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Cuadernos Populares

de Formación Socioeconómica

Serie Comunidad,
Gobierno y Estado

Mario Sanoja Obediente


Iraida Vargas-Arenas

La propiedad
social en la historia
de Venezuela
Mario Sanoja Obediente
Iraida Vargas-Arenas

La propiedad social
en la historia de
Venezuela

Cuadernos Populares
de Formación Socioeconómica

Serie Comunidad, Gobierno y Estado


Catalogación en fuente de Biblioteca Ernesto Peltzer
Banco Central de Venezuela (BCV)
La propiedad social en la historia de Venezuela. – Caracas: Banco Central de
Venezuela, 2017. – 102 p.; 23 cm.
ISBN: 978-980-394-103-1
Clasificación Dewey: 338.7/B213
Clasificación JEL: H82

1. Venezuela – Condiciones económicas 2. Venezuela – Política y gobierno 1998-


3. Propiedad social – Venezuela

© Mario Sanoja e Iraida Vargas


© De esta edición: Banco Central de Venezuela, 2017
Coordinador de la colección
José Salamat Khan Fernández
Producción editorial
Gerencia de Comunicaciones Institucionales, BCV
Departamento de Publicaciones
Avenida Urdaneta, esquina de Las Carmelitas,
Torre Financiera, piso 14, ala sur, Caracas 1010, Venezuela.
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Diseño gráfico y diagramación
José Enrique Vivas M.
Corrección de textos
José Enrique Vivas M., Roger Velásquez
Hecho el Depósito de Ley
Depósito legal: DC2017002372
ISBN: 978-980-394-103-1
Directorio

José Ricardo Sanguino Cárdenas

Presidente

Eudomar Tovar

José Salamat Khan Fernández

Pablo Pinto Chávez

Pedro Maldonado

Sohail Hernández Parra

ADMINISTRACIÓN

José Ricardo Sanguino Cárdenas

Presidente

Sohail Hernández Parra

Primera Vicepresidenta Gerente (E)

José Salamat Khan Fernández

Segundo Vicepresidente Gerente (E)


… tenemos que injertar la propiedad social, el espíritu socialista,
a lo largo de toda la cadena, desde el trabajo de la tierra, donde
se produce el mango, la guayaba, la fresa, hasta el sistema de
distribución y consumo de los productores que de ahí salen (…)
no debemos seguir inaugurando fábricas que sean como una isla
rodeada del mar del capitalismo, porque se lo traga el mar…

Hugo Chávez Frías


Índice

Nota editorial................................................................. 9

Prólogo.......................................................................... 11

Introducción.................................................................. 13

I. Reflexión histórica sobre el origen


de la propiedad social comunal venezolana............ 19

II. La propiedad social


en la formación clasista colonial.............................. 29

III. Las relaciones de producción


en un contexto social colectivo................................. 37

IV. El modo de vida socialista y la propiedad social... 45

V. La propiedad social y la subjetividad


revolucionaria........................................................... 53

VI. El poder popular y la propiedad social.................. 59

VII. La sociedad comunal venezolana......................... 67

VIII. Revolución, propiedad social y cultura


comunal.................................................................... 73

IX. La construcción del Estado comunal socialista.... 81

Bibliografía................................................................... 87

Glosario......................................................................... 91

Cuestionario................................................................. 97

Los autores................................................................... 99
Nota editorial

L a Colección Cuadernos Populares de Formación Socioeconómica pu-


blica libros que promueven la reflexión y la comprensión de aspectos
claves en el devenir económico, social e institucional. Su propósito fun-
damental es apoyar el desarrollo integral de la nación, sustentado en
la participación activa del pueblo y en el fortalecimiento de la economía
local, sectorial y nacional.

Dado el propósito que persigue la colección, se consideró pertinente ob-


tener información de la población sobre sus oportunidades de formación
socioeconómica, por lo cual su diseño recoge las recomendaciones de las
comunidades organizadas y de los trabajadores del BCV, mediante la
aplicación de encuestas y dinámicas especiales de trabajo. De allí que
Cuadernos Populares de Formación Socioeconómica sea una colección
creada con la participación del pueblo y para el pueblo.

La colección se divide en tres series: Comunidad, Gobierno y Estado;


Economía, Banca y Finanzas; y Voces de la Academia. La Serie Comu-
nidad, Gobierno y Estado busca profundizar en el Poder Popular, desde
su constitución práctica hasta su caracterización teórica. Por su parte,
la Serie Economía, Banca y Finanzas abarca temas que se insertan en
la dinámica de la economía nacional, sectorial, regional o local, y suma
aportes para la comprensión de las relaciones productivas que se perfi-
lan a partir de la definición de un nuevo Estado y una nueva ciudada-
nía. Por su parte, la Serie Voces de la Academia, con una directriz más
técnica y especializada, contiene estudios sobre las teorías económicas,
análisis financiero, historia y procesos socioeconómicos.

Con los Cuadernos Populares de Formación Socioeconómica, el BCV


afianza una política de inclusión que persigue el intercambio de sabe-
res y la reapropiación del conocimiento por parte del pueblo venezolano.
Así, se coloca al alcance de la ciudadanía un instrumento didáctico que
facilita el acercamiento a materiales de interés para la comprensión del
acontecer nacional.
Prólogo

E n el libro La propiedad social en la historia de Venezuela, los doc-


tores Mario Sanoja Obediente e Iraida Vargas-Arenas ofrecen una
visión histórica sobre este fenómeno desde el período anterior a la lle-
gada de los colonizadores españoles hasta su más reciente etapa de
fortalecimiento, gracias al impulso que la misma obtuvo con el arribo
al poder del Comandante Hugo Chávez Frías.

La obra forma parte de la Serie Comunidad, Gobierno y Estado, y re-


viste una importancia estratégica para afianzar la comprensión sobre
las formas de propiedad social o colectiva como una herramienta insti-
tucional que favorece al desarrollo humano, económico y social.

La propiedad social o colectiva se expresa en la socialización de los


medios de producción y contribuye no solo al empoderamiento de la
colectividad en la búsqueda de su autodeterminación, pues también
comprende la participación activa de los ciudadanos que comparten
una cultura e interactúan en un determinado espacio geográfico para
profundizar el proceso de transformación de sus comunidades y lograr
una mejor calidad de vida.

La historia antigua, moderna y contemporánea registra numerosos


ejemplos de propiedad social como un modelo exitoso para alcanzar el
bienestar colectivo con inclusión; de allí que su concepción denote un
trato justo e igualitario entre los ciudadanos. La propiedad social
permite fortalecer las instituciones para la consecución de objetivos
comunes, robustece el trabajo en equipo y ahonda en el sentido de la
democracia participativa. Una mirada sistémica en torno a la impor-
tancia de lo comunitario para avanzar hacia una sociedad con igualdad
de oportunidades, que favorezca el acceso a los bienes y servicios, ayu-
da a explicar sus alcances y su vasta representación.

De esta forma, el núcleo fundamental de un verdadero sistema socia-


lista, en el que la comuna o el colectivo ejercen el control directo de los
medios de producción, lo constituye la propiedad social, cuyo concepto
desestima la idea de explotación del hombre por el hombre, dado que
se trata de una noción antagónica a la idea de propiedad individual
impuesta por el sistema capitalista.
Esta obra reivindica, entonces, la valoración de nuestros orígenes, te-
niendo en cuenta que la propiedad social caracterizó a la cultura pri-
migenia de nuestro territorio. En consecuencia, si bien es cierto que su
insignia fue terriblemente debilitada con la imposición de los valores
que rigen al sistema capitalista, es igualmente importante reconocer
la trascendencia que en este momento exhibe el sentido de lo colectivo
en pro de materializar una sociedad justa y en equilibrio con el medio
ambiente.

El Banco Central de Venezuela se honra con la publicación de este ex-


traordinario trabajo dentro de la Colección Cuadernos Populares de
Formación Socioeconómica, ya que su enfoque humanista, reflexivo y
ampliamente documentado, brinda un profundo acercamiento al tema
de la propiedad social en Venezuela, y da asimismo la posibilidad de
conocer las variadas formas que ha adoptado el sistema de relaciones
sociales en los distintos períodos históricos de nuestra nación.

José Salamat Khan Fernández

12
Introducción

L a propiedad es una categoría histórica que existe desde el mismo


momento en que nace la humanidad. Desde la óptica de la economía
política, muchos antropólogos, marxistas o no, hemos tratado de anali-
zar la dialéctica de las sociedades precapitalistas con criterios más hu-
manistas, profundizando en la existencia de una racionalidad de vida,
que es integral al tiempo que diversa.

El estudio de procesos sociales tales como la acumulación de fuerza


de trabajo, la producción, distribución, cambio y consumo de valores
de uso y de cambio, relaciones de poder, privatización y jerarquización
del dominio comunal, etc., existentes en las sociedades precapitalistas1,
abre una nueva y rica dimensión de análisis para desarrollar una teo-
ría social inspirada en el marxismo, que nos sea útil, en el caso vene-
zolano, para comprender histórica y científicamente el surgimiento del
poder popular y la construcción del socialismo bolivariano.

Escribir sobre la propiedad social en Venezuela requiere, pues, anali-


zar las formas que ha adoptado el sistema de relaciones sociales en las
formaciones sociales anteriores a la presente: precapitalistas, colonia-
les y republicanas, para determinar su proceso de conformación hasta
el momento actual.

Consecuentemente, este libro consta de nueve capítulos en los que se


analiza la propiedad social, como esta incide en el comportamiento de
las personas y en sus interrelaciones en la búsqueda de una mejor cali-
dad de vida. A lo largo de la obra prevalece una secuencia temporal li-
neal que, como un proceso estratégico en la evolución de la colectividad
venezolana, considera elementos desde la época precolombina hasta
nuestros días, por lo que sirve de base para la comprensión de la im-
portancia de la propiedad social para avanzar hacia la consolidación de
una sociedad más igualitaria y en la que cada persona en sintonía con
su entorno procura no solo el bienestar individual, sino también el co-
lectivo. Asimismo, se hace énfasis en las instituciones y otras acciones
que se han venido impulsando desde el Ejecutivo nacional con el pro-
pósito de fortalecer el Estado comunal y con predominio de propiedad

1 Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas, “La formación de cazadores…”, pp. 179-219; Juan José
Salazar, Caciques y jerarquía social. Sociedades complejas del período de contacto en el norocci-
dente de Venezuela.
social. Además, se abordan algunos retos con el propósito de avanzar
en este objetivo.

La propiedad social no puede desligarse de los diversos modos de pro-


ducción que han existido en las diversas formaciones sociales venezo-
lanas, ya que es ella la que define la calidad de las relaciones sociales
de producción. Tanto la base material como la superestructura de la
sociedad tienen como referente, no solamente la manera cómo se pro-
ducen las cosas, sino también las leyes sociales que definen la manera
cómo ellas son poseídas, distribuidas y consumidas.

La propiedad social es producto de una relación social entre personas la


cual garantiza que el disfrute y la posesión de las cosas, de los bienes y
servicios, sea de carácter colectivo, relación que solamente puede tener
vigencia plena dentro de una sociedad socialista. Dicha propiedad, sus-
tentada desde sus orígenes en valores sociales y culturales comunales,
no puede tener vigencia plena dentro una sociedad capitalista, ya que
todos los valores sociales y culturales, así como las normas jurídicas del
capitalismo, consagran el derecho individual, clasista, al goce y disfru-
te, así como, en consecuencia, de la propiedad de los bienes y servicios.

La propiedad social colectiva jugó un papel dominante en la sociedad


venezolana durante casi 14.500 años. Fue solo a partir del siglo XVI,
hace 525 años, con la invasión del territorio venezolano y su posterior
conquista y colonización por los castellanos, cuando estos introdujeron
la sociedad clasista y la propiedad privada que comenzaban a imponer-
se sobre las sociedades europeas, particularmente la española, donde,
para entonces, todavía dominaban formas mercantilistas medievales,
determinando la inserción forzada de la naciente sociedad venezolana
en el ámbito del capitalismo mundial.

La sociedad colonial, y luego también la republicana, estuvieron domi-


nadas por una forma económica clasista basada en la agricultura y la
cría mediante la práctica del latifundio, la plantación y el hato, donde
se producían de manera especializada las materias primas que eran
exportadas hacia los países que conformaban el núcleo capitalista más
desarrollado para la época: el café, el cacao, el algodón, la caña de azú-
car, las carnes saladas, los cueros de ganado, los productos vegetales
para curtir las pieles de vacuno, los pigmentos para colorear las telas,
las maderas preciosas, las plantas y semillas medicinales, etc. Mate-
rias que contribuyeron a satisfacer las demandas de la población euro-

14 La propiedad social en la historia de Venezuela


pea que se hallaba sumergida plenamente en la Revolución Industrial
del siglo XVIII.

La economía venezolana se desarrolló a partir de la colonia con base en


el capital comercial exportador-importador, no el industrial, relegando
dicha economía a la exportación de materias primas con muy poco va-
lor agregado. Parte del capital que se obtenía por la venta en el exterior
de tales materias primas retornaba a Venezuela como mercancías que
servían a un pequeño sector de propietarios burgueses dueños del ca-
pital y de los medios de producción, y de sectores medios con recursos
económicos. En esas condiciones se desarrolló una poderosa hegemonía
clasista por parte de la minoría de latifundistas y comerciantes expor-
tadores e importadores que hacia 1870 ya se había adueñado de todos
los niveles de acción, materiales e ideológicos, del Estado republicano
creado en 18302.

Las clases populares excluidas de la cultura burguesa, e incluso la mis-


ma burguesía, alimentaban su vida cotidiana con mercancías produ-
cidas por sectores de la sociedad venezolana que todavía conservaban
distintas formas de propiedad —incluyendo la social— y que producían
vajillas alfareras, telas, vestimentas, sombreros, sacos de fique para
almacenar las cosechas, bolsos de mano, mobiliario, cordeles, alimen-
tos, bebidas y medicinas, tecnología para fabricar viviendas, muebles,
alpargatas, etc., de tradición artesanal indígena. Dichos sectores, en su
gran mayoría descendientes de las poblaciones originarias criollizadas
y que vivían en simbiosis con las poblaciones urbanas clasistas, conser-
vaban formas de propiedad social sobre: la tierra y maneras colectivas
de trabajar la siembra y las cosechas; ciertos rebaños de animales; la
producción artesanal; los aparejos de pesca; y la distribución del pro-
ducto de la misma.

La irrupción de la explotación petrolera en la vida venezolana, en las


primeras décadas del siglo XX, impuso el modo de vida rentista petro-
lero a nuestra sociedad y estimuló perniciosamente, desde entonces, la
importancia del capital comercial de la burguesía venezolana y desesti-
muló el capital y la ideología productiva.

Hoy día la crisis económica mundial que ha arrastrado tras de sí la


industria petrolera, ha propiciado fuertes cambios en las finanzas, así

2 Iraida Vargas-Arenas y Mario Sanoja, La larga marcha hacia la sociedad comunal…, pp.
121-127.

Introducción 15
como en las relaciones comerciales en todo el orbe, cambios que, a su
vez, están llevando al colapso el modelo rentista petrolero venezolano.
La única solución es crear un nuevo sistema productivo que implique la
necesaria creación de una nueva cultura laboral para que los venezo-
lanos y venezolanas desarrollen una actitud creativa y productiva, que
no dependa del don de la dádiva del Estado.

La pérdida de importancia de la producción agropecuaria a partir de


1930 determinó igualmente la alteración profunda de la estructura de-
mográfica de la población venezolana. La miseria, las enfermedades,
el hambre y la ignorancia provocaron masivas migraciones de campe-
sinas y campesinos hacia los enclaves petroleros y los centros urbanos
en busca de una mejor vida. Fue así como se comenzó a construir una
nueva cultura centrada en el barrio urbano, donde las viejas tradicio-
nes campesinas de propiedad social dieron origen a formas de propie-
dad territorial y a una identidad social que reivindica la existencia de
lazos parentales afectivos y culturales como los de adhesión, que iden-
tificaban a todos los que compartían el mismo territorio y utilizaban
los mismos medios de producción. Es así como la promoción de las for-
mas culturales barriales, urbanas y periurbanas, que comenzó con la
Revolución Bolivariana, se ha ido transformando en una propuesta de
vida comunal, que reconoce una forma de propiedad social del territo-
rio barrial, que estimula la aparición de empresas de propiedad social
que no solo garantizan la buena vida igualitaria de las y los integran-
tes de las comunas y consejos comunales, sino, también particular y
principalmente, la consolidación del poder popular, que conforma la vía
hacia el desarrollo de un modo de vida socialista comunal bolivariano
y productivo.

16 La propiedad social en la historia de Venezuela


I
Reflexión histórica sobre el origen de la
propiedad social comunal venezolana
I. Reflexión histórica sobre el origen
de la propiedad social comunal venezolana

L a primera fase del proceso de formación del régimen de propiedad en


la sociedad venezolana igualitaria comenzó con la formación históri-
ca social de los recolectores-cazadores, que se inició hace 15.000 años.
En dicha sociedad el contenido de la propiedad se ejercía no sobre el
suelo, principal medio de producción, sino sobre la cantidad de recursos
y bienes que podía producir la tierra misma y que eran recolectados
por grupos de individuos que pertenecían a las diversas comunidades
apropiadoras de una región, quienes usaban de manera consensuada
los diversos espacios territoriales. Sus modos y submodos de vida eran
nómadas, y los diferentes grupos familiares eran libres de permanecer
juntos parte del año o separarse y unirse a otros grupos. La posesión de
los recursos y bienes naturales se expresaba como la capacidad colecti-
va de poseerlos y consumirlos durante un período dado3.

Las comunidades igualitarias sedentarias que conformaron la forma-


ción sociohistórica posterior, la formación tribal-agricultora, surgió en
Venezuela entre 4.000 y 4.500 años antes del presente. Los hombres y
mujeres vivían en comunidades sedentarias relacionados por el paren-
tesco consanguíneo, que determinaba las obligaciones jurídicas que de-
bían observar entre sí, en particular el régimen de propiedad. Para que
el modo de producción de la nueva formación social pudiese desarro-
llarse, era necesario que aquellos individuos se apropiasen y ejercieran
control sobre un territorio definido sobre el cual habían invertido su
fuerza de trabajo, gracias a que esta era una fuerza de trabajo estable
y previsible.

3 Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas, Gente de la canoa..., pp. 37-46; Iraida Vargas-Arenas,
Arqueología, ciencia y sociedad, p. 193; Mario Sanoja, El alba de la sociedad venezolana..., pp.
150-171.
Solo con estas condiciones les era permitido poseer, tanto el suelo, como
los productos que el mismo producía y garantizar —gracias a la in-
versión de trabajo social que aquellos hacían a través de los diversos
procesos de trabajo— un acceso igualitario a la reproducción y cosecha
de productos vegetales, a la recolecta y la caza de las especies animales
y a la transformación en bienes socialmente útiles de todas las mate-
rias primas obtenidas del ambiente natural sobre las cuales ejercían
propiedad4.

Las relaciones sociales de propiedad que caracterizaron a las comu-


nidades precapitalistas igualitarias se fundamentaban en la relación
solidaria y recíproca que existía entre las personas que conformaban
dicha comunidad. Ese régimen de propiedad colectiva contenía igual-
mente la propiedad personal de los instrumentos de producción. Estos
eran necesarios a cada individuo para ejecutar los procesos de trabajo
que permitían fabricar bienes y servicios de uso cotidiano, aunque el
empleo de los mismos estaba sujeto a los principios de la propiedad
social, a su distribución y consumo en colectivo entre los hombres y
mujeres que conformaban una comunidad o un grupo doméstico.

En la sociedad precapitalista originaria, la relación social se basaba en


el principio de la reciprocidad, que garantizaba comportamientos soli-
darios ante circunstancias similares, y en el principio de la cooperación
y del compartir de manera igualitaria el usufructo de un bien o un ser-
vicio. En el caso de la posesión, la reciprocidad y el compartir eran los
factores que determinaban el carácter colectivo de la misma, en parti-
cular cuando esa posesión se refería, como hemos dicho, al usufructo
de los medios naturales de producción: la tierra y los productos que de
ella se derivaban gracias al trabajo humano invertido en ella. Sin em-
bargo, las maneras como las colectividades ejercían el usufructo de un
territorio y de unos recursos naturales determinados podían establecer
diferencias según cómo ellas practicaban las formas de posesión en las
diferentes formaciones histórico-sociales.

Los ambientes naturales representaban objetivamente un sistema de


relaciones interespecíficas (especie humana, especies vegetales, espe-
cies animales, suelos, rocas, agua, etc.), cuya relevancia dependía de
la percepción sobre el ambiente que tenían las comunidades de cada

4 Iraida Vargas-Arenas, Arqueología, ciencia y sociedad; Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas,


“La formación de cazadores…”; Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas, “Early modes of life...”; Mario
Sanoja, El alba de la sociedad venezolana..., pp. 165-183.

20 La propiedad social en la historia de Venezuela


formación social sobre la utilidad concreta de dicho sistema relacional
interespecífico, mediado por los referentes socioculturales a partir de
los cuales se les consideraban útiles para suplir las necesidades de la
vida cotidiana.

Podemos citar como un ejemplo el de la Guayana venezolana, que estu-


vo habitada por grupos de recolectores-cazadores y agricultores desde
12.000 años antes de ahora; gente que convivió con inmensas aglome-
raciones de mineral de hierro y oro —entre otros minerales— pero que
solo aprendieron a hacer uso de los mismos en el siglo XVIII, momento
cuando llegan a dicho territorio las misiones capuchinas catalanas pro-
venientes de una sociedad capitalista europea, Cataluña, donde ya se
conocían los métodos para extraer, fundir y moldear el hierro y el oro
para fabricar herramientas, máquinas y otras mercancías que servían
a la economía capitalista.

Otros grupos humanos de filiación caribe y arawaka habitaron des-


de inicios de la era cristiana el vasto territorio que hoy constituye la
Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez Frías y, no obstante, el pe-
tróleo nunca llegó a constituir el objeto de una tecnología particular
de apropiación para llevar a cabo algún proceso de trabajo en la vida
cotidiana5.

La riqueza o la abundancia de los recursos deviene, pues, utilizable


solo en función de la percepción que tienen los individuos en términos
de la utilidad social de los mismos (determinada esta por el nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas), de las finalidades colectivas que
persigue el grupo humano, y es en función de aquella percepción social
que los individuos ejercerán las formas de posesión y usufructo del te-
rritorio a su disposición. Dicho en otras palabras, el ambiente natural
viene a constituir un objeto de trabajo cuya utilidad está definida por
las necesidades socialmente sentidas y construidas en cada etapa his-
tórica del desarrollo de la comunidad.

El principal medio de producción, la tierra y sus recursos naturales,


era poseída y apropiada en colectivo a través de la práctica de diversos
procesos de trabajo social: la caza, la recolección, la pesca y la agricul-
tura. La transformación de los recursos naturales en bienes materiales
para el uso cotidiano podía aplicarse a la producción de bienes persona-
les que eran utilizados en procesos de trabajo colectivo: piedras desbas-

5 Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas, Las edades de Guayana...

Reflexión histórica sobre el origen de la propiedad social comunal venezolana 21


tadas para fabricar puntas para armas arrojadizas, hachas, azadas,
manos de moler, metates, martillos y cuchillos; maderas y fibras para
elaborar cordeles, cestas, recipientes de madera, textiles, alfarería,
viviendas; frutas, raíces y hojas para producir alimentos, medicinas,
pinturas, venenos, etc.

El producto originado a partir de la actividad económica pasaba a for-


mar parte de la propiedad social sobre los mismos, de modo que los
bienes y servicios eran distribuidos y consumidos de manera equitativa
entre todas y todos los miembros de la comunidad o el grupo doméstico
según las normas del parentesco consanguíneo, donando incluso parte
de dicho producto a aquellos miembros que por razones de edad o in-
capacidad estaban impedidos de participar en los procesos de trabajo
productivo.

Posesión, autoridad y poder


Para entender los conceptos de posesión y propiedad en las sociedades
igualitarias precapitalistas venezolanas, es importante diferenciar en-
tre las formas históricas que representan la autoridad y el poder en
cada formación social. En una sociedad como la venezolana actual, don-
de la Revolución Bolivariana antagoniza el sistema de relaciones de
propiedad capitalistas típico de la IV República y promueve el modelo
bolivariano de relaciones de propiedad socialistas, es necesario cono-
cer y analizar los contenidos de las relaciones sociales de propiedad
que formaban la base de las comunidades venezolanas igualitarias
precapitalistas, cuyos principios organizativos guardan, a este respec-
to, muchos paralelos con la presente sociedad comunal bolivariana en
construcción.

Dicho sistema de relaciones sociales no desapareció totalmente —en


cualquier caso se resemantizó— con la imposición de la sociedad capi-
talista de clases, colonial o criolla, dominante hasta el presente, por lo
cual los planificadores revolucionarios deben estar plenamente cons-
cientes de la diversidad sociocultural venezolana a la hora de tomar las
decisiones correctas para marcar el rumbo del socialismo venezolano,
en particular sobre la estructuración de las formas políticas que se ori-
ginan a partir del poder popular.

En las sociedades precapitalistas igualitarias venezolanas, la autori-


dad era una forma de relación intersubjetiva (entre diversos sujetos

22 La propiedad social en la historia de Venezuela


sociales) que se manifestaba “cara a cara”, la cual se ejercía directa-
mente por parte de un individuo hacia el resto de la comunidad, vía el
consenso y/o la persuasión.

El poder, por otra parte, era un mecanismo social compulsivo que me-
diaba las relaciones sociales entre un individuo o grupo de ellos y el
resto de la comunidad. Dicho poder se ejercía a través de medios de ac-
ción socialmente sancionados, que comenzaron a gestarse a partir del
momento en que la sociedad recolectora-cazadora estaba en proceso de
devenir plenamente sedentaria y comenzaban a desarrollarse formas
de producción agrícola6.

En este orden de ideas consideramos conveniente acotar las propues-


tas avanzadas por Sahlins7, al analizar lo que dicho autor considera
el modo de producción doméstico, el cual, en la estructura categorial
propuesta por nosotros, podría ser equivalente al modo de producción
tribal8. En tal sentido, dice Sahlins, la relación entre el centro o asien-
to de la autoridad, se trate de jefes, linajes o clanes, y los procesos
de producción, distribución, cambio y consumo de los productos estaba
mediada por la relación solidaria existente entre aquellos y el grupo
doméstico, es decir, con lo que es hoy día la comuna.

En las comunidades precapitalistas igualitarias, la sede de la autori-


dad estaba conformada por aquellos individuos que destacaban por su
destreza y habilidad para el dominio de conocimientos especiales nece-
sarios para llevar a cabo los diferentes procesos colectivos de trabajo
que eran esenciales para la reproducción de todo el grupo social. De
cierta forma, aquellos individuos actuaban como especie de “gerentes”
de alguna de las diversas actividades; pero el estatus de dirigente que
le confería la comunidad para dirigirla solo duraba el tiempo que se
requería para la ejecución de dicha actividad. Una persona, hombre o
mujer, podía ser designada como jefe o jefa de guerra cuando la even-
tualidad lo exigiese. Una vez terminada la misma, la persona volvía a
tener su rango igualitario en el común de la comunidad.

La naturaleza cooperativa de las actividades en las comunidades preca-


pitalistas igualitarias estaba íntimamente entrelazada con las relacio-
nes parentales. Cuando una persona asumía el papel de supervisor/ra

6 Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas, Gente de la canoa..., pp. 27-46.


7 Sahlins, Marshall, Stone age economics, pp. 92-95.
8 Iraida Vargas-Arenas, Arqueología, ciencia y sociedad.

Reflexión histórica sobre el origen de la propiedad social comunal venezolana 23


o coordinador/ra del grupo de individuos que efectuaba una actividad
determinada, no adquiría necesariamente por ello un estatus social
diferente al de los demás miembros de la unidad social: su carácter
de coordinador/ra solamente duraba el lapso de ejecución de la activi-
dad. Cuando era necesario que otra persona efectuase una actividad
diferente, aquella misma asumía el rango o estatus del común de los
individuos que se hallaban bajo la dirección o coordinación como sujeto
más capacitado para dirigirla.

Aunque la sede de la autoridad fuese móvil y podía por tanto despla-


zarse de unos sujetos a otros, era posible que dentro del grupo social
determinadas personas pudiesen llegar a ejercer una forma de autori-
dad consensual estable, que se expresaba en relaciones intersubjetivas
de poder.

Dado que en la sociedad precapitalista los medios individuales de pro-


ducción eran propiedad particular de los hombres y mujeres que consti-
tuían el grupo doméstico y familiar, él o las personas que conformaban
la sede de la autoridad solo podían indirectamente “reclamar posesión”
de la fuerza de trabajo que constituía la totalidad de dicho grupo, me-
diante su capacidad de decidir sobre el destino, sobre la forma de dis-
tribución, cambio y consumo de las cosas producidas o apropiadas por
los integrantes del grupo social.

El grupo o los grupos domésticos constituidos como comunas (en tanto


cada grupo incluía un colectivo conformado por familias extensas) ejer-
cían la propiedad social sobre sus recursos de subsistencia, materias
primas o bienes producidos en forma colectiva. Si la sede de la autori-
dad era débil, el acceso a tales recursos de subsistencia y en general al
objeto de trabajo, como puede ser el caso de la tierra, podía llegar a ser
indiscriminado e individual, no coordinado, expresándose esa situación
en formas individuales de consumo o utilización de los recursos que re-
flejarían la precaria posesión de la autoridad sobre la fuerza de trabajo
y sobre los procesos de distribución, cambio y consumo.

Cuando, por el contrario, la sede de la autoridad era fuerte, aquella


comenzaba a tener cierta capacidad de poseer (no de ser propietaria),
de coordinar la fuerza de trabajo del grupo o grupos domésticos y de
programar cotidianamente el trabajo y, en consecuencia, el usufructo
o utilización de los recursos de subsistencia que se encontraban en el
territorio donde se asentaban dichos grupos. En esta situación, aquella

24 La propiedad social en la historia de Venezuela


sede de autoridad tenía también el derecho de decidir sobre la forma de
disponer lo producido. Allí se manifestaba la importancia de los meca-
nismos de solidaridad social, tales como el compartir y la reciprocidad,
para regular de manera equitativa la distribución y el consumo.

El régimen de propiedad de la formación tribal-jerárquica


La formación social igualitaria dio paso en Venezuela, hacia inicios
de la era cristiana, a la formación tribal-jerárquica, que eran socieda-
des desiguales, agricultoras y sedentarias más complejas, donde las
relaciones de poder ejercidas por una individualidad, característica de
las sociedades igualitarias, derivaban hacia relaciones plenas de po-
der ejercidas por uno o más segmentos sociales, linajes aristocráticos,
rangos u otras formas de organización jerárquica. Estas formas po-
dían apropiarse, ejercer propiedad sobre una porción del plus trabajo
o excedente producido por la comunidad. Este proceso de apropiación
y acumulación se materializó en el control de la fuerza laboral y de su
producción, y asimismo en el control del objeto de trabajo mismo que
es la tierra, el territorio y el trabajo objetivado que en ella se había
invertido o se extraía para cosechar los frutos y raíces, cazar o pescar.

Entre los siglos XII y XV de la era cristiana, la existencia de una es-


tructura centralizada de poder que coordinaba los procesos de trabajo
para la creación de obras con utilidad pública facilitó la producción de
bienes artesanales, de la arquitectura hecha con tierra y piedra, de los
sistemas de regadío y los cultivos en terrazas, que alcanzaron en la
sociedad jerárquica su mayor expresión en el oeste y el suroeste de Ve-
nezuela, actuales estados Falcón, Lara, Cojedes, Portuguesa, Trujillo,
Mérida, Barinas y Táchira. Ello produjo de forma simultánea el surgi-
miento de formas de apropiación y acumulación de excedentes bajo la
forma de tributos o don, que tenían valor de cambio en el marco de las
relaciones intercomunitarias por parte de los individuos que formaban
los linajes aristocráticos.

La apropiación y la acumulación del trabajo social, del tiempo social


que los sujetos invertían en la producción de bienes y servicios y su
significación simbólica (prestigio social o poder político), era hecha por
los linajes jerárquicos en nombre de la colectividad.

En otras regiones que forman parte hoy en día de la América hispana,


como en Perú y México, estos cambios históricos condujeron a la instau-

Reflexión histórica sobre el origen de la propiedad social comunal venezolana 25


ración de sociedades clasistas iniciales, como la incaica y la azteca. Ello
explica por qué en Venezuela la conquista y la colonización territorial
por parte de los españoles se efectuó con más rapidez en aquellas zonas
como el noroeste del territorio, donde ya existían sociedades jerárqui-
cas más similares a la sociedad clasista mercantilista medieval espa-
ñola de donde provenían los invasores9.

Según Salazar10, las fuentes históricas indican, efectivamente, la exis-


tencia de una alta densidad demográfica en las poblaciones que integra-
ban la nación Caquetía que ocupaba el centro-occidente de Venezuela.
Afirma igualmente que es posible inferir la existencia de condiciones
objetivas y materiales, así como un nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas que se evidenciaba en la división del trabajo, las bases pro-
ductoras, la tecnología y la tecno-economía que permiten considerar
que, ya en el siglo XVI, se había estructurado en la nación Caquetía
una sociedad dividida en clases sociales.

Como es evidente de los análisis anteriores, los orígenes de la propie-


dad en Venezuela y, particularmente de la existencia objetiva de la pro-
piedad social, indican que la misma no puede ser considerada como un
hecho económico autónomo, sino que está determinada por las condicio-
nes sociales y el nivel general de desarrollo de las fuerzas productivas
que alcance una sociedad determinada.

De la misma manera, consideramos que su existencia era y sigue siendo


la consecuencia de un sistema de relaciones sociales regido por valores
socioculturales que norman tanto la producción, como la distribución y
el consumo. Esta experiencia derivada de las sociedades o comunidades
precapitalistas igualitarias venezolanas es el referente que nos permi-
tirá entender la manera cómo se manifiestan o llegan a manifestarse
las normas subjetivas que regulan las comunidades postcapitalistas
actuales en Venezuela.

9 Iraida Vargas-Arenas, Arqueología, ciencia y sociedad, pp. 112-116; Iraida Vargas-Arenas,


Historia, mujer, mujeres, pp. 76-83; Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas, Las edades de Guaya-
na..., pp. 69-71; Mario Sanoja, El alba de la sociedad venezolana..., p. 156.
10 Juan José Salazar, Caciques y jerarquía social..., pp. 117-118.

26 La propiedad social en la historia de Venezuela


II
La propiedad social en la
formación clasista colonial
II. La propiedad social
en la formación clasista colonial

E l modo de producción de la nueva formación social que se instaló en


Venezuela a partir del siglo XVI se manifestó a través de diversas y
nuevas formas de propiedad sobre los diferentes componentes del pro-
ceso productivo, en particular la apropiación privada de los medios de
producción, fundamentalmente la tierra, de la fuerza de trabajo y de
otros medios de producción de las comunidades indígenas, así como de
los excedentes que estas producían.

En la mayoría de las regiones colonizadas por los españoles, estos pa-


saron a constituir una clase minoritaria dominante, en tanto que las
comunidades indias, cuando no fueron exterminadas o acorraladas en
las regiones marginales del territorio colonial, devinieron sujetos de
diversas formas de servidumbre.

Como podemos observar, las relaciones sociales de producción no cons-


tituyen un elemento estático, sino que se mueven y se transforman de
manera similar a las fuerzas productivas, particularmente cuando se
produce un cambio de formación social como ocurrió en Venezuela a
partir del siglo XVI. En aquel momento, la invasión, conquista y sub-
secuente colonización española del territorio venezolano determinó la
imposición del régimen administrativo colonial que trajo el naciente ca-
pitalismo europeo. Con base en el capitalismo mercantil, los invasores
españoles desposeyeron de la propiedad de la tierra a los sujetos indíge-
nas que habían sido hasta ese momento sus poseedores y propietarios
originarios, sujetándolos a la autoridad directa o indirecta de los terra-
tenientes y misioneros españoles a través de instituciones tales como la
encomienda, la reducción, los pueblos de misión, el repartimiento y los
resguardos indígenas.
La encomienda consistía en un régimen fiduciario mediante el cual se
asignaban los indios a un tutor o encomendero que pasaba a ser propie-
tario de su fuerza de trabajo11. Los indios sometidos a este régimen de
servidumbre debían al encomendero tributos en mano de obra, así como
en servicios diversos y también en especies.

Las misiones católicas, por otra parte, sometían la fuerza de trabajo


indígena a la autoridad temporal y espiritual de los misioneros, obli-
gándoles a prestar su trabajo y otros servicios y entregar el producto
excedentario de su trabajo al sujeto colectivo constituido por la orden
religiosa.

Las siembras de comunidad, entretanto, servían para concentrar la


fuerza de trabajo indígena dispersa en áreas vecinas a las poblaciones
fundadas por los españoles, para ponerla al servicio de los pobladores
de aquellas y cumplir una tarea específica por un período limitado, pro-
piciando su incorporación al esquema laboral de la sociedad clasista.
De esa manera, los y las indígenas proporcionaban a los españoles y
criollos el producto de los diversos procesos de trabajo tradicionales, el
cual era necesario para reproducir la vida cotidiana de los colonizado-
res: cobijas, telas, chinchorros, cestería, orfebrería, alfarería, cigarros,
tabaco de mascar, trabajo de la piedra, la pesca, la caza, comercializa-
ción de los productos autóctonos como el maíz, yuca, papas, plátanos,
tabaco en ramas, legumbres y hortalizas, fibras vegetales, etcétera12.

La introducción de cultivos comerciales foráneos como la caña de azú-


car y el café, así como el desarrollo comercial de otros autóctonos como
el cacao, generó una forma de propiedad privada latifundista que se co-
noce como la plantación. Allí se cultivaban aquellas especies de manera
extensa, intensa y especializada, ocupando una cantidad relativamen-
te grande de mano de obra esclava negra. En diversas regiones de Ve-
nezuela, como fue el caso de Guacara, en el actual estado Carabobo, así
como en Turmero y La Victoria, actual estado Aragua, las plantaciones
coexistían en el siglo XVIII con tierras de cultivo sometidas al régimen
de propiedad comunal bajo la institución conocida como el Resguardo
Indígena13. Los resguardos indígenas existieron hasta el siglo XIX en
diferentes regiones de Venezuela.

11 Eduardo Arcila Farías, Economía colonial venezolana.


12 Eduardo Arcila Farías, Ibídem, pp. 83-93; Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas, Antiguas
formaciones y modos de producción venezolanos, pp. 241-255; Juan José Salazar, Ob. Cit.
13 Mario Sanoja, “La Sociedad indígena venezolana…”, p. 97.

30 La propiedad social en la historia de Venezuela


A diferencia de las instituciones anteriores, los resguardos eran terri-
torios delimitados para ser utilizados por las comunidades indígenas
de acuerdo con sus usos y costumbres tradicionales, sus formas de or-
ganización social, política y económica. La tierra otorgada a los res-
guardos, que había sido poseída plenamente con anterioridad por los
indígenas hasta inicios del siglo XVI, era de propiedad comunal. A cada
familia el regidor del resguardo otorgaba anualmente lotes de tierra o
conucos para sembrar; una parte de la tierra otorgada al resguardo era
como una especie de potrero comunal para los animales. Otra porción
de tierra era cultivada de manera gratuita y rotatoria por diferentes
grupos familiares; el producto obtenido de dicho cultivo era ingresado
en la llamada caja de comunidad. Las ganancias obtenidas por este
rubro eran destinadas a la manutención de los hospitales, ayudas a los
huérfanos, viudas, enfermos e inválidos, seminarios y escuelas para
los hijos de los caciques y en general a actividades que tenían como
finalidad implantar y reforzar la mentalidad colonizada en la mente de
los indígenas.

Ya desde 1812, el Congreso de la República decidió revocar las leyes


dictadas por la corona española, que protegían y legitimaban la pro-
piedad social de las tierras en manos de las comunidades indígenas,
con el pretexto de facilitar la incorporación de aquellas a la República
como ciudadanos libres e iguales. Sin embargo, toda una serie de de-
cretos dictados posteriormente consideraban como baldías las tierras
sometidas a propiedad comunal en manos de indígenas y, por tanto, su-
jetas al despojo por parte de los latifundistas criollos. De esta manera,
obligaban a muchos de aquellos y aquellas indígenas a abandonar sus
resguardos e integrarse como mano de obra forzada en las haciendas
criollas.

A partir de 1836, una serie de leyes liberales dictadas por los gobier-
nos de la naciente IV República dieron un golpe certero al régimen de
propiedad comunal que privaba en los resguardos de indios, ya que
mandaban otorgar a cada individuo o familia la propiedad absoluta de
acuerdo con las leyes comunes. Ello permitió a los latifundistas apro-
piarse de las tierras pertenecientes a los pueblos y comunidades indíge-
nas a través de la simple expropiación, por vía de la usura o la compra
engañosa, dejando a los indígenas sin tierras privadas o comunales en
tanto que los latifundistas criollos construyeron con base en ellas gran-
des haciendas donde cultivaban café, cacao, algodón, caña de azúcar,
tabaco y criaban ganado.

La propiedad social en la formación clasista colonial 31


El cacao en particular, así como el café, fueron los cultivos que adqui-
rieron mayor incremento e importancia debido a la posibilidad de ser
productos para exportar y generar ganancias, mismas que podían ser
invertidas en las finanzas mundiales y en la compra de mercancías
que, al ser importadas y comercializadas en Venezuela utilizando casas
de comercio que controlaban los mismos latifundistas que exportaban
la materia prima, multiplicaban el valor de la ganancia anterior.

Bajo un sistema capitalista, como podemos observar, el concepto de po-


sesión alude al derecho que tiene una persona o grupo de personas a
disfrutar o usufructuar una cosa, un bien, sin que el uso de la misma
esté sancionado jurídicamente. Al serles negado a partir del siglo XVI
el disfrute tradicional de la propiedad social de la tierra y sus produc-
tos, sustento del modo de vida comunal que había existido hasta enton-
ces, las comunidades originarias sobrevivientes de la formación tribal
precapitalista desaparecieron en tanto que procesos autogestados, sien-
do subsumidas desde entonces dentro de la esfera de dominación de la
sociedad clasista colonial y luego de la criolla. El régimen de propiedad
capitalista le reconocía, tanto a las personas españolas o criollas parti-
culares, así como a sujetos corporativos como la Iglesia Católica, tanto
la posesión y la propiedad de la tierra, como de la fuerza de trabajo de
la población indígena sometida a la condición de siervos y la de la po-
blación negra sometida a la condición de esclavitud.

En muchas regiones de Venezuela donde la población campesina de tra-


dición indígena era dominante, como era y es el caso particularmente
de Yaracuy, Falcón, Lara, Cojedes, Portuguesa, Trujillo y Mérida14, so-
brevivieron de manera legal formas de propiedad social comunitaria
que, en la actualidad, con el impulso que les ha dado a dichas comuni-
dades la Revolución Bolivariana, han dado nacimiento a un sistema de
comunas, consejos comunales y cooperativas que constituyen el núcleo
del poder popular y del naciente socialismo comunal bolivariano.

La propiedad privada que surgió en Venezuela desde el siglo XVI, como


podemos observar, es una noción de propiedad que se desarrolla con
el sistema capitalista. Se refiere al derecho que tiene la persona de

14 En el noroeste de Venezuela donde dominaron los pueblos arawacos y caquetíos, el ADN mi-
tocondrial indígena indica un 70%, el negro venezolano 15% y el europeo 2%; en la región andina
donde dominaron pueblos de origen chibcha, el componente genético indígena indica un 89%,
el europeo 6% y 4% negro venezolano. Refiere a la población anual de esas regiones, Cristina
Figueras Pérez, Variabilidad genética de haplogrupos mitocondriales amerindios detectados en las
poblaciones urbanas contemporáneas de la zona norte de Venezuela (ms.).

32 La propiedad social en la historia de Venezuela


usar un bien de forma exclusiva y absoluta, para su beneficio, sin más
limitaciones que las contempladas en la ley. Cuando nos referimos a
aquella persona en términos de su pertenencia a un grupo social, el
concepto de propiedad privada solo puede ser entendido en el contexto
relacional que se establece entre personas. Este concepto viene a ser
así una forma de relación social entre aquellas que, por ejemplo, se
constituyen como una clase social dueña de los medios de producción:
la burguesía y sectores o grupos de clase media que participan de su
ideología. De la misma manera, la desposesión de los medios de produc-
ción es característica de los grupos sociales populares dominados por
aquella burguesía.

A pesar de la imposición forzada del sistema de propiedad capitalista,


las formas de propiedad colectiva o comunitaria de la tierra, como ya
se expuso, continuaron hasta el siglo XX entre muchas comunidades
campesinas de raíz cultural indígena15. Con el inicio de las masivas mi-
graciones provocadas por el auge de la explotación petrolera, grandes
núcleos de la población rural se desplazaron hacia las zonas urbanas
o periurbanas, contribuyendo a la diseminación de patrones de asen-
tamiento inspirados en diversas formas de propiedad social comunal
o cooperativa en aquellas áreas, dando nacimiento a extensos barrios
donde se desarrollaron las formas culturales y estilos de vida pobre que
los distinguen.

La cultura barrial de origen campesino, los barrios, representan a de-


terminados sectores de las clases populares. El barrio nació como una
forma de organización social que permite a los grupos domésticos apro-
piarse de manera territorial y colectiva del espacio urbano. Es en ellas
donde, a partir del triunfo de la Revolución Bolivariana, comenzaron
a organizarse comunas y consejos comunales que representan una ac-
tualización histórica, cultural y política de las formas originarias de
propiedad colectiva o social, tanto sobre los medios de producción como
de los procesos de distribución, cambio y consumo de los productos na-
turales y/o culturalmente producidos.

15 Mario Sanoja, Tejedores del valle de Quíbor; Iraida Vargas-Arenas y Mario Sanoja, La larga
marcha hacia la sociedad comunal… pp. 277-279.

La propiedad social en la formación clasista colonial 33


III
Las relaciones de producción en
un contexto social colectivo
III. Las relaciones de producción
en un contexto social colectivo

L as relaciones sociales de producción y su expresión jurídica, el régi-


men de propiedad, definidas como la cualidad esencial de la sociedad,
se pueden transformar de manera brusca, tumultuosa y revoluciona-
ria, expresando la intensificación de todas las contradicciones sociales,
dando por resultado la aparición de un nuevo sistema de relaciones
sociales gracias a la transformación de la cantidad en calidad. Por las
razones anteriores, las relaciones de producción dan cuenta del movi-
miento interno, profundo y esencial de las sociedades, a su nacimiento,
a su desarrollo y a su fin.

Quien dirige, aconseja o sugiere las formas apropiadas de trabajar en


colectivo debe estar consciente de la diferencia que existe entre abordar
las tareas de la reproducción social, asesorando individuos reunidos
solo por un mecanismo de supervivencia, o coordinar un grupo de in-
dividuos reunidos por un vínculo solidario consciente. La solidaridad,
como vimos anteriormente, es posible por la existencia de la recipro-
cidad social, lo que permite que lo producido de forma colectiva pueda
ser circulado y consumido según una normativa de justa retribución al
trabajo que cada uno invierte.

La generosidad, el compartir, no son por tanto características innatas


al ser humano sino, por el contrario, son formas de relaciones sociales
creadas y transmitidas socialmente que funcionan bajo determinadas
condiciones de necesidad.

Las formas comunales contemporáneas de producción socialista


La discusión histórica de los contenidos éticos del régimen de posesión
social y la instauración de la propiedad privada capitalista no muestra
claramente que la posesión social es la forma original de organización
del trabajo y la producción. No se trata de una antigualla antropoló-
gica, sino de un sistema social que garantiza el acceso democrático e
igualitario a la distribución y el consumo de los bienes producidos por
una comunidad. La expresión contemporánea de dicho sistema en Ve-
nezuela se concreta bajo la forma de la propiedad social que existe en
las organizaciones del poder popular como la comuna, y en las empresas
de propiedad social que son al mismo tiempo la sede del poder popular.

Empresas comunales de producción social


Tal como establece la Constitución de la República Bolivariana de Ve-
nezuela en su artículo 308, el Estado tiene la obligación de proporcio-
nar la capacitación, la asistencia técnica y el financiamiento oportuno
a todas aquellas organizaciones comunitarias que tengan como fina-
lidad poner en marcha alguna actividad productiva que favorezca el
desarrollo de la nación.

Las empresas de producción social son unidades productivas comu-


nitarias, cuyo objetivo esencial es generar los bienes y servicios que
satisfagan las necesidades básicas de las comunidades, tales como ali-
mentación, vivienda, energía, salud y vestido, así como fortalecer un
desarrollo socialista de la economía del país sustentado en la iniciativa
popular, que es el objetivo de la Revolución Bolivariana.

Las empresas de producción social también deben contribuir a forjar


nuevas relaciones sociales en el trabajo, creando empleos bien remune-
rados, eliminando formas de explotación del ser humano como la terce-
rización y estimulando la participación igualitaria, tanto en el trabajo
productivo como en la administración de sus propios dividendos.

Dentro de los consejos comunales, las unidades socioproductivas cum-


plen con un papel fundamental: garantizar el abastecimiento y consu-
mo de bienes y servicios básicos para la comunidad que los produce;
así como velar también porque el excedente de los mismos sea usado
y aprovechado por otras comunidades similares que producen otros
rubros.

Aquellas unidades funcionan porque sus miembros actúan solidaria-


mente entre sí y con toda la comunidad. El gobierno bolivariano, a tra-
vés de distintos entes, garantiza el apoyo para la capacitación técnica,

38 La propiedad social en la historia de Venezuela


comercialización, dotación de maquinarias y materias primas, infraes-
tructura, transporte, etc.

Desigualdad social y régimen de propiedad


En un modo de vida comunal socialista, la propiedad colectiva sobre los
medios de producción es la que determina la relación entre el trabaja-
dor y trabajadora con dichos medios de producción y —en fin de cuen-
tas— la que determina la posición del hombre y la mujer en la sociedad,
el carácter de su actividad vital, de su modo de existir y de vivir. La
propiedad está representada por la ideología como una relación entre
la gente y las cosas, pero en términos materiales es, como vemos, una
relación social entre personas que está mediada por la propiedad —en
este caso colectiva— sobre las cosas.

En una sociedad capitalista, a diferencia de lo que ocurre en una sig-


nada por un modo de vida comunal socialista, las relaciones de pro-
piedad sobre los medios de producción se manifiestan en el consumo
productivo o apropiación de los medios de producción y, con ello, en la
apropiación de los resultados del trabajo humano.

En el contexto de las relaciones de propiedad capitalistas, la existencia


de clases sociales se fundamenta en la situación de desigualdad so-
cial donde se contraponen, por un lado, los propietarios de los medios
de producción y, por el otro, los hombres y mujeres que trabajan en
una relación desigual que se basa en la explotación de esos hombres
y mujeres por otros hombres y mujeres, en lo que se denomina lucha
de clases. Esta lucha de clases está legitimada por los principios de la
moral burguesa basada en el individualismo, según el cual cada uno o
una debe tratar de salvarse solo o sola, contrariamente al principio de
la sociedad socialista fundamentado en el colectivismo, la cooperación,
la reciprocidad y la ayuda mutua entre los hombres y las mujeres.

En un modo de vida comunal socialista, la existencia de un régimen


de propiedad social de los medios de producción elimina la desigualdad
social en la cual se basa la explotación de los hombres y las mujeres
por parte de otros hombres y mujeres. En Venezuela, la Revolución Bo-
livariana no ha logrado todavía una completa igualdad entre todos los
miembros de la sociedad venezolana porque la Constitución Bolivaria-
na contempla la coexistencia de la propiedad capitalista con las formas
socialistas de propiedad.

Las relaciones de producción en un contexto social colectivo 39


En una sociedad capitalista, la parte del producto social que llega a
los trabajadores está determinada por la cantidad y la calidad de su
trabajo, por su aporte laboral a la producción social total y por las dife-
rencias en su ubicación en las diversas clases sociales, lo que se traduce
en el nivel de desigualdad material que caracteriza la vida de cada uno
de los diferentes individuos que integran la sociedad.

En el socialismo, por el contrario, la igualdad social se expresa como un


principio ético que sostiene que por igual trabajo se devenga un igual
salario. Este principio de igualdad económica y social está consagrado
en el espíritu de la Constitución de la República Bolivariana de Vene-
zuela, donde se garantiza en la letra y en la práctica, a través de las
diversas misiones y grandes misiones sociales, las ayudas y subsidios
que da el Estado bolivariano para que sea posible realizar y concretar
la formación educativa y profesional de los hombres y mujeres, y com-
pletar la calificación laboral que les permita llevar a cabo su parte del
trabajo social.

Esta igualdad social también se expresa en el derecho que tienen todos


los venezolanos y venezolanas, de todas las edades y condiciones socia-
les, a acceder a la instrucción, a la salud pública, al disfrute del ocio
y el tiempo libre, a la seguridad social en caso de incapacidad laboral
o por haber llegado a la categoría de adulto mayor después de haber
trabajado durante la edad productiva.

En una sociedad socialista como la venezolana, el trabajador y la tra-


bajadora tienen el trabajo asegurado por la Ley Orgánica del Trabajo
(LOT), garantía que sirve a los ciudadanos y ciudadanas para confiar
en el presente y en el futuro y como basamento para la planificación de
su vida social.

Aquella ley forma parte del proceso de planificación bolivariana de la


vida social socialista, la cual debería hacer posible —en un futuro—
evitar la incompetencia, la corrupción y la anarquía que bajo el siste-
ma capitalista han propiciado en unos la pobreza o el enriquecimiento
desmesurado en otros.

La contrarrevolución capitalista en Venezuela


Las leyes que son garantes de los derechos sociales alcanzados por
nuestro pueblo con la Revolución Bolivariana, son hoy el objetivo a des-
truir por parte de la contrarrevolución derechista neoliberal que logró,

40 La propiedad social en la historia de Venezuela


en diciembre de 2015, capturar la mayoría de diputados en la Asamblea
Nacional de Venezuela.

El llamado ajuste económico neoliberal, promovido inicialmente por las


burguesías de Europa occidental y de Estados Unidos, sostiene que lo-
grar el desarrollo macroeconómico que ellos proclaman conduciría a la
consolidación final del capitalismo mundial y para ello es necesario au-
mentar la tasa de ganancia del capital y estimular la acumulación de
riqueza en manos de la burguesía financiera. Estas medidas provocan
la implantación, en las sociedades y países sometidos a la dictadura neo-
liberal del mercado y en sus estados vasallos, de situaciones de pérdida
de la soberanía nacional, de crisis social, de miseria y desempleo, que
tienen como objetivo, según los neoliberales, disminuir, controlar y equi-
librar la deuda pública que es el sostén de la salud macroeconómica.

En los países europeos donde existieron hasta 1970 democracias socia-


listas, el ajuste neoliberal eliminó las políticas sociales formuladas por
la democracia socialista europea occidental y el socialismo soviético
del siglo XX, las cuales buscaban proporcionar a las clases populares
alimentación, vivienda barata, educación, salud, servicios culturales,
estabilidad en el trabajo, protección a los adultos mayores y, en general,
la eliminación de las desigualdades sociales. De esta manera se trataba
de promover una alianza de clases que tuviese como objetivo atenuar
las causas de la lucha de clases.

A partir de los años 70 del pasado siglo, tal como ocurre hoy día en Ve-
nezuela con la guerra mediática, la minoría rica, para poder sobrevivir
y mantener al mismo tiempo la hegemonía del bloque histórico burgués,
comenzó a desmoralizar a los trabajadores exaltando la propiedad pri-
vada capitalista de los medios de producción, provocando miedo e inse-
guridad en estos, utilizando los monopolios empresariales mediáticos
para difundir mensajes alusivos a la posibilidad de perder su puesto de
trabajo. De esta manera se garantizan los capitalistas un nivel de ex-
tracción continuada de la plusvalía para salvaguardar y acrecentar sus
inversiones. Ello ha conducido, como hoy en Venezuela, a la angustia
de trabajadores y trabajadoras de sentir permanentemente acechada la
estabilidad de su vida por las crisis económicas y las políticas cíclicas
de inflación inducida, representando esto el impuesto que cobra la bur-
guesía a la clase trabajadora. Son el fantasma de la desocupación, la
contaminación del ambiente, el agotamiento de los recursos naturales
y otros fenómenos sociales y naturales lo que caracterizan la profun-

Las relaciones de producción en un contexto social colectivo 41


da crisis general que vive el capitalismo mundial y particularmente el
venezolano.

El deber de las y los revolucionarios en esta hora, es no ceder ante la


ofensiva de la derecha neoliberal. La crisis económica y política que
vive nuestro país, acuciado por la contracción de la economía mundial
que ha provocado la baja perversa de los precios petroleros, no nos deja
como alternativa sino luchar por implantar un modo de vida productivo
socialista sobre las líneas que hemos desarrollado en capítulos ante-
riores y en los capítulos siguientes, para derrotar tanto el rentismo
petrolero como el consumismo que, cual regalo envenenado, nos legase
la IV República.

42 La propiedad social en la historia de Venezuela


IV
El modo de vida socialista y
la propiedad social
IV. El modo de vida socialista y la propiedad social

C omo respuesta a la ofensiva neoliberal contra las reivindicaciones


sociales obtenidas por los trabajadores y trabajadoras durante la
segunda mitad del siglo XX, la posibilidad de reproducir la sociedad
bajo un modo de vida comunal socialista está determinada por la nece-
saria vigencia de la propiedad social de los medios de producción. Di-
cho proceso de reproducción se ambienta, en el caso venezolano, en las
misiones, grandes misiones sociales y en la planificación de una forma
de producción social. Puesto que bajo un modo de vida socialista ya no
existiría la desigualdad social, es posible que la planificación socioeco-
nómica beneficie tanto los intereses generales de la comunidad como de
cada uno de sus miembros.

La planificación socialista comunal


La planificación socioeconómica bajo un modo de vida socialista comu-
nal bolivariano debe estar diseñada para beneficiar, en primer térmi-
no, el desarrollo y la reproducción de las comunas y las organizaciones
de los diversos colectivos sociales que constituyen la base del poder
popular. Para ello es necesario ejercer la contraloría social sobre la
utilización y la manera de invertir los fondos que el gobierno bolivaria-
no pone a disposición de las comunas y otros colectivos sociales. Debe
redundar en la formación de la propiedad socialista sobre los diversos
medios de producción que aquellos tienen a su disposición y, sobre todo
en las formas de distribuir y consumir el producto social obtenido a
partir de dichos medios. Mientras sea mayor la cantidad de recursos
que el Estado socialista ponga a la disposición de las comunas, consejos
comunales u otros tipos de colectivos, correlativamente mayor debe ser
la actividad de contralora social.

Es necesario tener en cuenta que los determinantes en la contraloría


social de los recursos asignados a una comuna u otro colectivo social no
son solo las condiciones objetivas de la producción, sino también y par-
ticularmente el factor subjetivo, la conciencia revolucionaria. A la par
de la experiencia y la destreza laboral de los trabajadores y trabajado-
ras, la capacidad para organizar la producción social está determinada
por la cultura laboral y productiva, por la cultura de la participación
protagónica de los hombres y las mujeres en la construcción de la vida
cotidiana colectiva, que es la base del poder popular.

Analizando la actual situación que vive la sociedad venezolana des-


pués de la derrota electoral del 6 de diciembre de 2015, es imperativo
no solamente reflexionar sobre los cambios que deben ser inducidos,
sino sobre todo pensar en la planificación nacional de un modo de vida
socialista bolivariano, tomando como fundamento las necesidades ma-
teriales, culturales y espirituales, la subjetividad social y la formación
de la conciencia revolucionaria que deben formar la base de la vida
cotidiana de los hombres y mujeres que integran el poder popular.

El proceso bolivariano ha creado, en tal sentido, un método para pla-


nificar la construcción del modo de vida socialista bolivariano que se
fundamenta en las misiones y grandes misiones sociales y las bases de
misiones, las cuales deben garantizar su planificación a nivel nacional
para la ejecución de las tareas concretas, culturales, sociales y eco-
nómicas actuando en conjunto a través de los consejos presidenciales.
Ello contribuiría a ir definiendo las modalidades de gobernabilidad del
Estado comunal socialista bolivariano.

Propiedad social y producción socialista


La posibilidad de que la propiedad socialista logre cumplir su cometido
en la reproducción continuada y ampliada del modo de vida socialista
bolivariano dependerá del nivel operacional que alcancen los colectivos
de trabajadores y trabajadoras comprometidos con la socialización de la
producción.

Para alcanzar los altos niveles de compromiso social e ideológico que


se requieran para socializar la producción, es necesario incrementar
el nivel de cultura organizativa que debe existir en el modo de vida so-
cialista de los trabajadores y trabajadoras. Para ello se debe fortalecer
tanto la creatividad en el trabajo como los conocimientos que colaboren
para la calificación y la educación laboral de los trabajadores y tra-
bajadoras. Todo esto es importantísimo para el desarrollo de vínculos

46 La propiedad social en la historia de Venezuela


culturales positivos con la actividad productiva, el carácter protagónico
que tiene la producción social para el establecimiento y la satisfacción
de las nuevas condiciones materiales y culturales sobre las cuales de-
berá asentarse un modo de vida socialista bolivariano.

El trabajo social: base del modo de vida socialista


Bajo un modo de vida socialista, el trabajo social se convierte en la
fuerza fundamental que mueve el servicio que deben prestar los traba-
jadores y trabajadoras para satisfacer tanto las necesidades colectivas
de la sociedad como sus propias necesidades individuales.

¿Qué es el trabajo social? No se refiere solamente al producto material


de una determinada actividad creativa humana, sino también a la or-
ganización de las formas culturales socioproductivas, a la percepción
cultural del trabajo, a la organización social para la producción, al ni-
vel educativo alcanzado por los hombres y mujeres que contribuyen a
las formas concretas de trabajos socialmente útiles que le dan sentido
a los componentes de un modo de vida socialista.

La Constitución Bolivariana y las leyes y decretos sociales a través de


los cuales se objetiva su aplicación concreta garantizan los derechos de
los trabajadores y trabajadoras, particularmente su derecho a la educa-
ción gratuita y de calidad, así como a la formación profesional y técnica.
En su conjunto, el sistema socialista que adelanta el gobierno boliva-
riano intenta garantizar el desarrollo continuo y ampliado de las fuer-
zas productivas. Sin embargo, el desarrollo objetivo de las mismas solo
puede ser posible si todos los trabajadores y trabajadoras participan
en la producción social y si el Estado bolivariano consolida las institu-
ciones que deben conducir hacia la creación de una sociedad comunal
socialista. Lo lamentable es que todavía hay en la sociedad venezolana
sectores laborales parasitarios que tienen como objetivo fundamental
la acumulación individual de riqueza para mantener sus posiciones
elitistas, sectores que conspiran constantemente contra la producción
social y la seguridad de su aplicación para lograr la buena vida.

Modo de vida socialista, consumismo y vida cotidiana


La reproducción de las relaciones socialistas de producción que garan-
ticen el crecimiento constante de las fuerzas productivas y la vigencia
de la propiedad social requiere que los trabajadores y trabajadoras es-

El modo de vida socialista y la propiedad social 47


tén conscientes de que pueden llegar a ser el sujeto histórico de la Re-
volución Bolivariana, que conozcan y practiquen los valores culturales
que sirven de sustento a un modo de vida socialista.

En el caso particular de la sociedad venezolana, es menester que los


trabajadores y trabajadoras reflexionen y comprendan la necesidad de
combatir los comportamientos consumistas que han sido grabados en
sus mentes por décadas de campañas propagandísticas montadas por
la industria cultural capitalista.

El consumismo es una actitud irreflexiva de culto por las cosas (mer-


cancías), que deviene un fin en sí mismo. Es un valor cultural y ético
característico del capitalismo que estimula y justifica el impulso de ad-
quirir compulsivamente bienes materiales, incluso a expensas de lo aje-
no, llegando a convertirse igualmente en justificación de la corrupción
para acumular dinero a costa de cualquier acción deshonesta.

Una de las maneras de combatir el consumismo perverso, que obstru-


ye el desarrollo de formas de economía productiva en la sociedad ve-
nezolana, es estimular valores culturales y sociales positivos hacia la
solidaridad social, la reciprocidad y la igualdad social en el reparto de
los bienes creados por la producción social, al mismo tiempo que un
sistema de distribución eficaz y activo de los bienes y servicios. Como
ha expresado Marx16, es en la distribución del producto donde se mani-
fiestan las leyes que expresan la diferencia de calidad entre un modo de
vida capitalista y un modo de vida socialista.

La satisfacción plena de las necesidades, tanto materiales como espi-


rituales que reproducen la vida cotidiana, es uno de los objetivos fun-
damentales de un modo de vida socialista: necesidad de alimento, ropa
y vivienda, descanso, preservación de la salud, de la posibilidad de co-
municarse, de utilización del tiempo libre para el estudio, el juego y
la distracción. La mayoría de estas actividades se cumplen en el seno
de la familia así como en el grupo social inmediato, sea en la comuna
y el consejo comunal donde se desarrolla la vida relacional de los in-
dividuos, incidiendo directamente en la reproducción de la fuerza de
trabajo del colectivo.

La creación de condiciones favorables para que los hombres y muje-


res desarrollen sus capacidades creadoras se resuelve mediante la es-

16 Karl Marx, Fondements de la critique de l’économie politique, 23-29.

48 La propiedad social en la historia de Venezuela


tructuración de una red de empresas sociales de producción que hagan
practicable la propiedad social, y de una red de instituciones sociocul-
turales y educativas que, si bien mantienen su vinculación con las insti-
tuciones del Estado nacional, estén en relación planificada con el poder
popular en la vida cotidiana.

El modo de vida socialista y la propiedad social 49


V
La propiedad social y la
subjetividad revolucionaria
V. La propiedad social y la
subjetividad revolucionaria

E l desarrollo de la subjetividad revolucionaria debe ser un hecho po-


sible, inicialmente sobre la base de socializar los individuos y las
familias en general en los principios de solidaridad social que deben
estar presentes en el seno de la vida cotidiana del individuo y su fa-
milia, conectadas con la actividad colectiva de su consejo comunal y su
comuna que, a la vez, se constituyen en las células del poder popular17.

En la medida en que la propiedad social se exprese en las empresas de


propiedad social de las comunas y los consejos comunales o de las gran-
des empresas de propiedad social del Estado vinculadas a las comunas
y consejos comunales, el “punto y círculo” que indicaba el Comandante
Chávez, se producirá el acuerdo entre el ámbito productivo de la vida y
el no productivo, la sociabilidad que es la base de la ayuda mutua entre
familiares, compañeros de trabajo y vecinos que debe devenir en una
concreción de las relaciones sociales de producción del modo de vida
socialista.

La sociabilidad y la concepción colectiva de las actividades que se ma-


nifiestan en la vida cotidiana le dan contenido vital a los hábitos y
tradiciones culturales heredados del pasado, que son el fundamento de
la identidad social e histórica de los hombres y mujeres que se congre-
gan en las comunas y consejos comunales, de los valores sociales de la
cortesía, la hospitalidad, del apoyo mutuo, el respecto por los mayores y
el amor por los niños y niñas, que deben ser los rasgos fundamentales
de la vida cotidiana socialista.

17 Iraida Vargas-Arenas, Resistencia y participación..., pp. 209-227, 260 y 344; Mario Sanoja e
Iraida Vargas-Arenas, El poder popular…, capítulos 13-15 y 20.
Vivienda, vida cotidiana y propiedad social inmobiliaria
La Revolución Bolivariana lleva a cabo, a través de la Gran Misión
Vivienda Venezuela y la Gran Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor, un
proceso de mejoramiento y de renovación de las antiguas condiciones
materiales de vida, donde transcurre la vida cotidiana de trabajadores
y trabajadoras y se generan sus aspectos subjetivos, sus imaginarios y
se reproducen sus costumbres y tradiciones socioculturales.

La construcción de nuevos urbanismos, así como la modernización


del hábitat en los barrios populares, crea también formas de propie-
dad social inmobiliaria. Para que la misma se adelante dentro de los
principios socialistas, es necesario que la instituciones educativas y
culturales del Estado desarrollen, en estrecha colaboración con el poder
popular, procesos de trabajo educativo y cultural que establezcan las
normas de vida socialistas y combatan las conductas negativas que en-
torpecen la vida cotidiana: el individualismo, la indolencia, la violencia
familiar y de género; la corrupción social y su consecuencia más letal:
la delincuencia y la drogadicción.

La manera de establecer la unidad de los aspectos objetivos y subje-


tivos de la vida cotidiana socialista debe ser la guía para el accionar
de misiones sociales vinculadas directamente al establecimiento de la
propiedad social inmobiliaria, solventando así la enorme deuda social
creada durante siglos por el egoísmo de las élites burguesas que se apo-
deraron de los gobiernos de la IV República hasta 1998.

En un modo de vida socialista, la adjudicación de viviendas, nuevas o


renovadas, debe servir como un estímulo material y moral de los va-
lores que animan la ayuda mutua, no como la adquisición de un bien
transable en el mercado que puede ser vendido o rentado para obtener
beneficios materiales. Debe ser un vínculo entre la familia y la vida
cotidiana y el consumo social bien entendido de dicho bien.

A través de los consejos comunales, las comunas y el poder popular,


las familias podrían establecer una vinculación con la ayuda mutua, el
descanso individual y el disfrute del tiempo libre, la promoción de una
comunidad consciente y practicada de intereses comunes. De la misma
manera, esta comunidad de intereses le da vida y estímulo a la partici-
pación de los hombres y mujeres en la vida productiva, en la promoción
sustantiva de la propiedad social de los medios de producción, tanto a
nivel comunal como estatal.

54 La propiedad social en la historia de Venezuela


La “industrialización” de la vida cotidiana
La “industrialización” de la vida cotidiana se expresa en la promoción
de empresas socioproductivas comunales, lo que se traduce en un aho-
rro de tiempo social para los trabajadores y trabajadoras, sobre todo
para estas últimas, que son el componente social más importante de la
vida comunal y tienen una gran cuota de participación en la reproduc-
ción de la vida cotidiana doméstica.

En diversas comunas, el ahorro de tiempo social se ha traducido, como


es el caso de diversas comunas en el 23 de Enero o en La Dolorita, en el
surgimiento de redes de comunicación radial, televisiva o escrita como
empresas de propiedad social, que potencian las relaciones sociales
entre los miembros de la comuna e incluso entre diferentes comunas,
convirtiendo los programas difundidos por dichas redes en sujeto de
discusión y estudio cotidiano por parte de los grupos familiares que las
integran, facilitando la formación ideológica y la información sociopo-
lítica que es parte de la base para construir el sujeto revolucionario
bolivariano. Sirven asimismo como mecanismos que estimulan el es-
trechar los lazos afectivos.

Las empresas sociales de comunicación tienen una gran significación


en el mejoramiento de los componentes de la vida cotidiana socialista,
particularmente sobre el agotador trabajo doméstico que recae en lo
fundamental sobre los hombros de las mujeres, quienes por esa razón
están sujetas al estrecho marco de acción de la vida familiar cotidiana,
coartando muchas veces su libertad de comunicar, conocer y participar
en las actividades colectivas de su consejo comunal o su comuna, o en
las decisiones que se tomen en los órganos del poder popular, o en su
representación a nivel nacional, como son los consejos presidenciales
del poder popular.

La propiedad social no solamente se ejerce sobre los medios materiales


de producción, sino también sobre los medios materiales para la produc-
ción de servicios educativos y culturales que dan atención a los niños y
niñas en edad preescolar (Simoncitos) y escolar (escuelas bolivarianas).
Contribuyendo no solamente a la socialización de los infantes en los
principios de la vida cotidiana socialista, sino también a la liberación
de parte del tiempo social que las mujeres dedican a la reproducción de
la vida familiar para transferirlo a mejorar su propia formación educa-
tiva y cultural durante los períodos de ocio y tiempo libre.

La propiedad social y la subjetividad revolucionaria 55


Las formas de propiedad social inmobiliaria que ha inaugurado la Re-
volución Bolivariana han permitido la integración de los nuevos urba-
nismos con establecimientos comerciales comunales o estatales, donde
incluso se distribuyen los bienes manufacturados por las empresas so-
cioproductivas comunales. De igual manera, los contenidos de la vida
cotidiana socialista se enriquecen con nuevos espacios para el juego y
el descanso: canchas deportivas; espacios para la enseñanza y la prác-
tica del teatro, del arte mural comunitario que transmiten mensajes de
solidaridad y que fortalecen la identidad cultural e histórica; del rap
o los merengues que narran las incidencias de la vida cotidiana de la
comunidad; de las diferentes representaciones de instituciones como
las orquestas juveniles dedicadas a enseñar a los jóvenes la música y
la ejecución de obras musicales; bibliotecas y cine-lecturas, etc., que
complementan la formación ideológica en los principios de la vida coti-
diana socialista. Resaltando para toda la comunidad la connotación de
la participación protagónica de sus individuos en la gestión del modo de
vida socialista en tanto y cuanto son sujetos históricos revolucionarios.

56 La propiedad social en la historia de Venezuela


VI
El poder popular
y la propiedad social
VI. El poder popular y la propiedad social

L a instauración de la propiedad social como forma hegemónica es


fundamental para eliminar en Venezuela la principal fuente de la
desigualdad social: la explotación de los trabajadores y trabajadoras
por la minoría de comerciantes y empresarios burgueses que controlan
el sistema capitalista venezolano. Para lograr tales fines, es necesario
que, mediante políticas culturales y educativas revolucionarias, se lo-
gre consolidar en los colectivos sociales la conciencia social y política de
que el socialismo es necesario, diseñar políticas sociales y económicas
que mejoren el nivel de vida de la población en todos los aspectos, con
base en una cultura socialista que le sirva de sustento para que los
hombres y las mujeres comprendan que la pobreza, la desigualdad y
la injusticia social son, por el contrario, una condición social derivada
del capitalismo18. De la misma manera, la Revolución debe hacer en-
tender a la burguesía venezolana que en última instancia, en las ac-
tuales condiciones de crisis mundial y nacional: “...La socialización de
la propiedad privada y del proceso de trabajo es la única forma posible
de persistencia de la propiedad privada, colocada ante un proceso de
producción cada vez más socializado...”19.

Para romper la influencia que ejerce la hegemonía burguesa sobre las


relaciones de propiedad, es imperativo construir otras formas alter-
nativas: la propiedad social, la propiedad comunitaria, la propiedad
cooperativa y cualquier otra. Es necesario que estas acompañen a la
propiedad burguesa y la propiedad personal hasta crear nuevas rela-
ciones que garanticen la justicia social para todos los ciudadanos, si-
guiendo el concepto universal de la unidad de los contrarios, fuerza que
motoriza el desarrollo y movimiento en la naturaleza.

18 Mario Sanoja, El alba de la sociedad venezolana…, pp. 162-163.


19 Theotonio Dos Santos, Del terror a la esperanza. Auge y decadencia del neoliberalismo, p. 85.
El socialismo en sí mismo —como expresión del movimiento del cambio
universal de la sociedad— implica una contradicción que es resultado
de tendencias en conflicto: las tensiones internas que la presente crisis
ha generado tanto en el pasado y el presente capitalista como en el pre-
sente y el futuro socialista20.

La coexistencia temporal de diferentes formas de propiedad, como


contempla la Constitución Bolivariana en su capítulo VII, aludiría en
nuestra opinión a un período presocialista o de transición hacia el so-
cialismo comunal pleno, con predominio de la propiedad social hasta
alcanzar una fase plenamente socialista21. Ello sería coherente con la
propuesta que hace Marx en la Crítica de la Economía Política cuando
nos dice:

En todas las formas de sociedad existe una determinada forma de


producción que asigna a todas las otras su rango e importancia: las
relaciones esenciales tienen una importancia preponderante en las
actividades que cada una de ellas desempeña en función de las otras.
Se obtiene así una iluminación general en la que se bañan todos los
colores y que modifica las tonalidades particularidades de cada una
de aquellas. Es como un éter particular que determina el peso espe-
cífico de todas las formas de existencia que allí toman vida22.

El socialismo comunal bolivariano —como ya hemos expuesto— no


alude solamente a la transformación de los procesos económicos de
producción, distribución, cambio y consumo de bienes, servicios y mer-
cancías que han caracterizado a la formación social clasista nacional
venezolana hasta ahora, sino también y principalmente a la creación
de nuevas formas de organización comunal de las relaciones sociales
de producción contrahegemónicas, para que el orden revolucionario se
imponga sobre las relaciones de explotación capitalistas, manteniendo
así la reproducción del proceso socialista comunal bolivariano.

Esta primera fase de construcción del socialismo comunal bolivaria-


no ha sido interpretada por algunos autores23 como un proceso de li-
beración nacional en tránsito hacia el socialismo. Para lograr aquel
fin último, la Revolución tiene que producir cambios en las relaciones

20 Alan Woods y Ted Grant, Razón y revolución. Filosofía marxista y ciencia moderna, pp. 64-68.
21 Mario Sanoja, El alba de la sociedad venezolana…, pp.163-164.
22 Karl Marx, Fondements de la critique de l’économie politique, p. 36, Trad. Sanoja Obediente
y Vargas-Arenas.
23 Roberto Hernández Wohnsiedler, “Hacia el socialismo del siglo XXI”; Mario Sanoja, El alba de
la sociedad venezolana…, pp. 163-164.

60 La propiedad social en la historia de Venezuela


sociales de producción, en la organización de colectivos sociales del po-
der popular tales como las comunas y los consejos comunales y bases,
integradas a través de las bases de misión, con las diversas misiones
sociales ya existentes en la institución revolucionaria24.

La asociación estructural de las diversas misiones sociales con las co-


munas y los consejos comunales formaría la base de la sociedad so-
cialista comunal venezolana, centrada en el autogobierno y el poder
popular como una integración territorial transversal de las comunas y
los consejos comunales. De esta manera, estas se integrarían como un
todo con las empresas de propiedad social, directa o indirectamente,
formando redes transversales organizadas en torno al poder popular
como clase revolucionaria, bajo nuevas relaciones sociales de produc-
ción, consolidando la integración de las formas de propiedad social co-
lectiva junto con la personal, la cooperativa, la privada y la mixta, tal
como planteaba la fallida propuesta de reforma constitucional de 2007.
Ella hubiese permitido trascender el trabajo asalariado, creando una
nueva cultura laboral cuyo modo de trabajo estaría signado por la so-
lidaridad comunal, estructurada con base en un sujeto revolucionario
comunal socialista comprometido con los intereses de la colectividad,
con los valores de un verdadero civismo revolucionario. De esta manera
la propiedad burguesa, tanto la privada como la personal, no se con-
solidarían separadas de la social, como un instrumento de clase para
explotar al pueblo25.

Los fines anteriores solo se podrían alcanzar y consolidar bajo el socia-


lismo comunal bolivariano, el cual parte de una concepción humanista,
democrática y solidaria de la vida social, donde el logro de la realización
plena de hombres y mujeres constituya el valor social más importante.

Las nuevas relaciones sociales de producción


Para crear una nueva hegemonía cultural en un marco comunal so-
cialista que nos permita enfrentar el orden capitalista burgués, es ne-
cesario desarticular el antiguo sistema hegemónico cultural burgués,
fundando una sociedad y una nación alternativa. Dicha sociedad de-
bería estar definida a partir de un nuevo régimen de propiedad social,

24 Mario Sanoja, El humanismo socialista…, pp. 145-149; Marta Harnecker, Transfiriendo el


poder a la gente.
25 Rosa Luxemburgo, La acumulación del capital, p. 116; Mario Sanoja, El humanismo socialis-
ta…, pp. 117-154.

El poder popular y la propiedad social 61


que exprese jurídicamente las relaciones de producción de la sociedad
comunal socialista.

Para que las nuevas relaciones de producción puedan tener vigencia


plena, como ya expusimos, es necesario construir una subjetividad re-
volucionaria, emprender una profunda y radical transformación de la
conciencia de los hombres y mujeres que produzca una situación ver-
daderamente revolucionaria. Ella ocurrirá cuando el pueblo desarrolle
como praxis su constante movilización política y sea generador de una
conciencia de cambio en sus costumbres cotidianas, en su sistema de
valores y en los hábitos que regulan sus relaciones sociales: es decir, en
su cultura, en su modo de vivir.

Cuando exista en el pueblo venezolano una subjetividad revolucionaria


plena, será posible alcanzar la reproducción ampliada de las estructu-
ras del socialismo comunal, abolir las prácticas de la dominación racis-
ta, liberar la vida de las mujeres de la dominación patriarcal, generar
un nuevo poder popular contrahegemónico defensor de los principios
de colectividad, asambleísmo, asociativismo, cooperativismo, gestión y
autogestión, conciencia del deber social que sustenta el régimen de pro-
piedad social, la práctica de la democracia participativa y protagónica y
la asunción de la reciprocidad, mecanismo social que supone el respeto
mutuo y la aceptación de la responsabilidad de ayudarse unos a otros.

Para consolidar el poder popular es imperativo romper la hegemonía


cultural que ejerce la clase burguesa en las relaciones de propiedad que
privilegia la propiedad privada, ya que de otra manera no será posible
una verdadera transformación social. Para lograr tal objetivo, como ya
se expuso, es necesario crear —transitoriamente— un modelo produc-
tivo comunal socialista fundamentado en las empresas de producción
social, alternativa de propiedad donde coexistan la propiedad social, la
propiedad comunitaria, la cooperativa, la privada y la personal, para
que surja finalmente un nuevo sistema de relaciones sociales que ga-
rantice en verdad la justicia social para todos los ciudadanos y ciuda-
danas, gracias a la abolición definitiva de la hegemonía de la propiedad
privada sobre los medios fundamentales de producción.

Este modelo productivo permitirá elevar al máximo el rendimiento de


la generación, inversión y distribución de los recursos financieros pro-
venientes tanto de la renta petrolera como del ejercicio impositivo sobre
la ganancia privada. Ello generaría un cambio sustancial de valores

62 La propiedad social en la historia de Venezuela


socioculturales en el colectivo social, en la forma de relacionarse los
ciudadanos y ciudadanas entre sí y de ellos con la naturaleza y con los
medios de producción en general, creando así una producción nacional
eficiente de los productos y servicios, apuntalada por investigaciones
científicas y tecnológicas que aumenten la efectividad del sector pro-
ductivo tanto público como privado.

La institucionalidad en la transición hacia el socialismo comunal,


fundamentada en el sistema de misiones sociales, tendría como ob-
jeto, tal como se contempla en el Plan de la Patria que nos legara el
Comandante Chávez: mantener sistemáticamente la lucha contra el
analfabetismo y la pobreza; promover a niveles cada vez más altos de
eficiencia la atención de la salud y la atención sanitaria; seguir ele-
vando el nivel educativo de todos los ciudadanos y ciudadanas desde
la primaria hasta la secundaria y la universidad; perfeccionar los
procesos de capacitación laboral y profesional de la población; capi-
talizar, vía el crédito accesible y la inversión social, la actividad pro-
ductiva de los colectivos sociales agrupados en comunas y consejos
comunales; diversificar y acrecentar la capacidad productiva de Vene-
zuela; contribuir a democratizar y crear sentido de patria; convertir la
defensa nacional en un proyecto que sea tanto militar como político,
económico, cultural y social; y romper la hegemonía de la burguesía
empresarial, cuya única meta es enriquecerse mediante el asalto a la
renta petrolera y la expropiación de los salarios de los venezolanos y
venezolanas vía la inflación inducida.

La institucionalidad de una nueva sociedad comunal socialista debe


producir las condiciones para consolidar la integración de las fuerzas
progresistas venezolanas dentro de la nueva sociedad, como una nación
soberana que construya una estructura económica propia e indepen-
diente, propiciando el cambio revolucionario, que se producirá con dife-
rentes velocidades en el tiempo y en el espacio, para darle poder a las
comunas y consejos comunales creados por el pueblo soberano y cons-
truir desde abajo la democracia que convierta al Estado en propiedad
social de todos los venezolanos y venezolanas.

En el plano político nacional, la Revolución Bolivariana debe luchar


sin tregua contra la guerra económica permanente que le hace el im-
perio estadounidense a través de la burguesía comercial y empresarial
parasitaria, y los políticos e intelectuales traidores comprados con los
dólares de Washington. En el plano ideológico, sería preciso organizar

El poder popular y la propiedad social 63


una “guerrilla contracultural, simbólica y mediática” cuyo objetivo es-
tratégico sea combatir hasta abolir los valores capitalistas del egoísmo,
el individualismo y la anti-patria que nos inoculó la perversa cultura
del petróleo26.

26 Rodolfo Quintero, Antropología del petróleo, p. 44; Alí Rodríguez Araque, Antes de que se me
olvide, p. 211.

64 La propiedad social en la historia de Venezuela


VII
La sociedad comunal venezolana
VII. La sociedad comunal venezolana

La geometría del poder burgués o geometría de la desigualdad

L a geometría se define como la disciplina matemática que tiene por


objeto el estudio riguroso del espacio y de las formas que en él se
puedan imaginar. En la sociedad burguesa, la hegemonía del poder
político que detenta esa clase social sobre las otras que les son subor-
dinadas es concebida como una pirámide cuyo ápice está conformado
por un grupo minoritario que se apropia de la mayor parte del producto
social; la base de la misma está constituida por la mayoría de la po-
blación, que es quien produce la riqueza, pero que por su condición de
clase dominada solo puede apropiarse de un porcentaje deficitario del
producto social total. La consecuencia de esta relación asimétrica es
la concentración de la riqueza en pocas manos y la socialización de la
pobreza entre la mayoría de la población, característica central de la
estructuración del poder político en el capitalismo27.

Analizada dentro del espacio territorial, tal estructura piramidal del


poder y la riqueza que tipificó al Estado burgués de la IV República se
desglosa en diferentes versiones de subordinación vertical y transver-
sal que conforman la geometría del poder político y económico burgués,
donde finalmente el sector mayoritario y más desposeído de la sociedad
ocupa la escala más baja de la capacidad decisoria política. Así tene-
mos, por ejemplo, que en la relación de subordinación política regional:
gobernación, asamblea y alcaldía-concejo municipal, los ciudadanos
solo participaban cada tres años para delegar su poder en individuos
que los representaban y ejercían el poder en su nombre, preocupados —
la mayoría— solamente por resolver sus compromisos partidistas o sus
situaciones personales a través de la corrupción administrativa. Con-

27 Iraida Vargas-Arenas y Mario Sanoja, La larga marcha hacia la sociedad comunal..., pp.
67-81.
siderada de forma transversal, la estructura político-administrativa
estaba diseñada arbitrariamente, sin tomar en cuenta la extensión de
las verdaderas esferas de influencia (culturales, económicas, políticas u
otras) a las cuales se adscriben las comunidades humanas.

La geometría del poder popular y la propiedad social


Como insistiera repetidamente el Presidente Chávez, para adelantar la
Revolución Bolivariana y consolidar el régimen de la propiedad social
es necesario lograr la reestructuración de la sociedad venezolana con
base en el desarrollo de una sociedad socialista comunal, fundamento
de una nueva geometría del poder. Dicho proceso está íntimamente li-
gado a la transformación de la subjetividad social, donde el pueblo como
actor colectivo se encuentre siempre en una articulación sentida, vivida
y practicada con el proyecto social, político y ético socialista, como suje-
to político, ético y social. Condiciones que le permitirán participar en la
transformación radical de la sociedad en tanto que poder constituyente
y poder popular.

El sistema de comunas socialistas, urbanas, rurales y periurbanas,


conforma el lugar central, un nodo espacial que bajo el régimen de la
propiedad social no solo provee bienes y servicios, sino que también
crea igualmente las funciones culturales y políticas que permiten su
propia reproducción social, regulando la relación de los diversos asen-
tamientos humanos que la componen bajo los principios de la coopera-
ción, del compartirse todos y todas entre sí, de compartir no solamente
los bienes y servicios sino también los problemas, las carencias y los
logros, actuando como interfase con las otras instituciones del poder
estatal28.

La base de la sociedad comunal socialista venezolana: el poder popular


Analizando la diversidad de procesos sociohistóricos que han sido ensa-
yados en el mundo para construir la institucionalidad de una sociedad
socialista, podemos apreciar que todos tienen un elemento fundamen-
tal en común: la construcción de redes de grupos básicos de organiza-
ción social, fundamentados en el autogobierno y la autogestión, como
sustento en la aparición de nuevas relaciones sociales de producción
y, en consecuencia, de un nuevo régimen de propiedad social. Ello nos

28 Iraida Vargas-Arenas, Resistencia y participación..., p. 291.

68 La propiedad social en la historia de Venezuela


muestra, con mucha fuerza, que el elemento central de la construcción
socialista es la forma de organización de la gente misma, del poder
popular, del régimen de propiedad social, no solo de la economía y la
tecnología en abstracto cuya transformación y reproducción está vincu-
lada y determinada por aquella29.

El artículo 1 de la Ley Orgánica de Comunas establece que estas deben


desarrollar y fortalecer el poder popular, establecer las normas que re-
gulan la constitución, conformación y organización de la comuna como
la entidad local donde los ciudadanos y ciudadanas ejercen el poder po-
pular, y ejercen con pleno derecho de soberanía su participación prota-
gónica a través de formas de autogobierno que servirán para constituir
la sociedad comunal socialista venezolana.

Consideramos que la presente ley que rige en Venezuela la organiza-


ción y funcionamiento de las comunas y los consejos comunales es el
componente central del proceso de transformación de la sociedad vene-
zolana, ya que establece una nueva arquitectura del poder político y so-
cial cuya dinámica reposa en la participación de los colectivos sociales
en sus formas verdaderas y auténticas de organización territorial, las
cuales representan la voluntad y la necesidad de cambios que susten-
tan al proceso bolivariano.

Del análisis de la ley se infiere, asimismo, que según el tipo de orga-


nización social y territorial que adopten las comunidades, dependerá a
su vez la definición del modo de vida socialista venezolano y del modo
de producción socialista, es decir, “… las maneras particulares de la
organización de la actividad humana, ciertos ritmos de estructuración
social y, en consecuencia, los cumplimientos objetivos de las leyes espe-
cíficas que rigen para esa formación social…”30.

Los consejos comunales, definidos de acuerdo con la presente ley, repre-


sentan el núcleo duro de la construcción del poder popular sobre el cual
deberá afianzarse un futuro Estado socialista.

29 Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas, El poder popular y la práctica…


30 Iraida Vargas-Arenas, Arqueología, ciencia y sociedad, p. 63.

La sociedad comunal venezolana 69


VIII
Revolución, propiedad social
y cultura comunal
VIII. Revolución, propiedad social y cultura comunal

L a propiedad social es un componente importante del socialismo co-


munal bolivariano, el cual solo alcanzará vigencia plena en la me-
dida en que la Revolución Bolivariana logre constituir y consolidar un
bloque hegemónico cultural revolucionario. Definimos la cultura como
el conjunto singular de formas fenoménicas que presenta la existen-
cia concreta de una formación social. Dado su carácter fenoménico, la
cultura conforma el orden dinámico y cambiante de los contenidos fun-
damentales de una formación social; en este sentido, la cultura es la
forma singular de expresarse la sociedad según sus propias tradicio-
nes, que abarcan tanto su mundo material como el espiritual31.

Dentro de la aguda lucha de clases que hoy agita la sociedad venezo-


lana, las comunas y los consejos comunales impulsados por el Coman-
dante Chávez son la base y el sustento de las identidades culturales
populares que se producen y reproducen en ellas como resultado de las
experiencias compartidas en el trabajo y las relaciones sociales cotidia-
nas en general, donde se destaca la propiedad social, conformando una
forma de resistencia cultural contra la dominación que ejerce el poder
económico del bloque burgués capitalista sobre el pueblo venezolano32.

La comuna como forma de resistencia cultural


La comuna, concebida como forma de resistencia cultural, se define a
través de valores como la ética social, las normas, el sistema de valores,
los principios, los patrones culturales y las conductas sociales que regu-
lan la propiedad social y la vida cultural comunal en general33.

31 Luis Felipe Bate, Sociedad, formación económico-social y cultura; Iraida Vargas-Arenas, Ar-
queología, ciencia y sociedad, y Resistencia y participación…, p. 140.
32 Iraida Vargas-Arenas y Mario Sanoja, La larga marcha hacia la sociedad comunal..., p. 298.
33 Ibídem, pp. 80-81.
Para hacer efectiva aquella propuesta, es fundamental considerar tan-
to las formas organizativas populares previamente existentes, como a
las nuevas que han surgido al calor del gobierno bolivariano. Ello ad-
quiere singular importancia en función de los acuerdos alcanzados en
la cumbre presidencial Alba-Petrocaribe celebrada en Caracas en 2013,
en relación con el desarrollo de los aspectos socioculturales.

Ética y cultura comunal


El socialismo comunal es un proceso social que se apoya en la construc-
ción colectiva de una cultura comunal, la cual está basada en valores
como la solidaridad, la cooperación y la reciprocidad, una suerte de con-
trato social donde cada uno y todos a la vez como colectivo ceden algo en
aras de una unión basada en promesas, deseos y metas comunes, donde
todos dan su consentimiento a las normas que los van a regir porque
están convencidos de que dichas normas satisfacen sus intereses comu-
nes. Ello significa, igualmente, un consenso en torno a las obligaciones
mutuas, lo que hace políticamente legítimas a esas organizaciones.

El carácter de la obligatoriedad y reciprocidad de aquellos nexos es lo


que hace posible establecer como un principio de vida el valor socialis-
ta del régimen de propiedad social; es decir, el derecho que tiene una
comunidad sobre la propiedad de un determinado activo. La propiedad
social comunitaria o colectiva es un concepto propio del socialismo que
permite minimizar la desigualdad social previniendo que las personas
caigan en el egoísmo y el afán de lucro individual, entendidos como
conductas desviadas, sintomáticas de un bajo desarrollo de los meca-
nismos de rechazo de la conciencia social solidaria que afectaría la co-
hesión social comunal.

El régimen de propiedad social es también un valor muy importante


en la lucha de las comuneras y comuneros para erradicar la cultura
patriarcal que mantiene la opresión y marginación de las mujeres en la
vida cotidiana privada o pública. En la sociedad bolivariana, las muje-
res constituyen el componente activo más numeroso y participativo en
los distintos entes, movimientos, frentes y organizaciones, por lo cual
es necesario que la cultura comunal venezolana consagre la igualdad
de género sobre la propiedad colectiva para desarrollar una verdadera
sociedad comunal socialista, donde la mujer participe de manera igua-
litaria y protagónica en la constitución del poder popular.

74 La propiedad social en la historia de Venezuela


Es necesario tomar conciencia del hecho de que en lo atinente al siste-
ma económico socialista venezolano en proceso de construcción, se debe
considerar que las comunas socialistas, si bien son parte del hecho pro-
ductivo nacional en escalas y con características determinadas, aún no
han sido totalmente incorporadas activamente a ese sistema por todos
los agentes de la Revolución: para que el socialismo comunal boliva-
riano alcance su madurez, la contribución que hacen los agentes de la
economía social que integran la sociedad comunera deben ser reconoci-
dos y compartidos con los de otros sectores de la sociedad venezolana.

En lo que refiere a la economía, en la medida en que el sistema econó-


mico nacional bolivariano se desarrolle a través de distintas formas
de organizaciones socioproductivas, de diversas formas de empresas de
propiedad social, de unidades familiares, grupos de intercambio soli-
dario y demás formas asociativas para el trabajo, es necesario que di-
cho desarrollo se consolide si aspiramos a construir el socialismo, como
parte de la hegemonía de la propiedad social comunal, lo cual debe ser
aceptado por los empresarios y las empresas sean públicas o privadas,
para muchos de los cuales la economía comunal no solo es invisible,
sino también perniciosa y debe ser combatida.

La cultura comunal y el régimen de la propiedad social juegan un papel


protagónico en la creación y desarrollo del poder popular, en la creación
de las condiciones sociales que permitirán acelerar la construcción de
una sociedad popular comunitaria socialista, antiimperialista y soli-
daria. Estas condiciones sociales permitirían que sea el pueblo quien
tome las iniciativas, dentro de un sistema de gobierno popular, basado
en una democracia directa, participativa y protagónica. Mediante ins-
tituciones como el parlamento comunal, debe ser posible que el pueblo
representado en el poder popular delibere y gobierne, que planifique,
que tome parte en las decisiones para definir prioridades, que demande
soluciones y rendición de cuentas, para concertar una búsqueda colecti-
va de soluciones para los problemas comunes de la sociedad venezolana.

La existencia de una cultura comunitaria hegemónica basada en el ré-


gimen de la propiedad social es fundamental para que todos los ciuda-
danos y ciudadanas organizados en comunas lleguen a tener acceso a
la cosa pública. En estas condiciones, la convivencia sería democrática
en cuanto ella se asiente en el respeto y la ayuda mutua, la igualdad, la
colaboración y la corresponsabilidad. Ello es posible solamente si con la
educación familiar y escolar se aprende y se practican normas cultura-

Revolución, propiedad social y cultura comunal 75


les enmarcadas en una cultura de la armonía, en la cual los individuos
valoren la participación, privilegien el diálogo, resuelvan las discre-
pancias mediante el debate, oyéndose los unos a los otros, y aprendan a
vivir en el mutuo respeto. El modo de vivir comunal, el buen vivir, es el
espacio donde se debe manifestar el deseo de una convivencia creativa
y en paz.

El sistema nacional de comunas y consejos comunales debe constituir


un proyecto de convivencia en la fraternidad. La ética comunitaria es
una forma de interactuar en la vida cotidiana, dentro de un espíritu de
tolerancia, de solidaridad y una confianza en el poder que da la pala-
bra, aunque existan todavía vacíos y discontinuidades entre las y los
comuneros.

Ética comunal. Sistema de valores


Los valores son pautas y guías para la conducta social y la personal.
Un sistema de valores permite a los hombres y mujeres resolver los con-
flictos y tomar decisiones. Toda sociedad posee un sistema de valores
y cada persona tiene una escala de valores, la cual será responsable
en cada caso de los principios y reglas de conducta que se pongan en
funcionamiento.

Los valores son inseparables de la ética; y educar en valores es una


educación en libertad y para la libertad, que representa la base de la
ética. Así pues, no es suficiente conocer los valores, sino que hay que in-
tegrarlos en la propia vida, lo cual es el objetivo de la educación moral.

Lo esencial para la construcción de una cultura comunal no es solo la


libertad de cada cual y la igualdad de todos y todas ante la ley, sino la
fraternidad, el convencimiento moral de que debemos ser solidarios y
respetuosos con los demás. Más allá de la representación política, de
las reglas que permiten la coexistencia dialéctica entre gobierno y opo-
sición, del marco constitucional y jurídico, existe un universo de acti-
tudes, creencias, tolerancias y concepciones; es decir, todo un universo
cultural, donde reside el sistema de valores que rige las conductas de
los miembros de cada sociedad.

El objetivo supremo de la ética comunitaria es lograr el bienestar colec-


tivo como condición para que el poder popular sea el que transforme la
realidad social. La ética y la moral revolucionaria implicarían la equi-
dad y la solidaridad entre la gente, la corresponsabilidad en las decisio-

76 La propiedad social en la historia de Venezuela


nes que se tomen, la tolerancia y el respeto a las diferencias, así como
la superación de los antivalores derivados de las condiciones de miseria
y pobreza material y espiritual característicos de la cultura burguesa.

La cultura comunal que consagra el respeto por la propiedad común,


como es el caso de las empresas de propiedad comunal, se crea y se
recrea en la vida cotidiana donde ocurre la actividad práctica creativa,
más concretamente dentro de la familia, la escuela y el trabajo, creando
espacios dominados por relaciones sociales de igualdad, antagónicos a
la desigualdad capitalista. Dichas empresas de propiedad comunal es-
tán constituidas en un ámbito territorial de mercado, en una o varias
comunidades o comunas para beneficio de sus integrantes y de la colec-
tividad, sobre la base de reinversión social de los excedentes, ya que los
medios de producción son de propiedad social comunal.

Las empresas de propiedad comunal, dentro de un sistema nacional


de comunas, deben coexistir también con otras empresas de propiedad
social indirecta, gerenciadas por el Estado, que forman parte de los
medios de producción que son de propiedad pública. En este sentido,
las empresas de propiedad comunal del sistema nacional de comunas
podrían servir también como una mediación, capaz de contener la ex-
pansión territorial del poder de las empresas y el comercio capitalis-
ta privado, el cual recurre a métodos perversos como la actual guerra
económica para doblegar la voluntad de los venezolanos y venezolanas
que desean una sociedad socialista, preservando una relación justa y
democrática entre todos los actores participantes para crear una rique-
za socialmente redistribuida con equidad.

Para lograr tales fines, es necesario que la cultura comunal constituya


el espacio fundamental para la creación y reproducción de los hábitos
sociales coherentes con la formación política e ideológica de los venezo-
lanos y venezolanas, con base en un sistema de valores éticos cónsonos
con la sociedad socialista comunal bolivariana.

Revolución, propiedad social y cultura comunal 77


IX
La construcción del Estado comunal socialista
IX. La construcción del Estado comunal socialista

Espacio social y tiempo histórico en la sociedad comunal

S egún Marx, la presencia de una realidad concreta en un espacio de-


terminado puede ser explicada en términos de su génesis temporal.
Cualquier actividad que se desarrolle en un tiempo histórico produce
al mismo tiempo un espacio, y solo podrá alcanzar realidad o existencia
concreta dentro de dicho espacio, inscribiéndose en el mismo por me-
dio de acciones humanas, particularmente aquellas relacionadas con el
trabajo34.

La sociedad comunal y el poder popular —que conforman la idea medu-


lar del proyecto chavista para transformar la sociedad venezolana— se
inscriben dentro del tiempo histórico de la Revolución Bolivariana y
se expresan así mismo dentro de los espacios, de los territorios con-
cretos donde se construyen las comunas y los consejos comunales. El
Presidente Chávez reconoció este carácter constituyente, sustantivo,
del poder popular al asentar que:

... todos los motores constituyentes son tributarios o convergen sobre


el quinto (motor), que es el máximo, el de máxima fuerza, debe ser el
motor principal. ¿Cuál es? La explosión revolucionaria del poder co-
munal: los consejos comunales. Es el quinto poder… El quinto motor
constituyente. Y es esencial.35.

La meta de la sociedad comunal socialista, tal como lo propuso el Pre-


sidente Chávez, es la de abolir o al menos neutralizar aquellas ins-
tituciones específicas que sostienen la hegemonía del capitalismo. La
construcción de un nuevo espacio territorial donde se asienten la igual-

34 Henri Lefebvre, The production of Space, pp. 115-117.


35 Hugo Chávez, “Juramentación del consejo presidencial para la reforma constitucional y del
consejo presidencial del poder comunal”.
dad social y la propiedad social es el primer paso revolucionario hacia
la construcción de un nuevo bloque histórico del poder socialista en Ve-
nezuela, representado por el poder popular, fundamento de la sociedad
y de un futuro Estado comunal socialista.

La existencia espacial del poder popular, realidad en proceso de ser


construida, está representada hasta la fecha por 1.500 comunas en las
cuales se integran 40.035 consejos comunales, 1.294 salas de batalla
social que ejercen la coordinación entre todos ellos, 28.791 movimientos
sociales y 71.521 redes de organizaciones sociales creadas bajo el impul-
so de la Revolución Bolivariana, sustentadas en las diversas misiones
sociales que han transformado profundamente la realidad venezolana.
Los espacios de las comunas, en las cuales se integran los consejos co-
munales, comprenden también empresas de producción social de bienes
y servicios bajo un régimen de propiedad social.

Algunas de las grandes y exitosas comunas como Ataroa, Palito Blanco


y el Maizal, y cooperativas organizadas bajo el principio de la economía
social como Cecosesola (Central Cooperativa de Servicios Sociales de
Lara) entre otras, que abarcan extensos territorios en el occidente de
Venezuela e integran miles de familias, constituyen Nudes (Núcleos de
Desarrollo Endógeno) que han logrado producir y distribuir gran can-
tidad de productos agropecuarios y otros bienes y servicios producidos
en sus empresas socioproductivas.

Las comunas están, a su vez, integradas a nivel regional en un parla-


mento comunal y a nivel del espacio nacional en un parlamento comu-
nal nacional. En ambos casos, los hombres y mujeres representantes
son electos de forma democrática por los colectivos.

La localización espacial, la extensión territorial y la variedad de con-


tenidos sociales, culturales y económicos que se manifiestan en cada
comuna, así como la participación de ellas en otras redes sociales trans-
versales como los mercados de diferentes tipos, pedevales, mercales,
etc., debe ser representada y localizada en el espacio de una manera
cartográfica, accesible al conocimiento popular.

Estos mapas tendrían la capacidad de mostrarnos visualmente que las


comunas no son simples accidentes administrativos aislados, sino una
extensa red social que se va convirtiendo en un proceso cultural, en un
proceso civilizatorio determinado por la contingencia histórica, cultu-
ral, política y ambiental, y el cambio de énfasis en el desarrollo de las

82 La propiedad social en la historia de Venezuela


fuerzas productivas que está implícito en la adopción de un sistema
sociocultural y económico alternativo, postcapitalista.

Debemos tener siempre presente que en tanto proceso cultural, el sis-


tema comunal socialista bolivariano alude a una línea de desarrollo de
la sociedad venezolana producto de una secuencia histórica concreta,
ese es el proceso civilizatorio, que es el vehículo de propagación de las
revoluciones tecnológicas que conducen hacia la actualización histórica
de los pueblos. Estas transformaciones sociales son el producto de la
actividad humana, del trabajo de hombres y mujeres que de manera
consciente ponen fin o permiten el surgimiento de nuevos sistemas so-
ciales, cuando pierden vigencia las leyes específicas de una formación
social para dar paso a una nueva36.

No podemos pasar por alto la existencia actual en Venezuela de movi-


mientos históricos regresivos, auspiciados tanto por la derecha política
local (en particular empresarios y comerciantes parasitarios) como por
las oligarquías imperiales, que se sienten amenazadas por el surgi-
miento de una nueva hegemonía política, sociocultural y económica re-
presentada por el socialismo comunal bolivariano.

La naturaleza de las acciones subversivas emprendidas por el actual


movimiento regresivo de la derecha venezolana contra el socialismo co-
munal bolivariano son producto del agotamiento, tanto ideológico como
práctico, del pensamiento de su clase política. Dicha clase representa
la fase terminal de la formación social venezolana nacida en 1830 y su
bloque oligárquico de poder corporativo, conocido históricamente como
la IV República37.

El proceso civilizatorio comunal insurge como una revolución contra


el metabolismo, característico de los sistemas productivos del antiguo
régimen capitalista rentista-exportador de materias primas (vegetales,
animales y minerales) e importador de la gran mayoría de las tecnolo-
gías, los productos culturales y de los bienes terminados que consume
la población de nuestro país.

El socialismo comunal bolivariano, tal como lo concibió el Comandante


Chávez, se orienta por el contrario al logro de la independencia política,
soberanía económica y, en particular, la soberanía alimentaria, como

36 Darcy Ribeiro, El proceso civilizatorio, pp. 24-25 y 36; Mario Sanoja, El alba de la sociedad
venezolana..., pp. 40-41.
37 Mario Sanoja, El alba de la sociedad venezolana, p. 327.

La construcción del Estado comunal socialista 83


fundamento para lograr la emancipación de nuestro pueblo en todos los
órdenes de la vida.

El sistema comunal, como apuntamos anteriormente, no constituye una


invención fortuita de la Revolución Bolivariana; por el contrario, como
lo muestran las investigaciones antropológicas llevadas a cabo durante
décadas38, la cultura comunal se asienta en las antiguas tradiciones co-
munitarias originarias venezolanas cuya impronta nunca pudo ser bo-
rrada de la memoria colectiva. Las comunas, que constituyen la forma
espacial concreta que adquiere la lucha popular contra el capitalismo,
están fundamentadas en la propiedad social, en la acumulación colecti-
va de conocimientos y experiencias, la estructuración socioespacial de
las fuerzas y agentes, el arraigo a la comunidad y la identidad cultural
y de clase.

Debemos tomar conciencia de que la construcción de una futura socie-


dad comunal socialista es como un prisma que tiene muchas facetas.
El manejo acertado de las claves de la coyuntura política es responsa-
bilidad del gobierno revolucionario, mientras que la consolidación del
proceso histórico es la tarea del pueblo-sujeto organizado como poder
popular. El cumplimiento de aquella tarea solo será posible cuando el
poder popular lleve a término una verdadera transformación radical
y revolucionaria del modo de producción y de las relaciones sociales
capitalistas heredadas del Estado liberal burgués. Para que esta idea
pueda plasmarse en el imaginario popular, será necesario estimular la
formación de la conciencia del sujeto revolucionario, así como elaborar
una nueva cartografía del espacio nacional que señale visualmente a
los sujetos las nuevas coordenadas, las variables fundamentales del po-
der popular, los consejos comunales y las comunas, integradas con las
redes socioproductivas (particularmente las que se crean en torno a la
agricultura urbana) y las misiones sociales que permitirán articular
territorialmente las cadenas de valor de las materias primas, diver-
sificando la producción para satisfacer las necesidades económicas y
sociales de la población. La producción espacial de redes transversales
regionales representaría una alternativa postcapitalista, un tejido co-
nectivo de los procesos metabólicos solidarios entre los centros rurales,

38 Mario Sanoja, Tejedores del valle de Quíbor; “La Sociedad indígena venezolana entre los
siglos XVII y XIX”, y El alba de la sociedad venezolana...; Mario Sanoja e Iraida Vargas-Arenas,
Antiguas formaciones y modos de producción venezolanos, “La formación de cazadores…”, “Early
modes of life…”, Las edades de Guayana..., y El poder popular…, pp. 277-279; Juan José Salazar,
Ob. Cit.

84 La propiedad social en la historia de Venezuela


los periurbanos y los urbanos, estimulando la circulación, la distribu-
ción y el consumo de bienes y valores39.

El desarrollo regional de las redes comunales socioproductivas trans-


versales, apoyadas y coordinadas con el sistema de misiones sociales
que están transformando, de forma radical, a la sociedad venezolana,
solo podría tener sustento en espacios donde sea hegemónica la pro-
piedad social, la cual es producto de una relación social que garantice
a todas las personas la posesión y el disfrute de los bienes y servicios
fundamentales para una buena vida, relación que solamente puede te-
ner vigencia plena dentro de una sociedad comunal socialista. Dicha
propiedad, sustentada desde sus orígenes en valores sociales y cultu-
rales comunales, no puede tener vigencia plena dentro una sociedad
capitalista, ya que todos los valores sociales y culturales así como las
normas jurídicas del capitalismo, consagran el derecho de una clase a
poseer tanto los medios de producción como los bienes y servicios que
de ellos derivan40.

Hacia finales del siglo pasado, el científico social venezolano D. F. Maza


Zavala ya había anticipado que en el siglo XXI el área de propiedad pu-
ramente estatal tendría que ser limitada por el desarrollo de otras for-
mas avanzadas de propiedad social, común o colectiva, que podríamos
asimilar al actual sistema comunal. Consideraba Maza Zavala como
deseable que el Estado pudiese conservar la propiedad y el control de
las actividades productivas básicas, aunque observaba que:

… La socialización, que es en esencia dominio de lo social por la


sociedad, exige la participación colectiva en la toma de decisiones,
el control de los intereses públicos o sociales por organizaciones y
dispositivos institucionales de índole popular, profundizar la demo-
cracia, erradicar las elites de poder y el poder de las elites, para
desarrollar en su lugar el poder del pueblo41.

El proceso civilizatorio comunal formulado por el Presidente Chávez,


debe adquirir carácter protagónico dentro del proyecto de los 14 mo-
tores productivos que ha propuesto a la nación el Presidente Nicolás
Maduro como respuesta a la grave crisis económica, social y cultural
que ha desatado la crisis de la civilización capitalista, expresada en
la baja mundial generalizada de los precios de los hidrocarburos y las

39 Iraida Vargas-Arenas y Mario Sanoja, La larga marcha hacia la sociedad comunal…


40 Mario Sanoja Obediente e Iraida Vargas-Arenas, El poder popular…, pp. 2-3.
41 D. F. Maza Zavala, Ensayos sobre la ciencia y la política económica, pp. 135-136.

La construcción del Estado comunal socialista 85


materias primas en general. Para hacer frente a dicha crisis, la Revolu-
ción Bolivariana no solo debe desarrollar las fuerzas productivas de la
nación sino también, como hemos enfatizado anteriormente, dar lugar
a un cambio en el frente de lucha para construir el socialismo comu-
nal que inicie la reorientación estratégica del proceso bolivariano. Esta
reorientación estratégica tendría como objetivo principal asignar un
papel protagónico al desarrollo regional autogestado de los sistemas de
comunas sobre los cuales descansa la consolidación del poder popular.

Para lograr el desarrollo regional autogestado de las comunas de di-


verso estilo —campesinas, urbanas, periurbanas, industriales, de ser-
vicio, etc.,— es requisito ineludible acelerar el proceso de organización
de las comunas en proyectos regionales donde, a la par de las nuevas
relaciones sociales comunales de producción se gesten empresas de pro-
piedad social que regionalicen en lo posible las cadenas de producción,
distribución y consumo de bienes materiales y servicios para la repro-
ducción de la vida social en las comunas.

Sobre la base de la relación transversal que se establezca dentro de


cada proyecto regional y de cada estructuración interproyectos de desa-
rrollo endógeno con base en la propiedad social, será posible comenzar
a pensar en el desarrollo de una nueva geometría territorial de poder
que, de forma progresiva, sustituya la estructura política basada en
estados y municipios heredada del Estado burgués, diseñada para con-
solidar las antiguas oligarquías políticas regionales. Una vez cumplido
este objetivo, será posible pensar seriamente en la construcción espa-
cial y política del nuevo Estado socialista comunal bolivariano.

86 La propiedad social en la historia de Venezuela


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90
Glosario

A
ADN mitocondrial: Fragmentos de ácido nucleico que existen en las
mitocondrias de las células animales. Se utilizan para establecer,
como en este caso, relaciones genéticas entre poblaciones humanas.

C
Consejo comunal: Forma de organización socialista de las comunida-
des, a través de la cual el pueblo formula, ejecuta, controla y eva-
lúa las políticas públicas, asumiendo su condición de poder popular.
Constituye la base sociopolítica del socialismo bolivariano, basada
en los principios de cooperación, transparencia y solidaridad so-
cial, identidad nacional, colectivismo, régimen de propiedad social,
igualdad social y de género, libre debate de las ideas, cuyos voceros
y voceras son electos por sufragio universal.

Comuna: Organización popular socialista bolivariana, integrada por


la reunión de diversos consejos comunales, estructurados como un
grupo territorial que ejerce relaciones sociales de producción, dis-
tribución, cambio y consumo de bienes, servicios y saberes bajo un
régimen de propiedad social al servicio de sus necesidades, de ma-
nera sustentable y sostenible.

E
Estado comunal socialista: Forma de organización político social, cuya
base de conformación sería la red de comunas, fundada en el Estado
democrático y social de derecho y justicia establecido en la Consti-
tución de la República, en la cual el poder es ejercido directamen-

91
te por el pueblo a través de los autogobiernos comunales, con un
modelo económico de propiedad social y de desarrollo endógeno y
sustentable que permita alcanzar la suprema felicidad social de los
venezolanos y venezolanas en la sociedad socialista.

F
Formación económico social de recolectores-cazadores: Es la primera
fase de la vida social organizada que ocurrió en Venezuela hace 15
mil años antes del presente, señalada por modos de vida nomádicos
orientados hacia la recolección y la caza de especies naturales, ve-
getales y animales.

Formación económico social tribal: En Venezuela es la formación social


en la cual comienzan a aparecer por primera vez, hace tres mil años
antes del presente, las prácticas productivas de alimentos (agricul-
tura, caza y pesca) y de artesanías (alfarería, textiles, cestería y va-
rias otras más), asociadas con formas de vida aldeana sedentaria.

L
Los modos de vida tribales igualitarios: Se caracterizan por ser de ca-
rácter colectivo con relaciones sociales de cooperación y reciproci-
dad, regidas por el parentesco; no existe centralización del poder
salvo en ciertas circunstancias excepcionales de urgencia colectiva.

Los modos de vida jerárquicos o cacicales: Los vínculos parentales son


reemplazados por lazos políticos y de rango entre los diferentes li-
najes que componen la aldea. Bajo un régimen de propiedad colecti-
va, las relaciones hacia el interior de las aldeas dentro del territorio
tribal devienen relaciones de subordinación a una localidad domi-
nante en lo político, lo religioso y lo económico donde podía residir
el señor o jefe principal y que era el centro de un sistema de aldeas
gobernadas por señores subordinados. La división social en linajes
podía determinar la existencia de patrimonios separados: unos que

92 La propiedad social en la historia de Venezuela


son poseídos por un linaje y otros por el común de los individuos de
la tribu.

M
Medio de producción: Son los instrumentos materiales que intervienen
en los procesos de trabajo: la tierra, el agua, las materias primas y
los procesos de producción de bienes concretos derivados de aque-
llas, que la sociedad requiere para reproducir su vida material. Por
eso decimos que son los propietarios de los medios de producción
quienes determinan el régimen social: en el socialismo el propieta-
rio de los medios de producción es el pueblo, el poder popular, las
misiones sociales, las empresas sociales, son algunos de los medios
de producción mediante los cuales actúa la Revolución Bolivariana
para reproducir la sociedad venezolana sobre bases socialistas.

Modo de producción: El modo de producción es la esfera social de


reproducción económica de la vida material de una determinada
formación social y material, el cual incluye también el modo de re-
producción material general de una sociedad. La Revolución Bo-
livariana busca lograr que la reproducción económica de la vida
material ocurra como parte de un modo socialista, dentro de valores
sociales como la cooperación, la solidaridad social, la reciprocidad,
la soberanía en todas sus formas y el protagonismo democrático,
valores que caracterizan al poder popular, base fundamental del
socialismo bolivariano.

Modo de producción doméstico: Modo de producir en colectivo que tie-


ne como base un grupo social definido territorialmente, organizado
con base en el parentesco consanguíneo y en el régimen de propie-
dad comunitaria, el cual comparte la comunidad de habitación, la
comunidad de uso de un equipamiento doméstico o personal, una
ideología o imaginario comunitario, la elaboración de un presupues-
to comunitario para todas las actividades que emprenda el grupo
doméstico para su reproducción social como tal.

Modo de vida comunal socialista: Manera particular no capitalista de


organizar las actividades humanas para transformar la sociedad

Glosario 93
venezolana y eliminar la desigualdad y la injusticia social. Ese
modo de vivir está estructurado bajo un sistema de comunas agro-
pecuarias, industriales y de servicios con un régimen de propiedad
social que satisfaga plenamente las necesidades colectivas de la so-
ciedad venezolana.

P
Propiedad cooperativa: Forma de propiedad capitalista para la ejecu-
ción de proyectos socioeconómicos que benefician tanto las necesida-
des de grupos particulares como también asociaciones comunales,
pero que son proyectos privados de gestión colectiva y/o cooperativa
que pueden o no tener una base territorial.

Proceso de trabajo: El conjunto de actividades que manifiestan una


relación determinada entre instrumentos de producción, organiza-
ción de la fuerza de trabajo, características del objeto de trabajo, la
ideología y las costumbres que tales prácticas implican.

Poder popular: Es el ejercicio de la soberanía por parte del pueblo en lo


político, económico, social, cultural, ambiental, en lo nacional y todo
ámbito del desenvolvimiento y desarrollo de la sociedad, a través
de sus diversas formas de organización que edificarían el Estado
comunal.

Propiedad social: El derecho que tiene una comunidad sobre un deter-


minado activo. La propiedad social comunitaria o colectiva es un con-
cepto propio del socialismo y en todo ámbito del desenvolvimiento.

R
Relaciones sociales de producción: El conjunto de relaciones socioeco-
nómicas que se establecen entre los hombres y las mujeres, inde-
pendientemente de su conciencia y su voluntad, en el proceso de
producción, distribución, cambio y consumo de los bienes materia-

94 La propiedad social en la historia de Venezuela


les. El régimen de propiedad es el reflejo jurídico de las relaciones
sociales de producción.

S
Socialismo comunal bolivariano: Es un sistema político social que se
basa en la ideología bolivariana de independencia nacional, el cual
busca transformar la realidad social venezolana, al promover diver-
sas formas de propiedad social y nuevas relaciones sociales de pro-
ducción y de justicia e igualdad sujetas al control del poder comunal.

Sociedad precapitalista originaria: En Venezuela, alude a las formas de


sociedades aborígenes que antecedieron a la aparición de la socie-
dad capitalista en el siglo XVI de la era cristiana.

Glosario 95
Cuestionario

1 ¿Qué tipo de propiedad existió en Venezuela antes de la llega-


da de los colonizadores?

2 ¿Por qué se dice que el origen de las comunas se remonta hacia


la época anterior a la llegada de los colonizadores a territorio
venezolano?

3 ¿Por qué se dice que a partir de 1836 se debilitó la propiedad


comunal en Venezuela?

4 ¿Qué se debe hacer para afianzar la propiedad colectiva en


Venezuela?

5 ¿Por qué es necesario impulsar la propiedad social?

6 ¿Por qué se dice que para consolidar el régimen de propiedad


social es necesario lograr una nueva geometría de poder?

7 ¿Por qué las comunas constituyen una estructura fundamen-


tal para lograr el proceso productivo de transformación con
justicia social?

8 ¿En cuáles valores se basa la cultura comunal?

9 ¿Cómo las empresas de propiedad social pueden contribuir en


el proceso de diversificación de la producción nacional?

97
10 Liste el número de empresas de propiedad colectiva que en los
últimos años se han conformado en su comunidad o muy cerca
de ella.

98 La propiedad social en la historia de Venezuela


Los autores

Mario Sanoja Obediente (1934)


Profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Graduado en Sociología y Antropología (1957) y doctor en Antropología
(1966) por la UCV. Obtuvo una beca en París para seguir estudios de
postgrado en la Universidad de la Sorbona donde cursó la licenciatura
en Etnología en la Facultad de Ciencias (1958), y el diploma en Etno-
logía (Maestría) en la Facultad de Letras (1960) de la misma univer-
sidad. Profesor de la Escuela de Antropología de la UCV desde 1968,
y de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de
los Andes (ULA), desde 1963 hasta 1967. Profesor del Instituto de In-
vestigaciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la
UCV desde 1967, y director del mismo en 1975. Designado como Indi-
viduo de Número de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela
y miembro correspondiente de diversas academias de la Historia en
América Latina. Investigador Nacional Emérito PPI-Fonacit del actual
Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Cien-
cia y Tecnología de Venezuela. Ha sido Profesor invitado de diversas
universidades venezolanas y del exterior. Le fue concedido en 2004 el
Premio Nacional de Cultura mención Humanidades del Ministerio del
Poder Popular para la Cultura. Tres de sus últimos libros fueron publi-
cados por el Banco Central de Venezuela: El agua y el poder (con Irai-
da Vargas-Arenas), Historia sociocultural de la economía venezolana y
Del capitalismo al socialismo del siglo XXI.

Iraida Vargas-Arenas (1942)


Profesora titular jubilada de la Universidad Central de Venezuela
(UCV). Se graduó de Antropóloga en la UCV (1966), donde recibió el
magister en Historia (1973). Obtuvo el doctorado cum laude en His-
toria y Geografía en la Universidad Complutense de Madrid (1976).
Profesora de la Facultad de Humanidades y Educación en la Univer-
sidad de Los Andes (ULA) desde 1967, y profesora del Instituto de In-
vestigaciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales y de la
Escuela de Antropología de la UCV desde 1968. Profesora de postgrado
en varias universidades de Venezuela, Colombia, Costa Rica, México
y Dinamarca. Además se desempeñó como profesora del doctorado en

99
Antropología de la Universidad Autónoma de Barcelona, España, entre
1995 y 1999, del doctorado en Antropología de las universidades de Gö-
tteborg, Suecia, y de Kenya en 1993. Investigadora Nacional Emérita
del PPI-Fonacit, del actual Ministerio del Poder Popular para la Edu-
cación Universitaria, Ciencia y Tecnología de Venezuela. Es la primera
mujer en obtener en 2008 el Premio Nacional de Cultura, mención Hu-
manidades, del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. En sus
últimos libros destaca el análisis de la historia social venezolana entre
el siglo XVIII y el presente (Resistencia y Participación, Monte Ávila
Editores Latinoamericana, 2007) y el papel de la mujer en la historia
de Venezuela (Historia, mujer, mujeres, Ministerio de la Economía Po-
pular, 2006; y Mujeres en tiempos de cambio, Archivo General de la Na-
ción, 2010). Su más reciente obra, escrita con Mario Sanoja, analiza el
presente y el futuro del socialismo comunal bolivariano (La larga mar-
cha hacia la sociedad comunal, Editorial El Perro y la Rana, 2015).

100 La propiedad social en la historia de Venezuela


Este libro se terminó de producir
en el Departamento de Publicaciones
de la Gerencia de Comunicaciones Institucionales
del Banco Central de Venezuela
en Caracas, Venezuela,
durante el mes de octubre de 2017
La idea de propiedad social está exenta de la explotación del hombre
por el hombre, contraria a la idea vigente de propiedad individual
auspiciada por el sistema capitalista. Su establecimiento debe ser el
núcleo fundamental de un verdadero sistema socialista en el que la
comuna ejerce el control directo sobre los activos de los medios de
producción. Este libro, orientado por la propuesta conceptual de
revolución cultural, se impone ante la vida social, política y económica
del país de cara a las estrategias estadales relacionadas con las leyes
del poder popular y la instauración del Estado Comunal. En sus nueve
capítulos, los profesores Mario Sanoja Obediente e Iraida
Vargas-Arenas analizan, con sustento histórico, económico y cultural,
las distintas facetas de la propiedad en Venezuela. Afianzan la
propiedad social como bandera para la necesaria transformación de la
sociedad actual, en la cual la educación popular debe ocuparse de
cambiar las costumbres de solidaridad, justicia y fraternidad. Esto junto
a la organización popular y la interpretación y ejecución de las leyes
comunales vigentes, dará como resultado la construcción del bloque
hegemónico cultural, revolucionario y socialista.

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