Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Casos de Bullying
Casos de Bullying
Hasta el punto de que él quería dejar de ir a clase. "Me vino un día llorando y me dijo que
no quería ir más al colegio. Nos reunimos con el director y respaldó al grupo, a la clase
entera, y no hizo nada". Fue durante una charla del director del Instituto Andaluz para la
Prevención del Acoso Escolar (IAPAE) cuando detectó firmemente que su hijo estaba
sufriendo acoso escolar. "Antes era un niño sonriente y feliz, pero en casa estaba teniendo
un mal comportamiento con nosotros, con sus hermanos, y eso nunca había sido así",
explica su padre. Después de aquella charla aprendió que "tenía que saber defenderse y
saber cómo actuar en cada momento".
Eran, o son, tres los acosadores, uno de ellos hijo del tutor. El padre, tras aquella excursión,
envió un escrito al centro educativo que, tras un cambio en la dirección del mismo,
confirmó que su hijo sufría acoso escolar por exclusión. "Ahí se vio que mi hijo decía la
verdad". Se le puso un alumno-tutor y una profesora-vigilante, cuenta, y "se destapó todo",
pero "a los acosadores no les pusieron un castigo" y se estaban yendo "de rositas". "Una
silla con tres patas", lamenta este padre, que opina que "es fundamental que el colegio
aborde el conflicto", principalmente con los padres de los acosadores.
"Uno de los padres de los acosadores, que son iguales que sus hijos, incluso nos ha
denunciado. El colegio no quiere hablar. No se atreven. Ya no es sólo por nuestro hijo sino
por los de los demás, ¿qué tipo de niños están criando?", señala. Afirma que han puesto el
problema en manos de la Inspección "para que tome cartas en el asunto". "Mi hijo está
bien; ya no se quiere cambiar de colegio porque ahí están sus hermanos, pero está aislado y
apenas interactúa con los demás. Trabajamos con él día a día pero hay que poner a cada uno
en su sitio porque no es justo".
"En el colegio nos aseguraban que las acosadoras no era niñas conflictivas, que era muy
raro lo que Marta decía y nos pusieron muchas pegas desde un principio", relata su madre.
El centro emitió finalmente un informe en el que reconocía el caso de acoso escolar y
adoptó medidas tendentes a vigilarlo (se le asignó un alumno-tutor para que observara las
situaciones, entre otras). Su madre lamenta que la actuación no recayera en las acosadoras.
"Con ellas nunca han hecho nada, no han trabajado en detener sus acciones; como si nada",
denuncia.
"A una niña que entró nueva en el colegio le dio por ella cuando estaba en 2º de ESO. Sólo
hablaron con Marta, no con la acosadora. Ha habido otras dos incidencias en el último mes.
Se ha dado parte pero parece que ahora la versión de mi hija ya no importa, que se lo ha
inventado y que no pasa nada. Que el centro asuma el protocolo o que no lo asuma", pide
esta angustiada madre, que ha denunciado el caso ante la Inspección Educativa y ante la
Diócesis, al tratarse de un centro religioso, "para que obliguen al colegio a cumplir las
normas, no pedimos nada más".
"Mi hija dejó de comer porque se veía muy gorda. La han machacado de tal forma que la
han anulado. Ella está en terapias y tiene ganas de salir adelante, pero en el colegio no
reaccionan y le echan la culpa a ella. Ahora niegan el acoso y dicen que se lo inventa
cuando hay un informe que lo confirma y, además, son las mismas acosadoras que eran
antes. Ya me ha pedido con muchas ganas cambiar de colegio. No se lo puedo negar y
estoy esperando si se nos concede un nuevo centro", lamenta la madre.
Tras los insultos, el acoso pasó a ser más físico: me robaban el desayuno y llegaron
a lanzarme un pupitre. Por ejemplo, hubo un día en el que mis compañeras,
después de clase de gimnasia, empezaron a lanzarme papel higiénico mojado. Me
escondí en un baño, pero ellas me lo siguieron lanzando por encima de la puerta.
En aquellas ocasiones me quedaba quieta, no sabía cómo reaccionar. Además, no
me atrevía a decírselo a nadie por sus amenazas: 'Como se lo digas a alguien,
sufrirás el doble', me decían. Así que mis padres no se enteraron hasta que mis
primas se lo contaron.
En mi caso, logré superarlo al cambiar de colegio y al coincidir con una tutora que
estaba muy involucrada en la lucha contra el acoso escolar. Ella nos habló
abiertamente del problema y decidí contárselo. El hecho de haber tenido una
profesora sensible fue decisivo en mi caso y por eso creo que es importante que los
profesores estén bien preparados".
Creo que la tomaban conmigo por ser muy introvertido. Siempre he sido una
persona solitaria y me costaba mucho centrarme en los estudios. Aunque creo que
también ha tenido que ver el hecho de ser centroamericano. Llegué a España
cuando era muy pequeño, pero creo que el acoso contra mí tuvo un ingrediente
racista.
Por ser una persona tan introvertida, me costó mucho exteriorizar todo lo que me
estaba ocurriendo. Incluso, en un intento por integrarme, llegué a convertirme en
acosador. Eso duró una temporada, hasta que me di cuenta de que ese camino no
llevaba a ningún lado. Así que yo lo superé gracias a un ejercicio de resistencia pura
y dura.
Efe
"Empecé a sufrir acoso escolar hace 17 años, cuando el bullying no tenía ni
nombre. Para referirme a ello, entonces, decía que en mi colegio de Elche se
metían conmigo y me pegaban. Eso es lo que empezó a ocurrir cuando me puse del
lado de otros niños que sufrían acoso. Desde entonces los acosadores la tomaron
conmigo: empezaron con collejas en el pasillo y luego me esperaban fuera del
colegio para golpearme.
En mi caso lo verbalicé con rapidez y se lo dije a mis profesores, pero no le dieron
mucha importancia. También lo hablé con mis padres, quienes insistieron ante los
profesores, aunque sin resultados. Mis padres hablaron incluso con los padres de
mis acosadores, lo que tampoco sirvió. Por desgracia, las cosas no mejoraron hasta
que me cambiaron de clase. Pero, aunque no consiguieron enderezar las cosas, mis
padres se convirtieron en mi sostén principal y me apoyaron mucho.
Ahora la gente es más consciente de la lacra que supone el acoso escolar, por lo
que quiero creer que hoy en día los profesores se lo tomarían más en serio y que
actuarían mejor ante una denuncia como la mía. También hay algunos programas
de mediación en los instituos que pueden servir de apoyo para quienes lo pasan
mal. Por suerte, el acoso escolar cada vez se encuentra menos normalizado.
Desde que terminé el colegio casi no había vuelto a hablar de esto. Pero hace unas
semanas decidí hacer pública mi historia en una sesión sobre acoso escolar en las
Cortes Valencianas, donde soy diputada. Espero que mi historia sirva para que las
víctimas sepan que no están solas".
También deberíamos volcarnos en que los alumnos sepan reaccionar ante el acoso.
De igual manera en que yo fui víctima de acoso, también fui testigo de cómo
acosaban a otros compañeros. Y entonces no reaccioné de ninguna manera, me
limité a contemplarlo. Durante todo este tiempo, hemos estado muy paralizados
ante el acoso escolar, y es hora de que aprendamos a reaccionar. Como víctima, yo
no manifesté el problema ante ningún adulto porque me daba vergüenza, pero
ahora quienes sufren acoso deberían tener claro las herramientas para superarlo.
Ahora soy director de teatro y estoy dirigiendo El pequeño pony, una obra sobre
acoso escolar que escribió Paco Bezerra basándose en una historia real ocurrida en
Estados Unidos. En 2014, un niño de nueve años empezó a sufrir bullying por llevar
una mochila de la serie animada Mi pequeño pony. La dirección del centro no
encontró otra solución más que pedir al niño que dejara de llevar la mochila
porque era un detonante de acoso. La obra trata sobre aquel caso y, debido a mi
pasado, es una de las obras más personales que he dirigido hasta ahora".