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LA MUERTE Y EL RENACIMIENTO

Valle de Lambayeque, Octubre 2010.

A los Q:. y R:. H:. de la R:. L:. S:. Fraternidad y Concordia Lambayecana Nº 9.
El hombre, desde el inicio de los tiempos, se unió en familias y tribus, de
ahí se fueron construyendo asociaciones con otras familias o tribus,
constituyéndose en una cultura, es entonces que se les asigno un lugar a los
muertos, donde reinaba un espíritu mayor o regente, que ya tuvo connotación
de dios.
Parece ser la muerte, lo primero que despertó el temor y la preocupación
del hombre por darse una explicación mas allá de lo que le era cotidiano.
¿Que ocurría al morir? ¿Que pasaba con sus seres queridos que habían
muerto?. Sin duda, ello lo llevó a aventurarse en el sentido de la trascendencia,
y se afirmó en que la vida no podía terminar en la simple muerte, sin proyectar
al espíritu hacia otras condiciones. El culto a los muertos, fue el primer culto
hacia lo desconocido. Embalsamó cadáveres, y les proveyó de todo lo
necesario para un largo viaje. Eso es lo que nos demuestran los hallazgos
arqueológicos. Si los espíritus permanecían en algún lugar, allí se instalaron
tótems o signos de la morada de ellos, convirtiéndose en lugares sagrados. Si
a ese espíritu se le definían poderes especiales, pronto sería convertido en una
especie de deidad.
En todos los misterios se encuentra un factor común indicando un mismo
origen, las ceremonias de iniciación eran todas de carácter fúnebre, eran del
tipo de una muerte y resurrección místicas que aludían a un personaje heroico
o de un semidiós.
La Masonería constituye un camino para que sus adeptos intenten el
supremo esfuerzo de trascender de la muerte a la inmortalidad, habiendo
pasado de la ignorancia a la sabiduría y del reino de la ilusión al de la verdad.
La muerte esta simbolizada de varias maneras dentro de los rituales
masónicos. Observemos el revés de nuestros mandiles, recordemos nuestra
iniciación, observemos las dos columnas y el piso de la logia, el cráneo que
está en el cuarto de reflexiones.
Pedro Barboza de la Torre, autor de temas masónicos, justifica la forma
triangular del Altar por cuanto “parece más simbólica, por que son el zócalo de
una columna triangular truncada, símbolo de una vida interrumpida por la
muerte. El hombre es una tríada, y pertenece simultáneamente al reino
biológico, al psicológico y al social. El Ara es, además el símbolo de la tumba,
hacia la cual camina el hombre. Entre Columnas, el Masón representa al
hombre que nace; pero ese hombre marcha hacia el Ara. Todo esta
relacionado con el tiempo que debe trabajar. En efecto el Aprendiz trabaja
desde Mediodía, cuando ve la Luz entre columnas, hasta Medianoche, cuando
muere. Se es Masón desde el día en que recibe la Luz, hasta el día en que se
apaga en él la vida, y marchamos hacia el Oriente Eterno.
Alice A. Bailey, en su libro Una gran aventura: la muerte, nos dice:
Se necesita valor para enfrentar la realidad de la muerte, y para formular en
forma muy definida nuestras creencias sobre el tema. La muerte es el único
hecho que podemos predecir con absoluta seguridad y, sin embargo, la
mayoría de los seres humanos se rehúsa a considerarlo, hasta que lo enfrenta
de modo inminente y personal.
Queridos hermanos, me gustaría leerles este breve fragmento de El
Kybalión, a manera de reflexión:
El hombre al considerar y examinar el universo, del cual es una unidad, no ve
otra cosa que un cambio continuo en la materia, en las fuerzas en los estados
mentales. Ve que nada es realmente, que todo se transforma y cambia. Nada
permanece: todo nace, crece, muere; tan pronto como una cosa ha adquirido
su máximo desarrollo empieza a declinar; la ley del ritmo está en constante
operación; no hay realidades, nada firme, nada duradero, fijo o substancial,
nada permanente, todo es cambio. Todas las cosas surgen y evolucionan de
otras cosas. Hay una acción continua que es seguida siempre de su reacción
correspondiente; todo fluye y refluye, todo se construye y derrumba, todo es
creación y destrucción, vida y muerte.
Mucho es lo que se ha escrito en torno a los conceptos muerte y
resurrección, o resurrección y muerte, todo va a depender de lo que se quiera
investigar y como.
Al nacer parece que procedemos de una muerte, o por lo menos parece
que ese era nuestro estado antes de ingresar a este mundo donde todo se
define en formas físicas.
Entenderemos entonces que antes de llegar a este mundo de formas,
estuvimos en un mundo de fuerzas, donde las necesidades eran de otro tipo, o
simplemente diferentes.
En la masonería entendemos el ingreso como una resurrección, es decir,
muerte y resurrección, la simbología entendida es que hemos muerto a una
vida anterior de vicios y pasiones.
Ahora renacemos para ver con claridad cual era nuestro estado real
antes del conocimiento masónico que nos muestra el sometimiento a esos
vicios y pasiones.
Nada extraño existe en el estudio masónico, solo es el darse cuenta de
la realidad vivida antes de ingresar a una logia masónica, como entes sujetos a
los caprichos de los astutos.
Al masón se le ha perseguido por que enseña la verdad, y ella es la que
nos hace libres, por eso es que la verdad es tan poderosa, y no debe extrañar
el temor que imprime al poderoso.
Cuando se logra colocar en pozos sin fondo a los vicios es entonces
cuando abrimos la puerta de la libertad y vemos al yo interno que ha estado
con nosotros desde la llegada al mundo.
Ahora si, hemos muerto para los vicios y las pasiones y hemos renacido
para la libertad, ese concepto que percibíamos que existía, pero desconocido
hasta antes de renacer.
Esa es la simbología del ave fénix que renace de las cenizas y que se
eleva a las alturas para mostrar al mundo que todo es cíclico, que todo muere y
todo renace.
Con nosotros no puede ser distinto, como parte del creador supremo,
vamos a morir y vamos a renacer para ostentar el título de “hombres libres y de
buenas costumbres”
Una vez que hemos muerto para los vicios y las pasiones, ya estamos
listos para trabajar en bien general de la humanidad y de nuestra familia en
particular.
Nunca más colgará sobre nuestros hombros el pesado costal de vicios y
pasiones que nos heredaron nuestros antepasados que no encontraron la
verdad.
Busca y encontrarás, pide y te darán la entrada al mundo de la verdad, si
encuentras la puerta, solo llama y te abrirán, esa es la puerta a la libertad.
Quien no conoce o no sabe exactamente que es lo que pretende la
masonería, es el mayor detractor, porque no ha muerto para los vicios y
renacido a la libertad.
Es claro que el entender esto, solo se adquiere trabajando en una logia
masónica, todo concepto se debe experimentar para que quede bien grabado
en la conciencia del ser humano.
En el Rito de Emulación se insiste en que “El Grado de Maestro os invita
a reflexionar sobre el terrible tema y os enseña a concebir que para el hombre
justo y virtuoso la muerte es menos temible que la mentira y el deshonor”. El
Rito Escocés Antiguo y Aceptado interpreta el mito de la muerte de Hirám en
términos morales: el maestro Hiram simboliza la Justicia, el Genio y el Arte,
mientras los tres malos compañeros constituyen la perífrasis simbólica de la
Ignorancia, el Fanatismo y la Ambición
En la iniciación al grado de Maestro, el candidato representa a Hiram.
Está inmóvil y silencioso, tendido sobre un féretro. Cerca de él la coreografía
masónica sitúa la rama de acacia y el triángulo de oro Está cubierto por un
tapiz negro y una tela ensangrentada. El Venerable que oficia la ceremonia
rememora el descubrimiento del cadáver de Hiram por los nueve maestros
masones. Deposita la rama de acacia sobre la tela. Luego, dirigiéndose a la
asamblea, explica la necesidad de abandonar las antiguas palabras y signos de
reconocimientos y propone difundirla entre los maestros. El Venerable,
ayudado por los vigilantes levanta la tela ensangrentada y el tapiz negro. El
Segundo Vigilante toma al candidato por el dedo índice de la mano derecha
rememorando el descarnamiento de la mano del arquitecto legendario;
pronuncia la palabra “Jakin”, el Primer Vigilante hace otro tanto, tomando el
dedo medio y diciendo “Boaz”. El Venerable toma la muñeca derecha, pasa la
mano izquierda bajo el hombro derecho, manteniendo el pie derecho junto al
pie derecho del candidato, rodilla contra rodilla y pecho contra pecho; lo levanta
ayudado por los Vigilantes y dice: “Ha recibido la Vida en el seno de la Muerte”.
Es entonces cuando el aspirante recibe la palabra del Maestro, “Mak Benah”, la
primera parte en un oído y la segundo en el otro. Ya en su sitial, el Venerable
termina: “Hermanos, que nuestra alegría sea grande en este día; aquel que era
parecido a los muertos ha renunciado a los vicios que podían corromperle y ha
recibido una vida nueva”.
Se trata de un psicodrama susceptible de muchas lecturas. La moralista
es la que parece más evidente y la más aceptada en el interior de las logias. La
dualidad muerte-resurrección se tiene como una renuncia a los vicios que
corrompen la naturaleza humana. La interpretación espiritualista, que sostienen
algunos sectores masónicos surgidos de los medios esotéricos del siglo XVIII u
ocultistas del XIX, apenas se vislumbra por ningún sitio. El tema iniciático
central -muerte del hombre viejo y resurrección de un ser renovado- solamente
es lícito si antes, los dos primeros grados, han cumplido su función: dominio y
control sobre el cuerpo y dominio y control sobre el psiquismo. A partir de este
punto, alcanzado durante la iniciación como Compañero, se abre la puerta a la
comprensión del tercer grado: de lo contrario, la representación de la tragedia
de Hiram no deja de ser una representación teatral necesaria para escalar los
más altos grados de la masonería, pero desprovisto de un contenido objetivo
de apertura de la conciencia a niveles más profundos. Y si esto es así, la
masonería dista mucho de ser una organización iniciática, sino que apenas es
otra cosa hoy que un club adaptado a un cierto tipo de necesidades sociales.
En conclusión Hermanos:
 En masonería, muerte significa inicio de una nueva vida, la vida
masónica que comienza con la iniciación y que es permanente en el tiempo y
que en los rituales se expresa en los aumentos de grado.
 La iniciación de alguna manera también es permanente y nos acompaña
en el rito pero se convierte en un estilo de vida.
 Se muere cada vez que buscamos desentrañar algún misterio o
incógnita y cada que logramos desterrar la intolerancia los dogmas y los
prejuicios al mismo tiempo que nacemos más libre de conciencia y espíritu.
 Nuestros progresos en la vida nos llenaran de experiencia, nos
transportaran a la madurez en la medida que nos acerquemos a un estilo de
vida más saludable y que nos permitirá tener una vida más sana y plena.
 En masonería una vida más larga, necesariamente se acompañara de
mayor libertad de conciencia.
 Es importante entender la muerte como un fenómeno propio de la vida,
hablar de ella con naturalidad, lo que nos permitirá crecer como personas y
envejecer con dignidad.

R:. H:. Víctor Linares Baca

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