Está en la página 1de 71

LAS CII\CO PARADOJAS

DE LA MODERNIDAD
ANTOINE COMPAGNON
trattucción d¿
[¿.s crNco PARADOJAS
RICARDOANCIRA
DE I-AMODERNIDAD

Por

ANTOINE COMPAGNON
traducción d¿
RICARDO ANCIRA r.As crNco PARADOJAS
DE I,.4.MODERNIDAD

Poa

ANTOINE COMPAGNON
PREAMBULO

TRADICIÓN MODERNA, TRAICIÓN MODERNA


s¡glo xxi editores, s.a. de c.v.
cEBBo DELAGUA 24a. BoMEFo DE TEFREFoS, 04310, MÉxtco, D.F

siglo xxi ed¡tores, s.á.


GIJAfEMALA 4A24 C1425BUP, BUENOS AIFES. ABGENTINA

s¡glo xxi de españa editores, s.a. Si él se enaltece, yo Io disminuyo.


MENENDE2 PIOAf 3 BIS,2AO36, MAOFIO, ESPANA
Si él se disminuye, yo lo eralterco.
Ylo t ontradigo siempre.
N6465.M63 Hasta que entienda
C 6618 Que es un monstruo incomprensible.
2010 Compagror,Antoine
/
La cinco paradojas d¿ kl nodernidad por Antoine PAsaAL, Pensamimtos
Compagnon ; i¡aducción de Ricardo turcira .
México : Siglo xxl, 2010.
-
143 p. (Artes)
El burgués ya no se deja asombrar. Lo ha visto todo. A sus ojos, [a no-
- dernidad, se bavtelto trad,ición. Si acaso llega a desconcerta¡:lo un poco
Traducción de: lá ,ir¡q Pamdoxes d¿ ln mod¿rnité el que hoy se haga pasar la tradición como el colmo de la mod,ernid,ad,
La ),uxtaposición de esas dos palabras antaño parecía una conüadic-
ISBN-13: 97M07 0!013M
ción o una alianza de términos, como la "llama tan negra" en que
l. Modernismo (Arte) 2. Arte Moderno Siglo XIX arde Fedra,* o el "fanal oscuro" al que Baudelaire compara con la
3. Arte Moderno
-
Siglo XX. L t. II. Ser. III. Ancira, idea de progreso. Durante mucho tiempo se opuso lo que es tradicio-
Ricardo. tr.
-
nal a lo que es moderno, sin hablar siquiera de modernidad o de mo-
dernismo: sería moderno aquello que rompe con la tradición y seria
tradicional lo que se resiste a la modernización. Según la etimología,
la tradición es la transmisión de un modelo o una creencia de una
PROHIBIDA SU VENTA EN VENEZUEI-Á, generación a la siguiente y de un siglo a otro: presupone obediencia
CUBA, NICAR,{GUA, ECUADOR Y BOLIVIA a una autoridad y fidelidad a un origen. Hablar de tradición moderna
sería, por [o tanto, absurdo, toda vez que esa tradición se construiria
primera edición en español, 2010
a partir de rupturas. Es cierto que estas rupturas se conciben como
O siglo xxi editores, s.a. de c.v
nuevos comienzos, invenciones de orígenes cada vez más fundamen-
isbn 97&607-03-013&4 tales, pero pronto liquidamos esos nueves comienzos, y esos nuevos
orígenes están destinados a ser inmediatamente rebasados. Como
primera edición en francés, 1990
O éditions du seuil, parís
cada generación rompe con el pasado, la ruptura misma se constitui-
título original: bs cinq Pamdoxts de la nodanihí ría en tradición. Ahora bien, ¿acaso una tradición de la ruptura no es
necesariamente una negación de la tradición y a la vez una negación
derechos reservados conforme a la ley de la ruptura? La tradición moderna, escribió Octaüo Paz en Punto
impreso en mújica impresor s.a. de c.v.
camelia núm. 4
* Tragedia de Racine; acto r, escena In. [T,]
col. el manto, iztapalapa

f7)
8 rn¡orcróN MoDERNA, rr-trt;róN MoDttRNA luorcróN MoDERNA, .tnercrórv MoDERNA 0

de anuergenaa., es una t¡adición que se ruelve contra sí misma, y esta cadencia- llamaba el eterno retorno, es decir el re¡Jreso de lo misrn<¡
paradoja anuncia el destino de la modernidad estética, que lleta en Iraciéndose pasar por otro, la moda o lo hitsrh? El conformismo del
ella la c<¡ntradicción: afirma y al mismo tiempo niega el arte; decreta no.conformismo es el círculo vicioso de cualquier vanguardia. Y sin
a la vez su vida y su muerte, su grandeza y su decadencia. La alianza embargo lo nuevo no es más simple que lo moderno o la modernidad:
de contrarios revela lo moderno como negación de la tradición, es el culto melancólico que le profesaba Baudelaire tiene una apariencia
deci¡ forzosamente, tradición de Ia negación; denuncia su aporía o muy diferente del entusiasmo futurista de las vanguardias.
su callejón sin salida lógico. La tradición moderna comienza con el nacimiento de Io nuevo
La tradición moderna es menos paradójica en inglés, que ha consa- como valor, puesto que no siempre ha sido un valor Pero la propia
grado la expresión Th¿ Modan I'ra.dition para designar, desde el punto palabra nacimiento es inquietante porque Pertenece a lln génertr par-
de üsta de su estética, el periodo histórico que comienza hacia media- ticular del relato histórico, precisamente el género moderno. La his-
dos del siglo xIx con el cuestionamie¡rto del academicismo. Baudelaire toria moderna se narra en fr¡nción del desenlace al que quiere llegar;
y Flaubert en literatura, Courbety Manet en pintura serían los primeros no le gustan las paradojas que escapan a su intriga, y las resuelve, o las
modernos, los fundadores de esa nue\a tradición, seguidos por los im- disuelve, en desarrollos críticos; se escribe a partir de los conceptos
presionistas y los simbolistas, por Cézanne y Mallarmé, los cubista-s y los combinados de tradición y de ruptura, evolución y revolución, imita-
surrealistas, etcétera. Un volur¡int¡so libro norteamericano publicado ción e innovación. Genealógico y teleológico, el relato histórico Pre-
con ese título a mediados de los sesenta plesenta, de I(ant a Saru e y de .juzua el devenir artístico. Es el "fanal oscuro" de Baudelaire:
Rousseau a Robbe-Grillet, una antología de los clásicos de la moderni-
'Ihmbién esrá mtry de moda un erro¡ que quiero rehuir como el infierno: me
dad, una biblia de la religión moderna. En inglés, 'I'h¿ Modt¡n 'l'radition
refrero a la idea de progreso. Ese fánal oscuro, invención del filosofismo actual,
se opone a Th¿ Classital 'fradilioz, que resulta más aceptable dado que
pater)tado sin garantía a lombre rle la naturalez¿¡ o de la Divinidad, esa lintema
designa la transmisión de la cultura antigua a través de las eras de Occi- rnodern:r pone tinicblas sobre trxios los objeos del conocimiento; la libertad
dente y las ücisitudes de la historia. Pero la paradoja, incluso atenuada, se desvanece, el castigo desaparecc. El que desee ver claro c» la historia debe
no deja de serlo: si el clasicismo y la tradición sin duda se corresPon- antes que nada apagar ese pérfido fanal.
den, lo moder¡ro hace pensar más bien en traición, la u-aición de Ia
tradición, pero también la negación tenaz de sí mismo. Aplicada al arte, la idea de progreso es un "absurdo gigantesco, de
¿Cómo caracterizar esta tladición contradictoria y autodestructiva, un grotesco que llega hasta el espar-)to". ¿Podemos, no obstante, con-
que se parece al "monstruo incomprensible" de Pascal, o al "heauton- tar-de otra manera el devenir del arte? ¿Se pueden disociar la conse-
timorumenos" de Baudelaire? Ella es "la herida y el cuchillo", "la bofe- cución y la consecuencia? ;Mantener las paradojas? ¿Olvidar las ideas
tada y la mejilla", "los miembros y la rueda" y "la víctima y el verdugo". de pro¡¡reso y de la dialéctica gracias a las cuales la tradición moderna
La consigna moderna por excelencia ha sido "hacer algo nuevo". En se salvó ante sus propios ojos? Si la expresión tradicíón motle¡na ¡iene
la conclusión de su §¿ldn d¿ 1845, Battdelaíre exigía con ansia "el ad- algún sentido -un sentido paradójico-, la historia de esta tradición
venimiento de lo nuevo". "Make it nml", proclamaría Ezra Pound. Y moderna será contradictori?¡ v negativa: será un relato que no lleva a
si ahora no perturbamos la lógica al hablar de tradición moderna es ninguna parte. Nos emharcamos, prres, en una historia contradictoria
porque de alguna manera ya salimos de ella, como nos lo hacen creer de la tradición moderna o, mejor airn -lo que es casi Io mismo- en
tantos vaticinios acerca del final de la modernidad. Podría decirse, r¡na historia de las contradicciones de Ia tradición moderna.
a posroiori, que la tradición moderna ha practicado la "supersticiórt
de lo nuevo", como Ia llamaba Valéry. Pero reaparece la paradoja: En los.jardines de la villa Favorita. cn [,ugatro, dos tttt istas conversa-
¿qué puede quedar del valor auténtico de lo nuevo en la idolatria ban: "¿Hav impresionistas? ". . . "Solamente Goya." He ahí córno se rt'
moderna que lo rodea e impone una renovación extenuante si no es hace comÍlnmente la histo¡ia de la pintura, de manera retr()sPecl ivrl,
lo que Nietzsche 1ue atacaba la modernidad etiquetándola de de- desde Monet, pirsando por Manet v hasta Goya, a partir de la postt't i-
lo TRADICTON MODERNA, TRAICION MODERNA ,|RADICIóN MODERNA, TRAICIóN MODERNA II

dad, siguiendo una lógica progresista, basada en lo que ha permane- su activismo entusiasta: hojear el álbum de la modernidad me Pone
cido y se ha transmitido: es la dialécúca impecable de los éxitos del urelancólico, como a Baudelaire la§ estamPas libertinas.
arte moderno. Pero si lo moderno es la ruptura -una ruptura irrecu- Finalmente, llegaremos a los años ochenta, lugar de la última pa-
perable-, ¿acaso una historia progresista no desconoce forzosamente radoja. Me resultará más sencillo ya que esa modernidad ya no es
lo que fue moderno, por ejemplo, en Goya o en Manet? la mía y, por añadidura, no es france§a: soy! entonces' doblemente
En lugar de esos pretendidos momentos cruciales o de esa galería de espectador. Aunque será necesario desconfiar de la condescenden-
figuras ejemplares nosotros deberíamos hacer una historia paradójica cia xenófoba con que suelen tratar esta posmodernidad los franceses,
de la tradición moderna, concebida como un relato con agujeros, una que todavía se consideran inventores de la modernidad, Como el fu-
crónica intermitente. Porque probablemente la faz escondida de cada turo se ha dejado en prenda, y como sólo se lo concibe como un fin
modernidad es la más importante: las aporías y antinomias sustr¿ídas del mundo -desastre atómico, deuda del tercer mundo, dest¡ucción
de los relatos ortodoxos. l-a conciencia contemporánea que tenemos de la capa de ozone, el desast¡e moderno se ha convertido en lugar
de la modernidad, y que calificamos sin amtrages de posmoderna, faci- común y el revisionismo ha tomado su segundo aire: los académicos
lita la economía de las lógicas de desarrollo que han marcado la época det Segundo Imperio y los bomberos de la Tercera República fia¡rcesa
moderna. La historia de los saldos de la historia, que Walter Benjamin están en el Museo de Orsay, colgadosjunto a los más grandes artistas.
reclamaba, será menos la de los minores por reelaluar que la de la pro- ¡Es la rerancha de Thomas Couturel ¿Lo Po§moderno es
la punta de
pia modernidad de los más grandes modernos, insuperable como tal, y lo moderno o su repudio? ¿Se ha abolido el culto al futuro? ¿Nos he-
que pasa inadvertida en las historias moder¡ras. mos recobrado de la superstición de lo nuevo?
Plantearé aquí cinco paradojas de la modernidad: el prestigio de
lo nuevo, la religión del futuro, la manía teorética, el llamado a la cul-
tura de masas y la pasión de la negación. La t¡adición moderna pasa
de un callejón sin salida a otro, se traiciona a sí misma y t¡aiciona la
verdadera modernidad, que es la gran olüdada de esta tradición mo-
derna. La constatación que expreso, sin embargo, no es despectila,
"la miseria se consuma con la grandeza y la grandeza con la miseria",
decía Pa¡ical hablando del hombre, y "ser grande signiEca saber que
se es miserable".
Cada una de las cinco paradojas de la estética de lo nuevo se üncu-
la con un momento crucial de la tradición moderna, un momento de
crisis, ya que esta tradición no está hecha más que de contradicciones
irresueltas. La primera crisis podría situarse en 1863, año del Al¡nuerzo
sobre la hierbay la Oli¡npid de Mal:et, pero pensemos mejor en una ne-
bulosa temporal, contemporánea de Baudelaire. l9l3 será el horizon-
te de la segunda paradoja, con los col.lages de Braque y de Picasso, los
caligranras de Apollinaire y los rea.dy-mal,es de Duchamp, los primeros
cuadros abstractos de Kandinsky y Ez busca dzl lintpo perdido de Proust.
1924, I'echa del primer Manifiesto del Surrealismo, puede situar la
tercera paradoja. De la guerra fría a 1968, el cuarto momento, es del
que me costará más trabajo hablar, Corresponde a [a modernidad a la
que desperté, y que ahora me aburre o me deprime con sólo recordar
EL PRESTIGIO DE L() NIIEVO T3

1. EL PRESTIGIO DE
LO NUEVO: BERNARD DE CHARTRES, Después de una rápida genealogía de lo nuevo como lalor, §e pre-
BAUDEIAIRE, MANET sentará la ambivalencia de los primeros modernos, en particular, Bau-
delaire y Manet, como ejemplo de la primera paradoja de la moderni-
dad. Nietzsche opondría más tarde, en la primavera de 1888, dos tipos
de decadentes, es decir de modernos:

los dzcad,mtes típicos, que se sienten necesarios e¡ su depravación de estilo, y


que, por ello, pretenden tener un gusto superior, y quer¡ían imponer a los
... los zz¿zos somos libres de detestar a los ancestros: otros \na ley, los Goncourt, los Richard Wagner, deben distinguirse de los
e§tamos en casa y tenemos tiemPo. (kmdnú¿s con reñordimientos, decalenbs a su pesar.
RTMBAUD, carta a Paul Demeny,
15 de mayo de 1981
Junto a los decadentes seguros de sí mismos -pensemos en las pri-
meras languardias históricas más que en Wagner y los Goncourt-,
Modrrno, modernid,qd. modernismot estas palabras no tienen el mismo Nietzsche no menciona decadentes o modernos a pesar de sí mismos,
significado en español, francés, inglés o alemán; no remiten a ideas pero no es improbable que piense en Baudelaire.
claras y distinguibles, a conceptos cerrados. La modernidad baudelai-
reana, a la que aludiré a conünuación, lleva en sí misma su contrario,
la resistencia a la modernidad. Todos los artistas modernos, a partir
de los románticos, se han visto divididos y en ocasiones desgarrados. I
La modernidad adopta fácilmente un aspecto provocador, pero en
su anverso se encuentra desesperada. No caigamos en el espejismo "Hay que ser absolutamente moderno", proclamaba Rimbaud. Con
de los desbordes a fin de sobrepasar contradicciones cuya cualidad Rimbaud, la consigna de lo moderno explota y toma la forma de un
es la de permanecer irresolubles; cuidémonos de reducir el equívoco rechazo violento a lo antiguo. El término nueoo se repite a lo largo
propio de lo nuevo a valor fundamental de la época moderna. A las de la famosa "ca¡ta del üdente", fechada en mayo de 1871, en plena
mentes formadas en las ciencias exactas y en la lógica matemática les Comuna de París, como por ejemplo en la reserr,a que expresa a pro-
cuesta trabajo renunciar a las costumbres geométricas, pero el mun- pósito del estilo de Baudelaire: "...las invenciones de lo desconocido
do de las formas simbólicas no sigue la misma lógica y requiere más reclaman formas nuews". Esto recuerda sin duda el último verso ure-
bien espíritu de fineza. No llegaremos en este terreno a buenas defi- lancólico det Viaje, y de las Fbres d.el mal en la edición de 1861, que se
niciones que absorban todas las ambigüedades. Se trata, más bien, de sumer8e:
una madeja que hay que desenredar. Aparecen en parejas: antiguo y
moderno, cláaico y romántico, tradición y originalidad, rutina y no- ¡Al fond,o d,e lo Desconocid,o para, mcontrar Jo nuevo .,

vedad, imitación e innovación, evolución y revolución, decadencia y


progreso, etcétera. Estos pares no son sinónimos pero es concebible A primera üsta parece que lo nuevo según Baudelaire y lo nuevo
que formen un paradigma y que se encimen. También se trata de según Rimbaud guardan poca relación. Et de Baudelaire es desespe-
parejas contradictorias, Los autores que abordan con pertinencia la rado -es el significado mismo del splem en fratcés-, y logra escapar
modernidad resultan, por esta razón, dificiles de leer, por ejemplo de la catástrofe, del desastre de mañana. "El mundo se ra a acabar":
Benjamin, cuyos análisis se escapan como arena entre los dedos, Tra- así empieza el fragmento más desarrollado de los diarios íntimos de
zar el mapa de [a modernidad, "como en la época de la reducción del Baudelaire, y uno de los más pesimistas, en el que Benjamin vislum-
ser err notum", según la afortunada fórmula de Gianni Vattimo: a eso brará más tarde, en 1939, una profecía de la guerra. Rimbaud, en
se limita mi propósito. cambio, ñja como misión del poeta el convertirse en " ¡muüipücador

lrzl
-rr""
r6 EL PRESTIGIO DE LO
I trL PRESTIGIO DE LO NUEVO

Montaigne, en "De la experiencia" 1o


t7
utiliza en un sentido que está
lejos de ser progresista:

Nuestras opiniones se injertan L¡nas en otras. La primera sirve de tallo a la


segunda, la segunda a la tercera. Escala¡nos así de grado en grado. Y llega a
ocurrir que el que subió ¡nás arriba tiene ¿ menudo más honor que mérito,
,va que sólo subió tura pizca sobr-c los hombros del penÍrltimo.

Sería, pues, un anacronismo tratar de ver en esta imagen una filo-


sofia de la historia que englobara una noción de rebase y u¡ra creen-
cia en el pro¡Jreso histórico de lo nuevo en relación con lo antiguo,
aunquc solamente se tratara del progreso del saber. No lo permite la
concepción cristiana del tiempo. Es cierto que ésta incluye una idea
de progreso espiritual, pero se trata de un progreso tipológico que
convierte en articulación entre el A¡tiguo y el Nuevo Testamentos el
modelo de relación que guardan el tiempo presente y la üda eterna,
y no un progreso histórico.
El adagio que regula la relación católica del presente con la tradi-
ción, es decir Ia relación de los textos actuales con los textos pasados
cuya Yoz tiene autoridad, los de los padres v los doctores de la lglesia,
e§ " Non nora, sed zoue" ("No algo nuevo sino de nuevo"), según la fr'r-
¡lulación de Vincent de Lérins. Sc trata de hablar en términos nuc-
vos pero cuidándose de no aportar rri la más mínima novedad. Así es
como se define la tradición cristiana, ya que la perl'ección existió en el
origen, antes del pecado; y si la hubiera también en e[ futuro no seria
en un fnturo concebido como continuación del tiempo presente, sino
como un tiempo otro, como Ia e ternidad.
Para que el adjetivo moderno torllara el significado nebuloso que
tiene para nosotros, fue indispensable la invención del progreso, es
decir la definición de un sentido positivo del tiempo, como lo señala
Octavio Paz. Ni cíclico, como en la mayoría de las teorías antiguas de
la historia, ni tipológico, corno en Ia doctrina clistiana, ni negativo,
como en la mayoría de los pensadores del Renacimiento, en Maquia-
velo, Bodin y sin duda Montaigne . Una concepción positir,a del tiem-
po, es decir, de un desarrollo lineal, ¿rcumulativo y causal presupone
ciertarnente el tiempo cristiano, irreversible y finito. Pero Io abre ha-
cia un füturo infinito. Aquélla se exterrdió a la historia, en particular
a la historia del arte, como una ley de perfeccionamiento descubierta
Viúal de la Catedral de Chartrcs, san Juan sobre los hombros de Ezequiel y san
Ma¡cos sobre los hombros de Daniel.
a partir del siglo xvr en las ciencias y las técDicas. Francis Bacorr in-
18 EL PRESTTGIo DE Lo Nu¡tvo I,I, PRESTIGIO DE LO NUEVO 19
vierte de esta manera, en una paradoja basada en el acercamien¿o de
l):riran en todas partes a la alegoría tradicional-, no son lo heterogé-
las edades de la vida y de la humanidad, la relación de los antiguos llco que, por su parte, pretende §er otro y no solamente tfansgresor.
y los modernos; en relación con nosotros, los antiguos fueron como ''l'orque lo Bello es siempre asombroso, sería absurdo suponer que
la infancia en relación con la sabiduría de la edad ar,anzada. "Somos r()do [o que es asombroso es siempre bello", dirá Baudelaire, resu-
nosoúos los antiguos", dirá Descartes, y Pascal ya no percibe el escep ¡¡riendo de [a mejor manera posible este debate. La proposición de
ticismo de Montaigne cuando retoma la imagen del estribo: llaudelaire -"lo bello es siempre raro"- sólo puede desembocar en un
t'ulto a [o raro a costa de un contrasentido que el poeta había previsto
Desde esa altura podemos descub¡i¡ cosas que a ellos les resultaba imposible y denunciado.
percibir. Nuestra vista tiene más amplitud y, aunque ellos conocieran tan bien
Por una de esas ironías de la historia que atraüesan de un extreml
corno nosotros todo lo que podían observar en la naturaleza, no sabían tanto,
y nosotros vemos más que ellos. rul otro la tradición moderna, uno de los argumentos esenciales -y
cxplícitos- de los modernos contra la imitación se basaba en que ésta
s<ilo les funciona a los genios, capaces de rir,alizar con los más gran-
Pascal escribe esto en el '?refacio al tratado del lacío", lo que verifica
rlés nombres de la Antigüedad. Por ello no conviene a los mediocres,
que nuestra concepción moderna de un tiempo sucesivo, irreversible e
que únicamente se ridiculizan al compararse con los antiguos. La tesis
infrnito tiene por modelo el progreso científico occidental a parrir del
moderna parece, entonces, estar marcada inicialmente por una con-
Renacimiento, como abolición de la autoridad y triunfo de la razón.
cesión. Además, ¿cómo no quedarse helado, a posterinri, ante el hecho
La afirmación de un progreso en el orden del gusto y no sólo del
conocimiento, sea científico o 6losóñco, es decir de la superioridad de que los antiguos fueron artistas más grandes que los modernos?
de los modernos sobre los antiguos en el arte y la literatura, apareció ¿Quinault, Saint-Elremond, Perrault, Fontenelle pueden acaso rivali-
zar con Boileau, Racine, La Fontaine, Bossuet? Lo que ocurre es que
gracias a la querella de los antiguos y los modernos, a fines del siglo
se plantea mal el problema, ya que eso no impide que los modernos,
xvII. Se puso en duda, así, el fundamento de la estética y la ética
al pronunciarse a favor de géneros nuevos, como la ópera, el cuento,
clásicas, considerando que el culto y la imitación de los antiguos era
la novela y de una literatura de esparcimiento, hayan tenido razón en
el único criterio de lo bello y afrrmando el valor intemporal de los
modelos antiguos. Charles Perrault, autor d,el Parablo d,e los antiguos cuanto al futuro. Incluso si ellos mismos creían todavía en la perfec-
ción intemporal,juzgándola sencillamente inaccesible, su tesis acerca
I los mod,ernos, y Fontenelle fueron los críticos principales de la tradi- de la relatividad de lo bello, concebido a partir de entonces en térmi-
ción y de la autoridad. Pero el Tractatus theologico-potitia$ de Spinoza
nos nacionales e históricos, barrió con la co cepción de los antiguos.
representó la réplica más vigorosa a [a autoridad tradicional, en la
añrmación del carácter histórico de ta Biblia. Desde el punto de üsta Con la alirmación del progreso, a lo largo del siglo xvrlr y hasta el
Esbozo de una hist¡.¡ria de lns progresos del espíritu humano de Condorcet,
de los modernos, los anúguos son inferiores porque son primitivos; y
los modernos, superiores a causa del progreso, progreso de las cien-
en 1795, el terreno está listo para establecer la pareja siguiente, la
cias y las técnicas, progreso de la sociedad, etcétera. La literatura y el
del clasicismo y del romanticismo. Es curioso que la reivindicación
arte siguen este moümiento general, y la negación de los modelos moderna haya pasado también por la referencia a la Edad Media cris-
tiana y a las novelas de caballerías, pero se trata de un pasado nacional
establecidos puede convertirse en el esquema del desarrollo estético.
La posibilidad de una estética de lo nuevo queda, entonces, abier- que con ello es enaltecido en detrimento de los clásicos greco-latinos.
Romántico, en efecto, quiere decir "como en los viejos romances", y
ta. Se podrá decir que siempre ha existido. Sí, en un sentido de una
estética de la sorpresa y de lo inesperado, como podríamos caracteri-
al principio, en e[ Siglo de las Luces, el término es peyoraúvo antes
zar e[ barroco, pero no en el sentido de una estética del cambio y de
de volver a Francia tras una estancia en Inglaterra, cargado de un
la negación. Lo excéntrico o lo extravagante, que la tradición siempre
significado noble que [o distingue de rcmanescoy lo asirníla a mod,e'rno,
ha conocido en sus márgenes -la blasfemia, la sátira, la parodia acom-
en el sentido de relacionado con el crisüanismo, en contraste con la
Antigüedad. Lo más importante, sin duda, es gue romántico zLgrega a
t.tl_ r'RltsTI(;Io l)[ Lo Nt]¡tvo I.I, PRESTI(;IO DE LO NTIEVO 2I
esa dimensiól) ntelancólica y desesperada que permaDecerá
¡Dr¿¿¿r¿.Jr¿
inseparable de la fe ntode¡¡la en el progresov del reconocitniento l)er'o que hará posible kr que nosotros llamamos moderllidad: "No
de tludo en aseverar que Racine lire romántico; proporcionó a los mar-
nucstra historicidad sin final. Opuesta l l¿ estÉti.a clárica
ct¡va am_ t¡rreses de la corte de Lnis XIV una pintura de pasiones, atemperada
b5ió1 es trasce¡rder el tiempo, la estétir¡ rrrnláll.ca _pen\c¡n()s cn
el mal del siglo a partir de R¿néN- se asicnta .,,b.. .,r-, malestar en ltot la exlrema dígnldnl que estaba de moda en ese entonces." Por Írlti-
rlo -observación, por cierto, también sobresaliente-, cl nexo entre el
la relación con el tiempo, sobre la coucier¡cia de lo i¡t¿rcab¿rdo
cle la ir.te v l¿r actr¡alidad induce a una gran dependencia err rclación con la
historia. [-]rra estética cle Io nrrevo. del reir¡jcio incesaute, n()
put-ecía lristoria: "De memori¿r de historiador, nunca algún pueblo ha exper i-
cc¡ncebible ir1¡tes de qlle l¿r Rc,r,olución francesa le p.,rp.r..iorr,,.i'r
,,r, nre¡rt?rdo, en sus costumbres v e¡) sus pl¡¡ceres, un caml¡io más rápido
r¡rodelo histti¡ico fi¡lminatlte.
y rnás totlrl que el pueblo friurcés eDt¡e 1780 r' 1823; ¡v pretendeD dar-
El últinto ¡lonlento quc fi.jarh la coustel¿rción de k¡ mr¡de¡no
I,cie rros la misrna literatrrra:" No es sorprendente el papel acordado a la
lo nuevo, tal cor¡o tr¡davía lzr percibirnos, r,a de Stendhal ¿r Batrclelui_
Revoltrción fiancesa eu esta toma de coucierlcia. ñrtes de Baudelai¡e.
re. (lomt¡ va dijinros, la historia de la iclea nroderna descle
la L.dacl sc euumeran tc¡dos los caracteres de Io moderno; incluso podernos
Mcdi:r, como la relaLr.[auss, corsiste en la ¡edt¡ccióu dcl lapso
tlue ( ncorrtrar un dogma que se volverii típico de las vanguardias y que
separa lo moderno cle lo antiguo. Cou el clasicismo, cr)rl
el rorrran- rro es de ninguna manera baudelaireanc¡: Ic¡ bello sólo lo es a los ojos
ticisrno, ¿rrrtifluo l,rloderno designan tod¿rvía dos opcioncs
estéticas del público par¿r el que fue creado, eu la actualidad. Lo clásico, en
quc no s()rr redt¡ctiblcs por completo al paso del tiempo. per.o con
cl lez de cousiderarse como lo bcllo intemporal, queda reducido ir ser
:rdveDi¡¡ie¡rto clc la '\¡c¡de¡Didad,', l¿r clistinción de lá preserrte
r, cle lo bellc¡ de ayer, es decir que ya rlo es bello en absoluto. (lomo el alte
lo pasado se cles\anecc, ella sola, en lo cfi¡nero. La antítesis entle
cl contemporáneo se convierte en el tinicc¡ valor, cl arte de aler ya no es
eusto clirsico t.el gusto rtroderno dej¿r de ser signiñcati\a, v¿l que tr() se
itrte. No helnos llegado tan lejos, pero cst¿¡ tendcDcia se insc¡ibe en la
percibe el cl¿rsicismc¡ más que corno el ronranticisr¡r¡ .ta ,,,..i. E.
,,,ro tcsis de Stcndhal y conducü-á al csnobismo de la va¡rsuardia de fines
lrsir ¡ ¡,¡¡¡¡¡', lr llltr¡¡rtr¡so\,lt¡lore. r L.l Si!.llo XtX. ilrrstr.ade put. rrtr,r
srIic dc siglo, couro en el caso de madame de Car¡bremer cle l,)n ltusca deL
de obras r¡tre se r.elaciona¡l mits t¡ nlenos con el ..rom¿ruticistno
cle los liempo perdído, para quien, desptrés de WiLgner, Chopin ya no es mú-
clásicos". Esta iclelt ¡rfiruta qrre los clásicos fuer<¡n rom.:rnticos
crr str sica, co¡no dcspués de Mo¡ret, Manet ya no es pintura. La actualidad
tielnpo, ntientras quc los rornirtrlicos serán lc¡s clirsic<¡s clel t¡¡arialra.
(ir¡¡ro esc¡il¡i¡h Bnuretiére h¿rcia hnes del dc hoy se convierte c¡r el clasicismo dc mañana, segúrt u¡ra definiciólt
xrx, los ronirnticos de hr¡r, llanar¡ente ne¡lativa del clasicismo, cscribeJauss, "como el éxito que
sou lt¡s clásicos de urailatra. ,!nás t¡ tnenos conto los peorcs inclivirlrrtrs,
obtt¡vierorl autailo las obr¿s del pasado y va no como una perfección
...1t:-..,.r: c<¡Dviertcn en los Drejores padres dc támilia,.. t,a oposicicirr
qr¡c se sustrae de los efectos del ticmpo". La modernidad bascula sirr
del cl:rsicisnro v dcl ¡omanticisnro, de lo irntiguo v lo nr.cl..rr,r,
,r,, .. cesar en el clasicismo r- se transforma en su propi;r antigiied¿rd. En
In:is qrre la dc dos preserrtes, de dos tJcrnpos actrr.rle., a1,cr
r l¡or. hov este sentido, la modernidad ya no se oporle a nada; únicamente, rna-
l'nrañ¿rna. Stendhal fi».mt¡lir cla¡arnente estir tesis en 1g23,'en ,/?r¿rlnr
ir¡rra, a sí nrisma. El arte se ha enlazado con el tiempo de la historia y
¡ Sltoheslr«re. Eu pt.irtrer térrnitx¡, Stenclhlrl define el ,.romanticist¡o,,
con el Progres().
c()r¡l() uu "arte de prescnlar:r Ios pueblos las obras litcrarias
r¡tre, etr Se trata de gustar hoy. Al poner el acento en el cambio v Ia tel¡ti-
cl estado actt¡¿rl dc sus costt¡rnl¡rcs v de sr¡s crcencias, son susceptibies
vidird, en el plesente, Stendhal identifica el gusto de rnc¡da. Perc¡ su
de brindarles el nralr».placer posible,.. Se subr-ava con itrsistencia
la doctrina cstá preñada de la evolución hacia las vanguardias, según
relación entre cl ar.te y la actrralidarl: r on¡án ri,-, r. lquel que se rrrues_
las cuales los contemporáneos no estírn preparados para acoger el
n-a fiel ¿rl mundo actr¡al. De ahí l¿r cor)secue¡rcia birrtal:'.Sóf.ocl"s
v arte del presente. El a¡ tista tiene, pues, que esperar del futuro que Ie
Eurípides lireron cnti¡lentenreltc t.ománticos.,,Se trata de una guasa,
confirme sus intuiciones y 1e haga jrrsticia: "Me parece -escribe Sten-
,' Nr¡r't.l¡ cle (thltcar¡hria,r{1.
dhal- que un escritor necesita tanta valentía como un guerlero." In-
pr¡hri(.¡(l¡ eD l8t)2. l r.l
cluso si desaprueba la confusión entre lo político y 1<l estético, que l¿l
22 trI. PRES',t'I(iIO D¡t L() NUt:\'() I I I'R¡:STI(;IO DE LO NUNVO 2I}

Revolrrción francesa diseminó. así como el mito romltntico del escri- r, v()lución" y le atribuye al Pintor 'la última expresión del progreso
tor como profeta, su deñnición de un arte del presente anticipa rrna , rr cl arte". Antes de ser "fisicamente despolitizado" Por el golPe de
de las contradicciones fatales de la moder¡¡idad, al constatar que los l,\tad(),* Baudelaile cree aír¡r en el progreso y en la cadena causal de
contemporáneos a quienes se desiina le son hostiles y al consolarse l,r historia. La doctrina del progreso seiustifica en el determinismo y
con la idea de que el porvenir le dará l¿r rirzón. , antes de que lo ratihqtte el darwinismo: "Si qttitamos a
l ¡xrsitirismo,
lltllacroix -escribe Baudelaire- la gr?rn cadena de la historia se rom-
1x r'ía v caería por los
srtelos." Delacroix es rrn momento' r¡n eslabón
rrccesario e¡r la historia del arte, es decir en la historia de las obras que
II |ll su tiemPo ftteron modernas.
Más taráe, en l:l pinlor tl? la ttida ¡notlona' escrito e¡r 185$1860 y
Como el observador más perspicaz del siglo xrx, Baudelaire medirá la modernidad es en Constanrin
¡rrrblicado en 1863, en quien recae
mejor que nadie los efectos de la identificación del arte con Ia actr¡a- l;r,yr, ..gi,,, una c()ncepción compleia, doble, de la que aítn no he-
lidad, que se afia¡rzó a partir de Stendhirl- Ambivalente c(n) respecto llr()s \.uelto. GttYs es un rePortero, un periodista, el equivalcl)te de
un
a esa m<¡dernidad cuya invenci(in se le irtribuve, disfiuta la nueva eva- l()tógr¿fo de prensa conremporátreo; él fiia el acontecimiento' fi.ia lo
nescencia de lo bell<¡ al mismo tiempo que se le resiste como a un climero, y envía sl¡s croc¡uis a los diarios, los cuales elaborarán gra-
callejón sin salida, a un deterioro ligado a Ia moderniz¿ción y a la l)irdos instantáneos con ohieto de ilustrar las noticias, Por ejemPlo
sect¡larización que él ¿rbonrina. De entrada, la moder¡ridad bauclelai- lrr guerra de (lrimea. Bar¡delaire enctlentra en Guys la combinación
reana es equír,oca, ya que reacciona contra la mode¡nización social, irleal del instante y de la totalidad, del nrovimiento v de la lbrma'
la revolución industrial. etcétera. La modernidad estética se define rle la modernidad v de la mem<¡ria. "El placer qtle obtenemos de la
esencial¡nente por medio de la negación: antibrlrguesa, denr¡¡¡ciir la lt'presentaciótr del pre§ente -dice-, no s<ilo se debe a la belleza que
stt cualidad ese¡rcial de presetrte "
enaienación del ¿rtista en un n¡undo filisteo y confor¡nista en el que ¡rrrdiera revestirlo sino tamt ién a
reina el mal gusto. De ahí Ia reivindicación, también ambigua cn rela- l.ista concepción del presente como rechazo de la historia v de la
ción con la voluntad de adherirse al presente, de rrn arte autón()nlo e tcmporali<lad colinda con la que Nietzsche expresarír et la Segundn
inÍrtil, gratuito v polérnico, que asornbre al btrrgtrés. [.a m<¡dernidad ,unsi¡l¿ración ittt(¡npesli1,t. en 1874. La co¡¡ciencia histórica clel siglo
pr())'ecta su dualismo en el otro, el burgués, en el cual "el artista des- xtx reacciona ante el descubrimicnto de la seriación desesperante de
cubre y deline a su contrario", como dirá Valéry: "Se le imponen, por loclas las cosas al ordenar la existencia en r¡n relato Pero el sentid(t
<lel presente, dice Bauctelaire, sigue siendo parte integrante de
cierto, propiedades contradictorias, ya que lo hacemos a la vez esclavo roda
de la rutina y absrtrdo adepto del prosreso." En ese dualismo <¡ esa cxperiencia estétic¿r. La paradoia sigue patente, sin embargo' en la
duplicidad de la modernidad queda compronretido, por así deci¡ su prápia expresi<in "representirci<ilt del presente", qtle e§tablece' como
destino. i<, señalaba Pat¡l De Man, t¡¡ra rlista¡rcia respecto del P¡ esente
al mis-
¡'no tiemp() en que afrrma su inmediatez. iLa rePresentación del
A.juicio de Baudelaire, la modernidad se enc:lrna en dos arristas pre-
diferentes y sucesiyos. En Delacroix, en especial e¡ el Salón dc 1846, sente, la-rnemoria del presetrte, sigue siendo el presente? Baudelaire
en el que Baudelaire todavía compnrte el vocabulario romántico de llega por cierto dc inmediato al a¡rálisis de las relzrciones entre el arte
Stenclhal: "Para nrí -<lice- el ronra¡rticismo es la expresión más re- v la moda, las cuales tlefinen la modernidad de Gttys:
ciente, ¡nás actual de l<¡ bello." O también: "Qtrien dice romanticis-
mo dice ¿rrte moderno." La modernidad es la apuesta por el presente
en contra del pasado: porque consiste er) pi¡rt¡r sr¡ tiemp(). se r)pone * Ut 2 rledirn-r¡hrc de l85l el Presi(lenrc t'ouisNa¡xnéon Bonap¡rte (quien ¡r1o\
al acade¡nicismo y es un asunto del sujcto. A propósito <lel l)antc,¡ rhspüés se ((n]\er tiría en \lP¡le(-,tr III) clisueh( ilegrlntenre la Asamblca Ni¡ciol)al ) ¡ca
\irglio <le Delacroix, Baudelaire habla de '\erdadera señal de una parl rorlo ct porter rlel lisr¡rlir' lv{Lrchos inrclecr ales participau err las ¡xrestas' l
r'l
24 EL PRtrSTIGIO DE LO NUEVO I,I, PRESTIGIO DE LO NUEVO 25
Él ese algo que se nos permitirá ll amat mod¿tnid,ad, yaque no se puede
_busca
hallar una palabra mejor para expresar la idea en cuestión. Se
-tr¿o, ¡rrcnde la desaprobación de la modernidad, en el mismo sentido en
pu* et, d" r¡rrr.:,si el arte se \uelve hacia la vida y el mundo presentes, es para
sacar de la moda lo que pueda contener de poético en lo histórico,
ie exrraer .,r¡l¡limarlos y para alcanzar la identidad de lo eterno. La ciudad, el
lo eterno de lo rr¿nsirorio. [...] La modernidad es lo transitorio, lo fugitivo,
lo contingenre, la mitad del arte, cu," otra mitad es lo eterno y lo inmritable ¡rrreblo, lo cotidiano, que forman la materia prima de Las flores dzl mal
[....] En_pocas palabras, para que Íod^ mod"nidad se^ digna áe volverse an_ r <le Spbm d,e Paris, se melven poéticos, menos en sí mismos que en
tigüedad, es necesario que pueda extraerse la belleza miiteriosa que la vida ¡r¡rrnbre de un proyecto que los niega y les extrae lo necesario para
humana inserta involuntariamente en ella. t cr)oi,:¡r el gran arte, por medio de la imaginación que los atraviesa

r on correspondencias.
La modernidad, comprendida como sentido del presente, anula Nos sorprende la elección de Guys como héroe de la vida moder-
cualquier relación con el pasado, concebido simplemente como una rr¡. El ilustra de maraülla la ambiralencia de la modernidad baudelai-
sucesión de modernidades singulares, sin utilidad para discernir el r cana, y desde entonces cualquier verdadera modernidad, que es tam-
"carácter de la belleza presente,'. Como la imaginación es la
facultad l)ién resistencia a la modernidad, en todo caso a la modernización.
que t¡ace sensible al presente, presupone el otüdo del pasado y el li¿udelaire juzga que el pasado no tiene utilidad para aprehender
asentimiento de la inmediatez. Así, la modernidad es conciencia del ll modernidad, y al mismo tiempo lamenta tanto la desaparición de
presente en tanto que presente, sin pasado ni futuro; sólo mantiene rr¡ra edad noble como la difusión del materialismo burgués. No sólo
relación con la eternidad. Es en este sentido en el que la modernidad, (;uys representa un género, el croquis de prensa, que pronto cederá
al rehusar el confort o el engaño del úempo histórico, representa una t l lugar a la fotografia, ella sí realmente moderna, y que Baudelaire
elección heroica, Al movimiento perpetuo e irresistible de una mo- rlesprecia sino, al elegir a Guys con un poco de nostalgia, Baudelai-
dernidad esclara det úempo, que se devora a sí misma, al desuso de la le ignora a Courbet y a Manet, a quienes conoció y que lo hicieron
novedad que se renueva sin cesar y niega la novedad de ayer, Baude_ figurar, de manera muy favorecedora, en sus cuadros más nuevos, ÉJ
laire opone lo eterno o lo intemporal. Ni lo antiguo ni lo clásico ni lo talb¡, en 1855, y La músim m las Tullnías, en 1862. Baudelaire juzga,
romántico que, por turnos, fueron laciados de sustancia. La moder_ de acuerdo con los términos de su admiración por Delacroix, que
nidad busca el reconocimiento de la doble naturaleza de lo bello, es Courbet y Manet fracasaron a causa de su positiüsmo porque pinta-
deci¡ también, de la doble naturaleza del ser humano. ban lo que veían sin imaginación. Más allá de Delacroix y de Guys,
En la &gunda coruid,eración intempestiaa, Nietzsche debía insistir, I-a muerte de Marat de Daüd sigue siendo en el fondo el modelo de la
también é1, en la enfermedad histórica del hombre moderno, que lo pintura moderna de que gusta Baudelaire, es decir una pintura con
convertía en epígono, incapaz de crear una verdadera novedaá: por tema moderno:
ello, en su pensamiento modernidad y decadencia se volvían sináni_
mos. Al igual que Baudelaire, no veía en el progreso ni en la historia, Todos esos detalles son históricos y reales, como una novela de Balzac; el
que iban de renovación en renovación en lo fáctico, la posibilidad de drama está ahí, vivo en todo su lamentable horror, y por una proeza que
un rebase de la modernidad o una salida de la decadeniiu. Solurn.r,t. hace de esa pintura la obra maestra de David y una de las grandes curiosi-
la religión del arte --en este caso la música de Wagne¡ de quien aún dades del arte moderno, no tiene nada de trivial ni de indigno. I-o que hay
no se alejaba-, con su potencia "nchistórica" o ..supra-histórica,', le de sorprendente en ese poema desacostumbrado es que se pintó con una
parecían suscepübles de curar de la historia al hombre y de dar a la rapidez extrema, y cuando uno piensa en _la belleza del dibujo, hay moti-
vos suñcientes para confundir el espíritu. Este es el pan de los fuertes y el
existencia el carácter de lo eterno. Cuando rechazaba Ia historia y
triunfo del espiritualismo; cruel como la naturaleza, ese cuadro tiene todo
el progreso, Nietzsche reconciliaba modernidad y eternidad, como el perfume de lo ideal.
única escapatoria de la decadencia. pero de pronto, tanto uno como
otro -aunque el último Nietzsche ya no concebirá una salida de la Este texto es de 1846, pero da la clave de la incomprensión futura
modernidad en el arte-, el reconocimiento de la modernidad com_ de Courbet y de Manet, a quienesjuzga carentes de nobleza porgue
2(i ¿L pRESTIGto DE Lo Nf,Evo |l r¡RESTTGTO DE LO NUtrVO 27
no poseen ni ideal ni espiritualidad, al tiempo que explica la prefe_ r lc la pintura con espátula de Courbet ni sobre la hechura endcbl<'
rencia por Guys. Baudelaire sueña en pinlura aor-, un ,.-u trtoáaarro r lr. N,f anet.
asociado a una factura académica. Es por ello, en lo que se refiere
a frogmentario, qrre fue r.rna crítica constante contra los moder-
2. I-o
la rapidez, por lo que el poeta elogia los géneros de la improvisación pinaban detalles, cosas ojeadas, se dice. Baudelaire aborda
rr rs. EIIos
-croquis, acuarela, aguafuerte- y no otra técnica pícrórica, lo non-f._ r.rubién este punto a propósito de lo que él llama el arte mnemónico
nito al óIeo. ,k ()uys, opuesto a un arte a partir de un modelo:
A Baudelaire le gusta en verdad la realidad de los temas de (]uys
-las mujeres, lasjóvenes, el dandi, la sociedad del imperio, etcétera_, l rr irrtista qlle tiene el sentimiento perfecto de la forma, pero que está acos.
alatra en él la pintura de la sociedad moderna, pero no la realidad de r¡rrDbrado a ejercer sobre todo su mcmoriir ) \rr imagina(ión. se enc cntra
la pintura moderna. Conüene, por ello, releer los rasgos de la mo- ¡ nror)ccs conlo asaltado por una revr.relta de detalles, en la que todos de-

dernidad que descubre en Ia realidad que Guys pinta, áestinándolas rrr:rndan justicia con l¿ fr¡ria tle r¡rra rnuchedumbre apasionada por la igual-
,l;r(l absohlla. Forzosamentc, todajusticia se enct¡e¡t¡a destruida, sacrificada;
a la pintura de Courbet y de Manet: lo inacabado, la fiagmentación,
rrrrrcha trivialidad se nrelve enorrne; mucha pequeñez, usurp¿dora. Mientras
la ausencia de la totalidad o del sentido, el estilo crÍtico. Todos esros r¡ris se i¡clina el artista, c()n imparcialidad, hacia el detalle, más at¡menta
rasgos, una vez comprendidos formalmente, contribuyen a 1a lrr enarquía. Que sea miope o présbita, toda.ierarquía y toda subordinación
destruc_
ción de la ih¡sión ligada a la perspectiva geométrica y al achatamiento r k saparecen.
de la pintrrra que suelen acompañar su perdida de *entido.

_ Esos son, pues, algunos rasgos de esa modernidad, según lo c¡ue


Baudelaire dice de Guys, ya que, aun si hubo un error pár parte de
El coDtexto de esta discusión sobre el detalle, sobre la obra total o
li irgmentaria, es netamente político y social. Bajo mano, el strfiargio
Baudelaire sobre la persona del artista rnoderno, podemás sin embar_ rrriversal, instituido en 184U, está en la mira, así como el individua-
go encontrar estos ra§gos en una modernidad que depende lismo que acentÍra se le reprocha, porclue elimina las entidades inter-
menos
de los srúetos o los temas que de la materia misma de la pintura. Me rrrediarias y deshace la unidad orgánica del cuerpo social. Este pasaje
detengo en cuatro de ellos: (.s también notable porque anticipa la mayoría de los ataques que
l. Lo no-arubad,o, puesto que es el reproche que se les hará a todos lr¿brán de lanzarse contra las obras nuevas, con el pretexto de su de-
los artistas de la tradición moderna después de Courbet y Manet, en c¡dencia, en el resto del siglo. Hipertroña y zrutomatización del deta-
especial a los impresionistas, y también a los poemas en prosa de Bau_ llc, problemas de visión: ésas serán las reclamaciones, por ejemplo, de
delaire, ya que el poema en prosa es el equivalente al dibujo de Guvs. l):rrrl Bourget contra los impresionistas y Huysrnans, o las de Nietzsche
Baudelaire lo.justifica por la velocidad del munclo moderno: ,,...hay contra Wagner. Pero la actitud de Baudelaire reallnente no es clara: la
en la vida trivial, en la metamorfosis diaria de las cosas exteriores, un irnparcialidad conduce a la anarquía; el arte ridiculiza inevitablemen-
movimiento rápido que ordena al artista una igual velocidad de ejecu- te a la igualdad. El político y el artista rivalizan en Raudelaire: uno ya
ción". El mundo moderno es caracterizado de nuevo aquí por aquello no sabe bien dónde se está, una vez rnás, pero la relérencia popular
que escapa a la cultura de élite, por su aspecto trivial, popular y ur_ cstá destinada a ser repudiada.
bano. Sin embargo, "en cualquier punto de su progreso, caaa aiLqo 3. La insign$runtia o [a pérdida de sentido, qlre cuesta trabajo se-
parece estar suficientemente terminado; podrá llamársele esbozo, si para¡ por lo demás, del rechazo de la unidad y de la totalidad orgáni-
usted quiere, pero esbozo perfecto,'. En esta fórmula balanceada. el cas. Lo ¡rc¡acabado y lo fragmentario se unen en la indeterminación
arte reencuentra su valor eterno. Baudelaire critica a menudo el .,de_ del sentido: eso ya no quiere decir nada. Recordemos la dedicatoria
tallismo" que tanto aprecian losjurados de los Salones y que encarnan del Spleen de Parisl
ante todo lngres y su escuela, pero también elogia algunas acuarelas
de Boudin, o de Manet aguafuertista, que capturan el tiempo cam_ ...una pequeña obra de Ia que no se podría deci¡ sin injusticia, que no ticne
biante. Pero no dice nada, en efecto, a título de lo non._finito, acerca ni pies ni cabeza puesto quc, por el contrario, cs a la vez cabeza y pies, alter-
I l'llÍ:sl t(;IO l)E I-() r_t-t:\'() :1)
28 tt- I,Rfsl-¡(;Io l)E Lo NUE\'() I

lrali\a I recÍprocam( lltc [...] (¿uite urr¡ \'érteb[r, v los dos pc(lazos (lc esta ll,,\ (lr¡e (t-ever'()n cn el pr'ogres<l; fttc condenado a I:t modcr¡ritl¡<l l'¡
toltr¡osil firnt¡sía se r'('uniríall sin difi(ultad. (lóltela ell trociú)s v \.crá qlle 1,.u rulo jit más ítttima
de l¡r mo<lernidird es qttc la pasiíln dcl Presclltc'
ca(la tlno pucdc cxistil pol- su cuc¡ltil. ,,,,r ln qt,. se identiñca, debe lcrse t¿rnlhién com<¡ tln cahalio N()
! lrat¿r iltin de ser nrr<¡ll¿rdo por lrl uttet'o: "lmagiDe ull irrti§ta qt¡('
El ideal arrtiguo de cornposición a¡-nr(»)iosa, siguiend() el tnodelo ,''lilr'í¡ sic¡np¡'e, en lo espiritrlirl. cn estado dc conr'''rlecctrci:t"' ditt:
"El
del cuerpo htrnrano, qucrlir ridicttlizadu (le esta manera e¡r bc¡¡eficio l',;rrrrlclaire al clescribir al ¡¡tistir nrt¡derno' O imagine t¡n niño:
de trna inragen giotesca \ de r¡¡r cr¡crpo r¡lolr¡itr-tlos(). Desde Iir proprr
sicit'¡n de Bat¡rlelaile cn 1855 ("Lo bello es siemptc raro"). h:rsta la ( lr( "filosofia dc la mañana" co¡llo
(la¡ ír tirmbi¿'Il lit c<¡nvitleccncia r¡ la
últi¡rrer or'¿rció¡r de )ladfu ("[a bclleza scL:i (:oNtut-sttl o no será"),x l.r ri¡¡ica salid¡ de la tnodcrnidad qlte r() l-ecllrre a la rcdenciótl por
le correspondt' al lector, al espectador, decidirse por tut sentido, si ,rrr'<lir¡ del 2lrte o dc lir rcligi<-rn. Mittin¡tit. con¡'irlecctrciir' embtiirgttcz'
pueclen. ¡r.rr irís<>s artificiales.
pcro convalecetrci¿l sin fi¡rnl' infirnci:r sin t'nirñan¡l'
1. La ¡¡utononí«, la rcflexiviclad o la circulut idad, va que la defini- l .:r ¡¡rodernidad bartdcl:rit c¿r¡ra sieln¡lrc cs inscparahle dt' la dccadcn-
ción baudelirireana de lir moder¡ridard pol la doble uatrtr¿rleza de lo , ia y dc la dcscsPcriurza.
belkr exige del irrtist¿r una concie¡rcia crític¿r. Rolancl B¿u thes lla¡r¡at it lirr ello tlistirtguír-selt'tle l¡ estética dc la itr¡rr¡lnciótr v de la
clcl>e
"¿¡rrtoninria"+'t a este conlponeute csencial de lir t¡ adici<in m(xlel-¡ra, rrirrría d< l uPttlra qtlc habrían dc impotrcrsc cn btcvc Si Battdel¡rilc
defi¡rida conro "cl estrabisrno i¡)quiet¿urtc de tura operaci<in ett aro". irrristii¡ ctr l¿r iutsc¡tciir clt pcrtitrencia d<'l pasado pirrir la pcr<cpcititt
Ésa es l¿r co¡rdición de una ¡¡txlernidad qtte uo rec<ltroce ningltna ex- rltlplcsertte t'fire tttro (lc los Pl'olllotolcs de la "sLrpcrstici(ttl de lo
teri<¡r'id¿r<l en lclaci<in c(rrr su Arte, rtingún código tti tenra, r'que pot ,r,,.,,r". r,,, qr,.'d,r ctt él ttitrgttttir httellir <le es¡r religií»t' lriltgunir htre-
ell<¡ debe proctrra¡se sus propias rcglas, tuodclos I'critet'ios. l,a c¡bl¿r llirrle urr¡ cstótic¿ (lel catrtbitl por el c:u¡¡bir¡. del ':anbio a oio'nidel<t
rnoclerna propor-cion:r su propio inst¡t¡ctivo, st¡ manera cs cl etrgarce, r¡rrt Vali'rv llrtl¡rirrii t'l "¡ll¡c\'() ('¡¡ sí" 1'a <loble natt¡r¡le7it de k¡ bellr¡'
o inclust¡ la arrtt¡crítica I Iir ¿rtrt<¡r¡cl'ere¡rci¿rlitl:td, lo que N{all¿rr¡né ll¡- ,,rrr la qrrc se identilica la rnr¡<leIni<lad. inrplica qtrc tirml)iélI c()nstiltt-
rn;rbn el "pliegrre' dt' lir obrir que él oponía ir la lla¡tezir del peliritlico. la. <le nta¡¡e¡a inhe¡elrl(" trlla resistcncia ir lir tlrr¡dcr¡rirt¡d Tt¡dirs llrs
Desde Bat¡delaile, la ft¡¡¡ció¡r poéticar v la ftrución c¡íti<a necesar iu- irlt us b.tttrlclitit'eltrt:lr sort <L¡lll« s
nrente sc trenra¡r e¡l uttl selfir»t sciou snc.rs qtte cl arlista dcbe tcttcr <le
su arte. Destrlrir la pintula, a partir <lel Tiüler de Cr¡ru bet, es pintar la
pinttrr-a, 1 cl ¡t¡tor_¡-et¡-ato cs el géncr'o r¡ro(lento pot_ cxcclcncia.
(h»r Bat¡delaire, los rasgos csertciitles l piuadi¡ji<os de la tradici<irl III
morlcrna s()n nnunci¿dos, pol cierto sin fánliu loncr'íit, pl¡esto qtte
para cl poctir s<¡n rcsultaclt¡ de t¡na m<xlerlti¿ació¡r del mundo qttc \fanet se vio ¡fécl¡<lo p<» los escírtrdalos que Pt.o\'()cil¡-()u stl§ obl-¡§'
[,as ptimelas t¡rodernas brtscal¡an gllstir¡ Todir\'íil no st h¿rcíir de
él asimilaba a r¡na <lccadeucia, es rlecir', un pr()greso h:rcia el fin dcl la
mtr¡ldo. ['t¡¡ ell<¡, irrclt¡so si Bat¡delaile escogió a Davir[ \'¿l Gu)s collt¡-a Ir()stilida(l qrtc etrcolrtl-allr tlt¡ al-tist:l el signo de srl gl(n-iir fi¡tura c'
Coulbet l Manet, h¿rl¡í¿¡ plevisto Ias rnal'oles cr'ític;rs que los (lcccnios i,l e L.¿rnrctrte. <te srr rirpido éxittl, pt treba de stt mt'diocl idird M¿rtrct
futr¡ros habríirrr rle formrrl¡r c<»rtrir la motlernidad estétic¿t, pel cibida I-elaci(itr cr¡n lir ¡lode¡ ¡lidird como
¡relrnirtreció nt¡¡l¡ir'¡letrtt' tal)t() elr
a sr¡ \'ez c(rr1() una dccadencia de la que se ltaríl responsable ¿r Birude- ,,rrr lir btt,gtttrí,r. lllr él ¡rt¡ hlrlxl rliugúttt Ilrilitan t isrnt¡ ¡ fár'o¡ de Lr
lairc. Salr'<¡ morne ntÍrueamente , Baudelaire ¡l<¡ f<¡r¡lr<i pirrte de aqrre- rrrr<'t't¡. (lttarrdr¡ se <ltteiti ante B¿rtldelairt'. después de Oli»tpio'
de l<ts
alaques de qlre erl ()bict(), el poeta le respondi<i el ll <[e »r¡'o
rle
'¡ ()b,a c¡rrr ArtrhÉ llrtt(,¡I publi.(i cn 1928. lr.l tstii: "...trsterl es srilo t'l prinrero etr la decrepitud de stl arte" !"sln
** [.a p¡labH sr us,r ((nno sr¡ propir desig'r¡cn;'r. por ( jcnlpl(': l.upalabrapaz tic- ¡
frirse atnl>igrtir debc potrerse en pirt irlelo del itricio <le l li46' t¿u¡rbii
nc ilcs lenar"i sor iruroniDias. tambia'r¡, k)s (jcmpirs que suelcrt rni.(.r en srs libr)s "último represellt¿lnte <lel progrcso
k)s li'rgiiishs y granr:itic,)s. h.l equívoco,'.1cclc¿l dc f)elllcrtlix: el
3() El_ PRESt.tcIO DE I_O NU¡_v(, r r I'Rl,:stt(ilo DE Lo NUEvo 3l
cn el arte". Por decrepitud, Baudelaire entendía aparentemente la , ll,,s, sc r.io la glolilicación de una prostituta, o de una ¡¡todelo de ti¡-
reducción del pintor a la \,ista, la falta de imaginación, como dijo en ll|r tipo f'emenino al que se asocia una reputación de ligereza, ¡conto
1859: "Día con día el arte disminuye el respeto hacia sí mismo, se pos- r l.r l)intura se burlara de la pintura exponiendo sus convencione§!
tra ante la realidad exterior v el pintor se tr.relve cada vez más proclive I I tl»ttt¿¡zo sobre ln hierba parecía una broma: dos mujercs desnudas
a pinta¡ no lo qrre sueña, sino lo que ve." Recordemos la expresión r ,[rr lrombres traieados, de día de campo en un parque. Aun si no
de Turne¿ que se convertirá en el acto de fe del impresionismo: ,,pin- , r.r ln i¡rtención de Manet, el cuadro, como muchas obras modernas,
tar Io que se ve, no 1o que se sabe." t,os límites de la comprensión .rrr lrre percibido. Un desnudo en un escenario de la vida moderna,
que tuvo Baudelaire de Courbet I de Ma¡ret tienen que ver co¡l su r¡¡¡:r t.scena realista, sin ningún pretexto alegórico, sin ningún sentido
recelo en relación con el realis¡rro, e¡rtendido corno la reducción de ¡rrlvio: eso fue lo que desconcertó y disgustó al pÍrblico. Ahora bien,
la pintura a lo visible. ;Habr-á adivinado Baudelaire, en el manojo de rrr.is <¡ue la provocación, los modelos clásicos en los que se inspiró el
espárragos de Manet, la trayect()ria que habría de desembocar.en los ¡rintor perturban mucho más hoy en día. Su proyecto habría sido el
¡nonocromos de Yves Klein? Oaer.íamos, entonces, en ul) anacronismo rlr' 'r'ehacer un Giorgione moderno" inspirándose en el Conderto cam-
al percibir demasiadas afinidades entre Baudelaire y Manet, a menos /r,r/rr del [,ourre, que ahora se atribuye a Tiziano, y retomando para
que el malentendido que hubo entr.e ambos artistas en realidad fuera l,r r oruposición a un grupo de dos ríos y de una Ninfa que aparecían
uno de los efectos de su ambigüedad comúrr ante lo nuevo. para ell<¡s, , rr trn grabado quc circulaba en los talleres, tomado de un cuadro de
lo nuevo fue mcnt¡s una elección que una sentencia. ),etr Manet l\rlircll. el.luicio fu Paris.
-más
que en ningún otlo- se pueden observar las parirdojas de la modcr_ E¡l el terreno formal, los tres componentes del cuadro -el paisaje
nidad en sus relaciones con el pasado, con lo nuevo, con la cultr¡l.a rlt lirndo, el grupo central y la naturaleza muerta en el prirner plano-
poprrlar. r¡r¡ se hallan integrados. El paisaje no cs más que un apur¡te bosqr.e-
l,os dos cuadr<ts que atr.ajeron el escárdalo fueron ljl almuc¡zo sohr¿ j.«kr o un decorado. Manifiestamente los modelos posan en un taller,
fu hi¿rba ,- Olimpi«. Parece terosímil que, como lo sugiere pier-re Daix, ln r¡n contraste molesto cor¡ el fondo. [,a influencia deljaponesismo
a Baudelaire -c¡rpaz de aprcciar en Manet solau¡ente la iuspiración .s cvidente: los pcrsonaies esán delimitados y se recorta¡I, en forma
española. aÍtn concebible en térmit¡os de tema de lo pintoresco_ no ¡rlana sobre un fbndo, como e¡r un tapiz. En todo caso, fálta ur¡idad
I
le hayan errstadcl mucho ni los hayir comprendido. pero con esos dos lrrtre las figuras y el paisaje. ! al igual que para el tema, es imposible
cuadros, era flagrante que la realidacl con la que Ma¡ret se vincrrl¿rba rltciclir si la provocación es intencional. En cuanto a la ¡raturaleza
no era la cle los temas si¡ro la de li¡ pintura. No solamente la pirrttrra ¡r¡t¡erta, ésta taladra la tcla como un detalle insolente por la precisión
histórica le interesa poco y el signiñcado no debe buscarse en ningu- rlel brillo, dejando el resto simpliñcadc.¡ v coloreado. Por su academi-
na parte sino en sí mismo, sino r¡rre éste, todaría más que en Courbet, t isr»o, aquélla acentúa la desnudez de las mujeres, más desvestida§
es llev¿do a su superficie, sin perspectiva ni modelo para crear la ilu- r¡rre desnudas. lndica, por último, u¡ra profundidad y u¡ra perspecti-
sirin de profundidad. El fondo y Ia f'trrma contribuyero¡r, iunbos, tanto \ir, rnie¡rtras que las figuras y el fo¡rdo se trabajan sin relieve y llanos
¿rl cscándalo co¡'¡¡o, sin duda, a lir incomprensió¡r de Baudelaire. soble el plano del cuadro. La natu¡alcz¿r muerta, corno u¡r guiño o
lil al¡nu¿¡zo sobr¿ kL hinba fue expuesto e¡r 1863 c¡r el Salón de los rrnil nueva brorna, parece ser el Í¡¡rico elemento del cuadro que se
Rechazados, micntras que el Naei¡nimto de Venus d,e Cabanel. bell<¡ rrjlrsta a la verosinrilitr¡d académica. Se ha dicho, sin embargo, que el
desnudo acadérnico recubierto de nritología. rriunfáb:r er¡ el Saló¡¡ lxrdegón en realidad cra irrealista, ya que el cesto de fiuta yuxiapone
a¡)tes de gue lo adquiriera Napolcón III, corno hoy e¡r Orsay, donde sobre la tela cerezas c higos, que no coexisten en la naturaleza. Los
Oabarrel disfirrta de una mejor iluminación qrte M;uret. Olimpi«, qte personajes, por su parte, parecen aislados detrás de un vidrio que sólo
data del mis¡no a¡lo, provocó una luria mayor cuando fi¡c expuesta e¡.r ¿t¡avicsa la mirada negra de Victorine, la modelo que está en el cen-
el salótr de 1865. ¿Por qué estos cuadros encontraron semejante host! tlo del cuadro, rnientr;rs que los espectad(»-es se encuentra¡¡ adelante,
lidad? Sus te¡¡las se percibierotr c<lmo provocaciones. E¡¡ cada uno de iunto al cesto de fruta.
32 Ef. PRESTTGTO DE LO NUEVO ¡l- PRESTTCTO DE LO NUEVO 33

Este desnudo nos parece hoy mucho menos indecente o hipócrita "lxlleza misteriosa" que hace a la modernidad digna de convertirse
que los de Cabanel o de Bouguereau, pintores adulados durante el crr antigüedad. Okmpia es el úlümo de los grandes desnudos de la
Segundo Imperio. Pero en lugar de presentarse como un desnudo historia de la pintura, y al mismo tiempo es un cuadro moderno, por
alegórico, señala que representa un modelo en rePoso. Por medio t:l tema y la técnica, y también por la polémica que provocó: el gato
de la exhibición de un modelo de tallet presente de manera singu- negro figura en él como una rúbrica de la modernidad. De entrada,
Iar en medio del cuadro, la tradición académica queda ridiculizada, dos lecturas de la Olimpia se opusieron. Una, formalista, para la cual
la misma que busca, por el contrario, que la realidad del modelo se cl tema no es pertinente, la inauguró Zola, quien decía:
e pore en un simbolismo intemporal. Aquí la presencia del mundo
contemporáneo es fla¡;rante: nadie puede dudar de que Victorine irá Un cuadro para usted es u¡ simple pretexto de análisis. Requería una mujer
desnuda, y eligió a Olimpia, Ia primera que pasara; requería manchas claras y
a vestirse en cuanto haya terminado de posar. E[ trayecto del cuadro
lrrminosas, y puso un ramo; requería manchas negras, y colocó en un rincón a
invierte la transposición habitual del academicismo: Manet va de Io una negra y un gato. ¿Qué quiere decir todo eso? Usted no tiene ni idea, y yo
ideal a 1o real. De ahí la sensación de pastiche o de cuadro liüente, tampoco. Pero por mi parte yo sé que usted logró admirablemente producir
de parodia y de farsa, durante el Se¡¡undo Imperio que fue alavez.la rrna obra de pinto¡ de gran pintor.
época de ta prostitución y del recubrimiento de estatuas en losjardi-
nes públicos. La otra lectura, de tipo iconográfico, insiste en el tema: un modelo
¿Cuál es el significado del cuadro? ¿Qué es lo que puede querer de taller remeda a la gran pintura. Dos fuentes son evidentes: la y¿z¿¿s
decir? Todo sugiere que la intención de Manet fue de las más amhi- d¿ Urüno de Tiziano y la Maja dzsnud.a de Goya. La composición es la
guas. Quiso producir una obra maestra moderna asociando la pintu- de Tiziano: el codo derecho apolado y la mano izquierda, en la actitud
ra de los maestros con medios simplificados. La mezcla de tradición d,e la, Vmw púd,ica, se tapa el sexo. Pero las transformaciones son blas-
y de inmediatez, de cultura de élite y referencias triviales hace de fematorias. En Tiziano, la desnudez era inocente; el perro, símbolo de
El almuc¡zo sobre la hierba un emblema de la modernidad, como más la fidelidad cotidiana, las sirvientas y el arcón de bodas completaban
tarde Las señoritas d,e Atiñón de Picasso. El almuerzo sobre la hierba, una alegoría de la ürtud doméstica. Al contrario, Olimpia nos mira
que reúne todos los rasgos que Baudelaire pedía a la obra moder- fijamente. Su mano esá colocada sobre su sexo, en el centro de la com-
na, incluida mucha inocencia, ilustra de maravilla las paradojas de posición, de manera modelada, mientras que el resto se deja plano:
la modernidad baudelaireana: por su adhesión al presente, ésta es así muestra lo que esconde. El gato, en el lugar del perro, parece una
inevitablemente iconoclasta y nueva. Incluso si Manet no busca lo alusión erótica. Por último, la negra entrega el ramo de un cliente.
nuevo sino el presente, se encuentra a su pesar en el comienzo de la Comparado con Tiziano y Goya, Manet introduce el amor comPra-
huida hacia lo nuevo que caracteriza todo el arte moderno. ¿Es por ble, naturalista y romanesco, en una tradición del desnudo que, hasta
ello que el cuadro de Manet ha sido parodiado tantas veces, como Ingres y Couture, presupone distancia y convenciones. El desnudo
él había hecho un pastiche del Renacimiento italiano? Las audaces realista sustituye las imágenes idealizadas: es, una vez más, Victorine,
técnicas y la insolencia del tema contribuyeron a hacer de éste el reconocible por sus piernas cortas, sus senos pequeños, su rostro cua-
primer cuadro moderno, con la imperfección que ello supone, y drado con mentón afilado. Sin coartada alegórica ni mitológica, una
que Olimpia et parte resolverá. prostituta espera a su cliente. En cuanto al famoso listón que subrala
En Olimpia, el yego de la tradición y de la modernidad es de la rnis- la desnudez, ¡cuánta tinta ha vertido, desde Valéry hasta Michel Lei-
ma naturaleza pero, al estar mejor dominado, logra una obra a Ia vez ris! Para el detalle sarcástico, agreguemos por último las chanclas de
efimera y eterna. Baudelaire escribía: "¡Desgracia a aquel que estudia Olimpia, que se convirtió en la Vmus con gato. Su éxito se mide tam-
en [o antiguo otra cosa que el arte puro, la lógica, el método Seneral! bién por el número de copias y complementos que suscitó: Cézanne,
Por sumergirse demasiado, pierde la memoria del presente." Pero la Picasso, Matisse corrieron el riesgo. Y como El almuerzo sobre Ia hierba,
manera en que Manet juega con el pasado extrae, Precisamente, la demuestra la fatalidad polémica e iconoclasta de la modernidad.
34 EL PRESTTGIO DE LO NUEVO

Una última paradoja de la modernidad baudelaireana la ilustraron :I I -,\ RELIGION DEL FUTURO: VANGUARDIAS
magníficamente las dos obras maestras de Manet. Esta modernidad, Y t{ttt-{Tos oRToDoxos
como ya ümos, se refiere a la cultura popular con duplicidad. La di-
visión de la crítica entre formalismo e iconografia podría, por cierto,
ser el resultado del equívoco de la pintura de Manet en relación con
el mundo contemporáneo, e[ cual simplemente calca, como lo señaló
Thomas Crow, los modelos de la gran pintura tradicional. ¿Qué otra
cosa es Olimpia, después de todo, si no una cortesana que adopta la La literatura va hacia sí misma; hacia su esencia,
pose de la Vmus d¿ Urbind Como para Baudelaire, la üda moderna que es la desaparición
sirve para estremecer la rutina artística, pero la reconciliación del arte MAURICIi BI-ANCHOT, E¿ ¿i,TO

y de la vida no parece ser el objetivo. La vida moderna es un medio Por aeni,r, 1959

y no un fin del arte, ya que [a pintura de la vida moderna representa


una etapa necesaria hacia la purificación de la pintura. La lectura
( i)urbety Manet causaron escándalo, como Flaubert y Baudelaire, cu-
,r",rs Mad,ame Banry y Las Jlores d,el malfueron llevadas ajuicio en
1857,
iconográfica pondría el acento, así, en los medios, mientras que la
lectura formalista lo haría en la finalidad. lxrro no §e encuentfa en ninguno de ellos el rasSo que, en nuestra
Mallarmé, según un procedimiento típico, tenía que resolver esta in- r»pinión, es característico de la modernidad como retórica de la rup
certidumbre de Manet mostrando la evolución que ésta encerraba en trrra y mito del comienzo absoluto, ese rasgo que nos ha conducido a
potencia. En un artículo de 1876, "Los impresionistas y Édouard Ma- i<lentiñcarlo con el militantismo del futuro: la conciencia de un papel
net", que 1a sólo esá disponible en inglés, él ubica el destino que esta- l¡istórico porjugar. Los primeros modernos no buscaban lo nuevo en
ba inscrito en la duplicidad de las relaciones de la modernidad con el rrn presente tensado hacia el futuro y que traía en sí la ley de su propia
presente. La pintura, dijo, empezó introduciendo la üda parisina en su rlestrucción; Io buscaban en el presente en su calidad de presente. La
(listinción es capital. Ellos no creían, dije, en el dogma del progreso,
obr¿, como si se tratar¿ de algo excéntrico y nuevo. Pero esa elección
fue áctica y momentánea. Mallarmé se congratula de que los almuerzos del desarrollo y de la superación. No depositaban su confianza en el
sobre la hierba y las prostitutas halan desapa¡ecido poco después en be- liempo ni en la historia, en los que tampoco pensaban tomar revan-
neficio de una pintura autónoma y severa, separada de la sociedad y del cha. Su heroísmo era, más bien, el del presente, no del futuro, ya que
mercado, que explotara formalmente los desplazamientos que [a vida la utopía y e[ mesianismo les eran desconocidos. No pensaban que el
moderna había llerado a la gran pintura . "I content nlself with reJlecting on irrte de hoy necesariamente vendría a menos mañana, no negaban el
lh¿ clear and. durable ninqr of painting",le hace decir al pintor impresionis- arte de ayer, y su olvido de la historia no se confundía con la voluntad
ta que reconquistó la pintura por la pintura tras las primeras tentatit"§ de hacer tabuln re;a del pasado: ellos no se condenaban a ser repudia-
impuras de Manet. Se reconquistó la autonomía del a.rte, temporalmen- dos al poco tiempo, ya que la creencia en el progreso también busca,
te comprometida. I-a tradición moderna recurrirá sistemáticamente a la paradójicamente, que el arte progresista acepte ser instanáneamente
cultura popular para renow¡ el arte, para purificarlo de sus concepcio- caduco y poco después, decadente.
nes; reforzará, frnalmente, su autonomía contra la cual supuestamente Dicho de otra manera: los primeros modernos no se imaginaban
estaba en guerra. Esta ambir,alencia con respecto al público -1a que de representar una vanguardia. Muy a menudo se confunde, no obstan-
él se trata en esta oscilación entre cultura de masas y cultura de élite- se- te, modernidad con r,anguardia. Ambas son, sin duda, paradójicas,
guirá siendo una paradoja irresoluble de la tradición moderna. Como pero no tropiezan con los mismos dilemas. La vanguardia no sólo es
argüía un artista de languardia cuando se le hacía ver que al público no una modernidad más radical y dogmáüca. Si la modernidad se iden-
tifica con una pasión por el presente, la vanguardia presuPone una
le gustaba lo que él hacía: "¡Pues es el único!"
conciencia histórica del futuro y la voluntad de estar adelantado a su

t¡sl
36 LA RtrLIGIóN DEL TUTURo t^ RELTGIÓN DEL FUTURO 37
tiempo. Si la paradoja de la modernidad se debe a su relación equívo Srr uso político se generalizó desde la revolución de 1848, de lo que
ca con la modernización, la de la vanguardia depende de su concien- rl:r testimonio el personaje caricaturesco de Masson, en Los comedian-
cia de la historia, En efecto, dos datos contradictorios constituyen la t^ sin saberlo de Balzac ( 1846), y en ese entonces designaba tanto a la
vanguardia: la destrucción y la construcción, la negación y la afirma- ( xtrema izquierda como a la extrema derecha; se aplicaba lo mismo
ción, e[ nihilismo y el futurismo. A resultas de esta antinomia, la a6r- ir progresistas que a reaccionarios. De ahí, pasó al vocabulario de Ia
mación vanguardista a menudo no ha serüdo más que para legitimar lr ítica de arte. Pero de 1848 a 1870, durante el Segundo Imperio, el
una voluntad de destrucción, y el futurismo teórico no ha sido otra tó¡mino sufrió un deslizamiento fundamental en su metáfora estéti-
cosa que un pretexto para la polémica y la subversión. Inversamente, r'¡. Resumámoslo diciendo que el arte de r,anguardia fue primero el
la reivindicación nihilista ha enmascarado muchos dogmatismos. La :r¡ te al serücio del progreso social, y que llegó a ser el arte que estaba
vanguardia, al sustituir con, el pathos del futuro la aquiescencia del r.stéticamente adelantado a su tiempo. Hay que relacionar este des-
presente, tuelve indudablemente actir,a una de las paradojas latentes ¡rlazamiento con la autonomización del arte invocada a propósito de
de la modernidad: hacer de su pretensión de autosuficiencia y de su Manet: si el arte de r,anguardia lo fue por sus temas antes de 1848, el
autoafirmación una necesaria autodestrucción y autonegación. lrosterior a 1870 [o será por sus formas.
Modernidad y vanguardia no surgieron al mismo tiempo. A fines Escierto que desde el Renacimiento, Étienne Pasquier. en sus R?rher-
del siglo xrx, cuando la conciencia histórica del tiempo se generali- dus dz la Franu, calificaba a Scéve, Béze y Peletier como de 'languardia"
zó, y glue ya no se entendió la primera modernidad, modeinidad y t.n comparación con Bellay y Ronsard. Pasquier describía, por cierto, la
decadencia se conürtieron en sinónimas, ya que la implicación de t.volución literaria como un progreso, al titular un capítulo de su libro:
la renolación incesante es la obsolescencia súbita. Éste es el destino "De [a antigüedad y progreso de nuestra poesía francesa", pero ni pra
insoportable que conjuraron las ranguardias al volverse históricas, gresotí aa,nguard,ia denotan una conciencia de su papel histórico en los
cambiando el moümiento indefinido de lo nuevo por una supera- poetas en cuestión. La utilización de estos términos en una historia de
ción crítica. Para conservar cierto sentido, para distinguirse de la de- la poesía no podría tener las mismas implicaciones en ausencia de una
cadencia, la renovación ha de identificarse con una trayectoria hacia doctrina del desarrollo científico, histórico y social. Para Pasquier, p,ro-
la esencia del arte, hacia una reducción y una purificación. ,,La poesia gresoy uanguardiano conllevan la creencia en un sentido de la historia,
ya no dará ritmo a la acciór.; estará más adelante', escribirá Rimbaud y la metáfora tomará un ralor muy diferente en el siglo xrx.
en 1871. ¿Cuál ha sido la genealogía de esta fatal retórica en la que En el primer significado de arte comprometido se encuentra el ca-
identificamos la modernidad como una religión det futuro más que lificativo de vanguotdia entre los saint-simonianos, con e[ fin de desig-
como una identidad del presente? Porque esta retórica no es exclusi_ nar la misión del artista,junto con el sabio y el industrial, que es serür
va de las vanguardias. Como veremos, la comparten con las historias al movimiento social como expedicionario, como propagandista del
ortodoxas de la tradición moderna. El resultado, también paradójico, socialismo, de la misma manera en que el poeta romántico se sentía
es que esas historias ignoran la verdadera modernidad. profeta. Según un texto de Saint-Simon de 1825:

Unámonos, dice el Artista a sus interlocutores, el Sabio y el Industrial, y, para


alcanzar la misma meta, cada uno de nosotros tiene una labor diferente que
I cumplir Nosotros, Ios artistas, les serviremos de vanguardia: el poderío de las
artes en efecto es la más inmedi¿ta y Ia más rápid¿.
Tomaré el sesgo de la metaforización del término aanguard,ia alo lar-
go del siglo xrx. En sentido propio este término es militar y designa Ia Los seguidores de Fourier considerarán igualmente el arte como
parte de un ejército que marcha adelante del cuerpo principal, delan- un medio de propaganda y un instrumento de acción.
te del grueso de las tropas. Después se votüó político y luego estético. Ahora bien, este arte comprometido o socialista, como a menudo
3¡l LA Rlrl.I(;l()r_ l)EI- ltl l-tlR() I\ Rr r-r(:IóN l)tl- lt,,l ( R() :l1r

sc lc h:r cirlifica(l(), estéticame¡rte lirc el r¡ás at'atlér¡rico v ¡-utin.rri() (l(' , cst()s P(x ( )s al-tistas e¡r lil "\'itllfltlardia dt'l itrt prcsion istrrr t ' r
, ,1( x ¡ 2t

l(xlos, segÍur ur) dato qr¡e se ha mr¡ntenid() c()nslirntc desde que err llr r nrit( itl leclor a lttr lil¡rc¡ recieltt('e¡r el qtle Théotlolc f)uret' atnigrr
o(r (r'ir Llnión Soviética las varrgr¡aldias c(lnstluctivistas cayeran en <lt's- iL NI¡net, r'ecopil(i stts irrtícttlos clc Ill70 en adclante' c()n el sugesti\'()
gracia en k¡s:rños veinte, \'que triunf¿r.a el lealisrl() socialista. E¡r ,Ui rrrrrlr¡ <le ú'rr'lir'¿¡ rle tnnguardia. l,a c¡ítica r srt olricto c()lnPat-ten' e¡)
\':r qt¡e se trilta de t¡¡l Putrt() d(:
rorazón ald¿snudo. B;urdelaire va se qrrej:rbir de l:rs hcti'rforas r¡riliLucs" l,r in¡crir irrstancia, t'l varl¡¡uar'disrrro,
qrre ta¡rto agmdabiur a los li¿urceses, cntre ell¿s: "litc¡¿rtt¡ra milit¿urtr"'. ,,'t,r < , ítico integt atlo ir la práctica ilrtística qtle d¿r st¡¡titlo a la palirlrra
"prensa rrilitante", "poctas combativos", "literzrtos dc van¡¡uardia". "llsas \.r,lgr¡¿¡-dia. Los ttt'o_impresionistas, «nl Seurat y Signac' se co¡¡side-
costunrbres -<lecíu- dcnotan rncntrs [...] hechas parir la disciplirra, es ,.,,r la vanguirrdiir rlt:l irnpresionislnl,' se creell ef¡( tivaElclIte rcv(llll-
, il|¡llrrios i'rt política ( ()lno en PilltLll'a v cstitnan qtlc la nrisnra teor
irr
decir ¡rara t'l confilr¡nisnro." El ¿r¡te <le \'¿¡rguardi¿r ¡ur¡rc¡ estr¡\'o a la \'¿r¡l-
, icrrrílica preside to<las stts prircticas. I)tlr ell<l
(lha¡lcs He¡lr\" cll llJ-q0'
guaxliir del artc. Ahí r'adica, por ciert<¡. el dcslizamic¡lt<¡ dc la r¡etirJirra
des¡>ués de l8,1li, r'cl ¡est¡ltado de Ia hr¡stilidad qr¡c enc(»ltraron t()d()s rri rr instrttil al ptrelllo del.firrrüologSaint-Ant<>irtt'e¡l las teorías nc()-
l<¡s attistits innr>vadr» cs en cl sigkr xtx. En lu¡¡ar- dt' p(»lerse al servi('i() r rrrq»esionistas rlcl cok».
dc las políticas rcrrrhrcir»rirrias, los artistas de vangualdia lc apostar()r¡ i',,r' l,r t:rtrtr¡. d('l)cll distingt¡irsc (los vangt¡a'(li¡s: tttta política y
lrl p<rlerío revoltrcionario del propio :u te; la consi¡¡na de [,¿utr¿'a¡n()n t, ()tril cst¿'ticir (), nriis cxactamellte' la de krs irttistas irl §ervici() d(' la
<¡trt' luego ret()nrAr'()n los st¡rre¿rlistas -"1¿r poesía la hat enros todos y r¡() rcrrrlrt<iiru política. t-lt el selltirLr s¡int-simoniitn() o li¡ltlierista' v l¡
un() s()l()"-, nr¡rcaría cl resultadr¡ (lc estir e\ohrció¡¡. [.as lirnguiudiar, ,lt k¡s nrtist¿rs satisl( chos c()tl ttll P¡'()\'cctr) de rerrrlttcii¡lt estéticzr' Dc
al gctrera izarr el ttsr¡ del locabr¡lalio político en el alte, parecen haber (st¡s (l()s viurgt¡¡r(li¡s, cl¡ aest¡lllell. tlnir qllie¡c tltilizar el artc Piua
( rtl¡ll)iar el , rrii,r,l,, y la ()tl-a qt¡ic¡ ( calrl l¡i¿rr el iu-tc ' PeDsando qtl('
cl
est¡dr¡ divididas sienrplc entre anatqrrismo y arrt<¡ it¡ris¡no, v Barrdelai-
Poggirlli, r¡ttielr las op()nc t:n
¡e scñ¿rl¿rba ya el dilt'¡na que del)er'ían a[ t¡ntar ne< t'sariarnente, el dcl rn¡r)do seguil il el ¡¡Iovi[riento. Rcttato
()t¡
n<¡conli¡rnrisnr<¡ t' dcl confbanrisr¡r(). ( sl()s tél nli¡ros. ¡lictlslt qtte íllticanrettte e§tuvier( )n re!¡I)idas' o fi¡c¡
(]onrttl¡a
( irt¡rbet l Nlirrrct, Flirt¡l¡er-t v B:ur<l<'l¡ire, conro va diiirnos, deseaban ,r¡r¡ .,¡la. <lttratrtt' Lttl col t() Pc¡ i()d()' <lespués dc ltlT I l la de
l'arís. a p-.rrtit <le Ri¡¡rl¡artd. euc¿r¡ l):I( i(i¡I ejetrlPlirl (lc c§tir aliallTa'
h;ts-
s('r (le su tieDrp(). Si r¡casionaron esciilldalos, nu¡ra¡ c()¡¡sidet-ar()n quc
sc <lt:l¡ier¿ al adclartto que habría¡¡ tc¡rido sr¡br-e sus c()nte mporirrreos. tlr t'l sir¡rl¡olisrno \ (l I¡attll¡lisnr(). Meltos nta¡carkrs por cl anirr<¡ttis-
llst¡l¡a¡r e¡r co¡rllicl() c()n el c()nli)¡-rnisur(); por cjenrpkr, cl de las insti- nl(), \' P(,a lo tiurtt¡ sit'lldo miis pt opialneute políticos' los cr¡Init ¡¡zt¡s
(ioilrcidt'tt' rtc
tt¡<iones t de las ac¡tle¡nias, cr¡v() r'(,('¡)nr'(imiuntr,. l)r'¡'cicrt(), nl¡nca <lt'l ut'r,-impre .irrrlisnl() Parece¡r stl' tni-ts sigttifi< atilr¡s
dcjrrrorr de l¡uscar': el S:rlón oficial pa.a Mirnet, l¡ A< a<lenria f¡-¡nc<'sa Irtch<r. ct¡It tr¡l ¡ll()t¡lcIlt() en qtle l()s t(rmiIl()s tnnguodia' ¡¡uxlc¡ni¡lal

parir Ratrdelurire. I'lst('c()nflicto t(xla\'Í¿r se cor)sidcral)a c(rno el (lc (l()s l it'dul(¡tdo stttr c.tsi sin(inil¡ros cll literatttrir' pot t'it'rnpk> la l etistrr
err
('slólicirs, el reitlisn¡() \'el ne<rclasi<-is¡ro, r¡tiis tar(l(' t l iurJrresionisrtro Lt'Di«ulü1. fittrrla<la e¡l ltt86. t'cro ctlando el lilrt<la<l<»-dc la relista'
\' t l ltr ltrlcmir isrrt,,. irttttqt¡e l!)s prol)i,)\ irrrpr'r'siorristlrs rt¡' \r \rnlill¡r .\rtatole Birjtr, rlit¡ al <lecacleutisn¡() t¡¡¡a lítrea nbict t¡l¡)cnte Política' al
clr las ele( lcgislativas rlt'
histri¡ ic¿rrncnte a<l(,lallta(k)s con respect() ir slls advcrsalios. Los prirrrc l)r'csettt¿rs; conl() ca¡tclidatt¡ soci¡list¡ 'iollcs en t¡ll tel're-
r()s (lu('se consi(k'r'aban de vangrraldia. es decir rl<'.jrrzglr su pri-r<1ita I lll'l!). el sinlbolisnl() retonló el tttenslrie antic(»lli» nrista
artísti(¡ crl t¿'¡-¡Dir¡()s de una políti(a clel alte, fir<'r'on los ne<>irrrplt- r¡() ('xclt¡sivanrc r¡ te lilt'mrio' \' ¿?«¿? t( Pet(Iió Pt'()¡11() su signifit:a<l<r
siorristas. pol lt¡ <lt'r¡r¿is políticarnt,rrlt.de izqrrit'rrla. Srr pr<»n<for Irrt' lt tolttciotrar'k¡.
'lrrr
cl cr'ítico Félix !'érrí'orr, qtrien invr¡rtri cl l¿'rmino ,z/rirr¿1pr ion is»to. l;.t¡ l'ar'¡lclanrerrtt, clrando Sign¡c. t'rr llt9l, birjo t'l settdí»rimo d<
su ilrlículo ilccrc¡ (lc la octirvir cx¡rrsicirirr irnp|esiorrista dc lllli(i. t.rr ( ar¡l¡r¡di! imprcsil rt t ista"' jttstilica políticirmente t'l ¿u fc de Seul ilt' e¡r

la <¡rrc se ex¡rtrs<r (¡lri lule le loningt tn fu isla lr la (ianle .lattr <lL' u¡ irrtícttl() i¡ La lta,tltc' perióllico anarqtlista, <'l tlcslizamiento dt'l
Scttt'at, al lirdo clc los lie¡rzos de Sigrrac l de los l'issarr<¡,* ['ér¡i,orr ser¡tido de \'¡l¡gllal(li¡ hircia cl ft¡l trtirlisnr() cst¿ti(() es Patente' it Pc-
sa¡ (lc las c()Dvicci()l¡es re\'olt¡ci()l¡il¡ i:rs dcl irt¡to¡-' l '()s Primeros tclnas
ne()-ilDp¡ esi(»tislas, escribe Si¡¡ltac. sc tonraba¡r d( la Yida urb¿rtra
<lel
+ (lt'nriller \r¡ hi¡, 1."(ic'r. tr.l
.+(, RtrLI(;I(iN I)LL Ft]-I'I'
T-A R( I \ rir.r.l(;IoN l)l:L tu'IUR() I I
'
1¡ abajo indr¡str.ial v de los c¡t tt-cteninl ict¡
tos de las tnasas, v lleval>arr . r.r k sitinrista'F y se pronr¡¡rciab¿r pÍrblicarncntc a firrr¡r del cor)(l( (lc
c<lnsigo el tcsti¡norrio del cr¡¡lflicro sucial qtre oporria los obreros lrl t lr.¡rrrlx»_d. T<»¡rando cn c()¡¡sideración que mr¡ch()s a¡ tistas inrl()\'¿l-
capital. Si¡l crrrbargo, la ve¡d¿rdera i¡rnr¡r,ación neoirrrpresionista rrrr ,l,,rcs li¡eron reaccionarios en política, ,ac¿¡so se p()d¡'ía afirnar la
rcside en el ¿r¡r:ilisis soci¿rl dcl ocio capit:rlist;r, si¡ro e¡r la estética fi)r. , r¡tt'¡lcia de trna inve¡sión estético-política ir partir de lir Revt¡lt¡cir'rrr
trtal descubieltir g¡acias ¿r esos ternas. (i)¡no lc¡ esc¡il¡e Tlromas Cr ow. lr.rrrccs¿r?'lAcaso n() decl¿r¡<i Stendhal, al encabezar st S¿lón de 11124'.
"la liberacitin de l¿r sensibiliriad de lir viruguardia se pl.eserrtará
conr() \lis opirriones, crr pintrlra, so¡r las dc l¿r extrer¡ra izquieltla", teniendo
trn cjernpkr intplícito crtrr posibilidadcs ¡.evoh¡cionar.iirs, \.el artlslil Lr ¡rr t caución dc precisar quc ése sólo era el caso dc sus (rpiniones pi(-
r rr rrrplir á nriis etir azn rer)le str p:rpel c, rrrct,r rlr.¿indose
e¡ r llrs ex iger rcias r, icas? En cr¡¿r¡rt<¡ a srrs ideas políticas. decía, éstas erarr ¡niis bie¡l "<le
'r
aLrtónomas de sr¡ medio de cxpresi<in". t)l texto cle Signac es ejeürplar , r.rtrrr izquier'da, como las de la inmcnsa r¡r2rvoría". l'er(, tenga¡¡)os
¡ror la delinici<in de un¿r cstética va¡rf{rrardista quc se c<rnsiáera rt, , uirl¡do v ¡ro n<¡s contentcr¡l()s corl rlnir sirtrple invcrsi<ir) dc términ()s.
r'<¡lt¡cionari:r e¡l sí rnisma v t)o a causa de krs tem¡s ab<>rdados, r,c¡lrr.
I .rs tlos ecuacir¡nes son if{uirl rle absurdas. r'hi¡'que aceptar, co¡) Biut-
¡rt'r'tcrrde lr'¡u'tr¡liu cl editi¡ io s()cial p,¡r. ¡¡rrdit) cle srr propia prár ticlr ,lclailc, tura separación entl c los dos <ilder¡es.
fi¡r'nal. I-a br-rsqrreda fórnral, ¿r p¿rrtir de ese ¡¡lonlentl)t tiene ia reprr
t.ttiri¡rdcsr.r r t.r', rlrr,.iorrirr i¿r ¡x rr e.err,i.r. I ,¡s tñc¡s IlJfl0, con el neo-irnpresionismo en pintura, v cl dccadetrtis-
rrro r ltrego el sirnl¡olismr¡ r, cl natr¡ralismo en litc¡-¿tr¡¡ a, datau de esa
l)c lo r¡ilit¡r'a k¡ cstéti<rr. el términr¡ r.allgt¡ardia, eu cl sentido de rrirr¡cr¡ la c(»cxión latal del alte v el ticnrpo, del arte v la historia. «'l
¡nticipació!1,
¡tzrsír cle rrrt val<>r espacial ¡ rrrr |alor te¡Dp()ral. En este ,lt slizamientr¡ de la negaci<in (le la tradici(in hacia t¡¡ra tradiciír¡¡ de la
<ambio firndarrre ¡l tal, enc()¡rtl.am()s realizado eu plenitr;d lo qr¡e Sten_ rrgircirin, hircia lo que podr'íamos llamar-rr¡r acade¡¡ricis¡no de la in-
rllral a¡runci¿rba er¡ l82l], r,a lo que Batrdclaire se resistí¿r pc,itul:rnclo ll(^aci(il) qt¡c las virngnirrdias st¡cesilas dcnu¡rciari¡¡¡ iI¡ttcs de sttct¡nl-
lln aspecto el(I-D() de lo bclk¡ ¿rl iadr¡ rle sr¡ caráctel. efit¡rero: a pa¡ tir l¡i¡ a¡rte é1. Ah<»¡ bien, el rlt'slizarnientt¡ del sentido tle ln virngtrirr'<lia
dc e¡rtonccs, el :l.te solamente se expr.esar.á en tér.rninr¡s histórict¡s.
'Iirdo el tocal¡trlar.io de la ¡rrirnero al scrlicio del pr()gres(), lucg<> firtrrrista en sí lnis¡r(F c(F
cl.Ític:r de artc selleh.e tet¡rp(».al clesprrés I t (.sponde irl nl()nlellto e¡l rlrre la inDovati<-rlr lir¡mal st <r>¡l\'ir'titi en tl
rl< l impresionisrn<¡. El ¿rrte se afer.ra rlesesperadamer)te
al lirtu¡o, va ¡rrincipio de la cxplicacit'lrr rríticir. co¡¡r¡ kr ilust¡-a, p(n cicl-to, el títt¡lo
r¡o brrsca adhclirsc irl pr.escrrte sino irntit.i¡tírrsele a fin <le inscribirse rlcl libro de Dtuet. l,os hist<lliadr¡res co¡npilrten c(»¡ las i,aDf{r¡iudi¡s
cn el lirtrtro. Sc trata lto sólo de romper <.<lu el pasado si¡¡o de haccr rlcsde ent<¡¡ces la nrisma (l()( llina dcl pr-()l{reso l del rlesarroll<¡ dia-
tÍlrula resat del prescnte si r¡o se desea scr rebasado i¡tcltrso atrtes dc li'< tico de las fi¡¡ ¡Das. L.l c<>Dsigtriente ¡ elat() ol-tod()x() (le la tladici(;It
prodtrcir'. El arte se enlirza ir¡.enrediablcnlen(e c()n trn rnodelo er.o_ rrrrdernar se plicga. com() to(la ortodoxia, al len¡¡u:rje este¡ eotip¿ld(): cl
Irrtivo, el de la filosolia he¡¡eli:rna r¡ el del tr¡ulsf<rrnrisr¡ro d¿rnvi¡list¡.
l¡ist()r'icismo ger¡ético, cu1'os cjempl<)s vcr-cnr()s más adclante , pet nritc
cr¡nli¡ndicndo los mejores con aqtrell<>s qrre sobrevive¡r v se adapta». ( x()rcizar la cr¡rcicnci¿r rD(xl('l na del tierrrpo y recortcilia¡- las tendcrr-
A p:rrtir de 11170, como rrna consecucnci¿r de esta etr¡hrción. el éxi_ cias corrtradictorias de la varrguardia, h¡cia la afilnraciri¡¡ r'lir nega-
t() dc un artista se nreh.c sospechoso: ..'f<¡<los los gt-a¡)des cread(»-cs
cir-rn, lar libertad't'la autolidad, el nihilisn¡o v cl futulisnr(). Pero tod<¡
('rtc()Dtl aron ¿tl co¡Iienz() dc su carrera t¡¡ra gran
resistc¡tcia _es trna cst() co¡rduce. p:rr¿r co¡¡ir¡rar'('l dilema de lirs vanguitr'dias, a reduci¡ la
t'<'gla irbsollrla qrre no ir<lnritt cxcepcit»res,'-, afirltró Z<¡la e¡r su..saltll
lristoria a ur¡ir tarrtologí;r.
dc 1u79". Así, l)rrret ponc crr r.elaciórr la t,xister¡cia dc rrn progres<r
('r¡ el :r.te c()r¡ "lil larq¿r persectrcióu inlligida a l<¡s
ar¡istas re¡da<lc_
lanrer¡te origi¡ralcs v cr.ead()rcs de este sigkr". No i¡sistiré ace¡ca rlcl
nrito de esta c( r¡aciírD polític<restétic¡: n)uv pronto l()s i¡¡¡presiorristas
vcrldieron nr:'ts c:U.o que los ar.¿rdémic<¡s, y tnieutras que la preDsa los 'i'l'artirla¡io rlLl ltgrcs<i ¡l tri¡r¡o rlL h rrnu r)iis xr)tiBu¡ d( 1,¡s ln,'b(,nrs. cr¡ ll
¡x r sr»,a rlcl lo:rdc rlc (lhaml)(n (1. rrt\ t l linirl rlcl SlgLrn<Lr ln,¡xr iri. r',, ll37o,(xurri(lo
trataba de panidarios dc la (i>rnr¡na, su negociante, l)rriand_Rt¡cl,
.¡ t ¡us¡ rlc l¡ rlcIr r¡ta »rilit¿r (l(, Sc.liir.
42 LA RELIGION DEL FUTURO I.A RELIGIóN DEL FUTURO 43

II En poesía, et lenguaje ya no rePresenta, o lo hace cada vez meno§,


en relación con la referen-
¡rcro se concibe como unjuego autónomo
La tradición moderna, según esta nueva ortodoxia que apareció hacia cia. Como ejemplo de semejante historia de la poesía, recordaré uno
fines del siglo xIx, es la historia de la puriñcación del arte, de su re- rle los libros más difundidos, el de Hugo Friedrich, Estructurus d'e h
ducción a lo esencial. Es en este sentido en el que suele describirse el Itrtsía modcrna, que ha tirado más de 160
mil ejemplares en Alemania
paso de una generación a otra o de un artista a otro como un rebase rlesde 1956 y que también en Francia ejerció una influencia impor-
hacia la verdad, una tensión del arte hacia su lÍmite, o bien como una tante. Friedrich explica la poesía a partir de Baudelaire, en particu-
reducción de la ilusión, una reapropiación del origen. Para situar los lar su oscuridad y su disonancia crecientes, como una pérdida de la
comienzos de este formalismo, citaremos de buena gana la frase del Iirnción representati , que va aparejada con una despersonalización
pintor Maurice Denis, en 1890: "Recordar que un cuadro, antes de o una pérdida del yo. Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé constituyen
ser un caballo de batalla, una mujer desnuda o cualquier anécdota, es l¿s tres etapas hacia lo que Friedrich llama la "poesía ontológica" En
esencialmente una superficie plana recubierta con colores acoplados Baudetaire, "la poesía ya no brot¿ de la unidad que se instaura entre
'en un cierto orden." Ese es, en efecto, un recordatorio sobresaliente la poesía y un hombre determinado, como deseaban los románticos"'
de la autorreferencialidad y de la autonomía que desde entonces se Al renunciar a la expresión del sentimiento, la poesía se conüerte en
consideran condiciones del arte auténtico. voluntad formal, es decir artiñcial:
Parece que este relato ortodoxo de la tradición moderna que es a
la vez, repitámoslo, el de las vanguardias históricas y de las críticas for- Relleza disonante, rechazo a dejar que el "corazón" penetre la esencia de la
poesía; estados de conciencia anormales, idealidad vacÍa, alejamiento del ca-
malistas descansa sobre una intención apologética o teleológica. Así,
rácter concreto de l¿ls cosas, secreto y misterio: todo nace de las fuerzas mági_
Apoltinaire describió, en 1912, las obras de sus amigos cubistas como
cas de la lengua, del absoluto imaginario. Esta belleza se aproxi¡na, entonces'
"pinturas en las que los a¡tistas habían querido dar cuenta con gran a las abstracciones matemáticas, a los moümientosy a los ritmos de la
música_
pureza de la realidad esencial". Pureza, esencia: desde Mallarmé, por Fue gracias a estos elementos que Baudelaire suPo crear las posibilidades que
lo menos, esos términos son ineütables si se quiere da¡ cuenta de la debían realizarse en la poesía que vino después de él'
aventura autónoma del arte. Si seguimos a Afollinaire. en el a¡te se
trata siempre de imitación, pero en adelante se imita lo esencial o lo Sería dificil confesar con más fr¿nqueza la Postura dialéctica y evo-
conceptual, y no la inmediata y tonta apariencia. El relato ortodoxo lucionista. Con Rimbaud, sobre la base de "posibilidades" creadas por
siempre parece estar escrito en función del desenlace al que se desea Baudelaire, tales como la 'materialización de las tentati%s teórica's de
llegar -es, por ello, teleológicG, y sirve para legitimar un arte contem- Baudelaire", se avanza un grado más hacia la desrealización, en especial
poráneo que, no obstante, pretende estar en ruptura con la tradición, y en las llurninacionzs es el extravÍo, la desorientación del lector' El 1o des
en esto es apologético. Plantearé dos varia¡tes de este relato de la tradi- aparece igualmente, en una desarticulación concomitante del lenguaje
ción moderna como dialéctica de la purilicación. Una esá consagrada y de la subjetiüdad. "l'zs lhtminacior¡zs son una recopilación de textos
a la poesía, considerada como lugar de la modernidad en literatura, que ya no se dirigen a ningún lector. Son tormentas de explosiones
preferida a la prosa, y caracterizada por el abandono progresivo de las alucinadas." Al destruir el mundo y el yo, la obra Pronto se de§truye
formas tradicionales; la otra se referiÉ a la pintura. El relato ortodoxo a sí misma y desemboca en el silencio. El "sitencio" de Rimbaud a la
de la evolución del lenguaje musical proporcionará un ejemplo análo edad de veintinueve años es el mito del arte moderno, un Poco como el
go, pasando de igual manera del sistema tonal al sistema serial y desem- Cuadrado blanco sobre fondo blana gue Maleüch expuso en l9l8' En Ma-
barazándose de las convenciones extrañas al medio de expresión. En llarmé, la rarefacción y el hermetismo se acentúan como rechazo a los
todos los casos, el presupuesto es un alejamiento cada vez más radical límites de la inteligibilidad, y como búsqueda del ser en sí, equ alente
de la representación y la referencia, lo que desde Aristóteles se llama de la nada, trascendencia lací a de llna tiradn d¿ dados' Platoni§mo y he-
mím¿sis, afin de reencontrar un fundamento más auténtico del arte. gelianismo parecen insPirar esta tentación de la Idea o del silencio:
11 LA REI_IGION l)El_ t.Ul URO r..\ Rr,jI-I(;la)N DLt. ltl'ftjRo .15

Nlallar-nló ¡csillti(i cstl pr_oxirnidild dc Io inrposiblc como cl lirite irn¡rrresto a ocedimiento desembocará en describi¡ cl movimiento poético ha-
¡rr
«)da slr ol)rr. El soneto qLle irlLl_odu.c s (1)nlpil¿ción (lc poe) as, .tlu1, dcsig- r ir ln le¡dad o hacia la n¿rda.
na les Llcs lilcr'ras lirlld¿nlerrtales de sll pocsía \ dc sll pcnsarnicnto: I¡ solc(lad
\'[ás esencialmente, De M¡ui discute que la pretendida desapari-
(sitrraciórr lirrrdanrelltul dcl p(x t¡ nl()d(r rr()), el alr ccilt, (cn e) qrrc cncalla)
r ir'rn del objeto se h¿rva realizadr¡ en Mallarmé en beneficio de una
v l¡ cslrcll¡ (l¡ i(leilli(l:r(l inaccesiblc, rcsp()ns¡blc dc csc dcstino). \lallarrné
c()r)fcsaba, a propósito, cn nna.olrve.sacia)D: ini o))nt cs lln c¡llcjólt sil) sali- l(-)l{ic2r pu¡ anlente intelectu¿rl v ale¡ió1ica, ya que "los objetos Iestabart ]
da". Sll:rislanriento Cs un aislamiento absoluto r'\ohlnlario. (lomo Riml)¡ud. irr¡rputados de su propia natrlr¿leza de obietos", así, segÍtn Friedrich,
aunque de otra nlarlcra, llcva sr¡ obr¿ b:tsta el punto en qür. clla rnisnra sc jtrrone.s, consolas, aü¿ni.os. ¿s|ejos, nubesy estrelLas. En los versos:
deslrtrle v aruncia el Íin de torla pocsia. !-s cxlr'año que esle J)roc eso no havr
de.jaclo dc rt:pctir'sc cn tod¿ la poesí¡ (lcl siglo xx: clebc colr-csponrlt r; r'llor- l)st¿ ¿luclo in¡natu¡ittl oirimc @n ,núltiql¿s
ccs, a urril (cr)(leu( ia pr ofiulda dc l()s 'I icnrpos nrodcr-nos.
núbiles pliegues el ast¡c¡ madurado de los nañanls,

Lste pr¡¡rto límite , cn Mallalmé, es 1')l Lib¡o. fbrrna vacía, inrperso- conciernen también, o todavía, ¿r niveles
lirs palabrurs, segiul De Man,
r¡ill, rlbsohlt¡r, dcl quc sólo existen bol-r-adoI.es.
rle significaciones que sigueu siendo representativos y simbírlicos, o
sea:r siguificaciones previas. Todos los poemas de Mallarmé qlrieren
Esta bellir explicación histór'ic()-¡lenética de lir poesí:r r¡ro(leru¡, qr¡c
decir algo. Son, de alguna mane¡a, traducibles, incluso los más her-
h¿tce rl¿litl¡¿tlis¡¡ros con la te()ría l el an:'rlisis, es lan se(lrrcl(»a, tan
r¡réticos:
nolable en claridad y en simplicidad el) lir descripción de la c¡sctrridad
tnisl)ra, qtle deberr¡)s tcrnc¡ quc. al expresar ¡_eser-\,as! éstas ellcuer¡-
.\\\ una\ I' tn' ¡nu¡,tt¡iL',t,1,1,,¡tt ¡¡t' ontx.
tren pocr)s oídc¡s. Al decidirme, de todas fbrmas, a cosechar al¡ju¡la§
ob.jeciones, (()rIl() prcstaclas aqui'llas del c¡ítico estadrrnidense Patrl dc
v no responden ¿r lir fórmula de Valér,v: "Mis versos tienen el signifi-
trl:ur, el /J1i¡¿lr¡rrs dnd l¡tsighl.
cado que se les da." Dicho de otro modo, la poesía de Mallarmé en
Par'l .jrrstifirar la cc¡ncor¡it¡nci¡ dc lir des¡e¿lizlcir-¡n \'(le l¡ (les-
realidad no es menos representativa que la de Baudelaire, no es miis
pers()naliraci(-)r¡, qr¡e son los dos lirctores del a¡álisis dialéctico dc la
indeterminada o indecible en su significado. No hav que confi¡ndir
tr¡dición poéticir nrotlcrna, sc lccr.llre -1'Fliedlich n() es nriis que el oscuridad y modernidad, hermetismo y ausencia de referencia.
solist¡ de r¡r) coro iuculculablc- r la gener':rlizirci(in s()ciol(igicil urrs
Además, el relatr¡ c¡rtodoxo de la tradición moderna c<¡mo búsque-
l¡urda ¡cclc:t dc la 'sitrración históricadel espírittr rnodelno ': el ¡:or:ta
da de la esencia ignora, paradójicamente, uno de los comPone¡rtes
huirí:r dc I1n¿t .e;rlidad que sc ftrc hacicndo cada vez nr,rs (lesagladablc
cser)ciales de la modernidad l¿ ironía. Es por ello por lo que, eu la
clesde nrediados del siglo xrx. Nlalla¡nré, en electo, escribía: "La at ti-
dinastía B¿rudelaire-Rimbaud-Mallarmé, la ausencia de Lautréamont
tud del poe(¡, en un:r épocl conlo ósta, erl lir que se pone en hrreláj¿t
es ¡rotable puesto que él llegará a ser el láro de Ia modernidad un
alrte la s()ciedad, es <Iejar clc lado tod<¡s los medios vici¿rdr)s que pue-
poco más tarde, por lo menos en la de sus variantes que Pasa por Du-
den r¡Iiecelse i! é1." Pe¡o tle ahi ir prctendel-que t()da li¡ hist<¡r'i¡ rlcl
champ v Breton, mientras que Ia historia como Purificación se escri-
Poenra, qoe tier¡de hitci¿ str autol)ornía y su (»rtología, se restrrrre si,',- be, ir partir de Valér1', como desetrlace. El Punto de cr¡llninación dict¿
plenrente en Luril eyasióu o una hllida ante la r-ealidad social cotrterr-
el parámetro de 1a intriga. Ahora bieD, esa ironía iucomprendida pr»
por'ánea, el salto es brutal. Dc Nlan seriala.just2rmer)tc qrre por rletlio
l¿r intrisa histórico-genética era maeistral e¡r Baudelaire, quien propo-
de esta explicación, cl rclat() flen¿tico de Frierlrich, cllvo ele¡)lento
nía una definición e¡r "De la esencia de la risa", como resultado, lllt¡
centlal, ctlto p¿laat,lretro, cs la osculidird c¡ecie¡rte de la poesíit rrrotler'-
vez rnirs, de r¡na "dttalidad permanente, la fuerza de ser a un tiellrln)
na, st nranifiesLa urr proceso implícito de c-sa poesía cr)mo deca(lerrri.r
uno rnis¡no !'otro". Pero el relato ortodoxo privilegia el Per6l t|ligi( ,,
l negiltivid¿rd, o corno escapatol-ia. Entre la zrpologí:r v la lepr'obucióu o mallarmeano, del pliegue críticr¡ en detrimento de la ironía v <L l:r
tro hay, desprrés de toclo, mirs quc una difer-encia de signo, r el rrrisnro
melancolía baudelaireanas; elige en Baudelaire los ¡asgos lle(('s:tri()s
46 I,{ RELIGIÓN DEL FUTURo l.,r p¡r-lcIóN DEL [uruRo 47

para hacer de él un punto de partida; privilegia un cierto Baudelaire l¡¡ historia de la titeratura yjuzgada como la de "un escritor del siglo
en detrimento del oro. [,a dualidad, sin embargo, es esencial en la xvrrr ret¡asado", fuera "admir¿da hoy en día en tal contrasentido' en
verdadera modernidad baudelaireana, dualidad de to bello y duali- rni opinión, que preferiría casi el olüdo en que la dejó Sainte-Beuve"'
dad del hombre, marcada por la influencia deJoseph de Maistre, y l'r'ro ¿cuál sería la historia de aquello que no tuvo Posterioridad, la his-
nada menos que progresista. r{»'ia de la no-recePción del arte y de la literarura? ¿Cuál sería la historia
Finalmente -lo que es más grave-, el relato ortodoxo, al hacer de rlc los fiacasos de la historia? Tal vez la historia de la negación de la tra-
lo nuevo a la vez un origen y una consecuencia, "puesto que integra el <lición que no se instituye como radición de la negación, algo como
pasado como presencia activa en el futuro", dice De Man, parece con- l¡ historia de la ironía o de la melancolía. La tradición de la negación
tradecir completamente a Baudelaire, ya que reconcilia la moderni- (,pone otros valores a los valores; la negación de la tradición es la iro'
dad y la historia, incluso hace de la modernidad el motor de la histo- rría y la melancolía de Poe o de Baudelaire, sin esPeranza.
ria. La modernidad baudelaireana rechazaba la historia en el diálogo El modelo diatéctico, no obstante, es tan poderoso que el propio
con la eternidad, y la modernidad domesticada por el relato ortodoxo l)e Man -uno de los pocos críticos que denuncia la conciencia hist&
no es otra cosa que la enler¡nedad de la historia, que Nietzsche llama- lica como un mito y el tiempo progresivo como una ilusión- emite
ba decadencia, Mientras que el tiempo de Baudelaire se presentaba reservas en relación con la visión demasiado ontológica que Blanchot
como una sucesión de presentes disiuntos, un tiempo intermitente, concede a tas últimas obras de Mallarmé, y que le hará perder el de-
por lo menos si el artista debía extraer de él alguna belleza, el tiempo sarrollo temporal incluido todavía en lgitur y El Libro. F\el al rela¡o
de las vanguardias confunde consecución y consecuencia en la idea de ortodoxo, Blanchot describe en Mallarmé una progresión, de lo par-
anticipación. El relato ortodoxo, como la vanguardia, cuya conciencia ticular a lo universal, hacia la reducción de la poesía al medio de ex-
del tiempo ratifica, organiza el desconocimiento de la modernidad. presión: el lenguaje impersonal, autónomo y absoluto, identificado
Un buen indicio de esto es el poco caso que hicieron del Spben de con una conciencia sin sujeto. Y la dialéctica se detendía finalmente
Pani tanto Rimbaud y Mallarmé como Friedrich. Cuando Rimbaud en la reiteración eterna del Libro. De Man, quien ve, Por cierto' en
reprocha a Baudelaire su gusto excesivo por el pasado, piensa en ¿¿s la dialéctica una negación de la negatiüdad misma del ser, juzga sin
Jlores dzl mal no en los poemas en prosa, es decir en lo.que en Baude- embargo que la circularidad y la repetición --el "inferior chapoteo sin
laire es más propiamente moderno, alegórico y norepresentacional. importancia"- a las que llega Mallarmé, no excluyen una cierta forma
Asimismo, de Baudelaire a la poesía moderna, tal como la describe de desarrollo. Blanchot lo sugiere, por cierto, si bien no lo formula:
Friedrich remontándose a su génesis, el moümiento no es forzosa- "...1o que escribimos es necesariamente lo mismo, y el devenir de lo
mente progresivo, desde el punto de üsta de una poética de la no-re- que es lo mismo es, en su recomenzar, de una riqueza infinita"' En
presentación. Lejos de ir más allá que los poemas en prosa, puede ser suma, existe un más allá de la ontología mallarmeana, que Blanchot
que toda la poesía moderna en verdad traicione a Baudelaire. percibió apenas y que De Man reveló: es Heidegger y el final de la
Esta hipótesis, por lo demás, coincide con la que Benjamin formu- metafisica concebida como un pasadizo hacia la hermenéutica' El
lara en sus "Tesis sobre la filosofia de la historia": ahí invocaba una desenlace sigue dictando el relato: si De Man corrigió a Friedrich con
historia a contrapelo, que se opusiera a la historia canónica basada en tanta perspicacia, ¿acaso no es cierto que leía el devenir de la poesía
la idea del progreso, es decir, a causa de una confusión habitual acer- moderna en función de Heidegger?
ca de la sucesión de vencedores cuyo carácter de imprescindibles hay Si Baudelaire fue el padre de la modernidad' no es del todo segu-
que explicar. Con Benjamin, hay que preguntarse si la verdadera his- ro que sus descendientes hayan "desarrollado las posibilidades" del
toria de la modernidad no es más bien aquella de los saldos de la evo Splun d,e Paris. Por el contrario, éstos a m€nudo ignoraron aquello
lución, de los vencidos, de aquello que no ha aportado (aún) nada, que conformaba Ia modernidad de Baudelaire. Tomemos el ejemplo
de los orígenes suspendidos, de los fracasados del progreso. Proust det apego de la tradición moderna a la redención por medio del arte,
lamentaba de la misma manera que la obra de Nerral, re localizada en que supuestamente redime la üda y la experiencia: a Mallarmé lo in-
48 LA RtrLIGIÓN DEL FUTURo t^ R¡:LIGIóN DEL ruruRo 49
lade esta idea, que también atraüesa la decadencia; Wilde hizo de l lit, constituye esta vez el desenlace en función del cual es contada la
ella una religión; en Prousty enJoyce, la obra resultante es todavía un lrist()ria, y que da a la intriga su carácter teleológico:
monumento; hay que esperar a Beckett para que la modernidad re-
nuncie a ella por completo, y es por ello por lo que a este úlümo se le l.:r cscncia de la modernidad es utilizar los métodos especíñcos de una disci-
considera uno de los heraldos de la posmodernidad. Ahora bien, sólo I'liua para criticar esa misma disciplina, no con un objetivo de subversión sino
una lectura simplista de'Spleen e ideal" puede disfrazar el hecho de ¡r:rra insertarla con mayor profundidad en su propio terreno de competencia.

que Baudelaire, menos marcado por Schopenhauer de lo que estuvo


l)e esta manera, Greenberg hace de [a idea de autocrítica la base
ese fin de siglo, ya había quebrantado esa doctrina. Baudelaire no fue
rlt'l arte moderno, en el sentido en que la pintura se habría conver-
de languardia; las vanguardias que ünieron después renegaron de él
tirlo, a partir de mediados del siglo xrx, en una crítica de la pintura,
pero también invocaron su ascendencia. Como ellas, los partidarios
crr la que desde entonces ésta frjaría los límites de su propio lenguaje.
del relato históricogenético de la poesía moderna le quitaron impor-
(ireenberg opone claramente la autorreferencia crítica a la simple
tancia a la modernidad de Baudelaire, incluido, a veces, Valéry:
transgresión o negación, lo cual r,eri6ca el formalismo de la perspec-
liYa.
Es admirable ver un ser tan original como Poe llelar tan lejos la lucidez y
voltear el rigor casi contm sí mismo, hasta atacar al ídolo de la originalidad, Para ser honestos, hay que señalar, no obstante, que Greenberg
No había considerado, como Baudelaire, que lo nuevo tuüera un \alor en sí rlelendía ya el mismo tipo de relato formalista antes de la guerra, y
mismo. cn consecuencia antes de la pintura de Pollock, en su artículo más
célebre: 'Vanguardia y kisch":
Es percibir a Baudelaire como contemporáneo de Breton y un
compañero de viaje det surrealismo, como un fanático de lo nuevo. l'rre durante esa búsqueda de lo absoluto cuando la vanguardia -y también la
Incluso un autor tan escéptico como Valéry en relación con el progre- ¡>oesía- llegó al arte "abstracto" o "no-objerivo". [...] El contenido debe disol-
vcrse tan completamente en la forma que la obra, plástica o literaria, no puede
so lee aquí la hisloria con tersura,
reducirse, en su totalidad ni en parte, a ninguna otra cosa más que a sí misma.

EI linaje fitosófico que parte de la crítica de Kant y pasa por la


estética de Hegel desemboca tanto en Greenb€rg como en Theodor
III Adorno, partidarios ambos de una historia del estilo como fenómeno
interno, y opuestos a la \,'r¡lgata marxista de una explicación sociológi-
Como segundalariante del historicismo genético, citaré al crítico esta- ca del arte. Adorno escribirá así, acerca de Greenberg:
dunidense más influyente desde la segunda guerra mundial, Clement
Greenberg, quien propuso una teoría general de la modernidad con Ct¡ando la pintura y la escrrltura s€ apartan del parecido con el objeto, o la
el fin de dar cuenta de la evolución de la pintura a partir de Ma- ¡núsica de la tonalidad, la razón esencial es Ia necesidad de devolver a la obra,
a partir de sí misma, un poco de esa objetividad de la que está desprovisra,
net hasta el expresionismo abstracto, en particular Jackson Pollock.
tanto que ¡ro es otm cosa que una reacción subjetiva ante cualquier cosa.
Greenberg colaboró en las grandes revistas neoyorquinas desde los Mientras más se deshace la obra de manera crítica de rodas las condicioncs
años treinta, y su recopilación de artíc\tlos, Arle, cuüura, publicada en que no son inmanentes a su propia forma, más se acerca a una objetividad
1961, todavía sirve de int¡oducción al arte contemporáneo para todos acrecentada.
los estudiantes norteamericanos, Como será el caso más tarde de la
pintura estadunidense posterior a 1945, bastará con señalar aquí que, La autocrítica tiene por objetivo reducir cada arte a lo que su pro-
en e[ relato de Greenberg, la action ?ainting, el d.ripping, o la pintura pio medio de expresión tiene de único y de esencial, de retomar su
sin caballete, que para el críüco representa el estadio último de la pin- fundamento auténtico, a fin de eliminar los rasgos que se tomaron
'l
JiO LA RELIGIóN DEL FUTIIRo I \ R¡]I-I(;[¿)N DLL I'T]TURO 5I
prestados de los medios de expresión de las otras artes, de cvacu¡¡ ¡r( csariamcnte colt u¡ta cerrazón en relacióD con el mulrdo. La géne-
(
todas las convenciones n<¡-esenciales de rur determinado ¡nedic¡ de cx- si:r li» ¡lal del modemismo que ProPone G.eenberg resulta más satis-
presión. En un gt-an artículo de 1955, "Pintura a la nortear¡reLicana". I:r( lo a, es cierto, que Ia perspectiva coüIÍrn acerca del antirrealismo
(ireer,l,' rg r onllr nrari c.tr pr incipio: ,rl)iuente de Ia pinturir rroderna, que iDtenta explicarlo Por la bris-
,¡rreda de un realismo superior al realismo ordinario, o también por
Parece ser trna ley de la modcrnidad -una ler ql¡e se aplica casi a cualquicr' r¡rr deseo de fidelidad más €irande a Ia exPeriencia y a la percepción.
arle que hoy siguc vivo- el qlle las cortvc¡rcit¡nes r¡o-esencialcs parir la viabi-
l.rr pocas palabras: la bÍrsqueda de un stlPlemento de realidad.
lidad rlc rrn medio de exprcsión (mcdiutn) sean ¡cchazadas en cr¡anto se les
Ieconoce. Este pro(eso de al¡topurillcació¡ parece habersc dete.ido en l¡ Es así eu efécto, en P¿rticular a partir de Apollinaire y I(ahnweiler,
literatur:r sinrplcmente porqLlc ósta tiene me¡ros co¡lvcnciotes por eliminar st ¡elata kr rnás usualmente la sucesión del realismo, del impresio-
antes de llegar a aqucllas que le son esencialcs. r¡is¡ro, del neoimpresionismo y del cubismo, como un moümie¡rto
lracia li¡ autenticidad, en la supresión del artificio y la redención de
Como la ¡ni¡sica eliminó tan fácilmenre, según ().r.eenberg, sus la pintura clásica, que hab¡ ía mentido desde el triunfo de la perspec-
convenciones supcrfluas, Í¡nicamente "la pintu¡ a coDtinÍt¿I, entonces, tiv2r geométrica, e¡r el Renaci¡liento, y la victo¡ia del dibuio sobre el
des¿¡¡c¡llando su r¡rodernidad con el mis¡llo impulso, ya quc aún le t olor. l-a profundidad no se ve; es una construcción de la mente, y la
queda un camino relativamente largo por recorrer antes de quedar llerspectiva engaña al oio. Pero, según un alcgato que busca, parad(>
reducida a su esencia \,ital". Así, la historia del arte moderrro habrá jicamerrte, volver accesible la piltura nueva en los propitts términos
de narrarse cr¡mr¡ la bÍrsqueda del grado ccro y de la pureza absoluta. dcl arte que preter)de remplaza¡ la pintura que priva poco a Poco de
Para lir pintura, cu,-o medio de expresión es Ia superficie, la evoluciún ¡elieve al espacio se presenta co¡ro una imitación; imitació¡, si no de
i¡h en cl se¡rtido del allanamiento, de la yrrxtaposición de los aplana- lo que se sabe, al menos sí de lo que se ve. Recordemos la a¡récdota
dos en op<>sici<in a la superposición de capas. El principio heroico de sc¡l¡re (lourbct: al pinta¡ un Paisaje aPlicó un color en la tela sin saber
la r¡rodernidad consiste en ale-jar siempre más las columnas de Hér- a qtré obieto correspondía, y luego envió a irlguien para saber qué era.
cules, y aquello que (ireenberg llam a la phneitlatl scría la verdad de la Se trataba de un haz de rarnas. El color era exacto, o ver'dadero, por'
pintlrl i¡. Como en Fried¡ich para la poesía, la prrreza y la esencia s()n, que el pirltor no sabía qué objeto estabir pintando. Del impresionismo
e¡1turces, las categorías del r.elato ortodoxo. -con sus tres principios del color natulal, de la división de ct¡lores
y de la mezcla <-rptica- al Puntillismo, qtte llo sólo sePara los tonos
()reenbcrg, u¡ro de los teóricos más eloct¡e¡rtes de la modernidad, se en la paleta sino que tarnbién aísla las pinceladas sob.e el lienzo, el
i
ha conve¡tido desde hace ailos en r¡n ¿rpestado entre los partidarius ¡novimiento sería epistemológicc¡ t'se basaría en utra ciencia de los
del posmodernisrno. Al hacer la apología de la transflresión, de la he- colores que permite ser mírs fiel a lo real. Del sabel al veq de hlgres
ter<¡geneidad y del eclecticismo, los posmodenros han tomadr¡ cor¡rr¡ ?1 Seurat y a Braquc, el antirre¿rlislnc¡ -diría yo, si las palabras no hrt-

punto de mira el relato en se¡rtido Írnico de ()reenberg, so pretexto bieran sido usadas- ser'ía también ur¡ sur¡ ealismo () un hiperrealismo.
de que privileuia la corriente dominaDte, el moitlsheant de la pintura. En pocas palabras: un realismo superior Lo r¡rismo ocur¡e del saber
Mis reserr,¿rs irírn igualmente eu cl se¡rtido en que las arremetidas cluc al sentir, segÍur l¿r definicií¡n del expresiouismo como rePr-eserltación
un.elato dc esa naturaleza hace padecer a l¿ historiil de la pirrttrr.a. de la ernoción y de la reaccióIr, en vez de la impresión.
Por eso, antes de:rbordai el c¿rrácter tautológico -tclcológico v apolo- Iil subrepticio regreso dc l?r reP.esentación es ()table en csos aná-
gético- dc ese relak), debo prccisa| en qrré difierc mi punto de vista lisis, corno si se quisiera a cualquier precio que ¿-t./ correspor¡da a algo
del posrnodernista. Aurrque sea genética, la explicación de la pinttrra rcal y antropomórfico, que rso signifique algo. Hasta el cubisrno, e¡r
po¡ la pintur¿l me parece, efectival¡etrte, pIelériblc a la explicaciritr el quc la realidad concerlrida se habría \rtelto de naturaleza psicoló-
de l:r poesíir por la huida frente a la realid:rd, ya que no es lo nrismo, gica: "el at te dc pirlt¿r nuevas conlP()sicioncs con elementos f(» rn2les
y la btisqueda de la verdad del medio de expresión no se identiñca tornados. no de la realidad de Ia visii¡n sitrt¡ de la realidad de la con-
I A REI,I(]f(}N DI'I, I'II'fI]RO I ]\ REI,I(;[oN DEL FLITURO I¡5
i¡2
cepción", decia Apollinaire. Esta explicación, que vueh'e farniliar lo rlt nnevo el espacio dcl imprcsionismo -"rchaccr a Poussin a parr-tir
extraño, que lo trivializa, se conoce de sobra: sobre el licnzo cttbista, rlc lo real", decía-, y con ello reconciliar el impresiorrisrno con la ¡Jran
el objeto es r.isto desde todos los lados al rnis¡no tiempo, incluido lo tladición de los maestros. Como en Manet, nin¡¡ún sueño de pelear rri
( lc terminar de una vez por todas. lin su obra de madurez, las variaciu-
que cstá adelrtro v Io que se halla escr¡ndido. Apollinaire parecc ha-
bcr sido el responsirble de este lugar común, con moti!'o dcl retrato n<:s de planos de los sólidos sustituyen las variaciones impresionistas

que le hizo Picasso, lo que redujo el lienzo cubista al "desdoblamiento rle la lrrz, mientras que el modelado por medio de tonos cálidos y frius
r crnplaza el modelado tradicio¡ral por medio de contrastes de cl¿rr-o
de la superficie gconrétrica". Ello significa pretender, sin duda para )'
defender el crrbismo pero desnatur-alizándc¡lo con la simplificación, rlc sc¡mbra. Esos son los larsgos esenciales de la síntesis que Cézanne
quc csta visi<in corresponde:r la ver-dad de una concepciór1, o de una intcntri e tre la modelrridird y la tradición, persiguiendo reencontrar
percepción tenomenológica, ya que seguimos estando conscicntcs de rrn¡r unidad escultórica de la pürtura después del impresionismo, y ese
la existenciir de la parte escondida dc los objetos qtre vemos. Eso es t)r'oyecto se adapta mirl ar un relato del aplanamiento de la pintura. EI
incluso lo que nos hace aceptar la ilusii»r de Ia perspectiva, que re- ¡rr'opio Greerrbcrg, eu 1951, er) un artículo sobre Cézanne, habla cle
presenta distirncias v profundidades por mcdio de alturas y anchuras. oscilación perpetua errtre la superficie Iiteral de la pintrrra y, detrás de
Efectivamente, r-econstruimos el mundc¡ visible a partir de esquemas clla, su conterrido. Desde Manet, es el rinico ejemplo de una pintura
mentalcs. Pero el cubismo no por ello es una f-eno¡nenología de Ia (lue respcta profurrdidad v superficie, que combina el trampantojo y
representación ni una aplicación de las gcometrías r¡o-euclidianas. las leves del medio de expresión. Ahr¡ra bien, parir re¡Jresar a Oézan-
rre al camino c()rrccto, la táctic¿ dc Clreerrberg consiste, desptrés de
El interés del análisis de Greenbcrg parece cortsistir, entonces, en h¿rbcrle recorrocido al pirttor la volun(ad de crear un impresionisllo
que rechaza la explicaciírn del impresionismo o del cubismo como escnlt<irict¡, en alegar qr¡e eso llo fire rnás qtte un medio hacia rtna
un realismo srrperio¡ o como el descubrimiento de un nuevo mundo finali<lad que a Post?rioñ rcsultó fiel al relato ortodo\o. Cézanne se
po1-pintar; v en contentarse con la pintura en su calidad de pintura, habríir equivocardo ¿rce¡ca de su obra:
utilizando medios para obligar a su lectura como strperficie. ;Cuáles
. -.e I esfilcl zo dc Cézannc para oriertar el implesionisnro hacia lo esctrlrrir it u
son, eutonces, las objeciones? Podemos resumirlas en el nombre del
sc dcsplazri, cllrante el proceso. <ie l¿ es(nrctor'ir d( lir illlsió¡r pictórice a la
pintor rnás grande de la tr¿dición modcrna, intersección del impre- cor¡fisuraciórr d<.rrn < rr:rrlro cn c¿lirlad dc ob.ieto, c¡ calidad cle srr¡rrrf-rtir
sionismo, del expr-esionismo 1' del cubismo: Cézanne, incotnprendido ¡rlanr. Oézannc llcgír electir':rrnente a la 'soJidez"; pero se trtt¿ de lrna solidcz
siemJrre desrle que Zola, su amigo de infancia, hizo que se suicidara al t,Url,¡ lirer¡l r hirlillrr-n.iorr¡l , ortro lrqtrralir:t.
final de 1,¿¿ olrra, not'ela en la quc puso en escena lo que consider:rba

como fracaso, después de lo cual ambos hombres se enemistaron. La pinturir, el rnovimiento de la propia pintura, traicionó al pintor,
Comr¡ Raudelaire. Cézanne es irreductible a un relato ortodoxo a quien no le f{ustaban los cuadros planos de ()auguin,v de VaD Gogh
fundado en el historicismo genético. Su lugar es eminentemcnte pa- v que sin enrbirrgo contribuyó, por medio de las "posibilidadcs" que
radójico en una historia de la pintura coucebida como la conquista de riLls sLtcesores encoDtrar'án en é1, rrn aplanamiento torlavía mirvor dc
su plaueidad, donde no podría r¡bicársele más que en detrimento de la pintnra.
su propia modernidad v de su verdadera originalidad. En efecto, Cé- Oézanne, dice Grcenberg, tenía ideas bastante confüsas acerca de
zanne reacciona contra el aplanamiento de la pintura resrtltante del sn propia pintura. En una perspecti\¡a folmalista que insiste en la al¡-
impresionismo, y más aÍrn del nec¡-impresionismo, como en la Grantle tocrítica y l¿r concienciir teórica, ello debe¡ía limitar la apreciircirin
/¿¿l¿ de Seurat, en la que los personajes se reducen a siluetas de car-
que se tiene de este artist¿r. (ireenberg, a pesar de algunas fórmulas
tón. El puntillismo logró dar una ilusión de profundidad pero no de equÍvocas acerca del "brío" de Cézaune, eu las que sus leticencias son
\:ohlmen en el espacio de esa profurtdidad. La ambición de Cézan¡re, perceptibles, no dejó de sosteDer -en contradicción coD el principio
cn vez de ir más leios en la planeidad fire, por el contrario, ahondat de su historia de la tradición mc¡der¡ra- que Cézanne, quien luchó sin
't
51 r.A RF.r.r(;r()N Dr,rr. r'rr'r'uRo I \ RELI(;ION DEI, I'I'']'IIRO iII>

cesar contra el aplanamiento de la pintura, fue el mhs grande maestro l, rs g¿rL¡nes de la tapicería que, en l9l2, conducen a u¡r gesto esencial

moderno por su papel en la conquista de la planeidad. |r r la historia de la pintur-a: el dlage de úr\ Lrozo ajeno a la tela. Oornt>
Acertado en el detalle, pero artificioso en su objetivo. el Jrunto de l.r tipografia, el col/a¡¡c, por su gran presencia, envía el resto a una idea
üsta de ()reenberg sobre Cézanne es muy parcizrl porque es hist<irico- r lc profundidad más ¡rítida. SegÍrn Greenberg, es igualmente un pro-

genético. Greenberg antes que nada quiere dar cuenta del hech<¡ de r r'<lir¡riento de declaración de la superñcie y,, gracias a é1, la planeidad

que la'!ía que Cézanne había decidido seguir [...] condujo directa- literal se ostenta como elemento principal, y data el paso del cnbismo
mente, cinco o seis años después de su rnuerte, a la pintrtr:r más plana rrr¡alítico al cubismo sintético.
que se hava producido.jamás en Occidente desde la Edad Media". El ['o¡ lo menos así es comc¡ Greenberg da cuenta, sin matices, dcl
cubismo es el deseolace neces:rrio a partir del cual se hi¡ urelto a ver a ¡raso al cubismo. Todos los elementos heterogéneos del procedimicn-
(lézanne ha conocido mal a pesar de los elogios: "El cubismo de
v se le r() se reducen a lo esencial; la conquista de la planeidad. Se difu¡ninan
Picasso, Braque o Léger concluyó Io que Ciézalne había comenzado." r¡rra vcz concluido su papel histórico. Ll collage, aislad,o de su contexto,
Ésa es la confesión r¡ue dicta la reducci<in de qrre es ríctim¿r (lézanne. \( con\ierte en r¡n puro procedimiento formal. Al jugar dialéctica-
Podríamos mostrar, no obstante, que la etapa siguierlte, en es()s airos rncnte entre lir superficie plana y el efecto escr¡ltó¡ico, permite un
1910-1913 que rnarcan una fecha capitirl en la historia del arte, el rela- lr:ltamiento intelectual y abstracto del problema de Ia representación.
to de Greenberg sup<»rc la misma reducción del cubismo al esclttema l.os papeles pegados han perdido cualquier hrrella de su medio de
general. Así, de reducción en reducciórr, llegamos sin problemirs:r r» igen. Insertos en un rollage, los fragmerttos no gtrardan ningÍrn sig
Pollock. rrificado previo sr¡bre el cual sr construi ir el significado del propio
'R¡memos el casc¡ de Braque, más sencillo que el de Picassc¡. E¡r tolktge. Son mcras eutidades qrre perrniten plante:rr bierr el problema
190&1907, pinta paisajes fat¡r,istas muv coloridos, como sr.rs Cr¿s¿¿¡ ¿n de la represcntaciórr, de los [eorenlas o de los axiot¡¡as. F,l r'el?lt() c:t-
el listar¡ue qre suscitaron, en 1907, la palabra tubisno. l,uego, en 19{)8. n<-rnico de (ireenbcr¡¡, Así c<¡mo :rrlmite l:r grandeza cle (lézir¡rne en
son los pirisajes del lllcdioclía de Fra¡rcia: pinos, casirs desnudas. Esta c<¡nt¡adicció¡r cor¡ srrs propios principios, v al desconocer el problenrir
fase del cubisnrr llanrada ¿rn¿rlític¿r se r,io marc¿rda. como en (lézirune. rltre Oéz:rnne de-jó en srrspenso -a saber: la birsqucda de un espacio
por la búsqucda de eféctos escultóricos por nredios no escultírric<¡s. posible para lir pintru-a después del impresionisrno-, desconoce la ¡ea-
El resultado. no obstante, ftre rrna abstt-accitin creciente, atrte la ct¡al, lid:rcl del rollaga Se des:rtieude cl r¡rcdio en I¡eneficir¡ de una Il¡r¿rlidad
según el relato de Greertberg, Braque buscíl.jugarr por varios mcdios ¡rostulada. Y la presencirr en el mt¡ndc¡ tle la tladición moderna es k¡
entre I?r supelficie literal del cr¡adl-o y l:r rcprcscntaciórr lrast¿r ceder' r¡ue se descuida cada vez. ¿Acaso la tradició¡r ¡noderua se constitu\,i
6n?rlmeute arlte la plaDeiclad. Haci¿r l9l l, la plancidacl invirclií¡ el crt¿r- c()nt¡-¿ esa prcseucia cn el rnundo en los cuadros dc (léz:rnne r¡ er¡
dro cubistir, los planos-fircetas ir los que se ¡educe, cor¡o por rnetlio tle krs rollnqes dc Braque y de Picasso? EI relato formalista lo l¡¿1ce cleer'.
un¿r disección, son todos pirralelos al plano del cuadro. (lada firceta, ['obres, in¿rc¡badc¡s, heterogéneos, anónimos, profundos o gr.uesos,
soml¡reada como una unidad en sí mism:r, no tiene ligas rti grird:rción krs ¡lrpcles pegiulos de Brirque,v l'icasso en 1912-1913 p¡recen poca
con las vecinas. t,a planeidad representada v la planeidatl literal se ('()s¿1. per() de esa poca cosa que marca hitos eu la histor-iir de la pin-

fi.¡ndcn. En l!)10, sin emb:rrgo, Braque había intcntirdo rci¡rtrodrrcir' tura; esos lesiduos con los que, con Benjamin, querríamos escribir lu
la ilt¡sión de profrrndidad sirviénclose de un trirmpirntoio couve¡tcitl- histori¿r. (liert¿rmente, en poco tiempo, el espacio dc Cézanne se apla-
n¿rl: clnvo o trozo de cuerda que pr<ryecta su sc¡mbta. Pero el obje to in- nír, krs collages sc abstrajerort, pero el deseo del qtte son testimolri(,
tnlso tuvo corno efécto, segÍrn ()reenberu. desen¡¡uririrr al ojo l decla- volver'á, y lir evoluciórr ircelerixla que sucedió a la muerte tle Céziur¡re
rar la superficie. (liuacteres de inrprenta, arena, papeles c<»rtinuaro¡) desocupa quizá, o nie¡¡:r, la pregrrnta plantearda por estc irltimc¡ en vez
la t¡scil¿rcióD e¡rtre supe.ficie Y espesor. L:r tipogralia, por. su frontirli- de responder a ella.
dad ¿rbsolutir, remite todo el rest() del cuadLo ¡r u¡ra remiuiscerrci:r de He ¿hí el porqrré es tentad()r prese[tar:r B¿rudcl:rile v a (]ézaDDe,
espacio plofirndo o plástico. Braqrre irrita también la murderir. y luego quc por kr dern:is no er-an progresistas, como quienes impidielon que
56 LA REI-IGION DEI, FTITI]Ro ¡.A RELIGION DEL TU'IURO 57

l.l historicisrno Benético diera vueltas en redondo. Greenberg estatra

1 obligado a reconocerloi "Los cubistas heredan el problema de Cé-


¿irnne", dice, a saber: cómo pasar de un objeto a otro, por detrás o
rr su lado, sin violar ni Ia integridad de la superficie pintada ni la re-

l)l cscntación tridimensional,'J, lo resolüeron, pero -parafraseando


.r Marx- sólo destruyéndolo. Deliberadamente o no, sacrificaron la
integridad det objeto en aras de la superficie plana". La visión pro-
g¡ esista conduce, pues, a hacer la historia de los vencedores: la de la
t¡adición moderna como traición moderna. Si pensarnos en Baude-
laire y Cézanne y en su supuesta suPeración, el relato que c<¡ncibe la
rnodernidad como un proceso histórico continuo ignora lo esencial
rle una modernidad, a saber: que no desemboca en nada. "En lo que
rr mí respecta, Cézanne ni me va ni me üene, a pesar de sus panegi-
¡ istas, y siempre consideré imbéciles su actitud humana y su ambición

¡rtística", escribirá Breton en 1922. Ahí es a donde lleva la religión


Céz¿nne, I-a montaña Sanh Vittoriq 19041906, Zúrich, Kunsthaus.
(lel futuro. Despidamos, por lo tanto, con caias destempladas el histo- I

r-icismo genético y el militantismo estético, como dos vertientes de la


rnisma ilusión progresista.

Brug]re, Claind?,1913, Museo de Arte Moderno, Nueva York.


1 II ( }RÍA Y 'TERROR: LA ABSTRACCIóN l'r1)
3. TEORiA YTERROR: I-A ABSTRACCIÓN YEL SURREALISMO I

l)r.sde un punto de vista histórico, ümos que valía la pena distin¡pir


l,,s valores de lo nuevo y los del futuro, ya que así se separan, estética
r lilosóficamente, dos nociones que a menudo se han confundido: la
rrrodernidad y Ia vanguardia. Ahora bien, ambas presuponen dos dife-
...en nuestras sociedades en movimiento. | ( ¡ltes conciencias del tiempo, un sentido de presente como tal y un
los retrasos a veces aportan avances.
\( ntido de presente en tanto que contribución al futuro, rrna tempo-
JEAN-PAUL sAR.rREr Las palabras, lg64
r ¡rlidad intermitente o serial v una temporalidad genética <¡ dialéctica.

( lrr¿r¡do se llevan hacia un mismo criterio modernidad y vanguardia


Después del prestigio de lo nuevo y del entusiasmo futurista, que apa_
recieron por separado, otro rasgo, f¿mbién contraclictorio, se enlaza ir que se impone, como en los relatos más comunes, es la búsqueda
para nosotros con la tradición moderna: el terrorismo teórico. Así, en rle la originalidad. l,a lucha contra el conformismo y la co¡ryención, la
r ltrzada de la creatividad contra el cliché habría¡r comenzado, enton-
el relato ortodoxo de Greenberg, conforme a la conciencia histórica
r es, a mediados del siglo xIx, para después radicalizarse y acelerarse,
de las vanguardias, Cézanne es puesto en su sitio con el pretexto de
( n particrrlar con Ias vanguardias históricas de principios del siglo xx.
str iDsuficiencia te(irica. Este ejemplo ilustra por sí solo la paradoja del
papel que se atribuye a la teo¡.ía en la tradiciór¡ m,rde.na; los arús¡as l.utrlrismo y dadaísmo, surrealismo y c()nstructivismo no represeIltan
que debían dejar huclla profirn<Lr en la historia, como Cézan¡re, se ba_ rlrás que una modernidad más exaltada; esta acentuación constituye,
saron de buena garrir cD teorí¿s jrug¿rdas débiles o falsas, mientras <1ue ¡ror lo demás, una fbrma de desarrollo.
los programas teóricr¡s más itrqrrebrantables y los rnirniliestos vanguar- Cuando se inte¡rta hacer coincidir la moder¡ridad y la vanguardia
distar¡ m¿is co¡rvencidos sólo dieron lugar a obras quc pronto fireron cn una misma defi¡rición y cr¡ando se insiste en confundirlas en un
olridadas o que Írr¡icarnente dcj¿¡n)n ¡.ect¡erdos anecdóticos. Entre te<> ¡¡lo moümiento, la motiración -me parece- es política o ideológica.
r'ía y práctica, la correspondencia a menudo fue incierta a lo largo del t,a descripción homogénea de la tradición moderna comt¡ culto a lo
siglo xx. Oomo Bauclelaire t¡ Manet, o i¡rcluso Cézanne, los primeros extraño, o de lo osculo, responde a la voluntad de identiticar todo el
tttodernos, como y:r vimos, lo ft¡eror¡ ir pesar de sí mismos o sin ell<¡s ¡rte moderno con u¡ra reacción contra la unifbrrnización del arte y la
sabcrlo; no consideraban ser relolucio¡rarios ni teóricos, Miuret queríir indr¡strialización de la cultura en la sociedad capitalista. Desde comie¡r-
rehacer a ()iorgione, Cézanne a poussin: ..rehacer', era su corrsigna, no zos del siglo xIx, desde que los románticos criticaron los primeros ele-
"hacer nuevo". Per<l después de alguna§ mentos de la cultr¡ra de masas y que los artistas se pusieron a dent¡nciar
f;eneraci()nes, a comien;os del la degradación del arte burgués como mercancía, el desarrollo de una
siglo pasado, la conciencia crítica que Baudelaire pedía al artista, en su
calidad de héroe de la üda uroderna, se conürtió en una exigencia cs- cr.¡ltura de élite autónoma, opuesta a la cultr¡ra de masas que estaba sc>
peculativa y teórica. [,a relación enúe la intención formal y la ¡roveclad metida a las exi8c¡rcias de la reproducción social, se habría constituido
efectira no cs, sin embargo, tan evidente, ya que el arte tiencle a desca- el principio de la tradición moderna, i¡rcluye¡rdo todai las tendel¡ci:l§,
rrilar incluso las nrejores intenciones dcl mundo. ¿Acaso no es una idea que se aleiaría de las masas en una bÍrsqueda formal.
tnerliocre plantear qrre \e \t)nlela a ideas. a r¡na fiiosolla. a una politir a El lector ya habrá recoriocido una visión marxista del mundo y del
o a un sistema? Tomaré dos ejemplos simétricos: los comie¡rzos del arte ¿rte, por ejemplo la de Lukács. La birsqueda de lo nuevo sería, por
abstracto Y el surre:rlismo, con objeto de ilustrar la bifurcaci<in, quizá la lo tanto, lo propio del arte moderno, en su proceso de ar¡tonomía
¿urti¡romia de la teoría y la práctica, y la victoria dc ésta sobre aquélla, en relaciírn con la i,rdustrialización de la ct¡ltura. Ahora bien, el im-
perativo de novedad también es el del mercado capitalista. El critc-
l luego la de aquélla sobre ésta. pero veamos primero cóm() la p;eren-
sirin tc<irica del arte l¡rode¡rr<¡ se alía a la exigencia cle lo rat,.ro. rio del arte ¡noder¡lo palece, ento¡rces, semc'jante al del mercad(),
ya que la obra de arte es rrna mercancía. El artista, que se oponc irl

t;tt I
.I
(ir¡ ltr)Rír\ l ftRR()R: l.A ABslR,\(:(ll()N Y uI- §uRRlAI-lsNf() rr ()Ri^ \'t'ltRRoR: I-A ABSI'RACCIóN \' !r- SITRR|AL|SNTO (il

l»r'gués, depcnde del nrisnrr¡ nrodo dc prodttcción, \'u() se ve qtl( I Dt¡ de lr¡s crític()s ¡n';rs cl¿r¡os de la c¿itegor'ía de lo nrre\rr segri¡
hava mucha espcr-artza. ¡)i pa.ir él tli parir el iutc, (lc Poder esc¡Par d. \r lr r¡rro es Peter Bi\rger, et 'llorí« le la uotguanlia ( 197,1) . Ahí derrrur-
la ¡rlienacitin cirpitalistt. Si renunciantos al matxismo vt¡lgat, iacas() , irr rrna confirsii¡r que sitria er¡ la "nlptuLa histi»icir irnica defiuida
lro podenlos distiugtrir dos tipos de lrttevo: el lálst¡ Irttcvt¡, qtlc llo es prirtcipios del sigkr xx] cl comicnzo
1,,,r lits r'¡rr¡r¡tti¡t dias hislri¡ icirs Ide
nr:is qtrc una apat ietrci¿ Ii¡cticia qtre se hace pasar Por utlel'ir a fil ¡lt' ,lcl dcsnrrollo del arte modelllo conro tal". Flstam<¡s en r¡nil r-uec¡: o
sedrrcir irl clicr¡te. r' k¡ rnlevo verdaldel-o qtle Pertenccc al al te? ¿Acas() l,r rrrrero es sirnple aDticonfór lnis lo, v t()dil l:i tr-irdici(in rnoderna se
uo podenros sepatar lo rlr.rc\'() cor¡)o vAlol de interratnbio v lo lltle\'() r r'rlttce :r la ¿rttto¡r¡rnía del ¡rr'te descrita por el ¡¡tal¡ismr¡ clásico
-cr¡n-
c(»ir() \,all(n de tls()? Entonccs todo el alle r¡¡()det-tlo se l-ebela metl()s linuilrlen(e desalrr¡llaclit a partir dc 1848, aproximadamcntc- o bien
('()utf2l l:r c()rlle¡lci(ill qtle c()rltra l¿r firlsa Irored¿rd luercalltil o corrtla l,) llrre\'o es De¡:aciórr rarlical dc la institucií¡D ck::l a¡tc. r'todc¡ ac¡ba
la conti¡ua tlescalilicaciirrr cirpitalistir de l() nue\.t¡. L)c csta matterit, t'l , ¡rled:indose en el ¡nodelr¡ de las rirrrguirrdi:rs histi¡'icas clel si¡{kr xx.
deb¿rte se llcr'¡ irl tet reuo dcl ¡¡lcLcado clel propio arte, entl-e lt¡ kitsch Slgrin Bii¡ger. el itrte c(»rtierira a scpararse de la socieclad dura¡rtc cl
-si quel elrl()s iu)rtar baio esta etiqtleta l()s P¡stiches b:r.atos v leos qtl( si!lo xvrll r', hasta principios dcl xx, csir autorlomía se fue intensifl-
han inundatlo krs sal()nes burgucscs. sigttielrdo el rnodelo de los b¡t¡n- ,,rrrrlo. El veadader() m()rrent() cr-uciitl c()¡rsisti(i clltollces elt la t()t a
ces de B¿r )edielllrc etr cl si¡;lo xlx- \' el iule vel d2rdet-o. rlt conciencia por pir.te de lirs rangtrirrdias clel lirrrcionamie ¡lto dcl
Acabo dc l-csunrir la tesis sutil de Tl¡eoclr» Adornr¡, qlle exPt¡s() s(r .ulc er) lal socied:rd burguesa v en cl rcchaz() de su autonomía. La
ble t()(l() crr 'li'orío cstitiro (l{170). v que hace de lo Irtrerrr el pt-irlcipio rlili'¡e¡ci¡r radical se debcría ¡l hcchr¡ clc quc tod()s los rnolirnientos
rli¿léctico dcl al te ln()dean(), tl-ils rcc(»l()ccl- stl all¡bivale¡cia. (i»ll() la ,urtrri<¡tes se bits¿ib¿tn en la rccpt¿lci¿)n de esa autr»romía, sin ctrcstir¡
s()ciedad blrrgtres2r se delirlc conlo t¡na s()ciedalcl tto ttlrdicic¡unl, la nc_ rr.rl el concepto de obra. l,a vanguardia, por srr prrtc. n() es neljacióu
gilcia)n nlode.nit (le la tr'¿dicií»I v l¡ attt<¡r i<lad estétic.r de k¡ ttttett¡ solt r Ic rnodelos, génerr)s () técrricas, sino dcl propio artc cr¡m<¡ institucirirr

hist(il i( arnen fe ir¡eltrclirbles. Etltt¡¡r:cs. lo ttttcvo rtiega rnellos las ptlit- r rlc str r¡rercado erl l¿l s()cied¿rd btrrgtresa.
tic¡s irnleriores qlle la 1l ¡(liai(-)tr c()nr() t¿l. Así, scgirlt A<l<» no, "kr t-rnicrr Sin cortrpartir cl pre'juicio dc Biirgcr:r firror de lns vnngu:rrdias his-
que hace es latifical el plincipio btrt gués del alte". Fil papel de lo urtev<t t()r icirs, a lits qtte ensalza en detri¡ner)to dcl m<¡clernismo burgués dcl
c¡l el aale rD(,(lcr'r)() se exPlic:r ¿r la vez co¡to tll¡lI c()nsecttetrcirl del d()- siglr xlx, \'sin ?lpr()bi¡r los pcriodos quc proponc para scpararlas a
tujni() d( l() rttlclo sobt_e el nrercado ctl llcttc¡_al. \'c(»l)() trI¡a r'esislenci.t r onricrtzos deJ sigkr xx, clcbr¡ ad¡nitir que cs lcgítima su i¡rsistcncia
a las levrs (lel nre.citd(). Mit:ttftas qtte cl ma¡xis¡¡x) \'tll¡{¿lI silu:rba trrL .r( r.cil de la instrficicncia dc lc¡ nucvo c()mo critcrio dc to(la l:r tra-
lu (¡rxlicii¡rr nrorlct nir ¡l l'.rd() (le la I¡rotler Iri<lird btr¡atlesa, c()llro silrplc rlición mode¡na- tl¡ir dtrda p:rrecidn mc ha coudr¡cido a distingrrir
¿rrtic(nrl(n nrisnr() boheurio v tendcrrci¡ al llrte Por el a.te. el a¡irlisis dt' lrr rnit¿rd del siglo tlc su firtal, como la apariciíru dc lir modcrnidad
Atlor rrr¡ llr obica Poa c(mPlct() en l()s tcl-¡-cno:t de lll valtgtlarrlia, c()n)() r la del firtrr¡isrnr¡, del selltido dcl prcscntc l dcl scntido dcl futr¡ro.
pu( stil en cltrdu rle l:r pr'opi:r instirttciirrt clcl ¡r'tc. Per'<¡ la iI¡terr'()g:u)t(' \l¡r¡rn [¡ien, Biilgel tluelría ¡ni'rs: i¡rsistc cn disponcr dc un c¡iterio
sul)sisfe: lc(inr() r(ra()rl()cer- lo trtterr¡ veldatlelo de l() ntte\o nreacilllfil r¡rre perrnita distingiri¡ cr¡rl rrrirvor seguridad Ia ¡rc¡da dc lo modcrrro,
(lr¡e ü() es rnírs qtte :rpariencill dc llLtcvo? Biti() la etiq[et¡ (le lrtleYo. lrr r¡ovedird arrecdírtica I Iir r¡r¡r'edacl histririca. PoI su parte. rcproduce
¡uo tslru-h confirndiendo Adorno la la¡ i¿rciti¡r crclld(lra de la sinrplt lrr pr'opizr ilrrsiórt de las vauguardias histriricas; "ratifica" sr.r tcr-rorismo
s()r-presa (en lt¡s lír¡¡ites (le un géner() o dc tttt cstilo) c()rl la ¡relaacitirr l( (irico que l¡s tra¡lquiliz¿l cn cuant() a su nccesidad histi¡rica. EIlo,
strbrelsir,a ! re\'oltrci()[¿ria de la t|acliciórr ¡rtisrn¡? l,it ca(eg(¡ ía de l() ¡xrrqrre la firnción de l¿r teoría siempre es ad lnc. L¿r lcrdircl de lcr
ltuel() Iro pefnrile clistirlgtrir':rqlrclkr qttc scría ap¡l el tte¡ilellte lltleYo \ \rtelo -escribí¿¡ Adornr¡-. r'erd¿rd de lo inyiol¡tdr¡. se sitira err la atrsru-
err vcr <larl so¡reti<l() ¡ la donrinaci(in (lel intercarnbi<> en la socied¿d ca- r ilr cle inte¡¡ci<'rrt. De esa mauela, entra ta¡nbién cn contradicci¿)n c()n
pitirlista, de lo qr¡e sel íiI rltte\'() Ilecesariil (' histtiricame tltc. l,a Prt)testa lrr ¡eflexii¡n, el motor de lo Nt¡cvo.' l,o nuevo es insoport¡ble. B.rj,'
vie¡e, erlt()nces. (le los p:u tid:u ios clc las vatrgttardias histór'icits, qtre It<r \ alll()ai(lald, err kr <1ue Atlorrro llirrrrat¡a las "i¡rdustrias culturales",
qr¡iere¡r lcl-el arle por el arte ¡si¡nil¡dr¡ e t:ll¡s. ll ¡rte h¿r perclido su evidertci¿r. La ter¡ría pretendc dcvolr'érsela: r'ou
T r'[.oRiA y TERROR: La ¡ssrR.{ccróN y
6z roorÍ¡ v TERRoR: LA arslnqccróN y EL sURREALIsMo EL suRREALrsMo ti3
ella, al inscribirse en su dcsarrollo, el arte retomaría poder sobre la no bajo la etiqueta de lo nuevo y de su acclcración, v el optimisrno
duración excluida por lo nuevo. l,o nuevo siempre es contiguo a la Iristórico de Bilrger, que opone una vangu:rrdia necesaria y una mo-
muerte, como al final de Las Jlores del mal, La manera en que Bürger ,lrrnidacl equívoca?
ataca lo nuevo, en el sentido que le da Adorno, iacaso no tiene como De hecho, el sentido histórico que se confiere a lo nuevo, cuando
finalidad protegerse de él en su ambivalencia? sc le destina a ser relerado, había aparecido antes de las vanguardias
La dialéctica de Adorno parece preferible; ella preserva la ambi- históricas -en los años 1880, como ya vimos-, y parecía desde enton_
güedad esencial de Ia tradición moderna. "Lo qr.re hay de paradójico ces dar testimonio de una resistencia a la modernidad, para la cual lo
en [a modernidad -decía- es que tiene una historia, aunque desde t:fimero y [o eterno son inseparables. Bürger comparte la esperanza
siempre ha sido prisionera de Ia eterna semejanza propia de la pro- histórica de las vanguardias, las cuales niegan la incertidumbre propia
ducción de masas." Ninguna teoría garantizará a la ¡nodernidad ni a <lel arte nuevo, postulan una historia y anuncian una teoría en cuyo
la vanguardia su necesidad histórica. Si no es satisfactorio el estableci- no¡nbre la desaparición del presente representaría un relevo o una
miento de periodos resultante del priülegio exclusivo q¡re se concede redención. Nadie ha puesto en guardia mejor que Benjamin contra
a lo nuevo como criterio del arte moderno (puesto que después del esa ilusión ni ha subrayado, en los términos de.fürgen Habermas, que
surgimiento del modernismo en el siglo xrx, ya no permite distincio- "al domesticar la historia por sus construcciones teleológicas
Iel con-
nes en el arte moderno e implica sólo una aceleración del rit¡no de ccpto de progreso] tambié¡r ha servido para ocultar una vez más el
renovación), el criterio y los periodos con que Bürger los sustituye tüturo err tarlto fuent¿ d,e inquietud". Precisamente porque el ptrnto
no resultan más convincentes: son teleológicos y tautológicos, una dc vista de Adorno es cercano a la modernidad baudelaireana y por-
lez más. En el fondo, Biirger ignora la desesperación profunda de <1ue el de Bürger, cuando insiste en un criterir¡ teórico de la nt¡vedad

Adorno, para quien toda novedad está destinada a ser eclipsada ma- histórica, es cc¡nforme a las r,anguardias, nos permitiremos dejarlas a
ñana, posición que lo acerca a Baudelaire y a Valér¡ y que tal vez sea rrn lado a fin de presentar tanto la modernidad como la vanguardia
bur¡¡uesa. Adorno proclama estar próximo a Valér¡ en Tboría estétiru, en el marco de sus ambivalencias y sus aporías, ya que el terrorismo
cuando designa la compulsión del rechazo como fundamento de Io teórico no tiene otra virtud además de exorcizar sus paradojas.
nucvo, lo cual no tiene, entonces, nada muy político en su principio. Cuando ponía e[ acento en el dualismo de l<¡ nuevo, Adorno, lógi_
lsí, Valéry escribía: co consigo mismo, no dejaba de desconfiar de las teorí¿rs, las cuales
no ofrecen más que una garantía necesaria¡nente ilusoria. También
En el siglo xrx, la Doción de revohrción-rcbclitin pronto dejó de representar dudaba de la pertinencia que puede haber en i¡rsistir en las relaciones
la irlca dc Rcforma violenta -causada por urta rnala situación- para llegar a del surrealismo y de la teoria del inconsciente, Lrnto entre los artistas
ser la e xpr-e sión de rrna deposición de lo que cxistc como tal, h-ák sc d¿ lo qu? sc
co¡no entre los críticos. De ahí extraía esta lección de escepticismo:
ln /a Fll pasado cercano se conüerte en enemigo. El c¿mbio por el ca¡nbio se
vuelve lo importante, etcéter¿.
Pero si el ¿rte nunca es responsable de cornprenderse a sí rnismo _y uno se
Para Adorno, al igual que para Valér¡ si la autoridad de Io nuevo siellte tentado ¿ considerar que exisle unr incomparib¡lidad rnttc esta com-
es históricamente ineluctable en la sociedad burguesa, lo mismo que prcnsión ),su éxito- entonces no es ¡ecesario inclinarse ante csta concepción
programática reproducida por los comentadores.
la aceleración de Ia rerrovación, ninguna instancia de lo nuevo tiene,
en carnbio, ¡rccesidad histórica. Búrger lucha contra una concepción
que hace que la novedad sea históricamente necesaria, indistinta de A fin de cuentas, la interpretación expresa necesariamente en
la moda arbitraria; rechaza una dialéctica que hace de lo nuevt¡ en lérminos conocidos lo que el arte tieuc de desconcertante. Adorno
arte, a la vez, una adaptación a la sociedad capitalista de consumo 1 observaba que "por ahí escamotea la única cosa que requeriría ser
una rcsistencia a dicha sociedad. Ahora bien, ¿habrá que elegir entre explicada".
el pesimisrno histórico de Adorno, que confunde todo el arte rrrr¡der- Los modernos no tení?ul teoría. Fue gracias a las teorías coiDo las
'r¿oxÍa t' i t:RRoR: I-A ARs't RAC(:IóN Y !ll- sL:RREALISM()
r l.()ttiA y rERR()I{: t-A ABSTRACCI(iN y Et- sLrRR!:ALtsNr() (ia,
6.1
,,rrlr¡cas- ;Ello rros <lbligar-ía a concltri¡ c<>rr Artorno, que la <krctr-i¡rr
languiu dias intentarotl ase¡itlrarse el fittt¡xt. Pero l¿rs te<¡ías r' los ma-
¡ r'ct.sariamen te está en [a rctirgrrar'dia de li,r rerd¡dera n(»edad estéli,
nifiest()s ¡l() permitetr distilguir el kitsch de lo truevo qtte §e materi:t-
¡

,.r. rte tal m-.rneta que deja cscapar srr objeto?


lizarir a la p()stre conlo histórica¡¡rente lreccsil.io, colnt¡ lc¡ demues-
tran krs cjemplos contradictorios de la abstracción v del sur¡ ealismt¡.
l.rr ¡rlimelir oblir abst¡-acta, se dite, ft¡c ulla ¡r'rra¡elt¡ de llrndinskv fe-
De la irbstlacción, qrte se.itrstificó por medio de dr¡ctrinas cadttcas,
, lra<la en 1910. Desde luego no es rrna casrr:rliclacl que se tl-atc de ullir
podemrrs rrc()Ilocer a fostüioi la necesidad hist<irica. mientras qtlr'
,r< rrlrela. B¿ruclelairc reía l<¡s
los marrilicstc¡s vangttirrdisttrs, lejos de reducir la atttonomía del artc' ¡¡éneros r'ápidos o la improlis:rciiur, el
r r rr'<-rno el bosquejo, como cat-ac(erístict¡s <le la uroderni<tacl, I Kan-
condujeron a nueyos c()nf()rmismt¡s. No se puede estar irsegurado en
rlirrskv reqtrerir'ír varios años de pacierrcia autes de 2tlcanzi¡r la ¡rris¡¡a
coDtra de la historia.
lilr«'r'tad en la pintrrra al rlleo. Tendrá que pasar, ell especial, por dos
liltros, De lo etpirituol en cl t ¿, e¡s¡¡\.<¡ publicad() e ¡r 1912. ,t ,\li¡t¡l« sob¡t
i lnsalo, esboa> arrtobiogri'ilic() r'cdact¿rdr¡ inr»c<liittamente <lesptrér,
crr el qrre relat¿r sr¡bre todo s(.usaci()nes, des<lc su inl'ancia cn Rrtsiir
II
lurst¡ su renr¡¡rcia a ur¡a carrcr¿l de jurista v str llegada ir Mú¡riclt en
Itl96, cuandt¡ terríir treinta irños. Kiurdinskv sitúa el coluieuzt¡ de srr
El arte abstrircto apareci(r en los años qltc precedierott la primera gue-
lrirsqtreda de irbstlacciór¡ en trrra exper-ierrci¡ cr¡rir¡sa, tur día qrre vol-
rra mt¡ndial, casi de mancra simultát¡ea en Mí¡nich, cou Klndillskv,
r'íl a cas¿r al an<x hccer, percibiti en la pared
en Par'ís, con Molrdria¡r, v en Moscít, c<¡n Malerich Esta coincideneia
¿r través del mundo, o por lo metros de Europa, es impresionirtrte,
rrrr ctrarh'o (lc t¡r¡it b( llezil exlra()r(lil)iuiil, qt¡(.brill¡h¡ co¡t un |arrr <le ltrz
sc¡bre t<>do porque los tres artistas pat ecen haber llegirdo a la abstrac- irttcrior. Nle qrrcdó p¡snr¡d{), } lrrcgo nrc irct r-qrró a csc crradr'rxr« r'lijo cn cl
cirin por rDedio de tres t'ías diferente§, pero igrt:rlntetlte aberrirtrtes. r¡ttt tto rcía rni'rs r¡rrc lirr¡ras v colrr-cs r'r'rrro corlc¡rido segrríir siclrrkr incor¡r-
RenuDciar ¿rl arte ligt¡ratilo fue t¡nir clección tan radical v Srave qt¡e ¡rlcnsibk'. Encorrtrí.pronto la cl.nt rlcl accrriio: cra rrr ctrlrl¡r¡ nrío r¡rrr't'srl-
tuvier()n que escoltarlir extrarias especulzrciones estéticas v nretafisi- b¡ colg¡(lo ¡l r'cvi's. [ .. . ] Strpt, t,rr r orrct.s dt' nrarrt ra < x ¡rr-csa qrre li,s "( )bictos"
cas srrsceptibles de defenderla. l,a disti¡rción entle cl conte¡rido y l:r ¡x r'jrrrlic:rban nri pirrtrrra.
forma. sr-rialada por Ias estéticas del siglo xvttI,,v ltleg<) la attton()nríit
crecientc de l¿r fi¡rma a l() Iargo del xlx, se hallan sin dl¡da entre las Kandinskl er'<¡cir lir angr¡slia que k> ir¡r,irdií¡ rlc inrrrcdialo, r¡ricntlas
condicioncs qtte hicier<»r posible la abstracción. (i»l ésta' la form¿r §e (lu(' ur¡ \'ircí() se abr'í¿r del:urte cl<'i'I. ";Qué <k'be lenrplazar al objcto?"
libera fiualmclrte del cotrtelrido hasta el pttnto rle ct»ll'ertirse elt stt St lc plartteal>a esta plegunt¡ Ii¡rrtlaurer¡tirl. l-a acompañaba el temor
propio conteuido, o más bien de abolir la distinció¡r entre la fbrmir v (l('caer eD tura pintrrra dcc()riltiva. De ahí la exl.enra l(.1¡titr¡(l v l¿l
el corrterrido. El paso hacia la abst[rcci(ill puede explicarse « ltosteiori ¡rnrrlencia cr»r quc liandinskr,¡tro<cdiri al ¡-(.lt¡trci¡r-¡l ()bict() \'a la
en esk)s térDinos, qt¡c s(»r los de l<¡s relatos ol-todoxos de la In<¡der- lrtisr¡tre<ia <k'lirlrn¡s pr¡r-¡s, (.1 (()r¡tr'¿tstc corr la pr_ccipitar irirr rle la
rrirlad, ¡rero tro fuero¡'¡ consideracit>nes fbrmales de esa ¡ratt¡raleza las qu( (lier(nr pltrcbl en la misnrir época []ra<¡tr<'r'l'icass<¡ crr sr¡ descu-
qrre pclmitieron a los pitrtores abord:rr la abstracciírn. Si la priictica l.lr'ir¡tiento tlel ctrbismr¡.
misma de lir pintttra cotrdtljo al arte irbstracto desptrés del ct¡bismo, I)t lo tsltirilunl n r/ arla justili<a l¡ r¡ritrrer¡ t'tr qrre Kirrrrlirrslit rerrr-
los primeros abstractos sintiert¡l¡ la trecesidad de .ittstificar sL¡ tc()rí¿ ¡rlirzír el ol>jeto. Y t s :rquí tlon<lt. s()r'l)t en(lc la lt.anudacirin rlc lir viei,r
por ruedio de una teoría qtre la volviti aceptable a los <tjos del pitblictr IiLrsofia espiritrralista dcl siglo xrx. f)esprr('s (lc r¡r)a ¿'p()(¡ nral-cad¡
pero tar»bién de sí mismos. Los tres fi¡ndadores del irrte abstracto ¡ror cl rrrateriitlisrrro, ñrndinskr'¡»t,ri- trn li(,!nl)() ¡¡r¡c\'() car-il( lclirir(lo
tomar(»l la plttma para explicarse. N() ()bstante, l?r relación elrtre srr l)()r'( l rcr¡¡cilricrlt¡ del irlr¡¡¡:
teoríir l stt praictica es desconcertante. Oomo veretrtos, los t¡es legili-
n1aÍ» « pott¿ríori stts inttticiones proléticas por rnt'dio de doctrillas
66 r!:oni.\ 1 'rtrRRoR: LA ABstRACCIóN y Er. stIRRlrA LI s r\I( r r r.()lti,\ \"l I,tRRoR: I-A. -tssl R¡t:cti¡x \' [L suRRLAt,lsi\l(l (i7

El iu rc cnlrir eD L¡na \'ía cn cr.rvo linal reerlc()Dtrar:t lo ql¡c ha percli(to, y ell(, r oL¡c¿r err utisr¡)o biurdo que (lézirnne, N'latisse 1' Picasso, altltt¡tte
cl
Yolver-ir r ser el f¡rnlento cspiritual dc su renacirnie¡rtt¡. lil objeto dc sLr bús- rrr r¡b¡a se sittie inrlndablcr¡ler¡te etl ott-() tct_len(), v que stl ¡recesiclad
c¡treda r'e no cs cl objcto n)aterial, c(»icreto. ;rl que sc cstaba crrcaclenatk¡ <L' lrist<ir_ica scir er'idente para l)()soÍa()s.
n¡arrcra exclrrsiva err l¿r ¡Po('¡ Prcacdclrtc -etapa rebasada- silto el contcrrir|r Ahr¡r¿r bie¡r, irpitrte de las ideits ¡ecibidas de fi¡res del siglo xlx,
uris¡ro clel ilrle, su csel)cia, su allra. lirndinsky insiste en l¿r emoción v l¿r necesidad irtterior, en el instinto
r r¡mo fundalnento de la obr a de arte. E¡rtonces era eso lo que habia

SegÍrn Kandinsky, rl realisuo ha sido el género por excelencia del r¡rre legitimirr pol rnedic¡ dc la d()ctrina cspiritualista. El ve en los co-
capitalisrro glorioso, qtrc va es obsolet(). El siglo xx vir a siguificar cl tr»es y las fbLrttas, como tales. el r¡edio míts puro para expresar la
hn del mirterialismo, r'Kiurdinsky, t,iendo venir una "tri¡rlsfornaciún t r»ocii¡n v res¡ronder a la necesi<lird iuterior-. Colores,v formirs, itrde-
espirittral", se corvie.te en profeta de una cr¿ en ll qrle el a¡te se l)endieuternente cle la natrrraleza del símbolo. Pe¡-tenecerl a urla red
emaDcipará de lir Datr¡raleza y de la ¡nateria. AI volverse inm2lterial, rle corrcspondencias espir-ituales en las que Kauclinsky crce: "El color
es decir- nbstracto, estal ¿i lib¡ e para expresar las ver<iades esPirituales -cscril¡e- encierra una Ii¡erz¿r ¿r(ln poco conocida pero real, evidetr-
subvacentes a un mt.rrrd() de apzrriencias superficiales. lc. \, que actir¿¡ sobt e todo e l cttet po ht¡mano." De ¿rhí un mul bellrr
El rnovil¡riento del a¡te es representado cortlo una elevación casi anhlisis de los colores desdc el ptttrto de vista del instinttl, ¡ de sus
mística: "1,il\,id¿r espiritual, a la que el artc también pertetrece, v de la afinidadcs con las lbrmas, krs ct¡lores agudos que armt¡nizan con las
cual es uno de l()s aeentes principales, cs uu movimiento complicado, firrmas puntiagtrdas (conto un tri¿ingulo amalillo); los colores pro-
pelo cicrto v lácilmente simplificable, hircia delante v hacia aniba." firndos. corr las fol rnas redotrdas (como un círcttlo azul):
El ernblem:r cle la vida espiritu:rl. entouces, es un triángulo qrte avanza
v sube lentil¡nente. Las secciones del triángulo están cada vez menos [.ucha de sonidos, erluilibrio perclirlo. plilrcipios" rlerribados, ¡¡:-rloble in-
h¿rbit¿rd¡s:r medida quc sc ascie¡lde en su interior, v en la citspide se
lspcrado de tnrnbot'cs, grandes pregtllltirs, :rspiraciones sin objetivoTisible
irnpulsiorres incoherentes en apat-icuci:r, catierr:r rr>tas, l:rzos tlLlebrlldos, llni_
eDcuent.il un h(»rbrc solo, quien 'jirla tras de sí, hacia arriba, h:r- d()s cn uno solo, conlrastcs v contradiccioncs, he ahí I)tlestra Armonía. I-a
ci¿ adelante, cn un calllilto llerro de estorbr¡s, el pesado carr o de l¿l colDposici(in qllc se bas¡ cll csta arnl(»lí21es trn acrlerdo de firrrnas cololea(las
Hum2lnidad". El artist¡ palir l(al<linskt't()da\'ía es como utt profcta r clibr¡jadas qrrc, comr¡ lales, tienerr trrra existcncia independicnte que pr'oce-
() uD ¡nago. El a¡-tc abstrirct() ernpezri, pues, c()mo tlrl:ute religioso v rle de la Necesid:rd interior l quc constitttle, e¡ la comturidacl : esttltaute, un
rret¿rlisico, v Í¡¡ric¿me»te a ltoslcriori pudo d:rr alcance al griul Lelitto loclo ll¿rnradr¡ cuadrr¡.
Iir-nlirlista dc la ¿ve¡¡tur¡ rno(le.irista. ltriciahncnte. en l¿r mcnte del
primer pi¡rtor itbstracto, se suponía (¡ue la irbstracción v()lverí¿1 cadLrca
la psicología individrrirl, que explor-:r¡ ía un universo de significaciones En Ia meDfe de K^ndinskr', un cuadro ilbstracto está, Por lo tanto,
v dc enelgias,1'que ploducir'ía imireenes con las que todos podrí;unos muv lejos de no qtterer deci1. ttada, ,v la doctriDir espirittlalista es la que
cornulglrr espili ttralnrente. permite afirmar que hay rur significado.
(lracias:r tu¡ divertid() deslase, estir (krctrina espirituzrlista, de la que Ésa fire l¿r teoriir de Knn<linsky entre l9l0 v I9l'1, despttés de unir
etap¿r que estuvo irlfh¡idi! Por el neo-irnpre§iollisrlo 1' el firrtvismo e¡t
1,t se l-rirbíir desenrb:u azarlo el si¡¡lo xx, pcrrnitiir a lilndinsk,v, si no en-
coutrar, al nrenos legitim¡r aquello c<>n lo que él estaba sustituyendo cuanto al rrso del color. El airo l9l0 mar-ca el Paso de Io úratel ial a lo
iD tuitir,anre ¡ te el:rrte figrrratir'o. lhndinsky es de csos altistas arDbi- espiritu:rl. l,as m¿rnchas arque¿rdas de cc¡lor cla¡o ailn sorl reconoci-
gtros, divididos errtle siglt>s. [)rescuta a !l:lcterlinck corno el vision¿rlir, blcs -sorr campanirrios, tech()s, tl-oDcos-, aunque no ¡esalten del rest<¡
<1ue llevr-r a c¿l¡r¡ en literatur'¡ el gilo cspilitual <¡re él auhelir palir la de lu comprlsicit->rr. Pcxr en la ruriclad del lienzo los elcmentos Particrr
pinlru-:r. lin mirsica, se ploclama a(lcpt() dc Scltónberg, pelo tanrbiér] l¿ucs se disuelven. lirndir¡skv re¡runcia lentarnente a la I-eirlid:rd pero lc
clc \\'a¡¡ie. r' de Debrrssr'. Se sicnte cclc?rno i¡ los sinltlolistas y a l()s tienc r¡riedo a lur dccoraciór. l-¿r emt¡ción sustituve la realiditd exteri,,r,
plelrirf:relitas ingleses, en espcci¡l Rossetti v Brrrne-fones,;r rlttienes sobrc todo en las acu¿relas. El dcsalic¡ sigue siendt> rcstitttir l¿r li¡erza
{it3 ¡ F,oRíA } f[,RRoR: ¡,A ABSTRA(:(:Ió\ Y EI sI.RRF,ALIsMo
II,(IR¡A Y TERROR: I.A ABS]RA(,(,IóN Y },L SI]RREAI-ISMc) ri9
del primer trazo al ólco: lcómo co¡rciliar la rirpidez de la emoción y
tcósofo* por convicción, nunca dejó de s<¡ñar pat.a su pintura una
la lentitud de la ejecr.rción, el tiempo interior v el tiempo exterior?
¡rureza estética y ética, indisociables. La doctrina que invocó no fue
En ello estriha el pr-oblema de la abstracción qrre Ihndinsky abordó
cl espiritualismo, sitro una n¡<¡ral en cuyo nombr.e Ia convergencia
metódicamente entre l9l0 y 1914.
<le lo bello y de lo bueno pudo representar la ambición de su pintu-
Sr¡s cuadros se diliden, por lo nrismo, en tres géneros. En primer
r a. Mondrian había estado marcado profundamente por su i¡rfancia
Itrga¡ las seis Imprc.siones reallza<las en l9l l, "impresiones directas de
t alr.inista, por su iudecisión acerca de su vocación (había pensado
la realidad exterior". l,uego, "expresiones de acoritecimientos de ca-
converti¡se en predicador), y después, hacia 1900, por su descubri-
rácter interior", llama<las Improuisor:zonrr, ,v nrrnreradas del I al 35. Fi
rniento de la teosofia, y finalmente por el cubismo, cn 1912, en parís.
nalmente, los más complejos, expresiones "lentamente elaboradas, re-
l,a naturaleza v su desorden le eran ilsoportables, en especial el ver-
tomadas, examinadas y trabajadas largamente a partir. de los primero§
rle de los prados holandeses, hasta el punto que se puede hablar en
esbozos". En estas (,bnfosicior¡¿J de grandes dimensiones el instinto v
su caso de un rechazo a la naturaleza y de una extrema sublimaciún
la emoción son retrabajados por la inteligencia y desemb<¡can en una
artística. La teosofia, que aspira a la r¡nión con Dios a través de las
separación absoluta del arte y Ia natr¡raleza. l,as prime¡'as Composititt-
¡eglas dc la vida, se presenta como un esoterismo en busca de las
¡¡¿.r evocan todar'ía algrrnos elementos del mrrndo exterior, pero éstos
leles secretas del universo. Presupone una elevación hacia la verdad
desaparecen poco a poco en be¡re6cio de rrn¿r abstracción reflexiva en
supre¡nir por meclio del estudio de la ascesis. Exige la ofrenda de sí
las Composiciones de 1913. Posteriormente, la <)bra de Kandi¡rsky podrá
a un ideal. Utilizand<¡ este galimatías seudorreligioso que atribuyc
proscguir crln mr¡cha menos lensi¿l1.
al arte u¡r papel de iniciación ¿rl misterio y de sublimación en rela-
Kandinsky regresó a Rusia en l9l4 v ahí permaneci(i hasta 1921.
ció¡r cor la lida y la naturaleza, Mondrian se justiñcó a posteriori de
Ligado al Bar¡haus, donde enseñó hasta 1933 -fecha e¡r la crral esttrvo
haber saltado a lo abstracto, a partir de natrlralezas muertas heladas
obligado a salir de Ale¡nania con destino a Francia, se <¡rientó hacia
que pi¡rtaba desde hacía mucht¡s años, Según la teosofia, a la cual
fi¡rmas cada vez más geométricas. Retengamos sobre tod(), no obstan-
Ibndinsky también se refería, el hombre se redime gracias a la ac-
te, laetapaqllevade l9l0 a l9l3: el recurrira la doctrina espiritualis-
ción, se eleva por encima del mrrndo fisico y emotivo para alcanzar el
ta para explicar el paso hacia la abstlacciín. De h espirituaL cn el a¡le \<¡
rnundo mental. [,a teosofia, que permitió que Mondrian volviera a la
es el manifiesto del arte abstracto siDo la.justificación a fosl?rioride vn
espiritualidad, fue la c<¡ndicióu de su pintrrra. "EI arte --cscribíir este
paso que al propio artista le costó trabajo cor¡rprender.
ueoplat<inico- si bien es un fin en sí mismo, como la religión, es el
medio a trayés del cual podemos conocer lo universal y contemplarlo
El espíritu qtr( conduce h¡cia cl reinr¡ dc Mariana no puedc rcc()n()cerse nlás en su fbrma plástica."
qr¡c utilizando la sensibili<larl (el t:rlt'nto <lel arlisr¡ cs aquí la \'ía). [-:r teorí¡ ( s
Sin enrbargo, fue el cubismo parisino de 1912 el que prácticamen-
la linterna quc alumbra las li¡rmas cristalizarlas "dcl nvcr" v de Lr qrre preccdía
al att r te le permitió dejar de piDtar paisajes y naturalezas nluertas como lo
venía haciendo desde el cc¡mienzo de su carrera. El catnbio fue brutal,
sirr indecisiones, y l<l puso en ¡Darcha siguiendo urr cirmino estético
En el tcrreno literirrio, podernos ver en Pr()t¡st rrn desflse análogo
y ético hacia la abst¡acción absoluta, a la que llegír en 1920. pintó
entre la pr<lblemática redentor?r. influida p<»' Schopenhiuer -es lir
constante¡nente el mismo motivo: Mondrian buscaba extraer de esa
teoría expr¡csta et El tiempo ¡ecob¡ado- y una noyela quc se desarr'(F
manera la esencia abstracta, separar la forrna del co¡ttenido concreto
lla de mancr:r relativa¡nente autóno¡na, si tlien requiere, igrralmente,
para identificarla con r¡n contelrido abstracto. El pintor-procedió por
esta legiti¡l¿rci(in teí¡rica.
ciclos: el ¿irb<¡I, el mar, la iglesia proporcionaro¡r srr ese¡rcia. De l9l2 a

El caso de Mr¡ndri¿rn es airn miis elocuente. Ouar-rdo lle¡¡ír a lir abs-


h-acción, cr¡ 1914, fi¡e < n cali<lad de rnisionelo. De origen pulit:rno, * En sirlcsis, ,a teos(lia (onsisre en el conocimicnro de Dios, rcvelado por
la Naru-
raleza, y cn la elevaciór (l(.1 cspíritr¡ h¡cia ta divinida(I. Ir.]
rEoRfA y TERRoR: r.A ABsTRAccróN Y EL suRRxArlsMo TEoRfA y TERRoR: LA aBsrRACcIóN y EL suRf,E LrsMo 7t
7o
1914, el objeto fue, pues, abandonado. Pero una vez más, el ñnal de la
figuración no implica de ninguna manera la renuncia al sentido.
Se requirió, entonces, la creencia en la reencarnación y en la mi-
sión del artista para el advenimiento de una sociedad armoniosa para
que Mondrian pasara del cubismo a la abstracción. Ya no son formas
sino principios lo que pinta, y él lo explica utilizando una ñ'aseología
moral. El arte es una religión, y la abstracción, "nuev-a imagen del
mundo", permite elerr¿rse a lo esencial. De l9l2 a 1914, Mondrian iÉ
del cubismo al signo; después, hasta 1920, a lo que él llama el 'neo-
plasticismo". Del signo no conser\r¿ más que lo horizontal y lo vertical,
que expresan la simetría y la asimetría, que se supone eran las dos
leyes de la naturaleza. Más tarde, senüÉ haber alcanzado la esencia
y la verdad de la pintura. El recorrido no tendrá importancia en su
mente; sólo contará el desenlace, en el que incluso los colores y todas
las libertades de composición quedaron abolidas, dejando zubsistir
únicamente los ángulos rectos. Mondrian intentó entonces experien-
cias cromáticas, pero pronto redujo su paleta a los tres colores puros,
el azul, el amarillo y el rojo, e hizo más o menos el mismo cuadro
durante veinte años.
La ambigúedad de ese trayecto es profunda: tras la apariencia de
una búsqueda esotérica y nísüca, Mondrian concibió toda su evolu-
ción anísüca; siempre pensó obedecer a la teosoffa y aplicar su doctri-
na irracional a la pintura. Sin embargo, la purificación de las formas
y de los colores a la que llegó nos parece refospectiv"dnente en com-
pleta armonía con el racionalismo y el funcionalismo de principios
del siglo xx. I¿ distancia entre una prácüca moderna, e incluso fu-
h¡rista, y una filosoffa arcaica parece descomunal si la comparamos MaJcvich, C.itM fu¡o sún h¡¿o Ua¡ú, exprcto cn l9l8; Muleo de Artc Mo
con la de Proust o lhndinsky. Pero Mondrian seguramente no había dcmo, Nucv¿ Yorl.
dicho su última palabra cuando murió en Nueva York, en 1944. Los
últimos lienzos que hizo allá, como el Bruadway Boogiz Woogb, de 1942,
en la que las líneas están claras y sincopadas, anuncian tal vez una
crítica de la r¿cionalidad furibunda que presidió toda su obra. Esos
lienzos americanos zugieren también una sensibilidad, absolutamen-
te inédita en Mondrian, hacia la cultura popular. El discurso teosófico
le había permitido afirmar, entre tanto, que su pintura aún queía
decir algo.

El tercer 'inventor" del arte abstracto, Maleüch, parece haber llegado


muy pronto al límite de la pintura y al rechazo a cualquier signiñcado,

li
72 1'EORIA Y TERR()R: t-A ABSIRA(jCION Y Et- SLTRREALISM() III)RIA I' TT]RROR: T,A ABS'I'RAC(]toN

e\\tl'e el Clte¿.r«(lo ncg¡o st)brc fondo bkt¡¿¿u, de 1915, y el Cuadrado bkutto III
nb* fondo ltlanto. que se expuso e¡r l9lll. Pero la cor¡binacii¡n del rri-
hilisr¡rr¡ rtrso v de la abst¡accií¡rr resulta rlu\'singulat en é1. [,a carrera En el su¡realis¡Do, r'anguerrdia militante v conscie¡rtc de tenel un pa-
de N{alerich fire acelerada, dcsde los crradt t¡s impresionistas de 1903- ¡rel histórico por jugar, el desfáse parece simétrico. Si l:r filosolia de
1904 hasta los Í¡ltimos retratos de 1933-1934. Srt obra laugu:rldista k¡s ft¡ndadores cle la abstraccií¡r'l estuv() a la zaga de su pinturir, las
data de 1915-l920: lanzó el suprenratismo en 1916; en 1917, se u¡ió rlccl¿rraciones tetiric¿rs del surrealisnro, radicales t,cxtremistas, dieron
:r la r,angrrardia politica, aunqtrc pront() ca)(i en desgr-aciir l volvió al lugar, inversarnente, a obras a r¡enudo nostálgicas del p:rsirdt> v susci-
realisnro hastir su rnuerte. La ma¡Iela en qtre Malevich quemó etirpas tar-orl un nuevo ¿rcademicislnc¡. No es que la ¿rbst¡accitin no havir pro-
es sorprendentc, ct¡rno si lrtrbiera pelcibido de entrada la o¡illa del rlr¡cido tanrl¡ién un confórmisnro, sino que el ter'¡orisl¡l<¡ intelcctual
arte abstracto. Dicho esto, y ula vez alca¡rzado el bla¡tco sobre blarlco, rle Breton, apresurado v polémico, srilo dejó huella superficiirl en el
N{aleYich, como Kandinskl y Mond¡i¿rn, tr-ató dejr¡stificarse. ctrr-s<¡ de la historia del arte.
La influencia del cubismo es evidente en la obra de Malerich, lil stt- En el primer LloniJiesto, en 1924, Breto¡r errjrriciaba el re:rlismo v
pt"»t.1tisno o ?l ttündo sin objeto, así como, en su vertiente provoczrdora, el positivismo en lir pintura y en las letras. No obstirnte, ir pirrti¡ de
la del ftrturismo, que lle¡Jó a ser un movimieDto internaciottal desprtés l¿r nrpturar de 1922 con Dada l,Tzara, v tras el fiacaso del '(iongreso

del ma¡rifrcsto ptrblicado et l-e l'igaro et 1908. Pero fue el nihilismo para el establecimiento l, las di¡ectivas del espíritu mt¡deruo". r'a trt¡
rtrso del siglo xrx el que inspiró más profi.lnd¿rmente est¿r pirltura de se contentaba con el anarquisrro, con lil negación r la dcstrucción.
l¿r ausencia de objetos. Son numerosos los rasgos c<¡murtes erttre el sirro que quería funda¡ una ntreva estética. El srrrrealisrro se presentrr
suprematismo 1,el nihilismo, ya quc ambos abjuran de los objetos de ¿r partir de c¡Itonces como un dirigisrlo; él clevó poseer la verdad
crceucia sin lenunciar a la fe. El despojo eu el terreno del a¡te se basa estética e irtte¡rtó prc¡moverla cr»r métodos políticos. Breton lo definc
cn la co¡rvicció¡r de que la verdad ¡esidc en la nada; la desesperación sí en el ltlttnifest o:
rlc¡iva del deseo de un I¡undo que nunca será lo suficie¡rtementc
utrero: 1 la redención por medio del arte permanece: "En el vasto es- Surrealislno, \1111. ,?¿.1/. ALrtonralisnro psíqtrico ¡rrLIo ¡ror nrrtlir-, drl cual trt¡s

pirci() (le l.r tranquilidad cósmica -escribía Malevich- alcancé el mtttl- I)roporlernos exp¡esar, sea lertralmcntc, sca por csclil(), sc¿l (lc crtalquier' otr'a
¡rarrcr¡, el fiLnciorlarnicnto real dc] ¡t|rsarnient(). [)ict^do rlel ¡rcnsarnicrrro.
d<¡ bl¿urco de la ausencia de objetos que es manifestación de la nada
crt ¿tt¡se¡rcia de ctrakluiel contlol ejclcido ¡rol la r'azrin, fiLcr'a de cualqrritr
develada." Malevich, ct¡ando narra su trayectoria, recr¡rre tambiéu a prcocupación eslétic:r o rn()r'irl.
urr vocabtrlario rnístico. La pintura ha sido sust¡aída del urundo, es liuirlolt. l¡iktt. f.l strrrealisrnr¡ descansa crr la crcencia cn la rcalirlad sLrper i.rr
silencio, mirs irllá cle l<¡ real. Ahora bien, ¿se tr-ata para N{alevich del dc algtrnas forrnas dc asoaiaciones qoe hnsta ¡ntes de él habían sirto clcjadas
fin de ln pintura o mhs biert del esbozo de un mundo nuevo? (lonten- de latlo; en la onrnipotencia del sr¡clio, cn cljllcgo desinteresado (lel pel¡sa-
témonos con iDsistir r¡na vez rnás ell la ct¡incidencia de u¡)¿r piDtura rlicnLo.
decisiva cn la hist().ia ), de ¡lna ñlosofia anticuada que le silve de pre-
texto. ¿Ac?rso no e¡)contra.ía¡nos la misma mezcl¿r, el rnismo deslise La imaginaci<-»r, la "lr¡c¿¡ de la cirs¿" cle los filósofi¡s, se deshace de
o la misma tensióu, en la rnavoría de los artistas contenlporáneos ve.- 1a rieja lógica burgrresa, pero es igual de in)pe¡-ati\a 1,constrictiva. De

daderame¡rte innc¡r,adores: en Proust, Joyce, Eliot, Pound, I(afl<a? El csta definición, se infieren la esc¡itrrra ¿n¡tonlaltic¿r y la nalración de
arte nue\'() ¡ro estir exento de arc¿ísmr¡. Así fue comc, en Don Quijole, sueños como formas priülegiaclas del texto srln ealist:r. El terrc¡ris¡nc¡
al reacciona¡ contra el conformisr¡ro de la uovela de caballe¡ías. (ler- sun-ealista sc presenta ct¡¡no científic<¡ a fin de.justificar la aute¡rtici-
r,¡ntes rlio a hrz la trovela ¡node¡ua. dad de sus prácticas. Ahor:r bien, ¿qué r'eprese¡rta la pretetrsii¡n cientí-
fica del surre¿rlismo comparada con Ia clel psicoanálisis, por tjernpkr,
que también se ocupa dcl inconsciente? El cotejo dejalir clar o el dog-
¡¡r¿tis¡no sistemático qr¡e afecta a la estétic¿r srrrre¿rlista.
i4 t-tr)RIA Y t!:RROR: t_A ABSTRA(rjION y EL SI'RRE_{LISM()
t!.()RiA l't-uRR()R: LA ABS',IR.\C(jIí)N I !:t- SI'RREAI-ISMO ji,
( i¡rno vinrr¡s, Adorno rechazaba c¡uc el su¡t ealismo frrcrir reduci(lo r¿ció¡l nrisma del realismo v dcl positiyismo. Pero a partir de l92ll,
¿r r¡¡rtr ilust¡acirin de Fretr<l o deJrrn¡¡ vjuzgal)ir que las producciorrt,s c¡ el 'l\alado del cslilo, Aragon se esli» zal¡a en dcli¡rir el sr¡r'r'ealisnl r r
srrrlcalistas eran bastarrte racionalistas e¡r ¡elaciór¡ con el mr¡ndo dr'l il l¿ \'ez c<»no arrtilitelatr¡rar v como liteLatura. Me parrece qr¡e pocos
sueño, cuv:t plofusa riqueza quedaba leducicla a algu¡)as categot ías tcxtos ilusl¡-:rn de rnejor manera el dilerna, disirnulado detriis de pa-
insr¡hcientes. Pa¡a é1. la te()ría surlcalista se lirDitaba a uu Í¡nico cor- l¡b¡'()1as, dc las varrgtr:rrdias <livididas entre negacitirr v afirmación. El
cepto práctico, el "montaje" conro yuxtaposicitirr disconti¡rua de il¡tii- slrrrealisnr() no es. dice. urr "¡terfeccionamient<¡ de Iibertad quc paga
genes v de ilrrst¡¿rciones preexisterrtes, las cuales habí¿r¡l sid<¡ hechas
l)aten(e". trn "paso hacia delante del rels<¡ libre". Arirgon rechaza est¿r
palir gusl¿¡., ,v que habían sido sacadas de su coDtexto oliginal. Por' gene¿tl()gíir errrlrrcionista qu(,cue¡rta la aventLtra del arte c()fno r¡na
ello, le parccía qrre la lcfcrcncia irl psicoanirlisis sírlo terríir valor'/.»rr lil¡elacií¡r crecier)tc v qtre Iraría rlel strrrc¿rlis¡¡o lir continr¡aci<ir¡ de
:rlgo. El srrrrealisr»() tielre qut' ser. abs()h¡tamente clifercntt', pero al
l'reud estal¡;r interesadt¡ en el suerio v e¡¡ Ia asociircióo lih¡e d<' rnisrno (ienrpo n() (lejan dc inventárselc autepasados. Desde cl instan-
un¿r [ranerA nuy,disti[ta a la de Breton, y lüc considerable s]i mutuit (e erl qtl(. sc p()re a crear- nlrc\os \'¡¡lofes clt luglr rlc los que sttprinre,
irtcornprensitin. Esta se dcbe al hecho de que los element<¡s clel sr¡eilo sr¡ Iatali<l¡d es el lrrgar conrr-rrr, o el c<»rli¡rr¡isnro del ¿rnticonfi¡r'rlis-
para el psicoarrálisis no ofi ecen i¡r(t'r'és e¡t sí ¡)rismos, sin() en r¡n con- rrro. llD tl 'l)olatlo lrl estilo. el t,sfirerzr¡ dc Arag()r) irpr¡trta justlmente,
texto, constitrrido a la vcz por cilctrnstar)cias de la vida y ersociaciolres (.n el nl()nrcnt() ert qtre el slrrrealism() sc inclina hacia el flauco de la
qrtc cl pacieutc hará a partir de ellas. Pc¡r el co¡rtr-ario, cl su¡ ¡ ealisnr() rrfilnra< iritt, a defi,¡rderlo (lc I¡ actrsacirir¡ de ltrgal cornÍur. crr n<»nbre
c(» ta, aísla, esos element<¡s fi¡era <lel proces(, de su pr-oducción c in-
rlc la idt'a de estik¡, ligerirrrrerrte retoc¡da-
telpretación 1', tal cual, l<¡s da a lee¡. El material inct¡r¡sciente se con, Sin t.rrrb:rrgo, k¡s st¡rrealistas que ¡l() ¡-enegal-()rr el r'angtr:rldismo
vieltc en str propia finalidad, y es létichizado eu sin)ulacros. Breto¡r de los cr¡nie¡rzt¡s r' ¡rcrsistier'ou en el t echazo a lir itrstituci(ir) at tísticx
l()s presenta c<¡mo elenrent<.rs de t¡u¿r realidi,rrl strperiot y trasce¡¡deu-
dese¡nlrtrca¡orr pf()¡lto en r I sile¡rcio v Ia inrpotencia, c(»no l)u('hamp.
te, <¡Lte él llit¡tit surrealilod. El aisl¿rr¡rient() dc lt¡s ele¡¡teutc¡s de la vitl¡ \ler¡os absolutos o heroitrrs <¡rre éste. Iircrotr mucl'¡()s los pi¡¡t()[es cr¡-
ir¡<rrnsciente cot¡ respect() a los p¡-()cesos inc(,¡rscientes.itrcgir rrrr plpel rrrs apt.llirlos sigr¡('tt estaüd() li¡¡ados al sulrealisnn) pet-o cLrvas obras
()scu¡-antista crl relaci<i¡r con 1o quc se podría espe¡'ar dt una cienci¡
se sitÍr¡¡ nr:is l¡ic¡ rrr la conti¡ru¡ció¡) del simbr¡lisrno v de la (istéticil
dcl irrconscicnte. de fln rk,si{¡lo: Dalí. De (lhirico. l\{aglitte, Deharrx. enlr.c ()r¡'()s. Sr¡
Nt¡ obstautc, Ia irnptrgnaci<in dt. la i¡rtenci<irr científica del st¡r'¡ ca- pinttrla cs liter¿tria: ése es en ¡tr-irrer-a i¡rst¿urcia c.l lírnite de str expe-
lisrtto nr¡ eqrrivarle nccesarian¡er¡tc a una cor¡dena dc str pao)ect() rirre¡)t¿rlis¡ro. Aqrri,lla sigtre ¡tlirilegiirndo la replesen tacirirr, iruuque
cst¿tic(). Plecisarnente acabanlos (le ver. colr el descr¡brir¡riento del sea l¿t <k'k¡s fantasuras, elr vez de expLrlirr-lirs posibilidades del mé-
a¡ te abstl-act(), ejemplos de desfáse y de ct¡nt¡itcliccitin entre ptoyecto
diur¡. I\'t¡eb¿r de cll() es lir in¡p()r'tanciit del tÍtukr v <lel.jueq() dcl text()
do¡¡rnático v r-calizaci()!r(.s estétic:rs. l'crc¡ esta vez la c()trtl'irdicci(i¡r e¡i v la irnagen, quc liipidarnentc llegr', u st.r'un c')nlp()nenrc plirrrordial
diletente. El cspiritrralisrno, la te<¡sofia, el ¡rihilismo e¡-an rloctr-inas de la ¡rirrtura llanrirrla sr¡r'realista.
caduc¿rs quc scrvían par-a legitimar' « postcioti prácticas nrrevas e intui- Dc (il¡ilico ft¡e rrno de csos gr_andes pt'ecur'sor'cs que el strr¡-e:rlism()
tilas: cl stu'¡ e alismo es rrna ideología « ptioti,ul progranra que ennras- pregorrír. St' hal¡ía aliado con Apollinirilc v Picass() err Paús. de 19l I a
c¡rr:r los proble¡nas estétic()s en vez (lc pernritir plante¿dos. ¡Podcnl(rs
1915.1asuregrcsoaItaliapiutrirlrrlantcalgu¡rosañ()sr¡nasericrlelien-
Iaslrear en cl sr¡r¡-ealisnlo, muy te[rpral)o c¡r su histor'i:r, bastantes zc¡sllaru¡dos '\netirlisicos", r¡trt, tiempo rl<'s¡>rrés desatrtor-izaría, nricnh as
sigttos de rtuir negacióu de la modcrnidird? Sigtriendo e¡¡ este punto el
qtre r-cglcsaba a la t opia dc l()s maestr-()s v al acadc¡)ricism{). I¡rclt¡so si
dcstir¡o de n¡t¡chos st¡rre¡rlistas, fu'¿rgon lolviri a lir ¡lovela en los ¿il()s De ( jhi¡ ic<¡ no p('r-tenecia) cstrictiuenf (. habla¡rd<¡ itl gmpo srrrlealis-
tr'(ir)ta, a es( f{¿"nero c(»denado siu apelacirin en 1920 co¡no c¡rcar- ta, pttcst() qlre va había dt's<rrD<ridr¡ sr¡ obla ')netirlisica" -jtrsto culrrrrLr
los sr¡r'tcirlist¿s se amparaburr ('n ella. sr¡ tritvectoli:r es ejen¡l)lat (l(. lils
'' I)elcn\:r (l( lii (ansn (, k)s i'Ic'eses pr,)pn's. I L] ((»tlr'a(licci(»lcs <ltl st¡rlcalisn¡r¡. He ¡hí. (rnrtenrl)()r:-tDca <lt,l cr¡lrisrrl(r.
I T]ORIA Y TERROR: LA ABSTR{(]CION Y EL 77
76 'IEoRíA y tERRoR: LA ARSTRACCIóN Y EL SIIRREALISMo
''\¡erdaderamcntc toclos estos artistas no son más qtre principiantes; todavra
una pintura sin ninguna búsqueda técnica, siemPre mimética, de no ser rieuen copialdo rnanzanas, melones, tarros de mermelada"; y tras la obscr-
porque es representativa de otro mu¡rdo, el del sueño, como en el caso \ación de que cstaba muy bicn pintado: "Lo que es bello es pintar bien una
del Aduanero Rousscau. Pero los elementr¡s del sueño se Presentan tal in,ención; ese señor, Cézanne, como Lrsted lo llam¿, tie¡e un cerebro de
cual, sin el trabajo del suerio ni su interPretación: arquitectura, ruinas, li utero".
plizas y arcadas desiertas, estatuas ciegas constituyen el decorado en el
que evolucionan maniquíes, esgrimistas con casco, guantes de hule y Breton no pierde nunca la oportunidad de ülipendiar a Cézanne,
relojes de pzLred. Es nuest¡o mundo, ahí esá la perspectiva, Pero surge
sin duda el inventor más grande, y la anécdota, que de seguro no es
comt¡ desrealizado por la ¡rxtaposición y también por [a desproporción. ¡¡ratuita y pone en escena a Picabia, da testimonio de su incompren-
Breton üo, en Los pasos peñid,os, una 'lerd¿dera mitoloSía rnoderna en sión de la pintrrra como pintul.a. Tarnbién en el mismo texto, Breton
formación", y Aragon insistió en la presencia del mllage, con la que él alaba a Picabia, "quien ha sido el primero en pintar la tierra azul y el
identifica al surrealismo. Pero los montaies de De Chirico, las apirricio cielo rojo", sin cuestionar la tierra o el cielo. La invención, en opinión
nes silenciosas y extr¿ñas de su Periodo metafisico, producen angusúa,
de Breton, reside sirnplemente en la transgresión del mundo real.
más que lo nraraülloso que buscaban Ios surrealistas.
Sería injusto reprocharle a Picabia las torpezas de Breton. No lo po-
Después de 1919, De Chirico volvió a la realidad, a la ctrltura y al
demos reducir a eso, incluso si, como la época metafisica de De Chi-
oficio. Cuando los surrealistas hicieron de él un fáro, necesitaron con- rico, su época rnechnicir oculta los problemas de la pintura; pero ésa
denar al mismo tiempo su conversiótr. La Galería Surrealista organiró no es toda su <¡bra. Si pe¡)samos en Dalí, en cambio, compañero de
cn 1928, en contra de l¿r voluntad del pintor, una exposición de las viaje del surrealismo desde fines de los años veinte hasta mediados
obras metafisicas, v, dato significativo, se cambiaron los títulos de los
de los treinta, parece que en efecto dio lo mejor de sí mismo en esos
cuadros. Breton, Aragon, DuchaInp, Queneau la tomaron en contra arios, y que haya sido su apetito de provocación -y de dólares- 1o que
de De Chirico en términos muy violentos, tal vez Porque él anunciaba
lo llevó a la producción masiva. Una pintura de Dalí es eminente-
el destino del surrealismo como nuevo academicismo. mente recouocible por sus elernentos manieristas combinados con
un cierto número de hallazgos surlealistas: por una parte, el.juego
Pintura literaria o literatura pintada: podemos situar a Picabia en esta con la perspcctiva, la defr¡rmación de las figuras, los contornos recor-
encrucijada, si bien su carrerzr,junto a DuchamP y a Apollinaire, pre- tados; por Ia otra, las estatuas v las arcadas de De Chi¡ico, los efectos
cedió al surrealismo y se prolon¡Jó más allá, por medio de un regreso dc colkqe de Ernst, la línea de horizonte de Tangur,. La imaginación,
progresivo a la figuración. Pero de 1920 a 1923 estuvo en el centro de
que reina cn los detalles, dicta la exhibición, el aplanamiento, el
la aventura surrealista, con obras en las que las palabras ocupan un
derrame de las frrmas, pero Dalí le airade una gran minucia en la
lugar importante al lado del dibujo de mecanismos. Breton escribió ejecución. Su técnica dc la "paranoia crítica" -"método espontáneo
al respecto en Los pasos petdid,os: "Recordamos que fue Picabia qui.Ir de conocimiento irracionirl basado en la asociación interpretativa-
tuvo antaño la idea de intitular círculos: Eclesiástico, una línea rec-
crítica de fenirmen<¡s dclirantes"- se relaciona con el culto surrealista
ta: Bailarina estrella", y alaba [o que él llama "uno de los más bellos al automatismo.
haltazgos idealistas que yo haya conocido". "Ningún títt¡lo -Pr-osigue
Dalí fue el pintor más dotado del grupo surrealista; supo conciliar
Breton- produce imágenes ni es, sin embargo, innecesario. Es impo- el autornatismo y la interpretación. Pero str pintura multiplicó pronto
sible ver en él otra cosa que el complemento indispensable del resto
las trivialidades autorrel'ereuciales, y él se separó de la pandilla a par-
del cuadro." Podemos darnos cuenta con esto de qué naturaleza es la
tir de I93.1-¡, por razones políticas -sus arnistades de extrema derecha,
invención en pintura para Breton: de la naturaleza del hallazgo. En
su antif'2lscismo incierto, su admir¿rción por Hitler-, y ta¡nbién esté-
ese mismo texto, Breto¡l narra la anécdr¡ta de un persa que un día,
ticas: su gusto por Meissonier,v cl academicismo, su perfeccionismo
mientras acompañaba a Picabia en una exposición, habría aPuntado:
arcaizante, su regreso a Io mu) terminado v repulido. En los periodos
vt
78 I.EoRÍ-A. Y TERRoR: LA ABS,IRACCI(iN Y EL SURR¡]AT,TSMo IIIORíA Y TERROR: I-A ABSTR.{CCI¿)N Y EL SURREALISMO 79
siguientes de slr carrera, "mística" y "nuclear", que le l'alieron un éxito ( )hirico y Magdtte pronto se encontró con los lugares comunes y se

inmenso en Estados Unidos, volvió, efectivamente, ir la convención. volvió pror.eedora de üñetas para la sociedad de consumo.
Ahora bien, los dos artistas que parecen represerltar mejor la con- Delvaux, quien con un pincel delicado pintó siempre a [a misma
tradicción estética del surr-ealisnto, con su culto a lo extraño que des- rnujer, es la mejor ilustración del destino del surrealismo en la pin-
er¡boca en el ircademicismo en la representaciórr de 1o imaginario, rura, que parece haber hecho bien en unirse al simbolismo. Entre
son los pintores belgas Magritte y Delvaux, que se unieron a[ surrea- cl simbolista suizo A¡nold Bócklin y Dehaux es imposible percibir
lisrno a lines de los años veinte y treinta, respectivamente. La obrit la ruptura exacerbada que Bürger postula entre la modernidad y las
de Magritte en primera instancia es conceptual: son dibqjos con epí- virnguardias. Encontramos mujeres transformadas en árboles, arqui-
grafes, que juegan con [a n<¡ción de representación. En su cuadro tecturas desiertas, etcétera. Es cierto que Breton nunca dejó de admi-
más cé[ebr-e, La traición de las imrÍgraes (1928-1929), se reproduce una ¡-ar a Gustave Moreau, a quien mencionaba en el Mantfesto entre los
pipa arriba del letrero: "Esto no es una pipa." La distinción entre el precursores del surrealismo. Parece tentador en la actualidad subra-
objeto real y el objeto representado, que se iutroduce en la pintura, var las añnidades entre decadentismo y surrealismo, mucho más que
entusiasmó a los filósofos, cc¡¡no Michel Foucault, pero esta pintura poner el acento en una revolución surrealista cualquiera.
no es en deñnitiva más que la ilustración de problernas científicos y
filosóficos. Su aspecto acabado y depurado, la obra arruncia el cómic Podría desacreditarse el punto de vista que acabo de exponer acu-
y el arte pop. La fascinación que ejerce la obra de Magritte está re- sándolo de ser parcial: si a mí no me gusta [a pintura mimética de Io
lacionada con [a reproducción de objetos ordin¿rios que la lengua fantástico, como a Breton no le gustaba Cézanne, por razones total-
despista. ¿Ydónde está el automatismo? Ninguna pintura es más cons- mente personales, no es ésa una razón para denigrarla, o sería una
ciente. Si la imagen surrealista, como la definió Breton después de razón deshonesta. La pintura surrealista debe medirse en relación
Reverdy ("Mientras más lejanas yjustas sean las relaciones e¡rtre las con la doctrina vanguardista del surrealismo, y a la luz del proyecto
dos realidades que se confrontan, más fuerte será la imagen"), se ca- innovador que Breton reafirmó constantemente. Por otra parte, es-
racteriza por la yuxtaposición, el choque entre realidades disimiles toy lejos de haber expresado un juicio acerca de todos los pintores
una de otra, como una máquina de coser y ufi paraguas sobre ¡.rna llamados surrealistas; mencioné sólo aquellos cuyo arte reencontró
mesa de operaciones, este tipo de sorpresa está presente en Magritte, el camino de lo trivial a pesar de un discurso vanguardista, o a causa
por ejemplo en La aiola,ción (1934), cuadro que rePresenta el rostro de ese discurso. Ahora bien, es en los otros pintores en los que pode-
de una urujer-cuyos senos ocupan el lugar de los ojos, el ombligo el rnos recorocer una interrogación de lo real de la pintura en vez de
de la nariz, y el pubis el de la boca. Otrr¡ lienzo muy conocido, El mo- la reiteración de sus simulacros, y una influencia determinante, des-
limimto perpetuo, también de 1934, en el que un hombre que levanta pués, en la historia de la pintura: Arp, Ernst, Giacometti, Miró, Tan-
una pesa tiene la cara en forma de uno de los tliscos de la propia pesa, guy, etcétera. Tomemos, por ejemplo, a André Masson. Fue él quien,
plantea elocuentemente el problema de la relación entre el mundcr hacia 1925, ofreció la mejor expresión del dibujo automático. Todas
y la representación. Y también, en I-a condición hurnana, del misnto sus obras de ese entonces parecen haber sido trazadas por una sola
año. d<¡nde un cuadro está en un caballete frente a la ventana abierta línea errante, enmarañada, arabesca, que sugiere imágenes perdidas
que da a un paisaje. Pero el cuadro pintado coúrcide exactamente en las ajaracas. Los lienzos de Masson son, no obstante, cubistas, hasta
con el paisaje real. El espectador queda ct¡nfundido. Es un truco que la invención de los ct¡adros de arena en 1927, en los que eljuego del
el pintor repitió indefinidamente. Magritte es intelectualista, no hay azar anticipa la action Painting de los estadunidenses de [a posguerra.
ninguna espontaneidad en su obra, y sin ernbargo en ella subsiste una Masson rornpió con el surrealismo en 1929, y su pintura del espas-
ingenuidad, como si él descubriera Io que representa. Ahora bien, de mo, del desgirrramiento, de las agresiones está lo más alejada posible
la mism¿r manera en que la poesía surrealista desemboca rápidamettte del ¿cademicismo fantástico que llevará, por su parte, al arte pop. En
en un cierto ¡rúmero de trir.ialid¿¡des, la pintura onírica dc Dalí, De cr¡anto a Marcel Duchamp, a quien aún no hemt¡s abordado pero que
8o r¿onÍ¡ v TERRoR: I-A ¿nsrneccrÓN Y EL SURREALISMo TEoRÍA y TERRoR: I-A ¡ssrRAccróN y EL suRREALIsMo 8l
fue uno de los artistas más eminentes ligados al surrealismo, su arte es
irreducüble a alguna de las dos tendencias divergentes de la pintura
surrealista que aquí hemos descrito, las cuales anuncian, respectha-
mente, el expresionismo abstracto y el arte pop. "Quienes hacen los
cuadros son los que los miran", decía.

z
d

I
t.t- cLUB DE Los EN(;ANADos tlq

4- F,I, CI,I]B DE LOS ENGANADOS: Lrs años sesenta, que ponía en escena la muerte del arte, es decir quc
EXPRESIONISMO ABSTRACTO Y ARTE POP rrprovechaba e[ dominio del mercado para identificar completamente
lirs obras de arte frente a los bienes de consumo. En ese momento. c¡r
t fécto, se abolió la distinción entre arte de élite y arte de masas, ¡pero
;r qué precio!
Mencionaré el desplazamiento del mercado del arte del Viejo al
l\-uevo Mundo, de París a Nueva York, después de 1945, como un
Picasso <lijo: "Se ptrede escribir y pi¡tar cualq(licr cosa, clemento decisivo para la evolución del arte moderno, a partir del
va quc siempre habrá gentc qtrc la entienda movimierrto del expresionismo abstracto que consagró la suprema-
(para encol¡trarle scntido) " ci¿r estadunidense. Luego, sugeriré Ia importancia del arte pop en los
Jt.^N (iocrEAU,.¿)i¿¿¡io. 1912- I 915 años sesenta para la definición, o la "dedefinición del arte", según
la expresión del crítico norteamericano Harold Rosenber¡;. Será en-
De Baudelaire al surrealismo floreció Ia idolatría de lo nuevo, pero en tonces cuandr¡ abordaré la figura, que he mantenido hasta ahora el
nuestros días ha andado muy alicaída, tanto que quizá va esté ¡nuerta. resena, de Duchamp, pivote y profeta de toda esta historia del final
Es tiempo de regresar a su crepítsculo. Nuestra época, a Ia que de del arte. Trataré de analiza¡ por último, Ia evolución li.ancesa, de la
buen grado se la nombra "posmoderna" -no se sabe si por posteridad Nueva Novela a la Nueva Crítica, etcétcra, en ese contexto de la me-
o por repudio de lo moderno-, parece ratificar que lo nttcvo ha per- diatización del arte y de la devaluación de Io nuevo.
dido su a¡.treola. Ahora bien, esa declinación la preparó ttna fábulosa
precipitación de renovación después de la segunda guerra mundial.
Para Adorno, esta aceleración era consecuencia ineluctable de la es-
tética de lo nuevo, resultado de su lelación equír'oca corr el mercado. I
Éstc es el fenómeno del que me ocuparé ahora: la strpremacíir cre-
ciente del mercad<¡ sobre el arte y sobre la literatur¿, así como de su Después de 1945, el arte se desplazó de París a Nueva York. Historia,
cada vez más acentuada media¡i¿aciórr. política y estética contribuveron a esta mutación. París, que había per-
Como anteriormente, mi propósito puede reducirse al arrálisis de dido su mercado, sus artistas y sus negociantes, sus coleccionistas tam-
una paradoja. La formularé a§í: mientras qr¡e la tradición moderna, bién, durante la guerra, no supo rccobrarse tras la l,iberación. Algu-
desde mediados del siglo xtx, y sobre todo las vanguardias históricas nas grandes galerías neoyorquinas se habían lanzado, ya desde 1942,
de principios del xx, reaccionaron en ( ontra de Ia exclnsión del arte como la de Peggy Guggenheim, a exponer a los artistas franceses y
en relación con la vida moderna, contra la religión del arte, que fue europeos lefugiados en Nueva York, en especial los surrealistas: Bre-
calificada como burgucsir porque sircraliza el genio y vencra Ia origi- ton, Ernst, Lége¡ Masson, Matta, Tarrguy, Dalí, etcétera, pero también
nalidad en la producción de un modelo único, autónomo y eterno, Chagall, Mondrian, Gropius, Mies van der Rohe, Brecht, Schónberg,
es¿ misma tradición moderna, lejos de unirse a la cultura de rnasas y al Panof¡ky y otros más participaron en esa brillante academia, cuya re-
arte populat se aisló, siu duda cada vez más, en el universo de lo que unión en Nueva York había sido provocada por el nazismo. En 1945,
se conoce en inglés como connaisseurship, es rlecir', el medio confinadrr aunque la mayoría de los artistas e intelectuales fianceses volvieron
y elitista de los museos y las universidades, tle la crítica y las galerías- a su país -salvo, precisamente, Duchamp- la guerra había acelerado
La tradición rnoderna, entonces, no abolió la conocida distinción en- el yals de las generaciones, el contexto político y económico se había
tre highv lou art, el arte de élite y el arte masivo, el Srarr arte y el arte transfbrmado radicalmente, y las rnanifestaciones de las antiguas van-
corriente, el formalismo y 1o kitsch; paradójicamente, ell¿r incluso re- guardias tenían un aspecto bastante anticuado, como la exposición
forzó esta oposición, hirsta la aparicióll de formas comr¡ el arte pop en surrealista <te 1947. Los negociantes parisinos no reconquistaron str

lu: l
84 Et arl-trB Dlt t-os ¡;NGANAI)()\ r.l. cl-trB DE I-()s l.tN(;AñAt)os 8r,

¡rosici<in donrinante. Se topar()n con un gatlpo bien orgirnizado r¡ttc l,a pintura est¿tdtutidense de los cuareuta puede conrprerrrlclst'
incluía las galerías estach¡¡rideuses, el poderos<> Mttseo de Arte Modcr' r del inrpresionisnro,v del cubisrno, bajo el pirrngrras
or¡rc¡ una síntesis
no de Nr¡ev¿r York, e inchrso el gobiemo federal qtte, bajo el rótulo rl'' (lcl automatismo psíquico, sie¡rdo coucebido éste como trna sirnplc
(15lnJonnation Señrirr, sirvi<i para promo\'er la pintura tlorteamericitllir ttlcnica, y distanciado de la tcoría st¡rrealista que couvertía eu fetiches
en Eur-opa en tiempos del Plan Marshall. El r-est¡ltadc¡ fue rura serie rlt las producciones del inc<»rsciente. Segiur otm punto de vista, que le
exposiciones decisivas: "Doce pitrtot-es v esct¡ltorcs cc¡ntemPoráneos", rlio ¡rc¡urbre al nrovimiento, fire glacias ir la explesión geornét ca de
e¡l París en 1953. "Cinct¡enta años de arte cn Estad()s Uni<Lrs", tt¡ \,londriiu-r, que Ia experiencia del autornatismo -corno técnica de r¿¿/-
1955, '-)irckson Pollock v la nueva pintttra norteamerican¿r", en l9:-r!). rrlt'?ss¡on- consiguió dcsbc¡r'darsc haciir urt expresiouismo inspiladcr
flstados Llnidos desctrbría. jlrDto con st¡ r'ocacii¡r-t de protector dtl < n la pintur-a alemana. Ese expresionisrno -y e¡r ello r'irdica la p;u:r-

mr¡ndo libre, I¿rs vjrttrdes del arte, si no como ProPaga¡rda, al me¡ros tlojir-, lejos de plodrrcir un alte más accesible, por estar basirdo en l¿r
sí al sen icio de una cattsi¡. Se trat:rba de irfirmar qtte el arte europc() cxperiencia qtre re¡rrrucia ¿r la ter¡ría, o bien de aboli¡ la birr¡e¡a ent¡e
est:rba tiln c2lduco como li¡ rrrcaci(»r histtirica dc Europa en el terretro l¡ cultura doctir 1 la cultura poptrlar, siguiend<) con ello los p:rsos del
político. A partir de rntonces, el irrte se haría e¡r Nueva Yo¡ k. tr,pa y de ircue¡dc¡ co¡r el streño amelicanc¡, dit¡ lrrgal por prinrer-a vez
;(luál fue la pintrrra qrre eligieron para desempeñar el pirpel de van- eu Norteaurérica Ll un¿r cultru a de élite. (llement (ireeDbe|g, r'a citado
grrirrdia del mt¡¡rdc¡ libre drt¡ante l:r gtterra fría? Estados Unidos había ir propósi«r de su iDtel.pr:etación f'u r¡r¿rlistir de la tradicióD moderna,
experimentirdo desde l()s iliros treiuta, ltrego de la Depresiótr, ttn gran se erigió eu portavoz de Pollock; i;r velsitin autt» izada que ploporcio-
r¡rr¡r'i¡nie¡to políticrrarrtístico en bttsca de ttn realismo bz¡stante cerca- rra ese crític<¡ sostie¡re que el explesionisnro abstracto, desde su pli-
no ¿rl de la flRSS, r¡ a los fr-escos mcxicitnos de Diego Rivera: cl ttp,q rnela recepción hasta nrrestr-os días, está ligado a la culminaciti¡r de la
(\\k»-ks Progress Admillistr:rtioD ). r'afaameDte rnarxista. Para teuer idea evoltrción estética europea qrre cc¡rnenzó con Manet. Sin adhcr-ilr¡c ¡
de ese realismo nr» teamericatro, aleiad() \'()ltü)tal i2r¡nente dc l¿r Pintu- la perspectiva Iristóric¿r de (]r'eenl¡elg, ha¡¡o notar simplenrente -para
r:1 eu¡-opea de lar époc;r, podemos recordar il Edrv:rrd Hoppel, que en snbral,ar la par':rrkljir del explcsionismo abstr-acto, que oscila cntr-e es-
la actr¡alidad ha sido den¡elto a la sttperficie tras rtn lar¡¡o Purgator i¡ ' pontirneidird t,elitisrno- que esta pintura siguc sieudo insepalable del
Pero li¡e (,tra cosa lo qtre se eligiír tlesptrés de l9'15 para rePreselrtar disctrlst¡ intelectual que la ha jtrstilic¿rdo histriricame ¡rtc.
¿r Estados Ulridos v p:rra rilirlizar co¡r lir ider¡logí¿ marxista v soviéti(a, (lon lr¡s i¡mensos lienzos de I't¡llock, salpicados de h az<¡s <¡ntltrlan-
una pintr¡ra qr¡e, por el contrario, htbí¿r sido r¡arc¿rda p()derosamente tes, se lle€iarí¿r A un nuev() lñnite de l:r pintura, tan rigurosa corno la
po'el srrrrealismo francés, pero tir¡nbién por el marxisltlo v el trots- de Mondrian, tal vez el límitc irltimr¡. Las telas dcl periodo |947- I9ri I ,
kismr¡: el expresionismo abstracto. P()llock, Barnett Nervrnan, Robert e.jempl:rres a este respecto, sigucn sicndo la aportació¡) esenci:rl de Po-
Motherwe ll, Marc Rothko, Willenr de Koor¡ing s<»r los heredet t¡s de llock a la pintura. Harolrl Rosenberg las caractcrizó en 1952 pol rne-
las vangualdias errI.opeas quc htbíirn huido rlel nazismo v el f¿rscis¡no. dicr <le l¿¡ apelación de adion pa¡nling, o pinturu gcstual. 1' se defi¡eü
Elecci<-rn real¡Iente extrañit, o celtrr'¡. \'a ql¡c c\a pitltlllil sc Parece por la práctica del dnppirg quc deja goteal o s¿rlpic?r el color lít¡uickr.
mucho rnás a irnn miurif e st:rciírtt de oposicií>n al n()rtear¡re l-icallismo, r¡rientando su movimiento. sobrc uua tela extertdida sol¡re el sttek¡.
irl pragnrirtismo del ¡\»¡¿¡icttn ttru of lfc, o en todo citso stt expresión (lc¡u elk¡, como (lr-ee¡rberg lo constat¿rb¿r al comienzr¡ de srr iurálisis t e-
ambi¡¡ua. a c¿lrsa de lo que le rlebe a la escritt¡ra irutomática: Pollock tr-ospectivo, esos lienzos derogan todo espacio pictórico 1,r'etlucen lir
expuso p(»-primcra vez cou l<¡s srt¡r'ealistas etr la girler-ía Art ()l This profirrrdidad superlicial (shallou deplli) que subsistíir er las telirs cttlris-
Oenturr', <le I'eggl Otrggertlrcim en l9'13. PexrJeart Olair, por ejemplo. tas de Picasso y de Léger. El gcsto v la rnatelia están ligados cle m:urera
estjnra que l¿r irbst¡accii¡r¡ gestu¡tl. pr)r su pttt-itatristrro qtte no molest¿r- tal) rigulosa que el lienzo pirrece llcv¿rr cn sí l¿r l¡uella del prrrpio g<:sto.
bir a nadie, tení:r todo pata llegru it set-el ir¡te <¡fici¡l de l¿ls grandes cor- c<¡nro una inst¿urtánea. I't¡ serialaba l¿r técrlica de M¿tsso¡I, rntly cercllrl¡
porit<'iones nrulti¡r¡ci<¡nalt s. I)esgraci:rd¿r¡ut'rrte, cxplicirr:iones conro a ésta, desde sus cuadros dc arcna, pero llcgó a con\'ertiase en el solr
ést¡ ¡ecuerdan cn dcntitsía la inragerr dcl tor-() I)ils?ldo. v Írnico procedimiento, a causa de tuta oper'aci<-n redtlct()ra aniil()g¡
¡t(i EL Ct_UB I)I,t t.()S [N(;ANAt'()s t.r cr-t'B I)Ii t.()s trN(;ANAI)()S 87

a Ia de M()ndri¿ur. ()reerrbelg ve crr ello la corrclusión de "L¿r crisis rh l

cr¡adro de caballete", sesrin el título de turo de strs rnejoles altículos,


que data de l94ll. l,a pintufa de caballete, propia de la ctrlttrrir t¡< t i
dent¿rl, ¿rble err la paled la ilusií>n de trua cavidad tridime¡rsio¡ral. l')r
el plopio Mondrian, las inte¡seccir¡»es perpendicrrlirres v l()s contr'¡s-
tes de los colores puros tod¿rr'ía hacen de la superficie una ventanil ()
un teatro. no r¡na planeidad honrogénea v llnifor¡ne. EI aplanamiento
de la pinttrra más rrotable hasta ese ent()nces se encllenlra, de hech(),
en las Í¡ltimas obras de Monet, aquellos nenúf:rres que repitió indcli-
r)idiunerlte hasta sr.r mt¡crte. En su ronl¡r¡ur¡»¡ sin límites represental
el primer gran c'jernpkr de pi'ntura trll-otter, otro término intraducibk'
qtrc dcsigna la pinturir que recr¡bre con la misma materiir pictórica
la srrperficie de tr¡da la tcla. Se¡4ún la defir¡ici<in de ()reenberg, "la
superficic estir tejidir con ele¡nel)tos idéDticr¡s o casi senreiarrtes que s('
repiten de rrn borde al otlo sirl ningtrrra variaci<in rotirble". "Se trat¡
-c()ntinri¿r- de tttr gétrero tle cuadr'() que apare¡ttcme¡¡te ah(»'¡'a t()d{)
cornienzo, mi(rrd o final." Uno de los ¿rspectos de l¿r ct¡lnrinaciirn de
Ia tradicirin moderDa, no ohstante, es el desplaznrnier)t(), o la inver-
si<i¡r. dc la cuestirin convencional del ct¡nrienz<¡ de la composiciírn en
problcrlir del linal: icórno saber cuirndr¡ esth telminada? l,a novela
c<rrtir pr<rlética de Balz.ac, Lt olrtu »to?.tlta d?sü)no(i¡l¡t, se ha cont,ertido,
cnl()nccs, en urra alegoría dcl artc modcrno: el artista trabaja mtrcho
lienrp() ur¡a ()bra secr'eta; cuand() p()r fin es develada, cntrc los girraba-
tos srik¡ se reconoce rtn pie, en rnedio de un rcrrrltijo dc lñrcas.
EI otro escollo del cuadro a1.1oaer; que siempre cst/r cn ries¡¡o de sa-
7
lir de ln saltén para c¿rer-en el flleqo, es I¿r dec()ración, sobre el rnodelo
dcl papel tapiz: nrotivos r-epetid()s indefinidarlente. De ella recelaba
I(andinskv cuiurdo se avelrtllró en terr-er)os de l¿i abstracciórr. Pero la
pintura n1./-o¿arde la posgue¡l-a, l¿r de Dubuflét en Fr'¿urcia conrr¡ la del
expresiortismo crr Estados Urridos, por su ¡nonotonía, su qradacií¡r) de
colr» es, tantbié¡l su idea de formatt), tiene otr¡s rnaneras de proteger-
se. ()reenberg califica Ia pinturzr de l'olkrk de "polifóniczr", en refe-
rer¡cia ¿r la mílsic¡ scrial a partir de Schiinberg. en la que los doce so-
nidos s(»r ec¡uivalentes en lurirldc estirr.jerirrquizados cn la gama. En
lapintura tll-ottt, "todos loselerner)tos) todirs l¿rs zo¡li¡s Idel] cuadrcr
a
Ison] equivalenles en tér'rninos de acc¡rtuacilin 1,de importzrncia". Es
la eqtrivalenci;r la qrre cr¡rre el riesgo de ser leída en tí'rminos dc t¡ni-
lbrrlidad o de ln(rnotonía, v de provocalel tedi(), conro ()cllrre p()r-
cierto con el dodecafonismo. Pero la unilb¡¡nidad, que palece anties-
88 trL cLUB DE Los ENGAñADos r'rr- CLUB DE Los ENGAñADoS tig
tética, es por sí misma una variable bastante general del modernism<r irrvención del expresionismo abstracto estuvo ligada al gran formato,
-del High Mod,ernisrz, como se dice en inglés para distinguir Ia cultura y éste -según Motherwell, quien lo afirmaba bastante en serio- fue la
de élite de la cultura de masas-, en literatura como en música o en t onsecuencia lógica de los espaciosos talleres, los /ofs neoyorquinos,
pintura, como en Virginia Wootf,Joyce o Faulkner, en inglés, y tal vez tlue los pintores ocuparon mientras seguía la guerra.
en la Nueva Novela francesa. "La disolución de lo pictórico en la pur:r Durante cinco años, Pollock pintará de prisa y corriendo aquellos
textrrra -escribe Greenberg-, en la sensación aparentemente pura, y laberintos de una gran diversidad, ajaracas negras sobre el blanco de
en una acumulación de repeticiones, parece responder y correspon- la tela, o madejas complejas de dilérentes colores. Toda la superficie
der a algo profundo en la sensibilidad contemporánea." La pintura está surcada. Los contrastes ya no se desarrollan a lo largo sino en es-
alL-ouer lgnora toda escala de valores, toda convención cultural, por pesor. Las proyecciones de colores se borran unas a otras. Unas man-
llamarla de esa manera -veremos que no siempre es el caso-; se rela- chas forman redes ligadas entre sí por hilos o, como en One (1950),
ciona así con Io que Dubuffet llamó el "arte en bruto", pero con una por una trama de blanco que aparece en la superficie v que tiene apa-
ideología naturalista a la americana, en la que lo que primayvale es [o riencia de moho. ¿Cuál es, a todo esto, el sentido de esos rneandrosi'
ar.¡téntico, lo inmediato, lo espontáneo, lo inspirado, lo impulsivo. .JHay un más allá del mero automatismo?
La üsión de un conjunto de telas de Pollock -el más bello y más
A partir de 1936, Pollock soporta rarias curas psicoanalíticasjunguia- completo se halla en la colección Peggy Guggenheim, en Venecia- da
nas para aliliar su alcoholismo, y sus dibujos sirvieron durante el tra- la sensación de sistematicidad organizada, de plan secreto, que pare-
tamiento. En 1942, probó con la poesía automática, en particular con ce dificil de conciliar con Ia técnica del automatismo y la tesis de la
Mr¡therwell. Los arabescos garabateados aparecen primero en sus di- creación inconsciente. Queda claro lo que logra esta pintur¿, compa-
bqjos automáticos, durante la guerra, o como fondo de telas todavía rable en ello solamente con la de Mondrian por su ambición, que su-
Iigurativas v muy violentas en su fragmentación y sus colores, marca- prime la distinción entre fondo y figura, ya que "la tela debe aparecer
das por Picasso y Miró. Pero la relación entre el fondo y la ligura que- -escribe Hubert Damish- como el sopolte de trazados sucesivos, cada
dó abolida hacia 1946, en sus primeros lienzos all-oaer, que repiten el uno de los cuales, en última instancia, ocuparía la totalidad del espa-
mismo gesto disolvente y que se presentan como inextricables redes cio disponible para el gesto". Pero ¡cómo dar el salto desde la inspira-
de comas que ocupan casi la totalidad de la tela, primero con pintura ción surrealista que el pintor reivindicó tan a menudo? Si el surrealis-
espesa y luego con líquida. Desde fines de 1946, el lienzo aparece bajo mo permitió que Pollock se despegara del realismo estadunidense o
enredos de pintura al esmalte, como para significar su carácter de del mexicano, aún faltaba -para que pudiera aplicar el automatismo
inacabado, y con él se plantea de modo eüdente, como en Kandinsk¡ en una gran superficie que él aceptó totalmente- que rechazara, o
el problema del tiempo, de la duración, de la velocidad. La pintura ignorara, aquello que ligaba el surrealismo con el simbolismo euro-
está en busca de una manera que en todo momento, en cada instante, peo, como r.imos, v c¡ue habría de conducir a muchos pintores hacia
teng¿ que ver con la totalidad de la tela, con toda su extensión, en lu- formas académicas. En realidad, el concepto clave del surrealismo es
gar de componerla, de [enarla brochazo tras brochazo. Es así como, el montaje, el valor surrealista por excelencia es la imagen resrrltado
en 19,17, Pollock sustituye el caballete por el suelo del cobertizo que del acercamiento arbitrario de dos realidades ale.jadas. Ahora bien,
le sirve de taller, y los pinceles y los pigmentos por un palo y colores el gran periodo de Pollock corresponde -iustame¡rte al rechazo de [a
líquidos, en particular esmalte. imagen y a la sustitución más exacta del proceso en el lugar del obje-
Pollock gira alrededor de la tela extendida en el piso, la ataca por to. Así, es Ia creación misma la que se ofrece a la lista en su inmediatez.
todos lados, como bailando: el pintor está en la pintura, sin interme- El pintor no la retrabaja; ella se identifica con el propio gesto que se
diario, como él mismo lo dirá, y aumentará sin cesar el tamaño de sus acaba de suspender También en este sentido, Pollock encarna bien un
lienzos para magnificar esa experiencia. Su gran formato elimina por límite de la modernidad europea, al rehusarse a disimular las conr.en-
fuerza la ilusión de profundidad así como el fastidio del marco. La ciones de Ia pintura que se hallan detrás del objeto pintado.
VV
go ¡i. cltlR DE l-os EN(iANAlx)s rr. CLUB Dr LOS ENTIANADOS {)r

Sin embargo, por una nueva astucia de la historia, el maximalis¡no <lirigía a la percepción, de ninguna manera a la irnaginación. Se la
del expresionismo abstracto se deduce de su origen norteamerican(). ¡rercibía ópticamente, pero también como r¡n ritmo, el del baile que
Porque es norteamericana, esta pintura lleva a su colmo todas las Pil. lir había producido, todo un cuerpo en movimiento. Cuando Pollock
radojas de Ia modernidad de manera aún más vívida que la tradici(ilt rnurió, prematuramente, e¡r 1956, tenía varios años de haber llegado
europea. El expresionismo abstracto es estadunidense por sn Pritg- al final de su pintura.
matismo, o incluso por su inc¡cencia -la del niño o del convalecientc, La obra de Pollock entre 1947 y 1951, con mayor claridad que la de
decía Baudelaire-, cuando expresa el trabajo sin rodeos, de mane¡a los otros miembros de la escuela de Nueva York, parece la más autén-
bruta o primitiva, e¡r vez de taparlo con un velo en el objeto termi tica e inmediata que haya existido jamás, conectada directamente a
nado. Lejos de retirarse del lienzo, el pintor se queda en é1. Pollock Ias pulsiones: la emoción, el gesto y el trazado coinciden. Todo el dra-
siempre habló de su relación íntima e intensa con la tela, al describir ma estribó en [a conquista de esa coincidencia efimera, el presente
su introducción corporal en su pintura como condición de su éxito: de nuevo en su calidad de puro presente. Esta pitrtura también es de
las más desconcertantes por Ia distribución uniforme de los trazados
Cuando estoy en mi pintura, no rne doy cue¡rta de lo que hago. Sólo verr sobre el lienzo y Ia ausencia de fbco de interés. Ahora bien, curiosa-
dónde estoy después dc un periodo de "pllesrr al tanto". No experimento te- mente, su sentido proüene de un lbrmalismo crítico extremo, que na-
¡nor dc introducir cambios, de destruir la imagen, etcétera: porque la pintura
rra toda la historia de la pintura moderna desde Manet como la de la
tiene vid¿ propia. Única¡nente cuando pierdo el co¡tacto cl rcsultado corrc
el riesgo rlc ser un desperdicio. Si no, la armonía es pura; los intercambios, r-educción progresiva de su profundidad ficticia, la de su purificación
cómodos, y la pintur¿ llega hien. hacia su esencia vital, identificada con el medio de expresión despro-
yisto de todas las convenciones ajenas. Paraclójicamente, el esponta-
En una bella película acerca de Pollock trabajando, que le debe- neísmo americano -el propio Pollock se identificaba con los dibujos
mos al lbtógrafo Hans Namuth, se aprecia cómo todo se desarrolla de los indígenas sobre la arena- aportó, con la escuela de Nueva York,
según la percepción, sin intervención de la imagen. Como el primer la fbrma aceptada, y exportada, del gran arte de los años cincuenta,
trazo ocupó el lienzo de manera arbitraria, a menos que lo haya sus la última etapa de una historia formal y de un relato idealista del arte
citado Ia forma de la tela. los trazos sucesivos reaccionan a un ritmo concebido como autónomo con respecto a la vida. Esta pintura, como
acelerado, en una coincidencia perfecta de Ia emoción, el gesto y el ocurre frecuentemente, fue tomada eD serio, a contrapelo de las in-
trazado. Esa película es una de las obras más bellas de Pollock, como tenciones que proclamaba, no por sus temas emotivos o sublimes, no
si el pintor solamente fuera el intermediario que hacía que la pintura por la efusión inmediata que pretendía hacer compartir, sino desde
Ilegara a la üda. un punto de üsta exclusivamente cultural, como el último avatar del
l,os últimos años de la vida de Pollc¡ck estuvieron marcados por el arte de élite que el mercado consagró, y cuyos precios de venta ya
desasosiego. Algunos elementos de figuración reaparecieron cn su eran muy elevados desde la década de los sesenta.
obra, surgiendo de entre las propias ajaracas; los trazados no se des-
plegaron solamente en función de la superficie por llenar sino que
sacaron provecho de imhgenes reconocibles en la superficie, en la red
negra y blanca. Yla definición del fbrmato ya no precedió sistemática- II
mente el comienzo del trazado. Rostros, siluetas humanas v animales
pueden así reconocerse en los lienzos de 1952. El zuzLr ya no es abso- Hoy en día, el arte pop parece estar más fechado, más anticuado que el
luto. La imagen quiebra el espacio uniforme de las telas del periodo expresionismo abstracto, pero Ia inversión de este último -arte espon-
1947-1951 y suscita, o permite, una lectura en términos más tradicio- táneo promovido como arte de élite- por aquél -ar-te conceptual pro-
nales, conformes esta vez con la estética surrealista, y en este sentido movido como arte de masas- parece una etapa esencial hacia la descali-
sería Ia marca del fracaso, puesto que hasta entonces esta pintura se ficación de lo nuevo en la sociedad de consumo. Los gr¿rndes hombres
92 FI I]I IIB I)¡] I oS I.'NI]ANAI)()\ I, I, (]LUB DE T-OS trN(;ANADOS !J
del arte pop son mu,v conocidos,.justa¡nerlte po,:quc sus oblas han si(Lr .r'r'pcrcibido, por c'jcnrplo cn la l-¡¿rncia de 1968, como una protcsta
reproducidas indusü-ialmente co¡ro g¿¿dg¿¡^§: Robert Rauschenberg, t t ( ()nt¡-a esA sociedad y no como l¡r manifestacii¡¡r parroxística de sus

lcbre por su r¡tilización de materi¿rles de desecho, Ro,v Lichtensteiu, k ves. Extr¿rñameute. se ha visto en el arte pop el esbozo de rrna dern<¡
reputado por sus transposiciones de tiras cómicas en gtrur lornral(), ( r atización del arte, con el pretexto de quc elevaba lrna lata de sopa

Jasper Johns, identificado por- sr¡s series de b¿rnderas est¡durlidenscs, r¡ trnir botellir de Coca-Colir. multiplicada i¡rñnitamente, al rirngo de
Aldy \A¡arhol, por Írltimo, el hombre orquesta. Tt¡das las opciones rk'l (,I)jeto de arte. El arte pop parecí¿l liberar de la religión y del tedio del
cxpr-esionismo abstracto, li-ente a la tradición, de la críticir y del mex rr- ;rlte que el expresionismo abstracto había prolongado; desbordaba
do, son clerruidas por el arte pop. Oomo típicas de la actitud del pop hir- rlcl mcdio confi¡rado de las galerías, de Ia crítica y cle los negociantes:
cia el arte, podemos detenernos en dt¡s de las prirner-:rs obr-as de Rarrs- r¡tilizaba colc¡rcs rivos, conectab¿r el arte y la vida, lo qr¡e siempre habí?r
chenber¡¡. En primer lu¡4ar, su óama, obra grandc compuesta por las sido el objetivo, nunca alcanzado, del arte moderno, y ¡ eencontraba,
sábanas, cl cobe¡tor y la almohada del artista, m¿rnchad¿rs sahajementc ¡¡eDeración tr¿ls generacióD, srr papel de ritual y de religión de élite.
c()n regLler()s cle pintula espesa. Verdadero punto de contact() entl-( [,¿r protesta contra la i¡rstitución artística que, por la \'ía del mercado,
la técnica del expresionismo abstr2rcto v l¿r sensibilidad hzrcia objetos siempre ha cooptado ¿l arte moderno, por muy contestirtario y sub-
encorrtrados, Izt Catna fie rcalizada por Ratrscllenllerfl cn 19i¡5, cu un¡ versivo que fuera, no tenía nada de inédito. Lo nuevo, en cambio, era
époc:r en la que, al r1o tencr par_ir c()mprarse un liellzo, Llna rnarian¡ el hecho de que el arte pop anticipara y explotara sL¡ lrlolria cooptación
arr-anc(i sr.l edredi»r, lo extendió en el suelo, terció su irLrohada para por los Drecanismos del ¡nercado. Para entender el arte pop, también
Iuegt> atacar el conjunto con pintura. Esa (,a»a, que el negociante Leo es ir)structivo compararlo con la empresa más radical ,v desacralizadora
Cirstelli olieció recicutenleute ¿ll Muscum <¡I l\{r¡dern A¡t, h¿r sido valu¿r del arte que hubiera tenido lusar a¡rteriormente: la del Duchamp de
da eutre 7 r' l0 ¡¡ill<¡nes dc dóLues. entregr.lerras.
Un¿r obra anterior de Rauschenberg, todirvía más literal en la destruc-
ción dcl arte, consistií¡, en 1953, en br¡¡Lar un dibujo de De Krxning y [,a obra de Duchamp, independientemente de cualquier.iuicio de va-
erl expouerlo bajo el título: lirased D¿ Kooning L)rauting, tlespués de lor, representa una de las reflexiones más profundas sobre el arte en el
haberlc¡ fi¡matlo: Robert R¿ruschcnbcr ¡¡. Estc lc habia pcdrdo a Dc siglo xx, en un mundo dominado por la técnica. Siempre láscinante,
Kooning un dibujo con el fi¡r de borrarlo. kr cual De Kooning acep- siempre de actualidad y corr la aureola de un mito que nullca muere,
tó. Riuschcnberg necesit¿) r¡n rnes de trabajo y cuarenta gomirs. A1 tiene fanáticos y enemisos. Nadie contribuló más que Duchamp para
po¡¡e¡ arttc los ojos del ptiblico uua hoja sucia y detcriorada, a lir quc vaciar de su misterio la crcirción v para quitarle al artista el aura del ge-
la iustituciór) concetlía cl estatr¡s dc arte, Rat¡schenberg provocitba al nio, heredada del romi¡nticismo v de la que seguían sieudo tribut¿rrios
espect¿ldor l lo obligaba a rcntrnciar a la cxperiencia t¡adicional de lir mayoría de los surre¿rlistas. El hizo del artista un artesa¡ro, pero ¡ro
Ia rcccpci<in cstética, que la tradicii» modcrna había respet¿rdo hast¿r a la nlanera de Morris y de Ruskin, quienes habían alabado a lines del
entonces. Fc¡r'zirba al espectirdor a aceptar la rlegación del ¿rrte, cs de- siglo xrx cl tr?rbdo ma¡rual a fiu de luchar contra la industrializ¿rción
cir str retlrrcció¡l ¡ la instittrcióu v al merc¡do: cs arte lo quc el ¿utist¿ acelerada de l¿¡ sociedad y de la cultura. A partir del moDle¡rto eu que
llama así r'quc las galcrías exponen. Despui's dcl cxpresionisrro ¡bs- yir no trabaja para un pirtróD o uu mecenas, el artista moderno, segrin
t¡-acto. últirna v profirnda ex¿rltaciirn del a¡tc ar¡tí¡n<>mo, el arte pop Duchamp, más bie¡r es un peqneño empr-esario. Producc objetos des-
desirlrolló otro aspccto del surre¿rlisuro, que L)ada v Ducharnp hirbirrr provistos de ftrnción o sin valor de uso, r- en el mercado en que los
ilrrstrado,-jugri cínicarnente cc¡¡¡ cl mercado, abolió la distinci(¡r¡ eutre colc¡ca la clernand¿r no a¡tecede a la oférta. Corresponde, entollces, al
cl i¡rtc dc élitc 1 cl arte de masirs: cl ¿u-te pop sac<i provecht> del finzrl artistir dccidir todo lo que lirbricirrá, v después se pronurlciarán los co-
del arte. lcccionistas decidie¡ldo comprilr o no. Al mirrgen de la reproducciirn
La piu-ado-jir política, simétrica de la del expresionismo allstracto, sociirl, e l irrtista que debe, a fir] de crrentas, /rodUcll demandir o valor'
es que ese arte, al dcpender dc Ia sociedad de cc¡nsum<¡. hava podidcr de iutercambio sin el r¡reno. valor de uso, se \arelve, para<lójicarlente,
9,r F'I, (:I IIE I)F f,oS F,NI;A\AI)I)S I I (lI Irl! l)h l.()S I,lN(;ANAI)()S 1)5

l¡ eucar»irci<in por cxcelcncia del capJtalis»ro, incluidas las c()llrir


dicciones de éste. La cordición dcl arte rnodern() provienc, enton( ( s,
rlel hecho de que el artista vir rro deperrdc dc urr patrón qr¡e le ()r(l(.r:r
oblas sino <¡ue él oficce lc¡ que producc cn r¡rl nercado anónirno. l,ll
r1r'lisla (le( i(le, prres, qui' pr-odtrcir pcro el mer-cado clecide si eso r.r
ar-te. (lonsidelan(lo el pnpel preer¡¡il)ente del r¡rerc¿do del arte, l)r¡-
champ, quien se hacía llalnar "anliilr'tist¿r" disolvió Ia opnsicióu cntlc
el arte y el lrcir.te. Cir¿nd() irler¡tifica al artista cou cl artcsano v ('l
2lrtes¿l1)o c()n el p.()ductor', intr'odujo lir rnát¡uirra y su poder dc rcplrr
duccii)n eD krs dr¡minios del ¿r¡le. Lir obra de Drrchirrnp es rrn¿ bue¡r¡
ilustracirin anticipad¿ del célebre ¿utículo de Renjarrriu: "L¡r c¡l¡r¿r <k.
arte en la era de sn reprodrrctibilidild técnicit."
f)esprrés de sus brillanfes irricios cubistirs y de las esc¿rsils gtaudcs
r¡I¡l¿ts dc lc¡s añr¡s 1912-1913, al buscar poner en r¡r¡vir¡riento el cubis-
ruo, corno cl D¿snulo bajtLndo unt ¿s¡ttl¿¡¿ <¡ lil tni'¡tsil.o de h tirgerL a kr
¡¡o¡,ir¿, Dt¡champ de jir de trabajar la unicidad v abirndt¡nó poco ir poc<r
la pinturir que , al reclamar el ejercicio de la mano, exigía irdemás trn
saber'-hacer y rr¡l c¡ficic¡, elude la evidcncia de la dt¡minacitin del mer-
ca(l() 5()bre el o[¡eto. f)trchuunp pront() cxpcrimcntir la pro'r,ocación.
lixprrso el Desnudo b«jando una es,ala'a en la exposición del Ar)¡¿or,f
.ll¿¿¡¿ dc Ntrcva Yc¡r'k, crr 19111, después de haber tenido que retira¡lo
del S¿rkjn de los Indeper)dier¡tes r¡u ario ¿ntcs, cll París: el licnzo, que
silvió para inicill-a Eslir,(los Llnidc¡s eu los ¡nótc¡dos dc la vanguar-
dia, c;rusó escán<lirlt¡ porquc rnostlaba conjuntos dc larlinillas pla-
nas disprrestars piu ale larnerrtc corno formas de smultiplicadas, como
una sucesi(in temporal y la representación estática de tur cuerpo en (ñ,t
movimiento, pero es pr-obable que el título, que hov parece bast¿utte
inofensivo, tarnbién haya mr¡lest¿¡dr¡. Ello prcliguró, dc hecho, la ten-
dencia de Duchamp h¿¡ci¿r rrn arte rnás conceptual ) trc¡l¡rirralista.
El mét<¡do del par:rlelisrlo elemental y de li¡ intersecciirrr lar¡ina-
da pronto sc agotir. Además, l¿r acele¡aciílr mode¡¡a de la velocidad
h¡cía insr¡liciente e insatisf)rcto¡ia sernejaDte represeDtaciórr fisica y
cstlrtica del novirrrier)to. [Jn títu]o corno Iü1 ^¡ rcina rodeados de des-
nttdos deprisa (1912) muestra que lzr aparienciir'del r¡rr¡r'inliento eri¡ Duch¡mp, ./ir.r/¿,. S\ d¡rc! la¡ris (;r11.¡ \'i lotr): Musc() dr ivloderlro, Nuc\ r Y(» l.
D¡rs poética que plástica. f,a maner-a mecá¡ric¿¡ setrdovisceral tomó el ^rte
relevo, crr cspecial ei l:l t¡ánsifo ¡? kl uirgen «. la ror.,la ( l9l2), cirsi cstá-
tico,v desprovisto de leferencia ¡e¿rlista. Oon 1il grnl uídio, <t Lo ntnt¿
desnudodo por sus solÍ?¡os, aú , "obr:r maest.a" realizad¿r eltrc l9l5 \
1923, e iuacab¿da, lucgo ct»r los rott>rrelieves, v s()bre t()do co¡r los
*a
r,I, CI,IIB DE LOS ENGANAIX)I I,II, (]I,IIR DE I,OS ¡]N(IANADOS 97
96
objetos manufacturados, modificados o no, firmados, cx
readJ-m.a.d,es, Harol<l Rosenberg llamaba al readry-madctn "anxious object", ttrt "oE
puestos y dotados de títulos, promovidos al rango de objetos de art(' jcto inquietante", porque no se sabe si es o no un verdadero objeto
sólo por la decisión arbitraria del artista, el arte cada vez más Pade(r' (lc arte. A partir de ahora, ¿qué hace al objeto de arte si no es nuestra
Ia competencia de la técnica: es la culminación lógica del colktge <n' :rctitud hacia él? El readymad,e es la primera ilustración de lo queJean
bista y luego surrealista que había r,rrelto estéticamente equivalentcs, (llair llama las "relaciones de incertidurrbre" que afectan al pensa-
pero en eI marco del cuadro, fragmentos mar]ufacturados, materialt'r r¡riento estético, como ocurrió con el pensamiento cientílico a partir
naturales y formas pintadas. tlc Heisenberg: "¿Podemos observar un hecho llamado 'artístico' fue-
Los read¡-madzs qlue Duchamp realizó a partir de 1912, objetos en- la de las condiciones de observación gte, a priori, noslos presentarán
contrados o ensamblajes de objetos encontrados, como la rueda dt' como tal?" Como la obra de Duchamp se expuso en las galerías y los
bicicleta fijada en un taburete, de 1913, ponen en duda todas las n(r rnuseos, el mercado del arte, a pesar de todas las precauciones del
ciones que tradicionalmente estaban ligadas a la obra de arte; creativi- ''arrti-artista", acabó cooptando srrs ready mades. L,a crítica, incluso, se
dad, originatidad, belleza, autonomía. El rea.dy-tnadz es, eidentemente, puso inmediatamente a e¡rcontrarles cualidades estéticas, por ejem-
iconoclasta, mucho más en su época. Al descontextualizar el objeto y plo una belleza escultórica al moümiento de la rueda de bicicleta
al darle un título llela al colmo el nominalismo pictórico, es decir la cusamblada en el taburete; asimismo, la superficie blanca y pulida
sustitución de lo lingüístico en lugar de lo plástico en el a¡te, o del tlel urinario ha sido comparada con una escultura de Brancr¡si o de
discurso sobre el arte en vez del objeto de arte, siempre silencioso en Moore.
su revuelta, y por ello siempre cooptable. Duchamp insistía, Por otra ¿Acaso el readl-made no se sitúa también en las antípodas del arte,
parte, en la indiferencia que presidía su elección del objeto. Escribió en pero dejando intacto el valor de las obras del pasado? Sin duda po-
La caia blanco; "la exigencia del objeto hacia el creador-escogedor no se demos ver también en la actitud de Duchamp una nostalgia del gran
basa en la at¡acción, ejercida sobre éste en función de sus gustos, sino arte, o en todo caso una ambivalencia fiente al maquinismo y a la
en la indiferencia, la neutralidad, es decir un ausentismo estético total, "era de la reproductibilidad técnica". No fue de buen grado como
una absoluta 'anestesia"'. La rueda de bicicleta estaba presente desde Duchamp llevó hasta el límite una lógica que, desde comienzos del
hacía mucho tiempo en el taller de Duchamp, pero su montaje en el siglo xrx, privó a la pintura de sus lunciones culturales -religiosa, his-
taburete fue circunstancial. Los rmdy-mades deben permanecer decidi- tórica, filosófica- para restringirla a la experiencia visual o formal del
damente "anartísticos", y su número debe ser limitado a fin de eütar medio de expresión, con el mercado co¡no única sanción. DuchamP
que den lugar a una estética. Así fueron el porta-botellas de 1914 o la se adelanta al desastre. Como la copia y la repetición están relacio-
pala para nieve de 1915 -Adclante cpn el brazo rotr, o el porta-sombreros nadas a partir de ese momento con el terreno de la técnica, mejor
de 1917, pero un ready-made como la F?r¿?¿r¿ expuesta en Nuela York en proveedor del mercado que el artista, al artista le queda evitar la mul-
1917: un urinario colocado, simple o agresiramente, horizontal sobre tiplicación y buscar incansable y melancólicaurente lo nuevo. Es por
su lado vertical, y firmado por R. Mutt, disociado así de su función, ello por lo que Duchamp se cuidó de hacer valer sus innovaciones. El
sigue siendo uno de los mejores ejemplos del noarte o del anti-arte de gesto de la negación del arte no puede repctirse, o sí pero su fu¡rción
Duchamp. [,a integración del arte y del no-arte aquí es total, y no hay crítica queda abolida en la afirmación de otros objetos y otros valores
por qué pensar que habría podido ser más completa con el arte poP. estéticos: es Io que hará el pop, sacando provecho de Ia lección de
Simplemente se multiplicó y explotó comercialmente, mientras que Duchamp e¡r el sentido de la cantidad, es decir contra Duchamp. Él
Duchamp había observado escrupulosamente un principio de rareza, mismo sustituyó como patrón al mercado y a los patrones en una sub-
El reatll-madl elimina lo bello como criterio estético, y al mismo tiempo versión que no dio ni pidió cuartel. Pero si iucluso el mundo del arte
Duchamp sostiene que el arte sólo es rza d1-made, es decir ensamblaje de se r-eapropió de Duchamp, su obra, producida esencialmente entre
productos manufacturados, a partir de los cuales el a¡tista-iuguetea, por las dos guerras, continúa planteando de manera ejemplar el proble-
ejemplo, con tubos de pintura y una tela. ma de la supervivencia del arte en la sociedad moderna! y car¡sando
l)ft EL CLUB DE Los ENGAñAr)os I.]L CLUB DE LOS ENGAÑADOS 99

querían mantener una continuidad éste en relación


problemas a aquellos que c()ll ¡rosición ambigua, a [a vez negadora y nostálgica, de
e[ arte del pasado. ( on el gran arte.

¿Cómo pronunciarse acerca del valor de la obra de Duchamp, ca. En 1919, Duchamp había garabateado un bigote y una perilla en
lificada a menudo de broma o de mistificación desde el D¿s¡¿¡¡do de rrna reproducción fotográfica de l,tt Ciocorula, e intituló así ese reody
1912 hasta la obra póstuma: Dad,os: l. b cascad,a 2. el gas del alumbratht »mde rec¡iñcado'. I-.H.O.O.Q acrónímo cup Pronunciación confirma
públicd ¿'fodaúa es arte? Esta obra quiere confrontarnos, precisamen. la intención humorística e iconoclasta de la rectificación.* Duchamp
te, con lo arbitrario y lo absurdo de cualquier problemática del lal<¡r azoraba al burgués pero, ambiguo siempre, se mofaba menos de la
en el arte. A quienes reprochan a Duchamp el que haya provocado propia pintura y del arte mismo que de ta religión moderna del arte
una crisis en el arte y que lo haya conducido a su 6nal, debemos ha- embtematizado por la reproducción al alcance de todos los bolsillos
cerles ver que parece más Lrien que él fue sensible a una crisis ya exis de la obra maestra del Loulre. Duchamp la emprendía menos contra
tente. Además, diñcilmente se le puede reprochar, a la vez, ser un la tradición que contra la mlgarización y su deterioro en el Ái¿s¿á Pero
bromista y haber destruido el arte. Ello significaría admitir que no se la ambivalencia del propio arte --o de [a burguesía que permite que
requería mucho para liquidarlo. se burlen de ella ha§ta un cierto punto- hace que el arte §ea capaz de
asimilar, de cooptar 1 con ello desacti\ar- cualquier provocación en
E[ proyecto del arte pop puede compararse con el de Duchamp en su contra. Ésa es sin duda una de las razones del retiro de Duchamp
algunos puntos precisos. A principios de los años sesenta, en 1962 y después de 1923, ya que sus obras, que deberían haber demolido el
1963, Andy Warhol produjo una serie de retratos de Marilyn Monroe, arte burgués, se integraban a él e incrementaban la enajenación del
y luego de reproducciones de l,¿ Giocondabajo el transparente título: público v la incomprensión del arte. Para aquel que se acuerda de la
"Thirl! are futter than onl', es decír'. 'Treinta son mejor que una". Esas visita oficiat d.e I-a Gioarula tWashington, en 1963, de aquella gran
obras, multiplicadas en forma de carteles, se extendieron rápidamen- misa del arte celebrada por Malraux ante lo§ Kennedy, una nue!?
te por todas las ciudades universitarias del mundo libre. Con la técnica desacralización estaba en el orden del día. Pero la crítica de Warhol
de la serigrafia o de la pantalla de seda, Warhol reprodujo treinta ve- se volüó autocelebración. Ciertamente hay algo en común entre Du-
ces, acomodada en un rectángulo de seis por cinco, la misma imagen: champ y Warhol, por lo menos La Oioconda, pero si Duchamp, tal vez
no cualquiera sino la más célebre posible, y no la propia imagen sino el úlúmo en sufrir la pasión de lo nuevo, osciló entre el gusto por el
una fotografia. No acabaríamos de enumerar los grados de separa- gran arte y la crítica rabiosa a la cultura, siguiendo un desgarramien-
ción que hay entre el póster de las habitaciones de los adolescentes y to propio de ta vanguardia y que lo condujo al silencio, Warhol' por
el cuadro del Loulre. El arte se melve reproducción de una reproduc- su parte, q.,ien provenía de la publicidad, como varios oüos artistas
ción, en este caso de una fotografia en blanco y negro de la est¡ella de pop, osciló entre la crítica y el mercado, como quien abreva en dos
Holl¡,vood o del más célebre cuadro del [,ouwe, y quizá del mundo. pesebres, y esa ubicuidad lo condu-io a las antípodas del silencio, es
La obra de arte es la repetición simple e ilimitada de una imagen que decir al comadreo, a la repetición, a la difusión masiva de simulacros
pertenece a los medios, y el artista renuncia a cualquier singularidad que habían perdido toda ürtud crítica. La dilerencia es, una vez más'
para sumergirse en el anonimato de la producción de masas. lAcaso la de la vanguardia, siempre tigada a la tradición por el conflicto que
§e trata de una crítica de la cultura o, por el contrario, de la pura y la opone a ella, y la del kitsch. Pero vanguardia y áiúscá, como suele
simple explotación del mercado del arte? Concebimos co¡r facilidad ocurrirle a los extremos, a veces sejttntatt.
la respuesta al recordar que Warhol, cuando hizo proliferar I-a Giocon- Llegado el momento, Duchamp le respondió a Warhol' En 1965.
da, no sólojugaba con la pintura por excelencia y el símbolo perfecto tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno de Nuera York, meca de
del gusto burgués desde que la sociedad del ocio había extendido la la promoción del modernismo desde 1945, la gran retrospectiva I)u-
moda del turismo y el amor a los museos, sino que tomaba también * l¡s siglas L.H.O.O Q, err francés se Prortrrncian Elb a thawl att 'Elh
''¡/: 'n.ne
el relevo de los read,y-manlcs d.e Duchamp y aventajaba, al desviarla, la calic¡te cl crrlo". fr 'l

I
loo EL CLUB DE LOS ENGANAI)(}¡ I]I, CLUB DE LOS ENGANADOS IOI

champ, la cual, irónicamente, 1() consagró a é1, raro iconoclasta, c()llr, ( stá desnuda de toda individualidad, es puramcntc supcrficial. Es una
uno de los maestros del siglo xx y como el faro más perspicaz dc lir rráscara con nada detrás: "I am uhat I seem -d,ecia-. There's nothing
posguerra. La tarjeta de invitación, dibujada por Duchamp, era urrir b?hind it", "Soy [o que parezco. No hay nada detrás". Podemos supo-
simple reproducci6n de La Giocond,a, respetando ahora su fisonorrri¡r, rrer que para el mercado tampoco hay nada detrás del arte. De ahí la
en el anverso de un naipe, con esta inscripciót Afeitatla L.H,O,O,(I ( xtraordinaria simbiosis de Warhol y el mercado. Toda la creatividad

Después de haber sido ridiculizada por Duchamp en 1919, y multi. rlel arústa se dirigió a cultivar su propia imagen, hasta el colmo al que
plicada por Warhol en 1963, La Girnond,a reencontraba su gloria: tk. llegó en 1966, cuando publicó una publicidad que anunciaba que es-
alguna manera había sido vengada. Para el observador de los hech(,s tamparía su firma en todo aquello que le pusieran enfrente, incluidos
de la historia, era contra Warhol y contra el público que aceptab¡t los billetes de banco.
el marheting d.e la negatiüdad contra quienes reaccionaba Duchanrp: Éste es el resultado de más de un siglo de tradición moderna: el
reaccionaba contra la repetición de la provocación, porque ésta con- irrte ya no es más que una mercancía. Se disolüó la oposición entre el
tradice su eficacia y hace de ella un estereotipo, al tiempo que subrayit artista y el público, la cultura de élite y la cultura de masas. Mientras
cuán prrra es la verdadera crítica. que la pintura norteamericana de la posguerra se había quedado mar-
cada profundamente por la tradición europea (cualquier respeto por
Así, la comparación del arte pop con el purismo negativo y crítito el gran arte ya no venía a cuento), el arte contemporáneo ya no tenía
de Duchamp muestra cómo la comercialización a gran escala de lu como adversaria a la tradición sino a los medios como aliados. Del
crítica, ese componente inseparable de la modernidad a partir d(. dandi de Baudelaire, encarnación del héroe moderno, ya no quedan
Baudelaire, anuncia el fin de la modernidad. A partir del arte pop más que los harapos en el uniforme de cuero negro de Warhol. ¿Y
se puede hablar de tradición moderna, porque ésta tiende, a partir dónde quedó la melancolía? El arte, totalmente desprovisto de tras-
de entonces, hacia su final. La desacralización del arte desemboca cendencia, se reduce a una especulación.
curiosamente en la fetichización del artista, ya que él representa, en La historia, siempre irónica, quiso que la tradición moderna culmi-
su propia persona, en su cuerpo, todo aquello que queda como cri- nara en el pop, en el que la interpretación literal de todos los criterios
terio del arte después del triunfo del ready-madc. La obra depende de la modernidad conduce a un escepticismo radical respecto a la
de su firma, lo que hace del artista el lugar del arte. Un cuadro es modernidad y al arte. Lejos de representar la revolución cultural en la
una imagen, cualquiera, que lleva una frrma. Ésta es el equivalente que pudieron creer, sobre todo en Europa, las generaciones de 1968,
de una marca de fábrica para los objetos manufacturados: Warhol o eI arte pop reveló la naturaleza elitista y esotérica de la tradición mo-
Colgate, en la indistinción de aquello que esrá bajo una etiqueta. Y derna y desnudó la dependencia de todo arte en relación con el mer-
el renombre de una firma se adquiere por medio de [a promoción cado. Después del pop, se podría hablar todavía del arte minimalista,
prrblicitaria del artista, por medio del markaing de una imagen. La conceptual, hiperrealista, del ,Bod1Arr, etcétera, pero todo eso parece
obra de Warhol, sus latas de sopa Campbell o sus reúatos múltiples anecdótico si lo comparamos con la moda posmoderna.
de estrellas mediáticas, repetidas indefinidamente, en cierto sentido
es más vacía que el cuasi-silencio de Duchamp después de 1923; toma
al pie de la letra el mensaje de Duchamp, lo interpreta estrictamente,
en los términos del mercado del arte. Gracias a la serigrafia, la oferta III
puede responder siempre a la demanda que va creando. El expresio-
nismo abstracto había dado lugar a una última forma de arte de élire, Mientras que la tradición moderna se mudaba al otro lado det Atlánti-
pero la sociedad de los años sesenta reclamaba un arte de consumo co después de la segunda guerra mundial, hasta su desenlace o su re-
más rápido. Pollock y los artistas de su generación habían pretendido tractación en el pop, ¿qué se producía en Francia? Fue con la pintura,
ser los pintores de [a subjetiridad. La imagen mediática de Warhol y no con la literatura, con la que 1o moderno desembarcó en América,
IO2 EL CLUB DE LOS ENGANADOS EL CLUB DE LOS ENGANADOS l(,..1

mientras que la pintura francesa se renovaba con la preguerra o se su- nera inmisericorde la propia idea de lo nuevo. Para Robbe4rillet,
bía al tren de la pintura norteamericana en los años cincuenta: se ha lo nuevo seguía estando sin duda demasiado marcado por su asocia-
comparado a Dubuffet con De Kooning, Nicolas de Staél con Rothko, ción con el dadaísmo y el surrealismo, y Robbe-Grillet no tiene nada
etcétera. En czrmbio, el moümiento de la literatura francesa -con lo de iconoclasta ni de anarquista, como su autobiografia lo demostró
que se llamó la Nuera Novela desde mediados de los cincuenta, tras después. En un artículo titulado: "Sobre algunas nociones caducas",
la publicación de Las gomas y El mirón de Alain Robbe-Grillet- puede en 1957, rechazaba la etiqueta de vanguardia que "a pesar de su apa-
aproximarse al aplanamiento de la pintura por parte del expresio riencia de imparcialidad, muy a menudo sirve para desembarazarse
nismo abstracto o a la nivelación de la música del dodecafonismo, a {omo en un encogimiento de hombros- de cualquier obra que corra
causa cle su comÍrn reducción de los valores. Para eütar los paralelis el riesgo de causar remordirnientos a la literatura de gran consumo".
mos apresurados y las generalizaciones triviales, hablemos solamente Robbe-Grillet señala con justeza, en una entrevista de 1988, que la
de analogía en la búsqueda de la equivalencia y de Ia uniformización. mala recepción inicial de la Nueva Novela se debió a críticos que "co-
La literatura francesa simplemente recuperaba el retraso que había nocían mal la literatura del siglo xx, Joyce, Kafka o Faulkner, por
acumulado antes de la guerra, a causa del surrealismo, del artesana- ejemplo. Ni siquiera habían leído, o habían leído muy mal, a Proust".
do del estilo a la manera de la N'Á./I,x y luego, tras la I-iberación de Ataviado con el calificativo de "nueva". la Nueva Novela no reiündi-
1945, con la literatura comprometida, en relación con la modernidad caba, por lo tanto, una ruptura ¡ sobre todo, rechazaba el heroísmo
internacional, la deJoyce y Woolf, de Musil y de Kafka, de Faulkner, maldito de las vanguardias.
que aún no habían sido muy leídos en Francia. Sartre, marcado por Barthes, cuyo El grado uro de la escitura ya habia definido e[ movi-
la fenomenología, la había colado en el contenido de La náusea, pero miento literario del siglo xx como una purificación,jugó para Robbe-
este texto guardaba la forma convencional de una novela naturalista Grillet y la Nueva Novela un papel cercano al de Greenberg para Po-
y concluía con una escena caricaturesca de la redención de la üda llock y el expresionismo abstracto. Les dio una legitimidad al hablar
por medio del arte. Céline, creador de una escritura nueva en Viaje al de la literatura del objeto, opuesta a la literatura del sujeto, pero la
fondo d,e la noche, donde la lengua habtada invadió toda la narración, ambivalencia de esta literatura en nuestros días es más sorprendente,
dificilmente podía representar la modernidad, pues se hallaba exilia- ya que su "cosismo" también lüe un "mentalismo". La apelación de
do por haber colaborado con los nazis. En cuanto a Queneau, que en "expresionismo abstracto" recubría el mismo equívoco. Robbe-Grillet
su primera r:oyela El p{tsto, él había llegado a una f'orma nueva aun- dice ahora que la Nueva Novela füe después hasta el "textualismo"
que encerraba la literatura enjuegos de palabras.*+ Quedaba Camus, que, por su parte, puso en duda la psicología del sujeto, que habían
crryo El extranjero fie una obra a Ia medida de la tradición moderna dejado intacta tanto [a Nueva Novela en sus prirneras producciones
internacional. Ésa es la lista de escritores mencionada por Roland como, antes de ella, la novela modernista: Uüses de Joyce multiplica
Barthes en EL grado cero de la escritura, en 1953, y que representaban lc¡s niveles de conciencia sin abolir la problemática de la conciencia.
más bien el 6nal de la preguerra. Del cosismo, o del mentalismo, al textualismo, la Nueva Novela siguió
Robbe-Grillet rechazó de entrada la noción de ranguardia, cula tra- la trayectoria de las ciencias humanas, destructoras de la consistencia
dición moderna se había sostenido desde hacía casi cien años. Reunió subjetiva, con Lacan, Foucault y Derrida. En su propia ambir.alencia,
sus intervenciones críticas en 1963, bajo un título programático: É1acia en su juego incierto con la subjetividad, la Nueva Novela presenta
una nueau noteltt, pero a pesar de esa consigna, el lib¡o critica de ¡na- tambiér'r un equivalente histórico bastante bue¡ro de la pintura esta-
dunidense.
+ Nou eut Itfl1t? I'ian«isp, revista literaria fuDdada en 1908 por turdré Gide, entre En cambio, en los años sesenta, sostenido por una poderosa retó-
otros escritores, que tuvo una Srar irfluencia irtelectuat eD l'rancja, ell cspecial rlurart- rica revolucionaria, apareció un coniunto de escritores que a fin de
te las prnneras seis décadas dei siglo pasado.
** Prueba de ello es qr¡c .sa novela. ¡ll y'«.rro (o LrL hirl)i), podria ritularse también cuentas se acomodaron bien en un espacio literario dominado por
l:l n?olh. lr .) e[ mercado y los medios. Philippe Sollers, que abandonó la Nueva
r04 EL CLUB DE LOS EN(;ANADOS

Novela con El Parqu¿ y pasó del maoísmo de Tel Quel a las novela: 5. SIN AIIENTO: POSMODERNISMO YPALINODIA
exitosas, representa analógicamente -pero, también a este respecto,
no hago sino sugerir la comparación- el mismo juego insolente con
el mercado como el de Warhol, en la identificación del libro con el
escrito¡ y del escritor con la imagen pública. El trayecto crítico me
derno, simbolizado por la querella de Proust cont¡a Saint-Beuve, hay
que recomenzarlo. La paradoja, que sigue siendo la misma que la del
En suma, al ídolo del progreso le respondió el ídolo
arte pop, estriba en el hecho de que hala podido considerarse duran-
de la maldición del progreso: lo que dio lugar
te un tiempo que esa literatura formaba parte de una contracultura
subversiva frente a la cultura burguesa. Veinte años después, cierto reur. ver.Érv, "o..tu.u.ia. rorr.Xlffi ::r:::iffé
es, el maoísmo francés deja la impresión de haber sido una excelente
escuela de cuadros para los hombres que se encontraron en el poder [,o posmoderno, nuevo tópico de los años ochenta, invadió las Bellas
en la década de los ochenta. Artes -si todavía se puede hablar así-, la literatura, las artes plásticas,
El adjetivo "nuevo" conservó algún valor en la Francia de los 'Trein- quizá la música, pero en primer término la arquitectr¡ra, y también
ta Gloriosos",* dado que la Nueva Ola, la Nuela Crítica, la Nuela Co. la filosofia, etcétera, fatigadas de las ranguardias y de sus aporías, de_
cina, la Nueva Filosofia, e incluso las Ciudades nuevas han significado cepcionadas por la tradición de la ruptura cada vez más integrada
el mismo nÍrmero de eslóganes afortunados. Esta extensión universal al fetichismo de la mercancía en la sociedad de consumo. Desáe los
de la caliñcación es un claro signo de su devaluación, inseparable de sesenta, el arte, como acabamos de ve¡ cada vez con mayor dificultad
la mediatización de la cultura y de la dominación del arte por parte se d-istingue de la publicidad y del marhering. Lo posmoáerno incluye
del mercado. Sin embargo, para no terminar con la triste conclusión sin lugar a dudas una reacción contra lo moderno, que se ha ruelto
de que los medios lograron lo que la tradición moderna no pudo, o un chivo expiatorio. Pero la propia formación del término _al igual
no quiso hacer realmente -a saber, raciar el arte de cualquier elemen- que en los casos de posmodernismo y posmodernidad- plantea una
to sagrado y de cualquier religión-, insistamos mejor en las ventajas dificultad lógica inmediata. Si lo moderno es lo actual y io presente,
que esta situación pudo haber procreado, por sus repercusiones, en ¿qué puede significar el prefijo 1os? ¿Acaso no es contradictorio? ¿eué
la separación del arte y de la cultura. ¿Acaso no es la enfermedad del seria ese después d.e la modernidad que el prefijo designa, si la moder_
arte moderno, su maldición, el no haber planteado siempre las pre- nidad es la innor,ación incesante, el moümiento mismo del tiempo?
Buntas estéticas en términos culturales? De ahí proviene, igualmente, ;Cómo puede hablarse de un tiempo después del tiempo? ¿Cómoun
la tentación de un formalismo exclusivo. Pero, ¿qué es el arte fuera de presente puede negar su calidad de presente? Responderemos de ma-
la cultura? ¿O fuera deI evolucionismo formalista? Citaré dos nombres nera proüsional que lo posmoderno es antes que nada una consigna
a manera de respuesta: Dubuffet en pintrrra y Beckett en literatura. polémica, que contradice la ideología de la modernidad o de la mo-
dernidad como ideología: es menos la modernidad de Baudelaire,
con su ambigüedad y su desgarramiento, que las de las vanguardias
históricas del siglo xx. De esto se infiere que si la modernidaJes com-
pteja y paradójica, la posmodernidad lo es en la misma medida.
He aquí una definición del posmodernismo en una entrada recien_
te de un diccionario estadunidense:
* Periodo de úetuta años, entre 1945 y 1974, caracterizado por un gran crecimiento
económico que marc(i la entrada (tardía, e¡r relación con Eslados Unidos) dc Fr¿ncia,
Un movimiento o estilo caracterizado por la renuncia al modernismo del
v d€ Europa occidental en general, en la sociedad de c¡¡nsumo.
siglo xx, o por su rechazo (incluidos el arte moderno y abstracto, la litera_

lr osl
r06 SIN ALTENTO: POSMODERNISMO Y PALINODTA
v SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA IO7
tura de vanguardia, la arquitectura funcional, etcétera), y represent¿do tí. prácticas artísticas llamadas posmodernas y de las teorías franccsas
picamente por obras que incorporan una variedad de estilos y de técnicas llamadas "postestructuralistas": Lacan, Barthes, Derrida. Y en los
históricas y clásicas.
ochenta, el concepto se extendió mucho más altá de la designación
de un estilo nuevo; se convirtió en un verdadero cajón de sastre, Se-
E¡r un sentido muy diferente, el historiador A¡nold Toynbee había gún Júrgen Habermas, severo crítico de lo posmoderno y abogado
introducido el epíte¡o de posmoderno, desde principios de los cincuen- consecuente del modernismo, la consigna de posmodernidad, como
ta, casi como sinónimo de decadente, anárquico e irracional, para refutación de la razón moderna a partir det Siglo de las Luces, se
designar la última fase de los Tiempos modernos y de la historia de identifica con un neoconservadurismo político y social. ¿Cómo hacer
Occidente, la declinación europea que comenzó en las últimas tres coincidir, no obstante, este sentido con el empleo de la palabra que
décadas del siglo xrx y que fue conñrmada por las dos guerras mun- apareció, por ejemplo, en arquitectura, para designar una reacción
diates. El adjetivo regresó en los sesenta, también con un sentido pe- contra el funcionalismo?
yoratiyo, entre los críticos norteamericanos -<omo Irving Howe, en Existe una paradoja flagrante de lo posmoderno, que pretende
una serie de artículos reunidos más tarde baio este elocuente título: acabar con lo moderno y que, al romper con é1, reproduce la ope-
T'he Decline ofthe Nau- que se erigieron en defensores del modernismo ración moderna por excelencia: la ruptura. Gianni Vattimo describe
contra un nuevo antiintelectualismo fávorecido por la sociedad posin- bien esta paradoja:
dustrial, dominada por los medios y caracterizada por el final de las
ideologías. En este sentido, sociológico antes de volr.erse estético, el En efecto, afirmar que nosotros ¡los situamos en un momelto posterior a la
posmodernismo es la ideología, o Ia no-ideología, de la sociedad de ¡nodernidad, I conferirle a ese hecho un significado de alguna manera decisi-
consumo. vo, presupone la aceptación de aquello que caracteriza de ¡nanera nrás espc-
cíñca el propio punto de vista de la modernidad, a saber: la idea de historia )
Ydespués, en los setenta, también en Estados Unidos, se retomó el
sus corolarios: las nociones rle progreso y dc superación.
término, esta vez con un sentido optimista y polémico, en particular
en el libro de Ihab Hassan, 'l'he Dism¿¡nberment oJ Apheus: 'lbwards a
Lo posmoderno, como encarna una contradicción de términos,
Postmodan l-iterdture (1971). Orfeo, el héroe mismo de la literatura
¿es el último avatar de la modernidad? ¿O representa un verdadero
nroderna, el que Blanchot cita siempre, está desgarrado por segunda
cambio, la salida de lo moderno? ¡No es más que una n<>r,cdad en
vez. Hassan pone el moümiento de la literatura en relación con un fe-
relación con lo moderno y, como tal, atrapado en Ia lógica de la in-
nómeno social, una mutación capital del humanismo occidental, que
novación? ¿O acaso tiene éxito en la "disolución de la categoría de
él no duda en llamar cambio <le e\isteme o de "formación discursiva"
lo nuevo"? ¿Pone ñn a los dogmas del progreso y del clesarrollo? Es
en el sentido de Michel Foucault. Una vez adquirida esa legitimidad
mucho pedir, y lo posmoderno suscita tanto escepticismo cn Francia
filosófica, el posmodernismo pront<.r se generalizó para designar todo
porque no lo hemos inventado nosotros, mientras qrre nos hacemos
el paisaje estético e intelectual contemporáneo, marcado por inne-
pasar como los padres de la modernidad y de la vanguardia, así como
gables transformaciones. Ahora bien, sigue siendo dificil decidir si
de los derechos humanos. Después de regresar a la arqtritecttrra, en la
el posmodernismo corresponde a un auténtico cambio de ePisl"¡n¿, o
que el sentido de posmoderno encuentra un cierto acuerdo, y luego
de "paradigma" en el sentido de Thomas Kuhn, y si ha dado lugar a
de haber evocado el uso literario y plástico de la noción, abordaré el
formas originales o si sólo se limitó a reciclar procedimientos antiguos
asunto sociológico y filosófico del "paradigma" posmoderno.
en un contexto diferente. ¿Hay continuidad o ruptura con el moder-
nismt¡? Yen ese caso, ¿es positivo o r¡egativo?
Hacia fines de l<¡s años setenta, el término emigró a Europa, en
especial a la obra de Jean-Frangois Lyotard, La cond,ición posmod,erna.
Al mismc¡ tiempo se postulaba, en Estados Unidos, la afinidad de las
r()8 SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA STN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA IO9
I tradición y la sacralización de lo nueyo. Contra el dogma d.e la nhtla.
rasa y de la renovación incesante, contra la búsqueda de la unidad
En francés, el térmlno fiosmodernismo se reserva muy a menudo a un es- y de la identidad, la arquitectura posmoderna privilegia un método
tilo arquitectónico: ése es el significado al que se atiene el diccionarir¡ suave y sin pretensiones.
Petit l-arousse. E¡ inglés, si bien el término es de aplicación general, se Otra crítica que se hace al moümiento moderno: no supo, a lo
puso de moda, efectivamente, a partir de la arquitectura, y en apirrien- largo de sus ochenta años de existencia, constituir una historia; se
cia es en ese terreno en el que tiene un sentido más preciso. Designa resume a algunos grandes nombres que graütan alrededor de la mis-
una corriente contemporánea no sólo estadunidense sino también ma trinidad que se cita constantemente: Le Corbusie¡ Mies van der
europea yjaponesa -indudablemente menos extendida en Francia-, Rohe y Frank Lloyd Wright. La utopía modernista comienza después
que se opone a la arquitectura llamada moderna. La arquitectura de la primera guerra mundial y de Ia Revolución rusa: se impuso con
posmoderna quiere romper con el estilo funcional internacional; rei- el sueño de una reconstrucción de Europa sobre nuer,as bases, a fin
vindica el derecho al eclecticismo, al localismo y a la reminiscencia; de integrar el urbanismo y la arquitectura en un proyecto de transfor-
proclama un sincretismo tolerante en contra del purismo geoméui- mación social. El modernismo arquitectónico descansa en su origcrr
co. La arquitectura moderna, caracterizada por el racionalismo desde sobre un ideal ilustrado: un diseño racional estará acorde con una
principios del siglo xx, porque acordaba primacía a las funciones fue sociedad racional, basada en el mito de 1a modernización y el rechazo
acusada de romper con la vida de las formas. Según el adagio moder- al pasado; se imagina al maquinismo como el sitio del florecimiento
nista: "Form follows ¡unction", "La forma sigue a la lünción", el punto v de Ia felicidad, como en la casa-máquina de Le Corbusier pero el
de partida de la aproximación racional es, según sus detractores, un fiasco del modernismo pronto se hizo eüdente, desde el exilio hacia
cubo ideal, inhumano e inhabitable, en vez de una cabaña o una cho- Estados Unidos del Bauhaus: la técnica había dado a luz al totalitaris-
z¿ bien real. mo. Después de 1945, la arquitectura moderna ya no tuvo proyecto de
El movimiento que hoy se califica como posmoderno en arquitec- sociedad y se puso al servicio del poder; estandarizada, quedó despro-
tura tiene por principio, entonces, la denuncia de un callejón sin sa- vista de aquella ürtud negativa v crítica indispensable al movimiento
lida del modernismo, que habría comenzado con el Bauhaus, que rnoderno. Lo único que le quedó de moderno fue la den<¡minación,
Gropius fündó en 1919, donde enseñaron Ibndinsky y Mies van der y se volvió sinónimo de enajenación y de deshumanización, tanto por
Rohe, se habría disuelto en 1933 y que finalmente se impondría con las torres como por los barrotes y las ciudades dormitorio. El trabajo
el Congreso Internacional de A¡quitectura Moderna de 1928. El títu- en las cadenas de montaje conoció un destino idéntico: aclamado en
lo de una obra de Peter Blake publicada en t97'1, y que representó un Ios años veinte como una Iiberación, sería vilipendiado treinta años
hito en la oposición al modernismo, estriba en un juego de palabras después, tanto en Rusia como en Estados Unidos.
elocuente acerca del eslogan funcionalista'. "Form Follows l'iasco", "La La premisa del posmodernismo social, a la que la arquitectura es
forma sigue al ñasco". Dicho de otra manera, la aproximación funcio tan sensible por estar enlazada de manera inmediata con la técnica y
nal a menudo suele dar Iugar a fracasos, y el edificio mejor adaptado Ia reproducción social, se basa en la constatación de la ausencia de
a determinada función es de preferencia un edificio al que se ha des- emancipación que resulta de la modernización; ¡ por el contrario,
viado de la función para la que fue concebido: la mejor sala de con- ya sea en Estados Unidos, en Rusia o en Europa, dicha premisa tiene
ciertos es un garaje üeio, el mejor rnuseo (s u¡a antigua estación o un su fr¡ndamento en el descubrimiento de la enajenación creciente del
matadero abandonado. Nr¡merosos desvíos de fünciones han llegado ser humano en la ciudad contemporánea y en la sociedad del tiempcr
a buen puerto, en efecto, mientras que una larga serie de desaciertos Iibre. EI ídolo de la razón, en cuyo respeto vivíamos desde hacía varios
pone en duda el credo funcional refutándolo en todos sus artículos siglos, resultó seriamente dañado. El final del modernismo puede fe-
-tales como "El adorno es un crimcn", célebre proposición de Adolf charse de manera precisa, según Peter Blake, el l5 dejulio de 1972 a
Loos, o bien "Útit = Bello"- y teniendo en la mira la abolición de la las 15:32 horas (más o menos), cuando varios edificios habitacionales

{
v
I to SIN AI-IENTO: POSMOD¡]RNTSMO Y PALINODIA SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA ¡II

de una unidad de San Luis, Missouri, que habían sido construidos Sea retractación o palinodia, el posmodernismo regresa así a la
en la década de los cincuenta, fueron dinamitados porque se habían negación crítica de la historia de las formas que se hallaba en la base
luelto inhabitables. Este destino, del que apenas escapan algunas'ciu- misma del mesianismo moderno. En contra de los dogmas de cohe-
dades radiantes" de Le Corbusier, ilustra de maraülla la decadencia rencia, de equilibrio y de pureza sobre los que se había construido el
del r¡rito moderno, con sus metáforas de la máquina y de ta fábrica, modernismo, el posmodernismo relalúa la ambigúedad, la pluralidad
El moümiento posmoderno se sitúa, entonces, de manera -por así y la coexistencia de estilos; culüla a la vez la ci¡a vernácula y la cita
decir- sustractiva, como aquel que cuestiona la creencia ampliamente histórica. La cita es la figura posmoderna más poderosa. La arqui_
aceptada en la modernización indefinida de la ciudad, en la innova- tectura posmoderna sueña con una contaminación entre la memoria
ción como un valor en sí mismo. Pero esto no es suficiente. Si existe histórica de las formas y el mito de la novedad. Tomando prestado un
una estética moderna propiamente dicha -y no sólo un grupo de in- término de la crítica literaria, digamos que el posmodernismo bus-
diriduos que unos publicistas reunieron a poswioribajo esa etiqueta-, ca un "diálogo" entre elementos heterogéneos. Se podría resumir su
debemos poder definirla por sus rasgos positivos. Eso es lo que inten- ambición bajo el nombre de "arquitecrura dialógica" poniendo en
tó Charles Jencks en una obra publicada en 1977 y que tiene ralor juego, juntas, formas provenientes de tradiciones diversas, partiendo
de manifiesto: 'l'he l-anguage o¡ Post-Modern Archit¿cture. Según é1, la temporalmente de cero porque esas formas ya no se perciben en su
arquitectura posmoderna no se caracteriza solamente por su rechazo historicida.l.
al moümiento moderno sino también -a menos de que se trate de E[ precursor de esta contaminación generalizada fue el arquitec_
su efecto- por sus analogías con otros moümientos históricos, a los to estadunidense Robert Venturi quien, en un libro que publicó en
cuales los arquitectos posmodernos, de manera expresa, proclaman 1966, Complzxity and. Contrql.iction in Architecture, abogó por una arqui_
pertenecer. La nostalgia de las formas del pasado y la reiündicación tectura de los usuarios y d,el collage, por una arquitectura viva _pero
de afinidades con otras tradiciones arquitectónicas, como el barroco sin seguir el modelo organicista del siglo xrx-, adaptable y sin ideal.
o el manierismo, v¿n a la par de la protesta contra el dogma moderno Su segundo libro, Itarning from Las Vegas, en 1972, marca una clara
en su purismo y su absolutismo. ruptura con el modernismo como arquitectura de élite inadaptada.
El posmodernismo, que no pretende ser revolucionario, ya no se Venturi la sustituye con la arquitectura sin arquitecto, o con ut] arqui_
basa en un mito ubicado en el futuro: mito del hombre, la sociedad y tecto [o más discreto posible, adoptando de manera acrítica los len_
la ciudad modernos. Por el cont¡a¡io, puesto que la sociedad posindur guajes de la sociedad de consumo, Venturi llega a presentar a la srrip,
trial renr¡nció a todo ideal, habrá que contentarse con una arquitec- la gran calle de Las Vegas, con sus casinos, moteles y neones, como
tura modesta y fragmentaria que mezclará los códigos. Mientras que la arquitectura heteróclita, compleja y contradictoria por excelencia,
el racionalismo arquitectónico moderno, al juzgar que su vocación y como el equivalente contemporáneo de la catedral gótica. Con Ia
era universal, lo mismo construía ediñcios en Manhattan, en Brasil anarquía de sus letreros publicitarios y el sáocÉ de sus imágenes, sería
o en Tombuctú, ahora habría que apropiarse de las tradiciones loca- el modelo para el arquitecto posmoderno. Colin Rowe, en un libro
les. Jencks, quien no quiere tirar al bebé modernista con el agua del intitulado C,ollage Ciq, generalizó este análisis para cualquier ciudad,
baño funcionalista, y quien defiende et ideal del modernismo inicial incluida Manhattan, que desborda la trama neutra y utópica de su
a pesar de sus degradaciones ulteriores. se pronuncia por una arqui- esquema urbanístico racional y que se ajusta a la vida. por contraste,
tectura dual o ambigua que obserr,a, a la vez, las tradiciones locales se identifica lo moderno con la zonificación policiaca y totalitaria.
de evolución lenta y la técnica arquitectónica de las mutaciones acele- Signo de los tiempos: Venturi no ha construido hasta ahora edificios
radas. Aboga por una arquitectura en cierto modo esquizofrénica -lo públicos importantes, pero su proyecto fue elegido para la extensión
cual es bastante típico de la cultura contemporánea-, que favorezca de la National Callery de Londres, sin duda porque tocaba una cuerda
el no-sincronismo en lugar de seguir situada en el pico exúemo de la populista. El príncipe de Gales, quien se ha forjado una reputación de
modernizacitin- adversario de la arquitectura moderna destructora del teiido urbano,
ll2 SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODTA SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PAI,INODIA I l3
(ontribuyó a la anulación del proyecto anterior: posmodernismo y
tradicionalismo se compenetran bien.

[,as construcciones posmodernas a menudo parecen pastiches o paro-


dias. Según laüeja dialéctica de la imitación y de la innovación, ¿se tra-
taría, para la arquitectura, de un instante de imitación? El prefijo por
no designaría entonces nada más que un repliegue. Después de una
época gigantesca, sugiere lo contrario de un proyecto o de un ideal
situados en el porvenir: una mirada desganada y escéptica sobre el
pasado expuesto totalmente, sin historia nijerarquía. En ausencia de
una fe futurista, el pasado pierde también su historicidad y se reduce
a un repertorio de formas. Al renunciar a hacer historia, a cambiar el
mundo, porque ello sólo ha conducido a fiascos, a ciudades y edificios
inhumanos --es la tesis de Paolo Portoghesi e\l Lo posmoderno: l,& arqui-
tectura en l,a socied,ad posindustrial (1982)-, el posmodernismo melve a
Le Oorbusier, Villa Savoye. plantear el üejo tema de lo ornamental en arquitectura, como la de
la figuración en pintura o la del realismo en literatura.
Portoghesi organizó en 1980 una exposición llarr.ad,a La presmda
del pasad,o, en la bienal de Venecia, que se retomó en París en 1981.
Algunos arquitectos habían sido invitados, y cada uno había construi-
do una especie de portal de introducción a su obra. El del arquitecto
estadunidense Michael Graves evocaba el Palazzo del Te de Mantua.
diseñado por Giulio Romano a principios del siglo xvr. Grayes retc
maba una serie de elementos manieristas en un juego que los des-
viaba de sus funciones, como la clave de bóveda que se encontraba
al revés. En su portal, Ricardo Bofill (cuyas realizaciones neoclásicas
en SaintQuenün-en-Ió,elines, Montpellier y Montparnasse son conc
cidas) se había reapropiado de la casa del director de las salinas de
Arc-et§enans, diseñada por Ledoux a fines del siglo xvln. Las formas
del oratorio de los filipinos en Roma, obra de Borromini, que data
de la eclosión del barroco, habían sido retrabajadas abiertamente en
el portal del propio Portoghesi. Porque conforman una especie de
manifiesto posmoderno, estos ejemplos dan fe de que la corriente ya
conquistó una dimensión internacional.
Desde un punto de vista posmoderno, el modernismo, que ya per-
tenece a la tradición, es una forma histórica entre otras, y proporcio
na elementos para que sean retrabajados. Así, la residencia Savoye
de I-e Corbusie¡ obra maestra de la arquitectura como objeto total y
Michael Giaves, Casa Benacerraf, Prirccll)n. puro, se encuentra miniaturizado y parodiado, por no decir ridiculi-
r r.1 §IN AI-IENII): PoS]\IoI)I]RNIST{O Y PALINoI)IA SI\ AI,II]N I'o: PoSN{oDERNIS},1O Y PAT,INoI)IA I lir
zirdo, pol pirltt.cle Michael (irar'cs, ¡.losnroder'n() ¿rntes de tietnpo, err
Lrla cspccie <le api'nclice ir la (iirsa Br:u:rcellirf, en Princek)ll (1069).
\licntrirs qrre la constn¡ccirirr rte [,<' Or¡¡ltrrsier era tr¡la tr¡tali<l¿rd ce-
r r-ad¿r, un objcto irnico e íntinro, cl cali( tel pirródic() dcl prorecto rle
(ir-aves apar-t'ce <lcsde su propio e¡it:rtus (le ar_r;xlidur'a i¡ ul)a tcsi(len-
r ia, r'a exislcrrle y del ¡¡rontírn, en rur s¡rl¡¿r'ú nt¡rte:rrne¡ica¡tr¡. NIic¡rtr'its
r¡tre la lilla Savove estar ¿risl¿rd¿r entr-r' sus pilotes y su sol;rlio, los ruismos
clemerrtos, <itarlos por Grerves. qrrt,<larr rlesprovistos de li¡¡tci(in. [,a
(scaler¿. ta¡r irtte¡4rada en l,e (ill¡lrsicr, sc vuelve, por el corrtliuio, la
lilt¡r¿r <lc kr itt:tc¿rbadt¡ de la (lasa Be¡ract'rr¿f, co¡rlo un:r irrquitcctrua
en Proccs() (le ha(case. El rechilzt¡ a lir trtopía modern¡ no ptxlría ser
r ¡ rits pate¡ltc.

(i<¡nr<¡ cl c¡¡¡l>le¡¡¡ir del m<¡delnis¡¡¡o ct.\l.r au¡'kti¡¡ uall.la c()r'tina (lc


ridlio <le las Iachadas de Ntics la¡¡ <lc¡ Rol¡c. era cn las lirchirrlas rk¡u-
de los p()s¡r(xlelnos debíiur proclatrra! fr¡erte v clart¡ su lrrptrrla. El
,{T&T Buiklittg, dc Philip.[ohnson. e n la avc¡rida N{¿rdison <lc Nut.r'¿r
V» k, prorrto sc con'r,irtió e n e l síml¡okr <lcl posmodernisr¡ro. Sr¡ siltrct:r
cs tan rec()llr)cil)lc ct>nro la del Er¡tpire St¿rte o del Ohryslcl Btriklin¡¡:
trna botell¿r rlc pcrlirme, objeto Ai1.!r,1¡ pol excelcncia, 1a lt'«rpiir la
fi¡¡¡la. (i¡r¡ sus c()lunln¿ls aorlauas e¡¡ la plarrta bi!a, una piu tc rnetlia
ne()clásic¿l v t¡n Iit»rttin Chipperrclalc <'utrr ntodelo, que se e¡rcr¡cr¡tr-a
c¡l una casil (l(' I'ittsbure. pertent-( e a la tlir(lici(in nortcarnctica¡¡a del
siglo xIx, estc r-ascaciclos de piedr;t -pala crrr'¿r constrtrcciri¡l I¡t¡l>o <le
reabrirse una cantera cerca de Nuet'a V¡ k- hir sido coürpal a(l() c()» la
arquitectrrra Iirscista. Pero la arralogÍa r¡() debe descor)certartr()s, pues-
to que lls citirs posntodelxas pretcn(le¡r t.sta¡ aislad¿rs de su (r)ntext()
inicial. El apoliticisrno va de la nra¡ro corr el rcchazo de lir [rist<¡r'ia, y
los irpr'rstirtits n(, ticDcD remorrlir¡licntr¡s..lohnson, quierr fite r¡rr¡der-
rrr¡ hasta la rló<ada de k¡s seteDta. tarul¡ii'n c<»r el Pen¡tzoil l)lace <[e
Hotrsto¡r (l-()7(i) logr'<i corlcrtilsc sin problcmir en el posnrtxler-no
más enrinc¡I(c.
El cscc¡rario fi¿utcés, cn donde el rnodelo de la láb¡ica volviti a
triuuf-iu-cou t'l ¡¡¡¿stodonte lunci<>rral dc Beirubou¡q, se h:r s:rlv¿rclo
relativa¡rcntc rlt: l¿¡ olerrsiva posr¡odt'l-lla, con excepciírn de Uolill, o
las "loct¡ris" <lc Be¡tr¿rrd Tscht¡mi cn t'l palque de La Villete, ctryos di-
seños to¡na¡l rtrtrclto plestado al c(nrstr-uctivismo ruso. Entlt Ias gran-
des coustrucci(»¡es de París. cl AIco <le [,a Défense es íntcg¡amente
r¡odernista. Srr constr'trcción lire r¡¡rir pr'(,cri t¿cDica t, corrro ts tipico,
Philip ¡fi¡,«",..17ü1 /I¿,r/i rr:. \utr¡ \i)r k.
stts espilci()s qtteda.ur rnal adaptad()s. l,a Pirámide del Lotrvre. de
I l6 STN AI.IENTO: POSMODtrRNISMO Y PALINODIA SIN ALItrN'I-O: POST,IODERNISM() Y PALINODIA tt7
Ieoh Ming Pei, manierista en srr jue¡4o con el contexto, permancce desembarazarse de urra larga serie de oposiciorres apremiantes, y <¡rrt
como un objeto tecnológico puro. El Mi¡risterio de Finanzas, obra se consideran típicas del modernismo: las del l.ealis¡lo y de lo fant¡is_
de Paul Chemetov, y el Instituto del Mtrndo Árabe. de Jean Notrvel tico, de los partidarios de la forma y los del contenido, je la Iteratura
no reniegan de ninguna manera del credo funcionalista, aungue sus pura y de la literatura comprometida, de l¿r ¡rarrativa para la élite y
composiciones tengan que ver con las tenderrcias recientes agregán- de los best scll¿rs de ficción. Una de las quejas constantes de los pos_
doles algunos adornos con detalles mudéjares. En Francia, el rnodekr modernos fiente a los modernos es la ascesis que exige la recepción
moderno aún tiene la reputación de válido, siempre puro, inhabita- de sus obras: austeras y ambiciosas, se dice, so¡l de acceso dificii y no
ble, bello, terrorífico, ideal y punitivo, Se contentan con agregar una proporciotran placer. Es esto rnismo lo qLrc las vr¡elve elitistas. p<¡r el
pizca de citas err las nuevas guarderías, escuelas y comisarías. Se glori- contrario, las obras posmodernas se preocup¿l¡r del bienestar de sus
fica patrióticamente la curva impecable del C.N.I.T. de La Défense, irl lectores, de la nrisma manera qr¡e los eclificios ¡lliman a sus habitan_
tiempo en que se divide el espacio en olicinas que lo desnaturalizan. tes.John Bartlr cita a este respecto Cos¡nico»tics de lfalo Calüno ( t 965)
En el diario l.c Mondc.la necrologia de Émile fullaud, qrrien mrrriri y Cien años dz solcda¡l de Gabriel García Márquez ( 1967). Esas novelas,
en 1988 y fue el irltimo monstn¡o sagrado de las grandes uuidadcs caracterizadas por la fantasía v por el barroco, habrían traído un poco
habitacionales, no duda en hacer de él uno de los primeros en haber de aire fresco desptrés de un periodo de sequía, desde el modernismo
reintrodr¡cido el humanismo -la curva y el color- en el estilo inter- hasta la Nueva Novela. Pero sohre bases tart dilüsas, parecería posible
nacional: "Se le consideró, equivocirdamente, como el símbolo del validar todo y cualquicr cosa, lo mejor y lo peor: Anlthing gtes',. La
'.

desastre de las grandes unidades habitacionales, cuando es, de hecho, dicotomía, en la que se basa el análisis de Barth, e¡rtre una literattr¡a
[...] el primer pensador de la nueva arquitectura francesa." ¿No se tra- exangiie y una literatura que se revigoriza -l'he Litnoture oÍ Exhaustion
ta, acaso, de r¡n razonamiento muy francés decretar la inutilidad del and tlu Literulure of lltpl¿nishment es el tírulo de su libro de l9g2_, pa_
posmodernismo en Francia con el pretexto de que no necesitamos rece trn poco marriqrrea.
inflt¡encias extranjeras para rectificar los excesos de lo moderno? Los posmodernos norteamerical¡os reivindican, por lo demás, a
preculsores ilustres, e¡r primer plano a Borges, Nabokov y Beckett.
Ahora bien, estos h-es escritores tiener n)t¡y poa,, a,, a.rnrú,,, opu.,a
de su juego corr las conve¡rcio¡res de la representación. Adeurás, en
II Europa, en Francia, existe la costumbre de clasificarlt¡s entre los ¡nt¡-
der-nos, junto c<.¡n Michel Butor, Claude Simon, Robbe-Grillet, Milan
A partir de su triunfo en la arqr¡itectura, el posmodernismo se expan- Kundera, etcétcra, todos ellos considerados, sin embargo, posmoder_
clió al arte en general, a la sociología, a la filosofia, etcétera. Ruptura nos en Estadt¡s Unidos. Es como si hubiera un desláse de cronologia
con la ruptura, ¿cómo definirlo de otra manera que como un si¡lcre- entre América y Eu¡opa y que no se considerara ter¡¡inado el moder_
tismo o como una casa de tolerancia? "Aqthing goes", 'Todo se vale", uismo en las mis¡nas féchas e¡r ambos lados del Atlántico. En Estados
proclama el historiador de las ciencias Paul Feyarabend, autor de (-lor¡- Unidos hay disposición para considerar posuroderno casi todo lo quc
tra el nétodo (1975\ ),partidario de una epistemología anarquista o nr> se hizo después de 1945 e¡r literatur.a, después de T. S. Eliot, mientras
racional. Ideología del final de las ideologías, el posmodernismo se que en Francia parece que no se percibiri el final de la modernidad,
caracterizaría en todas partes por la perrnisiüdad y la renuncia a la o no se reaccio¡r<i c<¡¡rtra el modernismo, a¡)tes de la crisis del petro-
crítica. leo. Los "Treinta Gloriosos" todavía pertenecen a los Tiempos moder_
En literatt¡ra, por ejemplo, el esclitor estadunidense John Barth, nos, con el auge de las ciencias humanas en particular. pero éstas se
quieu se considera a sí mismo como parte interesada del posmoder- cousideran postestructuralistas en Estad<¡s Unidos, y del postestruc_
nisnro, con Thomas Pynchon, Robelt Cu)ver, -lohn Hawkes, lo carac- turalisr¡o al posrnodernismo, como se ha dicho, no hay más que un
teriza como la síntesis en contraste corr la antítesis, ya que se trata de paso. Allá es como si, desde comienzos de la guerra fría, solamente
¡rll SIN AI,IEN'I'OJ POSMoI)I]RNISMo'I' PAf,INI)I)IA SIN AI-IENTO: POSIIoDERNISI\IO 1'PAT-INODIA I¡1)
lurbiera po<lirlo reprcscnta¡-se el porvenir en forma de t¡na catástrolc, Tc¡do eso deja pcr-plejo. i[,o posmoder-lto es l¡lás m()dct.¡l() qr¡(' l()
y lacaso la cr)ncienciir posmoderna no es anle todo el final de la Ie crr nloderno y leacci<tna, sol¡re tc¡do en pintura, conh-a la institu<.i<¡l¡a-
cl lirtr.rro? De ahí el equívoc() habitual en las conversaciones con l<¡s lización y la asintilación de lc¡ moderno quc, a partir cle 1945, ha-
estadunidenses, ya que un fr¿r¡rcés admite que Robbe-Grillet se havir bría renurrciado al nihilismo l se h?¡bría convertido en un proces()
nrelto posmoderno al poncrsc a coDtar sLl vida, pero rechaza quc l() de irutorregulación de Ia ct¡ltt¡rir y de la sociedad l¡trrguesas? iLo pos-
haya sido con anterioridad. Tar¡bién en este terreno, Europa habrr.r moderno es antimoderno o premoderuo. es decir neoacadémico y
seguido los pasos de Norteamérica con veinte airos de retraso. Si lir conservador? ¡Es el extremo de kr modcr¡rr¡. lo ultra¡noderno, lo me-
aparición del posmodernismo, al comienzo con el sentido despectiv(, tatroderno, o simplemcnte uD regrcso a la noYela por entregas o de
del Al¿s¿l¿, y luego con el significado optimista de la celebración dc aventuras: una reqresií)n quc asume buena conciencia por denunciar
la corrtracultura y de la expulsión de la r¡ala modernidad, coincidi(i Io moderno? No es imposible que se tr?rte de todo ello a la vez, v que el
exactamente con el triu¡rfb de la socied¿d de consumo, cie|to es qut, tirmir,o fost¡¡od?¡n¿ cubra varias realidades. ¡Acaso lo moderno estaba
ésta apareciir en FraDcia bastar)te despr¡és que e¡r Estados Unidos. más unificado? El prefijo poJ susiere, adicir¡¡ralmente, el rechazo o la
Pero la posmodernidad, si hav que tomarla en serio, no podría redt¡- irrposibilidad de una referencia positir':r.
Y adernás, como l¿1 nlptur¿r
cirse a un simple asunto de periodización: después de la guerra de C<r es moderna por excelencia, como ya dijimos, romper con lo moderno
r-ea o después del ge¡reral l)e (larrlle. .:Ouáles son las figuras y los disp<> ¡sería el cohlo de lo tnoderno! Encontramos las pirradojas y las am-
sitivos de la literatura posmoderna? Desgri¡ciadarnente, los autores qrre bivalencias que acosan toda la tradici<in moderna, pero amplificadas.
se ocuparon del problema ¡nencionan rasgos que no estaban ausentes ;(lómo conocer lo nl¡evo auténtico, separarlo del'\rco" que se con-
erl el modernis¡no, con la indecisión de significado, su carácter inde- vierte inmediatamente en i'etro"? Esto es tan complicado porque lo
terminable para el lector. Incluso ése era, precisamente, el parámetro llt¡evo r,'ercladero a me¡rt¡do ha pretendido ser una renc¡vación o un
del relato ortodoxo de F edrich, que iba de Bat¡delirirc a Mallarmé, renacimiento. ;Qué pensal de l¿r nrreva figurirción etr pintura? ;Del
y entonces la poesía siempre habría sido más o menos posmoderna. regreso del autor-en literatr¡ra? Al escribir aho¡a sus autobiogratías,
¿Acaso fire Ia nolelir la que canrbió? Ya no puede representar la realidad Rr¡bbe-Grillet, Nathalie Sarratrte, Marguerite Dur:rs dicen que nada
sino simplemcnte realidades posibles que anula zr medida que los va ha canrbiado. En la gran confusión del "An¡thing goes" co¡rtemporá-
evocando. Pero la frase de Prc¡ust, coD sus meandros de hipótesis, sus neo, illo son.jllstamente todirs las dicotonrías modernas las que se
cascadas dc condicionales, ¡acaso no es ya posrnoder-na? lYel reflujo de embrollan y se anr¡lan?
l;innegans Wtkei' ;Y l¿ caíd¿ en el vacío del Viaje al Joulo de la utrhe ".. . Hasta aquí, he tenido cuidado de confundir el modernismo con la
que ya no se hable de ello"? La liontera del modernismo v del posmo- vaneuardia. Ahora bien, desde el punto de vista del posmoderrrismo,
dernis¡no liter:uio siempre se echa lraci¿ atrás, lo cnal cotrstituye otra ¿no acaba siendo Io mismo? Matei Calinescu, en la primera edición de
de las r¿rzones de las divergencias entre a¡rrt¡os l¿rdos del Atlántico. srr libro <le 1977. l,ruzs of Modutti6-, tratab:r el posmodernismo al final
Si me emplazaran para que mencionar-a una novela posmoderna, del capítulo ¿lcerca de "[,a idea de vaDguardia", en términos bastante
<¡rte reuniera todos los rasgos quc se menciouan más a me¡rudo: inde- condescendientes, co¡no un¿r especie de sinó¡ri¡no de la cont¡.acr¡ltu-
terrninación del sentido, puesta en duda de la narración, exhibición ra, que pretendía ser popular desprrés del moder¡lismo elitista. En
de las bambalinas, la retractación del autor y la integración de la lec- este sentido, el posmodernismo se relacionaría con las vanguardias
tr.r¡a, yo peusaría en el bello libro de Lr¡uis-René des Fórets, Le babard europeas históricas de los arios veinte, pero peryertiría su proyecto
(El ltarktnchín, 1946), acerca del cr¡al escribiero¡r Blanchot y Bonne- dado que "popular-" a partir dc entonces querría decir "vendible" v
foy. Un personaje cuenta varias crisis de parloteo, luego se retracta, "coronado por cl éxito comrrcial". Se tr¿rtaría, uua vez más, de un
derruncia su relato como una rentira y corno el verd¿rdero parloteo; acercamiento de los extrernos -la valgrrardia v el Éitsdr, pero el pos-
la emprende con el lcctor y, en la última palabra va no queda nada. r¡rodernismo de los comienzos, polémico l pror.ocador, corrservar.ía as-
Pero, ¡por <¡ué calificar este relato como posmodcrno? pect()s \anguardist¿rs. Por el contr¿rrio, en 1986, en la segunda edición
12() SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PAI-INODIA SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA I2I

de su libro y después de la invasión posmoderna, Calinescu distingue Si la modernidad fue ur.ra pasión del presente y la vanguardia una
el posmodernismo del bloque que Parecen formar el modernismtr aventura de la lristoricidad, la inte¡rcionalidad posmoderna, que re-
y las vanguardias históricas. Con Ia llegada del posmodernismo, los chaza que se [a conciba en términos históricos, parece, entor¡ces, me-
matices entre ellos se borraron en aras de la identidad. lncluso si es nos hostil a la modernidad que la vanguardia. A menos que se trate de
sólo para negarla,la historia sigue siendo su obsesión, mientras qr¡e el unavariante cínica y comercial -el último avatar de lo Álrsclr-, cl posmo-
posmodernisrno toma nota del Ilnal de la modernidad y de Ia histori¿' dernismo no se opone a la modernidad baudelaireana (que a su vez
El modernismo, a partir de su seParación del realismo a mediados del siempre fue traicionada por el vanguardismo) sino a la idolatría del
siglo xtx, acePtó su exclusión de la vida y alimentó una religión del progreso y de las superaciones, típica de las vanguardias históricas. No
a¡-te, n¡ientras q!¡e la vanguardia tuvo como frnalidad la abolición de sin pertinencia, la pintura contemporánea que se sirve del lenguaje
la autonomía del arte así como su ¡econciliación con la vida, la anu- lbrmal resultante del movimiento moderno, pero ya sin esperanzas
lación de ta división entre arte de élite y arte de masas; ahora bien, de que ese lenguaje conduzca a alguna parte, se llama, pol cierto,
desde un punto de vista posrnoderno, las vanguardias ¡ro tuvieron "posvanguardismo".
más éxito que el rnodernismo. Como conti¡luaron fundamenta¡dr¡
la legitimidad de la cultura sobre la itrnovación, lo que trataron de Debe hacerse, sin embargo, una clara distinción entre el posmoder-
democratizar lue el arte de élite, to que resultó en la consolidación de nismo norteamericano de los arios sesenta y el posmodernismo ge-
la autonomía del arte. Etr lugar de desgastarse buscando democrati- neralizado de los ochenta. De uno a otro, si eljuicio de Calinescu ha
zar el arte de élite, el posmodernismo tratará de legitimar la cultura podido variar, se debe a que su objeto ya no era el mismo. El arte pos-
popular. m<¡derno de los comienzos -Rauschenberg y.fasperJohlls err pintura,
iBasta con estos argtunentos Para L¡bicar en una parte moder¡rismc' -fack Kerouac y Williani Burroughs en literatura, etcétera-, en reac-
y vanguardias, v en otra Posttodernismo? Me Parece que el proyecto ción contra el rnodernismo ya integrado, representaba todavía un mo-
vanguardista sigue siendo irreductible al Proyecto nodernista: por un vimiento de vanguardia. El modernismo, escribió A¡rdreas Huyssen,
lado, Proust, Joyce y Woolf, Ihfka y Mann, Eliot y Portnd, es decir la "se había r.uelto parte integrante del consenso liberal-conservadr¡r de
lundación de una tradición nueva; n por el otro, Breton, o más birn la época" ¡ sobre todo con el expresionismo abstracto, se había ali-
Dada, es decir la negación de toda tradición. Muy a rnenudo los mo- neado como "instrumento de propaganda en el arsenal político-cul-
dernos lueron políticamente indiferentes o reaccion¿rios, mientras tural del anticomrurismo de la guerra liía". El posmodernismo quiso,
que las vanguardias, con algunas excepciones -como el futurismo i¡a- entonces, contirluar el modernismt¡ como negación, 1 r'ompcr ron el
liano- se comprometieron rnás bien con la izquierda. Es posible que modernisrro como cultura establecida. Ambos rasgos discordantcs de
el resultado haya sido el mismo desde Ia perspectiva de la autonomia la vanguardia, la iconoclasia y la utopía, estaban preseDtes y determi-
del arte, pero;cómo reducir a nada la dif'erencia entre dos concien- naban una nueva etapa en la puesta en duda de la ir¡stitL¡ción artística:
cias del tiempo: la pasión del Presente y la del futr.¡ro? Como Baude- el rechazo al museo, (rltimo relirgio, incluido Duclramp, del arte de
laire, Nietzsche había predicho el balance negativo de los Tiempos élite. El deseo de rer¡nir el arte y la vida, el optimisrno tecnológico y
modernos, identificados con una decadencia, y la ligaba a la contra- la valorización de la cultura de masas, en pocas palabras: el pr-oyecto
dicción insoluble de la historia y de la modernidad. Lo posmoderno crítico, todo ello estaba conforme con la tradición virngr¡ardista et¡ro-
correspondería, entonces, al final de la historia: ya no se creería en las pea. El posmodernismo, como vangtrardia estadunidense de los años
filosofÍas decimonónicas de la historia, de Hegel a Comte, de Darwin sesenta, concluyó la averrtr¡ra de las vanguardias interrracionirles del
a Marx. Clomo -se quiera o no- nos hemos embarcado erl la moderni- siglo xx.
dad en cl selrtido del hic et nuw (a\¡que alguno§ artistas se nombran El posmodernismo generalizado a partir de 1970 es muy difer-en-
hov "pos{ontemporáneos"), la posmodernidad denota¡ía, más exac- te. Es claramente "posvanguardista", o "transvanguardista", coltro
tamente. la renuncia a la ilusión histórica. el movimiento plástico italiano así llamado, que Henri Meschonnir
r22 SIN AT,IENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA SIN ALIENTO: POSMOT'ERNISMO Y PALINODIA T23

considera representativo. Este moümiento, al reaccionar en contra purismo modernos, lo último del &llsrá y del mal gusto, el colmo de la
del "darwinismo lingüístico" y el "evolucionismo cultural", contra el corrupción comercial del arte. También es aquella, más inesperada,
'\lalor progresivo del arte", emprendió la mezcla de las vanguardias, deJean Baudrillard: "EI arte -d!jo-, desde hace cerca de medio siglo,
lo que, por desconocimiento de su historicidad, parecía la manera negocia su desaparición", y la cita posmoderna es la "forma patoló-
más segura de aniquilarlas. El transvanguardismo afirmó dos ¡ralores: gica del final del arte, una forma remilgada". Si el pensamiento del
la catástrofé, como diferencia no programada, y el nomadismo, como tiempo, cualquiera que sea su forma, es el hecho de ser capaces de
travesía sin compromiso por todos los territorios, en todas direccio concebir [a muerte propia, la posmodernidad parece ligada a la inca-
nes, incluso hacia el pasado, ya sin idea de futuro. Todos los rasgos pacidad de representar la muerte en e[ mundo industrial tardío. EI
del transranguardismo constituyen una negación de la vanguardia: posmodernismo, en su falta de sentido de la historia, parece querer
la iconoclasia y el optimismo tecnológico esán ausentes, así como la negar la muerte. Las condenas al posmodernismo no faltan. Como
crítica a los medios. La tradición moderna sufrió el pillaje de sus ideas en Francia, ya se ha dicho, están teñidas de xenofobia, hay que poner
y de sus fbrmas, que se ),uxtaponen con motivos venidos de otras par- doble atención.
tes, tales como el arte popular, almacenándose todo en un inmenso Es cierto que, ligados a paradojas ineluctables, los abogados de lo
banco de datos en el que la elección se !,uelve aleatoria. "Iodo esá posmoderno se prestan a [a crítica, incluso Umberto Eco. Él describe
accesible de manera continua -dicen los transvanguardist¿u- sin más el regreso de la intriga y det encanto, que han permitido la asimila-
categorías temporales yjerárquicas de presente y de pasado, típicas de cíón de El nombre de la rosa al posmodernismo -estructurado, por 1o
la vanguardia que siempre viüó su tiempo, pero dándole la espalda." demás, como una buena novela policiaca tradicional-, en términos
La cita sigue siendo una figura fundamental, aunque ya nojuega el que disuelven todo el interés de la referencia:
papel crítico que jugó en el collage crtbista o en el montaje surrealista
o constructivista. Se exalta la subjetiüdad del artista y el placer del No creo --escribe eD un posfacio a su novela- que lo posmoderno pueda cir-
espectador. El culto a lo inauténtico triunfó sobre el de la originali cunscribirse cronológicamente: es una categoria espiritual o, rnejor aún, un
Kun uoll¿n, una m¿nera de operar Se podría decir que un posmoderno se
dad, y el eclecticismo se presenta como un avance, a Iin de prevenirse
liga a cada época, ¿si como cada época experimenra un manierismo especi-
contra la acusación de neoacademicismo. frco (a tal punto que yo me pregunto si lo posrnoderno no es Ia apelación
El posmodernismo puede toma¡ entonces, cualquier forma. "El actual del manierismo, en su calidad de categoría metahistórica).
eclecticismo -escribe Lyotard- es el grado cero de la cultura general
contemporánea [...]. Es fácit de encontrar un público para las obras Sin duda es un desafio pensar históricamente un moümiento que
eclécticas. Al volverse hitsch, el arte halaga el desorden que reina en pretende estar fuera y después de la historicidad, pero nada resuelve
el 'gusto' del alicionado. El artista, el dueño de galería, el crítico y el remitir lo posmoderno a una generalidad posmoderna. Sobre todo
público se complacenjuntos cot analquier cosa, y el relajamiento esrá porque Eco avanza a través de un vasto fresco en el que encuentra
a la orden del día." todos los lugares comunes del historicismo genético a propósito de la
tradición moderna.

El pasado nos condiciona, pesa sobre nuestros hombros, nos hace cantar La
III vanguardia histórica [...] busca ajustar cuent¿s con el pasado. [...] la languar-
dia destruye el pasado, lo desñgura: l^s S¿ñoritas de Aoiñón ofrecen el gesto
típico de la vanguardia; mientras más lejos va, devasr¿ la figura después de
Ante la confusión posmoderna, resultan tentadoras la severidad y la haberla desconstruido, p¿ra llegar a la abstracción, a 1o informe, al lienzo
dignidad. Esa es la actitud de Greenberg, un poco sorprendente en blanco, a la tela rasgada, al lienzo quemado; en arquitectura, es el estado
realidad, en una conferencia que dictó en 1980: para él el posmoder- mínimo del rurtain uall, el edificio como estela, paralelepípedo puro; en li-
nismo no es más que una abdicación, la renuncia al heroísmo y al teratura es la destrucción del flujo discursivo, hasta el ¿oll¿g.¿ a la Burroughs,
t24 SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA r 25
hasta el silencio o a la hoja en blanco; en música, el paso de la aronalidad ¡l modelos teóricos dominantes hasta una fecha reciente, uno orgánico,
ruido, al silencio absoluto [...]. el otro dialéctico, la sociología funcional, o incluso la teoría de los
Pero llega el momento en el que la vanguardia (lo moderno) ya no puc-
sistemas, y el marxismo. Pero esos modelos se cruzaron y se neutra-
de ir más lejos, después de haber producido un metaJenguaie en el que sr.
dicen sus textos imposibles (el arte conceptual). La respuesta posmoderna it lizaron mutuamente, ya que la lucha de clases se volvió un principio
lo moderno consiste en hacer valer que el pasado, al no poder ser destruidt, de regulación integrado en el capitalismo liberal, mientras que en
porque su destrucción conduce al silencio, irónicamente debe ser reüsitado, nombre del marxismo las sociedades comunistas tendían a asñxiar las
de manera no-inocente. diferencias. El gran relato de la emancipación de la humanidad y de
la conquista de la libertad ha perdido su ürtud unificadora y legitima-
¡Qué caricatura! Eco recurre, paradójicamente, al relato más ort<> dora: era el discurso del progreso y de la Ilustración desarrollado des
doxo de la tradición moderna con objeto de legitimar la posmoderni- de el siglo xvrrr. La posmodernidad, más allá de sus aspectos estéticos,
dad. La confusión entre lo moderno y lavanguardia es típica de aqué1. reexamina el pensamiento de la Ilustración sin aceptar la idea de un
La visión de [a historia siempre es lineal y progresiva, incluso cuando fin unitario de la historia; pone en duda el ideal moderno de razón
Eco propone una aproximación metahistórica, Seguramente no serii en sus efectos desastrosos. incluido el nazismo.
así como se tendrá éxito al repensar las relaciones de lo posmoderno "Un nombre firma el final del ideal moderno: Auschwitz". no duda
y de lo moderno, de lo posmoderno y de la historia. Quedémonos, en afirmar Lyotard. Va un poco rápido: ¿realmente hay que dar el sal-
por otra parte, con la ironía y la falta de inocencia que Eco atribuye a to de la crítica de la cultura a la condena de la razón con el nombre de
lo posmoderno: esas características siempre han sido modernas, por la "solución final", olüdando la dispersión del Bauhaus bajo Hitler y
lo menos entre los modernos lúcidos, desde Poe y Baudelaire hasta el la condena del arte moderno como degenerado? ¿Acaso la Ilustración
propio Le Corbusie¡ el arquitecto si no es que el urbanista. es responsable del Mal moderno? Se quema sin vergúenza a los ídolos
Quizá no haya salida a la ambigüedad propia de lo posmoderno: que se adoró, pero Lyotard no consigue desembarazarse del modelo
ultramoderno y antimoderno, lamenta que la negatiüdad del moder- históricogenético. No duda en recurrir al relato más ortodoxo de la
nismo siempre haya sido cooptado por la élite , y al mismo tiempo pre- tradición moderna para explicar la ambilalencia inherente a lo pos-
coniza un eclecticismo fofo. Esta dualidad es la misma de la cita an- moderno. Escribe que éste,
terior. Pero no nos detengamos en las apariencias, a menudo pobres,
de la estética posmodernista, ya que el propio modernismo tampoco sin duda forma parte de lo moderno. Se debe sospechar de todo lo que se
estuvo exento de mediocridad. Yel posmodernismo es el resultado de recibe, aunque prove/l,gade ayer (mod,o, mod4 escribía Petronio). ¿Contra qué
una crisis esencial de la conciencia de la historia en el mundo contem- espacio reacciona Cézanne? El de los impresionistas. ¿YPicasso y Braque, con-
tra qué objeto? El de Cézanne. ¿Con qué presupuesto Duchamp rompe en
poráneo, de una crisis de legitimidad de los ideales modernos acerca
1912? Con el de hacer un cuadro, aunque fuera cubista. Y Buren interroga
de progreso, de razón y de superación. En este sentido, representa este otro presupuesto que considem salido intacto de la obra de Duchamp:
quizá el advenimiento retrasado de la verdadera modernidad. el lugar de la presentación de la obra. Sorprendente aceleración, las "gene-
raciones" se precipitan. Una obra no puede volverse moderna si no fue antes
Pensar lo posmoderno sin repetir la lógica moderna parece ser, sin posmoderna, El posmodernismo entendido así, no es el modernismo en su
embargo, el desafio. Casi todas las defensas de lo posmoderno tien- final, sino en estado naciente, y este estado es recurrente.
den a destruirse solas. En Z¿ cond,ición posmod,erna, LyoÍvrd, calificaba
como posmoderna la incredulidad ante los grandes relatos que le- Incluso si Lyotard agrega que no se contentará con esa "acepción
gitimaron los saberes desde hacía dos siglos, y que implicaban una un poco mecanicista de la palabra", ya fue demasiado lejos al suge-
filosofia de la historia. Para ét, la posmodernidad se identifica con rirlo puesto que en ella encontramos, sin la más mínima distancia, el
un estado de crisis generalizada de la legitimidad de los saberes, con dogma de la evolución. Una vez encarrerado, Lyotard no se detiene
la desestabilización de los grandes determinismos. Él distinguía dos fácilmente. Si la modernidad, escribe, es el rechazo al realismo, en
r26 SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODTA 127

la ter¡sión entre lo presentable y lo concebible, entonces "1o posm<> conservadurismo político? ¿Lo posmoderno descansa necesariamen-
derno sería aquello que en lo mc¡derno aligera lo impresentable en te sobre el rechazo a la razón? Para poner e¡r duda la fatalidad de
la presentación misma; aquello que rehúsa el consuelo de las buenas la ecuación del posmodernismo y del neoconservadurismo, Huyssen
maneras". Lo posmoderno se concibe como la verdad de Io moderno, subraya que el posmodernismo norteamericano, que añade a su sal-
como la realización de las posibilidades que aún no se han realizado sa ecléctica las culturas de las minorías -a las que anteriormente el
en lo moderno ¡ por lo tanto, una superación adicional hacia la esen- modernismo había mirado por encima del hombro-, responde a los
cia del arte. deseos de los fieles de la contracultura de los años sesenta. Pero [a
mezcolanza, el abigarramiento disuelven la ürtud crítica o la susti-
Hay que preguntarse por qué Habermas atacó con tanta dureza el tuyen con buenos sentimientos, como en La Marselks& de Jean-Paul
pensamiento francés al asimilar posmodernismo y neoconservaduris- Goude, en ocasión del bicentenario del l4 dejutio de 1989, en el que
mo. La creencia en el declive de las ideologías y de las esperanzas his- el regionalismo y el cosmopolitismo coexisten afablemente, entre ci-
tóricas sin duda las acerca, y los defensores de la tradición moderna tas de orígenes dilersos cuyo montaje ya no es explosivo.
plantean de buena gana esa ecuación. O bien por un neomarxista Concedamos a Habermas que la perorata contra la razón se ha
como FredricJameson, para quien el posmodernismo refuerza la lógi- convertido en un tópico del ensayismo francés contemporáneo, como
ca del capitalismo, al negarle al arte la autonomía que representa -de en La er.t d¿L uacio de Gilles I-ipovetski: "Sociedad posmoderna signi-
acuerdo cc¡n Adorno- Ia última garantía contra la cooptación bur- fica [...] desencanto y monotonía de lo nuevo [...1 ya ninguna ideo-
guesa. Del modernismo, el posmodernismo abarldonó la dimensión logía es capaz de enardecer multitudes [...] ahora nos rige el vacío,
subversiva o crítica, en beneficio de una cohabitación simple con la un vacío carerrte, no obstante, de tragedia y de Apocalipsis." ¡Y dale
sociedad postindustrial. .fameson de.ja abierta, sin embargo, sin más con la misma c¿nción! Se ha luelto elegante escupir a los modernos.
precisión, la posibilidad de que el posmodernismo resista también Más seriamente: Ia disputa entre Habermas y el postestructuralismo
ante [a lógica capitalista. francés revela un desacuerdo sobre el sentido de [a noción de mo-
Habermas ligó con dramatismo el posrnodernismo y el neoconser- derno. En Francia, lo moderno se entiende como la modernidad que
vadurismo durante una conferencia en lggS titulada "La moderni- empieza con Baudelaire y Nietzsche, y que por lo mismo incluye el
dad: un proyecto inconclus<¡". En ella se pronunciaba a la vez contra nihilismo; ha sido ambivalente desde eI origen, en sus relaciones con
el neoconservadurismo social y contra el posmodernismo artístico, la modernización y con la historia en particular, en su desconfian-
con¡o dos aspectos de una misma dimisión frente al modernismo, que za del progreso; y es esencialmente estético. Es la misma razón del
se concibió en la tradición de la Ilustración y que fue purgado de sus otro malentendido -esta vez entre franceses y norteamericanos-, ya
componentes nihilistas. Según Habermas, la posición neoconserva- que la modernidad, en e[ sentido francés, es decir baudelaireano y
dora consiste en confundir lo inacabado de Ia modernidad con urr nietzscheano, incluía la posmodernidad. En Alemania, en cambio, 1rl
liacast¡. Una vez disipado este malentendido, se abocaba a salvar la moderno empieza con [a Ilustr¿ció¡l; renunciar a él ahora significa
fuerza emancipadora universal de la razón ilustrada, condición de la abandonar el ideal ilustrado. Esta contradicción no puede resolverse
democracia, en contra de quienes equiparan razón y totalitarismo. en un santiamén, argumentando una continuidad desde la Ilustra-
Esta defensa de la modernidad ilustrada y positiva, que después desa- ción hasta el Gulag, pasando por los jacobinos, por Hegel y Marx.
rrolló en El d.isarrso flosóf.co d¿ la mod,ernid,t¿d,, se lelanra en particular Como es lógico, la existcncia de un posmodernismo conservador no
contra la lilosofia francesa de Bataille, Foucault y Derrida, hasta los debería enmascarar el hecho de que la conciencia posmoderna, al
efimeros Nuevos Filósofos, como si lo hiciera en contra de un nuevo refutar el historicismo y el dogma del progreso, se reconcilia también
oscurantismo. con los orígenes de la modernidad. EI punto crucial es el repliegue
Si la modernidad es la continuación de la Ilustración. como lo crítico: es el Ai¿s¿á eterno. L,o posmoderno crítico, por el contrario,
plantea Habermas, ¿el eclecticismo cultural depende siempre de un reencuentra [a verdadera modernidad. A menos de que sea otra vez
r 28 SIN ALIENTO: POSMODtrRNISMO Y PALINODIA SIN ALIENTO: POSMODERNISMO Y PALINODIA r20
por choünismo que yo identifico la buena posmodernidad con la mo ya con correas de transmisión ni la gran aventura de lo nuevo. Dado
dernidad baudelaireana. que el mesianismo ya no es moneda corriente, se revelan las contra-
dicciones, todos los azares, todas las resistencias en la marcha del mo-
Ahora bien, GianniVattimo también ve una estrecha correspondencia dernismo. Volümos a la üsión teleológica del modernismo, lo que no
entre la teoría posmoderna, si no con Baudelaire, al menos sí con esos significa que 'Todo sea bueno", pero, de manera más modesta, que ya
dos críticos de la filosofia clásica que fueron la doctrina nietzscheana no se puede rechazar una obra con el pretexto de que sería retrógra-
del eterno retorno y la "superación" de la metafisica de Heidegger. Lo da o que habría sido rebasada. Si el arte no persigue, de superación
esencial de la posmodernidad estriba, en efecto, en el rechazo a la no crítica en superación crítica, algún fin de abstracción sublime, como
ción moderna por excelencia, la de la "superación", como Nietzsche y deseaban los relatos ortodoxos de la tradición moderna, entonces es
Heidegger pusieron en duda otravez el pensamiento europeo "recha- tamos disfrutando de una libertad desconocida desde hace poco más
zando proponer, al mismo tiempo, una 'superación' crítica que, por de un siglo. ¡Eüdentemente no es fácil de usar!
lo demás, nos habría mantenido cautivos dentro de su propia lógica
de desarrollo". La posmodernidad representaría, entonces, un autén-
tico momento culminante en relación con la modernidad:

El "pos" de posmoderno --.escribe V¿ttimo- indica de hecho una toma de dis.


tancia que, al t¡¿ta¡ de sustraerse a las lógicas del desarrollo de la moderni-
dad, y particularmente a la idea de una "superación" crítica en dirección de
una nueva fundación, retoma la búsqueda de Nietzsche y Heidegger en su
relación "crítica" del pensamiento occident¿l.

De todos los intérpretes de lo moderno, Vattimo parece acordar


el máximo r,alor filosófico, el de una salida de lo moderno, no a una
superación ni a un relevo sino, escribe, a un "recobramiento", como
quien se recupera de una enfermedad.
Entonces, [a posmodernidad no sería sólo una crisis más entre to-
das las que han marcado la historia de la modernidad (la más re-
ciente: las negaciones modernas, último episodio de la re!'uelta del
modernismo contra sí mismo) sino el desenlace mismo de la epopeya
moderna, la toma de conciencia de que el "proyecto moderno", como
dice Habermas, nunca estará terminado. Sin embargo, el ñnal de la
creencia en el progreso no implica una caída apocalíptica en la irra-
cionalidad. "Pensamiento débil", según Vattimo, la posmodernidad
propone simplemente una manera diferente de pensar las relaciones
entre la tradición y la innoración, la imitación y la originalidad, que
ya no priülegia por principio el segundo término. Una larga serie de
oposiciones modernas pierden su filo: nuevo,/antiguo, presente,/pa-
sado, izquierda,/derecha, progreso/reacción, abstracción/fi guración,
modernismo/realismo, vanguardia,/ kitsch. La conciencia posmoder-
na permite tamtrién reinterpretar la tradición moderna, sin contar
c()NcllisroN r3r
CONCLUSION sibitidades: ¿cuántos colores se han perdido en los últimos cincuenta
años? Desaparecieron al igual que las especies üvas. La libertad del
REGRESO A BAUDEIAIRE artista contemporáneo ya no le adludica responsabitidad social, ya
que el mercado y los medios lograron lo que las vanguardias, siempre
ambiguas frente al arte de élite, nunca se atreüeron a hacer.
El arte ha sido central en la conciencia moderna, porque lo nuevo,
como ralor fundamental de la época, §iempre encontró en él su tegi_
timación. La fe en el progreso es una fe en lo nuevo como tal, como
El arte moderno es paradójico. Quise explorar algunas de las aporras forma y no como contenido. Dado que el tiempo moderno está abierto,
de la estética de lo nuevo, motivo a la vez de su grandeza y de su de- el progreso, lacío en sí mismo, únicamente tiene sentido para hacer
cadencia. Desde comienzos del siglo xrx, Hegeljuzgaba que la gloria posible el progreso. Fatalmente, el progreso se vuelve, entonces, una
del arte se encontraba atrás, en el pasado, y él anunciaba el final del rutina que disuelve el ideat del progreso. ,,¿pero dónde está, les suptico
arte. ¿Estamos asistiendo ahora a ese ñnal, diferido desde hace casi que me digan, la garantía del progreso para el mañana?,,, pedía Bau_
doscientos años? Las vanguardias ignoraron el pronóstico de Hegel; delaire en 1855: "¿Sólo existe -digo yo- en su credulidad y en su fatui_
trataron de dar al arte un ideal presente y futuro. Pero la fe en lo dad?" Solamente el arte pudo preser\.?r" el pathos d,e to nuevo y salvar
nuevo descansaba en tantas contradicciones que terminó destruyén- la fe en e[ progreso. Pero la descalificación de Io nuevo, que ya se ha
dose a sí misma, y el círculo parece estar terminado por completo, de extendido al terreno del arte, da testimonio de una conciencia por fin
la ruptura con la tradición a [a tradición de la ruptura, y finalmente lúcida de la modernidad, la de Baudelaire, quien había entendiáo que
a la ruptura con la ruptura, que sería nuestra posmodernidad. el ideal secula¡ del progreso implicaba,,la identidad de dos ideas con_
Sin duda las contradicciones de la modernidad estaban planteadas tradictorias: libertad y fatalidad". "Esta identidad -a ñadia en Mi ct¡razón
desde sus comienzos: Baudelaire y Nietzsche las reconocieron. Por mu- al d,esnudo- es Ia histo¡ia." Recuperados de la historia, regresamos con
cho tiempo se creyó, no obstante, que era posiblejugar con ellas. Ahora bie¡¡ a Baudelaire.
resultan taiantes. Incluso si la autosuficiencia siempre tiene un deseo Entonces, se trataría menos del final del arte -sobreüüente. a su
de modernidad, como la obra moderna se mide sólo contra sí misma, vez, desde hace casi dos siglos-, que de la quiebra de las doctrinas
la tradición seguía estando presente bajo mano, aunque sea en forma que querían explicarlo. Las teorías modernista y vanguardista se_
de oficio. Pero el arte moderno, al er,acuar poco a poco las habilidades guían siendo clásicas: eran las de una hisroria teleológici. concebida
adquiridas, no las remplazó con ningún saber-hacer. Ahora ya no hay como un desarrollo crítico hacia un fin. Extrañamente, el vocabulario
nada que haya que romper, y se puede ser pintor sin saber pintar. modernista pertenecía por completo a la tradición clásica: historia,
Las vanguardias históricas, nihilistas y futuristas, guiadas siempre esencia, reducción, purificación, razón, progreso, etcétera. Los rela_
por una teoría, creían en una idea de desarrollo artístico, pero el arte tos ortodoxos, como el de Greenberg, eran de inspiración kantiarra y
pop de los años sesenta, y luego el no importa qué de los años setenta, definian el arte como actividad autónoma que progresaba por medio
liberaron el arte del imperativo de innovación. Quedamos curados de la autocrítica. Con [a posmodernidad, simplemente recuperamos
de la enfermedad histórica moderna que diagnosticaba Nietzsche. El el retraso que el pensamiento tenía, desde Baudelaire, con respecto
arte alcanzó la verdadera autosuficiencia que hasta entonces se había al arte. Ese desfase es el que caracterizó a la itusión moderna. En este
proclamado pero nunca realizado. Abolió todas las fronteras entre lo sentido, nuestro fin de siglo marcó también un regreso a Nietzsche,
que es aceptable y lo que no, suprimió toda definición, positiva o ne- que hacía la genealogía de la tradición clásica a partir de la constata_
gativa, del objeto artístico. Al objeto lo sustituyó plenamente nuestra ción de que el progreso ya no tenía sentido para el hombre moderno,
relación con é1, teniendo como consecuencia, también paradójica, que la historia se abría hacia un vacío. E[ arte da testimonio hoy de ese
que [a libertad completa del arte implica un encogimiento de sus po- yacío sin tener que preocuparse ya de saber adónde va.

Ir 3"]
L32 CoNCLUSI()N
AGRADECIMIENTOS
Ahora bien, ¿cómo dar cuenta de la t¡adición moderna sin doctri-
na del progreso, sin conciencia histórica que perciba las etaPas, las
aporías sucesiras, en términos de causas y de consecuencias, de reba-
samientos críticos? ¿Cómo, habiendo renunciado al historicismo ge-
nético, no desembocar en el aplanamiento de los valores y exclamar,
también: "Todo es bueno"? Si el valor ya no se identifica con lo nuevo, En el comienzo de este libro se hallan una serie de conferencias en la
se plantea el asunto de ta legitimidad de mi propio relato, que no está
Escuela Politécnica, durante el otoño de 1988. Vaya mi reconocimien-
exento de elecciones. Todo relato es tdbutario del desenlace que se
to a quienes me invitaron, y mis agradecimientos a los alumnos que
le quiera dar. Sin desenlace proPuesto, ¿qué relato debe prevalecer?
tuvieron a bien escucharme, en la turbulencia habitual de ese lugar.
Si la obra vale por sí misma y no por su situación en la historia, ¿cómo
Hegel señalaba que la enseñanza tiende necesariamente hacia el
evaluar una serie de obras discontinuas? Más allá de la autorreferencia
plagio. Este libro no escapa a ello. Pero para no hacer rnás pesada la
o de la autosuficiencia del arte que pone en duda su proPio estatus, el
lectura, evité llenarla de notas. Todas las obras que utilicé se encuen-
criterio es la ironía. Baudelaire decía que Delacroix, como Stendhal, tran en la bibliografia.
'sentía mucho temor de ser engañado". Mis preferencias se inclinan
Gracias por último aJeanine Herman por su a¡rda en la elabora-
hacia los artistas que no fueron engañados por la modernidad.
ción del índice onomásúco.

[' ¡s]
7'

BIBLIOGRAFIA

Adorno, Theodor, Thiafu estúique, trad,. francesa, París, Klincksieck, 1974.


Nol¿r sur Lt ütt¿rarÚr¿, trad. francesa, París, Flarimarion, 1984.
Apollinaire,
-, Guillaume, lus peinlres cubist¿s. Médilati@s esrhériqres, París, f{er-
mann, 1980.
Chroniqtes d'drt, l9O2-1918,Pa¡ís, Gallimard, 1960.
Aragon, I-ouis, Traité dú s9l.e,P^rís, Callimard, 1928.
-, l-cs Collages, París, Hermann, 1965,
Aron,Jean-Paul, Iz.r úod¿'rnes, París, Gallimard, 1984.
-,
Barth, John, Th¿ lit¿ralure of bhawtion and. th¿ Lite¡atur¿ oJ Repbnishnent,
Northridge, California, I-ordJohn's Press, 1982.
"La littérature du renouvellement", tr^d. francesa, Poétiqu¿, 48, noüem-
bre de 1981.
-,
Barües, Roland, Iz fugré zlro fu t'éttiture, París, Éd. du Scuil, I 953 lEl grado ccro
d¿ la ¿soirura/Nla)6 ettatos críticos,.México, Siglo XXI, 19731.
Baudelaire, C}¡,arles, (Euua compl¿l¿s, Ed. Claude Pichois, París, Gallimard,
"Pléiade", 197S1976, 2 vols.
Befl, Daniel, Tlt¿ Cult!tu|C,ontradictions oÍCopitalisn,Nuera York, Basic Books,
1976.
Benjamin, Walter, Poási¿ et réoolution, trad.. francesa, París, Deno¿I, 1971.
Blake, Pe¡er, Forn Folhus Fiiscd. WhJ Mod¿n Archit¿¿tuft ha"sn'l Woth¿[ Boston,
Little, Brown, 1974.
Bois, rrtreeAlain, "Modernisme et postmodernisme", ¿n.J,clopazdia Unioetsal*,
Symposium, ls Enjeur!, París, 1988-
Breton, A¡dré, (Euúes cortplit¿s, Ed. Marguerite Bonnet, Pa¡ís, Gallimard,
"Pléiade", t. r, 1988.
12 Sur¡éalisnr¿ et la Peintuo París, Gallimard, 1965.
Bürger Peter, Thzory of thz Arant-C,ard¿, trad. inglesa, Minneapolis, University
-, of Minnesota Press, 1984.
Calinescu, Ma:tei, Fire Fac¿\ oJ Modernily: Modenism, Aoant-Gardz, Decadatce,
Kittch, Posrrnod$nism, Durham, Duke University Press, 1987.
Clai¡ Jean, ed., Marccl Ducharr.p- Cntalngue raisonni de ,'¿?¿¡rr¿, París, MuÉe
National d'Art Moderne, 1977,
Considirati¡nt sur l'¿t¿tt d¿s b¿aur.-a¡ls. Critiqlu d¿ la modmtiti, París, Galli-
-, mard, 1983.
Compagnon, Anroin e, P rust mtru daÁ si¿.¿rr, París, Éd. du S€uil, 1989.
Crow, Thomas, "Modernisme et culture de mass€ dans les arts visuels", trad.
francesa, IA cahi.rs du Musé¿ Natiotual dAtt Mdetna 1*20, jnio de 1987.

Ir¡r]
v
136 BrBLrocRArfA BIBLIoGRAFÍA r37
Darx, Pierre, I-'aveuglcmmt ddant la P?inlure, Pa¡ís, Gallimard, 1971. Xandinsky, Wassily, n¿gurd"t sut l¿ p&tsz et autfts l2xl.s, 1912-1922, trad. francesa,
L'Otdre d I'A!¿n¿zr¿, País, A¡thaud, 1984. París, Hermann, 1974.
Damisch, Hubert, ic¿¿ Abe jaunt mlmium, París, Éd. du Seu¡|, 1984. Du spiriru¿l dans l'art ?l dar]¿t to p¿inture ¿i parliarliea trdd. francesa, París,
-,
De Man, Paul, "Lpic and Modernity", Brindness anl Insighl,Minneapolis, Min- -, DenoéI, 1989.
nesota University Press, 1983. La pr¿senza d.el passato. hima mostra inte¡nazional¿ di architet¡uftt, Venecia, La
"lryhat i3 Moder^?", Critical Writings, 1953-l978,Minneapolis, University Biennale di Venezia, 1980.
of Minnesota Press, 1989. It Débat, il',otre histoire: matériaux pour s€rür á I'histoire intellectuerle de la
-, 1975.
Duchamp, Marcel, Dz(hamp d,u sign¿,P^ris, Flammarion, France, 19511987", 50, mayo-agosto de 1988.

nér¿le Francais€, 1987. Gallimard, 1983.


Ellmann, Richard, y Charles Feidelson,Jr. eds., The Modem Ttadiliot Bach- Littérature mode¡ne, "Alant€arde et modernité", I, 1988.
grmnü of Mod,ern Lite¡atutu, Nueva York, Oxford University Press, Lyotard, Jean-Frang ois, La cond,ititn poslmod¿rne, Paris, Éd. de Minr¡it, 1979.
1965. "Réponse á la question: qu'est-ce que le post-moderne?", Critique,4l9,
Enzensberger, Hans Magnus, "The Aporias of the Avant-Garde", irad. ingl., -, abril de1982.
en Gregory T. Polletta, ed., Issu.s it Conlzm\orary l-it¿rary Criti.isrn, Ros. Malwitch, Ibzimir, ÉcriA, trad. francesa, París, Leboüci, 1986.
ton, Little, Brovn, 1973. Meschonnic, Henri, Mod¿rni6 nodrtuil4 París, Verdier, 1988.
Friedrich, Hugo, S¡tuctüt¿s d¿ ü, Pt¡ésie nodrrne, trad.. fra cesa, París, Denoé|,/ Nadeau, Maurice, Hisbire du surráaltstnz, París, Éd. du Sieuil, 1964.
Gonthier, 1976. Nietzsche, Friedrich, &cond¿ C,onsidiration inkm@stioe. De I utilil¿ et d¿
Gablik, St zi, Has Mod?ntism Fail¿¡l?, NuevaYork y Londres, Thames and Hud- I'intot¡¡ánimt des étud¿s historiqu¿s pour la ui¿, trad. francesa, París, Flam-
son, 1984. marion, 'flF", 1988.
Greenberg, Clement, Aú et Cullúr?, t^d. francesa, París, Macula, 1988. Paulhan,.lean, Braque b palron, París, Gallimard, 1952.
'l'lu, Notion oÍ4Post-Modern", Sydney, Bloxham and Chambers, 1980. Lo f?inture drbis,¿, Parí§, Denoél/GoDthier, 1970.
Guilbaut, Serge, Ct¡mmmt Nan Yo¡i uokt l'iüc .l'art modzme, Nimes, Chambon,
-, Paz, Octavio, Marcel Duchamp. L'aqParcn.? mis¿ d nu..., trad. francesa, París,
-,
1988. Callimard, 1977.
Habermas, Júrgen, "[,a modernité: un projet inachevé", irad. francesa, C¡iri- Point dz comergmc¿. Du roman¡isrn¿ a I'auatul-gard¿, trad. francesa, París,
4ua,413, octubre de 1981. -,
Gallimard, 1976.

Hassan, Ihab, 'l'hc Dismenbemmt of Orlthats: Touard a Poslrnod$n Í,il¿ratur., k Surr'¿alisnu, Ginebra, Skira, 1988.
Madison, Universiry ofwisconsin Press, 1982, 2a. edición. Pleynei, Marcelin, ,4 rl et Litthature, París, Éd. du Seuil, l9?7.
-,
Hess, Thomas B. y John Ashbery, ed., A{ant-Card¿ Att, Nuera York, C.ollier, Poggioli, Renato, I'he I'h"ory oÍ lh¿ Aüant-Carde, trad- ingl., Cambridge, Mass.,
1967. Harvard University Press, 1968.
Howe, Irüng, 'l'he Decline of the Nar, Nuela York, Harcourt, Brace and World, Portoghesi, Paolo, Posb tod.ern: l'ar.hitettura nclla soci¿li ?ost-industriab, Milán,
1970. Electa, 1982.
Huyssen, Andreas, AÍ¡er lh¿ C,reat Diüid¿ Modernism, Mass Cülture, Postñotlzr- Reff, Theodore, M¿net, Ollmpia, NrevaYork, Viking Press, 1977.
nirm, Bloomington e Indianapolis, lndiana University Press, 1986. Robbe4rillet, Alain , Pour un wruoeau roman, París, Éd. de Minuit, 1963.
.|ameson, Fredric, "Postmodernism, or the Cultural Logic of Late Capitalism", Rosenberg, Ha¡old, 1-¿ lrad,ition du nouoeau, lJad. francesa, París, É4. a" lfi-
Nar I{t Rmiar,l46,julio-agosto de 1984. nuit, 1962.
.fauss, Hans Robert, "l,a 'modernité' dans la tradition littéraire et la conscien- Thz Anxious Object: Art'lbdq and its Audirnrz, Nueva York, Horizon Press,
ce d'aujourd'hui", Pour un¿ eslh¿tiquc d¿ la recEli¿ri, trad. francesa, París, 1964.
-,
Gallimard, 1978. 7'h¿ De4?fnition of A* Action Art to Pop to l:,arthuork,Nueva York, Hori-

Jeauneau, E., "Nains et géans", ei Entfttims su¡ La Rtnaissance du I si¿cl¿, zon Press, 1972.
París y La Haya, Mouton, 1968.
-, Atl on the Edge: creators and Siluatiol¿J, Nueva York, Macmillan, 1975.
Jencks, Charles, 'l'he l-anguage of Post-Modern Afthit¿.tur¿, Nuela York, Rizzoli, Rowe, Colin y Fred Koetter, Collage Citt, Cambridge, Mass., r'-rrr Press, lg?8.
-,
1977. Sarraute, Nathalie, I-'ire du swpgon,Paris, Gallimard, 1956.
r38 BIBLIOGRAFIA

Seuphor, Michel, La Peinture abstraite, sa gmise, son etpansion, París, Flarnrna- INDICE ONOMASTICO
rion, 1962.
Pi¿t Mond,rian, París, Séguier, 1987.
Shattuck, Roger, The Banquet Years:'l'he Origins o¡ lhe Auant-Gardc in Franc¿,
-, 1885 lo Wo ./l War I,Nueva York, Vintage Books, 1968.
Vallier, Dora, L'art a¿s¿¡¿il, París, Librairie Générale Franeaise, 1980.
Vattimo, Gianni, Lafin dc la modernitá. Nihilisme et herm^4nattique dar¿s la citlture
posl-modenu, tt^d. nrancesa, París, Ed. du Seuil, 1987. Adorno, Theodor, 49, 6G63, 65, 74, Borromini, Francesco, I 12
Venturi, Robert, De l'amüguíti m archil,ecl,ure, trad. francesa, París, Dunod, 82,26 Bossuet, Jacques Bénigne, l9
1971.
Aillaud, Émile, 115 Boudin, Eugéne, 26
al., L'enseigncment d.e Las Uegas, ¡rad.. francesa, Bruselas, Mardaga, 1978. Apollinaire, Guillaume, lO, 42, 51, Bouguereau, William, 32
52,15,76 Bourget, Paul, 27
-et Aragon, Louis, 7,1-76 BÉncusi, Constantin, 97
Aristóteles, 42 Braque, C,eorges, 10,51, 5455, 65, 125
Arp,Jean,79 Brecht, Bertolt, 83
B¡eton, André, lO, 2A, 45, 4a, 57, 73,
Bacon, Francis, 17 79,83, 120
Baju, Anatole, 39 Bruneti¿re, Ferdinand, 20
Balzac, Ho¡oré de, 14, 25. 37, 86 Buren, Daniel, 125
Barbedienne, Ferdinand, 60 Biirger, Peter, 6l-63, 79
Barth,John, I l7 Burne-Jones, Edward, 66
Barthes, Roland,28 102, 103, 107 Bourroughs, William, 121
Bataille, Georges, 126 Butor, Michel, 117
Baudelaire, Charles, 7-9, l G l 1, l2-14,
19, 20, 21-30, 32, 34, 35, 38, 40, 41, Cabanel, Alexandre, 30, 32
4&48, 52, 5t58, 62, 63, 65, 82, 90, Calinescu, Matei, 119-120, l2l
100, 101, 105, ll8, 120, r21, 124, Calüno, Italo, I l7
t27, 128, l3Gl32 Camus, Albert, 102
Baudrillard,Jean, 123 Castelli, Leo, 92
Bauhaus, 68, 108, 109, 125 Céline, Louis-Ferdinand, 102, 118
Beckett, Samuel, 48, 104, I l7 Cervantes, Miguel de, 72
Bellaf Jo¿chim du, 37 Cézanne, Paul, 8, 33, 52-58, 67, 77,
Benjamin, Walter, 10, 12, 13, 46,55, 79, r25
63. 94 Chagall, Marc, 83
Bernard de Chartres, l5 Chambord, príncipe de, 4l
Béze, Théodore de, 37 Chateaubriand, Frangois'René de,
Blake, Peter, 108, 109 20
Blanchot, Maurice, 35, 47, 106, 118 Chemetov, Paul, I 16
Bócklin, Arnold, 79 Chopin, Fryderyk,2l
Bodin,Jean, l7 Clai¡Jean,84,97
Boñll, Ricardo, I 12, I 14 Cocteau,Jean,82
Boileau-Despréaux, Nicolas, l9 Comte, Auguste, 120
Bonnefoy, Wes, I l8 Condorcet, marqués de, 19
Borges,Jorge Luis, 117 Coover, Robert, 116

lrggl
_I

r40 ÍNDrcE oNoMÁsrICo


ÍNorcr oNouÁsrIco L4r
Cou¡bet, Gustave, 8, 2127, 2A-3O García Márquez, Gabriel, 117
Ibndinsky, Wassily, 10, 6+72, A6, A7, t09, I 14
Couture, Thomas, 11, 33 Gauguin, Paul, 53
r08 Miró,Joan,79,87
Crow, Thomas, 34, 40 Gaulle, Charles de, I 18
Ibnt, Emmanuel, 8, 49 Mondrian, Piet, 64, 6&70, 72, 83, 85-
Giacometti, Alberto, 79
IGnnedy,John F. yJacqueline, 99 86, 89
Da Vinci, I-eonardo, 9&100 Giorgione, 31, 58
Giulio Romano, 112
Kerouac,Jack, l2l Monet, Claude, $10, 21, 86
Daix, Pierre, 30
Klein, \ites, 30 Monroe, Marilyn,98
Dalí, Sahador, 75, 77, 79, 83 Goncourt, Edmond yJules de, l3 Montaigne, Michel de, 17, 18
Kuhn, Thomas, 106
Damisch, Hubert, 89 Goude,Jean-Paul, 127
Kundera, Milan, 117 Moore, Henry, 97
Darwin, Charles, 23, 40, 120, 122 Goya y Lucientes, Francisco, $10, 33
Moreau, Gustave, 79
Daüd,Jean-Louis, 25, 28 Graves, Michel, 112, 114
Lacan,Jacques, 103, 107 Morris, William, 93
Debuss¡ Claude, 66 Greenberg, Clement, 4&58, 8187, 103,
l,a Fontaine,Jean de, l9 Motherwell, Robert, 84, 87, 89
De Chirico, Giorgio, 7 ü77, 75 r22. 131
Lautréamont, 38, 45 Musil, Robert, 102
De Kooning, William, 84, 92, f 02 Gropius, Walte¡ 83, 108
f,e Corbusier, 109, 110, 112, 114, 124
Delacroix, Eug¿ne, 22-23, 25, 29 Guggenheim, Peggy, 83, 84, 89
Ledoux, Nicolas, I 12 Nabokov, Madimir, 117
Delvaux. Paul. 75. 78, 79 (luys, Constantin, 23, 25-27, 28
Lége¡ Fernand, 54, 83, 85 Namuth, Hans, 90
De Ma¡, Paul, 23, 4447
l-eiris, Michel, 33 Napoleón III, 30
Denis, Maurice, 42 Habermas, Jürgen, 63, lO7, l2Ll27, Nerval, Cérard de, 46
Lichtenstein, Roy, 92
Derrida,Jacques, 103, 107, 126 128
Lipovetski, Gilles, 127 Nerpman, Barnett, 84
Descartes, René, l8 Hassan, [hab, 106
Loos, Adolf, 108 Nie¿sche, Friedrich, A, B, 23, 24, 27,
Dubuffet,.fean, 86, 87 , 102, lO4 Hawkes, fohn, 116
Luis XM 21 29,46, 120, r27, r28, 130-131
Duchamp, Marcel, 10, 45, 7 5, 7 6, 79, Hegel, G. W. F., 40, 43 , 49, 1m, 127 , ln Lukács, Georg, 59 Nouvel,Jean, I 16
83, 92-100, l2l, 125 Heidegger, Martin, 47, 128
l-yotard,Jean-FranEois. t06. 122, 124
Durand-Ruel, Paul,40 Heisenberg, Werner, 97
125 Panofsky, Erwin, 83
Duras, Marguerite, 119 Henry, Charles, 39
Pascal. Blaise. 7,8. 10, l8
Duret, Théodore, 39, 40, 4l Hitler, Adolf, 77, 125
Maeterlinck, Maurice, 66 Pasquie¡ Étienne, 37
Hopper, Edward, 84
Magritte, René, 75, 78, 79 Paz, Octavio, 7-8, l7
Eco, Umberto, 123, 124 Howe, Irüng, 106
Maistre,Joseph de, 46 Pei, I. M., I 16
Eliot, T.S., 72, 117 , 120 Huysmans, Joris-Karl, 14, 27
Maleüch, Ihzimir, 43, 64, 7G72 Peletier du Mans,Jacques, 37
Ernst, Ma-r, 77, 79, 83 Huyssen, Andreas, 121, 127
Mallarmé, Stéphane, 8, 28. 34, 42-46. Perrault, Charles, 18, 19
Eurípides, 20
4?, I l8 Petronio, 125
Ingres, Jean-Auguste-Dominique, 26,
Malraux, A¡dré, 99 Picabia, Francis, 76, 77
Faulkner, William, 87, 102, 103
Manet, Iídouard, &10, 13, 21,2127,28, Picasso, Pablo, 10, 32, 33, 52,54,55,
Féneón, Félix, 38
2934, 35, 37-39, 48, 53, 58, 85, 9l 65, 67, 7 5, 85, 87, t23, 125
Feyarabend, Paul, I 16 Jameson, Fredric, 126 Mann, Thomas, 120 Pissarro, Camille y Lucien, 38
Flaubert, Gustave, 8, 35, 38 Jauss, Hans Robert, 14, 20, 21
Mao Zedong, 104 Platón, 43
Fontenelle, Bernard te Boüer de, 18, Jencks, Charles, I l0 Maquiavelo, Nicolas, 17 Poe, Edgar Allan, 47, 48, 124
t9 .|ohns,Jaspe¡ 92, 121 Marx, Ikrl, 49, 57, 59, 60, 61, 84, 120, Poggioli, Renato, 39
Forés, Louis-René des, I l8 Johnson, Philip, 114 125,126,127 Pollock, Jackson, 48, 49, 54, 8.L91,
Foucault, Michel,78, 103, 106, 126 .foyce,Jarnes, 48, 72, 87, 102-103, 118, Masson, André, 79, 80, 83, 85 100, 103
Fourie¡, Cha¡les, 37, 39 120
Matisse, Henri, 33, 67 Portoghesi, Paolo, 112
Freud, Sigmund, 74 Jung, Carl, 74 Matta, Roberto, 83 Pound, Ezra, 8, 72, 120
Friedrich, Hugo, 4147
Meissonie¡, Ernest, 7? Poussin, Nicolas, 53, 58
KaJka. Franz,72, t02, 103, 120
Meschoonic, Henri, l2l Proust, Marcel, 10, 21, 46, 48, 68, 70,
Gales, príncipe de, 111 Kahnweiler, Daniel-Henr¡ 5l
Mies van der Rohe, Ludüg, 83, 108, 72, 103, 104, 118, 120
r42 íNDrcE oNoMÁsrrco

Pynchon, Thomas, 116 Signac, Paul, 3MO INDICE


Simon, Claude, 117
Queneau, Raymond, 76, 102 Sófocles, 20
quinault, Philippe, 19 Sollers, Philippe, 104
Spinoza, Baruch, l8
Racine,Jean, 19 StaéI, Nicolas de, 102
Rafael,31 Stendhal, 2G22, 40
Rauschenberg, Robert, 92, 121 PREAMBULO
Reverdy, Pierre, 78 Tangu¡ Yves, 77, 79, 83 TRADICIóN MODERNA, TRrq.ICIóN MODI]RNA
Rimbaud, Arütu, 12, 13,36,39,4346 Tiziano, 31, 33
Rivera, Diego, 84 Tolnbee, Arnold, 106 l. ¡r- pxsst¡cIo o¡ Lo NUEvo: BERNARD DE cHARTREs,
Robbe4rillet, Alain, 8, 102-103, 117, Troski, l¡ón, 84 BAUDEI-AIRE, MANET ]2
118, 119 Tschumi, Bernard, 114
Ronsard, Pierre de, 37 Turner,J. M. W., 30
Rosenberg, Harold, 83, 85, 97 Tzara, Tristan, 73
2. r-e nrrrcróN orI- FTJTURo: vANGUARDTAs
Rossetti, Dante Gabriel, 66 Y RELATOS ORTODOXOS 15
Rothko, Mark, 84, 102 Valéry, Paul, 8, 22, 29, 35, 45, 48, 62,
Rousseau, Henri, alias el Aduanero, 76 105 3. r¡oxÍe y rsnnoR: LA ABSTRACCIóN y EL SuRREALISMo 68
Rousseau, Jean-Jacques, 8 Van Gogh, Mncent, 53
Rowe, Colin, 111 Vattimo, Gianni, 12, 107, 128 4. EL CLUB DE Los ENcAñADos: ExpREsIoNIsMo ABSTR,{CTo
Ruskin,John,93 Venturi, Robert, l1l
Y ARTE POP 8z
Vincent de I;rins, l7
Sainte-Beuve, CharlesAugustin, 47,
104 Wagner, Richard, 13, 21, 24, 27, 66 5. srN arrrxro: posMoDERNtsMo y pALINoDTA r05
Saintivremond, Charles de, 19 Warhol, And¡ 92, 9&101, 104
Saint§imon, conde de, 37, 39 Wilde, Oscar, 48 CONCLUSIóN. REGRESo A BAUDEI-AIRI r30
Sarraute, Nathalie, 119 Woolf, Mrginia, 87, 102, 120
Sartre, Jean-Paul, 8, 58, 102 Wrigü, Frank Ltoyd, 109 ACRADECIMIENTOS r33
Scéve, Mau¡ice , 37
Schónberg, Arthur, 66, 83, 86 Zola, Émile,33, 40, 52
Seurat, Georges, 39, 51,52 BIBLIOGRAFiA r35

ÍN¡Ic¡ ororr¡Ásrrco r39

ÍNDICtr DE ILUSTRACIoNEs ÍNoIcr ns ItustRAcro¡rs r42

Foto Zodiaque: p. 16. Kunsthaus, Zúrich: p. 56. The Museum ofModern Art,
Nueva York (Nelson Rockefeller Bequest), O SPADEM 1990: p. 56. The Mu-
seum of Modern A¡t, Nueva York: p. 71. The Museum of Modern Art, Nueva
York, @ sre»r¡¡ 1990: p. 80. The Museum of Modern Art, Nueu York: p. 87.
SidneyJanis Gallery, Nuera York, @ eoecp 1990: p. 95. Fundación Le Corbu-
§ier, O SrADEM 1990: p. 112(a). @ Laurin Mc Cracken, A¡chitectural MonG
graphs and Academy Editions, I-ondres: p. 112(b). O Gil Amagia, Rizzoti Int.
Pub. Inc., Nueva York p. 114.

lr¿:l

También podría gustarte