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Baal
Baal
Durante la época de los hicsos, en Egipto fue identificado con Seth, un dios guerrero;
también fue asociado a Montu. Pero durante la dinastía XVIII su culto en Egipto sería
denigrado. Era el dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad. En la Biblia Baal ( בעלBa‘al) es
llamado uno de los falsos dioses, al cual los hebreos rindieron culto en algunas ocasiones
cuando se alejaron de su adoración a Yaveh; (ver Idolatría). Fue adorado por los fenicios
junto al dios Dagón (el más importante de su panteón).
Astarté
Monedas representando a Ishtar.
ashtoret, nótese su traje de estrellas.
Las Guerras Púnicas fueron una serie de tres guerras que enfrentaron entre los años
264 a. C. y 146 a. C. a las dos principales potencias del Mediterráneo de la época: Roma y
Cartago.1 Reciben su nombre del etnónimo latino Pūnicī nombre usado por los romanos
para los cartagineses y sus ancestros fenicios (de la formas más antiguas lat. arc. Poenicī <
gr. Phoinicoi). Por su parte los cartagineses llamaron a estos conflictos "guerras romanas".2
Conflicto que se debió de gran manera a la anexión por parte de Roma, a la Magna Grecia,
de tal manera surgieron conflictos sumamente graves entre ambas potencias. Aunque los
romanos lograron crear grandes tropas; sobre todo navales, no le aseguraron el poderío y el
control en las Guerras llevándolos a caer en la confianza. La causa principal del
enfrentamiento entre ambas fue el conflicto de intereses entre las existentes colonias de
Cartago y la expansión de la República de Roma.3 El primer choque se produjo en Sicilia,
parte de la cual se encontraba bajo control cartaginés. Al principio de la Primera Guerra
Púnica, Cartago era el poder dominante en el Mar Mediterráneo, controlando un extenso
imperio marítimo, mientras que Roma era el poder emergente en Italia. Al final de la
Tercera Guerra Púnica, tras la muerte de centenares de miles de soldados en ambos bandos,
Roma conquistó todas las posesiones cartaginesas y arrasó la ciudad de Cartago, con lo que
la facción cartaginesa desapareció de la historia. La victoriosa Roma emergió como el
estado más poderoso del Mediterráneo occidental. Sumado al fin de las Guerras
Macedónicas4 y la derrota del Emperador Seléucida Antíoco III Megas en la Guerra
Romano-Siria5 en el Mediterráneo oriental, Roma quedó como el poder dominante en el
Mediterráneo, y la más poderosa ciudad del mundo clásico. La derrota aplastante de
Cartago supuso un punto de inflexión que provocó que el conocimiento de las antiguas
civilizaciones mediterráneas pasara al mundo moderno a través de Europa en lugar de
África.