Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ESCUELA DE POSTGRADO
ASESOR:
AUTOR:
LIMA, PERÚ
2013
8
INDICE
INTRODUCCION
CAPITULO I
EL RECONOCIMIENTO DE HIJO
1. El reconocimiento 9
3.1. Es unilateral 21
3.2. Es facultativo y voluntario 23
3.3. Es un acto solemne 25
3.4. Es un acto incodicional 27
3.5. Es un acto irrevocable 28
9
CAPITULO II
CAPITULO III
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
10
INTRODUCCION
Las figuras jurídicas que pertenecen al ámbito del derecho de familia son de gran importancia
para nuestro ordenamiento jurídico. Se trata del conjunto de instituciones que protegen y
acogen a los individuos, que agrupados y unidos sea por vínculos consanguíneos o vínculos
legales, permiten su desarrollo, interacción y proyección como personas que son, de esta
manera se socializan e integran al grupo al cual pertenecen; por ello es que su tratamiento
jurídico es diferente al de las demás instituciones. La normativa civil ha reservado una
regulación particular, específica, que reviste algunas características especiales –formalidad,
incondicionalidad, entre otras–reflejadas en normas de orden imperativo con carácter de
defensa y protección al interés familiar.
Nuestra tesis ha sido dividida en tres capítulos. En el primero de éstos, desarrollamos alcances
generales y contenido del reconocimiento, analizando las definiciones que las voces de doctrina
autorizada tanto de nivel extranjero como doctrina nacional nos brinda respecto de esta figura.
Así también se describe los caracteres esenciales que diferencian al reconocimiento de hijo de
otras instituciones del derecho civil; siendo estos unilateralidad: requiere de una declaración de
voluntad tendiente a establecer la paternidad respecto de otra persona; voluntariedad:
declaración libre y espontánea, incondicionalidad: equivale a decir acto puro sin que se pueda
establecer algún tipo de condicionamiento, formalidad: es necesario el cumplimiento de una
forma preestablecida por la ley y finalmente irrevocabilidad: la sola voluntad del agente no
puede dejar sin efecto un reconocimiento.
Incluimos en la parte final de este capítulo las formas predeterminadas por el ordenamiento
civil para llevar a cabo un reconocimiento, siendo la que alcanza el mayor grado de utilidad la
inscripción en el Registro de Estado Civil, otra de las formas establecidas son por medio de
escritura pública y a través del último acto de voluntad, el testamento.
11
En el segundo capítulo, abordamos como cuestión de fondo, el tema de los negocios jurídicos
de índole familiar, si bien es cierto recogen un interés extrapatrimonial no regulable
negocialmente, resulta indispensable el elemento constitutivo de todo negocio jurídico: “la
voluntad”, pues a partir de su exteriorización se dará la configuración de estos negocios
jurídicos familiares.
Resulta oportuno aclarar cómo es que el derecho de familia y en el caso específico del
reconocimiento de hijo –acto generador del estado de las personas- sólo puede determinarse
por autonomía privada, es necesaria la exteriorización de voluntad del sujeto para constatar la
realidad biológica preexistente, sin embargo deberá ser tal y como la normativa lo prevé, de
esta manera es posible canalizar la protección y salvaguardia de los intereses regulados.
Es necesario, en tal sentido, traer a escena una de las características del reconocimiento, –sino
es la más esencial entre todas– es la que se refiere a su carácter estrictamente voluntario. El
sujeto no puede ser obligado o constreñido a expresar la voluntad de declararse padre o madre
de otra persona: será éste quien lo realice de manera espontánea y libérrima. A partir de este
esencial carácter, podemos elaborar nuestra teoría de establecer que el reconocimiento de hijo
es un negocio jurídico, sin pretender llegar a la conclusión apresurada de que se trate de una
voluntad irrestricta, esta no es la intención. Existe así una serie de circunstancias que establecen
límites y regulaciones de carácter imperativo que encontramos en la normativa vigente,
justamente mediante éstas se determinan los efectos y alcances que tiene el reconocimiento.
12
y obligaciones que reconoce el ordenamiento jurídico, no puede ser revocado, así lo ha
establecido el artículo 395 del Código Civil que sanciona su carácter irrevocable, justamente
por la relevancia del interés que se tutela “el estatus de la persona”. Sin embargo, existen
diversas circunstancias que nos llevan a analizar, desde una perspectiva pragmática, la
posibilidad de dejar sin efecto un reconocimiento, en las que es preciso diferenciar categorías
jurídicas de revocación y de invalidez, abordando algunos casos que se han resuelto a nivel
judicial y que en definitiva nos orientaran de una mejor manera.
No obstante parecer una situación contraria a la descrita anteriormente, surge otro supuesto no
menos interesante que el anterior, que también nos permite demostrar que el reconocimiento
es un negocio jurídico. Se trata en este caso, de un individuo que voluntariamente decide
reconocer a una persona como hijo suyo, teniendo pleno conocimiento –con antelación- de
que realmente no existe ningún vínculo biológico entre éstos, son los llamados
reconocimientos por complacencia, donde el sujeto, toma la libre determinación de querer
establecer la relación jurídica paterno filial pese al conocimiento previo de que no le une
ningún vínculo consanguíneo con el reconocido. Aún así, inspirado en diversos móviles, desea
configurar los derechos y deberes propios que derivan de la paternidad y en el que se pretende
que el vínculo de sangre –que es el que normalmente existe entre padres e hijos– sea
reemplazado por un vínculo afectivo. El problema que surge es cuando el sujeto que declaró
esta paternidad pretende invocar la nulidad de este reconocimiento, alegando la falta de vínculo
consanguíneo.
13
CAPITULO I
EL RECONOCIMIENTO DE HIJO
1. El reconocimiento:
Según refiere la doctrina nacional especializada en el ámbito del derecho de familia, Alex F.
Plácido V. señala :“el reconocimiento es el acto jurídico familiar que, conteniendo una
afirmación de paternidad o maternidad respecto a determinada persona, emplaza a ésta en el
estado de hijo y, correlativamente, a quien afirma la paternidad o maternidad, en el estado de
padre o madre de ese hijo, se trata del reconocimiento que otorga título de estado en sentido
sustancial y también formal, de modo que, en virtud de ese reconocimiento, se perfecciona el
estado paterno-filial con los caracteres propios que le son inherentes” 2.
Siguiendo con nuestros autores nacionales, Javier Peralta Andía nos da la siguiente definición:
“el reconocimiento de hijos extramatrimoniales es un acto jurídico familiar por el que una
persona declara la paternidad o la maternidad de un hijo extramatrimonial, manifestando
1
COLIN, Ambrosio y CAPITANT, H. Curso elemental de derecho civil. Instituto editorial Reus, Madrid, 1941, p. 578.
2PLÁCIDO V., Alex F. Filiación y patria potestad en la doctrina y en la jurisprudencia. Gaceta Jurídica, Lima, 2003, p. 138.
14
formalmente la relación paterno-filial por razones de conciencia, de una íntima convicción o
por cualquier otro motivo semejante” 3.
-) En Chile, se le ha definido como: “el vínculo jurídico que une a un hijo con su padre o con
su madre y que consiste en la relación de parentesco establecida por la ley entre un ascendiente
y su inmediato descendiente, o sea, su descendiente en primer grado”. El fundamento de toda
filiación es el vínculo de sangre existente entre el padre y el hijo, proveniente de las relaciones
sexuales, lícitas o ilícitas, de los padres 7”.
La doctrina española, citando a Puig Peña señala: “el reconocimiento, se entiende por tal
aquella declaración hecha por ambos padres, (o por uno de ellos aisladamente) por cuya virtud
3PERALTA ANDÍA, Javier Rolando. Derecho de familia en el Código Civil. IDEMSA, Lima, 2008, p. 462.
4AGUILAR LLANOS, Benjamín. La familia en el Código Civil peruano. Ediciones legales, Primera edición, Lima, 2008, p.
265.
5VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Código Civil comentado .Tomo II. Derecho de familia (primera parte). Tercera edición, Lima,
2011, p. 546.
6 LLOVERA, Nora. La filiación en la Argentina y en el Mercosur. Editorial universidad, Buenos Aires 2007.
7
RAMOS PAZOS, René. Derecho de Familia. Chile, 1998.
15
acreditan que una persona es hija suya, siempre que ello se haga en las condiciones y mediante
las formas prescritas por las leyes” 8.
Francisco Lledó Yagüe, autor español, nos da la siguiente definición: “el reconocimiento de
paternidad extramatrimonial es la declaración realizada por un hombre o por una mujer – o
impuesta por una resolución judicial – en la que se hace constar el lazo de filiación que le une
con el hijo extramatrimonial que se refiere, y constituye un medio de conferir, a los hijos
extramatrimoniales, el estado de filiación de que carecerían” 9.
8 PUIG PEÑA, Federico. Tratado de derecho civil español. Editorial revista de derecho privado, Madrid, 1971, p. 92.
9 LLEDO YAGÜE, Francisco. Compendio de derecho familia civil. Madrid, 1999, p. 381.
16
reconocimiento se dice que la relación o vínculo biológico entre los integrantes de la familia,
reconocido por el derecho y regulado en la ley, el ordenamiento civil le reconoce tanto
derechos como obligaciones para las personas unidas por estas relaciones filiales, por lo que se
habla de paternidad y maternidad biológica en un inicio y que posteriormente es constatada
para efectos legales, refiriéndose a la paternidad y maternidad jurídica” 10.
10
PÉREZ CONTRERAS, María de Montserrat. Derecho de familia y sucesiones. p.20
11
OCHOA G. Oscar E. Derecho civil I: personas. Editorial texto CA, Caracas, 2006, p.308.
17
Estos hijos naturales podían ser legitimados por el matrimonio posterior de sus padres, siendo
que los hijos habidos en uniones extramatrimoniales distintas del concubinato se consideraban
bastardos, término que comprendía a los hijos adulterinos, hijos incestuosos e hijos de
prostitutas. A los “bastardos”, a partir de Justiniano se les concede el derecho a exigir
alimentos necesarios de sus padres 12.
-) En el antiguo derecho francés, como fuente de la legislación civil de la mayor parte de los
países de Latinoamérica, resulta de gran importancia referirnos a su normatividad, ya que de
ésta se han inspirado gran parte de los códigos latinoamericanos. Así encontramos, en lo que se
refiere a la filiación extramatrimonial, tres etapas claramente diferenciadas en sus principios
cardinales:
b) Durante la vigencia de la ley 12 de Brumario, año II, se estableció que los hijos
naturales tendrían los mismos derechos que los legítimos, con esto se intentó aplicar el
lema de la igualdad, preconizado por la revolución.
c) Finalmente la ley del 16 de noviembre de 1912, que fue una consecuencia de las
protestas que había suscitado la opinión y en los civilistas la ley anterior, modificó,
aunque no en forma sustancial, el régimen anterior.
12
MANTILLA SUAREZ, Francisco de Paula. La filiación natural. Tesis de grado para optar el título de doctor de
ciencias jurídicas, Bogotá, 1971, p. 12.
13
http://tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/21880/Capitulo1.pdf (consultado el 20 de junio del 2012).
18
En el derecho francés existieron tres clases de hijos naturales:
-) Hijos naturales simples: son aquellos habidos entre hombre y mujer solteros, al momento de
la concepción.
-) Hijos naturales adulterinos: son los que provienen de adulterio. Es decir, aquellos que
provienen de la unión carnal de hombre o mujer casados pero no entre sí. El hijo resultante de
esta unión era denominado adulterino.
-) Hijo natural incestuoso: Se tiene como tal el habido de personas entre quienes existen
vínculos de parentesco en grado tal, que constituye un impedimento para esta unión.
Así en Francia cualquier hijo natural podía ser reconocido, a excepción de los hijos naturales
adulterinos e incestuosos, siendo en estos casos un reconocimiento nulo por contrariar normas
de orden imperativo 14.
-)En el Perú, el maestro Carlos Ramos Nuñez, nos da un valioso aporte en cuanto a la historia
que ha tenido la filiación extramatrimonial en nuestro país, que durante un tiempo
determinado se daba importancia a una serie de prejuicios instaurados en la sociedad y
producto de ello se configuraba un sinnúmero de injusticias, que finalmente recaían en la parte
más débil, nos referimos, al hijo extramatrimonial, instaurándose en ese entonces la
prohibición en la investigación de la paternidad. Citando la obra: “la propuesta final de
Albertini se ciñe a una mejor elaboración técnica. Propone que se establezca, como ocurre con
los códigos que han seguido el modelo napoleónico, la prohibición de la pesquisa de la
paternidad fuera del matrimonio(…) abogando por la proscripción de esta clase de procesos
judiciales por comprometer la moral, el orden social, la paz de las familias, el honor y socavar
la más importante de las instituciones sociales: el matrimonio 15”.
Es posible apreciar la concepción que se tenía acerca de los hijos extramatrimoniales, llamados
también en alguna oportunidad “hijos naturales” e “hijos ilegítimos”, pues era una determinada
14
MANTILLA SUAREZ, Francisco de Paula. La filiación natural. Tesis de grado para optar el título de doctor de
ciencias jurídicas, Bogotá, 1971, p. 14.
15 RAMOS NUÑEZ, Carlos. Historia del derecho civil peruano. Tomo V, Volumen 2. Lima: Fondo editorial de la
19
época en la que se creía que la familia sólo podía girar en torno al matrimonio, institución que
incluso fue concebida como “sagrada”, es por ello las diferencias e inclusive los actos de
discriminación que existían entre los hijos que nacían dentro y fuera del matrimonio.
El código civil de 1852 establecía en el artículo 235 que son hijos ilegítimos, los que no nacen
del matrimonio, ni están legitimados; el código civil de 1936 sigue el mismo lineamiento
respecto al tratamiento de los hijos extramatrimoniales, en el artículo 348 regulaba “son hijos
ilegítimos los nacidos fuera del matrimonio”. Es recientemente que nuestro actual código,
acertadamente, opta por eliminar el calificativo “ilegítimo”- que en definitiva resultaba siendo
despectivo – para ser reemplazado por el término extramatrimonial.
A decir verdad, son cuestiones añejas que han sido superadas, lo que ha logrado que en la
actualidad la distinción en cuanto a la calidad de hijo desaparezca completamente. No obstante,
es preciso señalar que en lo referente a la filiación, es posible advertir cierta distinción ya que
cuando se trata de hijos matrimoniales, existe una presunción de paternidad, mientras que
cuando se trata de hijos extramatrimoniales es necesario la declaración de la paternidad del
hijo, siendo imprescindible el reconocimiento para que pueda establecerse la filiación y a falta
de éste, por medio del proceso judicial de declaración de paternidad.
En este apartado nos detenemos a analizar las diversas teorías, que doctrinariamente, han
intentado establecer cuál es la naturaleza del reconocimiento, empezando por aquellas que
tuvieron acogimiento en el derecho clásico, para llegar así a desarrollar las actuales – referidas
al negocio jurídico y al acto jurídico en sentido estricto– y en torno a las que gira nuestra
investigación.
Esta es la más antigua de las teorías que pretende explicar la naturaleza jurídica del
reconocimiento. Fue adoptada inicialmente en el régimen jurídico francés, a través del cual, se
analiza al reconocimiento como una confesión por parte del padre o de la madre, considerando
20
al reconocimiento como un medio de prueba de la filiación fuera del matrimonio, así produce
el efecto de hacer reconocer retroactivamente el lazo de filiación.
Es posible constatar en los textos clásicos, el establecimiento jurídico del lazo de filiación
natural que puede considerarse como una pura cuestión de prueba; la filiación natural es un
hecho que es necesario probar para que se le pueda considerar como jurídicamente existente.
Quiere decir que el sujeto refiere un hecho o una convicción, un suceso que ocurrió en
determinado tiempo – en este caso la procreación - y que origina así la relación paterno-filial
entre padres e hijos.
Sin embargo no tardaron en llegar las críticas, así en nuestra doctrina Alex F. Plácido refiere:
“el error de esta teoría es evidente, ya que la confesión – declaración de parte – solo surte
efectos en un proceso judicial, de manera que si se la aplicase estrictamente sería necesario
hacer valer el reconocimiento como confesión en un proceso para obtener la declaración
judicial de la filiación, lo que no es así, ya que el acto de reconocimiento basta por sí mismo
para establecer la relación de filiación extramatrimonial” 16.
Así también Peralta Andía, señala: “este criterio doctrinal ha sido seriamente cuestionado, en
razón de que el reconocimiento excede a la categoría de un simple medio de prueba, que sólo
tendría efectos entre las partes, siendo así que el reconocimiento es un acto que produce efecto
erga omnes” 17.
Siguiendo la misma línea, María Mendez refiere: “la confesión consiste en admitir la verdad de
un hecho o la existencia de un derecho, aptos para determinar efectos jurídicos contrarios a
quien la formula. Esta teoría es criticada porque el reconocimiento no siempre es perjudicial
para su autor; recae sobre un hecho que precisa el concurso de dos personas y no sobre un
acto personal que como tal puede ser confesado; en cuanto a la paternidad, excede las
posibilidades de certeza del reconociente 18”.
16
PLÁCIDO V., Ibídem, p. 141.
17 PERALTA ANDIA, Javier Rolando. Ibídem., p. 462.
18
MENDEZ COSTA, María Josefa. Ibídem, p. 71.
21
Como es de apreciar, esta teoría ha tenido varios cuestionamientos a nivel doctrinario y si bien
es cierto en un inicio intentó dar una aproximación del acto de reconocimiento, esta resulta ser
insuficiente, en razón de no tomar en cuenta la voluntad del reconocedor, limitándose a
considerar relevante una simple narración de lo acontecido; en este sentido, la confesión no es
una manifestación de voluntad, entendida como aquella que tiene por fin crear o provocar
determinadas consecuencias jurídicas, es tan solo una exteriorización del pensamiento 19.
En consecuencia, Colin, quien habría elaborado esta postura, parte de la premisa que la
paternidad era un hecho imposible de probar – claro está que a diferencia de la madre, el padre
no podía tener la plena seguridad de que el hijo esperado por su mujer fuera suyo – así la
relación paterno filial se tuvo que establecer como un reconocimiento propio de la espontánea
voluntad del sujeto, basada en una “presunción” 20, así manifiesta que sería irrevocable el
reconocimiento en cuanto a confesión, pero produciría efecto erga omnes y estaría sujeto a
nulidad como acto de voluntad. Para este autor clásico “ el hombre no puede estar seguro más
que de una cosa, del hecho de la cohabitación” 21.
La doctrina precisa que según esta teoría, el reconocimiento puede explicarse desde dos
enfoques: confesión y admisión; según lo primero, es un medio de prueba de la filiación, según
lo segundo, es también un acto unilateral destinado a incorporar al hijo a la familia del
reconociente 22.
22
Siguiendo lo esbozado por esta teoría, el reconocimiento de hijo se establecería a partir de la
libre decisión del padre de querer establecer la relación paterno-filial respecto de quien
considera hijo suyo, teniendo una previa convicción del hecho de la procreación.
Consideramos de gran utilidad el argumento en el cual esta postura se sustenta, por vez
primera se da a la voluntad del agente, la importancia que tiene en la configuración del
reconocimiento.
Así también lo ha considerado la autora italiana Juana María de Vas Gonzales: “el
reconocimiento es un acto jurídico en sentido estricto, es decir, un acto humano autónomo en
el que el elemento volitivo resulta circunscrito a la realización del acto y no a sus efectos, toda
vez que la voluntad nada puede hacer en relación con la regulación de los mismos, por
encontrarse enteramente predeterminados por la ley. No se trata, por tanto, de una mera
declaración de ciencia, sino, como recoge el artículo 254 del código civil italiano 23, de una
Art. 254.- Il riconoscimento del figlio naturale è fatto nell'atto di nascita, oppure con una apposita dichiarazione,
23
posteriore alla nascita o al concepimento, davanti ad un ufficiale dello stato civile o davanti al giudice tutelare o in
un atto pubblico o in un testamento (587), qualunque sia la forma di questo.
23
apposita dichiarazione, de una declaración pertinente de procreación, procedente en el caso de
que el reconocimiento no se haya hecho en la inscripción de nacimiento en el Registro Civil” 24.
La misma postura es seguida por Borda, quien considera como punto de partida la voluntad
del manifestante en la producción de los efectos jurídicos, siendo que el reconocimiento carece
de voluntad negocial para la creación de los derechos y obligaciones que de éste derivan, pues
estos efectos se producen independientemente de lo que quiera o no quiera el reconocedor, su
voluntad resulta siendo irrelevante en la creación de estos derechos y obligaciones, que derivan
propiamente de la relación biológica existente entre padres e hijos; prueba de ello es el caso del
reconocimiento judicial de la paternidad, donde el padre se ve obligado a asumir las
consecuencias, de comprobarse el vínculo filial 25.
Es breve la referencia que se hace en este apartado sobre la naturaleza del reconocimiento
como acto jurídico, pues justamente es en el capítulo segundo de nuestra investigación donde
se desarrollará de una manera más exhaustiva, contraponiendo con los argumentos de la teoría
que se mencionará seguidamente.
Civil italiano En revista crítica de Derecho Inmobiliario, Número 713, mayo-junio2009, http://libros-revistas-
derecho.vlex.es/vid/oacute-seno-stato-filiazione-italiano-58026705.
25 BORDA, GUILLERMO A. Tratado de Derecho Civil. Familia. Buenos Aires, 1964, p. 604. Es justamente para éste
autor la importancia que tiene la voluntad del agente en la determinación de los efectos jurídicos siendo que a
partir de ello que se puede establecer si nos encontramos frente a un acto jurídico en sentido estricto o frente a un
negocio jurídico, siendo acto cuando los efectos jurídicos se producen independientemente de la voluntad del
sujeto y negocio cuando los efectos emanan de la voluntad del agente. Teniendo en cuenta esta premisa, el autor
manifiesta que el reconocimiento sería un acto jurídico en sentido estricto, donde el haz de derechos y deberes
que emanan de la relación paterno filial, se configuran de manera autónoma, apoyando su postura en la filiación
extramatrimonial judicial, donde no existe un reconocimiento voluntario, es a través de un mandato judicial que se
declara el vínculo jurídico, contrario a la voluntad del sujeto, que por muchas razones se ha negado rotundamente
a establecer este reconocimiento. “ El reconocimiento voluntario y la declaración judicial son mecanismos
opuestos ya que mientras aquel depende de la intención de los progenitores, éste presupone la carencia de
intención del padre o padres naturales y se logra mediante un procedimiento judicial que es puesto en movimiento
por el interesado, lo que supone conflicto de intereses contra la voluntad del demandado, frente a la oportunidad
que la ley le ofrece al opositor para proceder al reconocimiento del hijo” en SANTAMARIA ARCHILA,
Carolina. “Filiación extramatrimonial”. Bogotá, 1980, p. 101.
24
2.4. Reconocimiento de hijo: “negocio jurídico”
Esta viene a ser la última de las teorías, es acogida por gran parte de la doctrina, y ha sido de
gran utilidad a efectos del desarrollo de la presente investigación a fin de explicar la naturaleza
jurídica del reconocimiento de hijo. Consideramos que se apoya fuertemente en la teoría de la
admisión, justamente lo que se intenta – y con gran éxito - es rescatar el valioso aporte que
brindó en sus inicios esta teoría, al considerar la voluntad del sujeto como elemento
imprescindible en la formación del reconocimiento; por otro lado busca responder los
cuestionamientos planteados por la teoría del acto jurídico en sentido estricto, en cuanto a la
producción de los efectos del reconocimiento que se encuentran previamente establecidos por
el ordenamiento jurídico.
Como lo señala Alex F. Plácido V. “sea o no exacta su consideración como tal en otros
ordenamientos positivos, lo cierto es que dentro de sistema jurídico se ajusta al concepto de
acto jurídico del artículo 140 del Código Civil. Es en efecto, un acto voluntario lícito que tiene
por fin inmediato establecer una relación jurídica, la relación paterno-filial. Que sea declarativo
y no constitutivo del estado de familia de padre y de hijo- pues este carácter nace de una
realidad biológica y no de su reconocimiento – no implica que no sea acto jurídico, ya que la
sola realidad biológica no implica la existencia del vínculo jurídico, si no está integrada por el
reconocimiento o por la declaración judicial de la filiación e inversamente, el reconocimiento
produce efectos aún cuando no concuerde con la realidad biológica. Para Plácido V. el reconocimiento
viene a constituir un acto jurídico familiar – para nosotros negocio jurídico- como tal es
unilateral y de emplazamiento en el estado de familia.
25
que todos los efectos y consecuencias jurídicas se encuentren regulados por un cuerpo
normativo; siendo el legislador quien brinde la mayor protección, estabilidad y seguridad, al ser
el reconocimiento un acto trascendental. Ello implica que la figura del reconocimiento quede
sustraída al libre juego de las voluntades individuales.
Resulta preciso señalar que las teorías de mayor relevancia para poder determinar la naturaleza
jurídica del reconocimiento y que han sido materia de gran discusión en la doctrina, son la del
simple acto lícito y la del acto jurídico- que en sí tienen una denominación inadecuada pues en
realidad la primera de éstas viene a ser la teoría sobre el acto jurídico en sentido estricto y la
segunda, la teoría sobre el negocio jurídico- por ello resulta imprescindible determinar, en base
a estas dos posturas, cuál es verdaderamente la naturaleza jurídica del reconocimiento.
Los caracteres esenciales que tiene el reconocimiento de hijo, nos ayudan a complementar el
contenido de esta figura, comprendiendo de una mejor manera los efectos que de ésta derivan.
De esta manera, será posible determinar los rasgos diferenciadores que hacen que tenga una
regulación especial dentro de nuestro ordenamiento jurídico. Empezaremos a continuación, el
desarrollo de cada uno de ellos:
3.1 Es unilateral
La doctrina tradicional francesa advierte la conveniencia de este carácter unilateral, pero indica
que no siempre fue concebido así, siendo que después de algunas consideraciones y
vacilaciones que recién se tomó esta determinación. En un inicio se tuvo la propuesta de que
26
por sí solo, el reconocimiento efectuado por el padre no tenga ningún efecto jurídico, tenía que
ser necesaria además la confesión de la madre en señal de conformidad, pero surgía graves
inconvenientes en los supuestos de que la madre moría o desaparecía, estando el padre
impedido de reconocer a su hijo.
Frente a ello, se pretendió dar al reconocimiento efectuado por el padre un valor provisional,
dependiendo de la madre contradecirlo y así privarlo de eficacia, sin embargo hubo el temor
que la madre efectuara oposiciones caprichosas o mal intencionadas. Es finalmente, luego de
evaluar las inconveniencias de los supuestos descritos anteriormente, que se llega al acuerdo de
que tanto el padre como la madre podían efectuar el reconocimiento, no siendo necesaria la
intervención conjunta; en consecuencia constituye una prueba de la filiación respecto a su
autor, más no de quien no intervino en el acto 26.
Como lo ha manifestado doctrina autorizada: “bastará lasola voluntad del reconocedor, sin que
sea necesaria la aceptación del reconocido o de un tercero”. En tal sentido, para que este acto
jurídico surta plenamente sus efectos, sólo será necesaria la declaración del sujeto sin necesidad
de la concurrencia de otra manifestación para que pueda configurarse válidamente el
reconocimiento de hijo.
26
COLIN, Ambrosio y CAPITANT, H. Ibídem, p. 580.
27
• Reconocimiento sucesivo: aquel efectuado por actos separados, uno de ellos – ya sea
padre o la madre – interviene en un inicio declarando la relación paterno-filial y en
forma posterior se da la intervención del otro progenitor, que de igual forma se
pronuncia respecto a la misma circunstancia 27.
27
PLACIDO V. Alex F. Filiación y patria potestad en la doctrina y en la jurisprudencia.Lima: Gaceta Jurídica, 2003. p. 146
28
BERROCAL LANZAROT, ANA ISABEL. El reconocimiento como forma de determinación de la filiación. En especial el
reconocimiento por complacencia.Lima: Gaceta Civil & Procesal Civil, 2013, p. 138.
29 SANTA MARIA ARCHILA, Carolina. Filiación extramatrimonial. Bogotá, 1980, p. 103.
28
Desde los inicios de la redacción del Code en Francia existía la preocupación hacia los hijos
nacidos fuera del matrimonio, colocando un especial énfasis en la voluntad del sujeto, así
entendíamos que la irregularidad del nacimiento de un hijo natural quedaba fuera de la familia
– concebida en ese entonces únicamente ligada a la institución del matrimonio – y el lazo de
parentesco existente entre él y sus padres sólo podía fundarse en un acto de voluntad de ellos,
o sea, en un reconocimiento, “se relaciona de una manera notable con la doctrina de la
autonomía de la voluntad, según la cual todo el derecho descansa en la voluntad
omnipotente” 30.
Sin embargo algunos autores consideran que no se trata de una voluntad irrestricta, sino que
tiene ciertas limitaciones impuestas por el ordenamiento, así lo ha manifestado la autora italiana
De Vas Gonzales para quien la voluntariedad constituye una característica del reconocimiento,
por tratarse de una decisión basada en la discrecionalidad del progenitor para efectuarlo,
estando presente la espontaneidad; sin embargo, se trata de una discrecionalidad condicionada:
ante todo, porque presupone la veracidad de una relación biológica; de otra parte, porque la
falta de reconocimiento permite la declaración judicial de paternidad; por último porque, a falta
de reconocimiento por parte de ambos progenitores, se abre, como regla general, el
procedimiento de adopción” 31.
Al respecto consideramos que si bien es cierto existen algunas circunstancias que pueden
limitar la voluntad del agente, no podemos llegar a establecer en forma radical, que ésta se
encuentre condicionada de modo absoluto. El ordenamiento jurídico ha determinado una serie
de presupuestos normativos – denominados normas imperativas – que se encuentran tanto en
el ámbito del derecho de familia como en el ámbito de obligaciones, contratos, derecho de
sucesiones, cuya observancia es obligatoria, teniendo por finalidad la protección de situaciones
que tienen en sí un especial interés – en el caso del reconocimiento el estado de las personas –
siendo necesaria la intervención del legislador; sin embargo ello no es óbice para negar la
voluntad, como esencia misma del reconocimiento.
29
Ahora bien respecto a la declaración judicial de paternidad y la adopción, que son mecanismos
válidos a través de los cuales es posible establecer la filiación – al igual que con el
reconocimiento – éstas son figuras que tienen una regulación distinta 32, y de ninguna manera
pueden ser confundidas; incluso algunos autores pretenden definir al proceso judicial de
paternidad como “reconocimiento forzoso” incurriendo a nuestro parecer en un error, pues en este
supuesto es necesario recurrir al órgano jurisdiccional para que sea el juez– un tercero ajeno a
la relación existente entre padre e hijo – quien, verificando la existencia del vínculo biológico,
declare la paternidad negada desde un inicio por el propio sujeto; como en estos supuestos, la
declaración de filiación no fue “voluntaria”, es que la madre o en su caso el hijo se ve en la
imperiosa necesidad de establecer la filiación de manera forzosa.
Teniendo en consideración el interés que cada figura jurídica pretende regular es que el
ordenamiento civil determina en algunos casos, la exigencia de una formalidad que tiene como
fin dotar de mayor protección y seguridad jurídica. Así lo ha señalado Enneccerus: “las
disposiciones de forma tienen por objetivo la protección contra la precipitación, la mayor
seguridad de la conclusión del negocio (y su distinción de los actos preparatorios) y del
contenido del mismo, facilitar la prueba y, a veces también, la posibilidad de que sea conocido
por terceras personas. Las formas prescritas son la escrita y las formas públicas, que consisten
en intervenciones de índole diversa, del tribunal, de un notario o de una autoridad” 33. La
misma lógica es expuesta por Enrique Varsi: “respecto al negocio jurídico familiar, podemos
decir que es un negocio esencialmente formal, en él rige el principio de solemnidad y no el de
libertad de forma. La formalidad sirve para dar seguridad y publicidad al estado de familia de
las personas, así como también, para otorgarle la trascendencia que requiere para su validez y
relación con la sociedad” 34.
32
Se distingue tres clases de parentesco o filiaciones: -) el parentesco y la filiación legítima que resultan del
matrimonio, -) el parentesco y la filiación natural que resultan de la unión libre y -) el parentesco y la filiación
adoptiva que resultan de la adopción. COLIN, Ambrosio y CAPITANT, H. Ibídem, p. 524.
33
ENNECCERUS, Ludwig. Derecho Civil (parte general). Casa editorial Bosch, Barcelona, 1935, p. 119.
34
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Tratado de derecho de familia. Gaceta Jurídica SA, Lima, 2011, p. 228.
30
En este sentido, el reconocimiento es un acto solemne, pues se requiere de un modo o forma
en que la voluntad debe ser manifestada: “es necesario un instrumento auténtico”. Toda
confesión, incluso indirecta, de paternidad o maternidad contenida en un instrumento
auténtico constituye un reconocimiento válido 35.
Siguiendo esta línea, la normativa nacional, establece tres formas válidas por medio de las
cuáles se puede establecer el reconocimiento, siendo éstas: en el registro de estado civil, por
escritura pública y por testamento – que serán desarrolladas posteriormente - teniendo que
observarse, en cada uno de estos procedimientos, los requisitos exigidos por ley 36 a fin de que
puedan surtir efectos plenamente válidos.
37 Esta disposición tenía por objeto asegurar la sinceridad y por consiguiente la veracidad del acta, impidiendo los
efectos de maniobras dolosas, asegurando su conservación, a fin de señalarle una fecha cierta que a veces es
necesaria.
38 MAZEAUD, Henri y León. Ibídem, p. 418.
31
3.4 Es un acto incondicional
Al referirse a esta característica, se hace alusión al plazo, condición y cargo como modalidades
que puede presentarse en las declaraciones de voluntad; pero contrariamente, por la misma
naturaleza del reconocimiento, éste no admite ninguna de las modalidades mencionadas, por
ello se dice que el reconocimiento es un acto puro y simple.
Como lo señala Peralta Andía: “el fundamento se halla en el hecho de que se trata de un estado
o situación jurídica que no se puede modificar por voluntad de las partes, siendo nula toda
modalidad impuesta” 39. Héctor Cornejo Chávez realiza la siguiente apreciación: “y es lógico
que así sea, pues por la propia índole de la figura, se es hijo o no se lo es de alguien, no puede
alguien serlo desde tal momento o hasta tal fecha o siempre que ocurra tal o cual evento, o con
cargo de efectuar tales o cuales actos” 40. Así también lo ha considerado Varsi: “al tratarse de
actos generadores de estados personales exigen certeza y duración y a estas exigencias se
oponen las modalidades de condición y plazo. El estado civil es incondicionable al no poder
quedar en la incertidumbre, además que el poder público no tolera las restricciones impuestas
por particulares” 41.
Se concluye que tampoco es una novedad el carácter incondicional del reconocimiento, pues
las modalidades no juegan en el ámbito del Derecho de Familia, porque allí no opera el
principio de la autonomía de la voluntad que es el que permite su establecimiento. No
obstante, consideramos que en realidad se hace referencia a que la voluntad de los sujetos no
opera en la realización de los efectos jurídicos dentro de las instituciones familiares –
específicamente en el reconocimiento - encontrándose impedido de supeditar las
consecuencias que de éste derivan a algún tipo de condición, plazo o cargo. Sin embargo, no
podemos dejar de lado el rol esencial que la voluntad del agente desempeña en la formación de
los negocios jurídicos familiares, constituyendo presupuesto esencial para su validez.
39
PERALTA ANDÍA, Javier Rolando. Op. cit., p. 465.
40 CORNEJO CHAVEZ, Héctor. Derecho familiar peruano. Gaceta jurídica editores. Lima, 1999, p. 447. citado por
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique.Ibídem, p. 228.
41
PARRA BENÍTEZ, Jorge. Derecho de familia. Temis, Bogotá, 2008.
32
En este sentido, es un acto puro, no sometido a condición, ya que las cuestiones referente al
estado de familia de las personas no se pueden hacer depender de acontecimientos más o
menos inciertos ni del cumplimiento de un plazo o término” 42.
Este es uno de los caracteres reconocidos de manera expresa en el Código Civil, así el artículo
395 establece lo siguiente: “El reconocimiento no admite modalidad y es irrevocable”.
Por acto irrevocable se entiende aquel que no puede quedar privado de efectos por la sola
voluntad de quien lo llevó a cabo; una vez realizado éste no cabe la posibilidad de retractarse;
en consecuencia, si la declaración de voluntad ha sido emitida válidamente, el sujeto no podrá
dejarla posteriormente sin efecto.
Como lo ha manifestado la doctrina francesa “sucede así con el reconocimiento, porque es una
confesión (…) “la confesión es irrevocable en el sentido de que no cabe retractarse de una
confesión sincera y exacta; pero resulta siempre posible demostrar que la confesión es mendaz,
o que es resultado de un error, de un dolo, de una violencia, sucede lo mismo con el
reconocimiento, que cabe invalidar, en tales casos, por medio de una acción judicial: la acción
de impugnación” 43.
33
No existe contradicción entre este principio de irrevocabilidad y la posibilidad que tiene el
autor del acto para pedir su nulidad, no debe de confundirse la anulación en virtud de
sentencia judicial por motivo determinado y legal, con la revocación del reconocimiento sin
quedar comprobada la exactitud de las razones alegadas. El carácter irrevocable presupone la
existencia de un reconocimiento válido, quiere decir vínculo consanguíneo entre reconociente -
reconocido y la concurrencia de los requisitos exigibles para su configuración; si al momento
de emitir esta declaración, ha existido algún vicio de la voluntad, faltase algún elemento
esencial para su validez o no existiese el elemento objetivo: vínculo biológico, es posible
cuestionar sus efectos, pero no por medio de la revocación sino por otros remedios jurídicos
aplicables: nos referimos a la nulidad y anulabilidad en los que se pretende discutir sobre la
validez del reconocimiento sin que ello resulte ser una situación contradictoria a su
irrevocabilidad. Cabe reiterar: el reconocimiento siempre tendrá la particular característica de
ser irrevocable.
34
reconocimiento acarrea, quede al arbitrio del sujeto que realiza el reconocimiento 44”.Todo
estado civil de las personas tiene la condición intrínseca de permanencia, lo que resulta
compatible con la irrevocabilidad del reconocimiento.
Algunos autores explican el carácter irrevocable del reconocimiento a la luz de la “teoría de los
actos propios”, por la que es posible oponerse al ejercicio de un derecho o pretensión que
afecta a un tercero, cuando quien lo realiza ha efectuado con anterioridad una conducta o
comportamiento que resulta contradictorio con lo que ahora pretende 46. En virtud de ello el
reconocimiento de hijo sería irrevocable en razón de que el sujeto una vez que emite la
declaración de paternidad – conducta inicial – no puede pretender en forma posterior
desconocer esta declaración, pues ello constituiría una situación que va en contra de esta
conducta inicial, la que de ninguna forma puede ser sujeta a contradicción; así se pretende, por
medio de esta doctrina, restar eficacia al nuevo comportamiento que resulta incoherente
respecto a uno determinado con anterioridad.
En este sentido, resultaría una gran incongruencia de conductas entre atribuir inicialmente la
calidad de hijo, y en un segundo momento intentar desconocerla.
Corral Talciani, señala: “uno de los casos en los que la jurisprudencia chilena ha invocado la
doctrina de los actos propios es el que se presenta cuando el autor del reconocimiento de un
hijo pretende dejar sin efecto ese reconocimiento por vía de la impugnación de la paternidad.
44
JURISPRUDENCIA CIVIL. Op. cit., p. 168.
45
BERROCAL LANZAROT, ANA ISABEL. Ibídem, p. 139.
46
CORRAL TALCIANI, Hernán. La doctrina de los actos propios en el derecho de familia chileno. Cuadernos de Extensión U.
de los Andes, Chile, 2010, p. 1.
35
Un fallo así lo ha entendido al declarar que “teniendo el reconocimiento voluntario –factor de
determinación– el carácter de irrevocable, no resulta procedente que el autor de tal
reconocimiento pueda actuar en contra de su propio acto, que consistió en admitir en forma
voluntaria y solemne su paternidad respecto de un hijo, al margen de si el acto se corresponde
o no con la realidad” (C. Valparaíso, 17 de julio de 2008, rol 1529-2008, LP39461) 47.
De lo expuesto, consideramos que si bien alguna doctrina intenta aplicar la doctrina de los
actos propios en la irrevocabilidad del reconocimiento, ha perdido operatividad práctica y de
cierto modo puede convertirse en un instrumento del que no puede depender la estabilidad de
las relaciones jurídicas. El carácter irrevocable del reconocimiento, se justifica por el interés
que reviste el estado civil de las personas, no es posible que la identidad del ser humano quede
supeditada a la voluntad del sujeto que ha declarado la paternidad. Como lo ha señalado el
maestro Morales Hervias: “de acuerdo a nuestra tesis de inaplicabilidad de la doctrina de los
actos propios en nuestro sistema jurídico, las normas jurídicas que aparentemente regulan tal
doctrina en realidad determinan claramente los hechos y efectos jurídicos correspondientes sin
necesidad de aplicarla. Si las propias normas contienen todos sus elementos no se entiende
porqué debemos aplicar una doctrina impracticable e injusta en nuestro ordenamiento
jurídico” 48.
En consecuencia, una vez que el padre decide dar relevancia jurídica a este hecho natural, no
puede posteriormente desconocer el lazo consanguíneo, simplemente porque su existencia
trasciende al reconocimiento propiamente dicho, este vínculo está presente desde el momento
en que se produjo la concepción del hijo y será trascendente aún después de su muerte, esto se
47
CORRAL TALCIANI, Hernán. Ibídem, p. 28.
MORALES HERVIAS, Rómulo. La doctrina de los actos propios entre el negocio y el contrato. Historia de una importación
48
impracticable e injusta, en Diálogo con la Jurisprudencia , número 89, Marzo, Año 11, Gaceta Jurídica, Lima,
2006, p. 136
36
traduce en una sola frase: “se es padre para toda la vida”; admitir lo contrario sería ir contra la
naturaleza misma de la filiación.
En países como Italia, se reconoce estas tres formas por las que es posible efectuar el
reconocimiento de hijo, citando a la autora italiana Juana María De Vas Gonzales señala: “El
ordenamiento jurídico italiano viene a admitir una pluralidad de formas para el reconocimiento,
en concreto, el primer apartado del artículo 254 del Código Civil dispone que el
reconocimiento del hijo natural puede ser hecho en el acto de inscripción del nacimiento, o a
través de la declaración pertinente, con posterioridad al nacimiento o a la concepción, ante el
encargado del Registro Civil o ante el Juez, o en documento público, o en testamento,
cualquiera que sea la forma de éste. La exigencia de documento público se dirige a garantizar el
mayor grado posible de certeza en orden al tiempo y autor del reconocimiento, así como a
llamar la atención del declarante en relación con la importancia del acto que está realizando.” 49
Este tipo de reconocimiento se realiza en el registro de estado civil, se puede llevar a cabo en el
momento de inscribir el nacimiento o en declaración posterior mediante acta firmada por
quien lo practica y con la autorización del funcionario competente. Es la más usual de las
formas de reconocimiento que se practican a diario, realizada conjuntamente por ambos
49
DE VAS GONZALES, Juana María. Ibídem., http://libros-revistas-derecho.vlex.es/vid/oacute-seno-stato-
filiazione-italiano-58026705
37
progenitores como lo señala expresamente nuestra legislación o por separado, como sería el
caso que primeramente es reconocido por la madre y posteriormente por el padre 50”.
Mencionaremos que sucede lo mismo en el caso de Argentina: “(…) trata del reconocimiento
contenido en la partida inscripta en el Registro del Estado Civil Capacidad, puede ocurrir que
ambos padres concurran al Registro citado a inscribir el nacimiento del hijo, reconociéndolo
conjuntamente, o bien que, inscrito por uno de ellos o atribuida la maternidad según el artículo
242 del C.C. el reconocimiento del padre sea posterior” 51.
Tal como lo ha señalado Aguilar Llanos “la Ley 29032 del 4 de junio de 2007 ordena asentar
una nueva partida o acta de nacimiento consignándose en ésta la referencia a la partida o acta
expedida inicialmente. Con ello se pretende dejar atrás las partidas en las que se consignaban
los actos de reconocimiento; con la nueva ley las partidas de los hijos reconocidos no harán
mención a estas actas que representaban de algo forma una discriminación” 52.
La doctrina española considera que exista una serie de ventajas en el reconocimiento que se
efectúa ante el Registro Civil, siendo estas las siguientes:
-) Puede promoverse en cualquier tiempo, y aunque hayan muerto el padre y el hijo por
cualquiera que tenga interés legítimo en la constatación de la filiación o por su representante
legal.
50 Artículo 388.- El hijo extramatrimonial puede ser reconocido por el padre y la madre conjuntamente o por uno
solo de ellos. Sin embargo, en la práctica, contrariándose el precitado artículo, se requiere que el reconocimiento
sea simultáneo, es decir que lo realicen ambos padres al mismo tiempo, a efectos de impedir que el progenitor que
no interviene en el reconocimiento puede impugnar el acto.
51 LLOVERA, Nora. Ibídem. p. 74.
52
AGUILAR LLANOS, Benjamín. Ibídem., p. 272.
38
consideración pública y familiar, el hijo fue tenido como tal por el padre o sus familiares
(convivencia, uso de sus apellidos, etc.) 53.
Cabe señalar que si bien se requiere de la minuta autorizada por abogado a fin de que se
extienda la escritura pública, ciertos actos – como es el caso del reconocimiento - no requieren
39
la presentación de este documento, es posible que el compareciente declare directamente su
voluntad ante el notario, sin ninguna intermediación.
Esta forma de efectuar el reconocimiento se realiza mediante el acto de última voluntad del
sujeto “el testamento” que además de contener regulaciones principalmente de carácter
patrimonial, también puede contener válidamente disposiciones de contenido extrapatrimonial-
es el caso del reconocimiento de un hijo- justamente a través del testamento, puede hacerse
declaraciones sobre derechos y deberes para después de la muerte.
40
Consideramos adecuado hacer una cita textual, respecto al fundamento del reconocimiento por
testamento: “el hombre, al sentirse cerca de la muerte parece estar dispuesto a confesar sus
errores o a descubrir hechos de su vida que ha querido guardar en secreto y hay que facilitarle
en consecuencia, la posibilidad de hacerlo, sobre todo cuando ello puede beneficiar a otra
persona, que como el hijo ilegítimo se ha visto privado de sus derechos por culpa de su
progenitor” 55.
Nuestra normativa acoge una concepción del testamento como negocio jurídico mortis causa
amplio y variable, contenido tanto patrimonial como no patrimonial, que es reconocida en el
artículo 686 de nuestro código civil:
“Por el testamento una persona puede disponer de sus bienes, total o parcialmente, para después de su
muerte, y ordenar su propia sucesión dentro de los límites de la ley y con las formalidades que ésta
señala. Son válidas las disposiciones de carácter no patrimonial contenidas en el
testamento, aunque el acto se limite a ellas”
Resulta interesante la distinción que realiza la autora Natalia Alvarez en cuanto al sentido
material y formal del contenido del testamento: “de acuerdo todos en que el testamento puede
albergar determinadas disposiciones no patrimoniales -que no constituyesu contenido normal,
ligado con la institución de heredero y su ordenación-, si consideramosque tales cláusulas son
también testamento -en sentido material- habrán de aplicárseles todos y cada uno de los
caracteres definidores del testamento y sus requisitos(esencial revocabilidad y formas de
revocación, eficacia mortiscausa, requisitos decapacidad del testador, vicios del consentimiento
testamentario, etc.). En el caso de que se estime que el testamento no es sino un vehículo
formal de incorporación de tales disposiciones, éstas seguirán su régimen jurídico -
correspondiente a su naturaleza como los negocios que son-, vinculándose, eso sí, a las
exigencias de forma del testamento” 56.
BELTRAN DE HEREDIA, J. El reconocimiento de hijo natural en testamento. En Revista de derecho privado, Madrid,
55
41
La cita anterior nos lleva a una aproximación del tema de la revocación en el testamento,
advertimos que si bien el testador puede dejar sin efecto sus disposiciones testamentarias por
medio de otro testamento –como expresión de la soberanía de la voluntad individual- no es
posible que pueda revocar la disposición sobre el reconocimiento de hijo, este subsiste como
un negocio jurídico independiente.
Al respecto, no existe ninguna regulación en nuestro código civil, como si lo han contemplado
algunos cuerpos legislativos (por citar el código civil español en su artículo 741 “el
reconocimiento de un hijo no pierde fuerza legal aunque se revoque el testamento en que se
hizo o éste no contenga otras disposiciones, o sean nulas las que contuviese”) sin embargo es
posible llegar a esta conclusión a partir del carácter irrevocable que tiene el reconocimiento de
hijo.
Otro tema que llama la atención es el que se refiere a las clases de testamento que pueden
albergar al reconocimiento, en este sentido el artículo 390 de nuestro código civil, establece que
el reconocimiento se hace constar en el registro de nacimientos, en escritura pública o en
testamento. La norma no ha especificado de manera expresa que tipo de testamento puede
contener esta declaración unilateral del progenitor, existiendo la posibilidad de considerar que
puede reconocerse a un hijo mediante testamento por escritura pública, testamento cerrado u
ológrafo, claro está cumpliendo las formalidades que el código civil regula para cada uno de
este tipo de testamentos, teniendo en consideración el principio de autenticidad –al que
hicimos referencia en el desarrollo de los caracteres del reconocimiento– y que justamente
adquiere tal calidad los testamentos ológrafos y cerrados una vez que son autenticados o
protocolizados y sin mayor inconveniente el testamento por escritura pública.
42
A nivel de las legislaciones extranjeras, se admite la posibilidad de que la declaración de
paternidad pueda efectuarse por medio de un documento que no revista la calidad de público,
claro ejemplo lo tenemos en el ordenamiento jurídico de Argentina. LLoveras Nora, indica lo
siguiente: “el instrumento privado debidamente reconocido tiene el mismo valor que el
instrumento público entre quienes lo han suscripto y sus sucesores, cabe señalar que para fijar
la fecha cierta del instrumento público entre quienes lo han suscripto deberá estarse a lo
dispuesto en el artículo1035 57 del C.C” 58. Quiere decir que es posible que el progenitor pueda
efectuar el reconocimiento en forma privada, pero es necesario que esta declaración tenga
fecha cierta, a fin de determinar el momento a partir del cuál va a surtir los efectos.
57 Artículo 1035.- Aunque se halle reconocido un instrumento privado, su fecha cierta en relación a los sucesores
singulares de las partes o a terceros, será: 1 - La de su exhibición en juicio o en cualquier repartición pública para
cualquier fin, si allí quedase archivado; 2 - La de su reconocimiento ante un escribano y dos testigos que lo
firmaren; 3 - La de su transcripción en cualquier registro público; 4 - La del fallecimiento de la parte que lo firmó,
o del de la que lo escribió, o del que firmó como testigo
58 LLOVERA, NORA. “Op. cit. p. 74.
43
CAPITULO II
De manera preliminar, consideramos oportuno determinar los alcances tanto del negocio
como del acto jurídico, en razón que a lo largo del desarrollo de este trabajo, ha sido posible
encontrar textos en los que estos dos términos han sido utilizados como sinónimos, bajo la
expresión: “acto o negocio jurídico”, en realidad ¿tienen el mismo significado?. Más aun
considerando que la terminología que recoge nuestro código civil en su libro segundo es la de
“acto jurídico”, nos preguntamos ¿es correcta tal denominación?.
Existe un amplio y complejo debate respecto a este tema. Son diversos autores los que han
dedicado gran parte de la investigación a su estudio y análisis, plasmados finalmente en
artículos jurídicos y libros, dedicándose exclusivamente a tratar temas sobre la historia de las
codificaciones, teorías, clasificaciones y otras cuestiones referentes al negocio y al acto jurídico.
Opiniones diversas existen al respecto, posturas que difieren unas con otras, siendo necesario
conocer los alcances de la doctrina especializada tanto a nivel nacional como extranjera con la
finalidad de diferenciar estas categorías y así determinar la naturaleza jurídica del
reconocimiento de filiación.
Empezando por establecer los orígenes de esta discusión, es necesario tener en cuenta el gran
aporte brindado por el doctor Leysser León, manifestando que el inconveniente surge debido a
una equivocación en cuanto a las traducciones de estos conceptos, tratándose básicamente de
un problema terminológico, así indica: “la llamada “teoría francesa del acto jurídico” no es otra
44
cosa que la original alemana, sin más modificación que la nominativa” 59, después de arduas
investigaciones, el autor llega a la conclusión que es a partir de las codificaciones en Francia
inspiradas en el modelo alemán, donde el término “negocio jurídico” Reazchtsgeschäft- que tiene
origen en el derecho germano – es traducido erróneamente como “acto jurídico”. Siendo de tal
magnitud el equívoco, pues en Alemania existe una clara distinción entre los términos negocio
jurídico y acto jurídico. Así lo señalan diversos autores que han sido citados: “Nicola
Coumaros testimoniaba: los juristas franceses contemporáneos traducen como acte juridique el
término alemán Rechtsgeschäft, que fue empleado por vez primera, en el lenguaje jurídico
germano por Hugo”; por otro lado manifiesta: “Michele Giorgianni ha arribado a las mismas
conclusiones. El agudo jurista siciliano confronta las ediciones alemana y francesa del Código
Civil suizo, y constata que en la primera se emplea el término “Rechtsgeschäft” mientras que en la
segunda se emplea “acte juridique” ¡Y se trata del mismo texto legal!” 60.
Teniendo en cuenta la clara distinción que existe entre estas definiciones clásicas del negocio
jurídico y el acto jurídico en su versión original es decir, en Alemania; el autor expresa lo
siguiente: “en el idioma castellano, como en el italiano y en el portugués, existe una voz precisa
para traducir el Rechtsgeschäft alemán, y no es otra cosa que negocio jurídico. La voz “acto
jurídico” debe ser reservada para aquellas figuras que en alemán se denominan Rechtshanlungen
im engeren Sinne, los llamados “actos jurídicos en sentido estricto”, como la aprehensión u
ocupación, los esponsales, la adopción, y para gran parte de la doctrina, el matrimonio” 61. En
síntesis el problema de la confusión de ambos términos se debe básicamente a una equívoca
traducción de la terminología jurídica germana, al ser importada a otros ordenamientos
jurídicos como el francés y que finalmente llegan al Perú en una versión completamente
distorsionada, aquí es donde podemos resaltar la importancia de un estudio que nos permita
conocer las verdaderas fuentes.
Esta inadecuada utilización de los términos acto jurídico y negocio jurídico, así como el
equívoco en sus verdaderos significados que es posible apreciar en nuestro ordenamiento civil,
también se verifica en países vecinos como Argentina, así lo ha señalado parte de la doctrina
LEÓN H., Leysser L. Las malas lecturas y el proceso de codificación civil en el Perú. El acto jurídico, el negocio jurídico y la
59
historia de una confusión. En: ID., El sentido de la codificación civil, Lima, 2004, p. 66.
60 LEÓN H., Leysser L. Ibídem., p. 66.
45
autorizada que explica lo siguiente: “la terminología alemana, italiana y española difiere de la
argentina en esta materia, ya que califica de acto jurídico al acto voluntario lícito en general,
reservando la denominación de negocio jurídico para nuestro acto jurídico. En la doctrina de
esos países, el negocio jurídico es la manifestación de voluntad dirigida a la consecución de un
fin amparado por el derecho, de ahí que en lugar de acto jurídico familiar se hable de negocio
jurídico familiar (…) pero las distintas denominaciones no implican diferencias conceptuales,
por lo que aún en nuestro derecho algunos autores utilizan la denominación negocio jurídico
como equivalente de acto jurídico 62”.
El negocio jurídico, es una categoría jurídica que surge en Alemania, es así que para poder
entenderla es necesario estudiarla teniendo en cuenta su verdadero origen. Según lo señalado
por el profesor León, en Alemania se llega a establecer la definición de negocio jurídico a partir
de la observación de la realidad, desarrollando una síntesis de las distintas figuras del
ordenamiento civil –compraventa, testamento, adopción, matrimonio, reconocimiento de hijo–
para llegar así a establecer una categorización, que se traduce en un concepto abstracto, capaz
de sistematizar todos estos fenómenos en los que se verificaba la existencia de un elemento en
común, la declaración de voluntad.
46
Al respecto, Massimo Paradisso señala lo siguiente: “el negocio no es un instituto – a
semejanza del contrato, del testamento o del matrimonio – que encuentra lugar en el código,
sino es una categoría dogmática elaborada por la doctrina ( y en particular, por la pandectista
alemana del siglo XIX y por la italiana del siglo pasado) por medio de las abstracciones. Esta
ha sido elaborada a partir de algunas figuras del derecho positivo reunidas con el fin de
constituir expresión de autonomía: estas disponen de intereses individuales, persiguiendo
efectos jurídicos tutelados por la ley; mediante un programa o esquema de reglamento que
deviene vinculante para las partes” 64.
A partir de ello es que Savigny, aproximadamente en el año de 1840, es el primero en hacer uso
de éste término: “negocio jurídico”, haciendo alusión a la declaración de voluntad destinada a
crear, modificar, extinguir derechos; por ello es que en el BGB en Alemania, la definición de
negocio jurídico se encontraba íntimamente ligada con la declaración de voluntad; inclusive en
un inicio, fueron considerados como sinónimos. Luego de ello se comprendió que en realidad
la declaración de voluntad es un elemento esencial del negocio jurídico “el negocio jurídico
sigue siendo ligado de forma inseparable a la declaración de voluntad porque ella constituye un
elemento imprescindible de aquel” 65.
A partir de ello es posible citar una definición de negocio jurídico en los materiales elaborados
en la primera comisión para la promulgación del BGB: “es una declaración de voluntad privada
destinada a provocar una consecuencia jurídica que según el ordenamiento jurídico se produce,
porque es querida por el agente” 66.
Según lo señalado por Schmidt : “En el BGB el término “Reazchtsgeschäft” recibió un lugar muy
preeminente. El capítulo tercero de la parte general (Allgemeiner Teil) lleva el título “Von den
Rechtsgeschäften” (de los negocios jurídicos). Este capítulo debe ser visto como el corazón de
la parte general, porque es el único capítulo dentro de ella que realmente aspira a contener
reglas para los cuatro libros de la parte especial (obligaciones, cosas, familia, sucesiones). En
PARADISO, Masimo. Hechos, actos y negocios jurídicos. En Observatorio de Derecho Civil. Volumen X: Acto
64
Jurídico, p. 32.
65
SCHMIDT, Jan Peter. La teoría del negocio jurídico en Alemania hoy: ¿ Qué se entiende por “negocio jurídico”? En Revista
Jurídica del Perú, Año LVI, N° 67, 2006, p. 38
66
SCHMIDT, Jan Peter. Ibídem, p. 36-37.
47
conclusión las normas sobre el negocio jurídico se aplican no sólo a un contrato de
compraventa, sino también a la transmisión de la propiedad de un inmueble, al matrimonio y al
otorgamiento de un testamento, para citar algunos ejemplos” 67. Bajo la abstracción de las
peculiaridades de estas figuras es que se elabora la noción del negocio jurídico como una
“super categoría” donde reúne los aspectos en común: actos conscientes y voluntarios
dirigidos a producir un determinado efecto jurídico.
Siguiendo esta línea de pensamiento, el tratadista italiano Vittorino Pietrobon, considera que el
problema radica en determinar si es posible admitir la existencia de una figura unificadora del
negocio jurídico, en la que confluya la existencia de un elemento en común, llegando a la
conclusión que efectivamente “la figura del negocio es unitaria, las soluciones adoptadas
deberán hallar un nuevo testimonio en el hecho evidente de que todos los negocios, todos los
actos de ejercicio de la autonomía privada se hallan regulados, en su aspecto subjetivo, por
reglas sustancialmente inspiradas en un principio unitario: el concepto de volición consciente,
así el elemento de estructura esencial tanto para la existencia del contrato, como de cualquier
otro negocio –negocios unilaterales patrimoniales, negocios mortis causa y negocios del
derecho de familia– es la volición, o sea el acto volitivo de la parte, o de las partes, calificado,
según expusimos, por el conocimiento de los efectos que el acto objetivamente es capaz de
producir” 68.
Es propicio detenernos a exponer una de las tantas definiciones que se le ha dado al negocio
jurídico – en relación a las teorías que han surgido para explicar sus alcances y contenido – que
hemos considerado – a efectos de nuestra investigación – la más acertada: “El negocio
jurídico será definido, conformemente, como “un acto de voluntad libre, tendiente
hacia un fin práctico protegido por el derecho y productivo, como consecuencia de
dicha protección, de determinados efectos jurídicos predispuestos por el derecho
mismo, y de otros efectos, específicamente queridos por el sujeto, dentro de los límites
en que el derecho atribuye eficacia a la voluntad privada” 69.
67
SCHMIDT, Jan Peter. Ibídem, p. 39.
PIETROBON, Vittorino. El error en la doctrina del negocio jurídico. Madrid: Editorial revista de derecho privado,1971,
68
p. 653.
PUGLIATTI, Ibídem. pp. 7-8. En LEÓN, Leysser L. Ibídem, p. 60
69
48
Dentro de nuestro ordenamiento civil, podemos verificar la influencia de esta categoría
dogmática cuando analizamos el artículo 140 del código civil peruano, que establece la
siguiente definición:
Advertimos que el legislador peruano acogió la definición del negocio jurídico tal y como se ha
establecido en el ordenamiento civil alemán, bajo la denominación de “acto jurídico”, no
obstante como lo mencionamos al inicio de este apartado, la inexacta traducción del término
Rechtsscechäft originó el equívoco de términos, producto de una investigación deficiente que
trajo consigo una inadecuada importación de figuras jurídicas extranjeras sin tener en
consideración su verdadero significado.
Después de explicar brevemente los alcances del negocio jurídico, nos preguntamos ¿cómo es
que surge el término acto jurídico en sentido estricto?, así es preciso señalar la línea de
pensamiento de la doctrina especializada, luego de realizar un estudio comparativo con el
ordenamiento civil de Alemania: “se ha percatado accidentalmente del acto jurídico, cuando,
en la elaboración de la figura del negocio, se ha hallado frente a actos que no se dejaban ubicar
en dicho esquema, y ha dado una definición eminentemente negativa a los mismos, común
hasta hoy: actos que no son negocios, o actos no negociales, a los cuales también se ha
atribuido la calificación de actos en sentido estricto” 70. Ello explica, que se llega a establecer la
noción de los actos jurídicos en sentido estricto, a partir del análisis de determinadas conductas
que no podían enmarcarse dentro de la definición del negocio jurídico.
Los actos jurídicos en sentido estricto son en realidad un comportamiento, porque está
presente la voluntad de obrar (lo que los alemanes conocen como voluntariedad) sin embargo no
está presente el acto de voluntad, que es la de crear, regular, modificar o extinguir relaciones
70 SANTORO-PASSARELLi, Francesco, voz “Atto giuridico”, en Enciclopedia del diritto, vol. IV, Giuffrè, Milán, 1959,
p. 205. cita de LEÓN, Leysser L. Los actos jurídicos en sentido estricto sus bases históricas y dogmáticas. En Negocio jurídico
y responsabilidad civil. Estudios en memoria del profesor Lizardo Taboada Córdova.
49
jurídicas 71. Los supuestos comúnmente utilizados por la doctrina especializada para referirse a
esta categoría comprende “la ocupación, donde la adquisición de la propiedad se producirá
“sin tener en cuenta la intención del agente. Él adquiere la propiedad sin saberlo ni quererlo.
No podría aplicar a tal adquisición una condición o un plazo. Sería irrelevante el error de
derecho o de hecho en el que podría incurrir. No tiene lugar la interpretación del acto. Las
normas que conciernen al negocio jurídico se revelan inaplicables. Incluso un niño o un
enfermo mental producen, con sus actos jurídicos, el efecto jurídico, porque este se encuentra
ligado a una fattispecie que prescinde del conocimiento y de la voluntad del agente” 72.
Conforme a las concepciones expuestas del negocio jurídico y del acto jurídico en sentido
estricto, consideramos que existe un criterio de distinción que permitirá la diferenciación de
ambas categorías jurídicas, el cual radica en la relevancia de la voluntad para cada hipótesis en
concreto. Como ya se ha discutido, la voluntad del sujeto está presente en la configuración del
negocio jurídico así como en los actos de contenido no negocial, sin embargo esta voluntad
tiene un grado de intensidad distinta en uno y otro caso.
En los negocios jurídicos, la voluntad es el contenido propiamente dicho del acto, por ello es
que se manifiesta, despliega del interior de la persona y persigue las consecuencias jurídicas que
pueden ser establecidas ya sea por los particulares, determinadas por la ley conjuntamente con
la intervención del sujeto o consecuencias jurídicas atribuidas únicamente por la ley; sea en uno
u otro supuesto, lo relevante es la persecución de los efectos jurídicos que trae consigo la
realización del acto.
71Así lo ha manifestado el autor Pugliatti: “De acto voluntario se habla cuando la determinación volitiva del
sujetoes asumida como presupuesto del acto mismo, como elemento extraño a su núcleo estructural; el acto de
voluntad, en cambio, se presenta cuando la determinación volitiva, por sí misma, constituye el esencial núcleo
estructural del acto”. El elemento de discriminación, nótese bien, no se ubica en la voluntad del acto, “que es
característica común de todos los actos jurídicos en sentido lato, sino en la voluntad como contenido del acto.
Solamente en los actos de voluntad, y no en los actos voluntarios, adquiere relevancia jurídica el programa que el
agente apunta a realizar con el cumplimiento del acto, y que el derecho traduce en una determinada serie efectual.
En los actos voluntarios, en cambio, es exclusivamente la actividad (voluntaria) la que es tomada en consideración
por el derecho, con independencia de todo programa del agente. De ello deriva que, en el primer caso, la serie de
las consecuencias jurídicas predispuestas por el derecho puede variar, a fin de permitir la más idónea y completa
realización del programa del agente; en el segundo caso, las consecuencias jurídicas no resultan susceptibles de
modificación o adaptación. La diferencia entre las dos categorías debe identificarse, por lo tanto, en la relevancia
jurídica, y, respectivamente, en la irrelevancia jurídica, de la voluntad como contenido del acto. PUGLIATTI,
fattigiuridici, ed. revisada y actualizada por Angelo FALZEA (1945), Giuffrè, Milán, 1996., pp. 7-8. En LEÓN,
Leysser L. Op. cit., p. 60.
MANIGK, “Studi di diritto italiano e tedes cosulla natura e l’inquadramento sistematico de gliatti giuridici privati”, cit., p. 142.
72
50
Es posible advertir que este contenido en la declaración de voluntad, se encuentra ausente. En
los actos jurídicos stricto sensu, se advierte ineludiblemente la existencia de un comportamiento
voluntario para llevar a cabo el acto, sin embargo no es posible verificar que la voluntad
persiga la producción de los efectos jurídicos.
Para quienes niegan la naturaleza negocial del reconocimiento de hijo, tienen como
fundamento esencial que los efectos que derivan de éste –así como de todos los actos que
pertenecen al ámbito del derecho familiar– quedan sustraídos a la disponibilidad de las partes,
no siendo posible que la autonomía privada sea reguladora de las consecuencias jurídicas. En el
caso del reconocimiento de hijo, los efectos jurídicos han sido determinados por la ley, estos
vienen a ser básicamente los deberes entre padres e hijos (alimentación, educación, vestido,
además de los deberes morales) así como también los derechos que derivan de la relación
paterno-filial (como lo son los derechos sucesorios).
51
personales ( Willensmitteilungen, intimaciones, ofertas” 73 (el resaltado es nuestro) 74. Como es de
apreciarse en la tipología de actos jurídicos en sentido estricto planteada por el autor alemán,
considera al reconocimiento de hijo como acto sin voluntad negocial que perfecciona los
elementos interiores sustanciales del sujeto.
Así también las opiniones que consideran al reconocimiento como un acto jurídico en sentido
estricto son asumidas por la doctrina italiana, siendo sus principales defensores Cariota Ferrara,
Barbero, quienes consideran que el reconocimiento no expresa una voluntad atributiva de
status, sino únicamente una constatación de paternidad (confesión), siendo éste una declaración
de ciencia 75.
76
Asimismo, en el ámbito de los actos jurídicos en sentido estricto, el acto humano puede consistir principalmente
en una operación material, como el pago de la deuda, la oferta de cumplimiento, la toma de posesión de un bien,
la destinación de una cosa a servicio de otra ( art. 1191, 1209, 923, 817 del cc italiano) Pero puede consistir en un
declaración que será entonces declaración de ciencia ( o participación o comunicación de hechos conocidos) y no
declaración de voluntad ( ya que como se ha visto, no es exigida la voluntad de los efectos para que estos se
produzcan) Así acontece por ejemplo, en el testimonio, en la confesión, en la intimación, en el requerimiento por
cumplir, en los avisos, denuncias o notificaciones , en el reconocimiento de un hijo natural, en la expedición de un
recibo ( arts. 2730, 1219, 11264, 1495, 250, 1195 del cc italiano). Se trata en todo caso de actos no negociales
porque los efectos están vinculados directamente al cumplimiento del acto, prescindiendo de la conciencia que el
sujeto tiene o de la voluntad de producir dichos efectos. En PARADISO, Masimo.Ibídem , p. 29
PARADISO, Masimo.Ibídem , p. 31.
77
52
directamente de la ley y es irrelevante que el declarante no los quisiese, o en efecto, no los
conociese” 78.
Esta postura también es defendida por el italiano Carlo Furno, quien después de una
exposición sobre sus fundamentos concluye que el reconocimiento de hijo carece de voluntad
negocial, siendo un acto jurídico en sentido estricto, “ en efecto, puesto que el reconocimiento
se refiere, por una parte, al hecho natural de la procreación y, por otra, da lugar al
cumplimiento de la condición de la cual deriva la ley el efecto de la atribución del status de hijo
natural , y puesto que está claro que la voluntad privada no puede tener por sí el poder o la
eficacia de atribuir un status, resulta, en consecuencia que el reconocimiento de la filiación
natural no puede ser configurado sino como mera declaración de ciencia , no negocial por
definición” 80.
78
PARADISO, Masimo. Ibídem, p. 29.
79
PARADISO, Masimo. Ibídem, p. 35.
FURNO, Carlo. Negocio de fijación y confesión extrajudicial. Editorial revista de derecho privado, Madrid, 1957,p. 211.
80
53
La doctrina española, respecto a la naturaleza jurídica del reconocimiento, establece que no
puede tratarse de un negocio jurídico en sentido estricto, pues no es susceptible de
negociación, además la condición de las personas no puede dejarse a merced de los actos de
disposición privada, concluyendo que se trata de un acto jurídico en sentido estricto, porque
sus efectos se producen por determinación de la ley y no por el contenido de la voluntad del
reconociente 81.
El autor considera que no son aplicables los mecanismos de nulidad ni anulabilidad para dejar
sin efecto un reconocimiento no acorde con la realidad biológica, pues éstos remedios han sido
establecidos específicamente para los contratos y no para los actos que regulan las relaciones
familiares–figuras típicas del derecho familiar, siendo uno de éstos el reconocimiento de hijo–
considerando que las disposiciones contenidas en el Libro II de nuestro Código Civil como
parte general (nulidad, vicios del consentimiento) no pueden ser aplicadas, a las instituciones
del derecho de familia.
Siguiendo la postura adoptada por el autor, ha comparado otros sistemas jurídicos en los cuales
las reglas aplicables a los contratos (negocios jurídicos) no son de observancia para los actos
familiares, en este sentido, manifiesta que en Italia: “la teoría del negocio jurídico no es más el
centro del sistema (…) por ello no puede aplicarse a cualquier manifestación de autonomía
privada (testamento, matrimonio, contrato, negocio unilateral y plurilateral) pero solamente a
aquellas intrínsecamente homogéneas. En tal sentido decisivo está lo dispuesto en el artículo
1324, que extiende, con el criterio de la compatibilidad, la disciplina del contrato al negocio
54
unilateral inter vivos con contenido patrimonial, excluyendo así, de un lado al testamento y, de
otro lado, el matrimonio y, más en general los negocios de derecho familiar” 82 además, citando
al jurista italiano Francesco Galgano: “sería del todo inútil elaborar una teoría general de los
vicios del consentimiento, comprensiva del contrato, matrimonio y testamento, dado que la
disciplina concreta de los vicios del consentimiento es diferente según se trate de contrato,
matrimonio o testamento” 83.
Por otro lado, refiere que en el ordenamiento jurídico germano, donde surge la denominación
tradicional del negocio jurídico, las reglas que le son aplicables no pueden ser consideradas de
carácter general, en razón de que éstas fueron establecidas para regular situaciones
contractuales y no para los supuestos establecidos en el derecho de familia y el derecho de
sucesiones. El jurista, nos habla de las declaraciones de ciencia- confesión- y explica: “el efecto
de las declaraciones de ciencia no es, como en el caso de las declaraciones de voluntad, el de
constituir, modificar, extinguir relaciones jurídicas, sino el de probar la existencia de hechos
jurídicos, de por sí constitutivos, modificativos o extintivos de relaciones” 84. Existe una fijación
voluntaria de la paternidad por parte del progenitor, de la filiación natural de su hijo, siendo un
medio de convicción que se toma como una prueba de un hecho preexistente 85.
Después de haber realizado este análisis, concluye que los mecanismos para cuestionar la
validez de los negocios jurídicos, no son aplicables al reconocimiento: “Entonces ¿el contrato
será la categoría genérica de regulación jurídica supletoria de otros actos jurídicos en general?
Por ejemplo, si revisamos las causales de nulidad y anulabilidad del matrimonio (artículos 274
al 286) y del testamento (artículos 808 al 814) y la comparamos con las causales de nulidad y de
anulabilidad del negocio jurídico (artículo 219 y 221) podemos concluir que la teoría del
contrato no tiene aplicación en estos temas. Por eso, en los dos casos detallados no se entiende
la aplicación de las normas del Libro II del CC al reconocimiento de un hijo” 86.
82 MORALES HERVIAS, Rómulo. Nuevas perspectivas del negocio jurídico. En Revista Derecho & Sociedad, formada por
estudiantes de la facultad de derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Año XVIII, N° 28, Lima,
2007, p. 302.
83 MORALES HERVIAS, Rómulo. Op. cit., p. 302.
84 GALGANO FRANCESCO. Teoría General del Negocio Jurídico 4 estudios fundamentales. Ara Editores, Primera edición,
Lima, 2001.
SANTAMARIA ARCHILA, Carolina. Filiación extramatrimonial. Bogotá, 1980, p. 103.
85
55
En síntesis, la postura asumida es que el reconocimiento de hijo sería un acto jurídico en
sentido estricto, no siendo posible cuestionar la validez de este acto a través de los remedios
legales de nulidad y anulabilidad, sin embargo no se ha planteado la solución que puede brindar
el ordenamiento jurídico a aquel sujeto que convencido de su paternidad, efectúa el
reconocimiento y que posteriormente descubre la inexistencia del vínculo consanguíneo.
Citando a la doctrina italiana, Renato Scognamiglio sobre el negocio y el acto jurídico señala:
“la doctrina también acostumbra distinguir los actos lícitos: allí están los negocios jurídicos,
que constituyen la especie principal, y los actos jurídicos en sentido propio, también llamados
“actos no negociales” 87. “Creemos que se debe descartar, principalmente, la posibilidad de una
aplicación analógica de las normas sobre los negocios a los actos jurídicos. Este procedimiento
parece ser incompatible con la ya destacada diferencia de naturaleza que existe entre las dos
categorías de actos (negociales y no-negociales). Es más, ni siquiera creemos que aquí se pueda
hablar de una laguna del ordenamiento, que es el presupuesto esencial de toda aplicación
analógica. La laguna es meramente aparente, y deriva del hecho de que los actos jurídicos han
venido siendo considerados según el esquema deformante del negocio 88.
Sobre estos puntos enunciados, hemos determinado que la doctrina autorizada resalta la
postura del reconocimiento de hijo como acto jurídico en sentido estricto, encontrando
justificación bajo las siguientes aseveraciones:
87 SCOGNAMIGLIO, Renato. El acto jurídico, traducción y notas de Leysser L. León, en Advocatus, Nueva Época, Revista
editada por alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima, N° 10, Lima, 2004, p. 2.
SCOGNAMIGLIO, Renato. Ibídem.. p. 8.
88
56
-) En el reconocimiento de hijo, no hay espacio para que se ejerza el poder de
autorreglamentación de intereses, entendido como la capacidad de seleccionar reglas, porque
todo se encuentra regulado por la ley. El reconocimiento no puede ser condicionado o
sometido a la determinación de algún plazo, del mismo modo no es posible crear una
modalidad de reconocimiento atípica, menos aún pretender incluirle una contraprestación, por
lo tanto al no existir espacio para la autonomía privada, el reconocimiento de hijo carece de
voluntad negocial y se encuadra dentro de la tipología de los actos jurídicos en sentido estricto.
-) El reconocimiento de hijo entendido como una declaración de ciencia, por la que se enuncia
la noticia relativa a una circunstancia que tiene existencia de hecho, esto es la relación biológica
entre padre e hijo, resulta ser una expresión contradictoria a la voluntad normativa, porque la
declaración encierra en sí misma una valoración de verdad. Estas declaraciones, en las que
precisamente se enmarca el reconocimiento, son consideradas por el ordenamiento jurídico
como manifestaciones de ciencia, como actos jurídicos voluntarios, no negociales, no
normativos; como apreciaciones y juicios de mero hecho 89.
Es cierto que la doctrina extranjera y nacional resalta las características del acto jurídico en
sentido estricto como acto de voluntad y conciencia en el actuar de la persona, que produce en
puridad, los efectos establecidos por el ordenamiento civil; sin embargo una aplicación en rigor
de este criterio, puede incurrir en la negación de la calificación negocial de las instituciones del
derecho de familia. Así lo ha determinado Pietro Rescigno: “una exageración de este criterio ha
conducido, a veces, a que se niegue la calificación negocial al matrimonio, y más en general, a
los actos de derecho familiar, atendiendo a las restricciones que tiene en ellos la libertad de los
particulares, y porque la ley los contempla y los regula como nominados y típicos, impidiendo a
los particulares todo poder de fijar o modificar sus efectos” 90.
57
1.3. Negocios jurídicos del derecho de familia: “El reconocimiento de hijo”
Tenemos en la doctrina italiana los aportes de la autora Emanuela Navarreta, quien establece
que la distinción entre negocio jurídico y acto jurídico radica en la voluntad del sujeto y la
incidencia que ésta tiene en la producción de los efectos jurídicos, señalando al respecto:
“A la luz de tales consideraciones puede, por lo tanto, proponerse una clasificación interna de
los hechos jurídicos que distingue entre:
Refiriéndose a los actos de autonomía privada – para nosotros negocios jurídicos - establece
categorías dentro de éstos, indicando que se pueden clasificar teniendo en cuenta los siguientes
criterios:
91NAVARRETA, Emanuela. Hechos y actos jurídicos. En Revista Jurídica del Perú, Número 91, setiembre, 2008,
Gaceta Jurídica, Lima p. 295.
58
1. La estructura unilateral, bilateral o plurilateral del acto.
2. La naturaleza patrimonial o no patrimonial del interés regulado.
3. La función del acto, que puede ser intervivos o mortis causa.
Podemos indicar que dentro de nuestro ordenamiento civil, acogiendo la teoría del negocio
jurídico y teniendo en consideración el análisis comparativo con el derecho Alemán e Italiano,
se tiene que dentro de esta perspectiva existe una clasificación: los negocios jurídicos y los
actos jurídicos en sentido estricto, siendo que dentro de los primeros estarían ubicados los
negocios jurídicos familiares.
92
NAVARRETA, Emanuela. Op. cit. p. 296.
59
El ordenamiento jurídico reconoce en gran medida eficacia a la iniciativa privada, en razón del
incremento, cada vez más acelerado de las necesidades humanas, siendo imposible el
sostenimiento de un sistema jurídico capaz de gobernar por sí mismo las actividades y
relaciones jurídicas, por esta razón es que la intervención pública no resulta ser suficiente y se
permite a los particulares una participación más activa en torno a sus intereses; incluso en
cuanto a las relaciones más íntimas como son las familiares.
Enrique Varsi, refiriéndose a los negocios jurídicos familiares, precisa lo siguiente: “la
consideración del negocio jurídico como acto de autonomía privada -como ejercicio del poder
reconocido en virtud de ese principio- resalta su estructura; el contenido preceptivo de ese
acto-como medio de organización de los particulares de sus propios intereses-destaca su
función; y la intervención del ordenamiento jurídico-como valoración dada por la norma a ese
acto-resalta su contenido” 93 siendo el negocio jurídico familiar aquel “acto voluntario,
autónomo y delimitado por la ley que constituye, modifica, regula o extingue un estado de
familia y que, asimismo, tiene como objeto principal la regulación de la relación jurídica que
emerge de un estado natural o deseado de tipo familiar” 94.
Aquí, tenemos como cuestión de fondo, lo que muchos han negado, que los negocios jurídicos
puedan regular cuestiones de índole familiar, pues estás recogen un interés extrapatrimonial no
regulable negocialmente sino sólo heteroregulable, coincidiendo con lo que señalarían los
deterministas.
Debe aclararse como en el derecho de familia, el status de las personas, y es el caso del
reconocimiento de hijo, es posible que pueda configurarse por autonomía privada tal como la
normativa lo prevé, sin embargo esto no es una contradicción sino una limitación a la
autonomía privada que resulta necesaria por la particular naturaleza del interés regulado, así
como precisó el maestro La Hoz: “la fuerza determinante del contenido de los negocios
jurídicos reside siempre en la actividad volitiva de los particulares, pero esta voluntad sólo
puede actuar dentro del ámbito señalado por los preceptos del ordenamiento jurídico” 95. Se
93
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Ibídem, p. 365
94
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Ibídem, p. 201.
LA HOZ, Ricardo. Negocio jurídico y declaración de voluntad En: “Revista de Jurisprudencia Peruana”, 1963, Lima, p.
95
549.
60
llega a la conclusión acertada que en las instituciones del derecho de familia la autonomía de la
voluntad es parcial, existe una mayor intervención pública y limitación en cuando a la
capacidad de autorregulación, por ser instituciones que protegen intereses familiares de
naturaleza indisponible.
Es importante señalar la particularidad que tienen las instituciones del derecho de familia, se
dice que “está constituido por un derecho externo por las relaciones que regula el legislador, al
dictar el ordenamiento para los esponsales, los impedimentos del matrimonio, la celebración y
la prueba del mismo, la nulidad y el divorcio, la filiación, la patria potestad, la tutela y curatela y
todo lo demás que comprende la prescripción positiva en el ámbito de los institutos civiles de
orden conyugal, paterno-filial y parental. Caracteres de orden natural, local o nacional, ético,
público y de tutela, otorgan al derecho de familia una especialidad singular” 96.
Considerando las normas que regulan los efectos jurídicos de las instituciones del derecho de
familia es preciso señalar lo siguiente: “otro de los caracteres de la estructura familiar es el de
orden público, que las disposiciones de este derecho revisten mayor parte. Es que las
relaciones que forman su objeto no se gobiernan por la voluntad particular, sino según
preceptos que dicta el legislador. Este, apenas, en limitados casos consiente el pleno
ejercicio de la acción individual, como en el instante de concertarse el matrimonio o en
el acto del reconocimiento que el padre hace a favor del hijo. Fuera de estos y de otros
excepcionales casos, rige de manera general, un ordenamiento inflexible, al que están
sometidos los sujetos de la relación jurídica” 97.
Existe una gran dificultad para comprender la naturaleza negocial de las instituciones del
ámbito familiar, justamente porque guardan entre sí peculiaridades que claramente se distingue
de los negocios jurídicos en general donde existe una mayor amplitud para la iniciativa privada.
En los negocios jurídicos familiares, es el Estado, por medio de la ley, quien determina los
márgenes de conducta a los cuales debe someterse quienes intervienen en las relaciones de
96 VALVERDE, Emilio F. El derecho de familia en el código civil peruano. Imprenta del Ministerio de Guerra, Lima, 1942,
p. 8.
97
VALVERDE, Emilio F. Ibídem, p. 11.(las cursivas y resaltado son nuestros).
61
índole familiar “por esta razón tenemos que la voluntad es vertida, canalizada su realización y
concretados sus efectos en subordinación a la ley” 98.
Ruggiero, citado por Varsi, enumera algunas de las diferencias que existen entre los negocios
jurídicos en general y el negocio jurídico familiar: 1) el acto jurídico familiar no admite la
representación (algunos otros ordenamientos jurídicos admiten expresamente que el
matrimonio o el reconocimiento de un hijo natural se realicen a través de un mandatario). 2) el
negocio jurídico familiar y sus efectos jurídicos no pueden ser sometidos a modalidades,
aunque tal característica no sea privativa del Derecho de Familia. La exclusión expresa de las
modalidades revela el carácter excepcional del precepto. 3) Los derechos subjetivos familiares
son irrenunciables e intransmisibles mientras que con los derechos patrimoniales ocurre lo
contrario. 4) La función que la autoridad pública reviste es esencial para la formación de la
relación familiar” 99.
En cuanto a los negocios jurídicos familiares y centrándonos en el tema que nos corresponde
analizar, discutiremos sobre la naturaleza negocial del reconocimiento de filiación, postura que
es sostenida por Vittorino Pietrobon, manifestando que es común este cuestionamiento
teniendo en consideración que los efectos del reconocimiento así como de las otras figuras del
derecho de familia, no pueden estar a disponibilidad de los sujetos, sin embargo el autor
considera que los límites impuestos por el ordenamiento en cuanto a los efectos que derivan de
estos actos no eliminan radicalmente la posibilidad de que exista la expresión de autonomía,
“aunque reducida, existe la libertad de originar o no el acto constitutivo de status” 100.
Prosigue el autor y estando conforme con la tesis que adopta Cosattini concluye que “la
declaración de ciencia o representativa, puede siempre ser un modo, si quiera poco frecuente
de actuar una intención negocial, se halla conectado a la forma solemne exigida para el
reconocimiento que tiene la función de hacer que el declarante preste atención a la importancia
social del acto que concluye. Con estas premisas se explica cómo no puede considerarse
reconocimiento la disposición testamentaria en la que, en lugar de reconocer expresamente
98
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Ibídem, p. 209.
99 MAZZINGHI, Jorge Adolfo. Tratado de derecho de familia. Tomo 1. Fondo Editorial de Derecho y Economía, La
Ley SAE, Buenos Aires, 2006, p. 28. En: VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Ibídem, p. 216-217.
PIETROBON, Vittorino.Ibídem, p. 679.
100
62
como hijo a una persona, el testador afirma, por ejemplo, dejar un determinado bien a Ticio
calificándolo simplemente de hijo natural” 101.
Siguiendo la postura que adopta el doctor Leysser León, considera que el reconocimiento de
hijo es un negocio jurídico, pero dentro de la tipología, un negocio jurídico de regulación
especial, pues no crea, ni regula, ni modifica distintas relaciones jurídicas, pero sí es una
declaración de voluntad encaminada a la determinación de una realidad jurídica, que implica
otra definición.
Así se concreta la noción de los negocios jurídicos de fijación, citando al tratadista Bähr, quien
señala que “la existencia de negocios que tengan por finalidad no ya constituir, modificar o
disolver relaciones jurídicas, sino solamente asegurar en su desenvolvimiento relaciones ya
nacidas, manifestando también que “hay una serie de negocios cuya finalidad no es tanto
fundar nuevas relaciones jurídicas cuanto facilitar o hacer más seguro el desarrollo de las ya
nacidas” 103. En esta tipología negocial preexiste una situación jurídica y justamente la finalidad
63
es fijar 104este estado, certificar esta realidad, implica así una manifestación de voluntad que tiene
por finalidad declarar algo que ya existe.
Reinerio Rodríguez, del mismo modo explica: “la filiación se fundamenta, inicialmente en un
hecho biológico, que se establece sobre la base de que una persona ha sido engendrada por
otra. A partir de este momento, el Derecho reconoce esta realidad, le otorga un contenido
jurídico y por tanto deriva de ella un conjunto de deberes y derechos entre padres e hijos” 105.
Poniendo mayor énfasis en el tema que atañe la investigación, es preciso manifestar que existe
esta situación de incertidumbre respecto de aquellas personas que nacen fuera de una relación
matrimonial, la paternidad resulta así incierta – recordemos que en la filiación matrimonial
existe la presunción que considera al esposo, padre del niño de la mujer que da a luz, sin
embargo en la filiación extramatrimonial no existe ninguna presunción– así lo advierte
Cosattini “ el hecho de la procreación natural, por lo que se refiere a la paternidad , es
naturalmente incierto” 106. Existe así un medio idóneo para poder eliminar esta incertidumbre
respecto a la paternidad de un niño y llegar a establecer la filiación extramatrimonial “el
reconocimiento”, por el que se declara la situación preexistente, esto es el hecho de la procreación
y del que justamente derivan todos los efectos jurídicos que el ordenamiento civil ha
establecido por medio de normas imperativas.
104
Fijar en sentido jurídico significar establecer con un acto de voluntad una determinada situación jurídica a la
que existía antes y aparecía incierta, sea en cuanto a la existencia, sea en cuanto a su modo de ser (Liebman,
Risoluz págs. 275,276) En FURNO, Carlo. Ibídem, p. 115.
105
RODRIGUEZ CORRÍA, Reinerio. . Algunas reflexiones sobre su regulación y aplicación práctica Revista Cubana de Derecho.
Revista Cubana de Derecho, Núm. 34, Julio, 2009, p.6.
COSATTINI, Ricon, cit,, págs.. 68 y sigs. En FURNO, Carlo. Ibídem, p. 98.
106
64
voluntad; distingue así los negocios a base de voluntad manifestada con hechos concluyentes y
los negocios a base de voluntad manifestada por declaración , así manifiesta “ la declaración de
voluntad es el modo normal de realización del mismo intento negocial y la declaración de
ciencia o representativa es un modo menos común, porque sólo por expresa disposición de la
ley adquiere el carácter de hecho concluyente típico del que se deduce la existencia de una
voluntad negocial. El reconocimiento es, de este modo, un negocio que se realiza mediante una
declaración de ciencia” 107.
En el caso del reconocimiento, la voluntad no es, por lo tanto simple voluntad de declarar algo
que preexiste de modo que quede huella duradera y cierta de ello, sino que se trata más bien de
una declaración que genera una relación jurídica a partir de la constatación de un vínculo
natural ex lege, de modo tal que establece un cambio de status para el sujeto emisor, ya que
ahora está vinculado jurídicamente con su hijo.
Frente a quienes han sostenido, que el reconocimiento sería un acto en sentido estricto,
aduciendo que los efectos jurídicos no coinciden necesariamente con la voluntad del sujeto
108 BELLUSCIO, Augusto C. Ibídem. El autor manifiesta que en la mayoría de supuestos es la legislación quien ha
determinado, en forma imperativa, los efectos jurídicos de los actos familiares, es así que el sujeto no pueda
determinar ni modificar sus consecuencias, limitando su voluntad al otorgamiento de estos actos. Aún así no
dejarán de ser actos jurídicos, pues estará presente la finalidad específica de establecer una relación jurídica
familiar, citando como ejemplo al matrimonio, en el cual se celebra bajo las formalidades establecidas por ley,
pero persiguiendo una determinado fin que es la creación del vínculo conyugal y tiene esa consecuencia por ser el
acto previsto por la ley para producirla.
109 SATTA, Salvatore. Derecho procesal civil, Ediciones jurídicas Europa América, Buenos Aires, 1971, p. 325.
65
negocial declarante, mientras que en el negocio la coincidencia, debería ser total y absoluta 110,
esto no necesariamente es así, en razón que existen negocios en los que los efectos negociales
vienen predeterminados por el ordenamiento, como por ejemplo tenemos el caso del
matrimonio, que se trata de un negocio jurídico, pero con un contenido heterodeterminado
por la ley; otro ejemplo interesante lo tenemos en el caso del contrato de arrendamiento y me
refiero a la hipótesis regulada por el artículo 1688 del código civil, donde establece un plazo
máximo para la duración del arrendamiento, que es de diez años, y que, todo plazo o prórroga
que exceda de los términos señalados se entiende reducido a este plazo, de igual forma
observamos normas imperativas que establecen límites a la autonomía privada en la regulación
de la cláusula penal en cuanto a su cuantía, así como incluso es posible apreciar que en un
contrato de compraventa la voluntad de las partes encuentra ciertas restricciones (recordemos
la prohibición respecto a los pactos de preferencia y mejor comprador).
Se puede ver aquí como la normativa civil, incluso en los contratos – negocios jurídicos por
excelencia- puede intervenir en la regulación de su contenido, estableciendo ciertas limitaciones
a la autonomía privada con el fin de encausar adecuadamente la protección que debe brindarse
a los sujetos que intervienen en determinado acto, y no por ello diremos que este acto deja de
ser negocio jurídico; ya que el derecho civil de nuestros días, se orienta en el sentido de limitar
la voluntad del sujeto, cuando su libre ejercicio altere intereses jurídicamente protegidos.
110
Según la teoría que adopta Emilio Betti: “percibe la diferencia entre los actos en sentido estricto y los negocios
jurídicos en la ausencia o presencia, respectivamente, del contenido normativo: “si la autonomía privada es el
poder de crear normas jurídicas, es claro que el acto jurídico en sentido estricto no es expresión de autonomía
privada, porque no tiene un contenido normativo y los efectos que determina tienen su fuente en normas
legislativas” BETTI, voz “Attigiuridici”, cit., p. 1505; ID., Teoria generale del negozio giuridico, cit., p. 9 cita de LEÓN,
Leysser L. Op. cit., p. 44.
66
de tenerse por marido y mujer, y es la ley la que fija los derechos y obligaciones personales de
los cónyuges, sin que éstos puedan alterar tales consecuencias jurídicas” 111.
Otro de los argumentos que sostiene la doctrina especializada para fortalecer el carácter
negocial del reconocimiento de hijo se basa en la noción que se tiene a cerca del negocio
jurídico, manifestando que según algunas posturas conciben al negocio como una regulación
de intereses, por ello resulta imposible – siguiendo este pensamiento – atribuir naturaleza
negocial al reconocimiento, “es la consecuencia de una manera equivocada de concebir la
regulación contractual, de la idea según la cual la disciplina del negocio es de naturaleza
idéntica a la de las fuentes del derecho objetivo, siendo negocio, por tanto únicamente el acto
que dicta reglas destinadas a tener una validez en el futuro” 112.
Esta concepción resulta siendo restrictiva y excluyente, pues solo serían negocios aquellos
actos de la autonomía privada en los que existe una autorregulación propia de los intereses de
los sujetos 113, que implica la disponibilidad que se tiene para la determinación de los efectos
jurídicos.
Sin embargo según la noción voluntarista que adoptamos en el desarrollo de la tesis sobre el
negocio jurídico, tomamos en consideración que también son negocios jurídicos aquellos actos
que no necesariamente tienen como finalidad la autodeterminación de los intereses, sino
aquellos en los que existe y está presente el elemento esencial de todo negocio jurídico, este es
“la voluntad”, por ello es posible hablar de los negocios de fijación en los que la declaración de
voluntad estará destinada a certificar la preexistencia de una realidad biológica, propia entre
padres e hijos.
Resulta trascendental el rol que desempeña la declaración de voluntad en este tipo de negocios,
pues si bien estamos frente a un vínculo natural, es necesaria la exteriorización de esta voluntad
111
ALESSANDRI R. Arturo y SOMARRIVA U. Manuel. Clasificación de los Actos Jurídicos Tratado de Derecho Civil. Partes
preliminar y general. Chile, 2011, p. 179-180.
PIETROBON, Vittorino. Ibídem, p. 680.
112
113 El negocio como manifestación de voluntad y como acto de autorregulación o de autonomía tiene un dato
común, el negocio es fuente extra-legislativa. Así el negocio en la perspectiva de la voluntad como en aquella de la
autonomía no es un hecho jurídico, dado que no recibe de la ley su propia energía creadora. IRTI, Natalino.
Létturebettianesul negozio giuridico, Giuffré, Milán, 1991, p.9, cita de MORALES HERVIAS, Rómulo. Op. cit., p. 296.
67
para que la realidad prejurídica sea conocida por el ordenamiento civil y pueda así surtir todos
los efectos jurídicos, si bien es cierto legalmente se encuentran predeterminados, el sujeto que
declara la paternidad es consciente de toda la implicancia que trae consigo la relación padre-
hijo, por ello es que determina la asunción de todas las responsabilidades inherentes a la
paternidad, ello implica una declaración observando la seriedad y verosimilitud conforme a la
trascendencia que tiene la filiación.
Fernández Gonzales, respecto a las limitaciones de la voluntad, explica: “la autonomía privada
(autorregulación de intereses) debe ser compatible y particularmente respetuosa, en materia de
filiación, con otros principios generales que informan la institución -veracidad, interés del niño,
estabilidad e indisponibilidad del estado civil- y con los valores eminentes que presiden nuestro
ordenamiento jurídico (dignidad de la persona, y derivados): para evitar riesgos y excesos que
los pongan en peligro debe haber un control público de aquella autonomía, no por
controvertido menos necesario” 114, “los límites de la autonomía de la voluntad (hasta donde
pueda así llamarse y llegar) son aquí los generales (art. 1255 CC): la ley (poco explícita), la
moral (social) y el orden público -configurado éste, sustancialmente, por el sistema de valores
superiores y reglas básicas del ordenamiento jurídico en el momento actual” 115.
68
2. Aplicación práctica del reconocimiento como negocio jurídico
Hemos catalogado al reconocimiento de hijo como un negocio jurídico que cuenta con una
regulación especial- propia de una institución del derecho de familia – ello involucra
necesariamente la posibilidad de un control en torno de la voluntad del sujeto declarante,
entablando una protección particular teniendo como base el respeto indudable de esta
voluntad.
Uno de los elementos constitutivos del negocio jurídico es la declaración de voluntad teniendo
que estar válidamente constituida. Por esta razón, para que el reconocimiento de hijo pueda
surtir efectos válidos, necesita de una declaración de voluntad libre de vicios. Si el sujeto lleva a
cabo un reconocimiento conforme a la expresión auténtica de su intencionalidad así como la
conformidad con la realidad prejurídica, nos encontramos ante un acto válido. Por el contrario,
si la exteriorización de la voluntad se ha visto perturbada, a este negocio de reconocimiento de
hijo le pueden ser aplicables las normas referidas a los vicios - el error, dolo - ya que la
voluntad debe ser protegida tanto al momento en que es declarada como al momento de su
formación.
69
Es particularmente interesante la problemática del error sobre este punto y es que una
voluntad concreta no protegida sólo puede generar una patología en el ordenamiento jurídico.
Si el sujeto lleva a cabo un reconocimiento incurriendo en el error de creer que el reconocido
es hijo suyo cuando en realidad no lo es, la declaración de voluntad se encuentra viciada, en
consecuencia existe la posibilidad de cuestionar la validez por medio del remedio jurídico de la
anulabilidad.
Para poder ilustrar esta problemática, mencionaremos cada uno de los casos en los que nuestra
magistratura ha tenido la oportunidad de emitir pronunciamiento sobre la aplicación del
mecanismo de anulabilidad al reconocimiento de hijo, que justamente han motivado el
desarrollo de esta investigación.
Empecemos por citar la casación N° 2092-2003, se trata de una demanda de nulidad de acto
jurídico, y justamente el acto que se pretende dejar sin eficacia es el reconocimiento de un hijo,
las circunstancias fácticas acontecidas, son básicamente las siguientes:
El demandante manifiesta que mantenía una convivencia estable, durante algunos años
con la demandada. Todo parecía indicar que producto de esta relación, la demandada
resultó embarazada; aparentemente el padre de ese niño, era el demandado. Esta es la
razón por la cual se lleva a cabo el reconocimiento bajo esta creencia equivocada.
Resulta lógica la reacción del demandante, quien sintiéndose engañado por la madre de
este niño, recurre ante el órgano jurisdiccional para poder encontrar alguna solución a
este conflicto, solicitando se declare la nulidad de éste reconocimiento, invocando uno
de los vicios de la voluntad, el engaño, pues sostiene haber sido engañado dolosamente
por la madre, quien a sabiendas de que también mantenía relaciones
extramatrimoniales con un tercer sujeto, hizo creer al demandado que era el padre de
su hijo.
70
Las sentencias que emitieron las instancias de mérito optaron por declarar improcedente la
demanda, argumentado que la nulidad de reconocimiento, constituye un petitorio
jurídicamente imposible; la razón se encontraría en el artículo 395 del Código Civil, que señala
el carácter irrevocable de este acto, por lo que cualquier tipo de impugnación judicial deviene
en improcedente. La Corte Suprema, no ha seguido los lineamientos adoptados en primera y
segunda instancia y contrariamente ha declarado fundado el recurso de casación,
argumentando su decisión en lo siguiente:
Si bien es cierto el artículo 395 del Código Civil, establece que el reconocimiento es
irrevocable, esta norma presupone la existencia de un acto que se ha constituido
válidamente, es decir que han concurrido los presupuestos esenciales (artículo 140 del
Código Civil), además de no concurrir vicios de la voluntad (error, intimidación,
dolo). De este modo aclara el error en el que incurren los jueces de primera y
segunda instancia, quienes sostuvieron que la irrevocabilidad del reconocimiento
impide el cuestionamiento de su validez por medio de los remedios de nulidad o
anulabilidad.
Finalmente, luego del análisis de los hechos y de las pruebas aportadas, declara nulo
el reconocimiento de hijo, sustentado su decisión en la falta de veracidad biológica
71
entre el niño y el reconociente. Si se efectúo el reconocimiento, esto se debió a que el
demandante incurrió en el error de creer que el niño era hijo suyo.
En esta casación, existe un voto en discordia de uno de los vocales cuya opinión es declarar
infundado el recurso. Los fundamentos que sustentan el voto singular, no son los mismos que
aluden las instancias de mérito, siendo preciso mencionarlos y posteriormente analizarlos:
Como se puede observar, este último voto, es en cierta medida contradictorio. En un inicio
manifiesta que no es posible invocar el engaño, como vicio de la voluntad, en los actos
jurídicos unilaterales, pues solamente éste opera en los negocios jurídicos, aún así en el
siguiente considerando realiza un análisis del engaño en el caso concreto, llegando a la
conclusión que éste no ha sido absoluto y por lo tanto no ha viciado la voluntad del
reconociente. Si el magistrado ya se había pronunciado respecto a la imposibilidad de
aplicar el engaño al caso concreto, no entendemos por qué se hizo detalle de la clase de
engaño y su adecuación al reconocimiento.
72
Pese a las incongruencias del mencionado voto, consideramos de importancia la posición
que establece la inaplicabilidad tanto de la nulidad como la anulabilidad en el caso del
reconocimiento de hijo, pues da inicio a la eterna discusión que existe entre el acto jurídico
y el negocio jurídico, tema que ya ha sido abordado con anterioridad. Esto también, es
como consecuencia que un sector de la doctrina, considera que el reconocimiento es un
negocio jurídico, así lo ha señalado Alex F. Plácido en su discurso a cerca de la filiación y
patria potestad. Pero la discusión no ha quedado ahí, por otro lado algunos juristas
manifiestan que el reconocimiento es un acto jurídico en sentido estricto.
El demandado alega haber sido engañado por la madre, quien le hizo creer que el
niño a quien reconoció era hijo suyo, pese a ello, la demandada ocultaba sus
infidelidades y así, al verdadero padre de su hijo.
73
No existe conexión lógica entre la fundamentación fáctica y el petitorio: la
demanda tiene como petitorio se declare la nulidad de acto jurídico, cuando en
realidad puede apreciarse de los hechos que se trata de una impugnación de
paternidad, supuesto regulado en el artículo 395 del Código Civil, y a la fecha de
interposición de la misma, se advierte que ha caducado.
Los magistrados de la Corte Suprema optaron por declarar fundado el recurso casatorio,
siendo los argumentos coincidentes con los narrados en la casación N° 2092-2003, inclusive
citan los criterios adoptados en esta resolución, estableciéndola como precedente. Pero como
en este caso, existió a diferencia del anterior, la prueba del ADN y al haber emitido las
instancias de primera y segunda instancia sentencia inhibitoria, consideraron que no se ha
producido una adecuada valoración de las pruebas, para lo cual se ordenó la incorporación de
oficio de los elementos probatorios para el esclarecimiento de los hechos, que implica a los
jueces de instancia de mérito, ordenen la realización de una nueva prueba de ADN.
No obstante que en las dos casaciones descritas se resuelven situaciones que son comunes
entre sí y que se han utilizando los mismos criterios en la argumentación; no se entiende cuál
es la razón que motiva a los magistrados de la corte suprema a desprenderse de los
lineamientos adoptados en éstas dos resoluciones precedentes, cuando emite pronunciamiento
en la casación N° 1853-2005 Lima, brevemente describimos los hechos:
74
debiendo aplicarse la normativa que se refiere a la irrevocabilidad, artículo 395 del
código civil, sino los artículos pertinentes al acto jurídico en general.
Sin embargo, la sala de la Corte Suprema – en esta ocasión – no ampara la pretensión del
recurrente, dando la razón a la sentencia emitida en segunda instancia, así indica que el
reconocimiento no puede admitir ningún tipo de modalidad y es irrevocable, en consecuencia
no es posible que sea declarado nulo - confundiendo una vez más las categorías de nulidad y
de revocación –además cita la Ley 27048, sobre declaración de paternidad y maternidad que
tiene como propósito, en el caso de un hijo, el facilitar la correspondiente declaración de
paternidad y no su negación.
Es clara la contradicción que existe entre ésta última casación y las dos que se analizaron en un
inicio correspondientes a los años 2003 y 2004; no comprendemos por qué los magistrados
deciden apartarse de estos criterios, pues tal y como se puede apreciar se trata de los mismos
hechos: un reconocimiento en el que la exteriorización de la voluntad se encuentra viciada por
el error y la inexistencia del vínculo biológico entre el reconociente y reconocido – sin embargo
las decisiones son contrarias, además que en ésta última resolución los argumentos expuestos
no son convincentes 116. Esto nos demuestra una vez más la falta de predictibilidad que tiene
nuestra magistratura en la toma de decisiones.
Si bien es cierto los magistrados pueden apartarse de los lineamientos que se adoptan en
resoluciones anteriores, tienen la obligación de exponer las razones que motivaron esta
decisión y no limitarse a citar los considerandos de la sentencias de segunda instancia. Es
preciso contar con una argumentación conforme a derecho y teniendo la apreciación adecuada
de las circunstancias fácticas del caso en concreto.
116
Cuarto: La sentencia apelada de fojas sesenta y nueve, fundamenta las razones por las cuales considera que no
se configura la causal de nulidad de acto jurídico prescrita en el inciso 3 del artículo 219 del Código Civil, como se
aprecia de sus motivos tercero, cuarto, quinto y sexto, y la de vista de fojas ciento treinta y cuatro recoge esos
fundamentos y agrega que de acuerdo al artículo 395 del Código Civil, el acto de reconocimiento de un hijo
extramatrimonial no admite modalidad y es irrevocable, aparte que las normas de la Ley Nº 27048, sobre
declaración de paternidad y maternidad tienen como propósito, en el caso de un hijo extramatrimonial, el facilitar
la correspondiente declaración de paternidad y no su negación. En consecuencia no se configura el vicio
denunciado. 4: DECISIÓN: 1) Declararon INFUNDADO el recurso de casación de fojas ciento cuarenta y siete,
en consecuencia, decidieron NO CASAR la resolución de vista de fojas ciento treinta y cuatro, su fecha once de
octubre del dos mil cuatro.
75
Siguiendo con el recuento de jurisprudencias que se pronuncian sobre el tema de la nulidad del
reconocimiento de hijo, traemos a escena la casación 4307-2007- Loreto, siendo los hechos
de cierto modo parecidos a los descritos en las anteriores casaciones, sin embargo
consideramos oportuno transcribirlos:
El recurrente mantenía relaciones sentimentales con la madre del hijo que reconoció
como suyo, sin embargo estas eran ciertamente eventuales, pues no mantenían una
convivencia estable, tal y como lo manifiesta “una informal relación que tuvieron por un
tiempo”.
Al transcurrir de los meses, es que surgieron rumores sobre la verdadera paternidad del
niño, en atención a la desordenada vida que llevaba la demandada, situación de duda e
inquietud que provocó en el supuesto padre la necesidad de practicar una prueba de
ADN a fin de acreditar fehacientemente su paternidad.
La prueba de ADN dio como resultado la exclusión de paternidad, sin embargo ésta
prueba fue rechazada por la madre del niño, quien habría manifestado una evidente
equivocación de los laboratorios que dieron estos resultados; por esta razón es que se
toma la decisión de practicar una segunda prueba de ADN, con la concurrencia de la
madre, el supuesto padre y el niño, sin embargo concluyó de igual forma, el
demandante no era el padre biológico de quien reconoció como su hijo.
76
A continuación exponemos los argumentos esbozados en la sentencia de vista, que declaró
fundada la demanda:
Establece como punto de partida, que se acreditó en forma fehaciente, que el menor
no es hijo del demandante, siendo su reconocimiento como hijo imposible, así
considera que en el caso concreto corresponde la aplicación del artículo 219 inciso 3
del código civil, esto es el acto es nulo cuando su objeto es física y jurídicamente
imposible.
Después de haber expuesto esta casación, es necesario precisar que si bien nos encontramos de
acuerdo con la decisión final, no podemos manifestar lo mismo respecto de los fundamentos
de derecho en los cuales la Sala ha sustentado su pronunciamiento. Primeramente, incurre en
gran contradicción al invocar el control difuso, inaplicando la norma que establece el carácter
irrevocable del reconocimiento, prefiriendo el derecho a la identidad para que posteriormente
se refiera a que la irrevocabilidad no implica que el reconocimiento pueda ser declarado nulo.
77
Nosotros consideramos que no era necesario pronunciarse sobre la aplicación del control
difuso; en este caso concreto no tiene porqué ponderarse intereses en conflicto, la cuestión
resulta ser sencilla, el reconocimiento no tiene porque dejar de ser irrevocable, otra cosa
distinta es que tenga que ser declarado nulo por existir un vicio –el error– en el momento que
se configuró la voluntad del reconociente.
Segundo, los magistrados consideran que el reconocimiento es nulo, por configurarse la causal
del objeto física y jurídicamente imposible, sin embargo ¿cuál vendría a ser el objeto en un
reconocimiento de hijo? ¿ a caso el niño sobre el que se declaró la paternidad? ¿o quizás se
quiere referir al vínculo biológico?; los jueces simplemente se limitan a indicar la causal más no
los argumentos necesarios que llegaron a concluir la aplicación del inciso 3 del artículo 219 en
el caso materia de análisis.Cómo ya lo hemos señalado con anterioridad, nosotros
consideramos que se trata de un vicio de la voluntad “el error”, más no un supuesto de
nulidad. Es aquí donde surgen algunas interrogantes ¿se trata de un supuesto de nulidad del
negocio jurídico o de anulabilidad? ¿si consideramos que el remedio legal es anulabilidad, que
causal se configura: el engaño o el error?.
78
No obstante las circunstancias descritas, la propia demandada confiesa con
posterioridad al reconocimiento, que en realidad el recurrente no es el padre de su hija,
tomando conocimiento de la verdadera paternidad.
El juez declara fundada la demanda declarando nulo el reconocimiento de hijo efectuado por el
demandante, siendo los fundamentos jurídicos expuestos a continuación:
En el octavo considerando explica que en los supuestos donde ha operado algún vicio
de la voluntad – dolo, error –no existe revocación del reconocimiento, pues el sujeto
no pretende dejarlo sin efecto por su mera voluntad, se configura así un supuesto de
anulabilidad, porque la declaración de voluntad se encontraba viciada.
79
De otro lado, se pronuncia sobre la pretensión del demandante, en el sentido de
declarar nulo el reconocimiento por falta de manifestación de voluntad, circunstancia –
que según la correcta apreciación del juez – no se desprende de los fundamentos de
hecho, pues éstos refieren que el demandante reconoce a la niña como hija suya, es
decir emite la declaración de voluntad, claro está en la falsa creencia de su paternidad.
Bajo ésta concepción es que finalmente el juez - invocando la aplicación del principio
iura novit curia–concluye que no se trata de un supuesto de nulidad del acto, sino uno de
anulabilidad contemplado en el inciso segundo del artículo 221 del código civil.
El análisis que podemos hacer en torno a esta resolución parte de un inicio en la demanda y la
inadecuada praxis de los abogados al confundir los supuestos de nulidad y anulabilidad – en
este caso se alegaba la falta de manifestación de voluntad – y que llevan a plantear una
pretensión que no es acorde con la fundamentación fáctica, que pudo traer como consecuencia
que el juez declare improcedente la demanda 117, sin embargo aplica el iura novit
curia 118amparando el pedido del recurrente, manifestando que se trata de un supuesto de
anulabilidad del reconocimiento de hijo por vicio en la declaración de voluntad.
Después de exponer algunas de las resoluciones referidas al tema que desarrollamos en nuestra
investigación, tentativamente podemos establecer que en algunos casos, la magistratura no
distingue en forma clara los mecanismos de nulidad y anulabilidad del negocio jurídico,
inclusive no llegan a diferenciar la revocación de los supuestos de nulidad, si bien la mayor
parte de los magistrados están inclinados por considerar que es posible declarar nulo un
117
Artículo 427 del código procesal civil.- El juez declarará improcedente la demanda cuando: (…) 5. No exista
conexión lógica entre los hechos y el petitorio.
118
Cabe mencionar que hubiera sido posible la aplicación correcta de este principio si en verdad los hechos se
trataran de una nulidad, siendo la tarea del juez invocar la causal pertinente ya sea por falta de capacidad, objeto
física o jurídicamente imposible, y otra análoga, por más que el demandante haya incurrido en esta deficiencia al
momento que plantea su pretensión. Sin embargo, en el caso materia de comentario esto fue diferente; en realidad
el juez está variando la pretensión nulidad por anulabilidad del reconocimiento, considerando que se produce una
extralimitación en la aplicación del iuranovit curia.
80
reconocimiento de hijo, los argumentos en los que sustentan la decisión, varía en uno y otro
caso y cabe resaltar que se trata de las mismas circunstancias fácticas.
Por otro lado, no deja de ser importante la falta de motivación o insuficiente motivación que
existe en estas resoluciones, los jueces limitan su actuar a mencionar el supuesto normativo,
que según consideran se enmarca en determinado caso, pero no se detienen a explicar las
razones que justifican esta determinación; no podemos dejar de mencionar la contradicción en
la que también se incurre – con motivo de la casación N° 1853-2005 Lima- en la que
sorpresivamente los jueces deciden apartarse de los criterios que venía manejando la
magistratura y declara infundada la demanda de anulabilidad de reconocimiento de hijo.
La discusión en torno a la nulidad y anulabilidad del reconocimiento de hijo, fue uno de los
temas sometidos a debate en el Pleno Jurisdiccional Distrital de Lima Norte en el año 2010. Se
discutió sobre la vía idónea para impugnar la paternidad por quién reconoció a un hijo,
existiendo dos posiciones: la primera, por la vía de la impugnación de la paternidad; la segunda
posición: por la vía de la nulidad o anulabilidad del acto jurídico.
El pleno adoptó por unanimidad la segunda posición, citando como principal argumento la
casación N° 2092-2003 Huaura, señalando que el reconocedor en forma unilateral no puede
dejar sin efecto la declaración de paternidad, pero se deja abierta la posibilidad de ejercer las
acciones judiciales para demandar la nulidad o anulabilidad del acto de reconocimiento,
aportando las pruebas idóneas, cuando contiene una manifestación de voluntad viciada por
dolo (engaño de la madre), amparando la pretensión en las disposiciones sobre el acto jurídico.
Así también, citando a la doctrina, establece que la irrevocabilidad del negocio jurídico de
reconocimiento de hijo, no impide que pueda ser declarado judicialmente nulo, siendo el petitorio
de nulidad o anulabilidad del reconocimiento jurídicamente posible, bajo las causales
contenidas en los artículos 219 y 221 del Código Civil respectivamente 119.
119
Pleno distrital Lima Norte 2010, llevado a cabo en Independencia el 23 de setiembre del 2010, con la
participación total de 35 magistrados de todas las instancias con la especialidad de familia en el debate y 10 jueces
superiores en la votación. Resoluciones administrativas N° 150 y 557-2010-P-CSJNL-PJ.
81
Después de haber enunciado las sentencias expedidas por la Corte Suprema referidas a la
invalidez del reconocimiento de hijo, nos detenemos a examinar de un modo más exhaustivo
los aspectos en común que tienen estas resoluciones, siendo estos los siguientes:
• Por ello es que el sujeto llega a tener la plena convicción de que verdaderamente es el
padre, sin embargo esta creencia no llega a ser conforme con la realidad, el
reconociente incurre en error pues cree equivocadamente que existe un lazo
consanguíneo, fruto de la procreación, entre él y el niño que va a reconocer; sin
embargo esta aseveración no resulta siendo cierta, pues se da la existencia de una
tercera persona quien es el verdadero padre biológico.
• Los supuestos de hecho que son similarmente comunes en las sentencias expuestas, se
enmarcan dentro de la hipótesis normativa de la anulabilidad del negocio jurídico,
concurrencia de error-vicio en la declaración de voluntad de quien reconoció. El
sujeto que emite la declaración de voluntad tiene una concepción tergiversada de la
realidad, ignora de esta manera la veracidad de los hechos, por ello es que la formación
de su voluntad es defectuosa.
120
MARTIN MORA, Pepa. El reconocimiento de un hijo. En Escritura pública, ISSN 1695-6508, Nº. 43, 2007 , págs. 64-
66.
83
Como lo ha señalado Varsi: “de las clasificaciones que se hacen del error puede decirse
que en este caso nos encontramos frente a un error en las cualidades de la persona, en
concreto, de la persona reconocida. Como dice Ayarza Sancho, el error ha de recaer
en la persona sobre la que se realiza el reconocimiento, en mérito de sus cualidades
esenciales, está basado esencialmente, en la falsa creencia de ser hijo propio a quien se
reconoce” 121.
Sin embargo, a pesar de que no exista el vínculo consanguíneo entre estos dos sujetos y no
concurra ningún vicio de la voluntad, existen algunos supuestos en los que ha sido posible
llevar a cabo un reconocimiento. Hacemos esta mención a propósito del tema que nos
ocuparemos en el segundo supuesto de aplicación práctica que tiene el reconocimiento de hijo
como negocio jurídico.
Empezaremos por mencionar, que así como en los casos narrados con anterioridad, en
concordancia con los supuestos que se pretenden tratar en este apartado, existe como
elemento en común, la falta del elemento objetivo; es decir la no existencia del nexo biológico
entre reconociente y reconocido; no obstante, existe un factor esencial que los diferencia y es la
forma como ha sido exteriorizada la voluntad del sujeto.
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Tratado de Derecho de Familia. Tomo IV. Derecho de filiación. Gaceta Jurídica SA,
121
84
voluntario y consciente, no viciado, llamado de complacencia, porque quien reconoce lo hace
a sabiendas de que no es el padre biológico del reconocido” 122.
Es posible, sin embargo, que concurran la actitud mendaz del reconocedor y la influencia o
presión externa sobre éste. Sus efectos variarán según el orden en que se produzcan y su
resultado: si precede el dolo o la intimidación a la declaración del reconocedor, y resultan
eficaces, no ha lugar a reconocimiento de complacencia, porque ha habido vicio del
consentimiento que ha precedido a la declaración; si no han sido eficaces (el engaño o la
intimidación no son causa determinante de la declaración) y el reconocedor declara libremente
su paternidad consciente de no ser progenitor, sí hay aquel reconocimiento de
complacencia” 123.
Se identifican dos caracteres propios de los reconocimientos por complacencia, siendo estos
los siguientes:
122
Sentencia nº 160/2012 de AP Asturias, Sección 7ª, 30 de Marzo de 2012
123
FERNÁNDEZGONZALES, Begoña. Ibídem.
85
complacencia no existe este elemento objetivo: el reconociente pretende declarar una
paternidad biológica inexistente y configurar los derechos y deberes paterno-filiales frente a
quien en realidad, no es hijo suyo.
El sujeto que pretende configurar el reconocimiento, lo hace con conocimiento previo que
entre éste y el reconocido no existe ningún lazo consanguíneo, es decir que en ningún
momento tiene una percepción equivocada o distorsionada de la realidad – supuesto que si es
posible apreciar en los reconocimientos llevados a cabo bajo la idea de que quien se reconoce
es hijo suyo - aún así toma la libre determinación de reconocer a una persona con la cual no
tiene ningún vínculo biológico. Por esta razón es que en los reconocimientos por complacencia
existe una declaración de voluntad configurada válidamente, por lo que no resulta posible
cuestionar su validez por medio del remedio legal de anulabilidad.
En el caso de los reconocimientos por complacencia los móviles – por lo que el sujeto
reconoce a un niño que verdaderamente no es hijo suyo - pueden ser muy diversos, como
ocurre con toda motivación subjetiva (varían en función de las personas y las circunstancias
concretas). Nos detenemos a pensar, en primer lugar, en móviles y factores afectivos: es muy
fácil llegar a amar a un niño con quien el esposo o compañero de la madre se relaciona a diario
y, por iniciativa propia, darle el estatuto jurídico legal de hijo (a quien quizá llama y trata así).
Otras veces ocurre a sugerencia discreta o petición más o menos insistente de la madre, que
86
puede llegar a condicionar su relación con el varón al reconocimiento por éste de su hijo (de
otro origen): sea aquella petición interesada, o incluso por cierto sentido del deber (dar un
padre a su hijo), por anacrónico que parezca.
Realizando una apreciación de los diversos motivos que tiene un sujeto para efectuar un
reconocimiento por complacencia, citaremos una clasificación realizada por la doctrina
española:
1) Motivos “lícitos” u “honorables”, entre los que se encontraría, por ejemplo, el cariño que el
reconocedor haya llegado a experimentar respecto del reconocido, e incluso la exigencia de
dicho reconocimiento por parte del otro progenitor del reconocido como condición sine qua
non de la formalización de la relación.
2) Motivos “ilícitos” o “deshonestos”, entre los cuales podrían citarse, como ejemplos, el deseo
por parte del reconocedor de cambiar el curso de una sucesión, el de reducir la parte de
herencia que corresponda a otras personas, el de convertirse en sucesor y recibir así
determinadas atribuciones a las que no tendría derecho si no se determinara la filiación que se
genera con el reconocimiento, el ánimo de obstaculizar el reconocimiento por parte del
verdadero progenitor biológico del reconocido o incluso una posible adopción de éste, el
propósito de reducir el importe de los alimentos que el reconocedor deba a hijos de un
matrimonio o relación anterior, etc. 124.
Ahora bien, el problema que surge en este tipo de reconocimientos, es cuando el reconociente
pretende invocar la invalidez, justamente manifestando la inexistencia del lazo consanguíneo, a
pesar que desde un inicio tenía pleno conocimiento de esta circunstancia ¿es posible amparar
este pedido?. Begoña, manifiesta: “lo que ocurre es que todos ellos hacen crisis con ocasión de
la impugnación, y es entonces cuando la doctrina y los tribunales se preguntan por la
naturaleza y otros aspectos de esos reconocimientos: es decir, si el reconocimiento es nulo de
124
GARCÍA HERRERA, Vanessa. Jornada sobre la protección jurídica de los intereses familiares. Universidad Rey Juan
Carlos. Febrero 2012, p. 199.
87
pleno derecho, si es simulado o es anulable; y, en consecuencia, se discute acerca de la acción
procedente para su impugnación por esa causa y normas aplicables (ya que el C.C. nada dice al
respecto); y se ha cuestionado si cabe o no la impugnación del reconocimiento de
complacencia” 125.
Resulta oportuno anotar un supuesto planteado por la autora Beltrán Pacheco, que nos lleva a
la reflexión y análisis de este tipo de reconocimiento, se trata pues “de un caso en el cual la
cónyuge supérstite considerando un medio probatorio genético que se le realizó al difunto,
interpone nulidad del acto jurídico de reconocimiento, con la finalidad de que el niño o
adolescente que en su momento fue reconocido por el causante no tenga ningún derecho
sucesorio. Ante esto – se pregunta la autora- ¿qué pasa en aquellos casos en los cuales el
causante a sabiendas que no era su hijo, reconoció al niño como suyo, y así lo deja expresado
en su testamento? ¿Podría la viuda solicitar la nulidad del acto jurídico de reconocimiento? ¿ se
debe considerar la edad del hijo ya que cuando mayor es su edad mayor es la identidad
adquirida respecto al nombre?” 127.
reconocimiento de paternidad. En Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 128, Lima, mayo del 2009.
88
Estas son algunas de las situaciones conflictivas que pueden originarse con motivo de los
reconocimientos por complacencia, que serán desarrollados en los siguientes apartados,
esperando realizar una reflexión pertinente en cada hipótesis propuesta, por medio de una
adecuada interpretación de las normas jurídicas y el apropiado uso de la doctrina y
jurisprudencia nacional y extranjera.
Este reconocimiento “sui generis” no ha tenido desarrollo en la jurisprudencia del Perú, tampoco
ha sido un tema abordado por nuestra doctrina nacional, sin embargo ello no es óbice para que
en nuestro trabajo de investigación brindemos algunos alcances sobre los reconocimientos de
complacencia. Es preciso hacer referencia a una resolución donde las circunstancias fácticas
configuran claramente un reconocimiento por complacencia. Nuestra magistratura no ha
desarrollado profundamente este tema, sin embargo resulta oportuno señalar el contenido de la
casación N° 1831-2010-Lima Norte, que nos da una aproximación general y nos lleva a
replantear la idea que se tiene a cerca de esta figura; dirijámonos a la apreciación de los hechos:
La recurrente denuncia la infracción normativa de los artículos 395 y 399 del código
civil, esto es la irrevocabilidad del reconocimiento así como la impugnación del mismo,
manifestando que el reconociente tenía pleno conocimiento de la no paternidad
biológica, pues éste conoce a la madre de la niña cuando se encontraba con seis meses
de gestación.
Asimismo, señala que existen testigos que pueden corroborar estas afirmaciones, más
aún la propia madre del demandante sabía que la niña no era realmente su nieta.
89
La Corte Suprema declara improcedente el recurso casatorio, bajo los siguientes argumentos:
Si bien es cierto el artículo 395 del código civil establece el carácter irrevocable del
reconocimiento, ello no prohíbe al reconociente la posibilidad de que pueda impugnar
su propio reconocimiento, cuestionando la validez del mismo.
Señala además que la acción de nulidad del reconocimiento se hace efectiva mediante la
aplicación de los principios generales relativos a la invalidez del acto jurídico.
Respecto a las afirmaciones alegadas por la madre de la niña, orientadas a acreditar que
el demandante tenía conocimiento de que verdaderamente no era hija suya, concluye
que ello importa una valoración de las pruebas que se aportan al proceso, siendo estos
temas no discutidos en casación, por lo que se pronuncia declarando la improcedencia
del recurso.
Es posible advertir en esta resolución, que si bien de la narración de los hechos, se desprende
que se trata de un reconocimiento por complacencia, la corte suprema no se ha pronunciado
sobre el fondo del asunto. No obstante, la casación resulta de gran utilidad para poder analizar
este tipo especial de reconocimiento, teniendo como base un caso acontecido en nuestro país.
He aquí la labor que debemos desarrollar los operadores del derecho en el análisis de las
distintas jurisprudencias.
Otro caso ventilado en los tribunales peruanos, en el que se puede hacer un análisis sobre el
reconocimiento de complacencia, se presentó hace unos años atrás y es el que recoge la
casación N° 1230-96-Huaura, que trataría sobre una simulación absoluta de reconocimiento
de hijo, brevemente nos pronunciamos sobre los hechos:
90
Quiere decir que este individuo a pesar de que la niña era su nieta, decidió reconocerla
como su hija, manifestando la voluntad de constituir los derechos y deberes propios
que derivan de una filiación.
Pasado algunos años, es que el señor decide interponer una demanda de nulidad de
reconocimiento contra su nieta a quien había reconocido como hija, aludiendo la causal
de simulación absoluta.
Analiza la figura de la simulación absoluta, concluyendo que sí coincide con los hechos
narrados en la casación, puesto que a criterio del tribunal el abuelo junto con la
cónyuge no tenían la intención de establecer el reconocimiento de la nieta como hija
suya, éste sólo habría sido en apariencia y por razones personales.
91
veracidad biológica, esta validez se encuentra condicionada por la concordancia entre el hecho
declarado y la realidad efectivamente existente.
-) María Aranda, contesta la demanda manifestando que mantuvo una relación de convivencia
con el accionante desde el año 1990, siendo que desde el momento que se conocieron e
iniciaron las relaciones sentimentales ella tenía un hijo fruto de una relación anterior, sin
embargo este niño fue reconocido por Godofredo Mamani como hijo suyo, a sabiendas de la
inexistencia del vínculo biológico.
128
Sumilla: “La Sala Superior ha interpretado erróneamente el artículo 395 del Código Civil por cuanto dicha norma señala
expresamente que el reconocimiento no admite modalidad y es irrevocable, en consecuencia, la pretensión demandada proviene en
infundada”. En casación 4956-2007 Moquegua.
92
Es posible apreciar que en este caso específico se efectuaron dos reconocimientos ante el
Registro Civil sobre una misma persona, contenidos en dos partidas de nacimiento en las que
figuran padres distintos, ello implica el conocimiento de la madre de ambos reconocimientos,
la demandada a sabiendas de la existencia del primer reconocimiento, no duda en llevar a cabo
el segundo en una aparente complicidad con el demandante.
Los magistrados resuelven este caso declarando infundada la demanda de nulidad del
reconocimiento, bajo los siguientes argumentos:
-) En este orden de ideas, la declaración de paternidad no puede ser revocada, no se admite que
la estabilidad y la seguridad de la filiación sea puesta en peligro; por esta razón es que el
reconocimiento tampoco admite limitaciones accesorias a la voluntad (condición, plazo o
modo).
Por las razones expuestas, la Corte Suprema declaró fundado el recurso de casación, en
consecuencia infundada la demanda de nulidad de reconocimiento.
93
en este caso específico por la existencia de dos declaraciones de paternidad efectuadas en
distintos Registros Civiles. Los argumentos expuestos, han sido los siguientes:
-) Se resalta la importancia del reconocimiento de hijo, estableciendo que por medio de éste se
configura la paternidad, así toda persona tiene el derecho de saber quién es su padre, de contar
con un nombre y apellido, que representan intereses jurídicos de naturaleza indisponible; por
ello se justifica el carácter irrevocable del reconocimiento así como la prohibición de
modalidades.
Es de importancia resaltar el voto en discordia emitido por uno de los magistrados de la Corte
Suprema-hacia el cual mostramos nuestra mayor conformidad-en razón de considerar la
94
posibilidad de declarar nulo el reconocimiento que es contrario a las normas de orden
público,bajo el amparo del artículo V del Título Preliminar del Código Civil.
Así tenemos en España una variada gama de jurisprudencias, con menos precisión en algunos
casos, desde la sentencia - no reciente - del Tribunal Supremo de 20 de enero de 1967 que
básicamente considera que este tipo de reconocimientos son nulos, señalando que no puede
reconocer el no padre ni ser reconocido el que no sea hijo, «y si se hace sería nulo por ir contra
lo dispuesto en la ley», añadiendo que «es indudable que el reconocimiento impugnado – en el
caso de autos es contra legem.
En términos parecidos, las sentencias del Tribunal Supremo de 28 de marzo de 1994: “llevan a
esta Sala al fundado convencimiento de no ser la niña R. hija biológica del demandante, lo que
determina la nulidad del reconocimiento por su falta de exactitud” y 31 de octubre de 1997
95
(que declaró igualmente la nulidad del reconocimiento por no existir relación biológica entre
reconocedor y reconocido). Las sentencias de 27 de mayo de 2004 y 12 de julio de 2004, han
aplicado el criterio de la verdad biológica para resolver los problemas de los respectivos
reconocimientos de complacencia 129.
Los hechos que se presentaron en las sentencias citadas con anterioridad, son básicamente los
siguientes:
El demandante mantiene una relación sentimental con la madre del niño – una
situación de convivencia – pero resulta que antes de iniciar ésta relación, la demandada
ya se encontraba en un proceso de embarazo – quiere decir que el hijo que ella espera,
no es hijo del demandante, sino de un tercero ajeno a la relación y que justamente no
pretende reconocer a este niño.
129 Inclusive en España, la Dirección General de los Registros y del Notariado, a pesar del limitado control por
parte del Registro civil en cuanto a la veracidad de la filiación reconocida – resoluciones del 8 de septiembre de
1992 y 6 de noviembre de 1993 - ha declarado nulo y rechazado la inscripción del reconocimiento «cuando del
título formal acompañado y, en su caso, de las diligencias comprobatorias oportunas, se desprenda que el autor
del reconocimiento no es padre biológico del reconocido; en términos semejantes, las resoluciones de 6 de
noviembre de 1993, 11 de noviembre de 2002 y 2 de febrero de 2004: “no hay duda -dice esta última- de que la
regulación de la filiación en el código civil, se inspira en el principio de la veracidad biológica, de modo que un
reconocimiento de complacencia de la paternidad no matrimonial es nulo de pleno derecho y no podrá ser
inscrito cuando haya en las actuaciones datos significativos y concluyentes de los que se deduzca que tal
reconocimiento no se ajusta a la realidad”. La misma tesis y posición inicial mantienen las resoluciones de 6 de
noviembre de 1993, 28 de diciembre de 2002 y 15 de enero de 2004 (nulidad de pleno derecho del
reconocimiento no veraz), si bien no deniegan la inscripción cuando sólo hay sospechas de que el reconocimiento
no responde a la verdad. Según el citado autor BEGOÑA: “ lo importante a nuestros efectos de esa posición de la
Dirección General de los Registros es que la denegación de la inscripción en el Registro Civil del reconocimiento
de complacencia, en los casos y resoluciones citadas, no es un juicio de valor respecto de la filiación (como sí se
hace en la impugnación judicial), sino referido al propio acto jurídico, que es considerado nulo, como dicen
expresamente, y, como título jurídicamente inexistente, no inscribible”.
96
la ya tantas veces mencionada, falta de correspondencia biológica entre el demandante
y el niño, pese a que desde un inicio tenía conocimiento absoluto de ésta no
correspondencia.
Como se puede apreciar en las diversas resoluciones emitidas por el Tribunal Supremo
de España, se han declarado nulos estos tipos de reconocimiento.
Se hizo mención a algunas sentencias que datan de algunos años atrás, donde se emitieron
pronunciamientos sobre la nulidad de los reconocimientos por complacencia, siendo la
cuestión debatida, un tema no reciente. Siguiendo la línea del tiempo, nos corresponde
analizar los criterios jurisprudenciales actuales, citando algunas resoluciones en las que los
tribunales españoles han tenido oportunidad de analizar con mayor detenimiento a estos tipos
de reconocimiento.
97
El Tribunal Supremo Español, declaró infundado el recurso de casación, confirmando la
sentencia de instancia y adoptando el lineamiento jurisprudencial que considera que un
reconocimiento por complacencia es nulo. Consideramos que lo más rescatable de esta
resolución, es la diferenciación que realizan los magistrados entre los reconocimientos por
complacencia y los reconocimientos en los que ha concurrido algún vicio de la voluntad,
reproduciendo a literalidad esta exposición:
“El criterio interpretativo (…) permite diferenciar los dos cauces impugnatorios, en atención a
su diferente objeto y a su diferente causa o motivo de impugnación, que en un caso recae sobre
el acto de reconocimiento determinante de la filiación, por vicios del consentimiento, y en otro,
sobre la filiación determinada por el reconocimiento”. En el último de estos supuestos, “se
refiere a un reconocimiento extrínsecamente correcto, pero inexacto, en cuanto que su autor
no es realmente el progenitor del reconocido, de manera que no se impugna el reconocimiento
por vicio de consentimiento, sino la filiación 130”.
130
Sentencia 011-2008, 27 de octubre del 2008.
98
• Cuando el sujeto es conocedor de la inexistencia del vínculo biológico y a pesar de esto
decide efectuar el reconocimiento, nos encontramos frente a lo que la doctrina y la
línea jurisprudencial ha denominado reconocimiento por complacencia. El problema
que surge por lo general, es cuando el sujeto que lleva a cabo este reconocimiento,
pretende impugnarlo cuando se rompen las relaciones sentimentales que existieron
entre éste y la madre biológica del niño.
99
reconocimiento, que es realizado con plena conciencia y voluntad puede ser impugnado al
amparo del artículo 141 131 código civil español.
La decisión que adoptaron las instancias de mérito negaron esta posibilidad, pese a la existencia
de prueba fehaciente que excluía la paternidad biológica del recurrente. Sin embargo el tribunal
en casación fija la siguiente doctrina: “la acción de impugnación de la filiación
extramatrimonial, determinada por un reconocimiento de complacencia, puede
ejercitarse por quien ha efectuado dicho reconocimiento, al amparo del artículo 140
C.C., dentro de los cuatro años siguientes a la fecha del reconocimiento” 132. Los hechos
fueron configurados de la siguiente manera:
El recurrente, mantenía una convivencia estable con la demandada quien en ese preciso
momento se encontraba en estado de gestación, por esta situación e influido por el
amor que sentía en ese entonces, tiene el deseo y la intención de reconocer a ese niño
que ésta por nacer como hijo suyo.
Pero por diversas circunstancias, la relación que mantenía el demandante con la madre
del niño se da por finalizada. Tras éste rompimiento es que se pretende declarar la
nulidad del reconocimiento, alegando la falta de coincidencia con la verdad biológica,
pese a que desde un inicio el recurrente tenía conocimiento de ello, además de la
implicancia que reviste el declarar la paternidad sobre otra persona y la serie de efectos
que ello trae consigo.
131
Artículo 141.- La acción de impugnación del reconocimiento realizado mediante error, violencia o intimidación
corresponde a quien lo hubiere otorgado. La acción caducará al año del reconocimiento o desde que cesó el vicio
de consentimiento, y podrá ser ejercitada o continuada por los herederos de aquél, si hubiere fallecido antes de
transcurrir el año.
132
Sentencia 318/2011, de 04 de julio de 2011. Madrid, España.
100
La madre admite la veracidad de los hechos expuestos por el demandante,
manifestando estar plenamente de acuerdo con lo que se alega, mostrando interés por
que se resuelva declarando la nulidad del reconocimiento.
La instancia suprema de España resuelve este caso, bajo los siguientes argumentos:
Pese a que el tribunal resalta que en algunas ocasiones las situaciones sociales y de
índole familiar por el transcurso del tiempo quedan consolidadas alcanzando
permanencia, prevaleciendo el principio de seguridad jurídica y el carácter
indisponible del estado civil de las personas, tan relevante argumento decae al admitir
que el reconocimiento de complacencia puede ser declarado nulo por la falta de
veracidad consanguínea teniendo un plazo de cuatro años siguientes a partir de la
fecha en la que se produjo el reconocimiento.
Consideramos que la decisión adoptada por los magistrados resulta ser contradictoria con los
argumentos que se exponen, pues si se puso de manifiesto la importancia de las situaciones
familiares, en este caso las relaciones paterno-filiales que se desprenden del reconocimiento de
complacencia, es de suponerse que por el transcurso del tiempo han surgido lazos de unión
entre el demandante y el niño que reconoció como hijo suyo. Esta opinión es compartida por
el voto singular emitido por uno de los magistrados, siendo preciso transcribir literalmente su
postura:
133
Artículo 140.-Cuando falte en las relaciones familiares la posesión de estado, la filiación paterna o materna no
matrimonial podrá ser impugnada por aquéllos a quienes perjudique.
Cuando exista posesión de estado, la acción de impugnación corresponderá a quien aparece como hijo o
progenitor y a quienes por la filiación puedan resultar afectados en su calidad de herederos forzosos.
La acción caducará pasados cuatro años desde que el hijo, una vez inscrita la filiación, goce de la posesión de
estado correspondiente.
Los hijos tendrán en todo caso acción durante un año después de haber llegado a la plena capacidad.
101
“Tenemos una reiterada jurisprudencia que estimo equivocada y, peor aún,
contraria al sentido jurídico, a la realidad social y al ordenamiento vigente. En
palabras llanas y en síntesis, el caso lo resolvemos en forma verdaderamente
sangrante: un hombre se enamora de una mujer soltera que tiene un hijo
reconocido sólo por ella, de una relación anterior; él, en el calor de su
enamoramiento reconoce a aquel hijo como suyo, a sabiendas que no lo es; más
tarde, se extingue aquel amor y rompe, como si fuera un simple papel, aquel
reconocimiento y, con ello, el estado civil de aquel niño (o ya chico o ya
hombre). En otras palabras, su reconocimiento depende exclusivamente de la
voluntad del reconocedor; cuando el reconocedor se pelea con la mujer, se
separa y se termina la posesión de estado con el reconocido ¿Se aplica
realmente el párrafo primero del artículo 140 del Código civil alegando el
reconocedor que no es padre (lo que es cierto), prescindiendo que lo sabía y
aceptaba cuando reconoció (lo que también el cierto)?. La realidad social y el
ordenamiento entiendo que no lo admiten y espero que la Sala -más pronto o
más tarde- cambie el criterio que ahora ha mantenido en el pleno e impida este
desaguisado. Amén” 134.
A criterio del voto en discordia la casación debió ser desestimada, bajo la siguiente motivación:
Se pretende dejar sin efecto una paternidad que ha sido declarada en forma libre y
consciente así, en este supuesto - la voluntad del sujeto quedó desplegada y configuró
válidamente los efectos jurídicos propios que derivan de un reconocimiento, en este
sentido no es posible que la validez de este acto quede al arbitrio del recurrente y de
que exista o no buenas relaciones con la madre del niño que ya ha reconocido como
hijo suyo.
Es a través del reconocimiento que se genera el estado civil de los individuos, nacen
derechos indisponibles como es el de la identidad y que justamente con el transcurrir
del tiempo adquiere una mayor solidez, es el niño a medida que va desarrollándose que
134
Sentencia 318/2011, de 04 de julio de 2011. Tribunal Supremo, Madrid, España
102
se identifica dentro de una familia y que permite diferenciarse con los demás al adquirir
atributos propios de su persona, otorgando una ubicación dentro de la sociedad en la
que se desenvuelve; es ahí la importancia que reviste el reconocimiento, admitir su
revocabilidad – como se pretende en la casación bajo comentario –significa atentar
contra la seguridad del estado civil que tiene cada una de las personas.
Según la postura que defiende la validez de los reconocimientos por complacencia, la decisión
adoptada por el Tribunal Supremo español resulta ser injusta y perjudicial para aquellos niños
que en un inicio son reconocidos por personas que tienen la intención y el deseo de ser sus
padres pero que por su actuar irresponsable y caprichoso pretende con posterioridad
retractarse, sin tener en consideración todas las consecuencias de índole legal así como también
afectiva que acarrea tal situación, la admisión de este tipo de soluciones tan radicales van
contra la esencia misma del reconocimiento, siendo tres razones:
135
Sentencia 318/2011, de 04 de julio de 2011. Madrid, España.
103
figura de la nulidad del reconocimiento se disfraza lo que en realidad constituye la revocación
del mismo.
El sólo redactar estas líneas y ponernos en este supuesto es algo descabellado, pero es lo que se
escondería detrás de este tipo de decisiones, que son contrarias a derecho. El código civil
español así como también el nuestro, establecen que el reconocimiento es un “acto puro” no
cabe ni existe la posibilidad de que pueda estar sujeto a condición o a plazo, de ninguna
manera, bajo ninguna circunstancia, sin embargo cuando los tribunales amparan este tipo de
pretensiones atentan contra la naturaleza misma del reconocimiento y van en contra de la
normativa.
Como tercer punto, queremos hacer referencia al vínculo biológico como elemento del
reconocimiento. La doctrina señala que si se quiere ser extremadamente legalistas y ajustarnos
al pie de la norma, no encontramos en nuestro código civil ningún dispositivo que establezca
que el reconocimiento tiene como presupuesto esencial el nexo consanguíneo propio de la
naturaleza, que existe entre padres e hijos, circunstancia que si se encuentra prevista en otros
ordenamientos civiles como en Italia, donde el factor objetivo es el fundamento del
reconocimiento y reconoce expresamente una acción de impugnación de carácter
imprescriptible cuando el reconocimiento no es acorde a la realidad biológica.
104
Ahora bien desde una perspectiva teleológica, la paternidad en estos tiempos es vista de una
manera diferente en la que ya no se tiene como base únicamente el hecho de la procreación
sino otro tipo de factores, por ello figuras como la adopción y la paternidad que surge de las
técnicas de reproducción asistida son admitidas en nuestro ordenamiento; en estos supuestos
existe una clara diferencia en cuanto al progenitor y al padre, desarrollándose lo que algunos
han denominado paternidad social. Si ha sido posible ello, se acepta la validez de un
reconocimiento de complacencia, siempre y cuando concurran todos los elementos de validez.
105
reconocimiento se habría dado por la falta de lucidez producto de la adicción que tenía
el hijo hacia las drogas.
En este orden de ideas, el caso propuesto es de importancia para analizar el interés que tienen
terceras personas para cuestionar un reconocimiento de complacencia, pues justamente nuestra
legislación reconoce un legítimo interés a determinadas personas 136.
Sin embargo, en el caso bajo comentario, a pesar de que los padres cuenten con legitimidad
activa para cuestionar este acto, consideramos que sería necesario analizar la situación en
particular y determinar la existencia o inexistencia de la posesión de estado, ya que
excepcionalmente, por más de que no esté presente el dato objetivo del reconocimiento - la
realidad biológica como consecuencia de la procreación –teniendo en cuenta interés de las
relaciones del derecho de familia, hay ocasiones en las que es más conveniente que la verdad
sociológica o afectiva prevalezca sobre la verdad biológica.
En el ordenamiento jurídico español, así como en la normativa civil francesa, a esta verdad
sociológica se le ha denominado como “la posesión de estado”, citando doctrina autorizada
que manifiesta lo siguiente : “La posesión de estado comporta una consolidada y efectiva
integración en la relación familiar , en tal sentido hay que proteger dicha situación cuando
encuentra su refrendo en la constancia registral, de suerte que después de inscrita la filiación
136
Artículo 399.- El reconocimiento puede ser negado por el padre o por la madre que no interviene en él, por el
propio hijo o por sus descendientes si hubiera muerto, y por quienes tengan interés legítimo, sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 395.
106
empieza a tomarse en consideración el tiempo de duración de esta posesión de estado, siendo
las palabras de la exposición de motivos del proyecto de Ley de filiación dar estabilidad a las
relaciones de estado sobre todo cuando el hijo vive en paz una determinada relación de parentesco 137”.
Nadie podrá negar que con el reconocimiento se establece una calificación positiva de la
voluntad en relación con la verdad, sin embargo por excepción y atendiendo a la peculiaridad
del caso en concreto, se establece la posibilidad de un reconocimiento sin la subsistencia de
una relación biológica entre el sujeto reconociente y el sujeto reconocido.
LAMARCA I MARQUES, Albert. Autonomía privada e intervención pública en las acciones de filiación. La reforma del BGB.
138
En: InDret Revista para el análisis del derecho, Bacelona, 2008., P.7
107
una modificación en cuanto a las normas que regulan la impugnación, tal como lo señala el
autor “ en todos estos supuestos se trata de reconocimientos fraudulentos, por no existir una
relación biológica o socio-familiar entre el hombre y el reconocido” 139, por estas razones es que
la reforma introducida en el BGB legitima a las autoridades administrativas para que están
puedan impugnar este tipo de reconocimientos aparentes, “ siempre que entre el hijo y el padre
reconociente no exista una relación socio-familiar o bien no haya existido ésta al momento del
reconocimiento y con éste se consigan los requisitos jurídicos para la obtención del permiso de
entrada o la residencia legal del hijo o progenitor” 140.
139
LAMARCA I MARQUES, Albert. Ibídem, P.9
140
LAMARCA I MARQUES, Albert. Ibídem, P.9
108
consiguen requisitos jurídicos para el permiso de entrada o la residencia legal del hijo o
progenitor.
109
CAPITULO III
Efectuada la declaración por la cual se reconoce a una persona como hijo, existe la posibilidad
de cuestionar su eficacia en determinadas circunstancias, por ciertas personas y en observancia
de los términos establecidos por ley 141 y que constituyen una especie dentro de las acciones de
estado de familia 142, dirigidas a destruir el vínculo jurídico paterno-filial que ha sido constituido
por el reconocimiento, excluyendo el vínculo jurídico cuando no es concordante con la
realidad. De esta manera los estados de hijo-padre se eliminan, dejando de ser padre quien
jurídicamente lo era de alguien y se deja de ser hijo quien fue reconocido como tal.
Como han señalado las voces autorizadas de la doctrina, las acciones de estado de familia
tienen como finalidad dejar establecido el estatus de una persona; ocurre -como es en el caso
de los remedios aplicables al reconocimiento- que alguien se encuentre gozando de una
posición jurídica que en realidad no le corresponde, para estos supuestos se ha determinado
algunos mecanismos tendientes a establecer el verdadero estado que le corresponde a una
persona cuando no es concordante con la apariencia jurídica generada 143.
Ahora bien, estas acciones en general, se encuentran dirigidas a dejar sin efecto el
reconocimiento realizado por determinada persona y en la regulación de nuestro código civil
del libro de familia, encontramos una sola acción “la impugnación de la paternidad”, sin
embargo a nivel de doctrina y además de los alcances que pretendemos dar a conocer con
nuestra investigación, es posible también considerar acciones que cuestionen la validez del
reconocimiento; remedios jurídicos reconocidos por nuestro ordenamiento civil, siendo estos
la nulidad y anulabilidad, que son aplicables a los negocios jurídicos del derecho de familia.
110
Seguidamente exponemos los alcances de la doctrina extranjera que se ha ocupado de los
remedios aplicables al reconocimiento de hijo, en los supuestos de falta de veracidad y vicios
en la voluntad.
Sólo como un dato histórico, desde tiempos muy remotos en Francia, ya se hablaba de la
nulidad del reconocimiento, se encontraba regulado un supuesto específico; así en el derecho
francés antiguo, se establecía la “nulidad absoluta” del reconocimiento de un hijo adulterino o
incestuoso, sancionado por contrariar reglas de orden público, teniendo legitimidad activa todo
aquel que tuviera interés.
Con el transcurrir del tiempo, el legislador francés comprendió que no era racional ni
socialmente aceptable seguir con una regulación de este tipo, que notoriamente resultaba ser
contraria a los intereses del ámbito del derecho familiar, los hijos no tenían porqué verse
perjudicados con el actuar de las personas que los procrearon y les correspondía el derecho a
ser reconocidos por sus verdaderos padres, por ello es que esta sanción de nulidad absoluta fue
suprimida con posterioridad del ordenamiento francés.
111
Primeramente, entrarían las causales de nulidad, aplicables a los negocios jurídicos en
general –donde se incluye al reconocimiento – siendo nulo por falta de los requisitos
de fondo o de forma que son imprescindibles para su validez (el consentimiento,
carácter auténtico del documento, entre otros).
Quiere decir que en este plano, se va a evaluar los requisitos de validez que deben
concurrir en el reconocimiento y estos vienen a ser la declaración de voluntad del
reconociente, declaración efectuada por un sujeto capaz, y la formalidad 144 de la que
debe estar investida el reconocimiento; si faltase alguno de estos presupuestos, el
reconocimiento de hijo es nulo.
Con respecto al primero de estos vicios: el error supone una inexactitud, bien sea en la
identidad de la persona del hijo o en su filiación, y de ahí que la nulidad de un reconocimiento
verificado por error se puede impugnar por ser contrario a la verdad, a la falta de
correspondencia del vínculo consanguíneo entre el sujeto reconociente y el sujeto reconocido.
Respecto a los otros dos vicios – dolo y violencia –cabe la posibilidad de que puedan ser reflejo
de la verdad, por eso no deja de ser anulable ya que el reconocimiento es un acto unilateral de
Las condiciones de validez del reconocimiento en cuanto a la forma quedan sancionadas por la nulidad, bien
144
sea que se trate de la ausencia completa de autenticidad o de que el acta no haya sido levantada por un funcionario
público competente, o por último que no haya sido hecho en escritura matriz, la nulidad que invalida al
documento se decreta por la falta de cumplimiento de los requisitos legales, pero no porque sea inexacta
112
voluntad, sin embargo en estos supuestos, el autor de un reconocimiento no ha de pedir su
anulación sino en el caso de creer que la filiación aceptada por él sea falsa, pues en los otros
supuestos, por más que el reconocimiento sea declarado nulo, el hijo podrá interponer una
acción judicial de declaración de paternidad y se llegará al mismo resultado.
Los caracteres de la nulidad de un reconocimiento por vicio de consentimiento son los mismos
que en materia de contratos, por consiguiente hay que aceptar:
b) que puede convalidarse por la confirmación por parte del autor del reconocimiento.
Asimismo, regula el plazo para la impugnación del reconocimiento cuando existe posesión de
estado, señalando un plazo de cinco años 147, cuando la situación de vivencia de la relación
paterno-filial es correspondiente al título de la filiación.
145PLANIOL Y RIPERT, Marcelo y Jorge. Tratado Práctico de derecho civil francés. La Habana: Cultural SA, 1939.
146
Art. 322.- (…)La paternité peutêtre contestée en rapportant la preuve que le mari oul'auteur de la
reconnaissancen'estpas le père.
147Art.333.- Lorsque la possession d'état est conforme au titre, seuls peuvent agir l'enfant, l'un de ses père et mère
ou celui qui se prétend le parent véritable. L'action se prescrit par cinq ans à compter du jour où la possession
d'état a cessé ou du décès du parent dont le lien de filiation est contesté.
Nul, à l'exception du ministère public, ne peut contester la filiation lorsque la possession d'état conforme au titre a
duré au moins cinq ans depuis la naissance ou la reconnaissance, si elle a été faite ultérieurement.
113
Ello quiere decir que el reconocimiento de filiación puede ser impugnado, por falta de
veracidad biológica siempre y cuando no se verifique una posesión de estado por el lapso de
cinco años. Esto implica que si entre el reconocido y reconociente existe una relación socio-
afectiva, evidentemente pública por la cual ambos manifiestan un cariño recíproco,
sentimientos que naturalmente emergen en una relación familiar, acreditándose de esta manera
el actuar del reconocedor como si verdaderamente fuera el padre biológico, por el lapso de
cinco años, ya no será posible cuestionar la validez del reconocimiento por la falta de veracidad
biológica.
Esta posesión de estado es entendida como la situación fáctica en la que una persona disfruta
el estatus de hijo en relación a la persona que desempeña el rol de padre, independientemente
que esa situación corresponda a una realidad legal o biológica. El estado de filiación se
identifica en cuanto existan componentes como: i) tratatus: comportamiento aparente de
parientes (la persona es tratada por los padres ostensiblemente como hijo, y esta los trata como
padres) ii) nomen: la persona tiene el nombre de familia de los padres iii) fama, imagen social y
reputación: la persona es reconocida como hija de la familia y por la comunidad, siendo así
considerada por las autoridades. En conjunto, estos componentes se revelan por la convivencia
familiar, por el efectivo cumplimiento de los deberes de guarda, educación y sustento del hijo
por el relacionamiento afectivo, en fin, por el comportamiento que adoptan los padres e hijos
en la comunidad en que viven 148”.
148
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Ibídem, p. 382..
114
Otra de las novedades que trae consigo la normativa francesa es que faculta la intervención del
Ministerio Público para la impugnación de un reconocimiento, cuando este es contrario a su
naturaleza o cuando encierra en sí un propósito fraudulento 149.
A manera de introducción, podemos señalar que en Italia, se hace una distinción expresa entre
los hijos nacidos dentro del matrimonio y los hijos nacidos fuera de éste - de igual manera que
en nuestro ordenamiento jurídico, solamente que cambiando las denominaciones- así, según se
desprende de la normativa vigente, son hijos legítimos aquellos cuya procreación tiene lugar
entre los cónyuges en constante matrimonio. Se reconoce de hecho al matrimonio la capacidad
de determinar el status personal de los hijos concebidos entre los cónyuges, toda vez que
comporta la obligación de fidelidad y con ella la exclusión de otras relaciones sexuales,
permitiendo al legislador afirmar, según lo dispuesto en el artículo 231 del Código Civil« el
marido es padre del hijo concebido durante el matrimonio». Por otro lado, son hijos naturales aquellos
que han nacido fuera del vínculo matrimonial.
La doctrina italiana manifiesta que con la expresión “acción de estado” se está haciendo
referencia al mecanismo a través del cual se solicita del Juez una sentencia sobre el status de la
persona, siendo las acciones de estado legítimo reguladas por las leyes la de desconocimiento de la
paternidad; las acciones de impugnación de la legitimidad y las acciones de reclamación de la legitimidad; todas
se dirigen a obtener un pronunciamiento judicial sobre el status de hijo legítimo 150.
149
Art. 336.- La filiation légalementétabliepeutêtrecontestée par le ministère public si des indicestirés des
acteseux-mêmes la rendentinvraisemblableou en cas de fraude à la loi.
150 DE VAS GONZALES, Juana María. Ibídem.
115
a) La impugnación de la legitimidad
La legitimación activa está reconocida a quienes constan como padres en el acta de inscripción
del nacimiento y, en general, a cualquiera que pueda tener interés. En tan amplia expresión, se
encuentra indudablemente comprendido el hijo, porque quien tiene un título de estado de hijo
legítimo tiene siempre interés en conservarlo, aun cuando dicho título documente un status
que no es el suyo.
116
b) Impugnación del reconocimiento por falta de veracidad
Esta falta de veracidad consiste en la disconformidad existente entre la situación jurídica creada
con el reconocimiento y la situación real, mediante una decisión adoptada en Bologña en el año
1950, se comprobó la falta de veracidad precisamente porque el autor del reconocimiento
únicamente había tenido relaciones con la mujer en los siete meses anteriores al parto, mientras
que el hijo había nacido, según se comprobó, después de nueve meses de vida intrauterina.
De ahí deriva la consecuencia de que cualquier otra razón, cualquiera otra finalidad del sujeto
queda fuera de la función exclusiva que ha servido de base a la ley para prever el negocio de
reconocimiento de hijo.
152
Art. 263.- Il riconoscimento può essere impugnato per difetto di veridicità dall'autore del riconoscimento, da
colui che è stato riconosciuto e da chiunque vi abbia interesse. L'impugnazione è ammessa anche dopo la
legittimazione (280 e seguenti). L'azione è imprescrittibile.
117
En el proceso de veracidad, no se requiere que el juez realice una valoración de las
circunstancias que han precedido el reconocimiento (esto es si existió algún vicio de la
voluntad: dolo, error, violencia) simplemente el autor del reconocimiento debe probar en
concreto que no es padre. Alguna parte de la doctrina ha considerado que en este supuesto
“sería ocioso tratar el error como causa de impugnación del reconocimiento, ya que, bastando
la no paternidad natural, y su prueba para destruirlo (por no coincidir con la realidad) es inútil
entrar a ver si la no coincidencia de reconocimiento y realidad proviene de error o de otra
causa”.
a) Cuando el hijo no reúne las condiciones legales para ser considerado como tal.
También puede probarse que el hijo no pudo ser procreado por el padre que lo
reconoció.
118
b) Cuando no se ha observado la forma que el código civil prescribe para hacer el
reconocimiento (…) la autenticidad del acto, consentimiento del hijo mayor de edad a
la aprobación judicial del reconocimiento de un hijo menor cuando proceda 154.
c) Cuando medie vicios en la voluntad del agente, que a nuestro parecer merece
una especial mención.
El código civil español en su artículo 141, regula de manera expresa los vicios que pueden
afectar la voluntad del reconociente – error, violencia e intimidación – que hacen anulable el
reconocimiento, siendo sujetos activos de interponer la anulabilidad el presunto progenitor o
quien tenga legítimo interés, que podrían ser los herederos de éste.
En el caso del error, la doctrina nos da la siguiente referencia: “en nuestro país cuando
el progenitor reconoce puede hacerlo creyendo que es padre y sin embargo no serlo,
por eso el reconocimiento, como acto jurídico, es válido, con independencia de la
verdad biológica. Si luego se demuestra o llega a conocer el sujeto que su creencia no se
corresponde con la realidad podrá impugnar su declaración, basándola en un error, que
es un conocimiento equivocado de la realidad, pero hasta que no se ejercite la acción, el
reconocimiento es válido con independencia de la veracidad de la filiación” 155.
119
engañó, es posible que se permita la impugnación del reconocimiento alegando error, si
bien lo que hubo en realidad fue dolo, ya que la declaración de paternidad tuvo lugar
por móviles tan poderosos que influyeron decisivamente en la voluntad” 156.
Pueden entablar la acción de impugnación todos aquellos que se vean perjudicados con el acto
del reconocimiento, estando comprendidos en este supuesto, tanto los mismos sujetos que
reconocen así como también el hijo que ha sido reconocido 157.
También podrán cuestionar el reconocimiento aquellas personas que cuenten con un legítimo
interés ya sea éste de carácter moral o patrimonial, siendo perjudicados con la filiación; tal
como lo señala Llegó, los afectados son en una interpretación lato sensu aquellos que tengan
vocación potencial de llegar a serlo, es decir, tanto hijos y descendientes, como padres y
ascendientes, siempre y cuando se plantee la acción de impugnación de la filiación paterna
correspondiente al presunto progenitor, protegiéndose de un perjuicio expectante.
FERNÁNDEZ GONZALES, María. Ibídem. Es necesario precisar, que según la autora, en estos casos es indiferente
156
que el niño sea hijo o no del reconocedor, aunque lo fuese nada impide que el sujeto pueda destruir el
reconocimiento que hizo ya que éste es un acto voluntario, libre y consciente y esas características no se dan
siempre que intervenga un vicio de la voluntad como es el error, la violencia o la intimidación. Sin embargo,
consideramos que si el reconocido es verdaderamente su hijo, bastará que la madre presente como prueba
fehaciente el ADN, para declarar infundada la demanda de impugnación, al fin y al cabo el presupuesto esencial
para declara la filiación es la existencia del nexo biológico entre el reconociente y el reconocido; no aceptar esto
implicaría que después de impugnado el reconocimiento, el hijo tenga que interponer una demanda de
reclamación de paternidad, siendo un trámite innecesario; ya que de todas maneras acreditada la procreación del
progenitor se declararía la filiación a favor del hijo.
157 Siempre que considere deshonrosa la manifestación de paternidad hecha por el padre, y siempre que, además
120
herederos del reconociente se dirige en contra del reconocido y de igual o en contra de éste
último cuando la impugnación es ejercida por el padre que declaró el reconocimiento.
La doctrina ha señalado dos criterios para determinar el cómputo de los plazos, “se exige de
dos circunstancias, por una parte la registral – la inscripción de la filiación –y otra parte la
fáctica – la posesión de estado (…) estos dos hechos pueden estar concatenados pero puede
también, que no sean simultáneos o coincidentes.
En cuanto al plazo para interponer la impugnación cuando medie vicios en la voluntad del
reconociente, la normativa española ha establecido el plazo de un año, “el reconocedor
dispone de un año para impugnar su acto, de modo que si deja transcurrir el plazo, pierde toda
oportunidad y el reconocimiento quedará como definitivo para siempre” 159.
158
Como lo señala Llegó, en el caso de los hijos menores, pueden impugnar la paternidad o maternidad, mediante
representante legal, quien podrá invocar la acción hasta el plazo de cuatro años contados a partir de la inscripción
y la consecuente configuración de la posesión de estado, transcurrido el plazo, caduca la acción para el
representante, más no para el hijo, quien al llegar a la mayoría de edad gozará de un plazo extraordinario de un
año, para impugnar la filiación extramatrimonial, existiera o no en las relaciones familiares posesión de estado.
FERNÁNDEZ GONZALES, María. Ibídem
159
121
4. En Argentina
El artículo 263 del código civil argentino establece lo siguiente: “el reconocimiento que hagan
los padres de los hijos concebidos fuera del matrimonio puede ser impugnado por los propios
hijos o por los que tengan interés en hacerlo. El hijo puede impugnar el reconocimiento en
cualquier tiempo. Los demás interesados podrán ejercer la acción dentro de los dos años de
haber conocido el acto de reconocimiento”.
Al igual que en nuestro ordenamiento jurídico, la legislación argentina no regula cuáles son las
causales para que pueda impugnarse el reconocimiento de hijo, sin embargo la doctrina ha
dado algunos alcances, señalando que éstas causales derivan de la propia naturaleza del
reconocimiento, siendo la realidad biológica presupuesto esencial para el reconocimiento;
dicho nexo natural entre reconociente y reconocido adquiere valor excluyente de manera que si
falta, éste cae a pesar de que se cumplan con los demás presupuestos que configuran un
reconocimiento válido 160, siendo la primera causal que se pretende analizar.
Eduardo Zannoni, manifiesta: “se puede definir la acción de impugnación del reconocimiento
diciendo que es la acción de estado de desplazamiento por la cual se niega que el reconociente
sea el padre o la madre del reconocido, y que de prosperar, deja sin efecto el título de estado,
que mediante el reconocimiento, se obtuvo, o, en su caso, impide su inscripción en el Registro
de estado civil y capacidad de las personas” 161.
160
MENDEZ, María Josefa. La filiación. Argentina 1986, p. 352.
161 ZANNONI, Eduardo. Derecho de familia. Buenos Aires, 1998, p. 479.
122
-)Legitimación activa:
El artículo 263 del código civil, establece la legitimidad activa a los siguientes sujetos: el hijo, así
como cualquier otro que tenga interés, en forma coincidente con las regulaciones comparativas
mencionadas con anterioridad.
El primer sujeto habilitado para interponer esta acción, es el hijo, tal como lo ha determinado
el ordenamiento jurídico argentino. En la mayoría de los supuestos, será el hijo mismo quien
impugne el reconocimiento, con la finalidad de interponer de manera simultánea la
reclamación de la paternidad frente a otro sujeto distinto del reconociente, “la impugnación
constituirá el presupuesto de la reclamación para poder evitar la incompatibilidad de estados de
familia” 162.
Cuando el hijo no cuente con la mayoría de edad, podrá interponer la acción de impugnación a
través de su representante legal – en caso de que haya sido reconocido por ambos
progenitores, válidamente será la madre quien lo represente – si éste fuera el mismo
reconociente, se tendrá que hacer la designación de un tutor especial.
Por otro lado, también abarca la legitimidad activa para todo aquel que cuente con interés
moral o patrimonial 163, merecedor de tutela legal, como es el caso de los herederos del
reconociente, quien pretenderán que el reconocido no concurra junto a ellos en la sucesión de
su causante. También podrá impugnar el reconocimiento, el otro progenitor del reconocido 164,
al igual que aquella persona que se atribuya la paternidad o maternidad del
reconocido 165;contrario sensu, no puede invocar la impugnación, el propio reconociente, “ ya que
123
si éste es válido, asume el carácter de irrevocable” 166, sin embargo existirá otros mecanismos
por medio de los cuáles el sujeto podrá cuestionar la validez del reconocimiento, nos referimos
a que podrá accionar la nulidad del mismo, cuando por ejemplo se haya configurado algún
vicio de la voluntad, no cumplir con las formas establecidas por ley que determinan su validez,
el reconociente carece de capacidad para reconocer, entre otros.
-)Sujetos pasivos
-)Objeto de la prueba
Los medios de prueba admisibles en la impugnación son todos aquellos que tengan por
finalidad la exclusión de la paternidad o de la maternidad del reconociente. La doctrina
enumera algunos de éstos, como la incompatibilidad de grupos sanguíneos, impotencia o
esterilidad del o la reconociente 168, e inclusive se acepta algunos instrumentos de carácter
privado – por ejemplo cartas, misivas – donde el reconociente admita que se trató de un
reconocimiento complaciente o falso, aunque en tal caso éste no podría, después impugnarlo,
124
sí pueden hacerlo el hijo o los interesados en destruir el título de estado así obtenido 169; sin
embargo, en la actualidad es la prueba de ADN con la que es posible obtener un nivel
incuestionable de exclusión de la paternidad.
La normativa argentina regula que la acción de impugnación que entabla el hijo en contra del
reconociente es imprescriptible, puede ser ejercida en cualquier momento, no sucede lo mismo
en el caso de los demás sujetos que cuenten con un interés moral o económico,
estableciéndose como plazo para ejercitar la acción dos años contados a partir de que los
interesados conocen del reconocimiento 170.
Es un remedio jurídico establecido de manera expresa en nuestro código civil, por medio del
cual es posible dejar sin efecto un reconocimiento siempre y cuando el sujeto no haya
intervenido en la declaración de la relación paterno-filial. Es una acción de estado tendiente a
cuestionar el estatus jurídico de hijo, que justifica la no intervención del sujeto a quien se le
atribuye una paternidad.
Como lo ha señalado la doctrina nacional “la impugnación es una acción que tiene por objeto
contradecir o refutar un reconocimiento realizado de acuerdo a ley, lo cual implica discusión o
169 BORDA, citado por Zannoni Eduardo Ibídem. Al respecto discrepamos lo manifestado por la doctrina
argentina. Los reconocimiento de complacencia tienen como característica esencial el conocimiento de la
inexistencia del vínculo biológico, es decir el reconociente sabe de antemano que el reconocido no es hijo suyo, a
pesar de esto, decide voluntariamente reconocerlo; como puede apreciarse los reconocimientos de complacencia
difieren notablemente del reconocimiento que regulan las normas del código civil, en este sentido debería tener un
tratamiento especial, por ejemplo que no le sea aplicable la figura de la impugnación a cualquiera que tenga interés
– en este caso los herederos del reconociente, el otro progenitor del reconocido, etc. – siendo el único legitimado
para impugnar el reconocimiento, el hijo; sin embargo también su actuación podría verse limitada en ciertos casos.
170 Tal como lo señala Zannoni, se trata del conocimiento real, puesto que no se exige notificación del acto, pero
si a quien impugnase se le opusiese la caducidad de la acción deberá probar desde cuando conoció el
reconocimiento.
125
debate judicial para enervar sus efectos” 171. La acción de impugnación del reconocimiento está
destinada a atacar el contenido, esto es el elemento objetivo: el nexo biológico; en
consecuencia está acción puede ser ejercitada cuando el reconocimiento no guarda
correspondencia con la verdad biológica. De esta manera, el ordenamiento civil ha puesto a
disposición de determinadas personas este recurso para atacar la filiación jurídica constituida
por el reconocimiento
• Legitimidad activa
El artículo 399 del código civil hace mención a los sujetos que pueden interponer la acción de
impugnación siendo estos:
Sin embargo este precepto normativo no tiene aplicación práctica en nuestros días. La
persona que ha sido mencionada como padre o madre, sin que conste su intervención
– en contravención al artículo 392 del código civil –solicitará ante el Registro de Estado
Civil se tenga por no puesta esta mención conforme lo dispuesto en el artículo 37 del
Decreto Supremo N° 015-98- PCM del Reglamento de Inscripciones del Registro
Nacional de Identificación y Estado Civil) 172.
• El propio hijo, quien ejercita está acción tendiente a atacar el reconocimiento efectuado
por quien en realidad no es su padre.
PERALTA ANDÍA, Javier Rolando. Derecho de Familia en el Código Civil. IDEMSA, Lima, 2008, p. 474
171
PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex. Impugnación del reconocimiento. En código civil comentado.Tomo II.
172
126
• Los descendientes del hijo y otros que tengan legítimo interés. Estas personas pueden
verse seriamente perjudicadas con un reconocimiento que no es acorde a la realidad
biológica. Algunos ejemplos de estos perjuicios podrían ser los siguientes:
La regulación de la impugnación señala que ésta acción puede ser invocada por el sujeto que
no interviene en el reconocimiento, pero no considera el hipotético caso en el que sea la misma
persona quien llevó a cabo el reconocimiento pretenda posteriormente impugnarlo cuando no
existe correspondencia con la verdad biológica. Se trata de una situación problemática que no
cuenta con un presupuesto normativo que pueda determinar la solución a este conflicto. Al
127
existir esta limitación legislativa, el reconocimiento de hijo será cuestionado por medio de los
remedios aplicables a los negocios jurídicos en general.
El código civil señala un plazo de noventa días para impugnar el reconocimiento de hijo.
Realizando un análisis comparativo conforme a la legislación, tenemos que en el código civil de
1852, no se establecía un plazo de caducidad para la impugnación del reconocimiento;
posteriormente, a partir de la vigencia del código civil de 1936 es que se ha regulado un plazo
para ésta acción que es de tres meses, disposición que también ha sido adoptada por nuestro
actual código.
Rodríguez Ávalos manifiesta que “noventa días para que aquel que efectúo el reconocimiento
impugne el mismo resulta un plazo sumamente corto, considerando que el reconocedor pueda
descubrir que el reconocido no es su hijo incluso algunos años después de haberlo declarado a
este como tal. Por tal motivo, hace algunos años la subcomisión de reforma del libro de
derecho de familia del código civil, había propuesto la modificación del artículo 400 de este
cuerpo normativo, sugiriendo que el plazo para negar el reconocimiento sea
imprescriptible 174”.
173
RODRIGUEZ AVALOS, YovaOsven. Caducidad para la impugnación del reconocimiento de paternidad extramatrimonial.
Gaceta Jurídica, Lima, p. 4.
174
RODRIGUEZ AVALOS, YovaOsven. Ibídem, p. 12.
128
La propuesta ha sido considerada sobre la base del derecho comparado, como Brasil y Portugal
que establecen la imprescriptibilidad de la acción cuando no hay posesión constante de estado
de familia y Argentina que determina la imprescriptibilidad de la acción del hijo para impugnar
el reconocimiento.
Se admite que el reconocimiento, como negocio jurídico, pueda ser objeto de nulidad o
anulabilidad, “es pasible de ineficacia como tal, tanto en virtud de las causales que pueden
afectar la validez de cualquier negocio jurídico como de las específicas que resultan del
tratamiento legal específico” 175.
Procede la nulidad del reconocimiento, según la doctrina autorizada en los siguientes casos:
175
MENDEZ, María Josefa. Ibídem, p. 356. La autora menciona algunas circunstancias en las cuales se daría la
inexistencia del acto de reconocimiento, siendo éstas la admisión de la relación biológica manifestada en forma
verbal, el reconocimiento efectuado en acto privado cuando faltase la firma del reconociente y cuando no se
notifica a la mujer que no reconoció expresamente, la inscripción del nacimiento efectuado en base a un
certificado de médico en que figuraba su nombre; en los casos mencionados, según la autora se reputa que no
existe reconocimiento, siendo la acción judicial indispensable para que se ordene la anulación de la inscripción
recital del reconocimiento, conforme a la doctrina y jurisprudencia que ha elaborado la teoría de la inexistencia
negocial.
176
Consideramos que en estos casos, dependerá del grado de alteración mental o deficiencia física que presente el
sujeto, siendo indispensable tomar en cuenta la capacidad natural que ostente el individuo, nos referimos al
discernimiento como la aptitud para entender y querer, si se cuenta con este grado de capacidad, es posible
realizar un reconocimiento válido.
129
c) Por vicios en la voluntad del reconociente al otorgar el acto de reconocimiento:
el haber obrado bajo la influencia de violencia irresistible o de error espontáneo o
provocado sobre la identidad del reconocido, o bajo influencia de engaño.
Si bien es cierto que tanto la nulidad como la impugnación del reconocimiento, tiene como
finalidad la exclusión de la paternidad o de la maternidad, estas dos acciones han sido
diferenciadas por la doctrina, Zannoni señala que tal distinción es esencial por lo siguiente:
-)La acción de nulidad, en cambio, ataca la validez sustancial del acto jurídico que contiene el
reconocimiento por vicios que atañen a su eficacia constitutiva como tal. De modo que en la
acción de nulidad, no está en juego ni se discute si el reconociente es en verdad el padre o la
Como lo refiere Zannoni, ello no obsta, desde luego, a que el posterior reconociente a pesar de su nulidad,
177
pueda ejercer la acción de impugnación del primer reconocimiento, y, pronunciada la sentencia que hace lugar a la
impugnación y lo deja sin efecto, peticionar la inscripción del reconocimiento que él realiza.
130
madre del reconocido – como en la acción de impugnación del reconocimiento–sino el vicio
sustancial que impide la eficacia del acto jurídico 178.
En lo referente a los plazos de prescripción, regirá el plazo genérico establecido para la nulidad
del negocio jurídico, que es de diez años computables desde que se tuvo noticia del
reconocimiento.
2.3.1 El Engaño
178
ZANNONI, Eduardo. Ibídem.
179
MENDEZ, María Josefa. Ibídem. p, 358. El autor cita uno de estos supuestos, indicando que la acción de
nulidad no prosperará por falta de autorización en la inscripción del reconocimiento en el Registro por un menor
de 16 años que no contaba con ella, si el juez se convence de que hubiera dado su conformidad si se la hubiera
solicitado oportunamente; dado de que el instrumento privado no lo afecta si están reunidas las condiciones de
aquél.
180
VARSIROSPIGLIOSI, Enrique.Ibídem, p. 385.
131
cabo el reconocimiento, situación esta que no se da en las mujeres al ser la maternidad un
hecho más objetivo.
Aquí nuevamente la fractura de la voluntad perfecta se produce en el primer plano, solo que ya
no por una causa intrínseca atribuible al declarante, sino por una extrínseca producida por un
tercero. En efecto al tratarse el reconocimiento de un acto jurídico unilateral, el vicio no es
provocado por la otra parte, pues aquí tal no existe, sino por otra persona que sin ser parte
influya en la decisión del reconocedor 181.
El caso más común de dolo es, como menciona Ayarza Sancho, el dolo reticente, que implica
omitir una información esencial para el adecuado conocimiento y por ende consentimiento de
quien reconoce. Dolo reticente que de ordinario será el de la progenitora, omitiendo la
circunstancia de no ser el varón el padre biológico, hallándose este en la creencia contraria” 182.
2.3.2. El error.
181
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Ibídem, p. 387.
AYARZA SANCHO,Jose“ La influencia de la autonomía de la voluntad en la filiación determinada por el
182
reconocimiento. En diario la Ley, España, N| 6932, sección doctrina, 24 de abril de 2008, AÑO XXIX, Ref. D-
127 p. 6.
183
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Ibídem, p. 234.
132
voluntad “el error” haciendo un dura crítica a la regulación que de éste se tiene en el código
civil 184 – pues exige que el error sea conocible por la otra parte- sin embargo cual sería esta
“parte” en el reconocimiento, así como en otro negocio jurídico unilateral –adopción,
testamento- lo que ocurre, según el autor, es que nuestro legislador copió las normas italianas y
como éstas regulan específicamente el contrato más no el negocio jurídico se dice que el error
tiene que ser conocido por la otra parte, es decir por el contratante; sin embargo en el
reconocimiento no es necesario este requisito de cognocibilidad, el error lo comete el mismo
declarante, siendo posible que en tal supuesto se aplique la sanción de anulabilidad por no
haberse configurado válidamente la declaración de voluntad.
2.4. Remedio legal en el caso de los reconocimientos por complacencia: “nulidad del
acto por ser contrario al orden público”
184
Artículo 201.- El error es causa de anulación del acto jurídico cuando sea esencia y conocible por la otra parte.
133
• El primero de los argumentos tiene como idea central, la filiación biológica,
entendida como el vínculo natural que deriva del acto de la procreación y que
precisamente es el lazo consanguíneo entre padres e hijos; el reconocimiento es
sólo una de las alternativas que brinda el ordenamiento jurídico con la finalidad de
que esta realidad tenga una efectiva existencia jurídica dentro de un ordenamiento
civil – recordemos que la filiación extramatrimonial también puede ser establecida
por declaración judicial – sólo así puede justificarse la idea del reconocimiento de
hijo teniendo como principio base el de la veracidad: adecuación entre la filiación
legal y la natural.
134
orden imperativo propias de la adopción, evadiendo los mecanismos de control del
ordenamiento civil.
• En estos reconocimientos, los móviles son de diversa índole. Sin bien es cierto
alguno de ellos tendrán como fundamento sentimientos de nobleza, de afecto, de
tener la intención de que un niño tenga a su lado la figura paterna; existe el lado
opuesto y se configuran móviles que atentan significativamente contra esta
institución, como por ejemplo el obstaculizar derechos sucesorios ya sea en el caso
de ascendientes o descendientes, casos en el que se tiene el propósito de minimizar
una pensión alimenticia, para la obtención de la nacionalidad, entre otros, en
definitiva se estaría desnaturalizando la figura del reconocimiento de hijo.
Llegando a este punto, consideramos que a nivel de nuestro ordenamiento civil, así como en la
jurisprudencia y doctrina española, es posible aplicar el remedio legal de la nulidad del negocio
jurídico en general para los reconocimientos por complacencia, siendo nulos de pleno derecho
por ser contrarios a las normas de orden público. Ahora bien, es razonable plantear la siguiente
interrogante ¿cuáles serían las normas imperativas contra las que atentaría un reconocimiento
por complacencia?, la primera respuesta que salta a la vista son los preceptos normativos que
prescriben la regulación de la institución jurídica:“adopción”.
-)Tenemos conocimiento que la filiación puede ser establecida por el matrimonio, por el
reconocimiento de hijo, siendo en ambos supuestos el elemento esencial objetivo“la relación
consanguínea”, frente a estos existe la filiación adoptiva que se configura por medio de la
voluntad de una persona tendiente a crear una relación jurídica socio-afectiva frente a otra,con
la finalidad de asumir los derechos y obligaciones que legalmente existen entre padres e hijos.
135
En este orden de ideas, la adopción es la institución legal e idónea para crear una relación
jurídica de filiación sin la relación biológica correspondiente. Si se abre espacio a los
reconocimientos por complacencia, se eludiría una serie de preceptos imperativos relativos a la
adopción que no pueden ser vulnerados, nos referimos al control judicial al requerir la
aprobación del Juez 185,las prohibiciones acerca del adoptante y adoptado, los asentimientos por
parte del hijo o por parte de los padres según corresponda y otros requisitos legales, siendo
éstos de obligatorio cumplimiento por ser normas imperativas.
-) Los reconocimientos de complacencia son contrarios a las normas de orden público, porque
van en contra de los principios jurídicos que conforman la idea de la institución jurídica de la
filiación, que descansa sobre valores superiores y predeterminaciones entendidas conforme la
naturaleza de la institución. En virtud a ello, se tiene que el principio orientador de la filiación
es el elemento objetivo, como principio de veracidad y expresión de la realidad biológica que
preexiste y no como una categoría artificial por la que pretende constituir una relación paterno-
filial - finalidad que tiene un reconocimiento por complacencia - por estas consideraciones, si la
declaración de paternidad no es conforme a la veracidad consanguínea, existe una
contradicción en esencia de los postulados orientadores de la filiación.
-)Así también, tuvimos oportunidad de mencionar las motivaciones subjetivas por la cuales el
sujeto efectúa un reconocimiento de complacencia, algunas de éstas se encuentran inspiradas
en móviles afectivos, es posible también advertir que los reconocimientos por complacencia
disfrazan propósitos fraudulentos e ilícitos, que de igual forma persiguen la elusión de normas
imperativas. Así podemos enumerar supuestos en los cuales se efectúa este tipo de
reconocimiento para beneficiarse con el reparto de una herencia- esto en tema de derechos
sucesorios- o de interferir en la distribución legal de la masa hereditaria, incluyendo a quien no
tiene la condición de heredero en el reparto; por otro lado puede llegar a configurarse el
reconocimiento a cambio de una contraprestación económica ( en el hipotético caso que una
madre, con la finalidad de evitar que su hijo lleve sus mismos apellidos, requiera de un tercero
para que reconozca a su hijo) o finalmente, como se pudo analizar en el ordenamiento civil
185
Excepcionalmente no requieren de control judicial, la adopción que se tramita según la Ley de Procedimiento
Administrativo de Adopción de Menores declarados judicialmente en abandono, y aquellas tramitadas ante
notario según lo dispuesto por la Ley N° 2662, Ley de competencia notarial.
136
alemán, para otorgar derechos de nacionalidad. A simple vista apreciamos que estos supuestos
son actos fraudulentos, lesivos de la naturaleza de toda filiación.
-) Finalmente, por las razones expuestas, es posible ejercitar el remedio legal de la nulidad a fin
de que se declare la invalidez de un reconocimiento por complacencia, por ser un acto
contrario al orden público, encontrando fundamento legislativo en el artículo V del Título
Preliminar del Código Civil, así como los fundamento doctrinario y jurisprudenciales que se ha
desarrollado a lo largo de nuestra investigación.
CONCLUSIONES
137
relaciones interpersonales, detectando la presencia de un elemento en común: la
declaración de voluntad, presente también en las instituciones del derecho de familia.
138
• Cuando se declara nulo un reconocimiento de hijo, los argumentos jurídicos en
los que sustentan la decisión, varían en uno y otro caso, aún tratándose de los
mismos fundamentos de hecho.
• La falta o insuficiente motivación que existe en estas resoluciones. Los jueces
limitan su actuar a mencionar el supuesto normativo, que según consideran se
enmarca en determinado caso, pero no se detienen a explicar las razones que
justifican esta determinación.
• La contradicción en la que se incurre. Sorpresivamente los jueces deciden
apartarse de los criterios que venían manejando.
9. En el ordenamiento civil de Italia, existe una disposición normativa expresa que regula
la impugnación del reconocimiento por falta de veracidad, la acción es de carácter
imprescriptible. Aplicando este precepto normativo es posible impugnar los
reconocimientos por complacencia en los que no existe el vínculo natural, bastará con
acreditar la exclusión de paternidad de quien reconoció por medio de la prueba
fehaciente de ADN.
139
configurar un fraude en cuanto al establecimiento del estado del reconocido, siendo el
remedio aplicable a este supuesto el de la nulidad, cuyo plazo es el que se aplica para
todo negocio jurídico.
BIBLIOGRAFIA
Clasificación de los Actos Jurídicos Tratado de Derecho Civil. Partes preliminar y general. Chile,
2011.
BELTRAN DE HEREDIA, J.
140
Si él no es mi papá ¿tengo derecho a saber quién es? La nulidad de los actos jurídicos de reconocimiento
de paternidad.En Diálogo con la Jurisprudencia. Tomo 128, Lima, mayo del 2009.
BELLUSCIO, Augusto C.
Tratado de Derecho Civil Argentino. Familia. Buenos Aires: Editorial Perrot, 1964.
Curso elemental de derecho civil. Instituto editorial Reus, Madrid, 1941, p. 578.
141
DE VAS GONZALES, Juana María.
La protección del menor en el seno familiar: El stato de filiazione en el derecho civil italiano . En
revista crítica de derecho inmobiliario, número 713, mayo-junio2009.
http://libros-revistas-derecho.vlex.es/vid/oacute-seno-stato-filiazione-italiano-
58026705.
ENNECCERUS, Ludwig.
FURNO, Carlo.
JURISPRUDENCIA CIVIL.
LA HOZ, Ricardo.
142
LEÓN, Leysser L.
Los actos jurídicos en sentido estricto sus bases históricas y dogmáticas. En Negocio jurídico y
responsabilidad civil. Estudios en memoria del profesor Lizardo Taboada Córdova.
LEÓN, Leysser L.
Las malas lecturas y el proceso de codificación civil en el Perú. El acto jurídico, el negocio jurídico y la
historia de una confusión. En: ID., El sentido de la codificación civil. Lima: 2004.
LLOVERA, Nora.
La filiación.http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/3/1446/2.pdf.p.
GALGANO, Francesco.
Teoría General del Negocio Jurídico 4 estudios fundamentales. Lima: Ara Editores, 2001.
Autonomía privada e intervención pública en las acciones de filiación. La reforma del BGB. En:
InDret Revista para el análisis del derecho, Bacelona, 2008.
143
NAVARRETA, Emanuela.
Hechos y actos jurídicos.En Revista jurídica del Perú, número 91 . Lima: Ara Editores,
2008.
La filiación natural. Tesis de grado para optar el título de doctor de ciencias jurídicas,
Bogotá, 1971
144
La doctrina de los actos propios entre el negocio y el contrato. Historia de una importación
impracticable e injusta. En Diálogo con la Jurisprudencia, número 89, Marzo, Año 11,
Gaceta Jurídica, Lima 2006.
Nuevas perspectivas del negocio jurídico. En Revista Derecho & Sociedad, formada por
estudiantes de la facultad de derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
Año XVIII, N° 28, Lima, 2007.
OCHOA G. Oscar E.
PIETROBON, Vittorino.
El error en la doctrina del negocio jurídico. Madrid: Editorial revista de derecho privado,1971.
Impugnación del Reconocimiento. En Código Civil Comentado. Tomo II. Derecho de Familia. Lima, 2003.
145
Tratado Práctico de derecho civil francés. La Habana: Cultural SA, 1939.
Historia del derecho civil peruano. Tomo V, Volumen 2. Lima: Fondo editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, 2005
RESCIGNO, Pietro.
La teoría del negocio jurídico en Alemania hoy: ¿ Qué se entiende por “negocio jurídico”? En Revista
Jurídica del Perú, Año LVI, N° 67, 2006.
SCOGNAMILIO, Renato.
VALVERDE, Emilio F.
146
El derecho de familia en el código civil peruano. Imprenta del Ministerio de Guerra, Lima,
1942.
Código Civil comentado.Tomo II. Derecho de familia (primera parte). Lima: Gaceta
Jurídica, 2011.
147