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University of North Carolina at Chapel Hill for its Department of Romance Studies

HERNÁN CORTÉS Y LA CONQUISTA INTELECTUAL DE AMÉRICA


Author(s): Jon Vincent Blake
Source: Romance Notes, Vol. 16, No. 3 (Spring, 1975), pp. 764-769
Published by: University of North Carolina at Chapel Hill for its Department of Romance
Studies
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/43801389
Accessed: 06-11-2018 14:31 UTC

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HERNÁN CORTÉS Y LA CONQUISTA
INTELECTUAL DE AMÉRICA

por Jon Vincent Blake

corría el año de Nuestro Señor de 1501. España y su imperio


aumentan a diario; Colón ha regresado de su tercer viaje, em
zado en 1498, para proyectar su cuarto y último viaje. El año
antes había nacido Carlos I, el futuro emperador, en Gante, y Vicen-
te Yáñez Pinzón había descubierto el Amazonas. Circula la primera
edición conocida de La Celestina (Burgos, 1499), y León Hebreo
redacta los Dialoghi d'amore. Dentro de unos años saldría a luz el
Amadis de Gaula (Zaragoza, 1508), pero existen ya noticias muy
anteriores de esta obra que tendrá gran influencia ideológica en Amé-
rica. Y para el mismo año de 1501, Hernán Cortés decide que entre
las posibles formas de vida que se presentan, 1 la mejor sería embar-
car para América. Busca la protección de Ovando y después del
capitán Diego Velazquez en Santo Domingo, el primer faro de expan-

1 En éste el Imperio más grande que ha conocido el mundo es dolorosa-


mente chocante la pobreza de formas de vida. Esta circunstancia se implica
en el título de una obra, hoy perdida, de Vasco Díaz Tanco de Frenegal,
recordado por él en 1552: Los seis aventureros de España, y cómo el uno va
a las Indias, y el otro a Flandes, y el otro está preso, y el otro anda en pleitos,
y el otro entra en religión. E cómo en España no hay más gente destas seis
personas sobre dichas, v B. J. Gallardo, Ensayo de una biblioteca de libros
españoles raros y curiosos , II (Madrid, 1866), 788. También confirma estos
síntomas en 1558 Luis Ortiz, en un informe al rey Felipe II: "Al día de oy
es tan grande la olgura y perdición de España, que qualquier persona de qual-
quier estado o condición que sea, no saue otro oficio ni negocio, sin yr a
Salamanca o a la guerra de Ytalia, o a las Yndias, o ser escriuano y procu-
rador; y todo en daño de la rrepública," v Manuel Fernández Alvarez, Econo-
mía, sociedad y Corona (Madrid, 1963), 387. Y recordar el viejo refrán,
recogido por Gonzalo Correas en 1627: "Iglesia, o mar, o Kasa Rreal, kien
kiere medrar," Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), ed.
L. Combet (Burdeos, 1967), 164. Así son las limitaciones sentidas por los
españoles en todo nivel social del siglo xvi.

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sión imperialista (o de evangelización) en el Nuevo Mundo. 2 El pró-


ximo gran momento en la vida de Cortés ocurre diez años más
tarde, cuando ya está aclimatado a la conquista, y los españoles
avanzan a la conquista de Cuba. Diego Velazquez de Cuellar le da
un puesto en Santiago, y Cortés se casa, ganando la vida como
comerciante. Por esos años se descubre Yucatán, y para 1517-1518
sale una expedición de la Isla Fernandina que no puede conquistar
Yucatán. Cortés se rebela contra Diego Velazquez, fundando, para
dar realidad a esta nueva autonomía que necesitaba, la primera villa
española en este continente, Villa Rica de la Veracruz. Estas entra-
das hacia el oeste (y el caso es que aquí empieza la mitomanía)
- Villa Rica de la Veracruz, Tenochtitlán - y hacia el sur - Hon-
duras y Guatemala - están documentadas en un sub-género de la
historiografía que se pone de moda para la época: las Cartas de rela -
ción. 3 Estas cartas nos revelan dos actitudes distintas de Cortés,
ideologías divididas por los sucesos de la "Noche Triste" (30 de
junio 1520), la rebelión contra los españoles por los Aztecas que

2 Recordar que sólo desde nuestra perspectiva multisecular podemos hablar


de las primeras décadas del descubrimiento del Nuevo Mundo como época de
conquista; en sus Diarios Colón nos dice que fue en misión evangélica al
Nuevo Mundo, v mi artículo "Aspectos de la conquista intelectual de América
en la obra de Cristóbal Colón," Romance Notes, XVI (1974), 235-43.
3 Las cartas de Cortés son cinco, pero sólo conocemos cuatro en la redac-
ción original. Sobre estas cartas, v Rafael Heliodoro Valle, Bibliografía de
Hernán Cortés (Nueva York, 1970). La primera carta no se ha hallado toda-
vía pero debe llevar fecha del 10 de julio 1519, inmediatamente después de
la fundación de Villa Rica de la Veracruz. La segunda carta está escrita des-
de la segunda, y nueva, villa española fundada por Cortés, Segura de la Fron-
tera, en 30 de octubre 1520. La segunda carta se editó de inmediato, en la
imprenta de Juan Cromberger (Sevilla, 1522), y con la diseminación de esta
carta se crea un conocimiento más exacto del nuevo continente. La tercera carta
también es de Cortés, firmada en Cuyoacán, con fecha del 15 de mayo 1522,
pero no se imprime hasta 1523 (Sevilla: Juan Cromberger), y entonces está
divulgada por el mundo. La cuarta carta está fechada el 15 de octubre 1524
en Temistitán, o Tenochtitlán, y se imprime en Toledo por Gaspar de Ávila
(1525). Por último, la quinta se escribió en Tenochtitlán el 3 de septiem-
bre 1526. En el siglo xvi ya se habían publicado traducciones de tres de
las cartas en latín, y luego se traducen a otros idiomas, asegurando así la
circulación a nivel internacional. Sobre estas ediciones, v Bib. Aut. Esp., XXII,
notas preliminares al texto. Y sobre la ya famosa historia de Francisco López
de Gomara, basada en las Cartas de relación , v mi artículo "Fernández de
Oviedo ante López de Gomara," Romance Notes , XVI (1975), 536-42.

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resulta, al rehacerse las fuerzas de Co


Otumba. 4 Hasta ese momento su a
de preservar toda integridad posible
Nueva España. Después de la Noche
Cortés lleva a cabo hazañas igual que Alejandro Magno; sin
embargo, asombra el tono de las cartas. Hay impasibilidad total,
sin exaltación; no hay desbordamiento, sino mesura, ecuanimidad total.
Compárese su estilo con la carga emocional que lleva la prosa de
Cristóbal Colón; Cortés ve maravillas, pero mantiene una complacen-
cia en describir serenamente las maravillas con una inesperada pre-
cisión, mientras que en Colón, todo tiene la conciencia de ser mesiá-
nico, instrumento de la Divina Providencia, y todo es exaltación. 5
Cortés concede poca importancia a sus acciones y propósitos y nos
deja estupefactos ver la naturalidad con que acepta lo maravilloso, lo
insólito, lo milagroso, como si fuese normal, como ingrediente de
su conducta. Y debido a Cortés, los soldados aceptan lo maravilloso
como parte de sus vidas, ante empresas de un atrevimiento máximo.
Colón conoce sólo un poquitín de la Isla Fernandina y queda en
un estado de exaltación máxima; pero compárese la actitud de Cor-
tés, que ve esta isla, y Yucatán, y Veracruz, y Tenochtitlán, habi-

4 Esta batalla tiene lugar una semana más tarde, el 7 de julio, y se explica
la derrota por intervención de Santiago.
d For ejemplo, si había volcanes en buropa, pero aun asi, no contaban
para mucho al lado de los de la Nueva España. Pero ante este fenómeno
extraordinario, Cortés mantiene gran precisión en sus palabras. En los Diarios
de Colón, y por seguro en otros cronistas, se interpone la alegoría y todo es
una maravilla, recursos cuyas repercusiones históricas perduran hoy día. Sobre
el impacto del mundo simbólico de la Edad Media en el Renacimiento, v
Emile Male, The Gothic Image (Nueva York, 1958), 30-31 y Irving Leonard,
Books of the Brave (Cambridge, Mass., 1949), 13-24. Hasta Bernal Díaz del
Castillo observa que elementos del Nuevo Mundo "parecían cosas del Amadis
y v el trabajo reciente de Miguel Albornoz, Hernando de Soto, El Amadis
de la Florida (Madrid, 1971). Colón pensaba que había encontrado las Ama-
zonas, y es tema que ilustra muy bien la importancia del mito en la conquista,
aunque en este caso, se trata de un mito que se separa en dos avenidas: la
clásica y la de las variaciones de los siglos xv y xvi. El mito clásico hace
muchas invasiones a otras leyendas así como en los doce trabajos distintos
de Hércules, e.g. la conocida obra de Enrique de Villena y el Llanto de
Pentesilea del Marqués de Santillana. Para más noticias sobre la mitomanía
de la conquista, v Irving Leonard, obra cit., págs. 36-64 y también su libro
The Romance of Chivalry in the Spanish Indies (Berkeley, 1923).

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tados por tribus en estados de civilización muy altos, mucho más


altos relativos a los indios de la Isla Fernandina.

En la segunda carta Cortés muestra la admiración al descubrir


una organización social como no había visto nunca; todo esto le
produce enorme admiración que surge en cada párrafo, hasta la en-
trada en Tenochtitlán. Nunca quiere la destrucción de todas estas
manifestaciones de la civilización; al contrario, quiere que se disfrute
de todo. Nótese que todas las batallas comienzan por las lecturas de un
escribano que da por fe y testimonio sus intenciones; después de
haber gritado tres veces que no quiere guerra, está legalmente justi-
ficado en atacar. Así, quedan muy claras las intenciones de Cortés
ante el indio, hasta la Noche Triste. La admiración determina toda
política de la primera época de Cortés, correspondiendo así a la polí-
tica no agresiva de Imperio Cristiano. 6 Esta actitud ante el indio
tiene su raíz en las experiencias de Cortés bajo Diego Velazquez,
que siempre insiste en el rescate del oro. Cortés dice que no habrá
más rescates del oro; quiere poblar para incorporar las nuevas
tierras. Y demuestra asombro que se puede entender muy bien, pues
se enfrenta con una religión que pide a menudo sacrificios humanos,
y revela su impaciencia también comprensible ante los indígenas
sodomitas.

Cortés mantiene un verdadero optimismo exagerado respecto a


los indios, queriendo ver la incorporación de los indios en el Imperio
Español. Y la Noche Triste es un momento negro que implica un
cambio ideológico total a la política de Monarquía Universal. Pero
los indios en teoría son ya vasallos del Rey; se inventa la encomienda
para mantener orden. Los encomenderos garantizan la paz, y el
indio, en cambio, se obliga a trabajar, en teoría . La verdad es que
degenera rápidamente en América, y la encomienda se convierte en
forma indiferenciable de la esclavitud. 7

6 El siglo xvi fue testigo a dos prácticas políticas en España y su cre-


ciente imperio, Imperio Cristiano y Monarquía Universal, v Anthony Watson,
Juan de la Cueva and the Portuguese Succession (Londres, 1971), apéndice I,
"Two Imperial Policies: Christian Empire and Universal Monarchy y tam-
bién R. Menendez Pidal, Idea imperial de Carlos V (Buenos Aires, 1943),
19-20.
7 Recordar que fue Aristóteles quien impuso la idea de razas superiores
e inferiores, y no fueron los españoles inventores de esta ideología, v Lewis

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Pero salgo demasiado del marco de


Cortés para la conquista intelectual
aludiendo surge en su rebelión en co
había pedido al Rey que le nombrase
la primera carta, quiere ponerlo en la p
de verdadero rebelde y la rebeldía co
la época una suerte de rebeldía contr
conciencia de la existencia de una je
elocuencia que Diego Velazquez sea n
lantado implica la sentencia de muert
de denigrar al máximo a Diego Velaz
nario. Se intenta justificar la conquista
gión espalda con espalda al imperio,
una medalla. Pero el argumento de más peso para convencer al
monarca de que es Cortés quien debe ser capitán, es que los regidores
de Villa Rica dicen que si Diego Velazquez obtiene la provisión real,
nunca irán las joyas y la plata y oro a España. En cambio, Cortés
sí promete enviar la quinta parte del botín, cumpliendo así con toda
una larga tradición y mostrando una fidelidad propia del vasallo.
La conquista intelectual de América por parte de Cortés recibe
dramática confirmación en la fundación de Villa Rica de la Veracruz,
Segura de la Frontera, y otras partes de la Nueva España, por moti-
vos lingüísticos y por el persistente deseo de arraigarse. Este afán de
poblar asegura para Cortés una identidad total entre el Viejo y el
Nuevo Mundo. Cortés sigue en este deseo de establecer bases de
operación al enviar pobladores de Segura de la Frontera a Guatemala
(Higueras). En todo momento es evidente la seguridad total con que
habla Cortés; nada ni nadie puede hacerlo cambiar de plan. Cortés
no quiere matar al indio, y no quiere nada más con el proceso his-
tórico de robar, destruir y abandonar que ha visto durante su servicio

Hanke, Aristotle and the American Indians (Indiana, 1959) y Silvio Zavala,
La encomienda indiana (Madrid, 1935) y su Ensayos sobre la colonización
española en América (México, 1972).
8 En el Renacimiento hay fuerte conciencia de lo que llama Alexander
Pope "the great chain of being," v Arthur O. Lovejoy, The Great Chain of
Being (Cambridge, Mass., 1961).

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bajo Diego Velazquez. Y para hacer una última salida en defensa


de Cortés, la necesidad de una población permanente le obliga a man-
tener intacta la población indígena para llevar a cabo su decisión de
crear un Nuevo Mundo a base de un nuevo hombre americano.

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