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HISTÓRICO Y L I T E R A R I O
E l ciclo de poemas narrativos sobre Cortés en el siglo x v i se
cierra con l a obra de u n novohispano, A n t o n i o de Saavedra Guz-
m á n . * Poco se ha podido averiguar de este continuador y contem-
poráneo de Francisco de Terrazas, cuya única obra conocida, El
peregrino indiano, apareció casi a punto de clausurarse el siglo . N o
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tecimientos respecta, esos siete años que el autor dice haber em-
pleado en preparar el poema habrán redundado al menos en su
extensión, puesto que abarca desde los preliminares de la conquista
hasta la derrota de Cuauhtémoc. Resulta así el más detallado de
los poemas que sobre Cortés se escribieron en el siglo x v i , y también
el de mayor n ú m e r o de octavas . H e aquí u n resumen de su
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contenido:
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FRANCISCO CLAVIGERO lo incluye en su " N o t i z i a degli scrittori della storia
antica del Messico" y comenta: "Quest'opera debbe contarsi tra le storie del
Messico; perchè non ha d i poesìa, se non i l metro" (Storia antica del Messico,
t. ì , Cesena, 1780, p. 13). PRESCOTT cita u n par de veces a nuestro autor llamán-
dolo "the poet-chronicler" y diciendo que es "something more of a chronicler
than a poet" (History of the conquest of Mexico, Philadelphia, 1873, t. 2, p.
68, nota, y t. 3, p. 134, nota). GARCÍA ICAZBALCETA, en la introd. a su ed. de El
peregrino, indica que la obra "no da idea muy ventajosa de las dotes poéticas
de Saavedra", mientras que para FRANCISCO PIMENTEL el poema es "una historia
verdadera con algunos adornos poéticos" (Historia crítica de la literatura y de
las ciencias en México, México, 1883, p. 99).
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J . M . BERISTÁIN Y SOUZA, después de advertir que la obra de Saavedra
N R F H , XVIII "EL PEREGRINO INDIANO" 29
entender, cualquier respuesta a esta cuestión ha de considerar, como
justo punto de partida, el concepto que el p r o p i o Saavedra G u z m á n
tiene de su obra. Se verá así que l a f i n a l i d a d que tuvo a l escribirla
n o coincide exactamente c o n l a de los otros autores que tocaron el
tema. Éstos —aparte de las miras o resultados extrapoéticos que
puedan encontrarse en sus producciones— se proponían escribir poe-
sía interpretando, en l a medida de l a h a b i l i d a d i n d i v i d u a l de cada
uno, los cánones estéticos y modas literarias d e l momento. Pero
Saavedra Guzmán, en el prólogo, advierte s i n ambages que en su
" h i s t o r i a " sólo ofrece " u n manjar de verdad sazonado en el mayor
p u n t o que pueda imaginarse, tanto que me ha hecho tratar algunas
cosas s i n más jugo en l a historia que hacerla verdadera". Su obra,
dice, " n o lleva el ornamento de invenciones [ • • • ] / porque me h a n
d i c h o cierto que es l o fino / e l decir p a n p o r pan, vino p o r v i n o "
(p. 2 7 7 ) . Y recalca en el canto X I :
Guzmán es "libro tan apreciable como raro, y en que se encuentra más natu-
ralidad y exactitud que en el poema en prosa de D . Antonio Solís", remite
el fallo a Balbuena, quien "numera a D . A n t o n i o Saavedra entre los excelen-
tes poetas de las Indias Occidentales" (Biblioteca hispano-americana septen-
trional, 2 ed., t. 3, Amecameca, 1883, pp. 128-129). GEORGE TICKNOR establece
a
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JOSÉ TORIBIO MEDINA, Biblioteca hispano-americana, t. 1, Santiago de
Chile, 1898, p. 586.
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" D e su veracidad en cuanto a la historia, responde en las aprobaciones del
libro no menor autoridad que la del cronista de Indias, A n t o n i o de Herrera"
(Hist. de la poesía hispano-americana, t. 1, M a d r i d , 1911, pp. 43-44).
N R F H , XVIII " E L PEREGRINO INDIANO" 31
p o r q u e l a de año ya había sido señalada p o r G a b r i e l L o b o Lasso de
la V e g a en l a Mexicana ( 1 5 9 4 ) , repetida más tarde en sus Elogios
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1 0
"Hasta que este varón a l mundo vino, / que fue en el año mismo que
Lutero, / monstruo contra l a Iglesia horrible y fiero" (fol. 259V). C o n anteriori-
dad a los dos poetas, ya Gonzalo de Illescas había establecido l a contraposición
entre Lutero y Cortés en su Historia pontifical, Segunda parte, 1574. Véanse los
interesantes trabajos de WINSTON A . REYNOLDS, " M a r t i n Luther and Hernán
Cortés: their confrontation i n Spanish literature", H, 42 (1959), 66-69, y " G o n -
zalo de Illescas and the Cortés-Luther confrontation", H, 45 (1962), 402-404.
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Revelado casi al mismo tiempo por dos investigadores que trabajaron
independientemente, Mrs. Zelia N u t a l l (1912) y Francisco del Paso y Troncoso
(1914). Véase FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR, Crónica de la Nueva España,
M a d r i d , 1914, "Prólogo", y cf. PASO Y TRONCOSO, ed. de l a Crónica de Nueva
España de F. Cervantes de Salazar, t. 1, "Introducción", en Papeles de
Nueva España, Tercera serie, M a d r i d , 1914.
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Para las Cartas de relación de Cortés, l a Conquista de México de López
de Gomara y l a Verdadera historia de Bernal Díaz, nos remitimos a l texto de
Historiadores primitivos de Indias, ts. 1-2 (BAE).
J . AMOR Y VÁZQUEZ N R F H , XVIII
relación trata de ello: "que nos parecía nos [errata: "no"] convenía
al servicio de vuestras majestades, y que en tal tierra se hiciese lo
que Diego Velázquez había mandado hacer al dicho capitán Fer-
nando Cortés, que era rescatar todo el oro que pudiese, y rescatado,
volverse con todo ello a la isla Fernandina. . . y que lo mejor que
a todos nos parecía era que en nombre de vuestras majestades se
poblase" (p. 8 ) . Gomara, por lo mismo que se trata de una desobe-
diencia de Cortés, menciona únicamente lo solicitado a los padres
Jerónimos: una licencia "de poder ir a rescatar para los gastos"
(p. 30o) .
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Bernal Díaz es más explícito sobre las disensiones entre Cortés y Veláz-
quez (cf. Verdadera historia, caps. 42, 50, 53 y 54). Las instrucciones de Velázquez
a Cortés, tan detalladas, nada dicen sobre "poblar" (cf. Colección de documentos
inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas
posesiones españolas de América y Oceanía, t. 12, M a d r i d , 1869, pp. 226-246).
E n el De rebus gestis Ferdinandi Cortesii se dice que Cortés instó a Velázquez
para que solicitase licencia de los monjes Jerónimos "sin cuya licencia él [Cortés]
no osaría emprender nada; el objeto era que informados ellos de la nueva
jornada, diesen poderes a Cortés, así para llevar socorros a Grijalva como
también para rescatar o r o . . . Porque Velázquez sólo dio poderes a Cortés para
llevar socorro a Grijalva, y permutar oro por mercaderías; mas no para poblar
n i hacer guerra en Yucatán" (Colección de documentos para la historia de
México, ed. García Icazbalceta, t. 1, México, 1858, pp. 344, 350).
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E n el mismo sentido, véase CERVANTES DE SALAZAR, Crónica de Nueva
España, t. 2, cap. 20.
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U n " J u a n Bautista, indio de C u b a " , figura entre los que firmaron la
NRFH, XVIII " E L PEREGRINO INDIANO" 33
un collar "de rubís y diamantes y oro fino" (p. 306); el propio Cortés
dice que era "de margaritas y diamantes de vidrio" (segunda Carta
de relación, p. 2 5 ) .
8. U n soldado de la guardia escupe en presencia de Moctezuma, quien
ve en ello una falta de respeto y se enoja. Cortés ordena ahorcar al
soldado, pero Moctezuma intercede por él, dándose por reparado con
que se le expulse del reino (canto X I ) . Cervantes de Salazar cuenta
que uno de los soldados amenazó con la espada a Moctezuma y
que, de no haber mediado los capitanes, Cortés lo hubiera mandado
ahorcar; el castigo consistió en doscientos azotes. Cuando los soldados
pidieron a Moctezuma que interviniera para evitar este castigo, el
monarca les respondió ''que su ruego no había de ser sino para que
le perdonasen la vida, que merescía perder, e que no de otra manera
castigara él a cualquiera señor de los de su Corte que se atreviera
contra Cortés" (Crónica de Nueva España, I V , cap. 2 9 ) . Bernal Díaz
registra u n par de desacatos (cap. 9 7 ) cuyos detalles no coinciden
con el relato de El peregrino indiano .
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detalles que ofrece Saavedra Guzmán— como sucedido, para dar acto
seguido el poema de éste como fuente. De ser histórico, difícilmente
hubiera pasado por alto Bernal Díaz un incidente tan significativo.
11. E n el poema hay una serie de nombres de conquistadores que el
autor pretende así afamar. E l procedimiento es igual al empleado
por Lobo Lasso de la Vega en sus Cortés valeroso y Mexicana: los
nombres se citan ya aislados —seguidos de versos encomiásticos o de
una breve alusión a una particular hazaña—, ya con otros, en largas
tiradas. Como en Lobo Lasso, la mayoría de las proezas singularizadas
por Saavedra Guzmán no reciben en los cronistas más que un
comentario general en el que se elogia colectivamente al grupo espa-
ñol; y tampoco faltan anacronismos y casos para los cuales las listas
de conquistadores no ofrecen correspondencia . Sin embargo, a pesar
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Menciona a u n "Delgadillo" y a u n "Matien^o". E l primero pudiera ser
u n diminutivo de "Delgado", que sí aparece en las listas de conquistadores;
más probable es que se trate de una confusión con Diego Delgadillo, oidor de la
primera audiencia junto con Juan Ortiz de Matienzo. L a primera audiencia no
llegó a México hasta diciembre de 1528.
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L a Mexicana, 1,682 octavas; El peregrino indiano, 2,036.
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E n realidad son 17 más "Canebato", el cacique que mató al compañero
de Jerónimo de Aguilar. E l nombre no aparece en las crónicas, que traen, en
cambio, los de los otros caciques, Aquincuz y Taxmar. Francisco de Terrazas
designa al cruel cacique con nombre casi igual: "Canetabo".
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"Sólo en la variedad del onceno canto y descripción de la casa de la
Envidia del doceno podrá el Lector recrear algún tanto el ánimo cansado de
tantas veras y verdades, si gustare de poesías y ficciones, como en cosas que lo
son" ("Prólogo" del Cortés valeroso, 1588). E l prologuista de la Mexicana (1594)
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que decía proponerse escuetamente historiar. Las siguientes son
infracciones cuya estirpe literaria salta a la vista:
1. L a historia que Cabalacan, ya prisionero, cuenta a Cortés, entre cuyos
incidentes está la muerte de su amada Ricarchel, que provoca las
lágrimas del aprehensor, Escobar (canto V).
2. L a triste historia de la india Curaca, hija del cacique del mismo
nombre, y sus amores con Chamauato, muerto en el combate contra
los españoles (canto V ) .
3. L a discusión y lucha entre los dos emisarios de Moctezuma, el joven
e impulsivo Atezcatl y el viejo y prudente Coatí (final del canto V I I
y principio del VIII).
4. E l episodio de la hechicera de Tlascala, Tlantepuzylama, quien por
virtud de una poción ve el poderío de los españoles en otras regiones
del globo y aconseja a Maxixca rendirse (canto I X ) . E l autor concluye,
como justificándose (p. 269):
Muchos historiadores han usado
mezclar con la verdad de su escritura
varias ficciones, y han considerado
bien, pues sirve de adorno a la pintura,
pero yo solamente he procurado
contaros la verdad desnuda y pura,
y digo que éstos son tan agoreros
que los rigen y mandan hechiceros.
en Opúsculos varios, t. 2 (Obras, vol. 2), México, 1896, p. 298, dice, equivoca-
damente, "Felipe I I I " al comentar el canto. Basta leer la serie de victorias para
ver que pertenecen al reinado de Felipe II.
N R F H , XVIII :<
E L PEREGRINO INDIANO" 39
n o pone en labios de u n a ninfa u n canto apoteósico de Cortés (como
hace el d e l Cortés valeroso, canto X I ) n i l o presenta en u n escorzo
de cruzado (como el de l a Mexicana), sino q u e se l i m i t a a seguir
más o menos fielmente las crónicas y, a l hacerlo, recoge algunos
perfiles d e l héroe de la conquista. C o m o en los poemas que le
preceden, hay en éste u n a serie de rasgos cortesianos cuyo antece-
dente está en las crónicas, pero todo acaba ahí, sin desarrollo eviden-
te. E l conquistador de M é x i c o aparece, pues, como escogido para
u n a misión providencial (p. 3 6 ) y como h o m b r e osado e n e l decidir
(p. 4 3 ) ; cuando los otros desmayan en l a tormenta, Cortés les d a
ánimos y hasta llega a pilotear la nave (p. 5 4 ) ; su m a g n a n i m i d a d
con los vencidos encuentra cabida en las octavas (pp. 6 7 , 1 4 3 - 1 4 4 ) , y
es él q u i e n en varias ocasiones evita mayor derramamiento de sangre
(pp. 182, 5 2 0 ) ; usa procederes drásticos si es necesario, pero a
disgusto (pp. 5 2 4 , 5 3 0 - 5 3 1 , 5 4 7 ) , y sabe ser firme si las circunstancias
lo exigen, como cuando l a prisión de M o c t e z u m a (p. 3 1 7 ) :
" . . . n o me hables palabra, ven conmigo,
que se ha de hacer sin falta lo que digo".
Viendo que el ruego era sin provecho,
y que el poder tan poco le valía,
con prudencia y valor allanó [Moctezuma] el pecho,
que en aquesta ocasión fue valentía.
(Cf. G o m a r a : "Cortés replicó, y él [Moctezuma] también, y así
estuvieron más de cuatro horas sobre esto", p. 3 5 1 ) . Las cualidades
de general prudente y cauteloso están también registradas en u n a
a c c i ó n y resumidas en u n a estrofa (p. 4 2 8 ) :
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lo siguiente: "Fue gente [la de Tezcoco] muy leal, y que ayudaron / con todo
lo posible, como es claro. / N u n c a jamás a éstos los premiaron / n i a Chalcoa-
tenco, aquel amigo caro. / A todos tributarios los dejaron, / y en Tetzcuco he
yo visto u n caso raro / cuando lo visité por el audiencia, / por una mortandad
y gran dolencia: / / Que casi todos eran descendientes / de Netzahualpiltzintli,
rey famoso, / hijos, sobrinos, nietos y parientes / deste bravo señor tan
poderoso, / y quedando muy niños inocentes / acuden al servicio tan forzoso. /
Y o remedié algo desto, y el audiencia / confirmó parte, usando de clemencia"
(p. 501).
U n interesante caso de revisión es la que lleva a cabo Francisco Cervantes
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Recientes interpretaciones teleológicas de la conquista dan a las riquezas
un papel secundario. MENÉNDEZ PIDAL, "¿«Codicia insaciable»? ¿«Ilustres haza-
ñas»?", en La lengua de Cristóbal Colón, Buenos Aires-México, 1942 (col.
Austral), p p . 110-111, ve, además del afán de "servir a Dios propagando la
cristiandad, y servir al Rey procurándole mayor grandeza", "otro estímulo de
carácter personal.. ., el deseo de la gloria, que el Renacimiento imbuía en todos
los ánimos". JOSÉ DURAND, " E l afán nobiliario de los conquistadores", CuA,
1953, núm. 1, p p . 190-191, encuentra que " u n impulso venido de la mitad
del alma llevaba a los españoles a «ganar honra», a «valer más». Y como el
espíritu y la moral del hidalgo nacieron durante l a Reconquista como fruto de
42 J . AMOR Y VÁZQUEZ NRFH, XVIII
34 " T h e friars seized upon this myth as evidence that St. Thomas the
Apostle had visited Mexico and converted its inhabitants, who later slid back
into pagan ways. Therefore, the friars, to justify the Conquest, made much
of a blonde god who, after taking leave of his people, promised to return from
the east by sea" (GEORGE C . VAILLANT, Aztecs of Mexico, N e w York, 1941,
pp. 176-177)-
44 J- AMOR Y VÁZQUEZ N R F H , XVIII
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DANIEL WOGAN, " E r c i l l a y la poesía mexicana", Revlb, 3 (1951), p. 373,
cit. por A . MÉNDEZ PLANCARTE, Poetas n ovo hispan os. . p . x x v i i .
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AÍDA COMETTA MANZONI, El indio en la poesía de América española,
Buenos Aires, 1939, p. 106.
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Para obra de tal extensión no son muchas. Piénsese en las que introduce
J u a n de la Cueva, en reducido número de versos, en su epístola al licenciado
Sánchez de Obregón (apud GALLARDO, Ensayo, t. 2, cois. 647-648).
46 J . AMOR Y VÁZQUEZ NRFH, XVIII
B r o w n University.
" M e n dressed as gods or the birds into which the gods transformed
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themselves, and, fastened by ropes wound around the platform, leaped off
into space" (VAILLANT, pp. cit., p. 204).
Cf. A . C O M E T Í A MANZONI, op. cit., p. 104: " e l indio mexicano, protago-
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nista también del poema, no se nos presenta con ninguna característica diferente
del que pinta Lasso de la Vega en su Mexicana, y eso que el poeta español
sólo habla por referencias y pinta lo que su imaginación crea, ya que jamás
estuvo en América".