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Mira, alguna vez leí que García Márquez dijo que había tardado treinta años
en madurar la historia de 'Cien años de soledad'. Pensé: qué tipo tan
exagerado. Tenía razón. A veces las novelas tardan años y años en estar
listas. Es el caso de 'Salvar el fuego'. Creo que se me ocurrió hace unos
veintitantos años, pero no había encontrado el momento para contarla.
Estaba la idea permanente. Ahora, no creas que yo desarrollo mucho ni que
tengo la ruta de qué se trata, ¿eh? Es más, en mi cabeza la novela iba en
una dirección y al final se fue por otro camino. No sabía que el protagonista
era hijo de un indígena ni que iba a usar todas las voces que uso. Esa es la
forma como escribo.
Nada, cero. No solo es gozoso, sino adictivo. Nada más quiero estar frente a
mi computadora. No sé por qué dicen que se sufre, yo me divierto
muchísimo escribiendo. Aprendí que hay que ser un poco desfachatado. Si
empiezas a obsesionarte con que te van a leer, te paralizas. Ahora, me
considero un profesional. Yo reescribí esta novela seis veces y la corregí
unas doce. Hay testigos de eso. Reescribo, reescribo, reescribo. Esta novela
alcanzó a tener 1.446 páginas. Le quité unas ochocientas. ¡Eso es un
trabajal! Pero como no tengo plan, voy echando todo. No importa, a lo mejor
es malísimo. Ya lo corregiré. A veces no sale como quisiera y eso es parte del
trabajo. Si saliera siempre como quiero, ya me habría ganado el Nobel. Pero
haces lo mejor posible. Ya llevo setenta páginas del nuevo libro. Te digo que
soy adicto.
Sí, espero que ese 'slang' tan pesado no vaya a resultar difícil para los
lectores. Así hablo. Cuando no doy entrevistas, así hablo. Fíjate que le
mandé eso a una lectora española y me decía, “no, yo no entiendo ese
lenguaje, cámbiale, cámbiale”. Y empecé un poco a bajarle, pero luego dije
no, qué voy a bajarle a esto. Así es. Así se habla en esa zona. "Caminas dos
bloques donde están las luces, ahí parqueas la troca. Al frente está la
washandería..." ¿No? En la frontera pasan del inglés al español pero rápido.
Puse también 'slang' chilango y hasta puertorriqueño y colombiano. Palabras
colombianas como traqueto.
También están siempre los personajes al límite, a punto de que la vida les
cambie en cualquier momento…
¿De alguna forma eso ha sido un plus para el tipo de creación que le
interesa?
¡Claro! Es un plus porque como no entiendes nada por lógica, armas todo y
lo resuelves por intuición. Por eso no necesito esquemas y no me pierdo.
Igual puedo ir a una ciudad y tampoco me pierdo, puedo estar en el monte y
no me pierdo. Sé exactamente dónde estoy. Con la intuición sé dónde están
las cosas.
Además del amor por la naturaleza, sus padres le inculcaron el gusto por
la lectura.
Mis padres son lo mejor que me pudo haber pasado. Nací en un hogar que
puso mucho énfasis en las cosas que para mí son importantes. La cultura, la
educación, la naturaleza, el diálogo, la lectura, el pensamiento crítico. Mi
papá acaba de morir y es una tristeza porque nunca le di este libro nuevo.
Se descompuso la impresora y ya cuando se lo di le quedaba solo una
semana de vida. Solo leyó tres capítulos. Él siempre era mi primer lector. Él y
mi madre. Mi madre no puede leer ahora por un tratamiento médico que le
afectó la vista. Le tuve que platicar la novela. Pero sí leyeron 'El salvaje'. Mi
papá lo presentó en un auditorio de ciento cincuenta personas.
Todas sus novelas están marcadas por la acción. Pasan y pasan y pasan
cosas que hacen que los lectores pasen y pasen las páginas…
Uno escribe lo que puede, no lo que quiere. Esa es una cosa que aprendí
muy pronto. Y cuando digo escribes lo que puedes es que perteneces a una
tradición narrativa. Mi tradición narrativa es la de ser un contador de
historias, de contar historias donde pasan cosas. Pertenezco a esa línea.
Rulfo les decía a sus alumnos: “Cuenten, no canten”. Hay autores a los que
les gusta cantar, hacer toda una exploración del lenguaje. A mí no. Yo
cuento, no canto. Y no tengo esa otra cosa. Por más que quisiera, no puedo.
No está en mi naturaleza. Y más vale reconocerla y aceptarla. Álvaro Mutis
tiene un libro donde habla del gran escritor y el gran narrador. Dice que el
gran escritor es al que le dices, ah, qué gran manejo del lenguaje, pero no
das vuelta a la siguiente página. En cambio, con el gran narrador no puedes
dejar de leer. Tienes que estar metido ahí. Yo quiero que mi literatura –no sé
si lo logre, no quiero sonar pomposo– sea una experiencia. Que te cambie los
ritmos del corazón, que te saque de onda, que te provoque. Ese es el tipo de
literatura que me gusta. Ahorita la literatura está hecha como muy
minimalista, no pasa nada. A mí me han pasado muchísimas cosas en la
vida. Cómo no voy a contarlo.
Entre esas cosas que le han pasado está un accidente automovilístico, que
ha dicho que marcó el inicio de la escritura de 'Amores perros', '21 gramos' y
'Babel'.
https://www.eltiempo.com/lecturas-dominicales/guillermo-arriaga-habla-de-su-nueva-novela-
salvar-el-fuego-470320