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La guerra y la educación militar en el antiguo Egipto.

El antiguo Egipto, en sus inicios, era un pueblo pacífico y calmado, por lo tanto no
necesitaban de ningún ejercito o arma para defenderse; sin embargo, en
situaciones de emergencia, reclutaban a un grupo de jóvenes que terminando su
tarea, regresaban a casa, es decir, no tenían ejércitos permanentes.

Al crecer el imperio y al tener cada vez más poder, era necesaria la expansión y la
conquista de nuevos territorios, así como la protección de la nobleza, por lo tanto
se hizo necesario reclutar un ejército fijo y entrenado que estuviese disponible
para cualquier batalla o situación esporádica.

En el Imperio Antiguo había un predominio de los extranjeros como grupo


mercenario permanente y estaba compuesto principalmente por nubios y libios,
que se distinguían por un color de piel más oscuro que el de los egipcios y por su
vestimenta que consistía en un calzón de piel adornado con cuero negro.

La nacionalidad era decisiva para el puesto que ocupaban los militares: los
egipcios formaban parte de la caballería y de la división de lanceros, mientras que
los libios y nubios formaban la infantería.

Estas divisiones constaban de unos 5.000 hombres, subdivididas a su vez en


compañías de 250 efectivos. Coordinadas cada una de estas últimas por un
comandante o capitán, e identificadas unívoca mente merced a un estandarte con
nombre propio, las compañías eran finalmente estructuradas de nuevo en cinco
secciones de 50 individuos.

Las divisiones dependían del grado de belicosidad de la época: por ejemplo en el


tiempo de Ramses II, el conjunto del ejército llegó a tener cuatro de dichas
formaciones: la de Amón, (originaria de Teas), la de Ra (formada en Heliópolis), la
de Ptah, (procedente de Menfis), y la de Set, (nativa de Pi-Ramsés).

Con el tiempo, y la entrada de la caballería ya en el Imperio Nuevo, los ejércitos


egipcios se beneficiaron potenciándose con carros tirados por caballos, que junto
con soldados de la infantería, cerraban la formación, y a parte del equipo de
intendencia, iban unos soldados que tocaban tambores y trompetas, para marcar
el paso de la marcha y transmitir las diferentes órdenes, según se desenvolviera la
batalla. Gracias a tablillas, pergaminos, relieves y pinturas en las paredes de los
templos, se tiene bastante documentación sobre las batallas desarrolladas en el
Antiguo Egipto.
Una de las batallas más documentadas es la de Qadesh, en la que Ramsés II se
enfrentó a los hititas. En el templo de Abu Simbel se pueden apreciar unos
curiosos y explicativos relieves, en los que los soldados egipcios vapulean con
bastones a unos espías del ejército hitita.
En ocasiones determinadas, las tropas en embarcaciones a propósito, surcaban el
río Nilo, generalmente se trataba de expediciones militares, que acompañaban
cargamentos con sustancias y objetos de oro para la corte faraónica.

El transporte de víveres era una parte básica del ejército egipcio, y eran
suministrados en su totalidad por el Estado. Los alimentos se almacenaban en
carros. El agua, el vino y la cerveza, se guardaban en grandes tinajas de
cerámica, las cuales se sellaban durante el desplazamiento.

El tipo de comida o rancho que consumían los soldados, consistía en una ración
de pan, carne, verduras y dulces. Se tenía que alimentar bien a la tropa, ya que
sus integrantes tenían que soportar largas marchas, con todos los pertrechos
militares a cuestas, y la dureza y crueldad de los combates en el cuerpo a cuerpo,
exigía una buena alimentación.
Ya en el Imperio Nuevo, el soldado era todo un profesional. En compensación a
las levas forzosas, recibían una paga, parte del botín, esclavos y tierras. Y también
se heredaba el oficio. Estas circunstancias, durante una larga época,
contribuyeron a que surgiera una clase media poderosa en el Egipto faraónico.

El ejército egipcio contó a partir del Segundo Período Intermedio con un


importante elemento ofensivo heredado de los invasores Hyksos: los carros de
guerra tirados por caballos, carros que se agrupaban en escuadrones de unos 50
vehículos, siendo manejados cada uno de ellos por dos personas: un guerrero, y
un conductor.

La flota naval aunque la tuvieran era mas de cabotaje, ya que los habitantes del
país del Nilo raramente se distinguieron como navegantes: la misión de esta se
limitaba a proteger la costa, y a la escolta de buques mercantes en los períodos de
crisis. el mando último del ejército estaba en manos del faraón, el cual era
ayudado en primera instancia por un general en jefe, así como por un cierto
número de otros generales.

Las distinciones en el oficio de la guerra se otorgaban por parte del faraón, en


forma de donaciones de casas, tierras y esclavos, o a través de condecoraciones
con forma de collares de oro y armas decoradas, entre las que destacaba por su
simbolismo la denominada “Orden de la Mosca Dorada”, o “Mosca del Valor”, al
figurar en ella réplicas en el mas preciado de los metales de este insecto.

Sobre las guerras que son cuatro los momentos claves a destacar: el primero, la
unificación inicial del país merced al mítico Narmer, quien con su empuje militar
logró la conquista de los dos reinos, (al Alto y el Bajo Egipto), iniciando así el
comienzo de la era faraónica, y dejando de lado para siempre la cultura neolítica;
el segundo, con la victoria de los gobernantes de Tebas sobre los de
Herakleópolis, y que diera fin al gran desorden social característico del llamado
Primer Período Intermedio; el tercero, cuando los reyes nativos afincados
asimismo en Tebas reconquistaron el poder central, (en esos momentos en manos
de los invasores Hyksos), concluyendo el Segundo Período Intermedio, y dando
paso a la época de mayor esplendor de esta civilización; y el cuarto, cuando los
gobernantes de Sais, ayudados por mercenarios jonios y carios, pusieron freno a
los nuevos y belicistas intrusos, los Asirios, momento en que terminaría el Tercer
Período Intermedio.

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