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La ciudad y la escuela de La ciudad y los perros, el burdel, la isla y el

convento de La Casa Verde, la taberna llamada «La Catedral» de


Conversación en La Catedral, son elementos todos ellos análogos a ciertas
maneras de estructurar la experiencia. Son sistemas muy disciplinados en los
que elementos variantes se ven obligados a actuar de un modo uniforme.
Arrebatan a las personas sus historias personales para convertirlas en piezas
que deben funcionar dentro del conjunto. Por lo tanto, el determinismo al que
aluden muchos críticos al hablar de estas novelas es algo mucho más complejo
que lo que el siglo XIX entendía por este término. En las instituciones de
Mario Vargas Llosas, lo orgánico y lo estructural, los procesos evolutivos y
las relaciones sincrónicas, son antitéticos. Tomemos por ejemplo La ciudad y
los perros, una novela situada en la academia militar Leoncio Prado.
La anécdota se cuenta en seguida. Un grupo de cadetes, «los perros», se
identifican por un único hecho, el de que todos están en el mismo año. Bajo la
dirección. del Jaguar, roban las preguntas de un examen de química. El
Esclavo, que permanece al margen del grupo, denuncia al ladrón para poder
tener permiso de salida el sábado y es asesinado misteriosamente en unas
maniobras. El misterio no se resuelve, pero lleva a un enfrentamiento entre el
Jaguar y el Poeta, Alberto, quien a su vez ha denunciado al Jaguar como asesi-
no del Esclavo. Esta anécdota es la armazón; el robo, el crimen, la delación
constituyen una secuencia lineal y cronológica, pero esto es como una serie de
maderos y riostras. La sustancia de la novela es mucho más densa, es algo
formado por la convergencia de las historias individuales de los cadetes y de
sus maestros con la d1sciplina y la rutina de la escuela, la convergencia de un
desarrollo orgánico con relaciones familiares y la academia militar con sus
horarios, sus reglas, su plaza de armas que determinan. los moldes en los que
los estudiantes individuales, con sus historias individuales, han de encajarse.
La estructura sincrónica impersonal de la academia tiene un efecto deformador
sobre los asuntos y un efecto que limita las opciones de los estudiantes. Tienen
que convertirse en verdugos (como el Jaguar), el víctimas (como el Esclavo) o
en payasos, como el Poeta), pero en cualquier caso su desarrollo natural será
violentado. Sobrevivir a la academia y seguir existiendo como persona
significa infringir unas reglas, pero infringir unas reglas significa reconocer
su existencia. La historia interior de la novela es el moldeado de un grupo a las
exigencias de la academia y la disgregación del grupo. Un orden arbitrario (la
novela se inicia cuando el Jaguar anuncia que ha salido el número cuatro,
después de echar los dados que han de decidir quién robará las preguntas del
examen) sustituye al orden natural. Y este orden artificial, obra del hombre,
esta cuidadosamente dispuesto, delimitado:
“hacia la izquierda, se yerguen tres bloques de cemento: quinto año, luego
cuarto; al final, tercero, las cuadras de los perros. Más allá languidece el
estadio, la cancha de fútbol sumergida bajo la hierba brava, la pista de
atletismo cubierta de baches y huecos, las tribunas de madera averiadas por la
humedad. Al otro lado del estadio, después de una construcción ruinosa -el
galpón de I~s so~~ados- h~y un muro grisáceo donde acaba el mundo del
Colegio Militar Leoncio Prado y comienzan los grandes descampados de La
Perla.”

La escuela se ve como una estructura que está totalmente hecha por el hombre,
un producto de una ideología que, para ser aceptada, necesita primero hacer un
lavado de cerebro a los alumnos, hacerles romper con sus antiguas fidelidades
e inculcarles el nuevo código que Alberto, el Poeta, resume así:

“aquí eres militar aunque no quieras. Y lo que importa en el Ejército es ser


buen macho, tener unos huevos de acero.”

El bautismo. de los novatos es un rito de iniciación a la tribu: “«Aquí uno se


hace más hombre, aprende ... a conocer la vida”, pero esto implica perder la
libertad individual y adoptar la identidad de un grupo. Todo ello constituye
una violación del individuo y de la vida natural . Los oficiales violentan a los
reclutas, les hacen encerrar, les golpean como si esto formara parte de la
disciplina; los alumnos veteranos violentan a los más jóvenes, haciéndoles
sufrir un humillante bautismo; y los estudiantes se violentan unos a otros, se
pelean, se masturban, violan a otros muchachos e incluso a animales.
La materia prima de La ciudad y los perros hubiera podido constituir
fácilmente la base de una novela de protesta social, pero la técnica del autor
transforma este material básico en una visión muchísimo más densa de las
motivaciones humanas. Usa no sólo un punto de vista múltiple y diversos
planos temporales, sino que además intercala diferentes grados de conciencia
y lucidez. El Boa representa una especie de subconsciente colectivo, la
violencia en su nivel más primario e instintivo, y por eso se expresa en un
flujo de conciencia indiferenciado. El Poeta es el más coherente y articulado
de los miembros de la comunidad, y también uno de los más corrompidos; le
empuja el miedo, la necesidad de defenderse, es un hombre venal que se
adapta a las normas del colegio como se adaptará más tarde a las de la
sociedad exterior. EI Jaguar, que es uno de los miembros con mayor
individualidad y más auténticos del Círculo, es un individualista frustrado. La
diversidad de enfoques sugiere la complejidad de las posturas morales, las
relaciones que cambian constantemente de un cadete a otro y los puntos en los
que el sistema prevalece sobre los individuos.

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