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ISABEL SOLER

EL NUDO Y LA ESFERA
EL NAVEGANTE COMO ARTÍFICE
DEL MUNDO MODERNO

BARCELO 2003 t ACANT<LAD0


LA NUEVA VOLUNTAD

La Madonna extiende su manto. Estática, solemne, mo-


numental, imagen de la consolación, se muestra protecto-
ra de la humanidad. Su gesto éterno se transforma en sím-
bolo arquitectónico al ser la Virgen-templo que recoge en
el espacio azul de su túnica a los creyentes, a los que bus-
,, can consuelo, a los que necesitan aliviar el sufrimiento. La
/ Madonna della Misericordia de Piero della Francesca es el
antropomórfico edificio de la fe, reina divina en el cielo y
madre humana en la Tierra, que une la proporción del
cuerpo humano con la definición del espacio arquitectó-
nico. La Virgen señala el espacio de Dios, pero también el
de los hombres.
A lo largo de los siglos renacentistas ese espacio hu-
mano se ampliará y se definirá. Los viajes de expansión y
descubrimiento realizados a lo largo del Renacimiento
pueden ser tomados como una explícita imagen de las nu-
merosas definiciones y dimensiones que contiene el tér-
mino. Pensar en este período de la historia de Occidente
como en llQ_h_fürido, t1na mezcla de ideas y refl_exiones, de
e§_tilos y gust.Qs, ayuda a aceptarlo como un cristal polié-
drico de múltiples caras e infinitos reflejos y a entender
algunas de sus manifestaciones aparentemente contradic-
lºs
torias. En este sentido, 'lillk~c::~_s pueden ser in-
( terpretados como metáfora de la intencionalidad rena-
centista, tanto por su significado abstracto-ver y conocer
f 1
/, el mundo es la manera de interpretarlo y de primar sobre
él-como por el resultado obtenido a partir de una viven-
cia real: el cúmulo de imágenes, experiencias y contrastes

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que proporciona el viaje reafirma esta idea de amalgama


LA NUEVA VOLUNTAD

cepción. Confirma, además, que la aplicación de los prin-


de contenidos que representa la etapa renacentista. cipios teóricos en cualquier manifestación humana es fun-
Desde la perspectiva que proporciona el tiempo, el lu- damental para la creación artística e intelectual de la épo-
gar en el que se encuentra el núcleo de intereses renacen- ca. No obstante, el monasterio de los Jerónimos se empieza
tistas y aquello que resulta más plásticamente atractivo, es a construir exactamente un siglo después (!502-1503) de
la yu~taposición armónica de lo antiguo y lo nuevo. A esa la visita de Brunelleschi a Roma, en r 40 3, fecha emblemá-
unión hay que añadir una mezcla de ingredientes que se tica del Renacimiento florentino.
combinan para obtener un resultado estético y científico El claustro sirve también como metáfora de la pecu-
que gira alrededor de la centralidad humana. La tenden- liaridad vital de un país en ún momento decisivo de su
cia antropocéntrica de la época, en torno a la cual se elabo- historia, sin embargo no resulta útil para interpretar el
~an doctrinas, teorías científicas, manifestaciones artísticas aura renacentista que irradia Italia, y que el resto de los
y proporciones arquitectónicas, hace que el pensamiento países europeos se aplicaron, no tanto a imitar, como a
renacentista busque establecer unos parámetros definito- adaptar. En el mismo momento que Italia, y a partir de
rios del tiempo y el espacio del hombre, y se sirva de esta ella , Europa, empezaba a interesarse por el mundo clási-
pauta para dar explicación al universo, la naturaleza y la vi- co, Portugal ofrecía a Occidente el acceso a las culturas
da. De ahí el esfuerzo de Alberti y de Luca Pacioli en la re- asiáticas. También los Estados del norte de Europa, desde
cuperación de conceptos clásicos y platonizantes como la principios del siglo xv, revolucionarán la técnica pictóri-
divina proporción o el número áureo, o la voluntad de Pie- ca al óleo gracias a Jan van Eyck y marcarán la pauta en lo
ro della Francesca de darle a su Madonna della Misericor- que concierne a la música. De tal manera, no todo fue ad-
dia el equilibrio antropomórfico necesario, tanto artístico miración por la cultura italiana; la distancia cultural, los
como intelectual, para inscribirla en las corrientes estéti- obstáculos sociales y, sobre todo, las diferencias enlama-
cas quattrocentistas. nera de entender la religión, impidieron muchas veces la
La arquitectura, debido a la lentitud de su tempo, es difusión de los valores italianos. A lo largo del siglo xv1
un referente idóneo para demostrar el contraste esencial ser antiitalianista podía significar, en la misma medida,
que contiene el término Renacimiento. Y como tal, el ser anticatólico, antipapista, lo cual indica el serio impe-
~ ~ ~nas~e_rio_de los Jerónjm_Qs__g~Lisboa es un~ dimento que representó la Reforma para la asimilación y
d~ !os ejemplos_E?-ás representativos de_l~_eE~!.._~~jada re- correcta interpretación de muchos de los aspectos del Re-
nacentista: en él confluyen físicamente una nueva manera nacimiento. Aunque también este y el movimiento huma-
de pensar y de percibir, y la reflexión sobre lo pensado y nista tuvieron que hacer un esfuerzo por sobrevivir en la
lo percibido. Recorrer el claustro y observar con deteni- Europa católica; el Concilio de Trento (!545-1563) obligó
miento cada una de sus manifestaciones artísticas, descu- a un reajuste de los puntos de interacción entre el huma-
brir las diferentes etapas interpretativas y los diversos re- nismo y los estudios religiosos , así como a una readapta-
cursos de expresión, demuestra el esfuerzo que lleva a ción de la tradición clásica según las nuevas circunstancias.
cabo el pensamiento renacentista en el estudio de la per- Pero todo cambio, todo experimento, implica un pre-

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vio desequilibrio y la necesidad de adaptación a un nuevo 1 gó tarde a Portugal. Por sus circunstancias geográficas,
orden, que genera, a su vez, nuevos puntos de vista sobre
conceptos firmemente afianzados. Este es el caso de dos
¡ históricas y políticas, y por haber quedado, en cierta me-
dida, al margen de los circuitos comerciales centro-euro-

¡ de las categorías fundamentales del conocimiento huma-


no, el espacio y el tiempo, que el Renacimiento transforma
profundamente. Un ejemplo práctico del desequilibrio en
el que el Renacimiento sumerge al hombre, y la conse-
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l peos y mediterráneos a lo largo de los siglos medievales,
Portugal desarrolló espontáneamente algunos de los as-
pectos que posteriormente van a marcar las característi-
cas de su Renacimiento. El primero y principal para la his-
toria portuguesa-el técnico-quizás viene marcado por
cuente búsqueda de estabilidad que origina, se encuentra,
una vez más, en el viaje a ultrama1; don~ p o y_el_ las barreras físicas, y al mismo tiempo psicológicas, que
espacio tienen un papel protagonista. El viaje oceánico suponen sus límites. Por un lado, España-un muro de
,< que inicia Ta ~e-ntaliclad renacentista es una imagen de contención que impide, de manera considerable, cual-
esta incertidumbre desasosegante y del impulso que en- quier tipo de intercambio con el resto de Europa- , y por
J
\ gendra la inquietud por penetrar en lo desconocido. El el otro, el límite más perfectamente definido, el océano. Y
viaje por el espacio desconocido obliga al hombre a refle- este último, el espacio oceánico que se abre ante Portugal,
/4 xionar sobre la definición del mundo que convencional- /\·, durante los siglos renacentistas dejará de ser una barrera
f' \ para convertirse en un fuerte y beneficioso nexo de unión.
mente ha establecido a partir de su propia dimensión his-
tórica; el descubrimiento de la realidad supone una nueva Llama la atención que, a pesar del lento afianzamiento de
ruptura de la escala de valores. Implica, en pocos años, la tipografía en Portugal-no se conocen ediciones ante-
1
tener que readaptar principios que habían servido de base riores a 1487 - uno de los primeros libros que se impri-
,

para impugnar la manera de entender el mundo medieval. miera, en 14 9 6, fuera el Almanach Perpetuum del astrólogo,
Testimonios del impacto que significó el enfrentamiento a médico y matemático judío salmantino Abraham Zacuto,
la inseguridad que supone el viaje se hallan en cualquier una obra fundamental para la evolución de la náutica as-
forma de expresión humana: desde los motivos ornamen- tronómica,' y, pocos años después, en 1502, el Livro de
tales que se encuentran en el mismo claustro de los Jeró- Marco Polo, que posiblemente ya trajo a Portugal el infan-
nimos, hasta los textos más marcadamente científicos de te D. Pedro das Sete Partidas y que se encuentra referen-
la desbordante literatura de viajes, o los que son intencio- ciado en las bibliotecas reales de D . Duarte y D . Manuel.
nadamente literarios pero influidos de manera directa por No obstante, este tipo de fronteras no supusieron ba-
el viaje, como el Auto da Índia de Gil Vicente (c. 1509), la rreras infranqueables para que Portugal se mantuviera en
Comédia Eu/rósina de Jorge Ferreira de Vasconcelos (c. contacto con Europa. Durante la Edad Media, la expan-
1542-1543) o, evidentemente, el mismo Camoes con sus sión de las órdenes monásticas de Cluny y el Císter tam-
Lusíadas. bién llegó hasta el territorio portugués siguiendo la ruta
A pesar de los contactos diplomáticos, políticos y eco- compostelana-Santa Cruz de Coimbra, S. Vicente de
nómicos establecidos con los diferentes Estados europeos, Fora en Lisboa o Santa Maria de Alcoba~a- e implicó el
el Renacimiento, en la mayoría de sus manifestaciones, lle- desplazamiento de religiosos y estudiantes hacia los más

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importantes centros intelectuales europeos . Cuando, a fi- go, el cual enseñó también en Coimbra. Posteriormente,
nales del siglo x1v, se unieron la casa de Lancaster con la uno de estos becarios de D. Joao III, Aires Barbosa, fue el
de Avís a partir del matrimonio de D . Joao I con Dona Fi- introductor de los estudios helenísticos en la Universidad
lipa , se potenció la estancia de clérigos portugueses en Cam- de Salamanca, y otro becario, Aquiles Esta~o, fue un no-
bridge y en el siglo siguiente había un importante número table comentarista de textos clásicos.
de estudiantes en Padua, Bolonia y Siena, además de en En 1534, el discurso de apertura del curso de la Uni-
París-en cuya universidad se formarían la mayoría de los versidad de Lisboa corría a cargo de André de Resende.
humanistas portugueses-, Lovaina y Burdeos. En el mo- Su Oratio pro rostris se convirtió en un verdadero mani-
mento en que se trasladó el Estudo Geral de Coimbra a Lis- fiesto humanista en contra dé la escolástica en Portugal.
boa (1377), muchos estudiantes decidieron dirigirse a uni- André de Resende regresaba a su país después de haber
versidades francesas, como la de Montpellier, Toulouse o estudiado en España con Nebrija y en Francia con Nico-
Aviñón,3 aunque a partir del cisma del papado, los alum- \ lás Clenardo, y de haberse relacionado en Lovaina con
nos volverán a elegir destinos italianos. Erasmo. Otro amigo de Erasmo fue el humanista e histo-
Por la proximidad geográfica, Salamanca era, desde el riador Damiao de Góis, quizás el portugués que vivió más

Ísiglo xm, uno de los centros universitarios de máximo in-


terés para Portugal; en la primera mitad del siglo xv1 cur-
saban, sobre todo leyes, cerca de ochocientos alumnos por-
tugueses en la Universidad española. A su regreso, estos
de cerca los acontecimientos propiamente renacentistas
de Europa. A los veintiún años, como escribano de la fei-
toria de Amberes, vivía el ambiente de novedades y noti-
cias que llegaban a uno de los centros comerciales más im-
estudiantes y religiosos ocuparon ministerios y cargos pú- portantes de Europa; a partir de aquí empezaron sus
blicos de responsabilidad, y representaron el punto de con- viajes como embajador por diferentes ciudades del norte,
tacto entre la corte y los centros intelectuales portugue- Polonia y Alemania. En Wittenberg conoció a Lutero y a
ses, y los núcleos de erudición castellanos y europeos. Al Melanchthon, y en Friburgo, a Erasmo, y así se introdujo
mismo tiempo que el médico J oao Lopes era propuesto en los principios e ideales reformistas y en las corrientes
como candidato a cátedra en la Universidad de Pisa, hacia intelectuales europeas, formación que completó en Lo-
148 6, el teólogo Freí Gomes de Lisboa enseñaba en Pavía, vaina y en Italia al frecuentar la Universidad de Padua y al
pocos años después fue vicario general de la orden fran- establecer relación, entre otros, con Pietro Bembo. Sus
ciscana (1511-1513 ) y llegó a participar en las primeras se- obras y su participación activa en círculos intelectuales
siones del Concilio de Letrán de 1512 -15 17. 4 En 1527, D. contribuían a divulgar las noticias sobre el mundo que los
Joao III dotó cincuenta becas para posibilitar la asistencia viajes de descubrimiento depositaban en Lisboa y eran de
al Colegio de Santa Bárbara de París a estudiantes portu- gran interés para Europa. Ya en su época, las obras de Da-
gueses; colegio que estuvo dirigido durante un largo perío- miao de Góis eran referencia obligada para la discusión
do de tiempo por el escolástico Diogo de Gouveia y por sus sobre temas fundamentales para Occidente como Etiopía
cuatro sobrinos: António- que enseñó en diferentes uni- y el Preste Juan, las cuestiones teológicas suscitadas por
versidades francesas-, el erasmista Marcial, André y Dio- los contactos con pueblos de diversas religiones o la de-

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fensa de un cristianismo universal y la posibilidad de una tal: el mar. Una frontera que durante mucho tiempo, tal y
reconciliación cristiana, tema por el cual algunas de sus como ocurrió en la mayoría de los Estados marítimos, se
obras fueron censuradas por la Inquisición. s levantó como un obstáculo infranqueable y únicamente
Sucesivos nombres y, con ellos, corrientes e influen- significó contorno, límite, impedimento. Y es en la rela-
cias irán dejando su poso en el Portugal de D. Manuel I , ción con el mar donde mejor se manifiesta la nu[!va v_olim-
en la última década del siglo xv, y en el de D. Joao III, ya tad r~nacentista portug11(_'!sa. La audacÉ_es_e_l_~ O_!J.C~l?!.O
en el siglo xv1·. En sus universidades y círculos aristocrá- más adecuado para definir a aquellos que se aventuraron
ticos se irán creando focos de discusión intelectual y las a -surca-r ~le;pad; q~e de;d~ ; i;mpre había sido conside-
corrientes humanistas se empezarán a sentir con fuerza en rado como el lugar del miedo. Pero también desde muy
Portugal, no sólo gracias al regreso de estudiosos como temprano, superar el miedo fue el aliciente necesario para
André de Resende o Damiao de Góis o por las actividades descubrir lo desconocido, para atreverse a deambular por
de profesores extranjeros en las universidades, sino tam- el extra orbem. Portugal cerraba la ecumene, era el límite]
bién por el contacto económico y religioso que se mante- de la tierra, y ante él se abría la inmensidad del mar, un
nía de manera muy asidua con Italia y, en una medida muy mar-océano.
considerable, por la influencia de las novedades traídas a Uno de los primeros y principales esfuerzos que Portu-
la corte a través de los matrimonios principescos. Dona gal se vio obligado a llevar a cabo ante la presión de su pro-
Catarina de Austria, hermana de Carlos V, invitó en 1533 a pia época fue la transformación de una cultura rural fuer- ::;:
Erasmo a enseñar en Portugal, y en ese mismo año André temente afianzada. No existía ninguna tradición de viajes
de Resende publicó su Encomium Erasmi, que fue motivo largos por mar, no se disponía de capital suficiente para
de una seria polémica con el pedagogo y gramático Aires organizar una industria naviera o comercial que pudiera
Barbosa. La llegada de Nicolás Clenardo y del escocés competir con la genovesa o la florentina, ya instaladas en el
George Buchanan invitados por el rey D. Joao III coinci- puerto de Lisboa desde las primeras décadas del siglo xv.
de con la drástica renovación de los planes de estudio- Portugal era un país pequeño y despoblado que muy lenta-
hasta aquel momento, directamente dependientes de la mente empezaba a recuperarse de los estragos que la peste
Iglesia-y con la fundación de importantes colegios de cu- negra había causado en Europa en el siglo anterior y que
ño humanista, entre ellos el Colégio Real o Colégio das Ar- originó importantes movimientos migratorios hacia Lisboa,
tes e Humanidades (I 547 ), dirigido por André de Gouveia, Oporto y Évora. En conjunto, la actividad económica de
el que fuera rector del Colegio de Santa Bárbara de París. las ciudades y del campo proporcionaba una base muy po-
Estos contactos e intercambios culturales que siguen co sólida. Portugal tuvo que rotar 180º hacia poniente y
los flujos de las corrientes de pensamiento de la época no superar recelos ancestrales para encontrar la manera de
diferencian a Portugal de las inquietudes intelectuales de dominar la superficie más hostil a la que el hombre se ha
cualquier otro Estado europeo. Aquello que marcará la enfrentado antes de la aventura espacial contemporánea.
diferencia del Renacimiento portugués será el otro gran La presencia constante, absorbente e incitante del
límite geográfico que lo define por su parte más occiden- océano es algo a lo que Portugal ha hecho frente cotidia-

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n amente a lo largo de su historia. Incluso antes de esta- examen cartográfico y, a partir de la experiencia, la infor-
blecer con este medio inhóspito una relación intensa y de- mación sobre la realidad geográfica del mundo. Aunque
cisiva para la historia portuguesa, la sensación de perte- para ello Portugal tuvo que afrontar un serio problema de
necer al límite, de encontrarse cara a cara con el espacio b ase: la falta de maestros que pudieran crear una escuela
infinito, de ser el último o el primero, crea un estado psi- científica y técnica que preparase a los hombres que debían
cológico determinado que caracteriza no sólo al portugués afrontar el viaje marítimo; asimismo, no existía ni madera
sino a muchos de los pueblos limítrofes. Y esta singulari- ni capital suficientes para crear una industria naval a gran
dad creó un doble efecto que llevó a Portugal a desarro- escala que permitiera construir buques de gran calado, ni
llar, por un lado, un sistema de autosuficiencia que va a se disponía de hombres preparados para dominar esos bar-
perdurar a lo largo de la historia e, incluso, en algunos cos. Aunque, al iniciar la aventura, estas deficiencias re-
momentos se va a agudizar, y, por otro, va a activar uno de sultaron menos problemáticas de lo que cabría esperar; la
los campos de máximo int erés para el pensamiento de las falta de compromiso con los principales y bien consolida-
últimas décadas medievales, el de la ciencia y la técnica, dos focos comerciales europeos, el no tener que defender
que lo lanzará h acia el Renacimiento. Pero gran parte de privilegios laboriosamente conquistados en o tros territo-
la costa portuguesa es escarpada y rocosa, en ella no abun - rios costeros ni disponer de la posibilidad de invertir ca-
dan los puertos naturales-sólo Lisboa y Setúbal son sufi- pital en grandes proyectos, hicieron que se empezase de una
cientemente seguros-, y durante largos meses del año está manera modesta. Estos primeros intentos de alejamiento 7
expuesta a los fuertes vientos del oeste. La p esca en el si- del espacio conocido utilizando los rudimentarios elemen- l
glo xv estaba generalizada, aunque a escala muy pequeña tos de los que se disponía, resultaron apropiados para la ex- t¡
y desde puntos muy con cretos de la costa, pero ya las em- ploración de la costa africana y llevaron a que, sob re la mar-
barcaciones portuguesas eran apreciadas por ser seguras cha , se fuera perfeccionando el diseño de los pequeños y
y fáciles de maniobrar. Al mismo tiempo, por su situación ligeros barcos y permitieron que los hombres fueran apren-
geográfica, Portugal se encontraba en los bordes de dos diendo a partir de la misma experiencia del viaje.
mundos diferentes a l os que sentía pertenecer por igual: Una de las primeras fuentes de aprendizaje fue el
el Mediterráneo y el A tlántico. Y aprovechó esta p olari- viento. Observaron que los vientos procedentes de la cos-
dad para superar la profunda crisis económica en la que ta portuguesa favorecían la navegación hacia el sur y que
se encontraba en las últimas décadas de la Edad Media. los que predominan en el Atlántico forman dos grandes
Las nuevas circunstancias que impuso el siglo xv y la elipses, una en el hemisferio norte, que circula de oeste a
cotidiana relación con el mar hicieron que en Portugal, este, y otra en el h emisferio sur, que se mueve en dirección
ante el amplio abanico temático renacentista, se adoptase contraria. Cuando Diogo d~ ~iJ~ llegó a las Azores en
...,. una actitud marcadamente científica y técnica. Esta será 1427 probablemente cruzó asombrado ese mat· cheio de
la contribución portuguesa al pensamiento renacentista: ervas, o mar de baga según el cartógrafo Andrea Bianco,
el desarrollo de las técnicas de navegación y la ingeniería que se sitúa al sudoeste del archipiélago y que actualmen-
naval, la detallada observación astronómica, el minucioso te se conoce como mar de los Sargazos. Seguramente, ya a

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mediados de siglo, los numerosos barcos que navegaban mientos con los que, sin duda, partía cualquier viajero
por la costa africana debían sufrir en la extensa zona de medieval o renacentista-como la insuficiencia de actitud
1 calmas ecuatoriales. Los navegantes observaron que este crítica. Ahí es donde se establece el contraste entre las
enorme sistema de vientos formado por las dos elipses, se épocas, aunque estas convivan simultáneamente durante
mueve hacia el norte o hacia el sur según las estaciones, al largos años. El hombre medieval no se preguntaba el por-
seguir un eje que va de este a oeste. El extremo oriental de
uno de estos ejes parte de la costa portuguesa y crea fuer-
tes temporales en invierno y vientos más ligeros en prima-
vera y verano. Al aprovechar el impulso norte-nordeste y
la corriente que se dirige hacia las Canarias, resultaba
r qué de las cosas de la misma manera que posteriormente
lo hizo el del Renacimiento , sino que aceptaba su existen-
cia. Aquello raro e inexplicable se admitía y se asimilaba
en tanto que era obra o designio divino. A pesar de la pro-
ximidad de esta manera de entender el mundo, de la in-
sencillo ir descendiendo por la costa africana. Pero el experiencia y la falta de información, los portugueses del
gran descubrimiento fue la fuerte corriente al oeste de las siglo xv, y los europeos que viajaron en sus naves , desmin-
Canarias, que alejaba a los barcos hacia alta mar. Sumada tieron que el Atlántico no fuera un océano navegable, ob-
al alisio del nordeste, proporcionaba una navegación se- servaron que se podían alejar de la costa tanto de día co-
gura y rápida incluso para las pequeñas naves portugue- mo de noche sin perder la orientación, demostraron que el
sas. 6 Cuando los sucesivos viajes fueron asegurando el Atlántico y el Índico se unían por el extremo meridional
buen resultado de los procedimientos de navegación y las africano y que, por lo tanto, la franja ecuatorial era nave-
expediciones portuguesas empezaron a realizar descubri- gable y habitable, y atravesarla permitía llegar por mar a
mientos con posibilidades comerciales, la inversión finan- la India.
ciera extranjera solucionó la imposibilidad de proyectos Pero los problemas relacionados con el viaje crecieron
con d estinos más lejanos o más ambiciosos. tan rápidamente como el interés que suscitaron en toda
Esta doble y solapada actitud que mezcla al mismo ,... Europa. En la temprana fecha de 1455, el papa Nicolás V
tiempo una postura vital que se arraiga en la Edad Media promulgaba la bula Romanus Ponti/ex, p or la que, sin el
y un naciente espíritu renacentista, se confunde con un consentimiento de D. Afonso V, no se podía navegar ni
sentimiento de recelo ante lo que resulta hostil o desco- transportar mercancías, ni pescar o permanecer en las
nocido. Los hombres de los primeros viajes regresaban o , provincias, islas, puertos, mares o lugares que pertenecie-
mejor dicho, intentaban regresar; y, por regla general, no ran a Portugal. 'El descubrimiento de las grandes exten-
se establecieron en el espacio al que no pertenecían, aun- siones marinas creó un serio conflicto respecto a un con-
que el viaje fuera muy largo o durase mucho tiempo. Paul cepto que desde la alta Edad Media estaba perfectamente
Zumthor7 defiende «el recelo» como una de las más im- delimitado: el mare clausum, el principio de «mar terri-
portantes características de la mentalidad medieval, y lo torial». El mar colindante a un territorio pertenece a ese
designa como uno de los factores causantes del afianza- territorio y permite actuar sobre él impidiendo la nave-
miento del hombre de la Edad Media en su espacio vital. gación, imponiendo tributos de tránsito o estableciendo
Quizás no sería tanto el temor o la desconfianza-sentí- monopolios de pesca. Pero durante los siglos xv y xv1 no
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se estaba hablando de mares litorales o colindantes sino Franceses, ingleses y holandeses, a medida que avanzaban
de vastas extensiones marinas que proporcionaban la en- en sus propios procesos expansionistas, iban vaciando de
trada de inmensa riqueza. Tanto Portugal como Castilla contenido los acuerdos diplomáticos. Desde muy tempra-
se aplicaron en encontrar medidas jurídicas que asegura- no, Portugal-y España, en igual medida-tendrá que en-
sen su supremacía en los océanos descubiertos. Se esta- frentarse a corsarios europeos que controlaban los luga-
bleció así un complicado sistema de licencias, permisos y res estratégicos de las rutas marítimas. La guerra del corso
prohibiciones que se remontaba a los primeros viajes de fue institucionalizada como represalia por los países que
exploración por la costa atlántica y que, desde muy tem- se sintieron discriminados en_la repartición del mundo.
prano, enfrentó a los portugueses con los castellanos y ( No sólo se codiciaba la riqueza de los barcos que volvían
con otros estados europeos. Requirió por parte de España cargados de mercancías sino que también se ambicionaba
( y Portugal una política progresiva de demarcación terri- el secreto bien guardado de las rutas en cartas de marear
1' torial que se podría considerar iniciada con el Tratado de y portulanos. El ataque corsario paralizaba el ritmo de los
/ Alcác;ovas (1479) y no quedaría perfectamente definida viajes y dañaba enormemente la economía de los países,
/: hasta el Tratado de Zaragoza (1529). 8 pero, al mismo tiempo, debilitaba las relaciones políticas
L En junio de 1494, el navegante, militar y cosmógrafo y diplomáticas entre los Estados. No obstante, las prime-
Duarte Pacheco Pereira, una de las personalidades más ras expediciones portuguesas por la costa africana, a pe-
activas en todo lo que se refiere a los viajes portugueses y sar de que el cronista de principios del siglo xv Gomes
autor del singular tratado cosmológico Esmeralda de Situ Eanes de Zurara-en su Crónica da Tomada de Ceuta y, so-
Orbis, salía de Lisboa hacia Tordesillas formando parte bre todo, en su Crónica do Descobrimento e Conquista da
de la embajada que firmaría el tratado territorial de más Guiné-se esforzase en calificarlas como exploraciones,
amplias repercusiones para los estados español y portu- se acercaban mucho más, según el historiador Vitorino
gués y para el mundo en general. A lo largo del año ante- Magalhaes Godinho'º, a incursiones de corso que a logros
rior, sucesivas bulas del papa Alejandro VI demostraban geográficos. Estos primeros viajes no estaban realmente
el tenso litigio y la trama de negociaciones que mantenían motivados por la posibilidad de actividades comerciales
España y Portugal respecto a las tierras descubiertas y las sino por la presión de la guerra de religión. También en
que eran susceptibles de descubrimiento.9 Pacheco Perei- Oriente los portugueses practicarán esta especie de pirate-
ra, como conocedor de los enormes espacios que se nego- ría de Estado. Los asaltos y razias permitieron, al principio,
ciaban, defendió una discusión que salvaguardaba para empezar a organizar las /eitorias y consolidar la presencia
Portugal la ruta hacia la India, pero, una vez la expedición portuguesa y, posteriorme'nte, enriquecer a los particula-
de Magallanes consiguió circunnavegar el globo en 152 2, res. Evidentemente, ante las «iniciativas» tomadas en el
esta discusión se volvió a plantear respecto a la posesión espacio marítimo, los acuerdos y tratados entre los países,
del preciado archipiélago de las Malucas. la doctrina del mare clausum, las bulas y prerrogativas pa-
La partición del mundo, como era de esperar, no des- pales tenían un muy escaso poder persuasivo; y en este mis-
pertó las simpatías del resto de las potencias europeas. mo sentido, hay que considerar las actividades corsarias
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de unos y otros Estados como un elemento más en el pro- Aunque el mismo Gil Vicente, doce años antes, para de-
ceso de génesis de la expansión occidental. mostrar el sacrificio en vidas humanas que el viaje a Orien-
í De hecho, lo extraño es que Portugal, ante la situación te le costaba a Portugal, pone en boca de la cínica Cons-
de crisis y enorme recesión del último período medieval, tanc;:a de la Farsa Chamada Auto da Índia, los siguientes
y a pesar de su bajo número de habitantes, la debilidad de versos:
J su estructura económica y su escasez de medios, pudiera
hacer frente a la empresa expansiva y mantenerla. Sobre
¡Pero qué gracia tendría
si este negro mi marido
todo teniendo en cuenta que no toda la sociedad con al- tornase a Lisboa vivo
gún tipo de poder decisivo estaba conforme con el impul- para mi compañía!
Pero esto no puede ser;
so de la campaña ultramarina. Esta discrepancia no sólo
que él ha de morir
se hizo evidente en los primeros años de expansión, cuan-
solamente por ver el mar.
do la nobleza pugnaba por seguir su tendencia militar en Quiero hilar y cantar,
el norte de África, sino también durante los mejores mo- segura de que no ha de venir. 12

mentos del Imperio-desde la década de 1480 a la de


1520, bajo los reinados de D. Joao II y D. Manuel 1- ,
cuando el mercantilismo regio pretendía una centraliza-
ción excesiva que afectaba seriamente a la iniciativa pri-
vada. Sólo puede entenderse a partir de la participación y
el apoyo extranjero, y por el interés evangelizador que la
Iglesia católica tenía en Oriente y, posteriormente, ya a
partir de otros planteamientos, en América.
El planeta Marte, en las Cortes de Júpiter de Gil Vi-
cente, recitaba en 1521:

Y así en las partes de allende


siempre fue favorecido,
y en la India también.
O digan si alguien vio
reino en fama tan lucido.
Pequeño y muy grandioso,
poca gente y mucho hecho,
fuerte y muy victorioso,
muy osado y furioso
11
en todo lo que toma a pecho.

66

l
EL «HOMO VIATOR»

D. Afonso V se arrodilla ante san Vicente. A su alrededor


y t~as é( las rciradas absortas, meditabundas, concentradas,
de los hombres. Hacia 1460,Nuno Gorn;:alves1 pintaba su
enigmático políptico, cuyas fig;~;s pare¿-en inspiradas, co-
mo los frescos de Andrea Mantegna, en esculturas·de ros-
tros nobles y serenos en actitud ensimismada. Son miradas
detenidas e inmóviles que perduran en el tiempo ajenas a
cotidianidades, son rostros absortos que parecen haber al-
canzado una sabiduría mística. Semblantes que, a diferen-
cia esta vez de los luminosos y equilibrados espacios arqui-
tectónicos en que se inscriben las figuras de Mantegna,
destacan en un fondo oscuro que resalta el denso barro-
quismo de la composición. En el políptico se reproduce la
singularidad de la estructura política y social que va a ser,
en gran medida, la impulsora de los primeros viajes por el
Atlántico. En uno de los dos paneles principales destaca
en primer plano la familia real-D. Afonso, su primogé-
nito D. Joao y, tras él, D. Henrique el Navegante, quinto
hijo de D. Joao I-, en el otro panel, los caballeros que em-
prendieron las primeras campañas militares en Marrue-
cos y, en primer lugar, el mitificado D. Fernando, llamado
el Infante Santo, el hijo menor de D. Joao I que murió en
el norte de África en 1443. Caballeros de importantes fa-
milias lusitanas como la de Bragarn;:a o la de Guimaraes,
altos cargos de la Iglesia como el arzobispo de Lisboa, los
frailes del monasterio cisterciense de Alcoba~a, las cofra-
días, hermandades y corporaciones de maestros artesanos
como la de los pescadores o mareantes, que incluía a mer-
LA NUEVA VOLUNTA D EL «HOMO VIATOR »

cadetes marítimos y navegantes en general, se ven repre- es literalmente salir de los límites de lo conocido y aven-
sentados en la obra de Nuno Gon1;alves como seres silen- turarse por una dimensión en la que no se puede asegurar
ciosos y distantes. ningún tipo de control. Este nuevo espacio del viaje mo-
Í San Vicente, patrón de la cofradía de los catpintefros dificará ahora el verdadero significado de la errancia-el
\ do mar, según algunas versiones de la leyenda, llegó a Por- ~cto ~e_l_Lb_r~x~aJ.~ ven_!u~a:._al vestirlo d~ los _rasg9_s_y
tugal, al igual que Santiago a la costa gallega, en un sarcó- connotaciones que definen un nuevo pensamiento occL
fago de piedra que varó en las escarpadas rocas del cabo cleºt_al. El viaje que inicia Occidente siguiendo la ruta ma-
7
Sao Vicente' y rápidamente se convirtió en un santo pro- rítima, lo emprende un hombre impulsado por una nueva
tector del mar y en estandarte de la cristiandad que lucha voluntad, y este impulso innovador designa a alguien que,
contra los enemigos de la fe. La actitud ensimismada del sin desprenderse de unas identidades que lo caracterizan
Santo parece contagiar las miradas detenidas de los ros- como medieval, se inviste de otras que lo identifican como
tros que Nuno Gon1;alves pintó en su políptico; y ese re- un hombre nuevo. Este hombre, al adentrarse en el océa-
cogimiento, en lugar de aislar a cada uno de los persona- no, inicia una vez más el largo periplo que lleva a la reso-
jes, sirve de poderoso nexo de unión. Son rostros duros lución del enigma que impulsa el viaje: superar los límites
que parecen abrirse al vacío; fácilmente un espectador que es saber qué hay más allá. Desde esta abstracción, el mar,
conozca el momento histórico que vivió Portugal a partir trascendentalizado por la experiencia personal y por la su-
de la segunda mitad del siglo xv se puede dejar llevar por peración de las adversidades, puede ser entendido como el
esos semblantes que parecen reflexionar, premonitoriamen- símbolo que convierte al navegante en el caballero andan-
te, sobre lo que va a ser iniciado: el camino hacia el espa- te-en el héroe-renacentista.
cio que se abre ante los límites de Portugal. La literatura de los siglos anteriores a los numerosos
El hambre, la guerra, las plagas, las epidemias, un cri- textos que recogen el viaje portugués está llena de osadía
men, la codicia ... son motivos que cualquier ser humano y encuentros desiguales con la adversidad. Un héroe que
puede tener para alejarse del lugar conocido e iniciar el está por encima de su condición de ser humano, que con-
viaje. Las «gentes del camino» pertenecen a cualquier ca- fía en su fuerza porque se siente plenamente seguro de sus
tegoría social, a cualquier cultura o profesión. Estudian-
tes, eruditos, artistas, clérigos, juglares, campesinos, pe-
regrinos, mercaderes, todos estos seres itinerantes, que ya
desde la alta Edad Media deambulan por los caminos eu-
! ropeos, son asimismo los que inician el viaje por el espa-
posibilidades y su superioridad, lucha hasta triunfar o
hasta morir llevado por su propio ímpetu, convirtiéndose
en la culminación del esquema clásico del héroe. Tampo-
co ningún lector del siglo XVI parece dudar de la furiosa
voluntad del Orlando de· Ariosto para vencer todos los
¡
1 cio marítimo. Se vinculan espontáneamente a los restos de obstáculos. El héroe literario inicia una aventura defini-
/ una antigua memoria nómada que sigue modelos clásicos da, limitada por cuadros escénicos a los que el lector de

¡ y bíblicos y que dibuja en el pensamiento colectivo la ima-


gen del hamo viator, el ser ambulantG
cualquier época se enfrenta sabiendo de antemano cuál va
a ser la actitud del protagonista de la historia.
E~;paci~mo es-efocéano, y adentrarse en él El lector contemporáneo a la extensa literatura que

71
LA NUEVA VOLUNTAD EL «HOMO VIATOR»

trata los descubrimientos y la expansión portuguesa de ne la realidad que en su recorrido vive el caballero, y el
los siglos renacentistaf~ambién sabe a lo que se enfrenta tiempo se manifiesta como algo impreciso que contribuye
al iniciar su lectura: quiere conocer mediante fuentes fide- ,, a crear una idea de infinito o de movimiento sin fin. ~ -
dignas la experiencia del viaje. No obstante, desde la lite- ~&!!!le, este nuevo héroe renacentista, en cambio, ~
ratura-y no tanto desde la necesidad de información- , mueve__por un espacio ilimitado en el que, obsti~d?~e_!l-_
la actitud de lectura es diferente a la de épocas anteriores g:, como si fuera una medida de orden y equilibrio, se es-
porque ha cambiado el concepto de aventura, ha cambia- fuerza en mesurar elü_e_m_po con detall.e. Puntualiz~l
do el héroe y ha cambiado el escenario en el que este se (
momento de la presencia en el lugar incógnito le confiere
mueve. En este sentido, podría decirse que el hombre que
aparece en los textos de la expansión, en su multiplicidad
- de actitudes, reacciones y conductas, significa, esencial-
l definición; es una manera de· humanizar el lugar que no
pertenece al hombre y en el que este se siente un extraño.
Pero, ¿cómo demostrar la presencia en este espacio de in-
mente, la fractura de la representación clásica del héroe mensidad líquida que es el mar y que, irremisiblemente,
\ literario. Y al seguir una lectura cronológica de los docu- despierta incertidumbre y desasosiego? Qué difícil es en
Lmentos se puede observar cómo se va transformando el este medio cumplir uno de los principios de la vida erran-
estereotipo heroico, encontrándose desde el que se halla te: recorrer un mundo diferente para, a partir de la pre-
inscrito en el más puro estilo épico medieval-el conquis- sencia, someterlo y dominarlo. Se cumple, eso sí, otro de
tador, el guerrero-o el que pertenece a la epopeya rena- los principios importantes del viaje: el héroe sigue estan-
centista-el Vasco de Gama camoniano- hasta el que se do sometido a lo imprevisible, lo cual le obliga a una cons-
ve sometido a los más drásticos desatinos de la fortuna, tante actitud de superación. Pero, para el lector, el hecho
un hombre trágico y barroco, el náufrago. de que el protagonista del viaje esté condicionado de ma-
La literatura de viajes que se empieza a escribir a par- nera continua a los caprichos del azar no implica, como
tir del siglo xv ~gnora estereotipos·. En primer lugar, to- ocurría en la literatura medieval, la aparición del elemen-
davía no conoce los modelos literarios que posteriormen- to fantástico para dar explicación a los sucesos. Puede ha-
te heredará de la Antigüedad clásica, y, por otro lado, en ber principios fantásticos en la extensa literatura de via-
muchas ocasiones, salvo en las que el autor busca un esti- jes, pero lo extraño, lo desconocido, ya no tiene por qué
lo literario marcadamente renacentista, se aleja de los cá- ser leído desde lo mágico, lo maravilloso o lo inexplicable
nones estéticos defendidos por los teóricos quattrocentis- -y, por tanto, ser asumido sin más- , sino que el elemen-
tas. La literatura de viajes quiere satisfacer la curiosidad; to más característico de los relatos será la verosimilitud
su finalidad es informar sobre lo descubierto, sobre la ex- realista y el tono de hone.rtidad testimonial que impregna
periencia vivida, y, en el caso portugués, divulgar la gesta los acontecimientos que se van exponiendo, aunque lo
lusitana. Los textos que describen el viaje se esmeran en que se lea parezca increíble. Las descripciones, los suce-
fijar aquello que debe perdurar en la memoria, y esta vi- sos, siguen estando dentro del campo semántico de lo in-
vencia real es lo que singulariza al nuevo héroe. audito, pero el lector lee desde el convencimiento de que
En los relatos de caballería medievales, el espacio defi- el punto de partiqa del relato es la realidad, sobre todo,

72 73
LA NUEVA VOLUNTAD EL « HOMO VIATOR»

porque así lo afirman los propios autores-protagonistas puesto el ojo que a veces se juntaban quinientos y le disparaban
de los relatos. todos juntos [. .. ] sin acertarle, porque los quinientos siempre
erraban, y él se recogía sin haber sido herido. Él solo, en todas
[ ... ] nunca el conocimiento de la cosa puede ser tan exacto por las peleas que los nuestros tuvieron con ellos en el cerco, les da-
su semejanza, como cuando es conocida por sí misma. 5 ba más miedo que todos nosotros juntos, especialmente en un
día, el de Santiago, que, por las muestras que daban, los nues-
Tome Vuestra Alteza mi ignorancia por buena voluntad, y tenga tros pensaron que aquello era un milagro y que victorias como
la certeza de que, ni para embellecer ni para afear, no puse aquí aquellas no se podían alcanzar sin ayuda divina. 7
nada más que aquello que vi y me pareció. 6
O las arrogantes palabras que también Castanheda pone
Muchas veces, los cronistas contemporáneos a los viajes en boca de Duarte Pacheco cuando en 1504 el rajá de Co-
se dejan llevar por el entusiasmo al ensalzar las virtudes y chin le pide que lo proteja de la amenaza del samudri de
el heroísmo de los protagonistas de los sucesos. Caen en- Calicut.
tonces en exageraciones, en atribuciones milagrosas y di-
vinas a los triunfos de los portugueses en tierras tan leja- [. .. ] el rey observó nuestra armada y sus naires, y se entristeció
nas o, simplemente, por proximidad temporal, no pueden mucho por la poca cosa que eran en comparación con el poder
deshacerse de esquemas literarios o narrativos firmemen- del rey de Calicut. Y le dijo a Duarte Pacheco:
te afianzados. Es el caso, por ejemplo, de ese enorme portu- -El peligro en el que te veo me recuerda lo que ocurrió el
gués mitificado por los naires-noble estirpe de militares año pasado; te ruego que hagas lo que puedas y que no te enga-
de la costa malabar, en la zona occidental de la península ñe el corazón. Piensa en cuánto pierde el rey de Portugal si te
pierdes.
indostánica-del que habla Fernao Lopes de Castanheda
Y con esta última palabra, se le arrasaron los ojos de lágrimas,
en su crónica sobre la conquista de la India, en el episo-
por lo que.Duarte Pacheco se irritó mucho y le respondió que
dio en el que se alían el rey de Cannanore y el samudri de
«más podían pocos y esforzados que muchos y cobardes; y que si
Calicut, y cercan la fortaleza portuguesa de Cochin, que los nuestros eran esforzados, bien había visto lo cobardes que
constituiría, en las primeras décadas del siglo xv1, el pri- eran los enemigos» [. .. ] 8
mer gran puerto portugués de la India y el principal cen-
tro exportador de especias hacia Europa.
El cronista termina la batalla destacando cómo, de mane-
[. .. ] Y los naires preguntaban, con mucho interés, por un por- ra milagrosa y providencial, no murió ni un solo portu-
tugués que, durante el cerco, cuando los nuestros salían a pe- gués en el passo de Cambaláo:
lear, andaba entre ellos. Era mucho mayor de cuerpo que los
otros, y más corpulento; y no había día en que los nuestros sa-
\
[. .. ] parece un milagro que no acertaran ni un solp tiro. Y los
lieran a buscar agua, que él no fuera delante de todos, y matase
nuestros los acertaban todos en los enemigos y mataron muchos
más de veinte enemigos. Y se dice que los arqueros le tenían tan [ ... ]

74 75
LA NUEVA VOLUNTAD EL «HOMO VIATOR»

Y sería ya después de vísperas, que hasta entonces duró el paz de lograr su propósito. El que muchas veces se ve so- 17
combate, cuando de entre los enemigos, tanto los de tierra metido al destino sin posibilidad de elegir, va a ser el nue-
como los del mar, murieron trescientos cincuenta hombres co- vo y verdadero aventurero, el hamo viator renacentista. j
nocidos, además de los otros, que pasaban de mil; y de los nues- La fortuna, y ser consciente de depender de ella, es un
tros no murió ninguno, sólo hubo algún herido [ ... ] 9
verdadero motivo de temor. La fortuna es algo cambiante
y caprichoso en lo que no se puede confiar. También para
Con estos recursos, los cronistas que describen las prime- el hombre del siglo xv1 la sensación de seguridad es nece-
ras actuaciones portuguesas en Oriente van entremezclan- saria. Sentirse seguro, aunque sea la seguridad inestable
do el discurso épico de connotaciones fantásticas con la del barco, es vivir; la insegu1:idad es símbolo de muerte.
exaltación del papel llevado a cabo por los portugueses La sensación constante de la proximidad de la muerte
allí. Así, las crónicas, incluso las de los historiadores de obliga a convivir con un nuevo sentimiento que el héroe
corte que no viajaron y, por tanto, no fueron testigos pre- todavía no ha experimentado: aquí es donde aparece la
senciales de los hechos narrados, muestran una doble his- noción de angustia. Un sentimiento provocado por algo
toria. En primer lugar, presentan el motivo que genera la que no se puede identificar y cuyo resultado es una domi-
escritura-los hechos en sí-y, en segundo lugar, ofrecen nante sensación de inseguridad. Al miedo, sí se es fuerte,
la historia oculta de las reacciones humanas al interpretar se le puede hacer frente porque se conoce el motivo: da
los hechos y dramatizarlos. El lector no se enfrenta a la miedo el mar, la tempestad, el escorbuto, el enemigo.
aventura de superhombres que se atreven a luchar contra Pero la fortuna y el destino-y de ahí la importancia que
cualquier adversidad según un modelo de héroe definido les dan los humanistas- crean inquietud y ansiedad; son
ya por la literatura, sino que se acerca al fragmento de angustiosos y turbadores porque son desconocidos , mu-
vida de un héroe de carne y hueso, que se enfrenta con fu- dables, imprevisibles, y lo llenan todo de inseguridad.
ria al enemigo, que tiene respuestas humanas ante el do- Este nuevo hombre del viaje va a ser el artífice de la evo-
lor, que se revela compasivamente ante la obligación de lución en el sentimiento del miedo; se mezclará el phobos,
cumplir con el deber, que puede llorar, que puede sentir J el miedo a algo, con el deimos, una forma de temor más
desesperación. esencial. Así, el miedo, como concepto genérico, será otro
Ante esta nueva forma de heroísmo que no permite de los elementos que distanciará al héroe renacentista del
una lectura alegórica de los hechos heroicos, se transfor- caballero andante medieval. Hasta el siglo xv1 el héroe
ma la idea de aventura. El aventurero ya no será aquel hé- generalmente no demostró tener miedo; induso se puede
roe que se enfrenta y supera una adversidad predestinada, llegar a deducir que ni s·iquíera lo sintió. El héroe tiene
por muy difícil que esta sea, sino que será el que se en- que ser prototípico y el miedo ensucia su honor. El miedo
cuentra con y en lo imprevisto: el que no cuenta con la for- inmoviliza e impide la manifestación del valor. Al mismo
tuna sino con sus propias posibilidades, el que se siente tiempo, el heroísmo siempre había ido relacionado con la
vulnerable ante el espacio, ante el enemigo, ante la lengua alcurnia; el héroe es noble y, por consiguiente, valiente. El
de comunicación, aunque no por eso se siente menos ca- miedo en él sería 'algo inaudito, sería, en palabras de Vír-

77

LA NUEVA VOLUNTAD EL «HOMO VIATOR»

gilio, la prueba de un alma 1'uin.'º Pero este nuevo hamo dición de nuestras almas junto con la de nuestros cuerpos, ya
viato1' que se enfrenta al miedo puede pertenecer a cual- que, como es sabido, seremos homicidas de nosotros mismos? 11

quier nivel de la escala social; añade, así, un rasgo homo-


geneizador que lo diferencia una vez más del estereotipo El cronista Gomes Eanes de Zurara obliga a los navegan-
heroico. tes a reflexionar y cuestionarse el porqué de su viaje, si la
En los textos historiográficos portugueses de finales amenaza de la muerte se muestra de manera tan patente.
del siglo xv es difícil encontrar manifestaciones de la de- Curiosamente, el infante D. Henrique los convence con
bilidad de los hombres. No es esta la función de los docu- un argumento muy medieval: _la/ama.
mentos. Pero a medida que avanza el siglo XVI, una vez se
van descubriendo las realidades del viaje, se constatan las No podéis pensar, dice el Infante, que sea tan grande el peligro
dificultades de los portugueses por conseguir y mantener que la esperanza del galardón no sea mucho mayor[ ... ] 12

una posición preponderante en los puntos neurálgicos


orientales. En cuanto vuelven a Occidente diversas naves
con informaciones y puntos de vista de todo tipo, la reali-
Í Pero el cronista escribe sabiendo, obviamente, el resulta-
do del viaje de Gil Eanes, porque el tono de las argumen-
dad se va apoderando de los relatos y afloran las sensacio-
1 raciones de las que se sirve el infante para persuadir al na-
nes y las reacciones humanas. Al margen de los textos-
vegante y el menosprecio hacia los criterios hasta aquel
muchos de ellos, sobre todo los de finales del siglo xv,
momento aceptados, sólo pueden justificarse si se sabe de
obstinados en comunicar un espíritu de triunfo y demos-
antemano que más allá del cabo sigue la costa atlántica:
trar el poder portugués- , el hamo viato1' renacentista ex-
perimenta en algún momento del viaje este sentimiento
[. .. ] y, en verdad, me maravillo, ¿qué imaginación es esta que to-
/ crecientemente abstracto de inseguridad. El caso extremo
dos os creéis?, una cosa de la que apenas se tiene certidumbre,
de estar a merced del destino es el náufrago, aunque en él
como si estas cosas que se dicen tuvieran alguna autoridad, que
\ la incertidumbre se ha convertido ya en desampa1'o._ . por poca que fuese no os daría tamaña responsabilidad. Pero me
Los primeros hombres que se aventuran por lo 111c1er- estáis hablando de la opinión de cuatro navegantes, que además
to son los navegantes. Son los que van a tientas por el es- son de la carrera de Flandes o de algunos otros puertos para los
pacio abierto e inseguro y a partir de su vivencia irán des- que normalmente navegan, y que no saben mantener la aguja ni
mintiendo lo firmemente afianzado en las conciencias. Un la cata de navegar. Así que idos, no temáis sus opiniones y haced
paso difícil fue superar el cabo Bojador, cabo que, situado vuestro viaje, que, con la gracia de Dios, de este no podéis re-
en la costa occidental africana, durante mucho tiempo gresar si no es con honra y provecho. 13
marcó el límite de las navegaciones atlánticas, hasta que
en 1434 Gil Eanes lo consiguió. No obstante, en esta primera fase del viaje portugués, el
papel de cada uno de los hombres que emprenden la ruta
¿Cómo pasaremos, decían ellos, los límites que pusieron nues- marítima está, en la mayoría de los casos, perfectamente
tros padres, o qué provecho puede obtener el Infante de la per- definido. El navegante es propiamente el descubridor, el

79
LA NUEVA VOLUNTAD EL «HOMO VIATOR »

que inicia el viaje por espacios desconocidos; es, en el Cruz de Cristo y en la que se concedió al capitán de la ar-

r fondo, el que se aproxima totalmente a la imagen del hé-


roe renacentista. Las ex2~5!i~1!~_s_ ll¡;¡_°!adas henriquinas,
~ las promovidas por el infante D. Henrique el Navegante,
mada el honor de ir bajo palio junto al rey y cubrirse con
el birrete bendecido por el papa Alejandro VI. El cronis-
ta Joao de Barros (1496-1570) afirma que el Tajo nao pa-
en las primeras décadas del siglo xv , son las que, en pri- recia mar, mas um campo de flores.' 5
mer lugar, además de luchar contra el infiel, buscan una vía ,1 _,,.. Si el viaje de Vasco de Gama era el último gran viaje
de acceso a los centros productores de oro en África, para de los navegantes con el que, de hecho, se cerraba la au-
romper, así, el monopolio musulmán. De esta primera épo- -~ téntica posibilidad de aventura en el espacio incógnito
ca son, asimismo, las embajadas, entre políticas y religiosas, atlántico-ya que una vez superado el cabo de Buena Es-
hacia Etiopía en busca del Preste Juan. También la explo- peranza, el Índico se abría como un océano desconocido
ración y poblamiento, entre los años 1427y1431, del archi- para los portugueses, aunque eran aguas que los navegan-
piélago de las Azores; el paso del cabo Bojador en 1434; el tes árabes conocían bien-, el viaje de C~~d~~ub_rió,
fracaso en la tentativa de conquista de Tánger en 1437 . no ya unaJ.ierrn_Ip_c_ggnüa, sino un Nuevo Mundo ni si-
Posteriormente, se dará el contacto durante la década de quiera·i~_tuido, 13ra_sil, el continente americano. 16 Este ~ia- -
los cuarenta con el oro africano; en los cincuenta, el des- j~ canibiar~ l_?)TTrngen d~l _nl!vegante; lo convertÚá en -un
cubrimiento de Cabo Verde y Guinea; durante los seten- V_<:_rg~rn_descubrid0r, un explorado;de 1; no~edad que,
ta, Fernando Póo y S. Tomé y Príncipe. en cierto sentido, lo distancia del homo viato1· renacentis-
El reinado de D. Joao II (1481-1495), el Príncipe Per- ta para preludiar lo que posteriormente será el viajero de
·1
Jeito, será el período de máximo esplendor de los nave- los siglos xvm y x1x.
gantes. Diogo Cao llegará al Congo y remontará el río del 1
Tras el navegante irán otros hombres del viaje: el con-
i mismo nombre en 1484; río cuya magnitud lleva a pensar
\

\¡ quistador y el misionero; lo cual no quiere decir que estos


al navegante que ha conseguido alcanzar el extremo aus- no estuvieran presentes en las primeras expediciones sino
tral africano y, consecuentemente, el paso hacia el Índico, ·1 que en una segunda e inmediata fase de la expansión ad-
error que el embajador portugués en Roma, D. Vasco Fer- quirirán un papel preponderante. Son hombres que per-
nandes de Lucena, anuncia como cierto al papa Inocencio tenecen al viaje oceánico renacentista, sin embargo, su
VIII en 14 8 5. Tres años después, en 14 87 , Bartolomeu Días función y el resultado de sus acciones parecen adaptarse
pasará el cabo de las Tormentas y, curiosa y extrañamen- mejor a un esquema de comportamiento y actividad más
te, no será hasta nueve años después, ya bajo el reinado de próximos a la Edad Media que al espíritu que mueve el
D. Manuel I (1495-1521), cuando Vasco de Gama partirá Quattrocento: el conquistador domina y somete a los hom-
hacía la India. 14 El 9 de marzo de 1500 zarpa, con destino bres, y el misionero los convierte a la fe cristiana.
a la India, una armada formada por trece naves y capita- Aparece, así, un hombre del viaje que se emplaza ya en
neada por Pedro Álvares Cabral. La despedida fue solem- el lugar de destino, que impone su presencia y se subdivi-
ne: una misa en la ermita de la playa del Restelo y una pro- de en múltiples funciones: es un soldado, un diplomático,
cesión hasta las naves, donde se bendijo la bandera con la un feitor, un religioso. La aventura se convierte en gue-

80 81
,,

LA NUEVA VOLUNTAD EL « HOMO VIATOR»

rras, planes de dominio e ideales evangelizadores. D. Fran- la palabra de Dios: la comunicación de los conceptos reli-
cisco de Almeida, primer virrey de la India (15 o 5), cons- giosos. Obliga a aprender las lenguas de los nuevos espa-
truye las primeras fortalezas y organiza una armada y un cios de evangelización y a buscar nuevas representaciones
ejército, nada más iniciarse el siglo xvr. En 1507, Afonso simbólicas que traduzcan aquello que debe ser asimilado.
de Albuquerque, segundo virrey, ocupará la isla de Soco- No obstante, estos hombres de misión atemporal que tam-
tora e intentará tomar el importante puerto de Ormuz. A 11 bién se inscriben con renovada fuerza en el viaje renacen-
partir de la fundación del Estado Portugues da Índia- la tista, tienen, en esta primera etapa del viaje, un papel to-
fórmula que el rey D. Manuel halló para ostentar repre- davía tenue en Oriente.
sentación y autoridad permanente en el Índico-, duran- El religioso, un hombre ·cuyo viaje está presente en
te los años de gobierno de Albuquerque (1506-1515) se cualquier época, contrasta con otro homo viator que se
hace evidente la presencia portuguesa en Oriente con la ,f
inscribe plenamente en la actitud renacentista en el mo-
toma de Goa en 1510 , Malaca en 1511 (que abre enormes 1 mento de la partida. Es _tl_~~~_p..Q.LC!!.riQ§_i-
posibilidades comerciales con Extremo Oriente) y Ormuz ,\ d3:_c:Lp--..o r ~~' el!jgi..!!!!!· Así se expresa_~lit~liª-
en1515. no Antonio Pigafetta al justificar sU1ncorporación a la
Al mismo tiempo, la fe pasa a ser parte integrante de
1
~ - -
armada de Fernando Magallanes que parte de Occidente
la expansión marítima pórtuguesa. Franciscanos, domini- con el propósito de circunnavegar los océanos.
\ cos, agustinos y jesuitas tendrán que ir adaptando sus es-
\ trategias persuasivas según el entorno y el nivel cultural e Por los muchos libros que yo había leído y por las diferentes
intelectual o las particularidades teológicas de las socie- 11
1
personas que había conocido que conversaban con su Señoría
dades que pretenden evangelizar. Tendrán que reaccionar sobre las grandes y extraordinarias cosas que había en el mar
ante actitudes de aceptación o rechazo, o de interés y des- Océano, decidí, con el b eneplácito de Su Majestad cesárea y de
precio, a medida que avanzan en el viaje hacia Oriente. mi señor el prefecto, experimentarlas por mí mismo e ir a ver
Desde esta perspectiva, en el viajero religioso se crea una aquellas cosas que me pudieran satisfacer y, al mismo tiempo,
interesante mezcla epocal: en él, el ejercicio iniciático que hacerme con un nombre que llegase a la posteridad.' 7
traduce el esquema esencial del viaje medieval-partida,
pruebas y renovación interior a partir de la experiencia ~- Es un hombre que se inscribe perfectamente en la moder-
del viaje, y que el pensamiento religioso interpreta como \ nidad porque ha superado lo que Luden Febvre llamó
imagen de la vida cristiana-se combina con la misión tras- ~ l'outillage mental, el aparato conceptual de la sociedad
cendental y atemporal de la prédica de la fe, fuente im- que no permite la incredülidad y la duda. El viajero mo-1
pulsora del viaje religioso, y con la visión de las diferentes _dif(c.ó_elQ!incP-io de .D:f!.<!...tJ:S:É:__~nec_ ~~t~ c~nfii:_mación
realidades que el propio viaje va ofreciendo y que actúan l\1 de lo previamente establecido como _real y, en su recorri- tl
¡\
como readaptadoras de actitudes firmemente premedita- do_, irá_!ransf~~~an-d~-la verd~d 4_;¡ m~~do. Serán los _qii_e \
das. El caso más extremo de ejercicio de adaptación lo pre- harán que Occidente se maraville. ante el ~~otismo de /
senta un aspecto fundamental para la correcta difusión de O_Ets!ni~!../se so-rprenda- ante las costumfu.;s y conworta-:: )

1 1
LA NUEVA VOLUNTAD

mientas de hombres ignorados, ante el paisaje y la natura-


leza indómita.
Este hamo viator renacentista, en sus diversas facetas EL MUNDO REGIDO POR DIOS
y propósitos, se siente impulsado por un motivo de con-
cepción todavía abstracta que, a partir de la consumación -
de su viaje, materializará como real y tangible. Su motivo
es la es/era. En su viaje alrededor de la esfera, en sus suce-
sivas salidas y regresos, irá creando una idea armilar del
i nundo que rebatirá la forma figurada_del universo diluci-
dada por el i~agin@9_o~i:;id<;ptal_~ lQjargo deJ~ s.
ta_J>artida inicia el dibujo de la circunferencia. Pero ~ta r
idea~7-milar ten-d~á que i; sufriendo numerosos avances y
retrocesos a medida que vaya superando concepciones
preestablecidas del mundo, irrealidades asumidas como

l
dogmá_ticas y criterios supues_t~~ente i~·rebatible~, _hasta
consolidar una nueva cosmov1s10n gracias a un vza1e que
también es armilar.
Al inicio del siglo xv1 el italiano Alberto Cantina com-
pró en Lisboa por doce ducados un planisferio de un car-
tógrafo desconocido fechado en 1502 para Hércules de
Este, duque de Ferrara. 1 Al extender el mapa, el duque
pudo observar el rigor y la firmeza de la mano que había
dibujado una imagen del mundo que empezaba a aproxi-
marse a la realidad. La carta concentraba el saber occi-
del).tal del mundo al yuxtaponer, sin perspectiva histórica,
la concepción geográfica del pensamiento clásico, la re-
presentación simbólica medieval y la lectura renacentista
del espacio ya conocido. Y es justamente en la combina-
;,. ción de las diferentes concepciones históricas del mundo
L donde estriba la modernidad del Planis/ério do Cantina.
1' La mentalidad renacentista, al venerar el pensamiento
clásico, respeta y al mismo tiempo se ve obligada a con-
tradecir las descripciones grecorromanas del mundo a
partir de la demQstración de la realidad que proporciona
T

LA NUEVA VOLUNTAD EL MUNDO REGIDO POR DIOS

el viaje; asimismo, el peso de la interpretación medieval taleG abe pensar, por tanto, que Occidente se servía de \
ejerce tanta fuerza que perdura en las mentalidades, aun- los conocimientos de los pilotos, cartógrafos y navegantes
que la evidencia desmienta ya ideas preconcebidas de los de las costas índicas. 1

espacios geográficos. La carta portuguesa al mismo tiempo, establece una


Cuando se fechó el planisferio que compró Cantino, 9-tástica frontera interpretativa entreJa manera de repre-
hacía diez años que el cosmógrafo alemán Martín Behaim sent~j )~_c osta y el interior delo_s continentes. África, me=
había construido el primer mapamundi esférico de la his- ticulosam~~te -detalÍ;da en- sus - c~nt¿~~os- oceánicos al
) toria de la cartografía. Desde aquel momento, y a lo largo mostrar una férrea voluntad de representación de la reali-
de una década, el mundo y la manera de pensar en él cam- dad, presenta, en su interiof, la persistencia de concep-
bió ostensiblemente. En 1502 Castilla ya había entendido ciones fantásticas del espacio incógnito, mezcla de la idea
que las Indias de Colón eran el Nuevo Mundo y se había ptolemaica del mundo y de la interpretación medieval de
repartido con Portugal lo que se intuía que era el planeta; este. La prueba más contundente del medievalismo del
Vasco de Gama, al partir hacia Oriente por segunda vez, Cantina es que Jerusalén sigue representándose en el lu-
aseguraba la ruta hacia la India; y Américo Vespucio re- gar preferente y central del mapa, y el Mar Rojo aparece
gresaba a Lisboa después de haber navegado hasta Río de rcoloreado en rojo. La novedad del planisferio es América.
la Plata y la Patagonia siguiendo la costa brasileña. Aparecen esbozos fragmentados del contorno atlántico
Cualquier navegante experto podía observar que en el del continente interrumpidos en un espacio indefinido; la
planisferio de Cantino aparecía una extraña mezcla de in- costa explorada de Brasil, las Antíllas, Florida, Terranova
formaciones, conocimientos geográficos y técnicas de na- y Groenlandia se encuentran suspendidas en la nada, con-
vegación. Es un documento en el que persisten espacios troladas por una contundente línea vertical que represen-
tratados según los procedimientos de navegación estima- ta las delimitaciones del Tratado de Tordesillas. Las re-
da que los primeros portulanos habían establecido -se 2
soluciones del Tratado obligaron al cartógrafo a desplazar
comprueba en el tratamiento que recibe el Mediterráneo, Terranova hacia oriente para incluirla en el área de cir-
el Atlántico norte y las islas descubiertas por Cristóbal cunscripción portuguesa.
Colón-y al mismo tiempo presenta, por primera vez en El Cantino puede ser una metáfora simbólica que re-
uha carta náutica, las líneas del ecuador y de los trópicos, presenta al mismo tiempo al hombre que parte y al hombre
lo cual indica que los navegantes ya sabían situarse en el que regresa del viaje. El planisferio demuestra que los na-
océano mediante el cálculo de latitudes3 y no se limitaban vegantes dominaban las rutas que los llevaban hasta el
únicamente a rumbos y distancias. El Cantina, asimismo, otro lado del mundo, orientándose en un cielo desconoci-
ofrece datos y representaciones geográficas de zonas orien- do desde su propio hemisferio y arriesgándose por un mar
tales que no están interpretadas según una concepción pto- que no pertenecía al ámbito de sus dominios. No obstan-
lemaica del mundo, lo cual informa sobre la autoridad y la te, cuando el navegante es capaz de repetir una y otra vez
influencia árabe en temas náuticos, incluso en una época en la experiencia, de manera que quede firmemente asegura-
que los navegantes portugueses conocían las costas orien- da en un documento cartográfico de valor, la mentalidad

86
LA NUEVA VOLUNTAD EL MUNDO REGIDO POR DIOS

occidental lleva ya largo tiempo esforzándose por asimilar Las reflexiones geográficas y cosmológicas de Dante,
la sorpresa de las noticias que acarrea el viaje. así como los posteriores intentos cartográficos de explica-
En la literatura europea tardomedieval se detectan ras- ción del espacio, son un buen ejemplo para entender una
tros que permiten imaginar los esfuerzos de las mentalida- de las grandes dificultades a las que se enfrentó el pensa-
des por entender las informaciones que traen los navegantes miento occidental: comprender que el mundo estaba divi-
o los viajeros que se dirigieron hacia otras latitudes geográ- / dido en dos h emisferios era asumible y, además, lo afir-
ficas. El eco se lee en la misma Divina Comedia; los versos maba la concepción clásica del espacio. Percibir dónde
del Purgatorio dantesco zarpan con una imagen náutica- terminaban y empezaban estos hemisferios ya era mucho
La barca de mi ingenio[. . .] sus velas iza ahora-para ir dan- más difícil, y la tendencia natural fue volver a establecer
do protagonismo a la ciencia de la época, la cosmología y una simbología que, en cierta manera, todavía perdura en
la astronomía, junto a la teología y la filosofía escolástica: la actualidad. En el hemisferio norte se situó el mundo co-
nocido, Occidente, el mundo cristiano, y el hemisferio
me volví a la derecha y me hallé en frente sur se destinó a lo desconocido y, sobre todo, a lo infiel, es
del otro polo, y vi en él cuatro estrellas decir, todo aquello que no pertenece al dios cristiano. Y
que sólo ha visto la primera gente.5 esta idea se arraigó de tal manera en las mentalidades que
incluso en el siglo xvm, el siglo de los grandes viajes eu-
Los versos de Dante causaron gran impacto entre la socie- ropeos a Australia, no se podía comprender que este fue-
d ad florentina. Son la prueba de que el pensamiento del se el único continente del planeta que perteneciese en su
siglo x 1v intenta con esmero asimilar lo desconocido, y totalidad al hemisferio sur; la mayor parte del territorio
muestran la mezcla de inquietudes, informaciones y actitu- africano se en cuentra al norte del ecuador, y ni siquiera
des intelectuales de la época. Espacios y cielos lejanos y \ Sudamérica se halla plenamente en este hemisferio.
nunca vistos por Occidente aparecen en los versos de la A partir del siglo xv la imagen que el hombre tiene de
Divina Comedia ofreciendo una extraña mezcla de precon- sí mismo y de lo que le rodea experimenta una transforma-
;
cepción tradicional e imagen innovadora del mundo. Las ción profunda. No obstante, ~ hombre 1!:!!!_ parte arrastra)
cuatro estrellas de las que habla Dante correspon den, des- a lo largo de su recorrido u~-argaldeol~------UU~
de el simbolismo medieval, a las cuatro virtudes-Pruden- ponde a una imagen del mundo como algo estático,-ª-bs-
cia, Justicia, Fortaleza y Templanza-y, a partir de la expe- tE_~to/4góJ:!E0. Se adentra -p~ r ~l esp-;_~io in~6gnito c~n
riencia del viaje, contemplando el firmamento desde este una «idea de m~do» preestablecida y basada en concep-
altro polo, las cuatro estrellas dibujan la Cruz del Sur ob- tos teóricos delimitados por el aristotelismo, el tomismo y
servad a por los «primeros hombres». 6 Al mismo tiempo, la escolástica . El hombre de principios del siglo XV!__~-
los versos indican la importancia del símbolo que orienta la vía, mira el espacio__qºe _se abr_~ an~ sí d~:'~12t~_E~
ruta del viajero en el espacio incógnito. La Estrella Polar propuest~Q_or la pintura renacentista-:-Esa mirada única,
marca el camino de Occidente- el del mundo conocido-
- ,.---- ~~~ --
fijada en un céntrico punto de fuga, le sirve para ordenar
como la Cruz del Sur el de O riente, el mundo desconocido. el espacio de forma racional. De hecho, haber llegado a

88
LA NUEVA VOLUNTAD EL MUNDO REGIDO POR DIOS
esa mirada ya había significado un esfuerzo muy conside- las diferentes constelaciones que se ven al norte y al sur
rable; era el resultado de una suma de reflexiones, ideas e del Ecuador. Textos literarios de amplia difusión en Eu-
informaciones sobre el espacio-y el lugar que el hombre ropa, como el Roman d'Alexandre o el Roman de Troie o
ocupa en él-que habían ido evolucionando desde la An- textos hagiográficos como Navigatio Sancti Brandani o Pur-
tigüedad. La sustitución o la reorientación de esas ideas gatorium Sancti Patricii, también hablan de zonas no cono-
significó entrar en un proceso muy lento hacia la trans- cidas por el hombre, pero no hay una alusión a nociones
formación de las mentalidades que ni siquiera los descu- cosmológicas ni indicaciones concretas sobre la idea del
brimientos geográficos de los siglos xv y XVI pudieron mundo que pueda tener alguien que no sea erudito. La po-
agilizar. Como en toda época de transición, durante las ca información que proporcionan sugiere que el texto ha-
décadas de los largos viajes coexistió un imaginario ante- bla de algo perfectamente asumido por todos y que no es
rior de enorme peso ideológico con la intuición de la no- ·- necesario explicar. Ningún texto, ni científico ni literario,
vedad por descubrir y, sobre todo, por creer. Se trata del [ permite tener una noción de cuál era la conciencia geográ-
lento paso de la utopía teológica a la vivencia racionalista, \ fica de la gran mayoría. Q_na_cosa e,:,J!!._~i_i:_c~l-ªdón. deJ_~~
o lo que es lo mismo, el paso de la creencia en un mundo \ ideas_y _otr-ª la ~s~n_<:j_§ n_de _~st~s.
regido por Dios hacia la evidencia de un mundo inmanen- L- _E l hombre mediex al_ ng piensa en.el.espacio- como. en
te. El trance fue difícil de asimilar y no se efectuó de for- ajgQ abs_y·a_c_t_o, porque, en realidad, no tiene una auténti-
ma radical, aunque el hombre que viajaba estuvo en con- ca c~~iencia_d i ~a-~io, entendrdo comoTñtervalo o co~o
diciones de asumir más rápidamente la realidad del mundo distancia, ya que no puede otorgarle una representación
que el hombre que recibía la noticia de esa realidad. simbólica. Lo interesante es intentar situar el concepto de
Los largos siglos medievales apenas habían modifica- espacio en la imaginación ~ en el pensamiento de la Edad
do la idea del mundo que el período clásico había trans- Media, para confirmar la necesidad que tiene la mentali-
mitido. Los mappae mundi de los siglos XII y XIII eran es- dad medieval d e referentes, de lugares, que llenen ese va-
quemas o representaciones simbólicas de lo quelos textos cío.7 El lugar8 será el elemento identificador que el pensa-
sagrados y el pensamiento griego habían enseñado: las zo- miento medieval necesita para establecer sus coordenadas.
nas donde habitaban las razas maravillosas y monstruosas Adquirirá el carácter de !imitador del territorio y al mis-
de hombres y animales, el lugar donde se encontraba el mo tiempo el de delimitador de la seguridad. Así, alcanza-
Paraíso Terrenal, Jerusalén como centro del mundo. El rá un sentido totalizador; querrá decir control, sobre todo
hombre imagina e intenta dar una explicación a lo que no significará definición de límites. l:,_ugm· y lí171Jj_~-~ - con-
conoce y, cuando lo desconocido le parece increíble, lo ceptos~~e el mundo clásico_Y-ª tenkplenamen.te.asumi-
viste de misterio y lo convierte en maravilloso. Resulta di- dos. El lugar, es decir, lo interior-la polis, el cosmos en el
fícil tener la seguridad de que antes del siglo xm se pen- sentido de orden, la civitas-es el espacio de la civiliza-
sara en el mundo como en una esfera; algunas historias ción, lo positivo. Poco después se convertirá en ecumene,
universales del siglo XII hablan de la ordenación clásica lo conocido, el Mediterráneo. Lo negativo, en contraposi-
de las zonas climáticas o de la redondez de la Tierra o de ción, será la exterioridad, el agres, lo agreste, lo inciviliza-

90 91
LA NUEVA VOLUNTAD EL MU ND O REGIDO POR DIO S
do, la terra incognita. Superar el límite, por lo tanto, ir ha- trarca o Boccaccio demuestran manejar información fia-
cia la negatividad, significa aventurarse voluntariamente ble sobre el mundo-o, al menos, la que para entonces lo
en la desprotección y en la incertidumbre. Todo lo que su- parecía- , pero lo que los hombres piensan es muy dife-
pera los límites, lo que se sale de los parámetros estable- rente de lo que los hombres saben , y más en una época en
cidos, es indefinido y difuso, es intemporal e incógnito. que las diferentes formas de expresión del conocimiento
Es, en definitiva, el ámbito de la incertidumbre. humano se mezclan.
Así, para tener una idea de «lo que hay más allá de los El pensamiento científico renacentista será capaz de
límites» es necesaria la imaginación y el deseo. Pero aque- definir paulatinamente sus márgenes y separar la filosofía
lla no puede crear un dibujo determinado y concreto de lo y la teología de la matemática, la medicina o la geografía.
que no conoce ni puede valorar, por lo que, instintívamen- No obstante, el Renacimiento también va a significar un
1\I te, lo viste de extraordinario. La imaginación popular me- cúmulo de contradicciones. Entre los redescubrimientos
'\ dieval no tenía defini_da la frontera geográfic~ e~tre lo ~o- bibliográficos del siglo x v r, un texto iba a ser fundamen-
nocido y lo desconocido, como tamp_o co pod1a diferenciar
l entre lo que era verdad y aquello que tenía que serlo.
Un ejemplo fundamental que ilustra esta necesidad de
tal para construir de forma sólida una idea de mundo: el
manuscrito de Ptolomeo Geografía, un compendio de la
experiencia griega sobre el espacio supuestamente com-
vestir con imaginación lo que se podía suponer como rea- puesto entre los años 15 o y 16 o, y cuya primera edición
lidad es un influyente y popular texto-The Travels o/ Sir impresa-lo cual implica el inicio de su divulgación-se
John Mandeville-que contenía todo lo que conseguía realizó en Italia en 14 7 5. Lo clásico ejercía tal autoridad
fascinar a un lector del siglo XIV . 9 A medida que Mande- que, a pesar de que se comunicaran importan tes descu-
ville se va adentrando en Oriente, la Qbra se convierte en brimientos geográficos propios de la expansión ultrama-
un catálogo de lo que se suponía que existía más allá de la rina, se mezclaban con las concepciones tradicionales. La
ecumene: cíclopes, hombres que se alimentan del olor de misma época ofrece muchas y muy diversas ideas sobre el
las manzanas, otros con cabeza de perro o que tienen el mundo. Desde el siglo xx, resulta muy sorp rendente p en-
rostro en el pecho, el reino del Preste Juan ... A pesar de la sar que el siglo xv adoptó con fidelidad concepciones cos-
fantasía, la obra de Mandeville es una fuente de informa- mológicas que se habían articulado en el siglo 11 .
.I
ción sobre la idea que tiene el hombre medieval de la ex- Prueba del tiento con el que se expresa el pensamien-
terioridad, y es también la prueba de la suma de interpre- to renacentista son las palabras introductorias del Esme-
taciones sobre lo desconocido que espontáneamente este ralda de Situ Orbis del cosmógrafo y experto navegante
se siente obligado a dar. Por otro lado, apunta ideas que

l
portugués Duarte Pacheéo Pereira. Se desconoce la fecha
no son en absoluto fantasiosas, sino que forman parte de en que fue escrito el Esmeralda, aunque la historiografía
las creencias geográficas de la época, como que la Tierra contemporánea supone que el rey D. Manuel I, hacia 15 05
se podía circunnavegar o que las antípodas estaban habi- -cuando Pacheco Pereira regresa a Lisboa después d e
tadas.'º Cabe suponer, así, que el autor tenía acceso a re- una larga experiencia en el mar, en África y en Oriente-,
latos de viajes importantes. De hecho, autores como Pe- le encarga la tarea de redactar un roteird' que queda inte-

92 93
LA NUEVA VOLUNTAD EL MUNDO REGIDO POR DIOS

rrumpido drásticamente en 1508 y que sólo se conoce a los océanos se comunican y rodean los espacios terrestres.
través de copias incompletas. A pesar de referirse sucesivas Pero, ¿qué ocurre cuando la descripción de una nue-
veces a la propia experiencia como argumento irrefutable va realidad empieza a ocupar el lugar de la imaginación?,
que demuestra sus afirmaciones y de aludir a diferentes [ ¿qué sucede cuando el hombre realmente se plantea hacer
fuentes documentales clásicas que enfrentan concepcio- el esfuerzo de dar una explicación a todo aquello que
nes cosmológicas, no puede evitar explicar la organiza- constituye la exterioridad?, ¿o cuando la imaginación ya
ción espacial del mundo sin afianzarse en la elucubración ha hecho que el misterio que lo exterior representa se fun-
tradicional. da con la cotidianidad y se asuma como verdadero? Des-
de la seguridad que proporciona el lugar, la mentalidad
[ ... ] debemos primero considerar cómo los filósofos que tratan medieval, de clara tendencia comunitaria, puede aceptar
esta materia dijeron que la tierra estaba toda rodeada por el mar, el agres, hasta puede sentir admiración por los que se
afirmando sus entenderes que la suma de nuestro orbe, el fun- aventuran por ese espacio incierto. De hecho, de algún
damento de nuestra vida, la gloria de nuestros Imperios, en isla modo podría decirse que a lo largo de toda la historia de
se constituyera para provecho de las aguas. [. .. ] Por eso debe- la humanidad el hombre se siente tentado a moverse por
mos recordar lo que dijo Jacobo, obispo de Valenc;a [. .. ]: que lo desconocido. El hamo viator, aquel hombre de cual-
todas las aguas yacen metidas dentro de la concavidad de la tie- quier época que no admite una localización en ningún
rra y que la tierra es mucho mayor que todas ellas. Y Plinio [ ... ]
tiempo ni en ninguna cronología en concreto, ya está pre-
dijo que todas las aguas se encuentran en el centro de la tierra,
sente en una sociedad relativamente estática como la me-
y esta conclusión no se debe negar. Y para mostrar más clara-
dieval. El movimiento determina su conducta y marca una
mente la verdad, acordémonos del primer capítulo del Génessis
que dice así: «júntense las aguas en un lugar de la tierra». Pues- actitud vital que contrasta con la tendencia de la Edad
to que [Dios] dijo y mandó que esa unión se hiciera en un único Media hacia el afianzamiento.
lugar, bien parece que la tierra no está cercada por el mar. Aho- Si desde la literatura medieval se piensa en el hombre
ra bien, como esta tierra de allende [América] es tan grande, y que se mueve, irremisiblemente se evoca el mundo esceno-
de esta parte de aquí tenemos Europa, África y Asia, es mani- gráfico por el que avanza el caballero, se rememoran las es-
. 1
fiesto que el mar océano está metido entre estas dos tierras y se cenas que presencia Dante en su descenso al Infierno o se
encuentra «medioterrano»; por lo que podemos decir que el recuerda ese cúmulo de pruebas que ha de superar el santo
mar océano no rodea la tierra, como decían los filósofos, sino en su camino hacia Dios. Siempre será un universo redu-
que es la tierra la que debe rodear al mar [. .. ].Por lo cual, con- cido en el que no se entienden las distancias ni el paisaje. ID-
cluyo que el mar océano no es más que una gran laguna [ ... ]. 12 es~cio está dominado por la presencia, no por la descrip-
~ión del lugar. Esta es la razón por la que, muchas veces, se
Faltan todavía nueve años, en 1517, para que Magallanes via- \ f~agina un Í~gar incoherente o se interpreta que el espacio
je a Sevilla y exponga su proyecto de circunnavegación del es una sucesión de lugares discontinuos, esparcidos o inco-
mundo, y catorce para que Elcano, al completar la vuelta al nexos que existen justo en el momento en que la presencia
mundo marítima el 8 de septiembre de 152 2, demuestre que entra en ellos. Para la concepción medieval no es necesario

94 95
LA NUEVA VOLUNTAD EL MUNDO R EG IDO POR DIOS

explicar el espacio porque este actúa como símbolo; es la bias» que describen los navegantes árabes. El mismo mar
justificación del camino que recorre el hamo viator. que el Vasco de Gama imaginado por Camoes contempla
No obstante, en el mundo medieval sí hay dos espa- al levantarse la tempestad.
cios exteriores que, sin ser necesariamente incógnitos,
pueden representar el vacío o simbolizar la nada . Uno es [ ... ] Viendo ora el mar hasta el infierno abierto,
el desierto, el cual actuará como territorio iniciático. Es la ora con nueva furia hasta los cielos ascendía. 13
representación de la prueba, del peligro, es la tentación,
1
es el enfrentamiento con el mal, con la muerte, con uno Los navegantes se adentran en una exterioridad que rápi~
mismo. El desierto es una naturaleza deshabitada que se damente se convierte en una naturaleza desconocida, in-
muestra en toda su omnipotencia. Es el agres como espa- humana y, sobre todo, indiferente a la presencia humana. \
cio de redención que implica un sacrificio físico y moral, El océano será el espacio de la incertidumbre. El mar y el
sobre todo moral, ya que el que se aventura en él entra vo- barco se mostrarán como contraste simbólico de lo ilimi-
luntariamente en una naturaleza vacía, allí donde no hay tado y lo claustrofóbico , lo inmensamente amplio y lo in-
vida. El otro espacio es el mar. Una inmensidad en cons- tensamente cerrado. Lo exterior nunca fue tan incierto: el
tante movimiento, un infinito de una fuerza absorbente e hombre sumido en la in/irmitas, en la falta de solidez y, al
incitante que atrae y atemoriza. El mar es la falta de sos- mismo tiempo, el hombre frágil e indefenso, absorbido
tén, es la ruta sin camino, donde la supremacía de la natu- por el espacio. También el océano como espacio del mal
raleza fragiliza al ser que se adentra en él porque irreme- se encontraba en la mentalidad colectiva desde la Anti-
diablemente está sometido a su arbitrio. Mar es desierto. güedad. El mar es la imagen del miedo, de la angustia, de
Pero este espacio de la nada que es el mar presenta una la demencia, de la muerte. Mar es sinónimo de oscuridad,
contundente diferencia aterradora respecto a la naturale- abismo, pérdida. Pero para una mente renacentista, mar
za deshabitada que es el desierto: si el desierto es lo infi- también es el oteo en el horizonte de una tierra buscada y
nito horizontal, el mar es el abismo vertical y sin fin. conseguida. Mar es encuentro y es comunicación.
El Mare Nostmm, el mar clásico, era un espacio con- 1 Estos son los espacios por los que se mueve el nave-
trolado en el que yendo en cualquier dirección se llegaba ~ gante. La lectura de lo exterior que hace el hombre que
a algún sitio. Pero el Aliud Mare, el além-mar lusitano, el vive el viaje se efectúa desde la experiencia del recorrido
espacio que se abre hacia poniente más allá del/inisterre, de la distancia. Pero en la mente del hombre del siglo XVI
es el océano. Es el mar infinito e ilimitado, es el mar del que no viaja se dibuja otro tipo de escenario. ~ R -
«mondo senza gente» del canto XXVI del Infierno de Dan- c_ión del espacio no es lo.mismo que su_pem;pción; la pri-
te por el que navegará Ulises siguiendo al Sol; es el Mar mera comporta una notaole inclinación especi:ifativa, la se-
Coalhado por el que se adentra San Amaro buscando el gunda la constituyen los sentidos y la experiencia de la
Paraíso Terrenal, el mar helado, el mar inmóvil; es el mar realidad. El hombre que viaja, una vez ha superado el
de leche del Tristán, según un tópico de la literatura me- miedo a lo desconocido gracias a constatar la realidad del
dieval de influencia céltica; y es el mar «verde de tinie- espacio, entrará ·en un drástico proceso de cambio en su

97
LA NUEVA VOLUNTAD EL MUNDO REGIDO POR DIOS

concepción del mundo. Pero el hombre que recibe la no- 1 zado a dilucidar a principios del siglo xv durante el im-
ticia del viaje sigue imaginando un espacio en el que no pulso inicial del Humanismo. Para Nicolás de Cus~ signi-
puede establecer ningún vínculo con lo conocido, por lo ficó dejar de ocupar el lugar más bajo de la creación, el
tanto, sigue llenándolo de extraordinario. La lejanía y lo ig- horizonte sublunar; para Giordano Bruno, ya desde la se-
, norado activan la imaginación. gunda mitad del siglo XVI, suponía desarmar las esferas
,-,- Por ese motivo fue tan lento el proceso de transforma- aristotélicas que ordenaban el cosmos y abrirse a un espa-
ción de la imagen del mundo. En el siglo XVI-y hasta cío cambiante, ilimitado, inagotable, esa «vasta inmensi-
1 mediados del siglo xvu-el pensamiento humano efec- dad» a la que llama Vacío en De !'infinito unive,-so e man-
4í tuará el ejercicio más difícil de la historia de las ideas: la \
dí. Un universo que contiene un número infinito de otros
sustitución de la idea del mundo como un todo ordenado mundos porque Dios no limita su facultad creadora. La
y finito, marcado por una jerarquía perfecta, por la de un exterioridad era un concepto que empezaba lentamente a
universo indefinido y sin límites que se rige por leyes. ~ formar parte del pensamiento, aunque el discurso escolás-
- - --- - ----
concepción aristotélico-ptolfmaica del _esp_acio llevaba
mucho tienm~ a_faanzada_~n l a_s_mentalidades para que,
-
tico controlaba los círculos intelectuales todavía de forma
muy eficaz.
di·asti~~~nte, f.!-!_era sustituicht__ por una ext~nsión infi~i- Por esta razón, incluso cuando Galileo aportaba ya
t;.- Por ~ la asi;;ilación fue pa~latina y se r~qttlere -el noticias y datos sorprendentes que nadie hubiera podido
transcurso de cíen años desde que Copérnico escribe De imaginar jamás, como el descubrimiento de un número in-
revolutionibus orbium coelestium (1543) hasta los P,-inci- calculable de estrellas que convertían el universo en algo
pia philosophiae de Descartes (!644). El problema no era absolutamente desmesurado' 4 y afirmaba que es imposi-
tener que hacer un esfuerzo por cambiar una concepción ble saber la forma del firmamento , Shakespeare articulaba
espacial, lo cual ya era suficientemente complejo, sino La Tempestad a partir de la localización del hombre den-
que había que cambiar la manera de ser en el mundo: ha- tro del orden universal establecido por la cadena del ser y
bía que pasar del objetivismo medieval al subjetivismo siguiendo el flujo de la creación. Y lo hacía así porque su
moderno, había que pasar de la contemplación a la ac- auditorio no concebía todavía otra posibilidad estructural
ción, había que inventar un nuevo lenguaje para hablar del universo. Esta idea de sucesión encadenada de toda la
del mundo. Ciencia, pensamiento y religión se desmem- creación está fuertemente afianzada en la historia del pen-
brarán y crearán sus propios discursos . La concepción re- samiento occidental: la desarrolla Aristóteles a partir del
lativista del mundo que propuso Nicolás de Cusa, ese uni- Timeo de Platón y está presente desde la Edad Media has-
verso «no terminado», fue el primer paso para desubicar ta el siglo xvm en la mentalidad de la sociedad europea.' 5
la Tierra del centro del universo y empezar a desmontar el Próspero, el hombre, ocupará su lugar entre Ariel, la na-
orden cósmico tradicional, para llegar a lo que se ha lla- turaleza angélica, y Calibán, el ser bestial. A lo largo de
mado la «revolución copernicana». los cinco actos de La Tempestad se pueden ir descubrien-
Nace una nueva astronomía pero, al mismo tiempo, do cada uno de los puntos fundamentales dé la concepción
nace también una nueva metafísica que ya se había empe- precopernícana de la creación y la actitud del hombre re-

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LA NUEVA VOLUNTAD EL MUNDO REGIDO POR DIOS

nacentista en el mundo. En el microcosmos que represen- que el pensamiento occidental del final de la Edad Media
ta la isla de Próspero se reproduce el orden universal a y de las primeras décadas del Renacimiento se está viendo
partir de la misma jerarquía e interconexión entre los ele- obligado a adoptar. Descubrir el mundo, llegar a los luga-
mentos que constituyen el cosmos. Se apacigua, así, ese res ni siquiera intuidos del planeta será, de alguna mane-
temor obsesivo por el caos, la anarquía cósmica anterior a ra, desenmascarar a Dios y liberar el secreto de la Crea-
la Creación. Próspero, un hombre de espíritu platónico, ción; será encontrar la explicación de lo extraordinario. A
podrá elevarse por encima de sus imperfecciones gracias pesar de la fuerza que ejerce Dios sobre las mentalidades,
al poder que le otorga el conocimiento. este ya no es el mundo de las grandes abadías ni de la ver-
Pero la ruptura de la cadena del ser, la destrucción del ticalidad marcada por la omnipresencia del gótico. La de-
orden cósmico y el desplazamiento del lugar central que licada cenefa floral renacentista empieza a enredarse por
la Tierra mantenía en él, derivan hacia la pérdida de lapo- los pilares del claustro del monasterio de los Jerónimos en
sición privilegiada del hombre en la Creación. Kepler, aún Lisboa enmarcando seres huidos de los bestiarios medie-
después de haber leído a Galileo, seguirá defendiendo un vales que se mezclan impunemente con imágenes traídas
mundo con su Sol y sus planetas, rechazará la posibilidad de ultramar.
de que la Tierra sea uno de tantos mundos y mantendrá su Aunque el mundo regido por Dios se encuentre en el
unicidad en un vacío también único creado por Dios. Esa subconsciente, el hombre del siglo xv y principios del xv1
soledad anímica que crea el sentido de unicidad de Kepler empieza a intuir otras formas de relación con Dios. El
es casi tan inquietante como el sentido de espacio ilimita- hombre que inicia el viaje es urbano, es un ser mercantil, l
do de Giordano Bruno. Al final de la evolución de la idea responde a una mentalidad que se aleja de la representa-
teológico-cósmica de la creación- después del concepto ción simbólica y se acerca firmemente a la modernidad.

1
de infinito cartesiano-está el mundo lleno de incertidum-
bre de Pascal, la inseguridad psicológica en que la destruc-
Aunque también forman parte del viaje aquellos que no
tienen lugar en este mundo conocido: los que huyen de
ción del orden cósmico ha sumido al hombre. El espacio Dios, los sin-tierra, los desvinculados, los vagabundos del
pierde su carácter sustancial y se acercará a la nada , al va- siglo xrv. Todos ellos formarán, un siglo después, la mari-
cío y a la carencia. Primero, el mundo tendrá que acostum- nería que partirá hacia Oriente. Y en ese primer viaje zar-
brarse al silencio de Dios; después, a su ausencia. pará también el religioso, otro gran viajero, en cuyo caso
Poco a poco, a medida que la experiencia de los pri- la presencia de Dios no se encuentra en el subconsciente
/4 meros viajeros se va depositando, el hamo viator será el sino que es el principal reclamo de su conciencia. No obs-
1

1
eje1:1plo _del lento pa~o de la utopía teológica a la vivencia
racionalista, y se dara cuenta de que el lugar al que se di-
rige no es el mundo regido por Dios, no es el mundo del
dios cristiano. Lo que hay más allá del espacio delimitado
tante, a pesar de su obstinación en trasladar el mundo re-
gido por Dios a espacios donde el Dios cristiano no tiene
cabida, también el religioso, a medida que evoluciona su
viaje, irá transformando y readaptando los principios y mo-
por Dios es intemporal e inimaginable. El mundo es difu- tivos que impulsan su partida. En cierto modo, se puede
so e incógnito. Responde, de hecho, a la imagen d~ Dios considerar que muchos de los viajes religiosos medievales

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LA NUEVA VOLUNTAD EL MUNDO REGIDO POR DIOS

son un recorrido en soledad; incluso las grandes peregri- dad . Estos «aquí» reales implican un cambio en la actitud
naciones colectivas de la Edad Media se pueden entender mental: se empieza a entender la «lejanía». Aquella distan-
como un viaje espiritualmente en soledad ya que, en defi- cia inasumible se va aproximando, y los círculos aristoté-
nitiva, se ti"ata de un encuentro individual con Dios. Des- licos empiezan lentamente a transformar sus móviles esfe-
de esta perspectiva, este viaje tendría un sentido total- ras armilares para poder, así, explicar las nuevas realidades
mente inverso al del navegante, aunque este último sea un del mundo.
religioso. Mientras el primero es un viaje hacia la Luz, ha- La imagen que el duque de Ferrara descubrió al des-
cia lo sagrado, hacia la seguridad y la pureza, el segundo . plegar el planisferio que le entregó en 15 o 2 Alberto Can-
se dirige hacia las Tinieblas, hacia la incógnita, hacia la in- tino contiene el espacio de luz y tinieblas por el que se
! seguridad. En el fondo, se empieza a establecer uno de
esos contrastes tan propiamente renacentistas y que en
movió el navegante en los primeros años del siglo XVI, y
revela, asimismo, el esfuerzo de lectura de la exterioridad
este caso se manifiesta como una tensión entre dos épocas que lleva a cabo una mentalidad que ha empezado ya a
y dos mentalidades: luz y tinieblas. modificar su manera de ser en el mundo.
A lo largo del Renacimiento se seguirá manteniendo
este contraste entre lo positivo y lo negativo que, en este
momento inicial, significa un cambio de esquemas y pará-
metros para entender el mundo y, consecuentemente, un
f cambio de época. En este sentido, cabe preguntar ¿el na-
/ vegante fue consciente del camino voluntario que recorría
hacia la oscuridad? ¿ O es que ya no le era tan imprescin-
dible la seguridad y la firmeza de espíritu que le propor-
cionaba seguir el camino hacia la luz, con el impulso que
\ le otorgaba la seguridad de la existencia de Dios?
Poco a poco, sobre todo en la conciencia del hombre
que recibe el viaje, las tinieblas, el más allá, se irán perfi-
lando como un lugar del acontecer, es decir, se irán con-
virtiendo en un referente. Dejarán de ser una nebulosa,
dejarán de ser algo similar al absoluto. El más allá-el
além portugués-será un «sitio». Pero este «sitio» ¿segui-
rá impregnado de contenido definitorio como el que ins-
tintivamente establecía la mentalidad medieval? Segura-
mente el primer paso fue, siguiendo la imagen propuesta
por Zumthor,1 6 la asunción de otros «aquí» reales, exentos
del misterio con que el desconocimiento reviste la reali-

102 103
.·r--

Francesco Benigno

La sombra del rey


Validos y lucha política
en la España del siglo xvn

Versión española
de Esther Benítez

Alianza
Editorial
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7
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. Título original: L'ombra del re. Ministri e lo/la política ne/la Spagna del Seicenro

ÍNDICE
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Introducción 9
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1
LA SOMBRA DEL REY 1

l. La ascensión de Lerma 39

El co~trol_ de la corte, 43.-Nobles, secretarios, ministros,


49.- El tnunfo de los grandes, 56.-La distribución del patro-
nazgo, 65.-Conupción y lucha política, 70.
Reservados todos los derechos. De confonnidad con lo dispuesw en el art. 534-bis
del Código Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de
libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, II. Entre centro y periferia: el caso Osuna 77
artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva
autorización. .. E l virrey Osuna, 86.-La privanza de Uceda, 94. -La deten-
ción de Osuna, 104.

Ill. El proceso contra Uceda 109

© de iatraducción: Esther Bénítez El viento de la reformación, 115.-Las acusaciones contra


© 1992 by Marsilio Editori, S.p.A. in Venezia Lerma, 123.-Proceso a un valido, 128.
© Ed. cast.: Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1994
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 15, 28027 Madrid; teléf. 741 66 00
ISBN: 84-206-2769-0 IV. Las ambigüedades de un régimen 141
Depósito legal: M. 2.014-1994
Impreso en Lave!. Los Llanos; nave 6. Humanes (Madrid)

l
Priníed in Spain Los grandes en la oposíción, 152.-Aristocracia y Estado, 158.

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--- ···-·"·•····-- -· -·-····-·--······-·····-··.-
8 Índice

V. Dialéctica política y conflictos provinciales ........ • 167 INTRODUCCIÓN


La unión de armas, 170.-¿Castilla contra Cataluña?, 176.- ¡
¡,
Un consenso difícil, 183.-La ruptura de la lealtad, 192. !
l
VI. La caída de un valido ............... • ... • • • • • • • 197 1

Acusaciones y contraacusaciones, 208.-El trastrueque de las


posiciones, 218.

Apéndice documental ................. • • • • • • • • • • • • · · ·


Índice onomástico ..................... • 4
• • • • • • • • • • •
223
235
l
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¡.
!

Entre los siglos xv1 y xvu, en el breve curso de unos años, se deli-
nea un importante cambio en la dirección política de los principales
Estados europeos. Monarcas como Felipe II de Habsburgo, Isabel I
Tudor o Enrique IV de Borbón, que habían ejercido directamente el
poder e impreso un fuerte sello personal a la acción de sus respectivos
gobiernos, desaparecen, sucedidos por una generación de soberanos
propensa a valerse de ministros plenipotenciarios. A primera vista,
tal panorama se limita a replantear la tradicional y periódica alter-
nancia de reyes dotados de gran capacidad de dirección política y de ·
soberanos más débiles, subyugados por influyentes favoritos, vícti-
mas impotentes del juego de las camarillas cortesanas. Tanto m~s si se
considera que las sucesiones al trono de reyes muy jóvenes, como en
el caso de Felipe Ulde Habsburgo, o incluso menores de edad, como
el de Luis XIII de Borbón, constiyeron siempre un terreno abonado
para el despliegue de estrategias aristocráticas encaminadas a condi-
cionar y circunscribir la autonomía del soberano.
No obstante, hay más razones que inducen a considerar que la
aparición del ministro privado constituye un fenómeno inédito, carac-
terístico de una fase específica de la evolución del Estado moderno.
Ante todo, la difusión del modelo en las principales cortes europeas
así lo corrobora. Hay quien ha observado certeramente que no cabe
considerar un hasard, un hecho fortuito, la presencia por los mismos

9
10 La sombra del rey Introducción 11

años de hombres como Olivares, Buckingham y Richelieu al frente Viena y de Ciudad Nueva». A su vez Angelo Correr, embajador en Pa-
de las mayores potencias de la época•. Durante buena parte del si- rís, anotaba cómo Richelieu «de todo dispone soberana y despótica-
glo XVll no constituye una excepción, sino la regla, la potestad regia mente». En efecto, la dirección de los asuntos de gobierno «fue asu-
entregada en manos de un único ministro, lo que los franceses llaman mida desde el año de 1625 por el cardenal Richelieu y con el paso del
ministériat y los españoles valimiento. tiempo se le ha sometido de tal modo que ahora vésele más mandar
En segundo lugar, la figura seiscentista del ministro del rry, aunque como rey que obrar como ministro; de ministro no tiene ya sino el
por un lado conserve ciertos rasgos típicos de la imagen clásica del fa- nombre y sólo el nombre fáltale justamente para ser rey, vuelto él sólo
vorito (como su dependencia de la relación amistosa y de confianza director de la guerra y la paz, distribuidor de la hacienda, dispensador
mantenida con el soberano), por otro responde a una exigencia de di- de los cargos de la Corona y de las dignidades eclesiásticas»J. Riche-
rección política de los asuntos cotidianos y de coordinación de los lieu, cuya fortuna personal había alcanzado dimensiones fabulosas\
aparatos burocráticos que el aumento de las funciones y prerrogativas vivía, según Correr, con más lujo que el rey, circundado y protegido
estatales vuelven a un tiempo gravosa y urgente; en este sentido, tal por cien guardias de corps, más dos compañías de hombres de armas
figura anuncia y anticipa, en un contexto que aún no permite· la y de caballería ligera, así como un regimiento de infantería de mari-
formación de un sistema ministerial completo, la del primer ministro na. Diez años después, un sucesor de Correr, el embajador Morosini,
del xvm. observaba que Mazarino era «él solo director de todos los negocios
Ha de observarse, por último, la insólita extensión de las prerro- del Reino». Una vez más se insiste en la alienación de poderes y facul-
gativas regias delegadas en ministres o validos, esto es, la extraordinaria tades propios de la realeza: «oye el Cardenal a todos los embajadores,
t:
calidad del poder que éstos están en condiciones de concentrar. El distribuye el dinero de las finanzas a su placer, da gobiernos, benefi-
modelo propuesto por el duque de Lerma en los primeros años de su cios, mandos de ejércitos y todo lo demás... »S.
privanza, que los observadores de toda Europa ven como una pertur- La necesidad de superar una interpretación del fenómeno típica
badora alienación de los más fundamentales atributos de la realeza, se d.e _I~ historio~afía decimonó_nica, que atribuía esencialmente la apa-
1
difunde rápidamente. Dato, este último, subrayado con insistencia en nc1on de seme¡antes personahdades a un déficit de autoridad de sobe-
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¡
las relaciones de los embajadores venecianos. ranos débiles o fainéants, ha llevado recientemente a subrayar las nue- t.
En su informe de 1614 desde la corte del emperador Matías, el vas exigencias de gobierno político de la monarquía ·que el rey se ve 1
enviado de la Serenísima Gerolamo Soranzo 2 ponía de relieve que obligado a afrontar. O bien la creciente distancia que se ha.producido
Mekhor Khlesl se había convertido en dueño absoluto de la voluntad en el curso del xv1 entre las tareas ceremoniales y caballerescas pro-
del emperador, «y puedo decir en verdad que su dominio sobrepuja el p~a~ de la realeza, únicas para las que un monarca está educado, y la 1
¡_

que tiene en España el duque de Lerma (...] su autoridad ha llegaclo d_1f1cultad cada vez mayor de coordinar y dirigir la compleja maquina-
tan lejos que, tras haberse resuelto y establecido un negocio en el Con- na gubernamental. Se ha observado que en ambientes cortesanos for-
sejo de Estado, y firmado incluso por el mismo Emperador, él a su jad~s por la lectur~ de los tratados de Castiglione y Baltasar Gracián, y
antojo lo altera, lo muda, lo resuelve y, sin consultar con los otros ~ab1tuados a considerar sobre todo al rey como el primero de los gen-
consejeros, se lo hace firmar de nuevo a César, y hace los despachos». t1leshombres, soberanos como Felipe JI o Maximiliano de Baviera,
Entre otras consecuencias, se da que Khlesl, un oscuro canónigo ya a consagrados a la oscura tarea de anotar consultas y visar papeles, pa-
punto de ser cardenal, «se ha hecho riquísimo, habiendo obtenido recían unking(y<•. A esto cabría añadir que la posibilidad de trasladar al
más de 40.000 táleros de ingresos, habiendo sido hecho obispo de
·' Ibídem, vol. VI, Turín, 1975, pp. 895-898.
t J. Bérenger, «Le probleme du ministedat au XVII• siecle», enAnnale1 E. S. C., 29, 4
Cfr. J. A. Bcrgin, Cardinal Richelieu: Power and the Pumlit of Wea/th, Londres, 1985.
1974, p. 166. . 5 Re/avoni di ambasciatori veneti, cit., vol. VI, pp. 1077-1079.
2 Re/azioni di ambastiatori veneti al Senato, ed. de L. Firpo, vol. III. T urín, 1968, '' G. Parker, Europe in Crisis, 1598-1648, Glasgow, 1979, pp. 56-58. [hay ed. cast.,
p. 20. - Europa en crisis, 1598-1648, Madrid, 1986].
12 La sombra del rey lntroducción 13

ministro parte de la carga burocrática acumulada sobre los hombros tiene el mérito de introducir el tema crucial de la competición para
del monarca permitía a éste dedicar su tiempo a actividades como ce- controlar la esfera política, parece insuficiente para explicar expe-
remonias sagradas, fiestas, munificencia 7 y viajes, que sólo resultan riencias históricas a menudo divergentes. Es decir, para explicar, por
ociosas si las contemplamos con una mirada retrospectiva y anacró- ejemplo, el sordo resentimiento y la mal disimulada contrariedad de
nica, siendo así que constituyen en cambio aspectos fundamentales buena parte de la aristocracia inglesa frente a un Buckingham que,
del ejercicio público y por ende, lato sensu político, de la soberanía. Sin «nacido simple gentilhombre (condición no muy estimada en aque-
embargo esta línea interpretativa parece incapaz de explicar por sí llas tierras), es la sola escala y puerta de la corte, el único mediador de
sola las razones de que se difunda, con el cambio de siglo, una organi- la gracia» 11 • Y en realidad los contados casos en que la gran aristo-
zación distinta del proceso de toma de decisiones, y se ve por ello cracia semeja capaz de expresar una clara conciencia de grupo son
condenada a remitirse a elementos explicativos exógenos, como el aquellos en los que se manifiesta más nítidamente una abierta oposi-
cambio del clima internacional y el período de relativa paz estableci- ción al ministro del r91, llevada a veces hasta el extremo del dé11oir de
do en Europa antes de la Tregua de los Doce Años y durante ésta; ex- ré110//e 12•
plicación, dicho sea entre paréntesis, que suministra pocos elementos Otro punto de vista sobre el asunto ha vuelto recientemente su
para entender la persistencia del fenómeno durante la posterior gue- atención a la función de dispensador de la gracia soberana que el mi-
rra de los Treinta Años. · nistro desempeña. Lejos de constituir el apéndice secundario de un
Otra interpretación del surgimiento del ministériat apunta en cam- papel más propiamente político, dicha función representaría uno de
bio a subrayar cómo la pérdida de control del gobierno por los sobe- · sus componentes esenciales, constituyendo así una posible clave para
ranos configura una sustancial alteración del delicado equilibrio en- explicar la consolidación del ministériat. El notable incremento del pa-
tre monarquía y aristocracia, en favor de ésta, evidentemente. Dicho tronazgo regio, insuficiente empero para satisfacer la enorme presión
cambio sería, pues, un aspecto nada secundario de la transformación de la demanda de mercedes, habría impuesto en efecto la necesidad de
más general de una élite social, la nobleza terrateniente, en clase diri- interponer un filtro entre el monarca y la gran masa de pretendientes.
gente políticas. Portador de importantes intereses de clase, el ministro Esto es, el ministro estaría en mejores condiciones que el soberano de
del rry constituiría, en otras palabras, una especie de caballo de Troya utilizar y optimizar, por así decirlo, las potencialidades del patronaz-
de la aristocracia para la conquista pacífica de la dirección del Esta- go, sustrayéndolo a la distribución corporativa de los aparatos, orien-
do~. Especialmente en esa parte de Europa donde el siglo XVI! repre- tándolo a un uso político y exponiéndose en lugar del rey a las tensio-
sentó una fase de rigidez jerárquica de las relaciones sociales y de en- nes derivadas de su empleo 1.1_ Más en general, tal perspectiva induci-
durecimiento de las relaciones de dominación, tendencia conocida ría a considerar tendencialmente incompatibles la exaltación de la
con el discutido término de refeudalimción, el valimiento representaría majestad soberana, producto de la propaganda absolutista, y la· insi-
el culmen de una ofensiva política aristocrática encaminada a desviar ~iosa i~~licación en la compleja y contradictoria práctica de la polí-
en beneficio propio los recursos del Estado 1°. Tal perspectiva, que tica cotidiana; de ahí la oportunidad de la delegación ministerial, a se-
mejanza de la praxis usada en la corte papal, donde la delicadeza del
papel espiritual del soberano pontífice había llevado a formalizar la
1 L. Levy Peck, «For a King not to be Bountiful were-a Fault: Perspectives on
Court Patronage in Early Stuart England», enfoumal of British Studiés, XXV, 1986,
pp. 31-61. · · · · . ·· . · ·· .· feudal ita merídionale tra crisi economica e ripresa política», en Studi sJorici Luigi Siineoni;
8 J. A. Maravall, Poder, honory élites en el siglo XVII, Madrid, 1979, pp. 172-184. XXXVI, 1986, pp. 29-55. . .
9 F. Tomás y Valiente, Los validos en la monarquía española del siglo XVII, Madrid 11 Relaz)oni di ambasdatori ueneti cit., vol. I, Turín, 1965, p. 718.
12
19822, pp. 55-62. Pero cfr. las observaciones de Julio Pardos y Antonio Feros, «Todos A. Jouanna, Le devoir de révolte. La noblesse franfaise et la geslation de l'Élat modeme,
los hombres del valido», en Libros, noviembre-diciembre de 1984, pp. 1-7. 1559-1661, París, 1989.
10 B. Yun Casalilla, «La aristocracia castellana en el Seiscientos. ¿Crisis, refeudaliza~ U Prinm, Patronage and the Nobilit;. Tbe Court al the Beginning oftbe Modem Agec. 1450-
ción u ofensiva política?», en RevisJa lntemadonal de Sociología, 45, 1987, pp, 77-104; sobre 1650, ed. de R. G. Asch y A. M. Birke, Oxford, 1991; cfr. la introducción de R. G. Asch
el debaté en torno a la refeudalización en la historiografía italiana cfr. G. Muto, «La en las pp. 22-23. ·
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····1\IJ 14 La sombra del rey Introducción 15

H:¡ figura del cardenal nepote 14. No obstante, cabalmente el caso del Estado a cabo en cada una de las realidades nacionales adquieren muy pron-
¡:;
,. pontificio semeja ostentar un modelo de mantenimiento del pleno to, en el concierto de los Estados europeos, valores de decisivo estí-
control del soberano en torno a las opciones políticas fundamentales mulo. No nos referimos aquí sólo a lo que en el lenguaje de nuestros
¡
f-
bastante alejado de lo que se produjo en otras cortes europeas. tiempos definiríamos como ingeniería institucional, es decir a los
¡ Estas propuestas de lectura de la aparición del mínistériat, aunque préstamos de modelos para organizar consejos privados y territoria-
1'
1
presentan sin duda aspectos analíticos de notable interés, infravalo-
ran sobre todo, en general, la importancia que en los procesos de
les, juntas y comités restringidos, secretarías y consultas, sino más en
general a la difusión entre las clases dirigentes de tendencias, actitu- ¡!
transformación de los sistemas de gobierno revisten las experiencias des y propuestas, así como reservas y prejuicios, sobre la organización [
anteriores y Jas modificaciones aportadas sucesivamente a la praxis de la esfera política.
política. Cabe concebir la multiplicación de modelos de relación en- Habría que preguntarse, pues, qué influencia más general ejerció 1
tre un soberano y su ministro, espectacularmente diferenciados, más
que como mera ejemplificación concreta de una gama teórica prede-
sobre la nobleza europea, en la primera década del xvu, el asenta-
miento y consolidación en la monarquía española del modelo «aristo-
1
!;
terminada de posibilidades de equilibrio entre delegaciones y asun- crático» de gobierno propuesto por Lerma; esto es, ese tipo de gobier-
ciones de poderes, como una respuesta a concretas exigencias de cam- no en el cual, según la definición de sir Walter Raleigh, el soberano
bio político; exigencias por una parte estimulantes y por otra condi- atribuye los principales honores y oficios to the noble and rich men on!J ts.
cionadas por la específica acumulación de efectos, con frecuencia no Creo que cabe decir que las expectativas eran equivalentes a lo que es-
intencionados, de las opciones experimentadas. taba en juego. Conforme a la expresión lapidaria y exagerada del prín-
r¡ cipe de Condé, cuando regresa a París desde el exilio en julio de 1610,
Una de las ambiciones de este libro, que sigue la política interior apenas dos meses después del asesinato de Enrique IV: «la época de
madrileña desde la muerte de Felipe II hasta la caída de Olivares, es- los reyes se acabó, se inicia la de los príncipes y los grandes» 16. Poco
triba en tratar de mostrar cómo el ascenso al poder de Lerma resulta después, pese a las resistencias de Sully, todos los príncipes de la san-
un acontecimiento preñado de consecuencias para las sucesivas vici- gre eran admitidos en un conseil tan numeroso que se presentaba a los
situdes de la monarquía española. Durante el ventenio del reinado de ojos de los contemporáneos como un petit parlement 11. Se realizaba así
Felipe III se producen, en efecto, importantes modificaciones en el en Francia el principio que Lerma había aplicado ya al Consejo de Es-
sistema de toma de decisiones, en la organización de los aparatos esta- tado y a la distribución de los cargos poHticos en la monarquía espa-
tales, en las relaciones entre aristocracia y Corona. Sería muy difícil ñola, es decir el derecho de la alta aristocracia a un papel preeminente
considerar la época siguiente, en la cual campea la imponente figura en la dirección política del Estado y en el reparto del patronazgo.
de Olivares, sin tener en cuenta tales modificaciones. Cabe incluso Dicha reivindicación, basada en la visión tradicional de un sobe-
considerar en ciertos aspectos el proyecto del Conde-Duque, centra- rano que reina con el consejo y la ayuda de sus nobles, había debido
do en un reforzamiento de la autoridad real, como una reacción a las enfrentarse, en las últimas décadas del XVI, con un estilo monárquico,
opciones de la época de Lerma, opciones tenidas por demoledoras de el impuesto por Felipe II, Enrique IV e Isabel, muy poco proclive a
fundamentales reglas de salvaguardia de la autonomía del momento aceptar vínculos rígidos de la discrecionalidad soberana a la hora de
político. asignar cargos y de distribuir mercedes. Estos soberanos, por el c,on~
Si una contextualización del ministériat dentro de las vicisitudes trario, habían gobernado con auxilio de reducidos grupos de conseje-
concretas estatales proporciona claves de lectura que son funda.men- ros, cuya elección, dictada por exigencias de eficacia política, estaba
tales para captar el sentido de los cambios que se van introduciendo,
resulta importante señalar, sin embargo, que las experiencias llevadas 15 W. Raleigh, The Arl1 o/ Empire, cito por la ed. de Londres, 1692, p. 4.
11•M. Carmona, LA Fran(e de Rühelitu, París, 1984, pp. 83-84.
14 W. Reinhard, «Papal Power and Family Strategy in the Sixteenth and Seven- 17 K. Malettke, «The Crown, Ministériat and Nobility at the Court of Louis XllI»,

teenth Úlnturies», ibídem, pp. 329-56. en Princes, Palronage and the Nobility dt., p. 417.
....
:]
16 La sombra del rey · Introducción 17

desvinculada de la lógi~a de representación social que inspiraba las gresos; y por esta vía corría paralela al conocido fenómeno de la ve-
- ~ -, pretensiones aristocráticas. Confiar a un ministro la directa conduc- nalidad de los oficios. Pero si se considera, en cambio, el general in- ,.,jill:

ción de los asuntos de gobierno resultaba, pues, el aspecto crucial de cremento del patronazgo, cabe verla como una parte de la tendencia a
una transformación más general del ejercicio de la realeza cuyos efec• un uso mucho más amplio de la gracia que connotaba la nueva praxis
tos resultan 'rápidamente perceptibles. real.
Al igual que las opciones de Felipe III contradecían radicalmente La principal explicación de esta ruptura de las reglas que durante
las directrices de fondo del reinado del Rey Prudente, las de María de unos decenios presidieron la defensa de la relativa independencia de
Médicis, al margen de la entrega de las riendas del gobierno a Conci- las decisiones regias. es el asentamiento en la Corte de facciones hege-
r ni, divergían de la política del desaparecido soberano que, declinando mónicas. Felipe II, como es sabido, consideraba casi un ·anatema la
l el apoyo de la alta nobleza, había confiado responsabilidades ministe-
riales sólo a un reducido grupo de fidelísimos. De forma no muy di-
conquista del monopolio político por pari:e de una facciónzz, y a ese
mismo principio se había atenido también la otra rama de los Aus-
versa, la sucesión de Jacobo I Estuardo en el trono de los Tudor vol- trias en la época de Maximiliano II y de Rodolfo 11 23• De forma seme-
vía a atizar las esperanzas de una restauración de los grandes oficios jante también Isabel tendía a equilibrar a los diversos grupos que se
nobles, que en Inglaterra -así como en Castilla- se habían vaciado disputaban el favor soberano, y eso aun cuando su personal propen-
de significado político en el curso de la segunda mitad del xv1 18• sión la empujara a preferir hombres como Essex24 • La aparición del
Pero este cambio iba acompañado sobre todo, en muchos casos, n11nistériat significaba, en cambio, un total trastrueque de dicha praxis
por una ruptura de la lógica que había presidido la remuneración del y la legitimación de la preponderancia de un solo grupo, cuando no
servicio regio. Isabel, como Felipe II, había utilizado con relativa par- incluso la instauración de un sistema de facción única. ·
simonia el patronazgo, estableciendo que sus cortesanos y funciona- En síntesis, el modelo que Lerma había inaugurado tuvo, durante
rios debían servir largo tiempo y fielmente antes de verse asignada las dos primeras décadas del XVII, significativos ecos en las principa-
i:
1: una merced de prestigio. Además, en cuarenta y dos años de reinado les cortes europeas, hasta el punto de configurar a veces un distinto
¡:

¡ sólo había nombrado dos marqueses y seis condes, manteniendo enfoque de los soberanos del ejercicio del poder real. Éste semejaba
i:
! ;
prácticamente estable el número de pares 19• Jacobo I, por el contrario, corresponder, en efecto, a tradicionales aspiraciones nobiliarias a una
exactamente igual que Felipe III, que introdujo un estilo de grandiosa codivisión del poder monárquico, y por ende a un acceso más directo
munificencia y amplió de forma sustancial, en muy poco tiempo; las a los recursos estatales; aspiraciones larga·mente cultivadas y en ver-
filas de los titulados, se iba construyendo una personal fama de sobe- dad ampliamente difundidas entre la aristocracia europea2s. Y, sin
rano liberal: «a dos suertes de personas daba liberalmente y muy en embargo, la asunción por un ministro del control del proceso de deci- •
especial: a los grandes y a los que lo asisten» 20; el soberano británico siones y el monopolio de la gracia regia por su facción, constituían
duplicaba así en unos cuantos años el peerage, triplicaba el número de una modificación importante del sistema político, anuncio de trans-
caballeros y creaba el baronetage21 • La inflación de títulos, allá donde
iba acompañada de una venta de los mismos más o menos enmascara- 22 M. J. Rodríguez Salgado, The Changíng Face ef the Empire. Charles V, Philip II and
da, respondía naturalmente a las apremiantes exigencias presupuesta- Hab1b11rg A11thority, 1551-1559, Cambridge, 1988, p. 15. .
21 R. J. W. Evans, «The Austrian Habsburgs. The Dinasty as a Politícal lnstitutiom,,
rias de unas haciendas regias exhaustas, endeudadas por un incremen- en The Co11rls ef Europe. Politics, Patronage and Royalty, 1400-1800, ed.'de A. G. Dickens,
to de los gastos -en especial de los militares- superior al de los in- Londres, 1977, p. 124; pero de Evans cfr. también The Making ofthe Habsburg Monar,hy,
1550-1700, Oxford, 1979 [hay ed. casr., La monarqúía de los Habsb11rgo (1500-1700),
1989]
18D. Starkey, «Coun, Council and Nobility in Tudor England», ibídem, p. 203. 24 J. E. Nea le, Emrys in Eli~bethan Hislory, Londres, 1958, pp. 73-74.
19D. Loades, The T11dor Co11rt, Londres, 1986, p. 145.. 25 Cfr. las peticiones de monopolio de los más importantes cargos del Estado y la
20 El embajador Foscarini, en Re/avoni dí ambmrialori veneli, cit., vol. I, p. 644. Iglesia formula?as por la nobleza en los Estados Generales de 1614: R. Chanier, «La
21 L. Levy Peck, Co11rt Palronage and Com,plion in Ear!J Stuart England, Londres, 1990, noblesse et les Etats de 1614: une réaction aristocratique?», en Ripres~ntafion tt vo11/oir-po-
p. 34. ' /itiq11es. A11to11r d,s itats gi"ira11x de 1614, París, 1982, pp. 123 y ss.

L
18 La sombra del rey Introducción
19

formaciones significativas no sólo en la estructura del mecanismo de tilla, «sólo Madrid es corte». Elemento fundamental de esta atracción
toma de decisiones sino también en la organización de las facciones, era, naturalmente, el incremento de los recursos de los que disponía
en la conformación de las clientelas, en las mismas reglas implícitas la gracia regia, incremento que por lo demás iba a veces acompañado
que conformaban la lucha política. Quizás haya que mirar esas a de una disminución en términos reales de los ingresos de la gran no-
transformaciones para explicar los motivos de una persistencia, la del bleza terrateniente. A comienzos del xvu, por ejemplo, las sumas in-
ministériat, que se prolongó aún, a pesar de dilatadas resistencias y te- cautadas a título de pólitical efftces por un Robert Cecil, valoradas en
naces hostilidades, durante varias décadas. 7.000 libras esterlinas, se equiparaban más o menos con el volumen
de la renta del más rico par de Inglaterra, el conde de Shrewsbury2s.
Los estudios sobre la corte, tras un largo período de prestar aten- Mudaban así también la propia concepción y la praxis de la participa-
ción casi exclusiva a las dimensiones cultural-antropológica y artísti~ ción política nobiliaria, que ahora dependían mucho más estrecha-
ca de la vida cortesana, se han orientado redentemente a examinar mente que en el pasado del favOr real; un hombre sin amistades en la
sus aspectos más propiamente políticos 26• Se ha insistido así en que el corte es como un artesano sin sus herramientas, como solía afirmar
surgimiento a comienzos de la Edad Moderna del universo cortesano, lord Burghley 2~. Esta tendencia, válida mucho más allá de la corte de
lugar fundamental de la transformación de la tradicional nobleza Isabel, se manifestaba paralelamente en la transformación de las mo-
guerrera en una aristocracia de nuevo cuño, constituye al mismo dalidades de expresión de la protesta y la oposición aristocráticas,
tiempo un insustituible medio de integración de las clases dirigentes; tendentes a plantearse como parte del juego político de la corte, a
la Corte, pues, vuelve a ser estudiada no sólo como instrumento orientarlo y condicionarlo desde dentro, más que a expresarse al mar-
de una especie de proceso de «domesticación» de la nobleza, sino gen de él.
también como ámbito privilegiado del crecimiento de su partici- La competición cortesana por el control de los recursos de la Co-
pación política y del arraigo de su influencia en las estructuras del rona debilitaba además las tradicionales agrupaciones de clanes nobí-
Estado27• liaríos, provocando una progresiva autonomía de individuos y gru-
A lo largo del siglo XVI la decadencia de las cortes principescas y pos con respecto a los antiguos vínculos de pertenencia. El acceso a la
la progresiva pérdida de importancia del patronazgo que en ellas se gracia real estaba mediado, en efecto, por un cerrado enfrentamiento
ejercía son evidente consecuencia de la atracción ejercida por la corte hegemónico que producía un continuo trastrueque de los esquemas
del soberano y, con ella, de la fascinación de unas ciudades que gra- del patronazgo 3°. En estas condiciones· no era difícil ver cómo los
cias a la instalación por fin estable de aquélla se embellecían y cre- clientes abandonaban a sus protectores en busca de apoyos r.nás influ-
cían, transformándose en capitales; ahora, como solía decirse en Cas- yentes, o cómo se esforzaban por mantener relaciones en ambientes
distintos 01 : «el hombre se abre camino en Francia con todos los mi-
26 La corte ne/la cultura e ne/la storiograjia, ed. de C. Mozzarelli y G. Olmi, Romá, 1983; nistros indistintamente con esos métodos que hoy me parece se usan
<(La corte in Europa», ed. de M. Cattini y M. A. Romani, en Cbeiron, I, 1983, fase. ll; D. en todo el mundo». .
Scarkey; «Court Hiscory in Perspective», en Tbe Englisb Courtfrom tbt War eftbe Roses lo tbe Al margen de la retórica de la fidelidad, retórica que expresaba la
Civil War, Nueva York, 1987, pp. 1-24; R. G. Asch, introducción a Pn'nces, Patronageand
tbe Nobility, cit. . .
27 Para un enfoque derivado de las conocidas tesis de Norbert Elias, cfr. el ensayo
· zg Loades, Tbe Tudor Court cit., p. 146. Pero cfr. también las observaciones dé K.
de J. Levron, «Louis XIV's courtiers», en Louis XIV and Absolutism, ed. de R. Hatton;
Sharpe, «Crown, Parliament and Locality: Government and Communication in Early
Londres, 1976, pp. 130-153; en la misma línea cfr. también C. Ehalt, Die Amdn1ckfarmen
Stuart England», en Tbe Englisb Historical Review, CCCXCIX, 1986, pp. 330-332.
Absolutiscber Hemcbaft. Der Wiener Hefim 17 und 18jabrbundert, Múnich, 1980; trad. it. La 2
'l G. Parker, Pbilip JI, Londres, 1979, p. 170 {hay ed. cast.: Felipe JI, Alianza Edito-
corte di Vienna tra Sei e Settecento, ed. de M. Meriggi, Roma, 1984; pero cfr. las observacio- rial, Madrid, 19932].
nes críticas de E. Le Roy Ladurie sobre una interpretación excesivamente «moderni- 30
_ S. Kettering, «Gift-giving and Patronage in Early Modern France», en Frencb
zante» del proceso de desmilitarización de los nobles: «Rangs et hiérarchie dans la vie de Hutory, 2, 1988, pp. 131-151.
courn, en Tbe Frencb Revolution and the Creation ofModem Political Culture, 1, Tbe Politkal Cul- 31
Del informe de Angelo Badoer desde la corte de Francia (1605), en Re/azioni di
ture of Íbe O/d Regime, ed. de K. M. Baker, Oxford, 1987, pp. 61-75. ambasciatori veneti cit., vol. IV, p. 121.
La sombra del rey Introducción 21
20

dencia el ponerse bajo la protección de un poderoso, under -the Con respecto a semejante cuadro, sumariamente delineado aquí,
depen
shadow ojyour'wings, como escnbia
· · un nob~: al ya ~ita
· d o Rob_ert Ceci·13. 2, hay que preguntarse qué efectos produjo la introducción de la prácti-
se iba asentando la lógica de la contratacion y el intercambio, esa mis- ca del ministériat-. esto es, de qué modo se estructura la distribución de
ma lógica que hacía afirmar a Richelieu q~e, desean~o hombres a un patronazgo ya enteramente en manos cid valido; cómo se transfor-
prueba de fidelidad y escaseando tal mercancia, estaba dispuesto a pa- ma la clientela del ministro del rry una vez que está en condiciones de
garlos a peso de oro 33• • • . •
disponer a placer de los recursos de la Corona; y qué nuevos puntos
El universo cortesa.n o ya no era, en fin, para un individuo ambi- de referencia, por último, orientan la pugna entre las facciones en un
cioso un mundo como los demás, sino el mundo, ese mismo mundo contexto dominado por un alter ego del soberano.
cont;a el cual se dirigía; con toda su carga de ambivalencia, la célebre La respuesta a esos interrogantes representa el fundamental em-
invectiva de fray Antonio de Guevara 34 • En este universo, todo.s, no- peño de este libro. Como parece demostrar el caso de la monarquía
bles, cortesanos y ministros, participaban indistinta y consciente- española, le distinción in nuce entre un rey que reina y un ministro que
mente en la misma carrera para influir sobre el favor real y tornarlo gobierna estimula una fundamental transformación de los esquemas
en beneficio propio; «todos jugamos un juego», como escribía un tra- de la lucha política. Se destinan ingentes recursos estatales a reforzar
1r tadista de comienzos del xvu 35 . . .. . el consenso al régimen. Se abre camino un nuevo uso de la propagan-
En el centro de este campo <le fuerzas en pugna por el poder y la da, tendente a sostener la presencia y la actividad del valido. Se admi-
distribución del patronazgo, el soberano estaba lej~s de s~r el indivi- te que el ministro del rry puede marginar legítimamente y, en la medida
duo aislado y omnipotente descrito en no pocas .bio~afia~ de reyes. de lo posible, eliminar del circuito político a sus adversarios. Más
Como ha observado Geoffrey Elton en una contnbucion pionera pu- . aún, que pµede redibujar en beneficio de su facción la jerarquía de los
blicada hace quince años, incluso los monarcas más decidid<:>s. ~e honores y los estatusJ7•
veían forzados a tomar acuerdos dentro de un marco de compatibth- La principal consecuencia de todo ello es la formación de un con-
dades muy concretas; lejos de ser un espado vacío dominado por la glomerado de aliados, parientes y hechuras del ministro que, gozando del
iniciativa regia, la corte estaba controlada por poweiful men, al_frente monopolio del poder estatal, se organiza como facción gubernamen-
de ramificadas clientelas, divididos por intereses dispares, diversas tal o, según una expresión de la época, en/acción valida. Esto es, una
sensibilidades y a veces hasta por distintos úedos religiosos 36• Elfo facción que, al disponer del control de los nombramientos, necesario
obligaba al soberano a una atenta labor de mediación, encamina?ª a para dar incisividad a la acción política, se beneficia adueñándose de
mantener el equilibrio de un sistema que, observaba Elton, poseia el los puntos neurálgicos de la administración, los que regulan y delimi-
fundamental mérito de favorecer la integración política: el auge de la tan el acceso a los recursos. Y al mismo tiempo se convierte en un ra-
corte como única sede del poder, del reparto de mercedes y de la toma mificado sistema de clientelas, unificadas por una fe nueva, paralela a
de decisiones certificaba que el conflicto se ejercería en su inte- la lealtad debida al monarca, pero profesada al 1JJinistro.
rior. A primera vista esta estructura de fidelidad doble podría interpre-
. . , , tarse como el replanteamiento, en el corazón del crecimiento del Es-
32 Neale, EJSays in Eli!QJbethan History cit., p. 72. . · · · . tado moderno, de una antigua solidaridad de linaje, como la perma-
33 Para una perspectiva distinta, derivada de las conocidas tesis de R. Mousmer, cfr.
nencia residual de una obediencia totalmente interna a las divisiones
Y. Durand, «Clienteles et fidélités dans le temps et dans l'e~pace», en Hommage a Roland
Mousnier. Cliente/es et ftdélités en Europe a l'époque modeme, Pans, 1981, PP·, 4-5. .. .
de clan y a los múltiples niveles jerárquicos que organizaban tradicio-
34 A. de Guevara, Menospredo de ,ortey alaban:;:¡¡ de aJdea, ed. de M. Mart1nez de Burgos, nalmente el universo nobiliario. Pero una reflexión más atenta no
Madrid, 1928. . . .. . puede dejar de aprehender la novedad de un fenómeno que, aun reco-
35 «Aunque si yo no me engaño/ todos jugamos un juego / y un mismo desasosiego giendo simbologías y representaciones similares en ciertos aspectos a
/ padecemos sin reposo»: A. de Barros, Desengaño de ,artesanos, de la ed. francesa con texto 'f:
bilingüe, París, 1617, p. 38. .. ,
36 G. R. Elton, «Tudor Government: the Points of Contact. III. The Court», en }, · 37 Cfr. por ejemplo J. A. Bergin, «The Decline and Fall of the House of Guise as an

Transa&1ions of the Royal Histori&al Sodery, 26, 1976, p. 221. · }; Ecclesiastical Dynasty», en TheHistoncal] o11mal, XXV, 1982, pp. 781-804.

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j 22 La sombra del rey Introducción 23

·' la obediencia feudal, las trastrueca y transforma profundamente. La co es parte ineludible del intercambio entre patrón y cliente, sino, bien
fidelidad al valido y a su facción se profesa, de hecho, sólo con miras mirado, porque la política es lo que en último extremo decide las ca-
a utilizar el patronazgo regio, a explotar los recursos públicos, a con- rreras y las suertes de ministros y «criados».
solidarse en la lucha por el poder. Situándose de lleno en la esfera es- Así, por ejemplo, el análisis de los fenómenos de corrupción, es-
tatal, esa fidelidad expresa bastante más las nuevas formas de la vida trechamente ligado -como se ha señalado- a la aparición de nue-
política que la vieja pertenencia nobiliaria. vas formas de clientelismo ministerial, no puede dejar de considerar
Dicho de otro modo, la introducción del ministériat, al redibujar el que la corrupción es el principal blanco polémico de todas las críticas
patronazgo conforme a los dictámenes de aquel «arte en los oficios» 38 a la acción de gobierno y que por ende el debate sobre ella es parte
que hoy llamaríamos #)oil system39, reescribe las reglas implícitas del esencial de la lucha política. Cabe afirmar incluso que, en determina-
universo cortesano. Los mismos elementos, faccionarios y clientela- dos contextos, la crítica de la corrupción constituye un instrumento i
res, que caracterizaban ya las cortes del xv1, se disponen ahora en un legitimador de la oposición a las alternativas gubernamentales y, en .i
:1
contexto distinto. Hasta la corrupción tiende a adoptar características cierto sentido, contribuye a proveerla de un lenguaje42. 1
inéditas, derivadas del incremento de los márgenes de discreciónali-. Esta exigencia de contextualización cobra además especial relieve ,!
dad connatural a la índole esencialmente fiduciaria del «gobierno de cuando se consideran las modificaciones de las reglas informales de la ::1
hechuras», el gobierno mediante ·criaturas 40• lucha política producidas por la consolidación del valimiento43• El ;¡
Se ha insistido recientemente en la.importancia que tales trans- sistema de facción única tiende en efecto a provocar la agrupación de :¡

formaciones tienen en el proceso de formación del Estado moderno, todos los excluidos y la formación de alineaciones alternativas, tole-
centrando sobre todo la atención en el papel de estabilización social radas pero apartadas del núcleo del proceso de toma de decisiones 44.
del clientelismo. Aprovechando las ventajas derivadas de la utiliza- Tal mecanismo, que por un lado aumenta la flexibilidad del sistema,
ción de los recursos políticos, un nuevo tipo de broker, sólidamente al posibilitar formas de oposición a las opciones gubernamentales im-
enraizado en el aparato estatal, expropia gradualmente el tradicional pensables cuando el monarca es el responsable directo, por otro lado
papel mediador de la nobleza, suplantándola o absorbiendo sus clien- somete al gobierno a una crítica más declarada, a la cual sólo puede
. ji .J:elas4'. No obstante, tal orientación ha solido privilegiar un plantea- hurtarse excluyendo aún más a los opositores y empujándolos así peli-
¡!
1
:: miento del problema en clave «estructural», tendiendo por tanto a re- grosamente hasta los límites de la lealtad 45• ·
li
):
saltar ante todo la función de integración social del clientelismo mi- Si el ascenso al poder de Lerma había representado para la aristo-
i nisterial y descuidando en cambio en gran medida el análisis de los la- cracia europea el símbolo del nacimiento de una época de renovada
-¡ zos entre formaciones clientelares y vicisitudes políticas concretas, asociación en la conducción del Estado, la difusión de la práctica del
dimensión en verdad fundamental, no sólo porque el consenso políti-
42 Lcvy Peck, Court Patronage and Corruption cit., pp. 161, 203, 211.
38 J.
Yáfiez, «Adicciones a la historia del Marqués Virgilio Malvezzi»; en Memorias 43 Sobre la necesidad de contextualizar las reflexiones sobre el patronazgo, cfr. las
para la hñtoria de Elpaña de don Felipe JI/ rey de EJpaña, Madrid, 1723, p. 145. observaciones de A. Molho, «Klientelsysteme in ltalien im Nordcn und im Mezzogior-
39 Según la famosa definición del senador Merey (1832): «La práctica de asignar no. Einleitung zur Diskussion», en A. Mac;zak, Klíentelsysteme im Europa der Friíhen Neu·
cargos públicos no sobre bases de mérito o capacidades sino sobre la de afiliaciones par-. ztit, Múnich, 1988, p. 24.
tidiscas o de facción»; cfr. la voz redactada por L. D. White, en Enrydopa!dia ofJhe Social 44 Nótese la diferencia entre este sistema y el de las ,abales de la corte de Luis XIV
S,iences, 14 vols,, Nueva York, 1934. descrito en las célebres mimoim de Saint Simon; cfr. en este sentido las observaciones de
40 J. H. Elliott, Ri&helieu and Olivares, Cambridge, 1984 [hay ed. cast.: Rkhelieuy Olipa- E. Le Roy Ladurie, «Systeme de la Cour (Versailles vers 1709)», en l 'Arc, 65, 1976,
res, Barcelona, 1984.) p. 31.
41 S. Kettering, Patrons, Brokers and Clienls in Sevmteentb Ce11t11,y Fran,e, Oxford, 1986; 4> Como ha observado El ton, mientras que en la época Tudor el conflicto se expre-

pero cfr. las observaciones de D. Parker, «Class, Clientage and Personal Rule in Absolu- . saba en el interior de la corte, los Estuardo -¡,Qr elección consciente o simple cegue-
tist france», en Seventeenth Cenl11,yFren,hS111dies, IX, 1987, pp. 192-213; Id., «The Histo- ra- permitieron que la corte fuera hegemonizada por singlefavouriles and exdNSivefa(Jion,
rical Development of Política! Clientelism», enjoumal ofInterdiJCip(ina,y Studies, XVlil, y c..~o llevó la lucha política a un ruedo más amplio: but thñ was new. Tudor Govemment, cit.,
1988, -pp. 419-447. pp. 227-228.
La sombra del rey · Introducción 25
24

valimiento evidenció un cuadro muy diferente. En Francia, los prín- cie~a fase, como el sist_ema más idóneo para imprimir agilidad y efi-
cipes y grandes del reino, tras haberse rebelado más de una vez contra cac1a al proceso de dects1ones y para activar fuerzas contundentes en
Concini y haber obtenido notables concesiones políticas en la época apoyo de las po!íticas de gobierno. Hombres como Olivares, surgido
de la regencia, decidían en 1619 oponerse también al ministro de como protago?1sta en la lucha de facciones aristocráticas que dividía
Luis XIII, Lyunes; motivaba esa decisión el hecho de que éste no les la corte de Felipe !II, o como Richelieu, que había conspirado contra
permitía tener, en los asuntos de gobierno, el papel del que se creían s~ soberano ~ontribuyendo a organizar la rebelión de losgrands, se ha-
merecedores, pues los parientes y aliados del favorito controlaban los b1an convertido, una vez en el poder, en los más tenaces defensores de
conseios hasta el punto de que puissent tout ce qu'ils veulent46. Pocos años la necesidad de librar al Estado de la presión de las facciones y de con-
después, la consolidación en el poder de Richelieu, que había identifi- tener el exagerado pod~r de la aristocracia de alto rang0 s1. ·
cado su política con la causa del restablecimiento de la autoridad real, J?esde el p~nto de_ v:1sta de los hombres que se hacían intérpretes
los forzará de nuevo a la rebelión y a una serie de repetidas conspira~ del sistema, va/Jdo,s o mmrstres, sus ventajas eran evidentes, por otra par-
dones y conjuras47• Y el régimen de Olivares irá evolucionando asi- te. En su mayona nobles, aunque a menudo no pertenecientes a la
mismo a lo largo de líneas notablemente divergentes de las pretensio- alt~ aristocracia, estos individ_uos conquistaban la posibilidad de redi-
nes y expectativas de la alta aristocracia castellana. bu1ar la _escala_ de los honores y las riquezas y de garantizarse así la su-
Por razones en parte diversas, tanto en una como en otra de las premacia social. R~sultaba posibl~, ror ejemplo, para un Buckíng-
grandes potencias de la época los estragos producidos por el predomi- ham, «el menos calificado por nac1m1ento», conseguir el primer títu-
nio de las facciones aristocráticas se habían ido haciendo cada vez lo de Inglate~-ra y emparentarse con el rey 52; y para un Mazarino hacer
más palmarios y habían suscitado en la segunda década del siglo una_ que sus sobrinas, las famosas mazarinettes, matrimoniaran con la más
difusa conciencia de la necesidad de refrenar a quienes pn::tenctían ?la.sonada y prestigiosa :1oble~a de Francia 53. El propio Mazarino de-
donner la lqy aSa Majesté48• Acaso no sea un azar que mientras 1a_ra a su muerte ~n patrimonio valorado en 37 millones de /ivres, qui-
en su lecho de muerte, se arrepentía de haber entregado el z~s _la fortu?a mas grande acumulada en el reíno durante el antiguo
Lerma, Luis XIII, una vez desaparecido Luynes, prometiera :su1Lcuun:- r~g1men, aun mayor que la ya impresionante de que gozó Riche-
mente que en el futuro no volvería a haber ni favoritos ni un conné 0 heu 54•
table 49• . En la difícil batal_la por la reivindicación del cará~ter absoluto de la
Si, pese a tales propósitos, el ministériat siguió aún varias décadas s~beranía, o sea de una relativa autonomía de la esfera política, el mi-
en el primer plano de la política europea5°, se debió a las posibilídades nutro del rry defendía así al mismo _tiempo las propias bases de su po-
que brindaba de reforzar la autoridad real en un contexto-de cn:cic!n;. der. A los conglor:ierados de facciones y a las redes clientelares que
tes dificultades. A los ojos de los soberanos se presentó en efecto, era capaz de organizar entre sus seguidores se añadían las formidables
e~ergí~s ~ovilizadas, dentro y fuera de los aparatos nobiliarios, por la
46 Mémoim du comte de Pontcbartrain, 2 vols., La Haya, 1729, 11, p. 357.
d1sponib1lidad de los recursos estatales. El servicio real podía ser
47 O. Ranum, «Richelieu and the Great Nobility: Sorne Aspects of Early
Politícal Motives», en Frencb Historical Studies, III, 1963, pp. 184-204; sobre la co,~so1ra- 51
. ) - Rusell Major, «The Revolt of 1620: a Study ofTies of Fidelity», en Frencb Hislo·
cion nobiliaria, cfr. las observaciones de C. J ones, «The Organízation of
and Revolt in the Mémoirs of the Cardinal of Retz», en Eurqpean Studies Review, 11, nea/ J1~d1e~, XIV, 1986, PP: 391-407; Jouanna, Le devqir de révolte cit., p. 214; pero cfr.
tamb'.en C. Jouhaud, «Polltlques de pernees: les Condé (1630-1652)», en L 'état et fesaris-
pp. 210 y SS.
4 8 C. Víalart, Histoire du Ministére d'ArmandJean Duplessis Cardinal duc de Rkbelieu, s.
tocra/Jes, XJl•-XVJJ, siedes. France, Anglaterre,' É,oue, ed. de P. Contamine París 1989
pp. 335-356. ' ' '
1649, p. 155. 52
49 Malettke, «The Crown, Ministédat and Nobility», cit., p. 431. lnfor_me de Vincenzo Gussoni en Re/azioni di ambasciatori veneti cit., vol. I, p. 779;
so Luis XIV asumirá el control directo del gobierno a la muerte de Mazarino, sobre Buckrngh~m cfr. ahora R. Lockyer, Buckingbam, Nueva York, 1981.
5.1 Cfr. Y. Srnger-Lecoq, La tribu Mazarin, París, 1989.
1661, ejemplo seguido por el emperador Leopoldo tras la desaparición del 54
Porti~, en 1665, y por Carlos II de Inglaterra después de la caída de Clarendon, en · R. J. Bonney, «Cardinal Mazarín and the Great Nobility during the Fronde» en
cfr. Parker, Europe in crisis, cit., p. 58. New1/t1ters of tbe Sociery far tbe Seventeentb Century St11dies, 1980, pp. · 15-20. '
26 La sombra del rey Introducción 27

reorganizado ahora con vistas a funciones inéditas de mediación so- Pero sobre todo a las insidias de la competición cortesana se su-
cial y de organización del consenso. Además, la nueva ideología de la maban ahora los peligros de nuevas y más vastas posibilidades de
puissance so1111eraine que la teoría política estaba elaborando sobre las conflicto. La resistencia a las políticas del valido podía hallar apoyos
viejas bases paternalistas de la institución monárquica, brindaba a los ocultos o no tan velados alientos entre cuantos tenían sus motivos
hombres de la formación gubernamental un decisivo instrumento de para favorecer su debilitación y, posiblemente, su caída en desgracia.
hegemonía. La lucha política tendía, pues, a irradiar desde la capital a las provin-
El crecimiento de la insatisfacción aristocrática es consecuencia cias, desde la corte al país.
directa de tales manifestaciones 55• En este sentido, los años veinte
marcan un decisivo giro: Madura en esa década, en efecto, una fractu- La revisión crítica del concepto de absolutismo que la historio-
ra cada vez más profunda entre la restricción de sistemas políticos he- grafía ha venido haciendo en el curso de los dos últimos decenios ha
gemonizados por las facciones de los diversos ministres y las expectati- entrañado un desplazamiento radical del énfasis puesto en los proce-
vas, generalizadas aunque particularmente vivas entre la nobleza de sos de centralización ligados con el desarrollo de la monarquía admi-
alto rango, de un ensanchamiento de las posibilidades de acceso al nistrativa, que ha pasado a centrarse en la persistencia de áreas de po-
poders6. Si en Inglaterra la creciente dificultad de brindar alternativas . der relativamente autónomas controladas por las élites locales60; bajo
políticas y de influir en el reparto del patronazgo en una corte domi~ ese ~ambio subyace una atención dirigida más a las formas y condi-
nada por Buckingham terminaron obligando a los opositores a un ciones del consenso que a las del dominio 61 • En el esquema tradicio-
nuevo protagonismo parlamentario, el sistema de facción única sus- nal, procedente en buena medida de la clásica síntesis rankiana, se ha-
citaba en todas partes grandes resistencias 57• Acaso Olivares no des- da sobre todo hincapié en el conflicto entre el impulso reformador ·
pertara entre la aristocracia castellana la reacción que entre gran par- del poder soberano, portador de un orden nuevo, y las resistencias in-
te de la nobleza titulada inglesa provocaba George Villiers, the great terpuestas, con soluciones variables, por los intereses provinciales62.
usurper, probablemente el Conde- Duque hubiera compartido incluso Dicho planteamiento ha sido sustituido poco a poco por una visión
los gustos sobrios, los ideales de valor y nobleza y la propensión a un más articulada, en la cual el rechazo a fechar en los albores de la Edad
estilo de gravitas que hermanaba al círculo nobiliario de oposición a Moderna una dialéctica propia de un desarrollo más tardío, ha ido
Buckingham, concentrado en torno al conde de Arundel 58• No obs- acompañado de un claro Sl,\brayado del carácter no sistemático sino
tante, sus dificultades para obtener la colaboración de los grandes de coyuntural y meramente tendencia! de las conquistas estatales. El ab-
Castilla sólo serán inferiores a las de Richelieu para reducir a la obe- solutismo seiscentista no se ve, pues, como resultado de la coherente
diencia a los pares y duques de Francia. Se esfumaba la imagen del va- aplicación de una nueva concepción del Estado o la sociedad, sino,
lido saludada a comienzos de siglo como expresión de una copartici- según la definición de David Parker, como un intento pragmático y
pación aristocrática en el poder monárquico; en su lugar, gradual- frecuentemente realizado ad hoc para restaurar la autoridad real en un
mente, emergían los contornos de la de perseguidor de las preemi- contexto de rápidas mudanzas 1•3• Este cambio de orientación ha asu-
nencias nobiliarias, de la de tirano 59• mido, en el caso de la trayectoria más simbólica del absolutismo euro-
peo, la francesa, las características de una casi completa inversión de
55Jouanna, Le devoir de révolte cit., pp. 232-235.
56Bérenger, «Le probleme du ministériat», cit., p. 191. · . · <,o M. Walker, German Home Tow111. Comm,111ity, State and General Estate, 1640-1871,
57 D. Hirst, «Court, Country and Po!itics before 1629», en Faction and Parlia111e11t. Es- lthaca, 1971; G. Oestreich, Neostoitism and tbe Early Modem State, Cambridge, 1982,
says on Early Stuart History, ed, de K. Sharpe, Oxford, 1978, pp. 113-14. pp. 248-273.
" Cfr. Absolutism in Seventeentb Century Europe, ed. de J. Miller, Londres, 1990.
58 K. Sharpe, «The Earl of Arundel, His Circle and the Opposition to the Duke of 1

Buckingham, 1618-28», ibídem, pp, 209-44. . 12


·. • Cfr. Sta/o epubblica amministra:,io11e nell'Antien Régime, ed. de A. Musi, Nápoles, 1979;
59 C. Vicherd, «Mazarin ou la tirannie. Le rejet des pratiques politíques "italiennes" A. M. Hespanha, As Visperas do Leviatban. lnstitufoes e poder politi&o, 2 vols., Lisboa, 1986,
par les Frondeurs», en La France el /'Italie au temp1 de Mazarin, ed. de J. Serroy, Grenoble, I, pp. .17-40.
1986, p¡5. 55-62. <,.1 D. Parker, Tbe Ma/eing of Frencb Absolutisn1, Londres, 1983, p. 90.
28 La sombra del rey Introducción 29

la perspectiva tradicional, construida normalmente conforme a su- aristocráticas, cuya fundamental base de poder constituía7 1• Así, por
puestos heredados de Tocqueville. En particular la figura del inten- ejemplo, Concini se había hecho nombrar lugarteniente general de
dente ha ido perdiendo las características casi míticas de agente ~e la Picardía y Normandía, mientras que Richelieu se había garantizado el
centralización borbónica que se le atribuyeron durante mucho t1em- . gobierno de Bretaña, eligiendo como lugarteniente a un primo suyo,
po64. Sus poderes, se ha observado, serán durante mucho tiempo más el duque de la Meilleraye. Mazarino, a su vez, gobernador de Auver-
de control y coordinación que de dirección de los asuntos locales y, nia, mantendrá oportunamente a La Meilleraye en ese cargo, ganán-
especialmente en los Ptf!S d'Etat, estarán compartidos con los de otros dose de ese modo un importante aliado durante la Fronda 72•
funcionarios regios 65• El intendente no está considerado, por ello, Las propias intervenciones de la autoridad real para modificar ra-
con respecto a la praxis administrativa de la época, ni m~s ni menos dicalmente las reglas del juego, introduciendo élections o fortaleciendo
portador de modernidad de lo que lo fueron otros servidores de la el derecho de évocation, intervenciones tradicionalmente consideradas
Corona66. El incremento de sus funcíones semeja derivarse sobre todo como piedras miliares en el camino de la consolidación absolutista, se
de la necesidad de oponerse a las actividades de los gobernadores hos- reconsideran ahora de forma más problemática. El primer caso de
tiles al ministre 67. Más en general, como observaba Fouquet, se procu- abolición de los estados provinciales, el del Delfinado, resulta por
raba elegir intendentes les plus opposés aux interets des gouveme11rs68• En ejemplo íntimamente relacionado con una profunda quiebra interna
otros casos, menos conflictivos, el intendente trabajaba de consuno de las clases dirigentes locales y en ciertos aspectos provocado por
con el gobernadory era a menudo una hechura suya69• · ella 7\ mientras que un análisis de los procedimientos de avocación
De un modo u otro, el aspecto político determinante era en cual~ revela que éstos casi siempre eran pedidos expresamente por una de
quier caso el control de las provincias y éste se ejercía sobre todo me- las partes en litigio 74_
diante networks clientelares y granjeándose el consenso de la élite lo- En el meollo de la revisión historiográfica de la concepción de la
cal7º; el conflicto o la cooperacíón dependían en tan gran me?ida de monarquía borbónica del siglo XVII está, pues, una profunda crisis del
la actitud de las clases dirigentes provinciales como de la fidelidad de viejo planteamiento dicotómico de 1~ relación centro-periferia, Apa-
los aparatos. En los Ptf!S d'État, resultaba crucial, en este sentid~,_ la recen con creciente evidencia lazos entre el juego de las facciones cor-
conquista de las gobernaciones, cargo reservado a grandes fam1has tesanas, con fuerte raigambre provincial cada una de ellas, y el com-
plejo universo de las contraposiciones locales. A la idea de un Estado
entendido como una estructura capaz de informar y organizar en tor-
64 F. X. Emmanuelli, U11 mythe de l'ab10/11tisme borbo11ie1111e: l'i11te11de11fe du milieu du XVII• no a sí a la sociedad se ha contrapuesto así la de un organismo frágil,
siecle a la fi11 d11 XVIII• 1iecle, Aix-en-Provence, 1981; M. Antoine, «Gencse de l'institu- en pugna con poderosas fuerzas sociales, para llegar por fin a la con-
tion des intendants», enjoumal des Sava11ts, 1982, pp. 283-317.
6·s E. Le Roy Ladurie, «Réflections sur l':ssence et le fonctionnement de la monar_- clusión de que esas mismas fuerzas actuaban en lo más hondo de los
chie classique (XVI•-XVII• siecles)», en L'Etat baroque, 1610-1652. Regardss11rlapet11ee aparatos estatales, tanto en el centro como en la periferia, determi-
politique de la Franle du pri:mier XVII• sihle, ed. de M. Méchaulon, París, 1985, pp. IX- nando sus equilibrios y modificando sus objetivos 75•
XXXV. Se trata de un proceso de revisión paralelo al que ha resquebraja-
66 J. F. Dubost, «Absolutisme et centralisation en Languedoc au XVII• siecle.
(1620-1690)», en Re1J11e d'Hi1loire Modero, et Conlemporai11e, XXXVII, 1990, p. 380. .
67 O. Ranum, <CCourtesy Absolutism and the French State», enjo11mal ofModero Hn- 71
Bonney, «Cardinal Mazarin and the Great Nobílity», cit., pp. 18-20.
tory, LII, 1980, pp. 426-451. . 72
S. Kettering, «Patronage and Politics during the Fronde», en French Historical Stu-
68 Cit. por R. J. Bonney, "Absolutism: What's in a Name?», en Frmch HJ!IO,Y; 1, áies, XIV, 1986, pp. 421-423.
1987, p. 115. · 7:1 D. Hickey, The Comí11g ofFrench Absolutism: lhe Strugglefar Tax Reform in the Province of
69 M. Greengrass, "Noble Affinities in Early Modern France. The Case of Henry I Da11phi11é, 1540-1640, Toronto, 1986.
de Montmorency Constable of France", en Europea11 Historfral Quarter!J, 16, 1986, 74
D. Parker, «Sovereignity, Absolutism and rhe Functíon of the Law in Seven-
pp. 275-312. . teenth Century France», en Past a11d Pment, 122, 1989, pp. 36-74.
70 R. R. Harding, Anatomy ofa Power Elite. The Pro11i11dal GoPemors ofEar!J Madero Fran- 75 W. Beik, Ab10/11tism a11á Soáety in Seventemth Cmtury Fra11le, Cambridge, 1984,
te, NewHaven, 1978. p. 17.
30 La sombra del rey Jntroducción
31

do, en la historiografía brítánica, la tradicional idea de una contrapo- contrario, ciudades como Bristol 81 , Norwichs2 o Norfolkª\ no sólo se
sición radical entre conrl y country. El modelo tradicional, planteado en presentaban co_~o act~vas interloc~toras de la corte y el parlamento
los años sesenta por Hugh Trevor Roper y Pérez Zagorin, delineaba para la regulacton de mtereses partJculares, esa tupida trama de little
la aparición en la época de los Estuardo de una cultura cortesana: im- business84 ~~e _constituía la política cotidiana, sino que estaban atrave-
pregnada de valores renacentistas y atravesada por fermentos armi- sadas y d1v1d1das por temas de interés nacional, que una forma de com-
nianos; una cultura que se iba alejando cada vez más de los ideales pu- placent provincialism quisiera que hubieran sido de la exclusiva compe-
ritanos y de los humores anticatólicos que animaban el país 76• En tencia de un puñado de cortesanos 85. ·
contra de este planteamiento se ha observado que el llamado country , Por diver~o~ c~minos, pues, la historiografía europea está replan-
ideal no era- en el fondo si.no un court!J mode, y que por ende no identifi- teandose la d1alect1ca entre centro y periferia xr. y esta revisión acarrea
caba a un particular grupo político o religioso 77. Tampoco el ideal de inevitablemente una reconsideración de la problemática del conflic-
la corte era universalmente compartido y aun cuando la apoteosis de to. Se discute sobre todo el supuesto de una radical oposición de inte-
los Estuardo ensalzada por Rubens o por la decoración de la Sala de reses entre aparatos centrales del Estado y élites localesH7• A falta de
Banquetes de Whitehall, de Íñigo Jones, pudieran suscitar indigna- un moderno civil service, ha observado alguien, era impensable gober-
ción en círculos protestantes, el libro más leído después de la Biblia nar no sólo contra las clases dirigentes provinciales sino también sin
seguía siendo, hasta comienzos del XVII, El cortesano de Baltasar de ellas""; difícil esperar, si no, una operatividad efectiva del mecanismo
Castiglione 7s_ El propio Carlos I había ent~blado, por lo demás, la re- de to_ma de decisiones: esto es, que no sólo se obedez;;a sino que Juego
forma moral de una corte cuyo ceremonial, strict and severe, se ajustaba efect1vameme_se cumpla. El sistema localista de privilegios, tenido du-
de nuevo a los dictámenes de la ética protestante. La contraposición rante mucho t1emp~ por un resto anacrónico de un pasado feudal, re-
court/country, por lo tanto, lejos de describir dos universos políticos in- presentaba en cambio una forma de delicado equilibrio entre un or-
conciliables, era un ejercicio retórico al servicio de la lucha política; den político dado y cierta estructura de intereses. Esos mismos intere-
oposición dialéctica, además, propia de una época más tardía, cuando ses qu~ ,toda n::iodificació~ de los mecanismos de gobierno y de repre-
los dos términos se utilicen polémicamente para identificar a opues- sentac1on aspiraba en pnmer lugar a salvaguardar.
tas formaciones políticas.
Si los hombres de la corte no formaban, pues, un mundo compac-
/,ocal Comn11111i~y and the (,r,at Rebe//ion, Londres, 1969. Para un plantea.miento distinto
to, sordo a las exigencias del país, sino más bien un variopinto con'.'. cfr. A. Hughcs, l'olitics, Sode(y and Civil War i11 Warwickshire 1620-1660 Camb 'd .'
junto de individuos entregados a una continua labor de mediación 1987. ' ' , n ge,
81
entre cuestiones políticas generales y exigencias particulares 79, la vida D. Harris Sacks, Trade, .!ode(y and Politics in Bristol 1500-1640 2 vols Nueva
York, 1985. ' ' "'
política de los condados ingleses no semeja ajustarse a las condiciones
xz J. T. Evans, Se11enteentb-cent11ry Norwicb. Politics, Religion and C011emmmt, 1620-1690
de insularidad que cierta tradición de estudios locales, crecida en tor- Oxford, 1979. '
no a los trabajos de Alan Everitt, ha pretendido atribuirle80• Por el x.l A. ffasscl Smith, .Ci111ntry and Court: Govemment and Po/itics in No,jolk 1558-1603
Oxford, 1974. '
4
76 H. R. Trevor Roper, «The General Crisis of the Seventeenth Century», en Post · ~ D. Harris Sacks, «Thc Corporatc Towns and thc English Statc: Bristol's Líttlc
and Present. XVI, 1959, pp. 31-64; P. Zagorin, The Court and the Co11ntry, Londres, llus!~css: 1625-1641 ~• en Past and _Present, CX, 1986, pp. 65-105.
1969. . · H1rst, Co11rl, Cotmtry and Po/riles before 1619, cit., pp.· 116-118; V. Morgan, Some
77 K. Sharpe, Criticism and Complimenl. The Politics ofLiterat11re in the England o/Charle1 !, lypes o/Patronage in Sixteenth and Sevenleentb Cen111ry E11gland en Marzak Kliente/svste,ne c 1·t
Cambridge, 1987; en contra, cfr. M. Smuts, Co11rt C11/t11re and the Origins ofthe Roya/üt Tra- pp. 98-1 1 1. ' ' , ' " ' .'
dition in Ear/y Stuarl hñgland, Filadelfia, 1987. . xr, <:fr. la rcsc~a de X. Gil, «Centralismo e Localismo. Sobre as Rela,;oes Políticas e
78 Sobre la difusión del texto de Castíglione, cfr. C. Ossola, La Corte e i/ Cortegia110,
Cultura1s entre Capital e Tcrritódos nas Monarquías Europeias dos Séculos XVI e
ed. de A. Prosperi, 2 vols., Roma, 1980. XVII», en Penelope. Faz.ere Deifazera História, 6, 1991, pp. 119-144.
87
79 Cfr. la reconstrucción de L. Levy Peck, Northampto11: Patronage and Policy al the . .. · J. Russcll Major, Representative Govemment in E:.izr/v Modem France New Haven
Court ofJames 1, Londres, 1982. 1980. " ' '
88
80 A. -Evedtt, The Comm11niry of Kent and the Great Rebellion, Leicester, 1966; Id., The J. B. Collins, Fiscal Limils lo A.bso/11ti1m, Berkeley, 1988, pp. 3-6.
. ·•-•'•\).~
'.1

32 La sombra del rey Introducción 33

Parece evidente, a la luz de tales orientaciones, la insuficiencia de cimientos (introducción de los élus, aumento de la carga fiscal, rebe-
los esquemas que ven la llamada «crisis general» del xvn como mero lión de los Estados en 1632) semeja a primera vista responder al es-
resultado del choque entre monarquías centralizadoras y resistencias quema clásico de la reacción contra la centralización absolutista. No
particularistasª\ No cabe considerar las desgarradoras crisis políticas obstante, en los años siguientes, la Corona renunciará a introducir el
que estallan en el breve arco de un decenio, las six contemporaneous revo- derecho feudal septentrional, pese a sus evidentes ventajas fiscales, y,
lutions de Merriman, como un efecto casi mecánico de la acentuada con la revocación del edicto de Béziers, restaurará los Estados Gene-
presión, sobre todo fiscal, del Estado90• rales. El convencido sostén de la clase dirigente provincial a la causa
Es verdad que las condiciones impuestas por la aparición de esa real irá entonces acompañado, durante la Fronda, de unos ingresos
especie de «economía bélica» que prevaleció en buena parte de Euro- fiscales mucho más elevados 94 • La génesis del conflicto o la interpre-
pa durante la guerra de los Treinta Años redujeron notablemente_ los tación del consenso reclaman, pues, un enfoque distinto, que atienda
márgenes de maniobra de los gobiernos y abrieron una honda sima a las transformaciones del sistema de poder local y a la evolución de
entre la creciente y urgente demanda de dinero originada por los gas- los procesos de mediación política 95 • Es decir, en este caso, a la alian-
tos militares y los tiempos dilatados que entrañaba cualquier negocia- za entre Richelieu y el gobernador, el duque de Montmorency, contra
ción sobre el endurecimiento de la recaudación91 • El sistema fiscal, las protestantes del duque de Rohan; al sucesivo paso de Montmo-
sin embargo, no sólo significaba un drenaje de la riqueza, sino tam- rency a la oposición y a su papel en la revuelta; a la difícil construc-
bién su redistribución. La organización recaudatoria suponía, en ción, en fin, de un «partido del rey» en la provincia.
efecto, una suma de intereses particulares (de agentes,farmiers, recau~ Más en general, parece interesante observar cómo la compleja in-
dores) y, en un porcentaje nada irrelevante, se transformaba en gasto teracción entre formaciones políticas locales y opciones de lealismo o
local, en el que estaban interesados proveedores, mercaderes y ban- rebelión, muy evidente en el caso de la fronda nobiliaria%, resulta
queros. Sobre todo, la gestión de los flujos de entradas y salidas, de las fundamental también en el de la fronda parlamentaria. En contraste
modalidades y ritmos de la exacción, representaban una parte nada con una tradición historiográfica que en la revuelta de losjueces había se-
marginal del poder de una clase dirigente provincial. . ñalado sobre todo los elementos de defensa gremial de las tradiciona-
La fiscalidad se revela por tales motivos como un elemento de les instituciones representativas, recientes investigaciones ponen de
contradicción que atraviesa los equilibrios locales92 y aparece por ello relieve los lazos que unían a los distintos grup9s parla!Tlentarios con
como una base heurística incierta, para explicar éxitos como la coo- facciones nobiliarias: en el caso de los tres parlamentos rebeldes de
peración o la rebelión, que remiten inevitablemente a otros factores Aix, Ruán y Burdeos, la mayoría de los parlamentaires pertenecía por
explicativos, más directamente políticos 9·\ • , ejemplo a formaciones opuestas a las de los gobernadores, aliados de
Así, por ejemplo, en el caso del Languedoc, la suces10.n de aconte- Mazarino•n.
La reconsideración de las relaciones ent~ centro y periferia como
8'1 Tbe Forma/ion of National Slales in Europe, ed. de C. Tilly, Princeton, 1975. conjunto de redes de poder dispuestas jerárquicamente sobre el terri-
'I" Cfr. por ejemplo N. Steensgaard, «The Scventeenth Century Crisis», en Tbe Gene- torio permite, en otras palabras, destacar el papel que en la aparición
ral Crisis oftbe Sevenleenlb Cenlury, ed. de G. Parker y L. M. Smith, Londres, 1978, pp. 25- de los conflicos provinciales durante la primera mitad del xvIJ de-
56; M. S. Kimmel, Absolutism and its Discontents. Sta/e and Society in Sevenleentb Century France sempeñaron las transformaciones de la esfpra gubernamental deriva-
and England, New Brunswick, 1988.
91 C. Russell, «Monarchies, Wars and Estates in England, France and Spain, c.
4
1580-1640», en Legislative Studies Quarlerly, VII, 1982, pp. 205-220. '' Dubost, «Ahsolutismc et centralisation», cit., pp. 376-379.
n A. M. Hespanha, Revoltas el revoluciíes: a misténcia das elites provinciais, paper presenta- •,s Cfr. X. Gil, «Notas sobre el estudio del poder como nueva valoración de la histO·
do en el seminario La monarquía y los viminatos, Santander, 22-27 de julio de 1991, ria política», en !'edra/be,. Revista de Historia Modtftla, 3, 1983, pp. 6 7-88.
p. 12. · w, R. J. Bonney, «The Prcnch Civil War, 1649-53», en European Studies Review, VIII,
'13 Cfr. por ejemplo, en este sentido, el ensayo de H .. G. Koenigsbcrger, «Why did 1978, pp. 71-100; pero cfr. también el fascículo especial de XVfJ, siede dedicado a la
the States General of the Netherlands bccome Revolucionary in che 16th Ccntury?», en Pronda, XXXVI, n. 145, 1984.
PoliJiciam and Virtuosi. Essays in Earfy Modero Hirtory, Londres, 1986, pp; 63-76. •n Kettering, «Patronage and Polítics during the Fronde» cit., p. 423; pero cfr. Id.,
La sombra del rey Introducción 35
34

das del asentamiento del ministériat. Moviéndose en esa línea, es~e li- Sin embargo, y también en este plano, hay que subrayar la sustan-
·t
.
''
.: t bro trata de reflexionar sobre el problema de las causas de una sene de cial homogeneidad del cuadro europeo. El caso de Francia, cuyo mo-
~- violentos impulsos centrífugos, manifestados en la década de 1640, narca reinaba en todas partes en virtud del mismo título, representa-
,.f que fueron capaces de poner en tela de j~icio la propia ~xistencia de la ba una envidiada singularidad. La norma, en las monarquías del xvu,
! monarquía habsbúrgica. Se ha preten~tdo mostrar como, de forma no era en efecto el Estado nacional unitario, sino la unión dinástica
no muy distinta a cuanto estaba ocurriendo ~n otros Estados ~uro- de múltiples dominios 102• Así, por ejemplo, la reflexión historiográfi-
peos, Olivares tuvo que enfrentarse con ese?c1a~:s pro~l:mas de mte- ca sobre la época de los Estuardo puso recientemente sobre el tapete
gración de las clases dirigentes, d~ comumcac10~ pohu~a, de cons- la cuestión del gobierno único de reinos separados, el british proble111 103;
trucción del c;onsenso98• · Los obstaculos que se mterpus1eron en su perspectiva verdaderamente necesaria para explicar el complejo papel
camino provenían sobre todo de un aparato estatal capaz de debilitar, desempeñado, en un período fundamental de la historia inglesa, por
aunque no de sustituir, la tradicional mediación soci_al nobilia~~a; acontecimientos cruciales como la revuelta de Irlanda 1º4 o la inter-
aparato insuficiente, por lo tanto, para lograr la necesaria adecua~10n vención militar escocesa ws.
del espacio político al crecimiento de los recursos controlados, d1_rec~ · La dirección política de realidades estatales múltiples, compues-
ta o indirectamente, por la Corona. . .· tas por partes reguladas por diferentes sistemas institucionales, por
Además, lógicamente, el Conde-Duque hubo de afr~~tar esenc!a- diver,sas formas de do111ini11111 politu11111 el regale, planteaba a los monarcas
les cuestiones de coordinación política y de representac1on de los in- europeos y a sus ministros fundamentales problemas de reciprocidad
:¡ tereses, fruto de la especial confo_rmación ':1ulti?~~ional de la o:ion~r- y de integración de las clases diri~ntes '°6• No debe sorprender, pues,
., quía española. La vastedad y la abigarrada ~1spos1c10n_de los terri~o.nos que las propuestas de solucié>n resultaran también semejantes. En
·1
1 de los Habsburgo, así como la comple11dad del sistema ~~ltsmo- 1627 el secretario Coke sugería a Carlos I que imitase el proyecto es-
;l
1
dal entrañaban la atribución de un papel fundamental a las elites pe- pañol de Unión de Armas, mientras que Olivares, por su parte, inten-
riféricas, a las cuales no correspondía un adecuado reconocimie~to tará más de una vez introducir o ampliar, en los principales consejos
en términos de redistribución del poder y del patronazgo99 • Las m~ de la monarquía, la participación mixta de castellanos y no castella-
ciertas referencias al modelo imperial romano eran incapaces de sos- nos, innovación que calcaba lo ya realizado en parte por los Estuardo
tener una. concepción de la ciudadanía política que interpretase de a través de la presencia cruzada de ingleses y escoceses en sus respecti-
modo adecuado las expectativas de los componentes no castellanos de vos privy co11ncils 1111•
.• :¡
\i la monarquía rno, Y tanto más si parte de esos component~s~ como ~r Las resistencias con que tropezaron esos proyectos no atestiguan
ejemplo las provincias italianas, poseía ~ntigu~s y ~r~st1g1osa~ tradi- sólo la dificultad de introducir cambios en la organización del espacio
ciones culturales, una indiscutible preeminencia espmtual debida a la político de sociedades habituadas a considerar la tradición como
presencia de la sede pontificia y un nivel de desarrollo socioeconómi- principal fuente de legitimación. Nos muestran también cómo en
co en nada inferior al castellanow 1•
IU2 Koenigsberger, «Patronage, Clientage and Elites», en Mac;zak, Klientelsysleme, cit.,
Judidal Politics and Urban Revolt in Seventeenth Century France. The Parliament of Aix, 1629- p. 147,
1659, Princecon, 1978. . IOJ C. Russell, The Causes efthe English Civil War, Oxford, t 990; Id., The Fa// ofthe Bn·-
98 Cfr. Conques/ and Coalesmue. The Shaping ofthe State in Early Modero Europe, ed. de M. tish Monarchies, Oxford, 199 l.
Greengrass, Londres, 1991. . .
99 R. Syme, Colonial Elites. Rome, Spam and the A_memas, ~-ondre~, '. 958, P· 4.
w4 M. P. Maxwell, «lrcland and the Monarchy in the Eacly Stuart Multiple King-
dom», en The Historialjoumal, XXXIV, 199 1, pp. 279-295.
l
100 Sobre la concepción española de la monarqu1a 1mper1al cfr. E. Straub, Paxet lm• 105 P. Donald, An Un,ounselled King. Charles I and the S,ollish Troubles, 1631- 1641, Cam- ¡'
perium. Spaniens Kampf um seine Friedensordnung in Europa zwischen 1617 und 16 35, Pader- bridge, 1990, p. 4. ¡.
born, 1980, pp. 45-78. . w<> H. G. Koenigsberger, «Dominium Regale or Dominium Politícum et Regale; '
101 Cfr. a este respecto las observaciones de R. Villari, «La Spagna, !']taha e l'assolu- Monarchies and Padiaments in Early Modern Europe», en Politicians and Virtuosi, cit.,
tismo», en Annuario dell'lsliluto Jtori,o italiano per /'eta moderna e ,ontemporanea, XXIX-XXX, pp. 1-25.
1977-78,.pp. 60-64. w7 Russell, «Monarchies, Wars and Estates», cit. .
--~
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.•.·.¡•¡ .

1 36 La sombra del rey


1
i
i
torno a sistemas institucionales consolidados se estructuraban redes
de poder y sentimientos de pertenencia, intereses que defender e ideas
LA SOMBRA DEL REY
sobre la índole de tales intereses. Y cómo en ese terreno se producía,
tanto en la nación dominante como en las realidades provinciales, un·
fundamental choqu~ político que -desarrollado en torno a las atri-
buciones y al papel de los ministros- acababa por atañer a la propia
esencia de las preeminencias regias.

Deseo dar las gracias a cuantos han contribuido a la concepción y


redacción de este libro, de cuyos fallos soy naturalmente el único res-
ponsable. Agradezco a John Elliott su cortés disponibilidad y sus
alientos, que espero no haber de!Silusionado. Los amigos y colegas es-
pañoles Antonio Feros,Juan Eloy Gelabert, Xavier Gil,Júlio Pardos A la memoria de un amigo.
Martínez, Luis Ribot, Edelmira Suárez del Toro y Ana María Vera A Luciano.
fueron pródigos en ayudas y consejos realmente valiosos. Además de
a ellos doy las gracias a quienes accedieron amablemente a leer una
primera versión del texto 108 y a discutir conmigo su temática; y en
particular a Maria Carmela Agodi, Giorgia Alessi, Gabriella Alfieri,
Jim Amelang, Duccío Clausi, Antonio De Francesco, Simona Lauda-
ni, Mimmo Ligresti, Salvatore Lupo, Roberto Mantelli, Angelo Mas~
safra, Marina Montacutelli, Aurelio Musi, Giovanni Muto, Giulia
Poggi, Vittorio Sciuti Russi, Paolo Viola y Maria Antonietta Visce-
glia. Por último, /ast bui no least, estas páginas no se habrían escrito sin
la cariñosa solicitud y las estimulantes observaciones de Giuseppe
Giarrizzo.

F. B.

108 L'qmbra del Rry. La /afia pq/itica ne/la Spagna dei vaiidos (1598-1643), Catania,
1991. -
El legendario Gran Proyecto de Enrique IV y Sully: soberanía… 95 96 Antonio Rivera García

nismo que representa Montaigne, o más bien un proyecto cercano a la nueva


concepción política que se impone tras 1648.
Cineas, el héroe de Montaigne, da también título al libro de Emeric de
El legendario Gran Proyecto de Enrique IV y Sully: Crucé (1590-1648), publicado en 1623, Le nouveau Cynée ou Discours des
occasions et moyens d’établir une paix générale et la liberté du commerce
soberanía y confederación europea
par tout le monde. En esta obra, Crucé, que se confiesa admirador de Enrique
IV, después de rechazar las virtudes guerreras como costumbres bárbaras, de
Antonio Rivera García*
aconsejar poner límites a la ambición territorial de los reyes2 y recomendar,
como el autor de los Essais, la tolerancia de las religiones ya arraigadas, esta-
blece una police y un consejo realmente universales, y no sólo europeos como
el Gran Proyecto del que nos informa el duque de Sully. Aunque casi con-
1. La leyenda del buen privado y del GRAND DESSEIN
temporáneos, hay una gran diferencia entre los dos planes de paz: mientras
«Cuando el rey Pirro resolvió entrar en Italia, su sabio consejero
el mundo de Crucé es el del humanismo cristiano, el de Sully ya no lo es. La
Cineas, queriéndole demostrar la vanidad de su ambición, preguntóle: república cristiana de este último tiene muy poco de medieval y humanista: se
Y bien, señor, ¿con qué fines organizáis esta empresa? —Para hacerme corresponde, aunque fuera concebido unos años antes, más bien con el nuevo
amo de Italia, respondió bruscamente. —¿y después, continuó Cineas, orden que se empieza a imponer después de 1648.
una vez conseguido? —Entraré, dijo el otro, en la Galia y en España. El gran ministro de Enrique IV va a adquirir unos rasgos legendarios que
—¿Y después? —Iré a subyugar el África; y por fin, cuando haya puesto le aproximan, no obstante, al del mítico Cineas, al mejor ejemplo de buen
el mundo a mis pies, descansaré y viviré contento y a mis anchas. Por privado. La leyenda de Sully siempre estuvo unida a la de su señor, Enrique
Dios, señor, repuso entonces Cineas, decidme de qué depende el que IV, el gran rey francés que superó las guerras civiles y logró la reconciliación
no estéis ya en ese estado si queréis. ¿Por qué no os situáis desde este
nacional. Bajo el reinado de Luis XIV, todavía no era conveniente alabar los
momento, allí donde según decís aspiráis a estar, y evitáis tanto trabajo y
azar como ponéis entre medias?
méritos de este privado tan marcado por su religión calvinista. Sin embargo,
Nimirum quia non ben norat quae esset habendi uno de los principales hitos de la leyenda de Enrique IV y de su ministro es
Finis, et omnino quoad crescat vera volunptas.»1 la Histoire du roy Henry le Grand, biografía publicada en 1661 y escrita por
Hardouin de Beaumont de Péréfixe. El historiador nos ofrece en esta obra el
Hemos empezado citando un fragmento de los Ensayos de Montaigne, de «manuel du parfait roi», en el que no faltan elogios al «favorito» del rey3, el
quien, dice la leyenda, ha inspirado algunas de las más memorables acciones fiel, austero y puritano Sully4.
de Enrique IV, como el famoso Edicto de Nantes. En caso de que el rey fran- Tras la muerte del rey Sol, la literatura favorable al ministro del primer
cés hubiera escuchado a Cineas-Montaigne, ¿habría realmente concebido el Borbón es cada vez mayor. En la consagración, durante el siglo XVIII, del
Gran Proyecto que inventó su amigo y consejero, Maximilien de Béthune,
2 «Bornez votre territoire à la mode du sage Numa, et, suivant son ordonnance, sacrifiez au
duque de Sully (1560-1641)? ¿Era esto posible para el primer soberano mo- dieu Terme, sans effusion de sang. Auguste se comporta de cette façon et mit volontairement des
derno de Francia? ¿Quería realmente renunciar a la lucha por la hegemonía, bornes à son Empire, limitant par ce moyen sa cupidité.» (E. Crucé, Le nouveau Cynée, cit. en A.
al imperio? Lo cierto es que la modernidad política y económica, liberal y Puharré, L’Europe vue par Henri IV et Sully, Mon Hélios, Oloron-Sainte-Marie, 2002, p. 86).
capitalista, se construyó sobre el olvido de las palabras de Lucrecio acerca 3 «Je l’appelle favori à cause qu’il avoit les emplois les plus éclatans, quoy qu’à dire vray
il n’avoit aucune prééminence sur les autres du Conseil […] il n’y avoit qu’un chef dans l’Estat,
de la limitación de los deseos, de la cupidité. Cabe entonces preguntarse si el qui estoit le roy, lequel faisoit mouvoir tous les membres, et duquel seul ils recevoient les esprits
Gran Proyecto es todavía una de las últimas manifestaciones de ese Huma- et la vigueur.» (H. de Péréfixe, Histoire de Henry le Grand…, cit. en L. Avezou, Sully à travers
l’histoire. Les avatars d’un mythe politique, Droz, París, 2001, pp. 144-145).
* Universidad de Murcia. E-mail: anrivera@um.es. 4 «Il estoit —escribe Péréfixe— homme d’ordre, exact, bon manager, gardoit sa parole,
1 Montaigne, «De la desigualdad que existe entre nosotros», en Ensayos I, Cátedra, point prodigue, point fastueux, point porté à faire de folles et vaines dépenses, ni au jeu, ni en
Madrid, 1987, 42, p. 333. Las palabras latinas de Lucrecio pueden traducirse así: «Sin duda por- femmes, ni en aucune des choses qui ne conviennent pas à un homme élevé dans cet employ. De
que no conocía bien los límites que se deben poner a los deseos, ni hasta donde puede llegar el plus, il estoit vigilant, laborieux, expéditif, qui donnoit presque tout son temps aux affaires et peu
verdadero placer». à ses plaisirs.» (Ibíd., p. 142).

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El legendario Gran Proyecto de Enrique IV y Sully: soberanía… 97 98 Antonio Rivera García

legendario privado de Enrique IV adquiere una gran importancia la nueva del célebre «París bien vale una misa»8. En el siglo ilustrado, como podemos
edición, enteramente refundida, de la principal obra de Sully, las Œcono- leer en los textos de Voltaire o del marqués d’Argenson, aquella neutralidad
mies Royales, obra sobre la que nos extenderemos en el siguiente apartado. politique se transforma en elogio de la moderación religiosa de un calvinista
Esta nueva edición de 1745 es realizada por el abad de L’Écluse des Loges, que nunca adoptó los rasgos de un fanático o de un rebelde9. Esta concepción
quien, al abreviar y modificar significativamente el orden del libro, lo hizo politique es también la causa última de que el rey y su privado acabaran con-
por fin accesible a un vasto público, y contribuyó de este modo a que el virtiéndose —como de nuevo nos muestra un magnífico fragmento del mar-
servidor calvinista conquistara la fama de gran protector de la agricultura qués d’Argenson10— en modelo de monarquía ilustrada o de una monarquía
y de mejor amigo del rey. Los fisiócratas ensalzaron este primer aspecto, gobernada como una república.
el relacionado con su ocupación como ministro de finanzas, y vieron en él Desde el siglo XVIII, Sully ha sido para los franceses la encarnación del
un antecedente de su pensamiento económico. Pero sobre todo fue alabado bon sens. El pragmatismo y prudencia con el que se describe su ministerio
porque logró servir fielmente tanto a su religión como a su rey y a su patria. ha favorecido la utilización de su figura para defender causas muy diversas:
Así lo imaginó Voltaire en su poema épico La Ligue, ou Henry le Grand tolerancia, monarquía, democracia, libre circulación de los granos, vuelta de
(1723). Aunque no abundan las apariciones de Sully en esta obra, la nota los señores al campo, etc. Se ha convertido asimismo, como indica Avezou11,
histórica que sigue al poema explica que la elección del duque como com- en un héroe del consenso, cuya leyenda siempre resurge para defender la
pañero privilegiado de Enrique IV se debe a que logró compatibilizar sus concordia entre los franceses. La pareja antinómica que forma el seductor rey
creencias religiosas con su patriotismo5, hasta el punto de que, por razón de y el austero ministro, por lo demás tan distinta al antipático dúo formado por
su cargo, llegó a tener relaciones cordiales con el Papa. Por lo demás, Vol- Luis XIII y Richelieu, sirve para probar que una gran obra, el nacimiento de
taire no olvida mencionar otro de los rasgos más repetidos de su carácter: la nación, puede resultar de conciliar espíritus y caracteres muy diferentes.
su austeridad y severidad. A este respecto, la sola presencia del prudente
8 En la sátira Les caquets de l’accouchée (1622) podemos leer: «Comme disoit un jour le
amigo bastaba para que el rey tuviera vergüenza y retomara la senda de la duc de Rosny au feu roy Henry le Grand, que Dieu absolve, lorsqu’il luy demandoit pourquoy il
virtud6. n’alloit point à la messe aussi bien que lui: ‘Sire, sire, la couronne vaut bien une messe; aussi une
Desde luego, la leyenda del fiel Sully se construye sobre una base histó- espée de connestable donnée à un vieil routier de guerre mérite bien de desguiser pour un temps
rica. El hecho de que fuera comparado con Catón se debe a su real obsesión sa conscience et de feindre d’estre grand catholique’.» (Cit. en ibíd., p. 71).
9 El marqués d’Argenson se expresaba en estos términos sobre la moderación religiosa
por el ahorro y por eliminar los gastos inútiles7, lo cual explica también la de Sully: «Il étoit calviniste, et sans doute de bonne foi, mais bien éloigné d’être ni fanatique, ni
animadversión de los grandes. La principal razón de que Sully fuera elevado a rebelle. Même, après la mort de Henri IV, il refusa de se mettre à la tête du parti des huguenots,
modelo de buen privado en el siglo XVIII se debe al pragmatismo y prudencia dès qu’il fut question de révolte. On n’exigea point de lui le sacrifice de son opinion en matière de
de su ministerio, a que, lejos de la actitud de un calvinista intransigente, su- dogme; mais aussi il ne fit jamais servir cette opinion de prétexte pour troubler le repos public, ni
même le sien.» (R. L. de Voyer, marqués d’Argenson, Mémoires et journal inédit, cit. en ibíd.,
piera conciliar religión y fidelidad al rey. Ya en el siglo anterior podemos en- p. 185). Sobre la moderación e irenismo de Sully, cf. B. Barbiche, S. de Dainville-Barbiche,
contrar algunos testimonios que le atribuyen un comportamiento propio de los Sully. L’homme et ses fidèles, Fayard, París, 1997, pp. 408-423. O. Millet, en su artículo «Les
politiques. Incluso en una sátira parisina se le llegaba a atribuir la paternidad annotations manuscrites de Sully sur son exemplaire de l’Institution de la religion chrétienne de
Calvin (providence et prédestination): étude comparative» (Bulletin de la société de l’histoire du
protestantisme français, n.º 154/1, 2008, pp. 9-23), subraya a este respecto la lectura moderada
5 «Parce qu’il étoit de la religion prétendue réformée, qu’il fut toujours inséparablement que hace Sully de la principal obra de Calvino: «[…] une lecture modérée et moyenne, celle
attaché à sa religion et à son maître.» (Voltaire, cit. en L. Avezou, o. c., p. 191). d’un laïc réformé cultivé de l’époque, cherchant à s’instruire, voire à s’édifier, mais sans accent
6 En las ediciones posteriores del poema, que a partir de 1726 pasa a llamarse La Henria- dévot, et peu soucieux de prendre parti en fonction de convictions personnelles face à des thèses
de, Voltaire sustituye el nombre de Sully por el de Duplessis-Mornay, al parecer como consecuen- radicales, qui servaient alors de marqueur confessionnel identitaire.» (p. 22).
cia del altercado que tuvo en 1725 con el caballero de Rohan, uno de los descendientes del yerno 10 «Le républicanisme —escribe el Marqués d’Argenson (o. c., p. 188)— gagne chaque
del ministro calvinista. jour les esprits philosophiques. On prend en horreur le monarchisme par démonstration. En effet
7 Antes de la muerte del rey, Hiérosme de Bénévent ensalzaba así al duque de Sully: des esclaves seuls, des eunuques aident de leur fausse sagesse le monarchisme. Mais quelle
«En retranchant les despenses inutiles et modérant les excessives, vous avez fait voir que le bon sagesse chez les républiques qui gouvernent économiquement au-dedans, et n’intimident jamais
mesnage n’estoit pas de petit revenu. Ainsi fit Caton d’Utique.» (H. de Bénévent, Panégyric à leurs voisins, qui les considèrent cependant! Heureuses les monarchies gouvernées comme des
monseigneur le duc de Sully, pair de France, 1609, cit. en L. Avezou, o. c., p. 41). Esta compa- républiques! Mais où sont-elles? Je ne vois que le règne de Henri IV, et le ministère de M. de
ración con Catón la podemos reencontrar también en autores del siglo XVIII como el marqués Sully.»
d’Argenson. Cf. Ibíd., p. 183. 11 L. Avezou, p. 505.

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El reinado de Enrique IV, siempre acompañado por su fiel Sully, ha alcan- final de la novela13. De este monarca ideado por el literato bien podría decirse
zado el carácter de mito fundador de la Francia moderna porque representa que había seguido las enseñanzas del Cineas de Montaigne.
la superación de las guerras civiles, pero también porque supone la aparición Como cualquier otra leyenda, la del Gran Proyecto oculta la realidad del
de una nueva Francia que aspira a poner fin a la guerra europea e instaurar la diseño político del gran ministro. El objetivo de este artículo es demostrar
paz perpetua. Por tanto, el Gran Proyecto de confederación europea forma que Sully no concibe un plan humanista de pacificación universal porque su
parte de aquella leyenda del rey francés, cuya fortuna ha llegado hasta el siglo proyecto pertenece al mismo marco histórico y conceptual de los Tratados de
veintiuno. En los últimos veinte años, la república francesa ha aprovechado Westfalia. Ciertamente, puede ser visto como una alternativa al principio de
cualquier oportunidad para conmemorar a su rey-fundador: en 1989, la subida equilibrio que se impone en la Paz de 1648; pero la confederación, el proyecto
al trono; en 1998, el Edito de Nantes; y en 2010, la muerte del rey. Podríamos de paz, comparte los mismos presupuestos, empezando por el hecho de que
decir que el Gran Proyecto, sobre el que versa este artículo, es la culminación tanto Westfalia como el Grand Dessein admiten que las relaciones internacio-
de esa leyenda capital para la integración de la nación francesa. Leyenda que, nales sólo pueden ser entendidas entre grandes Estados soberanos e iguales.
en mi opinión, alcanza su coronación literaria, ya en el siglo veinte, en dos Es un diseño que, a pesar de la apariencia, favorece a Francia por cuanto todo
novelas políticas, escritas y publicadas por Heinrich Mann en el exilio fran- depende de la reducción del poder de la Casa de Austria, lo cual se traduce
cés. Novelas con las que el alemán pretendía decir al público antifascista que en pérdidas territoriales muy considerables para esta última. Y, además, la
éste era el rey y el proyecto que necesitaba Europa para acabar con el Tercer solución al conflicto confesional no pasa por lo que conocemos como tole-
Reich. Por sus cartas sabemos que el hermano mayor de los Mann pensaba rancia liberal, sino por una neutralidad subordinada al fortalecimiento de la
que la época en que vivía y sobre la que estaba escribiendo eran «una y la soberanía estatal.
misma cosa». No debe así extrañar el sorprendente parecido de Guise, el líder
de la Liga católica, con el dictador alemán, o el del predicador Boucher con 2. Mito e historia: el Gran Proyecto en las ŒCONOMIES ROYALES de
Goebbels. ¿Y Enrique IV, a quién se parecía? Pues a De Gaulle: «La Francia Sully
de Enrique IV y del General de Gaulle —escribía Mann— es la misma. En
ambos casos su vitalidad es evidente, su estado de ánimo crece con su con- Maximilien de Béthune, duque de Sully, publica de forma clandestina en
ciencia. El rey y el general tienen enfrente a una masa muerta, entonces se 1638 los dos primeros volúmenes —los otros dos aparecerán póstumamente
llamaba la Liga, hoy el fascismo»12. en 1661—14 de Mémoires des sages et royales Œconomies d’Estat, domesti-
El mito se complica cuando advertimos que también la Francia de Vichy ques, politiques et militaires de Henri le Grand, más conocidas como Œco-
reivindicó las figuras del gran ministro Sully y de su señor Enrique IV, a quien nomies royales (ER). Se trata de una obra comenzada después de su dimisión
podía verse, junto al mariscal Pétain, en los billetes de cien francos o en los como servidor real y cuya elaboración le llevará prácticamente el resto de
carteles de propaganda. Aunque, desde luego, el régimen de Vichy vio en ellos su vida (1611-1638). Con estas memorias, Sully se presenta como el mejor
a los apóstoles de la renovación agrícola y ganadera del país, a los defensores historiador de la Francia de Enrique IV. En las ER encontramos un capítulo,
de los valores unidos a la tierra, a la tradición, y no a los artífices del Gran titulado «Dissertation des historiens de Henri IV», en donde el duque medita
Proyecto. De ahí que en este artículo nos interese más la versión de la leyenda sobre las condiciones que debe cumplir el buen historiador. En este capítulo,
de Heinrich Mann, para quien Enrique IV es el mayor rey que ha tenido no al tiempo que critica la Histoire de Henry le Grand de Scipion Dupleix, se-
sólo Francia sino toda Europa. Equivale además con respecto a la majestad lo ñala que en todo historiador deben darse dos cualidades: la de conocer por
que en el arte y la filosofía representan Leonardo, Miguel Ángel y Montaigne.
Se trata —concluye Mann— de la mejor encarnación del humanismo político;
13 H. Mann, La madurez del rey Enrique IV, Edhasa, Madrid, 1990, pp. 641-643.
esto es, del defensor de las libertades humanas, del derecho a comer suficiente 14 El tomo I abarca los años 1572-1600 y el tomo II el periodo que va de 1601 a 1605.
y de la paz europea, como, entre las nubes, proclama Enrique en la alocución Sully tenía ya listos los tomos III (1606-1610) y IV (relata lo sucedido tras el asesinato del
rey y se cierra con la inclusión de una serie de documentos), pero su muerte acaecida el 13 de
diciembre de 1641 impidió la impresión. Habrá que esperar al año 1662 para que la segunda
12 H. Mann, Ein Zeitalter wird besichtigt. Erinnerungen, Fischer, Frankfurt a. M., 2001, mitad de las Œconomies Royales vea la luz. En 1664 aparece una edición completa de la obra
p. 437. Cf. A. Pérez López, «Heinrich Mann: un exilio alemán», en VV.AA, Más allá de la en un solo volumen y en 1665 otra edición íntegra, pero en ocho volúmenes. Cf. L. Avezou, o.
frontera, Calambur, Madrid, 2007. c., pp. 119-120.

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experiencia los asuntos que relata («la première, d’avoir esté souvent employé esta embajada no existe ninguna constancia documental de que fuera cierta; y
aux desmeslemens et entremises des grandes affaires de paix et de guerre») y en 1603, ya con James I en el trono.
la de contar los hechos con imparcialidad («et la seconde, d’estre exempt de El siglo XVIII asumirá como cierto lo que escribe Sully, empezando por
toute occasion de passion, de haine et d’amour, et par soy et par autruy»)15. las instrucciones secretas que, acerca de la necesidad de reducir la potencia
Está claro que cumplía con la primera cualidad, propia del memorialista. Mas, de los Habsburgo, recibe del rey con motivo de su embajada en Inglaterra. Es,
para adquirir la segunda, la imparcialidad del historiador, y sobre todo evi- precisamente, la realidad histórica del Grand Dessein una de las principales
tar el arrogante o vanidoso relato de sus propios méritos, inventó un curioso razones por las que el abbé de Saint-Pierre pensaba que su Projet de Paix Per-
artilugio retórico, el relato histórico en segunda persona. Es decir, son los pétuelle no sería tachado de visionario18. Algo parecido sucede con el Extrait
secretarios de Sully los que, para dar cuenta de los hechos acaecidos durante du projet de paix perpétuelle de M. l’abbé de Saint-Pierre (1761), en donde
el reinado del Gran Enrique, se dirigen a su señor en segunda persona. Pero, Rousseau resumía la obra de quien había sido uno de sus mentores. El gine-
a pesar de estas observaciones sobre el buen historiador, el amigo calvinista brino volvía aquí a aludir al real plan de paz gestado por Enrique IV y Sully
del rey no duda en alterar la verdad, esto es, en inventar episodios y falsificar para demostrar que el proyecto del abad no era una quimera19.
documentos, casi siempre para dar la impresión de que ha tomado parte en En el siglo ilustrado solo Hyacinthe Robillard d’Avrigny, en sus Mémoires
todos los acontecimientos decisivos de la vida del primer monarca Borbón. pour servir à l’histoire universelle de l’Europe (París, 1725), duda de los
Episodios que además serán tomados como reales por la práctica totalidad de testimonios de Sully, los únicos además que tenemos de un proyecto del que,
la historiografía hasta el siglo XIX. sin embargo, se decía que estaban enterados otros monarcas europeos como
Es verdad que ya Pierre Marbault, secretario de Duplessis-Mornay escribe el inglés. La crítica de Robillard d’Avrigny quedará enseguida ocultada por la
una obra en la que refuta las ER, pero permaneció en estado de manuscrito leyenda del rey y de su favorito que alcanza su cenit en la época ilustrada. Así
hasta que fue publicada en 183716. Por tanto, han de pasar más de dos siglos que debemos esperar al triunfo de la historiografía positivista del siglo XIX
para que las ER dejen de ser un fiable documento histórico. Cuando llegue el para que, ante la clamorosa ausencia de huellas documentales, se imponga
tiempo de la desmitificación, uno de los episodios más criticados será el rela- la tesis de que el proyecto sólo estaba en la cabeza de Sully. A este respecto
tivo al gran proyecto de una confederación europea que debía poner fin, con Christian L. Lange llegará a decir que se trata de una gran superchería lite-
la ayuda de una nueva organización territorial y de instituciones federales, a raria20. Seguramente, la obra que tuvo mayor importancia para desmontar la
todo conflicto bélico en Europa. Los preparativos de guerra que en 1610 llevó leyenda histórica del Grand Dessein fue el ensayo crítico de Christian Pfis-
a cabo Enrique IV con motivo de la sucesión del duque de Clèves-Julliers,
tendrían —a juicio de Sully— este objetivo, pero lamentablemente se vio
frustrado por la prematura muerte del rey17. Las ER dieron a Sully un papel 18 El mismo título del resumen del proyecto, elaborado en 1726 por el abbé de Saint-
Pierre, pone de relieve que su proyecto pretende ser una adaptación del Grand Dessein: Abregé
estelar en este proyecto y, en concreto, en las gestiones para atraerse a Ingla- du Projet de Paix Perpétuelle, inventé par le roi Henry le Grand, approuvé para la reine Elisa-
terra. Con este fin, las memorias se extienden sobre las dos embajadas del beth, par le roi Jacques son successeur, par les Républiques et par divers autres potentats […].
duque en Inglaterra: en 1601, estando todavía Isabel I en el poder, aunque de En realidad es un plan ilustrado que ha sido depurado de los elementos realistas y politiques que
encontramos en el de Sully.
15 Cit. en ibíd., p. 109. 19 Voltaire, muchos años después de su poema épico sobre Enrique IV, en 1761, se burlará
16 Nos referimos a Remarques sur les Mémoires […] de Maximilian de Béthune, duc de del abad de Saint-Pierre y de Rousseau por concebir un proyecto de paz perpetua que se decía
Sully. Cf. Ibíd., pp. 114-115. También Bassompierre, por la época en que Sully preparaba la inspirado en el Grand Dessein. Un antecedente de esta crítica lo podemos encontrar en la obra de
edición de los dos primeros volúmenes de las ER, escribía la historia de su vida (Mémoires du 1676 de Vittorio Siri, Memorie recondite dall’anno 1601 fino al 1640, que fue traducida al fran-
Maréchal de Bassonpiere, contenant l’histoire de sa vie et de ce qui s’est fait de plus remarquable cés en 1765: «Ce sont là —escribe V. Siri— des projets ridicules, capables de faire tort à la repu-
à la Cour de France depuis quelques années) y allí decía que el Grand Dessein había sido una tation d’un si grand roi, n’eussent-ils été proposés que dans l’ombre du cabinet. Ils ne pouvoient
invención de Sully, quien, además, siempre había empujado a Enrique IV a retomar la guerra être la production d’un esprit sain, parce qu’ils étoient impraticables, même pour un souverain
contra España. Cf. A. Puharré, o. c., p. 71. absolu de l’Europe. On verra l’extravagance des écrivains qui ont adopté pareilles fables […]»
17 Sully se entretiene en expresar las trece circunstancias que llevaron a Enrique IV, des- (cit. en L. Avezou, o. c., p. 303).
pués de meditarlo durante diez años, a formular el Gran Proyecto. Cf. Duque de Sully, Mémoire 20 C. L. Lange, en su clásico libro Histoire de l’internationalisme I. Jusqu’à la paix de
des sages et royales oeconomies d’Estat […] de Henri le Grand, vol. 2 [en adelante citaremos las Westphalie (1648) (Institut Nobel Norvégien, H. Aschehoug, Kristiania, 1919, p. 442), se asom-
páginas de esta obra entre paréntesis y con las abreviaturas ER], ed. Michaud y Poujoulat, París, bra incluso de que todavía en 1909 Edwin D. Mead publique un libro titulado The Great Design
Ed. du commentaire analytique du Code Civil, París, 1837, pp. 342-344. of Henry IV, Boston, Ginn & Comp.

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ter21. En opinión de este investigador, todo lo relativo a la paz universal y Hay una primera redacción manuscrita —y no editada— de las ER que fue
confederación de quince Estados es fruto de la imaginación del Sully anciano, acabada en 1617: en esta versión todavía no hay ninguna referencia al Gran
quien fue concibiendo el proyecto poco a poco durante sus largos años de Proyecto de Enrique IV, y, aunque la política del rey tiene objetivos ambicio-
retiro22. Pfister reconoce, no obstante, que la voluntad de reducir el poder de sos, son bastantes realistas y por ello realizables. Se trataba entonces de lograr
los Habsburgo constituía un principio general de la política exterior francesa la supremacía de Francia; reducir España a la península ibérica; restar buena
desde los tiempos de Francisco I23. La exageración de Sully consistió en sinte- parte del poder e influencia de Austria; y repartirse los despojos de las dos
tizar las conversaciones con el rey en un vasto plan ordenado y de apariencia casas de Habsburgo entre diversos príncipes. No se sabe por qué no se publicó
racional24. esta versión. Lange apunta que quizá porque Sully no quería comprometer
La crítica de los historiadores nos permite llegar a la conclusión de que, su futuro político, que, por lo demás, prácticamente acabó con la muerte del
como máximo, el ministro de Enrique IV tiene el mérito de haber concebido rey26.
una utopía paneuropea que ha inspirado a futuros proyectos de unión europea En los veinte años siguientes a la primera versión de 1617, el duque irá
e internacional25. El cuestionamiento de la realidad histórica de los episo- introduciendo todos los elementos esenciales del Gran Proyecto. Es cierto
dios contados por las ER, y en particular el del Grand Dessein, no debiera, que las fórmulas aquí empleadas, paix universelle o République crestienne,
sin embargo, hacernos ignorar que nos encontramos ante una fuente literaria se encuentran a menudo en la literatura francesa —y no sólo— de principios
esencial para conocer el pensamiento político del siglo XVII y el contexto del siglo XVII, pero lo que hace original al plan de Sully son los medios en
ideológico en el que se desarrolla la Paz de Westfalia. los que ha pensado para llevarlo a término. Entre los antecedentes de este
plan se podría mencionar algunas obras que, si bien no son citadas por el ex-
ministro, suponemos que conocía. En primer lugar podríamos referirnos a De
21 C. Pfister, «Les Économies royales de Sully et le Grand Dessein de Henri IV», en recuperatione terre sancte (1306), obra en la cual Pierre Dubois proyecta una
Revue historique, París, 1894, 96 pp.
22 «Non, jamais Henri IV n’est parti en guerre pour remanier de fond en comble la carte de
confederación de reinos independiente de la tutela papal e imperial, y cuyo
l’Europe; jamais il n’a songé à cette chimère de la paix universelle. Toutes ces conceptions appar- principal órgano debía ser un concilio laico integrado por representantes de
tiennent en propre à Sully […] non pas à Sully au pouvoir, mais à Sully dans la retraite. Aucun «la République très chrétienne» y encargado de solucionar los posibles con-
document nous parlant du Grand Dessein, dans son extension, n’a été écrit sous le règne de Henri flictos que surgieran entre sus componentes. Pensamos que Sully podría haber
IV; ils ont tous été fabriqués sous le règne de Louis XIII, entre 1620 et 1635.» (Ibíd., p. 83).
23 Los planes de reducir la potencia de los Habsburgo «répondent assez bien à ce que nous
conocido este proyecto porque fue impreso por primera vez por Bongars, otro
savons du caractère du monarque et de ses sentiments de haine contre les Espagnols.» (Ibíd., p. consejero calvinista de Enrique IV, en su Gesta Dei per francos27. Igualmente
40). podría haber recibido la influencia de Hugo Grocio, a quien Enrique IV había
24 L. Avezou, o. c., pp. 167-168. La crítica de Pfister es seguida por otros investigadores acogido en su corte. Recuérdese que el holandés, en su obra magna dedicada
alemanes: C. A. Cornelius, M. Ritter, M. Philippson, T. Kükelhaus. Cf. Ibíd., p. 440.
25 De entre los múltiples autores que ven en el plan de Enrique IV-Sully un modelo para la
al francés Luis XIII, De iure belli ac pacis (1625), sostenía que las potencias
posteridad, mencionaremos a tres importantes políticos de épocas distintas: Thomas Paine, Simón cristianas deberían crear una asamblea encargada de dirimir sus litigios.
Bolívar y Winston Churchill. T. Paine, en la conclusión de la primera parte de los Derechos del Sin embargo, las ER no se inscriben dentro de una teoría general del de-
hombre (Alianza, Madrid, 1984, p. 147), menciona el plan de Enrique IV para abolir la guerra en recho, como la de Grocio, ni en el marco de las reflexiones teóricas sobre el
Europa y acaba defendiendo, bajo la inspiración del proyecto del Borbón, la constitución de un
«Congreso Europeo que patrocine el progreso del gobierno libre y promueva la civilización de
ius gentium, ni aún menos pueden ser incluidas dentro del género de la utopía.
las naciones.» (Ibíd., p. 149). En 1826, en la apertura del congreso interamericano de Panamá, Más bien se presentan como el resultado de las realistas reflexiones de un
el Grand Dessein es recordado en el contexto en que Simón Bolívar sugiere la creación de una monarca o de un ministro. Esto le separa de otros proyectos de la época como
asamblea común encargada de la política exterior, así como de una armada y una marina ame- el ya aludido de Émeric de Crucé, que sin duda, aunque no lo mencione en
ricanas. También W. Churchill, en 1948, durante el Congreso de La Haya, rinde homenaje al
proyecto francés: «au roi Henri IV de Navarre, roi de France qui, avec son grand ministre Sully,
ningún momento, también debió conocer el duque. La diferencia entre el plan
dans les années 1600 à 1607, travailla à promouvoir un comité permanent réunissant les quinze de Crucé y el del ministro calvinista de Enrique IV es semejante a la que se da
—maintenant nous sommes seize— nations chrétiennes dirigeantes de l’Europe. Cet organisme entre un humanista y un politique. Esto es, a la diferencia entre, por un lado,
était destiné à arbitrer tout conflit de religion, de frontière, de guerre civile, et à organiser une
action commune contre tout danger venant de l’Est, c’est-à-dire, alors, de la Turquie. Il l’avait
dénommé le Grand Dessein. Nous sommes les serviteurs du Grand Dessein.» (Cit. en L. Avezou, 26 C. L. Lange, o. c., p. 441.
o. c., p. 498). 27 Cf. A. Puharré, o. c., pp. 84-85.

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un filósofo que, situado en la línea del pacífico príncipe cristiano de Erasmo Europa. Añade Goyard-Fabre que es una aberración valorar este plan como
o del Guillaume Postel de De orbis terrae concordia (1542), cree poder con- un proyecto o utopía pacifista30: está lleno, por el contrario, de realismo cal-
ciliar dominaciones y confesiones muy heterogéneas; y, por otro, un politique culador y de una voluntad de poder que en la época tiene innegables acentos
que lucha por imponer un nuevo espacio homogéneo integrado por Estados maquiavelianos. A juicio de esta historiadora, aquella interpretación desviada
soberanos que han de tender a la igualdad y al consiguiente equilibrio. La se impuso en buena parte por la lectura del abad de Saint-Pierre. El proyecto
federación de Sully es muchísimo menos compleja que la de Crucé, y por ello contenía dos aspectos diferentes: el esencial consistía en establecer una coa-
más moderna, lo cual no es necesariamente sinónimo de mejor. lición entre los Estados europeos para acabar con la hegemonía de la Casa de
Más allá de que el gran plan de paz europea fuera una invención del minis- Austria31; el segundo, de menor importancia y sobre el que Sully demuestra
tro, queremos insistir en que sí contenía dos aspiraciones que habían sido las no haber pasado de un simple esbozo, implicaba el establecimiento de una fe-
de Enrique IV y serán las de sus sucesores: disminuir el potencial de la Casa deración de Estados cristianos, una vez eliminado el peligro de la monarquía
de Austria, pues, desde el comienzo de su reinado, el Borbón había emprendi- universal de la Casa de Austria. Pues bien, el abbé de Saint-Pierre convirtió en
do una política dirigida contra la influencia de los Habsburgo; y, en segundo esencial lo que para Sully sólo era secundario, lo cual es comprensible si tene-
lugar, vencer a los turcos y devolverlos a Asia. mos en cuenta que, en los tiempos del abad, Francia era una mayor amenaza
Sully señala que, para llevar a término el Gran Proyecto, existían tres grandes para el desequilibrio de Europa que los Habsburgo. La tesis de Goyard-Fabre
obstáculos28: la general depravación del ser humano; el que parece ser el obstáculo se sitúa en el extremo opuesto de la versión legendaria y es convergente con
más grave, la amplia dominación de la Casa de Austria; y la gran diversidad de la de aquellos historiadores que, como Friedrich Ancillon, veían en el Gran
opiniones en materia religiosa. Los dos últimos obstáculos los trataremos en los Proyecto un arma al servicio de los planes hegemónicos franceses32. También
apartados siguientes. En relación con el primero, la fragilidad humana, sostenía es cierto que hasta un defensor del admirable plan del abbé de Saint-Pierre
—muy en la línea calvinista— que era preciso contentarse con establecer equi- como Rousseau terminaba cuestionando el carácter pacifista del proyecto. En
tativa y amistosamente ciertos límites para cada una de las dominaciones de la su opinión, la liga europea no podría llevarse a cabo sin una revolución o una
república cristiana y crear un orden internacional permanente. El ministro del rey guerra que destruyera el statu quo, esto es, sin hacer uso de medios violentos
no creía que sólo las instituciones pudieran acabar con la depravación humana, y nada humanitarios33.
pero sí eran medios potentes para conseguir su mejora. Teniendo ello en cuenta,
30 S. Goyard-Fabre, La construction de la paix ou le travail de Sisyphe, Vrin, París, 1994,
Sully nos dice que los puntos fundamentales del Gran proyecto, y que vamos a p. 97.
desarrollar a continuación29, eran tres: dar una extensión y poder semejantes a los 31 La reducción de la potencia de la Casa de Austria es un interés francés de larga duración,
Estados europeos y establecer límites y fronteras inmutables entre ellos; estable- pues sigue todavía presente en los publicistas del siglo XVIII, aunque ahora el peligro ya no
cer un consejo federal que resolviera los eventuales conflictos entre los soberanos; proceda de España. Así, el marqués d’Argenson, con el fin de legitimar la coalición organizada
para evitar las pretensiones de María Teresa al trono de Bohemia, no dudará en aludir al Gran
y, por último, admitir las grandes religiones cristianas. proyecto: «suivant ce plan, il ne s’agissait pas moins que d’exécuter le fameux projet de Henri
IV dont il est parlé dans les Mémoires de Sully: chasser la nouvelle maison d’Autriche hors
3. La reordenación territorial de Europa d’Allemagne et la renvoyer en Hongrie, nous rendre les distributeurs des États héréditaires par un
nouveau partage, et ne rien garder pour nous.» (Cit. en L. Avezou, o. c., p. 171)
32 Así se expresa F. Ancillon (Tableau des Révolutions du système de l’Europe, 1803, cit.
Sólo si se producía previamente un nuevo orden europeo podría construir- en A. Puharré, o. c., p. 90): «enlever à la Maison d’Autriche toutes ses possessions, ne lui laisser
se la anhelada gran confederación europea, los Estados Unidos de Europa. que l’Espagne et ses colonies, c’était trop l’affaiblir et donner aux autres des justes craintes contra
Según una reconocida especialista en este periodo como Goyard-Fabre, el la prépondérance de la France, qui, au nom de la liberté générale, aurait exercé en Europe une
plan era una expresión política del deseo imperialista de Francia, ya que atri- véritable dictature.»
33 El fragmento desicisivo es el siguiente: «[…] qu’on nous rende un Henri IV et un Sully,
buía a esta nación un poder directivo que le aseguraba la preponderancia en la paix perpétuelle redeviendra un projet raisonnable; ou plutôt, admirons un si beau plan, mais
consolons-nous de ne pas le voir exécuter: car cela ne peut se faire que par des moyens violents
28 Cf. C. L. Lange, o. c., p. 458. et redoutables à l’humanité. On ne voit pas de ligues fédératives s’établir autrement que par des
29 Los capítulos esenciales para seguir el Gran Proyecto son «Lettre de M. de Sully au Roi, révolutions; et sur ce principe, qui de nous oserait dire si cette ligue européenne est à désirer ou
touchant ses magnifiques desseins»; «Développemen du projet de pacification générale, et de à craindre? Elle ferait peut-être plus de mal tout d’un coup qu’elle n’en préviendrait pour des
Confédération européenne»; «Nouveaux développemens du projet de confédération européenne»; siècles.» (J.-J. Rousseau, «Extrait…», en Œuvre politique de J.-J. Rousseau, París, 1821, p. 200,
y sobre todo «Suite des développemens du projet de confédération». cit. en A. Puharré, o. c., p. 77).

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Sully insiste mucho en la idea de que, entre todos los potentados de la Eu- España es la pieza fundamental del nuevo orden europeo. El proyecto
ropa cristiana, debe tenderse a «la igualdad de poder, reinos, riquezas, exten- de paz supone acabar con toda amenaza de monarquía universal, y esto solo
sión y dominación» (ER, p. 151). Pero, en el fondo, parece conformarse con puede significar, desde el punto de vista francés, reducir —en palabras del
una mayor igualdad en extensión territorial y riquezas entre las monarquías ministro— «la demasiada potente y excesiva dominación, ambición y presun-
hereditarias, pues sólo de esta manera será posible una confederación y los ción de toda la casa de Austria» (ER, pp. 151-152). En este punto converge
débiles no temerán ser oprimidos por los grandes. Es decir, únicamente con el interés de Europa con el de Francia; y aquí Sully se halla muy cerca del
una mayor homogeneidad entre las grandes potencias se evitará el peligro de célebre escrito sobre los intereses estatales de su yerno, Enrique de Rohan, el
que una de ellas —en la mente sobre todo tenía la Casa de Austria— pueda que fue, tras la muerte del Borbón, líder del bando hugonote. Rohan, en De
dominar la República cristiana. Un corolario de ello es la propuesta de que los l’interest des princes et Estats de la Chrestienté (1634), señalaba que Francia
asociados tengan entera libertad comercial, tanto sobre la tierra como sobre estaba abocada a ejercer de contrapeso de España, la cual deseaba convertirse
los mares de Europa. Falta saber, no obstante, si dicha libertad debía aplicarse en dueña y «alzar en occidente el sol de una nueva monarquía»35. Este esque-
fuera del territorio europeo, en América, pues resulta incuestionable que esta ma de la división dual de Europa reaparece en la parte de las ER donde Sully
libertad habría supuesto un enorme perjuicio para España. cuenta su entrevista con James I, si bien se trata de dos facciones religiosas, la
Tras lograr una mayor igualdad entre las potencias europeas, y con el católica y la protestante36. Sully advierte que la Liga católica de la cristiandad,
fin de que en el futuro desaparezca la guerra en el territorio de la nueva res «enteramente llevada por la turbulenta orden de los jesuitas, tiene como obje-
publica christiana, el ministro añade que se debe establecer fronteras o lími- tivo ver la monarquía cristiana en la corona de España y destruir todo lo que le
tes precisos y definitivos, así como arreglar equitativamente la diversidad de pueda contrariar»37. De ahí que —como en otro fragmento nos ha dicho Sully
derechos y pretensiones de cada uno de los Estados cristianos. Es preciso des- en términos maquiavelianos— sea necesario hacer uso de las artes del león
tacar asimismo el papel central que desempeña Enrique IV en este proyecto y la zorra, es decir, oponer «la fuerza a la fuerza y la astucia a la astucia»38.
de paz. El rey francés aparece como el gran árbitro y conciliador de Europa. En opinión del duque, la reducción de la excesiva dominación de la casa
Papel que venía realizando desde 1600, como demuestra su arbitraje en el de Austria debe servir para lograr una mayor igualdad entre los Estados. Por
asunto del obispo de Estrasburgo, en la querella por la sucesión al trono de eso lo expoliado a los Austrias no deberá beneficiar ni a Francia, Inglaterra,
Suecia, en la paz de Saint-Julien entre Ginebra y el duque de Saboya o en su Dinamarca o Suecia, ni a las otras grandes monarquías hereditarias. Será dis-
intervención para poner fin a las diferencias entre Venecia y el Papa. No de- tribuido, por el contrario, entre los Países Bajos, Alemania, Venecia y Saboya.
biera entonces extrañar que Sully quisiera que el rey siguiera desempeñando Veamos a continuación los cambios que son necesarios para crear la repú-
dentro de la República cristiana esta función arbitral. blica muy cristiana de Europa. Primero se debe restituir el carácter netamente
Para ser aceptado en este rol, Sully sabe que antes debe convencer a las
demás potencias que no pretende aumentar su extensión territorial, y que 35 Père Joseph, E. de Rohan, Del interés de los Estados, Tecnos, Madrid, 1988, p. 74.
menos aún aspira a la hegemonía o monarquía universal34. De esta manera, Rohan, que se había casado con la hija del duque de Sully, no dudó en defender a su suegro en sus
el rey invita al resto de las grandes potencias a que hagan algo parecido. No memorias, aparecidas en 1644. En ellas había incluido largos extractos de las ER bajo el nombre
desea ninguna prerrogativa ni títulos, salvo el de ser «protector y defensor de de «Précis de la régence de Marie de Médicis et du règne de Louis XIII jusqu’en 1628». Las
memorias también defienden a Sully en relación con el oscuro episodio de su dimisión. Sostiene
todas las libertades legítimas o legitimadas por una larga posesión o aproba- así Rohan que los ministros Sillery, Villeroy y Jeannin odiaban a su suegro por ser «un homme si
ción universal» (ER, p. 151). Esa es la retórica necesaria para persuadir de un exact en ses charges qu’il leur en faisoit honte»; que los grandes, siempre indiferentes al bien del
proyecto, cuya primera fase exige la derrota de España y, por consiguiente, el Estado, le reprochaban ser «trop bon ménager du trésor public»; y que los príncipes protestantes,
triunfo de Francia. los Condé, Soissons o Bouillon, tenían motivos de orden privado para buscar la ruina de Sully.
Cf. L. Avezou, o. c., p. 124.
36 Sully, un calvinista francés, comete, no obstante, el exceso de llamar hugonote al bando
protestante y reformado.
34 Entre los fragmentos en los que Sully destaca la generosidad del rey francés, pueden 37 Duque de Sully, Mémoire des sages et royales oeconomies d’Estat […] de Henri le
leerse los siguientes: «vostre genereuse resolution de vouloir tout pour les autres et rien pour Grand, vol. 1, ed. Michaud y Poujoulat, París, Ed. du commentaire analytique du Code Civil,
vous»; «la genereuse resolution que vous avez prise de ne vouloir jamais conquerir terres, païs ny París, 1837, p. 480. Trad. A.R.
peuples d’autruy, ny donner plus d’estenduë à vostre royaume que celle qu’il a maintenant.» (ER, 38 «[…] repousser la violence des iniques, et opposer la force à la force, et la ruse à la ruse
p. 151). […]» (Ibíd., p. 464).

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electivo al imperio, e impedir asimismo que haya dos emperadores seguidos clusión, es tanta la heterogeneidad con las potencias europeas que, en princi-
pertenecientes a la misma dinastía, como ha sucedido hasta ahora con la Casa pio y mientras no haga gestos de acercamiento, Rusia debería permanecer al
de Austria. En segundo lugar, la dominación de España en Europa se ha de margen de la confederación.
reducir al «continente de las Españas», comprendida Navarra, las islas de Para que el Gran Proyecto pueda tener alguna posibilidad de realizarse es
Cerdeña, Baleares y Azores. En tercer lugar, se debe liberar a los Países Bajos necesario que el Papa —con lo cual el calvinista demuestra una vez más su
de la dominación española y lograr que las diecisiete provincias se constitu- pragmatismo— se convierta en el principal árbitro y sirva de mediador con la
yan en una sola. En cuarto lugar, la Casa de Austria no debe impedir que los Casa de Austria (ER, p. 341), si bien Sully confía en que los otros potentados
cantones suizos se constituyan en una sola república y que se añada a esta el ayuden en esta tarea. Resulta fundamental que se haga comprender a la propia
Tirol, Alsacia y el Franco-Condado. Tampoco debe impedir que Hungría y España que, pese a la reducción de sus territorios en Europa, saldrá benefi-
Bohemia se constituyan en reinos perpetuamente electivos39. ciada y fortalecida, ya que dejará de gastar buena parte de sus riquezas en
Otro punto esencial debe ser la solución de las diferencias entre España y mantener territorios de los que obtiene pocas ventajas. Debe entender que las
Francia en relación con los reinos de Navarra, Nápoles, Sicilia y el condado conquistas alejadas y que afectan a soberanos europeos (esto es lo decisivo,
del Rosellón. Para resolver el conflicto, Sully piensa que el Papa y Venecia y no tanto el que sean alejadas), más que ampliar y fortalecer un Estado, lo
deberían actuar como árbitros. El duque añade —en una obra elaborada antes debilitan y siembran las bases de la destrucción40. Con los nuevos límites que
del intento de separación de Cataluña en 1640— que el rey francés debería ofrece a España el Grand Dessein, ninguna de sus partes podrá ser disputada
ceder definitivamente al español el reino de Navarra y el condado del Rose- por otros Estados, y, por tanto, ya no deberá gastar dinero en defender y con-
llón, pero a condición de que el reino de Nápoles se lo entregara al Papa y el servar sus territorios europeos41. Por lo demás, todavía le quedarán inmensas
de Sicilia a Venecia, ya que esta última tiene otros territorios lindantes con el tierras y tesoros fuera del viejo continente (ER, p. 341), en África, América y
turco. Por lo demás, Italia debe dividirse en cuatro grandes dominaciones o Asia. Sully no tiene ningún inconveniente en dejar intactas estas posesiones,
Estados: Roma (bajo la autoridad del Papa), Venecia, Lombardía y la denomi- lo que para algunos publicistas como el duque de Saint-Simon no dejará de
nada República Italiana que debe reunir territorios como Génova, Florencia, ser peligroso y contradictorio con los fines del proyecto42. Está claro que en
Mantua, Módena, Parma, Lucca y otros pequeños principados. Finalmente, tiempos de Sully, y poco antes de la Paz de Westfalia, la clave del orden inter-
Polonia ha de ser un reino electivo, así como aumentar en extensión y poten- nacional es el suelo europeo.
cia para que pueda contener las amenazas de invasión procedentes de turcos,
rusos y tártaros. 4. La estructura de una confederación europea
Sully no quiere admitir a Rusia en su república cristiana por las siguien-
tes razones: el imperio ruso se extiende hasta Asia, y, si se integrara en la Tras esta reorganización, la República cristiana europea estará compuesta
confederación europea, habría que mezclarse en los complicados asuntos de por quince potencias o «dominaciones soberanas». Reconoce el autor de las
tártaros, turcos y persas; aparte de que sería muy costoso asistir a Rusia en los Œconomies Royales que cada potencia o dominación debe tener la forma de
conflictos con estos imperios. Se compone de naciones tan diversas, salvajes gobierno que más le convenga, sea monárquica, aristocrática, democrática
y bárbaras que difícilmente podrían acomodarse y asociarse con las europeas. o mixta. En realidad, la futura confederación estará integrada por tres tipos
Varios de sus pueblos están endurecidos por los viejos errores del paganismo,
lo cual les convierte en incompatibles con los pueblos europeos. Y el ortodoxo 40 «[…] les jonctions et usurpations de tant de diverses seigneuries si esloignées ont sou-
cristianismo ruso, parecido al de los cristianos asiáticos, armenios y griegos, vent embarrassé en de grandes et longues guerres et de si excessives dépenses, que sans la dé-
no coincide con ninguna de las tres confesiones cristianas admitidas. En con- couverte des Indes, lesquelles fournirent au roy d’Espagne de l’or et autres richesses en grande
abondance, ils eussent esté reduits à deduire leur propre Estat et charger les peuples d’iceluy
d’exactions insupportables.» (ER, p. 347).
39 Sully establece que serán siete los electores (aunque después dirá que son ocho, una 41 Algo parecido sostiene el ministro español D. Saavedra Fajardo en su Idea de un
contradicción más): estados (clero, nobleza, pueblo) y ciudades de tales países; Papa; Emperador; príncipe político-cristiano representada en cien empresas, Real Academia Alfonso X el Sabio,
rey de Francia; rey de España; reyes de Inglaterra, Dinamarca y Suecia conjuntamente; y las repú- Madrid, 1994, p. 630.
blicas belga y suiza conjuntamente. Debe también aumentarse la extensión de Hungría añadiendo 42 El duque de Saint-Simon sostenía que dejar las Indias a España suponía convertirla en
el archiducado de Austria y los condados de Estiria, Corintia y Caniole, y después Transilvania, dueña del comercio de toda Europa, y añadía que quien tiene todo el comercio tiene pronto todo
Eslovenia, Bosnia y Croacia. el dinero y la capacidad para alcanzar la monarquía universal. Cf. A. Puharré, o. c., p. 91.

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de regímenes: electivos, monarquías hereditarias y repúblicas o Estados con faliana no sea un simple principio formal o, como dice Krasner, un principio
base popular. Los electivos son Papado (Roma), Imperio (Alemania), ducado hipócrita44, si bien en la práctica termina reconociendo la desigual potencia
de Venecia y las monarquías de Hungría, Polonia y Bohemia; las monarquías de los Estados.
hereditarias, Francia, España, Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia y Lombardía; Para que la «República muy cristiana» subsista siempre de forma pacífica,
y los Estados con base popular, Países Bajos, Suiza y República Italiana. las ER esbozan una estructura confederal. Tras aludir al ejemplo de las griegas
Más allá de la igualdad formal entre los Estados, resulta indudable que, anfictionías45, ejemplo que se convertirá en habitual y que reencontramos en
de acuerdo con el Gran Proyecto, en Europa tenemos ocho grandes potencias: el abbé de Saint-Pierre, propone crear siete consejos. En esta materia se nota
las seis monarquías hereditarias, el Papa y el Emperador. Entre sus facultades, que estamos ante un esbozo porque Sully incurre en bastantes contradiccio-
se halla la elección de los reyes de Hungría, Polonia, Bohemia y el ducado nes. Así, en un capítulo nos dice que el consejo general estará compuesto
de Venecia. Configuran una especie de Concert Européen cuya influencia es con igualdad proporcional por las quince dominaciones, mientras que en otro
fundamental sobre la política exterior e interior de todos los Estados de la re- distingue entre grandes y pequeñas potencias, aparte de que tampoco parece
pública cristiana. No obstante, las potencias fundamentales, y entre las que sí tener claro el número de sus componentes.
debe haber una efectiva igualdad en territorios y riquezas (ER, p. 347), son los Veamos la segunda versión, la que parece más perfecta 46. En primer
tres reinos hereditarios de Francia, España y Gran Bretaña, pues la posición lugar, la confederación europea debe tener un gran Consejo, ya esbozado por
del Papa y del Emperador, que ahora son cargos plenamente electivos, resulta Crucé47, encargado de dirimir todos los proyectos y conflictos que conciernan
más precaria, y Dinamarca, Suecia y Lombardía no tienen la envergadura de a los quince. Al tratar sus competencias es muy vago porque tan sólo comenta
los otros reinos hereditarios. que se convierte en el árbitro de las diferencias surgidas entre los miembros
Aunque el duque de Sully admite todas las formas clásicas y legítimas de de la república cristiana, y que sus atribuciones son políticas, económicas y
gobierno, ha de haber una cierta homogeneidad en el sentido de que no caben
44 S. D. Krasner, Soberanía, hipocresía organizada, Paidós, Barcelona, 2001.
regímenes corrompidos y tiranías. Sea cual sea el régimen, el gobierno debe 45 ER, p. 350. La anfictionía era una liga o confederación de ciudades vecinas reunidas
mandar «tan amistosamente» que los súbditos obedezcan voluntariamente y alrededor de un santuario que administraban en común. Los miembros de una anfictionía perte-
con agrado. Está claro que la homogeneidad no se produce en relación con necían siempre a la misma región, y su carácter religioso la diferenciaba de la Symmachia, la cual
la modalidad de gobierno, pero tampoco parece que estemos ante la hetero- era una unión de carácter solamente militar. A pesar de que no constituían una liga política, al-
gunas anfictionías, como la de Delfos, ejercieron el papel de árbitros para superar las diferencias
génea constitución mixta propuesta por Althusius para el Imperio alemán43. entre las ciudades anfictiónicas, o bien lograron que sus guerras fueran menos crueles.
A diferencia de la althusiana, la República cristiana europea se compone de 46 En la primera versión, el Consejo común (ER, p. 217) está compuesto por sesenta y
iguales Estados soberanos. Sully no ha pensando ni en atribuir la soberanía al cuatro miembros elegidos de esta manera: Papa, Emperador y reyes de Francia, España, Gran
pueblo europeo, ni en un magistrado supremo o gobierno, como el que existe Bretaña, Dinamarca, Suecia, Polonia y señorío de Venecia nombran cada uno cuatro personas
excelentes por su probidad, espíritu y juicio (en total, treinta y seis); mientras que los reyes de
en la althusiana consociatio symbiotica universalis, ocupado en componer Hungría, Bohemia, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Suiza, Países Bajos, duques de Florencia, Milán,
partes heterogéneas. De modo similar a Jean Bodin, el duque reconoce la Saboya, Mantua, Parma, Módena y Génova, nombrarán cada uno a dos (en total, veintiocho).
existencia de varios tipos de soberanía o Estados, mientras que Atlhusius, sea Es de destacar que en estos capítulos la distribución entre las dominaciones no coincide con las
cual fuere el régimen, siempre atribuye la summa potestas —que es algo muy quince posteriores. Añade Sully que el consejo tendrá tres residencias: Cracovia, Trento y París.
Cuando debe entrar en los detalles todo se embrolla, pues cita Estados que en la primera enume-
distinto de la soberanía moderna— al pueblo. Creo que el modelo confede- ración no figuraban, como Tirol, etc.
ral de Sully está muy lejos del que podría haberle proporcionado el también 47 El Consejo del Cyneas de Crucé reúne a embajadores de diferentes partes del mundo
calvinista Althusius. Lo decisivo es que la constitución mixta y el gobierno para arbitrar los litigios que surjan entre los Estados. El lugar más cómodo donde establecerlo es,
althusianos están pensados para ordenar un conjunto heterogéneo, y, en cam- según Crucé, Venecia, por su neutralidad y su situación entre las monarquías más importantes de
la tierra. Sus miembros son los siguientes: el Papa, en razón de su vocación ecuménica, ocuparía
bio, Sully insiste mucho en la igualdad, y no sólo de derechos, de las quince el primer rango; el emperador de los turcos tendría el segundo lugar; después, según «un orden
dominaciones. Por lo demás, al subrayar la necesidad de una mayor igualdad razonable», estarían el emperador de Alemania, los reyes de Francia, España, Persia, Tartaria,
en territorios y riqueza, parece abrir la posibilidad de que la soberanía west- China, y también Gran Bretaña, Polonia, Dinamarca, Suecia, Japón, Marruecos y otros monarcas
de las Indias y de África. Dentro de este consejo, que funcionaría como una corte de justicia, los
embajadores expondrían las quejas de sus señores, y los demás diputados juzgarían sin pasión. En
43 Para J. Althusius (Política, CEC, Madrid, 1990, pp. 614-616), todo régimen político, el caso de que algún monarca rechazara el juicio del consejo, se prevén sanciones, aunque Crucé
con independencia de la modalidad de gobierno adoptada, es finalmente «temperado y mixto». no es muy preciso en ese punto. Cf. S. Goyard-Fabre, o. c., p. 94.

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jurisdiccionales. Este consejo general estará compuesto por cuarenta personas república muy cristiana» (ER, p. 352). Tenemos así la impresión final de que
muy cualificadas. Con respecto a su elección, Sully se limita a decir que el el ministro calvinista de Enrique IV se ha esforzado sobre todo en pensar la
Papa, el emperador, Francia, España y Gran Bretaña eligen cada uno a cuatro nueva redistribución territorial, y que en relación con la futura organización
personas, con lo que ya podemos imaginar que estamos ante las potencias confederal de Europa nos ofrece únicamente vaguedades.
principales. Se puede presumir, no obstante, que las diez restantes han de
elegir cada una a dos representantes. Por último señala que el consejo será iti- 5. Religión nacional y tolerancia de las tres confesiones cristianas
nerante, si bien el lugar de su residencia —fijado de año en año por una de las
quince dominaciones— debe coincidir siempre con una de las catorce ciuda- El Gran Proyecto propugna la conciliación religiosa en Europa sobre la
des especificadas por Sully, y que se sitúan en la Europa central (ER, p. 350). base del reconocimiento de tres confesiones: católica, protestante y reforma-
Junto al gran consejo general existirán otros seis particulares encargados da (calvinista). Sully coincide con los humanistas Montaigne o Crucé y con
de tratar las necesidades y reivindicaciones de diversos países de la fede- los politiques cuando argumenta que, como tienen una extensión y potencia
ración. En realidad son consejos territoriales. Sully nada dice de su com- similar, es mejor tolerarlas que tratar de imponer la verdadera a través de la
posición, pero sí indica el lugar de residencia (Dantzig, Nuremberg, Viena, guerra50. De ahí que las caritativas palabras de Sully —es preciso «testimoniar
Bolonia, Constanza y una sexta a elegir por Francia, España, Gran Bretaña más bien amor, piedad y compasión hacia los de la religión contraria que
y Países Bajos), así como los países que serán sometidos a la jurisdicción de odio» (ER, p. 153)— también puedan ser consideradas fruto de un cálculo po-
cada uno de estos consejos particulares (ER, pp. 350-351). El más importante lítico que, sin embargo, era condenado por las más intransigentes posiciones
es el sexto porque debe resolver los asuntos de Francia, España, Gran Bretaña confesionales.
y Países Bajos. Y con respecto a sus competencias, sabemos que, como el El proyecto no se limita a esta genérica aceptación de las tres confesiones,
consejo general, deben ser capaces de decidir sobre todas las pretensiones y y nos dice lo siguiente sobre la religión que debe regir en cada dominación.
diferencias de opinión que surjan entre los dirigentes (grands potentats) y el En Italia, es decir, en los Estados de Roma, Venecia, Lombardía y República
pueblo. No sabemos más de este sistema internacional polisinodial, aunque es italiana, sólo se admitirá la religión católica mientras no crezca el número de
de temer que pudiera ser tan farragoso e ineficiente como los consejos desa- seguidores de las otras dos confesiones. Ahora bien, protestantes y reforma-
rrollados bajo el gobierno de los Austrias españoles48. dos no deben ser perseguidos en su persona y bienes. A ellos les da el Gran
La estructura en consejos de la confederación de Sully es lo que más in- Proyecto una doble opción: o bien salir del país con todos sus bienes (ius
teresaba al abad de Saint-Pierre, quien —no se olvide— escribió el libro La emigrandi); o bien sujetarse a la religión católica. Sólo si el número de los
polysynodie, ou l’avantage de la pluralité des conseils; libro que se iniciaba fieles de las otras dos confesiones aumentara, entonces se podría apelar a los
con una máxima atribuida a Salomón: ubi multa consilia salus. Desde luego, consejos de la república cristiana para que decidieran si se debe tolerar los
esto no parece ajustarse a la simplificación, empezando por la manera de con- otros cultos.
cebir la administración, que propugna la filosofía política moderna sustentada En Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia y España sólo se permite el culto de
sobre el concepto de soberanía. De ahí que debamos preguntarnos si el duque una sola confesión. Francia parece ser la excepción a la regla de la homoge-
se ha tomado lo suficientemente en serio la estructura polisinodial, o si más neidad religiosa porque admite la católica y la calvinista, pero, al señalar que
bien forma parte de la propaganda necesaria para conseguir un nuevo orden en virtud de los edictos sólo es tolerada en determinados lugares la religión
europeo. Por supuesto, Sully reconoce el carácter provisional de su plan49, y
agrega que el reglamento de la confederación «sólo debe ser propuesto, de- 50 «Yo más bien creo, en honor a la devoción de nuestros reyes, que, al no haber podido lo
liberado y concluido en una asamblea general de los quince asociados de la que querían», una Francia religiosamente homogénea, «han fingido querer lo que podían» (M. de
Montaigne, Ensayos II, Cátedra, Madrid, 1987, 19, p. 424), esto es, permitir la libertad de con-
ciencia. Pues «cuando uno se resiste al crecimiento de una innovación que viene a introducirse con
48 Cf. A. Rivera García, «Cambio dinástico en España: Ilustración, absolutismo y refor- violencia, es peligroso y desigual compromiso, mantenerse siempre firme y dentro de las reglas en
ma administrativa», en E. Bello y A. Rivera (eds.), La actitud ilustrada, Biblioteca Valenciana, todo [...]; sería quizá más sensato agachar la cabeza y ceder un poco al ataque, que no, por obsti-
Valencia, 2002. narse más allá de lo posible en no abdicar, dar ocasión a la violencia de pisotearlo todo.» (Ensayos,
49 Así lo confiesa en este fragmento: «Encore que cét estat n’ait fait qu’en simple project, I, o. c., 23, pp. 172-173). Algo muy parecido sostiene E. Crucé (Le nouveau Cynée, cit. en A.
afin de pouvoir estre changé et reformé, selon que les mieux entendus le jugeront plus à propos». Puharré, p. 87): «Les sages princes s’opposent aux nouvelles religions qui veulent prendre pied,
(ER, p. 352). mais ils endurent celles qui ont déjà pullulé et tiennent ferme par la racine.»

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minoritaria51, la de los hugonotes, apunta —en nuestra opinión— a la provi- religión, la islámica. Así, una vez obtenida la paz definitiva entre los europeos
sionalidad de estas medidas. El proyecto de Enrique IV, asumido por Sully, y la unión de las quince armadas, el duque expresa que se estará en condicio-
consistía en crear una nueva iglesia galicana que reuniera a católicos y pro- nes de poder hacer continuamente la guerra a los turcos, y de este modo no
testantes52. sólo «conservar, sino también aumentar la extensión de la Cristiandad». Sully
En Alemania, Hungría, Bohemia, Polonia, Suiza y Países Bajos habrá calcula incluso los medios militares (galeras, soldados, piezas de artillería,
también unidad confesional, pero la religión nacional —si se permite estas caballos, etc.) que cada dominación debería aportar (ER, pp. 351-352).
palabras que no son las utilizadas por Sully— coincidirá con la que sea ma- Esta idea no es original de Sully. Desde el siglo XVI se insiste mucho en
yoritaria en cada dominación. No obstante, si aumentara el número de segui- que los cristianos de diversas confesiones deben unir sus fuerzas para luchar
dores de las otras dos confesiones, en todos estos casos se podría seguir una contra el enemigo común, el infiel. Ya Vives, en 1526, en la obra De Europae
solución parecida a la de Italia. dissidiis et bello turcio («De los conflictos europeos y la guerra turca») propo-
Sully, que en esto demuestra su —como mínimo— proximidad con las nía una unión de los reinos de Europa para hacer la guerra contra los turcos.
posiciones politiques, considera decisivo que protestantes y reformados, aun- En las cartas auténticas de Enrique IV —no en las inventadas por Sully en
que rechacen al Papa como jefe de la Iglesia, sí lo reconozcan como un gran sus Œconomies Royales— también se puede encontrar el proyecto de una
y potente príncipe. La cabeza del bando católico reúne todas las cualidades y cruzada contra los turcos. Por lo demás, conviene tener en cuenta que Sully,
condiciones necesarias para ser incluido entre los árbitros soberanos de Eu- como buena parte de los publicistas de la época —pensemos en un Saavedra
ropa, y, por tanto, entre las dominaciones que deciden en los mismos asuntos Fajardo54— y en contraste con el humanismo cristiano de un Crucé, consi-
religiosos (ER, p. 350). dera beneficiosas las guerras para «descargar a los estamentos de sus malos
El autor de las ER argumenta en favor del principio politique y neutral humores»55. Pero, eso sí, sólo es buena la guerra desarrollada fuera de Europa,
de la homogeneidad religiosa estatal (cuius regio, eius religio), esto es, de la esto es, una verdadera guerra exterior. Las europeas son en el fondo guerras
necesidad de imponer un culto nacional. Por otro lado, aspira a alcanzar una civiles o autodestructivas.
especie de equilibrio político entre las tres confesiones cristianas admitidas
dentro de la confederación europea. Estamos por ello lejos de la tolerancia li- 7. Valoración final: un proyecto de paz a la altura de 1648
beral. No se trata entonces de admitir todas las religiones y de caer en el liber-
tinaje que supone tolerar cualquier cosa en materia de fe y creencia53. Sully Es verdad que el Gran Proyecto adolece de contradicciones frecuentes,
llega incluso a suprimir —como hacía el calvinismo ortodoxo— la tolerancia falta de claridad y de lagunas que son propias de un plan provisional. Nos
de las sectas disidentes, así como la que ya se daba en Polonia. Se trata, por el encontramos, como sostiene el propio Sully, ante un simple esbozo. Ello se
contrario, de salir de las controversias y de la guerra interestatal reconociendo puede apreciar en el hecho de que nos ofrezca por lo menos dos versiones
—en Europa, pero no en cada uno de los Estados— las tres confesiones más distintas de la misma estructura polisinodial de la confederación. Tampoco ha
poderosas. Y aquí, en esta posición de neutralidad religiosa, converge clara- profundizado ni en la organización judicial ni en las sanciones que recibirían
mente el calvinismo francés representado por el ministro de finanzas con el los Estados que no respetaran los acuerdos sobre los que se funda la confede-
pensamiento politique. ración. Además, la ordenación confesional que propone es insuficiente y con-
Ciertamente, el proyecto de confederación pretende acabar con los en- fusa, y la idea de una cruzada contra el turco es poco original, ya que formaba
frentamientos religiosos sin volver a la unidad católica premoderna. Ahora parte de la mentalidad de la época y sólo juega un papel secundario.
bien, ello no significa adoptar una postura irenista con respecto a la otra gran Está claro que no es exactamente un proyecto pacifista porque implica una
redistribución territorial que, a su vez, supone acabar con el excesivo domi-
51 «Quant à la France elle n’est mélangée que de deux religions, dont la plus faible subsiste
sous le bénéfice de certains édits.» (ER, p. 216). Sugiere, sin embargo, más adelante que la super-
nio de la Casa de Austria. Y esto, a pesar de la retórica empleada por Sully
vivencia de la religión más débil es algo excepcional y que resulta aconsejable la existencia de un acerca del arbitraje del Papa y de las otras potencias, difícilmente se puede
solo culto público (ER, p. 349). hacer sin el uso de las armas. Es asimismo una unión cristiana que, aparte de
52 Cf. A. Rivera García, «Los orígenes del absolutismo francés: golpes de Estado y neutra-
lidad religiosa», en Res publica, n.º 5, 2000, pp. 133-153. 54 D. Saavedra Fajardo, o. c., p. 629.
53 «Afin aussi de ne tomber pas dans un libertinage esventé au choix de quelque particulier 55 «[…] afin de pouvoir par ce moyen décharger leurs Estats de leurs mauvaises humeurs»
en matiere de foy et creance.» (ER, p. 349). (ER, p. 351)

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la paz interna, pretende hacer la guerra a los infieles. Pero, aun así, el Gran de tener tanta relevancia como en el pasado: el poder del emperador reposó
Proyecto —como reconoce Goyard-Fabre—56 contiene un tema audaz para el desde entonces sobre sus posesiones territoriales59.
siglo XVII: no es una mera utopía o algo ilógico pensar en una paz duradera Lo que le interesaba a Sully era el establecimiento de un estable ius pu-
entre los pueblos cristianos de Europa y en una organización internacional blicum europæum. A este respecto no se separa un ápice del que se impone
encargada de conservarla. tras Westfalia. Se trata de un derecho internacional, un nomos, que —como ha
La redistribución territorial que debería darse como paso previo para con- explicado Schmitt— «tiene su base en la división del suelo europeo en terri-
seguir la paz es realista. Mientras el proyecto humanista de Crucé, pero tam- torios estatales con fronteras fijas». Pero al mismo tiempo este suelo se distin-
bién el ilustrado del abbé de Saint-Pierre, asumían la idea de la conservación gue del «suelo libre —es decir, abierto a la toma de tierra por europeos— de
del statu quo entre los Estados57, Sully ha comprendido que ni se puede lograr soberanos y pueblos no cristianos». El equilibrio entre los Estados —conclu-
un paz duradera ni crear una confederación europea, si antes no se rompe con ye Schmitt— «hace posible un derecho interior de los soberanos europeos
las bases territoriales de entonces y se consigue una mayor homogeneidad58. ante el fondo de inmensos espacios abiertos que son libres de una manera
Por supuesto, desde el punto de vista francés, esto significaba acabar con especial».60 Se comprende así que Sully no tenga, por un lado, inconveniente
la amenaza hegemónica de la Casa de Austria. No deja de ser realista Sully en recomendar la guerra contra potencias tan heterogéneas con respecto a la
cuando, en contraste con la complejidad premoderna, expresa que la nueva República cristiana que no sabemos hasta qué punto puede decirse de ellas
confederación debe estar compuesta por Estados soberanos jurídica y política- que eran Estados soberanos; y, por otro, tampoco le importe demasiado la
mente iguales, es decir, con parecida potencia económica y militar y también, desproporcionada dimensión de las tierras de España en otros continentes.
dentro del continente europeo, semejante extensión territorial. Algunos historiadores, desde Meinecke61 hasta Schmitt, pasando por el
¿Y qué papel juega Enrique IV? Claramente, no puede ser su papel el de historiador del derecho internacional Lange, han insistido en que, después de
un simple defensor pacis, un defensor del statu quo. En la medida que contri- 1648, ninguna idea constructiva toma el relevo a la unidad cristiana: sólo el
buye a construir el nuevo orden internacional, ha de ser un creator pacis. Si principio del equilibrio planea sobre los tratados. Europa se presenta como un
nos atenemos a la letra, esta función es compartida por el resto de las grandes conglomerado de Estados, grandes y pequeños, iguales en derechos y dotados
potencias, pero, si leemos entre líneas, creo que en el fondo Sully confía en de las mismas prerrogativas de soberanía. Pero sabemos que el principio de
que sea el rey francés el principal soberano y creador de la paz europea. equilibrio, lejos de garantizar la estabilidad, era fuente de constantes turbulen-
El proyecto, aunque pueda parecer una alternativa a la Europa de Wes- cias y agitaciones, ya que las fuerzas opuestas se modificaban con mucha fre-
tfalia, asume buena parte de las convicciones que inspiraron la Paz. Sully cuencia y amenazaban continuamente con romper el equilibrio ya alcanzado.
pensaba que era decisivo respetar el principio del equilibrio entre las quince Sully, que estaba obsesionado por la estabilidad como cualquier publicista
dominaciones, y, especialmente, entre las grandes monarquías hereditarias que había vivido las guerras de religión, dio aparentemente un paso más allá
que, al final, se reducen a tres. Si bien la redistribución religiosa y territorial del que se iba a dar en Westfalia. La nueva Europa compuesta por Estados
propuesta por Sully era demasiado radical, lo cierto es que los tratados de soberanos iguales, que sólo estaban ligados por tratados cuya interpretación
Westfalia consagraron el principio de arreglo confesional preconizado por el dependía de cada uno de ellos, no podía acabar definitivamente con la amena-
duque; y realizaron, al menos en parte, el plan de reducción de las dos ramas za de guerra. Por eso, el duque pensó que, una vez obtenido el equilibrio, era
de la Casa de Austria. Suiza, que había luchado contra Austria y el duque de necesario crear la república cristiana, «toujours pacifique en elle-même», con
Borgoña, obtuvo el reconocimiento de su soberanía por las dos ramas de los el fin de evitar nuevos desequilibrios. Negaba de este modo que los principios
Habsburgo. Los Países Bajos fueron reconocidos por España como Estado del equilibrio y neutralidad fueran suficientes para garantizar un orden euro-
independiente. En Alemania, el emperador reconoció la independencia de los peo, e introducía nuevas instituciones que, por contradictorias que fueran con
príncipes territoriales en materia religiosa. Y el imperio, en sí mismo, dejó sus presupuestos políticos, suponían en el fondo una limitación de la sobera-
nía estatal. Ahora bien, la organización internacional concebida por Sully era
56 S. Goyard-Fabre, o. c., p. 98.
57 El abate de Saint-Pierre aceptaba, en concreto, el orden internacional creado tras la Paz 59 Ibíd., pp. 476, 496.
de Utrecht. 60 C. Schmitt, El nomos de la tierra, CEC, Madrid, 1979, p. 169.
58 Según C. L. Lange (o. c., p. 475), aquí, en el plan de reorganización de Europa, se en- 61 F. Meinecke, La idea de la razón de Estado en la edad moderna, CEC, Madrid, 1997, pp.
cuentra la principal contribución de Sully al debate internacional. 329-330.

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demasiado imperfecta y sobrepasaba con mucho las fuerzas de los hombres


de entonces. El Gran Proyecto demostraba en cualquier caso que también
desde la realista posición politique o de la nueva razón de Estado sustentada
sobre el concepto de soberanía, se podía hacer uso de la aspiración a una paz
europea perpetua. Pero no podemos saber hasta qué punto es sincera esta se-
gunda parte del proyecto que lleva a relativizar la ensalzada soberanía estatal,
o si se trata simplemente de propaganda para establecer un orden europeo que
favorecía a Francia y perjudicaba a España. No fue otra cosa lo que ocurrió
después de las Paces de Westfalia y de los Pirineos.

Recibido: 15 de julio de 2010


Aceptado: 22 de octubre de 2010

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J()11N I l. E 1, 1, 1( >TT

ESPAÑA, EUROPA
YEL MUNDO DE ULTRAMAR
( 1500-1800)

Georg Wezeler, Atlas sostime la esfera annilar, ca. 1530, a partir ele un cartón
atribuido a Bernard van Odey. Originariamente creado para el rey de Portugal,
este tapiz pasó a formar parte de- la colección de los reyes ele Espaúa, quienes,
como soberanos de un imperio de ultramar, hicieron suya la imagen ele Atlas
soportando la carga del mundo. (Palacio Real, Madrid© Patrimonio Nacional)

taurus historia
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CAPÍTULO 111
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LA CRISIS GENERAL EN RETROSPECTIVA: (
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UN DEBATE INTERMINABLE
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Hace unos cincuenta años, Eric Hobsb¡wm publicó e~ la ~-evista
Past and Present ( 1954) un artículo que iba a desencadenar una ele las
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grandes controversias historiográficas de la segunda mitad del si-
glo xx: el debate sobre. «la crisis general del siglo XVII». Fue una dis- (
cusión que determinó la perspectiva de toda una generación de his- {
toriadores sobre la Europa del siglo XVII y, en realidad, sobre el
desarrollo de Europa durante la edad moderna en general. Fue ob-
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jeto de una revisión crítica en fecha tan lejana como 1975 por parte !· {
ele Thcodore K. Rabb en el capítulo inicial de The StniggleJor Stability i1
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i-,i Early .Mo<lel'lt Ew'Qpe [ «La lucha por la estabilidad en la Europa mo-
derna»] y más recientemente por Fnmcesco Benignu en su estudio (
de conjunto .Esp,jos de la 1-et•olucióri, de 1999. Ha siclo incluido en varias (
selecciones de artículos, en particular en C1isis e,i Ewvpa ( 1560-1660),
preparada porTrevor Aston ( 1965), y más tarde en T/11: Geneml Crisis (.
oftlieSt'!l.ltmteentli Centmy [ «La crisis general del siglo XVII»], a cargo de {
Geoffrey Parker y Leslie Smith, publicada por primera vez en 1978 y
{
de la que salió una nueva edición, con contribuciones adicionales, en
fecha um reciente como 1997. {
El mundo ha cambiado mucho desde aquellos dramáticos días de (
... ,¡ las décadas de 1950 y 1960 en que historiadores de la talla de Hobs-
bawm, H ugh Trevor-Roper, Lawrence Sto ne y Rolan el Mousnier ver- (
tían su tinta, y a veces su sangre, en una serie de encuentros que no
desme1·ecían, en pasión y duración, de la propia Guerra de los Trein-
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ta A110s. Tal vez se le permita a un superviviente de aquellas batallas t
hoy lejanas 'una observación preliminar sobre su carácter, que puede l
sorprender algo a las posteriores generaciones de historiadores que !
las sometan a un serio análisis retrospectivo: el debate, aunque dura- '-
mente disputado, era muy agradable.

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e11 d cli1ll;1 y el c1r;icler del tlll11Hlo dl' i111tl('di;i1;1posg1w11 ;1, 11;11 i;1 li11;1~ llC) <()ll(lujo din·< Lllll('lll(' ;1 L, ('·poc;i dt· L, l{('\'Oltlt io11l11d11.s111;tl d('
les de la década de 1940, donde lllltchas de las vicj;1s cnl id1111dires se 1, ,s siglos :\\'111 y :--:1:x?,,, l lohshawrn alllpli<'> Lt disn1si1.>ll para que ahar-
habían venido abajo y había grandes esperanzas, demasiado pronto 1 ;11 ;1 Europa <'11 co11j1111to~. S11 respuesta apt_mtaba a contradicciones
defraudadas, de que estaba alboreando una era nueva y mejor. Desde el 111l<·n1;1s <'ll la economía europea y al «fracaso en superar ciertos obs-
punto de vista historiográfico, fue el periodo de ascenso, en especial en 1.1ndos generales que todavía se encontraban en el camino al pleno
la Europa continental, de la historia marxista y marxisanty del estableci- d('s;1rrollo del capitalismo»'\ En el fondo de este fracaso estaba la in-
miento de los Annalescomo la escuela dominante de escritura histórica. c;1p;1cidad para reYolucionar el «marco social» de una estructura to-
La primera edición de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época ' b\'Í;t kudal y agraria, que consiguió contener las fuerzas emergentes
de Felif1e JI de Fernand Braudel fue publicada en 1949. Como siempre, <l< ·I capitalismo-i. El siglo XVII llega así a ser un siglo de «crisis general»,
el continente estaba aislado de Gran Bretaüa por la niebla, pero, en mi <·11 el que las dificultades de la economía aumentan las tensiones y
época de estudiante en Cambridge, a principios de 1950, la historia l rnsl raciones que suministran el impulso para la revuelta social. «Este
b1itánica, tradicionalm nte pragmática y muy escéptica con las grandes .. 1onjunto de revoluciones -escribe Hobsbawm- ha llevado a algu-
teorías, ofrecía áreas de considerable vigor y vitalidad, con la historia 11os historiadores a ver algo como una crisis general social y revolu-
económica entre las más robustas. La insularidad, sin embargo, seguía cionaria a mediados de siglo»'. La nota a pie de página en este punto
siendo su gran defecto, por lo que uno de los objetivos del grupo de s<· refiere a una historia general de Europa entre 1640 y 1789 publi-
historiadores marxistas que fundaron Past and Presenten 1952 era pro- cada por el historiador ruso Boris Porshnev en 1951, con el comen ta-
pinar una buena sacudida a la historiografía británica con la introduc- rio adicional de que «sigue una indicación de Marx en 1850 [ ... ]. La
ción en sus debates contemporáneos de algo de los combates con las coincidencia se ha notado a menudo, p. ej. Merriman, Six Conternpo-
grandes cuestiones históricas y las aspiraciones de l'histoire totale que u111mus Revolutions (Oxford, 1938) » 6 •
habían hecho de los Annalesuna revista tan animada e influyente. La alusión a las revoluciones contemporáneas de la década de 1640
Fue dos a11os después, en 1954, cuando Eric Hobsbawm publicó el 1H I era más que una referencia pasajera en un artículo que se ocupaba
famoso artículo que iba a iniciar la controversia sobre la crisis general, principalmente de aducir información y explicaciones sobre la exis-
originalmente titulado «The General Crisis ofthe European Economy 1c11cia de una crisis económica europea general y que se inspiraba
in the Seventeenth Century» -cambiado por «The Crisis ofthe Se- l11ndamentalmente en el debate marxista interno sobre el desarro-
venteenth Century» en la antología de Trevor As ton-. Ante todo, el llo del capitalismo. Sin embargo, el artículo de Hobsbawm iba a
artículo de Hobsbawm era una importante contribución a un debate 1ener una amplia resonancia en el ambiente de los historiadores
marxista interno en curso sobre el proceso y el ritmo de la transición británicos, que se hallaba en un proceso de renovación y transición.
del feudalismo al capitalismo, reabierto por la aparición en 1946 de El enfoque comparativo y europeo atr~jo a los jóvenes historiadores
los Estudios sobre el desarrollo del rapitalismo de Maurice Dobb y las pu- como yo, en plena reacción contra el espíritu de campanario propio
blicaciones de Christopher Hill que describían «la Revolución Ingle- de la profesión en Gran Bretaüa, mientras que su enfoque socioeco-
sa,, de 1640 como una revolución burguesa que despejaba el camino nómico sintonizaba con el cambio de clima en la historiografía bri-
al desarrollo de Inglaterra como sociedad capitalista 1 • Al abordar la t,inica a principios de la década de 1950, donde el gran debate entre

1 Para un útil resumen, véase Francesco Benigno, .<.,perrhi della rivoluúone. Con/litto ~ E. J. Hobsbawm, «The Crisis of the Seventeenth Century», en Trevor Aston
P identitá politirn nell'Jé·uropa moderna, Roma, Donzelli, 1999 [ié.SfJejos de la revolución: ( ccl.), Crisis in Europe, 1560-1660, Londres, Routleclge, l 965, p. 14 [ Crisis en Fumj}({
ronjlirlo e idmtidad jJolítirn n1 la Eumfm moderna, Barcelona, Crítica, 2000], pp. 64-72. 1 1560-1660), trad. Manuel Rodríguez Alonso, Madrid, Alianza, 1983].

Una bibliografía completa del debate, ordenada por fecha de publicación, puede 3 lbirl., p. 29.

encontrarse en Philip Benedict v Myron P. Gutmann (eds.), J,,'arlv J'\.-1orlnu Europe: Frmn -1 /bid., p. 27.

Crisis lo Stabilit,,. Newark (Delaware), University of Delaware Prcss, 2005, pp. 25-30, '' /bid., p. 12.
\'(Jlumen para el que fue escrito originalmente este ensayo. " /bid., n. 17.

8~)
·l:1wncy, Si o IH' y Tr('\'o r-Rop(' 1' .sohn · (' 1 :1s< <·11sc, n <:11d:1 d (' Li pn ¡1 I<'· In· 1h1l111al. 1111i\·<·1s;il111<'1H1·
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i'la nobleza terrntenienle se hallaba en pkno d<·s:1nollo. l<r;1 1111 1110• t(' 11·1·0!1 wio11:11i<1 .. ~.
mento, tambien, de crisi,., inminente en d t1111t1<lo del 111.irxis1110 Mis l'<'<'ll<'rdos ck !o c¡11e p,1s<'i aquel dia son hoy bas!.inlc vagos,
internacional, que se iba a escindir con el levant,nniento hüng.iro 1H'IO, por lo <¡ne me· pu<'do acorda1~ el escep_ticismo de Laslett no fue
de 1956 y su brutal represión por los tanque::. sovieticos. Pa.si mu/ ·11 )O\'.ldo ni r01npartido. El concepto de crisis, cuya historia sería exa-
Present era una revista marxista ( una «revista de historia cientific,i», 111 i11;1cla por Raudolph Starn en un valioso artículo, «Hist.orians and
i,egún proclamaba orgullosamente en sn subtítulo) y su comite edi- "( :1isi.s" », p1.1blicado en Past. andPresent, 52 ( I 971 ), había arraigado en
torial estaba muy preocupado por la evolución de los acontecimien- L, 11 isl oriografia occidental ya en e 1siglo XtX, aunque había sido usado
tos internos e internacionales. A un nivel más prosaico, estaba tam- •·11 <likrent.es contextos y sobre diferentes temas por Karl Marx y.Jacob
bién ansioso por lo limitado de la circulación y el público de una B11l'<'khardt9 • Como demuestra Starn, la noción de crisis füe amplia-
revista que, por má.., animada que fuera, estaba fatalmt:nte compro- 111cnte adoptada porlos economistas e historiadores de la economia
metida para muchos por sus afiliaciones con el Parüdo Comunista. <·11 el periodo que siguió a la Primern Guerra Mundial y se convirtió en
El Instituto de Investigaciones Históricas de Londres, por ~¡emplo, t\'rna habitual de los Annalesen la década de 1930. Sin embargo, no
se negaba a suscribirse, incluso en fecha tan tardía como 1961, si n:1 en modo alguno el monopolio de los historiadores marxistas o
mal no recuerdo. 111r1rxisan.tsy proporcionó el principio organi:tador central para el in-
En verano de 1957, en un intento de aprovechar el intercs provo- ll11ycnte estudio de conjunto de Roland Mousnkr, Los siglos xv1yxvn, de
cado por el artículo de Hobsbawm y abrir la disc.usión a un grupo má::. 1!lr).~, donde todos los aspectos dominantes de la vida del siglo XV!t
amplio de historiadores, el comité editorial organizó un simposio de son descritos en términos de crisis y lucha por contenerla1°.
un día en Londres sobre el tema de las «revoluciones contemporá- Estabamos, por tanto, bien preparados para un enfoque de la
neas» del siglo XV!t. El encuentro, cuyas actas resumidas en Past and l1js1oria del siglo xvrr concebido en términos de crisis, si bien la for-
Presenl, 13 (19.58) todavía se leen con interés, atrajo a unos treinta 1lllilación de Hobsbawm le confirió una nueva especificidad. En con-
historiadores. En ausencia de Hugh Trevor-Roper, que debería haber q•c11cncia, muchos de nosotros nos inclinábamos a dar por sentado
iniciado la discusión, el debate fue abierto por Eric Hobsbawm con ~11 ¡J!anteamien to general, aunque observo qne en una contribución
la afirmación de que «la anómala "aglomeración de revoluciones" n I Past and Presentsólo seis aúos des pues del simposio londinense, en
entre 1640 y 1660 se había de entender como parte de un periodo de 1!Hl.'), yo mismo sciialaría que «quizá ha llegado el momento de
dificultades, tan to económicas como politicas, hoy reconocido por la d<'dararuna moratoria para la palabra [crisis] antes de que se con-
mayoría de los historiadores en el siglo XVII»\ 1·i<Tla en otra moneda devaluada del vocabulario histórico» 1'. En
El concepto del siglo XVlt como un periodo de crisis elaborado y general, a pesar de todo, la idea del siglo XVJt como periodo de crisis
expuesto por Hobshawm parece haber sido aceptado por los parti- s< · impnso de manera aplastante, aunque Maurice Ashley todavía ern
cipantes como un punto de partida natural para la discusión post.e· 1;1p.11. de publicar en 1969 un panorama decididamente optimista,
rior. Sólo Peter Laslett, de manera típica, adoptó una linea contra- f'f11, Golden Centnry [ «El siglo dorado»], resciiado por T. K. Rabb en
ria, como puede verse en .el .">iguicnte resumen de su intervención: /011r11al1?(ModernHistorycn 1973juntoal recién aparccidoElsiglode
«T P. R. Laslett (Cambridge) expresó sus dudas sobre si se estaba hit,rm de Henry Kamen. «Seria dificil imaginar dos visiones genera-
discutiendo un problema real. Tanto la interpretación marxista les de aproximadamente el mismo siglo de la hi~toria de Europa,
como la liberal, de~de diferentes puntos de vista, concedian un lugar publicadas con una diferencia de tres aúos, que pudieran ser más
de especial importancia al siglo XV!!, pero ¿es necesario hacerlo? En
caso de haber alguna unidad en "Europa" durante este periodo, era
~ /!>id., p. 65.
intelectual. La.<, ideas revolucionarias estaban omnipresentes en la '' Randolph Srnrn, «Hi~torians and ~Crc;is"~, Pa.sl nnd l'resmt, l.'l (1958), p. 6:-1.
10
Roland Mousnicr, Les XVltr.t X.VlleSi.er!.es, Paris, Presse.., Univé1"sitaire:s d<' Fran-
< , •• 19:H [l.os siglos .x11y x1H, trad. y rcv.J1.an Regla, Barc('\ona, De~tino, l !181 J.
«Seve{lteenth-Century Rr.volutions~, Pasl and Presmt, 13 ( 19.''>8), p. 6:'l. 11 John E!Hott, «Note~ and Comments•, Past tmd Present, 2.S ( 196~), p. 96.

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f t:tJ
f ~
( , E.'il'AÑA, EUROPA\' 1::1. MUNl>O m: u1:ntAMAR

diferentes», comenzaba, con una afirmación que se queda corta, la


l.\ C:Rl~t,; rn-:Nf.R,\I, t:N RF.TR• ISPt:l':TIVA: UN l>F.IIAl"I, lNTf.RMINABl..E

argumentó con garra que la crisis general fue «una crisis no de una
f , recensión 12• constitución ni de un sistema de producción, sino del Estado o, más
(f , Recayó sobre mí abrir la sesión de la tarde del simposio londinen- bien, de su relación con la sociedad» 16• Un aspecto fundamental de
(f , se de Past and Present de 1957 exponiendo brevemente lac; conclusio- esta crisis era el crecimiento desmesurado y difícilmente sostenible
nes generales de mi investigación sobre las causas de la revuelta de de las cortes principescas.
(f ) Cataluifa de 1640, que aparecería en forma ele libro sólo en 1963. Mi Una de las debilidades de la tesis de Hobsbawm aplicada a las re-

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intervención fue seguida por una ponencia de Brian Manning sobre
el estallido de la Guerra Civil inglesa, que enfatizaba «el papel de los
movimientos de masas campesina'i y urbanas en la cristalización de la
voluciones de mediados de siglo era que, incluso si se aceptaba la
existencia ele una crisis económica generalizada, no había una expli-
cación sobre el mecanismo que la convertía en actividades revolucio-
(f ., situación política y la precipitación de acontecimientos críticos» 1~: narias. Al de~plazar la atención a la estructi.tra del estado y su relación
([ ""1 Aunque la inclusión de la comunicación de Manning por parte de los con la sociedad, Trevor-Roper ofrecía de hecho tal explicación de
organizadores del simposio representaba un claro intento por su par- manera que conservaba elementos importantes de la teoría de una
( ... te de incorporar el pasado británico al marco europeo comparativo crisis económica general. «La depresión de la década de 1620-ar-
{ que Hobsbawm proponía, es evidente que todos los comentarios re- gumentaba---es qui1.di no menos importante, como momento crucial,
cogidos sobre elJa se limitaron exclusivamente a desa1Tollos internos que la depresión ele 1929: aunque fue una quiebra econ?mica tem-
{
ingleses, con un «consenso general desfavorable a la opinión de Tre- poral, marcó un cambio político duradero»". Enfrentados a los costes
(f ) vor-Roper de que [la pequefia nobleza terrateniente] formaba una en aumento del aparato del estado, los gobiernos respondieron en-
{ ,._ clase en decadencia»'"· Inglaterra, según los indicios, era todavía tregándose, con mayor fortuna unos que otros, a las reformas. En
una isla historiográfica. Hoy, unos cuarenta afias después,Jonathan Inglaterra, la incompetencia de los Estuardos significó que no hubo
(
Scott insiste en sus Eng/✓1,nd's Troubles [ «Los problemas de Inglaterra»] «ninguna revolución previa como tal, ninguna reforma parcial como
( en recuperar el contexto europeo para los desarrollos políticos ingle- Lal». En consecuencia, el «país>•, definido como todos aquellos que se.
( ses del siglo xv11 15• Clío, por lo que parece, es una musa flemática. • oponían a un «aparato de burocracia parac;itaria abmmador, opr~sivo
Había un historiador, pese a todo, que era muy consciente de la y expansionista», se levantó exasperado contra «la corte más intran-
( ) necesidad de situar los traslornos británicos de mediados del siglo XVII sigente de todas y la derribó violentamente» 18• . .

(( ~ dentro de un contexto europeo más amplio de agitación revolucio- La cosa se ponía emocionante. Trevor-Roper había elaborado:una
( .,,\ naria: se trataba de Trevor-Roper, el gran ausente del simposio. Fue Lesis extremadamente ingeniosa, argumentada con su típico brío y
dos aiios más tarde cuando Pasl andPresenl (en cuyo comité editorial¡ con gran riqueza de detalles ilustrativos. Pero ¿era su tesis correcta?
( una vez abandonada la pretensión de ser una «revista de historia cien- Media docena de historiadores (británicos, europeos y un norteame-
( tífica», habíamos entrado Lawrence Stone, Trevor Aston y yo mismo) ricano,Jack Hexter) fueron invitados por Past andPresenta emitir un
publicó el brillante artículo de Trevor-Roper que, al presentar una juicio crítico sobre ella; sus comentarios, publicados en 1960, contri-
( ) tesis alternativa, iba a dar un nuevo impulso al debate. En esle ensayó', buyeron en gran medida a ampliar e inlernacionalizar el debate 19 •
(( ) Recuerdo que Trevor-Roper me comentó luego que le habíamos de-
( " 12
Maurice Ashley, The Goldm r.tml"ry: Jforo¡,e 15 98-1715, Londres, WcidcnfeJ
and Nicolsnn, Hl(i9; Henry l<anH'n, TJ,,. /mn r.euÍury: Sor.ir,/ <:Jumge i,i J~um¡,r J550-
d'
1

16 H. R. Trevor-Ropcr, •Th(' General ~risis of the Scventeenth Century•, etl


({ ' 1660, Londres, Wcidenfcld and Nicolson, 1971 [ElsiglodeMmn. Cmnbinsorialewfül- Aston (ed.), C,isi.s iu Eim,¡,r l Cliii.s t11 füm,fm], p.%.
ropn 1550-1660, trad. María Luisa Balseiro, Madrid .. Alianza, 1977]; Theodore K: 11 Jt,id.
l Rabb, «EarJy Modern Europe from Above and BeJow»,Joumal o/Modern History, 4~ ' 18 /bid., pp. 94-95. . . .
t - (1973), pp. 456--162.
13
. 19 Roland Mousnier,J. H. Elliott, Lawrencc Stonc, .1-_{. R. Trevor-Roper, E. H.
«Seventecnth-Ccntury Revolutioni1», pp. 69-70. ' Kossumnn, F.._;. Hobsbawm y.J. H. Hexter, «Discussion of H. R. Trevor-Roper, "The
t ") 14
15
Jhirl., p. 71. ·. . .. , . General Crisis of the Sevenlc.!cnth Ccntury"», Pa.ft nnd Present, 18 (1960), P~· ~12.
t ~. .Jonathan Scott, E11gla11d's Trouble.s: Sev,mt.eentli-rmtury Enl{lith Political bi.stability
in Emv¡,r.nn Cnnttxt, Cambridge, Cambridge Univen.ity Pres.,¡, 2000.
Desafortunada y, creo. equivocadamente, sólo mis comentarios y los de Mous111er fue-
ron incluidos en C:1iii\ in Bum¡,,. [ Cri.si.f en Europa], a cargo ele Aston.
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Esl•AJÍIA, EUKllr,\ \' f:L ~;UNDO DÉ ULTRAI.Wt
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jado escapar sin·ápenas castigarlo. Mi opiriión: en cambio, era que importancia <le examinar los objetivos y las aspiraciones ele los gobier- J
abrimos una brecha en su barc(> por debajo de la línea de flotación. nos cen11.1les, que.-: bien pudieran resultar más .. revolucionarios" que :·;
Lo que había hecho en realidad era transponer a la Europa con tinens • las fuerzas de la revolución producidas por las presiones económicas .I;·¡'. l
tal una explicación basada en el enfrentamiento enu·e corte y país que y sociales originad,1s desde abajo. 1. )
había propuesto originalmente para dar ¿uenta de la Guerra Givil Llegué a tal conclusión tras haber estudiado la política del concle- ¡f. )
inglesa. E. H. Kossmann, Roland Mousnier y yo mismo pensábamos
que, incluso si la explicación fuera correcta para Inglaterra, la ,malo-
cl11que de Olivares en las décadas de 1620-1630 y la reacción explosiva ,¡ ( )
que provocó en Catalmia. En La rebelión de los catalanes intenté mostrar
gía no funci<;>naría en nuestras regiones europeas, respectivamente cómo h1s presiones y los costes de la guerra obligaron a Olivares y su !1! )
los Países Bajos, Francia y Espaii.a. La definición de Trevor-Roper ele gobierno en Maclrid a idear medidas que movilizaran los recursos ele
corte planteaba, por ejemplo, graves dificultades. Si los cargos oficia, una monarquía hispánica y un imperio integrado por territorios muy
)
les eran parte de la corte, ¿cómo se explicaba su participación en la dispersos, cada uno con sus propias leyes, inslituciones y arreglos ! )
Fronda? Tampoco estábamos convencidos de que los gastos de la corle constimcionales distintivos, es cleci1~ lo que después comenzaríamos
ascendiesen a nada comparable a la carga impuesta sobre las socieda-
}
a denominar «monarquía compuesta». Cataluña, y lo mismo Portugal,
des del siglo XVII por los costes de la guerra. estaba l~jos de cargar con una corte desmesurada y, en comparación )
Creo que demostramos estar en lo cierto. También creo, y creía con Castilla, era una sociedad gravada con pocos impuestos y con una )
entonces, que Trevor-Rope1; incluso si discrepaba con Hobsbawm, burocracia muy reducida de oficiales reales. A pesar de ello, fue en
· argumentaba de hecho dentro de los mismos té1minos de referencia. Cataluña, no en Castilla, donde estalló la revuelta. Al buscar posibles )
Para ambos dos, a su propia manera, los trastornos de mediados ele explicaciones, quedé impresionado por el importante papel que en }
siglo eran fundamentalmente revueltas «sociales .. , ele algún modo el modo ele pensar ele los catalanes del siglo XVII desempeñaba la idea
más profundas qu~ otros tipos de desorden, y había que buscar sus de la /1titria como comunidad fundada en elementos compartidos:
}
causas y su explicación en el fondo de la estmctura de la sociedad. Mi espacio, recuerdos, experiencias históricas, leyes e instituciones, y j
propia opinión, tal como expuse en el libro La -rebelión de los catalanes,
publicado en 1963, y después en una conferenci_a inaugural leída en
pautas ele vicia y conducta.
En retrospectiva, pienso que esta idea de la importancia tanto de l
1
)
el King's College de Londres en 1968, titulada «Revolution ancl Con- la ptit,ia (l.i cual explica1ía con mayor detalle en mi conferencia de 1968) 1 )
tinuity in Early Modern Europe», era que tales supQsiciones no debe- como del modo en que se cpnvirtió en el punto ele encuentro para la ;·,
)
!
rían darse por sentadas y que podría haber razones para comenzar resistencia contra las demandas del gobierno central, empeñado en i
'-
no con la sociedad, sino con el estado 20 • Esto no excluye, como es introducir éambios fiscales, administrativos y constitucionales, fue mi 'r )
natural, la necesidad de análisis de las sociedades en rebelión, del tipo contribución más útil al debate sobre la crisis general. Apuntaba la f.
)
que intenté realizar en mi estudio sobre las re ladones entre él prin- necesidad de observar con más detenimiento no sólo el estado del .r:
cipado de Cataluña y Madrid. Sin embargo, hay que pensar en la siglo XVII como entidad política transformadora, sino también la re-
}
.· sistencia a las innovaciones del estado por parte de las comunidades :f )
bajo presión. Esta oposición, que se remontaba a un pasado distante
20 J. H. Ellio11, The Reuult of the Cr1wl,ws: A Stwly i11 tlie Decline of Sptii,1 1598-1640, i .
)
en busca ele argumentos, tendía a expresarse con fórmulas conserva-
Cambridge, Cambridge Universi1y Press, 1963, reimpr. 1984 [/.a rebelió11 de. los cala;
doras, aunque las contrarrevoluciones en nombre de leyes y libertades j
/mies. U11 estudio sobre ta decadencia de l!."sjmlit1 ( 1.598-1640), 1racl. Rafüc:l Sánchez Mane<.~
ro, Macll"icl, Siglo XXI,¡ 977; La 1-.roollfl calalcma, 1598-1640. Un 1°.l"ludisobre k, de.cruümcia históricas puedan tener ciertamente consecuencias innovadoras y
1¡:
~ )
1l'&pm1yfl, 1rnd. catalanaJosep Vallvenlú, Barcelona, Viccns-Vin:s, 1!166); «R<·1•ul11tion
and Con1inui1y in Early Moclern Eurupe", Pásl ami Present, 42 (19li9). pp. ::l!i-56, re,
revolucionarias, _como ele hecho ilustra claramente la rebelión de los
Países B.tjos en el síg-Jo XVI.
j J
impr. enj. H. Elliott, spai11 anrl iLJ ll'orld, 1.500.1700, New Havo:n (Connec1icut) y ;
Londres, 1989 [•llevoluc[ón ycominuiclacl en la Europa moderna•, en 1-.."spañayJ·u Pienso que esta formulación co11tribuyó a concentrar la atención }
mu11tlo ( 150().;J 700), trad. Angel Rivero Rodríguez y Xavier Gil l't!jol, Madrid, 11iurns; en el punto necesario en esta fase de la discusión: en las intenciones
2007), cap. 5, Y Cf\ Geoffrey Parker y Lesley M. Smith (eds.), Tlie Genr.ml C,üii of lhe
del estado y la resistencia a él. A su vez, esto indicaba la necesidad de e j
Sromtm1tli Ce11ll11), 2• ed11., Lonclrc~, Routlcdge, 1997, cap. 2.
4 lv
}
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4)
f_,;rAÑA, EUROI',\ Y t:I. I\IUNIII) 111:: u1:r1CAMAR [,.,\ CRISIS GENERAi, F.N ltl-;J'ROSl'l::CflVA: UN Of.BATE INTERMINABLE

{ ~
(f
,,,,,
, estudios_ monográficos sobre rebeliones específicas y sus orígenes, del
tipo intentado por mí en La rebelión de /,os catalanes o por Rosario Villari
tuló, con cierto optimismo, «The Crisis of the Scventeenth C~ntury:
A Farewell?» 25 [ •<¿Adiós a la clisis del siglo xvu?»]. Los modelos estáticos

{
{
'
)
en su libro sobre los orígenes de la revuelta napolitana de 1647-1648,
publicado cuatro años más tarde en 196721 • El ambiente era propicio
presuponen sociedades cuyo estado nom1al es de equilibrio, el cual de
vez en cuando puede verse fatalmente perturbado bajo la presión

{ ., a tal empresa. La década de 1960, marcada ella misma por la protesta


y la revuelta, fue un periodo en que, sobre todo en el mundo anglo-
sajón, los estudiosos de ]as ciencias sociales como Chalmersjohnso~
de las circunstancias. Como nota Koenigsberger, este enfoque no tiene
en cuenta el carácter inherentemente inestable de las sociedades eu-
ropeas de la edad moderna, siempre propensas a alborotos y revueltas.
( ~
prestaron gran atención a la tipología de las revoluciones, y los histo- Esta mala interpretación, como indiqué en mi conferencia de 1968
{ ) riadores no tardaron en adoptar sus intereses22 • En 1967-1968 Robert «Revolución y continuidad», forma parte de un enfoque de los procesos
Forster yJack P. Grcene organizaron en la Universidadjohns Hopkins revolucionarios que toma la Revolución Francesa, o más bien una in-
( "' un ciclo de conferencias titulado Revoluciones y rebeliones de la Europa terpretación determinada de ella, como paradigma para los movimien"'.
{ -, moderna 23 • Las rebeliones escogidas no se limitaban a la década de tos de siglos anteriores. Sin embargo; las sociedades de la edad moder-
{ 1640 (incluían la revuelta de los Países Bajos y la sublevación ele Pu- na estaban c!structuradas no tanto horizontal como verticalmente.
( gachov), pero tres de los cinco conferenciantes (Mousnier, Stone yyo Como yo mbmo escribí, «no se puede esperar que una sociedad agru;.
mismo) éramos también participantes en el debate sobre la crisis pada en corporaciones, dividida en órdenes y vinculada verticalmente
( '\
por fuertes lazos ele parentesco y clientelaje se comporte de la misma
general. En su contribución sobre la Revolución Inglesa, Lawrence
( Stonc intentó introducir a ChalmersJohnson en su amílisis de los manera que una sociedad dividida en clases» 26 •
{ orígenes identificando por su parte condiciones previas a largo plazo; En vista de la inherente inestabilidad ele las sociedades de la edad
precipitantes a medio plazo y desencadenantes a corto plazo para la moderna, apenas pueden considerarse motivo de sorpresa las re-
( - revuelta2-1. vueltas frecuentes. A causa de ello, se debe cuestionar el presunto
( En el volumen resultante los editores lucharon vivamente para ela- carácter único ele la aglomeración de revoluciones de 1640 y, con
( '
borar un sistema de clasificación para nuestras diversas revueltas y re- él, todo el concepto de crisis general del siglo XVII. Por las fech~s en
·voluciones, pero el intento, me temo, estaba condenado al fracaso. Se que leí mi conferencia inaugural de 1968 había acabado precisa-
( ..... hicieron muchos esfuerzos para llegar a un marco general, pero lo qué mente de escribir un libro sobre la historia europea en la segünda
( ' sobre todo impresionaba era la variación más que la similitud de las mitad del siglo XVI, La Europa. dividida ( 1559-1598), y me llamó la
diferentes rebeliones. Los modelos tenían, y tienen, una forma aburri .. atención cuando lo escribía el elevado número de revueltas ocurri-
( ~
da de derrumbarse ante una mirada analítica. ¿Es realmente posible; das en la década i nidal de ese periodo. Llegué a contar siete en to-
{ por ejemplo, trazar una distinción nítida entre condiciones previas y tal. Esto me llevó a añadir una ir~nica nota a pie de página ~n la que
precipitantes? Además, los modelos eran en esencia estáticos, como decía que parecíamos enfrentarnos a «una crisis general de la déca-
(
observaiía después H. G. Koenigsberger en una de las má5 agudas e~á- da de 1560,, 27 y en mi conferencia llevé la broma algo más·lejoi;.
{ : luaciones del debate sobre la crisis general, un ensayo de 1986 que ti.;. Nadie, lame_nto decir, ha aceptado mi desafío de estudiar las revuel-
t ) . ,i :;r! tas de 1560 como grupo, pero, al insistir en las continuidades sub-
( . ,
--
21
. . :fl\
Rosario Villari, /..11 rivolta rmtis/mg11ou, n NaJJOli: ,,. origi11i (1585-16-17), Bari,,L;l-
ter1.a, 1967 [ tn rr.uur.ltn (llllirsJ,mioú, tm Nrí/1t1le.t. l .n.tnrig,m.,.t (1585-1647), trnd. Fcmalt~
( do Sá11che1. Drngó, Madrid, Aliam..,, 1979].
22
:.·,rf '
25 H. G. Kocnigsh,:rgcr, «The Crisis of the Sr.venlcenth Century: A Farewell?•, ell

Chalmcrs.Jnhnson, R,molutiu,i aud tlU!SocialS)•sl.e111., St.anford (California);Stan- . su Politirimu m,d Virtuosi: füsa_y.f 011 Early M.odcm Histnry, Londres, Hambledon Pres5,
( forrl University Pre~. 19li':1. • '"l,"T :; 1986, cap. 7.
''3 R b F ,.,,. ' 26 J. H. Elliott, .-tRc-volution and Continuity in Early Moclern Europe•, en Elliott,
( •· o ert ·orstcr y.Jack P. Green e, l'rr.co11diti,m.t of /let1olutio11. in /~'nrl_v MofU!n!, Eu•. · :~
ro¡,r., B,1ltimorC' (Marylancl),Johns Hopkins Uni\'ersity Prcss, 1970 [R,molur.ione.f y·rr.be- S/Jain and its World, p. !19 [ «Revolución.y continuidad en la Europa moderna•, en Es~
( ) lione.t de In Euro/m modtmin, trad. Blanca Paredes I..arrucea, Madrid, Alianza, 1978}.w·, /mña y su 1nundo, p. 13:\ J.
24
Lawrcncc Stone, .. The English Re\'olution», en ForsteryGree11c (eds.),Plr(.on~ ,:· . 27 John H. J;:lliott, EuropeDivided,1559-1598, Lo.1drcs, Collins, 1968 [LaEurojJadi- ¡.

t ) ditinus o.fRcv,,/utirm [ Rn,,,/urir,111•.s .v r,J,r./imrt'.r], p. 65. vidida (1559-1598), lrad. RafaelSánchez Mantero, Bar,:clona, Crítica, 2002], p. 107.
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}
yacentes en la Europa de la edad moderna, espero haber planteado )' en dit(·rcnte inedida»:11 • Creo que todavía hoy, crei111a aúos más tarde, }
algunas dudas sobre el significado, y quizá incluso la existencia, ele
una crisis general en el siglo XVII.
sería ampliamente aceptada tal formulación. Incluso la Rcptíblica Ho-
landesa atravesó sus dificultades económicas, comojonathan Israel nos
-,
No era el único en pensar así. Precisamente por aquellas fechas ha recordado en su monumental estudio sobre ella: «El comercio de }
un potente ataque contra toda la iniciativa ftfe lanzado desde Lenin- ultramar holandés había caído en recesión (1621-1632). [... ] En térmi- : )
,_
grado por Alexandra Lublinskaya. En los capítulüs iniciales ele su nos generales, el periodo 1621-1647 fue ele crecimiento vacilante; los
libro Frmch Absolutism: The Cmcial Phase, 1620-1629 [ «El absolutismo reveses en el comercio europeo fueron compensados, por una parte,
;í' )
francés: la fase crucial, 1620-1629»], al cual Cambridge University por la demanda en Alemania y los Países Bajos meridionales de pr0\1- )
Press me pidió contribuir con un prólogc;,, Lublinskaya abrió fuego t " siones de todo tipo suministradas por los holandeses y, por otra parte,
)
por las ganancias del comercio colonial» st .
\
sobre cada uno de nosotros por turnos. El impacto iba a producir
estragos generalizados. «Incluir bajo la denominación genérica de ., Después de examinar las pruebas, Steensgaarcl desarrolló una nue- )
"revolución" -escribía-fenómenos en esencia tan distintos como va etapa de su argumento al indicar que, visto el aumento ele los cosles )
la revolución burguesa inglesa, la restauración de la independl'ncia ele protección provocado por la Guerra de los Treinta Ai'los, la crisis
portuguesa, las revueltas de Nápoles contra el góbierno espai1ol y, del siglo XVII fue «una crisis de distribución, no ele producción». )
finalmente, la compleja red de diferentes movimientos llam;:ida la .. cualquier intento -escribía- de comprender la crisis económica }
Fronda es testimonio, ante tocio y sobre todo, de que el mismo co·n- del siglo XVII sin wmar en consideración la distribución ele ingresos
}
cepto de "revolución" está siendo utilizado sin rigor científico» 28 , que tuvo lugar a lo largo del sector público está condenada al ¡:
En cuanto a la crisis económica, «las dificultades encontradas eran fracaso»:!\ Una de las grandes virtudes ele su argumento, al menos )
de un tipo especial y no proporcionan base para la discusión de una para los historiadores de las revoluciones de mediados de siglo, es que
"crisis del capitalismo" en el siglo xvn» 29 • Eso iba por Hobsbawm: la situaba al estado en el centro de atención y con ello seüaló el meca-
)
inapr~nsible crisis que tanto buscaba se había desvanecido en el nismo gue relacionaba las crisis económicas con las políticas. Lo que )
aire. encontramos durante este periodo es, según la formulación de Steens- }
Pero ¿de verdad se había esfumado? Es cierto que el caso de la gaard, un ,,absolutismo dinámico» (una expresión quizá menos acep-
República Holandesa en particular ha sido siempre difícil de encajar table hoy que hace treinta ai'los), el cual «violaba con su política fiscal f, )
en el panorama de una crisis general, ya sea económica o política. las leyes consuetudinarias>' amenazaba con perturbar el equilibrio }
Kossmann había señalado los probleinas en su contribución al debate social o con p1ivar a partes de la población de sus medios de sustento».
sobre Trevor-Roper (omitida a mi parecer equivocadamente de la an- Su conclusión era lo que yo había querido exponer desde el principio i )
tología de Trevor Astan) y, en fecha tan temprana como 1964, Ivo Schot: del debate, aunque quizá no lo hubiera expresado tan contunden te- '
' )
;
fer había planteado la pregunta «¿Coincidió la edad ele oro holandesa mente: «Las seis revoluciones contemporáneas tan sólo pueden con- ':
}
con un periodo de crisis?» 50 • En un artículo publicado en 1970, gue me siderarse como unidad si las rebautizamos "las seis reacciones :¡ j
sigue pareciendo uno de los tratamientos más inteligentes sobre los contemporáneas"» 5~.
testimonios de presunta crisis económica en el siglo xvu, Niels Steens- Fueran las revueltas específicas de 1640 reacciones, revoluciones )-
gaard argumentó que «la crisis del siglo XVll no fue un retroceso uni- o algo intermedio, a principios de la década de 1970 estaba bastante
versal, sino que [ ... ] afectó a diversos sectores en diferentes momt'ntos claro que era necesario un estudio más detenido si se había de avan- j
j
28 A. D. Lublinskaya, Fmiclz 1\?so/,tilis11'.: Th~ Crurial Pl111se, 1620-1629, 1rad. inglesá 31 Niels Steensgaarcl, • The Seven1ee111h-Cent11ry Crisis», en Parker y Smith (c:cls.),
't j
Brian Pearce, Cambridge, Cambridge Umverstty Press, 1997, p. 101. General C1isis, p. 44. · ·
29 /bid., p. 329. , .i.'. 32 Jonathan Israel, The Dutdi Re¡nzhlic: lis Rise, Grealness tmd Fal/, 1-177-1806, Ox-
• Ji
ford, Clarendon Press, 19%, p. 610. ·

30 Mousnier et al., .,Discussiou of H. R. Trevor-Roper», pp. 8-11; lvo Schoffer,
• Oid Holland's Goldcm Age Coincide wíth a Period of Crisis? .. , l':n Paf'kt:r y Smíth 3:1 Steensgaard, «Sevt'11tecn1h-Centu1-y Crisis•, pp. ·14-45 .

(eds.), General Cri.!i.s, pp. 87-107. ~◄ /bid., p. 47.


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f zar, y que lo ideal sería que tuviera lugar dentro de un marco compa- . Su perspectiva histórica más larga era la perspectiva de un antesy
( ) rativo. Se trata ele una observación hecha por Lloyd Moote en un va- un después, con especial énfasis en este último. El gran antes fue la edad
{ lioso juicio crítico sobre el debate, publicado en 1973; donde además de la reforma, en particular las tres primera~ décadas del siglo XVI,·
{
f
'' inLentaba relacionarlo con las recientes teorías de la revolución y si-
tuar los trastornos de la década de 1640 en el contexto más amplio de
los levantamientos europeos desde la revuelta de los Países Bajos has-
una fase de trastornos sísmicos que transformaron para siempre la faz
de Europa. El desf1ués se localiza en los años posteriores a 1660, un
periodo quej. H. Plumb había caracterizado recientemente como
t( ta la Revolución Francesa 35 • Perez Zagorin realizó un intento en esta señalado por la consecución gradual de la estabilidad política en In-
dirección en su R.emteltas y revoluciones en la Edad Moderna de 1982, glaterra!l8. De una manera más bien poco diferenciada, Roland Mous-
f donde trató valientemente de clasificar los diversos trastornos de los nier había descrito el conjunto del siglo XVII como una edad de crisis,
t( siglos xv1 y xvn segt'm categorías generales tales como revoluciones, paralelamente a la cual corría la «lutte contra la crise»·, también sin
rebeliones y guerras civiles revolucionarias, pero la escala era quizá determinar temporalmente, aunque acabada co·n una especie de
(
demasiado general y las explicaciones sobre las revueltas demasiado equilibrio alcanzado en 1715!19 , La cronología de Rabb es más precisa,
{ esquemáticas para permitir la comparación detallada que habían pe- con tensiones que crecen hasta puntos críticos en el segundo terci~
( dido Lloyd Moote y otros3i;. del siglo XVII y crisis resueltas con éxito en las siguientes décadas. Esto
Supongo que es demasiado cierto que todo debate tiende a ago- me parece un marco cronológico más útil y satisfactori9 que el pro-
( tarse con voces de queja que piden más trabajos, y a este respecto la porcionado por Mousnier; además, llama debidamente la atención
{ discusión sobre la crisis general no fue ninguna excepción. A princi- sobre la necesidad de examinar de cerca no sólo las cau~as sino tam-
( pios de la década de 1970 un debate que había comenzado en la de 1950 bién las consecuencias de los trastornos de la década de 1640. Parece
"" ¡
estaba perdiendo impulso, lo que no es de sorprender. No obstante; haber algo en los historiadores que les hace más propensos al estudio
( -. es justo se11alar que, además de exponer algunas significativas bolsas de las causas que de las consecuencias, por lo cual resulta saludable
{ ele ignorancia en nuestro conocimiento de la historia económica y el llamamiento de Rabb.
política del siglo XVII, centró la atención en problemas históricos de Rabb no sólo ~larga la perspectiva sobre las revoluciones de me-
(
gran importancia que después se han negado a abandonar la escena. diados de siglo, sino que también la amplía, ele forma que recuerda
( Éstos fueron definidos y explorados con elegancia por T. K. Rabb en otra vez a!\'. ousnier, al insistir en las características y manifestacion~s
(, ~. The Struggle Jor Stability en 1975. Después ele resumir el debate sobre culturales de la crisis y su resolución. Se trata de un avance arriesgado
la crisis general, comentaba que «uno no puede escapar a la impre- y valiente, e inevitablemente algunos resultados iban a ser dudosos.
( sión de que algo de gran importancia tuvo lugar realmente hacia el «La búsqueda de autoridad y certidumbre», que considera fundamen-
( segundo tercio del siglo xvu» 37 , una afirmación con la que me encuen- tal en la empresa del siglo XVII, era en sí misma ambigua y vacilante y
tro de acuerdo a pesar de cualquier observación que haya realizado los testimonios proporcionados por las artes pueden apuntar en mu- .
(
sobre las continuidades subyacentes del periodo. El valor específico chas direcciones, como era consciente el propio Rabb40• Su interpre-
~ ) de la contribución de Rabb está, en mi opinión, en su empe110 de si- tación de determinadas pinturas es·discutible, pero no se puede dejar
( ' tuar ese «algo de gran importancia)> en una perspectiva histórica más
larga y amplia. · · ,.,
de admirar su resolución de relacionar los argumentos sobre la crisis
económica y política con las inquietudes estéticas e intelectuales de
{ } ,.'·, la Europa barroca. Nunca acabar~mos de comprender del todo los
l 3~ A. Lloyd Moote, • The Preconclitions of Revolution in Early l\fodcrn Europc;
{ Did They Really Exist?», Canadian]ournal o/ History, 8 ( 1973), pp. 207-234. ·•
38
J. H. Plumb, The Growth o/ Political Stability in En.gland, 1675-1725, LÓndres,
36 Perez Zagorin, Rclll'lf and Ruler.f, 1500-1660, 2 vols., Cambridge, Cambridge Mácmillan, J967. ·
( 39
University Pres.e;, 1982 [Revur.llas y reunlru:im~-S en la Edad Modenzn, trad. Alfredo Alvar Roland Mousn ier, ú.s Xl'le et X17ft Siecles, 2ª edn. rev., París, Presses Universitai-
t· .. Ezquerra, 2vols., Madrid, Cátedra, 1985).. .
37 Theodore K. Rabb, The Struggk for Stability in Ea.rly Modern Europc, Oxford·y
·' :··'.'\ rcs de France, 1967 [tos siglos Xl'l.y XVII, trad. y rev.Juan Reglá, Barcelona, Destino,
1981], pp. 208 y 276. , :
<i. l "'." Nueva York, Oxíord University Prcss, 1975, pp. 27-28. . 4º Rabb, 'Jl,,.Stru¡;gleforStability, pp. 107y 123.

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EliPAÑ.\, EURúl'A Y El. MUNllO l>F. UIJ'IIA~Wt l.\ l:R"IS ,:.:NF.11,\1. f.N REl'l<llSl't:l:nvA: UN l>EIIATf. lNTERMINAlll.t:
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traStomos de mediados de siglo sin hacer un serio intento ele penetrar Civil inglesa. Su punto de vista enfocaba el problema planteado por · l
en el modo de pensar tanto de quienes defendían la autoridad esta- los diversos reinns de Inglaterra, Irlanda y Escocia, tocios los cuales
blecida como de quienes se oponían a ella. debían lealtad a Carlos l. En Tlie Causes o/ llut Englisli Civil War [,,Las -l
Al mismo tiempo, The St,-uggleJor Stability puede ser vista como e I pre- causas ele la guerra civil inglesa».], Russell escribe: «La hipótesis de }
sagio de un alejamiento respecto del U1ltamiedto relativamente preciso que el problema rle los reinos múltiples fue una de las causas princi- l.
)
1
de la crisis de mediados del siglo XVII que había caractelizado la mayor pales de inestabilidad btitánica encaja perfectamente si se la conside-
parte del debate. Esto podría reflejar en parte una sensación de qne la ra en un contexto europeo»~~. )
discusión, tal como había sido fommlada hasta entonces, em más bien Aunque ,The Fallo/ the B1itisli Monarcliies, 163 7-164 2 [ «La caída de )
lenta y no estaba llevando a ningi.ma parte, pero también con·espondía las monarquías británicas, 1637~1642»] de Russell se halle relaciona-
.al clima historiográfico cambiante de la década de 1970: la reacción do s6lo débilmente con los acontecimientos contemporáneos en el ¡ )
contra Femand Braudel estaba cobrando fuerza, la con'elación de fuer-
zas de los Annaksse estaba desplazando de la historia social y económica
a la historia de las mentalités, el detenninismo histótico se batía en retira-
continente europeo, situar la rebelión inglesa en el contexlo británi-
co m,is amplio formado por los tres reinos conuibuyó, en mi opinión,
a mamener una conciencia tal vez precaria en el ámbito ele los histo-
l•
1
l
,
)

da a medida que avanzaba la recuperación de lo contingente y lo indivi- riadores de habla inglesa ele que el problema de la simultaneidad, )
dual, la histoda política se reinventaba, el arte narrativo renacía (para planteado tanto por Merriman en su Six ContemJJuraneo·us Revolulions )
asombro de Lawrence Stone) y los revisionistas empezaron con la de- [ «Seis rc\•oluciones contemporáneas»] como por el debate sobre la
construcción sistemática de todo lo que pensábamos que sabíamos y crisis general, no podía ser ignorado del todo o rechazado sumaiia- i1 )
11
cc:,mprendíamos antes de que aparecieran sus brigadas de demolición. mente como la ide::i sin base real de algunos historiadores que tendían •·' }
Tal ambiente era poco pmpicio para la teoría de la crisis general, ~i
a ver crisis por tocias partes como retlt;jo de las preocupaciones di:: su
o de hecho para cualquier otra teoría. Los vínculos, u presuntos ,·in cu- propia épuca~:t. T.iles preocupaciones influyeron cienamente en Me-
l'd }
!•
los, entre economía y política se habían roto y lo ·que antes se consi- ·' rriman cuando publicó su libro en 1938. Como él mismo explica, al )
deraban grandes revoluciones quedó reducido con harta facilidad a
la contingencia de acontecimientos cotidianos. Aun así, no todo se
perdió en este periodo de desolación. En particulat~ tuve la felicidad
de comprobar que, a fin de cuentas, no había escrito en vano Lri rebe-
escribirlo tenía en mente no sólo las revoluciones simullfü1cas ele 1848,
sino lmnbién la re\'olución bolchevique ysu impacto contemporáneo.
Eslo ayuda a comprender tanto su elección de tema como su enfoque
general. .Mcrrim;m dedica mucho espucio a lo que llama «corrientes
l
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)
)
)
lión de los catalanes. Conrad Russell, en su estudio soLre la Gnerrn Civil cruzadas», las conexiones trnnsnacionales entre rebeldes y los imei1-
inglesa, había retomado de mi obra la idea de moi1arquía comp, testa, tos de illlervención de un estado en los trastornos internos ele otro }
aunque la expresión sólo aparecería más tarde (fue inventada, creo, (algo que parece haber sido inspirado en particular por la interven- 1
.1 \ )
por Koenigsberger, aunque él parezca pensar que la inventé yo) 11 • Mi ción de potencias extra1tjeras en la Guerra Civil española)~~. Por otra
libro había tratado de demostrar el impacto sobre la sociedad catala- parte, este libro puso de manifiesto que los misn1os contemporáríeos }
na del absentismo real, que había surgido necesariamente de la 11obe- de los ucontecimicmtos eran muy consch:ntes de vivir en un petiodo de )
ranía del rey de España sobre tantos reinos y provincias diferentes, conmociones y tmstomos fuera de lo común. En otras palabras, el
problema de las revnluciones contemporáneas lo fue para los coetá- "·
)
todos ellos con sus propias leyes e instituciones. Esta idea demostró
ser crnciál para el tratamiento ele Russell de los orígenes de la Guerra neos mucho anles ele serlo pai-a los historiadores. t. j
~ j
42 Conrad Russdl, 77,e Ca11ses of tlie E11glish Civil War, Oxford, Oxford UniversiLy

' j
11 Véase la \<enión publicada de la co1~fe1·encia inaugum~ <~e cátech-a de Ko~n~gs-
Press, 1990, p. 29. ·1
berger en el Ki11g's College de Londres, leida en 1975, «Do11m11u111 n-galeor Do1111n1um
politicum et rtgok», en Po/iticians and Virtuosi, p. 12, donde explic-.t que •la mayoría de ◄S Conl".id Russdl, '/71e Fall uf 1/11! Brilis/1 Mo11t111:l1ies 1637-16-12, Oxford, Oxford
Universit)' 1'1·ess, 1991.
:i e j
los estados de la edad moderna fueron estados compi.1estos»; también]. H. Elli.,tt, •A
Europe ofCom~ite.Monarchies», P,zst and Pmtnt, 137 (1992), pp. 48-71, incluido ◄◄ Véase la conclusión de R. B. Merriman, Six Co11l1!111Jmrm1to11s Rroolu1io11s, Ox- e J
en el presente volumen .:orno cap, 1, forcl, Cl;irendon l'n•ss, 1938, esp. pp. 215-216.
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f::, Es1•AÑA, J::UROl'A Y El, MUNDO 11~ l'U'IIAMAR l.,\ CRISIS GENEIIAl. EN RV.TROSl'Eí:TIVA: UN nt:IIATE INT~lu.111-tARI.E

f ~ ~
La conciencia contemporánea ya había sido observada desde las vecinos, como ilustra la reacción de Richelieu a las revueltas de 1640
en Catalufm y Portugal. Según yo mismo indiqué en mi conferencia
{,,
{1) etapas más tempranas del debate sobre la crisis general. Trcvor-Roper .
mencionó las palabras de un predicador inglés en 1643, «estos días «Revolución y continuidad» y Koenigsberger repitió en su. «Farewell»
a la crisis del siglo xvu, las re,•oluciones de mediada la centuria no

,,,
son días de temblores», y yo mismo cité en el simposio londinense
f;) de 1957 la observación de Olivares, transmitida por el embajador en pueden tratarse simplemente como fenómenos independientes, en
Madrid, de que «si los reyes no miran por sí mismos, no van a quedar particular por lo que hace a su desarrollo y resultados49• Al llegar a
más que algunos reyes en pocos años» 45. Desde la década de 1950 este punto, el amHisis socialgt.tarda silencio y un conocimiento de la
(

'"' hemos aprendido mucho tanto sobre la recopilación de noticias y las política interior d~ja de ser suficiente. Del mismo modo que el estudio
f ) publicaciones periódicas en la Europa moderna como sobre las redes de las relaciones internacionales es fundamental para entender el
por medio de las cuales se difundía la información 46• La sed de saber impulso recibido por la nueva fiscalidad real de las décadas de 1620
( qué estaba ocurriendo en otras partes era enorme.Jonathan Scott y 1630, también lo es para comprender el desenlace de las revolucio-
{ escribe sobre Inglaterra que tan sólo en la década de 1622 a 1632 nes que esa política de impuestos desencadenó.
( llegaron a circular 600.000 cora.ntos•◄?. Debe de haber ya disponible De lo anterior se deduce que la discusión sobre la crisis general es,
bastante información sobre corantosy boleLines como para hacer po- o al menos debería ser, un reproche constante al tratamiento aislacio-
( n ista de las historias nacionales. Es un debate que apunta, aunque sea
sible un estudio general y sistemático que trate tanto la difusión por
( '\ toda Europa ele información relativa a las revueltas como la rapidez imperfectamente, el potencial enriquecedor de un enfoque paneu-
con que llegaban las últimas noticias, ya fueran comunicadas con ropeo que exige llevar a cabo conexiones y comparaciones. Estas se
( '!
impresos o enviadas con la correspondencia p1ivacla, como las cartas deberían efectuar, a mi parecer, no sólo entre las propias sociedades
@: de René Augier desde París a Giles Greene, un miembro del comité revolucionarias, sino también entre ellas y las sociedades donde no
( parlamentario inglés de asuntos exteriores, informándole ele la evo- ocurrieron revoluciones. En fecha tan lejana como 1957, en el sim-
lución de los acontecimientos en Nápoles en 1647~8 • posio de Past and Present, Lawrence Stone planteó el problema de la
(
La difusión por toda Europa de infonnación sobre la insurrección inexistencia de revoluciones en aquellas sociedades donde parecían
( ) catalana, el ascenso y caída meteóticos de Masaniello en Nápoles en 1647 ciarse todas las condiciones previas necesarias50 • Su llainamientó ape-
(( '\ y la ejecución de Carlos l en Inglaterra nos devuelve otra vez a las nas ha encontrado eco, que yo sepa, aunque por mi parte haya llevado
preguntas de Meniman sobre la propagación del virus revolucionario a.cabo un intento de analizar las razo~es para la ausencia de revolu-
({
{
' y el impacto de las noticias de las revueltas sobre las decisiones de los ción en uno de los casos más notables de sociedad no revolucionaria,
la Castilla de la década ele 1640, en un ensayo, inc;luido en el presente
gobiernos. Los informes de disLUrhios internos eran una invitación
( permanente para que los estadistas pescaran en el río revuelto ele sus libro como capítulo IV, qú~ apareció originalmente en un volumen
ele homenaje a René Pillorget, uno de los principales estud~osos de la
( tipología de las revueltas del sigl9 XVIl51 •
◄5 H . R. 1·re"or-Roper, •Gc11l'ral Crisis•, p. !19; •SC\'t'tllecnth-Centlll")'
· .,.
Rcvolu-
{ lions•, PastrmdPrrsent, 13 (1958), p. 65. · · ··
¿Dóncl~ estamos, pues, y adónde hemos de ir? Como he indicado,
16 Véase por ejemplo Paul Arbla.~ter, •C11rrent-Affair.1 Publishing in thc l-labsburg muchos de los retos planteados por el debate, como la comparación
( ~
Netherlands, lfi20-1660, in Cnmparativc Europc:m Pcrspectivc•, 1esis doclornl, lJni- entre las sociedades revolucionarias y las que no lo fueron, esperan
{ ' ver.;idarl de Oxforrl, 1999; Brenrlan DoolerrSabrina Baron (ccls.), 111e.Poli1irsnflnfor:
mat~on in Earzl· ModPm E11m/1", Lonrlres, Ro11tledge, 2001. '
{ ~ Los. cormll11J eran hojas sueltas que recopilaban noticias extraídas de periódi-
cos extra11Jcros. fueron los holandeses quienes desarrollaron la práctica grncias a su 19 Elliolt, Spai11 a111l ilS World [&paña y su mundo], cap. 11; Kocnigsberger, Politi•
{ ven~josa posición geográfica y comercial. El ümranlc 11yt ltalimi, Duytslmult, &c., pio- cians a11d Vfrtuosi, lli7.
nero ele tales p11blicacioncs, comc111.ó a ap.ireccr semanalmente en Ámstcrclam eó' 50 Lawrence Slone, •Seventeenth-Ccntury Revolutions•, Past and Present, 13
( lfjJ 8. (1958), p. ü!l. .
◄' Scott, E11glm1d'.t 1loublr.s, p. 100. '. t 51 J. H. El,ljotl, .. ,\ Non-Revolulionary Sodety: Castile in lhe 1640s•, enJean de
{' '\
:e Rosario Villari, Elogio ,l.r.lla disimulazionr.. La lotta /10/itira 11d Sciccnlo, Ro~a y. Vigcrie (ed.) füudl's d '/¡istoire e11ro/1ime. Mélangts offrrts ti René elStpmne PiUorget. An~
l 1 Ban, Latcrza, 1987. . · ,! gcrs, Prcsscs Jnivcrsitaires f Anger~. 1990, pp. 253-267.
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Esr..m, [llkOl'A Y El. MUNDO llf. UI.TRAIIIAII I.A <CRISIS t :rn1-:1w. EN RETllt>SPECl'IVA: UN llEU.nE INTl'.IIMINAUI.E
l
todavía a quieµ lo~ acepte; además, las historias de.casos específicos opuesto. Los historiadores de la meteorología hao estado explicando l
merecen estudios n:i~_deteoiclos. Sin embargo, lo que se l)a convertido a quien quisiera escucharles que hubo un deterioro general del clima
-)
en un viejo probl~ma histórico no puede, o deberla, tratarse con viejos en el siglo xvn, con una caída de las cempemturas que relacionan con
métodos. Las 711entalitésde los historiadores han ca.rnbiado desde las fluctuaciones de las manchas solares y un dramático incremento de )
décadas de 1950 y l 96Q, para bien y para mal,,y las perspectivas y datos la actividad voldnica 5•1• Así pues, se asoma ante nosotros la posibilidad )
nuevos que han swgido desde aquellos estimulantes decenios tienen
que incorporarse ele algún modo en los términos ele:: la discusión.
ele otro debate, esta vez sobre la crisis global del siglo xvu. Esperamos
con impaciencia los hallazgos de Gcoffrey Parker a medida que con- 1 )
Por lo que ~aCC: a la crisis económica de Hobsbawm, seguramente tinúa con sus infatigables pesquisas ~obre los disturbios sociales y po- )
ya ha pasado el ~empo en que los historiadores podían referirse a una líticos en el lejano oriente, aunque tengo la incómoda sensación ele
que, si el dima y la revolución se sitúan en próxima conjunción, pue-
1 )
economía «europea». Desde las primeras etapas del debate se- hizo
evidente.que había enormes cliferenci~ e11 el ritmo y el alcance de la de prod udrse un gran acaloramiento sin un corresppndiente aumen- \ )
recesión, inch~.so donde éstapoclía demostrarse, y que la depresipn
de una región,podía implicar el crecimient1;> de otra. El caso mejor
to en la recogida de resultados.
DC:jemos por el momento el destino del mundo a otros y volvamos
~ )
documentado y más convincente de crisis económica a escala europea
sigue siendo el de los años 1619-1622 estudiado por el tristemente
a Europa, en particular a los años de 1640 y los desafios a los que, me
pare<.:e, nos enfrentamos al relacionar los trastornos de esa década
l }
)
desaparecido Ruggiero Romano, pero dos décadas lo separan de las con los in te reses y preocupaciones de la historiografia actual. A modo
i:evoluciones de .1640 y, de cualquier modo, la naturaleza del vínculo ele conclusión, intentaré esbozar brevemente dos o tres ,ireas donde )
~n¡tre depresión económica y trastornos sociales y políticos sigue es- los desarrollos ele los últimos años me hacen pensar que es necesaria . )
1
tando tan poco clara como siempre52 • Romano, a pesar de mantener la reexaminación y profundización de los temas en los que tradicio- i
nalmente se ha centrado el debate.
¡ )
la tesis de un descenso en la actividad productiva en la Europa del
.si~~o XVII (con_ las excepciones cualitativa y cuantitativa de Inglaterra En primer lugar, hemos aprendido mucho más sobre la realeza y :¡ )
· ·· y c.uaiititativa de los Países fütjos), cambió de opinión sobre el <lesa- su proyección en la Europa de la edad moderna de lo que sabíam_os t )
. rrollo económico de la América hispánica, cuyos metales preciosos cuando se emprendió la discusión en la década de 1950. Los estudio- t )
~
. estaban tan estrechamente relacionados con las vicisitudes fiscales y sos de la historia política se hallan probablemente más inclinados en
económicas d_e los estados europeos. La tesis del libro de Romano
· Coyunturas opuestas; publicado originalmente en 1992, es que el sis
la actualidad que hace media centuria a prestar atención al carácter
sagrado ele la realeza en el siglo XVII. Ciertamente, la corte principes-
.

:,'
~' ' )
f¡ )
glo XVII, si bien de crisis económica para Europa, fue un periodo de ca, tal como es descrita por los conuibuidores a un volumen reciente
-~
crecimiento para la América ibérica -como tienden ahora a sostener sobre las cortes europeas, presenta todos los rasgos de una institución )
.los.especialistas en historia colonial-, a pesar de los indicios de tras• cuasi-religiosa, donde las liturgias de la capilla real y la etiqueta de la
corte son complementarias y se refuerzan mutuamente5~. La exalta- }
tomos y reveses temporales53 •
En una época en que la tónica dominante ha siclo hacia la decons- )
trucción de las crisis económicas y políticas del siglo xvn, resulta iró- )
M Véase Ceoffrey Parker y Leslcy M. Smith, -Introchu:tion• en Parker y Smíth \.
nico que al menos en un área la tendencia haya sido en el sentido (eds.), Gew:ml Crisis, pp. 1-31; William S. Atwell, •A Seventeenth-Century "General
Crisis" in East Asia?», e::n Parkcr y Smith (eds.), General Crisis, pp. 253-254;John A.
,, ( }
Eddy, « The "Mauncler Minimum": Sunspots and Climate in the Reign of Louis XIV•, ¡,
52 Ruggiero Romano, .Between the Sixteenth and Seventeenth Centuries:
The Economic Crisis of 1619-22• (1962), en Parker y Smith (eds.), Gener(I/ Crisis,
pp. 153-205.
en Parker y Smith (eds.), General C1isis, pp. 264-298. . . . •
. ~~ Pan) Kléber Monod, Tlie Pmuer uf Kings: Mo,wrchy ancl Relrgzo11 m Europe, 1589-
1715 New Haven (Co11necticut) y Londres, Vale University Press, 1999 [El poder de
l
l 'I
4 j
55 Ruggiero Romano, Conjoncl11m opposies. La «crise» du ).'VI/e siecle en E111v¡,e et en
Ammque ibérilJU4, Cinebl11, Droz, I 992 [ Coyunturas opuestas. La crisis del siglo XVII ,m Eu•
ropa e Hispanoamét-ica, México, Colegio de México y Fondo de Cultura Económica;'
tos re;e.s: uuJ11arq11foy rnligión en Europa, 1589-_1715, ~rad.Jes11s Izquierdo M~rtín, Ma~
drid, Alianza, 2001 ];John Adamson (ed.), The Princely Courts ofEur<,pe: Ritual, Po/1-
tícs ami Culture 1t11der the Anden Regime, /500-1700 (Londres, Weidenfeld and Ni-
1 • )
4 ~
cholson, 1999).
I 993]. Sobre las eir.cepciillles inglesa y holandesa, véase p. 91. 4 j
J
'\
r
f
( ,
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EsrAÑA, l::UROPA y EL MUNDO Of.. ULTRAMAR l.,\ CRIMS GENERAi, t.:N RETROSPEC..,lVA: UN DEB,\lE INTERMINABLE

(
f '.)
' ción consciente de la realeza sagrada en las décadas iniciales del si-
glo XVII puede considerarse una reafirmación de las suposiciones
aceptados y contribuyó a preparar el terreno para las protes~ abier-
tas de la década de 1640. Sin embargo, a pesar de la creencia de Oli-
{ ) tradicionales sobre la necesidad humana de tomar·cómo modelo lo vares de que «si los reyes no miran por sí mismos, no van a quedar más
divino. Sin embargo, esa misma reafirmación exige explicación. Aun- que algunos reyes en pocos años», la medida en que esta disconfor-
( )
que refleje en parte la importancia conferida a realzar la autoridad de midad estaba volviendo a la población contra la institución de lamo-

' ""'
( .•
la corona corno reacción a los desórdenes civiles·y religiosos del si-
glo xv1, también parece responder·a la necesidad sentida por los go-
biernos del siglo XVII de desplegar toda la panoplia del poder real para
narquía en sí misma sigue estando poco clara. En los últimos años, los
historiadores de la teoría política han dado un nuevo impulso.al es-
tudio de la tradición republicana en la Europa de la edad moderna y
( "'
>º movilizar más eficazmente los recursos de sus sociedades en una épo- sus hallazgos deben incorporarse a la historia de las revoluciones de
(f ~. ca en que se veían arrastrados a los conflictos internacionales de la mediados del siglo xvn 60 • Desde luego, es posible que hayamos subes.:.
Guerra de los Treinta Alias. timado la parte desempeñada por el pensamiento republicano en las
( "" La panoplia del poder incluía la imaginería de la realeza. Hoy revoluciones, quizá porque sólo en Inglaterra y Nápoles parece haber
f todos somos conscientes de la amplia utilización que hicieron ele tenido un impacto significativo. Podríamos habernos engañado con
( las ceremonias, las representaciones visuales y el teatro corte~ano los la disimulación del siglo XVII y haber subvalorado el vigor de los idea-
monarcas de la edad moderna para proyectar la gloria y los triunfos les republionos. La supervivencia de repúblicas en una Europa pre-
( ....
de sus rlinastías. Sin duda, tales recursos podían contribuir a mitigar dominantemente monárquica y la incorporación triunfante a sus filas
,e ~
las funestas consecuencias de una realeza ausente, hasta tan lejos ele las provincias rebeldes de los Países Bajos septentrionales propor-
~ '
( "\ como en los virreinatos de Nueva España y Perú5~. Por otra parte, es cionaban ciertamente un modelo de vida y funcionamiento de un
fácil sobreestimar su eficacia, como me parece que le ocurrió a José sistema de organización polít~ca alternativo y aparentemente viable.
{ '
Antonio Marava11 en La cultura del Barroca57 • En su elegante librito Con todo, trasladar ese modelo de estados pequeños a otros _mayores
( :-- Elogi.o della dissimulaz.ione [ «Elogio del disimulo»], de 1987, Rosario planteaba problemas, en particular en cuanto a la participación po-
( .., Villari llamó la atención sobre la importancia de la disimulación en pular en el ejercicio del poder, pues tendía a desencadenar temores
la vida y pensamiento del siglo xvn y la manera en que ayúdó a crear inveterados de la nación política a la ley del populacho61 • . ·
( : un espacio para el movimiento y la innovación en sociedades que·se La lealtad al monarca permanecía firmemente arraigada en estas
( ' encontraban constrefüdas por el pesado aparato del poder estatal 58 J sociedades y para arrancarla era necesaria una poderosa combina-
Por su parte, los historiadores de la literatura y del teatro han descu- ción de circ-mstancias, ya fuera en.Cataluña, Inglaterra p Nápoles.
fI "' bierto ambigüedades e intenciones subversivas en obras de autores Sin embargo, en unos tiempos en que la opinión pública estaba en-
( como Calderón, que inicialmente daban la apariencia de hallarse contrando :.u voz y había de ser tomada en consideración cada vez
( totalmente identificados con las directrices de la corte y la conserva~ más por los reyes y sus ministros, el mismo realce de la majestad en
ción del statu quo"9 • un intento de maximizar el pod_er contribuyó a aislar a la corte y
([ .) No hay duda ele que en estas sociedades monárquicas había una
( ) fuerte vena de crítica y disensión, la cual subvertía los puntos de vista
·
00
J. G. A. Pocock. Tlie Mfl(:hinvellian Mommt: Florentme Poütical Thoughl and the
t "\ .. ·,
, '•'\t
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t ', 56
,,)

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. ;,,'~j• 1975; Quentin Skinner, Tite Foun<latio11.s ofM¡dern.Political '/1io11ght, 2 vals., Cambridge,
Cambridge Universily Press, 1978; Da,·id Wootton, Rr.JJUblicanism, Liberty, and Commer-
viminn~ C'.ru;tcllón de la Plana, Universilatjaume I, 1995. Véase más abajo, pp. 241-2421 .. ~ ... cial Society, 1649-1776, Stanford ( Califomia), Stanford Un iversity Press, 1994; Martin
t 57
José Antonio MaravaH, La cullura del Barrar.o: análisis <k tma estmctum lzistóntli; .{ van Gelder y Q• 1en tin Skim_1er ( e_ds.,>, Repuhlicanisni: A Sliart!d European Heritage, 2 voh,.,
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34:6 (~) ele abril de 1987) [reseña ele la versión inglei;a]. • ~ ·'rA 61
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E.si'AÑA, EUROl'A Y EL MUNDO DE lll:J'ltAMAR L\ C.IU"ilS l~tNl-'.lt.\L.t;;N ~f.flUJSPJ-:l:1·1\;A: \IN IJl:Wl\l'I-: INl"lM.MIN,\IÜ.l':
1
)
alienar de la corona elementos significativos de la nación política. 1muestad de la realeza y su deber hacia sus monarcas; parece además }
En este sentido, como mínimo, la dicotomía de Trevo1:-Roper entre haberse fundado en una doctrina neoestoica que insistía en la disci-
corte y país todavía ha de tenerse en cuenta, ya sea en Inglaterra o en plina, el orden y la autoridad, una filosofía cuya importancia en la --l
el continente. Las máscaras de la corte de Carlos I y las festividades formación de las actitudes de las élites europeas de principios del si- . )
de Felipe IV en su palacio del Buen Retiro frearon al menos entre glo XVII se ha hecho en los últimos años cada vez más evidente65 •
los mismos soberanos ilusiones de poder y armonía derivados ele su Al mismo tiempo, con el fin de alcanzar sus objetivos, los validos J
propio gobierno benévolo, imaginaciones que les protegían de las se vieron obligados a recurrir a redes de parentesco y sistemas de l
desagradables realidades del desobediente mundo de fuera de los clientela, aspecto que ha siclo tema de estudio detallado en las últimas }
muros de palacio62• Inevitablemente, estas celebraciones de majestad clécadasot•. Esto a su vez alienaba a los miembros de la nación política
provocaban quejas generalizadas sobre la extravagancia real en tiem- que se veían excluidos del círculo mágico de los cargos e influencias )
pos de guerra y penuria. Incluso en el caso de las selectas audiencias y originó tanto comentarios sombríos sobre súbditos demasiado po- )
a las que estaban destinadas, las opulentas representaciones de la derosos como la corrupción que acompa1fa al ejercicio si11 trabas del
realeza triunfante, ya fuera en el teatro o en la imaginería visual; poder personal. Aun cuando despertaran una oposición generalizada, )
tendían demasiado a menudo a provocar más escepticismo que ad- los validos prestaban paradójicamente un servicio inestimable almo- )
miración reverencial entre quienes estaban al tanto de lo que pasaba
entre bastidores65 •
narca al actuar como pararrayos que desviaban la ira que de otro
modo podría haber caído en la persona del rey. ' )
Una creciente desconfianza en las décadas de 1fü!O y 1630 no pudo Desde la perspectiva general del siglo XVII, por tanto, las revolucio-
1
)
por menos que socavar la capacidad de la corona para reunir apoyos nes de mediada la centuria pueden considermse, al menos en parte, ( }
cuando llegó la crisis. Con todo, el impacto a largo plazo sobre la como una reacción a la política, el comportamiento y la misma exis-
misma monarquía parecía mitigarse con la existencia de otra institu 0 tenc.ia ele validos, privados y favoritos que parecían usurpar las fun- ~: )
ción cuya importancia se ha precisado con mayor claridad en los úlr ciones del soberano. Su destitución del cargo y la decisió1i expresa ele \~;
i! ,., )
timos años: los validos o primeros ministros favoritos del monarca. Su algunos monarcas (Felipe IV, Luis XIV, el emperador Leopoldo I) de
estudio como fenómeno europeo fue el tema de un congreso en gobernar en el futuro por sí mismos contribuyeron a reducir las ten- )
Oxford en 1999 cuyas actas fueron luego publicadas y traducidas eón siones}' crear las condiciones propicias para alcanzar la estabilidad \, )
el título El mundo de los val-idofr1• Hubo validos de muchos tipos en la en la Europa de finales del siglo XVII, las cuales constituyen el tema de ·~''·
The Struggle for StabiliLy in Early Modern Europe de Theodore Rabb. { )
Europa de la primera mitad del siglo XVII y su impacto en la política y
en la sociedad fue profundo. , . :<- Los aspectos resumidos pueden proporcionar algunas pistas e in- ( }
Validos inflexibles como Richelieu y Olivares no cejaron hasta im, dicios sobre las posibles direcciones que pueden tomar los nuevos
I' { j
poner proyectos fiscales y militares que hicieron que se acumulara un enfoques sobre «la crisis general,, del siglo xvn. No tengo ninguna ;!
resentimiento amplio y profundo, echando leña al fuego de la rcbe, / duda de que resultan deseables y necesarios. Cualesquiera c¡ue fueran 1
1:· )
lión. Su falta de escrúpulos se derivaba de un se\1tido exaltado deJa · los defectos del planteamienco original del debate sobre la crisis ge-
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neral, sus participantes identificaron una serie ele cuestiones sobre la
~ ~. )
tiY KeV1n Sharpe, 1ñe Pmonal Rule ef Ch11rles /, New Haven (Connecticm) y Londres,
65 Véase, por ejemplo, Gerhard Oestreich, Neostoicism m1d Tlit1 l:.'t1rly Modem S1111e,
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Yale University pre11, 1992;Jonathan Brown yJohn l-1. Elliott, :\ P11lar.efora Ki,1g:f/1le i,
Bum Retiro ,md 11,1 Court o/PhilipIV. New Haven (Connecticut) )' Londres, Yale Univc~ Cambridge, Cambridge University l'ress, 1982, y Pcter N. Miller, Peil'l'sr. '., F:11mpe: Lecm1-
sity Press, 1980; edil. rev. y ampliada 2003 [ Un palacio para el rey: el Buen Retiro y ld.córte ing a11cl Virt11e i11 tlie Seu,mteentli Ce11111ry, New Haven (Connecticut) )' Londres, Yale 'I
11
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ikFdipeN, trad. Vitente Ueó y María Luisa Balseiro, Madrid,Taurus,2003). .J~~~ , University Press, 2000. (
65 J. H. Elliott, •Powerand Propaganda in the Spain ofPhilip IV•, en Spafo ánd(A, :. i,. 66 Sharon Kettering, Patrons, Brokers, and Cüenls in Seoe11teentl1-Ce11tury Fra11ce: Gift-
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., giving t111d Patrrmage in .Early Modern Fra11ce, Oxford, Oxford Universit)' Press, 1986; I!
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World [España y su mundo], cap, 8. · · . ··• ·.,;:;. Q j
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fi.l J. H. Elliott'y L W. 8, Brockliss (eds.), Tlit World of tl1e Favourit~ New Havi:íl'. /.wtonio Fe ros, Ki11gsllip und Favorilmn i11 tlit Spain ofPliilip JJJ, 1598-1621, C.'lmblidge,
(Connecticut) y Londres, Vale University Press, 1999 [El 1nu11do de los valido.,, t'nitt Cambridge University Press, 2000 [El duque ik Lmna. Rea/1!7.a y privmu.a ,m la Españc, de 1'· )
Jesús A)borés y Eva Rodríguez Halffter, l\fadrid, Taurus, 1999). ,_ ,i:. Feli/ie 111, Madrid, Marcial Pons, 2002].
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f,re,
{1, EsrAN,\, EUROl'A \' f.1. MUNIJO llf. l•l:l'HN,!AR

{.,
,), interacción de la política, la economía, la sociedad y la cultura que IV
,,,
CAPÍTULO
son fundamentales para nuestra comprensión no sólo del siglo XVIJ,

,,, sino de la Europa de la edad moderna en general. Como siempre,


todavía hay espacio para una investigación más detallada de las causas
y consecuencias de revueltas y revoluciones específicas. No obstante,
..,,.,
UNA SOCIEDAD NO REVOLUCIONARIA: ··
CASTILLA EN LA DÉCADA DE 1640
@: , espero por lo menos que los historiadores que se ocupen en ese de- ••r
., .
,.

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{;, bate logren demostrar las posibilidades, así como las dificultades,
de tratar el tema a una escala europea y enfocar los acontecimientos
@ ) nacionales dentro de un marco comparativo internacional más am-
(,, plio. Con todos sus defectos, los historiadores de aquella generación,
a diferencia de algunos de sus sucesores, no tenían miedo de plan-
( "' tearse grandes preguntas y pintar con enérgicos trazos sobre un lien-
( "" zo de amplias dimensiones. Es lo que necesitamos hoy más que cual- E1gran debate histórico de las décadas de 1950 y 1960 sobre la lla-
{ quier otra cosa67 • mada «crisis general del siglo xvm, condujo a importantes e intere~
san tes in ten tos de comparar los distintos movimientos revolucionarios
([ ocurridos en Europa a mediados de siglo y a elaborar una: tipología
( de la revolución'· Una faceta sorprendente del debate, sin embargo,
es que las comparaciones han sido siempre revolucionarias, en el
({ )
'1 sentido de que un movimiento de protesta ha sido comparado con
{ ) ·1I otro, a lo largo del tiempo o del espacio. Lo que hasta ahora se echa
( ) de menos en la discusión es un intento de comparar sociedades qÚe
( ) ....., no se rebelaron con aquellas que sí lo hicieron 2. Una comparación
entre sociedades revolucionarias y no revolucionarias, que en la su- '·'
( ) ,. '¡, perficie parecen hallarse sometidas a parecidas presiones «revoludo-
( ·~ , ' : , ·1 narias», quizá nos permita identificar con mayor precisión algunas de
{ ~. las condiciones esenciales para la rebelión. Frente a esto puede ar-
güirse con. razón que establecer comparaciones válidas entre socieda-
( des revolucionarias es ya bastante difícil como para embarcarse en
( una comparación de las revolucionarias con las que no lo fueron.
Pero diferP.ncias manifiestas pueden a veces ser más reveladoras que
5 ....
~ ·~ ' ' ,1,( ' . similituder. superficiales. Y los escépticos acerca del estudio de la no
( 1 .revolución no deberían olvidar que Sherlock Holme.s no perdió por
~Ó,mpleto su tiempo cuando se percató de que el perro no ladró en la
{ ')
·•·· noche::
t ."\ ·1•·
-. ~,
... ""''~ '
{ "7 Otra prueba de que .~e trata de un debate inten~tinable la propo~ciona·Ia·ei.it < ·,1 1. Véase más arriha, cap. 111. · . . . ·
luación más reciente, publicada tres años después de la mía: •Thc General Crisis of :; "· 2 Para un intento de este tipo, empero, véa.~eJ. G. Casey, Tl~Kingdom o/Valenria
( the Seventecnth Century Revisited», AHR Forum, American flislnricnl &vieru;•ll:3 ~ . in 'the Seuent,mll, Ctmlury, Cambridge, Cambridge, University ~ress, 1979 [El rtino de
l)) (2008), pp. 1029-1099. El Fomm indica que los historiadores están comcnzando·a. Valencia en el fig{,n XVII, trad ..Juan faci Lacasta, Madrid, Siglo XXI, 1983], qu~ intenta
reconsiderar: la 1coría de la crisis del siglo XVII desde una perspectiva con\parativ-l explicar la ausencia en 1640 ele una «rebelión de los valencianos" comparable a la de
l'"' global además ele europea. Acaso se vuelv-J al 1ra1.0 fuert.e. · ·. ,: •·'. ·:·, 1 sus vecinos c:11ala111!s.

l'"l 1 1 •) 1 ,..,

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Revista Pcdralbes, 19 (1999), 13 1-146 J. 11. ELLlO'lí

Esta visión de los efectos de Westfalia, generalmente favorable, fue cues-


tionada por primera vez por Friedrich Rühs en 1815, pero sólo iba a ser pues-
ta seriamente en entredicho durante el período comprendido entre finales del
siglo XIX y 1945, años en los que nacionalistas alemanes arguyeron que el
tratado de paz había impedido establecer una unidad alemana y había conde-
nado a Alemania a dos siglos de impotencia, en beneficio de Francia/ Pero
EUROPA DESPUÉS DE LA PAZ DE la creación de la República Federal Alemana tras la Segunda Guerra Mundial
WESTFALIA representó una reversión a los principios de 1648, y esto, a su vez, contribu-
yó a revitalizar la reputación de la Paz de Westfalia. Hoy en día suele ser vis-
ta en gran medida como lo era en época de Voltaire y de Rousscau, es decir,
J.H. H!liot1* como un hito que marcó los inicios de una ordenación nueva y más racional
del sistema europeo de estados.
En el corazón de esta reordenación se hallaba, por supuesto, el reconoci-
miento de ciertas realidades tanto religiosas como políticas. Con variantes
grados de reticencia, la diversidad confesional ele Alemania y de la Cristian-
La Pa1, de Westfalia ha quedado grabada en la memoria colectiva de dad fue aceptada en Westfalia como un hecho de la vida. Inocencio X, a
Europa como la que puso fin a un conflicto europeo más devastador que cual- quien Velázqucz iba a pintar en toda su inquieta obstinación al año siguiente
quiera otro antes del siglo XX. Voltaire, en Le siecle de Loui.1· XIV, describe del congreso de paz, se vio reducido a protestas impotentes contra un acuer-
"cette célebre paix de Vestpahlie" como un tratado "devcnu pour )'avenir la do que el Emperador y las principales potencias europeas habían negociado
basse de tous les traités".' En otras palabras, esta Paz señaló el inicio de un sin recurrir a la mediación papal y que iba a disminuir la influencia vaticana
nuevo ore.len internacional en el cual el sistema e uropeo de estados iba a ser en las tierras de Centroeuropa. Los acuerdos de paz contra los cuales Ino-
regulado en lo sucesivo según una serie de acuerdos políticos forjados a cencio tronó en vano, reafirmaron la libertad religiosa concedida a los lute-
mediados del siglo XVII y aceptados por las principales potencias europeas. ranos en 1555, al tiempo que extendieron el beneficio de esos mismos dere-
Entre estos acuerdos figuraban la aceptación internacional de la soberanía ele chos a los calvinistas y a las minorías religiosas que los habían disfrutado por
la República Holandesa y e.le la Confederación Suiza y, algo de la máxima lo menos hasta el 1 de enero de 1624, fecha que fue finalmente convenida
importancia, el establecimiento de una constitución para el Sacro Romano tras enconadas negociaciones.
No es de extrañar que, poco a poco, los protestantes incluyeran el ani-
Imperio. En efecto, el acuerdo de pa1. apartó el espectro de una monarquía
versario de la Paz en su lista de conmemoraciones anuales. 3 En septiembre de
universal Habsburgo que había atemorizado a Europa durante largo tiempo,
y confirmó el carácter del [mperio como una confederación laxa de unidades
independientes, que procurarían resolver sus diferencias mediante una serie 2. :Vlartin Hcckcl, [)e111sd1/a11d im konfessio11elle11 '/.eiralrn, Gotinga, 1983. pp. 208-209; Gcoffrcy P:tr•
de elaborados procedimientos constitucionales sin recurrir a la guerra. kcr, The Thiny Y,ian ' War, 2' ed., Londres, 1997, pp. 192--193 (traducción castellana <le la l' ccl., Bar-
celona, 1988). Para Rühs y los planes 1razados durante el Tercer Rcich para cambiar t.rcs siglos de his-
toria europea en la proyectada conmemoración del tercer centenario de la Paz en 1948, véase el
catálogo de la exposición, nº 1253 a 1256, y el ensayo de Hcinz Duchharcll, "'TI1e Pcace of Wcstfalia as
(*) Publicado en inglés en 1648: l'uix de Westjidie. f'art entre fu guerre et le, paix, actas del coloquio
Lic11 de Mémoire in Gennany and l'rance", en Klaus Bussmann y Hcinz Schilling, eds., 1648. \~fo· ami
celebrado en el We.stmlischcs Landesmuseum y en el Museo del Louvre ( 1998). Münster-París, 1999, Peace iu E11ro¡,e. Politics, religio11 und society, Müns1cr, 1998, pp. 4 1-47 (1raducid<> !!n este mismo
pp. 543-561. La redacción de Pedralbes agr:J<lecc al ,1utor su permiso para est:i 1raducción, realizada
número de Pedral/Jes).
por X. Gil.
3. 1,ticnnc Fran~ois, "!)e l'uniformi1é a la tolcrancc: confession el société urbaine en Allcmagnc, 1650•
J. Vollairc, le siecle de l.ouis XIV, c<l. René Gros, París, 1947, l. p. 66 (cap. 6).
1800", Amw/es, ESC, 37 ( 1982), pp. 783-800, esp. p. 789.

131 132
EUROPA DF'SPIJF_<; DF. LA PAZ DE WE<;TFALIA
J. H. F.LLJOTI

1748 la ciudad de Hamburgo, juntamente con otros estados y ciudades, deci- puso fin a las hostilidades entre las potencias bálticas. Aunque el espectro de
dió conmemorar el primer centenario de Wesú·alia. Se celebraron servicios la monarquía universal Habsburgo pudo haber sido conjurado, pronto iba a
religiosos especiales en todas las iglesias; se interpretó un oratorio de Tele- ser sustituido por el de una Europa dominada por la Francia del ambicioso
man eru la iglesia de San Pedro; y se compuso una oración, adecuadamente Luis XIV. Entre 1600 y 1650 sólo hubo un año del calendario sin ninguna
comedida, la cual pedía a Dios que se apiadara no sólo de los protestantes guen-a entre estados europeos: 1610. En la segunda mitad del siglo, hubo seis
sino también de todos los cristianos, y celebraba la Paz de Westfalia como el (1669-1671 y 1680-1682), pero la civilización europea fue y siguió siendo
fin del conflicto religioso y el inicio de la paz y la prosperidad de Hambur- una civilización militar, cuyo estado natural era la gue1Ta. 5 El tamaño de los
go.4 ejércitos era apreciablemente mayor en la segunda mitad del siglo que en la
Así pues, en los mundos de la política y de la religión los acuerdos de primera; proliferaron las guerras, en una escalada hasta la guerra global euro-
Westfalia eran vistos, al cabo de un siglo de ser firmados, como un punto de pea de Sucesión Española entre 1701 y 1713; y es qui:tá sintomático del
inflexión para Alemania y Europa. A ojos del siglo XVIII, el problema del carácter belicoso de la civili:lación europea que un número de príncipes de
Imperio se había solucionado. El imperio de la ley, así como un sistema cui- finales del siglo XVII gustara de vestir uniforme militar y se hiciera retratar
dadosamente negociado de contrapesos y equilibrios, había reemplazado la de esa guisa.6 La guerra siguió siendo expuesta de las dos maneras (alegóri-
anarquía y violencia de una época bárbara, al liempo que las garantías de ca y documental) en que lo había sido durante la primera parte del siglo.
libertad para minorías religiosas y un grado de tolerancia, habían puesto pun- Si Wesllfalii:: 110 logró traer una paz duradera a Europa, también tuvo
to final a los agrios conflictos sectarios del pasado. La Europa de las Luces menos éxito de lo que a veces se dice en curar las pasiones religiosas de la
volvía su mirada hacia estos logros con satisfacción, como signos claros del época. La revocación del Edicto de Nantes por Luis XIV en 1685 es prueba
progreso de la civilización europea a lo largo de un siglo. Generaciones futu- de que la época de la persecución religiosa estaba aún lejos de su final, si bien
ras, por su parte, han venido a ratificar el veredicto. la inclusión de Alsacia en los acuerdos de Wcstfalia significó que por lo
Pero, ¿hasta qué punto, podemos preguntar, respondía este veredicto a las menos los protestantes alsacianos se vieron a salvo del destino de sus her-
realidades históricas? El propio Imperio fue disuelto en 1806 y el siglo XX manos franceses.' Pero se ha argumentado persuasivamente que incluso en el
iba a ver guerras mucho más devastadoras que las que asolaron el continen- Imperio el resultado de la paz fue endurecer en muchos respectos las divi-
te entre las décadas de 1620 y 1640. Además, estas guerras, al igual que la de siones religiosas, más que suavizarlas.' El resultado de Westfalia fue sancio-
los Treinta Años, se originaron en esas mismas partes de Europa cuyos pro- nar la cerritorialización de credos, si bien los acuerdos aseguraron la supervi-
blemas los negociadores en Münster y Osnabruck quisieron resolver. Es cier- vencia de una Sajonia protestante cuando su casa gobernante se convirtió al
to, naturalmente, que de ningún acuerdo de paz, por muy inteligentemente catolicismo a finales del siglo XVII. Experimentos ecuménicos, como los del
que haya sido concebido, puede esperarse que vaya a durar para siempre. Elector Palatino Carlos Luis, se saldarían con un fracaso estrepitoso, pern en
Pero, incluso si tomarnos una visión más limitada y no salimos de las cele- unos pocos estados y ciudades, especialmente en la Alemania meridional, se
braciones de su primer centenario, es difícil no cuestionar algunas de las alcanzó la coexistencia religiosa sobre la base de una auténtica paridad, en
asunciones más fáciles acerca de los benignos efectos del acuerdo de West-
falia.
En primer lugar, el acuerdo no afectó a la guerra entre España y Francia, 5. C,enrge :--. Clark, 111<' sevemeenth cenrnry. 2' cd., Oxford, 1950, p. 98. Sobre Europa como una "eivi•
que continuaría hasta 1659 (una segunda guerra de treinta años), y tampoco li,ación milit.ar". v,:ase su 1Var and .rnci,•ty in the seve11tee11th 1·e11tu1y. Cambridg,:. 1958. p. 1O.
6. Michael Robens, l:.ssuys in Swedisl, history, Londres, 1967, cap. 1O ('"The military rcvolution"); Geo•
ffrcy Parkcr,¡.,, n•1•0/11ció11 mililar, Barcelona, 1990. Sohre los monarcas en uniforme, v~asc Roherts,
p. 206.
7. Warrcn Cand)cr Scovillc, The persecution of /111gue11m.v allll French eco110111ic //t'vdopme11t, 1680-
4. Joachim Whalcy, Religio11s to/eration a11dsocial cha11ge i11 Hamburg, 1529-1819, Cambridge, 1985, p. /720, Berkeley !.os /\ngelcs, 1960, p. 5, n. 11.
194. 8. Véase fran,ois, ''De J'unifonnité a la tolérnncc·•

111 134
F.UROPA DESPUÉS DE LA PAZ DE WESTFALIA
J. H. El.l.lOTT

función de la cual protestantes y católicos compartían, en pie de igualdad, los Hay razones poderosas para argüir que la Europa que nació de las déca-
cargos. Pero una tolerancia religiosa real apenas apareció en tierras alemanas das centrales del siglo XVII era una Europa transformada, pero debemos
antes de finales del siglo XVIII, y la exclusión religiosa siguió caracterizan- tener una visión más amplia que la de los puros tratados de paz si queremos
do la vida confesional de la mayoría de las ciudades del Imperio. Parecida- entender lo que estaba sucediendo. A mi juicio, la transformación no deriva
mcntc, los judíos siguieron siendo objeto de duras discriminaciones, como tanto de los acuerdos de paz como del carácter e intensidad del conflicto que
siempre lo habían sido. los hizo necesarios.
Con todo, aunque el panorama religioso e internacional seguía siendo Durante dos o más décadas, grandes partes de la Europa continental ha-
sombrío después de 1648, esto no significa q ue no se produjeran importan- bían sido sometidas a tensiones muy intensas impuestas por un guerrear más
tes cambios en la estela de los acuerdos de Westfalia. Uno de los más nota- o menos continuo. Incluso las poblaciones que no estaban directamente afec-
bles fue la aparición de un nuevo sentido colectivo de la propia Europa. El tadas por los tránsitos militares ni por la destrucción física provocada por el
despliegue de periódicos y gacetas durante el transcurso de la guerra había conflicto habían sentido el impacto de la guerra en sus casas, cuando los
ayudado a desarrollar una visión paneuropea de los acontecimientos coetá- recaudadores de impuestos golpeaban en sus puertas y los sargentos recluta-
neos. La Nieuwe Tijdinghen de Abraham Verhoeven, las diversas gacetas dores se llevaban a padres e hijos. Al mismo tiempo, estas mismas exigen-
holandesas e italianas y la Gazette francesa de Théophraste Renaudot cias de la guerra habían puesto a prueba hasta el límite las capacidades admi-
dependían, todas ellas, de una red de contactos e informadores esparcida a nistrativas y políticas del estado de inicios del siglo XVII. Los gobiernos
lo ancho del continente, y sus esfuerzos combinados pusieron los cimientos luchaban en todas partes por movilizar los recursos requeridos para la finan-
de un público europeo informado y de una opinión públíca también europea ciación de ejércitos y flotas. De cara a una gestión más cfica;,, de la guerra,
e informada. Ésta era la opinión pública a la que Richelieu apelaba en su esto exigió frecuentemente la concentración de poderes en manos de unos
poco logrado drama alegórico, titulado significativamente Europe, en el pocos personajes elegidos, en particular ministros-privados como Richclicu
cual Francion llega al rescate de una Europa a punto de ser raptada por Ibc- y Olivares, quienes, a su vez, confiaban en la lealtad de un pequeño grupo de
re.9 Esta nueva Europa de estados soberanos no acabó de un plumazo con la funcionarios para asegurar que las exigencias de la corona fuesen obedeci-
vieja Cristiandad, la cual iba aún a conocer momentos de recuperación, das. Los esfuerzos de estos gobernantes comportaron la infracción, en gran
especialmente en tiempos de amenaza exterior, como con ocasión del sitio escala, de derechos y privilegios corporativos, al exigir ayuda económica y
turco de Viena en 1683. De hecho, la ausencia de un tal amenaza durante militar a instituciones, grupos sociales, regiones y provincias que hasta
las décadas de 1620 y 1630, cuando los turcos estaban ocupados en su fron- entonces habían disfrutado de un número relativo de exenciones ante las exi-
tera con Persia, jugó un papel importante en conformar el carácter y curso gencias del estado.
de la guerra civil europea durante esas mismas décadas y, de este modo, en Las tensiones sociales y políticas creadas por estas incrementadas exi-
fortalecer la visión secular de una Europa de estados soberanos. Pero si la gencias del estado se mezclaron con la irrupción de un grupo de nuevos ricos
idea de Europa coexistía con la de la Cristiandad, como sucedía en la men- que habían ganado sus dineros en la guerra: financieros, empresarios milita-
te de Richelieu, era Europa la que estaba imponiéndose a finales del siglo res, comandantes del ejército y ministros y oficiales con acceso privilegiado
XVII. 1º al patronazgo real. Muchos de estos personajes, a su vez, utilizaron parte de
su nueva riqueza para promover un estilo de vida que tuvo consecuencias sig-
nificativas para las artes. Financieros como Barthélcmy Hcrwarth, por ejem-

9. E11rope. Comédie lzéroique, París, 1643. Véase también l.éopold Lacour, Richelie11 drama111rge et ses
col/uborate11rs, París, 1925, parte 3, cap. 4. 11 . G. Dc pping, "Banhélcmy llcrwarth. Un banquicr protcstant en Francc au dix-scpti~mc si~clc", Rel'lw
10. Para la aparición de la idea de Europa, véase Deny~ Hay, E11rope. The emerge11ce of tm idea, Edim- l/istoriq11~, 10 (1879), pp. 285--338; y 11 (1880), pp. 63-80; Pierre Francas1el, " Vcrsaillcs et l'archi--
burgo, 1957, que, no obstante, no dice gran cosa sobre el siglo XVII. tecturc urbainc au XVl!e siccle", A1111ales (1955), pp. 465-479.

135 136
EUROPA DESPUÉS DE LA PAZ DE WESTFALIA
J. II. ELLIOTT

plo, contribuyeron de manera importante al desarrollo urbanístico del París Nápoles o en la Francia de la Fronda, las empujaron de nuevo a su lealtad tra-
de mediados de siglo." Comandantes militares como el marqués de Leganés dicional para con la corona, la cual parecía ofrecer la mejor garantía de esta-
en España y el Mariscal de Créquy en Francia reunieron impresionantes bilidad y orden.
colecciones de pinturas.'2 Como por reacción, pues, a las condiciones de anarquía o semianarquía
Tales manifestaciones de riqueza no hicieron sino agravar las tensiones que por un momento amenazaron con anegar grandes áreas de la Europa de
sociales ya existentes. Las poblaciones urbanas, exprimidas por los recauda- mediados del siglo XVII, el clima psicológico del período posterior a West-
dores de impuestos, encontraron blancos adecuados para su odio en aquéllos falia se caracterizó por un ansia de nueva estabilidad. 11 Aunque un creciente
que sacaban provecho de la guerra y en los oficiales reales enriquecidos. hastío ante tanta guerra pudo jugar su papel en animar a los artistas - un
Miembros de la vieja nobleza y de la clase dirigente tradicional se resentían Rubens o un Callot- para subrayar los horrores de la guerra y, en contraste,
de verse orillados por ministros de clase social baja aupados hacía poco. las bendiciones de la paz,'6 no parece, según hemos visto, que tuviera mucha
Todos estos resentimientos políticos y sociales culminaron en los levanta- repercusión en la conducta real de los estados de finales de siglo, los cuales
mientos revolucionarios que sacudieron la Europa continental a lo largo de la mostraron estar tan dispuestos como sus predecesores a inicios del mismo a
década de 1640. tomar las armas en la persecución de ambiciones territoriales y dinásticas.
Las causas de estos levantamientos han sido objeto de un prolongado Pero sí pudo haber ayudado a la aparición de uno de los hechos políticos fun-
debate histórico, pero no creo que puedan ser comprendidas sin tomar en damentales de la Europa de finales del siglo XVII: la tendencia creciente del
consideración las tensiones impuestas sobre la sociedad y sobre la estructura estado a hacerse con el monopolio de la fuerza.
del estado por un período de guerra intensa y prolongada. ' 3 En mi opinión, Le roi seul a droit de glaive. Este iba a convertirse en un tema central de
las revueltas y disturbios continentales de los años 1640 fueron en gran par- la segunda mitad del siglo, conforme los monarcas intentaban domeñar aque-
te una respuesta a las presiones generadas por el recrecido intervencionismo llos elementos en sus estados que poseían el potencial de desencadenar las
del estado moderno, en sus esfuerzos por hacer frente a los desafíos presen- fuerzas de la anarquía, y al mismo tiempo obtener un control personal más
tados por las exigencias de la guerra. En este sentido, pueden ser vistos como estrecho sobre sus ejércitos, esas grandes maquinarias militares que, como
movimientos contrarrevolucionarios frente a las actividades innovadoras del muestra la carrera de Wallenstein, se habían hecho demasiado formidables
estado, si bien la contrarrevolución queóa restaurar una armonía política y para ser dejadas en manos de condottieros. En sus intentos por afirmar su
social imaginada, más que la que realmente había existido, ya que difícil- monopolio de la fuerf.a, los príncipes de finales de siglo se beneficiaron del
mente se puede decir que las sociedades de la Europa moderna vivieran una deseo de las clases acomodadas de que se restaurara el orden y el buen
situación de equilibrio antes de la Guerra de los Treinta Años.•• Pero estas gobierno. Pero también tuvieron que hacer concesiones a esas·mismas clases
alteraciones, si bien obligaron al estado intervencionista a ponerse temporal- para alcanzar un acomodo que resultase mutuamente satisfactorio.
mente a la defensiva, también liberaron fuerzas políticas y sociales que asus- Una de las más significativas de esas concesiones fue el abandono por
taron a las clases propietarias, y, al cabo de cierto tiempo, fuese en Cataluña, muchos gobernantes de la práctica del ministro-privado, tan característica de
inicios del siglo XVII. Un rasgo llamativo de la Europa de la Guerra de los
Treinta Años había sido el dominio de ministros que parecían todopoderosos,
12. :vtary Crawford Volk, "New lighl on a scvcntcenlh-ccntury collcctor: lhe marquis of Leganés", The Art cuyo poder se basaba en ganar y retener el favor del príncipe, un dominio
B11lleti11, 62 (1980), pp. 256-268; Jcan-Claudc Boycr e Isabclle Volf, "Romc il Paris: les tahlcaux du
Marocha! de Créquy (1638)", Rev«e de l'Art, 79 (1988). pp. 22-41.
13. Sobre el dcbale histórico, véa~e especialmente Trcvor As ton, ed., Crisis en I::11ropa, 1560- 1660,
Madrid, 1983 (cd. or., 1965); y Gcoffrey Parker y Lcsley :vt. Smilh, The General Crisis ofthe .teve11-
tee11tli ce11t11ry, Londres, 1978. 15. Para el tema de la estabilidad e n Europa a finales del siglo XVll, véase Theodore K. Rabb, The stm.~-
14. Véase llclmul G . Koenigsherger, "Thc crisis of 1he 171h ceniwy: a farewell?", en su Polirici<ms cmd glefor stabi/i1y i11 Early Modem Europe, Oxford, 1975.
virtuosi. l:.'.tsays i11 Early Modem Hisro,y, Londres, 1986, p. 165. 16. Argumento presentado por Rabb, Strugg/e for stuhility, pp. 123-125.

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EUROPA DESPUÉS DE LA PAZ DE WESTl'ALTA
J. 11. ELLIOIT

vívidamente sugerido por la imponente presencia del Conde Duque de Oli- tió en el ideal preeminente y cubri6 con un barniz de civilidad las luchas por
vares justo detrás de Felipe IV en el gran cuadro de Juan Bautista M aino, La el poder y el juego de intereses que caracterizaban la vida dentro y más allá
recuperación de Bahía, para el Salón de Reinos en el nuevo palacio del Buen de la corte. Este era el mundo en el que el Oráculo de Baltasar Gracián,
Retiro en Madrid. ' 7 Los movimientos revolucionarios de la década de 1640 publicado por primera vez en 1653, se convirtió en un manual necesario, un
habían sido, por lo menos en parte, una reacción contra este dominio. Cuan- botiquín de supervivencia para el cortesano en las artes esencialmente corte-
do Olivares cayó del poder en 1643, Felipe IV anunció que en el futuro iba a sanas de la d isimulación y el engaño.'2
gobernar por sí mismo. 18 Aunque nunca consiguió hacerlo, Don Luis de Haro, Pero las cortes, pese a que proporcionaban evidentes oportunidades a los
que negoció la Pa7. de los Pirineos con Mazarino, no llegó a alcanzar tanto monarcas para imponerse sobre sus noblezas, deben ser vistas más bien como
poder como su tío, el Conde Duque. En 1661, a la muerte de Mazarino, el espacios donde los intereses de la corona y las aristocracias se entrecruzaban
joven Luis XIV sorprendió al m undo al rechazar poner en su lugar, como se en beneficio mutuo.23 Incluso los llamados estados "absolutistas" de finales
esperaba, a Nicolas Fouquet y anunciar que también él procuraría en el futu- del siglo XVII, empezando por la misma Franc ia de L uis XIV, dependían de
ro gobernar por sí mismo. '9 Cuatro años después, a la muerte del Príncipe una relacicín estrecha entre el rey y las elites d irigentes tradicionales, tma
Portia, el emperador Leopoldo I hi1.0 un anuncio parecido. La época del relación q ue fue reordenada y revitalizada tras las conmociones políticas de
ministro-privado estaba oficialmente clausurada. 20 los años centrales del siglo. Corona y noblezas siguieron siendo mutuamen-
Esto tuvo consecuencias importantes, no sólo para e l mundo de la políti- te dependientes, pero el equilibrio entre ellas variaba inevitablemente de un
ca, sino también para el del arte. Richelieu, Mazarino, el mismo Pouquet, estado a otro, reflejando tradiciones nacionales y el éxito de cada Úno de los
habían utilizado sus influencias y riquezas para ejercer un mecenazgo cultu- monarcas en combinar sus funciones como administradores, dirigentes cere-
ral de gran prodigalidad. S u desaparición refor:tó el papel del monarca como moniales y dispensadores de patrona:tgo. Entre los dirigentes de finales del
patrón supremo de las artes, y consolidó la posición de la corte monárquica siglo XVII, L uis XIV mostró ser particularmente hábil en combinar estas tres
como centro ejemplar y árbitro del gusto. La parte final del siglo XVII iba a funciones, del rrúsmo modo que había mostrado serlo también en utili:tar a
ser preeminentemente la época de la sociedad cortesana, una sociedad corte- los artistas y a los hombres de letras para proyectar su imagen reaF•
sana que Norbert Elias nos ha enseñado a ver como una poderosa fuerza del I ,a proyección de la grandeur y gloria del rey sol por tuda Europa era un
proceso c ivili7.ador. 2 ' Elias tomó como su modelo la corte de L uis XIV, por reflejo del cambio en el equilibrio de poderes europeos que Westfalia trajo
supuesto, y presentó la corte monárquica como un instrumento para la consigo, pero la hegemonía cultural no iba acompañada de modo automático
domesticación de la nobleza que contribuyó a la gradual reducción de la vio- por la hegemonía política y militar, y en este caso, iba rezagada. l ,a imagen
lent:ia t:n la Europa posterior a Westfalia. La cultura y el ceremonial cortesa- del sol había sido previamente aplicada al tío de Luis, e l "rey planeta", Felipe
nos jugaron, sin duda, su papel en refrenar las pasiones. Politesse se convir- IV de España,'.s y en el encuentro entre tío y sobrino en la Isla de los Faisanes

17. Para los validos del siglo XVII, véase J.H. Elliou y L.W.B. f!rockliss, eds., El 111111ulo de los validos, 22. Para la influencia de Gracián en la Europa de finales del siglo XVll, véase Olto Urunner, Adeliges
Madrid, 1999; y J.11. Elliott, Richelieu y Olivares, Ba.rcdona. 1984. Lt111d/el,e11 ,me/ Huropüisclier Gei,i.st, Salzburgo, 1949, pp. 130-133 (traducción i1aliana, Vita 11ohi/i11-
18. J.11. Elliott, E/ Co11de-D11que de Olivares, Barcelona, 1990, p. 629. re e c11/111m europea, Bolonia, 1972).
19. Para el caso Fouquet, v6ase Marc Fumaroli, Le poete et le mi. Jea11 de la Fo111ai11e en son sii!cle, París, 23.Ronald G. Asch, " btroduction. Court and houschold from thc fiftccnth to thc scvcntccnth cemurics".
1997, cap. 4. en Ronald G. Asch y Adolf M. Birke, cds., Pri11ces, patmnag,• ami the 110/,i/ic): The ('{)llrt at rhe /](•gi11-
20. Para Francia, véase William Beik, Absolurism und .wciet)' in sl've111ee111h-ce,11ury Fmnce, Camhridge. 11i11g of rhe Modem Age, c. 1450-1650, Oxford, 1991; Jeroen Ouindam, Myrhs of power. Norherr J,;/ias
1985. Véanse también las panorámicas en John !Vliller, cd., Absol11tism i11 seve11tee111h-ce111111y r:11ro- a11d the ear/y modem court, Amsterdam, 1995, cap. 4.
pe, Londres, 1990, para la situación en varios estados europeos. 24. Petcr Uurkc, The fi1bricatio11 of [,euis XIV, Kew Haven-Londres, 1992 (traducci6n. Madrid, 1995).
21. Norbert Elias, t:I proceso de civi/izació11, México, 1989 (ed. or., 1969); y !.a sociedad cortesa11u, 25. Jonathan flrown y J.H. F.Hiotl, Un palacio para el rey. El B11e11 Retim y la corte de Felipe IV, ~adrid,
México. 1982 (ed or.. 1969). 1981, p. 42.

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EUROPA DESPUÉS DE L/\ P/\Z DE WF.STFALIA
J. H. ELI.IOIT

en 1660 para ratificar la Paz de los Pirineos, la riquc7.a ceremonial de la coite Pese a todos sus rasgos católicos, esta cultura barroca se derramó por
española eclipsó a la de Luis.26 Los franceses, además, no contaron con un entre las sociedades protestantes. Se ha sugerido, por ejemplo, que los lute-
Vclá7.quez que dispusiera la decoración de su pabellón en la isla. Tras 1665 la ranos de Augsburgo, que eran mayoría a finales del siglo XVII, se apropia-
frágil figura de Carlos II no era rival, ni en lo simbólico ni en lo político, para ron de algunos de los motivos y métodos de sus rivales católicos, precisa-
el vigoroso joven Luis XIV, pero el estilo de rcalc7.a de Luis debía mucho más mente para afirmar de modo más intenso su identidad protestante. Sus
a1 ceremonial español de lo que él pudo estar dispuesto a admitir. 27 iglesias adquirieron algo del exuberante esplendor de las iglesias católicas
Los la7.0S tradicionalmente estrechos entre Madrid y Viena hicieron que coetáneas, al tiempo que sus festividades conmemorativas revestían una vis-
las influencias españolas fueran asimismo intensas en la corte de otro de los tosidad más asociada comúnmente con los días de fiesta católicos. 2'' Pero, en
beneficiarios de los acuerdos de paz, los Habsburgo austríacos, que compar- general, todavía disponemos de poca información precisa sobre el grado en
tían la inclinación de sus primos españoles por un estilo de gobierno cuyas que las afiliaciones religiosas influyeron en las sensibilidades estéticas, por
características principales eran la gravitas y la pietas. Dado que Wcstfalia les ejemplo en el te.rreno de la compra o encargo de obras de arte. En un artícu-
privó de toda nueva posibilidad de imponer su voluntad sobre el Imperio, lo sobre la posesión de cuadros en Metz durante el siglo XVII, Philip Benc-
Fernando III y Lcopoldo I se dedicaron a consolidar su autoridad en sus dict utilizó la información contenida en inventarios redactados en 1645-47 y
dominios patrimoniales y en el reino conquistado de Bohemia. Era una auto- 1667-72 para mostrar que había contrastes significativos, así como similitu-
ridad que descansaba en gran medida en la sanción divina, y su proyección des, entre el gusto católico y el protestante. El número de cuadros propiedad
se encontraba íntimamente vinculada a la difusión de las doctrinas y valores de protestantes y católicos de una misma clase social era aproximadamente
de la Contrarreforma. el mismo, pero, como era de esperar, los cuadros de tema religioso eran
En manos de Fernando, y particularmente en las de Lcopoldo, la corte menos abundantes en los hogares protestantes, donde constituían el 27 % de
imperial se convirtió en un instrumento vital para la creación de una cultura su total de obras de arte, en contraste con el 61 % en los hogares católicos.
política y religiosa que trascendía fronteras nacionales y que contribuyó gran- Por contra, los hugonotes poseían más cuadros de género y de tema históri-
demente a inculcar un sentido de !callad a la dinastía entre poblaciones mul- co y mitológico que sus vecinos católicos. No es de extrañar que los hogares
tiétnicas. A falta de un "estado" austríaco comparable al estado francés, esta católicos estuvieran llenos de imágenes devocionales, entre las cuales la Vir-
cultura cortesana común se hizo aún más crucial como factor unificador de lo gen, los santos, la Crucifixión y Santo Entierro y la Magdalena eran las que
que era en la Francia de Luis X[V. Como centro de una nobleza internacional, go7.aban de mayor popularidad. Los cuadros religiosos en casas hugonotes,
la corte de Viena, más aún que la de Versalles, ligaba al príncipe y a la aristo- en cambio, describían episodios bíblicos, con un 37% sobre temas del Anti-
cracia en una relación mutua que se basaba en la aceptación de una serie de guo Testamento, frente a tan sólo el 6% en los hogares católicos.'°
ideales políticos, religiosos y cul turales. La nobleza, a su vez, transmitía esos La información de inventarios en una ciudad religiosamente mixta no
ideales a sus tierras de origen. A través del arte y la arquitectura, de la litera- proporciona una base suficientemente sólida para generalizaciones amplias
tura y la música -especialmente la ópera-, la cmte de Viena fomentó la difu- sobre el carácter de la civilización europea a finales del siglo XVII. Pero en
sión por tierras de Europa central y oriental de una civilización barroca com- su sentido más general, parece razonable ver la Paz de Wcstfalia como un
partida, haciendo de sí misma un polo alternativo a la corte de Versalles.'.11 factor que endureció y perpetuó la división entre una Europa protestante y
una Europa católica que había surgido a lo largo del siglo XVI. En uno de sus
ensayos, Hugh Trcvor-Roper habla de "la unión fatal de la iglesia de la Con-
26. Jonuthan Brown, Velá,quei;, pi11tor y corternno, '.v!adrid, 1986, pp. 249-250.
27. Burkc, 1-"abrication of J,011is XIV, pp. 183- 184.
28. Roben J.W. Evans, La Monarqura de lo:s llabslmrgo. 1550- 1700, Barcelona, 1989, esp. pp. 131- 132;
y Víctor 1,. Tapié, Barroco y Clasicismo, Madrid, 1978, libro 3, cap. l , para el Barroco en la Europa 29. Fran9ois, "De l'uniformité ~ la tolc rance", p. 789.
central y orienral. Véase tambié n Duindam, Myths ofpower, pp. 126- 133 para una comparación cn11c 30. Philip Bc ncdict, 'Towards the comparativc study of the popular marke t for an: thc owncrship o f pain-
Viena y VernaJlcs. tings in scvcntccnth·•CCnlUry Mctz", l'ast a11d Preseni, 109 ( 1985), pp. 100- 117.

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EUROPA DESPUÉS DE LA PAZ DE WESTFALIA
J. 11. ELLIOTT

trarreforma con el estado monárquico".3 ' En la Europa post-Westfaliana pare- manifiesto en la legislación antijudía que cubrió la Europa central después de
ce haberse dado una acentuación apreciable de las diferencias entre las socie- 1648 y que alcanzó un clímax en 1669-70 cuando Leopoldo I expulsó a los
dades que se plegaron a esta "unión fatal" y las que tantearon embarcarse por judíos de Viena y la Baja Austria.
el rumbo alternativo que habían inaugurado los holandeses. La creciente Pero el Emperador, presionado a un mismo tiempo por el Imperio oto-
prosperidad de la República holandesa, así como la de la Inglaterra posterior mano y por la Francia de Luis XIV, hubo pronto de aceptar que no podía
a su guerra civil, ofrecía una llamativa prueba de que un cierto grado de liber- prescindir así como así de los servicios de los judíos y se vio obligado a hacer
tad política y religiosa no era necesariamente contrario al éxito, incluso al concesiones que paulatinamente llevaron a su readmisión. Otros gobernantes
éxito según lo entendían unos estados monárquicos obsesionados con la fueron más rápidos que Leopoldo en leer las señales económicas. En su
necesidad de maximizar su poder. En la Europa anterior a la Guerra de los detemúnación por reparar los estragos de la guerra en sus tierras, el Elector
Treinta Años se aceptaba por lo general que la desunión religiosa significaba Palatino Carlos Luis y el Gran Elector Federico Guillermo de Prusia-Bran-
la quiebra del estado. Pero la supervivencia de los holandeses en su prolon- denburgo hicieron frente al antisemitismo de sus súbditos y promovieron
gada confrontación con la mayor potencia de Europa había hecho ver no sólo activamente la readmisión de las comunidades judías.33 rederico Guillermo
que esto no era axiomático ni mucho menos, sino además que una sociedad siguió medidas similares cuando la revocación del Edicto de Nantes am>jó
relativamente abierta, que estaba dispuesta a aceptar una diversidad de cre- una oleada de refugiados hugonotes por Europa.34 Por lo menos en algunos
dos y que alcanzaba sus decisiones políticas mediante la discusión en el seno estados, las ventajas económicas fueron vistas al cabo como más importan-
de asambleas representativas, podía de hecho tener una mayor capacidad de tes que la uniformidad de credos.
resistencia y adaptación que una sociedad cerrada, caracterizada por la uni- Aunque los imperativos económicos pudieron haber empe1.ado, en cierta
formidad en religión y por el monopolio del poder en el príncipe. medida, a atemperar los vientos de la pasión religiosa en la Europa post-
Esta no era una lección que muchos reyes de la Europa de finales del Westfaliana, también contribuyeron a agudizar las rivalidades internaciona-
siglo XVII estuvieran preparados para aprender, si bien el éxito de los holan- les, pues los estados competían por ventajas comerciales sobre sus vecinos,
deses debió, sin duda, hacerles conscientes de la correlación entre prosperi- en un mundo en el que todavía se concebía la rique1.a como algo severamen-
dad y poder. Pero situar en las agendas del gobierno, y entre sus primeros te limitado. Siendo las consideraciones comerciales cada vez más importan-
puntos, medidas a largo plazo para el fomento de la prosperidad exigía un tes en las guerras europeas de finales del siglo XVII, el objetivo último de los
reajuste, a veces doloroso, de las prioridades tradicionales, relegando los estados era la maximalización de su poder. Para alcanzarlo pensaron en una
objetivos del fiscalismo y el confesionalismo a un segundo lugar. Por este organización más racional de sus recursos, proceso que obligó a desarrollar
motivo los abogados de la reforma económica encontraron a menudo difícil la burocracia y aportar una nueva precisión a las tareas gubernativas, bus-
que se aceptara su mensaje. En Alemania, por ejemplo, los cameralistas, que cando, por ejemplo, el concurso de la estadística o lo que Sir William Petty
defendían medidas populacionistas y de otro tipo, destinadas a fomentar la llamó "aritmética política".
recuperación y el crecimiento económicos, se vieron envueltos en un arduo Este nuevo entusiasmo por la aplicación de las matemáticas y la razón a
conflicto con los fiscalistas. 32 En otras sociedades las consideraciones confe- la organización del estado3s, reflejaba el cambio más profundo de todos los
sionales y los prejuicios inveterados fueron también un obstáculo evidente que ocurrieron en Europa durante las décadas centrales y finales del siglo
para el avance económico. La continuada fuerza de los mismos se puso de

33. Jonathan Israel, Laj11derfu europea en /u era del merca11tilismo, 1550-1750, Madrid, 1992, pp. 176-
31. Hugh R. Trevor-Roper, Religion, the Reformarilm 011d social clumge, Londres 1967, p. 40 (traducción,
Barcelona, 1985) 182.
32. lngomar Bog, "Mcrcanlilism in Gcrmany", en Donald C. Coleman, cd., Revisio11s i11 Merc:muilism, 34. Scoville, The persewtio11 of H11guenots, p. 125.
35. P:ora una exposición de esta cuestión en la Francia de Luis XIV, no siempre convincente, v¿asc J.F..
Londres, 1969, p. 176.
King, Scie11ce w,d ratio11alism i11 the govemme11t of l.o11is XN, 1661 -1683, llaltimore, 1949.

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EUROPA DESPUÉS DE LA PAZ DE WESTFALIA
J. 11. F.U.IOIT

XVII: la gran transformación intelectual que podemos describir como el ra individual como en la colectiva, con el nuevo discurso de la razón.J9 Pero
triunfo de los constructores de sistemas. Una Europa que había experimenta- hay durante estas décadas posteriores a Westfalia suficientes indicadores de
do el trauma del colapso nacional e internacional era una Europa que ansia- cambio como para sugerir que una nueva Europa estaba en fase de construc-
ba nuevas certidumbres. La ola de escepticismo que creció a finales del siglo ción. Era una Europa caracterizada por un mayor grado de orden y estabili-
XVI e inicios del XVII dio pie a una variedad de respuestas por parte de dad. En el ámbito interior, los estados lograron afirmar su monopolio de
aquéllos que querían atajar sus efectos destructivos,36 y Marin Mersenne en poder sobre aquellos sectores de la sociedad cuyo descontento había provo-
particular quiso demostrar la existencia de un tipo de conocimiento que no cado las revueltas y disturbios de la década de 1640. Como resultado, la vio-
podía ser cuestionado. Pero la variante de Mersenne de escepticismo cons- lencia fue amansada y, en consecuencia, una cierta calma descendió sobre la
tructivo fue insuficiente para satisfacer las necesidades de su época.)7 Esta vida política de fronteras adentro. En el ámbito internacional, el sistema de
era, después de todo, una época que se había acostumbrado al movimiento estados europeo era tan competitivo y belicoso como siempre, pero durante
preciso y ordenado de los relojes, como el exquisito que Magnus Gabriel de la época de I ,uis XIV se empezaron a aplicar ciertas contenciones en la con-
la Gardie le ofreció a la reina Cristina (catálogo de la exposición de Münster ducción de la guerra que tendían a moderar su violencia,"º en tanto que los
nº 763). Tales máquinas del tiempo, con ese sentido que transmitían de un principios mecanicistas que, según se pensaba, gobernaban el funcionamien-
movimiento regulado por una ley exacta y cognoscible, compendiaban la to del universo fueron aplicados a la escena diplomática para producir los
precisión, equilibrio y control que el siglo XVlI reclamaba. A diferencia del reajustes necesarios que aseguraran y mantuvieran un equilibrio de poderes
escepticismo de Mersenne, el mecanismo cartesiano, que empezaba por la entre estados rivales. Sobre todo, una república europea de las letras, que sal-
duda pero acababa en la certidumbre, respondía a la perfección a las aspira- vaba las fronteras confesionales y se veía favorecida por las academias y por
ciones de los que buscaban extraer orden del caos. La noción de un universo la difusión de periódicos, se hallaba en fase de formación, y con ella, la cre-
construido y mantenido en movimiento por un Gran Relojero y basado en ación de una nueva comunidad del espíritu y de las artes.
leyes matemáticamente cognoscibles - noción que en su formulación más En qué medida la Paz de Westfalia fue responsable de los cambios psi-
plena podía encontrarse en los Principia de Newton- ofrecía una nueva con- cológicos, políticos y sociales de finales del siglo XVII es tema abierto a la
fianza en que cada problema podría en última instancia ser solucionado por discusión. Pero el vasto esfuerzo diplomático que finalmente alumbró los
un esfuerzo de la voluntad y por la aplicación de la razón a los asuntos huma- acuerdos de paz de 1648 puede considerarse de modo apropiado como una
nos. Los resultados de este punto de vista iban a verse no sólo en los nuevos respuesta a un colapso general europeo, que provocó terribles sufrimientos y
descubrimientos astronómicos de los años de Boyle y Huygens, sino también un agudo hastío de guerra entre los grupos populares y dejó a las elites polí-
en los grandes sistemas filosóficos de Spinoza, Hobbes y Leibnitz.3M ticas indagando sobre una fórmula que impidiera una vuelta a los horrores de
Con la llegada de los constructores de sistemas, Europa ingresaba en la la Guerra de los Treinta Años. Su búsqueda fue vacilante e insegura y se víó
época de la pre-Tlustración, una época en la que los discursos tradicionales asaltada por numerosos reveses. Pero por lo menos había dado los primeros
-el de la brujería, por ejemplo- coexistían incómodamente, tanto en la esfe- pasos, aún poco resueltos, por el largo y tortuoso camino que podía llevar, un
día, a una Europa unida por el comercio y los modales.

36. Véase especialmente Richard 11. Popkin, '/11e history of scepticis111fro111 Erasmus to Descartes, Assen,
1960 (traducción, México, 1983).
37. Robert Lcnoble, Merse1111e 011 /a 11aissw1ce du méca11isme, París, 1943.
38. Véase Rudolf W. Mcyer, Leibnitz 1111d die curopaische OrJ111mgskrise, 1lamburgo, 1948 (traducción
inglesa, /,eib11itz <111d the seventee11th-ce111111y revol11tio11, Cambridge, 1952) para un im.:nto de rela- 39. Para un panorama útil de trabajos reciente.~ sobre la brujería, véa~e Jonathan Barry, Mariannc llcstcr
cionar la construcción de sistemas fi losófi.;os de finales del siglo XVII con los otros problemas de la y Garcth Roberts, eds., Wirchcraft i11 /;,'ar/y Modem Europe, Cambridge, 1996.
época. 40. John t:. Ncf, War a11d h11111a11 progress, Cambridge, )ifass., 1950, pp. 155- 157.

145 146
STANLEY J. STEIN
y BARBARA H. STEIN

PLATA, COMERCIO
Y GUERRA
ESPAÑA Y AMÉRICA EN LA FORMACIÓN
DE LA EUROPA MODERNA

Traducción castellana de
Natalia Mora

Revisión general de
Luis Noriega

CRÍTICA
BARCELONA

2-oCYl [?-Gí;J
5. CONDICIONES
PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759

Me detendré sólo en descubrir y expresar las causas de su deca-


dencia y aniquilación de esta monarquía, y en proponer los medios
justos y convenientes que pudieran conducir a restablecerla[ ... ] des-
pués de referir las providencias de que se valen los extrangeros para
hacerle florecer en sus Estados.
Uztáriz, Theórica y práctica

Hay muchos proyectos hermosos sobre el papel, tristes en la exe-


cución, y funestos en los fines. El proyectar se ha hecho arte de mu-
chos; pero es ciencia para pocos.
Gándara, Apuntes

Los parámetros_deJa_Ilspaña <iel_siglo xvm fueron definidos_en Utrecht. Allí,


los tratados qu~ dictaban el fin de la guerra de s~~esión esPañola instauraron una
dinastía borbónica independiente en España, redefinieron el territorio de la mo-
narquía en Europa, garantizaron formalmente su imperio en América, y confir-
·¡ m~ron la continuidad. de las insti_tuciones esp~ñolas establecidas, al tiempo que
deJaroh una puerta abierta para la reforma segun las pautas marcadas por Colbert
1 en Francia. Con todo, {¿t_!'echt fue consecuencia del c;onflicto y compromiso im-
pues_top_<Jr unaluch_a prolongada y a la larga no concluyente, y que para España
ftie_-además unaguerra civil. El tratado contenía elementos de inestabilidad, que
alimentaban otros conflictos, lo que fue un obstáculo a los esfuerzos por moder-
nizar las instituciones internas de España y por fortalecer su imperio en América
(su objetivo principal a la hora de dar apoyo a la dinastía borbónica).
La rivalidad anglo-francesa por la hegemonía europea y, especialmente, por
el acceso a los recursos de las colonias españolas, causa principal de la guerra,
continuó siendo una amenaza para España a lo largo de toda la centuria. A pesar
de la independencia formal respecto a Francia, sucesivos «pactos familiares» en-
tre Barbones (hubo tres) convirtieron a España en objeto de disputa y en aliado
de la más débi1 de las dos grandes potencias rivales europeas. Las contradiccio-
nes implícitas en esta situación se multiplicarían.
Confiando en que Utrecht protegía la integridad territorial de su imperio, "Es-
¡

184 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL


CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 185

paña no previó el uso qu~ Inglaten-~ haría qel asiento ni _de sus ~ispJª-i~Jºl!·~-~Q:- analíticos pueden distinguirse tres fases en este período de tiempo. En primer lu-
bre_ un navío de permiso anual (que de hecho llegó a ser un almacen flotante) Y gar, se dieron los conflictos internos e internacionales de la guerra de Sucesión
sÜb~e e1 ·suITlinistro constante de esclavos a los principales puertos colomales es- española, que acabó con el Tratado de Utrecht, y (hacia 1717) el declive de la in-
pañoles. La polémica por la ejecución del contrato se desencadenó p~onto, Y pre- fluencia tecnocrática francesa. En una segunda fase (1717-1748) una nueva ge-
cipitó la más larga de las cinco confrontaciones armadas entre Espana e_ Inglate- ¡;,,. neración de líderes españoles se comprometió a adaptar las políticas mercantilis-
tas a la realidad española, a la vez que a intentar resolver las continuas tensiones
rra. A largo plaz_o, Ja guerra dern_?S1!~--~er t~n ~_es_as_t_r9~a para E~P.~11ª---~Q~
rentable para Inglaten-a. ., . .
La alianza con Francia, al final, sólo proporcionó una protecc10n hm1tada al
1 internas e inte1nacionales. Este1 período acabó con otra guerra entre España e In-
glaterra (1739-1748). desencadenada por acontecimientos en el Caribe. En la úl-
Imperio español y poco apoyo a los esfuerzos de España por refmmar su política tima fase (1748-1759). bajo el reinado de Fernando VI (hermanastro de Carios III),
y economía interiores. Pronto quedó claro que los _grupos_ de pr~_si9!l- fIJlJlQ~s-~~--:.:~-9 se promovieron esfuerzos para mantener la neutralidad, fomentar el desarrollo in-
consideraban adecuado exportar la_s 9-octrinfls mercantilista~ de Col~~rt a ~-~P~!1:~• terior y encarar las cuestiones coloniales bajo el liderazgo del marqués de la En-
}¡'_ ~i~~p.tÜ e_Il aq1:1ellqs casos Ventajosos para Francia, corno, p_or ej_e_mpl~_,_ l~ rec.on~- senada. Su destitución en 1754 fue seguida por el estancamiento y la división po-
t,rµcci<S_n ~-e la armada española. ~1 fomento de las manufacturas _hana d1~m1Il_1:1:!f lítica, a medida que el reinado de Fernando VI se acercaba a un crítico final
sin duda lq_s_ exp9rtaciqn~-s de tejidÜs frai;iceses y, por tanto, tª--inbién_Jg..§jmp_o_@- durante la renovada guerra entre Francia e Inglaterra.
ci_ones de- pl;;t~ española. De hecho, a lo largo del siglo, los _políticos franceses
dieron prioridad en todo momento a la expansión de los pnvileg1os comercrnl_:s
ESTRATEGIAS DE DESARROLLO ECONÓMICO
franceses en Cádiz. Paradójicamente, en varias ocasiones la guerra entre Espana
e Inglaterra brindó a los grupos franceses la oportunidad de participar de forma
directa en el comercio con las colonias españolas. En la primera mitad del siglo XVIII, los españoles de la clase política que com-
Al margen de las consecuencias contradictorias que la instaurac!ón de la di- paraban la situación económica de su país con la de Holanda, Inglaterra o Francia
nastía borbónica tuvo para la política exterior e interior de España, Felipe V fue co- sentían una profunda sensación de atraso, inferioridad y resentimiento por ser el
ronado rey a costa de acuerdos territoriales europeos que generarían. co~fli~to~. Ini- blanco de la «sátira extranjera». Veían cómo esas economías experimentaban con
cialmente, Felipe V se negó a renunciar al trono francés y a los terntonos 1taltanos sociedades comerciales privilegiadas en contacto con el África occidental, el sur
reclamados por España. Incluso después de verse forzado a abandon~ formal- de la India y el sur de China. Contemplaban cómo las fábricas (algunas subven-
mente dichas exigencias, Felipe V y su segunda mujer, Isabel de Farnes10, promo- cionadas por el estado, y todas beneficiándose de algún tipo de proteccionismo)
vieron maniobras diplomáticas y militares para situar a sus hijos en los principad~s producían bienes para la exportación que eran transportados por una marina mer-
italianos, una estrategia que los Borbones españoles seguirían durante todo ~~ s1- cante nacional en expansión (a menudo protegida por escoltas navales) hacia sus
! glo. De modo parecido, la frontera occidental de España, Portugal, que emerg10 de colonias del Caribe o de Norteamérica. Desde el Caribe, los navíos regresaban a
sus metrópolis con valiosos productos tropicales corno azúcar, tabaco, índigo, café
I¡'\,_ la guerra de Sucesión española como una clásica dependencia informal de l~glate-
rra continuó siendo objetivo de la política exterior española. Las estrategias que y mucha plata de las colonias españolas. Todavía más humil1ante era que Jos ex-
1
Es~aña siguió allí se basaron en intereses dinásticos y colon~ales que a menudo tranjeros estuvieran pasando de contrabando bienes desde los puertos insulares a
chocaban con el diseño expansionista francés. Lisboa, convertida ahora en emba_r- los puertos coloniales españoles alrededor del Caribe, Cartagena o Portobelo, y
cadero para las fuerzas navales inglesas y en centro de distribución del comercto a lo largo de las costas de América Central y Veracruz, para obtener a cambio pla-
brasileño había servido también como conducto alte1nativo a España para las co- ta española de contrabando, y que además alardearan del éxito de sus operaciones
municaci~nes y el comercio colonial durante la guerra, cuando Cádiz estaba blo- clandestinas. Sus compañías privilegiadas reexportaban la mayor parte de esa pla-
queado. Sin embargo, lo más amenazante (y humillante) era la permanente ocupa- ta al sudeste de Asia y al sur de China a cambio de bienes de lujo, cuyo precio ha-
ción inglesa de la fortaleza y el puerto de Gibraltar, que garantizaban a Inglaterra t;l bía disminuido debido a la sed de plata que tenía Asia. 2 La conclusión a la que tu-
dominio sobre la entrada al Mediterráneo y le servían como centro de control poh-
tico y de contrabando a lo largo de la costa española. Sin éxito España intentó re- 2. La literatura sobre la primera fase del sistema comercial global que unía América, Europa
petidamente recuperar aquello que se había visto forzada a ceder <:n Utre~ht. occidental y Asia no deja de aumentar. La más antigua se encuentra en Braudcl, The Wheels ofCom-
Los primeros sesenta años de monarquía borbónica en Espana no tienen to- merce. Para una visión general y concisa del papel de los metales preciosos americanos en el d~sa-
rrollo de la economía del océano Índico: Chaudhuri, Trade and Civilization, 215-219 y, especial-
davía la cobertura historiográfica que se dio a 1a época de Carlos III. 1 A efectos mente, su «World Sil ver Flows». Chaudhuri afirma que el alto valor de la plata en Asia redujo el coste
de los productos asiáticos en Europa y sostuvo su demanda allí. «World Silver Flows», 76-77. Para
algo más de la literatura reciente, véanse los ensayos en Tracy, ed., The Political Economy of Mer- !
1. Para un excelente resumen reciente del estado de la cuestión véase Jover Zamora, ed., Histo- 1

chant Empires.
ria de España, vals. 28 y 29, libros 1 y 2.
186 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL
CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759
187
vieron que llegar lo_s líderes españo_l(.'!s __fue que Españ_a e_sta?~-ªt_n;1~ada econ~mi- mercantil», , el pilar. del primer estado-nación. Para satisfacer las necesidades d e
camente. El comienzo de la inadecuada evolución de su país lo situaron en algún 1
as e~onorruas nac10nales en desarrollo en términos de lo-que los economistas de-
momento después de mediados del siglo XVII, cuando España no compartió lo nomman «costes de transacción» (garantizar el cumplimiento de los contratos
que ellos interpretaban como la gran transformación de las economías de Europ~a el respeto de los derechos de propiedad, financiar una infraestructura de camino!
occidental. La interpretación del pro_)lectista Miguel_dt,__la_Q_á_pjl¡u:a sobre los on- puentes _Y canales que uniera las provincias interiores a las ciudades portuarias;
genes de la brecha entre la evoludón de Inglaterra y Francia y la de España a proporcionar aranceles protectores; reducir los peajes internos; establecer una
principios de la era de Carlos III fue que«[ ... ] las naciones dieron en el acierto de
mudar sus sistemas políticos de gobierno, y de comercios, para mejorar sus ne-
¡ marina mercante y armamento naval), el estado tuvo que ampliar su personal y
llevar a cabo reformas fiscales para mejorar su liquidez. En resumen, el estado
gocios, y acabar con nosotros». 3
!
u
1 tuvo que aumentar su base de ingresos como respuesta a la presión de la burgue-
Durante el primer siglo y medio de colonialismo en América, el sistema 5
\!. sía comercial nacionalista. ~a ~~-q!!9~f~,_ la s_ocie_dad y_ el __ ~s_tatjo_ ~e orientanm
transatlántico español había funcionado de forma eficiente para los países de Eu-
ropa occidental, al extraer y exportar lingotes y pesos de plata que después entra-
e_ªr•t r~sp~n_c!_e~-~~~Pt~~!!~~9_fQ~~~S:!~_I, t:~fre~actiITiente _c:o~p~-Üü.~9. _si -qu_e .ei- .
ta.ha ~x___ p_a_n-~i~-~-c!__o_,_-_ en ~uropa. __~t_?j_q~p._!ªl. G_<?_i!!~-~~~Q _ y__~u_eri.:tt;_~ran inextri~abJe~.
ban en sus economías a través de varios conductos. Tras esto y a P'1rHr__ c_i~__l_~5Q_._, l.9__ ~ _es_ P~Qf_, P)~YLt.ªRl~s (tengase en cuenta la afirmac10n de Josiah Child:
~JJ).P(?~Ó_ UI! c~rnbio _marítimo, una gran transformaci9_n,_ q~e co_inci~_ió_~C?n; !_ª !!_l~- «todo comercio [es] un tipo de guerra»), en el mercantilismo europeo de finales
nifie_sta recesión de la hegemonía de España y de la..Contrarre,form_a_q_l!e ~sjª_h?- del siglo xvn y principios del xvrn. 6
bf; fin:1nciÚdo. Con el nllevo equilibrio de poder europeo, que cargó de energía Durante los primeros años del siglo XVIII, época que Werner Sombart ha eti-
Y
P~líti~a ecÜnómica a los estados de la costa del canal de la Mancha, fl,Qrft~:i~-~ quetado como «la era de la proyección», 7 un amplio abanico de iniciativas del
i
!i
1

capitalismo comercial. Todos explotaron la creciente__d_eb~liºaq___d~__ Espafía, _fl_Q sector estat,al y privado se ajustaron a la actividad y la competencia económicas 1
1

Sóloi,ara obtener concest,p_~-s._~omerciales, -~ino _ ~ar~f~i-~~ para amenazar~~ mo- \ en la economía atlántica, y al poder y la autonomía del estado. Y aunque existía 1

IlOPOüO Co-me~t!f <kJ~§Q_ª-ña e~--~L~orazón de__SJ.LimR~_!:_i_Q_ª~lántico, el Can~. y di:ersidad, había también resultados comunes de la política económica estatal y
particuTarme-;;te en el golfo de México, donde controlaban los accesos a Vera- pnvada que, desde el prisma español, configuraban un paradigma o modelo, una
cruz. Esta segunda fase de acelerado capitalismo comercial exhibió dos caracte- serie de conceptos compartidos por los funcionarios del estado (burócratas inte-
rísticas innovadoras. Los hacendados y comerciantes l!o1ancie,_~_e,_s primero, Y des- lectuales de clase media y alta), así como por los intelectuales del clero intere-
/i1 pués los iQglese~ y frances.~s, cr~ª!"Qil,. a_imagen y s~mej~n_za d_e Jas_p~antaci~~~s sados en la política estatal y por integrantes de la pequeña burguesía comercial.
r¡'1 de azúcar del noreste de Brasi_l, un sistema ~olonial ..orient;itj._~--~--J3: -~~pqrtac~n. Algo indecisos, estos grupos trataron de elaborar un marco nacional, más general
que-p_roporciona~a_ ~ _ S_l!_S__ fll~tr_Qpg!)_S__f9I!ÜIJ_~?-~ i_n~-~E~!-~-~~-~~-!:!1-~E~-~do. Casi tan
4
i \, 1' que regional, para el desarroJlo interior e internacional. Col!!Qartían un interés
lillJ)Ort:UD.te-EOIDo los valiosos productos de azúcar, tabaco y café que cruzaban el ~; ~~l_!l_Úp __en ~as ~?-~~ici_?IJ<?S _p::ira el _<:r_t?C_imient() ~-e la _economía, J)QTí{ic~- y_:-so~_ie-
Atlántico hacia los mercados europeos en expansión era el hecho de que l~_I}:?e- ¡11 Qªd nª~i-ºnª!~s. El concepto de «nación» estaha siendo tfansformado para abar-
vas colonias también servían como centrQs_ip_s_ularns-de disJri_Qw;_iQ_n_ par.a el ¿_o- ,1
car más que un grupo regional o étnico y pasar a cubrir un universo mayor de
~~-;~iq"Jfeg_al (:_On las p;_i-~-~iPaies -pos~-si_cm~s_ continentale,_~ --~_Spª_fí_Q!?_S, que eran lengua, cultura e intereses compartidos. En los documentos oficiales, «nación»
un-~ vali~~a fu~~tecte-Plaii para-sllS ffietrÓpolis. Hacia 1700, los rivales europeos estaba apareciendo al lado de «corona» y «monarquía» como símbolo estatal, lo
habían penetrado irrevocablemente en el recinto colonial español del Atlántico que era sintomático de la evolución del estado «absolutista» durante la Ilustra-
Oeste, en las Indias Occidentales. ción europea. En Inglaterra y en Francia, una de las fuentes de esta noción de
Un segundo aspecto se refiere a la elaboración del estado-nación. Con el apo- identidad y de orgullo por lo logrado derivaba del comercio exterior hacia los
yo a la especulación comercial de las comunidades mercantiles, la constitución puertos del Báltico y el Mediterráneo, hacia el sudeste de Asia y el Extremo
1,1 de compañías (de las que a menudo compraban acciones), el fomento de la ban- Oriente, y especialmente hacia África y, después, hacia los asentamientos colo-
n ca privada y el envío de fuerzas miJitares y navales para proteger la línea maríti-
niales del Caribe. En el siglo xvn, como en el XVI, «Europa vivía de Asia, Áfri-
I ¡\ ma del Atlántico y los puertos del Caribe, Inglaterra y Franciaconsolidaro11_h1_c_()- 8
ca Y América». En los mercados coloniales de América había nuevos consumi-
labor~ción _entre_el__ ~~tad() y la empresa pt_:i_v_ada. Esta colaboración se convirtió en dores potenciales (muchos más que en los limitados mercados nacionales) para
~rs-~lló -di~tintivÓ d~ lo c:iue Adam ·-s-mith ~ás tarde etiquetó como el «sistema
5. North, «Institutions», 24, 26-29. Véase también una versión anterior de North «Transaction
3. Gándara, Apuntes, 52. Compárese la observación de Gándara con la de C~mpillo y ~osío: <~En Costs in History», 557-576. '
tanto que España dormía, las otras naciones la devoraban[ ... ].» Campillo y Costo, «Espana despier- 6. Manuscrito del Libro de Actas del «Committee concerning Trade, 1669», citado en Letwin,
ta», 119. . . Origins of Scientific Economics, 44.
4. Para el caso del puerto de Londres, véase Zehediah, «London and the Colomal Consumer m 7. Sombart, Le bourgeois, 382-383.
the Late Seventeenth Century», 239-261. 8. Frase de H. R. Trevor-Roper en «The General Crisis of thc Seventeenth Century>>, 72.
¡·¡ .,,ccci•l11_,,:vl ·---<(;i1:i)
HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL 1700-1759
188 CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 189
los tejidos de lino, lana y seda, los productos líderes de la protoindustrialización ~~~P":~~f2i1~c!ª"Q-~ntr~~~!ªQ:Q_1.__f?~_<?nq,Q:!_@, gobierno y empresa,__p.9der..Y.-ª.l?JJnd.fü1-
europea. ~ . . ~gi. Ent_~~- ~Q~ fi~e-~ _d~L!!l.~E~ªI!tili~_ffiQ__como «proyecto» nacional .ffi.bre__ losq{Je
En resumen, a firntle_~ __.4~1___~rnIQ__ ~_yn, __e_IJ...]Jlgl.aterrn_yyrancia_yl_~filgdJt1!l~Q~e 1la_l:)_í.?: ~on~~n~o ~~- !.f!~_l~-!~-~-u~~tl?J-~~fi~Jento, la riqu~za y la proyecciQruie.Lpnder.
resp_c:,_nder a ere~j{!-ne~ de un_ núcle.o de la burgue~í~ C:9rt_:1P._l!~_~JQ,..P.ºL~omercian!~s. ¡. Los encargados de formular las políticas estaban seguros de que el crecimiento
banqueros IDt?F~~~_iJ_Q_(i__ _y_ fa_bri~~-n~~_s,,. Cl!Y-ª:~ __f_lf!l_Q_!_~!Oll_es _s.e habia_?__y1sto d,~§a.ta,4ª~ ~ generaría ingresos que permitirían al estado cumplir con sus nuevas funciones, en
po; ia-S-Oj:,Oi:-t-uni~ades _4e ~n;ciw,i,e:.nto_ en__ ultr_aJ11flr. La c~labora~1ón entre el esta-
[ d.O y el sedOr privado, o entre la burocracia y los negoc10s, se hizo pate~te en In-
su doble papel de promotor y protector de una economía nacional naciente; y
como ya indicó en su momento Heckscher, ayudarían a que «el marco medieval
glaterra con la Junta de Comercio y el Banco de Inglaten-a, y en Franc~a con el de la sociedad europea se amoldara a las nuevas condiciones económicas y so-
Conseil de Commerce. En E_1p--ªña se materializó con la ~~Dtª--º~-_C,om~rc10 Y.MQ- 12
ciales». El paradigma propuesto se materializó, en primer lugar, en esfuerzos
neda. De la confluencia de presiones internas e internacionales y de la fricción por reorganizar y simplificar el engranaje de estructuras fiscales tardomedieva-
~~t;~ los intereses comerciales y los de los terratenientes por los impuestos y la les, que solía generar confusión: acabar con la subcontratación del cobro de im-
estructura de gastos, emergió un consenso limitado sobre la tendencia, sistema o puestos y con Jos peajes internos, unificar las estructuras arancelarias regionales,
paradigma de crecimiento económico. En el marco de este sistema mer~antil, Y y aumentar la pericia y reducir la corruptibilidad de los empleados en la hacien-
M por el bien del país, el embrionario estado-nación tuvo que elaborar políttcas que da estatal. A continuación, se esperaba que el estado frenara Ja salida de metales
permitieran satisfacer intereses enfrentados. Para decirlo de otro mod?, el .est~d~ preciosos para cubrir déficits comerciales. Esto exigía desarrollar una agricultura
'í tuvo que encontrar puntos de coincidencia entre los intereses económicos md1v1- más eficiente (para mantener las importaciones de alimentos al mínimo) y esti-
9
duales de los mercaderes y los intereses generales del bienestar común. f\· .· mular a la manufactura nacional para que utilizara, siempre que fuera posible,
Los manuales comerciales de finales del siglo xvu, como el de Jacques Sa- " materias primas nacionales y coloniales. 13
vary, Le parjait négociant, o el de Pierre-Daniel Huet, Le grand trésor [ ... ] du [... ] ~!e_g?,_Jll9,S__ ~s_f_ <!l asp~cto realm_~pt~ _i_IJ11ovaciqr (y__gen_~r~lm_~gt_e _ ignoradotdd
commerce des Hollando is, son indicativos de las primeras formulaciones políti- ~~~~iP}i_entq.J;>9-j9__el paraQigma m_ercantilista: lª--~tí.ti_ca_ (y _ ~iinárnJe_a) furn;:ión _de ¡·¡
cas de este problema. En sus varias ediciones y traducciones estos manuales fa- 1-'!§_ ~Q1Q!l!a_~ __<;JJ_ l.a.segtJ11_d!1_..f'1:i-::~___(_¿9: __f:1:tPiJªlismo_J;_Qm_en:¡_~_(_4.~--~_urop[t_ occi_de_11taL__ª·-
11
1
miliarizaron a los mercaderes con las crecientes operaciones de las compañías p~~-~~-d~__l_~_,?9_. Los frutos básicos de la producción colonial eran trasladadoS ;·las
holandesas, inglesas y francesas constituidas para el tráfico de esclavos africanos refinerías de azúcar de las ciudades portuarias de la metrópoli, tras lo cual se
y para el comercio entre Europa y la India y el sur de China. 10 . reexportaban a otras economías europeas azúcares refinados, destilados como el
No tiene sentido discutir lo que sólo se puede calificar como dicotomía ficti- ron y otros productos derivados. De igual modo, otro tipo de cultivos como el ta-
cia en el concepto de mercantilismo, debatir si su propósito era favorecer al po- baco, el café y los tintes naturales también eran reexportados. De forma recípro-
der por encima de la abundancia, al estado por encima de un interés comercial ca, la producción de las haciendas y fábricas metropolitanas se encargaba de sa-
concreto, o al estado como fin o como medio. No hay ninguna razón para poner tisfacer las necesidades de importación de las colonias, en lo que probablemente
en duda el comentario de Charles Wilson de que «los intereses económicos po- era un sistema cerrado, casi autárquico, de intercambio mutuamente beneficioso;
derosos representan una de las fuerzas motrices que están detrás del sistema un patrón primitivo de división internacional del trabajo. El sistema se veía re-
[mercantil]», un punto de vista que coincide con el de Heckscher: «El mercanti- forzado por la marina mercante y las fuerzas navales (en gran parte construidas
lismo no era }a actividad del estado en los asuntos económicos, sino la iniciativa en astilleros nacionales y tripuladas principalmente por nacionales), así como por
y la codicia privadas estimuladas por medidas gubernamentales que supuesta- el mínimo intercambio directo entre las colonias de ultramar y otras colonias o
mente convenían al estado.» La política de crecimiento económico que denomi- sus metrópolis, bajo el principio de que «las colonias dependen de la armada, el
namos mercantilismo sirvió al estado porque generó nuevas fuentes de ingresos comercio de las colonias, [y] del comercio depende la capacidad del Estado de
y enriqueció, al mismo tiempo, a determinados grupos que buscaron y recibieron emprender las más gloriosas y útiles iniciativas». 14
apoyo estatal. 11 • En resumen, a_P<:1!:!i( 4e .IJl~cliados___ pt¿_J __ ~ig,o __?{_VII, Ja jJ~_sc¡_u_~S!3:_4e: _u_~_pª~ª~Ug:-
~3_e_~-~111:~ración de la_s C!3-~act~rísticas _del .Iller<?antil_ismo pon_e _de relieve la 1:r!~--!!I~_rya_nt!U_:;;_tcJ estimuló la expam;;_ióp_y p_t:m~trn~::I9_n,_ ~~L~~pjt'.1-E.~.!?!.9__f!l~t~~~-!(1_ a
n_!y~.~~-s-~_~d_a_y~:z. . P-!ª_§..PtQfg_11clo_s. E_stin1_µ_lP la monet,i_zación de las e_c_on01nía,s _ ell~
9. Ésta es la formulación de Jacob Viner, «Power versus Plcnty», 81. ~~P~is__y colo_~iales II!~i":P.te-íU acu~ulació~_ _)' _ _l]_~_()_Ae_ Í()s pes9i _tj~_p,l_é_tt_a cl~l A,It9
?,
JO. Savary salió al mercado en cinco ediciones entre 1675 y 171 a l~~ que sig~ier.on dcspué;<;
varias más. Por Jo que respecta a Huet, su trabajo tuvo por lo menos sets ed1c10nes baJo diferentes tt-
_ i!1
~~~ú_y N!!_~Y.,a_E_:-::_12ª-t~Y c¿~~'?fidó -~~-~~~?~? "eXPá_nsió~ en,_S!] _(u~~!9!1_4i.J.r.~
tulos entre 1712 y 17 l 7: una en Ruán (1712), dos en París (1713, 1714), dos en Amsterdam (1717) Y 12. Heckscher, «Mcrcantilism», 22.
una en Londres (1717). Hubo después ediciones en Bruselas y Lyon. 13. Esta visión general se deriva de: Deyon, Le mercantilisme, una síntesis extraordinaria; Cole-
11. Wilson, Profit and Power, l 52; Heckscher, Mercantilism, 2:337; Viner, «Power versus man, cd., Revisions in Mercantilism; Cole, Colbert; Heckschcr, Mercantilism.
Plenty», 71. 14. Citado en Vincr, «Power versus Plenty>>, 77.
190 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 191
b,itro_en la asign~ción_4e _ p[~f1Q~_.Y,!:ef_l!_rsos. Los funcionarios del estado, como En cambio, los esp~ñoles encontraron en Francia un rival de Ingiaterra y un
<:proy~~tist;-~;> Q~e cultivaban una visión g~neral de su «nación» y de su papel in- mod?lo_ aceptable_ d~ «sistema patrimonial eficiente y disciplinado», donde pre-
ternacional, idearori en colaboración con los grupos privados un modelo de cre- dornmaba el catohc1smo y donde las líneas distintivas de la sociedad y la política
cimiento unido al desarrollo. Integraron sus economías nacionales y coloniales eran agrad~bles ( «~na Monarquía co~finante, y tan parecida a la nuestra en la for-
con la finalidad de aumentar la riqueza pública y privada, así como de proyectar ma de gob1:i110» ), y donde, por encima de todo, un ministro investido de pode-
el poder nacional sobre un mundo comercial atlántico muy competitivo. res prornovrn reformas que aseguraban el orden, la prosperidad y el prestigio a los
,,,,--,\_ i\ Éstos eran los elementos del pati_:Qn _e:!~ _d_~s<!n:Qllo_e_conómico que IQª-_~~9"1):-
/ y .) ¡_ misti;-polftic{?~ eipañ-oles de l}findP_io_s_9:t;l _siglo X'lUI (que es lo que eran los pro-
gobe~nante~ ~ a los go_bernados. Des_pués de quedar garantizado en Utrecht que
Espana sena mdependiente de Francia, algunos españoles preveían un futuro en
~1
", ( - \·, ye~tistas) id~ná:ficaron cuando arnl}_izaro~ !as p()l_íticas d~__()tfªª--~-ªc;j_pn~s__9~! 9~-~te
1 el que una ~spaña imperial con renovado vigor volvería a situarse entre las gran-
des potencias de Europa. 19
~
"·•1
,1,
\ ,' de_ ~l)X,Opa. i:S Mo;idos por un sentiffiielltO de- iñferiOridad, no pudieron evitar coffi~
1

i ·•,p~ar el desarrollo de Holanda, Inglaterra y Francia, desde aproximadamente 1650, Es n?r~al qu~ los españoles miraran con buenos ojos la Francia donde Col-
con el claro y evidente malestar estructural de España, con su persistente estanca- bert ha~rn _improvisado un programa de desarrollo derivado de proyectos previos 1

miento y su pobreza, a pesar de las riquezas en pesos y lingotes de plata que eran de crec~1:11ento, pero de carácter más explícito. Particularmente atractiva era la
exportadas año tras año desde las colonias mineras americanas a la metrópoli, por conclus1on de que este programa había sacado a Francia del relativo atraso res- 1
cuenta del estado y sobre todo del sector privado. Cada vez más, asurrúan que este pecto a Holanda; de hecho, había acabado con la dependencia francesa de las re-
atraso significaba la pérdida de la antigua hegemonía de España. des de transporte y distribución holandesas, y ayudado a los mercaderes france-
Sin embargo, el modelo holandés que tomaban como referente estaba ya sien- ses a superar su sensación de inferioridad e inseguridad. ,Por supuesto desde
do eclipsado por la trayectoria exportadora de Inglaterra. La capacidad marítima antes de C?lbert, bajo Richelieu, los mercaderes de Saint Malo, Nantes y 'La Ro-
inglesa se vio ampliada por las Actas de Navegación ( «Colbertismo parlamenta- chelle hab1an dado su apoyo a los esfuerzos del gobierno para desarrollar una in-
20
rio»), por la confiscación de embarcaciones holandesas durante la guerra, por un fraes~ructu:a comercial. En la crisis nacional generalizada a la que se enfrentó
sector naval que se alimentaba de generosas inversiones del gobierno y por el Espana a fmales de siglo, el modelo de crecimiento y de «nationalisme de res-
consenso existente sobre la primacía de su comercio y sus colonias en Norteamé- tauration économique» francés, en apariencia exitoso, fue decisivo cuando los
rica y las Indias Occidentales. El problema estaba en que Inglaterra era una ame- gestores ~e la crisis española eligieron un Borbón, Felipe, para suceder al Austria
naza para la base de la economía imperial de España, en especial para sus colo- que se retiraba, Carlos 11. El primer resultado fue la llegada de técnicos burócra-
nias americanas en la zona del Caribe, que ahora era una zona «abierta». No tas, unponentes y enérgicos, como Amelot de Gournay (experto en comercio) y
podía esperarse que las autoridades españolas, irritadas por las concesiones im- Jean Orry (especialista en finanzas estatales), para ponerse al servicio de Madrid
puestas por los ingleses, confiaran en ellos. ¿O no había sido un inglés el que en durante la guerra y por un breve período después de ella. 21
1693 se jactó de que «el comercio exterior, si de él se extraen todas las ventajas, El paradigma colbertiano era atractivo: había pocos cuerpos representativos
hará [a Inglaterra] tan fuerte y rica que podremos dirigir el comercio del mundo
[... ] y consecuentemente el mundo mismo» t 6 " 1~ .. Ertman, _«Britain and Warn; Uztáriz, «Prólogo», en Huet, Comercio de Holanda (ésta es la 1,
Dejando de lado la retórica del imperio universal, Inglaterra no era ni un alia- 2. ed1c1ón, Madnd, 1746). '

do ni un modelo para España. Desde el siglo XVI los ingleses fueron un ejemplo . ,19. ~o~páre~e «El objetivo del intervencionismo mercantilista era [...Jconverger con las poten-
cia~ econom1cas lideres del noroeste de Europa». Kriedte, Peasants, Landlords and Merchant Cap;-
de rechazo a la autoridad de Roma. Confiscaron y vendieron las propiedades de taltsts, 116.
la Iglesia. Más tarde, experimentaron la revolución y el regicidio; y después de la 20. En tie~pos de Colbe11, los holandeses «parecían dueños del comercio francés, aventajando
Restauración, la prerrogativa real estaba sujeta a restricciones dictadas por un de ~ucho a los mg~e~~s». B_utel, «France, the Antilles and Europe», 158-159. Esta conclusión ha sido
Parlamento en el cual aristócratas, mercaderes, pequeños burgueses y clérigos confirmada por anahs1s recientes. Véanse las aportaciones de Pierre y Huguettc Chaunu, y especial-
mente de Rob~rt Gascon, en Bra~del eta!., Histoire économique, vol. l, pp. l, 247, 321-322, 335,
coincidían en la primacía del comercio, el poder marítimo y el imperio a expen- 342-349. S_egun Gasean, «Les fa1blesses des structures commcrciales et bancaircs les survivances
sas de Francia y España. De hecho, existía allí un acuerdo «entre una aristocracia des m~ntalités archalques, les occa_sions manquées, la dépendance vis-i't.-vis des mar~hands étrangers
terrateniente dominante y una comunidad mercantil de elite». 17 dans_ la plupart des secteurs essentJels du commerce extérieur sont autant de traits qui constituent et
expliquent le retard frangais» (357).
_21. Mic~el-Jean Amelot (marqués de Goumay) había servido en puestos diplomáticos (Venecia,
P?1 tu gal ~ Smza) desde 16_82. Entre 1699 y 1700 fue director de la política comercial francesa, y lle-
15. Muñoz Pérez, «Los proyectos sobre España e Indias», 169-185. go a presidente _del Conseil d~ Commerce. Kamen, War ofSuccession, 45, 48, 114-115, 201-203;
16. James Whiston, citado en Viner, «Power versus Plenty», 77, n. 1. Tal como lo expresó un es- Dahlgren, Relatw~.~ comme:c1?les, 329. Los tratados franco-españoles de la segunda mitad del si-
pañol, «quiere la Inglaterra estancar en su Reino los comercios de todos los otros». Alcedo y Herre- gl~ XVII (de los Pmneos, N1megue y Ryswick) facilitaron la entrada en España de mercaderes de
ra, Piraterías, 267-268. Samt Mal?, Nantes, La Rochelle, Bayona y Marsella. En 1711 podría haber habido entre 20.000 y
17. Chaudhuri, «Reflections>>, 429. 30.000 residentes franceses semipennanentes. Kamen, War of Succession, 121.
192 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 193

que pudieran influir en las decisiones tomadas desde el centro _(los États-Gén~- transportar un alto volumen de tráfico en alimentos y manufacturas a través del
raux, corno las Cortes, eran entonces más simbólicos que func10nales). Francia Atlántico hacia las colonias recientemente ocupadas por Francia en el Caribe, y
tenía una burocracia-bien gestionada idealizada por los observadores extranjeros. para suministrar una cada vez mayor fuerza de trabajo esclava africana a las plan-
Ésta incluía las intendencias, modernizadas hacía poco tiempo y encargadas del taciones que había en ellas. 25 A su vuelta, esta marina mercante regresaba con
control y la dirección en las provincias, adem~'i.s de secretarios de Estado con po- fi.utos coloniales, que en muchos casos eran en parte proéesados y después reex-
deres discrecionales para ejecutar sus políticas -o esto es lo que les parecía a los portados a otros puertos europeos. Durante el siglo XVIII la política de Colbert
foráneos españoles, irritados por el barroco laberinto administrativo de los Aus- respecto a las colonias reportó excelentes dividendos, ya que dichas reexporta-
trias caracterizado por las jurisdicciones contradictorias y los privilegios arrai- ciones pasaron a ser la principal fuente delrrecimiento expórtador de Francia. El
gad~s-. Es más, los proyectistas españoles interpretaron que el corpus legis- siguiente paso fue la creación de una armada real para proteger las rutas maríti-
lativo y la modernizada burocracia de Colbert estaban diseñados para h.acer mas utilizadas por la marina mercante en el comercio colonial. Debido a las in-
precisamente Jo que España necesitaba de fonna desesperada: «recupe~~ el ~1~rn- versiones en infraestructuras y en la construcción naval, la política de Colbert de
po que hasta ahora ha perdido[ ... ] esforzándose todos a la buena plan1hcac10n y total intervención estatal ofreció emJ)leo remunerado a una creciente población
mayor adelantamiento de nuestros comercios». 22 Del mismo modo que Francia se de jóvenes trabajadores.
había aprovechado de la experiencia de Holanda (las Mémoires sur le commerce Por último, en su intento por imitar los precedentes holandés e inglés, Colbert
des Hollandois de Huet estaban dedicadas a Colbert), España esperaba aprender se tornó muy a pecho la función que las compañías privilegiadas tenían en el co-
de los franceses, más avanzados, y ponerse a su altura. mercio exterior, altamente especulativo. Se esperaba que las compañías francesas
Había aspectos del modelo de Colbert que se creían adaptables a las nece- de comercio en ultramar, respaldadas por subvenciones estatales y privilegios co-
sidades y la realidad españolas. 23 Se asignó prioridad absoluta a la reorgam- merciales (a menudo monopolios), se hicieran cargo de los altos costes de capital
zación de las finanzas estatales, y en consecuencia se decidió comprobar la inicial necesarios para la adquisición de embarcaciones y tripulación para el co-
autenticidad de las pensiones e intereses reclamados al estado (los juros, espe- mercio a larga distancia. Los retrasos en los viajes de regreso podían arruinar a
cialmente), incorporar a la administración del estado el cobro de impuestos cla- las empresas sin suficiente capital. Algunas compañías se involucraron en el trá-
ve (las aduanas, por ejemplo), consolidar o eliminar una serie de tasas al consu- fico de esclavos entre Senegal y el Caribe. Otras comerciaban con la costa del sur
mo y peajes internos que desalentaban la iniciativa privada y renovar al personal de la India y hasta Cantón, y recogían siempre, al partir, un cargamento básico de
del Ministerio de Finanzas. Durante los veinte años de administración de Colbert, plata colonial española suministrada por agentes franceses situados de forma es-
se consolidaron las iniciativas de Sully y Richelieu y se impulsaron mejoras esen- tratégica en los riúcleos comerciales de la Baja Andalucía. 26
cialmente cualitativas en los métodos contables del estado; se redujo el pago de
intereses por la deuda pública y, lo que es más importante, se hicieron progresos
en el equilibrio fiscal estatal (entre 1661 y 1683 los ingresos netos públicos de LAS LIMITACIONES AL MODELO DE FINANCIACIÓN ESPAÑOL
Francia por lo menos se triplicaron). 24 Los logros de Colbert en la construcción
de infraestructuras (carreteras, puentes, canales interprovinciales y obras portua- En las últimas décadas del siglo XVII, una de las preocupaciones de los pers-
rias) fueron la prueba de cómo proyectos financiados por el estado podían facili- picaces arbitristas españoles era analizar I,as estrategias de desarrollo económico.
tar el transporte de productos agrícolas destinados tanto al consumo interno como Otra era su aplicación a España. Los dos siglos de imperialismo en América y Eu-
a la exportación. Dada la renuencia del capital privado a aventurarse en la pro- ropa habían moldeado, curtido y fijado las instituciones y mentalidades españo-
ducción de bienes de lujo, las inyecciones de capital estatal demostraron ser cru- las. A las puertas del siglo xvm, la realidad española clifería considerablemente
ciales, incluso indispensables, en este sector de la manufactura francesa. ¿Podía de la de los estados en desarrollo de Europa. Conscientes de que el suyo era un
suceder que la intervención estatal en España no funcionara tan bien como pare- imperio de renombre, se entiende que muchos españoles recelaran de las impre-
cía que había hecho en Francia? . .
Para el imperio colonial español, era particularmente relevante la importancia 25. A la muerte de Richelieu, aproximadamente 7.000 franceses (en su mayoría bretones y nor-
que Colbert atribuyó a la construcción de una marina mercante nacional para mandos) vivían en San Cristóbal, Martinica, Guadalupe, Santa Lucía y las islas Tortuga en el Caribe,
y se responsabilizaban de dirigir el tráfico de esclavos en Senegal y Gambia. Braudel et al., eds., His-
toire économique, vol. 1, parte!, 356-357.
22. Uztáriz, Theórica, 97. 26. Aunque Deyon acepta los defectos del dinamismo de Colbert, asegura que a su muerte supo-
23. Los párrafos que siguen están basados fundamentalmente en Dayon, Le mercantilis"!e, es- lítica de intervencionismo dejó «une marine reconstituée, une législation commerciale moins archai·-
pecialmente el capítulo 2, y Cole, Colbert, 1:301, 333,338,344, 3~6.' 351; 2:34,. ~4-55. _Estud10s re- que, une draperie a nouveau prospere et une manufacture des toiles de lin et de chanvre qui est deve-
cientes han destacado la habilidad de Colbert para alcanzar sus obJettvos reconciliando mtereses en- nue la premihe d'Europc». Le mercantilisme, 28. Para Domínguez Ortiz, lo que las políticas de
frentados. (Nos hemos beneficiado de Michael Mahoney, «Organizing Expertise».) Colbert necesitaban por encima de todo era «el mantenimiento del río de la plata» que manaba
24. Chaunu en Braude! et al., eds., Histo;re économique, vol. 1, parte 1, 191. de fuentes españolas, legales o de contrabando. «Guerra económica», 72.
194 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, }700-1759 195

decibles consecuencias que podrían derivarse de una torpe imitación de los mo- Por último, aunque no menos importante, estaba el recurrente confli~to entre Es-
delos extranjeros. paña y sus principales socios comerciales en la costa del Atlántico, causado por
Las limitaciones a las opciones mercantilistas de España eran tanto externas la competición europea por los mercados americanos de España. 31 La guerra y el
como internas, tangibles e intangibles. Estaban atrapadas en una red de relacio- consecuente esfuerzo financiero exigido al estado y la economía (inversiones en
nes personales, de grupo e institucionales. Las limitaciones más inmediatas y ob- defensa, paralización del comercio colonial, constantes medidas fiscales ad hoc)
vias a los esfuerzos por reformar la economía de España eran externas. Los trata- impusieron restricciones externas a la adopción de las irínovaciones políticas que
dos comerciales impuestos por los proveedores europeos de España a mediados parecían ser responsables del progryso económico de Francia e Inglaterra.
del Seiscientos privaron al estado de un instrumento básico de la estrategia mer- Las li~itaciones internas al modelo de financiación eran igual de importan-
cantilista en el siglo xvn1: el reajuste arancelario en Cádiz, principal puerto espa- tes. En pnmer lugar, los españoles tenían que hacer frente a los obstáculos que se
ñol y centro de su monopolio comercial colonial. Al mismo tiempo, las competi- interponían a todos los que llegaban tarde al crecimiento económico. Había poca
tivas estrategias de Inglaterra y Francia jugaban en contra de los intentos de acumulación de capital, y el capital era difícil de atraer; el ahorro y la inversión
España por aumentar la insignificante producción de aquellos artículos que ha- no estaban muy extendidos; y los servicios bancarios eran rudimentarios. Los
bían sido básicos para la transformación de las economías europeas: los tejidos costes de transacción (entre los cuales se contaba el desarrollo de instituciones e
de alta calidad consumidos por las elites tanto en la metrópoli como en las colo- instrumentos que sirvieran de apoyo a las empresas que comerciaban a larga dis-
nias. Como era de esperar, al comienzo de la guerra de Sucesión, los políticos tancia con ultramar, la protección estatal del capital privado, las técnicas comer-
franceses se negaron a autorizar la fuga de artesanos cualificados franceses hacia ciales y, por supuesto, la información regular sobre precios vigentes y condicio-
España y con discreción aconsejaron a los diplomáticos franceses en Madrid que nes de suministro, especialmente en los principales puertos coloniales) eran, por
pusieran freno a cualquier iniciativa manufacturera al sur de los Pirineos. La po- consiguiente, altos.
lítica francesa fue diseñada explícitamente para privar a España de «los medios En gran parte, la persistencia de instituciones económicas y actitudes tardo-
para establecer [ ... ] manufacturas». El embajador Blécourt tenía que ser menos medievales en España puede atribuirse a las rentables economías mineras del
explícito con el gobierno español, <<teniendo cuidado [ ... ] en tomar todas las pre- Alto Perú y de Nueva España, que constituían el vínculo transatlántico crítico en-
cauciones necesarias para que los españoles no investigaran las intenciones de tre América y España. A través del monopolio estatal de la obtención y distribu-
SM en este asunto, o los motivos que le influyen». 27 ción del mercurio y de una pirámide de impuestos (derechos sobre el subsuelo,
Por su parte, España no era comercial ni políticamente capaz de impedir la tasas por la acuñación, aranceles), 1a plata americana, había ayudado a financiar
participación extranjera en su comercio colonial, tal corno prescribía la estrategia la hegemonía de la España de los Austrias en Europa occidental. Además, la mi-
mercantilista. Como ya hemos visto, Madrid tuvo que permitir que los mercade- nería de plata, como ya se ha visto, tuvo varias funciones. Había monetizado la
res franceses de Saint Malo, actuando en un principio bajo los auspicios de la economía de muchos nativos americanos (que pronto se vieron forzados a pagar
alianza borbónica, abrieran la ruta del cabo de Hornos hacia las costas surameri- un impuesto personal, o tributo, en plata), y por intermedio de todo tipo de co-
canas del Pacífico. 28 Por su parte, los mercaderes ingleses en los puertos jamaica- merciantes (tanto los dedicados a la venta al por mayor y al detalle como los me-
nos ampliaron sus lucrativas redes de contrabando con las tierras continentales del nos importantes vendedores ambulantes) contribuyó a incrementar las ventas y el
Caribe español y explotaron el asiento de esclavos. 29 Es decir, un factor esencial consumo de importaciones de origen español, europeo y asiático.
para el desarrollo económico español, el comercio colonial, estaba siendo invadi- Pero los efectos multiplicadores de la plata colonial sobre la economía de la
do por las eficientes políticas mercantilistas de naciones que estaban más adelan- metrópolis fueron bastante limitados. Mientras que la plata americana impulsó el
tadas en la protoindustrialización de textiles, y su liderazgo estaba creciendo. 30 comercio de productos de las colonias inglesas y francesas en Norteamérica y, es-
pecialmente, en el Caribe, en España no potenció ni el empleo ni las iniciativas
vinculadas al procesamiento y reexportación de azúcar, tabaco y cacao. No sirvió
27. «Mémoire du Roy», en Kamen, War of Succession, 125-126. Kamen proporciona un deta-
llado análisis de la política francesa respecto a potenciales fabricantes españoles (125-138, 378). de estímulo ni a la manufactura ni a las finanzas nacionales. El estado de los Aus-
28. Dahlgren, Relations commerciales; Legarra, <<Comercios de España y Yndias. Estado actual trias había creado y explotado un producto muy rentable en forma de flujos de
de ellos: causas de que dimana su decadencia; y medios por restablecerlos». BRAHMad, ms. 4666. plata coloniales, una bonanza financiera perenne que durante dos siglos generó
29. MacLachlan, Trade and Peace, 26, 85-86; Walker, Spanish Politics, 131. un capitalismo comercial distorsionado, atrapado en un estado estacionario o en un
30. Uztáriz registró que el gobierno francés intervino activamente para ampliar las ventas de tex-
tiles a España y, a través de España, a sus colonias americanas. En 1701, por ejemplo, se redujeron mal punto de equilibrio caracterizado por un insignificante crecimiento económi-
los aranceles a las exportaciones francesas para los tejidos de lino, raso y terciopelo, el oro y la plata,
las ropas, y los damascos destinados a España. En 1703, se redujeron para los perpetuanes, las baye-
tas y las sargas. Theórica, 101. Incluso ya antes, a finales del siglo XVI, un importante volumen de te- 31. «La negligencia que hasta ahora han demostrado los españoles en el fomento de las manu-
jidos de lino bretones y normandos era reexportado desde Sevilla a las colonias. Sanz, Comercio de facturas les obliga siempre a obtener de países extranjeros los bienes que necesitan para las tierras que
füpaña, 1:445. poseen en las Indias [ ... ].>> «Mémoirc du Roy», en Kamen, War oj Succession, 125-126.
196 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 197
32
co. el subempleo y el desempleo, en resumen: el estancamiento cconómico: De lectivos e individuos. El proceso político de gobierno a través de la convocatoria
esta forma, alrededor de 1700 España importaba azúcar y tabaco que eran mtro- de varios sínodos -en particular'él Consejo de Castilla («Ja institución más im-
ducidos por interQJediarios ingleses, franceses y holandeses que traficaban con portante en España» ),33 el Consejo de Indias (para las colonias) y, tanto en la me-
productos de las colonias del Caribe (los holandeses suministraban incluso cacao trópoli como en las colonias, el Santo Oficio de la Inquisición, con su función de
venezolano) y, además, manufacturas europeas, que los mercaderes de los núcle- censura- proporcionaba el espacio en el que, en teoría, la política estatal era co-
os comerciales de la Baja Andalucía compraban con plata colonial para reexpor- ordinada, mientras que en la práctica, por lo general, estaba decidida de antema-
tados a las colonias americanas de España. La anómala posición de España, re- no. La extendida jurisdicción judicial y legislativa de los consejos junto con su
ceptora de plata colonial que era transferida a los rivales europeos, importadora y método de trabajo -basado en pedir informes detallados sobre temas concretos
después reexportadora de manufacturas no españolas sino europeas, metrópoli en (consultas) a los que seguía un debate y, luego, una decisión, a menudo tardía,
teoría rica en productos mineros coloniales y en realidad curiosamente empobre- por voto mayoritario- paralizaban cualquier acción e inevitablemente abrían
cida, era la imagen que daba forma al núcleo del discurso sobre el cambio eco- vías de resistencia al temido cambio. En el legado administrativo de los Austrias,
nómico, esa preocupación común de los analistas o proyectistas españoles duran- siempre se conservó la ilusión, pero no la sustancia, de una autoridad centra-
te la primera mitad del siglo xvur. lizada.34
Existía todavía otra limitación interna, omnipresente y duradera: el tradicio- Felipe V, sus técnicos franceses prestados (corno Orry) y sus devotos colabo-
nalismo multifacético de España, que había contribuido a la debilidad de la mo- radores españoles (corno el regalista, anticolegial y antipapista Melchor Rafael
narquía al tolerar el mal uso de las instituciones y costumbres y permitir una po- de Macanaz) entendieron pronto que para que un estado de corte mercantilista
lítica descentralizada de facto. Se consagró, casi sacralizó, lo que había sido fuera eficaz tenía que hacer hincapié en los objetivos nacionales y proyectar el
heredado y desarrollado durante los siglos xv y XVI, particulannente bajo los rei- poder para ponerlos en práctica. De otro modo, no sería posible convencer a los
nados de Isabel y Fe1nando y de su nieto, Carlos V. La innovación, cualquier principaleS grupos de interés y a sus representantes (que a menudo actuaban
cambio hacia algo nuevo, era en principio inaceptable, lo que indica que estruc- como grupo de presión) en los consejos -que estaban dominados por colegia-
turas que de algún modo eran fundamentales, y que en su tiempo habían sido ad- les- para que reconocieran la hegemonía absoluta de los intereses nacionales so-
mirables, ahora estaban derrumbándose. Estaba muy extendida la desmesurada bre los regionales y particulares. En 1703, Orry comunicó a París que los conse-
veneración por instituciones del pasado que, presuntamente, habían sido la base jos estaban en el núcleo de las políticas de los Austrias: «Ellos son quienes
de una época de hegemonía a la que todavía se podía regresar, lo que tal vez era gobiernan el Estado, nombran a todos los cargos, disponen de todos los benefi-
sintomático del ocaso de la proyección imperial. La impresión general era que cios e ingresos del Reino, con la intención de que el Rey[ ... ] no asuma ningún pa-
esa hegemonía se había perdido en algún momento después de 1650, coincidien- pel activo en el gobierno[ ... ].» Puesto que los consejos no podían ser eliminados
do con la emergencia de estados europeos capaces de formular políticas de desa- sin más, el nuevo gobierno borbónico decidió intervenir en ellos diseñando nue-
rroIIo y de intervenir en la economía nacional. En el fondo, podían medirse los vos cargos de los que dependerían. Estas tácticas se aplicaron al Consejo de Cas-
éxitos de Inglaterra y Francia por su reciente expansión económica tanto interior tilla entre 1706 y 1707, y culminaron con la nueva planta de 1713. La radical re-
como exterior, en Europa y en América. forma administrativa de los consejos en la nueva planta, ideada básicamente por
En cambio, las instituciones tradicionales de gobierno de España (su estruc- Orry y Macanaz, introdujo un gabinete de cinco secretarios de Estado y del des-
tura política polisinodial o de organización conciliar) hicieron que los primeros pacho universal que trabajaban en estrecha colaboración con el rey. A nivel pro-
Borbones españoles carecieran de la autoridad centralizada (un estado con fun- vincial, el plan propuso intendentes de provincia que también podían encontrarse
ciones de control) que era manifiesta en Inglaterra y, de manera particular, en en el modelo administrativo francés. 35
Francia. Desde un principio se enfrentaron a la barroca constelación de intereses Al mismo tiempo, el gobierno despojó al Consejo de Indias y a la Casa de
de los Austrias que el estado patrimonial no había centralizado. De hecho, el es- Contratación de sus funciones principales, entre eilas la financiación y el control
tado patrimonial de los Austrias se había limitado a suturar Jas diferentes enti- de] sistema de convoyes. Esto se hizo en parte como represalia porque el consejo
dades regionales de 1a Península, todas celosas de sus derechos, privilegios, y no dio su apoyo a la nueva dinastía borbónica en 1706, y en parte porque los prin-
costumbres «inmemoriales», así como de las gracias especiales conferidas a co-
33. Payard, Les membres du Conseil de Castille, 170.
32. Hay pocos historiadores que hayan expuesto de forma más clara que Ramón Carande los in- 34. Kamcn ha llegado a la conclusión de que bajo el reinado de Carlos II, España «continuó sien-
mediatos y duraderos efectos que tuvo la plata colonial sobre la economía de Castilla en el siglo XVI, do gobernada por una especie de consenso entre diferentes intereses locales r... ]. La España de los
sobre sus finanzas, comercio e industria. Los siguientes capítulos hacen referencia a temas que se dis- Austrias era estable porque era en gran parte un autogobiemo, no porque fuera gobernada por una mo-
cuten en su Carlos Vy sus banqueros, vol. 1, caps. 7, 10, ll, y vol. 3, cap. l. Véase también Rodrí- narquía absoluta». Spain in the Later Seventeenth Century, 17.
guez-Salgado, The Changing Face of Empire, 63, 68-70, 334. Igualmente esclarecedor es el incisivo 35. Fayard, Conseil de Castille, 7, 170-172; Bemard, Conseil eJpagnol des !ndes, 30-31; Ka-
ensayo de José LamlZ Lópcz, La época del mercantilismo en Castilla, especialmente el cap. 6. mcn, War of Succession, 108-117; Anes Álvarcz, El Antiguo régimen, 300, 304-306.
HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 199

. · d Felipe V pensaban que el sistema de convoyes, la estructu- hiciera ninguna concesión al espíritu de cambio que los asesores más cercanos a
c1pales conseJeros e . . . .
falta de un registro of1crnl de las entradas de metales p1ec1osos Felipe. compartían en esa época. La consulta, por el contrario, reafirmaba el valor
ra ad uanera y Ia . .~ d l'f
coloniales desde J 661 eran incompatibles con la 1mplementac1on e una po 1 1ca que el sistema transatlántico, que funcionaba desde mediados del siglo xvn, tenía
de desarrollo mercantilista. para la monarquía. 38 Devolver el sistema a su condición de preguerra a partir
El gobierno borbónico español y los asesores franceses que s~ encarg~ban del de 1700, afirmaba la consulta, permitiría a España recuperar «lo que se ha perdi-
· · nto del comercio exterior de su país (en el cual las enlomas es pan olas re- do en la Cruel Guerra presente» y su primacía como «árbitro de la Europa». Euro-
seguume ., d ¡ ·
aban un papel importante) tenían que enfrentar la cuestton e comerc10 pa, se jactaba el consejo, dependía de América «para su conservación y aumento
presen ! . S ·¡¡ h b' ·¡·
colonial. Durante mucho tiempo, la comunidad mercant.Il de ev1 a . a rn utJ. I- del oro y plata, y frutos de que Dios ha enriquecido» a las colonias españolas. Se-
zado dinero e influencias para mantener el sistema de flotas y los mformales gún la retrospectiva del consejo, la expulsión de España del paraíso comercial
acuerdos aduaneros de Báez Eminente, así como para conservar para el_ Consula- coincidió con la guerra de sucesión. El consejo analizó después la situación co-
do de Sevilla la gestión de ciertos fondos. Además, el consulado destmaba una mercial que había esbozado en una consulta de 1709 que, según el mismo conse-
considerable suma de gastos secretos a ejercer presión sobre la ~asa de Co~trat~- jo, había sido ignorada por los burócratas de Felipe al abandonar de forma preci-
ción, el Consejo de Indias y aquellos que tenían influ?ncia política en Madnd. Di- pitada Madrid en manos de las fuerzas enemigas en 1710. La fuente de todos los
cho gremio comercial también delegaba en el conseJo las querellas con los ~er- males estaba «especialmente» en las embarcaciones, bienes y agentes franceses
caderes de Ciudad de México y Manila, referidas por ejemplo a la creciente que se infiltraban en el sistema transatlántico de España después de que la guerra
importación de tejidos de seda, lino y algodón chinos que eran llevados cada año marítima hubiera suspendido prácticamente el movimiento de los convoyes es-
a Nueva España a bordo de la nao de Filipinas." . . pañoles. Esto había facilitado a los franceses la penetración en los puertos sura-
La «planta de Orry» pretendía ser una amenaza para l~s mteres~s come~c~a- mericanos del Pacífico ( «aquellos opulentos Dominios»), llegando hasta Callao
Jes, tanto nacionales como extranjeros, de la Baja Andalucrn, en Sevilla Y Cadiz. por el norte, donde desembarcaron cargamentos de bienes escasos y obtuvieron
Por consiguiente, en J 713 el gobierno puso sobre aviso al Consejo de Indias Y a con ello extraordinarios beneficios sin pagar los «ynmensos derechos» habitua-
los grupos que éste representaba de su intención de «dar una nueva form_a ~., regla les. Después se habían retirado directamente hacia puertos franceses con su «tan
en la dirección del comercio de las Indias». Hizo esto requiriendo la op1mon del grande suma de Millones» en plata gravada y sin gravar (sin quintar).
consejo (una consulta) sobre «abusos que ha havido en lo pasado en la dirección Según los consejeros, Madrid era por lo tanto responsable de la «restauración
de la Casa de Contratación y Consulado de Sevilla», 37 lo que era una adverten- y fomento del Comercio» en el complejo comercial colonial dominado por An-
cia de Jo que podía estar por llegar; pero el plan estuvo en peligro desde un princ!- dalucía, puesto que «no hai otro arbitrio más poderoso» para estabilizar las fi-
pio por un problema subyacente en la posición de Madnd. La larga guerra habrn nanzas estatales. La primera etapa de esta restauración exigía la reanudación del
puesto las finanzas estatales bajo extraordinaria presión, situa~ión que vino a ser cancelado sistema de flotas. Sin esto, se argumentaba en la consulta, se perderían
agravada, después de la guerra, por la necesidad de reconstrmr las fuerzas na~a- las colonias y «se desfigurará el continente de estos Reynos, dependiendo la res-
les y de transporte marítimo para ponerlas al servicio de los víncul~s transatla_?- tauración de ambos de sólo un principio qual es, el que cuiden la navegación los
ticos con ]as colonias americanas. Puesto que las aduanas de la BaJa Andalucrn, Españoles y que se cierren los Puertos de las Indias para los Extrangeros». Esto
junto con las entradas de metales preciosos por cuenta del rey procedentes de exigía la adquisición estimada ( «comprar o abilitar algunos navíos») de ocho bu-
Cartagena, Veracruz y La Habana, constituían la mayor ~ategoría de in~esos ~s- ques escolta que, recalcó el consejo, ni el consulado ni los mercaderes particula-
tatales bajo las rentas generales, los hombres de negocios de Andalucrn podian res podían financiar, puesto que carecían de «fondos, caudales [... ] créditos». No
manipular el poder de los instrumentos financieros que ellos contro~aban. Por ~u obstante, en caso de que Madrid garantizara los préstamos con un aval por los in-
parte, el consejo intentó defender los intereses comerciales de la BaJ~ Anda!u~rn; gresos de aduanas derivados de los flujos comerciales coloniales gestionados, en-
despotricó contra Madrid y alegó que el gobierno no le había conced1do_sufic1en- tonces el consejo confiaba en que los miembros del consulado podrían obtener
te tiempo para obtener información de hombres de negoc1~s «de mt?l~gencia Y fondos de otras fuentes. De nuevo, había una precondición para este servicio:
práctica» y afirmó, con fingida inocencia, que no tenía «particular noticia» sobre Madrid tendría que certificar la precisión de las cuentas del consulado referidas a
«abusos y excesos que se ha notado a la Casa de Contratación y <:=onsulado». la gestión de los impuestos sobre las importaciones de metales preciosos colo-
Es indicativo de la resistencia de las estructuras de los Austnas, el hecho de niales, que en teoría eran destinados a la liquidación y pago por intereses de cier-
que Ja consulta del Consejo de Indias como respuesta a la petición de Madrid no
38. Nótese la fijación por el pasado: «Pues haviendo conserbado las Indias por el transcurso de
dos siglos, bajo la mano de los gloriosos progenitores de VM que las conquistaron, aumentaron y con-
36. Álvarez de Abreu, ed., Extracto historial. . . servaron, esto se a devido mediante la justísima máxima, tener cerrados las puertas de aquellos Bas-
37. Bernard, Conseil espagnol des Indes, 6-8, y «Consulta del ConseJo de Indias al Rey sobre el tos Dominios para que no entrase a cornerziar en ellos ningún extrangero sobre que se ha promulga-
comercio, 24 de diciembre de 1713», BRAHM, Colección Sempere Y Guarinos. do infinitas Leyes.» «Consulta del Consejo de Indias», BRAHM, Colección Sernpere y Guarinos.
200 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECI.MIENTO, 1700-1759 201

tas obligaciones pendientes del gobierno, como por ejemplo las balbas y infantes. paraíso: «Juzga el Consejo que con lo expuesto, supuesto la buena fe de que se
Por citar la consulta del consejo: «Que mande se ebaque y finalize el negocio observara todo lo que nuevamente se estipulase con el comercio, se seguirá el be-
pendiente de quenta~ de los Consulados, ora sea con el castigo de los que rezul- neficio [... ] para que en todos tiempos pueda hallar el dinero que necesita para
taren cómplizes, ora con la absoluzión y publicación [de los nombres] de no ha- servir a V.M. en las urgencias que se ofrezcan como lo ha executado en distintas
verlo sido.» ocasiones.» La recomendada restauración de las flotas.sin duda elevaría «los co-
La colaboración del consulado y la comunidad mercantil de Sevilla para res- mercios a la primera estimazión» en un plazo de tres años.
tablecer el sistema de convoyes exigía, en opinión del consejo, más concesiones. En un plazo de dos años la nueva planta corrió un serio peligro. Orry y Ma-
En primer lugar, Madrid tendría que continuar cobrando los aranceles a la expor- canaz fueron destituidos (1715), y se permitió a la todopoderosa Inquisición pre-
tación hacia las colonias cuando los productos fueran descargados en los puertos sentar cargos contra Macanaz. La principal reforma continuó paralizada durante
coloniales. El consejo estaba convencido de que en ese momento los mercaderes años, aunque las secretarías de Estado, creadas recientemente, se mantuvieron. El
de Andalucía se encontraban en un «miserable estado[ ... ] sin fondos, ni caudales acuerdo atestiguaba la ardua lucha por modificar estas y otras estructuras profun-
en las primeras casas». Sólo un puñado de «ricos» podía cubrir los impuestos a la damente arraigadas, y en lo sucesivo obligó a los defensores del cambio a poner
exportación en Sevi11a o Cádiz. La mayoría -y entre los que el consejo mencio- énfasis en que ellos sólo estaban denunciando los abusos de instituciones que, por
nó por conmiseración había «monjas, donzellas, viudas y otros muchos pobres otro lado, eran aceptables. El léxico proyectista tuvo que eludir el cambio. Las
que estaban trabajando todo el año haciendo medias, pañuelos y ropa blanca»- pocas publicaciones autorizadas que eran críticas con las presentes estructuras y
sin duda no podía. En segundo lugar, y más impmiante, el consejo incidió en que mentalidades tuvieron que aceptar el vocabulario y las expresiones prioritarias
se preservara lo que se había establecido décadas antes en la cédula de 1661 fir- del discurso oficial, como «corrección de abusos», «restauración», «renovación»
mada por Felipe IV, por la que los mercaderes de Sevilla y sus representantes en o «reestabl~cimiento». Dicho de forma más simple, los analistas españoles que se
las capitales coloniales tenían que cubrir los costes de los buques escolta de la ar- decidieron a aceptar su conflictiva realidad cultivaron un discurso y un vocabu-
mada real a cambio de «la libertad y franquicia de poder traer a la vuelta a Espa- lario pensados para fomentar el consenso y evitar 1a censura.40
ña sin otra contribución alguna toda la plata, oro, y frutos y demás efectos que de Si se sopesan las visiones de cambio de los proyectistas y sus limitaciones,
su quenta viniesen, y sin la sugeción al registro». 39 El consejo refrendó este «con- surgen varias preguntas. Asumiendo que se deseaba implementar una política
trato», lo que explica por qué después de 1661 no existe un registro oficial de las proteccionista, ¿era realista contar con que el primer estado borbónico español
entradas de plata colonial y oro, ya que «todos han visto el aumento y grandeza tendría la capacidad y habilidad para subvencionar y gestionar la manufactura
en que se constituyó aquel comercio, los grandes caudales que se crearon, el cré- más moderna de esa época, la textil, de modo que compitiera con los tejidos de
dito a que llegó el Consulado de Sevilla, el maior de la Europa». Esto quería decir lana, lino y seda de Flandes, Inglaterra, Francia, Génova, Venecia y Alemania,
que los comerciantes acaudalados habían dispuesto en algún momento de recur- así como con los flujos a través del Pacífico de l9s tejidos de lino, algodón y seda
sos para financiar las «maiores urgencias de la Monarchía», la armada real y los de alta calidad chinos?41 ¿ Y serían las tan esperadas fábricas españolas capa-
buques escolta para los convoyes que iban y venían de los puertos coloniales de ces de cumplir con las exigencias de un pacto colonial, esto es, con el intercam-
España. Como resultado de la disolución de este acuerdo entre los intereses pú- bio de bienes predominantemente nacionales por productos coloniales? ¿Podría
blicos y privados, y de la desintegración del sistema de convoyes después de el gobierno central de Madrid obtener suficientes ingresos, tanto derivados de
1701, «no ha quedado en este comercio hombre de caudal, el consulado sin cré- fuentes tradicionales como de otras más modernas, para financiar la industria pe-
dito, ni efectos con que despachar». ninsular además de la necesaria infraestructura de caminos y puentes, canales y
En lo que era un rechazo explícito de los esfuerzos de los administradores re- puertos, y una marina mercante y fuerzas navales adecuadas para establecer una
formistas de Madrid por modificar el sistema transatlántico anterior a 1700, el presencia marítima creíble en las principales rutas transatlánticas?
Consejo de Indias reiteró sus condiciones para colaborar: que se cerrara la re- Volviendo a la capacidad del Estado español para hacer frente a dos limi-
cientemente abierta ruta del estrecho de Magallanes hacia los puertos surameri- taciones internas que ya han sido discutidas: ¿podría permitirse la metrópoli
canos del Pacífico y que, además, se reanudaran las flotas españolas bienales ha-
cia Nueva España y Tierra Firme sin participación alguna de factores, o incluso
de tripulación, extranjeros. A cambio el consejo ofrecía su visión de retorno al 40. Sobre los órganos de censura y su papel, véase: Enciso Recio y Almuna, «La prensa espa-
ñola»; Egida, Opinión pública. Ambos están resumidos en la contribución de Enciso Recio a Jover
Zamora, ed., Historia de España, 29 (1):222-232.
39. Esto se refiere al «uso y práctica del contrato de ha verías>>. El contrato (1661) estipulaba que 41. Hay abundantes detalles sobre la penetración de los tejidos de China en Nueva España a tra-
el pago total por los costes de los convoyes sería de 790.000 ducados de plata anuales. De éstos, vés de Manila a finales del siglo xvn y durante las primeras décadas del siglo xvm en Extracto his-
150.000 serían pagados por Hacienda; el resto sería pagado, a la llegada del convoy a los puertos co- torial, editado por Álvarez de Abreu. Éste reflejó en su trabajo editorial su experiencia colonial como
loniales y la venta del cargamento, por los mercaderes de Sevilla y sus representantes en las colonias. investigador de las operaciones fraudulentas y de contrabando en las haciendas coloniales, y más tar-
Céspedes del Castillo, La avería, 89-92. de como gobernador de Venezuela. Walker, Spanish Politics, 100.

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202 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL
1700-1759
CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 203
-asumiendo que el estado tenía la capacidad de hacerlo- marginar un pilar bá- ro castellanos y, lo que es más importante, en el comercio y la administración co-
sico de su economía lrnperial, los complejos mineros de Nueva España y del Alto lonial. Hacia finales del siglo XVII, las redes familiares navarras se encontraban
Perú? ¿Podía el estado borbónico español aventurarse a jugar con los grupos de diseminadas por todo el imperio: desde Madrid, Sevilla y la había de Cádiz (en el
interés políticamente influyentes, españoles y no españoles, que estaban arraiga- Puerto de Santa María y en Cádiz) hasta, cruzando el Atlántico, el vasto virreina-
dos en el sistema español de comercio transatlántico arreglado? to del Perú (desde Lima a Charcas, Buenos Aires y Santiago de Chile), Venezue-
Básicamente, los españoles que estaban formulando un paradigma mercanti- la y Nueva España. El siglo XVIII sería el de la «Hora navarra», el adecuado títu-
lista tuvieron que hacerse la pregunta que todo régimen en apuros -antiguo o lo que Julio Caro Baroja escogió para su estudio de la proyección navarra en la
moderno- debe afrontar: ¿podía el atrasado estado borbónico español lanzar ac- . Península y en ultramar bajo los Borbones españoles.44
ciones en varios frentes de manera simultánea? O ¿acaso los políticos, conscien- Una constelación de navarros unidos por sangre y alianzas, comunidad de ori-
tes de que «elaborar una política de la nada es más problemático que continuar gen (especialmente del valle de Baztán, cruzado por la principal ruta hacia Fran-
con el piloto automático»,42 se verían obligados a encarar el cambio poco a poco cia), redes comerciales, servicio al' estado e influyentes asociaciones, como la
y de forma pragmática? Ambas opciones presentaban escollos. La primera es- Real Congregación de San Fernún de los Navarros en Madrid, invirtieron sus fon-
condía el riesgo de una reacción violenta coordinada; en la segunda, la pérdida de dos para apuntalar las finanzas estatales en forma de préstamos, suministros mili-
control y la oposición clandestina invitaban al fracaso. tares y cobro de impuestos. Su peso económico y político fue considerable desde
principios del siglo xvrn, cuando los Goyeneche y los Uztáriz apoyaron a Felipe
ofreciéndole préstamos y conocimientos empresariales hasta que sobrevino, a fi-
UzTÁRIZ Y SU MANUAL
nales de siglo, la crisis del antiguo régimen de la España imperial, bajo el reinado
de Carlos IV. En el largo intervalo que transcurrió entre estas dos crisis, los em-
La clásica adaptación que hizo Gerónimo de Uztáriz del paradigma de creci- presarios y burócratas navarros jugaron un papel clave en los intentos de adaptar,
miento de Co1bert, su análisis del comercio y el transporte en Theórica y prácti- de forma prudente, las realidades españolas al cambiante mundo atlántico.
ca de comercio y de marina (1724), fue durante más de cincuenta años el manual Goyeneche, nacido en 1656 en Arizcún, en el valle de Baztán, era mayor que
de la España imperial para ponerse al nivel de sus más avanzados rivales, Ingla- Uztáriz, nacido en 1685 cerca de Pamplona. 45 Emprendedor hombre de negocios,
terra y Francia. Uztáriz, navarro, ya había resumido siete años antes su concep- Goyeneche fue asesor financiero del último de los Austrias españoles y después
ción de cómo estimular el crecimiento en su aprobación del recién publicado Mé- del primer Barbón español. Como cobrador de impuestos y financiero estableció
moires sur le commerce des Hollandois, de Pierre-Daniel Huet, que acababa de varios contactos con la elite política. Uztáriz, también cosmopolita, forjó su ca-
ser traducido por el hijo de un colega navarro que se había forjado una exitosa ca- rrera al servicio del estado.
rrera en Madrid, Juan de Goyeneche y Gastón de Iriarte. 43 V arios miembros de la familia Goyeneche ya se habían instalado en Madrid
No es nada extraño que los dos primeros divulgadores de conceptos colber- antes que lo hiciera Juan de Goyeneche. Él emigró de Navarra para estudiar con
tianos en España fueran navarros. Los vínculos de Navarra con Francia se re- los jesuitas en la capital, y pasó a ser un protegido del conde de Oropesa, que por
montan a cuando la primera, como reino independiente, incluía lo que ahora es la entonces era presidente de la Casa de Contratación. 46 Más tarde, como oficial
Navarra francesa, en la cara norte de los Pirineos. A principios del siglo XVI y contable en las fuerzas armadas de Felipe V, Goyeneche trató con frecuencia a
bajo dominio francés, la Navarra española pasó a ser un virreinato de Castilla. los técnicos franceses enviados para reorganizar las finanzas estatales de España,
A pesar de que Enrique de Navarra incorporó su reino a la corona francesa como sobre todo con Jean Orry. 47 Su sobrino, Juan Tomás Goyeneche, era representan-
Enrique IV, las relaciones entre los navarros al norte y al sur de los Pirineos con- te de un consorcio financiero que tenía contratos militares avalados por ingresos
tinuaron siendo estrechas, fortalecidas por los desplazamientos estacionales de provinciales. Goyeneche, un financiero hecho a sí mismo, formaba parte de la red
trabajadores, ovejas y ganado, así como por las mercancías pasadas de contra-
bando a través de las montañas a cambio de plata de las colonias españolas. li
44. Caro Baroja, Hora navarra. Como complemento a esta rica y generosamente ilustrada fuen-
La conquista del imperio americano hizo que los navarros entraran en la ór- te véase Alfonso de Otazu y Llanas, Hacendistas navarros en Indias. Véase también Pío Sagues Az-
bita de Castilla en varios sentidos. Los navarros conservaron sus privilegios re- cona, Congregación de San Fermín de los Navarros, y Rodrigo Rodrigues Garraza, Tensiones de Na- ;¡
gionales (los fueros), que incluían la exención de impuestos de aduanas excepto varra.

en sus fronteras con Castilla, así como sus propias cortes y administración fiscal; 45. Para los detalles biográficos de Juan de Goyeneche, _véase Caro Baroja, Hora navarra,
caps. 3-6. Véase también Kamen, War oj Succession, 139, n. 77. 1
pero muchos entraron en las fuerzas armadas y en la floreciente burocracia y ele- 46. Kamen, Spain in the Later Seventeenth Century, 373.
.1:
47. Goyeneche también se unió a Melchor Macanaz para proponer que los millones (un impues-
to al consumo) y la superflua burocracia asociada a ellos fueran sustituidos por un único impuesto a 'Ii'
42. James Fallows, New York Times, l de agosto de 1993. la renta (algo extraordinario para su época): una contribución única. El proyecto fue aplazado y se 1

43. Huet, Comercio de Holanda. La 2.ª edición (1742) es la que se cita aquí. il
rescató cuatro décadas más tarde bajo la administración del marqués de la Ensenada. il
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204 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 205

navarra, un «bloque económico» que según Caro Baroja representaba al «capita- el curso del Ródano hasta Lyon, donde vivieron durante un año) y después a Ita-
lismo peninsular».: 8 A sus herederos les legó empresas comerciales y manufac- lia (a Génova y Milán, y hacia el sur a Roma y Nápoles). Igual que su padre,
tureras, les facilitó la entrada a prestigiosas órdenes militares y a la nobleza, y les Francisco Xavier quedó maravillado por la transformación que había vivido
dio acceso a la burocracia metropolitana y colonial.49 Para cuando Goyeneche Francia, en su momento un ·país atrasado (antes de la coronación de Luis XIV);
dictó su voluntad, su «familia tenía acaparados los cargos de Palacio y ostentaba una transformación debida a una serie de políticas gubernamentales bien defini-
otros honoríficos en la Corte».50 das y gestionadas por un resueJto funcionario público como Jean-Baptiste Col-
A diferencia de otros hombres de negocios de su época, Juan de Goyeneche bert. En Francia, a1 joven Goyeneche le impresionó que «el principal assumpto
cultivó más intereses que los exclusivamente mercantiles y financieros. Ayudó a de las conversaciones de[ ... ] todas las clases, y profesiones, consistía en tratar de
fundar la Gaceta de Madrid (1697), que más tarde sirvió al primer gobierno bor- la forma y ventajas del tráfico, conveniencia de ]as manufacturas, y beneficio
bónico como boletín oficial y como importante arma de propaganda durante la de la Navegación». 53 En París, constad'> que rnuc;ha gente estaba convencida (y
guerra de Sucesión, y subvencionó la publicación de las obras de Benito Feyjóo, resentida) de que el comercio holandés crecía a expensas del de Francia. Y pues-
una de ]as luminarias de la ilustración católica en España. 51 Goyeneche y su fa- to que Colbert y su círculo habían visto en Holanda, país comercialmente más
milia participaron en la hermandad navarra de Madrid, que proporcionaba mu- adelantado, un modelo aceptable de crecimiento económico, el hijo de Goyene-
chos contactos y era e] enclave regional donde la comunidad navmTa de Madrid che tradujo ]as Mémoires sur le commerce des Hollandois de] obispo Pierre-Da-
compartía solidaridad política y social. La congregación fue probablemente el lo- niel Huet.54 El hecho que Francisco Xavier recurriera a Gerónimo de Uztáriz,
cal donde Goyeneche conoció a su colega navarro Gerónirno de Uztáriz; en la dé- amigo y colega navarro de su padre, para que redactara un prólogo a su traduc-
cada de 1720 ambos servían en el consejo asesor económico nacional, la Junta de ción, no fue sólo una coincidencia. El libro de Huet era una clara elección; ya se
Comercio y Moneda. habían hecho de él muchas traducciones, y debe añadirse además que, bien en-
Goyeneche, que era más que un admirador pasivo de las políticas desarrollis- trado el siglo xvm, muchos proyectistas europeos continuaban deslumbrados por
tas francesas, llevó algunas de ellas a la práctica. Apoyándose en una fortuna per- la evolución que la economía holandesa había seguido durante el siglo anterior. 55
sonal, acumulada presuntamente con el cobro de impuestos y los contratos mili- Lo que no está tan claro es por qué no existía ninguna traducción española de lo
tares, así como porque el gobierno le había concedido privilegios fiscales y de que era el principal rnanua] de aquellos que aspiraban a formar parte de la clase
otro tipo, se sintió movido a imitar las iniciativas manufactureras francesas. mercantil: Le parfait négociant, de Jacques Savary, un libro que se había publi-
Construyó una fábrica de tejidos de lana, seguida en 1716-1720 por otra de lana cado décadas antes que el de Huet. 56
y vidrio, que utilizaba materiales y cualificados trabajadores franceses en una fá- Igual que la gran familia Goyeneche, los Uztáriz eran pequeños burgueses
brica que era corno una ciudad en miniatura y a la que de forma apropiada llamó navarros que habían sido alcaldes durante más de tres generaciones. Un hermano
«Nuevo Baztán». Los experimentos de Goyeneche en la manufactura, expuestos fue un diputado en las Cortes navarras (1701 ), que ofrecieron su apoyo a los Bar-
como un caso de iniciativa privada ayudada por subsidios del estado, encontraron bones, mientras que otro fue nombrado decano de la catedral de Plasencia. 57 A los
pocos imitadores. 52 quince años (1685), Uztáriz vivía con unos parientes de Madrid. Luego estuvo
Goyeneche, miembro acaudalado de la pequeña burguesía financiera de Ma- años al servicio del gobierno en el extranjero, lo que le llevó a Francia, Italia, In-
drid, tuvo más éxito en la educación de su familia. En 1704 envió a su primogé- glaterra, Alemania y Flandes. Después de cursar estudios militares en Bruselas se
nito, Francisco Xavier, acompañado de un tutor (capellán del Consejo de Indias),
a Francia (recorrieron el sur de Francia desde Bayona hasta Marsella, y siguieron
53. Huet, Comercio de Holanda, introducción.
54. Hacia 1717 había por lo menos tres ediciones francesas, dos de ellas en París ( 1713, 1714).
48. Caro Baroja, Hora navarra, 200-201. Goyeneche hizo constar que su copia de Amsterdam fuera anónima (a lo que añadió por obviar que-
49. Goyeneche se casó con la hija de un experto en finanzas que trabajaba en el departamento xas); y de hecho la edición de 1718 en Amsterdam (no la de 1717) sólo lleva el título.
encargado de la recaudación de los millones. Como era de esperar, favoreció a los miembros de su fa- 55. Después de la Restauración, los economistas políticos ingleses encontraron un modelo en la
milia extendida, en su caso a l9s de la rama materna (Gastón de Iriarte). Miguel Gastón pasó su ju- «sociedad holandesa, cuya organización les parecía a ellos [... ] inteligente y dinámica», e incluso has-
ventud en las colonias americanas, volvió a Madrid y allí fue dependiente de Goyeneche. ta la década de 1750 el modelo holandés «continuó en la mente de los escritores y teóricos del co-
50. Caro Baroja, Hora navarra, 193. mercio como el mayor ejemplo de fusión de arte de gobernar, política económica y éxito comercial».
51. Feyjóo dedicó un volumen de su Teatro crÍlico universal a Juan de Goyeneche, otro al hijo Dickson, Financia! Revolution, 4. Véase también Van Dillen, «Amsterdam», 196-197; Chaudhuri,
de Goyeneche, Francisco Xavier. Steffoni, en Jover Zamora, ed., Historia de España, 29 (2):61. «Reflections», 428. ,
52. Para convertir el «Nuevo Baztán» en una pequeña ciudad-fábrica, Goyeneche invitó al dis- 56. Savary fue leído por la elite comercial y política de España. Como se verá, Uztáriz hizo re-
tinguido arquitecto José Benito de Churriguera a que diseñara la fábrica, una suntuosa residencia pri- ferencia a su popularidad y a sus muchas ediciones extranjeras, e incluso le citó extensamente. Theó-
vada y una iglesia. Véanse los comentarios de María Jesús Quesada Martín en Jover Zamora, ed., His- rica, 243.
toria de España, 29 (2):373. El censor de la traducción que Francisco Xavier de Goyeneche hizo de 57. Las fuentes para la biografía de Uztáriz comprenden: Mounier, Lesfaits et les doctrines; Uz-
Huet, quien además era capellán del Consejo de Indias, alabó la iniciativa industrial de Juan de Go- táriz, Theórica, 1x-xx; Caro Baroja, Hora navarra, 289-295; y dos contribuciones de Ruiz Rivera,
yeneche, sus fábricas y manufacturas. Estas observaciones están en Comercio de Holanda. «La Casa Uztáriz>>, 183-199, y «Rasgos de modernidad», 12-17.


206 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CREClMlENTO, 1700-1759 207

puso a las órdenes del marqués de Bedmar en las campañas contra los franceses, dalucía, reducir la dependencia de la industria minera colonial y poner fin a la de-
que le capturaron.Por un breve período de tiempo Uztáriz regresó a Madrid, pero senfrenada explotación de los pueblos1nativos de América incorporándolos como
se fue de nuevo, y volvió a trabajar para Bedmar cuando fue nombrado virrey de consumidores y productores. Taies propuestas, muchas de ellas incluidas en vo-
España en Sicilia. luminosos manuscritos preparados durante el exilio en Francia, son indicativas
De nuevo en Madrid (1707) Uztáriz ocupó sucesivos cargos burocráticos en de cuán molesto este incansable petrel hubiera sido para el viejo orden en caso de
Guerra y Marina, en el departamento de finanzas del Consejo de Indias, en la Jun- permanecer en el servicio real. En 1715, se permitió a la Inquisición presentar
ta de Comercio y, algo básico para entender el complicado entramado de ta es- cargos contra él, lo que le forzó a optar por el exilio voluntario y la seguridad per-
tructura fiscal metropolitana, en Hacienda, donde gestionaba los millones y los sonal en Francia. 59 Con la partida forzada de Macanaz y del grupo de asesores
impuestos al tabaco. Es bastante plausible que Uztáriz hubiera cooperado con franceses de Felipe, el más o menos tolerante clima de autocrítica abierta del «pri-
Jean Orry en el Ministerio de Hacienda cuando éste intentó racionalizar el siste- mer período formativo de gobierno borbónico en España» se evaporó. 60
ma fiscal de los Austrias para financiar las campañas de Felipe V sin recurrir al En segundo lugar, hacia 1715 las fuerzas del viejo orden de los Austrias esta-
empobrecido tesoro francés. En los registros fiscales de Hacienda, Uztáriz segu- ban de nuevo en alza. La comunidad mercantil de Cádiz y otros grupos de interés
ro encontró datos estadísticos sobre la demografía (tamaño, distribución regio- aliados, llenos de amargura por los agresivos envíos comerciales a Veracruz y
nal) Yla econonúa (sectores productivos y no productivos) de España. Hacia 1717 Callao hechos por los franceses durante y después de la guerra, apostaron por in-
ya era un experimentado burócrata, un fiel partidario de los Borbones, y un ad- sistir en restaurar la estructura de convoyes y las «ferias» coloniales de los Aus-
mirador cosmopolita del aparente saneamiento económico de Francia. Conocía trias, a pesar de las consecuencias del asiento concedido en Utrecht a los grupos
los detalles de la legislación mercantilista inglesa y francesa, y le llegaba un cau- mercantiles ingleses. Para un admirador del modelo de Colbert como Uztáriz, un
dal de información sobre la realidad metropolitana y colonial de España." Pri- veterano burócrata que conocía el trasfondo del escanniento a Macanaz, confia-
mero en Goyeneche, Uztáriz y Juan Bautista Iturralde bajo el reinado de Felipe V, do a la Inquisición, ¿qué mejor modo de presentar ante la elite política española
después en Múzquiz y Goyeneche (conde de Gauza) bajo el reinado de Carlos 111, sus opiniones sobre el cambio económico que insertándolas en el Comercio de
Y fmalmente en Garro y Arizcún (marqués de las Hormazas) con Carlos IV, pue- Holanda, cuyo centro de atención no era Francia? Por otra parte, también es cier-
den seguirse las trayectorias profesionales de los navarros en las altas finanzas to que la decisión de Uztáriz de preparar una aprobación respondió a una solici-
españolas durante el siglo XVIII. Su presencia es enigmática: ¿simples contactos tud del Consejo de Castilla. 61 El manual de Huet sobre el crecimiento del comer-
regionales o un trasfondo de continuidad en habilidades fiscales y política mone- cio exterior de Holanda con Europa y Asia (contenía tan sólo una breve discusión
taria, o ambos? sobre las operaciones holandesas en el Caribe y el nordeste de Brasil) fue el ve-
Hay dos factores que contribuyen a explicar por qué Francisco Xavier Goye- hículo que Uztáriz usó para resumir sus primeras impresiones sobre el paradigma
neche, con veintisiete años, decidió adornar su traducción con la aprobación de colbertiano. 62
un navarro de sesenta y un años y distinguido burócrata, Uztáriz. En primer lugar, Antes de especificar sus recomendaciones sobre la política a seguir, Uztáriz
entre 17 I 4 y 1717 la importancia de Francia en la España de Felipe V estaba des- avanzó algunas propuestas fundamentales que serían elaboradas años más tarde
van_eciéndose, hecho que se vio acelerado con la llegada de Italia de la segunda en su Theórica. 63 Uztáriz observó que había un problema en la actitud española,
muier de Fehpe (Isabel de Famesio) con un equipaje lleno de mezquinos intere-
ses dinásticos y asesores italianos. Súbitamente, los asesores franceses, además
59. Kamen, «Melchor de Macanaz», 699-716. Para detalles biográficos: Kamen, War of Succes-
de su principal colaborador español, Melchor Macanaz, tuvieron que irse. Maca- sion, 386; Vilar, La Catalogne dans l'Espagne moderne, 1: 164, n.; Fayard, Les membres du Conreil de
naz, un funcionario entregado al nuevo orden borbónico, intransigente con el des- Castille, 57-58; «Précis historique» ANPar, K 907, n. 12, fol. 10; Macanaz, RegaHas, que contiene una
centrali~ado lab~rint? administrativo de los Austrias, regalista de pies a cabeza y breve autobiografía a partir de 1739; Lafuente, Historia general de España, vol. 13; Martín Gaite, El
proceso de Macanaz. Para los escritos de Macanaz, véase Kamen, War of Succession, apéndice 7, que
en ocas10nes anttclencal, molestaba a los partidarios del estatus quo con sus varia- revisa los contenidos de varios manuscritos. Regalías, LXXI-LXXX describe ocho volúmenes de manus-
dos proyectos de reforma. Para la metrópoli tenía pensadas una reestructuración critos sobre las colonias españolas en América. También: Macanaz, «Auxilios», 215-303.
administrativa fundamental (la nueva planta fue una de sus principales campa- 60. Kamen, War of Succession, 55.
61. Uztáriz, Theórica, 60.
ñas}, la simplificación fiscal (había planeado con Juan de Goyeneche un impues- 62. El capellán del Consejo de Indias (el joven Goyeneche era miembro del consejo, su padre le
to umco, precursor de la posterior contribución única de Ensenada), e incentivos había comprado el cargo) dictó el tono de la aprobación de Uztáriz. En su evaluación de la publica-
a las manufacturas. Posteriormente, para las colonias, se mostró partidario de un ción de Huet, indicó que Goyeneche había decidido traducirla para estimular a los empresarios espa-
«nuevo sistema para las Indias», con lo que quería decir llevar a cabo cambios ra- ñoles a entrar en la manufactura como su padre, con el propósito de reducir el nivel de exportaciones
españolas de materias primas.
dicales en el sistema de convoyes y el monopolio de un solo puerto en la Baja An- 63. Los siguientes párrafos están basados en la parte principal de la aprobación de Uztáriz a la
1:
11
edición española de Huet hecha por Goyeneche en 1717, reproducida en la edición facsímil de la Theó- I'
rica de Uztáriz, 60-63. 1,
58. Parece ser que hacía pedidos a Londres de publicaciones sobre economía política. Theórica, 64. ·¡:
Ii
lr
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1
208 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 209

provocado por el pesimismo y la «malicia» de los extranjeros, que consideraban Estado francés a patrocinar la construcción naval: una marina mercante y (para la
a los españoles (como muchos habían hecho con los franceses antes de Colbert) defensa de la nación y de las colonias recientemente adquiridas en Norteamérica
indiferentes ( «natbralmente inclinados a una vida ociosa y arrastrada») a los y las Indias Occidentales) una armada real y escuelas de navegación. Lo que pro-
asuntos económicos. 64 Para Uztáriz, el principal objetivo de una economía espa- bablemente sobresaltó a algunos de los lectores de Uztáriz pertenecientes a la eli-
ñola revitalizada era controlar el flujo de «Tesoros de sus propias minas» (omitió te política española fue su afirmación de que el Estado francés había dedicado
el origen colonial de la plata), que iba a parar a proveedores europeos para finan- millones de sus fondos a subvencionar una ambiciosa política económica desti-
ciar importaciones de productos acabados (olvidó mencionar que la mayoría eran nada al comercio y la manufactura.
reexportados a las colonias americanas). El defecto radicaba en la imperfecta es- En su aprobación Uztáriz reconoció que para hacer una intervención de tal
tructura arancelaria de España ( «ruina de nuestro comercio»), y era el momento envergadura era necesario sanear las finanzas estatales y conseguir la coopera-
de aprender de las políticas adoptadas en este sentido por los rivales de España: ción del sector privado. Colbert había ordenado que se examinaran las finanzas
Inglaterra, Francia y Holanda. Bajo la nueva dinastía borbónica, afirmó con gran estatales, se formularan leyes fiscales simplificadas y se redujeran los peajes in-
entusiasmo, se estaba mejorando la eficiencia del aparato de gobierno («más re- ternos; después había encomendado a expertos fiscales la investigación de los re-
concentrado y unido»), que se había liberado de sus responsabilidades militares y gistros provinciales y locales. Para aumentar la base de capital de la comunidad
financieras en Italia y Flandes, y estaba ahora en posición de proporcionar el «fo- empresarial, Colbert recurrió a la nobleza, a la que convenció para que participa-
mento, auxilio y protección» que la economía necesitaba. ra en el comercio al por mayor (no al por menor) sin menoscabo de su estatus.
Uztáriz asignó al estado un amplio papel intervencionista para que creara un Para establecer un diálogo con la comunidad empresarial, creó varios niveles de
entorno acogedor para las manufacturas. Su función sería financiar las plantas y la consulta entre el sector privado y el público: a escala nacional, el Conseil Géné-
maquinaria, garantizar la subsistencia barata a los trabajadores asalariados y res- ral de Commerce, a nivel regional (por ejemplo en Ruán y Lyon), asambleas don-
petar a los hombres de negocios. Uztáriz puso a los lectores españoles el ejemplo de se expresaran las quejas de los fabricantes y los mercaderes. Colbert instó tan-
de la vecina Francia, que aunque carecía de las materias primas de las que dispo- to a vendedores al por mayor como a comerciantes al por menor a que las quejas
nía España, había conseguido, sin embargo, transformar sus infraestructuras para que no hubieran recibido respuesta las enviaran a su personal, y si era necesario
el comercio y el transporte con «aplicación, providencias y continua protección» a él directamente. En la concepción, llena de admiración, que Uztáriz tenía de
bajo la dirección de «aquel gran Ministro [... ] Colbert». España, era la recomen- este modelo de crecimiento francés, la tríada de estado intervencionista, monarca
dación de Uztáriz, tenía mucho que aprender de su cercano vecino del norte. cooperativo y ministro activo había conseguido transformar el pueblo francés en
Desde el punto de vista de Uztáriz, el crecimiento de la economía francesa un modelo ejemplar, «los más aplicados, ingeniosos, y laboriosos de Europa». 66
demostraba que el atraso económico podía superarse haciendo del comercio Uztáriz no tenía ninguna duda de que España, dotada con lo que él consideraba
orientado a la exportación el motor del crecimiento. Esto exigía que el estado una base de recursos naturales mucho mayor, podía superar con creces la recupe-
apoyara compañías comerciales privilegiadas (dicho de otro modo, monopolios) ración de Francia, especialmente en la manufactura de tejidos de lana y seda.
en el extranjero, y facilitara la producción y exportación de manufacturas. El mo- El hecho de que el censor autorizara la traducción del favorable análisis de
delo francés tenía otra ventaja adicional. Para un proyectista español en busca de Huet sobre el paradigma holandés de progreso económico, con un prólogo de Uz-
un diseño adecuado de política nacional, la legislación francesa era clara, ex- táriz, ¿escondía acaso algún plan? Debe tenerse en cuenta que en 1717 se estaba
haustiva y lógica, caracterizada por «extensión y formalidad [... ] puntualidad». librando un debate, pacífico pero continuado, entre la clase política de Madrid
Estas cua1idades brillaban por su ausencia en las publicaciones inglesas que Uz- ( «gran fervor de algunos Ministros y otras personas») sobre la posible reorganiza-
táriz había ido recibiendo. 65 Además, Uztáriz estaba convencido de que bajo el ción del comercio con colonias mineras americanas como Nueva España, cuya
gobierno de Colbert el Estado francés había conseguido sortear hábilmente las producción iba en aumento y cuya hacienda había sido investigada en varias oca-
cláusulas restrictivas de los tratados comerciales para proteger sus nacientes in- siones.67 Entre 1715 y 1720, las opciones que tenía Madrid eran dos: renovar el
dustrias. Y puesto que invertir en infraestructuras nacionales estaba fuera del al- modelo de comercio arreglado de los Austrias, fundado en convoyes regulados, o
cance de los recursos del sector privado francés, el estado había asumido esta establecer una única corporación comercial general para las colonias americanas,
responsabi1idad a través de un ambicioso programa de obras públicas con el que basada en la próspera Compañía de las Indias Orientales holandesa, y esperar li
se construyeron carreteras, puentes y canales y se modernizaron las instalaciones «exorbitantes ganancias». 68 Una innovación de este tipo podía llegar a ser perjudi- l'

portuarias para facilitar la circulación de un creciente volumen de materias pri-


mas y de productos acabados. Los bienes destinados a la exportación indujeron al
66. !bid., 60.
l
J!
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67. Comercio de Holanda citado en Uztáriz, Theórica, 93; Gómez Gómcz, Visitas, caps. l-5. I!
1,
64. !bid., 60. 68. La lectura del artículo anónimo ( «F.X.B.») en el Espíritu de los mejores diarios literarios, n.
65. /bid., 64. 142 ( 18 de octubr_e de 1788), 278, sugiere que justo antes de l 720 había presiones para crear una o li

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1Ii,,
HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL 211
210 COND:ft;IONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759

cial para los intereses andaluces. En 1720, Madrid optó por la primera a~ternativa, Tanto por su\formato como por el nivel de discurso y la intención, Uztáriz
y renovó en el Proyfcto el tra?~icional sistema ?e convoyes de los Austnas. Por_~o hizo de su Theórica un tratado sobre las deficiencias en la planificación econó-
que respecta a la segunda opc10n, Huet observo que los resultados d~ la Co~pama mica de «este dilatado y noble Imperio» y una estrategia para la recuperación
de Jas Indias Orientales holandesa habían inducido a Colbert a copiar su eJemplo económica de España que resultara aceptable a los ministros de Madrid y a los
para el comercio francés con Asia. Aun así, Huet también llegó a la acertada c?~- nacionalistas de los sectores privado y público. La illtroducción y los primeros
clusión de que -y esto tiene relación con los motivos subyacentes a la aprobac10n párrafos de su Theórica revelan que los fundamentos de la visión general que
de Uztáriz y a la autorización del censor- «lo que es bueno par~ los H?lande~es, había esbozado hacía años no se habían movido ni (siendo menos generosos) ha-
no suele ser siempre conveniente para los otros». Mientras Francia contmuara im- bían provocado reacción adversa alguna. En el núcleo de su análisis del estanca-
portando manufacturas para ser reexportadas, afirmaba Huet, el impacto .de una miento económico de España continuaban estando su comercio exterior y nacio-
compañía de estas características sería disfuncional; amenazaría con destrmr 1a ca- nal y sus inadecuados medios de transporte, causantes ambos de las salidas, por
.
pacidad manufacturera francesa ya existente. " En resumen, ¡a apro bac10n
., de U z-
otro lado evitables, de metales preciosos (sobre todo de plata). También eran cru-
táriz apoyaba la resistencia de Cádiz a una innovación crucial, la creación de una ciales los síntomas psicológicos de atraso, ese «letargo, que inhabilita sus fuerzas
compañía comercial general para el comercio colonial. naturales». Uztáriz prometió proponer políticas «justas y convenientes» extraídas
Con este espíritu reconciliador, Uztáriz publicó siete años más tarde su Theó- de la experiencia desarrollista de otros países, de sus leyes, libros y documentos,
rica y práctica de comercio y de marina, con el claro subtítulo proyectista: «con complementados con las observaciones que él mismo hizo durante sus viajes por
70
específicas providencias se procuran adaptar a la monarchía española». Ex?~~o Europa occidental. Sus lectores fueron alertados de su preferencia por el paradig-
su análisis y recomendaciones en materia de política con tal grado de prec1s10n ma colbertiano, al anunciar él su intención de discutir la exitosa política comer-
que convenció a sus lectores de su fiabilidad. Sus años en el Ministerio de Gue- cial y de navegación de Francia para brindar a las autoridades españolas una
rra y Marina y en el de Hacienda, sus contactos con ministros y la información «bien concertada planificación de los comercios y de la Marina». 75
que le proporcionaron miembros de la comunidad mercantil de Cádiz, le ~ermi- Los 107 capítulos de 1a Theórica se dividen más o menos en cuatro secciones,
tieron analizar con autoridad la procedencia de los ingresos estatales, el sIStema dos de las cuales clarifican las fuentes y los principios del modelo de crecimien-
de convoyes del Atlántico, los abusivos peajes internos aplicados por Sevilla y to de Uztáriz. En primer lugar, hay una visión de conjunto inicial de los factores
Cádiz a los productos que entraban en su jurisdicción, y los problemas pote~cta- generales de crecimiento, del tamaño y la composición de la población de Espa-
les de las compañías comerciales privilegiadas en el contexto de la economia es- ña y las rentas del gobierno, y de los problemas de la falta de crecimiento especí-
pañola.71 A la luz de lo que analizó e, igual de importante, de lo que no analizó, ficos de España, lo que después le permite formular las premisas básicas de su
Uztáriz dejó claro q.ue no estaba c~piando de forma indiscrimina~a, sino que ~:ª ambicioso diseño. Las exportaciones de manufacturas nacionales, en lugar de las
un pragmático anahsta de estrategias de desarrollo comparadas. La deducc10n de materias primas de gran valor como 1a lana o la seda, podrían activar la eco-
racional de la experiencia de otras naciones podía garantizar resultados satisfac- nonúa y traducirse en la acumulación de plata colonial en lugar de las salidas le-
torios o, en sus propias palabras, «mediante el examen de todo, y las luces de los gales y clandestinas del metal precioso. Después de esto, elaboraba pragmática-
más sabios, queda mejor demostrada, y autorizada la verdad, y más afianzada la mente escalas arancelarias que pudieran proporcionar 1a protección indispensable
utilidad de la enseñanza».73 Según Uztáriz, renunciando a beneficiarse de las es- a las nacientes manufacturas textiles. En las dos siguientes secciones se reafir-
trategias seguidas por otros estados, «se mantiene España siempre afligida, Y en maba en estas dos propuestas.
alguna manera despreciada por su debilidad». 74 La tercera sección explica en mayor detalle los elementos de los modelos
económicos inglés, holandés y francés. Para el caso de Inglaterra (limitado a tres
más compañías generales para el comercio colonial. Una recomendación ya avanzada en Legarra, capítulos), Uztáriz cita in extenso el acta de navegación de 1660 como modelo de
«Comercios de España y Yndias».
69. Huet, Comercio de Holanda, citado en Uztáriz, Theórica, 93. legislación para el avance del comercio y el transporte y el ejercicio de la sobera-
70. Hemos utilizado la 2." edición facsímil de 1742, con un prólogo de Gabriel Franco, que es nía ( «modo absoluto con que determinan y mandan executar quanto les convie-
parte de su colección, Clásicos españoles de la economía. ., . . . ne») y corno ejemplo de hábil formulación arancelaria. 76 Para el caso de Holanda
71. En la introducción, Uztáriz menciona como parte de su formac10n el serv1c10 (dependencia~)
en el Ministerio de Guerra y Marina y en el de Hacienda. Más adelante, cuando analiz~ el mono~oho
(once capítulos) señala de nuevo la función de las tarifas proteccionistas, pero sub-
del tabaco, cita como infonnante a Francisco Varas y Valdés («práctico en los negocios de Indias») raya la inaplicabilidad del modelo de la Compañía de las Indias Orientales como
de la Casa de Contratación, de la que fue presidente desde 1725. Theórica, 366. vehículo del comercio de España con sus colonias americanas ~obviamente para
72. Para los análisis de Uztáriz como mercantilisita, más que como evaluador de modelos eco-
nómicos, véase (entre otros) Mounier, Lesfaits et la doctrine économiques, y Hamilton, «The Mer-
cantilism of Gerónimo de Uztáriz». 75. /bid., 1-2. El jesuita que censuró la 2.ª edición de la Theórica coincidió con Uztáriz en la ne-
73. Uztáriz, Theórica, 412. cesidad de «imitarlas [otras naciones] en las máximas del gobierno».
74. !bid., 46. 76. /b;d., 70.
212 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDIGIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 213

acallar «proyectos en bosquexo para su establecimiento y práctica» en España-. y seda, tapices y cristales. 80 Para apoyar una intervención así, Uztáriz tomó pres-
Un instrumento único de comercio como éste, advertía, podía concentrar el co- tada una cita de un libro muy respetado, el manual de Savary Le parfait négociant
mercio transatlántico español «en cierto número de individuos», lo que reserva- (la reciente edición de 1713),81 que versaba sobre el éxito resultante de la inter-
ría para ellos un grado de soberanía no deseable. Es más, la «viveza» de España vención estatal francesa en las empresas manufactureras de Abbeville y Sedan. El
era bastante incompatible con la «flema y espera que necesitan la planificación y gobien10 había patrocinado a empresarios ernprendedofes, como Nicolas Cadeau
permanencia de este género de disposiciones, y assumptos, ni con la paciencia (francés), para producir tejidos de lana al estilo holandés, y Joseph Vanrobais
que pide lo tarde de sus frutos, mayormente no produciendo utilidad alguna en (holandés), para fabricar tejidos de lana pensados para los consumidores españo-
los primeros años». 77 Una previsión como ésta podía ser aceptada sin reservas por 82
les y holandeses. El patrocinio estatal de este tipo, ofrecido durante el «dilata-
la comunidad mercantil de Cádiz. do, muy prudente y glorioso Reynado del Rey Luis XIV», observó Uztáriz con
Dada la posición adoptada por Uztáriz en su previa aprobación a la traduc- admiración, se había combinado con otras tácticas francesas que expuso de nue-
ción de Goyeneche, no es nada sorprendente que afirmara que el paradigma eco- vo recurriendo a su aprobación al Comercio de Holanda: la investigación de los
nómico más apropiado para España fuera la planificación estatal francesa ( «bien métodos locales de recaudación de impuestos, la financiación de infraestructuras
discurrida y mejor practicada») y las prácticas desarrolladas bajo el reinado de y el fomento del diálogo en los consejos locales entre mercaderes, fabricantes y
Luis XIV («el Gran Luis XIV»), quien estaba «bien servido de sus Ministros». 78 burócratas, para garantizar la colaboración entre el mundo de los negocios y el
En ocho capítulos planteaba lo que él consideraba la esencia del modelo econó- estado intervencionista. 83
mico francés: un apoyo estatal al comercio exterior, a la manufactura y a la mari- La última sección (treinta capítulos) del tratado de Uztáriz era una mirada ha-
na mercante que había generado ingresos suficientes para subvencionar una cia dentro, un enfoque español de ternas relacionados con el crecimiento que ya
armada, impresionantes fuerzas de tierra (se mencionan 300.000 soldados) y cre- había explorado en el contexto de Europa occidental. Las principales propuestas
cientes gastos en operaciones militares. La recuperación económica nacional y la se mantenían: primacía del comercio en el crecimiento económico y el poder es-
defensa nacional eran, según él, objetivos relacionados, impuestos por la compe- tatal; captación de los invisibles (fletes, seguros y comisiones) en el comercio ex-
tencia internacional del avanzado capitalismo comercial por los mercados en Eu- terior; reducción de los costes laborales, recortando la carga fiscal que represen-
ropa y, en el exterior, en el Atlántico Oeste. La seguridad nacional tiene un largo taban múltiples alcabalas y cientos impuestos sobre la subsistencia de los
pedigrí en la trayectoria del capitalismo moderno. trabajadores; limitación del papel del estado a la financiación, incentivo y super-
Uztáriz desarrolló después las propuestas principales de su análisis recurrien- visión general de las empresas patrocinadas por él. En este sentido, la última sec-
do a citas de documentos oficiales y de obras clásicas de amplia difusión. Para la ción de la Theórica aportaba fundamento y detalles españoles al enfoque de Uz-
discusión de «práctica y exemplares», Uztáriz emprendió un tratamiento detalla- táriz sobre la base de una adaptación hecha con oficio del modelo borbónico de
do de las técnicas francesas para actualizar los aranceles (1663-1713), y descri- crecimiento económico.
bió el mecanismo por el que se establecían bajos aranceles a la exportación de La mejor combinación del modo en que Uztáriz entiende el paradigma bor-
productos acabados y aranceles altos (o abiertamente prohibitivos) para la expor- bónico francés con su dominio del detalle español (y su apenas escondida indig-
tación de ciertas materias primas. A esta discusión le añadió una revisión de los nación) nos la ofrece cuando trata la política arancelaria específica de Cádiz (el
programas estatales para controlar el contrabando y el tráfico ilícito, llevados a principal centro comercial europeo y colonial de España) y las disfunciones que
cabo por cualquier «Negociante, o Mercader, que concurriese a defraudar los rea- causaba en la manufactura metropolitana. En el modelo colbertiano, Uztáriz vio
les derechos [... ]». 79 corno el estado afirmaba sus funciones de soberanía -cedidas a través de la sub-
La protección industrial estaba relacionada con los métodos empleados por contratación de la recaudación de impuestos al sector privado- incorporando a
las autoridades francesas para ampliar la capacidad manufacturera: no sólo una la administración instrumentos económicos que ahora consideramos fundamen-
enorme subvención anual de un millón de livres para los fabricantes (antes men- tales para el desarrollo del capitalismo comercial. La administración de aduanas
cionada en su aprobación para Goyeneche en 1717), sino también pensiones es- de España, recordaba Uztáriz, había sido subcontratada a pragmáticos y acauda-
tatales y otros incentivos para empresarios y trabajadores cualificados extranje- lados hombres de negocios como Francisco Báez Eminente, quien se hizo cargo
ros dispuestos a emigrar a Francia para fundar fábricas y producir tejidos de lana del asiento de las aduanas de Cádiz en 1675; en la época de Uztáriz, los descen-
dientes de Eminente todavía lo tenían. La visión de Uztáriz de la concesión sobre

77. /bid., 89. 80. Jb;d., 74.


78. /bid., 46-47. El capítulo inicial de esta sección dedicada a Francia se titula en parte «Moti- 81. Recordó a sus lectores la «gran.aprobación que ha merecido dentrb y fuera» de Francia Le
vos que obligan a referir los Exemplares de Estado bien governados [... ] dando el primer lugar a [... ] parfait négociant; que por entonces iba ya por su séptima edición. /bid., 242-243.
Francia». 82. !bid., 54-56.
79. /bid., 52. 83. !bid., 60-63.
214 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 215

los aranceles de Cádiz era reflejo de su experiencia en el Ministerio de Hacienda de seda de las fábricas del interior llegaban a la jurisdicción de las aduanas de Se-
(cuando ante la inl)istencia de los franceses Madrid había llevado a cabo una in- villa y Cádiz para ser exportadas se las gravaba más alto (con un 12-15 por 100),
vestigación de las fuentes de ingresos administradas de forma ineficiente) y en el a pesar de la legislación del gobierno central que prohibía las aduanas internas.
análisis de datos que residentes de Cádiz bien informados y dispuestos a colabo- Estos desórdenes informales eran un claro motivo de inquietud contenida entre la
elite política de España; Le parfait négociant de Savary,se jactaba en varias edi-
¡;,'
rar le habían suministrado. Por encima de todo, sus materiales sobre la aduana de !

Cádiz daban crédito a su anatomía del atraso económico de España y a sus rece- ciones, ante un público lector internacional, de que las telas de terciopelo france-
tas para el crecimiento. sas pagaban a su entrada en Cádiz bastante menos que la tasa del 2 por 100 por
Sin afirmarlo de manera explícita, Uztáriz dedujo que el núcleo internacional pieza de 40 varas. 85 Los informantes de Uztáriz en Cádiz (sus «negociantes prác-
de Cádiz de hecho estaba por fuera del control estatal. Mientras que el flujo in- ticos») sintetizaron el modo en que los «desórdenes» de Cádiz mantenían bajos
controlado de bienes europeos para la reexportación a las colonias americanas en los ingresos del estado. Estimaron que en su puerto las importaciones anuales
convoyes organizados de forma irregular constituía un obstáculo básico a su mo- procedentes de proveedores europeos eran de un total de 15 millones de pesos (un
delo de desarrollo, los aranceles efectivos eran increíblemente bajos. El origen volumen extraordinario para cualquier puerto europeo de la época), pero pagaban
del problema era, según él, la miope decisión de Madrid de enajenar la zona de algo menos de 500.000 pesos en aranceles, mientras que una tasa de sólo el 10
aduanas de Cádiz a Eminente y a otros anónimos inversores asociados a cambio por 100 generaría el triple de esa cantidad (1,5 millones). 86
de adelantos en efectivo por los ingresos previstos. Al ejercer su autonomía para Esta situación no tenía sentido, ni desde un punto de vista fiscal ni desde un
fijar los aforos, los derechos, y el cuarto de tabla de los contenedores, cajas y far- punto de vista proteccionista. Pero las explicaciones que Uztáriz ofreció para to-
dos sujetos a impuestos, por debajo de los niveles obligatorios, Eminente permi- dos estos reveladores detalles fueron cautelosas, opacas: «nuestros fatales desa-
tió que los productores extranjeros vendieran más baratas las manufacturas «es- ciertos» o «11uestra gran ceguedad es en las importaciones del Comercio». 87 Echó
pañolas» -nombre poco apropiado que Uztáriz escogió deliberadamente- la culpa de un intento malogrado para modificar la situación de Cádiz (1711) a
enviadas a los mercados coloniales. 84 Uztáriz estaba restando importancia a una que era un momento inoportuno para intentar «curar males tan arraigados», al es-
deficiencia nacional vergonzosa, la ausencia de producción textil capaz de abas- tancamiento burocrático cuando se requería una «larga y laboriosa especulación»
tecer algo más que una demanda local y de poco poder adquisitivo. Tal vez la psi- y, la explicación más opaca, a contradicciones internas cuando «se trata de seme-
cología nacional (o la respuesta de la elite española a los peyorativos comentarios jantes providencias». 88 El objetivo más concreto al que apuntó se refería a una
extranjeros) necesitaba la situación ficticia descrita por Uztáriz, en la que los fa- conspiración: los «artificios y fines particulares» del grupo de Eminente y de los
bricantes españoles ejercían presión para competir en el mercado exterior. oficiales de aduanas, y las «disposiciones de nuestros émulos executados en ab-
Cádiz, al igual que Sevilla (que había sido en su momento el núcleo comer- soluta libertad». 89 Los nacionalistas españoles, constreñidos como Uztáriz por un
cial de la Baja Andalucía), era ahora el principal punto de tránsito para las ex- nacionalismo a menudo xenófobo, convertían a los grupos de interés extranjeros
portaciones europeas, más que españolas, hacia las colonias americanas. Sus in- en el chivo expiatorio de los problemas nacionales.
gresos por aduanas proporcionaban rentas al estado (y para el asiento de Eminente), Por supuesto, todavía era poco político, incluso políticamente peligroso, ata-
pero no servían para desarrollar las manufacturas nacionales, tal como manifestó car de frente a los poderosos enclaves mercantiles en Cádiz, tanto nacionales
U ztáriz al referirse con cautela a «los desórdenes de la Aduana de Cádiz». En per- como extranjeros. Uztáriz, sin embargo, reacio como era a discrepar con la co-
juicio de España, añadió, la operación de aduanas de Cádiz era el «principal ori- munidad mercantil de Cádiz, arremetió contra la administración de la aduana aIIí
gen, y causa» del práctico colapso de la producción de seda y otros textiles que para poder anunciar dos instrumentos fundamentales del sistema colbertiano que
en el pasado habían estado disponibles en Sevilla, Granada, Córdoba, Toledo y ya había destacado años antes en su introducción al Comercio de Holanda. Uztá-
Segovia. Esta afirmación era una hipérbole sin mucho fundamento; como la ma- riz preveía que si se incorporaban las aduanas de Cádiz a la administración del
yoría de proyectistas, Uztáriz tenía que mitigar el descontento por el atraso eco- gobierno central, Madrid podría incrementar los ingresos en su puerto de mayor
nómico refiriéndose a la pérdida de un ficticio liderazgo anterior en algunas ma-
nufacturas. 85. /bid., 242-243. Estos detalles ya eran conocidos públicamente, puesto que la guía de Veitia
Mientras que las tasas de aduanas sobre las importaciones eran de media de Linaje sobre los mecanismos del sistema comercial colonial español, el Norte de la contratación
(1672), ya los había revelado, por lo menos a los lectores más meticulosos.
un 15 por 100 (relativamente bajas en términos del siglo xx), las tasas efectivas 86. Aunque los ingresos por aduanas de España ( una de las principales categorías de las rentas
estaban entre el 2 y el 3 por 100. Sin embargo, resaltó Uztáriz, cuando los tejidos generales) representaban de media un 14 por 100 del total de rentas estatales (1753-1765), en algunos
años podían llegar al 35-50 por 100. A menudo sólo Andalucía (básicamente Cádiz) generaba más del
40 por 100 de los ingresos por aduanas de España. Pieper, Real hacienda, 109-11 O.
84. Tan molesto estaba Uztáriz por la estructura arancelaria de Cádiz que le causó un arrebato de 87. Uztáriz, Theórica, 241.
indignación: «más parecen disposiciones de nuestros émulos, executadas con absoluta libertad, y 88. /bid., 244.
como quien impone duras leyes a sus esclavos». /bid., 242. 89. !bid., 242,244.

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216 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 217

tránsito si reducía la diferencia entre tasas reales y nominales. Al mismo tiempo, Francia (considerables, al menos para los publicistas ingleses del siglo XVIII
Madrid podría soppsar la posibilidad de frenar las importaciones de bienes euro- como Malachy Postlethwayt94 ), los historiadores contemporáneos los ven como
peos, controlar las exportaciones de los productos más valiosos corno la seda sal- producto de dos décadas de relativa paz para Francia, intentos que se vieron frus-
vaje y la lana virgen, y aumentar las tasas sobre los productos acabados importa- trados por la escalada de guerra internacional durante los últimos años del reina-
dos disminuyendo a la vez las aplicadas a las exportaciones de las llamadas do de Luis, que duró siete décadas. Por otro lado, par~, aquellos que en España
manufacturas españolas. Esto equivaldría a afirmar la autoridad del estado ( «re- buscaban un modelo o paradigma a principios del siglo xvm, que habían colabo-
galía de los Gobiernos»), que Uztáriz percibía en la prohibición inglesa de im- rado con sus aliados franceses en la cruenta guerra internacional (e interna) de
portar tejidos de lana a precios competitivos. 90 Barbones contra Austrias y Estuardos, esa fachada relucía y desprendía lecciones
Los dos capítulos finales de la Theórica resumían de forma conveniente el que analizar, asimilar y adaptar.
texto básico de Uztáriz: la primacía de] comercio en lo que ahora identificamos Uztáriz, Goyeneche y otros francófilos de la clase política de la España bor-
como los inicios del desarro11o capitalista, y la importancia de que este comercio bónica veían en la Francia anterior a 1660 (como·en la España de su época) una
fuera «activo», lo que era un golpe al método «pasivo» de los comerciantes espa- nación atrasada económicamente, intimidada por los dinámicos, versátiles y em-
ñoles en Cádiz. «Activo» implicaba que se iniciara un tipo de nacionalización del prendedores holandeses. Y entonces, después de 1660, dos hombres franceses
comercio, según el cual los mercaderes españoles podrían adoptar nuevos patro- habían de la noche a la mañana transformado su estado en una respetada e im-
nes para proveerse de importaciones: extendiendo sus operaciones externas en portante potencia europea, basándose en la expansión comercial, una inteligente
Europa a través de factores o agentes residentes nombrados por el estado, o a tra- reforma fiscal para fomentar las manufacturas, un programa para atraer a maes-
vés de sus propios factores, consignatarios o socios en los puertos extranjeros, tros artesanos y empresarios extranjeros, y una marina mercante y una armada
operando del modo en que lo hacían los mercaderes en Francia, Italia, Inglaterra construidas_en astilleros franceses, todo ello financiado por una secretaría estatal
y Holanda. 91 A esto se añadía el corolario de que el transporte y las actividades que había recortado los despilfarros en la recaudación de impuestos y en su sub-
relacionadas quedaran en manos españolas y «por nuestra mano y quenta», es de- contratación. Piensen lo que piensen los historiadores del siglo xx sobre las rela-
cir, en buques construidos en astilleros españoles con subvenciones u otras pres- ciones entre el estado y los negocios bajo el gobierno de Colbert, los francófilos
taciones estatales para retener los gastos de flete, las primas de seguros y las ta- españoles de principios del siglo XVIII aprobaban la cooperación en los consejos
sas de comisión en el modo dictado por el acta inglesa de navegación de 1660 y locales y nacionales que reunía a burócratas y hombres de negocios y fomentaba
ordenado parcialmente en el Real Proyecto de 1720 de la propia España. 92 un diálogo permanente. De ahí que para Uztáriz, burócrata y proyectista, Francia
Uztáriz y Goyeneche, el primero un funcionario de carrera y el segundo un ofreciera por lógica el paradigma de crecimiento económico a imitar, hasta cier-
potente empresario (mercader, financiero y fabricante), eran dos representantes to punto.
del protonacionalismo en los primeros años de la España borbónica: Ambos pro- La admiración que Uztáriz manifestaba por el modelo de la Francia borbóni-
cedían de la zona fronteriza con Francia; ambos habían viajado por Europa occi- ca no iba ligada a un espíritu de imitación exento de crítica. En vista de lo que no
dental; a ambos les impactó lo que vieron en Francia, producto del voluntarismo de discutió, podemos hacernos una idea de cómo enfocaba el problema de adaptar el
un monarca inflexible y de un primer ministro fiel, insistente y decidido: Luis XIV paradigma Borbón a una realidad española claramente diferente. En la Francia de
apoyado por Jean-Baptiste Colbert. La historiografía contemporánea de la Fran- Luis XIV y Colbert existía tanto una aristocracia terrateniente como burguesías
cia que ellos conocieron y admiraron ha puesto al descubierto las manchas del regionales en formación en Marsella, Lyon, Reims, Abbeville, Ruán, Saint Malo,
reino de Luis XIV, entonces reluciente pero ahora sin lustre, y ha revelado ini- Nantes, Carcasona y Burdeos. La burguesía comercial española, por otro lado,
ciativas de intervención estatal (muchas se habían lanzado antes bajo ]os gobier- era pequeña y estaba aislada y demasiado limitada a su estatus en una economía
nos de Sully, Richelieu y Mazarin) que a menudo no eran ni productivas ni efi- esencialmente agraria y ganadera. La España de los Austrias se parecía poco a la
cientes ni tan duraderas como se creía. 93 Cualesquiera que fueran los logros de Francia de los Valois o los Barbones, sobre todo por la precoz fundación de las
colonias de Castilla (no importa que en el vocabulario imperialista español fue-
ran Indias o Reynos), por la riqueza de sus minas y por el impacto general que te-
90. /bid., 249-250. :1
nían en España. En las primeras décadas del siglo xvm el Imperio español había
91. !bid., 391.
92. /bid., 70-73.
tenido 200 años para alimentar una dependencia atroz de los recursos de plata co- 11

93. Braudel et al., eds., Histoire économique, 2:351-359. Véase «Que faut-il pensern, 181-194. :'
Se consideraba que la política de Colbert no estaba tan motivada por aspectos desan-ollistas como por '

imperativos fiscales, y llegó a la conclusión de que fracasó en «des refonnes profondes, parce qu'il ne 94. Compárese «Al conceder crédito del Tesoro Real a los Comerciantes [... ] el aclamado Mon- '
pouvait détruire le régime des privileges, qui tenait a toute la constitution socialc de l'époque». !bid., sieur Colbert permitió que Francia compitiera por primera vez con Inglaterra en la manufactura de la
182, 193-194. Para reservas expresadas recientemente sobre la actuación de Colbert, véase Goubert, Lana», y en cuanto Francia pudo cubrir sus necesidades nacionales «dirigió sus Pensamientos a su- 1
Louis XIV. plantamos en los Mercados exteriores». Postlethwayt, Considerations, 18.
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218 HACIA UN PARADIGMA BORBÓN ESPAÑOL CONDICIONES PARA EL CRECIMIENTO, 1700-1759 219

Ioniales, extraídos directamente por los propietarios de minas, los mercaderes y tor se le alabó, se le recompensó y le fueron concedidos honores». Eri 1751 su tra-
el Estado ( «la Corona»). Además, desde mediados del siglo xv1 las comunica- ductor inglés afirmó que las copias de la primera edición fueron «destruidas»
ciones transatlánticas normales de España se habían limitado a un único puerto porque la «corte de Madrid» no consideraba que fuera «el momento adecuado
de la Baja Anda]ucía y a unos pocos puertos caribeños en Cartagena, Portobelo, para hacerla pública». Dieciocho años más tarde fue relanzada con anotaciones
Veracruz y La Habana. adicionales y habiendo recibido la autorización oficial bajo el régimen goberna-
No importaba que, como anunciaron Joshua Child y Pierre-Daniel Huet, el do por el sucesor de Patiño, Campillo y Cosía." En 1742, «la triste imagen [... ]
sistema transatlántico no estuviera supervisado tan estrechamente por Madrid del estado deplorable a que [España] está reducida» ofrecida por Uztáriz, tal y
como daba a entender el sistema de organización. Para Uztáriz, estas estructuras como el jesuita Joachin de Villareal (agente en Madrid de la Provincia de Chile)
de gobierno y economía implicaban que el modelo holandés en las Indias Orien- lamentaba en su aprobación a la edición de ese año, era más tolerable y más acor-
tales, basado en concede~ el monopolio del comercio exterior a una compañía, de con la desesperada percepción de la condición del Imperio español. 97
no estaba justificado, y en este punto fue tan explícito como preciso. En la déca- Aun así, el proyecto de Uztáriz fue una novedad para la España del siglo xvm.
da de 1720, la comunidad mercantil de Cádiz aceptó la «libertad» económica den- Esbozó un paradigma mercantilista de crecimiento español e hizo de la figura del
tro del sistema comercial colonial. Esto ofrecía una oportunidad a los castellanos «siempre celebrado Don Juan Bautista de Colbert, Ministro más zeloso y diestro
-de algún modo todavía capitalistas de poca monta- de participar en su siste- que se ha conocido en Europa para el adelantamiento de la Navigación y de los
ma transatlántico exclusivo, que estaba arreglado a través del sistema de con- Comercios» un prototipo de lo que más tarde sería el tan criticado «despotismo
voyes reestablecido por Madrid, con algunas modificaciones, en 1720. Esto, sos- ministerial» ejercido por una generación de pragmatistas autoritarios españoles.
tenía Uztáriz, era sin duda preferible a Ja otra opción, una compañía con un
monopolio único, con socios y capital limitados y con un poder casi soberano.
El sistema de comercio colonial gestionado, que había funcionado durante si-
glos, había arraigado con fuerza en la metrópoli española, y se había ganado el
apoyo manifiesto o encubierto de muchos españoles y extranjeros. Se trataba de
una estructura del colonialismo que en ese momento Uztáriz no tenía ninguna in-
tención (aunque tal vez sí el deseo) de enfrentar y, mucho menos, de debilitar. En
este contexto, se entiende por qué no criticó el sistema de flotas y galeones, ex-
cepto para sugerir que las regulaciones establecieran que zarparan con mayor fre-
cue~cia, y por qué no discutió (y mucho menos criticó) las perturbadoras reper-
cus10nes estructurales que tenía sobre la metrópoli un colonialismo basado en la
extracción de metales preciosos. Sin embargo, a pesar de la gravedad del asunto,
de la riqueza de sus datos y de sus claros puntos de vista, Uztáriz tocó sólo tan-
gencial y esporádicamente la crítica dimensión colonial de la España imperial.
Toda una discusión que pospuso de forma explícita para algún futuro suplemen-
to o adición a su Theórica: «Me explicaré más -añadió en algún punto- quan-
do se trate del comercio entre España y las Indias.» Sólo en las últimas líneas de
su largo tratado de 413 páginas prometió cubrir esos «importantes puntos» que
con diplomacia había evitado. 95 La lectura era inequívoca: construyó su paradig-
ma de crecimiento alrededor de la premisa de retener dentro de la España penin-
sular la plata importada de las colonias americanas. En el ambiente en que se pu-
blicó la Theórica (1724 ), Uztáriz comprendió que la confrontación abierta con el
emporio comercial de Cádiz y con todos los que lo apoyaban en la Baja Andalu-
cía Y en Madrid no sería tolerada. Ésta es la razón por la que la primera edición
de la Theórica, a pesar de su débil censura al legado de los Austrias en el comer-
cio, las manufacturas y el transporte (el estancamiento), no consiguió la autoriza-
ción del censor y circuló en una edición limitada entre «amigos», aunque «al au- 96. Uztáriz, Theory and Practice. Hubo dos traducciones francesas en 1753, hechas por Fran¡;ois
Veron de Forbonnais y Plumart de Dangeul.
95. Uztáriz, Theórica, 242,413. 97. Joachin de Villarreal, «Aprobación», en Uztáriz, Theórica.
GERÓ~IMO DE UZTÁRIZ ( 16 70- 1732)

121 711amca p. J68. Don José Aguado co:~:t:c=:: ~: ;: n~: ;:;:a7:t:eg=: 6


1
: ~ /::::~;,,::p: ~ 1:- ::~~7aº!~
11~ ~guado eorrea y el Inventarlo de Magda-

1°:: 1:::i:::
1:~~~::d~/;n
lena ~ a rvarte viuda de Do~ ~~::tarlos de bibliotecas particula res
22 El mercantilismo de
~~~::;:~~· 1~ sección de manuscrlcos de la Biblioteca Nacio-
nal de Madrid·. Cuadernos Btbho,ráfia,s, C.S.I.C: 1982. •vées 1750- 1780)" Re- Gerónimo de Uztáriz
123 Mornet, Daniel. ·us enseignements des b1bhotheques pn ( ,
,·ue tfHisli}1re liaéra1re de la l'rance. (17 ann.), XVII, pp. 44 9-496.
'24 AHP. protocolo 15.163. Escribano Pedro del campillo.
12s AHP. protocolo 14.529. Escribano Gabriel Nevares.
126 AHP. protocolo 15.794. Escribano Lapuente .
12; :\HP. protocolo 14 929. Escribano Francisco Bias Dommguez.
12s AHP. protocolo 14.859. Escribano Martínez Noguerol
29 schumpeter, ¡oscph. A. Hiscory o(ea,nomic analysis. Londres 1967, p.1 1 7.
130 AHP. protocolo 14.938. Escribano Francisco Bias Domínguez
13 ! AHP. pro1ocolo 14. 916. Escribano ~aranjo
132 AHP. protocolo 14.906. Esmbano Naranjo EL MERCANTILISMO
133 AHP. pro1ocolo 14.933. Escribano Francisco Bias Domínguez.
U4 AHP. protocolo J 5.216. Esmbano Tomás Nicolas Maganco.
135 AHP. protocolo 17 811 Escribano Ruiz del Burgo Es dificil definir el concepto de mercantilismo. o.e. Coleman recu
'36 AHP. protocolo 16. 158. Escribano Rafael Mayoral defini~iones_ qu~ aparecen en el 0Kford English Dictionary y en el Die~ª las
137 AHP. protocolo 17 81 l Escribano Ruiz del Burgo. of social Sc1~nc1~s de 1~ UNESCO. 1 Jacob Viner en la Enciclopedia lnrm::::.
38 AHP. protocolo 17.805. Escribano Ruiz del Burgo.
na! de las C1enc1as S~c1ales define ~l mercan~ilismo como •la etiqueta por la
!39 Zabala y Auñón, Miguel de. Representacl6n al rey... Felipe... dirigida al más se-
r uro aumento del Real Erario. Madrid. 1732.
que generalmente st ~onoce la_docmna y la practica de las naciones-estado del
- Miscelánea ea,n6mico política .. Pamplona 1749 período que comprende aproximadamente desde el siglo xv al XVIII en rela-
140 NaVJa Osorio, Álvaro. marqués de Santa Cruz de Marcenado. Comercio suelto y en ción con la naturaleza y la regulación apropiada de las relaciones económicas
compañías reneral y particular en Mélico, Perú, Phllípínas (. .. ). Mad rid, 1732 . internacionales».2
141 Dtlpy, G. Bibliographie des sources franfaises de l'el/oo, Librarie Hachen e, 1936. Buscando la palabra en el Diccionario de la Lengua Castellana editado por
142 BN Madrid, Ms. 2118 . fndice de la librería de Ponocarrero. Indice de la librería de
la Real Academia Española, se encuentra la siguiente definición que no puede
José Gálvez. Ms. 2262, Indice de la librería que tiene la reina Doña Ma ría Bárbara ser más confusa: «Espíritu mercantil aplicado a cosas que no deben ser objeto
hecho por Juan Gómez librero de cámara . 1749. Ms. 1271 O,
de comercio». El Diccionario de María Mollner es un poco más explícito y la
segunda entrada de la palabra •mercantilismo· lo define como sistema econó-
mico que da importancia primordial al desarrollo del comercio, pnmordlal
mente de exportación y funda la riqueza de un país en la posesión de metales
preciosos.3
La pri mera persona que acuñó el término "sistema mercandl
Smi th en el libro IV de l a Riqueza de las Naciones, aunque el P m
utilizó fue el marqués de Mlrabeau en una nota de la Phlsolop
pasaje en el que ataca la Idea de que un pais pueda beneft.claf11eCC111lalaapOf-
tación con tinua de metales preclosos. 4
Adam Smith le dio el título de "Los slstemasdeEcOnO
IV de la Riqueza de las Naciones. En la ln1roducdónmMICitkaQllelllDIUIIIIII°
flcr:~e. el padre espmt al de estado tota tanó moderno reaccionó contra
el ;nc.emacional.smo de Adam Sm th Llst defendió la procecc ón a rancelana
para economías mduscna es en sus primeras fases de desarrollo y Roscher y
EL MERCNmus!,\() DE GEJ!ó.1U(o DE U7:t-
GERÓSL\10 DE UZTÁRIZ (1670-1732)
adm inisrra:ivo, lo que Cunningham llamó • '-11:z 395
Fueron los alemanes los que empezaron a utilizar el término más abstracto de Hewins cr~1a que la Revolución Industrial ruv COlbcnisrno pa
·mercantilismo· que desbancó al de ·•sistema mercantil ". Entrado el siglo XX. mente deb1d~ a esca ausencia de control ad . ~ lugar ,n lngla ~ r l c r
para analizar el mercantilismo se han utilizado teorías ortodoxas junto con En Franc1a,_al contrar\o que en lnglaterr:'.n1srra~0 • ttna_ Plec!sa-
una inrerpreración política. países del Continente, excepto en Holanda- el ~iº
rn1srno OCUrnó en
esfera de poder de las organizaciones ffiedievaterna de regulación 1:5~
El gran economista sueco Eli Heckscher, publicó en 1931 su libro sobre el tilismo fue ~l resp~nsable de llevar el sistema m~: Para Heckschtr el rnpiló J¡¡
mercantilismo. En 1932 apareció en alemán y en 1935 se publicó la traducción cuand~ la industna se ~edicó a la producción d1evalhastaelsigjo~-
inglesa 12 Heckscher, que era un conocido liberal, antichauvinista, individua- viejo sistema de regulaciones tuvo que des para el consumo de Sólo
lista y partidario del libre comercio, más que alabar los objetivos del sistema ¡acob Viner 16 le criticó a Heckscher la i!~C:t _ masas d.
mercantilisra , lo que hizo fue "add to its shame"l3 a lo largo de su minucioso en su libro al mercantilismo como sistem d ncia que le había
estudio. El libro de Heckscher es diñcil de leer. El primer volumen lo dedica al búsqueda del po~er era, para los mercami~s~S:!et Htt~ber cr,ia qut J¡¡
mercantilismo como un sistema unificador. En él analiza pormenorizadamen- tenía que subordinar toda otra actiVidad económica fin en s1 rnisrno al que se
ce la regulación de la industria en Francia e Inglaterra, la organización del
Lo que_aparentemente fue una característica d~ _
comercio exterior. sobre todo en Inglaterra y Holanda y la desintegración del 1
que supoma que la g~~ancia de un hombre es nece:a~~norn1a '5Colástlca,
sistema medieval de impuestos. En el segundo volumen analiza el mercanti-
para otro, los '.11ercannhstas lo aplicaron al conjunto de men~ una pérdida
lismo corno un sistema de poder, de protección , como un sistema monetario y 10
ra ron que la nqueza del mundo, como un todo, no se ~ ~ises YCOnside-
como una cierra concepción de la sociedad . Para Heckscher el mercantilismo 1
es sólo un concepto instrumental que permite conocer mejor un cierro período este aspecto su concepción era estática La ganancia de : :_ tncre.mtntat En
de la industria . Él analiza exclusivamente el aspecto económico de una fase de se a cos~ de ern ~obrecer al vecino. Para )acob Viner. sin ~~~debiadehacer-
la historia de la política económica, comprendida entre la Edad Media y el ini- mercannh~ta pod1a haber suscrito las siguientes proposiciones~\~lqu¡er
cio de la época del librecambio. El libro de Heckscher tuvo mucho éxito pero es un medio absoluta mente esencial para el poder. ya sea este ~er ~eza
también se le hicieron muchas críticas. El autor aceptó algunas de ellas y las sión o de d~fensa; :>el ~der es un medio esencial O valioso para adqu !'o
publicó en la Economic Historr Review.14 retener la_nqueza; -') la ~1queza Yel poder son dos fines de la políuca nacio-
Cuando Adam Smíth escribió sobre el sistema mercantilista trató princi- nal; 4) existe una arrnoma a largo plazo entre estos dos fin'5.
palmente sobre su política proteccionista y sus actitudes monetarias. Cuando Pa ra analizar el mercantilismo como un sistema de protección Heckschet
Schmoller en 1884 escribió sobre el sistema mercantil y su significado histó- analiza la actirud de tres grupos sociales, los comerciantes, los consumidores
rico, declaraba que el núcleo del mercantilismo no era sino la construcción del y los productores ante el objeto "mercancías·. La actitud de los comeltlillltts
Estado. Para Cunningham el mercantilismo no era sino un sistema de poder. es indiferente, las mercancías constituyen la base de su actividad su objeto '5
Estos eres autores analizaron cuatro aspectos diferentes del mercantilismo: ser co mpradas y ve ndidas. Los consumidores son partidarios de la abundan-
dinero, protección, unificación y poder. Pero cada autor se concentró en uno o cia, a ellos no les interesan las ventas, sino sólo la oferta de mercanáas- Para
dos de ellos. Heckscher retoma estos cuatro aspectos y añade un quinto, el los productores, si n embargo, las ventas lo son todo, un sobreabasteci
mercantilismo como una cierta concepción de la sociedad . 1s es peligroso, y les interesa tener el mercado subabastectdo E pun
Analizando el mercanulísmo como un sistema unificador, Heckscher llega del comerciante nunca puede imponerse porque su número '5
a decir que el verdadero ejecutor del mercantilismo fue el /aissez-faire que sin clón al conjunto de la sociedad. La actimd de los consum1dore
ningún esfuerzo hizo lo que el mercantilismo había intentado y no había valeció en la Edad Media, cuando interesaba que las ciudades estuvle5ellsiem-
logrado acabar. pre bien abastecidas, para lo cual se prohib1an las expo
Expone Heckscher cómo las c1ud¡:des medievales habían creado un siste- recían las importaciones. A pesar de que esca prac ica mediievalde pl'e'ltlllr IU
ma de economía política consistente y fuerte, que perduró mucho tiempo Las exportaciones estaba muy arraigada, una nueva cendenc~i fueganimiic>tem-
parces integrantes más importantes de este sistema eran la organización gre- no· la del "miedo a las mercancías·. Una poht ca diriekia CCIDtra las iapoirtl-
mial, la regulación interna de la industria y la organización del comercio exte- ciones que se vino a llamar "proteccionismo" mParaolloHi~e la poltllca1!t'Oll(Mllli~ Y'
rior. La lucha conrra esta organización medieval tu10 éxito en un país, Ingla-
terra. El mercantilismo mglés se desarrolló con una ausencia total de aparato
1
ª.
tanón más original del mercantilismo d....esa••"'""'" en elhomlln di 11 1 ~ •
explica como la a rnud proteccionista e
E L MERCANTILISMO DE GER6N11,\() DE U7:rÁIII?

GEHÓNIMO OE UZTÁRIZ ( I 6 70-1 732)


rnlsrno tiempo los aumentos o disminuciones 399
. Aceptación de que la cantidad de dinero determina el nivel de precios. c1osos depend erá, en gran medida, del hecho den la cantidad de
. Aceptación de que el volumen de las exportaciones Y el vol~men de las favorab le o desfavorable. En un tiempo en el e que la balanza :etatea pre.
importaciones depende de los niveles de precios relativos del pa1s y del exte- ningún control ~l rect~ sobre el tipo de Interés ¿ue l~s autorldade:erc1a1 sea
dirnlento para inducir la inversión en el a· el pa1s ni sobre ni no tenían
- ;~:;gración de las tres anieriorcs proposiciones en una teoría de meca nismo superávit en la balanza comercial eran los~~~ las medidas pa~&ún proee.
autoregulador en Ja distribución Internacional de las monedas de plata y a su alca nce_ p~ra Incrementar la Inversión extraºª medios directos :~Ir
to del superav1t d_e la balanza comercial sobre I njera y, por otra pa~ ten1an
• :::~taclón de que esta teoría destruía la base de la pre?cupaclón sobre la en el país era el unlco medio indirecto que t .ª
entrada de metates · el efec.
cantidad adecuada de dinero que debía circular en un pa1s. interés del país. enian para actuar sobre ~~~!osos
I
Esta teoría afirma que un país con una moneda de pl~no contenido, Keynes intenta e~~licar que los economistas mode pode
automáticamente conseguirá la cantidad de moneda necesaria pa ra mantener argu mento~ _m: rca nuhstas estaban basados desde el mos, que creían que los
sus precios a un nivel tal, en relación con el nivel de precios del resto del una confus1on in telectual, estaban en un error. Pero ~:clplo hasta el nn en
mundo, que mantendrá su balanza comercial en equilibrio. Si existe un superá- preoc~pado que los mer~antilistas por el problema del s estaba mucho más
vit en la balanza comercial, entrará oro y plata en el país, se elevará el nivel de todavia mucho po_r exphcar en la actitud mercanttllstadesempleo. Quedaba
precios del país en relación con el de los otros países, las exportaciones des- inversiones extra n¡eras ,_ cuand~ las había, no se dirigían ·taPor otra pane, las
cenderán, las importaciones aumentarán, habrá un déílclt de la balanza co mer- ductivos, co mo a fi nanciar el d_eflcit público. Para explicar :to ª sectores pro-
cial, saldrá oro y plata del país y volverá a descender su nivel de precios. 1
lista sobre la_ balanz_a come~c1al había que analizar con mactitud mercant1-
c6 mo era el sistema mternac1onal de pagos en los siglos x;[;rx~~:~~dldad
La visión de Heckscher provocó otra explicación de la lógica merca ntilista ,
esta vez más favorable, de la pluma de Keynes. Keynes Intentó aislar el ele-
Para Cha rles Wilson la explicación a la actitud mere 1ili
mento puramente económico de la teoría y política mercantilista . Rehusaba
considerar la preocupación de los mercantilistas por la balanza comercia l ca rla en las condiciones comerciales de su tiempo. Al :: e~:l~~nq:i::us-
como una obsesión pueril 19 multilateral de pagos, una estru_ctura internacional de préstamos, ni nin~:
Kcynes tituló el capítulo 23 de la General Theory "Notes on Mercantilism, orga nl_s mo que_ ayudase a financiar las dificultades de la balanza de pago~de
the usury laws, stamped money and theories of under consumption".20 En es te los pa1se~, el sistema de pagos del comercio Internacional descansaba en una
capítulo Keynes expone lo que él piensa que eran elementos de verdad cientí- base estricta mente bilateral. Dentro de la balanza comercial global de cada
/lca de la doctrina mercantilista . Dadas las características políticas y sociales país, preocu paban las balanzas comerciales con distintas áreas geográficas
nacionales que determinan la propensión a consumir, un mayor bienestar del Así. en la balanza co mercial inglesa había que distinguir la balanza comercial
país dependerá de la inversión. Estos son sus razonamientos: cuando un país con el Báltico -siempre deficitaria- , la balanza comercial con las Indias Orien-
está creciendo bastante rápidamente, esta tendencia puede verse ln terrumpl · tales y con Europa Occidental y el Mediterráneo. Del Báltico, Inglaterra impor-
da por una insuficiencia en la inducción a invertir. En condiciones en que la taba grano, madera, hie rro y cobre y la única mercancía que podía ofrecer eran
cantidad agregada de Inversión viene determinada exclusivamente por el moti los tejidos. Las Importacio nes de la zona del Báltico -sobre todo la madera, con
vo del beneficio, las oportunidades para la inversión nacional vienen dcte rm i la que se cons truían barcos de guerra-, tenían una gran lmponancla estraté
nadas, a largo plazo, por d tipo de interés del país, mientras que el volume n gica para la de fensa inglesa. A lo largo de todo el siglo XVII y xvm, el déftclt
de la mv~rslón extranjera viene determinado, necesariamente, por la cuan tía co n la zona del Báltico fue un problema Insoluble y debido a la no exlaten
del super~vll de la balanza comercial l'or Jo que en un país en el que no exis- de un sistema multilate ral de pagos, había que exportar monedas para eq
te lnvers1on por parre del estado, los do objc1lvos económicos que deben pre brar este comercio. Mo nedas que había que obtener con una balanza
ocupar al gobierno son el IÍpo dt lnitrCs y la balanza comercial Aho1a bien, s1 favorab le en el comercio co n Europa Occidental, sobre todo con
los salarlos son _estables, si la prcltrtnc1a por la liquidez es es1<1blc y si las que el comercio con las Indias Orientales requerla tambl n
prárncas bancarias también son tstablrs, el tipo de Interés estará gobe111ado moneda. En el caso de l comercio con las Indias Orlentale 1
por la can11da~ de metales preciosos (medidos en términos de la unidad de moneda funcio naba co mo capital circulante, ya que las merculduaald&a•
salario) disponibles para satisface, los deseos de liquidez de la comunidad. Al volvlan a expo rta r. Durante toda la época m rcantlll
E L MERCANTILISMO DE GERóNtMo DE U
GERÓ'.'/L\lO t>E UZTARlZ {l 6 7()-1 732)
-¾.:' ZThl\Iz
, comisiones, los costes de transportes y ma
tnglatem exportar moneda a estas d s áreas geográficas: el Báltico y las 101
~nuY superiores a las del valor de la tierra, l~erlas Primas. eran
con1para 111os con las_de hoy en día. Era la . Stalaciones y rna u~as partidas
Injias <"lrien~,::-cambi se urilizaban como_ un sustit~to de la moneda, pero
época en Eu~opa Occidental : 1~ industria del t~UStrla tnás ex~~Inana, si las
La. letra un mecanismo de compensacion. A medida que -a lo largo del
~unca
,igl X
;~:\e fue e nsolidando un sistema multilateral _de pago~ y que en
e desarrolló un cenrro bancario de finanzas mtemac1o nal, alta-
1anraba el dinero y las matenas primas al fa~ldo. El rnercader d:ida_en esta
das aquellas personas que intervenían rlcante y éste
I
P_anos aae.
~:;::::mci:lizado, fue disminuyendo la ansiedad por el saldo f~vo ra~le ?e
:~r dinero en la industria textil éste se p:~í:l Pro~eso de fab
gún Hinton, de que fuese al mismo tle en circuiac¡ón
ia P~sar a
n. Al inver-
la balanz:comercial y par las re en·as de oro y plata. Hasta aq u1 la opmion se mpo capital y num~rano_es la tazón,
William D. Grampp 25 interpreta a los m
de c::!::~~~l:::r:~que los es rir res mercandli_scas no comprendían dema-
siado bien los mecanismos de comercio intei:1ac10nal Y que su_ preocupa~ión sores del !ibe_r~lis mo económico. Para Gram:~c:~:~~Sl~s ingleses como Ptecu _
por la abundancia de resemis no estaba relac10nada con la real'.dad economi- rica mercannhsc_a era el pleno empleo. Explica cól:~vo económico de lapo¡;_
ca. Heckscher creía que en el período J 600-1 750, que era el anahzado por Wil- empleo, Jos _escntores mercantilistas propusieron una par_a alcanzar el pleno
son, sí existía un mecanismo multilaceral de pagos. . . , minadas a _mcr~mentar el ~asto total de la economía s;ne de medidas enea.
J. Sperling23 intenta demosrrar que ya a_ finales del siglo ~Vi l ex1sna un salarios, a mflu1r sobre el mvel de los tipos de interés' Ctuar sobre precios y
sisrema de financiación internacional que tenia coi:io centro el e¡e Ams terdam- ¡ !ª
bajo. Pero, sobre todo, ?rampp hace hincapié en que : 0:re ofena de tra-
0
Londres y suministraba liquidez suficiente para presramos a corto plazo y que, listas, con sus ~bsenr_ac1ones_sobre las motivaciones de los _sc~t~res mercan¡¡.
median~ el uso de !erras de cambio, compensaba la mayor parte de los pagos ciparon a la ~s1cologia econo": ica de la doctrina clásica. individuos, se anti-
internacionales. Este desarrollo de las prácticas de pagos internacionales, Una escntora fra~cesa '. ~1mone Meyssonier, analiza tambié
hicieron cada ,·ez más inaceptables las docrrinas mercantilistas de una balan- escritores de econom1a pohnca franceses, considerados en la m: la_obra de
za comercial en permanente superávir. Sperling cree que tanto Wil son como manuales co mo mercantilistas, como \os precursor d yona de los
Heckscher cometieron un error al rrarar el período 1600-1750 como un perío- ra I.Z6 es eI pensamiento libe-
do homogéneo desde el punto de \1sra de los pagos internacionales. Para Sper- T?do podría ~acer _pe~s_ar que el siglo xvn conoció un alto grado de ro-
ling los argumentos de \\1lson serían válidos para la primera mitad de este reccion ara ncela n a, comc1d1en~~ con el auge de \os argumentos mercantili~tas
período y los de Heckscher para la segunda mirad. Los argumencos de Sperling y, sin emba rgo, esta, protecc1on arancelaria, en el caso de Inglaterra, no
se basan en que, teniendo Inglaterra una balanza comercial desfavora bl e con comenzó hasta despues de 1690. Las primeras barreras arancelarias se esta-
rodas las áreas con las que comerciaba -Indias Oriencales, Báltico, Leva nte, blecieron no para proteger la producción nacional, sino por necesidades fisca-
Irlanda- excepto con Europa Occidencal, solamente se detectan exportaciones les, para financia r las guerras. Los aranceles a la importación se cuadruplica-
de moneda a las Indias Orientales y no a cualquiera de las otras áreas con las ron en Inglaterra entre 1690 y 1704. La estructura arancelaria, antes de \a
que mantenía déficit en su balanza comercial y es que, según él, los fl ujos de subida al trono de Guillermo Ill, consistía en un arancel único del 5% sobre \as
"moneda fuerre" se minimizaron ya a finales del siglo XVII debido a la exis- importaciones y las exportaciones. Durante el siglo xvn no se había otorgado
tencia de un sistema de pagos mulrilacerales que utilizaba letras de cambio. protección directa a la industria inglesa ni se había Intentado manipular los
La moneda se dirigía principalmence desde y hacia Amsterdam y Lo ndres, qu e
resultados de la balanza comercial a rravés de medidas arancelarias. Uno de
era donde los pagos se compensaban, y no entre las ciudades que comerciaban
entre sí. los principios básicos de la doctrina mercantilista estaba todavía por aplicar.
Este arancel a la im portación se elevó al 10% en 1697y al 15%en 1704-5, para
algunos bienes se situó en un 25%. Sin embargo, el arancel a la exportación se
Otros aspectos de las doctrinas mercanciles fueron estudiados en este
mantuvo en su an ti guo nivel del 5%. La reforma arancelaria de Walpole en
período. La confusión que se dececra en numerosos escritos mercantilis tas
1722 abolió los a ra nceles a la exportación y los aranceles a la lmportaclon d
emre dinero y riqueza es analizada por R. W K. Hinron.24 Hin ton explica cómo
ma terias primas necesarias para la industria Inglesa. La reforma de walpol
en la pnmera mirad del siglo XVII la mayoría de las actividades comerciales
ta mbién contemplaba lo que hoy se denominaría tráfico de perfecclonami n:
;i:e~~:nciles uri!i_zaban una proporción muy pequeña de capital fijo y, en cam-
En 17 4 7 y en ¡ 759 vuelven a elevarse los aranceles Sltuáodose. pa~ t~ 8
, proporc1on muy grande de capital circulante. Los pagos por salarios
bienes, por encima del 25%. Estaba creada ya la barrera que hab ª u
GERÓNIMO DE UZ1'ÁRIZ ( 16 70· 1732)
402

el libre cambio del siglo XIX. Ra lph oavfs piensa que la prot.ccc l6n arancelaria
lue un resultado secundarlo de medidas tomadas para hacer frente a las nece-
sidades llnancleras dtl Gobierno. Su desmantelamiento en la segunda mitad
del 51 lo XIX fue poslblc en rnglaccrra gracias a una Innovación en la estruc-
tura !fscal del Estado que solucionó, en parte, ¡¡us pro bl emas de Ingresos con
/a Implantación de lmpuesws dlrecws sobre la ren ta. P. ), Thomas piensa que
el proteccionismo Inglés fue una bacalfa que ganaron los fa bricantes ln_gleses
de tejidos de lana y seda contra la naclenre industria Inglesa del algodon.27

Schumpeter28 ar estudiar la l/tcrawra económica de los siglo~ XVI, XVII y


xvm, no la engloba desde un principio bajo el rót~lo de mcrcantlllsta. Dedica
el capírulo II a Jas doctrinas escolásticas y a los filosofos de la Ley Natural, El
capírufo malos paníletlstas y administradores públicos, de los que afirma que
no constituían un grupo homogéneo y que su única caract.crístlca común es
que discutían problemas Inmediatos de polílica económica de sus respectivos
países. el capíwlo V al tratamiento de los cernas de pobfacJ6n, rendimientos,
salarios y empleo. El capítulo VI al valor y al dinero, y no es hasta el capítulo
VII, el último de la segunda par1.e, cuando aborda la literatura mercantílísta,
de la qm: trata tres temas -el monopolio de exportación, el control de cambios
y la balanza de pagos- para analizar las contribuciones que aportan cada uno
de ellos a la economía analítica. Schumpcter considera el conjunto de la líte-
ratura mercantilista como esencialmcnre prcanallsca. El ún ico mérito de los
mercantilistas, para Schumper.er, fue el de intentar raciona liza r la práctica de
la política económica de su tiempo. Para Schumpcter es más Importan re afir-
mar que la lircrarura mercantilista era precien tífica que declara rse contrario a
la doctrina mercantilista por la carga nacionalista que con lleva. Explica que la
mejor manera de comprobar lo aclentíílco del pensamiento mercantilista es
comprobar cómo manejaban el único instrumento ana lílfco que poseían: el
concepto de balanza comercial. La críllca de Schumpewr radica en que los
mercannllstas no supieron concccar los resultados de la balan za comercial con
ninguna otra variable económica, y la balanza comercial, como Instrumento de
análisis económico general, no dice nada en sí misma. Sólo en conexión con
otros daws adquiere slgniflcado.
En sus razonamientos, los mercantilistas cometieron tres errores según

~:~~~e!:
.
Sch~mper.er Pensaban que: ti superávit o el déílcít de la balanza comercial
i~e~ta'.a O ~<:sventaja_ que una nación podía obLCnc·1 o padecer del
. ternaclomil. Pcn1,aban que: las venta¡as o desventajas del comercio
internacional consistían en el superávit o el di:fícit de la balan za cornercíal
P~nsaban_ qu~ el su~eráv!t o el dél1clt de la !}alanza comercial es la única fuen
Le de ganancias o pc:rdidas de una nación.
E;rone SchumpcU:r que ti progrr:so analítico a lo largo dr:I siglo XVIII fue
muy em.o. No hubo ningún sallo csp1;uacuJar entre: el aná!i~is (;c;o nórnico de
GEfk .. l\t í'E l.JZT...RIZ tó/0-17.3::!

_ de ,.s seten, 3 \\'illiJn R..-\llen. de·de las páginas de la His-


3 3
En_l3 d_ . ~ "'" , .., l.inzabJ un dur 3¡3que ntra aq uellos e onornis-
.--.-r¡ • 'A' m.·"· E« •• r Jd nder 3 1,s au10res merca nrili tas como técni-
13
tJs que re 3 ' int·~:\~n·nticJ de .-\Uen ,·a dirigida prin ipalmence contra
e s Je 13 e·,,n,_m~:-·,nt ntJn justifi•a· la re ría mercanri li ra basándose en el
aquelk. JU!< re. }da ·ridJaJes. ~\arshall y Lerner e·rabl ecie r n que la condi-
1
3Q;uruenr~~~ ~-
1
el. men:ic, ext<ri ,r de un paí· ,·enía determinada por la
: 'n -~e e la sum 3 e la el:is1icidad de_ la demanda n~ci nal d~ impor-
: ~~,c1 _~ ela:tnd de la demanda exten r de exp rrac1one nac1on~les ,
3
} :i_ n • • r ue 13 anidad. El amcul de Alfen fue_ ~1 uy prO\'OCador ): Cntico
h::: ~;;~cS
3
~srudi • m, ern ,. -~bre el merc:innhsmo. Le conc~s:o A. , .
_ JLl :si ud,lf Blirz"- mrenta usntkar el rechazo de lo mercannhsras del
me·:i~i:m aur.re_;:ulad r Je la balanza de p~.,,? , en base a que, en su cál-
. l.., amt-as demandas er:in altJmente inel~ uc~s. Y: po r lo tanto, su suma
mfen,r 3 la uni ad. LJ ,ira rítica de Alle_n_ iba dmg1da comra _aquellos que
nceman ju:uricar d n::imienr mercannhsrn en base ~ las c1rcun t~ncias
e _u uem PJra .-\llen r ,s mercantilista contmuaban 1end? unos simples
h 'm re: n - nre. pnm ri,•0s, que n analizaron nada, y re rmma pregumán-
,.- ,r cue algun • mrenran .eguir ju tifkando u análisi s .
EL MERCANTILISMQ De G
GI.IIÓNIMO llfi U7.TÁIUZ ( 1670· 1732)
·101> ERóNIAlollE U:trÁlltt

Leyendo ,, los cscrl iores y pan íletlstas bri tánicos de la segunda mitad del ro res de un país constlt~yen Just1ficac1ones le . 407
siglo XVIII , Impresiona cómo quieren Influir en la política del Parlamento y de sentido que la protecclon sea una POiítica óp~:~:as del Pl'olecctonis
la·corona defendiendo ln1ereses muy particu lares. esas imperfecciones (... ) es que una política • TOdo lo rnás Dio enet
No parece que n,,dle quiera lla mar a esos escritores mercantil is tas. Es ta- best en algunos caso~». cornerclat restrlct1~~nn11en
b,in for/a ndo la mentalidad económica de un nuevo Imperio; pero nuestro cuando ya parec1a que n~nca más se iba a In kcofld
Gerónlrno d,• uzi.irlz, cuyos enfoques y políticas recomendaron estos escrito- canti lismo, y. c~ando yo tema este capítulo escr1:eresar alguien P0r el
n•s ,•uropcos de mediados del siglo XVI II , sí es un merca ntilis ta, según los Magnu son ed ito en 1993 Mercantilist Econ
1
°
pero no Pllblitado lller-
an teriores enfoques nes sobre el me rc~ntilismo como había h~;;sc:: una serie de contri~
nuevas interpretac1_ones y enfoques e intentando rnan en 1969, apona
Al ílnal de la década de los sesenta Gordon Tullock desa rrolló un nuevo polémicas de las decadas anteriores. quitar hierro a las Vlruten':
concepio que aplicó en sus eswdlos sobre la acti vidad económica de los En 199 4 La rs ~ agnuson publica su magnifica obra
gobiernos uullzando como nuevo Instrumento la elección publica, que es como ping' of an econom1c ~anguage. Para Magnusson el m Merca_nttllsm. The sha-
se ha wnido a 1raduclr public choice, es decir, el estudio de la dema nda y Ja enfoca r como_ una sene de c~xtos que aparecen en con=~ntills~o se debe de
oferta de bienes públicos. Es1c nuevo concepto fue ba uti zado por Ann Krueger micos dererm mados , y considera imprescindible d s Pohtlcos Yeconó-
<'n 1974 y Je puso por nombre "la búsqueda de rentas".3 5 nicíones que hasta la fecha se habían dado sobr/:~::~ la_s_dlferen1es<1en-
Durante la década de los sesenta, economistas como Jonhson y Bagwaw de Lars Magnusson , junco con el libro de Luis Perdices nubsrno. Este libro
estudiaron, desde nuevos enfoques, los Instru mentos de la política mercanti- última palabra sobre el mercantilismo. Y)ohn Reeder, son la
/1s1a, como los aranceles y los monopollos y de mos traron cuá les era n sus cos- L_uis_Perdices y John ~ceder acaban de publicar El mercantil/ . . .
ies para el bienestar de la sociedad
econom1ca y Estado Nacional (1998). Analizan la interpretació::Í ~li~ca
A lo largo de los siglos XIX y XX se desarrollaron nuevos modelos merca nt'.lismo por las _di~erentes escuelas de pensamiento económi:r:~~
mawmáiicos y analíticos que los escritores económicos de los siglos XVI, XVII
dian la ht~racura eco~om1ca europea del período que va de mediados ~l siglo
y XVIII no podían ni haber imaginado y, precisamente, pa ra demostrar los efec- XVI a mediados ~el siglo XVIII y proponen, para ello, un planteamiento meto-
to· nocivos de las llamadas políticas neomerca ntilis cas.
dológico alcernativo. Trazan la evolución del pensamiento económico de este
Tullock cree que los gobiernos no Introducen aranceles a no ser que exis- período analizando el d~sarrollo de problemas y debates específicos tal y como
1an grupos de in1erés que ulilicen sus influencias pa ra que se apruebe ese ins- los plan cea ron los propios a u cores en sus tratados. Además, por primera vez,
1rumcnro prowccionista ,
enco ntra mos un análisis de la obra de mercantilistas españoles, Ingleses, fran-
Ekclund y Hcrben 36 introducen en su análisis del mercantilísmo como ceses, holandeses, suecos, alemanes e italianos.
pro~eso t·co~ó'.nlco, e! enfoqu e de una sociedad buscadora de rentas . La regu-
Actualmente se aplica un nuevo enfoque al análisis de lo que fue la poli-
laclon econom,ca sena un proceso competitivo en el que los diferentes intere-
tica económica de los imperios y se analiza la relación entre el poder político
st•s económicos de un país Invertirían recursos para busca r la pro tección del
y la economía nacional en el caso del emergente Imperio británico a mediados
Es1ad~ comra la compe1encla . Estos autores analizan la regulación en el mer-
del siglo xv111,38 este enfoque no se ha aplicado al análisis de la polínca
can1,hsmo inglés,}' exponen que la caída del mercan tilismo se produjo por los
económica del im perio español durante los siglos XVI, XVII y XVIII Los nume-
ca'.nb,os 1nstliucionalcs que hicieron que la búsqueda de rentas fuese cada vez
rosos gas ros de defe nsa que requería mantener las posesiones de los ~ustrias
mas cosiosa en un s1s1erna parlarnemario, este hecho y no los errores teóricos
en Europa hiciero n que la flscalidad ahogase la Industria teXtll espanola
d_e los rncrcanrilis1as fue, srgún es1os autores, lo que de 1crm inó la desaparl-
fue incapaz de satisfacer las necesidades de consumo de las Indias La
~ion dc_l mercan 11 Jismo. 01ros au1ores más escépticos piensan que, además de
tstos a¡us1es lns1hucionalc-s, fue la emergencia de intereses contrarios lo que tuvo que seguir manteniendo la administración de uno~ terrltoh
produjo la desaparición de cienas pro1ccciones arancela rias, desde Tierra de Fuego hasta Alaska por la cosca del Pacifico Y
de Florid a por la costa atlántica, que se proveían de produc
A~fons~ Carbajo cscnb1a en 1980:37 ,il'odos los argume ntos 1radlcional-
: J~,~~:~7i:'.; :i:
te ni los uc
~~ fa:•~r del <:s1Jblcclmic1110 de aranceles se ha demostrado
sdt ti ano 1965 · 1 el ariumcnto de la indu stria nacien-
princi palmente ingleses, que entraban vía Jamaica Leómo oodetmoehallll'llll
una "política merca ntilista" española en el siglo XVII
, q invocan unpc, lcrc1onl's rn los mercados de prod uctos o de fac fue inca paz de mantener el monopolio comercial coll 5111
GERÓSL\IO DE UZTÁRJZ 11670•1732) EL MEJICANTiusMQ DE GERói;IMo DE Uzi-·

laZO, había una armonía entre ellos. Se hP.tz 4',:;


EL MERCA-\7'T1JS.\IO DE GERÓNL\IO DE UZTÁRIZ
:ue entre poder y riq~eza establece UztáJ:ede afirmar q11e ésa
uztáriz, que considera ~I comercio útil, ~s _ t1 la reJact·
\\:w a intentar analizar el contenido de la ob:a de Geróni mo de_ Uztáriz a comercial como fuen~ de nqueza, afirma: dec,~ el suPtrávit d
! luz fedeanterior
a los diferentes estudios sobre el m_ercanuhsmo que he resenado en el «( ... ) que vayan siempre hermanadas esca e la bala za
:~:sta
í de las polémicas que _ciertos aspectos de la doctrina mer-
y
han suscitado en los úlri'."os anos. _ _
Hed:scher estudia el mercanrrhsmo desde cmco puntos de visea_, a) como
mari na) que merecen igual atención, no u ~ dos imponancias
aux.ilio de la otra». 4 ~ _ P diendo prevaJeqr la(~mer~ 0 y
«( ...) no se extranara, que se proponga la fb . na sm e
un sistema unificador· b como un s1s~ma de poder; e) c~mo un sistema de
prorección; dl como un sistema monetano y e) como una cierta concepción de
1
ª s::~~¡ aspecws se puede decir que la obra de_Gerónimo de Uztáriz es un
comercio útil y gr~nde; siendo cierro que :u:~
buenos bajeles de guerra (...) por princi I a n~ y existencia d
!rnner _Íllndamen~m:os y
apoyo de un considerable armamenco marítimo nf:ra conseguir éste. 5 r. ~
exponente clarisímo del mercancílísrno. corno u~ s,sce~a de ? rocección . Es el tiempo una armada grande_( ...) sin los COncinuo~ auxn~ble conservar mu¡ho
primer escriwr de economía políúca que_ en Es~ana explica que estruc~ura debe ex.tendido; de modo q~e ~1endo inseparables escas d::s_de un comercio muv
rener el arancel para proteger la mdusrna naCional~Como e:pone Geronimo de progresos, no pu~de exisur la una sin la otra (... ),,42 importancias en su"s
Lzcáriz. en el primer rercio del siglo XVIII, en Espana todav,a existía el mismo Hay _q_ue precisar q_ue para Gerónimo de Uztáriz _ .
tipo de arancel para las expo1:4ciones Y_P_ara las importaciones, que era apro- poder ~1htar y come~c10, co~o explica Grampp, tení~ m:;ina es s1nóni11JO de
ximadamente de un !5 por Ciento. Uzcanz propone un arancel de un 25 por un senndo mucho mas amplio que el que tiene h P_ªlos mercantilistas
ciento aproximadamente para las importaciones de productos manufactura- cío incluía toda la actividad económica. oyen dia. la palabra comer-
dos, sobre todo de tejidos de lana. y la reducción del arancel a las exportacio- En ningún lu~ar de la lñ:orica se encuencra explícitamen _.
nes de productos manufacturados a un 2,5 por ciento. En cuanto al comercio E:
de que la ganancia ~e un pa1s ha de ser Ja pérdida de otro la afinna~on
exrerior de materias primas, propone un arancel elevado para la exportación encuentran razona?11encos en los que se indica que las a~an _cambio. s1 se
de lanas, la prohibición de exportar seda en ra ma Y un arancel reducido -en cío se deben repartir entre las naciones. g cias del comer-
algunos casos del 2.5% y en otros del 5%-- a la importación de aquellas mate- «( ... ) ~unque es de la regalía de los ~oberanos vedar O franquear la entra-
rias primas necesar"as para la industria española. Combate Uztáriz la idea de da, 1~ sahda, o _el uso de las ~ercadenas o frutos, según lo dictara el b"en
que la final"dad de la Renta de Aduanas fuese la de recaudar la máxi ma can- comun de sus remos no se podnan practicar semejantes prohibiciones en todos
údad de á:nero para 1a Real Hacienda, que era la idea imperante en la Admi- los gé neros y frutos por no singularizarse y hacerse casi intratable entre todas
mstrac·ón de Felipe V. Para él la única finalidad del arancel era la de proteger las nacio nes, pretend iendo reducir todo el comercio a utilidad propia. de que
la 1!:láus:ría nacional pr,ncipalmente la fabricación de tejidos de seda y lana. pudieran resultar algunos inconvenientes (... )•.43
Czcáríz reprodt.ce en a lñeorica la Real Cédula del Consejo de Hacienda Aunque, desde luego, Uztáriz piensa que entre dos países que comercian
por fa que se trasladaban las 1-.duanas del Reíno a los Puertos y Fronteras, la sólo obtiene ventajas el que vende y no el que compra, a no ser que la compra
Orden del Consejo de Hac,enda por la que se ordena que todas las Rentas de sean materias primas para las manufacturas.
una misma provincia se arrienden a una sola persona o compañía y el decre- Como ya he dicho en otro lugar, Uztáriz, a diferencia de los mercanuhstas
to por el que se ordena que las rentas generales se administren y no se arrien- franceses e ingleses, no es belicista. Es partidario de una política de defensa
der..39 Su idea de un espacio aduanero común y la racionalización impositiva no de ataque y no considera que los países europeos sean los enemigos de la
son dos ideas claves en su obra Corona española. Sin embargo, se muestra contrario a la idea de que u so
país ejerza «domi nio universal». Por eso piensa que los países europeos be
En cuanto al mercanulísmo corno s.sterna de poder. Uz•ánz no considera combatir el poder de Holanda, no en Europa sino en el extremo 0nente
e~ poder como un fin en sí mismo. En este sentido Uztánz proporcionaría el «( ... ) sería beneficio de Francia, Inglaterra y aún de l'lmuga e w
e¡em?lo perfecto para la tesis de Viner, 40 Según Víner, para los escritores mer- auxilia rla (a la compañía de Ostende) fundándolo e? 1~ mi mar
canuliscas la nqueza era 11n medio absolutamente esencial pa ra ma ntener o do y conservación propia, que obliga a todos los pnnc1pes Y
conseguir poder. el poder era csenml para ,a adquis ición o retenció n de la mínui r las fuerzas de cualquiera que entre ellos aspiraª do,min,,o univcn••· v
riqueza; ambos, poder Ynque,..a eran los fines de la política nacional y, a la rgo le ha logrado ya (.. ) Si el poder de los holandeses aunq g
EL 11.EP-CM'llUSMc) DE (;Ellóiio.io
OE L'ZTf.RIZ ( !6~0-1732
. IIEUzr1o1qz
oro y piara par~ cubnr los déficits de SUs i,,,,~-- 4
eográficas. Eh Heckscher opinaba que ~ de 'PiOis
!isrema multilateral de pagos con lo g:a~dd ~ ~ - -
oro y la ~1ª1:': entre cualqu~ra de ¡05 paíse':' había~ 'lillia
la fin anaac1on de_J co~emo, en el J)erÍodo : : - ~ de~
de !eiras de camb10. Años más tarde J. 5 . llSideiadc, Je r ~ 91e
ctando dos períodos en los años 1600-l~ &~Cióeii1a 1101 ,.ic/~
auwres. LOS argumentos de Wilson valdrían CO!l5Íderados por
y ¡05 de Hec~cher pa:3 el segundo pe -odo. ))ara el Pñiiier Ptriodo ~
La Theonca mantiene la tesís de Wíl50n de
bilateral y de que ~s letras de camb·o no era el que d 51S1eaa de JlaDis
pensa r los pagos m~macionales. Claro que DD~ que Rr'ria par¡ tia
romo realmente funaonaban las operac· es d CXíste ~ ~
que u zr.áriz no e~cuviese al día de las Prácuca: pagos~ ,_:
tiene que era amigo de Don Juan de Goyeneche pero
españoles que giraban letras a Europa para ' uno de los P0Cos ~
1..as referencias sobre que el sistema :gar gastos de la Coalna.46
español era bilateral con ':3da país son numero::!'5 del C0aertio tatdor
'(. .. ) y parece despreciable la creencia en que hallan
por medio de !~tras de cam~io, se excusa a ~ de algllllos de qae,
rica de ellas, vi ene a s~r solo, como una prOVJdencia pr e la JIQC-
que u san algu nos paniculares, y por med·o de la cual se
del dinero en la pan.e donde se necesita, pero es preaso amx:
dientes que Jo ejecuran, se reintegren por • nmo ya sea en
dinero fresco; y como los géneros y frutos que hoy salen de E.spaia,
aaa:;:--
Cllll!p

ta
zan a la permu ra que hace con los demás países atrJnjelos, e s ~
que, por una mano o por otra se sup a de reino a oao,. cu i11111ao aeano.
o que en lo gen eral no alcanza, ni puede sa ·sfac.erse c.oa mercadmas
.. ) nos da suficiente y sobrada disposición para poder~ 1
ros más de lo que les compramos, a fin de que nos sa1isfaáe1ra as
:alor de los gé neros que les faltasen para gua1ar la perllllQ

Jacob Viner al analizar las razones por las que IOS t=scútam; mr.-ilil-
Las que rían inc rementar la cantidad de metalespm:iOIOls, 1111111.-c 11& f&
mera ra zón estri baba en que para un país' sinlllilliasdliomypi¡m.1••.--
t de la balanza comercial era el • KD mec!lio de au_.m 1u11111,_a-
GERÓNIMO DE UZTÁRIZ ( 16 7O· I 732) EL MERCANTILISMO DE GERóNIMo DE llZT·

. XVIII la llegada de floras y galeones y navíos de registro cochinilla, añil , sosa, barrilla, hierro y otros . hllli i¡3
mer cuarto del s;l,ºa iodas luces insuficienrc para poder -con el oro y la plata valor, aun con el de_los frutos, que asirnisrnod,versos lllatertale
fue mur mcgula / uestra balanza <omercial. pagar los ga.s tos .de la Corona rnucho, pa ra la equivalente permuta, con ue se extraen, no al s (...) que su
que llegaban- sal :e~ una oferra monetaria adecuada en el intcnor.49 considerable importe de la diferencia, se ;u ,;s Preciso e inev¡~za. ni ton
en Europa Y. mante tivos analizados por viner por los que los escritores mer- ( )».st P extrayendole en ble, qllt et
Dc todos los mo •or cantidad de moneda de oro y piara en el país ··· «(·). Es constante, que la extracción de oro oro Y plata

i::dese=~~:i~e~:r;:~
can11lis'.as
e.l _mo~l\:1
la Theorica es el de que más ~l nero ~~ circula~
~iás comercio y, sobre todo, más d_inero e~ circ~ lac1on_dismi-
de
~~~í: 1~ economía iruequc que existía en Espa na y hana posible mas tran-
pragmancas y leye~ penales, aunque algunas de Y. Plata, no se i .
la vida y de la hacienda, con cuyo rigor amena 1reino incluyan la 111?:de con
observan, ni se pueden observar en España, nt:n las prohibicion: dula de
jan ces asun~os, c~~-º lo acreditan la experiencia~ ot.ros reinos, SOb~: ~o se
sacc~~n;~a~~;:tt:1:;~menro empleo, analizado por V! ner como motivo para cubre otra d1spos1c1on c~paz y segura, que la de ue siglo~ enteros; ni se::
mantener un superávit en la balanza comercial, Uztár'.z no_habla, en concre- otras naciones, 1~2que solo se puede conseguir, v~ndi;~~ana no sea deudora a
to de que un superávit de la balanza comercial creana mas empleo, pero sí les compra (..._i». . oles más de lo que se
afirma, que aumentaría y conservaría las manufacturas y, sobre todo, algunas Otros testimonio~ _de que el déficit de la balanza c .
veces comenta que la razón de la destrucción de las ma~ufacturas de seda y saldar con la extracc1on de oro y plata se encuentran ;merc1al se tenía que
lana había sido el continuo déficit de la balanza com:rc1al pro;ocad~ por las rheorica. 53 n otros lugares de la
grandes importaciones de tejidos de seda y lana. Casi se podn a decir que el Ace~ta que el. volumen ~e las exportaciones y de las i .
argumenio de Uztáriz para man1ener un superávit de la bal~nz.a comercial, no de del nivel re ~anv~ de ~recios del interior del país y del ::;ac1ones depen.
de
es un argumento empleo, sino un argumento de valor anad1do : «( ... ) en _
la mtehgenc1a de que lo excesivo de los derechos ;r, .
«( ) como sucede en Holanda con las lanas de España, que entran fran -
por los fabnca n~es y vendedores, como en las aduanas, para\\se paga~, as,
cas, según se manifiesta en sus aranceles, impresos e~ Ams Lerdam el año lo que hace su_b1r tanto el precio de nuestros tejidos; a que se si :traccion.' es
1710. porque como rnn advertidos, y atentos al bien comun del Estado, tienen
do por esto mas caros que los de otros países, hallan poco ning _e. que sien-
muy presente. y disfru1an el convencimiento de que esca mina es de mayor dentro y fuera de España (...)».54 O
gun despacho
nqueza, abundancia y lucro que las de Poiosí, pues la porción de lana, que les
cuesta un doblón, la convienen en el valor y substancia de cinco doblones, con
beneficiarla y reducirla a !ejidos, aJustando la cuenca, de que una vara de paño No se :ncuentra, sin emba.rgo en la Theorica ninguna alusión a que la can-
fino tiene regularmente la quinta parce del valor en lana, y el resto en la tidad de dmero sea el determmante del nivel general de precios. Pero Uztánz
maniobra. lintes r 01ros gastos: de modo, que casi las cuatro quintas partes explica la necesidad imperiosa que había de moneda dentro del país. para ue
quedan a beneficio de los que la labran, granjeando con un millón de dinero no todo fuese "trueque" . Explica que al no poder pagarse en dinero la com~ra
en material, cuairo millones de aumento; iodo lo cual manifles1a lo mucho que de bienes y servicios no se podía exigir calidad. Las ideas de Uztáriz sobre la
conviene fomcmar las manufac1uras, a íln de ejecutar los comercios con géne- relació n entre cantidad de dinero, velocidad de circulación, precios y volumen
ros propios, a lo menos, en la mayor pane (... )».SO de transaccio nes, se ajustan a las explicaciones que Mark Blaug da sobre la
interpretación de la teoría cuantitativa por los mercantilis1as.
«( ... ) porq ue habiendo, y circulando más dinero en el reino, uenen mas
Viner explica que antes que Hume formulase su teoría sobre el mecanismo
autoregulador de la dis1ribución lmernacional de metales preciosos se habían estimación y consumo los frutos y los géneros: se repiten más las compras de
ido aceptando ya por vanos escritores Jo que serían las bases de esta teoría los unos y de los otros: se cultivan y benefician más tierras y on mayor cu
Pues bien, de estas bases Uz1áriz explícítamente acepta varias. Acep ta, en pri- dado: se hace n los paga meneos con mayor regularidad y pronmud
mer lugar, que el resultado de la balanza comercial se debe saldar en especie.
«( ...) por haber rnmprado a los extranjeros más géneros y fru tos, que los
En relació n con los argumentos de Keynes se podría apunta qu
que .les hemos vendido, cuya diferencia importa millones de pesos al año (... ) no habla, en ningún lugar de la Theorica del tipo de lncerés La P
pues aunque se extraen algunas cosas del producto de Lsparia, y del de las por el tipo de interés de los mercantilistas inglese no nene nmgu
nd
i ias, es de advenu que la mayor pane consiste en lanas, sedas crudas , literatura mercantilista española. La inducciónª lnvertl. einv;isfalbrile!iOC~IUII
les debía ser muy bilja en España. Uztáriz alaba la in c at
410 GERÓNIMO DE UZTÁRJZ (1670-1732)
EL MERCAN-nLiSMo DE GERÓN!Mo DE UZTAtuz
1 1 ersión en capital fijo era muy escasa a prln-
'íl!niendo en cuenta q~e-fia. nv ontinuos de la bala nza comercia l española sencantes de casas de comercio francesas 411
cc:;~i:a
cípi~s del siglo XVIII, los ci: del ahorro nacional para cubri r la dife- opo nen al traslado. Yflamencas de Se .
refle!aban u~a msufi~1e;s1os del Estado. Uzráriz escribe sobre la pesada carga Los_ guipuzcoanos y los navarros son Villa también se
rencia enrre ingresos) tacia aumentar el precio de los tejidos espa ñoles, que comercio con las Indias y consiguen la crea ~~s que piden un mo

1: :i:~::
de0 los !mpuesros._;~:n los exrranjeros. El deseo de Uzcáriz de un superávit en
:::~~:al, no se podría ver cumplido, en ranro en cua nto la estruc-
tura im ositiva del antiguo régimen no podía hacer fre nre a los gas tos co_nti-
cas en 1728 asenca~~o el comercio de cacaoc1on de la Real Compañ:l>Olio de

ce, en 1 7 la creac1on de la Real Com añí desde Venezuela y, !>Ose de Cara.
el comercio ~e tabacos desde Cuba. E/am:a~e La H~~ana que mon:"º:en-
nuos de~a Corona española. enzarzada en guerras d~fenslvas durante el siglo un paqu ~te importante de acciones, la Coroncompan1as ofrecen a la~o::
X\11 para mantener los territorios europeos y poste norme~re : n 1~ ~e rra de monopolio. Entre los accionistas de ese ª ~~epca y ellos consl ª
;ucesión ,. en las guerras de Italia para recuperar !~s rem_tonos_italianos y, de -~erón!mo de Uztáriz pero él no apa:c~ºc:~:nias se encontraban~;~:!
sobre rod~. con la ;arga de mantener la admin1strac1on del tmpeno. pa ma Gu1pu~c~ana de Caracas y en ¡ 72 8 todavía Vi:t~~ista de la Real Con¡.
acuerdo Gero011:10 de Uztáriz con sus coterráneos ª· No debía de estar de
Sí aplicamos el enfoque de la búsqueda de rentas par~ estudia r el mer- rna en la Theo_nca que Felipe v había concedido· cua nd o además nos lníor-
cantilismo de Gerónimo de Uztáriz, nos enconrramos, en pn_m_er lu~ar, co~ el codos los espanoles para ir en navíos de registro d~;:1 ~ª.1cédula, permiso a
hecho de que él no se dedica a los negocios ni a ninguna acnv1d ad mdustnal : ca ibo a traer cacao. El comercio del cacao de d e Cadiz a Caracas y Mara-
sólo trabaja como secretario del rey. _ _, .. ca ron Cura~ao estaba en manos holandesas y: 1~~~:!~~aholandeses conquis-
uzcariz propone modificar al alza los aranceles a la 1mportac1on de te¡1dos y galeones pagaba unos derechos excesivos d d de regreso en Ilotas
y de otros bienes de consumo. pero he demosrrado, a lo _la_rgo de los ca pí'.ulos hasta qu e llegaba al consumidor final. En ~s ed~ue entraba en España
17 8
de este libro. que los fabricantes españoles no estaban p1d 1endo esca_m_ed1da a Madrid2
solicitaron al Consejo de Hacienda importardi:;;:~e~:;:~antes ~e
la corona. Cierro que su gran amigo era Juan de Goyeneche que habta instala- c~ r,6 _per_o l_os que 1? consiguieron fueron los guipuzcoanos que con c:/s:zu:
do manufacturas de vidrio y paño en el Nuevo Baztán, pero los grandes inte- nd ad mvtmeron mas para obtener este privilegio. gu
reses de Juan de Goyeneche estaban en la banca, no en la industria. El gr_a n monopolio del co_n~ercio con América, lo disfrutaban los Ingleses:
Juan de Goyeneche sí era un buscador de renras, como lo eran como lobby era el a~ tento de negro~. Uztanz no_ habla de este tráfico en todo el libro, sólo
los guipuzcoanos y los navarros. da la cifra de la canttdad que teoricamence tenía que recibir la Hacienda
Uzrariz también pide que se eleve el arancel a la exportación de la na y con española por este asiento de la South Sea Company, 300.000 escudos de
esca petición está atacando al lobby más importante de exportación, los expor- ve llón. Durante el siglo XVII la Corona española no estuvo Implicada en el trá-
tadores de lana, la Mesta, los intereses de los cerracenlences. En este caso no fico de esclavos, sí en cambio, la Real Hacienda que cobraba unos derechos a
tenía razón Harry G. Johnson cuando afirmaba «Origlnally merca ncllis m was los ase ntistas. En 1702, Luis XIV consiguió el asiento para Francia. Se creó la
a theory of how co build a powerful nation stace for che benefi t of che land ed Co mpañía Real ele Guinea a la que se otorgó el asiento por diez años. Los
ariscocracy».60 acc ionistas ofrecen el 25% del capital a Luis XIV y el 25% del capital a Felipe V
Gerónimo de Uztáriz se opone a que se otorguen monopolios con América que no tienen que descmbolsarlo. En 1713 cuando se flnna el tratado de
a las compañías de comercio. Y aunque se muestra firmememe partida rio de Utrec ht el asiento pasa a lnglacerra por un período de 30 años. Felipe v sigue
que las inscicuciones que gobiernan el tráfico con América resida n en Sevllla y te niendo el 25 % del capital de la Souch Sea Company. 63
no en Cádiz y que flotas y galeones salgan de Sevilla y no de Cádlz, basa sus No había poslbilldad para los buscadon's de 1mm españoles de entrar en
razonamientos en consideraciones de logística de defensa y en lo Inadec uado es te negocio. Inglaterra había invertido mucho en la. guerra de u e 1 n
de la ubicación de Cádíz para evitar el fraude es paño la para dejárselo arrebatar. La verdad es que a Luis. ·1v le co t . arí 1
En la polémica que enfrenta a Sevilla y Cádiz sobre quién se queda ría mo coloca r a un nieto en el trono ele Es¡iaña. Y, por otra parte, Felipe Vmt ne
como cabecera del tráfico con las Indias. los intereses en juego parece que son ma nejar las rentas del comercio espa,tiol c~n las 1nd i~ Je::ª :P ~m u :e
los de los cosecheros de la zona de Sevilla, y los intereses de los co mercia nt es mane ncla en el crono de Espana. a pesar de haber id ~ v In qu
fra nceses, ingleses y holandeses asentados en Cádiz, que expo rta ban a Indias so r po r Carlos 11. Y así, cuando empezaron las_neg:~~~I~~; ;/Je Be
0 1
tejidos de sus países, pero nos encontramos con la paradoja de que los rcprc- lo s up ieran los ministros franceses •• le emlb!r:;e~ a lo In I la
su pa rla mentario, y le comunico l!Ut pciJia 01
-ERL' 'I \h., PE uzr:\RJZ 167('·113:!)

EL MERC.',NTJLISMo OE CERóN1•10 OE U7:rMl?


la rincipal atcncion de la filosotio. E ·paña
3
--
"•I nemp..' : lk,:1t>~- ~ ~;• ~: Jmina :u. principios. analiza_sus bras,
¡;
3

J e sus m:is e Jet,~, e:,nlc , nacion empieza 3 tener ec no1111 ·tas<:··>•· As1
s: tlca la policlca económica que aconsejaba
ai'ios, ya en el mundo soplaban vi Uztáriz cuando
423

abl , se disputa, ,e e. nt-e • d· Llzt:iriz como pre urs r de los econo- ec nómica. entos de libertad, al m~nPasados cincuenta
s e mo ¡.:-, llan,s n s situJ la_-,tira e ar. de la parcialidad de anális is que olmeiro, en su Bibllott•ca ele los ccono os en la literatura
mi·ras liberales de finaJe· ~el ~f d~ ::;tbro. En su obra Plan pam I~ ~·duca- x1111 ¡, A' Vf;I dice de la obra de Uztárlz •l:.x:[stas csPariolcs de los si los ,
rec_-:~':ª e} e;:'.~aih's
l~ arribu_, ,
d
:,_ ,·s,..ui ,li;s. a con eja que «la· lecc'.on: s de nomfa pohcica de España en los tiempos de ;e~:etratado para conoc~r la:;:
crs1 d,· kI n, bit . .. 1 d ... •·
• me ¡_, se;rn fa. de -,:,~dil1ac 1;;•l~:;i~•, ,ant imporra rodo a los propios 1111e-
~!loa ...)•.
tri nas de Colben y se propone introducirlas en pe V. El autor profe a las doc.
re.e., se cinsulraran 1~: b:a:1 lui.J dis ~pa de Uztá riz en su trata mie nto
sejos co n el ejemplo de Francia, Holanda e In :~ pacrta, íoniflcando sus con .
1
en u propósi'.o de restaurar la grandeza de 1:.! a~rra. ~unque yerra a menudo
Sempe~ en su Hi. ·-:~J, e!;Uramente redactó la pragmática sobre tra- vicios del gobierno como causas poderosas de ~ue:t:nala con acierto muchos
s..:>bre el.,.!1~ Lztan.ªí\} el u;o d; traje con bordados de oro y plata porque co mercio y navegación . Obtuvo esta obra los h decadencia en las artes,
es de I, :"'· que pr hl:~ Es aña. empere considera ba el lujo necesa rio para francés por Forbonnais en t 753, y tal vez se debe ~~ores_de la traducción al
ese, , enian Je fue: um -~ el empleo Pero, sin emba rgo, en sus Considéra- fa ! a idea . ~e Mr. Alban de Vllleneuve, al calificarlae;e1ante circunstancia la
;~::~:e,:~ª·\~! _;: ._. ;.:ind.-ur
!a ,·r d,· la décadcncc d: la Mona~ie espa!f- nomfa polmca que se ha escrito entre nosotros». el primer libro de eco-
n • ;I hablar de la ép,; a de Felipe \' afirma «( ... ) e1 a ce ere me~1e époque A pa rc ir del siglo XIX Uztáriz pasa a ser . d
lJna~z c mpo ait SJ Th,,7ne cr prorique du commerce ~r de ta_manne, ouvra- de
económ ica _española . Los historiadores Utilizac~c:uº ;: l~s libros historia
ge, sinnn cC1mparable 3 ceux de Smir~, say er_a_urres econom1sces modern es, da tos eco nomlcos. También es citado en los libros d h" ca como fuente de
du moins rres supérieur a ceux des s1ecles anceneurs (.._. ). , . económicas. e ISlorta de las doctrinas
Así es como lieron los economistas españoles del siglo XVIII a Ge roni~o Si el ~1ercantilismo español en general, y Gerónlmo de Uztáriz en particu.
de Lztaríz. Para todos ellos, excepto para Larruga, qu e consulc~ _muchos ma_s la ~, han sido _can ignorados en manuales de historia del pensamiento econó-
papeles salidos de las manos del funcionario Gerónimo de Uzcanz, la Theon - mico y en la hteratur~ sobre el mercantilismo, Gerónlmo de Uzráriz sí ha teni-
ca es lo único que legó Uztáriz. do auto res que espec1ficamence lo estudiasen.
Si en Jugar de los rextos de nuescros economistas de la segu nda mitad del And ré Mounler publicó en Burdeos en 1919 les fairs ,•t la <i<Xtrine erono-
XVIII, se consultan los papeles de los ministros y secrecanos de desp~cho, mique en Espagne sous Philippe l'. Gt•ro11i1110 de Uzráriz (1670-!7J2J.
también de esa segunda mitad del siglo XVJII -personajes qu e la mayon a de Moun le r anali za en la primera parce de su obra la situación económica de
!as veces coinciden, pues nuescros primeros economistas trabajaron para la España a la llegada del primer Barbón y en la segunda parte, la vida y la obra
Corona, Jo que no sucedió en nuescros países vecinos- las referencias a Uzrá- de Gerónlmo de Uztári z. Mounler, para escribir su obra se craslado a España y
nz cambién son frecuences. Su memoria perduraba en la Adm inistración. Es consultó fo ndos de numerosos archivos y blbllocecas. Fue el primer autor que
más, gran parre de las medidas que aconseja Uzcáríz fueron llevadas a la prác- sacó a la lu z mucho datos y noticias biográficas de Gerónimo de Uztáriz, que
cica por ministros de Femando \ 'I y Carlos 111. Fue sobre LOdo Muzquiz, el después han sido utilizadas por otros allCores. La obra de Mounier es una
encargado de firmar muchas de escas órdenes. A título de eje mplo, en el Archi- fuente básica si se quiere estudiar la obra de Uzcárlz. No ha sido c1aducida al
vo Histórico acional, SL-Cc1ón Escado leg. 3229 que co nc lene varias consu lcas castell ano, pero un ejemplar se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid
de la Juma General de Comercio y Moneda remicídas al consejo por Don Mig uel bajo la signa cura 2/75415 .
de Muzquiz, se encuemra la siguiente referencia «( .. ) y para confirmar la ve r- En 1930, Andrés Villcgas Castillo, publicaba en Nueva \ork (,o ceánd
dad que mani/lesca ' la consulta de la sociedad económica) excusan los ílsca - 1.1 cd1c1on de su propio bolsillo) , Sp,mi ·h Mem.mri/1s111 Ge~ ntm d U 1
les detener al Consejo, porque ya lo han demostrado las Co rtes Generales y fr-orwmisr En 1980 el libro fue rccdit,ulo por 11rcupint• Pre de Filadelfl n
ot ros doccísimos y celosos ministros de la Nación entre quienes tiene un luga r el prefacio a la edición de 1930, Castillo explica que comen o e t cudl
distinguido Don Gerónimo de Uzcáriz, agregándose Don rem ando de Ulloa, s iguie ndo los con ejos del profesor Edwin R. A. Sellgman, y qu u pr t
Don Ventura Argumosa y otros que han especulado los princi pios de hacer ílo- era atra er la atención sobre la existencia d los scrltore e on mi p
recer entre nosocros los comercios y las ancs ( .)». les que apl icaron las doctrinas mcrcantllis'.a . mer anclh m t ni
En el último tercio del siglo XVIII es cuando se empieza a lli:var a la prác- Fn 19'1 5 t:arl j. llami11011, publicaba 1:h l t n1
Uzt,tr iz: a Rec:,1minatil1n" en f,1.,,wmlc '· :, !;'Y
Reyes Fernández Durán

GERÓ IMO DE ÜZTÁRIZ (1670-1732)


U A POLÍTIC ECO ÓMICA
PAR FELIPE V

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279
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TI-IEORIC A, Y PRA CT IC A
DE
C OM E R C IO,
Y DE
MARI N A,
EN DIFERENTES DISCURSOS,
Y CALIFICADOS EXEMPLARES,
Q_U E, eo N Es p E e I F I e As p Ro VID EN e I A s..
SE PROCURAN ADAPTAR
.¿,,

A Ll~ ~10NARCHIA ESP ANOLA:-


PAR A S U PRO M P TA R E S T A U R A C I O N,
beneficio univerfal, y mayor fortaleza contra los emulos
de la Real Corona,
~~­
MEDIANTE LA SOBERANA PROTECCION
'°"~ .,.,_j¡~¡:;:·
., :"-t,·•.· .:~~-.:...
'e ~

DEL REY NUESTRO SENOR I;: rr~i5:¡ )ii

DON PHELIPE V. ~lmf


POR
1) O :A(_ (j E:R.._O:J("Y MO V E U Z (r 117{__1 Z
Ct1Jal/cro del Orden de Santiago, del Confe.fo de fu Magejl11d., y de
la Real Junta de Comercio , y de M oneda , y Secretario de f u
M.1gcjiad en el Confejo, y Camara d, Indias. ·
SEGUNDA IMPRESSION.•
COR REGI DA , Y ENMENDADA POR EL AUTOR.
C O N P R i Y XL E G l O.

En MADRID: En la Imprenta de ANTONIO S.11.Nz, Imprcffor del Rey


N. Señor, y de· Cu Real Confejo. Aúo de 174 2.
... ;)l) ~
La noble Ley del agradecimiento nos preftribe tam- .
A LA · bien la .afsiHe1~cia reciproca, trabajando los ~mos para·
l~~ otro~ Co.n .la refpeéí:iva tarea de cada uno fe ha: de
CATHOLICA MAGEST A D labrar la proporcionada. conveniencia. de todo:s ~ iniqui-
<QI
dad Ceda, que·fr: fuíknraífen ociofos -los unos·~ufú:rpan-
DEL REY NUESTRO SENOR do, a.-los otros el fruto de fus fatigas. .
Tres fon los11imlos, que principalmente me confti-
DON PHELIPE V/~:· ,~-~: 1 .f,•..-J(.
.:. i,-'¾'
,/,
tuyen en la obligacion de aplicar mis defvefos al Bien
publico , infeparable úempre de el _mayor fervicio de
).
V. Mag. como Cabeza, y Alma de 1a Monarchh: el pri-
mero, como agradecido a los grandes beneficios , que
la bénignidad de V. Mag. me ha difpenfado, permitien-
a
do , que mis buenos defeos fuplieífen la cortedad de
fL:n
. ,-
mis mericos : el re·g undo , por el ser que; reconozco a
SE N O R. <::1'J'f}."-·
/4_..;,.:·,,.,,:'<~
Efpaña , Patria ·can benigna, Madre tan pi·adofa , que in-
funde en fus Hijos las dos mayores felicidades, pues nos

rt;;\1~
't. .\ '(-~ ;·:;"
it~:~-·
' ··-i .j
coníl:icuye , y conferva en la verdadera R.eligion, y en
el amable Dominio de V. Mag. Y el tercero, por lsis Mi-
niíl:erios _, que , medi:mte fu Real dignacion , exerzo en
'\~ dependienciás de Guerra, y de Hacienda., cuya praéti'..:'
RANDE , y comun es en todos la oblt- e.a,, y alguna que tuve en las de Marina , me ha dado
gacion de atender al Bien publico : pa- n:1otivo para fügcrir coníiderables aumentos al Erario,
ra eíl:ablecerle , y confervarle, fe i níl:i- a
aliviando· los Pueblos, y prudentes proporciones en la
tuyeron la Tyara, las Coronas, las Mi- Milicia , fortaleciendo las Armas , a· fin que fe pueda
tras, los Tribunales, las Univeríidades., a
a:éender mejor codas las obligaciones de la Monarchla,
~os Ayuntamientos , y todas las demas y- vivificar la aptitud de ella , para la. defenfa , y para
Dignidades , Magiíl:rados , y Oficios los def.agravios. ·
gtandes , y pequeños del Govierno Monatchico , Arif.. Eftas fon las razones de m.i empeño azia el mayot
tocratico , y Democratic6. Carga pr ecifa es el afán , pe- f.ervicio de V. Mag. y de la Caufa publica.: para afianzar:
na h eredada de nueíl:ro primer Padre , y que , corno fu logro , no difcurro medio mas eficaz _, que el de diri-
a
impueíl:a por la Divina Juil:icia la vida humana, com- a
gir mis esfuerzos que eíl:e dilatado , y noble Imperio
pr.ehende ·cambien a codos los individuos de el Eftado., facuda el letargo, que inhabilha fus fuerzas namrales,
aunque no exerz:m Miniíl:erio· publico, obligando a ca- y desfrute la fubíl:ancia, y robuftez, q ue por fu fa1ca de
da u no , fegun· el talento, y aptitud , 9.ue la Naturale- Comercio, y Marina , Je ufurpan laíl:imofamente otras
za , y la fuerte le hu vieren repartido , mejorada fü fa- Naciones. ·Eftas dos providencias, infeparables entre s1.,
c~ltad nativa con el auxilio de las Ciencias ., y de las a
fe prnpónen oy por mi refpecofo zelo la gr-an . com-
u
Arres., de fu propria induíl:ria. · ··· pre-
'"~ La.
prebenfion _de V. M3:g; No .. puedo ignotat., que fiemptc proponer., con mas fegutidad, lo induftriofo., y eficaz
las tiene V. Mag. muy prefentes , porque ha muchos a
de füs difpoíic.iones , fin que de ellas fe pueda abrazar
años, qu.e foy ce:íl:igo de la cfpecial atencion que deben lo util., y adaptable. Con dl:e inremo hago cambien una
a V. Mag. y diverfas veces he tenido la honra de fer in[- fucima exprefsion de lo mucho que V. Mag~ y fus_mas.
a
crumenco la formalidad de las ordenes para la planti- a
afamados Predeceífores han atendido eftas· dos :max-1-
ficacion., y permanencia de fus Reales determinaciones, mas de E(l.ado ;_ íiendo digno de efpecial reflexion., qüe
y providencias : de ellas he referido algunas , llenando los mayores Monarcas , que fe regiftran en fa dilatada
dignamente veinte y un Capítulos : breve indice dé lo Serie 'de los Reyes de Efpaña, y de los-de Francia~ tlnos.,· ·
mucho que V. Mag. ha emprehendido , y logrado en .ef. y oiCros gloriofos Progenitores de V. Mag. fon los. que
ros, y otr9s a(fomptos , conducentes al Bien univerfal mas fe han difiinguido en auxiliar el Comercio ~ y· la
a
de fos Vaífal~os , y la gloria de la Monarchla , en que .Navegaciori; pues entre los que ciñeron dignamente -Jas
el Supremo Oficio de Rey compite con el piadofo genio a
c;;~rq.pas de eftos Reynos , fe ofre<:en luego · nuefü---a
de V.Mag. Pero afsi como conozco ., que V. Mag. nun- veneracion el Santo Rey Don Fernando ; los Catholiéos
ca pierde de vifta efias graves importancias , y que an- R~yes Don Fernando., y Doña Ifabel; el Emperador Don
ees bien ocupan utilmente Cus principales tareas , com- Carlos ~into; el Rey Don Phelipe Segundo , y otros~-
p;·ehendo cambien , que fiendo Cus Regias atenciones fe- · que aífegurar?n fo adelantamiento con muchas, y -e.~·-.
a
mejantes los maravillofos influx.os del Sol, nece[sitan caces providencias , de que explico algunas en · el Cap:i:.
aquellas , a[si como eftos, del trabajo material de mu- culo quarenta. y .tres: y comprehendo, que, íih incurrir
chas manos en preparar la tierra, y otras diligencias pre- en la lifonja·, que ranco aborrece V. Mag. corno efcolló
cifas, con que nudha fatiga, y fudor deben contribuir de los·aciertos, podemos decir , que, figuierrdo los fe:,¡_
cambien , para que fe pueda fazonar , y coger el defea~ guros paífos de fus .Heroycos Afcendiences ., .h a fabidd
a
do fruto. En eíle fentido , pues ., pre[enco los pies de V. Mag. excederlos, para mayor beneficio de fus Vaífá.::.:
V. Mag. eíl:os Di[curfos, y Reflexiones fobre Comercios, llos, de cuya verdad fon fiadores los mifmos hecMk
y Marina., acompañados de noticias feguras de las reglas ~oníl:a1_1ces ., y notorios.
con que otros Rcynos , y Republicas. profperan en uno., Dignos fon cambien de perpetua memoria.los exen1-
y otro aífumpto ,.y que he obfervado , a[si en fus libros, plares, que , en efte importante dcfvelo , ofrecen fa a
y papeles manucfcritos , como en los viages, que, en el imi~acior>._ los mayores Reyes de Francia : aífeg.uranos la·
di(curfo de veinte años, hice , con alguna aplicacion, Hiftoiia'lo m1.1cho que en el fobrefalieron:Carlo Magno,
por la Francia ., Italia, Inglaterra., Flandes ., Holanda., y Francif<;:o Primero, :Enrique ~are.o, y .el Maximo 'Luis
parte _O ccidental de Alemania., y ultima.mente ert dí.ver-- Decimoqµarco, esforzando lo con las difpoficiones , que
fas Provincias de E[paña; reflexionando , y corrigiendo; expreífo en el Capitulo veinte y íiete .; de que ·politica, ,y•
algunas veces , en los Puertos , y Ciudades de n1as Co-: prud~nte1nente fe arguye, que no pudo , ni puede ha-.
mercio., Manufaéturas,, y Navegacion ., lo iniperfeéto; ver Pi:indpe grande , y poderofo, fi le faltaífe d ufo de
y dndof9 de la fola inteligencia efpeculativa : 1noti.vo, una 1ñaxima t~n _capital del Goviern_o , como . ta de _fo_,
a
que, .en, algunos puntos efü:nciales .,. me obligo valer- mentar3 y"protcgcr la Navegacion, y fos Comercios: fun-
me, del exam.e:n ocular , para poder infrruirme . mejor, y damento príncipal de las fuerza$ de los Soberanos~ y del
pro- -~- . ~~
ali vio , y ·opulencia de los Subditos : verificanc:Íofc , que iban r'etitando, defengaíiados , y 'efcátmentados de· qtié
eíb. qualidad no es agena de los grandes Conquiíl:ado- fe les refüHan h::üh las precifas noticias, y que no po-
res, y que antes b ien parece infeparable de los Heroes, dlan dominar.mas., que la cierra, que pifaban; al mifo10
que mas celebra el Mundo; como fe reconoce en eftos, tiempo que V. Mag. aun defviado del ccmro de fus Rey-
y otros exemplos , autorizados defde el. Siglo de Salo- n os, co n numero corto de Tropas, y con pocas Pbzas,.
man, que, con fus Flotas, y Negociaciones, dexo la a diftanccs , y caíi .defguarnecidas , era Dueño abfoluro
imitacion Regios , y poderofos eíl:ímulos. de los corazones Efpañoles; verifica.ndofe tambien en el
El piadofo, y grande animo de V. Mag. no fatisfe- gloriófo Reynado de V. Mag. los repetidos cxernplos, y
cho todavia con los beneficios diíl:ribuldos en fus Vaífa- la doétrina fierripre fegma , de que en el amor , y conf:.
lios , por medio de fus acertadas difpoíiciones , para el tanc ia de · los Vaífallos confifte el mayor apoyo de los
adelantamiento de los Comercios , y mejor regimen de Reyes, y de los Imperios. .
las contribuciones , obviando defperdicios , y molefrias, a
Mi obligacion V. Mag. ya la.Patria, me pufo la plu-
ha querido dilatar, y defahogar mas fu generofo cora- a
ma en la mano: mi zelo h corr.i.o dilatados difcur(os, y
zon , con difpenfarles otros diver[Qs alivios , minorando propoficiones , que fin duda pareceran amontonados, mas
algunos tributos, extinguiendo otros,y perdonando cre- que diílribuidos; pues aunque "los ha diétado el mas in~
cidas cantidades de atraífados, en la forma que lo explica genuo., y fervorofo defeo del acieuo., no he podido expli-
el Capitulo diez y nueve: defvelo verdaderamente digno carlos, y colocarlos con la cohordinacion med10dica, que
a
<le un Padre, aten ro íiempre la confervacion , prof-;y negocios tan graves, y de tanta diveríidad en fus funda-
a
peridad de los Pueblos; que, <lemas de la prndente ma- mentos, requedan para fu mas cbra , y facil inteligen-
xima, que lo aconú:ja para con todos , c0ncurre la ef- cia; porque faltandome aqucila quietud concinu~da, que
pecialidad con que lo merecen los de la Corona de Caf: a
Cuele influir la mas fucinta ., y menos confofa locu-
cilla, que en eftas dilatadas , y fangrientas Guerras , y ' cion , me ha fido precifo eftenderlos, fegun me han ido
calamitofas tribulaciones facrificaron fos haciendas ., y ocurriendo ., en los interpolados breves ratos , que 1ne
ml;}chos fus vidas , exponiendolas por la jufta caufa de e
ha permicido la afsiíl:encia diaria, indifpenfable de mis
V. Mag. con el amor, y ternura, de que V. Mag. mifmo Empleos.
fue reíl:ig<? en muchas partes., y lo acreditaron en todas, a
Llame dibtados eflos difcurfos, porque lo parece-
con los promptos , y grandes focorros extraordinarios., a
ra.n, íiempre que fe miren la efcafa luz de mi talento;
que tributaban voluntarios, y guftofos, afsi en dinero, y pero fe cíl:imaran ceñid9s ., tollas las veces que fe coníi-
viveres, como en Reclutas., y Levas de Regimientos ar- deren careados con los graves aífumpcos en que "re em-
m ados, vellidos., y montados , que bufcaban a V. M.ág~ a
plean: pe.rfuadiendome que eúrre · codas las importan-
hafra .de· los parages ~1as diftances , particularmente en cias, y maximas-del Govierno de la M01Jarchia, ninguno
las peligrofas ocafiones de hallarfe cftas Provincias , in- pued~ ofrecerfe de m~yor entidad, que eílos, ni que in-
cluía fu Real Corte., invadidas de los Enemigos, quie- terdk tanto al beneficio univerfal de ella, y al fervicio,
nes, aun antes de fer vencidos en Brihuega , y Villavi- y .gloria de V. Mag. no folo por lo que efl:a fe a umentara
ciofa, por los heroycos esfuerzos de V. Mag. acompaña- -defdé luego c~n la bien concertada plancificacion de los
do de la lealtad conftantc de fus valerofos Vaífallos , fe Cpinercios, y de la Marina; sl ümbien por lo "qne fos
-- -- · · iban 1m-
i.mportantes ptogreífos podran vin.c ular tu pei·manencia; vieífen ap1icado ; peto ., afsi el amot p:1terna1 con que
pues produciendo eíl:as providencias copiofos frutos dén- V. Mag. atiende a los alivios, y proíperidac,l de frís Vaf-
tro de breve tiempo., fe aífegurara V. Magefiad del Do- . fallos , ha_íl:a ha.ver expudto muchas ve(es fu_ Real Pcr-
minio de la Mar, y lograra el fiempre defeado confuelo fona parn defendernos , corno los generofos defv1.:.ios
de repetir los alivios a fus Vaífallos, y de ver defempe- de V. Mag. y fu natmal inclin::icion ·J. lo mas juíl:o, y glo-
ñ ado fu Erario; reftablccida la antig ua poblacion., y opu- y a
riofo , prometen , afianzan eíl:a Monarchla las mayo-
lencia de fus Reynos ; fus Armamentos Terreíl:res, y Na- res feli cidades, con la tranquilidad , y abundancia de una
vales , afsiíl:idos de todo lo n eceífa.Tio; fos Fronteras, y Paz :firme ., y refpecada , y con los fecundos frutos dd
Coftas bien refguardadas ; la conftitucion Ínterior de la Comercio, y de la Navegacion; y fobrc todo , nos aífe-
Monarchh, en aptitud de aumentar unas , y otras fuer- guran la permanencia del foave ., y triu nfante Imperio
zas , y mantenerlas muchos años, fiempre que conven- de V. Mag. acompañado de la mas prudente adminrC-
ga ; los Sagrados Altares defendidos contra las invafio- tracion de la juíl:icia ; pues fabe V. Mag. conciliar los fe-
nes de los Infieles., y de los Seétarios , por la fervorofa, veros preceptos de la rígida Ley, con los benignos influ~
y coníl:ance proteccion que la Igldia tiene ., afsi en el pia- xos de fu gran piedad.
dofo, y heroyco animo de V. Mag. como en fu brazo D ios guarde, y profpere L. C. R.P. de V. Mag. como
fue:i;te , tanto mas poderofo , quanto con los auxilios la Chriftiandad ha meneíl:er. Madrid 20. de Diciembre
del Comercio eíl:uviere mas proporcionadamente arma- de I 7_?·:f:•.
do por Mar ., y por Tierra ; el auguíl:o Nombre de D. Geronymo d, Uztarizº
V. Mag. y fus Reales Eíl:andartes., refpetados , y temidos
en las quacro partes del Mundo ; las confederaciones
con V. Mag. muy folicitadas, y mejor obfcrvadas por
los Príncipes mas poderofos; y la proteccion de V. Mag.
implorada de otros , contra los infoltos de la violencia,
y d e la oprefsion.
Eíl:os, y otros grandes b eneficios poclran labtarfe , y
permanecer ., fiempre que con el debido zelo , y aétivi~
dad fe trabaje fobre los solidos _cimientos de una pro-
porcionada Armada ., y de un Comercio bien r eglado ., y
m ejor procexido; pero íi faltaífe efia bafa fund amental,
a
los coníidero impraéticables, lo m enos en la m ayor par-
te , y que feria culpable confianza efperarlos., no interpo-
niendofe de nudha parte los m edios regulares de las cau-
fas fegundas, para cultivarlos, y fazonarlos ; y que todo
lo que fe trabajaífe fin efte firn.1.e ) y feguro principio, fe-
rla fabricar' en el ayre., o dibujar en la arena ., malogran-
dofe el tiempo , el dinero, y 1os esfuerzos, que fe hu..
-· ~~ vieí~ C:EN..;_
..
Pag.1_! 2, 'l'heorica, y Pra8ica
- u entre las mifmas providencias, fe ·e!i- ramiento, perfcccion, y defpacho de
jan las que fueren mas adequadas, juf- las maniobras ; no por reglas genera-
tas, y ericaces, como por 1ratar cam- les, de que c.llan llenos los Libros de
bien del tiempo , y modo de praai- los Elladillas , y que difcurriendo(e
carlas , lo que a veces Cuele importar con facilidad , difidlmcnte fe pueden
tanto como lo fubilancial de los mif- adaptar con fcguro acierto ; Ílno con
mos negocios. providencias efpecificas, en quanto al-
Es evidente, que en h.s Monar. canzare mi cortedad , para cada uno
chlas , Rcynos , y Republicas no pue- de los males , atendiendo a la natura-
de ha ver poblacion grande, abundan- leza , calidad , ellado , y <lemas cir-
cia, efplendor, ni Exercitos, Arma- cunllancias de elle cuerpo Polirico,
das , y Fortalezas, que las rcfguarden, que adolece ; pues lo dcm:is feria dcf-
y las hagan rcípetables, fin el auxilio cubrir las enfermedades, Íln proponer
de un Comercio grande , y uril : No los medios oportunos , y praél:icables
puede ha ver Comercio grande , y util para curarlas ; en la intclige ncia , de
fin la concurrencia de muchas, y bue- que lo exccfsivo de los derechos, que
nas manufall:uras, panicularmentc de . fe pagan , aísi por los F.ibricanrcs, y
·THEORICA, Y PRACTICA Sedas, y Lanas; y no fe pueden ella- Vendedores , como en las Aduanas,
blccci, y confervar muchas , y bue- para la cxtraccion , es lo que hace fu -

DE . COMERCIO, nas m:mufaél:uras fin el apoy-o de pro-


porcionadas tranquicias, y exempcio-
nes , a l o menos en algunos de los co-
bir ta nto el precio de nueíl:ros tcxi-
dos ; a que fe íiguc, que úendo por
eílo mas caros , que los de 01ros Pa'i-

Y ·DE MARINA .. me!libles , que confumen los Opera-


ríos , y en los materialc:s que emplean
en los t e'xidos, y otros compuefios, y
fes, h allan poco, o ningun defpacho
dentro, y fuera de Efpañ:i ; porque es
natural , que inducidos de la urilidad,
CAP IT ULO PRIMERO. a
afsimifmo en la venta de ellos : todo u del ah.orco, fe inclinen a los de otras
lo qual deben acompafiar bien regla- Naciones , a que es confequente la
D/S CURSO GENERAL SOBRE LAS CAUSAS. nos Aranceles para los derechos de ex- ruina de las maniobras proprias , y el
traccioa , y de entrada, íin cuyas pru- adelantamienro de las efirangeras, lo
del atrajfo del Comercio util en E[pana, y los medios fim- denies d iípoliciones no pod rlan tener que procede , u de nucfiro defcuido,
damentales para rejlablecerle, adelantarle. el debido delpacho denrro, ni fuera u de nucllra tibieza en efias imporcan-
y confervarlc. dcl Rey no , y falt.rndoles el coníumo, c-ia~.
feda inevitable la defiruccion de las CAPITULO II.
maniobras , como fe dexa coníiderar,
OMP !U!HEND IENDO defpues de referir las providencias ac::
todo Hombre racional la y fe experimenta en rodas partes : con SE DISTINGUEN EL CO.l.1ERCIO
que fe valen los Ellrangeros para ha-,:
importancia del Com,r- cerle florecer en fus Eftados, y afia~.;
que debiendo d ifcurrir , y 6.xar el pri- util, )' ti Com,nio dañofa, explicando
cio , ferla ociofo dilatar zar fu permanencia. f11.er mobil de las providencias , para primero ti Comercio daño/o.
• obviar los inconvenientes , que nos
el Difcurío en ponderar- Aunque en muchas importancias
la, o e xplicarla, mayormente havien~ afligen , y aífegurar las mencionadas a
dolo cxecutado muchos Authores , y
del Govierno Politico , y Económico
fue le bafrar b manife!lacion de las cau"' ventajas , es preciío empezar por el
examen , y efiablecimiemo de las ex-
A NTES de pa!far tratar de las
prometidas ptovidendas , y de
las razones, y exemplares en que cC.
grandes Politicos , afsi Efpañoles , co- fas de los daños , para que , ceífando,
mo de otras Naciones ; por lo qua! me o y
quitando aquellas, ce(fen, fe evi- prelladas franquicias , o proporciona- pero fundarlas, coníidcro conveniente
<ietendre Colo en defcubrir, y cxpref- ten ellos, he coníiderado conveniente das moderaciones , cfpecialmente en explicar las dos parres , o calidades en
far las caufas de fu decadencia, y ani- alguna extenúan en reconocer, califi"' el excefsivo , y repetido derecho de que fe divide, y d illinguc el Comer-
quilacion en ella Monarchla , y en car , y proponer los principios , y me• Aka\•a las, y Ciemos , y por la mejor cio, porque hay Come1do ucil, y Co-
.proponer los medios jullos , y conve- dios, de que nos pudieramos valer para r egulacion de los derechos de enrr:i- mercio dañofo.
a
nientes , que pudieren conducir re(- afianzar los propicios fines de que ne~ da, y falida , y profeguir Juego con Coníi!liendo principalmente el Ca,.
tablecede, aumentarle, Y. confervark:, <:efütamos , afsi ,on d defeo de que,.
los <lemas auxilios , y difpoíiciones, mercio en compra , venta, y permuta
·· · · · *. ea, que parecieren conveniences 21 adelan- de rexídos, frucos , y de otras cofas , y
fus
- de Comercio , y de Marina. 3 4 <rheoricá, y Praélica
!us ávlos por Mar; y Tierra, dentro, ,, hai .Nacion tan falta cié Oró, y Pla~ <liforencia importa millones de pefos de fuera, no menos con la exce(siva
y fuera de los Reynos proprios , es ,, ta como la Elpañola , aunque cfios a
al año , porque lo que fale, excede baxa de derechos , que con los fre-
evidente , que cíl:e Comercio le ha ,, dos metales fe crian con abundancia. cn mucho el importe de los texidos, quentcs fraudes, como oy {ucedc, p:i.r.,.
·havido úcmprc en Efpaña, pues nun- ,, en fos Dominios : no obftante fe ha- y de otros generos , que nos traen de ticularmenre en Cadiz; porque es prin•
,:a ha falcado la venta , y compra de ,, llan las dcmas Naciones mucho mas fuera: fin que pueda forvicrnos de-con- cipio coníl:anre, que quanto mas cx-
[us gencros, y frutos, y la incrodu- ,, furcidas de efl:os dos gene ros, por el foclo, antes bien de mayor pena , la cediere la entrada de las mercaderlas
cion de los de fuera, afsi por mano de ,, gran confnmo que fus mercaderlas •coníideracion de importar mas ·1o·s •dc- efirangeras a la extraccion de las pro-
los mifmos Naturales, como por la de ,, cieuen en Efpaña, y en todos fus ·r echos , que fatisfucen a fu entt•ada, :prins , tanto mas inevitable fcra nuef.
l os Ell:rangeros; pero en la forma~que ,, Rey nos, y Provincias dependientes~ tan iafauíl:a para nofotros , que para tra ·ultima mifcria, y rnina ; úcndo los
fe ha prall:icado , ha fido tan danofo ,, y en fin, parece que eíl:a gran Mo-: que puedan produdr un millon de pe• daños, que efto fuele caufar en tod o
a la Monarchla , que la ha empobre- ,, narchla efüt calda folo por haver: fos, coníiderados a cazon de ocho por el Rey no, aun mayores , que los de
cido, defpoblado, y debili rado, como ,, abandonado eíl:a importanc.i a, y def- ciento, una Aduana con otra, defcon• las mas crueles Langoftas. Muy pre-
fe ve , y lo publkan las miímas Na. ,, cuidado tanto el Comercio, y el ef-: tadas las gracias, y fraudes: es precífo fentes tienen las Nacrones eftos gran-
dones, hafia en íus Libros , parcicu- ,, rablc:cimiento de muchas manufaétu..; falga del Rcyno la fubíl:ancia de mas des perjnicios,particularmenre la Fran-
larmcnte en el intitulado , Comerrio de ,, ras en todo el efpacio de fus vafl:as de doce millones de pefos; pues aun- cia, Inglaterra , y Holanda , que para
Holanda, cuyo Aurhor no fe nombra, ,, Regiones. Eíl:a fioxedad ha fido la; que !e extrahcn algt1nas cofas del pro- obviar füs furales confcqucncias, apli-
y fe cree fer un Miniíl:ro de Francia de ,, caufa de las riquezas, que oy tiene. dull:o de Efpaña, y de el d·e Indias, can, mtlly dieíl:ra, y prudentemente,
grande inteligencia , y zelo , y que, ,, la Fr;incia; y mienrras hemos # co..; es de advertir , que la mayor parte la providencia de crecer los derechos
a
con igual amor la Patria, traduxo el ,, merciado con los Efpanoles, nunca: conúfie en Lanas , Sedas crudas, Co- a
en los generos eíl:rangeros, la entra-
año de mil ferecientos diez y íiere Don ,, nos ha faltado Piara, ni Oro, aun en chinilla, Añil, Sofa , Barrilla, Hierro, da en fo Pals , quanto permiten los
Francifco Xavier de Goyeoeche , Mi• ,, las Guerras mas dificiks , y cofto-: y otros diverfos material-es , en que Tratados de Paces, y a veces exce-
niíl:ro del Confcjo de lndias, para luz, ,, fas. laíl:imoíamente les damos nuevas ar- diendo , fin confencir baxa, ni gracia
y beneficio publico de cfros Reynos, En otro lugar del expreffado Libro mas par-a nueíl:ra deíl:ruccion, como fe alguna; y al mifmo tiempo dexan ex•
en que dicen: ratifican efle diél:amcn , y hecho , di-:; explicara defpues , por lo qua! fuera traher fus texidos , y otros compuef-
,, El principal Comercio de Holan• ciendo: mejor, que no fafü:!fen; ademas , que tos, cob rando moderados derechos, y
;, da con Efpaña fe hace en Cadiz , y ,, Solo el Comercio es el que puede fu valor, at111 con el de los frutos, que en algunos gencros los franquean en~
,, en el Medirerr:meo , ficndo efi:e fa- ,, atrahcr a un Eítado el Oro, y Plat;i, afsimifmo fe extrahen, no alcanza; ni tcramentc; en cuya demoíl:racion me
,, mofo Puerro de donde íalen , y ,, primeros mobiles de todas lasaccio..: con mucho, para la equivatente pcr- eíl:endere mas en otras Capítulos, y.
,, adonde arriban los Galeones , que ,, nes: lo que es tan cierto, que Eípa- muta : con que es precifo , e incvita- en e!l:e incluir/:: folo los pocos exem-
" hacen el gran Comercio del Pcru, ,, ña , en cuyos Dominios fe crian ble , que el conúderable importe de piares íiguientes.
,, y las flotas que vienen de Mexico, ,, abundantemente efios dos metales, la diferencia, fe fup!a, extrahiendole Segun los Aranceles, que en los
,, o Nucva-Eípaña , los quaies han ,, carece mucho de ellos , por haver en Oro, y Plata, como fe extrahe to- aflos de 1664. y 1667. efiablccio el
,, traido, y traen todavía caú t odo el ,, mcnoípreciado el trafico, y las ma- dos los dias , dexandonos fin fubfian- Rey Luis XIV. füviendofe de la gran-
;, Oro, y Plata que fe ve en Europa; ,, 11ufa.fü1ras ·; y apenas bafüm todas cia, ni. fuerza para los precifos dcf- de i11teligencia , y defüeza de fn la-
,, pudiendo , no ob{hnte , decir con ,, las Minas de la America a pagar las agravios, ni para la propria defenía; borioío Miniíl:ro Don Juan Bautifia
,, verdad , que aunque los Efpañoles ,, mercaderlas, y gcncros, (1ue las de• de todo lo qua! fe infiere , que ni el Colbert , pagaban los Pafios dhange•
,, fon dueños de las Provincias donde ,, mas Naciones de Europa llevan a Ef• aumento del Erario , ni el beneficio a
ros, la entrada en Francia , mas de
,, (e crian en abundancia el Oro, y ,, paña. publico, coníiíl:e en que las A,luanas 15. por 1 oo. de fo valor ; pero dexa-
·,, Piara , tienen d e eftas eípecies mu. Aunque parece que la Cola expref..: produzcan cien mil, ni ducienros mil ban exrraher los fabricados en fo R~¡·.:
,, cho menos , que las demas Nacio. fion , y experi.:ncia de havcrnos fido; doblones mas al año , fino en que efia no lio cobrar mas de un m edio por
,, nes : lo que dar;!merite manifieíl:a, perjudicial el Comercio, que I de mu-: renta Ce govierne con los Aranceles, roo; y otros compucl1cs folian ence-
,, que las Minas de Oro no firvcn tan- chos años a eíl:a parte, hem'os hecho y demas reglas, que fueren mas con- ramente libres ~e derechos; lo qual
,, to , con.o el Comercio, a enriquecer con las Naciones, bJftaba para inferir vcnientcs al Comercio util de cíl:os con!b por los referidos Aranceles, y
,, un Eftado. la caufa de elle dafio: dire , para los Rcynos, y eípccialmence al aumento, a
otras Ordenanzas; que puedo aña-
· Explicandofe ma.s en otra parte del que lo dudaren , qt1e le padecemos y confervacion de las manufaéturas, die, que para dar mayor fomento a
mirmo Libro, refieren: principalmente por h:avcr comprado a que nunca poddn prevalecer , ú ef. las manufall:uras de la grande, y abun•
,, Pua acabar de conocer, que fo. los Efhangeros mas gcneros, y frutos, pndo muy cargadas de contribucio~ dame Provincia de LangHed oc , tiene
,, lo e! Comercio es lo que enriquece _que los que les hemos vendid,o, cuya nes , como lo eíl:an, fe facilita el in- cfiablecido el Govierno de Francia el
,, los .!Eíl:ados , baíl:ir~ decir , que no Az di-. greífo, y confumo de mucJ10s gcneIOs auxiliQ _
de un doblon , que fe da it los
! Hi;bla de los Fran,efasi. due-
_ de Comercio ,· y de·Marina. 1 ·6 'I'hcoricá , y Prttélica
é.lueños---·~ellas ; por cada pieza de .res, p:ira que á la póquifsima cofia , y llegan a 1536. millones , y juntas las
treinta var s Franceías de Paño fino, C AP IT UL O III. ~rabajo de cambiar las defeéluofas, y dos partidas , monran· 3 5 36. millones
que fabrlca ,y extrahen del Rey no. febles por las fuertes, y de mejor ley, de pefos.
· En los materiales ob{crvan una re- AUTORIDADES, r ARGUMENTOS adquieran las pocas, que de efias han Don Pedro Fcrnaodez de Navar-
gla can contraria a eíl:a (por convenir de los millarer de millono , que en Oro, ,' luedado , y las que fuccefsivamente rete , en fu Coníervacion de Mooar-
a(si) que para la falida imponen cre- y Plata fe han extrabido de ej/01 Reynoi, v engan de la America , cuyo aífomp- chlas , difcurfo 2 1. dice, que, fin con-
cidos derechos en ellos, y a veces pro-. defde el defmbrimicnto de la Ameriía, to comprehendo pide muy fé ria r efle- tar el dinero, qne havia en Efpaña, ni
h iben enteramente la extraccion , dc- pa,•a mayor p>'mba de lo daño/o, que :xion, y providencia corrcfpondiente lo qne íc luvia facado de las Minas
baxo de rig urofas penas , como prac- 1101 es el ComerGio , qtJe batt- a evita. las perjudiciah:s confequcn- de Guadalcanal, fe havian t rahido re-
rlcan en Inglaterra con fus Lanas, a mo1 con /a1 Na.iones cias , qu e es natural experimenten ef- gifirados de las Indias a ella r 53 6.:
fin de que fe beneficien en fu proprio de Er,ropa. tos Re y nos en el deípojo de fu mane- millones, de(de el afio de 1519. hafla:
Pals , y quede en el la g:1nancia gran- da, tanto mas fcnfiblc, quanto es con- el de 61 7: lo que correíponde a mas
de de fu labor; pero para la entrada
de los que nece[sican , efpecialmente
para fus manufall:u_ras, eíl:ablecen cor-
D E la gran diferencia , que hai,
pues, de lo que vendemos lo
que compramos a los Eítrangeros , y
a
figniente, que al pa[o que fea mas la
e xtracci.on, fe debiliten fus fuerzas, y
fe fomenrcn las de los enemigos de la
de 15. millones al año, en los 98. que
incluye eíl:e tiempo ; y confiderando_
a doce millones al año, en los 1 07.,
tifsimos derechos, y muchas veces los de orros principios que eftan muy a Mooarchla, en quienes fe difonde , y que hai defde el expreífado de 16r7.·
excepcuan enteramente; como fucede la v iíta, fe puede argulr,que cada año, aun de losTurcos,y otros Inñeles,que haíl:a el prcfentc de 1724. y en los 27._
~n Hoiaoda con las Lanas de E[paña, uno con otro, havri falido de Eípaña obfünadamentc lo fon de nueíl:r:i San- defde el de r492. que fe defcubrieron
que entran francas, fegun fe manifief- el valor de mas de quince millones de ta Fe , como fe explicara mas en otro las Indias , h aíl:a el de I 519. en que
t a en fos Aranceles, imprelfos en Amf- pefos, en Plata, y Oro; y íi alguno lo _lugar. empieza fu cuenta Navarrete, hacen
terdan el-año de 17 I o. porque como dudare, fe le puede preguntar, que fe Dcíeando acreditar mas la grande I 596. millones ; y ambas partidas lle-
t an advertidos, y atentos al bien co- lian hecho, y adonde han parado los éxtraccion , que fe ha· expreffado , de a
gan 3 r 3 2. millones; y aña~icndo ii
mun del Eíl:ado, tienen muy prefente, milla ces de millones de pcíos, que def- 'Pro, y Plata de Eípaña; introducirc efto lo que havia en Efpaña, y lo mu-
y desfrutan el conocimiento de que de el defrnbrimiento de las Indias fe aqui lo que algunos Autores , bien cho que fe havra crahido tambien de;
cíl:a mina es de mayor riqueza , abun- han trasladado al continente de E(pa- acreditados , han e[cüro en cíl:e af- las Indias íin rcgiftro, pallara el codo
dancia, y lucro, que las del ·P orosl; ña ? donde apenas ha quedado mas, fumpto. de cinco mil millones de pe.fas en Oro,
pues la porcion de Lana, que les cucf- q ue algun Vellon, o Caidcr illa de in~ El Doél:, Don Sancho de Monea- y Plata , aun tomandolo por el me--:
t a un doblon, la convierten en el va- correípondieme valor inrrinfeco al ex-- da , Cathedratico de la Sagr::da Efcri- nor tanteo , que es el que hace Na-:
lor , y íubll:ancia de cinco doblones, trinfeco que poífee , y de cofiofa con- t ura eL1 Alcala , efcriviendo por los varrete : cuyos fopucíl:os generales;
con beneficiarla, y reducirla a cexidos, ducían , y trafico ; modera-da porcion años de 1619. dice en el difcurfo 3. antiguos , y modernos , paTece que
ajuítando la quema, de que una vara de reales , y medios r eales de plata cap. I. de fu Tratado, que, 24. años tampoco fe deben difminulr , anees
de Paño fino tiene regularmente la conos , y los reales de a dos , y fen- ames , fe reprefcnto a fu Magcíl:ad, bien aumencarfe , por lo que en nncf-
quinta parce del valor en Lana , y el cillos de la nueva fabrica, que llaman que dc[de el de 1492. en que fe def- eros tiempos fe ha viíto llegar a Ca.;
reíto en la maniobra , times , y otros o
Provincial, febles, faltos d e ley , y cubrieron las Indias Occidentales, haf- diz I particularmente de diez , udoce
gafios; de modo , que caíi las qnatro pefo en cerca de un 2. 5. por 1 oo: de- ta el de 15 9 5. que fon 103. años, ha- años a eíta parce , no obftante algu-
quintas partes quedan a beneficio de fell:os a que fin duda puede arribuirfe ,v iau entrado en :F,fpa_ña , folo de las nos embarazos de las Guerras , y la
los que la labran , grangeando , con el confervarfc eüa cona porcio n de Indias, dos mil millones en Plata, y dilatada fufpcnfion, que ha havido en
un millon de dinero en material, qua- moneda en Efpaña , y quedarfenos al- Oro, lo que correfponde a cerca de 1:1.s Floras de Galeones de Tierra-firme,
tro millones de au mento; c,odo lo qual go, que ayude a pagar los derechos veinte millones al año , y fe confide- pues en el difcurfo de quince, u diez
. manificíta lo mucho, que conviene fo- Reales, y a traficar entre nofotros mif- raba , que havria venido a lo menos y fcis años, llego folamcnte una con
a
mentar las manufalturns, fin de exe~ mos, Gn que fea todo permuta, como otro tanro fin regiftro ; y que de can- felicidad.
_c ucar los Comercios con generos [ucede en muchos parages; fi t odavia t os millones, ferla dificil hall:ir en Ef- Confiderefe, pues, ahora la Pla-
a
p roprios, lo menos , en la no fe debieífe temer con ba ítantes fun- pafia docientos millones , los r oo. en ta, y Oro, que havra en Eípaña, afsi
mayor parte. damentos, que eítas que pudieran ef- moneda, y los otros I oo. en Plata, y en moneda , como labrado, y me per-
tirnarre como ventaias , refpelto a Oro labrado ; y haciendofe ahora la foado , q ue ni los que difcunen mas
°!1':Jf:# ##-# *:/t.~ nueílra laíl:imofa prefente coníl:itu- quenra d cíde el referido año de 159 5. alegres , eíl:enderan el concepto, ni a
'!"## *:t1:#.. . cion , fe conviertan en fo!llo daño , y harta el prefente , que fon ciento y cien millones, auu in de ycnd o b Pla-
'!!##. que las expreífadas monee.as úrvan d e veinte y nueve, aun confiderando fo- ta labr:ida de las Iglcfias, y de los Par-
~fcala, y 4cu facilidaQ a los Extraéto~ Jameut~ doce millones en cada !l_Qol ~~culares ?. f5:)1! _11ue ~s confequcnc;a
· - · · - -• - - - ···- res,
cla-
de Comercio,y de Marina. 7 8 . <I'heorica, y Pra8ica
clara , que todo lo demas fe ha faca- cilios, y en los Sagrados Canoncs, cu~ canos, y Peruléros tanto aprecio, y tocante a imcrelfés, íiemprc que nos
do, corrcípondiendo la cxtraccion an- ya obfervancia. foliciraron. recomendacion, por nuefira defgracia, detuv.ielfemos a contemplar los incon-
nual a mas de veinte millones de pe- quc los Comerciantes de Europa, para venientes , que a la prudente reflexion
fos en Oro, y Piara , en los 2 3 2. años, CAPITULO IV. i ntroducirlos alla , los negocian con el fe ofrecen de fu infellz , y perjudicial
defdc el de 1492. haíla el de 1724: premio de feis, i:1 ocho , y diez por paradero; y que aun las comas por-
de modo, que aun quede corro , quan- COMERCIO UTIL, r Q_UAL ES Lll. ciento , que dan , ademas de fu valor ciones, que por entonces fe internan
do al principio de eth: Difcurfo con- 1·egia general par11 ejiablrrtrit , y intrin_feco , fin que para e.llo fe les en ellos Reynos, Calen , pocos rocíes
fideri: , que la extraccion annual cor- conftrvarle. ofrezca reparo, mediante expcrimen- defpucs , en pago de las mercaderlas,
rcípor1derla a quince millones : que,
entre los dos extremos, que de la pun-
tualidad pueden aparrar a l fupucllo,
A. Viíl:a de todos ellos h echos, no
fe puede dudar, que el Comer~
tarfe, q_ue en Conllaminopla, el Cay-
ro, y otros de aquellos parages, tiene
efia moneda de premio halla cinquen-
que nos venden los Efirangeros en
mayor camidad de las que 110s com-
pran : todo lo qual nos debe efümu-.
o juicio prudencial, que fe forma, no cío, que, de muchos años a efta parte, ta por ciento; con que a la fatalidad lar a trabajar con el mayor esfuerzo
debo rczclar tanto la ccnfura de lo hemos hecho con las Nacio nes, ha fi- de deípojarfenos defde Cadiz, o fu Ba- en las difpoficiones del Comercio, pa-
moderado , como la nota de la exa- do muy nocivo al comun de efta Mo- hla de la mayor parte de los millones, raque l os caudales fe retengan en Ef-
geracioo , que facilmeme fe desliza en narchla; y tambien queda expre!fada que traen nueftras Floras, y ,G aleones, paña; fin cuya diligencia fundamen-
hyperbole. fa cauía efpecifica de que ha procedido fe nos añade el gran defconfuelo de tal , es impraélicable el remedio de
Para eíl:a cíl:erilidad de Oro,y Pla- nueíl:ro daiío en el mifmo Comercio: que fe lo lleven diverfas Naciones nueftros males; y parece defpreciable
ta , que fe padece en la 1\'1011archla, con que fera fucil comprehender, que defafeél:as ala Monarchla, para facili- la creeocia en que fe hallan algunos,
aunque uno , y otro nac-en en ella, para que fea util a noforros, y logre- tar , y acrecentar fus Comercios , y de que, por medio de letras de cam-
conrri buye rambien mucho la extrac- mos todas las <lemas grandes, y favo- opulencia ; y fe nos figue tambien el bio, fe efcufa la extraccion de dinero,
cion de los millones , que todos los rables confequencias, de que fe ha he- dolor, de que muchos de. eftos millo• pues la praél:ica de ellas , viene a fer
años pa!fan a Roma ; y gran parce de cho mencion , y a que nos combida, y nes vayan defpues a parar en manos, folo, como una providencia preftada,
ellos, por cauía de introdocioncs abu- habillra la abundancia, y la excelente ,y beneficio de los Turcos , y otros In- e interina, de que ufan alguuos Pani-.
íivas, que praétlca la Datarla, fegun calidad de nueíl:ros materiales , y fru- fieles , para aumentar fus fuerzas , y culares , y por medio de la qua! fe an-.
la comun opinion; pero no me detcn- tos; es .precifo trabajar con vigor , Y, nueftros daños; pues fe avran valido ticipa la entrega del dinero en la par~
dre en cfpecificar ellos inconvenien- con acierto, en todos aquellos me- muchas veces de ellos m_ifmos cauda- te donde fe necefsita; pero es precifo
tes , hi en proponer las precauciones, a
dios, que puedan conduci![ vender les, y riquezas, para hacer fangrien- que los correfpondietues que lo exe..:
c on que en otros Reynos, y Eftados a los Eíl:rangeros mas generos, y fru• tas Guerras a los Chriftianos, efpecial~ cucan, fe reinregren por ultimo, yá
Catholicos fe acude a obvfar femejan- tos, que los que les compramos, que mente en los Dominios de la Menar- fea en mercaderias , o en dinero fifico;
tes perjuicios , por fer alfumpto muy es en lo que eíl:riva todo el fecreto, ch1a E[paño!a ; porque, ademas del y como los generas , y frutos, que oy1
fuperior a mi cono ingenio , y ageno buena direccion , y ucilidad del trafi~ gran Comercio , que, con ellas tan falen de Efpaña, no alcanzan a la per~
de mi profdsion ; y aun , quando no co; u a lo menos, a quedar iguales en apetecidas monedas , fe hace en Smir- muta en el Comercio que hace con los
concurrieffcn en mi eíl:os dos reparos, la permuta ; pues aun efio baftar\a a na, Gran Cayro , y otros Puertos de la demas Púfe~ Efirangcros , es confe..:
efcufarla la extenfion en ella materia, nuellra confiirncion, para que fe re- Narolia, Palefiina, y Egypto, es evi- queme , que por una mano , ó por
por confiderar, que en ella no bai que tuvieífe en Efpaña , fiquicra la ma- deni:e, que, de nueftro dinero, pa!fan otra, fe fupla de un Rey no a otro , en
añadir al contenido de las reprefenta- yor parte de las riquezas , que vie- tambicn grandes cantidades a Conf- dinero efeélivo , lo que en lo general
ciones, que fe leen impretras en Efpa- nen d e Indias, y quedaífen fiempre tantinopla, en cuya Ciudad, y Coftas no alcanza, ni puede facisfacerfe con
ña, y que de orden, y en nombre del ricos , y abundantes efios Rcynos; fe fomentan , y difponen los principa- mercaderlas; cuyo argumento es tan
feñor Rey Don PhelipeIV. fe hicieron teniendo prcfente , que los gran- les Armamentos contra la Chrifiian- natura!, y claro, que ferla ociofa qual-.
afo Santidad en Roma el año de I 6 33. des te foros , que de aquellas .Regiones dad ; cuyas malas confequencias me- quiera mayor explicacion.
por los Embaxadorcs de fu Magcfiad, a
vienen Cadiz, no nos pueden fervir recen la mayor atencion para aplicar Digno es tambien de reflcxion, y
el Obiípo de Cordova , y Don Juan de alivio, ni utilidad alguna; y que el remedio, que fuere mas oportuno: remedio el grave inconveniente , de
Chumacero , del Confejo , y Camara antes bien fe convierten contra eíl:a por eftas, y otras confideraciones, fea- a
que los Mahometanos de Berbeda fe
'de Caftilla, incluyendo en ellas el Me- Monarchla , fi de(de el mifmo Puerto, me permitido dudar a lo menos, íi en palfa mucho dinero de Efpaña por los
morial, que {os Rey nos de Caíl:illa jun- ode la Bahla, pafian a manos de los lo refpeltivo a caudales nos deben ale- Puertos, y Villas de Sale,Tetuan, Oran,
t os en Cortes, pulieron en fus Reales emulos de la Corona, por cuyo ·mcdio grar , o entrifiecer las noticias de ha- Argel, Tunez, Puerto Farina, y Tripo-
manos, Cobre diferentes agravios, que fe introducen defpues grandes canti- ver lleg:tdo a Efpaña Navlos de Indias Ji , con el qua! nos hacen obllinada, y
recibian en la Curia Romana, fundan- dad.::s en los Dominios d( los Turcos, car1,ados de riquezas , inclinando me dañofifsima Guerra, efpecialmcnte por
dolo to~o. ~-n los Q.~Ere~os de los Con- entre los quales ticnea loi pcfos.Mexi-. mas a su~ ~o ~~Q.i~~;qio! ~ntic ~n 12 !a m.u~ gente que nos cautivan; pa:..
ca~ ra
de Comercio , y de Marina. -9 10 '.l'heorica ,y Praélíca
ra cuyo rercate nós facan todos los nas, y íin otros auxiliós prop_orciona., los Pueblos, y que al contrario , reful- íifien oy en doce; con que al referido
anos fumas conúderables de dinero, dos , q ue folo fe pueden efperar de tara acrecentamiento en fus Rentas, rcfpeél:o fe reducira toda h franquicia
~n· que .les damos nuevas armas para u na continua , y eficaz proteccion del pues {i con una f6lida, e indiípurablc a ciento y veinrc arrobas ele Vino, cicn-
nueO:ra rnlna: inconvcnie·mes gravif- Soberano, acompañada del zclo, apli- manifeO:acion, no fe defvanecen , d ef- to y veinte de Azcyte, y ciento y vein-
íiroos , y de tanto eícrnpulo de con- cacion , y fatiga de los Minifrros, a. de luego , los expreífados mal con ce- te de Jabon al año; y en rodas las tres
ciencia, en mi entender, q_ue piden la quienes roca ; con que debiendo fer bidos prefupueO:os con que fe han con- efpecics no llegara a cinquenta doblo-
primera arencion del Govierno íupe- las franquicias, o las moderaciones, Y. trafiado, y hecho malograr haO:a aqui, nes al año, aun úendo las Sifas en Ma-
~ior, para tratar , y cO:ablecer fu mas el reglamento de los Aranceles , la las importancias del Comercio en fo drid tan excefsivas como fe Cabe , lo
pronto remedio ; en cuyo a!fompto raiz, y los primeros mobiles del acier-· origen, o en fu progreffo, [celan in- que corrcfpondera a poco mas de qua-
propondre de[pttes las providencias, to pari todas eilas importancias , fe. frull:uofas, aoca, y en adelante, qua- rro doblones por Telar al año; y fe
que comprehendo fer mas oportunas, tratara. de eO:os dos puntos, como fon-: lcfquicra providencias, que, por los cree, qlle en otra qualquicra Ciudad
y efücaces; aísi para obviar eO:os in- damento principal para afianzar fu lo-: Tribunales, Juntas, o Minitl:ros parti- de Efpañ,a, no tocarla a dos doblones
convenientes, como para apoyar nueC- gro ; pero como qualquicra propoú-: culares , fe difcurrieífen , y propuíieí- por Telar la mencionada franquicia.
tra navegacion en todas las CoO:as de cion que fe haga, dirigida a. la con-! fen a fu MageO:ad, para aumentarle, y Pero ni aun en efra corta -cantidad
Efpaña, y que por eO:e medio tan ef- ceísion de franquicias, ,o moderado--' coníervarlc ; porque mientras fub!ií- de cinquenta doblones al año , fe per-
fencial, fe nos facilite tambien un Go~ nes, y a mejor regla en los derechos_ tiere el errado concepto de que, por judica a las Remas Reales, y Si fas;
mercio util. de las Aduanas, foele encontrar fuer-· las franquicias, y otras difpoficiones, reípell:o de que cO:a franquicia es fola..
· · tes opo!iciones de parre de alguna~ fe difminuyen las Rentas,hallacan apo- mente la que correfponde al mayor
CAPITULO Y-: pcríonas de contrario diélamen; y que yo los que fon de efie parecer, y pre- confumo, que de efios genero$ fe cau-
aunque muy zelofas del Real forvicio, valeceran fos opoíiciones, y dill:ame- fa, y procede de haver venido lama-
'NECBSSIDAD Q_UE HAI DE y bien publico, fe mantienen en cfié nes, a cofia del Real íervicio , y del yor parte de cfios Operarios i la Villa.
'defvanecer la intdigenria rnal j11ndada, íencir, ún duda, por no ha ver entrado. bien comun; y afsi, para borrar efia por r:azon de las Fabricas , como lo
m q11e fa balian algunos de que fe di{m¡;. todavía en el conocimiento de algunas engañofa inteligencia , harc aqui una hicieron , dexando fus Patrias en orras
nuym las rentas con la concefsion de fran- difpo íiciones , que , aunque parecen breve explicacion, de que por cO:a cau- Provincias, dentro, y fuera de Efpa-
lJ.ltirias , o moderaciones de derechos J inferio res, conducen al principal acier-. fa no fe difminuyen las Rentas Reales, iía; y cambien, porque algunos mu-
los Fabl'iGantes , y otraJ l'tf{_las to en los Comercios, y COL1Ícquente..; ni las Municipales; remitiendo a otros chachos, y otros, que fe aplican a .tra-
m 101 de la1 Aduanas. mcme al aumento del Erario, y de la Capitulos la demoíl:racion de los acre- bajar en ellas, 110 caufaban derechos
poblacion, antes bien las ban cO:ima--: centamientos, que, de eO:as modera- anees en eO:as efpecics , porq11e no tra-
Entado el principio, de que para do perjudiciales a las Remas Reales, Y, ciones en los derechos , rcfulran a la bajando , conGíl:irla fo principal ali-
S confeguir Comercio util , es pre-
cifo vender a los Efüangeros mas de
a los arbitrios de los Pueblos, por lo:
qual fe han malogrado en Erpaíía al_.
Real Hacienda, con alivio de los Pue-
bias.
mento en pan, y en algunas baíl:as mal
fazonadas legumbres ; de modo , que
lo que fe les compra , queda aora por gunas propoficio·nes, hechas a favor La Villa de Madrid pufo reparo en fi no fe huvie!fcn eO:ablecido en ella,
difcurrir los medios nus juO:os, efica.,: de las manufall:uras, y del trafico, es continuar la excmpcion de derechos no huviera havido eO:e aumento de
ces , )' feguros para confcguir eíl:c im, conveniente; que para que las que en en Vino, Azcyte, y Jabona N. :::: Fa- confumo en los comeíl:ibles, que pa..
porrantifsimo intento ; de que ha de ad clan te fe formaren , y coníultaren a: bricante de texidos de oro , plata, fe- gan tributo; con que en perdonarles
refultar, no menos, que reíucitar, y fu Magefiad en eíl:e aífumpto, no pa..; da , y de otros generas en ella, adon- los dere-chos correfpondientcs a ellos,
dár nuevo ser ala Monarchla, ponien_- dezcan la mifma fatalidad , fe haga de-: de vino de fuera, y trabajaba #< en cf- no fe baxa el valor de las Rentas : por
dola en la robuíH:z , efplendor, opu- moO:racion fegura , y clara, de qnc las tas manufall:uras con Privilegio de fu cuya razon parece , que la Villa no
lencia , y refpeto, que correfponde a franqtticias, que haíla aora- íe han con.; MageO:ad, en que fe incluye la referi- tuvo juíl:o motivo para que:xade , ni
fo gloriofo Dueño , y a fus fieles, Y, cedido a algunos p0cos de eíl:os Ope-· da exempcion , regulada a. que pueda fe debcda, con eO:e pretexto, abonar
-~alerofos Va(fallos. tarios, ni otras mayor~s, que propor... entrar iibrcs de derechos en la cxpref- refaccion alguna al Arrendador de las
Se ha referido yá , que, fin bue...: cionadame·nte fe les difpenfcn , no dií- fada Villa diez arrobas de Vino , diez Rentas Reales, ni al de las Sifas de
'nas, y abundantes maniobras, no pue~ minuyen , ni difminuiran las Rentai_ de Azeyte , y diez de Jabon en cada Madrid ; y para quitarles el pretext~
de· haver Comercio mil, y que tam- Reales , ni las Municipales; y que an-: un año, de los veinte de fu P rivilegio, de folicitarla , fe pudiera obíervar la
poco es dable , que fe d\ablezcan, y tes bien fe aumentatan conúderable~ por cada Telar de los que cílablecief- refoludon , que fobre confulta de el
-p erma.nezcan buenas , y muchas ma- mente; y que, por la novedad que fe fe, y manruvielfe corrientes ; cuyos Confejo de CafüHa de 30. de Oltubre
niobras, fin franquicias, o moderacio- propoudra hacer en los derechos d~ ¡relares, úendo los mas de rexidos bue- de I 719. tomo fu Magefiad en 2 5. de
nes en los derechos , y ún bien re- entrada, y falida, ni en otros, tampo-, nos, que ocupan mucha ~ente, con- Noviembre del miímo anQ, y es co¡nQ
gb;dos A.ranceles en los de las. Adua:::. .co padece:;~ detrimento d Erario, ni fe fi~u~~
, ~ lo~ # Año de l 7_1g'. ~Con~
. . de Comercio; y de Monedd. . t.r
;;, Cóhfiderañélo que eftas franqui- Cerbcza, Tabacó, y otras ·cofas, éo½
,, cias no difminuyen , ni perjudican á 1110 tambien los generns necelfarios
,, la Renta , o produüo d.e las Sifas de para fus veftuarios , y inuebles de ca'-.
,, la Villa de Madrid, y que antes bien fa , pagando por entero los derechos,.
,, reciben beneficio, y aumento de las que en lo referido eíl::in impueíl:o.s,
;, Fabricas, que fe eíl:ableccn en ella; afsi para la Real Hacienda ~ como pa-
" ademas de las grandes ventajas, que ra los efcll:os de la Villa ; y caufando.,,
,, refultan al bien comun de mis Vaf~ fe ell:e aumento por razon de los Fa-
" fallos , en la forma que fe expreífa bricantes , que vienen a Madrid, o a
,, en el papel, de que remiro copia al otto Pueblo, convidado~ del buen era...
,, Confcjo , dc:claro , y ordeno , que. to , que es preciCo coníervades , fe
,, las franquicias ·, que rengo concedí~ evidencia el gran beneficio, que rcfu!-:
,, das a ell:e Inrercfiado, y las que en ta aunas , y otras Rentas,
,, adelante difpenfare por femejuntes
,, motivos , fe entiendan , y tengan ~APITULO :'ilI.:
,, ram bien fu cfeél:o en lo que toca a
,, las Sifas de M:ldrid, a quien fe co- SEGUNDO A rJ MENTO EN lA .f
·, , municara luego cfia rcfoludon , in.,, Juntas , por caufa de la1- r.tftrida1 Fa..,
,, cluyendo el citado papel para fu oh,. 1;,.;,,,, ,rn:rililld1t1.

O-
,, fervancia; y para que fe eviten re"'
,, curfos de los Arrcndado,res , fe pon• TRO beneficio logran tambien
,, dril n por condicion eftas franqui-- las Rentas , por cau fa de cfias
" cias, c¡uando fo ajuficn los rrarados maniobras : La referida franquicia
,, fucce(sivos. concedida para cada Te!ar cortiente,
Parece queda futkientemente pro~ apenas alcanzara al confumo del que
bado, que de efia franquicia no fé texe, a lo illcnos en el Vino , y en el
figue difminucion, ni otro perjuicio· il Azeyre ¡ y como un Telar, panicular~
las ex:prcfiadas Ren ras , y Sifas ; y cort tnente íiendo de labor , y dibuxo pri-:
la mifma evidenda, y claridad fe pue.>: morofo; ocupa quarro , o cinco pee.a;
de probar, que unas , y otras recibcrt fonas, afsi para ayudarle en el üío del
aumento por otro lado, p.rocedido d4 miíino Telar, como en !as diverfas ma-:
las mifmas Fabricas, y dcmas auxilios, niobras, que tiene la Seda, la Piara, y,
~ue fe las concede. el Oro antes de rexerlos , ademas de
los que fe emplean en los inftrumcn,;
CAPITULO ;v l.: tos; y dibuxos, es confequenre , qué
todas ell:as perfonas, que viven con la11
.PRIMER AtlMENT0,'1' BENEFICIO Fabricas; y a quienes no alcanza la re-,
,n las Rentas Reales, y en las Sifas, pro- f'erida franquicia ; paguen todos lo~
w:lido de lasfranq11icia1,1 de otros derechos de los comeíl:ibles, que con-;
11u:,,,ílio1, fumen elfos , y fus fantílias, focluío e(
,V ino , Jabon, y Azeyte , como ram-,

E N la cxpreífada f'ranqoicia , éle


que trata el Capitulo amece-
<iente, fe incluye falo el Vino, A.zcy~
bien de los genet'os que todos gaítán
para fus ·velluarios , y otros ufos : con
que es real, y dcmdfrrativo tambien
~e, y Jabon. efre (egundo aumento de Rentas, y Si--
Efios Fabricantes confumen cam- fas¡ por cauía dé las Fabricas; el qual
bien Carn<:ro, Vaca, Tocino 1 Peícado crecerla; al pafio que (e acrecentaífo
frefco, y Calado, Q!;tefo , Legumbres, el numero de los Texedores , y domas
:Ef~ecies, Sal , Vinagre , Aguardicnte1 pperarios ~ ~amo lo comprehendera;
~ ~. qu~!,:;

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