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BIBLIOTECA AYACUCHO ~
MEMORIAS
DEL
EDITORIAL - AMERICA
MADRID
PUBLICACIONES:
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BIBLIOTECA AYACUCHO
BAJO LA DIRECCIÓN DE DON RUFINO BLANCO-FOMBONA
OBRAS PUBLICADAS
I II. Memorias del general O'Leary:
Bolívar y la emancipación de Sur-América.
Dos lujosos volúmenes de 700 á 800 páginas en 4." Se
venden separadamente al precio de 7,50 pesetas cada
uno. Esta obra es el libro clásico de la revolución do
Hispano-Amérlca. Es de un interés increíble. Las intimi-
dades de la época y sus hombres se consignan allí: por
allí pasan pueblos, ejércitos, personajes, instituciones,
ideas; todo el movimiento de una revolución social y
política.
MEMORIAS
DEL
EDITORIAL - AMERICA
MADRID
\
Á VENEZUELA
con el cariño entrañable del más amante
de sus hijos
/
•
A.,
M*Jk SA
OIHOTV;
PAEZ
hace poco, los restos del que, más escuela que sus llanos, ni
sin
II
(1) Se refiere á libera ción de las Anti llas, las Filip inas, q ue id eó
Bo lívar en ir á Cuba, Lq¿, Estados Unido s é Ingla-
1825. Páez debía
terra se opusieron á aquella empresa libertadora, tildando á Bolívar
de « Conquistador. » (No ta del Editor.)
12 PÁEZ
belfo de los caballos; finge que huye; se trae á las ancas toda la
caballería. «¡V uelvan caras!» dice, y con poco más de cien, á la
luz del Sol, que volvió á parar su curso para ver la maravilla,
clavó contra la selva á seis mil mercenarios, revueltos con el
polvo, arrastrados por sus cabalgaduras, aplastados por su caño-
nes, caídos sobre sus propios hierros, muertos antes por el
III
cano una compañía, que nunca llega; topa con una banda de
14 PÁEZ
indios: los aterra; los hace echar al suelo las flechas; con todas
ellas y los arcos ata un haz; y se lo lleva á la espalda, y entra en
el pueblo con los indios presos.
IV
Así iba ya, de jefe suelto, algo más libre que al principio de
jefes torpes y rivales celosos, á la cabeza de su gente de lanza
que le adora, que le para el caballo para pedirle lo que quiere,
que le quita de las manos la lonja de carne que se lleva á la
boca.
Van por los ríos de noche, voceando para ahuyenta r los cai-
manes; por los esteros cenagosos, sacando á pujos de brazos su
animal ahogado; por los llanos encendidos, entre brotes de lla-
No
eran aún más que cien, allá por 1814, y ya Páez se iba á
citar á combate con baladronadas al jefe realista. El jefe venci-
2
18 # PÁEZ •
José Martí.
CAPÍTULO PRIMERO
(1790-1809.)
sus pies, sin que le sea dado alcanzarla, porque ella tam-
bién huye con la velocidad del relámpago. Zumba el
viento en sus oídos cual si penetrase con toda su fuerza
en las concavidades de una profunda caverna; apenas se
atreve el cuitado á respirar; y si conserva abiertos los
espantados ojos, es solamente para ver puede hallar
si
3
34 MEMORIAS DEL GENERAL
rio y alimento.
Confiado en todo no hay que aventurar nunca
esto,
tamiento por otros tres mil más.» «Me alegro, decía otro
después de la victoria de Albufera, me alegro de este
triunfo: porque así podremos mandar tropas para someter
á los insurgentes.» Y el diputado Alvarez de Toledo ex-
clamaba: «No sé á qué raza de hombres pertenecen esos
americanos.»
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 43
guientes:
Cesación de hostilidades entre España y las colonias.
Amnistía general para todos los comprometidos en el mo-
vimiento. Que concediese á los americanos representación
en Cortes y libertad de comercio, dando la preferen-
las
(1810-1813.)
1
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 51
cabo con hacerle dar cuatro balazos. Este acto, tan dolo-
roso para mí, acabó de agravar mi situación. Un momento
después abrí la carta, teniendo cuidado de no romperla
al desplegar la oblea, porque me proponía remitirla á Puy
—
Lleve usted el señor á la cárcel, remáchele un par
de grillos y póngale en capilla.
(1813)
hallaba.
No podían imaginar cómo había escapado á las garras
I
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 67
(1S14.)
(1) Era, en efecto, dicho Sánchez, hombre de gran fama entre los
realistas, por su valor y arrojo, y también muy temido de los patriotas
de Mérida. Se contaba de él que en un encuentro en el pueblo de La-
cúnulas había desmontado un violento ó cañón de montana y llevádo-
selo á cuesta como si fuese la más ligera carabina de estos tiempos.
Cuando yo perseguía á los aterrados realistas, volvió Sánchez cara
repentinamente, y con una tercerola que llevaba, logró quitarse los
botes de lanza que yo le dirigía. Viendo que no podía hacer libre uso
del arma de fuego, la arrojó al suelo y echó mano á mi lanza con in-
tención de disputármela. Sin soltar yo esta defensa, arrójeme de mi
caballo, y por medio de un gran esfuerzo, logré arrancársela, y enton-
ces le di con ella una herida mortal. Viéndole tendido en tierra, traté
de quitarle una hermosa canana ó garniel que llevaba al cinto, y como
prorrumpiese en palabras descompuestas é impropias del momento en
que se hallaba, me puse á exhortarle á bien morir, y yo rezaba el cre-
do en voz alta para estimularle á repetirlo. Afortunadamente para mí
volví la vista por casualidad, y vi que en lugar de acompañarme en
mis plegarias, tenia ya casi fuera de la vaina el puñal que llevaba al
/
84 MEMORIAS DEL GENERAL
(1SI5.)
varme preso, y hahló con los otros tres que habían per-
manecido en el cuarto, pidiéndoles que fuesen á calmarme»
pues imaginaba que yo habría ido á levantar la tropa
para atacarle. Cuando se persuadió de que no había yo
pensado con tal cosa, volvió á tomar su acostumbrado
tono de altanería, diciendo que yo era un insubordinado,
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 89
m
y que si le pedía pasaporte, me lo daría con mucho g-usto.
A! día sigfuienie hice lo que él manifestaba desear tan-
to; concedióseme el pasaporte para la capital, y no ha-
con usted.
—
No puedo llevarle á aquella ciudad le contesté —
porque su gobierno no me ha comisionado, sino el de
Casanare.
— Los pedazos de Olmedilla — me replicó furioso, y
arrojándome el papel que contenía mis instrucciones —
los pedazos de Olmedilla llevará usted; pero á él vivo,
jamás.
— Sentiré llevar sus pedazos, mi comandante; pero si
—
¿Se rinde usted ó no?
— — —
Ya veo contestó que lo que ustedes quieren es
humillarme y que me sacrifiquen en Pore; pues voy á com-
placerles.
Entregóme la espada y el trabuco. Al oír aquellas pa-
labras, sus hijos y los otros acompañaban arroja-
que le
1
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 95
estaba el capitán.
Así era cierto. Nuestro hombre se había encaramado
en una palma, y como se había cubierto con su cogollo,
no podía vérsele desde abajo sino por casualidad. Inti-
mado que bajase, lo hizo al punto, diciendo al llegar á
á
tierra, con tanta serenidad como gracia:
(181«.)
otro lado del río Apure, que atravesó por el Paso del
Frío. Yo me quedé en el pueblo del Mantecal, donde
como á mediados de Junio, resolvió López atacarme.
Sin embargo de haber sufrido nuestro ejército muchas
bajas, salimos á esperar el enemigo en la sabana limpia,
donde formé mi pequeña columna de 300 hombres, pues
había mandado 50 al mando del capitán Basilio Brito al
pueblo de Rincón Hondo; hizo López otro tanto á la de-
recha del caño de Caicara con una fuerza de 1.200 jine-
tes, seis piezas de artillería y 400 infantes. Nada se ade-
me mismos jefes
servía de habitación, se presentaron los
y oficiales con muchos más paisanos á instarme de nuevo
para que fuese con ellos á presencia de las tropas, que
estaban formadas para reconocerme; por la centésima vez
volví á negarme.
Mas en esto se presentó Santander en medio de aque-
lla reunión, preguntando qué ocurría, pues observaba
que la tropa se hallaba formada. Contestáronle que con-
siderándose en inminente peligro por las circunstancias
críticasque los rodeaban, habían resuelto conferirme el
mando supremo y obedecer ciegamente mi voluntad, se-
guros como estaban de que yo era el único que podía
salvarlos del peligro que por todas partes les amenazaba.
Respondió Santander que él tenía la misma convicción y
que además se sometería con gusto á mis órdenes, siem-
pre que le admitiesen la renuncia que formularía en aquel
momento. Observáronle la inutilidad de tal renuncia, por-
que ya habían desconocido su autoridad; que ellos, con
el pueblo que se había salvado de los españoles, repre-
Apure."
Después de haber arengado á las tropas y al pueblo,
dándoles las gracias por la confianza que depositaban en
mi persona, les aconsejé que la pusiesen ante todo en la
Divina Providencia para que no me negara su protección
en la ardua empresa que iba á acometer, pues pensaba
salir aquel mismo día al encuentro del enemigo, después
de dejar á los no combatientes en el punto en que se cre-
yera más seguro.
en posesión del mando supremo de aquellos restos
Ya
de las Repúblicas de Nueva Granada y Venezuela, formé
una junta para conocer la opinión de los principales ofi-
ciales sobre las operaciones que debían emprenderse para
salvar las últimas esperanzas que teníamos y convenir en
el plan de operaciones contra los enemigos de nuestra
independencia.
A punto viene aquí dar al lector una idea del estado
122 MEMORIAS DEL GENERAL
(1815-1816.)
9
130 MEMORIAS DEL GENERAL
SACERDOTES
Doctores: Ramón
Ignacio Méndez, arzobispo después de Caracas, y
Antonio María Briceño.
Presbíteros: N. Santander, N. Becerra, N. Pardo, N. Mansaneda,
Félix Sosa, Miguel Palacios, Trinidad Travieso, N. Ovalles, N. Gáste-
los, Domingo Antonio Vargas.
132 MEMORIAS DEL GENERAL
ran de la plaza.
En el pueblo del Guayabal había yo dejado al coman-
dante Freites con una compañía para que reclutase gente
con que aumentar la fuerza que debía hostilizar al enemi-
go en aquellos llanos. El siguiente día de haberme reuni-
do con Guerrero salió el enemigo por los bosques de la
orilla del río, y apoyado en éstos se presentó en el Ra-
(1817-1818.)
recha del río, donde no nos era posible penetrar con nues-
tra caballería.
Hablando de esta acción, escribía después Morillo en
un manifiesto: "Catorce cargas consecutivas sobre mis
cansados batallones me hicieron ver que aquellos hom-
bres no eran una gavilla de cobardes poco numerosa,
como me habían informado, sino tropas organizadas que
podían competir con las mejores de S. M. el Rey."
Este combate costó á los realistas la pérdida de una
gran parte de sus pertrechos, de muchas de sus acémilas,
de gran número de armas que arrojaban los soldados por
escapar del fuego. Nosotros no tuvimos más pérdida que
la del valiente comandante Segarra y la de pocos oficiales
ras sin haberse disparado más que un solo tiro, que hirió
mortalmente al valiente sargento Roso González, En pre-
mio de su conducta en aquella ocasión, di á Iribarren
un escudo de oro con el lema "Arrojo asombroso". Sus
prisioneros me sirvieron para organizar mi primer bata-
llón de que bauticé, á petición de sus jefes,
infantería, al
con el nombre del "Bravo de Páez", base del famoso
cuerpo que, siempre distinguido en muchas ocasiones de
guerra, mereció más tarde que se le cambiara su nombre
en el de "Vencedor de Boyacá" por su heroica conducta
en la batalla de este nombre.
Después del hecho de Banco Largo vino de Nutrias,
donde el enemigo tenía el centro de sus operaciones,
una columna de 200 infantes al mando del comandante
Jacinto Perora, y se atrincheró en el pueblo de San An-
tonio, distante una legua del río Apure. Yo entonces,
por un camino extraviado y dando un rodeo, después de
cuatro días de marcha, salí frente al pueblo por el mismo
punto donde habían entrado los enemigos. Organicé in-
mediatamente el ataque, y á escape nos lanzamos sobre
la trinchera que teníamos al frente, echando pie á tierra
—
minó después por toda la República. De Apure ha salido
el principio de todos los hatos que hoy existen.
recer.
— De mi cuenta corre — dijo Páez, y se alejó á galope.
„
demás.
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 177
12
178 MEMORIAS DEL GENERAL
(181$*.)
ra de Bolívar.
Es muy probable que algunos de que presenciaron
los
aquella escena la tradujeran como una falta de respeto al
jefe supremo, y seguramente por tal motivo comenzó á
rug-irse que nuestros ánimos estaban mutuamente mal dis-
L
190 MEMORIAS DEL GENERAL
que le di,
eficaz auxilio mandando á Iribarren cargar vi-
gorosamente con una columna de caballería, volvió el
enemigo á su altura y pudo Vázquez y su columna incor-
porársenos y no quedar cortada. Vázquez venía herido y
en brazos de sus soldados. Aquella misma noche murió.
Ya el sol ponerse, y como teníamos una sed
estaba al
'3
194 MEMORIAS DEL GENERAL
ciudad.
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 197
(1819.)
za; pero los prisioneros europeos que hizo llamar le dijeron que cons-
taba del mismo número que yo había dicho. Todavía se negó á creer-
lo,y pieguntándoles el número de batallones, hizo una cuenta con las
plazas de que se componían, y aseguró que el enemigo no podía tener
más de 3.000 hombres. Más tarde, cuando Bolívar tuvo la entrevista
con Morillo, éste le confesó que en la época en que estamos ahora de
nuestra narración tenía 7.000 hombres.
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 213
(1819-1830.)
punto.
Después de marchar toda la noche llegamos á dicho
lugar, y al romper el día comencé á poner en práctica mi
plan.
Embosqué mi gente, y poco más adelante del caño hice
colocar una compañía de carabineros con orden de hacer
fuego,como si quisiera disputar el paso al enemigo, para
que en el momento salieran repentinamente los embosca-
dos y trataran de cortarle por su centro.
Con este ardid esperaba yo destrozar una parte del
ejército realista, ya que por falta de infantería y ser el
terreno muy arbolado no podía destruirlo completamente.
Acercábase el enemigo y hubiera caído seguramente
en la celada si cuando se hallaba á una milla de nosotros,
uno de esos errores tan fatales en las guerras, no hubiera
frustrado nuestras acertadas disposiciones. La guardia de
prevención que conducía nuestras municiones, se había
224 MEMORIAS DEL GENERAL
infantería.
(1821.)
hombres que
se escapaban en tropel, sin que bastaran los
los custodiaban para detenerlos en la fuga. Por fortuna,
como habían estado siempre reunidos por manadas en
los potreros, corrían juntos, y era fácil seg^uirlos por las
i6
242 MEMORIAS DEL GENERAL
EL INTRÉPIDO JOVEN
SIMÓN BOLÍVAR
LIBERTADOR DE COLOMBIA
nuestros enemigos?
Miró el negro á los circunstantes como si quiera enros-
trarles la indiscreción que habían cometido, y dijo des-
pués:
— Señor, codicia.
la
(1821-1832.)
(1) Los españoles fusilaron en Puerto Rico á este oficial por haber
capitulado.
(2) Durante el sitio me vi obligado á ausentarme personalmente
de mis tropas para impedir que una insurrección en el Apu-
estallase
re, cuyos habitantes estaban indignados con la conducta tiránica del
y miro este título como una esposa mira las galas y joyas
que se pone el día de su matrimonio; ocupada en nego-
cios de mayor importancia, apenas se acuerda de ellas
sino para complacer á su marido; así yo apenas me acuer-
do del grado de general sino para ser más útil á mi pa-
tria, porque mi cabeza está llena del deseo de destruir á
Artículos de la capitulación.
(1823.)
siones necesarias, sino cuanto pudiera servir para regalo de las tropas
durante las fatigas del sitio.
268 MEMORIAS DEL GENERAL
—
dez que le acompañasen una noche, y éstos volvieron á
las dos horas, dándome cuenta de que se habían acercado
hasta tierra sin haber nunca perdido pie en el agua.
Después de haber propuesto á Calzada, por dos veces,
entrar en un convenio para evitar más derramamiento de
sangre, le envié al fín intimación de rendir la plaza, dán-
dole el término de veinticuatro horas para decidirse, y
amenazándole, en caso de negativa, con tomarla á viva
fuerza y pasar la guarnición á cuchillo.
Á las veinticuatro horas me contestó que aquel punto
estaba defendido por soldados viejos que sabían cum-
plir con su deber, y que en el último caso estaban re-
poral.
Finalmente, casi seguro de que enemigo no sospe-
el
hasta que vio era inútil toda resistencia, pues tenían que
luchar cuerpo á cuerpo, y las medidas que yo había toma-
do les quitaba toda esperanza de retirada al castillo.
Ocupada la plaza, la línea exterior que había sido ata-
cada por una compañía del batallón de granaderos, que
dejé allí para engañar al enemigo, tuvo que rendirse á
discreción.
Al amanecer se me presentaron dos sacerdotes, dicién-
272 MEMORIAS DEL GENERAL
acomode.
Contestación. Los individuos que voluntariamente
quieran permanecer en el territorio de la República po-
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 277
(1832.)
(1) Este es el mismo que después dio como ministro de Estado las
suyos.
Pero no cuente ninguna república sur-americana, en
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 287
de soberanía.
„Mas si una parte de la población europea, arrojada de
8U patria por la opresión ó excitada por el deseo de me-
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 297
tado proyecto.
„Un año antes de esta expedición, el gobierno de los
Estados Unidos había legalmente reconocido la indepen-
dencia de todas las repúblicas del Sur, poco antes colo-
nias españolas, y elCongreso, en 4 de Mayo de 1822,
asignó 100.000 pesos conque sufragar los gastos que fue-
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 303
tar medir sus armas con sus enemigos sin contar para ello
con escuadras superiores? Tampoco debemos despreciar
la oportunidad que esta proposición nos ofrece para ha-
provincias hispano-americanas?
„Confieso francamente que he sido siempre de opinión
que Cuba sería la adición más interesante que podría
hacerse á nuestro sistema de Estados. El dominio que
esta isla, con el promontorio de La Florida, nos daría
sobre el golfo de Méjico y sobre los Estados y el istmo
que lo ciñen, así como sobre los territorios cuyos ríos
desaguan en él, medida de nuestro bienestar
colmaría la
(1824-1825.)
> Considerando:
»1.° Que revocado el decreto de 9 de Octubre de
1821 por de 28 de Junio de este año, deben cesar
el
nos que por los enemigos del sistema, podía ser alterada
por la exageración de voluntarios temores, é hice enten-
der que mi autoridad no repararía en la condición de las
21
322 MEMORIAS DEL GENERAL
»Pedro Gual.»
El 10 de Enero de
del año 1825 se presentó delante
Puerto Cabello una escuadra francesa, compuesta de una
fragata de sesenta, dos bergantines goletas y una goleta,
á las órdenes del capitán de navio Dupotet, y apenas ha-
bía fondeado cuando dirigió comunicación al comandan-
te general de Marina de dicho puerto, pidiéndole, en nom-
bre del almirante Julien, comandante de la estación de las
Antillas francesas, satisfacción por el insulto que decía
haberse inferido frente á Portobelo por el comandante de
la fragata Venezuela al de la goleta francesa Gazelle, obli-
gándole á que éste enviase un oficial á su bordo. Ade-
más, exigía dicho almirante la devolución de todo el car-
Acusación ante el —
Senado de Colombia. Aparente duplicidad del ge-
neral Santander. —
La época más funesta de mi vida pública — Pro-
nunciamiento de las municipalidades de Venezuela. Los pueblos —
—
ansiosos de reformas. Asamblea en el Convento de San Francisco
—
de Caracas. Mi carta y oficio al Libertador explicándole mi con-
ducta.
(182«.)
usted tanto ó más que las glorias que usted ha sabido ga-
narse contra los enemigos. Nada perdería á usted para
siempre como cualquiera acto de inobediencia al Senado.
Este sería un borrón que mancharía eternamente su repu-
tación. Lejosde mí pensar que fuese usted capaz de se-
mejante procedimiento; juzgo á usted como debo, porque
conozco su carácter y su corazón, y respondo de su sumi-
sión á todo lo que emane de las autoridades constituidas."
Casi en los mismos días, el 15 del mes de Julio, el ge-
neral Santander escribía á Bolívar la carta confidencial
que puede verse en la página 210, tomo VI de los Do-
cumentos de la Vida Pública del Libertador, carta enca-
minada toda á hacerme los cargos más injustos; tal vez
creía cumplir con su deber cuando mal informado come-
tía una injusticia: error por desgracia harto frecuente en
los gobernantes, sujetos como todos los hombres, á la fa-
la de un océano tempestuoso.
superficie
En hora menguada para mí reasumí el mando de que
me había suspendido tan injustamente, y ya dado el pri-
mer paso, era necesario ser consecuente con el error co-
metido.
La Municipalidad de Valencia invitó á las otras ciuda-
des de Venezuela á que aprobasen el movimiento que
ella había iniciado, para que todas reunidas expresasen
„J. A. Páez."
Excmo. Señor:
Tengo el dolor de participar á V. E. los graves acon-
tecimientos que han sobrevenido en Venezuela, que me
serán siempre sensibles, cualquiera que sea su desenlace:
la marcha de nuestras instituciones fundamentales se ha
alterado notablemente, y los pueblos se han preparado á
solicitar reformas, que conciliando sus intereses, hagan
más sólida y favorable su condición. El carácter insidioso
del general Santander había envenenado la fuente de la
administración en su mismo origen, y el cuerpo legislati-
vo, siguiendo ciegamente sus caprichos y dominado á la
vez por el influjo de algunos de sus miembros que han
querido sacrificar á resentimientos particulares la obra de
los patriotas, ha consumado por sus deliberaciones algu-
nos de sus designios oscuros y malignos. Las leyes llega-
ron á verse en Venezuela como redes tendidas á los hom-
bres de buena fe, y la negra política de la administración
había sembrado una desconfianza absoluta de cuanto se
hacía en Bogotá. Este estado de cosas había predispues-
to los ánimos para recibir con disgusto y examinar con
recelo cuantas medidas se dirigiesen á causar novedades
en estos departamentos, y bien pudo preverse que los
procedimientos intentados contra mí eran capaces de ex-
citar una alarma general, porque estos habitantes iban á
tabilidad de la República.
„Dios guarde á V. E. muchos años. Caracas, Mayo 24
de 1826.— 16.
José A. Páez.**
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 349
»JosÉ A. Páez."
«3
354 MEMORIAS DEL GENERAL
papel que se queda escrito, aunque varíen mil veces los he-
chos. Hace cien días que ha tenido lugar en Valencia el
primer suceso de que ahora nos lamentamos, y todavía no
sabemos que usted ha hecho y lo que ha ocurrido en
lo
gre enemiga los laureles que otro le hizo ceñirse: que, por últi-
arrojo que nunca puede ponderarse bien, porque hace, sin duda,,
del año 1824, por la que todos los talentos elevados de la capi-
24
370 MEMORIAS DEL GENERAL
"REPÚBLICA DE COLOMBIA
INTENDENCIA DEL DEPARTAMENTO DE VENEZUELA
"REPÚBLICA DE COLOMBIA
«intendencia del departamento de VENEZUELA
adoptarse.
»Tercera. Que se despache inmediatamente un enviado cerca
danos, para que se sirva usar de su influjo con los demás de-
y firmaron.
376 MEMORIAS DEL GENERAL
*
nos, para que se sirva usar de su influjo con los demás departa-
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 379
y júbilo con que esta Municipalidad y pueblo han visto los sen-
timientos que en la referida acta se expresan. Con lo que con-
cluyó, y firman de que certifico:
„Excmo. Señor:
^Admitida por la Cámara del Senado la acusación que
había propuesto contra mí la de representantes, quedé
suspenso de hec¡ie4ela Comandancia general y demás
encargos que estaban á mi cuidado, V. E., cumpliendo con
sus deberes, proveyó interinamente la plaza en el general
de brigada J. de Escalona, que yo mandé reconocer, y,
efectivamente, se reconoció por las tropas de mi mando,
aunque con disgusto. El pueblo de Valencia, que había
experimentado todos los horrores de la guerra desde el
año de 1811, que nunca había tenido tranquilidad hasta
después del año de 1823, en que por el triunfo de las
armas de la república sobre la plaza de Puerto Cabello,
y mis continuos desvelos en destruir las guerrillas que
molestaban los habitantes del interior, había comenzado
á gozar de paz, estaba persuadido que se debían sus gran-
des bienes de mi autoridad y á mis particulares
al influjo
última grada.
dependencia y libertad.
las leyes, ni del temor que inspira su rango para hacer respetar
sus caprichos: su autoridad era sólo temida del criminal, y el
departamentos.
>E1 general Santander dio su decreto de 31 de Agosto de 1824
para el alistamiento general en las milicias, que encontró oposi-
sargento mayor.
>En el mismo tiempo ocurrieron atenciones de mayor grave-
dad por las cuales fué necesario ejecutar el decreto del Poder
Ejecutivo sobre el alistamiento de milicias con la exactitud
se
en
empiece á hacer
la capital
el tercer día después de su publicación
que se la sujetaba.
tración que los benéficos efectos de las leyes; ellos han sido go-
blos que, como éste, no han concurrido con sus votos para la
"SIMÓN BOLÍVAR,
^.LIBERTADOR DE COLOMBIA Y DEL PERÚ, ETC. Á S. E. EL —
VICEPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA, EN-
CARGADO DEL PODER EJECUTIVO
„Excmo. Señor:
„Desde que fui informado del Estado de Venezuela temí
alg^ún trastorno en aquella parte de la república. Las co-
municaciones y cartas privadas confirmaban mis temores;
y queriendo contener los progresos de un mal que veía
desenvolverse rápidamente, destiné á mi edecán, el coro-
nel O'Leary, á Venezuela, tocando en Bogotá con des-
pachos para el general Páez y para todas las personas de
influjo y respetabilidad allí. Desgraciadamente, no llegó
á tiempo, y el 30 de Abril tuvo lugar en Valencia el la-
mentable suceso que V. E. me comunica en su nota de 9
de Junio.
„He nuevamente á Venezuela á fin de ver si
escrito
consigo que las cosas queden como están, sin dar pasos
ulteriores que hagan después difíciles, ó quizá infructuo-
sos, todos mis esfuerzos para restablecer el orden de-
bido.
„E1 general Páez ha destinado cerca de mí Diego
al Sr.
sultados.
» Desde esta ciudad envié á la de Caracas una persona
encargada de mi poder, que se presentó el día 5 de Abril
último ante el promoviendo
alcalde primero municipal,
justificación sobre la conducta que habían observado las
patrullas para con los ciudadanos, y conforme á mi soli-
citud se mandó en 8 del mismo mes, con consulta de ase-
sor, que se fijasen carteles en los lugares públicos y acos-
tumbrados de aquella ciudad por el término de ocho
días, dentro de los cuales se presentase cualquiera ciuda-
dano cuya casa hubiese sido allanada, ó que supiera que
lo había sido la de algún otro por las tropas bajo mis ór-
mente.
„Tal ha sido mi conducta personal en los días 6 y 9 de
Enero con respecto á los habitantes de la ciudad de Cara-
cas para la ejecución del decreto sobre alistamiento en las
milicias, y con respecto al Gobierno en el desempeño de
las facultades queme había confiado, y obediencia á las
órdenes que se me comunicaron hasta la de mi suspen-
sión: el público juzgará de la justicia ó injusticia con que
se me ha acusado: que se repartieron por las
las patrullas
de todos.
»La Municipalidad mandó á buscar al Doctor Miguel
Peña para que le aconsejase, y este letrado hizo ver que
la solicitud era inconstitucional, que podría seguirse una
guerra de la desobediencia
decreto del Senado, y que
al
na 273.
422 MEMORIAS DEL GENERAL
do de creación. >
cunstancias.
carlo.
una borrasca cada cual se salvaba como podía, sin esperar con-
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 425
damente en el 1.° del mes que rige, en que manifestó que las
bre, motivo por que había invitado á los ocurrentes á pensar con
seriedad sobre el asunto, y contrayéndose á la entidad del
negocio que se discutía opinó que no podía decidirse sin venti-
tados por cada una de las provincias que se hallan uní ías en
proceda á la instalación.
> Segunda. Que se invita por esta Asamblea á todos los pue-
"Compatriotas:
«Dispuesto siempre á oir el eco de vuestras opiniones,
dondequiera que resuene para el bien de la patria, no
vacilé ni un momento en acceder á vuestros deseos. Ya
estoy entre vosotros, y debéis considerarme íntimamente
unido á vuestras sanas y patrióticas intenciones. Lo que
taladra mi corazón del más profundo dolor es que hayáis
tenido la bondad de convocarme para consultar mis
votos en una cuestión que es toda vuestra exclusivamente.
Los pueblos, como origen puro de la soberanía en todo
gobierno popular y representativo, son los jueces arbitros
y los únicos competentemente autorizados para decidir
de sus derechos y destinos en toda cuestión que tiene por
objeto asegurar su existencia política y las condiciones
de su asociación.
„Yo no soy más que un soldado pronto á todas horas á
la defensa de la patria y de sus libertades, que son las de
—
Llegada del Libertador á Venezuela. Nuestra cordial entrevista.
—
Decretos y proclamas. Entrada triunfal en Caracas. —Obsequio al
(1837.)
«¡Venezolanos!
> Cesaron nuestros males: el Libertador, desde el centro
del Perú, oyó nuestros clamores, y ha volado á nuestro
socorro; su corazón venezolano todo, y todo caraqueño,
os trae la grandeza de su nombre, la inmensidad de sus
servicios y todo el poder de su influjo por prendas de su
28
434 MEMORIAS DEL GENERAL
"REPÚBLICA DE COLOMBIA
„SIMÓN BOLÍVAR, LIBERTADOR PRESIDENTE, ETC., ETC.
"REPÚBLICA DE COLOMBIA
,JOSÉ ANTONIO PÁEZ, JEFE SUPERIOR CIVIL Y MILITAR
DE VENEZUELA, ETC.
„Excmo. Señor:
„Cuando en 25 de Abril del año próximo pasado llegó
la orden del supremo Poder ejecutivo, comunicándome mi
> Venezolanos:
>Los fastos de Colombia marcarán el día de ayer
por la más afortunada de sus épocas. El Libertador Presi-
dente llegó al pie del cerro de Puerto Cabello á las dos
de la tarde, tendiendo sus brazos de amor y comunicando
su corazón, lleno de dulzura, á sus compañeros de armas,
á Venezuela toda. Este abrazo está consagrado con el óleo
santo de todas las virtudes, y las furias de la venenosa
discordia huyeron á sepultarse despavoridas en los eter-
nos abismos del olvido. El suelo que fué teatro de escena
tan nueva como sensible se ha cambiado en un monu-
mento que excederá en grandeza y duración á las pirámi-
des y obeliscos: él recordará á la posteridad, no la sober-
bia de los conquistadores, sino la obra sublime del pa-
triotismo, de la civilización y la amistad.
„ ¡Venezolanos! El Libertador hizo su entrada triunfal
en esta ciudad á las cinco de la tarde, y los destinos de
la República descansan ya sobre sus robustos hombros.
porque espada y la
la lanza donadas por éste al Aquiles
venezolano, no se empleen sino en defensa de los dere-
chos del pueblo."
Una bella niña de diez años de edad, llamada María de
•ia Paz, hija del Sr. Joaquín Caraballo y de la señora Ro-
mualda Rubí, dirigió al Libertador una graciosa alocución,
el triunfo y el poder.
Finalmente, los individuos en particular y el pueblo
todo dieron al Libertador las mayores y más espontáneas
pruebas de aprecio que jamás recibiera héroe alguno.
Pueden verse más pormenores de estos obsequios en el
tomo IX, pág-. 27 de los Documentos de la Vida Pública
del Libertador.
De Caracas salí para el Apure, acompañado del coro-
nel José Félix Blanco, después general, para hacer depo-
ner las armas á L500 hombres deque rehusa-caballería,
ban hacerlo mientras no vieran la conducta que Bolívar
observaría conmigo; logré mi objeto con sólo presentar-
me en aquel punto.
Próximo á partir el Libertador para la Nueva Granada,
donde el general Santander comenzaba á mostrársele hos-
til, en conversación privada me
que creyendo ya in-
dijo
evitable la separación de Venezuela de Colombia, y espe-
rando que yo sería nombrado primer presidente de la
nueva república, me
aconsejaba una y mil veces que al
verificar la separación me opusiera con todo mi influjo á
la adopción del sistema federal, que en su opinión era si-
"Venezolanos:
„Tan cierta es vuestra dicha como ahora necesaria vues-
tra prudencia; el héroe que, por sendas escabrosas, nos
448 MEMORIAS DEL GENERAL
CUBA
progreso.
Consistía el plan del Libertador en mandarme á mí
(con perdón sea dicho de quien ha hecho jefe de la expe-
dición á Sucre, cuando éste se hallaba á cuatro mil leguas
desempeñando la presidencia de Bolivia), en mandarme
á mí, digo, con diez mil hombres de infantería y mil de
caballería, que se embarcarían en la escuadra de Colom-
bia, capaz de hacer frente á la que los españoles tenían
en el seno mejicano, para saltar en uno de tantos magní-
ficos puertos ocultos al mundo en la perla de las Antillas,
por el recelo de los gobernantes españoles, pero que se
conocen por todos los que piensan en desembarcos mili-
tares en aquella hermosa isla. Que la habíamos de tomar
era seguro, y ni el Libertador, que ordenaba la empresa,
ni yo, que había de ponerla por obra, dudamos jamás del
en el trono de Fernando.
Yo no sé en este momento si todos los planes de Bo-
lívar eran realizables. Digo, sí, bajo mi palabra de solda-
do, que entonces me
parecieron y que acogí su pen-
tal
dichosa. Usted, que conoce las cosas de por allá mejor que
nadie, porque vive viéndolas, sabrá lo importante que es
á Colombia el servicio que vamos á hacerle, yo mandan-
do una brillante división de tropéis de las que tenemos en
el Perú, y usted tomando el mayor interés en que se con-
454 MEMORIAS DEL GENERAL
ese grito, sino que una y otra isla fueron siempre el arse-
nal de donde España sacaba todas las armas para some-
ternos á nosotros, que luchábamos sin contar más que
con la justicia de nuestra causa.
El 17 de juliode 1808 se supieron en la isla de Cuba
las noticias de España que en los otros puntos de la
30
466 MEMORIAS DEL GENERAL
guiente:
> Cuando por resultado de los heroicos esfuerzos de
los americanos, todo nuevo continente se ve libre en
el
(1) Esta opinión no es nueva para mí. — Además de ser una verdad
axiomática, yo la puse en práctica cuando en Apure mandaba en jefe
el año de 1816. Muchos de los esclavos fueron después valientes oficia-
dad, sino que son propiedad de unos pocos. — El hombre, como ser
libre, no puede ser propiedad de otro, no se le debe poner embarazos
en el ejercicio inocente de sus facultades, ni privársele de la gran pre-
rrogativa de su libertad. La esclavitud de Venezuela debe excluirse
del cúmulo de las propiedades. Tengo la fortuna de ser uno de los li-
bertadores de mi patria, y bajaría al sepulcro con dolor si no propen-
diera y cooperara á sostener la justicia bien distribuida. Pero para que
se vea que podemos ejercerla sin perjudicar intereses que son el por-
venir de las familias que se mantienen con el trabajo de los esclavos'
JOSÉ ANTONIO PÁEZ 479
DEMOSTRACIONES
1.400 »
Por un sombrero . » 4 $ 4 4
Por asistencia médica á $ 150 al año un médico, toca
á un esclavo 3 »
les orillas del lag-o de Valencia, han venido á ser el teatro de los com-
bates más sangrientos y encarnizados entre los indígenas y los solda-
dos de la metrópoli.
(1) Las Memorias de Páez continúan hasta los postreros años de
su vida, que fué larga. Pero ya no es el Páez épico, el defensor de la
FIN
31
índice
Páginas.
DEDICATORIA 7
PÁEZ 9
Capítulo primero 19
Capítulo II 31
Capítulo III 46
Capítulo IV 62
Capítulo V 74
Capítulo VI 86
Capítulo VII 110
Capítulo VIH 125
Capítulo IX Ib2
Capítulo X 182
Capítulo XI 207
Capítulo XII 221
Capítulo XIII 237
Cajítulo XIV 252
Capítulo XV .... 266
Capítulo XVI 281
Capítulo XVII 310
Capítuio XVm 327
Capítulo XIX 433
Capítulo XX ^ 449
:V
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IX. — Andrés Bello: Historia de las literaturas de Grecia y
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