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La Sal de los Filósofos

Por Edmond Bouyer, de la sección "Tradiciones y Filosofías" de la U.R.C.I – GLF


El presente artículo fue extraído de la Revista “El Rosacruz” de Difusión Rosacruz S.C.
AMORC – Vol. LII Nº 4 – Año 1999

Largas investigaciones me fueron necesarias para empezar a percibir lo que se esconde detrás de
esta simple palabra de tres letras: la "sal". Recé, leí, releí, creí comprender, traté y me desesperé...
¡Luego, sin dejar de rezar, releí, releí y re-leí, traté de nuevo y me desesperé todavía más!... ¿Cuántas
veces? Ya no lo sé...

La sal, no obstante, es simple, todos los filósofos W hablan de ella. ¿Será ella un punto de vista del
espíritu? Algo así como el grano maravilloso o los polvos de la madre Celestina...

i La sal! ¡Oh Filósofo, mi Maestro! Tú que hablas de ella tan sabiamente ¿Por qué no dices dónde
debemos buscarla? Se dice que ella es la que abre la primera puerta. Ella es el fuego secreto, que
excitada por el fuego exterior o elemental, hará evolucionar, volver viva o filosófica la materia a la que
tiene sometida.

La sal es el Artesano, el Maestro de Obras, y sin violencia, trasforma en agua a los cuerpos más duros,
como el hielo se funde en el agua caliente. Ella disuelve, tritura, selecciona y ablanda. Mata lo que está
vivo y resucita al que está muerto. Ella es la llave de la ciencia, y los que la han descubierto saben lo
que se esconde detrás de los términos alquímicos de "mercurio" y de "azufre".

"Bien, me dirá mi lector, tú que aquí escribes ¿Escribes para complacerte y satisfacer tu ego, o bien, para
serle útil a tu prójimo? 'Si sabes algo verdadero sobre la sal dilo sin rodeos y cesa de decir paráfrasis1..."
Voy a hablar tan claramente como me sea posible, pues estoy persuadido de que sólo podrán comprender
los que tengan una preparación personal suficiente.

A lo largo de nuestros estudios rosacruces, aprendemos que el pensamiento nace del encuentro de dos
vibraciones. La primera emana del objeto de nuestro estudio, es decir, del "espíritu de las cosas". Esta
vibración "Espíritu" es la misma para todos los estudiantes. La otra emana de nuestra "Alma". Esta
vibración "Alma" varía de un estudiante a otro y está en función de su grado de preparación. De esto se
deduce que la vibración "Pensamiento", resultante de las dos primeras, es siempre diferente de un
investigador a otro.

De aquí también se deriva que nuestra responsabilidad personal está enormemente comprometida en la
selección de nuestros estudios: algunos son anodinos y otros fútiles; otros conciernen la evolución de
nuestra alma. Que cada quien escoja.

Pero volvamos a la sal. El estudio de autores de la antigüedad como (Basile Valentín, Nicolás Flamel,
Bernard Le Trévisan, Raimundo Lulio, George Ripley, Henri de Linthaut y tantos otros), a pesar del
placer que nos causa leer este francés un tanto obsoleto que nos une a nuestras raíces, nos deja insa-
tisfechos; la sal, nombrada muchas veces, nunca es definida de manera explícita. Sigue siendo una
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desconocida, aunque sepamos a través de estos libros que acabamos de citar, la manera en que se
comporta.

El "Tratado de la Sal" de Jean Sendivogius, dice el Cosmopolita, pequeña obra que contiene escasos
capítulos y cuyo título es muy pro-metedor, no nos da mayor claridad. Su mérito principal, en mi opinión,
es el de identificar a la sal con el fuego secreto, lo que en sí es ya un gran avance.

Las primeras obras que aportaron indicaciones útiles sobre la sal son las de Fulcanelli, último adepto
reconocido como tal. Describiendo la primera operación que da como resultado el nacimiento del
primer mercurio, Fulcanelli explica:

"Usted agregará a esta mezcla la quinceava parte de toda esta sal pura, blanca, admirable, lavada
varias veces y cristalizada, que usted debe conocer necesariamente... obtenida del rocío que fertiliza
la tierra durante el mes de Mayo”

¡Al fin se mencionó la palabra! La sal podría provenir del rocío primaveral. Provisto de este viático,
retomamos el estudio de los viejos autores, y de aquí y de allá, por pedacitos, descubrimos
correspondencias y similitudes. Lentamente una trama se dibuja, y con ensayos y errores se
reconstituye la más vasta labor que haya sido emprendida, de la que el hombre se acuerde: Al fin la Gran
Obra, en la que el Artesano, paso a paso, es autorizado a revivir los 7 días de la Creación del Mundo.

Recogido pacientemente, bajo el cielo despejado, en el oriente del mundo, justo antes de que el sol
aparezca por el horizonte, el rocío primaveral trabajado filosóficamente, destilado muchas veces a bajas
temperaturas, el rocío, decimos, nos dará su sal, cristales minúsculos verde-plateados muy
refringentes (refractarios), con sabor a salitre. Así materializada, la sal de rocío ya no tiene ninguna
utilidad en alquimia operativa. Sin embargo, este trabajo nos da la certeza de su presencia, y ahora
sabemos a qué entidad se dirigían los antiguos alquimistas cuando invocaban la "lenta condensación
del Espíritu del Mundo".

Existe un cuerpo, que los alquimistas llaman "nuestro imán", capaz de captar directamente las virtudes
de esta sal de rocío, conservándolas vivas y activas en él. Este cuerpo según Eugene Canseliet, Hermano
de la Ciudad de Heliópolis y discípulo directo de Fulcanelli, podría muy bien ser el tártaro de los toneles
producto de la fermentación del vino: el tártaro natural del potasio.

El tonel hecho de madera de roble, podría también justificar todo el simbolismo que gira alrededor del
viejo roble vacío, al pie del cual nace una fuente maravillosa, simbolismo muy querido para Nicolás
Flamel, nuestro simpático Adepto parisino, de ancho y generoso abrigo azul.

Las sales de potasio fuertemente oxigenadas, se licúan fácilmente y producen en su seno la


putrefacción de las materias que se les someten. Los cuerpos laminados se descomponen, produciendo
un mantillo polvoso y grasoso, propicio a los cambios de estado o a la evolución de los cuerpos.

Sin embargo, hay que "seguir a la naturaleza", dicen todos los autores. Recordemos que todos los filones
mineros se encuentran siempre bajo tierra, es ahí que los cuerpos evolucionan a temperatura casi
constante y protegidos de la luz solar, pues los cuerpos nacientes son frágiles. Y en el laboratorio
debemos reproducir tanto como podamos las condiciones naturales.

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¿Qué sabemos ahora sobre la sal? Antes que nada, que su origen es celeste. Se trata de un cuerpo
destilado en la tierra desde el cosmos. "El sol es el padre y la luna su madre", dice la "Tabla de
Esmeralda" de Hermes Trismegisto (es decir, el "tres veces grande"), el texto más corto y más completo
que conozcamos sobre la tradición hermética.

Enseguida sabemos que se cosecha en primavera, durante las noches de luna llena, de hecho, del
cuarto creciente a la luna llena -la Semana de las semanas de la Tradición- en clima tranquilo, claro y
sereno (sin viento), según la técnica indicada claramente por el "Mutus Líber", el libro mudo de Jacob
Sulat, Señor de Marez, impreso en la Rochelle en 1677, con el privilegio del Rey Luis XIV

Esta técnica es la de la vía llamada húmeda, que es larga, limitante y fastidiosa, pero técnicamente
simple y fácil, y bien conducida, lleva a certezas que permiten perseverar.

Existe otra técnica, la de la vía seca, que utiliza "nuestro imán". Fulcanelli habla de ella sabiamente en
su "Misterio de las Catedrales", comentando acerca del trébol de cuatro-hojas, que encontramos en
el Pórtico de la Virgen Madre de la Catedral de Amiens, llamada "El Rocío de los Filósofos": El maestro
anónimo que esculpió los medallones del portal de la Virgen Madre interpretó curiosamente la
condensación del espíritu universal; un adepto contempla el torrente del "Rocío Celeste" cayendo
sobre una masa que muchos autores han tomado como un '"vellocino de oro": esta es una opinión,
pero también es posible sospechar de un cuerpo diferente, tal como el mineral designado con el
nombre de "Magnesia" o "Imán filosófico". Notamos que esta agua cae solamente sobre el sujeto con-
siderado, lo que confirma la expresión de una virtud atractiva escondida en este cuerpo y que sería
muy importante poder establecer.

Regresemos a las sales de potasio, y en particular, al tártaro de los toneles. Secados correctamente y
con exactitud, a fuego lento, estos cuerpos se vuelven extremadamente higroscópicos, y colocados
en las condiciones del trébol de cuatro hojas de la Catedral de Amiens, se atiborran de rocío nocturno
hasta la licuefacción total, mientras que alrededor todo parece seco...

Si quieres ser alquimista, prende un fuego en tu casa; un fuego que no debe extenderse antes de que
hayas encontrado lo que buscas. Si encuentras, tu fuego seguirá ardiendo de manera mucho más
espiritual, en el Carbúnculo de los Sabios, cúspide de la pirámide material y punta de la pirámide
superior e invertida, abierta a posibilidades infinitas.

Una última palabra para concluir: el fuego secreto de los sabios, también llamado "la sal de los
Filósofos", es ampliamente estudiado en nuestra tradición rosacruz bajo el nombre de "Nous".

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