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Purva Mimamsa, la investigación de los Vedas

Mimamsa quiere decir investigación o examinación, y purva se refiere al principio. Este sistema se
fundamenta en la primera parte del conocimiento védico, es decir los samhitas y brahmanas, a diferencia
del Uttara Mimamsa que se concentra en el análisis de las Upanishads. También se lo llama Karma
Mimamsa porque se le da énfasis a la realización de sacrificios (Karma) con la recitación de himnos como
están prescritos en los Samhitas, y como la palabra Karma en esta área se utiliza en el sentido de ritual,
se identifica a la escuela como Karma Mimamsa. Pero debido a que el Uttara Mimamsa es usualmente
llamado Vedanta, se utiliza solo la palabra Mimamsa para referirse al Purva Mimamsa.

El sistema Mimamsa debe su sistematización a Jaimini, quien según la tradición fue discípulo de Vyasa, el
legendario compilador de los Vedas, a quien se identifica con Badarayana, el fundador de la escuela
Vedanta. Por el estilo de escritura puede haber vivido entre los siglos VII y III a.C. Él compuso el
Mimamsa Sutra, en un estilo similar al utilizado en el Vedanta Sutra. Los comentarios más tempranos se
conocen solo por referencias. El comentario mas importante es el de Sabara, y generalmente se lo llama
solo Bhasya (comentario), porque cuando se habla de Bhasya se sobrentiende que se refiere a este
comentario. Su conocimiento es indispensable para el estudio del Mimamsa. Otros comentadores han
basado sus trabajos en el bhasya de Sabara. Los más importantes son Prabakara y Kumarila Bhatta,
quienes fundaron dos escuelas de Mimamsa.

Propósito del Mimamsa

La meta del Mimamsa es enseñar el dharma. Para poder hacerlo, proporciona un análisis minucioso del
Veda y una metodología práctica para la utilización de la religión védica, que consiste en deberes y
rituales. Detrás de estos deberes y rituales (dharma), está la búsqueda de un desarrollo material (artha),
con ese desarrollo pueden alcanzar el disfrute sensual (kama) aquellas personas que no están
preparadas para la elevación espiritual a través del desapego. El Mimamsa argumenta que solamente por
medio del conocimiento no se puede alcanzar la salvación, el alma debe primero agotar sus
potencialidades, como una semilla que se desarrolla en un árbol.

Para lograr este objetivo el Mimamsa explica los rituales védicos, la naturaleza mística de los mantras y
su sonido, todo centrado en el ser humano más que en lo divino, a pesar de que los himnos sean
glorificaciones a la divinidad.

De esta forma la persona se subordina a un orden ritual en el que puede lograr sus objetivos materiales
pero de una manera regulada, como si estuviera en un tratamiento de desintoxicación material.

El tratamiento implica la ejecución de una cantidad de deberes prescriptos (dharmas) en los Dharma
Sutras, deberes para todo tipo de personas de acuerdo a su naturaleza, edad, género, posición social o
tendencia. Además de los deberes circunstanciales, sociales y personales, están aquellos que la persona
tiene como consecuencia de vivir en este mundo, deberes con los antepasados que hicieron posible la
existencia de esa persona en particular, deberes con los sabios por la sociedad que hicieron posible, y
deberes con la divinidad que mantiene el universo y provee al ser humano de todo lo que necesita. Estos
deberes deben satisfacerse porque cubren las deudas de cada ser humano para con el universo, la
sociedad y la familia.

El Mimamsa sostiene que los rituales védicos son los deberes más elevados que una persona debe
realizar, porque cancela esas deudas que el ser humano contrae al nacer. Y a pesar de que hoy en día la
mayoría de los hindúes se identifique con el Vedanta, el Mimamsa está presente en la vida de cada hindú
a través de su ética, normas tradicionales y rituales.

La ciencia de los rituales védicos es trasmitida desde la antigüedad por sabios, que esconden su
metodología en un lenguaje arcano comprensible solamente a los iniciados. La eficacia de estos rituales
está determinada por las sutilezas de su ejecución de acuerdo al momento, al lugar y a las circunstancias,
pero especialmente a la cualificación del brahmana que los realiza.

Un ritual es una forma de meditación, la atención y la concentración del oficiante debe ser completa, y los
asistentes también participan de esa meditación en diferentes grados. Cocinar y ofrecer parte de ese
alimento al fuego del sacrificio, compartir y comer el remanente, trasforma la diaria actividad de la cocina y
la comida en un acto sagrado que eleva la conciencia. La cocción es acompañada por mantras y
oraciones, cuidando reglas de pureza interna y externa, con cuidado de realizar una ofrenda digna y
atractiva que complazca a la divinidad, para que a su vez esta complazca los deseos de quien patrocina
la ceremonia, y aunque el fin es egoísta se realiza de una forma que eleva la conciencia gradualmente.

Análisis del Veda

Los Vedas tienen varios tipos de oraciones, como vidhi o las positivas e imperativas, nisedha o las
negativas, y stuti, que son oraciones devocionales de glorificación. El Mimamsa estudia y analiza el Veda
de acuerdo a la naturaleza de estas oraciones. De acuerdo a su análisis puede determinar qué oraciones
son mandatos positivos o cuáles son negativos, y cuáles son devocionales. Luego concluye que los
mandatos positivos son más importantes y por lo tanto son imperativos. La realización de estos mandatos
era de esta manera llevada a la práctica.

El término genérico para todos los versos védicos es mantra. Es una palabra compuesta por el prefijo
“man” que viene de manas o mente, y “tra” que viene de traya o instrumento. Es un instrumento del
pensamiento utilizado para fijar la mente en un objeto. A pesar de que los himnos son glorificaciones, para
el Mimamsa funcionan como mecanismos que activan no solo la concentración de la mente, sino también
las fuerzas de la naturaleza o la recompensa de la divinidad. El seguidor del Mimamsa o mimamsaka, no
se caracteriza por el espíritu devocional, para el mimamsaka la divinidad tiene la obligación de satisfacer
sus demandas si el ritual es ejecutado correctamente, por ese motivo su preocupación esta más centrada
en la ejecución del ritual que en agradar a la divinidad.

Los Vedas son la manifestación del conocimiento expresado en forma sonora, y simbólicamente
representado en la escritura. Este sonido (shabda) es eterno, por lo tanto no tiene creador, ni humano ni
divino, y es más importante que una divinidad, por un lado porque esta, está sujeta a otorgar el resultado
de la acción correcta, y por otro lado porque está al alcance de la mano del ser humano y puede ser
utilizado para sus fines.

El Mimamsa no estudia el sonido solo en el nivel mas aparente, también investiga los niveles sutiles
profundizando en sus orígenes y experimentando sus diferentes patrones vibratorios. En sánscrito el
sonido se llama vak, que no se puede traducir simplemente como sonido o habla. Vak shakti, el poder del
habla, es la ley de la comunicación responsable de expresar pensamientos y conceptos, que esta
presente aún antes del habla. Es la energía que fluye de un nivel superior de la conciencia y se manifiesta
en un nivel mas concreto como es el habla.

Para el Mimamsa hay cuatro niveles de vak shakti: para o trascendente; pasyanti o el patrón de
pensamiento concentrado; madhyama que es el nivel de la formulación a través del patrón de
pensamiento listo para la expresión; y vaikhari o la expresión con la ayuda de las palabras.

En la manifestación hay dos factores entrelazados universalmente: shabda, el sonido; y artha, el objeto
denotado por ese sonido. Uno es el nombre y el otro la forma. Están inseparablemente asociados, pues
no puede haber shabda sin artha, ni artha sin shabda. Juntos constituyen una realidad que no está sujeta
a cambios o fin.

El sonido externo que se puede oír, es de dos tipos: el sonido con significado y el sonido sin significado.
El primero consiste en fonemas y palabras que constituyen el lenguaje, mientras que el segundo no está
formulado en palabras y no es un elemento de la comunicación.

El sonido externo es temporal, pero es una manifestación del sonido eterno. En cambio para el Nyaya las
palabras son temporales en todo sentido, pero el Mimamsa dice que la percepción del sonido que
comienza cuando la vibración contacta con los oídos debe ser distinguida del sonido mismo. El sonido en
sí va mas allá de la vibración, e incluso del movimiento mental que produce las ideas, que se manifiestan
externamente en la forma de sonidos audibles como letras, fonemas, palabras y oraciones. La percepción
del sonido es momentánea, pero el sonido en si es eterno. El momento en que el sonido es percibido no
es el mismo que el momento en el que es producido; el sonido se manifiesta antes de ser audible.
El estado más sutil del sonido es paravak y es perfecto. La filosofía Mimamsa afirma que paravak es la
causa de todas las causas. Cualquier vibración que puede ser percibida por los oídos solo es una
manifestación burda; el sonido físico es inadecuado para lograr el estado último de conciencia. La
próxima fase del sonido se llama pasyanti vak. Hay una pequeña diferencia con paravak, ambos son
trascendentes, pero en pasyanti vak, la forma sutil del universo está contenida como el primer artha, u
objeto del deseo. En esta etapa, el poder del deseo todavía permanece dormido, pero aún así es la causa
directa del universo, que será manifiesta como idea y habla. Esto es el principio universal de todo
lenguaje. El tercer estado de vak se llama madhyama, que significa “el intermedio”. Este estado no es
trascendental como pasyanti ni completamente manifiesto como vaikhari (la forma más burda del sonido).
Finalmente, el cuarto estado es audible. Este estado está siempre acompañado por las diversidades
culturales, sociales, geográficas y las distinciones que forman los diferentes lenguajes.

Estos niveles del sonido son como el fluir de un río que nace en puntos desconocidos de la montaña y
permanece invisible hasta llegar a los valles donde la corriente emerge y fluye hacia la planicie hasta
fundirse con el océano.

Toda el habla que pasa por la mente humana, se contamina con las limitaciones de tiempo, espacio y
circunstancias. Por lo tanto la verdad permanece oculta en el habla diaria. Sin embargo esto no sucede
con los mantras, que para el Mimamsa no son simples palabras, sino específicas vibraciones sonoras
universales, que han sido experimentadas por los sabios en profunda meditación. En un sentido místico
simbólico, se afirma que son los cuerpos sonoros de ciertas fuerzas cósmicas.

Los Devas

Según el Mimamsa, los sabios védicos desarrollaron una cierta capacidad para percibir el orden sutil, la
estructura y la dinámica del universo, regido por fuerzas personificadas en divinidades que debían ser
comprendidas a través del sonido de los mantras, ya que los patrones sonoros de los mantras son el
fundamento de estos poderes.

A pesar de que en apariencia el Mimamsa es politeísta, debajo de esa apariencia se puede encontrar el
concepto de unidad, que reduce a todos los devas o personificaciones de las fuerzas cósmicas en un solo
principio, conciente y omnipenetrante, que se manifiesta en diferentes estados y circunstancias con una
forma diferente (deva) y un sonido (mantra). Esta unidad se puede entender por el hecho de que a las
diferentes deidades se le adjudican los mismos atributos, el mismo control sobre el universo y la misma
posición única, pero especialmente porque en los mismos Vedas se establece que la verdad es una
aunque es conocida por los sabios a través de distintos nombres.

Sin embargo, este principio no se puede considerar como Dios, ya que para el Mimamsa no hay
necesidad de un Dios Supremo, el universo es eterno y no creado, incluso los Vedas son eternos, y por lo
tanto no creados. Cuando se habla de manifestación no se refiere al comienzo, sino a la forma en que las
cosas pasan del estado sutil al estado burdo, para ser percibidas por los seres. Esta falta de un Dios
Supremo por un lado, y la creencia en un principio divino inmanente, convierten a este sistema en un
monismo disfrazado de politeísmo, o un panteísmo a la vista de los no iniciados.

El proceso de la manifestación comienza con la aparición de las formas más sutiles, de las cuales van
surgiendo las formas más burdas y densas, más claras a la percepción. Este proceso ha sido descripto de
diferentes maneras en las diversas escrituras sagradas. En la tradición védica, las entidades invocadas
como divinidades o devas se caracterizan por cualidades sobrehumanas. Los semidioses védicos surgen
de la fuente de energía que genera todos los nombres y formas. No son idénticos a las formas físicas
particulares, porque si así fuera, no sería posible para una simple deidad, estar presente en diferentes
rituales simultáneos en diferentes sitios. Aunque no son imaginarias, sino que no son manifestaciones
burdas limitadas por una forma física gruesa. Son manifestaciones sonoras sutiles (mantras) con una
naturaleza bienaventurada que va más allá de la experiencia mundana. El mantra es la manifestación
sonora de la deidad, y la forma (rupa) es la manifestación visual. Ambas manifestaciones pueden ser
invocadas en un ritual, porque cuando se realiza la correcta utilización de los mantras, la deidad
correspondiente está presente, y al condensarse la vibración sonora del mantra la forma de la deidad
también aparece. Para el Mimamsa la aparición de la deidad no depende de su gracia, sino que la forma
se manifiesta cuando el mantra prescrito es pronunciado en la forma prescrita, y entonces tiene que
satisfacer el deseo de su invocador. Los seguidores del Mimamsa creen que los poderes cósmicos
pueden ser utilizados a voluntad a través de la correcta ejecución del ritual.

El Mimamsa adjudica dos propósitos a la ejecución del ritual; expandir el potencial interno personal y
unirlo con la fuerza universal; y ofrecer respeto y gratitud a las fuerzas cósmicas que constantemente
proporcionan luz y vida a todos los seres vivos.

Para el Mimamsa la fuente de todas las cosas es divina, y esta divinidad está presente en cada objeto del
mundo. El uso de materiales ordinarios como agua, fruta, incienso, hierbas, piedras, etc., en los rituales,
tiene como fin, que las personas que toman parte en el sacrificio, tomen conciencia que la divinidad está
presente en todas las cosas. Si bien la idea misma de la palabra sacrificio es transformar algo en sagrado
al ofrecerlo a la divinidad, para el Mimamsa las cosas ya son sagradas, el problema es que el ser humano
no es conciente de ello y por eso a través del ritual se le recuerda que la divinidad está presente en todos
los elementos de la manifestación. Por ejemplo, cuando se arranca una hierba para utilizarla en el yajña,
se recita un mantra específico para reverenciar y glorificar a la divinidad dentro de la hierba. Y también
para simbolizar que de la misma manera que se arranca la hierba, también se arrancan las impurezas del
corazón.

Los pramanas, las fuentes de conocimiento

El Mimamsa otorga una gran importancia al estudio de las fuentes de conocimiento. Para este sistema
hay seis pramanas: 1) la percepción (pratyaksha); 2) la inferencia (anumana); 3) la comparación
(upamana); 4) el testimonio (shabda); 5) la conjetura (arthapatti); y 6) la no cognición (anupalabdhi),
aunque esta ultima solo es válida en la escuela de Kumarila Bhatta.

El testimonio es, sin duda, el pramana más importante, por la naturaleza del sistema mismo que enfatiza
a los Vedas como fuente de conocimiento impoluta, debido a su naturaleza divina y eterna. Las teorías de
la percepción y la inferencia son muy similares a las del Nyaya Darshana, pero la teoría de la
comparación es distinta, aunque ambos sistemas basan sus teorías en la similitud de dos cosas, de las
cuales una ya es conocida. La postulación o conjetura (arthapatti) es una suposición para explicar un
hecho desconocido. Por ejemplo, alguien no va a trabajar, y se supone que le ocurrió algo en contra de su
voluntad que le impidió concurrir al trabajo. El conocimiento de que le pasó algo no es percepción,
inferencia, testimonio o comparación. La no-percepción (anupalabdhi) es el medio de la cognición directa
de la inexistencia de algo. La existencia de algo se conoce por medio de los otros pramanas, la
inexistencia de una cosa se conoce por medio de anupalabdhi.

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