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Unidad 1
Antecedentes Históricos.-
Durante los siglos III al XII los seres humanos vivieron principalmente de la agricultura en
un régimen económico estable, donde la familia era responsable de la satisfacción de
todas las necesidades básicas. La vida giraba en torno de la salida y la caída del sol, las
estaciones del año y el campanario de la iglesia del pueblo. Las familias, nacían, crecían y
morían en la misma clase social y todo estaba predeterminado por el destino, Dios o la
naturaleza.
Las Cruzadas, que tienen su comienzo a partir del siglo XI, contribuyeron en gran medida
a los grandes cambios que ocurrieron en Europa durante la Edad Media. Uno de estos
cambios se produjo en la estructura económica y consiguientemente en lo social. El
sistema feudal sostuvo el principio de autonomía y autosuficiencia del feudo, lo cual no
daba margen a renglones económicos como el comercio. Lo que regía, cuando más, era el
trueque. La moral medieval prohibía cualquier intercambio o negocio que generara
ganancias.
Ciudades Medievales.-
Las ciudades medievales eran conocidas como Burgos, de ahí que los grupos que
merodeaban por las mismas tratando de vender sus mercancías se conocieran como
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Al respecto, lo más apetecible y rentable eran las especias. A la vez que se fortalecía el
poder económico de estos grupos, aumentaba su número, principalmente por el proceso
de decadencia del sistema feudal, con la consiguiente liberación de los siervos de la gleba.
Poco a poco la ciudad o burgo medieval se fue convirtiendo en centro de vida económica
social y política. Las ciudades comenzaron a revivir. Así lo podemos ver ya en el siglo XIII.
El interés en buscar nuevas rutas para llegar a las tierras desde donde se traían
mercancías provocó el llamado descubrimiento de América a finales del siglo XV y el
descubrimiento europeo de gran parte de los continentes de África y Asia en siglos
posteriores. El comercio que se desarrolló entre Europa y los nuevos territorios produjo
cambios drásticos en la vida económica de todo el mundo. La búsqueda de nuevos
productos para mercadear dio lugar a numerosas invenciones importantes, entre ellas la
imprenta, la brújula, el reloj y la pólvora.
Absolutismo.-
El poder de los burgueses creció a medida que el comercio fue tomando características
de empresa internacional. Aumentó la variedad de las mercancías; grandes cantidades de
oro, plata, otros metales y productos exóticos se introdujeron en los mercados europeos.
En el siglo XVI, llegó el momento en que esta clase social, la burguesía, tuvo en sus manos
el poder económico. De tal manera que el poder político, representado principalmente por
los reyes y la nobleza, se vio obligado a contar con la burguesía.
En el siglo XVI se da también la Reforma Protestante, una nueva lucha de poderes entre
los negociantes y mercaderes y la Iglesia, que hasta entonces había tenido el poder
absoluto. Las riquezas en poder del Papa, la ética cristiana contra la usura, la acumulación
del dinero y la dignidad del pobre no compaginaban con las condiciones materiales del
momento. La lucha de los nuevos estados nacionales con el papado, que se dio a partir de
esta época proveyó a los estados de mayor poder político y económico. Por su parte, la
ética protestante enfatizaba el trabajo duro, el esfuerzo, la austeridad y la acumulación de
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riquezas como señales de virtud, en tanto que consideraba la pobreza como señal de baja
calidad moral, de vagancia o como castillo por el pecado.
Los cambios tecnológicos, económicos y políticos que surgieron durante los siglos XVI
Revolución de la Burguesía.-
La Burguesía fue una clase social poderosa que no se conformó con el poder económico,
sino que aspiró también al poder político. El acontecimiento que simbolizó la toma
burguesa del poder político de se le conoce como Revolución Francesa (1789), cuyos
ideales de igualdad, libertad y fraternidad representaron una nueva modalidad de ejercer
el poder. De esta manera, durante un largo proceso se construyeron los cimientos del
sistema económico social que conocemos con el nombre de capitalismo, cuya clase social
dominante es la burguesía, organizada de distintas maneras, hasta en multinacionales
La acumulación de las riquezas exigió un gobierno eficiente y productivo, donde los que
obtuvieran el poder serían los más efectivos y no los que Dios o la cuna hubieran decidido.
A partir del siglo XVIII comenzaron a surgir pensadores que planteaban que el gobierno
debía ser compartido, que debía ser de leyes y no de hombres, que todos los seres
humanos son libres e iguales por naturaleza, que el poder radica en el pueblo y que el
gobierno tiene que actuar por el bien público., Loa principales exponentes de estas ideas
fueron John Locke, con su “Segundo Tratado de Gobierno Civil” (1690); charles de
Montesquieu con “El Espíritu de las Leyes” (1748), y Jean Jaques Rousseau, con “El
Contrato Social”(1762). Estas ideas se conocen como liberalismo político y dieron lugar a
la Revolución Norteamericana (1776), y a la Revolución Francesa (1789). A su vez, estas
ideas políticas estuvieron acompañadas por los conceptos de liberalismo económico, los
cuales planteaban que para que la economía opere en beneficio de la sociedad, el estado
político no debe intervenir en los asuntos de aquélla. El máximo exponente de esta
doctrina fue Adam Smith, con “La Riqueza de las naciones” (1776).
Por último, los cambios tecnológicos hicieron posible la Revolución Industrial, que es
conocida como los acelerados cambios económicos e industriales que se suscitaron en las
formas de producción desde mediados del siglo XVIII. Estos cambios se debieron a los
descubrimientos, invenciones e innovaciones que se aplicaba a la producción económica y
que modificaron drásticamente la vida, costumbres e ideas, provocando grandes
preocupaciones sobre el futuro social de la humanidad. A partir del siglo XIX surgieron
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En estas condiciones la vida de los trabajadores asalariados se hizo muy dura. Aquel que
se accidentaba o enfermaba no recibía paga alguna ni compensación por accidente. Había
tantas personas disponibles para trabajar, que los patronos se aprovechaban de la menor
protesta o del menor pretexto para echar la gente a la calle. Esto provocó que esta nueva
clase social, los trabajadores asalariados – es decir, el proletariado – se organizara en
sindicatos para luchar por condiciones laborales más equitativas, a pesar de que estaban
prohibidos legalmente. Pretendían un salario justo, igual retribución para hombres y
mujeres (igual paga por igual trabajo), una jornada laboral de ocho horas, condiciones de
salud y seguridad laboral.
La situación de las personas que no podían trabajar era peor. Los enfermos,
discapacitados, enfermos mentales, niños huérfanos o abandonados, ancianos y
accidentados e n el trabajo eran dejados a su suerte. Por otro lado la pobre alimentación,
la poca ventilación en fábricas y vivienda, y, los extenuantes horarios de trabajo hicieron
que las enfermedades se propagaran con rapidez entre proletarios y pobres; es decir entre
los desposeídos que tenían capacidad de trabajar y los que no la tenían.
El siglo XIX fue, pues, un siglo caracterizado por un gran aumento de la población, sobre
todo entre las clases desposeídas de propiedad y riqueza... las ideas de igualdad, libertad y
fraternidad promulgadas por las revoluciones de finales del siglo XVIII, pensadas por los
dueños de los medios de producción (la burguesía) llegaron a los oídos de muchos
integrantes de todas las clases sociales. Esto dio como resultado la lucha por mejorar las
condiciones de vida a través de diferentes medios, el sindicalismo, el cooperativismo, el
socialismo, la filantropía, y, la metodología social científica.
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La creación de las múltiples disciplinas en las ciencias sociales fue producto del intento
decimonónico de asegurar el conocimiento objetivo de la realidad con base en hallazgos
empíricos. Esto obedeció a un deseo de separarse de los pensadores anteriores que
simplemente especulaban o intuían la verdad. para legitimar dicha forma de conocer era
necesario diferenciarla de la Filosofía y las Letras. La institucionalización de las Ciencias
Sociales se hizo en las universidades donde se desarrolló la actividad científica del siglo
XIX; o sea, en gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Estados Unidos.
Los grandes exponentes de las ciencias sociales del siglo pasado y comienzos del XX
fueron Augusto Comte (1798-1857), considerado el padre de la Sociología y creador del
positivismo; Herbert Spencer (1820-1913, cuyas ideas justificaron la superioridad de los
ricos y poderosos como “los más aptos”, y Karl Marx (1818-1883), creador del
Materialismo Dialéctico e inspirador de numerosos movimientos que pretenden el cambio
social a través del conflicto social y la revolución armada. Les siguen en orden de
importancia Emile Durkheim (1858-1917), creador del primer intento de la investigación
sociológica con su estudio sobre el suicidio, y Max Weber (1864-1920) quien influyó
grandemente en la sociología occidental.
Hasta mediados del presente siglo el desarrollo de las ciencias sociales subrayaba la
separación de las disciplinas que las conformaban. Esto se dio de la misma manera en las
ciencias naturales, ya que tuvieron la necesidad de desarrollar el conocimiento “objetivo”
de la realidad con base en la experimentación científica. Sin embargo una vez finalizada la
Segunda Guerra Mundial, al cambiar las condiciones económicas y sociales en el
Continente Europeo se
En la actualidad las barreras entre cada una de las especialidades de las ciencias sociales
no están muy claras; por lo tanto, se regresa a los orígenes; esto es, a las ciencias sociales
como un conocimiento multidisciplinario y transdisciplinario.