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FELIX CHAMBI CARI

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El presente testimonio, es fruto de la experiencia vivida en el sector de


CHICALULU, provincia Nor Yungas, cuando personas allegadas al MAS,
pretendieron quitarme la vida. (febrero, 2002)
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AGRADECIMIENTO A DIOS

En primer lugar quiero agradecer profundamente a Dios, por haberme


devuelto la vida, ya que la decisión que tomaron en algún momento, un
grupo de dirigentes del MAS, de quitarme la vida, tenía el propósito de
acallarme y continuar con su charlatanería permanente y no permitían que
un “originario yungueño”, que además de ser catedrático en la UNIVERSIDAD
MAYOR DE SAN ANDRES, investigó la problemática coca, y tenía la moral
suficiente para informar apropiadamente a mis hermanos de causa.

Sin embargo, muchos dirigentes del MAS, hablaban incoherencias y muchas


veces engañaban a las bases con información falsa, lo cual era una ofensa
para los que siempre hemos luchado por la “verdad”, dada nuestra
condición de gente que CREE EN DIOS, y tiene fundamento evangélico.
Jamás pude entender por qué querían hacerme daño si solamente hablaba
la verdad, pero al final pareciera que todo fue una “tramoya” política para
eliminarme del camino y hacerse elegir diputado u obtener algún cargo para
servirse y aprovechar para sus intereses privados.

Desde la vez que el Señor Dionisio Nuñez me amenazó (fue en la población


de Chulumani), no creí que se atrevieran a tanto, pero las cosas sucedieron y
gracias a la voluntad de DIOS, no lograron lincharme en aquel momento,
aunque creo que de alguna forma esos atrevimientos podrían volver contra
mi persona, y no parece haber nada que frene esas intenciones, ni siquiera la
actual CONSTITUCION POLITICA DEL ESTADO, que más parece estar siendo
utilizado para fines de grupo, en el único propósito de mantenerse en el
poder y nada más: no hay el más mínimo deseo de CAMBIAR EL ESTADO DE
COSAS, y eso podemos verlos a diario, ya que las políticas neoliberales se
siguen aplicando y no vemos hasta el momento ningún tipo de
transformación que sea para beneficio de la mayoría de los bolivianos
(aymaras, quechuas, mestizos, tupiguaraníes, y otros)

ANTECEDENTES

¿De cómo llego a ocupar una Secretaria en el COMITÉ EJECUTIVO DE LA


CSUTCB?

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Mi ingreso a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de


Bolivia fue a través de la elección que se realizó en el Coliseo Cerrado el año
2000, donde la mayoría de los dirigentes y delegados representantes de las
diferentes federaciones yungueñas tomaron la decisión de postularme y así
fui electo, junto al entonces dirigente Don Felipe Quispe Huanca, más
conocido como el Mallku.

Hasta antes de mi elección como dirigente nacional de los campesinos, me


desempeñaba como Secretario General de mi comunidad llamada SANANI,
que está ubicada en la Central Huancané de la Provincia Sud Yungas, muy
próxima a la Capital Chulumani. La decisión de aceptar este cargo, fue para
servir a mis “hermanos” de sangre, ya que siempre se pensó que los
intelectuales se olvidaban de su sangre y se avergonzaban de su raza, lo cual
creí no era justo y por eso había que aportar con un poco de los
conocimientos adquiridos en los centros superiores de estudio y así reconocer
el enorme esfuerzo que realizaban los padres y también los comunarios al
pagar sus impuestos a la universidad popular. Simplemente fue una
retribución que todos los profesionales que venimos de las clases populares, y
especialmente del área rural, debemos retribuir a nuestros hermanos, que
lamentablemente muchas veces, son manipulados por gente interesada que
solamente esta buscando una pega, un puesto para ganar dinero o inclusive
para “robar” al Estado, tal cual ahora esta sucediendo.

Con lo que no contaban estos “malos bolivianos”, malos patriotas, era que
DIOS ESTABA CONMIGO, y esa fue la razón para que saliera con vida de esta
tragedia que hasta el presente todavía no he superado del todo, pues los
golpes, las pedradas, los palos, la presión psicológica ejercida desde la
muchedumbre no es poca cosa, y todo porque simplemente quería servir
HONESTAMENTE a los productores cocaleros y nada más. Hoy, a 8 años de la
tragedia que viví, reitero mi agradecimiento a Dios y a algunos hermanos que
me ayudaron a escapar del lugar llamado CHICALULU, y resguardarme en la
maleza y en la oscuridad; caso contrario, hoy la historia sería diferente.

MARTES 12 DE FEBRERO, 2002

El día 11 de febrero del 2.002 , en horas de la tarde, en mi condición de


dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos
de Bolivia (CSUTCB), fui encomendado por el máximo dirigente de esta
organización, don Felipe Quispe Huanca, para estar en la región de los

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Yungas (Chicalulu), a fin de dar a conocer el apoyo de la máxima


organización campesina a los bloqueos de la región, que en ese momento
estaba encabezada por la COFECAY (Consejo de Federaciones Campesinas
de los Yungas). En ese momento la idea nuestra era reforzar al movimiento
cocalero y campesino, en momentos en que debía negociarse con el
Gobierno las demandas regionales insatisfechas desde hace varios años.

Esta misión a los Yungas no fue cumplida, debido principalmente a dos


factores poco previsibles: 1) la imprudencia y falta de experiencia en el
campo sindical, y/o 2) la excesiva o fuerte convicción de lucha que tenía por
las nacionalidades aymara, quechua – tupiguaraní. (Nunca pude darme
cuenta que mis enemigos no solo eran los del Gobierno Neoliberal, sino
también algunos dirigentes como Dionisio Núñez (ALTO DIRIGENTE DEL
PARTIDO MAS EN LA REGION). Con todo, este viaje lo programamos y
discutimos con Don Felipe. La idea era llegar al lugar, no sólo para confundir
a los órganos de seguridad del Estado, sino básicamente de apoyar moral y
materialmente a las movilizaciones que en ese momento estaban
cumpliendo los cocaleros en los Yungas de La Paz.

Don Felipe estaba de acuerdo y yo tenía la fuerte convicción de que era


necesario apoyar la causa de nuestros hermanos de sangre. No era
conveniente por ningún motivo dar un paso atrás. Todo estaba bien, hasta
que, por motivos que desconozco, y a última hora, don Felipe me dijo que no
podía ir, pero que en todo caso busque otros acompañantes. En ese
momento se me ocurrió hablar con Lucio Huanca, quien se desempeñaba
como Strio. De Organización de la CSUTCB. El compañero Huanca, no quiso
saber nada de viajar a los Yungas, quizá por su intuición del grave riesgo que
se corría en una zona de alto nivel de conflicto. Sin embargo, que temor
podríamos tener si íbamos al encuentro con nuestros hermanos que también
estaban luchando por la misma causa: una total ingenuidad de nuestra
parte, porque no contábamos que allí un grupo de dirigentes del MAS, había
tomado la decisión de eliminarme aprovechando la turba, y así continuar su
labor política sin ningún tipo de oponente ideológico político. No olvidemos
que en ese momento se estaban preparando para participar de las
elecciones del año 2002.

No fue nada fácil el que don Lucio acepte el desafío de ingresar a los
Yungas, especialmente porque en esos momentos no había siquiera
movilidad para trasladarnos. Sin embargo, y tras varios intentos de mi parte y

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quizá hasta “ruegos” Lucio Huanca aceptó pero me dijo que podríamos
buscar a alguien más para entrar a los Yungas. En eso, apareció un dirigente
de la región de Río Abajo, quién se animó al instante (hasta hoy no sé de
quién exactamente se trata). Como no había forma de viajar, entonces
tomamos la decisión de contratar un taxi, que nos trasladó hasta el lugar de
los bloqueos (el pago lo hicimos semanas después). Llegamos a las
proximidades del lugar “La Ninoska” un poco antes de las siete de la noche.
Luego caminamos hasta el lugar de los bloqueos (Chicalulu), donde se había
estado desarrollando una reunión entre los cocaleros de base, dirigentes del
COFECAY y algunos ministros del Gobierno. También estaban representantes
de la Iglesia Católica (un sacerdote) y algunos Medios de Comunicación.

Como estaba anocheciendo, los tres nos pusimos de pie en la parte de atrás,
y estuvimos escuchando por algunos minutos las palabras del dirigente
Dionisio Núñez, e inmediatamente, sin prever peligro alguno, subimos a la
parte alta, para saludar a los presentes y dar a conocer, la palabra y posición
de la CSUTCB. En esas circunstancias, al verme y reconocerme mi enemigo
político Dionisio Núñez, dijo a los presentes vía micrófono: “aquí está la gente
del Gobierno” “pónganle pollera” “quién tiene una pollera” “mátenlo”,
“mátenlo”. En ese momento, y ante esa turba enardecida por Núñez, lo
único que hice fue pedir a los presentes en la mesa de negociaciones que
deseaba decir algunas palabras para luego retirarme.

Pero, la situación dada en ese momento no parecía del todo normal; algo
raro estaba pasando allí. Nadie se atrevía a decir algo, ni siquiera cuando
empezamos a ser agredidos. Ni siquiera el Sacerdote (cura) pudo decir algo
para lograr que como seres humanos pudiéramos siquiera hablar algo en
función de los intereses de nuestra clase aymara – quechua. Después de
algún tiempo, me enteré que el mismo Dionisio Núñez amenazó con linchar a
los negociadores del Gobierno y a todos los que fueran gente ajena al sector
cocalero. Lo único cierto es que había miedo por algo o alguien. Lo único
que alcancé a escuchar de parte de los negociadores era: “retírate y todo
va a estar bien. “Quieren que se vayan”.

En ese ambiente de belicosidad irracional, Dionisio Núñez incitó a la violencia,


diciendo inclusive: ¡mátenlo! ¡mátenlo!. Por lo que sé, esas voces y golpes
con piedras y palos venían de los allegados o “pagados” por Núñez. Me
golpearon en los pies, riñones, la espalda, las manos, e inclusive con palos en
la cabeza. Para esto, construyeron entre la multitud una especie de

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corredor o “callejón humano”, para maltratarme. De entre toda esa


multitud, no faltaron algunos hermanos (Dios sabrá reconocer, de hecho
seguro que recibieron su recompensa) que guardando su identidad me
decían que debía escapar de allí a como dé lugar, pues había amenazas
contra mi persona. En esas circunstancias, inclusive llegué a ver que esos
“hermanos de sangre” trataron de ayudarme poniendo en riesgo su misma
integridad física. Gracias a ellos, no se multiplicó los golpes contra mi
cuerpo. En algún momento, y por lo tremendos golpes tuve que gritar de
dolor, pero mi fortaleza espiritual continuaba intacta.

En ese momento, creí que sólo buscaban acallarme para que no me


expresara y hablara a nombre de la CSUTCB, pero nó. No querían que me
retirara del lugar así no más, pues ya habían preparado esta agresión e
inclusive mi linchamiento. (3 años después me enteré que había una decisión
expresa de lincharme). Luego de esta primera tortura, me llevaron hasta la
orilla del camino y me pusieron frente al precipicio. Yo no sabía qué iba a
suceder, pero algunos me dijeron que me arrojara hacia abajo. Otros, me
golpeaban asegurándome que me iban a matar. De pronto, y luego de
varios cruces de palabras entre mis agresores, no recuerdo cómo, pero
empecé a rodar por lo menos unos 15 metros y luego me puse de pié
inmediatamente. Apenas levanté la cabeza, recibí una pedrada en mi
cabeza que me hizo gritar de dolor, y nuevamente caí al suelo. Desmayé
algunos minutos (no sé exactamente cuantos), y cuando desperté escuché
voces en la parte superior (carretera) y luces por todas partes. Al parecer,
varios de los presentes se asustaron pues creyeron que estaba muerto. Al
rato, empecé a arrastrarme poco a poco hasta cobijarme en unos
pequeños arbustos (creo que era un plátano pequeño) que por la magnitud
de sus hojas me permitió ocultarme momentáneamente.

Después de algún rato, escuché nuevamente varias voces que provenían de


la carretera, donde además hablaban y vociferaban consignas de muerte.
Decían: “hay que matarlo”!!hay que matarlo!!. En ese momento pensé que
no había más remedio que morir a manos de ese grupo enardecido. Sentí
que estaba viviendo los últimos minutos de mi vida y sólo invoqué a Dios para
que me librara de aquello. Recordé en un momento mis días como cristiano
evangélico, como estudiante de Teología y como sirviente de Dios. Esa mi
formación me había involucrado en esta actividad sindical, con el único
objetivo de servir, y las cosas no habían sido fáciles.

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Volviendo al relato. Como todo estaba oscuro, no se veía nada, sólo oí la voz
de Lucio Huanca diciéndome: “Félix, Felix! ¿estas bien?, a lo que respondí:
“estoy bien no más”. Ese fue el último contacto con el dirigente Huanca. La
bulla y el alboroto se acrecentaba en las inmediaciones del camino
carretero, y no había mucho que hacer, sino resignarme ante mis enemigos:
todo había sido planificado de antemano. (confirmado y reconfirmado por
algunos hermanos del Sector Coripata, que ahora no recuerdo los nombres)

De todas formas, mi instinto por vivir hizo que tratara de no ser visto bajo las
hojas de esa planta (enano). Podía ver a mi alrededor y por encima mi
cabeza luces, no se si de linternas o de otro aparato. En eso, se acercó una
persona de sexo masculino para decirme que no tenga miedo pues él era un
dirigente de Río Abajo (Ahora me pregunto, si es el que nos acompañó en el
viaje desde La Paz). En voz baja me dijo que era urgente que yo me escape
de aquel lugar, pues estaban planeando eliminarme. Me dijo: “por favor
hermano, tienes que arrojarte más abajo, pues te van a matar”. No
desconfíes de mí, y arrójate mas bajo, y escapa”.

Al escuchar esas palabras desesperadas del hermano dirigente de Rio Abajo,


no lo pensé dos veces, y tomé la decisión de rodar por la pendiente, quizá
aprovechando mi condición de “yungueño”, ya que es un tanto común que
en algún momento haya accidentes donde es necesario saber agarrarse de
las malezas, etc. Por lo mismo, empecé a enroscarme dando varias
volteretas, camino abajo. Rodé el lugar varios metros (no puedo decir
cuantos). Al principio, el lugar no parecía del todo pendiente, pero luego, el
terreno era pendiente y peligroso. En esas circunstancias, no me quedó más
remedio que lanzarme lo más profundo posible, para burlar a mis enemigos.
Rodé y rodé hasta que en un momento me agarré de algunas malezas y me
detuve y estuve quieto durante muchos minutos. En la parte de arriba, se
escuchaba bastante bulla y muchos gritaban: ¡hay que encontrar a Félix
Chambi!. Momentos después escuché claramente la frase: “hay que matar
a Félix Chambi”. Era un momento muy fatal para mi persona, pues no
comprendía esa actitud colectiva de querer hacerme una maldad, sin tomar
en cuenta que solo estaba sirviendo a mi comunidad y mis hermanos de
sangre. Esta contradicción todavía no logro entender, y solo sé que di mi vida
como Jesucristo, quién pese a tener la razón en su labor, lo acusaron
falsamente.

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A pesar de esa grave amenaza y permanente acoso en la oscuridad, me


mantuve quieto por varios minutos, sabiendo que si bien, allí no podía
sentirme seguro de nada, tenía como mi aliado a la oscuridad. Mis enemigos
no se daban por vencido y continuaban mi búsqueda incesantemente. Las
linternas y luces continuaban pasando por encima de mi cabeza, para lograr
detectarme, agarrarme, y luego ejecutarme. Por lo mismo, era fundamental
que me ocultara casi al ras del suelo, agarrándome de los matorrales y
pequeños arbustos. Luego de más de media a una hora, y cuando cesaban
los griteríos y bullas con consignas, yo me internaba al bosque más y más. Lo
único que pretendía en ese momento era alejarme del lugar así sea con el
riesgo de morir por alguna otra causa como un probable embarrancamiento,
o quizá por la picada de una víbora, etc. En ese momento nada me
interesaba y lo único que deseaba era escapar lo más lejos posible. También
recordé a DIOS y mi familia. Rogué al Creador que me salvara de esa
injusticia, y permitiera que vuelva ver con vida a mis seres queridos.

Pasaron una, dos o más horas, no sé, pero poco a poco iba sintiéndome algo
mejor y con más ganas de continuar la escapatoria. Sin duda, me ayudó
bastante el haber nacido y crecido en la región de los Yungas y también
haber prestado mi servicio militar, donde le forman a uno el carácter y la
firmeza en momentos de peligro. De la misma forma, me ayudó el hecho de
haber realizado varios viajes a la región, y específicamente al lugar llamado
“La Ninoska” y la propiedad de la colega docente universitaria, Lic. Marleny
Paredes. Esa experiencia debía servir para salir de allí a cómo de lugar, no
podía quedarme quieto y menos resignarme. Este era un momento en que
no importaba mucho el sacrificio que requería de mi parte. Sólo debía salir lo
más rápido posible.

Pero el gran despliegue físico me agotó y tuve que descansar por algunos
minutos. En ese tiempo diseñé mentalmente cómo continuar y salir de aquel
lugar sin tener que “chocar” con los bloqueadores del camino, y menos con
los acólitos de Dionisio Núñez. Imaginé en algún momento que era necesario
llegar a algún lugar cobijarme. Recordé que por los alrededores había un
Hotel donde podría ocultarme, y trabajar allí de lo que sea, a fin de ganarme
la comida del día.

Casi a la media noche, me da sueño pero al mismo entro en un profundo


espíritu de reflexión y de oración. Me autocuestiono el por qué había
ingresado a servir a mis hermanos y recibía este pago que era la muerte. Me

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dí cuenta que el poder enceguece y nada más por eso, por aprovechar la
parte económica inlcusive llegan a asesinar. Por eso, oré a Dios y le rogué
que no se olvide de mí en esta situación dolorosa y hasta trágica. Asimismo,
en esa oscuridad tenebrosa, manifiesto mi agradecimiento al Creador, por
haberme mantenido con vida hasta ese momento. Sin duda, allí, comencé
una NUEVA VIDA, que tenía como característica el vivir con una sola
consigna: DAR LA VIDA POR LOS DEMAS.

Luego de aquel momento reflexivo, continué con la escapatoria, no importa


si tropezando con matorrales, palos, raíces, etc. El objetivo era avanzar así
sea con el riesgo de caer herido en algún momento. En esa pelea con la
naturaleza, empezaba mi desesperación por salir de allí. En algún momento
inclusive, perdí la noción del tiempo, ante aquello que se mostraba
interminable. No había forma de avanzar, por lo que varias veces me
sentaba apoyado de un arbusto y trataba de meditar cómo podría seguir
adelante. Sudaba intensamente y sólo el deseo de vivir me mantenía con
fuerzas.

Varias veces caí al suelo e inmediatamente me repuse agarrándome de


algunas yerbas, palos secos, pequeños árboles, etc. Recuerdo que en algún
momento, la sed me estaba “matando”, pues era inmenso el esfuerzo que
hice, y por lo tanto, deseaba en el alma tomar algo de agua. El río parecía
estar cerca y por lo tanto quería llegar allí como sea. En esas circunstancias,
había un lugar donde los matorrales eran muy tupidos y no se podía pasar,
además que algunas estaban espinadas. Por suerte traía puesta una
chamarra la misma que podía servirme para evitar las espinas de los
matorrales y algunos otros males. Era muy difícil avanzar, y por muchos
minutos, quizá una o dos horas, traté de pasar por encima de los matorrales.
La verdad era muy difícil, lo que me desanimó un poco, y solté algunas
lágrimas por la impotencia de vencer a la naturaleza en esas horas oscuras.

En ese instante pensé esperar hasta que amanezca. Sin embargo, el deseo
de aplacar la sed me hizo cambiar de ruta y subí cuesta arriba algunos
metros para buscar otra vía que me permitiera llegar al río. Cuando estuve
muy cerca del agua, mi desesperación creció e intenté llegar lo más rápido
posible, pero en ese momento, resbalé y caí varios metros casi junto al agua.
Desesperado, me agaché hice a un lado los arbustos y tomé el agua con las
dos manos. Junto a esa agua había basura, que provenía de las hojas de los
árboles, que sólo detecté cuando estaba al interior de mi boca.

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Según mis cálculos, esos momentos de lucha por sobrevivir debió suceder
entre la una y dos de la mañana. Bebía agua como nunca. Allí me imaginé
cómo sería la sed que sufrieron los excombatientes de la Guerra del Chaco.
Debió ser muy terrible. A partir de ese preciso momento, tomé mas valor, me
recuperé un poco del esfuerzo realizado y luego pensé cómo podría
continuar adelante. Como no podía saber exactamente dónde me
encontraba ni tampoco darme cuenta exacta del tipo de terreno que
estaba al frente, supuse que me esperaba una subida un tanto pendiente
que no era fácil avanzar.

MIERCOLES, 13 DE FEBRERO, 2002

La única forma de escalar aquello era agarrándome de los troncos caídos,


algunos árboles y arbustos que allí habían. De verdad el esfuerzo que hice
fue bastante grande. Ascendí aquel lugar, pero poco a poco y con mucho
descanso pude lograr mi objetivo. En algún lugar de esa pendiente logré
recostar un poco mi cabeza. Aparentemente, estaba más seguro que antes
y me pareció que valía la pena descansar algo para luego continuar. Luego
de dormitar un poco, pensé que pronto amanecería y debía continuar con la
escapatoria. Recordé por unos instantes los momentos en que estuve a
punto de ser linchado, y por lo mismo saqué fuerzas de flaqueza para seguir
la caminata. Minutos más tarde escuché el ruido de otro río y eso me alegró
un poco pues necesitaba tomar líquidos por el cansancio y desgaste físico
que había hecho. Cuando llegué al río, simplemente me pareció algo
conocido, y por unos minutos miré a mi alrededor, y parecía ser la casa de mi
colega Marleny Paredes. No lo podía creer, estaba a un paso de un apoyo
o una ayuda. Sin más, me desvestí y me bañé a esas horas de la mañana
(debió ser las cuatro o cuatro y media). Estaba totalmente embarrado y
sucio. Tomé abundante agua y descansé un rato. Consciente de que aquel
lugar podía ser un lugar conocido, me dirigí a la casa, pero en ese momento
apareció una persona de sexo masculino que inmediatamente me preguntó
quien era y qué quería. Yo respondí inmediatamente que era Félix Chambi y
estaba buscaba a mi amiga Marleny. En principio, aquel hombre que luego
supe era el cuidador de aquella casa, se negó a decirme si aquella casa era
de Marleny o nó. Solamente insistía en saber qué quería, y yo simplemente
reiteraba mi pregunta: ¿es o no la casa de doña Marleny Paredes?. La
respuesta se dejó esperar un poco, pero al fin, el hombre respondió que sí.
Entonces le pedí hablar con ella, pero me negó esa posibilidad. Dijo que
estaba “descansando” y que esperara hasta las horas de la mañana.

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No me quedaba otra que aceptar esa disposición, y pedí que por favor me
dejara descansar al pie de esa casa, y apenas accedió. Mas o menos a las
7 y media de la mañana del día miércoles 12 de febrero, se apareció Marleny
y me preguntó qué hacía allí, a lo que respondí estar de paso. No comenté
nada del problema que viví la noche anterior y la madrugada de ese día.
Me empeñé en que no supiera nada del asunto, y hoy me parece algo
curioso el que no me haya preguntado absolutamente nada y solamente me
pidió pasar a un espacio de su casa para conversar e invitarme un desayuno.
Jamás supe, que ella también había estado trabajando por el MAS, y que
luego fue electa diputada nacional. Recuerdo que Marleny me pidió que le
propiciara una entrevista con Felipe Quispe, dada mi condición de miembro
de la CSUTCB, a lo que yo accedí sin más trámites. En aquella oportunidad, ví
que no fue muy bien tratada por Felipe, y quizá sea esa la razón para que no
intentara más trabajar por el Movimiento Indígena Pachakuti.

Volviendo al relato. En el transcurso del diálogo ella me trató muy bien, y


agradecí su atención de amiga de muchos años. En eso me presentó a un
amigo suyo, quién según ella, era un profesional químico que conocía muy
bien la industrialización de la hoja de coca. De hecho, como miembro de la
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia
(CSUTCB), y al mismo tiempo responsable Strio. De Coca de esta organización
nacional, me interesó la conversación e inclusive hablamos de una posible
reunión en algunas semanas posteriores.

El diálogo fue hasta las 9 o 10 de la mañana, hasta que sorpresivamente


Marleny dijo que debía viajar a la ciudad de La Paz y me ofreció quedarme
en su casa hasta que yo quisiera junto a su hijo de aproximadamente 13 o 14
años de edad. Pero, apenas salió unos minutos de su casa rumbo a la
carretera principal, de donde tomaría la movilidad, volvió algo asustada y
preocupada y me preguntó qué es lo que me había pasado, pues dijo: “te
están buscando. Qué ha pasado. Me parece que sospechan que estas por
aquí”. Allí tuve que contarle en breves palabras la intención del dirigente
Dionisio Núñez de hacerme matar. Le conté que la noche anterior había
escapado por debajo de la carretera, y tuve que internarme en el bosque
para luego haber llegado hasta su casa, de forma totalmente casual.

Marleny me pidió que me cuidara, y si era necesario podía quedarme en su


casa hasta que la situación vuelva a la normalidad. Me dijo que no era
conveniente que yo salga a la carretera porque era peligroso. A las 2 o 3

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horas del viaje de Marleny a la ciudad de La Paz, oí bulla y movilización de la


gente, y supuse que estaban en un AMPLIADO o reunión donde se
multiplicaban algunas consignas que no oí claramente, muy parecido a lo
sucedido la noche anterior. Entonces, me dí cuenta que los acólitos de
Dionisio Núñez todavía estaban en mi búsqueda y probablemente se estaba
resolviendo buscarme y proceder a mi detención y quizá mi linchamiento. En
eso (1 o 2 de la tarde) escapé al monte para protegerme. Estuve toda la
tarde esperando el curso de los acontecimientos. A eso de las 7 de la noche
empezó a llover torrencialmente, a tal grado que quedé totalmente mojado
como nunca. En esas circunstancias, sólo podía guarecerme debajo de un
árbol, o algún arbusto, pero no había más remedio que estar remojado
totalmente por el aguacero. Aproximadamente a las 9 de la noche traté de
volver hasta la casa, pero simplemente se hacía imposible, no había forma
de regresar ya que había perdido la noción de ubicación, debido a la
oscuridad, y las yerbas, matorrales y arbustos totalmente tejidos entre sí. En
ese momento, deseaba con todas mis fuerzas estar junto a mi familia, bajo un
techo y con las comodidades mínimas que tenemos, ya sea en el área rural o
en la ciudad.

Traté en vano de orientarme pero fue imposible, la situación en que trataba


de avanzar por uno y otro lado se hacía cada vez más complicado. Parecía
que estaba dando vueltas y vueltas, y ciertamente me entró la
desesperación. Al igual que la noche anterior luché con los arbustos, moras, y
yerbas de diferente orden que me impedían avanzar hacia algún lado. En
algún momento las luces que producían los relámpagos parecían mostrarme
la carretera o por lo menos algún camino que me permitiera salir de allí, pero
al cabo de algunos minutos era lo mismo, no pasaba nada. En un momento
dado pensé y dije: “donde estoy”. Era difícil saberlo, pero sí tenía la
seguridad de que en algún momento llegaría a la casa de Marleny para
descansar y protegerme de mis enemigos. A pesar de mi origen yungueño,
era desesperante no llegar a mi objetivo. La lluvia era torrencial, los truenos
eran permanentes y las espinas me punzaban por todo lado, etc.
Finalmente, y luego de varias horas de intensa lucha con los matorrales y mi
desorientación, al fin pude ver una casa que aparentemente era la vivienda
de Doña Marleny. Fue un gran alivio pensar que estaba muy cerca de llegar
al lugar donde me estaba cobijando. Ese momento debió ser pasada la
medianoche. Sin embargo, el hijo de Marleny, ya se había dormido y me
costó hacerle despertar. Golpeé la puerta por alrededor una hora, tiempo

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en el cual aproveché para exprimir el agua de mi chompa, sacarme la


chamarra y por lo menos, estar fuera del alcance de la lluvia.

Una vez que el hijo de Marleny se despertó, me abrió la puerta y me preguntó


dónde estaba. Le respondí que estaba por ahí, pero la lluvia me había
mojado, y por lo tanto no pude llegar más temprano. Le dije que golpeé por
un buen rato hasta que despertara. Tuve que descansar como pude, pues
no tenía ningún tipo de ropa para cambiarme. Al día siguiente, miércoles,
sequé la ropa con el poco sol que había. No salí del lugar para nada hasta
tener la ropa completamente seca. A pesar de la aparente calma, estaba
pendiente de cualquier situación que pueda afectarme.

JUEVES, 14 DE FEBRERO, 2002

El día13, parecía que la calma había vuelto al lugar, y aunque todavía tenía
temor por cualquier tipo de agresión, decidí viajar a la ciudad de La Paz para
encontrarme con mi familia, especialmente mi hijo y mi esposa. No tenía
ningún tipo de información, no estaba con algún aparato de radio, etc. Sin
embargo, aparentemente el bloqueo se había levantado y ya no había
gente en la carretera. Entonces, me alisté y esperé una flota en la carretera.
Al cabo de varios minutos, se presentó una flota, a la que subí y noté que me
miraban algo extraño, quizá por la ropa sucia y harapienta que vestía.
Además me puse un chullu, a fin de no ser reconocido. Sin embargo, alguna
de esa gente parecía verme un poco raro. Estaba muy susceptible

Cuando llegamos a Unduavi, un pasajero bajó inmediatamente de la flota y


fue a llamar por teléfono (Cabina de ENTEL). Aquello me pareció muy
sospechoso, dada mi experiencia anterior. Mientras conversaba, el sujeto
miraba exactamente al lugar donde yo me encontraba y volvía a hablar.
Eso me puso nervioso y por tanto, pensé que podía estar planeándose mi
captura a mi arribo a la ciudad de La Paz, por lo que empecé a pensar en
algo para burlar aquello.

Por eso, cuando llegué a Chuquiaguillo, algunas cuadras debajo de la


antigua tranca, pedí al chofer que se detenga y bajé de inmediato. De
hecho, esta actitud fue sorpresiva e inmediatamente subí una cuadra más
arriba (a mano derecha), y dí una vuelta por la siguiente cuadra hasta
encontrar nuevamente la avenida principal que sirve de tránsito al sector de
Los Yungas. Inmediatamente tomé un taxi, y le pedí me llevara hasta el
centro. En el afán de desviar cualquier tipo de seguimiento que me

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estuvieran haciendo, me bajé y tomé otra movilidad que me llevó hasta la


Pérez Velasco y finalmente cambié de movilidad para llegar hasta mi hogar.
Llegué a mi domicilio en horas de la noche del jueves, y recién pude darme
del gran revuelo que había causado mi desaparición, pues casi
inmediatamente podía verme en televisión varias veces (especialmente
CANAL 2). Esa misma noche me comuniqué con Felipe Quispe para avisarle
que logré llegar hasta la ciudad de La Paz. El simplemente me dijo que me
ocultara todo el tiempo que sea posible y no me apareciera. Sin embargo,
yo estaba consciente que la PRENSA NACIONAL estaba publicando mi
desaparición y no era correcto seguir en la clandestinidad, y por lo mismo
decidí aparecer con el consiguiente riesgo de que nuevamente atenten
contra mi integridad física.

VIERNES, 15 FEBRERO, 2002

Por ello, al día siguiente (viernes) me fui hasta el SEGURO UNIVERSITARIO (por
mi condición de catedrático universitario) para hacerme revisar la cabeza,
donde recibí un GOLPE DE PIEDRA, la noche que intentaron asesinarme. Me
hicieron los exámenes, inclusive me llevaron hasta la CLINICA DEL SUR, para
sacarme una TOMOGRAFÍA, que dio resultados aparentemente
satisfactorios. Cuando pregunté a los médicos si era totalmente garantizado
el chequeo médico, respecto del estado de mi cabeza, me respondieron
que NO ERA DEL TODO GARANTIZADO, por lo que en el futuro no
descartaban alguna consecuencia.

Estuve internado durante tres días, del día15 al 17 de febrero, día en que
salgo de la clínica con alta médica y doy gracias a DIOS por haber salvado
mi vida y PERMITIRME SEGUIR CON LA CAUSA DE MIS HERMANOS AYMARAS,
QUECHUAS Y TUPIGUARANIS.

Al día siguiente mi esposa me informa que ha presentado al Juez una


demanda por intento de asesinato contra Dionisio Núñez y otros, a lo que yo
respondo y digo: “no hagas nada, pues Dios se encargará de hacerme
justicia”. Hoy, a 14 años de esa lección dura en mi vida, debo agradecer al
TODOPODEROSO por su misericordia y permitirme continuar con la lucha de
nuestros hermanos de sangre, que hoy por hoy, reclaman su identidad
cultural y la formación de un NUEVO ESTADO con mayor justicia y equidad
para todos. Y, como prueba de la justicia divina, supe que exactamente un
año después el Sr. Dionicio Nuñez sufrió un accidente automovilístico en la

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carretera a Oruro, que casi le costó la vida. Creo que DIOS ES JUSTO y jamás
permite que sus hijos que vinieron a este mundo a SERVIR sean derrotados del
todo, y por ello quiero agradecer muy grandemente al CREADOR, por seguir
con vida y tener la oportunidad de seguir en esa misión de servir a mis
semejantes.

Para concluir, decir que estoy triste porque este gobierno, que debía ser
gobierno de los indígenas originarios mayoritariamente, hoy esta ocupado
por un grupo de “oportunistas” que están manipulando a diario al Presidente
Evo Morales. Estoy seguro que si seguimos por esa dirección, pronto este
Gobierno caerá y ese momento muchos dirán que los campesinos son
corruptos, o son ineptos para manejar la nave del Estado. Todavía estamos a
tiempo, y si el Presidente continúa siendo manipulado por un grupo que no es
parte del proceso de cambio, el final puede ser más que trágico. QUE DIOS
NOS AYUDE A TODAS Y TODOS LOS BOLIVIANOS. Muchas gracias.

FELIX CHAMBI CARI


Ex dirigente de la COMUNIDAD SANANI
Ex dirigente de la CSUTCB
Licenciado en Comunicación Social (UMSA)
Licenciado en Medicina Veterinaria (UBI),
Licenciado en Derecho (UTB, 2015)
DOCENTE UNIVERSITARIO: UMSA – UPEA – UBI
Líder de NUEVA IDENTIDAD NACIONAL (NIN)
Ciudad El Alto, 20 AGOSTO, 2016.

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