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Antiseri Dario - Como Se Razona en Filosofía Porque y Como Enseñar Historia de La Filosofia PDF
Antiseri Dario - Como Se Razona en Filosofía Porque y Como Enseñar Historia de La Filosofia PDF
DARIO ANTISERI
cómo SE RAZONA
EN FILOSOFIA
POR QUÉ Y CÓMO ENSEÑAR
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
Unión Editorial
Dario Antiseri
Unión Editorial
2013
Título original:
Come si ragiona in filosofia
e pera/J! e tome ímegnare xtoría della filoxafia
© 2011 Editrice La Scuola, Brescia (Italia)
Ilustraciónde la cubierta:
Platón sosteniendo el Tímeo y Aristóteles la Ética
(detalle de «La Escuela de Atenas» de Rafael Sanzio)
© 2013 Dario Antiseri
© 2013 para la edición española:
UNIÓN EDITORIAL, S.A.
c/ Martín Machío, 15 ° 28002 Madrid
Tel.:91350 02 28 ° Fax: 91 181 22 12
Correo: info@unioneditorial.net
www.unioneditorial.es
ISBN: 978-84—7209-586-1
Depósito legal: M. 653-2013
Compuesto por JPM GRAPHIC, S.L.
Impreso por MALPE, SA.
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Índice
Introducción
Por qué y cómo enseñar historia de la filosofía . . . . . . . . .
II
ISAIAH BERLIN
Introducción
Por qué y cómo enseñar historia de la filosofía
¿Es el hombre sólo cuerpo, o bien es alma y cuerpo? ¿Es libre, o está
determinado? ¿Es tal como lo describe Freud o tal como nos lo pre-
sentan los comportamentistas? ¿Y qué ha cambiado, o cambia, para
la imagen del hombre, con la llegada de la teoría de la evolución?
Problemas preñados de consecuencias morales y políticas sonlos
que desde los comienzos afrontaron los filósofos con la propuesta
de las distintas filosofíasde la historia: la historia humana ¿es desde
siempre un campo abierto al compromiso moral, creativo y respon-
sable de los seres humanos, o bien una imponente realidad que se
desenvuelve siguiendo ineluctables leyes de desarrollo —leyes de
decadencia, cíclicas o de progreso? Problemas filosóficos ineludi-
bles son tambiénlos relativos a la «mejonrorganizaciónde la convi-
vencia humana— problemas, pues, de filosofía política: ¿Cuando
se vive en un Estado democrático? ¿Qué instituciones caracterizan
a una sociedad abierta? ¿Dónde están las diferencias de fondo entre
la sociedad abierta y la sociedad cerrada? ¿Cuáles son las «razones»
de la sociedad abierta? ¿Con que’ argumentacionesmás de un filóso-
fo, empezando verosímilmentepor Platón, ha tratado de justificar
concepciones absolutistas, totalitarias, tiránicas del poder político?
Las conexiones con las cuestiones referentes a la existencia o no
existencia de Dios, la naturaleza del hombre y las concepciones del
Estado nos muestran los problemas relativos a la justificaciónracio-
nal o no de los valores éticos: ¿Tiene razón Pascal cuando afirma que
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«el robo, el incesto, matar a los padres o a los hijos, todo ha encontra-
do lugar entre las acciones virtuosas», o bien tienen razón los defen-
sores del «derecho naturalmipara los cuales la razón humana estaría
en Condicfisïíïdefiniryfundamentarracionalmente normas mo-
rales válidas sub specíe aeternítatís? g ue’ sucedería con el derecho
natural si se considerara válida aquella ley —que Norberto Bobbio
define como una «ley de muerte para el derecho natural»— que es
la «ley de Hume», que {fija la imposibilidadlógica de derivar enun-
ciadiosiprescriptivos, es decir normas, de enunciados descriptivos es ,
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ué si 8 nifica Cl ue una teoría fisica es verda-
dera, q ue un teorema matemático es verdadero, que una teoría meta-
física es verdadera, q ue un fe reli iosa es verdadera?
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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POR QUÉ Y CÓMO ENSEÑAR HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
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entrar eniíolisión con un trozo del Mundo 3 —un teorema lógico,
una teoría cientifica, un resultado matemático u otra idea filosófi-
ca— en la época bien consolidado y al cual entonces no se está ra-
Ízonablemente dispuestos a renunciar. Así, por poner un ejemplo,
dado que no se da un paso lógico de n, un número incluso eleva-
do de observaciones análogas reiteradas, al multiplicador x, no Valen
las pretensiones de la inducción por repetición; o también si vale la
ley de Hume, referente a la imposibilidadlógica de derivar enuncia-
dos prescriptivos (normas éticas o jurídicas) de enunciados descrip-
tivos, resultan infundadas todas las variantes del iusnaturalismo; la
imposibilidadde la construcción de un autopredictorcientíficoecha
por tierra radicalmentelas pretensiones de aquellos filósofos que creen
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quien merezca la pena hablar. Pero los filósofos deberían saber que
no son más semejantes a Dios que los demás hombres.» Y esta es
una buena justificacióndel estudio y de una enseñanzaprítioa de, la
historia de la filosofía.
i
28
Primeraparte
La lógica del razonamiento filosófico
WILLIAM BARTLEY
Capitulo primero
¿Son racionalessolo las teorías científicas
o lo son también las filosóficas?
31
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA , k
A/
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¿SON RACIONALES SOLO LAS TEORÍAS CIENTÍFICAS...?
2. EL ENFRENTAMIENTO DE CAMBRIDGE
ENTRE LUDWIG WITTGENSTEIN Y KARL R. POPPER
SOBRE LA NATURALEZA DE LOS PROBLEMAS
v DE LAS TEORÍAS FILOSÓFICAS“
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¿SON RACIONALES SOLO LAS TEORÍAS CIENTÍFICASOOU?
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de sendos atizadores. Más cerca de casa, las historias eran menos exa-
geradas, pero no tanto.»’7
sala se había llenado, había más personas que sillas: «la atmósfera
estaba cargada de expectación [...]. El conferenciante era vienes, como
el presidente del círculo, el profesor Wittgenstein, pero todos sabían
que era resueltamente contrario al enfoque basado en el lenguaje
de su compatriota. Braithwaite, que conocía a Popper, preveía fuegos
artificiales, una situación tensa. Había corrido la voz: por fin alguien
capaz de hacer frente a Wittgenstein y que no se dejaría aplastar por
aquella máquina maléficam“ Popper —dicen Edmonds y EidinoW—
mira alrededor: Ewing se ata las botas; Wisdom lee, seguramente un
periódico de carreras; Braith sonríe con aire alentador; su mujer deja-
ba de cruzar las piernas. Uïrestudiante que parecía extranjero se mo-
vía a disgusto en la silla.”
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,3 U
Edmonds y Eidinow tratan de suscitar algunas dudas sobre el «embe-
llecimiento» que Popper habría hecho prlo domo sua al recordar su
enfrentamiento con Wittgenstein en Carïïsïidgéïíïéïafiiiïsinteresan-
tes son sus consideraciones acerca del papel que en el asunto habría
desempeñado Bertrand Russell. En Mi vida enfilosofiaescribe Russell:
«El primer Wittgenstein, al que conocía íntimamente, era un hombre
dedicado intensa y apasionadamente al pensamiento filosófico,
profundamente consciente de los difíciles problemas cuya impor-
tancia advertía lo mismo que yo, y en posesión (al menos así lo pen-
saba yo) de un auténtico genio filosófico. El nuevo Wittgenstein, por
el contrario, parece haberse cansado de pensar en serio y da la impre-
sión de que ha inventado una doctrina capaz de hacer innecesaria
esta actividad. No creo ni por un instante que una doctrina que tie-
ne estas melancólicas consecuencias sea verdadera.»29
Russell Valora así el movimiento analítico en su conjunto: «La doc-
trina, a lo que yo entiendo, consiste en sostener que el lenguaje de
la vida cotidiana, con las palabras empleadas en su significado or-
dinario, basta para la filosofía,y que esta no tiene necesidad de tér-
minos técnicos o de cambios en el significado de los términos comu-
nes. No puedo en absoluto aceptar esta opinión. Soy contrario a
ella:
a) porque no es sincera;
b) porque puede excusar la ignorancia de la matemática, de la físi-
ca y de la neurología en quienes sólo han tenido una formación
clásica;
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Popper: «Ya no pienso, como en otro tiempo, que exista una dife-
rencia entre ciencia y metafísica sobre este importantísimo punto
[con]: Y en la medida en que una teoría rnetafisicapuede ser racional-
mente criticada, debería estar dispuesto a tornar en serio su implí-
cita reivindicación a ser considerada, al menos provisionalmente,
como verdaderam“ También: «Toda teoría racional; no importa si
científica o metafísica, es tal sólo porque está en relación con algo
SI
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7
a) El marxismo. El marxismo, en su componente de materialis-Ï
mo histórico’ (el orden de los hechos económicos es el ordenfide los
hechos históricos), aunque ha generado teorías científicas contro-
lables (en este sentido es una «metafísica influyente» o un «progra-
ma de investigación metafísico»), no es ciencia: es una absolutiza-
tión de la influenciade lo económico sobre los hechos históricos.
Es la indebiday dogmática transformación de un «hecho» en «enti-
dad metafísica», algo que vieron perfectamente, entre otros, algunos
pensadores como Max Weber, Eduard Bernstein, Max Adler, Karl
Pepper.“
En cuanto materialismodialéctica, el marxismo es una teoría irre-
futable; un dogma sin fundamento relativo al «progreso» histórico
que, por lo demás, cae en la deletérea confusión entre contradic-
ción lógica y contradicción dialéctica. Las «contradiccionesdialéc-
ticas» de los marxistas son oposiciones reales, luchas entre clases,
conflictosde intereses, etc.: todos ellos eventos descriptibles y expli-
cables con teorías no contradictorias.”Pero, aparte estas fundamen-
talísimas críticas, el pensamiento marxista (en gran parte de su tradi-
ción) es un pensamiento que ha vulnerado el canon metodológico
que impone aceptar las refutaciones. Parte de la tradición marxista
ha sido, de hecho, una especie de sala operatoria en la que se han prac-
ticado toda una serie de operaciones de plástica facial (inyecciones
de hipótesis ad hac) a la teoría desgarrada por la refutación de los
hechos.”
Así, pues, el marxismo, en alguno de sus rasgos, es una teoría me-
tafísica criticable y criticada. Criticada en sus pretensiones de cien-
cia; es criticada en razón de instrumentar cientificos (es decir en razón
de la teoría según la cual no todos, no siempre, no necesariamente
los hechos históricos están determinados por el elemento económi-
co; y puede darse, se ha dado y se da tambiénel caso contrario, en
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I. K.R. Popper, Lagíca del/a scoperta scíentífica, tr. it., Einaudi,Turín 1970, p. 14.
2. Véase, tambiénde K.R. Popper, La demarcazíone tm scíenza e metafisíca (ensa-
yo escrito en enero de 1955 para el volumen The Phílaraphy ofRudolfCarnap, publi-
cado posteriormente 1964; reimp. como cap. II en Id., Congetture e confittzzzíaní, tr.
it., il Mulino, Bolonia, 1972, del que cito: p. 432): «Mi tesis, en pocas palabras, es esta.
Los repetidos intentos hechos por Rudolf Carnap para demostrar que la demarca-
ción entre ciencia y metafísica corresponde a la distinción entre sentido y no-senti-
do han fracasado. La razón es que el concepto positivista de “significado” o “sentido”
(o biende verificabilidad,o conformabilidadincluctiva, etc.,) no se presta a la conse-
cución de semejante demarcación, por la simple razón de que la metafísica, a pesar de
no ser ciencia, no por ello debe ser privada de significado.»
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3.
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para el servicio, a fin de poder evitar todo contacto. Se dice que en su vida pronun-
ció menos palabras que un monje trapense. Popper sostenía que una teoría sólo puede
definirse como científica si es falsificable o está abierta al examen. A la pregunta de
Geach, la respuesta de Poppere fue simplemente: “No”.»
29. B. Russell, La mia vita ínfilosafizz, tr. it., Longanesi, Milán 1962, p. 304.
3o. Id., Ritmttí a memoria, tr. it., Longanesi, Milán 1958, p. 207.
31. Véase. ibz’, p. 209.
32. Ibi, pp. 211-212.
33. Véase. B. Russell, Prqfizzione a E. Gellner, Parole e cose, tr. it., il Saggiatore,
Milán 1961, pp. 25-27.
34. B. Russell, Ritmttí a memoria, cit., p. 210.
35. Ibi, p. 211.
36. B. Russell, Preflzzionea E. Gellner, Parale e case, cit., p. 27.
37. K.R. Popper, Come ía veda la filosofia, tr. it., «La Cultura», 4 (1976), XIV, p.
394.
38. Ibidem.
39. Ibidem.
4o. Ibídem.
41. Ibi, p. 395.
42. Véase íbidem.
43. Ibidem.
44. Ibídem.
45. Ibídem.
46. E. Edmonds J. Eidinow, La lite di Cambridge, cit., p. 228.
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65. K.R. Pepper, Poscritïa alla logica del/a scaperta scientifica, III, cit., pp. 203-204.
66. Ibi, p. 203.
67. Ibidem.
68. WW Bartley, Ecalagia delkz razionalitá, cit., cap. V.
69. Una reseña de estas críticas puede encontrarse en mi trabajo: Analixi epistemo-
lagica del marxismo e del/a psicoanalisi, Citta Nuova, Roma 1974.
7o. Véase, al respecto, K.R. Pepper, Cbt cos’? la dialetticzzñ en Id., Congetture e
canfiitzzziani, cit., pp. 596 ss.
71. Véase sobre este punto Id., Replies r0 My Critica en Aa.Vv., Tbe Pbilosapby
ofIQzrlPopper, al cuidado de PA. Schilpp, Open Court, La Salle (IlL) 1974, pp. 984985.
72. Véase Id., Miseriiz della staricisma, cit., pp. 17-19.
73. S. Freud, La mia vita e lapxicaanalisi, tr. it., Mursia, Milán 1963, p. 95.
1990, p. 9.
81. Ibi, pp. 15-16.
s2. Ibi, p. s.
83. Ibi, p. 16.
84. E. Friedell, Kulturgestbitbte der Neuzeit, CH. Beck’sche, Munich 1931, p.
l 5 1 9.
85. Ibi, p. 1521.
86. Ibi, p. 1519.
87. Ibi, p. 1518.
ss. Ibi, p. 1517.
89. Sobre la sesión de la Sociedad psicoanalítica de Viena en la que F. Wittels
presentó sus reflexionessobre Kraus, véase Th. Szasz, IGV/Krause i medici de/Iiznimiz,
tr. it., Armando, Roma 1982, pp. 38-47. Más de un estudioso ha querido ver en las
críticas de Kraus contra el psicoanálisis una reacción de venganza consumada por este
contra Fritz Wittels.
9o. A. Janik S. Toulmin, La grande Vienna, tr. it., Garzanti, Milán 1975, p. 66.
—
91. K. Kraus, Detti e contradderti, tr. it., Adelphi, Milán 1972, p. 115.
92. Ibi, pp. 299-300.
-
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95. EA. von Hayek, Legge, legislaziane e lioertá, ed. it. al cuidado de A. Petroni
y S. Monti Bragadin, il Saggiatore, Milán 1986, p. 556.
96. L. Wittgenstcin, Lezioni e conversazioni sulfetica, l Estetica, la psicologia e la
credenza religiosa, tr. it., Adelphi, Milán 1967, p. 128.
97. Ibi, p. 140.
98. N. Malcolm, Ludwig Wittgenstein, tr. it., Bompiani, Milán 1961, p. 57.
99. Cicerón, De Republica, III, 22.
10o. B. Pascal, Pensieri, tr. it., Paoline, Milán 1961, pp. 478-479.
101. Véase sobre el tema R.M. Hare, Illinguaggio della mande, tr. it., Ubaldini,
Roma 1968.
102. L. Wittgenstein, Trizcmrus logico-plailasop/zirus, tr. it., Bocca, Milán-Roma
1954, prop. 6.52.
103. Véanse sobre el tema: H. Kelsen, Lineamentí di dottrinapura del diritto, tr.
it., Einaudi,Turín 1962; N. Bobbio, Giusnatunz/ismo ¿positivismo gíuridico, Comu-
nitá, Milán 1965; U. Scarpelli, Cas? i/poxitiz/ismogíuridico, Comunitá, Milán 1965.
104. Véase Popper, Utopia e violenza, en Id., Congetture e confittazioni, cin; nueva
ed. 2000, p. 612.
105. Véase Pepper, Teoria razionale del/a tradizione, en Id., Congetture e confina-
zioni, cit., p. 222.
106. Cfr. Id., Miseriiz dello rtoricismo, cit., pp. 77-79.
107. j. Watkins, Tre mggi su «scienza» e «metafisiczz», tr. it., Borla, Roma 1983, p.
23.
108. Cfr. K.R.Pepper, La critica Íeantiana e la cosmología, en Id., Congemire e con-
fiitazioní, p. ss.
cin, 306
109. Ch.S. Peircc, CallectedPapers, a1 cuidado de Ch. Harrshorne y P. Weiss, Har-
vard University Prcss, Cambridge Mass. 1965, 6.2.
Capítulo segundo
Cómo orientarse en la tierra de nadie
entre el imperio de las verdades analíticas
72
CÓMO ORIENTARSE EN LA TIERRA DE NADIE
estudiada.p»‘4
«Rehabilitarla metafísica como marco para la ciencia»‘5—-tal es
el compromiso de Agassii. Una metafísica como marco para la cien-
cia se percibe claramente, por ejemplo, en Descartesf6 Y cuando
Agassi habla de metafísica piensa en el uso tradicional del término:
«Las doctrinas metafísicas hay que encontrarlas, en primer lugar y
73
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S. LA «JUSTIFICACIÓN» NO EQUIVALE A LA «CRITICA»
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partes tienen una afinidad recíproca por el hecho de que todas ellas
están bajo la misma influenciacentral. He aquí un ejemplo: lo que
informa e integra las heterogéneas ideas de San Agustín o de Bossuet,
o bien de Condorcet, de Burke, de Comte o de Marx es en cada uno
de los casos una típica concepción de la historia que da forma a cada
una de sus correspondientes interpretaciones de los hechos históri-
cos y sugiere un determinado tipo de perspectiva moral. En una pa-
labra, mi propuesta es que mi tricotomía puede explicar lo que no
puede ser explicado por la dicotomíadel empirista lógico, es decir
que las distintas y típicas concepciones del mundo han tenido la ten-
dencia a asociarse íntimamente con visiones político-moralestípicas.
La subjetividad de las doctrinas del universo misterioso indica que
ciertos grandes conflictos de creencias en la esfera político-moral no
tienen por que’ tener su origen en principios morales o en hechos ob-
servables. Pueden ser guiados por interpretaciones metafísicas del
universo en conflicto. Si tal es el caso, el filósofo puede desempeñar
un cierto papel en ayudar a recomponer el conflicto.»67
Los neopositivistas, y más en general los empiristas lógicos, equi-
pados con la dicotomía «analítico»«sintético»,sostienen que concep-
tos, teorías y problemas filosóficos no empíricos carecen de sentido
y son perplejidades lingüísticas, y que toda la filosofíaclásica, cuan-
do no es auténtico análisis lingüístico, se reduce sustancialmente a
atascos lingüísticos.“ Ciertamente, admite Watkins, existen los «enun-
ciados monstruosos» de los filósofos como «el tiempo es irreal», «el
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“
aradi mas”:
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en bea/ms comprobados. Pero los hechos no están nunca separados de alguna teoría.
Por consiguiente, si se quiere aumentar el poder de la crítica, se precisarán alternati—
vas capaces de tratar «de un modo nuevo y acaso también más detallado» lo que gene-
ralmente se cree y que esta’ «altamente confirmado». «No solo la descripción de cada
hecho particular depende de alguna teoría (la cual podría, obviamente, ser muy dife-
rente de la teoría que debe ser verificada),pero también existen nec/aos que no pueden
manifestarse a no ser con ayuda de alternativas a la teoría que se trata de verificar,y que
dejan ¿ie estar disponibles apenas tales alternativas quedam excluidas» (BK. Feyerabend,
Contra i! metodo, tr. it., Feltrinelli, Milano 1979, p. 33). Esto sugiere —prosigue Fe-
yerabend— que «la unidad metodológica a la que debemos referirnos cuando discu-
timos cuestiones de verificacióny de contenido empírico está formada por toda un
conjunto de teorías, que en parte se superpanen, fizaualmenteademadaspero recíproca-
mente contradictorias» (Íbidem). Así las cosas, se comprende fácilmente que «la inven-
ción y la elaboración de alternativas podrían tener que preceder a la producción de
hechos destinados a refutar una teoría. El empirismo, al menos en algunas de sus ver-
siones más refinadas, exige que el contenido empírico de cualquier conocimiento que
nosotros poseamos sea incrementadolo más posible. De a/iíque 1a invención a'e alter-
nativas a la opinión examinada constituya una parte esencialdel método empírica. Inver-
samente, el hecho de que la condición de coherencia elimine las posibles teorías al-
ternativas demuestra ahora que la misma está en desacuerdo no sólo con la práctica
científica sino también con el empirismo. Mediante la exclusión de pruebas experi-
mentales preciosas, disminuye el contenido empírico de las teorías a las que se permi-
te subsistir (las cuales, como indique’ más arriba, serán por lo general las primeras que
se propusieron); y, sobre todo, disminuye el número de aquellos hechos que podrían
revelar sus límites» (Ibi, p. 35). Se precisan alternativasmetafísica; en colisión con una
teoría científicabien consolidada para descubrir hechos o aspectos de la realidad que
escaparían inevitablemente a tales teorías científicas. En esencia, Feyerabend insiste
en el hecho de que «el examen de semejante punto de vista (es decir de una teoría bien
establecida y universalmente aceptada) tiene a menudo necesidad de una teoría alter-
nativa incompatible, de suerte que el consejo (newtoniano) de aplazar la introducción
de alternativas hasta que surja la primera dificultad significa poner la carreta delante
88
CÓMO ORIENTARSE EN LA TIERRA DE NADIE
de los bueyes. Un científico que este interesado en tener un contenido empírico lo más
amplio posible, y que desee comprender el mayor número posible de aspectos de su
teoría, adoptará por tanto una metodología pluralista, confrontará teorías con otras
teorías en vez de con la “experiencia”, con “datos” o “hechos” y tratará de perfeccionar
en lugar de rechazar las opiniones que parecen salir de la competencia. Las alternati-
vas que él precisa para mantener en pie el contraste pueden ser también tomadas del
dología, sino que tambiénes una parte importante de una visión humanitaria» (Ibidem).
Y esto en el sentido de que «es posible conservar lo que podría designarse como la
libertadde la creación artística y usar/apienammte, no solo como un medio de evasión
sino como un instrumento neceario para descubrir y acaso también para modificar
los caracteres del mundo en que vivimos» (Ibi, p. 45). Feyerabendencuentra una con-
firmaciónde sus ideas metodológicas, además de otros casos, en el caso histórico del
copernicanimo y en la defensa que Galileoarticuló del mismo. (Sobre la interpretación
que Feyerabend hace de Galileo, véase su Cantro i] metodo, cit., cap. 6-12. Y, siem-
pre de PK. Feyerabend, Iprablemi dellkmpírisma, tr. it., Lampugnani Nigri, Milán
1971.) Y en Iprablemi dellkmpirismo él vuelve con insistencia sobre la necesidad de
«una valoraciónde la metafísica que es sustancialmente distinta de la actitud empíri-
ca tradicional» (BK. Feyerabend, Iprablemi del! kmpirismo, cit., p. 27). En pocas pala-
bras, «la metodología expuesta en este estudio [Iproblemi del! Empirismo] conduce en
cambio a una valoración muy distinta de las teorías generales, las cuales no son otra cosa
que teorías científicas en un estadio primitivo. Si contradicen un punto de vista ya
afirmado, demuestran su utilidad en cuanto alternativas capaces de ofrecer una críti-
ca. De donde se sigue que las ideologíasgenerales que contradicen resultados obser-
vados o teorías confirmadasconstituyen aceptabilírimo:puntos de partida para elabo-
rar esta crítica. Lejos de ser intentos fallidos de una anticipación o de un rechazo de
la investigaciónempírica, que más tarde fueron justamente desenmascarados por una
referencia a la experiencia, constituyen los únicos medios de que disponemos para
examinar aquellas partes de nuestro conocimiento que ya han sido observativas y que
por tanto son inaccesibles a una crítica “basada en la observación”» (Ibi, p. 20).
n. Larry Laudan, al igual que Kuhn y que Lakatos, está convencido de que las
teorías más generales y no las más específicas son el instrumento primario para la com—
prensión y la valoracióndel progreso científico (L. Laudan, Ilprogram scientzfica, tr.
it., Armando, Roma 1979, p. 95). Pero Laudan también está convencido de que tanto
los paradigmas de Kuhn como los programas de investigación de Lakatos son ——para
no hablar de otros defectos—— demasiada rigido; (Ibi, p. 100). Y Laudan trata de supe-
rar las dificultades en que se han enredado Kuhn y Lakatos, proponiendo su teoría de
las tradicionesde investigación. «El darwinismo, la teoría de los cuantos, la teoría elec-
tromagnética de la luz» son ejemplos de tradiciones de investigación (Ibi, p. 101). Y,
en realidad, escribe Laudan, «toda disciplina intelectual, científica o no científica, tiene
su propia historia rica en tradiciones de investigación: empirismo y nominalismo en
filosofía, voluntarismo y fatalismo en teología, behaviorismoy freudismo en psico-
logía, utilitarismoe intuicionismo en ética, marxismoy capitalismo en economía y me—
canicismo y vitalismo en fisiología [...]» (Ibidem). Estos son, pues, ejemplos de tra-
diciones de investigación, tradiciones definibles en virtud de características como las
90
CÓMO ORIENTARSE EN LA TIERRA DE NADIE
siguientes: «1. Toda tradición de investigación tiene un cierto número de teorías espe-
cíficas, que la ejemplificany parcialmente la constituyen ; algunas de estas teorías son
contemporáneas entre ellas, otras se suceden en el tiempo. 2. Cada tradición de inves-
tigación aparece caracterizada por algunos compromisos metafísicos y metodológi-
cos que, en su conjunto, definen la tradición en cuestión y la distinguen de otras. 3.
juego [m], viola los límites de la tradición y se hace ajeno» (Ibi, pp. 102-103). Y, sin
embargo, en este punto, hay que notar que para Laudan los núcleos metafísicos de las
tradiciones de investigación no son tan duras, rígidos e ínatamble:como los paradigmas
de Kuhn o los núcleos teóricos infalsificables por decisión metodológica de Lakatos.
91
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
En esencia, Laudan reconoce que «en todo momento algunos elementos de una tradi—
ción de investigación son los centrales y más íntimos que otros» (Ibi, p. 121). El núcleo
metafísico puede sufrir modificaciones,y no solo el cinturón de las hipótesis auxilia-
res. Esta es una innovación con respecto no solo a Kuhn sino también a Lakatos. «Lo
que en la mecánica del siglo XVIII se tomó como núcleo característico imprescindible
de la tradición newtoniana (por ejemplo, el espacio y el tiempo absolutos), no lo consi-
deraban ya tal los newtonianos a mediados del siglo XIX. Lo que constituía la esencia
de la tradición del marxismo hacia mediados del siglo XIX es sustancialmente distinto
de la “esencia” del marxismo de medio siglo después. Lakatos y Kuhn pensaban con
razón que un programa de investigación o un paradigma van siempre ligados a algu-
nos elementos imprescindibles; pero se equivocaban cuando no se daban cuenta de que
los elementos que constituyen esta clase pueden desplazarse en el tiempo» (Ibi, p. 122).
Además, conviene precisar que «[...] las tradiciones de investigación no son ni explica-
tivas ni predictivas ni directamente controlables. Su generalidady sus elementos norma-
tivos excluyen que puedan llevar a ilustracionesdetalladas a preguntas específicas» (Ibi,
p. 104; y también p. 105 y p. 109), y esto a diferencia de las distintas teorías que las
constituyen, las cuales «son en general empíricamente controlables, porque de ellas (en
conjunción con otras teorías específicas) son deducibles algunas precisas predicciones
relativas al modo en que se comportarán algunos objetos del dominio» (Ibi, p. 104).
12.
CÓMO ORIENTARSE EN LA TIERRA DE NADIE
28. Ibi, p. 271. Véase, al respecto, las agudas observaciones que sobre Faraday
hace R. Dubos, I sogni della ragione, tr. it., Boringhieri,Turín 1962, pp. 158-159.
29. J. Agassi, Confitsion between Physics and Metapbysics, cin, p. 273.
3o. Ibi, p. 272.
31. WW Bartley III, Tbeories ofDemarcation between Science and Metapbysíes,
en Aa.Vv., Problem: in t/ae Pbylosopby of Science, al cuidado de I. Lakatos y A. Mus-
93
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
94
CÓMO ORIENTARSE EN LA TIERRA DE NADIE
campo-campo, él observa que, mientras que para el mecanicista todas las fuerzas están
incorporadas en la materia, y por tanto no hay fuerzas libre (Íbidem),para Faraday, en
cambio, «el universo está invadido por un campo omnipresente de fuerzas. Estas fuer-
zas permean todo el espacio vacío como tambiéntodas las cosas físicas. Lejos de de-
pender de la materia, esas fuerzas crean la materia. Las partículas materialespueden ex-
plicarse, según Faraday, como áreas que son casi impenetrables, como configuraciones
95
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
densas y estables de fuerzas, dentro de amplias áreas de campo en que son fácilmente
penetrables, es decir vacías de materia» (Ibi, p. 353). Y aquí Watkins recuerda la tesis
doctoral de Agassi (Faradaya5a Natural P/ailosop/Jer, 1971), el cual demostró que «esta
doctrina metafísica de la intertransformabilidadde todo tipo de energía entra en con-
flicto con determinadas teorías empíricas —-en particular con la teoría newtoniana
para la que la gravedad no puede ser transformada directamente en electricidad, sino
solo indirectamente, teniendo que ser antes transformada en energía cinética. Y así
la visión del mundo de Faraday tiene contenido factual a pesar de su estatus incontro-
lable y metafísico» (Ibídem).
61. Ejemplos de ideas metafísica: tonexas con la psicología son, para Watkins, teo-
rías como aquella por la que nosotros «vemos que a todo cuerpo humano correspon-
de una mente» (Ibi, p. 354); o la de la correspondencia psico-física (Ibídem); o la idea
freudiana de la explicación de los comportamientos más erráticos o más extraños por
obra de la satisfacción de los deseos: «A toda acción (donde ficción” incluye indeci-
siones, histerias, parálisis, Íapsus, etc.) corresponde un deseo (consciente o subcons-
ciente), de tal modo que la acción es un intento de satisfacción del deseo» (Ibídem).
62. 112;", p.355.
63. Ibídem.
64. Ibídem.
65. Ibidem.
66. Ibi, p. 356.
67. Ibi, pp. 359-360.
68. Véase ibí, p. 360.
69. Véase. ibí, p. 361.
7o. Ibídem.
71. Ibi, p. 362.
72. Ibi, p. 363.
73. Ibi, p. 364.
74. Ibídem.
75. Ibídem.
76. Ibi, p. 365.
Capítulo tercero l,
I. CUESTIONES DE COSMOLOGÍA
Y DE TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Si todos los hombres y mujeres son filósofos —es decir viven inmer-
sos en ideas filosóficas sobre el universo y su origen, sobre la natu-
raleza y el destino del hombre, sobre los modos de relacionarse unos
con otros y de organizar la sociedad, sobre el sentido del sufrimien-
to, sobre los comportamientos justos e injustos, sobre las cosas que
valen y las que no cuentan—, ¿por que’ tradicionalmentesuele po-
nerse el comienzo de la historia del pensamiento filosóficoen los Pre-
somítícos? Una respuesta razonable y bien documentada a esta pre-
gunta recurrente y no banal es que los Presocráticos convirtieron
en centro de su especulación y destacaron el que es un genuino pro-
blema filosófico: el problema cosmológíco. En lugar de preguntarse:
«¿Quién ha hecho el mundo?» —interrogante típico del pensamien-
to cosmogáníco-n la pregunta central de los Presocráticos es: «¿De
qué está hecho el mundo?» Pregunta que está en el origen de las teo-
rías cosmológicas, desde la antigüedad a nuestros días. La física ató-
mica actual sigue siendo una respuesta a la pregunta de Tales. Elpra-
¿lema es el mismo; conjeturalesy transitorias las teorías.
Pero, ¿en que’ consiste la tan discutida «racionalidad»de los Pre-
socráticos? Esto se pregunta Karl Popper en su conocido escrito de
1959 Bac/e to the Presocmtícs.‘ He aquí su respuesta: «Parte de ella
está ciertamente en la simplicidad y en la audacia de sus propios
97
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
99
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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¿POR QUÉ FUE PRECISAMENTE EN JONIA, CON LOS PRESOCRÁTICOS, ...?
respecto a Dios, todas las cosas son una cosa sola, entonces no debe-
ría darse ningún cambio.” Y precisamente esta consecuencia, dice
Popper, la derivó Parménides, discípulo del monoteísta Jenófanes,
que afirmó del único Dios: «Permanece siempre en el mismo lugar
inmóvil, ni le va desplazarse ahora aquí ahora allí
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
104
¿POR QUÉ FUE PRECISAMENTE EN JONIA, CON LOS PRESOCRÁTICOS, ...?
y la crítica al maestro.»45
Se trata, dice Popper, de un fenómeno único, «estrechamente liga-
do a la extraordinarialibertad y creatividad de la filosofíagriega».46
Es este un fenómeno que hay que explicar; debemos explicar el naci-
miento de una tradición. «Si buscamos los primeros vestigios de esa
actitud crítica, de esa libertadde pensamiento, nos encontramos con
la crítica que de Tales hizo Anaximandro.»47 Anaximandro critica
105
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
107
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
6. D.—K., A15 (Con la sigla D.—K. se remite a: H. Diels W Kranz, Die Frag-
-
menre der Vorso/erari/eer, Berlín 1934. Cuando no cito otra traducción, utilizo la de
Angelo Pasquinelli, Einaudi,Turín 1958).
7. Véase K.R. Pepper, Ritorno aipresocratici, cit., p. 238.
8. Alumno de Anaximandro fue, en su juventud, jenófanes, que Popper consi—
dera como «el fundador del Iluminismo griego», pero también como «el fundador
de la epistemología y de la teoría del conocimiento». Véase K.R. Popper, Senafizne la
sconorciuta: zm tentativa di dimastrizrela sua grandezza, en Id., II momia ¿ii Parmenide,
cit., p. 63.
9. D.-K., A11.
1o. K.R. Popper, Ritama aipresocnztici, cit., p. 239.
II. Ibidem.
demás, la gloria eterna a lo que es mortal. Los muchos en cambio quieren saciarse,
como las bestias» (D.—K., B, 29). «Pues ¿cuál es su intelecto o su mente? Escuchan a
IIO
¿POR QUÉ FUE PRECISAMENTE EN JONIA, CON LOS PRESOCRÁTICOS, ...?
los cantores populares y toman como maestra a la multitud, porque no saben que “los
muchos no valen nada y solo los pocos valen”» (D.—K., B, 104). «Tales cosas Muchos
no las comprenden, quienes se tropiezan con ellas, y aunque las aprendan no las com-
prenden, aunque así lo crean» (D.-K., B, 17). «Tambiénes ley obedecer a la voluntad
de uno solo» (D.-K., B, 33). «Los ciudadanos deben combatir por la ley como por
las murallas de la ciudad» (D.-K., B, 44). «Que la riqueza no os falte nunca, o efesinos,
para que se vea bien lo poco que valéis» (D.-K., B, 125).
Pero la lucha de Heráclito fue vana; y lo que, en cambio, le marcó fue la transito-
ríedzzd de todas las casar: «Todas las cosas se mueven» y «no puede uno bañarse dos
veces en un mismo río». De ahí su insistencia sobre el cambio y especialmente sobre
el cambio en la vida social. Insistencia, observa Popper, que «es una característicaim-
portante no solo de la filosofíade Heráclito, sino del historicismo en general» (K.R.
Popper, La socíetá aparta e í moi nemíci, vol. I, cit., p. 34). Ahora bien, añade Popper,
«en la filosofíade Heráclito se manifiesta una de las características menos loables del
sociales; pero al mismo tiempo es síntoma de que los historiadores no pueden acep-
tar la idea del cambio sin una profunda lucha interior (Ibídem). La; msm no san rotar,
sino procesos. «Pero reduciendo todas las cosas a llamas, a procesos, como la combus-
tión, Heráclito descubre en el proceso una ley, una medida, una razón, una sabidu-
ría; y, destruyendo el cosmos como edificio, definiéndolo como un montón de basu-
ra, lo reintroduce como el orden fatal de los acontecimientos en el mundo-proceso»
(Ibi, p. 35). «Todos los acontecimientos fluyen con la necesidad del destino... El sol
no sobrepasará la medida de su trayectoria; si no las Erinias, diosas del destino y mi-
nistras de Dike, lo encontrarán» (D.—K., B, 94). «El sol gobiernay vigila el curso del
año, determinando, indicando y mostrando sus mutaciones y las horas que todo lo lle-
van» (D.-K., B, 100). «Este orden del mundo, que es el mismo para todos, no hizo a
ninguno de los dioses ni a ninguno de los hombres, sino que ha sido, es y será fuego
vivo eternamente, que a su debido tiempo se enciende y a su debido tiempo se apaga».
«El fuego cuando venga juzgará y condenará a todas las cosas» (D.—K., B, 30).
22. K.R. Popper, Ritarna aípresacratíci,cit., p. 249.
23. Ikídem.
24. Ibi, p. 241,
25. D.-K., B, 123.
26. Ibi, 54.
27. Mi, 88.
28. Ibi, 60.
29. Ibi, 102.
3o. Ibi, 78.
31. Cfr. K.R. Popper, Rítorno aipresocraticí, cit., p. 250.
32. Cfr. íbídem.
33. D.-K., B, 78.
III
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
lunapotrebbeflzreun pa Mii luce Julie due vie di Parmenide (I); b) Come bz iunapotrebbe
fizre un pa ’a’í luce mile due vie dí Pzzrmeníde (1989); c) La Íunapub risr/Jíararele vie ¿ii
Parmenide?—ri5pettiz/amentecapítulos 3, 4, 5 de Ilmando di Parmmide, cit.
39. «Esto —escribe Pepper en el ensayo Il mondo di Parmenide, ensayo incluido
en el volumen Ilmondo ¿ii Parmenide, cit., p. 173— fue la primera refutación o falsi-
ficación de un sistema deductivo; puede decirse que marcó el comienzo de la física
teórica o incluso de la teorización científica en general.»
4o. Véase Id., Ritomo aipresacratiti, cit., pp. 252-253.
41. Véase Id., La natura dei problemífilomficie le lara radíri nel/a scienza, cit.,
pp. 140-141.
42. Id., Ritomo aipresorratid, cit., p. 252.
43. Ibidem. En el ensayo Ilmandodi Parmenide, cit., p. 155, Popper anota: «Nues-
tra civilizaciónoccidental se basa en la ciencia, en particular en la ciencia delineada
por Copérnico, Galileo, Kepler y Newton. Pero la ciencia de Copérnico, Galileo, Ke-
pler y Newton fue la continuación de la cosmología de los griegos.»
44. Id., Ritarna aipresocratití, cit., p. 257.
45. Ibi, p.258.
46. Ibidem.
47. Ibi, p. 259.
48. Ibidem.
49. Ibi, pp. 259-260.
5o. Ibi, p. 260.
51. Ibidem.
52. Id., La Javiera‘: aperm ei mai nemici, vol. I, cit., p. 132. Véanse tambiénlas con-
sideraciones desarrolladas también por Popper en el ensayo: Per una teoría razianale
dei/a tradizione, en Id., Congetture e confiitazioni, cit., pp. 217 ss.
53. Id., La societá aparta e isuoi nemici, vol. I, cit., p. 216.
54. Ibi, p. 217.
55. Ibi, p. 220.
56. Ibi, pp. 220-221.
57. M. Rostovzev, Staria delmonda antica, tr. it., Sansoni, Florencia 1965, p. 105.
58. G.5. Kirk, La natura dei míti greci, tr. in, Laterza, Roma-Bari 1977, p. 312.
59. J. Ortega y Gasset, Ideeper una storizz delbz filosofia, tr. in, Sansoni, Florencia
1984, p. 9.
6o. Véase L. Pellicani, Saggia sulla genesi del capitalismo. Alle origini della ma-
dernitá, Sugarco, Milán 1988, p. 286 ss. Sobre el tema puede verse también mi en-
sayo: I! meramre e iifiloxafi:demande a Luciana Pelliazni, en Aa.Vv., Sulla genesi del
II2
¿POR QUÉ FUE PRECISAMENTE EN JONIA, CON LOS PRESOCRÁTICOS, ...?
capitalismo, al cuidado de L. Martello, Armando, Roma 1992, p. 179 ss. Sobre esta
misma línea se había ya manifestado J. Burner, para el cual la génesis de la filosofía
griega hay que verla «sin ninguna duda en la ampliación del horizonte helénico,
ampliación debida a la gran expansión de las empresas marítimas que siguió al de—
Clive de la supremacía naval de los fenicios». Véase Burner, Early Greek P/Jílasapby,
A 8C C Black Ltd., Londres 1982; cito por la tr. francesa: Lízurare de la pbí/osap/aie
grecque, 1919, reimpr. 1952, p. 16.
61. K. Polanyi, La sussistenza delfuamo, tr. it., Einaudi,Turín 198, p. 210.
62. Ibi, p. 213.
63. M. Pohlenz, Lítomo gram, tr. it., La Nuova Italia, Florencia 1976, p. 214.
113
Segunda parte
Teorías filosóficascriticables y criticadas
117
CÓMO 51-: RAZONA EN FILOSOFÍA .
Ji"
y difíciles, sino más bienla «prehistoria» de ilusiones y fantasías, de
angustias y deseos camuflados de teorías.
Todo esto sucede en Viena entre los años de las dos guerras mun-
diales. En 1922, el físico y filósofo Moritz Schlick es llamado a la
Universidad de Viena para ocupar la cátedra de Filosofíade las cien-
cias inductivas —cátedra en la que ya habíaenseñado Ernst Mach,
al que sucedieron el gran físico BolztmannyAdolfStóhr, un pensa-
dor de tendencia antimetafísica. Dos hechos conviene recordar. El
primero es que en Viena, a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX,
el liberalismo—con su patrimonio de ideas originadas por el Ilu-
minismo, por el Empirismo y por el Utilitarismo——había sido la
orientación política dominante. Además, la Universidad de Viena,
a diferencia de la mayoría de las universidades alemanas, se había
mantenido —gracias a la influencia de la Iglesia católica— sustan-
cialmente inmune a la influenciadel idealismo. Y fue precisamente
la mentalidadescolástica, como recordará más tarde uno de los miem-
bros más significativos y activos del Círculo de Viena, Otto Neurath,
la que constituiría una buena base para el enfoque lógico de las cues-
tiones filosóficas. »,
En 1922, Schlick pasa a la Universidad de Viena. Pero —recuer—
da Herbert Feigl—— todavía antes de la guerra de 1914-18, un grupo
de jóvenes doctorados en filosofía, que habían estudiado sobre todo
física, matemática y ciencias sociales —entre los cuales destacaban
Philipp Franck, Hans Hahn, Richard von Mises y Otto Neurath—
se reunían los jueves por la tarde en un café de la vieja Viena. Por aquel
entonces el centro de discusión de este pequeño grupo de jóvenes
estudiosos era principalmente el positivismo de Ernst Mach. Poste-
riormente estas reuniones se recordarán dentro del Círculo -—obvia-
mente con simpatía y respeto—— como la «prehistoria» del Neopo-
sitivismo, cuya verdadera historia comienza en 1924, cuando Herbert
Feigl y Friedrich Waismann visitaron a Schlick con la propuesta de
formar un grupo de discusión. Schlick aceptó la propuesta y, como
resultado, se celebraron los Coloquios del viernes por la tarde. Tal fue
la génesis del Círculo de Viena, que contó entre sus primeros miem-
bros al matemático Hans Hahn, al sociólogo y economista Otto Neu-
rath y su mujer Olga (hermana de Hahn y también ella estudiosa
118
LA METAFÍSICA ANTE EL TRIBUNAL DEL «PRINCIPIO DE VERIFICACIÓN»
que no fue miembro efectivo del Círculo, pero que fue frecuente vi-
sitante —pues, entre otras cosas, era amigo de Hahn y de Schlick—,
se convirtió, junto a este último, en director de la colección Scbrzfíe
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
120
LA METAFÍSICA ANTE EL TRIBUNAL DEL «PRINCIPIO DE VERIFICACIÓN»
I2I
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
122
LA METAFISICA ANTE EL TRIBUNAL DEL «PRINCIPIO DE VERIFICACIÓN»
de Mozart. «En el fondo, los metafísicos son músicos sin talento mu-
sical. Y nuestra suposición —prosigue Carnap— de que la metafísi-
ca es un sucedáneo, ciertamente inadecuado, del arte resulta confir-
mada por el hecho de que el metafísico que acaso poseía la más
destacadaactitud artística, es decir Nietzsche, cayó menos que todos
los demás en el citado error. En efecto, una gran parte de su obra
tiene un contenido prevalentemente empírico; se trata, para espe-
cificar, de análisis históricos de determinados fenómenos artísticos,
o de análisis histórico—psicológicos de la moral. Pero la obra en que
123
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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LA METAFÍSICA ANTE EL TRIBUNAL DEL «PRINCIPIO DE VERIFICACIÓN»
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LA METAFÍSICA ANTE EL TRIBUNAL DEL «PRINCIPIO DE VERIFICACIÓN»
en una atmósfera tan liberalizada,Richard Hare concibela metafísica como una pers-
pectiva global nueva, un bli/e que todo lo ilumina con una luz distinta, empujando-
nos a navegar por un mar cuyas coordenadas no tenemos y sobre el que las brúju-
las normales no funcionan (el término bli/e fue acuñado por R. Hare, en el ensayo
Theology and Falszfícatíon, en Aa.Vv., New Essays in Phílosophícal Theology, al cuida-
do de A. Flew y A. MacIntyre, SCM Press, Londres 1955). La ciencia, en su conjun-
to, es el resultado de una actitud ante el mundo, de un hlih entre otros posibles hlíhs.
Por su parte, Friedrich Waismann a la pregunta relativa a que’ es la filosofía respon-
de: «La filosofía es muchas cosas y no hay una fórmula única para cubrirlas a todas.
Pero si se me pidiera expresar en una sola palabra cuál es su característica más esen-
cial, diría sin titubeo alguno que es visión. En el corazón de toda filosofía digna de
este nombre hay una visión, de la que la filosofíabrota y toma su forma visible. Y
cuando yo digo visión, digo justamente visión: no tengo el menor deseo de roman-
tizar. Lo típico de la filosofía es el desfondamiento de la muerta incrustación de la
tradición y de las convenciones, la ruptura de las cadenas que nos atan a los prejui-
cios que hemos heredado del pasado, de suerte que podamos tener una visión nueva
y más amplia de las cosas. Siempre se ha pensado que la filosofíadebería revelarnos
lo que está oculto (si bien yo no soy del todo insensible a los peligros de semejante
concepción). Y desde Platón a Moore y a Wittgenstein todo gran filósofo fue guia-
do por el sentido de la visión: sin este, nadie habría podido dar una nueva dirección
al pensamiento humano o abría podido abrir las ventanas sobre lo no visto todavía.
Aunque el filósofo sea un buen técnico, no dejará su impronta en la historia de las
ideas si no tiene una visión que ofrecer. Lo decisivo e implícito en un nuevo modo
de mirar es la voluntad de transformar toda la escena intelectual. Esto es verdadera-
mente esencial, todo lo demás es consecuencia y comentario [...].Lo que (para un
filósofo) cuenta realmente es que haya visto las cosas desde una nueva óptica
LA METAFÍSICA ANTE EL TRIBUNAL DEL «PRINCIPIO DE VERIFICACIÓN»
variadas escuelas, en las épocas más diversas) cómo observar y describirel mundo en
términos de potencialidad material y de actualizaciónformal; mientras que Descar-
tes y Hobbes, en modos diferentes, enseñaron a los hombres de ciencia a excluir del
razonamiento riguroso toda referencia a la idea de potencialidad, y a pensar el mundo
como una configuración mudable de unidades efectivas, definidas, inteligibles en sí.
Negar que enseñanzas metafísicas como estas hayan determinado importantes resul-
tados, quiere decir solamente mostrar la propia ignorancia de historia de las ideas»
(WB. Gallie, Introduzione a Charles Peiree, tr. it., Giunti, Florencia 1970, p. 203).
Por esto ———es siempre Gallie quien habla—— «entre los momentos más importantes
de la historia humana hay que considerar sin duda aquellos en que los hombres, solos
o colectivamente, han tratado, aunque torpemente, de modificar las líneas funda-
mentales del pensamiento y del lenguaje científico, y se puede sostener plausiblemen-
te que se trata de una de aquellas modificacionesque los más grandes pensadores tra-
taron de llevar a cabo, y efectivamente lo consiguieron» (Íltidem). En realidad, «lo que
comienza como metafísica puede acabar como ciencia» (RF. Strawson, Construction
ana’ analysis, en Aa.Vv., T/oe Revolution in Philosophy, Macmillan,Londres 1956, p.
1 10); y esto porque «una re-construcción filosóficasistemática de conceptos y formas
de lenguajepuede tener a veces una implicación en ramas de conocimiento distintas de
la filosofía» (foi, p. 109). Y así podemos afirmar que «los verdaderos sucesores de Des-
cartes fueron quienes tradujeron el espíritu de su filosofía en hechos, y no Spinoza o
Malebranche sino Newton y todos cuantos describieron matemáticamente la natu-
,
raleza. Del mismo modo, los “verdaderos” sucesores de Hegel no son los filósofos que
elaboraron sus doctrinas con una oscuridad cada vez mayor, sino los historiadores a
los que enseñó a encontrar en el fluir del tiempo no simplemente una sucesión de
episodios independientes, sino procesos inteligibles de cambio, de crecimiento y de
decadencia con ciertas analogías con el ciclo vital de los seres orgánicos» (GJ.
,
D.P. Pears RF. Strawson, Metap/aysies, en Aa.Vv., T/ae Nature ofMetap/Jysies, Mac-
—
millan, Londres 1957, p. 21), si el metafísico es aquel que «con mayor o menor teme-
ridad, ingeniosidad e imaginaciónreproyecta todo el mapa del pensamiento» (Mi, p.
22), enontes es claro que todo lo que los filósofos podrán hacer —a no ser que sean
también inventores de visiones— «es penetrar en esta gramática más profunda que
refleja los presupuestos de todo nuestro pensamiento y experiencia» (S. Hampshire,
Metap/Jysieal System, in The Nature ofMetap/yysics, cit., p. 25) y «en esta labor la filo-
sofía advierte que circula en torno a ciertas nociones clave como
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
con las nociones formales, como “existencia”, “identidad”, “unidad”» (RF. Strawson,
Analyse, Science una’ Metapbysíque, in Aa.Vv., La plailosap/zíeanalytíque, Editions de
Minuit, París 1962, p. 115). Strawson ofrece un ejemplo de metafísica descriptiva
en su libro lndívíduals: An Esta}: in Descríptíz/eMttap/Jysics (PF. Strawson, Individuals:
An Essay in Descríptive Metapbysícs, Methuen, Londres 1959. Se trata, en breve, y en
cierto sentido, de un retorno a un análisis categorial de tipo kantiano, efectuado con
los instrumentos que ofrece el arsenal de Wittgenstein. Y Stuart Hampshire escribe
a este propósito que, «como Kant y Wittgenstein han demostrado, es preciso que co-
mencemos por la situación humana real que condiciona todo nuestro pensamiento
y lenguaje» (S. Hampshire, Merap/ayxícalSystems, cit., p. 31); y ello porque «bajo todas
las gramáticas particulares de las distintas lenguas hay una gramática más profunda
que refleja los aspectos universales de la experiencia humana. La tarea que nos espera
como filósofos es la de penetrar en esta gramática más profunda» (Ibi, pp. 25-26).
36. Sobre cómo se consideran las teorías metafísicas una vez establecido el prin-
cipio de falsificabilidadcomo criterio de demarcación entre ciencia y no ciencia, se
habló ya largamente en el capítulo II del presente libro.
132
Capítulo quinto
El método de la hermenéutica
¿es realmente distinto del de la física?
133
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
mas, hipótesis que hay que someter a rigurosos controles a fin de des-
cubrir en ellas posibles errores que han de corregirse mediante otras
hipótesis que también habrán de ser controladas, y así sucesivamen-
te. Este método vale para toda ciencia racional: en todos los rinco-
nes de la investigación, siempre que haya problema que resolver (en
física, en lingüística, en biología y en economía, en sociología y en
química, en la interpretación y en la traducción de un texto y en as-
trofisica, etc.) no podemos sino inventar conjeturas para luego so-
meterlas a prueba. Popper observa también: «Elaborar la diferencia
entre ciencia y disciplinas humanísticas ha sido durante mucho tiem-
134
EL MÉTODO DE LA HERMENÉUTICA
¡
135
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
del espíritu humano, incluso para las ciencias; pero se equivocan aque-
llos que las consideran ajenas a toda penetración crítica.»‘7 «Nues-
tra razón es todo lo contrario a un infalible mecanismo generador
de luz; es extraño, pero somos precisamente nosotros los racionalis-
tas, los que más desconfiamos de ella. Ya lo dijo por su parte el prín-
cipe de los racionalistas: lapretenxíón de no equivocarse nunca ¿’s-una
retemián de 10m3. Y, sin embarg o, adoramos la razón, P orq ue P ensa-
mos que sólo ella puede darnos el saber. ¿Cómo se puede, pues, ser
racionalistas sin elevar la crítica a altísima dignidad? Es esta la que
puede corregir las nocivas inclinacionesde la mente humanas“
«Sólo los tontos y los semidioses, que se creen invulnerables, toman
la crítica por aversión; pero la crítica no será la más alta, pero sí cier-
tamente la dote más fundamentaldel espíritu, pues es la más eficaz
profilaxis del error. Sólo pueden considerarla vil aquellos que, sin
ella, pasarían por genios.»‘9 La realidad es que «todos los días se co-
rrige un error, todos los días se aprende a saber mejor el bien que po-
demos hacer y el mal que aún estamos condenados a dejar que se
produzca, todos los días nos equivocamos menos que la víspera y
esperamos obrar mejor al día siguiente. ¿Equivocarse? Ciertamen-
te. Es una palabra que asusta a la gente. ¿Equivocarse a costa nues-
tra? ¿Equivocarse a costa de nuestra vida? La sorpresa parece estar
justificada y la acusación también es grave. Y, sin embargo, o nos
aventuramos al riesgo de un error o renunciamos a los beneficiosdel
saber. No hay otro camino. El hombre que no se equivoca no exis-
te.»2° He aquí dos preciosas advertencias de Murri: «Que disfruten
los metafísicos con sus verdades eternas, sobre las que aún no se han
puesto de acuerdo. Nosotros preferimos nuestros errores de hoy;
nos basta saber que estos contienen un poco más de verdad que los
errores de ayerm“ «En la clínica como en la vida, hay que tener un
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EL METODO DE LA HERMENÉUTICA
4. «EXPLICAR» Y «COMPRENDER»!
¿’DOS PROCEDIMIENTOS DISTINTOS?
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CÓMO sE RAZONA EN FILOSOFÍA
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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EL MÉTODO DE LA HERMENÉUTICA
y aunque así fuera, jamás podríamos saberlo con certeza). Tal es, pues,
el círculo bermenéutíco; la descripción de lo que sucede en el proce-
so interpretativo (y simultáneamente la prescripción de lo que debe
suceder, si queremos interpretar adecuadamente un texto).
144
EL MÉTODO DE LA HERMENÉUTICA
intérprete»?
Popper desarrolla una teoría racional de la tradición y teoriza su
carácter de imprescindible, tanto en el rechazo (que puede ser sólo
parcial, por grande que pueda ser), como en la aceptación, o en la
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
diálogo, o bien que este había nacido bajo una mala estrella. Todo
esto indica que el diálogo tiene un espíritu propio y que las palabras
que en él se dicen llevan en síuna-verdad propia, hacen “aparecer”
algo que de ahora en adelante “será”.»34 Y en lo que respecta a la in-
terpretación de un texto, nosotros no pasamos de la intención de un
autor al significado del texto. Ante sí el intérprete no tiene las inten-
ciones del autor, sino el texto y sólo el texto, del que quiere llegar a
saber qué es lo que dice, cuál es el mensaje que en él se contiene.
Podríamos seguir insistiendo sobre los paralelismos existentes
entre Gadamer y ‘Popper (por ejemplo, destacando el papel de la
«pregunta» en Gadamer y del «problema» en Popper); pero el análi-
sis de tales paralelismos(por decirlo así) nos muestra que no se trata
147
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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EL MÉTODO DE LA HERMENÉUTICA
ofrece es, ante todo, una lección de prudencia» (Ibi, p. 128). Y con toda claridad: «En
toda clase de indagación, el método se compone de tres elementos: observación, supo-
sición, verificación» (Ibi, p. 179). Y/lugusro Murri: «La inventiva y la especulación
son las primeras cualidades del espíritu humano también para
la ciencia, pero se equi-
vocan quienes piensan que pueden disociarse de una gran penetración
crítica» (A.
Murri, Quattro lezioni e unaperizzkz. ¡[problema del metodo in medicina e biologia (1905),
Zanichelli, Bolonia 1972, p. 20). Y su convicción precisa era que «no hay dos o más mé-
todos para llegar a la verdad, sino uno solo» (Ibi, p. 32). Y, por último, GÏA. Colozza
para quien «si hubiera tenido menos imaginación, Darwin no se
habría equivocado
nunca, pero tampoco habría descubierto nada» (GA. Colozza, Lïmmagine nella
scieriza. Appunri di psicologia e pedagogia, Ditta G.B. Paravia e Comp., Turín-Roma-
Milán-Florencia-Nápoles1899, p. 13); y según el cual «en su esencia, el proceso de in-
vestigación es idéntico para todas las ciencias» (Ibi, p. 14).
5. A. Einstein L. Infeld, L evoluzionedelbzfisica, tr. it., Boringhieri,
—
Turín 1964,
p. 301.
6. A. Einstein, Física e realtá, en Id., Pensieri degli anni difitili,tr. it., Boringhieri,
Turín 1965, p. 56.
7. Id., Ifimdamenti del/afisiea, ibi, p. 114.
8. Id., La ricerca scienti ca, en Id., Come io veda ilmondo, tr. it., Giachini, Milán
s.f., p. 60.
9. A. Einstein L. Infeld, Levoluzione del/a fisica, cit., p. 160.
—
156
EL MÉTODO DE LA HERMENÉUTICA
y!
En otros casos, además del concepto puede encontrarse incluso la más específi-
ca terminología. Así, en el primer capítulo del David Copperfielel, Charles Dickens
hace decir a su personaje: «No es necesario que diga nada más
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
16o
EL MÉTODO DE LA HERMENÉUTICA
pueden ser desmentídas, que son cosas laa manasypar tanta m) absolutas, pero perfec-
tíbles. La historia de la ciencia es, en la didáctica de las ciencias, necesaria también
para resolver el grave problema de la motivación. No se dan respuestas si antes no
se hacen preguntas. Y las preguntas a las
que los científicos tratan de responder sur-
gen precisamente del flujo de la historia de la ciencia.
8. Por la «construcción» de una «mente crítica». E. Mach: «Quien conoce todo el curso
del desenvolvimiento de la ciencia valorará la importancia de cualquier movi-
miento científico actual de manera mucho más libre y correcta de lo
que pueda
hacer aquel que, limitado en su juicio al periodo de tiempo que él mismo ha vivi-
do, ve solo la dirección que la ciencia ha tomado momentáneamente.» P. Duhem:
«Hacer [a bístaría de un principiofisico signfica hacer su analisis lógica.» A. Einstein:
«Quien ya no es capaz de experimentar asombro ni sorpresa está, por decirlo así,
muerto; sus ojos se han apagado.»
39. Véanse: I’. Maas, Crítica del texto, tr. it., Le Monnier, Florencia 1972; H. Frán-
kel, Testa crítica e crítica del testo, tr. it., Le Monnier, Florencia 1972; G. Pasquali,
Storia delkz tradízíanee crítica del testo, Le Monnier, Florencia 1952; nueva ed, Monda-
dori, Milán 1974. Sobre el tema se puede consultar también D. Antiseri, Teoría anfi-
cata del metodo, Liviana, Padua 1981; nueva ed., Utet Libreria, Turín 2001,
cap. 3.
4o. P. Maas, Crítica del resto, cit., p. 1.
41. Ibi, pp. 26—27.
42. A. Roncaglia,Príncípí eapplícazíanía’í critica testaale, Bulzoni, Roma 1975,
pp. 25-26.
43. G. Mounin, Teoría e xtaría della tradazíane, tr. it., Einaudi,Turín 1955, p.
133.
44. H.—G. Gadamer, Verín‘: e metodo, cit., p. 341.
45. L. Febvre, Problcmídi metodo storíco, tr. it., Einaudi,Turín 1966, p. 143. Por
su parte, H.—I. Marrou (en La canoscenza storíca, tr. it., il Mulino,
Bologna 1952, p.
122) ha afirmado con toda claridad que «el historiador comienza haciéndose una
pregunta».
46. L. Febvre, Proálemídi metodo storíco, cit., p. 143.
47. Ilyídem.
43. Ibi, p. 74.
49. Ibídem.
5o. Ibi, p. 144.
51. Mi, p. 166.
52. Ibídem.
53. Ibídem.
54. Véase i172} p. 179.
55. M. Bloch, Apolagíadel/a ¡toria o mexríere dz’ srarico, tr. it., Einaudi,Turín 1966,
p. 63.
56. Véase íbz", p. 70.
57. Véase íáídem. Cfr. también p. 74.
58. Véase ibí, p. 128.
161
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
163
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
reglas destinadas al control empírico de las ideas y, por tanto, a la selección de las teo-
rías razonablemente (aunque no definitivamente) correspondientes a la realidad. El
jesuita Paperbroch, al que la lectura de la vida de los santos le había suscitado un
«incoercible recelo» hacia la herencia de la Alta Edad Media, consideró falsos todos
los diplomas merovingios conservados en los monasterios. Ante esta decisión
—apa—
rentemente objetiva, pero en realidad mecánica—— Mabillonhizo notar
que si bien es
cierto que hay diplomas enteramente falsos, también lo que existen otros que son
auténticos. Y, en términos generales, nosotros tenemos los medios para distinguir los
buenos de los malos. Pues bien, «en aquel año -—1681, el año de la publicación del
De re dzp/omatíaz, una gran fecha en la historia del espíritu humano— se fundó defi-
nitivamente la crítica de los documentos de archivo» (M. Bloch, Apalagia del/a ¡taria
a mestíere di starim, cit., p. 82). El nacimiento de la crítica histórica es
contemporá-
neo a la duda metódíca de Descartes y a la ciencia de Galileo (Mi,
pp. 82-83). Escri-
be sobre este importante tema Federico Chabod: «Para el comienzo del trabajo “siste-
mático” hay que esperar en cambio a finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII,
cuando, por obra primero de la escuela erudita francesa, encarnada sobre todo por
los Benedictinos de la Congregación de Saint-Manr, y luego por otros estudiosos,
entre los que destaca Ludovico Antonio Muratori, se inicia la actitud“moderna” ante
la labor del historiador. La duda empieza a hacerse “metodica”; estamos, recuérdese,
después de Galileo, después de Descartes, en la época de Newton [...]. El estudio de
las fuentes empieza a ser metódico y sistemático, por lo que adquieren un valor total-
mente nuevo las llamadas ciencias auxiliaresde la historia, paleografia
y diplomática,
cronología, numismática, epigrafía, etc. (pensemos en el De re dzflomatíca del bene-
dictino Jean Mabillon,fundador de la diplomática moderna)» (F. Chabod, Lezíaní dí
metodo staríca, Laterza, Bari 1969, p. 49).
165
Capítulo sexto
Teorías filosóficas entre uso y abuso de la razón
gozaba de una feliz prosperidad [m]. Los vicios de los privados con-
tribuían a la felicidad pública». En realidad, los miembros de la
«sociedad» de las abejas,«siguiendo caminos absolutamente contra-
rios, se agrupaban casi a su pesar [...] El lujo fastuoso daba trabajo a
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
Tras todo evento social, sea bueno o malo, hay siempre alguien que
lo ha querido, proyectado y realizado. Tal es la esencia teórica del
constructivismo. Pues bien, a la caza de aquellos pseudo-raciona-
listas que son los constructivistas, FriedrichA. Hayek ve en el racio-
nalismocartesiano” la fuente de la que «derivan todas las formas mo-
dernas del constructivismo. Desde entonces, afirma, ha prevalecido
aquella irracional “Era de la Razón”, que estuvo totalmente domi-
nada por el espíritu cartesiano>>33 En el Discurso del método (segun-
da parte) Descartes —recuerda Hayek— escribe que «si Esparta fue
en otro tiempo muy floreciente [...] se debió al hecho de que sus le-
17o
TEORÍAS FILOSÓFICAS ENTRE USO Y ABUSO DE LA RAZÓN
las ovejas, etc. Los hombres crearon la sucesión de los números na-
turales, pero dentro encontraron luego los números pares e impa-
res, los números primos, luego cosas como la conjetura de Gold-
bach, etc. Encuentran consecuencias necesarias no intencionadas.2°
3) ¿Cómo se origina en la jungla una senda de animales? «Algunos
animales irrumpen en la maleza del sotobosque para encontrar
un lugar donde abrevar. Otros animales encuentra luego mucho
más fácil usar la misma huella, y así esta huella se va ensanchan-
do y mejorando con el uso. No es una senda programada, sino
consecuencia no intencionada de la necesidad de moverse con
facilidady rapidez. Tal es el modo en que se origina una senda
—acaso también entre los hombres— y el modo en que se forman
el lenguaje y cualquier otra institución [una] Tales cosas ——dice
Popper— no son planificadas ni queridas, acaso no había nece-
sidad de las mismas antes de que llegaran a existir. Pero pueden
crear una nueva necesidad o un nuevo conjunto de fines.»“
4) Popper ha descrito cómo se forma una senda en la maleza del so-
tobosque. Y he aquí cómo Hayek describe el modo en que, entre
los hombres, se forman los caminos de una zona deshabitada:
«En primera instancia, todo el mundo buscará por sí mismo lo
que, a primera vista, parezca la mejor ruta. Pero el hecho de que
esa ruta ya haya sido utilizada una vez hace que sea más fácil de
transitar, y de este modo gradualmente irán apareciendo cami-
nos más definidos que serán transitados en detrimento de otras
posibles rutas. Los movimientos de la gente a lo largo de esa re-
gión se irán ajustando a una pauta concreta, aunque el resulta-
do de las decisiones deliberadas de mucha gente no haya sido
conscientemente buscado por nadie. Esta explicaciónes una “teo-
ría” elemental aplicable a cientos de circunstancias históricas
concretasfi"
5) No sólo las sendas y los caminos, sino también la mayor parte
de las ciudades se formaron de un modo no intencionado. Cier-
tamente, escribe Carl Menger, la experiencia confirma que algu-
nas ciudades, especialmente en las colonias, fueron y son fun-
dadas según planes deliberados. Pero la experiencia también nos
dice que esta no es la forma en que surgieron miles y miles de
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TEORÍAS FILOSÓFICAS ENTRE USO Y ABUSO DE LA RAZÓN
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que de tales tumultos nacían, que en los buenos efectos a que aque-
llos daban lugar [...] .» La realidad —subraya Maquiavelo— es que
las buenas leyes nacen «de aquellos tumultos que muchos inconscien-
temente condenan>n64
2) Al principio de la Istoria del Conciliodi Trento de Paolo Sarpi
podemos leer: «Aunque este concilio, deseado y celebrado por hom-
bres piadosos para reunir a la Iglesia que empezaba a dividirse, por
el contrario ha establecido de tal modo el cisma y obstinado a las
partes, que ha hecho irreconciliableslas discordias.»65
3) El mundo de las naciones —escribe G.B. Vico en la Seienza
nuoz/a- «ha salido de una mente con frecuencia distinta y a veces
totalmente contraria y siempre superior a aquellos fines particula-
res que los propios hombres se habían propuesto; esos fines restrin-
gidos, convertidos en medios para servir a fines más amplios, han ser-
vido siempre para conservar al género humano en esta tierram“
4) Rousseau sentencia que: «la astronomía nació de la supersti-
ción; la elocuencia de la ambición, del odio, de la adulación, de la
mentira; la física de una vana curiosidad; todas las ciencias, incluso
la moral, nacieron del orgullo. Así, pues, las ciencias y las artes deben
su existencia a nuestros vicios».67
5) En Idea de una historia universaldesde ellounto de vista cosmo-
polita, escrita en 1784, afirma Kant: «Personas individuales y también
pueblos enteros no se fijan en el hecho de que, a pesar de perseguir
sus fines particulares, cada uno a su modo, a menudo en conflicto
con los demás, procede en realidad, sin darse cuenta, siguiendo el
hilo conductor de un plan de la naturaleza, y promueve el avance
que ellos mismos ignoran y al que, si lo conocieran, no tomarían de-
masiado en consideración.»68 La civilización,para Kant, es fruto de
la sociable insoeiabi/idadhumana. «Toda cultura, todo arte, adorno
de la humanidad, el mejor ordenamiento social son fruto de la inso-
ciabilidad que nos impele a disciplinarnos y a desarrollar entera-
mente los gérmenes de la naturaleza con arte forzada.»69
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
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TEORÍAS FILOSÓFICAS ENTRE USO Y ABUSO DE LA RAZÓN
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CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
8. EA. von Hayek, Num/i Studi di filosofia,paliticiz, economia e sraria delle idea,
cit., p. 11 [trad. esp., p. 17].
9. Para una descripción y crítica del psicologismo véase K.R. Pepper: a) La societiz
aparta e isuoi nemici, vol. 2, it., Armando, Roma 1974, p. 125; pp. 129430; b)
tr.
Previsione eprafizia rte/le scienze xaciali, en Id., Cangetture e confiitzzziani,cit., p. 580.
1o. Id., La sacietiz aparta e i subi nemici, vol. 2, cit., p. 126.
n. Id., Come io veda lafilosofia, cit., p. 396.
12. Véase EA. von Hayek, Num/ímidi di filosofia,politica, economia e storm delle
idea, cit., p. 13 [trad. esp., p. 19].
13. Ibidem
14. Ibi, 21.
15. Ibi, p. 24 [trad. esp., pp. 19-20]
16. Ibi, p.21.
17. Véase ibi, p. 13.
18. K.R. Popper, Miseriiz dello sroricismo, tr. it., Feltrinelli, Milán 1975, p. 68.
19. Id., Previsiane eproféziiz nella scienze sociaii, cit., pp. 580581. Se trata de un
ejemplo ya presente en Menger, que Pepper utilizará más de una vez en sus obras.
Véase, por ejemplo, Id., La sorietiz ¿perra e i mai nemici, vol. 2, cit., pp. 127-128.
2o. Véase Id., Epistemalagia senza saggetto canoscenre, en Id., Canascenza oggettiviz,
cit., p. 165. Digamos de paso: la conjetura de Goldbachafirma que: todo número par
distinto de 2 está constituido pro la suma de dos números primos.
21. Ibi, p. 164.
22. EA. von Hayek, Lïzbuso della ragiane, tr. it., Vallecchi, Florencia 1967, pp.
44-45. De esta obra ha publicado Rubbettino una nueva edición en 2008 [trad. esp.:
La confianza/aluvión de la ciencia. Estudios sobre el abusa de la razón, Unión Editorial
2003, pp. 7273].
23. C. Menger, Ilmetodo nel/a scienza economica, tr. it., Utet, Turín 1937, pp. 120-
121 [Trad. esp.: El método de la: ciencias socia/es, Unión Editorial, 2006, pp. 233].
24. Ibi, pp. 233-34.
25. EA. von Hayek, Lïzbuso ilelbz ragione, cit., p. 43 [trad. esp., p. 71] Escribe
Popper: «El propio lenguaje, al igual que un nido de pájaros, es un subproducto no
intencionadode acciones dirigidas a otros fines» (K.R. Pepper, Conascenza aggettiviz,
cit., pp. 163-164).
26. Th. S. Kuhn, La srmttura delle rivoluzioni scientific/ye, cit., p. 44.
27. Ibi, p. 75.
28. Ibi, p. 75; Véase también p. 44.
29. Véase ibi,p. 89.
3o. K.R. Pepper, Canascenza oggettiua, cit., p. 164.
31. M. Weber, Economia e societiz, vol. 1, Ed. di Comunita, Milán 1968, p. 577.
32. C. Menger, Principi di economíapolitica, tr. it., Utet, Turín 1936, p. 345 [trad.
esp.: Principios de economíapolítica, Unión Editorial, 2.a ed., 1997, p. 325, n. 4].
33. Ibidem.
34. Ibi, p. 346.
189
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
35. Ibídem.
36. Así pensaban también Platón (Polireia, II, 11 y 12) y Aristóteles (Et/iia:
Nieom. V, 8).
37. C. Menger, Ilmetodo deibz seienza economica, cit., p. 1 18 [trad. esp., p. 229, 230].
38. Ibidem. Pero Menger añade: «A pesar de todo, es cierto que la institución del
dinero, en particular en la constitución de nuevas comunidades a partir de elemen-
tos de viejas culturas, por ejemplo en las colonias, pudo introducirse, junto con otras
instituciones sociales, por medio de una convención o de un acto legislativo. Tampo-
co hay duda de que el ulterior desarrollo de tales instituciones tuvo lugar por esta vía.
Por eso esta concepción está en parte justificada.»
39. Ibidem.
4o. Ibidem.
41. Ibidem.
42. Ibidem.
43. Ibi, pp. 118-119 [trad. esp., pp. 230-31]
44. Ibi, p. 119.
45. Ibioiem.
46. Ibiiiem.
47. Ibi, p. 12o.
48. Ibi, p. 112 [trad. esp., p.223].
49. Ibiiiem.
5o. M. Friedman, Contesrazione iiberale, ed. it. al cuidado de A. Martino, San-
soni, Florencia 1975, p. 82.
s1. Véase al respecto, K. R. Pepper, Conoscenza oggeflioa, cit., p. 152. Puede consul-
tarsetambién mi ensayo: Bios, Et/aos e Logos. Eooluzione biología:ed eooiuzionecultu-
raie, «Rivista di Biologia», 4 (1980).
52. Véase K.R. Popper, La ricerca non ba fine, cit., pp. 29-30.
53. Para la discusión entre Darwin e Kelvin véase:
TEORÍAS FILOSÓFICAS ENTRE Uso Y ABUSO DE LA RAZÓN
6o. Véase F.A. von Hayek, Lahuso della ragione, cit., p. 111; y tambiénde F.A.
von Hayek, La societa libera, cit., p. 91 trad. esp.; Los fundamentos de la liheertad,
Unión Editorial, 7.a ed., 2006].
61. R. Boudon, Efletti «peroersi» olellazionesociale, tr. it., Feltrinelli, Milán 1982,
p. 13.
62. Véase F.A. von Hayek, Lahuso della ragione, cit., p. 43.
63. R. Merton, The Unanticipatea’Consequences ofPurposiz/eSocialAction, «Ameri-
can Sociological Review», 1936, p. 894.
64. N. Maquiavelo, Discorso sopra la prima a’eca a'i Tito Liz/io, en Opere, al cuida-
do de E. Raimondi, Mursia, Milán 1969, pp. 82-83.
65. P. Sarpi, Istoria del Concilio Tridentino, al cuidado de G. Gambasin, Laterza,
Bari 1935, vol. 1, libro 1, cap. 1.
66. G.B. Vico, Scienza Nooa, vol. 3, al cuidado de F. Nicolini, Laterza, Bari 1960-
1969, p. 1043.
67. Ju]. Rousseau, Discours sur les sciences et les arts, II.
68. I. Kant, Idea a’i una storia unioersale dalpunto a'i vista cosmopolitico, en Scrítti
a'i filosofiapolitica, tr. it., de G. Solari y G. Vidari, con introd. y notas de D. Faucci,
La Nuova Italia, Florencia 1975, p. 2.
69. 112i, p. 2o.
7o. E. Carr, Sei lezioni sulla storia, cit., p. 56.
71. Escribe L. von Mises: «el núcleo y la sustancia de la teoría individualista y
atomista de la sociedad es que todo individuo se beneficiade la existencia de la socie-
dad y nadie se las arreglaría mejor como pirata individual en un imaginario estado
de aislamiento, en la búsqueda de alimento para sí mismo y en guerra con todos, en
vez de como miembro de la sociedad, a pesar de que aquí se encuentre mil veces más
constreñido y limitado» (L. von Mises, The Task ana’ Scope of the Science ofHuman
Action, en Id., Epistemological Problems of Economics, New York University Press,
Nueva York y Londres 1981, p. 42; tr. it., Armando, Roma 1988).
72. Véase Id., Human Action, Contemporary Books Inc., Chicago 1966, p. 43
[trad. esp.: la acción humana, Unión Editorial, 10.3 ed., 2011]
73. Véase Ihidem.
74. C. Menger, Ilmetodo della scienza economica, cit., p. 112 [trad. esp., p. 223].
75. Ihídem.
76. Ibi, p. 122 [trad. esp., p. 235].
77. Ihiclem.
78. F.A. von Hayek, L abuso della ragione, cit., p. 43 [trad. esp., p. 71]. Véase tam-
bién de Hayek, The Results ofHuman Action hat not ofHuman Design, en Id., Studies
in Philosophy, Politics, and Economics, cit., pp. 96-105 [trad. esp.: Estudios de filosofia
políticay economía, Unión Editorial, 2007].
79. L. von Mises, The Taskami Scope ofthe Science ofHuman Action, cit., p. 43.
8o. K.R. Pepper, Preoisione e profezia nelle scienze sociali, cit., p. 580.
81. Véase K.R. Popper, Logica delle scienze sociali, in Aa.Vv., Dialettica e positi-
oismo in sociología, tr. it., Einaudi,Turín, p. 120.
191
Índice de nombres
193
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
Croce, Benedetto, 140, 155 Frank, Philipp, 119, 124, 125, 128
Czezowski,Tadeusz, 129 Fríínkel, Hermann, 109, 149, 161
Frege, Gottlob, 14
Darwin, Charles, 137, 147, 156, 181, Freud, Sigmund, 12, 42, 55-58, 63,
190 68, 75, 124
Darwin, Francis, 137, 156 Friedell, Egon, 57, 68
Delvecchio, Giacomo, 157 Friedman, Milton, 180, 190
Demócrito, 47, 94, 104
Descartes, René, 26, 48, 49, 63, 66, Gadamer, Hans—Georg, 17, 134,
73,83, 86, 131, 165,170 141, 144-149, 152, 158, 159,
Diels, Hermann, 1 10 161, 181, 190
Dickens, Charles, 157 Galante Garrone, Alessandro, 162
Dilthey,Wilhelm, 155 Galilei,Galileo, 25, 90, 101, 112,
Dray, William, 140 165
Duhem, Pierre, 19, 25, 158, 161 Gallie, Walter Bryce, 130, 131
Dumas, Alejandro, 75 Gambasin, Giovanni, 191
Gellner, Ernest, 41, 67
Eccles, John Carew, 137 Giunchi, Giuseppe, 156
Edmonds, David, 36, 39, 42, 66, Goethe, Johann Wolfgang von, 27
67 Goldbach, Christian, 172, 189
Eidinow, John, 36, 37, 39, 42, 66, Gomperz, Heinrich, 56, 68
67 Gomperz, Theodor, 109
Einstein, Albert, 14, 66,73, 95, 124, Goodman, Nelson, 13
130,134,135, 156,161 Grattan-Guinness, Ivor, 43
Enriques, Federigo, 158, 159 Grice, Herbert Paul, 131
Grossner, Claus, 155
Faraday, Michael, 14, 66, 73, 75, 76,
81, 92, 93, 95, 96, 105 Hahn, Hans, 118, 119, 124, 128
Farrington, Benjamin, 109 Hahn, Olga, 118
Faucci, Dario, 191 Hampshire, Stuart, 131, 132
Fawcett, Harvey, 137 Hare, Richard M., 69, 130
Faverge, Jean-Marie, 129 Hartshorne, Charles, 69, 157
Febvre, Lucien, 140, 152, 154, 161, Hayek, Friedrich A. von, 58, 69,
164 140, 157, 167, 168, 170, 172;
Federspil, Giovanni, 156 174, 181-183, 186-191
Feigl, Herbert, 118, 129 Hegel, Georg Wilhelm Friedrich,
Feyerabend, Karl, 25, 47, 72,
Paul 25, 41, 49, 83,131,184
77, 87-90, 93, 157 Heidegger, Martin, 49, 122, 124,
Fichte, Johann Gottlieb, 41 140-142, 158
Flew, Antony, 130 Hempel, Carl Gustav, 71, 85, 119,
Franco, Giuseppe, 164 129, 140
194
ÍNDICE DE NOMBRES
Heráclito, 101-103, 108, 110, 111 Lakatos, Imre, 25, 65, 72, 86, 87,
Hertz, Heinrich Rudolf, 158 90-93, 157
Heyting, Arend, 14 Laudan, Larry, 90-92, 157
Hijab, Wasfi, 37 Lavoie, Don, 163
Hilbert,David, 14 Lazerowitz, Morris, 129
Hipólito, 99 Leibniz, Gottfried Wilhelm von, 26,
Hobbes, Thomas, 25, 65, 83, 131 49, 83, 121
Hume, David, 13, 16, 26, 49, 60, Lenzen, Victor E, 129
61, 184 Leucipo, 94
Husserl, Edmund Gustav Albrecht, Lewis, Clarence Irving, 157, 158
49 Liebig,Julius von, 155
Livio, Tito, 183, 191
Infeld, Leopold, 156 Locke, John, 25, 38, 43, 49
Kepler, Giovanni, 74, 87, 101, 112 Maxwell, James Clerk, 66, 105
Kierkegaard, Sóren, 25 Medawar, Peter Brian, 137, 159
Kirk, Geoffrey Stephen, 20, 108, 109, Menger, Carl, 139, 172-174, 176,
1 12 177,182,187,189,190,191
Krafft-Ebing,Richard von, 56 Merton, Robert King, 183, 191
Kraft, Victor, 119, 124, 158 Mill, John Stuart, 25, 26, 74
Kranz, Walther, 110
A
195
CÓMO SE RAZONA EN FILOSOFÍA
196
ÍNDICE DE NOMBRES
197
En la misma colección
Angelo Panebianco
El poder, el estado, la libertad
La frágil constitución de la sociedad libre
Anne Robert Jacques Turgot
Reflexionessobre la formacióny la distrioución de las riquezas.
Elogio de Gournay
Paloma de la Nuez
Turgot, el último ilustrado
Nicola Matteucci
El Estado moderno.
Léxico y exploraciones
Carlos A. Sabino
El amanecer de la libertad.
La independencia de América Latina
Mark Skousen
La formación de la 720m: Económica Moderna.
La vida e ideas de los grandes pensadores
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Liberalismo.
Una nueva y proflinda evaluacióndel pensamiento liberal
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Solrre el poder.
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Ensayos sobre la libertady el poder
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Los dos rostros del totalitarismo
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Leo Strauss soore cristianismo, liberalismoy economia
Michael Oakeshott
Lecciones de Historia del Pensamiento Político.
Vol. I. Desde Grecia hasta la Edad Media
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Regenerar la democracia, Reconstruir el Estado.
Un programa de reformaspolíticas