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El rascacielos, esa celebración única del capitalismo secular y sus valores, nos desafía a
todos los niveles. Ofrece oportunidades únicas para un agudo análisis en los términos más
amplios del arte, la humanidad y la historia del siglo XX. Cuando la crítica queda cautiva de
los centros de poder o de las teorías o modas que prevalecen, no dispuestos o capaces de
probar el proceso y sus resultados, algo importante ha ido mal con una de las fuerzas
estabilizadoras y equilibradoras de una sociedad madura. (Huxtable 1992, p. 120)
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Este artículo apareció originalmente en Quarterly Journal of Austrian Economics vol. 8, nº 1
(Primavera de 2005)
Francisco Cruzado Coca
económico, pero también está claro que hay relaciones económicas entre auges en la
construcción y declives financieros. ¿Qué conexiones teóricas pueden establecerse entre 2
construcción de rascacielos y ciclo económico? Andrew Lawrence apuntaba el exceso de
inversión, la expansión monetaria y la especulación como posibles fundamentos del índice,
pero no investiga estos asuntos. Con la destrucción de las Torres del World Trade Center y la
creciente amenaza del terrorismo, el índice de los rascacielos puede haber perdido ya su
utilidad para predicciones futuras,[1] pero aunque fuera así, la relación teórica entre
construcción de rascacielos y ciclo económico puede seguir siendo útil para mejorar nuestra
comprensión de los ciclos económicos y la teoría económica que subyace en estos.
Para examinar mejor la relación, se examina y compara las evidencias en apoyo del índice de
los rascacielos con la fiabilidad de otros indicadores del mercado. Se concluye que la
capacidad de la mayoría de los indicadores del mercado es débil, mientras que la capacidad
del índice de los rascacielos de predecir cambios importantes en el ciclo económico es fuerte.
La relación general entre el ciclo económico y la construcción de rascacielos se examina con
respecto al papel de los “efectos Cantillon” en los ciclos de rascacielos. Las características
únicas y distinguibles de alternativas anormalmente grandes en el ciclo económico,
manifestadas en los récords de rascacielos, se muestran entonces como características no
comunes de la mayoría de las teorías del ciclo económico y una característica única de la
teoría del ciclo económico de la Escuela Austriaca. Por fin, los datos que relacionan a los
rascacielos más altos del mundo con los ciclos económicos se reexamina para evaluar las
predicciones incorrectas del índice y como consecuencia, el índice muestra ser más preciso
de lo que se pensaba antes.
También Barron’s fue positiva, pareciendo estar de acuerdo en que era una “excelente
herramienta de predicción de desequilibrios económicos y financieros” (Pesek 1999a). 3
Business Week también hacía mención del índice de los rascacielos, aunque los primeros y
más preocupados reportajes sobre el índice vinieron del Far Eastern Economic Review, que
apuntaba que China estaba planeando batir el récord del edificio más alto del mundo y
construir tres de los 10 edificios más altos del planeta en 2010.[2]
Por ejemplo, el indicador de la Super Bowl predice que si un equipo de la National Football
Conference (la antigua NFL) derrota al equipo de la American Football Conference en el
partido de la Super Bowl, debería ser un buen año para el mercado bursátil y por tanto una
buen año para la economía. Es un caso clásico de indicador “coincidente” en el que la relación
estadística es meramente una coincidencia.[3] Hay indicadores de temporada, como el efecto
enero, que tiene solo enlaces causales dudosos, e indicadores políticos relacionados con la
teoría política del ciclo económico que asimismo hace sugerencias respecto de cuándo y cómo
funcionarán la economía y el mercado bursátil. Los principales indicadores con buenos
enlaces causales con la economía incluyen la curva invertida de rendimientos y el índice de
principales indicadores económicos, en su momento la bola de cristal oficial de la economía
que últimamente ha tenido mayores dificultades en predecir adecuadamente los cambios en
la economía. De hecho, el coste y dificultades de mantener el índice llevó en años recientes
a su privatización.[4]
El economista Richard Roll explicaba que dichos indicadores solo tienen un valor fluctuante
para la inversión en el mundo real:
Los problemas con los indicadores son muchos. Algunos tienen un mal historial de
predicciones, mientras que otros lo tienen bueno pero sin ninguna justificación económica (por
ejemplo, el indicador de la Super Bowl) y por tanto ofrecen poca confianza en que el historial
no sea simplemente una anomalía estadística. Otros indicadores ofrecen señales confusas,
como el efecto enero, que puede basarse tanto en el rendimiento del mercado bursátil (¿cuál?)
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durante la primera semana de enero o durante todo el mes. Se dice que el efecto enero sufre
por el hecho de que una vez que todos conocen el efecto, este se anticipa y por tanto ya no 4
ofrece un consejo o idea inversora fiable para la economía. En consecuencia, esos
indicadores no tienen un historial mucho mejor en predecir el ciclo económico que los
economistas profesionales.
El índice de los rascacielos, por el contrario, sí tiene un buen historial en predecir recesiones
importantes en la economía. Este índice es un importante indicador económico en el sentido
de que el anuncio de planes de construcción prevé la llegada de la recesión económica. Ha
habido cuatro grandes auges en los rascacielos en el siglo XX entreverados con periodos de
relativa normalidad y ciclos económicos menos graves. La Tabla 1 muestra la historia de los
edificios más altos del mundo que demuestra que cualquier gran recesión económica estuvo
asociada con la construcción de los rascacielos más altos del mundo. Una perspectiva
mejorada visualmente de esta historia se proporciona en el Gráfico 1.
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El segundo episodio de los edificios más altos del mundo se produjo en vísperas de la Gran
Depresión (dejando aparte el Edificio Woolworth, que en principio no parece cumplir el patrón
general en el análisis de Lawrence). Tres rascacielos récord se anunciaron durante el final de
la década de 1920, cuando el auge del mercado bursátil se veía unido a auges en construcción
residencial y comercial. En 1929 se completó el rascacielos en 40 Wall Street con 71 pisos,
seguido del Edificio Chrysler en 1930 con 77 pisos y el Empire State Building en 1931 con 102
pisos. Está claro que hubo un auge orientado por el capital en la construcción de edificios
cada vez más altos antes de la Gran Depresión.
Los economistas han ofrecido muchas explicaciones distintas para la Gran Depresión y Robert
Lucas (1987) ha llegado a afirmar que desafía a cualquier explicación. Lo que debería estar
claro es que hubo aumento significativo en las existencias de dinero entre la fundación de la
Reserva Federal y el estallido del mercado bursátil, una importante restructuración en la banca
y en la regulación bancaria, un importante declive en la oferta de dinero después del crash,
un número grande de quiebras bancarias y una variedad de otros factores importantes que
contribuyeron a la iniciación y duración de la depresión, incluyendo el arancel Smoot-Hawley
y el New Deal.
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El cuarto ciclo dio paso a la crisis económica de Asia Oriental. Los países del Pacífico como
Hong Kong, Malasia, Singapur, Vietnam y Corea del Sur experimentaron un importante
crecimiento económico durante las décadas de 1980 y 1990.
El patrón común en estos cuatro episodios históricos contiene las siguientes características.
Primero, un periodo de “dinero fácil” lleva a una rápida expansión de la economía y a un auge
en el mercado bursátil. En particular, la relativamente sencilla disponibilidad de crédito
alimenta un aumento sustancial en gastos de capital. Los gastos de capital fluyen en dirección
a nuevas tecnologías que a su vez crean nuevas industrias y transforman algunas de las
existentes respecto de su estructura y tecnología. Es entonces cuando se empiezan los
edificios más altos del mundo. En algún momento posterior, información negativa enciende
un comportamiento de pánico en mercados financieros y hay un declive en el precio relativo
de los bienes de capital fijo. Finalmente, aumenta el desempleo, particularmente en industrias
intensivas en capital y tecnología. Aunque este análisis se concentra en la economía de
EEUU, el impacto de estas crisis se ha sentido a menudo fuera de la economía doméstica.
Sería muy fácil rechazar el índice de los rascacielos como pronosticador del ciclo económico,
igual que se han rechazado otros indicadores e índices. Sin embargo, el rascacielos tiene
muchas de las características que desempeñan papeles esenciales y varias teorías del ciclo
económico. Son estas características las que hacen de los rascacielos, especialmente la
construcción de los edificios más altos del mundo, una señal destacad del ciclo económico
del siglo XX: el patrón recurrente del error empresarial que tiene lugar en la fase de auge que
se revela posteriormente durante la fase de declive. En el siglo XX, el rascacielos ha
reemplazado a la fábrica y el ferrocarril, igual que los sectores de información y servicios han
reemplazado a la industria pesada y las manufacturas como sectores dominantes de la
economía. El rascacielos es el nexo crítico de la administración del moderno capitalismo y
comercio global en el que las decisiones se toman y transmiten a través del sistema capitalista
y en el que los comerciantes se comunican e intercambian información y bienes,
interconectándose con la red de telecomunicaciones. Por tanto no debería ser sorprendente
que el rascacielos sea importante manifestación del ciclo económico del siglo XX, igual que
canales, ferrocarriles y fábricas lo fueron en tiempos anteriores.
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Los efectos Cantillon son los cambios fundamentales reales en la asignación de recursos que
resultan de cambiar los precios relativos entre el tiempo de creación del nuevo dinero y el
completo ajuste al aumento en la oferta. Para Cantillon, un aumento en el dinero material,
como la plata, aumentaría el empleo y los precios. Impondría “ahorros forzosos” y menores
rentas reales sobre aquellos cuya renta no haya cambiado debido a la inflación monetaria,
llevando posiblemente al desempleo o la emigración. Si la oferta monetaria aumentara debido
a un superávit en la balanza de pagos, entonces el dinero adicional podría causar un aumento
en las manufacturas o la expansión en cualquier cosa en que los nuevos tenedores de dinero
decidan gastarlo.
Más importante es que la oferta de dinero puede tener efectos en el tipo de interés y repito
que el efecto dependerá de cómo entre el dinero en la economía. Por un lado, si llega a las
manos de los prestatarios o prestamistas tradicionales, como los promotores inmobiliarios, el
tipo de interés inicialmente caería. Esto es similar a la teoría austriaca del ciclo económico en
la que cuando los bancos expanden la oferta monetaria y rebajan el tipo de interés por debajo
de que podía haber sido, los prestatarios invierten en proyectos de capital a más largo plazo.
Por otro lado, si el dinero llega a manos de los consumidores, el tipo de interés podría
aumentar al intentar los suministradores atender la nueva demanda de bienes. En la
perspectiva austriaca, los cambios en el tipo de interés cambian el precio relativo entre
proyectos de capital a largo plazo y proyectos de capital a corto plazo. Una rebaja de los tipos
de interés aumenta los precios de los bienes de capital a plazo más largo en relación con los
bienes de capital a plazo más corto.
En respuesta al cambio en los precios relativos, se asignan más recursos a bienes de capital
a largo plazo. Al contrario que otros aspectos del proceso de autoajuste del mercado, como
dinero, tierra, trabajo y bienes de capital a corto plazo o intermedios, estos recursos se
convierten en suspendidos o fijos en bienes de capital fijos a largo plazo. Estos recursos se
formulan en un bien de capital altamente específico que puede que no esté bien ajustado a
los procesos de producción alternativos de la economía posterior al ajuste. En consecuencia,
todo el ajuste en estos bienes de capital fijos a largo plazo debe provenir de un cambio en el
precio y esto conllevará grandes pérdidas y posibles quiebras por parte delos dueños de estos
bienes de capital. En la medida en que se extiendan estos tipos de ajustes, plantean una
amenaza para los mercados de capitales y el sistema bancario.
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El efecto Cantillon funciona de forma muy parecida al efecto Alchian y Allen, una aplicación 9
sencilla de la teoría del precio, el pan y la sal del análisis económico.[8] Los economistas
Armen Alchian y Richard Allen respondían a la pregunta: ¿Por qué se envían las manzanas
de alta calidad fuera de las regiones de cultivo de manzanas, dejando solo manzanas de peor
calidad en el mercado local? Explican que el coste de transportar manzanas del estado de
Washington cruzando el país es una tarifa “plana” por cajón de manzanas. Esta tarifa rebaja
el precio relativo de las manzanas de mayor calidad para consumidores de estados no
productores y lo aumenta en los estados productores. Si una manzana de alta calidad cuesta
1$ y una de calidad media cuesta 50¢, entonces el precio relativo es de 2 por 1. Si se cobra
una tarifa de transporte de 50¢ por manzana, entonces los precios son de 1,50$ para la alta
calidad y de 1,00$ para la calidad media y por tanto el precio relativo de las manzanas de alta
calidad cae de 2 a 1 hasta 1,5 a 1. En Washington, el consumidor debe renunciar a 2
manzanas de calidad media cuando compra una 1 manzana de alta calidad, pero en regiones
no productoras el consumidor solo tiene que renunciar a 1,5 manzanas de calidad media. Por
tanto, el cambio en los precios relativos explica por qué la mayoría de las manzanas de alta
calidad se llevan fuera, dejando a los mercados locales manzanas de calidad inferior. Lo
mismo pasa con otros productos como los bogavantes de Maine y las patatas de Idaho, una
consecuencia ahora conocida como efecto Alchian y Allen. El impacto de los cambios en los
precios relativos ha demostrado ser un resolutor útil de problemas en áreas fuera del
supermercado. [9]
Los cambios en los precios relativos afectan también al tipo de bienes de capital producidos.
La economía moderna tiene una gran dificultad para ocuparse de lo bienes de capital del
mundo real y los economistas de la corriente principal han tenido muchos problemas al ignorar
la heterogeneidad del capital y en buena medida en contabilizar o sumar lo que de todas
formas son cosas distintas y únicas como rascacielos, fábricas y operaciones mineras. Tratar
a los bienes de capital como bienes homogéneos que puedan contarse ha facilitado mucha
de la teorización neoclásica, pero es asimismo un punto ciego importante para los
economistas neoclásicos cuando los asuntos y las respuestas se encuentran en la
heterogeneidad del capital. Sin embargo, se han hecho algunas incursiones para corregir este
punto ciego y considerar la heterogeneidad del capital como tema central. Por ejemplo,
Goolsbee (1998) aplicó el efecto Alchian-Allen al caso de las subvenciones fiscales para
compras de bienes de capital y descubrió que esas subvenciones inducen a los compradores
a adquirir maquinaria más cara, en lugar de mayores cantidades de bienes de capital.
Básicamente, las subvenciones fiscales permiten a los compradores sustituir los gastos no
subvencionados, como formación y mantenimiento futuro, por calidad subvencionada
fiscalmente, inclinando así la balanza de los precios relativos en favor de bienes de capital de
mayor calidad. Con esta orientación a muy corto plazo, los bienes de capital no cambian, solo
su composición y hay un gran peso muerto perdido asociado con la subvención fiscal.
Aunque esta aplicación es sin duda un ejemplo del impacto de los cambios en los precios
relativos sobre la asignación del capital, no se ocupa de la orientación a plazo más largo de
cambios en el lado de la producción de la economía. En efecto, Goolsbee se ocupa de la
cuestión de la cuestión de lo bien que se venden dos sartenes de distintas cualidades cuando
se someten a un descuento del 10%, pero no de si aparecerán nuevas sartenes de alta
tecnología o si la producción tendrá lugar en el garaje del suministrador o en una enorme
fábrica con computadoras y robots haciendo buena parte del trabajo. Lo productivo e
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Esto no quiere decir que los primeros rascacielos no tengan mérito artístico o que las
posteriores estructuras no mejoraran artísticamente, sino todo lo contrario. Sin embargo, los
rascacielos posteriores a la Primera Guerra Mundial continuaron destacando los beneficios y
la tecnología. El primer rascacielos utilizaba la tecnología existente y era considerado un motor
de innovación. Incluso en tiempos modernos, el diseño continúa creciendo y evolucionando,
pero la “justificación estructural para esa alta estructura es técnica y económicamente
inevitable”.[10] Para Huxtable (1992, p. 105) “La arquitectura sencillamente no importaba (…)
Con lamentablemente pocas excepciones, los rascacielos de Nueva York nunca buscaron
otra cosa que dinero”. Y aunque la tecnología es indudablemente una faceta impresionante
de los rascacielos, debería recordarse que la importante tecnología de los primeros
“rascacielos” a finales del siglo XIX ya estaba disponible antes de la Guerra de Secesión y los
principios estructurales básicos “de los edificios altos, desarrollados con el cambio de siglo
han permanecido esencialmente iguales”.[11] Deben considerarse arte, tecnología,
regulaciones públicas e incluso egos, pero el rascacielos es esencialmente un cautivo de las
fuerzas y motivos económicos. Por tanto, cuando se preguntaba a los arquitectos qué hacía
falta para el “superrascacielos”, se consideraban primordiales las fuerzas económicas o, como
decía dócilmente Robert Sobel:”Creo que hay fuerzas financieras trabajando para hacer que
pase esto”.[12]
Los cambios en el tipo de interés (el precio relativo entre bienes de consumo y bienes de
capital) pueden tener tres efectos Cantillon distintos en los rascacielos. Los tres efectos se
refuerzan y todos están entrelazados para la transformación de la economía hacia procesos
de producción más indirectos. Cuando se reduce el tipo de interés, los tres efectos contribuyen
al deseo de construir estructuras más altas. Los edificios más altos del mundo se construyen
generalmente cuando hay una divergencia sustancial entre el tipo de interés real y el tipo de
interés natural, cuando el tipo de interés real está por debajo de tipo natural como
consecuencia de la intervención pública. Cuando aumenta el tipo de interés, todos los efectos
financieros reducen el valor de las estructuras existentes y la demanda de construcción de
estructuras altas y, cuando se combinan con una actividad económica deprimida, el deseo de
construir en general.
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El primer efecto Cantillon es el impacto del tipo de interés en el valor del terreno y el coste de
capital. Un tipo de interés más bajo tiende a aumentar el valor del terreno, especialmente en 11
los distritos empresariales del centro de las grandes ciudades. El valor de los terrenos sube
porque los tipos de interés más bajos reducen el coste de oportunidad o el precio total de
poseer terrenos. Tratando al tipo de interés como una causa exógena, una reducción en este
aumentará la demanda de terrenos y generará un aumento en los precios de los terrenos. Sin
embargo, lo esencial de los terrenos es “ubicación, ubicación, ubicación”, así que el tipo de
interés tendrá efectos diferenciados sobre los precios de los terrenos.
Cuando está cayendo el tipo de interés, los terrenos más apropiados para establecer métodos
de producción a plazo más largo, más intensivos en capital y más indirectos aumentarán más
de precio en relación a terrenos para métodos de producción a plazo más corto y más directos.
Como los precios de los terrenos generalmente aumentan, también aumenta el rendimiento
de cualquier porción de terreno que haga rentable su propiedad. Combinado con un menor
coste del capital producido por un tipo inferior de interés, los propietarios de terrenos buscarán
construir estructuras más intensivas de capital y, marginalmente, esto causará que los
terrenos de dediquen a usos alternativos. En el distrito de los negocios del centro, esto
significa un uso más intensivo de los terrenos y por tanto edificios más altos. Simplificado,
precios más altos para los terrenos reducen la relación de coste por planta de edificios altos
frente a bajos y por tanto crea el incentivo para construir edificios más altos para distribuir el
coste de los terrenos sobre un mayor número de plantas. Los tipos más bajos de interés
también reducen el coste del capital, que facilita la capacidad de construir más alto. Así que
costes más altos de los terrenos llevan a edificios más altos.[13]
El segundo efecto Cantillon de los tipos de interés más bajos es el impacto en el tamaño de
la empresa. Un menor coste de capital anima a las empresas a crecer en tamaño y a
convertirse en más intensivas en capital y a aprovechar las economías de escala. La
producción y distribución se harán más especializadas y tendrán lugar sobre un territorio más
amplio. En lugar de ser un granjero criando vacas y produciendo leche para el mercado local,
las grandes empresas criarán una mayor cantidad de ganado, enviaran leche cruda a plantas
procesadoras y enviarán productos lácteos procesados a los lugares de distribución mayorista
y minorista. La fabricación de productos lácteos se hace más indirecta, pero también más
productiva. Como parte de este proceso de producción más indirecto, las empresas crean
oficinas centrales, así como oficinas de mercadotecnia dentro del territorio de su mercado.
Esto aumenta la demanda de espacio de oficina en los distritos de negocios del centro. Esta
demanda a su vez genera rentas y estimula la construcción de más y más altos edificios de
oficinas dentro del distrito del mercado central.
construir los edificios más altos del mundo, toda viga, cañería o hueco vertical en un edificio
resta espacio rentable en cada planta construida y cuantos más pisos tenga la estructura, 12
mayor será la capacidad requerida de cada sistema en el edificio, ya sea fontanería,
ventilación o ascensores. Por tanto hay un tremendo deseo de innovar con la tecnología con
el fin de ahorrar en el tamaño de los sistemas del edificio o aumentar la capacidad de esos
sistemas. Por tanto, al aumentar la altura de la construcción, los suministradores deben volver
a la mesa de dibujo y reinventarse a sí mismos, a sus productos y a sus procesos de
producción.
Los tres efectos Cantillon que resultan de tipos de interés más bajos están, por supuesto,
interrelacionados y ser refuerzan entre sí. Generalmente se reconoce a los tres por parte de
los implicados en la construcción de grandes edificios de oficinas, incluyendo a arquitectos,
banqueros, contratistas, especialistas de diseño, ingenieros, empresarios, especialistas en
finanzas como corredores de bonos, reguladores públicos y los propios arrendatarios. Además
de la ubicación y prestigio del lugar de un rascacielos, los arrendatarios dan mayor valor a un
espacio de trabajo con mejor luz, vistas y oportunidades de relación.[15] Tipos de interés más
altos desaniman la construcción e edificios más altos y la construcción en general porque el
capital es más escaso y el terreno tiene menos demanda y está disponible a precios más
bajos. Las estructuras existentes experimentan dificultades financieras relacionadas con los
efectos Cantillon, como mayores costes de obtención de préstamos, menor valor de activos
de capital y una disminución en la demanda de espacio de oficinas. Las empresas dedicadas
a la construcción de oficinas y sus proveedores afrontan una disminución en la demanda de
sus servicios, cuyo impacto recae más duramente en aquellas empresas que se especializan
en la producción de los edificios más altos. No es atípico que los propietarios de esos edificios
y los constructores de esos complejos proyectos de producción vayan a la quiebra durante las
recesiones económicas.
El tipo de interés es lo que hace, en parte, que el negocio de la construcción sea un negocio
tan especulativo. Los constructores de casas construyen “casas sobre plano” y afrontan el
riesgo de encontrar un comprador a un precio rentable. Los promotores crean edificios de
oficinas especulativos, que, al contrario que muchas oficinas centrales corporativas, son
inversiones que se basan en un flujo incierto de rentas. Separar a los ganadores de los
perdedores no es tanto una cuestión de avaricia como de tiempo. Carol Willis (1995, p. 157)
explicaba la diferencia entre los tiempos normales y los tiempos de auge:
Todos los cálculos normales que ayudan a conseguir beneficios y evitar pérdidas no son, sin
embargo, fiables durante la fase de auge del ciclo económico. Como explicaba Willis (1995,
p. 157-158):
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La construcción del edificio más alto del mundo ha sido un asunto de plazos particularmente
malos por parte de empresarios e incluso si hubieran sido capaces de conseguir suficientes
arrendatarios delos rentistas restantes, el problema económico para la sociedad es que se
han perdido recursos valiosos en el proceso de construir edificios que son malas inversiones
y están infrautilizados.[16] Sin embargo, no es la fórmula de los empresarios la que falla, sino
un fracaso de todo el sistema que se ha producido periódicamente a lo largo del siglo XX y
antes, conocido como ciclo económico. Hoyt (1933) creía que el ciclo económico era un
“movimiento de un orden definido” que duraba, de media, 18 años, de pico a pico. Pero Willis
(1995, p. 159) apuntaba el asunto clave respecto de los rascacielos:
De hecho, una pregunta clave es que si su patrón es tan previsible, ¿por qué
no ve la gente el inevitable declive? Este acertijo puede quizás responderse
viendo más de cerca las dinámicas de la especulación y un típico desarrollo
de un rascacielos.
Hoyt sugería que el ciclo es suficientemente largo para la gente como para que olvide las
lecciones del ciclo previo y por no tanto no sea capaz de aplicarlas al siguiente. Sin embargo,
el ciclo constructivo es mucho más volátil de lo que sugeriría su media de 18 años y el sector
de la construcción está afectado por otros ciclos de duración más corta. Junto con el impacto
de las condiciones económicas locales y la intervención pública, la combinación pierde
cualquier utilidad del simple conocimiento de que existan los ciclos económicos. Como
apuntaba Willis (p. 164):
Después del colapso de un mercado inflado, es fácil mirar atrás a los graves
errores de juicio que precedieron a un crash, pero los indicadores básicos
de la economía de los veinte parecían prometer un crecimiento sin
impedimentos. La demanda acumulada de espacio de oficinas después de
la Primera Guerra Mundial, la cifra creciente de trabajadores de cuello
blanco y el aumento medio por persona de espacio de oficina alimentaron al
sector constructivo. Cada año, los resúmenes de las cifras anuales de
construcción reportaban cifras récord.
Willis si identificó correctamente esa “fácil financiación que subyace a todos los auges”, pero
esto no responde a su acertijo, por que financiación fácil y tipos bajos de interés están
asimismo en el centro del verdadero crecimiento económico. El problema del empresario es
que los cálculos de beneficios no pueden mostrar con seguridad si los tipos de interés
permanecerán bajos y los proyectos tienen éxito (crecimiento económico) o si los tipos subirán
y los proyectos fracasarán (ciclo económico). Parece que solo el tiempo lo diría. Además,
debería quedar claro que los tipos bajos de interés y la “financiación fácil” son términos no
definidos sobre la base de sus magnitudes, sino en relación con sus tipos y niveles naturales,
basados en el ahorro, que no es conocido u observable. Los aumentos en la oferta monetaria
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tenderán a generar aumentos en el gasto en construcción, pero los tipos nominales de interés
(el tipo más visible) tienden a cambiar con los movimientos en el gasto en construcción (Barth 14
et al., 1988). Puede que el ciclo económico tenga en realidad un patrón predecible, pero sus
plazos y magnitud pueden estar más allá de la percepción humana racional. Construir en
exceso por parte del sector de la construcción no es un problema de dicho sector por sí mismo,
sino un problema de exceso de financiación y de algún tipo de distorsión causada por el
gobierno. Por ejemplo, Hendershott y Kane (1992, pp. 61-69) llegan a las siguientes
conclusiones respecto del auge de la construcción de la década de 1980:
¿Por qué construyó nuestra nación tanto en exceso y durante tanto tiempo?
La respuesta reside en buena parte en la distorsión de los incentivos
privados por políticas gubernamentales mal dirigidas tanto en el frente
regulatorio como en el legislativo (…) Los edificios requieren tanto
construcción como financiación permanente; el exceso de edificios requiere
demasiado de ambas, financiado a un tipo demasiado bajo (…) los
promotores tradicionalmente ha utilizado una financiación sustancial de la
deuda y esta tendencia fue especialmente fuerte en EEUU durante la
década de 1980. Los proyectos de construcción altamente apalancados
fueron una respuesta natural a los distorsionados incentivos del gobierno.
Como han apuntado Abraham y Hendershott (1994, p. 15): “Realmente no sabemos que inicia
las burbujas especulativas”. El problema con las teorías del ciclo económico es que a menudo
son más descripciones de ciclos económicos que teoría acerca de los mismos y sus causas.
Cada descripción destaca características particulares que se elevan luego a la categoría de
fuerzas causales. Cada etapa del ciclo económico se caracteriza por varios aspectos (por
ejemplo, especulación, oferta inestable de dinero, demanda agregada disminuida y factores
exógenos reales). Como consecuencia, las teorías del ciclo económico son generalmente
“perspectivas” en las que el economista ha identificados instituciones a las cuales echar la
culpa, junto con sus remedios preferidos. Una solución a este problema es redefinir el ciclo
económico con sus características asociadas y luego analizar esas características con la
teoría económica para proporcionar una comprensión teórica del ciclo.
Las expansiones y los auges se caracterizan generalmente por tipos de interés bajos y
estables, aumento en los préstamos y la formación de crédito, aumentos en la existencia de
dinero y la oferta mentaría y especulación inversora. El empleo aumenta y lo mismo hace la
producción. Los precios de activos de capital, precios de acciones y valor de los terrenos
tienden todos a aumentar durante la fase de expansión del ciclo económico. La especulación
podría causar tal expansión basada, por ejemplo, en cambios en las expectativas de futuro.
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Sin embargo, la especulación es improbable que sea la primera causa de un fenómeno cíclico
recurrente, aunque indudablemente es un componente habitual de la fase de expansión, pero 15
también tiene causas previas. La inversión endógena puede encender una expansión y
aumentar la cantidad de préstamos y la oferta monetaria, pero de nuevo un cambio así es
improbable que represente un fenómeno cíclico recurrente. Más importante es que el aumento
de la especulación y el concepto relacionado de inversión incrementada normalmente no
representaría el potencial para un error sistémico por parte de los inversores, porque en cada
caso sus acciones se basarían en evaluaciones de condiciones futuras de todo el grupo. Lo
más improbable sería que esas evaluaciones de toda la economía fueran sistemáticamente
incorrectas de manera constante. Por tanto, aunque es imaginable que los empresarios
puedan iniciar una expansión económica y que esa expansión pueda resultar falsa, es
improbable que continúen disparando expansiones contraproducentes de manera recurrente.
El tipo de interés, que normalmente establece la liquidación del mercado intertemporal entre
ahorro, inversión y consumo, es aquí la fuente de importantes desequilibrios. Primero,
establece una mayor responsabilidad para pagar (fondos prestados) con una menor
capacidad de comprar (reduce la renta de interés de los ahorros). Segundo, cuando los tipos
de interés se perciben como estables y el tipo del mercado se reduce del tipo natural de interés
que habría existido en el mercado, los empresarios se ven atraídos para invertir en métodos
de producción más indirectos. Los empresarios empiezan simultáneamente el desarrollo de
medios de producción nuevos, más intensivos en capital y menos intensivos en mano de obra,
que son más indirectos y eficientes, dadas las nuevas señales de tipos de interés que tienen
a la vista.
La inversión en procesos de producción más indirectos significa que los inversores están
invirtiendo en nuevos proyectos independientes que implican bienes únicos de capital y
nuevas tecnologías y “formas de hacer las cosas” que estaban previamente “en la repisa” pero
no eran de uso general. Gastar dinero en investigación y desarrollo, por ejemplo, es invertir
en procesos de producción más indirectos, como lo es fabricar una red para pescar en lugar
de usar tus manos o un objeto basto como un palo afilado. El transporte proporciona otros
ejemplos, como la construcción e canales para competir con el tráfico de los caminos o
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ferrocarriles para competir con canales y tráfico fluvial. La forma más directa de comunicarse
con alguien es dirigirse a él y empezar a hablar, mientras que un método más indirecto sería 16
poner líneas telefónicas entre tu ubicación y la suya y usar teléfonos para comunicarse.
Sin embargo esta actividad implica la existencia de una amplia variedad de bienes de capital
así como la fabricación de cables, teléfonos, postes telefónicos para colgar los cables, etc.
Por tanto los teléfonos son más indirectos que el método de “ir y hablar”, pero son sin duda
más productivos. Igualmente, reemplazar las líneas telefónicas normales con cables de fibra
óptica es más indirecto, pero más productivo. Los cables son más indirectos porque tenemos
que crear primero nuevos bienes de capital para fabricarlos, mientras que los bienes de capital
para fabricar las líneas tradicionales ya existen en su mayor parte. También los cables de fibra
óptica son más productivos que las líneas telefónicas tradicionales en el sentido de que
pueden hacer todo lo que puede hacer una línea tradicional y transmitir datos a velocidades
mayores. La “tecnología” de sistemas de “inventario just in time” podría ser asimismo un
ejemplo de un proceso más indirecto. El ser más indirecto implica el uso de una tecnología
diferente, en el sentido amplio del término. Los empresarios no adoptan técnicas de
producción más indirectas que sean menos productivas que técnicas menos indirectas, ya
que buscan producir bienes de consumo tan rápidamente como sea posible, porque “el tiempo
es oro”.[18]
Un edificio de oficinas es un bien de capital que se usa para proporcionar una gran variedad
de bienes de consumo al mercado en el sentido de que la producción en el edificio implica el
proceso de toma de decisiones sobre todos los aspectos de la empresa. Su uso en ubicuo en
la “gran empresa” y está totalmente ausente en pequeños negocios como granjas familiares,
puestos de perritos calientes, servicios de fontanería, talleres de chapa y pintura, etc. El
edificio de oficinas es un bien crítico de capital en todos los procesos de producción muy
indirectos que representan prácticamente toda la producción moderna y toda la producción de
bienes y servicios de tecnología punta. La economía moderna esta inevitablemente unida a
los grandes edificios de oficinas, o como decía Carol Willis (1995, p. 181): “Los rascacielos
son la arquitectura definitiva del capitalismo”.
El rascacielos no es solo una versión grande del edificio de oficinas. Los rascacielos pueden
utilizarse para alojar las oficinas de una sola empresa, las oficinas centrales y sucursales de
múltiples empresas, espacios hoteleros y residenciales, espacio comercial, espacio para
convenciones, una amplia variedad de negocios de servicio personal e inquilinos especiales,
como bolsas, cines y estudios de televisión. El rascacielos puede servir como un edificio de
oficinas más grande y avanzado (siendo ambos menos productivos y produciendo un servicio
de mayor calidad). Puede incluso adoptar la categoría de una comunidad de negocio o una
forma especializada de mercado controlado privadamente. Naturalmente, son posibles
mayores cantidades y diversidad de producción en rascacielos más grandes. El edificio más
alto del mundo, pasado y presente, también añade categoría como un domicilio especial.
Los economistas de la Escuela Austriaca tienen una teoría del ciclo económico basada en la
teoría del capital en la que la estructura de producción está distorsionada por cambios
artificiales en el tipo de interés. La actividad económica se basa en “fundamentales”, pero los
propios fundamentales pueden distorsionarse e inducir a malas inversiones (histeria y
especulación) que acaban revelándose como malas inversiones durante la contracción
económica.
Francisco Cruzado Coca
Por suerte, sí parece haber un creciente aprecio por la teoría austriaca del ciclo económico,
si no una comprensión apropiada de la propia teoría. Como ha apuntado Pesek (1999a), los
factores causales que relacionan a los rascacielos con el ciclo económico comparten “la idea
básica de la teoría económica austriaca”.
manifestación del ciclo económico y entender así cómo las señales de precios e intereses
pueden distorsionar la estructura de producción en la economía hacia malas inversiones y 18
mano de obra inadecuadamente asignada podría tardar mucho en mejorar la comprensión de
los economistas de los ciclos económicos y sus curas.[19] Por desgracia, la teoría es ciega,
en el sentido de que no ofrece forma de conocer si el tipo de interés real está por encima o
por debajo del llamado tipo natural y por tanto ofrece poco para saber la predicción exacta.
Debería estar claro que a pesar de su buen historial de predicciones, el índice de los
rascacielos no es recomendable como remedio para esta deficiencia, sino simplemente como
un buen ejemplo de la fortaleza de la teoría austriaca del ciclo económico.
Primero, como apuntaba Lawrence, el índice de los rascacielos no predijo en el caso del
edificio Woolworth en 1913.
Segundo, el índice no predijo el caso de Japón, que ha sufrido una constante recesión desde
1990. Lawrence no menciona esto, tal vez porque ninguno de los periodos recesionistas en
Japón fue extraordinario, solo su impacto acumulado.
Tercero, el índice de los rascacielos no predijo el crash del mercado bursátil en el NASDAQ
aunque ocurriera después de que su publicara su artículo y aún no ha mostrado lo que el
consenso considera una recesión severa en la economía.[20] Tampoco hubo ninguna
“predicción” de las graves recesiones de 1920-21, 1937-38 y 1980-81. El índice de los
rascacielos es principalmente un índice que predice cambios importantes en la economía,
aunque podría ser posible mejorar y refinar los datos para predecir ciclos económicos de
diversas magnitudes.
Deberíamos añadir asimismo que la fundación del Sistema de la Reserva Federal en 1913 y
la llegada de la Primera Guerra Mundial en Europa en 1914 hicieron mucho proporcionar una
estabilización a corto plazo de la economía estadounidense y acortar la vida de la
contracción.[21] Por tanto, parecería que el Edificio Woolworth no fue una completa excepción
o error del índice de los rascacielos, después de todo. Podría ser sencillamente que la
Francisco Cruzado Coca
Un nuevo examen de las evidencias sugiere que el índice de los rascacielos predice mejor
que como lo formuló inicialmente Lawrence (1999). Evidentemente, esto no sugiere que las
alturas de los edificios deban utilizarse como guía para una política fiscal y monetaria o que
las alturas de los rascacielos deban limitarse para impedir crisis económicas. Sin embargo da
un apoyo adicional a la teoría austriaca del ciclo económico.[23] Además, sí sugiere que tanto
la causa de rascacielos llegando a nuevas alturas como los graves ciclos económicos están
relacionados con la estabilidad y en la financiación de las deudas y que las instituciones que
regulan la financiación de la deuda deberían revisarse, si no remplazarse con instituciones
más eficientes y estabilizadoras.
________________
[2] Koretz (17 de mayo de 1999, p. 26) y Granitsas (11 de febrero de 1999 p. 47); ver también
Die Abgabewelle Wirtschaftwoche (27 de mayo de 1999) para un reportaje sobre el índice de
los rascacielos.
[3] Este tipo de indicador coincidente (sin conexiones causales) debería diferenciarse de
indicadores económicos coincidentes que sencillamente sigan o controlen cambios en el ciclo
económico, como las estadísticas de nóminas, que están ligadas a la actividad económica.
[4] Hershey (1995) apunta que el Departamento de Comercio anunció que el Conference
Board ganó la puja frente a varios competidores para conseguir la compilación del índice de
principales indicadores económicos y los indicadores coincidentes y retrasados.
Francisco Cruzado Coca
[5] Naturalmente, los miembros de la Escuela de la Banca Libre como Lawrence White y
George Selgin serían críticos con esa respuesta política. Ver Rothbard (1984) para una crítica 20
de la elección pública de la fundación de la Reserva Federal.
[6] Merece la pena citar por extenso al economista académico y gobernador de la Reserva
Federal, Ben Bernanke (2003) sobre el fracaso de la profesión en mirar en el pasado lo
evidente en economía. Con la ayuda de 25 años de retrospectiva, concluye:
El resultado es que la profunda recesión de 1973-75 fue causada solo en parte por aumentos
en precios del petróleo por sí mismos. Un fuente igualmente importante de la recesión fueron
los varios años de política monetaria sobreexpansiva que dilapidaron la credibilidad de la Fed
respecto de la inflación, con el resultado final de que el impacto económico de las acciones
de los productores de petróleo fue significativamente mayor de lo que tenía que ser. La
inestabilidad tanto en precios como en la economía real continuaron durante el resto de la
década, hasta que el Presidente de la Fed, Paul Volcker, restableció la credibilidad de la Fed
con el doloroso episodio desinflacionista de 1980-82. Este último episodio y sus enormes
costes deberían asimismo apuntarse al fracaso de mantener la inflación y las expectativas de
inflación bajas y estables. Frente a la década de 1970, las fluctuaciones en los precios del
petróleo han tenido efectos mucho menores tanto en la inflación como en la producción en
Estados Unidos y otros países industrializados desde principios de la década de 1980. En
parte, este efecto más moderado refleja un aumento de la eficiencia energética y otros
cambios estructurales, pero creo que la razón dominante es que el uso de una discreción
limitada en la realización de la política monetaria ha llevado a una mejor previsión de las
expectativas de inflación en la gran mayoría de los países industriales.
[7] Ver Thornton (1998) para una evaluación moderna de las contribuciones de Cantillon.
[8] Ver Thornton (1991a) para una explicación más completa del efecto Alchian y Allen y la
teoría de los precios relativos.
[9] Por ejemplo, la razón por la que drogas ilegales como la heroína, la cocaína y la marihuana
se hayan hecho tan enormemente potentes es que el riesgo de llevar drogas la mercado y
venderlas anima a los traficantes a proporcionar las formas más concentradas de sus
productos, un efecto a menudo calificado con la Ley de Hierra de la Prohibición (Thornton,
1991a). Este efecto fue también importante durante la prohibición del alcohol (1920-1933),
cuando una nación compuesta principalmente por bebedores de cerveza se cambió a los
moonshine y ginebra de bañera (Thornton, 1991b). El efecto del precio relativo también
desempeñó un papel en la Guerra de Secesión cuando cruzar el bloqueo de la Unión a la
Confederación era un negocio de riesgo. El “efecto Rhett Butler” significaba que
contrabandistas como el personaje de ficción de Lo que el viento se llevó importaban artículos
de alto precio y bienes de lujo, como café, coñac y ropa formal en lugar de cosas vulgares,
como sal y harina: el coste de riesgo fijo de evitar el bloqueo lo hacía más rentable (Ekelund
and Thornton, 1992). Ha habido cierta confusión cuando los economistas han tratado de
aplicar el efecto Alchian-Allen (Cowen y Tabarrok, 1995), pero continúa demostrando su
aplicabilidad al mundo real tanto en cosas complejos como sencillos (Sobel y Garrett, 1997).
[11] Los editores de Architectural Forum circa 1950 citados en Huxtable (1992, p. 99).
[13] Ver Atack y Margo (1996). Estos examinaron el mercado de terrenos en la ciudad de
Nueva York durante el siglo XIX. Sus evidencias sugieren que los valores de los terrenos
Francisco Cruzado Coca
tendieron a aumentar durante los periodos deflacionistas, pero menos durante los periodos
inflacionistas. 21
[15] Ver por ejemplo las evidencias presentadas por Colwell y Cannaday (1988).
[16] Ver, por ejemplo, Hendershott y Kane (1992, p. 68), que estimaron que se desperdiciaron
más de 130.000 millones de dólares en el auge de la construcción comercial de la década de
1980. El Empire State Building fue apodado el “Empty [Vacío] State Building”, debido a sus
bajos niveles de ocupación después de la Segunda Guerra Mundial.
[17] Ver por ejemplo Selgin (1992) que muestra que hay poco tanto en teoría como en historia
económica que indique que las manías del préstamo sean endógenas en sistemas bancarios
de laissez faire.
[19] Ver, por ejemplo, Eichengreen y Mitchener (2003) para un excelente análisis de la Gran
Depresión bajo patrones neoclásicos. Sin embargo, su deseo de explicar y su fracaso en
incorporar la estructura de capital les deja con un análisis incompleto y con, hay que
reconocer, débiles propuestas de reforma, como impedir el auge y eliminar el fraude y el
abuso.
[20] Esto no es del todo cierto, ya que Pesek (1999b, p. 14) informaba de que se anunció un
nuevo “edificio más alto del mundo” bastante antes de que empezara el crash/recesión en la
primavera de 2000, pero los planes fueron al archivador.
[21] Podría hacerse un alegato de que estos dos acontecimiento son dos de los más
destructivos económicamente del siglo, al menos para aquellos que se oponen a la inflación
y la guerra y para aquellos que relacionan la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra
Mundial y sus resultados como causa de la Segunda Guerra Mundial.
[22] Ver Zarnowitz (1992, pp. 80-81), para estimaciones de cambios trimestrales en producto
interior bruto real, 1875-1983.
[23] Para una comparación de la teoría austriaca del ciclo económico con muchas de las
teorías del ciclo económico en competencia, ver Zijp (1993), Cochran y Glahe (1999) y
Garrison (2001).
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