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Universidad Alberto Hurtado

Medición de Pobreza
Multidimensional en Chile

Autores Principales:
Angela Denis
Observatorio Social

Francisca Gallegos
Observatorio Social

Claudia Sanhueza
ILADES/Georgetown University

2 de septiembre de 2010
Índice
Prefacio 4

Introducción y Resumen Ejecutivo 6

1. Metodologı́as Tradicionales de Medición de la Pobreza 22


1.1. Antecedentes - Historia de las medidas de pobreza en Chile . . . . . . . . . 22
1.2. Aspectos conceptuales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
1.3. Justificación Conceptual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
1.4. Metodologı́as de medición de pobreza tradicional . . . . . . . . . . . . . . . 35
1.4.1. Etapas y definición de una medida de pobreza tradicional . . . . . . 35
1.4.2. Tipos de metodologı́as . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
1.4.3. Medidas de pobreza tradicionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
1.5. Medidas utilizadas por distintos paı́ses e instituciones . . . . . . . . . . . . 62
1.6. Aplicación de las metodologı́as tradicionales a la serie CASEN (1990-2006) 66

2. Metodologı́as de Medición de la Pobreza Multidimensional 68


2.1. Justificación Conceptual: Multi-dimensionalidad de la Pobreza . . . . . . . 68
2.1.1. Utilitarismo: enfoque del ingreso y la discusión sobre su condición
de medio o de fin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
2.1.2. Justicia e Igualdad según Rawls: la generación de un acuerdo para
la definición de bienes primarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
2.1.3. Enfoque de Capacidades: la relación entre la noción de libertades
humanas y pobreza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
2.2. Métodos de medición multidimensional de pobreza . . . . . . . . . . . . . . 73
2.2.1. El Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) . . . . . . . . 78
2.2.2. El Índice de Pobreza Humana (IPH) . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
2.2.3. Modelos factoriales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
2.2.4. Índice de privaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
2.2.5. El Modelo de Bourguignon y Chakravarty (2003) . . . . . . . . . . 80
2.2.6. El Modelo de Chakravarty, Deutsch y Silber (2005) . . . . . . . . . 81
2.2.7. El Modelo de Chakravarty y D’Ambrosio (2006) . . . . . . . . . . . 82
2.2.8. El Modelo de Alkire y Foster (2007) . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
2.2.9. El Modelo de Bossert, Chakravarty y D’Ambrosio (2009) . . . . . . 85
2.2.10. Alkire y Foster Modificado (CONEVAL-Mexico, 2009) . . . . . . . 87
2.3. Comparación de los Indicadores de Medición de Pobreza Multidimensional 89
2.4. Evidencia Empı́rica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94

3. Una propuesta de Medición de Pobreza Multidimensional para Chile 100


3.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
3.2. Etapas en la Construcción de una Medición de Pobreza Multidimensional . 100
3.3. Etapa: elección de Dimensiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101

1
3.3.1. Consideraciones conceptuales para la selección de las dimensiones . 101
3.3.2. Consideraciones Normativas para la selección de las dimensiones . . 102
3.3.3. Dimensiones Seleccionadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
3.4. Etapa: elecciones de Indicadores por Dimensión . . . . . . . . . . . . . . . 108
3.5. Etapa: elección de Umbrales por Dimensión . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
3.6. Etapa: unidad de Análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
3.7. Etapa: orden de Agregación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
3.8. Etapa: criterios de Identificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
3.9. Proceso de selección de indicadores y umbrales . . . . . . . . . . . . . . . . 111
3.9.1. Proceso de selección de indicadores y umbrales: educación . . . . . 111
3.9.2. Proceso de selección de indicadores y umbrales: salud . . . . . . . . 113
3.9.3. Proceso de selección de indicadores y umbrales: empleo . . . . . . . 114
3.9.4. Proceso de selección de indicadores y umbrales: vivienda . . . . . . 115
3.9.5. Proceso de selección de indicadores y umbrales: ingresos . . . . . . 115
3.10. Análisis de incidencia de los indicadores y umbrales seleccionados . . . . . 116
3.10.1. Análisis de incidencia: dimensión educación . . . . . . . . . . . . . 118
3.10.2. Análisis de incidencia: dimensión salud . . . . . . . . . . . . . . . . 119
3.10.3. Análisis de incidencia: dimensión empleo . . . . . . . . . . . . . . . 119
3.10.4. Análisis de incidencia: dimensión vivienda . . . . . . . . . . . . . . 120
3.10.5. Análisis de incidencia: dimensión ingreso . . . . . . . . . . . . . . . 121
3.11. Resultados multidimensionales en base a CASEN 2006 . . . . . . . . . . . 121
3.11.1. Resultados para la población en edad económicamente activa . . . . 123
3.11.2. Resultados para la población menor de 15 años . . . . . . . . . . . 126
3.11.3. Resultados para la población adulto mayor . . . . . . . . . . . . . . 128
3.12. Resultados de aplicación a la serie CASEN (1990 - 2006) . . . . . . . . . . 133
3.12.1. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión educación . . 133
3.12.2. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión salud . . . . 133
3.12.3. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión empleo . . . 135
3.12.4. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión vivienda . . 135
3.12.5. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión ingresos . . . 136
3.12.6. Resultados de aplicación a la serie CASEN: población económica-
mente activa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
3.12.7. Resultados de aplicación a la serie CASEN: población menor de 15
años . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
3.12.8. Resultados de aplicación a la serie CASEN: población de adultos
mayores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
3.13. Incorporación de la visión de expertos en la construcción de una medición
multidimensional para Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
3.13.1. Elementos contextuales para el desarrollo de una medición multidi-
mensional de pobreza en Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
3.13.2. Desarrollo de una medición de pobreza multidimensional en Chile . 144
3.13.3. Observaciones metodológicas para la propuesta de medición de po-
breza multidimensional desarrollada . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

2
4. Sı́ntesis de la propuesta de medición de pobreza multidimensional para
Chile 148

5. Conclusiones 154

6. Recomendaciones 157

7. Bibliografı́a 159

8. Anexos 164
8.1. Medidas tradicionales de Pobreza en Chile: datos disponibles . . . . . . . . 164
8.2. Chequeos y cruces adicionales para la selección de indicadores y umbrales
por dimensión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
8.2.1. Chequeos y cruces: dimensión Educación . . . . . . . . . . . . . . . 164
8.2.2. Chequeos y cruces: dimensión Salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
8.2.3. Chequeos y cruces: dimensión Empleo . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
8.2.4. Chequeos y cruces: dimensión Vivienda . . . . . . . . . . . . . . . . 186
8.3. Incidencia de carencia por indicador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
8.4. Descripción general de los expertos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193

3
Prefacio
En este trabajo se presentan un análisis extenso en torno a las alternativas para la
medición de la pobreza, inaugurando el desarrollo de una lı́nea de investigación referida
a la generación de metodologı́as de medición de la pobreza multidimensional para Chile.
La iniciativa que motiva el desarrollo de este texto surge en el año 2009 cuando el
Congreso estableció un protocolo de acuerdos con el Ejecutivo asociado a la Ley de Pre-
supuestos de dicho año. En ese documento quedó estipulado que MIDEPLAN iniciarı́a un
proceso de actualización del indicador de pobreza, licitando este estudio.
Los objetivos de este trabajo fueron dos: evaluar las distintas alternativas para la me-
dición de la pobreza y elaborar una propuesta de medición de la pobreza multidimensional
para Chile.
La idea de una medición de pobreza multidimensional responde a la necesidad de cons-
truir una alternativa metodológica que se haga cargo de la experiencia de la situación de
pobreza, la cual involucra un conjunto de aspectos de la condición humana que deben ser
identificados de manera particular y, al mismo tiempo, vinculados en un sistema integrado
de indicadores al momento de evaluar el bienestar de una determinada sociedad.
Como equipo investigador tenemos la convicción que el principal aporte de este trabajo
es instalar en Chile la discusión sobre las alternativas para que un enriquecimiento de la
noción de pobreza vaya de la mano de un desarrollo metodológico. Junto con lo anterior,
creemos que el mayor desafı́o está en la capacidad de generar conocimiento que sea capaz
de avanzar en el desentrañamiento de las complejidades asociadas al estudio de la pobreza
y, a partir de ello, dar orientaciones para el desarrollo de polı́ticas públicas.
Este trabajo es posible gracias a la trayectoria de diferentes autores que, desde variadas
disciplinas e instituciones, han desarrollado investigación en esta materia. Quisiéramos
agredecer a Omar Aguilar, quien participó del equipo de investigación y permitió instalar
una perspectiva sociológica a lo largo del texto. Más aún quisiéramos puntualizar los
agradecimientos destacando el trabajo que ha realizado la Fundación Nacional para la
Superación de la Pobreza y, especialmente, a Mauricio Rosenbluth por su colaboración en
esta investigación al plantearnos su visión en cada una de las etapas del trabajo. Asimismo
los aportes de nuestro comité de expertos Dagmar Raczynski, Berta Teitelboim, Luis
Maldonado, Marcela Perticara y Claudio Agostini. Ellos participaron en el desarrollo de
esta propuesta, en la revisión de los avances de la investigación y en la precisión de los
resultados.
Por otra parte quisiéramos hacer una mención especial a José Joaquı́n Prieto, director
del Observatorio Social de la Universidad Alberto Hurtado, quien nos pidió la participa-
ción en este proyecto, motivó la iniciativa para desarrollar este trabajo y nos acompañó a
lo largo de todo el estudio. Claudia desea agradecer también a la Facultad de Economı́a y
Negocios de la Universidad Alberto Hurtado, en donde trabaja actualmente, lugar que ha
permitido el desarrollo de esta investigación. No obstante lo anterior, no podemos dejar
de poner de manifiesto que cualquier error cometido es exclusiva responsabilidad de las
autoras.
Por último, queremos manifestar nuestro agradecimiento a quienes participaron de las

4
actividades que realizamos para recoger la visión de expertos. Especialmente quisiéra-
mos manifestar nuestra gratitud con Juan Carlos Feres quien siempre estuvo dispuesto a
responder nuestras dudas.

Angela Denis, Francisca Gallegos y Claudia Sanhueza


Santiago, Agosto 2010

5
Introducción y Resumen Ejecutivo
Según las estadı́sticas oficiales Chile ha tenido grandes avances en la disminución de la
pobreza durante las últimas décadas pasando de 38,6 % en 1990 a un 15,1 % en 20091 . De
hecho, hoy se posiciona en el lugar número 40 considerando la medición a nivel mundial
del Índice de Desarrollo Humano del año 2006, siendo superado en América Latina sólo
por Argentina2 .
Si bien esto señala la generación de decisiones públicas adecuadas en la materia, existe
la sensación de que nuestro paı́s debe renovar sus estrategias para avanzar aún más en la
superación de este fenómeno. De hecho, los análisis de movilidad de la pobreza utilizando
la encuesta panel Casen 1996-2006 muestran que cerca de un 40 % de la población ha
estado bajo la lı́nea de la pobreza en algún perı́odo. Y solamente 4 % de la población habı́a
sido pobre los tres perı́odos3 . Estos antecedentes plantean la necesidad de perfeccionar
la metodologı́a que usamos para medir la pobreza y, junto con ello, la generación de los
indicadores que sean sensibles a esas dinámicas. Lo que resulta fundamental es considerar
que los propios avances en la materia de pobreza exigen actualizar la manera en que ésta
se mide, pues no se puede desconocer que las manifestaciones de la pobreza y, por tanto,
sus resultados son distintos en el Chile de hoy que en otro momento de la historia.
Por otra parte, el constante crecimiento económico durante las últimas décadas, que
ha posicionado a Chile a un paso de entrar a la OECD, obliga al paı́s a mejorar sus
indicadores y evaluar si las metodologı́as usadas son las correspondientes a su nivel de
desarrollo. Todo parece indicar que mientras mayor es el nivel de desarrollo mayores la
necesidad de avanzar en la generación de metodologı́as de medición de la pobreza que sean
sensibles a su multidimensionalidad, variabilidad en el tiempo y expresión entre grupos
sociales4 . Más aún, los recientes desarrollos teóricos y empı́ricos en la materia indican que
la metodologı́a de medición de la pobreza en Chile tiene espacio para ser mejorada y estar
al nivel de las mediciones que se aplican en paı́ses desarrollados5 .
Lo que subyace a esta situación es considerar que las transformaciones económicas,
polı́ticas y culturales han generado un proceso de complejización de la pobreza. En este
sentido, el esfuerzo por avanzar en una mejor (y mayor conceptualización) de la pobreza
han sido sustantivos. Sin embargo, no necesariamente ha ido de la mano con un avance
en las metodologı́as para su medición.
Actualmente, “la pobreza se puede entender de mejor manera como una situación
1
Según datos de la Encuesta Casen de los respectivos años.
2
Rojas. A (2007) “Pobreza en Chile: Sistema de Medición, resultados obtenidos y desafı́os pendientes”.
Consejo Asesor Presidencial “Trabajo y Equidad”. Cabe destacar que la medida del IDH no es la misma
que la de la pobreza; por eso Argentina está mejor situada que Chile, pese a que Chile no presenta niveles
de pobreza superiores a los de Argentina.
3
Denis, Prieto y Zubizarrieta “Dinámica de la pobreza en Chile: evidencias en los años 1996, 2001 y
2006”. Revista Persona y Sociedad, Vol.: 21, Número: 3; 2007.
4
Bourguignon, F. and S. Chakarvarty “The measurement of multidimensional poverty” Journal of
Economic Inequality 1: 25-49, 2003.
5
Grupo de Expertos en Estadı́sticas de Pobreza (Grupo de Rı́o). Compendio de mejores prácticas en
la medición de la pobreza. Santiago de Chile, diciembre, 2007.

6
que abarca no sólo a aquéllos que son vı́ctimas de una mala distribución de recursos,
sino exactamente a aquéllos cuyos recursos no les permiten cumplir con las elaboradas
demandas y costumbres sociales que se imponen a los ciudadanos de esa sociedad”6 .
El bienestar de la población, y por lo tanto su pobreza, que es la muestra de insuficiente
bienestar, dependen no solamente de variables monetarias sino que también no monetarias.
Es cierto que el mayor nivel de ingreso permite a las personas acceder a más bienes tanto
monetarios como no. Sin embargo, este es un indicador incompleto de la generación de
bienestar. Por ejemplo, puede haber lugares con un alto ingreso per cápita, pero nula
libertad de expresión. Puede haber personas también con alto ingreso per cápita, pero sin
condiciones de salud para disfrutar de ese ingreso. Por lo tanto, el ingreso no es el único
indicador de bienestar y deberı́a ser complementado con otros indicadores tales como:
vivienda, educación, trabajo y salud, entre otros.
Como resultado de lo anterior, los métodos de identificación de las situaciones de
pobreza pasan a ser un punto clave en el estudio de este fenómeno, en la medida en que
permiten afinar las acciones polı́ticas que superen dicha situación. Como se plantea en el
Compendio de mejores prácticas en la medición de la pobreza del Grupo de Rı́o (2007)
cuando se examinan los métodos de medición de la pobreza se está poniendo en juego
el tipo de polı́ticas sociales que se están desarrollando, pues toda medición de pobreza
tiene consecuencias polı́ticas ineludibles. Por tanto, el ejercicio de discutir sobre cuál es
el método más adecuado para medir pobreza, requiere de una discusión pública a partir
de los avances o desarrollos que en el campo cientı́fico han surgido sobre el fenómeno en
cuestión. Ninguna medición está exenta de responder en torno a la pregunta de para qué y
para quién se desarrolla la medición.
La discusión en torno a la generación de alternativas para la medición de pobreza en
Chile nos lleva a un debate de carácter formal y sustantivo. Formal en términos de las
condiciones y caracterı́sticas sobre el tipo de medición que se emplea y las condiciones
metodológicas para su aplicación. Sustantivo en términos de la definición del umbral que
se establece para indicar bienestar en una población. Mientras en la primera dimensión se
instala una discusión de carácter cientı́fico-técnico, en la segunda se plantea una discusión
de carácter polı́tico-normativo.
En consideración a los antecedentes antes mencionados se inserta esta investigación
cuya finalidad es problematizar sobre las actuales medidas que se emplean actualmente y,
a partir de su análisis, plantear una propuesta de medición multidimensional de pobreza.
Este documento se organiza en tres grandes capı́tulos. En el capı́tulo que se presenta a
continuación, se realiza una revisión de las medidas tradicionales de pobreza, indicando sus
potencialidades y limitaciones. Junto con ello, se muestra una aplicación en base a CASEN.
Estos análisis están acompañados de una revisión de las consideraciones conceptuales y
metodológicas en las cuales se desarrollan estas alternativas de medición.
En el siguiente capı́tulo se presenta una exhaustiva revisión a las metodologı́as de medi-
ción pobreza multidimensional. En este se desarrolla un apartado referido a la justificación
conceptual, luego a la presentación de los métodos que ofrece la literatura especializada
6
Op. Cit

7
y, finalmente, a las aplicaciones que se han realizado de cada uno de ellos tanto a nivel
internacional como nacional.
En el último de los capı́tulo centrales se presenta la propuesta de medición de pobreza
multidimensional para Chile. En este se plantea la elección de la alternativa seleccionada,
luego el conjunto de etapas para la construcción de una medición multidimensional y el
proceso de selección de indicadores y umbrales. A continuación, se presentan los análisis
desarrollados para cada uno de los indicadores y umbrales seleccionados. En los últimos
tres subcapı́tulos se presentan Los resultados en base a la aplicación del método con los
resultados de la encuesta la CASEN 2006, los resultados de la aplicación a la serie casen
(1990 - 2006) y, finalmente, la incorporación de la visión de expertos en la construcción
de una medición multidimensional para Chile.
En la siguiente sección se presenta una sı́ntesis de los resultados para una de la medición
de pobreza multidimensional referida para esta propuesta.
Para finalizar el documento se plantea una serie de recomendaciones y conclusiones en
base al estudio desarrollado. Especı́ficamente, se recogen los principales desafı́os para la
instalación de una medición de pobreza multidimensional para Chile y algunas alternativas
para avanzar en el perfeccionamiento de los instrumentos para su medición.
Sin lugar a dudas, el trabajo realizado a lo largo de esta investigación es un primer en la
construcción de una propuesta de medición de pobreza multidimensional. Por este motivo,
nos parece necesario que los resultados obtenidos sean estudiados de tal manera que
permitan potenciar el desarrollo de una lı́nea de investigación en pobreza multidimensional
para Chile.

Mediciones Tradicionales de Pobreza


En el capı́tulo de revisión de las medidas tradicionales de pobreza primero se revisó la
historia de la medición de la pobreza en Chile. Se establece que la medición de pobreza
está ligada directamente con el lugar ocupado por el Estado en el financiamiento de las
polı́ticas sociales. A su vez, las mediciones también dependen del desarrollo conceptual de
las nociones de pobreza, disponibilidad de información para medirla, y decisiones norma-
tivas con respecto a cuál es la medición que se adopte. A finales del siglo XIX y principios
del siglo XX el desarrollo industrial comenzó a generar la llamada “cuestión social” que
presionó el desarrollo de lo que más tarde se llamarı́a polı́tica social. En un principio estas
polı́ticas estaban fundamentalmente basadas en aspectos relacionados con las condiciones
del trabajo, las organizaciones laborales y sus formas de negociación, incluyendo, además,
temas relativos a la vivienda, la salud y la previsión de los trabajadores.
Más adelante se incorpora el concepto de protección social y se le da un énfasis cre-
cientemente universal. Sin embargo, todo esto cambia con la llegada de la dictadura y la
adopción de un Estado mı́nimo y subsidiario. Ası́, nace la necesidad de identificar a los
más pobres para focalizar las polı́ticas sociales. Al llegar la democracia, Chile continua
con una polı́tica social subsidiaria, sin embargo, da énfasis a una generación de mı́nimos
sociales en diferentes áreas de la polı́tica social. Más recientemente, los datos de panel
generados a principios del siglo XXI (Panel Casen 1996-2001-2006) nos permitieron ob-

8
servar la dinámica de la pobreza. Estos fueron sorprendentes y provocaron una ampliación
de los sujetos de focalización de la polı́tica social desde la pobreza a la vulnerabilidad.
Estos datos nos indicaron también que la medición de pobreza monetaria era de una
alta inestabilidad y por ende ocultaban condiciones de vulnerabilidad social difı́ciles de
identificar.
En este capı́tulo de revisión de medidas tradicionales presentamos también diversos
enfoques conceptuales y definiciones. Entendimos por mediciones tradicionales las que
hasta ahora se han establecido en la literatura. Entre ellas están el enfoque lı́nea de
pobreza, actualmente usado en Chile y varios paı́ses Latinoamericanos. Las mediciones de
pobreza absoluta como la usada por el Banco Mundial. Las mediciones de pobreza relativa
que son usadas por los paı́ses europeos. Y finalmente, las mediciones de Necesidades
Básicas Insatisfechas construidas con datos del Censo. Todas estas mediciones intentan
determinar un umbral de privación que permita identificar a una persona u hogar como
pobre o no. Sin embargo, hay nociones de bienestar y privación diferentes en cada una de
ellas.
En el enfoque lı́nea de pobreza hay una base conceptual relacionada con monetarizar
las necesidades calóricas mı́nimas que un individuo necesita para sobrevivir. Bajo este
enfoque, la pobreza es puramente monetaria y el bienestar de un individuo está asociado
exclusivamente al ingreso. Lo mismo ocurre en el caso del enfoque de pobreza absoluta
como un dólar por dı́a, sin embargo, el objetivo de este último indicador es hacer com-
paraciones internacionales, no identificar sujetos de programas sociales. En el caso del
enfoque de pobreza relativa, en cambio, el bienestar del individuo ya no solamente de-
pende de su ingreso si no que depende del bienestar o ingreso del resto de la sociedad.
Bajo este enfoque, entonces, el bienestar de un individuo cuyo ingreso es inferior a todos
en esa sociedad, aún si le alcanza para sobrevivir y satisfacer sus necesidades mı́nimas, es
inferior al que obtendrı́a en una sociedad donde todos tienen el mismo nivel de ingreso.
Finalmente, el enfoque de necesidades básicas insatisfechas nos propone medir la pobreza
como privación de ciertos bienes que satisfacen necesidades mı́nimas, éstas están princi-
palmente asociadas a las condiciones de la vivienda, allegamiento y educación del jefe de
hogar. Al construir estas mediciones para Chile notamos que todas estas han tenido una
tendencia a la baja entre 1990 y 2006. Solamente la medición de pobreza relativa ha sido
más estable.

Mediciones Multidimensionales de Pobreza


En el segundo de los capı́tulos principales revisamos las principales metodologı́as de
medición de pobreza multidimensionales y sus aplicaciones. Esta literatura se divide en
tres tipos: conceptual, metodológica y aplicada. A su vez hay dos tipos de aplicaciones:
académicas y de polı́tica pública. En cuanto al desarrollo conceptual, éste ha sido desa-
rrollado principalmente por Amartya Sen, quien cambia la noción de pobreza porque
cambia la noción de bienestar. Para Sen el bienestar se mide en función de las capaci-
dades que tiene un individuo para la realización de sus objetivos de vida. Por ende, la
pobreza en este caso se define como una privación inaceptable de realización de libertades

9
humanas y de desarrollo de capacidades. Por tanto, no está en juego la realización de los
deseos individuales, sino cómo las condiciones y posiciones de los sujetos son traducibles
en capacidades y funcionamientos (Sen, 1996).
Sen (1997) rechaza las interpretaciones del bienestar como “estados mentales” sub-
jetivos (utilidad como felicidad, satisfacción del deseo como elección). Para el autor, es
necesario establecer un criterio más objetivo para apreciarlo, referido a un estado del
mundo, que al ser independiente de los gustos e intereses individuales puede ser interper-
sonalmente comparable.
La libertad de una persona no sólo dependerá de las caracterı́sticas de ella, sino también
de los arreglos sociales que se establezcan para lograrla. De esta manera, el conjunto de
capacidades representa la libertad real de elección que una persona tiene (para elegir)
entre los modos de vida alternativos que puede llevar (1996). En este sentido, la justicia
de las instituciones debe evaluarse en términos de la libertad real que tienen las personas,
a partir del conjunto de oportunidades que se ofrece a cada individuo. La libertad de
elección constituye un fin, mientras que los recursos o bienes primarios son entendidos
como medios para la libertad.
En esta discusión adquiere relevancia la idea de “capacidad potencial”, la cual refiere
a la transformación que cada persona realiza de los bienes en logros, dadas las variaciones
existentes entre individuos. Solo considerando este aspecto será posible distinguir que dos
personas que poseen igual nivel de recursos pueden lograr distintos niveles de bienestar.
Para la distinción y evaluación de los diferentes funcionamientos y capacidades se
deben realizar dos ejercicios: el primero, identificar el conjunto de objetos de valor (qué y
cuáles son los objetos de valor) y el segundo, determinar qué tan valiosos son dichos
objetos (qué posibilidades permiten para las capacidades de funcionar). Lo valioso para
cada individuo depende de múltiples factores: está determinado por aspectos sociales,
culturales y por consideraciones individuales.7
Ahora, muchas veces lo que los individuos consideran valioso no necesariamente con-
tribuye al mejoramiento en el bienestar de éstos. Sen frente a esta paradoja plantea la
distinción entre libertad de agencia y libertad de bienestar. Esta última “se centra en la
capacidad de una persona para disponer de varios vectores de realización y gozar de las
correspondientes consecuciones de bienestar” (1998, 86). La libertad de ser agente, por
su parte, “se refiere a lo que la persona es libre de hacer y conseguir en la búsqueda de
cualesquiera metas o valores que considere importantes” (1998, 86-87) Para el objeto del
estudio de la pobreza lo que cobra relevancia es el estudio de la libertad de bienestar y
las oportunidades sociales que se ofrecen para su desarrollo.
En la literatura se señala que el aporte más importante de Sen en el estudio de la
pobreza no es tanto la ampliación del contenido de su concepto, como sı́ un cambio
en la profundidad de su significado. “La pobreza debe ser vista como la privación de
las capacidades básicas en vez de meramente como la insuficiencia del ingreso que es el
7
Cabrı́a aclarar que para Sen, lo valioso no constituye un “estado mental”, por cuanto un estado
mental (como el deseo) puede no ser aquello que los individuos consideran como “valioso”. Es decir, la
evaluación del bienestar se puede realizar sobre aquello que los individuos consideran valioso, sin por eso
estar realizando dicha evaluación en base a un estado mental.

10
criterio estándar de identificación de la pobreza” (Sen, 2000, 87).
Como plantea Iguiñiz, “la conversión del bajo ingreso en pobreza de capacidades, esto
es en restricciones a la libertad, es cuantitativamente azarosa pues varı́a según múltiples
circunstancias con lo que el ingreso como indicador para establecer la magnitud de la
pobreza no es siempre muy confiable. El ingreso puede ser un buen punto de partida pero
no es el mejor punto de llegada en el análisis de la pobreza” (2000, 72).
El establecimiento de lo que entra dentro de la situación de pobreza depende de la
fijación de lo que se denominan capacidades “básicas” o “elementales” (2000, 36). Las
capacidades básicas corresponden a un subconjunto de capacidades y, por tanto, su con-
secución constituye un primer paso y no un indicador sustantivo de bienestar de una
sociedad.
Aún cuando se asume que distintas formaciones sociales valoran y privilegian unas
formas de libertad más que otras y dada la necesidad de tomar en consideración las
diferencias interpersonales e intersociales, Molina (2000) propone adoptar un esquema
mı́nimo de libertades fundamentales que permita llegar a acuerdos y promover polı́ticas
en el terreno de los Derechos Humanos y el Desarrollo Humano.
En los informes de Desarrollo Humano (especialmente el del año 2000), se han pro-
puesto siete libertades humanas fundamentales. La pobreza se asocia a la privación que
atenta contra la cuarta de esas libertades: la “libertad de la miseria, para disfrutar de
un nivel de vida decoroso”. Para la existencia de esta libertad, se deben considerar al
menos cinco capacidades básicas (capacidad para: vivir libre del hambre, vivir libre de
enfermedades previsibles, vivir libre del analfabetismo; capacidad de acceder a servicios
sanitarios básicos, capacidad de obtener empleo). Ası́, la privación de una o varias de estas
libertades debe ser considerada un indicador de pobreza humana.
Sin perjuicio de lo anterior, Sen plantea que tanto el concepto de capacidad como el
concepto de libertad tienen complejidades inherentes, a la vez que ambigüedades genuinas
al momento de su definición. En este sentido, propone que la idea de libertad y capacidad
“tienen una ambigüedad esencial, (ası́) la formulación precisa de esa idea debe intentar
captar esa ambigüedad, en vez de ocultarla o eliminarla” (Sen, 1996).
Estos elementos dificultan la construcción de un esquema metodológico multidimen-
sional que permita abordar la pobreza. Sin embargo, permite que cada sociedad pueda
establecer interpersonalmente las capacidades y funcionamientos valiosos indicando un
desarrollo normativo rico que se resuelve mediante la participación pública.
En cuanto a la revisión de las propuestas metodológicas para medir pobreza multidi-
mensional se clasificaron en dos grandes grupos, de acuerdo a la existencia de propiedades
matemáticas:

Formulaciones no axiomáticas, entre los que se encuentran

• Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)


• Índice de Pobreza Humana (IPH)
• Análisis en componentes principales y otros métodos factoriales
• Índice de privaciones

11
Formulaciones desde el enfoque axiomático, cuyos principales modelos son los pro-
puestos por los siguientes autores

• Bouguignon y Chakravarty (2003)


• Chakravarty, Deutsch y Silber (2005)
• Chakravarty y D’Ambrosio (2006)
• Alkire y Foster (2007)
• Bossert, Chakravarty y D’Ambrosio (2009)
• CONEVAL-México o Alkire y Foster Modificado (2009)

Se analiza en detalle cada uno de ellos y se especifican las ventajas y limitaciones.


Desde los postulados de Sen (1987) se plantea que un enfoque de pobreza adecuado
tiene dos grandes desafı́os: relevancia y practicidad. El primer desafı́o apunta a la cohe-
rencia de la motivación de estudiar pobreza, asociado al horizonte normativo referido al
bienestar y calidad de vida que propone. De este modo, la generación de una medición mul-
tidimensional de pobreza adquiere relevancia en la medida en que se observa la situación
de determinada sociedad en términos de incidencias y/o brechas del logro de bienestar.
La multidimensionalidad le atribuye a la observación de la pobreza la identificación de
dimensiones constituyentes del fenómeno que, pese a que sus contenidos son excluyentes
entre sı́, conforman un sistema integrado que enriquece la noción.
El segundo desafı́o apunta a su uso práctico, es decir a las potencialidades que otorga la
identificación de incidencias y brechas de pobreza, mediante las cuales es posible generar
orientaciones para el despliegue de acciones de intervención y superación de pobreza. De
este modo, la generación de una medición multidimensional de pobreza adquiere practici-
dad en la medida en que permite la realización de (1) comparaciones del nivel de desarrollo
al interior de una dimensión, (2) comparaciones del desarrollo de las dimensiones entre
sus indicadores y (3) comparaciones del nivel de desarrollo de una dimensión en relación
a la medida general.
Usando este marco conceptual y el desarrollo de la literatura se hace un análisis compa-
rado de los indicadores de pobreza multidimensional. Una serie de caracterı́sticas aparecen
como deseables. En primer lugar, que sea una medida de pobreza axiomática, ya que los
axiomas la hacen robusta a ciertas caracterı́sticas de una buena medición de pobreza.
También debe ser útil para asignar programas sociales y por ende debe identificar pobre-
za multidimensional individualmente o nivel de hogar (no construida con datos a nivel
agregado solamente). Otra caracterı́stica deseable de la medición multidimensional es que
ésta se pueda actualizar constantemente. Además, si es de uso público esta deberı́a ser
de fácil interpretación, por eso es deseable que utilice mediciones cualitativas en vez de
cuantitativas. Deberı́amos poder identificar cuanto aporta cada dimensión a la medida
de pobreza total. Además es útil que cada dimensión sea también estudiada en términos
de incidencia. Respecto a la complementariedad o sustituibilidad de las dimensiones es
complejo y arbitrario o necesariamente incluye fuertes juicios de valor establecer estos
sentidos, ası́ que nos inclinamos por que las dimensiones sean independientes.

12
Observando el listado de posibles indicadores y las caracterı́sticas deseables de un indi-
cador de pobreza multidimensional vemos que hay básicamente dos de ellos que cumplen
con estos requisitos: Alkire y Foster (2007) y Alkire y Foster Modificado (CONEVAL-
Mexico, 2009). Este último es especialmente atractivo por su inclusión de la dimensión
ingreso de manera tal que logra ser un puente entre una medida de pobreza monetaria
y una medida multidimensional. Un beneficio adicional de esta medida es su ya aplica-
ción en México, paı́s latinoamericano que primero lo adopta. Por estas razones, hemos
seleccionado estas dos medidas para la aplicación al caso chileno.
Finalmente, se revisaron algunos estudios hechos a nivel nacional e internacional. Den-
tro del conocimiento desarrollado en materia de medición multidimensional de pobreza en
Chile es posible establecer un escaso desarrollo de aplicaciones que han surgido con este
propósito. Sin embargo, a lo largo de la trayectoria de los estudios en la materia se des-
tacan antecedentes que configuran el espacio desde el cual se configura una propuesta de
medición multidimensional. Entre ellos Altimir (1987), Alarcón (2001), Feres y Mancero
(2001), Guerrero (2004) y Larrañaga (2007).
Además, los diferentes avances en materia de medición de pobreza multidimensional
en Chile han sido complementados con el desarrollo de propuestas en materia de concep-
tualización y definición de umbrales para la superación de este fenómeno. En este sentido
la Fundación para la Superación de la Pobreza desde hace ya una década ha construido
un conjunto de documentos referidos al establecimiento de dimensiones e indicadores que
orienten la generación de acciones públicas referidas a pobreza. La Fundación ha sido una
de las instituciones más emblemáticas en el estudio de la pobreza en Chile, a lo largo de sus
documentos ellos han subrayado que la pobreza constituye un fenómeno multidimensional
en sus causas y efectos que genera y que, por tanto, su observación como intervención debe
considerar hacerse cargo de esa caracterı́stica. En su último documento Umbrales Sociales
Garantizados (2009) la Fundación, desde el enfoque de derechos, plantea un conjunto de
desafı́os en las dimensiones de vivienda y hábitat, salud, educación, trabajo, ingresos y
participación.
A nivel internacional los avances en materia de medición multidimensional de la po-
breza son mucho más nutridos que a nivel nacional. No obstante a lo largo de la revisión
de los textos es posible observar que los trabajos sobre esta materia son recientes y se con-
centran mayoritariamente en el mundo académico. Entre ellos Cambur y Squire (1999),
Boltvinik (2003), Cambur y Squire (1999), Boltvinik (2003), Bourguignon y Chakravarty
(2003), Ruggeri, Saith, Stewart (2003), Poggi (2004), Brandolini and D’Alessio (1998),
Tsakloglou- apadopoulos (2001), Conconi y Ham (2008). Sin lugar a dudas los aportes
presentados constituyen algunos hitos del desarrollo internacional a nivel multidimensio-
nal. Con el avance de los años se han encontrado algunas aplicaciones más recientes entre
las cuales se destaca lo trabajo de Alkire y Foster y los trabajos de D´Ambrosio. Mientras
los primeros han estado orientados a desarrollar aplicaciones de las diferentes medidas de
identificación y agregación para un conjunto de paı́ses de África y América Latina, los
segundos han estado dirigidos a la generación de comparación a nivel europeo a partir de
la identificación de la información que entre la encuesta Barómetro Europeo.

13
Propuesta de Medición de Pobreza Multidimensional para Chile
En el tercero de los capı́tulos principales se presenta una propuesta de medición mul-
tidimensional de la pobreza para Chile usando los datos de la encuestas CASEN. La
literatura en la materia plantea una serie de pasos asociados al proceso de generación de
una medición. Para el caso de este informe se han recogido los aportes de Alkire (2007)
en materia de construcción de una medición multidimensional:

1. Elección de Dimensiones.

2. Elecciones de Indicadores por Dimensión.

3. Elección de Umbrales por Dimensión.

4. Unidad de Análisis.

5. Orden de Agregación.

6. Criterios de Identificación.

Existen diferentes criterios o enfoques para la selección de las dimensiones en una


medida de pobreza multidimensional. Alkire (2008) realiza una revisión de las formas en
que los investigadores llevan a cabo esta toma de decisiones y concluye con la existencia
de cinco métodos de selección de dimensiones:

1. Generación de hipótesis normativas.

2. Consenso público.

3. Deliberación participativa.

4. Evidencia empı́rica considerando el valor de las personas.

5. Selección por datos existentes.

La selección por datos existentes refiere a la elección basada en la información dis-


ponible para los objetivos del estudio. El criterio de selección estándar es identificar el
problema y el marco analı́tico y después buscar los datos relativos al problema y si estos
cumplen o no con los requisitos necesarios para su uso. Su uso se justifica únicamente en
conjunto con otros métodos, a no ser que el ejercicio sea una prueba técnica -no oficial-
que no servirá de base para recomendaciones. En el método de evidencia empı́rica con-
siderando el valor de las personas, la elección de dimensiones se realiza desde el análisis
experto sobre el valor de las personas en datos empı́ricos, datos de las preferencias y el
comportamiento, o estudios sobre los valores que conducen a una salud mental y al bie-
nestar social. Los problemas de este método es que las encuestas, bases de datos, etc.,
pueden no incluir el total de la población relevante. Por otro lado, las personas no pueden
plantear sus desacuerdos sobre la forma que se están tratando los datos e información

14
relevante (Alkire, 2007). Estos métodos colocan el énfasis en la experiencia acumulada y
en los datos disponibles, condiciones que se ajustan a este trabajo.
La literatura también plantea que las dimensiones pueden ser seleccionadas a partir de
procesos deliberativos entre los propios actores sociales para quienes se busca contar con
mejores medidas de pobreza. Dicho de otro modo, un criterio a considerar en la selección de
las dimensiones es la propia “Voz de los Pobres”, tal como lo han planteado instituciones
como la propia Fundación para la Superación de la Pobreza. Se trata aquı́ de incorporar un
criterio que no siempre ha sido relevante en el diseño y evaluación de polı́ticas públicas pero
que desde hace varios años ha sido promovido como criterio a considerar en los diversos
componentes del ciclo programático8 . Desde la idea de presupuestos participativos hasta
evaluaciones en las que se considera la voz de los propios beneficiarios. En este sentido, se
sostiene que en este caso serı́an los propios pobres quienes estarı́an en mejores condiciones
de definir la pobreza y de identificar aquellas dimensiones en la que ésta se expresarı́a .
Por cierto, eso no significa delegar en ellos la responsabilidad de construir los ı́ndices o
medidas multidimensionales sino permitirles orientar la búsqueda de las dimensiones a
incluir en dicha medida multidimensional.
También es posible utilizar principios del derecho como criterio para la selección de
dimensiones. En particular, la idea es que la pobreza vulnerarı́a ciertos derechos de los
individuos que bien pudieran entonces servir como criterios para la identificación de las
dimensiones en las que ésta se expresa. Al respecto, existen dos fuentes principales a las
que se podrı́a recurrir para estos efectos, las que no son necesariamente excluyentes. Por
una parte, a los derechos humanos, tal y como ellos han sido definidos en las sociedades
modernas a partir de la experiencia de la Revolución Francesa y la posterior declaración
suscrita por las Naciones Unidas. En este sentido, no es que los derechos reconocidos
universalmente como derechos humanos sean todos ellos expresión de aspectos o dimen-
siones de lo que entendemos como pobreza multidimensional sino que algunos de ellos
están directamente vinculados a dicho concepto. Es el caso de los artı́culos 22 al 27 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que se refieren a lo que ha sido
definido como derechos económicos y sociales: derecho a la seguridad social (artı́culo 22),
al trabajo (artı́culo 23), al descanso y las vacaciones (artı́culo 24), a la salud y la vivienda
(artı́culo 25), a la educación (artı́culo 26) y el derecho a la cultura (artı́culo 27). Como
se puede ver, varios de ellos están directamente referidos a las dimensiones en las que se
suele expresar las condiciones de pobreza.
Por otra parte, se puede utilizar como criterio los denominados derechos fundamen-
tales, los que son considerados como inherentes también al ser humano y que quedan
refrendados en la Constitución. En el caso de Chile, la Constitución de la República reco-
noce como derechos de rango constitucional algunos de los derechos económicos y sociales.
Es el caso del derecho a la salud (capı́tulo III, artı́culo 19, inciso 9) y el derecho a la edu-
cación (capı́tulo III, artı́culo 19, inciso 10). En el caso del trabajo, la Constitución declara
el derecho a la libertad de trabajo (capı́tulo III, artı́culo 19, inciso 16) y el derecho a
la negociación colectiva (capı́tulo III, artı́culo 19, inciso 18). En cuanto al derecho a la
8
En este trabajo no se realizaron actividades para definir de manera deliberativa las dimensiones, sino
se consideraron las recomendaciones establecidas por la institución planteadas.

15
vivienda, éste no forma parte de los derechos fundamentales que establece nuestra carta
fundamental.
Ası́ entonces, el que algunos de estos derechos puedan ser considerados como expresión
de la multidimensionalidad de la pobreza, permitirı́a precisamente orientar la selección
de aquellas dimensiones que encuentran respaldo a nivel normativo en el derecho. Evi-
dentemente, no todos los derechos fundamentales ni todos los derechos humanos están
vinculados a las dimensiones de la pobreza, ni todas esas dimensiones necesariamente
gozan de reconocimiento constitucional como derechos, tal como lo veı́amos en el caso de
la vivienda. Sin embargo, constituye un criterio normativo suficientemente robusto como
para seleccionar dimensiones, toda vez que la propia evolución del derecho que ha llevado
a integrar estas diversas dimensiones es consecuencia de una evolución de la conciencia
moral de la sociedad. En términos simples, es justamente porque esta conciencia moral
evoluciona, el que hoy es posible ampliar la noción de pobreza a otras dimensiones que
van más allá simplemente de un determinado nivel de ingresos.
Una tercera alternativa para la selección de las dimensiones es partir de la propia no-
ción de desarrollo humano. En este caso, se trata de identificar aquellas dimensiones del
desarrollo cuyas carencias constituirı́an un obstáculo al pleno despliegue de las capacida-
des humanas. De este modo, la educación, la salud, el trabajo, entre otras, constituyen
dimensiones directamente vinculadas al despliegue de capacidades humanas que permiten
a las personas poder desarrollarse y contribuir ası́ al desarrollo del paı́s. Ası́, la educación
ofrece al individuo condiciones para el despliegue de sus capacidades cognitivas, comuni-
cativas y sociales. Los procesos de socialización e integración social tienen en la educación
a uno de sus principales factores. Por su parte, la salud constituye una dimensión que
asegura el que los diversos procesos de desarrollo en el individuo puedan tener lugar. Sin
una condición de salud que permita al individuo poder hacer uso de sus capacidades, no
es posible tampoco pensar en un adecuado desarrollo humano. A la vez, el trabajo expresa
la capacidad de los individuos para transformar su entorno natural en orden a asegurar a
través de dicha transformación la satisfacción de sus necesidades fundamentales. En este
sentido es que se entiende que la educación, la salud y el trabajo constituyen dimensiones
fundamentales para medir las condiciones de pobreza que impiden a los individuos poder
hacer pleno uso de sus capacidades.
Ahora bien, en la propuesta de una medida multidimensional de la pobreza que hemos
elaborado para nuestro paı́s, hemos utilizado como criterio para la selección de las dimen-
siones la combinación de diferentes criterios. En primer lugar, era necesario considerar
un criterio empı́rico pues la medida multidimensional de la pobreza será utilizada con los
datos disponibles a partir de la encuesta CASEN, aunque de nuestra propuesta surjan
recomendaciones en orden a incorporar preguntas o módulos al cuestionario para ası́ per-
mitir una adecuada medición de aquellas dimensiones o indicadores que no se encuentren
recogidos hasta ahora en la actual encuesta.
Junto a este criterio empı́rico, hemos considerado también el criterio de las capacidades
y el criterio del enfoque de derechos. En esto hemos seguido la propuesta que hiciera la
Fundación para la Superación de la Pobreza en la definición de los umbrales sociales para
Chile. Desde este punto de vista, la selección de las dimensiones educación, vivienda, salud,

16
trabajo e ingresos responde tanto a lo que hasta aquı́ se ha venido haciendo en materia
de medición de pobreza a través del enfoque del bienestar, como a los que hoy parecen
desafı́os necesarios para nuestro paı́s en materia de combate a la pobreza, vale decir, la
necesidad de incorporar un enfoque de derecho en la polı́tica social y una ampliación del
concepto de desarrollo más allá de lo que se expresa únicamente en términos de incremento
de los ingresos.
Por último, en relación con estas dimensiones existe también un relativo consenso en
el paı́s en torno a la necesidad de considerarlas como dimensiones complementarias a la
del ingreso. En este sentido, es muy importante contar con una propuesta de medida
multidimensional que además cuente con el respaldo social y polı́tico necesario. Lo que
se ha venido avanzando en materia de protección social en Chile, ası́ como la relevancia
que han llegado a tener en la ciudadanı́a temas como el de la educación o la vivienda,
parece respaldar la idea de seleccionar estas dimensiones para nuestra propuesta de medida
multidimensional.
Las dimensiones e indicadores seleccionados por dimensión se presentan a continuación.
Cabe decir que el proceso de selección de indicadores es exhaustivo y se presenta en detalle
en la sección correspondiente de este estudio.

Educación, cuyo umbral es acceder y permanecer en un sistema de educación, de


acuerdo a los niveles de obligatoriedad establecidos por ley, y alcanzar competencias
de acuerdo a las diferentes etapas de la trayectoria educativa. Los indicadores de
privación son:

• Niños entre 4 y 5 años que no asisten a un establecimiento educacional por


falta de acceso, niños entre 6 y 16 años que no asisten a la educación regular y
no han alcanzado los 12 años de escolaridad obligatoria.
• Niños entre 7 y 16 años que asistiendo a un establecimiento educacional pre-
sentan rezago.
• Personas mayores de 16 años que no hayan alcanzado el mı́nimo de años de
escolaridad impuesto por ley o no sepan leer y escribir.
• Personas que requieran educación especial y no asisten actualmente a un esta-
blecimiento educacional en caso de tener entre 6 y 16 años, o que no asisten y
no saben leer y escribir en caso de mayores de 16 años.

Salud, cuyo umbral es tener acceso a un sistema de salud, estar saludable, definido
según la etapa del ciclo vital en que se encuentra la persona (expectativa de vida).
Los indicadores de privación son:

• Personas sin un sistema de salud.


• Personas que consultaron durante los últimos 12 meses por una de las patologı́as
AUGE y a las personas que tuvieron algún problema de salud durante los
últimos 30 dı́as, excepto aquellas que no consultaron pues no lo consideraron
necesario o consiguieron la hora pero no la utilizaron.

17
Vivienda. cuyo umbral es contar con un espacio fı́sico privado que tenga tamaño,
condiciones de materialidad y saneamiento que permita el confort de sus habitantes.
Los indicadores de privación son:

• Hogares que presentan allegamiento interno (más de un hogar por vivienda).


• Hogares que carecen de servicio higiénico.
• Hogares que viven en condiciones de hacinamiento.

Trabajo, cuyo umbral es tener empleo y acceso a un trabajo de calidad, es decir,


en condiciones de formalidad. Los indicadores de privación (referidos al grupo de
personas económicamente activas) son:

• Desocupados e inactivos, cuya razón de no buscar empleo es por razones ajenas


a su voluntad.
• Ocupados asalariados con contrato firmado atı́pico (no indefinido) sin cotiza-
ciones, ocupados asalariados sin contrato firmado, ocupados independientes o
familiaries no remunerados sin cotizaciones.

Ingreso, cuyo umbral es tener ingreso que permita alcanzar un adecuado nivel de
bienestar material. Y se consideraron tres diferentes indicadores de privación:

• Lı́nea de pobreza absoluta, que corresponde a la lı́nea de pobreza actualmente


utilizada por MIDEPLAN, basada en los cálculos de CEPAL.
• Lı́nea de pobreza actualizada, que corresponde a la propuesta de Larraı́n.
• Lı́nea de pobreza relativa, definida como el 60 % de la mediana, metodologı́a
utilizada por la mayorı́a de los paı́ses europeos.

Con estos indicadores se aplica, como ya lo planteamos, dos indicadores de pobreza


multidimensional: Alkire y Foster (2007) y Alkire y Foster Modificado (2009) o CONEVAL-
México. Estos se construyen a nivel individual para tres poblaciones: población económi-
camente activa, niños y adultos mayores. A su vez, se presenta la evolución de cada uno
de estas mediciones en el tiempo usando todas la olas de la encuesta CASEN desde 1990
hasta la fecha.

Sı́ntesis de la Propuesta
Finalmente, se elige una medición y propuesta de medición de pobreza multidimen-
sional para Chile, la cual se basa en el indicador Alkire y Foster Modificado (2009) o
CONEVAL-México usando como lı́nea de bienestar de ingresos la lı́nea oficial vigente en
el paı́s.
Para el año 2006, se tiene que 10 % de la población económicamente activa es mul-
tidimensionalmente pobre, 14.5 % de los menores de 15 años son multidimensionalmente
pobres y 6.4 % de los adultos mayores son multidimensionalmente pobres. Si bien estos

18
números son alentadores, la medida nos indica también que 50 % de la población económi-
camente activa es vulnerable por carencias sociales, al igual que 34.6 % de los menores de
15 años y 63.4 % de los adultos mayores. La vulnerabilidad por ingresos es mucho menor,
con valores bajo el 7 % para todos los grupos.
Al mirar la evolución de la pobreza multidimensional en el tiempo9 se observa que en
el caso de la población económicamente activa, la pobreza multidimensional disminuye
al igual que la vulnerabilidad por ingresos. La vulnerabilidad por carencias no presenta
un patrón claro, aumentando en 1998 y 2006. Pero de todas maneras el porcentaje de la
población no pobre ni vulnerable ha aumentado consistentemente, pasando de 19.3 % en
1990 a 39.1 % en 2006. Para los menores de 15 años, la pobreza multidimensional dismi-
nuye, y aunque ninguno de los grupos vulnerables presenta un patrón claro, el porcentaje
de personas no pobres ni vulnerable aumenta en el tiempo, con valores que van desde
16.3 % a 44.9 %. En la serie de adultos mayores, también se observa una disminición de la
pobreza multidimensional desde 17.8 % en 1990 a 6 % en 2006. El subgrupo de no pobres
ni vulnerables en contraposición ha crecido en el tiempo, si bien tanto éste patrón como
los patrones de los grupos vulnerables no son tan claros.
Entre las limitaciones de este trabajo se destaca la ausencia de una discusión sobre
las formas de identificación de pobreza multidimensional a nivel de hogar. La dificultad
de este proceso radica en dos aspectos. En primer lugar, no todas las dimensiones aplican
a todos los individuos (especı́ficamente, la dimensión empleo no aplica a menores de 15
años y a adultos mayores), lo que impide generar una medida individual de pobreza que
sea comparable para todas los individuos. Y en segundo lugar, la dificultad del proceso de
identificación de un hogar cuando algunos de sus miembros son identificados como pobres
multidimensionales de manera individual y otros no lo son, en cuyo caso deben decidirse
criterios normativos de agregación de manera similar a la agregación de indicadores al
interior de una dimensión. De estos dos aspectos es el primero el que genera más dificultad,
sin confundir la carencia en una dimensión por el valor intrı́nseco que tiene dicha dimensión
con las consecuencias de la carencia en otras dimensiones de la vida de los individuos.
Esta problemática requiere ser abordada en próximos trabajos.
Por otra parte, serı́a interesante considerar como una continuación a este trabajo
el desarrollo de una aplicación multidimensional a nivel longitudinal para observar la
dinámica al interior de las dimensiones analizadas.
En definitiva, el desarrollo de una propuesta de pobreza multidimensional puso en
evidencia la necesidad de avanzar en la traducción de las capacidades individuales y las
oportunidades colectivas en logros y funcionamientos de un bienestar efectivo. Este aspec-
to es fundamental al momento de desarrollar la definición de dimensiones e indicadores
para incorporar al interior de la medición. La especificación de la situación de carencia al
interior de las dimensiones permite captar un conjunto de la población que queda invisibi-
lizada en la agregación en un único indicador. Este trabajo constituye un punto de partida
para comenzar una discusión a nivel de sociedad que permitan consensuar una nueva me-
dida de pobreza, ya sea como complemento o en reemplazo de la medida tradicional, que
9
Es importante notar que el indicador AUGE en la dimensión salud no se considera en estos resultados,
pues solo la encuesta 2006 contiene esta pregunta, y se busca una serie que sea comparable en el tiempo.

19
refiera al bienestar que nuestra sociedad considera como mı́nimo.
Dada la naturaleza del fenómeno de la pobreza es necesario considerar la generación de
acuerdos normativos en el desarrollo de una propuesta multidimensional. Dichos acuerdos
deben estar acoplados a un trabajo técnico que permita desarrollar métodos de identifica-
ción y agregación de la pobreza. Este acoplamiento es un requerimiento imprescindible en
el estudio de este fenómeno pues solo ası́ se cumplirá con el requisito planteado por Sen,
a saber, la apertura a instancias de deliberación pública mediante las cuales se generen
consensos para la definición de las condiciones que debe adquirir el bienestar en Chile.
Por tanto, la primera recomendación refiere a la generación de espacios deliberativos
en torno a la definición de pobreza y los contenidos sustantivos de sus dimensiones. Como
punto de partida se plantea la posibilidad de desarrollar un proceso de difusión de la
propuesta desarrollada en este proyecto ante diferentes sectores de la sociedad. Por otra
parte, se propone abrir instancias para la discusión desde los diferentes sectores de la
sociedad civil y constituir un consejo técnico, tanto a nivel ejecutivo como legislativo,
para presentar y mejorar la propuesta desarrollada.
Una de las restricciones del desarrollo de este trabajo era desarrollar la propuesta
de medición multidimensional aplicada a la Encuesta CASEN. De este modo, los indica-
dores empleados (y los resultados obtenidos) están circunscritos a las posibilidades que
dicho instrumento permite. Aun cuando esta encuesta tiene grandes potencialidades, es
posible plantear un conjunto de recomendaciones para mejorar la aproximación que se
realice en la medición de la pobreza. En este sentido, consideramos necesario agregar tan-
to indicadores de calidad como de acceso para todas las dimensiones, distinguiendo entre
ellos indicadores referidos a oportunidades y resultados. Especı́ficamente, se propone en
la dimensión educación agregar una evaluación de conocimientos cognitivos que permita
identificar los resultados alcanzados en esta dimensión. En el caso de la dimensión salud,
se plantea la necesidad de agregar indicadores de estado de salud (entre ellos se destaca
las mediciones antropométricas o auto-reporte). En el caso de la dimensión de empleo, se
propone incorporar indicadores de satisfacción laboral como elementos complementarios
a la calidad del empleo. En el caso de la dimensión de vivienda se establece que existen in-
dicadores pertinentes y suficientes para dar cuenta del acceso y calidad en esta dimensión.
No obstante, es recomendable incorporar dentro de esta dimensión indicadores referidos a
la dotación de servicios del entorno y la situación de segmentación en la cual se encuentre
la vivienda analizada.
Por último, es posible establecer un conjunto de consideraciones para la dimensión
de ingreso. Especı́ficamente se plantea la idea de calcular la incidencia de carencias en
esta dimensión con una versión actualizada de la lı́nea de pobreza. Este es un tema crı́tico
sobre el cual se deben generar estrategias para desarrollar una actualización sistemática. A
modo de ejemplo, se propone incorporar dentro del instrumento un conjunto de indicadores
de gasto que permitan reconstruir la lı́nea de la pobreza junto con el levantamiento de
información; ası́ se podrá contar con una actualización de la lı́nea de la pobreza cada 3
años. La idea detrás de este planteamiento es disminuir el costo polı́tico de actualizar la
lı́nea de la pobreza cada 10 años, de lo cual resulta un ineludible aumento de la incidencia
de la pobreza.

20
Junto con los desafı́os en términos de indicadores, es necesario considerar la posibili-
dad de agregar otras dimensiones constituyentes del bienestar. Entre éstas, se destaca la
participación, la cual corresponde a un eje transversal del bienestar, en la medida en que
evalúa la vinculación de los sujetos a las decisiones sociales y los recursos (en su mayorı́a
simbólicos) que se obtienen de esa vinculación. La incorporación de estas recomendacio-
nes, junta a nuevas recomendaciones que surjan del proceso de deliberación colectiva,
llevarán a plantear una medida de pobreza que refleje los mı́nimos de bienestar que la
sociedad considera relevantes en las dimensiones de su interés.

21
1. Metodologı́as Tradicionales de Medición de la Po-
breza
El presente capı́tulo10 tiene como objetivo revisar las medidas de pobreza tradicionales,
es decir, las formas en que se ha medido tradicionalmente el fenómeno de la pobreza tanto
a nivel paı́s como a nivel internacional. También analizaremos qué implicancias tiene la
elección de un enfoque respecto a otro y cuáles son las condiciones necesarias para poder
llevar a cabo esta tarea.
La estructura de este capı́tulo es la siguiente. Se presenta primero una historia de las
medidas de pobrezas aplicadas en Chile, luego se presentan las justificaciones conceptuales
y normativas de las medidas tradicionales de pobreza, seguido por algunos conceptos bási-
cos. A continuación se describen las metodologı́as tradicionales de medición del fenómeno
y finalmente las aplicaciones llevadas a cabo por paı́ses e instituciones.

1.1. Antecedentes - Historia de las medidas de pobreza en Chile


La historia de la medición de pobreza en Chile está estrechamente ligada al lugar
ocupado por el Estado en el desarrollo de las polı́ticas sociales. Ya desde finales de siglo
XIX, ante la llamada “cuestión social,”11 la pobreza como fenómeno y problema emerge
donde el Estado interviene por primera vez en la forma de polı́tica social (Arellano, 1985).
En esos años, la desarticulación de la estructura tradicional de la economı́a, producto
de la modernización de los medios y las formas del trabajo, trajo consigo importantes
desarrollos y avances sobre la producción interna del paı́s, pero también, consecuencias
sociales profundas que requirieron ser abordadas por el Estado.
En las primeras dos décadas del siglo XX surgieron las primeras legislaciones sociales.
Estas se ocupan principalmente de aspectos relacionados con las condiciones del traba-
jo, las organizaciones laborales y sus formas de negociación, incluyendo, además, temas
relativos a la vivienda, la salud y la previsión de los trabajadores (Arellano, 1985). Ası́,
durante el gobierno de Alessandri (1920-1925) el Estado se empeñó, como tarea priori-
taria, en hacerse cargo de los problemas sociales desde el punto de vista de la justicia y
la protección social. El Estado procuró una inversión creciente en los servicios sociales
ampliando la cobertura, pero con una definición ambigua de los reales destinatarios de las
polı́ticas sociales. Es decir, existió lo que denominan los autores como un universalismo
en la oferta de planes y programas sociales, que tendı́an a favorecer a los sectores de la
población más informados y organizados (Franco, 1996). En este sentido los programas,
normados, financiados y ejecutados por el Estado, propendı́an a una universalización de
los beneficios, al menos formalmente, en virtud de un perfil estandarizado y homogéneo de
los recursos destinados a la solución de problemáticas sociales a lo largo de todo el paı́s,
10
Agradecemos la colaboración de Felipe Mallea y Francis Mason, ayudantes de investigación en este
capı́tulo.
11
Problemas sociales surgidos en Chile entre 1888-1920, en un contexto económico capitalista plenamen-
te consolidado, marcado por una incipiente industrialización y un proceso de urbanización que agravó las
malas condiciones de vida del trabajador urbano (Memoria Chile, Portal de Cultura de Chile).

22
con un funcionamiento centralizado y controlado desde el poder del Estado (Raczynski,
1999).
Durante las décadas comprendidas entre los años 40’ y los años 70’, se consolidó un
sistema estatal de polı́ticas sociales y servicios sociales tanto en materia de financiamiento,
gestión y producción directa de estos, lo que era congruente con el modelo económico de
sustitución de importaciones. “El enfoque sostenı́a que polı́ticas generales iban a benefi-
ciar también a los sectores más postergados y que la equidad se aseguraba con programas
estandarizados y homogéneos, definidos y ejecutados directamente por el Estado y con
subsidios generales a los precisos de los productos básicos” (Raczynski, 1999). De este
modo, la definición de medidas e instrumentos institucionales para identificar a los gru-
pos más necesitados de la población no se hacı́an necesarios en cuanto el Estado iba
ampliando su cobertura en materia de polı́ticas sociales, según éste dispusiera de más re-
cursos. Primero, incorporando a los más postergados por el sistema económico, pero luego
incorporando a los grupos medios de la población con acceso a educación o grupos de pro-
fesionales organizados en gremios, quienes tenı́an menos necesidades y más capacidad de
defensa de sus intereses y de presión contra el Estado (Franco, 1996). En consecuencia, los
sectores más necesitados y carentes de un respaldo a través de polı́ticas y de programas
sociales quedaban excluidos. En este sentido, las crı́ticas a esta forma de llevar a cabo las
polı́ticas sociales se basaron principalmente en que el universalismo provocó una oferta
estandarizada de servicios para todos los distintos sectores de la población. Esto implicaba
un alto costo y bajo impacto de los programas. Además, como los destinatarios no estaban
identificados en sus necesidades y carencias, el seguimiento y evaluación del impacto de
los beneficios se desconocen. Por otro lado, el principal indicador de los impactos de las
polı́ticas sociales en la población resultaba ser el gasto público. Entendiendo a éste como
“todos aquellos gastos que realiza el Estado que poseen una connotación social” (Haindl,
1990). Tácitamente, se acepta que a más recursos disponibles y por tanto a mayor gasto
público, menor cantidad o proporción de pobres (Franco, 1996).
El perı́odo que se extiende pos 1973 produjo un cambio de paradigma en el operar
del Estado respecto a la formulación e implementación de la polı́tica social en el paı́s: “se
presionó para una fuerte reducción del gasto social, su focalización en los sectores más
pobres y la ampliación de servicios privados sujetos a reglas de mercado para la población
con capacidad de pago” (Raczynski, 1999). Por otro lado, el planteamiento con miras a
la superación de la pobreza sostuvo que la mejor polı́tica para mejorar las condiciones de
los pobres era el crecimiento económico, acompañado de una fuerte reducción del gasto
social. De este modo, la focalización de los recursos permitirı́a, desde el punto de vista
de la eficiencia del Estado, mejorar el diseño de las polı́ticas y los programas sociales,
identificando los problemas (carencias y necesidades) y quienes los padecen (población
objetivo), con el fin de implementar medidas diferenciadas y especı́ficas en esos grupos de
la población (Franco, 1996).
El concepto base de este proceso de cambio fue el principio de subsidiariedad del
Estado. En términos generales, significa que el Estado se abstiene de toda forma de inter-
vención y asume únicamente aquellas responsabilidades que los particulares o los grupos
intermedios de la sociedad no están en condiciones de desempeñar adecuadamente (Ver-

23
gara, 1990). De este modo, se garantizaban dos valores sociales considerados básicos y
fundamentales dentro de este esquema: la libertad individual y la igualdad de oportuni-
dades. No obstante, para que todos los miembros de la población disfrutasen de una real
igualdad de oportunidades, que asegurara la libertad individual, se requerı́a que todas
las personas estuvieran en condiciones de satisfacer -a un nivel mı́nimo- sus necesidades
básicas en aspectos tales como la alimentación, la salud y la educación. De ahı́ que, en
el caso de que hubiese grupos afectados por situaciones de carencia o de insatisfacción
de necesidades por debajo del mı́nimo, corresponderı́a al Estado intervenir directamente
subsidiando al segmento inferior de la población que presentara carencias crı́ticas que le
impidieran participar de la sociedad (Vergara, 1990).
La concepción subsidiaria del Estado, ası́ como el perfil focalizador de éste en materia
de polı́tica social, conduce a mediados de los 70’ a desarrollar la llamada red social; defi-
nido como un conjunto de subsidios que iban en beneficio de los más pobres. Se llevó a
cabo mediante la implementación de instrumentos para la focalización de la polı́tica y los
programas sociales (ficha CAS, mapa de la extrema pobreza), y que permitieron precisa-
mente caracterizar a los beneficiarios de la polı́tica social (encuesta CASEN) (Raczynski,
1999). Junto con esto, el Estado orientó una serie de estrategias destinadas a cumplir
con el cambio en la institucionalidad, necesaria para llevar a cabo el nuevo paradigma
de polı́tica social; ello se tradujo concretamente en una lógica de la toma de decisiones
y las formas de financiamiento, que se expresó en la descentralización y la privatización
de tareas que históricamente habı́an pertenecido al Estado durante todo el siglo XX: “En
concordancia con la concepción de estado subsidiario se planteó una gestión y administra-
ción de los servicios sociales al sector privado y/o a instancias descentralizadas como lo es
la administración municipal (. . . ) La transferencia de funciones sociales al sector privado
operó en tres niveles: i) la creación de un sistema de previsión social y capitalización
individual administrado por el privado y de un sistema privado de salud orientado a las
familias con capacidad de pago; ii) la ampliación de la administración privada a escuelas
que cuenta con subsidio estatal; y iii) la externalización de servicios especı́ficos hacia el
sector privado” (Raczynski, 1999).
Sin embargo, más allá de las radicales transformaciones y reestructuraciones que estaba
sufriendo el Estado en lo relativo a la polı́tica social, el cambio en la orientación y en la
manera de llevar a cabo la formulación de polı́ticas y estrategias tendientes a la focalización
en los sectores más vulnerables, encontró amplio acuerdo sobre el mundo polı́tico y el
ámbito académico (Raczynski, 1999; Altimir, 1979). Tener claridad sobre el grupo objetivo
y sus caracterı́sticas centrales, harı́a el camino más expedito para llegar de manera más
efectiva a los más necesitados, ello de manera más eficiente y responsable en vista de los
acotados recursos disponibles dada la reducción del gasto social.
La solución de las situaciones más graves de pobreza se llevó a cabo a través de una
polı́tica de subsidios directos, es decir, proveer de bienes y de servicios a los sectores de
la población que no estaban en condiciones de adquirirlos en el mercado y que resultaban
imprescindibles para la sobrevivencia. Para que ello se llevara concretamente a cabo se
exigı́a definir en primer lugar cuáles son las necesidades esenciales y/o básicas, para luego
establecer determinados niveles crı́ticos de ingreso o de disponibilidad de bienes y servicios

24
básicos que los programas sociales debı́an garantizar (Vergara, 1990). Se debı́a, por tanto,
definir un umbral o lı́nea de pobreza, determinando una canasta mı́nima de bienes y
servicios sociales con los cuales la población pudiese asegurar -al menos- su existencia.
Como se planteó, el cambio paradigmático de enfoque y rol del Estado en materia
de polı́tica social, define los instrumentos y metodologı́as que -a continuación- fueron
necesarios técnicamente para desarrollar la labor de un Estado subsidiario; definido por
responsabilidades focalizadas en la población más vulnerable o de menores recursos. En
el caso de Chile, tal y como se ha mostrado, las metodologı́as e instrumentos para medir
la pobreza fueron necesarios en función al nuevo enfoque dominante de polı́tica social
llevado a cabo por el Estado después de 1973. Con ello, la institucionalidad, la lógica en
la toma de decisiones, el financiamiento de los recursos y el establecimiento de objetivos
fueron definidos acorde a los métodos y los indicadores sobre los cuales la polı́tica social
debı́a ser orientada. De este modo, la metodologı́a y las herramientas especı́ficas necesarias
para levantar información, enfocar las posibles intervenciones y destinar beneficios, son
sin duda un eslabón prioritario en la toma de decisiones y en la coordinación de actores,
con miras al combate de la pobreza en nuestro paı́s.
Ası́, uno de los primeros enfoques oficiales utilizado para el análisis de la pobreza, es
el desarrollado por ODEPLAN y el Instituto de Economı́a de la Universidad Católica en
1974 (Molina et. al, 1974). Estos fueron los llamados “Mapas de la extrema pobreza”,
basados en las orientaciones del enfoque de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) .
Este instrumento se construye con la definición de cuatro variables de ı́ndole material
y estructural que da cuenta de la situación de los hogares en el paı́s: tipo de vivienda,
sistema de eliminación de excretas, hacinamiento y equipamiento del hogar (Ortega, 1988).
La información base para desarrollar el análisis fue obtenida del censo de 1970, y los
resultados obtenidos arrojaron un 21 % de personas en situación de extrema pobreza
según el mapa de extrema pobreza elaborado en 1974.
En 1982 se realizó un segundo análisis, con el mismo método. En dicho año el porcen-
taje de personas pobres descendió a un 14 % en comparación con el año 1974, cuestión que
fue ampliamente criticada por algunos investigadores (Raczynski, 1986). Lo central de las
crı́ticas apuntaba a describir porqué habı́a descendido la pobreza durante ese perı́odo, y
las condiciones sobre las cuales los hogares habı́an salido de una situación de pobreza.
Una de las principales explicaciones fue que gran parte de la medida se basó en la infor-
mación de la variable “equipamiento del hogar”, en la cual la posesión de al menos uno de
los siguientes bienes sacaba a los hogares de la pobreza: radiocasete, tocadiscos, máqui-
nas de coser o tejer, bicicleta, televisor, lavadora, teléfono, moto, automóvil, camioneta o
furgón. Según Raczynski (1986), la disminución de la pobreza del 21 % al 14 % se explica
en un 82 % por el hecho de que en un hogar exista al menos uno de los bienes consigna-
dos anteriormente (Ortega, 1988), cuestión que a juicio de la investigadora invalidaba los
datos.
Cabe precisar que la elaboración de los mapas de extrema pobreza en Chile se en-
marcaban en las tendencias regionales de medición de la pobreza. El enfoque de NBI fue
desarrollado fundamentalmente por la CEPAL durante la década de los 70’s. El diagnósti-
co de que el crecimiento económico de los paı́ses de América Latina no estaba ayudando a

25
mejorar las condiciones de los más pobres, llevó a poner énfasis en un desarrollo orientado
hacia la redistribución del crecimiento económico centrado, precisamente, en las necesi-
dades básicas: “Eliminar la pobreza y satisfacer las necesidades básicas de la población
constituyen, al menos en el tercer mundo, el mismo objetivo” (Altimir, 1979).
Sin embargo, para el caso de Chile, la significación e importancia de los mapas de
extrema pobreza para identificar a los sectores más necesitados fue sólo parcial. Las ne-
cesidades básicas comprendidas e incluidas como variables para la construcción del ins-
trumento eran insuficientes para dar cuenta del grado de satisfacción de necesidades tales
como la alimentación, salud, educación, vestuario, etc. Con esa convicción, en 1987 ODE-
PLAN construye el ı́ndice CAS12 para superar las limitaciones y dificultades que hasta
entonces presentaban los mapas de extrema pobreza.
El ı́ndice CAS constituyó la principal herramienta para destinar la ayuda social del
Estado en los sectores de la población más carenciados. En este ı́ndice se combinan las
dimensiones materiales y estructurales que contemplaban los mapas de extrema pobre-
za, sumando variables de educación y salud de los hogares. El ı́ndice CAS en términos
básicos “combina indicadores de vivienda, de hacinamiento, de localización regional y de
escolaridad del jefe de hogar.” Según este instrumento alrededor del 40 % de las familias
chilenas estaban en 1982 en condiciones de pobreza” (Torche, 1987). Este instrumento fue
defendido en su momento como el principal método para detectar quiénes eran y dónde
estaban los más pobres (Lavı́n, 1987), con el fin de focalizar de mejor manera el gasto
público, detectando las necesidades especı́ficas para destinar subsidios directos a los gru-
pos carentes de lo mı́nimo. Sin embargo, no se utilizó de manera oficial para representar
la magnitud de la pobreza en Chile debido al costo polı́tico que representaba asumir que
la pobreza habı́a ascendido al 40 % (Torche, 1987).
El cambio de enfoque de las necesidades básicas desde una lógica de derechos funda-
mentales, que debı́a ser asegurada por el Estado, a una lógica de igualdad de oportunida-
des, basada en la participación en el mercado, trajo consigo la concepción de un concepto
de pobreza que debı́a estimarse en términos absolutos más que relativos. A diferencia de
los instrumentos anteriores -mapas de pobreza e ı́ndice CAS-, lo considerado como esencial
y/o básico se establecerı́a en Chile a través de una canasta básica de bienes y de servicios
por hogar. La llamada lı́nea de la pobreza se constituye sobre especificaciones de la dieta
alimenticia conformada acorde a los requerimientos calórico-proteicos mı́nimos recomen-
dados por organismos técnicos internacionales (FAO/OMS). De este modo, la pobreza en
un sentido amplio serı́a aquella situación que enfrentan grupos de la población chilena que
“al gastar su ingreso en la forma habitual, en los rubros de alimentación, vivienda, recrea-
ción, etc., no alcanzan a cubrir los requerimientos mı́nimos calóricos” (Torche, 1987). A lo
anterior se debe agregar que la elaboración de la canasta fue hecha con los datos de la IV
Encuesta de Presupuestos Familiares, realizada por el Instituto Nacional de Estadı́sticas
(INE) entre los años 1987-1988, la que entregó datos sobre patrones de consumo de los
12
Éste es también un esfuerzo por descentralizar las decisiones de los programas de ayuda a los sectores
pobres. CAS es la sigla para “Comités de Acción Social” creados al amparo de las municipalidades,
quienes serán los encargados de implementar y ejecutar los planes y programas del Estado en materia de
superación de la pobreza (Ortega, 1988).

26
hogares de Santiago (Umbrales Sociales 2006).
Se define con esto la metodologı́a de lı́nea de pobreza. Esta permite identificar a los
grupos de la población que están por debajo de los niveles de bienestar mı́nimamente
adecuados, que no alcanzan a satisfacer lo indispensable por sus propios medios en virtud
de la participación de éstos en el mercado. Se establece, de este modo, la medida de pobreza
que actualmente rige de manera oficial, visibilizando a un mayor segmento de la población
en situación de pobreza hacia fines de los 70’. Los datos de ODEPLAN para el año 1979
estimados en el “Informe Social 1983” señala que más del 45 % de las familias no alcanza
a superar el valor lı́mite de la pobreza ($39.027 pesos de diciembre de 1987) (Ortega,
1988). No obstante, gran parte de los esfuerzos concretos para el combate de la pobreza,
que en términos agregados habı́an crecido considerablemente en el paı́s, se llevó a cabo a
través de la Ficha de Estratificación Social; la ayuda se canalizó a través de los órganos
locales, en el marco de la descentralización de las funciones administrativas ancladas en
los municipios a través de los Comités de Acción Social (CAS). La tarea fue “coordinar
los diferentes servicios públicos y privados y organizaciones del voluntariado responsables
de poner en marcha los programas focalizados en los más pobres (. . . ) asimismo, [los
CAS deben] diseñar programas y proyectos municipales especı́ficos (PSE), tendientes a
enfrentar las necesidades sociales más apremiantes en la comuna” (Vergara, 1990). De este
modo, la estimación del número de pobres en el paı́s se realizó sobre la metodologı́a lı́nea
de pobreza, constituyéndose como el principal instrumento estadı́stico, pero la focalización
de la ayuda en términos de polı́tica social fue llevada adelante por los CAS, en que el ı́ndice
CAS (Ficha de estratificación social) fue el principal instrumento.
En términos generales, el objetivo buscado con todas estas medidas e instrumentos fue
asegurar la universalidad de la satisfacción, es decir, tratar desigualmente a quienes eran
desiguales socialmente y económicamente (Franco, 1996). Sin embargo, la descentraliza-
ción de funciones en las municipalidades a gran escala no fue acompañado de los recursos
pertinentes para implementar y ejecutar los proyectos relacionados con el combate de la
pobreza, que seguı́an centralizados en el Estado durante toda la década del 80’. Cuestión
que los años venideros, con el retorno a la democracia, se intenta cambiar de la mano con
una descentralización polı́tica y desconcentración real y efectiva de los recursos.
En la década del 90’ con la vuelta a la democracia, el gobierno se propuso compatibi-
lizar el crecimiento económico alcanzado, basado en el emprendimiento privado con una
orientación exportadora, con el mejoramiento de las condiciones distributivas, en un con-
texto de equilibrio macroeconómico y democracia (Raczysnki, 1999). Se pretende con ello
cristalizar una nueva forma de encarar los temas sociales, regido fundamentalmente por
un complemento entre el progreso económico y el desarrollo social. De este modo, se apela
a una formulación distinta, más compleja, de los objetivos, contenidos y prioridades de la
polı́tica social orientada especı́ficamente a los sectores pobres, “intentando transformacio-
nes desde una acción asistencial a una promocional que privilegia expandir capacidades,
transferir herramientas y ampliar posibilidades de acción autónoma (. . . ) incorporándose
al proceso de desarrollo nacional” (Raczysnki, 1999).
En este marco, la herramienta central de la polı́tica social, el gasto público, tendrı́a
un tratamiento en la toma de decisiones que compatibilizarı́a una visión técnica, pero

27
además, polı́tica. Esto supone distintos procesos de negociación y concertación que integra
a distintos agentes sociales, económicos y polı́ticos. Lo central en este ámbito, es hacer
uso de los recursos con el fin de asegurar un nivel básico de servicios y beneficios a toda la
población: educación, salud, vivienda, seguridad social y justicia. Estas polı́ticas buscaron
la igualdad de oportunidades en el acceso y en el ejercicio de los derechos jurı́dicos,
económicos y sociales. Se reconoce, en el perı́odo entre 1990 y 1999, un amplio aumento del
gasto público social (de un 79,9 %) junto con una fuerte redistribución de los recursos, en
el contexto de desconcentración polı́tica, a través de los gobiernos regionales (Raczysnki,
1999).
Por otra parte, se impulsó una nueva forma de hacer las cosas en la administración
pública, estimulando las organizaciones y la asociatividad entre los sectores pobres, de
modo que éstos fueran “partı́cipes en la definición y búsqueda de solución a sus pro-
blemas pasando de una participación restringida y puntual a una activa, gestionadora y
propositiva” (Raczysnki, 1999).
De este modo, es evidente un cambio en el enfoque de la administración democrática
en materia de polı́ticas sociales. El rol integrador del Estado, complementando el progreso
económico con el desarrollo social, condujo a una importante reducción del porcentaje de
pobreza en el paı́s; según los datos de la encuesta Casen la pobreza se redujo en 17 puntos
porcentuales en el perı́odo comprendido de 10 años, entre 1990-2000.
Actualmente en Chile la medición de la lı́nea de la pobreza “se realiza comparando el
ingreso per cápita de los hogares con un ingreso mı́nimo esperado, que asciende a $43.712
mensuales en zonas urbanas. Este cálculo se realiza a partir de una Canasta de Satisfacción
de Necesidades Básicas (CSNB), compuesta por un conjunto acotado de bienes y servicios,
los cuales son valorizados a precio de mercado” (Umbrales Sociales 2006). La formulación
de la canasta se mantiene con los datos de la IV Encuesta de Presupuestos Familiares,
realizada por el Instituto Nacional de Estadı́sticas (INE) entre los años 1987-1988, la
que entregó datos sobre patrones de consumo de los hogares de Santiago. Cuestión que
representa hoy una de las principales crı́ticas; “los cambios sociodemográficos, sumado
a los procesos de modernización y globalización, han provocado transformaciones tanto
en las necesidades como en sus satisfactores básicos”, los cuales no se están teniendo en
consideración en la actual medida de pobreza (Umbrales Sociales 2006).
La discusión durante los últimos años se ha centrado más bien en la desactualización
del valor de la lı́nea de pobreza, dado que si bien se ajusta por IPC, su cálculo se basa aún
en la canasta construida a partir de los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares
de 1987-1988. Por tanto, los bienes considerados en dicha canasta no reflejarı́an los pa-
trones de consumo necesarios en el presente. Bajo esta lógica, Larraı́n(2008) presenta una
actualización del valor de la lı́nea a partir de los datos de la Encuesta de Presupuestos
Familiares de 1996-1997, a partir de los cuales el porcentaje de la población en situación
de pobreza aumenta. Esta discusión refleja una creencia subyacente de la pobreza como
un fenómeno relativo.
En la actual polı́tica social, frente al combate de la pobreza, se integran polı́ticas sec-
toriales que aseguran un nivel de vida básico a la población (en materias como salud,
educación, vivienda) con programas especı́ficos para los grupos pobres y más vulnerables,

28
ello tendiente a promover una mayor igualdad de oportunidades asegurando la integración
social. En dicho cuadro, la actualización de la realidad de los sectores pobres y grupos
vulnerables, exige una metodologı́a y un set de herramientas acordes con los planes y
programas promovidos por el Estado y los grupos intermedios de la sociedad civil, pre-
cisamente para avanzar en una medición de la pobreza acorde con las caracterı́sticas,
carencias y necesidades que existen hoy en la población del paı́s. Este ámbito, es cierta-
mente, un asunto pendiente.
Por otro lado, como hemos visto, cada actualización de las metodologı́as y los instru-
mentos para medir la pobreza ha representado un alza del porcentaje de personas que se
identifican como pobres. Ello, por un lado, lejos de representar un costo polı́tico que todo
gobierno se tuvo que hacer cargo, planteó conceptualizaciones más amplias respecto de lo
que significa “estar en condición de pobreza”.
Por último, en una perspectiva de largo plazo, resulta importante -desde el punto de
vista teórico y metodológico- ampliar las posibilidades cognoscitivas de los agentes invo-
lucrados en la formulación, diseño e implementación de polı́ticas, estrategias, programas
y planes para el combate y superación de la pobreza. En este espacio se debe concentrar
el debate actual respecto a la medición de la pobreza, en un contexto amplio de interac-
ción en que el discurso polı́tico, el académico y el de la sociedad civil pueden cristalizar
definiciones y avanzar en orientaciones determinantes que velen por la integración social
y extiendan los beneficios del progreso económico sobre el desarrollo social.

1.2. Aspectos conceptuales


A continuación se establecen algunas definiciones conceptuales básicas relativas al
fenómeno de la pobreza que servirán de base para la articulación de las principales meto-
dologı́as tradicionales para medir el fenómeno. Las definiciones aquı́ planteadas no repre-
sentan lo amplio y profundo de la literatura desarrollada en materia de pobreza, sino más
bien, responden a la intención de constituir una sı́ntesis de los aspectos más importantes
que sean de fácil acceso y permitan plantear un lenguaje común a partir del cual plantear
la discusión de metodologı́as tradicionales de pobreza.

Pobreza La pobreza, en términos generales, se comprende como un estado o una si-


tuación en la cual se impiden o se limitan, a las personas, familias o grupos de personas,
abruptamente las posibilidades de acceder al bienestar socialmente construido, en térmi-
nos de oportunidades y de recursos concretos que garanticen la participación en dicho
bienestar. Ciertamente, esta definición es asumida diferencialmente por las distintas me-
todologı́as tradicionales para medir la pobreza, desprendiéndose de ellas distintas nociones
de lo que se entiende por pobreza; ello, toda vez que al concepto de pobreza le es inherente
un juicio de valor sobre la definición de los niveles de bienestar mı́nimamente adecuados
en sociedad, sobre los cuales la satisfacción debe ser irrenunciable y en que se constituyen,
en conclusión, puntos de privación que socialmente resultan intolerables (Altimir, 1979).
De este modo, lo que en definitiva se puede establecer por pobreza en términos con-
ceptuales se asocia estrechamente a los valores y a las concepciones ético-normativas que

29
están de fondo y son parte del contenido de un horizonte de bienestar en la sociedad. Por
otro lado, el modo en que estas valoraciones se integran en las metodologı́as para medir
la pobreza es una cuestión que entraña una alta complejidad, en tanto se deben definir
dimensiones e indicadores con el respaldo de la información necesaria para ello, y que sean
reflejo de la situación o estado de pobreza en la población. Justamente, la formulación
de criterios de validez para las metodologı́as de medición va acotando las posibilidades
conceptuales de la pobreza.
Conscientes de la alta complejidad en la definición del concepto de pobreza, es que
Ruggeri, Saith y Stewart (2003) proponen una lista con los principales problemas que van
ligados al esclarecimiento conceptual de la pobreza. Problemas que tienen sus raı́ces en los
primeros intentos por definir y por medir pobreza desde fines del siglo XIX hasta la fecha.
Entender cada uno de estos problemas es un paso necesario para una mejor compresión
de los distintos enfoques que posteriormente abordaremos en este trabajo.
El primer problema dice relación con la existencia de distintos enfoques metodológicos
de medición de la pobreza, que más allá de ampliar la mirada sobre el fenómeno, impli-
ca que en algunos casos la pobreza sea un concepto difuso. Esto apunta directamente al
espacio donde se define la pobreza y las caracterı́sticas -de ese espacio- que intentan ser
capturadas de una población objetivo. El término espacio precisamente hace referencia
a las determinantes materiales, naturales y socioculturales que subyacen el contexto es-
pecı́fico desde donde se desarrollan los intentos por conceptualizar y medir la pobreza,
y por ende, la comprensión que se logre tener de ella puede tener distintos significados,
inclusive, contradictorios.
Un segundo problema dice relación con la definición de la pobreza a nivel universal, es
decir, que las dimensiones y los indicadores que dan cuerpo al concepto de pobreza sean
replicables, sin modificaciones sustanciales, en distintas sociedades. No obstante, esta es
una tarea que resulta muy difı́cil, ya que dependiendo del enfoque con que se trabaje, la
pobreza será un tema que sólo puede ser abordada a partir de las condiciones especı́ficas
del contexto donde se trate el problema.
Por otro lado, la conjugación de criterios de objetividad analı́tica sobre fenómenos sub-
jetivos inherentes a la condición particular de cada individuo pobre, encuentra obstáculos
al plantear posibles medidas objetivas o subjetivas sobre la pobreza. Los criterios de obje-
tividad asumen estar exentos de juicios de valor, sin embargo, a la hora de definir unidades
de análisis, indicadores y variables, inexorablemente se trabaja a partir de los juicios pro-
pios de los investigadores y estadı́sticos encargados de fijar los lı́mites y la forma en que
se abordará la pobreza.
Un cuarto problema, alude a la operacionalización misma de la metodologı́a para
medir la pobreza respecto a la discriminación entre quién es pobre y quién no lo es.
En este punto adquieren relevancia todos los criterios que están detrás de cada una de
las lı́neas de pobreza en referencia a los determinantes contextuales donde se lleva a
cabo la discusión para definir la pobreza. Por otro lado, este punto plantea la discusión
sobre los puntos crı́ticos o los umbrales según los cuales se considerarán como intolerables
determinadas situaciones de privación del bienestar; cuestión que a todas luces discurre
como una discusión esencialmente normativa.

30
Como quinto problema, surge la determinación de la unidad de medida de la pobreza,
ya que ésta puede tratarse desde las condiciones individuales, familiares y/o geográficas.
Determinar una unidad de medida según condiciones geográficas implica asumir algunos
criterios de perspectiva social, en que el contexto en que se configura una medición sobre la
pobreza es relevante. Por otro lado, se deben asumir criterios propios de las caracterı́sticas
del mercado ya que desde una lógica utilitarista, como se verá más adelante, la generación
de los precios puede influir en la definición de los umbrales de corte de las lı́neas de pobreza
y por tanto, en la definición de la condición de pobre.
Un sexto problema surge al abordar el fenómeno de la pobreza a partir de una pers-
pectiva multidimensional. Esta perspectiva y todos los métodos que la componen corres-
ponden a nuevos intentos por ampliar la visión sobre la pobreza que ha dominado en
los enfoques unidimensionales tradicionales. De esto modo, al aumentar el número de di-
mensiones consideradas para definir conceptual y metodológicamente la pobreza, surge la
pregunta sobre cómo manejar el carácter multidimensional de la pobreza ya que, a partir
de esto, el bienestar individual puede ser definido desde múltiples dimensiones que son
necesarias volver a problematizar y redefinir desde esta perspectiva.
Por último, el séptimo problema que Ruggeri, Saith y Stewart (2003) consideran fun-
damental para definir el concepto de pobreza, es apuntar a la determinación del horizonte
temporal sobre el cual la pobreza es identificada, por ejemplo, un mes, un año o más
tiempo. Ello debido a que gran parte de la población se mueve dentro de los umbrales
de pobreza por determinados perı́odos de tiempo, por lo que en un momento podrı́an ser
considerados pobres por determinadas circunstancias atribuibles a su situación personal
en un perı́odo de tiempo especı́fico, lo cual puede cambiar en un mes, en un año o en pe-
riodos de tiempo más largos. El cariz situacional de la pobreza, tal cual lo hemos definido
en un principio, responde precisamente a dicha temporalidad, vale decir, todo depende
de los criterios de identificación de pobreza que tengan cada uno de los métodos con que
se conceptualice y se mida el problema. Sin embargo, para todos los casos se vuelve im-
prescindible contar con un criterio de temporalidad que permita evaluar el fenómeno a lo
largo de un tiempo definido, bajo perspectivas de largo y corto alcance.
Estas consideraciones para la definición del concepto de pobreza están presentes en
todas las metodologı́as tradicionales para medir la pobreza que en este capı́tulo se recogen,
si bien el modo en que cada metodologı́a resuelve estas problemáticas en la práctica y
operacionaliza una noción determinada de pobreza varı́a según metodologı́a.

Bienestar Si bien el punto de partida para medir pobreza, en las metodologı́as tradi-
cionales que veremos en este capı́tulo, es la referencia a un estado de bienestar social que
se formula como satisfacción o privación de éste, en la literatura sobre pobreza son pocas
las discusiones que plantean una problematización de este concepto en particular. Ya sea
en términos relativos o bien absolutos, el bienestar se corresponde con una estimación y
valoración normativa de lo que, en términos de capacidad, recursos y/o acceso a oportu-
nidades, toda la población -a nivel particular y colectivo- debe contar para un desempeño
integrado a la sociedad. De este modo, si bien cada metodologı́a articulará una noción
determinada de bienestar como referencia para identificar quién es pobre y quién no, este

31
concepto responde necesariamente -en cualquier caso- a representar una imagen ideal de
sociedad de la cual toda la población debiera ser parte.

Vulnerabilidad de la pobreza En términos generales, la vulnerabilidad se comprende


como la incapacidad de una persona o un grupo para aprovechar las oportunidades, en
distintos espacios y ámbitos de la sociedad, para mejorar su situación de bienestar o im-
pedir su deterioro (Kaztman, 2000). Por otro lado, el concepto de vulnerabilidad también
se relaciona con aquellos elementos del contexto, en función de los recursos y capitales
disponibles, que engendran situaciones de desprotección frente a eventos desfavorables
que pueden determinar un deterioro en la situación de bienestar (Serrano y Raczynski,
2003). En este sentido, la vulnerabilidad no se comprende sólo como una incapacidad
para proveerse de recursos y/o oportunidades, sino también, como una desprotección res-
pecto a eventos desafortunados o inesperados que pueden redundar eventualmente -como
consecuencia- en situaciones de privación, ya sea de recursos o de oportunidades. Recien-
temente se ha agregado al concepto de vulnerabilidad una idea de la movilidad de las
personas en torno a la lı́nea de la pobreza. Con esto nos referimos a las transiciones de
las personas de una situación de pobreza a una de no pobreza y viceversa en diferen-
tes perı́odos del tiempo. Esta dimensión de la vulnerabilidad surge a partir de los datos
longitudinales: de acuerdo a la encuesta Panel CASEN 96, 01, 06, si bien el porcentaje
de la población bajo la lı́nea de pobreza en cada momento es relativamente pequeño y
decreciente en el tiempo, aproximadamente un 40 % de la población se encuentra en algún
momento en situación de pobreza, reflejando esta vulnerabilidad.

1.3. Justificación Conceptual


Los enfoques conceptuales discutidos en la literatura que subyacen a las de medidas
de pobreza tradicionales son el enfoque de justicia de Rawls y el enfoque monetario o
utilitarista. Además de estos dos enfoques, la selección de una medida de pobreza va
acompañada de una serie de aspectos normativos que justifican las decisiones tomadas en
su determinación. Estos tres puntos son los que se presentan en este apartado.

Justicia según Rawls El enfoque de justicia que plantea Rawls (1971) es un intento por
problematizar una concepción de ser humano anclada en principios de racionalidad y de
ética comunitaria. Considera a los seres humanos como personas morales movidas por dos
intereses de orden supremo, según los cuales orientan su accionar en sociedad: la capacidad
de tener un sentido de lo justo y la capacidad de perseguir, revisar y decidir racionalmente
sobre una concepción determinada del bien (Dieterlen, 2003). De este modo, extrapolando
esta lógica a la idea de una sociedad racionalmente fundada, premisas como las de justicia
y de distribución representarı́an precisamente el marco de posibilidades de elección que
aseguran la reproducción y permanencia de libertades y derechos fundamentales de los
individuos en sociedad, que pone al bien común como un valor que asegura el desempeño
efectivo de dichas libertades y derechos.

32
Justamente, la disposición efectiva de las libertades y derechos básicos asegurados
en sociedad permiten la promoción de intereses de orden supremo que están al servicio
del bien común, que en palabras de Rawls se expresa en los siguientes términos: “(. . . ) es
posible proporcionar un esquema de libertades iguales básicas que, cuando formen parte de
las constituciones, aseguren a todos los ciudadanos el desarrollo y ejercicio de sus intereses
de orden supremo, con tal de que determinados medios omnivalentes sean equitativamente
asegurados a todo el mundo” (Rawls, 1995). Es ası́ como, dentro de un esquema general
de la sociedad, las condiciones de posibilidad de la justicia son ejercidas directamente
por un esquema de motivaciones individuales, en virtud de determinadas libertades y
derechos fundamentales asegurados por un marco normativo (que Rawls identifica en la
constitución), que permite orientar el bien común basado en una idea de distribución de
los medios que se consideran como imprescindibles para realizar la vida en sociedad.
De este modo, el acuerdo y la coordinación de los individuos en torno a una idea
de justicia son contingentes a las motivaciones que están en juego sobre principios de
orientación que se centran en el desarrollo de libertades y derechos básicos para hombres
y mujeres en sociedad, en vista ineludible a una idea de bien común formulada en base
a la distribución equitativa de los medios que hacen realizable y posible el desempeño en
sociedad.

Enfoque monetario y utilitarismo El enfoque monetario, como perspectiva meto-


dológica para medir la pobreza, se alinea con la visión utilitarista. Desde esta perspectiva
se plantea una concepción del ser humano que orienta su acción sobre la maximización
de beneficios en un espacio amplio de deseos infinitos, que en un esquema clásico de la
filosofı́a utilitarista se expresa en el aumento del placer y la ausencia del dolor. En este
sentido, la evaluación de los rendimientos de los individuos en sociedad se puede sostener
sobre la utilidad que genera en ellos contar con bienes y recursos para satisfacer sus deseos
infinitos, maximizando precisamente el beneficio (placer) sobre ellos.
Desde el punto de vista de la medición de la pobreza, el enfoque monetario centra
la evaluación de los rendimientos en el ingreso (o gasto), en el cual se define a priori la
capacidad de este indicador como reflejo del modo en el cual las familias o las personas
satisfacen su bienestar con los bienes y recursos que pueden adquirir. Es otras palabras, el
supuesto clave que sostiene el entramado teórico y metodológico del presente enfoque es
que a través del uso de un grupo de herramientas ideales, en términos de su funcionalidad
respecto al logro de los objetivos deseados, una medida monetaria puede tomar en cuen-
ta los aspectos más relevantes de la heterogeneidad de los individuos y sus situaciones
personales. Precisamente la concepción economicista del ser humano (homus economicus)
releva la posibilidad de evaluar los niveles de bienestar humano a través de la capacidad
real de cada persona por aumentar y maximizar sus beneficios.
De este modo, la pobreza como fenómeno queda cruzada por las determinantes económi-
cas que influyen en la vida social desde la esfera del mercado y las fluctuaciones del nivel
de precios dentro la lógica de la oferta y demanda de bienes y servicios para la satisfacción
de las necesidades. Ası́, se asume que con el dinero se pueden controlar las necesidades
individuales o familiares. Sin embargo, este enfoque plantea serias limitaciones respecto

33
a consideraciones de la vida social que no se reflejan en el ingreso o en el consumo. Por
otra parte, el concepto de pobreza desarrollado a partir de este enfoque se reduce a una
categorı́a económica desligada de otros aspectos de la condición humana y de la vida social
en general.

Aspectos normativos Los avances en la erradicación de la pobreza son propios de la


búsqueda constante por mejorar las condiciones de vida de los seres humanos en sociedad.
Sin embargo, el principal problema asociado a esta tarea comienza en el momento de
definir qué es lo que se entenderá por pobreza.
Fijar la atención en las metodologı́as tradicionales que miden la pobreza actualmente
en el mundo, conlleva la pregunta por los conceptos implı́citos que están detrás de cada
medida, tales como las dimensiones a considerar y los indicadores sobre los cuales se
estructuran las medidas. Si bien todo método de medición de pobreza busca identificar
quién es pobre o no en una sociedad dada, la definición de qué es la pobreza en esa sociedad
es una cuestión que se construye normativamente no sólo por quien quiera observarla y
describirla, sino que también, por los valores de una determinada sociedad.
De este modo, comprender los distintos enfoques para la medición de la pobreza re-
quiere una mirada a las circunstancias históricas de creación de las metodologı́as, ası́ como
también prestar atención al correlato social presente en ellas como consideraciones de las
situaciones de privación de la población y los recursos requeridos para superar dichas con-
diciones (Townsend, 2007). Asimismo, las distintas formas de medir la pobreza parecen
estar condicionadas por los distintos conceptos que se tenga de la pobreza y las distin-
tas concepciones normativas que una sociedad despliegue. Por otro lado, un concepto de
qué es la pobreza y cuántos son los pobres responde, también, a la necesidad de intervenir
una realidad que se presenta como problemática, respecto a condiciones que se conside-
ran intolerables o insoportables para un grupo de la población, sobre las cuales podrı́an
elaborarse estrategias y polı́ticas destinadas a mejorar las condiciones de existencia de
aquellos grupos de la sociedad que se identifican como pobres.
El enfoque, cualquiera sea éste, con que se mire y se le dé alcance a la pobreza como
un hecho problemático en la sociedad define, por consiguiente, un ideal de sociedad al
cual se desea llegar por medio de la superación y erradicación de la pobreza. “La noción
de pobreza se basa, en última instancia, en un juicio de valor sobre cuáles son los niveles
de bienestar mı́nimamente adecuados, cuáles son las necesidades básicas cuya satisfacción
es indispensable, qué grado de satisfacción resulta intolerable” (Altimir, 1979). De esta
forma, la dimensión normativa que es inherente al concepto de pobreza no se expresa de
igual modo en todas las metodologı́as y enfoques para medir la pobreza. Las diferentes
valoraciones éticas, morales y polı́ticas del orden social determinan, en última instancia,
la variabilidad de perspectivas para abordar este fenómeno (Altimir, 1979).
Ası́, los márgenes normativos de un determinado concepto de pobreza delimitan el
campo de acción de las metodologı́as y la capacidad de éstas de abarcar el fenómeno
en su totalidad. Ya sea desde la privación material o desde la social, el término pobreza
denota fenómenos de distinto significado (Kaztman, 1989). Convenir respecto a qué es
lo que se va a entender por pobreza es también acordar cuáles son los fenómenos que

34
en una sociedad dada se pueden efectivamente resolver con los recursos disponibles, las
posibilidades económicas y la voluntad polı́tica. Es decir, el conjunto de fenómenos que
quedan bajo el concepto de pobreza serán las condiciones de posibilidad que la pobre-
za, en tanto problema, tiene para ser resuelta o superada. Ası́, el establecer la norma de
pobreza en términos de la insatisfacción de un conjunto de necesidades básicas implica,
de alguna manera, una posición más voluntarista con respecto al resultado final de las
polı́ticas públicas para eliminar la pobreza. De otro modo, el establecimiento de una nor-
ma en términos de bienestar genérico (indicado sólo por una dimensión como el ingreso)
involucra, en cambio, una mayor confianza en la consistencia entre las decisiones indivi-
duales que maximizan la utilidad individual y los mecanismos de asignación de recursos
productivos (Altimir, 1979).
El establecimiento de los criterios normativos sobre los cuales se asienta la metodologı́a
para medir la pobreza no son operacionalizables sólo en virtud de una(s) medida(s). Esto
es, si no se tienen en cuenta las posibilidades reales -respecto a los medios disponibles-
de llegar a concretar una supresión cierta de las causas y elementos que definen las pri-
vaciones o las carencias que estructuran la pobreza, la definición de una metodologı́a
en particular resulta impracticable. La disposición y elección de las dimensiones y los
indicadores “tipo” para abarcar y dar cuenta del fenómeno de la pobreza, ası́ como la
consideración de los medios para resolver el problema, son operaciones normativas que
da cuerpo al concepto de pobreza dentro los distintos enfoques y metodologı́as existentes.
Es por ello que las decisiones que orientan la definición de un concepto de pobreza y su
operacionalización y expresión en metodologı́a para su medición estructuran el campo
de intervención de la pobreza en tanto fenómeno y problema; “mientras más se limita el
concepto de pobreza a bienes fı́sicos e infraestructura, más fácil se vuelve argumentar que
el crecimiento de la riqueza a nivel nacional es suficiente para tratar con el fenómeno y
que es innecesaria una combinación compleja de crecimiento, redistribución y reorganiza-
ción del comercio y de otras relaciones institucionales que involucren la reconstrucción de
instituciones tradicionales y la adición de asociaciones sociales nuevas” (Townsend, 2007).
Es ası́ como en la pregunta por la metodologı́a tradicional para medir la pobreza figura
el ejercicio de sistematizar las medidas, dar cuenta de sus elementos comunes y disı́miles,
definir las dimensiones y los indicadores en juego, para ası́ visibilizar las nociones y los
conceptos de pobreza que son parte fundante de las distintas medidas tradicionales. Con
ello se estructura el universo discursivo contenido, desde el punto de vista normativo, del
concepto mismo de pobreza y sus distintas acepciones y enfoques para identificarla.

1.4. Metodologı́as de medición de pobreza tradicional


1.4.1. Etapas y definición de una medida de pobreza tradicional
Una medida de pobreza consiste en dos etapas:

1. Identificación. En esta etapa se busca identificar la pobreza a través de indicadores


de bienestar y ası́ determinar quiénes serán considerados pobres y quiénes no, bajo
qué criterios se hace esta distinción y por tanto cómo se define la pobreza. Dentro

35
de esta etapa se distinguen los principales métodos de medición de pobreza. Son
éstos los que desarrollan un concepto propio de pobreza y determinan los lı́mites de
la posibilidad de analizar el fenómeno.
2. Agregación. Una vez que según un método de identificación se establecen los cri-
terios por los cuales una familia o persona será considerado pobre o no pobre, se
procede a sintetizar la información en una cifra única. Para estos se utilizan distintos
métodos de agregación que permitan indicar la extensión y el estado actual de la
pobreza, aspectos fundamentales para la comparación de los niveles de pobreza en
distintas situaciones.
En cuanto a la etapa de identificación, existe una serie de decisiones relacionadas, que
es propia a la medida de pobreza utilizada. Éstas son:
La unidad de análisis, tı́picamente personas, familias u hogares.
Las variables a utilizar en la identificación de la pobreza.
La fuente de información para la construcción del ı́ndice respectivo.
El umbral definido como mı́nimo bajo el cuál se considera que una persona se en-
cuentra en situación de pobreza.
En cuanto a la etapa de agregación, Sen (1976) propone un enfoque axiomático que
reúne una serie de condiciones necesarias para una correcta medida de pobreza. Los axio-
mas más importantes son los siguientes (Sen, 1984; Grupo de Rio, 2007):
Axioma focal: en la medición de pobreza se debe ignorar la información relativa al
ingreso de los no pobres.
Axioma de monotonicidad: una medición de pobreza debe aumentar cuando el ingre-
so de una persona pobre disminuye. Esto significa que deberı́a haber una correlación
entre el ı́ndice y la distancia de los pobres con respecto a la lı́nea de pobreza.
Axioma de transferencia: una transferencia de ingreso de cualquier persona pobre
a una persona menos pobre deberı́a incrementar el ı́ndice de pobreza. Este axioma
significa que la medición de pobreza deberı́a reflejar cómo se distribuyen los ingresos
entre los pobres.
Monotonicidad en subgrupos: si la medición de pobreza de un subgrupo de población
dado crece y todo lo demás permanece constante, la medición de la pobreza deberı́a
aumentar para toda la población.
En lı́nea con el enfoque axiomático de Sen, se encuentran los ı́ndices de pobreza que
corresponden a la familia FGT (Foster, Creer y Thorbecke, 1984), los cuales se construyen
a partir de la siguiente ecuación:
q  α
1 X z − yi
F GT =
N i=1 z

36
donde N es la población total, q el total de pobres, z la lı́nea de pobreza e yi es el ingreso
del i-ésimo individuo pobre. Por lo tanto, según el valor asignado al parámetro α se ob-
tienen distintas medidas de agregación. Las medidas más comúnmente utilizadas son las
siguientes:

Índice de incidencia de la pobreza o ı́ndice de recuento: mide la proporción de personas


que se encuentran bajo la lı́nea de pobreza. Este ı́ndice se logra al asignar valor α =
0 en la fórmula FGT básica, a partir de la cual se obtiene H = Nq . Esta medida es
claramente el ı́ndice de pobreza más conocido, es fácil de interpretar y comunicar. El ı́ndice
de recuento satisface el axioma focal y se puede descomponer aditivamente. No obstante,
proporciona una visión muy limitada de la pobreza debido a que no ofrece información
sobre “qué tan pobres son los pobres” (axioma de monotonicidad) y no considera los
aspectos distributivos de la población pobre (axioma de transferencia).
Brecha de pobreza: la brecha de pobreza o “poverty gap” (PG) se construye a partir
de asignar el valor α = 1 en la fórmula FGT. Mide el déficit del ingreso relativo de la
gente pobre con respecto al valor de la lı́nea de pobreza. El ı́ndice de brecha de pobreza
satisface los axiomas focales y de monotonicidad, es decir si el ingreso de una persona
pobre disminuye, el promedio de ingresos también caerá y el ı́ndice PG aumentará. Sin
embargo, “esta medida no cumple con el axioma de transferencia, ya que un traspaso de
ingresos de una persona pobre a una persona menos pobre no se reflejará en el ı́ndice PG,
dado que la media de ingresos permanecerá constante” (Feres y Mancero, 2001).
Índice de Severidad de la pobreza: este ı́ndice de agregación, también llamado FGT2
o FGT con α = 2, se ha usado ampliamente en la medición de la pobreza para medir la
distancia media de ingreso de los pobres, al cuadrado, con respecto a la lı́nea de pobre-
za, ya que satisface el axioma de transferencia, como también los axiomas focales y de
monotonicidad. Las propiedades de este ı́ndice lo hacen muy útil para el análisis de la
pobreza, aunque no es tan fácil de interpretar como las mediciones de incidencia y brecha
de pobreza (Grupo de Rio, 2007).

No obstante, Foster (1984) recalca que las medidas FGT representan sólo una de las
posibilidades de satisfacer el enfoque axiomático de Sen. Sin embargo, estos grupos de
medidas tienen como caracterı́stica principal que son ’aditivamente separables’, esto es
que la medida agregada de pobreza se puede escribir como la suma de las medidas de
pobreza individuales, lo que permite a su vez que la medida agregada pueda descompo-
nerse como un promedio ponderado de las medidas de pobreza de distintos subgrupos
excluyentes de la población, donde los ponderadores corresponden al peso de cada grupo
en la población. Foster señala además que, entre las opciones disponibles en la literatura,
éstos son los únicos que cumplen con el axioma de monotonicidad entre subgrupos, lo cual
es fundamental en el análisis de perfiles de pobreza. (Feres y Mancero, 2001; Grupo de
Rio, 2007).
A partir de estos indicadores de agregación, “se destaca la posibilidad e importancia
de complementar el análisis tradicional sobre la magnitud y evolución de la pobreza, con
la incorporación de medidas y perfiles que permitan enriquecer el diagnóstico y conoci-

37
miento sobre la situación de los sectores pobres. Desde luego, siempre en el marco de las
limitaciones que impone la naturaleza muestral de la información y la confiabilidad de los
datos de ingreso que corrientemente se utilizan para este tipo de estudios” (Feres, 1997).

1.4.2. Tipos de metodologı́as


Una primera clasificación de las metodologı́as de medición de pobreza consiste en su
carácter directo o indirecto.

Enfoque directo Desde el punto de vista del enfoque directo para medir la pobreza,
una persona pobre es aquella que no satisface una o varias necesidades básicas, cuestión
que se evalúa a través de los niveles de satisfacción real de sus necesidades básicas, o dicho
de otra forma, se puede estimar quién es pobre o no directamente a partir de la falta de
acceso a ciertos bienes y servicios básicos.
Entre los métodos directos se encuentran el ı́ndice de Necesidades Básicas Insatisfechas
(NBI), el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y el Índice de Pobreza Humana (IPH) los
cuales consideran y articulan una serie de variables e indicadores referidos a la satisfacción
efectiva de necesidades básicas, como por ejemplo vivienda, salud, educación, calidad de
vida, entre otros. Estos métodos se presentan en detalle más adelante.

Enfoque indirecto Clasifica a los pobres como aquellas personas que no cuentan con
los recursos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas, y se mide a través de la
capacidad potencial de satisfacer dichas necesidades. Esta capacidad potencial para la
satisfacción de necesidades se mide a partir del ingreso, como un único indicador desde
cual se desarrolla todo un marco analı́tico que en la literatura se denomina como enfoque
monetario (Grupo de Rı́o, 2007; Altimir, 1979), donde los métodos más utilizados corres-
ponden al de las lı́neas de pobreza, principalmente en su vertiente absoluta y relativa.
En estos métodos se establece y se considera al ingreso (o gasto) como el reflejo de un
estándar de bienestar deseado, y se considera como pobres a todos aquellos que cuentan
con un ingreso menor al establecido por la lı́nea de pobreza definida.

Una segunda clasificación de las metodologı́as de pobreza refiere a su carácter absolu-


to o relativo:

Pobreza absoluta En términos muy generales, la pobreza absoluta “se refiere al estado
de pobreza de un individuo que no depende del nivel de riqueza del resto de la población”
(Perticara y Sanhueza, 2008). En este contexto entonces, pobreza se entiende como la no
satisfacción de las necesidades humanas básicas para la subsistencia, lo cual se determina
una vez que un hogar o familia no dispone de un nivel de ingreso mı́nimo para satisfacer
dichas necesidades absolutas, las cuales se entienden como esenciales para cualquier con-
texto o para cualquier sociedad. Desde el enfoque absoluto de la pobreza, las necesidades
son independientes de la riqueza de los demás, es decir, las carencias o insuficiencia de bie-

38
nes y servicios requeridos para vivir manifestarı́an una situación de pobreza cualesquiera
sea el contexto de privación o de necesidad.

Pobreza relativa Como diferencia al concepto anterior, la pobreza relativa plantea que
las necesidades surgen a partir del contexto en que éstas se presentan, en comparación
con los demás actores con más o menos carencias. En otras palabras, la condición de
pobreza depende del nivel de riqueza en general (Feres y Mancero, 1999). De este modo,
es posible incorporar cambios en el tiempo y en la distribución de oportunidades para la
satisfacción de las necesidades socialmente generadas. Por otro lado, en la medida que
hay un mayor nivel de desarrollo social, las necesidades absolutas se van garantizando
de forma creciente, por lo tanto, el problema de las necesidades humanas absolutas se
resolverı́a a partir de una mejora en los niveles de desarrollo social. Pero, este desarrollo
implicarı́a también la generación de nuevas necesidades, esta vez no de carácter esencial
para la existencia humana, pero sı́ de gran importancia para la integración de las personas
a las caracterı́sticas de la sociedad en que vive. Estas nuevas necesidades van cambiando
a lo largo tiempo y se entienden como “privaciones relativas” ya que dependen del nivel
general de riquezas de la sociedad, por lo tanto, las personas tendrán que percibir su nivel
de bienestar en función del bienestar de los demás.

Relacionada a esta distinción se encuentran las medidas de pobreza subjetivas:

Pobreza subjetiva La principal caracterı́stica de la pobreza subjetiva como concepto se


encuentra en la forma en que se establece el umbral que determina la condición de ser pobre
o no. En este caso, la determinación se realiza sobre la base de la percepción subjetiva que
las personas tienen acerca de su propio bienestar. No obstante, “este tipo de enfoque no
ha sido usado oficialmente en ningún paı́s o por ninguna institución internacional como
metodologı́a central para la medición de pobreza. En cambio, ha sido empleado como un
procedimiento complementario” (Grupo de Rio, 2007).
Su principal ventaja es sugerir que la percepción de la pobreza puede ser vista no en
términos absolutos sino que en términos relativos a la situación especı́fica de un hogar,
persona o grupo de personas de acuerdo a los patrones de vida del entorno social, lo cual
influye directamente en la asignación de valor al concepto de bienestar que cada persona
tiene internalizado según su propia realidad.
El problema se presenta al querer realizar mediciones a nivel agregado, ya que el
grado de subjetividad que se encuentra en las consideraciones y en las valoraciones que
las personas tienen respecto a lo que ellos o ellas entienden por pobreza, dificulta las
posibilidades de medir objetivamente cuáles serı́an las necesidades especı́ficas sobre las
cuales orientar polı́ticas a favor del combate de la pobreza.

1.4.3. Medidas de pobreza tradicionales


Enfoque de lı́nea de pobreza

39
Definir una lı́nea de pobreza implica generar una medida que permita identificar los
niveles de bienestar de distintas personas y evaluar si alguna de ellas se encuentra en un
nivel por debajo del mı́nimo socialmente aceptado. En el enfoque de las lı́neas de pobreza
se puede establecer como indicador de bienestar tanto el ingreso como el consumo de un
hogar o familia. Estos indicadores han sido los más utilizados en los análisis de pobreza,
principalmente porque responden a una lógica de consideraciones económicas que definen
el ingreso o consumo como indicadores de estándar de vida. De esta forma entonces, las
lı́neas de pobreza “se relacionan con la definición de estándar de vida. En él, se consideran
pobres a las personas cuyo ingreso o consumo no es suficiente para mantener un nivel de
vida considerado como mı́nimo” (Feres y Mancero, 2001a).

Para todos los métodos del enfoque de lı́neas de pobreza, la unidad de análisis corres-
ponde al ingreso o gasto por hogar o familiar, ası́ entonces, cada vez que se hace referencia
a un individuo pobre es necesario entenderlo desde la condición de pobreza de su hogar o
familia. Otra de las razones para considerar al hogar como unidad de análisis es la imposi-
bilidad práctica de medir con objetividad y certeza estadı́stica el tipo de relaciones de los
individuos dentro del hogar. Por lo que no existirı́an métodos suficientes para considerar
a los individuos, sujetos particulares, como una opción real de unidad de análisis dentro
de éste enfoque.
La manera más utilizada con que, bajo estas condiciones, se hace referencia a la pobreza
a nivel individual es por medio del ı́ndice de pobreza per cápita. Este asume los costos de
satisfacción de las necesidades de cada miembro del hogar como homogéneos. Es decir, no
establece las diferencias de cada individuo respecto a su propia condición de consumidor.
En este punto es clave establecer las diferencias entre los individuos, ya que, dependiendo
el género, grupo etario, rol dentro del hogar, entre otras cosas, el nivel de ingreso o
consumo necesario para asegurar el mı́nimo de bienestar establecido por la lı́nea de pobreza
será diferente respecto otro: un niño por ejemplo, no necesita un nivel de consumo igual
que sus padres para satisfacer sus necesidades, por lo que no se podrı́a hablar de una
homogeneidad en el consumo de los individuos dentro de un hogar. Ante este problema
es que surge la necesidad crear ı́ndices que permitan evaluar cada hogar a partir de sus
propias caracterı́sticas, y ası́ es como las escalas de equivalencias adquieren el carácter
esencial para la construcción de cualquier lı́nea de pobreza.
La forma en que se abordan las diferencias entre los distintos tamaños y composicio-
nes de los hogares desde el enfoque de las lı́neas de pobreza es por medio de escalas de
equivalencias. Éstas representan ı́ndices que miden el costo de vida de familias de dis-
tintos tamaños y composiciones, comparándolos con una unidad de referencia, los cuales
comprenden dos elementos: el primero es la equivalencia de unidad del consumidor que
refleja de manera adecuada las diferentes necesidades de consumo entre cada uno de los
miembros del hogar para satisfacer sus necesidades, y por otro lado, el uso de economı́as
de escalas que se caracterizan en que los costos marginales son decrecientes para alcanzar
un mismo nivel de bienestar ante la suma o agregación de un nuevo integrante al hogar.
Esto se explica, por ejemplo, si una pareja necesita gastar cierta cantidad de sus ingresos
en energı́a eléctrica para satisfacer sus necesidades, con el uso de economı́as de escala se

40
puede determinar que el costo marginal de la energı́a eléctrica en el hogar no aumentarı́a el
doble en el caso que lleguen dos personas más a vivir en el hogar. En este ejemplo se hace
referencia a la energı́a eléctrica como un bien compartido de costo marginal decreciente
(Feres y Mancero, 2001a; Grupo de Rı́o 2007).
Existen numerosos métodos para construir escalas de equivalencia: definir una lı́nea de
pobreza para un hogar de referencia y luego adaptarla a otras estructuras familiares, o se
pueden crear distintas lı́neas de pobreza para cada tipo de familia, según su composición
o número de integrantes. Feres y Mancero (2001a) afirman que el problema de las escalas
de equivalencias se genera al intentar identificar las escalas de estimación del consumo de
los integrantes del hogar, ya que éstas no representan exactamente los costos de vida de
cada uno de ellos. Determinar esto es una tarea compleja y tiene asidero en el carácter
indirecto del ingreso como indicador de bienestar. Al no tener certeza de cuáles son las
demandas especı́ficas de cada miembro de la familia, es imposible determinar la forma
exacta en que se asignan los recursos dentro de ésta. Por ejemplo, en el caso de un hogar
con dos hijos, es difı́cil determinar cuáles son las necesidades de cada uno, y cómo es la
repartición de los recursos entre cada uno de ellos. El problema se sitúa entonces en cómo
determinar, según las caracterı́sticas propias de cada individuo, ya sea por edad, género,
actividad, etc., la relación en la distribución de los recursos intra-hogar.
Por otro lado, al hablar de necesidades, la forma en que empı́ricamente se identifican
queda limitada a las fuentes de información con que se realizan los estudios de consumo.
Por lo tanto, las mismas limitaciones de estos estudios serı́an también fuente de limitación
de las escalas de equivalencias, ası́, el bienestar medido a través del ingreso o consumo,
no representarı́a de forma directa la realidad compleja de las relaciones intra-familiares y
sus asignaciones de recursos.
No obstante estas limitaciones, las escalas de equivalencias que actualmente se usan
para construir un indicador de pobreza buscan su legitimidad en el consenso, a través de
un proceso reflexivo, más allá de las representaciones exactas de las diferencias en el costo
de vida de cada uno de los integrantes de una familia a partir de las distintas composi-
ciones de las mismas.

Como se mencionó anteriormente, bajo el enfoque de lı́neas de pobreza, el ingreso,


consumo o gasto representan las variables tı́picamente utilizadas en la identificación de
la pobreza. Clasificar a una familia u hogar como pobre o no pobre se establece a partir
de la comparación de sus estándares de vida en un perı́odo de tiempo determinado. La
discusión comienza al establecer como criterio de estándar de vida la cantidad de recur-
sos disponibles de cada hogar y ası́ evaluar sus niveles de bienestar. A lo largo de este
capı́tulo se hace referencia al ingreso o consumo como indicadores de bienestar. Sin em-
bargo, es necesario aclarar las diferencias que existen en la utilización de un indicador
respecto al otro, ya que ambas formas de medir bienestar tienen distintas consideraciones
e implicancias teóricas y metodológicas.
En la presente discusión sobre qué indicador de bienestar cumple de mejor forma
con la función de medir la pobreza, es que se han desarrollado una gran cantidad de
argumentos tanto a favor y en contra del ingreso, por una lado, y consumo por otro,

41
como indicadores de bienestar y determinantes fundamentales para la construcción de una
lı́nea de pobreza. Desde un nivel conceptual, el consumo representa el mejor indicador
de bienestar exclusivamente si el nivel de utilidad de una familia depende del nivel de
consumo que estos realicen en el presente. En este caso, el consumo no se limitarı́a al
nivel de ingreso, principalmente porque una familia puede no estar usando todo el dinero
de sus ingresos en consumo efectivo, lo cual llevarı́a a pensar que se encuentra ahorrando,
o por el contrario, su nivel de consumo puede ser mayor que la cantidad de sus ingresos
debido al uso de sus ahorros o un préstamo. En esta relación, el ingreso sobreestima y
subestima el potencial consumo presente como un indicador de bienestar. Al momento de
usar el ingreso como indicador, se amplı́a la utilidad de una familia a su consumo futuro;
lo que tiene la ventaja de incluir el ahorro actual como posibilidad de consumo futuro
(Altimir, 1979).
Quienes afirman que el ingreso funciona mejor como indicador de bienestar, argu-
mentan a favor del potencial consumo de bienes de cualquier tipo en vez de referirse
únicamente al gasto familiar. Esto se entiende desde la lógica que una familia puede tener
un alto potencial de consumo debido a su nivel de ingreso, pero si ésta llegara a tener
bajos niveles de gasto -consumo efectivo o presente- no significa que sea una familia pobre.
Desde un nivel empı́rico, el uso del ingreso o consumo tienen ventajas y desventajas que
deben ser tomadas en cuenta a la hora de decidir con cuál indicador se va a construir una
lı́nea de pobreza. El consumo tiene la ventaja de ser un indicador con poca variabilidad
a través del tiempo y más estable en el corto plazo, principalmente ante fluctuaciones
estacionales o cambios de los ciclos económicos que se presentan regularmente en un
periodo del año. Por lo tanto, funciona mejor para la realización de estudios breves.
Los problemas o desventajas se presentan cuando se realizan gastos en altas cantidades
y con poca frecuencia, lo cual alterarı́a los niveles generales de gasto dando cuenta de
la alta volatilidad de este indicador. Por ejemplo, las pequeñas familias de agricultores
aumentan significativamente el nivel de gasto o consumo en época de siembra, debido a
que en ese momento deben comprar la gran mayorı́a de los insumos que asegurarán su
producción agrı́cola durante todo el año, por lo que, una vez que se realizó esta gran
compra, los niveles de consumo en el futuro vuelven a su media general. Por lo tanto,
si se mide los niveles de pobreza de esta familia en época de siembra según su nivel de
consumo, estas familias podrı́an no estar en condición de pobreza a pesar de que el resto
del año sus niveles de consumo presente sean mucho menores que el nivel de consumo a
partir de cual fueron identificados como familia pobre.
Por otro lado, el ingreso como indicador de bienestar presenta una alta volatilidad en
el corto plazo, y también es afectado más fuertemente por las fluctuaciones estacionarias
que el consumo, sin embargo, estas fluctuaciones al ser sólo momentáneas no alterarı́an
las circunstancias reales del ingreso familiar, por lo cual se presenta como un indicador
de alta funcionalidad en los estudios de largo plazo. En definitiva, la elección del ingreso
o el consumo como un indicador de bienestar dependerá de una serie de aspectos con-
ceptuales y empı́ricos que deben estar acordes con las caracterı́sticas del paı́s donde se
realice el estudio, la disponibilidad de la información y la frecuencia del mismo. Ası́, tanto
el consumo y el ingreso tienen sesgos en su aplicación metodológica, por lo que se hace

42
necesario que quienes se enfrenten a la tarea de medir pobreza estén conscientes de las
implicancias que tiene asumir utilizar un indicador respecto a otro.
En principio, no parece posible dictaminar de modo claro y definitivo la superioridad
de uno de estos indicadores sobre el otro desde un punto de vista teórico, a menos que se
limite considerablemente el significado de “pobreza”. A su vez, en términos empı́ricos el
problema tampoco se dilucida suficientemente, ya que existe una gran cantidad de argu-
mentos a favor y en contra de cada variable (Feres y Mancero, 2001a).

Parte fundamental en la construcción de una lı́nea de pobreza es considerar el nivel


de disponibilidad de la información. Ante esto se destaca el uso de encuestas que miden
ingreso y consumo ya que son éstas las que entregan información más precisa al respecto.
Sin embargo, las encuestas a hogares que miden ingresos tienen alto costo y tampoco
se realizan con mucha frecuencia. Además, no todos los paı́ses cuentan con este tipo de
encuestas lo cual dificulta la posibilidad de hacer comparaciones de los niveles de ingreso
entre encuestas en el mediano y corto plazo. Ante estas dificultades es que las encuestas de
empleo adquieren gran relevancia en los estudios de pobreza, principalmente porque sus
costos son bajos y se realizan con mayor frecuencia. No obstante, trabajan con muestras
pequeñas de población y a partir de pequeños cuestionarios, por lo que a pesar de que
se incluyan variables de ingreso entre sus preguntas, éstas no alcanzan los niveles de
profundidad de información esperados.
Un tercer tipo de encuestas son las multipropósito. Estas abordan distintas temáticas
y en cada paı́s se aplican de manera diferente especialmente para el caso del ingreso, pero
de todas formas, la mayorı́a mide el ingreso en términos monetarios y su periodicidad es
menos frecuente que las encuestas de empleo.
Respecto a las encuestas a hogares que incluyen la variable gasto o consumo, las más
precisas y focalizadas al respecto, al igual que en el caso anterior, se destacan por la baja
frecuencia en su realización y que son muy pocos los paı́ses que efectivamente las realizan.
Una encuesta especializada en estos términos corresponde a la que realiza el Banco
Mundial llamada Encuestas de Hogares para la Medición de Condiciones de Vida o LSMS.
Se caracteriza porque siempre recoge información del nivel de consumo de los hogares,
generalmente comparado con un perı́odo de tiempo de referencia determinado que puede
ser de unas semanas o hasta un mes.
Otra fuente importante de información corresponde al Sistema de Cuentas Nacionales
(SCN), el cual proporciona un sólido marco conceptual para la generación de agregados
económicos y además mantiene un registro de todas las transacciones económicas del
paı́s. El SCN puede, de este modo, utilizarse para verificar la información medida por
las encuestas de hogares (Grupo del Rio, 2007). La necesidad de verificar las encuestas
generales de ingreso y gasto surge desde el hecho que los resultados que arrojan las en-
cuestas difieren, y por lo general, subestiman los resultados del SCN. Entre las razones de
estas diferencias se encuentran la generalizada resistencia de los encuestados a responder
a preguntas sobre su nivel de ingreso, lo cual se manifiesta en altos niveles de no respuesta
y subdeclaración. Ante esto es que surge la posibilidad de comprar los resultados de las
encuestas con los valores del SCN con el fin de mejorar la comparabilidad de los datos

43
ante un cambio de la metodologı́a de medición en cada encuesta.

Finalmente, la diferencia entre cada lı́nea de pobreza se encuentra fundamentalmente


en la forma de determinar el umbral mı́nimo: la lı́nea de pobreza absoluta se establece
cuando los ingresos totales son insuficientes para obtener lo mı́nimo necesario para asegu-
rar la subsistencia, mientras que, la lı́nea de pobreza relativa, se establece a partir de un
nivel de ingreso mı́nimo, respecto al nivel general de riquezas de la sociedad como reflejo
del estándar de vida (Olavarrı́a, 2001, Grupo de Rio, 2007). A continuación se describe la
determinación de las principales lı́neas consideradas bajo este enfoque: la lı́nea de pobreza
absoluta en base a la determinación de una canasta básica, el dólar diario por persona y
la lı́nea de pobreza relativa.

Lı́nea de pobreza Absoluta Una vez que se define si el indicador de bienestar corres-
ponde al ingreso o consumo y se cuenta con buenas fuentes de información respecto a estos
indicadores, se da el paso a la identificación del umbral: “la lı́nea de pobreza extrema se
define como el valor de una canasta de consumo que permite a una familia tı́pica cubrir
sus necesidades mı́nimas de alimentación tal y como las define la Organización Mundial
de la Salud, es decir, a partir del valor de una canasta de consumo que proporcione alre-
dedor de 2.250 calorı́as diarias por adulto. A la lı́nea de pobreza moderada se le agrega,
además del consumo en alimentos, el valor estimado de todos aquellos bienes básicos no
alimenticios” (Alarcón, 2001).
La adecuada nutrición es una de las más básicas necesidades humanas y uno de los
elementos fundamentales para la construcción de la lı́nea de pobreza absoluta. La de-
terminación del valor de la canasta básica de alimentos (CBA), representativo del costo
de satisfacer las necesidades básicas de alimentación en un momento y lugar determina-
do, es un proceso de varias etapas que demanda gran cantidad de información (Feres,
1997). Para su construcción es necesario, en primer lugar, determinar los requerimientos
de energı́a, seleccionar el grupo de referencia y por último definir los contenidos y costos
de la canasta de alimentos (Rojas, 2007). Frente a la construcción de la lı́nea de pobreza
moderada, no existe una única manera de determinar los bienes no alimentarios que serán
considerados dentro de esta canasta básica. La manera habitual de determinar el costo
de estas necesidades es del tipo normativo, “Se basa en la relación observada entre los
gastos en alimentación y los gastos totales de consumo (Coeficiente de Engel) en distintos
estratos de hogares, especialmente en aquellos que pertenecen al denominado grupo de
referencia (hogares cuyo gasto en alimentos es ligeramente superior al presupuesto básico
establecido)” (Feres, 1997).

Dólar por Persona El dólar por persona es una medida de lı́nea de pobreza absoluta
diseñada por el Banco Mundial para hacer comparaciones internacionales. En esta medida
se fija un umbral mı́nimo de ingreso bajo el cual las personas serán consideradas pobres,
el cual corresponde a US$1 al dı́a por persona. Este valor se fijó a partir del ı́ndice de
precios de los Estados Unidos de 1985 y se actualizó en 1993. Como referencia al uso de
esta medida de pobreza es que el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, relacionado

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con la erradicación de la extrema pobreza, se formuló como “reducir a la mitad, entre
1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores un dólar por dı́a”
(Grupo de Rio, 2007).
De acuerdo a las posibilidades de obtener información de ingreso en distintos paı́ses del
mundo, se utiliza el valor referente al dólar para asegurar la comparabilidad internacional.
No obstante, los principios corresponden a US$1 dólar por dı́a en los paı́ses más pobres,
principalmente en África y en el Sudeste Asiático, un umbral de US$ 2 dólares por dı́a se
utilizan para el caso de los paı́ses de América Latina mientras que se estable una lı́nea de
corte cercana al US$ 4 dólares por dı́a para Europa del Este y Asia Central (World Bank,
1996 citado en Olavarrı́a, 2001).
Es importante recalcar que este método de medición de pobreza es estrictamente
absoluto, ya que una vez actualizado en 1993 se determinó un sólo valor con el cual se
han realizado las mediciones internacionales de pobreza hasta la fecha. A diferencia de la
Canasta Básica Alimentaria que se ajusta al IPC, como ocurre en el caso de Chile, este
valor no involucra las distintas variaciones que pueda tener el ı́ndice de precios de un paı́s
de acuerdo al nivel de desarrollo de la sociedad que se esté midiendo. Por lo que este valor
único se mantiene a lo largo del tiempo como una lı́nea de corte absoluta con la cual se
realizan las mediciones de pobreza y posteriores comparaciones a nivel mundial.
A pesar de todo lo anterior, el uso de esta medida de pobreza ha sido fuertemente
sometido a crı́tica pues no permite diferenciar los diferentes niveles de costos de vida en
los paı́ses y por ser un subjetivo, a partir del cual la medición de pobreza se vuelve un
cálculo aritmético (Kanbur y Squire, 1999; Chossudovsky, 1998).

Lı́nea de pobreza Relativa Dentro de la Unión Europea, el tema de la pobreza y la


exclusión social han sido cada vez más recurrentes en la creciente atención polı́tica de
los últimos años. En 1984, el Consejo Europeo adoptó una definición oficial de pobreza:
“se considera pobres aquellas personas, familias y grupos de personas cuyos recursos
(materiales, culturales y sociales) son tan limitados que los excluyen de la forma de vida
mı́nima aceptable en el Estado miembro al que pertenecen” (Grupo de Rio, 2007).
Dado lo anterior, el sustento para el enfoque relativo radica en que las personas ten-
derı́an a percibir su propio bienestar en función del bienestar de los demás. Ası́ entonces,
a medida que aumenta la riqueza de una sociedad, los estándares sociales son más altos,
las restricciones legales más exigentes y para cumplir con ellos se requiere de recursos
cada vez mayores. Según este criterio, la pobreza de una persona dependerı́a del nivel de
vida de su grupo social de referencia (Estado miembro al que pertenecen), y no disponer
de los recursos suficientes para integrarse adecuadamente a estos estándares implica una
condición de privación relativa.
Para la construcción de la lı́nea de pobreza relativa adoptada por los paı́ses miembros
de la Unión Europea, se utiliza una medida básica de referencia o indicador dinámico para
establecer el umbral estándar a partir del cual identificar a estos individuos, familias o
grupos de personas como pobres o no. Dentro de los indicadores dinámicos observados, se
opta por usar el cálculo del 60 % de la mediana nacional de ingresos.

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Finalmente en cuanto a la etapa de agregación, si bien en la literatura académica se
encuentran las diversas aplicaciones de las medidas FGT, las medidas oficiales de los paı́ses
y organizaciones basadas en este enfoque se quedan con FGT-0 ó ı́ndice de incidencia, es
decir, con el porcentaje de la población identificada como pobre.

Enfoque de Necesidades Básicas Insatisfechas

Dentro de los posibles indicadores del bienestar, el enfoque de las Necesidades Básicas
Insatisfechas (NBI) responde a la premisa básica de identificar a los hogares como pobres
en función de un conjunto de necesidades que se consideran socialmente como fundamen-
tales, tales como alimentación, vivienda, salud, educación, entre otras. Respecto a éstas
es posible clasificar a los hogares como pobres si éstos no logran satisfacer los umbrales
mı́nimos determinados para cada necesidad. De este modo, con este enfoque se puede
lograr una constatación empı́rica de los elementos que definen una situación de pobreza,
toda vez que incluye otros posibles indicadores, además del ingreso o el gasto, que detallan
información sobre otro tipo de carencias o privaciones de la población (Feres y Mancero,
2001b).

La elección de las necesidades básicas a ser tomadas en consideración es una tarea


que discurre por caminos no menos sinuosos; por un lado, en virtud de las preferencias
normativas de quienes deciden cuáles necesidades se plantean como básicas en un contexto
social dado, y que por tanto, resultan imprescindibles de satisfacer desde una perspectiva
del bienestar social. A ello se le debe añadir, por otro lado, la disponibilidad empı́rica
de los datos para seleccionar los indicadores adecuados que reflejen las necesidades fun-
damentales de la población, teniendo presente que un acuerdo sobre esta materia sólo es
posible constatando una lı́nea de base sobre la información efectivamente disponible. Con
este argumento, en la literatura (Feres y Mancero, 2001; Grupo de Rı́o, 2007) existe un
consenso generalizado respecto a que la construcción del enfoque de NBI versa sobre la
disponibilidad empı́rica de los datos. En esta dirección, en América Latina la fuente de
información utilizada son los censos de población y vivienda, respondiendo justamente al
requerimiento de caracterización de la pobreza como un fenómeno multifacético, en que
las necesidades básicas emergen como la constatación de las situaciones de privación que
no permiten una participación plena en la sociedad (Olavarrı́a, 2001). Con la utilización de
fuentes de información como los censos y las encuestas a hogares, ciertamente el conjunto
de dimensiones e indicadores que pueden ser seleccionados como representativos de situa-
ciones de pobreza se reducen considerablemente a los contextos particulares en que los
datos son recogidos, pero por otro lado permiten un importante grado de desagregación
geográfica.
Siguiendo con el argumento anterior, la elección o identificación de las necesidades
básicas se articula desde el punto de vista de los criterios dispuestos en la valoración
de las necesidades, es decir, la distinción entre aquellas necesidades que son inherentes
al género humano y las que son construidas socialmente (o bien, entre necesidades ab-
solutas y relativas). Más allá de los desacuerdos que unas u otras pueden generar, la

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selección de las necesidades básicas se plantea sobre la base de despertar no un acuer-
do cerrado en torno a ellas, sino más bien, determinar un núcleo de necesidades en que
haya escaso desacuerdo (Grupo de Rı́o, 2007). En esta lı́nea, los estudios desarrollados
en América Latina tanto por la CEPAL y el PNUD (1989) convienen en que Vivienda,
Salud, Educación e Ingresos son las dimensiones que configuran el espectro de necesida-
des a ser consideradas como básicas. Esto en razón de ser, como ya lo hemos planteado,
de la información disponible en censos y encuestas de vivienda para cada paı́s de la región.

Una vez tenido el conjunto de necesidades básicas sobre las cuales exista acuerdo,
la elección de los indicadores o variables que comprenderán y representarán dichas ne-
cesidades es parte fundamental del proceso de selección y configuración del enfoque de
NBI; esto, precisamente, dependerá de las caracterı́sticas especı́ficas de las encuestas y los
censos de cada paı́s, en virtud de las variables y los indicadores a ser tomados en conside-
ración. Respecto a las que hemos tomado como referencia para el caso de América Latina
(CEPAL/PNUD, 1989), existen sobre éstas una formulación que se expresa en términos
de carencias o privaciones; vale decir, para Vivienda, Salud, Educación e Ingresos, se
presentan las siguientes definiciones que ilustran tales necesidades: a) hacinamiento, b)
vivienda inadecuada, c) abastecimiento inadecuado de agua, d) carencia o inconveniencia
de servicios sanitarios para el desecho de excretas, e) inasistencia a escuelas primarias de
los menores en edad escolar y f) un indicador indirecto de capacidad económica (Feres y
Mancero, 2001b).
El detalle de cada una de estas definiciones que ilustran las necesidades básicas aquı́ plan-
teadas, configura, en primer lugar la preeminencia del correlato material presente en el
enfoque de NBI. Cuatro de los seis indicadores mencionados consideran las condiciones
estructurales de habitabilidad de la vivienda, o bien, la materialidad de las instalaciones
de ésta. En este sentido, se manifiesta un sesgo claro en las orientaciones de los indica-
dores según las necesidades básicas consignadas que, en el contexto de América Latina,
tienden a manifestar que la búsqueda y el desarrollo del bienestar social van de la mano
con las condiciones materiales de existencia de la población. Variables como la calidad de
la vivienda, disponibilidad de agua potable y presencia de servicios sanitarios, vinculan
directamente -en forma de necesidad- lo primordial que resulta contar con este tipo de
elementos para la satisfacción de dichas necesidades.
Asimismo, la pertinencia de considerar variables que caracterizan a los hogares en
términos de sus condiciones materiales responde también a la coherencia y asociación
que deben tener tales variables con situaciones de pobreza representativas en un contexto
general de privación; “ un análisis previo realizado a partir de encuestas de hogares permite
encontrar las caracterı́sticas que se relacionan frecuentemente con la pobreza en términos
de ingreso, utilizada como aproximación a la probabilidad de existencia de otros tipos de
privación” (Feres y Mancero, 2001b). Tanto el acceso a la vivienda, la disponibilidad de
agua y el acceso a servicios sanitarios se ligan directamente a la capacidad económica de
los hogares de proveerse de los recursos básicos para la satisfacción de sus necesidades, y
donde, por otro lado, el acceso a la educación se perfila como un requerimiento mı́nimo
para que los individuos se integren a la vida laboral y social de modo efectivo. De este

47
modo, la configuración de las situaciones de carencia como reflejo de la condición de
pobreza, desde el presente enfoque (NBI), da cuenta de una perspectiva que se funda
sobre necesidades estrechamente vinculadas entre sı́, con un perfil marcado por el ámbito
objetivo del bienestar derivado de las constataciones materiales de la vida social.
Ahora bien, queda aún pendiente la descripción de cada una de las necesidades básicas
consignadas anteriormente. Tal como ya se ha señalado, la determinación de las necesida-
des en una sociedad dada depende del entorno cultural y económico del paı́s o la región
donde se esté intentando medir pobreza (Feres y Mancero, 2001), ası́ como del poder de las
elecciones normativas contenidas en el espacio decisional de construcción y configuración
de una mirada sobre la pobreza desde este enfoque (NBI). Para el caso de las necesidades
básicas, y especı́ficamente respecto a las dimensiones que comprenden éstas, se estructura
una comprensión sobre la pobreza que tiene a los hogares como la unidad funcional car-
dinal. Es entorno de ella que las condiciones de la vivienda, las condiciones sanitarias, la
educación y la capacidad económica toman consistencia como dimensiones sustantivas de
ser relevadas como caracterı́sticas básicas -en presencia de ellas- del bienestar social.
En relación a las condiciones de la vivienda, podemos decir sobre ésta que conceptua-
liza el núcleo fundamental de las condiciones materiales de la vida y el bienestar social.
En términos generales, la vivienda representa aquella unidad habitacional que ofrece a las
personas resguardo y protección contra el entorno inmediato, es decir, frente a factores
ambientales tanto del contexto natural como del social. En este sentido, ya sea por el tipo
de vivienda o por lo materiales de construcción de ésta, la evaluación de la capacidad de
la vivienda de aislar a los individuos del contexto natural inmediato se sostiene sobre la
premisa de no generar sentimientos de privación o desprotección en ese medio natural en
cuestión; los materiales de construcción utilizados en piso, techo y paredes denotan pre-
cisamente la capacidad de aislamiento material respecto del entorno natural, y por ende,
el sentimiento de protección sobre diversos factores ambientales que poseen los individuos
en virtud de la calidad de sus viviendas. Por otra parte, la capacidad de aislamiento sobre
el contexto o el medio social, se determina por las condiciones de hacinamiento que la
vivienda presenta; vale decir, por el número de habitaciones disponibles según la cantidad
de personas que habitan el inmueble (Feres y Mancero, 2001). El detalle de los cuartos
que se considerarán como habitables en una vivienda dependerá de las precisiones de las
fuentes de información (censos). No obstante, aspectos como los de privacidad y los de
higiene, se desprenden en esta dimensión como problemáticas que se derivan justamente
producto de altas densidades de ocupación habitacional en la forma de hacinamiento.
De la mano con el apartado anterior, las condiciones sanitarias representan la posi-
bilidad de disponer de agua potable de manera permanente en una red de suministro
fijo perteneciente a la vivienda para satisfacer necesidades de alimentación y de higiene
(Feres y Mancero, 2001b). En este sentido, el acceso a servicios sanitarios para el desecho
de excretas depende estrechamente de la comentada disponibilidad de agua, en este caso
particular, para las necesidades de higiene en tres ámbitos: i) la presencia de servicios
sanitarios, ii) el uso y disponibilidad en condiciones de privacidad de dicho servicio y iii)
que se satisfagan condiciones de salubridad mı́nimas (que eviten la contaminación de per-
sonas producto de los desechos). Estas variables, por otra parte, dicen mucho respecto de

48
las condiciones de salud de los integrantes de una vivienda, puesto que la disponibilidad
de agua y el acceso a servicios sanitarios permiten brindar un piso mı́nimo de elementos
para el cuidado de sı́ (de los individuos) frente al entorno en que se encuentra la vivienda
y a la intimidad propia del hogar.
Por otro lado, desde la mirada de la educación, la satisfacción de los requerimientos
mı́nimos para que las personas puedan incorporarse apropiadamente a la vida productiva
y a la interacción social es fundamental para la integración en sociedad, en términos de
que la educación constituye una oportunidad para escapar y salir de la pobreza. Cuestión
que viene afirmada en función del cumplimiento de prescripciones jurı́dicas de obligato-
riedad escolar en niños y jóvenes (que varı́an según el paı́s). De este modo, si bien es
importante la asistencia a un establecimiento educacional (sobre todo entre quienes están
obligados a hacerlo), no siempre es ésta la información más relevante para connotar a
la educación como un medio de integración y factor social determinante para salir de la
pobreza; conocer la calidad de la educación, el grado de retraso escolar, la movilidad en la
trayectoria escolar, entre otras cosas, son todos datos que ciertamente ayudarı́an a darle
más consistencia y densidad a esta dimensión. Sin embargo, es común que las fuentes de
información contengan sólo datos relativos a la asistencia de los menores en edad escolar
en un establecimiento educativo (Feres y Mancero, 2001).
Por último, respecto a la capacidad económica se señala con una aproximación a los
ingresos de los hogares que sirven potencialmente para cubrir otro tipo de necesidades
-tan básicas como las que hemos venido trabajando- como el vestuario, la alimentación
o el transporte. Es por ello que este indicador no mide una necesidad en sı́ misma, sino
que intenta reflejar la probabilidad que tiene el hogar de obtener recursos suficientes y su
capacidad de consumo (Feres y Mancero, 2001b). Son cuatro los aspectos que este indica-
dor toma en consideración: el nivel educacional del jefe de hogar, el número de personas
que habitan en el hogar, ası́ como los integrantes que dependen económicamente de los
recursos producidos por el jefe de hogar y la actividad que éste desempeña. Tal y como
se planteaba en la necesidad básica correspondiente a educación, ahora en relación a la
capacidad económica, ésta es determinante para la incorporación al mercado laboral y a la
esfera productiva en general; mientras menos años de educación haya aprobado el jefe de
hogar, menores son los ingresos que éste posiblemente obtendrá (Feres y Mancero, 2001).
Por otro lado, la capacidad económica de los hogares está en función también del número
de personas que viven bajo el alero de lo percibido como ingreso por el jefe de hogar o por
otro integrante del clan; la relación entre el número de personas que no reciben ingresos
y el número de ingresos disponibles se articula como la variable por excelencia para esta-
blecer la dependencia económica de los miembros del hogar. De este modo, al combinar
los años de educación del jefe de hogar con la relación entre perceptores y no perceptores
de ingreso se obtiene un indicador que aproxima la probabilidad del hogar para conseguir
ingresos suficientes para satisfacer necesidades básicas complementarias (Feres y Mancero,
2001). No obstante, el detalle de las variables esbozadas no necesariamente permite cuan-
tificar efectivamente los ingresos del hogar en términos potenciales, puesto que supone que
el jefe del hogar está invariablemente ocupado laboralmente, lo cual no siempre ocurre;
además, el indicador de la capacidad económica considera el nivel educativo sólo del jefe

49
del hogar y no de los demás miembros que pudiesen percibir ingresos (Feres y Mancero,
2001).

Vistas cada una de las necesidades básicas y las dimensiones y variables asociadas
en la definición de cada una, es menester referirse a los criterios o puntos crı́ticos que
determinan la satisfacción o la privación para cada necesidad. En este sentido, puesto que
se trabaja sobre la premisa del bienestar social, se deben establecer umbrales que toda la
población esté en condiciones de satisfacer al menos en términos mı́nimos. No obstante,
la determinación de los puntos de corte entre la satisfacción y la privación no es cues-
tión fácil al pretender reducir complejidad de un contexto sociocultural y material con
caracterı́sticas muy heterogéneas; por ejemplo, en función del medio ambiente climático la
consideración de los materiales adecuados para zonas lluviosas pueden no serlo para zonas
donde la lluvia escasea y predomina el sol, o la determinación de las condiciones económi-
cas del ingreso de los hogares no reviste una adecuada identificación en aquellas regiones
en que predomina formas autárquicas de abastecimiento versus otras donde prevalece el
intercambio y el comercio. A pesar de esta diversidad de caracterı́sticas, la definición del
nivel crı́tico para cada necesidad básica debe corresponder a la mı́nima satisfacción posible
de necesidades que sea compatible con una participación adecuada en la sociedad (Feres
y Mancero, 2001b), de modo que tal y como plantean autores como Kaztman (1996) sea
posible cubrir un criterio de universalidad para los indicadores de las necesidades básicas.
Ası́, tratando de compensar la condición de caracterı́sticas diversas -en términos ma-
teriales y socioculturales- y la necesidad de sostener un criterio de universalidad, desde el
enfoque NBI en América Latina se ha optado en general por introducir una sola distinción
en los niveles crı́ticos de satisfacción, en virtud al tipo de entorno, ya sea áreas urbano
o rural (Feres y Mancero, 2001). De este modo se toman en cuenta que los elementos
de satisfacción de las necesidades asociados a cada variable son distintos en un entorno
que en otro. Por el contrario, cuando no se introducen distinciones en los criterios de los
puntos crı́ticos, se adopta un enfoque que define niveles de satisfacción mucho más bajos,
tratando con ello de incorporar la heterogeneidad del contexto material y sociocultural
de las opciones disponibles. Sin embargo, se debe tener en consideración que se presentan
necesidades básicas que corresponde que sean indispensables para todos los individuos,
en función de su desempeño adecuado en sociedad (Feres y Mancero, 2001). Es el caso de
la educación y la obligatoriedad que tienen los niños y jóvenes de al menos completar lo
que por derecho es estatuido por ley, a pesar que en determinadas zonas sea más difı́cil
cumplir con dicha exigencia.

Hemos visto que las necesidades básicas consignadas en América Latina, a través de
los estudios desarrollados por la CEPAL y el PNUD (1989), son válidas a través de los
indicadores elegidos de las encuestas de hogares y los censos. No obstante, estos indica-
dores a la vez deben ser representativos respecto a dimensiones sobre las cuales se posee
poca información como, por ejemplo, salud, alimentación o transporte. Si bien ya hemos
señalado que el indicador de ingresos (o gastos) de los hogares puede ser representativo de
estas necesidades que no se consideran por sı́ mismas, bajo el enfoque de NBI la represen-

50
tatividad de los indicadores seleccionados se alcanza justamente cuando las carencias que
éstos revelan presentan una alta correlación estadı́stica con un nivel insuficiente de ingre-
sos de los hogares (Feres y Mancero, 2001). Por otro lado, se debe tomar en cuenta que
los indicadores seleccionados de las fuentes de información son representativos de manera
sincrónica, y que por tanto, dicha representatividad puede variar a lo largo del tiempo: “en
su versión más simple, el método NBI utiliza únicamente información “ex-post”, puesto
que no considera la capacidad del hogar para satisfacer las necesidades a futuro” (Feres
y Mancero, 2001b). De este modo, la actualización de los indicadores depende en gran
medida del reajuste de las encuestas de hogares y censos nacionales, pero también del
propio replanteamiento de los indicadores; la evidencia anacrónica de décadas preceden-
tes puede ciertamente distorsionar la imagen que de la pobreza se tenga, los indicadores
que anteriormente caracterizaban adecuadamente un estado general de privación podrı́an
ya no hacerlo más (Feres y Mancero, 2001).

El enfoque de NBI permite, tal como hemos señalado, caracterizar a los hogares en
virtud de un número de necesidades en las que se identifica satisfacción o carencia de
éstas. En este sentido, la utilización de fuentes de información censales permite caracte-
rizar en detalle las necesidades básicas que no están siendo satisfechas, ello con un alto
nivel de desagregación geográfica u en función de otro tipo de clasificación. Sin embargo,
para la medición de la pobreza no basta la identificación de las carencias por separado
en cada necesidad básica, sino que es preciso agregar la información de los indicadores
correspondientes a cada dimensión, permitiendo clasificar a los hogares como “pobres y
no pobres”. Comúnmente, la agregación de indicadores de necesidades básicas se reali-
za a través del “Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas” (INBI), que diferencia de
modo dicotómico entre los hogares con al menos una necesidad insatisfecha y los que no
presentan privaciones o carencias crı́ticas (Feres y Mancero, 2001).
No obstante, es discutida la ventaja de agregar los indicadores en el método (NBI)
para medir la pobreza, toda vez que (a) el ı́ndice de recuento (INBI) sólo permite dis-
tinguir a los hogares con caracterı́sticas de privación de aquellos que no las presentan en
términos dicotómicos (de 0 y 1 como presencia o ausencia de carencias crı́ticas, respec-
tivamente, en que no es posible conocer nada sobre la intensidad y magnitud de dichas
carencias), (b) ello sobre la base de un número X de necesidades insatisfechas que debe
presentar un hogar para ser considerado como pobre, cuestión que se instituye de mane-
ra arbitraria y que afecta la sensibilidad del nivel de pobreza resultante del INBI . Del
mismo modo, (c) la definición de las ponderaciones que reciben las distintas necesidades
básicas en el ı́ndice de recuento es igualmente arbitraria, pues dichas necesidades no son
directamente comparables entre sı́ (Feres y Mancero, 2001). Y por último, (d) el número
de personas pobres resultantes del INBI siempre aumenta en la medida que se sumen
nuevos indicadores en la agregación y en el recuento para medir la pobreza a través del
enfoque de NBI. Ası́, desde el punto de vista de las crı́ticas a la etapa de agregación del
enfoque y su pertinencia para medir la pobreza cabe preguntarse si dicha etapa y posi-
bilidad del método es realmente útil, versus las ventajas y las precisiones que con este
enfoque son posibles lograr; la identificación en detalle de condiciones y caracterı́sticas de

51
distintas necesidades básicas en las cuales se ve reflejada la población, es precisamente la
mayor de ellas. Virtud que se pierde, como hemos visto, en la operacionalización del INBI.

A modo de sı́ntesis, respecto al enfoque de necesidades básicas insatisfechas (NBI),


es conveniente precisar aquellos elementos que desde esta mirada son relevantes para dar
cuenta de la pobreza. En primer lugar, la formulación eminentemente normativa de las
necesidades básicas plantea un esfuerzo concreto por relevar aquellas dimensiones sociales
y materiales constitutivas del bienestar humano; cuestión que se constituye contingente-
mente en la medida que se plantean nuevos desafı́os al progreso y el desarrollo en sociedad.
En este sentido, el enfoque de NBI es una excelente herramienta para dar cuenta de las
caracterı́sticas de la población en relación a las necesidades que no han sido satisfechas,
sobre la base de información de gran amplitud y susceptible de ser desagregada en función
de variables censales. La capacidad de reflejar las condiciones de existencia de la pobla-
ción a través de dichas variables, es de gran ayuda para la elaboración de polı́ticas sociales
dispuestas para la superación de la pobreza en aquellas necesidades más apremiantes. Por
otro lado, la posibilidad de actualización de los indicadores que dan consistencia a las
necesidades básicas (en las encuestas a hogares o censos) permite seguir diacrónicamente
la evolución de algunas necesidades básicas en virtud de su satisfacción o de su privación
en el tiempo. Asimismo, es posibilidad también incluir otro tipo de indicadores o incluso
otras necesidades básicas que se correspondan con los niveles de bienestar, socialmente
generados en el futuro.
Sin embargo, el aporte y la ventaja del método de NBI constituyen en el plano de la
medición de la pobreza su principal limitación. El ı́ndice de NBI simplifica en extremo
una visión de la pobreza que se expresa en blanco y negro, y que no permite matices,
es decir, no se da cuenta de la intensidad y la magnitud de la pobreza en términos de
una clasificación que permita esclarecer distintos niveles de satisfacción de las necesidades
en la población. Por otro lado, la decisión respecto al número de necesidades básicas
insatisfechas a ser consideradas para designar situaciones de pobreza -con el ı́ndice de
recuento- deja al criterio de elección sin un punto de referencia claro en el cual sea posible
apoyarse. Y por último, ante la posibilidad de ponderar las necesidades y los indicadores
que constituyen dichas necesidades, no existe acuerdo evidente, toda vez que, en la medida
que aumente el número de indicadores utilizados en la medición (y con ello, aumente la
variabilidad de ponderarlos en virtud de un único ı́ndice), aumenta el número de hogares
que se identifican como pobres. Situación que afecta la viabilidad del ı́ndice, distorsionando
la realidad empı́rica a la cual hace referencia.
De este modo, se justifica ampliamente la utilización del enfoque de NBI como herra-
mienta para caracterizar a la población en virtud de sus necesidades básicas insatisfechas,
pero no ası́ como una medición de la pobreza a través de la utilización de un único ı́ndice
(como el INBI).

Por último cabe señalar que la aplicación de este método en Chile tiene variantes a su
aplicación en el resto de Latinoamérica. En su definición se consideraron 4 indicadores:
tipo de vivienda, equipamiento, hacinamiento y sistema de eliminación de excretas. Estos

52
dos últimos indicadores se utilizaron para construir un ı́ndice de pobreza de 4 categorı́as,
el cual junto al tipo de vivienda, conforma matriz de categorización. En esta matriz se
estudio el nivel de equipamiento de las distintas categorı́as, y a partir de este estudio
se decidió indentificar como pobres a los hogares que cumplan algunas de las siguientes
caracterı́sticas:
Presentar hacinamiento, es decir, 4 o más individuos en el hogar por habitación de
la vivienda (excluyendo cocina(s) y baño(s))

Viviendas tipo conventillo, otra vivienda particular, mejora, emergencia, callampa,


rancho, ruca, choza o móvil con un mal sistema de eliminación de excretas, esto es,
sin descarga de agua (es decir que no sea alcantarilla o fosa séptica).

Viviendas tipos casa o departamento ubicadas en zonas urbanas con un mal sistema
de eliminación de excretas y que además no tienen equipamiento (auto, camión,
motocicleta, bicicleta, radio, televisión, refrigerador, máquina de coser)

Viviendas tipo callampa, rancho, ruca o choza, o vivienda móvil


A partir de estas definiciones, dado el nivel de desagregación geográfico de las fuentes de
información, se construyeron mapas de pobreza.

Índice de privación

Este enfoque se basa en el uso de indicadores de privación desde una lógica de priva-
ción relativa. Townsend al definir pobreza, escribió: “se puede decir que los individuos,
las familias y los grupos en la población están en pobreza cuando carecen de los recursos
para obtener el tipo de dietas, participar en las actividades y tener las condiciones de
vida y las comodidades que se acostumbra, o que por lo menos se motivan y se aprueban
ampliamente, en las sociedades en las cuales pertenecen” (Townsend, 1979). Sin embargo,
el mismo autor luego establece diferencias entre condiciones de pobreza y condiciones de
privación. En el primer caso, se postula la misma lógica de identificación que opera en la
construcción de una lı́nea de pobreza relativa, atribuyendo el carácter de pobre a quienes
no cuentan con un nivel de recursos suficiente para poder integrarse a los estándares de
calidad de vida de la sociedad donde pertenecen, mientras que, al hablar de privación, se
basa en un enfoque en términos de las condiciones de vida y que no es la falta de determi-
nado bien elemental lo que permite identificar la categorı́a de “pobre”, sino un cúmulo de
desventajas. Ası́ Townsend elaboró el concepto de privación afirmando que las personas
pueden estar en condición de privación ante la posibilidad de la falta de bienestar material:
dieta, vestimenta, facilidades en el hogar, condiciones medioambientales, educacionales,
laborales y sociales, que se traduce en una desventaja o privación de los principios que
aseguren una correcta participación en la vida social. Entonces, al hablar de pobreza, se
estable que una persona se encuentra en condición de pobre cuando, de acuerdo a sus
propios recursos, no tiene posibilidad de escapar de su condición de privación o, dicho de
otro modo, “este enfoque identifica como pobres a las personas u hogares que no cumplen

53
con los estándares establecidos para un conjunto de indicadores de privación relacionados
con la satisfacción de las necesidades básicas. Una de sus principales diferencias con el
enfoque de lı́neas de pobreza es que mide la satisfacción efectiva de necesidades más que
la disponibilidad de recursos para satisfacerlas” (Grupo de Rı́o, 2007).
Este enfoque permite medir de forma separada distintas dimensiones de privación,
cada una de las cuales representa la naturaleza de una necesidad social que se vuelve
medible a través de indicadores especı́ficos. Por lo tanto, ante la presencia de múltiples
dimensiones de privación, este enfoque se compone de una serie de medidas unidimen-
sionales que una vez que se combinan, bajo ciertos criterios estadı́sticos, componen una
medida de privación múltiple.

Establecer criterios estandarizados para la selección de dimensiones, indicadores y um-


brales no es una tarea fácil y generalmente se resuelve a través de un enfoque consensual.
La mayor dificultad se encuentra al momento de establecer los umbrales de cada dimen-
sión, principalmente porque no existe un marco conceptual suficiente para establecer los
puntos de corte que determinen una condición de privación en cada dimensión. Como el
enfoque busca identificar las necesidades básicas a partir de las cuales asegurar una correc-
ta integración de las personas y familias a la sociedad donde viven, existe mayor consenso
sobre a qué tipo de necesidades seleccionar independientemente al enfoque teórico que su
utilice para la construcción del indicador: nutrición, salud, ingreso, vivienda, educación,
esparcimiento, entre otros.
En el contexto europeo y originalmente en Gran Bretaña, para responder a las difi-
cultades en la selección de dimensiones, indicadores y umbrales, este enfoque comprende
el uso de encuestas de opinión a la población y ası́ establecer cuáles son las necesidades
socialmente percibidas y asegurar aceptación pública. No obstante, para el caso de los
indicadores, no basta con que las opiniones demuestren fuertemente una tendencia a es-
tablecer un nivel de corte especifico, sino que estos además deben cumplir con una serie
de condiciones para ser parte del ı́ndice de privación:

Los indicadores deben ser adecuados al tipo de necesidad que se identifique como
relevante para ser medida.

Deben responder a las caracterı́sticas principales de medición de la privación y no


sólo a condiciones experimentadas por un número reducido de personas o áreas.

Los datos de estos indicadores deben ser capaces de ser actualizados en forma pe-
riódica.

Deben ser estadı́sticamente robustos.

Los indicadores deben estar disponibles y aplicables para todo el territorio a estudiar,
lo cual significa que se deben encontrar en todas las áreas consideradas y de forma
coherente.

54
Entre las fuentes de información que se utilizan en este enfoque se encuentra prin-
cipalmente el CENSO ya que entrega altos niveles de información a nivel desagregado
que permite identificar con gran precisión las caracterı́sticas especı́ficas de la población
que habita en cada zona y ası́ asegurar que cada una de las dimensiones seleccionadas
y sus indicadores se encuentren presentes en todas las zonas del paı́s donde se realiza la
medición, en busca de la comparabilidad territorial o. No obstante, uno de los principales
problemas de esta fuente de información es su baja periodicidad, ya que realizar un CEN-
SO tiene costos muy elevados y sólo se realiza cada diez años. Por lo tanto, se minimizan
las posibilidades de hacer análisis entre perı́odos censales, a no ser que cuente con fuen-
tes de información alternativas que puedan dar respuesta a estos indicadores de privación.

Una importante investigación realizada en Inglaterra llamada The English indices of


deprivation 2007 busca identificar las zonas con mayores ı́ndices de privación en el paı́s.
En este caso se seleccionaron siete dimensiones y una serie de indicadores que componen el
ı́ndice de privación múltiple (IMD 2007) que, tal como se anuncio anteriormente, emerge
de la combinación de una serie de indicadores unidimensionales de privación. En este
estudio las dimensiones de privación seleccionadas son las siguientes:
Privación de ingresos: el objetivo de esta dimensión es captar la proporción de la
población que padece de una privación de ingresos en un área. Ha sido un objetivo
proyectado a un largo plazo que apunta a transformar los indicadores de ingreso
que se basan en el recibo de beneficios en indicadores similares a los utilizados
en la medida nacional de pobreza según ingreso: proporción de la población que
tiene estándares de vida que están por debajo del 60 % de la mediana del ingreso
equivalente.

Privación de empleo: exclusión involuntaria de la población en edad laboral del


mundo del trabajo.

Privación de la Salud y la discapacidad: esta dimensión identifica áreas con tasas


relativamente altas de personas que mueren prematuramente o que cuya calidad de
vida se ve afectada por alguna enfermedad o discapacidad. Aquı́ se consideran las
medidas de morbilidad, discapacidad y mortalidad prematura, pero no contempla
aspectos de conducta o medio ambiente que puedan influir en futuras privaciones
de la salud.

Educación, habilidades y la privación de formación: la privación en educación, ca-


pacitación y formación es medida a partir de criterios que apuntan a los niveles de
educación, habilidades y formación de los niños, jóvenes y el resto de la población
en edad de trabajar.

Obstáculos para la vivienda y los servicios: el propósito de esta dimensión es la


medición de los obstáculos en vivienda y de servicios locales primordiales. Los indi-
cadores se dividen en sub-dimensiones: “obstáculos geográficos” y “más obstáculos”
que incluye cuestiones relativas al acceso a la vivienda.

55
Privación de entorno de vida: tiene como objetivo identificar las privaciones en la
calidad del medio ambiente local, tanto dentro como fuera del hogar. Esta dimensión
se compone de dos sub-dimensiones que se centran respectivamente en las privaciones
en el ’interior’ y en el entorno ’exterior’ de las condiciones de vida.

Delito: el propósito de esta dimensión es medir la tasa de delitos registrados en cua-


tro de los principales tipos de delincuencia: allanamiento en hogares, robos, daños
criminales y la violencia que representa el riesgo a ser victimizado personal y mate-
rialmente en pequeños territorios.

En América Latina y la gran mayorı́a de los paı́ses en desarrollo, las principales ca-
racterı́sticas del método de indicadores de privación son vistas a partir del enfoque de
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). En ambos enfoques se establecen múltiples di-
mensiones que apuntan a la naturaleza de distintos problemas sociales que no garantizan
una correcta participación de aquellos considerados pobres dentro de los estándares de ca-
lidad de vida socialmente aceptados. Las diferencias entre enfoques se encuentran a nivel
de los métodos de selección de dimensiones, indicadores y umbrales para la construcción
del ı́ndice.

A continuación se presentan dos métodos de medición de la pobreza derivados de los


métodos anteriormente descritos.

Método Mixto (NBI/LP) y el Método de Medición Integrada de Pobreza (MMIP)

Este método busca complementar las ventajas de los enfoques de lı́nea de pobreza y
de necesidades básicas insatisfechas en el análisis de la pobreza. El enfoque de NBI es
particularmente útil para la caracterización de la situación en que viven los hogares, y en
general la población, con un alto nivel de detalle desde el punto de vista de las carencias
que éstos presentan. Sin embargo, la virtud de caracterización que presenta el enfoque de
NBI no puede ser aprovechada desde el punto de vista de la medición de la pobreza; es por
ello que un complemento importante, para aprovechar las ventajas de la metodologı́a de
NBI, es vincular un método más consistente, desde posibilidad de la medición en pobreza,
como es el enfoque de lı́neas de pobreza que ya hemos desarrollado en párrafos anteriores.
Con esto se desea lograr una consistencia en la visión acerca de la pobreza, desde el punto
de vista de las necesidades básicas insatisfechas, las caracterı́sticas especı́ficas de éstas y
cómo es posible constatarlas a nivel agregado como reflejo de una realidad heterogénea
respecto de la pobreza (Feres y Mancero, 2001b).
Aún cuando el enfoque de lı́neas de pobreza y el de necesidades básicas se planteen
desde dos conceptos distintos de pobreza, y por tanto, sean efectivamente dos métodos
distintos, el uso complementario de estos enfoques puede expresarse y comprenderse,
en palabras de Boltvinik (1990), como el énfasis que el método de LP pone sobre el
consumo privado corriente, por un lado, y el acento que el método de NBI pone sobre la
inversión (pública y privada) y el consumo público, por el otro. Se parte de la percepción
de que ambos métodos son complementarios porque toman en cuenta fuentes de bienestar

56
diferentes e identifican carencias en dimensiones distintas de la pobreza (Boltvinik, 2003).
De este modo, el cruce de resultados de ambos métodos da origen a cuatro realidades
en que la pobreza puede escindirse como fenómeno; “La población pobre resulta de la
unión de los conjuntos de pobres detectados por ambos métodos y no su intersección”
(Boltvinik, 1990, citado en Olavarrı́a, 2001).
Las cuatro realidades de la pobreza que expresan la heterogeneidad de ésta en térmi-
nos agregados, cruzando los resultados de NBI y LP, se integran en una matriz de 2x2
(cuadro n◦ 1) en el cual se comprende a la población objetivo de la medición en virtud
de cuatro cuadrantes; en ellos se les atribuye una connotación particular derivada de las
caracterı́sticas de ambos enfoques de pobreza: pobres por ingreso y con necesidades bási-
cas insatisfechas, los que cubren sus necesidades básicas a pesar de un nivel de ingreso
insuficiente, los que poseen un ingreso adecuado pero no satisfacen ciertas necesidades
básicas; y, por último, lo no pobres y sin necesidades básicas insatisfechas. De este modo,
se enriquece la información que ofrece el método LP, mediante la incorporación al análisis
de la situación que presentan en materia de satisfacción de ciertas necesidades básicas los
hogares ubicados a ambos lados de la lı́nea de la pobreza (Feres y Mancero, 2001b).

Cuadro 1: Método Mixto (NBI/LP)

LP/NBI Hogares con NBI Hogares sin NBI


Hogares Pobres Pobreza Crónica (Total) Pobreza Reciente (Pauperi-
zados o Coyuntural)
Hogares No Pobres Pobreza Inercial (Estructu- Hogares en Condiciones de
ral) Integración Social
Fuente: (Feres y Mancero, 2001b)

Entre las cosas interesantes que puede ofrecer este método es que permite distinguir
entre la población que ha caı́do en situación de privación recientemente y la que se encuen-
tra en pobreza de tipo más estructural. Sin embargo, la combinación de ambos métodos
contiene puntos débiles, como su incapacidad para generar un ı́ndice de pobreza que vaya
más allá de la incidencia de ésta en la población (Boltvinik 2003) y es muy posible caer en
sesgos por duplicación de información que se presenta, por ejemplo, en la utilización del
indicador ingreso para la construcción de la lı́nea de pobreza, en que se toman en cuenta
diversos rubros de necesidades básicas también incorporados en el ámbito del método de
NBI (Feres y Mancero, 2001b). Ası́, al combinar estos enfoques no se puede ir mucho más
allá de las propias limitantes de los métodos por sı́ solos, aún cuando juntos muestren una
perspectiva más amplia de la pobreza y las condiciones de ésta en términos estructurales
y situacionales.

Tal como ya se ha señalado, la principal idea al combinar ambos métodos es darle


una mirada ampliada a la pobreza desde las virtudes de uno y otro enfoque. No obstan-
te, autores como Boltvinik (1990; 2003) han tratado de desarrollar una metodologı́a de
medición de la pobreza desde la lı́nea de la pobreza y las NBI que supere las debilidades

57
intrı́nsecas al método combinado ya expuesto; en este nuevo método, llamado método de
medición integrada de la pobreza (MMIP), se plantea un sistema de agregación con el
método NBI que intenta dar cuenta de la intensidad de las privaciones para la construc-
ción, en consecuencia, de ı́ndices similares a los utilizados bajo el enfoque indirecto de
lı́neas de pobreza, evitando la dependencia sobre el indicador ingreso (Feres y Mancero,
2001b). El MMIP, básicamente, combina una variante mejorada del NBI con la variante
de canasta normativa generalizada de la LP e incorpora un indicador de pobreza en el
tiempo, para obtener un ı́ndice de pobreza integrado por hogar que permite calcular todas
las medidas agregadas de pobreza; de este modo, es posible calcular la contribución de
cada dimensión de privación (y de cada indicador) al ı́ndice general, elaborando además,
tablas de contingencia tal como en la variante combinada del NBI y LP (Boltvinik, 2003).
Dicha combinación en el MMIP, articula en un sentido más pleno NBI y LP, toda vez
que se identifican a los pobres tanto de manera directa como indirectamente, ello como
parte de un único procedimiento para la medición de la pobreza; precisamente midiendo
la insatisfacción de algunas dimensiones de las necesidades básicas de manera directa y
midiendo, a la vez, la insatisfacción de otras dimensiones de manera indirecta.

A continuación se resumen las ventajas y desventajas de los principales métodos tra-


dicionales de medición de pobreza.

58
Cuadro 2: Ventajas y Limitaciones de los Indicadores de
Pobreza Tradicionales

Indicador Ventajas Limitaciones

59
Lı́nea de Pobreza Absoluta El ingreso y el consumo co- Se critica la validez del in-
y Relativa mo indicadores responden greso o gasto como único in-
a un complejo entramado dicador evaluativo del nivel
conceptual donde se susten- de vida principalmente por-
ta todo el sistema económi- que tiene limitaciones a la
co, por lo que responde a las hora de considerar aspectos
lógicas en que opera la eco- de la vida social que no se
nomı́a, facilitando por tan- traducen en consumo.
to las posibilidades de hacer Al definir el ingreso o con-
comparaciones a nivel na- sumo como indicadores de
cional como a nivel interna- bienestar, se asumen sesgos
cional.Por medios de escalas metodológicos que van de
de referencias y economı́as acuerdo a la volatividad que
de escala es posible estable- tienen cada uno de estos in-
cer diferencias de los distin- dicadores respecto a cam-
tos niveles de recursos que bios económicos estaciona-
necesitan las familias para rios.
satisfacer sus necesidades. Dependiendo del indicador
que se use va a depender
también si este método fun-
ciona de mejor manera pa-
ra estudios breves o estudios
de largo plazo
Las fuentes de esta informa-
ción -encuestas de ingreso-
tienen alto costo y baja pe-
riodicidad. Por lo que las
posibilidades de hacer es-
tudios se reduce siempre
a fuentes alternativas de
información: encuestas de
empleo o encuestas multi-
propósito.
Suponiendo que la lı́nea de
pobreza absoluta se mida en
una sociedad en constaste
desarrollo, este método de
todas formas adquiere cier-
to grado de relatividad en el
tiempo, por ejemplo, al ac-
tualizar el valor de la canas-
ta básica al IPC.

60
Dólar por Persona Permite realizar estimacio- Este método no permite di-
nes entre paı́ses y obtener ferenciar los diferentes cos-
estimaciones agregadas del tos de vida de los paı́ses.
porcentaje de pobreza glo- Sólo valora bienes y servi-
bal. cios transados en el merca-
Utiliza el valor del dólar co- do.
mo indicador universal. No considera la asignación
diferencial de recursos den-
tro del hogar, pues no con-
sidera el uso de escalas de
equivalencia.
Indice de Necesidades Bási- Permite la focalización de El grado de precisión de los
cas Insatisfechas NBI la pobreza y la elaboración mapas de pobreza depende
de mapas de pobreza con de la homogeneidad del con-
un importante grado de des- texto en que se construya,
agregación geográfica, da- dada las caracterı́sticas de
da la efectiva utilización de la población en cada zona.
la información disponible en No resulta útil para identi-
los censos nacionales. Brin- ficar situaciones de pobre-
da una caracterización re- za reciente, debido a la in-
lativamente amplia de las capacidad temporal de ac-
condiciones de vida de la tualizar los indicadores en
población. perı́odos cortos.
Se basa en indicadores de vi- La posibilidad de generar
vienda (estado y servicios) ı́ndices agregados de pobre-
que suelen ser fácilmente za es limitada, puesto que
identificables, como carac- no existe un único criterio
terı́sticas materiales y es- de ponderación de los in-
tructurales de la pobreza. dicadores utilizados; y aún
cuando se les asigne el mis-
mo peso, éstos son diferen-
tes cualitativamente.

61
Indice de Privación Al suponer un concepto de Al utilizar información del
pobreza que se basa en el CENSO, esta medida sólo
nivel de privación de los puede realizarse cada 10
hogares respecto a múlti- años, a no ser que se cuen-
ples dimensiones, amplı́a las te con fuentes de informa-
posibilidades de dirigir las ción alternativas que permi-
polı́ticas públicas contra la tan responder a cada uno de
pobreza, debido a que es po- los indicadores de la totali-
sible identificar distintos ni- dad de dimensiones seleccio-
veles de privación en distin- nadas.
tas dimensiones. Las encuestas de opinión ne-
Al seleccionar las dimensio- cesarias son muy costosas
nes, indicadores y umbrales y entregan información que
de medición por medio de no es sencillamente reduci-
encuestas de opinión, estas ble a indicadores únicos.
gozan de aceptación públi- El carácter subjetivo de las
ca pues se establecen des- opiniones de los encuestados
de la sociedad.Debido a sus a la hora definir cuáles son
altos niveles de información sus principales necesidades,
desagregada es posible rea- es complejo de analizar a ni-
lizar comparaciones territo- vel agregado.
riales o por zonas de vulne-
rabilidad.

1.5. Medidas utilizadas por distintos paı́ses e instituciones


La presente sección describe los métodos oficiales de medición de pobreza para los
paı́ses de América Latina, la Unión Europea, Canadá y EEUU. A modo general, en todos
estos paı́ses predomina el enfoque de lı́neas de pobreza estableciendo diferencias entre
absoluta y relativa.
En el primer caso, las lı́neas de pobreza absoluta han sido fuertemente utilizadas por
los paı́ses en desarrollo mientras que en los paı́ses desarrollados, como es el caso de los
paı́ses miembros de la Unión Europea, utilizan una lı́nea de pobreza relativa, principal-
mente porque la realidad del desarrollo social de cada uno de estos paı́ses garantiza, a
nivel general, la satisfacción de las necesidades esenciales absolutas. No obstante a esto,
“la diferencia entre absoluto y relativo no está en la definición de pobreza sino en las in-
terpretaciones de la manera en que se forman socialmente las necesidades” (Spicker, 1999
citado en Feres y Mancero, 2001). En ambos caso, por tanto, el problema se encuentra
en la relación entre nivel y el tipo de necesidades de los individuos respecto a la sociedad
donde viven.
Para la construcción de las lı́neas de pobreza oficiales en estos paı́ses, se utiliza prin-
cipalmente el ingreso como indicador de bienestar. En muchos paı́ses de América Latina,

62
los paı́ses miembros de la Unión Europea, y en Estados Unidos, se concibe a los ingre-
sos como recursos, lo cual consiste en “utilizar sólo los ingresos monetarios recibidos por
las familias. Esta definición incluye salarios, ingreso por trabajo independiente, transfe-
rencias recibidas (tales como ingresos por programas de asistencia pública), pensiones
(ası́ como pagos por discapacidad y supervivencia), ingresos de activos (intereses, divi-
dendos, arriendos y regalı́as), ayuda educacional, pagos para la mantención de los hijos,
pensiones alimenticias y ayuda financiera proveniente desde afuera del hogar, ası́ como
otras formas de ingreso monetario. No incluye el efecto de los impuestos o beneficios no
monetarios (tales como arriendo con subsidio o cupones para la compra de alimentos),
ingresos por arriendo imputados a los dueños de sus viviendas o valores imputados por
servicios o bienes gratuitos” (Grupo de Rio, 2007)13 .
En Canadá por tanto, se hace referencia al concepto de ingreso como ‘ingreso disponi-
ble’: “el ingreso total se refiere a todas las fuentes monetarias, incluidas las transferencias
gubernamentales, menos impuestos a la renta pagados, contribuciones sociales (tales co-
mo seguros de empleo o contribuciones a planes de pensiones registrados) y pagos para la
mantención de los hijos y del/la cónyuge. Como el ingreso remanente deberı́a ser gastado
por los miembros del hogar a su discreción, también se descuentan otros gastos no discre-
cionales, tal como el cuidado de los hijos relacionado con el trabajo (work related child
care) y los gastos médicos de bolsillo (Market Basket Measure)” (Grupo de Rio, 2007).
En el caso especı́fico de Estados Unidos y Canadá, en ambos se utiliza una lı́nea de
pobreza absoluta, pero se diferencian en la construcción de la Canasta Básica Alimenticia
(CAB). En el caso de Estados Unidos, ésta se basa en “el más económico de los planes de
alimentación nutricionalmente adecuados, diseñados por el Departamento de Agricultura
de Estados Unidos y pensado solamente para su uso en el corto plazo”. Mientras que para
Canadá se consideran las preferencias y los gustos de la población: la canasta canadiense
“no es ‘una dieta ideal’ ni una dieta más barata que cumple con los requerimientos nu-
tricionales. Más bien representa una dieta nutricional que es consistente con las compras
de alimentos de los hogares comunes en Canadá. La Canasta contiene comidas saludables
que a las personas les gusta comer”. Está diseñada para ser “socialmente aceptable y con-
tener suficiente variedad para ser nutricionalmente adecuada y sabrosa en el largo plazo”
(Lawn, 1998 citado en Grupo de Rio, 2007).
En relación al uso de escalas de equivalencia, EEUU cuenta con su propia formulación
oficial utilizada actualmente por el U.S. Bureau of the Census a partir del trabajo de
estimación realizado por M. Oshansky en los años sesenta14 .
Para los paı́ses miembros de la Unión Europea, se establece como medida oficial el uso
de una lı́nea de pobreza relativa de acuerdo al 60 % de la mediana del ingreso nacional.
Ante esto, el nivel de ingreso de los hogares se ajustan a la escala de equivalencia oficial de
la OCDE la cual otorga un valor 1 para un primer adulto, 0,7 para cada persona adicional
en edad igual o mayor que 14 años, y 0,5 para cada persona adicional menor que 14 años.
13
En el caso de Chile sı́ se considera en la construcción del ingreso per cápita del hogar el ingreso por
arriendo imputado de la vivienda a los hogares propietarios.
14
Para una completa descripción de la construcción de la escala de equivalencia de EEUU véase Ba-
rrington (1997).

63
Por lo tanto, cuando los ingresos equivalentes caen por debajo del 60 % de la mediana
nacional de ingresos, todos los miembros del hogar son considerados pobres.
Además, en la cumbre de Niza en 2001, los Estados miembros de la Unión Europea
decidieron establecer un método abierto de coordinación, el cual consiste en la fijación de
directrices en común, el establecimiento de indicadores cuantitativos y cualitativos que
sean aplicables en cada Estado, y seguimientos periódicos de la evolución del estableci-
miento de estas medidas en cada uno de los paı́ses. Sin embargo, el diseño y la implemen-
tación de estas polı́ticas contra la pobreza son predominantemente de la responsabilidad
de cada Estado.
Los recursos y las fuentes de información que utiliza la Unión Europea con estos fines
se basan desde 1994 en la Encuesta Panel de Hogares de la Comunidad Europea (ECHP),
donde se recoge información sobre el ingreso monetario neto que el hogar y todos sus miem-
bros obtienen de todas sus fuentes, incluidos el trabajo, el ingreso privado de inversiones y
propiedades, y las transferencias sociales recibidas en forma directa (Grupo de Rio, 2007).

En cuanto a las medidas de pobreza utilizadas por los principales organismos inter-
nacionales, esto es la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el De-
sarrollo Económico (OCDE), existen dos caracterı́sticas en las cuales estos coinciden. La
primera es la amplia legitimidad y reconocimiento que se le da en estas instituciones al
enfoque de ingresos y/o consumo/gastos para medir la pobreza. La segunda caracterı́stica
coincidente es que la pobreza de ingreso no puede ni debe ser el único enfoque por el cual
es posible identificar y cuantificar la pobreza en el mundo.
Se coincide que la medición de la pobreza basada en la pobreza de ingreso permite,
al tener como base de los datos muestras nacionalmente representativas, hacer inferen-
cias sobre las condiciones y evolución de la pobreza en el plano nacional. Además, las
estimaciones de los diversos paı́ses son susceptibles de ser comparadas en cifras globales
agregadas, basándose normalmente en el umbral de pobreza de un dólar diario (Banco
Mundial, 2000; PNUD, 1998). No obstante, también se concuerda que las cuantificaciones
de la pobreza basada en el ingreso y/o el consumo/gastos no están libres de sesgos de
importante alcance; el diseño de las encuestas varı́a entre distintos paı́ses y el tiempo
en que estas se desarrollan. Un ejemplo de esto es que en algunos paı́ses se pregunta a
las personas acerca de sus gastos durante el último mes, mientras que en otros casos se
pregunta durante la última semana. Ası́, cuando se pide información más alejada en el
tiempo, las estimaciones de la pobreza suelen ser más elevadas (Banco Mundial, 2000).
Especı́ficamente, el Banco Mundial ha venido estimado la pobreza de ingreso en el mun-
do desde 1990. Bajo una perspectiva de bienestar, esta institución ha hecho del consumo
el indicador preferido para reflejar los niveles de bienestar a largo plazo de manera fiable
(Banco Mundial, 2000). Por otra parte, las estimaciones sobre los umbrales de pobreza
son indicadores del progreso mundial, no operan para evaluar los progresos de cada paı́s ni
para orientar la formulación de polı́ticas y programas nacionales; el análisis de cada paı́s
se deben aplicar los umbrales especı́ficos y correspondientes a cada realidad, reflejando lo
que se entiende por ser pobre en cada paı́s (Banco Mundial, 2000). Se destaca del método

64
de dólar por persona, ya sea en su variante de uno o dos dólares diarios según sea la región
del mundo en que se aplique la medición, la alta comparabilidad a nivel internacional que
permite sostener mediciones agregadas de la pobreza a nivel internacional.
En el caso de la ONU, a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), ha hecho un seguimiento de la pobreza de ingreso e incluso ha dispuesto progra-
mas especiales (como el Mejoramiento de las Encuestas de las Condiciones de Vida) para
mejorar la cuantificación de las encuestas que caracterizan y miden los niveles de vida en
varios paı́ses de América Latina. Sin perjuicio de esto, el PNUD se ha caracterizado por
promover métodos e ı́ndices alternativos al enfoque de ingresos, los llamados, ı́ndices com-
puestos. El primero de éstos fue el que se introdujo en el Informe de Desarrollo Humano
de 1996, el ı́ndice de pobreza de capacidad; que tenı́a muy en cuenta las consideraciones
de género, sin tener en cuenta el ingreso. En el Informe sobre Desarrollo Humano de 1997
se introdujo, dejando fuera el anterior ı́ndice, el ı́ndice de pobreza humana (IPH). Con ello
se pretendı́a disponer de un ı́ndice que correspondiera, dimensión por dimensión, con el
ı́ndice de desarrollo humano (IDH) (PNUD, 1998). Encuentra acuerdo también, el método
de ingreso y/o consumo/gasto, en organismos internacionales como el FMI y la OCDE.
Aún cuando no se especializan en temas de pobreza tan profundamente como el PNUD y
el BM, el FMI desde el año 1999 creó un programa al Servicio del Crecimiento y la Lucha
contra la Pobreza con el fin cursar operaciones de préstamo a los paı́ses más pobres. Para
respaldar sus decisiones, se proveyeron de los insumos técnicos y teóricos desarrollados
por el BM, en especial los derivados del enfoque de pobreza de ingreso y consumo/gasto.
De este modo, las decisiones sobre a quién prestarle dinero y cuánto prestar están basadas
-al menos en parte- sobre las cuantificaciones de la pobreza de ingreso y/o gasto/consumo
derivada de las investigaciones del BM.
En el caso de la OCDE, sus indicadores versan en la misma lı́nea esbozada en el caso
del FMI. Los criterios macroeconómicos sobre los cuales se basa la primera institución
para definir y establecer ranking de bienestar están basados fundamentalmente sobre
el bienestar material creado por el crecimiento económico (OCDE, 2003); gracias a esto,
según estudios de la OCDE, en Chile la pobreza se ha reducido significativamente entre los
años 1990 al 2000 (OCDE, 2003). Ello se avala sobre estadı́sticas e indicadores nacionales,
dispuestos y construidos por las instituciones oficialmente especializadas en cada paı́s.
Para el caso de Chile, la medida de ingreso define su medición de pobreza.
Quienes más han avanzado en propuestas y enfoques alternativos a la medida de
ingreso y/o gasto/consumo son el PNUD y el BM.
Como ya se señalaba, el PNUD ha desarrollado indicadores alternativos al de la po-
breza de ingreso. Siendo el más conocido el de la pobreza humana (IPH). Si bien este
ı́ndice ofrece la posibilidad de establecer comparaciones con la pobreza medida en térmi-
nos de ingreso (a través de las lı́neas de pobreza aplicadas en cada paı́s), su fin es medir
dimensiones distintas de privación a la del ingreso que se consideran básicas para la vida:
longevidad, acceso a conocimientos y servicios básicos.
En el caso del BM, se plantea la pobreza como una realidad multidimensional. Sin
embargo, se han topado con el cómo medir la pobreza a nivel global y con cómo comparar
logros en distintas dimensiones, es decir, ¿qué ponderación se puede asignar a las diferentes

65
dimensiones para poder efectuar comparaciones entre paı́ses, hogares o individuos y a
lo largo del tiempo? (Banco Mundial, 2000). No obstante, el BM aún no ha intentado
definir un ı́ndice compuesto como tampoco ha cuantificado soluciones de compromiso entre
diferentes dimensiones. En general, el trabajo del BM ha preferido considerar privaciones
en diferentes dimensiones (salud, educación, vulnerabilidad y falta de representación e
impotencia) y, en particular, analizar las múltiples privaciones que experimentan quienes
no tienen ingresos suficientes.
De este modo, se reconocen los esfuerzos de instituciones como el PNUD y el BM
de ampliar los enfoques con los cuales se miden la pobreza, considerando que el ingreso
no puede ser la única dimensión que se tenga en consideración al momento de hablar de
pobreza. Sin embargo, resulta evidente que el método de ingreso y/o consumo/gasto es el
dominante en las estadı́sticas y en las estimaciones de pobreza a nivel global hecho por
organismos e instituciones internacionales.
Por otro lado, instituciones como el FMI y la OCDE proyectan decisiones y establecen
investigaciones, respectivamente, sobre el método de ingreso y/o consumo/gasto. Buena
parte de los rankings y estadı́sticas globales, hechos por estos organismos, están hechos
sobre la base de indicadores nacionales en que el enfoque de ingreso y/o consumo/gasto
prima, ya sea en términos absolutos o relativos de lı́nea de pobreza.

1.6. Aplicación de las metodologı́as tradicionales a la serie CA-


SEN (1990-2006)
En esta sección presentamos los resultados en el caso chileno de las principales me-
todologı́as anteriormente planteadas, en base a los datos de las encuestas CASEN15 . Es-
pecı́ficamente se presentan los resultados del enfoque de lı́nea de pobreza y necesidades
básicas insatisfechas.
En cuanto a lı́neas de pobreza, la figura presenta los resultados del dolar diario aplicado
por el Banco Mundial, la lı́nea de pobreza absoluta ocupada por MIDEPLAN, la lı́nea
de pobreza en base a la actualización de la canasta propuesta por Larraı́n16 y la lı́nea
de pobreza relativa utilizada por los paı́ses europeos (60 % de la mediana). Todas estas
medidas se basan en el ingreso per cápita del hogar y el método de agregación es el
porcentaje de la población identificado como pobre. De ellas, la medida relativa es la más
estable en el tiempo. Para el resto de las medidas se observa una importante reducción
de los niveles de pobreza, siendo menor el porcentaje identificado como pobre con la lı́nea
del dolar diario por persona, seguida por la lı́nea utilizada por el Ministerio y finalmente
la actualización de dicha lı́nea.
En cuanto al enfoque de necesidades básicas insatisfechas, la aplicación realizada para
Chile necesita la identificación de equipamiento para los hogares que residen en viviendas
tipo casa o departamento en zonas urbanas que además cuentan con un mal sistema de
eliminación de excretas. Sin embargo, los datos CASEN no siempre cuentan con datos de
15
Un resumen de las principales cifras de medidas de pobreza tradicionales para Chile, no necesaria-
mente circunscritas a CASEN, se presenta en el primer anexo de este trabajo.
16
La propuesta del autor solo considera los años 2000, 2003 y 2006.

66
equipamiento, y el tipo de equipamiento por el cual se consulta también va cambiando.
Teniendo en cuenta esta limitación de los datos, realizamos los cálculos de dos medidas
de NBI. La primera considera equipamiento y por tanto no puede realizarse para los años
1992 a 1996. La segunda no considera equipamiento y define como pobres a los hogares
que residen en viviendas tipo casa o departamento en zonas urbanas con un mal sistema
de eliminación de excretas. De esta forma corresponde a una cota superior de la medida
de pobreza por NBI tradicional. Esto es precisamente lo que se observa en la figura. En
ambos casos, los niveles de pobreza han disminuido en el tiempo, identificando hoy un
porcentaje menor de la población en estado de pobreza.

Figura 1: Resultados medidas tradicionales según serie CASEN

Año 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006


Líneas de pobreza
Dólar diario 15.4% 7.5% 5.7% 3.4% 3.4% 4.4% 3.8% 1.5%
Absoluta (Mideplan) 38.6% 32.9% 27.6% 23.3% 21.7% 20.2% 18.7% 13.7%
Actualizada (Larraín) - - - - - 36.7% 35.6% 29.0%
Relativa (60% mediana) 27.4% 25.9% 27.4% 27.2% 27.5% 27.4% 26.4% 25.5%
NBI
Con equipamiento 9.7% - - - 5.2% 4.2% 3.0% 1.9%
Sin equipamiento 16.1% 13.4% 11.3% 9.6% 8.0% 6.2% 5.1% 3.5%

67
2. Metodologı́as de Medición de la Pobreza Multidi-
mensional
2.1. Justificación Conceptual: Multi-dimensionalidad de la Po-
breza
A lo largo de los años se ha producido un extenso desarrollo intelectual en torno al
fenómeno de la pobreza. Los primeros mapas que se llevaron a cabo en Londres hasta
las discusiones económicas y filosóficas referidas a las ideas de Desarrollo y Derechos
Humanos marcan una trayectoria bastante nutrida en la materia. Actualmente, se suma a
la discusión el abordaje multidimensional de este fenómeno tanto a nivel conceptual como
metodológico.
Los autores que se han referido a la pobreza coinciden en que es un problema social
multidimensional en sus causas y efectos que genera. Sin embargo, no existe un acuerdo
en torno a cómo decidir qué dimensiones son las propiamente referentes de la pobreza y
cómo construir un modelo de análisis que permita abordar dicha multidimensionalidad.
La creciente relevancia que ha adquirido el análisis multidimensional ha sido fruto
de dos situaciones. La primera refiere al creciente cuestionamiento del enfoque tradicional
económico basado en el ingreso, surgiendo de ello la necesidad de decidir si se complementa
o se le sustituye. Y la segunda refiere a la incorporación de nuevas dimensiones asociadas
a la pobreza, que son necesarias de instalar en la esfera de la evaluación del bienestar
social.
Lo que está detrás de este proceso es fundamentalmente una discusión de carácter
conceptual, de la cual ha resultado un enriquecimiento del término, situándolo no solo
en el plano de la satisfacción de las necesidades materiales, sino también en el campo
de decisiones normativas y éticas referidas al aseguramiento de las condiciones para el
desarrollo pleno de la vida humana.
Sin desconocer la importancia de este proceso, los autores son enfáticos en plantear
que este enriquecimiento conceptual se ha traducido en un proceso de disolución de un
espacio propio referido a la pobreza. Es decir, su estudio ha ido acompañado con el
de temáticas referidas a la desigualdad, estratificación, redistribución, entre otras. Esto
implica, por tanto, que la definición de los lı́mites particulares al momento de abordar y
comprender el fenómeno sea una discusión primigenia al momento de construir un enfoque
multidimensional de medición.
“El rigor conceptual tiende a ser mayor pero la definición de la pobreza es más difı́cil.
La conexión con la pobreza supone establecer el significado de “lo básico” en la manera
de vivir y en la satisfacción de esas dimensiones con el fin de reinterpretar indicadores que
provienen de otras maneras de “multidimensionalizar” el desarrollo y la pobreza” (Iguiñiz,
2002).
De este modo, un punto de partida para el desarrollo de una conceptualización de la
pobreza multidimensional corresponde al establecimiento de los contenidos asociados a lo
“básico”, no entendido en términos de lo definido como lo mı́nimo sino en términos del

68
establecimiento de lo irreductible e irrenunciable de la condición humana.
Esta idea ha inspirado los aportes que, desde variadas disciplinas, permiten distinguir
a los diferentes enfoques de pobreza. Aún cuando sus contenidos no son -necesariamente
- excluyentes, sı́ es posible diferenciarlos en tres aspectos: (1) el horizonte normativo que
proponen, (2) la forma en que se refieren a la construcción colectiva de bienestar y (3) la
propuesta para abordar la multidimensionalidad de la pobreza. Si bien este último aspecto
constituye el interés exclusivo de esta investigación, los otros dos guardan estrecha relación
con una fundamentación de carácter ontológico en torno al fenómeno en cuestión y, por
tanto, requieren de igual atención.
En consideración a esto se presentan tres enfoques poniendo en discusión estos as-
pectos. El primero corresponde al enfoque utilitarista, en el cual se pone atención a
la limitación del ingreso (o gasto) como expresión colectiva de bienestar y, además, su
(in)suficiencia como expresión de la multidimensionalidad de la pobreza.
El segundo refiere al enfoque de la Justicia de Rawls, quien plantea la noción de bienes
primarios como el contenido de una idea de igualdad que no restringe la realización de los
derechos humanos fundamentales y en la que estarı́a en juego la idea multidimensional de
la pobreza.
El tercero está referido al enfoque de capacidades de Sen del cual se destaca la relación
entre pobreza y libertades humanas y los alcances que conlleva la amplitud y profundidad
que el autor le atribuye a la multidimensionalización del fenómeno.
Para culminar esta fase de conceptualización, se presentan un conjunto de considera-
ciones conceptuales al momento de evaluar el carácter multidimensional de las alternativas
metodológicas estudiadas.

2.1.1. Utilitarismo: enfoque del ingreso y la discusión sobre su condición de


medio o de fin
El utilitarismo en general ha empleado el ingreso (o gasto) como el indicador para eva-
luar el bienestar (la utilidad), bajo la premisa de que un mayor nivel de ingreso permite
comprar o adquirir más de todos los bienes. El desarrollo de esta perspectiva se ha con-
centrado, más que en encontrar otro indicador evaluativo, en la preocupación por avanzar
en el perfeccionamiento y corrección de las decisiones individuales (Larrañaga, 2007).
Este enfoque supone la concepción de un ser humano cuyos deseos son infinitos y cuya
trayectoria en la vida social está centrada en la realización de estos. Si consideramos esta
premisa, la observación colectiva estarı́a dada por la sumatoria de decisiones individuales
que, aunque en algunos casos puedan ser contradictorias, permitirı́an evaluar la felicidad
de una sociedad, es decir, su bienestar.
Las crı́ticas a esta perspectiva se pueden resumir en dos, por un lado, la validez del
ingreso (o gasto) como único indicador evaluativo del nivel de vida y, por otro, las limi-
taciones que conlleva en la consideración de aspectos de la vida social que no se traducen
en consumo. O dicho en otras palabras, lo que este enfoque no resuelve es que el ingreso
(o gasto) es entendido como fin de la condición humana, cuando corresponde a un medio
instrumental para el logro de otras esferas de la vida (Heller, 1986; Arendt, 2003).

69
Respecto a la “multidimensionalidad” que propone para abarcar la pobreza, el enfoque
utilitarista solo constituye un enfoque unidimensional en la medida en que resume los
diferentes aspectos del bienestar en un solo indicador: ingreso (o gasto). Por tanto, cabe
cuestionarle si esa “multidimensionalidad” es suficiente o no para abarcar plenamente el
bienestar.
En una sociedad como la chilena uno podrı́a verse tentado a asumir que todo está me-
diado por un mercado y que, por tanto, esta perspectiva es suficiente. Pero aún en este
caso, esto no recoge dimensiones más subjetivas del fenómeno de la pobreza como por
ejemplo el horizonte de significados atribuidos a la situación de ser y estar pobre (Pa-
lomar, 2005) o el grado de desvinculación de las personas con las decisiones públicas en
determinada sociedad (Nussbaum, 1996).
Además, cabe cuestionarle al enfoque utilitarista la forma en que incorpora los efectos
económicos que resultan de factores no económicos y los efectos no económicos que resultan
de factores económicos (Fine 2001, 16). Es decir, cuán sensible es el enfoque al hecho real
de que se puede encontrar una persona “pobre” en educación y “rica” en ingresos o “rica”
en educación y “pobre” en ingresos.
Hoy en dı́a es impensable negar la importancia de los ingresos como una puerta privi-
legiada a la multidimensionalidad de la vida (Iñiguiz, 2002; Feres y Mancero, 2001). Sin
embargo, es necesario resolver cómo se complementa con otros accesos igualmente rele-
vantes en términos de la consecución de bienestar. Por tanto, la idea que se propone no es
en ningún caso la sustitución de este enfoque, sino la complementariedad de su indicador
con otras dimensiones del bienestar.

2.1.2. Justicia e Igualdad según Rawls: la generación de un acuerdo para la


definición de bienes primarios
En 1971, John Rawls publicó su obra Teorı́a de la Justicia en la cual se propuso
superar el utilitarismo planteando las graves limitaciones que tiene al referirse a las ideas
de justicia e igualdad.
Según Caballero (2006), para Rawls el principio de utilidad termina por identificar
las nociones de lo bueno y de lo justo como la distribución de beneficios que maximice
el bien, asociada con la satisfacción del deseo. Ası́ como para un hombre, al realizar su
propio bien, pueda resultarle racional imponerse un sacrificio para obtener ganancias,
una sociedad para maximizar su utilidad podrı́a imponer sacrificios a una parte de sus
miembros. Al hacer extensivo a la sociedad el principio utilitarista de elección individual se
vuelve indiferente al modo de distribución de la suma de satisfacciones entre los individuos.
En palabras de Rawls
“Un individuo que se dé cuenta de que disfruta viendo a otras personas en una posición
de menor libertad entiende que no tiene derechos de ninguna especie a este goce. El placer
que obtiene de las privaciones de los demás es malo en sı́ mismo: es una satisfacción que
exige la violación de un principio con el que estarı́a de acuerdo en la posición original ”.
Para resolver el dilema de la justicia, el enfoque de Rawls se centra en la elección de
bienes primarios, la cual corresponde a una discriminación polı́tica en torno a los fines

70
mı́nimos que se debe resguardar para los miembros de una comunidad planteando una
propuesta multidimensional de comprender la vida social.
Los principios de justicia e igualdad constituyen el eje que determina el bienestar,
los cuales son producto de la deliberación colectiva, en la que los sujetos seleccionan los
bienes primarios sin considerar una utilidad particular para ellos mismos, esto es lo que
Rawls denomina como el velo de la ignorancia (Larrañaga, 2007).
A grandes rasgos la teorı́a de Rawls considera que los principios de justicia son objeto
de un acuerdo entre personas racionales, libres e iguales en una situación contractual justa,
que pueden contar con una validez universal e incondicional. Él mismo denominó a su
teorı́a justicia como imparcial, apoyado en la idea de que solamente a partir de condiciones
imparciales se pueden obtener resultados imparciales (Caballero, 2006).
Las personas racionales, libres e iguales acordarı́an en una situación inicial justa un
acuerdo colectivo que refleja la integridad y autonomı́a de las personas racionales contra-
tantes. En esta noción de acuerdo radica la importancia de la formulación de la teorı́a en
términos contractuales, pues implica una pluralidad de personas y una elección voluntaria
por parte de todas ellas, que no irı́a en desmedro de nadie.
El primer principio que acopia la teorı́a de la justicia determina la igualdad en la dis-
tribución de los derechos fundamentales de las personas. Esto supone que todos los sujetos
puedan acceder y realizar los contenidos normativos establecidos como exigibles dentro de
un esquema de derechos y libertades humanas fundamentales. El segundo, acepta la de-
sigualdad en la distribución de los bienes socioeconómicos en la medida que tal condición
beneficie a todos. Efectivamente, existe una predilección de la evaluación de la justicia
que privilegia el bien común por sobre el individual. Esta es una observación relativa de
las situaciones de privación que desemboca, metodológicamente, en la perspectiva de las
necesidades básicas insatisfechas.
La teorı́a de la justicia se centra en la elección de los bienes primarios, definidos como
aquellos recursos de uso amplio, que las personas desean cualquiera que sean los proyectos
de vida que tengan. La elección de los bienes primarios como guı́a de las evaluaciones
sociales tiene dos ventajas respecto de variables de resultado final como la utilidad o
el bienestar. Primero, se evita el problema de la comparación interpersonal y segundo,
permite eludir la discusión sobre la pertinencia de variables subjetivas en su elección.
Una teorı́a de justicia social como la de Rawls se ocupa, pues, de la adecuada distri-
bución de derechos y deberes por parte de las instituciones que conforman la estructura
básica de la sociedad.

2.1.3. Enfoque de Capacidades: la relación entre la noción de libertades hu-


manas y pobreza
El enfoque de capacidades de Sen es un enfoque más general sobre bienestar. La
pobreza en este caso se define como una privación inaceptable de realización de libertades
humanas y de desarrollo de capacidades, agregándole con esto una mayor profundidad
a la evaluación del bienestar. Por tanto, no está en juego la realización de los deseos
individuales, sino cómo las condiciones y posiciones de los sujetos son traducibles en

71
capacidades y funcionamientos (Sen, 1996).
Sen (1997) rechaza las interpretaciones del bienestar como “estados mentales” sub-
jetivos (utilidad como felicidad, satisfacción del deseo o como elección). Para el autor,
es necesario establecer un criterio más objetivo para apreciarlo, referido a un estado del
mundo, que al ser independiente de los gustos e intereses individuales puede ser interper-
sonalmente comparable.
La libertad de una persona no solo dependerá de las caracterı́sticas de ella, sino también
de los arreglos sociales que se establezcan para lograrla. De esta manera, el conjunto de
capacidades representa la libertad real de elección que una persona tiene (para elegir) entre
los modos de vida alternativos que puede llevar (1996; 58). En este sentido, la justicia de
las instituciones debe evaluarse en términos de la libertad real que tienen las personas,
a partir del conjunto de oportunidades que se ofrece a cada individuo. La libertad de
elección constituye un fin, mientras que los recursos o bienes primarios son entendidos
como medios para la libertad. En esta discusión adquiere relevancia la idea de “capacidad
potencial”, la cual refiere a la transformación que cada persona realiza de los bienes en
logros, dadas las variaciones existentes entre individuos. Solo considerando este aspecto
será posible distinguir que dos personas que poseen igual nivel de recursos pueden lograr
distintos niveles de bienestar.
Para la distinción y evaluación de los diferentes funcionamientos y capacidades se
deben realizar dos ejercicios: el primero, identificar el conjunto de objetos de valor (qué y
cuáles son los objetos de valor) y el segundo, determinar qué tan valiosos son dichos
objetos (qué posibilidades permiten para las capacidades de funcionar). Lo valioso para
cada individuo depende de múltiples factores: está determinado por aspectos sociales,
culturales y por consideraciones individuales.17
Ahora, muchas veces lo que los individuos consideran valioso no necesariamente con-
tribuye al mejoramiento en el bienestar de éstos. Sen frente a esta paradoja plantea la
distinción entre libertad de agencia y libertad de bienestar. Esta última “se centra en la
capacidad de una persona para disponer de varios vectores de realización y gozar de las
correspondientes consecuciones de bienestar” (1998, 86). La libertad de ser agente, por
su parte, “se refiere a lo que la persona es libre de hacer y conseguir en la búsqueda de
cualesquiera metas o valores que considere importantes” (1998, 86-87) Para el objeto del
estudio de la pobreza lo que cobra relevancia es el estudio de la libertad de bienestar y
las oportunidades sociales que se ofrecen para su desarrollo.
Muchos autores (Alkire, 2000; Iguiñiz, 2002; López, 2007; Larrañaga, 2007) señalan
que el aporte más importante de Sen en el estudio de la pobreza no es tanto la ampliación
del contenido de su concepto, como sı́ un cambio en la profundidad de su significado. “La
pobreza debe ser vista como la privación de las capacidades básicas en vez de meramente
como la insuficiencia del ingreso que es el criterio estándar de identificación de la pobreza”
(Sen, 2000, 87).
17
Cabrı́a aclarar que para Sen, lo valioso no constituye un “estado mental”, por cuanto un estado
mental (como el deseo) puede no ser aquello que los individuos consideran como “valioso”. Es decir, la
evaluación del bienestar se puede realizar sobre aquello que los individuos consideran valioso, sin por eso
estar realizando dicha evaluación en base a un estado mental.

72
Como plantea Iguiñiz, “la conversión del bajo ingreso en pobreza de capacidades, esto
es en restricciones a la libertad, es cuantitativamente azarosa pues varı́a según múltiples
circunstancias con lo que el ingreso como indicador para establecer la magnitud de la
pobreza no es siempre muy confiable. El ingreso puede ser un buen punto de partida pero
no es el mejor punto de llegada en el análisis de la pobreza” (2000, 72).
El establecimiento de lo que entra dentro de la situación de pobreza depende de la
fijación de lo que se denominan capacidades “básicas” o “elementales” (2000, 36). Las
capacidades básicas corresponden a un subconjunto de capacidades y, por tanto, su con-
secución constituye un primer paso y no un indicador sustantivo de bienestar de una
sociedad.
Aún cuando se asume que distintas formaciones sociales valoran y privilegian unas
formas de libertad más que otras y dada la necesidad de tomar en consideración las
diferencias interpersonales e intersociales, Molina (2000) propone adoptar un esquema
mı́nimo de libertades fundamentales que permita llegar a acuerdos y promover polı́ticas
en el terreno de los Derechos Humanos y el Desarrollo Humano.
En los informes de Desarrollo Humano (especialmente el del año 2000), se han pro-
puesto siete libertades humanas fundamentales. La pobreza se asocia a la privación que
atenta contra la cuarta de esas libertades: la “libertad de la miseria, para disfrutar de
un nivel de vida decoroso”. Para la existencia de esta libertad, se deben considerar al
menos cinco capacidades básicas (capacidad para: vivir libre del hambre, vivir libre de
enfermedades previsibles, vivir libre del analfabetismo; capacidad de acceder a servicios
sanitarios básicos, capacidad de obtener empleo.) Ası́, la privación de una o varias de estas
libertades debe ser considerada un indicador de pobreza humana.
Sin perjuicio de lo anterior, Sen plantea que tanto el concepto de capacidad como el
concepto de libertad tienen complejidades inherentes, a la vez que ambigüedades genuinas
al momento de su definición. En este sentido, propone que la idea de libertad y capacidad
“tienen una ambigüedad esencial, (ası́) la formulación precisa de esa idea debe intentar
captar esa ambigüedad, en vez de ocultarla o eliminarla” (Sen, 1996).
Estos elementos dificultan la construcción de un esquema metodológico multidimen-
sional que permita abordar la pobreza. Sin embargo, permite que cada sociedad pueda
establecer interpersonalmente las capacidades y funcionamientos valiosos indicando un
desarrollo normativo rico que se resuelve mediante la participación pública.

2.2. Métodos de medición multidimensional de pobreza


En esta sección se presentan los principales ı́ndices multidimensionales propuestos
en la literatura, a quiénes estos identifican como pobres, la función de agregación que
consideran, los axiomas que verifican y sus principales ventajas y desventajas. Se presentan
las principales metodologı́as desde una mirada conceptual matemática y se asumen como
dadas tanto las dimensiones a considerar como las lı́neas de pobreza en cada una de ellas.
Para ello comenzamos estableciendo la notación básica. Se tiene una sociedad de n
individuos de los cuales se observan caracterı́sticas en m dimensiones. Se define la matriz
X como aquella tal que su elemento xij es la cantidad que la persona i posee del bien o

73
atributo correspondiente a la dimensión j. Para cada dimensión se cuenta con una lı́nea
de pobreza zj y el vector correspondiente se denomina z. Una medida de pobreza queda
caracterizada por dos funciones: una función de identificación, función binaria ρ(xi , z)
que toma el valor 1 para los individuos considerados pobres multidimensionalmente y 0
en otro caso, y una función de agregación, que denotamos P (X, z) y entrega una medida
agregada de la pobreza de una determinada sociedad.
Las medidas multidimensionales de pobreza se pueden clasificar en dos grandes grupos,
de acuerdo a la existencia de propiedades matemáticas:

Formulaciones no axiomáticas, entre los que se encuentran

• Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)


• Índice de Pobreza Humana (IPH)
• Análisis en componentes principales y otros métodos factoriales
• Índice de privaciones

Formulaciones desde el enfoque axiomático, cuyos principales modelos son los pro-
puestos por los siguientes autores

• Bouguignon y Chakravarty (2003)


• Chakravarty, Deutsch y Silber (2005)
• Chakravarty y D’Ambrosio (2006)
• Alkire y Foster (2007)
• Bossert, Chakravarty y D’Ambrosio (2009)
• CONEVAL-México o Alkire y Foster Modificado (2009)

Los siguientes son los axiomas comúnmente planteados y aceptados en la literatura,


los cuales organizamos en cuatro grupos:

Axiomas generales

• Normalización (N): P (X, z) ∈ [0, 1].

• No trivialidad (NT): la medida de pobreza no es una función constante, es


decir existen al menos dos matrices X y X 0 tales que P (X, z) 6= P (X 0 , z)

• Simetrı́a (S): las caracterı́sticas individuales de las personas más allá de las
dimensiones son irrelevantes en el ı́ndice de pobreza (por ejemplo: nombre). Es
decir, para toda matriz de permutación B se tiene que P (BX, z) = P (X, z)

74
• Descomponibilidad por subgrupo (DS): es decir, si separamos a la población
en diferentes grupos, por ejemplo por sexo, raza, región, entonces la pobreza
agregada es una suma ponderada de la pobreza en cada grupo, donde los pon-
deradores corresponden al peso de cada grupo en la población. De esta forma
es posible identificar los subgrupos de la población más afectados.

• Invarianza ante réplicas (IR): si replicamos las filas de una matriz X un número
k de veces generando la matriz X k entonces P (X k , z) = P (X, z). De esta
manera se pueden realizar comparaciones consistentes entre poblaciones de
distinto tamaño.

• Invarianza de escala (IE): si reescalamos una determinada dimensión y su co-


rrespondiente lı́nea de pobreza por una misma constante, entonces la medida
de pobreza no se altera. Es decir, para todo vector λ > 0, definiendo zjλ = zj λj
y X λ = Xλ se tiene que P (X λ , z λ ) = P (X, z). De esta manera se asegura
independencia de la escala de medición de las variables.

• Continuidad (C): del ı́ndice de pobreza con respecto a las cantidades de los
atributos.

Axiomas relacionados a foco

• Foco en pobreza (FP): si aumenta un atributo de un individuo no pobre mul-


tidimensionalmente la medida de pobreza no se altera, independientemente de
si el individuo se encuentra privado o no en esa dimensión.

• Foco en dimensión (FD): si aumenta un atributo de un individuo en una di-


mensión no privada entonces la medida de pobreza no cambia, independiente
si el individuo es pobre o no lo es. Notemos que ninguna de estas dos últimas
propiedades implica la otra.

Axiomas relacionados al aumento de los atributos

• Monotonicidad débil (MD): al aumentar la cantidad de un individuo en una


dimensión entonces la medida de pobreza es igual o menor. Esta propiedad
asegura que ante un incremento de logros la pobreza no aumenta.

• Monotonicidad (M): si se satisface monotonicidad débil y además ante un au-


mento en la cantidad en una dimensión que se encuentra bajo la lı́nea de
pobreza respectiva para un individuo pobre multidimensionalmente entonces
la medida de pobreza disminuye (no queda igual).

75
• Monotonicidad dimensional (MDim): ante un aumento en la cantidad en una
dimensión que se encuentra bajo la lı́nea de pobreza respectiva, que deja al
atributo por sobre dicho punto de corte, para un individuo pobre multidimen-
sionalmente entonces la medida de pobreza disminuye (no queda igual). Esta
propiedad es implicada por monotonicidad, es decir, es una restricción más
débil.

Axiomas relacionados a la transferencia de atributos

• One dimensional transfer principle (OTP): si dos individuos pobres multidi-


mensionalmente y pobres en una dimensión se traspasan cantidades de esa
dimensión desde el menos pobre al más pobre (distribución más homogénea),
sin cambiar su ranking en dicho atributo, entonces la pobreza no aumenta.

• Multidimensional transfer principle (MTP): si hay una redistribución más ho-


mogénea de los atributos de un conjunto de individuos multidimensionalmente
pobres (todos los atributos se comparten bajo la misma regla) entonces la po-
breza no puede aumentar. Notemos que no es necesario que quien estaba mejor
en un atributo siga estando mejor luego de la redistribución. OTP implica
MTP.

• Non decreasing poverty under correlation increasing switch (NDCIS): se define


un correlation increasing switch (CIS) como aquel intercambio entre dos per-
sonas de un determinado atributo tal que, en un comienzo una de las personas
está mejor en una de las dimensiones y peor en la otra, pero luego del inter-
cambio se encuentra mejor en ambas dimensiones. Esta propiedad indica que
ante un CIS la pobreza no puede disminuir.

• Non increasing poverty under correlation increasing switch (NICIS): ante un


CIS la pobreza no puede aumentar.

• Reordenamiento debil (RD): si tenemos dos individuos pobres, en que uno


domina en sus dimensiones al otro, e intercambiamos entre ellos algunas o
todas las dimensiones dejando a los demás individuos igual, de manera tal que
ninguno de los individuos domina al otro en el vector resultante, entonces la
pobreza es igual o menor.

Bourguignon y Chakravarty (2003) plantean la sustitutabilidad de dos atributos


como la proximidad en su naturaleza. Si inicialmente dos individuos tienen cada uno
más de un atributo, ante un CIS que deja a uno de ellos peor en ambos atributos,
esta persona ya no puede compensar la falta de un atributo con la presencia del
otro (pues tiene escasamente de los dos), de manera que la pobreza se mantiene o

76
aumenta. Por lo tanto, los autores definen dos dimensiones como sustitutas si se
satisface NDCIS y como complementarias si se satisface NICIS.

A continuación se presenta una breve descripción de los más relevantes de estos enfo-
ques y modelos.

77
2.2.1. El Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)
Este ı́ndice, presentado en la sección de metodologı́as tradicionales, constituye un
método directo de medición de pobreza porque permite estimar directamente la falta de
acceso a ciertos bienes o servicios básicos. Para su construcción, al igual que las demás
medidas multidimensionales que veremos a continuación, hay que resolver varios pasos:
identificación de las necesidades básicas, elección de las variables por dimensión y la
definición del umbral de satisfacción de esas necesidades.
Este método utiliza generalmente datos provenientes del CENSO, lo que permite cons-
truir medidas desagregadas a niveles territoriales más pequeños. Esto limita su aplicación
a la periodicidad de los datos. Un problema adicional es que la incidencia de insatisfac-
ción de necesidades básicas está directamente relacionada al número de variables que se
utilizan para calcularla. En la medida que aumenta el número de variables que miden
el bienestar aumenta el número de hogares que se identifican como carentes. A pesar de
estos problemas el NBI tiene la gran ventaja de proporcionar información directa sobre
la disponibilidad de bienes y servicio básicos con un nivel de desagregación que es muy
útil para el diseño de polı́ticas y programas sociales.

2.2.2. El Índice de Pobreza Humana (IPH)


Este ı́ndice, construido por el Programa de Naciones Unidas, es similar al Índice de
Desarrollo Humano (IDH) del mismo organismo, excepto que se concentra en privaciones
en lugar de logros. Al igual que en el caso del IDH, existe una versión para paı́ses en
desarrollo y una versión para paı́ses desarrollados.
El ı́ndice considera tres dimensiones: salud, educación y estándar de vida. Para los
paı́ses en desarrollo se utilizan los siguientes indicadores de privación para dichas dimen-
siones: probabilidad al nacer de fallecer antes de cumplir 40 años, tasa de analfabetismo
en la población adulta, porcentaje de la población sin acceso a agua potable y porcenta-
je de niños que se encuentran bajo peso para su edad. Estos últimos dos indicadores se
promedian para obtener un sólo indicador para su correspondiente dimensión y luego se
normalizan. Denotando PS, PE y PV a los indicadores de cada dimensión tenemos:
 13
P S3 + P E3 + P V 3

IP H − 1 =
3

El ı́ndice se construye a partir de datos agregados para cada paı́s, lo que significa un
menor requisito en cuanto a los datos necesarios para su cálculo, aunque por otro lado, con
estos datos no se pueden identificar a los subgrupos más afectados, aspecto fundamental
en el diseño de polı́ticas públicas.
Esta fórmula de construcción del ı́ndice, elevando los indicadores de cada dimensión a
3, tiene la ventaja de penalizar una distribución desigual de privaciones en las diferentes
dimensiones, las se traducen en un mayor ı́ndice de pobreza humana. Sin embargo se
critica la arbitrariedad de la elección de este factor, ası́ como la distribución de los pesos
por dimensión e indicador. Otras crı́ticas que se le realizan a este ı́ndice es el no incluir

78
la dimensión monetaria y que no satisface el axioma de monotonicidad, por ejemplo si un
niño que se encuentra levemente bajo el peso correspondiente a su edad bajara aún más
de peso, el valor del IPH no se verı́a alterado.

2.2.3. Modelos factoriales


Estos modelos identifican dos etapas relacionadas a la agregación: la agregación de las
m dimensiones en una medida de pobreza individual pi y la agregación de las medidas
de pobreza individuales en un único valor P . La última de estas etapas es similar al
caso unidimensional, sin embargo la primera es un aspecto nuevo al considerar múltiples
dimensiones.
Todo planteamiento de una medida de pobreza individual pi es una reducción de in-
formación de las m variables a sólo una. El Método de Componentes Principales genera,
a partir de m variables normalizadas, m nuevos indicadores ortogonales que son combi-
naciones lineales de los indicadores originales, de manera de capturar toda la varianza
original de los datos. Estos componentes se ordenan e identifican de acuerdo al porcentaje
de la varianza que cada uno explica, siendo el primero el de mayor varianza. La aplica-
ción de esta metodologı́a en medidas de pobreza consiste en definir la medida de pobreza
individual como la primera componente, es decir, como una combinación lineal de los
indicadores de las m dimensiones cuyos ponderadores satisfacen que la variable resultado
maximiza la varianza explicada, minimizando ası́ la pérdida de información.
Estos modelos no parten de una concepción de la pobreza sino que, mediante una
técnica estadı́stica, definen una medida de pobreza individual unidimensional a partir de
varias dimensiones, buscando minimizar la pérdida de información debido a esta reducción.
El desarrollo teórico de Sen, según el cual la pobreza es la falta de libertades o capa-
cidades para alcanzar los funcionamientos que una persona valora, ha llevado a algunos
autores a plantear un modelo en el cual la matriz de indicadores de las dimensiones ob-
servadas, que corresponden a los funcionamientos, se combinan linealmente para formar
variables latentes, correspondientes a las capacidades. Este planteamieto se resuelve por
el Método de Análisis Factorial. Esta metodologı́a es muy similar a la de componentes
principales, cuya diferencia está en la formulación del modelo y en la medida de distancia
utilizada para la estimación.
La principal crı́tica que se adhiere a estos dos modelos es que suponen variables cuan-
titativas para cada una de las m dimensiones. Existen algunas extensiones que buscan
solucionar este inconveniente, como el Modelo de Análisis de Correspondencia Múltiple,
que asume todas las variables categóricas (categorizando las variables cuantitativas), y co-
rresponde a un modelo de Componentes Principales aplicado sobre una matriz modificada
de indicadores.

2.2.4. Índice de privaciones


Este enfoque, detallado en el capı́tulo anterior, permite medir de forma separada dis-
tintas dimensiones de privación, cada una de las cuales representa la naturaleza de una
necesidad social que se vuelve medible a través de indicadores especı́ficos. Por lo tanto,

79
ante la presencia de múltiples dimensiones de privación, este enfoque se compone de una
serie de medidas unidimensionales que una vez que se combinan, bajo ciertos criterios
estadı́sticos, componen una medida de privación múltiple.

A continuación revisamos algunos de los principales modelos desde el enfoque axiomáti-


co disponibles en la literatura.

2.2.5. El Modelo de Bourguignon y Chakravarty (2003)


Estos autores proponen una medida de pobreza absoluta multidimensional con las siguien-
tes caracterı́sticas:
1. Identificación: bajo este modelo, una persona es considerada pobre si se encuentra
bajo la lı́nea de pobreza en al menos alguna de las dimensiones consideradas. De
esta forma la función binaria de identificación para un individuo con un vector de
caracterı́sticas xi está dada por:

1 si xij < zj para algún j = 1 . . . , m
ρ1 (xi , z) =
0 si ∼
xij
Se define el conjunto de personas pobres en la dimensión j como Sj = {i : zj
< 1}.

2. Agregación: los autores plantean dos funciones de agregación. En primer lugar plan-
tean como medida agregada un promedio simple de pobreza individual, que a su vez
es una suma ponderada de brechas de pobreza por dimensión.

m  o
1 XX xij j X
P1 (X, z) = aj 1 − , aj ≥ 0, aj = 1 (1)
n j=1 i∈S zj
j

Esta medida es aditiva en dimensiones y por tanto éstas no son complementarias ni


sustitutas. A partir de esta observación, plantean una segunda medida de pobreza,
para el caso m = 2
n   θ  θ  αθ
1X xi1 xi2
P2 (X, z) = a1 máx 1 − , 0 + a2 máx 1 − ,0 (2)
n i=1 z1 z2

donde θ > 1, α ≥ 0 y a1 + a2 = 1.
3. Axiomas: la medida P1 satisface todos los axiomas planteados, con la observación
que satisface monotonicidad si y solo si oj 6= 0 ∀j y que los axiomas RD, NDCIS y
NICIS se satisfacen con igualdad.
La medida P2 satisface los axiomas generales y los axiomas de foco. Satisface también
MD, MDim y M, este último sólo si α es distinto de cero. En cuanto a los axiomas
de transferencia, y a diferencia de la medida anterior, no se satisface OTP, NDCIS
se satisface si y solo si α ≥ θ y NICIS si y solo si α ≤ θ.

80
4. Interacción entre las dimensiones: dado que la primera medida de agregación es
aditiva en las dimensiones se tiene que éstas no son ni sustitutas ni complementarias.
La medida P2 verifica que si α > θ entonces las dimensiones son sustitutas y son
complementarias si α < θ.
5. Principales ventajas y limitaciones:
Ventajas: ambas medidas de pobreza resuelven el problema de identificación y agre-
gación, verificando los principales axiomas considerados requisitos para una medida
de pobreza.
Limitaciones: las principales limitaciones no resueltas de esta propuesta son dos:
La medida de agregación es válida sólo para dimensiones cuantitativas y no
para variables cualitativas, debido a que considera brechas de pobreza.
Cuando se generaliza la segunda medida de pobreza a más de dos dimensiones
se tiene que, dependiendo de los valores de los parámetros, son todas las dimen-
siones sustitutas o todas complementarias, sin permitirnos considerar distintas
relaciones entre los distintos pares de dimensiones.

2.2.6. El Modelo de Chakravarty, Deutsch y Silber (2005)


Los autores plantean una generalización del ı́ndice unidimensional de Watts y verifican
sus propiedades. Esta medida asume indicadores cuantitativos por dimensión y sus co-
rrespondientes lı́neas de pobreza.
1. Identificación: al igual que en el modelo de Bourguignon y Chakravarty (2003) se
considera multidimensionalmente pobre a un individuo que es pobre en al menos
una de las dimensiones consideradas.
2. Agregación: se define el ı́ndice multidimensional de pobreza de Watts como
m  
1 XX zj
Pw (X, z) = δj log (3)
n j=1 i∈S xij
j

3. Axiomas: la medida propuesta satisface NT, S, DS, IR, IE, C, FD.


4. Interacción entre las dimensiones: en este modelo, al igual que en el anterior, se
tiene que la medida de pobreza es aditiva en las dimensiones y por tanto éstas no
son sustitutas ni complementarias sino independientes.
5. Principales ventajas y limitaciones:
Ventajas: la gran ventaja de este ı́ndice es que no sólo se puede descomponer por
subgrupo de la población sino también por dimensión. Esta medida es sencilla de
aplicar y satisface los axiomas básicos.
Limitaciones: las limitaciones son esencialmente tres, la construcción es válida para
indicadores cuantitativos, la relación entre las dimensiones es independiente y la
difı́cil interpretación del número agregado de pobreza.

81
2.2.7. El Modelo de Chakravarty y D’Ambrosio (2006)
Los autores plantean una metodologı́a multidimensional para medir el fenómeno de ex-
clusión social, que discuten es un fenómeno más amplio que pobreza y es inherentemente
relativo. En su modelo existe un indicador l que mide el número de dimensiones en las que
un individuo se encuentra excluido. Los autores no discuten cómo se determina exclusión
en una dimensión: para variables cuantitativas asumimos que una persona se encuentra
excluida de la dimensión considerada si el valor de dicho atributo se encuentra por debajo
de una respectiva lı́nea, y para variables cualitativas asumiremos es la ausencia de una
determinada caracterı́stica.
1. Identificación: se identifica como socialmente excluidos a las personas que se en-
cuentran excluidas en al menos alguna dimensión, es decir l(xi , z) > 0. Se denomina
S(X, z) al conjunto de personas socialmente excluidas.
2. Agregación: los autores proponen esencialmente tres tipos de medidas de exclusión
social. La primera medida propuesta es:

1 X
E(l(X, z)) = f (l(xi , z)) (4)
n
i∈S(X,z)

donde f es una función creciente, con f (0) = 0 y cuyos márgenes son no decrecientes
(MND) (es decir f (xi + 1) − f (xi ) ≥ f (xj + 1) − f (xj ) cuando xi ≥ xj )

Esta medida verifica DS, lo que implica que la exclusión de un grupo no afecta la
exclusión de otro. Los autores plantean que es valioso estudiar medidas de exclusión
social que no verifiquen DS y plantean las dos siguientes alternativas:

 ν 1
1 X ν
Ē(X, z) = l(xi , z) (5)
n
i∈S(X,z)
1 X
¯l(X, z)i (2(n − i) + 1)
Ê(X, z) = (6)
n2
i∈S(X,z)

donde ¯l(X, z) corresponde al vector l(X, z) reordenando sus elementos de manera


descendente.
3. Axiomas: La medida E satisface todos los axiomas generales y los axiomas de foco.
Satisface también MD y MDim, este último si f no es la función constante 1. No
satisface M. En cuanto a los axiomas de transferencia, satisface OTP con igualdad
y satisface MTP. Además tiene márgenes no decrecientes (MND).
Las medidas Ē y Ê satisfacen los axiomas generales y de foco, MD, MDim (pero no
M), OTP (con igualdad), MTP y MND.

82
4. Interacción entre las dimensiones: tanto en E como en Ē las dimensiones son com-
plementarias.

5. Principales ventajas y limitaciones:


Ventajas: esta medida, al no considerar brechas sino número de dimensiones en
las que una persona se encuentra privada, puede incluir dimensiones cualitativas, a
diferencia de los dos modelos anteriores. Además los autores demuestran que una
medida de exclusión que dependa del número de dimensiones excluidas satisface DS
y MND si y solo si tiene la forma (4).
Limitaciones: la principal limitación es la no satisfacción del axioma de monotonici-
dad, que es una crı́tica usual en la literatura con respecto a las medidas de pobreza,
que implica que el empeoramiento de una persona en una dimensión en la que ya se
encontraba excluida no altera la medida de pobreza. La medida se basa en el número
de dimensiones de exclusión independientemente de cuán excluida esté una persona,
caracterı́stica que tiene más sentido en el caso de una medición de exclusión social
que de pobreza.

2.2.8. El Modelo de Alkire y Foster (2007)


Este modelo construye, generalizando las medidas unidimensionales propuestas por Foster-
Green-Thorbecke, una medida absoluta de pobreza multidimensional.

1. Identificación: dado un parámetro k, se considera pobre multidimensionalmente a


la persona privada en k o más dimensiones

1 si l(xi , z) ≥ k
ρk (xi , z) =
0 si ∼

Dado un valor α ≥ 1, se define también la matriz gα (k) de n × m de la siguiente


manera: x
(1 − ziji )α si xij < zj y ρk (xi , z) = 1

gα (k)ij =
0 si ∼
es decir, es una matriz cuyas filas son cero para los individuos no pobres multi-
dimensionalmente, y para los que sı́ lo son tiene la brecha de pobreza para cada
dimensión, elevada a α.
En este contexto, el parámetro k representa un valor de corte adicional para la iden-
tificación de la pobreza. Si k = 1 un individuo se considera pobre si se encuentra
privado en al menos una dimensión, llamado el enfoque de unión, y si k = m un
individuo se considera pobre si está privado en todas las dimensiones, llamado el
enfoque de intersección.

2. Agregación: se definen tres medidas de pobreza, H el porcentaje de personas pobres


identificadas por ρk , M0 que corresponde a H por el promedio entre los individuos
pobres del porcentaje de dimensiones en las que se encuentran privados, y Mα que

83
es el promedio de los elementos de la matriz gα (k). Esta última medida correspon-
de a M0 multiplicada por el promedio de las brechas de pobreza elevadas a α de
los individuos pobres en las dimensiones privadas. Con α = 1 y α = 2 se tienen
las generalizaciones multidimensionales de la brecha y la severidad de la pobreza
unidimensional.
3. Axiomas: la medida H, al igual que en el caso unidimensional, es insensible a la
intensidad y distribución de la pobreza, tampoco es sensible al número de privaciones
de los individuos pobres. H satisface los axiomas generales excepto C, satisface los
axiomas de foco, satisface MD (no satisface M ni MDim) y satisface los axiomas de
transferencias con igualdad.
La medida M0 , a diferencia de H, sı́ es sensible al número de dimensiones privadas
de las personas pobres, aunque tampoco es sensible a cuán privadas están en estas
dimensiones. M0 satisface los axiomas generales excepto C, satisface los axiomas de
foco, satisface MD y MDim (pero no M) y en cuanto a las transferencias satisface
OTP, NDCIS, NICIS todas ellas con igualdad, satisface RD y no satisface MTP.
La medida Mα satisface los axiomas generales excepto C para el caso k > 1, satisface
los axiomas de foco, satisface los tres axiomas de monotonicidad y todos los axiomas
de transferencias, aunque NDCIS y NICIS los satisface con igualdad.
4. Interacción entre las dimensiones: no son sustitutas ni complementarias.
5. Principales ventajas y limitaciones:
Ventajas: se puede generalizar dando distintos pesos a las distintas dimensiones. Pa-
ra esto basta considerar pesos wj para cada dimensión, con m
P
j=1 j = m, modificar
w
la función de identificación de manera que una persona es considerada pobre si la
suma ponderada de las dimensiones privadas es mayor o igual a k, y modificar gα (k)
multiplicando cada columna por el correspondiente factor wj . Con estas modifica-
ciones las medidas de pobreza se aplican de la misma forma anterior. Además si se
tienen dimensiones cualitativas los autores recomiendan utilizar M0 y si se tienen
algunas dimensiones cuantitativas y algunas cualitativas los autores recomiendan
usar Mα con pesos no homogéneos. Además de ser una medida que verifica DS, y
por lo tanto que se puede estimar para distintos subgrupos de la población, una vez
realizada la identificación, se puede descomponer el valor de pobreza por dimensión,
permitiendo analizar qué dimensión aporta un mayor valor al ı́ndice agregado.
Limitaciones: una primera desventaja es que las medidas planteadas no son conti-
nuas en la matriz de atributos de la sociedad. Además tampoco hay una solución
para considerar dimensiones sustitutas o complementarias. Con respecto a este últi-
mo punto, los autores plantean la posibilidad de usar
n
1X
P (X, z) = Mα (xi , z)γ
n i=1

Si se utiliza un valor de γ mayor que uno las dimensiones son complementarias y


si el valor es positivo menor que uno son sustitutas. Sin embargo, al igual que en

84
el caso de Bourguignon y Chakravarty (2003), todas los pares de dimensiones están
obligados a satisfacer la misma relación.

2.2.9. El Modelo de Bossert, Chakravarty y D’Ambrosio (2009)


El objetivo de los autores es plantear una clase de medidas multidimensionales de pobreza
que permitan reflejar las diferencias en la importacia de algunas dimensiones por sobre
otras mediante la asignación de pesos no homogéneos. Estas diferencias se pueden deber
a que los tomadores de decisiones de polı́tica pública las consideran distintas, o porque la
sociedad las considera distintas.

1. Identificación: los autores plantean una medida de pobreza individual pi como una
función que a cada vector binario que indica privación en cada dimensión entrega
un número real positivo. Suponen que esta función satisface dos propiedades: que
la pobreza individual es cero si el individuo no se encuentra privado en ninguna
dimensión y es positiva si se encuentra privado en al menos una, y que la pobreza
individual es una función aditiva. Esta última propiedad implica que la pobreza
individual es una suma de la pobreza por dimensión. De estas definiciones se des-
prende que se identifica como pobre a un individuo que esté privado en al menos
alguna dimensión.
Los autores demuestran que una medida de pobreza individual satisface estas pro-
piedades si y solo si es de la forma:
X
pi (y) = αj (7)
j tq yj = 1

donde y es el vector binario que indica la existencia de privaciones por dimensión.

2. Agregación: para definir la agregación de la pobreza P en una sociedad, los autores


buscan una medida que refleje que a mayor desigualdad de la pobreza individual
mayor es la pobreza agregada. La medida de pobreza P , para una sociedad de
tamaño n, dado un vector de pobrezas individuales entrega un único valor agregado
de pobreza. Los autores buscan una medida que satisfaga una serie de axiomas:

Normalización de igualdad: si todos los individuos tienen un mismo nivel de


pobreza individual a entonces la pobreza en esa sociedad también toma el valor
a.
Continuidad de la función P en el vector de pobrezas individuales (p1 , . . . , pn ).
Monotonicidad, P es una función estrictamente creciente.
S-convexidad: al premultiplicar el vector de pobrezas individuales por una ma-
triz biestocástica B, haciendo más pareja la distribución de pobreza entre los
individuos, la medida de pobreza agregada disminuye.

85
Homogeneidad lineal: Si la pobreza de cada uno de los individuos se multiplica
por una constante positiva λ entonces la medida agregada de pobreza también
se ve multiplicada por λ.
Separabilidad estricta: si fijamos las pobrezas individuales de un subgrupo de
la población, las comparaciones de la medida de pobreza agregada al variar las
medidas de pobreza individuales del resto de los individuos, no dependen del
valor de las pobrezas individuales del primer grupo.
Invarianza ante réplicas.

Los autores demuestran que una función de medida agregada satisface estos 7 axio-
mas si y solo es de la forma
 X n  r1
1 r
P (p1 , . . . , pn ) = p (8)
n i=1 i

para alguna constante r ≥ 1, independiente del tamaño de la población. Esta función


de agregación de pobrezas individuales aplica para cualquier función de pobreza
individual.

3. Axiomas: notemos que, dado que la medida de pobreza individual depende de y


y no de x, tenemos que la medida agregada no es continua en X. Sı́ satisface N,
NT, S, IR. Por otro lado, dado que se plantea una medida de pobreza individual
se puede calcular la pobreza agregada para cualquier subgrupo, si bien no se puede
calcular consistentemente su aporte porcentual sobre el total de la pobreza de una
determinada sociedad. También se satisfacen los axiomas de foco. Sin embargo, dado
que la medida de pobreza individual depende de un vector binario de privación en
cada dimensión, no satisface el axioma de monotonicidad (aunque sı́ se tienen MD
y MDim).

4. Interacción entre las dimensiones: la interacción entre las dimensiones queda de-
terminada por la forma funcional de la medida de pobreza individual. En caso que
ésta tenga la forma dada por (7), las dimensiones son independientes, es decir no
son sustitutas ni complementarias.

5. Principales ventajas y limitaciones:


Ventajas: la propuesta de los autores permite medir pobreza de una manera fácil-
mente implementable, que acepta dimensiones cualitativas, permite distintas pon-
deraciones de las dimensiones y sanciona distribuciones desiguales de la pobreza.
Limitaciones: la principal desventaja es que no satisface el axioma de monotonici-
dad. Por otro lado, el supuesto de aditividad de la medida de pobreza individual es
restrictivo e implica que las dimensiones son independientes.

86
2.2.10. Alkire y Foster Modificado (CONEVAL-Mexico, 2009)
El CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Polı́tica de Desarrollo Social) dio a
conocer su nueva metodologı́a de medición de pobreza el 10 de diciembre de 2009. Esta
medida se ubica desde el enfoque de derechos sociales e incorpora indicadores de rezago
educativo, acceso a los servicios de salud, acceso a la seguridad social, calidad y espacios de
la vivienda, servicios básicos en la vivienda, acceso a la alimentación, el ingreso corriente
per cápita y el grado de cohesión social, como lo señala la Ley General de Desarrollo
Social (LGDS).

1. Identificación: el grupo de las dimensiones asociadas a los derechos sociales, es decir,


la educación, la salud, la seguridad social, la alimentación, la vivienda y sus servicios,
se miden por medio de seis indicadores de carencia social. Se construye un ı́ndice
de privación social mediante el cual se identifica a la población con al menos una
de estas carencias. Finalmente se dice que una persona se encuentra en situación
de pobreza multidimensional cuando no tiene garantizado el ejercicio de al menos
uno de sus derechos para el desarrollo social, es decir es privada socialmente, y si
sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para
satisfacer sus necesidades.
De esta manera se divide a la población en cuatro grupos:

a) Pobres multidimensionales: población con ingreso inferior al valor de la lı́nea


de bienestar y que padece al menos una carencia social. (44.2 % para México)
(cuadrante I)
b) Vulnerables por carencias sociales: población que presenta una o más carencias
sociales, pero cuyo ingreso es superior a la lı́nea de bienestar. (cuadrante II)
c) Vulnerables por ingresos: población que no presenta carencias sociales y cuyo
ingreso es inferior o igual a la lı́nea de bienestar. (cuadrante III)
d ) No pobres multidimensionalmente y no vulnerables: población cuyo ingreso es
superior a la lı́nea de bienestar y que no tiene carencia social alguna. (cuadrante
IV)

2. Agregación: para la agregación, se plantea que las medidas deben satisfacer 4 pro-
piedades, asegurar la comparabilidad de las mediciones de pobreza a nivel nacional,
estatal y municipal a lo largo del tiempo, permitir valorar la contribución de los
estados y los municipios a la pobreza nacional, posibilitar conocer la participación
de cada una de las dimensiones, y tener algunas propiedades analı́ticas deseables.
CONEVAL plantea tres tipos de medidas: de incidencia, de profundidad y de in-
tensidad. Las medidas de incidencia corresponden al porcentaje de la población que
pertenece a cada uno de los cuatro grupos antes mencionados, más el porcentaje de
carentes por dimensión.
Se presentan dos medidas de profundidad, una para cada espacio. En el espacio del
bienestar se mide la brecha de pobreza FGT. Esta medida se entrega tanto para la

87
Figura 2: Figura CONEVAL

ingreso

No pobres
Vulnerables en Carencias

linea de bienestar

Vulnerables en
Pobres Multidimensionales

Ingreso
linea de bienestar
Pobres minimo
Multidimensionales
Extremos

Carencias 4 3 2 1 0
en otras dimensiones

población con carencias sociales como para la población sin carencias. En el espacio
de los derechos se reporta el número y la proporción promedio de carencias sociales.
Se estima para cuatro grupos: la población en pobreza multidimensional, la pobla-
ción en pobreza multidimensional extrema, la población vulnerable por carencias (y
no ingresos), y la población con al menos una carencia social.
Siguiendo a Alkire y Foster (2007), las medidas de intensidad corresponden al pro-
ducto de la medida de incidencia con la medida de profundidad. CONEVAL estima
tres medidas de intensidad, que son casos particulares de la medida propuesta por
Alkire y Foster (2007), con la excepción que CONEVAL no considera pertinente
incluir el ingreso en el cálculo de las medidas de profundidad. De esta manera, las
medidas a calcular corresponden al porcentaje de la población en un determinado
grupo de la población por la proporción promedio de carencias sociales de dicho
grupo. Estas medidas se calculan para tres subpoblaciones: intensidad de la pobreza
multidimensional, intensidad de la pobreza multidimensional extrema e intensidad
de la privación de la población con al menos una carencia. Las medidas de intensidad
permiten conocer la contribución a la pobreza multidimensional de cada una de las
carencias.
Paralelamente CONEVAL agrega medidas de cohesión social

3. Axiomas: Alkire y Foster (2009) demuestran que los criterios que CONEVAL de-
finió para identificar a la población en pobreza multidimensional son equivalentes
a su propuesta metodológica. Ası́, las medidas de incidencia e intensidad satisfacen
los axiomas generales excepto C y los axiomas de foco. En cuanto a los axiomas
relacionados con la variación de atributos, la incidencia satisface sólo MD, y las

88
medidas de intensidad satisfacen MD y MDim.

4. Interacción entre las dimensiones: dada la elección de dos ejes de CONEVAL, en


bienestar y derechos sociales, se tiene que no hay independencia entre ingresos y las
demás dimensiones.

5. Principales ventajas y limitaciones:


Ventajas: la medida propuesta se hace cargo del problema de la identificación y
agregación, cumpliendo los principales axiomas. La medición es sencilla y su presen-
tación gráfica es amigable, permitiendo identificar visualmente incluso la incidencia
de pobreza mediante una medida tradicional de ingresos. Además permite distinguir
entre la población pobre y vulnerable. Por otro lado, recoge la noción de derechos
sociales para evaluar pobreza, que se complementa con la noción de capacidades
propuesta en este tipo de mediciones.
Limitaciones: las medidas propuestas si bien son sensibles al número de carencias
de la población, no lo son a cuán privados están en cada una de ellas. Tampoco
resuelve acerca de la complementariedad o sustitutabilidad de los derechos sociales.

2.3. Comparación de los Indicadores de Medición de Pobreza


Multidimensional
Desde los postulados de Sen (1987) se plantea que un enfoque de pobreza adecuado
tiene dos grandes desafı́os: relevancia y practicidad. El primer desafı́o apunta a la cohe-
rencia de la motivación de estudiar pobreza, asociado al horizonte normativo referido al
bienestar y calidad de vida que propone. De este modo, la generación de una medición mul-
tidimensional de pobreza adquiere relevancia en la medida en que se observa la situación
de determinada sociedad en términos de incidencias y/o brechas del logro de bienestar.
La multidimensionalidad le atribuye a la observación de la pobreza la identificación de
dimensiones constituyentes del fenómeno que, pese a que sus contenidos son excluyentes
entre sı́, conforman un sistema integrado que enriquece la noción.
El segundo desafı́o apunta a su uso práctico, es decir a las potencialidades que otorga la
identificación de incidencias y brechas de pobreza, mediante las cuales es posible generar
orientaciones para el despliegue de acciones de intervención y superación de pobreza. De
este modo, la generación de una medición multidimensional de pobreza adquiere practici-
dad en la medida en que permite la realización de (1) comparaciones del nivel de desarrollo
al interior de una dimensión, (2) comparaciones del desarrollo de las dimensiones entre
sus indicadores y (3) comparaciones del nivel de desarrollo de una dimensión en relación
a la medida general.
Usando este marco conceptual y la el desarrollo de la literatura en el capı́tulo ante-
rior se hace un análisis comparado de los indicadores de pobreza multidimensional. Una
serie de caracterı́sticas aparecen como deseables. En primer lugar, que sea una medida de
pobreza axiomática, ya que los axiomas la hacen robusta a ciertas caracterı́sticas de una
buena medición de pobreza. También debe ser útil para asignar programas sociales y por

89
ende debe identificar pobreza multidimensional individualmente (no construida con datos
a nivel agregado solamente). Otra caracterı́stica deseable de la medición multidimensional
es que ésta se pueda actualizar constantemente. Además, si es de uso público esta deberı́a
ser de fácil interpretación, por eso es deseable que utilice mediciones cualitativas en vez
de cuantitativas. Deberı́amos poder identificar cuanto aporta cada dimensión a la medida
de pobreza total. Además es útil que cada dimensión sea también estudiada en términos
de incidencia. Respecto a la complementariedad o sustituibilidad de las dimensiones es
complejo y arbitrario o necesariamente incluye fuertes juicios de valor establecer estos
sentidos, ası́ que nos inclinamos por que las dimensiones sean independientes. A modo de
resumen en el siguiente cuadro las presentamos para cada uno de estos. Observando el
listado de posibles indicadores y las caracterı́sticas deseables de un indicador de pobreza
multidimensional vemos que hay básicamente dos de ellos que cumplen con estos requisi-
tos: Alkire y Foster (2007) y Alkire y Foster Modificado (CONEVAL-Mexico, 2009). Este
último es especialmente atractivo por su inclusión de la dimensión ingreso de manera tal
que logra ser un puente entre una medida de pobreza según ingreso y una medida mul-
tidimensional. Un beneficio adicional de esta medida es su ya aplicación en México, paı́s
latinoamericano que primero lo adopta. Por estas razones, hemos seleccionado estas dos
medidas para la aplicación al caso chileno, cuyos resultados se presentan en el siguiente
apartado.

Cuadro 3: Ventajas y Limitaciones de los Indicadores de


Pobreza Multidimensional

Indicador Ventajas Limitaciones


Indice de Necesidades Bási- Datos censales que propor- No axiomática. Datos cen-
cas Insatisfechas (NBI) cionan información sobre la sales limitan su aplicación a
disponibilidad de bienes y la periodicidad de los datos.
servicios básicos con un ni- Un problema adicional es
vel de desagregación que es que la incidencia de insatis-
muy útil para el diseño de facción de necesidades bási-
polı́ticas y programas socia- cas está directamente rela-
les de largo plazo. cionada al número de va-
riables que se utilizan pa-
ra calcularla. En la medida
que aumenta el número de
variables que miden el bie-
nestar aumenta el número
de hogares que se identifican
como carentes.

90
Índice de Pobreza Humana Se construye a partir de da- No axiomática. No se pue-
(IPH) tos agregados lo que signi- den identificar a los subgru-
fica un menor requisito en pos más afectados. Se cri-
cuanto a los datos necesa- tica la arbitrariedad de la
rios para su cálculo. Fórmu- elección de formula, ası́ co-
la de construcción del ı́ndice mo la distribución de los pe-
tiene la ventaja de penalizar sos por dimensión e indica-
una distribución desigual de dor. Otras crı́ticas son el no
privaciones en las diferentes incluir la dimensión mone-
dimensiones. taria y que no satisface el
axioma de monotonicidad,
que implica que el empeo-
ramiento de una persona en
una dimensión en la que ya
se encontraba excluida no
altera la medida de pobre-
za.
Análisis en componentes No axiomática. Estos mode-
principales y otros métodos los no parten de una con-
factoriales cepción de la pobreza sino
que, mediante una técnica
estadı́stica, definen una me-
dida de pobreza individual
unidimensional a partir de
varias dimensiones, buscan-
do minimizar la pérdida de
información debido a es-
ta reducción. La principal
crı́tica que se adhiere a estos
dos modelos es que suponen
variables cuantitativas para
cada una de las dimensio-
nes.

91
Bourguignon y Chakravarty Axiomática. Resuelve el La medida de agregación es
(2003) problema de identificación válida sólo para dimensio-
y agregación, verificando nes cuantitativas y no para
los principales axiomas con- variables cualitativas, debi-
siderados requisitos para do a que considera brechas
una medida de pobreza. de pobreza. Cuando se ge-
neraliza la segunda medida
de pobreza a más de dos di-
mensiones se tiene que, de-
pendiendo de los valores de
los parámetros, son todas
las dimensiones sustitutas o
todas complementarias, sin
permitirnos considerar dis-
tintas relaciones entre los
distintos pares de dimensio-
nes.
Chakravarty, Deutsch y Sil- Axiomática. La gran ven- La construcción es válida
ber (2005) taja de este ı́ndice es que solamente para indicadores
no sólo se puede descom- cuantitativos, la relación en-
poner por subgrupo de la tre las dimensiones es inde-
población sino también por pendiente y la difı́cil inter-
dimensión. Esta medida es pretación del número agre-
sencilla de aplicar y satisfa- gado de pobreza.
ce los axiomas básicos.
Chakravarty y D’Ambrosio Axiomática. Esta medida, No satisface axioma de mo-
(2006) al no considerar brechas notonicidad, que implica
sino número de dimensio- que el empeoramiento de
nes en las que una persona una persona en una dimen-
se encuentra privada, pue- sión en la que ya se encon-
de incluir dimensiones cuali- traba excluida no altera la
tativas. Además los autores medida de pobreza. La me-
demuestran que una medi- dida se basa en el núme-
da de exclusión que depen- ro de dimensiones de exclu-
da del número de dimensio- sión independientemente de
nes excluidas satisface DS y cuán excluida esté una per-
MND si y solo si tiene la for- sona, caracterı́stica que tie-
ma (4). ne más sentido en el caso de
una medición de exclusión
social que de pobreza.

92
Alkire y Foster (2007) Axiomática. Verifica DS, y Las medidas planteadas no
por lo tanto se puede esti- son continuas en la matriz
mar para distintos subgru- de atributos de la sociedad,
pos de la población, una vez aunque los autores plantean
realizada la identificación, una generalización para di-
se puede descomponer el va- ferentes niveles de comple-
lor de pobreza por dimen- mentariedad. Sin embargo,
sión, permitiendo analizar al igual que en el caso de
qué dimensión aporta un Bourguignon y Chakravarty
mayor valor al ı́ndice agre- (2003), todas los pares de
gado. Es de fácil interpreta- dimensiones están obligados
ción. Permite medir pobre- a satisfacer la misma rela-
za de una manera fácilmen- ción.
te implementable, que acep-
ta dimensiones cualitativas.
Bossert, Chakravarty y Permite medir pobreza de No satisface el axioma de
D’Ambrosio (2009) una manera fácilmente im- monotonicidad. Por otro la-
plementable, que acepta di- do, el supuesto de aditivi-
mensiones cualitativas, per- dad de la medida de pobre-
mite distintas ponderacio- za individual es restrictivo e
nes de las dimensiones y implica que las dimensiones
sanciona distribuciones de- son independientes.
siguales de la pobreza.
CONEVAL-México o Alkire Se hace cargo del problema Las medidas propuestas si
y Foster Modificado (2009) de la identificación y agre- bien son sensibles al número
gación, cumpliendo los prin- de carencias de la población,
cipales axiomas. La medi- no lo son a cuán privados
ción es sencilla y su pre- están en cada una de ellas.
sentación gráfica es amiga- Tampoco resuelve acerca de
ble, permitiendo identificar la complementariedad o sus-
visualmente incluso la inci- titutabilidad de las dimen-
dencia de pobreza mediante siones.
una medida tradicional de
ingresos. Además permite
distinguir entre la población
pobre y vulnerable. Por otro
lado, recoge la noción de de-
rechos sociales para evaluar
pobreza, que se complemen-
ta con la noción de capaci-
dades propuesta en este tipo
de mediciones.

93
2.4. Evidencia Empı́rica
En este apartado se presentan algunos elementos que contextualicen los aportes y an-
tecedentes de experiencias tanto nacionales como internacionales en materia de medición
de pobreza multidimensional. De este modo, será posible identificar las alternativas que
se han aplicado y las decisiones metodológicas asociadas.

Evidencia nacional

Dentro del conocimiento desarrollado en materia de medición multidimensional de


pobreza en Chile es posible establecer un escaso desarrollo de aplicaciones que han surgido
con este propósito. Sin embargo, a lo largo de la trayectoria de los estudios en la materia se
destacan antecedentes que configuran el espacio desde el cual se configura una propuesta
de medición multidimensional.
La idea de una concepción multidimensional de la pobreza surge entre los primeros
estudios del fenómeno. En el caso de los trabajos de Altimir (1987) es posible observar
que detrás de la complejidad de la pobreza se instalaba su carácter multidimensional.
Desde esta mirada, la multidimensionalidad de la pobreza refiere a la variedad de causas
que producen el fenómeno y los efectos que genera. Ante esta definición, el autor plantea
la necesidad de complementar la observación del ingreso como indicador de pobreza con
otros aspectos que la defina. Sin embargo, los desarrollos de este autor no confluyen
en la presentación de una propuesta acabada en torno a la medición multidimensional.
Altimir plantea que la alta normatividad de la noción se instala como una restricción al
establecimiento de umbrales basados en una idea positivista del cálculo de la pobreza.
Se puede distinguir como segundo momento el desarrollo del método directo de medi-
ción de pobreza Necesidades Básicas Insatisfechas.
Como plantea Alarcón (2001), las Necesidades básicas insatisfechas (NBI) corresponde
a un método directo de medición de pobreza porque permite estimar directamente la falta
de acceso a ciertos bienes o servicios básicos. Para su construcción hay que resolver varios
pasos, pues para la definición del umbral de satisfacción de necesidades básicas no hay
un criterio único. Existe un elemento normativo en la selección de indicadores y sus
umbrales. Agregadamente es frecuente que la pobreza extrema se defina como dos o más
necesidades insatisfechas, mientras que la pobreza moderada corresponda a una o más
necesidades insatisfechas. La ventaja del método de NBI es que proporciona información
desagregada sobre el tipo de necesidades insatisfechas.
No obstante lo anterior, entre las desventajas se destaca que no proporciona informa-
ción sobre la profundidad de la pobreza y tiene grandes problemas de actualización debido
a que la fuente de información utilizada es el censo de población. Si bien el Censo tiene
la potencialidad de otorgar información para todos los habitantes del paı́s, se desarrolla
en periodos extensos de tiempo. En la medida en que las sociedades se desarrollan la
cantidad y calidad de los bienes y servicios que satisfacen sus necesidades humanas tam-
bién se modifican, por lo que es relevante contar con información actualizada de manera
sistemática.

94
Para hacer comparaciones en el tiempo con este método es necesario re evaluar los um-
brales de satisfacción de las necesidades básicas para ajustarlos a las condiciones particu-
lares de cada perı́odo de análisis, este es un trabajo que no se desarrollo con la información
obtenida desde el censo.
Dadas estas dificultades no se progresó en la construcción de un método multidimen-
sional de pobreza basado en las necesidades básicas insatisfechas.
Feres y Mancero (2001) agregan que el objetivo original de NBI era proveer un método
directo de identificación de las personas en situación de pobreza, tomando en cuenta
aspectos que no se ven necesariamente reflejados en el nivel de ingreso de un hogar,
aprovechando el inmenso potencial de desagregación geográfica que permite la información
censal para la elaboración de mapas de pobreza.
Estos autores plantean la idea de un método bidimensional de medición de pobreza,
el cual corresponde a la complementación de la medición indirecta de Lı́nea de la pobreza
con el método NBI.
En el método bidimensional se puede reconocer como el tercer intento de avanzar en
una medición multidimensional, mediante éste se distingue la severidad de la situación
de pobreza entre los hogares. Aquellos que se encuentra en situación de pobreza crónica
no cuentan con un ingreso suficiente para un nivel mı́nimo de consumo ni satisfacen sus
necesidades más elementales. De este modo, se plantea que este grupo se encuentra en una
clara situación de exclusión social y generalmente poseen más de una NBI. Los hogares en
situación de pobreza reciente satisfacen sus necesidades básicas pero tienen ingreso inferior
a la lı́nea de pobreza. Es plausible suponer que una reducción de ingresos en estos hogares
se traducirá en un menor consumo corriente y no en un deterioro inmediato de logros
alcanzados en cuanto a satisfacción de NB. Los hogares con carencias inerciales cuentan
con un ingreso suficiente para adquirir bienes y servicios básicos, pero no han logrado
mejorar ciertas condiciones de su nivel de vida. Son hogares que han arrastrado ciertas
necesidades del pasado. Si este tipo de hogares constituyera una mayorı́a en el grupo de
pobres, ciertas necesidades consideradas por el método de NBI no podrı́an clasificarse
como básicas, puesto que parte de la población cuenta con los recursos para satisfacerlas
pero prefiere no hacerlo.
A partir del enfoque bidimensional, Boltvinik ha esbozado el Método Integrado de Me-
dición de la Pobreza (MIP) que pretende evitar la duplicación de información entre ambos
métodos y generar una mayor complementariedad de los resultados. Especı́ficamente el
aporte de Boltvinik al método integrado es lograr diferenciar el aporte del ingreso y las
dimensiones adicionales de manera diferenciada.
Posteriormente a estos desarrollos no se han observado grandes avances en materia
de medición multidimensional de la pobreza. Sin embargo, se han realizado dos ejercicios
relevantes. Guerrero (2004) presenta una metodologı́a para la clasificación del 20 % de los
hogares de menores recursos, tanto para el CENSO de población del año 1992 como del
2002, que se fundamenta en el método PRINCALS.
El método PRINCALS corresponde al análisis de componentes principales sobre to-
do tipo de variables, incluyendo una mezcla de variables cuantitativas y cualitativas. El
método permitió generar un ı́ndice o puntaje que corresponde a una medida ordenada de

95
bienestar socioeconómico directamente relacionado con el hogar clasificado.
Para la aplicación del método se tomó un conjunto de variables socioeconómicas tales
como caracterı́sticas de la vivienda (tipo de vivienda, tipo de tenencia, revestimiento de
pared, piso, techo, abastecimiento de servicios básicos, servicios sanitarios), caracterı́sticas
del hogar (hacinamiento, número de personas en el hogar, número de piezas para dormir)
y caracterı́sticas del jefe de hogar. Además, para ajustar este ı́ndice de acuerdo al efecto
de la ubicación geográfica de la vivienda se consideraron las variables región, provincia,
comuna y área urbano-rural. Se optó por trabajar con la encuesta CASEN por presentar
el mayor número de variables comunes con el CENSO.
En el año 2007 Larrañaga se plantea el desafı́o de realizar una aplicación multidi-
mensional de los métodos de medición de pobreza multidimensional. Junto con revisar
las condiciones actuales de la medición de la pobreza a través de la lı́nea realiza una
aplicación de una alternativa de medición multidimensional de la pobreza.
Larrañaga (2007) utiliza Bourguignon y Chakravarty (2003) y lo aplica para Chile
usando la encuesta CASEN 2003. Para la construcción de un ı́ndice multidimensional
de pobreza recoge tres dimensiones: salud, educación, vivienda y entorno, las cuales son
utilizadas como complementos de la medición de pobreza según ingresos. Estas dimensio-
nes deben cumplir algunas propiedades de identificación, agregación y comparación. La
identificación consiste en una regla que señale cuando un individuo experimenta déficit
en la dimensión analizada. Ello requiere elegir las variables de evaluación, situación que
no es trivial en los casos de salud y educación dado que se trata de áreas del bienestar
con múltiples dimensiones internas. También hay que definir los umbrales crı́ticos, bajo
los cuales se experimenta la condición de déficit. Si no hay certezas en la materia se puede
considerar un rango antes que un valor puntual del umbral, tal como en el análisis de
dominancia de la pobreza según ingresos.
Los diferentes avances en materia de medición de pobreza multidimensional en Chile
han sido complementados con el desarrollo de propuestas en materia de conceptualización
y definición de umbrales para la superación de este fenómeno. En este sentido la Fundación
para la Superación de la Pobreza desde hace ya una década ha construido un conjunto
de documentos referidos al establecimiento de dimensiones e indicadores que orienten la
generación de acciones públicas referidas a pobreza.
La Fundación ha sido una de las instituciones más emblemáticas en el estudio de la
pobreza en Chile, a lo largo de sus documentos ellos han subrayado que la pobreza consti-
tuye un fenómeno multidimensional en sus causas y efectos que genera y que, por tanto, su
observación como intervención debe considerar hacerse cargo de esa caracterı́stica. En su
último documento Umbrales Sociales Garantizados (2009) la Fundación, desde el enfoque
de derechos, plantea un conjunto de desafı́os en las dimensiones de vivienda y hábitat,
salud, educación, trabajo, ingresos y participación. A lo largo de la propuesta desarrollada
se han incorporado los aportes de la Fundación, pues aún cuando no se haya enfocado su
trabajo hacia la construcción de una medición multidimensional, sı́ constituye un actor
relevante en Chile en el proceso de generación de discusiones y propuestas en materia de
construcción de indicadores para abordar este fenómeno.

96
Evidencia internacional

A nivel internacional los avances en materia de medición multidimensional de la po-


breza son mucho más nutridos que a nivel nacional. No obstante a lo largo de la revisión
de los textos es posible observar que los trabajos sobre esta materia son recientes y se
concentran mayoritariamente en el mundo académico.
Ahora, como se observa a continuación es posible establecer un recorrido más o menos
similar al desarrollo del caso chileno. En primer lugar presentaremos algunos trabajos
de autores que han planteado referencias al desarrollo de métodos multidimensionales de
pobreza, entre ellos, Cambur y Squire (1999) y Boltvinik (2003). Luego se presentaran un
conjunto de autores con referencia a aplicaciones especificas de alternativas de medición
de pobreza multidimensional.
Cambur y Squire (1999) revisan la historia de cómo se ha ido ampliando la definición
de pobreza y consecuentemente su medición, desde la visión tradicional de ingresos ha-
cia la incorporación de otras dimensiones como longevidad, alfabetización, salud y más
recientemente riesgo, vulnerabilidad y voz. Los autores sostienen que considerar estas
dimensiones de manera explicita cambia la forma de pensar las acciones para reducir
pobreza, abriendo posibilidades para nuevas polı́ticas. Cada dimensión aporta al bienes-
tar en sı́ misma pero además contribuye a alcanzar un nivel de desarrollo en ese ámbito
especı́fico de la vida social.
Boltvinik (2003) realiza un trabajo de clasificación de las metodologı́as de medición
de pobreza existentes en torno a tres ejes: el carácter normativo de los métodos, su me-
dición directa, indirecta o combinada, y si considera una o varias dimensiones. Dentro de
esta clasificación el autor distingue entre los siguientes grupos. En primer lugar, métodos
indirectos, unidimensionales, normativos y semi normativos. En segundo lugar, métodos
indirectos, multidimensionales, normativos y semi normativos. En tercer lugar, aquellos
métodos directos, multidimensionales, normativos. En cuarto lugar, aquellos combinados,
multidimensionales, normativos y semi normativos. En el proceso de clasificación destaca
el desarrollo del enfoque de NBI y sus alternativas de métodos mixtos, junto con el ı́ndice
de privación. Estos métodos son los más desarrollados entre las versiones latinoamerica-
nas, en los que se discute como el ingreso se incluye (o excluye) en la medición de otras
dimensiones y cuál es el nivel de confiabilidad de los métodos de medición.
Bourguignon y Chakravarty (2003), junto a su propuesta de una medida multidimen-
sional de pobreza, realizan un ejercicio práctico de la misma con datos de Brasil, en las
dimensiones de educación e ingresos. Como unidad de análisis consideran solo la población
adulta, evitando tener que imputar niveles de educación esperados a quienes aún asisten
al colegio. En este trabajo quedan algunas interrogantes sobre las cuales es necesario avan-
zar para consolidar esta alternativa de medición, entre ellas se destaca: ¿se pueden definir
umbrales diferenciados por individuos? ¿Es la lejanı́a a ese valor distinta? Por ejemplo,
que un niño que debiera ir en cuarto básico vaya en segundo puede ser menos grave que
un adulto no haya terminado la educación básica (umbral) y haya llegado sólo a sexto
básico.
Ruggeri, Saith, Stewart (2003) trabajan en alternativas para la medición de la exclu-

97
sión social. Desde esta perspectiva se trata de identificar los procesos a través de los cuales
los individuos o grupos son excluidos de la total participación de la sociedad en la que
viven. Estos autores establecen grandes relaciones entre este enfoque y las propuestas de
pobreza, instalando la idea multidimensional de la exclusión.
Lopez-Calva y Rodrı́guez (2005) desean responder a la pregunta de que tan inexacto es
seleccionar a los pobres mediante una medición unidimensional, como lo hacı́a la definición
oficial mexicana, versus una medición de varias dimensiones, dadas las restricciones de
información. Si bien estos autores no construyen un indicador de pobreza multidimensional
práctico, si no más bien presentan un ejercicio en el que se muestra cuál es la magnitud de
la discrepancia de la medida monetaria versos tres arreglos multidimensionales: (1) cuando
se carece de un vector de caracterı́sticas, (2) cuando se carece de alguno de los componentes
de dicho vector y finalmente (3) cuando se asigna un puntaje mediante análisis probit y
se varı́a el umbral a partir del cual se considera que un individuo es pobre. La conclusión
central es que esta discrepancia, especialmente en el caso de la pobreza extrema, no es
alta. Ahora bien, los autores concluyen que la discrepancia es menor aún cuando bordea
el 40 % para el indicador agregado de pobreza relativa. Los autores utilizan la Encuesta
Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) de 1992, 2000 y 2002 para calcular
pobreza monetaria (utilizando ingreso y gasto) y pobreza en las siguientes dimensiones:
educación del jefe de hogar, asistencia escolar de niños entre 6 y 15 años, condición de
trabajo de niños entre 12 y 15 años, materiales de los pisos, muros y techos de la vivienda,
disponibilidad de agua intubada en la vivienda, hacinamiento en el hogar, disponibilidad
de refrigerador para uso del hogar y seguridad social para al menos uno de los miembros
del hogar. En cada dimensión se establece una lı́nea de pobreza y se clasifica a los hogares
como pobres o no pobres de acuerdo a dicha dimensión. Se presentan cuadros con los
niveles de pobreza definidos utilizando la lı́nea de cada dimensión, su variación entre años
y cuando esta variación es significativa (usando las mismas lı́neas de pobreza para las
zonas urbano y rural). Se observa que las dimensiones donde la incidencia es más alta
(educación del jefe de hogar, seguridad, acceso a agua potable) involucran aspectos más
allá de la carencia de ingresos.
Poggi (2004) basado en Bourguignon y Chakravarty (2003) generaliza los ı́ndices para
el caso multidimensional y lo aplica para España en 1999 usando datos de European
Community Household Panel Data (ECHP). Basados en los lineamientos planteados por
Sen (2001), Brandolini and D’Alessio (1998) y por Tsakloglou- apadopoulos (2001).
Este autor elige variables que midan los siguientes funcionamientos: “the basic need
fulfilment”, “having an adequate income”, “to reach a certain quality of life”, “to have an
adequate house”, “the ability to have social relationships”, “being healthy”, “living in a
safe and clean environment” y “being able to perform a work activity/ social status”. Por
falta de información se dejó fuera: “possibility to have a basic education” y “participation
in the political life”. Entre las consideraciones que se pueden destacar de este trabajo se
encuentra: la definición de capacidades esenciales para la construcción de un concepto de
pobreza multidimensional, por un lado, y la adecuación de definiciones conceptuales a
indicadores especı́ficos de un instrumento dado.
Conconi y Ham (2008), siguiendo a Sen, señalan que en lugar de hacer énfasis en

98
los bienes materiales hay que fijarse en las capacidades del individuo para poder vivir
el tipo de vida que valoran, es decir la pobreza es vista como limitación de la libertad
de los individuos. El enfoque del trabajo de estos autores establece 10 dimensiones o
funcionamientos, argumentando que constituyen el núcleo de una vida “normal”. Los
autores construyen un indicador multidimensional de pobreza relativa y luego lo aplican
a datos de Argentina entre 1998 y 2002. Toman como referencia principal a Poggi (2004)
quien mediante la construcción de una función de bienestar social, que toma en cuenta
múltiples dimensiones, obtiene una medida de pobreza multidimensional.
Dentro del listado que estos autores proponen destacan: tener una buena calidad de
vida, habitar en una vivienda adecuada, poseer un ingreso adecuado, ser capaz de obtener
trabajo, gozar de buena salud, mantener relaciones sociales, obtener educación básica,
vivir en un ambiente limpio y seguro y participar en la vida polı́tica.
De esta forma el indicador tiene la forma funcional presentada por Bourguignon y
Chakravarty (2003). Los autores presentan los resultados para individuos con más de 15
años dado que los menores no han completado su nivel educativo y no son parte del
mercado laboral, luego caen en pobreza por definición.
Sin lugar a dudas los aportes presentados constituyen algunos hitos del desarrollo
internacional a nivel multidimensional. Con el avance de los años se han encontrado al-
gunas aplicaciones más recientes entre las cuales se destaca lo trabajo de Alkire y Foster
y los trabajos de D´Ambrosio. Mientras los primeros han estado orientados a desarrollar
aplicaciones de las diferentes medidas de identificación y agregación para un conjunto de
paı́ses de África y América Latina, los segundos han estado dirigidos a la generación de
comparación a nivel europeo a partir de la identificación de la información que entre la
encuesta Barómetro Europeo.

99
3. Una propuesta de Medición de Pobreza Multidi-
mensional para Chile
3.1. Introducción
En este capı́tulo se presenta una propuesta de ı́ndice de pobreza multidimensional para
Chile. En primer lugar se plantean las etapas relevantes en la construcción de una medi-
ción de pobreza multidimensional en general, las cuales se van detallando paso a paso, y
que tienen relación con la selección de dimensiones, indicadores y umbrales y el proceso
de identificación de la pobreza. Una vez definidos estos aspectos para el caso chileno, se
presenta una comparación de las medidas de pobreza existentes en la literatura, compa-
rando sus ventajas y desventajas, a partir de lo cuál se decide las medidas a considerar
en esta propuesta y su posterior aplicación a los datos CASEN.
Las dos principales dificultades en la creación de un ı́ndice multidimensional de pobreza
es la determinación de las dimensiones y los umbrales. Diversos autores (Alkire, 2007;
Iguiñiz, 2002; Sen, 2004) observan aspectos convergentes referidos al establecimiento de
las dimensiones que se deberán considerar para el desarrollo de cualquier propuesta de
medición. Esta nutrida discusión conlleva a que se establezcan algunos criterios claros en
la selección de indicadores.
La revisión de la literatura internacional tanto académica como práctica que se presen-
ta exhaustivamente en el capı́tulo anterior nos permitió concluir que, a pesar del avance
teórico y filosófico, las aplicaciones empı́ricas están fuertemente focalizadas en el mundo
académico más que en gobiernos que las hayan adoptado como medida oficial. No obs-
tante lo anterior, esta discusión se ha instalado como un tema emergente en los debates
referidos a la actualización de las alternativas para la medición de la pobreza. En este
contexto, la experiencia en América Latina está liderada por México, paı́s que adoptó una
lı́nea de pobreza multidimensional el pasado 10 de diciembre de 2009.
La medición propuesta constituye una aproximación para la observación multidimen-
sional de la pobreza, sin pretender agotar el concepto. Al analizar diversos indicadores,
la medición permite observar de manera comparativa su desarrollo desde las implicancias
teóricas (y filosóficas) de una noción de pobreza multidimensional.
La experiencia mexicana y el relevante avance de estudios sectoriales tanto del Estado
como de instituciones académicas y organizaciones no gubernamentales en Chile nos han
permitido definir dimensiones y umbrales para tener una primera aproximación y ası́ em-
pezar una discusión rica con los expertos. Lo que corresponde a los siguientes pasos de
este proyecto.

3.2. Etapas en la Construcción de una Medición de Pobreza


Multidimensional
La literatura en la materia plantea una serie de pasos asociados al proceso de genera-
ción de una medición. Para el caso de este informe se han recogido los aportes de Alkire
(2007) en materia de construcción de una medición multidimensional:

100
1. Elección de Dimensiones.

2. Elecciones de Indicadores por Dimensión.

3. Elección de Umbrales por Dimensión.

4. Unidad de Análisis.

5. Orden de Agregación.

6. Criterios de Identificación.

Iremos definiendo y analizando en detalle cada una de ellas es las siguientes secciones.

3.3. Etapa: elección de Dimensiones


3.3.1. Consideraciones conceptuales para la selección de las dimensiones
A juicio de Alkire (2002), las principales caracterı́sticas de las dimensiones refieren a
su condición de ser componentes de algo. Esta autora desarrolla una interesante discu-
sión en torno a los fundamentos epistemológicos y filosóficos en el proceso de selección
de las dimensiones. Ella plantea que las preguntas referidas a cómo y bajo qué criterios
se enlista un conjunto de dimensiones para medir la pobreza son procesos que carecen de
neutralidad y que requieren de una intensa discusión entre las diferentes disciplinas que
abordan esta problemática. Junto con lo anterior, la autora señala que desde un enfoque
multidimensional se requiere agregar a la elección la indicación sobre la eficacia de las
compensaciones polı́ticas para las diferentes comunidades. Alkire (2002) para establecer
las dimensiones del fenómeno de la pobreza propone un conjunto de indicaciones concep-
tuales que no son excluyentes y requieren de una observación detallada. Para su desarrollo,
se inspira en los aportes de Max Neff; Nussbaum; Nayaran; entre otros. En primer lugar,
plantea evitar la inconmensurabilidad, referida a que la sustancia de una dimensión no
esté presente en otra y que, por tanto, no puede hablarse de ningún común denominador.
En segundo lugar, indica la irreductibilidad que requiere que las dimensiones sean com-
pletas, es decir, que unas sin alguna otra no den lugar al hecho que se está analizando o
que no define adecuadamente tal hecho (Iguiñiz, 2002). En tercer lugar, se plantea que
las dimensiones no deben ser jerarquizadas, puesto que no hay una sin la otra ni una es
más importante que la otra. (Alkire 2001, 8) En cuarto lugar, plantea que es necesario
entender el conjunto de dimensiones como un sistema finito que debe referir a un acota-
do listado de elementos que sean complementarios pero no sustituibles. En quinto lugar,
plantea que es útil diferenciar los esfuerzos de conceptualización exclusivos de los que son
inclusivos. Dentro de los esfuerzos exclusivos se distinguen aquellos que “tienen la virtud
de la precisión, pero pueden perder de vista importantes manifestaciones anexas”. Por el
contrario, “las definiciones inclusivas tienen el peligro de perder el objetivo”.
La autora señala que las dimensiones deben cautelar ambos aspectos y que en el caso
del estudio de la pobreza se ha producido un tránsito desde un análisis exclusivo hacı́a uno

101
más inclusivo. Esta es la mejor expresión de la tensión de los estudios multidimensionales
de pobreza, pues tan importante como diferenciar los componentes de la pobreza con
claridad es necesario ampliar la cobertura de su significado.
Existe una última distinción entre las dimensiones sustantivas y funcionales. En las
primeras se trata de establecer los aspectos o partes que constituyen una realidad que
queremos identificar definiéndola, mientras que las segundas miran el impacto de esas
dimensiones sobre la vida individual y social de las personas (Iguiñiz, 2002). En la com-
prensión de la pobreza interesa tanto lo primero como lo segundo debido a que son rele-
vantes la definición del fenómeno, las dimensiones que lo genera y las condiciones en que
se reproduce.
Dentro de este último aspecto cabe poner atención al proceso de racionalización de
las discusiones en torno a la pobreza, en las cuales es necesario visualizar el carácter
ético y normativo en cada una de las decisiones que se asumen para abordar el fenómeno.
Por tanto, no es posible hablar de una legitimidad de las dimensiones establecidas para
la definición de pobreza basándose únicamente en términos positivistas, sino también es
necesario establecer una argumentación de la selección en términos éticos - normativos.
Solo en consideración a los aspectos antes mencionados será posible responder ¿qué tipo
de información es necesaria de obtener para alcanzar una medición multidimensional de
la pobreza?

3.3.2. Consideraciones Normativas para la selección de las dimensiones


Si la pobreza se define como un fenómeno que impide que los individuos puedan desa-
rrollar sus capacidades como sujetos en diversos planos o dimensiones, cualquier intento
de medir empı́ricamente la pobreza deberı́a poder contar con indicadores en aquellos pla-
nos o dimensiones considerados fundamentales para identificar situaciones de privaciones
que configuran una situación de pobreza. Evidentemente, esta medida no puede ser sino
una medida multidimensional, toda vez que las capacidades humanas se despliegan en
esos diversos ámbitos.
La discusión teórica y normativa sobre la pobreza como expresión de carencias o
privaciones que impiden a los individuos desplegar todas sus capacidades, ha llegado
a identificar al menos ocho de estas dimensiones: educación, salud, trabajo, vivienda,
ingreso, participación, justicia y conectividad. Es el caso de los aportes que ha realizado
a esta discusión en nuestro paı́s la Fundación para la Superación de la Pobreza . En cada
una de esas dimensiones se han establecido umbrales o garantı́as que la sociedad, a través
del Estado, deberı́a asegurar a todos los individuos para que estos puedan efectivamente
desarrollar sus capacidades humanas. En este sentido, los individuos, por su sola condición
de miembros de la sociedad, tienen un conjunto de derechos en estas distintas dimensiones
que, en tanto tales, deben ser asegurados a través de una polı́tica social que se oriente a
garantizar el cumplimiento de tales derechos.
Es evidente que el establecimiento de umbrales sociales en materia de derechos económi-
cos y sociales varı́a conforme a cómo varı́an las condiciones tanto económicas como polı́ti-
cas para establecer los niveles que definen la ausencia de privaciones. En este sentido, es

102
un hecho que el proceso de desarrollo que nuestro paı́s ha experimentado en las últimas
décadas permite hoy que puedan plantearse metas más ambiciosas en materia de combate
a la pobreza. Por esta razón, cobra sentido en la actualidad la discusión sobre la necesi-
dad no sólo de ampliar la noción de pobreza y sus formas de medición sino también el
poder establecer criterios normativos para determinar los niveles de pobreza en el paı́s y
reorientar las polı́ticas sociales en orden a garantizar el cumplimiento de tales derechos
mediante satisfactores cuyos umbrales han de ser más exigentes.
Desde luego, y tal como ha sido ya señalado en este informe en el capı́tulo 3, la
sola decisión de medir la pobreza en términos multidimensionales y no unidimensionales,
comporta una justificación conceptual que en nuestro caso está referida a la propuesta
teórica de Amartya Sen, quien entiende la pobreza como un fenómeno que consiste en
que los individuos se ven privados de poder desarrollar sus capacidades humanas y que
ello deriva en limitaciones para el desarrollo humano de un paı́s. Ası́, la pobreza no
serı́a sólo un problema de un ingreso insuficiente para adquirir una serie de bienes o
servicios sino fundamentalmente, condiciones que, más allá del ingreso, impiden a los
individuos poder desplegar sus capacidades como tales. En este sentido, el enfoque de las
capacidades es convergente con aquellas teorı́as sociales que reconocen que los individuos
poseen poderes causales emergentes y que los procesos sociales, como serı́a en este caso
el desarrollo, no son el resultado simplemente de una dinámica estructural en la que los
individuos tendrı́an escasa posibilidad de incidencia sino que, por el contrario, el desarrollo
es consecuencia del despliegue de esas capacidades y poderes causales humanos cuyas
condiciones de posibilidad es lo que una medida multidimensional de pobreza busca medir.
Del mismo modo que la necesidad de recurrir a una medición multidimensional de la
pobreza se funda en la convicción de que ésta no se reduce únicamente a la dimensión
del ingreso, en virtud de una noción de desarrollo que resulta más amplia que aquella
que les subyace a las medidas de pobreza en términos de ingresos, también en la selección
de las dimensiones intervienen criterios que son de orden normativo. En este sentido,
no parece posible determinar qué dimensiones son las que deben ser consideradas sin
alguna referencia a un criterio que remite finalmente a una noción del desarrollo y a
una noción acerca del hombre y sus capacidades. Desde este punto de vista, las medidas
convencionales en materia de pobreza suelen estar fundadas en el enfoque del bienestar,
conforme al cual los individuos actúan racionalmente a partir de un determinado sistema
de preferencias que define un determinado estado de bienestar al que ellas aspiran. Aquı́ el
ingreso representa la capacidad de compra de bienes y servicios que les reportan a los
individuos ese determinado nivel de bienestar.
Existen diferentes criterios o enfoques para la selección de las dimensiones en una
medida de pobreza multidimensional. Alkire (2008) realiza una revisión de las formas en
que los investigadores llevan a cabo esta toma de decisiones y concluye con la existencia
de cinco métodos de selección de variables:

1. Generación de hipótesis normativas.

2. Consenso público.

103
3. Deliberación participativa.
4. Evidencia empı́rica considerando el valor de las personas.
5. Selección por datos existentes.

La selección por datos existentes refiere a la elección basada en la información dis-


ponible para los objetivos del estudio. El criterio de selección estándar es identificar el
problema y el marco analı́tico y después buscar los datos relativos al problema y si estos
cumplen o no con los requisitos necesarios para su uso. Su uso se justifica únicamente en
conjunto con otros métodos, a no ser que el ejercicio sea una prueba técnica -no oficial-
que no servirá de base para recomendaciones. En el método de evidencia empı́rica con-
siderando el valor de las personas, la elección de dimensiones se realiza desde el análisis
experto sobre el valor de las personas en datos empı́ricos, datos de las preferencias y el
comportamiento, o estudios sobre los valores que conducen a una salud mental y al bie-
nestar social. Los problemas de este método es que las encuestas, bases de datos, etc.,
pueden no incluir el total de la población relevante. Por otro lado, las personas no pueden
plantear sus desacuerdos sobre la forma que se están tratando los datos e información
relevante (Alkire, 2007). Estos métodos colocan el énfasis en la experiencia acumulada y
en los datos disponibles, condiciones que se ajustan a este trabajo.
Para el caso de esta propuesta la elección de las dimensiones se realizó en base a los
siguientes criterios.
En primer lugar, la literatura plantea que las dimensiones pueden ser seleccionadas a
partir de procesos deliberativos entre los propios actores sociales para quienes se busca
contar con mejores medidas de pobreza. Dicho de otro modo, un criterio a considerar
en la selección de las dimensiones es la propia “Voz de los Pobres”, tal como lo han
planteado instituciones como la propia Fundación para la Superación de la Pobreza. Se
trata aquı́ de incorporar un criterio que no siempre ha sido relevante en el diseño y
evaluación de polı́ticas públicas pero que desde hace varios años ha sido promovido como
criterio a considerar en los diversos componentes del ciclo programático18 . Desde la idea de
presupuestos participativos hasta evaluaciones en las que se considera la voz de los propios
beneficiarios. En este sentido, se sostiene que en este caso serı́an los propios pobres quienes
estarı́an en mejores condiciones de definir la pobreza y de identificar aquellas dimensiones
en la que ésta se expresarı́a . Por cierto, eso no significa delegar en ellos la responsabilidad
de construir los ı́ndices o medidas multidimensionales sino permitirles orientar la búsqueda
de las dimensiones a incluir en dicha medida multidimensional.
En segundo lugar, también es posible utilizar principios del derecho como criterio
para la selección de dimensiones. En particular, la idea es que la pobreza vulnerarı́a
ciertos derechos de los individuos que bien pudieran entonces servir como criterios para la
identificación de las dimensiones en las que ésta se expresa. Al respecto, existen dos fuentes
principales a las que se podrı́a recurrir para estos efectos, las que no son necesariamente
excluyentes. Por una parte, a los derechos humanos, tal y como ellos han sido definidos
18
En este trabajo no se realizaron actividades para definir de manera deliberativa las dimensiones, sino
se consideraron las recomendaciones establecidas por la institución planteadas.

104
en las sociedades modernas a partir de la experiencia de la Revolución Francesa y la
posterior declaración suscrita por las Naciones Unidas. En este sentido, no es que los
derechos reconocidos universalmente como derechos humanos sean todos ellos expresión
de aspectos o dimensiones de lo que entendemos como pobreza multidimensional sino que
algunos de ellos están directamente vinculados a dicho concepto. Es el caso de los artı́culos
22 al 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que se refieren a lo que ha
sido definido como derechos económicos y sociales: derecho a la seguridad social (artı́culo
22), al trabajo (artı́culo 23), al descanso y las vacaciones (artı́culo 24), a la salud y la
vivienda (artı́culo 25), a la educación (artı́culo 26) y el derecho a la cultura (artı́culo 27).
Como se puede ver, varios de ellos están directamente referidos a las dimensiones en las
que se suele expresar las condiciones de pobreza.
Por otra parte, se puede utilizar como criterio los denominados derechos fundamen-
tales, los que son considerados como inherentes también al ser humano y que quedan
refrendados en la Constitución. En el caso de Chile, la Constitución de la República reco-
noce como derechos de rango constitucional algunos de los derechos económicos y sociales.
Es el caso del derecho a la salud (capı́tulo III, artı́culo 19, inciso 9) y el derecho a la edu-
cación (capı́tulo III, artı́culo 19, inciso 10): En el caso del trabajo, la Constitución declara
el derecho a la libertad de trabajo (capı́tulo III, artı́culo 19, inciso 16) y el derecho a
la negociación colectiva (capı́tulo III, artı́culo 19, inciso 18). En cuanto al derecho a la
vivienda, éste no forma parte de los derechos fundamentales que establece nuestra carta
fundamental.
Ası́ entonces, el que algunos de estos derechos puedan ser considerados como expresión
de la multidimensionalidad de la pobreza, permitirı́a precisamente orientar la selección
de aquellas dimensiones que encuentran respaldo a nivel normativo en el derecho. Evi-
dentemente, no todos los derechos fundamentales ni todos los derechos humanos están
vinculados a las dimensiones de la pobreza, ni todas esas dimensiones necesariamente
gozan de reconocimiento constitucional como derechos, tal como lo veı́amos en el caso de
la vivienda. Sin embargo, constituye un criterio normativo suficientemente robusto como
para seleccionar dimensiones, toda vez que la propia evolución del derecho que ha llevado
a integrar estas diversas dimensiones es consecuencia de una evolución de la conciencia
moral de la sociedad. En términos simples, es justamente porque esta conciencia moral
evoluciona, el que hoy es posible ampliar la noción de pobreza a otras dimensiones que
van más allá simplemente de un determinado nivel de ingresos.
Una tercera alternativa para la selección de las dimensiones es partir de la propia no-
ción de desarrollo humano. En este caso, se trata de identificar aquellas dimensiones del
desarrollo cuyas carencias constituirı́an un obstáculo al pleno despliegue de las capacida-
des humanas. De este modo, la educación, la salud, el trabajo, entre otras, constituyen
dimensiones directamente vinculadas al despliegue de capacidades humanas que permiten
a las personas poder desarrollarse y contribuir ası́ al desarrollo del paı́s. Ası́, la educación
ofrece al individuo condiciones para el despliegue de sus capacidades cognitivas, comuni-
cativas y sociales. Los procesos de socialización e integración social tienen en la educación
a uno de sus principales factores. Por su parte, la salud constituye una dimensión que
asegura el que los diversos procesos de desarrollo en el individuo puedan tener lugar. Sin

105
una condición de salud que permita al individuo poder hacer uso de sus capacidades, no
es posible tampoco pensar en un adecuado desarrollo humano. A la vez, el trabajo expresa
la capacidad de los individuos para transformar su entorno natural en orden a asegurar a
través de dicha transformación la satisfacción de sus necesidades fundamentales. En este
sentido es que se entiende que la educación, la salud y el trabajo constituyen dimensiones
fundamentales para medir las condiciones de pobreza que impiden a los individuos poder
hacer pleno uso de sus capacidades.
Pero hay dimensiones que si bien en sı́ mismas no expresan directamente capacidades
humanas, sı́ constituyen condiciones necesarias para el desarrollo humano. Es el caso
de la vivienda y la habitabilidad del espacio. En ambos casos se trata de condiciones
indispensables para el desarrollo de capacidades humanas. Un medio urbano adecuado,
por ejemplo, permite el desarrollo adecuado de competencias cognitivas, comunicativas,
asociativas, entre otras. De ese modo, si bien la vivienda no es en sı́ una capacidad sino
un satisfactor de la necesidad de protección y abrigo, por ejemplo, sı́ condiciona el que
los individuos puedan desplegar sus capacidades humanas.
Ahora bien, en la propuesta de una medida multidimensional de la pobreza que hemos
elaborado para nuestro paı́s, hemos utilizado como criterio para la selección de las dimen-
siones la combinación de diferentes criterios. En primer lugar, era necesario considerar
un criterio empı́rico pues la medida multidimensional de la pobreza será utilizada con los
datos disponibles a partir de la encuesta CASEN, aunque de nuestra propuesta surjan
recomendaciones en orden a incorporar preguntas o módulos al cuestionario para ası́ per-
mitir una adecuada medición de aquellas dimensiones o indicadores que no se encuentren
recogidos hasta ahora en la actual encuesta.
Junto a este necesario criterio empı́rico, hemos considerado también el criterio de las
capacidades y el criterio del enfoque de derechos. En esto hemos seguido la propuesta que
hiciera la Fundación para la Superación de la Pobreza en la definición de los umbrales
sociales para Chile. Desde este punto de vista, la selección de las dimensiones educación,
vivienda, salud, trabajo e ingresos responde tanto a lo que hasta aquı́ se ha venido haciendo
en materia de medición de pobreza a través del enfoque del bienestar, como a los que
hoy parecen desafı́os necesarios para nuestro paı́s en materia de combate a la pobreza,
vale decir, la necesidad de incorporar un enfoque de derecho en la polı́tica social y una
ampliación del concepto de desarrollo más allá de lo que se expresa únicamente en términos
de incremento de los ingresos.
Por último, en relación con estas dimensiones existe también un relativo consenso en
el paı́s en torno a la necesidad de considerarlas como dimensiones complementarias a la
del ingreso. En este sentido, es muy importante contar con una propuesta de medida
multidimensional que además cuente con el respaldo social y polı́tico necesario. Lo que
se ha venido avanzando en materia de protección social en Chile, ası́ como la relevancia
que han llegado a tener en la ciudadanı́a temas como el de la educación o la vivienda,
parece respaldar la idea de seleccionar estas dimensiones para nuestra propuesta de medida
multidimensional.

106
3.3.3. Dimensiones Seleccionadas
En base a los criterios normativos y conceptuales antes expuestos, se han considerado
las siguientes dimensiones bajo el enfoque de capacidades:

1. Educación: la educación en la sociedad constituye un derecho constitucional y,


especı́ficamente, el medio a través del cual los individuos adquieren, a través de
procesos de aprendizaje, los conocimientos y habilidades para desarrollarse como
seres humanos, ası́ como para desenvolverse e integrarse socialmente a la comunidad
a la cual pertenecen. La educación constituye además un medio privilegiado para que
los individuos que se encuentran en situación de pobreza cuenten con igualdad de
oportunidades de acceso a los beneficios del desarrollo económico, social y cultural y
puedan elegir el modo de vida que quieren llevar. La educación es un satisfactor que
permite la realización de la necesidad de entendimiento, a la vez que la satisfacción
de otras necesidades, como por ejemplo, la necesidad de participación y de creación.
Ası́ mismo, a través de la educación los sujetos desarrollan capacidades humanas
que les permite alcanzar el modo de vida que tienen razón de valorar.

2. Salud: la salud es un indicador primordial del estado de bienestar de los sujetos, a la


vez que es condición necesaria para la realización de otras actividades que permiten
alcanzar un desarrollo individual y colectivo pleno. Dicho en otras palabras, la salud
es un derecho que, además, puede ser considerado como una necesidad y capacidad
básica por sı́ misma. En la medida en que se alcanza un estado óptimo de salud, los
seres humanos satisfacen una necesidad básica que les permite estar en condiciones
de realizar otras necesidades, como por ejemplo, la necesidad de entendimiento.

3. Vivienda: la vivienda constituye un derecho social que asegura que los individuos y
familias cuenten con un espacio fı́sico privado en el cual puedan desarrollarse, crecer
y tener espacios de intimidad. En este sentido, la vivienda permite la satisfacción
de la necesidad de protección y de intimidad. Pero a la vez la vivienda constituye el
espacio por medio del cual la familia se inserta en el entorno y, por tanto, permite la
realización de la necesidad de participación. Este factor de localización de la vivienda
en un barrio o comuna es también una forma de integración a las zonas urbanas y
rurales, en términos materiales y simbólicos, que también es preciso resguardar para
que las familias que se encuentran en situación de pobreza realicen el derecho a la
vivienda.

4. Ingresos: los ingresos constituyen los recursos monetarios a través de los cuales los
sujetos pueden obtener los elementos necesarios para alcanzar un nivel de bienes-
tar material. Los ingresos constituyen un medio para satisfacer necesidades y para
desarrollar capacidades humanas. Una escasa dotación de ingresos constituye un
indicador de una situación de pobreza. Existen múltiples formas en que el Estado
aporta a la consecución de ingresos para las familias. Sin embargo, para la genera-
ción de un sistema de garantı́as se consideran dentro del área de ingresos los recursos

107
monetarios entregados por el Estado de manera directa y destinada al gasto para la
familia y los individuos.

5. Empleo: el trabajo y el empleo constituyen el derecho social a través del cual los
individuos, por medio de su actividad, participan en la generación y distribución
de la riqueza de una sociedad. Es decir, permite que los sujetos puedan recibir los
beneficios del crecimiento y del desarrollo económico y social de una determinada
comunidad.
En la medida en que el derecho al trabajo se asegura, las personas pueden desarrollar
sus capacidades y, por tanto, pueden alcanzar modos de vida que tienen razón de
valorar.

3.4. Etapa: elecciones de Indicadores por Dimensión


Estos dependen de las dimensiones incorporadas. En este ejercicio es necesario identi-
ficar si éstos van dirigidos a recursos, funcionalidad, utilidad, acceso, capacidades u otros
aspectos. Según plantea Alkire (2008), es importante tener presente que no debe existir
alta correlación entre cada uno de estas variables, de forma tal que cada una aporte con
información nueva y relevante. Por otro lado, si se selecciona más de una variable o in-
dicador por dimensión, es necesario combinarlas en un sólo ı́ndice dimensional, el cual se
debe usar directamente.
Como se ha dicho anteriormente, y siendo consistentes con los criterios utilizados en
la definición de pobreza y en la selección de las dimensiones, también aquı́ se han utili-
zado criterios empı́ricos y normativos. Los primeros, al igual que en la selección de las
dimensiones, se refieren a la necesidad de contar con información empı́rica disponible para
poder realizar una medición de la pobreza en cada una de las dimensiones seleccionadas.
Para ello, hemos considerado nuevamente la disponibilidad de indicadores en la encues-
ta CASEN. No obstante, también aquı́ hemos combinado este criterio empı́rico con un
criterio que deriva de la orientación general de la propuesta y que responde a cuestiones
normativas.
En particular, hemos decidido incluir indicadores que nos permitan medir tanto el
acceso de los individuos a las oportunidades que en las dimensiones complementarias al
ingreso permiten a éstos el despliegue de sus capacidades. Desde un punto de vista concep-
tual, pensamos que las oportunidades de acceso constituyen el elemento más estructural a
partir del cual las capacidades agenciales de los individuos les permitirı́an poder producir
los cambios necesarios en sus vidas como para poder salir de la pobreza y desarrollarse
plenamente como individuos. De este modo, pensamos que recogemos ası́ las dos dimen-
siones que están en juego en la dinámica social: estructura y agencia. La primera actúa
como condicionamiento sobre los individuos y la segunda constituye aquella dimensión
que permite a éstos poder elevarse por sobre los condicionamientos sociales para con sus
propias capacidades y poderes causales emergentes, poder transformar esas mismas con-
diciones estructurales. De ese modo, el juego mutuo entre agencia y estructura es lo que
también estarı́a en juego en el fenómeno de pobreza, por lo que una medición multidimen-

108
sional de aquella no sólo deberı́a considerar indicadores de cada una de las dimensiones
seleccionadas sino, además, poder abarcar estas dos dimensiones de la realidad social que
se expresan en el dualismo entre estructura y agencia.
Una forma alternativa de entender este punto es distinguir entre resultados y recursos.
Los resultados económicos depende de una serie de factores, entre ellos circunstancias,
oportunidades (de polı́tica pública y exógenas) y esfuerzo o decisiones individuales. Las
circunstancias son exógenas al individuo, nacer mujer u hombre, por ejemplo, que a su
vez pueden determinar los resultados. Las oportunidades en cambio puede ser sujeto de
polı́tica pública y hay otras que son aún más exógenas como ganarse la loterı́a, están
también determinan los resultados. El esfuerzo o decisiones que toma el individuo son
endógenas y están muchas veces fuera del control de la polı́tica pública. El concepto
de igualdad de oportunidades (Roemer, 1998) se funda en este marco conceptual y se
entiende que una sociedad genera igualdad de oportunidades en la medida que hace que
las circunstancias no determinen los resultados. Por ende, las oportunidades generadas
por la polı́tica pública pueden nivelar el campo de juego y hacer que los resultados finales
sean parte de un proceso justo. Por ejemplo, en educación el individuo puede tener acceso
a un establecimiento educacional y decidir no ir, o puede asistir a un establecimiento,
pero no generar las competencias necesarias para desenvolverse en la vida, puede tener
acceso a un establecimiento de salud, pero no tener un comportamiento que genere un
buen estado de salud o no ser atendido prontamente. Una opción serı́a medir solamente el
acceso y no tener umbrales en resultados. Sin embargo, por las siguientes razones en esta
propuesta hemos considerado ambos tipos de indicadores. Primero, porque las polı́ticas
públicas si han construido mı́nimos en resultados. Por ejemplo, se considera indispensable
que todos los niños puedan al menos obtener 250 puntos en el SIMCE, o jóvenes 500
puntos en la PSU, o adultos alcanzar el nivel 1 en el IALS (International Adult Literacy
Survey). Segundo, al seguir las indicaciones de la Fundación Nacional de la Superación
de la Pobreza, esta genera garantı́as tanto de acceso como de calidad. Tercero, el informe
del Consejo de Equidad plantea la recomendación de tener umbrales como metas sociales
bajo las cuales se pueda evaluar las polı́ticas sociales.

3.5. Etapa: elección de Umbrales por Dimensión


En el caso de las medidas unidimensionales se necesita seleccionar un tipo de lı́nea de
la pobreza. Para el caso de medidas multidimensionales lo importante es hacer explı́cito
cada uno de los procesos a través de los cuales se deciden los valores de los umbrales de
pobreza. Además, es esencial realizar análisis robustos y de sensibilidad para medir los
cambios que producen una o más lı́neas de pobreza.
Ası́, esta propuesta ha debido definir aquellos umbrales a partir de los cuales los indi-
viduos serán considerados como carenciados o no carenciados en los distintos indicadores
seleccionados. Al respecto, nos ha parecido necesario que en las actuales condiciones de
desarrollo del paı́s y en virtud del relativo consenso en torno a avanzar hacia mayores
exigencias en materia de polı́ticas sociales y polı́ticas de combate a la pobreza, se optara
por trabajar con umbrales en lugar de mı́nimos sociales para los indicadores. Tal como

109
lo ha señalado también la Fundación para la Superación de la Pobreza, el paı́s deberı́a
transitar hacia un sistema de umbrales garantizados. Ello expresa una voluntad polı́tica
de establecer como meta niveles de acceso y niveles de calidad en materia de prestaciones
sociales, acordes con las orientaciones normativas en materia de derechos y con la concep-
ción más amplia de desarrollo que recoge el concepto de desarrollo humano. Ası́ entonces,
los criterios de selección de los umbrales pretendemos que sean consistentes con los crite-
rios con los que también hemos definido los indicadores y las dimensiones. Nuevamente,
todo ello se enmarca en el esfuerzo que el paı́s ha emprendido para contar con una medida
más exigente de pobreza y, por lo mismo, con metas también más exigentes en materia
de polı́ticas sociales.

Los umbrales teóricos que se plantean son19 :


Umbral para educación: acceder y permanecer en un sistema de educación de calidad,
de acuerdo a los niveles de obligatoriedad establecidos por ley. Junto con ello, alcanzar
competencias de acuerdo a las diferentes etapas de la trayectoria educativa.
Umbral para salud: estar saludable, definido según la etapa del ciclo vital en que se en-
cuentra la persona, y tener una expectativa de vida de acuerdo a los mı́nimos establecidos
por cada sociedad. Junto con ello, tener acceso a un sistema de salud de calidad.
Umbral para trabajo: tener acceso a un trabajo de calidad, es decir, con adecuadas condi-
ciones de seguridad y estabilidad laboral.
Umbral para vivienda: contar con un espacio fı́sico privado que tenga tamaño, condiciones
de materialidad y saneamiento que permita el confort de sus habitantes.
Umbral para ingreso: ingreso que permita alcanzar un adecuado nivel de bienestar mate-
rial.

3.6. Etapa: unidad de Análisis


Hace referencia a si la pregunta se dirige hacia a individuos, hogares, ciudades, regiones
o paı́ses.
En este caso hemos considerado como unidad de análisis la persona en tres grupos
diferentes de la población: niños, población económicamente activa y adultos mayores. A
diferencia de las medidas de ingreso, en las cuales, el bienestar de todos los miembros del
hogar puede ser medido como una parte del ingreso del hogar, en las medidas multidi-
mensional no necesariamente la carencia en una dimensión puede ser atribuida a cada uno
de sus miembros. A modo de ejemplo, que uno de los miembros del hogar, incluso el jefe
de hogar sea pobre en educación no necesariamente indica que sus hijos lo sean también.
En nuestro caso, la dimensión empleo no aplica directamente a los menores de 15 años
y a los adultos mayores, razón por la cual separamos el universo de estudio en estos tres
subgrupos, de manera de tener al interior de cada grupo analizado una misma cantidad
19
En el subcapı́tulo Proceso de selección de indicadores y umbrales se plantean los umbrales efectiva-
mente considerados, dada la información disponible en CASEN.

110
de dimensiones. Si esto no ocurriera, fijo un criterio de identificación, ciertos subgrupos
tendrı́an más probabilidades de ser identificados como pobres que otros.

3.7. Etapa: orden de Agregación


Se distinguen dos tipos de agregación al medir pobreza. Primero, aquellas que agregan
a través de unidades para luego agregar a través de dimensiones. Éstas pueden utilizar
cualquier tipo de fuente, pero no pueden mirar con amplitud los problemas de cada uni-
dad. Segundo, las medidas que agregan primero a través de todas las dimensiones para
una misma unidad y después a través de la población. Estas son muy atractivas ya que
consideran una multiplicidad de privaciones que sufre cada unidad.
En nuestro caso, las medidas se agregan primero a través de todas las dimensiones
para una misma persona y después a través de la población. Con esto podemos considerar
una multiplicidad de privaciones que sufre cada persona.

3.8. Etapa: criterios de Identificación


En el contexto multidimensional se debe establecer el rango o número de dimensiones
usadas para definir quién es pobre y quién no lo es. La autora distingue entre el enfoque de
unión y el enfoque de intersección. En el primero se considera que una persona es pobre si
es carente en al menos una dimensión y en el segundo, una persona es considerada pobre si
presenta carencias en todas las dimensiones. Por último, se habla de un enfoque de conteo
cuando se fija un criterio intermedio para establecer la cantidad de dimensiones en las que
una persona debe ser carente para ser considerada pobre, por ejemplo, una posibilidad es
identificar como pobre a los individuos carentes en al menos 3 de 7 dimensiones.
En el caso de esta aplicación se consideran todas las posibilidades, es decir, todos los
valores entre uno y el número total de dimensiones para la identificación de la pobreza.

3.9. Proceso de selección de indicadores y umbrales


A continuación se plantean los principales puntos discutidos durante el proceso de
definición de indicadores y umbrales a utilizar en la medida de pobreza. El detalle de los
cálculos se encuentra en el anexo.

3.9.1. Proceso de selección de indicadores y umbrales: educación


El sistema educacional chileno ha sufrido modificaciones tanto en la definición de los
conocimientos y competencias que entrega en cada uno de sus niveles como en la estruc-
tura que lo conforma. Actualmente se compone de cuatro niveles educativos: parvularia,
básica, media y superior. Como se planteó en la definición de esta dimensión, la participa-
ción, permanencia y logros en conocimientos constituyen los indicadores privilegiados para
evaluar la trayectoria de los estudiantes en el sistema educativo y, con ello, la situación
de pobreza en estos términos.

111
Sin embargo, en esta aplicación estamos limitados por la información disponible en
la encuesta CASEN, razón por la cual se optó por considerar básicamente dos aspectos:
acceso y calidad. El acceso u oportunidad de participación en el sistema educativo es el
indicador más básico en esta dimensión. Al respecto es necesario considerar que el umbral
mı́nimo que la sociedad establece en acceso a educación ha ido cambiando con los años,
reflejado en cuatro Reformas Educacionales que han modificado el número de años de
escolaridad obligatorios: la ley de 1920 estableció 4 años; la Reforma de 1929 elevó de 4
a 6 los años de educación obligatorios; la Reforma de 1965 instauró el nuevo sistema que
reemplaza Preparatoria y Humanidades por Educación Básica y Media y establece 8 años
obligatorios; y finalmente la Reforma del año 2003 estableció 12 años como el mı́nimo legal.
Ası́, definimos el indicador de acceso al sistema educativo de acuerdo a: la asistencia a un
establecimiento educacional para los menores que de acuerdo a su edad no han alcanzado
el mı́nimo de escolaridad por ley actual, y el mı́nimo de años de escolaridad obligatorios
correspondiente a cada tramo etario para las demás personas. Además, siguiendo la pro-
puesta de la Fundación para la Superación de la Pobreza, se discutió considerar el acceso
a educación parvularia, especı́ficamente al nivel Transición. Si bien el acceso a este nivel
educativo no es obligatorio por ley, hay numerosos estudios que indican la importancia
de una educación apropiada temprana y este tema ha estado fuertemente discutido en la
opinión pública. Se planteó también la posibilidad de considerar carencia en acceso en el
nivel medio, sin embargo optamos por no imponer este mı́nimo, basados en los últimos
lineamientos de polı́tica pública en cuanto a cobertura, que están enfocados en el nivel
de transición (4 a 6 años): el año 2001 fue establecido el Programa de Ampliación de
Cobertura para Primer Nivel de Transición (4 años) y el año 2008, la Ley de Subvención
Educacional Preferencial contempla recursos de forma permanente para este nivel.
Un segundo aspecto relevante de esta dimensión se refiere a la calidad de la educa-
ción obtenida, la cual se mide idealmente mediante test congnitivos estandarizados. En
este caso, considerando la información disponible en la encuesta CASEN, se discuten tres
indicadores: saber leer y escribir, rezago para los menores en edad de estar estudiando
y 12 años de escolaridad para las personas en edad económicamente activa. El primer
indicador constituye un ı́ndice de logros básicos necesarios para que un individuo pueda
desenvolverse en la sociedad en la cual está inserto. El segundo indicador se refiere a la
calidad de la educación que está recibiendo un menor (que por tanto tiene acceso) en el
presente. Ası́ un menor que asiste a un establecimiento educacional en el nivel correspon-
diente de acuerdo a su edad, recibe una educación de calidad más apropiada que la de
un menor que actualmente asiste pero que se encuentra varios años atrasado, y que por
tanto está recibiendo los conocimientos más básicos, sin recibir aún los conocimientos con-
siderados mı́nimos para su edad. El tercer indicador refiere a los conocimientos mı́nimos
que una persona en edad económicamente activamente necesita hoy para desenvolverse
adecuadamente. Es decir, si bien una persona de 50 años puede haber realizado la edu-
cación mı́nima obligatoria al momento de su niñez, los conocimientos adquiridos no son
suficientes para desenvolverse hoy adecuadamente. Este último indicador recibió algunas
crı́ticas en el seminario internacional “Medición multidimensional de la pobreza en Améri-
ca Latina” organizado por CEPAL, OPHI, FSP y MIDEPLAN por imponer un umbral

112
demasiado exigente. Sin embargo, por otro lado, los resultados preliminares de la FSP en
su estudio “Voces de los pobres” indican que efectivamente este umbral es percibido como
relevante en cuanto a la pobreza. Finalmente optamos por no considerarlo, decisión basa-
da principalmente es que si bien nos parece que este umbral es relevante, no contamos con
umbrales equivalentes para las demás dimensiones, por lo que su imposición equivaldrı́a
a dar injustificadamente un peso mayor a esta dimensión por sobre las demás.
Un caso a considerar con detención es el de las personas que requieren educación
diferencial. Por un lado, los menores deben tener las mismas oportunidades de acceso y
por tanto deben asistir a un establecimiento educacional. Además tenemos la restricción de
que no contamos con años de escolaridad para estas personas pues en CASEN se registra
curso cero. Ası́ para los adultos de este grupo, consideramos como mı́nimo el tener acceso
al menos hasta alcanzar los conocimientos básicos de saber leer y escribir. De acuerdo a
esta definición, un adulto que asiste es no carente en acceso, un adulto que no asiste y
sabe leer y escribir tampoco es carente y un adulto que no asiste y no sabe leer y escribir
es carente en acceso. No consideramos una medida de calidad para esta subpoblación más
allá del conocimiento mı́nimo en el umbral de acceso.

3.9.2. Proceso de selección de indicadores y umbrales: salud


Existen tres aspectos a considerar en esta dimensión: acceso a un sistema de salud,
calidad del servicio de salud y estado general de salud de la persona. En cuanto a acceso
a un sistema de salud, se consideró utilizar tres indicadores en base a preguntas de la
encuesta CASEN: el tener algún sistema previsional, la no consulta por problemas de salud
en los últimos 30 dı́as por falta de acceso y la no cobertura AUGE por falta de información
o por no pertenecer al tramo etario cubierto. Esta última posibilidad la incorporamos
siguiendo las recomendaciones de la FSP. En el anexo se discute en detalle la incorporación
de estas preguntas. A partir de ese análisis, decidimos considerar como privación en acceso
sólo a las personas que no cuentan con un sistema previsional de salud, descartando las
otras preguntas por poseer un nivel de no respuesta elevado comparativamente con el
porcentaje de personas privadas de acuerdo a ellas. En cuanto al indicador seleccionado
y siguiendo un comentario realizado por la contraparte, estudiamos las caracterı́sticas de
la población que no cuenta con un sistema previsional de salud, es decir que accede como
particular, y no encontramos evidencia significativa de que estas personas pertenezcan a
los deciles más ricos y que por lo tanto el acceder como particulares no represente una
restricción.
En cuanto a calidad de la atención del servicio de salud existen varias preguntas en
CASEN pero que están limitadas a las atenciones efectivamente recibidas por las personas
que sufrieron algún problema en su salud durante un perı́odo limitado de tiempo. Ası́ no
consideran calidad en general del sistema de salud y una persona que no tuvo un problema
de salud reciente no puede ser identificada como carente en la calidad del servicio al que
puede acceder, si bien, en caso que necesite recurrir al servicio, la calidad de éste puede
ser deficiente. Por este motivo, descartamos la utilización de los indicadores de calidad
del servicio de salud.

113
Por último se estudia el estado de salud de los individuos en base a tres sets de pregun-
tas: estado nutricional, problema de salud en los últimos 30 dı́as y atención por alguna de
las patologı́as AUGE durante los últimos 12 meses. Las preguntas de estado nutricional
son descartadas pues el porcentaje de la población de quienes no se tiene información,
restringidos al universo correspondiente a la pregunta, es relativamente alto comparado
con el porcentaje que efectivamente podemos identificar como carentes. Ası́ decidimos
utilizar los últimos dos indicadores de carencia del estado de salud de las personas.

3.9.3. Proceso de selección de indicadores y umbrales: empleo


Para estudiar la privación en la dimensión empleo se consideran dos aspectos: la falta de
empleo y la calidad deficiente de los mismos. En la subdimensión de acceso, consideramos
carentes a los individuos desocupados y a los inactivos cuya razón de no buscar empleo
refleja una condición latente de desocupación. La discusión en cuanto a la calidad de
los empleos es mucho más compleja. La calidad de un empleo suele relacionarse con
la formalidad del mismo y por tanto medirse a través de variables como contrato de
trabajo (para los trabajadores asalariados) y cotización en algún sistema previsional (para
todos los trabajadores). Existen otras variables interesantes que usualmente se ocupan en
indicadores de calidad como la posibilidad de capacitarse, el nivel de remuneración y el
tiempo de tenencia del empleo, ası́ como ı́ndices compuestos a partir de estas variables. En
el anexo se discute en detalle la incorporación de variables en el indicador de calidad de
empleo. Optamos por considerar cotización en un sistema previsional para los trabajadores
independientes y familiares no remunerados y una combinación de cotización y contrato
de trabajo para los trabajadores asalariados.
Una discusión importante en este dimensión refiere al universo que puede sufrir esta
carencia. Consideramos que sólo personas de 15 o más años pueden verse afectadas por
un déficit en esta dimensión, en primera instancia porque ocupamos preguntas de CASEN
que tienen por definición este universo. ¿Incluimos a los adultos mayores que no tienen
empleo o tienen un empleo de malas condiciones? Se podrı́a pensar que en el caso de
adultos mayores, la búsqueda de un empleo responde a una búsqueda de los recursos
mı́nimos necesarios para satisfacer sus necesidades, y no una búsqueda de empleo como un
medio de desarrollo personal. El caso de los niños también es complejo. Un menor que no
se encuentra privado en educación, salud, ingresos ni vivienda, ni tampoco se encuentran
privados sus padres en esas dimensiones, que sı́ están privados de empleo, ¿está privado
en empleo? Responder esta pregunta sin confundir con el efecto directo de la dimensión
ingresos, no es trivial. ¿Tiene el empleo de los padres un valor en sı́ mismo para el bienestar
del menor? Más aún, si un menor vive con sus padres, su padre está desocupado y su madre
es dueña de casa, ¿basta que uno de sus padres, en este caso su madre, esté no privado en
empleo para que el menor no lo sea? ¿incluso cuando el adulto no privado es porque no
tiene empleo ni lo desea? ¿o por el contrario es necesario que haya un adulto empleado?
¿y si un menor vive con sus abuelos que no desean trabajar? La pregunta finalmente es
¿qué significa ser privado en la dimensión empleo? ¿estar privado de los beneficios que
trae el estar empleado? Esta pregunta no tiene una respuesta clara. A partir de esta

114
discusión es que se decidió considerar esta dimensión sólo para las personas en edad de
trabajar, que definimos como las persones entre 15 y 59 años en el caso de las mujeres
y entre 15 y 64 años en el caso de los hombres. Es para este grupo etario para el cual
se presentan los resultados de empleo. Para los niños y los adultos mayores consideramos
solo 4 dimensiones, excluyendo ésta.

3.9.4. Proceso de selección de indicadores y umbrales: vivienda


El Ministerio de Vivienda desarrolló en el año 2004 una metodologı́a para medir el
déficit habitacional a partir de los datos del CENSO 2002, metodologı́a homologada y
adoptada por MIDEPLAN el año 2007. Las subdimensiones consideradas en estos indi-
cadores son: materialidad de la vivienda, saneamiento, tipo de vivienda, hacinamiento y
allegamiento. La incorporación de indicadores de cada uno de estos aspectos es discutida
en detalle en el anexo. Se observa que las necesidades de materialidad y tipo de vivienda
están cubiertas por la gran mayorı́a de la población, y es el indicador de saneamiento el
que presenta mayores niveles de carencia.
Teniendo en cuenta la necesidad de contar con una medida que sea parsimoniosa, y
que a mayor número de indicadores en una dimensión, más artificialmente importante es
esa dimensión en la medición de la pobreza, se optó por considerar tres indicadores en la
dimensión vivienda: condición de allegamiento, como un indicador de la falta de acceso
a una vivienda, y servicio higiénico y hacinamiento como indicadores de la calidad de la
misma.

3.9.5. Proceso de selección de indicadores y umbrales: ingresos


Para la dimensión de ingresos consideramos tres posibles indicadores binarios de pri-
vación excluyentes, todos basados en el ingreso per cápita:

Una lı́nea de pobreza absoluta, que corresponde a la lı́nea de pobreza actualmente


utilizada por MIDEPLAN, basada en los cálculos de CEPAL.

Una lı́nea de pobreza absoluta actualizada, que corresponde a la propuesta de La-


rraı́n y consiste en la actualización de los valores de las canastas básicas (ver docu-
mento n◦ 44 de la bibliografı́a).

Una lı́nea de pobreza relativa, definida como el 60 % de la mediana, siguiendo la


metodologı́a utilizada por la mayorı́a de los paı́ses europeos.

Los valores de estas lı́neas en pesos del año 2006 se presentan en la siguiente figura.
El objetivo de utilizar tres umbrales distintos en esta dimensión es evaluar cómo cam-
bian las medidas multidimensionales de pobreza que se presentan cuando cambia el umbral
en esta dimensión.

115
Figura 3: Valores de las lı́neas de pobreza utilizadas
Línea de pobreza Zona Valor ($)
LP absoluta (MIDEPLAN) Urbano 47,099
Rural 31,756
LP actualizada (Larraín) Urbano 71,499
Rural 43,793
LP relativa (60% mediana) 61,269

3.10. Análisis de incidencia de los indicadores y umbrales selec-


cionados
A continuación se presentan en detalle los indicadores y umbrales seleccionados, y
cómo se construyen a partir de las variables de la encuesta CASEN 2006. La siguiente fi-
gura presenta un panorama general de la construcción del indicador de carencia para cada
dimensión. En cada una de ellas establece las subdimensiones consideradas, los universos
a quienes se aplican, los indicadores y umbrales considerados para cada subdimensión y
finalmente las preguntas en CASEN que necesita su construcción. Cada fila de la matriz
corresponde a un indicador que toma el valor 1 en caso que la persona sea carente de
acuerdo a ese indicador y 0 en caso contrario. Entre paréntesis se indica la forma de agre-
gación de los indicadores por subdimensión y dimensión: el criterio de unión se señala
mediante la simbologı́a “(o,+)”, el criterio de intersección mediante “(y,×)” y otros crite-
rios se señalan mediante un asterisco. En este punto cabe recordar que el criterio de unión
establece como carentes a las personas identificadas como privadas con cualquiera de los
indicadores. Esto implica que el porcentaje de la población identificado como carente en
una dimensión bajo este criterio está acotado inferiormente por el máximo de los por-
centajes de carencia según cada indicador, y superiormente, por la suma de esos mismos
porcentajes. El valor exacto dependerá de cuán correlacionadas estén ambas carencias.
Por ejemplo, en la dimensión salud, se considera carente a una persona carente en acce-
so o en estado de salud. Si las personas carentes en acceso o en estado son las mismas,
entonces el porcentaje de carencia en esta dimensión corresponde al máximo de los por-
centajes de carencia en cada dimensión, pero si quienes no sufren carencia en acceso son
quienes sufren carencia en estado de salud y viceversa entonces el porcentaje de carentes
en salud bajo este enfoque corresponde a la suma de los porcentajes en cada subdimen-
sión. Tı́picamente el porcentaje corresponderá a un nivel intermedio. Bajo el enfoque de
intersección, por otro lado, una persona será considerada carente si está privada en todas
las subdimensiones. Por tanto, el porcentaje de carentes está acotado superiormente por
el mı́nimo de cada uno de los porcentajes. Además está acotado inferiormente por cero, en
caso que quienes sufran una carencia en una subdimensión no sean las mismas personas
carentes en otra subdimensión. Este criterio es el ocupado en el caso de la dimensión edu-
cación, para medir acceso en los discapacitados, que consideramos carentes si no asisten a
un establecimiento educacional y no saben leer y escribir. Los resultados de carencia por

116
indicador para su respectivo universo se presentan en el anexo. Para cada subdimensión,
el universo omitido es considerado no carente.

Figura 4: Indicador y umbrales seleccionados por dimensión

Dimensión Sub - Universo Indicador Umbral Preguntas


dimensión CASEN
Educación Acceso No Edad entre 4 y 5 Acceso educación Asiste o decide no asistir por razón e4, e5
(o,+) discapacitados años preescolar distinta a falta de acceso
Edad entre 6 y Asistencia a un Asiste actualmente e2, e4
16 años establecimiento
Edad mayor a Años de escolaridad Alcanza el mínimo de años de e8t, e8c
16 años educación obligatorios por ley de
acuerdo a tramo etario
Discapacitados Edad mayor a 5 Asistencia a un Sabe leer y escribir e1, e2, e4
(y,x) años establecimiento
Saber leer y escribir Asiste actualmente
Calidad No discapacitados - Edad entre 6 No rezago Asiste al curso correspondiente a su edad, e8t,
(o,+) y 16 años edad e8c
No discapacitados - Edad mayor o Leer y escribir Sabe leer y escribir edad, e1
igual a 15
Salud (o,+) Acceso Todos Sistema previsional de salud Tiene de algún sistema previsional de s1
salud
Estado (o,+) Todos Problemas de salud en los Presenta salud sin problemas o decide s5, s6, s7
últimos 30 días no consultar pues no lo considera
necesario
Todos (excepto 5 y 6 años) Atención por una patología Presenta falta de atención por s17
AUGE en los últimos 12 patología AUGE.
Empleo Acceso Edad económicamente activa meses
Falta de un empleo Se encuentra ocupado o inactivo o1, o2, o3,
(o,+) (excluyendo a los desocupados o4, o6
latentes)
Calidad (*) Ocupados asalariados (*) Contrato de trabajo Tiene contrato firmado indefinido ó o20
Relación contractual contrato firmado no indefinido y o21
Sistema previsional cotiza o29
Ocupados no asalariados Sistema previsional Cotiza o29
Vivienda (o) Acceso Todos Allegamiento Pertenece a un hogar que no comparte v14
la vivienda con otros hogares

Calidad (o) Todos Servicio higiénico Tiene W.C. v6


Todos Hacinamiento Pertenece a un hogar con 2.5 o menos pco1, v3,
personas por dormitorio v14, v16
Ingresos Todos Ingreso total per cápita Tiene ingreso percápita igual o ytothaj,
superior a la línea de pobreza por numper
ingresos

117
3.10.1. Análisis de incidencia: dimensión educación
En la dimensión educación consideramos las subdimensiones acceso y calidad. En la
subdimensión acceso hay 4 posibles universos o subpoblaciones para quienes es relevante
esta subdimensión: las personas no discapacitadas entre 4 y 5 años, las personas no dis-
capacitadas entre 6 y 16 años, las personas no discapacitadas de más de 16 años y las
personas discapacitadas de edad mayor a 5 años. Para cada una de estas subpoblaciones
definimos carencia en acceso en educación de manera distinta en base a distintas variables.
En el caso de los no discapacitados, carencia en cada uno de los tramos etarios se define a
partir de un único indicador. En el caso de los menores entre 4 y 5 años el umbral mı́nimo
es asistencia a un establecimiento educacional o no asistencia por una razón distinta a
falta de acceso. Por lo tanto, se identifica carencia en este indicador a través de las razones
de no asistencia para este grupo según la pregunta e5. Se consideran falta de acceso las
siguientes alternativas: el horario no me acomoda, no hay matrı́cula (vacantes), no existe
establecimiento cercano, dificultad de acceso o movilización y dificultad económica. Para
los no discapacitados entre 6 y 16 años se considera como umbral mı́nimo la asistencia
a clases, y para los no discapacitados mayores a 16 años se considera como mı́nimo el
haber alcanzado los años de escolaridad obligatorios por ley. Estos se indican para cada
tramos etario en la figura 5. En el caso de la población discapacitada se consideran dos
indicadores, saber leer y escribir y asistencia a un establecimiento educacional. Estos in-
dicadores se combinan mediante un producto, de manera que una persona discapacitada
de más de 5 años se considera carente en acceso a educación si en carente según ambos
indicadores, es decir si no sabe leer y escribir y no asiste actualmente a un establecimiento
educacional. La razón para considerar un criterio de intersección en lugar de un criterio de
unión, es básicamente es la complejidad de definir un umbral mı́nimo para una población
que puede ser variada y con distintas necesidades, por lo cual se define un umbral menos
estricto para considerar cubierta la calidad en educación.

Figura 5: Años de escolaridad obligatorios por ley según tramo etario


Años de escolaridad
Tramo edad
obligatorios por ley
Menor a 6 años 0
Entre 6 y 16 años 12
Entre 17 y 52 años 8
Entre 53 y 86 años 6
Entre 87 y 91 años 4
Más de 91 años 0

Para la subdimensión calidad se consideran dos subpoblaciones: no discapacitados


entre 6 y 16 años y no discapacitados mayores a 15 años. En el primer caso, carencia en
calidad en educación se define como el rezago en los años de escolaridad actuales. Ası́ a
un niño de 7 años le corresponde primero o segundo básico, pero si está en preescolar

118
se encuentra rezagado, a un niño de 8 años le corresponde segundo o tercero básico,
pero si está en preescolar o primero básico se encuentra rezagado, y ası́ sucesivamente.
En el segundo caso, carencia se define como no saber leer y escribir. En este caso las
subpoblaciones no son disjuntas, pues las personas de 15 y 16 años caen en ambos grupos.
Se define entonces el indicador de carencia en calidad de educación como no saber leer y
escribir o presentar rezago en el nivel educativo.
Finalmente se define carencia en la dimensión educación como carencia en acceso o
carencia en calidad. Con esta definición se tiene que 13.8 % de la población se encuentra
privada en acceso y 4.7 % se encuentra privada en calidad, con un 0.2 % y 0.02 % sin
información respectivamente. De manera combinada, 15.8 % de la población se encuentra
privada en la dimensión educación, 84 % no lo está y en 0.2 % de los casos no contamos
con información suficiente.

3.10.2. Análisis de incidencia: dimensión salud


Para la dimensión salud consideramos dos subdimensiones: acceso y estado de salud.
En la subdimensión acceso se utiliza un solo indicador, según el cual se considera privadas
en acceso en salud a las personas que no tengan un sistema previsional de salud (alternativa
8 pregunta s1). En la subdimensión estado de salud, se consideran dos indicadores: haber
tenido un problema de salud en los últimos 30 dı́as, según el cual toda persona que haya
tenido algún problema de salud es considerada carente, excepto quienes no consultaron
pues no lo consideraron necesario o consiguieron la hora pero no la utilizaron (alternativas
1, 2 y 8 de la pregunta s7); y haber consultado por algunas de las patologı́as AUGE
mencionadas en la pregunta s17, según el cual se considera carentes a aquellas personas
que consultaron. La lista de patologı́as descritas en la pregunta representa problemas de
envergadura mayor, excepto la atención por salud oral integral en niños de 6 años. Por
esta razón decidimos restringir el universo de este indicador a edades distintas a 5 y 6
años. Estos dos indicadores se combinan utilizando un criterio de unión, dado que una
persona se encuentra privada en estado de salud tanto si tiene alguna de las patologı́as
AUGE o tuvo otro tipo de problema de salud por el cual consultó durante el último mes.
Finalmente se define carencia en la dimensión salud como carencia en acceso a un
sistema de salud o carencia en estado de salud. Con esta definición se tiene que 5.1 % de
la población se encuentra privada en acceso y 17.4 % se encuentra privada en estado de
salud, con un 1.4 % y 1 % sin información respectivamente. De manera combinada, 22 %
de la población se encuentra privada en la dimensión salud, 75.9 % no lo está y en 2.2 %
de los casos no contamos con información suficiente.

3.10.3. Análisis de incidencia: dimensión empleo


Esta dimensión se define exclusivamente para las personas en edad económicamente
activa, definida como las mujeres entre 15 y 59 años y los hombres entre 15 y 64 años.
Para estas personas consideramos dos subdimensiones: acceso y calidad. En acceso consi-
deramos un indicador que consiste en la falta de empleo, según el cual una persona no es
carente si tiene un empleo o no busca uno, o equivalentemente, una persona es considerada

119
carente si no tiene un empleo y busca uno, es decir, los desocupados. Se consideran como
carentes aquellos inactivos que declaran una razón de no búsqueda de empleo que refleja
una condición de desocupación latente. Estas razones son: no tiene con quien dejar los
niños, no tiene con quien dejar a adultos mayores de la casa, no tiene dinero para cubrir los
costos de buscar trabajo, piensa que nadie le dará trabajo, no cuenta con la capacitación
requerida para trabajar, se aburrió de buscar y enfermedad crónica o invalidez.
En la subdimensión calidad, se estudian dos universos, los ocupados asalariados y
los ocupados no asalariados, es decir independientes y familiares no remunerados. Para
el primer grupo se consideran tres indicadores: firma de contrato, relación contractual y
sistema previsional. Estos indicadores se combinan para identificar carencia en calidad de
la siguiente manera:
Un asalariado sin contrato de trabajo firmado es carente.

Un asalariado con contrato de trabajo firmado y relación contractual indefinida


es considerado no carente, independiente de si cotiza o no cotiza en un sistema
previsional.

Un asalariado con contrato de trabajo firmado y relación contractual distinta a


indefinida es considerado carente si no cotiza en un sistema previsional. En caso de
cotizar se considera no carente.
Esta forma de combinar los indicadores de calidad del empleo se basa en que ninguno de
los indicadores es una medida directa de calidad sino que son aspectos correlacionados la
calidad del empleo. El requisito mı́nimo para un asalariado es tener un contrato de trabajo
firmado. Si éste es indefinido entonces en teorı́a la cotización es obligatoria. Ası́ también
existen empleos de alta calidad en relaciones contractuales no indefinidas, como es el caso
de un gran número de empleos para el Estado, en cuyo caso utilizamos la cotización en
un sistema previsional para discriminar entre trabajos de buena y mala calidad. Para
los independientes y familiares no remunerados no hay datos de relación contractual y
contrato, y consideramos carentes a quienes no cotizan en un sistema previsional.
Finalmente se define carencia en la dimensión empleo para las personas en edad
económicamente activas como carencia en acceso o carencia en calidad del empleo. Con
esta definición se tiene que 12.8 % de esta población se encuentra privada en acceso (5.9 %
identificados como desocupados y el resto como inactivos con una situación de desocupa-
ción latente) y 19.9 % se encuentra privada en calidad, con un 0.1 % y 1.4 % sin información
respectivamente. De manera combinada, 32.7 % de esta población se encuentra privada en
la dimensión empleo, 65.8 % no lo está y en 1.5 % de los casos no contamos con información
suficiente.

3.10.4. Análisis de incidencia: dimensión vivienda


En esta dimensión consideramos dos subdimensiones: acceso y calidad. Definimos ac-
ceso a una vivienda como la ausencia de una condición de allegamiento interno, es decir,
que haya un solo hogar por vivienda. Definimos calidad de la vivienda a partir de dos

120
indicadores, servicio higiénico y hacinamiento. Según el primero consideramos con servicio
higiénico deficiente aquellas viviendas que no cuenten con un W.C. (alternativas 1 y 2 de
la pregunta v6), y de acuerdo al segundo, consideramos como deficientes las viviendas con
2.5 o más personas por dormitorio que ocupa el hogar, ya sea de uso exclusivo o com-
partido. Se identifica carencia en calidad de la vivienda mediante un criterio de unión,
es decir si el servicio higiénico es deficiente o con un elevado nivel de hacinamiento, esto
pues ambas caracterı́sticas representan aspectos relevantes y diferentes de la calidad de
una vivienda.
Finalmente se define carencia en la dimensión vivienda como carencia en acceso o ca-
rencia en calidad. De acuerdo a estas definiciones se tiene que 4 % de la población presenta
carencia en acceso, 23.2 % presenta carencia en calidad, con un 0.1 % sin información en
cada caso. De manera combinada, 25.3 % de la población se encuentra privada en la di-
mensión vivienda, 74.5 % no lo está y en 0.2 % de los casos no contamos con información
suficiente. Dado que las variables utilizadas en esta definición son comunes a todas las
personas del hogar, se tiene que una de ellas es carente si y solo si todas lo son, o equi-
valentemente si y solo si es carente el jefe de hogar. De esta manera, si nos restringimos
al universo de hogares (o de jefes de hogares), tenemos que 21.8 % de los hogares se en-
cuentran privados en la dimensión vivienda, 78 % no lo están y en 0.2 % de los hogares
no tenemos suficiente información.

3.10.5. Análisis de incidencia: dimensión ingreso


El indicador de esta dimensión es el ingreso per cápita del hogar. Para esta dimensión
consideramos tres umbrales distintos:
Si consideramos como umbral la lı́nea de pobreza absoluta utilizada por MIDE-
PLAN, tenemos que 13.7 % de la población se encuentra privada en esta dimensión.
Si consideramos como umbral la lı́nea de pobreza actualizada propuesta por Larraı́n,
tenemos que 29 % de la población se encuentra privada en esta dimensión.
Si consideramos como umbral la lı́nea de pobreza relativa, tenemos que 25.5 % de
la población se encuentra privada en esta dimensión.

3.11. Resultados multidimensionales en base a CASEN 2006


La siguiente figura presenta los porcentajes de incidencia por dimensión para la pobla-
ción en su conjunto. En el caso de la dimensión empleo, este porcentaje es con respecto
a la población en edad económicamente activa. Para el análisis de estos resultados se
consideró sólo las observaciones con toda la información necesaria para definir carencia
en cada una de las dimensiones, es decir, eliminamos de la base de datos las observaciones
sin dato para algunos de los indicadores de carencia por dimensión. Estas observaciones
corresponden al 2.8 % de la muestra y al 3.4 % de la población respectivamente.
A continuación se presentan los resultados de dos metodologı́as de medición multidi-
mensional de pobreza: la metodologı́a de Alkire y Foster y la metodologı́a utilizada por

121
Figura 6: Resultados de Incidencia por Dimensión
Dimensión Incidencia
Educación 15.9%
Salud 22.5%
Empleo 33.2%
Vivienda 25.4%
Ingresos LP absoluta 13.8%
Ingresos LP actualizada 29.2%
Ingresos LP relativa 25.7%

CONEVAL, o Alkire y Foster modificado. Dado que definimos carencia en la dimensión


empleo sólo para mujeres entre 15 y 59 años y hombres entre 15 y 64 años, tenemos 5
dimensiones para ese grupo etario, y sólo 4 para los demás. De esta manera, no es com-
patible comparar toda la población considerando las 5 dimensiones, pues una persona en
edad de trabajar tendrá por definición más probabilidades de ser identificado como mul-
tidimensionalmente pobre que un niño o un adulto mayor. Por esta razón presentamos los
resultados de pobreza multidimensional de estas dos metodologı́as para tres subgrupos
disjuntos de la población: los niños menores de 15 años, las personas en edad económi-
camente activa (mujeres entre 15 y 59 años y hombres entre 15 y 64 años) y los adultos
mayores (mujeres de 60 o más años y hombres de 65 o más años).
Antes de presentar los resultados, recordemos los principales conceptos en ambas me-
todologı́as. La medida de Alkire y Foster necesita un parámetro adicional para identificar
pobreza multidimensional, que corresponde al número de dimensiones en las cuales una
persona debe estar privada para ser considerada pobre multidimensionalmente. Cuando
basta estar privado en una dimensión se habla del enfoque de unión y cuando es necesario
estar privado en todas las dimensiones, se habla del enfoque de intersección. La meto-
dologı́a permite considerar niveles intermedios a estos extremos. Para cada valor posible
de este parámetro, se entregan los resultados de dos medidas de pobreza: H o nivel de
incidencia, que corresponde al porcentaje de la población en estudio identificada como
mltidimensionalmente pobre, y M 0 o prevalencia, que corresponde al porcentaje de la
población multidimensionalmente pobre multiplicada por el porcentaje de dimensiones en
las que las personas pobres se encuentran privadas. Esta medida tiene la ventaja de ser
sensible al número de dimensiones en las cuales se encuentra privada la población multidi-
mensionalmente pobre. Además verifica una propiedad de descomposición por dimensión,
que nos permite identificar el aporte porcentual de cada dimensión a la medida agregada
de pobreza (propiedad que la medida de incidencia H no satisface).
La metodologı́a de CONEVAL o Alkire y Foster modificado, divide a la población en
cuatro cuadrantes: los pobres multidimensionales, que corresponden a las personas caren-
tes en ingreso y carentes en al menos alguna otra dimensión, las personas vulnerables por
carencias sociales, que corresponden a quienes se encuentran privadas en alguna dimen-
sión distinta al ingreso y no lo están en esta última, las personas vulnerables en ingreso,

122
que se encuentran privadas solo en la dimensión ingresos, y las personas no pobres ni
vulnerables. Además presentamos una medida de pobreza multidimensional extrema que
corresponde al porcentaje de personas que se encuentran bajo la lı́nea de indigencia en la
dimensión ingresos y presentan 3 o más carencias en las otras dimensiones, si nos referimos
a la población en edad económicamente activa, y 2 o más carencias en las dimensiones
distintas al ingresos, si nos referimos a la población de menores o adultos mayores.
A continuación se presentan los resultados para cada subgrupo de la población. Para
cada grupo, el cambio en el umbral en la dimensión de ingresos implica distintos resultados
en la medida agregada de pobreza, luego se presentan los resultados para cada uno de los
tres umbrales considerados, como una manera de estudiar cuán sensibles son los resultados
a un cambio en el umbral de la dimensión ingresos.

3.11.1. Resultados para la población en edad económicamente activa


La figura 7 presenta los resultados de la metodologı́a Alkire y Foster aplicada a este
subgrupo de la población, para los tres umbrales considerados en la dimensión ingresos y
para distintos parámetros de identificación de la pobreza multidimensional.

Figura 7: Metodologı́a de Alkire y Foster - resultados para la población en edad económi-


camente activa
LP de ingresos absoluta
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 62.2% 20.9%
Carente en al menos 2 dimensiones 29.8% 14.4%
Carente en al menos 3 dimensiones 10.0% 6.5%
Carente en al menos 4 dimensiones 2.1% 1.8%
Carente en las 5 dimensiones 0.2% 0.2%
LP de ingresos actualizada
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 66.3% 23.8%
Carente en al menos 2 dimensiones 35.4% 17.6%
Carente en al menos 3 dimensiones 13.6% 8.9%
Carente en al menos 4 dimensiones 3.3% 2.7%
Carente en las 5 dimensiones 0.4% 0.4%
LP de ingresos relativa
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 64.9% 23.1%
Carente en al menos 2 dimensiones 34.0% 16.9%
Carente en al menos 3 dimensiones 13.0% 8.5%
Carente en al menos 4 dimensiones 3.2% 2.7%
Carente en las 5 dimensiones 0.4% 0.4%

123
Como es de esperarse, todas las medidas de pobreza disminuyen al aumentar el núme-
ro de dimensiones en las que debe ser carente una persona para ser identificada como
multidimensionalmente pobre. Se observa que bajo el enfoque de unión más del 60 % de
la población se considera multidimensionalmente pobre, independientemente del umbral
utilizado en la dimensión ingresos, y que este porcentaje baja a niveles inferior al 0.5 % si
se considera el enfoque de intersección para la identificación de pobreza multidimensional.
Esto implica que existe un alto porcentaje de este grupo que no se encuentra carente en
ingresos pero sı́ lo está al menos una otra dimensión. La medida M 0 toma por definición
valores menores o iguales a H, y también refleja un cambio importante en los niveles de
pobreza al cambiar el parámetro de identificación de la misma.
Al comparar las medidas de pobreza utilizando umbrales distintos en la dimensión
de ingresos, se observa que las magnitudes de pobreza multidimensional son similares, si
bien, como es de esperarse, los estimadores puntuales son distintos, aumentando para las
lı́neas de pobreza mas exigentes.

Figura 8: Aporte por dimensión de la medida de prevalencia - resultados para la población


en edad económicamente activa
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos absoluta
multidimensional Educación Salud Empleo Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 13.7% 20.1% 31.8% 22.6% 11.7%
Carente en al menos 2 dimensiones 15.5% 18.5% 29.4% 22.8% 13.8%
Carente en al menos 3 dimensiones 18.4% 15.2% 25.4% 23.9% 17.0%
Carente en al menos 4 dimensiones 20.1% 16.0% 22.9% 21.9% 19.1%
Carente en las 5 dimensiones 20.0% 20.0% 20.0% 20.0% 20.0%
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos actualizada
multidimensional Educación Salud Empleo Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 12.0% 17.7% 28.0% 19.9% 22.5%
Carente en al menos 2 dimensiones 13.4% 16.0% 26.4% 21.0% 23.2%
Carente en al menos 3 dimensiones 16.3% 13.8% 24.1% 22.5% 23.3%
Carente en al menos 4 dimensiones 19.2% 15.2% 22.3% 21.3% 22.0%
Carente en las 5 dimensiones 20.0% 20.0% 20.0% 20.0% 20.0%
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos relativa
multidimensional Educación Salud Empleo Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 12.4% 18.2% 28.8% 20.4% 20.2%
Carente en al menos 2 dimensiones 13.8% 16.3% 26.6% 21.5% 21.7%
Carente en al menos 3 dimensiones 16.9% 13.5% 23.7% 23.0% 22.9%
Carente en al menos 4 dimensiones 19.4% 14.5% 22.2% 21.8% 22.0%
Carente en las 5 dimensiones 20.0% 20.0% 20.0% 20.0% 20.0%

En la Figura 8 se presenta el aporte de cada dimensión, ejercicio que es posible realizar


solo para la medida de prevalencia M 0. Dentro de este ejercicio se consideró la aplicación
para las tres lı́neas de pobreza mencionadas. Por definición, una persona pobre multidi-
mensionalmente bajo el enfoque de intersección es pobre en todas las dimensiones, y el
aporte de cada dimensión es el mismo. Esto no sucede con los otros valores del paráme-
tro de identificación de pobreza multidimensional. Se observa que en todos los casos, la

124
dimensión que más aporta a la medida de pobreza multidimensional M 0 es la dimensión
empleo. Si el umbral en la dimensión ingresos es la lı́nea de pobreza absoluta, entonces la
dimensión vivienda ocupa el segundo lugar. La jerarquı́a del aporte de las tres dimensiones
restantes, educación, salud e ingresos, depende del criterio de identificación de pobreza.
Si cambiamos el umbral en la dimensión ingresos por un umbral más exigente, lı́nea de
pobreza actualizada o lı́nea de pobreza relativa, las dimensiones vivienda e ingresos pasan
a disputar el segundo y tercer lugar, dejando a educación y salud en la disputa por los
dos últimos lugares.

Figura 9: Metodologı́a de CONEVAL - resultados para la población en edad económica-


mente activa
Medida LP de ingreso
Incidencia Coneval // H Absoluta Actualizada Relativa
Pobreza multidimensional 10.0% 20.4% 18.4%
Vulnerabilidad por ingresos 2.3% 6.3% 5.0%
Vulnerabilidad por carencias 50.0% 39.6% 41.6%
No pobres ni vulnerables 37.8% 33.7% 35.1%
Población con al menos una carencia 60.0% 60.0% 60.0%
Pobreza multidimensional extrema 0.5% 0.9% 1.0%
Profundidad Coneval: número de carencias // A
Pobreza multidimensional 43.6% 41.8% 42.7%
Vulnerabilidad por carencias 37.4% 36.7% 36.5%
Población con al menos una carencia 38.4% 38.4% 38.4%
Intensidad Coneval: producto de las dos anteriores // M0
Pobreza multidimensional 4.3% 8.5% 7.8%
Vulnerabilidad por carencias 18.7% 14.5% 15.2%
Población con al menos una carencia 23.0% 23.0% 23.0%

La figura 9 presenta los resultados de la aplicación de la metodologı́a de Alkire y


Foster modificada, utilizada por CONEVAL, aplicada al caso chileno. En la primera sec-
ción se observa el porcentaje de la población en cada uno de los cuatro cuadrantes: pobres
multidimensionales, vulnerables por ingresos, vulnerables por carencias y no pobres ni vul-
nerables. Al ir aumentando el requisito en la dimensión de ingresos, es decir desplazando el
umbral en el eje vertical de la metodologı́a CONEVAL-México o Alkire y Foster Modifica-
do, la pobreza multidimensional aumenta a costa de una disminución de la vulnerabilidad
por carencias, y la vulnerabilidad por ingresos aumenta a costa de una disminución de la
población no pobre ni vulnerable, por definición. Se observa también que el porcentaje de
la población con al menos una carencia, es decir privada en educación, salud, empleo o
vivienda, es el 60 % (independiente del umbral considerado para la dimensión ingresos).
Notemos que este porcentaje es similar en orden de magnitud a la medida de incidencia

125
de pobreza H de Alkire y Foster bajo el enfoque de unión para cualquiera de los tres
umbrales en la dimensión ingresos. Además se presenta el porcentaje de la población en
pobreza multidimensional extrema que toma valores de 1 % de la población o menores.
En la segunda sección de la figura se presenta el porcentaje promedio de carencias
(sin considerar ingresos) que presentan los pobres multidimensionales, los vulnerables por
carencias y la población con al menos una carencia. Por definición, las personas vulnera-
bles por ingresos y no pobres ni vulnerables no presentan carencias. Las personas pobres
multidimensionalmente y los vulnerables por carencias verifican que están privados en
al menos una de las cuatro dimensiones consideradas derecho (educación, salud, empleo
y vivienda), pero los primeros satisfacen además tener ingresos por debajo del umbral
respectivo. Ambos grupos suman el 60 % de la población, siendo más vulnerables por
carencias que pobres multidimensionales. Sin embargo se observa que el porcentaje de ca-
rencias que presentan los pobres multidimensionales es mayor al porcentaje que presentan
los vulnerables por ingresos, es decir, quienes además no cuentan con el ingreso mı́nimo
suelen presentar más deficiencias en las otras dimensiones que quienes sı́ cuentan con el
ingreso mı́nimo pero se encuentran privados en alguna otra dimensión.
La última sección de la figura presenta las medidas de intensidad, que corresponden
al producto de las medida de incidencia y las medidas de profundidad, y son el paralelo
en esta metodologı́a a las medidas de prevalencia M 0 de Alkire y Foster. Esta medida
es sensible a la lı́nea de pobreza utilizada, herencia de la sensibilidad del porcentaje de
incidencia principalmente.

3.11.2. Resultados para la población menor de 15 años


La figura 10 presenta los resultados de la metodologı́a Alkire y Foster aplicada a este
subgrupo de la población, para los tres umbrales considerados en la dimensión ingresos y
para distintos parámetros de identificación de la pobreza multidimensional.
Como es de esperarse y al igual que para el grupo de la población en edad económi-
camente activa, todas las medidas de pobreza disminuyen al aumentar el número de
dimensiones en las que debe ser carente una persona para ser identificada como multi-
dimensionalmente pobre. Además el porcentaje de menores identificados como tal bajo
el enfoque de unión también bordea el 60 % y bajo el enfoque de unión toma valores de
0.2 %, para los tres umbrales considerados en ingresos. Esto refleja que existe un alto
porcentaje de menores que no se encuentra carente en ingresos pero sı́ lo está al menos
alguna otra dimensión, ası́ como también, que solo un pequeño porcentaje de la población
se encuentra privada en todas las dimensiones. La medida M 0 toma por definición valores
menores o iguales a H, y también refleja un cambio importante en los niveles de pobreza
al cambiar el parámetro de identificación de la misma.
En la figura 11 se presenta el aporte de cada dimensión en la medida de prevalencia
M 0, para cada uno de los umbrales considerados en la dimensión ingresos. A diferencia del
caso de los adultos, fijo un umbral en la dimensión ingresos, la jerarquı́a en el aporte de
cada dimensión en la medida agregada de pobreza no cambia al ir cambiando el paráme-
tro de identificación de la misma. Ası́ por ejemplo, si consideramos la lı́nea de pobreza

126
Figura 10: Metodologı́a de Alkire y Foster - resultados para los menores de 15 años
LP de ingresos absoluta
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 55.8% 19.9%
Carente en al menos 2 dimensiones 20.3% 11.0%
Carente en al menos 3 dimensiones 3.4% 2.6%
Carente en las 4 dimensiones 0.2% 0.2%
LP de ingresos actualizada
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 64.1% 24.7%
Carente en al menos 2 dimensiones 28.8% 15.9%
Carente en al menos 3 dimensiones 5.5% 4.2%
Carente en las 4 dimensiones 0.2% 0.2%
LP de ingresos relativa
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 61.7% 23.7%
Carente en al menos 2 dimensiones 27.5% 15.1%
Carente en al menos 3 dimensiones 5.3% 4.0%
Carente en las 4 dimensiones 0.2% 0.2%

absoluta, independientemente de cuántas carencias sean necesarias para ser considerado


pobre multidimensional, la dimensión que más aporta es vivienda, seguida por ingresos,
salud y educación respectivamente. Lo mismo sucede con los otros dos umbrales elegidos
en la dimensión ingresos, la lı́nea de pobreza actualizada o relativa, excepto que al ser
más exigentes en la dimensión ingresos, ésta pasa a ser la dimensión que más aporta en
la medida agregada, en lugar de vivienda que pasa al segundo lugar, y salud y educación
se mantienen en el tercer y cuarto puesto respectivamente.
La figura 12 presenta los resultados de la aplicación de la metodologı́a de Alkire y
Foster modificada, utilizada por CONEVAL, aplicada al caso chileno. Para este grupo se
tienen solo 4 dimensiones: educación, salud, vivienda e ingresos (no se tiene empleo). Por
tanto, de acuerdo a esta metodologı́a, en el eje de los derechos hay tres posibles dimensiones
en las que estar privados (educación, salud y vivienda), además de la dimensión ingresos
en el eje del bienestar.
Se observa que el grupo vulnerable por ingresos es también en este caso el cuadrante
más pequeño, pero con un porcentaje que varı́a entre 6 % y 15 %, dependiendo del umbral
escogido para la dimensión de ingresos. Lo sigue en tamaño el grupo pobre multidimensio-
nalmente, pero a diferencia de antes, ahora el grupo vulnerable por carencias es el tercer
grupo, siendo el cuadrante de no pobres ni vulnerables el que concentra un mayor porcen-
taje de la población. Aproximadamente la mitad de los menores de 15 años se encuentran
privados en al menos una carencia, esto es, educación, salud o vivienda. El porcentaje
de menores en pobreza multidimensional extrema varı́a entre 0.9 % y 1.7 % dependiendo

127
Figura 11: Aporte por dimensión de la medida de prevalencia - resultados para los menores
de 15 años
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos absoluta
multidimensional Educación Salud Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 8.7% 21.9% 42.8% 26.5%
Carente en al menos 2 dimensiones 10.1% 17.1% 40.0% 32.8%
Carente en al menos 3 dimensiones 16.7% 20.9% 31.7% 30.7%
Carente en las 4 dimensiones 25.0% 25.0% 25.0% 25.0%
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos actualizada
multidimensional Educación Salud Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 7.0% 17.7% 34.6% 40.7%
Carente en al menos 2 dimensiones 8.1% 14.2% 37.9% 39.8%
Carente en al menos 3 dimensiones 14.9% 21.4% 31.7% 32.0%
Carente en las 4 dimensiones 25.0% 25.0% 25.0% 25.0%
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos relativa
multidimensional Educación Salud Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 7.3% 18.4% 36.0% 38.2%
Carente en al menos 2 dimensiones 8.2% 14.2% 38.5% 39.1%
Carente en al menos 3 dimensiones 15.8% 20.5% 31.7% 32.0%
Carente en las 4 dimensiones 25.0% 25.0% 25.0% 25.0%

del umbral en ingresos. Además se observa que todos los grupos relevantes que presentan
carencias se encuentran privados en aproximadamente el 40 % de ellas (de un total de 3
carencias).

3.11.3. Resultados para la población adulto mayor


Al igual que en los casos anteriores, presentamos a continuación los resultados de la
metodologı́a de Alkire y Foster y CONEVAL- México o Alkire y Foster modificado para
los adultos mayores. La figura 13 presenta los resultados de la metodologı́a Alkire y Fos-
ter aplicada a este subgrupo de la población, para los tres umbrales considerados en la
dimensión ingresos y para distintos parámetros de identificación de la pobreza multidi-
mensional.
Como es de esperarse y por definición, todas las medidas de pobreza disminuyen
al aumentar el número de dimensiones en las que debe ser carente una persona para
ser identificada como multidimensionalmente pobre. Para los adultos mayores estamos
considerandos las mismas dimensiones que las consideradas para el grupo de menores
de 15 años, razón por la cuál podemos comparar directamente los niveles de pobreza
entre ambos grupos (las medidas de incidencia y prevalencia de Alkire y Foster y la
medida de Alkire y Foster modificado verifican descomponibilidad por subgrupo, lo que
permite realizar este tipo de comparaciones). Se observa que bajo el enfoque de unión,
más del 70 % de la población es identificada como multidimensionalmente pobre, valor

128
Figura 12: Metodologı́a de CONEVAL - resultados para los menores de 15 años
Medida LP de ingreso
Incidencia Coneval // H Absoluta Actualizada Relativa
Pobreza multidimensional 14.5% 25.2% 23.6%
Vulnerabilidad por ingresos 6.6% 15.0% 12.6%
Vulnerabilidad por carencias 34.6% 23.9% 25.5%
No pobres ni vulnerables 44.3% 35.9% 38.3%
Población con al menos una carencia 49.1% 49.1% 49.1%
Pobreza multidimensional extrema 0.9% 1.7% 1.7%
Profundidad Coneval: número de carencias // A
Pobreza multidimensional 41.0% 40.8% 40.9%
Vulnerabilidad por carencias 39.1% 38.5% 38.6%
Población con al menos una carencia 39.7% 39.7% 39.7%
Intensidad Coneval: producto de las dos anteriores // M0
Pobreza multidimensional 5.9% 10.3% 9.7%
Vulnerabilidad por carencias 13.6% 9.2% 9.8%
Población con al menos una carencia 19.5% 19.5% 19.5%

que cae dramáticamente si el proceso de identificación se realiza considerando un enfoque


de intersección. Se observa también que, para cada número de carencias mı́nimo definido
para la identificación de la pobreza, el porcentaje de adultos mayores pobres es mayor
al porcentaje de menores pobres, bajo la misma identificación, resultado que también se
refleja en la medida M 0. Luego los datos indican que los adultos mayores se ven más
afectados en situación de pobreza multidimensional que los menores de 15 años.
En la figura 14 se presenta el aporte de cada dimensión en la medida de prevalen-
cia M 0, para cada uno de los umbrales considerados en la dimensión ingresos. Al igual
que en el caso de los menores de 15 años, fijo un umbral en la dimensión ingresos, la
jerarquı́a en el aporte de cada dimensión en la medida agregada de pobreza no cambia
al ir cambiando el parámetro de identificación de la misma. Ası́ también, al aumentar el
umbral de ingresos y hacer más estricto el mı́nimo de esa dimensión, ingresos aumenta un
puesto en su aporte a la medida agregada de pobreza, pasando del cuarto lugar al tercero.
La mayor diferencia con los menores de edad, es que el aporte de cada dimensión en la
medida agregada de pobreza es exactamente la opuesta. Nombrando las dimensiones en
orden desde la dimensión que más aporta a la que aporta menos, para los menores se tiene
vivienda(ingresos), ingresos(vivienda), salud y educación; en cambio para los adultos ma-
yores el orden correspondiente es educación, salud, vivienda(ingresos), ingresos(vivienda).
Las dimensiones entre paréntesis reflejan el orden para las lı́neas de pobreza actualizada
y relativa en la dimensión ingresos.
La figura 15 presenta los resultados de la aplicación de la metodologı́a de Alkire y

129
Figura 13: Metodologı́a de Alkire y Foster - resultados para la población adulto mayor
LP de ingresos absoluta
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 70.9% 27.4%
Carente en al menos 2 dimensiones 31.0% 17.4%
Carente en al menos 3 dimensiones 7.2% 5.5%
Carente en las 4 dimensiones 0.6% 0.6%
LP de ingresos actualizada
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 73.4% 30.7%
Carente en al menos 2 dimensiones 36.6% 21.5%
Carente en al menos 3 dimensiones 11.2% 8.8%
Carente en las 4 dimensiones 1.4% 1.4%
LP de ingresos relativa
Identificación de pobreza multidimensional
Incidencia (H) Prevalencia (M0)
Carente en al menos 1 dimensión 72.4% 30.0%
Carente en al menos 2 dimensiones 34.8% 20.6%
Carente en al menos 3 dimensiones 11.1% 8.7%
Carente en las 4 dimensiones 1.6% 1.6%

Figura 14: Aporte por dimensión de la medida de prevalencia - resultados para la población
adulto mayor
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos absoluta
multidimensional Educación Salud Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 39.7% 37.5% 16.0% 6.9%
Carente en al menos 2 dimensiones 38.7% 31.7% 20.4% 9.2%
Carente en al menos 3 dimensiones 30.6% 27.4% 26.6% 15.4%
Carente en las 4 dimensiones 25.0% 25.0% 25.0% 25.0%
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos actualizada
multidimensional Educación Salud Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 35.5% 33.5% 14.3% 16.7%
Carente en al menos 2 dimensiones 35.0% 28.0% 17.3% 19.6%
Carente en al menos 3 dimensiones 29.4% 25.2% 21.8% 23.6%
Carente en las 4 dimensiones 25.0% 25.0% 25.0% 25.0%
Identificación de pobreza Línea de Pobreza de ingresos relativa
multidimensional Educación Salud Vivienda Ingresos
Carente en al menos 1 dimensión 36.4% 34.3% 14.6% 14.7%
Carente en al menos 2 dimensiones 35.5% 28.2% 18.0% 18.3%
Carente en al menos 3 dimensiones 29.6% 23.2% 23.3% 23.8%
Carente en las 4 dimensiones 25.0% 25.0% 25.0% 25.0%

130
Figura 15: Metodologı́a de CONEVAL - resultados para la población adulto mayor
Medida LP de ingreso
Incidencia Coneval // H Absoluta Actualizada Relativa
Pobreza multidimensional 6.4% 16.9% 15.0%
Vulnerabilidad por ingresos 1.1% 3.6% 2.6%
Vulnerabilidad por carencias 63.4% 52.9% 54.8%
No pobres ni vulnerables 29.1% 26.6% 27.6%
Población con al menos una carencia 69.8% 69.8% 69.8%
Pobreza multidimensional extrema 0.7% 1.4% 1.4%
Profundidad Coneval: número de carencias // A
Pobreza multidimensional 54.5% 52.6% 55.3%
Vulnerabilidad por carencias 48.2% 47.6% 47.0%
Población con al menos una carencia 48.8% 48.8% 48.8%
Intensidad Coneval: producto de las dos anteriores // M0
Pobreza multidimensional 3.5% 8.9% 8.3%
Vulnerabilidad por carencias 30.6% 25.2% 25.7%
Población con al menos una carencia 34.1% 34.1% 34.1%

131
Foster modificada, utilizada por CONEVAL, aplicada al caso chileno. En este caso el cua-
drante más pequeño corresponde a los vulnerables por ingresos, seguidos por los pobres
multidimensionalmente, los no pobres ni vulnerables y finalmente por los vulnerables en
carencias. Este último grupo tiene una mayor concentración de adultos mayores que en
el caso de los menores, situación opuesta a la que ocurre en los tres cuadrantes restan-
tes. Además los adultos mayores vulnerables por carencias representan más del 50 % de
esta subpoblación. Es decir, midiendo pobreza bajo un enfoque tradicional de ingresos,
se esconde esta vulnerabilidad de la mitad de los adultos mayores. La pobreza multidi-
mensional extrema toma valores menores al 1.5 %. Se observa también que los subgrupos
privados en carencias, ya sean pobres multidimensionales, vulnerables por carencias o con
al menos una carencia, se encuentran privados en cerca de 10 puntos porcentuales más
de sus carencias que el mismo grupo identificado entre los menores de 15 años. Es decir,
no solo hay más adultos mayores con al menos alguna carencia sino que están privados
porcentualmente en más carencias que los menores de 15 años.

132
3.12. Resultados de aplicación a la serie CASEN (1990 - 2006)
La Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN) surge a fines de los años
ochenta con el objetivo de evaluar el impacto en las polı́ticas sociales. A lo largo de las
últimas décadas se ha ido aplicando de manera sistemática, permitiendo contar con infor-
mación actualizada y relevante en los diferentes ámbitos de diseño de polı́ticas sociales.
La encuesta CASEN ha sido empleada para la medición de la pobreza dada la informa-
ción que entrega respecto los ingresos aún cuando no constituyó su propósito inicial. Sin
embargo, a lo largo de los años ha aportado información sistemática sobre temas referidos
a educación, salud, trabajo y otros temas emergentes.
Aún cuando el instrumento ha sido empleado de manera permanente manteniendo
una misma estructura en los indicadores que componen los diferentes módulos es posible
observar algunas diferencias, tanto en las categorı́as de respuesta como en el fraseo de las
preguntas, que pudiese incidir en la información que se levantó en esas aplicaciones.
Considerando lo anteriormente descrito, en este capı́tulo se presentan los resultados
de la metodologı́a de pobreza multidimensional para cada una de las series CASEN.
Especı́ficamente, se realizará un análisis longitudinal de tendencias, mediante el cual se
entregarán los resultados para la serie que se inicia el año 1990 hasta la aplicación del año
20061.
Para la presentación de los resultados se ha organizado el capı́tulo en tres apartados. El
primero corresponde al análisis de cada una de las dimensiones considerando los resultados
obtenidos, el segundo contiene los resultados para la población económicamente activa, los
menores de 15 años y los adultos mayores y, finalmente, se ha considerado la presentación
de un análisis de las variaciones generales a lo largo del tiempo.

3.12.1. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión educación


En la dimensión educación se observa información para todos los años de la serie con-
siderando los indicadores anteriormente mencionados. Tomando en cuenta como carencia
acceso o calidad es posible obtener una disminución permanente en la incidencia de po-
breza en educación lo largo de las últimas décadas. Especı́ficamente se observa que, con
excepción del año 1992 que aumentó en 0.1 % y en el año 2006 que aumentó en 1 %, la
medida de disminución ha bordeado un 0.5 %, llegando a su nivel más bajo en el año 2003
(14.9 %).

3.12.2. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión salud


Para la dimensión salud se consideró como una situación de carencia a la falta de
acceso o problemas en el estado de salud. En esta dimensión si bien se observa una
disminución considerable de la incidencia a lo largo de los años, tiene un comportamiento
desigual en relación a la dimensión de salud. En el año 2003 (al igual que en el caso de
la dimensión de educación) la incidencia de pobreza alcanza su cifra más baja 16.8 %. En
esta dimensión se presenta un descenso mayor que en la dimensión de educación iniciado
la década con 34.7 % y terminando la serie con 15.9 % menos. Efectivamente esto se debe

133
Figura 16: Evolución de la carencia en la dimensión educación
Educación

25

20

15
Educación
10

0
1900 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006

a la incorporación del plan auge dentro de las polı́ticas en esta materia, lo cual genera
un punto de inflexión en la situación de carencias de esta dimensión. Cabe destacar que
al igual que en el caso de educación en el año 2006 se produjo un leve incremento en las
cifras de carencia en salud, aumentando 2 % en relación al año 2003.

Figura 17: Evolución de la carencia en la dimensión salud


Salud

40
35
30
25
20 Salud

15
10
5
0
1900 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006

134
3.12.3. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión empleo
Al igual de lo que se ha planteado en ocasiones anteriores la dimensión de empleo
se define para la población económicamente activa20 . A diferencia de las dimensiones
anteriores, marcadas por un constante descenso en la cifras de carencia, esta dimensión se
caracteriza por dos periodos de aumento sostenido en la incidencia de carencia. El primer
periodo va desde el año 1990 hasta el año 1994 en que la cifra de carencia alcanza hasta
un 29.4 % y el segundo va desde el año 1998 hasta el año 2006 en que las cifras llegan
hasta un 33.2 %. Estos periodos se distinguen entre antes de 1996 y después de 1996, año
en que la cifra de carencia en esta dimensión alcanza su nivel más bajo llegando a un
26.7 %.

Figura 18: Evolución de la carencia en la dimensión empleo


Empleo

35

30

25

20
Empleo
15

10

0
1900 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006

3.12.4. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión vivienda


La carencia en la dimensión de vivienda alcanza el nivel más alto al inicio de la serie
casen, en el año 1990 se observa una incidencia de pobreza en vivienda de un 51.1 % que
baja a un 25.4 % en el año 2006. La tasa de disminución de la incidencia en esta dimensión
bordeó alrededor de 5 puntos porcentuales. A diferencia de las otras dimensiones analiza-
das la tendencia a la disminución de la incidencia en esta carencia se mantiene a lo largo
de la serie.
20
Se define como PEC a mujeres entre 15 y 59 años y hombres entre 15 y 64 años.

135
Figura 19: Evolución de la carencia en la dimensión vivienda
Vivienda

60

50

40

30 Vivienda

20

10

0
1900 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006

3.12.5. Resultados de aplicación a la serie CASEN: dimensión ingresos


Al igual que en los análisis anterior para el caso de la dimensión de ingreso se ha
considerado la lı́nea de la pobreza basada en un dólar por persona, la lı́nea de la pobreza
absoluta, la lı́nea de la pobreza actualizada21 y la lı́nea de la pobreza relativa.
En la lı́nea de pobreza basa en un dólar por persona se observa que la cifra más alta
alcanza a un 15.6 % en el año 1990 y cae a un 1.5 % en el año 2006, la tendencia a la
disminución se mantiene a lo largo de los, con excepción del año 2004 en que se produce
un aumento de 0.9 % respecto del año anterior.
La tendencia a la disminución en el caso de la lı́nea de la pobreza absoluta es similar y
mantenida a lo largo de los años que componen la serie. La cifra más alta llega a un 38 %
en el año 1990 y cae a un 13.8 % en el año 2006. En el caso de la lı́nea actualizada, se
observa una disminución de la incidencia entre los años estudiados que se acrecienta en el
año 2006 cuando cae de un 35.7 % (año 2003) a un 29.2 %. Finalmente, podemos observa
que la lı́nea de pobreza absoluta se mantiene estable en el tiempo superando levemente el
25 % de la población. En este indicador la incidencia de pobreza llega a su cifra más baja
en el año 2006 con un 25.7 % y más alta en el año 1990 con un 27.6 %.
21
Para esta lı́nea de la pobreza se cuenta con información solo desde el año 2000, que es el momento
en que el equipo de investigación plantea de la propuesta de actualización de la canasta de alimentos y
con ello el consecuente aumento en su valor.

136
Figura 20: Evolución de la carencia en la dimensión ingresos

45

40

35

30
Ingresos LP 1 dólar diario
25 Ingresos LP absoluta
Ingresos LP relativa
20
Ingresos LP Actualizada
15

10

0
1900 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006

3.12.6. Resultados de aplicación a la serie CASEN: población económicamen-


te activa
La figura 21 presenta los resultados de la aplicación de la metodologı́a Alkire y Foster
aplicada a este subgrupo de la población en los diferentes años de aplicación de la serie
CASEN.
Al igual que lo que ocurre en el año 2006, en el resto de la serie las medidas de pobreza
disminuyen al aumentarse las dimensiones evaluadas. Sin embargo, la disminución de
la pobreza diagnosticada a través de la medición de la lı́nea de la pobreza absoluta es
consistente con la disminución de la pobreza que se refleja a lo largo de los años.
La medida M0 toma valores menores a H y también disminuye en la medida en que
cambia el parámetro de identificación de la misma. Ahora, es interesante observar como
bajo el enfoque de unión, es decir, que se considera multidimensionalmente pobre en el año
1990 al 80 % de la población cifra que disminuye al 60 % en el año 2006. Por el contrario,
en el caso del enfoque de intersección se observa que la serie se inicia con 1.1 % de la
población como pobre en las 5 dimensiones y cae a un 0.2 % en el año 2006.
Es interesante observar que mientras las cifras en el enfoque de unión tienen una caı́da
constante a lo largo de los años, para el enfoque de intersección las cifras se mantienen
más estables entre el año 1994 y el año 2000.
Para la medida M0 es posible observar que la prevalencia en al menos 1 dimensión
alcanza un 33.8 % en el año 1990 cayendo a un 20.2 % en el año 2006. Estas cifras caen
significativamente al observar la medida M0 en carencias en 5 dimensiones. En este caso
se observa un 1.1 % en el año 1990 a un 0.2 % en el año 2006.

137
En el caso de la aplicación de la metodologı́a Alkire y Foster modificado (CONEVAL)
es posible observar que la pobreza multidimensional alcanza a un 31 % en el año 1990
cayendo a un 9.9 % en el año 2006. Asimismo es posible observar que existen diferencias
sustantivas entre las cifras de vulnerabilidad por ingreso y vulnerabilidad por carencias.
Respecto de las primeras es posible observar que en ningún año de la serie se observa
una cifra que supere 5 %. Al respecto de esta dimensión es posible establecer que las
cifras más bajas de vulnerabilidad por ingreso se observan en el año 1998 (2,6 %) y en
el año2006 (2,3 %). En el caso de la vulnerabilidad por carencias las cifras aumentan
significativamente, sin tener una tendencia particular en el curso del tiempo. Las cifras
más altas de vulnerabilidad por carencias se encuentran en los años 1998 (48,1 %) y
2006 (48,7 %). Cabe destacar que estos años coinciden con las cifras más bajas de la
vulnerabilidad por ingresos.
Por otra parte, es posible distinguir que existe una tendencia al aumento en el caso
de la categorı́a no pobre ni carente, especı́ficamente, se observa que mientras la serie se
inicia con un 19.3 % en el año 1990 llegando a un 39.1 % en el año 2006.
Respecto a la categorı́a con al menos una carencia se observa una disminución a lo
largo de la serie, partiendo en el año 1990 con 76.5 % y llagando en el año 2006 a un
58.6 %.

Figura 21: Resultados población económicamente activa


Incidencia (H) 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Carente en al menos 1 dimensión 80.7% 77.5% 70.9% 67.2% 67.3% 62.7% 61.3% 60.9%
Carente en al menos 2 dimensiones 52.8% 49.1% 41.7% 38.3% 38.4% 34.6% 31.2% 28.7%
Carente en al menos 3 dimensiones 26.4% 22.9% 18.2% 16.6% 16.4% 14.0% 11.2% 9.4%
Carente en al menos 4 dimensiones 8.2% 6.7% 5.0% 4.6% 4.6% 3.7% 2.5% 2.0%
Carente en 5 dimensiones 1.1% 0.8% 0.5% 0.5% 0.5% 0.4% 0.2% 0.2%

Prevalencia (M0) 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Carente en al menos 1 dimensión 33.8% 31.4% 27.3% 25.4% 25.5% 23.1% 21.3% 20.2%
Carente en al menos 2 dimensiones 28.2% 25.7% 21.4% 19.7% 19.7% 17.4% 15.3% 13.8%
Carente en al menos 3 dimensiones 17.7% 15.3% 12.0% 11.0% 10.9% 9.2% 7.3% 6.1%
Carente en al menos 4 dimensiones 6.7% 5.5% 4.1% 3.8% 3.8% 3.0% 2.0% 1.6%
Carente en 5 dimensiones 1.1% 0.8% 0.5% 0.5% 0.5% 0.4% 0.2% 0.2%

CONEVAL 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006


Pobreza multidimensional 31.0% 25.5% 21.2% 17.5% 16.6% 15.5% 13.5% 9.9%
Vulnerabilidad por ingresos 4.2% 4.2% 3.4% 3.1% 2.6% 3.0% 3.4% 2.3%
Vulnerabilidad por carencias 45.5% 47.7% 46.3% 46.6% 48.1% 44.2% 44.5% 48.7%
No pobres ni vulnerables 19.3% 22.5% 29.1% 32.8% 32.7% 37.3% 38.7% 39.1%
Pobreza extrema 2.8% 1.7% 1.4% 1.2% 1.3% 1.1% 0.7% 0.5%
Con al menos una carencia 76.5% 73.2% 67.6% 64.1% 64.7% 59.7% 58.0% 58.6%

138
3.12.7. Resultados de aplicación a la serie CASEN: población menor de 15
años
En este apartado se analizaran los datos de la serie para la población menor de 15 años.
Al igual que en el caso anterior, en la figura 22 presenta los resultados de la aplicación de
la metodologı́a Alkire y Foster aplicada a este subgrupo de la población en los diferentes
años de aplicación de la serie CASEN.
La medida M0 toma valores menores a H y también disminuye en la medida en que
cambia el parámetro de identificación de la misma. Tanto para la población económica-
mente activa como para los menores de 15 años, el enfoque de unión alcanza en el año
1990 un 80 %, esta cifra disminuye en mayor medida que para la población anteriormente
analizada, alcanzando un 55.2 % en el año 2006.
En el caso del enfoque de intersección se observa que la serie se inicia con 1.3 % de la
población de este rango de edad como pobre en las 5 dimensiones y cae a un 0.2 % en el
año 2006, al igual que en la población anteriormente descrita.
Las mayores caı́das en el enfoque de intersección se observan entre los años 1992 al
1994 (baja de un 80.2 % a un 73.9 %) y entre los años 1998 al 2000 (baja de un 68.7 %
aun 60.7 %).
En el caso de la medida M0 es posible observar que la prevalencia en al menos 1
dimensión alcanza un 38,9 % en el año 1990 cayendo a un 19,6 % en el año 2006. Estas
cifras caen significativamente al observar la medida M0 para carencias en 5 dimensiones.
En este caso se observa un 1.3 % en el año 1990 a un 0.2 % en el año 2006, estas cifras
son similares a las observadas para la población económicamente activa.
En el caso de la aplicación de la metodologı́a Alkire y Foster modificado (CONEVAL)
para esta población es posible observar que la pobreza multidimensional alcanza un 45.2 %
en el año 1990 cayendo a un 14.4 % en el año 2006, cifras levemente mayores que las
presentadas en la población económicamente activa.
Al igual de lo que ocurre en el caso anterior, es posible observar que existen diferencias
sustantivas entre las cifras de vulnerabilidad por ingreso y vulnerabilidad por carencias.
Respecto de las primeras es posible observar que a lo largo de la serie las cifras bordean
un 7 %, alcanzado su nivel más alto en el año 2003 (8.2 %) y más bajo en el año 1998
(6.1 %).
En el caso de la vulnerabilidad por carencias las cifras aumentan significativamente, sin
tener una tendencia particular en el curso del tiempo. La cifra más alta de vulnerabilidad
por carencias se encuentra en el año 1998 (37.7 %) y la cifra más baja en el año 2003
(30.5 %). Cabe destacar que estas cifras son menores a las presentadas en el caso de la
población económicamente activa, para la cual las cifras de vulnerabilidad por carencias
superan el 40 %.
Por otra parte, es posible distinguir que existe una tendencia al aumento en el caso de
la categorı́a no pobre ni carente, especı́ficamente, se observa que la serie se inicia con un
16.3 % en el año 1990 llegando a un 44.9 % en el año 2006.
Respecto a la categorı́a con al menos una carencia se observa una disminución a lo
largo de la serie, partiendo en el año 1990 con 77 % llegando a un 48.4 % en el año 2006.

139
Figura 22: Resultados población menor de 15 años
Incidencia (H) 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Carente en al menos 1 dimensión 83.7% 80.2% 73.8% 69.5% 68.7% 60.7% 57.5% 55.2%
Carente en al menos 2 dimensiones 53.8% 48.1% 40.4% 34.2% 33.2% 26.8% 23.4% 20.0%
Carente en al menos 3 dimensiones 16.7% 13.4% 9.9% 7.9% 8.3% 5.1% 3.8% 3.2%
Carente en al menos 4 dimensiones 1.3% 1.0% 0.6% 0.4% 0.6% 0.3% 0.1% 0.2%

Prevalencia (M0) 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Carente en al menos 1 dimensión 38.9% 35.7% 31.2% 28.0% 27.7% 23.2% 21.2% 19.6%
Carente en al menos 2 dimensiones 31.4% 27.7% 22.8% 19.2% 18.8% 14.8% 12.7% 10.8%
Carente en al menos 3 dimensiones 12.8% 10.3% 7.6% 6.0% 6.3% 3.9% 2.9% 2.5%
Carente en al menos 4 dimensiones 1.3% 1.0% 0.6% 0.4% 0.6% 0.3% 0.1% 0.2%

CONEVAL 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006


Pobreza multidimensional 45.2% 38.2% 32.4% 26.8% 24.9% 21.3% 18.8% 14.4%
Vulnerabilidad por ingresos 6.8% 7.1% 6.7% 6.5% 6.1% 7.5% 8.2% 6.7%
Vulnerabilidad por carencias 31.8% 34.9% 34.7% 36.2% 37.7% 31.9% 30.5% 34.0%
No pobres ni vulnerables 16.3% 19.8% 26.2% 30.5% 31.4% 39.3% 42.5% 44.9%
Pobreza extrema 7.1% 4.4% 3.4% 2.3% 2.6% 1.7% 1.2% 0.9%
Con al menos una carencia 77.0% 73.1% 67.1% 63.0% 62.6% 53.2% 49.3% 48.4%

3.12.8. Resultados de aplicación a la serie CASEN: población de adultos


mayores
En este apartado se realizará el análisis para la población de adultos mayores, es decir
para las mujeres mayores de 60 años y hombres mayores de 65 años.
La figura 23 presenta los resultados de la aplicación de la metodologı́a Alkire y Foster
aplicada a este subgrupo de la población en los diferentes años de aplicación de la serie
CASEN.
Al igual de lo que ocurre en los análisis anteriores, la medida M0 toma valores menores
a H y también disminuye en la medida en que cambia el parámetro de identificación de
la misma.
En el caso de esta población el enfoque de unión concentra un 76,8 % en el año 1990
cifra que disminuye al 64,9 % en el año 2006. Cabe destacar que la incidencia de la carencia
en al menos 1 dimensión para la población adulto mayor en el último año de la serie es
mayor que en las dos poblaciones analizadas anteriormente.
En el caso del enfoque de intersección, también se observan cifras más altas para esta
población, observándose que la serie se inicia con 2.6 % y caen a un 0.5 % en el año 2006.
En el caso de la medida M0 es posible observar que la prevalencia en al menos 1
dimensión alcanza un 34.4 % en el año 1990 cayendo a un 24.1 % en el año 2006, la
disminución es menor para esta población que para las otras poblaciones analizadas. Al
igual de lo que ocurre en los análisis anteriores, estas cifras caen significativamente al
observar la medida M0 referida a carencias en 5 dimensiones. En este caso se observa un
2.6 % en el año 1990 a un 0.5 % en el año 2006.

140
En el caso de la aplicación de la metodologı́a Alkire y Foster modificado (CONEVAL)
es posible observar que la pobreza multidimensional alcanza a un 17 % en el año 1990
cayendo a un 6.0 % en el año 2006. Asimismo es posible observar que existen diferencias
sustantivas entre las cifras de vulnerabilidad por ingreso y vulnerabilidad por carencias.
Respecto de las primeras es posible observar que a lo largo de la serie los datos bordean
el 2 %, alcanzado su nivel más alto en el año 1990 (2.7 %) y su cifra más baja en el año
2000 (1.3 %).
En el caso de la vulnerabilidad por carencias las cifras aumentan significativamente,
llegando a cifras mayores que en los otros grupos de la población. Las cifras más altas de
vulnerabilidad por carencias se encuentran en los años 1992 y 1998 (59.0 %) y la cifra más
baja en el año 2003 (51.2 %).
Por otra parte, es posible distinguir que existe un tendencia al aumento en el caso de
la categorı́a no pobre ni carente, especı́ficamente, se observa que mientras la serie se inicia
con un 23.2 % en el año 1990 llegando a un 35.1 % en el año 2006. No obstante, cabe
destacar que en el año 2000 y 2003 se produce el mayor aumento llegando a un 39.2 %.
Respecto a la categorı́a con al menos una carencia se observa una disminución a lo
largo de la serie hasta el año 2003 (59 %) y una nueva alza en el año 2006 (63.6 %).

Figura 23: Resultados población adulto mayor


Incidencia (H) 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Carente en al menos 1 dimensión 76.8% 74.9% 69.5% 67.6% 70.1% 60.8% 60.8% 64.9%
Carente en al menos 2 dimensiones 41.9% 40.5% 35.8% 33.4% 34.0% 26.5% 25.2% 25.7%
Carente en al menos 3 dimensiones 16.3% 15.0% 11.9% 10.2% 10.8% 6.4% 6.1% 5.5%
Carente en al menos 4 dimensiones 2.6% 2.5% 1.6% 1.3% 1.2% 0.6% 0.6% 0.5%

Prevalencia (M0) 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Carente en al menos 1 dimensión 34.4% 33.2% 29.7% 28.1% 29.0% 23.6% 23.2% 24.1%
Carente en al menos 2 dimensiones 25.7% 24.6% 21.3% 19.6% 20.0% 15.0% 14.3% 14.4%
Carente en al menos 3 dimensiones 12.9% 11.9% 9.3% 8.0% 8.4% 4.9% 4.7% 4.3%
Carente en al menos 4 dimensiones 2.6% 2.5% 1.6% 1.3% 1.2% 0.6% 0.6% 0.5%

CONEVAL 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006


Pobreza multidimensional 17.8% 14.0% 12.5% 9.4% 9.5% 6.1% 7.8% 6.0%
Vulnerabilidad por ingresos 2.7% 1.9% 2.2% 1.5% 1.5% 1.3% 1.9% 1.6%
Vulnerabilidad por carencias 56.2% 59.0% 54.8% 56.7% 59.0% 53.4% 51.2% 57.3%
No pobres ni vulnerables 23.2% 25.1% 30.5% 32.4% 29.9% 39.2% 39.2% 35.1%
Pobreza extrema 2.9% 2.0% 1.7% 1.1% 1.2% 0.8% 0.7% 0.6%
Con al menos una carencia 74.1% 73.0% 67.2% 66.1% 68.6% 59.5% 59.0% 63.3%

141
3.13. Incorporación de la visión de expertos en la construcción
de una medición multidimensional para Chile
Dadas las caracterı́sticas del proceso de construcción de una medición multidimensio-
nal, resultó imprescindible establecer instancias para recoger perspectivas que expertos
en la materia puedan indicar para orientar el desarrollo de esta propuesta.
En este sentido, a lo largo del estudio se realizó un conjunto de actividades22 , mediante
las cuales fue posible incorporar diferentes perspectivas en torno a la propuesta que se ha
realizado. En este capı́tulo se presentan las perspectivas recogidas en base a tres aspec-
tos, a saber, elementos contextuales para el desarrollo de una medición multidimensional
de pobreza en Chile, desarrollo de una medición de pobreza multidimensional en Chi-
le y, finalmente, observaciones metodológicas para la propuesta de medición de pobreza
multidimensional desarrollada.

3.13.1. Elementos contextuales para el desarrollo de una medición multidi-


mensional de pobreza en Chile
Uno de los primeros nodos de conversación con los expertos confluyó a la identificación
de las caracterı́sticas del estudio de la pobreza en Chile. Al respecto los expertos señalaron
que en Chile hasta el inicio de la década del noventa se produjo un intenso trabajo que
en su raı́z tenı́a una fuerte tendencia a la observación multidimensional de la pobreza, a
saber el enfoque de Necesidades Básicas Insatisfechas. Este tipo de metodologı́a planteaba
el desafı́o de incorporar dentro de un único indicador diferentes dimensiones asociadas al
bienestar sin identificarlas con el ingreso.
“Es cierto que desde hace mucho tiempo se viene planteando -y esta misma institución
también, desde la década de los noventas- la necesidad de complementar el indicador de
ingreso. Esto es bien curioso, porque es justamente, en la década de los ochenta a los
noventas, es cuando se calca el método del NBI, que podrı́amos decir que es un acerca-
miento multidimensional al de ingreso, que si bien es univariable -como decı́a el P ese dı́a
también- responde a una concepción, a construcción multidimensional, o por lo menos,
que atiende a varios factores para determinar cuál es el valor de esa lı́nea de pobreza.”
“El trabajo de Altimir y NBI fueron fundamentales en el desarrollo de una compre-
sión de la pobreza multidimensional, no se puede pensar que la idea de una observación
multidimensional de pobreza sin considerar esos antecedentes” (Académica, Socióloga).
No obstante lo anterior, se considera que estos esfuerzos fueron de manera paralela al
proceso de legitimación del ingreso como un indicador pertinente para la medición de la
pobreza, en la medida en que este permitı́a sintetizar la información y actualizarla con las
22
Se realizaron dos seminarios con expertos tanto vinculados al proyecto como a un conjunto de miem-
bros de diferentes instituciones (tanto nacionales como internacionales y tanto polı́ticas como intelectua-
les). Junto con lo anterior se realizó un conjunto de entrevistas a expertos especialistas en el estudio de
pobreza como a investigadores a nivel sectorial. En total se contó con la participación de 12 expertos, de
los cuales 5 corresponden a expertos del ámbito público institucional, 2 expertos a organismos interna-
cionales, 3 expertos a centros de investigación y 2 a académicos de diferentes instituciones de educación
superior. En los anexos se presenta un cuadro sı́ntesis con la descripción general de los expertos.

142
fuentes de información con que se construye su estimación. En consideración a esto, los
expertos fueron enfáticos en sostener que toda propuesta que se pudiese desarrollar para
medir pobreza no puede obviar la relevancia y pertinencia del ingreso. De este modo, se
debe considerar la forma de incluirlo de manera complementaria y no manera sustitutiva.
Ahora, junto con lo anterior es necesario establecer una revisión y actualización de
los enfoques de pobreza que subyacen a las alternativas de medición. En este aspectos
destacan el trabajo desarrollado por el Max Neff en la generación de un enfoque de
necesidades. Sin embargo, agregan que los trabajos de Amartya Sen, inspiradores de la
mayorı́a de los trabajos de pobreza multidimensional, deben ser incorporados dentro del
cuerpo de antecedentes. El enfoque de Capacidades de Amartya Sen cobra importancia,
al menos, por dos motivos. En primer lugar, permite agregar a las necesidades la idea
de funcionamientos efectivos con la cual se incorpora la idea de una observación de los
resultados junto con las oportunidades de acceso a la distribución del bienestar. Y, en
segundo lugar, plantea un desafı́o sustantivo a la comunidad que adopte este enfoque en
la medida en que requiere de un intenso debate orientado a la generación de consensos
sobre cuál es el sistema de capacidades que se indicarán como propios de dicho bienestar.
Sin perjuicio de lo anterior, al plantear la interrogante sobre qué medida de pobreza
multidimensional es pertinente para la experiencia chilena resulta interesante observar que
destacan que es un tema muy novedoso y que el desarrollo de una lı́nea de investigación
con esas caracterı́sticas no se ha desarrollado aún en Chile. Por el contrario, los expertos se
manifiestan bastante sorprendidos de un avance tan nutrido de esta perspectiva y subrayan
que en Chile ese debate ha estado dejado de lado y es muy pertinente incorporarlo.
Agregan que es fundamental que se produzca un trasvasije de estos estudio académicos al
mundo polı́tico institucional.
Por otro lado, sostienen que sin lugar a dudas las investigaciones sobre pobreza han
conducido a un nutrido desarrollo en el estudio de fenómenos vinculados como la vul-
nerabilidad, la exclusión, desigualdad, entre otros. Desde esta perspectiva reinstalar la
problematización en torno a la pobreza, considerando su relación con estos nuevos ele-
mentos de estudio, es fundamental.
Desde esta perspectiva es interesante destacar que los expertos de tipo sectorial son
enfáticos en indicar la necesidad de que una propuesta de medición de pobreza tenga
una base de indicadores que sean sensibles a los nuevos fenómenos en los cuales Chile se
desenvuelve, entre ellos, la dimensión territorial.
En palabras de una experta, una comunidad territorial debe ser considerada en una
idea de pobreza multidimensional (Trabajadora Social, académica)
Por tanto, los expertos plantean que la generación de una propuesta de medición
multidimensional de pobreza llega en un momento clave. Este se caracteriza por una mayor
complejidad para un desenvolvimiento en la vida social, económica y cultural satisfactorio.
A su vez, dicha complejidad se traduce tanto en la generación de mayores exigencias para
la integración social como mayores desafı́os para la identificación de los espacios y medios
en los cuales se reproduce la pobreza. Junto con lo anterior, es necesario destacar que
es muy relevante el desarrollo de instancia para difundir el desarrollo de este trabajo, de
tal forma que sea posible constituir una masa crı́tica que permita fortalecer esta lı́nea de

143
investigación.

3.13.2. Desarrollo de una medición de pobreza multidimensional en Chile


La discusión en torno a la medición multidimensional de pobreza concierne tanto a un
debate técnico como polı́tico. Mientras en el primer nivel es posible identificar las posibles
posibilidades de medición y las restricciones que cada una puede tener, en el nivel polı́tico
es donde se discute su legitimación pública y su contenido normativo.
“Si los fenómenos de pobreza, desigualdad, o exclusiones son fenómenos societales, y no
meros reflejos de buenas o malas preferencias individuales, o del azar, entonces incumben
al modo de relación social, al tipo de interacciones, y al rol que juegan las instituciones
en ello. Y si ello es ası́, quiere decir que está en juego no solamente un tema de ingresos
materiales - directos o indirectos -, sino algo más. Tiene que ver con la forma a través de la
cual nuestro orden social produce y socializa bienes/valores fundamentales como derechos,
deberes, ingresos, autoestima y reconocimiento entre todos sus miembros” (Salvat, 2005).
Esta distinción fue un aspecto recurrente dentro de las conversaciones con los expertos,
ellos planteaban que el desafı́o de la medición de pobreza superaba los alcances de un
estudio de carácter técnico y se situaba dentro de un campo de construcción de consensos
en torno a la definición de lo admisible e inadmisible para una sociedad como la chilena.
“La posibilidad de que el trabajo que ustedes están realizando no se quede dentro de
las universidades pasa por las disposiciones polı́ticas para la incorporación de la discusión
dentro del debate público.” (Socióloga, académica)
La idea que subyacı́a entre las opiniones de los expertos, sobretodo de organismos
internacionales, indicaba que hay un campo en el cual no podemos tener incidencia como
investigadores, frente a ello, las autoridades son las encargadas de realizar los esfuerzos
(sustantivos) para avanzar en la discusión sobre esta materia.
Ahora, es interesante observar como la idea del nivel polı́tico que planteaban los ex-
pertos no se circunscribı́a, exclusivamente, al campo institucional gubernamental. Por el
contrario, ellos destacaban que la construcción de umbrales e incluso la identificación de
las mismas de dimensiones requerı́an de la generación de instancias de deliberación parti-
cipativas, por parte de la ciudadanı́a ası́ como también de una discusión creciente a nivel
legislativo.
“Acá uno tiene una arbitrariedad bien fuerte que son los umbrales, y que esa arbitra-
riedad va a depender del gobierno, o quien esté a cargo, quiera que hayan pocos hartos
pobres. Por ejemplo, a lo mejor a este -estoy pensando- a lo mejor a un gobierno que
parte le interesa mostrar de que en realidad habı́a mucho más pobres de lo que se decı́a,
pero después no va a querer cambiar su umbral, porque no va a querer aumentarlos, pero
tampoco tiene mucha salida a eso, no tengo una respuesta, pero yo, lo que sé, ese es el
problema más complejo porque acá son más umbrales.”
Cabe destacar que el caso de México resulta paradigmático en esta lı́nea. Los expertos
informantes de ese paı́s plantearon que finalmente la discusión sobre los umbrales desde
un nivel legislativo permite avanzar en el desarrollo de consensos significativos aún cuando
estos no se traduzcan necesariamente en facilitadores para el trabajo a nivel más técnico.

144
Por tanto, es necesario distinguir que en la generación de una propuesta de medición
multidimensional es relevante distinguir el carácter técnico junto con su aspecto polı́tico.
Finalmente, para los expertos participantes, el proceso de legitimación se desarrolla en
este segundo aspecto.

3.13.3. Observaciones metodológicas para la propuesta de medición de po-


breza multidimensional desarrollada
Una vez establecidos los aspectos contextuales antes mencionados, el tercer nodo de
conversación estuvo centrado en el desarrollo de observaciones respecto de la propuesta
metodológica planteada por el equipo de investigación.
En primer lugar se planteó que las propuestas de medición son bastante nutridas pero
no necesariamente factibles de instalar dentro de la opinión pública. De este modo, la al-
ternativa que plantea Alkire y Foster resulta pertinente en la medida en que permite tener
indicadores de fácil comprensión y construcción. Los expertos señalan que su semejanza
a la medida FGT23 resulta fundamental para avanzar en la comprensión de los resultados
que se puedan generar. Pero junto con ello, esta medida permite avanzar en la distinción
de un simple conteo hacı́a una medida de agregación, caracterı́sticas básicas dentro de la
generación de observaciones de pobreza.
“Donde cada vez se siente con mayor preocupación y necesidad de tener una visión
más completa, integral del fenómeno. Ahı́, yo creo que siempre, la reconstrucción a partir
del ingreso es un esfuerzo parcial. Entonces, eso ha dado fruto a dos posturas, digamos
que podrı́an ser complementarias, porque nunca se han planteado de manera opuesta. Una
que es la actualización, propiamente de la lı́nea, que es ajustarla a los nuevos patrones de
consumo, y otro -porque eso, de todas maneras le entregarı́a más validez y confiabilidad, no
confiabilidad, pero, al menos validez, respecto de lo que pretende medir- y, por otro lado,
tenemos la postura de incluir nuevas variables, pero en eso, en realidad, las propuestas
han sido, en nuestro caso, en nuestro caso nacional, bastantes reducidas, yo creo que la
experiencia más seria que ha habido en esta materia es la de ustedes.”
Junto con lo anterior, los expertos plantean un conjunto de consideraciones especı́ficas
a cada una de las dimensiones e indicadores incorporados24 .
En el caso de educación, existe una posición dividida respecto a la incorporación del
umbral de 12 años de escolaridad para toda la población. Los expertos que trabajan
en la materia plantean que dada la ausencia de indicadores de calidad de educación, el
umbral de 12 años de escolaridad para toda la población es pertinente en la medida en que
establece los requerimientos básicos para un adecuado desenvolvimiento en la vida social.
Los expertos académicos plantean que no puede considerarse los 12 años de escolaridad
como un indicador que suple la evaluación de calidad, pues refiere simplemente a acceso y
permanencia en el sistema de educación formal. Estos últimos plantean que es preferible
plantear la necesidad de incorporar indicadores de calidad especı́ficos de educación, en
23
Para una revisión de la definición de tal medida ver capı́tulo 2.4.1.
24
En esta sección, se presentan las consideraciones generales planteadas por los expertos. Las conside-
raciones más especı́ficas se incluyen en el apartado Proceso de selección de indicadores y umbrales.

145
vez de agregar un indicador tan aproximado.
En el caso de la dimensión de salud, los expertos plantean que los indicadores dispo-
nibles son bastante blandos en términos de la evaluación del estado de salud. Asimismo
sostienen que se requiere avanzar en la distinción de indicadores de calidad de salud tanto
en lo referido a estados de salud óptimos como sistema de salud óptima.
Frente a esta discusión agregan que es relevante incorporar ambos tipos de indicadores
dentro de las diferentes dimensiones de tal modo que se pueda evaluar, en debate público,
qué es lo que finalmente se puede asegurar por parte de la sociedad y cuáles son los
márgenes en que esta situación depende de las decisiones discrecionales de los sujetos.
Adicionalmente, los expertos instalan la necesidad de agregar indicadores referidos al
sistema promocional de salud, entre ellos el control al niño sano y el retiro de la leche en
los centros de atención primaria. Plantean que en la observación de la serie CASEN es
posible observar cómo esos indicadores han evolucionado en el tiempo.
Para el caso de la dimensión de ingreso no se plantean grandes observaciones, por el
contrario plantean relevante la presentación de las tres lı́neas de pobreza. Cada vez que
se les planteó las interrogantes respecto a esta dimensión los expertos sostenı́an que era
fundamental avanzar en la actualización de la lı́nea de la pobreza lo antes posible, de tal
modo que los resultados de una medición multidimensional estuvieran ajustados a esa
nueva cifra.
La dimensión de vivienda tuvo lugar a una gran cantidad de observaciones. En primer
lugar, se planteó que la cantidad de indicadores considerados originalmente en el cálculo
de carencias era mucho mayor que en el resto de las dimensiones. Frente a esta observa-
ción se consideró la necesidad de cautelar esas diferencias debido a que podrı́an otorgar
un peso mayor a la dimensión distorsionando la paridad dada teóricamente. En segundo
lugar, plantearon que más que las observaciones sobre la materialidad de la vivienda era
recomendable utilizar indicadores más sensibles a la situación habitacional actual. En este
sentido, expertos sectorialistas de vivienda nos recomendaron emplear en el cálculo los
indicadores referidos a saneamiento de la vivienda y hacinamiento. En tercer lugar, cabe
destacar que los expertos en esta dimensión plantearon la preocupación por la ausencia
de indicadores que evalúen la calidad del barrio y el entorno de las viviendas. Especı́fi-
camente, en las diferentes instancias se planteó la necesidad de agregar un componente
territorial a esta dimensión como un elemento neurálgico para hablar de carencia en ha-
bitabilidad. En definitiva, lo que proponen los expertos es incorporar indicadores que
permitan considerar la segregación residencial como un elemento de pobreza en vivien-
da. Especı́ficamente plantean agregar cercanı́a de servicios básicos, equipamiento barrial,
calidad de los espacios públicos, entre otros.
Finalmente, respeto de la dimensión empleo y trabajo se planteó la importancia de
incorporar análisis del comportamiento de los indicadores de manera relacionada con el
decil de ingreso. El supuesto que sostenı́an los expertos referı́a a que existen un conjunto de
situaciones que, teóricamente, se asocian a ciertos niveles de precariedad del trabajo que,
en algunos casos, corresponden a decisiones individuales que no se traducen en dimensiones
carenciadas de empleo. Entre estos casos se destaca la situación de previsión, el contrato
atı́pico y la situación de los trabajadores cuenta propia.

146
Como se puede observar los diálogos con expertos de cada dimensión constituyen un
paso sustantivo para mejorar la estimación que se realizó en cada una de las esferas
analizadas.
Cabe agregar que un aspecto relevante al momento de construir el sistema de di-
mensiones refiere a la necesidad de cautelar que los indicadores guarden relación con los
contenidos (propios) de la dimensión en cuestión y, al mismo tiempo, permitan establecer
ciertas sinergias para la disminución de la carencia en otras dimensiones. Sin embargo,
esto no se debe confundir con la justificación de la incorporación de un indicador en una
dimensión X para potenciar una dimensión Y, pues en este ejercicio se difumina la idea
de que cada dimensión constituye un fin en sı́ mismo y no un mero medio.
Por otra parte, los expertos coinciden en que es imprescindible contar con indicadores
de calidad para cada una de las dimensiones estudiadas. Este aspecto es uno de los más
débiles de la encuesta CASEN, indicando la necesidad de su revisión y, con ello, la incor-
poración de preguntas más eficientes y pertinentes para la medición de la pobreza a nivel
multidimensional.
Otro aspecto que surgió a lo largo del levantamiento de información cualitativa refie-
re a la idea de comprender la relevancia de avanzar en la generación de un sistema de
indicadores especı́ficos y complementarios para el conjunto de dimensiones. Los expertos
planteaban que en Chile se han desarrollado importantes esfuerzos por construir instru-
mentos de medición extensos y pertinentes, pero este proceso ha sido acotado y parcelado
en cada sector sin traducirse en la generación de información coordinada y complementa-
ria, que servirı́a extensamente para el desarrollo de una medición de bienestar más amplia
y completa.
“Yo creo que una recomendación efectivamente, muy potente, es cómo poder construir
un sistema de muestreo que permita integrar quizás por parte las mediciones, o sea,
que tú construyas una muestra poblacional, hagas tu encuesta Casen, pero que los otros
ministerios cuando hagan encuestas tomen esa misma muestra como para poder hacer un
análisis de forma tal que tú puedas administrar de mejor manera un conjunto de variables
que hoy dı́a no son medibles a través de una sola encuesta. Hay un sistema integrado de
encuestas referidas a calidad de vida que necesariamente hay que construir en el paı́s, yo
creo que serı́a una recomendación importante, yo sé que es absolutamente ingenuo hoy dı́a
pensarlo, pero si no lo empezamos a plantear hoy dı́a, probablemente en quince años más
tampoco lo vamos a llega a hacer, entonces yo creo que es extraordinariamente valorable.”
Finalmente, los expertos plantean que no se puede perder de vista la relación de la
generación de una nueva propuesta de medición de pobreza con los ámbitos de intervención
para la superación de esta. Ambos aspectos deben abordarse de manera complementaria
y coordinada, de tal forma que la información sobre los niveles y tipo de carencias sean
traducidas a campos de acción pública adecuadamente dirigida.

147
4. Sı́ntesis de la propuesta de medición de pobreza
multidimensional para Chile
En base a la discusión presentada en los apartados anteriores, en esta sección se pre-
senta la propuesta de medición de pobreza multidimensional para Chile. Esta propuesta
queda determinada por los siguientes aspectos:
Dimensiones. Las dimensiones a considerar son educación, salud, empleo, vivienda
e ingresos.

Indicadores y umbrales por dimensión. La figura n◦ 25 presenta para cada di-


mensión y subdimensión los indicadores considerados, el universo al cual aplican y
el umbral correspondiente. La agregación de los indicadores para generar un único
indicador de carencia por dimensión se presenta mediante la siguiente simbologı́a:
“(o,+)” representa el criterio de unión mediante el cual una persona es carente en
una determinada (sub)dimensión, si es carente en al menos uno de los indicadores
de esa (sub)dimensión cuyo universo aplica al individuo; “(y,×)” representa el cri-
terio de intersección mediante el cual una persona es carente en una determinada
(sub)dimensión si es carente en cada uno de los indicadores de esa (sub)dimensión
cuyo universo aplica al individuo. El sı́mbolo asterisco en el caso de la dimensión
empleo señala un criterio de agregación distinto, según el cual una persona es ca-
rente en calidad de empleo si es un asalariado sin contrato de trabajo firmado, si es
un asalariado con contrato de trabajo firmado, relación contractual distinta a inde-
finida y no cotiza en el sistema previsional o si es un trabajador independiente que
no cotiza en el sistema previsional. El umbral en la dimensión ingresos corresponde
a la lı́nea de pobreza absoluta, utilizada por MIDEPLAN.

Unidad de análisis. La unida de análisis es el individuo. Dado que la dimensión


empleo aplica directamente sólo a la población económicamente activa, se opta por
realizar las medidas de pobreza de manera separada para tres grupos de la po-
blación: la población económicamente activa, los menores de 15 años y los adultos
mayores, considerando las 5 dimensiones nombradas para el primer grupo, y solo 4
(excluyendo empleo) para el segundo y tercero.

Orden de agregación. Una vez construidos los indicadores de carencia por dimen-
sión, se agregan las dimensiones a nivel individual y luego a través de la población.

Criterios de identificación y método de medición de pobreza multidimen-


sional. La metodologı́a seleccionada es CONEVAL o Alkire-Foster modificado. Si-
guiendo la estructura de esta metodologı́a, se identifica a la población en cuatro
grupos excluyentes

• Pobres multidimensionales, corresponde a la población que se encuentra bajo


el umbral mı́nimo en la dimensión ingreso y bajo el umbral en alguna de las
otras dimensiones consideradas.

148
• Vulnerables por carencias, corresponde a la población que cuenta con un ingreso
por sobre el umbral mı́nimo pero que sin embargo se encuentra bajo el umbral
mı́nimo en alguna de las otras dimensiones consideradas.
• Vulnerables por ingreso, corresponde a la población que no cuenta con el ingreso
mı́nimo, pero se encuentra por sobre el umbral en todas las otras dimensiones.
• No pobres ni vulnerables, corresponde a la población que se encuentra por
sobre el umbral en cada una de las dimensiones consideradas, incluyendo el
ingreso.

La medida de pobreza multidimensional es el porcentaje de la población clasifica-


da en el primer grupo, la cual se complementa con los porcentajes que componen
los grupos restantes. En este punto es importante recalcar que las otras dimensio-
nes distintas al ingreso son educación, salud, empleo y vivienda para la población
económicamente activa (4 dimensiones) y educación, salud y vivienda en el caso de
los menores de 15 años y los adultos mayores (3 dimensiones). Además, se define la
pobreza multidimensional extrema como el porcentaje de individuos que se encuen-
tran por debajo de la lı́nea de indigencia en la dimensión ingresos, que corresponde
al valor de la canasta básica alimentaria utilizada por MIDEPLAN, y que se en-
cuentran privados en 3 o más de las 4 otras dimensiones en el caso de la población
económicamente activa, y en 2 o más de las 3 otras dimensiones en el caso de los
menores de 15 años y los adultos mayores.

Con esta definición, se tiene que en el año 2006 10.0 % de la población económicamente
activa es multidimensionalmente pobre, 14.5 % de los menores de 15 años son multidimen-
sionalmente pobres y 6.4 % de los adultos mayores son multidimensionalmente pobres. La
figura n◦ 24 presenta los distribución de la población en cada uno de los cuadrantes para
estos tres subgrupos, más la incidencia de pobreza multidimensional extrema.

Figura 24: Pobreza multidimensional año 2006


Población
Situación de la población Económicamente Menores de 15
Adultos mayores
activa años
Pobreza multidimensional 10.0% 14.5% 6.4%
Vulnerabilidad por ingresos 2.3% 6.6% 1.1%
Vulnerabilidad por carencias 50.0% 34.6% 63.4%
No pobres ni vulnerables 37.8% 44.3% 29.1%
Total 100.0% 100.0% 100.0%
Pobreza multidimensional extrema 0.5% 0.9% 0.7%

149
Figura 25: Indicadores y umbrales seleccionados por dimensión
Dimensión Sub - Universo Indicador Umbral
dimensión
Educación Acceso No Edad entre 4 y 5 Acceso educación Asiste o decide no asistir por razón
(o,+) discapacitados años preescolar distinta a falta de acceso
Edad entre 6 y Asistencia a un Asiste actualmente
16 años establecimiento
Edad mayor a Años de escolaridad Alcanza el mínimo de años de
16 años educación obligatorios por ley de
acuerdo a tramo etario
Discapacitados Edad mayor a 5 Asistencia a un Sabe leer y escribir
(y,x) años establecimiento
Saber leer y escribir Asiste actualmente
Calidad No discapacitados - Edad entre 6 No rezago Asiste al curso correspondiente a su
(o,+) y 16 años edad
No discapacitados - Edad mayor o Leer y escribir Sabe leer y escribir
igual a 15
Salud (o,+) Acceso Todos Sistema previsional de salud Tiene de algún sistema previsional de
salud
Estado (o,+) Todos Problemas de salud en los Presenta salud sin problemas o decide
últimos 30 días no consultar pues no lo considera
necesario
Todos (excepto 5 y 6 años) Atención por una patología Presenta falta de atención por
AUGE en los últimos 12 patología AUGE.
Empleo Acceso Edad económicamente activa meses
Falta de un empleo Se encuentra ocupado o inactivo
(o,+) (excluyendo a los desocupados
latentes)
Calidad (*) Ocupados asalariados (*) Contrato de trabajo Tiene contrato firmado indefinido ó
Relación contractual contrato firmado no indefinido y
Sistema previsional cotiza
Ocupados no asalariados Sistema previsional Cotiza
Vivienda (o) Acceso Todos Allegamiento Pertenece a un hogar que no comparte
la vivienda con otros hogares

Calidad (o) Todos Servicio higiénico Tiene W.C.


Todos Hacinamiento Pertenece a un hogar con 2.5 o menos
personas por dormitorio
Ingresos Todos Ingreso total per cápita Tiene ingreso percápita igual o
superior a la línea de pobreza por
ingresos

150
Como se mencionó anteriormente, los umbrales considerados para la dimensión ingresos
corresponden a la lı́nea de la pobreza e indigencia absolutas utilizadas por MIDEPLAN.
Los valores de las lı́neas se presentan en la siguiente figura.

Figura 26: Valores de las lı́neas de pobreza e indigencia (en pesos de cada año)
Zona Línea de Pobreza 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Indigente 9,297 12,875 15,050 17,136 18,944 20,281 21,856 23,549
Urbano
Pobre no Indigente 18,594 25,750 30,100 34,272 37,889 40,562 43,712 47,099
Indigente 7,164 9,921 11,597 13,204 14,598 15,616 16,842 18,146
Rural
Pobre no Indigente 12,538 17,362 20,295 23,108 25,546 27,328 29,473 31,756

A continuación se presentan los resultado de la aplicación de esta medida a las en-


cuestas CASEN desde 1990 a 2006 para cada uno de los tres subgrupos de la población.
En el módulo de salud, las preguntas del plan AUGE se incorporaron a partir del año
2006, luego para tener una serie que sea comparable en el tiempo, los resultados que se
presentan para ese año no incluyen este indicador en la identificación de carencia en salud,
razón por la cual los niveles de pobreza para para 2006 en la serie no coinciden con los
resultados previamente presentados. Finalmente la figura n◦ 30 presenta la evolución en
el tiempo de los niveles de pobreza multidimensional extrema para cada uno de los tres
subgrupos de la población.

Figura 27: Resultados de la medida de pobreza multidimensional propuesta para Chile:


población económicamente activa

Situación de la población 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Pobreza multidimensional 31.0% 25.5% 21.2% 17.5% 16.6% 15.5% 13.5% 9.9%
Vulnerabilidad por ingresos 4.2% 4.2% 3.4% 3.1% 2.6% 3.0% 3.4% 2.3%
Vulnerabilidad por carencias 45.5% 47.7% 46.3% 46.6% 48.1% 44.2% 44.5% 48.7%
No pobres ni vulnerables 19.3% 22.5% 29.1% 32.8% 32.7% 37.3% 38.7% 39.1%

Figura 28: Resultados de la medida de pobreza multidimensional propuesta para Chile:


población menores de 15 años

Situación de la población 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Pobreza multidimensional 45.2% 38.2% 32.4% 26.8% 24.9% 21.3% 18.8% 14.4%
Vulnerabilidad por ingresos 6.8% 7.1% 6.7% 6.5% 6.1% 7.5% 8.2% 6.7%
Vulnerabilidad por carencias 31.8% 34.9% 34.7% 36.2% 37.7% 31.9% 30.5% 34.0%
No pobres ni vulnerables 16.3% 19.8% 26.2% 30.5% 31.4% 39.3% 42.5% 44.9%

151
Figura 29: Resultados de la medida de pobreza multidimensional propuesta para Chile:
población adultos mayores

Situación de la población 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Pobreza multidimensional 17.8% 14.0% 12.5% 9.4% 9.4% 6.1% 7.8% 6.0%
Vulnerabilidad por ingresos 2.7% 1.9% 2.2% 1.5% 1.5% 1.3% 1.9% 1.6%
Vulnerabilidad por carencias 56.2% 59.0% 54.8% 56.7% 59.2% 53.4% 51.2% 57.3%
No pobres ni vulnerables 23.2% 25.1% 30.5% 32.4% 29.9% 39.2% 39.2% 35.1%

Figura 30: Resultados de la medida de pobreza multidimensional extrema propuesta para


Chile

Pobreza mult. extrema 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006
Población económic. activa 2.8% 1.7% 1.4% 1.2% 1.3% 1.1% 0.7% 0.5%
Menores de 15 años 7.1% 4.4% 3.4% 2.3% 2.6% 1.7% 1.2% 0.9%
Adultos mayores 2.9% 2.0% 1.7% 1.1% 1.2% 0.8% 0.7% 0.6%

152
Al mirar la evoluación de la pobreza multidimensional en el tiempo25 se observa que
en el caso de la población económicamente activa, la pobreza multidimensional disminuye
al igual que la vulnerabilidad por ingresos. La vulnerabilidad por carencias no presenta
un patrón claro, aumentando en 1998 y 2006. Pero de todas maneras el porcentaje de la
población no pobre ni vulnerable ha aumentado consistentemente, pasando de 19.3 % en
1990 a 39.1 % en 2006. Para los menores de 15 años, la pobreza multidimensional dismi-
nuye, y aunque ninguno de los grupos vulnerables presenta un patrón claro, el porcentaje
de personas no pobres ni vulnerable aumenta en el tiempo, con valores que van desde
16.3 % a 44.9 %. En la serie de adultos mayores, también se observa una disminición de la
pobreza multidimensional desde 17.8 % en 1990 a 6 % en 2006. El subgrupo de no pobres
ni vulnerables en contraposición ha crecido en el tiempo, si bien tanto éste patrón como
los patrones de los grupos vulnerables no son tan claros.

25
Es importante notar que el indicador AUGE en la dimensión salud no se considera en estos resultados,
pues solo la encuesta 2006 contiene esta pregunta, y se busca una serie que sea comparable en el tiempo.

153
5. Conclusiones
Si la pobreza se define como un fenómeno que impide que los individuos puedan desa-
rrollar sus capacidades como sujetos en diversos planos o dimensiones, cualquier intento
de medir empı́ricamente la pobreza deberı́a poder contar con indicadores en aquellos pla-
nos o dimensiones considerados fundamentales para identificar situaciones de privaciones
que configuran una situación de pobreza. Evidentemente, esta medida no puede ser sino
una medida multidimensional, toda vez que las capacidades humanas se despliegan en
esos diversos ámbitos. La constatación de la condición multidimensional de la pobreza
constituye un aspecto convergente dentro de los trabajados analizados sobre la materia.
Tanto los abordajes tradicionales como las propuestas definidas como multidimensiona-
les no dudan en afirmar que la pobreza es un fenómeno complejo que requiere integrar
diferentes aspectos del bienestar y, al mismo tiempo, distinguir las especificidades que
cada uno de ellos contiene. Por tanto, instalar una medición de pobreza multidimensional
permite complementar la medida de actual.
Una metodologı́a de medición de pobreza multidimensional debe definir en primera
instancia las dimensiones a considerar y, en segundo lugar, los indicadores y umbrales
correspondientes a las dimensiones seleccionadas. Utilizando criterios conceptuales, nor-
mativos y también prácticos, dados por la restricción que impone el uso de la encuesta
CASEN como fuente de información, las dimensiones seleccionadas son educación, salud,
empleo, vivienda e ingresos. En estas dimensiones, consideramos indicadores que reflejen
dos aspectos: acceso y calidad. Los indicadores seleccionados buscan ser consistentes con
este objetivo manteniendo el requisito práctico de parsimonia, sin incluir demasiados in-
dicadores en una determinada dimensión, de manera de no otorgarle artificialmente una
mayor ponderación.
Como se pudo observar en los resultados, es posible identificar un conjunto de umbra-
les y carencias para aspectos especı́ficos de la vida social. No obstante, se pudo identificar
que los buenos rendimientos en términos de la reducción de la población carente según
ingresos se replica en todas las dimensiones, excepto en la dimensión empleo. Esto indica
que una medida de pobreza multidimensional aporta nueva información que pasa desaper-
cibida en medidas uni-dimensionales. Por lo tanto, se propone que la medición de pobreza
multidimensional para Chile sea un complemento de la medida tradicional de ingresos.
En cuanto a los distintos umbrales considerados en la dimensión de ingresos, una lı́nea
de pobreza actualizada parece ser la más adecuada, de manera de considerar patrones
de consumo y por tanto mı́nimos que son atingentes a las necesidades actuales de los
individuos.
Para la identificación de la pobreza, además de los umbrales o mı́nimos determinados
por dimensión, se debe definir el número de dimensiones en las que debe ser carente un in-
dividuo para ser considerado pobre multidimensionalmente. A lo largo de este documento,
se plantearon los resultados considerando todas las posibles definiciones para este umbral.
Nuestro parecer es que valores muy extremos no son apropiados: valores altos del paráme-
tro implican que sólo las personas carentes en muchas o todas las dimensiones son pobres,
definiendo de esta forma un requisito de bienestar bajo para el nivel de desarrollo actual

154
de nuestro paı́s. Por otro lado, utilizar umbrales muy pequeños lleva a la identificación
de más de la mitad de la población como multidimensionalmente pobre, de manera que
la medida pierde su practicidad como instrumento de identificación de subconjuntos rele-
vantes de la población que se encuentren en desventaja hacia donde orientar las polı́ticas
sociales. Un parámetro intermedio es más adecuado: para la población económicamente
activa considerar pobres multidimensionales a los individuos privados en al menos 3 de las
5 dimensiones lleva a identificar un 13.6 % de esta población como multidimensionalmente
pobre; para los menores de 15 años y los adultos mayores, considerar pobres a aquellos
privados en al menos 2 de las 4 dimensiones, lleva a identificar un 28.8 % y 36.6 % de
pobreza multidimensional respectivamente.
En cuanto a la medida de pobreza multidimensional a usar en la etapa de agregación,
dentro de la gama de alternativas disponibles son las medidas de Alkire y Foster y Alkire y
Foster modificado las más apropiadas, debido a que ambas satisfacen una serie de axiomas
que las hacen robustas, y son además las de más sencilla aplicación e interpretación, dada
la complejidad de trabajar con varias dimensiones. La medida de Alkire y Foster nos
parece la más adecuada como medida pobreza complementaria a la medida tradicional, y
la medida de Alkire y Foster modificada, en caso de buscar un sustituto a la medida de
pobreza monetaria. Esto pues la medida de Alkire y Foster modificada corresponde a una
intersección entre la medida actualmente utilizada (de pobreza monetaria) y la medida
multidimensional de Alkire y Foster, de manera que permite observar gráficamente tanto
la medida tradicional como las nuevas medidas. Dentro de estas metodologı́as, las medidas
de incidencia siguen siendo las más sencillas de entender y por tanto las más sencillas de
transmitir a la opinión pública, si bien, tal como realiza CONEVAL en el caso mexicano,
es apropiado entregar adicionalmente las medidas de prevalencia, que tienen la ventaja
de permitir la descomposición por dimensión.
Entre las limitaciones de este trabajo se destaca la ausencia de una discusión sobre
las formas de identificación de pobreza multidimensional a nivel de hogar. La dificultad
de este proceso radica en dos aspectos: en primer lugar, no todas las dimensiones aplican
a todos los individuos (especı́ficamente, la dimensión empleo no aplica a menores de 15
años y a adultos mayores), lo que impide generar una medida individual de pobreza que
sea comparable para todas los individuos; y en segundo lugar, la dificultad del proceso de
identificación de un hogar cuando algunos de sus miembros son identificados como pobres
multidimensionales de manera individual y otros no lo son, en cuyo caso deben decidirse
criterios normativos de agregación de manera similar a la agregación de indicadores al
interior de una dimensión. De estos dos aspectos es el primero el que genera más dificultad,
sin confundir la carencia en una dimensión por el valor intrı́nseco que tiene dicha dimensión
con las consecuencias de la carencia en otras dimensiones de la vida de los individuos.
Esta problemática requiere ser abordada en próximos trabajo.
Por otra parte, serı́a interesante considerar como una continuación a este trabajo
el desarrollo de una aplicación multidimensional a nivel longitudinal para observar la
dinámica al interior de las dimensiones analizadas.
En definitiva, el desarrollo de una propuesta de pobreza multidimensional puso en
evidencia la necesidad de avanzar en la traducción de las capacidades individuales y las

155
oportunidades colectivas en logros y funcionamientos de un bienestar efectivo. Este aspec-
to es fundamental al momento de desarrollar la definición de dimensiones e indicadores
para incorporar al interior de la medición. La especificación de la situación de carencia al
interior de las dimensiones permite captar un conjunto de la población que queda invisibi-
lizada en la agregación en un único indicador. Este trabajo constituye un punto de partida
para comenzar una discusión a nivel de sociedad que permitan consensuar una nueva me-
dida de pobreza, ya sea como complemento o en reemplazo de la medida tradicional, que
refiera al bienestar que nuestra sociedad considera como mı́nimo.

156
6. Recomendaciones
Dada la naturaleza del fenómeno de la pobreza es necesario considerar la generación de
acuerdos normativos en el desarrollo de una propuesta multidimensional. Dichos acuerdos
deben estar acoplados a un trabajo técnico que permita desarrollar métodos de identifica-
ción y agregación de la pobreza. Este acoplamiento es un requerimiento imprescindible en
el estudio de este fenómeno pues solo ası́ se cumplirá con el requisito planteado por Sen,
a saber, la apertura a instancias de deliberación pública mediante las cuales se generen
consensos para la definición de las condiciones que debe adquirir el bienestar en Chile.
Por tanto, la primera recomendación refiere a la generación de espacios deliberativos
en torno a la definición de pobreza y los contenidos sustantivos de sus dimensiones. Como
punto de partida se plantea la posibilidad de desarrollar un proceso de difusión de la
propuesta desarrollada en este proyecto ante diferentes sectores de la sociedad. Por otra
parte, se propone abrir instancias para la discusión desde los diferentes sectores de la
sociedad civil y constituir un consejo técnico, tanto a nivel ejecutivo como legislativo,
para presentar y mejorar la propuesta desarrollada.
Una de las restricciones del desarrollo de este trabajo era desarrollar la propuesta de
medición multidimensional aplicada a la Encuesta CASEN. De este modo, los indicadores
empleados (y los resultados obtenidos) están circunscritos a las posibilidades que dicho
instrumento permite. Aun cuando esta encuesta tiene grandes potencialidades, es posible
plantear un conjunto de recomendaciones para mejorar la aproximación que se realice en la
medición de la pobreza. En este sentido, consideramos necesario agregar tanto indicadores
de calidad como de acceso para todas las dimensiones, distinguiendo entre ellos indicado-
res referidos a oportunidades y resultados. Especı́ficamente, se propone en la dimensión
educación agregar una evaluación de conocimientos cognitivos que permita identificar los
resultados alcanzados en esta dimensión. En el caso de la dimensión salud, se plantea la
necesidad de agregar indicadores de estado de salud (entre ellos se destaca las mediciones
antropométricas). En el caso de la dimensión de empleo, se propone incorporar indica-
dores de satisfacción laboral como elementos complementarios a la calidad del empleo.
En el caso de la dimensión de vivienda se establece que existen indicadores pertinentes
y suficientes para dar cuenta del acceso y calidad en esta dimensión. No obstante, es
recomendable incorporar dentro de esta dimensión indicadores referidos a la dotación de
servicios del entorno y la situación de segmentación en la cual se encuentre la vivienda
analizada.
Por último, es posible establecer un conjunto de consideraciones para la dimensión
de ingreso. Especı́ficamente se plantea la idea de calcular la incidencia de carencias en
esta dimensión con una versión actualizada de la lı́nea de pobreza. Este es un tema crı́tico
sobre el cual se deben generar estrategias para desarrollar una actualización sistemática. A
modo de ejemplo, se propone incorporar dentro del instrumento un conjunto de indicadores
de gasto que permitan reconstruir la lı́nea de la pobreza junto con el levantamiento de
información; ası́ se podrá contar con una actualización de la lı́nea de la pobreza cada 3
años. La idea detrás de este planteamiento es disminuir el costo polı́tico de actualizar la
lı́nea de la pobreza cada 10 años, de lo cual resulta un ineludible aumento de la incidencia

157
de la pobreza.
Por tanto, se propone que CASEN constituya un instrumento con un sistema de indi-
cadores de bienestar social que permita obtener información integrada y sistemática.
Junto con los desafı́os en términos de indicadores, es necesario considerar la posibili-
dad de agregar otras dimensiones constituyentes del bienestar. Entre éstas, se destaca la
participación, la cual corresponde a un eje transversal del bienestar, en la medida en que
evalúa la vinculación de los sujetos a las decisiones sociales y los recursos (en su mayorı́a
simbólicos) que se obtienen de esa vinculación.
La incorporación de estas recomendaciones, junta a nuevas recomendaciones que surjan
del proceso de deliberación colectiva, llevarán a plantear una medida de pobreza que refleje
los mı́nimos de bienestar que la sociedad considera relevantes en las dimensiones de su
interés.

158
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163
8. Anexos
8.1. Medidas tradicionales de Pobreza en Chile: datos disponi-
bles
Las siguientes dos tablas presentan los datos disponibles y las fuentes de información
de las principales medidas de pobreza en Chile.

Figura 31: Medidas tradicionales de pobreza de ingresos


Pobre no
Año Indigente Total Pobres No Pobre Total
Indigente
1990 13.0% 25.6% 38.6% 61.4% 100.0%
1992 9.0% 23.8% 32.9% 67.1% 100.0%
1994 7.6% 20.1% 27.6% 72.4% 100.0%
1996 5.8% 17.5% 23.2% 76.8% 100.0%
1998 5.6% 16.1% 21.7% 78.3% 100.0%
2000 5.6% 14.6% 20.2% 79.8% 100.0%
2003 4.7% 14.0% 18.7% 81.3% 100.0%
2006 3.2% 10.5% 13.7% 86.3% 100.0%
Fuente: http://www.mideplan.cl/casen/Estadisticas/pobreza.html

Pobre no
Año Indigente Total Pobres No Pobre Total
Indigente
2000 10.4% 26.2% 36.6% 63.4% 100.0%
2003 9.6% 26.8% 36.4% 63.6% 100.0%
2006 6.2% 22.8% 29.0% 71.0% 100.0%
Fuente: Larraín, F. (2008): "Cuatro millones de pobres en Chile: actualizando la línea de la pobreza",
Estudios Públicos 109

8.2. Chequeos y cruces adicionales para la selección de indica-


dores y umbrales por dimensión
En este anexo se presenta en detalle de algunos chequeos y cruces que se realizaron
durante la etapa de determinación de indicadores y umbrales a utilizar por dimensión.
Esta revisión incluye la evaluación de los comentarios y las sugerencias emitidas por los
expertos en el Taller “Metodologı́as de Medición de Pobreza en Chile: una propuesta de
medición multidimensional”.

8.2.1. Chequeos y cruces: dimensión Educación


El primer indicador considerado es el acceso al sistema educativo medido a través de
los años de escolaridad. Para establecer el umbral de privación una primera alternativa

164
Figura 32: Otras medidas tradicionales de desarrollo y pobreza
Año IDH Año IPH - 1
1980 74.8% 1990 - 2005 3.7%
1985 76.2% Fuente: PNUD Informe de Desarrollo Humano 2007
1990 79.5% - 2008
1995 82.2%
2000 84.9% Año NBI
2005 87.2% 1970 21.0%
2006 87.4% Fuente: Molina, S. y otros (1974): "Mapa de la
Extrema Pobreza en Chile", Instituto de Economía,
2007 87.8%
Universidad Católica de Chile, Documento de
Fuente: PNUD Trabajo n°29
http://hdrstats.undp.org/es/indicat
ors/81.html

consiste en establecer como carentes a aquellas personas que no han alcanzado la mı́nima
escolaridad requerida por ley, de acuerdo a su rango etario.
En Chile han tenido lugar cuatro Reformas Educacionales relevantes que han modi-
ficado el número de años de educación obligatoria: la ley de 1920 estableció 4 años de
escolaridad, la Reforma de 1929 elevó de 4 a 6 los años de educación obligatorios, la
Reforma de 1965 instauró el nuevo sistema, reemplazando Preparatoria y Humanidades
por Educación Básica y Media, y estableciendo 8 años obligatorios, y la Reforma de 2003
estableció 12 años como el mı́nimo legal.
En consideración a estos cambios, esta alternativa considera carentes a las personas
que de acuerdo su edad no cumplen con la educación mı́nima obligatoria por ley que les
correspondı́a al momento de participar en el sistema educativo. Ası́ por ejemplo, en el año
2003 los menores de hasta 13 de edad debı́an estar asistiendo al sistema educativo hasta
alcanzar los 8 años de escolaridad obligatoria. La Reforma de ese año indicó a los menores
que debı́an continuar estudiando hasta alcanzar los 12 años de escolaridad. Por otro lado,
una persona de 14 años o más, que en caso de no presentar rezago ya habı́a completado
los 8 años obligatorios, podı́a estar o no estar estudiando, por lo cual consideramos para
estos efectos que la Reforma no le afectó directamente. De acuerdo a este razonamiento,
las personas de hasta 13 años de edad en 2003, equivalente a las personas de hasta 16
años de edad en 2006, son las personas afectas a la Reforma del año 2003 y que por tanto
deben alcanzar por ley los 12 años de escolaridad. Las personas mayores se ven afectas a
la reforma anterior, y por lo tanto sólo se les exigen 8 años. Siguiendo un razonamiento
similar para las otras 3 reformas mencionadas, concluimos que las personas entre 17 y 52
años en 2006 deben alcanzar por ley 8 años de escolaridad, las personas entre 53 y 86
años, deben alcanzar 6 años de escolaridad, las personas entre 87 y 91, sólo 4 y finalmente
las personas de 92 años y más no se vieron afectas a un mı́nimo legal.
Por otro lado, en la subdimensión acceso al sistema educativo no se considera rezago,
y por tanto los menores de entre 6 y 16 años que estén asistiendo a un establecimiento

165
educacional se consideran no privados. De acuerdo a esto, se tienen mı́nimos y niveles de
carencia por rango etario según CASEN 2006 presentados en la siguiente tabla.

Figura 33: Incidencia según años de escolaridad por ley


% sin dato % con %
Tramo edad Años por ley % población en escolaridad escolaridad
escolaridad menor ok
[0,5] 0 8.3% 0.0% 0.0% 100.0%
[6,16] 12 19.0% 0.0% 2.5% 97.5%
[17,52] 8 53.1% 0.3% 12.2% 87.5%
[53,86] 6 19.1% 0.3% 35.6% 64.1%
[87,91] 4 0.4% 0.8% 42.6% 56.6%
92+ 0 0.2% 0.0% 0.0% 100.0%
TOTAL 100.0% 0.2% 13.9% 85.9%

No obstante lo anterior, el criterio planteado puede ser discutido en términos de las


exigencias educativas que se requieren para una plena participación en la vida social hoy, es
decir, en términos de la calidad de la educación recibida. En este sentido, las competencias
que se requieren no hacen distinción por tramo etario, y son superior a 4 ó 6 años de
escolaridad. Consistentemente aparecen los programas de Regularización de Estudios del
Ministerio de Educación dirigidos a adultos que no han completado su educación básica
y media. Siguiendo este razonamiento, una segunda alternativa es considerar como un
proxy de la calidad de la educación recibida el contar con 8 años de escolaridad. Sin
embargo, este proxy de calidad es demasiado exigente para la población adulto mayor.
Ası́, estudiamos carencia en educación definida como carencia en acceso según años de
escolaridad de obligatorios por ley y asistencia en el caso de los menores, o carencia en
calidad, definida como menos de 8 años de escolaridad en el caso de los adultos (sin incluir
adultos mayores). A continuación se presenta la incidencia de la carencia por tramo etario
de acuerdo a esta especificación.
Si se considera un umbral de calidad correspondiente a 12 años de escolaridad, se
obtiene los resultados presentados en la figura 29.
Se observa una diferencia significativa en los resultados de esta última figura versus
la primera, con un porcentaje de la población privada en educación de acuerdo a esta
especificación que supera el doble del valor si se considera solo acceso.
Otra consideración, surgida a raı́z de las posibilidades anteriores, es cómo se evalúa la
privación en el caso de los adultos mayores. Las personas de más de 91 años de edad, que
no se vieron afectadas por la ley de 1920, no son carentes de acuerdo a las definiciones
anteriores. Sin embargo, se tienen casos de personas de esta edad que no saben leer
y escribir, requisito mı́nimo para poder desenvolverse en la sociedad actual, y que sin
embargo están clasificadas como no carentes en educación. En CASEN existe una pregunta
acerca de esta habilidad que es aplicada a todas las personas de 15 años o más, y entrega

166
Figura 34: Incidencia según años de escolaridad por ley más requisito de 8 años en edad
de trabajar
% sin dato % con %
Años
Tramo edad % población en escolaridad escolaridad
mínimos
escolaridad menor ok
[0,5] 0 8.3% 0.0% 0.0% 100.0%
[6,16] 12 19.0% 0.0% 2.5% 97.5%
[17,59(64)] 8 61.4% 0.3% 16.5% 83.2%
[60(65),86] 6 10.8% 0.3% 43.8% 55.9%
[87,91] 4 0.4% 0.8% 42.6% 56.6%
92+ 0 0.2% 0.0% 0.0% 100.0%
TOTAL 100.0% 0.2% 15.5% 84.3%

Figura 35: Incidencia según años de escolaridad por ley más requisito de 12 años en edad
de trabajar
% sin dato % con %
Años
Tramo edad % población en escolaridad escolaridad
mínimos
escolaridad menor ok
[0,5] 0 8.3% 0.0% 0.0% 100.0%
[6,16] 12 19.0% 0.0% 2.5% 97.5%
[17,59(64)] 12 61.4% 0.3% 42.8% 56.9%
[60(65),86] 6 10.8% 0.3% 43.8% 55.9%
[87,91] 4 0.4% 0.8% 42.6% 56.6%
92+ 0 0.2% 0.0% 0.0% 100.0%
TOTAL 100.0% 0.2% 31.6% 68.2%

como resultado que el 96.09 % de ese universo sabe leer y escribir, 3.89 % no sabe, y
en 0.03 % no se tiene información. Se observa además que más del 97 % de las personas
que no saben leer y escribir son carentes según las definiciones anteriores, por lo tanto el
porcentaje de la población que no sabe leer y escribir y no se considera carente es pequeño.
A continuación se repiten los ejercicios anteriores agregando como condición que una
persona es carente si es carente de acuerdo a la definición original o no sabe leer y escribir.
En las figuras observamos que hay una diferencia mayor del porcentaje de carentes sólo
en el tramo etario de 92 años y más, que pasa de ser no carente a tener un 25.4 % de la
población carente.
Una discusión adicional refiere al acceso a la educación preescolar de la población in-
fantil. Los puntos anteriormente señalados sólo consideran posibilidad de carencia a partir
de los 6 años, edad en que comienza la educación obligatoria. No obstante, se ha conside-
rado incorporar la propuesta de la FSP en esta materia. Especı́ficamente, esta institución

167
Figura 36: Incidencia según años de escolaridad por ley más saber leer y escribir
% sin dato % con %
casos
Tramo edad % población en escolaridad escolaridad
muestra
escolaridad menor ok
[0,5] 22,254 8.3% 0.0% 0.0% 100.0%
[6,16] 51,573 19.0% 0.0% 2.6% 97.4%
[17,52] 136,884 53.1% 0.3% 12.2% 87.5%
[53,86] 56,519 19.1% 0.3% 35.7% 64.0%
[87,91] 1,108 0.4% 1.0% 43.7% 55.3%
92+ 535 0.2% 0.0% 25.4% 74.6%
TOTAL 268,873 100.0% 0.2% 14.0% 85.8%

Figura 37: Incidencia según años de escolaridad por ley más requisito de 8 años en edad
de trabajar y saber leer y escribir
% sin dato % con %
Casos
Tramo edad % población en escolaridad escolaridad
muestra
escolaridad menor ok
[0,5] 22,254 8.3% 0.0% 0.0% 100.0%
[6,16] 51,573 19.0% 0.0% 2.6% 97.4%
[17,59(64)] 160,275 61.4% 0.3% 16.5% 83.2%
[60(65),86] 33,128 10.8% 0.3% 43.8% 55.9%
[87,91] 1,108 0.4% 1.0% 43.7% 55.3%
92+ 535 0.2% 0.0% 25.4% 74.6%
TOTAL 268,873 100.0% 0.2% 15.5% 84.2%

propone dar como garantı́a el acceso a la educación preescolar para los menores entre 4 y
6 años. Dado que a esta edad la educación no es obligatoria, consideramos como carentes
a los menores de 4 ó 5 años que no asisten a algún establecimiento educacional por alguna
de las siguientes razones26 : El horario no me acomoda, No hay matrı́cula (vacantes), No
existe establecimiento cercano, Dificultad de acceso o movilización, Dificultad económica
o No lo aceptan, que reflejan una falta de acceso al sistema de educación preescolar tra-
dicional. La especificación solicitada en la alternativa 13 no se encuentra en la base de
datos y asumimos no es privación en acceso (6.53 % de los niños entre 4 y 5 años que no
asisten). De esta manera se tiene que:
26
Las razones presentes en CASEN son: No es necesario porque lo cuidan en la casa; No veo utilidad
en que asista a esta edad; Desconfı́o del cuidado que recibirı́a; Se enfermarı́a mucho; El horario no
me acomoda; No hay matrı́cula (vacantes); No existe establecimiento cercano; Dificultad de acceso o
movilización; Dificultad económica; Tiene una discapacidad; Requiere establecimiento especial; No lo
aceptan; Otra razón.

168
Figura 38: Incidencia según años de escolaridad por ley más requisito de 12 años en edad
de trabajar y saber leer y escribir
% sin dato % con %
Casos
Tramo edad % población en escolaridad escolaridad
muestra
escolaridad menor ok
[0,5] 22,254 8.3% 0.0% 0.0% 100.0%
[6,16] 51,573 19.0% 0.0% 2.6% 97.4%
[17,59(64)] 160,275 61.4% 0.3% 42.8% 56.9%
[60(65),86] 33,128 10.8% 0.3% 43.8% 55.9%
[87,91] 1,108 0.4% 1.0% 43.7% 55.3%
92+ 535 0.2% 0.0% 25.4% 74.6%
TOTAL 268,873 100.0% 0.2% 31.7% 68.1%

Los niños entre 4 y 5 años representan el 2.9 % de la población. De ellos, dos tercios
asiste a educación preescolar (75.7 %) y un tercio no asiste (24.3 %).

De estos menores el 95.4 % no está privado, ya sea porque asiste o porque las razones
de no asistencia no son carencias de acceso, el 4.3 % está privado, es decir no asisten
por falta de acceso y el 0.4 % de estos menores no asisten pero no se tiene información
para decidir si es por falta de acceso o no.

Ası́, si agregamos esta condición como requisito, tendrı́amos un incremento en la


incidencia de pobreza en educación de un 0.13 % (4.3 % privado del 2.9 % de prees-
colares)

En caso de considerar además la privación en acceso para los menores de entre 2 y 4


años, correspondientes al nivel medio de educación parvularia, tendrı́amos que el 0.36 %
de la población es carente en educación, correspondiente a menores de entre 2 y 5 años
que no asisten a algún establecimiento educacional por falta de acceso.
Adicionalmente resulta necesario mirar con detención el caso de las personas con edu-
cación diferencial. Hay 846 observaciones en la base de datos en que el tipo de educación
es diferencial. De estos, de acuerdo a la clasificación en privados o no privados por años
de escolaridad obligatorios por ley más el requisito de saber leer y escribir, se tiene que:

27 casos son menores de 4 años y por tanto no privados.

78 tienen entre 4 y 5 años, todos asisten y por tanto no privados.

312 tienen entre 6 y 16 años, de ellos 299 asisten y 13 no asisten. De los 299 que
asisten 266 no son privados, 32 son privados pues no saben leer y escribir y 1 no se
sabe si es privado pues no hay dato si sabe leer y escribir. De los 13 que no asisten,
todos son privados.

169
429 tienen entre 17 y 91 años y están todos privados.

No hay observaciones de este tipo con 92 años o más.

Dado que estas personas necesitan establecimiento especial, y que en CASEN se re-
gistra 0 en curso como regla general, nos parece que el tener acceso a esta educación,
independiente del curso significa tener cubierta esta dimensión, incluso si no sabe leer y
escribir, pues podrı́a estar en camino a alcanzar este requisito mı́nimo. Estas personas
las podemos identificar porque su tipo en educación es Educación Especial. Sin embargo
también es posible que personas que necesitan este tipo de educación nunca la hayan
conseguido. Estas personas deberı́amos poder identificarlas a través de las razones de por
qué no asisten actualmente a un establecimiento educacional. Las preguntas e5 y e6, diri-
gidas a las personas que no asisten entre 0 y 6 años y entre 7 y 40 años respectivamente,
preguntan por razones. Consideramos que quienes responden que requieren de un estable-
cimiento especial, tienen una discapacidad o enfermedad que los inhabilita son carentes
en la educación diferencial que necesitan. Tenemos los siguientes datos:

0.03 % de la población son menores entre 0 y 6 años que no asisten a un estable-


cimiento educacional porque tienen una discapacidad o requieren establecimiento
especial. 0.01 % son carentes (6 años) de acuerdo a las definiciones considerando los
puntos anteriores, y 0.02 % no son carentes (5 años o menos).

0.52 % de la población son personas entre 7 y 40 años que no asisten porque requieren
establecimiento especial, tienen discapacidad o enfermedad que los inhabilita. Este
0.52 % se distribuye en 0.19 % no carentes y 0.33 % carente. El 0.19 % no carente
tiene distintos tipos de nivel de educación, concentrando el 85 % de esos casos en
educación básica, media y técnica profesional (más o menos similar para cualquiera
de las tres razones). Significa que alcanzaron el mı́nimo por ley e incluso el umbral
de calidad de 8 años.

Por otra parte, consideramos que en el caso de las personas que requieran Educación
Especial, a quienes podemos identificar en CASEN por el tipo de educación alcanzado
y por las razones de no asistencia, probablemente no caen bajo el requisito de años de
escolaridad obligatorios por ley, y deben tener el acceso mı́nimo a la educación que les
permita aprender a leer y a escribir. Por tanto, consideraremos que las personas en esta
condición que tengan hasta 5 años de edad son no privadas en educación, las personas en
esta condición que tengan entre 6 y 16 años y asisten actualmente son no privadas, y los
mayores de 16 años que asisten o saben leer y escribir son no privados. De acuerdo a este
umbral, tenemos que 0.88 % de la población requiere acceso a Educación Especial, con
0.28 % carentes en educación, correspondiente al 1/3 de esta población aproximadamente.
Finalmente, otra consideración refiere a aquellas personas que se encuentran regulari-
zando sus estudios (e2<=5). Estas personas representan el 0.55 % de la población y ellas
se distribuyen en 0.44 % no carentes y 0.11 % carentes de acuerdo a los años obligatorios
por ley y el requisito que impusimos de saber leer y escribir. Por otro lado, este 0.55 % se

170
reparte en 0.02 % de personas entre 15 y 16 años, que son todas carentes, y 0.53 % de 17
años o más, con 0.16 % carentes que son casos en que están regularizando estudios básicos
u otros, pues la regularización de estudios medios significa que alcanzaron la educación
básica que es el mı́nimo legal para este rango etario. Es decir, de acuerdo a las definicio-
nes anteriores, las personas que asisten a un curso de regularización pero por debajo del
mı́nimo legal serı́an consideradas carentes. Finalmente nos parece que las personas que
están asistiendo a cursos de regularización son carentes o no carentes dependiendo de si
tienen el mı́nimo exigido de escolaridad de acuerdo a su tramo de edad, excepto para las
personas de hasta 16 años, en que no se considera rezago sino sólo asistencia.
Adicionalmente es necesario considerar otras decisiones e indicadores pertinentes de
recoger en esta dimensión. En primer lugar, una alternativa interesante de evaluar es la
calidad de la educación recibida, medida por ejemplo, a partir de los resultados Simce
de los establecimientos. Sin embargo, dada la limitación de restringirnos a la información
disponible que corresponde a las encuestas CASEN, se descarta por ahora esta posibilidad.
Además, son necesarias algunas observaciones respecto a la aplicación de la normativa
como punto de corte para establecer situación de privación. Respecto a la ley de 1920
que instauró 4 años de escolaridad obligatoria: si previamente no era obligatorio estudiar,
¿aplicó a qué personas? En los otros casos, supusimos la reforma aplica a las personas que
no habı́an alcanzado a completar por edad la escolaridad obligatoria hasta ese momento.
Por ejemplo, la Reforma de 1929 cambió de 4 a 6 los años obligatorios, entonces asumimos
que quienes tenı́an edad para estar estudiando sin haber completado los 4 años de estudios,
es decir personas de hasta 9 años de edad, se vieron afectados por la reforma. Estas
personas en 2006 tienen hasta 86 años de edad. La duda planteada corresponde al caso de
la primera reforma, ¿aplicó a los niños menores de 6 años que podı́an decidir si comenzar
a estudiar o no? ¿Aplicó a los niños de edad hasta 9 años, es decir que podı́an o no estar
cursando hasta su cuarto año o menor? En el desarrollo consideramos que aplicó a las
personas menores de 6 años.

8.2.2. Chequeos y cruces: dimensión Salud


Existen tres aspectos a considerar en esta dimensión: acceso a un sistema de salud,
calidad de la atención recibida y estado general de salud de la persona. A continuación
discutimos cómo las preguntas de CASEN pueden tratar de medir estos diversos aspectos.
En cuanto a acceso a un sistema de salud, la primera alternativa a considerar es el
sistema previsional del individuo. De acuerdo a la pregunta s1, un 5.1 % de la población
no tiene ningún sistema y en un 1.4 % de los casos no se sabe. Siguiendo la recomenda-
ción de la contraparte, estudiamos las caracterı́sticas de estas personas, resultados que
se presentan en las siguientes figuras. Para cada categorı́a se creó una variable binaria y
se realizó un test de medias para estudiar si la proporción de las personas que cumplen
dicha categorı́a es distinta entre quienes sı́ tienen un sistema previsional y quienes no lo
tienen, y entre quienes sı́ lo tienen y para quienes no hay información. Las celdas donde
la diferencia es significativa están marcadas en color.
A partir de las tablas en las figuras 39 a 45, se observa que las diferencias son signi-

171
Figura 39: Distribución de la población por decil de acuerdo al sistema previsional
Decil
Con sistema Sin sistema
ingreso No sabe Todos
previsional previsional
autónomo
i 11.1 7.2 6.9 10.8
ii 12.0 8.7 8.9 11.7
iii 11.4 8.9 8.6 11.2
iv 10.9 8.2 10.6 10.8
v 9.9 9.7 16.2 10.0
vi 10.0 9.9 12.7 10.0
vii 9.5 11.8 12.7 9.7
viii 9.1 12.0 11.5 9.2
ix 8.6 12.8 8.6 8.8
x 7.7 10.9 3.3 7.8
TOTAL 100.0 100.0 100.0 100.0

Figura 40: Distribución de la población por región de acuerdo al sistema previsional


Con sistema Sin sistema
Región No sabe Todos
previsional previsional
i 2.6 4.7 9.6 2.8
ii 3.1 3.7 8.1 3.2
iii 1.6 1.8 2.1 1.6
iv 4.2 3.5 3.8 4.1
v 10.3 9.5 8.2 10.2
vi 5.2 5.9 3.4 5.2
vii 6.0 5.1 5.3 6.0
viii 12.4 6.1 10.7 12.1
ix 5.8 4.3 4.4 5.7
x 7.0 7.4 5.1 7.0
xi 0.5 1.0 1.2 0.6
xii 0.9 1.1 1.0 0.9
r.m. 40.3 45.9 37.3 40.6
TOTAL 100.0 100.0 100.0 100.0

ficativas en casi todos los casos. En cuanto a decil de ingreso autónomo, se observa que
la tendencia parece haberse invertido, desde estar más cargada a los deciles más bajos a
estar cargada a los más altos, si comparamos quienes tienen un sistema de salud versus
quienes no lo tienen. Para quienes no saben su sistema de salud, se observa que se en-
cuentran menos concentrados en los extremos de la distribución de ingresos. Se observan

172
Figura 41: Distribución de la población por pobreza de acuerdo al sistema previsional
Con sistema Sin sistema
Pobreza No sabe Todos
previsional previsional
indigente 3.3 2.5 2.4 3.2
pobre no indigente 10.7 7.3 7.3 10.5
no pobre 86.0 90.2 90.3 86.3
TOTAL 100.0 100.0 100.0 100.0

Figura 42: Distribución de la población por edad de acuerdo al sistema previsional


Con sistema Sin sistema
Tramo edad No sabe Todos
previsional previsional
[0,5] 8.6 4.2 6.7 8.3
[6,16] 19.6 10.9 12.7 19.0
[17,52] 51.8 71.7 68.5 53.1
[53,86] 19.6 13.1 11.9 19.1
[87,95] 0.4 0.1 0.3 0.4
96+ 0.2 0.1 0.0 0.2
TOTAL 100.0 100.0 100.0 100.0

Figura 43: Distribución de la población por sexo de acuerdo al sistema previsional


Con sistema Sin sistema
Sexo No sabe Todos
previsional previsional
hombre 47.9 60.4 59.3 48.7
mujer 52.1 39.6 40.7 51.3
TOTAL 100.0 100.0 100.0 100.0

173
Figura 44: Distribución de la población por ocupación de acuerdo al sistema previsional
Con sistema Sin sistema
Estado Ocupacional No sabe Todos
previsional previsional
Menores 15 18.3 9.2 12.8 17.8
Independientes 8.6 27.0 9.3 9.5
Asalariado Público 3.7 1.5 5.0 3.6
Asalariado Privado 26.9 22.1 40.4 26.9
Fam. No remunerado 0.4 0.8 0.3 0.4
F.F.A.A. 0.5 0.1 0.1 0.4
Desocupado 3.0 8.2 3.1 3.2
Inactivo 38.7 31.3 29.1 38.2
TOTAL 100.0 100.0 100.0 100.0

Figura 45: Distribución de la población por zona de acuerdo al sistema previsional


Con sistema Sin sistema
Zona No sabe Todos
previsional previsional
urbano 86.9 89.5 92.6 87.2
rural 13.1 10.6 7.4 12.9
TOTAL 100.0 100.0 100.0 100.0

174
se concentran más en las zonas urbanas que quienes sı́ tienen sistema.
Ahora, si bien se obtiene que la población que no tiene sistema y la población que
no sabe si tiene sistema tiene caracterı́sticas distintas de quienes sı́ lo tienen, no queda
claro ni es evidente que se deba a que tiene otros sistemas no tradicionales de salud, como
seguros. Esto pues se distribuyen en todos los deciles, si bien tienden a ser menos pobres.
Por otro lado son proporcionalmente más hombres independientes en edad laboral, lo que
podrı́a significar que la falta de sistema es debido a la falta de obligatoriedad de uno en
trabajos informales.
Otra posibilidad para estudiar acceso al sistema de salud corresponden a las preguntas
s5, s6 y s7. La primera pregunta si en los últimos 30 dı́as la persona ha tenido un problema
de salud, enfermedad o accidente. A quienes sı́ presentaron este problema y no consultaron
por él, se les pregunta la razón por la cual no consultó. Las respuestas Pensó en consultar
pero no tuvo dinero, Pensó en consultar pero le cuesta mucho llegar al lugar de atención
y Pidió hora pero no la obtuvo representan falta de acceso al sistema27 . El porcentaje de
personas en esta situación es 0.4 % (0.21 % no tuvo dinero, 0.09 % le cuesta llegar al lugar
de atención, 0.08 % no obtuvo hora). Sin embargo, hay dos problemas con el uso de estas
preguntas para medir acceso: en primer lugar sólo se reconocen problemas de acceso entre
quienes tuvieron un problema de salud durante los últimos 30 dı́as, que corresponde a un
15.7 % de la población. El 84.3 % restante podrı́a eventualmente tener problemas de acceso
al sistema de salud, pero como no tuvo problemas no se ve reflejado en las preguntas del
cuestionario. En segundo lugar, los casos de no respuesta de estas preguntas representan
un 0.66 % de la población, valor incluso mayor al porcentaje identificado como carente. Por
lo tanto estas preguntas no sirven para distinguir de manera adecuada acceso al sistema
de salud.
El objetivo inicial de considerar esta pregunta es que no basta tener acceso a un
sistema previsional si no hay acceso a la atención médica necesaria, ya sea por la lejanı́a a
un centro de salud o la no disponibilidad de horas y especialistas. Serı́a interesante poder
incorporar preguntas al cuestionario CASEN que permitieran distinguir la falta de acceso
por estas razones.
Una tercera posibilidad relacionada al acceso al sistema de salud corresponde a las
garantı́as mı́nimas cubiertas por el plan AUGE. La pregunta s17 indaga si las personas
han recibido alguna atención por alguna de una serie de enfermedades que están cubiertas
por el AUGE (sin hacer explı́cito esto en la pregunta), y luego pregunta si estas atenciones
fueron cubiertas por el plan y las razones en caso que no lo hayan sido. Una de esas razones
es “No sabı́a/no le informaron que estaba cubierta por AUGE”. De acuerdo a los datos
2006, el 5.9 % de la población recibió alguna atención por estas enfermedades durante el
último año. Este porcentaje se distribuye en un 2.9 % que fue cubierto por el AUGE, 1.6 %
que no lo fue y 1.4 % que no sabe/no recuerda. Ası́ resulta que un 0.64 % de la población
que recibió estas atenciones no fue cubierta por AUGE y no sabı́a que correspondı́a esta
27
Las alternativas de esta pregunta son: No lo consideró necesario ası́ que no hizo nada, No lo consi-
deró necesario ası́ que utilizó remedio caseros, Pensó en consultar pero no tuvo dinero, Pensó en consultar
pero no tuvo tiempo, Pensó en consultar pero le cuesta mucho llegar al lugar de atención, Pidió hora
pero no la obtuvo, Consiguió hora pero todavı́a no le toca, Consiguió hora pero no la utilizó.

175
cobertura, que corresponde a un 40 % de las atenciones no cubiertas por AUGE. De
acuerdo a la secuencia lógica de estas preguntas, sólo puede ser carente o privada una
persona que tuvo durante los últimos 12 meses alguna atención por alguna de las causas
mencionadas. Al respecto hay que considerar 3 puntos:
Las enfermedades o situaciones listadas son de relativa gravedad y por tanto es de
esperar que quien las padezca haya necesariamente asistido a recibir una atención
durante el último año, por lo tanto serı́a una proxy suficientemente buena para
identificar a quienes padecen algunas de estas enfermedades.
La lista enunciada no corresponde a todas las enfermedades cubiertas por AUGE,
pero sı́ corresponde a aquellas de mayor prevalencia en la población.
¿Son carentes en acceso o cobertura de estas patologı́as AUGE las personas que no
tienen estas enfermedades? Potencialmente pueden serlo, en el sentido de que en caso
que se enfermaran, no sabemos si tienen acceso o no lo tienen. La pregunta siguiente
por tanto es si es relevante que aquellas personas que no tienen estos problemas de
salud potencialmente puedan no tener la cobertura AUGE.
Otra posibilidad en cuanto a la cobertura AUGE, y siguiendo las lı́neas de las garantı́as
mı́nimas propuestas por la FSP de aumentar los tramos de algunas patologı́as cubiertas
por el plan, es considerar como privación la alternativa “No pertenezco al tramo de edad
que está cubierto por el AUGE”. Esta es la única otra alternativa, distinta a otra razón
y sin dato, que no habla de una decisión explı́cita del paciente de renunciar a su derecho
AUGE. Tenemos entonces que el 1.61 % de la población fue atendido durante los últimos 12
meses por alguna de estas patologı́as y no fue cubierto por el AUGE, y más aún, 0.06 %
no lo fue porque no aplica el tramo etario. Este porcentaje corresponde sólo al 3.76 %
de quienes teniendo la patologı́a no se atendieron AUGE. Sin embargo, al momento de
construir la variable final de carencia en acceso debido a estas preguntas, tenemos que nos
falta información para concluir en algunos de los siguientes casos: si no hay dato en cuanto
a si recibió atención por algunas de las patologı́as mencionadas, si habiendo recibido
atención no hay dato si fue o no cubierta por AUGE, y si habiendo recibido la atención
sin cobertura AUGE no hay datos acerca de la razón. Se estima un 1.9 % de la población
en esta situación versus un 0.7 % carente por las razones previamente estipuladas, lo que
nos lleva a concluir que estas preguntas no son adecuadas para identificar carencia en
cobertura AUGE, debido a que los casos sin dato representan un porcentaje mayor al
porcentaje de la población privada.
En el caso de las mujeres se pregunta también si durante los últimos tres años se ha
realizado el examen del Papanicolau. Esta pregunta está dirigida sólo a un subconjunto
de la población y no hace referencia a las razones de por qué una mujer no se ha realizado
el examen, que pueden ser distintas a la falta de acceso, por ejemplo, por desconocimiento
o decisión.
Una segunda arista en cuanto a privación en la dimensión salud refiere a la calidad de
la atención recibida o a la que se tiene acceso. Hay algunas preguntas referentes a calidad
en el cuestionario CASEN, particularmente referidas a tiempos de espera:

176
S11e pregunta por el tiempo en dı́as que transcurrió desde que solicitó la consul-
ta hasta que fue atendido, para aquellas personas que tuvieron una consulta de
especialidad durante los últimos tres meses.

S12 pregunta lo mismo para atenciones dentales y s14e lo mismo para rayos y eco-
grafı́as.

S16e pregunta por los dı́as que transcurrieron desde que le dijeron a la persona
que debı́a ser hospitalizada u operada hasta que ingresó al lugar de atención, para
aquellas personas que durante los últimos 12 meses han estado hospitalizadas o se
han realizado alguna intervención quirúrgica.

Si bien estas preguntas pueden ser analizadas separadamente por tipo de estableci-
miento donde se realizó la consulta, examen o procedimiento, consideran perı́odos relati-
vamente cortos, de manera tal que es posible que muchas personas que necesitan y acceden
a estos mismos procedimientos, pero que no lo hicieron durante los últimos 3 meses, o
12 meses en el caso de la hospitalización, no les sea preguntado el tiempo, y por tanto
considerar solo este sub universo podrı́a resultar en estimaciones sesgadas.
La pregunta s20 pregunta tanto por los tiempos de espera y por los cumplimientos de
las atenciones comprometidas en el AUGE, haciendo referencia a la calidad de un tipo
especı́fico de atención de salud que no aplica a toda la población, y por tanto generar un
ı́ndice a partir de ella impondrı́a la restricción que solo las personas con alguna patologı́a
AUGE pueden ser privadas en calidad de atención médica.
Un tercer aspecto de esta dimensión consiste en considerar no el acceso a un sistema
de salud ni la calidad del mismo, sino directamente el estado de salud de las personas. La
primera pregunta que surge en torno a este tema es si un umbral debe ser necesariamen-
te factible de reducir a cero. Una persona que tiene cáncer avanzado con metástasis ¿se
encuentra privada en la dimensión salud? El Estado no tiene como mejorar su condición
de salud ¿es privada esta persona? Decidimos considerar el estado de salud de la perso-
na, independientemente de si se puede llevar por sobre el umbral o no. En el cuestionario
existen dos preguntas que pueden reflejar una condición de estado de salud del individuos.
La pregunta s17 mencionada anteriormente hace referencia a una situación del estado de
salud deficitario que podrı́a considerarse de carácter más bien permanente. Sin embargo
esta pregunta incluye también salud oral integral en niños de 6 años, lo que no necesa-
riamente es un problema de salud, y no se puede distinguir entre esta posibilidad y las
demás, excepto que podemos hacer el filtro por edad. Si consideramos las personas que
respondieron afirmativamente esta pregunta y que no tienen 5 ó 6 años de edad, tenemos
que un 5.8 % de la población recibió alguna atención durante los últimos 12 meses, 93.8 %
no recibió atención y en 0.5 % falta información. Por otro lado, la pregunta s5 inquiere
acerca el estado de salud de las personas y luego si consultó o no. Dado que esta pregunta
puede incluir condiciones como un resfrı́o u otro, consideramos como carentes en estado
de salud a aquellas personas que en los últimos 30 dı́as tuvieron un problema de salud,
enfermedad o accidente, excepto en aquellos casos en que la persona no consultó porque
no lo consideró necesario o consiguió la hora pero no la utilizó. El 13.7 % de la población

177
se encuentra privada en estado de salud de acuerdo a esta definición, 85.7 % no lo está y
en 0.7 % no hay información. Las siguientes figuras muestran la distribución de carencia
en estado de salud de estas dos definiciones de acuerdo a tres grupos etarios: los niños
de hasta 14 años, las personas en edad de trabajar y los adultos mayores, ası́ como la
comparación estre la clasificación de acuerdo a estas dos definiciones. Se observa que ca-
da una captura elementos distintos de la salud de las personas, luego ambas deben ser
consideradas.

Figura 46: Carencia en estado de salud últimos 30 dı́as


Edad No carente Carente Sin dato Total
[0,14] 23.3 23.3 21.1 23.3
[15,59(64)] 67.0 55.0 64.0 65.4
60(65)+ 9.6 21.7 14.9 11.3
Total 100.0 100.0 100.0 100.0

Figura 47: Carencia en estado de salud patologı́as AUGE


Edad No carente Carente Sin dato Total
[0,14] 24.4 6.7 19.4 23.3
[15,59(64)] 66.2 51.8 65.3 65.4
60(65)+ 9.4 41.6 15.4 11.3
Total 100.0 100.0 100.0 100.0

Figura 48: Comparación de las definiciones de carencias de estado de salud


Carente estado Carente estado AUGE
30 días No carente Carente Sin dato Total
No carente 81.7 3.6 0.4 85.7
Carente 11.5 2.1 0.1 13.7
Sin dato 0.6 0.1 0.0 0.7
Total 93.8 5.8 0.5 100.0

Otras preguntas relativas a la dimensión salud son el estado nutricional de las personas,
dirigidas a niños de 5 años o menos, mujeres embarazadas o amamantando y adultos
mayores. Las siguientes figuras muestran los porcentajes de respuesta por pregunta. Se
observa que el porcentaje de casos sin datos es muy alto relativo al porcentaje de personas
con estado nutricional deficiente, por lo que concluimos que las preguntas no son adecuadas
para identificar carencia en esta dimensión. Esto se debe probablemente a que en CASEN
sólo una persona responde el cuestionario por todos los miembros de su hogar. Luego,

178
si bien es posible incluir estas preguntas, dado que vamos a estudiar menores, adultos y
adultos mayores por separado, el porcentaje de casos sin dato nos lleva a concluir que la
variable no es adecuada en la práctica.

Figura 49: Estado nutricional de los menores de hasta 5 años


Frecuencias Porcentajes Acumulado
normal 1,117,842 83.3 83.3
bajo peso 43,975 3.3 86.6
desnutrición 6,858 0.5 87.1
sobre peso 111,557 8.3 95.4
obeso 14,632 1.1 96.5
no sabe / sin dato 46,543 3.5 100.0
Total 1,341,407 100.0

Figura 50: Estado nutricional de los adultos mayores


Frecuencias Porcentajes Acumulado
normal 1,301,227 71.2 71.2
bajo peso 93,130 5.1 76.3
sobre peso 192,249 10.5 86.8
obeso 15,727 0.9 87.7
no sabe / sin dato 225,708 12.4 100.0
Total 1,828,041 100.0

Una alternativa adicional con respecto al estado de salud es considerar las discapa-
cidades. La pregunta t1a inquiere sobre estas condiciones de larga duración y entrega
que el 6.9 % de la población presenta alguna de estas condiciones. Sin embargo esto no
necesariamente significa que las personas se encuentran privadas pues incluso pueden ser
100 % autovalentes.
Es recomendable incluir algunas preguntas acerca del estado de salud de las personas,
quizás auto reporte del estado general de salud y algunas medidas como peso y talla, para
poder medir de mejor manera carencias en la subdimensión estado de salud.

8.2.3. Chequeos y cruces: dimensión Empleo


Estudiamos esta dimensión para las personas en edad de trabajar, esto es entre 15 y
59 años en el caso de las mujeres y entre 15 y 64 años en el caso de los hombres. Una
primera alternativa es definir carencia en la dimensión empleo como falta de un empleo.
De acuerdo a los datos, se tiene que 5.2 % de esta subpoblación, correspondiente al 3.4 %
la población total, se encontraba desempleada al momento de la encuesta.

179
Por otro lado, existe la posibilidad de desempleo enmascarado como inactividad. La
pregunta o5 averigua si las personas inactivas están disponibles para comenzar a trabajar,
la pregunta o6 inquiere acerca de las razones por las cuales estas personas no buscaron
trabajo durante las últimas cuatro semanas, y la pregunta o9 averigua si las personas
aceptarı́an una oferta de trabajo remunerado. Las razones No tiene con quien dejar los
niños, No tiene con quien dejar adultos mayores de la casa, No tiene dinero para cubrir
los costos de buscar trabajo, Piensa que nadie le dará trabajo, No cuenta con la capacita-
ción requerida para trabajar, Se aburrió de buscar y Enfermedad crónica o invalidez son
potenciales casos de desempleo oculto. El porcentaje de la subpoblación de estudio que
responde cada una de estas alternativas 10.5 %, 1 %, 0.3 %, 1.0 %, 0.5 %, 0.9 % y 6.7 %
respectivamente, y suman el 20.9 % de esta subpoblación. La siguiente figura muestra
para cada razón la disponibilidad de los individuos para trabajar y luego si aceptarı́an
una oferta de trabajo remunerado28 .

Figura 51: Razones de inactividad versus disponibilidad para trabajar


% Disponibilidad
Razón Poblac. Sí No Total
3. No tiene con quien dejar los niños 10.5% 35.3% 64.7% 100.0%
4. No tiene con quien dejar adultos mayores 1.0% 31.5% 68.5% 100.0%
8. No tiene dinero para cubrir los costos de
0.3% 76.7% 23.3% 100.0%
buscar trabajo
9. Piensa que nadie le dará trabajo 1.0% 65.3% 34.8% 100.0%
10. No cuenta con la capacitación requerida 0.5% 54.0% 46.0% 100.0%
14. Se aburrió de buscar 0.9% 76.4% 23.6% 100.0%
15. Enfermedad crónica o invalidez 6.7% 15.0% 85.1% 100.0%

Figura 52: Razones de inactividad versus aceptarı́a trabajo remunerado


% Aceptaría trabajo remunerado
Razón Poblac. Sí No Total
3. No tiene con quien dejar los niños 10.5% 47.1% 52.9% 100.0%
4. No tiene con quien dejar adultos mayores 1.0% 39.4% 60.6% 100.0%
8. No tiene dinero para cubrir los costos de
0.3% 78.4% 21.6% 100.0%
buscar trabajo
9. Piensa que nadie le dará trabajo 1.0% 76.6% 23.4% 100.0%
10. No cuenta con la capacitación requerida 0.5% 70.8% 29.2% 100.0%
14. Se aburrió de buscar 0.9% 86.2% 13.8% 100.0%

28
Esta figura no incluye la alternativa Enfermedad crónica o invalidez pues la pregunta o9 no es aplicada
a este universo

180
Se observa que para las primeras dos razones más enfermedad crónica o invalidez,
más de la mitad de las personas en dichos casos no están disponibles para comenzar a
trabajar, y la situación inversa se da en las razones restantes. En las primeras dos razones,
el porcentaje que responde que no está disponible para comenzar a trabajar es concordante
con la razón en sı́ misma. Se observa también que, excepto por las dos primera razones,
la gran mayorı́a de estos casos sı́ aceptarı́a una oferta de trabajo remunerado. De acuerdo
a esto, se decidió considerar como privados por falta de empleo a aquellos inactivos según
CASEN que no buscaron trabajo por alguna de estas razones, que corresponden a un
7.6 % de esta subpoblación, con un 0.1 % sin información (pues no se conoce la razón en
o6).
Una variable que puede dar algunas luces sobre la falta de empleo es el tiempo que
las personas desempleadas han estado buscando trabajo. Sin embargo esta pregunta es
aplicada solo a los desocupados según la encuesta, y es más bien una variable interesante
para caracterizar a las personas identificadas como pobres más que como variable de
identificación.
Por otro lado, incluso quienes cuentan con un trabajo pueden verse privados en esta
dimensión, si es que dicho trabajo es muy precario. Una primera variable a considerar
para identificar empleos precarios es si las personas cotizan en algún sistema previsional.
Esta pregunta tiene como universo todas las personas de 15 años y más y por tanto es
aplicado a todos los ocupados en el rango etario que estamos considerando. Se tienen los
siguientes datos

Figura 53: Distribución de la subpoblación según cotización en el sistema previsional


Personas en edad de trabajar
Todos Ocupados
Cotiza 41.4% 66.7%
No cotiza pero está afiliado 15.8% 12.7%
No está afiliado 39.3% 18.3%
Sin dato 3.5% 2.3%
TOTAL 100.0% 100.0%

Si observamos las razones de por qué no cotiza el 15.8 % que está afiliado se observa
que más del 80 % es porque no tiene la obligación de cotizar, y esta cota se cumple tam-
bién para cada categorı́a ocupacional (asalariado, independiente, familiar no remunerado,
desocupado e inactivo).
Otra variable relevante en el desarrollo personal y profesional de las personas es la
posibilidad de capacitarse y perfeccionarse. La pregunta o32 consulta para las personas
de 15 años y más si ha recibido capacitación durante el último año. Los resultados son
los siguientes
Es decir, más del 90 % de los ocupados en esta subpoblación no han asistido a capa-
citación durante el último año. Es posible que la ventana temporal considerada en esta
pregunta sea demasiado estrecha.

181
Figura 54: Distribución de la población según capacitación en el último año
Personas en edad de trabajar
Todos Ocupados
Asistió a capacitación 9.8% 5.6%
No asistió 88.9% 93.1%
Sin dato 1.4% 1.3%
TOTAL 100.0% 100.0%

Un aspecto importante de los empleos es su nivel de formalidad. El cuestionario CA-


SEN pregunta a los asalariados si tienen contrato de trabajo y la relación contractual de
su empleo. Las combinaciones posibles de estas preguntas para la población de interés se
presentan en la siguiente figura.

Figura 55: Contrato versus relación contractual de los asalariados


Relación contractual
Por obra, De Servicios
Plazo
Contrato Plazo fijo faena o aprendizaj transitorio Sin dato TOTAL
indefinido
servicio e s
Sí, firmó 58.5% 10.7% 7.2% 0.2% 0.5% 0.2% 77.2%
Sí, pero no ha
0.8% 0.6% 0.6% 0.0% 0.1% 0.0% 2.1%
firmado
No tiene 6.4% 2.8% 7.0% 0.5% 2.2% 0.2% 19.3%
No sabe o no se
0.4% 0.2% 0.3% 0.1% 0.1% 0.0% 1.1%
acuerda
Sin dato 0.0% 0.0% 0.0% 0.0% 0.0% 0.3% 0.3%
TOTAL 66.1% 14.3% 15.1% 0.8% 2.9% 0.7% 100.0%

Esta distribución se puede resumir en tres grandes categorı́as: asalariados con contrato
firmado de tipo indefinido (58.5 %), asalariados con contrato firmado de otro tipo (18.6 %),
asalariados sin contrato firmado o no sabe si tiene contrato (22.5 %) y sin dato (0.5 %).
Notemos que los asalariados con contrato firmado de tipo no indefinido son principalmente
contratos plazo fijo y por obra, faena o servicio.
La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) propone una serie de indicadores que deno-
mina Indicadores de Trabajo Decente, los cuales se construyen a partir de datos agregados,
sin establecer umbrales crı́ticos. En el año 2000 los paı́ses de Naciones Unidas declararon
ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), para los cuales la OIT establece tres
indicadores que se complementan con la serie de Indicadores de Trabajo Decente. Estos
indicadores son29 :
29
“Guı́a sobre los nuevos Indicadores de empleo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, incluido el
conjunto completo de Indicadores de Trabajo Decente”, OIT, Junio 2009.

182
Tasa de crecimiento de la productividad laboral (PIB por persona), justificada pues
un aumento en la productividad laboral puede ser un indicador de un entorno
económico favorable que genere empleo decente, con remuneraciones equitativas y
justas.

Relación empleo - población. Este indicador se justifica pues entrega información


sobre la capacidad para proporcionar empleo de una determinada economı́a.

Proporción de la población ocupada que vive por debajo del umbral de pobreza. Se
justifica pues si el trabajo no entrega suficientes ingresos para sacar al trabajador
y a su familia de la pobreza entonces no es un empleo decente, y probablemente
tampoco respeta otros criterios de calidad y decencia del empleo.

Proporción de la población que trabaja por cuenta propia o en una empresa familiar
con respecto al empleo total. Se justifica este indicador porque los trabajadores por
cuenta propia o en una empresa familiar son menos probables de tener una relación
contractual formal y por tanto de acceder a las prestaciones o a los programas de
protección social, y porque son más vulnerables a los ciclos de la economı́a.

En base a los datos CASEN, los valores de los últimos tres indicadores son: 53.1 % de la
población sobre 15 años se encuentra ocupada, 7.3 % de la población ocupada de 15 años
y más se encuentra por debajo de la lı́nea de pobreza, el 21.3 % del empleo de las personas
de 15 años y más son trabajadores por cuenta propia y familiares no remunerados. Sin
embargo, el objetivo de estos indicadores no es identificar pobreza, por lo tanto, no hay
un umbral establecido ni permiten la identificación a nivel individual.
La subsecretarı́a del Trabajo y el PNUD encargaron la construcción de un ı́ndice de
calidad y empleo a Sehnbruch y Ruiz - Tagle. Estos autores propusieron la construcción
de puntajes al empleo en función del tipo de trabajador (asalariado o independiente),
el contrato y tipo de contrato, las cotizaciones, la tenencia del empleo, los ingresos del
empleo y la capacitación, a partir del cual clasifican los empleos en empleos de muy baja,
baja, media y alta calidad. Siguiendo la propuesta de Sehnbruch y Ruiz-Tagle (2009)
construimos dicho ı́ndice y estudiamos la privación en esta dimensión si consideramos
privadas en calidad a las personas ocupadas en empleos de calidad baja o muy baja. La
asignación de puntajes que construimos en base a la interpretación de los documentos de
los autores se presenta en la figura 49.
Para cada individuo ocupado se obtiene un puntaje total, que resulta de la suma de
los puntajes por cada variable del cuadro anterior. De acuerdo a los autores un empleo
de calidad muy baja es aquel que tiene menos de 1 punto, uno de calidad baja tiene
entre 2 y 3 puntos, de calidad media, 4 ó 5 puntos, y un empleo de calidad alta tiene
6 ó 7 puntos. Acerca de la construcción de este ı́ndice para este informe se tomaron las
siguientes decisiones:

No incluimos trabajadores que son familiares no remunerados pues más del 91 %


de estos trabajadores no tienen dato en alguna de las variables relevantes para

183
Figura 56: Asignación de puntaje de acuerdo al ı́ndice de calidad de Empleo de Sehnbruch
y Ruiz - Tagle
Variable Alternativas Según variables CASEN Ptje
Contrato indefinido con cotizaciones o20==1 & o21==1 & o29<=6 2
Estatus Contrato indefinido sin cotizaciones o20==1 & o21==1 & o29==7 1
ocupaciona Contrato atípico con cotizaciones o20==1 & o21>=2 & o21<=5 & o29<=6 1
ly Contrato atípico sin cotizaciones o20==1 & o21>=2 & o21<=5 & o29==7 0
previsión Sin contrato formal escrito o21!=1 & o21!=9 & o21!=. 0
social Trabajador independiente con cotizaciones o19<=2 & o29<=6 1
Trabajador independiente sin cotizaciones o19<=2 & o29==7 0
Menos de 1 año o17==2006 0
Tenencia
1 a 5 años o17>=2001 & o17<=2005 1
del empleo
Más de 5 años o17<2001 2
Menos de 2 salarios mínimos ytrabaj<2*135000 0
Nivel de
2 a 4 salarios mínimos ytrabaj>=2*135000 & ytrabaj<=4*135000 1
ingreso
Más de 4 salarios mínimos ytrabaj>4*135000 2
Sí o32<=6 1
Capacit.
No o32==7 0

la construcción del puntaje (la mayorı́a no tiene dato en la variable ingresos del
trabajo).

Para el análisis por previsión, consideramos como tener cotizaciones los casos de
personas afiliadas, independiente si cotizan actualmente o no.
Construimos este ı́ndice de privación para los trabajadores asalariados e independientes
y obtuvimos los siguientes resultados:

Figura 57: Privación de calidad de empleo de acuerdo al ı́ndice de calidad


Calidad
Calidad
baja o muy Sin dato TOTAL
media o alta
baja
Asalariados 32.2% 59.5% 8.3% 100.0%
Independientes 40.3% 55.4% 4.2% 100.0%
TOTAL 38.5% 56.3% 5.1% 100.0%

Para la construcción de este ı́ndice se consideran dos variables no discutidas previa-


mente: hace cuánto tiempo el trabajador tiene su empleo actual y el ingreso del trabajo
como función del salario mı́nimo. Siguiendo la categorización que los autores hacen de
estas variables para asignar puntajes se tiene los resultados de las figuras 51 y 52.
Más interesante es estudiar las diferencias entre el indicador de carencia definido con
este ı́ndice de calidad de empleo y uno que identifique como carentes a los individuos
asalariados e independientes, de 15 años o más, que no se encuentran cotizando o no

184
Figura 58: Distribución de los ocupados por nivel de salario
Menos de 2 Entre 2 y 4 Más de 4
salarios salarios salarios Sin dato TOTAL
mínimos mínimos mínimos
Asalariados 43.1% 26.6% 26.9% 3.4% 100.0%
Independientes 67.4% 20.2% 10.8% 1.7% 100.0%
TOTAL 62.0% 21.6% 14.3% 2.1% 100.0%

Figura 59: Distribución de los ocupados por fecha desde que tiene su empleo
Entre 2001 y 2000 o
Desde 2006 Sin dato TOTAL
2005 anterior
Asalariados 15.9% 29.3% 52.9% 1.9% 100.0%
Independientes 30.8% 35.8% 32.7% 0.7% 100.0%
TOTAL 27.5% 34.4% 37.1% 1.0% 100.0%

están afiliados. Estos resultados se presentan en la figura 53. Se observa que hay un 30 %
de esta subpoblación que tiene un empleo de calidad baja o muy baja, pero cotiza en un
sistema previsional.

Figura 60: Carencia por falta de previsión versus carencia por calidad de empleo
Carencia por Carencia por índice de calidad de empleo
Previsión No carente Carente Sin dato TOTAL
No carente 34.6% 31.3% 1.3% 67.2%
Carente 3.8% 25.0% 1.7% 30.5%
Sin dato 0.2% 0.0% 2.1% 2.3%
TOTAL 38.5% 56.3% 5.1% 100.0%

Ası́, tenemos que el ı́ndice de calidad de Sehnbruch y Ruiz - Tagle entrega carencias
mucho mayores. Se observa que para su construcción, los autores utilizan cuatro subdi-
mensiones o variables: estatus ocupacional y previsión social, tenencia del empleo, nivel
de ingreso y capacitación. Sin embargo, la gran mayorı́a de los ocupados no ha recibido
capacitación durante el último año, y es posible que el lı́mite temporal de un año sea
una cota muy restrictiva. Ası́ también se puede pensar en una persona con un empleo
reciente pero de excelentes condiciones. La estructura del ı́ndice al ir sumando puntos,
enfoque distinto al de unión, permitirı́a eventualmente que diversos aspectos del empleo
se conjuguen de manera que buenas cualidades compensen otras no tan buenas.
Del Primer Taller de expertos surgieron algunos comentarios interesantes de revisar
que se presentan en las siguientes figuras. Estos son: chequear quienes no cotizan versus
ingresos, el ingreso de las personas con contrato atı́pico y honorarios, la heterogeneidad

185
de los patrones y la consistencia entre la razón de no trabajar porque cuida a los niños y
la presencia de niños en el hogar. Se observa que quienes no están afiliados y no cotizan se
concentran marcadamente en los primeros deciles de ingreso, los contratos indefinidos son
menos frecuentes, y los contratos atı́picos son más frecuentes en los dos deciles extremos.
Las personas que boletean se concentran en los deciles de mayores ingresos. Si bien los
patrones son principalmente de los deciles más ricos, se observa que la mitad cotiza y la
otra mitad no lo hace. Además si miramos las personas que declaran no buscar trabajo
por cuidan a los niños, en más del 99 % de los casos existen menores de hasta 14 años
en el hogar, pero este porcentaje se reduce menos del 65 % si contamos los hogares con
menores que no asisten a un establecimiento educacional.

Figura 61: Decil de ingreso autónomo versus situación en sistema previsional


Decil de Situación en sistema previsional
ingreso Cotiza No cotiza No afiliado Sin dato Total
autónomo1 1.7% 15.2% 24.7% 13.2% 8.6%
2 3.2% 12.8% 12.5% 7.6% 6.6%
3 7.2% 11.7% 12.3% 11.7% 9.0%
4 12.0% 7.9% 6.9% 11.4% 10.4%
5 14.4% 9.4% 8.7% 11.7% 12.4%
6 11.6% 7.5% 5.9% 9.0% 9.8%
7 12.0% 7.6% 6.6% 10.8% 10.2%
8 12.1% 10.3% 8.8% 8.7% 11.1%
9 12.6% 9.5% 6.7% 8.2% 10.9%
10 13.2% 8.1% 7.1% 7.8% 11.1%
Total 100.0% 100.0% 100.0% 100.0% 100.0%

8.2.4. Chequeos y cruces: dimensión Vivienda


Para esta dimensión se consideran los siguientes indicadores utilizados por MIDE-
PLAN30 :

Indicador de Materialidad: considera material de los muros, piso y techo y clasifica


cada uno en aceptable, recuperable o irrecuperable. A partir de estos indicadores,
el Ministerio construye un ı́ndice de materialidad el cual indica materialidad irre-
cuperable si alguno de los indicadores es irrecuperable, aceptable si los indicadores
son todos aceptables, o recuperable en otro caso.

Indicador de Saneamiento: considera disponibilidad de agua y servicio higiénico.


Clasifica como deficitarias las viviendas con disponibilidad deficitaria en al menos
una de estas dos variables y aceptable en caso contrario.
30
http://www.mideplan.cl/casen/defi vivienda.html#global vivienda

186
Figura 62: Decil de ingreso autónomo versus situación contractual
Decil de Relación contractual de los asalariados
ingreso Indefinida Otra Sin dato Total
1 1.5% 15.1% 9.7% 8.6%
2 3.3% 9.6% 8.8% 6.6%
3 6.9% 10.9% 14.1% 9.0%
4 11.0% 9.7% 14.1% 10.4%
5 15.2% 9.9% 13.1% 12.4%
6 12.5% 7.3% 12.2% 9.8%
7 12.8% 7.9% 7.4% 10.2%
8 12.4% 9.9% 5.8% 11.1%
9 12.9% 9.0% 9.2% 10.9%
10 11.6% 10.7% 5.7% 11.1%
Total 100.0% 100.0% 100.0% 100.0%

Figura 63: Decil de ingreso autónomo versus persona boletea


Decil de ¿Boletea?
ingreso Sí No Sin dato Total
1 5.6% 4.0% 5.4% 4.1%
2 5.3% 5.7% 9.1% 5.7%
3 9.1% 9.4% 11.9% 9.5%
4 8.8% 13.5% 13.8% 13.2%
5 12.1% 15.2% 18.5% 15.1%
6 9.6% 11.5% 12.4% 11.4%
7 9.5% 11.3% 9.6% 11.2%
8 11.9% 10.3% 6.8% 10.4%
9 13.8% 10.4% 8.4% 10.6%
10 14.5% 8.6% 4.2% 8.9%
Total 100.0% 100.0% 100.0% 100.0%

187
Figura 64: Caracterización de los patrones
Caracterización de los patrones
Ubicación del negocio Decil ingreso Sistema Previsional
dentro de su vivienda 12.0% 1 0.8% Cotiza 51.9%
dentro de otra vivienda 1.7% 2 0.9% No cotiza 18.5%
taller o local anexo a una viv. 9.1% 3 0.8% No afiliado 26.2%
en un establecimiento indep. 56.0% 4 0.7% Sin dato 3.4%
en un predio agrícola 8.4% 5 1.1% Tamaño de la empresa
en un predio marítimo 0.9% 6 2.9% 2 a 5 personas 55.5%
a domicilio 3.5% 7 4.5% 6 a 9 personas 16.9%
en la vía pública 6.1% 8 10.6% 10 a 49 personas 16.5%
teletrabajo 0.0% 9 14.5% 50 a 199 pers 3.9%
en otro lugar 2.1% 10 63.1% 200 y más pers 2.2%
sin dato 0.2% No sabe 5.1%

188
Índice de Tipo de Vivienda: clasifica como irrecuperable las viviendas tipo mediagua,
mejora, rancho, ruca, choza, móvil (carpa, vagón, etc.) u otro tipo, y como aceptable
los tipos restantes.

A partir de estos tres indicadores, MIDEPLAN construye un Índice de Calidad Global


de la Vivienda. Además, a partir del número de dormitorios de uso exclusivo o múltiple
que tiene la vivienda y el número de personas, el Ministerio plantea un Índice de Hacina-
miento, el cual clasifica como sin hacinamiento a los hogares con 2.4 o menos personas por
dormitorio, hacinamiento medio a los hogares con entre 2.5 y 4.9 personas por dormitorio,
y hacinamiento crı́tico a las viviendas con 5 o más personas.
Para esta aplicación, siguiendo las lı́neas del Ministerio, estudiamos considerar las si-
guientes subdimensiones: materialidad, saneamiento, energı́a eléctrica, tipo de vivienda y
hacinamiento. Para la subdimensión materialidad decidimos no considerar estado de con-
servación de los materiales, siguiendo la metodologı́a del Ministerio, por ser una variable
más bien subjetiva. La subdimensión de electricidad la descartamos pues sólo 0.63 % de
los hogares no posee energı́a eléctrica. La figura 58 presenta las subdimensiones a conside-
rar, las variables a través de las cuáles se miden en CASEN y sus alternativas, además de
la clasificación que MIDEPLAN hace de ellas. Posteriormente se presentan los resultados
de estos ı́ndices.
Se observa que el porcentaje de viviendas cuyos materiales se encuentran en esta-
do irrecuperable es pequeño, del orden del 1 %. En el ı́ndice de saneamiento se observa
que el resultado del ı́ndice coincide con el ı́ndice de servicio higiénico, pues las viviendas
que tienen una distribución de agua deficitaria también cuentan con un servicio higiéni-
co deficitario. En cuanto a tipo de vivienda, sólo el 1.1 % de las viviendas son de tipo
irrecuperable.

189
Figura 65: Variables utilizadas por Mideplan para la clasificación de las viviendas
Var
Clasificación
Dimensión vivienda CASEN Alternativas
MIDEPLAN
2006
Material pisos v9a 1. Radier revestido Aceptable
2. Radier no revestido Recuperable
3. Tabla o parquet sobre soleras o vigas Recuperable
4. Madera, plástico o pastelones sobre tierra Recuperable
5. Piso de tierra Irrecuperable
Material techo v10a 1. Teja, tejuela, loza con cielo interior Aceptable
Índice de materialidad

2. Zinc o pizarreño con cielo interior Aceptable


3. Zinc, pizarreño, teja o tejuela sin cielo interior Aceptable
4. Fonolita Recuperable
5. Paja, coirón, totora o caña Recuperable
6. Desecho Irrecuperable
Material muros v8a 1. De acero u hormigón armado Aceptable
2. Albañilería de ladrillo, cemento o piedra Aceptable
3. Tabique forrado por ambas caras Aceptable
4. Adobe Recuperable
5. Tabique sin forro interior Recuperable
6. Barro, quircha, pirca u otro artesanal tradicional Recuperable
7. Material de desecho Irrecuperable
8. Otro Irrecuperable
Distribución del agua v5 1. Con llave dentro de la vivienda Aceptable
en la vivienda 2. Con llave dentro del sitio, fuera de la vivienda Deficitario
Índice de saneamiento

3. No tiene sistema, la acarrea Deficitario


Servicio sanitario v6 1. WC conectado a alcantarillado Aceptable
2. WC conectado a fosa séptica Aceptable
3. Letrina sanitaria conectada a pozo negro Deficitario
4. Cajón sobre pozo negro Deficitario
5. Cajón sobre acequia o canal Deficitario
6. Cajón conectado a otro sistema Deficitario
7. No dispone de sistema Deficitario
Tipo de vivienda v11 1. Casa o casa en cité Aceptable
Índice tipo de vivienda

2. Casa en condominio Aceptable


3. Departamento en edificio Aceptable
4. Pieza en casa o departamento Aceptable
5. Pieza en casa antigua o conventillo Aceptable
6. Mediagua Irrecuperable
7. Mejora Irrecuperable
8. Rancho, ruca, choza Irrecuperable
9. Otro tipo Irrecuperable
Hacinamiento v3 <= 2.4 Sin hacinamiento
Hacina
miento

v16(v14) 2.5 a 4.9 Hac. Media


numper >= 5 Hac. Crítico

190
Figura 66: Resultados de materialidad
Materialidad de las viviendas por hogar
Situación Muros Situación Techo
Aceptable 89.9% Aceptable 99.2%
Recuperable 9.8% Recuperable 0.3%
Irrecuperable 0.1% Irrecuperable 0.2%
Sin dato 0.3% Sin dato 0.4%
Total 100.0% Total 100.0%

Situación Pisos Situación materialidad


Aceptable 81.9% Aceptable 76.5%
Recuperable 17.1% Recuperable 21.9%
Irrecuperable 0.8% Irrecuperable 1.0%
Sin dato 0.2% Sin dato 0.7%
Total 100.0% Total 100.0%

Figura 67: Resultados de saneamiento y tipo de vivienda


Saneamiento de las viviendas por hogar y tipo de vivienda
Distribución del agua Servicio higiénico
Aceptable 95.6% Aceptable 91.2%
Deficitario 4.4% Deficitario 8.7%
Sin dato 0.0% Sin dato 0.0%

Total 100.0% Total 100.0%

Índice de saneamiento Tipo de vivienda


Aceptable 91.2% Aceptable 98.9%
Deficitario 8.7% Irrecuperable 1.1%
Sin dato 0.0%

Total 100.0% Total 100.0%

191
Figura 68: Comparación de ı́ndices de materialidad, saneamiento y tipo de vivienda
Saneamiento
Materialidad Aceptable Deficitario Sin dato Total
Aceptable 72.7% 3.8% 0.0% 76.5%
Recuperable 17.6% 4.3% 0.0% 21.9%
Irrecuperable 0.3% 0.6% 0.0% 1.0%
Sin dato 0.6% 0.0% 0.0% 0.7%
Total 91.2% 8.7% 0.0% 100.0%

Tipo de Vivienda
Materialidad Aceptable Irrecuperable Total
Aceptable 76.5% 0.0% 76.5%
Recuperable 21.0% 0.9% 21.9%
Irrecuperable 0.8% 0.2% 1.0%
Sin dato 0.6% 0.0% 0.7%
Total 98.9% 1.1% 100.0%

Tipo de Vivienda
Saneamiento Aceptable Irrecuperable Total
Aceptable 91.0% 0.3% 91.2%
Deficitario 7.9% 0.8% 8.7%
Sin dato 0.0% 0.0% 0.0%
Total 98.9% 1.1% 100.0%

Figura 69: Índice de saneamiento versus hacinamiento


Saneamiento
Hacinamiento Aceptable Deficitario Sin dato Total
Sin hacinamiento 82.1% 6.7% 0.0% 88.8%
Con hacinamiento 9.1% 2.1% 0.0% 11.2%
Sin dato 0.0% 0.0% 0.0% 0.0%
Total 91.2% 8.7% 0.0% 100.0%

192
8.3. Incidencia de carencia por indicador
La siguiente figura presenta el porcentaje que cada indicador identifica como carente
para su universo respectivo, para las dimensiones distintas al ingreso. Los universos no
incluidos son considerados no carentes por definición, lo que explica que el porcentaje
agregado como carente en una dimensión o subdimensión sea menor.

Figura 70: Identificación de carencias por indicador

Dimensión Sub - Universo Indicador Porcentaje del universo


dimensión identificado como carente
Educación Acceso No Edad entre 4 y 5 Acceso educación preescolar 3.8% carente, 0.4% sin dato
(o,+) discapacitados años
Edad entre 6 y Asistencia a un establecimiento 2% carente, 0.01% sin dato
16 años
Edad mayor a Años de escolaridad 18.1% carente, 0.3% sin dato
16 años
Discapacitados Edad mayor a 5 Asistencia a un establecimiento 9% carente
(y,x) años
Saber leer y escribir 31% carente
Calidad (o,+) No discapacitados - Edad entre 6 No rezago 11.1% carente, 0.02% sin dato
y 16 años
No discapacitados - Edad mayor o Leer y escribir 7.1% carente, 0.02% sin dato
igual a 15
Salud (o,+) Acceso Todos Sistema previsional de salud 5.1% carente, 1.4% sin dato
Estado (o,+) Todos Problemas de salud en los últimos 13.7% carente, 0.6% sin dato
30 días
Todos (excepto 5 y 6 años) Atención por una patología 6% carente, 0.5% sin dato
AUGE en los últimos 12 meses
Empleo (o,+) Acceso Edad económicamente activa Falta de un empleo 12.8% carente, 0.1% sin dato
Calidad (*) Ocupados asalariados (*) Contrato de trabajo 23.4% carente, 2% sin dato
Relación contractual
Sistema previsional
Ocupados no asalariados Sistema previsional 72.1% carente, 4% sin dato
Vivienda (o) Acceso Todos Allegamiento 4% carente, 0.1% sin dato
Calidad (o) Todos Servicio higiénico 8.4% carente, 0.1% sin dato
Todos Hacinamiento 17.6% carente, 0.1% sin dato

8.4. Descripción general de los expertos


La siguiente figura presenta la descripción general de los expertos entrevistados

Figura 71: Descripción general de los entrevistados


Tipo de institución Cantidad de entrevistados Profesión de los entrevistados
Organismo internacional 2 Economista Abogado
Expertos a centros de investigación 3 Sociólogo Sociólogo Economista
Academicos 2 Sociólogo Trabajadora Social
ámbito público institucional 5 Abogado Economista Sociologa

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