giró sobre sus talones y empujó a un hombre mayor fuera del
camino. El hombre gritó, pero el demonio llegó a la puerta. Yo no pensaba
mientras permanecía allí. La curiosidad y la sorpresa tenían poder sobre mí. Me
apresuré a través de la tienda, dejando lo que quedaba de mi moka atrás. Estaba
unos pasos detrás del demonio cuando él salió por la puerta, a la acera. Envió una
mirada de pánico por encima de su hombro en dirección a mí.
―Uh…
N
o le dije a Cayman acerca del escape del demonio de Nivel Superior, y él
no preguntó cómo había ido la plática con Zayne, con lo que yo estaba
completamente bien. Después de un paseo casi silencioso, me dejó en
frente de la casa.
La casa estaba a oscuras, pero no silenciosa cuando entré por la puerta frontal,
cerrándola detrás de mí. El agudo riff de una guitarra, rápidamente se perdió en el
golpeteo de los tambores, yendo a la deriva desde la segunda versión.
Frunciendo el ceño, me encaminé hacia las escaleras, y por la mitad del camino
encontré algo extraño. Me agaché y recogí un envase de cerveza vacío.
Levantando la mirada, me di cuenta que había una en cada escalón, todo el camino
hasta llegar arriba. Diez envases vacíos.
Oh querido.
Nada en este mundo podía haberme preparado para lo que estaba viendo.
Me inundó la preocupación, pero mientras daba un paso hacia Bambi algo más
atrapó mi atención. En la cama, el gatito familiar blanco con negro de Roth estaba
intentando saltar sobre el que es todo blanco, el cual aparentaba estar desmayado,
desparramado sobre su espalda, sus pequeños brazos y piernas ampliamente
extendidas. El blanco con negro, llamado adecuadamente Fury, saltó hacia el
durmiente Nitro, falló por una cuadra y aterrizó en la almohada. El gatito se
convirtió en un peludo cardo del desierto blanco con negro mientras se bajaba de
la almohada dando vueltas, directamente en Nitro.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―exigió Roth, y mi corazón se estrelló contra mis
costillas, luego redobló sus latidos mientras sus labios rozaban la curva de mi
barbilla. Él inhaló profundamente―. Infiernos, hueles bien. Como a menta y… y
al sol.
Oh Dios mío.
Roth estaba incoherente, pero mi corazón colapsó mientras sus palabras revolvían
algo profundo y feroz dentro de mí. La mirada en su cara esta mañana cuando le
dije que necesitaba hablar con Zayne de repente tuvo sentido. Si solo me hubiera
dado la oportunidad de explicar lo que estaba haciendo él no hubiera pensado que
lo estaba abandonando, que estaba escogiendo a Zayne.
Pero Roth me había dejado ir para que yo pudiera ser feliz. El Príncipe Coronado
del Infierno, quien clamaba ser el más egoísta de todos los demonios, me había
dejado salir por esa puerta cuando creyó que yo sería más feliz con alguien más.
Las palabras se perdieron mientras un tipo diferente de lágrimas llenaban mis ojos.
Una vez antes, él se había hecho a un lado para protegerme, y lo había hecho de
nuevo para que yo pudiera ser feliz con alguien más. No había ni un gramo de
egoísmo en ninguna de esas acciones. De hecho, todo lo contrario, y la revelación
cosió la deshilachada grieta en mi corazón, reparando la dolorosa separación. Sin
embargo, no curaba el tejido cicatrizado que quedó cuando dejé ir a Zayne. Eso
nunca se desvanecería
Cerré mis ojos fuertemente.
―Estoy aquí… estoy aquí porque aquí es donde soy feliz, contigo.
Roth no se movió, yo ni si quiera estaba segura de que respirara. Había una buena
posibilidad de que mis palabras no hubieran pasado por la confusión de todo el
alcohol que obviamente había consumido, lo que era una buena señal de que esta
conversación necesitaba suceder después. Coloqué mis manos en su pecho, a
punto de señalar eso, cuando se movió.
Atrapando mis mejillas en sus enormes manos, dijo algo demasiado bajo y
demasiado rápido para que yo lo entendiera mientras inclinaba mi cabeza hacia
atrás y me besaba. No había nada suave al respecto. Su boca estaba en la mía, la
bola metálica en su lengua sonando en mis dientes mientras me presionaba contra
la puerta. Sabía a algo dulce y el amargo sabor fuerte del alcohol todavía estaba en
su lengua. Pequeños escalofríos de placer corrieron por mi cuerpo mientras yo
gemía por el beso. Mis manos se deslizaron hacia sus hombros y mis dedos
cavaron en su suave piel. El beso estaba haciendo cosas locas a mis sentidos,
anulando mi sentido común cuando su mitad inferior se presionó contra la mía.
Y se sentía como si hubiera pasado una eternidad desde que sentí esto. El dulce
salvajismo que venía de un solo beso y la liberación y libertad de finalmente
dejarlo ir, de completa y absoluta aceptación, de tener lo que quería, lo que
ansiaba. La inmediata y absoluta avalancha de deseo tan potente que nublaba mis
pensamientos, y la energía nerviosa y euforia que venía de degustar el amor en la
punta de mi lengua. Nada se comparaba con esto.
Roth rompió el beso, respirando pesadamente mientras acunaba mi cara.
―Soy feliz aquí contigo. Yo… ―Arrastré mis manos hacia su cuello, frotando mis
pulgares por su barbilla. Había más que le quería decir, pero agarró mis muñecas y
simplemente las sostuvo en sus manos, mirándolas fijamente, sin decir nada. Mi
corazón palpitó más rápido, pero mi sangre se sintió inactiva.
―Puedo notarlo.
Dejando ir mis manos, dio un paso hacia atrás y se giró, dándome una buena vista
de su tonificada espalda. Estaba feliz por ver cuando giró hacia el costado que
tenía a Thumper en él, un ebrio dragón de tamaño no tan de bolsillo no habría sido
un asunto del cual reírse. También estaba feliz de ver todas las pendientes y
llanuras de su estómago.
Realmente feliz.
Ese pantalón colgaba tan bajo que casi era indecente. Casi. Recogió una botella de
la cómoda. La agitó.
―Yo diría.
Un lado de sus labios se curvó hacia arriba cuando me echó una mirada de reojo.
―Sé que no debería estar bebiendo. Eso me hace un chico muy travieso.
―Sí, y parece ser que también pone a tus familiares borrachos. ―Hice un gesto a
Bambi, que estaba dormitando donde se había caído, una patética pila
serpenteante en el suelo―. Tal vez no te pones tan intoxicado porque tus pobres
amigos allí absorben todos los efectos.
―Ja. Vive y aprende. ―Se volvió hacia mí, y había un calor reconocible en su
mirada―. Quiero besarte otra vez.
A pesar de que había partes de mí que estaban como, todas a bordo del tren Roth,
sabía que esto no iba a suceder esta noche, por muchas razones.
―Todavía quiero besarte. Quiero hacer otras cosas. Mucho de lo cual implica
tocar, con y sin ropa.
―Roth. ―Di un paso cauteloso hacia él. Incluso ebrio, era rápido―. ¿Cuánto
tiempo has estado bebiendo?
―Tal vez no debí haber bebido tanto. Tú no… sí, te mereces algo mejor que esto.
―Se detuvo al pie de la cama, mirándome fijamente mientras frotaba los dedos por
el cabello desordenado―. ¿Estás realmente aquí? ¿O me las arreglé para
convertirme en el primer demonio en tener una intoxicación por alcohol?
Parecía que estaba a punto de decir algo cuando fue a sentarse a los pies de la
cama. Comencé a avanzar, ya viendo que había juzgado mal la distancia, pero era
demasiado tarde.
Roth golpeó el suelo delante de la cama, justo en su trasero. Tiró su cabeza hacia
atrás, riendo en voz alta mientras llevaba mi mano sobre mi boca. No había estado
segura de a qué iba a volver a después de salir de la cafetería. Había estado este
miedo ―aunque miedo irracional― de que Roth fuera a darme palmaditas en la
cabeza y enviarme en mi camino. Entonces había una parte de mí que pensó que
me llevaría a sus brazos, profesando su amor eterno por mí. De cualquier manera,
encontrarlo borracho ni siquiera había estado en el reino de las posibilidades.
―No ―contesté sin vacilar mientras caminaba hacia donde estaba sentado―. No
me arrepiento de ello.
Levantó una ceja, pero no borró la mirada perdida que llevaba.
―¿En serio?
―Estás borracho. Gran cosa. Quiero decir, probable que no deberías estar así de
borracho, pero ni siquiera eres… humano. Y eres como el Príncipe Heredero del
Infierno. No creo que el consumo de alcohol sea un factor decisivo para romper de
dónde vienes.
―No, creo que no. ―Flexionó una pierna por la rodilla mientras se humedecía los
labios―. Tú… no quiero que mires atrás y pienses, vaya, eso fue una decisión
terrible, porque él…
―Lo que estoy tratando de decir es que tomé mi decisión. No me voy a arrepentir.
Pase lo que pase entre nosotros. ―Mordí mi labio, y vi una gran variedad de
emociones arrastrándose a través de su cara acongojada―. Mira, no creo que
deberíamos hablar de esto ahora. Puede esperar. Tiene que esperar, porque creo…
creo que realmente lastimé a Zayne esta noche. No. Sé que lo hice. Y tú no estás en
el estado de ánimo adecuado. ―Me detuve de nuevo, porque vaya, sonaba tan
madura que quería darme palmaditas a mí misma en la espalda―. Esto puede
esperar. Tenemos mañana.
―Como que me imaginaba que las has hecho. ―Y era cierto. Era un demonio pura
sangre de Nivel Superior, un Príncipe Heredero en eso. Nunca me había engañado
a mí misma en la creencia de que era un santo enmascarado como pecador.
Se las arregló para conseguir enredar uno de sus brazos alrededor de mi pierna.
―La primera vez… que fui enviado a la superficie por el Jefe fue tan sólo un año
después de que fui creado. Tenía que encontrar un duque que ya no estaba
atendiendo la convocatoria del Jefe ―continuó mientras deslizaba suavemente mis
dedos por su cabello. No me atrevía a hablar, porque Roth nunca había hablado
abiertamente sobre lo que su Jefe le hizo hacer―. El duque había encontrado una
mujer, un ser humano. No creo que ella supiera lo que él era en realidad. No es que
importara. El Jefe lo estaba llamando de vuelta, pero él no la dejaría.
―Había otros conmigo, quienes habían sido llamados. ―Su brazo se apretó
alrededor de mi pierna―. Las cosas se pusieron… desordenadas.
Oh Dios mío, mi corazón se rompía de nuevo. No sabía lo que era ser como Roth,
ser algo que era sólo el último en la larga cola que vino antes que él. Otros
príncipes de los que el Jefe se había cansado, destruido en una u otra forma, antes
de crear esta versión de Astaroth. Y no sabía todo lo que Roth había hecho en su
pasado, pero con toda honestidad, no me importaba. ¿Quién era yo para juzgar?
Siendo que estaba muy lejos de perfecta y también era parte demonio, yo misma
había hecho cosas que deseé no haber hecho, y sabía que habría cosas en el futuro
que querría deshacer. Pero Roth había pasado dieciocho años manteniendo al Jefe
del Infierno feliz. Nada de su oscuridad me sorprendía.
Simplemente me entristecía.
―Veo lo que tú no. ―Pasé la mano arriba y abajo de su brazo―. No eres egoísta,
incluso si tienes momentos en los que actúas así. Todos lo hacemos. No eres
malvado, incluso si fuiste creado por el más grande mal de todos. Me has
demostrado a mí y a ti mismo que tienes libre albedrío, y que has tomado las
decisiones correctas una y otra vez.
―Has aceptado quién y lo que soy desde el principio. Nunca has intentado
cambiarme… o esconderme. Siempre has confiado en mí, incluso cuando
probablemente no deberías haberlo hecho. ―Me reí de eso, pensando en el tiempo
que me había dejado sola en el club Palisades con instrucciones explícitas de no
vagar fuera―. Has… has celebrado lo que soy, y muy pocos pueden afirmar eso.
Como dije antes, eres más que el último Príncipe Heredero. Eres Roth.
Por un momento, no se movió ni parpadeó. Entonces asombro llenó su expresión
mientras miraba hacia mí, y por último, la tensión disminuyó de sus músculos.
―Y soy tuyo.
Traducido por flochi y Jo
E
n algún momento, logré meter a Roth en la cama y Bambi finalmente lo
siguió. Fue un espectáculo que presenciar, una anaconda demoníaca
borracha intentando deslizarse en la cama. Tuve que intervenir y levantar
su extremo posterior, y luego con cuidado, recogí al gatito desmayado en el
aparador y lo pues en la cama, también. Sólo esperaba que Bambi no se comiera al
pequeño Thor si despertaba a mitad de la noche con retortijones hambrientos y
borracha.
Luego me puse a limpiar las botellas. Dejé de contar las que habían estado en la
habitación y saqué la bolsa tintineante a la basura. Luego de eso, me preparé un
emparedado y comprobé a Stacey.
Ella lo estaba pasando tan bien como uno esperaría, y también confirmó que Roth
había hecho una llamada anónima.
―La policía vino por la tarde. Mamá pensó que se trataba sobre la casa, pero era…
era sobre Sam.
―Su familia…
―Dios, Layla, ¿cómo sucedió todo esto? Hace dos meses, nunca hubiera visto
venir algo de esto… aguanta ―dijo, y escuché una puerta cerrarse―. Mi madre me
ha estado siguiendo desde que la policía apareció. Está preocupada y asustada. La
policía cree que Sam… que sufrió un colapso y acabó con su familia. Va a
expandirse por toda la escuela mañana, y no está bien. ¿Sabes? Esas personas van a
creer que Sam es capaz de hacer algo como eso.
―No lo es ―acordé, abriendo los ojos. Había una pintura colgada en la pared
frente a mí. Una carretera pintoresca en otoño a pleno despliegue, pero los
brillantes naranjas y rojos estaban apagados―. Sam no se merecía nada de esto.
―Eh… ―Mi cerebro quedó vacío. Verdadera utilidad aquí―. Ah, apesto en esto.
Se rió roncamente.
―Bueno, está… sí, como que está incapacitado en este momento. ―Me encogí,
sabiendo cómo sonaba eso.
―Esta mañana le dije que tenía que hablar con Zayne, y supongo que pensó que
iba a decirle a Zayne que quería estar con él. Por lo que, puede ser que se haya
puesto un poco borracho.
Una risa estrangulada vino a través del teléfono y mi corazón se elevó ante el
sonido.
―¿Hablas en serio?
―Puedo imaginarlo. Nop. Espera. No puedo. Tienes que sacar fotos de esto para
mí.
―Entonces… ¿no quieres estar con Zayne? Has estado obsesionada con él desde
que te conocí.
―Yo no diría obsesionada. ―Se sentía de verdad mal hablar de esto con Stacey,
pero ella había pedido ser distraída, por lo que haría lo que ella quisiera―. Sabes
que amo a Zayne. Siempre lo he hecho, y lo haré, ¿pero Roth? Él es…
―Sí. Por mucho que siempre me saque de quicio, de alguna manera adoro lo que
él hace. Sé que suena retorcido, pero es la verdad. ―Estiré mis piernas y me puse
de pie, doblando un brazo alrededor de mi estómago mientras comenzaba a
pasearme a lo largo de la estancia, usando un pequeño camino en la alfombra
oriental―. Yo… lo amo, Stacey. De verdad lo hago.
Comencé a sonreír otra vez a la vez que hacía un segundo sendero en frente del
sofá.
―No. He visto la manera en que te mira. Visto la manera en que lo miras. Siempre
fue diferente con Zayne. No lo estoy criticando. Sabes que renunciaría a mi ovario
izquierdo por una oportunidad ahí mismo… Dios, creo que eso es realmente
inapropiado en este momento, ¿no? ¿Como demasiado pronto incluso para hacerlo
como chiste? ―Suspiró pesadamente―. Soy una persona terrible.
―¡No! ¡Oh, Dios, no! no pienses eso para nada, y no eres una persona terrible.
―Claro.
―Promételo ―susurró.
―Lo prometo.
―He estado pensando mucho sobre esto. Nunca empecé a prestarle atención a
Sam hasta que comenzó a cambiar, ¿sabes? Cuando empezó a vestirse diferente y
arreglarse el cabello. Cuando comenzó a ser más confiado…
Oh no.
―Y todo este tiempo, todo, nunca fue Sam. ―Su voz se quebró un poco―. Fue esa
cosa fingiendo ser él. ¿Significa que me enamoré de esa cosa, Layla? ¿Y no de Sam?
¿Y qué dice eso respecto a mí?
―Oh, Stacey… no vayas por ese camino. La verdad es que, creo que siempre te
gustó Sam, sólo que te tomó un tiempo reconocerlo. No te enamoraste del Lilin.
―Estoy segura, y se vio de esa manera. El Lilin, actuó como Sam a tal punto que
ninguno de nosotros pudo notar la diferencia. Pensaste que era Sam. Pensé que era
Sam… una versión de él que finalmente descubrió cómo usar un peine.
―No. o sea, sólo… necesitaba escuchar lo que dijiste. Eso es todo ―prometió, y
esperé que me estuviera diciendo la verdad―. ¿Cuándo puede verte así me
cuentas todos los detalles sobre ti y Roth en persona?
No estaba segura de qué detalles podría darle dado que nosotros de hecho no
habíamos hablado, al menos no cuando estábamos sobrios.
―Probablemente. ¿Y tú?
―De verdad quiero, pero en este momento tenemos que averiguar cómo
encargarnos del Lilin, y he perdido tanto tiempo.
―Oh, Layla.
―Una vez que todo esté organizado, pensaré en algo. De todos modos, puedo
intentar ir a verte luego de la escuela. Depende de lo que hagamos.
―¿Layla?
―¿Sí?
―Prométeme que ayudarás a Sam. Que podemos hacer esto bien por él.
Mi mano libre se apretó en un puño, hasta que las puntas de mis uñas se clavaron
en mis palmas.
―Te prometí que lo haría. No voy a romper esa promesa.
Una vez que la noche cayó y que un rápido vistazo a Roth me aseguró que seguía
dormido, rodeado por los ronquidos de los familiares, agarré un edredón de los
pies de la cama y salí al balcón que daba al frente de una especie de reserva
natural.
Mi mente no cesaba. Tanto que iba y venía una y otra vez. La conversación con
Stacey se reprodujo, deteniéndome en sus temores. Sufría por ella, deseando que
hubiera algo más que pudiera hacer, pero la única avenida que quedaba era liberar
el alma de Sam, así que lo haría. Ya sabía dónde comenzar; con el Segador. Sólo
tenía que esperar hasta la semana próxima, y eso me repugnaba, porque quién
sabe lo que le sucedería al alma de Sam para ese entonces.
Supongo que tenía algo que ver con las alas y la manera en que cambié.
Cerrando los ojos con fuerza, dolió cuando aspiré mi siguiente aliento. No sé
cuánto tiempo permanecí allí, pero mi nariz estaba fría y mis labios se sentían
adormecidos para cuando me dirigí adentro. Dejando caer la manta en la cama, me
cambié a mi pijama pero me detuve antes de poder subir a la cama.
Roth estaba acostado de lado, de frente a la puerta. Sus labios estaban levemente
separados y su cabello era un enredo desordenado en su frente. La manta había
sido empujada hacia abajo hasta su esbelta cintura, y pude ver que Bambi había
regresado a él. Descansaba en forma de tatuaje a lo largo de su brazo izquierdo.
Parecía como si una parte de ella estuviera en su espalda, pero no podía ver para
estar completamente segura. No vi a los gatitos pero supe por experiencia que
podían estar cerca, listos para abalanzarse a mis pies y tobillos.
No quería regresar a mi cama, sola con todos mis pensamientos. Quería estar aquí,
con él. Con mi corazón alojado en alguna parte en mi garganta, salté sobre la cama,
levanté la manta y me metí.
―Buenos días.
―Me lavé ―explicó. Levantando una mano, atrapó un mechón de mi cabello con
sus dedos y lo metió detrás de mi oreja―. Estabas completamente muerta cuando
desperté. Pensé que usaría el tiempo para borrar el hedor que persistía de anoche.
―Su mirada se movió por mi rostro mientras la punta de sus dedos dibujaban un
sendero a lo largo de la línea de mi ceja―. Tengo que admitir que despertar y
encontrarte en mi cama fue una agradable sorpresa.
Mi lengua se desenredó.
―¿Lo fue?
―Sí. ―Su dedo ahora trazó mi nariz―. Cuando desperté, me di cuenta que nunca
antes había hecho eso. No contigo. Ni con nadie más. Siempre…
Las pocas veces que había dormido en la cama con él, siempre se había marchado
cuando despertaba, con la excepción de la vez que yo estaba sanando, pero no
pareció contar esa vez y tampoco yo.
Una sonrisa extraña se extendió por sus labios. No extraña de una mala manera,
sino una que nunca antes había visto en él. Rezumaba encanto juvenil.
―Me ha gustado tanto que ahora estoy arruinado. Una mañana y estoy arruinado
de por vida. Te quiero aquí cada mañana, conmigo. Bueno, tal vez en la habitación
principal. Esa cama es más cómoda.
La bruma del sueño se fue alejando, y me encontré sonriéndole como una completa
idiota.
―Vaya. ―Mi sonrisa tonta se extendió―. Qué bueno ver que tu ego sigue
funcionando con normalidad.
―Lo siento, estoy bastante segura de que esa descripción está reservada para
Thumper.
Luz brillaba a través de la apertura en las gruesas cortinas más allá de la cama,
acariciando su mejilla.
Al principio comencé a decirle que estaba bien, pero eso sería una mentira. En
parte. Y no quería que hubiera más mentiras entre nosotros.
―Lo sé. ―Sus labios rozaron mi frente―. Perderte no sería fácil, pero yo creo…
―¿Qué? ―Dejé que mis dedos hicieran un poco de exploración. Era raro, pensé,
mientras dibujaba un círculo en su pecho, que tocarlo fuera algo que me diera poder.
No de la misma forma que defendiendo mi terreno contra demonios Raver o
parándome frente a mi clan, pero igual era una sensación embriagadora.
―No puedo creer que vaya a decir esto ―dijo con un suspiro―. Piedrota es un
buen tipo, pero probablemente va a necesitar su espacio.
―Sí, lo sé.
―Um.
―Chica sucia, saca tu mente del alcantarillado. No estaba hablando acerca de ese
algo. Todavía ―agregó de una forma en que hizo que mi estómago se apretara―.
A lo que me refería era que si podíamos comenzar la noche anterior de nuevo.
No lo entendía.
―¿Cómo?
―Estaba deshecho, pero creo que me dijiste que querías estar conmigo, y bueno,
quiero oírte decir eso de nuevo.
Mi corazón dio una voltereta e incliné mi cabeza hacia atrás, para que nuestras
bocas estuvieran cerca.
―Quiero estar aquí contigo. ―El brazo alrededor de mí se apretó más, sellándome
contra su pecho como lo había hecho anoche, y una vez más, realmente me
gustaba―. Quiero estar contigo.
Roth presionó su frente contra la mía mientras rodaba levemente hasta su espalda,
llevándome con él. Terminé medio encima de él, con ambas manos en su pecho y
mis piernas enredadas con las suyas. El brazo en mi cintura estaba tenso y la mano
curvada en mi nuca hacía que un torbellino de sensaciones bajara por mi espalda.
Pero no había terminado. Mirando sus ojos que eran tan brillantes y hermosos
como cualquier joya ambarina, dije lo que nunca había dicho antes. Y lo dije con
cada parte de mi ser.
―Te amo, Roth. ―Mi voz tembló con emoción―. Estoy enamorada de ti.
Roth se movió de nuevo. Esta vez estaba sobre mi espalda y él encima de mí, una
de sus pierna entre las mías y su mano todavía acunando mi cuello.
―Dilo una vez más ―rogó con una voz apenas sobre un susurro.
―Te amo. Te amo. ―Y lo dije una y otra vez hasta que ya no podía, porque me
había silenciado con su boca.
El beso no era como el de anoche. Sus labios eran gentiles con los míos, un suave
roce que desentonaba con su enorme fortaleza, y lo sentí en cada parte de mí. Me
besó suavemente, y luego se levantó lo suficiente para que pudiera verlo. Sacando
mi mano de su hombro, entrelazó sus dedos con los míos y llevó nuestras manos
unidas a su pecho y las presionó, podía sentir su corazón latiendo con fuerza.
―Te codicio como cualquier buen demonio lo haría. ―Su otra mano se apretó en
mi nuca―. Y mi deseo por ti solo crece cada segundo que paso despierto de una
manera en que debería asustarme, pero realmente solo me emociona. Pero más que
todo, te amo ―dijo, y todo mi cuerpo saltó por las palabras. No pareció notarlo―.
Yo, Astaroth, Príncipe Heredero del Infierno, estoy enamorado de ti, Layla Shaw.
Ayer. Hoy. Mañana. Y cien décadas desde ahora, todavía estaré enamorado de ti, y
será con tanta fuerza como hoy como lo será una década después.
Escuchar sus palabras fue como darle un abrazo de oso al sol. La calidez se
derramó en mi y él enterró esas palabras en mí con un beso que fue más allá del
suave e inquisitivo que acabábamos de compartir. Era profundo y absoluto, y sentí
como si estuviera reclamándome y yo estuviera reclamándolo. Que finalmente,
después de todo este tiempo, habíamos destruido esa línea entre nosotros y no
había vuelta atrás.
“Te amo”, fue dicho una y otra vez, entre besos y luego entre los gemidos que esos
besos eventualmente nos quitaron. Aun cuando nos movimos más allá de las
palabras, estaba siendo gritado en cada beso y toque.
―Hermosa ―dijo, su voz rasposa mientras suavemente trazaba sus dedos a través
de mi vientre. Yo salté, y luego me mordí el labio―. Eres tan hermosa, Layla. Y si
pudiera elegir una cosa que mirar por el resto de la eternidad, serías tú.
Mi corazón se hinchó tan rápido y tan grande que pensé que flotaría al techo y
hacia las estrellas. Tal vez hasta los Cielos.
Los labios de Roth pasaron sobre mi mejilla hasta mi oreja, y susurró palabras que
enviaron un sonrojo por mi piel que subió hasta mi cabeza y provocó que mis
músculos se tensaran de una extraña y deliciosa manera. Cuando levantó su
cabeza, su mirada era inquisidora, llena de deseo y miles de otras cosas.
Asentí.
―Gracias.
Ni una parte de mí entendió por qué me estaba agradeciendo, pero luego todos los
pensamientos volaron por la ventana, porque besó la esquina de mis labios, y
luego comenzó una línea de pequeños besos que hicieron un camino desde mi
barbilla bajando por mi garganta y luego más allá.
Mis dedos se enterraron en el cubrecamas cuando se detuvo, luego se quedó allí,
haciéndome tartamudear en un jadeo. Realmente no entendía por qué me estaba
agradeciendo mientras hacía esto, porque de verdad debería ser al revés.
―¿Un… un tatuaje?
Roth levantó su barbilla y sonrió de una forma que provocó que mi corazón saltara
alrededor.
―No veo por qué no, y sé quién puede hacerte uno. ―Su mirada bajó por mí,
provocando un estremecimiento por toda mi piel―. Este sería un buen lugar.
―Arrastró su mano por el lado de mis costillas―. ¿O aquí? ―Esa misma mano
entró bajo el elástico de mi pantalón de pijama y se curvó alrededor de mi cadera.
Su mirada se calentó―. Realmente me gusta la idea de que esté aquí.
Reí.
―Bueno, entonces.
Sonriendo, se levantó una vez más, escalándome. Sus brazos eran enormes y
poderosos y sus manos bajaron en cada lado de mi cabeza. Mi respiración se atascó
mientras sus labios tomaban control de los míos. Envolví mis brazos alrededor de
él, sosteniéndolo cerca. Su lengua acarició la mía, y su sabor me volvió loca.
Roth se movió de nuevo, deslizándose una vez más. Mis dedos jugaron en su
cabello, y ya no pude entender dónde estaba yendo, porque destruyó cualquier
habilidad de pensamiento comprensivo.
―¿Pequeña?
―¿Sí?
―¿Qué tal un tatuaje aquí? ―Besó el lado de mi muslo, justo sobre mi rodilla, por
dentro―. Es un lugar muy interesante. Me gusta.
―¿Qué vas a hacer? ¿Hacerte una camiseta que diga que eres el presidente oficial?
Comencé a reír, pero sus dedos encontraron el delgado material… lo único que me
quedaba… y las cosas definitivamente iban a ir más allá de lo que lo habían hecho
antes. Estaba nerviosa, pero también confiaba en él. Recordé lo que había
susurrado en mi oído antes. Sabía que esto no llegaría tan lejos. Antes de que mis
nervios pudieran paralizarme, sus labios estaban donde sus manos estaban, y ya
no pensaba acerca de nada. Solo había un sentimiento… solo él y el loco y hermoso
flujo de sensaciones que me hacía sentir. Era un maestro en eso, absolutamente
brillante, porque no me sentía como yo. Yo no tiritaba y temblaba así y esos suaves
sonidos no salían de mí. Era como una prenda que estaba siendo apretada mucho,
hasta que de pronto toda la tensión se rompió, y estaba atrapada en el torbellino,
lanzada tan alto que podía besar las estrellas.
―Quiero una eternidad de mañanas como esta. ―Dejó un beso junto a mi oreja―.
Una eternidad.
Una ráfaga fría me atravesó mientras mis ojos se abrían de golpe. El feliz
resplandor se apagó y la niebla se disipó. De pronto me di cuenta de algo muy
importante, algo que ninguno de nosotros había siquiera pensado hasta este punto.
Roth nunca envejecería. En el tiempo en que estuviera sobre esta tierra, luciría
como lo hace hoy, mientras que yo envejecería y moriría como cualquier otro
mortal allá afuera gracias a mi sangre de Guardián.
Yo no.
Traducido por ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ
E
l escalofriante e inquietante sentimiento me siguió el resto de la mañana y
yo odiaba eso, porque Roth y yo estábamos finalmente en la misma página,
por primera vez, y lo que habíamos hecho ―lo que él había hecho― era
francamente increíble y hermoso, y sí, quisiera una eternidad de mañanas como
esa. Ahora me sentía encantada, como si no hubiera una sombra cerniéndose sobre
nosotros, convirtiendo un tiempo infinito en minutos o segundos. Lo cual era
estúpido, porque reconocía que tenía mucho, mucho tiempo antes de tener que
preocuparme por la mortificación de un chico sexy pasando tiempo conmigo
cuando estaba justo en mis años dorados.
Pero seguí imaginando a Roth luciendo tan bien y fresco como lo hacía esta
mañana mientras salía de la cama y lanzaba una sonrisa de complicidad en mi
dirección. En mi cabeza, yo no lucía como en este momento. En su lugar, tenía el
cabello gris, una cara que rivalizaba con uno de esos perros que tenían piel
arrugada y una espalda encorvada. Y en vez de hacer lo que hicimos esta mañana,
teníamos que pasar el tiempo jugando al bingo.
Había muchas más cosas urgentes que necesitábamos manejar ahora, por lo cual
estábamos reunidos en la cocina con Cayman y otro demonio que nunca había
conocido pero que se llamaba Edward. Dudaba mucho que ese fuera el nombre
real del hombre rubio, pero Edward no era un nombre que inspirara temor en el
corazón de nadie.
Cayman estaba sentado en el mostrador cerca del fregadero, balanceando sus pies
como si estuviera en el patio de recreo. Yo estaba en la isla, después de haber
comido mi equivalente de peso en salchichas, y Roth estaba de pie junto a mí.
Cuando habíamos entrado en la cocina juntos, me medio esperaba que Cayman
sacara una cámara inmediatamente y empezara a tomar fotos de nosotros. Su
expresión había sido francamente alegre. Yo estaba haciendo mi mejor esfuerzo
para no mirar a Roth en ese momento, porque cuando lo hice, pensé en lo que hizo
esta mañana y lo que no habíamos hecho, y luego mi cara se volvió toda roja. Las
cosas podrían haber progresado más si Roth no hubiese percibido la presencia de
otro demonio, que nos obliga a salir de la habitación para investigar.
Edward estaba junto a Cayman y sus ojos llevaban una extraña luz que se reflejaba
cuando inclinaba la cabeza de cierta manera. Definitivamente no era un demonio
de Nivel Superior, y pensé que podría ser un Fiend.
La lenta sonrisa de Roth disparó fuego a través de mis mejillas mientras dirigía una
larga mirada en mi dirección. Abrió la boca, pero la mirada que le envié prometía
asesinato si respondía a esa pregunta la forma en que pensé que podía.
―Me imagino que necesitamos ir a la ciudad, empezar a buscar las áreas en que
creemos el Lilin podría estar escondido. Los Guardianes están haciendo lo mismo,
pero dudo que vayan a tener éxito.
Crucé mis brazos encima de mi vientre, donde actualmente residía Bambi después
de caminar allí cuando dejamos el dormitorio. Pensé en cómo el demonio de Nivel
Superior reaccionó a mí ayer, luego empujé la memoria a un lado.
―No creo. Están obsesionados con tu madre, pero saben lo arriesgado que sería
dar refugio a algo tan malvado como el Lilin.
―No uno inteligente. ―Roth se movió, poniendo una mano en mi espalda baja. A
pesar de que llevaba un suéter, uno de los más horriblemente ceñidos que Cayman
había recogido de algún rincón sin duda, el peso de su mano aún quemaba mi
piel―. Tendrían que saber que no sólo los Guardianes están apuntado por el Lilin,
también lo hará el Jefe, y por extensión, también lo haré yo, y que realmente no
quieren encontrarme el lado malo.
El demonio sonrió.
―Sí, señor.
¿Señor? Bajando mi mirada a la encimera, uní mis labios para evitar sonreír.
―Ninguno de los Fiends ayudarán a los Lilin. Te puedo asegurar eso ―continuó
Edward, sacudiéndose su vergüenza, y me pregunté si él era una especie de
portavoz de su especie.
Todavía había tantas cosas que no sabía sobre la población demoníaca, y eso hizo
retorcerme en mi asiento. Había marcado a tantos de ellos en el pasado,
sentenciándolos de vuelta al Infierno, y supuse que el Jefe no apreciaba el fracaso
de ningún tipo. ¿El Jefe castigaba a los Fiends como el que estaba en la habitación
con nosotros, cuyo único delito parecía ser masacrar aparatos? La culpa se agitó.
―Bueno, esto es una gran ciudad. No podemos empezar a deambular sin rumbo.
―¿Qué? ―preguntó.
―Aunque me alegro que ustedes hayan decidido convertirse en la pareja del año,
realmente no quiero verte chupando caras ―comentó Cayman. No estaba segura
de creerle porque él era un fan del Equipo Roth―. Hace cosas a mi indigestión.
Cosas malas.
Todos empezamos a separarnos en ese punto, y se sentía bien estar haciendo algo
más que sentarse por allí. Me dirigí a la sala para tomar un lazo de cabello que
había dejado en la mesita. Lo recogí, me di la vuelta para encontrar a Cayman
parado a un metro de distancia.
―Sí, pero es dudoso en este momento. ¿Luego? ¿Quién sabe? Puedo distraer a
Roth el próximo viernes y darte tiempo para llegar allí, pero una vez que estés allí,
vas a tener que darse prisa.
―¿Prisa? En caso de que lo hayas olvidado, nunca he estado en el Infierno así que
no tengo idea de como es el paisaje ―señalé, tratando de no enloquecer por el
hecho de que yo iba a ir al Infierno. Literalmente―. Necesito una pequeña
dirección aquí.
Cayman sonrió.
―Es más fácil de lo que piensas. Confía en mí, gordita. Sabrás exactamente a
dónde ir una vez que llegues allí. ―Luego me guiñó un ojo―. Por cierto, estoy
orgulloso de ti. Tomaste la decisión correcta ayer, eligiendo el… eligiendo a Roth.
Abrí mi boca, pero se había ido antes de poder decir una palabra. Volteándome
lentamente, miré alrededor al cuarto ahora vacío.
―¿Qué?
Saltando a causa del sonido de la voz de Roth, no podía decir que estaba tan
sorprendida al descubrir que estaba parado detrás de mí a solo unos pasos.
Puse los ojos en blanco, pero él tenía medio razón. Estaba un poco celosa por no
tener esa ingeniosa habilidad. Si lo hiciera, me gustaría estar apareciendo aquí, allá
y en todas partes. Bambi eligió ese momento para cambiar posiciones. Se deslizó
alrededor de mi cintura, apoyando la cabeza a lo largo de mis costillas. Volaría su
trasero en el sofá cuando se ponía ansiosa.
Roth tiró del mechón de cabello que había envuelto alrededor de su dedo,
guiándome más cerca de él.
―Esa es una declaración cargada. ―Sus ojos se encontraron con los míos, y mi
corazón se aceleró. Inclinándose, apoyó su frente contra la mía―. ¿Adivina qué?
―¿Qué?
―¿Si me comporto?
―Creo que tienes una memoria distorsionada ―dijo de vuelta, y me reí de nuevo,
extrañando esto, las bromas juguetonas, y estaba aliviada al ver que no había sido
empañado por todo lo que nos había llevado llegar a este punto.
―Se puede hacer. ―Levantó la mano, rozando los nudillos por mi mejilla, y esa
era otra cosa acerca de Roth que nunca había cambiado, ni siquiera cuando
estábamos separados. Era sin duda una especie de demonio sensiblero―. ¿Quieres
visitarla sola?
―Lo haría, pero eso arruinaría la diversión. ―Se rió entre dientes mientras mi
sonrisa se deslizó en un ceño fruncido―. Bueno. No vamos a ninguna parte.
Bueno, a ningún lugar en particular. Vamos a vagar por las calles sin rumbo.
―Este es el trato. No creo que vayamos a tener que buscar demasiado por el Lilin.
En realidad, no creo que vayas a tener que buscar al Lilin.
Miró por encima del hombro a mí, todo el humor desapareciendo de su rostro.
N
ada como escuchar que un demonio psicótico que involuntariamente has
ayudado a crear te está buscando para hacerte sentir como que necesitas
entrar al extraño programa de reubicación.
Desde que era tarde, manejamos hacia la ciudad y estacionamos el auto en uno de
los estacionamientos. No tuvimos una muy buena suerte en particular cuando se
trataba de esas estructuras en particular, pero estar al aire libre estaba fuera de
cuestión a la luz del día. Mientras los humanos residentes de la ciudad estaban
demasiado conscientes de los Guardianes y Roth era bastante parecido a ellos en
su verdadera forma, si un humano lo miraba demasiado cerca, se levantarían
preguntas que no estábamos preparados para contestar.
Sacudí mi cabeza.
―¿Una bufanda?
―No.
―Nop.
Reí.
―Detente.
Eso ya lo sabía. Roth estaba usando solamente una camiseta de manga larga y
vaqueros, porque como los Guardianes de sangre pura, su temperatura interna
estaba entre humeante e hirviendo. Uno pensaría que porque yo era una mezcla de
ambos, tendría también una alta tolerancia al frío, pero nunca la tuve.
―Extraño.
Había cosas más extrañas sobre mí, como, por ejemplo, mis alas con plumas. No
había una maldita cosa normal sobre eso, y como Roth y yo estábamos a salvo en el
estacionamiento en la calle F, lo guardé.
―Entonces… ―solté la palabra arrastrándola mientras caminábamos alrededor de
un grupo de niños pequeños en uniformes y suaves auras blancas siendo
apresurados hacia un autobús parado en la curva. La acera estaba llena de una
gran variedad de colores y mi atención fue inmediatamente atraída por aquellos
con las sombras más oscuras, los rojos carmesí y ciruela. La mayoría usaban traje y
agarraban sus maletines. Ellos habían pecado, y pecado en una manera muy mala.
Mi estómago se tensó con necesidad, pero la urgencia no era para nada intensa
como solía ser, y eso me confundió.
Roth tomó mi mano, entrelazando sus dedos con los míos. Mi corazón se aceleró.
Recuerdo un momento cuando habría quitado mi mano lejos de la suya tan rápido
que su cabeza habría girado.
―¿Qué? ―preguntó.
Una amplia, tonta sonrisa empujó mis labios y mientras mi mirada danzaba sobre
las personas apresurándose a llegar a donde sea que iban, dejé de pelear contra
ella. Sonreí tan ampliamente que había una buena oportunidad que mi cara se
partiera justo por la mitad.
En ese segundo, no pensé sobre la fealdad con Zayne o los Lilin o mis alas con
plumas o los cientos de otros problemas esperando para saltar sobre nosotros. La
felicidad en el fondo de mi vientre se expandió rápidamente, como una presa
rompiéndose, la calidez susurrando a través de mí. Mis pasos de pronto se
sintieron más ligeros, y quería pararme en el medio de la acera, tomar la cara de
Roth y plantar uno sobre él. ¿Cuántas veces antes había querido que él hiciera eso?
Incluso cuando lo había estado empujando lejos, lo había querido. Ahora era mío.
Me miró, sus ojos amplios y las pupilas ligeramente dilatadas. Sus labios estaban
abiertos y ese perno en su lengua brillaba. Las puntas de sus mejillas estaban
sonrojadas. Se veía… se veía atónito.
―Solo porque… bueno, hubo muchas veces que secretamente deseaba que hicieras
eso en el pasado, y pensé, ¿por qué yo no puedo?
―Solo quiero que sepas que cuando te sientas con la necesidad, de hacer eso,
hazlo. No me importa lo que estemos haciendo. Siempre voy a estar disponible
para eso. Siempre.
Hice un gesto.
―Por supuesto que lo crees, pero eso realmente no me dice mucho. Quiero decir,
eso no es normal, ¿cierto? Sé que Zayne las ha visto antes, y tú también, pero dijo
que solo las había visto una sola vez en un Superior. ¿Y por qué ahora? ¿Por qué
me vería diferente ahora después de todo este tiempo?
Una mirada pensativa cruzó su cara mientras esperábamos a que la luz cambiara.
―Bueno, apenas has comenzado a cambiar recientemente. Tal vez esto es como se
supone que debes verte.
―Sí, solo estaba tratando de ser optimista. ―Roth desaceleró su largo paso
mientras revisaba la multitud a nuestro alrededor. Una bocina sonó, seguida por
otra, y el aroma de carne asada era fuerte mientras pasamos frente a un restaurante
que se veía delicioso―. Mira, he visto alas como esas antes, pero no tiene sentido.
―¿Por qué no…? ―Me callé mientras vislumbré un blanco brillante reflejándose
en los ventanales frente a un edificio de oficinas. Me detuve. Mi corazón
acelerándose mientras buscaba su origen.
―¿Qué?
―¿Un Guardián?
Asentí. Tenía que ser un Guardián, a menos que fuera un Alfa. Aunque dudaba
que los antiguos estuvieran vigilando las calles. Tanto como sabía, ellos se veían de
la manera que hacían todo el tiempo, y no habían escondidos esas alas.
La mano de Roth se tensó alrededor de la mía, una sensación general de alarma
echó raíces en mi estómago. Podría ser cualquier Guardián, pero si hubiera
captado alguna señal de su aura, ellos habrían sentido a Roth y a mí también. Si
eran Nicolai o Dez ahí fuera, creo que se aproximarían. Tal vez Zayne a este punto,
y me mató reconocer eso siquiera.
―¿Sientes eso?
Hielo atravesó mi espalda mientras tomaba una brusca inhalación. Incluso a pesar
de la distancia, reconocí esa cara. ¿Cómo no podría? La cicatriz dentada que se
deslizaba de un lado de su ojo a sus labios era inconfundible.
Era Elijah.
Mi padre.
En la parte trasera de mi cabeza, registré vagamente que tan engañosa era esa aura
blanca. Él había querido mi muerte toda mi vida, su propia hija. Pero los
Guardianes tenían almas puras, sin importar qué pecados los mancharan.
Era rápida cuando quería serlo, pero mientras daba la vuelta a la parte trasera del
callejón, mi objetivo no estaba ahí. Mi cabeza se alzó. Elijah estaba escalando
rápidamente por la escalera de incendios, la gabardina oscura que llevaba
azotando contra su espalda.
―Esto podría ser una trampa ―razonó Roth cuando me alcanzó, mirando hacia el
techo. No me estaba diciendo nada que no supiera ya―. Layla tenemos que pensar
sobre esto.
―No necesitamos hacer frente a que nos cace. Ya es bastante malo que su hijo lo
haya estado haciendo como fantasma. ―Me giré hacia él―. Esa es la última cosa
por la que cualquiera de nosotros necesita estar preocupado.
―Pequeña…
―Está bien ―dijo Roth detrás de mí―. Estás loca, pero estás loca de forma sexy
―gruñó mientras aterrizaba en la escalera detrás de mí―. Solo pensé en compartir
eso contigo.
Subí con prisa la escalera, determinada. Tomó solamente segundos trepar lo que
tenían que ser como diez tramos, y en la parte trasera de mi cabeza, me pregunté
cómo es que eso era posible. Siempre había sido más rápida y más fuerte que una
humana, pero no así. Este no era realmente el momento para ahondar en el por
qué.
Alcanzando la parte más alta de la escalera, me impulsé sobre el borde, aterrizando
en cuclillas. Mis ojos se ampliaron mientras analizaba la escena ante mí y mi
estómago se hundió un poco.
―Hola, papá.
La sorpresa se gravó en sus duros rasgos. Fue breve, se fue cuando sus labios se
curvaron en una mueca de desprecio, distorsionando la cicatriz irregular.
―¿Por qué? ―pregunté mientras Roth se movía más cerca de mí, pero estaba
concentrada en este ser quien se suponía debía amarme. ¿No era eso lo que las
madres y los padres hacían, como innatamente? ¿Eran los míos la excepción a la
regla?―. Eres mi padre.
Un bajo gruñido de advertencia vibró desde Roth mientras una ráfaga de calor
salía de él, pero mi sonrisa se expandió.
―Y los dos hicieron a una pequeña yo. ¿Qué? ¿No pensaste que lo sabía?
―¿No importa? ―Sabía que estaba presionándolo. Su furia era una tercera parte
en este techo. Prácticamente podía estirarme y tocarla, pero estaba demasiado
concentrada en mi propia ira para estar asustada. Después de todo este tiempo,
finalmente era capaz de confrontarlo. Era como una fantasía secreta mía que
finalmente se había hecho realidad―. Lo hiciste con Lilith.
Elijah se burló.
―Lo que sea. ―Forcé un encogimiento de hombros. Sí, lo que Elijah dijo me
aguijoneo, pero ya había superado los insultos de mi papi―. Mismas cosas. Días
diferentes. Trata algo nuevo la siguiente vez.
El Guardián de cabello negro detrás de Elijah mostró sus colmillos, pero Elijah lo
cortó.
―No puedo decir que estoy sorprendido de que seas tan feo como tu hijo. Oh,
espera, tu hijo muerto. Mi culpa.
―No hablaré de él, solo porque es peor que la escoria que vive bajo las calles
―dijo Roth, su voz extrañamente tranquila―. ¿Pero quieres saber lo que hice con
su columna después de que la arranqué de su cuerpo?
Eso lo logró.
Mayormente porque después de que tomara el alma de Petr en defensa propia,
Roth había sacado la columna de Petr de su cuerpo, y estaba imaginando que
Elijah se dio cuenta de eso.
Sobre la cabeza del Guardián, Roth miró hacia arriba y me guiñó el ojo.
Vaya
Los otros dos Guardianes cargaron contra Roth, y mi corazón se apretó cuando
uno casi lo alcanza. Se giró. Una luz roja pulsó de su palma. Como si sus dedos
fueran hechos de gasolina, el fuego se deslizó sobre su mano y entonces salió
disparado como un misil, por poco fallando al Guardián.
Bambi alzó su cabeza con forma de diamante, sus ojos rojos brillaron a la luz del
sol. Su boca se abrió revelando colmillos del tamaño de mi mano. Se veía
hambrienta.
La risa de Roth mandó escalofríos sobre mi piel mientras se movía hasta el tercer
Guardián, jugando con él, claramente disfrutando. Era algo hermoso de ver, la
gracia en la forma en que se movía, casi como un bailarín actuando sobre el
escenario.
―¿Contaminas tu cuerpo con familiares ahora? ―La voz de Elijah estaba llena de
disgusto.
Elijah gruñó.
―Y me arrepiento de haberte creado con cada respiro que doy. Tal como estoy
seguro que Abbot se arrepiente haberte salvado la vida.
Auch. Eso… está bien, eso había cortado más profundo de lo que pensaba, y me
encogí, porque la herida estaba demasiado fresca. Pero ese dolor dio paso a algo al
rojo vivo dentro de mí. Los músculos en mi estómago y mis piernas se tensaron, y
dejé que el cambio viniera sobre mí.
―¿Qué demo…?
El golpe lo tambaleó pero eso era solo una pequeña victoria. Lanzando un golpe
que habría enorgullecido a un boxeador, golpeé a Elijah en la mandíbula, echando
su cabeza hacia atrás. Dolor ardió por mi mano, pero lo ignoré mientras miraba
hacia arriba, encontrando la mirada de Roth.
―Maldición ―dijo, sin quitar sus ojos de los míos mientras su mano se estiraba,
alcanzando al Guardián por la garganta. Orgullo y algo más profundo se batieron
en esas profundidades leonadas―. Sigue siendo sexy como el Infierno.
Lancé una rápida sonrisa en su dirección antes de girarme de regreso a Elijah justo
para esquivar la mano con garras que se estaba dirigiendo a mi cara.
Salté hacia atrás mientras él intentaba alcanzarme de nuevo, pero tomó mi ala en
su agarre. Giró su mano. Escuché un crujido delicado, y un dolor sorprendente se
arqueó a través de mi ala, golpeando hacia mi hombro e impulsándose por mi
columna.
Cuando comencé a derribarme en nada más que aire, el instinto salió a tomar el
control. El dolor en mi ala izquierda sacó el aire de mis pulmones, pero empujé a
través de él, apretando mis dientes mientras me sostenía. El movimiento fue como
poner un fosforo encendido en mi ala, pero me alcé a varios metros sobre el techo.
Sorprendido, Elijah gritó mientras buscaba en el abrigo roto y sacaba una daga, y
sabía sin siquiera acercarme que era hierro, y si tenías siquiera la más pequeña
cantidad de sangre de demonio, el hierro podría ser mortal.
Elijah no se había esperado ese movimiento, y cuando bajó me lancé hacia él, las
puntas de mis garras fallando por centímetros. Girando, balanceé mi mano con
garras. No lo rocé esta vez. Mis garras lo golpearon en el pecho, enterrándose
profundamente, abriendo la piel dura. La sangré se vertió y se esparció. Sorpresa
salpicó el rostro de Elijah mientras se tambaleaba hacia atrás, hacia el borde de la
azotea, su mano presionada contra su pecho. No era un golpe fatal, pero mientras
me miraba, vi mi oportunidad. Su garganta estaba vulnerable y expuesta. Si lo
golpeaba ahí, no se recuperaría.
Di un paso hacia él, mis alas crispándose mientras alzaba mi mano de nuevo. Mis
músculos estaban tensos con anticipación. Quería ponerlo de rodillas, terminarlo.
Era mi padre y había tratado de matarme más veces de las que siquiera sabía.
Matarlo sería entendible, incluso justificable, porque si no lo hacía seguramente
regresaría por mí una y otra vez.
Mis ojos se trabaron en los suyos azules, y toda esa furia, y todo ese dolor giraron
juntos en un ciclón de desastrosas emociones sucias. Todos estos años de sentirme
como si no perteneciera, que era rechazada y no deseada. La sorpresa de saber que
mi propia carne y sangre me querían muerta golpeó en mí tan duro como había
hecho cuando por primera vez había conocido la verdad, y yo…
Pude haber sido la niña pequeña que siempre lo miraba. Pude haber sido una buena
hija para él. Pude haber tenido años para conocerlo. Pude haberlo amado.
Antes de que cualquier de nosotros se pudiera mover o reaccionar, Sam estaba ahí,
de pie entre Elijah y yo. No Sam, me di cuenta con una sacudida fresca de dolor,
sino el Lilin. No se detuvo a hablar mientras se arrastraba hacia Elijah. El último
Guardián de pie gritó, sus palabras ilegibles por su cara agrietada y su grito fue
cortado cuando Roth lo derribó dejándolo inconsciente.
Después de unos segundos, el Lilin soltó a Elijah. La espalda del Guardián estaba
anormalmente rígida mientras retrocedía en la cornisa. Esperaba que se
transformara en algo horripilante para este punto, como Petr había hecho cuando
tomé su alma, pero eso no pasó.
La piel de Elijah se volvió rosa mientras regresaba a su forma humana y sus alas se
doblaron en su espalda. Colmillos y garras se redujeron. La herida en su pecho, la
herida que le había hecho, era aún más sangrienta ahora, y la cicatriz de su rostro
se destacaba crudamente.
Esos ojos azules usualmente llenos con mucho odio estaban apagados y fuera de
foco mientras Elijah caía hacia atrás, sobre el borde. Desapareciendo.
El Lilin estaba tomando la forma de Elijah justo como había tomado la de Sam. Se
estaba volviendo algo completamente diferente, y en unos pocos segundos, lo que
se veía como Sam ya no estaba de pie frente a nosotros.
En su lugar, había una réplica exacta de Elijah, desde la cicatriz cortando a través
de un lado de su cara, justo hasta la esquina de sus labios.
―De nada. ―El Lilin incluso sonaba como Elijah. La única cosa que le faltaba era
su aura. Cómo había sido el caso con el doble de Sam, no había nada alrededor del
Lilin.
El Lilin se inclinó en sus poderosas piernas mientras sacudía sus hombros. Su piel
se endureció volviéndose de granito y unas alas gigantescas aparecieron,
expandiéndose detrás de él. Un lado de sus labios se curvó en una sonrisa, y
entonces se lanzó al aire, desapareciendo rápidamente sobre la punta de otro de los
edificios.
R
áfagas de nieve caían de las espesas nubes arriba y una fina capa rociaba
los techos de los edificios. El anochecer estaba invadiendo poco a poco la
ciudad, y por debajo, las farolas parpadeaban, junto con las luces de
Navidad blancas que habían sido colgadas a lo largo de los árboles.
Mientras estaba cerca de la cornisa y miraba hacia abajo, viendo a los humanos
apresurándose o deteniéndose para tomar un taxi, pensé que si podía capturar este
momento con una cámara, casi parecería una postal de Navidades perfecta.
Había algo tranquilizador sobre el hecho de que millones de personas seguían con
sus vidas, completamente inconscientes de la gran y verdadera oscuridad
amenazando su ciudad. Después de tanto tiempo, por fin lo entendía, ¿por qué los
Alfas exigieron que los humanos siguieran desorientados cuando se trataba de la
existencia de los demonios? Tenía que ver con algo más que el deseo de la fe en un
poder superior. También se trataba de protección, lo que permitía a los seres
humanos vivir sus vidas todos los días, porque si supieran la verdad, el mundo
sería cambiado irrevocablemente, dañado más allá de la simple forma en que
descuidadamente los seres humanos trataban a otros humanos.
La calidez repelió el frío cuando Roth se paró detrás de mí. Envolvió su brazo
alrededor de mi cintura y apoyó la barbilla en la cima de mi cabeza. No había
rigidez en su abrazo o en mi reacción a ella. Aunque esto era todo nuevo para los
dos, esta apertura de nuestros sentimientos, no había nada de esa torpeza que me
imaginaba que la mayoría de las parejas enfrentaban.
No estábamos en el mismo edificio que antes. Ahora estábamos cerca del distrito
federal, a la espera de los miembros de mi clan. Por no dejarlo pasar, había enviado
a Zayne un mensaje corto y le dije que no confiara en Elijah si lo veían, no era el
Guardián que conocían. Minutos habían transcurrido antes de que él respondiera,
demostrando que no había estado dormido, convertido en piedra, como debería
haber estado en ese momento. Había solicitado un encuentro, por lo que ahora
estábamos esperando. Los nervios formaban una maraña en la boca de mi
estómago. Iba a ver a Zayne de nuevo, e iba a ser bastante difícil, pero lo que es
peor, pensé, que también vería a otros miembros del clan. Tal vez incluso a Abbot,
y no era más que una bola de temor ansiosa.
Roth no había estado demasiado emocionado por todo esto, lo que explicaba por
qué Bambi estaba una vez más encrespada alrededor de mi cintura y Cayman
también estaba aquí, junto con Edward. Estaban de pie en las esquinas del edificio
como dos centinelas.
No había mencionado que mi espalda dolía donde Elijah había agarrado mi ala,
pero Roth tuvo la precaución de evitar la zona y no irritar la zona adormecida.
―No me duele tanto, pero creo que podría haber algo roto.
Los músculos de su brazo se tensaron.
Casa. Cada era donde estaba con Roth. Eso era tan correcto que ni siquiera tenía
necesidad de cuestionarlo. Nos quedamos en silencio por un puñado de segundos,
y luego solté:
―Lo entiendo.
―Por qué los Alfas pidieron que los humanos no supieran la verdad ―expliqué,
descansando mi cabeza contra su pecho―. Solía pensar que era estúpido. ¿Cómo
saber la verdad podía lastimar a alguien? Ellos sabrían que realmente había un
Cielo y un Infierno y todo en el medio. Tal vez las personas actuarían bien
entonces.
―Pero esa es la cosa. La gente probablemente actuaría bien, pero sólo porque no
vivirían, no en el momento. ―El viento se elevó, y sonreí un poco cuando me di
cuenta de que Roth se había movido para bloquearlo―. Estarían petrificados. Es
por eso que no pueden saber. O por lo menos esa es parte de la razón.
―Tiene sentido, supongo. Es difícil para mí entender, siendo que fui creado
sabiendo, bueno, todo. ―Sonrió mientras yo rodaba mis ojos incluso aunque no
hubiese manera de que él pudiera ver eso―. Entonces ¿qué? ¿Quieres protegerlos
ahora?
―Eres más que eso, Layla. ¿No quieres una vida fuera de marcar demonios?
―¿Cómo qué? ―me retó―. ¿Qué quieres después de que esto termine?
¿Cuándo esto termine? ¿La pelea con el Lilin? ¿Reclamar el alma de Sam? ¿La
guerra entre Guardianes y demonios? No tenía idea de si esto terminaría o cuándo,
pero tenía que aferrarme a la idea de que sí. Que los dos todavía estaríamos en pie,
al igual que todos los que apreciaba. No podía permitirme considerar incluso
brevemente la idea de que no habría un después.
―Creo que… creo que me gustaría ir a la universidad ―le dije―. Bueno, eso
significa que tengo que terminar la secundaria primero. Eso tiene sentido.
―Sí, y yo… quiero viajar primero. Quiero ver los lugares fuera de esta ciudad.
Sonreí.
―Leí un libro una vez que tuvo lugar allí. No importa. Quiero ver Dallas,
vaqueros reales y esas cosas.
Sus ojos tenían esa cualidad oscura que traía un rubor de mis mejillas.
―¿Y tú? ―le pregunté―. ¿Qué quieres hacer cuando todo esto termine?
―¿De verdad? ―Cuando asentí, él bajó la cabeza, dejando caer un rápido beso en
la punta de mi nariz―. No puedo creer que aún tengas que preguntar eso. Mi plan
es estar donde quiera que tú estés.
―Ellos se acercan.
Nos dimos la vuelta a donde él hizo un gesto. A lo lejos, se veían como grandes
pájaros saliendo de entre las nubes. Mi estómago se redujo a medida que bajaban,
tratando de aterrizar. Zayne estaba definitivamente allí; estaba en el medio del
grupo, e incluso en su verdadera forma, sabía que era él.
Otros tres Guardianes estaban con él, y cuando se acercaron a la azotea, les
reconocí como Nicolai y Dez. Un poco de la inquietud, no toda, disminuyó. Dez
era del clan de Nueva York y había visitado por primera vez Washington con su
compañera, Jasmine. Mientras que había estado inseguro de mí al principio,
rápidamente parecí gustarle. Supongo que era porque los dos éramos forasteros, a
nuestra manera. Nicolai siempre había tenido una debilidad por mí, y yo por él.
No era mucho mayor que Zayne cuando había perdido a su compañera e hijo.
Nicolai rara vez sonreía, pero cuando lo hacía, podía quitar el aliento.
Danika era mucho más salvaje y loca que su hermana mayor, Jasmine, y había
pasado la mayor parte de mis años de formación odiándola por ninguna otra razón
que el hecho de que a ella le gustaba Zayne y sería capaz de monopolizar todo su
tiempo con un movimiento de su cabello negro brillante.
Zayne se adelantó, la barbilla inclinada hacia abajo y sus alas escondidas detrás.
Mi estómago se tambaleó mientras mi mirada se desvió a Nicolai y luego a Danika.
Ellos estaban bloqueándola, manteniéndola detrás de ellos.
Cargando hacia delante, pasó junto a Zayne, quien echó su mirada hacia el cielo,
un músculo palpitando a lo largo de su mandíbula. Ella cambió a su forma
humana mientras se dirigía directamente hacia donde Roth y yo estábamos, su piel
gris dando paso a un impecable mármol. Dez murmuró algo en voz baja mientras
Nicolai siguió tras ella, una mirada de preocupación en las comisuras de sus labios.
Sin mirar hacia atrás a los chicos, echó la mano hacia arriba en dirección a ellos y
todo lo que dijo fue:
Absolutamente sin miedo, Danika caminó hasta nosotros y antes de que pudiera
pestañear, había arrojado sus brazos alrededor de mí y apretó. Un aroma a fruta,
como manzanas, me rodeaba mientras Bambi se deslizaba sobre mi espalda, lejos
de ella. Danika era tan fuerte como un jugador de fútbol americano, y tragué un
chillido mientras estaba aprisionada contra su duro pecho. El dolor sordo estalló
en una sensación punzante afilada a ambos lados de la columna vertebral, lo que
reforzaba mi creencia paranoica que Elijah pudo haber roto una de mis alas, una de
mis alas emplumadas.
―Con cuidado ―avisó Roth, solo lo suficientemente alto para que nosotros
escucháramos―. Ha sido herida.
―Estoy bien ―le aseguré, fuera de guardia por su bienvenida. Todavía no estaba
habituada a nuestra nueva amistad.
Echó un vistazo a Roth con cautela y era obvio que ella no confiaba al cien por
ciento en él. Él le devolvió la sonrisa, con labios apretados y retadores.
―He estado tan preocupada ―continuó, dando un pequeño paso atrás mientras
pasaba sus manos por sus caderas vestidas de jean―. Cuando Zayne dijo que te
habías comunicado porque algo pasó y que venían a encontrarse contigo tenía que
venir. Tenía que decir que lo sentía.
―¿Sentir qué? ―pregunté, mirando a los otros Guardianes. Zayne ahora estaba
echándole un vistazo a Roth como si quisiera tirarlo de la azotea. Dez no parecía
del todo sorprendido, pero Nicolai, bueno, parecía que quería cargarla en brazos y
volar, lo que era… eso era extraño.
―Por lo que te hicieron ―dijo, sus mejillas de un rubor rosa―. Este clan. No era
justo, y yo quería patear a Abbot en las pelotas.
―Las disculpas se dan con demasiada frecuencia para que signifiquen algo, pero
me caes bien ―murmuró Roth―. Realmente.
Su mirada fue de él hacia mí, y luego dio un paso atrás mientras Nicolai se acercó
más.
―De todos modos, no era lo correcto. Nunca hiciste daño intencionalmente a
Zayne o a cualquier otra persona.
Bueno, la cosa fue, que había hecho daño a Zayne, aunque no físicamente, y no
había duda de eso. Tenía que creer que ella sabía. Cuando lo miré de nuevo,
todavía no había mirado en mi dirección. Sintiéndome horrible sobre eso, me
reenfoqué.
―Gracias, Danika, yo… um, lo agradezco. ―Me volví a Nicolai y Dez―. Y les
debo todo chicos, también. Gracias por buscar a Roth y ayudarme a salir de ese
depósito. Todos ustedes ayudaron a salvar mi vida.
Gracias a ellos, estaba de pie hoy. En vez de apoyar a Abbot, habían encontrado a
Roth y se pusieron en contra de su propio clan con un gran riesgo personal para
salvarme.
―Secundo eso. Te conozco desde la mayor parte de tu vida, pequeña, y nunca una
vez creí que eras responsable de lo que estaba sucediendo en el recinto o fuera de
él ―añadió Nicolai, y mi interior se volvió cálido―. Es posible que te alegre saber
que el lugar está casi libre de problemas contigo fuera. Todavía no hemos logrado
exorcizar el espectro de Petr. Siempre que intentamos, lo siente y sale de la casa.
―Está demostrando ser el mismo imbécil que era en la vida real ―comentó Dez,
dando fe que el hijo de Elijah, mi medio hermano, no había sido muy querido.
Hizo una pausa―. Jasmine manda saludos, por cierto.
―Mándale saludos también ―respondí sin convicción, y como una idiota, levanté
la mano y moví mis dedos.
Dez sonrió mientras apartaba la mirada, algo que hacía a menudo a mi alrededor.
En cierto modo quería pincharme los ojos con mis dedos danzarines.
―¿Qué pasó? ―habló Zayne finalmente, y cuando lo hizo, mi mirada se giró hacia
él. Miraba a Roth, e hizo que mi estómago se retorciera dolorosamente―. ¿El texto
decía que hubo un incidente con Elijah y que no confiara en él?
Nicolai cruzó los brazos a lo largo de su pecho mientras metió las alas hacia atrás.
Permaneciendo en su forma de Guardián, al igual que los otros dos, era una vista
impresionante.
―Nunca hemos confiado en Elijah. ―Sus ojos se centraron en mí―. Sus creencias
y acciones siempre han sido una fuente de descontento entre nosotros.
―Bueno ―dijo Roth en voz alta―. Elijah no va a ser una fuente de nada ya.
―Los detalles serían buenos ―demandó Zayne, la fresca brisa lanzando briznas
justo alrededor de sus cuernos oscuros.
―Elijah es… él ya no está ―le expliqué, y luego me apresuré cuando escuché una
fuerte maldición de Dez―. Nosotros no lo matamos.
―Seguro que sí ―respondió Roth, y aunque eso fue una burla, sabía que era capaz
de mucho más cuando se trata de ser un idiota hacia Zayne. Esa fue suave―. ¿Y
cómo les va con eso a todos?
―De todos modos, como decía, estábamos buscando al Lilin cuando Layla vio a
Elijah. Él y otros tres miembros del clan nos estaban rastreando desde los tejados.
Nosotros los enfrentamos y nos atacaron.
―Bueno, Bambi se comió a uno de los Guardianes. Así que no lo siento por eso
―siguió Roth, y Bambi movió su cola a través de mi cadera, como si estuviera feliz
por la mención. Cerré mis ojos brevemente―. Puse a otro fuera de combate o algo
así. Permanentemente. Defensa propia. Lo juro.
―¿Qué? ―Alzó sus manos―. Es la verdad. Todos eran unos imbéciles. Todos
sabemos eso.
―Uh. ¿Sí?
―Increíble.
―Luce como Elijah ahora ―señaló Roth―. Es por eso que Layla pensó que era una
buena idea advertirles. El otro Guardián que estaba con él, si es que todavía ese
Guardián existe, estaba fuera de combate cuando el Lilin tomó el alma de Elijah.
No tendría idea de que no es el verdadero Elijah si el Lilin se dirige al clan.
―Si no, tengo la sensación de que Abbot podría tener una idea.
Me encogí por dentro ante la mención del nombre de Abbot, pero seguí.
―Como he dicho, hemos querido advertirles a todos ustedes, por si acaso trata de
ir al recinto. ―La siguiente parte fue la peor―. Sobre la base de cómo el Lilin fue
capaz de llevar a cabo una suplantación de Sam tan convincente, creo que el Lilin
consigue recuerdos de la persona cuando consume el alma.
―Eso tiene sentido ―dijo Danika, mirando a los chicos―. El alma es la esencia, el
núcleo mismo de nuestro ser. Mantendría todo.
―No te pierdas ―dijo, en voz baja―. ¿Está bien? Todos tenemos que trabajar
juntos si vamos a parar esa cosa.
Asentí, sintiendo algo extraño mientras los veía. Era difícil pensar en un momento
en el que Zayne estaba yendo a algún lugar, y yo no iba con él. A medida que los
Guardianes se volvían, di un paso hacia adelante. Aunque en el fondo sabía que
debería dejarlos ir ―dejarlo ir― no podía detenerme. Había demasiados años
entre nosotros para pretender que simplemente éramos extraños.
―¿Zayne? ―exclamé.
Sin reconocerme.
Traducido por NataliCQ
L
a noche había caído para el momento en que llegamos a Palisades para
reunirnos con Cayman.
Una de las bailarinas en la jaula se acercó a mí, y luego rió salvajemente cuando
Roth le lanzó una mueca de advertencia. Su mano se cerró alrededor de la mía.
―No voy a alejarme de ti ―le dije. La última vez que habíamos estado allí, me
había dicho que no bailara con nadie, y, bueno, terminé bailando con un súcubo y
un íncubo. A veces necesitaba un adulto.
―¿Ahora mismo?
Dejando ir mi mano, pasó el brazo por mis hombros y me apretó contra su costado
mientras caminábamos alrededor de las mesas. Bajó la cabeza, rozando sus labios
contra mi mejilla, y luego dijo en mi oído:
Sonreí.
―Cerca. ―Hizo una pausa mientras nos acercábamos a la barra―. Más tarde, te
puedo dar una explicación práctica de lo que he estado mirando todo el día.
Nunca había visto la oficina antes, así que tenía curiosidad. Cayman nos condujo
por una puerta a las afueras de la barra que decía SÓLO EMPLEADOS, pero
alguien había rayado todas las letras excepto tres, dejando LOL atrás.
Genial.
―Mi oso de azúcar, ya sabes que nos gustan todos los estilos.
Roth resopló.
Y estaba firmada por todos los miembros, incluso el que se había ido.
Cayman se dejó caer en una silla de aspecto bastante normal detrás del escritorio y
puso sus pies en alto.
―Él quería negro. Paredes negras. Muebles Negros. Blah. Blah. Me gusta un poco
de color de vez en cuando.
Y sabiendo que cualquier parte de él que se quedó fuera del Lilin estaba en el
Infierno tampoco me sentó bien. Odiaba el hombre, pero una eternidad en el
Infierno, entre las criaturas que había ayudado a poner allí, no podía ser un paseo
por un parque.
Peor aún, ahora que vi lo que había pasado con Elijah, sabía que había bajado con
Sam, y sentí enfermar mi esencia. En algún lugar por ahí estaba el cuerpo de Sam,
frío y olvidado, y ya sabía dónde estaba su alma.
Después de que Roth terminó con Cayman, me levanté de un salto del sofá.
―Si eso es lo que quieres ―dijo, empujándose desde donde había estado apoyado
en la mesa―. Dudo que los Guardianes vengan a buscarnos ahora. Estarás a salvo.
Aliviada al escuchar eso, supe que estaría feliz de ver el desván de nuevo. Me
sentía un poco nostálgica, y en realidad prefería el gran hogar en Maryland. Claro,
la McMansion tenía características agradables y todo, pero era demasiado grande y
se sentía fría, formal.
Uff.
Cuando Roth abrió su desván, el aire caliente nos saludó. Entró, encendiendo las
luces, y caminó hacia el centro de la habitación, mirando a su alrededor.
―Todo se ve como antes ―dije, mirando la enorme cama King-size. Las sábanas
negras estaban lisas y puestas, y cuando miré hacia la puerta que conducía a la
azotea, vi que ni una sola mota de polvo empañaba el piano. Los cuadros mórbidos
de fuego y oscuras sombras seguían colgados con precisión.
―Nada ha cambiado.
―Cayman.
Mi boca se secó como la primera vez que estuve en su desván y lo vi hacer eso. Su
cuerpo era un pedazo cincelado de arte.
―Yo… supongo que lo hice.
Sus pestañas bajaron y su sonrisa era engreída, como si supiera que había estado
más de un momento distraída por él.
―Habíamos estado lejos de aquí por lo que se siente como una eternidad. No ha
pasado tanto tiempo, sin embargo.
Pero mucho ha cambiado desde entonces. Yo había cambiado, así que era raro ver
algo intacto desde… desde antes. Pasó su mano por encima de su esternón, abajo al
cinturón en sus vaqueros, cerca del colorido tatuaje del dragón, y algo en el
movimiento vació mi estómago. Respiré entrecortadamente. Sus pestañas se
levantaron y acalorados ojos ámbar encontraron los míos.
La embriagadora tensión estaba allí, tirando y tirando del uno hacia el otro.
Siempre había estado allí entre nosotros, y no estaba debilitándose.
Sonrió ligeramente mientras yo empujaba mis pies del suelo, sin confiar en esos
malditos gatitos incluso si estaban siendo agradables conmigo ahora mismo.
―Tiene su encanto.
Empecé a responder, pero Roth tomó un momento para estirarse y había algo
acerca de ver todo el músculo y piel trabajando juntos de manera fluida que me
hizo perder la noción completa de mis pensamientos.
Cuando bajó los brazos, merodeó a la pequeña nevera negra y sacó una botella de
agua. Desenroscando la tapa, tomó un trago saludable antes de colocar la botella
abajo. Luego me miró.
―Yo… sigo pensando que fue como… como Sam murió ―admití―. Pienso en otra
cosa y luego él está de vuelta en mi mente.
―Layla…
―Viste lo que el Lilin hizo. Tomó mi… tomó el alma de Elija y luego se la tragó. El
alma estaba consumida y se parecía a él después. ―Levantando la mirada, me
encontré con Roth―. Así fue como Sam murió y por eso el Lilin era capaz de lucir
como él. Tuvo que haber sido tan doloroso. ―Apreté mis ojos brevemente
cerrados―. Pero fue rápido, ¿verdad? Parecía que sucedió tan rápido con Elija.
―Fue rápido.
―Yo… no estoy realmente molesta sobre lo de Elija, y era mi padre. ¿Qué dice eso
sobre mí?
Su expresión se endureció.
―Eso no dice nada de ti. Ese imbécil donó esperma. Es la verdad. Eso es todo. No
era tu padre. No le debes un solo momento de tristeza. No le debes nada.
―Tú… eres tan humana a veces, Layla, y, sin embargo, no hay una gota de sangre
humana en ti.
―¿Socialización? ―ofrecí, y Roth rió por lo bajo―. Lo digo en serio, sin embargo.
Stacey y… y la influencia de Sam en mí, creo. Me mantuvieron humana, y eso me
gusta. Me gusta sentirme humana.
―¿En serio?
―No le debes nada a Elijah ―reforzó―. Por favor, dime que entiendes eso.
Me calmé.
―¿Como qué?
No negué eso.
―No.
Decir lo que hice a continuación fue aún más difícil que una sola palabra, porque
iba a mentir y no quería ninguna mentira entre nosotros, pero tenía que hacer algo
por Sam. No había manera de evitarlo y sabía que si le decía a Roth, iba a encontrar
una manera de detenerme o iría conmigo. Ninguna de esas dos cosas podría
suceder.
―¿Crees que puedes cambiarte realmente rápido, antes de que llegue Cayman con
la comida? Quiero revisar tus alas.
Negarle a Roth sólo iba a retrasar lo inevitable y estaba agradecida por el cambio
en la conversación. Me encogí de hombros fuera de mi suéter. Había dos pequeños
desgarros en la parte de atrás donde mis alas habían rasgado sobre el material,
pero la parte superior del top por debajo se sentía intacta.
Antes de cambiar de forma, intenté lo que Roth había hecho con los gatitos. Rocé
mis dedos sobre el área donde Bambi descansaba y se bajó, y la observé, llegó justo
al lado de mi piel. Esbelta. Antes de cambiar, traté de hacer lo que Roth había
hecho con los gatitos. Rocé mis dedos sobre el área en que Bambi descansaba y se
salió de mi piel. Bien.
El cambio no era difícil ya. Realmente ni siquiera tenía que concentrarme o incluso
levantarme. Quería que sucediera y lo hizo. Mi espalda se estremeció y luego mis
alas empezaron a salir, la izquierda dolió, y cuando miré hacia atrás a ella, cayó
ligeramente, como las alas del bebé de Izzy lo hicieron.
―¿Duele?
―Podría haber estado rota, pero parece que ya está sanando. ―Sus dedos rozaron
lo largo del borde de las plumas, no cerca de la parte dolorida. Mientras que su
toque era suave, aun así envió un escalofrío a través de mí. De inmediato retiró la
mano―. ¿Te lastimé?
―Pequeña, mi mente existe allí. ―Hizo un guiño ante mi risa, y luego estudió mi
ala por unos segundos más―. Creo que si pudieras darle un descanso durante un
par de horas, un día completo, estarás completamente bien.
―¿Qué?
―Tal vez estoy pasando por una especie de metamorfosis y voy a tirar estas
plumas.
Parecía que quería reírse, pero sabiamente besó mi hombro desnudo en su lugar.
Se levantó de la cama, se acercó al lugar donde había dejado el agua.
Sonrió.
―¿Las plumas y la forma en que luces ahora cuando cambiaste? Sí, no lo entiendo
ni yo mismo. Entiendo que mi respuesta no es útil, pero eres la primera que lleva
tanto sangre de Guardián como de demonio, y no sólo la sangre de cualquier
demonio, sino de Lilith. Esto podría ser sólo una etapa en la que finalmente
entraras de lo que eres realmente.
―Cuando fui a hablar con Zayne sobre… bueno, ya sabes sobre qué, había un
demonio de Nivel Superior que entró en la tienda después de que él se fue. Ya
sabes que los demonios normalmente no me sienten, ¿verdad? Esto lo hizo.
Eh.
El ceño de Roth no hizo nada para disminuir su belleza, pero hizo que mi
estómago cayera, no obstante.
—¿Originales?
―Los originales, Pequeña, los que son como el Jefe. Los que cayeron.
―Pero eso…
―Eso no tiene sentido, lo sé. Es por eso que no toqué el tema. No eres uno de los
originales que cayeron. Obviamente ―dijo, arrastrando la palma de su mano sobre
su pecho―. Por eso creo que es algún tipo de escenario. Acabas de comenzar el
cambio, Pequeña. No sabes todo de lo que eres completamente capaz.
Suspiré. Si esto era realmente sólo una fase, ¿entonces cuál sería la próxima?
Cuernos a lo largo de mi columna vertebral, como una especie de dinosaurio. O tal
vez escamas como las de Thumper.
―Mi esencia está toda sobre ti. Otros demonios serían capaces de recogerla.
―Es único en los demonios ―explicó―. Nuestros aromas, eso es. Algo así como
una huella digital. La mayoría de los demonios con una célula cerebral trabajando
se darán cuenta de mi olor y dirigirán la cabeza en la dirección opuesta.
―Vuelves a las aves de nuevo, ya veo. ―Su expresión se suavizó―. Muchos creen
que los pavos reales son hermosos.
―¿Una paloma?
Se rió entre dientes.
―¿Te has observado realmente a ti misma desde este… este cambio, mientras estás
cambiada? ¿Excepto la primera vez?
―Deberías hacerlo pronto. Tal vez verás lo que yo veo. Tal vez verás lo que todo el
mundo ve ―dijo en voz baja―. Porque eres hermosa, Layla, y mientras puedo
decirte esa palabra lo suficiente, no simplemente la suelto alrededor. Y he visto
muchas, muchas cosas hermosas. Personas tan hermosas como los demonios son
de atroces. Tú, por el momento, brillas más brillante que cualquiera de ellos. Es
más de lo que está en el exterior. Viene de dentro de ti. He visto un montón de
cosas y nada, nada se compara a ti.
Oh Dios mío, cuando levanté la mirada, tenía mi corazón y todas las estrellas del
cielo en mis ojos. Eso fue posiblemente la cosa más hermosa que alguien me había
dicho nunca, y sabía, en cada célula que compone mi ser, que él creía en esas
palabras. Eran fieles a él. Esas palabras eran su realidad.
Cayman llegó con la comida antes de que pudiera formular una respuesta medio
decente y Roth se volteó hacia el televisor. Me moví hacia atrás, y luego nos
adentramos en un plato de hamburguesas, ofertas de pollo y papas fritas. Mojó
todo en el aderezo, incluso su hamburguesa, algo que no había notado antes.
Me miraba.
Me retorcí aún más cerca, hasta que la parte delantera de mi cuerpo estaba
presionada contra su lado. Sin mirar hacia él, descansé mi cabeza en su pecho. Pasó
un momento y bajó los brazos.
―Quería llevarte a una cita ―continuó, casi como si no me hubiera oído―. Algo
normal. Cena. Tal vez una película.
―Sé que suena loco con todo lo que sucede, pero eso es lo que… eso es lo que
hacen los humanos. Salen. Comen alimentos. Ven una película a la que ninguno de
ellos está realmente prestando atención.
―Lo hacen.
Se movió hacia su lado y se deslizó hacia abajo por lo que estaba a nivel visual
conmigo.
―Creo que se pasan toda la cena y la película pensando en la otra persona, sobre
lo que va a pasar cuando sea hora de irse. ¿Ella lo invitará a entrar? ¿Él la invitará a
ella? ¿Habrá un beso? ¿Más?
―Sí. Cien por ciento sí ―dijo―. Quería darte esa cita, sin embargo. Quería darte
esa noche. Esa era mi sorpresa.
―Quiero esa noche contigo, pero no la necesito. Lo que necesito es esto, estos
segundos y minutos contigo. Eso es lo que siempre voy a necesitar.
Debido a que dijo eso, se merecía otro beso. Y debido a que dijo eso, me enamoré,
incluso cuando no sabía que era posible.
―Tuvimos una cena esta noche y el televisor está encendido ahora. Eso es tan
bueno como una película. Y has sacado mi mente de las cosas malas y me has
dicho que soy hermosa. Me has dado la noche que quería.
Me miró por un momento, y luego sus labios se curvaron hacia arriba en las
esquinas. Su sonrisa corrió por su rostro, suavizando las duras líneas. Varios
segundos pasaron antes de que hablara.
―¿Sabes por qué a veces me tengo que mover lejos de ti? ―preguntó, rozando sus
dedos a lo largo de mi brazo.
―No.
―Ni siquiera estoy seguro de si es un deseo o más bien una necesidad de hacerlo
―continuó, y sus gruesas pestañas bajaron, protegiendo sus ojos. Sus dedos se
movieron a lo largo de mi estómago a mi cadera―. Siempre ha sido así, desde la
primera vez que te vi. Incluso entonces quise tocarte. Creo que es porque… no hay
nada como tú de donde soy. Tu inherente bondad ―dijo, levantando su mirada a
la mía―. Puedo sentirla. No sé, a lo mejor me gusta la forma en que tu piel se
siente bajo mis manos. ¿Quién sabe? Podría tener un problema límites.
Sonreí.
―Estaba pensando.
―Oh no.
Me reí ligeramente, y entonces cualquier rastro del humor que sentía desapareció.
―Lo sé. ―Acurrucándome más cerca, dejé que el calor de su cuerpo hurgara
dentro de mí―. Pero estoy pensando en una década a partir de ahora.
―No.
―Oh vamos, en algún momento, vas a verte como mi hijo. La sangre Guardián en
mí significa edad, Roth. Podría lucir más joven de lo que soy cuando este vieja,
pero voy a envejecer y voy a…
―Pero es cierto. ¿Cómo vamos a estar juntos cuando esté de noventa y luzcas de
dieciocho? ¿Cómo…?
―No sé cómo vamos a hacer que funcione, pero vamos a hacer que funcione. De
alguna manera. ¿Y quién sabe si continuarás envejeciendo? Estás envejeciendo
hasta ahora, pero tal vez eso va a parar. Layla, eres parte demonio. Los demonios
no envejecen. Tal vez la sangre Guardián ha suavizado algunos aspectos, pero
mira lo que ha pasado cuando has cambiado recientemente. Estás cambiando y no
sabes, no sabemos, todo lo que eso significa.
―Lo haces sonar tan fácil ―dije después de un momento―. Como si lucir como tu
abuela un día no es un gran problema.
―No lo es. ―Ahuecó mi mejilla―. No creo que entiendas lo que significa cuando
un demonio se enamora, Layla. No se va. No se desvanece, incluso si queremos
hacerlo. Nos enamoramos hasta la muerte. Eso no es sólo algo que decimos. Nos
enamoramos y nos enamoramos una vez y es para siempre. No importa qué. Y eso
es un poco retorcido, si piensas en ello, pero por suerte te sientes de la misma
manera, así que esto no es incómodo. ¿Me sientes?
Paimon, el demonio de Nivel Superior a quien había amado Lilith y que había
empezado a mover todo esto cuando trató de liberarla, había dicho algo similar,
pero viniendo de Roth, era como el primer sabor del chocolate. No lavó todas mis
preocupaciones, pero me hizo sentir mejor acerca de ellas, me dio la esperanza de
que podríamos enfrentarlos juntos, incluso si necesitaba un andador cuando nos
enfrentáramos al problema.
―Por supuesto.
D
e pie frente a la silla, sentía como si hubiera bebido una gran cantidad de
bebidas energéticas. La energía nerviosa me consumía, y cambié de un
pie a otro, no muy diferente a lo que había visto hacer a Thumper en la
casa de Stacey.
Sonriendo como un gato que acaba de arrinconar una manada de ratones, Roth
sabía más al no acercarse a mí en ese momento, porque había muchas
probabilidades de que le golpeara.
Arrugué la nariz mientras cruzaba los brazos sobre mi pecho y miré hacia donde
Cayman estaba jugueteando con un gran artilugio que parecía una herramienta
eléctrica, pero sabía que no lo era.
Cayman rió.
Me acerqué a Roth.
―No eres tú el que se va a hacer el tatuaje, así que quizás deberías cerrar el pico.
Tras de mí, Cayman resopló, y me giré hacia él, fulminándole con mi mejor mirada
asesina.
Se calló.
―Tengo cinco tatus, Pequeña, sé lo que se siente ―me persuadió Roth, con las
manos levantadas a ambos lados―. Picará, pero eres fuerte. Podrás con ello.
Tampoco quería actuar como un bebé, pero no podía esperar sentarme y permitir
que alguien pusiera tinta en mi cuerpo. ¿Por qué había pensado que esto iba a ser
buena idea?
Cayman se levantó.
―¿Vamos a hacerlo o no? Porque seguro que todos tenemos cosas que hacer.
Como que todos tiene a un Lilin que encontrar y yo negocios con un agente.
―Depende de ti, Layla ―dijo Roth―. Si no quieres hacerlo, no tenemos por qué
hacerlo.
Una gran parte de mí quería aceptar lo que había ofrecido, pero tener un tatuaje
familiar en mi piel era lo apropiado. Me haría más fuerte y tendría mi propio
sistema de respaldo si las cosas se me iban de las manos. Así que tenía que ser
mujer.
―Quiero hacerlo.
Me senté como había dicho y casi gritó cuando Cayman golpeó algo a un lado y sin
esperar puso la silla en una posición reclinable. Me agarré a los brazos de la silla,
mirándole.
―¿Y qué diversión hubiera habido? ―contestó―. ¿Sabes lo que te vas a hacer?
―Por favor. Por muy guapa que sea tu pastelito, no lo es para mí. Que te quites tú
la camiseta, sin embargo, hace flotar mi barco y mi anclaje.
―Como sea.
―Estarás bien. ―Roth se movió tras la silla, colocando sus manos en mis
hombros―. Lo tienes.
―Tienes suerte, mantequilla. Esto va a ser más rápido y sencillo que para los
humanos.
―¿Por qué?
Me miró.
Estaba tan tensa que había una buena posibilidad de que partes de mi cuerpo
fueran a empezar a romperse.
―Robin.
Sus cejas se alzaron.
―Mi película Disney favorita es una donde hay un zorro que se llama Robin Hood
―expliqué―. Así que Robin.
Sin ni siquiera mirarle, podía oír la sonrisa en su voz, y quería golpearle en la cara.
Mi estómago quemaba mientras Cayman hacía el tatuaje, y solamente después de
una eternidad el dolor disminuyó, y creo que fue simplemente porque mi
estómago estaba entumecido. Pero me quedé sentada allí, y me lo tomé como una
buena mitad demonio, mitad Guardián, y luché contra la necesidad de cambiar
para protegerme.
Roth hizo lo mejor que pudo para distraerme al prepararme para lo que sería tener
mi propio familiar y no uno con el que casi compartíamos custodia.
Sólo esperaba que no aparecería como un zorro gigante y mutante, porque eso
también sería extremadamente escalofriante.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado, pero finalmente Cayman se echó
hacia atrás, apagando la pistola de tatuajes.
Mirando hacia mi estómago desnudo, lo único que pude hacer fue quedarme
mirando. Había un tatuaje impresionante, por debajo de mi costilla derecha hasta
mi ombligo. Pero quizás no fuera demasiado grande para algunos, pero para mí,
era descomunal.
Y era precioso.
Ya que no había estado prestando atención a lo que había estado haciendo Cayman
cuando se detuvo y empezó, lo que vi fue totalmente una sorpresa para mí. El
pelaje castaño rojizo del zorro era tan realista que casi esperaba poder sentir el pelo
si me agachaba a tocarlo. La cola del zorro era espesa y con manchas blancas.
Estaba curvada hacia arriba, sus patas traseras cerca del cuerpo y su gran hocico
descansando en las patas delanteras. Los detalles de Cayman eran extraordinarios,
hasta las finas pestañas, los mechones blancos del pelaje alrededor de los ojos
cerrados y los bigotes negros de la barba.
Sin ninguna advertencia, uno de los pelos del bigote del zorro se retorció, y yo
salté en la silla. Sonriendo, miré hacia Roth.
―Espero que él y Bambi se lleven bien. ―Era como presentar la hermana mayor al
hermano pequeño, y esperando que no lo pusiera enfrente de un camión.
―Lo harán ―dijo, colocando su mano alrededor de la nuca en mi cuello―. Lo has
hecho bien, Pequeña. Te mereces una recompensa.
Arqueé una ceja, sabiendo que en realidad no había hecho nada bueno.
Francamente, había actuado como un bebé gigante.
―¿Una recompensa?
Oh, ese beso… me hizo pensar en otras cosas, cosas que no eran enteramente
apropiadas por donde estábamos y el hecho de que el día bostezaba enfrente de
nosotros. Anoche, después de hablar del familiar, estábamos demasiado exhaustos
para hacer otra cosa que no fuera dormir, y ahora deseaba haber aprovechado ese
tiempo privado más sabiamente. Teníamos que movernos, ya que había cosas
importantes que necesitaban hacerse, pero mi cuerpo se sonrojó y yo me levanté,
envolviendo mi mano en la parte de atrás de su cabeza, colocando mis dedos a
través de su cabello despeinado.
―No se preocupen por mí ―dijo Cayman―. No estoy aquí. No. No soy el tercero
en discordia, teniendo que ver cómo se comen la cara mutuamente.
―Estoy muy cansado ―dijo Cayman, imitando un acento francés que había
escuchado una vez en un video de YouTube―. Además, no quiero aparecer
después si tú y Layla están ahí, con sus travesuras, porque entonces tendrías que
hacerme daño si viera sus partes y…
―Bien ―le cortó Roth, pasándose los dedos por su cabello, irritado―. Pero deja de
hablar.
Cayman sonrió.
Murmurando en voz baja, Roth caminó hacia la puerta, y entonces desapareció. Yo
pestañeé, odiando cuando hacían eso. Resistiéndome a la necesidad de frotarme mi
nuevo tatuaje, mantuve los brazos a cada lado.
Yo fruncí el ceño.
―No tenemos mucho tiempo. Fui al apartamento esta mañana y metí ese libro tras
un montón de otros libros polvorientos que parecían aburridísimos, pero bajará en
un momento ―explicó―. Me dijeron anoche que el Segador regresó rápido al
Infierno. Está allí.
Al principio, lo único que pude hacer fue quedarme mirando a Cayman. Segador
―el Segador de almas― había regresado al Infierno, el único ser que podría liberar
el alma de Sam. La emoción y el terror explotaron como un cohete en mi interior.
Por fin podría hacer algo por Sam, pero también sabía que no iba a ser fácil.
―Si estás preparada para bajar allí, te sugiero que lo hagas pronto en caso de que
el Segador cambie sus planes ―continuó―. Y he oído que está de buen humor. Así
que ahora sería un momento genial para rogar y suplicar. Porque es lo único que
tienes para ofrecerle, ¿verdad? ¿Tu ruego?
Yo pestañeé.
―¿Así que esperas poder apelar a su sentido interno del bien y la justicia?
―preguntó, y cuando yo asentí, él se rió―. Oh, chiflada Layla, eres tan mona.
―¿Cuándo?
E
sa noche, estaba en el baño del piso de Roth y miré mi reflejo. Mi cara
estaba enrojecida, los ojos demasiado grandes, como de costumbre, y nada
realmente parecía tan diferente en mí. Pero me sentía diferente. Mayor de
alguna manera, y no estaba segura de qué había provocado eso.
Fuera del baño, podía oír a Roth moverse y el suave zumbido del televisor era
reconfortante. Eché un vistazo a la puerta, y mi corazón se convirtió en una
almádena. No fue sino hasta el momento en que Cayman me dijo que el Segador
estaba de vuelta en el Infierno que realmente se estrelló contra mí que iba a ir
penosamente al Infierno para hablar con el Segador de almas. Cayman no
necesitaba advertirme que sería peligroso. Sabía que iba a serlo. Cualquier cosa
podía salir mal, y esta noche podría ser mi última noche con Roth.
Si algo salía mal mañana, quería experimentar tanto como pudiese antes de ese
entonces. Quería experimentar a Roth. No fue una decisión que tomé a la ligera.
Había estado obsesionado con ésta todo el día mientras recorríamos las calles,
llegando con las manos vacías. Lo que quería de esta noche era un gran problema.
Mientras Roth y yo habíamos hecho cosas, no habíamos hecho una cosa, y asumí
que el nerviosismo que sentía era normal. Roth tenía mucha más experiencia que
yo cuando se trataba de esto, pero mientras mi mirada se dirigía de nuevo al
espejo, sabía que estaba lista. Sólo esperaba que… no me avergonzara a mí misma.
Que no creyera que era ingenua o no tenía idea de lo que estaba haciendo porque
en serio no tenía idea de lo que estaba haciendo en este campo.
Mi mirada cayó a las tirantas de mi camiseta y mi piel se calentó en un instante.
Cuando entré al baño, había estado completamente vestida. Por supuesto. Pero
ahora mis vaqueros y el jersey que llevaba estaban doblados en el borde de la
bañera, y empujado entre éstos se encontraba mi sostén. El material del cami era
delgado, tanto es así que no tuve que mirar hacia abajo para saber exactamente lo
que podía y no podía ser visto. Y no necesitaba la piel de gallina corriendo arriba y
abajo de mis piernas para recordarme que aunque mi ropa interior no era
exactamente escasa, seguro como el diablo que no cubría demasiado. Nunca había
vagado así de desnuda, y no tenía ni idea cómo se veía mi trasero en estas prendas
íntimas y realmente no quería saber.
―Puedo hacer esto ―le susurré a mi reflejo―. Yo, una híbrida ruda… no un
burro… criatura. Con alas emplumadas. Son bonitas y extrañas. Puedo hacer esto.
Sólo tenía que abrir la puerta y caminar con mi trasero libre hacia el dormitorio,
agarrar a Roth por los hombros, lanzarlo a la cama al estilo She-Ra, y ponerme a
trabajar.
Fruncí el ceño.
Bueno, nada de eso sonaba exactamente romántico, y realmente, sólo tenía que
salir de esta habitación sin parecer una completa idiota. Olvidar todo lo demás.
Arrojando mi cabello sobre los hombros, tomé una respiración profunda, vomité
un poco en mi boca, y luego volví a la puerta, jalándola casi fuera de sus bisagras
mientras la abría.
―No sé lo que te hizo cambiar de vestimenta para dormir, pero sólo quiero que
sepas que lo apoyo un ciento cincuenta y cinco por ciento.
Todo en lo que podía pensar era que le gustaba lo que veía y que era una buena
señal.
―En realidad, si quieres vestirte así cada vez que estemos solos para cenar, ver la
televisión, leer un libro o lo que sea, también apoyo eso.
Su mirada caliente se sumergió una vez más e hizo este sonido en la parte
posterior de la garganta, provocando otra ronda de escalofríos.
Parecía haberse quedado sin palabras, y eso me hizo sentir un poco mejor allí de
pie, con las manos temblando. Era obvio que estaba afectado, y eso me afectó,
haciendo que un peso se estableciera en determinadas áreas de mi cuerpo.
De repente separó su boca de la mía. Cada vez que respiraba mientras me miraba
era irregular, y lo sentía en cada parte de mí.
―No puedo creer que vaya a decir esto, pero… tenemos que reducir la velocidad.
Mis labios se sentían hinchados y mi piel estaba a tope, pero mi corazón estaba a
punto de salir de mi pecho.
―Layla…
―Entiendo lo que dices ―dijo con voz ronca―. Maldita sea, siempre lo hago.
―Sí.
Con su brazo, me acercó sólo algunos centímetros más, hasta que nuestros cuerpos
se unieron en todas las formas que contaban.
Calor entró por mis venas, no por vergüenza, sino porque podía sentir cada parte
de él.
―No hay nada más que quiera que eso en este momento. Layla, te deseo. Quiero
esto tan desesperadamente cada vez que estoy a solas contigo, demonios, cada vez
que estoy cerca de ti, que toma cada gramo de restricción que tengo el no tenerte.
No te equivoques, la sola idea de estar contigo me deshace ―dijo, con la voz ronca,
y me estremecí ante la intensidad detrás de sus palabras―. Pero sólo quiero ir allí
si estás lista. Sin términos medios. Sin tal vez, y voy a esperar por el tiempo que sea
necesario.
Maravilla absoluta me llenó, me dejó anonadada. Era una respuesta tan no-
demoniaca, una vez más, y en realidad tan diferente a la de la mayoría de los
chicos de cualquier especie.
En el fondo, sabía que una pequeña parte de mí no había estado del todo lista hasta
este momento, estaba haciendo esto debido a la posibilidad de no volverlo a ver de
nuevo pasado mañana. Estaba corriendo hacia ello porque tenía miedo de que no
tuviéramos la oportunidad de nuevo, y en realidad esa era una mala razón para
querer llevar nuestra relación al siguiente nivel. Pero esto ―lo que acababa de
decirme― borró todas mis dudas. No el nerviosismo inherente que venía con una
cosa tan importante, pero desvaneció cualquier preocupación persistente que
tuviera.
Estaba lista.
Estaba lista porque él estaba dispuesto a reducir la velocidad. Él estaba dispuesto a
esperar. Él estaba dispuesto a dejar que yo pusiera el ritmo.
―No quiero que seas un santo. Quiero que seas tú ―le dije, moviendo mi pulgar
por su labio inferior―. Te amo y quiero esto.
―¿Estás segura?
―Sí. ―Entonces asentí para mayor énfasis, por si acaso estaba confundido.
Un largo momento pasó antes de que Roth mostrara alguna reacción a lo que dije,
y luego sonrió. No la sonrisa grande y roba alientos, sino una más pequeña, más
íntima que se envolvió alrededor de mi corazón. Y luego me besó.
El toque inicial de nuestras bocas fue diferente que el beso anterior. Era suave
como una pluma, tan tierno que quitaba el aliento… un beso de reverencia. Ni
siquiera sabía que podías ser besada de esa forma. Pero el contacto… evolucionó
con el segundo roce de sus labios, y los míos se separaron, dándole la bienvenida,
y ese beso fue algo más que físico.
En ese beso, podía sentir nuestro amor el uno por el otro, nuestra aceptación. Era
como tomar todas nuestras esperanzas y sueños y enrollarlos en un beso, y
envolvía tanta poderosa emoción, que era como un golpe al centro mismo de
ambos. Era solo un beso y era casi demasiado y todavía no lo suficiente, y era solo
hermoso.
Roth levantó su cabeza de nuevo, pero esta vez no era para detenernos. Nuestras
miradas se juntaron, y ricas emociones se mostraron en sus leonados ojos mientras
me observaba.
―Me haces… ―Tragó de nuevo―. Me haces desear tener un alma para poder
merecerte.
―Me mereces.
Roth sostuvo mi mirada y luego sus labios estaban en los míos de nuevo.
Estábamos moviéndonos y cuando la parte de atrás de mis piernas golpearon la
cama, me guió hasta que estuvimos acostados al medio de ella. Mis manos fueron
al cubrecamas mientras lo observaba de pie sobre mí.
―No sé si podemos hacer un hijo… o si tú puedes. Así que creo que necesitamos
ser cuidadosos.
―Buena idea.
Creo que mi corazón se pudo haber detenido, porque hacer un bebé no era algo
que había siquiera considerado brevemente. Al crecer, había asumido que nunca
sería posible por lo que era y no era. Me habían enseñado que no tenía los atributos
para cargar un hijo, y si eso significaba que era genéticamente imposible o solo no
la preferencia de los Guardianes, no lo sabía. Pero la idea de hacerlo algún día era
extraña, regocijante y aterradora.
Moviéndose hacia la cama, apoyó sus rodillas en cada lado de mis piernas
mientras escalaba sobre mí. El aire se apretó en mis pulmones mientras me
encerraba. Nuestros ojos se encontraron, y juré que Roth dejó de respirar por un
momento, Luego lentamente se hundió, y el peso de él era demoledor.
Mi corazón se hinchó.
―Bueno, somos dos. ―Sonreí―. Así que esto podría ser realmente bueno o…
―Va a ser más que realmente bueno ―dijo, arrastrando su pulgar por mi labio
inferior, imitando mi caricia anterior―. Sí, va a ser más.
―Si por cualquier razón quieres que me detenga en cualquier punto, dímelo.
¿Bien? Prométemelo.
Cuando Roth levantó su cabeza una vez más, no hablamos o nos movimos por un
largo momento, y mi pecho se apretó mientras arrastraba mis dedos a través de su
cabello. Él inclinó su cabeza, besando mi mejilla.
―Recuerda tu promesa.
Cuando sus ropas se fueron, y él era posiblemente la cosa más hermosa que había
visto, y cuando sus labios encontraron los míos, casi me sobrepasaba la fortaleza
de las emociones que fluían entre nosotros. Y todo… todo lo que empezó a hacer
era definitivamente delicioso. Estábamos presionándonos el uno contra el otro,
aplicando presión hasta que estaba flotando con emociones pesadas. Mi piel se
sentía viva donde me tocaba, y nuestras manos estaban en todas partes… estaba
perdida en él mientras sus labios quemaban un fogoso camino a lo largo de mi
garganta y más abajo, mucho más abajo, como lo había hecho antes, y como antes,
volé con cada preciso y mesurado toque, y me volvió a unir con profundos y lentos
besos.
Cuando se levantó sobre mí una vez más, sus dedos estaban en mis caderas y
tembló mientras apoyaba su frente contra la mía. Nuestra piel estaba húmeda,
nuestros cuerpos sonrojados.
Incentivada por el efecto que tenía en él. Lo toqué, recordando el comentario que
había hecho hace tanto acerca de tener piercings en otros lugares, y él no había
estado bromeando acerca de eso. Hizo un sonido que hizo que mis dedos de los
pies se curvaran. Sus ojos cerrados mientras su pecho se elevaba profundamente y
cuando se volvieron a abrir, sus pupilas habían vuelto a la normalidad.
Sus manos estaban de regreso en mí e hizo todo más lento, hasta que los dos
estábamos pidiendo a gritos el uno al otro, sin poder esperar, y entonces ocurrió.
No estaba enteramente segura de qué esperar ya que no era algo de lo que había
obtenido detalles antes, ni siquiera de Stacey. Hubo un chispazo de dolor que me
quitó el aliento, pero Roth… alivió ese dolor y lo volvió algo completamente
asombroso, exquisitamente hermoso. Se sintió como estar en una montaña rusa, a
punto de caer cientos de metros, y cuando lo hice, Roth estaba allí.
Y nunca había experimentado algo como esto antes. Era perfecto y poderoso, y
mientras Roth susurraba esas dos palabras una y otra vez, nuestros cuerpos se
movían uno contra el otro. En este momento, Roth no era el Príncipe Heredero y yo
no era, bueno, lo que sea que era. Solo éramos dos personas enamoradas, y eso era
todo.
Minutos pudieron haber pasado, tal vez hasta horas; no podía estar segura, pero
eventualmente nuestros corazones se enlentecieron y estábamos acostados y
enredados juntos en el medio de la cama, sus brazos alrededor de mí,
sosteniéndome cerca.
―¿No te lastimé?
―No. Estuviste…
Su abrazo se apretó y ninguno de los dos habló por un largo momento mientras él
acariciaba con su mano arriba y abajo por mi espalda, llevándome a una placentera
y cegadora niebla.
―Gracias ―dijo.
M
e quedé dormida en los brazos de Roth, pero cuando estiré los brazos
un rato después, descubrí que la cama estaba vacía. Pestañeando para
abrir los ojos, me encontré con la oscuridad. Aún era de noche, y
mientras movía mis dedos de los pies, me negué a permitir que los pensamientos
de la mañana invadieran mi lánguida felicidad.
Las sábanas estaban alrededor de mis caderas y estaba demasiado cansada para
ponerlas bien. En su lugar, crucé los brazos en mi pecho.
Él estaba sentado en el banco, mirando hacia mí, con sus brazos acomodados sobre
sus rodillas. No podía verle enteramente mientras me acurrucaba en mi sitio.
Roth se puso de pie y salió de las sombras. Su expresión era relajada y abierta, pero
no parecía normal. Roth jamás podía parecer normal, pero mientras estaba ahí de
pie, parecía tan cerrado como era.
―No puedo evitarlo. Eres demasiado hermosa para mirar a otro lado. Es cierto.
Soy un demonio. No miento.
Me quedé mirándole.
Su sonrisa se expandió.
―Me levanté para beber algo ―admitió―. Y te miré. Ni siquiera sé por qué.
Simplemente lo hice y entonces me detuve. ―Su sonrisa se desvaneció un poco―.
Quizás no pueda creer que de verdad estés aquí. Que estemos aquí. ―Levantó un
hombro y su delicada piel quedó presionada por sus músculos―. Y luego me senté
y empecé a pensar en… en todo con el Lilin, y he estado jugueteando con la idea de
recogerte mientras dormías y básicamente secuestrarte. Hawái aún me parece un
buen lugar. Que le den a todo lo que pase con el Lilin y todo eso. Podríamos
sobrevivir. Me aseguraría de ello.
―Roth…
Él suspiró mientras levantaba una mano, deslizando sus dedos por su despeinado
cabello oscuro.
―Lo sé. No puedes alejarte de nada de esto. Ninguno de nosotros puede. ―Dejó
caer su brazo―. Así que en eso estaba pensando mientras te miraba. ―Esos ojos
ámbar parpadearon con malicia, y yo me relajé. No estaba preparada para que el
mundo exterior se introdujera―. ¿Te he dicho que eres hermosa?
Lo que yo y Roth habíamos compartido, lo que habíamos hecho, era algo más que
hermoso y no era algo que pudiera simplificar con palabras. Para que hubiera sido
como fue, teníamos que estar enamorado… locamente enamorados.
―Siéntate.
Él se rió.
Los demonios rara vez pedían algo por favor. Estaba empezando a pensar que no
era una palabra en su vocabulario general, así que me senté, apretando el edredón
contra mi pecho. Roth se deslizó tras de mí. Una pierna estaba apoyada a un lado,
la otra salía del borde de la cama.
Le miré, pero antes de poder hablar, él bajó su boca hacia la mía y me besó. El
toque de metal frío contra mi lengua fue demasiado breve. Se alejó y con cuidado
giró mi mejilla para no tener que mirarle.
―Déjame ver lo que puedo hacer con esto ―dijo, dirigiéndose hacia mi cabello―.
Tienes razón. Esto es un desastre. Pareces como si pudieras estar en un video de
música de los ochenta. ¿Qué le has hecho?
Mientras Roth trabajaba con los enredos, me golpeó que el Príncipe Heredero del
Infierno estuviera peinándome el cabello. Era algo más que raro pero también
increíblemente dulce. Mi brillo caliente y nublado de antes se estaba convirtiendo
en un llanto emocional. Las lágrimas picaban en mis ojos.
Roth era extraordinariamente paciente en lo que se refiere a trabajar con los nudos,
mucho más que yo. En ese momento, yo ya estaría diciendo palabrotas y tirando
de mi cabello. Él tarareaba por lo bajo mientras trabajaba, y yo inmediatamente
reconocí la melodía.
―¿Por qué?
Hubo un silencio.
―Parece encantador.
―Es un lugar extraño. Como he dicho antes, imita lo de arriba pero hace un trabajo
de mierda en ello. Todo es resplandeciente al principio, casi… precioso. Cada vez
que bajo allí, es así… es así para todos, pero no hace falta mucho tiempo para que
las cosas empiecen a ir cuesta abajo. Se desvanece. Los edificios se derrumban, el
cielo parece que está contaminado con suciedad, y el césped… sí, es gris. ―Detuvo
el cepillo en mi cabello, deteniéndose en otro enredo―. Todo es retorcido y sin
brillo allí abajo. Las cosas aquí son reales. Abajo son tristes réplicas que se hacen
pedazos.
Recordé cuando Roth había admitido anteriormente que esa era una de las razones
por las cuales disfrutaba salir arriba. Mi corazón pesaba.
Cerrando mis ojos ante el dolor de mi pecho, sabía que era algo a lo que
tendríamos que enfrentarnos con el tiempo.
―No te preocupes por ello ―dijo, regresando a mi cabello. Podía sentirle separar
los ahora cabellos desenredados en tres secciones―. Ahora mismo, no es el mayor
de nuestros problemas.
Yo resoplé.
―Cierto. Pero no puedo evitar preocuparme de que algún día, vas a… que vayas a
desaparecer sin más.
―¿Lo harás?
―Sí. ―Y decía de verdad mis siguientes palabras―. No voy a dejar que nada te
aparte de mí y eso incluye a tu Jefe.
Roth se rió mientras ladeaba la cabeza, haciendo una pausa para presionar un beso
en un lado de mi cuello.
―¿Cómo?
―Fácil. Pensaba en ti. Eras lo único en lo que pensaba. ―Su voz era calmada
mientras mi corazón se estrujaba dolorosamente―. Me centré en el tiempo que
estuvimos juntos, y por una locura que parezca, pensaba en ti estando arriba con
Zayne.
―Saber que estarías segura y que eventualmente serías feliz lo hizo un poco más
soportable. Y sé, lo sé, que Zayne habría dado su vida por protegerte.
Probablemente todavía lo haría. Tú estarías bien. Así que saberlo ayudó cuando
eso se puso… bueno, cuando eso se puso difícil.
―Desearía poder restar el tiempo que has pasado en las profundidades del
Infierno.
Sus nudillos rozaron el centro de mi espalda mientras continuaba con la trenza que
estaba haciendo.
―Ya lo haces.
El bulto se triplicó.
―Y desearía que nunca tuvieras que sacrificarte.
―Lo sé ―dije en voz baja, cerrando los ojos otra vez. Me tomó un momento
encontrar las palabras adecuadas―. Sabes que me preocupo profundamente por
Zayne. Eso nunca va a cambiar. A pesar de que en este momento él probablemente
preferiría lanzarme de un puntapié hacia el tráfico que hablarme, yo siempre voy a
amarlo.
―Te dije esto antes. Amo a Zayne, pero no estoy enamorada de él, y no sé si eso
habría cambiado alguna vez. ¿Podría haber estado con él? ―Levanté un hombro―.
Sí, podría haberlo hecho, pero nunca sería como esto… como es entre tú y yo. No
sé cuánto tiempo me habría quedado feliz con Zayne si él y yo nos juntábamos y tú
nunca regresabas. O si él mismo habría permanecido feliz con eso, pero en algún
momento, lo que sentía por él no habría sido suficiente. Eso es injusto para él. Así
que me alegra que el saber que tenías a alguien te ayudara a conseguir atravesar
por eso, y para ser honesta, me impresiona, pero quiero que sepas que eso no
habría… que eso nunca habría sido suficiente para mí.
―Lo sé.
―Todo listo.
―Eres muy bueno en esto. Mejor que yo. ¿Practicaste en tus amigas demonio?
―Te deseo. ―Bajando la cabeza, sus labios se deslizaron por el lado de mi cuello,
al punto sensible por debajo de mi oreja―. Te quiero. Te necesito. ―Mordisqueó la
parte carnosa de mi lóbulo, haciéndome jadear―. Y te amo.
Mis ojos todavía parecían demasiado grandes y mi rostro estaba sonrojado, pero
esta vez no estaba semidesnuda. Lo cual, palabra de honor, parecía una hazaña
importante teniendo en cuenta, bueno, que una vez que cruzamos a ese nuevo
nivel en nuestra relación, Roth realmente era…
Mi rostro ardió aún más brillante y bajé la mirada mientras tiraba del cuello de mi
suéter. Bueno. Necesitaba concentrarme. Anoche, y a mitad de la noche, y esta
mañana fueron increíbles, pero hoy iba a ser una locura. Iría al Infierno.
Nerviosismo ni siquiera se acercaba a lo que estaba sintiendo, y todavía no tenía
idea de cómo iba a distraer a Roth para que no supiera lo que estaba planeando. Él
pensaba que íbamos a salir a buscar al Lilin. Había mencionado darse una vuelta
por otro club dirigido por demonios en la ciudad. A pesar de que estaba un poco
emocionada de ver eso, no iba a suceder hoy.
Y tampoco sabía qué iba a hacer cuando regresara ―si regresaba― porque Roth
iba a estar tan molesto.
Con su cabello negro cayéndole en los ojos de color ámbar y la camisa aferrándose
a todas las áreas correctas, él era impresionante, pero era esa sonrisa, la que
resaltaba sus hoyuelos y transformaba todo su ser cuando me miraba como…
como si me poseyera. Y me estaba sonriendo así ahora.
―Yo espero que él compre por ti a partir de ahora. ―Caminando más allá de mí,
hacia la puerta, deslizó su mano sobre mis piernas vestidas de cuero―. O al menos
conserva estos.
Puse los ojos en blanco mientras me daba la vuelta.
―Estoy segura de que hay cosas que son incluso más importantes.
Él se burló.
―¿Cómo qué?
―Aburrido.
―Sí.
Salimos al grandioso vestíbulo con su brazo todavía colgando sobre mis hombros.
Tal como la primera vez que había visto el vestíbulo, éste era alucinante. No
alcanzaba a verlo mucho, porque siempre entrábamos por el garaje o por la
entrada del club del sótano y luego nos limitábamos a la escalera.
Rápidamente desvié la mirada de la pintura, inquieta por ella cuando antes sólo
había estado entretenida.
Los sofás de cuero vintage estaban por todas partes, y no estaban vacíos. Personas
de todas las edades estaban esparcidas alrededor, sentadas solas o en grupo,
hablando y riendo. Algunos estaban charlando en los teléfonos. El aroma a café era
espeso en el aire. Para un humano, todos parecerían normales, pero sus ojos
despedían destellos extraños.
No eran exactamente personas, no en el sentido técnico.
No tenía idea de si eso tenía que ver conmigo o con la presencia de Roth.
Realmente no entendía la dinámica de los demonios cuando se trataba de Roth,
pero ninguno de los demonios pululando alrededor del vestíbulo se acercó a
nosotros.
Cuando empecé a girarme hacia Roth, Cayman apareció en el centro del vestíbulo,
bajo el candelabro. Tensándome, lo observé contonearse hacia nosotros, su camisa
hawaiana rosado floral y verde azulado posiblemente la cosa más llamativa que
jamás había visto.
Me reí.
―Es una gran mañana, ¿no? ―dijo alegremente, dando un paso al costado de
Roth―. El sol salió, pero están pronosticando nieve para esta noche. Montones de
nieve. Tanta nieve…
El chasquido me sobresaltó.
Él se había movido tan rápido, que no me di cuenta lo que había hecho hasta que
las piernas de Roth se doblaron y se derrumbó. Con el corazón saltando en mi
garganta, traté de agarrar a Roth, pero era demasiado pesado y terminé cayendo
de rodillas.
E
l horror me lleno mientras la cabeza de Roth cayó al lado en un ángulo
incómodo.
Mi boca se abrió.
Una demonio caminando a través del lobby sujetando un vaso de café para llevar
giró sobre sus zapatos negros puntiagudos.
Me temblaban las manos mientras miraba hacia abajo a un quieto Roth. No podía
respirar, y mientras permanecía allí, mi piel empezó a endurecerse, la piel a cada
lado de la columna vertebral hormigueaba.
―No lo está ―dijo un demonio desde el sofá, con el rostro ceniciento mientras
miraba a Roth―. No se puede matar al príncipe de esa manera y cuando se
despierte…
―Ni siquiera le pude decir adiós, Cayman ―solté en una respiración poco
profunda―. ¿Qué pasa si yo…?
Necesitaba irme.
Con el corazón latiendo con fuerza, me arrodillé y rocé mis labios a través de la
mejilla de Roth mientras ponía mi mano sobre su cabeza, apartando el cabello de
su cara. No quería dejarlo. Quería sentarme allí hasta que abriera los ojos, pero no
podía.
―Te amo ―le susurré, con voz ahogada mientras cerraba mi mano derecha en un
puño.
Sin previo aviso, se detuvo de golpe, lanzándome fuera de balance. Mis rodillas
golpearon el suelo, el dolor era nulo en comparación con el mareo repentino
oprimiéndome. Pasaron varios segundos para que el mareo disminuyera, y me di
cuenta entonces, que el ascensor había dejado de moverse.
De ningún modo.
Lo que había más allá de las puertas del ascensor eran blancas paredes, un piso
blanco, un techo blanco. Blanco brillante. Prístino. Mis pies me llevaron a salir del
ascensor, a un amplio y gran vestíbulo circular con cientos, si no miles de pasillos.
Había música sonando. Horrible música alegre de vestíbulo; el tipo que te volvía
loco si tuvieras que escucharla durante más de cinco minutos. No podía creer lo
que estaba viendo. El Infierno tenía un vestíbulo.
―Mierda ―susurré.
Los nombres de todos los demonios estaban claramente grabados en las placas
doradas. Algunos no los reconocí. Otros hicieron que mi estómago se retorciera.
ABADDON. VID. MOLOCH. BAEL. Los nombres seguían y seguían. Justo al otro
lado del ascensor estaba el pasillo marcado como EL JEFE y junto a ese estaba uno
que me cortó la respiración.
ASTAROTH.
Casi me dirigí hacia él, porque algo dentro de mí quería ver cómo Roth realmente
vivía cuando estaba aquí abajo, pero me contuve. No tenía tiempo para esto.
Al otro lado de esos nombres estaba LAS FOSAS. Y allí, tres abajo de ese, estaba el
nombre que había estado buscando: SEGADOR.
Llegué a un doble juego de puertas sin ventanas y antes que pudiera hacer nada,
se abrió silenciosamente, revelando un mundo que nunca había visto antes,
mientras una explosión de calor opresivo chocó contra mí.
Un camino hecho de algún tipo de piedra separaba edificios altos, de color ceniza.
Se levantaban como rascacielos, alcanzando ese extraño cielo, sus ventanas oscuras
sin signos de vida dentro de ellos. Mi mirada siguió de los formidables e
intimidantes edificios a la estructura enorme al final del camino, a varias
manzanas de distancia. Era el más grande de todos los edificios, pero diseñado
como algo salido de la Edad Media. Campanarios gemelos se levantaban a ambos
lados de la plataforma, y daba la impresión de que se trata más de una fortaleza
que una casa. Algo así como el recinto donde había crecido.
Tragué saliva, sabiendo que era donde iba a tener que ir, porque, por supuesto, no
era como que el Segador podría vivir en una casa linda con una cerca o algo así.
¡Oh, no!, tenía que ser el castillo tipo Señor de los Anillos en esa dirección.
Pasó inmediatamente.
Sin previo aviso, un escalofrío recorrió mi piel y sentí que Bambi y Robin dejaban
mi cuerpo. Presa del pánico, intenté detenerlos, porque no estaba seguro de si
Robin estaba listo para eso, pero no podía llamarlos de regreso.
Los puntos giraban y giraban hasta que una sombra espesa se formó. Delante de
mí, mientras mi boca quedaba abierta, piernas se formaron, junto con torsos,
brazos y cabezas. Por un segundo, eran dos charcos de aceite negro con forma de
personas, y luego, en un latido del corazón, la oscuridad dio paso al detalle.
Mi mandíbula estaba empezando a doler por estar tanto tiempo abierta, pero no
podía cerrar la boca. No eran niños ni niñas. En realidad, se veían un poco mayor
que yo, pero eran definitivamente de la variedad humanoide masculino y
femenino.
El tipo era alto y delgado, con el cabello castaño que le caía en los ojos de color
carmesí. Sin camisa, él era toda gracia llena de fibra. Una fina capa de vello rojizo
cubría su piel desnuda. De pie junto a él estaba una mujer con el cabello de un rojo
intenso, casi igualando sus ojos. Vestida con un top negro y vaqueros, casi parecía
normal. Casi. Parches de su piel no eran exactamente… piel. Más como diminutas
escamas, todas… como una serpiente.
Dios mío.
Dios mío.
Idiota suspiró.
―Soy Robin. Ya sabes, tu familiar real. No la parásito que necesita volver con Papi.
Bambi resopló.
Eso ni siquiera tenía sentido, pero el hecho de que estaba mirando a Bambi y a
Robin y parecían humanos no tenía sentido, tampoco.
Ella asintió.
―Lo que sea ―bromeó―. Echo de menos a mis chicos. Nitro, Furia y Thor. Son
divertidos. Thumper es como tú. Otro aburrido que acaba durmiendo todo el
tiempo, y cuando no lo hace, es una herramienta de mal humor.
―Estás en Roth.
―Um, sí. Y a veces estoy en ti. Duh. ―Frunció el ceño―. ¿Te golpeaste la cabeza o
algo así?
Bien. Cerré los ojos brevemente. Los celos eran ridículos. No podía estar celosa de
Bambi, podía ser una chica sexy, pero también era una serpiente la mayor parte del
tiempo, una de fiar, una serpiente gigante que comía cosas asquerosas.
―Oh, Dios mío ―me quejé, mirando a Robin―. Estabas en mí anoche. Estabas en
mí…
―Son sexys. Oh mi Dios, caramba, son trillizos ―dijo Bambi, golpeando mi brazo
con fuerza suficiente para tambalearme―. Trillizos, Layla. En realidad, hay tres de
ellos.
―Cariño, esa no es la clase de comida en la que estoy pensando cuando pongo mis
ojos en ese gran bola rubia de dulce amor.
Ella rió.
―Fue increíble.
Bueno. Sabía que tenía que centrarme en cosas importantes, pero todavía estaba
atrapada en el hecho de que estaban aquí.
Bambi abrió la boca, pero fue la voz de un hombre detrás de mí que respondió.
Tenía que medir unos tres metros de altura. Un hombre guapo rudo, si su barba
oscura y duros ojos glaciales eran tu tipo de cosas.
―Tú y yo necesitamos hablar ―me dijo el hombre, levantando su mano. Tronó sus
dedos y sentí más que ver que los familiares se habían ido―. No te preocupes.
Están bien. Bueno, lo estarán siempre que se mantengan alejados de las fosas y
cualquier demonio que pueda estar un poco enojado con el príncipe, pero estoy
seguro de que esos dos causarán más problemas que cualquier problema que
pueda encontrarlos. Ten la seguridad de que serán devueltos una vez que salgas.
S
anto aceite de canola en mi cara, estaba haciendo mi mejor esfuerzo por no
descontrolarme, pero este era un Segador de Almas, y había estado
esperándome. Por supuesto que había estado, porque él era quien era, y
probablemente vio todo.
―Sé por qué estás aquí, pero no quiero hablar de eso. ―Comenzó a caminar
pasándome, hacia la fortaleza―. Todavía no.
Me di la vuelta siguiéndolo.
―Pero…
―Si fueras sabia, no me cuestionarías. Por favor, dime que eres sabia.
No tenía ni idea de lo que el Segador podría querer hablar conmigo que no tuviera
que ver con Sam, pero me apresuré a ponerme junto a él.
Presionando mis labios para impedirme a mí misma decir algo que estaba segura
que lamentaría, me centré en las piedras en el camino. También tenían un tono
rojizo.
―Por ejemplo, ¿qué crees que sabes acerca de tu madre? ―preguntó el Segador,
sorprendiéndome―. Sí, Lilith. Eso es de lo que quiero hablar. ¿Sabías, niña, que
Lilith no es un demonio? ¿Bueno, no exactamente?
―Todo el mundo puede decir lo que les gustaría decir, pero eso no significa que
estén en lo cierto, y la verdad es que a veces se pierden en la traducción cuando no
se conocen los hechos ―respondió, las comisuras de sus labios inclinándose hacia
arriba―. Y la verdad es, que los hechos son, que Lilith no es simplemente un
demonio.
Pasamos un edificio estilo cabaña, aplastado entre los más feroces y más altos
rascacielos. Por el rabillo de mi ojo, me pareció ver movimiento en la ventana de la
cabaña, pero cuando miré, no vi nada.
―Yo… no lo entiendo.
―Tengo la sensación de que entiendes muy poco. ―Dejó salir el insulto bastante
bien―. Conoces la historia de Lilith, ¿cierto? Ella fue expulsada del Edén porque
era, bueno, exigente. A partir de ahí, se acopló con los demonios, y de eso creó una
nueva clase de ellos, pero nada de eso ocurrió inmediatamente. Oh no. Ves, la
difícil situación de Lilith le había ganado la simpatía de un ser muy poderoso. Ella
se volvió… amiga con un aliado poco probable, y cuando el Edén cayó y todos sus
antiguos habitantes fueron despojados de su inmortalidad por el pecado, así fue
con Lilith. Y su nuevo amigo, bueno, eso ser no sentía que era justo que Lilith
fuera… castigada una vez más.
―Creo que puedo adivinar quién era ese ser ―dije, esperando que no me golpeara
hasta el próximo siglo por tomar una tentativa en eso―. ¿El Jefe?
»El Jefe descubrió que la sangre de un ángel original que había caído, si se ingiere,
concedía la inmortalidad entre otras cosas. Esa sangre se la dio a Lilith y su
inmortalidad fue restaurada. ―Hizo una pausa mientras yo procesaba esos nuevos
conocimientos―. Estoy seguro que el Jefe lamenta ese regalo ahora, pero la
retrospección es inútil.
―Así que Lilith… realmente no es un demonio entonces. Era, también, lo que sean
que eran las primeras personas, entonces era mortal, y luego obtuvo la sangre de
un ángel caído. ―Mi ceño creció―. Sí, eso… ¿Qué diablos es ella, entonces?
Mis ojos se abrieron. Entonces eso significaba… ¿Cuándo muriera, también lo haría
Lilith? Yo era su interruptor de apagado. Vaya.
―Para ser honesto, nunca entendí por qué decidió tomar el riesgo de crearte. Sin
ofender.
―Sin cuidado ―murmuré―. ¿Tal vez ella no sabía nada del… interruptor de
apagado?
―Oh, estoy seguro que lo sabía. Su arrogancia rivaliza con la del Jefe ―respondió,
y me puse rígida, casi esperando que el Jefe apareciera delante de nosotros para
hacernos pagar por su insulto―. Pensó que su hijo iba a ser como ella, traidor,
obsesionado con el poder y el control. Y fue un plan siniestro. Fornicando con un
Guardián, dejando al niño para ser elevado entre el enemigo con el fin de usurpar
en última instancia los Guardianes y, posiblemente, incluso al Jefe. Lilith quería el
mundo ya que sentía que todo le había sido arrebatado cuando fue exiliada del
Edén. No importaba que se le había concedido la inmortalidad de nuevo y podría
haber encontrado un cierto sentido de la paz. Quería vengarse de toda la
humanidad, siempre lo hizo y siempre lo hará. La natalidad fue un siniestro plan,
pero en última instancia un esfuerzo fallido, ya que no eres como ella. No de esa
manera.
―No ―dije en voz baja, dando un paso hacia el puente. No sabía cómo me sentía
al tener la confirmación de que para Lilith, mi madre, no era más que una
herramienta, un arma en una guerra sin fin. La ira y la decepción se enredaron
juntos, y me obligué a sacar una risa áspera. Lo que había significado para Lilith no
podía importarme ahora. No me había importado antes―. No soy como ella.
―Pero tampoco eres como los Guardianes, o así piensas. ―Se rió suavemente,
deteniéndose para mirar por encima del muro de piedra del puente, hacia el río
abajo. Y lo que era un río.
―Voy a contarte una pequeña historia, una a la que se debes prestarle mucha
atención.
―No.
Se volvió hacia mí, apoyándose en la pared con una confianza en la artesanía que
no compartía.
―Ves lo que quiero decir. ―Sus ojos brillaban con frialdad―. Los que cayeron y
aceptaron su castigo fueron convertidos en piedra, y se les dio horrible apariencia
bestial no sólo para recordar a la humanidad que existía el mal, sino para servir
como una lección tangible para aquellos que deberían estar por encima de la
tentación que ellos también pueden caer de la gracia.
―Vaya. ―Mi cabeza daba vueltas. ¿Los Guardianes eran originalmente ángeles
que habían caído? De repente, como Roth burlonamente les había llamado,
rechazos celestiales, cobraba sentido. Él lo había sabido, pero siempre había dicho
que no había sido su historia que contar.
―Dios ―jadeé, pensando en todas las gárgolas que adornan los edificios justo en
DC solamente. Todo este tiempo creí que el hombre simplemente les había tallado.
―No puedes cambiar. Aquí no. ¿Cayman no te dijo eso? Demonio tonto, tiende a
dejar de lado la información importante. No eres de este reino, niña, por lo tanto,
no puedes tomar tu verdadera forma aquí ―dijo, levantándome aún más―.
¿Podría romperte el cuello en un segundo y no sabrías qué pasaría?
Moriría.
No era como que pudiera decir eso ya que estaba ocupada tratando de conservar lo
que quedaba de oxígeno en mis pulmones, que no era mucho. Mi pecho estaba
ardiendo, mi corazón latiendo con fuerza.
―Te dañaría. Te golpearía, pero no, no morirías ―continuó, como si pudiera leer
mis pensamientos―. Francamente, lo único que te va a matar es una daga de
hierro en el corazón o si alguien corta tu cabeza. ―Sus palabras estaban rompiendo
a través de la bruma ardiente, pero no tenía mucho sentido―. ¿Fuego? Nop.
¿Cayendo de un centenar de historias? No te puede matar. ¿Destripada? No. Una
vez que entiendas eso, serás más fuerte y más feroz que cualquier Guardián que
camine arriba, e incluso los Demonios de Nivel Superior huirán de tu presencia.
Me cogió por el brazo, arrastrándome lejos del borde y contra su pecho. El contacto
corporal completo era como abrazar a un muñeco de nieve, un muñeco de nieve
psicótico. Mi piel se enfrío, y mientras, exhalé ásperamente, luego arrastré el aire
en grandes tragos, una nube de niebla se formó delante de mis labios.
―¿Ahora ves lo que he estado tratando de mostrarte, con el propósito de todas mis
historias? No eres un demonio. Nunca has sido un demonio, niña tonta.
Traducido por Jo
N o eres un demonio.
Dejé de pelear para respirar mientras miraba sus fríos ojos. Lo que me
había dicho acerca de Lilith y los Guardianes me agitó, pero ahora
estaba sorprendida estúpidamente por la pura incredulidad.
―¿Por qué? ¿Porque tu clan cree que eres la indicada? ¿Porque el príncipe nunca
lo negó? Eso es lo que le dijo el Jefe, porque si los demonios del Nivel Superior
supieran lo que el Jefe había hecho antes por Lilith hace todos esos años, no
estarían feliz. A ningún demonio le gusta la idea de que el Jefe juegue a los
favoritos y que todavía lo haga. El príncipe no tenía razones para creer algo
diferente. Para todos ellos, te sientes como un demonio, solo porque te sientes
como un ángel caído original. ―Su agarre era duro, bordeando lo cruel―. Si
pusiste atención a mi historia, puedes seguir a dónde voy con esto.
Partes de mi cuerpo estaban congeladas por el contacto con él, así que no estaba
realmente siguiéndolo ahora.
―Eras parte Guardián y parte lo que fuera que Lilith era cuando naciste, lo que te
hace algo completamente diferente. La sangre Guardián en ti debilitaba lo que sea
que Lilith te pasó. Eras tan mortal como cualquiera de ellos, ni de cerca tan
poderosa, con solo tu don de un beso mortal, pero esas malditas brujas… ―Rió, y
su frío aliento enfrió mis labios, haciéndome temblar―. Aquellos que veneran a tu
madre. Te dieron algo de beber, ¿cierto, después de tu apuñalamiento y el heroico
rescate del príncipe? Quitándote de mí eficientemente. ¿No?
―¿Pero puedes adivinar lo que es ahora? ¿Probar que estabas poniendo atención a
mi pequeña clase de historia?
La sangre palpitó en mi cabeza, y supe a dónde se dirigía con esto, pero no podía
creerlo, la idea de que me habían dado sangre de uno de los ángeles caídos
originales. Primero, eso era malditamente asqueroso. Segundo, yo…
―Eso hay que preguntárselo a ellos. ―Sus pestañas bajaron, ocultando sus ojos―.
Pero lo que hicieron, destruyó toda la sangre Guardián que tenías en ti. Ahora…
eres algo completamente diferente.
Pensé en como Zayne y Danika habían dicho que me sentía como un demonio de
Nivel Superior, pero eso era antes de que las brujas me hubieran dado ese… ese
brebaje. Pero todo comenzó a conectarse. Roth estaba parcialmente en lo correcto.
Todavía me estaba transformando, y ya que no era lo que nadie esperaba que
fuera, lo que los Guardianes estaban sintiendo podía ser lo que fuera en lo que me
estaba transformando. Además un demonio había huido de mí desde que había
bebido esa cosa, y lucía diferente.
―Oh Dios mío ―susurré, olvidando quién me estaba sosteniendo―. Es por eso
que tengo plumas en mis alas.
Su boca se crispó.
Me soltó y se alejó un paso, pero estaba tan centrada que apenas registré la calidez
volviendo a mí lentamente.
―Tan inmortal como lo que puede ser asesinado de esas dos formas que mencioné
antes. El momento que consumiste sangre de los originales, te convertiste en lo que
los Alfas llamarían una abominación. Pero lo que fallan en apreciar es que sola
puedes finalmente detener lo que se viene.
Sorprendida por todo lo que dijo, levanté una mano temblorosa, empujando el
cabello que se había soltado de mi rostro. Había venido aquí para sacar el alma de
Sam y terminé descubriendo que todo lo que había pensado de mi vida, mi
identidad, había estado equivocado… de nuevo. Parte de mí no sabía qué pensar
acerca de eso. La otra parte estaba burbujeando con una dulce conciencia.
Increíblemente egoísta, claro. Pero no habría andaderas en mi futuro mientras Roth
permaneciera siempre joven.
―Eres como Lilith, completamente única. Algo que no debería existir pero lo hace.
Así, también, es el Lilin. No debería existir, pero tú… tú puedes detenerlo.
―Lo detendré.
―¿En serio? ―Inclinó su cabeza―. Porque todo lo que has hecho desde que el
Lilin se reveló es lamentarte por tu amigo, hacer pucheros, permitirte drama de
relaciones que normalmente solo esperaría de una penosa adolescente humana y
disponer de tu castidad.
―¿Qué?
―Creo que hablé claramente. ―Caminó hacia mí, y esta vez, no me alejé, a pesar
de que mi garganta todavía dolía por la última vez que me defendí―. Necesitas
detener al Lilin, pero la única cosa que realmente has logrado es la pérdida de tu
virginidad. Aun así, supongo que te debo unas felicitaciones. Es un peldaño,
después de todo. Por favor pásale mis buenas nuevas al príncipe.
―¡Eso no es cierto!
―¿No lo es? ―Segador inclinó su cabeza hacia atrás y rió oscuramente―. Dime,
¿qué más has hecho?
Abrí mi boca, lista para decir todo en lo que había ―en lo que habíamos estado
trabajando― pero las únicas cosas que realmente no había mencionado eran
nuestros intentos inútiles de localizar al Lilin, el término de Elijah, y mi nuevo
tatuaje, que ahora estaba lejos haciendo quien sabe qué con Bambi, que, por cierto,
ni siquiera debería estar aquí.
Verbalmente acorralada en una esquina, dije la primera cosa que saltó a la punta
de mi lengua.
En el momento en que esas palabras dejaron mi boca, supe que eran un error.
Aparte del hecho de que no eran un aporte a la conversación, era posiblemente la
cosa más infantil que había dicho.
El Segador sonrió.
Mi mirada bajó a sus botas, y luego apreté mis ojos para cerrarlos. Dios, era cierto.
Sin importar lo que estaba pasando en mi vida, no había hecho suficiente para
detener el mal que inadvertidamente había ayudado a crear cuando Paimon había
realizado el ritual en su atento de liberar a Lilith, y más personas inocentes
morirían como resultado. No estaba segura de qué más podría haber hecho, pero
obviamente había algo.
―Tienes razón. No he estado haciendo suficiente, pero haré lo que sea para
detener al Lilin.
Sus ojos brillaron de forma extraña, como si tuvieran su propia fuente de luz.
―¿Lo que sea?
―Lo que sea ―repetí, a pesar de que las palabras no cambiaban el porqué estaba
allí―. Pero no voy a olvidarme de Sam. Su alma está aquí y no pertenece aquí.
Se movió de nuevo, rápido como un rayo, pero salté hacia atrás mientras levantaba
mis brazos, bloqueando su intento de otro agarre de garganta. El dolor pulsó bajo
mi brazo, y probablemente habría un moretón allí después, pero mejor allí que
alrededor de mi cuello.
El Segador se echó hacia atrás, y pensé ver aprobación brillar en sus ojos.
―Creo que hay alguien que necesitas conocer ―dijo, su voz baja en mi oído.
Luego habló en una vez que era antigua y pesada como las pieles que cubrían el
suelo.
―Lilith ―jadeé.
Traducido por Selene1987
P
or primera vez en mi vida, estaba de pie frente a Lilith, mi madre, y era una
criatura viviente que respiraba. No sé por qué eso me sorprendió más, pero
siempre había sido más bien un mito que algo real en mi cabeza.
―Madre hubiera sido un saludo más apropiado ―dijo ella, y esa voz fue como mil
Bambis, deslizándose bajo mi piel―. Pero nuevamente, no debería esperar tal
cortesía de ti.
Entonces…
―¿Por qué está aquí? No creo que sea para liberarme, no contigo aquí.
―¿Tu hijo? Quieres decir, ¿esa cosa loca que está correteando ahí arriba, causando
caos?
―No puedes negar lo que es. Es parte de ti. Eres parte de mí. Los tres estamos
conectados.
Me puse rígida.
―Siempre has sido una decepción para mí ―dijo, y yo me encogí, sin poder
evitarlo―. Tenía muchas esperanzas puestas en ti. Se suponía que eras no
solamente la que me liberara, sino la que se alzara conmigo. Habríamos cambiado
el mundo, ¿pero esto? ―Hizo una pausa, alzando las manos―. Esto es lo que
tengo que mostrar. No me respetas. No me haces honor.
―Ese estúpido. Falló en liberarme y es la razón por la que todos vigilan tan de
cerca ahora. No existe el amor, y por favor, no expongas un nuevo nivel de idiotez
al discutirlo conmigo. Preguntaré de nuevo. ―Lanzó una mirada al Segador, quien
aún me estaba agarrando por detrás―. ¿Por qué está aquí?
―Yo haré las preguntas. ―El agarre del Segador en mis brazos no se aflojó, como
si esperara que fuera a correr y quitar la cadena del techo. Una preocupación
innecesaria. Eso no iba a ocurrir―. ¿Llamarás de vuelta al Lilin? Sabes que puedes
hacerlo. Incluso desde esta celda, puedes detenerlo.
El Segador gruñó.
La mirada de Lilith cambiaba entre nosotros, y entonces echó la cabeza hacia atrás,
dejando salir una risa ronca.
―¿Es una pregunta seria? ¿Me pides que detenga a mi hijo? ―Bajando la cabeza,
su mirada parecía acero―. Si no puedo hacerlo a mi manera, entonces no puedo
esperar a la destrucción que echará sobre la humanidad. Traerá lo único que nunca
podría lograr… el final.
―¿Por qué? ―exigí saber―. ¿Por qué querrías eso? Nadie gana en esa situación.
Ni siquiera tú.
―¿Por qué? ―La incredulidad llenó su cara―. ¿No tienes ni idea de lo que he
sufrido? ¿Primero gracias a quien me creó y luego a manos de los hombres? ¿No
tienes ni idea de lo que he perdido? ¡Mi libertad se me niega una y otra vez! ¡Mis
elecciones apartadas! Me echaron del Edén, ¡obligada a vagar por un mundo
oscuro lleno de horror! No tienes ni idea de lo que he experimentado. No te atrevas
a preguntar por qué.
―Has sufrido ―dijo el Segador calmadamente―. Y también las tantas almas que
he reclamado por tu culpa.
―Soy tu hija.
―Entonces hónrame.
―¿Por qué me has llevado con ella? ¿Aparte de para demostrar que jamás le he
importado?
―Puede haber parecido cruel, pero tenías que ver lo que es de verdad, porque te
muestra lo que es el Lilin de verdad. Nada cambiará a ninguno de los dos.
Ninguna cantidad de lógica o negociación. El Lilin debe detenerse.
―Lo sé. No necesitaba encontrarme con ella para entenderlo. ―Agotada de todo lo
que me había contado y por conocer a la madre de la que era una decepción, me
encaré con él―. Quiero el alma de Sam. Puedes liberarlo, así puede ir a donde
tenga que ir, y detendré al Lilin. Pero quiero su alma libre.
Preparada para esa respuesta, junté mis manos para descubrir lo fácil que sería
para él llevarme a pesar de mi recién descubierta inmortalidad.
―Por favor. No se lo merece. Por favor. Haré lo que quieras que haga.
―Jamás deberías ofrecerle tal carga a nadie. ―Su mirada no tenía crueldad, pero
yo tuve un escalofrío―. Sobre todo a mí, porque puede que te pida algo que no
estés dispuesta a dar.
―Tengo que hacerlo por él. No lo entiendes. Sam era una buena persona… una
buena persona de verdad. Su alma era casi pura. No se merece una eternidad de
ser atormentado.
―No. Sé que sí puedes. Controlas las almas que han pasado. Eres el…
―Sé lo que soy, chica, como te he dicho antes. ―La pasividad de su expresión
cambió a irritación―. Y sé que no puedo liberar lo que no tengo.
―¿Entonces quién tiene su alma? ¿A quién tengo que rogar? Porque lo haré.
―¿Me estás…? ―Apenas podía decir las palabras sin que se saliera la emoción―.
¿Me estás diciendo que no hay nada que puedas hacer?
No era justo. En absoluto. Sam jamás había hecho daño ni a una sola persona y
ahora él… ¿había dejado de existir? Alguien diría que eso era mejor que toda una
eternidad de tormento, pero para mí, era peor. Todo lo que Sam había sido, todo lo
que había hecho, simplemente no importaba. Se había ido, no quedaba nada de él
en este mundo ni en otro, y eso estaba muy mal.
¿Y qué demonios iba a decirle a Stacey? Esto… esto la destruiría, ¿pero cómo
podría mentir, sabiendo lo que sabía? Pero preferiría llevar esa carga que hacérselo
saber.
―¿Qué?
―El Lilin consumió el alma, y esa alma está en él, junto con las otras almas que
haya consumido. Todo no está perdido.
Cada parte de mi ser quería enfurecerse con él, pero me obligué a calmarme,
porque él tenía toda la información.
―Te advierto que no va a ser tan sencillo. Las almas no duran indefinidamente,
atrapadas así. Nunca he oído que ninguna haya sobrevivido unos cuantos meses
―dijo―. El tiempo es la esencia.
―No ―respondió, y me lo creí, porque era quien era―. Pero no tienes mucho
tiempo. Por varias razones.
Asentí, no sólo con la esperanza de que aún podría ayudar a Sam a encontrar la
paz que se merecía pero entendiendo por completo que en el momento en el que
subiera, tenía que encontrar al Lilin.
Tragué fuertemente.
Sus labios se curvaron en una sonrisa, pero desapareció tan rápidamente que
puede que me lo imaginara.
―A diferencia de tu madre, tengo fe en ti, Layla. Pero recuerda una cosa. Todo el
mundo paga un precio con sangre al final.
Traducido por iarii
B
ambi y Robin fueron devueltos a mí justo antes de dar un paso atrás en el
pasillo significativamente más fresco. En el momento en que habían
aparecido habían empezado las disputas entre sí. Acerca de qué no estaba
segura porque me consumía por todo lo que me había dicho y mostrado el
Segador.
Relucientes ojos ámbar se encontraron con los míos y antes de que pudiera decir
una palabra, o decirle lo aliviada que estaba de verlo, Roth se encontraba en frente
de mí. Líneas de furia apenas contenida en su rostro cuando irrumpió en el
ascensor.
―¿Qué? No.
Cuando negué con la cabeza un poco de la tensión, aunque sólo sea una cantidad
pequeñísima, desapareció de él. Empecé a alzar mis manos.
―Yo…
Mis palabras terminaron en un grito mientras me levantaba. Dentro de un
segundo, me balanceaba en el aire. Gruñí cuando mi abdomen golpeó su hombro.
Por instinto, me agarré de la correa de cuero alrededor de sus caderas. Él giró y el
ascensor cerró sus puertas cuando salió al vestíbulo.
―Roth…
―¡Bájame!
―No va a pasar.
Mi boca se abrió.
Apretando los ojos cerrados, conté hasta diez. Lo hice hasta cinco.
Aprovechando la fuerza que sabía que tenía, levanté mis manos y agarré sus
hombros mientras lleve mi peso hacia atrás al mismo tiempo. El movimiento cogió
a Roth con la guardia baja y su brazo se aflojó lo suficiente para romper su agarre.
―Sí, ¡vamos a hablar de seguridad! ―Su voz retumbó a través del hueco de la
escalera―. ¿Sabes cuánto te arriesgaste por ir allí abajo? ¿Cuán increíblemente
afortunada eres al estar de pie aquí, ilesa?
―Sí, pero…
―No hay un pero en esto, Layla. Hay cualquier cantidad de cosas muy
perturbadoras y retorcidas que podría haberte ocurrido. ¿Y para qué?
―¿Para qué? Sabías que tenía que ayudar a Sam. Que no podía…
―No sabía eso, ahora, ¿lo hago? Me desperté después de que ese imbécil me
rompió el cuello y te habías ido, Layla, al Infierno, y yo no podía ir por ti. Lo
intenté, pero el maldito ascensor no llegaba. Sabía que la entrada había sido
bloqueada, y no tienes ni idea de lo que me hizo pensar. No sabía si estabas bien.
¡Me pasé un día y medio temiendo lo peor! ―gritó, y mi estómago se cayó porque
había olvidado que el tiempo transcurre de manera diferente allá abajo. Lo que me
pareció una hora, había sido horas y horas de incertidumbre para él.
Tragué saliva.
―¡Y yo no iba a echar a la suerte el perderte! Porque te amo, tú, molesto, engreído
y sobreprotector…
La boca de Roth estaba en la mía y era un beso brutal que no admitía espacio para
la negación. No es que yo podría querer negarle algo. El beso fue casi demasiado
poderoso, demasiado primitivo. Se desgarró el balón de temor que descansaba en
mi vientre porque era el tipo de beso forjado del miedo de perder a alguien y eso
hizo nuestra situación más real.
Hizo que todo lo que yo había hecho fuera aún más doloroso.
Le devolví el beso con igual avidez y exigencia. Él dio. Yo tome. Y a medida que
nos aferrábamos el uno al otro, yo sabía que había más amor en sus palabras que la
ira que había habido.
―No lo harás ―susurré de vuelta, pero esas dos palabras sonaron vacías para mí
incluso después de lo que me había dicho el Segador―. ¿Sigues enojado conmigo?
Los labios de Roth rozaron mi frente y luego estaba retrocediendo, soltando mis
muñecas y bajando mis brazos. Sus movimientos eran rígidos y se volvió hacia la
escalera y al mismo tiempo me di cuenta que aunque la mayor parte de la ira había
desaparecido, no se había por completo.
―Bambi. Sal.
El familiar dejó mi piel inmediatamente y en lugar de flotar hacia él, la sombra se
lanzó debajo de la cama.
―Creo que haces daño a sus sentimientos ―le dije, frente a él―. Y fallaste en
mencionar que los familiares son en realidad personas. Eso es algo muy
importante como para olvidar, ya sabes, que tienes una mujer adulta arrastrándose
en tu piel.
Me estremecí.
Se me quedó mirando.
―Al principio, sí, lo estaba. Pero luego me di cuenta de lo estúpido que era. Y
además, al parecer ella tiene algo por Zayne.
―Para ser honesto, no se me había pasado por la cabeza. Tonto de mí por pensar
que no habría posibilidad de que tú darías un paseo por el Infierno.
―Bambi lo hizo sonar como que la dejaste tomar esa forma mientras está aquí
arriba.
―A veces. ―Él cruzó los brazos sobre su pecho―. No es algo que a menudo
pienso.
―Aun así, hubiera sido útil saber. Imagina mi sorpresa cuando ellos salieron de
mí. ―Me agaché, donde Robin estaba acurrucado junto a mi cadera―. No creo que
se gusten. Todo lo que hicieron fue discutir. ―Miré a la cama―. Realmente creo
que ella se está escondiendo.
―Cuando dije que lo sentía, lo decía en serio. No sabía que Cayman iba a
distraerte de esa manera. Le di un puñetazo, si eso te hace sentir mejor.
Continué.
Roth se quedó en silencio durante un largo rato y luego exhaló con fuerza.
―Tengo un montón de lo que no estaba buscando ―le dije, deslizando mis manos
a lo largo de mis rodillas―. Me dijo lo que los Guardianes eran antes, quiénes eran.
―Había oído rumores, pero algunas gárgolas son solamente esculturas de piedra y
nada más.
―Por lo tanto, me siento como un demonio. También lo hizo Lilith, pero sólo
porque nadie sabía lo que realmente somos y supongo que con el Jefe diciendo a
todos que ella era uno, nadie pensó en cuestionarlo. La gente ve lo que quiere ver.
Incluso los demonios, supongo.
Roth se había acercado a mí cuando le platiqué lo que dijo el Segador pero ahora
se arrodilló frente a mí.
―Tú no es un demonio.
―No veo donde hay alguna mala noticia involucrado en lo que acabas de decirme.
Casi sonreí.
―Bueno, soy una especie de monstruo más grande de lo que pensaba que era al
principio.
―No me importa si te crece una tercera teta cuando cambias o si eres parte
demonio ―dijo con fervor―. O si tres días al mes terminas necesitando consumir
la carne de los muertos.
―Voy a amarte igual. ―Puso sus manos sobre las mías―. Pero sabiendo que no
voy a tener que hacer algún trato loco en el futuro para evitar que mueras de vieja,
para mí es la guinda del pastel, nena.
―Igual. ―Lo veo levantar mis manos a la boca y apretar los labios contra los
nudillos de cada uno―. No he conseguido el alma de Sam.
―Lo siento ―dijo, y aunque sus palabras fueron pronunciadas bajas yo sabía que
eran verdad. Y también sabía que lo único que realmente importaba en ese
momento era que yo estaba sentada frente a él, sin ningún daño.
―Ese ha sido nuestro plan, pero ¿cómo? Me imagino que el Lilin no será fácil de
matar.
―Porque, hasta donde yo sé, es fatal para los originales, también. Si bien no son
demonios, todavía están malditos en muchas de las mismas maneras que los
demonios. Después de todo, ellos pecaron en formas que se creían eran
imperdonables. ―Él sonrió ligeramente mientras miraba hacia mí―. Has sabido
acerca de mi pequeña colección. Esto es todo lo que me queda.
―No quema ―le dije―. Igual que antes. Supongo que soy especial.
Hice una mueca, y él se rió entre dientes mientras doblaba la ropa de cuero por
encima de las estacas. Con calor, empujé las mangas de mi suéter.
―Tenemos que detener al Lilin. Sé que hemos estado diciendo eso, pero…
―Um…
―Para dejarte moretones en la piel alguien habría tenido que haber agarrado el
brazo con tanta fuerza que si fueras humana, hubiera quebrado el hueso.
―No creo que tenga que responder a tu pregunta, porque vas a enloquecer.
―Creo que podríamos tener diferentes definiciones de la calma ―le dije con
ironía.
Uno nunca podría olvidar lo que era Roth. Debía preocuparme o incluso enojarme
que él estuviera dispuesto a buscar venganza, pero había una parte de mí que
estaba secretamente emocionada por el nivel de su protección. Porque la verdad
era que si la situación se volteara, querría matar a todo el que le hiciera daño.
―¿Al igual que cómo voy a romper todos los dedos de su mano? ―Él le dio unas
palmaditas a la cama.
―No. ―Suspiré mientras Bambi se asomaba por debajo de la cama. Se levantó con
gracia, empujando la pierna de Roth con su hocico―. Él prácticamente nos regañó
por realmente no hacer nada acerca del Lilin.
Roth se palmeó el pecho y sin tener que decir una palabra, Bambi se fundió a su
piel, desapareciendo bajo el dobladillo de su camisa.
Mis cejas se alzaron, pero entonces la puerta se abrió para revelar a Cayman y en
cierto modo como que entendí el saludo cuando el demonio entró en la habitación.
―Lo siento ―dijo Caimán, con los hombros rígidos―. Las brujas están aquí. Han
venido por lo que tuve que prometer.
Traducido por Xhex
Los brujos estaban sentados en unas de las altas mesas redondas apartadas del
escenario. Eran dos: El hombre mayor que nos recibió cuando fuimos al
restaurante a reunirnos con su vieja bruja y aprender más de los Lilin, y una
jovencita que no podría ser mucho mayor que yo. Ambos vestían con normalidad,
lo que era bien estúpido para que me sorprendiera, porque no era como si la
mayoría de los brujos anduvieran por ahí con una capa negra o las mujeres con
ondulantes vestidos blancos. Ellos compartían rasgos similares, cabello y ojos
marrones, pequeñas narices y bocas, y me preguntaba si estaban relacionados.
Padre e Hija.
La vieja bruja que recuerdo de nuestra última reunión, la que parecía llevar la voz
de mando, no estaba con ellos, pero no estaba sorprendida, porque dudaba que la
mujer pudiera viajar demasiado. Era tan mayor que cuando la vi por primera vez,
había esperado que cayera muerta en cualquier momento y explotara en una nube
de polvo.
Los brujos eran una raza muy extraña. Eran mayormente humanos, pero en algún
lugar de su linaje había sangre demoníaca y de allí era de donde obtenían sus
habilidades. Pero a pesar de que tenían antepasados demoníacos, ellos no
reclamaban la conexión. Las brujas no confiaban en los demonios y ellos no
confiaban en los Guardianes, tampoco. Para mí, no eran ni buenos ni malos, y por
lo general se quedaban lejos, muy lejos del drama.
El hombre observó a Roth con cautela antes de voltear su mirada hacia donde me
encontraba, cerca de Cayman.
―Soy Paul.
―¿Paul? ―repite Roth―. Gracioso, de alguna forma pensé que serías un Eugene o
un Omar.
―Y esta es Serifina.
―¿Importa? ―preguntó.
―Creo que no, pero yo… bueno, soy curiosa. ―Me encogí de hombros―. No es
algo que imagine que la gente, incluso los brujos, solo tengan por ahí a montones.
―Todos nosotros hemos oído de la arrogancia del príncipe. Qué tranquilizador ver
que ese rumor es correcto.
Me puse rígida cuando los labios de Roth se levantaron en una esquina, y cuando
habló, su voz era tan espesa como la melaza.
―¿También escuchó el rumor de cómo una vez encadené a un brujo por los
dientes? Porque eso también es cierto.
Paul palideció, y entonces sus mejillas se sonrojaron mientras mis ojos se abrieron.
―Esto va a irse cuesta abajo rápido ―dijo Serifina, con voz suave mientras su
mirada iba entre Roth y yo―. No es lo queremos. Hemos venido por lo que se nos
ha prometido y eso es todo.
―¿Y qué les ha sido prometido? ―exigió Roth―. Terminemos con esto.
―Cumplirá la promesa.
―Pero ni siquiera sabes qué fue pedido a cambio. ―Ella miró a Cayman que
parecía aún más pálido que antes, a este punto temía que ella se pudiera desmayar
y caerse de la silla.
―¿Discúlpenme?
―Te dije que no te gustaría lo que pedirían a cambio, pero dijiste que les diera…
―Te dije que les dieras cualquier cosa ―interrumpió Roth con voz áspera―. Sé lo
que dije.
―Los familiares son seres muy poderosos, especialmente cuando tienen un lazo
con una persona. Son como un sifón, o un conducto. Cuando los familiares del
príncipe tienen un lazo con otra persona, después de un tiempo, la nueva…
―La nueva persona con el lazo puede desarrollar algunas habilidades del huésped
original ―interrumpió Roth―. Quieren mis talentos.
Roth se mofó en dirección de los brujos mientras mis pensamientos corrían para
encontrar una manera de salir de esto.
―¿A quién?
Ningún brujo parecía querer decir el nombre, pero Paul finalmente sacó valentía y
dio un paso adelante.
―¡No! ―La palabra se escapó de mi boca antes de que pudiera detenerme. Me giré
con ojos salvajes puestos en Roth―. No Bambi. De ningún modo.
Roth no dijo nada mientras miraba a los brujos, con los hombros imposiblemente
tensos.
―Porque ella es la más poderosa ―respondió Paul con sencillez―. No solo está
enlazada con el príncipe, también lo está contigo. Ningún otro familiar tiene eso.
Ella tiene más de una oportunidad de crear lazos con uno de los nuestros.
―No. No tienes que hacer esto. Que se jodan. No pueden herirme o a ti. ―Bueno,
asumo que no podían, pero qué diablos―. No tenemos que hacer esto.
―Ella tiene razón. ―Cayman frotó la palma de su mano por toda su magullada
mandíbula―. Roth, ella tiene razón. Sabes que hay un modo de salir de esto. No
voy… a cumplirlo contra ti. Sé lo mucho que Bambi significa para ti, y lo sabía
cuándo negocié el trato.
Cayman asintió.
Roth maldijo mientras alzaba la mano y se pasaba los dedos por el cabello antes de
acercarse al otro demonio. Me preparé para una pelea de proporciones épicas, pero
Roth apretó la mano en la parte de atrás de la cabeza de Cayman.
―Estúpido hijo de puta ―dijo, pero no fue con ira. Mi corazón se retorció en mi
pecho. El dolor llenó el tono de Roth―. ¿Podrías morir? Sabías que era lo que iba a
pasar. Si negocias un trato y no cumples, mueres.
Ay Dios.
Las lágrimas pinchaban la parte de atrás de mis ojos, y sentí a Robin moverse a lo
largo de mi costado, obviamente, sintiendo el torbellino de mis emociones. Esto no
estaba bien, no era para nada justo.
Sin soltar la parte de atrás de la cabeza de Cayman, Roth cerró los ojos brevemente,
y luego los abrió, girando para hacerle frente a los brujos. Su marcada mandíbula
habría enviado a más de un hombre sabio huyendo lejos.
Escuchar eso no ayudó, porque no los conocíamos, y Bambi, no era como si nos
perteneciera. Bambi había hecho tanto por nosotros, por mí, ¿y ahora se suponía
que la entregaríamos a extraños? Ella era una parte de nosotros y ellos estaban
pidiendo que renunciáramos a ella, que Roth se deshiciera de ella.
Me acerqué a Roth, sin saber qué decir. Nuestros ojos se encontraron por un
momento, y el rudo destello se había ido el tiempo suficiente para que pudiera ver
el verdadero alcance de la agitación que él sentía. Puse mi mano en su brazo, y él
asintió.
No quería verlo, pero como todas las veces anteriores, Bambi salió de su piel y
cayó en el espacio junto a él, reconstruyéndose rápidamente. Bambi se levantó,
girando el cuello hacia los brujos antes de golpear a Roth en la cadera.
Ella tenía que saberlo. Yo lo sabía, porque ese era el modo en que funcionaba la
unión, y mi pecho dolía mientras ella se estiraba más, golpeando mi brazo con su
hocico. Las lágrimas nublaron mi visión mientras extendía la mano, pasándola
sobre las suaves escamas entre los ojos.
―Tiene que haber alguna otra manera ―dije con voz ronca.
―No la hay ―dijo, en voz baja―. Cayman no tiene la culpa. Hizo lo que tenía que
hacer.
―Lo sé.
Eso no sería justo tampoco, y a pesar de que Roth y Cayman se habían peleado
ayer sobre mí yendo al Infierno, los dos eran amigos. Francamente, estaba bastante
segura de que Cayman era el único amigo de Roth aparte de mí, y Roth tenía que
elegir entre dos malas opciones. Renunciar a Bambi ante un aquelarre de brujos o
sentenciar a su amigo a muerte.
―¿Quién de ustedes se supone que la llevará? Dudo que planeen caminar con ella
en esta forma.
―No. ―Serifina pasó sus manos sobre el pantalón oscuro que llevaba―. Es por
eso que estoy aquí.
―¿Ah, sí? ―preguntó Roth, y luego levantó los ojos hacia ella. Cuando ella asintió,
sonrió cruelmente―. Si le causas a ella una gota de dolor, lo sabré. Y no me
importarán las consecuencias a las que tendré que enfrentarme, no solo te cazaré
hasta matarte, sino a todo tu aquelarre.
―Ve.
Pero la familiar dudó, y Roth tuvo que decirle que se fuera de nuevo. Un dolor
muy real me atravesó cuando alcé la mano, pasando el dorso sobre la humedad en
mi mejilla. Finalmente, después de lo que se sintió como si mi corazón fuera
cortado de mi pecho y tirado al suelo, Bambi se deslizó lejos de nosotros, con la
cabeza hacia abajo.
Roth dio un paso adelante, como si fuera a ir tras ella, pero se detuvo. Caminando
detrás de él, envolví mis brazos alrededor de su cintura. Sus manos se posaron en
mis brazos, pero en lugar de apartarlos, se aferraron a ellos.
Paul maldijo, agarrando a Serifina por los brazos. Bambi acabó, sin embargo, y
pensé que era su pequeña advertencia de que ella no estaba muy feliz con esto. La
serpiente desapareció bajo el suéter, y por la forma repentina en que el rostro de
ella se enrojeció, yo dudaba que Bambi estuviera haciendo de su casa un lugar muy
cómodo.
Estaba hecho.
Ninguno de nosotros pudo haber predicho esto. Entendía por qué Cayman no
había dicho nada hasta este punto, yo creía que saber que esto iba a suceder habría
sido un golpe aún más duro. O tal vez no. La pérdida era amarga tanto si era
esperada como si no.
―Largo. De. Aquí ―gruñó Roth, con los ojos brillando de un intenso carmesí.
Pero no pude.
Serifina se detuvo en las puertas y se volvió hacia donde estábamos. Paul bajó la
cabeza, hablando demasiado bajo para que nosotros escucháramos. Serifina respiró
y nos miró a cada uno por turno.
―Entendemos la gravedad de la cuestión con el Lilin. Por favor, no crean que no.
Es por eso que necesitamos al familiar.
―¿Porque Bambi les ayudará a sobrevivir el apocalipsis? ―Me reí con voz
ronca―. Ella es increíble, pero ni siquiera ella puede hacer eso.
―Eso no es lo que pensamos, pero ella nos hará más fuertes. Tú lo sabes. Y nos
protegerá de todos los frentes, incluyendo el suyo. ―Su mirada se posó
brevemente sobre Roth―. Él se asegurará de que nada nos dañe, no cuando la
tenemos.
―Así que, ¿es un rehén en lugar de una reina? ―le disparé de vuelta.
―Vamos ―instó Paul―. No sirve de nada razonar con ellos.
―Sí, váyanse. ―Roth dio un paso adelante, con la barbilla inclinada hacia abajo―.
Váyanse antes de que me arrepienta de mis acciones.
Serifina parecía desgarrada, pero se mantuvo firme. Tuve que admirarla por eso,
porque Roth parecía un sanguinario y estaba segura de que yo no me veía tan
diferente.
―El Lilin no ha ido muy lejos ―dijo ella, alejándose de Paul cuando él giró hacia
ella―. Hay una gran cantidad de oscuridad en la ciudad, una que no hemos visto
antes, pero que podemos sentir.
―No sabemos lo que es. ¿Pero qué otra cosa podría causarlo? Algo antinatural está
ocurriendo allí.
―La ciudad es un lugar bien grande ―dije―. Eso no nos lo reduce en realidad.
―Hemos estado manteniendo una estrecha vigilancia sobre la iglesia de los Niños
de Dios desde hace un tiempo.
Ay Dios, me había olvidado de ellos, era una locura, pero habían estado pasando
muchas cosas. La iglesia no pertenecía a ninguna de las sectas principales y eran
algunos de los peores seres humanos que había tenido el disgusto de conocer. No
solo odiaban a los demonios, detestaban a los Guardianes.
Y realmente me disgustaban.
Traté de no pensar en el día que dos de ellos nos siguieron dentro del
estacionamiento, o en cómo había perdido mi calma, haciendo algo realmente
horrible que involucraba una biblia y la cara de un hombre. Mis acciones habían
permitido una de sus muertes, y a pesar de que ellos eran realmente terribles, saber
que había provocado la muerte de un humano era difícil de tragar.
―Sus fanáticas creencias los hace tan peligrosos como cualquier demonio
―continuó Paul―. Han estado activos hasta el pasado miércoles. Ningún solo
miembro ha sido visto u oído desde entonces. ―Hizo una pausa, presionando los
labios―. Nos infiltramos dentro de ellos hace mucho tiempo, pero nuestro
hermano tampoco ha estado en contacto con nosotros.
―No somos tan tontos como para comprobarlo ―dijo Serifina―. Somos
demasiados vulnerables como para ponernos en peligro, pero asumiendo que
nuestras suposiciones son ciertas, si encuentran la iglesia, quizá encuentren la
oscuridad, y al Lilin.
Traducido por Xhex y HeythereDelilah1007
E
l paradero de la iglesia de los Niños de Dios no era ningún secreto. Su
dirección estaba impresa sobre los muchos volantes que había arrancado de
los escaparates y postes de teléfono. Estaba cerca de Adams Morgan, de la
cual siempre creí que era una ubicación extraña para una iglesia, porque el
vecindario era bastante animado y conocido por su vida nocturna. Se estaba
convirtiendo cada vez más en un distrito de entretenimiento, así que el edificio
usado de iglesia en verdad lucía fuera de lugar.
Los tres nos quedamos en el vació club luego de que los brujos se fueran,
llevándose a Bambi con ellos. Roth era la encarnación de la ira apenas contenida
mientras estaba de pie en medio de la pista de baile, abriendo y cerrando su mano
varias veces a su lado.
―Creo que debemos ser inteligentes con esto en lugar de entrar todos a la vez en la
iglesia. Si el Lilin realmente está allí, dudo que esté sentado y cantando himnos con
esa gente.
Le eché un vistazo a Cayman, que todavía parecía afligido por lo que acaba de
pasar, y luego me volví a concentrar. ¿Por qué rayos estaría el Lilin con ellos? ¿Y
viceversa?
―Tenemos las armas necesarias para eliminar al Lilin. También los Guardianes.
Hagámoslo.
―Roth ―repetí, esta vez más fuerte y más alto. Sus dilatados ojos se clavaron en
los míos. El brillo en ellos es completamente homicida―. Detengámonos por un
segundo.
―¿Tenemos? Porque insistir con eso parece bastante inútil. ¿Qué cambia?
―No cambia nada ―dije, mientras Cayman se giraba de lado, pasándose la mano
por el cabello claro―. Pero no podemos pretender que no pasó. Bambi…
―Creo que es mejor que pretenda exactamente eso. ―Sombras habían empezado a
tomar forma bajo su piel al igual que sus rasgos afilados, formando ángulos
duros―. Porque estoy muy cerca de desgarrar a ese aquelarre, y si lo hago,
romperé el trato que hizo Cayman.
Cayman bajó la cabeza mientras ponía sus manos sobre sus estrechas caderas.
Roth no respondió a eso, y yo no sabía que decir para mejorarlo. Él había perdido a
un ser amado. No importaba si el ser amado era un familiar que a menudo tomaba
la forma de una serpiente gigante. Los dos estaban unidos en un nivel que ni
siquiera yo podía comprender plenamente, y me había unido con Bambi. Puse mi
mano sobre mi costado, donde descansaba Robin. Ya estaba enlazada con el zorro.
―Si alguien debería pedir disculpas, soy yo. Yo negocié el trato ―interrumpió
Cayman malhumorado―. Sabía…
―Estabas haciendo tu trabajo ―espetó Roth―. Te dije que daría cualquier cosa,
por eso hiciste el trato. No hay nada por lo que debas disculparte.
Cerré los ojos, forzándome a no decir lo que quería. La culpa me ganó, pero yo
sabía que no necesitaba escuchar eso de mí en este momento. Por mucho que
quería enfurecerme por la pérdida de Bambi, no se trataba de mí, y lo que sentía no
era nada comparado con lo que Roth tenía que estar sintiendo.
Metiendo mi cabello detrás de mis orejas, puse mis revoltosas emociones juntas,
ocultándolas y me enfoqué.
―Ella va a estar bien ―dijo Roth en voz baja mientras sacaba mi teléfono. Me di
vuelta y lo encontré mirando el piano―. Sé que lo estará. Bambi no va a permitir
que la maltraten.
―Estará bien.
Caminando hacia él, puse mi mano sobre su hombro, y luego me estiré besando su
mejilla. Se puso rígido por un momento, entonces me rodeó con los brazos,
enterrando su rostro en el hueco de mi cuello por un breve momento antes de
apartarse, frotando su palma a lo largo de su mejilla.
―Escríbele a Zayne.
Desde la distancia, a primera vista lucían como pájaros de caza, como si fueran a
bajar en picado y atrapar a la gente del grupo. Pero a medida que se acercaban, no
había duda sobre lo que eran. Incluso aquellos en las calles serían capaces de
reconocer las diferencias.
Nop.
―No. ―Roth puso su mano en mi espalda baja―. Pero quizá sea sangriento.
Le di una mirada.
―Compórtate.
Sonrió.
Esto no iba a ir bien, pero era demasiado tarde para cambiar nuestros planes. El
resplandor blanco nacarado se desvaneció y Zayne aterrizó primero. En su forma
real, era inmenso. Tenía la piel de color gris oscuro, sus cuernos estaban curvados
hacia atrás, dividiendo su cabello rubio. No era feo o aterrador, al menos para mí,
pero su mirada tenía una ráfaga helada que iba hacia nosotros, un doloroso
recordatorio de lo mucho que había cambiado.
Dez y Nicolai fueron los siguientes, seguidos de otros dos miembros del clan, pero
el último en llegar fue el que causó que el terror explotara como perdigones en mi
estómago e hizo que a Roth se le saliera una fuerte maldición.
Abbot estaba aquí.
Con su cabello tan dorado como el de su hijo, que le llegaba hasta los hombros,
siempre me recordaba a un león muy grande.
Abbot había creído lo peor de mí, con poca o ninguna evidencia que lo respaldara.
No era de extrañar por qué había tenido esa autoestima de perdedora y que yo
también creyera lo peor. Aunque él no me había apuñalado con una maldita daga
en el estómago, me mantuvo enjaulada como a un animal y después, encadenada
como uno.
―¿Qué está haciendo él aquí? ―preguntó Roth, aunque sonó como si estuviera
preguntando sobre el clima, sabía que no estaba así de calmado.
―Layla, yo…
―Sé que nada nunca va a poder borrar algo de lo que pasó, pero yo… yo lamento
el papel que tuve en ello.
¿El papel que tuvo? Para mí, él había sido el maldito capitán liderando el desfile de
Asesinen a Layla que hubo en la calle principal.
―No soy como ustedes. ―Mis manos se apretaron en puños y Robin empezó a
ponerse inquieto―. Resulta que nunca fui un demonio. ―Eso atrajo la atención de
Zayne y sacó la emoción de su rostro. Sorpresa―. Sí, tengo algunas habilidades
demoniacas, pero… bueno, ¿algo de eso importa?
―Dijiste que tenían una pista sobre el Lilin ―dijo Nikolai, siempre el pacificador
del grupo―. ¿Que podría estar encerrado en la iglesia de los Hijos de Dios?
―Es por eso que estamos aquí ―respondió Dez―. Dinos lo que quieres que
hagamos. Este es tu espectáculo.
Los hombros de Abbot se encorvaron, era obvio que no estaba feliz con esa
decisión. Roth se veía altanero al decir:
―Necesitamos que todos ustedes se queden cerca. Si las cosas se ponen feas, lo
sabrán.
―Nitro. Fuera.
Mi mirada salió disparada mientras la pequeña nube negra aparecía frente a él.
Cayó sobre el techo, y luego rápidamente se juntó sobre sí mismo, formando un
gato diminuto.
Antes de que Roth terminara estas palabras, el pequeño muerde talones creció ante
nuestros ojos. Hombros frágiles expandiéndose en un lomo poderoso. Su espalda
se alargó con músculos grandes cubiertos por completo por piel blanca. Lo que
empezó pareciendo algo suave, creció hasta convertirse en algo amenazador,
reverberando gruñidos que erizaban el pelo de la parte trasera de mi espalda.
Dios.
―Nitro les hará saber si las cosas se salen de control ―explicó Roth―. Será obvio.
No podía dejar de mirar al gato. Bajó su trasero hasta el piso mientras su lengua se
movía sobre sus dientes. Se veía hambriento, y los Guardianes se veían muy, muy
infelices, especialmente cuando este tosió algo que sonó sospechosamente como
una risa.
―¿Lista?
―Sí. ―La espada estaba metida en mi bota, justo como la de Roth. Caminamos
hacia la cornisa que daba al callejón de abajo. El camino más rápido hasta abajo era
saltando. Roth cambió rápidamente, metiendo sus alas para que así no me botara
con el borde de ellas.
Sabiendo que todos los ojos estaban sobre nosotros, le permití a mi propia forma
tomar su lugar. Mi piel vibró con el cambio, y cuando pasó fue como si finalmente
estuviera despertando después de haber dormido por días. Mis alas se
desplegaron, arqueándose sobre mí, las plumas cosquilleando por el viento.
―Presumido ―murmuré.
En vez de saltar, como que caminé fuera del borde y el espacio vacío
inmediatamente se estiró para agarrarme. La gravedad era lo mejor. El callejón se
apresuró hacía mí, y dejé que mis alas se abrieran, disminuyendo la caída.
Roth se rió entre dientes, de vuelta en su forma humana, mientras se estiraba hacia
abajo, alcanzando mi mano. Le mandé al pobre hombre una mirada de disculpa, y
luego nos apresuramos por el costado del edificio hacia la calle principal. Mi
corazón estaba saltando mientras nos uníamos a la multitud concurrida en la acera.
―Espero que eso no cuente como exposición ―dije mientras cruzábamos la calle.
Él apretó mi mano.
―En serio pienso que los Alfas tienen problemas más importantes con los que
lidiar justo ahora. ―Luego se encogió de hombros―. Y hablando en serio,
deberías haber visto la mirada en la cara de ese hombre cuando me vio a mí. Eso
fue algo divertido.
Sacudí mi cabeza, pero una pequeña sonrisa se me escapó. Roth estaba de mucho
mejor humor del que había estado inmediatamente después de que las brujas lo
dejaran llevándose a Bambi. Distraerse con lo que nos esperaba después estaba
funcionando para él, y era una cosa extraña por la que estar agradecida, pero lo
estaba.
―Ahí está ―dije dos edificios más abajo del edificio que era la iglesia.
Asentí mientras la puerta del edificio frente al cual nos encontrábamos se abría. Un
estallido de música y risas siguieron al hombre joven que salía. Su aura era del
color verde de las algas marinas, y se arremolinaba suavemente mientras él se
acomodaba la chaqueta, dirigiéndose en la dirección contraria.
―Sí ―respondí―. Siempre han tenido esas ventanas cubiertas desde adentro, para
que así no se pueda ver nada. Solo le agrega cosas a su aspecto sombrío, ¿no es así?
Él resopló.
―¿Recuerdas el hombre que te echó agua bendita?
Lo miré.
―¿Qué?
―Oh por Dios. ―Lo miré boquiabierta―. ¿Qué en el mundo te hizo pensar en eso
justo ahora?
―Se llama ser multitareas. ―Me guiñó―. Y todavía pienso entrar en ese bebé, solo
para tu información.
El momento en el que abrió la puerta, el olor que había en el aire nos hizo
retroceder un buen metro.
―Oh por Dios. ―Puse mi mano sobre mi boca con brusquedad, haciendo parar mi
reflejo para vomitar mientras observaba el lobby poco iluminado.
―Jesús ―murmuró Roth, sus labios elevándose hacia atrás en una mueca.
El olor era el de carne dejada a la intemperie durante mucho tiempo, mezclada con
algo que no era capaz de ubicar. Peor que el sulfuro, o un callejón sucio en la
ciudad.
―Tan cliché. ―Roth caminó alrededor del escritorio, hacia las puertas dobles y sin
ventanas―. Creerías que se les ocurriría algo nuevo.
―Tú… ―Me miró sobre su hombro i mientras alcanzaba las puertas dobles―, eres
adorable.
Hubiera sonreído ante eso, pero las puertas se habían abierto, y todo lo que podía
hacer era presionar mis labios juntos para evitar arrojarme sobre la espalda de
Roth.
Había velas por todas partes, lanzando una luz parpadeante y suave a través la
habitación estilo atrio que había sido convertida en un lugar de ceremonias,
completada con las bancas y el presbiterio, que era una plataforma elevada.
I
nhalé una profunda respiración, e inmediatamente me arrepentí, el hedor fue
ensombrecido por el horror de lo que estábamos mirando.
Roth se tensó cuando un movimiento cerca del lugar del coro atrajo nuestra
atención. Había estado vacío hace un momento, pero ahora una figura estaba de
pie frente al altar. Parpadeé. Era el Lilin, y había tomado la forma de Sam una vez
más.
―Creo que esto es apropiado ―dijo el Lilin, abriendo sus brazos a sus lados―.
Tengo una congregación de muertos.
―La mayoría de la gente apunta más alto ―dijo Roth mirando con disgusto la
carnicería.
―No soy la mayoría, ahora, ¿lo soy? ―Sonrío ligeramente desde su posición
elevada―. He estado esperando a que vinieras, hermana.
Ojos blancos como la leche se movieron hacia Roth mientras el Lilin sonreía
misteriosamente.
―Creo que veremos eso, ¿no es verdad? ―La mirada del Lilin encontró la mía―.
Necesitamos liberar a nuestra madre. Es una tontería que una fuerza como ella
deba permanecer encadenada. Estamos juntos en esto y…
―Cierto ―remarcó Roth con aire de suficiencia―. El Jefe la tiene encerrada bajo
llave. No va a pasar.
―Si traes el Infierno a la Tierra, los Alfas se meterán. Nos barrerán a todos,
incluyéndote.
―Tiene un punto.
Ellos irrumpieron a través del techo, como algo sacado de una película de terror, y
cayeron al suelo, entre los bancos.
Podíamos ver la pared ahora, podíamos ver que había varias estatuas alineadas. Se
veían como las gárgolas de piedra colocadas a lo alto de varios edificios de la
ciudad, pero más crudas, más grotescas que las reales. Algunas se veían como
duendes. Otras eran parte león y unas cuantas se veían como aves. No del tipo de
palomas felices. Más como pterodáctilos.
―Ellos los crearon en piedra. ―El Lilin hizo un gesto a los cuerpos en los
bancos―. Tan bizarro. Los usaron como un recordatorio del mal que tanto querían
combatir. Irónico.
Un latido pasó.
Las líneas salían volando, junto con piezas de aquellos que dejaban atrás. Cada
explosión de bancos era un crujido de un trueno.
Me habría reído, quería hacerlo, pero una pieza de madera salió volando en mi
dirección. Me agaché evitando por poco ser aplastada. La tabla se estrelló contra la
pared detrás de nosotros.
Chispas saltaron y las llamas se elevaron de la esquina más lejana cuando las velas
caídas comenzaron un incendio entre los escombros.
No tuve que esperar demasiado para saber a qué se refería. Los espectros
golpearon las estatuas, envolviéndose a sí mismos sobre ellas como una manta. No
sabía qué estaban haciendo, pero el instinto me dijo que no me iba a gustar.
Una fuerte y terrible sacudida pasó a través del edificio, dispersando los bancos y
los cuerpos, y la sacudida se transformó en un gemido cortado por el sonido de
piedra moliendo contra piedra.
Una gárgola en forma de duende se apartó de la pared. Con solo uno cincuenta y
dos de altura, sus pisadas resonaban mientras se apresuraba hacia Roth,
cacareando con una voz aguda.
Roth dio un paso a un lado, girando. Tomó el brazo del duende, y se lanzó al
techo. Haciendo un fluido arco, Roth voló hacia abajo a una velocidad terrible,
estrellando al duende en el suelo.
Saltó, atrapando la parte trasera del espectro, arrastrándolo hacia abajo. Mi boca
cayó abierta. No tenía idea que los familiares pudieran tocar a los espectros, pero
Robin no solo lo estaba tocando. Estaba sacudiendo su cabeza como un pitbull con
un bocadillo nocturno, girando al espectro de un lado a otro.
Las otras estatuas nos rodearon, y en un minuto, perdí de vista a Roth. Sabiendo
que la daga no haría nada contra estas cosas, la coloqué de nuevo en mi bota.
El ave vino hacia mí de nuevo, pero esta vez estaba mejor preparada, me lancé
hacia arriba y tomé una de sus alas. Apoyándome en la fuerza que siempre había
habido en mí, pero nunca había usado realmente, nunca la había entendido
completamente, rompí el ala que estaba cerca del pequeño cuerno.
Girando, observé a Roth pateando una de las estatuas en la pared, y girando para
atrapar a una detrás de él. Se movía con una gracia brutal, destruyendo todo lo que
se le ponía a un toque de distancia.
Robin había acorralado a otro espectro, así que me giré y subí a la plataforma,
donde el Lilin estaba de pie observando la carnicería. Sonrío hacia mí como Sam
que quería subirme y golpear la siempre amorosa…
Una estatua chocó contra mí, lanzándome varios metros en el aire. Mis alas se
expandieron, deteniéndome de ser lanzada contra la pared como una de las
estatuas de Roth. Me sostuve por un momento, espiando a la criatura león.
―Gracias ―murmuré.
―Un placer. ―Roth se lanzó hacia arriba, y entonces se apartó de la espesa nube
de humo que venía del fuego―. Necesitamos salir de aquí antes de que todo este
lugar se derrumbe.
Fuego estaba lamiendo su camino arriba por las paredes, hambriento, mientras
consumía todo lo que tocaba. Una sección del techo, ya se había venido abajo.
Acechando al Lilin, me detuve y bajé mientras otra de las criaturas poseídas corría
hacia mí. Sus manos carnosas engancharon mi camiseta, pero salté hacia atrás,
liberando su agarre. Girando, le di una patada, plantando mi pie en su pecho y
lanzándola hacia atrás.
Agitando los brazos, cayó sobre las llamas, pero inmediatamente regresó, está vez
envuelto en fuego.
Aterrizando varios metros lejos de él, miré a Robin arrastrándose entre los bancos
rotos, yendo tras un espectro.
―Ríndete.
El Lilin rió.
―¿Qué dem…?
L
as palabras del Lilin rebotaban en mi cabeza, pero había poco tiempo para
centrarse en ellas. Las puertas estallaron detrás de mí y la lucha se volcó en
el vestíbulo y el humo se hizo demasiado denso para ver o respirar. El
fuego rugía fuera de control.
Zayne estaba a mi otro lado, con el rostro marcado por la confusión al ver la sangre
en mi camisa. Nos retiramos de la habitación, llegando al vestíbulo. Allí, Dez y una
de las criaturas de piedra estaban resolviéndolo a puñetazos, yendo puño contra
puño hasta que otra gárgola de piedra vino a través de las puertas, estrellándose
contra la cintura de Dez, arrojándolo por la ventana. El vidrio se hizo añicos, y
luego la lucha era afuera, en la calle.
―¿Qué pasó?
―No lo sé. Apuñalé al Lilin y esto le pasó a ella. Tienen que cambiar a su forma
humana ―dijo Zayne mientras salíamos al aire nocturno más limpio y más
fresco―. Ustedes dos. Resaltan demasiado.
Roth cambió de nuevo antes que yo. Tomó un momento, porque la adrenalina
estaba bombeando demasiado rápido en mi sistema, pero mis alas se plegaron y
cuando levanté una mano, apartando el cabello de mi rostro, vi la locura.
Las personas salían a la calle a raudales desde los bares y edificios cercanos. En su
aterrorizado estado de pánico, probablemente no podían notar la diferencia entre
los Guardianes y las gárgolas. Lo único que veían era una batalla brutal. Los gritos
se elevaban, al igual que el humo. Ahora se desbordaba del edificio.
Antes de que pudiera terminar la pregunta, el maldito león salió disparado del
edificio. Se había lanzado al aire y ahora golpeó a Zayne en la espalda. Los dos
cayeron en un automóvil estacionado. El metal se aplastó bajo su peso combinado.
Rodaron, sacando el parabrisas.
Incluso en su forma humana, Roth era una fuerza a tener en cuenta. Agarró los
hombros del león y lo arrastró hacia atrás. Girando, arrojó la criatura.
Un taxi bajando a toda velocidad por la calle pisó los frenos, pero no a tiempo para
evitar tener un impacto directo. El león se estrelló contra la puerta del lado del
pasajero, inclinando el taxi hacia arriba de lado incluso mientras el león caía sobre
sus cuatro patas de piedra.
Sin previo aviso, una ráfaga de aire caliente sopló en mi espalda, y me volteé,
divisando a la criatura de piedra que había sido incendiada. Ignorando el dolor,
giré como un trompo antes de que me pudiera agarrar.
Dez apareció, sus alas agitando las cenizas asentándose por el suelo. Aterrizó en
cuclillas, y luego se levantó. Con la épica patada del siglo, golpeó a la criatura de
nuevo hacia el edificio. Antes de que siquiera pudiera chocar los cinco con él por
eso, otra se estrelló contra él.
Ya que estaba mucho más herido que yo, supuse, lo alcancé. Me lancé hacia él,
golpeando mi hombro bueno en su espalda. El Lilin cayó, conmigo encima.
Inmediatamente se resistió, pero no me lo estaba creyendo.
Alguien gritó, pero no sabía quién era la fuente. El león se agachó, preparándose
para atacar, y supe que esto iba a doler en serio. Se lanzó al aire, y lo único que
pude ver fueron sus garras. Hechas de piedra, eran enormes. Pero repentinamente,
había un enorme Guardián frente a mí. Alto y ancho, su cabello dorado era tan
brillante como el de un verdadero león.
Abbot abrió la boca, pero no hubo palabras, sólo aire burbujeando a través de su
cuello desgarrado. Sus piernas cedieron bajo él, y salí disparada hacia adelante,
tratando de detener su caída. Pero con su peso y mi lesión, fue un esfuerzo inútil.
Los dos caímos en la acera. Él aterrizó sobre su espalda y yo a su lado.
Roth rodeó las piernas de Abbot y se arrodilló a mi lado, con las manos alcanzando
las mías.
―¿Qué estás haciendo, Layla? ―Su voz era ronca, y cuando lo miré, vi un moretón
formándose a lo largo de su mandíbula―. ¿Qué estás haciendo?
―Layla. ―Negó con la cabeza mientras envolvía sus manos alrededor de las
mías―. Es demasiado tarde.
―No ―dije, mirando a Abbot, al hombre que me había criado, que me había
traicionado, pero que me había salvado en última instancia. No podía ser
demasiado tarde.
Los ojos de Abbot, una vez tan vibrantes y azules, eran de un tono opaco y estaban
fijos en… en la nada. No había aura a su alrededor, sin importar lo duro que traté
de verla. Pero vi que las lesiones no se limitaban sólo a la garganta. Su pecho…
Roth apartó mis manos, y no luché con él, porque tenía razón y no tenía sentido.
Era muy tarde. Mi cabeza se rebeló ante lo que estaba viendo, ante lo que había
sucedido tan rápidamente.
Saliendo del humo y del caos, otros vinieron hacia nosotros. Primero Nicolai, y él
se había detenido en seco, y luego la única persona que yo no quería que viera esto,
pero que también era demasiado tarde para que la detuviera.
Cayó de rodillas al otro lado de Abbot, y se estiró hacia su padre, pero se detuvo,
con las manos cerniéndose sobre el arruinado pecho inmóvil de Abbot. Él
temblaba.
―¿Padre?
L
a hora siguiente fue un borrón.
Había pasado tanto tiempo desde que lo había visto, el hombre de los Guardianes
para todo trabajo, y tuve que detenerme de precipitarme hacia él cuando salió de la
cocina, la tristeza grabada en los profundos surcos de su rostro. Cuando me vio,
sonrió levemente, pero no llegó a esos conmovedores ojos oscuros.
Jasmine ―la práctica Jasmine de pensamiento rápido― había agarrado una sábana
y la puso en el suelo. Abbot había sido colocado sobre ella, y Morris se había
apoderado de los bordes, envolviéndolos alrededor de Abbot, formando una
mortaja.
Me enteré cuando Dez telefoneó que todas las criaturas de piedra habían sido
destruidas y que él y los otros Vigilantes estaban actualmente de caza de los
espectros que el Lilin había creado. Por lo que oí, también estaban tratando de
hacer algo de control de daños entre los seres humanos. Algunas de las personas
en las calles habían visto los espectros, y para ellos, los espectros se verían como
fantasmas estereotipados… un nivel de exposición al que los Guardianes no
querían arriesgarse. Dez iba a tener que hacer un montón de charla rápida para
convencer a todos de que no había sido lo que habían visto. Por suerte, los que
habían estado en el lugar no habían sido capaces de notar las criaturas de piedra,
aparte de los Guardianes.
Iba a ser un desastre. Era un desastre, y sólo el tiempo diría lo malo, pero dudaba
de que ninguno de nosotros estuviera pensando más allá de este momento.
―¿Por qué no te sientas? ―preguntó Roth, con los ojos llenos de preocupación.
―Estoy bien.
Me miró y luego a donde estaba Zayne. Me di cuenta de que Roth quería decir algo
más, pero se obligaba a permanecer en silencio.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Zayne unió los pliegues que
quedaban de la manta, cubriendo la cara de Abbot.
―Sí.
Los cuerpos de los Guardianes, cuando morían, hacían lo que cualquier cuerpo
humano haría, pero el proceso era más rápido para ellos. Dentro de un día, no
habría nada que realmente quedara además de los huesos. Por eso quemaban a
sus muertos.
Horas habían pasado para el momento en que Dez y el resto del clan regresaron, y
aunque mis piernas y mi cuerpo entero se sentían entumecidos, estuve allí cuando
Abbot fue levantado a toda prisa a la pira y estuve allí cuando Zayne colocó
cuidadosamente una antorcha encendida a los pies de su padre caído. Estuve allí
para ver a Nicolai colocar su brazo alrededor de los hombros de Danika.
Roth me guió de vuelta a la casa, pero no llegamos muy lejos antes de Jasmine
apareciera frente a nosotros. Tristeza irradiaba de cada uno de sus poros, pero una
mirada de determinación de acero se había instalado en su hermoso rostro.
―Has estado de pie todo el tiempo y te lesionaste. ―Se dirigió hacia la escalera,
detrás de Jasmine―. No me digas que estás bien. Deja que Jasmine te examine.
Comencé a protestar, pero él ya estaba a mitad de la escalera, y todo lo que había
sucedido en el último par de días me golpeó en ese momento. Agotamiento se
agarró a mí y no me soltó. Se atrincheró profundamente y estaba cansada hasta los
huesos.
En realidad nada había sido tocado con la excepción de la cama que fue tendida, ya
que en verdad no había sido yo. Mi escritorio seguía atestado de cuadernos,
papeles sueltos y libros. La puerta del armario estaba entreabierta, dejando al
descubierto el lío de ropa medio colgando de sus perchas y esparcidas por el suelo,
mezcladas entre solicitudes para la universidad.
Miré a la ventana que Abbot una vez había atornillado para cerrarla y vi la casa de
muñecas. Mi pecho se contrajo, porque no podía dejar de pensar en el pasado, en
Zayne. En un ataque de rabia, yo había destruido la casa de muñecas, y él la había
reconstruido de nuevo a su antigua gloria. La casa de muñecas también me
recordó cómo Bambi había dejado su casa.
Roth tomó el suéter de mí, lo arrojó al suelo, y luego colocó su mano sobre mi
hombro. Sus ojos estaban fijos en mi cara.
Jasmine hizo un suave sonido chasqueando mientras miraba la herida.
―¿Qué pasó?
―Lilin fue apuñalado con una daga de hierro ―agregó Roth―. Pero no parece que
ella tenga los síntomas de ser apuñalado con una.
―No. Estaría muy enferma si ese fuera el caso. Lo siento si esto duele. ―Puso el
paño sobre la herida, y sí, ardió, pero me sentía peor―. ¿Cómo has estado?
―Bien. ―No quería hablar de mí. Eché un vistazo a la puerta y luego a Roth―.
Zayne… va a estar bien, ¿no?
―¿Segura?
―Si me equivoco, entonces alguien va a estar aquí para decirles que se vayan.
Mientras tanto, ¿alguno tiene hambre? Puedo pedir comida a domicilio.
―Pero, ¿qué?
―Como dije, no sé cómo explicarlo. ―Girándose hacia mí, paso sus dedos por su
cabello―. Hoy ha sido…
Roth se sentó junto a mí, por lo que nuestros hombros se tocaban. Él estiro sus
piernas.
Tomé un trago y luego otro antes de dejarlo a un lado. Cuando lo miré, vi que los
moretones en su mandíbula ya estaban aclarándose, pero los acaricié con mis
dedos.
―¿Estás bien?
―Lo hago.
―No necesitas hacerlo.
Suspiré.
―Roth.
Él respiro profundamente.
―Sabes cómo me siento con respecto a ese hombre, lo que ayudo a hacerte, pero sé
que te crió. ―Deslizó su mano sobre la mía y la apretó―. Sé que lo que sucedió no
es fácil de aceptar para ti.
―Él me protegió. No puedo… Dios, ni siquiera sé qué decir. Estaba tan molesta
con él antes de esto, pero al final, lo supero. Yo… ―Me detuve, abriendo mis ojos.
Se sentían húmedos, y cuando hablé, mi voz sonó ronca―. Aún lo quiero, ¿sabes?
Giré mi cabeza hacia él, no tan sorprendida ante su consideración como alguna vez
lo había estado.
―El Lilin… me dijo que estábamos en esto juntos. Lo oíste decirlo. Supongo que
no nos dimos cuenta qué tan literales deberíamos haber tomado sus palabras.
―No lo vi venir.
―Eso hubiera sido bueno saberlo ―continué cansada―. Es decir, ese es un detalle
bastante grande. Si matamos al Lilin, entonces muero. Y asumo que eso funciona
en ambas direcciones.
Arqueé una ceja, porque no creía que hubiera algo que podríamos hacer para
mantener al Lilin fuera de peligro sin matarlo. Pero incluso si podíamos contenerlo
mientras lo dejábamos vivir, ¿cómo dejaba eso a Sam? Su alma se perdería, como
también todas las otras almas de la congregación que el Lilin había tomado.
Seguro, esas personas eran fanáticos, pero eso no significaba que se merecían esa
clase de destino.
―¿Puedo entrar?
―Por supuesto. ―Levanté mis piernas para dejarle espacio, pero se quedó en la
puerta, apenas adentro del cuarto. Mi corazón dolió por él, por todo―. ¿Estás…?
―No… ni siquiera sé qué pensar. ―Metió sus manos en los bolsillos de sus
vaqueros―. Pero no estoy aquí por eso. Quiero disculparme.
Mi boca se abrió.
―No sabía que cuando apuñalara al Lilin te lastimaría a ti. ―Su mirada cristalina
se encontró con la mía―. Nunca te haría daño. Sin importar qué. Yo no…
―Lo sé. Sé que no lo sabías. Nunca creí que lo harías si lo supieras. Ni siquiera
nosotros lo sabíamos ―insistí―. No necesitas disculparte. Eso es lo último que
necesitas hacer ahora. En serio.
Parte de mí quería decirle que no tenía que preocuparse por esto, pero entonces me
di cuenta que quizás estaría buscando una distracción, y no quería quitarle eso. Le
dije lo que Roth y yo acabábamos de discutir.
―Tiene razón ―dijo Zayne, frotando su pecho con su mano―. Debe haber otra
forma. Simplemente no la conocemos aún.
Quería creer que había algo más, pero si estábamos conectados, estábamos
conectados.
―¿El niñito?
Asintió.
―Si alguien puede llegar a saberlo, seria él. La clave es hacer que lo diga.
―El niño que se comunica con, bueno, no sé con qué se comunica, pero no trabaja
ni para el cielo ni para el Infierno. ―Hice una pausa, sonriendo lentamente―. Le
gusta jugar a “Assassin’s Creed”.
Bufé.
Roth sonrió.
Mi mirada fue hacia Zayne. Las sombras habían florecido bajo sus ojos cansados, y
lucía… lucía perdido.
―Layla, sabes que puedes quedarte aquí. ―Sus hombros se tensaron―. Ambos
pueden quedarse tanto como necesiten. ¿De acuerdo? Y si se van, tengan cuidado.
Tengo… necesito irme.
Bajándome de la cama, caminé hacia él. Antes de que pudiera irse, envolví mis
brazos a su alrededor. Se tensó, y luego se giró en mi abrazo. Estirando sus brazos
hacia abajo, envolvió sus brazos a mi alrededor. Contra mi mejilla, susurró con una
voz ronca:
―Gracias.
Lo miré.
―No creo que sepa cómo murió su padre. Que Abbot me estaba protegiendo. Ya
está tan…
―La oferta que hice que Cayman le hiciera a las brujas. ―Arrastró su pulgar por
mi labio inferior―. Incluso si hubiera sabido que pedirían a Bambi, aún hubiera
estado de acuerdo si eso significaba que te salvaría. Sólo puedo suponer que Zayne
se hubiera sentido de la misma manera con la forma en la que Abbot murió.
―Oh, Roth…
―Sólo quiero que lo sepas. ¿De acuerdo? ―Se acercó, besando mi frente―.
Extraño a esa serpiente. Siempre la extrañaré, pero si tuviera que hacerlo todo otra
vez, lo haría. Sin preguntas. Lo haría todo otra vez por ti.
Traducido por Adaly, Leogranda y âmenoire
N
o estaba segura como Zayne y Stacey terminaron en el asiento trasero del
Munstang la mañana siguiente. Stacey había aparecido primero,
momentos después de que salí de la ducha, golpeando la puerta
principal y exigiendo que la dejara entrar.
Una gran parte de mí (bien, todo de mí) deseo haber estado en la sala de comando
para ver la cara de Geoff cuando esto se hundió. En todo nuestro tiempo como
amigos, Stacey nunca había sido admitida en el recinto antes.
En primer lugar, el hecho de que ella y Zayne se estaban enviando mensajes fue
una gran sorpresa para mí. No creo que alguna vez hayan intercambiado números
antes. No es que Stacey habría estado en contra de tener el número de Zayne, pero
no estaba segura de cuándo el rollo de convertirse en amigos de mensajes había
sucedido.
En este momento, se suponía que debía estar en clase, no es que realmente podía
llamarle la atención, dado que no he puesto un pie dentro de la escuela en lo que se
sentía como una eternidad.
Desde que Zayne había estado en la habitación cuando Roth había sugerido
hacerle una visita al vidente, él lo trajo a colación mientras Stacey estaba
visitándome en mi vieja habitación. Exigió ir con nosotros, y después de media
hora de discusión, me había dado por vencida en tratar de razonar con ella. No la
quería en cualquier lugar cerca de esto, ni siquiera del vidente, pero como había
señalado más de una vez, ya estaba hasta el cuello en esto.
También era bueno verla animada y activa, en lugar de una versión descolorida
fantasmal de la amiga que amaba.
Estaba sorprendida de que Zayne se nos había unido. Estaba callado, con una
expresión estoica. No sabía cómo estaba procesando el dolor de perder a su padre
hace apenas unas horas, pero estaba aguantando, y esa fuerza era admirable.
Cuando había visto a Elijah morir, sentí dolor pero había sido de una especie
diferente. Con su muerte, perdí el potencial de lo que podría haber sido. No es que
nunca me engañara pensando en que un día él despertaría y me aceptaría como su
hija, pero lamentaba la perdida… la perdida de lo que nunca fue. Cuando Abbot
murió, había sentido la perdida de la única figura paterna que había conocido, sin
embargo, aunque mi dolor era intenso, no era comparado con lo que Zayne debía
estar sintiendo.
Y mi dolor por Sam todavía no alcanzaba las alturas de lo que Stacey había
experimentado. Parecía, que a través de todo esto, estaba recibiendo una probada
de las consecuencias de lo que estaba sucediendo, no todo el trago.
El viaje a la casa del vidente fue incomodo, porque comenzó con una viaje a la
tienda de comestibles.
El pollo Perdue fue metido entre Zayne y Stacey. El primero estaba disparando
dagas a la parte posterior de la cabeza de Roth en cualquier momento en el que
miré hacia él. Roth estaba en su tercera ronda de tararear “Paradise City”,
aparentemente ajeno a la mirada de muerte dirigida a él. Estaba tratando de fingir
que todo era genial y nada cerca de los siete niveles de incomodidad, y Stacey
parecía que necesitaba un cubo de palomitas de maíz.
Cuando finalmente nos detuvimos en frente de la vieja casa con sus cercas de
madera y paredes de piedra cerca del campo de batalla Manassas, estaba lista para
salir volando del coche.
―Creo que lo mejor es que ustedes dos se queden en el coche. ―Roth apagó el
motor, y luego se giró, mirando a nuestros colados―. Tony es peculiar. No
necesitamos molestarlo.
Roth resopló.
Le lancé una mirada, y me devolvió una mirada inocente mientras estiró la mano
detrás de él.
―Solo un poco adolorida ―admití, porque decir que estaba cien por ciento bien no
sería creíble.
Bajando su cabeza, rozó sus labios sobre mi frente antes de que subiéramos por las
escaleras. Miré hacia atrás en el coche y encontré que Zayne no se había quedado
adentro como se le instruyó. Estaba parado junto al coche, de espaldas a la casa.
Estaba ahí, pero al mirarlo se sentía como si estuviera viendo una imagen grabada
de alguien. Él estaba ahí, pero no.
―Apuesta a que lo hará. ―El vidente nos hizo señas para que lo siguiéramos. La
casa olía a pino y manzanas, haciéndome anhelar la Navidad―. Sabes, podrías
haber permitido a tus amigos venir. En vez de que estén ahí afuera, estando todos
melancólicos y probablemente asustando a los vecinos.
―Ellos son, probablemente, la cosa menos espeluznante que tus vecinos han visto
―señaló Roth.
Golpeé el brazo de Roth cuando abrió la boca, obviamente formando otra replica;
si no lo detenía, él nunca o haría. Me lanzó una mirada, pero Tony dejó escapar
una risita infantil.
Lo seguimos a la sala de estar. Había un árbol enorme todo decorado con adornos,
con una montaña de regalos ya metidos debajo de él. Otro video juego estaba
detenido en la televisión, pero esta vez no parecía un juego medieval. Había un
coche y lo que parecía ser un oficial de policía persiguiéndolo.
Tony se dejó caer en un puff, y de alguna forma hizo que se mirara como un trono.
―Tal vez solo una risita baja de diversión ―agregó Tony con picardía.
―¿Estás seguro de que no era una risita aguda de diversión? ―respondió Roth―.
¿Dado que no has llegado a la pubertad todavía?
Oh Dios.
Tony apoyó sus piernas sobre la mesa de café, cruzándolas en los tobillos.
―Aunque creo que es genial que ustedes dos, obviamente, han llegado a un
acuerdo con lo que ambos son y sus sentimientos entre sí, tengo mejores cosas que
hacer que verlos a los dos…
―¡Tony! ―La voz de su mamá resonó desde algún lugar de la casa―. ¡Quita tus
pies de la mesa de café ahora!
Apreté los labios para evitar reírme cuando Tony puso sus ojos en blanco pero hizo
lo que le habían dicho.
―Quieres saber cómo matar al Lilin ―dijo, mirando con malicia en dirección a
Roth―. Conoces las reglas. No puedo ayudar a un lado sobre el otro.
―¿Pero descubrieron una pequeña complicación? ―Giró para dar una mirada
afligida a la pantalla, como si pasar un minuto lejos de su juego fuera una
tortura―. Una herida mortal para el Lilin genera una herida fatal para ti.
Asentí.
―Se esperaba. Una parte de ti se utilizó para crear el Lilin, al igual que se utilizó
una parte de Lilith para crearlos a los dos ―continuó, inclinando la cabeza hacia
un lado. Varios mechones rubios se sacudieron por encima―. Los tres están
unidos.
Había sido dicho antes, pero nadie había mencionado el hecho de que matando al
Lilin también me mataría. Esa pequeña exquisitez había sido excluida. No es que
yo estuviera completamente sorprendida.
―Tenemos que saber cómo separar a los dos. ― Roth abrió y cerró la mano más
cercana a mí―. Es por eso que estamos aquí.
Me tensé.
―Pero…
Roth tomó una respiración aguda, pero creo que yo dejé de respirar por un
segundo. Lo que ninguno de nosotros quería reconocer en las horas después de
que habíamos ido mano a mano con el Lilin ahora nos estaba golpeando en la cara
de nuevo.
―No nos estás ayudando aquí, amigo. ―La voz de Roth era calmada, pero la ira y
algo más, algo parecido a la desesperación, estaban rodando fuera de él,
convirtiéndose en una entidad tangible en la habitación―. Necesitamos saber
cómo matar el Lilin sin dañar a Layla.
―Así que lo que estás diciendo es… viceversa. ¿Si me matan, matamos el Lilin?
―Eso es mierda ―escupió Roth, y estaba de pie para el momento en que abrí mis
ojos―. Es una respuesta inaceptable.
Ella sostuvo una cacerola por encima de su cabeza, como si estuviera lista para
lanzarla a uno de nosotros.
Mi puño se apretó en el brazo de Roth. Ella tenía razón. Era hora de irse, porque
sabíamos cuál era la respuesta. Habíamos sabido lo que era antes incluso antes de
que hubiéramos venido aquí, o al menos yo lo había hecho. Roth seguía enojado
echando un vistazo al vidente, así que tiré de su brazo.
―¿Solo vas a aceptar eso? ―Lanzó un brazo hacia a Tony―. ¿Que no hay otra
manera?
―No ―le dije, y no era tanto una mentira, ya que era un intento de poner fin a esto
antes de que termináramos vistiendo cazuela de frijol verde―. Pero hemos
terminado aquí. ―Cuando él todavía vacilaba, empujé su brazo de nuevo―.
Vamos a resolver esto por nuestra cuenta.
Mis palabras sonaron débiles para mis propios oídos, pero Roth finalmente cedió.
Comenzamos a avanzar hacia el pasillo delantero, pasando a la severa madre de
Tony.
―Todo es por una razón ―llamó el vidente mientras nos acercábamos al arco en el
vestíbulo, y cuando miré hacia atrás, él estaba de pie, con expresión solemne y
sabia más allá de sus años―. No hay una cosa en este mundo que pase sin un
propósito. Las Acciones de todo el mundo, las del príncipe y de sus Guardianes,
han estado conduciendo a esto. Todos se han sacrificado por ti, por esto. Y no será
en vano.
El rostro de Stacey era del color de un pedazo de papel de cuaderno y sus ojos
oscuros estaban muy abiertos.
―¿No hay literalmente nada que pueda hacerse? ―preguntó Zayne, las manos
apoyadas en el respaldo de mi asiento―. ¿O simplemente el vidente no sabe lo que
se necesita?
―No creo que haya una manera ―repliqué, moviendo mi mirada de regreso a
Zayne. No lucía sólo enojado o confundido, sino más como una combinación de los
dos―. Tiene sentido en una manera, el hecho que está conectado a mí y ambos
estamos conectados a Lilith. Nuestra sangre creó el Lilin.
―Tal vez tiene sentido para ti ―dijo Stacey, levantando una pierna y jalándola
contra su pecho―. Realmente nada de esta basura tiene sentido para mí, pero lo
que sea. ¿Qué vamos a hacer ahora? Si no podemos matar al Lilin…
―Si no matamos al Lilin, perdemos a Sam. Perdemos a todas aquellas almas que el
Lilin tiene tomadas ―le recordé.
―Lo sé, pero… nos estamos quedando sin tiempo para Sam. Y, ¿cuánto tiempo
más los Alfas permitirán que continúe esta violencia? ―Hacía preguntas
malditamente buenas. Unas que ni Zayne, ni Roth podían contestar―. El Lilin
exterminó una congregación completa de Niños de Dios. Y sí, estoy segura que no
estaban en la lista de favoritos del gran chico, pero sólo es cuestión de tiempo antes
de que Lilin haga algo que ya no pueda ser ignorado. Casi nos expuso a todos
cuando despertó a esas gárgolas. ¿Realmente cuánto tiempo tenemos para
averiguar una manera de evitar esto?
―Sí. No. ―Enganchó el tirante de su bolso más arriba en su hombro―. ¿Por qué
siquiera estás preguntándome si estoy bien? Tú eres la que virtualmente eres una
gemela siamesa de un demonio psicótico. No te preocupes por mí en este
momento.
Abrí mi boca, pero, ¿qué podría decir a eso? Claramente era correcto. Mirando a
las gruesas nubes, suspiré.
―No sé qué pensar en este momento. Yo… ―Me fui apagando, sacudiendo mi
cabeza.
Sonreí.
―Sí.
―Y te amo, no importa qué. Sabes eso también. Y sabes lo mucho que… me mató
perder a Sam. ―Lágrimas llenaron sus ojos, pero su mirada estaba fija―. No
puedo perderte a ti, también.
Su declaración me desconcertó.
―¿Yo? ―Forcé una risa que sonó como huesos secos sacudiéndose―. ¿No hacer
algo estúpido?
Mientras me separaba de Stacey, supe que mi promesa había hecho muy poco para
tranquilizarla. La verdad era, la promesa era una que nunca debí haber hecho.
Porque tenía un montón de estupidez en mí, y sabía lo que tenía que hacer.
Traducido por Helen1
B
ien entrada la noche, Roth y yo ayudamos a Zayne y Dez a echar una
ojeada a través de los antiguos tomos que llenaban las estanterías de piso a
techo en el estudio de Abbot. Incluso, una vez que cayó la noche, se nos
unieron Danika y Nicolai. Mientras pasábamos de una página polvorienta a la
siguiente, pude escuchar las risitas agudas de Izzy y los gritos estridentes de Drake
yendo y viniendo toda la noche, claramente a Jasmine se le estaba haciendo difícil
cansarlos lo suficiente para llevarlos a la cama. Por el tiempo que llamamos una
noche, no había visto realmente a los gemelos y no habíamos encontrado nada útil.
Excepto que encontré una pequeña criatura llamada Pukwudgie en uno de los
tomos, una diminuta criatura parecida a un troll del que había oído hablar una sola
vez antes, cuando Dez había traído a Jasmine a nuestro complejo hace tantos años.
Ella había sido mordida por uno y había estado muy enferma como resultado de
ello.
La nieve caía en el momento que Roth y yo salimos. Nos dirigimos a los Palisades
ya que estaba más cerca que la McMansion, estacionamos en el garaje y pasamos
por un lado del club abajo. Tan pronto como entré en el desván, él espantó a los
gatitos. Los vi dispersarse por la habitación. Uno se dirigió al piano, mientras que
los otros dos se lanzaron debajo de la cama.
―¿Quieres que consiga algo de comida? ―preguntó, dejando caer las llaves
encima de la estantería.
No tenía mucha hambre, pero sabía que Roth no había comido en todo el día.
―Claro.
―Voy a tomar algunas cosas para nosotros ―dijo, en lugar de convocar a Cayman
como haría normalmente―. ¿Alguna cosa en particular que quieras?
Él sabía.
Gorjeando, brincó a la puerta del armario abierta, a la ropa que había arrastrado
fuera de las perchas y había formado una cama de ello. Lo vi rizar su cola espesa
cerca de su cuerpo, y luego me dirigí a la entrada de la azotea.
El aire frío me saludó cuando abrí la puerta y subí la estrecha escalera. Una fina
capa de nieve cubría las vasijas vacías y el dosel encima de la calesa rodaba en
silencio. Todos los árboles estaban desnudos, pero no muertos. La vida sería
renovada en la primavera, si la humanidad llegaba a la primavera.
Me dirigí a la repisa y me quedé mirando las luces brillantes de DC. Una nube de
niebla se formaba cada vez que exhalaba, pero era agradable aquí, por encima del
ruido de la ciudad y los gases nocivos. Calmado incluso. Estábamos a un puñado
de días de la Navidad, y nos quedábamos sin tiempo.
Me encogí de un hombro.
―Lo sé. ―Uno de los lados de sus labios se curvó hacia arriba―. Sentí que debía
señalarlo. ―Hizo una pausa―. No tienes hambre, ¿verdad?
No sé cuánto tiempo nos sentamos allí viendo caer la nieve en silencio antes que
Roth volviera a hablar, pero la nieve en el suelo de la azotea parecía haber
engrosado.
―Oh, Dios mío. ―Me reí cuando arrastré mis dedos sobre sus manos―. ¿Por qué
no me sorprende esto?
Realmente no tenía idea de a dónde se dirigía esta conversación, pero estaba muy
emocionada de que estaba hablando y yo también estaba dispuesta a simplemente
dejar ir todo por ahora, por estos preciosos momentos, para seguir la corriente a lo
que estaba saliendo de su boca.
―No serías capaz de controlarte si vieras algo tan increíble. ―Me jaló de nuevo en
la V de sus piernas cuando había comenzado a girar hacia él―. Me tratarías como
un pedazo de carne.
Roth se apoyó contra el cojín, llevándome junto con él, de manera que nos
apretamos, mientras la nieve seguía cayendo.
―Uh-huh. Así que estaría solo usando traje de baño.
―¿Speedo?
―Lo es. Solo confía en mí en esto. ―Inclinó la cabeza hacia un lado para que
pudiera ver su expresión―. De todos modos, los trajes de baño y bikinis
chiquititos también implicarían una playa de arena blanca. Nunca has estado en
una playa, ¿no?
―Cierto. ―Me mordí el labio cuando él se movió de modo que sus labios rozaron
el lóbulo de mi oreja, enviando un escalofrío por mi espalda―. Entonces, ¿qué
acerca de esta playa?
―La playa existiría en una zona tropical, donde siempre es cálido y casi siempre
soleado ―prosiguió, con una mano jugando con el dobladillo de mi suéter, la otra
perezosamente yendo arriba y abajo de mi pierna, desde el muslo hasta la
cadera―. La playa sería un lugar muy lejos de aquí.
―Tan lejos como queramos. ―Una mano viajó hasta la barbilla y sus dedos
guiaron mi cabeza hacia atrás―. Estaba pensando en la línea de las Islas Turcas y
Caicos. ―Me besó en la frente―. No he estado allí. ―Sus labios se posaron sobre
mis cejas―. Pero he oído hablar de este lugar llamado Grace Bay. ―Dio un beso a
cada uno de mis párpados―. Arenas blancas. Aguas de color turquesa. ―Entonces
le besó la punta de mi nariz―. El paraíso, o eso me han dicho. Deberíamos ir.
Sonreí débilmente.
―Deberíamos.
―¿Qué?
―No me costaría nada conseguirnos un jet privado. Solo unas pocas palabras
dichas a la persona adecuada, y luego estaremos en camino. Es un poco demasiado
lejos para poder volar por nosotros mismos. ―Sus ojos buscaron los míos
fijamente, y me quedé rígida, porque realmente no estaba bromeando―.
Podríamos estar allí mañana por la noche.
―Roth.
―No hay ningún lugar a donde podamos ir para escapar realmente de esto. Los
Alfas intervendrán. El Lilin quiere eso, y hasta el Segador lo ha llamado. Ellos
traerán el fin del mundo. Escondiéndonos en una playa no nos va a salvar.
―¿Crees que no sé lo que está pasando en tu cabeza, desde que te diste cuenta que
tu vida estaba ligada al Lilin? ―Su mano se enroscó alrededor de mi nuca mientras
se inclinaba, presionando su frente a la mía―. Maldita sea, Layla, sé…
―Eres demasiado buena. No ves eso, pero yo sí. Eres demasiado buena, pero yo
no. ―Su voz ronca―. Voy a ser lo suficientemente egoísta por los dos.
―¿Qué pasa con Sam, Roth?
―No lo sé. No tengo una respuesta para eso que quieras oír ―admitió―. Lo
siento. Eres mi prioridad. Olvídate del resto.
Envolví un brazo alrededor de su cuello, sin decir nada mientras metí mi cabeza
bajo su barbilla. Su mano se mantuvo en mi nuca.
―Sé que piensas que solo hay una manera de salir de esto. Renunciar a tu vida
para detener al Lilin ―dijo, con la voz más gruesa que antes―. Pero no puedo
dejar que hagas eso.
Su otro brazo rodeó mi cintura mientras movía su cabeza, sus labios rozando mi
mejilla mientras hablaba.
―Entonces no lo hagas.
Roth lo hacía sonar tan simple. La cosa era, incluso él sabía que no era tan fácil. Si
salimos de este lugar mañana, había una buena probabilidad de que tendríamos
días, tal vez incluso semanas o meses antes de que los Alfas intervinieran y
trataran de acabarnos. Pero ¿cómo podría disfrutar en serio esos días o semanas a
sabiendas que le di la espalda a Sam… Dios, a la humanidad? Lo que estaba
ocurriendo era mucho más grande que nosotros, así que era mucho más
importante que lo que queríamos o deseábamos.
―Estoy aterrorizado.
Mi corazón dio un vuelco y luego se dobló. Oírlo admitir eso fue una conmoción
para mi sistema. Me aparté, encontrando su mirada una vez más.
―No voy a dejar que esto suceda ―dijo―. Soy el príncipe. Tiene que haber algo
que pueda hacer. Puedo ir al Jefe.
Pero si había algo que el Jefe podría haber hecho, ¿no hubiera sido hecho ya? ¿O el
Jefe, incluso intervenir en este punto? No importaba. Mientras me aferraba a Roth,
sabía, en el fondo, que realmente no teníamos mañana. Si retrasaba lo que tenía
que hacer, no solo perdería a Sam y las demás almas que el Lilin ya había tomado,
sino que corría el riesgo de que millones de vidas se perdieran si el apocalipsis, de
hecho, se ponía en movimiento.
Corría el riesgo que Roth hiciera algo aún más estúpido de lo que había planeado,
y si no podía salvarme a mí misma, entonces por lo menos podía salvar a Sam.
Podría salvar las otras almas. Podría salvar a la gente inocente que moriría debido
a que el final estaba llegando. Podría salvar a Roth.
Cuando Roth me levantó la cabeza, abrió la boca para decir algo, pero no quería
que hubiera más palabras entre nosotros. Cerré la distancia, besándolo. Trató de
volver la cabeza, pero le agarré las mejillas, negándome a permitir que se formaran
en sus labios sean cuales sean las palabras que quería decir.
Apenas lo hicimos.
Una vez dentro del estrecho pasillo, la puerta se cerró detrás de nosotros, y Roth se
volvió, presionando mi espalda contra la pared. Nos enredamos en el otro,
nuestras respiraciones en jadeos cortos cuando la parte más dura de él se presionó
contra la parte más suave de mí. La nieve que había caído sobre nosotros se había
derretido, humedeciendo nuestra piel y el cabello.
Nos besamos. Nos aferramos al otro, y el mundo exterior se quedó en espera una
vez más. En este momento, estos momentos robados eran solo de nosotros. Nada
más importaba, excepto como se sentía y nuestro amor por el otro.
Roth capturó mi respiración con los labios cuando se volvió, empezando a bajar las
escaleras de nuevo. Pateó la puerta cerrándola detrás de nosotros, sellando el frío,
y cuando se volvió, golpeó el banco del piano, volcándolo.
Casi no lo escuchamos.
El sueño no vino para mí después, a pesar de que yo quería nada más que
acurrucarme en Roth e ignorar todo, no pude. Si lo hacía, todos los que me
importaban se perderían, y un sinnúmero de personas inocentes sin nombre, serían
atrapadas en el fuego cruzado. Sabiendo que yo era la única que realmente podría
detener esto, alejándome no era algo con lo que pudiera vivir. Además, dando la
espalda solo nos daría unos días, tal vez solo unas horas, porque una vez que el
Lilin fuera llevado demasiado lejos, expuesto demasiado, los Alfas nos borrarían a
todos nosotros, y habían estado esperando oh, tan pacientemente, una buena razón
para hacerlo.
Tenía que hacer esto. Sabía que no había otra opción, pero cuando miré a Roth
mientras dormía, lo que estaba a punto de hacer cortaba profundo en mí. Dolía. Un
nudo se había formado en la parte posterior de mi garganta, una pesadez
presionaba en mi pecho y mis ojos picaban mientras las lágrimas los llenaban.
Mis dedos picaban por tocarlo, solo una última vez, pero me arriesgaría a
despertarlo al hacerlo. Me decidí por memorizar todos los ángulos de su hermoso
rostro, desde la agudeza de sus pómulos a la línea dura de su mandíbula, solo
ligeramente suavizada por el sueño. Memoricé el grosor de sus pestañas y el arco
natural de sus cejas. Miré hasta saciarme sus labios carnosos y deseaba poder ver
esos hoyuelos una vez más, o la forma en que el ámbar rojizo de sus ojos se
iluminaría cuando me miraba. Anhelaba enredar mi mano por su cabello una vez
más, sintiendo la suavidad sedosa mientras las hebras pasaban a través de mis
dedos.
Anhelaba oírle decir Te amo una vez más.
Y luego hice la única cosa que nunca pensé hacer, pero lo único que podía. Dejé a
Roth.
Traducido por Adaly
C
omo en cierto modo esperaba, no me tomo mucho tiempo para encontrar
al Lilin. Había dejado el departamento de Roth a través de la salida de la
azotea y había huido, dejando que el viento frío agitara mis alas una
última vez.
Roth se había sacrificado por mí. Zayne lo había hecho. Incluso Abbot, al final.
Todos ellos habían renunciado a algo para mantenerme con vida. Debido a lo que
las brujas me habían dado había ganado la inmortalidad, y por un dulce y corto
tiempo, había tenido una probada del para siempre con Roth. Y una vez que
entendí completamente lo que era, que me habían dado una fuerza increíble. Mi
sola presencia infundió temor en los corazones de demonios y Guardianes por
igual. Me había convertido en una fuerza a tener en cuenta, una completa chica
ruda de desastre hibrido.
Y finalmente, todos esos sacrificios y todo lo que todos alguna vez habían hecho
había llevado a este momento, cuando me gustaría eliminar todo eso. Quería reír,
pero tenía la sensación de que sería del tipo loco de risa y me derribaría, porque no
quería morir.
Solo era una chica sin otras opciones, sin un as bajo mi manga.
Aterrizando en el parque Rock Creek entre los árboles gruesos y altos con las
puntas cubiertas de nieve, caminé por el sendero, extrañamente tranquila. Está
bien. Tal vez no tranquila. Mientras miraba a la luna liberarse de las nubes, no
sentí nada.
Solo unos cuantos minutos pasaron antes de escuchar una suave risa detrás de mí.
La daga estaba en mi bolsillo trasero, donde tendría fácil acceso a ella, pero la deje
ahí mientras lentamente me giraba.
Una ligera capa de nieve cubría el suelo y neviscas descendieron a la tierra. El Lilin
estaba de pie a un metro y medio de mí, y lucía como Sam de nuevo. La ira pincho
en mi piel. Odiaba cuando esa cosa adquiría su imagen.
Y lo sabía.
―Ah, sí, es verdad, pero sé que el Infierno no tolerara que los Alfas vayan detrás
de todos los demonios. Tomaran represalias, y será el Armagedón. ―El Lilin que
lucía como Sam sonrió como si se estuviera imaginando un día soleado en la
playa―. Mi muerte, tu muerte, valdrá la pena sabiendo que los ríos correrán con
sangre de estos humanos, estos descuidados parásitos, morirán por los millones.
―No. Solo no tenga nada que perder. ¿Mi vida? ¿Esta cáscara que estoy usando?
―Se dio una palmadita en la mejilla―. No es nada. No tengo nada para renunciar.
E incluso si lo tuviera, lo haría por nuestra madre. Haría cualquier cosa para
entregarle la venganza que merece.
Parpadeé.
Levantó un hombro.
―Es la verdad.
―No tiene que ser así. ¿No lo entiendes? Tienes decisiones para tomar. Puedes
detener lo que estás haciendo y tratar de hacer algo fuera de esta vida que te fue
dada…
―¿Libre albedrío? Eres ingenua, hermana. No hay tal cosa. Nacimos con nuestros
destinos claramente establecidos en frente de nosotros. No hay cambio en eso.
―Estas equivocado, tan increíblemente equivocado. ―Quería patear el piso para
dejar las cosas en claro―. Cualquiera puede cambiar su camino, incluyendo los
demonios. Mira a Roth. Nunca solía pensar que existía el libre albedrio, pero
cuando hizo una elección para salvarme, se dio cuenta que existía. ¡Míralo!
Sonrió.
―Ah, el príncipe. Lo miro, y veo a alguien que una vez fue grande y temido por
todos, pero que se ha convertido en nada más que el lacayo de una pequeña niña
tonta y estúpida.
Apreté la mandíbula.
Inclinó su cabeza.
El peso presionó más abajo sobre mis hombros y mi pecho mientras el Lilin se
acercó a mí. Me mantuve en mi lugar, tomando una respiración profunda.
―¿Qué?
―Me escuchaste. No eres Sam. No eres Elijah. Quiero saber cómo luces realmente.
―¿Qué importa?
Quería ver su verdadero rostro, sólo una vez, pero no era exactamente el
argumento más convincente.
Cuando lo dijo Roth, esas palabras habían estado sumergidas en calor y amor.
Cuando esas mismas palabras salieron de la boca del Lilin, fueron un insulto.
―Sí ―susurré.
―Lo soy. Siempre he sido tú. ―Una pequeña sonrisa apareció, revelando solo una
parte de sus dientes, y todo lo que podía pensar en ese momento era, ¿así como me
veía cuando sonreía? Dios―. Somos uno y lo mismo ―agregó―. No somos
diferentes. ¿Entiendes eso?
―Esto es una especie de truco. ―Mi voz era firme mientras me miraba a mí
misma―. ¿Cómo haces para verte como yo? No tienes…
―Formamos parte uno del otro ―respondió, mirando hacia abajo a sí mismo. Con
una risita baja, corrió unas pequeñas manos por sus costados y luego a través de su
frente, y luego arriba.
Wow.
―Sí tú lo dices.
―Eres un cobarde. ¿Lo sabes? Ni siquiera puedes mostrarme quien eres realmente.
―No soy un cobarde. ―La sonrisa desapareció de su rostro.
Los ojos eran pozos negros y la tez pálida. Los pómulos eran altos como los míos,
pero más amplios y la inclinación de la mandíbula era más masculina, los labios
menos llenos. El Lilin, en su verdadera forma era un hombre, era una cabeza más
alto que yo y un poco más ancho, mucho más delgado que Roth o Zayne. Eso, él,
era hermoso en una forma espeluznante, una belleza masculina frágil que lucía
como que se rompería en cualquier momento.
Si alguien nos pusiera a los tres juntos en una habitación, sería obvio que estamos
relacionados. No fue sino hasta este mismo momento, mirándolo, que realmente
vi. Esta criatura… esta cosa realmente era una parte de mí. Compartimos la misma
sangre. Era mi hermano.
―También yo.
Fui valiente.
Ojos negros muy abiertos y sus manos estaban pálidas mientras agarraba el
extremo de la daga.
La herida en su pecho se iluminó, pulsando con una luz matizada azul que parecía
venir desde adentro y la luz se extendió rápidamente, como si su piel se hubiera
removido. La luz estalló en llamaradas de diferentes colores: rosas pálidos y
azules, y amarillo mantequilla; y esas luces, casi como pequeñas bolas, se
dispararon hacia arriba, desapareciendo en el cielo por encima de nosotros.
No luces, tontamente me di cuenta, sino almas, las almas de todos los que el Lilin
había consumido. Sabía en el fondo de mi corazón que Elijah estaba entre ellos, y
también Sam. Casi lo podía sentir, pensé, casi oí la risa de Sam y sentí rozar su
mano sobre la mía.
Él era libre.
Lo sabía.
N
o me acordaba de haber cerrado los ojos, ni siquiera parpadear. Pero de
alguna manera ya no estaba tirada en el suelo frío en el parque Rock
Creek, sino parada, y era el parque, pero no durante la noche, o durante
el invierno. La luz del sol caía a través de las hojas frondosas y una cálida brisa
jugaba con el cabello alrededor de mi cara.
¿Qué en el qué?
Algo parecía mal. Frágil. Débil. Mientras caminaba cerca de un árbol, arrastré los
dedos a lo largo de su corteza. Pequeñas partes salpicaban, convirtiéndose en
cenizas. Tiré mi mano.
Girando hacia el sonido de la voz que solo había escuchado una vez antes, no
pude reprimir el estremecimiento extraño a la vista de ella, de Lilith. Vestida con el
mismo, apenas allí, vestido blanco en el que la había visto la última vez, se veía
diferente. Principalmente porque había una mancha de rojo corriendo por la parte
delantera de su vestido, igualando el mío.
―¿Cómo… cómo estás aquí? ―le pregunté, mirando alrededor―. ¿Eres libre?
―¿Libre? ―Sus ojos pálidos se abrieron―. Nunca seré libre gracias a ti, por lo que
has hecho. Has matado a mi hijo… ¡me has matado!
―No entiendo.
―¿Cómo no puedes? ―Se desplazó hacia mí, sus pies descalzos mostrándose
debajo del vestido largo―. Tú lo mataste, sabiendo que sería tu muerte, mi muerte.
Bueno. No tenía ni idea de que mis acciones la matarían. Nope. Nadie me había
informado de eso. Había asumido que era como un Twinkie, que sobreviviría una
lluvia radiactiva.
―¿Dónde estamos?
―En el intermedio.
―¿El qué?
Ella se burló.
―Durante un tiempo, pero, niña, ¿sabes cuántas veces el mundo ha estado a punto
de ser destruido? El final es inevitable.
Sus ojos, del mismo color que los míos, se pusieron en blanco.
―Dudoso. Habría criado algo más inteligente, con mayor astucia e instintos de
supervivencia reales.
Di un paso alejándome de ella, forzando el aire en mis pulmones, pero sentía que
solo conseguía un poco de lo que necesitaba.
―Pensar que he sobrevivido miles de años, superando tanto, para ser eliminada
por la mano de mi propia hija ―resopló―. Y en tan cobarde manera. Pero mi
hijo… me honró. Él me adoraba, como debía, pero lo mataste. Tú no eres hija mía.
―Soy tu hija ―dije apretando los dientes, centrándome en ella―. La hija que
abandonaste al nacer. ¿Qué en el Infierno esperas de mí?
―¿Lealtad? ―devolvió.
La miré fijamente, con ganas de reírme en su cara, pero mis labios se sentían
extraños. Entumecidos. Fríos.
―Tuve que detener al Lilin. Había demasiadas vidas de personas en juego. Tal vez
no te preocupas por eso. Tal vez nunca te ha importado nada de eso, pero ahí es
donde somos diferentes. ―Con las piernas débiles, me apoyé contra el árbol, pero
al momento en que mi peso tocó el tronco, cedió.
Tambaleándome hacia un lado, vi el gran hoyo en ello, rompiéndose en pedazos
que se desintegró en copos. Se derrumbó en silencio. En un minuto el árbol era una
parte sólida de este mundo y al siguiente ya no estaba.
―¿Qué está… pasando? ―Me volví, los ojos muy abiertos sobre Lilith.
―Sí y no. Tu cuerpo ya se ha enfriado, ¿cierto? Pero no estás del todo muerta.
Todavía no, pero será pronto. ―Agitó las manos, señalando a los árboles―. Como
he dicho, estás en el intermedio. Cuando entraste, el vínculo entre nosotras me
atrajo aquí. Al perecer tú, lo hago yo. Crearte fue el riesgo que tomé. Fuimos
vinculadas y estabas destinada a la grandeza. Pensé que serías como yo.
Ahora, algo de lo que el Segador había dicho tenía sentido, sobre el peligro que
Lilith había creado para sí misma cuando me creó… naturalmente. Pero, ¿dónde
estaba el Lilin? ¿Por qué no estaba aquí con nosotras?
―El destino es mierda ―dije, mis manos heladas mientras las enroscaba contra mi
palma. No podía sentirlas―. Nadie está destinado para cualquier cosa.
Controlamos nuestros propios destinos.
Detrás de ella, otro árbol cedió, cayendo sobre sí mismo, rompiéndose en una nube
de polvo, y luego otro y otro.
―No es cierto. ―Mis piernas temblaban, y no estaba segura de cuánto tiempo
podría permanecer de pie―. Sé de amistad. Sé de… de amor. No sabes nada de
esas cosas.
―¿Es así? ―le susurré. El sol se había ido ahora, el cielo una sombra moteada de
color violeta y la hierba de un marrón crujiente.
―Sí. ―Su voz era tranquila, lejana, y me di cuenta entonces de que yo ya no estaba
de pie. Estaba en el suelo, y no estaba segura de que todavía estuviera incluso allí.
Sabía que me estaba desvaneciendo, esta vez de verdad, en la nada y mis ojos se
cerraron. Lo último que escuché fue:
―Cuando te sostuve en mis brazos y miraste hacia mí, a solo unos minutos de
edad, conocí la forma más pura del amor.
Traducido por Adaly
C
uando abrí los ojos de nuevo, parecía que solo un puñado de minutos
habían pasado, y me sentí fuera de esto, como si hubiera caído por una
especie de agujero de conejo. Me tomo unos cuantos segundos darme
cuenta que estaba mirando hacia las ramas cubiertas de nieve.
Excepto que todo mi cuerpo estaba frío, demasiado frío. Exhalé y una nube
brumosa se infló ante mis labios. Así que, estaba respirando y estaba fría, e iba a
dar un salto de lógica e ir con la idea de que podría no estar muerta, muerta.
Sentarse tomó esfuerzo. Las ramas circundantes bailaron un poco cuando el mareo
se apodero de mí. Nieve se aferró a mi cabello, a mis pestañas. El suéter que vestía
era el mismo que recordaba, manchado con mi sangre. Cautelosamente, me agaché
y tiré del dobladillo. Aspiré un fuerte jadeo de aire.
Comencé a saltar de la cubierta, pero lo pensé dos veces. Mis piernas estaban
temblorosas mientras caminaba por la cubierta y me metí en la casa. Descender del
árbol fue lento y nieve cedió bajo mis pies cuando golpeé el suelo.
Siguiendo el camino que había caminado tantas veces que podía hacerlo a ciegas,
lentamente caminé hacia la casa. Cada vez que mis rodillas comenzaron a temblar
demasiado, me detuve por un par de minutos. Debilidad invadió cada célula. Era
como imaginaba que se sentía tener mono. Todo lo que quería era acostarme y
dormir una siesta, y luego tomar una siesta más larga. Excepto que necesitaba
seguir caminando, porque yo… no sabía si estaba realmente viva o esto era una
especie de más allá extraño o algo.
Nicolai se quedó ahí, su hermoso rostro pálido mientras me miraba desde lo alto
de las escaleras.
―¿Layla?
―¿Hola?
No se movió, sólo parecía ser capaz de mirarme, y había una buena probabilidad
de que me iba a caer de cara sobre los escalones. Una brisa helada corrió a través
de la entrada, agitando las hebras oscuras de su cabello, tirando de ellas a su
rostro.
Entonces se movió.
Me tensé y tambaleé hacia atrás mientras bajaba los anchos escalones, tres a la vez.
Dentro de un latido del corazón, estaba en frente de mí, agarrando mis brazos. Sus
vibrantes ojos azules estaban amplios.
―¿No lo estoy?
Sacudió la cabeza.
Me inundó la confusión.
Asintió, luego se apartó así que estaba a mi lado. ―Vamos a llevarte adentro y
vamos a resolver esto.
No discutí con él mientras me llevó por las escaleras y hasta el calor bendito de la
casa. Todo parecía lo mismo como estaba la última vez que había estado ahí, justo
después que Abbot había muerto, excepto que se sentía como años desde que
había cruzado el umbral.
Quería decirle que estaba bien, pero se había ido antes de que pudiera decir una
palabra, y entonces Danika estaba ahí, cubriéndome con una manta pesada sobre
mis hombros. Agarré los bordes de la manta con los dedos entumecidos.
―Gracias.
―¿Hola? ―grazné de nuevo, lo que demuestra una vez más que yo era la más
patética cuando se trataba de hablar en general.
―¿Cómo estás aquí? ―Agarró mis rodillas, su apretón se tensó cuando se inclinó
hacia adelante. El fresco aroma de invierno mentolado me rodeaba, pero no me
llenaba con anhelo como antes. No, ahora era como estar envuelta en una manta de
familiaridad. Fue agridulce, todavía poderoso, pero en última instancia ya no era la
fuente de mi anhelo.
Mirando hacia arriba, vi que no estaba solo. Dez estaba ahí y Jasmine estaba
pasándolos, dirigiéndose directamente a nosotros.
Al principio pensé que me estaba hablando, pero fue Dez quien respondió.
―Tuve que, Zayne. Era la única manera, pero ahora no estoy tan segura de si lo
conseguí. ―Miré a Jasmine mientras se sentaba a mi lado en el sofá―. Realmente
creo que estoy bien.
―La parte de enfrente de tu suéter está cubierto con sangre ―razonó Zayne―.
Déjala mirar. ¿Por favor?
―Mataste al Lilin ―dijo Zayne después de un momento―. Los Alfas nos dijeron
que el Lilin estaba muerto. Se retiraron, ya no amenazan con acabar con todos
nosotros. Así es como supimos que algo paso, que algo te tenía que haber pasado.
Jasmine tiró de la colcha más cerca alrededor de mis hombros mientras terminaba
de comprobarme.
―Ella está bien ―le dijo a Zayne―. Por lo que puedo ver. No hay heridas.
―Cuando Roth apareció, lo sabíamos. ―Su voz era áspera, y mi corazón se apretó
como si alguien lo hubiera dejado caer en un exprimidor―. Dijo que te fuiste en el
medio de la noche sin él. Yo… yo ni siquiera sé por qué vino aquí, lo que pensaba
que podíamos hacer por él. Dijo que uno de sus contactos había confirmado que
tú… que tú lo habías hecho. Roth estaba… ―Sus cejas se tejen juntas mientras miró
hacia otro lado―. Tuvimos un funeral para ti, Layla.
Mi estómago cayó.
―¿Hicieron qué?
―Te fuiste. No había ningún cuerpo. ―Nicolai frunció el ceño desde la puerta, y
de repente me sentí como lanzada porque estaba hablando de mi cuerpo―. Pero
sabíamos que te habías ido y yo… nosotros teníamos que darte ese rito, después de
lo que sacrificaste.
Gran guacamole, no tenía idea de qué pensar sobre eso. ¡Me perdí mi propio
funeral! Bueno, si hubiera estado muerta, muerta, me habría perdido mi propio
funeral de todas formas.
―¿Seis días? ―Mis ojos se abrieron―. No podrían haber sido seis días. Fue solo
ayer por la noche… ―Me callé, recordando lo que Roth había dicho sobre el
tiempo moviéndose diferente abajo. La desconexión que había pasado cuando bajé
a ver al Segador. Aunque no creo que haya ido al Infierno esta vez. Tenía la
sensación de que había estado en algo más como una especie de sala de espera.
Entonces el tiempo se debió de mover lentamente, también. Sacudí mi cabeza y el
cabello húmedo y frío se aferró a mis mejillas―. Pensé que morí. Estaba en este
lugar y vi…
Una conmoción aumentó desde el pasillo, cortándome. Miré hacia arriba cuando
Jasmine se levantó del sofá. Una rafa de hormigueo caliente caminó despacio a
través de mi nuca. Nicolai dio la vuelta y vi a Dez pararse a un lado, lejos de la
habitación.
Estaba de pie antes de que me diera cuenta de lo que estaba haciendo, la manta se
deslizo de mis hombros. Mis sentidos comenzaron a entrar en funcionamiento,
disparando todo a la vez. Escalofríos corrieron arriba y abajo de mi espina dorsal.
Mi corazón tartamudeó, y luego dio un vuelco cuando una forma alta separó a los
Guardianes de la puerta. Desordenado cabello color cuervo cayó hacia delante
hasta ojos color ocre que estaban profundamente ensombrecidos.
Las arrugas se aferraban a la camisa negra que llevaba. Lucía como si hubiera
dormido con ella durante días, al igual que los vaqueros oscuros. Los cordones de
sus botas estaban desatados. Era un desastre, cada centímetro de él, pero seguía
siendo lo más llamativo que jamás había visto.
Las lágrimas llenaron mis ojos mientras inhalaba profundamente. El dulce, oscuro
aroma se apoderó de mí. En ese momento, no había ninguna duda persistente en
mi mente de que estaba viva y de que esto no era una especie bizarra de
alucinación.
―Estoy aquí ―le susurré mientras las lágrimas se liberaron―. Estoy realmente
aquí.
Las manos de Roth se deslizaron de mis mejillas, y luego sus brazos estaban
alrededor de mí. Me tiró contra su pecho, hasta las puntas de mis pies mientras
enterraba su rostro en el hueco de mi cuello. Se tambaleó un paso atrás, y supuse
que sus piernas habían cedido, porque la siguiente cosa que supe, es que él estaba
sobre su trasero y yo estaba a horcajadas sobre su regazo, mis rodillas a cada lado
de sus caderas.
Emoción cruda se expandió dentro de mí, y era casi demasiado, pero de una
manera extraña, no suficiente.
Roth se echó hacia atrás, levantando la cabeza. Había un brillo en sus ojos ámbar,
una cristalina cualidad que rasgaba mi corazón. Nunca había visto un demonio
llorar, ni siquiera sabía que era posible, pero había estado equivocada. Entonces mi
mejilla estaba presionada contra su hombro de nuevo, y me estaba sosteniendo con
tanta fuerza que había una buena oportunidad que me convirtiera en un juguete
chillón, pero valdría la pena. No hubo palabras entre nosotros. No había nada de
qué hablar. Cada acción estaba empapada en lo que sentíamos el uno por el otro.
El beso fue el acto de alguien que nunca pensó que tendría la oportunidad de
experimentarlo de nuevo. Saboreé la sangre y no estaba segura si era de él o mía,
pero no importó. Nuestras lágrimas se mezclaban y nuestras manos se aferraron
entre sí. Él estaba mucho más cálido y vivo bajo las ropas, y yo era muchas cosas
aquí, con él.
Roth presionó su frente contra la mía, y mis manos temblaban mientras las
presionaba contra sus mejillas húmedas. No se había afeitado y la barba áspera de
pocos días cosquilleó en mis palmas.
―Te amo ―dijo, y luego habló en un idioma que no entendí antes de volver a
decir―: Te amo, te amo, te amo.
Traducido por Mae
H
oras más tarde, estamos tumbados en la cama, brazos y piernas
enredadas mientras la noche caía y la nieve seguía cubriendo el suelo.
Nadie nos detuvo cuando nos fuimos, y no había visto a Zayne. Sólo Nicolai y Dez
eran visibles cuando salimos de la habitación. No estaba en condiciones de volar
cielos amistosos, así que terminamos haciendo que Cayman nos recogiera.
―Pensé que estabas muerta. La última cosa que me preocupaba era que el Jefe
lanzara mi trasero en el foso. Y como resulta que, era tan patético, el Jefe se apiadó
de mí y simplemente sacó mi trasero del Infierno después de decirme que no
estabas allí.
―Estaba… desesperado. ―Su mano hizo otro viaje por mi espalda―. Nunca me
he sentido así antes. Quiero decir, cuando ese imbécil Guardián te apuñaló, sentí
miedo, lo probé por primera vez cuando estuviste en mis brazos y pensé que
podrías morir, pero esto fue mucho más fuerte. Fue diferente. Cuando me desperté
esa noche y te habías ido, lo sabía… sólo sabía lo que habías hecho, y ni siquiera
estaba enojado contigo por ello. Estaba demasiado asustado para sentir ira al
principio. ―Inclinó la barbilla hacia atrás, mirando al techo mientras tragaba
saliva―. Algún tipo de misiva salió del Infierno. Como un maldito mensaje de
texto, diciendo que el Lilin estaba muerto, en realidad, se trataba de un mensaje de
texto. Un mensaje grupal a cada demonio superior. Lo vi en mi teléfono cuando me
levanté de la cama.
Por alguna razón horrible, tuve el impulso de reír. ¿El Infierno enviaba mensajes
grupales? En cierto modo, ya no había nada peor que estar en el extremo receptor
de un grupo de mensajes, algo así como ser rehén. Pero nada era divertido en lo
que Roth me decía.
―En el momento en que leí ese mensaje, te juro que mi corazón se detuvo. Salí de
la habitación y encontré a Cayman abajo. La expresión de su cara lo confirmó. Te
fuiste y yo… no podía lidiar con eso. Fue entonces cuando fui al Infierno, pero no
estabas allí, y pensé… que habías ido hasta allí. Y eso tenía sentido. No importaba
lo que corriera pro tu sangre, terminarías allí. ―Su mano se quedó inmóvil a mitad
de camino por mi espalda―. Pero allá arriba, estabas totalmente fuera de mi
alcance. Para siempre.
―Soy un demonio, Layla. Soy un egoísta. Aun creyendo que ascendiste a un lugar
como ese, no podría jamás llegar a ti. Nunca más. Quería ser feliz por eso, pero no
podía. No podía enfrentarlo. Esos seis días que te fuiste, yo… ―Se aclaró la
garganta mientras bajaba la barbilla. Tenía los ojos abiertos y allí estaba ese
doloroso brillo realzando el color ámbar―. No había nada más que ira y dolor. No
era justo. No para nosotros. No era justo, y cuando la ira finalmente se desvaneció,
estaba muerto por dentro, Layla. Esa es la maldita verdad. Estaba muerto por
dentro.
Roth se movió y de repente los dos estábamos en nuestros costados, uno frente al
otro y al nivel de los ojos. La mano en mi espalda llegó a mi nuca.
―Hay una gran parte de mí que quiere estrangularte, de la forma antigua, pero
con amor.
―Hay una gran parte de mí que quiere enojarse contigo por tomar esa decisión.
Hay una parte descomunal de mí que quiere sacudirte hasta que entiendas que
tomaste una decisión que me rompió. ―Su mano apretó la parte posterior de mi
cabeza―. Me rompiste, Layla.
―¿Y sabes qué? Esa es la parte que me dolió más. Que no tuvieras opción. Lo
entiendo. Entendía eso entonces, y sabes, una parte de mí lo entendió el momento
en que hablamos con el vidente, pero no quería aceptarlo. Tal vez si lo hacía
entonces podríamos enfrentarlo juntos. Así… no lo habrías hecho sola.
―No ―dije en voz baja, poniendo mi mano en su mejilla―. No había nada que
pudieras hacer. No tienes la culpa de nada de esto.
―La cosa es, Layla, a pesar de que hay partes de mí que se sienten de esa manera,
no opacan el júbilo de sostenerte en mis brazos, la emoción que viene junto con
sentir el latido de tu corazón y escuchar cada respiración que tomas. Eso es lo que
más importa.
Roth me daba la opción. No había ninguna duda en mi mente que quería enojarse
conmigo, pero entendía que hice lo que hice y lo dejaba pasar. Nunca dejaba de
sorprenderme con sus tendencias muy poco demoniacas. En una ocasión había
dicho que las personas con las almas más puras podrían ser capaces del mayor
mal, y sabía que funcionaba en ambos sentidos, sobre todo cuando se trataba de él.
Puede que no fuera capaz de ver un alma a su alrededor y todo el mundo pudiera
decir que no tenía una, pero en su ser, era mejor que la mayoría de los humanos y
Guardianes que conocía.
Sus pestañas se levantaron mientras deslizaba sus dedos por mi cabello y seguía la
curva de mi mandíbula hasta mi boca. Arrastró el pulgar por mi labio inferior.
―Ojalá no hubieras tenido que estar sola. Debías estar tan asustada.
―No podrías haber estado allí conmigo ―dije en voz baja―. Nunca hubieras
permitido que sucediera.
―Es cierto ―concordó―. ¿Qué… cómo sucedió?
Observé su rostro.
―Tan pronto como me fui de aquí, el Lilin me encontró. Supongo que sabía que
iría a él con el tiempo, que me uniría a él. Y es… es realmente un él. Le pedí que me
mostrara quién era. En primer lugar, se parecía a mí. Como si me mirara en un
espejo.
―Lo sé. Finalmente se mostró. El tipo se parecía a mí, si fuera un chico. Fue raro.
Tal vez no, ya que en realidad era como mi hermano. Tengo una familia muy
desastrosa.
Él resopló.
―Lo apuñalé en el corazón. No lo vio venir. ―En ese momento, dejé los detalles
sangrientos yendo hasta la parte de morir―. Terminé en este extraño, lugar
intermedio. Vi… vi a mi madre otra vez.
―¿Qué?
Entrecerré los ojos hacia él, pero le dije lo que Lilith me dijo.
Dolor apareció en su rostro, y resonó dentro de mí. Su voz era baja cuando habló.
―Nunca pensé que te vería de nuevo. Que pasaría una eternidad deseándote, en
luto por ti. Podría haber lidiado con eso si hubiese sabido que estabas viva y feliz.
Hubiera sido difícil. Probablemente pasaría mucho tiempo golpeando mi cabeza
contra una pared si terminabas con Piedrota. ―Hizo una pausa―. Y
probablemente fui también un acosador espeluznante vigilándote. Quiero decir,
soy un demonio. ¿Qué esperan? Pero tan difícil como habría sido, podría
soportarlo porque hubieras estado viva.
―No lo creo, pero si ese es el caso, no quiero despertar. ―Su nariz rozó la mía
mientras hablaba―. Podría pasar siempre así.
Me mordí el labio, sabiendo que había mucho más todavía que decir.
―Fue tan difícil dejar tu cama, dejarte. Quiero que lo sepas. No lo hice a la ligera.
Me dolió, Roth, y fue la cosa más difícil que he tenido que hacer. Todo lo que
esperaba era que un día me perdonares y encontraras algún tipo de paz, porque
tenía que hacerlo. Tenía que…
―Necesitabas… salvar al mundo ―dijo en voz baja―. Y lo hiciste. Mírate,
pequeña héroe, salvando a la humanidad del apocalipsis.
―Supongo que lo hice. ―Eso se sintió raro de pensar, de creer. Se sentía como si
alguien me debiera un suministro de por vida de pasta de galleta, mi cosa favorita
en el mundo para comer―. Esto va a sonar terrible, pero cuando yo… bueno,
después de todo lo que pasó y estaba acostada allí, pensé que salvar el mundo
realmente no valía la pena, ya que yo…
―Entiendo lo que estás diciendo. Ni siquiera tienes que terminar la frase, y no, no
te hace una persona terrible. Si hubiera sido a mi manera, estaríamos descansando
en alguna isla lejana mientras el mundo alrededor de nosotros se iba a la mierda.
―Me das demasiado crédito, Layla. Eso es exactamente lo que planeaba. Más o
menos iba a secuestrarte y llevarte lejos. Imaginé que podríamos sobrevivir,
incluso en contra de los Alfas, mientras bebíamos mojitos y nos bronceábamos. Lo
intentaríamos por lo menos, y estaba dispuesto a ver el mundo arder si eso
significaba estar ahí contigo para verlo. No te habría sacrificado. Mi… compasión
por los demás, a excepción de ti, no es tan profunda.
Estaba siendo honesto y era un demonio, así que realmente no me podía quejar de
eso.
―¿Así que eso fue todo con Lilith? ―Pasó el pulgar por mi mejilla. Cuando asentí,
frunció el ceño―. No entiendo. ¿Cómo llegaste aquí?
―No sé cómo, Roth. Me preguntaba si hiciste algo. ¿Hiciste otro trato, tal vez?
―Lo intenté. Fuimos a las brujas, pero nos dijeron que no había nada que pudieran
hacer ―explicó―. Llegué a ver Bambi. Bueno, Bambi se apartó de esa mujer al
momento en que aparecí. Era… necesitaba verla entonces. ―Tomó una respiración
profunda―. No hice esto, Layla. Confía en mí. Si pudiera regodearme por
salvarte, estaría haciéndolo, pero esto… no tuve nada que ver con esto.
―No lo sé. Tuvo que ser un ser superior. ¿Tal vez los Alfas?
―Gracias.
Esa leve sonrisa creció un poco más mientras levantaba su mirada a la mía.
A menos que hubiera sido Castiel, porque estaba totalmente de acuerdo con que él
me salvara de la perdición si eso fue lo que pasó.
Roth guió mi cabeza hacia atrás y me besó, en una forma que hizo que mis dedos
se doblaran.
―En este momento, todo lo que quiero pensar es en el hecho de que estás aquí. Eso
es todo lo que puedo pensar. ―Me tiró del labio inferior de una manera rápida,
deliciosa. ―Si alguien o algo llega a llamar un día buscando un pago, lo
enfrentaremos juntos.
―Juntos ―susurré.
―Juntos ―repitió―. Nunca más vas a tener que enfrentarte a algo así sola. No
importa qué. Voy a estar pegado a tu maldita cadera si es necesario.
Por primera vez desde que me desperté en la casa del árbol, una tensión aguda
disminuyó de mis músculos y sonreí. Incluso durante toda la hermosa bienvenida
a casa que Roth me dio, no había realmente sonreído. Hice un montón de otras
cosas, pero ahora, mientras besaba la parte superior de mi cabeza, lo único que
podía hacer era sonreír.
Sin importar qué, nos enfrentaríamos a cualquier cosa que se cruzara en nuestro
camino juntos.
Roth me rodó sobre mi espalda. Cerniéndose sobre mí con todo su peso soportado
en sus brazos poderosos, mostró esa sonrisa de un solo lado que solía enfurecerme
a cualquier extremo. Pero ahora era una visión del Roth me enamoré; el Roth por el
que haría lo imposible para pasar la eternidad con él.
Traducido por âmenoire
―E
ntonces… ¿qué se siente morir y regresar a la vida?
―Te preguntaré cada día que hable contigo sólo para asegurarme que nada ha
cambiado y no te vas a convertir en un zombi. No quiero tener que ir toda Rick
Grimes3 sobre tu trasero.
―Sí, creo que Roth y yo planeamos pasar por ahí esta tarde. Mencionó algo sobre
llevar papas fritas con queso.
3 Rick Grimes: Personaje que mata zombis en la serie de TV The Walking Dead.
pero la casa de su tía era tan agradable como la McMansión que Cayman había
adquirido.
―¿Te he dicho últimamente lo mucho que me gusta Roth y todas sus buenas
ideas? ―dijo.
Maldición.
―Así que… ―Stacey sacó la frase―. ¿Estás alistándote para ir a hablar con Zayne?
―¿Qué? ―Ignoré la manera en que las orejas del gatito se aplanaron―. No. No me
molesta. ¿Por qué lo haría?
―Creo que es genial que pases tiempo con Zayne. ―Realmente y verdaderamente
quería decir eso. Stacey había perdido a Sam, y Zayne había perdido a su padre…
y, de alguna manera, me había perdido a mí. Al menos así es como a veces se
sentía―. Están ahí para el otro, y eso es asombroso. Sólo no sabía que te dijo lo del
mensaje.
Resoplé.
―Eh, no. Si Roth fuera conmigo, pasarían todo el tiempo tratando de molestar al
otro.
Stacey se rió.
―Bueno, te dejaré ir, pero llámame cuando termines y déjame saber cómo fue todo
con Zayne. ¿Está bien?
―Está bien. Te llamaré pronto. ―Después de decirle adiós a Stacey, deslicé mi
teléfono en mi bolsillo trasero, y luego tomé una profunda respiración.
Thor giró su cabeza hacía mí y maulló el sonido más lastimero conocido por el
hombre. Casi fui hacia él, para asegurarme que estuviera bien, pero me contuve.
Las orejas del gatito apuntaron de regreso mientras rodó hacia su costado. Luego
se acomodó sobre sus pequeñas patas y se pavoneó a través de la cama, y quiero
decir, se pavoneó, cola ondeándose y todo. Pequeña mierda malvada.
Mi corazón hizo una voltereta. La sola visión de él me hacía eso, y dudaba que
alguna vez cambiaría.
Tan alto como Roth era, la altura y anchura de sus hombros eran suficientemente
llamativas, pero añadidos a la obra de arte que era su rostro y sus ojos que
brillaban como topacios, robaba el aliento y los corazones a donde quiera que iba.
Vestía un térmico de manga larga color azul oscuro e incluso con el cinturón
tachonado, sus vaqueros negros colgaban distractoramente bajos. Cuando se estiró
para restregar sus dedos a través de su cabello, empujando los mechones revueltos
de su frente, el térmico se levantó y fui saludada por un buen vistazo de piel
dorada y esas dos pequeñas hendiduras a cada lado de sus caderas.
Calor inundó mis mejillas mientras jugaba con el nudo que había hecho en mi
bufanda.
Cruzó la distancia entre nosotros. Agarrando mis manos, las quitó de mi bufanda,
y luego empezó a acomodarla.
―Síp. ―Lo miré cuidadosamente. Sabía que no estaba exactamente encantado con
la idea de encontrarme con Zayne, pero sabía lo mucho que significaba para mí, así
que básicamente, y sorpresivamente, mantuvo su boca cerrada al respecto.
Asentí justo cuando la cola del zorro se movió a lo largo de la base de mi columna.
―Sobre mi espalda.
Frunció el ceño.
―Roth ―dije, levantando y colocando mis manos sobre su pecho―. Estaré bien.
Sabes eso. Oficialmente soy bastante fantástica.
―No cuestionó tu fantasticidad, pero sólo porque el Lilin se fue y los Guardianes
están siendo agradables en este momento, no significa que todos están sacando
arcoíris allá afuera.
Agh. Podría haber seguido sin la imagen.
―Lo sé.
―Síp.
―Entendible.
―Oh por el amor de mis inocentes y virtuosos ojos, ¿podrían no hacer eso donde
pueda verlo? ―La voz de Cayman llegó desde la puerta de la cocina.
Hierba fría crujía bajo mis botas mientras cruzaba el patio, dirigiéndome hacia la
banca. La temperatura había subido durante el último par de días, derritiendo la
nieve, el sol salió, y a pesar de que todavía estaba fresco, la gente estaba fuera por
todos lados en el Centro Comercial Nacional.
Hombre, era como ser un tipo Batman, pero sin la capa genial.
Pero si fuera Batman eso haría a Roth, ¿Robin, el chico maravilla? Ah, no. No lo
veía de acuerdo con eso, pero la idea me hizo sonreír de oreja a oreja.
―Oye ―dijo y sonrió, pero no alcanzó esos ojos vibrantes. Dios, extrañaba esa
sonrisa, como la hacía con su cara, con todo su ser―. Viniste.
―Sí, lo hiciste. ―Se sentó junto a mí, colocando la bolsa en el otro lado, y luego
metió sus dos manos en sus bolsillos mientras miraba fijo hacia adelante. Algunos
segundos pasaron―. Sólo pensé que tal vez había cambiado de opinión… o algo.
El entendimiento se filtró.
―Lo siento ―dije. Me di cuenta que había estado diciendo esto un montón, pero
todavía quería decirlo. Sólo deseé que pudiera decir algo más.
―Sé que lo sientes. Lo que hiciste fue increíblemente valiente. Loco, pero valiente.
No voy a darte un sermón por eso. Estoy seguro… estoy seguro que Roth ya ha
hecho eso. ―Se detuvo, tomando una profunda respiración―. Sabes, no puedes
dudar lo que realmente eres, ya no. Dentro. Tienes que saber. Tomar ese tipo de
decisión que tomaste, ya no puedes dudar de tu valor. Sólo, sólo quería que
supieras eso.
―Yo… gracias. ―Eso fue todo lo que pude decir, porque él tenía razón. Sabía lo
que era en el interior. Ser un demonio o un guardián no me hacía quien era. Mis
decisiones y mis acciones lo hacían. Y no era perfecta, y no era malvada. Sólo era
yo.
Deslizó sus manos fuera de sus bolsillos y se recostó contra la banca, relajándose.
―Layla-bug, moriste y regresaste a la vida. Es un poco difícil no enfocarse en eso.
―Está bien. Buen punto… ―Retorcí mi cerebro por algo que decir y lo encontré―.
Regresaré a la escuela la próxima semana. Roth y Cayman hicieron su cosa y los
oficiales de la escuela piensan que he estado fuera por mono o algo así. Puedo
ponerme al día y graduarme a tiempo.
Me moví en la banca.
―Eso está bien. No sé cómo se me sigue olvidando que tú… no vas a envejecer o
algo. ―Su mandíbula se tensó―. Creo que es bueno, sin embargo, toda la cosa de
viajar. Te divertirás.
―Tomándolo un día a la vez, para ser honesto. Un par de clanes cercanos vendrán,
para revisar todo. Nada de que preocuparse ―añadió cuando me tensé―. Sólo es
basura procedimental de lo que Nicolai y Dez han dicho.
―Es difícil algunos días ―admitió tranquilamente―. Hablar con Stacey ha sido
bueno. Ella… entiende, ¿sabes? ―Hizo una pausa mientras yo asentía―. Conozco
a mi padre y no estuvimos de acuerdo en un montón de cosas al final, pero era mi
papá, y lo amaba. ―Me miró―. Él te amaba. Sabes eso, ¿verdad? En el fondo, se
preocupaba por ti.
―Lo sé.
―Lo extraño.
Empecé a estirarme para apretar su brazo, pero me detuve a la mitad del camino.
No estaba segura si él quería ese tipo de consuelo de mi parte ahora.
Zayne debe haber captado el movimiento por la esquina de sus ojos, porque se
medio giró, levantando la bolsa negra.
―¿Lo hiciste?
Zayne me había dado al señor Snotty la noche que Abbot me había traído por
primera vez al complejo de los Guardianes. Sólo había tenido siete y estaba
asustada de las criaturas aladas con sus piel dura como de piedra y dientes
afilados. Me había apresurado a cruzar la casa, encontrado un armario y escondido
dentro hasta que Zayne me había convencido de salir, ofreciendo un alguna vez
prístino oso de felpa.
―Sé que ya no eres una niña. Diablos, sé que si la ocasión lo ameritara, podrías
patear mi trasero ahora, pero pensé… bueno, siempre podías usar al señor Snotty.
Te pertenece.
―No tienes que hacerlo ―susurré, inclinándome hacia él mientras sostenía al oso.
Y aquí estábamos, finalmente en el corazón de la razón por la que estábamos
sentados sobre la banca―. Estoy justo aquí. Te extraño, Zayne. Quiero que seamos
amigos.
―Lo sé. Es solo… no estoy listo para eso ―dijo, volteando su mirada hacia el cielo.
Su pecho se levantó con una profunda respiración―. Me gusta pensar que un día
lo estaré. Bueno, sé que lo estaré. Un día.
―Estaré esperando ―le dije―. Lo digo en serio. Estaré esperando por ese día.
Algo del peso que cargaba alrededor de mi corazón se alivió cuando Zayne asintió
lentamente. Luego sonrió mientras miraba de vuelta hacia mí, realmente sonrió
con esa sonrisa de toda la cara que crecí adorando, y en ese momento supe que
realmente habría ese “un día” por el cual esperar.
Traducido por âmenoire
Z
ayne y yo charlamos un rato más, y cuando fue momento de irnos, estuve
reacia a separarnos. No sabía cuándo lo vería de nuevo. Había estado tan
cerca de brincar sobre él y abrazarlo como lo hice con el señor Snotty, pero
sabía que todavía era muy pronto para eso.
Con lágrimas en los ojos, observé a Zayne caminar a través del césped y espere que
ese “un día” llegara pronto. Realmente lo esperaba.
¿Morris tenía amigos? ¿Amigas? ¿Amigas que parecían mucho pero mucho más
jóvenes que él? Vamos, Morris…
La mujer movió uno de sus caballos, tomando lo que supuse que era un peón de su
oponente. Mientras tomaba la pieza oscura, una gruesa nube pasó encima del sol,
bloqueándolo de repente. Sorprendida, levanté la mirada y fruncí el ceño. Estaba
tan oscuro que casi era como un anochecer.
Dejó de tararear y sus labios rojos se curvaron en una media sonrisa mientras se
estiraba, removiendo sus lentes. Luego giró su mentón hacia mí, y vi su rostro. La
mujer era sorprendentemente hermosa. Cada uno de sus rasgos perfectamente
definidos. Pómulos altos y definidos, nariz pequeña y labios imposiblemente
llenos, pero fueron sus ojos los que sacaron el aire de mis pulmones.
―Sabes ―dijo, hablando en una voz que era gruesa como el humo―. Siempre ha
sido mi Príncipe Heredero Favorito.
Mi mandíbula se desencajó, y jadeé ante ella como un pez fuera del agua. ¿Mi
Príncipe Heredero Favorito? ¿Mi? ¿Ella era…? Oh Dios mío.
―Ah, puedo ver las ruedas girando en tu pequeña cabeza. Calienta mi corazón
amargo saber que mi príncipe está con alguien que al menos es marginalmente
inteligente.
Había una buena oportunidad de que mis ojos se salieran, así que ese insulto fue
directamente contra mi cabeza.
―Eres…
―Apuesto que puedes adivinar mi nombre. Como dice una canción, tengo
muchos. ―Los lentes de sol colgaba de sus dedos mientras me estudiaba―. ¿Te
has preguntado por qué estás aquí, Layla? ―Cuando empecé a mirar alrededor, se
rió oscuramente―. No aquí, en este parque, tontita, ¿sino de pie ahí con sangre
corriendo a través de tu cuerpo y tu corazón latiendo en tu pecho?
Morris levantó sus cejas de nuevo, si fue por su último insulto o ante el
recordatorio de mi casi fallecimiento, no estaba segura, pero permaneció en
silencio, como siempre.
No contestó inmediatamente.
Sacudí mi cabeza.
―Oh, fui yo. Y de nada. ―Se puso los lentes de sol de nuevo, pero sentía como si
pudiera ver a través de mí―. Pero fue debido a tu madre.
―¿Lilith me salvó?
Y luego me golpeó.
Si yo hubiera muerto, entonces Lilith también habría muerto. No tenía sentido que
el Jefe hiciera este trato a menos… a menos que lo hubiera hecho parcialmente por
Roth.
Santas cracker jacks, ¿el Jefe era capaz de compadecerse? Oh hombre, el mundo se
había vuelto de cabeza.
Ni siquiera reconocí la voz que salió de mí en un gruñido bajo que causó que
aquellos que caminaba cerca me evitaran.
―Puede que no sea capaz de derrotarte, pero sé que puedo ir en un mano a mano
contigo. Así que si lastimas un cabello en la cabeza de Roth, me bañaré en tu
sangre y haré un collar con tus entrañas.
―Me gustas ―dijo una vez que dejó de reír―. Realmente me gustas. Te mereces al
Príncipe Heredero.
―Um…
―Y puedo ver que tú y yo… bueno, creo que nos llevaremos estupendamente.
―Se giró de regreso al juego―. Visítame cuando quieras, pero una cosa más.
―Uh…
No era estúpida, así que sabía cuando era tiempo de irme. Me alejé de la mesa en
un aturdimiento y no fue hasta unos buenos cinco minutos después que me detuve
en la mitad de una banqueta llena de gente a pensar en voz alta.
―¿Eh?
―Se suponía que me mandaras un mensaje y se suponía que fuera por ti.
―Oh. Sí. Es correcto. ―Mordí mi labio cuando besó el espacio contra el que sus
labios habían frotado. ¿Por qué no le había mandado mensaje? Mis ojos se
abrieron―. Maldición. Eres tan distractor. Necesito decirte algo.
―Mmm. Dime algo. ―Su otra mano se deslizó hacia abajo de mi espalda―. Estoy
escuchando.
―No es mi culpa que no puedas hacer varias cosas al mismo tiempo ―dijo
mientras empezaba a llevarme hacia atrás. Nos giró y luego se sentó, jalándome
sobre su regazo, así lo estaba enfrentado y mis piernas estaban metidas en los
brazos de la silla―. Ahora. Estoy sentado. Estás aquí en mi regazo, donde me
gusta que estés y escucho.
―Sí, pero eso no es lo que quería contarte. ―Mientras sus cejas se bajaban, lo
piqué en el pecho con un dedo―. Te contaré sobre ello después. Fue bueno charlar
con él y todo.
―¿Pero? ―Su mirada cayó hacía mi boca, y tuve la sensación de que iba a
besarme.
Necesitaba sacar esto antes de que terminara siendo exitoso en anular mis sentidos
y era suficientemente difícil cuando sus dedos empezaron a moverse a lo largo de
mis vaqueros.
Sus dedos se quedaron quietos mientras sus labios se separaban. Una mirada
oscura subió por su rostro, tensando la piel alrededor de sus ojos.
―¿Mi madre?
―Entiendo lo que dices ―interrumpió―. Y gracias. Pero sólo esta vez deberíamos
hablar sobre otra cosa además de mi atractivo. ¿El Jefe te digo algo? ¿Te hizo algo?
―Bueno, me dijo que Lilith hizo un trato de nunca escapar del Infierno y eso es
por lo que fui salvada, pero eso no tiene mucho sentido, porque la muerte de Lilith
resuelve el problema de Lilith. Creo que… tomó el trato por ti, el Jefe. Y también
dijo que tú eras su Príncipe Heredero Favorito. ―Cruzando mis brazos, fruncí el
ceño―. También dijo que podría deshacer tu existencia.
―¿Lo hiciste?
―¿Hiciste qué?
Levanté mi mentón.
―Quería que supiera que no tomo amablemente amenazas apenas veladas contra
ti.
―Bueno, como que se rió… y luego dijo que le gustaba. Y luego básicamente me
dijo que usaría mis propias entrañas como collar si alguna vez la amenazaba de
nuevo. Fue tan extraño. Nunca me dijiste que el Jefe era una mujer, y tu madre. Y
pensé que llamaste al Jefe un él antes. ¿O estoy inventando eso? No importa.
―¿Una mujer? ―Se rió profundamente―. El Jefe es lo que quiera y quien quiera
que elija ser.
―¿Qué?
―Um…
―Extraño, ¿cierto?
―Estaba jugando ajedrez, oh Dios mío, ¡casi lo olvido! ¡Estaba jugando ajedrez con
Morris! Sabes, Morris como en el chofer y todólogo en el recinto de los Guardianes.
Estaba ahí con ella. ―Me mecí con entusiasmo, causando que Roth tuviera un
aspecto interesantemente descolocado sobre su rostro―. ¿Por qué estaba con ella?
¿Por qué estaba jugando ajedrez? Santo aceite de canola, ¡estaban jugando ajedrez!
¡Qué cliché! Oh Dios mío, qué si él es…
―Él nunca habla y es asombroso con un arma y puede hacer algunos movimientos
de kung fu, pero espera… no puedo imaginarme… ―Bajé mi voz―, a tú sabes
quién disparando un arma o usando kung fu.
―Tu… quiero decir, el Jefe me dijo que había hecho un trato para nunca escapar si
me salvaba, y al principio, pensé, vaya, Lilith finalmente hizo algo por mí, su hija,
pero luego el Jefe me recordó que si yo hubiera muerto, entonces Lilith moriría,
que Lilith sabía eso. Básicamente se estaba salvando a sí misma. ―Me encogí de
hombros―. Así que supongo que ahora sabemos, ¿eh? Cómo regresé. Todavía
estoy agradecida. No importa cómo regresé, solo que estoy aquí.
―Tienes razón. Estás aquí y eso es todo lo que importa, pero aquí está la cosa,
Layla. El Jefe… Bueno, el Jefe tiene momentos de gran compasión y algunas veces
el Jefe hace todo lo posible por evitar obtener crédito por eso. ―Se inclinó,
presionando su frente contra la mía―. Y Lilith podría ser de la misma forma.
Hacer algo bueno y luego ocultarlo. O tal vez sólo salvaba su propio trasero, pero,
¿sabes qué?
―¿Qué? ―susurré.
―Nunca sabrás la verdadera razón, pero puedes elegir creer lo que sea quieras
sobre ello. No tienes que tomar tus decisiones ahora, pero no importa lo que
decidas creer, no cambia quién o qué eres o lo mucho que significas para mí o para
Zayne o para los otros Guardianes y Stacey. Incluso Cayman ―añadió.
Cerré mis ojos mientras me incliné hacia él, y tomó mi peso, envolviendo su otro
brazo a mi alrededor.
―Tienes razón.
―No, no siempre. ―Sonreí cuando resopló―. Pero la tienes ahora. Sería bueno
saber si Lilith se preocupó por mí y tomó una decisión para salvarme, porque soy
su hija, pero al final realmente no importa.
―Yo importo ―susurré y premió mi respuesta con un beso directo sobre los
labios―. Tú importas. Nosotros importamos. ―Obtuve otro beso por eso―. Zayne
importa y Nicolai y Dez y todos los demás Guardianes importan. Stacey importa.
Incluso Cayman importa.
―¿Estás bien?
Sabía que preguntaba no sólo por lo que había pasado con Lilith, sino también con
Zayne, y lo amaba tanto por eso, tanto, tanto.
―Estoy bien
Estaba posada sobre el techo del One World Trade, un pie sobre la cornisa, el otro
colgado fuera. Mis alas estaban arqueadas en lo alto, evitando que cayera. Abajo,
deslumbrantes luces encendían las calles. No podía distinguir a las personas, pero
podía ver sus formas, un montón de pequeños borrones moviéndose. Alrededor de
mí hay otros edificios extendiéndose alto hacia el cielo, ventanas encendidas
mientras otras están oscurecidas. Ninguna de ellas tan altas como yo.
Alcanzando detrás de mí, coloqué mi mano plana sobre los edificios y cerré mis
ojos. La triste y todavía poderosa historia del renacimiento y renovación que había
tomado lugar en este pedazo de tierra era difícil de no sentir, de no tomar un
momento para conocer.
Había aprendido mucho tiempo atrás que a veces los humanos podían ser más
malvados que cualquier demonio levantado desde los pozos del Infierno.
Un agudo silbido atrajo mi atención y mis ojos se abrieron mientras dejé que mi
mano cayera de vuelta a la cornisa. El silbido venía de algún lugar en Wall Street, y
una sonrisa tiró de mis labios. Me puse de pie lentamente.
Tal vez podría incluso volar directo hacia los cielos, pero dudaba seriamente que
los Alfas estarían demasiado emocionados sobre eso. La mera idea de tocar en sus
puertas aperladas trajo una sonrisa a mi rostro mientras me permití girar como un
pequeño misil antes de golpear la parte de la atmosfera donde fácilmente podría
ser cortada por un avión y empezaría a tener problema tomando oxígeno. Sabía
que si iba más lejos, no sería capaz de respirar, pero también sabía que el instinto
tomaría el control y mi cuerpo me obligaría a descender. Lo había aprendido de la
manera difícil la noche anterior.
Una mirada hacia abajo y era como si el mundo entero estuviera justo debajo de
mí. Los edificios sobresalían hacia mí como docenas y docenas de puños
elevándose. Millones de personas vivían y respiraban en un área que ahora parecía
tan increíblemente pequeña.
Un torrente de viento golpeó mis alas, pero giré fuera de la ráfaga, y luego bajé en
picada. Plegando mis alas hacia atrás, me dejó atrapar por una épica caída libre.
Agarré velocidad y por un momento, la velocidad a la que caía se robó mi aliento,
pero no hay miedo o pánico, sólo un increíble flujo de adrenalina y alegría.
A mitad de camino hacia la ciudad, desplegué mis alas, alentando mi descenso así
no me haría tortilla contra el costado de un edificio porque eso hubiera sido una
endemoniada manera de terminar la noche y mi pequeña excursión a campo
traviesa.
Vagando sobre la ciudad, evitando las áreas que sabía que otros Guardianes
frecuentaban, me deslicé de regreso hacia el distrito financiero. El clan de Nueva
York sabía que estábamos aquí. Dez incluso había llamado por adelantado,
advirtiendo al clan que no se metiera con nosotros, pero no quería empujar nuestra
suerte. Además que dudaba que yo fuera el enemigo número uno de ellos y
habíamos trabajado medio año juntos para detener al Lilin y el apocalipsis, mi
cómplice siempre sería otra historia, una historia bastante truculenta.
Roth estaba de pie con sus piernas abiertas y sus alas extendidas. Su piel era oscura
como el ónix, brillante y dura. Con el torso desnudo, se mezclaba con la noche a su
alrededor. O lo habría hecho si no hubiera destellado sus colmillos hacia mí, y si la
calavera en la hebilla de su cinturón no fuera blanco brillante.
―Mejor y mejor.
Resoplé.
―¿Me viste?
Mis labios se extendieron en una amplia sonrisa. Me gustó la manera en que eso
sonaba.
―¿Quieres verme besar a mi estrella personal? ―Sí, eso fue cursi, pero aunque no
pudiera ver su sonrisa, podía sentirla en cada célula de mi cuerpo. Su cercanía, su
felicidad y la mía, prácticamente tenían a mi cuerpo zumbando.
―Siempre ―murmuró.
Inclinando mi cabeza, rocé mis labios sobre los suyos una vez y luego dos. La
mano a lo largo de mi cuello se apretó cuando corrí la punta de mi lengua a lo
largo de la línea de su maravillosa boca. Sus labios se abrieron, y llevé el beso más
profundo, y como cada vez, sabía como oscuro y pecaminoso chocolate y como
cada vez, un beso nunca era suficiente. Hubo más mientras nos agachábamos sobre
la cornisa de un techo, a sesenta y tantos pisos de alto, y supe que si no tomábamos
aire pronto, nos empezaríamos a poner lujuriosos primero con nuestras manos y
luego con otras partes de nosotros.
Deslizó una mano desde mi cuello, bajando por mi espalda. A través de mi floja
blusa de tirantes, pude sentir su calor.
Asentí.
―Canadá será.
Lanzándole una mirada persistente, sonreí mientras me elevé fluidamente, con una
gracia con la que nunca pensé que sería capaz.
Esto era amor, y el amor podía cambiar a las personas, incluso si esa persona era
realmente un demonio y el Príncipe Heredero del Infierno.
―Te amo ―le dije, y se le digo cada día y se lo diría una y otra vez de nuevo.
Roth bajó su frente hacia la mía mientras juntaba nuestras manos en su pecho,
colocándolas sobre su corazón.
Flochi Pilar
Otravaga Adaly
Diana De Loera âmenoire
Malu_12 Helen1
Ateh Natalicq
Jo Jenn Cassie Grey
ƸӜƷKhaleesiƸӜƷ HeythereDelilah1007
Selene1987 Xhex
Iarii
ƸӜƷ ƸӜƷ