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El ADN y la Evidencia del Diseño

Inteligente: Cuando la presencia de


intrones y extrones, firman nuestro ADN,
el azar se descarta.

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Hace pocos días en ADN, Intrones y Extrones: Cientificos demuestran que el ADN es
preexistente a la vida, ya abordábamos que la complejidad de nuestro ADN obedece más a
la preexistencia de una Inteligencia programada que a una mera evolución. Sin lugar a
dudas, por traer de nuevo aquí el tema que nos ocupa, comentábamos textualmente:

En los ultimos días hay varios estudios que están revolucionando el conocimiento humano:
El primero y más prometedor es el realizado por Matthew Powner, y publicado en la
revista Journal of the American Chemical Society, doi.org/h6q. Según Powner, la molécula
AICA (Una especie de azúcar semejante a la que utilizamos para endulzar el café)
reacciona con fósforo y desencadena procesos del denominado RNA, que son preexistentes
a la vida misma.

La cuestión en este punto no es ya únicamente la preexistencia de Powner y su principio de


preexistencia del ADN, sino que realmente nos estamos enfrentando a cuestiones mucho
más profundas de lo que “a priori” pudiera parecer.

Y en efecto, una de las luchas científico-filosóficas más encarnizadas del momento, es la


que hace referencia a la denominada hipótesis del Diseño Inteligente (DI), formulada por
Stephen C. Meyer.

Antes de entrar al análisis de la obra de Meyer, conviene destacar que muchas de las
evidencias propuestas por Meyer hace apenas tres años, han sido descubiertas y
comprobadas empíricamente por la comunidad científica en los tres años posteriores a que
Meyer formulara su hipótesis de base: Que el ADN es la evidencia más importante de
Diseño Inteligente que existe en el Universo.

Ciertamente, una crítica facilona de la teoría de la evolución, podría dar al traste con
intereses de corporaciones, farmacéuticas y otras entidades que actualmente se dedican a
(precisamente) practicar el diseño inteligente de nuestro ADN.
Los innumerables experimentos genéticos, modificaciones genéticas, transgénicos, etc…
Reflejan que el ser humano ha adquirido la capacidad de intervenir en el código genético
sin conocer aún del todo los últimos extremos de su propia intervención. Prueba de ello son
las consecuencias de los transgénicos en el ámbito de la Responsabilidad Social
Corporativa, por citar simples ejemplos.

Si, somos capaces de realizar esa intervención en estadios embrionarios que nos permiten
desarrollar tecnologías de intervención genética, ¿Cómo somos tan arrogantes para pensar
que nadie antes que nosotros intervino en un diseño inteligente de lo que hoy conocemos
por ADN? .

Esa arrogancia iría implícita con la afirmación de la evolución sin intervención inteligente,
algo que descartaría por la misma lógica del argumento anterior nuestra capacidad de
intervenir a nivel genético.

Pero haciendo abstracción de cuestiones éticas y filosóficas sobre el particular, vamos a


centrarnos en las evidencias empíricas que confirman la hipótesis del DI tal y como Meyer
las propone y plantea.

Stephen Meyer es un emergente genio que propone una hipótesis que puede revolucionar la
ciencia tal y como la conocemos. Ciertamente este joven educado en Cambridge, donde
cursó su doctorado, actualmente es director del Centro para la Ciencia y Cultura en el
Discovery Institute.

Meyer ha sido autor del libro Signature in the Cell, que constituye un referente para el
desarrollo de esta emergente línea filosófica y científica actual en la que la Inteligencia
sustituye al Caos como elemento fundamental de la evolución .

Como no podía ser de otra manera, a los pocos meses de la aparición de su libro, Meyer fue
objeto de críticas de la comunidad científica ortodoxa, en una persecución sin precedentes
que recientemente ha culminado en un reconocimiento de su labor con un sencillo Meyer
tenía razón.
Ese reconocimiento ha venido precedido de una serie de descubrimientos posteriores a la
publicación de su obra que hoy son considerados evidencias científicas, y que apoyan la
hipótesis fundamental de su línea argumental.

Analicemos cuáles son esas líneas claves de la obra de Meyer:

1º.-La existencia de una clave en el ADN, (una firma) que denota inteligencia y que
está presente en las células y en todos los componentes orgánicos y que presuntamente
es preexistente a la vida misma.

En efecto, en los últimos días de septiembre y primeros de octubre de 2012, podemos


recordar el impactante estudio de Matthew Powner, y publicado en la revista Journal of the
American Chemical Society, doi.org/h6q. Según Powner, la molécula AICA (Una especie
de azúcar semejante a la que utilizamos para endulzar el café) reacciona con fósforo y
desencadena procesos del denominado RNA, que son preexistentes a la vida misma.

De alguna forma el ADN se configuraría como una estructura preexistente a la vida misma
y presente en el Universo a nivel prebiológico. Las implicaciones de este estudio son tales
que la revista NewSCientist, dedica un monográfico completo a las investigaciones de
Powner , así como otros investigadores de la talla de Jack Szostak, de la Harvard Medical
School.

Szostak, habla de las moléculas que denomina “mongrel” y que contienen una mezcla de
ADN con nucleótidos de ARN que suponen un estadio intermedio a la formación de las
cadenas del ADN. El artículo pueden verlo en (Proceedings of the National Academy of
Sciences, doi.org/bj8r97)

2º.-La presencia activa de elementos activos que actúan como


interruptores/inhibidores de los procesos mismos de manifestación genética.

En efecto, el reciente hallazgo de los mecanismos de los intrones y extrones en el (hasta


ahora) denominado ADN Basura, ha trascendido todas las expectativas de la comunidad
científica.

Encode (acrónimo inglés de Enciclopedia de elementos de ADN) para describir todas las
partes del genoma que tienen alguna función, aunque estén fuera de los genes
convencionales, es un superconsorcio científico internacional —solo la lista de los 442
firmantes ocupa una página y media con letra de prospecto— que presentó a día 3 de
septiembre sus resultados en seis artículos en Nature y otros 24 artículos en otras revistas
científicas.

El principal resultado de esta especie de Proyecto Genoma II es que lo que se consideraba


basura no era tal. El 80% del genoma humano resulta tener al menos una función
bioquímica en al menos algún tejido del cuerpo y en al menos alguna fase del desarrollo o
de la vida adulta. Y nada menos que el 95% del genoma está implicado en la regulación de
los genes convencionales. De hecho, la mayoría de las variaciones implicadas hasta ahora
en alguna enfermedad humana está en estas zonas que se consideraban basura, lo que abrirá
nuevas posibilidades a la medicina.

En la línea de lo expuesto. Desde 1989 hasta la fecha, el papel de los Intrones estaba siendo
estudiado respecto de las denominadas eucariotas, que eran claves en la comprensión de los
procesos del ARN.

3º.-La existencia de una lógica inteligente en la configuración del ADN:

Y en efecto, Siguiendo a Rocío Reyes Díaz y Team, literalmente podemos leer que hasta
2010, se desconocía prácticamente el papel modulador de los intrones y Exones o Extrones
(Según la literatura científica). De hecho se pensaba que el ADN Basura eran secuencias no
codificadas.

En Septiembre de 2011, ya salió a la luz un interesante estudio publicado en 1992 por la


Revista Scientific American que vinculamos aquí, que demostraba que el ADN
presentaba correlaciones fractales.

Dicho estudio, fue profundizado por Jean-Claude Perez, un científico francés


independiente (Codon Populations in Single-stranded Whole Human Genome DNA Are
Fractal and Fine-tuned by the Golden Ratio 1.618, Interdiscip Sci Comput Life Sci (2010)
2: 228–240).

4º.-La capacidad de replicación de estructuras del ADN y ARN utilizando


combinaciones inteligentes:

Un experimento realizado por Luc Montagnier en 2010 y un equipo de científicos en el


seno de la World Foundation for AIDS research and Prevention (UNESCO), Paris, France,
han descubierto que el ADN puede replicarse en sus estructuras mediante la adecuada
utilización de las ULF (Frecuencias extremadamente bajas). En concreto, sienta las bases
de la relación existente entre el ADN y las ULF en los seres vivos.

Tal y como muestra el estudio, las Ondas Electromagnéticas de Ultra Baja Frecuencia
(ULF), entre 500 a 3000 Hz, fueron detectadas en varias disoluciones filtradas de cultivos
de microorganismos, inclusive del plasma sanguíneo procedente de seres humanos en las
que dichos microorganismos estaban presentes. Curiosamente los mismos resultados fueron
obtenidos del DNA extraído de dichos fluidos.
En la gráfica superior, se muestra en matlab, la concreta distribución de las ULF detectadas
en el plasma de cultivo de los microorganismos utilizados para el experimento.

La cuestión, es que puede estimularse mediante un generador de 7 Hz una excitación de las


estructuras para la replicación de éstas en otro tubo utilizando las ondas y el agua. El
mismo L. Montagnier, señala textualmente que es fundamental hacer coincidir la excitación
con el espectro de los 7.83 Hz, entorno en el que se reproducen las Resonancias
Schumann.

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