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LA LEYENDA DE ROBIN

HOOD
Versión libre de la leyenda popular
Mauricio Kartun y Tito Lorefice

Letra de canciones: Mauricio Kartun

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 1


Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23

LA LEYENDA DE ROBIN
HOOD
Versión libre de la leyenda popular
Mauricio Kartun y Tito Lorefice

Letra de canciones: Mauricio Kartun

La Leyenda de Robin Hood fue estrenada hacen sus suertes. Mas allá hace lo pro-
en la Sala Casacuberta del Teatro Muni- pio un malabarista solitario. Un gitano
cipal Gral. San Martín de la ciudad de hace bailar a su oso. Un viandante vocea
Buenos Aires durante la temporada 1996 sus bocadillos, y junto a un barril que
por el Grupo de Titiriteros del Teatro San carga -tambaleándose casi aplastado- su
Martín, con dirección de Adelaida escuálido ayudante, un tabernero ofrece
Mangani y Tito Lorefice vino en generosos jarros de latón.

PERSONAJES TABERNERO: ¡Vino fresco para la sed...


Vino fresco...! ¡Enfriado entre las piedras
Tabernero de los arroyos de Sherwood!
Viandante
Trovador VIANDANTE: ¡Jamones de mi hacienda y
Juglar pan de mi horno! ¡Bocados!
Robin Hood
Pastelera Un viejo juglar cruza la escena hasta el cen-
Vendedora tro de la plaza. Acomoda su sombrero
Pregonero para recibir las monedas, y comienza a
Recaudador tañer su laúd en rápida afinación. Algu-
Capitán na gente se acerca rodeándolo.
Tomás
Gisborne JUGLAR:
Pequeño Juan ¡Detengan su marcha atareados andan-
Archiduquesa tes...!
Mortiana ¡Noble aldeano...! ¡Forzudo labriego...!
Marienne Entreguen su atención unos instantes
Lady Carola al cantar del juglar andariego...!
Ama ¡Emoción, intriga, amor y suspenso...!
Fray Tuck ¡Ya comienzo...! ¡Ya comienzo!
Verdugo
Obispo Se acercan mas paseantes. Con andar hi-
Ricardo dalgo y marcado desprecio cruza la es-
Feriantes, aldeanos, salteadores, nobles, y cena el viejo trovador con su laúd cruza-
guardias do en la espalda.

ESCENA I TROVADOR: Apártense... Vamos, que tengo


apuro... ¡Que gusto, amontonarse aquí
Clima de feria. De fiesta patronal. Gente para oír desafinar a estos músicos ambu-
que va y viene. Música. Dos acróbatas lantes con menos oído que una pared...!

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JUGLAR: (Sin mirarlo siquiera, responde que de solo recordarlo sufro espanto.
de inmediato.) Oídos son los que me so- ¡Por eso lo canto.!
bran amigo trovador... Gisborne se llamaba el ambicioso
que buscaba enriquecerse a nuestra cos-
TROVADOR: (Deteniéndose sorprendido.) ta
¿Y quién te ha dicho que soy trovador? y arrasaba como manga de langosta
con impuesto y tributo tan cuantioso
JUGLAR: (Girando hacia él recién allí.) El ¡Me pongo furioso!
viento que sopla entre las doce cuerdas
de tu laúd, colega... TROVADOR: (Alterado interrumpe) ¡¡No...!!
(Cantando también él)
TROVADOR: ¿Colega? ¿Que tengo yo de
músico ambulante? (Al juglar)

JUGLAR: Tu instrumento. No puedo permitirle al embustero


que difama de esta forma al señor conde
TROVADOR: ¡Y solamente eso! Que nada y mi trova en desagravio te responde
nos hermana y todo nos distingue a los con la furia vengadora de un acero
Reales Trovadores de la Corte, (Una re- ¡Me pongo cabrero!
verencia) de los juglares de feria... (Lo se-
ñala) (Al público)

JUGLAR: Las notas de la escala son siete. Era el conde un gobernante preocupado
En tu pentagrama y en el mío. por darle a la ciudad alcurnia y brillo,
y recursos conseguir pues es sencillo
TROVADOR: Pero a mi me dan aplauso, no que el dinero ha de sacarse de algún
limosna. Y me acompañan en bellos re- lado...
latos cortesanos y no en historias vulga- y tomarlo prestado.
res de la plebe. A sus fieles labradores les pedía
apenas mas esfuerzo en su trabajo
JUGLAR: Contaré entonces para que dis- y que pagaran sus impuestos a destajo
frutes, una historia de nobles... con el oro, con moneda o mercancía

TROVADOR: (Irónico) ¿De nobles? JUGLAR:


¡Eso era sangría!
JUGLAR: ¿Porqué no? Una historia suce- ¡Oh, oh, oh...!
dida aquí mismo, en esta plaza. Con un ¡Eso era sangría!
héroe de la nobleza que terminó amado
por las gentes del pueblo por su humil- TROVADOR:
dad y su valentía... ¡Robin de Locksley, ¡Y lo suyo anarquía...!
Caballero del Rey!, mas conocido entre ¡Si señor!
nosotros como: ¡Robin Hood! (Los espec- ¡Lo suyo anarquía...!
tadores aplauden entusiasmados)
JUGLAR:
TROVADOR: ¡Ya me imaginaba yo! Cuen- ¡El alcalde era un ogro...!
tos de pobres buenos y ricos malos... Al
final toda la culpa será de mis señores... TROVADOR:
¡No olvide sus logros!
JUGLAR: Podrías también contar tu ver-
sión... Ellos te escucharán como a mi. JUGLAR:
(Comienza a tocar) ¡Un cruel delincuente!

TROVADOR: ¡¿Cantar en la plaza...?! TROVADOR:


¡Habrase visto...! ¡Pero era eficiente!

JUGLAR: (Canta) (Se agarran a «laudasos». Los separan. Dis-


Fue en el año mil doscientos no se cuanto cuten tratando de liberarse.)
Que el Rey Ricardo marchó a la Guerra
Santa TROVADOR: Es una infamia... El Con-
Dejando a un hombre en el poder que lo de de Gisborne recaudaba el dinero para
suplanta darle a la corte el lustre merecido...

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JUGLAR: Era un tirano... Un ambicioso... PASTELERA: Allí los podrás encontrar
Si no hubiese sido por Robin... Robin. Aquí no. La plaza es nuestra. Una
de las pocas cosas que aun no nos han
TROVADOR: ¡Robin! Ese jovencito malcria- podido sacar. ¿He sido clara verdad?
do... Adiós Robin.

JUGLAR: Mis ojos se iluminan cuando lo ROBIN: Un momento... Por favor... Hace
recuerdo regresando de la guerra. Aquí... tiempo partí a luchar por lo que creía
aquí mismo. En una mañana de feria justo, dejando a mi aldea, a mi gente...
como esta... Pero no reconozco a mi regreso el sitio
que llevé en mi corazón. ¿Que ha ocurri-
TROVADOR: No estaría tan mal la plebe do en mi ausencia para que haya ahora
entonces si así se divertía... tanto rencor?

JUGLAR: No te engañes Trovador... La ale- TABERNERO: ¿Y que le puede importar eso


gría es algo que a mi gente nadie nunca a un niño rico?
le ha podido quitar... En las buenas épo-
cas y en las malas... (Comienza una mú- ROBIN: Me importa...
sica evocativa) Un día como el de hoy...
con hombres como estos... con un sol PASTELERA: Habría que pregúntaselo a tu
como este... Entrando por allí a la pla- señor, el duque de Gisborne: Porqué paga
za, de regreso por fin a la patria nuestros cultivos a precios miserables...
añorada... (Un cambio de luz y una su- Qué hace con los terribles impuestos que
gestión musical instala el recuerdo, la nos obliga a pagar a costa de nuestro sa-
historia. Los narradores bajan a la pe- crificio... el de nuestras pobres familias...
numbra. Robin Hood entra a la plaza
observando todo con emoción.) De vuelta VENDEDORA: ¿Que hace? ¡Gastarlo en
a su tierra y a la de sus padres... (Los fiestas fastuosas! En telas carísimas, y
personajes de la feria vuelven a su ac- esos gorros emplumados como galline-
ción de entonces) ros...

ESCENA II ROBIN: ¿Y nadie ha hecho nada para im-


pedirlo...? ¿Para avisar a nuestro Rey de
ROBIN: (Se arrodilla y besa la tierra. Se semejante injusticia?
incorpora.) Salud pueblo de Sherwood
que dejé hace tanto tiempo... mi antigua VIANDANTE: Solo la buena duquesa
plaza... Marienne ha intercedido por nosotros
pero nada ha conseguido. Hace meses
(A una vendedora que pasa con su canas- que busca hacerle llegar al Rey Ricardo
ta) ¿Son tan dulces los pasteles de man- noticias sobre esta calamidad...
zana como antes de marchar a la gue-
rra? ROBIN: (Para si) ¡Marienne...! ¡La bella
Marienne! Mi tierno amor de infancia...
PASTELERA: Muchas cosas malas han pa- ¿Como está ella?
sado desde entonces pero los manzanos
siguen fuertes... PASTELERA: Sin su dulzura y su preocu-
pación todo sería mas difícil aun... Mas
ROBIN: ¿Viste por aquí a mis viejos amigos de uno de nosotros estaría muerto...
¿A Lucas... a David... a Alan...?
VENDEDORA: O prisionero en las catacum-
PASTELERA: ¿Aquí? ¿Que harían los no- bas del Alcalde Gisborne...
bles en la plaza? En las competencias se
los puede encontrar... En las fiestas... ROBIN: ¿Pero que poder tiene este hombre
Lord Chandler no se pierde una. Es fácil para haber dominado así a todos...?
reconocerlo aunque tanto ha cambiado:
sus seis hijos son tan gordos como él... PASTELERA: (Confidencial) Una bruja lo ha
criado desde pequeño... Y dicen que no
VENDEDORA: A Lord James se lo encuen- da un paso sin consultarlo con ella... ¡Po-
tra en los jardines del palacio... Persigue deres...!
mariposas con su red mientras sus sir-
vientes tiran del arado. ROBIN: ¿Poderes?

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VENDEDORA: No solo eso... Cuentan que... o terminaba preso por el cruel guardián
(La interrumpe un sonar de trompetas e
irrumpen en la plaza los esbirros de CORO PUEBLO:
Gisborne. Todos se apartan asustados.) ¡Que se vayan! ¡Que nos dejen
tranquilos de una vez!
ESCENA III
TROVADOR:
PREGONERO: (Desplegando su proclama. Eso era incomprensión, eso era incultura
Redoble.) Al pueblo de Sherwood. Su ex- si el Conde recaudaba no lo hacía por usura
celencia el alcalde, excelentísimo, dignísi- Un hombre refinado, un exquisito caballero
mo, altísimo, reverendísimo Conde de con su sastre, su chofer, su valet, su pelu-
Gisborne, Señor de estas tierras y sus al- quero.
rededores, notifica a los pobladores del
lugar que el tributo recaudado hasta la CORO PUEBLO:
fecha resulta insuficiente para satisfacer ¡Que se vayan! ¡Que nos dejen
las necesidades prioritarias de la casa real. tranquilos de una vez!
Es por eso que por este edicto ordena: que
los impuestos gentilmente aportados por CORO RECAUDADORES:
los pobladores de esta comarca sean au- ¡Que se pongan! ¡Que nos paguen
mentados al doble de lo que hasta ayer se con cambio y rapidez
percibía. A quien no cumpla con tal decre-
to le será confiscada su vivienda, su tie- JUGLAR:
rra, su cultivo o su hacienda, siendo ade- Esta triste situación no podía continuar...
más castigado con prisión y tormentos
según la gravedad de su culpa. Es orden TROVADOR:
del excelentísimo, dignísimo, altísimo, Lo que pasa es que a esta gente no le
reverendísimo Conde de Gisborne. (Trom- gusta trabajar.
petas. Se retiran, y quedan instalados tres
recaudadores en una mesa.) JUGLAR:
Sufriendo la sangría que imponía el cruel
VIANDANTE: (A los recaudadores) ¡Pero es tirano...
imposible pagar mas...!
TROVADOR:
VENDEDORA: ¡No me alcanza ya para ali- El impuesto es el deber de todo ciudada-
mentar a mis hijos...! no...

PASTELERA: Sacrifiqué primero mi trigo... CORO PUEBLO:


después mi buey... mis ovejas... ¡Que se vayan! ¡Que se dejen
de robar con avidez!
RECAUDADOR: ¿Te quedan gallinas?
CORO RECAUDADORES:
PASTELERA: ¡Necesito sus huevos para ¡Que se pongan! ¡Que nos paguen
hacer mis pasteles! los sombreros del marqués

RECAUDADOR: Los cocineros del Conde CORO PUEBLO:


los harán mas sabrosos... Esa es una insensatez...

PASTELERA: Pero... CORO RECAUDADORES:


¡Pagarán con interés!
RECAUDADOR: ¡Las gallinas señora pas-
telera! ¡No podemos estar aquí todo el CORO PUEBLO:
día...! (Comienza a armarse la fila de los No lo manda ningún juez...
impuestos. Los pobladores dejan su ga-
bela sobre la mesa. Los recaudadores la CORO RECAUDADORES:
toman y las van acomodando sobre su Ya no uno sino diez
carro. Vuelve la luz sobre los relatores.)
CORO PUEBLO:
JUGLAR: Semejante estupidez
Tanta injusticia, tanto penar
la gente no tenía con qué pagar CORO RECAUDADORES:
Entregaba su hacienda, entregaba su pan ¡El que lo dice lo es...!

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ESCENA IV ROBIN: Ahora... ¡A correr! (El Capitán se
incorpora y huye)
En medio de la batahola se escuchan unos
ladridos y unos gritos fuera. Entra un La gente rodea admirada a Robin.
niño -Tomás- corriendo con una bolsa
perseguido por dos enormes perros. Atrás ROBIN: (A Tomás) Regresarán... Van a bus-
varios guardias armados. carte aquí... ¿Donde podrías esconder-
te...?
GUARDIA I: ¡Al ladrón! ¡Al ladrón!
TOMAS: Voy a reunirme con mi padre... en
El niño trepa a un árbol. Los guardias y el bosque de Sherwood.
sus perros lo acechan desde abajo.
ROBIN: ¿En el bosque? ¿Y que hace allí?
CAPITAN: ¡Tiren el árbol! ¡Ahora!
TOMAS: Huyó, como muchos otros, y bus-
Están por cumplir la orden cuando Robin có refugio en la espesura. Han apresado
se interpone. a muchos hombres que se negaron a
pagar los impuestos.
ROBIN: Alto soldado... ¿Tanto han cambia-
do las cosas en esta tierra que hace falta TABERNERO: ¡¡Llegan mas guardias!!
un ejército para capturar a un niño? ¡Atención!

CAPITAN: No intervengas forastero... Salvo PASTELERA: ¡Es el mismísimo Alcalde


que estés buscando problemas. Encon- Gisborne! ¡Dios nos proteja! (Se apartan)
tramos a este bandido escondiendo su
bolsa de trigo para no pagar el tributo a ROBIN: Adiós amigos... Ya sabrán de mi...
su excelencia (Escapa)

TOMAS: Es lo único que nos queda para el ESCENA V


resto del invierno... Somos seis herma-
nos señor... y mi madre. CAPITAN: (Entrando. Lo sigue -furioso-
Gisborne -con uno de esos singulares
CAPITAN: Pues en cuanto te agarremos ten- sombreros que gusta lucir- y los guar-
drán una boca menos de la que preocu- dias, maltrechos, vendados, entablilla-
parse. ¡Volteen el árbol y atrapen al ban- dos) Por aquí... Por aquí estaban...
dolero!
GISBORNE: ¡¿Donde están esos malhecho-
ROBIN: ¿Quién es el ladrón aquí? res?! (Grita) ¡Voy a atraparte Robin de
Locksley! ¡Y a todos tus secuaces tam-
CAPITAN: ¿Qué dice este estúpido? ¡Atra- bién! ¡Búsquenlos por allí! (Al capitán)
pen también al forastero! ¿Cuantos soldados lo acompañaban?

Robin se resiste. Comienza un lance de es- CAPITAN: Bueno...


padas en el que Robin se desdobla domi-
nando poco a poco a sus atacantes. Los GISBORNE: Vamos, pronto... ¿Cuantos
guardias maltrechos huyen, y solo que- hombres tenía su escolta?
dan enfrentados Robin y el Capitán. Con
un ágil movimiento Robin esquiva una CAPITAN: Bueno... es que en realidad...
estocada, y el Capitán cae desarmado. Soldados... lo que se dice soldados...
Robin le apoya la espada en el pecho.
GISBORNE: Soldados, guerreros, infante-
CAPITAN: (Temblando) ¡No me mate! ría... Como quiera llamarlos Capitán...
¿Veinte? ¿ Quince? (El Capitán calla aver-
ROBIN: No lo haré. Demasiada sangre he gonzado) ¿Diez? ¿Menos de diez? ¿Quie-
visto correr en la guerra. Que sepa tu re decirme que fueron vencidos por me-
señor que Robin de Locksley ha regresa- nos de diez guerreros? ¿seis? ¿Cuatro?
do, y que en nombre del Rey Ricardo no
permitiré esta injusticia en mi tierra. CAPITAN: Uno...
¿Podrás recordar el mensaje?
GISBORNE: ¡¡¿Uno?!! ¡Un solo hombre ha
CAPITAN: Ssssii... Ssssii señor... podido dejarlos en ese estado! ¡Estoy ro-

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deado de idiotas...! ronas de oro!.

CAPITAN: Si señor Alcalde... PREGONERO: Es orden del excelentísimo,


dignísimo, altísimo, Conde de Gisborne.
GISBORNE: ¡De cobardes...! (Gisborne lo corrige enérgicamente en voz
baja) Es orden del excelentísimo, digní-
CAPITAN: Como usted diga Su Excelencia... simo, altísimo, (Recalca) Reverendísimo
Conde de Gisborne.
GISBORNE: De... De... ¡¡Que venga inme-
diatamente el pregonero, inútil!! GISBORNE: ¡En marcha! (Sale seguido de
su guardia que -maltrecha- intenta in-
CAPITAN: A la orden... (A Guardia I) ¡Que fructuosamente una marcha marcial)
venga el pregonero en este mismo mo-
mento, inservible! ESCENA VI

GUARDIA I: (A Guardia II) ¡Que traigan Baja la luz sobre la plaza y crece sobre el
urgente al pregonero, incapaz! bosque. La floresta susurra su sonido
característico. Robin camina con gesto
GUARDIA II: (A Guardia III) Que aparezca alerta. Llega hasta un arroyo cruzado por
el pregonero presto, inepto!! un tronco que hace de improvisado puen-
te. Comienza a cruzar por él cuando en
GUARDIA III: (Busca -el también- su su- la otra orilla aparece imponente la enor-
bordinado al que ordenar. No quedan ya. me figura de Pequeño Juan, armado con
Sale y regresa empujando al pregonero) un largo palo, que le impide el paso.
¡Será posible que nunca estés donde se
te necesita, torpe! JUAN: Salud pequeño caballero sin caba-
llo... ¿De paseo?
GISBORNE: (Al pregonero) ¡Proclama!
ROBIN: Algo así...
PREGONERO: ¡Al pueblo de Sherwood...!
¡Al pueblo de Sherwood! (Redobles. La JUAN: Pero muy bien... muy bien... ¿Y el
gente se acerca a escuchar) ilustre ha elegido cruzar por el puente
del Pequeño Juan?
GISBORNE: (Dicta como una carta) Su ex-
celencia, etc, etc... ROBIN: ¿Así se llama?

PREGONERO: ¡Su excelencia el alcalde, JUAN: Como que así me llamo yo, que he
excelentísimo, dignísimo, altísimo, sido quién tendió este tronco sobre el le-
reverendísimo Conde de Gisborne, Señor cho.
de estas tierras y sus alrededores...!
ROBIN: Y bien, si. Por el pasaré.
GISBORNE: (Por lo bajo) Comunica, etc,
etc... JUAN: Claro, claro... No hay mas que pa-
gar el peaje.
PREGONERO: ¡Comunica a los pobladores
y lugareños de estos parajes...! ROBIN: ¿Peaje...?

GISBORNE: Que se ha puesto precio, etc, JUAN: ¿No nos cobran ustedes los nobles
etc... el impuesto por nuestro trabajo? Yo no
tengo corte ni castillo. Solo esta natura-
PREGONERO: Que se ha puesto precio a leza que me rodea... El fresco del arro-
la cabeza del bandido... (Inquiere) yo... la sombra de los árboles... Se me
paga el impuesto al tronco y adelante.
GISBORNE: (Proclama) ¡Robin de Locks-
ley...! ROBIN: Puedo pasar por las rocas si quie-
ro...
PREGONERO: Quién pueda dar noticias de
su paradero... será recompensado con... JUAN: Claro, claro... pagando el impuesto
(Inquiere) a la piedra...

GISBORNE: (Alterado. Se juega) ¡Cien co- ROBIN: ¿Si cruzo a nado?

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JUAN: Impuesto a las aguas... Castiga
la viga,
ROBIN: Trataré de saltarlo entonces... te vas para atrás,
me juego
JUAN: Siempre que pagues el impuesto a andariego
los aires de Sherwood... que no pasarás.

ROBIN: Pues bien, me regreso y nada te CORO:


debo... Que no pasarás...
Que no pasarás...
JUAN: Me temo que ya estás endeudado Te achatara la ñata
muchacho... (Por detrás de Robin apare- y te irás para atrás.
cen otros salteadores armados con pa-
los que le cierran la retirada.) ROBIN:
Cuidado la coca,
ROBIN: Soy Robin de Locksley, amigo... Y cuidado la bocha,
vengo en son de paz. grandote abriboca
que ahí va mi garrocha.
JUAN: Amigo... (Ríe) No recuerdo haber
gozado nunca de tan eminente amistad... JUAN (Lo esquiva y se burla)
¿Hay pago o no hay pago? ¡Tremendo el azote
que da tu garrote!
ROBIN: ¿Que pasa si no lo hago?
ROBIN:
JUAN: No saldrías de aquí... Tu risa la borra...
¡Mi fiel cachiporra!
ROBIN: Veo detrás mío quienes podrían
impedírmelo... (Lo provoca) Pero no veo JUAN:
quien me detendría delante... (Los Mi palo te aplico...
salteadores ríen)
ROBIN:
JUAN: Bueno, bueno... Hemos dado con un Te achato el hocico...
pequeño valiente... Desenfunda tu acero
si vas a intentarlo... JUAN:
Atento Robín
ROBIN: No peleo contra alguien desarma- que llega tu fin...
do...
ROBIN:
JUAN: (Agita su enorme palo) Esta es mi Bracitos de flan,
espada si alguien gusta probarlo... de miga de pan,
Mi golpe secreto... (Lo da)
ROBIN: Dame otro igual y lo haré. (Un ru- ...¡Y al agua mi Juan!
mor se levanta entre los saqueadores)
Juan trastabilla unos instantes y cae rui-
JUAN: (A sus compinches) ¡Ya escucharon! dosamente al arroyo.
(Ríe. Alguien le acerca a Robin un palo
similar.) ¡En guardia muchacho! Veremos JUAN: ¡Socorro...! ¡Me ahogo!
si sabes nadar...
ROBIN: Aquí está mi mano amigo... No he
Con cautela al principio, mas violentos des- venido a matar a nadie. (Ayuda a Peque-
pués, los palos comienzan un rítmico ño Juan a salir del agua. Los salteadores
entrechocar que, como un excéntrico lo rodean amenazantes.)
malambo, va dominando la escena.
SALTEADOR I: Pudiste con el, pero no po-
JUAN: drás contra todos...
Mi palo
mas malo ROBIN: Créanme que no busco pelea... (Lo
que el mismo Satán apresan con fiereza. Lo llevan hacia los
te achata árboles con malas intenciones)
esa ñata
de pelafustán. TOMAS: (Entrando) ¡Un momento! ¡No le

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 8


hagan daño! ROBIN: Somos hombres libres. Y un hom-
bre libre que defiende su hogar vale mas
JUAN: ¡Tomás, hijo mío! ¿Que ha pasado que diez soldados mercenarios.
para que vengas aquí?
SALTEADOR I: No tenemos armamento...
TOMAS: ¡Papá! (Corre y lo abraza) Los guar-
dias quisieron apresarme y gracias a ROBIN: La dignidad no es un arma, pero
Robin pude huir de la ciudad. da fuerzas para fabricarlas.

JUAN: ¿Este hombre te ayudó? JUAN: ¿Con que...?

TOMAS: Arriesgando su vida... (Lo sueltan ROBIN: ¿No te escuché decir que solo te-
respetuosamente) nías esta naturaleza...? Ella nos dará lo
que necesitamos... la madera de sus ár-
JUAN: Quién ayuda a mi hijo no puede ser boles, y las piedras de sus arroyos...
otra cosa que mi amigo. Te pido perdón
Robin de Locksley. (Se dan la mano) SALTEADOR II: Hace días que solo come-
¿Pero porqué un noble habría de ayudar mos fruta y alguna presa de caza... Ne-
a alguien del pueblo? cesitaremos dinero. Para nosotros, y para
nuestras familias que penan allí en el
ROBIN: Cuando hace ya ocho años partí a pueblo...
combatir en las Cruzadas no sospecha-
ba que en mi pueblo ocurrirían las cosas ROBIN: Lo tomaremos...
que encontré a mi regreso.
SALTEADOR III: De donde...
JUAN: ¿Conociste al Conde de Gisborne?
¿Escuchaste de sus maldades? ROBIN: Aguarden tan solo a que llegue
aquel carruaje que se acerca por el ca-
ROBIN: He visto con mis propios ojos las mino y se los enseñaré. (Aparece un lu-
atrocidades que comete contra nuestro joso carruaje cerrado, tirado por cuatro
pueblo. Mi corazón y mi mano están del briosos caballos de tiro)
lado de la justicia. Que es el lado de mi
gente. Ustedes. Por todo eso me dispon- ESCENA VII
go a luchar.
Robin corre hasta el camino y hace señas
JUAN: Es imposible enfrentarlos. Por eso al cochero que detiene su marcha. Los
huimos al bosque. hombres se esconden y observan.

ROBIN: ¿Imposible? Nada de eso. Gisborne ROBIN: (Arrancando de una mata unas flo-
está acostumbrado a buenos aldeanos res silvestres) Salud amigo cochero...
que apenas se defienden. ¿Pero que pa- ¿Puedo ofrecer a la dama el obsequio de
saría si los aldeanos lo sorprenden con estas flores que compiten con su encan-
un buen ataque? to?

JUAN: ¡¿Atacarlos?! Sería como llevar ove- ARCHIDUQUESA: (Se asoma envuelta en
jas al matadero. Su ejército está bien el brillo de sus alhajas. Pasada en años
preparado, y nosotros... Nuestras cabe- y coqueteando desde su madura fealdad.)
zas tienen precio. Hasta la del niño lo Pero que joven mas galante... (Al coche-
tiene ahora. No somos guerreros, Robin, ro) ¿Como no le hemos visto antes en las
somos prófugos. fiestas de nuestra corte...? ¿Como es tu
nombre jovencito?
ROBIN: Y yo ahora un fugitivo como uste-
des. Tampoco yo puedo regresar. Pero ROBIN: Robin de Locksley fui hasta ayer
prefiero la muerte a vivir escondido. ¿Que Milady. De ahora en mas puede llamar-
harán sus familias sin ustedes? me Robin Hood. Y ahora si me permite...
(Desenfunda su arma) Esas joyas de gus-
Los hombres dudan. Murmuran. Se con- to tan exótico desentonan con la belleza
sultan. natural de ese rostro suyo... (Amenaza
con su espada al cochero que intenta una
JUAN: (Temeroso) Y... ¿que podemos con- defensa) Si fuese tan gentil. (Se saca el
tra ellos...? sombrero con ademán cortesano y se lo

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 9


alarga) En este joyero estarán seguras... Robin...
créame... (La dama temblando con fuer-
te retintín de oros se despoja de sus bri- ROBIN: (Levantando uno de los vestidos de
llos y los pone uno a uno en el sombrero. la archiduquesa) Buscan a Robin Hood,
Al cochero:) El baúl por favor... (El co- Tomas. Pero no será Robin Hood quien
chero arroja el baúl del que caen para visite hoy a la hermosa Marienne... (Des-
regocijo de los salteadores un sinnúme- pidiéndose antes de salir) Amigos... ¡La
ro de prendas íntimas y finos vestidos) defensa ha comenzado...!

ARCHIDUQUESA: ¡Mi vestuario...! ESCENA VIII

ROBIN: Queda en buenas manos... Castillo de Gisborne. Mortiana, la hechice-


ra, junto a un caldero humeante. A su
ARCHIDUQUESA: Nada me dejan... lado Gisborne, con un nuevo sombrero
mas ridículo aun, aguarda ansioso.
ROBIN: ¡No sea injusta..! Le queda su en-
canto en pleno... ¡Oh... pero esos labios GISBORNE: Mortiana... Madrina mía... Que
sugestivos Milady...! ¿Porque empañar su ven tus ojos de adivina... Dame en esta
hermosura con la grosera compañía del encrucijada tu sabio consejo...
oro? Señora, su dentadura... (Vuelve a
alargarle su sombrero. La dama con ges- MORTIANA: (Preparando su menjunje) Ojo
to iracundo se quita la dentadura y la de sapo... Cola de lagartija... los froto con
deposita. La cara se le chupa como una ajo y los pico prolija... pata de escorpión...
pasa.) ¡Bonita siempre! Y ahora gentil pelo de araña... lo meto en el caldero y
cochero... Tu colaboración para los hom- revuelvo con saña... (Lo hace. Se redobla
bres del Rey Ricardo... (Le saca la espa- la humareda)
da y el látigo con el que azota a los caba-
llos. Despide con una reverencia al vehí- GISBORNE: ¿Que ves...? ¿Que ves...?
culo que parte volando.)
MORTIANA: Hay peligros cerca, mi niño...
De entre las matas aparecen los hombres
festejando asombrados el despojo. GISBORNE: ¿Peligros?

ROBIN: Amigos... El primer botín... Uno de MORTIANA: Un hombre ha llegado, dis-


ustedes bajará en la noche a la aldea para puesto a quitarte del trono...
repartirlo entre las familias...
GISBORNE: ¡Robin de Locksley!
TODOS: Viva... Bravo...
MORTIANA: Hay que hacer algo urgente...
ROBIN: ¿Hay leñadores entre nosotros? El Rey Ricardo regresará en cualquier
momento...
VARIOS: Si señor... Aquí...
GISBORNE: ¿Pero qué...?
ROBIN: A talar los robles mas fuertes...
¿Carpinteros? MORTIANA: ¿No decías estar tan enamo-
rado de Lady Marienne...? Casarse con
OTROS: Muy hábil... El mejor... ella entonces... Marienne es prima del
Rey... Estando el poder en manos de un
ROBIN: A fabricar las armas... familiar tan querido Ricardo te dejará al
frente de todo...
CARPINTERO: Necesitaremos herramien-
tas... GISBORNE: Nada me haría tan feliz... Pero
Marienne no hace mas que rechazarme...
JUAN: Lady Marienne nos podrá ayudar
con algunas... MORTIANA: Tonterías... Con tu belleza...
Con tu inteligencia... con tu bondad...
ROBIN: ¿Lady Marienne...? Quisiera ser yo ¿Que mujer no querría un marido así...?
quien vaya a buscarlas... En la noche Hoy mismo irás a visitarla. Te pondrás
estaré de regreso... tu mejor ropa, uno de tus hermosos
sombreros, montarás tu caballo mas
TOMAS: Toda la Guardia Real te busca brioso y lo que es mas importante: le

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 10


llevarás de regalo estos dulces delicio- MARIENNE:
sos que estoy preparando en mi marmi- Si como el palo que mojado de rocío,
ta y te asegurarás de que los saboree. cuando arrojo, me devuelven en mi
(Saca con la cuchara una porción del mano...
repugnante pegote verde. Lo huele si así mi amor que yo arrojase en un sus-
arrobada) ¡Mmmmm...! Nadie se ha re- piro
sistido nunca a este filtro de amor. Bas- me devolviesen con noticias del que amo...
tará con que lo pruebe para caer ena- Robin te extraño...
morada a tus pies... Han pasado tantos años...
Entra el ama conduciendo a Lady Carola,
GISBORNE: ¿Solo con probarlos...? una dama muy emperifollada.

MORTIANA: Solo con probarlos... AMA: Aguarde aquí Milady. Veré si mi se-
ñora puede recibirla. (Va hacia Marienne)
GISBORNE: (Eufórico) ¡Si señor! Me casa-
ré con esa doncella... LADY CAROLA: (Bajando la caperuza de su
capa. Vemos que se trata en realidad de
CAPITAN: (Aparece agitado) Permiso mi Robin vistiendo el traje que robara a la
señor... Archiduquesa) Maldito calor... ¡No se
como resisten las damas estos vestidos...!
GISBORNE: ¡Idiota! ¿Como se atreve al- ¡A lo que llegamos los hombres por
guien a molestarme aquí! amor...! (Vuelve a cubrirse apresurada-
mente)
CAPITAN: Es que... ¡Mi Señor...! Una ban-
da de facinerosos ha asaltado en el bos- AMA: (A Marienne) Hay aquí una señora
que a la Archiduquesa de Greene... Y... que insiste en verla. Dice traer un en-
Mi señor... al frente de los bandidos es- cargo personal... (Marienne observa a
taba Robin de Locksley... Robin de Lady Carola que la saluda con discreta
Locksley, a quien ahora conocen como... reverencia)
¡Robin Hood!
MARIENNE: Acérquese por favor... (Lady
GISBORNE: ¡¡Robin de Locksley!! ¡Aggggggg! Carola lo hace) No tengo el gusto de co-
¡Voy a colgarte en la plaza pública Robin nocerla señora...
de Locksley!
LADY CAROLA: (Aflautando la voz) Carola...
MORTIANA: ¡Ese es mi niño...! Pero antes... Lady Carola... Y traigo para usted un re-
(Revuelve el caldero) cado de alguien que me ha pedido la
mayor de las discreciones...
GISBORNE: Si, si... Antes que nada... Mi
visita galante... a llevar estos dulces irre- MARIENNE: Adelante...
sistibles a la bella Marienne... (Al Capi-
tán) ¡Que me preparen el caballo negro! LADY CAROLA: (Por el ama) Debo hacerlo
¡Que me alcancen la capa y el sombrero en privado...
de plumas de avestruz... (El Capitán
asiente y va a salir a cumplir la orden.) MARIENNE: En nadie confío mas que en
Aunque bien podría ser el de garza... (El ella. Nada que deba yo saber tendría que
capitán asiente nuevamente y vuelve a ocultarle...
encarar el mutis) O el de tucán que es
tan colorido y combina con la capa... LADY CAROLA: Es que usted comprende-
(Vuelve a detenerse, asiente, reemprende rá...
la marcha está a punto de salir cuan-
do:) Aunque si es por colorido, el de MARIENNE: Su duda nos ofende señora.
cacatúa... (Baja la luz sobre las dudas Hable ahora o marche ya.
de Gisborne)
LADY CAROLA: (Se le escapa el vozarrón)
ESCENA IX ¡Lady Marienne! (Disimula con una tos.
Vuelve a la voz femenina) ¡Lady Marien-
Jardín de Marienne. La muchacha juega ne...! Cuando sepa el recado entenderá
melancólicamente con dos enormes pe- mis razones...
rros mellizos a los que arroja una estaca
que devuelven una y otra vez. MARIENNE: ¡Hable o parta...!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 11


LADY CAROLA: Bueno... yo... le haré los honores...

Se escucha el anuncio de unas trompetas GISBORNE: ¡¡No...!! (Disimula) Lady Ma-


y aparece Gisborne -engalanado con otro rienne tiene razón... Mejor disfrutarlas
sombrero aparatoso- precedido por el acompañadas de un rico té.
pregonero que se adelanta obsecuente.
MARIENNE: (Al ama) Que las dispongan
PREGONERO: Su excelencia el dignísimo, para la merienda... (Aparte) Nada que
Altísimo, Reveren... venga de este hombre se servirá en mi
mesa. Que se las tire... O mejor... Que
GISBORNE: Está bien... está bien... Nada las coman los perros...
de pompa... Es solo una visita informal...
AMA: Como ordene señora... (A los perros)
LADY CAROLA: (Apresurado) Bueno muy Vengan cachorros... Vengan conmigo...
bien Lady Marienne... Regresaré en otro (Sale con los canes)
momento... (Intenta una salida veloz)
GISBORNE: (Acomodándose como puede el
MARIENNE: Oh no... no se vaya ahora... sombrero) Mi bella y dulce Marienne...
Gustarías dar una cabalgata por el pra-
LADY CAROLA: Es que usted tiene razón... do...
Mejor...
MARIENNE: Nada me haría mas feliz, Al-
MARIENNE: Le pido por favor señora... calde, pero me temo que mi salud no está
(Robin accede temeroso) del todo bien...

GISBORNE: Lady Marienne... Permítame GISBORNE: ¿Enfermucha? Mi hermosa


besar su mano... (Va a hacerlo. Los pe- Marienne... Sin perder un instante man-
rros se le abalanzan ladrando furiosa- daré a buscar a palacio a mi médica de
mente. El ama los detiene de las correas cabecera...
a duras penas)
MARIENNE: ¿Médica?
AMA: ¡Quietos! ¡Quietos! No se que les suce-
de... Tal vez el sombrero de su señoría... GISBORNE: Mortiana es capaz de aliviar
Lo han tomado por una presa de caza... cualquier dolor con sus brebajes...

GISBORNE: (Aterrorizado se saca el som- MARIENNE: ¡Mortiana no...! no... no creo


brero y lo esconde detrás. Nervioso) ¿In... que haga falta, digo... Mi amiga Lady
interrumpo...? Carola justamente acaba de traerme
unas hierbas del bosque que en unas
MARIENNE: Manteníamos con Lady Carola horas me tendrán como nueva...
una encantadora charla sobre temas fe-
meninos... (Gisborne besa la mano de GISBORNE: ¿Del bosque...? (A Lady Carola)
Lady Carola que agradece con graciosa ¿Se ha atrevido usted por el bosque en
reverencia) estos días?

GISBORNE: Serán solo unos instantes... LADY CAROLA: Bueno... soy una mujer
(Cuidándose de los perros le extiende los audaz...
dulces) Unas deliciosas confituras pre-
paradas por el pastelero real para usted... GISBORNE: (A Marienne) De eso justamen-
Cuando las pruebe quedará... quedará... te quería alertarte Marienne... Una pan-
¡Encantada! ¡Hechizada...! ¡Pruebe... dilla de salteadores se ha escondido en
Pruebe...! los bosques de Sherwood y asalta cuan-
to viajero se atreve por sus senderos...
MARIENNE: Le agradezco Alcalde Gisborne. Los capitanea un bandolero que se cree
Las gustaré en la merienda. muy romántico robando a la gente de la
corte para repartir el botín entre los po-
GISBORNE: Deléitese ahora con una... bres... Un truhán que creíamos muerto
en la guerra y acaba de regresar...
MARIENNE: Mas tarde lo haré...
MARIENNE: (Esperanzada) ¿Muerto en la
LADY CAROLA: (Tomando un dulce) Yo sí guerra...?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 12


GISBORNE: Así es... Un tal Robin de Loc- MARIENNE: (Recuerda) El mensaje...
ksley.
LADY CAROLA: «Todavía te amo...»
MARIENNE: (Sin poder reprimir su alegría)
¡Alabado sea Dios! MARIENNE: ¡Oh Dios...! ¿Y quien lo en-
vía?
GISBORNE: ¿Que cosa te hace tan feliz,
Marienne...? ROBIN: (Descubriendo ahora su auténtica
personalidad) Quien nunca te olvida,
MARIENNE: (Disimula) Que su excelencia Marienne... Robin de Locksley.
esté aquí para protegernos de ese ván-
dalo... Las luces y la música festejan el beso que -
claro- desenlazará la escena en romanti-
GISBORNE: (Fatuo) Claro, claro... Tranqui- quísimo epílogo.
la... (A Lady Carola) ¿Conoce a ese fora-
jido? MARIENNE:
Como la lluvia canta tras de la sequía,
LADY CAROLA: Me suena... y como el sol que canta tras el aguacero,
feliz festeja repicando así ligero
GISBORNE: Cuídese de él... Yo no andaría mi corazón en agitada melodía.
tan suelta por ese bosque... (A Marienne)
Mi deliciosa Marienne... ¿No disfrutaré ROBIN:
de tu compañía hoy entonces...? Marienne amada...
soñaba con tu mirada...
MARIENNE: Tal vez mañana señor...
ESCENA X
GISBORNE: Me retiro entonces... No de-
jes de saborear mis dulces... Recuer- Bosque de Sherwood. El improvisado ejér-
da... (Se escuchan afuera unos fuertes cito de Robin construye sus armas. Ha-
ladridos y entra el ama arrastrada por chas, herramientas, y piedras de afilar
los perros que se abalanzan sobre van marcando -en su trabajo- un ritmo
Gisborne) que gana poco a poco la espesura. Cada
cual hace lo suyo.
GISBORNE: ¡¡Noooo!! (Trata de huir. Les
arroja su sombrero pero nada parece JUAN: (Exhorta) Somos tan pobres que ape-
detenerlos) nas nos queda lo que la tierra regala...
De los árboles vendrán nuestras lanzas...
AMA: (A Marienne) No se que sucede mi ¡Y las afiladas piedras del río serán las
señora... Comieron lo que... lo que usted puntas con las que vamos a vencer al
me ordenó, y se han puesto como poseí- enemigo...!
dos...
Con el fondo rítmico de los útiles entonan -
Los perros se arrojan violentamente sobre por grupos- este quod libet
Gisborne que cae al suelo, pero en cam-
bio de atacarlo comienzan a lambetearle Sin obús ni catapulta
románticamente la cara. hallamos la manera
las armas son de hueso
GISBORNE: ¿Pero qué...? ¿Que es esto...? de roca y de madera
¡Sáquenme estos babosos de encima...!
(Huye) Sáquenmelos... (Sale perseguido Soñando con la vuelta
por los perros enamorados que arrastran el alma se reanima
a su vez al ama) clava que te clava
lima que te lima.
MARIENNE: Señora... Permítame darle las
gracias... Estoy... Estoy... Dios mío... he Por la mujer que añoro
recibido la noticia mas feliz de mi vida... y el pan de nuestros hijos
Tal vez alguna vez pueda explicarle. perforo que perforo
lijo que te lijo
LADY CAROLA: No hay nada que explicar...
Quizá el mensaje que traigo haga mayor ¡Taladro, hacho, cepillo,
aun su felicidad... clavo, afilo y martillo!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 13


JUAN: ¡Silencio todos...! ¡Una carreta se bocas... (Ríen)
acerca por el camino...!
FRAY TUCK: ¿Y que haré yo...? No puedo ir
Por el camino aparece una rudimentaria al castillo con la carreta vacía... ni volver
chata cargada de barriles. Conduce a los a la abadía sin la paga...
bueyes un fraile gordinflón que bebe cer-
veza en un jarro de grandes proporcio- ROBIN: Puede quedarse aquí.
nes.
FRAY TUCK: ¿Aquí...?
ROBIN: Tranquilos amigos... Solo se trata
de un nuevo cliente. ¡A los árboles...! (Lo ROBIN: ¿Porqué no? ¿No están aquí los
hacen) mansos de la tierra? Necesitamos tam-
bién la palabra de Dios.
Como naciendo del rítmico chirriar del ca-
rretón inunda el ámbito un angélico co- FRAY TUCK: No soy campesino...
ral gregoriano
ROBIN: Tampoco yo.
CORO ANGELES:
Buscando la armonía de la naturaleza FRAY TUCK: Ya lo veo. ¿Y como es que un
con el cereal inútil Dios hizo la cerveza... Lord, un noble, halla la felicidad vivien-
Por santo designio, milagro divino, do con los humildes...?
de la uva sin gracia hizo Dios el vino...
ROBIN: He visto en la guerra caballeros
FRAY TUCK: (Mira al cielo en estado de gra- muertos de miedo abandonar a su her-
cia) ¡Oh prodigiosa cerveza de mi aba- mano en la batalla. Y he visto al campe-
día...! Basta acabar el tercer jarro para sino mas humilde arrancarse del cuerpo
que la cabeza se te llene de ángeles... una lanza para defender a un caballo
¡Hipp! (Vuelve, pio, el coral) moribundo. La nobleza no se hereda,
señor. La crean nuestros actos. Así me
CORO ANGELES: lo enseño mi padre.
Por fresco y por franco hizo Dios el blanco
por gusto distinto, dio El Señor el tinto FRAY TUCK: ¿Y que haría yo aquí?
¡Bienaventurado quién hizo el rosado!
¡Hipp! ROBIN: Lo que todo cura honrado... Ade-
más de compartir la cerveza, claro...
Robin se cruza en el camino, y lo detiene.
FRAY TUCK: ¡El señor se revela de las ma-
FRAY TUCK: Buenos días os dé Dios, her- neras mas misteriosas! ¡Acepto!
manos... ¡Hipp!
ROBIN: Bienvenido... No se arrepentirá.
ROBIN: ¿Que llevan sus barriles, padre?
FRAY TUCK: (Brindando) Mientras no se
FRAY TUCK: La cerveza mas rubia que arrepientan ustedes... ¡Hipp!
alma alguna pueda saborear en las vi-
ñas del señor. Fermentada y filtrada en Todos, volviendo a la actividad
nuestra abadía por este cordero de
Dios... ¡Taladro, hacho, cepillo,
clavo, afilo y martillo!
ROBIN: ¿Y quién ha de gustarla?
ESCENA XI
FRAY TUCK: Huéspedes y comensales del
castillo de Gisborne. Luz sobre los relatores que vuelven a can-
tar las andanzas de Robin.
ROBIN: Aquí la descargará entonces para
alegría de mis hombres... JUGLAR:
Así fue que las riquezas que robaban a
FRAY TUCK: ¡Oh Dios! ¡Pero si es el los nobles
mismísimo Robin Hood y sus salteadores! Robin Hood las repartía con justicia entre
los pobres.
JUAN: Despreocúpese padre: queda en
buenas manos... Es decir: en buenas En un plano de la ciudad vemos a los hom-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 14


bres de Robin repartir el botín. ESCENA XII

TROVADOR: GISBORNE: ¡Maldito Robin...! ¡¿Que pue-


El ladrón les repartía lo que hurtaba a la do hacer! ¡Demonios!
nobleza
Los ilustres reclamaban del maleante la Una llamarada y una densa humareda prece-
cabeza den la aparición instantánea de Mortiana.

En otro plano -en el castillo- los nobles se MORTIANA: ¿Me necesitabas mi niño...?
quejan al gobernador.
GISBORNE: ¡Madrina...! ¡Preciso otra vez
JUGLAR: de su consejo!
Con cabeza generosa dividía la moneda
mientras la batalla se gestaba en la ar- MORTIANA: Ya te lo he dado: La mejor de-
boleda. fensa es un buen ataque.

TROVADOR: GISBORNE: Es que yo...


La arboleda era la cueva de ese pillo cri-
minal MORTIANA: Quién pega primero pega dos
¡Que se deje de pavadas porque va a ter- veces...
minar mal!
GISBORNE: Si pero...
Sale la luz sobre la ciudad y crece sobre la
escena en el castillo MORTIANA: ¡¡Cobarde...!! Allí afuera espe-
ra tu ejército listo para atacar a esos la-
NOBLE I: ¡Intolerable...! Me quitó hasta mi drones. Solo necesitan de alguien que se
sable... ponga al frente y los lleve valerosamente
a la batalla. ¿Vas a perder todo lo que te
NOBLE II: ¡Insolente! Me quitó hasta mis ayudé a conseguir...?
lentes...
GISBORNE: ¿Perder...?
NOBLE III: ¡Inaudito! Me quitó el apetito...
(Lo miran extrañados) Y si... la mala san- MORTIANA: ¡Todo!
gre que me hago...
GISBORNE: (Dubitativo) ¿Entonces lo que
GISBORNE: Señores comprendan que... debo hacer es...?

NOBLE I: (Interrumpe) ¡Tiene que actuar MORTIANA: ¡Atacar!


sin dilación...
GISBORNE: ¿Y no se podría...?
NOBLE II: ...sin piedad...
MORTIANA: ¡¡Noo...!!
NOBLE III: ¡Sinvergüenza...! (Lo miran. Se
excusa.) Robin Hood. Sinvergüenza... ¿Si GISBORNE: (Nervioso) Bien... Atacaremos
o no? entonces. (Se acerca a la ventana para aren-
gar a su ejército. La garganta lo traiciona
GISBORNE: Yo pienso que... con una vocesita chillona) ¡Soldados de...!
(Carraspea. Vuelve a intentarlo) ¡Soldados
NOBLE I: (Interrumpe) Alcalde Gisborne, de Sherwood...! ¡Debemos prepararnos para
si usted no acaba con esos maleantes la gran batalla...! Es necesario sacar a este
inmediatamente no cuente de aquí en pueblo del desorden y la corrupción... Ven-
mas con nuestra ayuda. (Se cuadra) Se- ceremos a Robin... a sus cómplices... Y a
ñor Conde... (Una reverencia) Caballe- todo aquel que se oponga a mi autoridad...
ros... (Sale) ¡Adelante Soldados! ¡Armémonos de valor...
y vayan...! (Redobles y trompetas indican el
Noble II: (Se cuadra) Señor Conde... (Una comienzo de la marcha)
reverencia) Caballero... (Sale)
ESCENA XIII
NOBLE III: (Se cuadra) Señor Conde... (Va a
hacer la reverencia pero ve que lo han Sube la luz sobre el campamento de Robin
dejado solo. Sale llamando.) ¡Caballeros...! en el bosque

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 15


Robin: Amigos míos. Ahora hermanos. Se Rey Ricardo para evitar que este desas-
escuchan ya las trompetas del palacio. tre nos aniquile a todos...
El alcalde ha decidido atacar y habremos
de defendernos con honor y valentía. La AMA: Que los ángeles pongan alas a estos
verdad está de nuestro lado, y Dios sa- caballos para llegar cuanto antes...
brá ayudar a quién lo merece. ¡Por la paz
de nuestro pueblo, y por Ricardo nues- Dos jinetes acorazados se interponen en el
tro rey...! camino.

JUAN: Por el rey... GUARDIA: ¡Alto Milady...! ¿Donde creen


que van...?
SALTEADOR I: Y por nuestras familias...
MARIENNE: Déjennos pasar. Llevamos
SALTEADOR II: Por nuestros hijos... apuro.

ROBIN: ¡A tomar posiciones! CAPITAN: Creo que hay alguien que la


aguarda con mayor apuro todavía...
Al tronar de los tambores comienzan a (Ríen) Mi señor el alcalde Gisborne ha
avanzar los estandartes de Gisborne. Un mandado por usted...
cuerno de caza les responde desde el
bosque donde los hombres de Robin MARIENNE: ¡No iré...!
aguardan emboscados en las copas de
los árboles. Los relatores se enardecen. Marienne y el ama intentan escapar. Los
soldados le cierran el paso. La duquesa
TROVADOR: es apresada, y su servidora se aleja en
¡Ahora si que Robin Hood pagará por su veloz carrera. La escena cierra con los
delito gritos y pataleos de Marienne que es
Y la paz y la armonía volverán a este dis- enancada por la fuerza por el capitán en
trito! uno de los blindados corceles militares.

JUGLAR: ESCENA XV
Lanzas, espadas y flechas, el momento
ya ha llegado Vuelve la acción sobre el campo de batalla.
Uno de ellos vencerá. Otro será derrota- Gisborne arenga a su tropa.
do.
GISBORNE: ¡Valientes guerreros del con-
TROVADOR: dado...! El combate nos espera... ¡Peleen
Uno será derrotado... tranquilos fieles soldados...! Mientras el
Alcalde Gisborne esté aquí ningún co-
JUGLAR: barde osará atacarlos por la espalda!
Otro de ellos vencerá...
Comienza la contienda. Un cuadro bélico
TROVADOR: de proporciones épicas. Hay lucha cuer-
¿Quién será al final vencido...? po a cuerpo. Los salteadores -en inferio-
ridad numérica- van siendo derrotados.
JUGLAR: Uno a uno caen prisioneros. Robin se
¿Y el triunfador, quién será...? debate multiplicándose aquí y allá hasta
que, herido y sin fuerzas, elije huir. Mien-
Los ejércitos se aprestan a entrar en bata- tras los últimos rebeldes van siendo en-
lla. Las luces bajan velando el espacio. cadenados los narradores retoman la
Los trompetas, cuernos y redoblantes palabra.
sirven de fondo, en lejano plano sonoro,
a la: TROVADOR: (Marcial)
¡Que orgullo viril, que euforia apasiona-
ESCENA XIV da
que gozo el del guerrero en la batalla ga-
En un espacio intermedio entran, huyen- nada...!
do a caballo, Marienne y su ama.
JUGLAR:
MARIENNE: ¡Corre ama, te lo ruego! Debe- ¡Que dolida
mos llegar hasta donde está mi primo el es la perdida...!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 16


TROVADOR: JUAN: Pocos y maltrechos señor... Debe-
Soy un músico de guerra, y es de gesta ríamos huir antes que vengan por noso-
mi cantar... tros. Todo está perdido.
Las notas son estocadas, en mi marcha
militar...! ROBIN: Solo la muerte no tiene remedio,
Juan. Y si no hacemos algo mañana
JUGLAR: Gisborne ejecutará a los prisioneros.
¡Y son llanto
en este canto. JUAN: ¡No lo hará...! Mi hijo está entre ellos.

TROVADOR: ¡Ah, la marcha militar...! ROBIN: ¿Que piedad podemos esperar de


¡Aquella marcha que compuse celebran- ese hombre?
do la victoria...! (Se escuchan los redo-
bles marciales de la marcha) JUAN: ¿Que podemos nosotros contra
ellos...?
Soldado, tu furia marcial
fue bandera del triunfo final... ROBIN: Aunque tengamos que morir en el
Tu violencia y tu fervor intento. Tenemos que llegar a esa plaza
Con tu saña y tu rencor antes del amanecer.
Y el bello instinto de matar del animal...!
¡Un dos...! JUAN: Daría mi vida por salvar a Tomás,
¿Pero como...?
CORO SOLDADOS:
¡Será feroz... FRAY TUCK: Tranquilidad hermanos... Dios
aprieta pero no ahorca...
TROVADOR:
¡Un dos...!! SALTEADOR I: Dios tal vez no... ¡Pero
Gisborne si!
CORO SOLDADOS:
...el castigo atroz..! FRAY TUCK: ¡Hereje! Quiero decir que creo
saber como llegar hasta allí...
Al son de la marcha los prisioneros son
conducidos a prisión en rígido desfile que JUAN: ¿Como...?
encabeza el trovador. Gisborne envalen-
tonado provoca a los cautivos. SALTEADOR II: ¿De que manera...?

GISBORNE: ¡Infelices cobardes! ¡Ya los veré FRAY TUCK: Acérquense todos... Con la
arrepentirse mañana cuando bailen col- ayuda de la bienaventurada cerveza... ¡Y
gados de una soga...! ¡Que preparen las del Señor, claro!, mañana estaremos en
horcas! esa plaza... (Todos se acercan a Tuck) Se
trata de lo siguiente...
ESCENA XVI
ESCENA XVII
JUGLAR: Y mientras los prisioneros cru-
zaban encadenados esta plaza, y las Baja la luz sobre el bosque y crece en el
marchas militares se jactaban de la vic- palacio de Gisborne. Marienne es con-
toria con su rataplán, los juglares bajá- ducida por el capitán y dos soldados ante
bamos la voz para cantar el dolor de la el tirano.
derrota.
GISBORNE: Adelante... Adelante primoro-
Triste con su canto el ave se lamenta sa Marienne...
Triste la lluvia esta tarde de domingo
MARIENNE: ¡Deberá responder por esto,
(Se ilumina un sector del bosque. Bajo una Alcalde...!
lluvia sombría Robin intenta rehacer lo
queda de su ejército) GISBORNE: Aun disgustada usted es ma-
ravillosa...
¡Pero cuidado tristeza que aun distingo
el sol oculto detrás de la tormenta! MARIENNE: (Furiosa) ¡Basta de tanto ga-
lanteo idiota...! ¡Su almíbar me empala-
ROBIN: ¿Cuantos quedamos...? ga, señor! ¡Sepa que su cortejo me resul-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 17


ta tan ridículo como sus sombreros, y GISBORNE: (Interrumpe) ¡Es la boda, o la
que jamás aceptaré su estúpida idea de vida de esos condenados...! Usted elije.
casarse conmigo...!
MARIENNE: (Vencida) Está bien... acepto.
GISBORNE: ¿Enojadita...?
GISBORNE: Maravilloso... (A los soldados)
MARIENNE: (Histérica) ¡¡Aaahhhhh...!! Lleven a la señora a las habitaciones. Que
sea vestida y perfumada. Despierten al
GISBORNE: Tal vez asomándose a ese bal- obispo: que prepare la ceremonia. La
cón cambie de idea... boda se hará inmediatamente (Obedecen.
Salen con Marienne)
MARIENNE: (Haciéndolo) ¡Nada puede ha-
cerme...! (Se interrumpe observando las CAPITAN: ¿Detengo la ejecución entonces,
horcas que se van levantando en la plaza. mi señor...?
Mas allá los prisioneros.) ¡¡¿Que es eso!!?
GISBORNE: ¡¿A quién se le ocurre?! ¡¡Que
GISBORNE: Las huestes de Robin Hood los ajusticien inmediatamente!! Cuando
han sido derrotadas, señora, y al ama- Marienne se entere ya estaremos casados
necer serán ejecutados... y ya nada podrá hacer! Vamos... Debo ele-
gir el sombrero para mi enlace... (Salen)
MARIENNE: ¡Robin...!
ESCENA XVIII
GISBORNE: Ese cobarde huyó traicionan-
do a sus soldados... Amanece sobre la plaza de Sherwood. Los
redobles no cesan. El pueblo se agolpa
MARIENNE: ¡No...! observando la ejecución. Los soldados los
contienen con violencia. Se escuchan que-
GISBORNE: (Disfrutando) ¡Siii...! jas y gritos. Un verdugo de sombría ca-
pucha sube a los prisioneros al patíbulo.
MARIENNE: Libere a esos hombres... ¡Por
favor le pido, alcalde! VOCES DEL PUEBLO: ¡Asesinos...! ¡Déjen-
los ir...!
GISBORNE: ¿Liberarlos...? ¿Con lo que me
ha costado su captura? ¡Me he jugado la Por un lateral hace su aparición la carreta
vida, milady...! de Fray Tuck repleta de barriles de cer-
veza. Un guardia lo detiene.
MARIENNE: ¿Como habré de pedírselo...?
GUARDIA: ¡Alto...! ¿Como se te ocurre en-
GISBORNE: Solo entregaría a mis prisio- trar hasta aquí con esa carreta?
neros de una manera...
FRAY TUCK: ¡Disculpe señor oficial... Dis-
MARIENNE: ¿Cual? culpe por favor yo no sabía... Ya me reti-
ro... yo solo quería descargar la cerveza
GISBORNE: Como regalo de nuestra boda... que me encargaron para que festejen con
ella los soldados del alcalde... Ya me la
MARIENNE: ¡Oh no...! llevo..

GISBORNE: En unos minutos amanecerá... GUARDIA: ¡Un momento! ¿Cerveza...? (Fray


No hay tiempo para dudas, duquesa... Tuck asiente) ¿Y está... sabrosa?

MARIENNE: ¿Y como sé que cumplirá...? FRAY TUCK: Cristalina como el agua que
corre sobre las piedras, y con una espu-
GISBORNE: (Ofendido) ¡Soy un hombre de ma... ¡Vigorosa! ¡Ah, que espuma! ¡Cuan-
palabra, señora...! do empiece a crecer sobre tu vaso no vas
a encontrar manera de detenerla!
Desde la plaza comienzan a escucharse los
redobles tenebrosos que anuncian la eje- GUARDIA: Está bien... está bien.... Adelante
cución. entonces... ¿Y... a que hora será el...?

MARIENNE: Yo... yo no podría... Se lo pido FRAY TUCK: Paciencia hermano un poco


de rodillas... Esos hombres no merecen... mas y la plaza se inundará de ella...

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 18


Se ubica con su carreta junto al patíbulo. Como si esa voz fuera la que esperaban
Otro guardia sube a Tomás. Los espec- desde hace tanto los aldeanos se arrojan
tadores se indignan. también sobre los soldados. La lucha se
generaliza. A proscenio Tomás y Peque-
VERDUGO: Venga aquí pequeño criminal... ño Juan corren y se funden en un pro-
fundo abrazo.
UNA MUJER: ¡Es un niño...!
TOMAS: ¡Papá...!
OTRA: ¡No pueden hacer eso!
JUAN: Tomás... Mi Tomás... Nunca creí que
VERDUGO: Es verdad... Por ser el benja- sentiría tanto orgullo como este de que
mín de los condenados te corresponde seas mi hijo... (Vuelven a abrazarse) Y
un trato diferente... ¿Cual es tu último ahora... ¡Vamos! (Con Tomás sobre los
deseo...? hombros Pequeño Juan se une a la lu-
cha blandiendo su imbatible garrote)
TOMAS: Que le cuenten a mi padre que no
lloré, señor... ¡Y que la justicia reine por ROBIN: ¡Marienne...! ¡¿Alguien ha visto a
fin en Sherwood...! ¡Que viva mi patria, Marienne?!
Robin Hood, y el Rey Ricardo Corazón de
León...! ALDEANA: ¡Gisborne la tiene en el casti-
llo...!
El pueblo ruge. Los soldados lo contienen.
ROBIN: ¡Allá voy...! (Corre hacia las altas
VERDUGO: ¡Pequeño demonio serás el pri- torres de almenas amuralladas)
mero en hamacarte...! (Le cierra al cue-
llo el nudo de la soga) A ver si tu Robin ESCENA XIX
puede salvarte de esta...
Una recámara en el interior del castillo.
FRAY TUCK: ¡Dios escucho tus deseos, Gisborne con un sombrero mas extrava-
hermano! (Destapa un barril) ¡Milagro...! gante aun apura la ceremonia. Marienne
vestida de boda llora en un rincón. La
Robin se incorpora desde dentro del tonel. bruja Mortiana corre de un lado al otro
encendiendo velas. El ámbito va cobran-
ROBIN: (Cargando una flecha de su carcaj) do una luz entre solemne y tétrica. El
¡Suéltenlo ahora! obispo -dormido aun- no atina a apron-
tar todo. Viste su sotana mas lujosa pero
VERDUGO: ¡Jamás...! ha olvidado quitarse el gorro de dormir.

ROBIN: Entonces lo haré yo mismo... (Dis- GISBORNE: Termine de una vez, señor
para. La flecha -en lento vuelo- cruza el obispo...
espacio con feroz zumbido y corta lim-
piamente la soga que restalla a su vez OBISPO: Es que no estoy acostumbrado a
como un látigo. De el pueblo se levanta levantarme a estas horas de la madru-
una voz de admiración. gada... Estoy un poquito dormido toda-
vía señor Alcalde... pero creo que ya ten-
VERDUGO: ¡Esta locura no te servirá de go todo... ¿Empezamos?
nada...!¡Deténgalo...!
GISBORNE: (Fastidiado) Si. En cuanto se
Los soldados se arrojan sobre la carreta. saque el gorro de dormir y se ponga lo
que corresponde...
FRAY TUCK: ¡Hermanos míos...! ¡A Dios
rogando... y con el mazo dando...! OBISPO: ¿Eh...? ¿Ah...? ¡Oh si claro, cla-
ro...! (Lo hace)
De los otros toneles saltan como resortes
los hombres de Robin. Lluvias de fle- Las enormes puertas de madera que ha-
chas cruzan el espacio en uno y otro cen de foro se abren para dejar pasar al
sentido. Capitán que llega demudado. Entra y cie-
rra con gran precaución.
ROBIN: Pueblo de Sherwood... ¿Hasta
cuando soportarán a este tirano...? ¡Esta GISBORNE: ¿Pero que es este estruendo
es la oportunidad! ¡¡Unanse a la lucha...!! que llega desde la plaza?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 19


CAPITAN: (A Gisborne. Aparte) Malas noti- Entra espada en mano. El obispo huye.
cias señor. Los hombres de Robin han Tras rápida pelea desarma al Capitán y
atacado la ciudad y no hay como dete- arrincona a Gisborne. Marienne se arro-
nerlos... ja a sus brazos.

GISBORNE: ¡Robin...! ¡Otra vez ese nom- ROBIN: (A Gisborne. La espada lo apunta
bre...! amenazante.) ¿Cual es el precio de una
traición como esta, Alcalde? Fuiste ele-
CAPITAN: Debe escapar inmediatamente... gido para ser la autoridad y terminaste
traicionando la confianza que se te dio.
GISBORNE: ¡Escapar... Claro, claro, si...! Aprovechaste del poder para enriquecerte
¡Pero debo casarme primero...! Será la y enriquecer a los tuyos.
única forma de conservar el trono... ¡Se-
ñor Obispo no hay tiempo que perder...! GISBORNE: (Gimoteante) Yo... Yo... No me
¡Vamos, vamos diga lo que tiene que de- mates te lo ruego...
cir...!
ROBIN: ¿Matarte...? Demasiada sangre ha
Mortiana acerca a Marienne llorosa aun a corrido ya en esta tierra... Un juicio es lo
su futuro marido. que te espera.

MORTIANA: Hacen una pareja... ¡Hechizan- MORTIANA: ¡Un juicio! Y quien va a juz-
te...! garnos... ¿ Un salteador de caminos...?
¿Un ladrón que asoló los caminos de
OBISPO: (Con pía parsimonia) Hermanos Sherwood?
míos... Nos encontramos aquí para cele-
brar... ROBIN: Tengo la conciencia sin manchas. No
reniego de nada de lo hecho. Aguardare-
GISBORNE: ¡¡No... Sin pérdida de tiempo...!! mos el regreso del Rey Ricardo. Que el so-
¡Que en esto me va la cabeza! berano nos juzgue a los dos, y si he sido
culpable de algo pagaré con orgullo mi
MOR TIANA: ¡¿Que ha sucedido niño pena.
mío...?!
REY RICARDO: (Que escuchaba la esce-
En la recámara anterior irrumpe Robin y na desde la puerta) No hará falta
se detiene ante las enormes puertas ce- Robin. Acabo de llegar y estoy al tanto
rradas. Intenta infructuosamente abrir- de todo.
las.
ROBIN: ¡Su majestad...! (Se arrodilla)
ROBIN: ¡Abran estas puertas...! ¡Gisborne,
cobarde, se terminaron tus abusos...! MARIENNE: Primo Ricardo... (Las trompe-
(Golpea con violencia) tas anuncian tardíamente el real arribo)

MARIENNE: ¡Robin...! RICARDO: Gracias a Robin Hood y su va-


lentía el trono está a salvo. (A sus guar-
GISBORNE: (Se burla) Rooobiiin... ¡Es muy dias) Llévense al traidor. Pagará la pena
tarde para arrepentirse Marienne...! (Al que merece.
obispo) Dígalo ya...
Los guardias se llevan a Gisborne. Mortiana
OBISPO: Alcalde Gisborne quiere por es- lo acompaña llorando.
posa...
RICARDO: Prima Marienne... Una novia tan
GISBORNE: (Urge) ¡Solo lo importante! hermosa y sin boda...

OBISPO: Yo los declaro... ROBIN: Si su majestad lo permite... La boda


puede celebrarse todavía...
MARIENNE: ¡Noo...!
RICARDO: ¿La boda...? ¿Y quién será el
OBISPO: Marido y... novio...?

Con estruendo soberano Robin se arroja ROBIN: Yo lo seré, su majestad, si la mujer


contra la puerta que cede destrozada. que amo me da el si...

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 20


MARIENNE: ¡Robin...! JUGLAR:
Ojalá que el muchacho se case siempre
ROBIN: ¡Marienne...! (Se besan. Los hom- con la chica
bres de Robin entran rodeándolos con Como en los cuentos
respeto.) Y que el amor dure en ellos para siempre
Como en los cuentos
RICARDO: Que siga entonces la boda... Ojalá los abrazos. El cariño ojalá.
Ojalá dos corazones y una flecha en la
MARIENNE: El obispo escapó... mitad
Que al final de cada historia
FRAY TUCK: Si Dios cierra una puerta, abre todos canten de contento
otras cien... Preparen las copas herma- Como en mi cuento.
nos que el casamiento está en buenas
manos... TROVADOR: ¡Bah...! Ilusiones románticas...
Me gustaría ver que se ha hecho ahora
TODOS: ¡Hurra...! ¡Viva...! después de tanto tiempo de Robin y
Marienne...
Se escucha en un laúd lejano una música
nupcial. Las luces bajan sobre la cere- Como invocados por el trovador entran del
monia que comienza. brazo a la plaza. Los siguen en ruidoso
montón una chorrera de Robinsitos y
ESCENA XX Mariennitas en largo degradée.

Se ilumina nuevamente la plaza. Y sube, El juglar vuelve a cantar. Poco a poco el


con la luz, la música con la que el juglar coro se le va uniendo.
celebra emocionado la unión.
JUGLAR:
TROVADOR: ¡Bahhh...! ¡Aborrezco los fi-
nales sentimentales...! ! Hay que ser muy Ojalá que a los malos les vaya mal al final
ingenuo para emocionarse con estas Como en los cuentos
sensiblerías! ¡Héroes temerarios! ¡Amo- Y que los buenos por fin se decidan a luchar
res eternos! ¡Amistades indestructi- Como en los cuentos.
bles...! Nada de eso es verdadero. En la Ojalá la justicia. Ojalá la libertad.
vida real la gente no hace esas pavadas... Ojalá la honradez. Ojalá la dignidad.
Está demasiado ocupada en cosas real- Que tengan premio los buenos,
mente importantes... El trabajo... la y los malos escarmiento,
casa... el dinero... Tu cuento es tonto, Como en mi cuento.
juglar, porque no se parece en nada a la Ojalá que las cosas de la vida se parecie-
realidad... ran a los cuentos
Llena de sueños, de heroísmo y de qui-
JUGLAR: Puede ser amigo Trovador... pue- mera
de ser... Soy de los que sigo pensando en Como los cuentos
que es la realidad la que debería pare- Ojalá que los hombres entendieran de una
cerse a los cuentos. ¿Y alguien debe ha- vez
cerlos, no...? que del sueño nace el mundo, y no pien-
sen al revés.
La música crece acompañada por la voz del Por que a esta tierra le hace falta un ar-
Juglar que prologa la canción final. Los gumento
personajes de la feria van volviendo al ¡Donde triunfe la verdad... como en el
sitio inicial. cuento!.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 21


Toda representación de esta pieza deberá contar con la Centro en cuya Escuela Superior de Teatro es titular de
debida autorización de ARGENTORES, Asociación las cátedras Creación Colectiva, y Dramaturgia; y dicta
Argentina de Autores. J.A. Pacheco de Melo 1820 en la Escuela de Titiriteros del Teatro San Martín la
(1126) Capital Federal. República Argentina. materia Dramaturgia para títeres y objetos. De
continuada actividad pedagógica en su país y en el
Dramaturgo y Maestro de Dramaturgia, Mauricio exterior, ha dictado talleres y seminarios en España,
Kartun ha escrito desde 1973 hasta la fecha más de México, Cuba, Colombia, Venezuela y Puerto Rico.
quince obras teatrales entre originales y adaptaciones.
Chau Misterix, La casita de los viejos, Pericones, Sacco Alumnos formados en sus talleres se han hecho
y Vanzetti, El partener, Desde la lona, y Rápido acreedores a la fecha a más de setenta premios
Nocturno, aire de foxtrot, son sus producciones más nacionales e internacionales en la materia.
representadas, y publicadas, en la Argentina y en el
extranjero. Mauricio Kartun. Correo electrónico:
mkartun@arnet.com.ar
Sus obras han ganado en el país algunos de los
premios más importantes: Asociación de Cronistas del Todos los derechos reservados
Espectáculo, Nacional, Municipal, Konex, Argentores, Buenos Aires, Argentina. Abril de 2000
Prensario, Fondo Nacional de las Artes, Léonidas
Barletta, María Guerrero, Pepino el 88, y Trinidad CELCIT. Centro Latinoamericano de Creación e
Guevara. Investigación Teatral
Director: Carlos Ianni
Creador de la Carrera de Dramaturgia de la E.A.D., Bolívar 825. (1066) Buenos Aires. Argentina
Escuela de Arte Dramático de la Ciudad de Buenos Teléfono/fax: (5411) 4361-8348. e-mail:
Aires, es responsable allí actualmente de su Cátedra de celcit@sinectis.com.ar
Taller. Es docente de la Universidad Nacional del Internet: http://argen-guia.com/celcit

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 23 pag 22

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