Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
HOOD
Versión libre de la leyenda popular
Mauricio Kartun y Tito Lorefice
LA LEYENDA DE ROBIN
HOOD
Versión libre de la leyenda popular
Mauricio Kartun y Tito Lorefice
La Leyenda de Robin Hood fue estrenada hacen sus suertes. Mas allá hace lo pro-
en la Sala Casacuberta del Teatro Muni- pio un malabarista solitario. Un gitano
cipal Gral. San Martín de la ciudad de hace bailar a su oso. Un viandante vocea
Buenos Aires durante la temporada 1996 sus bocadillos, y junto a un barril que
por el Grupo de Titiriteros del Teatro San carga -tambaleándose casi aplastado- su
Martín, con dirección de Adelaida escuálido ayudante, un tabernero ofrece
Mangani y Tito Lorefice vino en generosos jarros de latón.
JUGLAR: Las notas de la escala son siete. Era el conde un gobernante preocupado
En tu pentagrama y en el mío. por darle a la ciudad alcurnia y brillo,
y recursos conseguir pues es sencillo
TROVADOR: Pero a mi me dan aplauso, no que el dinero ha de sacarse de algún
limosna. Y me acompañan en bellos re- lado...
latos cortesanos y no en historias vulga- y tomarlo prestado.
res de la plebe. A sus fieles labradores les pedía
apenas mas esfuerzo en su trabajo
JUGLAR: Contaré entonces para que dis- y que pagaran sus impuestos a destajo
frutes, una historia de nobles... con el oro, con moneda o mercancía
JUGLAR: Mis ojos se iluminan cuando lo ROBIN: Un momento... Por favor... Hace
recuerdo regresando de la guerra. Aquí... tiempo partí a luchar por lo que creía
aquí mismo. En una mañana de feria justo, dejando a mi aldea, a mi gente...
como esta... Pero no reconozco a mi regreso el sitio
que llevé en mi corazón. ¿Que ha ocurri-
TROVADOR: No estaría tan mal la plebe do en mi ausencia para que haya ahora
entonces si así se divertía... tanto rencor?
GUARDIA I: (A Guardia II) ¡Que traigan Baja la luz sobre la plaza y crece sobre el
urgente al pregonero, incapaz! bosque. La floresta susurra su sonido
característico. Robin camina con gesto
GUARDIA II: (A Guardia III) Que aparezca alerta. Llega hasta un arroyo cruzado por
el pregonero presto, inepto!! un tronco que hace de improvisado puen-
te. Comienza a cruzar por él cuando en
GUARDIA III: (Busca -el también- su su- la otra orilla aparece imponente la enor-
bordinado al que ordenar. No quedan ya. me figura de Pequeño Juan, armado con
Sale y regresa empujando al pregonero) un largo palo, que le impide el paso.
¡Será posible que nunca estés donde se
te necesita, torpe! JUAN: Salud pequeño caballero sin caba-
llo... ¿De paseo?
GISBORNE: (Al pregonero) ¡Proclama!
ROBIN: Algo así...
PREGONERO: ¡Al pueblo de Sherwood...!
¡Al pueblo de Sherwood! (Redobles. La JUAN: Pero muy bien... muy bien... ¿Y el
gente se acerca a escuchar) ilustre ha elegido cruzar por el puente
del Pequeño Juan?
GISBORNE: (Dicta como una carta) Su ex-
celencia, etc, etc... ROBIN: ¿Así se llama?
PREGONERO: ¡Su excelencia el alcalde, JUAN: Como que así me llamo yo, que he
excelentísimo, dignísimo, altísimo, sido quién tendió este tronco sobre el le-
reverendísimo Conde de Gisborne, Señor cho.
de estas tierras y sus alrededores...!
ROBIN: Y bien, si. Por el pasaré.
GISBORNE: (Por lo bajo) Comunica, etc,
etc... JUAN: Claro, claro... No hay mas que pa-
gar el peaje.
PREGONERO: ¡Comunica a los pobladores
y lugareños de estos parajes...! ROBIN: ¿Peaje...?
GISBORNE: Que se ha puesto precio, etc, JUAN: ¿No nos cobran ustedes los nobles
etc... el impuesto por nuestro trabajo? Yo no
tengo corte ni castillo. Solo esta natura-
PREGONERO: Que se ha puesto precio a leza que me rodea... El fresco del arro-
la cabeza del bandido... (Inquiere) yo... la sombra de los árboles... Se me
paga el impuesto al tronco y adelante.
GISBORNE: (Proclama) ¡Robin de Locks-
ley...! ROBIN: Puedo pasar por las rocas si quie-
ro...
PREGONERO: Quién pueda dar noticias de
su paradero... será recompensado con... JUAN: Claro, claro... pagando el impuesto
(Inquiere) a la piedra...
TOMAS: Arriesgando su vida... (Lo sueltan ROBIN: ¿No te escuché decir que solo te-
respetuosamente) nías esta naturaleza...? Ella nos dará lo
que necesitamos... la madera de sus ár-
JUAN: Quién ayuda a mi hijo no puede ser boles, y las piedras de sus arroyos...
otra cosa que mi amigo. Te pido perdón
Robin de Locksley. (Se dan la mano) SALTEADOR II: Hace días que solo come-
¿Pero porqué un noble habría de ayudar mos fruta y alguna presa de caza... Ne-
a alguien del pueblo? cesitaremos dinero. Para nosotros, y para
nuestras familias que penan allí en el
ROBIN: Cuando hace ya ocho años partí a pueblo...
combatir en las Cruzadas no sospecha-
ba que en mi pueblo ocurrirían las cosas ROBIN: Lo tomaremos...
que encontré a mi regreso.
SALTEADOR III: De donde...
JUAN: ¿Conociste al Conde de Gisborne?
¿Escuchaste de sus maldades? ROBIN: Aguarden tan solo a que llegue
aquel carruaje que se acerca por el ca-
ROBIN: He visto con mis propios ojos las mino y se los enseñaré. (Aparece un lu-
atrocidades que comete contra nuestro joso carruaje cerrado, tirado por cuatro
pueblo. Mi corazón y mi mano están del briosos caballos de tiro)
lado de la justicia. Que es el lado de mi
gente. Ustedes. Por todo eso me dispon- ESCENA VII
go a luchar.
Robin corre hasta el camino y hace señas
JUAN: Es imposible enfrentarlos. Por eso al cochero que detiene su marcha. Los
huimos al bosque. hombres se esconden y observan.
ROBIN: ¿Imposible? Nada de eso. Gisborne ROBIN: (Arrancando de una mata unas flo-
está acostumbrado a buenos aldeanos res silvestres) Salud amigo cochero...
que apenas se defienden. ¿Pero que pa- ¿Puedo ofrecer a la dama el obsequio de
saría si los aldeanos lo sorprenden con estas flores que compiten con su encan-
un buen ataque? to?
JUAN: ¡¿Atacarlos?! Sería como llevar ove- ARCHIDUQUESA: (Se asoma envuelta en
jas al matadero. Su ejército está bien el brillo de sus alhajas. Pasada en años
preparado, y nosotros... Nuestras cabe- y coqueteando desde su madura fealdad.)
zas tienen precio. Hasta la del niño lo Pero que joven mas galante... (Al coche-
tiene ahora. No somos guerreros, Robin, ro) ¿Como no le hemos visto antes en las
somos prófugos. fiestas de nuestra corte...? ¿Como es tu
nombre jovencito?
ROBIN: Y yo ahora un fugitivo como uste-
des. Tampoco yo puedo regresar. Pero ROBIN: Robin de Locksley fui hasta ayer
prefiero la muerte a vivir escondido. ¿Que Milady. De ahora en mas puede llamar-
harán sus familias sin ustedes? me Robin Hood. Y ahora si me permite...
(Desenfunda su arma) Esas joyas de gus-
Los hombres dudan. Murmuran. Se con- to tan exótico desentonan con la belleza
sultan. natural de ese rostro suyo... (Amenaza
con su espada al cochero que intenta una
JUAN: (Temeroso) Y... ¿que podemos con- defensa) Si fuese tan gentil. (Se saca el
tra ellos...? sombrero con ademán cortesano y se lo
MORTIANA: Solo con probarlos... AMA: Aguarde aquí Milady. Veré si mi se-
ñora puede recibirla. (Va hacia Marienne)
GISBORNE: (Eufórico) ¡Si señor! Me casa-
ré con esa doncella... LADY CAROLA: (Bajando la caperuza de su
capa. Vemos que se trata en realidad de
CAPITAN: (Aparece agitado) Permiso mi Robin vistiendo el traje que robara a la
señor... Archiduquesa) Maldito calor... ¡No se
como resisten las damas estos vestidos...!
GISBORNE: ¡Idiota! ¿Como se atreve al- ¡A lo que llegamos los hombres por
guien a molestarme aquí! amor...! (Vuelve a cubrirse apresurada-
mente)
CAPITAN: Es que... ¡Mi Señor...! Una ban-
da de facinerosos ha asaltado en el bos- AMA: (A Marienne) Hay aquí una señora
que a la Archiduquesa de Greene... Y... que insiste en verla. Dice traer un en-
Mi señor... al frente de los bandidos es- cargo personal... (Marienne observa a
taba Robin de Locksley... Robin de Lady Carola que la saluda con discreta
Locksley, a quien ahora conocen como... reverencia)
¡Robin Hood!
MARIENNE: Acérquese por favor... (Lady
GISBORNE: ¡¡Robin de Locksley!! ¡Aggggggg! Carola lo hace) No tengo el gusto de co-
¡Voy a colgarte en la plaza pública Robin nocerla señora...
de Locksley!
LADY CAROLA: (Aflautando la voz) Carola...
MORTIANA: ¡Ese es mi niño...! Pero antes... Lady Carola... Y traigo para usted un re-
(Revuelve el caldero) cado de alguien que me ha pedido la
mayor de las discreciones...
GISBORNE: Si, si... Antes que nada... Mi
visita galante... a llevar estos dulces irre- MARIENNE: Adelante...
sistibles a la bella Marienne... (Al Capi-
tán) ¡Que me preparen el caballo negro! LADY CAROLA: (Por el ama) Debo hacerlo
¡Que me alcancen la capa y el sombrero en privado...
de plumas de avestruz... (El Capitán
asiente y va a salir a cumplir la orden.) MARIENNE: En nadie confío mas que en
Aunque bien podría ser el de garza... (El ella. Nada que deba yo saber tendría que
capitán asiente nuevamente y vuelve a ocultarle...
encarar el mutis) O el de tucán que es
tan colorido y combina con la capa... LADY CAROLA: Es que usted comprende-
(Vuelve a detenerse, asiente, reemprende rá...
la marcha está a punto de salir cuan-
do:) Aunque si es por colorido, el de MARIENNE: Su duda nos ofende señora.
cacatúa... (Baja la luz sobre las dudas Hable ahora o marche ya.
de Gisborne)
LADY CAROLA: (Se le escapa el vozarrón)
ESCENA IX ¡Lady Marienne! (Disimula con una tos.
Vuelve a la voz femenina) ¡Lady Marien-
Jardín de Marienne. La muchacha juega ne...! Cuando sepa el recado entenderá
melancólicamente con dos enormes pe- mis razones...
rros mellizos a los que arroja una estaca
que devuelven una y otra vez. MARIENNE: ¡Hable o parta...!
GISBORNE: Serán solo unos instantes... LADY CAROLA: Bueno... soy una mujer
(Cuidándose de los perros le extiende los audaz...
dulces) Unas deliciosas confituras pre-
paradas por el pastelero real para usted... GISBORNE: (A Marienne) De eso justamen-
Cuando las pruebe quedará... quedará... te quería alertarte Marienne... Una pan-
¡Encantada! ¡Hechizada...! ¡Pruebe... dilla de salteadores se ha escondido en
Pruebe...! los bosques de Sherwood y asalta cuan-
to viajero se atreve por sus senderos...
MARIENNE: Le agradezco Alcalde Gisborne. Los capitanea un bandolero que se cree
Las gustaré en la merienda. muy romántico robando a la gente de la
corte para repartir el botín entre los po-
GISBORNE: Deléitese ahora con una... bres... Un truhán que creíamos muerto
en la guerra y acaba de regresar...
MARIENNE: Mas tarde lo haré...
MARIENNE: (Esperanzada) ¿Muerto en la
LADY CAROLA: (Tomando un dulce) Yo sí guerra...?
En otro plano -en el castillo- los nobles se MORTIANA: ¿Me necesitabas mi niño...?
quejan al gobernador.
GISBORNE: ¡Madrina...! ¡Preciso otra vez
JUGLAR: de su consejo!
Con cabeza generosa dividía la moneda
mientras la batalla se gestaba en la ar- MORTIANA: Ya te lo he dado: La mejor de-
boleda. fensa es un buen ataque.
JUGLAR: ESCENA XV
Lanzas, espadas y flechas, el momento
ya ha llegado Vuelve la acción sobre el campo de batalla.
Uno de ellos vencerá. Otro será derrota- Gisborne arenga a su tropa.
do.
GISBORNE: ¡Valientes guerreros del con-
TROVADOR: dado...! El combate nos espera... ¡Peleen
Uno será derrotado... tranquilos fieles soldados...! Mientras el
Alcalde Gisborne esté aquí ningún co-
JUGLAR: barde osará atacarlos por la espalda!
Otro de ellos vencerá...
Comienza la contienda. Un cuadro bélico
TROVADOR: de proporciones épicas. Hay lucha cuer-
¿Quién será al final vencido...? po a cuerpo. Los salteadores -en inferio-
ridad numérica- van siendo derrotados.
JUGLAR: Uno a uno caen prisioneros. Robin se
¿Y el triunfador, quién será...? debate multiplicándose aquí y allá hasta
que, herido y sin fuerzas, elije huir. Mien-
Los ejércitos se aprestan a entrar en bata- tras los últimos rebeldes van siendo en-
lla. Las luces bajan velando el espacio. cadenados los narradores retoman la
Los trompetas, cuernos y redoblantes palabra.
sirven de fondo, en lejano plano sonoro,
a la: TROVADOR: (Marcial)
¡Que orgullo viril, que euforia apasiona-
ESCENA XIV da
que gozo el del guerrero en la batalla ga-
En un espacio intermedio entran, huyen- nada...!
do a caballo, Marienne y su ama.
JUGLAR:
MARIENNE: ¡Corre ama, te lo ruego! Debe- ¡Que dolida
mos llegar hasta donde está mi primo el es la perdida...!
GISBORNE: ¡Infelices cobardes! ¡Ya los veré FRAY TUCK: Acérquense todos... Con la
arrepentirse mañana cuando bailen col- ayuda de la bienaventurada cerveza... ¡Y
gados de una soga...! ¡Que preparen las del Señor, claro!, mañana estaremos en
horcas! esa plaza... (Todos se acercan a Tuck) Se
trata de lo siguiente...
ESCENA XVI
ESCENA XVII
JUGLAR: Y mientras los prisioneros cru-
zaban encadenados esta plaza, y las Baja la luz sobre el bosque y crece en el
marchas militares se jactaban de la vic- palacio de Gisborne. Marienne es con-
toria con su rataplán, los juglares bajá- ducida por el capitán y dos soldados ante
bamos la voz para cantar el dolor de la el tirano.
derrota.
GISBORNE: Adelante... Adelante primoro-
Triste con su canto el ave se lamenta sa Marienne...
Triste la lluvia esta tarde de domingo
MARIENNE: ¡Deberá responder por esto,
(Se ilumina un sector del bosque. Bajo una Alcalde...!
lluvia sombría Robin intenta rehacer lo
queda de su ejército) GISBORNE: Aun disgustada usted es ma-
ravillosa...
¡Pero cuidado tristeza que aun distingo
el sol oculto detrás de la tormenta! MARIENNE: (Furiosa) ¡Basta de tanto ga-
lanteo idiota...! ¡Su almíbar me empala-
ROBIN: ¿Cuantos quedamos...? ga, señor! ¡Sepa que su cortejo me resul-
MARIENNE: ¿Y como sé que cumplirá...? FRAY TUCK: Cristalina como el agua que
corre sobre las piedras, y con una espu-
GISBORNE: (Ofendido) ¡Soy un hombre de ma... ¡Vigorosa! ¡Ah, que espuma! ¡Cuan-
palabra, señora...! do empiece a crecer sobre tu vaso no vas
a encontrar manera de detenerla!
Desde la plaza comienzan a escucharse los
redobles tenebrosos que anuncian la eje- GUARDIA: Está bien... está bien.... Adelante
cución. entonces... ¿Y... a que hora será el...?
ROBIN: Entonces lo haré yo mismo... (Dis- GISBORNE: Termine de una vez, señor
para. La flecha -en lento vuelo- cruza el obispo...
espacio con feroz zumbido y corta lim-
piamente la soga que restalla a su vez OBISPO: Es que no estoy acostumbrado a
como un látigo. De el pueblo se levanta levantarme a estas horas de la madru-
una voz de admiración. gada... Estoy un poquito dormido toda-
vía señor Alcalde... pero creo que ya ten-
VERDUGO: ¡Esta locura no te servirá de go todo... ¿Empezamos?
nada...!¡Deténgalo...!
GISBORNE: (Fastidiado) Si. En cuanto se
Los soldados se arrojan sobre la carreta. saque el gorro de dormir y se ponga lo
que corresponde...
FRAY TUCK: ¡Hermanos míos...! ¡A Dios
rogando... y con el mazo dando...! OBISPO: ¿Eh...? ¿Ah...? ¡Oh si claro, cla-
ro...! (Lo hace)
De los otros toneles saltan como resortes
los hombres de Robin. Lluvias de fle- Las enormes puertas de madera que ha-
chas cruzan el espacio en uno y otro cen de foro se abren para dejar pasar al
sentido. Capitán que llega demudado. Entra y cie-
rra con gran precaución.
ROBIN: Pueblo de Sherwood... ¿Hasta
cuando soportarán a este tirano...? ¡Esta GISBORNE: ¿Pero que es este estruendo
es la oportunidad! ¡¡Unanse a la lucha...!! que llega desde la plaza?
GISBORNE: ¡Robin...! ¡Otra vez ese nom- ROBIN: (A Gisborne. La espada lo apunta
bre...! amenazante.) ¿Cual es el precio de una
traición como esta, Alcalde? Fuiste ele-
CAPITAN: Debe escapar inmediatamente... gido para ser la autoridad y terminaste
traicionando la confianza que se te dio.
GISBORNE: ¡Escapar... Claro, claro, si...! Aprovechaste del poder para enriquecerte
¡Pero debo casarme primero...! Será la y enriquecer a los tuyos.
única forma de conservar el trono... ¡Se-
ñor Obispo no hay tiempo que perder...! GISBORNE: (Gimoteante) Yo... Yo... No me
¡Vamos, vamos diga lo que tiene que de- mates te lo ruego...
cir...!
ROBIN: ¿Matarte...? Demasiada sangre ha
Mortiana acerca a Marienne llorosa aun a corrido ya en esta tierra... Un juicio es lo
su futuro marido. que te espera.
MORTIANA: Hacen una pareja... ¡Hechizan- MORTIANA: ¡Un juicio! Y quien va a juz-
te...! garnos... ¿ Un salteador de caminos...?
¿Un ladrón que asoló los caminos de
OBISPO: (Con pía parsimonia) Hermanos Sherwood?
míos... Nos encontramos aquí para cele-
brar... ROBIN: Tengo la conciencia sin manchas. No
reniego de nada de lo hecho. Aguardare-
GISBORNE: ¡¡No... Sin pérdida de tiempo...!! mos el regreso del Rey Ricardo. Que el so-
¡Que en esto me va la cabeza! berano nos juzgue a los dos, y si he sido
culpable de algo pagaré con orgullo mi
MOR TIANA: ¡¿Que ha sucedido niño pena.
mío...?!
REY RICARDO: (Que escuchaba la esce-
En la recámara anterior irrumpe Robin y na desde la puerta) No hará falta
se detiene ante las enormes puertas ce- Robin. Acabo de llegar y estoy al tanto
rradas. Intenta infructuosamente abrir- de todo.
las.
ROBIN: ¡Su majestad...! (Se arrodilla)
ROBIN: ¡Abran estas puertas...! ¡Gisborne,
cobarde, se terminaron tus abusos...! MARIENNE: Primo Ricardo... (Las trompe-
(Golpea con violencia) tas anuncian tardíamente el real arribo)