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Resúmenes de Historia de España Selectividad – Temas largos

Resúmenes Selectividad

Historia y Arte

Curso

2ºBachillerato

Contenido

TEMA 45: LA CRISIS DE 1808: GUERRA DE INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA


REVOLUCIÓN LIBERAL

TEMA 46: LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812

TEMA 47: FERNANDO VII (1814-1833): ABSOLUTISMO Y LIBERALISMO. LA EMANCIPACIÓN


AMERICANA

TEMA 48: LA OPOSICIÓN AL LIBERALISMO: CARLISMO Y GUERRA CIVIL. LA CUESTIÓN FORAL

TEMA 49: ISABEL II (1833-1843). LAS REGENCIAS

TEMA 50: ISABEL II (1843-1868). EL REINADO EFECTIVO

TEMA 51. EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA


REVOLUCIÓN, EL REINADO DE AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA

TEMA 52. EL REINADO DE ALFONSO XII (1874-1885). EL SISTEMA CANOVISTA Y LA


CONSTITUCIÓN DE 1876

TEMA 53. LA REGENCIA DE MARIA CRISTINA DE HABSBURGO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA


OPOSICIÓN AL SISTEMA. REGIONALISMO Y NACIONALISMO (1885-1902)

TEMA 54: GUERRA COLONIAL Y CRISIS DE 1898

TEMA 55: TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS. PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS


AGRARIOS. LAS PECULIARIDADES DE LA INCORPORACIÓN DE ESPAÑA A LA REVOLUCIÓN
INDUSTRIAL. MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS: EL IMPACTO DEL FERROCARRIL

TEMA 56: TRANSFORMACIONES SOCIALES. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO. DE LA SOCIEDAD


ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. GÉNESIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO
EN ESPAÑA

TEMA 57: TRANSFORMACIONES CULTURALES. CAMBIO EN LAS MENTALIDADES. LA


EDUCACIÓN Y LA PRENSA
TEMA 58: PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE
MODERNIZACIÓN. EL REGENERACIONISMO. CRISIS Y QUIEBRA DEL SISTEMA DE LA
RESTAURACIÓN

TEMA 59: LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930)

TEMA 60. LA CONSTITUCIÓN DE 1931 Y EL BIENIO REFORMISTA (1931-1933)

TEMA 61: LA SEGUNDA REPÚBLICA: EL BIENIO RADICAL-CEDISTA. LA REVOLUCIÓN DE 1934.


LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR

TEMA 62: LA GUERRA CIVIL: LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA GUERRA. EL


DESARROLLO DEL CONFLICTO: ETAPAS Y EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS

TEMA 63. LA GUERRA CIVIL: LA DIMENSIÓN POLÍTICA E INTERNACIONAL DEL CONFLICTO. LAS
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

TEMA 64. LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA: FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y APOYOS


SOCIALES. EVOLUCIÓN POLÍTICA Y COYUNTURA EXTERIOR. DEL AISLAMIENTO AL
RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL. EL EXILIO (1939-1957)

TEMA 65. LA CONSOLIDACIÓN DEL RÉGIMEN. LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS: DE LA


AUTARQUÍA AL DESARROLLISMO. LOS CAMBIOS SOCIALES (1957-1969)

TEMA 66. ELEMENTOS DE CAMBIO EN LA ETAPA FINAL DEL FRANQUISMO. LA OPOSICIÓN AL


RÉGIMEN. EVOLUCIÓN DE LAS MENTALIDADES. LA CULTURA. (1969-1975)

TEMA 67: LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA. LA CONSTITUCIÓN DE 1978. PRINCIPIOS


CONSTITUCIONALES Y DESARROLLO INSTITUCIONAL. EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS Y SU
EVOLUCIÓN (1975-1982)

TEMA 68: LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS. LOS DESAFÍOS DEL GOLPISMO Y DEL
TERRORISMO. CAMBIOS POLÍTICOS, SOCIALES Y ECONÓMICOS. CULTURA Y MENTALIDADES

TEMA 69: LA INTEGRACIÓN DE ESPAÑA EN EUROPA. ESPAÑA EN LA UNIÓN EUROPEA. EL PAPEL


DE ESPAÑA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL

TEMA 45: LA CRISIS DE 1808: GUERRA DE INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA


REVOLUCIÓN LIBERAL
Fusilamientos del 2 de mayo por Goya

Los sucesos de 1808 tienen su antecedente en el Tratado de Fontainebleau, por el que Carlos
IV dejaba pasar a las tropas napoleónicas en dirección a Portugal, contrario a secundar el
bloqueo económico a Inglaterra. Pero parte de las tropas, siguiendo la estrategia napoleónica
de controlar España, permanecen acantonadas en nuestro país provocando roces con la
población. En este contexto, estalla el motín de Aranjuez, provocado por los sectores
reaccionarios que consiguen así la destitución de Godoy y la proclamación de Fernando VII
como rey. El enfrentamiento entre Carlos IV y Fernando VII es utilizado por Napoleón que cita
a la familia real en Bayona para intermediar. Pero el 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid
inicia un motín duramente reprimido por el ejército francés. El alcalde de Móstoles redacta un
bando que declara la guerra a los franceses y propicia la difusión de los levantamientos.
Mientras, en Bayona se producen las abdicaciones por las que Carlos IV y Fernando VII
renuncian a la corona española que Napoleón traspasa a su hermano José Bonaparte.

La Guerra de la Independencia tuvo un carácter de guerra de liberación contra la ocupación


francesa pero, sobre todo, fue una guerra nacional en la que es la nación en armas la que
participa en el conflicto. Este carácter nacional se apreció en las guerrillas, formadas por
campesinos armados que atacan por sorpresa, y en los sitios, como los de Zaragoza y Gerona,
en los que toda la población urbana resiste a la ocupación. Por otra parte, se trató de una
guerra civil entre los patriotas y los llamados afrancesados, que reconocían a José Bonaparte
como rey.

Se pueden distinguir tres etapas durante la guerra. En 1808 el levantamiento se extiende por la
Península y en Andalucía se reconstruye un ejército capaz de derrotar a los franceses en la
batalla de Bailén. Pero Napoleón refuerza a sus tropas e interviene personalmente en España.
En esta segunda etapa que abarca hasta 1812 comienzan las acciones de la guerrilla y se
produce la intervención inglesa desde Portugal. Con la batalla de Arapiles comienza la última
etapa de progresiva retirada francesa que culmina con la batalla de Vitoria. En 1813 Napoleón
firma el Tratado de Valençay por el que reconoce a Fernando VII como rey de España.
Al mismo tiempo que se produce la Guerra de la Independencia, se produce en España la
revolución liberal-burguesa, dirigida a desmontar las estructuras del Antiguo Régimen y a crear
el Estado liberal. En España los grupos liberales eran escasos, limitados a algunos intelectuales
y miembros de la burguesía comercial. Pero la crisis que se abre con la invasión francesa crea
las oportunidades para el desarrollo de la revolución.

Los levantamientos que se extienden por España en 1808 se dirigían no sólo contra los
franceses sino contra las autoridades dejadas por Fernando VII, acusadas de colaborar con los
franceses. Estas autoridades son destituidas y en su lugar se crean juntas locales integradas
por las élites urbanas, entre las que hay elementos liberales. Estas juntas se integran en juntas
provinciales que, finalmente, confluyen en la formación de una Junta Suprema Central, con
sede en Sevilla, y que actúa como máximo órgano de poder en la zona no ocupada por los
franceses. La presencia de elementos liberales en la Junta Suprema permitirá que esta inicie el
proceso revolucionario mediante la convocatoria de unas Cortes en Cádiz en 1810, de las que
saldrá la Constitución de 1812.

Paralelamente, José Bonaparte también iniciará un proceso de desmantelamiento del Antiguo


Régimen que contará con el apoyo de los afrancesados. Éstos se nutren de grupos de
intelectuales e ilustrados aunque también habrá entre ellos miembros de la nobleza y el clero
que, por razones oportunistas, apoyarán a José Bonaparte como garantía de orden frente a la
incertidumbre de los levantamientos populares. El proyecto reformista de José Bonaparte
comienza cuando en 1808 Napoleón convoca en Bayona una Asamblea de Notables a la que
acudieron algunos miembros de las élites españolas. En esta asamblea se consiguió aprobar la
llamada Constitución de Bayona, en realidad una carta otorgada que imponía un sistema
político autoritario. Sin embargo, también incluía medidas de naturaleza económica como la
supresión de los mayorazgos, la libertad de industria y comercio, la abolición de los privilegios
estamentales o la supresión de la Inquisición. Pero la situación de guerra hizo que este
proyecto resultara al final inviable.

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TEMA 46: LAS CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812

Los levantamientos de 1808


contra los franceses provocaron la destitución de las autoridades existentes y la creación de
juntas locales, integradas por las élites urbanas y en las que hay elementos liberales. Estas
juntas se integran en juntas provinciales que finalmente confluyen en una Junta Suprema
Central que actúa como gobierno de la España no ocupada por los franceses. La creación de las
juntas, al margen de las estructuras del Antiguo Régimen, constituye ya un hecho
revolucionario.

Los grupos ilustrados que controlan las juntas plantean desde un inicio la necesidad de
convocar unas Cortes para adoptar las medidas necesarias ante la retención de Fernando VII
en Francia. Pero inmediatamente surge un debate en el seno de las juntas acerca del carácter
de estas Cortes. Los sectores absolutistas creen que la Junta sólo puede actuar en nombre de
Fernando VII, que en caso de convocar Cortes éstas deberían ser estamentales y nunca podrían
reformar las leyes. Pero los sectores más liberales creen que la Junta Central representa la
soberanía nacional. Las Cortes deberían representar al conjunto de la nación y podrían
modificar las leyes.

Las diferencias entre liberales y absolutistas se van ensanchando hasta que éstos consiguen en
1819 que se disuelva la Junta Suprema Central y sea sustituida por una Regencia, que actúe en
nombre de Fernando VII. Pero antes de disolverse la Junta convoca unas Cortes que deberían
reunirse en la ciudad de Cádiz. Esta convocatoria se hizo según la concepción liberal, mediante
una sola cámara que representa a la nación.

La formación de las Cortes de Cádiz, que inician sus sesiones en septiembre de 1810, supone
ya una ruptura revolucionaria. En estas Cortes desaparecían las diferencias estamentales y a
cada diputado le correspondía un voto. Por primera vez en la historia las Cortes fueron
elegidos mediante un sufragio casi universal indirecto, que no pudo realizarse en todas partes
por la situación de guerra. Además, las Cortes asumen la representación de los españoles de
América. Sin embargo, la composición de las Cortes se caracterizó por su escasa
representatividad, pues en ella abundaban los miembros del clero junto con funcionarios y
abogados. Pero esta escasa representatividad hizo posible una fuerte presencia de diputados
liberales que pudieron iniciar la revolución liberal burguesa.

Mediante una serie de decretos aprobados por las Cortes, se desmanteló el Antiguo Régimen.
En primer lugar, se decretó a las Cortes depositarias de la soberanía nacional. Se estableció la
libertad económica mediante la abolición de los señoríos jurisdiccionales y de los impuestos de
origen feudal, se suprimió el sistema de vinculación de la tierra, se estableció la libertad de
industria y comercio y se aprobó un proyecto de desamortización de bienes de conventos. Se
garantizó la igualdad jurídica aboliendo los privilegios estamentales y territoriales, y se
aseguraron las libertades políticas suprimiendo la Inquisición y estableciendo la libertad de
imprenta.

Al mismo tiempo, se inició la elaboración de una Constitución que sentaba las bases del nuevo
sistema liberal y que será promulgada el 19 de marzo de 1812. En la práctica, la Constitución
de 1812 contemplaba importantes concesiones al absolutismo por lo que en sus artículos
había importantes contradicciones.

La constitución establecía el principio de soberanía nacional, aunque en la práctica era


compartida entre las Cortes y el Rey. Se contemplaban derechos y libertades individuales
como la libertad de prensa, la inviolabilidad del domicilio o el principio de “habeas corpus”,
aunque en materia religiosa se establecía el carácter oficial de la religión católica. Como centro
del sistema político se contemplan unas Cortes unicamerales, elegidas por sufragio casi
universal indirecto, y con amplias facultades aprobar las leyes y controlar el presupuesto.
Además se daban garantías para que las Cortes se reunieran todos los años. Pero como
concesión al absolutismo, el rey conserva bastante poder pues comparte el poder legislativo
con las Cortes, controlaba el poder ejecutivo y disponía de derecho de veto. Por último, la
justicia se contempla como un poder independiente en manos de los tribunales.

En 1814, tras la firma del tratado de Velençay, Fernando VII inicia el regreso a España como
monarca constitucional. Pero el mantenimiento del régimen liberal se ve amenazado por el
perfil reaccionario del propio rey y por el escaso arraigo del liberalismo entre unas masas
campesinas eufóricas por el retorno de Fernando VII.

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TEMA 47: FERNANDO VII (1814-1833): ABSOLUTISMO Y LIBERALISMO. LA EMANCIPACIÓN


AMERICANA

El reinado de Fernando VII supone la lucha


entre el absolutismo y el liberalismo. El retorno del rey en 1814 se produce en una Europa
dominada por la Restauración de los regímenes absolutistas y el nuevo orden marcado por el
Congreso de Viena. En este contexto Fernando VII recibe la presión de los absolutistas
españoles para que restaure el Antiguo Régimen, tal y como se recoge en el Manifiesto de los
Persas. En este ambiente, Fernando VII firma el decreto de Valencia por el que declara nula la
Constitución de 1812 y la obra de las Cortes de Cádiz, restaurando íntegramente el
absolutismo.
Comienza el llamado Sexenio absolutista durante el cual se desata una dura represión sobre
los liberales, los cuales conspiran en sociedades secretas para restaurar la Constitución de
1812. Ante la escasa fuerza de los liberales, éstos recurren al apoyo de sectores del Ejército
descontentos que protagonizan varios pronunciamientos militares que acaban fracasando.
Finalmente, en 1820 triunfa en Cabezas de San Juan el pronunciamiento que encabeza el
coronel Riego y que obliga a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812.

Se inicia el llamado Trienio Liberal durante el cual se profundiza en la legislación de las Cortes
de Cádiz con un sentido anticlerical. Paralelamente, los liberales se dividen en dos grupos:
unos más exaltados conocidos como veinteañistas y otros más moderados o doceañistas.
Mientras tanto, los absolutistas o realistas, en connivencia con el rey, conspiran para restaurar
el absolutismo. En 1822 se produce la fracasada sublevación de la Guardia Real y en zonas del
Pirineo se levantan partidas armadas que llegan a crear una Regencia en la Seo de Urgell en
nombre del rey. Finalmente, son las potencias de la Santa Alianza quienes en el Congreso de
Verona deciden intervenir para acabar con el régimen liberal español. Francia recibe el
encargo de invadir con el ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis que en 1823 restauran el
absolutismo.

Empieza la Década Ominosa en la que se vuelve a reprimir a los liberales. Pero desde 1826,
presionado por las potencias europeas y por la crisis económica, Fernando VII se ve obligado a
aplicar una política reformista que desata la oposición de los absolutistas ultras o apostólicos, y
que se manifiesta en forma de revueltas campesinas como la revuelta de los agraviats. La
situación se complica cuando el infante Carlos María Isidro, cabeza de los apostólicos y
hermano del rey, aparece como sucesor ante la falta de descendencia de Fernando VII.
Finalmente, la reina da a luz una niña de nombre Isabel, y para asegurar su sucesión Fernando
VII aprueba la Pragmática Sanción por la que anula la Ley Sálica. Los ultras o apostólicos, ahora
conocidos como carlistas, se aferran a la legalidad de la Ley Sálica y a la muerte de Fernando
VII reconocerán al príncipe Carlos como rey. Comienza la guerra carlista contra los defensores
de Isabel.

Durante el reinado de Fernando VII se consuma además la emancipación de América,


protagonizada por los criollos descontentos por las reformas borbónicas, la explotación
colonial y el monopolio comercial. El ejemplo de Estados Unidos, la pérdida de la flota en
Trafalgar y la crisis que provoca la invasión napoleónica en España propician el inicio de la
independencia.

En una primera fase que empieza en 1810 los criollos forman juntas que inicialmente
reconocen a Fernando VII pero, posteriormente, convocan Congresos que proclaman la
independencia. Sólo en México el proceso es liderado por los indígenas liderados por el cura
Hidalgo. En 1814 Fernando VII consigue recuperar el control de casi toda América salvo
Argentina. Pero a partir de 1816 comienzan nuevas insurrecciones en las que son decisivas las
campañas de Simón Bolívar y San Martín. En México el general Itúrbide consolida la
independencia bajo control de los criollos. En 1824 se produce la derrota definitiva de las
tropas españolas en la batalla de Ayacucho. El imperio español queda reducido a Cuba, Puerto
Rico y Filipinas. España pierde peso internacional así como los ingresos que le reportaba el
imperio colonial.
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TEMA 48: LA OPOSICIÓN AL LIBERALISMO: CARLISMO Y GUERRA CIVIL. LA CUESTIÓN FORAL

Caricatura sobre el carlismo publicada hacia 1872. El pretendiente Carlos VII aparece sobre un
pedestal con el lema carlista (Dios, patria, rey). Un cura con la boina carlista arenga a sus
seguidores presentados como borregos

El carlismo es un movimiento ideológico que surge como oposición al liberalismo. Su origen se


sitúa en la crisis sucesoria que se abre cuando Fernando VII, mediante la Pragmática Sanción,
decide abolir la Ley Sálica para facilitar el acceso al trono a su hija Isabel. Los absolutistas ultras
o apostólicos, opuestos a las reformas iniciadas por Fernando VII al final de su reinado, se
aferran a la Ley Sálica para reconocer como heredero al infante Carlos Mª Isidro, hermano del
rey, y por ello serán conocidos como carlistas.

Desde el punto de vista ideológico el carlismo se caracteriza por la defensa del poder absoluto
del rey, por apoyar el catolicismo y los privilegios de la Iglesia y por idealizar un pasado rural
frente a las amenazas que llegan del mundo urbano. Además, el carlismo se identifica con la
defensa de los fueros territoriales frente al centralismo uniformador del Estado Liberal.

La principal base social del carlismo estuvo en los pequeños campesinos, impregnados de un
fuerte catolicismo y que se consideran amenazados por un Estado Liberal que con los procesos
desamortizadores les arrebata los derechos sobre las tierras comunales. Estos campesinos
también se consideran amenazados por la explotación impersonal del capitalismo e idealizan
el pasado rural donde encontraban la seguridad de la comunidad aldeana. El carlismo tuvo
otro importante apoyo entre el bajo clero, especialmente el regular, que vio cómo el Estado
Liberal desamortizaba sus tierras. También la pequeña nobleza apoyará el carlismo, mucho
más perjudicada que la alta nobleza por la abolición de los privilegios estamentales.

Desde el punto de vista geográfico el carlismo se difundió ampliamente por las zonas donde
predomina el pequeño campesinado, como la mitad norte peninsular, y especialmente allí
donde se mantenían los fueros o el recuerdo de su existencia, como ocurría en el País Vasco,
Navarra o las zonas rurales de Cataluña, Aragón o Valencia. Donde el carlismo apenas tuvo
apoyos fue en las ciudades.
El carlismo tuvo un antecedente en la revuelta de los agraviats de 1827 contra las reformas de
Fernando VII. Pero al ser proclamada reina Isabel II en 1833 se produce una insurrección en
defensa de don Carlos con la que comienza la Primera Guerra Carlista. Esta tuvo como
principales escenarios el País Vasco y Navarra, el interior de Cataluña y el Maestrazgo.
Destacaron los generales Zumalacárregui y Cabrera. El momento culminante se produjo en
1837 con la Expedición Real que llegó a las puertas de Madrid. La guerra termina en 1839 con
el Convenio de Vergara por el que los isabelinos se comprometen a reconocer los grados
militares carlistas y a respetar los fueros vasco-navarros, aunque la guerra siguió en el
Maestrazgo un año más. No obstante, los fueros navarros se modificaron y Navarra se
convirtió en una provincia más, aunque con unos privilegios fiscales reconocidos en el
concierto económico.

La Segunda Guerra Carlista (1846-1849) tuvo menos importancia. En ella los carlistas
defendieron los derechos del pretendiente Carlos VI y tuvo como escenario el interior de
Cataluña.

La Tercera Guerra Carlista (1872-1876) estalla en defensa de los derechos de Carlos VII frente a
la monarquía democrática de Amadeo de Saboya. El principal escenario estuvo en el País Vasco
y Navarra, donde se creó un auténtico Estado con capital en Estella. Con Alfonso XII se puso fin
a la guerra y con ella se abolieron los fueros vascos, sustituidos por unos conciertos
económicos que daban a las tres provincias vascas la autonomía fiscal que ya tenía Navarra.

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TEMA 49: ISABEL II (1833-1843). LAS REGENCIAS


Retrato de Isabel II joven

En 1833 Isabel II es proclamada reina aunque se encarga de la regencia su madre Mª Cristina


de Nápoles. En un ambiente de guerra civil provocada por el levantamiento carlista, el
absolutismo moderado y reformista considera que la única forma de asegurar el trono de
Isabel II es conseguir el apoyo de los liberales y profundizar en las reformas para solucionar la
crisis económica. Existe además una presión de las potencias occidentales a favor de las
reformas liberales y que se refleja en la formación de la Cuádruple Alianza por la que Inglaterra
y Francia apoyaban a las reinas niñas de España y Portugal frente a carlistas y miguelistas.
Como consecuencia, se va a iniciar una transición hacia el liberalismo que se basará en el
compromiso entre la vieja nobleza y la nueva burguesía liberal.

Los liberales retornan del exilio y se empiezan a fraguar dos modelos políticos que dan pie a la
formación de los primeros partidos políticos.

El partido moderado se basa en el liberalismo doctrinario, que combina elementos del Antiguo
Régimen con el liberalismo. Defienden la soberanía compartida entre rey y Cortes, derechos y
libertades limitados, la oficialidad de la religión católica, unas Cortes bicamerales con un
Senado elitista y un Congreso de los diputados elegidos por un sufragio muy restringido, y
fuertes poderes para el rey que tendría derecho de veto. El partido progresista se basa en un
liberalismo popular, que busca romper con el Antiguo Régimen. Defiende la soberanía
nacional, garantías para los derechos y libertades individuales, especialmente de imprenta,
mayor tolerancia religiosa, unas Cortes bicamerales en las que ambas cámaras serían electivas
por un sufragio censitario más amplio, y unos poderes del rey más limitados.

La dinámica política se caracteriza por la falta de entendimiento entre ambos partidos, que
monopolizan el gobierno e imponen su modelo político. Por eso el partido de la oposición,
incapaz de alcanzar el poder de forma legal a través de las elecciones, recurre a formas
violentas como el pronunciamiento militar o levantamientos populares.

En los primeros años del reinado, Cea Bermúdez inicia la transición hacia el liberalismo con una
tímida apertura política que se basa en el acuerdo entre absolutistas reformistas y liberales
moderados. Este acuerdo se plasma en el Estatuto Real de 1834, una especie de carta
otorgada que contempla unas Cortes Bicamerales, con muy pocos poderes, en las que el
Estamento de Próceres estaría reservado a las élites mientras que el Estamento de
Procuradores sería elegido mediante un sufragio muy restringido. Este régimen tan autoritario
propicia la oposición de los progresistas que se plasma en varios levantamientos populares, a
veces con un carácter anticlerical, y que favorecen que en 1835 la regente llame a un
progresista, Mendizábal, para presidir el gobierno y abordar la desamortización eclesiástica.
Finalmente, en 1836 el pronunciamiento de los Sargentos de La Granja (La Sargentada) obliga
a la regente a jurar la Constitución de 1812.

El partido progresista controla el gobierno y profundiza las reformas liberales aboliendo


mayorazgos y los señoríos jurisdiccionales. Sin embargo, se elabora una nueva Constitución
promulgada en 1837 que recoge los principios progresistas aunque con concesiones a los
moderados. Se reconoce la soberanía nacional, aunque en la práctica es compartida, se hace
una limitada declaración de derechos y libertades, se mantiene cierta ambigüedad en materia
religiosa, se contemplan unas Cortes bicamerales con un Congreso de Diputados elegidos por
sufragio censitario y un Senado cuyos miembros son designados por el rey entre los elegidos
por la Nación. El rey conserva importantes poderes, incluido el derecho de veto, y se
contempla el jurado para los delitos contra la libertad de imprenta.

En 1840 los moderados, de nuevo en el poder, aprueban una ley municipal centralizadora con
el apoyo de la reina regente. Esto provoca nuevos levantamientos populares que obligan a Mª
Cristina a renunciar a la regencia. El general Espartero, líder del partido progresista, es
designado regente. Los progresistas se hacen con el control de todas las instituciones del
Estado y se enfrentan a pronunciamientos militares impulsados por los moderados como el de
Diego de León. Finalmente, el autoritarismo de los progresistas provoca su desgaste hasta que
un nuevo pronunciamiento militar de los moderados en 1843 pone fin a la regencia de
Espartero declarando la mayoría de edad de Isabel II.

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TEMA 50: ISABEL II (1843-1868). EL REINADO EFECTIVO


Leopoldo O’Donnell

El reinado efectivo de Isabel II significa la consolidación del Estado Liberal en España bajo los
patrones del liberalismo doctrinario, con el apoyo claro de la reina, lo que contribuirá a su
destronamiento final.

En 1843 un pronunciamiento militar pone fin a la regencia de Espartero y se proclama la


mayoría de edad de la reina. Comienza la Década Moderada (1843-1854), un largo periodo de
gobiernos moderados dominados por las figuras de Narváez y Bravo Murillo. Se crea un nuevo
orden político conservador y que se plasma en la Constitución de 1845, que recoge el principio
de soberanía compartida entre Cortes y rey, una limitación de derechos y libertades, la
oficialidad de la religión católica, unas Cortes bicamerales con un Senado reservado a las élites
y unos amplios poderes para la figura del rey, incluido el derecho de veto. El carácter
conservador del sistema se completa con una ley electoral muy restrictiva, con la creación de
la Guardia Civil por el duque de Ahumada como instrumento de control de la disidencia rural, y
la firma del Concordato con la Santa Sede que restablece las relaciones con el Papa a cambio
de amplios privilegios para la Iglesia.

En 1854 los generales O’Donnell y Espartero protagonizan un pronunciamiento militar


conocido como la Vicalvarada. Los sublevados presentan el Manifiesto de Manzanares con
promesas de libertad lo que favorece el inicio de levantamientos populares. La reina llama a
Espartero para formar gobierno, con O’Donnell como ministro de la guerra. Se inicia el Bienio
Progresista (1854-1856) con la redacción de la Constitución de 1856 que no llegaría a ser
promulgada. Se adoptan importantes medidas económicas como la desamortización de
Madoz, la Ley de Ferrocarriles o la de sociedades de crédito. Pero el pueblo urbano reivindica
mejoras sociales que no se ven satisfechas y hace ver su descontento como en la huelga
general de Barcelona. Las masas empiezan a abandonar al partido progresista y se acercan a
las opciones demócratas y republicanas.

La presión popular asusta a la burguesía que prefiere el gobierno del partido moderado. Este
partido vuelve al poder en 1856 y restaura la Constitución de 1845.

Pero entre 1856 y 1863 forma gobierno el general O’Donnell al frente de un nuevo partido
llamado Unión Liberal. Se trata de un partido de centro, que aglutina a los sectores más
centrados de los partidos progresista y moderado, y con los que O’Donnell busca conseguir la
estabilidad política. Durante estos años se desarrolla una política exterior de prestigio, que
busca distraer la atención del pueblo fomentando el patriotismo, y que lleva a España a
intervenir en guerras como la de Marruecos y del Pacífico.

Desde 1863 Narváez vuelve al gobierno con el apoyo claro de la reina. El régimen se vuelve
más autoritario, suspendiendo ocasionalmente la Constitución y acentuando la represión
como en la Noche de San Daniel. Los partidos de la oposición recurren a la conspiración y la
insurrección militar como la del Cuartel de San Gil.

La crisis del régimen se agrava por varios motivos. El pueblo sufre las consecuencias de una
crisis de subsistencia y una crisis financiera por la quiebra de las compañías ferroviarias. Entre
el pueblo se extiende la nueva ideología demócrata, que defiende el sufragio universal,
amplias libertades políticas, la libertad de cultos, la figura del jurado y reivindicaciones sociales
que se concretan en la abolición de consumos y quintas. Los partidos de la oposición, dirigidos
por Prim y Serrano, se abstienen de participar en la vida política y se unen en el Pacto de
Ostende con el objetivo de destronar a Isabel II, considerada causante de la situación. En 1868
el triunfo del clásico pronunciamiento militar provoca el destronamiento de la reina.

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TEMA 51. EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA


REVOLUCIÓN, EL REINADO DE AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA

Retrato de Amadeo I

El Sexenio Democrático supone la primera experiencia democrática de España basada en el


sufragio universal y la plena garantía de derechos y libertades.

La crisis económica, la difusión de la ideología democrática entre el pueblo urbano y, sobre


todo, la deriva autoritaria de los gobiernos moderados con el claro apoyo de Isabel II,
conducen a la Revolución de 1868. Ésta se venía preparando desde que el Partido Progresista,
dirigido por Prim, la Unión Liberal, dirigida por Serrano y el Partido Demócrata, se unieron en
el Pacto de Ostende para destronar a la reina.

La Revolución comienza con un pronunciamiento militar en Cádiz. Los militares sublevados


consiguen derrotar a las fuerzas del gobierno en la batalla de Alcolea e Isabel II parte para el
exilio. Paralelamente, se producen levantamientos populares y se forman juntas provinciales
que constituyen una Junta Suprema Central. Las juntas asumen el ideal democrático y
reclaman el sufragio universal así como la abolición de consumos y quintas. Estas
reivindicaciones sociales chocarán, sin embargo, con la voluntad de la nueva clase política,
dispuesta a realizar únicamente cambios políticos.

La Junta Suprema encarga a Serrano la formación de un Gobierno Provisional. Éste disuelve las
juntas a cambio de aprobar el sufragio universal, al tiempo que en Cuba estalla la Guerra de los
Diez Años. Se convocan elecciones a Cortes Constituyentes mediante sufragio universal. En
ellas triunfan los partidos del Pacto Ostende unidos en la coalición monárquico-demócrata.
Pero en las Cortes aparecen dos importantes minorías: la republicana a la izquierda y la carlista
a la derecha.

Se elabora la Constitución de 1869, primera constitución democrática que establece la


soberanía nacional, una ampliación de derechos y libertades como el sufragio universal, el
derecho de asociación o la libertad de cultos, unas Cortes bicamerales elegidas por sufragio
universal, una monarquía con los poderes del rey limitados y la figura del jurado.

A continuación, las Cortes declaran a Serrano regente quien, a su vez designa a Prim jefe de
gobierno. Este se enfrenta a la primera manifestación de descontento popular por la falta de
mejoras sociales y tiene que reprimir el levantamiento republicano de 1869. Al mismo tiempo
inicia la búsqueda de un rey, que finalmente encuentra en la figura de Amadeo de Saboya.
Pero antes de que éste llegue a España Prim resulta asesinado.

Comienza el reinado de Amadeo I (1871-1873) que tiene que hacer frente al rechazo por la
oligarquía y la Iglesia, al desarrollo del movimiento obrero y la llegada de la Internacional de
Trabajadores, y al estallido de la Tercera Guerra Carlista. La crisis política se agrava por la
división entre los partidos políticos que recurren a la manipulación electoral. En este contexto,
Amadeo I renuncia al trono en1873.

Ante el vacío de poder, diputados y senadores proclaman la República. Pero mientras el


pueblo urbano apoya una República federal que solucione sus problemas, los más
conservadores prefieren una República unitaria que garantice el orden. El primer presidente,
Figueras, convoca elecciones a Cortes Constituyentes que ganan los republicanos federales con
una amplia abstención. Bajo la presidencia de Pi i Margall se redacta la Constitución de 1873,
que establece la República Federal, pero que no llega a promulgarse por la insurrección
cantonal. Esta se inicia en Cartagena y, con el apoyo de las masas, se extiende por el este y el
sur para crear un Estado Federal a partir del hermanamiento de cantones. En Alcoy además se
proclama la revolución social. Pi i Margall dimite y le sustituye Salmerón que inicia un giro
conservador para reprimir la sublevación cantonal. Le sustituye Castelar que suspende las
Cortes y gobierna con métodos dictatoriales. En 1874, ante la reapertura de Cortes y el temor
a la destitución de Castelar, el general Pavía protagoniza un golpe de Estado que pone fin a la
República.

Se crea un nuevo poder dictatorial en manos de Serrano, que prohíbe las asociaciones obreras
y se apoya en el Ejército para restablecer el control. La oligarquía aspira a la vuelta de los
Borbones en la persona de Alfonso XII, hecho que se produce a finales de 1874 con el triunfo
del pronunciamiento militar de Martínez Campos.

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TEMA 52. EL REINADO DE ALFONSO XII (1874-1885). EL SISTEMA CANOVISTA Y LA


CONSTITUCIÓN DE 1876

En 1874, con el reinado de Alfonso XII,


comienza en España el periodo de la Restauración, caracterizado por la vuelta de los Borbones
y el dominio político e ideológico de la oligarquía, desplazada del poder durante el Sexenio
Democrático. El nuevo sistema político tuvo sus orígenes en la abdicación de Isabel II en su hijo
Alfonso como forma de devolver el prestigio a la dinastía, y la labor de Cánovas del Castillo
dando a conocer la persona de Alfonso XII a través del Manifiesto de Sandhurst. Finalmente, el
pronunciamiento de Martínez Campos propiciaría la proclamación de Alfonso XII.

Cánovas sentó las bases del nuevo sistema político, de apariencia liberal pero destinado a
garantizar la estabilidad política y el dominio político y social de la oligarquía. Para lograrlo, se
basó en varios principios teóricos. En primer lugar, la idea de Constitución interna, conjunto de
normas y tradiciones no escritas de un país según las cuales en España el rey y las Cortes
debían ser la base del nuevo sistema político.

En segundo lugar, se creó una Comisión de Notables encargada de elaborar la nueva


Constitución de 1876, aprobada por las Cortes recién elegidas. Se trata de un texto
caracterizado por su elasticidad y que recoge aspectos de la constitución moderada de 1845 y
la constitución democrática de 1869. Establece la soberanía compartida entre Cortes y rey y
una amplia declaración de derechos y libertades aunque redactados de forma ambigua. La
religión católica es la oficial del Estado aunque se admite libertad de cultos a nivel privado. Las
Cortes son bicamerales con un Senado reservado a las élites y personas nombradas por el rey
mientras que los diputados son elegidos por la Nación. El rey conserva amplios poderes,
incluido el derecho de veto.

Por último, Cánovas se inspira en el modelo británico para diseñar un sistema bipartidista en el
que dos partidos se alternan pacíficamente en el poder evitando el recurso a los
pronunciamientos militares o los levantamientos populares. Cánovas crea el Partido
Conservador y Sagasta funda el Partido Liberal. Estos son los llamados partidos dinásticos,
únicos capacitados para gobernar por aceptar la Monarquía y la dinastía. En realidad, ambos
partidos se identifican con los intereses de la oligarquía y sus diferencias eran más aparentes
que reales. Pero los dos aceptaban el juego político y garantizaban con su alternancia la
estabilidad política.

En teoría el presidente del gobierno debía contar con la doble confianza del rey y las Cortes,
que se renovaban según las elecciones. En la práctica el sistema se veía manipulado. La
alternancia estaba pactada de antemano entre los dos partidos dinásticos en lo que se conoció
como turnismo. El rey convocaba las elecciones y el Ministro de Gobernación realizaba el
encasillado con la lista de diputados que debían ser elegidos. Daba las instrucciones a los
gobernadores civiles que se ponían en contacto con los caciques, personas de poder
económico y con influencia para determinar el resultado de las elecciones en su distrito
mediante la extorsión, el chantaje, la manipulación, el inflado del censo con los difuntos o la
intimidación. Se conseguía así la mayoría en las Cortes acorde con el partido al que
correspondía gobernar. Este sistema aseguró la estabilidad política en una España
mayoritariamente rural.

Cánovas del Castillo gobernó la mayor parte del tiempo y logró someter al ejército al poder
civil y puso fin a la Guerra Carlista y a la Guerra de Cuba con la paz de Zanjón. Desde el punto
de vista político limitó los derechos y libertades y restauró el sufragio censitario con la Ley
Electoral de 1878. En 1881 se produjo la primera alternancia y Sagasta sube al gobierno con
una política más tolerante hacia la oposición.

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TEMA 53. LA REGENCIA DE MARIA CRISTINA DE HABSBURGO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA


OPOSICIÓN AL SISTEMA. REGIONALISMO Y NACIONALISMO (1885-1902)
Sagasta

Con la muerte prematura de Alfonso XII en 1885 se abre una crisis política que se soluciona
mediante la regencia de su esposa Mª Cristina de Habsburgo, quien dará a luz un niño
proclamado rey como Alfonso XIII. Al mismo tiempo, los dirigentes de los partidos dinásticos,
Cánovas y Sagasta, a través del Pacto de El Pardo acuerdan facilitar la alternancia y Cánovas
que estaba en el gobierno cede el poder a Sagasta. Las elecciones posteriores,
convenientemente manipuladas mediante el caciquismo, darían una mayoría liberal en el
Congreso de los Diputados. Se consolida así el turnismo.

Durante el gobierno de Sagasta se emprende un amplio programa para liberalizar el sistema


diseñado por Cánovas, incorporando algunos avances de carácter democrático. Se aprobó una
nueva ley de imprenta más permisiva, la Ley de Asociaciones permitió la legalización de las
asociaciones obreras, se aprobó la Ley del Jurado y, sobre todo, en 1890 se restaura el sufragio
universal masculino, si bien la práctica del caciquismo anulaba el carácter democratizador de
esta medida.

Pero el aspecto más significativo del periodo fue el desarrollo de movimientos de oposición al
sistema al que denuncian por su carácter oligárquico y corrupto.

Por la derecha destacó la oposición del carlismo, firme en la defensa del catolicismo, y que se
divide entre una corriente integrista que rechaza radicalmente el sistema y otra corriente
dispuesta a llegar a acuerdos con los conservadores.

El movimiento republicano se caracterizó por su debilidad fruto de la división interna y de la


pérdida del apoyo de las masas populares que ahora se identifican con las ideologías obreras.
Aún así, los republicanos conseguirían obtener algún diputado en las diferentes elecciones al
Congreso.
Surgen también movimientos nacionalistas y regionalistas en los territorios periféricos,
apoyados por los grupos sociales que se consideran marginados del poder por el férreo
centralismo del Estado.

En Cataluña surge el nacionalismo a partir del movimiento cultural conocido como la


Renaixença, y tiene sus primeras manifestaciones en el Memorial de Greuges y la obra de
Valentí Almirall. Es un movimiento conservador e integrador con su principal apoyo entre la
burguesía industrial. Prat de la Riba en las Bases de Manresa sienta las bases del catalanismo
político que defiende la autonomía política, la oficialidad del catalán y la ocupación de los
cargos por ciudadanos de Cataluña. En 1901 surge la Lliga Regionalista como principal partido
del nacionalismo catalán.

En Vizcaya surgirá el nacionalismo vasco como un sentimiento de reacción frente a las


amenazas del Estado Español hacia el idealizado mundo vasco y que se concretan en la
industrialización, la inmigración, la difusión de ideologías obreras o la abolición de los fueros.
Sabino Arana plasmará este sentimiento en un movimiento católico y conservador, de tintes
racistas y violentos y anti-español, que tendrá su apoyo entre el campesinado, la pequeña
burguesía y las clases medias. En 1894 se crea el PNV como principal partido del nacionalismo
vasco.

En Galicia surgirá un nacionalismo de menor implantación a partir del movimiento cultural


conocido como O Rexurdimento.

En tercer lugar, crecen las dos grandes corrientes del movimiento obrero, beneficiadas por el
desarrollo de la clase obrera. El anarquismo fue la corriente mayoritaria con fuerte apoyo
entre el proletariado catalán y los jornaleros andaluces. La influencia de los partidarios de la
propaganda por el hecho de Kropotkin favoreció el recurso al atentado, como el que costó la
vida a Cánovas, y que provocó una dura represión por el régimen. El socialismo fue la corriente
minoritaria con sus principales apoyos en Vizcaya, Asturias y Madrid. Pablo Iglesias fundó en la
clandestinidad el PSOE y el sindicato UGT como principales organizaciones socialistas.

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TEMA 54: GUERRA COLONIAL Y CRISIS DE 1898


José Martí

La crisis de 1898 viene marcada por la pérdida del reducido imperio colonial español, justo
cuando las grandes potencias crean sus propios imperios. Este hecho provocará entre los
españoles una profunda crisis de conciencia.

En 1895, con el grito de Baire, comienza la Segunda Guerra de Cuba contra el dominio español.
Este conflicto se vio alimentado por el incumplimiento de la Paz de Zanjón y por la labor de
José Martí que funda el partido Revolucionario Cubano, con gran apoyo entre los pequeños
campesinos cubanos. En 1896 comienza una insurrección en Filipinas, dirigida por José Rizal
que será ejecutado por los españoles. La política represiva del gobierno español provoca un
deterioro de su imagen.

La situación se complica por la intervención de Estados Unidos, interesados en controlar la ruta


caribeña hacia el próximo canal interoceánico de Panamá, establecer bases en el Pacífico para
aproximarse a China y, sobre todo, controlar la producción del azúcar cubano. Estados Unidos
tiene además interés en intervenir antes de que Cuba se independice, y por eso le hace a
España ofertas para comprar la isla.

La política represiva de España hacia los cubanos es utilizada por la prensa norteamericana
para crear un sentimiento anti-español. En 1898, el gobierno norteamericano envía a La
Habana el acorazado “Maine” para proteger los intereses de Estados Unidos en Cuba. El
acorazado sufre una explosión y la prensa y el gobierno norteamericano culpabilizan a España.
Pese a los intentos del gobierno español por aclarar los hechos, Estados Unidos pide la cesión
de la isla y, ante la negativa española, declara la guerra a España.

El gobierno y el ejército españoles eran conscientes de que una guerra contra Estados Unidos
estaba perdida. Sin embargo, España aceptó ir a la guerra. Las razones eran de política interior
ya que se pensaba que una renuncia a Cuba no hubiera sido entendida por la opinión pública y
podría provocar la caída del sistema canovista como consecuencia de un golpe militar o una
revuelta popular. Efectivamente, la guerra se resuelve rápidamente ante la superioridad
militar de Estados Unidos. En las batallas de Cavite y Manila se hunde la flota del Pacífico y en
la batalla de Santiago se pierde la flota del Caribe. España anuncia su rendición.

El mismo 1898 se firma la Paz de París, que pone fin a la guerra. España reconoce la
independencia de Cuba y cede Puerto Rico a los Estados Unidos. También se cedían las
Filipinas a Estados Unidos a cambio de una indemnización. No obstante, Cuba seguirá ocupada
por Estados Unidos hasta 1902 tras haberle cedido la base militar de Guantánamo y haber
aceptado una cláusula por la que reconocía el derecho de Estados Unidos a intervenir en la isla
si consideraba amenazados sus intereses. Tras la paz de París España sólo mantiene en el
Pacífico los archipiélagos de Marianas, Carolinas y Palaos que, sin ningún valor, fueron
vendidos a Alemania.

La derrota ante Estados Unidos provocó una grave crisis de conciencia. La opinión pública
toma conciencia de la situación de atraso del país y exige responsabilidades a un sistema
político que se considera corrupto y oligárquico. Los intelectuales de la Generación del 98 son
los principales portavoces de esta crisis. Surge el regeneracionismo, una corriente intelectual
que cree necesario regenerar la vida política para iniciar una modernización económica y
social. Habrá un regeneracionismo moderado, adoptado por los partidos dinásticos, que
acepta el sistema aunque cree necesarias reformas. Otro regeneracionismo más crítico
apuesta por sustituir el sistema tal y como refleja Joaquín Costa en su obra “Oligarquía y
Caciquismo”.

Desde el punto de vista económico, la crisis del 98 provocó una repatriación de capitales y la
búsqueda en Europa de mercados alternativos a los perdidos en Cuba.

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TEMA 55: TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS. PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS


AGRARIOS. LAS PECULIARIDADES DE LA INCORPORACIÓN DE ESPAÑA A LA REVOLUCIÓN
INDUSTRIAL. MODERNIZACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS: EL IMPACTO DEL FERROCARRIL

El ferrocarril
Durante el siglo XIX se produce en España el tránsito de una economía feudal a una economía
capitalista.

En la agricultura la principal transformación supuso la liberalización del mercado de la tierra.


Ello se consiguió con la definitiva supresión del régimen de mayorazgo, la abolición de los
señoríos jurisdiccionales que, en su inmensa mayoría, se transformaron en propiedades
nobiliarias, y, sobre todo, con la desamortización de la tierra. La desamortización es un
proceso por el cual el Estado expropia tierras amortizadas y las pone a la venta en pública
subasta. Con ello, el Estado pretendía financiar su elevada deuda, sacar al mercado unas
tierras inmovilizadas para favorecer la inversión y la modernización de la agricultura, y
conseguir el apoyo de los nuevos propietarios para el Estado Liberal. Hubo dos grandes
procesos desamortizadores iniciados por ministros progresistas. El de Mendizábal, en 1836,
afectó sobre todo a las tierras eclesiásticas. El de Madoz, en 1855, afectó sobre todo a las
tierras comunales.

Las consecuencias de estas medidas no fueron las esperadas. Se consolidó la gran propiedad
pues sólo la burguesía y la nobleza pudieron adquirir las tierras desamortizadas. Los
campesinos fueron los grandes perjudicados; no tenían medios para comprar tierras, vieron
que los señoríos jurisdiccionales se convertían en propiedades nobiliarias y perdieron el acceso
a las tierras comunales. Si creció la superficie cultivada pero la agricultura se mantuvo
estancada pues los grandes propietarios se limitaron a mantener las formas de explotación
basadas en la renta del campesino.

Al mismo tiempo se inicia una lenta industrialización, dificultada por la ausencia de buenas
fuentes de energía, el escaso poder adquisitivo del campesinado y la traición de la burguesía,
que prefirió invertir en la compra de tierras desamortizadas o en la deuda pública.

El aprovechamiento de los recursos mineros conoció un impulso con la Ley de Minas de 1868
que concedía su explotación a compañías privadas, la mayoría extranjeras, con lo que esos
recursos no favorecieron la industrialización española.

Cataluña fue el único territorio con una fuerte industrialización. Ésta se basó en el sector textil
del algodón, obra del capital autóctono de la burguesía catalana, en la que domina la empresa
familiar de pequeñas dimensiones. Frente al sector textil, la siderurgia requirió fuertes
inversiones por lo que estuvo dominada por grandes sociedades vinculadas al capital
extranjero y financiero. Hasta 1860 el primer foco siderúrgico fue el malagueño, que dio paso
al asturiano y, desde 1880 al vizcaíno, basado en el hierro local y el carbón inglés.

Otro cambio importante fue la creación de un mercado nacional. Para ello hubo que crear una
red de transportes basada en el ferrocarril que conoció su gran impulso con la Ley de
Ferrocarriles de 1855. La ley estipulaba la construcción y explotación de los tramos de la red
ferroviaria por compañías privadas, a las que el gobierno daba enormes facilidades como
subvenciones o la importación del material ferroviario. Esta ley animó la inversión en el
ferrocarril que se expandió rápidamente. Pero apenas había mercancías que transportar por lo
que muchas compañías quebraron, y como el material se importó tampoco estimuló la
industrialización española. Otros cambios importantes fueron la unificación fiscal, gracias a la
reforma Mon-Santillán que creó un sistema a base de impuestos indirectos y directos, y la
unificación monetaria con la creación de la peseta en 1868.

En cuanto a la política comercial, salvo un breve periodo librecambista durante el Sexenio


Democrático, predominó el proteccionismo defendido por cerealistas castellanos e industriales
vascos y catalanes. Finalmente, a fines del siglo XIX surgió un importante sector bancario con
sus principales centros en Bilbao y Madrid.

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TEMA 56: TRANSFORMACIONES SOCIALES. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO. DE LA SOCIEDAD


ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. GÉNESIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO
EN ESPAÑA

En el siglo XIX España vive un


crecimiento demográfico moderado, inferior al del resto de Europa, debido a que la natalidad
sigue elevada y, aunque la mortalidad disminuye por la mejor alimentación, ésta sigue siendo
alta y todavía se viven episodios de mortalidad catastrófica. Por otra parte, comienza un lento
éxodo rural que origina la formación de suburbios en Madrid y Barcelona, al tiempo que se
inicia la emigración hacia América, sobre todo desde la España atlántica hacia Argentina, Cuba
y Brasil.

Desde el punto de vista social, el cambio más significativo fue la aparición de una sociedad de
clases en la que el nivel económico determina la posición social. Surge así una nueva clase
dominante resultado de la fusión de la alta nobleza y la alta burguesía. Este grupo constituye
una auténtica oligarquía que controla el poder y que basa su patrimonio económico en la
propiedad de la tierra, aumentada con la adquisición de tierras desamortizadas, en la
participación de las grandes sociedades industriales y financieras y en la adquisición de deuda
pública. Aunque no forma parte de la oligarquía, sí comparte su estilo de vida la burguesía
industrial catalana.

La clase media constituye un grupo heterogéneo pero muy reducido numéricamente,


compuesto por profesiones liberales, pequeños propietarios, intelectuales, oficiales del
ejército, etc. Por su nivel económico no sufren las penurias de las clases populares pero no
tienen la influencia política y económica de la oligarquía.

La mayoría de la población la forman las clases populares, caracterizadas por la precariedad y


la inseguridad ante la incertidumbre económica. Su malestar se traducía ocasionalmente en
revueltas y motines. Dentro de la población rural, la más numerosa, en la mitad norte
predomina el pequeño campesinado, de mentalidad conservadora y aferrado a su pequeña
explotación. En los latifundios de la mitad sur predominan los jornaleros, que al problema de
los bajos salarios deben sumar la temporalidad laboral.

Las clases urbanas crecen gracias al éxodo rural y ven crecer un incipiente proletariado
industrial, sobre todo en Cataluña, Asturias y Vizcaya. Se hacinan en suburbios urbanos,
carentes de planificación y de servicios básicos, donde tienen que hacer frente a duras
condiciones de vida con bajos salarios y largas jornadas laborales.

En este contexto surgirá el movimiento obrero. Hasta 1868 las primeras protestas se
caracterizan por su espontaneidad y falta de organización. En Cataluña el proletariado
industrial protagonizó actos de destrucción de máquinas hasta que se crearon las primeras
mutualidades obreras de carácter asistencia y que los gobiernos moderados también
prohibieron. En 1855 tuvo lugar la primera huelga general en Barcelona. En Andalucía los
jornaleros protagonizaban ocupación de fincas y quema de títulos de propiedad. En 1861
protagonizaron una sublevación republicana en Loja.

Durante el Sexenio democrático, al reconocerse el derecho de asociación se crean las primeras


asociaciones obreras. Además, llegan las nuevas ideologías obreras. Fanelli difunde el
anarquismo y crea la sección española de la Internacional, y Lafargue introduce el socialismo.
Pero finalmente, en la Sección Española de la Internacional se impusieron las tesis anarquistas
y los socialistas fueron expulsados. Pero tras el golpe de Pavía, Serrano declara ilegales las
asociaciones obreras.

Durante la Restauración el movimiento obrero alcanza su madurez en España. El anarquismo


será la corriente mayoritaria, con amplia difusión entre los jornaleros andaluces y el
proletariado catalán. Desde 1890 crecieron los seguidores de la propaganda por el hecho de
Kropotkin que se tradujo en atentados como el que costó la vida a Cánovas. El Estado
respondió mediante una represión indiscriminada como reflejaron casos como el de la Mano
Negra en Jerez o los procesos de Montjuich.

El socialismo fue minoritario aunque en 1879 Pablo Iglesias funda el PSOE y más tarde la UGT
como sindicato afín. Sus bases principales estuvieron en Vizcaya, Asturias y Madrid. Ambas
secundaron las iniciativas de la II Internacional como la jornada de 1 de mayo de 1890. Éxitos
como la huelga general de Vizcaya o la acción social de las Casas del Pueblo dieron cierto
prestigio al socialismo.

También surgieron organizaciones obreras inspiradas en la Doctrina Social de la Iglesia del


papa León XIII. Las más famosas fueron los círculos católicos, basados en el mutualismo, que se
convirtieron en sindicatos, aunque sólo tuvieron éxito entre los pequeños campesinos
conservadores de la mitad norte peninsular.

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TEMA 57: TRANSFORMACIONES CULTURALES. CAMBIO EN LAS MENTALIDADES. LA


EDUCACIÓN Y LA PRENSA
El revuelo causado por el darwinismo provocó la ridiculización de Darwin en múltiples
caricaturas. El empresario catalán que fabrica “Anís del Mono” puso la cara de Darwin en el
mono del logotipo

Con el triunfo del Estado Liberal la cultura conoce la aparición de asociaciones e instituciones
privadas como clubs o ateneos que son nuevos focos de producción cultural. En estos
ambientes florece el romanticismo reforzado con el regreso de los exiliados. Pero desde 1843
el giro conservador se aprecia en la nueva estética realista que exalta las virtudes de la familia
burguesa. Por su parte, el Estado fomenta una cultura oficial basada en la creación de una
identidad nacional de España en torno a la historia de Castilla, y en la conservación del legado
histórico a través de los grandes museos nacionales.

Desde 1860 penetran nuevas corrientes culturales críticas con la cultura tradicional. Destaca el
krausismo, introducido por Julián del Río Sanz, que apostaba por el racionalismo como fuente
de conocimiento. Con el Sexenio Democrático llegaron los primeros ecos del darwinismo
mientras que durante la Restauración se difundió el positivismo que hacía hincapié en el
conocimiento científico y la experimentación.

Al mismo tiempo existe una recuperación de la identidad cultural de los territorios periféricos,
en el que influyó el gusto romántico por la cultura popular. En Cataluña se vive la Renaixença
que impulsó la difusión del catalán. En el País Vasco surgieron asociaciones privadas que
apoyan la recuperación de la lengua mientras que en Galicia Murguía o Rosalía de Castro
protagonizan el fenómeno de O Rexurdimento.

El Estado y la Iglesia también contribuyen a imponer una mentalidad tradicional que justifica el
dominio de las élites. Esta mentalidad sigue dando importancia a los valores nobiliarios que
son objeto de ostentación. Se identifica al catolicismo con la esencia de España lo que sirve
para explicar la influencia de la Iglesia. Además, se da mucha importancia al orden social al
tiempo que se desconfía de cualquier idea novedosa.
Pero también surgirá una nueva mentalidad crítica. En las ciudades hay una tímida
secularización que resta influencia a la Iglesia y entre las clases populares se difunde el
anticlericalismo como forma de rebeldía. Se detecta cierto antimilitarismo que rechaza el
papel represor del Ejército y la injusticia social del sistema de quintas. Además, se revaloriza al
intelectual como nuevo guía de la sociedad.

La educación será un ámbito de especial interés para el Estado como forma de controlar la
mentalidad. De ahí el fuerte intervencionismo del gobierno. La Ley Moyano de 1857 diseñaba
un sistema educativo en tres niveles aunque la escasez presupuestaria provocó graves
carencias y, al final, la Iglesia supliera las carencias del Estado con unos centros privados
destinados a las élites y en los que se impartía una enseñanza tradicional.

Sin embargo, surgieron otras iniciativas privadas que contribuyeron a mejorar este panorama.
En 1876 Giner de los Ríos crea la Institución Libre de Enseñanza como respuesta a la limitación
a la libertad de cátedra del decreto Orovio. Inspirada en el krausismo, se impartía una
enseñanza laica basada en el razonamiento crítico y en novedades pedagógicas como el
excursionismo, la experimentación, la co-educación y la educación física. Con una metodología
parecida, pero desde presupuestos anarquistas, Ferrer i Guardia fundó en Barcelona en 1901
la Escuela Moderna. Desde el ámbito católico hay que mencionar las Escuelas del Ave María
del padre Manjón que atendía a la población marginal con juegos y dramatizaciones.

La prensa contribuye cada vez más a formar la opinión pública. Periódicos como la Vanguardia
o el Imparcial son ejemplos de una prensa moderna, menos política y más profesionalizada,
que incorpora las nuevas técnicas de impresión.

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TEMA 58: PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE


MODERNIZACIÓN. EL REGENERACIONISMO. CRISIS Y QUIEBRA DEL SISTEMA DE LA
RESTAURACIÓN
Canalejas asesinado en la Puerta del Sol de Madrid

El reinado de Alfonso XIII significa la crisis del sistema de la Restauración fruto de los cambios
de un país que ya no es la España rural que conoció Cánovas. Crecen el proletariado y las
clases medias; el creciente voto urbano, no manipulado por el caciquismo, permite la elección
de diputados republicanos, nacionalistas y socialistas; perdura el impacto emocional de la
crisis del 98 y los partidos dinásticos se ven cada vez más cuestionados. Además, se agudizan
varios problemas internos: las demandas para una revisión constitucional, el cuestionamiento
del peso de la Iglesia, las demandas nacionalistas, sobre todo en Cataluña, las desigualdades
sociales motivo de conflictos, y el creciente intervencionismo del Ejército que cuyos miembros
actúan con impunidad en el ataque al Cu-Cut y ven reconocida su influencia con la Ley de
Jurisdicciones. Pero a estos problemas se una la Guerra de Marruecos cuando en la
Conferencia de Algeciras de 1906 se reconoce el derecho de España a ocupar la zona del Rif.
Las oportunidades de negocio en el Rif y la presión de algunos sectores del Ejército llevan a
ocupar esta zona con la resistencia armada de las tribus de la zona.

En este contexto, los dirigentes de los partidos dinásticos inician una serie de proyectos
regeneracionistas, conscientes de la necesidad de reformas para que el sistema perviva. Entre
1907 y 1909 el gobierno conservador de Maura emprende su “revolución desde arriba”
destinada a evitar la caída del sistema por una revuelta popular. Su objetivo era enmascarar la
farsa del caciquismo con un proyecto de Ley de Administración local que sustituía el voto para
las diputaciones provinciales por una elección corporativa. Su reforma electoral eliminaba el
sufragio en aquellas circunscripciones donde sólo hubiera un candidato. Se trataba de meras
operaciones de maquillaje político y no de regeneración democrática por lo que fue muy
criticado.

La situación se complica en 1909 cuando el Desastre del Barranco del Lobo en Marruecos lleva
al gobierno a movilizar reservistas de Cataluña. La oposición al embarque de padres de familia
estalla en una rebelión abierta en Barcelona conocida como la Semana Trágica, con
manifestaciones anticlericales y una dura represión de la que es víctima simbólica Ferrer i
Guardia. Maura, muy criticado, tiene que dimitir.

Canalejas preside un gobierno liberal que inicia reformas para conseguir el apoyo de la
izquierda. Elimina los consumos, establece el servicio militar obligatorio para todos y aprueba
la Ley del Candado que impide el establecimiento de nuevas comunidades religiosas. Pero en
1912 un anarquista asesina a Canalejas.

Se pone fin a las experiencias reformistas aunque se crea la Mancomunidad de Cataluña como
cesión al nacionalismo catalán. Con la Guerra Mundial se ahonda la división ideológica entre
aliadófilos y germanófilos.

Pero en 1917 se produce una grave crisis que está a punto de derribar el sistema. Al impacto
económico de la Guerra Mundial, que provoca un gran crecimiento económico pero también
una mayor carestía, se suman los ecos de la Revolución rusa, como estímulo al movimiento
obrero frente al pánico de la oligarquía. En este contexto los oficiales crean las Juntas de
Defensa que reivindican el ascenso por antigüedad frente al ascenso rápido por méritos en
Marruecos, al tiempo que se critica el sistema político. El gobierno de Eduardo Dato cierra las
Cortes y la Lliga responde convocando una Asamblea de parlamentarios catalanes en
Barcelona pidiendo la autonomía. Posteriormente, la llegada de parlamentarios del resto de
España da fuerza a esta asamblea que solicita Cortes Constituyentes. Finalmente, los sindicatos
UGT y CNT convocan una huelga general y solicitan un proceso constituyente.

Ante la triple embestida, Eduardo Dato acepta negociar con los oficiales al tiempo que utiliza a
los militares para reprimir duramente la huelga. Los propios oficiales, ante el temor a una
revolución obrera, relajan su presión al sistema. Finalmente, la propia asamblea de
parlamentarios se disuelve en medio de la división pues la Lliga prefiere apoyar al gobierno por
temor a que la huelga general desemboque en una revolución social.

Aunque el sistema sobrevive, éste se ve fuertemente cuestionado. Se suceden gobiernos de


concentración entre los dos partidos dinásticos, con apoyo puntual de la Lliga. Pero la crisis
económica de la postguerra agudiza los conflictos sociales, animados por el ejemplo de Rusia.
En Cataluña se vive el pistolerismo con atentados anarquistas que son respondidos con
atentados organizados por la patronal. En Andalucía durante el trienio bolchevique se suceden
las protestas de los jornaleros. Finalmente, el desastre de Annual en Marruecos provoca el
inicio de una comisión de investigación por las Cortes y de la que se encarga el general Picasso
para depurar responsabilidades. En este ambiente, sectores de la oligarquía y del Ejército
piensan en una salida autoritaria a la crisis, que se produce en 1923 cuando el general Primo
de Rivera protagoniza un golpe de Estado y es invitado por el rey a formar gobierno.

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TEMA 59: LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930)

El general Primo de Rivera


En 1923 el general Primo de Rivera inicia en Barcelona un golpe de Estado ocupando los
servicios básicos de su región militar. El rey Alfonso XIII, en contra de la opinión del gobierno,
invita al general a formar gobierno. Comienza así una dictadura en la que fueron decisivos
varios apoyos: el de la oligarquía deseosa de un poder fuerte para reprimir la agitación obrera,
el del Ejército preocupado por las conclusiones del informe Picasso, y el del propio rey también
preocupado por su implicación en el Desastre de Annual. Pero fue decisiva la pasividad de la
población, sin motivos para defender el caduco sistema canovista, así como el ejemplo de
Italia donde un año antes el rey llamó a Mussolini para formar el primer gobierno fascista.

Hasta 1925 Primo de Rivera encabeza un directorio militar compuesto por generales. Crea un
sistema autoritario suspendiendo la Constitución de 1876, militarizando la administración,
suprimiendo la Mancomunidad de Cataluña y anulando la investigación sobre el Desastre de
Annual. El directorio se centró en el restablecimiento del orden público, declarando el estado
de guerra para reprimir las protestas obreras. Pero mientras el anarquismo fue objeto de una
dura represión con el socialismo se mostró más tolerante. Por último, con el desembarco de
Alhucemas y una ofensiva conjunta hispano-francesa conseguirá acabar con la Guerra de
Marruecos.

Pero en 1925 el dictador sustituye el Directorio Militar por un Directorio Civil y da muestras de
querer perpetuar su régimen. Se fundó un partido, la Unión Patriótica, que como un partido
único pretendía encauzar el apoyo de la población, aunque nunca será un partido de masas. Se
creó una Asamblea Nacional Consultiva, no electiva y sin apenas poder a la que se encarga la
redacción de una constitución. En este contexto crece el descontento y la oposición desde
varios frentes, especialmente por intelectuales y universitarios. En 1930, con los primeros ecos
de la crisis de 1929 que ponen fin a la prosperidad económica, el dictador consciente de su
falta de apoyos presenta su dimisión al rey.

Una mención especial merece la política económica, inspirada en algunas medidas del
fascismo italiano y que se caracterizó por el fuerte intervencionismo destinado a asegurar los
beneficios de la oligarquía. Destacó la creación de monopolios como CAMPSA y Telefónica, el
ambicioso programa de obras públicas, las generosas subvenciones a determinadas empresas
y el control de la clase trabajadora a través de los comités paritarios, que encuadraban por
oficios a patronos y obreros para negociar las condiciones laborales aunque en caso de
desacuerdo intervenía el gobierno.

La dimisión de Primo de Rivera abre una etapa de incertidumbre conocida popularmente como
Dictablanda. Se hacía difícil restaurar el sistema canovista por su desprestigio, a lo que se une
la percepción de la Monarquía como cómplice de la dictadura. La oposición, sin embargo,
reclama un proceso constituyente. El general Berenguer forma gobierno y restaura poco a
poco las libertades. Pero la oposición de republicanos, nacionalistas y socialistas firma el Pacto
de San Sebastián para instaurar la República mediante un pronunciamiento militar y abrir un
proceso constituyente. La sublevación militar estalla en Jaca pero fracasa y sus responsables
son ejecutados. La represión del gobierno moviliza a los intelectuales que crean la Agrupación
al Servicio de la República.

En 1931 el almirante Aznar forma gobierno y convoca elecciones municipales como paso
previo para restaurar el régimen constitucional. La oposición plantea las elecciones como una
consulta sobre la Monarquía. El 14 de abril se conocen los resultados que dan un triunfo
republicano en las ciudades. Se producen manifestaciones a favor de la República. El rey y el
gobierno tienen que aceptar los hechos consumados y traspasan los poderes al nuevo
Gobierno Provisional de la Segunda República.

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TEMA 60. LA CONSTITUCIÓN DE 1931 Y EL BIENIO REFORMISTA (1931-1933)

Niceto Alcalá-Zamora

La Segunda República fue la segunda experiencia democrática que se produjo en España,


acompañada esta vez de un amplio programa reformista. Pero se desarrolló en un contexto
poco favorable debido al auge de ideologías autoritarias como el fascismo y el comunismo, y al
impacto de la crisis económica de 1929.

El 14 de abril de 1931 se forma el nuevo Gobierno Provisional presidido por Alcalá-Zamora con
representación de los partidos que habían firmado el pacto de San Sebastián. Este gobierno
tuvo que hacer frente a la proclamación de la Republica Catalana, finalmente anulada a
cambio de la promesa de autonomía para las regiones. También debió afrontar los primeros
choques con la Iglesia y la violencia anticlerical que se desata en mayo como respuesta a la
inauguración de un centro monárquico. La tibia actitud del gobierno provocará el disgusto de
la opinión pública católica.

En junio las elecciones a Cortes Constituyentes dieron un amplio triunfo a los partidos de
centro-izquierda. Comienza la redacción de la Constitución de 1931 que declara la soberanía
popular, contempla una amplia declaración de derechos y libertades, entre ellos el sufragio
universal masculino y femenino, así como derechos sociales y supedita la propiedad privada a
la utilidad pública. Se establece un estado laico con limitaciones a la actividad de la Iglesia. Las
Cortes unicamerales tienen un gran peso político como respaldar al presidente del gobierno,
propuesto a su vez por el presidente de la República. Se reconoce el derecho a la autonomía
de las regiones y la existencia del jurado así como un tribunal de Garantías Constitucionales.

Aprobada la constitución, las Cortes eligen a Alcalá-Zamora como presidente de la República.


Éste designó a Azaña presidente de un gobierno con republicanos de izquierda y socialistas,
mientras el centro-derecha pasó a la oposición. El gobierno continuó el programa de reformas
del gobierno provisional centrado en varios capítulos: se intentó reducir el tamaño del Ejército
y someterlo al poder civil con el pase voluntario de oficiales a la reserva; además se creó la
Guardia de Asalto para evitar que el Ejército tuviera que mantener el orden público. Se separó
a la Iglesia del Estado con leyes como el divorcio o el matrimonio civil. Se aprobó el Estatuto de
Autonomía de Cataluña y se instituyó la Generalitat presidida por Macià de ERC. Se fomentó la
construcción y dotación de escuelas y la difusión de la cultura mediante las Misiones
Pedagógicas. Se promovió la equiparación de la mujer dándole derechos políticos y civiles. Se
creó una legislación laboral que potenciaba el papel de los sindicatos como la ley de jurados
mixtos o la ley de convenios. Por último, se aprobó la Reforma Agraria por la que se facilitaba
el asentamiento de jornaleros en aquellos latifundios infrautilizados que serían expropiados, si
bien esta reforma se aplicó con lentitud por las dificultades técnicas y, sobre todo, financieras
ante la obligación de indemnizar a los propietarios.

Esta política provocó una oposición por parte de la derecha, protagonizada por la oligarquía
que boicoteó las reformas y la Iglesia. Hubo también sectores del Ejército descontentos que
protagonizaron un intento de pronunciamiento militar dirigido por Sanjurjo y que fracasó. En
el terreno político surge una derecha posibilista como la CEDA de Gil Robles que acepta el
juego parlamentario para acceder al poder, al tiempo que la derecha monárquica y autoritaria
crea Renovación Española de Calvo-Sotelo y Comunión Tradicionalista o carlista. El fascismo
estará presente con el surgimiento de FE de las JONS de José Antonio Primo de Rivera.

Por la izquierda el gobierno contó con la oposición del anarquismo, que consideraba
demasiado tímidas las reformas y provocó insurrecciones y ocupación de fincas. En 1933 la
represión contra la insurrección de Casas Viejas provocó el desgaste del gobierno de Azaña y la
ruptura con los socialistas. Azaña tuvo que dimitir y el presidente de la República convocó
nuevas elecciones para noviembre de 1933.

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TEMA 61: LA SEGUNDA REPÚBLICA: EL BIENIO RADICAL-CEDISTA. LA REVOLUCIÓN DE 1934.


LAS ELECCIONES DE 1936 Y EL FRENTE POPULAR
Alejandro Lerroux

En 1933 el gobierno de Azaña estaba inmerso en una profunda crisis, cuestionado por la dura
represión de los sucesos de Casas Viejas y criticado por amplios sectores socialistas. Azaña
dimite y el presidente de la República, Alcala-Zamora, convoca elecciones. Éstas fueron
especialmente significativas por ser las primeras en las que participaron las mujeres de toda
España. Por otra parte, arrojaron un triunfo de las fuerzas de derecha. La CEDA fue el partido
con más representación seguido del Partido Radical de Lerroux. La unión del centro-derecha,
unido a la división del centro-izquierda y la propaganda abstencionista del anarquismo
explican el resultado electoral. Alcalá-Zamora encargó la formación de gobierno a Lerroux, que
contó con el apoyo parlamentario de la CEDA aunque ésta no entró en el gobierno.

El nuevo gobierno inició un giro conservador paralizando la reforma agraria, revisando la


política laboral a favor de la patronal, amnistiando a Sanjurjo o paralizando los procesos de
autonomía en marcha. Se habló incluso de un proyecto de reforma constitucional que no se
llevó a cabo.

En octubre de 1934 Lerroux decide incluir en su gobierno a tres ministros de la CEDA. Entre
ciertos sectores del PSOE se planteaba la idea de una insurrección popular contra la política
contrarreformista del gobierno, a la que da más fuerza la entrada de la CEDA en el gobierno. A
esto se suma el contexto internacional, donde Hitler ya se había hecho con el poder en
Alemania y en Austria se reprimía violentamente al movimiento obrero. Las organizaciones
obreras creen que la entrada de la CEDA en el gobierno es un paso más en el avance del
fascismo y el PSOE, con el apoyo del PCE y la CNT convoca una huelga revolucionaria. Ésta tuvo
un seguimiento desigual y fue rápidamente controlada por el gobierno. Sin embargo, en
Asturias se llegó a proclamar la República Socialista y el gobierno tuvo que recurrir a la Legión
para reprimir la insurrección. En Cataluña, la Generalitat en manos de ERC se había enfrentado
al gobierno por la Ley sobre contratos que perjudicaba a los terratenientes y favorecía al
campesino. Con la entrada de la CEDA en el gobierno, el presidente Companys proclama el
Estado Catalán y el gobierno responde bombardeando la Generalitat y suspendiendo la
autonomía catalana.
El gobierno desató una dura represión sobre los implicados en los hechos de octubre. Pero
esto favoreció la unión de todas las fuerzas de centro-izquierda en una coalición electoral
conocida como Frente Popular, y que incluía incluso al PCE pues la propia Internacional
Comunista favorece esta coalición para frenar el avance del fascismo. Cuando en 1935 Lerroux
dimite por el escándalo del estraperlo, Alcalá-Zamora convoca nuevas elecciones en las que
triunfa el Frente Popular, mientras que el centro-derecha, que se presenta dividido, pasa a la
oposición.

Azaña forma nuevo gobierno y se recupera y acelera las reformas del primer bienio: se
amnistían a los represaliados de octubre, se retoman los proyectos de autonomía y se acelera
la reforma agraria dando carácter legal a las ocupaciones de los jornaleros. Sectores de la
oligarquía y el Ejército empiezan a pensar en un golpe militar para derribar al gobierno. La
situación se complica cuando se destituye a Alcalá-Zamora de la presidencia y en su lugar se
elige a Azaña. Los sindicatos promueven huelgas reivindicando mejoras laborales y crecen los
enfrentamientos callejeros entre militantes falangistas y obreros. La violencia verbal llega a las
Cortes en las discusiones entre diputados. En julio es asesinado el izquierdista teniente Castillo
de la Guardia de Asalto. Como represalia, es asesinado el diputado conservador Calvo-Sotelo,
cuya muerte será utilizada como pretexto para adelantar el golpe militar.

En realidad, desde el triunfo electoral del Frente Popular estaba en marcha la conspiración
militar, con el apoyo de la oligarquía y dirigida por el general Mola, que contaba con el apoyo
de los requetés carlistas y preveía un golpe rápido acompañado de fuerte violencia. El
asesinado de Calvo-Sotelo favoreció la adhesión de algunos militares indecisos y el adelanto
del golpe al 17 de julio cuando comienza la insurrección militar en Ceuta y Melilla. Al día
siguiente se extiende a la Península dando inicio a la Guerra Civil.

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TEMA 62: LA GUERRA CIVIL: LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA GUERRA. EL


DESARROLLO DEL CONFLICTO: ETAPAS Y EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS

Milicianos se disponen a acudir al frente


Entre el 17 y el 18 de julio de 1936 estalla la sublevación militar contra el gobierno del Frente
Popular que se venía preparando desde hacía meses. En realidad, el golpe militar fracasa y
provoca la división de España en dos zonas: por un lado la zona donde triunfa la sublevación,
conocida como España Nacional, que se extiende desde Galicia a Zaragoza abarcando la
Submeseta Norte y el alto valle del Ebro, y que también abarca Canarias, el Marruecos español
y zonas aisladas de Andalucía. Coincide con la España conservadora o aquellas zonas donde no
hubo resistencia a la sublevación o ésta fue controlada. Por otro lado, la España leal al
gobierno o España Republicana se divide en dos zonas: la Cornisa Cantábrica desde Gijón a San
Sebastián, y casi toda la mitad sur y la España mediterránea. En esta zona, la lealtad de los
militares al gobierno y la resistencia popular al golpe determinaron el fracaso de éste.

Las primeras iniciativas las adopta Franco al frente del ejército de África, que con ayuda
alemana e italiana consigue pasar sus tropas a la Península y desarrollar una rápida guerra de
columnas que le asegura el control de Andalucía occidental y la unión con la zona norte por
Badajoz. Desde entonces comienza el rápido avance por el Tajo hacia Madrid, desviándose
antes para liberar el Alcázar de Toledo. En Madrid encontrará la primera resistencia
republicana que le llevará a plantear maniobras de rodeo en el Jarama y Guadalajara. El
fracaso de éstas en marzo de 1937 lleva a Franco a plantear una guerra larga y lanza la
ofensiva sobre la Cornisa Cantábrica, en la que será célebre el bombardeo de Guernica por la
Legión Cóndor. El reconstruido Ejército Popular republicano intentara frenar el avance de
franco con las ofensivas de Brunete y Belchite pero en octubre de 1937 Franco culmina el
control de todo el norte. A comienzos de 1938 los republicanos lanzan su exitosa ofensiva
sobre Teruel que es reconquistada por los nacionales, los cuales prosiguen hacia el
Mediterráneo cortando nuevamente la zona republicana en dos. En el verano de 1938 los
republicanos iniciarán la batalla del Ebro intentando unir Cataluña con la zona centro. Tras
meses de combate, los nacionales reconquistarán las zonas perdidas y en enero de 1939
inician sin resistencia la conquista de Cataluña. En la zona centro, una sublevación militar con
el objetivo de negociar una rendición provoca la crisis final de la España republicana. Sin
ninguna resistencia, los nacionales avanzan por todos los frentes y el 1 de abril se da por
concluida la guerra.

Al mismo tiempo, en ambas zonas se producen importantes cambios políticos. En la zona


republicana, la reacción popular al golpe militar origina la desarticulación del Estado
republicano formando las milicias populares, iniciando una auténtica revolución social, sobre
todo en zonas de predominio anarquista, disolviendo el poder político en multitud de consejos
y comités controlados por organizaciones obreras y dando lugar a acciones de violencia
represiva.

Ante los fracasos militares, en septiembre Largo Caballero forma un gobierno de unidad con
todas las fuerzas políticas leales a la República, y que incluirá incluso a ministros de la CNT. El
nuevo gobierno se traslada a Valencia e intenta reorganizar el Estado suprimiendo comités y
consejos. Pero se abre una división ente quienes, como la CNT y el POUM, creen necesario
hacer la revolución al tiempo que la guerra, y quienes liderados por el PCE creen necesario
evitar acciones revolucionarias y centrarse en ganar la guerra. La división estalla en forma de
enfrentamientos abiertos en Barcelona en mayo de 1937 entre anarquistas y fuerzas de la
Generalitat dispuestas a arrebatar a la CNT el control de la Telefónica. La crisis provoca la
dimisión de Largo Caballero y la formación de un nuevo gobierno por Negrín. Este asume las
tesis del PCE que se resumen en un fortalecimiento del Estado, la creación de un Ejército
Popular con disciplina y mando único, el fin de las acciones revolucionarias y el control de los
excesos represivos.

Pero el sufrimiento asociado a la duración de la guerra hace que algunos sectores piensen en
una paz negociada, mientras Negrín y el PCE apuestan por una resistencia a ultranza. En 1939,
tras la caída de Barcelona y la dimisión de Azaña, el coronel Casado se subleva en Madrid
contra Negrín, crea un Consejo Nacional y ofrece negociar con Franco. Éste sólo acepta la
rendición incondicional, los frentes se abandonan y se pone fin a la guerra.

En la España Nacional en los primeros días de la guerra se creo una Junta de Defensa Nacional
presidida por Cabanellas que en la práctica coordinaba la acción de los militares sublevados.
Pero el 1 de octubre de 1936 se decide unificar el mando militar y político designando a Franco
jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de todos los ejércitos. Pero, ante la falta de una
ideología en que sustentar el nuevo Estado, en 1937 se decide unificar falangistas y carlistas,
las principales fuerzas políticas que apoyaron la sublevación, creando FET de las JONS como
partido único del nuevo estado. Pero será el catolicismo el principal soporte ideológico del
franquismo, con la adhesión de la Iglesia que legitimará la sublevación calificando a la guerra
como Cruzada.

Finalmente, en 1938 Franco forma su primer gobierno incluyendo a ministros de diferente


procedencia como militares, carlistas, falangistas y monárquicos.

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TEMA 63. LA GUERRA CIVIL: LA DIMENSIÓN POLÍTICA E INTERNACIONAL DEL CONFLICTO. LAS
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

Cartel con la imagen de Franco y las banderas de sus principales aliados

La Guerra Civil estalla en el convulso periodo de Entreguerras caracterizado por la crisis de la


democracia y el ascenso de ideologías extremistas como son el fascismo y el comunismo. Pero
la amenaza de la expansión fascista tras el triunfo del nazismo en Alemania provoca un
realineamiento de las ideologías, que culmina en la creación de alianzas antifascistas como los
frentes populares. En este contexto, la opinión pública mundial verá en la Guerra Civil la lucha
entre fascistas y antifascistas. En general, el movimiento obrero, los demócratas, intelectuales
y progresistas identificarán a la República con la causa antifascista. Por el contrario, los
simpatizantes del fascismo, conservadores y católicos serán afines al bando nacional en el que
verán un baluarte frente al comunismo.

En el contexto internacional, la Guerra Civil contribuyó a incrementar la tensión, dominada por


el expansionismo nazi, y en la que un conflicto como el español podía servir de detonante para
una nueva guerra mundial. En general, se pueden diferenciar tres posturas con respecto a la
Guerra Civil.

En primer lugar, destacan los apoyos que recibió la España Nacional. Estos vinieron de las
potencias fascistas, Italia y Alemania, que además de la afinidad ideológica veían en el triunfo
de Franco una baza estratégica frente a Francia en el caso alemán, y para asegurar el dominio
mediterráneo en el caso italiano. Alemania contribuyó con armas y el envío de la Legión
Cóndor. La participación italiana se manifestó en el envío de armas y hasta 70.000 soldados.
Aunque menor, también hay que destacar el apoyo diplomático de Portugal y el respaldo
ideológico que supuso la bendición de Franco por el Papa Pío XI.

En cuanto a los apoyos de la República, la ayuda más importante vino de la Unión Soviética. Su
ayuda se explica porque el apoyo a la República permitía a la URSS mostrar su acercamiento a
las potencias democráticas frente al enemigo común que es Alemania. La ayuda soviética se
concretó en el envío de armas y asesores. Dicha ayuda se pago con las reservas de oro del
Banco de España, enviadas a Moscú como depósito para pagar el material. Sin embargo, la
ayuda más desinteresada provino de México que ni por lejanía ni escasez de recursos llegaría a
la altura de la ayuda soviética. Por último hay que mencionar la labor de las Brigadas
Internacionales, organizadas por la Internacional Comunista y que sirvió para canalizar la
participación de voluntarios antifascistas de todo el Mundo que se alistaron para defender la
República.

Finalmente, hay que destacar la ambigüedad de las democracias occidentales que apoyaron
una política no intervencionista y que se plasmó en la creación del Comité de No Intervención
en Londres. Su objetivo era considerar la Guerra Civil como un asunto interno y respondía a la
política de apaciguamiento de las democracias occidentales para evitar el choque directo con
Alemania. En realidad este Comité resultó inoperante y no pudo impedir la intervención
alemana, italiana o soviética. No obstante, hay que señalar que el gobierno conservador de
Londres desconfiaba del izquierdismo de la República mientras que Francia, donde gobernaba
un Frente Popular, hubo más afinidad con la República. Estados Unidos adoptó una estricta
neutralidad. En cualquier caso, tanto el capital privado en Inglaterra como Estados Unidos
favoreció al bando nacional.

Las consecuencias de la Guerra Civil se apreciaron en varios ámbitos. El más duradero fue la
división entre españoles, acentuada por la represión. En la zona republicana ésta fue sobre
todo consecuencia de la desorganización del Estado y la proliferación de comités y consejos
obreros. Dicha represión tuvo un fuerte carácter anticlerical. En la zona nacional la represión
tuvo en maestros y afiliados a organizaciones obreras a sus principales víctimas, y formaba
parte del programa del nuevo Estado. La guerra provocó también enormes pérdidas
demográficas fruto de los muertos en combates y bombardeos, exiliados y muertes indirectas
por desnutrición. En el terreno económico se destruyeron infraestructuras y equipamiento
industrial con lo que se volvió a una estructura agraria. En el terreno cultural, la represión y el
exilio de muchos intelectuales puso fin a la Edad de Plata de la Cultura y se abrió el llamado
páramo intelectual del franquismo.

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TEMA 64. LA CREACIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA: FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS Y APOYOS


SOCIALES. EVOLUCIÓN POLÍTICA Y COYUNTURA EXTERIOR. DEL AISLAMIENTO AL
RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL. EL EXILIO (1939-1957)

Parafernalia fascista durante el periodo azul

La dictadura del general Franco se caracterizó por una absoluta concentración de poderes en
manos del general pero sin una ideología concreta en que sustentarse. En general, se pueden
encontrar varias fuentes ideológicas: el catolicismo que combinado con el patriotismo originó
el llamado nacional-catolicismo, el anticomunismo visceral y el conjunto de la tradición
conservadora española que explica el antiliberalismo, la condena de las ideologías obreras y de
los nacionalismos periféricos.

Desde el punto de vista social, el régimen contó con el apoyo de la oligarquía terrateniente e
industrial deseosa de recuperar el dominio social y económico amenazado por las reformas de
la República, así como con el apoyo de los sectores de opinión conservadores y católicos como
el pequeño campesinado o los grupos urbanos de provincias. Pero la clave en la supervivencia
del régimen fue la existencia de una mayoría silenciosa que no apoyó al régimen pero por
miedo o necesidad se terminó acomodando.

Desde el punto de vista institucional el régimen se apoyo en tres pilares: el Ejército, que
garantizaba la represión de la disidencia, la Iglesia, que legitimó el régimen, y el partido único o
Movimiento Nacional, que a través de la propaganda, la información y los sindicatos verticales
ejercía un control sobre la población.

En sus momentos iniciales la evolución política del régimen estuvo condicionada por la política
exterior. Ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el régimen adoptó una inicial
neutralidad, rota con la declaración de no beligerancia y la aproximación a Hitler ante el
triunfo de las potencias del Eje en 1940. Esta aproximación se plasmó en la entrevista con
Hitler en Hendaya y en el envío de la División Azul. En el terreno interior, esto se reflejó en la
definición del régimen como nacional-sindicalista, con una fuerte presencia de Falange y el
empleo de la retórica fascista.

Pero el retroceso de las potencias fascistas y el previsible triunfo de los aliados obliga al
régimen a modificar su imagen, algo que se acentúa con el aislamiento internacional y la
condena internacional tras la Guerra. El régimen abandona la retórica fascista, reduce la
presencia de Falange y se define como nacional-católico, dando más importancia a los
ministros católicos para mejorar la imagen. Al mismo tiempo se aprueban varias Leyes
Fundamentales como la que crea unas Cortes no electivas a modo de parlamento, el Fuero de
los Españoles y la Ley de Sucesión que declara a España como estado católico, social y
representativo. El régimen se autocalifica como democracia orgánica en la que los españoles
participan a través del sindicato, la familia y el municipio.

En 1953 en el contexto de Guerra Fría los Estados Unidos ven en el anticomunismo del
régimen un posible aliado y firman los acuerdos de cooperación que a cambio de ayuda
económica ceden a EEUU varias bases militares. Ese año también se firma el concordato con el
Vaticano. Ambos acuerdos permiten la rehabilitación internacional del régimen. Éste, más
seguro ahora, aprueba la Ley de principios fundamentales del Movimiento, convertidos en la
base doctrinal del régimen.

La política económica se caracteriza por la autarquía y la búsqueda del autoabastecimiento,


resultado del aislamiento exterior y de la voluntad del régimen. Ello se tradujo en un
intervencionismo del Estado que regula toda la actividad económica, una industrialización por
el Estado a través del INI y el control de la agricultura mediante la recogida de la cosecha a
precios fijados por el Estado. El control de los trabajadores se hizo mediante los sindicatos
verticales controlados por Falange. Esta política provocó una escasez y miserias generalizadas,
que obligó a racionar alimentos básicos, la proliferación del mercado negro y el desarrollo de
la corrupción como forma de conseguir licencias y permisos.

Pese a la dura represión del régimen se desarrollaron diversas formas de oposición. En zonas
de montaña se desplegó una táctica guerrillera conocida como el maquis que acabó
desapareciendo fruto de la represión y el miedo de la población. Paralelamente, don Juan de
Borbón pasó de una postura de apoyo al franquismo a un acercamiento a las democracias
parlamentarias que se plasmó en el Manifiesto de Lausana. Finalmente, don Juan se acercó al
dictador y aceptó que su hijo Juan Carlos viniera a educarse a España bajo la tutela del
dictador. Mientras, la CNT y, sobre todo, el PCE intentaron organizar células clandestinas con
poco éxito. En los años 50 aparecen nuevas formas de oposición: se producen huelgas en las
zonas industriales y en 1956 estudiantes universitarios protestan contra su encuadre en el
sindicato falangista.

Hay que señalar que el franquismo provocó la mayor corriente de exiliados de la Historia de
España. Muchos exiliados acabaron en Francia, acabaron luchando en la resistencia francesa y
sufrieron la ocupación nazi y los campos de concentración. México fue el país que de forma
más generosa acogió a los republicanos españoles. Otro caso especial fue el de los niños de
Rusia que posteriormente sufrieron los rigores de la Segunda Guerra Mundial y el estalinismo.
El exilio de los intelectuales constituyó la llamada España Peregrina y originó un auténtico
empobrecimiento cultural.

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TEMA 65. LA CONSOLIDACIÓN DEL RÉGIMEN. LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS: DE LA


AUTARQUÍA AL DESARROLLISMO. LOS CAMBIOS SOCIALES (1957-1969)

La fabricación del Seat-600 en la factoría de Barcelona simboliza el desarrollismo de los años


60

A finales de los años 50 España está al borde del colapso económico por los fuertes
desequilibrios acumulados. Se suavizó el intervencionismo y el crecimiento de las
importaciones amenaza con agotar las divisas. Además, la presión obrera logró subidas de
salarios que favorecieron la inflación. Los organismos internacionales presionan para que se
cambie la política económica y en ello coinciden los nuevos ministros tecnócratas. Todo ello se
plasma en el Plan de Estabilización de 1959 que reduce el intervencionismo y facilita la
inversión exterior así como las importaciones y exportaciones.

Este Plan originó una grave crisis inicial pero al poco propició un fuerte crecimiento económico
que se manifestó en una modernización gracias a la incorporación de nuevas tecnologías, y
que se apreció especialmente en la agricultura. Se produjo un fuerte desarrollo industrial, un
crecimiento de los servicios modernos así como los vinculados al turismo, y el crecimiento de
la renta per cápita. El desarrollo fue dirigido por el Estado estableciendo unos planes de
desarrollo y favoreciendo la distribución territorial mediante los polos de desarrollo. Sin
embargo, este desarrollo tuvo elementos negativos como los fuertes desequilibrios
territoriales, los bajos salarios y la dependencia de la financiación exterior, ya fuera de las
inversiones extranjeras, las remesas de los emigrantes o las divisas de los turistas europeos.

Este desarrollo se reflejó en los cambios de la sociedad. En la postguerra la sociedad estaba


polarizada y marcada por la pobreza, impregnada de una moral católica y ultraconservadora y
basada en los principios de autoridad, supremacía masculina y exaltación imperial. Pero el
desarrollo económico da paso a una sociedad más moderna y abierta. En primer lugar, se
producen intensos movimientos migratorios. El éxodo rural vacía pueblos y favorece el
crecimiento de los barrios obreros y las ciudades dormitorio de las grandes ciudades, aunque
no se solucionaron los problemas del chabolismo o de la ausencia de servicios. Al mismo
tiempo, se produce una fuerte corriente migratoria hacia Europa Occidental y que evitó que el
régimen tuviera que enfrentarse al problema del paro.

Paralelamente se moderniza la sociedad. El sector primario se reduce y crece el empleo en el


secundario y terciario. Crecen las clases medias urbanas, sobre todo los trabajadores de cuello
blanco. La emigración soluciona el histórico problema de los jornaleros mientras que en la
oligarquía pierden peso los terratenientes frente a los intereses financieros e industriales
vinculados al capital extranjero. Además, se ponen las bases de una incipiente sociedad de
consumo.

Desde el punto de vista político el periodo está marcado por los nuevos ministros tecnócratas
vinculados al Opus Dei y más preocupados por la economía. Estos ministros son conscientes de
la necesidad de abordar una modernización política que se plasma en una aparente
liberalización y que tuvo su manifestación en diferentes leyes, como la Ley de Prensa, que
sustituía la censura previa por sanciones, la Ley de Libertad Religiosa o la Ley Orgánica del
Estado que a modo de Constitución establecía las relaciones entre los órganos del Estado. Este
proceso culmina en 1969 con la designación de Juan Carlos de Borbón como sucesor del
Caudillo.

Pero el carácter aparente de esta liberalización se plasmó en la dura reacción del régimen
frente al llamado Contubernio de Munich, con duras sanciones hacia sus participantes, la
ejecución del dirigente comunista Julián Grimau, o la creación del Tribunal de Orden Público
encargado de la represión política.

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TEMA 66. ELEMENTOS DE CAMBIO EN LA ETAPA FINAL DEL FRANQUISMO. LA OPOSICIÓN AL


RÉGIMEN. EVOLUCIÓN DE LAS MENTALIDADES. LA CULTURA. (1969-1975)
Los Beatles, con montera de torero, aterrizan en Madrid para su gira en España. Su influencia
fue decisiva en la renovación de la música española.

A partir de los años 60 la Dictadura franquista, que había surgido en la década de los 30, se
verá afectada por una serie de cambios que convertirán a este régimen en un gran
anacronismo. En el contexto internacional, la caída de la dictadura griega y el fin de la
dictadura portuguesa con la Revolución de los clavales hacían del franquismo la única
dictadura de Occidente. A esto se suma el estallido de la crisis del petróleo y el fin de los años
de crecimiento económico con que se había intentado justificar el régimen. La dependencia
exterior de la economía española provocó un gran impacto al interrumpirse la inversión
extranjera, disminuir la llegada de divisas y producirse el retorno de los emigrantes.

Pero, además, la oposición al régimen crece y se diversifica. En el ámbito laboral se suceden las
huelgas y los conflictos, y aparece un nuevo sindicato, Comisiones Obreras, alejada de
planteamientos revolucionarios y que defiende la negociación y la libertad sindical. La
universidad, masificada con la llegada de los hijos de las clases medias, se convierte en otro
núcleo de contestación al régimen. Paralelamente, se produce un distanciamiento de ciertos
sectores de la Iglesia, impulsados por los aires renovadores del Papa Juan XXIII y del Concilio
Vaticano II. El símbolo principal es el cardenal Enrique y Tarancón que se va distanciando del
régimen. También aparecen los curas obreros, solidarios con los problemas de los
trabajadores, o los curas nacionalistas en Cataluña y el País Vasco. Por último, en los nuevos
barrios surge un poderoso movimiento vecinal que denuncia la falta de servicios y las
carencias.

Pero, sobre todo, destaca la actividad de los partidos políticos. El PCE con Santiago Carrillo
sigue siendo el más organizado y apuesta por la reconciliación nacional y la democracia. El
PSOE, aún siendo minoritario, encuentra en Felipe González un líder joven que intentará
renovar el partido. La moderación de estas dos fuerzas políticas provoca la aparición de nuevos
partidos de extrema izquierda seducidos por iconos como el Che Guevara o Mao Tse Tung.
Surge también una oposición moderada que es el núcleo de una oposición de derechas y en el
ámbito nacionalista, frente a históricos como PNV o ERC aparece Convergencia Democrática
de Jordi Pujol o el grupo terrorista ETA.

En este contexto, el régimen se ve afectado por la incertidumbre política, acentuada por la


edad del dictador y por el asesinado por ETA del presidente del gobierno, Carrero Blanco, en
1973. Esta incertidumbre provoca una división en la clase política franquista entre los
continuistas (conocidos como el búnker) opuestos a cualquier modificación del régimen, y los
aperturistas que creen necesario propiciar reformas hacia una democracia controlada. El
nuevo presidente del gobierno, Arias Navarro, ensayará un tímido aperturismo conocido como
Espíritu del 12 de febrero, que se tradujo en una Ley de Asociaciones Políticas y una cierta
tolerancia hacia la oposición moderada. Pero este proyecto fracasa por la timidez de las
reformas y la presión del búnker.

Mientras tanto, la oposición se acrecienta y el régimen acentúa la represión con una dura Ley
Antiterrorista. La oposición ve la necesidad de unirse y surgen dos plataformas: la Junta
Democrática, en torno al PCE, y la Plataforma Democrática, en torno al PSOE. La ejecución en
1975 de cinco miembros de ETA y el FRAP provocan una dura condena internacional y Franco
entra en una larga agonía. La situación se complica con la Marcha Verde organizada por el rey
de Marruecos para controlar el Sáhara y que termina con los Acuerdos de Madrid, por los que
España cedía la administración de estos territorios a Marruecos y Mauritania. Poco después, el
20 de noviembre de 1975 fallece el dictador.

Paralelamente, la mentalidad de la sociedad ha ido cambiando, con las costumbres y modas


procedentes de Europa. La sociedad se seculariza y se hace más individualista y consumista,
preocupada por el bienestar material y el entretenimiento. Entre las nuevas generaciones
aparece una cultura joven contestataria, que reacciona contra los valores autoritarios del
régimen, se identifica con las causas mundiales y manifiesta su protesta con una estética
peculiar. Al mismo tiempo va cambiando el papel de la mujer que se incorpora al mundo
universitario y laboral.

La presencia de estas nuevas generaciones, la relativa liberalización del régimen y la


masificación de la educación también contribuye a modernizar la cultura. Pero lo más
significativo es la aparición de una cultura alternativa que en el terreno del pensamiento, las
artes, las letras y la música está conectada con las corrientes europeas y americanas. Figuras
como Goytisolo, Tapies, Chillida o Saura son exponentes de esta nueva cultura.

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TEMA 67: LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA. LA CONSTITUCIÓN DE 1978. PRINCIPIOS


CONSTITUCIONALES Y DESARROLLO INSTITUCIONAL. EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS Y SU
EVOLUCIÓN (1975-1982)

Adolfo Suárez jura su cargo como presidente del gobierno en julio de 1976

Se denomina Transición a la evolución gradual que se produce desde la Dictadura franquista


hasta el actual sistema democrático. Este proceso fue posible por varios factores. La
modernización económica y social había hecho del sistema político algo anacrónico. La cultura
democrática está presente en la mayoritaria clase media pero también en la actitud del
movimiento obrero y de las élites económicas que son igualmente proclives a la democracia.
Por último, la Monarquía ve la necesidad de propiciar la evolución a la democracia para
obtener legitimidad ante la opinión pública.

Sin embargo, existían tres diferentes posturas ante el final del franquismo. Los continuistas,
con peso en las Fuerzas de Seguridad, se oponían a cualquier tipo de modificación del
franquismo. Los reformistas, presentes en la clase política franquista y las élites económicas,
buscan una reforma dirigida desde la Dictadura para dar lugar a una democracia controlada.
Finalmente, la oposición es rupturista y apuesta por un Gobierno Provisional que convocara
elecciones a Cortes Constituyentes.

Muerto Franco en 1975, el rey mantiene a Arias Navarro como presidente aunque con varios
ministros reformistas. Se anuncia un tímido aperturismo que será un rotundo fracaso, debido a
la timidez de las reformas. Además crece la conflictividad social y las huelgas obreras a las que
responde el gobierno con la represión, con sucesos como los de Vitoria o Montejurra. Ante
esta situación, se une la oposición y la Junta Democrática y la Plataforma confluyen en un
nuevo órgano conocido como la Platajunta. Finalmente, el rey propicia la dimisión de Arias
Navarro en julio de 1976.

El rey designa a Adolfo Suárez como nuevo presidente que propicia la reforma del franquismo,
con un nuevo talante de contactos con la oposición, un nuevo lenguaje y la declaración de una
amnistía. Su proyecto se plasma en la Ley para la Reforma Política que prevé la elección por
sufragio universal de unas Cortes bicamerales (salvo un grupo de senadores designados por el
rey) que iniciarían la reforma de las Leyes Fundamentales del franquismo. Esta ley tuvo que ser
aprobada por las Cortes franquistas, tras una ardua labor de persuasión de Suárez, en lo que
supuso el harakiri de las Cortes franquistas. Por último, la ley fue aprobada en referéndum en
diciembre de 1976, lo que supuso la derrota del continuismo que propugnaba el no y de la
oposición que apoyaba la abstención.

Se inicia el camino hacia las elecciones, amenazado por el terrorismo de extrema izquierda
(protagonizado por ETA y el GRAPO) y de extrema derecha, como se manifestó en la matanza
de Atocha. Tras los tensos momentos del inicio de 1977, se inicia la legalización de los partidos,
incluido el PCE durante el sábado santo rojo. Finalmente, el 15 de junio se celebran las
elecciones. El partido más votado fue la UCD de Suárez seguido del PSOE de Felipe González. El
pueblo apoyó las dos opciones más moderadas mientras el PCE de Santiago Carrillo y la AP de
Fraga obtenían muy modestos resultados. En Cataluña y el País Vasco también obtuvieron
importante apoyo los nacionalismos moderados.

Nada más abrirse las Cortes, los partidos de la oposición, que en conjunto sacaron más votos
que las fuerzas reformistas, pidieron el inicio de un proceso constituyente. El nuevo periodo se
caracterizó por el consenso entre las fuerzas políticas, manifiesto en la firma de los Pactos de
la Moncloa para atajar la crisis económica, y en la Ley de Amnistía. Además, se restauró la
Generalitat de Cataluña en la persona de Josep Tarradellas y se concede la pre-autonomía al
País Vasco y a otros territorios. Pero el principal resultado del consenso fue la elaboración de
la Constitución de 1978. Ésta establece un estado social y democrático de derecho, con una
monarquía parlamentaria en la que el rey es símbolo del Estado. Se contempla una amplia
declaración de derechos y libertades incluidos derechos sociales. Se establece la
aconfesionalidad del Estado y la libertad religiosa. Las Cortes detentan el poder legislativo y
son bicamerales en las que el Congreso de los Diputados es elegido por provincias según su
población y el Senado adquiere carácter de cámara territorial. El poder ejecutivo lo ejerce el
presidente del gobierno, propuesto por el rey y apoyado por el Congreso de los Diputados. El
poder judicial reside en los Tribunales, se contempla la figura del jurado y un Tribunal
Constitucional. Por último, se establece un estado descentralizado en comunidades
autónomas, diferenciando entre las comunidades históricas que acceden a la autonomía por
una vía más rápida que las demás. La Constitución fue aprobada en referéndum el 6 de
diciembre de 1978.

Aprobada la Constitución, Suárez convoca nuevas elecciones en 1979 que vuelve a ganar UCD
sin mayoría absoluta. El nuevo gobierno constitucional de Suárez se enfrenta a nuevos
problemas. En las elecciones municipales los pactos entre PSOE y PCE dieron el gobierno de las
grandes ciudades a la izquierda. El terrorismo de ETA golpea fuertemente al Ejército y eso
alienta tentaciones golpistas como la conocida y descubierta Operación Galaxia. Mientras, el
consenso desaparece y el PSOE desarrolla una dura oposición mientras en las elecciones
autonómicas de Cataluña y el País Vasco se produce la victoria nacionalista y la derrota de
UCD. Pero el principal problema es la división interna de UCD que lleva a Suárez a presentar su
dimisión en enero de 1981.

El 23 de febrero de 1981, cuando se vota en el Congreso la investidura como presidente de


Leopoldo Calvo-Soleto, se produce una intentona golpista con el asalto al Congreso de un
grupo de guardias civiles mientras el capitán general de Valencia declara el estado de
excepción. Sin más apoyos, y ante la postura del rey en contra de la intentona, los golpistas se
acaban entregando.

El nuevo gobierno de Calvo-Sotelo se caracteriza por un giro conservador que se manifestó en


el ingreso de España en la OTAN. Pero la crisis interna de UCD lleva a la convocatoria de
elecciones anticipadas para octubre de 1982 donde se produce el triunfo del PSOE seguido de
AP, mientras la UCD se hunde en las urnas. El triunfo democrático de la izquierda significa la
consolidación de la democracia.

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TEMA 68: LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS. LOS DESAFÍOS DEL GOLPISMO Y DEL
TERRORISMO. CAMBIOS POLÍTICOS, SOCIALES Y ECONÓMICOS. CULTURA Y MENTALIDADES
Intentona golpista del 23 de febrero de 1981

El triunfo electoral del PSOE en 1982 marca el fin de la Transición y el inicio de un periodo de
gobiernos democráticos presididos por el PSOE o el Partido Popular.

Entre 1982 y 1996 el socialista Felipe González presidió varios gobiernos caracterizados por la
moderación y una política de reformas y modernización. El estilo personalista de gobierno
impuesto sería conocido como felipismo. Fue un periodo durante el cual el país vivió varios
procesos. Por una parte, se consolida y generaliza el Estado de las autonomías y en 1983 se
celebran las primeras elecciones para eligir los parlamentos autonómicos de las Comunidades
no históricas. Por otra parte, se consuma el ingreso de España en las organizaciones
occidentales. En 1986, tras cambiar su postura inicial contraria, el gobierno consigue que en un
referéndum la población apruebe la permanencia de España en la OTAN. Ese mismo año, y tras
duras negociaciones, se hacía efectivo el ingreso de España en la Comunidad Económica
Europea. También subsistía el problema de la violencia terrorista de ETA con atentados como
el de Hipercor en Barcelona. El gobierno impulsó varias estrategias como la colaboración con
Francia, las medidas de reinserción o el aislamiento político de los violentos mediante
acuerdos como el Pacto de Ajuria Enea.

Otra cuestión importante era acabar con las tentaciones golpistas del Ejército, manifiestas en
la Operación Galaxia o la intentona del 23 de febrero de 1981. A tal fin se renovó la cúpula
militar con nuevos mandos comprometidos con la democracia y se inicio la profesionalización
del Ejército. Paralelamente se sientan las bases de un estado del bienestar, generalizando el
sistema de pensiones, creando el Sistema Nacional de Salud, incrementando el presupuesto
educativo y ampliando las prestaciones por desempleo. Para financiar estas políticas se
privatizaron empresas públicas.

Pero desde 1993 el gobierno socialista sufre un continuo desgaste. La política económica a
base de moderación salarial y precarización del empleo ya provocó una huelga general en
1988. Pero ahora se suceden escándalos de corrupción como el caso GAL o guerra sucia contra
ETA. Mientras, la vieja Alianza Popular se refunda como Partido Popular y con su nuevo líder,
José María Aznar, ofrece una imagen más centrista. En las elecciones de 1996 el Partido
Popular consigue ganar las elecciones aunque sin mayoría absoluta y José María Aznar forma
gobierno con el apoyo del nacionalismo catalán.

El nuevo gobierno adopta una política económica más liberal, de reducción del gasto público y
privatización de empresas. Culmina la creación de un ejército profesional poniendo fin al
servicio militar obligatorio. El terrorismo de ETA adquiere un nuevo cariz atentando contra
periodistas, jueces o concejales. En 1997 el asesinato de un concejal origina una gran
movilización popular conocida como el espíritu de Ermua que propicia la unión de todos los
partidos contra ETA. Finalmente, en las elecciones del año 2000 el PP vuelve a ganar las
elecciones ahora con mayoría absoluta.

En el terreno económico, el periodo se inicia con la reconversión industrial emprendida por


Felipe González, que supuso el cierre de sectores obsoletos y poco competitivos de los años 60
y con un gran impacto social en muchas comarcas. Pero poco después se inició un gran
crecimiento económico favorecido por el ingreso en la CEE y la modernización de
infraestructuras gracias a los fondos recibidos de Europa. Las Olimpiadas de Barcelona y la
Exposición Universal de Sevilla en 1992 fueron el escaparate mundial de esa modernización.
Pero este crecimiento también supuso una moderación salarial y mayor precariedad laboral, el
desarrollo de la llamada cultura del pelotazo basada en la especulación y la inversión
inmobiliaria, y la escasa apuesta por la inversión tecnológica. Consecuencia de todo ello fue
que las tasas de desempleo siguieron siendo elevadas y el impacto de las crisis se sufría con
mayor envergadura que en otros países.

La sociedad española se modernizó y se acercó al modelo europeo. Hubo un envejecimiento


debido al descenso de la natalidad y España empieza a ser un país de inmigrantes. La familia
tradicional con muchos hijos da paso a nuevas formas de convivencia. La tecnificación laboral
provoca la desaparición de la vieja clase obrera y la aparición de nuevas categorías laborales
según la cualificación. La sociedad se hace más laica y se moderniza el comportamiento, que
gira en torno al consumo, la tolerancia y la equiparación entre sexos. También hay una
desmovilización política entre los jóvenes, muy afectados por el problema de la droga en los
años 80 y menos revolucionarios y más transgresores.

Desde el punto de vista cultural se imponen los movimientos contraculturales que cuestionan
los valores tradicionales y que tuvieron su momento culminante en la movida madrileña, la
música pop o el cine de Almodóvar. Se produce el reconocimiento universal de figuras
españolas como José Luis Garci y Fernando Trueba, Ricardo Bofill, Rafael Moneo, Santiago
Calatrava o Miquel Barcelò.

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TEMA 69: LA INTEGRACIÓN DE ESPAÑA EN EUROPA. ESPAÑA EN LA UNIÓN EUROPEA. EL PAPEL


DE ESPAÑA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL
El 12 de junio de 1985 el presidente del gobierno, Felipe González, y el ministro de Asuntos
Exteriores, firman la adhesión de España a las Comunidades Europeas. El 1 de enero del año
siguiente la adhesión entraría en vigor

En 1957, con el Tratado de Roma, se crea la Comunidad Económica Europea y comienza el


proceso de integración económica europea. Desde un principio, el interés de España por este
proceso se explica por varias razones: los países de la CEE eran los principales destinatarios de
las exportaciones españolas; además el ingreso de España la haría receptora de importantes
ayudas y fondos comunitarios. Por otra parte, el ingreso en la CEE se asociaba al fin del
aislamiento y a la modernización política, económica y social.

Durante la Dictadura ya se hicieron peticiones para iniciar negociaciones pero el sistema


político vigente en España era un obstáculo insalvable. Sólo se consiguió la firma de un
acuerdo preferencial. En 1977 Suárez hace formalmente la solicitud de adhesión que culmina,
tras largas negociaciones dificultadas por Francia, con la firma del tratado de incorporación de
España que se hace efectiva el 1 de enero de 1986.

Con la adhesión se establecía la libre circulación de mercancías, personas y capitales. Esto


supuso poner fin a monopolios seculares y abrir España a la libre competencia. Además se
asumía la Política Agrícola Común que suponía la reducción de excedentes agrarios y la venta
de productos agrícolas a precios fijados por la CEE. Además, se implanta el IVA como impuesto
que grava el consumo. España pasó a formar parte de las instituciones comunitarias como el
Consejo Europeo, integrado por los presidentes de gobierno, la Comisión Europea a la que
España aportaba dos comisarios, y el Parlamento Europeo, en cuyas elecciones España
participó por vez primera en 1987. Igualmente, España se convirtió en destinataria de
importantes ayudas comunitarias. Entre ellas las del FEOGA, destinadas a subvencionar y
modernizar la agricultura, las del FEDER para modernizar las regiones más atrasadas, y las del
FSE que ayudan a desempleados y colectivos afectados negativamente por la competencia.

España, como país miembro, participó activamente en la reforma de la Comunidad Europea.


Con el Acta Única Europea se sentaron las bases para crear el mercado único, proceso que
culminó en 1992 con el Tratado de Maastricht. Con él, la CEE pasó a denominarse Unión
Europea, se trasvasaba soberanía a las instituciones comunitarias, se creaba el mercado único
con la supresión total de cualquier barrera a la libre circulación. A los países más pobres, como
España, con problemas para competir en el mercado único, se les compensaba con los fondos
de cohesión. Este proceso culminó con la adopción de la moneda única, el euro, en 2002, y del
que pudo formar parte España tras cumplir unas exigentes condiciones económicas.

En estos años se reforzó el papel internacional de España, que participó en misiones


internaciones en el marco de la ONU (Centroamérica, guerra de Yugoslavia, Primera Guerra del
Golfo), incrementó su aportación a la cooperación y desarrollo internacional, y protagonizó
una mayor proyección cultural en la que fue clave la creación del Instituto Cervantes. En
general, la política exterior se centró en tres ámbitos fundamentales:

– Europa, donde España participó activamente en el proceso de unificación económica y


política.

– Latinoamérica, donde la penetración de las empresas españolas ha sido notable. El


acercamiento a Latinoamérica se ha visto reforzado a través de las cumbres iberoamericanas.

– El Mediterráneo, que es una zona vital para la seguridad española. Con Argelia se han
firmado convenios para el suministro de gas y con Marruecos se mantiene la cooperación para
controlar la inmigración ilegal.

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