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Amparito.—¿Matea?
Amparito.—Si, señora.
Amparito- jajaja
Doña Lia- Te ríes. Ya te digo: dos gotas. Y me ha ocurrido más . Ahora sin
ue vas a reírte! vi un día en un cortijo una codorní en una jaula, y lo de
siempre, ¿a quien parese esta codorní? Y dale, y vuelta, y no me
abandonaba la idea, y ya era osesión , y sin caé. Y de pronto…
Doña Lía- A mi
Amparito- ¿A usté?
Doña Lía- A mi
Amparito- jajaja
Amparito- Es favó
Polito-Sielito.
Doña Lía-¿Qué?
Polito-Sielito.
Amparito-Es a mí.
Doña Lío-No, no: es a mí.
(Y con ligereza de codorniz precisamente corre a la ventana y entreabre la
celosía, dejando al descubierto la figura de un mozalbete).
Polito- Sielito.
Doña Lío- ¿Sielito? ¡Mira qué nube de tormenta!
Polito- ¡Mamá!
Amparito- ¡Doña Lía!
Doña Lía- Doña Lía, sí. Doña Lía. La mamá de este cangrejo de río que es tu
novio. ¡Y a esto venía yo! ¡A esto venia, a esto venía yo! Ni más ni menos.
(El cangrejo ha desaparecido).
Amparito- Pero usté, usté …
Doña Lío- Yo, yo…
Amparito- Usté, señora…
Doña Lío- Yo, yo venía a esto. Doña Rosalía Morales, que no doña Lía, como
me pusieran el padre y el hijo, y ya me lo yama el barrio entero. ¡A esto venía
yo! A desirle a tu mamaíta que er novio de su niña es el piyo más piyo que
come pan y que bebe vino. ¿No está tu madre? Pues se lo planto a la nena,
que le interesa más.
Amparito- Yo he de desirle a usted…
Doña Lío- Tú te cayas y escuchas. Tu novio es un pingo, ¡un pingo! Le
gustan todas. Trae siempre a tres o cuatro al retortero. Que si los ojos de
ésta, que si la boca de la de enfrente, que si lo bien que anda su prima, que
si la grasia con que se queda quieta la hija del sapatero… Se escribe con
una dosena. "Sielito… Mora de mi harén, chiquiya de mis sueños, sangre,
negra, mi alma, mi loca, mi fiera…" ¡Que te cayes, te digo! a ti te dirá lusero y
estreya y canela en rama y asúca molía… ¿A que sí? Conosco el repertorio
completo. El muy charrán le lee las cartas a su padre, que se tumba de
risa… ¿Tú sabes el consejo der pirata der papaíto? Pues le jura que mientras
le gusten dies o dose, la cosa marcha bien… Pero que er día que le guste
una sola le rompe una pata. Y los dos se miran de reojo. Así aconseja a su
nene el tal moralista… Y yo los escucho, y, claro… ¡tengo la versícula biliá
picaíta pa croquetas! Y sabedora de quién eres tú, y de lo buena y lo
modosita que te ha hecho Dios, y de lo siega que te ha dejao ese trucha,
vengo a abrirte los ojos, aunque ya los tiés bien abiertos y bien presiosos, pa
contarte mi cuento; pa que no yoren las muchas lágrimas que han yorao los
míos… Tú no sabes lo que se sufre cuando nuestro hombre no huele ni a lo
que huele tu casa y tu cuarto, ni a lo que hueles tú. ¿Que es inútil
amonestarlo? ¿Que mis palabras se las yeva el aire? ¿Que doña Lía está
como una cabra? Pues no hay pa qué hablá más. A esto vine y me voy con
er saco vasío. Ya me dirás tú si te engaño o no, cuando lo cojas abrasando a
la cosinera. Porque, ¿yo te he hablao de una criada puerca y legañosa, y que
no cree en Dios? ¿Te he hablao, verdá? Bueno, ¡pues también le gusta a tu
novio! ¡Y a su padre! ¡Caya!
Amparito- Si no hablo, señora.
Doña Lío- ¡Caya! Sí, hija, sí, embarcan de todo. Porque, mira, entra aquí un
albañil, y para ti y para tu madre, es un albañil, no es un hombre.
¿Comprendes? Entra el carbonero, y es el carbonero ¡no es un hombre! En
mi casa, no: entra la chacinera de enfrente, ¡es una mujer! ¡Aunque huela a
tripas! Entra la trapera ¡es una mujer! ¡Aunque huela a trapos! ¡Embarcan de
todo! La última que tuvo mi marido… ¡Caya! Bueno, la última, la última… Mi
marido siempre está en las últimas… ¿Qué iba yo a desirte? Ya me perdí…
No, ya sé. La última que tuvo ese pingajo de hombre era un coco. Yo no la
conosía y en un repente de selos que me entró… Porque en mi matrimonio
se cambian los papeles. Yo soy Otela y él Desdémono… Desdémono, sí…
porque un día, cuando esté en la cama durmiendo, le voy a cortá la
cabesa… Bueno, pues yo, con las intensiones de Caín, me planté en la casa
de la ninfa, y en cuantito me encaré con eya, ¡ay! ¡ay!
Amparito-¿Qué, doña Lía?
(Y se va de estampía. Amparito, paralizada por la sorpresa, no sabe seguirla.
Al cabo dice):
Amparito- Jesús, y qué torbeyino de suegra.
FIN