Está en la página 1de 363

índice

Agradecimientos .............................................................................. 11

PRIMERA PARTE
LOS VIRUS MENTALES

1. El caldo de cultivo: la coherencia y elsentido ............ 15


2. Los virus .......................................................................... .... 39
3. Los virus desencadenantes ............................................... 61
4. Los virus restrictivos .......................................................... 93
5. Los virus Géminis ................................................................ 125
6. Los virus asesinos ............................................................... 147

SEGUNDA PARTE
LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

7. La terapia de virus mentales ............................................ 167


8. La depresión ......................................................................... 189
9. Las alergias ............................................................................. 209
10. El cáncer ................................................................................. 219

TERCERA PARTE .
LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

11. Cómo acabar con la procrastinación ahora mismo 245


12. Para superar el temor al fracaso y el temoral éxito .. 253

9
I V-.' í.u tiy iii^ r v i a ./ j v ¿v ju in m t - c j v^ v_ / i n ri\ i_

CUARTA PARTE
LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

13. Los virus íntimos ................................................................. 277


14. La comunicación sin virus ................................................ . 297

' QUINTA PARTE


HACIA LA PLENITUD

15. Conseguir los resultados que deseamos en ia vida ... 321


16. Más allá de los virus mentales .......................................... 331

APÉNDICES

Apéndice ]: La definición de tu proyecto .................................. 339


Apéndice 11: Recursos ...................................................................... 351
Apéndice III: Tipos de virus mentales ........................ ................ 353
Apéndice IV: Ejercicios ............. ..................................................... 361
Apéndice V; Claves de conducta ............................ ..................... 363
Apéndice VI: Soluciones antíviricas ............................................ 365
Agrá deci mien tos

Me gustaría expresar mi gratitud a las numerosas personas que


han hecho posible este libro, en especial a las siguientes:

Frank Weimann, mi agente, que reconoció y prestó apoyo a


mis visiones;
Adrienne Ingrum, que intervino decisivamente en llevar mis
visiones a la imprenta,
Roben Diíts, que concibió la idea de los virus mentales y dio
a conocer la PNL ai país y a mí personalmente,
Lynn Larson. que con su apoyo emocional, su fe en mis ideas
y su trabajo de revisión me ayudó a llevar a buen fin la obra.
PRIMERA PARTE

Los virus mentales


1

El caldo de cultivo:
la coherencia y el sentido

El sentido de las cosas no reside et) las cosas en sí,


sm o en la actitud que observamos hacia ellas.

ANTOlNfc DE S a í NT-ÉXUPÉRY

20 de julio cié 1969. Ya había amanecido y el sol aparecía muy


por encima del horizonte, pero el cielo estaba negro como el car­
bón. Los primeros astronautas estadounidenses en llegar a la
Luna miraban expectantes hacia la Tierra desde aquel paisaje
baldío. Tras años de riguroso entrenamiento, habían llegado al
punto óptimo de coherencia física, mental y emocional y, no
obstante, estaban a punto de ser testigos de la experimentación
de una nueva forma de coherencia que tendría repercusiones
científicas espectaculares.
Con excepción de aquellos dos alienígenas terrícolas, la Luna
estaba deshabitada. O tal vez no De hecho, los impactos de los
meteoritos habían sembrado la superficie lunar de aminoácidos,
verdaderos «ladrillos» o piezas fundamentales de toda forma de
vida. ¿Cuándo podemos decir que existe vida y cuándo no?
En las profundidades de las remotas selvas tropicales de
aquella esfera celeste y acuosa perdida en el cielo, acechaban
combinaciones microscópicas de proteínas y material genético,
esperando con paciencia que llegara el momento de cobrar vida.
En sí mismas, había tan poca vida en ellas como en la Luna, si
bien en el núcleo de una célula huésped, cuando el hombre se
Jó PARTE i: LOS VIRUS MENTALES

aventurara en esas regiones, estas com binaciones volverían a


poseer el milagro de la vida, es decir, la capacidad de reprodu­
cirse. Con el tiempo, las plagas del sida, el ébola y otros virus
asolarían el planeta Tierra.
Por aquel entonces no se conocía la existencia de los virus
iniormáticos. Sin embargo, en aquel momento un fallo en los
ordenadores del control de la misión podría hacer fracasar el
experimento que estaba a punto de realizarse y, posiblemente,
poner en peligro las vidas de los astronautas. Mane, una de las
programadoras, tampoco sabía de la existencia, de los virus infor­
máticos. Sabía que sus programas eran un éxito total y, sin
embargo, aquel éxito le producía un extraño sentimiento de
decepción. Miró a su marido, jason, sin duda el hombre de sus
sueños, y se preguntó por qué, de cuando en cuando, aunque
de forma regular, ella hacía cosas que ponían en jaque la rela­
ción. Pensó en su primo, que agonizaba en la fase terminal de
un cáncer, y dejó escapar un estornudo como respuesta alérgica
al microscópico polen de julio que flotaba en el aire.
La Luna, que se encuentra a una distancia media de
3 8 4 .4 0 0 kilómetros de 1a Tierra, puede ser un lugar sumamen­
te solitario. Sin em bargo, es una posición inm ejorable para
gozar de una buena perspectiva. Cuando observamos nuestro
mundo desde el «exterior» nos embarga una sensación muy
intensa de las cosas que son importantes en la vida y de las que
no lo son. Cuando pensamos en nuestra propia vida, y tal vez
imaginamos que nos encontram os cerca del final, ¿tenemos
una n oción de lo que realm ente ha sido nuestra existencia?
¿Cómo tendríamos que vivir? ¿Qué necesitamos para alcanzar
nuestras metas? ¿Qué experiencias nos habría gustado vivir?
¿Cómo tendríamos que ser para que, llegado el momento final,
pudiésemos mirar hacia atrás, sonreír y pensar: «Ha sido real­
mente una vida plena de satisfacciones»? Por otro lado, ¿qué
nos impide fijarnos un rum bo en la vida, desde cuyo final
podamos lanzar una mirada hacia atrás y sentimos plenamente
orgullosos de lo que hemos vivido? Tal vez ya hemos em pren­
dido el cam ino, pero si no es así, ¿qué nos lo ha impedido?
Acaso:
El c a ld o de cultivo: Id c o h e r en ac í v e! sentido 17

• ¿lo hemos aplazado?


• ¿nos hemos visto atrapados en el engranaje de ganarnos la
vida para sobrevivir?
• ¿hay problemas de salud?
• ¿tenemos temor al fracaso o temor al éxito?
• ¿no tenemos la calidad de relaciones íntimas que deseamos?
• ¿no sabemos administrar eficazmente nuestra economía?
• ¿sufrimos de alergias, cansancio o depresiones periódicas?

Supongamos que un día descubrís que todos los obstáculos


internos que se erguían entre vosotros y vuestra capacidad de
alcanzar el destino deseado eran producto de un grupo de-virus
biológicos recién descubiertos por los científicos. Y supongamos
que también existiera una solución antivírica, sin efectos secun­
darios, que pudieseis comprar en la farmacia. ¿Acaso no seríais
los primeros en poneros a la cola? O supongamos que descubrís
que iodos estos obstáculos internos los provoca un misterioso
mecanismo de vuestro ordenador personal. Si pudieseis adquirir
un programa antivirus, ¿no lo compraríais para instalarlo inme­
diatamente?
Sin duda, estos casos hipotéticos os parecerán improbables.
Pero ¿cómo reaccionaríais si os dijera que todos los obstáculos
internos que se yerguen entre vosotros y el lugar que queréis
alcanzar en la vida son el resultado de disfunciones del pensa­
miento que tienen un parecido asombroso con los virus biológi­
cos e informáticos, una clase de virus que podríamos denominar
virus mentales? Tal vez ahora os parezca más probable. Suponga­
mos que pudiésemos disponer de una Terapia de Virus Men­
tales"'5. Al cabo de un breve periodo, podríais:

• romper con los modelos autodestructivos, como él temor al


fracaso o al éxito, las continuas postergaciones o los conflictos
internos;
• conocer alternativas eficaces que reemplacen los medicamen­
tos para aliviar alergias y depresiones;
• descubrir el eslabón perdido que sanaría vuestra mente y
vuestro cuerpo con resultados tres veces más eficaces;
Í8 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

* reconocer los cinco tipos de «minas terrestres» que destruyen


la mayoría de las relaciones íntimas;
* comprender cómo los virus mentales matan a mucha más
gente que el sida, el ébola y los demás virus biológicos juntos;
* superar los virus mentales para usar el cerebro con precisión
de láser, ver realizadas las aspiraciones personales y alcanzar
la plenitud espiritual.

Sobre estos temas versa este libro: reconocer los virus m en­
tales como la base común de los modelos amodestructivos, y
aplicar remedios antivíricos de. fácil empleo para mejorar la
salud, las relaciones, la carrera profesional, la cohesión social y
la realización personal.
satisfacción personal fue, a no dudarlo, uno de los prime­
ros sentimientos que los astronautas experimentaron al pisar
triunfalmente la superficie lunar y mirar hacia la Tierra, pensan­
do en el experimento que estaban a punto de protagonizar. «Ahí
está», observaron los astronautas cuando el destello de luz pro­
cedente de la Tierra rebotó en los reflectores angulares que ha­
bían montado. El destello recorrió con precisión milimétrica el
camino de vuelta hasta el punto de origen en la Tierra. Aquella
luz, claramente visible para ios astronautas, podía observarse
desde la Luna a niveles tan bajos como 15 vatios, potencia que
correspondería a una lamparilla doméstica. Lo que no podían
ver eran los millones de vatios de las luces de Nueva York en la
noche. ¿Cómo era posible que una luz más débil, de 15 vatios,
fuera claramente visible, mientras que ciudades enteras en la
Tierra no alcanzaran a iluminar el cielo lunar?

La coherencia

La diferencia radica en la coherencia. Cada partícula de luz de


esta novedosa y extraña fuente de 15 vatios vibraba en sincronía
con todas las demás. Todas ellas se sumaban, de forma construc­
tiva, para producir un haz coherente de luz. En cambio, la luz
normal está compuesta de partículas, o fotones, que, en general,
El caldo d e cultivo: la coherencia y el sentido 19

funcionan unas contra otras de manera destructiva. De modo


que 15 vatios de luz coherente brillan más que millones de
vatios de luz no coherente.
Cuando una persona se encuentra bien de salud, el cuerpo
funciona de forma coherente. Todos los sistemas trabajan juntos
y en armonía para sostener la vida y producir una sensación de
bienestar. En parte, el poder de un ordenador reside en el fun­
cionamiento coherente de sus circuitos, que ejecutan complejos
cáiculos a la velocidad de la luz. Cuando un virus biológico
invade el cuerpo, el funcionamiento deja de ser coherente. El
cuerpo debe funcionar contra sí mismo y destruir las propias
células infectadas por el virus. Los resultados de una infección
vírica pueden ser muy diversos, con un espectro de posibilida­
des que van desde un resfriado relativamente benigno hasta el
letargo de la fiebre, o a la descomposición d.e los órganos inter­
nos, como en el caso del ébola. Un virus informático que invade
los programas o afecta a la memoria del ordenador también se
traduce en una taita de coherencia en el íuncionam iento del
equipo. El resultado puede ser inocuo, como el teclado que pro­
duce un sonido extraño el día 18 de cada mes, aunque también
hay virus que destruyen los archivos guardados en el disco duro.
Un artículo publicado recientemente en Newsweek afirmaba
que e] cerebro humano es la creación más compleja de! universo
conocido. May quienes calculan que en el cerebro humano, con
sus diez mil millones de células, hay unas 10'-00 (equivalente a
un 1 con 8 0 0 ceros a la derecha) vías posibles de interacción
entre las células. La naturaleza nos ha dotado con el producto de
ingeniería más asombroso del universo, pero no ha incluido el
manual de instrucciones. Además., no siempre resulta de fácil
manejo para el usuario.
\ ¿Hasta qué punto es coherente el cerebro de una persona
normal? ¿En qué medida estamos a salvo de los virus mentales?
Para formarnos una idea, podríamos preguntar cuántas personas
en este país provienen de familias de ideas claras, em ocional­
mente equilibradas, familias que podríamos denominar fu n cio­
nales- Según la célebre psícóloga familiar Terrance Gorski, una
lamilia funcional es, ante todo, una familia que educa a ios niños
20 PARTE í: LOS VIRUS MENTALES

y les proporciona las capacidades intelectuales, emocionales y cíe


relación necesarias para actuar de forma eficaz como adultos.
Las facultades intelectuales capacitan a las personas para dar
sentido a las realidades externa e interna. Esto significa un míni­
mo de disfunciones, distorsiones y rechazos de percepción. Las
facultades emocionales, a su vez, preparan a las personas para
1) reconocer sus propios sentimientos; 2) expresar esos senti­
mientos a otras personas, y 3) ser capaces de escuchar, y atender
a, los sentimientos de los demás sin adoptar una actitud defensi­
va. Las facultades relaciónales permiten a las personas comuni­
carse con éxito en el espectro de posibles relaciones humanas,
incluyendo el mayor desafío de todos, las relaciones amorosas.
¿Cuántos de nosotros hemos observado, en los mayores que
nos cuidaban de niños, esta manera de vivir la vida plenamente
y de darnos todos las herramientas que necesitábamos? Gorski
calcula, con optimismo, que sólo un 20 o un 30 por ciento.

N uestro nivel de coherencia

El siguiente ejercicio os dará una visión de vuestro nivel de pen­


samiento coherente.

Ejercicio 1
La coherencia de vuestro pensamiento

Contestad a las siguientes preguntas acerca de vosotros mismos.


Hacedlo con franqueza.

1. ¿Crees que, de vez en cuando, no actúas como eres, o que


experimentas un estado emocional que más tarde te desa­
grada?
2. ¿Sueles dejarlo todo para mañana?
3. ¿Sufres alergia cuando te expones a cierto tipo de polen, a
productos químicos, a alimentos o a animales?
4. ¿Has tenido bloqueos de aprendizaje en alguna asignatura
en el colegio?
E¡ calcio de cuhivo: la coherencia y el sentido 21

5. ¿Has sentido temor ante el fracaso o el éxito?


6. ¿Te resulta difícil tomar decisiones?
7. Cuando eras sohero/a y salías con alguien, ¿temías que te
rechazaran al acercarte a tu nuevo/a amigo/a?
8. Cuando mantienes una relación, ¿haces cosas estúpidas que
acaban socavándola?
9. ¿Tienes alguna inclinación por ciertas adicciones, como
fumar, comer chocolate o tomar café, aunque sepas que no
son buenas para ti?
10. ¿Sufres depresiones?

Si, como la mayoría de las personas, contestáis afirmativa­


mente a por lo menos una de estas preguntas, podréis realizar
grandes progresos para mejorar vuestra salud y conseguir la cali­
dad de relación que deseáis. Siguiendo los ejercicios y orienta­
ciones de este libro, podréis disminuir los conflictos internos,
acabar con los bloqueos de aprendizaje y, tal vez, aliviar las
alergias o la depresión.
Lo que más cuenta en la vida no es tanto lo que nos sucede o
no nos sucede, sino nuestra manera de ciar un sentido a lo que la
vida nos proporciona. Las personas más felices y m ejor adap­
tadas que conozco tienen en com ún esta cualidad mágica, a
saber, la capacidad de dar un sentido a las experiencias de la
vida de un modo realmente útil, para liberarse de los retorcidos
g i r o s
de los virus mentales. Para entender m ejor los virus mentales y
cómo nos afectan, pensemos, en primer lugar, en nuestra mane­
ra de dar un sentido a las cosas. Analizaremos brevemente:

2. El pensamiento coherente.
2. La Programación neurolingüística, que nos proporciona una
comprensión de cómo pensamos y que constituye un instru­
mento básico de la terapia de virus mentales.
3. Las fuerzas duales que nonnalmente nos motivan.
4. Nuestra manera de dar un sentido a las cosas basándonos en
el estado emocional que experimentamos.
22 PARTI". I: LOS VIRUS MENTALES

5. Cómo influye en el sentido que damos a las cosas lo que sen­


timos físicamente y nuestros mapas internos de la realidad,
ó. Cómo las creencias, los valores y el aprendizaje también
influyen en nuestra manera de dar un sentido a las cosas.
7. Cómo los virus mentales inutilizan los procesos menciona­
dos más arriba.

El pensam iento coherente

Hace siete años ¿-i Dana, una gran amiga mía, le diagnosticaron
un cáncer de ovario en estado avanzado. De las personas que
sufren este tipo de cáncer sobreviven sólo e) 15 por ciento. El
único tratamiento disponible en ese momento para mí amiga era
la agresiva quimioterapia y la introducción de tubos en sus pul­
mones y otros órganos con el fin de extraer el exceso de Huidos
acumulados. De vez en cuando, Dana me contaba cosas espan­
tosas sobre eí sufrimiento adicional de tener que someterse a tra­
tamientos médicos mal concebidos, a la burocracia, a la falta de
apoyo económico y al hecho de que se estaba muriendo con sólo
cuarenta y dos años. Sin embargo, lo que yo encontraba real­
mente notable en ella era que, a pesar del dolor y el sufrimiento,
casi siempre lograba dar un toque humorístico a estas situacio­
nes, o al menos contarlas con humor.
Dana era una mujer que se entregaba totalmente a su singu­
laridad, de una manera casi Indica, encantadora e infantil. En
una ocasión, me como que había vendido su casa para comprar
una barcaza y vivir en ella, porque pensó que aquello sería una
aventura. Las personas se sentían magnetizadas de forma natural
por su capacidad para estar aquí y ahora, y para ver el lado posi­
tivo y divertido de las cosas que le sucedían. Sospecho que esta­
ba más viva durante su agonía que muchas personas que gozan
de perfecta salud. Como podéis imaginar, las visitas entraban y
salían del hospital para embeberse de su presencia y aprender su
secreto vita) antes de que falleciera.
Todas las tradiciones religiosas y espirituales nos dicen que
así deberíamos vivir, viendo el lado bueno de las cosas, recono­
El c a ld o d e cultivo: 'a cohcrcncía y el sentido

ciendo lo que hay de valioso en todo lo que nos sucede. Por des­
gracia, en la mayoría de los casos no nos dicen cómo vivir de
esta manera. ¿Cómo puede una persona como Dana seguir ade­
lante, emocional y espiritualmente, y mantener su encanto inte­
rior en las peores condiciones? ¿Cómo puede un Thomas Edison
fracasar miles de veces en la fabricación de una bombilla y seguir
adelante, sin tener la certeza siquiera de que a la larga funciona­
rá? ¿Cómo pueden algunas personas mantener una concentra­
ción que les permite aprender una lengua extranjera en uno o
dos meses? Creo que se trata de ejemplos del poder de un pen­
samiento genuinamente coherente.
Fijaos de cuando en cuando en aquellos días especiales,
cuando iodo parece que funciona tal com o deseáis. Macéis lo
correcto en el momento correcto. El partido de tenis ha sido
espectacular, o habéis dado con las respuestas apropiadas en una
reunión importante. A veces parece que aquel día no podría
haber sido mejor m aunque lo hubieseis planeado. ¿Acaso días
como éstos suceden al azar, o hay alguna otra explicación?

Ejercicio 2
Aquellos días tan especiales

Haced una lista de Las cualidades que. según vosotros, hacen


de esos días especiales algo único. ¿Cómo os sentís físicamen­
te? ¿Qué emociones tenéis? ¿Cómo veis el mundo? ¿Reconocéis
algún sonido especial? ¿De qué tipo de creencias de aquellos
días especiales sois conscientes? Durante un par de minutos,
anotad todas las características que podáis, ío más rápidamente
posible.
A continuación, presentamos una lista de las cualidades más
frecuentemente citadas en respuesta a este, ejercicio. Comparad­
las con vuestra propia lista:

• Me siento relajado.
• Todo encaja.
• Me siento espontáneo.
• Estoy contento y lleno de energía.
24 PAKIT. I: TOS VIRUS MEN'LAI.ES

* E! iia parece más luminoso.


• Laj cosas me salen a pedir de boca.
* Mi estado de. ánimo contagia a otras personas.
• ¡.Sun dias sumamente raros'

¿Cómo encajan estas cualidades con vuestra experiencia?


F.stos días son el resultado, a\ menos en parte, de un pensamien­
to coherente. Por otro lado, el pensamiento no coherente nos
deprime a causa de problemas mucho más pequeños que los que
padecía Dana (las facturas mensuales, los desacuerdos en nues­
tras relaciones personales, o la limpieza de la caja del gato). Vivir
y ser fieles a nuestro carácter único, como hizo Dana, es un com­
ponen te importante del sentido que damos a la vida. Incluso
puede darnos una clave para que ese tipo de días especiales se
repitan más a menudo.
Asi, tomé la decisión de hacer de la revelación del secreto de
Dana un objetivo prioritario de mi crecimiento personal. Sólo
\in año más tarde, cuando seguía un curso de Programación
neurob'.-güística (PNL), descubrí mi primera clave.

La Program ación neuroUngüística

La Programación neurolingüística, o PNL, fue desarrollada en


1975 por Jo h n Grinder y Richard Bandler en la Universidad de
Calilo mía en Santa Cruz, y fue popularizada años más tarde por
Tony Robbins con su éxito editorial El poder sin límites.: La PNL
proporciona unas técnicas sencillas peío poderosas paTa cambiar
el comportamiento y nuestros estados emocionales, para influir
en otras personas y tomar como modelo a personas sobresalien­
tes. Estos métodos se aplican actualmente en la educación y en
las terapias cié relaciones personales, en los negocios, el deporte
y la motivación personal para la consecución de logros y aspira­
ciones.
Grinder y Bandler iniciaron su trabajo tomando como

1 Tony Robbins, El potít:) sin íjmtrtrs, Grijaíbo, Barcelona, 19 93 .


Eí ccúiio de cultivo: ¡a cohy.reuthi v d sentido 25

modelo a un grupo de grandes com unicadores, Lerapeutas y


sanadores: Millón Erickson, Virginia Salir y Frilz Perls, y luego
copiaron ios resultados «mágicos» que obtenían estas personas.
Al estudiar PNL, em pecé a vislumbrar las posibilidades del
pensamiento coherente. Además, Roben Dilts, uno de mis for­
mado res, fue una de las primevas personas a las que oí hablar
de la expresión virus mentales para describir un extraño conjun­
to de distunciones en el pensamiento humano que producen
un comportamiento autodesiructivo y distorsionan la coheren­
cia mental. F_n PNL, coherencia mental también equivale a con­
gruencia, es decir, a no estar en conflicto con uno mismo y con­
seguir que nuestros aspectos inconscientes funcionen como un
iodo armónico.
La PNL estudia cómo procesamos la experiencia sensorial,
cómo representamos la información en nuestra mente y cómo
damos sentido a lo que experimentamos en la vida.
El prefijo neuro se refiere a la neurología, o sistema nervioso.
El término lingüística se refiere a los modelos lingüísticos, es
decir, cómo el lenguaje influye en nuestra manera de pensar y
qué revela el uso de las palabras acerca de nuestros modelos
inconscientes de la realidad. Los modelos lingüísticos se relacio­
nan con los modelos de pensamiento. Hay fundamentalmente
tres maneras de pensar; ,

• pensamiento visual, en el que elaboramos una imagen en


nuestra mente;
• pensamiento auditivo, que nos permite tener un diálogo inte­
rior o conversación con nosotros mismos;
• pensamiento cinestésico, relacionado con las sensaciones o
emociones internas.

Ui visual, ia auditiva y la cinestésica (V/A/O son modalidades


del pensamiento y la percepción.
Programación se refiere a una secuencia de la experiencia sen­
sorial externa e interna, V, A o C, que experimentamos para
alcanzar un estado emocional, como sentirse motivado, frustra­
r/ 'M w L_ i . v ív iu ; n

do, concentrado o deprimido. Por ejemplo, cuando pongo en


práctica aquello de «ya lo haré mañana», podría:

• ver que hay que limpiar el garaje (visual externo, o Vc);


• oír una severa voz interior que me dice: «Tienes que hacerlo»
(auditivo interno, o A‘);
• oír otra voz interior, quizá mi lado rebelde, que dice: «No
quiero hacerlo» (auditivo interno, o A’);
• imaginar iodos ios detalles tediosos necesarios para llevar a
cabo la tarea (visual interno, o V) y, finalmente.

• sentirme paralizado por el conflicto interior entre tener que


hacerlo y n o querer hacerlo (anestésico interno, o C).

En resumen, mi programa o estrategia para aplazar la reali­


zación de una tarea se perfila de ia siguiente manera:

La razón por la que mi programa «ya lo haré mañana» fun-


i _. l CtAK-ÍV' *.*«. vv*-»-

clona larybien es que es incongruente: en mí hay aspectos iruer*


nos en conflicto. Cuando entendí esto, descubrí mi primera
clave para entender el secreto de cómo Dana pensaba y vivía.
C lave núm ero I: Ser con gru en tes en nuestro pen sam ien to. Tra­
b a ja r p a r a q u e miesfros a s p e c to s m en ta les y nuestros a s p ec to s
e m o c io n a le s se Alineen con n u e s tr o c a r á c t e r ún ico y n u estro
atractivo interior.

Desde luego, esto significa lograr la paz entre los aspec­


tos internos en conflicto y entrar en contacto de manera más
intensa con lo que hace que nos sintam os únicos com o seres
humanos y que sigamos el camino más fiel a nuestro carácter
único.
Otra clave para comprender nuestra manera de dar un senti­
do a las cosas consiste en analizar tas fuerzas duales que condu­
cen a la motivación.

¿Qué nos motiva en la vida?

Algunos partidarios de ia PNL sostienen que sólo hay dos fuer­


zas presentes en lodo comportamiento y motivación humana.
Éstos son el temor a sentirse mal (experimentar estados emocio­
nales dolorosos) y el deseo de sentirse bien (experimentar esta­
dos emocionales placenteros).
Lo que la mayoría de nosotros deseamos en la vida, es decir,
felicidad, amor, bienestar, poder, c*ito , etc., son simplemente
estados que nos hacen sentir bien.

E jercicio 3
L a m otivación en nuestros o b jetiv os

Dibujad tres columnas verticales en una hoja. En la primera


escribid una lista de cinco objetivos importantes qiie os gustaría
alcanzar en el plazo de un año. Junto a cada uno de éstos, en la
segunda columna, anotad por qué es importante para vosotros
28 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

lograrlos. En la tercera columna, escribid la emoción o pensa­


miento que experimentaríais al lograr cada uno de ellos.
¿Es uno de vuestros objetivos tener más dinero7 Si la res­
puesta es sí, ¿por qué queréis más dinero? Tal vez digáis que
queréis comprar algunas cosas. Y yo preguntaría: ¿por qué que­
réis comprar esas cosas? Vosotros diréis que el hecho de poder
comprar lo que queréis os hace sentir poderosos. Por lo tanto,
sentirse poderoso es el estado agradable que buscáis, y el dinero
es uno de los medios para alcanzar dicho estado. Si vuestro obje­
tivo es tener una relación, puede que éste tampoco sea el objeti­
vo fundamental. ¿Qué es lo importante para vosotros en tener la
clase de relación que deseáis? Tal vez os agrade el sentimiento de
estar enamorados, o quizá la relación de pareja hace que os
sintáis más seguros, o tal vez os sentís más conectados cuando
existe el compañerismo de por medio. Una vez más, lo que real­
mente perseguís son estos estados agradables. Tener un coche
nuevo podría daros un sentido de libertad. Tener una orienta­
ción espiritual podría dar más sentido a la vida.

Ejercicio 4
Estados emocionales de temor

Enumerad rápidamente cinco estados emocionales que evitaríais


a cualquier precio. Pueden ser estados como la humillación, la
depresión, el agobio, la ira, la confusión o el temor.
Supongamos que un/a amigo/a os invita a hacer algo que
nunca habéis hecho, como ir a bailar salsa, visitar una feria de
productos informáticos o saltar en las camas elásticas. Al valorar
cada una de estas posibilidades, ¿con qué emociones relacionáis
aquella actividad? Si la relacionáis con el aburrimiento, la humi­
llación o el temor por vuestra integridad física, estados que a
cualquiera de nosotros nos gustaría evitar, es probable que no
sigáis adelante. Por otro lado, si asociáis la idea con una posible
aventura, con un momento de diversión o con la posibilidad de
conocer gente, es más probable que participéis. En parte, enten­
der y dar un sentido a lo que la vida nos presenta consiste en
E¡ caído de cultivo: la coherencia y el sentido 29

juzgar inconscientemente si lo que vivimos nos conducirá a un


estado placentero o doloroso.

Cómo valoramos las experiencias de la vida

Si esto es cierto, entonces ¿qué determina si lo que vivimos es


emocionalmente doloroso o placentero? Aparte el dolor físico
puro y duro, esto no siempre es evidente. Puede que una per­
sona asista a una clase de danza y com eta muchos errores y,
aun así, que se divierta mucho, mientras que otra persona vi­
virá la misma experiencia como una humillación. Habrá quien
encuentre al hom bre o la m ujer de sus sueños, se enamore
y se sienta maravillado por la vida, mientras que otros, igual­
mente enam orados, se sentirán paralizados por la idea de la
intimidad.
Desde la perspectiva de la PNL, la evaluación dolorosa o pla­
centera de las experiencias vividas viene determinada por
1) nuestra fisiología, 2) nuestros modelos o mapas mentales
sobre qué aspecto tiene para nosotros el exterior (lo que deno­
minamos representaciones internas), y 3) la manera en que nues­
tros modelos de la realidad coinciden con nuestras expectativas,
valores y relaciones.
Esperamos naturalmente que el aprendizaje y la facultad de
dar un sentido a las cosas generen un mapa interno de la reali­
dad más o menos preciso. Sin embargo, he descubierto que bajo
las circunstancias adecuadas, aprender y dar un sentido a las
cosas puede generar dislunciones en el pensamiento que con­
duzcan a la incongruencia, es decir, a los «virus mentales» que
mencionaba Robert Dilts. '

La fisiología

Nuestras sensaciones físicas (o fisiología) tienen un profundo


efecto en la manera en que damos un sentido a las cosas. ¿Nos
30 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

sentimos descansados? ¿O cansados? ¿Tenemos energía? A


menudo, observamos que aquellos dias especiales se producen
después de un buen sueño restaurador o de una sesión de fisio-
dinámica o de cualquier actividad con la que nos sentimos físi­
camente vivos y vibrantes.
Una buena fisiología depende de una dieta adecuada, del
ejercicio, del descanso y de evitar el consum o de drogas. Sin
embargo, otros factores como la postura, la respiración, a veces
lenta y profunda, o el movimiento de los músculos faciales, pue­
den tener un impacto profundo en la fisiología. Por ejemplo, en
un estudio realizado con personas que manifestaban síntomas
maniaco-depresivos, se pidió a un grupo de pacientes que dedi­
caran 15 o 20 minutos al día a sonreír. Al cabo de un tiempo
estas personas experimentaron una mejoría notable en compara­
ción con el grupo de control. El resultado se explica por el hecho
de que la sonrisa estimula la secreción de los neuropéptidos y
neurotransmisores que el cerebro produce de forma natural
cuando experimenta una sensación de bienestar.
Adoptar la fisiología de un estado emocional que deseamos,
como si estuviésemos experimentando aquel estado, es una de
las maneras más rápidas para inducir dicho estado.

Ejercicio 5
El marco «como si»

Supongam os que lo que vais a aprender en este libro trans­


formara vuestra vida y os permitiera realizar hasta los sueños
más osados. Si supierais con certeza que esto va a suceder,
¿cómo estaríais sentados? Os sugiero, entonces, que os sentéis
de esa manera. Pensad en cómo respiraríais si os sintieseis en
plenitud de facultades y controlarais vuestro destino. Respirad
de aquella manera y observad qué sentís. ¿Cómo sería vuestra
expresión facial en ese estado? Os sugiero que adoptéis esa
expresión. Una vez que hayáis hecho todo esto, volved a obser­
var qué sentís.
El caldo de cultivo: la coherencia y el sentido 31

Las representaciones internas

¿Habéis visto alguna vez esos docum entales de la televisión


sobre la naturaleza en los que las cámaras nos enseñan el mundo
tal como lo ven los gatos? Los gatos poseen una visión nocturna
excepcional. Entonces el documental contrasta esa visión con la
de los reptiles, que son capaces de percibir el espectro infrarrojo.
A continuación, para mayor contraste, el documental nos descri­
be el ojo de la mosca. Este insecto tiene una estructura visual
de múltiples imágenes del mundo. Cada animal ve el mundo de
una manera asombrosamente diferente y única. Si estos ani­
males pudiesen de alguna manera com unicarse entre sí y des­
cribir el mundo que ven, ¿cuál de ellos lo estaría viendo correc­
tamente?
Algunas personas dirán que ninguno cíe ellos. Pensarán que
los seres humanos son los únicos animales que ven el mundo
correctamente. Sin embargo, hay que recordar que los pájaros
poseen una agudeza visual muy superior a la nuestra. De hecho,
todos los animales, mediante la visión y los demás sentidos, se
crean un modelo o mapa interno único del mundo.
Es evidente que nosotros no percibimos directamente la rea­
lidad sino un modelo neurológico, las Representaciones Internas
creadas por nuestros sentidos. Sin embargo, debemos compren­
der que nuestros mapas internos no representan con total preci­
sión lo que sucede en nuestro entorno o en nosotros mismos.
Lino de los supuestos básicos de la PNL es que F.t. m a p a n o f,s f. i .
TERRITORIO. •
El menú no es la comida. 1.a ecuación no es la realidad física.
Sin embargo, estos ejemplos proponen una manera más o menos
precisa de representación de la realidad. Conscientemente, nos
centramos en una o varias cosas a la vez, de modo que las innu­
merables impresiones que, segundo a segundo, bombardean
nuestros sentidos son filtradas inconscientem ente. Nuestros
valores, creencias y expectativas también pueden causar distor­
siones, omisiones y generalizaciones en la manera de percibir las
cosas.
>2 PARTh 1 LOS VIRUS MENTALES

Laís DETORSIONES. ¿Alguna vez os ha sucedido que, después de


cenar con amigos en un restaúrame, habéis tenido que poneros
de acuerdo para dejar la propina? Uno de vuestros amigos dirá
que ei servicio era bueno, porque suele acudir a un restaurante,
donde es mucho más lento, Otro pensará que la camarera era
grosera, porque interrumpía la conversación cada vez que se
acercaba a la mesa. Tal vez otro pensará que la camarera era cáli­
da y amistosa porque le recordaba a su tía preferida. Cada uno
de vosotros habrá tenido la experiencia de la misma camarera,
pero vuestras percepciones han sido cfi>-íorsionacfci.s por asociacio­
nes y expectativas anteriores sobre cómo ésta debía realizar su
trabajo.

Las OMISIONES. En este momento, al leer estas líneas, ¿sois cons­


cientes de vuestra respiración (o lo erais ames de que yo lo men­
cionara)? ¿Sois conscientes de los latidos de vuestro corazón?
¿Cómo sentís el codo izquierdo? ¿Oís el ruido del tráfico en la
calle? De hecho, a nuestro cerebro llegan miles de percepciones
en todo momento, pero sólo prestamos atención consciente a
una o, a lo más, a unas cuantas a la vez. Lil aspecto positivo de
esto es que podemos centrarnos conscientemente en aquellas
pocas cosas que hemos seleccionado y que requieren nuestra
atención. El aspecto negativo es que omitimos de la conciencia
la gran mayoría de la información sensorial que percibimos.

Las G EN ERA LIZA CIO N ES. Supongamos que es un caluroso día de


verano y habéis decidido ir a pasar el día a la playa con algunos
amigos. Una de vuestras amigas se distrae observando a una
familia cuyos miembros discuten y se insultan. Su conclusión
es que la gente en esa playa no es muy amistosa. Otro amigo se
fijará en un grupo de músicos que tocan ritmos africanos con
sus tambores, y concluirá que la gente de esa playa es muy
creativa y tocan bien en conjunto. Tal vez veréis a gente pescan­
do, jugando con un plato volador o al voleibol, de modo que
llegaréis a la conclusión de que a la gente de esa playa )e agrada
hacer deporte.
Parte del aprendizaje y la comprensión de cómo funciona la
£'! c a ld o d e cultivo; la cohenm ciu y el sentido 33

realidad tiene que ver con la formulación de reglas o generaliza­


ciones. Las generalizaciones son fundamentales para hacer la
vida algo más predecible, y pueden ser restrictivas o erróneas
cuando se formulan demasiado rápidamente o sin los datos sufi­
cientes.
Las distorsiones, omisiones y generalizaciones son como fil­
tros que limitan y distorsionan nuestros mapas internos. Aparte
de eso. incluso es probable que las percepciones no distorsiona­
das no sean las mismas para cada uno de nosotros. ¿Acaso
vemos todos el color azul de la misma manera? ¿U oímos los
mismos sonidos en un concierto? ¿O experimentamos el mismo
sabor con un helado de tresa? Lo dudo. Más bien, cada uno
posee unas Representaciones Internas únicas de estas y otras
experiencias. Nuestras percepciones internas son, probablemen­
te, can únicas como un copo de nieve. Por desgracia, la mayoría
de nosotros suponemos de forma inconsciente que los demás
poseen el mismo mapa interno de la realidad. Esto puede provo­
car problemas cuando nos relacionamos o trabajamos con otras
personas.
Una vez creado un modelo interno de lo que experimenta­
mos en la vida, el siguiente paso para darle sentido lo damos
cuando lo evaluamos inconscientemente. Lo hacemos compa­
rando eí modelo interno con las creencias, los valores y las aso­
ciaciones que hemos aprendido en el pasado. Observad que aquí
el punto clave no es que comparamos la verdadera realidad con
lo que esperamos que sea, sino que comparamos nuestro mode­
lo interno, más o menos distorsionado, con la manera como cre­
emos que. deben de ser las cosas.
-D a n , me he sentido muy humillada durante la fiesta - le
reprochó Doris-. ¡No parabas de coquetear con esa chica en el
rincón del salón, y todo el mundo se ha enterado! ■
Dons estaba irritada, en parte porque creía en la regla tácita
de que, cuando se tiene una relación de pareja, su amigo no
debe flirtear con otras mujeres, sobre todo cuando ella estaba
presente. Parece bastante justo, siempre y cuando Dan comparta
la misma creencia o norma. Pero aquí surgen dos problemas. Por
un lado, puede que la idea de Dan del coqueteo sea difereníe,
34 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

aunque tenga una relación de pareja. Si esto es cierto, tendrán


que resolverlas diferencias entre las creencias y valores que tiene
cada cual.
El segundo problema es que Doris comparaba su norma o
expectativa con su representación interna de lo que Dan estaba
haciendo. Esto puede ser completamente diferente de sus sentí'
mientos y acciones. ¿Cómo sabía ella que él coqueteaba de ver­
dad? ¿Cómo, sin hablar con nadie en el salón, sabía que todos lo
veían coqueteando?
Al igual que la mayoría de nosotros, Doris se enfadó porque
se había violado una norma o expectativa inconsciente. ¿Pero vio­
lada por qué? En este caso, su norma no ha sido violada por la
realidad sino por una interpretación interna distorsionada. Dan
conocía a aquella chica, quería presentársela a Doris, pero no
lograba recordar su nombre. ¡Qué pérdida de energía emocional!
Estas evaluaciones inconscientes son las que producen esta­
dos placenteros, temor o dolor. Pensemos que una persona
podría ganar la lotería y; al cabo de un. tiempo, sentirse deprimi­
da. Lo más probable es que una parte de esa persona crea que
no es justo tener tanto dinero, y que esa creencia no concuerde
con su Representación Interna de tener demasiado dinero.
¿Cómo es posible que un gran maestro como Sócrates, al ser
sentenciado a muerte y obligado a beber cicuta, se sirviera de
esa experiencia para enseñar a sus alumnos lo que experimenta­
ba mientras la cicuta surtía su efecto mortal? Su manera de pen­
sar relacionaba el aprendizaje a partir de nuevas experiencias,
incluso de la muerte, con el placer. Estas evaluaciones incons­
cientes que conducen al placer o al temor de sentir dolor se
basan en lo que hemos aprendido en el pasado y cómo lo hemos
aprendido.

Creencias, valores y aprendizaje

El aprendizaje tiene una cara oculta. Por un lado, nos permite


dar un sentido a la vida, en primer lugar a través de la memoria,
asociando acontecimientos y experiencias relacionados; en se­
¿11 C íU G Q CIZ C W t l V O . IU L ly ;« .M ’ 1. w, J

gundo lugar, a través de creencias y expectativas basadas en nues­


tra comprensión de cómo y por qué las cosas suceden así, y, en
tercer lugar, a través de las partes (modelos de pensamiento
construidos específicamente para protegernos de alguna m ane­
ra, sepultando recuerdos que podrían ser demasiado dolorosos).
Casi todos los aspectos de la vida tienen que ver con el aprendi­
zaje, y éste es fundamental en la organización de nuestro mapa
interno de la realidad y para orientarnos en la vida.
Por otro lado, el aprendizaje puede generar errores en el pen­
samiento. Las asociaciones, ese mecanismo tan básico de la
memoria, pueden ser erróneas. Las creencias, que normalmente
nos permiten comprender las cosas de la vida, pueden ser res­
trictivas o discapacitadoras. Los modelos mentales que hemos
construido para protegernos tal vez entren en conflicto con otros
modelos, lo que crearía conflictos interiores.
En resumen, el pensamiento coherente se da:

1. con el apoyo de la fisiología;


2. cuando creamos un mapa interno de lo que experimentamos
con un mínimo de distorsiones, omisiones y generaliza­
ciones;
3. cuando las creencias, valores y asociaciones que utilizamos
de forma inconsciente para evaluar nuestra experiencia son
más o menos precisos, productivos y eficaces para conducir­
nos a estados agradables y alejarnos de estados dolorosos o
de temor.

El pensam iento no coherente

¿Qué produce la incoherencia o incongruencia mental y emocio­


nal? ¿Por qué en ocasiones las motivaciones se desvanecen?
¿Cómo se explica que a veces tengamos miedo de estados positi­
vos y nos sintamos atraídos por lo negativo? En mis catorce años
de trabajo con clientes y con más de quince mil participantes en
mis seminarios, estoy convencido d e que el problema está rela­
cionado con las disfunciones del pensamiento a las que ya he
36 PARTb 1: I O S VIRUS MENTALES

aludido, que se parecen asombrosamente a los virus biológicos e


informáticos. Como hemos señalado, éstas pueden provenir de
la cara oculta del aprendizaje: asociaciones erróneas, creencias
restrictivas o discapacúadoras, y aspectos internos en conflicto.
Las experiencias emocionales significativas constituyen el caldo
de cultivo de estos virus. Los virus mentales inducen los siguien­
tes estados:

• temor al fracaso o al éxito;


• conductas autodestructívas;
• ansiedad ante las matemáticas u otros bloqueos de apren­
dizaje;
• preocupaciones y culpas injustificadas,
• expresiones de ira destructiva;
• compulsiones y adicciones;
• conflictos interiores, que muchos médicos y psicólogos ven
como causa importante o como catalizadores de eniermeda-
des crónicas y degenerativas;
• modelos destructivos de comunicación en las relaciones ín ­
timas.

Cuando comprendamos los tipos y estructuras de los virus


(véase capitulo 2), el carácter único de cada uno de los cuatro
tipos de virus (véanse capítulos 3-6), la Terapia de Virus Menta­
les™ (capítulo 7) y cómo la eliminación de los virus mentales
puede mejorar nuestra salud y potenciar nuestra carrera profe­
sional, las relaciones amorosas y el crecimiento personal (capítu­
los 8 -1 4 ), tendremos una visión de las posibilidades para crear
un pensamiento coherente y congruente, similar al de persona­
jes como Sócrates o mi amiga Dana. Dana, de hecho, admiraba a
los grandes pensadores y personajes históricos que manifestaban
esa claridad de pensamiento, a gente como Edison, Emstein y
los primeros hombres en la Luna.
Los astronautas miraban hacia la Tierra, asombrados, des­
pués de haber sido testigos del poder de aquella novedosa luz,
extraña y coherente. Si en ese momento hubiesen tenido pre­
sente el pensamiento coherente, tal vez se habrían preguntado por
delicio de cultivo: la coh e r a í ; ¡a y el sen tido 37

Ja magnitud del poder mental que podría generar ese tipo de


coherencia, y cómo el hombre podría transformar la vida en la
Tierra.
Sin embargo, la Tierra se veía asolada desde hacía tiempo
por una epidemia de incoherencia. Aunque esta epidemia mata­
ría a más personas que todas las epidemias víricas biológicas por
venir, curiosamente no sería reconocida como epidemia vírica
antes de que pasaran 26 años. Entre tanto, tres de los más gran­
des sanadores y terapeutas de aquella época (Milton Erickson,
Fritz Perls y Virginia Satir) estaban sentando las bases de los
remedios antivíricos.
2

Los virus

Nuestros peores enemigos,


ios que debem os com batir e n primer lugar,
v iv en en nosotros mismos.

M íg u e i. de C ervantes

Wil, uno de mis clientes, había sido profesor universitario.


Había pasado los últimos ocho años de su vida sumido en una
búsqueda espiritual en un lugar de retiro y meditación. Un día
decidió no volver a la universidad y se inscribió en un programa
de formación para iniciar una nueva profesión. En una ocasión,
io llamé para que me contara cómo le iban las cosas.
-N o demasiado bien - m e explicó. Una vez acabada la for­
mación, mi amigo había contraído una grave infección en los
dedos del pie. En los últimos meses había consultado varias
veces con un médico, que le había recetado antibióticos para
acabar con la infección, pero ésta persistía. Ya que su mal le
impedía ponerse zapatos, Wil no podía salir a buscar trabajo.
-W il -le dije-, cuando sales a buscar trabajo tienes que pisar
fuerte, por decirlo de algún modo, ¿no es así?
-Pues sí, ¡así es! -convino él.
-Y la verdad es que no puedes pisar fuerte con los dedos
infectados -aventuré.
-N o, supongo que no.
-¿Crees que puede haber alguna otra cosa, aparte de la infec­
ción bacteriana7 -inquirí.

39
PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

~No lo sé. Puede ser.


Al cabo de un rato, Wil se desentendió del tema v me contó
un relato de ciencia í’\cción que acababa de leer. Unos físicos
habían descubierto el secreto de la máquina del tiempo y podían
viajar a cualquier época del pasado, de modo que decidían vol­
ver al periodo jurásico para conocer a los dinosaurios. Después
de armarse y equiparse adecuadamente con instrumentos cientí­
ficos, se internaban en el túnel del tiempo.
Lo que descubrían era completamente diferente de lo que se
esperaban. En aquella ¿poca, la Tierra estaba habitada por una
colonia de alienígenas gigantes. Estos extraterrestres habían
encontrado la manera de reducir la gravedad de la superficie de
la Tierra a una sexta parte de su valor normal.
Los alienígenas gigantes criaban a los dinosaurios como ins­
trumentos para 1.a guerra en otros planetas Los físicos, que no
aprobaban este abuso de los recursos de la Tierra, descubrían la
manera de modificar la gravedad para que volviera a su valor
normal, lo cual provocaba la extinción de dinosaurios y aliení­
genas.
Sin embargo, los alienígenas lograban «sobrevivir» en forma
de virus. Su venganza consistía en infectar a todo ser vivo en la
Tierra, desde las bacterias hasta plantas, animales y seres huma­
nos La única manera de que evolucionara la vida en la Tierra
era que cada forma de vida desarrollara una respuesta inmuni-
tana a estos virus invasores. Al aparecer la inteligencia artificial,
los virus habrían cambiado a una fonna más idónea para infec­
tar ios ordenadores. Una vez más, la única' forma de supervi­
vencia de los ordenadores era mediante la creación de sistemas
inmunitarios de programación antivírica.
Wil opinaba que el pensamiento humano es la más alta
expresión de la evolución en la Tierra, el producto secundario
de aquella especialidad que hemos desarrollado como forma de
vida, a saber, la corteza cerebral. Pero los virus también habían
mutado para infectar el pensamiento humano. Algunas tradicio­
nes espirituales habían profetizado un nuevo paso evolutivo de
las conciencias, una «Era de Iluminación» en un futuro cercano,
en algún momento después del año 20 0 0 . Sin embargo, esto no
Las virus 41

ocurriría hasta que reconociésemos los virus de nuestro pensa­


miento por lo que son y desarrolláramos una respuesta inmuni-
taria apropiada.
Yo comprendía que después de ocho años de reclusión y
profunda meditación, había un marcado sesgo de espiritualidad
en la manera de pensar de Wil. No sé si había reproducido fiel­
mente la historia, pero me gustó mucho su interpretación.
Para volver sobre el problema de sus dedos, sugerí:
-Tal vez tengas un virus. -É l me aseguró que la infección era
bacteriana y no vírica, pero se mostró dispuesto a consultar y
descubrir qué emociones, creencias o antiguos condicionamien­
tos podrían haber influido en su infección. De hecho, yo sospe­
chaba que un virus mental podría haberla desencadenado, o
impedía que su cuerpo sanara.
¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que sois vuestro
peor enemigo, como si de vez en cuando hicierais cosas que difi­
cultan vuestro éxito? La primera vez que escuché a Roben Dilts
utilizar el término virus m en ta1 para describir estos modelos
autodestructivos del pensamiento me dije que era una bonita
metáfora. Algo en mi se preguntaba si no había algo más. ¿Tie­
nen algún tipo de estructura estas disfunciones? ¿Se reproducen
y alimentan una intrincada vida propia, a la manera de los virus
biológicos e informáticos? ¿Qué rasgos lumen en común con los
virus biológicos e informáticos? ¿Y qué diferencias? ¿Cómo
infectan y se propagan?
Para responder a estas preguntas, realicé una investigación
sobre los virus biológicos e informáticos y me dediqué a obser­
var más de cerca la estructura de las disfunciones del pensamien­
to durante las consultas de mis clientes.

Los virus biológicos

Septiembre de 1915. La primera guerra mundial ya ha comenza­


do. Nuevas armas letales (el gas mostaza, la ametralladora
y los tanques) han sido probadas en esta «guerra que acabará
con todas las guerras». Millones de vidas serán sacrificadas. Sin
42 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

embargo, el arma más mortífera de todas se está reuniendo en


algún lugar del sur de China. El insólito sistema de lanzamiento
son los patos migratorios.
En el invierno y primavera de 19 18-1919, tres años después
de la mutación vírica que se produjo espontáneamente en el
sur de China, el mundo vivió un brote pandémico de gripe que
mató a más de 20 millones de personas. Esta cifra equivalía
aproximadamente al 1 por ciento de la población mundial, y era
superior al número de víctimas de todas las batallas de la prime­
ra guerra mundial. Incluso hoy en día, el virus de la gripe suele
originarse en el sur de China y tarda unos tres años en llegar a
Estados Unidos. La producción de vacunas para la gripe de­
pende de los análisis sobre la gripe que ha afectado a patos, cer­
dos y personas en el sur de China tres años antes.
Un virus es una madeja de material genético de ADN o ARN
recubierta de una proteína. A veces se lo describe como «mal
agüero recubierto de proteínas» o «material genético rebelde».
Al parecer, los virus infectan a todas las formas de vida en el pla­
neta, desde los paros hasta las setas, bacterias y personas. Algu­
nos virus infectan sólo a cierto tipo de especies. Por ejemplo, la
viruela sólo afecta a los seres humanos. Otros, com o la gripe,
pueden cruzar las fronteras entre una y otra especie e infectar
patos, cerdos y seres humanos.
La morbilidad de los virus y la facilidad con que se propagan
son factores que se miden según el denominado nivel de biosegu-
ridcid. A pesar de lo mortífero que resulta ser el virus del sida, no
se propaga con demasiada eficacia, y sólo se sitúa en un nivel 2
de bioseguridad. En la parte superior de la escala, los virus de
nivel de bioseguridad 4, es decir, los virus calientes, se propagan
rápida y fácilmente, y es imposible curarlos. Los virus tropicales,
como la fiebre de Lassa o el ébola, pertenecen a esta categoría.
Los virus han existido a lo largo de toda la historia. Una antigua
inscripción egipcia2 que data de 1500 a.C. muestra a u n hombre
con la pierna atrofiada, una imagen que se interpreta com o
secuela de la poliomielitis. En los siglos xm y xiv de nuestra era,

2. «Víruses», NíUitfnt?? Geograplric, julio de 1994, pp. 6 4 -8 6 .


Les virus

la peste bubónica acabó con la cuarta parte de la población de


Europa. La viruela, que Cortés y su pequeño grupo de conquis­
tadores llevaron por primera vez al Nuevo Mundo, acabó con
casi una tercera parte de la población azteca. '
La morbilidad de los virus depende del tipo de célula que
infectan y de la rapidez con que se multiplican. Fuera de la célu­
la huésped, un virus prácticamente carece de funciones vitales.
Cuando ataca a una célula, el virus puede penetrar en ella o
inyectarle su material genético. Una vez dentro, se adueña del
mecanismo de reproducción de .la célula para duplicarse. Se
puede reproducir lentamente, y en ocasiones se escapa a través
de la membrana de la célula (un proceso llamado germinación), o
se puede reproducir de forma violenta y reventar la célula.
Por lo general, los virus infectan a cierto tipo de células. La
gripe y el resfriado común atacan a las células del aparato respi­
ratorio, la. hepatitis afecta al hígado, y el VIH ataca nuestra pro­
ducción de defensas contra los virus, los linfocitos denominados
células T citotóxicas.
, Nuestras defensas naturales contra la invasión vírica consti­
tuyen el sistema inmunitario. Los linfocitos llamados células T
auxiliares realizan un barrido de las células humanas para detec­
tar las infectadas por el virus. La membrana celular posee un
código proteico en su parte exterior que indica qué tipo de fun­
ción cumple. Las células infectadas por el virus suelen tener un
código proteico diferente que las células T auxiliares detectan.
Una vez que el sistema inmunitario detecta las células infecta­
das, envía destacamentos de células T citotóxicas para destruir­
las junto con su contenido vírico.
Algunos virus más versátiles pueden ocultarse del sistema
inmunitario. Por ejemplo, el virus herpes simple, salvo brotes
ocasionales, se oculta en las células nerviosas. El V il! se oculta
en nodulos impenetrables para el sistema inmunitario, localiza­
dos en unos nodulos linfáticos durante los años de relativa lateri­
cia antes de la manifestación del sida. Por desgracia, durante este
periodo el VIH se multiplica y muta. Cuando los nodulos final­
mente explotan, el sistema inmunitario se ve desbordado al
detectar numerosas mutaciones del virus original.
44 PARI E 1: LOS VIRUS MLNTALLS

La mayoría de los virus exóticos o asesinos provienen de


regiones remotas de las selvas tropicales. La posibilidad de una
epidemia vírica como el VIH, que se calcula "habrá infectado a
unos 4 0 millones de personas hacia finales de este siglo, ' era
impensable hace poco más de 15 arios. Pero debido a la explota­
ción indiscriminada de los bosques tropicales, perpetrada en
conjunto por la agricultura, el turismo y la urbanización, hay
más personas potencialmente expuestas a los virus asesinos. Y,
como señala Richard Presión, autor de The Hot Zone [Zona
caliente] / el hábitat natural de estos virus asesinos se encuentra
a sólo veinticuatro horas de vuelo de cualquier gran ciudad del
mundo. Una epidemia masiva de virus calientes, como el de la
película Outbrcák [Estallido], no es del todo imposible.
Sin embargo, paradójicamente, cuanto más rápido se repro­
duzca el virus y más mortífero sea, menos probabilidades ten­
drá de sobrevivir. En regiones remotas, las víctimas del virus
ébola y de otros virus calientes mueren con tal rapidez que es
fácil decretar una cuarentena de la población afectada para
detener el brote. Afortunadamente, el ébola no se transmite por
el aire, y es poco probable que mure para adoptar una varian­
te que se propague por el aire. Sin em bargo, si existiera un
virus caliente que se propagara por el aire, acechando en
la selva hasta que fuera transportado a una ciudad de gran­
des dim ensiones, se podría producir una catástrofe. Con la
explotación permanente a la que están sometidos los bosques
tropicales, es probable que el sida no sea )a última epidemia
vírica.

Los virus inform áticos

En lo profundo de un área de máxima seguridad vigilada por


sensores inlrarrojos, rejas de acero y cerraduras apropiadas, IBM
guarda una colección del software potencialmente más peligroso

\ * rhc O u tb rcak o i Ft-ar», Wivsv.n' k, 12 de o javo de 1 9 9 5 , :>p 5>


4. Rn'iiarcl P:tbion, Zcnu ujíicíuc, t m ece, Barcelona. 1 9 9 4 .
Los virus 45

del mundo:' un laboratorio en Hawthorne, Nueva York, ha reu­


nido 500 de los 6.00 0 virus informáticos conocidos. Puesto que
los nuevos virus informáticos se producen a un ritmo de más de
100 al. mes, las empresas fabricantes de programas antivirus
experimentan ciertas dificultades para mantenerse al día.
Un virus informático es un código de programación con ins­
trucciones para reproducirse, es decir, hacer copias de sí mismo
ahí donde sea posible. Al copiarse, el virus se multiplica, inva­
diendo otros programas y ordenadores. Además de las instruc­
ciones para reproducirse, el virus lleva un programa para efec­
tuar travesuras. Por ejemplo, el virus Ripper cambia al azar pares
de números creando hojas de cálculo caóticas. El virus dominical
apaga los ordenadores sólo los domingos y obliga a los adictos a\
trabajo a tomarse el día Ubre y divertirse. Otros, más perversos,
pueden, causar daños en la pantalla del ordenador o en el disco
duro. Algunos expertos estiman que las empresas gastan unos
3 mil millones de dólares al año para recuperar datos perdidos
por culpa de los virus informáticos.
Se sabe de la existencia de los virus informáticos desde hace
más o menos una década, pero saltaron al primer plano el 6 de
marzo de 1992 con la alerta del virus «Michelangelo». Este virus
amenazaba con dañar el acceso al disco duro de todos los orde­
nadores del mundo. La alerta acabó siendo, como en la mayoría
de los casos, una falsa alarma, con sólo unas pocas infecciones.
Sin embargo, obligó a empresas y usuarios particulares a instalar
programas antwirus.
A diferencia del virus biológico, su homólogo informático
está construido por el hombre, elaborado por bromistas o por
personas resentidas que actúan como si tuvieran alguna cuenta
que saldar. Los virus informáticos no se transmiten por el aire,
de modo que los ordenadores se contagian por contacto directo,
sobre lodo mediante disquetes infectados. Sin embargo, los
ordenadores también pueden, infectarse a través de programas
recibidos desde Internet o a través de un módem.

>. JoVm R Wiike. «íiow Scien'isr.s .Stalk Crafiy C o m p u te r Virases».


The Wall 5rr<vr Journal, 29 ce agosto tie 1994.
46 PARTE l: LOS VIRUS MENTALES

Cuando un ordenador contrae un virus, éste se puede incrustar


en otros programas dentro del ordenador y, potencialmente, en
otros ordenadores. Los virus se introducen en los programas, pero
en la mayoría de los casos alguien debe ejecutar el programa y acti­
var el virus para que éste pueda duplicarse y llevar a cabo su tarea.
Los programas antivirus los detectan buscando las instruc­
ciones más comunes de autocopia y comparando los tamaños de
los -archivos con el tamaño que deberían tener. Es un método
eficaz porque los virus suelen aumentar el tamaño de los archi­
vos. Sin embargo, los virus se están volviendo cada vez más ver­
sátiles, y han desarrollado encriptaciones y otros medios para
disimular sus estragos y ocultar su presencia. IBM está desarro­
llando un innovador «sistema inmunitario» para los virus infor­
máticos que podría detectar los nuevos virus, producir nuevos
anticuerpos digitales y, por ejemplo, enviar a todos los ordena­
dores de una red una señal para «eliminar» a los intrusos.
Stephen Hawking, el conocido físico teórico y autor de Una
breve historia del tiempo, ha postulado que los virus informáticos
son lo más cercano a una nueva forma de vida que el hombre ha
llegado a crear. La capacidad de reproducirse insufla «vida» a
estos programas. Fred Cohén, científico y consultor informático,
ha ido más allá y ha afirmado que los virus informáticos pueden
tener unos beneficios positivos com o portadores «vivos» de
información en.Internet.6 Podrían distribuir programas, limpiar
archivos viejos o recopilar inform ación de múltiples bases de
datos. Tom Ray, un ecologista de la Universidad de Delaware, ha
desarrollado una «reserva natural» para virus llamada Tierra. Se
trata de un ecosistema informático en el que los virus en compe­
tencia pueden interactuar, mutar y evolucionar.

Los virus m entales

Diane, una de las participantes en mi seminario de formación de


PNL, era muy alérgica a los gatos. En una ocasión, trabajábamos

6 . «!s There a Case for Viruses?», Newsweek. 27 de febrero de 19y 5.


wmm
~ • i i
Los vi rus ' 47

el tema de la «PNL y la salud». Casi una tercera parle de los par­


ticipantes eran médicos y entre ellos había varios especialistas en
alergias.
Cuando llegamos al capítulo de las alergias, los formadores
sostenían que éstas eran producto de un virus. Yo siempre había
pensado que eran producto de la caspa de los gatos, del polen,
de ciertos alimentos, de sustancias tóxicas en el medio ambien­
te, etc. Para ilustrar la idea de la posible implicación de los virus
mentales, los formadores pidieron a Diane que se acercara para
poner en práctica un proceso mental que en muchos casos per­
mite que desaparezcan los síntomas de la alergia.
Diane era tan sensible a la presencia de los gatos que con
sólo imaginarse uno le lloraban los ojos y se le irritaban las
mucosas nasales. El formador guió a Diane a través de un pro­
ceso alérgico que abordaremos en el capítulo 9. Después de
30 minutos de este proceso, Diane alcanzó un punto en que
podía imaginarse los gatos con gran lujo de detalles sin sufrir los
síntomas de la alergia. Pero aquello no acababa ahí. La prueba
final consistía en saber si Diane tendría la misma respuesta no
alérgica en presencia de un gato de verdad.
Nuestro curso de formación se dictaba en la Universidad de
Santa Cruz. Ahí suele haber muchos gatos deambulando por los
bosques de secoya de la costa, así que buscamos uno para poner a
prueba a Diane. Por desgracia, no dimos con ninguno. Alguien
debió de poner sobre aviso a los gatos, porque no vimos un solo
felino en los días siguientes. La opinión de Diane sobre los gatos
mejoró mucho, de modo que al menos en el aspecto mental y emo­
cional del tema (el virus mental) el problema parecía solucionado.

¿Qué es un virus mental?

El doctor Tad James, un formador de primera línea de la PNL,


ha dado una definición que podríamos aplicar a los virus. Su

7. Tad James, The Basic Nl.P Training C o lk x tio n , Advanced Neurodyna-


niics, Honolulú, 1990.
48 PARTF. I: LOS VIRUS MLNTA LtS

definición también sugiere la existencia de estructuras vincas,


jam es sugiere que en todos nosotros hay partes del inconsciente
que, en mayor o menor medida, están funcionalmente aisladas
del resto del sistema nervioso. La comunicación entre una parte
(lo que denomino virus mental) y el resto del inconsciente es
más o menos limitada. Por lo tanto, el virus es una parte del sis­
tema nervioso que, literalmente, cobra vida propia. Filtra y dis­
torsiona las maneras en que damos un sentido a la vida y genera
un pensamiento incoherente e incongruente.
1:1 grado de incongruencia que el virus mental produce
depende de la intensidad con que el virus bloquea la comunica­
ción entre éste y el resto de la mente inconsciente. De hecho,
una parte de la terapia de virus mentales implica disolver o
«reventar» este límite para permitir que el virus se integre otra
vez vil el conjunto del inconsciente.

Tipos de virus

En mis investigaciones he identificado cuatro tipos de virus men­


tales: virus desencadenantes, virus restrictivos, virus Géminis y virus
asesinos. Todos tienen una estructura única, y todos son producto
de errores del aprendizaje (la «cara oculta» del aprendizaje que
hemos comentado en el capitulo 1). Los virus asesinos (que son,
literalmente, eso) son una combinación de los tres antenores.

Las asociaciones, tan elementales


L O S VIRUS D ESEN CA D EN A N TES.
para la memoria, pueden ser erróneas y generar virus desencade­
nantes. Si habéis tenido una relación amorosa, habréis observado
que de vez en cuando vuestro compañero o compañera habla
con un tono raro, un tono de voz que, por alguna razón inexpli­
cable, os pone los pelos de punta. O tal vez suceda que vais por
la autopista y, sin motivo alguno, alguien os adelanta a gran velo­
cidad y os hace un corte de mangas. Ni siquiera conocéis a aque­
lla persona, su conducta no tiene nada que ver con vosotros y,
aun asi, el gesto os saca de quicio. O quizá cada vez que cogéis
un libro de matemáticas sentís que os invade un sudor frío.
Los virus 49

Todos éstos son ejemplos-de virus desencadenantes. Una


determinada experiencia extema activa de forma automática una
antigua obsesión o un estado emocional negativo. En algún
momento del pasado, el inconsciente vinculó de manera errónea
el desencadenante externo con la emoción negativa.

LO S v ir u s Se trata de creencias que, aunque nor­


RESTRICTIVOS.
malmente permiten comprender las cosas de la vida, pueden
ser restrictivas y discapacitadoras, y se convierten en virus res­
trictivos.

• «Me encamarla tener mi propia empresa, pero no tengo valor


ni paciencia para montarla.»
■ «Nunca seré tan inteligente como mi hermana mayor.»
• «Me encantaría tener dinero, pero eso significa que tendría
que aprovecharme de los demás, y yo jamás lo haría.»

Éstos son ejemplos de virus restrictivos (decisiones o creen­


cias que nos limitan y nos incapacitan). La estructura de los
virus restrictivos, al igual que otros virus mentales, contiene una
intención positiva. Por eso es tan difícil cambiar nuestras creen­
cias de manera consciente. Lo cierto es que la mayoría estamos
convencidos de que no podemos cambiar nuestras creencias,
aunque éstas nos incapaciten.

LOS v i r u s G ÉM IN IS. Los componentes o modelos mentales cons­


truidos para protegernos pueden oponerse a otras partes inter­
nas y crear un conflicto en nosotros. Ambas partes en conflicto
son como los gemelos del signo Géminis, que buscan un equili­
brio en valores opuestos. ¿Habéis tenido alguna vez una expe­
riencia en que no os sentíais como vosotros mismos, o experi­
mentabais un estado em ocional que más tarde os irritaba?
También habréis observado, en alguna ocasión, que una parte
de vosotros quiere hacer una cosa, por ejemplo hacer la declara­
ción de la renta, mientras que otra parte quiere irse a dormir
para estar en forma al día siguiente. Cada parte tiene su inten­
ción positiva y su propio conjunto de creencias y valores. De
r A K L t i: LUb VIRUS MENTALES

hecho, una de esas partes bien desarrollada puede convertirse


en una pequeña gran personalidad.
Las partes en conflicto son virus mentales en el sentido de
que producen un conflicto interior y un comportamiento incon­
gruente. Los virus son gemelo? porque todo aspecto mental
interno que participa en un conflicto interior tiene un aspecto al
que se opone. Lo que resulta asombroso es que estos aspectos
opuestos como gemelos en conflicto siempre tienen la misma
intención positiva para aquel que los "vive.

Los v i r u s A S E S IN O S . Estos virus crean adicciones, com porta­


mientos autodestructivos compulsivos y tendencia a la violencia.
Suelen ser combinaciones de virus desencadenantes, restrictivos
y Géminis, que literalmente matan (más de un millón de perso­
nas al año en Estados Unidos). Estos virus son los que poseen Ja
estructura más compleja y los de mayor arraigo psicológico. Una
vez que el individuo que padece estos virus está dispuesto a
cambiar, y está convencido de que debe cambiar, los métodos de
la terapia de virus mentales se encuentran entre los más rápidos
y eficaces para el alivio de este mal.

l./As estructuras de los virus m entales

Fn algunos casos, puede incluso que los virus tengan sus pro­
pias creencias y valores, que serían del todo diferentes de
aquellos a los que la persona norm alm ente se adhiere. Sin
embargo, a diferencia de los virus inform áticos, indepen­
dientemente de lo autodestructivo o restrictivo que es el virus
mental, siempre encierra una intención positiva para el indivi­
duo, La intención positiva es incongruente con el com porta­
miento que el virus realmente produce, de modo que esto crea
incongruencia, conflictos internos e incoherencia en el pensa­
miento de la víctima.
He aquí un ejemplo. Lucy, una amiga mía, tenía un precicso
conjunto de muebles de caoba en el comedor. Cada vez que yo
la visitaba y su familia estaba comiendo, observaba que nadie lo
Las virus 51

hacía en la mesa. Cada cual comía por su cuenta en distintos


lugares. Cuando le pregunté a Lucy por qué era así, me contó
que ella y su ex marido solían tener muchas disputas y discusio­
nes a la hora de comer. Ahora, ella y sus hijos procuraban man­
tenerse lejos de la mesa con el fin de evitar sentimientos de diso­
n ancia. Este tipo de respuestas se denomina desencadenante
espacial o ancla espacial. Como virus desencadenante, la idea
de sentarse a la mesa despertaba un sentimiento de disensión, de
ausencia de armonía. La intención positiva del virus consistía en
evitar estos sentimientos; Sin embargo, el hecho de que cada
cual comiera por su cuenta en diferentes lugares de la casa crea­
ba un sentimiento de disensión. La intención y el com porta­
miento eran incongruentes.
Los virus desencadenantes se activan cuando un desencade­
nante visual (V), auditivo (A) o anestésico (C) se asocia incons­
cientemente con un estado cinestésico negativo (C ‘), es decir,
una emoción, comportamiento o compulsión negativo. La rela­
ción entre el desencadenante y el estado se llama sinestesia. V/C
es una sinestesia visual-cinestésica. A/C una sinestesia auditivo-
cinestésica, y C/C una sinestesia cinestésico-cinestésica.

r Intención
posiuva

Em oción, com portam iento o com pulsión negativo


Virus desencadenantes'. U n estímulo visual (V), auditivo (A ) o
a n e s té s ic o (C) cataliza un estado negativo ( O , es decir, una
em oción, un com portam iento o una com pulsión negativos
V
52 PARTE I. LOS VIRUS MENTA LE-S

uención positiva

c - creencias
v = valores

A gujero o p u m o ciego; «N o se me da
m ucho esto *. <-jarnás podría hacer eso»

Com portam iento negativo actuar c o m o


si las 'imitaciones lueran verdaderas

Virus ?c'sfnc(¡v.^: U na creencia restrictiva, o una decisión restricti­


va del pasado, provoca un agujero o «punto ciego» que aiecta a
nuestro potencial para hacer algo o para ser de una determ inada
manera, y el comportamiento restrictivo se veducí.

Los virus restrictivos se producen con la adhesión inconscien­


te a una creencia o a una decisión restrictivas. A menudo la
intención positiva está inspirada en la seguridad, para «prote­
ger» a la persona de la vergüenza o la humillación. El virus crea
un agujero o punto ciego, en el sentido de que omitimos la per­
cepción o la experiencia que podría tener un significado positi­
vo, como «Tal vez soy realmente atractivo/a», o «Quizá podría
ser rico/a», o «Tal vez podría aprender una lengua extranjera».
El comportamiento negativo se produce porque actuamos como
si la creencia negativa fuera verdad.
Los virus Gcminis se generan con la creación de un aspecto
interno donde las conductas, las creencias y los valeres se opo­
nen a un aspecto gemelo contrario. A menudo, cuando aflora la
intención más noble o positiva de cada gemelo, son iguales. Para
alcanzar un estado de calma y paz interior, con frecuencia tene­
mos que integrar dos partes gemelas en conflicto.
Una vez más, los virus desencadenantes, restrictivos y
gemelos son los principales virus. Pueden combinarse de diver­
sas maneras para iormar virus más complejos, incluyendo los
virus asesinos.
Los virus 53

N ormalm ente la misma intención positiva

* ____________ i_____________*

Com portam ientos, creencias y valores opuestos

Virus Gc-mmis: Partes internas en conflicto con com p ortam ien ­


tos. creencias y valores opuestos suelen tener la misma in ten ­
ción oosiíiva

Cómo se cultivan e infectan los virus mentales

Los errores en el aprendizaje proporcionan la mecánica de la for­


mación del virus mental. Al parecer, el caldo de cultivo está
constituido por experiencias emocionales importantes. Muchos
psicólogos creen que comenzamos la vida con una experiencia
de plenitud o unicidad. A través de experiencias emotivas rele­
vantes (las dolorosas) y la formación de virus mentales, esa ple­
nitud queda hecha añicos.
El doctor Tad James también ha elaborado un modelo para
explicar cómo perdemos esta plenitud.0 Esto es lo que ilustra el
gráfico de la página 52. El eje vertical representa la intensidad
de la experiencia emocional relevante. La parte inferior repre­
senta un estado de plenitud. Cuando nos desplazamos vertical­
mente hacia arriba, la intensidad de la experiencia emocional
aumenta la fragmentación de la plenitud. La intensidad en si
misma depende:

8. Tad James, tbk!


54 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

• de la fu erza del estado emocional;


• del ritmo al que se ha producido el cambio de estado emocio­
nal, y
• de la frecuencia, con que se ha producido aquel estado.

Por ejemplo, un niño puede haber vivido un aumento progre­


sivo de la violencia de los padres a medida que el padre o la
madre se embriagaban. Otro niño habrá tenido una experiencia
igualmente intensa a partir de un umco incidente en que el padre
o la madre, de manera brusca e impredecible>se ponía violento.
En este modelo, una persona sin experiencias emotivas nega­
tivas relevantes comenzaría por la parte inferior del estado de
plenitud. Dentro de esta plenitud se encuentra el conjunto habi­
tual de nociones, ideas y sentimientos. Cuando nos desplazamos
hacia arriba, con una intensidad creciente de la experiencia emo­
cional, en algún punto debería existir un umbral a partir del cual

----------------------------------- \
¡m orbidad de experiencias .
emocionales importantes
A
Aiuínpies personalidades

Umbral dei síndrome de múltiples personalidades

Fobias
Compulsiones
Aspectos gemelos del virus Géminis
Dcsencade n a n tes negat ivos
Creencias o decisiones restrictivas

Umbral de los virus mentales

N ociones Ideas

PLcM TU D

V
Los virus

aparecieran disfunciones en el pensamiento, es decir, virus men­


tales. Cuanto más intensa sea la experiencia emocional, más
marcadamente se perfilarán los límites entre e.1 virus mental y el
resto del sistema nervioso. La comunicación entre la parte del
sistema nervioso que conforma el virus mental y el resto del sis­
tema nervioso encuentra obstáculos adicionales, y el virus se
vuelve más independiente y funcionalmente autónomo.
Un extremo de esta situación se produce hacia la parte supe­
rior de la escala, con la formación de múltiples personalidades.
Aquí, la comunicación entre las partes se encuentra tan bloquea­
da que las diversas personalidades desconocen la existencia de
las demás. Es de sobra conocido que las múltiples personalida­
des suelen ser producto de una infancia en la que se han sufrido
abusos intensos y frecuentes, y en la que los cambios de estado
eran rápidos c impredecibles.

C a r a c t e r ís t ic a s c o m u n e s de lo s v ir u s m e n t a le s

En mi. investigación he descubierto siete características que los


virus mentales tienen en común con los virus biológicos e intor-
máticos.

1. El virus no puede vivir ni perm anecer activo si no es en el interior


de uncí célula huésped. Los virus biológicos- demuestran una
capacidad nula para reproducirse o llevar a cabo sus funcio­
nes vitales fuera de ]a célula huésped Los virus informáticos
solo son activos y capaces de reproducirse cuando el progra­
ma o procedimiento de arranque al que se han adherido está
en funcionamiento. Los virus mentales sólo se activan cuan­
do el circuito neuronal (aquella parte del inconsciente que
contiene el virus) se activa a través de ciertos modelos lin­
güísticos, de estímulos sensoriales, o al pensar en una situa­
ción que evoca a aquel virus o aspecto.
Si tenéis temor al éxito, debéis ver la posibilidad del éxito
o pensar en ello para que ese temor se active. Si sufrís de una
alergia específica, tenéis que ver el gato o experim en tar el
56 PARTÍ: I: LOS VIRUS MENTALES

polen para que se active la red neuronal donde se aloja el


vinis mental.
2. Los virus se pueden reproducir. Al parecer, el único objetivo de
los virus biológicos es reproducirse. Los virus informáticos se
reproducen por diseño. Los virus mentales se pueden repro­
ducir al generalizar un contexto. Por ejemplo, si hemos teni­
do una experiencia con una serpiente que nos ha provocado
temor, es posible que desarrollemos una fobia contra todo
tipo de reptiles. Los virus asesinos relacionados con la droga-
dicción, la violencia doméstica, el tabaquismo, etc., también
tienen la lamentable tendencia a reproducirse en el seno de
las familias de generación en generación.
3. Los virus son egocéntricos.
O Para el virus biológico,
O la célula hués-
ped no tiene importancia. Su única preocupación es utilizarla
como medio para reproducirse. Al virus informático no le
importa el programa ni el ordenador en que se aloja. Se limita
a reproducirse y a cumplir con las perversas instrucciones de
su código. A la larga, los virus mentales efectivamente se sirven
de la experiencia de la persona en la que se alojan como un
objetivo esencial. Sin embargo, debido al flujo de información
inhibido al otro lado del límite del virus, éste actúa a partir de
su propio programa. No tiene «conciencia» de su propia
incongn.ien.cia; el comportamiento autodestructivo que produ­
ce no concuerda con su intención más noble. Como ejemplo,
a menudo tenemos la compulsión de comer alimentos a los
que somos alérgicos. Ingerimos alimentos para sentirnos bienT
pero en este caso acabamos sintiéndonos mal.
4. Los virus producen incoherencia en el sistema infectado. La inva­
sión de virus biológicos obliga al cuerpo a funcionar contra sí
mismo, es decir, a destruir sus propias células infectadas por
el virus. Los virus informáticos obligan al ordenador a fun­
cionar contra sí mismo a partir de instrucciones contrarias
entre programas y virus. Como hemos señalado más arriba,
los virus mentales conducen a conflictos internos y a creen­
cias y comportamientos autodestructivos.
5. El objetivo de los virus puede ser incongruente con su actividad. Si
un virus biológico tiene demasiado éxito al reproducirse, des­
Los virus 57

truirá la célula, será incapaz de seguir reproduciéndose y, a la


larga, perecerá. Los virus informáticos que tienen éxito hasta
el punto de estropear el ordenador pierden su capacidad para
propagarse a otros ordenadores. Y, como he mencionado, el
objetivo principal del virus mental es incongruente con el
comportamiento que produce.
6. Algunos virus pueden entrar en el sisíemciy permanecer ocultos a
la vigilancia del sistema. El virus del herpes pertenece a un tipo
que se oculta en las células nerviosas y es invisible en el orga­
nismo hasta que se vuelve activo en un brote. El virus infor­
mático sleahh [furtivo] puede permanecer oculto a los pro­
gramas antivirus, pites intercepta los mensajes de análisis y
devuelve un mensaje que confirma que todo funciona bien.
Muchos virus mentales se encuentran absolutamente ocultos
a la conciencia de la persona en la que se alojan. Hay mujeres
que juran: «Jamás seré como mi madre». Pero más allá de la
conciencia, se convierten en personas iguales a sus madres.
Hay hombres que se enfadan con sus amantes a propósito de
ese mentado tono de voz, ignorando que aquel tono no es
más que un desencadenante.
7. Los virus pueden tener usos positivos. Los virus biológicos cons­
tituyen la herramienta básica de la ingeniería genética, y es
probable que se conviertan en uno de los principales instru­
mentos de la medicina. Puede que los virus informáticos se
conviertan algún dia en información «viva» en Internet. En el
capítulo 7 veremos que reintegrar al virus en la plenitud del
inconsciente permite mantener y utilizar la intención positiva
del virus. Además, se pueden utilizar los desencadenantes
positivos como medio para alcanzar estados deseados, corno
la motivación, la sed de aventura y la concentración. Tam­
bién se pueden utilizar para reprogram ar modelos de co m ­
portamientos improductivos.

Sin embargo, si los virus mentales son análogos a ios virus


biológicos y los virus informáticos, ¿acaso no solemos asociar los
virus con las epidemias? Si esto es así, ¿con qué epidemias rela­
cionaríamos los virus mentales?
58 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Cuando pensamos en ello, ¿cuál es la epidemia más mortífe­


ra de nuestro tiempo? ¿El sida, e] ébola, la gripe o los presupues­
tos del Gobierno? Cada uno de éstos, desde, luego, tiene su saldo
de víctimas. Pero la epidemia más generalizada y dañina de
nuestro tiempo se cobra más de un millón de vidas al año en
Estados Unidos, y deja otros tantos hendos. Se trata de una epi­
demia social basada en un pensamiento distorsionado que pro­
voca drogadicción, enfermedades degenerativas evitables, depre­
sión, violencia social y falta de realización personal y familiar,
aunque gocemos de los niveles más altos de riqueza, comodidad
tecnológica y disponibilidad de información de toda la historia
de la humanidad. Los virus mentales constituyen la base no
reconocida del pensamiento distorsionado responsable de esta
epidemia.
Si reconocemos que hay una epidemia social y comprende­
mos que todos estos problemas comparten el terreno común del
pensamiento distorsionado e incoherente, estamos dando los
primeros pasos para solucionar este problema. Las formas de
vida en este planeta han evolucionado hacia sistemas mmunita-
rios de protección contra los virus, y los ordenadores cuentan
con programas para protegerse de los virus inlorn-ráticos. ¿Cuál
es la respuesta immmi tarja a los virus mentales?
Durante una plaga biológica, como la peste bubónica que
asoló Europa en la Edad Media, no todos contraen la enferme­
dad. Algunos incluso se ven afectados pero luego se recuperan.
Este segundo grupo de personas es.especialmente interesante
puesto que han desarrollado anticuerpos para combaíir el mal.
En principio, podemos copiar (es decir, tomar como modelo) la
respuesta inmunitaria de estas personas, aislando ei anticuerpo
de sú sangre y reproduciéndolo para otro.
En el caso de los virus mentales, cuando intentamos supe­
rarlos mediante un mero cambio de nuestro comportamiento o
recurriendo a la fuerza de voluntad, no funciona, porque el
inconsciente mantendrá la intención positiva del virus. Las solu­
ciones antivíricas del apoyo psicológico y la psicoterapia tra­
dicional pueden funcionar, pero a menudo requieren tiempo y
recursos económicos considerables. ¿May algo más práctico? Yo
Los virus

he dado con una clave observando y reflexionando sobre mi


amiga Dana.

Clave número 2: Tomar como m odelo a personas (como Dana)


que estén relativamente libres de virus mentales o que se hayan
recuperado de ellos.

Aparte de Dana, ¿dónde podría encontrar este cipo de perso­


nas, y si las encontrara, cómo haría para tomarlas como modelo?
Con estas preguntas en mente, las respuestas comenzaron a sur­
gir en los años que siguieron al fallecimiento de Dana. Una de
las respuestas surgió bajo la forma de una antigua técnica mental
proveniente de la región del Himalaya. Otras respuestas surgie­
ron a partir de mi formación en PNL y de mi trabajo con clientes
y participantes de mis se mina ríos.
Una de las contribuciones más ím portantes de la PNL. en el
ámbito del pensamiento, coherente es la creación de modelos
muy específicos (figuras del deporte, pensadores creativos,, tera­
peutas que ayudan a ia gente a superar el pensamiento infecta­
do por el virus» y personas que se han desprendido de esta
mentalidad defectuosa). He descubierto y reunido un conjunto
de tratamientos antivíricós que he denominado Terapia de Virus
Mentales1' 1. Gran parte de los objetivos de la psicoterapia y de
las prácticas espirituales consiste en reintegrar la psique a su
plenitud original. A través de la Terapia de Virus M entales1*1,
podemos proporcionar unos procedim ientos prácticos para
conseguirlo.
Recuerdo haber discutido acerca de esta epidemia social con
Diane durante nuestra formación de PNL, unos tres dias des­
pués de que ella se sometiera al procedimiento de la PNL para
las alergias. Me contó, muy entusiasmada, que por fin había
encontrado un gato. Dijo que se acercó a! animal con cautela y
que no sintió ninguno de ios síntomas de la alergia. Cogió al
gato en los brazos, y los síntomas seguían sin aparecer. Final­
mente, frotó su nariz contra el pelaje del gato y constató que los
síntomas habían desaparecido del todo. Sus síntomas alérgicos
habían desaparecido. Los profesionales que practican es^e proce­
60 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

dimiento con sus clientes han informado que la tasa de éxito en


personas que sufren alergias específicas es del 80 por ciento.
Algunos años después, le contaba a mi amigo Wil el caso de
Diane y los gatos mientras intentábamos entender qué sucedía
con sus dedos infectados. Después de cuarenta y cinco minutos
de procesar la información y preguntarnos por diversos aspec­
tos de su inconsciente, descubrimos que una parte de él real­
mente quería comenzar esta nueva carrera, pero otra parte pen­
saba que hacerlo sería un insulto a su padre. Éste había muerto
cuando Wil era bastante joven, y no había sido un hombre de
grandes iniciativas en su profesión.
Era evidente que Wil sufría un conflicto interior dictado por
un virus Géminis. Trabajé otros cuarenta y cinco minutos con él
para ayudarle a resolver temas relacionados con su padre y a
reintegrar las partes en conflicto. No supe de él en varios días,
hasta que me llamó y me contó que el dedo había comenzado a
mejorar la tarde misma de nuestra consulta, y que ahora se esta­
ba recuperando. Al cabo de una semana, había recobrado la nor­
malidad.
3

Los virus desencadenantes

Si vas a perder los nervios


al menos hazlo con inteligencia.

ANÓNIMO

Desde las alturas de Sierra Nevada, en California, el cielo de


noche es un espectáculo sobrecogedor Recuerdo que hace algu­
nos años estaba tendido en mi saco de dormir contemplando
este espectáculo. Había escalado con la mochila hasta los tres
mal metros de altura, muy por encima de la bruma y las luces de
la ciudad, que vuelven opaco el cielo nocturno para los que
viven en ella. A veces, las estrellas parecen más densas que la
negra oscuridad que las separa. Además, a mediados de agosto
se produce un maravilloso fenómeno cósmico llamado «lágri­
mas de san Lorenzo», una lluvia de meteoritos que se hace visi­
ble cuando la órbita de la Tierra se cruza con los restos de la cola
de un enorme cometa. Estas «estrellas fugaces» dejan a su paso
una estela brillante que se desplaza llenando la mitad de la bóve­
da celeste, aunque la mayoría de estos meteoritos no superan el
tamaño de un grano de arena. Se queman a gran altura, sin cau­
sar daño, volatilizados por la fricción de la atmósfera.
En 1908, los campesinos de la región de Tunguska, en Sibe-
ria, observaron un meteorito que no era tan inocuo. La explo­
sión que provocó al chocar contra la Tierra fue tan potente que
barrió y arrasó una superficie de 50 kilómetros de diámetro. Por
el tamaño del área arrasada por la explosión, los científicos

61
62 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

dedujeron que tenía que haber sido enorme. Sin embargo, jamás
se ha encontrado rastro alguno de la materia de la que están
hechos los meteoritos. ¿Qué desató esta explosión? Si fue un
meteorito, ¿por qué produjo un efecto contrario al esperado, y
no dejó huella de su paso? Al igual que el meteorito de Tungus-
ka, los acontecimientos pueden producir efectos opuestos a lo
que esperamos. La verdadera causa de la explosión sigue siendo
un misterio hasta el día de hoy, a pesar de que los científicos han
propuesto teorías muy aventuradas para explicarlo.
Durante aquella excursión a la montaña pensaba en la explo­
sión de Tunguska y en mi primera lectura del supervenías de Dee-
pak Chopra, La curación cuántica " En este libro, Chopra cuenta la
historia de un paciente adicto a la heroína. El doctor Chopra trató
a este paciente y, en cuestión más o menos de un año, logró que se
liberara de su antigua adicción y se integrara en un trabajo estable.
Hasta que un día este paciente tomó un tren, en un contexto que
le era familiar desde antaño, y de pronto algo misterioso desenca­
denó en él una necesidad incontrolable de consumir heroína. Aun­
que parezca irracional, el hombre volvió a su antigua adicción.
El enfoque bolista del doctor Chopra en relación a la cura­
ción de la mente y el cuerpo, que él denomina curación cuántica,
promueve la salud física, mental y espiritual mediante los instru­
mentos de la medicina convencional occidental, las prescripcio­
nes ayurvédicas y la meditación. Sin embargo, algo falta en el
rompecabezas de la curación de (a mente y el cuerpo.
Leyendo al doctor Chopra me preguntaba por qué cuando nos
planteamos objetivos y visiones claras a veces basta el mero recuer­
do de ciertas experiencias para que no lo consigamos.

Los desencadenantes

Cuando conocí a Amy com encé a entender qué era lo que fal­
taba. Amy era la brillante y atractiva hija de un amigo mío, y

9. Deepak C h o p ra, Quaníum lieaitng, Bantam Books, Nueva York, 1 9 8 9 .


[Trac!, casi.: La c u m ció n -cuántica, Plaza Sr Janés, Barcelona. 1 9 9 7 .!
Los virus desencadenantes 63

estudiaba medicina. Nos sentamos a cenar y mi amigo trajo la


ensalada. En un gesto extraño, Amy se levantó y fue hasta el
otro lado del salón, sacó sus llaves del bolso, luego las dejó
donde las había encontrado y volvió a la mesa. Cuando mi
amigo sirvió los demás platos, Amy repitió este breve ritual.
Cuando trajo el postre, hizo lo mismo. Mi amigo le preguntó a
su hija qué hacía con las llaves. Ella respondió sencillamente
que era impórtame para ella cerciorarse de que sus llaves esta­
ban donde tenían que estar.
-S in las llaves no puedes ir a ninguna parte -dijo.
De alguna manera, el hecho de servir la comida había desen­
cadenado en Amy la compulsión de cerciorarse de que sus llaves
estaban a buen recaudo.
¿Alguna vez os ha sucedido que entráis en una tienda y oléis
un perfume que no habíais olido en años? De pronto volvéis
atrás en el tiempo y os sentís com o hace diez años. O cuando
vais en coche y, de pronto, en la radío tocan una canción que no
habíais vuelto a escuchar desde la época del colegio. De repente
viajáis en el tiempo y estáis en una fiesta del instituto. Quizá se
os aparezca Robín Williams en su última película, adoptando
cualquier postura o expresión, y, antes de que haya dicho algo
divertido, ya os estáis riendo. Todos éstos son ejemplos de. desen­
cadenantes, que la PNL también denomina anclas. Los olores, las
canciones, la mirada en el rostro del actor, son desencadenantes
externos que a un nivel inconsciente están conectados con o
anclados a un recuerdo o un estado.
¿Habéis sentido hoy el efecto de un desencadenante? ¿Habéis
tenido alguna experiencia exterior o interior que haya estimula­
do un estado o recuerdo? Seguramente, la respuesta sería que las
experiencias son muchas más que las que podéis imaginar.

• ¿Os habéis despertado con el despertador esta mañana?


• ¿Habéis sentido que alguien o s tocaba?
• ¿Habéis respondido a las señales del estómago que os pedía
alimento?
• ¿Habéis tenido una sensación compulsiva de urgencia al ver
que el reloj marcaba la hora de ir a trabajar?
PARTI: I: LOS VIRUS MENTALES

• ¿Habéis escuchado ronronear a un garó?


• ¿Recordáis haber experimentado una sensación concreta al
observar que el cielo estaba azul y que el sol brillaba, o que tal
vez estaba nublado y llovía?
• ¿Os habéis detenido ante un semáforo o ante una señal de
STOP?
• ¿ H a b é is visto a a lg u ie n s o n r ie n d o ?

Estos pocos ejemplos demuestran el carácter versátil de los


desencadenantes. De hecho, algunos psicólogos piensan que
nuestra manera de dar sentido a las cosas, o nuestro comporta-
mienio resultante, está totalmente controlada por estos desenca­
denantes de estímulos y respuestas.

El valor de los desencadenantes

En la vida cotidiana los desencadenantes nos sirven de tres ma­


neras:

LOS DESENCADENANTES SON ESENCIALES PARA LA EORMACÍON DF.


LA MEMORIA V LA RECUPERACION DE LOS RECUERDOS. Me pregun­
to cuántas veces habréis tenido la siguiente experiencia: estáis
trabajando en un proyecto, pero de pronto algo os distrae y os
ponéis a leer el periódico. Leéis un artículo sobre el aumento del
precio de la gasolina, pensáis en Oriente Medio y eso os trae a la
mente África. Esio os hace pensar en la hambruna causada por
las guerras civiles que desgarran ese continente. Y luego pensáis
en la comida y os dais cuenta de que tenéis hambre. De pronto
recordáis que habíais quedado con un amigo en un restaurante
hace cinco m inutos, así que salís a toda prisa. La asociación
entre una idea y otra constituye el mecanismo fundamental de
una codificación y recuperación eficaces, algo sumamente
importante en el funcionamiento de la memoria.
Intentar recuperar un recuerdo aislado entre millones de
otros seria como entrar en una biblioteca y encontrarse con los
libros ordenados al azar, sin catalogar. Cuanto más organizado
Los virus J e st’ntí iJe minies 65

esté el catálogo, más fácil será encontrar los libros. De la misma


manera, cuantos más desencadenantes, o más ¿ísociaciones audi­
tivas, visuales y anestésicas, utilicemos para codificar los nuevos
conocimientos, más iácil será tener acceso a la memoria. Por lo
tanto, los desencadenantes nos permiten asociar acontecimien­
tos, recuerdos y estados con el fin de acceder fácilmente a la
memoria.

LOS D h S EN C A D UN A N T E S PUKDF.N BRINDAR SEGURIDAD V P R O T E C ­


C IO N .Mi madre me ha contado que yo era muy aficionado a la
física de pequeño. A los catorce meses ya me. fascinaba observar
cómo las personas enchufaban electrodomésticos en la toma de
corriente de la pared y la magia que tenía lugar a continuación.
Al parecer, un día decidí experimentar el procedimiento por mí
mismo. Encontré un clip y separé sus dos extremos para meter­
los en el enchufe. Después de asegurarme de que mi madre no
me observaba, conseguí enchufar el clip. Ella me contó que la
descarga eléctrica me lanzó al medio de la habitación, y, claro
está, quemé un íusible. Como podéis suponer, jam ás repetí el
experimento.
Cuando un niño toca el fuego por primera vez, o juega con
una abeja o recibe una descarga eléctrica, estamos asistiendo a la
formación de un desencadenante que ese niño nunca olvidará
(al menos inconscientem ente). Los desencadenantes también
son importantes en todos los animales; por ejemplo, cuando
un perrillo juega con una mofeta por primera vez, o cuando un
cachorro de oso juega con un erizo.

LO S D E S E N C A D E N A N T E S NOS PER M ITEN DAR UN S E N T ID O IN M E ­


DIATAMENTE Y SIN PENSARLO DOS V E C E S A UNA SITUACIÓN A M E­
NAZANTE. Si una persona ha salido a acampar a la montaña y de
pronto se le aparece un oso pardo dispuesto a atacarlo, el
inconsciente desencadenará inmediatamente la respuesta de resis­
tir o huir, sin detenerse a analizar la situación. En circunstancias
de vida o muerte, el inconsciente reconoce la necesidad de una
acción inmediata, es decir, huir o luchar.
66 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

El problema de los desencadenantes

Como hemos visto en el capitulo 2, los virus desencadenantes


son el resultado de una asociación errónea entre un estímulo
externo y un estado emocional. Para que este vínculo se pro­
duzca, el estímulo debe darse en el momento mismo, o ju sto
antes, del punto álgido del estado emocional. Supongamos que
ha fallecido un com pañero vuestro muy querido en un a c c i­
dente de tráfico. En el funeral, un amigo os toca en el h o m ­
bro para expresaros su simpatía. Poco después, se acerca otro
amigo y hace el mismo gesto compasivo. Finalm ente, en el
m om ento más intenso de vuestro dolor, se acerca un tercer
amigo y repite la acción. Se acaba de producir un vínculo
inconsciente entre ese gesto específico y el estado de duelo.
Diez años más tarde, estáis en un elegante restaurante cele­
brando vuestro cumpleaños con unos amigos íntimos. Uno de
ellos se levanta para llamar por teléfono. Al volver, os toca en el
hombro y, ¡clic!, os sumís en una súbita depresión. ¿Habéis teni­
do alguna vez una experiencia de este tipo? Nos sentimos bien
durante varios días y de pronto, sin motivo aparente, estamos
nerviosos, irritados o deprimidos. Es muy posible que se haya
activado un virus desencadenante.
Así como los desencadenantes nos benefician de tres mane­
ras, los virus desencadenantes pueden incapacitarnos también
de tres maneras diferentes.

LOS desen cadenantes PU E D E N ser D ESH UM ANIZAD ORES. Expe­


rimentamos un estímulo «x» y automáticamente damos una res­
puesta «y». Sólo existe una alternativa. El conductor impaciente
nos hace un corte de mangas y, automáticamente, nos irritamos.
L a publicidad utiliza el sexo o asocia ¿a experiencia de grandes
aventuras con la cerveza y, en cierta medida, eso despierta nues­
tro interés. Vuestra pareja o un miembro de vuestra familia habla
con ese tono de voz desagradable, y eso hace que de inmediato
perdáis la paciencia.
A lg u n o s p s ic ó lo g o s p ie n s a n q u e , para q u e n o s s in t a m o s p le ­
namente humanos, cualquier experiencia perceptiva debería
Los virus desencadenantes

permitirnos una variedad de posibles respuestas, al menos dos


o tres. Tener sólo una respuesta equivale a actuar como una
máquina. .

LO S D E S E N C A D E N A N i'F.S NOS DESPO JAN DE N i-E S T R O BIEN ESTAR


EMOCIONAL. Los desencadenantes o asociaciones positivas y nega­
tivas se forman inconscientemente y permanecen activos de íoima
constante. Cuando son erróneos, los desencadenantes pueden dis-
capacitamos porque hacen que perdamos el control de los esta­
dos que experimentamos. Los estados pueden ser desencadena­
dos de manera inconsciente en cualquier circunstancia.

• Llueve sin parar desde hace doce días, asi que comenzáis el
día deprimidos. .
• Vuestro cónyuge o amante os hace masajes en los hombros y
os sentís relajados.
• Escucháis las noticias por la radio de buena mañana y os
irritáis.
• Veis que hay que limpiar el garaje y empezáis a sentiros can­
sados.
• Escucháis vuestra música preferida en la radio y os sentís reju­
venecidos.
• Encontráis a una persona que no tiene casa pidiendo ayuda y
os sentís incómodos.
• Cometéis un error trabajando en un proyecto importante, y os
lo reprocháis.
• Al mirar las fotos de la familia os embarga un sentimiento de
orgullo.
O

El problema es que la mayoría de las personas viven emociones


que se disparan al azar, en una dirección u otra a lo largo del día.
como respuesta de un desencadenante a lo que sucede en nuestro
entorno. Somos como pelotas emocionales que rebotan al azar, de
un lado a otro. Deepak Chopra lo denomina conducta referida al obje­
to. El bienestar emocional depende de las circunstancias externas.
La mayoría ni siquiera somos conscientes de. qué desencade­
na nuestras respuestas emocionales, liem os peíanlo el control
68 PARTE I: 1.OS VIRUS MENTALES

de. los estados que nos gustaría vivir. Tony Robbins dice que la
clave única y fundamenta] de su fenomenal éxito ha sido la capa­
cidad de controlar sus estados. A la mayoría nos sucede que los
estados se apoderan de nosotros sin más.

LO S Dl-'S L: CA D E N A N T E S EN FORMA DE Y'I RUS D ES E S CA D E S A N T ES


provocan incongruencia. Un desencadenante se convierte en virus
desencadenante cuando no tiene una relación útil con el contexto
en que ocurre, o cuando provoca una incongruencia mental y
emocional. La reiterada compulsión de Amy a asegurarse de que
las llaves estaban en su lugar no tenía relación alguna con el
hecho de servir la comida, y su comportamiento la avergonzaba.
La persona que coge un libro de matemáticas y experimenta la
respuesta de resistir o huir está actuando fuera de contexto. El
sentimiento de irritación que se activa con sólo mirar al jefe, o a
aquel colega tan desagradable, puede ser un obstáculo pava el
desarrollo de vuestro trabajo.
Si un desencadenante produce de manera automática un
comportamiento, una compulsión o un estado emocional que
interfiere en vuestro trabajo, en vuestras relaciones, en vuestra
salud o sensación de bienestar, entonces se trata de un virus
desencadenante. Recordad que un virus mental es, por defini­
ción, una parte del inconsciente que, funcionalmente, está más
o menos separada del resto del sistema nervioso y responde a
su propio interés o a una intención positiva. La intención posi­
tiva inconsciente puede ser el recuerdo, la segundad o una
cuestión de supervivencia. Los comportamientos c estados que
derivan de esto pueden ser la ira, el agobio, la depresión o frus­
tración, la ansiedad, el cansancio, la preocupación o la culpa.
Si habéis experimentado cualquiera de estos estados de forma
regular, la causa podría ser un virus desencadenante. Si a veces
caéis en conductas o com pulsiones de las que más tarde no
estáis en absoluto orgullosos, los culpables podrían ser los
virus desencadenantes.
Al final, resultó que Amy seguía un curso de hipnosis en
la Facultad de Medicina. El instructor habla instalado un virus
mental temporal en forma de sugestión poslhipnctica. En tres
Los virus desencadenantes 69

ocasiones, mientras le servían ia com ida, Amy tenía que


cruzar el salón y com probar dónde tenía las llaves. A co n ti­
nuación, aquel com portam iento debía desaparecer. Ella no
recordaba conscientemente la sugestión. Sin embargo, lo más
fascinante fue que cuando le preguntaron por su extraño com­
portamiento, ella inventó una razón para justificarse. De hecho,
esto es algo com ún a todos los virus mentales que escapan a
nuestra conciencia vigilante. Nuestro pensamiento se vuelve
incoherente porque inventamos un significado (como Amy) o
echamos la culpa a alguna circunstancia externa del com por­
tamiento desencadenado por la creencia restrictiva o el c o n ­
flicto interior:

• «No es culpa m ía si me enfado. Es por la manera en que me


miras.»
• «Jamás podre dominar una lengua extranjera porque es dema­
siado difícil, y porque no tuve buenas notas en francés hace
treinta años.»
• «Me gustaría ser rico, pero no importa si no lo soy, porque
mucha gente rica es infeliz, y tal vez perdería a todos mis ami­
gos.»

Tras observar, como en el caso de Amy el claro despliegue


de desencadenantes y virus desencadenantes en muchos partici­
pantes de tos seminarios y en algunos clientes, he desarrollado
un modelo de lo que obstaculiza el cumplimiento de nuestros
sueños y de nuestro proyecto de vida.
70 PARTF. 1: 1 . 0 S VIRUS MENTALES

Para conseguir lo que queremos en la vida

Para entender cómo funciona el modelo, lo mejor es comenzar


con un ejercicio sencillo. .

Ejercicio 6
¿Qué se interpone entre vosotros y vuestros proyectos?

Piensa en un objetivo, una aspiración o un proyecto importante


que te hayas planteado en la vida. Después de reflexionar, con­
testa con toda franqueza a las siguientes preguntas:

• ¿Estás evolucionando hacia la consecución de este proyecto?


• ¿Se trata de algo que crees que conseguirás en un plazo razo­
nable?
• ¿Te sientes estancado, incapaz de avanzar hacia el resultado
deseado?

Si alguno de vuestros objetivos o proyectos tiene alguna


posibilidad de éxito y, aun asi, no lo habéis conseguido todavía,
o no habéis progresado lo suficiente para conseguirlo, hay tres
razones posibles.

1. El virus desencadenante crea una asociación negativa relacionada


con la acción de obtener el resultado. Algo relacionado con el hecho
de tener un proyecto, en algún nivel, os parece más doloroso
que no tenerlo. Por ejemplo, es probable que todos hayamos
tenido una relación amorosa en la que nos mostramos abiertos y
confiados con nuestra pareja y de pronto, él o ella hizo algo que
acabó con la relación. Esto nos hiere profundamente. Lo que
suele suceder entonces es que los sentimientos de amor y con­
fianza hacia un compañero íntimo se anclan de manera incons­
ciente en el dolor, la aflicción y el temor asociado con la pérdida
de la pareja. Se ha instalado un virus mental. A continuación, el
virus se reproduce de tal manera que siempre que os acercáis a
u n po si ble compañero/a, e s e s e n t im ie n t o d e p r o x i m i d a d d e s e n ­
cadena sentimientos de dolor, aflicción o temor.
Los \i?'us ciíseficíidi’rJcJnícs 71

2. Un virus desencadenante genera una asociación negauva con el


proceso de realizar el proyecto. A muchos nos iría bien algo más
de dinero, pero sólo pensar en ío que tendríamos que hacer
para conseguirlo provoca un estado de discapacidad. La idea
de conseguir un segundo empleo podría desencadena** la sen­
sación de encontrarse atrapado y de no tener suficiente tiem-
■ po para divertirse. La idea de desarrollar una estrategia de
inversiones para ganar dinero podría despenar sentimientos
de frustración al no entender la dinámica de las inversiones.
3. l ‘7>i virus desencadenante g en era una asociación positiva con el
hecho de no disponer de un proyecto. En cierto sentido, no tener
lo que queremos podría beneficiarnos. En una ocasión, una
mujer que padecía un síndrome de cansancio crónico, fue a
visitar al célebre médico Milton JErickson. Al cabo de un tiem­
po, cuando la entermedad alcanzó su punto álgido y la activi­
dad de la mujer se vio reducida al mínimo, ésta recibía nume­
rosos cuidados por parte de su familia. De alguna manera,
llevaba una vida cómoda porque la cuidaban. A una parte de
ella le convenía seguir enferma. Erickson no tardó en darse
cuenta de que la mujer no quería curarse. Le pidió que saliera
de su despacho y que no volviera hasta que estuviese dispues­
ta a cambiar. La mujer nunca volvió.

No tener lo que queremos puede ser doloroso, pero también


puede ser cómodo, en el sentido ele que nos es fam ilia). Si nunca
habéis tenido lo que deseáis, la falta de familiaridad con tenerlo
puede intimidaros. Cuando pensáis en alguna aspiración que no
habéis cumplido porque os sentís atrapados, reflexionad sobre
estas tres preguntas:

1. ¿Qué aspecto del proceso de lograr tu proyecto querrías evitar a


cualquier precio?
2. ¿Qué aspecto de tener un proyecto querrías evitar a cualquier
precio?
3. ¿Qué hay de importante en no tener un proyecto propio?

Estas preguntas son cruciales porque revelan la intención


72 PARTE í: LOS VIRUS MENTALES

positiva de cualquier cosa que se interponga en el cumplimiento


de vuestras aspiraciones en la vida, a saber, la intención positi­
va de los virus mentales potenciales. No podéis curar los virus
sin conservar la intención positiva.

Tipos de virus desencadenantes

Los vnus desencadenantes se dividen en dos variedades. El


desencadenante simple es la sinestesia V/C, A/C o C/C, ya mencio­
nada en el capítulo 2. También se le suele denominar ancla.
Aquí, el desencadenante visual, auditivo o cinestésico (V, A o C)
está andado a un estado cinestésico (C). Una persona escucha
ese tono de voz especial en boca de su cónyuge y, automática­
mente, se irritará. La mayoría de los virus mentales que hemos
tratado en este capítulo pertenecen a esta categoría. Los desen­
cadenantes simples, o anclas, se encuentran en el origen de
Tobías, conductas compulsivas, bloqueos de aprendizaje, com­
portamientos incongruentes y estados discapacitadores.
Una segunda posibilidad, denominada desencadenante com­
plejo, ocurre cuando el estímulo activa una secuencia de expe­
riencias interiores y externas que, a la larga, conducen a un esta­
do o comportamiento no deseado. Como hemos señalado en el
capítulo 1, esto también se denomina estrategia o programa.
Recordad que mi estrategia de «procrastinación» o, dicho de
otro modo, de «dejar para mañana» o aplazar las tareas, consis­
tía en ver qué hay que hacer (V'O, oír una severa voz interior
diciéndome que tengo que realizar la tarea (AO, oír otra voz inte­
rior (el lado rebelde) que dice «no quiero hacerlo» (A1), imaginar
todos los detalles tediosos necesarios para llevar a cabo la tarea
(V) y, finalmente, sentirme paralizado ( C ).
Para alcanzar este estado de procrastmación, inconsciente­
mente doy varios pasos en mi experiencia externa e interior
Puede que otra persona tenga un desencadenante complejo
totalmente diferente pero que induzca el mismo estado. Un
desencadenante o estrategia compleja es como una receta o un
ritual. Todos tenemos estrategias individuales y únicas para pro­
Los virus desenccidenanies 73

ducir una diversidad de estados positivos y negativos. Podemos


contar con una estrategia para sentirnos muy motivados. Quizá
tengamos otra para deprimirnos. Y necesitamos otra estrategia
para convencernos a nosotros mismos de comprar algo. Incluso
tenemos una estrategia única e individual para enamorarnos.
Ser conscientes de los pasos de una estrategia para experi­
mentar un estado posi/ivo, como, por ejemplo, sentirse motivado
o inspirado para actuar con plenitud de recursos en situaciones
de aparente fracaso o derrota, nos da control y poder personal,
también puede sernos útil conocer los pasos que desencadenan
nuestros sentimientos al enamorarnos, de modo que no acabe­
mos enamorándonos de la persona equivocada sólo porque él o
ella han desencadenado nuestra estrategia amorosa.
Esto fue lo que acabó con mi matrimonio. Mi ex mujer, una
artista, conoció a un marchante de arte que desencadenó inten­
samente su estrategia amorosa. Ella perdió la cabeza y pensó
que esta persona encarnaba su destino rom ántico, su alma
gemela, lo que le hizo creer que nuestro matrimonio debía aca­
bar. En aquel tiempo, yo comenzaba a aprender algo sobre las
estrategias amorosas. Estaba convencido de que el marchante
había desencadenado erróneamente la estrategia amorosa de.
mi mujer, y que seria un error poner fin a nuestro matrimonio.
Pero la experiencia de mí m u jer se había convertido en una
obsesión, y pensó que no tenía alternativa. Es lo que suele
suceder con los virus desencadenantes, a saber, la sensación de
que sólo existe una única alternativa aparente. Al cabo de unos
meses, ella se dio cuenta de que había cometido un error. Pero
era demasiado tarde. El matrimonio se había disuelto. En ese
momento, mi ex mujer se encontró envuelta en una relación
adictiva disfuncional basada parcialm ente en un obstáculo
creado por desencadenantes erróneos.
' El hecho de conocer conscientemente los pasos que damos
para experimentar un estado negativo, com o la ira, la frustra­
c i ó n o la ansiedad, nos proporciona una oportunidad para
desactivar estos virus mediante la terapia de virus mentales.
. Ésta nos brindará un mayor control sobre los estados que que­
rremos experimentar.
PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Las subm odalidades .

Las imágenes internas, el diálogo interior y los sentimientos son


las tres modalidades del pensamiento. Las cualidades de la expe­
riencia interior se denominan submodalidades.

Ejercicio 7
Las submodalidades visuales

Pensad en. una persona por la que sentís un gran aprecio. Contes­
tad rápidamente las siguientes preguntas acerca de cómo os imagi­
náis a esta persona. Si no lográis visualizarla, imaginad cómo con­
testaríais a las preguntas si pudieseis visualizar a esa persona

• ¿Te imaginas a esta persona en blanco y negro, o en color?


• ¿La persona se mueve o la ves en una imagen fija?
• ¿Se encuentra cerca o lejos?
• ¿Su figura está enfocada con claridad o levemente desenfocada?
• ¿Dónde se encuentra en tu campo visual? ¿Te ia imaginas en
el centro de tu campo visual, a la izquierda o a la derecha?

Las cualidades de vuestra imagen interna de esta persona son


submodalidades visuales.

• En blanco y negro, o en color


• En movimiento o fija
• Cerca o lejos
• P o s i c i ó n e n el c a m p o visual
• Enfocada o desenfocada
• Panorámica (visión total del entorno) o enmarcada
• Asociada (estáis en 1a escena y la imagináis a través de vuestros
propios ojos) o disociada (os imagináis a vosotros en la escena).

Ejercicio 8
El descubrimiento de las submodalidades m otñces

Ahora, pensad en alguien que os resulte desagradable. Una vez


más, responded rápidamente a las mismas preguntas a propósito
l.os vi rus dchcncadcnuntcs

de cómo imagináis a esta persona. Si consideráis que no leñéis


especiales cualidades visuales, imaginad cómo responderíais a
las preguntas si las tuvierais.

• ¿Te imaginas a esta persona en blanco y negro, o en color?


• ¿Se mueve o la ves como una imagen fija?
• ¿Se encuentra cerca o lejos?
• ¿Su figura está enfocada con claridad o levemente desenfo­
cada?
• ¿Dónde se encuentra esta persona en tu campo visual? ¿Te la
imaginas en el centro de tu campo visual, a la izquierda o a
la derecha7

Entre la persona a la que aprecias y la que te disgusta, ¿cuá­


les son las submodalidades en las que más difieren? La sub-
modalidad o submodalidades en que más se distinguen se deno­
minan submodalidades motrices; permiten que el cerebro guarde
la información de tal manera que podáis distinguir a quién apre­
ciáis y a quién no.
Muchos libros de divulgación de psicología ponen de relieve
el valor del diálogo interior positivo. Sin embargo, quizás hay
algo tan importante, si no más: las subm odalidades auditivas, es
decir, las cualidades de la voz interior, que son:

• Rápida o lenta
• Con inflexiones o monótona
• .De tono aho, bajo o medio
• El timbre
• La propia voz o la de otra persona
• Situada aparentemente en un lugar específico de tu cuerpo.

Las submodalidades cinestésicas son cualidades de las sensa­


ciones interiores. Las sensaciones pueden ser:

• Cálido o frío
• R u g o s o o su a v e
• Intermitente o permanente
PARTH 1: ! OS VIRUS MRSTALUS

• Afilado o lomo
• Duro o blando
• Situado en un lugar específico del cuerpo.

Como veremos en el próximo aparcado, una manera eficaz


de desactivar un desencadenante simple o com plejo consiste
sencillamente en cambiar las submodalidades de los pasos inter­
nos claves. Así, modificaremos la manera en que damos un sen­
tido a lo que suele desencadenar el virus mental.

Superar la aracnofobia

Karen era una de las participantes extranjeras en mis cursos de


formación en PNL. Me contó que cerca de su casa, en Alemania,
había caminos muy hermosos para salir a pasear. A e'lia le hubie­
ra gustado mucho salir con su hijo por estos senderos del bos­
que, pero tenía un virus desencadenante: un miedo compulsivo
a las arañas. Cada vez que se planteaba salir a caminar por el
bosque, se imaginaba a las arañas que la acechaban debajo de las
hojas y detrás de los arbustos, esperando que se acercara para
saltar sobre ella.
-¿Qué te asusta de las arañas? -le pregunté.
-Son negras y peludas, y tienen muchas patas -m e explicó-.
Sólo pensar en ellas me pone los pelos de punta. -Sus ojos salto­
nes y el rechinar de dientes componían una actitud física c o n ­
gruente con sus palabras.
-¿Acaso tienes miedo a las mariposas? -inquirí.
-¿Qué? ¿Por qué habría de tener miedo a las mariposas?
-A veces las mariposas son oscuras, tienen varias patas y son
un poco peludas -sugerí.
- S í, supongo que tienes razón, pero las mariposas no me.
molestan.
Yo mtenvaba dar con un coiitraciemplo, algo parecido a lo que
le causaba Va íóbia. pero sin la carga emocional negativa.
—Es posible que, de alguna manera, este temor te sirva, que
saques provecho de él? -le pregunté*-. Los virus mentales siem-
I.os vints cl¿st’iu-v*cíiucinre¿s 77

pre tienen una intención en apariencia positiva, o son prove­


chosos.
-P u e s si encuentro una araña en casa y lanzo un grito, mi
marido viene a rescatarme, y me siento protegida.
El hecho de sentirse protegida se denomina beneficio secun­
dario.
- S i pudiésemos eliminar este temor, ¿hay algo más que
pueda hacer tu mando para que te sientas igual de protegida? Es
muy importante sentirse protegido. Creo que es importante afir­
mar esa verdad ante cualquier cambio que emprendamos.
Ella se lo pensó y sugirió un par de cosas que él probable­
mente estaría dispuesto a hacer.
-Antes de que permitas que este temor desaparezca del todo,
¿crees que hay alguna situación en que sería útil conservarlo?
-pregunté.
-Tal vez estaría bien mantener una distancia razonable con
las arañas potencialmente peligrosas -respondió Karen-, pero
pienso que sería más útil tener cuidado en lugar de sentir el
pánico que siento ahora.
Le dije que estaba de acuerdo con ella y que eso me parecía
lo más apropiado. Ésta es otra consideración importante cuando
se trabaja con los cambios. En ciertas situaciones, el trabajo de
los cambios debe estar en función del contexto, de modo que no se
elimine el comportamiento en determinadas circunstancias,
pues puede resultar necesario y adecuado.
- S i tu marido está dispuesto a hacer estas pequeñas cosas
con las que te sientes protegida, y si una atención apropiada
puede sustituir al pánico, ¿hay otros aspectos en ti que se opon­
drían a renunciar al miedo a las arañas? -pregunté.
-N o, supongo que no -d ijo ella.
Decidí abordar el tema ayudándola a que cambiara sus
representaciones internas de las arañas cambiando las submoda­
lidades. Cotejé las submodalidades de la araña con las submo­
dalidades de visualización de h s mariposas. Resultó que las sub­
modalidades en que habla más diferencias, las submodalidades
motrices, eran ía cercanía y el color. Ella, se imaginaba las mari-
i posas de cerca y en color, mientras que las arañas eran más dis­
78 PARTE l: LOS VIRUS MENTALES

tantes y más grandes que su tamaño natural, y de un siniestro


color gris y negro.
A comjn.uación, le pedí que imaginara una gruesa placa de
plexiglás que se interponía y la protegía de cualquier cosa que
viera al otro lado de este material plástico transparente.
-¿Te imaginas a ti misma detrás del plexiglás observando a
una mariposa como la veías en color y de cerca?
Al verse a sí misma en la imagen, Karen se distanciaba de su
experiencia. El plexiglás proporcionaba un segundo nivel de
prolección emocional.
-S í, me veo a mí misma observando la mariposa. La observo
con curiosidad y fascinación.
-M u y bien, ahora recuerda que el plexiglás es lo bastante
grueso para protegerte. ¿Puedes imaginar a Karen ante el plexi­
glás mirando a una araña de cerca con el mismo sentido de
curiosidad y fascinación, en tamaño natural y en color, de la
misma manera que ves a las mariposas?
Karen se quedó pensando un momento, y luego pareció sor­
prendida.
- E s muy raro, la verdad es que no me la puedo imaginar a
ella haciendo esto, a... esa Karen del otro lado.
-D e acuerdo. Ahora, esa Karen sabe algo que te podría ser
muy útil. Sabe mirar a las arañas de la misma manera que. miras a
las mariposas. ¿Hay algún aspecto de ti que se sentiría incómodo
con el hecho de que tú tuvieras la misma habilidad que esa Karen?
-M i intención era llevar a cabo una verificación de congruencia
con otro aspecto inconsciente de ella. Volvió a reflexionar.
- N o - r e s p o n d i ó - , r a e e n c u e n t r o b i e n así, s i e m p r e y m a n d o
tenga cuidado.
Le pedí que imaginara que el plexiglás se desplazaba hacia
arriba y se alejaba de ella. Le sugerí que se imaginara a esa Karen
caminando hacia ella hasta que estuviera lo bastante cerca para
que pudiese incorporarla en sí misma. Metafóricamente, esto
representa la reintegración de esa Karen, ju n to con su nueva
manera de ver las arañas, a sí misma.
A continuación, quise comprobar si la integración era com ­
pleta.
Los virus ífesent<ict'£»um(o

-Ahora, devuelve e! plexiglás a su lugar. Imagínate una araña


al otra lado. ¿Qué ves? -Karen parecía tranquila mientras imagi­
naba la araña, así que le pedí que quitara el plexiglás y volviera a
visualizar la araña.
-E s curioso -d ijo -. Estoy realmente fascinada y siento curio­
sidad. La verdad es que es una criatura de Dios, igual que las
mariposas. -A partir de ahí, me situé en el futuro con ella, y le
pedí que se imaginara de nuevo en Alemania, que paseaba con
su hijo y que veía una araña de la misma manera. Parecía que se
lo tomaba bien. Una última prueba para comprobar el éxito del
proceso podría haber sido enseñarle una araña de verdad. Por
desgracia, como había sucedido con los gatos unos días antes,
[as arañas estaban al corriezne y habían desaparecido.

Solución antivírica número 1


Superar una fobia cambiando las submodalidades

1. Identifica la fobia y piensa: «¿Qué hay e n ------- (la fobia) que


zne asusta o me sobresalta?».
2. Piensa en un contraejem plo, algo lo más parecido a la fobia
que puedas imaginar, algo frente a lo cual reaccionas con sol­
tura y actúas con plenitud de recursos, por ejemplo, como la
mariposa de Karen.
3. Piensa en el beneficio secundario, a saber, cualquier beneficio
que obtengas del hecho de padecer esa fobia. «¿Qué prove­
cho obtengo o podría obtener con esta fobia?»
4. Piensa: «¿Cóm o pueclo conservar este provecho cuando
me desprenda de la fobia?». Dedica el tiempo su ficien ­
te para que las respuestas se te representen de forma cons­
ciente.
5. Comprueba si el temor sería una conducta apropiada en
algún otro contexto. «Ames de que permita que este temor
desaparezca del todo, ¿hay alguna situación en que pudiese
ser apropiado?» Reflexiona sobre las respuestas que te vienen
a la mente.
80 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

6. La comprobación ecológica. ¿Hay algún otro aspecto de ti que


se resista a desprenderse del miedo? Si la respuesta es afir­
mativa, encuentra la intención positiva de ese aspecto que
se resiste y piensa: «¿Cómo puedo conservar... (la inten­
ción positiva del aspecto que se resiste) y, a la vez, despren­
derme del miedo?».
7. Contrasta las submodalidades de la fobia con las del contra­
ejemplo. En la mayoría de los casos, es más fácil trabajar
con submodalidades visuales (cercanía de la imagen, encua­
dre en movimiento o fijo, blanco y negro o color, etc. Véan­
se ejercicios 7 y 8). Identifica las submodalidades motrices,
es decir, las que más diferencias presenten entre el contrae­
jemplo y la fobia.
8. Para protegerte, toma distancias con tu experiencia imagi­
nando una gruesa capa de plexiglás que se desliza ante tus
ojos. Imagínate frente al plexiglás experimentando el co n ­
traejemplo con las modalidades motrices (por ejemplo, la
mariposa en primer plano y en color).
9. Imagina que miras a través del plexiglás y observa cómo
experimentas aquello que desata la fobia con las mismas
submodalidades que en el contraejem plo (por ejemplo,
Karen veía a la otra Karen observando la araña de cerca y en
color, con una sensación de curiosidad y fascinación). Com­
prueba que el plexiglás es lo bastante grueso para que te
sientas protegido.
10. La reintegración. Ahora, quita el plexiglás. Imagina a aquella
otra persona observando, con ia capacidad para manejar el
desencadenante con plenitud de recursos. Imagina que eres
capaz de incorporar ese «yo» a tu propia persona.
11. C om p ru eba el cam bio. Coloca el plexiglás donde estaba e
imagina que miras el desencadenante. Fíjate en tu reac­
ción. Si estás tranquilo, quita el plexiglás y vuelve a obser­
var la experiencia. Si aún te sientes incóm odo, vuelve al
punto 6.
12. Situarse en el futuro. Imagina un encuentro en el futuro con
el desencadenante y en plenitud de recursos.
Los virus desencadenantes 81

El curso de formación de PNL acabó en julio, y no supe más


de Karen hasta diciembre. Me envió una tarjeta de Navidad agra­
deciéndome aquella sesión, y contándome que ahora solía pa­
sear con su hijo por el bosque. Le había perdido el miedo a las
arañas.

Para superar la ansiedad ante las m atem áticas

Doris era una cliente que a lo largo de un par de años me consul­


tó sobre diversos temas. Uno de los problemas que tenía era que
quería presentarse a unas oposiciones en California para conse­
guir el título de profesora. Una parte del examen eran ejercicios
de álgebra y geometría, pero ella había evitado estas asignaturas
en el instituto y la universidad debido a un virus desencadenante.
Tenía lo que se denomina ansiedad ante las matemáticas.
-¿Alguna vez tuviste buenas notas en mates? - le pregunté,
en busca de un comiaejemplo.
-L a verdad es que creo que me iba bastante bien en mates
hasta tercero de primaria. Ese año tuve a la señora Stonebreaker
y... -D e pronto Doris se quedó boquiabierta, como si recordara
algo. Me contó que cada vez que cometía un error en matemáti­
cas, la señora Stonebreaker la empujaba contra una estufa y
Doris se quemaba. Su inconsciente había establecido una aso­
ciación entre las matemáticas y quemarse. ¡No era de extrañar
que sintiera esa ansiedad! La intención positiva del virus mental,
desde luego, tenía un sentido, es decir, protegerla y evitar que se
quemara.
Conviene señalar que la Terapia de Virus Mentales es dife­
rente de otras terapias en el sentido de que no es necesario saber
cuál es el origen del virus; la terapia puede ser igualmente eficaz
sin ese dato. En el caso de Doris, la causa surgió de forma
espontánea. El proceso que decidí llevar a cabo para que Doris
superara su ansiedad ante las matemáticas (un virus sencillo) se
denomina colapso de anclas.
-M e parece bien que este aspecto tuyo intente protegerte evi­
tando que te quemes - d ije - . Pero cada vez que te presentes al
i - V A K ir . i: l u ;-> .y i c i n í / \ i .i : o

examen de matemáticas y te suspendan, ¿acaso no te quema pen­


sar que te estás quemando?
Mi intención era demostrar a su inconsciente la incongruen­
cia de conservar la fobia. Se estaba quemando académicamente,
y esta manera de pensar no favorecía su carrera. Le pregunté si.
ahora que el peligro real de quemarse físicamente había desapa­
recido, algún aspecto de ella se resistiría a cambiar su manera de
pensar acerca de las matemáticas para, así, favorecer su carrera.
Cuando permitimos que los modelos que en el pasado nos obs­
taculizaron continúen con su «tarea» de fo rm a constructiva, obra­
rán a nuestro favor.
A continuación, le pedí que pensara en estudiar matemáti­
cas. Ella respiró hondo, apretó las mandíbulas y en su mirada vi
que se sentía incómoda y agitada. Me acerqué y la toqué en el
codo izquierdo para instalar un ancla negativa. Le dije que se
pusiera de pie y que caminara un rato hasta que su estado de
ánimo cambiara. A continuación, puse a prueba el ancla Locán­
dole el codo izquierdo, como había hecho antes. Su rostro adop­
tó una expresión similar.
-¿Cóm o te sientes? -pregunté.
-Frustrada y bloqueada. -P o r lo visto, el ancla negativa ya
estaba creada. El siguiente paso consistió en instalar un desenca­
denante de p o d e r , a saber, un conjunto de estados capacitadores
anclados en su codo derecho.
-¿Puedes pensar en una ocasión concreta en que hayas teni­
do una confianza total en ti misma? -pregunté.
Ella asintió con un gesto de la cabeza.
-Vuelve a esa experiencia com o si estuviera sucediendo en
este momento. Y ahora, viendo lo que viste, oyendo lo que oíste
v sintiendo lo que sentiste en esa ocasión, ¿cómo sientes los
músculos faciales y la expresión de tu rostro? ¿Cómo era tu. pos­
tura entonces? ¿Cómo respirabas?
Si conseguimos que alguien adopte la fisiología del estado
deseado, utilizamos una de las maneras más rápidas para provo­
car que esa persona se identifique con ese estado. Doris se sentó
más erguida, respiró profundamente y relajó la tensión en las
mandíbulas.
Los virus desencadenantes

-A hora que tienes esta sensación de confianza tan firme,


deja que crezca y avísame cuando llegue a su punto más alto -la
mstruí. Observé atentamente sus músculos faciales y cuando
descubrí una alteración que podía corresponder con ese punto,
me incliné y le toqué el codo derecho. Ella me confirmó que era
el punto culminame de ese estado. Le pedí que dejara que aque­
lla sensación se desvaneciera. Luego, repetí los pasos para que
adoptara la fisiología del estado, anclándola en el momento
que alcanzaba el punto máximo. Una vez más, le pedí que per­
mitiera que la sensación se desvaneciera.
-¿Hueles las palomitas del piso de al lado? -pregunté. Sor­
prendida., ella me dijo que no. Le pregunté esto sólo para in­
terrumpir su estado y. a continuación, le presioné el codo dere­
cho. Su rostro se iluminó y, sonriendo., dijo que se sentía muy
bien. La clave esencial para el éxito de un anclaje eficaz consiste
en implantar el ancla en el momento culminante del estado
deseado, o justo antes. Si al poner a prueba el ancla, no se hubie­
ra producido el estado deseado, o si de haberlo hecho fuera
débil, es probable que el momento de implantación del ancla no
fuera el correcto. En ese caso, tendríamos que volver atrás para
implantarla de nuevo.

Solución antivírica número 2


La creación de desencadenantes de poder
1. Encuentra un lugar tranquilo donde puedas sentarte cóm o­
damente sin que te molesten. Relájate y respira pausada­
mente.
2. Recuerda un momento en que hayas experimentado con
intensidad el estado deseado. Vive esa situación como si estu­
viera sucediendo ahora. Concéntrate en la perspectiva visual,
los sonidos y, sobre todo, en las sensaciones que experimen­
tabas en aquella ocasión.
3. Para laJisiologia: cuando experimentes este estado capacita-
dor, observa:
PAR1I-: i: LOS VIRUS MI: N IA L I S

- lu postura;
- tu respiración;
- los músculos de tu cara y la expresión de tu rostro, y
- lo más importante, tus gestos y movimientos.
4. Escoge un a n d a cinestésica que te sirva para alcanzar este
estado de forma sistemática.
Te puedes locar o apretar:
- el lóbulo de la oreja;
- la muñeca;
- los puños. •
Puedes realizar un solo gesto:
- los pulgares hacia arriba;
- aplaudir;
- poner un puño en la otra mano.
También puedes incluir una p alab ra de poder (componente
auditivo):
- « ¡ S í !»
- «jBuum!»
- Una palabra de poder que sea importante para ti.
(Los mejores gestos, toques o sonidos son aquellos que ocu­
rren de forma natural cuando te encuentras en el estado
deseado.)
5. Intensifica las sensaciones asociadas con este estado.
6. Cuando las sensaciones lleguen a su punto máximo, activa el
ancla que habías escogido El punto crítico del proceso es
que el estímulo coincida con el momento culminante de la
experiencia, o justo antes de dicho momento.
7. Modifica tu estado y ponte de pie, bebe algo o pasea durante
un momento.
8. Pon a. prueba el ancla activándola, es decir, experimenta el
tacto, el sonido, o ambos. Si no vuelves al estado deseado,
repite los puntos 2 a 8, o utiliza un estímulo diferente para tu
ancla.
9. Cada vez que, de manera natural, te encuentres en el estado
deseado o en otros estados capacitadores, puedes dcumuKir
tu desencadenante volviendo a anclar estos estados en el
momento culminante de tu experiencia.
Los v;;ns (IcsL-naklcnanícs 8^

10. Puedes crear un ancla de poder mediante la acumu/ariíta de


varios estados capacitadores diferentes empleando el misino
estimulo.

Otro aspecto decisivo es que el ancla positiva en el codo


derecho de Doris tenía que desencadenar una respuesta emocio­
nal positiva más fuerte que el estado negativo del codo izquier­
do. Me cercioré de que esto fuera así acumulando varios estados
capacitadores en el mismo lugar de su codo derecho.
A continuación, me incliné y le toqué ambos codos simultá­
neamente. Al principio, Doris se sorprendió y el rostro se le tor­
ció en un gesto asimétrico. Casi temía que en su cerebro se pro­
dujera un cortocircuito y que empezaran a saltar chispas. Su
cerebro recibía un mensaje de ansiedad ante las matemáticas y,
de manera simultánea, recibía otro estímulo para sentir confian­
za. Cuando este procedimiento funciona como deseamos, el
ancla negativa, o virus, se colapsará. Los desencadenantes que en
algún momento provocaron la ansiedad ante las matemáticas
ahora producirán un estado neutral o, posiblemente, un estado
positivo.

Solución antivírica. número 3


El colapso de las anclas
1. Crea un ancla, un estimulo específico para desencadenar el
estado no deseado siguiendo los pasos 1 a 8 de la solución
anterior. Ten cuidado de no construir un estado negativo
demasiado intenso, y por ningún motivo acumules estados
negativos. Al activar el ancla se debería desencadenar de
manera clara el estado negativo.
2. Instala un ancla de poder con un estimulo diferente. Acumu­
la el ancla, de manera que las sensaciones capacitadoras posi­
tivas sean más intensas que el estado no deseado.
3. Activa ambas anclas simultáneamente.
86 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

4. Verifica esie procedimiento activando el ancla negativa ante­


rior. Si las anclas están colapsadas. experimentarás un esr.ado
neutro o ligeramente positivo.

Verifiqué el cam bio en Doris acercándom e y presio n án ­


dole el codo izquierdo (el ancla anterior). Ella no registró nin­
gún cam bio de estado, ni positivo ni negativo. Le pregunté
qué pensaba de) álgebra y la geometría que tenía que aprender
para aprobar su examen. Me dijo que lo veía como un desafío,-
y que tenía ganas de enfrentarse a él. Ya que Doris no había
seguido cursos de álgebra o geometría con anterioridad, no
logró aprobar, aunque le faltó muy poco. Ambos confiábamos
■en que al intento siguiente lo conseguiría. No tuvimos opor­
tunidad de com probarlo, porque antes de que volviera a
presentarse al examen decidió volver a Tejas para estudiar otra
carrera.
Ai ayudar a Doris y a otras personas a superar estos virus
desencadenantes, descubrí otra clave para entender el secreto de
mi amiga Dana.

C lave n ú m e r o 3: In co rp ora r d esen cad en an tes positivos de


inversión en nuestro pensamiento.

Los desencadenantes de inversión

La primera vez que entendí que los desencadenantes podían


ser invertidos, es decir, que un desencadenante en apariencia
negativo podía inducir un estado positivo, y que un desenca­
denante positivo podía producir un estado negativo, mi asom­
bro fue mayúsculo. Como he comentado más arriba, una visión
positiva puede asociarse con un desencadenante negativo, y
una circunstancia negativa puede tener un desencadenante
positivo. Observad cómo los desencadenantes tiñen o distor­
sionan el sentido que le damos al hecho de conseguir lo que
queremos en la vida.
Los v i? lis dcsaiccidaiantcs 87

Ejercicio 9
Desencadenantes y desencadenantes de inversión

Escribe una lista con algunas de las emociones positivas yalgu-


nas emociones negativas que experimentas cuando piensas en ti
mismo o cuando le imaginas en las siguientes situaciones:

• En una relación amorosa e íntima


• Tener mucho dinero
• Trabajar en el empleo actual
• Dedicarte realmente a aquellos proyectos que has postergado
• Decidirte a trabajar de verdad para cumplir con la declaración
de intenciones formulada en año nuevo
• Experimentar fracasos o reveses a lo largo de la vida.

La gente suele afirmar que le gustaría mantener una relación


de pareja sana e intima y, sin embargo, la idea de comprometer­
se con otra persona despierta el sentimiento de estar atascado o,
quizá, de ahogo. Otras personas desearán sinceramente seguir
adelante con su decisión de perder peso y, sin embargo, la idea
de seguir una dieta o hacer ejercicio puede despertar una sensa­
ción de ansiedad o cansancio. En todos estos casos, un resultado
en apariencia positivo despierta emociones carentes de recursos
(un desencadenante positivo, un estado negativo). Éstos son
ejemplos de desencadenantes de inversión negativos. La mayoría de
nosotros hemos sido programados en la infancia para saber que
no está bien cometer errores, Los aparentes fracasos y reveses
pueden desencadenar emociones tan desagradables que. al final,
ni siquiera lo intentamos.
Imaginemos que pudiésemos invenir las situaciones que
desencadenan estados negativos: a éstos los denominaremos
desencadenantes de inversión positivos. Imaginad que cuando pen­
sáis en aquel proyecto que habéis postergado tanto, os embarga
una sensación de euforia. Imaginad que pensarais en traba­
jar con unas ganas casi inaguantables de que llegue 1.a mañana
del lunes paia empezar. Y que cada vez que alguien os rechaza,
experimentáis un gran sentido de autoestima o ele potenciación.
88 PARTI:. 1: I.OS VIRUS MENTALES

O supongamos que cuando un camarero lia sido maleducado, se


desencadene, en vosotros un sentimiento de compasión, o la
conciencia de que tal vez el hombre lo ha pasado mal ese día, o
de que lo tiene muy mal en la vida. Si pudieseis cambiar el sig­
nificado que las diversas situaciones desencadenan en vosotros
de forma automática, ¿cómo cambiaría vuestra vida?

Ejercicio 10
Cam biar e] sentido

Pscri.be una lista de ciertos aspectos, comportamientos o hábitos


de tu vida en que, si cambiaras el servicio de lo que haces, mejo­
raría radicalmente tu calidad de vida. Escoge siete aspecLos,
com portamientos o hábitos en los que un cambio de sentido
tendría el máximo impacto y poder de transformación en tu
vida. ¿Qué nuevas em ociones o com portamientos te gustaría
desencadenar para reemplazar a los antiguos?
Una manera de desprenderse de los virus negativos asocia­
dos con lo que queremos en la vida es colapsar estas anclas de la
misma manera que vo he ayudado a Doris a superar su ansiedad
ante las matemáticas. Otro enfoque más sutil y potente consiste
en utilizar la energía del virus como se utiliza la tuerza del golpe
de un rival en las artes marciales, es decir, creando un desenca­
denante de inversión de la misma manera que mi amiga Dana lo
hacía de manera inconsciente.

Superar el tem or al rechazo

Leslie tenía un profundo temor al rechazo cuando se acercaba a


los hombres. Pesaba casi cincuenta kilos de más. En una oca­
sión, asistió a un seminario impartido por uno de mis colegas
que la escogió para demostrar a los participantes cómo superar
el temor al rechazo. A Leslie le servía su virus mental en el senti­
do de que, si no se acercaba a los hombres, evitaba el dolor de
sentirse rechazada. También le impedía mantener una relación
íntima que evocara recuerdos dolorosos de su infancia y de otras
Los virus desencadenantes 89

relaciones. Estas intenciones, desde luego, tenían su mérito, pero


el virus desencadenante era, como de costumbre, incongruente.
El exceso de peso de Leslie le garantizaba muchos rechazos, lo
que le permitía mantenerse al margen de una relación potencial­
mente sana, asegurando que sus recuerdos de infancia y de otros
fracasos en sus relaciones siguieran dominando su percepción
de lo que podía ser una relación.
Tras cerciorarse de que mantenía la intención positiva del
virus, mi colega procedió a instalar en esta mujer un desencade­
nante de poder para inducir una confianza sin límites y una gran
autoestima personal. También le pidió que imaginara a alguien
conocido que le sirviera de modelo por su capacidad de reaccionar
ante el rechazo y no sentirse emocionalmente herido. Después,
instaló un ancla de rechazo. Activó el ancla de rechazo y luego el
desencadenante de poder. Después de repetir este proceso varias
veces, consiguió invertir el desencadenante de rechazo de Leslie.

Solución antivírica número 4


La instalación de desencadenantes de inversión
1. Establece un ancla para el estado no deseado y un desenca­
denante de poder como lo harías con el colapso de anclas.
2, En el momento de colapsar las anclas, activa simultáneamen­
te el ancla negativa y el desencadenante positivo. Por el con­
trario, cuando se trate de instalar un desencadenante de
inversión, activa el ancla de rechazo, suéltala, y luego, inme­
diatamente después, activa el desencadenante de poder. Repi­
te esta operación hasta que al activar la anterior ancla negati­
va se activen automáticamente los estados capacitadores.

Mi colega verificó su trabajo con esta mujer pidiéndole a uno


de los participantes que se acercara. Ella intentaría pedirle que
salieran juntos, y él la rechazaría de forma inequívoca. El desen­
cadenante de inversión funcionó. Cuanto más rechazaba e insul-
90 PARTÍ: 3: LOS VIRUS MENTALES

taba el hombre a la mujer, más confianza adquiría ésta, y más


persistía amablemente en concertar una cita. Al parecer, este tra­
bajo la transformó por com pleto porque, seis meses después,
Leslie había adelgazado de manera notable y mantenía una sana
relación con un hombre. •

Solución antivírica número 5


Temor intenso o fóbico al rechazo
Al trabajar con una persona cuyo temor al rechazo es demasia­
do intenso, o incluso fóbico, antes de implantar el ancla y el
desencadenante hay que buscar un contraejemplo emocional.
El cliente puede ser capaz de manejar con plenitud de recursos
un sentimiento parecido al rechazo, com o el desacuerdo o Ja
desaprobación.
Para neutralizar la respuesta emocional abrumadora del virus
desencadenante, seguid el procedimiento que he hecho con
Karen y su fobia a las arañas. Recordad que ella se imaginó a sí
misma frente a la protección del plexiglás y cambió las sub­
modalidades de su temor. Después, reintegró aquella persona al
otro lado, que ahora tenía la capacidad de manejar con plenitud
de recursos (o que antes la había aterrado.
A partir de ese momento, instalad los desencadenantes de
inversión.
Cuando entendí cómo invertir ios desencadenantes, también
entendí que mi amiga Dana lo bacía de forma inconsciente. La
mayor parte de su experiencia, que en muchas personas provo­
caría resignación, en ella despertaba su sentido del humor,
curiosidad y encanto. En ese momento comprendí por qué las
cosas habían funcionado mal con el heroinómano del doctor
Chopra. El viejo escenario familiar del tren había desencadena­
do en él la urgencia de consumir heroína porque no se habían
tratado los virus mentales asociados con la drogadicción.
Me pregunté cóm o sería la vida si fuera posible reinvertir
todos estos virus desencadenantes molestos, que normalmente
Los virus cL'senair’en^mes 91

nos discapacitan, y asi estimular estados como la confianza, la


motivación, la emoción o la curiosidad, estados que nos benefi­
cian. ¿Cuánta energía y poder inyectaría esto en nuestra vida
cotidiana?
Al igual que los desencadenantes, es posible invertir la mate­
ria. Y, al igual que los desencadenantes de inversión, la materia
invertida puede producir una energía enorme. Una forma de
materia compuesta de partículas que tienen una carga eléctrica
opuesta a la que poseen normalmente se denomina ¿ní-mifiteníi.
Al entrar en contacto con la materia, la antimateria aniquila las
partículas cargadas norm alm ente, produciendo energía pura.
Esto es lo que establece la célebre ecuación de Einstein, E = mc¿.
De hecho, un trozo de antimateria del tamaño de una moneda
que entrara en contacto con la materia produciría urja explosión
comparable a la de una bomba atómica. Hay quienes han sugeri­
do que la explosión de Tunguska, en la que pensaba mientras
miraba la lluvia de meteoritos en la sierra, fue producto de un
trozo de antimateria. Entonces me preguntaba si los desencade­
nantes de inversión pueden liberar una energía em ocional y
mental de la misma magnitud.
4
Los virus restrictivos

Ante la disyuntiva de cambiar de opinión


o demostrar que no es necesario cambiar,
casi todos se quedan en la demostración.

J ohn kenneth G. nlbraith

Una fría y clara mañana de noviembre, me levanté de la cama y


bajé a tomar un poco de zumo y a encender el calentador. Esta­
ba descalzo y, sin embargo, me sentía a gusto caminando sobre
la alfombra. Al entrar en el comedor, sentí que los pies se me
enfriaban al contacto con el duro suelo de madera. Finalmente,
cuando llegué a la cocina, sentí el suelo gélido de la cerámica
bajo los pies.
Me pareció raro que estas rres superficies tuvieran tempera­
turas diferentes, así que cogí un termómetro y tomé las tem ­
peraturas, No fue poca mi sorpresa ai ver que en todas el
termómetro marcaba 5 grados, es decir, la temperatura ambiente
de las habitaciones. ¿Cómo se explica que yo p en sara que la
cerámica estaba mucho más Iría que la alfombra? Las tres super­
ficies son un ejemplo de un fenómeno llamado incongruencia
secuencia!; a pesar de tener la misma temperatura, la sensación
de frío variaba de forma aleatoria. Además, siempre que hablo
con otras personas que han tenido la misma experiencia, com­
parten esa idea errónea, o restrictiva, de que diferentes superfi­
cies presentan diferentes sensaciones de frío al tacto. Al parecer,
ciertas creencias restrictivas son universales.

93
94 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Las creencias restrictivas

¿Qué tienen en c-omún estas personas?

• Una persona obesa que sigue una dieta para luego dejarla.
• Un adicto al trabajo.
• Alguien incapaz de acabar una carrera.
• Una persona que mantiene una relación de dependencia.

La respuesta es que todas tienen creencias o valores restricti­


vos que pertenecen a la categoría de virus mentales llamados
virus restrictivos. En el capítulo 3 hemos visto que los desenca­
denantes y los virus desencadenantes aparecen de íorma auto­
mática e inconsciente. Y, sin embargo, a pesar de que existen en
un nivel tan profundo, son los virus mentales más fáciles de
curar. Los virus restrictivos se aparecen en un nivel de pensa­
miento algo más consciente, en el nivel de las creencias y valo­
res. Aquí creamos nuestro modelo interno para comprender el
mundo. Las creencias y valores filtran nuestra percepción de la
realidad. En este nivel decidimos, de lorma inconsciente, a cuál
de los innumerables estímulos que bombardean nuestros senti­
dos prestaremos atención y de cuáles prescindiremos. Aquí deci­
dimos qué cosas nos son placenteras y cuáles debemos temer en
cuanto fuentes potenciales de dolor.
Para ilustrar la magnitud de la influencia que tienen en noso­
tros los virus restrictivos, os contaré la historia de una mujer,
que llamaremos Susan, que padecía un cáncer de mama avanza­
do en fase de metástasis. Esta mujer temía mucho por su estado,
y su dolor físico era tan intenso que apenas podía caminar. Ya
que los tratamientos de la medicina convencional ofrecían pocas
esperanzas, decidió embarcarse en un programa alternativo de
medicina ayurvédica (una forma de la medicina tradicional
de India), masajes, terapia sensorial y meditación trascendental.
Se sintió tan bien con el tratamiento que, en un nivel profundo,
Uegó a creer que el temor y el dolor no eran necesarios. Al cabo
de un tiempo, dejó de sufrirlos.
Volvió a ver a su doctor para contarle, emocionada, que se
„ i-V? V i l HO r • «-v r

habla liberado del dolor y que podía volverá caminar. La some-


tie-ron a nuevas radiografías y constataron que el cáncer persis­
tía. El médico, pobre de él, le aseguró a Susan que la terapia
alternativa era una cuestión puramente mental, y que el dolor
no tardaría en volver. Susan le creyó y, como era de esperar, vol­
vió a sentir dolor y miedo. Los terapeutas alternativos tardaron
un tiempo en deshacer ei trabajo del buen médico, pero al final
lo consiguieron. A pesar de que el cáncer seguía vivo, Susan reci­
bía lo mejor de lás terapias convencionales y no convencionales.
Siempre y cuando Susan se sintiera cómoda, y convencida en un
nivel lo bastante profundo de que el dolor y el temor no tenían
por qué acompañarla en su enfermedad, podría liberarse de
ellos.
Cuando conocí el caso de Susan comprendí que todos tene­
mos creencias restnctivas que influyen en nuestra manera de dar
un sentido a las cosas, creencias que nos impiden avanzar. «No
puedo...», «No so y muy...», «... es demasiado difícil para mí o
me llevaría demasiado tiempo». He reflexionado sobre si no
habría alguna manera de cambiar estas creencias. Además,
¿cómo decidimos si hemos tenido éxito o no? ¿Por qué algunas
personas tienen tantos problemas de dinero a pesar de que son
relativamente brillantes y han recibido una buena formación?
¿Por qué otros tienen problemas en sus relaciones, o les cuesta
disfrutar de buena salud? ¿Por qué es tan difícil realizar Jas acti­
vidades que nos benefician, como seguir una dieta o hacer ejer­
cicio o cumplir con nuestras resoluciones de ano nuevo? ¿Qué
es lo que realmente nos motiva en la vida?
Las creencias y los valores capacitadores constituyen la base
de un com portam iento útil y flexible y de una com prensión
adecuada de la vida. Constituyen los fundamentos de nuestros
más nobles ideales y nos brindan una manera de medir cómo
nos com portam os con esos ideales. Los virus restrictivos son
como termitas, que corroen y debilitan’ e incluso algunas veces
acaban por destruir, aquellos fundamentos, Para com prender
los virus restrictivos, analizaremos más en profundidad el nivel
en que se produce la infección, a saber, el nivel de las creencias
v valores.
4
96 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Las creencias y los valores

Las creencias conforman el tejido de nuestros mapas internos' de


la realidad, la tela en que pintamos la vida, las normas y expecta­
tivas en relación a cómo y por qué las cosas ocurren como ocu­
rren. Incluyen afirmaciones como las siguientes:

• «Si ocu rre------- , es porque sucedió------- .»


• «Las personas s o n -------.»
• «Debería ------», o «No p u ed o ------- », o «Tengo que — ■ — .»
• «Cuando alguien h a c e ------- , significa q u e ------- .»

Los valores nos motivan en nuestro quehacer. Constituyen la


fuerza motriz dei com portamiento humano. Lo que tememos
nos provocará dolor, y aquello que esperamos con expectación
será fuente de placer. Nuestros valores nucleares más profundos
son estados emocionales positivos o negativos. Los valores son
más abstractos que las creencias, y normalmente podemos hacer
alusión a ellos con algunas palabras clave: relaciones, libertad,
rechazo, paz espiritual, segundad, humillación, depresión, aven­
turas, etc. Observad que cada una de estas palabras es una nomi-
nalizaciñn, algo abstracto que no podemos ver, tocar o cargar en
una carretilla.
Un valor se asocia con un número determinado de creencias
o normas, que indican en qué medida cum plim os con aquel
valor. Le pregunté a Lynn, una querida amiga, qué era más
importante para ella en una relación amorosa Dijo qne una de
las cosas importantes para ella era sentirse-querida. Ése era uno
de sus valores. Y luego le pregunté:
—¿Cómo sabes cuándo te quieren?
-Pues —replicó ella-, debo poder confiar en que mi compa­
ñero cumplirá lo que ha prometido, y debe estar dispuesto a
compartir sus sentimientos, dolores y deseos, y debe estar cerca
de mis hijos y tener paciencia con ellos.
Aquello era una muestra de las ?iormas o creencias relaciona­
das con el valor de sentirse querida. Si el valor fuera el hilo de oro
de un collar, las creencias serían las perlas que ensartamos en él.
Los virio nsinciivos 91

La mayoría estamos convencidos de que no podemos cam ­


biar nuestras creencias, aunque éstas nos discapaciten. Esto es
verdad en un ni ve i consciente, porque las creencias discapacita-
doras, al igual que otros virus mentales, tienen una intención
positiva. A pesar de nuestras más firmes decisiones de cambio,
el inconsciente no abandonará la intención positiva y, por lo
tanto, el virus mismo.
Sin embargo, la verdad es que las creencias cambian con el
paso del tiempo sin que nosotros nos lo propongamos. ¿Acaso
no hay cosas que hace diez años eran verdades absolutas para
vosotros pero que hoy os daría vergüenza reconocer como ideas
propias? La Terapia de Virus Mentales7"1 nos permite cambiar
nuestras creencias modelando de forma natural la manera en
que éstas cambian inconscientemente. Al contrario de los desen­
cadenantes, no suele ser tan sencillo ni rápido cambiar las creen­
cias restrictivas, si bien es un proceso relativamente fácil. Sin
embargo, suele ser más fácil, y da resultados más perdurables,
cambiar ios valores relacionados con las creencias restrictivas. Ya
que los valores existen en un nivel más abstracto de la concien­
cia, es posible que el cambio de un valor arrastre consigo todas
las cuentas del collar (las creencias restrictivas relacionadas con
el valor).

Tipos de creencias

Las creencias se dividen en tres categorías:

Normas Hemos adquirido estas nociones a


de c o m p r e n s ió n .
través de nuestras experiencias en la vida. Por ejemplo:

- Hace calor en verano y frío en invierno.


- I.as margaritas son más bonitas que las rosas.
- Si alguien me mira con ceño, significa que me censura.
- Comer demasiadas grasas insaturadas provoca enfermedades
coronarias.
- No puedo bailar porque no coordino bien.
i. v m u i M d.iN L A L .L S

Estas creencias pueden revelar agujeros o limitaciones en el


mapa interno de la persona. Es evidente que hay lugares donde
el verano es frío y el invierno es cálido, pero ¿quién dice que las
margaritas sean más bonitas que las rosas? ¿Cómo sabernos que
una persona que frunce el ceño nos censura y que no se trata de
un tic facial? ¿Estamos seguros de que no poseemos la coordina­
ción necesaria para bailar?

C r h h n c í AS Se trata de grandes generaliza­


NUCLliARES GLOBALES.
ciones acerca de las personas, el dinero, la vida, el trabajo, el
sexo opuesto, etc.

• La vida no es justa.
• Los hombres sirven para solucionar problemas, y por eso
carecen de la sensibilidad para apreciar los sentimientos de
una mujer.
• El dinero es el germen de todo mal.
• Aunque la mona se vista de seda...

Ejercicio 11
Las creencias nucleares restrictivas

Para cada uno de estos cinco aspectos en la vida (la gente, la


vida, el dinero, el trabajo y el sexo opuesto) escribid cinco
creencias nucleares vuestras que podrían limitaros de alguna
manera. Estas afirmaciones suelen adoptar !a forma siguiente:
«La gente e s ------- », «La vida e s ------- », «Las mujeres/los h o m ­
bres s o n ------- », etcétera.

LA GENTE El. DINERO La ví da El


1. 1. 1. 1.
2. 2. 2. 2.
3. 3. 3. 3.
4. 4. 4. 4.
5. 5. 5. 5.
Los virtí.s' restrictivos

L a s -MUJERES / LOS HOMBRES

1.
2.
3.
4.
5.

Las creencias nucleares globales pueden ser capaciíadoras o


discapacitadoras. Ya que la mayoría son simples clichés o afir­
maciones carentes de lógica que no se pueden demostrar ni en
un sentido ni en otro, ¿por qué no escoger las más capaciía-
doras?

• A pesar de que la gente no hace lo que yo quiero, hace lo que


puede.
• El dinero me da la libertad y la posibilidad de desarrollar mi
potencial intelectual, material y espiritual.
• La vida es un don y nos brinda la oportunidad de hacer al^o
que valga la pena aquí en la Tierra.

Las CREENCIAS DL: UMBRAL. Son las norm as que nos permiten
saber que estamos incorporando un determinado valor. Supon­
gamos que el bienestar económico es un valor importante para
vosotros, el hilo de oro de vuestro collar. La pregunta para indu­
cir las perlas (vuestras creencias de umbral) es: «¿Ccwo sabéis
que gozáis de bienestar económico (o de cualquier otro valor)?».
Podríais responder.

• «Cuando tengo un sueldo d e ------ - dólares al año.»


• «Cuando ten g o -------dólares en inversiones.»
• «Cuando ten g o-------dólares en cuentas de ahorro.»
• «Cuando tengo una fortuna neta d e -------dólares.»

Las creencias de umbral son el rasero con que medimos el


éxito que hemos tenido en lograr Los valores y objetivos que nos
proponemos en la vida. Muchas personas, en opinión de los
demás, gozan de un gran éxito, pero son infelices porque no son
100 PARTE l: LOS VIRUS MENTALES

conscientes de su propio éxito. Jam ás han establecido una


norma clara y mensurable para saber cuándo están viviendo o
cuándo han alcanzado aquello que se han propuesto, lo cual es
comparable a un piloto que despega en su avión sin destino y
sin un método demasiado claro para saber dónde se encuentra.

Tipos de valores

Hay cuatro categorías fundamentales de valores:

Los VALORAS COMO medio. Muchas personas tienen como valo­


res el dmero, las relaciones amorosas y una carrera gratificante.
Éstos no son estados emocionales en sí sino medios para experi­
mentar ciertos estados emocionales.

Los VALORriS COMO FIN. Cuando alguien me dice que tener dine­
ro es un valor importante, estoy de acuerdo con que el bienestar
material es positivo y vale la pena. Sin embargo, preguntaría.
«¿De verdad quieres un montón de papeles verdes con retratos
de notables presidentes fallecidos?». Desde luego, no es eso lo
que desea la mayoría de las personas.
Si preguntamos: «¿Qué es importante p ara ti en el hecho de
tener dinero (o cualquier otro valor como medio)?», escuchare­
mos respuestas como «seguridad», «libertad» o «poder». Éstos
son valores como fin, es decu, motivaciones ocultas o implícitas
en el deseo de poseer dinero.
Ln realidad, las personas no desean las relaciones. Una rela­
ción no es sino un medio para obtener un sentimiento de perte­
nencia a un grupo o a una sociedad, para sentir pasión, no sen­
tirse solo o estar enamorado, y aquí hablamos, una vez más, de
valores como fin. Una carrera profesional gratifícame es un
medio hacia un estado o una sensación de creatividad, de no
sentirse económicamente atrapado, o sentirse capaz frente a los
desafíos que representa el trabajo. Los valores conio tin generan
la motivación, la materia emocional oculta en cualquiera de
nuestros objetivos.
Los virus restrictivos 101

Los valores COMO APROXIMACIÓN. Se trata de valores que se


afirman en lo positivo. Son estados o experiencias que, espera­
mos, nos brindarán placer.

• Me fascina la aventura.
• Quiero emoción y pasión en mi relación amorosa.
• Me fascina trabajar con la gente y aprender cosas nuevas en mi
carrera.

Los v a i ORES C O M O DISTANC1 A M IE NT O. Son los valores que no


deseamos en nuestra carrera profesional, en nuestra relación o en
nuestra vida. Son estados y situaciones que evitaríamos a cual­
quier precio.

• No soporto a los jefes rígidos y despóticos.


• No pienso ser pobre.
• Jamás haré las cosas que hizo mi madre!

Uno de los problemas de la motivación a partir de valores


como distanciamiemo es que nos concentramos en lo que no
deseamos, que es com o intentar avanzar mirando hacia atrás.
Cuando fijamos la atención en alguna cosa, aquello se crece en
nuestra conciencia. La mujer que insiste en que jamás será como
su madre tiene grandes posibilidades de ser exactamente igual a
ella. Los valores de distanciamiento pueden ser un signo de
experiencias emocionales importantes del pasado que no han
sido resueltas.
Los virus mentales restrictivos son defectos de nuestras
creencias y valores que nos conducen a ideas y comportamien­
tos incongruentes.

Para qué nos sirven los valores y las creencias

Los valores positivos que esperamos nos brinden placer, así


como los valores negativos que evitaríamos a cualquier precio,
filtran aquello a lo que debemos prestar atención y dedicar núes-
i i'AK i t 1: I OS VIRUS MHNTALUS

»
tro tiempo. Además, los valores nos permiten evaluar la gestión
de nuestro propio tiempo. Cuando no estamos contentos con la
manera en que organizamos el tiempo, hay un conflicto de valo­
res. Una parte de nosotros piensa que deberíamos estar hacien­
do esto, y otra parte piensa que deberíamos hacer lo otro.
Los valores proporcionan el impulso cinestésico implícito en
la motivación. Cuando nos motivamos para ha,cer algo, lo hace­
mos porque esperamos tener la experiencia de un estado positi­
vo (valor) o porque intentamos evitar un estado negativo (valor).
Bob, un participante en uno de mis seminarios, tenía
muchos problemas para encontrar una motivación en el trabajo.
Le pedí que recordara una época en que se había se?nido muy
motivado en el trabajo.
-E n una ocasión trabajé para eí departamento de asistencia
i.écnica de una gran empresa de ordenadores, y me sentía bas­
tante motivado.
-D e acuerdo, vuelve a ese momento como si estuviera suce­
diendo ahora -su gerí-. Cuando empezaste a sentirte motivado,
¿qué emoción o estado experimentabas7
-M e sentía muy emocionado con rodas las cosas nuevas que
aprendía -respondió. La emoción ante el nuevo aprendizaje era un
valor que proporcionaba a Bob el resorte cinestésico, al menos cuan­
do se sentía motivado. Le pedí que recordara otras ocasiones en que
se había sentido especialmente motivado en el trabajo, y pregunté
qué valores se ocultaban tras esa motivación. Descubrimos que algu­
nos de estos valores no existían en su empleo actual. A veces, cono­
cer los valores que nos motivan en nuestra profesión nos permite
realizar cambios logísticos sencillos en nuestro empleo a fin de
lograr una mayor motivación. F.n otros casos, puede que un cambio
de empleo sea la única alternativa para obtener la satisfacción que
sólo puede proporcionamos la realización de estos valores.

Ejercicio 12
Inducción de los valores

1. Piensa en un aspecto de tu vida que. en tu opinión, podría


mejorar tu profesión, tu desarrollo personal, tus relaciones,
r . ----- -. . —
Lc-s virus restrictivos

tu economía, tu vida espiritual o social, u otro aspecto impor­


tante. Recuerda un momento en que le sentías muy motiva­
do en este.aspecto. ¿Qué emoción sentías o en qué estado te
encontrabas cuando empezabas a sentirte motivado? Pon una
etiqueta a ese sentimiento.
Recuerda que puede ser algo positivo -c o m o sentirse
integrado en la sociedad, actuar con un sentido de aventura,
sentirse creativo-, o puede ser un valor de distanciatniento
-co m o el temor a ser despedido del empleo, o el temor a la
agresividad remante en tu relación con otra persona-. Cual­
quiera que sea su característica, anótalo. No ló juzgues como
correcto o incorrecto.
A continuación, piensa en otro momento en que te sen­
tías especialmente motivado en el aspecto de tu vida que has
escogido. ¿Qué em oción o estado experim entabas cuando
comenzabas a sentirte motivado? Escríbelo. Repite este pro­
cedimiento hasta que se. te acaben los ejemplos.
2. Pregúntate: «¿Qué ocurriría si renunciara a esto (el aspecto
que has escogido, es decir, el trabajo, las relaciones, la ges­
tión de tu economía o una búsqueda espiritual.''?». Anota lo
que se te ocurra. Esto te dará valores de motivación adiciona­
les. Si la infidelidad del otro te llevara a renunciar a una rela­
ción, la fidelidad es un valor importante para ti. Si la posibili­
dad de perder tres mil dólares o más en inversiones te haría
renunciar a invertir, entonces los valores seguros o de bajo
riesgo serán importantes para tus inversiones superiores a
tres mil dólares. Elabora una lista de valores tomando esta
idea como base.
3. Ante una situación que te haría renunciar a algo en un aspec­
to determinado, pregúntate: «¿Si esto ocurriera, podría pasar
alguna otra cosa que me motivara a volver?». Escribe acerca
de estos valores. Si nada te convenciera para volver, has des­
cubierto uno de tus valores lundamentales.
4. Establece una prioridad entre los valores que has encontrado
en los puntos 1 a 3. ¿Cuál es el valor más importante7 ¿Cuál
es el valor que le sigue? Y así sucesivamente.
5. Para ampliar tu lista de valores, pregúntate: «¿Qué es impor­
104 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

tante para mí en... (el aspecto que has escogido)?». Incluye


estos valores en tu lista de prioridades de acuerdo con su
importancia.
6. ¿Satisfaces actualmente los cuatro o cinco valores más impor­
tantes que has consignado en tu lista de prioridades? Si no es
asi, ¿qué cambios tendrías que introducir para satisfacer estos
valores?

Las creencias son útiles porque nos brindan una com pren­
sión, un sentido y un orden de las cosas que, de otra manera,
nos parecerían experiencias vitales aleatorias y caóticas. El hecho
de dar un sentido a las cosas (aunque éste sea erróneo) parece
ser una característica fundamental del ser humano.
Las creencias de umbral nos permiten saber cuándo satisfa­
cemos un determinado valor al plantearnos la pregunta: «¿Cómo
sabré que estoy experimentando-------(el valor)?».

Ejercicio 13
Inducción de las perlas

Ante cada uno de los primeros cuatro valores del Ejercicio 12,
pregúntate: «¿Cómo sabré que he conseguido------ - (el valor)?».
O: «¿Qué debería ocurrir para que experimentara ------- ?».
Incluye en la lista todas las normas (creencias) que encuentres.

¿Te ayudan tus creencias de umbral del Ejercicio 13? ¿Te


facilitan la vivencia de tus valores más importantes? ¿Te di­
ficultan el no vivirlos? Si no es así, puedes v o lv erá diseñar­
los con las técnicas presentadas en este capítulo y en el capí­
tulo 15:
Las creencias Jv los valores, al unísono, influyen
* en el senti-
.

do que damos a la vida, en la claridad y coherencia de nuestro


pensamiento, en nuestra orientación en la vida y, finalmente, en
nuestro destino. Las creencias y valores capacitadores abren
toda una gama de posibilidades para una existencia rica y satis­
factoria. Las creencias y valores discapacitadores pueden parali­
zarnos
Loi virus restrictivos 105

El problema de las creencias

Tony Robbms pregunta: «¿Creéis que nuestras creencias y valo­


res forman parte de un plan maestro elaborado a partir de deci­
siones inteligentes temadas a lo largo de la vida?». Su respuesta
es: «¡Casi nunca!». Lo más probable es que nuestras creencias y
valores hayan nacido de la azarosa secuencia de experiencias
dolorosas y placenteras, principalmente durante nuestra infan­
cia, y de nuestro intento de darles un sentido. En general, vivi­
mos sobre la base de creencias y valores que nunca hemos esco­
gido, de manera consciente, y nos movemos en una dirección
que desconocemos, hacia un destino del cual aún no tenemos la
clave.
Uno de los problemas específicos de nuestra manera de pen­
sar es que solemos confundir nuestras creencias con nuestra
identidad. Si discutimos con alguien acerca de sus creencias
sobre política, religión o valores personales, esa persona podría
pensar que la estamos atacando a ella. En mis seminarios de
aprendizaje dinámico, he demostrado que el aprendizaje puede
estar libre de tensiones y ser fluido. He conseguido que los par­
ticipantes hagan cosas que no creían posibles, como memorizar
vocablos del portugués a un ritmo de cien palabras por hora, o
dibujar con facilidad por primera vez en sus vidas, o romper
tablas con sus propias manos. Aun así, a veces las personas están
tan apegadas a sus bloqueos de aprendizaje que se sienten real­
mente ofendidas si se les sugiere que pueden hacer cosas de las
que se sienten incapaces. Todos hemos experimentado grandes
dificultades, incluidas las de aprendizaje, hasta lograr una com ­
prensión de la vida. Y apegamos a esa comprensión, sea verda­
dera o no, puede resultarnos mucho más cómodo que elegir lo
que se percibe como alternativa (la confusión).
Otro problema con las creencias es que constituyen la base
de las normas y expectativas de la conducta social. Se ha dicho
que todos los problemas en una relación son problemas de nor­
mas. Esperamos una determinada conducta y descubrimos otra
diferente. Recordad una época en que estuvierais enfadados con.
alguien. ¿Os molestó esa persona porque hizo o dijo algo que no
PARTÍ- I: LOS VIRUS MENTALES

esperabais que hiciera o dijera? En mi experiencia, jamás he


visto un problema que no fuera un problema de normas y creen­
cias. ¿Por qué se enfada la gente con las noticias? ¿No será por­
que esperan que los demás actúen de forma más inteligente?
La clave para resolver los problemas con alguien que apre­
ciáis consiste en descubrir las creencias en conflicto. Desde esa
perspectiva, no se traía de saber quién tiene la razón sino de
comprender que vuestras creencias son diferentes. Entonces
podéis aceptar las diferencias o volver a diseñar las creencias.
Tengo una tía que mantiene la creencia, aunque no lo diga,
de que cada vez que alguien va por unos días a su casa debería,
al cabo de aproximadamente una semana, mandarle una nota de
agradecimiento. Así se demuestra el afecto. En el entorno de mi
familia más próxima, por el contrario, cuando nos hospedamos
en casa de alguien sencillamente le agradecemos de palabra su
hospitalidad. Una nota de agradecimiento parece una formali­
dad innecesaria. Después de haber visitado, a mi tía una vez al
año durante varios años, un día acabó molestándose conmigo
porque yo nunca le enviaba notas de agradecimiento. Desde
luego, ambos teníamos un valor en com ún, a saber, el afecto.
Pero nuestras normas y creencias acerca de cómo comunicamos
a los demás nuestro afecto eran diferentes. Además, cuando con­
versé con ella acerca de esto, mi tía estaba convencida de que
tocio el mundo compartía la idea de que uno debería enviar una
nota de agradecimiento al cabo de una semana. Cualquiera que
no lo supiese era simplemente un ignorante. Cuando ambos
reconocimos nuestras mutuas opiniones y aceptamos la creencia
del otro, nos quedamos mucho más tranquilos. A mí no me
importaba mandarle las notas y, si no lo hacía, ella entendía, por
mis agradecimientos verbales, que yo le tenía afecto.
Esta histona ilustra otro problema que tenemos con nuestras
creencias profundas. Solemos pensar que éstas son universales
(«cualquier persona razonable pensaría como yo»). Si no, son
seres irracionales, y es probable que constituyan una amenaza.
Cuando discutís con alguien, ¿no os suele suceder que pensáis
que cualquiera (excepto la persona con quien discutís) apoyaría
vuestra opinión?
i..os virus i'cmi inivw

Píe leído una alarmante estadística según la cual el 80 por


ciento de tos actos violentos tienen sus raíces en la venganza. La
necesidad de venganza surge a partir de un sentimiento de trai­
ción. Y si pensamos por qué nos sentimos traicionados, veremos
que es porque alguien lia atentado contra nuestras cree na as o
expectativas acerca de lo que ese. alguien debería o no debería
hacer. H1 grado de violencia imperante en una sociedad también
puede ser una medida de. la mllexibilidad de las personas ante
los virus mentales de creencias restrictivas.
Las creencias proporcionan normas para medir éxitos y fra­
casos. Aquí también podemos inducir estas creencias de umbral
con la sencilla pregunta: «¿Cómo sabem os cuándo tenemos
éxito?», o: «¿Qué ha de ocurrir para que sintamos que hemos
alcanzado el éxito?». En el capítulo 14 profundizaremos en las
razones del éxito y el fracaso. El problema para muchos, no obs­
tante, es que jam ás hemos decidido conscientem ente lo que
debe ocurrir para decir que tenemos éxito. O, peor aún, con
nuestras creencias personales, el éxito es casi imposible de alcan­
zar. Así, hay muchas personas que, a ojos de los demás, viven en
la abundancia económica y en la riqueza social y material, pero
que tal vez no piensen en sí mismas como personas de éxito.
Una última idea acerca de cóm o las creencias nos limitan
proviene de la antigua filosofía védica de la India. Desde una
perspectiva védica, la necesidad fundamenta] de apegarnos a
nuestras creencias se debe a nuestro temor a lo desconocido. Por
las experiencias de la vida, especialmente en la infancia, a veces
lo desconocido nos ha deparado sorpresas penosas y dolorosas
fin la medida en que las creencias estructuran nuestros mapas
internos de la realidad, nos proporcionan la comodidad v la ilu­
sión de conocer lo desconocido. Sin embargo, olvidamos el
supuesto básico de la PNL, a saber, que el mapa no es igual al
territorio. Cada una de nuestras creencias acerca de c ó m o es la
vida, o c ó m o JebenYi ser. es s ó l o una a p r o x i m a c i ó n a lo que en
realidad es. Cuanto más grande sea la brecha entre cómo pensa­
mos que las cosas deberían ser y cómo son en realidad, mayor
será la probabilidad de que experimentemos desilusiones y frus­
tración.
108 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

También desde la perspectiva védica, el momento presente


contiene posibilidades casi ilimitadas de aquello que puede ser,
y el presente es totalmente desconocido. Vivir de manera espon­
tánea en el presente con un sentido infantil de la curiosidad, la
alegría y lo maravilloso, como mi amiga Dana, consiste en entre­
garse a lo desconocido que hay en el presente. Todas las creen­
cias o nociones que conocemos rígidamente como verdades sólo
proyectan fronteras y limitaciones sobre las posibilidades ilimi­
tadas de lo que para nosotros es correcto en el aquí y ahora. Tal
vez en ciertas ocasiones deberíamos temer más lo conocido que
lo desconocido. Las peores atrocidades de la guerra y de la vio­
lencia social han nacido de diferencias de opiniones políticas y
religiosas, donde cada bando alega que sabe positivamente que
tiene razón.

Los virus m entales restrictivos

«Jam ás seré como mi madre!», exclamó Dorothy. enfadada. «Mi


madre era una mujer con talento que podría haber hecho una
carrera espectacular. Pero en su tiempo no estaba bien visto que
una madre no se quedara en casa con sus hijos. Así que decidió
renunciar a su cañera, pero hizo que todos en casa nos sintiéra­
mos culpables por lo que había sacrificado.»
Dorothy quería ser diferente, así que estudió para poder ejer­
cer distintas profesiones. Sin embargo, el problema era que
seguía infectada por el virus mental restrictivo de su madre. De
manera inconsciente, compartía la idea errónea de que seguir
una carrera, ser madre y tener una relación amorosa eran reali­
dades no compatibles. Su motivación para seguir una profesión
se basaba en un valor de distanciamiento. en no ser como la
madre. Dorothy padecía la primera de tres formas diferentes que
adoptan los virus mentales restrictivos y que podemos describir
de la siguiente
o manera:

V ai nr; d i s t a x c i a m i f n t o n o s a n a d o s . La motivación de
ores
Dorothy se basaba en el temor al dolor asociado con una ex­
Los \ irus restrictivos 109

periencia emocional no sanada en ía que estaba implicada


su madre. Al intentar de manera inconsciente no ser com o su
madre, centraba su atención en ella. Sólo conseguía crear un
escenario que validara la creencia errónea de su madre.
í.a consecuencia de este lipo de virus mentales se denomina
incongruencia secuencia!, o resultados incoherentes, como suce­
día con la superficie de los suelos en mi casa. En el caso de
Dorothy, su carrera profesional fue una sucesión interminable
de tentativas y abandonos. Estudió para agente de turismo, pero
antes de empezar a trabajar en esa profesión decidió que no era
para ella. A continuación, estudió pedagogía y consiguió su
licenciatura. Pero antes de empezar su primer trabajo, encontró
razones para no dedicarse a la enseñanza. Cuando por fin empe­
zó a trabajar de vendedora, dedicaba un par de meses a esa tarea,
hasta que encontraba algún defecto en la empresa, en los em ­
pleados o en el producto. Entonces abandonaba y se buscaba
otro empleo. ¿Cuántas personas conocéis que constantemente
empiezan y abandonan una dieta de adelgazamiento o sus pro­
gramas de ejercicio físico? Un día una persona se mira en el
espejo, no le agrada lo que ve y decide seguir una dieta o hacer
ejercicio. El valor motivador es no engordar, o no ser débil.
Aquí, de nuevo, el problema de una motivación que se basa
en un valor como distanciamiento es que hay que pensar en ser
gordo o débil. Por otro lado, cuanto más éxito tenga esa persona
haciendo régimen o ejercicio, menos se imaginará como gordo o
débil, y menor será la motivación para seguir adelante. Por el
contrario, si nos movemos hacia la imagen de una figura esbelta
y sana, cuanto más nos acerquemos al objetivo, mayor será
nuestra motivación.
Deberíamos analizar si hay aspectos de nuestra vida en los que
se adivina ese modelo de alternar éxitos y fracasos. Hay una gran
probabilidad de que el impulso del modelo sea un valor de dis­
tanciamiento. También es importante tener conciencia de que un
valor de acercamiento expresado positivamente puede tener com­
ponentes de distanciamiento no sanados. Cuando Lynn dice que
quiere que los hombres respeten sus valores, puede que aún con­
serve recuerdos dolorosos de hombres que no los respetaron.
11o PARTE 1: LOS VIRUS MENTIALES

V alores Pueden surgir problemas cuando los


mal a sig n a d o s.
valores están mal asignados en una jerarquía de prioridades.
¿Alguna vez os han reprochado vuestra necesidad de controlar,
de ser agradable con los demás o de tener razón la mayoría de
las veces? ¿Acaso la necesidad de tener éxito en el trabajo inter­
fiere con la vida familiar o con nuestra salud? ¿O quizá nos
divertimos tanto pasándolo bien que no nos queda tiempo para
hacer otras cosas? Todos estos son ejemplos de valores contra­
producentes porque son demasiado importantes.
Por otra parte, las personas que siempre tienen problemas de
dinero o que padecen de mala salud jamás sitúan ni el dinero ni
la salud enire sus diez valores principales. La jerarquización ade­
cuada de los valores permite que la vida fluya en la dirección
que hemos escogido. Los valores mal asignados crean virus men­
tales. Nuestro quehacer se vuelve contra nosotros mismos e
intentarnos nadar contra las corrientes de la vida.

L as Uno de los supues­


creen cia s o d ecisio n es r estrictiva s.
tos de la PNL es que si creemos que somos capaces de hacer
algo, tenemos razón, y si pensamos que somos incapaces, tam ­
bién tenemos razón. Si pensáis que sois capaces de aprender cál­
culo infinitesimal, tenéis razón, y si pensáis que no lo sois, tam­
bién tenéis razón.
Las creencias restrictivas («No soy demasiado brillante», o
«No soy at.ractivo/a», o «No tengo buena coordinación motriz»)
acaban por demostrarse ciertas, aunque no lo sean. He aquí una
manera de identificar los virus restrictivos en forma de creencias
restrictivas que pueden obstaculizamos:

Ejercicio 14
L as c r een c ia s restrictivas

Piensa en un aspecto de tu vida que podrías mejorar; la carrera


profesional, la economía, las relaciones o el crecimiento personal
y espiritual. En el marco de ese aspecto, reflexiona sobre lo que
obstaculiza o dificulta tu progreso. Elabora una lista de esos obs­
táculos con este modelo de declaración:
• «No pu ed o— .»
• «Me cuesta mucho — .»
• «No debería -—.»
• «Tengo q u e — .»

¿Cómo cambiaría tu vida si pudieses cambiar cada una de


estas creencias?
Al igual que otros virus mentales, las creencias o decisiones
restrictivas tienen una intención positiva. A m enudo, esta
intención se traduce en seguridad o en «protección» para que
la persona no sufra humillación, vergüenza o sentimientos de
fracaso experimentados en el pasado. Puede que mi hermana
fuera mucho m ejor estudiante que yo cuando tenía diez años,
así que a los veinticinco sigo creyendo que no soy demasiado
brillante. Quizá tuve una experiencia negativa hace diez años,
o fracasé en mi intento de crear mi propia empresa, así que
todavía me parece más seguro pensar que no soy capaz de
montar una empresa.
Las creen cias restrictivas com o virus m entales crean un
agujero o punto ciego, en el sentido de que omitimos la p e r­
cepción o experiencia que contradiga las creencias restricti­
vas, a saber, las pruebas qúe podrían indicar que de verdad
soy atractivo/a, o que podría ganar mucho dinero, o aprender
una lengua extranjera. La intención positiva consiste en pro­
tegernos emociorialmente, y la conducta negativa se, produce
porque actuamos como si la creencia fuera verdad, aunque tal
vez no lo sea.
Una de las cosas que admiraba en mi amiga Dana era su
capacidad para conseguir cosas que otras personas habrían
considerado imposibles, sencillam ente porque nadie le h abía
dicho que no podía hacerlo. Y aunque le dijeran que no era capaz
de encontrar la cabaña de sus sueños, o que no podría conse­
guir la terapia que requería, o que no podría vivir en una bar­
caza, ella acababa encontrando una fórmula. Me sorprendía
que no significara un gran esfuerzo para ella perseguir aquello
en que creía. Reflexionando sobre esta virtud de mi amiga, des­
cubrí otra clave de su manera de pensar.
112 PARTE l: L O S VIRUS MENTALES

C lave número 4; Cuando nuestros valores se alinean a d ecu a ­


dam ente, avanzam os hacia lo que nos es importante de fo r m a
automática e inconsciente.

Alinear los valores es como poner a pumo el motor de un


coche de gran cilindrada. Un ejemplo de valores en conflicto
sería intentar conducir un coche de seis cilindros con sólo dos o
tres en funcionamiento.

Para m ejorar la salud personal

Lma persona, a la que llamaré Richard, fue a ver a un colega mío,


al que llamaré Tim. Richard decía que estaba demasiado obeso,
que quería dejar de fumar y que no gozaba de buena salud. Su
hermano y su padre llegaron a pesar lo mismo que él ahora, y
ambos habían muerto más jóvenes de lo que él era.
-¿Q u é cosas son importantes para ti en la vida? -preguntó
Tim, pensando que eso era lo que Richard quería. Tim orientó a
Richard en un ejercicio similar al que hemos hecho en el núme­
ro 12, para sacar a relucir sus diez principales valores en la vida.
Había una ausencia patente en su lista de valores, pues la salud
no figuraba entre ellos.
—¿No notas algo raro en tu lista? -le preguntó Tim mientras
se la mostraba.
-N o -respondió Richard.
-¿Dónde está la salud? -preguntó Tim.
-¡Vaya! Supongo que no es uno de mis diez valores princi­
pales, aunque debería serlo.
Se trataba de un caso clásico de virus mental restrictivo en
forma de un valor mal asignado.
Más tarde, Tim descubrió que el valor principal de Richard
era la familia. Tim y yo pensamos que, a menos que el valor pri­
mordial de una persona sea claramente discapacitador o un foco
de incongruencia, es preferible dejar ese valor en su lugar. Ya
que la salud ni siquiera era uno de los diez valores principales
de Richard en la vida, Tim pensó que sería útil ayudarlo a con­
Los virus restrictivos 113

vertirlo en su segundo valor más importante. Si es el inconscien­


te el que establece las prioridades, ¿cómo se procede, a partir de
entonces, para instalar un valor, o modificar el orden de los ya
existentes?
Uno de los procedimientos consiste en inducir submodali­
dades del valor primordial, proceder de la misma manera que
para un valor menos importante, y encontrar las submodalida­
des que sean más diferentes, es decir, las submodalidadc’s
motrices. La entrevista de una terapia de virus mental se desarro­
llaría más o menos de la siguiente manera.
—Richard -dice T im -, cuando te imaginas el valor que asig­
nas a la familia (Tim prefiere utilizar una representación visual),
¿cómo la ves? ¿En blanco y negro o en color? ¿De lejos o de
cerca? ¿Qué lugar ocupa en tu campo visual?
Tim pasa revista a las submodalidades visuales. Anota estas
submodalidades y repite el procedimiento para el siguiente valor
en la lista. Luego pregunta:
-Cuando contrastas cómo te representas a la familia con cómo
te representas este otro valor, ¿cuáles son las grandes diferen­
cias?
-Q u é raro. Parece que la familia está mejor definida, tiene
más color y está, situada más arriba y hacia la izquierda. El otro
valor está más abajo y a mi izquierda.
-D e acuerdo. Y ahora, ¿cómo visualizas la salud? -p reg u n ­
ta Tim.
—Es un poco vaga y borrosa.
-D e acuerdo. Ahora, imagínate una buena salud con tonos
brillantes y en color, como lo has hecho con la familia, y en el
mismo lugar, hacia tu izquierda. Luego, muévelo hacía abajo y a
la izquierda, só/o un p o co , y haz que ter.ga un poquito menos de
color que la familia. ¿Lo tienes? -pregunta Tim. A continuación,
le pide a Richard que se aleje un poco de la submodalidad de la
familia, de modo que la salud no reemplace su valor primordial.
-S í, lo veo muy diferente -responde Richard.
Tim lleva a cabo una comprobación ecológica para asegurarse
de que no hay otros aspectos de Richard que planteen objecio­
nes al cambio.
114 PARTE í: LOS VIRUS MENTALES

A continuación, puede siíuarsc en el futuro con él:


-Cuando te imaginas a ti mismo en el futuro, tornando deci­
siones sobre cómo dispones de tu tiempo, ¿en qué piensas?
-P u es, mi familia y mi trabajo siguen siendo lo más impor­
tante, pero me siento como si estuviera, realizando cambios en
mi rutina para mejorar mi salud. No estoy seguro de cuáles son
los cambios, pero me siento motivado para llevarlos a cabo.

Solución antivírica número 6


Valores (o creencias): Replanteamiento de las prioridades
1. Sigue las instrucciones del Ejercicio 12 (p .102) para inducir
los valores de un aspecto concreto de la vida) la carrera profe­
sional, las relaciones, el desarrollo personal, la economía, la
salud o para inducir valores de tu vida en general.
2. Distingue los valores que te puedan ocasionar problemas:
- valores cu conflicto, como la seguridad por oposición a la
aventura, la libertad por oposición al compromiso. Puedes
resolverlos utilizando la Solución antivírica número 9, del
capítulo 5, para las partes gemelas en conflicto de un virus
Géminis (p. 142).
- valores como distanciamiento. Estos pueden apuntar hacia
un problema emocional no resuelto en el pasado.
- valores mal asignados, es decir, valores que son demasiado
importantes, u otros que no lo son lo suficiente. Sigue las
instrucciones de la solución antivírica para replantear lus
prioridades.
3. Plantéate las submodalidades de cómo imaginas tu valor
prioritario. Este procedimiento puede funcionar con sub­
modalidades auditivas o cinestésicas, pero la submodalidad
visual suele ser la más fácil. Plantéate las submodalidades
correspondientes para un valor menos importante e identifi­
ca la o las submodalidades más diferentes, es decir, las sub­
modalidades motrices.
4. Si quieres aumentar la importancia de un valor, imagínalo
Los virus resínanos 115

con las mismas submodalidades motrices de tu valor priori­


tario, y luego toma distancias (modificando levemente las
submodalidades motrices, para no reemplazar el valor pnori-
taño).
5. Si quieres disminuir la importancia de un valor, modifica las
submodalidades motrices para que sean aún rnás diferentes
de tu valor prioritario de lo que son actualmente.
6. Para verificarlo, podrías replantearte tus valores para ver
dónde se encuentra el valor anteriormente mal asignado.

Es muy probable que la entrevista de Tim con Richard haya


seguido el modelo descrito más arriba. Algunos meses después
de la sesión, Tim recibió una llamada de Richard.
-N o tienes ni idea de cómo esa simple modificación que me
ayudaste a hacer ha cambiado mi vida y mi rutina diaria -d ijo -.
Al mediodía salgo a caminar y, después del trabajo, en lugar de
ir al bar, hago ejercicio. He dejado de ver a los amigos que no se
preocupan por su salud y tengo amistades nuevas, personas que
sí se preocupan. Va no me siento motivado para hacer las cosas
tan poco saludables que solía hacer.
■ Este caso también ilustra el principio de que el cambio de un
valor puede desencadenar cambios en múltiples creencias rela­
cionadas con ese valor. Como observé con Dana, cuando los
valores están alineados, los cambios se producen de lo.rma auto­
mática e inconsciente.

Para liberarse de la adicción al am or

Loni. una artista atractiva y de espíritu juvenil, se encontró, a


sus cincuenta y tantos años, atrapada en una relación abusiva y
adictiva con Evan. Esta relación ocupaba una parte tan impor­
tante de su tiempo y sus energías que Loní perdió el control de
su carrera y de su economía familiar. Ahora la perseguían los
números rojos y no tenía dónde vivir. Durante seis año?, le había
contado a su terapeuta que necesitaba renunciar a esa relación,
116 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

pero algo se lo impedía. Cuando se puso en contacto conmigo,


pensé en la posibilidad de que fuera un virus mental el núcleo
de sus reticencias a producir los cambios que deseaba. Ella y su
terapeuta me invitaron a una de sus sesiones para intentar des­
cubrir algo.
—Loni, si esta sesión pudiera transformar totalmente tu vida,
¿qué te gustaría que sucediera? -pregunté, pues suponía que ésta
podría ser una sesión de transformación.
-M e gustaría liberarme de Evan y seguir adelante con mi
vida, pero necesito hacerlo de una manera que no lo hiera - r e s ­
pondió.
—¿Qué es lo importante para ti en no dejar a Evan? -pregun­
té, buscando el valor que la mantenía atada a la relación.
-H a y realmente un amor muy profundo, al menos cuando
no me grita, y hemos invenido mucho tiempo y energía para que
la relación funcione. Yo sigo pensando que podría funcionar,
pero la verdad es que no es así -confesó. Mientras dudaba entre
permanecer con Evan o abandonarlo, su cuerpo oscilaba de un
lado a otro. Las palabras y el lenguaje corporal indican la pre­
sencia de un virus Géminis, donde dos partes en conflicto, una
que se pronunciaba a favor de abandonar a Evan y la otra a favor
de seguir con él, estaban literalmente destrozando a Loni. Me
daba la impresión de que primaban sus ganas de dejarlo, pero
para hacerlo posible teníamos que saber cuál era la intención
positiva o el valor del aspecto que se resistía a irse.
-Y a que piensas que la relación no funciona, ¿por qué es
importante para n no abandonarla? -insistí.
- N o quiero herirlo, no sería capaz de sobrevivir. Evan no
conduce, así que depende de mí para que lo lleve a sus citas.
Tiene una personalidad muy agresiva y creo que soy realmente
ia única persona que lo entiende.
Loni estaba manifestando un valor de distanciamiento («No
quiero...»), y sospeché que tenía un problema emocional no
resuelto que arrastraba del pasado.
-¿E n qué te beneficia no herirlo y dejar que viva solo? -p r e ­
gunté-. ¿Cómo te hace sentir eso? -M i propósito era encontrar
la intención positiva de su valor.
Los virus restrictivos 117

-S ie n to que sirvo para algo, y me siento bien conmigo


misma —respondió.
-¿Cóm o te sientes contigo misma cuando permaneces con él
y él continúa con sus abusos verbales? -piegunté.
-M e siento bastante mal conmigo misma, como si no sirvie­
ra para nada -d ijo , y su rostro se desdibujó en una mueca asi­
métrica de desconcierto en el momento en que se dio cuenta de
la existencia del virus. La iniención de no herir a Evan consistía
en sentirse bien consigo misma. Por Otro lado, la conducta con­
sistía en que mantenía una relación que hacía que se sintiera
desvalorizada y mal consigo misma. Hay ocasiones en que, si
logramos tranquilamente que la persona tome conciencia de la
incongruencia, se puede comenzar a deshacer la rigidez de
la conducta.
-¿H as vivido una situación similar en otras relaciones? -le
pregunté.
-Pues, Anne (la terapeuta) y yo hemos hablado de varias rela­
ciones en las que sentí la necesidad de salvar a la otra persona. Me
parece que la primera fue mi abuelo -dijo. Después descubrimos
que Evan guardaba un parecido asombroso con su abuelo, un
alcohólico que abusaba verbal y físicamente de los demás. Cuan­
do su abuelo estaba ebrio y se ponía furioso, Loni, que tenía cua­
tro años, era la única que podía tratar con él y llevarlo a la cama a
dormir. De ella dependía su salvación, la del abuelo y la del resto
de la familia. El abuelo acabó incubando un cáncer, y su dolor
llegó a ser tan grande que Loni ya no podía tocarlo ni sentarse en
sus rodillas, como solía. Una parle de ella pensaba que el viejo
moría porque ella no podía cuidarlo, y cuando falleció, Loni lo
vivió con un sentimiento de culpa (una creencia restrictiva bas­
tante frecuente en los niños que han perdido a sus padres).
-¿H abéis intentado analizar con Anne la relación con tu
abuelo? -pregunté. En realidad, mi pregunta no tenía nada que
ver con los procedimientos de la Terapia de Virus Mentales™.
Sólo era cunosidad.
Pero de pronto vimos que Loni empalidecía.
-Creo que Evan es la mismísima reencarnación de mi abuelo
-balbuceó.
1 18 PARTE l. LOS VIRUS MENTALES

' -¡Vaya'. -Personalmente, no tengo la menor idea acerca de si


estas cosas de reencarnaciones y vidas anteriores son ciertas o
no, pero si el cliente lo representa así en su mapa de la realidad,
intento ayudarlo en el contexto de ese mapa.
Al lomar contacto con su valor restrictivo no sanado («No
quiero herir a las personas, no serían capaces de sobrevivir»),
Loni había revelado dos creencias restrictivas, es decir, dos cuenr
tas del collar: I) se atribuía la culpa porque su abuelo no se
había salvado, y 2) Evan era una reencarnación del anciano. La
ayudé a extraer estas cuentas de su collar y a cortar el nudo que
mantenía atadas a estas y a otras por el estilo.

Cam biar las creencias

Personalmente, prefiero cambiar los valores que las creencias


individuales, porque el cambio de un valor arrastra consigo cier­
to número de creencias. Sin embargo, a veces un virus mental,
bajo la forma de una creencia o decisión restrictiva, puede ser
particularmente discapacitadof. Lom se había percatado, cons­
cientem ente, de la irracionalidad de sus creencias, pero, al
mismo tiempo, de manera inconsciente, esas mismas creencias
le impedían actuar.
- S i quisieras cambiar la creencia de que tu abuelo n o se
salvó por culpa tuya, ¿qué creencia nueva te gustaría tener?
-pregunté.
-L n mi interior, sé que esta creencia no tiene sentido, pero
no sé cómo cambiar mis sentimientos. Hn aquel entonces yo
no era más que una niña. Cuesta mucho cambiar las creencias,
¿verdad? .
—Me-consta que aún no sabes cómo realizar ese cambio. Pero
si hubiese una manera, ¿cuál es la nueva creencia que te gustaría
tener? -insistí.
-S u p o n g o que me gustaría creer que hice todo lo posible
cuando era pequeña, y que mi abuelo murió porque, en cierto
sentido, así lo quiso, y que ahora está a salvo.
-Piensa en algo que reconozcas como una veidad absoluta.
LOS roifiuc-w

por ejemplo, que el sol sale todas las mañanas, o que le llamas
Loni, o que dos más dos son cuatro. Escoge algo en cuya verdad
creas a pie ju n tiñ as —sugerí. Ella escogió algo y yo contin u é-:
¿Cómo sabes que es verdad? ¿Te lo imaginas de una cierta mane­
ra? ¿Hablas de ello contigo misma de alguna manera particular?
¿O despierta en ti algún sentimiento concreto?
-H ablo conmigo misma de cierta manera -d ijo. Yo buscaba,
la modalidad más importante que utilizaba Loni para saber que
algo era una verdad absoluta. Por lo general, es nías fácil trabajar
con una representación visual. Sin embargo, para Loni, su diálo­
go interior consigo misma era lo que le daba verosimilitud.
Pensé que esto era especialmente interesante, porque yo sabia
que ella casi siempre prefería un pensam iento visual y a n e s ­
tésico.
-A hora piensa en algo que antes creías verdadero y que
ahora ya no lo es -dije.
Ella pensó en algo, y entonces verificamos las submodalida­
des auditivas para esa creencia. Las contrastamos con las sub­
modalidades auditivas que ella reconocía como verdaderas para
encontrar la/las submodalidades motrices. El mayor contraste
para ella era la posición que ocupaba la voz y a quién pertene­
cía. La voz que le decía la creencia que ella consideraba verdad
era su propia voz, estaba situada en su garganta. La voz que le
decía lo que ya no creta cierto era muy aguda y chillona, y se
alojaba a un lado de su mente.
-¿H ay algún aspecto de ti que se oponga a cambiar tu anti­
gua creencia sobre tu abuelo por la que te gustaría tener? -M i
intención era practicar una comprobación ecológica para cerciorar­
me de que no hubiese otras partes que obstaculizaran el cambio.
Los músculos faciales se le torcieron de forma asimétrica
cuando respondió:
-N o estoy segura de que sea correcto hacer ei cambio - r e s ­
pondió.
-¿ Q u é es lo importante para ti en no cambiar la creencia?
-pregunté. Ahora buscaba el valor o intención positivo en la
parte objetora. Cuando el inconsciente reconoce cómo se pro­
duce el cambio, afloran las objeciones (si las hay).
120 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

- N o quiero perder mi sensibilidad para ayudar a la gente


cuando puedo hacerlo -d ijo.
-E so me parece muy importante y tiene un gran valor - r e s ­
pondí-. Como artista, debes tener una parte especialmente crea­
tiva. Me pregunto si podrías viajar hacia tu interior y preguntar­
le a ese aspecto creativo de Loni si está dispuesta a ayudarte.
Ella asintió con un gesto de la cabeza.
-Ahora, pregúntale a ese aspecto creativo si estaría dispuesto
a encontrar varias maneras de conservar la sensibilidad para ayu­
dar cuando pueda, a la vez que cambias tu creencia acerca del
pasado. Tómate todo el tiempo que tu aspecto creativo necesite
y avísame cuando tengas una idea.
Pasaron unos minutos ames de que respondiera.
-C r e o que la m ejor manera de ayudar a otros es dando el
ejemplo de que me ayudo a mí misma. Lo otro es tener la luci­
dez para saber cuándo puedo ayudar y cuándo no. puedo, y
aceptar esas ocasiones en que no puedo, como sucede con Evan.
-L o has hecho muy bien. Ahora, dirígete a aquel aspecto de
ti que antes se oponía, y pregúntale si está bien modificar tu
creencia a propósito de tu abuelo si de ese modo te ayudas a ti
misma y, a la vez, distingues cuándo puedes ayudar y cuándo no
puedes. ■
Ella respondió afirmativamente con un gesto de cabeza.
-Ahora comprueba si en tu interior hay otros aspectos de ti
que se opongan al cambio.
-N o , ahora me siento bien -dijo.
- D e acuerdo. Ahora cambiarás la voz que le dice que la
muerte ele tu abuelo es culpa tuya. Modifícala, haz que sea la voz
del ratón Mickey y déjala en un rincón de tu mente.
-E so lo cambia todo -d ijo ella, y empezó a reír.
-A hora bien, no quiero decir que cada vez que pienses en
esta antigua creencia escuches la voz del ratón Mickey en un rin­
cón de tu mente -d ije, asmúendo-, pero me gustaría que mten-
taras pensar et\ la antigua creencia sin que oigas la voz del ratón
Mickey en un rincón de tu mente. -E s to es como pedii\e
alguien que no piense en una cebra, lo cual ob\iga a pensar eni
una cebra.
Ijüs virus restrictivos 121
-¿Y cómo tengo que hacerlo? -preguntó, riendo-. Cada vez
que pienso en ello, oigo esa voz aguda. Es raro... no, supon­
go que es Mickey -d ijo , y volvió a reír.
AI eliminar su antigua creencia de esta manera, se creaba un
vacio.
-A hora, imagina tu propia voz, centrada en tu garganta,
diciéndote que hiciste lo que podías cuando eras niña, que tu
abuelo eligió su propio camino y que ahora está bien.
-M e siento muy bien -d ijo , con los ojos humedecidos.
El cambio en su antigua creencia restrictiva se había consu­
mado. A continuación, le pedí que se situara en el futuro para
ver cuál sería su reacción ante situaciones que habrían desenca­
denado su antigua creencia. F.lía respondió riendo al oír la voz
del ratón Mickey, o parecía contenta con lo que había hecho
cuando niña. Además, se sentía dispuesta a mostrarse sensible
con los demás y a cuidar más de sí misma.

Solución antivírica número 7


Para eliminar las creencias discapacitadoras
1. Identifica las creencias restrictivas de las que te quieras des­
prender. Define la nueva creencia capacítadora con la que
desees reemplazar la antigua.
2. Escoge una idea que reconozcas como verdad absoluta. Pre­
gúntate: «¿Cómo sé que esto es verdad? ¿Me lo imagino de
determinada manera? ¿Hablo conmigo mismo de cierta
manera? ¿O tengo un sentimiento acerca de ello?».
3. A continuación, piensa en algo que antes tenías por verdade­
ro, pero que ya no lo sea. Identifica las submodalidades
motrices, las que establecen una mayor diferencia entre aque-
lio que tienes por verdad absoluta y aquello en que has deja­
. do de creer.
4. Comprobación ecológica. Formula la siguiente pregunta: «¿Hay
‘■■rijalgím aspecto de mi que se oponga a cambiar la antigua cre-
encía por la nueva?». Si experimentas alguna molestia o una
122 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

sensación desagradable, una sensación visceral de «NO», hay


una parte en ti que se opone. Pregunta a esa parte qué es lo
importante en no cambiar la creencia. Tiene que haber una
intención positiva o, de otra manera, tu intención de cambio
seña congruente, y no habría partes objetoras. Cuando hayas
identificado la(s) mtencion(es) posuiva(s) para no cambiar,
sé creativo. Invenía una manera de observar la intención
positiva d e n o cambiar, a la vez que cambias. Comprueba que
ia parte objetora está de acuerdo. Cuando ninguna pane se
oponga al cambio, sigue adelante.
5. Ahora, cambia las submodalidades de la creencia de la que te
quieres desprender por las de la idea en que ya no crees.
Cuando piensas en aquella creencia no deseada, observa qué
sucede. Debería producirse un cambio visible.
6. Para instalar la nueva creencia, imagina la nueva creencia con
las submodalidades de la creencia que tienes por verdad
absoluta. Ahora, cuando piensas en esta nueva creencia, ¿qué
sensación tienes?
7. Situación en cí futuro. Verifica tu trabajo haciendo una proyec­
ción de ti mismo en el futuro para ver cómo reaccionas ante
situaciones que habrían desencadenado tu antigua creencia.
Si el cambio no está claro y no es visible, repite el proce*
dimiento.

Repetí este procedimiento para la creencia de que Evan era


ei abuelo de Loni y que eíla tenía que salvarlo. Volvimos a traba­
jar con submodalidades auditivas. Ella coxisolidó la creencia de
que aunque Evan fuera su abuelo, debía cuidar de sí mismo. La
intervención de Loni dejaría a Evan sin recursos y lo privaría de
la posibilidad de ser auiosuficiente. Ahora que las creencias res­
trictivas habían cambiado, dedicamos el resto de la sesión a tra­
bajar con los valores de distanciamiento, es decir: «No quiero
herirlos, no serían capaces de sobrevivir».
Después de trabajar con Loni, me preguntaba cómo sería la
vida si todos pudiésemos abandonar aquellas creencias restricti­
vas que nos obstaculizan, o si todos siguiéramos los pasos de la
1.05 vims >'cs£f.f(.\'ívos

solución antivínca n Cimero 7 pava eliminar las creencias restric­


tivas que nos obstaculizan. ¿Qué pasaría si elimináramos las
incongruencias secuenciales, de modo que nos fuera fácil seguir
una dieta y hacer ejercicio, así como avanzar hacia la consecu­
ción de nuestros objetivos y nuestros ideales superiores? En rea­
lidad, nos podemos preguntar: «¿Cómo sería la vida si mis
creencias y valores me condujeran de forma autom ática hacia el
destino que deseo?». Si alineamos correctamente las creencias y
valores, habremos dado un paso en esa dirección. El capitulo 15
proporcionará una visión más práctica de cómo lograr este noble
ideal.
El cambio que se produjo en Loni se explica porque, de
manera inconsciente, ella ya no creía que fuera responsable
de que su abuelo se salvara, ni en el pasado ni en el presente. Su
inconsciente se encargó de producir los cambios que transfor­
maron su vida, al igual que en el caso de Susan, la paciente de
cáncer, que al liberarse de la creencia de que el dolor era necesa­
rio dejó de sentirlo. ■
La historia de Susan también tiene un final feliz. Al cabo de
un tiempo, dejó de sentir dolor y el cáncer desapareció. He sabi­
do que aún goza de buena salud. Durante todo ese tiempo,
Susan habla deseado gozar de buena salud, pero los virus m en­
tales habían, producido una incongruencia en su bienestar físico.
.El cáncer, al igual que la incongruencia aparente de las dis­
tintas superficies frías bajo mis pies descalzos, se originaba en la
ilusión de un pensamiento falaz. Asi como los valores de distan-
ciaroiento crean incongruencias, el calor que se distanciaba de
mis pies creaba mi experiencia. Resulta que la cerámica de la
cocina es mejor conductor que la alfombra, Por lo tanto, mis pies
perdían más rápidarñente el calor para comunicarlo a la cerámi­
ca, y yo los sentía fríos.
De la misma manera, el dinero, el amor, la buena salud y
otros valores importantes pueden perderse con facilidad en un
camino sembrado de virus mentales.
5
Los virus Géminis

Deja que Je diga, para e m p e z a r


no es neurótico ?ener conflictos...
Los conflictos con nosotros mismos
sor. parte imegral de la vida humana.

Karen H or ne y

19 de octubre de 1900, Berlín, Alemania. Un virus mental en la


física clásica (los virus mentales también pueden infectar el pen­
samiento científico) ha abierto una brecha en los. conocimientos
existentes sobre la emisión de la energía radiante. Esta brecha,
conocida como la «Catástrofe ultravioleta», ha sido explicada
por el físico teórico Max Planck en un artículo publicado en esta
fecha. Y lo explica de manera sumamente peculiar.
Uno de los grandes misterios de la física es cómo pueden
funcionar ¡untas las p a n es gamelas opuestas de la creación. La
realidad, tal como la conocemos, tiene sólo dos formas básicas:
ondas y partículas, que se complementan la una a la otra v, sin
embargo, tienen cualidades opuestas.
Una onda pura, como la luz y el sonido, o incluso una onda
acuática, no tiene una posición, y matemáticamente puede
alcanzar una distancia infinita hacia la izquierda o la derecha.
Sin embargo, nene un rumo preciso de vibración, o frecuencia.
Una partícula, como un electrón, un virus o una pelota de
béisbol, nene una posición determinada, pero, desde luego, no
tiene frecuencia porque no es algo que pueda vibrar. Max Planck

i7¿ Jq
sostenía que las ondas de luz pueden conportarse como si fue­
ran panículas. Más tarde, otros lisíeos han descubierto situacio­
nes en las que las partículas, corno los electrones y los protones,
pueden comportarse como ondas. Las partes gemelas de la crea­
ción son, al parecer, intercambiables.
Esto es realmente notable porque las ondas, que no tienen
posición, se comportan como si la tuvieran. Y jas partículas con
posición pero sin frecu en cia se comportan como si no tuvie­
ran posición pero sí frecuencia. ¿Cómo es posible que algo tenga
posición y a la vez no la tenga? Este dilema filosófico jundamen-
tal surge de los fundamentos de. aquella rama de la física moder­
na denominada mecánica cuántica. Sin embargo, a pesar de estas
aparentes paradojas cor. partes gemelas opuestas, la mecánica
cuántica ha logrado explicar con singular éxito la tísica de los
átomos y las moléculas.
La primera vez que oí hablar de las ideas de Planck fue en
boca del doctor Simms, uno de mis profesores de tísica. El doc­
tor Simms era una persona fascinante, y cultivaba una diversi­
dad de intereses. Terminado el bachillerato, ingresó en el Ejérci­
to y se convirtió en piloto de helicópteros, Recuerdo que en una.
ocasión me preguntó si sabía por qué los helicópteros tienen dos
rotores. En realidad, sólo necesiian uno para volar, pero siempre
tienen dos. En cierto sentido ambos trabajan juntos y, sin embaí-'
go, uno contra el otro, corno dos partes en conflicto.
Esto era una característica del propio doctor Simms. Su gran
pasión, en la vida era tocar jazz con el ¿axo. Le hubiera gustado
vivir una vida bohem ia, artística, v ser músico profesional de
jazz. Pero sus padres insistieron en que optara por el lado prácti­
co y estudiase una carrera con la que pudiera ganarse 1.a vida.
Después de abandonar el Ejército, decidió seguir un doctorado
i
en física. Simms era un hombre bastante dotado pava las mate­
máticas y las ciencias y, sin embargo, descubrió que a veces hacía
cosas que saboteaban sus estudios, como, por ejemplo, no asistir
a las clases, dejar de estudiar o, de vez en cuando, suspender los
exámenes Una parte de é] quería ser músico profesional de iazz
y otra quería complacer a sus padres y actuar como una persona
práctica. Hsto le creaba una contradicción interna.

Las partes en conflicto

¿Habéis vivido alguna vez una situación como ésta7 Una parte
de vosotros quiere hacer una cosa, por ejem plo trabajar en la
declaración de la renta, y otra parte quiere descansar para estar
en forma al día siguiente. Incluso a veces habrá otra parte c¡ue
quiera salir de copas. Cada una de estas panes tiene una inten­
ción positiva y. a la vez. todas entran en conflicto con las demás.
Quizás en alguna ocasión no habéis actuado como si fuerais
vosotros mismos, o. habéis experimentado un estado emocional
como la na, o los celos, del cual más tarde os avergonzasteis.
Después, os preguntáis cómo habéis podido actuar de esa mane­
ra. En realidad, puede que os haya parecido que na erais real­
mente vosotros quien actuaba de esa manera.
Las partes en conflicto son virus mentales en el sentido de
que producen conflictos internos y conductas incongruentes.
Son virus gemelos, al igual que el signo astrológico de Géminis,
y buscan un equilibrio a través de la armonización de partes
opuestas (gemelas), y de allí su nombre de «virus Géminis»
Cualquier parte mental que se vea envuelta en un conflicto inter­
no debe tener una parte a la que oponerse. Y, aunque parezca
curioso, las dos partes en conflicto de un virus Géminis suelen
tener la misma intención positiva para quien las vive, de modo
que constituyen una im a g e n especular de gemelos invertidos.
En el capítulo 2 explicaba que un virus mental se produce
cuando ursa parte del sistema nervioso se aísla funcionalmente
debido a experiencias emocionales relevantes. Esta parte es un
virus porque la conducta que genera es incongruente con su
128 HARTh 1: LOS VIRU S MHNTALIfS

intención positiva. Una vez mas, la más sencilla de estas dislun-


cto.nes mentales, el virus desencadenante, se produce cuando un
virus V A o C desencadena de forma automática una respuesta
(desencadenante simple) anestésica (C) o una estrategia que
conduce a un estado discapacitador (desencadenante complejo).
Los virus restrictivos, que son la consecuencia de valores como
d.isianciamienio, de valores mal asignados o de creencias restric­
tivas son, de alguna manera, modelos más evolucionados y c om ­
plejos. Como hemos señalado, los valores como distanciamiento
pueden pioducir una incongruencia secuencia!, es decir, una
secuencia alternativa de éxitos v / tracasos.
La tercera categoría, los virus Géminis, son aún más evolu­
cionados, más aislados funcionalmente y más complejos. Tienen
sus propias creencias y valores, que pueden ser muy dilerentes
de los que normalmente sostenernos. Así. cuando ias partes
opuestas de un virus Gemirás se apoderan por un instante de
nuestra conducta, es posible que después tengamos la sensación
de haber actuado de manera incorrecta. Estos virus abarcan una
amplia gama, desde ei simple conflicto interior hasta el síndro­
me de múltiple personalidad, Provocan incongruencia al actuar
contra la persona mediante conductas autodestructivas, como el
temor al éxito, la incapacidad de tomar decisiones y la estrategia
del '-ya lo liare mañana» o procrastmación.
El Bhagavciá-Gita, un texto de la tradición espiritual de la
India, nos brinda un relato clásico sobre la condición humana y
de cómo estos virus pueden incapacitarnos. En tiempos remo­
tos, los ejércitos del Bien y el Mal se enfrentaron en el campo de
batalla. Arjuna, el arquero y guerrero más poderoso de su tiem­
po, fue el elegido para liderar el ejército del Bien en la lid. Cuan­
do Arjuna miró hacia las filas del ejército enemigo, se asombró
al ver a numerosos parientes, primos, tíos y hermanos. Pensó
que seria un pecado matar a los de su propia estirpe, pero que
también sería un pecado no luchar por la justicia y dejar que el
Mal prevaleciera. Arjuna se sintió paralizado por estas emocio­
nes y se sumió en la desesperación.
Todos vivimos esta experiencia cuando nos enirentamos a
decisiones difíciles. No es que una opción se nos presente como
Los virus Géminis ¡2 9

evidentemente correcta y la otra como evidentemente incorrec­


ta. Ocurre, más bien, que las dos tienen méritos positivos.

Cómo se cultivan y funcionan los virus Géminis

¿Que quieres en la vida que actualmente no poseas?

• ¿Más dinero? '


• ¿U n a c ar re ra p ro fesi o na 1 m á s gr a ti fican te?
• ¿Una relación amorosa estimulante7
• ¿Una bella figura y estar en perfecta forma física?
• ¿Tener una vida social y familiar más satisfactoria?

Si no disfrutáis de cualquiera de estas posibilidades, que


están al alcance de una persona en vuestras circunstancias,
puede que haya una buena explicación. Lo más probable es que
una parte de vosotros pier.se que no es posible o adecuado tener
lo que desea la otra parte; el origen de vuestra aflicción son las
partes opuestas de un virus Géminis.
Algunos investigadores de PNL han sugerido que los com­
ponentes de un virus Géminis, las «partes disociadas», surgen a
partir de experiencias demasiado intensas para que podamos
manejarlas conscientemente. Se trata del equivalente emocional
de la experiencia en la que el dolor físico es tan intenso que nos
desmayamos. Con un dolor emocional lo bastante fuerte, po­
dríamos «desmayarnos» ante la posibilidad de estar asociados.
«No soy yo quien ha tenido esa experiencia. Es otra persona.»
Como medio de protección, una parte de mí se aísla de mi
mismo y de lo que estoy viviendo.
De hecho, este mecanismo inconsciente para abordar las
cosas puede proporcionar una cierta protección y alguna medida
de bienestar. Además, las partes en conflicto (dos perspectivas
opuestas) pueden ser un medio que nos procure objetividad.
Este es el ideal de Géminis para alcanzar la armonía: el conflicto
de dos perspectivas opuestas.
El problema de tener panes separadas, cada una con su propio
PARI Ii i LOS VIRUS MUNTALES

objetivo y conducta, es que nuestro sentido de la plenitud queda


fragmentado y da lugar a una conducta no integrada e incongruen­
te Supongamos que un día llegamos al trabajo y descubrimos que
nuestra empresa ha sido reestructurada, y que ahora tenemos dos
jefes en lugar de uno. Uno de ellos nos pide que acabemos un pro­
yecto, y se torna la molestia de contarnos por qué lo hacemos.
Seguimos sus instrucciones al pie de la letra, pero una vez acabado
el proyecto, éste funciona en contra de su objetivo declarado, de
modo que el jefe se enfada con naso iros. Ei segundo jete nos da otro
proyecto que parece ir en contra del primero, pero que también
funciona en contra de su. objetivo declarado. Las instrucciones de
un jefe se contradicen a menudo con las del otro, de modo que nos
encontramos atrapados en la indecisión de no saber a quién com­
placer. Si ése fuera el panorama, estoy seguro de que pensaríamos
que la empresa se ha vuelto loca y buscaríamos un empleo en otra
parte. Sin embargo, cuando nos encontramos bajo el mj]u]o de los
virus Géminis, solemos actuar asi.
Hay estudiosos que piensan que es preferible tener muchas
partes internas que tener pocas. El problema es que cada parte
aislada, que es en sí una parte incongruente, se suma a la incon­
gruencia total del individuo. Numerosos psicólogos y otras
tantas tradiciones espirituales creen que nacemos con una
conciencia de plenitud o unicidad. Sin embargo, esa plenitud no
tarda en hacerse añicos en las duras rocas de las experiencias
emocionales dolorosas. Parte de la búsqueda espiritual consiste
en integrar las partes internas en conflicto y volver a recuperar
un estado de plenitud o unicidad. Milton ünckson y Fntz Perls,
que ejercieron una notable influencia en el desarrollo de la PNL.
al igual que Richard Bandler, uno de los exponentes de la PNL,
creen que es preferible tener pocas partes que muchas.

Tipos de virus Géminis

Los virus Géminis se dividen en tres categorías, aunque a veces'


las diferencias son borrosas. Clasificar los virus como pertene­
cientes a uno u otro tipo no resulta siempre iácil.
Ixis vini< Géminis i .>1

CONFLICTOS í Nte r io re ^ simples . Una parte de nosotros quiere


hacer ejercicio. Sabemos que el ejercicio es bueno y nos senti­
mos a gusto cuando lo practicamos. Sin embargo, otra parte
intenta encontrar todo tipo de razones para no hacer ejercicio.
Hace demasiado frío fuera o no tenemos tiempo suficiente y, si
lo pensamos bien, el ejercicio requiere mucha dedicación.
¿Quién desea someterse al doler y a las incomodidades? Ambas
partes en nosotros quieren que nos sintamos bien: una, a través
del ejercicio vigoroso, y la otra, a través de la comodidad de evi­
tarse el trabajo pesado. Cuando se trata de decidir si hacemos o
no ejercicio, es probable que las panes opuestas produzcan un
estado de indecisión o parálisis emocional El resultado es la
procrastinación. lo cual significa que probablemente no haremos
ejercicio.

Ejercicio 15
La identificación de las partes gemelas

¿Haces suficiente ejercicio de forma regular para conservarte en


buena forma? Si la respuesta es afirmativa, piensa en algún otro
aspecto de tu vida en el que exista una deiieiencia, como no dor­
mir lo necesario, no comer los alimentos adecuados ni evitar los
que perjudican la salud, o no dedicar suficiente tiempo a los
hijos o a oíros seres queridos. Puedes realizar este proceso pen­
sando en ese aspecto, o si no haces demasiado ejercicio, utilízalo
como ejemplo. Lo formularé como si hubieses escogido el ejer­
cicio físico.

1. A aquella parte de ti que cree en ei valor de hacer ejercicio y


que deberías dedicarle más tiempo, pregúntale qué hay de
importante para u en el ejercicio. ¿Cómo te benelieias de esta
práctica? Anota todas las razones que se te ocurran
2 A aquella parte gemela opiiesta que de alguna manera se
opone a hacer ejercicio, pregúntale qué hay de importante en
lio hacer ejercicio ¿En qué te beneficia no hacer ejercicio?
Tiene que haber alguna ventaja, porque si no lo practicarías
de forma regular Una vez más, anota todo lo que se te ocurra.
132 PA'RTÜ l- LOS VIRUS MENTALfcS

El primer paso para resolver las diferencias gemelas de los


conflictos internos es tomar conciencia de la intención positiva,
de cada gemelo.
Puede que las partes opuestas se hayan originado en valores
en conflicto. Tal vez valoremos una relación amorosa, pero la
libertad también es una de nuestras prioridades principales, así
que nos costará comprometernos. Puede que te fascine la aven­
tura, pero la seguridad también es un valor importante, de modo
que ahí tienes otro conflicto. Los valores en conflicto producen
partes en conflicto.

OTRAS PAR1TS REU'VANThS. Una cliente que vivía en Hawai, a la


que llamaré Gwen, fue a consultar al doctor Tad j a m e s . 1' Le
contó que su matrimonio había acabado unos años antes, cuan­
do su mando la había abandonado repentinamente para regresar
al continente. Ahora, Gwen sentía la necesidad de aclarar emo-
cionalmenie las cosas para seguir adelante con su propia vida.
-D éjam e hablar con la parte en ti que representa a tu ex
mando -le pidió Tad.
-¿Qué? -respondió ella,
-Quiero que juguemos un rato. Imagínate que en ti hay una
parle que es tu ex mando. ¿Te parece bien que conversemos con
esa parte?
-Pues, supongo que sí. -G w en estaba un poco sorprendida.
-S i esa parte tuya que es tu ex marido estuviera presente con
nosotros ahora, ¿qué tendrías necesidad de decirle para terminar
de aclarar las cosas emocionalmente?
Gwen le contó qué le necesitaría decir.
-D e acuerdo. Ahora, quiero que esa parte de ti que es tu ex
mando diga lo que tiene que decir para aclarar las cosas emoao-
nalmente por si mismo. -Hila dijo lo que imaginaba que necesi­
taba decir su marido.
Al final de la sesión, Gwen dijo que. se sentía mucho mejor al
pensar en su ex m an do y con ganas de seguir adelante con su
propia vida. Sin embargo, dos días más tarde recibió la primera

10 'iac: b m c i . cp ;.i:
¡.os virus Géminis 133

llamada de aquel hombre en dos años. É! le dijo que había esta­


do pensando y le propuso que se reunieran para aclarar las cosas
emoaonaimente.
Algunos psicólogos piensan que todos llevamos dentro,
como una parte inconsciente, a las personas importantes
en nuestra vida (el A
padre o la madre,• alguien aue.
i nos ha cuida-
do, una relación amorosa intensa). Si las creencias o valores de
esa parte entran en contradicción cnn otra parte, tenemos un
virus. El conflicto puede corresponder a problemas no resuel­
tos con esa persona. Si la persona ha fallecido o no está dispo­
nible para la terapia, entonces una posibilidad es trabajar
con la pane que representa al otro, corno en el caso de Tad con
Gwen.

PERSONALlDADH5 Mr ñores Holly, una niña brillante, tranquila y


madura de once años, tenía una estrecha relación con su madre
soltera Sin embargo, cada vez que el amigo de su madre las visi­
taba. Holly se transformaba en una persona completamente dife­
rente. y adoptaba una actitud quejica, caprichosa, tenía rabietas
y a veces incluso se volvía violenta. Cuando el ami,go se iba,
Holly solía volver a su estado normal A veces, se avergonzaba
de su manera de actuar
Holly. con su doble comportamiento; el apacible nadre de
iamilia que se convierte en el terror de las autopistas, y ei ama­
ble y admirado héroe del deporte que pega a su mujer, son casos
de virus Géminis que han evolucionado hacia personalidades
menores.
La primera vez que me percaté de la capacidad de los virus
Géminis para tirar de nosotros en direcciones opuestas y. en
algunos casos, destrozarnos, me sentí muy impotente porque, al
igual que la mayoría de las personas, yo también he sido infecta­
do por alguno de estos virus. Me preguntaba si existía alguna
esperanza de superar estas conductas del pensamiento tan arrai­
gadas y habituales. Descubrí mi primera clave, una vez más.
observando la congruencia de mi amiga Dana cuando hacía
cosas que nunca había hecho. Lo que aprendí de Dana queda
recogido mas sucintamente en mi tesis de PNL.
1.3*+ h ' A K l t l . U J b V t K b > SUl'M { A L t . s

Clave número 5; Todos los recursos que necesitamos para solu­


cionar un problema o un conflicto interno existen en nosotros.
Sólo tenemos que encontrarlos.

La motivación para cambiar de profesión

Jim, uno de ios participantes en mis seminarios, estaba descon­


tento con su trabajo y con las opciones limitadas que tenia debi­
do a su escasa formación. Hada vanos años que Jim pensaba en
volverá los estudios y seguir la carrera de contable, pero algo lo
retenía. En el seminario, yo tenía la intención de demostrar un
proceso llamado Reencuadre de S o s Puntos. Pensé que podía
ser eficaz en el caso de Jim y que le ayudaría a reintegrar la resis­
tencia y a colapsar el virus.
-Jim, ¿piensas que hay una parte en ti que se resiste a volver
a los estudios? -pregunté.
-jam ás me lo he planteado de esa manera, pero debe de ser
así. porque la verdad es que las cosas no me salen demasiado
bien -respondió.
-Quiero que viajes al interior de ti mismo y íe preguntes a
esa parte que se resiste a volver a los estudios si estaría dispuesta
a comunicarse con no sor ros -sugerí
Siempre que hacemos una pregunta a una parle, formula­
mos la pregunta mentalmente y nos desprendemos de nuestras
ideas preconcebidas sobre cual sera (a respuesta. Tenemos la
ingenua confianza de que lo que surja como respuesia proven­
drá de esa parte. I-a respuesta puede darse en tres submodalida­
des. Una persona puede mentalmente:

• ver las palabras si o no, o ver a alguien moviendo la cabeza en


un sentido u otro;
• oír un si o no verbal;
• tener una sensación o un sentido de la respuesta.

—Supongo que la parte esiá dispuesta a comunicarse - r e s ­


pondió Jim.
Siempre que una parte manifiesta que no desea comunicar­
se, podernos darle las gracias por haberse comunicado, porque
eso es lo que acaba de hacer. Cuando no hay disposición a cola­
borar, suele deberse a una falta de relación con esa parre, hn esc
caso, podemos crear la relación necesaria asegurándole a la parte
que agradecemos su ayuda y que respetamos su intención más
noble.
-■Ahora, vuelve adentro y pregunta a esa parte si estaña dis­
puesta a contarnos como ¿menta ayudarte, o cuá! es el aspecto
positivo para ti de no volver a los estudios -pregunté.
- X o quiere que me vayan bien las cosas, sólo quiere que me
hunda en este trabajo miserable que tengo -dijo. Me puse en el
lugar de Jim y me pareció que no era ése el tipo de respuesta que
pensaba obtener ai comunicar con esta parte en mi interior.
Tema la sospecha de que esta respuesta provenía de. la parte
gemela con la que esta pane presente estaba en conflicto.
-Vuelve adentro y asegúrate. La parte que $e resiste a que
vuelvas a los estudios, ¿es eso lo que esta parte quiere para ti o
es otra cosa? -pregunté.
-No. Pienso que si vuelvo a la escuela no tendré tiempo para
hacer ejercicio m mirar la tele, y que tampoco tendré tiempo
para mi mismo.
Esa respuesta me pareció más congruente.
-¿Así que esta parle quiere que puedas hacer ejercicio, mirar
la relé o tener tiempo para U mismo7 -insistí.
—Sí, asi es —dijo él
-P u es a mí eso me parece bastante impórtame. Me gusta'ta
dar las gracias a e.sta parte, tuya por ayudarle de esta manera. l¡m,
te diré que me pareces una persona creativa, así que creo que
debes tener una pane creativa. ¿Por qué no le preguntas a esa
pane si esiaría dispuesta a proponer dos o tres alternativas que
le permitieran volver a los estudios, cambiar de profesión y, a la
vez, hacer ejercicio, mirar la tele y disponer de tiempo para ti
mismo?
jím reflexionó unos minutos y respondió:
-Podría limitar el tiempo de la tele a unos cuantos progra­
mas preferidos como recompensa por mis estudios. Tamb'én
PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

podría dedicarme a hacer ejercicio en periodos de diez minutos


que podría aprovechar entre las sesiones de estudio. Y podría
matricularme solo en algunas asignaturas, de modo que aún ten­
dría tiempo para mí mismo.
-¡Estupendo! Pienso que tu parle creativa ha hecho bien en
proponer estas ideas - d ij e - . Ahora, pregúntale a la parte que se
resistía a que volvieras a los estudios si nene alguna objeción a
que pruebes estas nuevas ideas.
- N o . Creo que asi está muy bien -confirmó. Si la parre se
hubiera opuesto a alguna de sus ideas, tendríamos que volver a
la parte creativa para que generara más alternativas, conservan­
do la intención positiva de la parte al tiempo que permitía a Jim
volver a los estudios. El último paso consistía en cerciorarse de
que el resto de su inconsciente era congruente con estas ideas
para el cambio.
-Ahora, pregúntate en tu interior si alguna otra pane en ti se
opone a que vuelvas a estudiar y que intentes poner en práctica
estas nuevas ideas de limitar el tiempo de la iele, hacer ejercicio
entre las sesiones de estudio v no seguir todas las asignaturas
para que dispongas de tiempo para ti mismo.
Jim dijo que no había más objeciones. Una vez más, de opo­
nerse alguna parte, sólo se tratarla de volver a la parte creativa
en busca de más alternativas.
-¿Cómo te sienta la idea de volver a estudiar?
-M e sienta bien. Creo que ahora podré realmente ocuparme
de mí mismo —respondió.
En mi opinión, resolver conflictos internos, establecer la paz
entre panes internas en conflicto y reintegrar las partes fragmen­
tadas -es uno de ios aspectos más gratificantes y espirituales de la
Terapia de Virus Mentales. Trabajamos con io que antiguamente
se consideraba resistencia interna, descubriendo su intención
positiva con el fin de utilizarla para conseguir lo que queremos.
Es como utilizar la energía del golpe de un rival en artes marcia­
les para neutralizarlo. A continuación presento un resumen del
proceso que llevé a cabo con Jim:
Los virus G t'm im s 137

Solución antivírica número 8


El Rcencuadre ele Seis Puntos
1. Identifica la resistencia interna, el temor o la conducta no
deseada. Pregúntate: «¿Cuál es la resistencia o la conducta que
deseo cambiar?».
2. Comunícate con tu parte interna responsable de esa conduc­
ta. Una vez dentro de ti, pregunta a la parte: «¿Estás dispuesta
a comunicarte conmigo7 Por favor, dame una señal».
3. Separa la intención positiva de la parle de la conducta no
deseada. Piensa co n congruencia: «Quiero darte las gracias
por comunicarte conmigo» y «¿Podrías decirme qué hay de
positivo para mí en esta resistencia o conducía que induces?».
4. Identifica dos o tres alternativas que satisfagan la intención
positiva de la parte, pero sin las implicaciones negativas de la
conducta no deseada. Pregunta a tu parte creativa: «¿listarías
dispuesta a proponer dos o tres maneras de satisfacer la in­
tención positiva de esta pane mía, aunque cambiemos la con­
ducta7 Dame una señal cuando tengas las alternativas». Tie­
nes que darte el tiempo suficiente para que las nuevas alterna­
tivas penetren en tu conciencia. .
5. Consulta con esta parte tuya para cerciorarte de que las nue­
vas alternativas son aceptables. Pregunta: «¿Estarías dispues­
ta a poner a prueba es-.as nuevas alternativas? Por favor,
dame alguna señal». Si la respuesta es «no», vuelve al pun­
to 4 para pedir a la parte creativa que proponga nuevas
ideas. Otra posibilidad consistiría en preguntar a la parte si
está dispuesta a intentar estas nuevas alternativas durante
un periodo de tiempo específico com o, por ejemplo, dos
semanas o un mes. Tienes que asegurar a esta parte que
siempre podréis volver a la antigua conducta si no está satis­
fecha con los resultados.
6. Comprobación ecológica. Reflexiona: ¿hay otras partes en ti que
se opongan a las nuevas alternativas? Si así fuera, vuelve al
punto número 4.
1.38 PARTÍi 1: I.OS VIRUS MLNTALliS

el caso de Jim, se observa que, en general, era congruente


con la idea de cambiar de profesión, y sólo una parte se lo impe­
día. El Reencuadre de Seis Punios funcionó bastante bien. Sin
embargo, ¿qué pasaría en una situación en la que la persona está
dividida de forma más equilibrada entre las dos partes de
un virus7

El compromiso en las relaciones amorosas

Estábamos comiendo en un restaurante con Juan, uno de mis


clientes, y de pronto observé que miraba a un maduro solterón
que pasaba la tarde del viernes con toda tranquilidad, sentado,
leyendo y tomando café.
-¿Sabes?, a la edad de ese señor, no me gustaría terminar así
- dijo Juan . Lo veo por aquí a menudo. No está casado, no creo
que tenga muchos amigos y me parece una persona bastante
solitaria. Ahora que soy joven, lo que me interesa en una rela­
ción amorosa es la pasión y ¡a emoción, y eso de la compañía y
la amistad lo quiero para cuando sea mayor.
Yo, desde luego, me identificaba con lo que Juan decía y, sin
embargo, ante un valor de distanciamiento tan marcado (no que­
rer ser como aquel señor), rué pregunté si Juan no acabaña con
ti tiempo de la misma numera. Juan era atractivo, había estado
casado vanas veces durante periodos muy breves y había mante­
nido otras tantas relaciones. En su opinión, éstas no habían fun­
cionado sencillamente porque había escogido mal su compañe­
ra, o porque en algunos casos no era el momento apropiado. Me
como que María, su amante más reciente, se quejaba de que él
parecía gozar compitiendo con ella, que era demasiado indepen­
diente y que tenia la impresión de que era incapaz de compro­
meterse realmente en una relación amorosa.
-¿Te habían planteado este tipo de quejas antes7 -pregunté.
-Sí, supongo que sí. Pero ¿ellas qué. saben? -replicó él-. Sólo
pretendían quejarse -Tuve la sensación de que, tal vez, Juan
vivia con valores e n conflicto que arrastraba de sus relaciones
pasadas, y le pregunté si le interesaría reflexionar sobre sus vaío-
¡j)s virus

res. Tal vez algo funcionaba en su contra. Se mostró de acuerdo


y dijo que las cosas que había hecho en el pasado, hiera lo que
fuese, no habían funcionado. Estaba dispuesto a probar cual­
quier cosa.
A continuación lo guié a través de los pasos del ejercicio 12
del capítulo 4 para averiguar qué era importante para él en una
relación sentimental. Como resultado, descubrimos que tener
una relación afectiva apasionada era uno de sus cinco valores
principales. Y gozar de independencia y libertad (algo a lo que
se sen fia conectado) era otro. Se trataba de dos valores que, a
todas luces, causaban un conflicto y provocaban incongruencia,
o al menos habían contribuido a ella en sus anteriores relacio­
nes. Juan era el menor de cuatro hijos, y esa condición hacia que
se sintiera dependiente y a merced de sus hermanos mayores.
Había aprendido a competir para atraer la atención de los
padres. Decidí ayudar a Juan y orientarlo a través de un proceso
llamado de compasión visudí, que nos permite integrar en pro­
fundidad valores en conflicto de signos iguales.
-¿Puedes entrar en a mismo y ponerte en contacto con aque­
lla parte luya que desea comprometerse en una relación apasio­
nada e intima? -pregunté. Él asintió con un gesto de la cabeza y
yo continué'-. Si esa pane pudiera salir y posarse en una de tus
manos, ¿en qué mano la sostendrías? ¿F.n la derecha o en ia
izquierda?
-Creo que esa parte estaría bien en mi mano derecha.
-De acuerdo. Ahora, la parte en ti que valora la independen­
cia y la libertad, ¿en que mano le gustaría que la sostuvieran?
-inquirí.
-Podría ser ía mano izquierda —respondió él. Yo levanté las
dos manos, con las palmas hacia arriba, sugiriendo con ese gesto
que él hiciera lo mismo. Y eso hizo.
-Vale. Si aquella parte que tienes en ia mano derecha. ía que
desea comprometerse en una relación apasionada, tuviese
que mirar a ia parte, en tu mano izquierda que desea independen­
cia y libertad, ¿que admiraría o apreciaría en ella? -pregunté.
-Pues, supongo que, en una relación, una cierta cantidad de
libertad e independencia significa que no pierdes tu identidad.
HO PARI t i LOS VI R t : S M F.NTA1 .ES

Aún puedes seguir desarrollando tu unicidad. -Juan parecía sor­


prendido al oír las palabras que acababa de pronunciar
- Y la parte de tu mano izquierda que desea libertad e inde­
pendencia, ¿qué admira o aprecia de tu parte en la mano dere­
cha que desea comprometerse en una relación?
-S u p o n g o que el hecho de que me daría la libertad para
desarrollar y expresar (acetas mías que no podría expresar sin
una relación -respondió
Le sugerí una manera de reencuadrar su noción de indepen­
dencia.
-S i siempre tienes que ser independiente, ¿acaso eso no te
hace, dependiente de ser independiente? -É l se quedó mirando al
vacio y tuve la impresión de que el engranaje en su cabeza
empezaba a iuncionar.
-S i, creo que tienes razón. A veces, una relación me da más
oportunidades de ser independiente, y otras de ser dependiente,
y supongo que eso es mas independiente -dijo.
A continuación, quise buscar valores mas profundos, más allá
de la independencia y la libertad. Para inducir valores mas pro­
fundos : podemos seguir un procedimiento llamado t íiunfang up
(ascenso o cambio de nivel de percepción) Pregunta «¿Qué es
importante para mí e n -------(ei valor’)?», o. «¿Como me sirve o
me beneficia-------?». A menudo la respuesta es otro valor. Repite
la misma pregunta para este nuevo valor A medida que repetimos
este proceso, ascendemos a niveles cada vez mas extensos del
modelo de pensamiento, a valores mas profundos y abstractos
-Estupendo. Ahora, pregúntale a esa parte tuya que sostie­
nes en la mano izquierda, !a que desea independencia y libertad,
que hay de importante para ti en ¡a independencia y la libertad
- d v e . Mi intención era que «cambiara sn percepción» de este
valor.
-Pues, cuando tengo más independencia y libertad me sien­
to mas autostilicic.nte - respondió;
- D e acuerdo. Ahora, ¿que importancia nene para n sentirte
auiosuficieme? ¿En que te beneficia eso? -pregunté.
-Tengo una mayor sensación de plenitud -d ijo y. con un
gesto inconsciente, separo aún má.s las manos
los virus Cñ^nifüs 14]

-B ie n . Ahora, pregúntale a esa parle que descansa en la


mano derecha cuál es la importancia de tener una relación ínti­
ma apasionada -sugerí.
^Pues, con la persona adecuada, seguramente sentiría más
amor y amistad -dijo Juan.
-¿Y que importancia nene para ti sentir más amor y amistad?
-pregunté.
-M e siento una persona más completa —afirmó. El rostro se
le relajó y la mirada se le volvió más amable.
-¿Y qué importancia tiene para ti que te sientas más comple­
to como persona? ¿De qué te sirve?
-Siento una mayor plenitud -respondió, y volvió a abrir las
manos.
Me rasqué la cabeza.
-A h, qué interesante. De modo que ambas parles quieren
tener un mayor sentido de plenitud -dije.
- S í, supongo que así es -confirm ó, con expresión de sor­
presa
-¿Estas dos partes en ti recuerdan haber sido anteriormente
parte de un todo único? —pregunté. Los clientes no suelen con­
testar que no a esta pregunta. Cuando es asi, les pido que imagi­
nen que han sido parte de un iodo único.
-Sí. No lo recuerdo con exactitud, pero tengo la sensación
de que puede ser -dijo.
Volví a poner las palmas de mis manos delante de mí y sugerí:
—Antes de que estas partes se unan y tormén una sola que
trabaje para conseguir una relación apasionada y comprometida,
a ia vez que conservas tu libertad y tu independencia, antes de
que hagas esto, me gustaría que entraras en ti mismo y compro­
baras que ninguna de ellas se opone a reunirse para formar una.
Si alguna de las dos partes o cualquier otra parte de la perso­
na se opusiera, utilizaría uno de los pasos del Reencuadre de. Seis
Pumos. Le pediría a su parte creativa que propusiera dos o tres
maneras de satisfacer la objeción que permitieran la integración.
En el caso de Juan, no había objeciones.
-N o sé muy bien cómo puedes unir estas partes -d ije , y
empecé a juntar las manos. Observé que él también empezaba a
rv\k1 1 1- LOS VIRUS MENTALES

juntar las suyas-. De acuerdo, deja que tus manos vuelvan a


unirse, pero hazlo a la misma velocidad con que tu inconsciente
une estas partes para convertirlas en un gran todo que dé cabi­
da, en armonía, a valores de una manera que te beneficie de ver­
dad. -Empecé a juntar mis manos al mismo ritmo que él ju nta­
ba las suyas. Cuando terminó, su rostro y su cuerpo adoptaron
una expresión más simétrica. Me dijo que se sentía más en paz
con la idea de comprometerse en una relación.

Solución antivírica número 9


La compresión visual
1. Identifica los dos valores o partes en ti que están enfrentados
y lo que cada parte desea de ti.
2. Pregunta a una de Jas partes: «Si estuvieras dispuesta a salir y
posarte en una de mis manos, ¿en qué mano te gustaría
estar?». Pregúntale a la otra parte si estarla dispuesta a salir y
posarse en la otra mano. Pon las manos delante de n con las
palmas hacia arriba como si sostuvieras cada parte.
3. Pregúntale a la parte de la mano izquierda: «¿Qué importan­
cia tiene para m í -------i lo que quiere para ti] o cómo me
beneficia-------?». Continua el cambio perceptivo preguntan­
do: «¿Qué importancia tiene para m i -------[ia respuesta a la
pregunta anterior!, o cómo me beneficia-------?». Repite esta
pregunta hasta que obtengas la intención más noble de esa
parte. En realidad, le puedes preguntar a la parte si ésta es su
intención más noble.
4. Repite el proceso del punto 3 para la parte que reside en tu
mano derecha Una vez más, cambia la percepción hasta que
obtengas el mismo valor o un valor similar al valor más noble
de la parte opuesta. Pregunta a las dos partes si ambas desean
resultados similares o idénticos para ti.
5. Pregunta a las dos partes: «¿Recordáis haber sido partes de
un mismo todo?». Si la. respuesta es no. pregúntales si pue­
den imaginar haber sido partes del mismo todo.
Í-ON Vi» US ü c ' m t M f . % "rn-
6. Pregunta a la parte, de ía mano derecha qué admira o aprecia
de la parle de la mano izquierda. Si dice: «¡Nada!», pregúnta­
le que apreciaría si lo quisiera. Formula la misma pregunta a
tu parte en la mano izquierda acerca de tu parte de la mane
derecha.
7. ComprüÍ?adí7H ecologica. Pregúntate: «Antes de que permita
que estas dos partes se reúnan para convertirse en una única
pane que funcione para-------i la intención más noble de una
parte] mientras c o n s e r v o -------[la intención más noble de
la otra parte], ¿conviene esta unión a estas dos partes y a
codas mis demas partes7». S; la respuesta es afirmativa, conti­
núa. Si. no, dirígete a la parte creativa, como en el Reencua­
dre de Seis Puntos, y pídele que proponga dos o tres maneras
de satisfacer las objeciones, ai tiempo que permite que esas
partes tuyas en conflicto se reintegren.
8. Permite que tus manos se junten sólo a una velocidad que
permita a tu inconsciente poder reintegrar cómodamente esas
partes para fusionarlas armónicamente en una parte superior.

Como he dicho antes, la compresión visual proporciona una


manera de integrar las partes o valores rivales de un virus Gémi-
nis cuando ambas tienen un peso similar. También proporciona
una representación visual y anestésica de las partes que se in­
tegran.
Al parecer, ía sesión con Juan tuvo algún electo, porque
María comentó que su actitud había cambiado radicalmente. Al
cabo.de cuatro meses, se casaron,
Juan se sentía atrapado entre comprometerse en una relación
íntima y apasionada y su necesidad de libertad e independencia,
al igual que mi profesor de física, el doctor Simms, que se deba­
tía entre ser un músico profesional o continuar con sus estudios
académicos. Yo no conocía los virus mentales nj sabía de la tera­
pia de virus mentales cuando conocí al doctor Simms, pero él
acabó resolviendo este problema por sus propios medios. Llegó
a la conclusión de que un valor no debería excluir a otros. Con­
tinuó sus estudios y. en los momentos libres, se resarcía practi­
144 PARTE 1: LOS VIRUS MENTALES

cando el saxo. Los fines de semana locaba jazz como músico


profesional, no lanío por el dinero cuanto por la diversión que
le procuraba, aunque es verdad que el. dinero le ayudó a pagarse
Jos estudios.
Ln una ocasión, Emstein afirmó que la solución a un proble­
ma difícil no se puede encontrar en el mismo nivel de pensa­
miento que produio ese problema. Cuando Arjuna miró el
campo de. batalla, los valores en conflicto (luchar por la justicia
o matar a ios de su estirpe y a sus seres queridos) lo paralizaron
emocionalmente. Arjuna no podía resolver el dilema en ese nivel
de pensamiento. Emstein sugirió que deberíamos trascender ese
pensamiento, es decir, ascender hacia niveles más altos de pen­
samiento y valores más abstractos. El auriga de Arjuna, Knshna,
poseía esta misma sabiduría. En el Bhagavad-Giui, consigue que
Arjuna trascienda el pensamiento del todo a través de. la medita­
ción. Luego conduce a Arjuna a un estado de iluminación.
Desde esta perspectiva, éste puede actuar con libertad sin sentir­
se atado a expectativas ni juicios normales, y a la ilusión de que
la vida está hecha de opuestos: el bien contra el mal, la luz con­
tra la oscuridad, la vida contra la muerte.
Desde una perspectiva védica, la vida simplemente es. Eti­
quetarla y juzgarla desde el prisma de realidades opuestas es una
ilusión, como cuando Max Planck y otros tísicos cuánticos
observaron la i calidad física y vieron posición ('partículas) o no
posición (ondas). Sin embargo, luego se percataron de que la
realidad no es ni posición ni no posición. Es como mirar una
moneda. Vemos cara o cruz, y a veces olvidamos que la cara no
puede existir sola, separada de la cruz, así como la cruz tam­
poco puede, existir sola y también es una ilusión. Cara y cruz
son el resultado de nuestra percepción limitada que sólo ve un
lado de la moneda. La moneda, desde luego, no es ni cara ni
cruz y, sin embargo, contiene estas cualidades opuestas.
Ciertos experimentos muestran la «cara» de la realidad
(posición), mientras que otros experimentos muestran la «cruz»
(no posición). Es evidente que no podemos ver ambos lados al
mismo tiempo. Sin embargo, la realidad no es posición ni no
posición, asi como la moneda no es ni cara ni cruz.
Los virus Gcmíni's' 145

Según cuenta ei relato, cuando Arjuna llegó al estado de ilu­


minación y se vio libre de la ilusión de valores opuestos y de las
expectativas y juicios restrictivos que éstas producen, pudo
actuar en armonía con la evolución natural. Al saber que el espí­
ritu de sus parientes trascendería los valores opuestos de vida y
muerte, íue capaz de actuar en concordancia con la «voluntad
divina», es decir, la naturaleza que busca un equilibrio, y, así,
aniquiio las fuerzas del Mal.
La separación aparente de partes gemelas en un virus Gemí'
nis también es una ilusión. Provienen de una unicidad original y
se han convertido en partes opuestas de esa unicidad. Si mante­
nemos la ilusión de ia separación, las partes opuestas se enfren­
tarán. Como en un helicóptero, las hélices grandes que giran en
un sentido harían que ’,a estructura del helicóptero girara en sen­
tido contrario si esto no se corrigiera. Al integrar las partes
gemelas, permitimos que cualidades opuestas funcionen juntas,
de la misma manera que un segundo rotor en un helicóptero
proporciona una tuerza contraria a las aspas del rotor principal,
e impide que el helicóptero gire sobre, sí mismo.
6

Los virus asesinos

Después de ur. incidente en Croydon


protagonizado por un lurgon de la policía y una hormigonera,
ia policía busca a dieciocho criminales muy duros.
*<THe TWO RONNIES», B-BC-TV

Karl, uno de mis antiguos alumnos-, se dingia a toda prisa al hos­


pital a ver a su lía Peg. quizá por última vez. Por desgracia, no
vio el coche patrulla estacionado junto a una curva peligrosa. El
agente, le ordenó que se detuviera
-¿Adonde se cree que va? ¿A un incendio o al hospital? -p re­
guntó el agente, con tono irónico.
-¡Voy al hospital, lo digo en serio! -exclamó Karl-, ¡Mi tía se
está munendo1- E l agente lo miraba, incrédulo.
-¿Sabe usted cuántos accidentes ocurren en esta curva ]>or
culpa de los que corren demasiado, patinan y acaban saliéndose
del camino?
-Ninguno —dijo Karl, recordando una clase de iísica sobre
las leyes del movimiento-. Es imposible que un coche tome esta
curva a gran velocidad y patine, hasta salirse del camino. -Karl
recordaba sus clases de física, pero no así sus habilidades rela­
ciónales. El agente pensó que Karl era un sabelotodo o que esta­
ba drogado, y fue a buscar la libreta para ponerle una multa.
-¡Espere! -exclamó Karl-, Si le puedo demostrar que lo que
digo es verdad, ¿me dejará ir? -L o s ojos se le humedecieron
cuando pensó en la úluma vez que había visto a su tía Peg.

147
PARTE 1 l O - VIRUS MEK TA1A-.S

La mujer se encontraba ba}o una campana de oxígeno en un


pabellón para enfermos de enfisema, en el condado de Marín,
California. A Karl le sorprendió su aspecto frágil y pálido, y
observar que respirar le signilicaba cada vez una auténtica lucha,
¿u tía apenas alcanzaba a pronunciar una frase o dos. y perdía el
aliento. Karl pensaba que era injusto que un espíritu tan cálido y
noble como ella tuviera que morir a los 47 años. De pror.to, tía
Peg se incorporó y, abandonando la campana de oxígeno, salió
al pasillo y repitió el mismo gesto que había repetido cada media
hora durante los últimos treinta años de su vida, es decir, encen­
dió un cigarrillo. LIn cartel pegado en un tablero proclamaba que
aquel pabellón era «Territorio Marlboro».
- L a verdad es que hay cierto valor en mi sufrimiento - s u ­
surró la tía Peg.
A Karl le costaba entender cuál era ese valor. El dolor era
algo irracional; pensaba en su madre, que había muerto de escle­
rosis hepática después de años de alcoholismo, o en su primo,
víctima de una bala perdida en un ajuste de cuentas entre ban­
das mañosas. ¿Qué valor podía tener un pensamiento tan sinuo­
so que tenía consecuencias tan trágicas?

Los pensamientos mortíferos

En biología, se ha clasificado al ser humano como Homo sapiens,


término que significa «hombre sabio (sensato)». Sin embargo, la
primera causa de muerte y sufrimiento en este país no son las
enfermedades coronarias. No es el cáncer, ni las cnsis cardiacas,
ni el sida. Tampoco lo es la inspección de Hacienda. Es un pen­
samiento defectuoso provocado por virus asesinos. Para compren­
der la magnitud de la epidemia oculta del virus mental asesino
en Estados Unidos, consideremos los siguientes datos:

• En la reciente historia de Estados Unidos, se recuerda ia gue­


rra de Vietnam como una tragedia nacional (5 9 .0 0 0 soldados
muertos en nueve años). Sin embargo, en el mismo periodo,
más del doble de personas murieron en ese país por acciden-
i.oí v i r u s cLstrsino.s 149

tes de circulación provocados por conductores en estado de


embriaguez.
• En Estados Unidos. la cifra de victimas del tabaco en un año
r 5 0 0 .0 0 0 personas, entre fumadores y fumadores pasivos)
supera la ciira total de bajas militares de Estados Unidos en la
segunda guerra mundial.
• Estados Unidos es el país más violento del mundo desarrolla­
do, con una lasa de 2 6 .0 0 0 homicidios al año (cinco veces la
tasa de crímenes violentos por cada 100 habitantes en compa­
ración con Europa, y cuatro veces la de CanadáL
• La incidencia actual de crímenes violentos en Estados Unidos
es casi cuatro veces superior a la cifra de 1960 y ha crecido
nueve veces más rápido que la población.
• El número de casos de maltrato infantil se ha triplicado desde
1980 y llega a 3 millones al año. Una tercera parte de las victi­
mas son bebés menores de un año, y uno de cada diez niños
nace adicto a drogas ilegales.

Afectados por estas adicciones y compulsiones, ¿cómo pode­


mos entender por qué caemos en estas conductas? ¿A qué se
debe el espectacular aumento del pensamiento no coherente en
los últimos veinte años? ¿Qué intenciones positivas encierran
estos virus asesinos para nosotros? ¿Cómo podemos, en tanto
que sociedad, superar el pensamiento no coherente que causa
tal destrucción7

Los virus de adicción

La mayoría de personas han vivido algún tipo de adicción nega­


tiva o positiva: el café, el tabaco, el joggmg, el chocolate, el sexo
o los alimentos demasiado neos en ¿nasas. L*n mi caso, a pesar
de que he seguido una dieta vegetariana baja en grasas y gene­
ralmente saludable durante veinticinco años, mi adicción era el
chocolate Hasta hace pocos años, tenía que comer chocolate
casi tocios los días. Mis adicciones positivas han sido la medita­
ción y el ejercicio físico
150 rARTfc. i: LOS VIRUS MENTALES

lie descubierto que las adicciones negativas que nos perjudi­


can mental o físicamente se basan en un pensamiento distorsio­
nado que adopta la forma de un Wrus cié adicción, una combina­
ción de virus desencadenantes, virus restrictivos v virus Géminis.
Ya que la mayoría de los virus asesinos están relacionados con la
adicción, conviene entender cómo funcionan juntos estos tres
virus básicos.

Los Di -5EXCADe NANTES. Hn muchos casos la adicción comienza


con un desencadenante o una asociación errónea. Para un niño,
eí gesto de fumar puede esrar anclado en el deseo de sentirse
mayor-y ser como sus padres. Para un adulto, puede estar aso­
ciado, por ejemplo, con la idea de relajarse. Pertenecer a una
pandilla significa ser aceptado por los otros integrantes o estar
protegido de la amenaza de otras pandillas. Ei juego está ancla­
do en ideas de riqueza y libertad.
La violación de nuestras creencias y expectativas puede
desencadenar una reacción violenta.

• «Una mujer cid^encj apreciar a su marido y jV.imay debería


hablarle de esa manera. Ya le enseñaré yo... como papá nos
enseñó a mamá y a mí.»
• «No me puedo creer que tu leí bebéj sigas llorando y que no
me dejes dormir. Te he dado de comer y te he cambiado dos
veces los pañales. Será mejor que te calles o ¡te voy a dar!»
• «Willy sabia que no puede vender drogas en nuestro territo­
rio. Tendremos que darnos una vuelta y demostrarle a su pan­
dilla lo que pasa cuando se rompen las reglas »

En este caso, los virus mentales, además de ser desencade­


nantes, son virus restrictivos (las expectativas son inflexibles y
erróneas). Las creencias inflexibles y erróneas de cómo deberían
ser las cosas están destinadas a ser contrastadas con las cosas tal
como son. La decepción que sigue, o el sentimiento de traición,
es eí cajdo de cultivo de individuos deprimidos o vio ¡en ¿.os. Los
individuos violen tos crean una sociedad violenta.
Cuando una adicción o conducta destructiva se arraiga en el
i os vims asesinos i .? i

individuo, algunos desencadenantes evolucionan pata inducir


esa conducta. Acabar una comida, tomar una copa o un momen­
to de tensión en el trabajo son situaciones que desencadenan la
necesidad de un cigarrillo pagar las facturas mensuales o escu­
char la publicidad de la lotería puede desencadenar un deseo
irresistible de jugar. Un encuentro desagradable con el jefe
puede desencadenar la necesidad de una copa.

LAS C R E E N C IA S Justificar la adicción o conducta


r e s t r ic t iv a s .

para si mismo y para otros implica más creencias restrictivas.

• El fumador racionaliza y piensa que fumar es necesario para


.controlar la tensión o el estrés, o para mantener el peso a raya.
Y, además, se sabe de una mujer que fumo toda su vida ¡v
vovió 112 anos!
• El jugador que lia perdido casi todo su dinero cree que tiene
más probabilidades de ganar si sigue jugando. Cree que la
racha de. pérdidas aumenta su posibilidad de ganar ahora.
Lamentablemente, las probabilidades no dependen de lo que
le hava
y sucedido• antes. Si lanzo una moneda al aire v ✓ me da
cara doce veces seguidas, sigue habiendo una probabilidad
del 50 por ciento de que la próxima vez también sea cara
• La persona que puede asesinar sin remordimiento suele ver a
su víctima corno un ser no humano. De hecho, quizá ía idea de
que el enemigo es menos que humano sea psicológicamente
necesaria para los soldados en el campo de batalla.
• El alumno piensa: «Será mejor que lleve una pistola a la
escuela para protegerme de todos los chicos que van arma­
dos».

El COMPONEN J'F. Gí-Mínis. a pesar de los internos de justificar


una conducta autodestrucúva, es probable que ía persona afec­
tada se comporte de manera incongruente y esté a disgusto c o n ­
sigo misma, víctima de un virus Géminis. Una parte reconoce la
naturaleza destructiva del modelo, mientras que la otra parte se
compromete a mantener el beneficio positivo que cree que obtie­
ne de! virus asesino.
152 PARTI! i: LOS ViRL'S Mi-.NTALP.S

Además, la mayoría de las adicciones modifican, ia composi­


ción química del cerebro con la producción de neuropéptidos y
neu retransmisores relacionados con estados placemeros. Se ha
sugerido que estos neuroiransmisores internos pueden ser tan
adictivos como las drogas.
Cuando una adicción anclada en virus desencadenantes,
virus restrictivos y virus Génnnis se convierte en la causa de
nuestra perdición, el resultado es un virus asesino. Puede que
parezca curioso, pero aunque este pensamiento tan destructivo e
incoherente esté abocado a destrozarnos, el virus sigue teniendo
una intención positiva. A menudo la intención consiste simple­
mente en cambiar nuestro estado.

El virus del tabaco

A pesar de lo que aseguran los responsables de ia industria del


tabaco, las pruebas médicas y científicas señalan con claridad que
el tabaco es adictivo y provoca enfisema, enfermedades pulmona­
res obstructivas crónicas (EPOC) y cáncer de pulmón, y que mata
a más de medio millón de ciudadanos al año en Hstados Unidos.
Sin embargo, casi 4 6 millones de personas, es decir, el 25 por
ciento de la población adulta, sigue fumando. ¿Cómo se explica?
Desde el punto de vista bioquímico, la nicotina aumenta los
niveles de acetilcohna y de norepinefrina (sustancias químicas
del cerebro que actúan sobre {a memoria, los estados de animo y
la concentración). Ai parecer, la nicotina también estimula la
producción de dopamina en el centro del placer del cerebro, un
efecto similar al que produce !a cocaína, el alcohol y ía heroína.
Desde una perspectiva conductista, cuando fumasteis vues­
tro primer cigarrillo, ¿acaso pensasteis: «¡Vaya, que bien que
sabe esto’»? No es muy probable. Es más probable que os hayáis
puesto a toser, que os faltara el aíre y que vuestros pulmones se
preguntaran qué diablos os habíais metido en el cuerpo.
Para que no experimentemos esa molestia inicial, las empre­
sas de tabaco y la publicidad asocian el cigarrillo con el placer.
Fn :anto que virus mental, fumar se asocia con el hecho de ser
Los virus asesaos 133

un hombre de verdad,' con ser sexvi sv estar a la moda, o con la


evolución de los derechos de la mujer («I fas recorrido un largo
camino, nena»)- l a presión de nuestros compañeros cuando
somos niños puede que nos haga asociar el acio de fumar con el
placer de ser aceptado y con la emoción de lo prohibido. El
ntua) de cada larga, profunda y lenta aspiración se asocia con
estar relajado, y sin embargo nunca se nos ha ocurrido respirar
igual de profundo sin el humo. La intención positiva que subya-
ce ai virus del tabaco, al menos en principio, consiste en ser un
hombre de verdad, s e x v' y v liberado, retajado
J /v encantador, en
suma, una persona que merece ser aceptada.
Para el fumador empedernido, fumar proporciona placer
gracias a la producción de sustancias químicas en el cerebro. Los
fumadores también piensan que el tabaco alivia el dolor, calma
el ánimo yv da una solución a la soledad, el aburrimiento ¿y la
ansiedad.
Se calcula que a un 8 0 por ciento de los fumadores les gusta­
ría dejarlo, y que todos los años lo mienta un 30 por ciento. Sólo
lo consiguen entre el 2 y el 3 por ciento. A pesar de esta dificul­
tad para abandonar el hábito, en Estados Unidos 45 millones de
personas lo han conseguido actualmente.

El virus del alcohol y las drogas

¿Acaso vuestra primera cerveza o vuestro primer trago de whisky


tenía un sabor delicioso? Lo más probable es que la expresión se
os agriara y os preguntarais por qué la gente bebe esas cosas.
Pero como los amigos bebían, vosotros sabíais que si cultivabais
el gusto por la bebida ellos os aceptarían. Si erais adolescentes y
habíais crecido con la publicidad de la cerveza durante los parti­
dos de rugby, sabíais que todas esas mujeres sexy en bikini se os
lanzarían, encima en cuanto tomarais un trago de cerveza. Y
cuando abrierais una botella el mundo sería un lugar maravillo­
so. Sin embargo, ¿qué tiene de sexy un hombre que bebe una
cerveza?
A pesar de las investigaciones médicas acerca de los posibles
beneficios cardiovasculares del consumo moderado de alcohol,
especialmente de vino tinto, pienso que las asociaciones erró­
neas relacionadas con el alcohol, jumo a una posible predisposi­
ción genética, pueden generar una adicción destructiva, el virus
de) alcohol,
Las estadísticas demuestran que unos 18,3 millones de esta­
dounidenses, el 10 por ciento de la población adulta, es vícti­
ma del virus del alcohol, es decir, son alcohólicos. En Estados
Unidos, más de cien rml personas mueren ai año prematuramen­
te de lesiones hepáticas y coronarias, por conducir en estado de
embriaguez, por la violencia relacionada con el alcohol y por el
factor de riesgo más alto de enfermedades degenerativas cróni­
cas relacionadas con el consumo excesivo de alcohol. Y hay aun
más personas que padecen la muerte emocional de perder el
control de sus propias vidas.
Entre las drogas ilegales, la cocaína es particularmente devas­
tadora. Satisface con creces dos cosas que la gente desea: elimina
el dolor y procura placer. Cuando las personas experimentan
estados tan desagradables como depresión, preocupación, culpa,
dolor emocional o físico, aprenden que una manera rápida y fia­
ble de cambiar ese estado es a través de 1.a bebida, el consumo
de drogas, los excesos de la mesa o el tabaco. La cocaína produ­
ce uno de los cambios inmediatos de estado más intensos, por­
que inunda de dopamina los receptores del cerebro. Por desgra­
cia, cuando la droga se acaba, el resultado es que el organismo
produce, menos dopamina o hay menos receptores de dopamina
disponibles en el cerebro. Sin ía droga, el adicto se encuentra
cada vez menos capaz de sentir placer y más proclive a experi­
mentar dolor. De este modo, la c.ocaina ha llegado a ser una
industria que mueve 30.000 millones de dólares en Estados Uni­
dos con más de 1.300.000 consumidores.

Los virus mentales sociales

Puede que la adicción a la violencia, al juego y al sexo no mate


directamente, pero es evidente que puede destruir nuestros sueños,
nuestras profesiones y nuestra vida familiar. El ciérneme común en
estos trastornos del pensamiento serán, con toda probabilidad, los
virus desencadenantes que asocian erróneamente el hábito o con­
ducta con un estado de excitación, emoción, vitalidad o euforia.
Deepak Chopra ha señalado que todos los estados emocio­
nales que vivimos son resultado de ia producción en el cerebro
de neuropépiidos y de neuróiransmisores. Por ejemplo, cuando
nos sentimos fuertes e invencibles, nuestro cerebro produce una
sustancia similar a la intericuema 2, una de las sustancias más
eficaces en la destrucción de células cancerígenas. Cuando nos
sentirnos deprimidos, el cerebro produce sustancias que inhiben
el sistema inmunitario. Cuando estamos equilibrados y tranqui­
los, producimos un tranquilizante natural similar al Valium.
Una característica fascinante de estos estados e s que no
los experimenta sóle el cerebro sino el cuerpo entero, Todas
las células cieí cuerpo tienen neurorrecepiores que reciben las
«señales» químicas (neuropépiidos y neurotransmisores) produci­
das por el cerebro. Además, se ha demostrado que las células en
el organismo producen esta misma sustancia. Desde un punto de
vista bioquímico, todo el organismo experimenta el estado emo­
cional. Es muy probable que la adicción a un estado determinado,
como la excitación, emoción, la vitalidad o la euforia (errónea­
mente asociada con el dcscncadcnaníc de la violencia, el juego o el
sexo), sea una adicción física a las sustancias naturales que el orga­
nismo produce. Los estados son, desde luego, útiles a la experien­
cia, pero sin los desencadenantes negativos destructivos.

El virus del suicidio

¿Corno es posible que algunas personas, como mi amiga Dana,


pierdan casi todo ¡o que poseen en la vida, se eslen muriendo de
cáncer a los 42 años y aun así, logren animar a la gente que las
rodea, mientras que oirás personas son capaces de suicidarse
porque suspenden un examen de álgebra? ¿Cómo es posible que
una rica y famosa estrella de eme que goza de todo el éxito del
mundo muera de ana sobredosis de droga, mientras que la
lf>6 F’ARTH í: LOS VIRUS M F .M A L F S

madre Te i esa viaja a la india sin prácticamente nada para dárse­


lo a ios más pobres de entre los pobres'?1 Al observar y reflexionar
sobre Daría, pensé que ia gente no se suicida porque pierda su
dinero, el empleo, un amante o la casa, o porque suspenda una
asignatura. Se suicida debido a los e s ta jo s que experimentan
como resultado de la pérdida. El pensamiento defectuoso, es
decir, el virus, consiste en evitar ese estado escapando de la vida.
F.n general, uno de los rasgos dei virus asesino es que nos
proporciona una manera errónea y destructiva para escapar de
nuestros estados. Por lo que conocí de Dana, parecía relativa­
mente al margen de esta conducta. Pensando en cómo controla­
ba sus estados, comprendí que...

Cid ve número 6: P a ra m an ejar nuestros estad os de m anera


constructiva, cultivemos la capacidad de estar aquí y ahora.

Los virus mentales relacionados con eí remordimiento nos


llevan a preocuparnos por el pasado. Los virus mentales relacio­
nados con ía preocupación conducen a la preocupación por el
luturo. Si nos sentimos incómodos con nuestros sentimientos,
nos alejamos del ahora. Todo ello nos despoja d e nuestra expe­
riencia del momento presente.
Ll doctor Chopra sostiene que podemos potenciar nuestra
experiencia del aquí y ahora sencillamente dirigiendo nues­
tra conciencia hacia las sensaciones corporales. Si experimenta'
mes un estado placentero, la conciencia corporal nos siíuará en
el presente y potenciará la experiencia. Cuando experimentamos
un estado no placentero o una obsesión, ai prestar atención a
corno el cuerpo vive la incomodidad el cerebro producirá de
íorma natural las endortínas y los neurotransmisores que harán
que ese estado desaparezca. A menudo, inientamos escapar
de lo que sentirnos mediante estrategias destructivas en lugar de
enfrentamos a ello directamente.
Lin ciertas ocasiones,1 cuando Dana me llamaba *ñor teléio-
no, yo le preguntaba dónde estaba. Y ella respondía: «¡Estoy
aquí!» Cuando ie preguntaba qué hora ora, solía responder:
'<;Ls ahora!»
¡.os virus asestn^s 137

La terapia contra los virus asesinos

La esencia de la mayoría de los virus asesinos es una adicción (al


tabaco, al sexo, ai alcohol o a las drogas, a ia violencia, al juego).
La adicción es una manera destructiva de cambiar nuestro esta­
do, para alejarnos del dolor o acercarnos a lo que se percibe
como placentero.
L.o que mejor f u n c i o n a , d e s d e la perspectiva de la terapia
de los virus mentales, es una breve intervención para tratar:

* las intenciones positivas del virus subyacente;


* la dt^resícm, que acompaña a muchas adicciones; •
* los ¡actores dietéticos, que pueden generar depresión, falta de
claridad mental o hiperactividad (ausencia de oligoelementos,
aceites y grasas tóxicas, exceso de azúcar, etcétera);
« los consejos prácticos para entender la adicción en cuestión y
los desencadenantes que inducen la conducta adjetiva;
* las creen ti as restrictivas erróneas, como la negación de la adic­
ción y ios sentimientos de expectativas traicionadas que con­
ducen a la violencia;
* el control de los estados de ánimo de las obsesiones y los cam­
bios de humor, manteniendo los niveles de energía y sintién­
dose bien consigo mismo durante el proceso de recuperación,

Una solución antivírica particularmente eficaz para mitigar


las adicciones consiste en inducir y utilizar ia estrategia de moti­
vación de la persona, es decir, la secuencia inconsciente de pasos
que la persona sigue para sentirse muy motivada. El siguiente
estudio de un caso ilustra este enfoque.

Para dejar de fumar

Barbara no había 1amado en años, pero un día, atrapada en una


relación amorosa conflictiva, volvió a su antiguo hábito. Cuando

1! R. J iv./nairLor., «Cireai Expec.tations», «NVu-sweefc. 8 cié enero de* W 9 6


158 PARTE I; LOS VIRUS MENTALES

vino a verme hacía tres años que había vuelto a fumar y llevaba
uno intentando dejarlo. Ni a ella ni a sus hijos les agradaba que
•fumara, y ella sabía por qué debia dejarlo. Pero algo se lo impe­
día. Sabía que uno de los problemas era que le fascinaba jugar a
los dardos y que era bastante buena en las competiciones. Por
desgracia, eso sí, la mayoría de las competiciones se celebran en
bares donde se bebe y se fuma.
En el caso de. Barbara, ella estaba demasiado ocupada con su
trabajo, sus hijos y sus actividades sociales para sentirse depri­
mida. Sentía que tenía mucha energía y, tal como me dijo, no
tenía tiempo para deprimirse. Puesto que Barbara había dejado
de fumar hacía nueve años, supuse que de manera inconsciente
ya sabía cómo renunciar a la nicotina.
-¿Cóm o lo conseguiste cuando lo dejaste por primera ve.z?
-pregunté. Quería descubrir su estrategia (la secuencia de expe­
riencias externas e internas que la habían motivado nueve años
antes para dejar de fumar y conseguirlo).
-Sencillamente decidí parar y eso fue lo que hice - m e res­
pondió. .
-¿Puedes volver a esa época en que decidiste dejarlo? Vuelve
a esa experiencia como si estuviera ocurriendo ahora. Viendo lo
que veías, oyendo lo que oías y sintiendo lo que sentías. ¿Qué
fue lo primero que desencadenó tu motivación? -pregunté.
—Verás, recuerdo que estaba embarazada de mi último hijo, y
pensé que sería perjudicial para él que fumara -explicó Barbara.
-La primera vez que pensaste que fumar le afectaría, ¿cómo
lo imaginaste, cómo hablaste contigo misma acerca de ello?
-in quirí-. Intenta situarte en aquella ocasión como si estuviera
sucediendo ahora.
-M e imaginé que la nicotina podía envenenar al feto, y que
sufriría con el humo -dijo Barbara.
- D e acuerdo, cuando te imaginaste el feto y los efectos del
humo, ¿qué fue lo primero que te sucedió para que te sintieras
motivada a dejarlo? ¿Te dijiste algo a ti misma, te imaginaste
alguna otra cosa, viste algo en el exterior, hablaste con alguien, o
tuviste inmediatamente estas sensaciones? .
- E n aquel entonces, empecé a toser mucho. Como estaba
Los virus asesinos 139

j embarazada, me dolía cuando losía. Recuerdo que en una oca-


¡ sión me pregunté: «¿Estoy realmente disfrutando este, cigarri-
¡ lio?». La verdad es que mi cuerpo respondió «no».
| -¿Te sentiste motivada para dejarlo en ese momento? —pre-
I gunté. Ella asintió con un gesto de la cabeza. Su estrategia o pro­
grama para motivarse era:

Para saber más acerca de cómo elaboró su estrategia, indu­


je submodalidades de cómo ella se imaginaba al feto intoxica­
do, y los rasgos de la voz que le preguntaba si de verdad le gus­
taba fumar. Barbara se imaginaba al lelo en color, muy cerca,
incómodamente cerca, en movimiento y justo delante de ella.
Describió la voz como una voz suave, con inflexiones, situada
dentro de su cabeza, y luego su propia voz. Era una voz c o m ­
pasiva, cariñosa, por oposición a una voz acusadora o enjui-
ciadora.
A continuación, le pedí que se imaginara su propio corazón,
los pulmones y otros órganos internos intoxicados, y la orienté
en el uso de las mismas submodalidades que ella había utilizado
para imaginarse el feto. También le pedí que imaginara su vida
en el futuro y su relación con sus hijos intoxicada de la misma
manera. Finalmente, con la misma voz, con las mismas inflexio­
nes y con suavidad, con la misma posición y sentido de la com­
pasión y cariño, se preguntó si de verdad disfrutaba fumando.
Barbara cerró los ojos y se estremeció.
-N o -dijo. Luego me contó que su cuerpo le había contesta­
do de la misma manera que hacía nueve años.
J60 PARTE I: LOS VIRUS MENTALES

Solución anlivm ca número 10


Para inducir vuestra estrategia de motivación

Para descubrir vuestra propia estrategia de motivación en cual­


quier aspecto de la vida, comenzad con la fisiología. Cuando
estáis totalmente motivados para hacer algo., ¿cómo sentís vues­
tro cuerpo? ¿Qué sensaciones notáis en ios músculos faciales?
¿Cómo es vuestra postura? ¿Cómo respiráis?
La siguiente etapa consiste en descubrir la secuencia de
pasos (la estrategia) que usáis de manera inconsciente para sen­
tiros motivados. Podéis hacerlo pensando en una época concreta
en que estabais totalmente motivados y por consiguiente, erais
eiicaces en lo que hacíais. Contactad con todas ías sensaciones,
visiones y sonidos de aquella experiencia concreta. Es tunda-
mental estar en contacto con aquella experiencia como si estu­
viera sucediendo cihoi ci. He aquí un proceso de siete puntos para
construir vuestra estrategia:

1. Cuando recuperes la experiencia de estar totalmente motiva­


do, observa lo primero que debe suceder para que se. active tu
motivación. ¿Es algo que ves (visual externo: Ve) o algo que
escuchas (auditivo externo: A") o algo que tocas (cinestésico
externo: O ? Tal vez es algo que te imaginas interiormente
(visual interno: V ) o un diálogo contigo mismo (auditivo
interno: A). Anota este primer paso
2. A continuación, observa qué sucede en el interior cuando has
visto, oído o tocado lo que activó tu motivación. ¿Puedes ver
algo en el interior, oír alguna palabra o diálogo, o tienes algu­
na sensación í.V\ A‘ o C )? Cuando seas consciente de este
paso, anótalo.
3. Después de haber oído, visto o sentido algo en el interior,
¿hay algo más que, en ti o.fuera de ti, tenga que suceder para
que te sientas completamente motivado7 Anota el paso. Con­
tinúa el proceso hasta que te parezca completo: una estrategia
típica puede tener de dos a cinco pasos.
4. Después de haber agotado cada paso podrías evocar otra
Los vi rus asesinos 161

época en que te sintieras totalmente motivado. Vuelve a esa


situación, como si estuviera ocurriendo ahora y observa si
esa experiencia incluye la misma secuencia de pasos. Esto te
permitirá perfeccionar tu estrategia.
5. A menudo, el primer paso en tu estrategia se dará en tu moda­
lidad dominante. Si eres una persona fundamentalmente
visual, es probable que el primer paso sea algo que hayas
visto; si eres una persona auditiva, será algo que escuchaste, y
así sucesivamente. Sin embargo, el primer paso es el que más
probabilidades tiene de cambiar de una situación a otra. El
último paso en nuestra estrategia es el sentimiento interno
anestésico de que estás motivado. Fíjate cómo sientes la moti­
vación en tu cuerpo.
6. Cuando estés convencido de que tienes la secuencia correcta
de. pasos, anótala. Es tu receta para sentirte motivado.
7. Para afinar lu estrategia, comprueba las submodalidades de
los pasos internos.

Cuando Barbara aplicó su antigua estrategia de motivación a


la tarea presente de dejar de fumar, le pedí que imaginara ios
futuros desencadenantes que normalmente activarían sus ganas
de sumar. Incluso al visualizar los desencadenantes y sentir las
ganas, Barbara expresó su determinación de no volver a fumar.
Después, compartí con ellaalgunos consejos prácticos para
cuando se ha dejado de fumar.

Solución antivirica número 1 1


Consejos para que prescindas por ti mismo
de las adicciones12
El tabaco, el alcohol y las drogas pueden ser sustancias muy
adictivas mientras permanezcan en nuestro organismo, y eso en

Kickmg Bun? ?>víhoiogy Today, sept’.embre/octubre de 1994


162 PARTt j- LOS VIRUS MENTALES

algunos casos puede durar incluso un año. Los dos primeros


meses, por lo general, son el periodo más difícil. Hay que estar
alerta. Las recaídas suelen producirse al cabo de tres a cuatro
semanas.

• Podéis dejar el tabaco por vuestros propios medios, pero si


quereis mejorar vuestras posibilidades de éxito, consultad con
alguien especializado en adicciones. Sería muy aconsejable
contar con una persona formada en. la Terapia de Virus Men-
tales'v, para así descubrir y mantener las intenciones positivas
del virus menial relacionado con el hábito. En ocasiones, la
ayuda de un terapeuta es indispensable para tratar la depre­
sión que suele acompañar estas adicciones.
• Vuestro objetivo debe ser de total abstinencia. Una sola recaí­
da puede devolver la sustancia a vuestro organismo, y sería
una poderosa agresión que os provocaría una recaída.
• Acumulad energía haciendo ejercicio, paseando, nadando y
haciendo depone, cualquier cosa que os guste hacer y que
active la circulación de la sangre y 1.a producción de las endor-
fi.nas naturales del cerebro. Esto os ayudará
y a neutralizar la
depresión, y observaréis que tendréis más energía a medida
que vuestra fisiología comienza a limpiarse y sanar
• Evitad situaciones y rutinas que se encuentran fuertemente
ancladas en la adicción.
• Evitad o minimizad durante unas semanas otras sustancias
que podrían inducir a la depresión y convertirse en un deserv
cadenante natural para vuestra antigua adicción. En el caso de
fumar, no toméis café. La disminución de ia nicotina en el
organismo puede haceros más sensibles a la cafeína.
• No os pongáis nerviosos s.i no tenéis éxito la primera vez. Hay
personas que han intentado dejarlo seis o más veces antes de
conseguirlo. Aprended de vuestra propia experiencia.

La única sesión que tuvimos con Barbara fue breve, duró


cerca de una hora. Me dijo que confiaba en que podría dejarlo, y
ahora ya lleva más de un año sin fumar.
Los \i; us asesinos

La primera ley de la física newtomana afirma que un objeto


que se mueve seguirá en movimiento, en la misma dirección, en
linea recta, a menos que exista una tuerza que actué sobre él. De
la misma manera, cuando un virus asesino se ha activado, nos
llevará ineluctablemente por una línea recia hacia un destino del
que, quizá, no nos sintamos orgullosos. Barbara iue capaz
de cambiar su curso, lamentablemente, Peg, la tía de Karl, no
lo fue.
Los cambios que Barbara realizó se produjeron simplemente
por la maneta en que daba un significado a! hecho de fumar, un
significado alineado con su estrategia de motivación inconscien­
te para dejarlo. Su inconsciente, por lo tamo, inducía aüíoniaíi-
tameriítf' cambios que le permitieron modificar su dirección y
mantenerse en el camino de la vida.
Cuando Karl le dijo al policía de tráfico que los coches no
podían patinar y salirse de la curva, tenía razón. L'l policía sabia
lo suficiente de física para aceptar la explicación de Karl, y fue lo
bastante comprensivo para olvidarse de la sanción y dejar que
Karl siguiera su camino al hospital para ver a su tía por ultima
vez. La tía Peg murmuró que el valor de su pérdida era que le
permitía aprender, si bien este aprendizaje era más importante
para las personas que la rodeaban, que podían ver las consecuen­
cias del pensamiento defectuoso que alimentaba adicciones des­
tructivas.
Si un coche a gran velocidad no tiene la fuerza suficiente
para cambiar de dirección, simplemente continuará en línea recta,
respetando la primera ley de Newton. El coche no patinará ni se
saldrá del camino. Más bien, es el camino el que se aleja de la
trayectoria del coche en una curva, de la misma manera que
la vida se aleja de quienes continúan apegados al pensamiento
incoherente de las conductas autodestructivas.
SEGUNDA PARTE

Los virus mentales


y la curación
7

La terapia de virus mentales

Ür¡ fromento de percepción clarividente


a veces puede valer ramo
corno la experiencia de toda una vida.

OUVL'R WHNDLLL Hüt.MüS

La gente viene a mi consulta por un único motivo: desea sentirse


mejor. Algún modelo de pensamiento o un malestar físico blo­
quea su capacidad de vivir estados placenteros o provoca esta­
dos dolorosos. Los estados que experimenta la gente afectan su
salud y sus relaciones, la carrera profesional y el desarrollo per­
sonal, su economía o su capacidad de disfrutar de la vida.
¿Habéis observado que cuando estáis emocionalmeme irrita­
dos, excitados o tensos vuestro pensamiento carece de claridad
o coherencia7 Mas tarde, una vez calmados emocional v mental-
y

mente, es como si se hubiera producido una especie de cambio


interno o transición de fase. Quizás encontréis una nueva manera
de dar un sentido a lo que sucede, y vuestro pensamiento es
mucho más poderoso y certero. Tras reflexionar sobre dos o tres
cosas que os permiten observar la realidad bajo una nueva luz,
incluso es posible que os sintáis mejor frente a las adversidades.
En eí plano hsico, la materia se vuelve más coherente y orde­
nada ¿i temperaturas más bajas. Las cualidades como la resisten­
cia eléctrica y la vibración térmica aleatoria disminuyen. A cier­
tas temperaturas clave, el orden aumenta espectaculannente con
lo que se denomina transición de jase. Por ejemplo, en una fría

167
168 PARTI: II: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

mañana de otoño eí vapor de agua, desordenado y no coherente,


forma cristales ordenados de escarcha en las hojas de la hierba a
la temperatura de congelación del agua. Aún más espectacular
resulta 1.a desaparición repentina de resistencia eléctrica a una
temperatura de pocos grados por encima del cero absoluto,
cuando ciertos materiales se convierten en superconductores.
Una de jas características más sobresalientes de un gran atle­
ta como Joe Montana era su capacidad de mantener la cabeza
fr ía basta en las circunstancias más adversas, a saber, en el cal­
deado ambiente de un estadio de fútbol americano. En realidad,
cuando su equipo perdía, Montana aumentaba su rendimiento y
se volvía aún más eficaz.
Hasta ahora, hemos demostrado que la terapia de virus men­
tales constituye un medio para reintegrar diversos virus menta­
les y hemos presentado varias soluciones antivíricas. ¿Qué es,
concretamente, la Terapia de Virus Mentales? ¿Qué puede con­
seguir, y en qué situaciones de la vida sus procedimientos resul­
tan más beneficiosos? ¿Cómo podemos usarla para enfriar las
temperaturas mentales y emocionales y, por ende, aumentar la
coherencia y la capacidad de nuestro pensamiento? ¿Acaso las
transiciones de fase están limitadas a fenómenos físicos como la
congelación del agua y los cambios de la resistencia eléctrica, o
existe también un equivalente mental?

El objetivo de la terapia de virus mentales

Las soluciones antivíricas presentadas hasta ahora pueden ayu­


dar a las personas a desactivar o incluso a invertir los desencade­
nantes que, de otra manera, estimularían las fobias, ías compul­
siones y los estados emocionales y conductas que en nada nos
enorgullecen. Otras soluciones nos ayudan a restablecer una
prioridad de valores, de modo que e/ conjunto funcione con más
armonía y podamos avanzar hacia el logro de nuestros objetivos
en la vida o desprendernos de las creencias que nos limitan. El
Reencuadre de Seis Puntos y ía compresión visual que vimos en
el capítulo 5 nos permiten establecer una armonía entre las par-
La terapia de virus mentales 169

tes en conflicto de los virus Géminis y, así, eliminar el conflicto


interno. Si evocamos conscientemente los pasos inconscientes
que solemos dar para motivarnos, iniciaremos el proceso nece­
sario para eliminar nuestros hábitos destructivos (virus asesi­
nos). E) uso consciente de nuestra estrategia de motivación tam­
bién puede activar la chispa que pondrá en marcha proyectos y
objetivos y fijará nuevos nimbos en la vida.
Al pensar en lo que realmente significa esta terapia, recordé
lo que mi amiga Dana hacia de forma inconsciente cuando las
cosas no funcionaban como ella quería.

Clave número 7: Para cam biar nuestra manera de pensar acer­


ca de cu alqu ier cosa que os h a y a ocurrido o no os h a y a ocu­
rrido, debéis cam biar o reencuadrar el significado.

Esta clave es el denominador común y la base de casi todas las


terapias. Para aquella mujer que pesaba casi 50 kilos de más, el
rechazo significaba la humillación de sentirse mal consigo misma.
Cuando la terapia le proporcionó un desencadenante de inversión,
esta mujer reencuadró eí rechazo para desencadenar sentimientos,
que la potenciaban. Al estar en paz consigo misma, ahora podía
dedicarse a perder el exceso de peso que la había lastrado durante
tamos años. Para Richard, que no incluía la salud entre sus diez
valores principales, el ejercicio físico era una actividad desagrada­
ble, dura y tediosa. Al establecer una nueva prioridad de valores,
Richard reencuadró inconscientemente el ejercicio para concebirlo
como \ma fuente de fuerza y energía, y como una forma positiva de
emplear su tiempo. Es posible que a una mujer violada, o acosada
sexualmente, la experiencia ía haga sentirse humillada o manchada,
o que genere en ella desconfianza hacia los hombres. Con la terapia
apropiada, los mismos recuerdos pueden proporcionare] mensaje
de que ha sobremodo al trauma y se ha fortalecido a partir de él.
Existen cuatro enfoques para cambiar el significado a través
de la Terapia de Virus Mentales™:

• los factores que afectan a nuestro bienestar físico (la fisiología)


• las preguntas potenciadoras
17 0 PARTE II: Í.OS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

• las soluciones antivíricas presentadas en este libro


• las antiguas técnicas védicas para disminuir la temperatura
mental e inducir un pensamiento y un funcionamiento cohe­
rentes.

Qué es y qué no es la terapia de virus mentales

A pesar de que en la terapia de virus mentales intervienen vanos


métodos y técnicas, eí punto' central del enfoque es la actitud, que
adopta la persona que dirige la terapia. La más adecuada es ia
actitud de atención, compasión y, sobre todo, de curiosidad:
«¿C óm o es posible que esta persona haya pensado de esta mane­
ra o haya creado esta situación?». Milton Erickson, uno de los
hipnoterapeutas más destacados del siglo XX, abordaba el caso
de cada paciente como si fuera un detective, intentando compo­
ner el rompecabezas que esa persona habla creado con una
situación que lo asfixiaba. Erickson también era un maestro en
el arte de observar los pequeños detalles.
En una ocasión acudió a la consuka del doctor Erickson una
encantadora joven aquejada de una depresión. Erickson observó
algo muy peculiar en la manera en que la mujer movía los bra­
zos para enfatizar sus afirmaciones.
-¿C u ánto tiempo hace que se viste y actúa como mujer?
-preguntó Erickson.
-¿Cómo lo ha sabido? -preguntó ella, que apenas salía de su
asombro.
-Las mujeres nunca mueven los brazos para gesticular como
lo hace usted -respondió Erickson.
Un terapeuta que domina el arte de su terapia está tan inte­
resado en cómo una persona dice algo (la postura, la respiración,
el movimiento de los ojos, los gestos y la inflexión de la voz)
como en qué cosas dice. El terapeuta observa las referencias
visuales, auditivas y anestésicas, los gestos y los modelos de len­
guaje que señalan una posible limitación en el mapa interno de
la realidad del paciente. De hecho, la terapia puede verse relati­
vamente libre de contenido. No importa, en realidad, qué es la
Jxi te rap ia de virus m e n ta le s 171

fobia, o quien le hizo qué a la persona en su infancia, o cuál es la


pane que tiene un conflicto con otra parte interna opuesta. Todo
esto puede ocultar el auténtico problema, a saber, cómo la perso­
na ha creado la fobia o el conflicto interno, y cómo el pensamien­
to de esa persona perpetúa los efectos emocionales del trauma
infantil o el conflicto interno.
Eí terapeuta también debe mostrar con su actitud la confianza
en que el paciente dispone de los recursos internos que necesita
para resolver el problema. Puede que el paciente tenga un intenso
temor al rechazo, pero si alguna vez ha tenido una experiencia en la
que ha encontrado recursos para enfrentar el rechazo o algo similar,
inconscientemente ya sabe cómo manejarlo. Si otro cliente suele
caer en la procrastinación, pero ya ha vivjdo la experiencia de sen­
tirse centrado y motivado para actuar, en. algún nivel sabe cómo
superar la procrastinación. El único problema es que no se ha deci­
dido a actuar. El trabajo del terapeuta no consiste en determinar el
curso de acción sino en ayudar al paciente a buscar en sus propios
recursos la solución del problema. Yo suelo pensar en los virus
mentales como nudos gordianos que aparecen en el curso de la
vida. El trabajo del terapeuta consiste en ayudar al paciente a des­
hacer ese nudo. Sin embargo, lo fundamental es que la persona que
consulta actúe como un experto irreemplazable. Ya que es él quien
ha creado el nudo, será el más indicado para deshacerlo.
Podéis trabajar vosotros solos con algunos de los métodos de
la Terapia de Virus Mentales y con las soluciones antivíricas. Sin
embargo, en general, obtendréis mejores resultados si contáis
con la ayuda de otra persona, sobre todo de un terapeuta forma­
do en la aplicación de estos métodos. Para tener mayor informa­
ción sobre ios jecursos, consultad el apéndice II. Y si tenéis un
amigo que se interese por conocer los métodos con vosotros,
puede que realizar algunas técnicas y procesos con él sea una
manera excelente de comenzar a dominarlos.

ADVERTENCIA: Cuando sea necesaria atención psiquiátrica o


m édica o cuando el cliente represen te un peligro fís ic o p a r a
sí mismo y p a r a los d em á s, la Terapia d e Virus M entales no
podrá sustituir esta atención especializada.
172 PARTE II: LOS VIRUS MENTALES V LA CURACIÓN

Para obtener el apoyo de la fisiología

¿Qué estados desearíais experimentar con más frecuencia?

• más energía
• más creatividad
• más vigor físico
• más entusiasmo y pasión por lo que hacéis todos los días.

Una clave importante de la manera en que damos sentido a


las cosas es cómo nos sentimos física y emocionalmente. El coro­
lario «El mundo es lo que somos nosotros» es válido. Una de las
maneras más rápidas y fiables para superar los estados que expe­
rimentamos es a través de la fisiología. Hay cinco factores clave
que establecen una diferencia.

E l e j e r c i c i o FÍSICO. El ejercicio físico adecuado puede ser un


gran factor de rejuvenecimiento, una clave de juventud. Puede
brindarnos los medios para alcanzar estados más energéticos y
potenciadores. Las investigaciones han demostrado en numero­
sas ocasiones que el ejercicio fortalece el corazón y los pulmo­
nes, disminuye la tensión arterial, el colesterol y el riesgo de
cáncer. El sedemarismo, por el contrario, provoca daños genera­
lizados en el organismo, disminuye la capacidad vital, reduce la
disponibilidad d e oxígeno en las células y órganos, aumenta los
triglicéridos y conduce a la pérdida de masa muscular. El minis­
tro de Sanidad de Estados Unidos ha llegado a advenir que la
falta de ejercicio físico es perjudicial para la salud.
Durante los años ochenta, el ejercicio aeróbico (correr,
nadar, montar en bicicleta, caminar, etcétera) se convirtió en una
moda y en un medio para mejorar la salud cardiovascular, la
fuerza y la resistencia, y para conservarse joven. Por desgracia, el
ejercicio aeróbico por sí solo no es particularmente eficaz para
lograr ninguno de estos objetivos. Una clave para entender el
porqué de esto pertenece al campo de la bioquímica. El amino­
ácido llamado glutamina es esencial en la reproducción de las
células del sistema inmuniíario (expresa la capacidad del siste­
La terapia de virus mentales 173

ma inmunitario). Sin embargo, la glutamina no se produce en el


sistema inmunitario sino en los músculos. Desgraciadamente, a
medida que envejecemos perdemos masa muscular. En la actua­
lidad, se calcula que el hombre medio pierde entre los 20 y los
80 años de edad el 25 por ciento de su masa muscular.n Una
mujer normal entre los 20 y los 4 0 años pierde 4 kilos de mús­
culos y adquiere unos 10 kilos de grasa. Esta pérdida de masa
muscular compromete gravemente la capacidad del sistema
inmunitario para retardar el proceso de envejecimiento.
Por lo tanto, según esta perspectiva, un equilibrio trilateral de
ejercicios actúa en sinergia para estimular una sensación de eufo­
ria física y bienestar emocional:

• Los estiramientos o el yoga dan flexibilidad y disminuyen las


posibilidades de lesionarse haciendo deporte o ejercicio.
• Los ejercicios con pesas, practicados con moderación, mejoran la
fuerza física, ía resistencia y la capacidad cardiovascular.
• El ejercicio aeróbico, especialmente en combinación con pesas,
también aumenta la resistencia y la capacidad cardiovascular.

ADVERTENCIA: Consultad con vuestro médico antes de i?ii-


ciar cualquier programa de ejercicios.

Ej e r c i c i o s de respiración pro fu n d a o m a sa jes. El organismo


tiene dos grandes sistemas circulatorios: el sistema de venas y arte-
nas por el que circula la sangre, y el sistema linfático, en el que se
depositan los desechos celulares que después serán eliminados
mediante el fluido linfático. Lamentablemente, el sistema linfático
no tiene una bomba como el corazón. El fluido linfático se mueve
como resultado del movimiento del cuerpo. Si no hay movimien­
to, el cuerpo comienza a ahogarse en sus propias toxinas.
Tony Robbins14 recomienda ejercicios de respiración profun­
da un par de veces al día para aumentar la circulación linfática y
13 M. C o lg an , The NVvv Mufriíion, C. 1. Pu b íish ers, San Diego., 1 9 9 4 ;
L Larson. A Lia Physiol S ú in d ., 3ó (S), 1 9 7 8 , p. 4 5 7 .
14 Tony Robbins. A 3 0 Day Program J'or P ersonal P ow er (serie grabada),
Guthy-Renker, lrwindale, California. 1989.
174 PARTE IL LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

generar energía. Es posible que los ejercicios de respiración, que


son una parte integral del yoga y otras tradiciones espirituales,
tengan un fundamento fisiológico que explique su eficacia.
Otro medio eficaz y agradable para potenciar el movimiento
linfático son los masajes. También parece que la necesidad fun~
damental que todos tenemos de contacto físico tiene una base
' fisiológica.

evidente que lo que consumimos tiene una gran


LA d ie t a . E s
influencia en los estados que experimentamos. Algunos aJimen-
tos estimulan la energía y procuran una sensación de bienestar
de forma natural. Otros alimentos son naturalmente anticancerí­
genos. Otros estimulan el letargo y aumentan nuestras posibili­
dades de contraer alguna dolencia cardiaca o cáncer. En el capí­
tulo 8, que versa sobre la depresión, analizaremos con mayor
detenimiento la relación entre la dieta y los estados mentales.

IMPULSOS de p o t e n c i a . Pensemos en la palabra emoción.


Constataremos que esta palabra contiene el vocablo moción. No
se trata de una simple coincidencia

E jercicio 16
La fisiología de los estados

1. Piensa en un momento concrcto en que has experimentado un


estado que potencia tus facultades, como una sensación de
gran energía, vitalidad, alegría, entusiasmo o confianza irre­
frenable.
2. Vuelve a esa experiencia como si estuviese ocurriendo ahora
(viendo lo que viste, oyendo lo que oíste y sintiendo lo que
sentiste) y observa cómo mueves el cuerpo o qué gestos utili­
zas para expresar tus sentimientos de forma natural. Observa
especialmente qué ocurre con:
- tus músculos faciales,
- tu postura,
- tu respiración,
- los gestos que haces con brazos y manos.
-
---
---
-r .

Anota todo lo que observes. Constituyen la receta para


experimentar este estado.
3. Cambia tu estado e imagina que te encuentras en un estado
letárgico y de total aburrimiento. Vuelve a observar.
- tus músculos faciales,
- tu postura,
- ru respiración,
- los gestos que haces con brazos y manos.
Cada vez que quieras sentir el letargo y eíaburrimien­
to absoluto, éste es el estado fisiológico que debes experi­
mentar.
4. Mientras te encuentras en este estado letárgico, cambia repen­
tinamente la respiración, la postura, los gestos, ele., y recupe­
ra la fisiología del estado que potencia tus facultades. De
hecho, tienes que exagerar estos cambios. A la mayoría de las
personas, este cambio en la fisiología los sustrae rápidamente
del estado letárgico. ¿Qué experiencia has tenido tú?

Si conocernos las cualidades fisiológicas de los estados que


potencian nuestras facultades, sobre todo de ios gestos, contamos
con una poderosa clave, con un impulso de potencia para tener
acceso a dicho estado. El impulso de potencia puede ser usado ya
sea solo o, mejor aún, como el primer paso de. un desencadenante-
de poder (solución antivírica número 2, p. 8 3 ) diseñado para
inducir ese estado. Sin embargo, conviene recordar una cosa si
hay estados de potenciación deseados que no experimentas nor­
malmente. Es posible que exista en ti una pane opuesta (un virus
Géminis) que, en algún nivel, se opone a que experimentes el
estado deseado. En este caso, sería recomendable volver a las
soluciones antivíricas números 8 o 9 (pp. 137 y 142).

ESCUCHAR AL C U E R P O . En parte, el proceso de ser intuitivo con­


siste en aprender a confiar en las sensaciones «viscerales». Cuan- 1
do os encontréis ante una decisión difícil y sopeséis cada alter­
nativa» observad qué sentís físicamente. Si tenéis alguna duda o
incertidumbre, sentiréis cierta incomodidad. La fisiología no
miente para encubrir los sentimientos. Si una alternativa induce
176 PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

malestar físico, no significa que no podáis volver a intentarlo;


sólo significa que en vuestro interior hay una incongruencia y
que tenéis que tratar con una parte de vosotros que alberga
dudas o recelos.
Además de ser de ayuda para tomar decisiones, al escuchar
al cuerpo también encontraremos claros indicadores de nuestra
necesidad de descansar, movernos o hacer ejercicio, o quizá de
que hemos comido aígo inadecuado que produce en nosotros
un estado de cansancio.

La sesión de terapia antivírica

En las soluciones antivíricas presentadas hasta ahora hemos


abordado en detalle las intervenciones específicas para las fobias,
las creencias restrictivas, las anclas negativas, los conflictos inter­
nos, etcétera. Más allá de estas instrucciones, que son específicas
para diversos problemas, hay ciertos componentes generales
comunes a cualquier sesión de terapia destinada a reintegrar un
virus mental.

1. Establecer un resultado bien formulado. Desde el punto de vista


de la terapia de virus mentales, saber con claridad lo que
queremos y formular u organizar adecuadamente el resultado
deseado equivale a la mitad de lo necesario para alcanzar ese
resultado. Un resultado bien formulado tiene tres caracterís­
ticas clave:
—La visión. AsegUrate de que el resultado o cambio que
quieres está formulado en un senado positivo, aquello hacia
lo que quieres avanzar, por oposición a lo que no quieres
(distanciamiento): «Quiero poder estar con un gato y sentir­
me normal», por oposición a «No quiero tener reacciones
alérgicas a los gatos». Cuando alguien me rechaza o me aban­
dona, «Quiero liberarme y sentirme bien conmigo mismo»,
por oposición a «No quiero sentirme aniquilado cuando
alguien me rechaza». «Quiero desprenderme de las migra­
ñas», por oposición a «No quiero tener migrañas».
La terapia de virus mentales 177

-E l indicador. ¿Cómo sabes específicamente cuándo has


alcanzado el resultado o cambio deseado? Se trata de pruebas
concretas, mensurables, que permiten saber al cliente o al
terapeuta cuándo se ha logrado el cambio: «Quiero tener un
gato conmigo en casa y conservar los ojos y los senos faciales
despejados». «Si la gente me rechaza, puede que me sienta
decepcionado ai principio, pero quiero sentirme bien conmi­
go mismo.» «Quiero que mi cabeza se libere del dolor de
estas migrañas.»
- L a viabilidad. ¿Crees que el resultado que buscas está al
alcance de la gente en general? ¿Está en tus manos? ¿Lo pue­
des controlar? ¿Crees que te lo mereces? Si mido un metro
sesenta y quiero superar mi temor al fracaso por no poder ser
una estrella de baloncesto, puede que tenga un problema.
Que otros me acepten y no me rechacen es algo que se esca­
pa de mi control. Un enfoque alternativo podría ser aprender
a reaccionar con plenitud de recursos ante la falta de acepta­
ción o el rechazo.
2. Comprobación de beneficios secundarios. ¿Obtienes algún bene­
ficio de la atención o la simpatía que los demás te comunican
al verte sufrir alergias o migrañas? Busca maneras alternativas
de conservar esos beneficios secúndanos a la vez que alivias
el problema. Quizá no te agraden los gatos, así que la alergia
proporciona un buen motivo para que tu marido, que quería
tener un gato, no pueda tenerlo. Tal vez las migrañas te exi­
man de la tarea de cortar el césped, poique el ruido de la
máquina agrava tu dolor de cabeza.
3. Com probar el contexto del problem a. Debes ser consciente de
cuándo y dónde los cambios deseados son adecuados, así
como de sus posibles consecuencias. ¿Hay situaciones en
las que el problema responde a una necesidad importante?
La alergia a sustancias químicas podría ser útil si esa sustan­
cia es tóxica. La alergia advierte de la presencia de esa sus­
tancia. Puede que no queráis eliminar todos los dolores de
cabeza puesto que podrían ser asimismo síntomas de algu­
na enfermedad potencialmente peligrosa. Antes de tratar a
alguien que sufre de dolores de cabeza, compruebo que ha
sido visitado por un médico y que éste sabe que trabajamos
juntos. Le pido al inconsciente de esa persona que permita
que aflore la migraña si existe una dolencia que requiera
atención médica,
4. C om probación ecológica. ¿May alguna parte en li que se
oponga a los cambios deseados? Cuando te formules esta
pregunta, presta atención a tu cuerpo. Si una parte de ti se
opone al cambio, es muy probable que experimentes algún
tipo de ansiedad o malestar. Esto significa que necesitas
comunicarte con aquella parte tuya que se opone, y descu­
brir cómo intenta ayudarte y encontrar maneras de conser­
var la(s) intención(es) posinva(s) a la vez que cambias el
problema. Si no tratas con las partes que se oponen, tu
impulso hacia el cambio es incongruente, no coherente, y
tus mejores intenciones para cambiar están destinadas al
fracaso.
Si el temor al rechazo te impide conocer a personas intere­
santes, es muy probable que una parte tuya intente proteger
tu autoestima. Los dolores de cabeza pueden indicar un con­
flicto interno que debe ser resuelto antes de que los dolores
desaparezcan definitivamente. Algunos terapeutas prefieren
realizar la comprobación ecológica al empezar la sesión.
Otros prefieren hacerlo justo antes de terminar el tratamien­
to. Cuando el inconsciente sabe cómo se producirá el cambio,
si hay partes tuyas que se oponen, saldrán rápidamente a la
superficie.
5. Aplicación de la solución antivírica. Debemos recordar que
cualquier problema puede ser fruto de una combinación de
dos o más modalidades de los virus desencadenantes, restric­
tivos o Génnnis. Actuad de manera espontánea y con flexibi­
lidad para ver hacia dónde conduce la solución del proble­
ma. En algunas soluciones, he indicado la necesidad de
comprobar la existencia de un beneficio secundano, del con­
texto y de la ecología. Independientemente de si éstos han
sido mencionados o no, no dejes de incluirlos.
6. 5iíuación en el futuro. Imagina que te encuentras en una situa­
ción en e! futuro próximo que en el pasado habría desenca­
j.ü [t’ M j H ü a e \~ ¡ru s m e n t a tes i /v

denado el estado problemático. Imagina y piensa cómo reac­


cionarias automática c inconscientomente en plenitud de recur­
sos. Podrías imaginarte cogiendo al galo sin sufrir una res­
puesta alérgica, o que alguien te rechace con rudeza y gracias
a un desencadenante de inversión, sentir que aumenta tu
confianza y tu autoestima. Imagina un encuentro con un
desencadenante de estrés que en el pasado te habría provoca­
do una migraña, pero que ahora no te afecta. Proyecta sufi­
cientes situaciones del futuro para convencerte de la bondad
de los cambios que has realizado.

La técnica de la pregunta potenciadora

En el capítulo 1 hemos explicado cómo las omisiones, distorsio


nes y generalizaciones filtran y limitan las maneras en que
damos un sentido a las cosas. Ya que conscientemente no pode­
mos prestar atención a la multitud de estímulos y pensamientos
que bombardean nuestra mente, seleccionamos una pequeña
porción a la que prestamos una atención consciente. Ahora bien,
¿qué determina a qué cosas prestamos atención? ¿Cómo valora­
mos nuestra experiencia para decidir qué cosas son importan­
tes? ¿Cómo decidimos inconscientemente qué cosas son impor­
tantes v cuáles no?
Las cosas a las que prestamos atención están determinadas
por nuestros valores, especialmente los valores esenciales (aque­
llos estados emocionales que p r e v e m o s nos b r i n d a r á n placer o
nos producirán dolor). Si soy soltero y valoro una relación de
pareja, estaré especialmente atento a las mujeres atractivas que
me rodean. Si uno de mis valores esenciales es la seguridad, es
probable que esté muy atento a las situaciones y personas que
podrían hacer que me sienta inseguro. Si se me ha estropeado el
coche y necesito con urgencia uno nuevo y, pongamos por caso,
he pensado comprar un Acuva Legend, ¿en qué coches me fijaré
cuando conduzca por la autopista?
Más allá de los valores, un componente importante de cómo
valoramos y damos sentido a nuestras experiencias consista en
180 PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

formularnos preguntas acerca de ellas. Cuando veo a una mujer


atractiva, es probable que piense:

• «¿Está soltera o lleva el anillo de casada?»


• «¿Qué edad tendrá?»
• «¿Es mi tipo?»
• «¿Cómo puedo presentarme sin sentirme turbado?»

Desde luego, éstas no son más que preguntas. Si veo un


Acura Legend en la autopista, podría preguntarme si es un Acura
y de qué año es el modelo. También podría preguntarme si ése
es el color que quiero o si el coche ha respondido bien a las
expectativas de su dueño, etcétera.
La aportación de Tony Robbins a la eliminación y reintegra­
ción de los virus mentales a través de un proceso de preguntas
potenciadoras ha sido excepcional.15 Siempre nos formula­
mos preguntas para evaluar nuestra experiencia. Algunas pue­
den potenciarnos, otras serán neutrales y sólo nos proporciona­
rán información, y otras pueden hacer que nos bloqueemos.

E jercicio 17
Preguntas discapacitadoras

]. Piensa en algún error cometido en el pasado que te haya


hecho sentir muy avergonzado o humillado (un error que
preferirías no reconocer)
2. Formula las siguientes preguntas acerca de ese error:
— «¿Por qué diablos lo hice?»
— «¿Cómo pude ser tan estúpido?»
— «¿Por qué hago este tipo de tonterías?»
3. Fíjate en cómo te sientes.
4. Borra todo esto rápidamente de tu pizarra mental.

En cierto sentido, el cerebro es como un ordenador, y está


diseñado para contestar a todas las preguntas que le formu­

la. lbíd.
La terapia de virus mentales 181

lernos, aunque éstas no tengan sentido. Casi todas las pregun­


tas que nos formulemos empezando con «¿por qué?», como
la primera pregunta del ejercicio 17, serán discapacitado­
ras. No tienen una respuesta lógica. Sin embargo, el cerebro
buscará en su base de datos para dar una respuesta y tal vez
diga algo así como: «Es porque siempre estás haciendo tonte­
rías». Observa los supuestos discapacitadores subyacentes
en la segunda y tercera preguntas. No hay manera de contes­
tarlas sin compartir la idea de que eres un estúpido y haces
tonterías.

E jercicio 18
El reen cu a d re de los e r r o r e s del p a s a d o

1. Piensa en ese error del pasado con el que has trabajado en el


ejercicio 17.
2. Formúlate las siguientes preguntas acerca de ese error:
- «¿Qué he aprendido de ese error que sea valioso para mí
ahora?» Si no se te ocurre nada, pregunta: «¿Qué podría
aprender si quisiera?»
- «¿Qué había de divertido en ese error?, o ¿podría ser diver­
tido?»
- «¿Qué cambios he realizado o podría realizar como resulta­
do de ese error para sentirme más orgulloso de mí mismo?
¿Qué tienen de especial estos cambios que me haga sentir
orgulloso? ¿Cómo me siento ahora con eso?»
3. Una vez más, observa cómo te sientes.

Compara los sentimientos de los dos últimos ejercicios y


constatarás que el ejercicio 17 es una buena manera de abofe­
tearte a ti mismo por los errores cometidos, mientras que el .ejer­
cicio 18 es una buena solución para crecer. Desgraciadamente,
creo que demasiada gente escoge la estrategia del ejercicio 17.
Si quieres gozar de la posibilidad de comenzar cada día con
inspiración y entusiasmo, intenta poner en práctica los siguien­
tes consejos:
182 PARTE 11: LOS VIRUS MENTALES Y L \ CURACIÓN

Solución antivírica número 12


Preguntas potenciadoras1*
1. Haz una lista de diez preguntas que encierren un supuesto
potenciador como, por ejemplo:
- ¿Quién me quiere? ¿A quién quiero yo?
- ¿De qué estoy orgulloso en mi vida actual?
- ¿De qué estoy agradecido en mi vida actual?
- ¿Qué estoy aprendiendo que me haga sentir bien?
- ¿En qué medida todo lo que me está sucediendo me con­
duce a mis sueños más preciados?
Haz una lista de las preguntas que te parezcan más relevan­
tes. Cuando formules estas preguntas con un sincero interés en
las respuestas, tu mente buscará las que te hagan sentir bien.
2. Cuando te despiertes por las mañanas, comienza el día formu­
lándote dos de estas preguntas de una determinada manera.
Digamos que escoges la siguiente pregunta: «¿De qué estoy agra ­
decido en mi vida actual?». Amplia cada una de las respuestas
que te vengan a la mente formulando dos preguntas más:
- ¿Qué hay en eso que hace que me sienta agradecido7
- ¿Cómo me siento con eso?
3. Repite el punto 2 para la segunda pregunta y para cada res­
puesta que formules. Sé consciente de cómo te sientes.
4. Liaz esto durante 21 días ✓y observa si ha cambiado la calidad
de lu vida cotidiana, sobre todo al empezar el día.

Cómo sintonizar tus ondas cerebrales"

U n o d e l o s m é t o d o s m á s e i i c a c e s p a r a p o t e n c i a r la c l a r i d a d de
p e n s a m i e n t o y s i t u a r s e e n u n e s t a d o m e n t a l m á s c o h e r e n t e es

16. Ibíd. Las preguntas se basan en las preguntas matutinas que sugiere
Tony Robbins.
17. D. Loíland, PcnverJearning*', Long-meadow Press, Stanford (Conn.),
1992, capítulo 12.
fc, de virus menfaíeü
La terapia 183

también uno de los más sencillos. Se trata de una antigua técni­


ca de relajación mental y reducción de la tensión para disminuir
la actividad mental y como resultado, reducir la temperatura
emocional y mental. lista antigua técnica ha sido «redescubier­
ta» recientemente.
El cerebro emite señales eléctricas débiles llamadas ondas
cerebrales o, en términos más técnicos, ondas EEG. Estas
ondas varían en frecuencia. Ambos hemisferios del cerebro, el
derecho y el izquierdo, emiten una mezcla de frecuencias. El
hemisferio más implicado en la actividad del momento emite
una señal más potente; el hemisferio menos implicado emi­
te una señal más débil con más ondas Alfa, lo cual indica que
está más relajado.

Tipos de ondas cerebrales

Tipo Frecuencia Asociado con


Delta 0 , ‘?-4 Hz* sueño profundo
Theta 4-7 Hz meditación profunda y estado
onírico (nivel de conciencia
«crepuscular»)
Alfa 8-1 4 Hz estado relajado o de ensoñación
Bel a 14-22 Hz estado de vigilia; totalmente
despierto o realizando una
actividad mental

*’ 1 Hz es una vibración por segundo.

Una característica habitual de las señales es que las ondas


cerebrales de un hemisferio son muy diferentes de las ondas del
otro. Esto indica que ambos hemisferios están relativamente
desincronizados o no son coherentes.
Con la técnica de relajación mental mencionada más arriba,
a medida que \a actividad o «temperatura» mental disminuye y
alcanza un cierto nivel crítico, ocurre algo extraordinario, a
saber, una transición de fase en el funcionamiento del cerebro.
184 F ''.RTF. II: LOS VIRUS MENTALES Y LA C U R A U O N

LI doctor J. P. Banquet1* observó que las ondas cerebrales adquie­


ren una frecuencia más pura y sincronizada entre el lado izquier­
do y el derecho.
Las ondas sincronizadas no son idénticas, pero son mucho
más parecidas entre ellas que las no sincronizadas. Esto parece
indicar que existe un funcionamiento más equilibrado entre el
hemisferio derecho y el izquierdo, con un nivel de coherencia
y sincronía jamás visto. Además, cuando las personas practican
esta técnica durante un periodo prolongado, parte de la sincro­
nía de las ondas cerebrales comienza a incidir en todas las acti­
vidades que realizamos.
Os preguntaréis cuál sería la ventaja de sentarse, relajarse y
permitir que vuestras ondas cerebrales se sincronicen. VIás de
6 0 0 investigaciones científicas realizadas con personas que expe­
rimentan este estado de conciencia han demostrado resultados
sumamente beneficiosos en cuanto a bienestar emocional, crea­
tividad e inteligencia.
Los investigadores han observado que cuando una persona
sigue esta práctica, se vuelve menos proclive a la ansiedad, la
hostilidad y la depresión.h' También mejoran la autoestima y
la capacidad de autorreahzarse.20 La memoria a largo y corto

18. j P Bartquct, «Spectral Analysts ol IZEG ir. Meditación», E lecíroencep-


hcrfogrcíphy ü n d Clínica! ^ e w o p h y s io lo g y , 19 7 5 , p. 35
19. P. C . Fe r gu s on y j . C. Govvan. «TM: So me Preliminarv Fm chngs»,
Jo u r n a l o f !-lum aninic Psyiho¡ogy\ 16. 1 9 7 6 . pp. 5 1 - 6 0 .
20. W P van den B e rg y B. Mukter, «Pbychological Research on ihe Uflecis
o{ (he Trascendental MedHation Technique on a Num ber of Personalúy V aria­
bles». Gaífíic»; Tiidsinf’voor Psyckolngir. 4 , 1 9 7 6 , pp. 2 0 6 - 2 1 8
La i-srüpki de \inis mentales 185

plazo también mejoran de í orina inmediata/1 La comprensión,


la capacidad de concentración y la creatividad se ven igualmente
potenciadas.
Los estudios recientes han demostrado una sincronía entre la
parte posterior, la central y la frontal de la corteza cerebral, así
como una sincronía vertical en el interior del cerebro. La sincro­
nía entre la parte posterior y el centro de la corteza cerebral indi­
ca una mejora de las actividades perceptivo-motnces, como en
el deporte y la danza. Otros estudios han demostrado la veraci­
dad de los resultados de esta técnica, que actualmente practican
numerosos atletas profesionales. La sincronía vertical también
puede explicar cambios en la presión arterial, la frecuencia res­
piratoria y el pulso, con valores considerablemente inferiores a
los del sueño profundo.
Es probable que a estas alturas os estéis preguntando de qué
técnica estoy hablando. He descrito una forma de meditación lla­
mada meditación trascendental. o MT, para abreviar. Es una forma
de meditación que me es muy familiar puesto que la he practica­
do durante casi 25 años. Si meditamos unos quince o veinte
minutos dos veces al día, empezamos a experimentar una mejora
de la memoria, un pensamiento más claro, un mayor bienestar,
ondas cerebrales sincronizadas y estados de potenciación.

El en v ejecim ien to y la m editación^

Desde el punto de vista de la física, el envejecimiento es el resuL


tado de un aumento en la entropía, o desorden en el organismo,
con el transcurso del tiempo. Si la MT aumenta la coherencia
mental y física, cabe preguntarse si también disminuirá la entro­
pía del organismo y si eso afectará al envejecimiento. Al parecer,

21 1 Alian Abrams, «Paired Associate I.earning and Recall: A Pilot Siudy


of thc* Trascendental Meduaiion Techmque». en: Sacniiju: Research on (he Tras­
cendental Medí catión Progmm- Coikrted P apen, MIU Press. Nueva York, 1975.
22. R. K. Wallace, M Dillbeck, F.. jacohe y B. Harringion, «The F.ffects o f
Trascendental Meditation and the TM Sídhis P rogram on the Aging Process»,
fr./t’rru'U'.orüu Jou/ rh¡i of Xtrurosaence, 16. 1 9 8 2 , pp. 5 3 - 5 8 .
] 86 PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y I A CURACIÓN

el envejecimiento biológico puede retardarse practicando la


meditación. El doctor Keith Wallace y otros investigadores han
descubierto que las personas que practican meditación trascen­
dental durante cinco a diez años tienen una edad biológica de 5
a 10 años menor que su edad real.
Hemos sabido durante mucho tiempo que el envejecimiento
es un fenómeno muy individual. Es como si cada uno de noso­
tros tuviera un reloj biológico interno, cada uno funcionando
con un ritmo diferente. Ahora disponemos de un instrumento
para retrasar la marcha de los relajes.
Otras formas de meditación pueden producir beneficios
similares, pero la MT es la técnica más depurada y la Unica que
coziozco que produce una sincronía de las ondas cerebrales y
una coherencia tan aguda.

Para crear una respuesta del sistema inmunitario


a los virus mentales

A medida que fui conociendo y estudiando diferentes soluciones


anuvíricas, se me ocurrió que éstas podrían ser el resultado de
tomar como modelo a personas que tienen la extraordinaria
capacidad de liberarse inconscientemente de las distorsiones del
pensamiento. En otras palabras, así como algunas personas desa­
rrollan de manera natural una inmunidad biológica a las plagas
más mortíferas, otras desarrollan, también de manera natural,
una inmunidad mental y emocional ante los virus mentales. A
través del estudio de las respuestas del sistema inmunitario y de
la sangre de quienes sobrevivieron a las plagas biológicas, hemos
adquirido la capacidad de desarrollar vacunas contra las enfer­
medades. De la misma manera, al analizar a Jas pocas personas
capaces de liberarse de forma natural de los efectos de los virus
mentales, especialistas como Millón Erickson, Virginia Satir,
Fritz Perls, J o h n Grinder y Richard Bandler han desarrollado
soluciones antivíricas que pueden ayudamos a todos. El punto
básico de la mayoría de estas soluciones consiste en cambiar la
manera como nos sentimos ante las situaciones y acontecimien­
La ¿L’f'üfníi ílf virus' íwuwies

tos perturbadores cambiando o recncuadrando el significado


que les asígnennos.
La aplicación de las soluciones antivíricas con un terapeuta,
un amigo o, en algunos casos, por cuenta propia puede producir
rápidamente resultados en verdad mágicos y translormadores.
Sin embargo, conviene recordar que si os sometéis a un trata­
miento contra un determinado virus y el problema se reproduce
más tarde no significa que el tratamiento no haya funcionado.
Sólo significa que el trabajo no ha sido completo Es probable
que necesitéis más sesiones para lograr un reacondicionamienfo
mental y un pensamiento más congruente. Si habéis pasado anos
sufriendo de una deficiente forma tísica, no podéis empezar a
hacer ejercicio y, a la primera, pensar. «Estupendo. Me alegro de
haber terminado. Ahora estaré en forma el resto de mi vida». Hn
algunos casos, es postble que las soluciones antivíricas requieran
un seguimiento y un condicionamiento emocional periódico.
¿Qué podemos decir acerca del carácter preventivo de la res­
puesta mmunitaria aniivírica? Pienso que ía clave reside en con­
trolar los estadas constructivamente. Cuando experimentamos
estados en que disponemos de recursos y nuestra acción está ali­
neada con nuestros valores más nobles, contamos con la base
necesaria para cortar los nudos gordianos de los virus mentales
y para establecer el pensamiento coherente que impedirá la for­
mación de otros. Los tres pilares que sustentan la plataforma de
los estados mentales de plenitud son la mente, ei cuerpo y el
espíritu.

La m u v i f . Las preguntas potenciadoras que nos formulamos a


nosotros mismos constituyen una buena manera de empezar el
día y nos permiten centrar la atención en las cosas que nos suce­
den en la vida y que pueden potenciarnos si pensamos en ellas.
Dana comenzaba cada día leyendo una página del calendario
que contenía una cita o un proverbio edificante. Pienso que su
manera de cambiar o de reencuadrar el sentido de las cosas que
le sucedían consistía en formularse inconscientemente pregun­
tas que la potenciaban. De hecho, algunas de estas preguntas
estaban en sintonía con aquellas citas del calendario.
188 PARTE II: LOS V IRU S MENTALES Y LA CURACIÓN

E La base para sentirse vital y experimentar estados


l c u er po .
potenciadores hay que buscarla en el cuidado de la fisiología a
través de ejercicios físicos adecuados, dietas sanas, ejercicios de
respiración (o masajes) e impulsos de potencia.

EL ESP ÍR IT U . La mayoría de las tradiciones religiosas y espiritua­


les hablan del valor de la oración o ia meditación para desarro­
llamos y situarnos en nuestra propia realidad. Actualmente, hay
pruebas científicas que apoyan estas ideas. La meditación es un
medio eficaz para disminuir nuestra temperatura mental y pro­
ducir una transición de fase coherente, de la misma manera que
las bajas temperaturas de ciertos materiales les permite conver­
tirse en superconductores.

La actual epidemia de virus mentales está relacionada con el


hecho de que muchos hemos descuidado nuestra mente, cuerpo
y espíritu. Las causas son los malos hábitos de respiración y ali­
mentación, la ausencia de impulsos de potencia, la vida sedenta­
ria, el hábito de formularnos preguntas de escaso valor y la
negligencia ante la desaparición de los valores familiares, religio­
sos y espirituales.
La terapia de virus mentales disminuye la temperatura emo­
cional y produce estados más coherentes de conciencia, de la
misma manera que la disminución de la temperatura física indu­
ce estados más coherentes de la materia, como la transición de
fase que produce la superconductividad. Los superconductores
de alta temperatura proporcionan actualmente los medios para
fabricar poderosos electroimanes (cuatro veces más potentes que
los electroimanes convencionales). Los electroimanes de super­
conductores proporcionan la energía necesaria para elevar trenes
que viajan a casi 5 0 0 kilómetros por hora, y puedan así deslizar­
se sobre los raíles con un mínimo de fricción. Algún día, el pen­
samiento coherente libre de virus que nace como resultado de la
terapia de virus mentales nos permitirá deslizamos por la vida
con un mínimo de fricción emocional.
8

La depresión

Me he sentado
para evaluar mi estado
v
✓ he decidido
seguir echado.

PETER MCWILLIAMS

-¿Q u é diablos es esto? ¿Cómo es posible que esta manzana se


haya podrido tan rápidamente?
Aquella mañana había dejado una manzana sobre el salpica­
dero de mi co ch e> sólo cinco horas antes, cuando mi amigo
Satch y yo salimos a buscar trabajo. Con sólo 26 años, una licen­
ciatura en física pero sin trabajo, mi sentimiento era de auténti­
co fracaso. Empezaba a experimentar los síntomas de lo que se
denomina «gripe de las enfermedades mentales», es decir, la
depresión. No se trata de una enfermedad contagiosa, pero en
Estados Unidos la contraen cada año 17 millones de personas. A
pesar de que los síntomas son evidentes y de que eí 80 por cien­
to de los casos tienen curación, las dos terceras partes de las víc­
timas no reciben tratamiento alguno porque se niegan a recono­
cer que la han contraído o porque no reconocen los síntomas.
En aquel entonces yo no entendía qué me estaba ocurrien­
do. ¿Por qué me costaba tanto levantarme por la mañana? ¿Por
qué me quedaba mirando tres camisetas iguales y era incapaz de
decidir cuál ponerme? ¿Por qué me sentía conio si estuviese
caminando sobre arenas movedizas cuando sólo se trataba de

189
190 PARTE II: LO S VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

llevar a cabo las tareas cotidianas y buscar un empleo? ¿Por qué


me habían despedido de mi primer trabajo como ingeniero des­
pués de licenciarme tan sólo diez meses antes? ¿Por qué no para­
ba de preguntarme todas estas cosas que empiezan con locucio­
nes como «por qué»?
En el manzano de mi casa crecen las mejores manzanas que
jam ás.he probado. No sé a qué variedad pertenecen, pero son
a la vez dulces y agrias. Son excelentes para comer crudas y para
la repostería. Cuando llega la época en que maduran, todas las
mañanas cojo dos al salir. La primera la como en seguida, y la
segunda la guardo para la merienda de la tarde. ¿Cómo era posi­
ble que aquella miserable manzana se hubiera podrido sobre mi
salpicadero en tan sólo cinco horas?
El programa de tertulia en la radío sobre los peligros medio­
ambientales del efecto invernadero no era precisamente lo que
necesitaba para animarme, pero de pronto me acordé de mi amiga
Kathy, que también pasaba por una depresión. La suya era incluso
más frustrante que la mía, porque ella no tenía ni idea de por qué
estaba deprimida. Yo al menos estaba en el paro desde hacía seis
meses y me habían rechazado casi 2 0 0 solicitudes de empleo.
Pero Kathy al contrario, llevaba el estilo de vida que había desea­
do llevar durante dos años, que consistía en dejar el trabajo para
quedarse en casa con su hija de dos años, matricularse en la uni­
versidad en una sola asignatura por semestre y cocer pan, tanas y
galletas. A Kathy le encantaba la repostería. A diferencia de mí,
ella había buscado ayuda para curarse de su depresión. Había
comenzado una terapia y tomaba antidepresivos. Por desgracia,
los cuatro meses de terapia no habían cambiado nada, y ahora
Kathy se deprimía todavía más cuando le llegaba la cuenta del
terapeuta. Quizá se había equivocado de terapia. O tal vez le suce­
día algo en lo que el terapeuta no había reparado.

¿Qué es la depresión?

¿Qué tenían en común Mark Twain, Winston Churchill, William


Faulkner, Abraham Lincoln y Georgia O ’Keefe? La mayoría de
La depresión 191

las personas hablaría de su creatividad y su capacidad de lide­


razgo, un gran sentido del humor (en el caso de Mark Twain y
Winston Churchill) y el hecho de ser espíritus pioneros. Desgra­
ciadamente, estos célebres personajes históricos también sufrían
graves episodios de depresión crónica, lo cual viene a demostrar
que la depresión puede afectar a cualquiera, independientemen­
te de su tama, fortuna o poder, o de la admiración que despier­
ten en los demás.
Nadie sabe a ciencia cierta cuál es la causa de la depresión,
pero se suele asociar con momentos de transición importantes
en la vida, como la pérdida de un ser querido, un matrimonio,
un empleo, una mudanza, o incluso con cambios positivos,
como ganar la lotería. Sin embargo, en ocasiones no hay causas
evidentes. Las mujeres son dos veces más propensas que los
hombres a deprimirse, y las personas mayores de 65 años tienen
una incidencia cuatro veces superior a la de las personas más
jóvenes. La depresión es la queja más habitual en las consultas
de los médicos.
Tradicionahnente, se ha atribuido la depresión a la debilidad
de carácter y a la indulgencia con uno mismo, como si se tratara de
una condición de la que la persona debería poder liberarse fácil­
mente. Investigaciones recientes, no obstante, han demostrado que
la depresión es algo muy concreto y real. La exploración del cere­
bro por medio de la técnica de tomografía ha identificado dos par­
tes del cerebro que. funcionan de manera anormal durante una
depresión g r a v e .E l sector prefrontal izquierdo de la corteza cere­
bral tiene un flujo sanguíneo anormalmente alto; esto podría rela­
cionarse con el constante flujo de pensamientos negativos que sue­
len caracterizar este estado. La hipófisis, una pequeña glándula en
el interior del cerebro que, al parecer, regula las reacciones emocio­
nales, también presenta un elevado flujo sanguíneo durante y entre
los episodios de depresión. Desde una perspectiva bioquímica, la
depresión está relacionada con bajos niveles de serotonina, norepi-
nefrina y dopamina en los neurotransmisores.

23. B. Bowcr, «Brain Images Show Siructurc of D eprcssion», .Scifncc News,


12 de septiembre de 1 9 9 2 . p. 165.
192 PARTE TI: L O S V IR U S MENTALES Y LA CURACIÓN

Como resultado de estos bajos niveles en los neurotransmi­


sores, especialmente la serotonina, las personas experimentan
dos síntomas: una sensación de depresión y una disminución de
la capacidad de disfrutar de las cosas que normalmente brindan
placer, como la comida, el sexo o sus pasatiempos preferidos.
Entre los indicadores de la depresión se incluyen:

• cansancio jv debilidad
• incapacidad de concentrarse y tomar decisiones
• movimientos corporales más lentos
• estado de ánimo triste y apático
• cambios en los patrones de sueño
• cambios en las rutinas de comidas
• ánimo inestable e irritabilidad
• sensación de fracaso y desvalorización
• pérdida o aumento de peso
• pensamientos sobre la muerte o el suicidio.

Aparte del malestar inmediato que estos síntomas generan,


un cerebro deprimido también produce neurotransmisores y
neuropéptidos, elementos inhibidores del sistema inmunitario,
lo cual origina una mayor propensión a enfermar.

Causas físicas de la depresión

Phil, un contable de Portland (Oregón), llevaba una existencia


ideal. Le habían concedido becas para seguir sus estudios univer­
sitarios, estaba felizmente casado con la mujer de sus sueños, tenía
un empleo gratificante en una prestigiosa empresa de contabilidad
y le fascinaba Portland y su nuevo hogar. Sin embargo, desde hacía
un tiempo, su organismo estaba aquejado de un gran cansancio.
Apenas lograba motivarse para salir de (a cama por las mañanas y
le costaba mucho más acudir al trabajo. Las actividades en su
tiempo libre que siempre le habían entusiasmado carecían de
importancia para él. Phil pensaba que no tenía sentido que estu­
viese tan deprimido, y llegó a creer que se estaba volviendo loco.
La depresión 193

Finalmente, su mujer consiguió llevarlo a la consulta de un


psiquiatra con formación en biopsiquiatría, disciplina que anali­
za las condiciones médicas y físicas que simulan un estado
depresivo. Después de escuchar las explicaciones de Phil acerca
de sus niales y someterlo a una serie de análisis médicos, el psi­
quiatra llegó a la conclusión de que su depresión la producía un
déficit cié luz solar, deficiencia que afecta a entre 5 y 25 millones
de personas todos los años en Esiados Unidos y que se puede
corregir fácilmente con cromoterapia.
Es tranquilizador saber que casi la tercera parte de las depre­
siones tienen causas físicas y no emocionales, ni son fruto de
virus mentales.2'1 Al igual que en el caso de Phil, la mayoría
de estos episodios tienen fácil solución. He aquí los factores físi­
cos que habitualmente contribuyen más a la depresión:

LAS crasas in satura La actual epidemia de depresión en


DAS.
Estados U nidos com en zó al mism o tiem po que se producía
un cambio dietético masivo de las grasas saturadas a las gra­
sas insaturaclas. El menor consumo de grasas saturadas se ha
traducido en una dism inución de las enferm edades ca rd io ­
vasculares y de los infartos. Sin em bargo, en 1 9 9 5 la revista
Science bJews p u blicó un estucho que relacionaba las dietas
bajas en colesterol (se supone que con niveles más altos de
grasas insaruradas) con eí aumento en las tasas de depresión
y de suicidios.25
En la categoría de grasas insaturadas, sólo dos aceites son
considerados «esenciales»; el ácido alfalinolénico, denominado
omega-3, y el ácido linoleico, llamado omega-6. El omega-6, por
sí solo, tiene electos tóxicos que pueden generar cáncer y depre­
sión.. Afortunadamente, el omega-3 puede equilibrar o neutrali­
zar estos electos tóxicos. Pero la dieta del habitante medio de
Estados LJmdos es muy baja en om ega-3 y muy elevada en
omega-6. La mayoría de los aceites vegetales contienen poco o

24. « 1 0 Physicaí R cason s You May Be D ep ressed », Prcwnrúm, ju n io de


1 9 9 2 , p. 69.
25 . Scietut' News. 11 d,e marzo cié 1 9 9 5 , p. 15 7 .
iy ^ m K i t u: i..U5 viK U b mi.-.ín i a l l í y l a c o k a ^ l u í n

nada de omega-3. Por otro lado, el procesamiento industrial de


los aceites vegetales, como el calor, el refinado y la hidrogena-
ción parcial, altera la estructura molecular del omega-6 y le da
una configuración más tóxica.
Los productos de consumo más frecuente que contienen gra­
sas parcialmente hidrogenadas y grasas trans son ía margarina, la
manteca y sus aceites derivados. Si alguien quiere de verdad
conservar la salud y eludir la depresión debería evitar las frituras
y los productos que contengan aceites hidrogenados o parcial­
mente hidrogenados. Lamentablemente, estos aceites son muy
comunes en productos como las galletas, el pan, ía repostería y
los dulces. F.l aceite debería producirse con técnicas de cultivo
orgánico, ser prensado en frío, conservarse fresco, en un reci­
piente refractario a la iuz, y ser consumido no más tarde de un
par de meses después de su prensado.

La La carencia de ciertos minerales y otros nutrientes


d iet a .
puede provocar depresión. Gran parte de los alimentos que con­
sumimos están demasiado manipulados, contienen grandes can­
tidades de azúcares y grasas, y carecen de vitaminas, minerales,
aminoácidos y fitonutrientes esenciales, por lo que es un mila­
gro que no haya más casos de personas deprimidas. Los minera­
les que se suelen consumir en los preparados multivitamímcos
son, en general, ineficaces porque no están ligados a una molé­
cula orgánica, corno suelen estar de forma natural en los alimen­
tos ricos en minerales. Un reciente estudio del Congreso de Esta­
dos Unidos reveló que el 93 por ciento de los habitantes de ese
país tienen una dieta deficiente en oíigoelementos. Por desgra­
cia, las prácticas modernas de la agricultura industrial han des­
pojado a los suelos de numerosos oíigoelementos, especialmente
del zinc, el magnesio, el selenio y el cromo.

LA f i s i o l o g í a . Una mente deprimida está estrechamente ligada


a un cuerpo deprimido. Cualquier cosa que hagamos para m ejo­
rar el funcionamiento de la fisiología nos ayudará a aliviar la
depresión. Los síntomas de cansancio, letargo y falta de energía
en algunos casos pueden deberse a la falta de ejercicio físico.
Debido a la falta de energía, las personas deprimidas pueden
experimentar una mayor dificultad para motivarse a hacer ejer­
cicio, Sin embargo, ias investigaciones demuestran que cuando
las personas que sufren depresión com ienzan a hacer ejercicio
de forma regular, la depresión cede terreno y en algunos casos
desaparece del todo. Las pesas y los ejercicios aeróbicos estimu­
lan la fuerza y la resistencia física que tan desesperadamente
requiere el individuo deprimido. Las técnicas de masaje y de res­
piración que estimulan la circulación linfática también propor­
cionan una sensación de bienestar.

L‘\S PRESCRIPCIONES Mé d i c a s . Existen medicamentos para el tra­


tamiento de la presión arterial, el glaucoma, la -arritmia cardiaca,
la artritis y otros males que pueden catalizar la depresión. Si
sufrís depresión y estáis tomando un medicamento, consultad
con vuestro médico para averiguar si la depresión es un posible
efecto secundario.

E l t a b a c o y \a í n g e s t i ó n e x c e s i v a d e a l c o h o l Hay una clara


relación entre el tabaco y la depresión, y lo mismo puede afir­
marse de la relación entre el consumo excesivo de alcohol y la
depresión. La depresión desata la necesidad urgente de animar­
se, y los fumadores son nías propensos a las depresiones que los
no fumadores. Por definición, el alcohol es un depresivo, es
decir, ralentiza o deprime la fisiología. El consumo excesivo de
alcohol daña los tejidos del cerebro.

Problem as En Estados Unidos, 7 millones de per­


de t ir o id e s .

sonas sufren problemas de tiroides, lo cual puede producir


depresión/'' Entre el 10 y el 15 por ciento de las personas depri­
midas tienen algún tipo de disfunción tiroidea.

La d í a b e t l s . Otros 7 millones de estadounidenses que sufren


diabetes ni siquiera lo saben. La diabetes no tratada puede dar
síntomas de depresión.

2 6 . '<10 PhysioíJ R easons... >•*. op. cu


196 PARTÍ-: 11. LOS VIRU S M EN l ALES Y !A CURACION'

E l. d l s f .o u i l i b r i o h o r m o n a l f e m e n i n o . Tiene lugar de forma


natural en el periodo del síndrome premenstrual (SPM), durante
la menopausia y en los primeros meses después de dar a luz
(depresión postparto).

L as Tas alergias activan el sistema inmunitario de la


a l e r g ia s .
misma manera que una gripe leve, y pueden originar síntomas
parecidos a los de ésta, como letargo y malestar. Sin saberlo,
muchas personas sufren alergias leves a alimentos que pueden
desencadenar la depresión.

DÉFICIT de LUZ SOLAR. Entre 5 y 25 millones de personas en


Estados Unidos sufren de un trastorno afectivo estacional
(SAD).J Resulta interesante observar que el 83 por ciento de
estas personas son mujeres de entre 30 y 50 años.

El virus de la depresión

Para que se prolongue la depresión, una vez que ha comenzado,


es necesaria una cierta manera de pensar. Si la depresión no se
debe a un factor físico o dietético, es muy probable que surja a
partir de un desencadenante inicial: la pérdida del cónyuge o del
empleo, un problema económico o el cambio de lugar de resi­
dencia. La pérdida puede ser más sutil y abstracta, como la pér­
dida de confianza, del aspecto físico de antaño o de la juventud.
Ésta es la parte inicial del desencadenante, su parte externa. Más
allá de esto, deprimirse depende sólo de una cosa: la manera en
que clamos un sentido a lo que nos ha ocurrido.
Si el impacto emocional o el dolor asociados con lo que ha
ocurrido son lo bastante fuertes, el resultado puede ser un virus
desencadenante complejo. El hecho de pensar en lo que ha suce­
dido se ancla emocionalmente en un estado doloroso. Basta con
i?nagtric¿r las circunstancias de una determinada manera, o entre-

27 La sigla SAD (Seasonal Aítecnve Disoaler) infles significa «triste».


-X CÍCÍ l)
¡ a depresión 197

garse a un diálogo interno con un cierto tono de voz, y ¡clic!, se


desencadenan los sentimientos. Las supuestas modalidades de
cómo imaginamos las circunstancias, o de cóm o hablamos con
nosotros mismos acerca de ellas, y la secuencia de lo que experi­
mentamos (la estrategia) son tanto o más importantes que las
imágenes o palabras internas reales.

Ejercicio 19
Las submodalidades del virus de la depresión

Muchas personas se castigan emocionalmente cuando cometen


errores, y lo hacen con una voz interior sumamente crítica, se­
vera y regañona. Si el mensaje interior es lo bastante crítico, es
posible que surja una depresión. A otras personas les basta ima­
ginarse los errores y la posibilidad de fracaso para sentirse mal.

1. Si eres consciente de una voz interior critica, imagínate la voz


atacándote y criticándote, pero cambia su tono y conviértela
en la voz del pato Donald. Descubre cómo te sientes escu­
chando los reproches y críticas del pato Donald.
2. Si te imaginas los errores y los fracasos potenciales de una
manera discapacitadora, observa las submodalidades de cómo
te los imaginas (en color, por oposición al blanco y negro; en
primer plano, por oposición a un plano general; en movimien­
to, por oposición a una imagen fija; con determinada situación
en tu campo visual: enfocado, por oposición a desenfocado,
etcétera). Prueba a cambiar las submodalidades de cómo te
imaginas los errores para descubrir cuál de ellas hace que dis­
minuya o que desaparezca tu reacción emocional.

Cuando tomamos conciencia de las submodalidades y estra­


tegias inconscientes del desencadenante complejo necesario para
prolongar una depresión, podemos interrumpir o reprogramar
los pasos para alcanzar un estado más potenciador.
Además del desencadenante, también suele intervenir un
virus restrictivo (creencias restrictivas). Recordemos el supuesto
de que cualquier malestar emocional es una alteración de las
198 PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y LA. CURACIÓN

normas. Pensamos que las cosas deben suceder de una determi­


nada manera, y esto no se cumple. De hecho, los modelos men­
tales y lingüísticos de las personas deprimidas suelen estar pla­
gados de palabras como deber; tener que, se suponía que, es decir,
el reflejo de un pensamiento y unas creencias rígidas destinadas
a provocar un sentimiento de decepción o traición. Cuando se
alteran las creencias o los valores de las personas a propósito de
cómo deberían ser las cosas, esto conduce a una sucesión inter­
minable de valoraciones de la experiencia. También es probable
que e) diálogo interior suponga reproches a uno mismo o a
otros, además de incesantes preguntas y comentarios como por­
qué, cómo es posible y si sólo hubiera...

Terapia contra la depresión

La primera vez que Ron vino a verme estaba emocionalmente


desolado. Ron era un buen profesor de biología y un investiga­
dor consagrado a su trabajo en una universidad local. En los
últimos tiempos, apenas lograba acabar sus clases sin romper a
llorar por cualquier cosa. También lloraba en su despacho entre
las clases. No podía concentrarse, comer m dormir. Llevaba seis
años felizmente casado y convencido de que éi y su mujer per­
manecerían jum os el resto de sus vidas. Y un buen día su mujer
le había contado que se había enamorado del hombre de sus
sueños y que quería divorciarse.
Los estados crónicos como el duelo y la depresión tienen una
secuencia natural d e curación, es decir, un comienzo, un punto
medio y un fin, como las heridas físicas. Para que la curación sea
completa, es necesario pasar por las tres fases. Sin embargo,
parece que algunas personas superan rápidamente las pérdidas,
el duelo y la consiguiente depresión, mientras que otras tardan
años en recuperarse. ¿Dónde reside la diferencia? Al final, se
trata sólo de saber cómo piensan las diferentes personas. Para
entender ia diferencia, los investigadores de PNL han analizado
a personas muy «dotadas», capaces de superar rápidamente las
diferentes etapas del duelo. A continuación, han contrastado
Ld depresión 199

las estrategias de esas personas con las de quienes han quedado


atrapados en una depresión.
Ron había consultado hacía poco con su m édico a propó­
sito de cierto malestar físico no relacionado con la depresión.
Le explicó al doctor lo de su divorcio y lo m ucho que sufría.
Después de hablar sólo diez m inutos con Ron, el m édico le
dijo que estaba clínicamente deprimido y le recetó Pruzac. Al
igual que muchas otras victimas de la depresión, Ron se mos­
traba reacio a tomar m edicam entos y pensaba que con una
terapia o con una actitud simplista de «tipo duro» tal vez
podría superarlo.
Con la aparición de una nueva categoría de antidepresivos
llamados inhibidores selectivos d e f nivel de scrotonina, como el
Prozac y muchos otros, se ha desatado una polémica a propósi­
to de la depresión. Mucha gente cree que estos medicamentos
no tienen efectos secundarios, y son m uchos los que se han
beneficiado espectacularmente de ellos. Sobre todo en casos de
depresión crónica grave o de larga duración, las personas que
toman estos medicamentos se sienten com o si hubieran recu­
perado la vitalidad. La polém ica se centra en si es preferible
abordar la depresión tratando el cuerpo con drogas (y asu­
miendo el riesgo de posibles efectos secundarios) o tratar la
menie a través de ía terapia y la asistencia adecuadas. ¿Es el
cuerpo, debido a niveles bajos de serotonina, norepinefrina o
dopamina, el causante de que el cerebro se deprim a, o es el
cerebro, a través de pensamientos defectuosos, el que provoca
la depresión del cuerpo? Esta pregunta se parece mucho al
viejo dilema del huevo y la gallina.
Es evidente que si aliviamos el desequilibrio b io q u í­
mico orgánico, mejora el estado de h mente. Muchas perso­
nas que han sufrido depresión grave y crónica han d escu ­
bierto que con el antideDresivo adecuado recuperaban el
equilibrio em ocional y ía c ía n dad de pensam iento. Los fár­
macos tam poco producen euforia m disminuyen la tensión
diaria.
Por otro lado, m ejorar el estado de ia mente puede tener
un profundo impacto en el equilibrio bioquímico del organis­
200 PARTE II: LOS VIRU S MENTALES Y LA CURACIÓN

mo. En las depresiones leves y moderadas, parece que con la


terapia para cam biar la manera de pensar de la persona se
obtienen iguales resultados que con las drogas, si no mejores,
para restablecer el equilibrio químico del organismo. La depre­
sión también crea un mecanismo de círculo vicioso: el pensa­
miento negativo altera la bioquím ica, lo cual conduce a más
pensamientos negativos, lo que a su vez aumenta el desequili­
brio bioquímico. De una u otra manera, es necesario romper el
círculo.
En cuanto miembros de una sociedad, solemos preferir el
enfoque de la «píldora mágica», es decir, soluciones rápidas y
fáciles para problemas de salud a veces complejos y difíciles. Si
tienes dolor de cabeza, toma una aspirina; si tienes un proble­
ma de corazón, traga unas cuantas cápsulas de nitroglicerina;
si has comido hasta casi reventar, toma un Alka Seltzer. El pro­
blema con el enfoque farmacológico es que ocultamos los sín­
tomas, lo m ism o que hacem os con los analgésicos. No nos
damos el tiempo necesario para abordar y resolver el núcleo
emocional de ía causa de la depresión. Para muchos pacientes,
los medicamentos tienen algún efecto secundario, por ejemplo,
problemas para alcanzar el orgasmo. Los partidarios de la tera­
pia sostienen, además, que los pacientes deprimidos se mostra­
rán menos proclives a sufrir recaídas si aprenden estrategias
mentales para protegerse de futuras depresiones. En una inves­
tigación recieme de la Universidad de Minnesota, los investiga­
dores descubrieron que al cabo de dos años el 50 por ciento de
un grupo tratado con fármacos volvía a caer en la depresión,
mientras que esta cifra se reducía al 20 por ciento en los
pacientes del grupo de terapia.
Una de las terapias más populares contra la depresión es la
llamada Terapia Cognitiva, desarrollada en los años sesenta por
Aaron Beck„ actualm ente catedrático en la Universidad de
Pennsylvania. Basándose en la idea de que los modelos m enta­
les crean sensaciones, el terapeuta cognitivo ayuda al paciente
a identificar percepciones y creencias destructivas causadas por
la depresión, que a su vez se convierten en caldo de cultivo
de la depresión.
ia depresión 201

Terapia de virus m entales contra la depresión

El enfoque de la Terapia de Virus Mentales implica un tratamien­


to simultáneo del virus desencadenante complejo y de los virus
restrictivos.

El Las imágenes internas y


v ir u s d e s e n c a d e n a n t e c o m p l e jo .
el diálogo interno que siguen desencadenando sentimientos
depresivos suelen adoptar la forma de una estrategia. ¿Cuál es la
secuencia particular de las percepciones externas e internas que
la persona debe experimentar para recrear los sentimientos de
depresión? Cuando conocemos la estrategia, podemos alterarla:

• reprogramándola con diferentes pasos que conduzcan a un


estado de plenitud de recursos;
• interrumpiéndola repetidas veces conforme la vamos anali­
zando, de manera que la estrategia se com plique y ya no se
pueda aplicar, o
• cambiando las submodalidades de la estrategia.

Una metáfora útil para interrumpir el modelo de una estrate­


gia es el siguiente. Piensa que el estado negativo es com o un
viejo disco de una gramola, uno de aquellos tocadiscos que fun­
cionaban con monedas. Al pulsar el botón correspondiente, la
máquina seleccionará el disco y sonará la música. Supongamos
que cada ve 2 que lo tocas, lo rayas con un cuchillo. No pasará
mucho tiempo antes de que sea imposible oír la música.

E l v i r u s RESTRICTIVO. La cuestión clave para inducir las creen­


cias restrictivas relacionadas con las pérdidas es: «¿Qué signifi­
ca para ti q u e -------haya sucedido?» (has perdido el empleo, tu
marido te ha dejado o te has olvidado de sacar la basura). Es
probable que surjan afirmaciones con las que te culpas a ti
mismo o a otros.

• «Si no perdiera tanto tiempo en el trabajo, habría conservado


mi empleo.»
202 PAR'l'fc II: LOS VIRUS MENTALES Y I-A CURACIÓN

* «¿Por qué me habrá dejado por aquella mujer treinta años


más joven que él? Me estoy convirtiendo en una vieja fea.»
• «¿Cómo es posible que ese estúpido basurero pase siempre a
la hora justa? ¿Acaso no sabe que es más elegante llegar tarde
a las citas? Así yo podría sacar la basura a tiempo.»

Al formular la pregunta «¿Qué importancia tiene pensar de


esa manera?», puedes inducir el valor o intención positiva que
subyace en la creencia. Luego se tratará sencillamente de cam­
biar el valor de- las creencias utilizando la solución antivírica 6 o
7 del capítulo 4 (pp. 114 y 121).
Ron aún se encontraba en las primeras fases de dolor,
es decir, bajo un trauma emocional. Ni siquiera podía pensar
en lo que había sucedido sin experim entar em ociones dolo-
rosas.
- ¿ E n qué cosas piensas que agudizan tanto la depresión?
-pregunté.
Por las mejillas le corrían las lágrimas.
-M e veo a mí mismo solo en nuestra casa -respondió, y diri­
gió su mirada a la derecha y luego hacia abajo. Uno de los des­
cubrimientos más fascinantes de la PNL es la noción de patrones
de acceso visual.2* Todos tenemos una manera de mirar hacia una
determinada dirección para recordar algo que hemos visto antes.
Para recordar algo que hemos oído, miramos hacia otra direc­
ción, y a otra para recordar qué hemos sentido. Lo mismo suce­
de con aquellas cosas que nos imaginamos por primera vez o
con ideas que traducimos a palabras. Para la mayoría de las per­
sonas, mirar hacia arriba y a la derecha indica que se quiere
visualizar algo que nunca se ha visto. Que Ron mirara hacia
abajo indicaba que prestaba atención a un diálogo interno o a
unos sentimientos. Al parecer, esos dos pasos lormaban parte de
su estrategia para provocar en sí mismo sentimientos de desam­
paro. Decidí poner en práctica un proceso llamado Confusión del
Movimiento Ocular para interrumpir el patrón mediante el cual

28. Donald Lofland, Pmveriearning*', Umgrneadow Press, Stanford. 1992,


capítulo 7.
Leí depresión 203

O O
Movimiento* «íliemmjvoj,

L a C o n f u s ió n del M o v im ie n to O c u l a r : Desplaza el índice


de una posición a otra entre parejas de pu n tos im aginarios
en el espacio, durante unos veinte segundos p or cada pareja.

Ron producía sentimientos tan intensos de dolor, es decir, para


* * ■ >0
interrumpir su estrategia.
Situé mi dedo índice a unos quince centímetros frente a Ron,
arriba y a su izquierda (ver la posición .1, en la ilustración). Le
pedi que volviera a imaginarse solo en casa mientras seguía mi
dedo índice. Yo movía el dedo sin cesar entre la posición 1 y
la 2, a diferentes velocidades durante unos 2 0 segundos.
—Cuando piensas en estar solo en casa, ¿qué sientes ahora?
-pregunté.
-Pues, no lo sé. Me siento algo diferente. NTo me parece una
situación tan tensa -observó Ron. Le pedí que volviera a pensar
en los momentos en que se encontraba solo en casa y que siguiera
mi dedo Indice mientras lo movía entre la posición 2 y la 3 duran­
te unos 20 segundos, una vez más a diferentes velocidades.
-¿Y ahora qué sientes cuando piensas en la casa?
-Tal como la veo ahora, tiene más coior. "Está un poco más
cerca y parece que las emociones no tienen una carga tan intensa
-dijo. Repetí el mismo proceso con combinaciones distintas de
dos puntos, comprobando después de cada una qué cambios se
habían producido. Cada vez aparecía una ligera modificación de
las submodalidades de com o él imaginaba su fuiuro. Hacia el
final de este proceso, Ron com enzó a imaginar que tenía una

29 . La primera vez que conocí este m étodo en una terapia fue c o n F r a n d -


ne Shapiro. en Los Gatos, California. E n tie n d o que ella fue quien desarrolló
este m étodo. Después fue divulgado por Connirae Andreas.
204 PARTE 11: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

nueva compañera, por lo que ya rio estaba solo en una casa


vacía. Esto, al parecer, le brindaba un gran alivio emocional.
Volví a repetir el proceso más tarde para otras imágenes y diálo­
gos internos que Ron encontraba especialmente deprimentes.

Solución antivírica número 13


La Confusión del Movimiento Ocular
Podéis llevar a cabo este proceso solos, aunque resulta más fácil
hacerlo con otra persona, porque os permitirá concentraros en
vuestra experiencia. Lo único que debe hacer el compañero es
mover su dedo de un lado a otro entre dos pumos a diferentes
velocidades durante 15 a 20 segundos para cada pareja de posi­
ciones. Luego, tras una pausa, reflexionad sobre vuestra expe­
riencia y sobre las ideas que hayan surgido.

1. Piensa en alguna situación en la vida que genere en ti emo­


ciones o conductas discapacitadoras, o en alguna circunstan­
cia en la que te gustaría reaccionar con plenitud de recursos.
¿Qué hay en esa manera de vivir esta situación que desenca­
dene las emociones o la conducta?
- ¿Te lo imaginas de una determinada manera?
- ¿Hablas contigo mismo de ello de una determinada m a­
nera?
- Cuando te imaginas la situación o hablas contigo mismo
de ella, ¿cómo te sientes-*
2. Cuando experimentes internamente la situación, pide a tu
compañero que sitúe el dedo índice a unos .15 centímetros
frente a tus ojos y que lo mueva entre los puntos 1 y 3 a dife­
rentes velocidades durante unos 15 a 20 segundos. Haz una
pausa de unos segundos y describe los cambios que se hayan
producido en tu manera de percibir la situación o cualquier
visión nueva que te venga a la mente.
3. Repite este proceso con otras parejas de puntos. Si observas
que alguno de esíos movimientos te transmite una sensación
La depresión 205

especialmente incómoda, pide a tu compañero que no lo


haga, al menos por ahora. Vuelve a hacer una pausa entre las
parejas de puntos y observa las percepciones y cambios en
las submodalidades de tu experiencia.
4. Haz la prueba dibujando el número 8 o el signo infinito (°°).
(Véase ilustración.)

La Confusión del Movimiento Ocular provoca algo más que


una complicación en las estrategias improductivas. Si movemos
los ojos a diferentes posiciones de acceso, a partir de cada posi­
ción aportaremos recursos constructivos que no se están usan­
do, es decir, crearemos un diálogo interior constructivo, expre­
sando nuevas ideas con palabras, imaginando recuerdos de
tiempos en que podíamos lidiar con las situaciones con plenitud
de recursos. Estas conexiones neurológicas se producen de
forma espontánea e inconsciente.
A partir de ese punto, procedí al próximo paso de la terapia
con Ron.
-Cuando piensas en tu ex mujer, ¿cómo la ves? -pregunté.
Ron me dijo que estaba levemente desenfocada, más en blan­
co y negro que en color, y que la imagen estaba situada ligera­
mente a la izquierda de su campo visual. Imaginársela de esta
manera inducía en él sentimientos de tristeza, pérdida y vacío.
-Ahora, piensa en una persona que ya no exista en tu vida,
pero cuyo recuerdo te provoque una gran sensación de bienestar
-sugerí.
-Pues, tendría que pensar en mi lío Bud -respondió Ron. El
color le volvió al rostro y sus músculos faciales se relajaron. La
imagen de su tío estaba enfocada, en color, situada más arriba y
a la izquierda de su campo visual interior. La principal submoda-
lidad motriz parecía ser el lugar en que guardaba su recuerdo.
-¿Hay alguna parte de ti que se oponga a que imagines a tu
ex mujer de la misma manera que te imaginas a tu tío? I labia
partes de Ron que se oponían, y era así por la manera en que su
ex mujer lo había tratado. Utilizamos el Reencuadre de Seis Pun­
tos (solución antivírica número 8, p. 137) para trabajar con la
confianza, el perdón y su seguridad emocional en el futuro.
Finalmente, Ron decidió que le gustarla guardar los recuerdos
positivos de lo que él y su mujer habían compartido. También
quería conservar las lecciones extraídas a partir de situaciones
que no habían funcionado bien, y abandonar los sentimien­
tos que no le aportaban recursos. Cambió la imagen de su mujer
y las imágenes de algunos de sus momentos más felices juntos, y
las guardó cerca del recuerdo que tenía de su tío.
Más tarde, trabajamos para cambiar algunas de las creencias
negativas acerca de sí mismo que la separación había fomenta­
do. Las sesiones que dedicamos a realizar estos cambios no fue­
ron una «píldora mágica» y no reemplazaron las fases naturales
del duelo, la depresión y la curación que el cuerpo y la mente
deben experimentar. Durante los siguientes meses, Ron siguió
viviendo momentos buenos y malos. Pero me contó que des­
pués de nuestro trabajo, por primera vez en un mes, había podi­
do dormir toda la noche, comenzar a hacer ejercicio y a hacer
footing de forma regular. Recuperó el apetito y pensó que podía
prescindir de los antidepresivos.
Cuando yo tenía veintiséis años y estaba deprimido porque
había perdido mi empleo y no encontraba otro, tampoco pensa­
ba que necesitaba antidepresivos. Al igual que muchas personas
en Estados Unidos, estaba demasiado avergonzado para recono­
cer mí depresión, y me equivocaba al pensar que se trataba de
una debilidad de carácter Esta lamentable actitud personal
impide que muchas personas se decidan a buscar la ayuda que
les permitiría volver a disfrutar de la vida. Yo lo superé hacién­
dome el duro.
Mi amiga Kathy que no encontraba una causa visible que
explicara su depresión, vivió meses siguiendo una terapia y
tomando antidepresivos que no dieron resultados. Al final deci­
dió consultar con un psiquiatra con conocimientos en medio
ambiente y contaminación atmosférica doméstica. Este terapeuta
había leído un artículo sobre ciertos problemas relacionados con
las cocinas a gas, y encontró la clave en la repostería que Kathy
cocinaba. Según descubrieron, la ventilación de la cocina de
Kathy era muy deficiente. Con la cantidad de hidrocarburos no
quemados y el óxido de nitrógeno y monóxido de carbono que
su horno despedía, el aire de su cocin a era de peor calidad
que el del centro de Los Ángeles en horas punta. Cuando reem­
plazó su cocina por un modelo eléctrico, su depresión desapare­
ció. Para mí, esto subraya la necesidad ele que un experto com­
pruebe las posibles causas físicas, médicas o medioambientales
de la depresión, antes de recurrir a ciegas al Prozac.
También aprendí una valiosa lección a partir de mi propia
depresión. Acabó siendo un gran regalo y un punto de inflexión
en mi vida. Como resultado de haber perdido mi trabajo como
ingeniero, com encé a trabajar dando clases com o sustituto a
tiempo parcial, y luego como titular, también a tiempo parcial,
en una universidad local. Al cabo de dos años, me había conver­
tido en profesor de física y jefe del departamento. Casi todas las
personas con que hablo y que han vivido grandes pérdidas me
cuentan que, a la larga, llegan a un punto donde pueden mirar
hacia atrás y ver algo valioso en su experiencia. Es una lástima
que no podamos verlo así cuando la estamos sufriendo, pero las
cosas no siempre son lo que inicialmeme parecen.
Tony Robbins sostiene que si nos planteamos de ía manera
apropiada preguntas potenciadoras, como las siguientes, podre­
mos reencuadrar el significado de lo que ha ocurrido y pennitir-
nos contemplarlo bajo una luz más positiva.

• «¿Qué significa-------[la pérdida, los cambios, etc.] para mí?»


(Para inducir creencias restrictivas.) «¿En qué me beneficia
esta manera de pensar?»
• «¿De qué manera específica caigo en la depresión?» (Para defi­
nir tu estrategia.)
• «¿Cómo podría algún día ser capaz de mirar hacia atrás y ver
lo provechoso que ha sido este cambio para mí o para quienes
me rodean?»
• «¿Qué estoy dispuesto a hacer para que las cosas sean como
yo quiero?» (Los expertos en h solución de estos problemas
sugieren dedicar el 80 por ciento del tiempo a la solución y
sólo el 20 por ciento al problema.)
208 PARTE II: LO S VIRUS MHNTALES Y LA CURACIÓN

Interna cultivar un sentido de la curiosidad, como si fueras


un detective que pretende descifrar el mecanismo de la depre­
sión, qué significan íos acontecimientos para ti y cómo podrían
ayudarte los cambios a avanzar en una dirección más positiva en
la vida.
Tras mi enfado inicial al coger la manzana podrida del salpi­
cadero de mi coche, una vez asimilado que esa tarde no tendría
merienda, me picó la curiosidad. Dentro del coche hacía mucho
calor, como cuando nos dejamos las ventanas cerradas un día
caluroso de verano. Acababa de leer que aquello era similar al
efecto invernadero. El dióxido de carbono y los gases retienen el
calor que irradia el suelo, impidiendo que escape, lo cual pro­
voca el calentamiento global. El vidrio de un invernadero o de
un coche deja penetrar la luz solar, pero impide que el calor
radiante salga. La temperatura dentro de un coche, en un día
soleado y caluroso, puede alcanzar los 65 °C., y se me ocurrió
que el calor había acelerado el proceso de descomposición de mi
manzana. Sin embargo, me llamó la atención que tuviera un olor
tan agradable. Le di un mordisco. Me llevé una gran sorpresa
cuando probé por primera vez una manzana cocida por el calor
solar.
Las cosas no siempre son lo que parecen. Ahora, si pasáis
ju nto a mi coche estacionado en la universidad, cualquier día
laborable de septiembre u octubre, veréis una manzana cocién­
dose en el salpicadero. Es mi merienda de la tarde.
9

Las alergias

No es que tenga miedo de morir,


pero no quiero esíar presente
cuando eso ocurra.

WOODY ALLEN’

Cuando jan et llegó a la sala de urgencias del hospital apenas


podía respirar, pero seguía aferrándose a la vida. A sus siete
años, la reacción alérgica que había desencadenado la picadura
de una abeja (shock anafiláctíco) estaba a punto de acabar con
su breve infancia. El doctor Lu se apresuró a inyectarle epinefri-
na, el único fármaco que le relajaría ios músculos hinchados de
la garganta y le permitiría volver a respirar.
-S i se recupera -d ijo el doctor-, deberá tener la eplnefrina a
mano el resto de su vida, por si le vuelve a picar una abeja.
Es una paradoja, pero nuestro sistema inmunitario, si bien
cumple el objetivo de protegernos, también puede, por error, gene­
rar ciertos síntomas perjudiciales y en algunos casos, aunque raros,
puede acabar siendo mortal. Se calcula que entre 35 y 50 millones
de personas en Estados Unidos tienen sistemas inmunitarios que
reaccionan de forma exagerada a sustancias normalmente inocuas,
y sufren alergias. Los síntomas son estornudos, irritación de las
mucosas nasales, escozor en los ojos, hinchazón exagerada y, en
ciertas ocasiones, shock insulínico e incluso la muerte. Las alergias
son la causa de aproximadamente el 10 por ciento de todas las con­
sultas médicas. En una investigación a 4.000 pacientes de alergia,

209
210 PARTE \\: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

• un 8 6 por ciento padecía rinitis crónica o fiebre del heno, es


decir, alergia al polen;
• el 77 por ciento eran alérgicos al polvo y a los ácaros;
• el 34 por ciento eran alérgicos al pelo y a la caspa de los ani­
males;
• el 10 por ciento eran alérgicos a los insectos y a las mordedu­
ras o picaduras de insectos.

Otras alergias se manifiestan al ingerir ciertos alimentos y al


percibir perfumes y sustancias químicas tóxicas. Se ha descu­
bierto recientemente que los guantes de látex usados por médi­
cos y dentistas para protegerse del posible contagio de sida tam­
bién producen alergia.30

Las alergias y los virus desencadenantes

Se sabe que el estrés agrava las alergias. También sucede que


ciertas situaciones de estrés o estímulos medioambientales no
alérgenos provocan respuestas alérgicas. En un experimento, se
administró a unos conejillos de Indias una proteína exógena que
producía alergia. Al mismo tiempo, fueron expuestos a un deter­
minado olor. Después de realizar este procedimiento en cinco
ocasiones, el solo olor bastaba para inducir la respuesta alérgi­
c a . E n otro experimento, se administró a unas ratas yema de
huevo que les provocaba alergia y se las expuso simultáneamen­
te a luces intermitentes y a un zumbido. También en este caso,
después de realizar el procedimiento vanas veces, la luz y el
zumbido eran suficientes para inducir los síntomas alérgicos.
Los investigadores también han demostrado que las situacio­
nes de estrés pueden afectar al tuncionamiento del sistema

3 0 . Dave Cutler. «The Season's Best Allergy Busters», Preveniion, septiem ­


bre de 1 9 9 3 , pp. 1 1 7 - 1 2 4 , "
31. E. Pennisi. « F o o d Aüergies Linked lo Ear ln feciio n » (Otitis Media;
investigación de Talal M. Nsouli), Science News, 8 de octubre de 1 9 9 4 .
32. «L eam ed Histamine Response», Scit'na\ 1 7 de agosio de 1 9 8 4 .
Las alergias X A.

inmunitario. Cuando estamos tristes o deprimidos, el cerebro


produce neuropéptidos y neurotransmisores que inhiben el sis­
tema inmunitario, de modo que somos más propensos a enfer­
mar. Deepak Chopra describe un experim ento en el que se
administró a un grupo de ratas unas sustancias para inhibir el
sistema inmunitario y al mismo tiempo, se las exponía al olor
del alcanfor. A un segundo grupo de ratas se les administró una
sustancia que potenciaba el funcionamiento del sistema inmuni­
tario, y también se las expuso al olor del alcanfor. Después de
repetir este proceso varias veces, el olor del alcanfor era suficien­
te para suprimir el sistema inmunitario del primer grupo de
ratas y potenciar el del segundo grupo.
Hay quienes sostienen que si nos encontram os de forma
natural en un estado emocional que ha neutralizado nuestro sis­
tema inmunitario, o si sufrimos alguna enfermedad parecida a la
gripe y, al mismo tiem po, nos vemos expuestos al polen, a los
gatos, a ciertos alimentos u olores, o a los ácaros, el inconsciente
podría asociar ambas c o n d ic io n e s o anclarlas juntas. La respues­
ta alérgica puede ser más el resultado de cómo pensamos que una
mera reacción fisiológica. Esta opinión se ha visto conlirmada
por investigaciones sobre personas que sufren el síndrome de
múltiple personalidad (SMP). A menudo sucede que una perso­
nalidad sufre de alergia y la otra no. Estamos ante la misma per­
sona y los mismos alérgenos. ¿Cuál es la diferencia7 La única
diferencia posible reside en cómo estas personalidades piensan.

Los virus de la alergia

En opinión de muchos médicos, las alergias son provocadas por


un error en el sistema inm unitario. Yo creo que se trata de un
virus mental que implica, por un lado, una creencia restrictiva
profundamente anclada en el inconsciente y, por otro, un desen­
cadenante, es decir, el alergeno. El sistema inmunitario cuenta
con los glóbulos blancos, cuya función consiste en eliminar del
sistema las panículas extrañas, como el polen o la caspa de los
gatos. El organismo genera estos glóbulos blancos en la médu­
212 PARTE II: LOS VIRUS MENTALES Y LA CURACIÓN

la ósea y es capaz de producir millones en pocos minutos. Por


lo tanto, se podría decir que, al reaccionar a las partículas exó-
genas, el sistema inmunitario aprende muy rápidamente. En
muchas personas, el sistema inmunitario también puede produ­
cir un anticuerpo específico, la inmunogloku/ina E (lgE), que, al
parecer., no tiene otra función que producir síntomas alérgicos.
La lgE se adhiere a los receptores llamados masiocitos, en nues­
tros tejidos conjuntivos. A su vez, los mastocitos secretan hista-
mina y otras sustancias que pueden, generar síntomas alérgicos.
Desde la perspectiva de la Terapia de Virus Mentales, la creencia
restrictiva consiste en que el sistema inmunitario se equivoca al
identificar los alergenos como un virus invasor. A continuación,
responde erróneamente con la lgE, provocando sinusitis, hin­
chazón e irritación de las mucosas nasales, ojos lagrimosos, etc.
Algunas personas tienen que ausentarse varios días del tra­
bajo como resultado de las alergias. Para casi todos los demás
que sufren alergias, éstas afectan a la capacidad del sistema
inmunitario de realizar su función, es decir, protegernos de las
enfermedades. El sistema inmunitario se moviliza debido a la
falsa alarma activada por la presencia de alergenos, de modo que
el individuo es más propenso a contraer la gripe, resfriados y
otras enfermedades. En una investigación sobre niños que pade­
cían infecciones múltiples del oído medio, 81 de ellos resultaron
ser alérgicos a ciertos alimentos. Cuando se les privó de estas
sustancias perjudiciales, durante los cuatro meses que duró la
investigación, mejoró la salud de 70 de ellos. Después de volver
a consumir esos mismos alimentos durante varios meses, 6 0
niños volvieron a tener problemas en el oído.
El hecho de que la reacción alérgica sea tan compleja en el
aspecto fisiológico ha llevado a algunos investigadores a especu­
lar con la idea de que el mecanismo de la alergia no habría
sobrevivido a la evolución si no tuviera un objetivo positivo.
Algunos han sugerido que la respuesta alérgica ayuda a eliminar
parásitos como las lombrices* las garrapatas y los piojos. Otros

33 B. l.. Itenderly, «ümotions and Allergies: The Pavlov C o n n e c ú o n ...


PsychoU;£v i , i unió 1 9 8 9
Las alergias 213

creen que se trata de un sistema de defensa complementario o


de alarma contra las toxinas. El precio que pagamos por las fal­
sas alarmas del sistema son las alergias.
Hace algunos años, Robert Dilts desarrolló una sencilla técnica
mente/cuerpo, diseñada para volver a enseñar al sistema inmunita-
no a reaccionar adecuadamente a los alergenos. Tim Hallbom y
Suzi Smith, dos importantes formadores ele PNL, modificaron la
técnica y la presentaron en mi seminario para la Titulación Profe­
sional.*'* Uno de mis colegas contó lo que le había sucedido poco
tiempo después de que Robert Dilts presentara esta técnica. Se ente­
ró de su existencia durante una conversación en un teléfono públi­
co, y anotó la información en una servilleta. En ese momento asis­
tía a una conferencia, así que volvió a la sala de reuniones.
En el ascensor se encontró con un hombre que era alérgico a
la mayoría de los alimentos. De hecho, este hombre podía consu­
mir muy pocos alimentos sin que se sintiera enfermo. Mi colega
procedió a aplicarle rápidamente ía técnica que acababa de cono­
cer, y le advirúó que pusiera a prueba muy poco a poco y con cui­
dado su respuesta a los alimentos perjudiciales. La prueba apro­
piada consistía en comer un poco de alguna cosa que en el pasado
sólo le había producido una reacción leve. Con suerte, podría
empezar a probar pequeñas cantidades de otros alimentos. Esta
persona estuvo de acuerdo, se despidió de mi colega y se dirigió
al comedor, donde pidió vino y bistec con salsa de champiñones,
probablemente el peor tipo de comida que podía pedir un hom­
bre en su condición. Podría haber enfermado, y hasta podría
haber muerto, pero la técnica funcionó. A partir de entonces, el
hombre pudo disfrutar de una gran variedad de alimentos.

ADVERTENCIA: C iertas alergias pueden ser mortales. Si los


síntomas son graves o potencialm ente graves, se debe consul­
tar con el ynédico de cabecera, trabajar sólo con un profesional
fo r m a d o en estos métodos y asegu rarse d e que el médico esté
presente en la sesión de terapia.

34, Robert Dilts y Tüdd Fpstem, Certificado de Form ación Profesional en


PNL, N'LP Umversity en ta Universidad de California, junio-julio de 1 9 9 1 .
214 PARTE II: LOS V IR U S M EN T A LES Y LA C U RA C IÓ N

Los terapeutas y los médicos que utilizan esta técnica han


informado que es eficaz en el 8 0 por ciento de los casos en los
que la alergia es específica y conocida por el paciente, es decir,
alergias provocadas por un animal, un olor o una planta o ali­
mentos conocidos. En el caso de alergias no específicas, como la
fiebre del heno, la técnica puede funcionar, pero es m ucho
menos fiable. Esto puede deberse a que se desconoce el alergeno
en cuestión y posiblemente, porque es más difícil encontrar un
ejemplo de contraste (algo similar al alergeno pero sin la res­
puesta alérgica). También es importante observar que esta técni­
ca mental, ai igual que cualquier oirá, no pretende sanar todos
los problemas de salud. Proporcionar «curas» pertenece al ámbi­
to de la profesión médica. Lo único que hace el profesional o
terapeuta es orientar a través de procesos por los que el incons­
ciente del cliente puede comenzar a sanar, o al menos a liberarse
de los síntomas.

Para liberarse de la alergia al polen

Marie era una cliente que me había consultado a propósito de


diversos problemas. Tenia el tejido de los senos frontales infla­
mado y éstos parcialmente bloqueados la mayor parte del tiem­
po, debido a alergias causadas por diversos tipos d¿ polen y
polvo que se pueden encontrar en casi todas las épocas del año
en la costa central de California. No había pensado trabajar con
ella en concreto las alergias porque la técnica es menos hable
con el tipo de alergia no específica y, en general, desconocida,
que sufría Marie.
Yo e s t a b a de v a c a c i o n e s e n u n r e m o t o lu O
c a r de r e t ir o e n u n
valle cerca de la costa central de California. Aunque sólo estába­
mos a unos 50 kilómetros de la costa, el clima era bastante dis­
tinto y había algo único y especial en el aire. Los días eran más
cálidos, las noches eran suaves y el aire más seco que en mi casa
de la costa. Aun así, en el valle había una frondosa vegetación
gracias a los arroyos y nachuelos que lo surcaban.
Un día me encontré con Marie. Le pregunté cóm o le iba y
Las alergias

ella dijo que estupendo. En aquel pequeño oasis no sufría nin­


gún tipo de alergia.
—¿Qué te parecería incluir una sesión contra la alergia en tus
vacaciones? - l e pregunté. No sabía si funcionaría, porque su
alergia no era específica, pero vislumbré una oportunidad para
aprovechar aquellos dias en que no estaba aquejada por los sín­
tomas.
-N o suelo mezclar las vacaciones con las terapias, pero me
encantaría deshacerme de la alergia si tuviese la posibilidad -d ijo
ella. Comencé ayudándola a formular un objetivo bien definido
siguiendo las instrucciones del capítulo 7 (pp. 176-1 77).

• La visión. Marie quería que se le despejaran los conductos


nasales y tener los ojos secos, incluso en presencia de eleva­
dos niveles de polen o polvo.
• El indicador. La prueba específica de haber alcanzado su obje­
tivo era, en su caso, la misma que la visión (senos frontales
despejados y ojos secos).
• La viabilidad. Marie creía que era posible que las personas en
general superaran los síntomas alérgicos, que era posible para
ella y que se merecía un buen resultado. Observé que su len­
guaje corporal era congruente con sus creencias.

A continuación, verificamos los posibles beneficios secunda­


rios. Cuando suiría los síntomas alérgicos, Mane continuaba con
su vida cotidiana y no pensaba que la gente le prodigara simpa­
tías especiales ni que su alergia le proporcionara beneficio algu­
no. Era sencillamente una molestia. El polen y el polvo que
desencadenaban sus alergias eran benignos y no presentaban un
peligro para la salud, de modo que, al parecer, no había un con­
texto en el que las alergias fueran útiles.
Una pieza clave de la técnica de las alergias consiste en iden­
tificar un ejemplo de contraste, algo que no produce una respues­
ta alérgica y sin embargo, se asemeja al desencadenante de la
alergia. Si la persona es alérgica a los gatos pero no a los perros,
los perros servirían com o ejemplo de contraste. La persona
puede ser alérgica a las picaduras de abeja, pero no a las de las
216 PARTE II: LOS V IR U S M EN T A LES Y LA CU RA C IO N

avispas o a las de las hormigas. En el caso de Marie, teníamos un


perfecto ejemplo de contraste en nuestro entorno.
-¿Te has fijado en todas las flores que hay en este lugar?
-pregunté. Ella asintió con un ge-sto de la cabeza-. Sabes lo que
significa eso, ¿no? El aire aquí está cargado de polen. Es proba­
ble que sea diferente del polen que hay en tu casa, en ia costa,
pero seguro que aquí hay tanto como allá. Tu sistema inmunita­
rio ya debe de estar acostumbrado a lidiar con el polen, al menos
con el tipo que. tenemos aquí.
A Marie no se le había ocurrido, y se mostró sorprendida. En
ese momento, comencé con la solución antivírica.
-Quiero que te imagines una gruesa placa de plexiglás delan­
te de ti para protegerte de cualquier cosa que suceda al otro lado.
¿Puedes imaginar que estás al otro lado del plexiglás? -E lla vol­
vió a asentir-. Quiero que te veas a ti misma frente al plexiglás,
aquí, en este precioso lugar de vacaciones, rodeada de todo este
polen y con tu sistema inmunitario que responde adecuadamen­
te. Fíjate en lo bien que te sientes con los senos despejados y los
ojos secos.
-E so es fácil, porque ya estoy aquí, y eso es lo que siento. Es
muy agradable no tener alergia -dijo.
-Mientras piensas en cómo te sientes, deja que te toque aquí,
en el codo, para estabilizar tu experiencia - d ije , y me incliné
para tocarle la parte posterior del codo izquierdo e instalar un
desencadenante para que eíía abordara el problema del polen
con plenitud de recursos. Mientras seguía tocándole el codo,
d ije-: Quiero que te imagines a esa Marie, allá al otro lado del
plexiglás, de vuelta a ía casa de la costa, que enfrenta el proble­
ma del polen de la misma manera adecuada que lo estás hacien­
do aquí. ¿Te la imaginas haciendo eso?
- S í -respondió, después de una pausa-. Puedo verla a ella,
pero no sé qué pasará conmigo.
-Bien. Ahora, esa Marie, al otro lado, tiene algo que te puede
ser muy útil. Su sistema inmunitario sabe cuál es la manera
correcta para tratar con el polen cuando estás en casa. ¿Hay algu­
na parte de ti que se oponga a que puedas enfrentarte al polen
de la misma manera?
Las alergias 217

Le pregunté esto para llevar a cabo la comprobación ecológi­


ca. Cuando el inconsciente sabe cómo puede producirse el cam­
bio deseado, si hay partes objetoras saldrán a la superficie. Ella
me aseguró que no había partes que se opusieran y, una vez más,
su lenguaje corporal me pareció congruente.
—Bien. Ahora imagina que retiramos el plexiglás y que esa
Marie del otro lado viene hacia ti con el regalo de un sistema
inmunitario que reacciona adecuadamente al polen. Deja que se
funda en ti al ritmo con que puedes integrar el regalo que te
ofrece -sugerí. Mientras ella permüía que se estabilizaran ios
sentimientos internos y las sensaciones, yo mantuve el contacto
en el codo. Me sonrió y dijo que el proceso la hacía sentirse bien.
Luego nos situamos en el futuro, le sujeté el codo y le pedí
que se imaginara de nuevo en casa sin el plexiglás.
—Me siento muy bien. Es como estar aquí, pero ¿me estás
diciendo que en esto consiste todo el proceso? -S u escepticismo
era típico de las personas que se someten a esta técnica.
-N o todo el mundo tiene éxito con esta técnica, y no te
puedo garantizar que estés entre el 80 por ciento de las personas
que se libera por completo de los síntomas al hacer lo que aca­
bamos de hacer -repliqué-. Eí proceso es bastante sencillo, y a
menudo las personas que obtienen ios mejores resultados son
las que, como tú, cuestionan el proceso. Cuando vuelvas a casa,
ya verás más claro si en tu caso ha funcionado o no.
Cuando Marie volvió a casa estaba completamente curada de
su alergia crónica al polen. Además, cuando viajaba a otros luga­
res del país donde hay diferentes concentraciones de polen, a
veces ligeramente más altas que en California, Marie seguía
inmune a las alergias. Tengo (a impresión de que un factor
importante al trabajar con alergias no específicas como la de
Marie consiste en ser capaz de trabajar en un ambiente donde el
cliente se sienta temporalmente libre de los síntomas, pero con
la posibilidad de encontrar un buen ejemplo de contraste. En
nuestro caso, las cosas simplemente funcionaron de esa manera.
Los resultados de Mane duraron unos seis meses, hasta que
empezó a vivir unas circunstancias personales muy tensas. En
ese momento, reaparecieron los síntomas.
Hay quienes dirán: «Ya ves, el método no funcionó». Yo res­
pondería: «¿Qué quieres decir que no funcionó? ¡Funcionó
durante seis meses! Sólo necesita un reacondicionamiento y un
seguimiento». Realizamos otra sesión con Marie y las alergias
volvieron a desaparecer.
Stn esta sencilla técnica, Marie se habría visto condenada a
una vida de antihistamínicos y a diversos fármacos para ocultar
sus síntomas, al igual que Janet, a los siete años, estaría conde­
nada a tener la epinefrina siempre a mano, si es que sobrevivía.
El doctor Lu consiguió salvarla, y Jan et no se separó de la
epinefrina hasta que, ya mayor, fue a consultar a un importante
formador de PNL en Colorado para conocer la técnica antialérgi­
ca. Al igual que Marie y muchas otras personas, se mostró escép­
tica. Pero estaba más tranquila ame la necesidad de llevar siem­
pre consigo la epinefnna. Un día, cuando no la llevaba, la volvió
a picar una abeja. Sintió que el pánico se apoderaba de ella por­
que no sabía si la técnica funcionaría. Llamó inmediatamente a
su médico, y éste le pidió que se calmara y que observara los sín­
tomas antes de llamar al teléfono de urgencias. La única reacción
que tuvo fue la que normalmente producen las picaduras de
abejas (irritación e hinchazón alrededor de la picadura). Janet
lleva siempre consigo la epinefrina, pero cree, con optimismo,
que no volverá a necesitarla.
10

El cáncer

Lhasa, en el Tíbet, en «la cima del mundo». Una peregrina fran­


cesa, Alexandra David-Neel, emra clandestinamente en el Tíbet
para ver a algunos de los mejores expertos mundiales en control
mente-cuerpo. Las cosas que observa la dejan asombrada. Más
tarde, relatará el episodio de los monjes que se sientan desnudos
en la nieve o secan sábanas empapadas sólo con el calor de su
cuerpo.1'
Muchos años después, a comienzos de la década de los
ochenta, Roben Benson, un cardiólogo de Harvard, autor de La
relajación,'*' recibió una invitación del Dalai Lama para que lo
viera con sus propios ojos. Aplicaron electrodos a unos monjes
para registrar sus cambios fisiológicos mientras secaban las sába­
nas en aquel gélido paisaje del Himalaya. Las sábanas comenza­
ban a despedir vapor a medida que la temperatura de la piel de
los monjes aumentaba en unos ocho grados. Hs evidente que si
una persona normal intentara hacer esto empezaría a temblar de
manera incontrolada y, probablemente, moriría.
Si la mente es capaz de estos milagros, ¿qué podría lograr en
otros ámbitos de la vida, como la curación de enfermedades? Al
fin de cuentas, la curación se produce inconscientemente. No
tenemos que pensar en cóm o vamos a curar una herida o en
cómo superar un resinado. En algunas ocasiones, el inconscien­
te de una persona puede incluso descubrir una manera de hbe-

35. Mate Barnsch. «The Mmd Be>d>* í.'onneoior. •>. f Tiu'ry. ¡uh:>-
jgoy.o ile I993
"56 Roben Sensor*. Le? jvítí.uri.jr.. O; HalHo Mondado vi. fbredona
220 PARTi- II: LOS VIRU S MENTALHS Y IA CURACIÓ N

rar a! cuerpo de una enfermedad «incurable» y mortal como el


cáncer mediante una recuperación espontánea.
¿Existe alguna relación inconsciente entre nuestra manera
de pensar y la posibilidad de contraer o evitar el cáncer? ¿Acaso
esta enfermedad sólo se declara a raíz de un estilo de vida poco
sano, de factores medioambientales o genes deficientes, o es
posible que exista un virus mental del cáncer! Si es verdad que
ciertas personas son más propensas al cáncer, ¿es posible que la
terapia de virus mentales disminuya las posibilidades de c o n ­
traer la enfermedad o de potenciar las posibilidades de recupe­
ración? Y si el pensamiento sano o el pensamiento no sano
desempeñan una función en el cáncer, ¿por qué murió de esta
enfermedad mi amiga Dana, que tenía un pensamiento c o n ­
gruente y poderoso?

Una pizca de prevención

Dana era una de las 5 0 0 .0 0 0 personas que mueren de cáncer en


Estados Unidos todos los años. El que le afectaba a ella, el cán­
cer de ovarios, es particularmente mortífero, y sólo sobrevive el
15 por ciento de las enfermas. La «guerra» contra el cáncer, las
enfermedades cardiacas y otros males, declarada hace ya dos
decenios, pretendía encontrar una cura para esas dolencias. Sin
embargo, desde hace poco las investigaciones se dirigen hacia el
descubrimiento de genes deficientes. En la familia de Dana había
antecedentes de cáncer de ovarios. Actualmente, los investiga­
dores genéticos han aislado un gen que predispone a las mujeres
a contraer esta enfermedad. Es probable que ella tuviera ese gen.
No hay duda de que los genes desempeñan un papel, pero la
genética no explica hechos como éstos:

• No todos los cánceres más malignos son heredados. La gran


mayoría de las víctimas comienzan la vida con genes sanos.
• La remisión del cáncer es posible.
• La incidencia de todos los cánceres, con la excepción del cán­
cer de pulmón, ha aumentado un 35 por ciento desde 1950.
El c á n c e r 221

• No todas las personas con predisposición genética a ciertos


tipos de cáncer contraen la enfermedad.
• Los estadounidenses tienen cinco veces más probabilidades
de contraer cáncer que los habitantes de los países de la cuen­
ca del Pacífico, y hasta 50 veccs más que los de algunos países
menos desarrollados.'7

La medicina moderna parece m ejor equipada para tratar


enfermedades agudas, heridas e infecciones que para combatir
enfermedades que progresan lentamente a lo largo de los años y
a veces de decenios. Las enfermedades degenerativas crónicas
como el cáncer son doblemente trágicas porque en el caso de
muchas personas son prevenibles. Cuando Dana dejó de tener
hijos, incluso tomó la precaución de extirparse un ovario, pues­
to que su madre y otras mujeres de su familia habían muerto de
cáncer de ovarios. L)esgraciadamente, años más tarde desarrolla­
ría cáncer en el secundo ovario.
Ahora sabemos que muchos de los factores generales de nes­
go (el tabaco, exceso de grasas en la dieta, un estilo de vida
sedentario, sustancias químicas tóxicas y una predisposición
genética) aumentan la probabilidad de contraer cáncer. Sin
embargo, aún no hemos podido dar con los medios para curarlo
ni con su verdadera causa. Hace más de diez años, John Caims,
de la Universidad de Harvard, señaló la irracionalidad que signi­
ficaba gasear cientos de millones de dólares en quimioterapia
mientras no se hacía prácticamente nada para proteger a la
población de los peligros del tabaco, que por sí solo es responsa­
ble de aproximadamente el 30 por ciento de todas las muertes
por cáncer.
Tenemos los conocimientos. Si sabemos cómo la dieta y el
estilo de vida afectan a la salud, ¿por qué la gente fuma, sigue
dietas deficientes o no se preocupa de su forma física? La res­
puesta es que fumar nos hace sentir bien y que comer es un pla­
cer, mientras que hacer ejercicio exige demasiado trabajo. Al

37. Devra Lee Davis y H a r o ’d P F r e e m a n , «An Oun.ce of P r e v e m io n » ,


Psychology Today, septiembre de 1 9 9 4 .
igual que cualquier otro virus mental (negarse a aceptar la reali­
dad frente a investigaciones científicas taxativas o pensar: «Yo
soy una excepción. Los demás podrán enfermar, pero eso jamás
me sucederá a mí»), estos defectos del pensamiento tienen una
intención positiva.
Para realizar un progreso verdadero en la reducción o elimi­
nación del cáncer, debemos actuar en el nivel de la prevención.
Hay que tener el valor de descubrir y enfrentar todos aquellos
factores que aumentan las probabilidades de contraer estas
enfermedades. Necesitamos programas educativos a gran escala
y métodos eficaces para motivarnos a nosotros mismos y a nues­
tros hijos a desprendernos de los pensamientos distorsionados y
realizar los cambios necesarios, aunque sea contra las objeciones
de los grupos de presión. Necesitamos enseñar y aprender
maneras sanas de sentirse bien y buscar recelas beneficiosas que
colmen nuestra necesidad de consumir alimentos sabrosos.
Aunque su mente era poderosa, Dana no podía evitar del
todo pensar que la enfermedad socavaría su salud. Un año antes
de que le descubrieran el cáncer, Dana había vivido una ruptura
traumática de su relación con un hombre que amaba profunda­
mente. Dejó California y se fue a Florida, donde vivió casi un
año de dolor. F.n algún momento de ese periodo, comenzó el
cáncer. Algunos investigadores sugieren una estrecha relación
entre el comienzo del cáncer y una experiencia emocional
importante uno o dos años antes. En el caso de Dana la predis­
posición genética acechaba como una bomba de relojería, pero
¿acaso fue mera coincidencia que el trauma emocional precedie­
ra inmediatamente al cáncer, o bien fue aquella experiencia lo
que desencadenó la enfermedad?

La recuperación instantánea

Uno de los ejemplos más espectaculares del inconsciente aplica­


do a la curación es la recuperación espontánea (aquellas raras
situaciones en las que e\ cuerpo, sin razón aparente, de pronto se
cura de una enfermedad mortal). Las recuperaciones espontá­
neas han sido documentadas en todo tipo de cánceres y en la
mayoría de otras enfermedades, desde la diabetes a las verrugas.
Sólo unas pocas personas entre los millones de estadounidenses
que contraen cáncer cada año tienen la suerte de experimentar
una recuperación espontánea. En mi vida, he conocido a muchos
de ellos.
Hace cinco años asistí a un seminario de formación de PNL
aplicada a los problemas de la salud y la curación. Casi una ter­
cera parte de los participantes eran médicos. Allí tuve la grata
experiencia de conocer a Robería, la madre de uno de mis for-
madores, que llamaré Jeffrey. Diez años antes de este seminario,
a Roberta le habían diagnosticado un caso terminal de leucemia
y un tumor canceroso. El tratamiento de cualquiera de las dos
enfermedades agravaría los síntomas de la otra, de modo que los
médicos habían dado el caso por perdido. Le dijeron a Roberta
que tenía unos seis meses de vida, asi que el mejor consejo que
podían ofrecerle era que viviera sus últimos seis meses com o
quisiera.
Cuando Roberta le contó a Jeffrey el diagnóstico médico y la
prognosis subsecuente, él había comenzado a estudiar la terapia
de virus mentales, y decidió interrogar detalladamente a su
madre acerca de sus creencias y valores. Antes de que le diag­
nosticaran sus enfermedades. Roberta había sido una especie de
adicta al trabajo, al que dedicaba muchas horas, para luego que­
jarse constantemente de que se «moría por unas vacaciones».
Como podéis imaginar, a Jeffrey le preocupó esta frase y lo que
intentaba decir el inconsciente de su madre. Descubrió que parte
de ella quería que sanara. Otra parte, no obstante, pensaba que
salvarse sería un insulto a su propia madre, a su abuela y a otras
mujeres de la familia que habían muerto de cáncer. Se trataba de
una creencia profundamente inconsciente de la que nunca se
había percatado. Roberta sufría de un virus asesino cuyos princi­
pales componentes eran partes en conflicto (un virus Géminis) y
creencias restrictivas.
Poco tiempo después de este seminario, oí a Deepak Chopra
contar la historia de una joven india en estado terminal de cán­
cer de mama ya convertido en metástasis. Cuando fuü a ver al
224 PARTE II: LOS V IR U S M EN TALES Y LA C U R A C IÓ N

doctor Chopra, recibía quimioterapia, aunque $u estado parecía


irreversible. Como es natural, estaba muy nerviosa y asustada
por su enfermedad y por la prognosis.
La muchacha siguió tratamientos tanto tradicionales como
no tradicionales de curación, y su miedo y sus nervios desapa­
recieron. Además, m ejoró notablem ente su perspectiva de la
situación. Por desgracia, su salud seguía deteriorándose. Un
día, cuand o el d octor Chopra la llamó a su casa para saber
cóm o se sentía, sus padres le dijeron que se había puesto muy
enferma y que estaba en el hospital. Temiendo lo peor, el doc­
tor C hopra fue a verla. La jo v e n tenía una fiebre muy alta y
sus constantes vitales se debilitaban. Sin embargo, al cabo de
un rato, la fiebre disminuyó y se estabilizaron sus constantes
vitales. Poco después de este episodio, le hicieron radiografías
para observar el progreso de sus tumores. Los médicos descu­
brieron con asombro que éstos habían desaparecido por c o m ­
pleto. Éste es un ejemplo más de aquellas raras recuperaciones
espontáneas.
Las fiebres altas justo antes de que se produzca una recupe­
ración no es un fenómeno desconocido. Algunos investigadores
sugieren que el sistema inmunitario de pronto «reconoce» las
células cancerosas como cuerpos extraños. Se activa entonces a
fondo el sistema para producir fiebre alta y destruir de este
modo las células malignas de la misma manera que destruirla las
células del organismo infectadas por un virus.

La curación m ente-cuerpo

Hace cuatro mil años, el Mahabarata, la gran epopeya india, defi­


nió dos tipos de enfermedades: las que afectan al cuerpo y las
que afectan a la mente. Cada una nace de la otra y no pueden
existir la una sin la otra. Las enfermedades del cuerpo nacen de
un pensamiento defectuoso, y las enfermedades de la mente
nacen de los trastornos físicos. Hasta hace muy poco, este tipo
de ideas desataba ruidosas objeciones y un gran escepticismo en
parte de la comunidad médica, que descartaba incluso las recu­
El cáncer 225

peraciones milagrosas del cáncer como errores de diagnóstico.


Sin embargo, el descubrí miento de los neurotransmisores y los
neuropéptidos ha cambiado este panorama.
Los neuropéptidos y neurotransmisores son moléculas men­
sajeras producidas por el cerebro para cada estado emocional
que experimentamos. El cerebro las produce y todas las células
del organismo tienen neurorreceptores para recibirlas. A través
de estos mensajes químicos, nuestro ánimo y nuestras emocio­
nes afectan a nuestros órganos y a nuestros sistemas inmunitario
y endocrino. Cuando nos sentimos fuertes e invencibles, nuestro
cerebro produce una sustancia química similar a la interleuci-
na 2, una de las sustancias más poderosas para destruir células
cancerígenas. Cuando estamos tranquilos y equilibrados, produ­
cimos un tranquilizante similar a\ Valium. Cuando nos sentimos
deprimidos y ansiosos, producimos niveles más altos de cortisol,
sustancia que inhibe el sistema inmunitario. Esta conexión bio­
química entre las em ociones y el funcionamiento del sistema
inmunitario ha abierto el camino a una disciplina llamada psico-
neuroinmunología 0PNI)<
Los pensamientos y los sentimientos están mediatizados por
determinados neuropéptidos y neurotransmisores. Las enferme­
dades estimulan la producción de otras sustancias, y las respues­
tas de la curación podrían producir otras. Las técnicas puramen­
te mentales pueden inducir cambios en la fisiología. Numerosas
investigaciones han demostrado que la meditación trascendental
(MT) es eficaz para disminuir la presión arterial, que puede afec­
tar a las plaquetas de la sangre y a los receptores de norepinefri-
na, y que puede disminuir los niveles de cortisol. Se ha demos­
trado también que los métodos de imaginería mental aumentan
la actividad natural de los linfocitos T para combatir las metásta­
sis del cáncer.
Por lo tanto, si aplicamos la PNI al cáncer, el problema clave
es el siguiente:

• Si determinadas pautas de pensamiento y estados positivos de


conciencia potencian el funcionamiento del sistema inmuni-
tarío, ¿disminuyen éstos la posibilidad de contraer cáncer, o
zzo t'A K lh II: LOS V IR U S M EN T A LES Y LA C U RA C IÓ N

aumentan la posibilidad de una recuperación espontánea si ya


se padece la enfermedad?
• Si ciertos virus mentales y estados negativos inhiben el fun­
cionamiento del sistema inmunitario, ¿aumentan éstos la
posibilidad de contraer cáncer o disminuyen la posibilidad de
recuperarse una vez que se ha contraído la enfermedad?

En busca del virus m ental del cáncer

Heidelberg, Alemania, 1988. Un grupo de distinguidos científi­


cos de Estados Unidos se dan cita en esta ciudad para enfrentar­
se a Ronaid Grosshart-Maticek, un psicólogo relativamente des­
conocido de la antigua Yugoslavia.'•Grosshart-Maticek había
publicado los resultados de las investigaciones más aziiphas y
complejas jamás realizadas sobre la relación entre los modelos
mentales y las enfermedades coronarias o el cáncer. Los resulta­
dos, de confirmarse, podrían ser uno de los descubrimientos
más significativos en la medicina desde la invención de la peni­
cilina. Las investigaciones de Grosshart-Maticek señalan esen­
cialmente el pensamiento defectuoso, es decir, los virus menta­
les, como factor significativo en el desarrollo del cáncer, así
como en el ritmo de progresión de la enfermedad.
A través de estudios a largo plazo que duraron hasta trece
años, Grosshart-Maticek sostiene que ha identificado rasgos de
la personalidad que constituyen el instrumento de predicción
más fiable que conocemos para diagnosticar la posibilidad de
contraer cáncer. Afirma haber llevado a cabo una adecuada asis­
tencia preventiva con personalidades de riesgo que han produci­
do resultados asombrosos, casi demasiado espectaculares para
ser verdad.
La profesión médica y muchos tradicionalistas han reacciona­
do con exclamaciones de protesta y escepticismo, y no han tarda­
do en señalar incoherencias en las cifras y en la metodología Sin
embargo, nadie ha sido capaz de desmentir los resultados de

38. Josfjua Mschnian (eci ), Psvthoío^y '/Wr¡v, chc.embve de 19S8.


El cán cer 22 7

Grosshart-Maticek. Además, Hans Eysenck, uno de los psicólo­


gos más respetados y conocidos en el mundo, ha revisado estos
trabajos y está convencido de que los resultados son correctos.
Ha colaborado con Grosshart-Maticek en el desarrollo y puesta a
punto de una psicoterapia para prevenir la aparición del cáncer,
o para frenar su evolución cuando ya se ha declarado.

Ejercicio 20
¿Es saludable tu pensamiento?

Estas preguntas están basadas en parte en un cuestionario elabo­


rado por Hans Eysenck y Grosshart-Maticek para seleccionar a
las personas y estudiar cómo su manera de pensar y de experi­
mentar emociones puede influir en su salud física Contesta a
estas preguntas diciendo si eí enunciado es cierto o no para ti y
si ocurre rara vez o con frecuencia.

1. ¿Pretieres la soledad a estar con otros?


2. ¿Has notado, a lo largo de ios últimos diez años, que has
hecho cosas en repetidas ocasiones que han tenido conse­
cuencias emocionales negativas para personas importantes
para ti y te has sentido frustrado al intentar, sin éxito, m ejo­
rar tus relaciones con estas personas?
3. Durante los últimos diez años, ¿has experimentado con fre­
cuencia sentimientos de impotencia o ansiedad por la pér­
dida de una persona, o de un empleo, o por la im posibili­
dad de alcanzar objetivos para ti mismo o cum plir con
necesidades em ocionales im portantes com o el amor, el
reconocimiento, la comprensión, los logros o el éxito?
4. ¿Te has sentido solo o emocionalmente aislado durante los
últimos diez años?
5. Cuando piensas en los últimos diez años, ¿has deseado a
menudo estar emocionalmente más cerca de una persona
o personas y, sin embargo, te has sentido trustrado porque
esa persona había muerto, os habíais divorciado o separado,
o 3a persona simplemente no te ha entendido y se !¡a distan­
ciado de fi7
228 ['ARTE II: TOS VIR U S M ENTA LL'S Y i A CURA CIÓ N

6. ¿Sientes miedo y ansiedad regularmente (te sientes amenaza­


do, perseguido o, simplemente, incapaz de lidiar con los pro­
blemas de la vida), o temes enfrentarte a cosas o situaciones
que, en plenitud de recursos, podrías solucionar o evitar?
7. ¿Tienes dificultades para expresar tus emociones, sobre todo
la ira?
8. A lo largo de los últimos diez años, ¿has sido incapaz de m an­
tener un equilibrio constante en tu vida cotidiana, recreándo­
te físicamente con el fin de divertirte, haciendo ejercicio,
practicando el deporte, el sexo o la danza?

Las personas que experimentan con frecuencia las sensacio­


nes o emociones descritas en este ejercicio pueden ser más pro­
pensas a contraer cáncer que un sujeto medio.

Un virus del cáncer

Además del tabaco, la falta de ejercicio, una dieta pobre, una


predisposición genética o las to.xinas del medio ambiente, otro
desencadenante del cáncer puede ser un virus asesino con
los tres componentes: el conllicto interno (un virus Géminis),
creencias restrictivas y desencadenantes discapacitadores. Éstos
generan tres rasgos de personalidad característicos:

• incapacidad para expresar emociones negativas como el


miedo, la ansiedad y, especialmente, la ua, .
• incapacidad para lidiar con el estrés, lo cual genera una ten­
dencia a sentirse impotente, desesperado y deprimido;
• tendencia al aislamiento social y la soledad.

Analicemos más detenidamente estos tres componentes.

El. VI RUS G É M I N I S . Algunos investigadores de PNL que tratan


ampliamente con enfermedades degenerativas crónicas sostie­
nen que un componente emocional clave del cáncer es el c o n ­
flicto interno provocado por un mal manejo de las emociones.
El c á n c e r 229

Desde muy temprano en la vida, la mayoría de las personas


reciben mensajes inequívocos de parte de padres, profesores,
hermanos y amigos que les hacen saber que las emociones nega­
tivas, sobre todo la ira, no están bien. Como resultado, de una u
otra manera se desconectan de ellas. Las emociones negativas, al
igual que cualquier otro aspecto del individuo, tienen una inten­
ción positiva, algún beneficio o utilidad. Perdemos ese beneficio
cuando ahogamos las emociones o distorsionamos su intención
positiva.
Por ejemplo, cuando sentimos miedo y surge la respuesta de
luchar o huir, nos encontramos ante un objetivo evolutivo esen­
cial, a saber, la supervivencia. Por nuestras venas corre la adrena­
lina, el ritmo cardiaco se dispara, aumenta la presión arterial y
se agudiza nuestro sentido de alerta. La mente y el cuerpo se
movilizan para entrar en combate o huir.
Por otro lado, una parte de nosotros comprende que a veces
no es apropiado ni combatir ni huir, puesto que lo que desenca­
dena nuestra respuesta ha sido la crítica del jefe, alguien que se
adelanta en la cola del cine o esa persona que nos ha hecho un
corte de mangas en la autopista. Ahí estamos, echando humo
con la adrenalina que daña nuestras arterias. Como ese pensa­
miento es propenso al cáncer, es probable que ahoguemos estos
sentimientos, sonriamos amablemente y entremos en conflicto
con nosotros mismos. Hl cuerpo experimenta los sentimientos
mientras la mente los niega. Puede que nos sintamos deprimi­
dos porque la gente es mala e injusta con nosotros. El elevado
nivel de corrisol también es perjudicial para las arterias y debili­
ta el sistema inmunitario, y por eso somos menos capaces de
lidiar con las amenazas internas como las células cancerígenas.
Cuando Lynn, una gran amiga mía, tenía dieciocho años,
ingresó en un hospital aquejada de una enfermedad que amena­
zaba su vida. Una enfermera le dijo que si lloraba tendría que
salir al pasillo. Eso significaba desconectarse de los aparatos
que la mantenían viva, así que ella pensó que si lloraba podría
morir. Treinta años más tarde, Lynn aún no es capaz de llorar, y
distorsiona los sentimientos de tristeza que podrían provocarle
llanto y brindarle un alivio emocional.
l 3 \j r.-A K in ii. l u í v j k u í i a l i : > i c.i

Investigaciones recientes realizadas con hombres que sufren


cáncer de pulmón y mujeres con cáncer de mama han confirma­
do esta opinión y han aportado datos esclarecedores sobre la
tendencia de las víctimas de cáncer a ser demasiado pacientes,
poco enérgicas y con dificultades para expresar emociones n e ­
gativas.

LOS DESENCADENANTES DISCAPAGTADORES. El componente


desencadenante del virus puede inducir de forma automática
emociones negativas como impotencia, ansiedad o depresión en
respuesta a circunstancias de estrés. En una investigación reali­
zada en Inglaterra, las mujeres que se habían sometido a cirugía
de cáncer de mama y que posteriormente habían vivido algún
acontecimiento decisivo y de gran tensión como un divorcio,
la pérdida del empleo, la.muerte del cónyuge o una-mudanza
forzada, eran cinco veces más propensas a sufrir una recaída del
cáncer de mama que las pacientes que llevaban una vida más
libre de tensiones.
Un desencadenante también puede ser destructivo cuando
induce emociones negativas que no guardan proporción alguna
con la situación que las genera.

L as c r e e n c i a s r e s t r i c t i v a s . Las creen cias restrictivas s o b re


nosotros mism os y la falta de valor para acercarnos a otros p u e ­
den se r un tactor clave. Estas c o n d u c t a s generan aisla m ie n to
social y soledad.
Una investigación de la Universidad Johns Hopkins distribu­
yó mil hombres en cinco grupos basándose en rasgos de la per­
sonalidad. Las personas que eran más solitarias y poco expresi­
vas em odonalm ente eran dieciséis veces más propensas a
contraer cáncer que el grupo de menor nesgo. El hecho de que
un alto porcentaje de personas casadas en cualquier tramo de
edad sobreviva al cáncer, en comparación con las personas solte­
ras, también apoya la investigación de la Johns Hopkizrs sobre la
soledad.
Las creencias restrictivas acerca de los posibles «beneficios»
de la enfermedad pueden generar conflictos internos. En ei caso
de Roberta, la madre de mi formador jeffrey, una parte de ella se
dedicaba a trabajar en exceso, mientras que la otra se «moría por
unas vacaciones». Cuando aparecieron el cáncer y la leucemia,
una parte de ella quería sanar, pero la otra pane, profundamente
inconsciente, pensaba que salvarse sería un insulto a su madre y
otras mujeres de la familia que habían muerto de cáncer.
-Pero ¿qué pasará con tu hija y la hija de tu hija? ¿Qué pasa­
rá con ellas si esta creencia continúa? -preguntó Jeffrey.
—iAy! -Roberta reaccionó con perplejidad. Su inconsciente
no había llegado tan lejos. Jeffrey la ayudó a cambiar estas y
otras creencias que le impedían sanar.
Las creencias restrictivas relacionadas con la manera en que
visualizamos el proceso de la enfermedad (V ) pueden obstaculi­
zarnos o ayudarnos a sanar. Los partidarios de ia PN1 suelen
cambiar la manera en que una persona visualiza el funciona­
miento interno de su enfermedad como medio de curación. Jef­
frey le pidió a Roberta que penetrara en sí misma y viera m en­
talmente qué sucedía en el interior de su cuerpo.
- E s com o si la maleza invadiera los montes y los campos
-d ijo ella-. La maleza lo invade todo.

La investigación de apoyow

Los estudios a cono plazo que pretenden relacionar la personali­


dad y la propensión al cáncer tienen un defecto esencial. ¿Es la
personalidad la que g e n e r a la e n f e r m e d a d , o la misma personali­
dad es fruto de esa enfermedad, ya sea consolidada, ya a punto
de desarrollarse? Con anterioridad a la investigación de Gross­
hart-Maticek en la antigua Yugoslavia, jamás se había realizado
una investigación tan larga y a una escala tan amplia como para
responder a esta pregunta.

39. Hans J. Eysenck, «Heaiíh’s Charaeier», Psychology Today, diciembre


de 1988. Esta prueba se basa parcialmente en un cuestionario redactado por
Hans Eysenck y publicado en este articulo de Psychology Today. La prueba tam­
bién incorpora resultados de investigaciones más recientes y similares.
232 R O T E 11: LOS V IR U S M EN TA LES Y í A CL’R A C íÓ X

Grosshart-Maucek comenzó sus investigaciones a principios


de los años sesenta con varios estudios a largo plazo, diez años o
más, y miles de individuos seleccionados al azar. Dividió a los
sujetos en cuatro grupos: tipo 1, que, según sospechaba el inves­
tigador, serían propensos al cáncer; tipo 2, que en su opinión
podían ser propensos a sufrir problemas cardiovasculares, y
tipos 3 y 4, personas relativamente saludables desde el punto de
vista emocional. Grosshart-Maticek estableció las categorías
mediante cuestionarios y largas entrevistas. Las preguntas más
importantes tenían que ver con la tendencia a sentimientos de
impotencia y ansiedad, conductas racionales y antisociales, y la
incapacidad de expresar la rabia hacia acontecimientos traumá­
ticos en la vida. Hn el ejercicio 2 0 encontraremos preguntas
similares a un cuestionario publicado por Hans Eysenck, basado
en los trabajos de Grosshart-Maticek.
De las personas del grupo 1 (según Grosshart-Maticek), el
50 por ciento murió de cáncer a lo largo de los aproximadamen­
te diez años que duró la investigación, mientras que el 10 por
ciento murió de otras causas. Hans Eysenck señala que si este
upo de resultados son fiables, desde el punto de vista de la esta­
dística, la personalidad sería un indicador seis veces superior
al tabaquismo a la hora de predecir el cáncer. Sin embargo, no
hay que tomar esto c o m o un pretexto para n o dejar de fumar,
porque casi la tercera parte de todos ios cánceres son provoca­
dos por el tabaco.
Hans Eysenck más tarde colaboró con Grosshart-Maticek
para dar una r e s p u e s ta a una preguma esencial: ¿es posible, que
ias personas propensas a contraer cáncer tengan menos proba­
bilidades de contraerlo si modifican su conducta? Estos dos
investigadores seleccionaron a 100 personas propensas al cán­
cer y las dividieron en dos grupos de 50. Un grupo recibió
treinta horas de terapia individual donde se trataron ios pro­
blemas de insensibilidad, relajación, expresión de las em ocio­
nes, m anejo del estrés y, en términos generales, se practicó el
m odelado de cómo actúan personas emocionaimerue más esta­
bles. En palabras de Eysenck, los resultados fueron asom ­
brosos. Al cabo de trece años, el 9 0 por ciento del grupo de
B Civu~i:r 233

terapia aún estaba vivo, en comparación con el 38 por ciento


de las personas no sometidas a terapia.
El valor de una terapia adecuada puede superar con creces
el tiempo y los costes. Aun así, muchas personas piensan que
treinta horas puede ser excesivo. Grosshart-Maticek y Eysenck
repitieron el experimento utilizando terapia de grupo y sesiones
de asistencia individual más breves. Los resultados volvieron
a demostrar una clara diferencia entre las personas sometidas a
terapia y las que no se habían sometido a ella. Investigaciones
más recientes de la Universidad de Stanford han descubierto
que la terapia puede aumentar el periodo de vida de los pacien­
tes que ya padecen cáncer. Esta conocida investigación de Stan­
ford demostró que el promedio de supervivencia para las muje­
res con cáncer de mama que recibieron terapia de grupo
fue de 35 meses, mientras que sólo fue de 19 meses para el
grupo de control.
Esta investigación sugiere que el pensamiento defectuoso en
forma de virus mentales puede ser tanto o más importante que
los factores de riesgo conocidos y la predisposición genética. Ya
que algunos escépticos todavía cuestionan esia investigación
europea, es indispensable repetir el estudio. Tratándose de una
investigación a tan largo plazo, puede que no obtengamos los
resultados hasta el próximo siglo.

La terapia de virus m entales

La terapia más im portante para com batir el cáncer y otras


enfermedades degenerativas crónicas debe ser la prevención.
Las investigaciones a este respecto son tajantes. Es la manera
de que muchas personas, si no la mayoría, tengan menos p o s i ­
bilidades de contraer una de estas enfermedades o que las evi­
ten del iodo.

Com enzar co n la fisio lo g ía. Siguiendo las directrices habi­


tuales para dejar el i abaco, las siguientes medidas son evidente­
mente sanas: dietas bajas en grasas, abundancia de frutas y ver­
234 PARTE 11. LO S V1RLTS M EN TALES Y LA C U RA CIÓ N

duras, ejercicio, exposición limitada a la luz del sol y a las toxi­


nas del medio ambiente, y exámenes físicos periódicos.
Después, conviene pensar en cultivar una personalidad de
bajo riesgo.

El más importante de
R e s o l v e r l o s y írl's G ém inis t ó x i c o s .
estos virus es no saber manejar las emociones negativas. Una
parte de n o sotros siente claram ente la em oción negativa,
mientras que otra parte intenta ahogar el sentimiento, o negar
la expresión del sentimiento, o incluso negar que albergamos
ese sentim iento. Podem os resolver los con flictos internos
reencuadrando el significado de la emoción, formulando pre­
guntas poteneiadoras acerca de la em oción o resolviendo las
reticencias que nos impiden expresar la em oción. Oculto en
los sentimientos de la emoción hay un mensaje, un beneficio.
Los sentimientos dolorosos son la manera inconsciente de lla­
mar nuestra atención.

Ejercicio 21
Reencuctdrar las emociones negativas.

1. Haz una lista con las emociones negativas que experimentas con
mayor regularidad (rabia, dolor, ansiedad, soledad, etcétera).
2. Imagínate que para cada una de estas emociones, tu incons­
ciente intenta com unicar un significado, te pide que hagas
algo para experimentar esa emoción. En ese caso, ¿qué signi­
ficado tendría para ti? Haz lo mismo pensando en cada emo­
ción negativa.

En su éxito editorial Awa/a’n fhe Slccpíng Giant Wiihin [Despierta


el gigante dormido en tu ¿menor]/'' Tony Robbins proporciona un
conjunto de maneras innovadoras y valiosas para interpretar ciertas
emociones negativas. ¿En qué se parecen a las tuyas?

40. Tony Robbins, Awakcn ihe S lcepm g Giant Wíthuu Simón & Schuster.
Nueva York, 1991. pp. 267 -2 7 5 . Una excelente exposición sobre el valor de las
emociones negativas.
C .I Í Á l t i L t r

Emoción S ignificado

Rabia J ’ú, oirá persona o las circunstancias han vio­


lado tus normas, creencias o reglas acerca de
cómo «deberían ser» las cosas. Recuerda, los d e ­
más y la m anera en qu e ¡as cosas ocurren en el
mundo no siempre funcionan según tus criterios.
Decepción No se ha cumplido una expectativa o un objetivo,
que ya no podrás alcanzar. Es hora de que te replan­
tees tus objetivos o expectativas con flexibilidad.
Miedo Se trata de una señal de precaución, como un
semáforo en ámbar, una señal de que algo está a
punto de suceder. Debes estar ¿ilerta y preparado
para actuar.
Frustración. Un objetivo o una expectativa en el que aún
crees no se ha realizado. £;ia«entra un nuevo
enfoque p a ra conseguirlo, o vuelve a evaluar p ara
comprobar si la expectativa es realista o no.
Culpa y Mas violado tus propias norm as o las de otra
vergüenza persona. Evalúa esas normas para ver si son realis­
tas y potenciadoras, o piensa en la m anera de no
volver a violarlas.
Dolor Alguien ha violado tus reglas o normas y tú relacio­
nas la pérdida con esa violación (pérdida del amor,
eí respeto o el aprecio que te tienen). Lr?ici vez más,
puede que la otra persona no tenga las mismas creen­
cias o normas, y quizá ni siquiera haya pérdida.
Ansiedad Tinentas hacer demasiadas cosas a ia vez. Ha lle­
gado el mom ento de reestablecer prioridades, de
modo que puedas concentrarte en lo más importan­
te p a r a ti. Cam bia la percepción de las cosas p a ra
que puedas avanzar un paso a la vez.

La comprensión de la intención positiva en las emociones


negativas es el primer paso para hacer las paces con ellas. Más
allá de eso, es conveniente evaluar el carácter apropiado de la
emoción en las circunstancias concretas.
236 PARTE II: LO S V IR U S M EN T A LES Y LA C U RA CIÓ N

Solución antivírica número 14


Preguntas potenciadoras para emociones negativas
Cuando surja una emoción negativa, sobre todo si es habitual,
adopta una actitud de curiosidad acerca de ello y formúlate las
siguientes preguntas:

1. «¿Lo que siento es realm ente-------(ira, dolor, tristeza, etc.],


o hay algún otro sentimiento del que sea más importante
cobrar conciencia?» Una pregunta alternativa para ponerte
en contacto con lo que realmente estás viviendo es: «¿Qué es
lo que temo?».
2. «¿Cuál es el mensaje implícito en el sentimiento? ¿Qué quie­
re mi inconsciente para mí cuando me hace vivir este senti­
miento?»
3. «¿Es la intensidad de mis sentimientos realmente adecuada a
la situación?» Si ese conductor que ni siquiera conozco me
ha hecho un corre de mangas en la autopista, puede que no
sea adecuado permitir que la situación desemboque en un
enhentam iento violento. Por otro lado, cuando alguien es
visiblemente maleducado conmigo, tal vez debería permitir­
me sentir y expresar más rabia de la que por lo general estoy
dispuesto a expresar.

Finalm ente, si sueles experimentar emociones negativas y


tienes dificultades para expresarlas, utiliza el Reencuadre de Seis
Puntos (p. 137) para resolver el conflicto interno que subyace
bajo tu manera de expresar tus sentimientos.

P ara df .SACTivar los d e s e n c a d e n a n t e s p e l i g r o s o s . L o verda­


deramente tóxico para maestro organismo es la manera en que
respondemos a situaciones de estrés. Puede que el problema no
sea tanto el momento mismo de tensión, sino la manera en que
le damos sentido, es decir, la respuesta que se desencadena auto­
m áticam ente en nosotros. Hay numerosos libros, seminarios y
El cáncer 237

terapeutas que enseñan, maneras positivas de manejar ei estrés.


El único problema que observo en sus procedimientos es que
tenemos que pensar en ellos. Cuando se produce un momento
de tensión, tenemos que recordar lo que ellos han sugerido. No
siempre es fácil, sobre todo si nos encontramos atrapados en una
situación de tensión o si queremos evitarla.
Una de las técnicas más sencillas en las que no tenemos que
pensar es la meditación. Numerosas investigaciones sobre perso­
nas que practican la meditación trascendental han demostrado
que disminuyen la presión arterial (en los hipertensos), los nive­
les de cortisol, la ansiedad, la hostilidad y la depresión y, a la
vez, aumentan la autoestima y la capacidad para relacionarnos
con otras personas. Estos cambios, que nos alejan del pensa­
miento que propende a la enfermedad, se producen de forma
natural y espontánea.
Además de una reacción al estrés en un estado de ausencia
de recursos, puede que exista un desencadenante peligroso cuan­
do las emociones negativas no guardan proporción con las cir­
cunstancias, y cuando esas circunstancias en particular siempre
producen la misma emoción. Es probable que aquí estemos tra­
tando con un virus desencadenante común. Utiliza la solución
antivírica número 3 (pp. 8 5 -8 6 ) para colapsar el ancla o, incluso
mejor, la solución antivírica número 4 (p. 8 9 ) para invertir el
desencadenante. ¿Qué pasaría si una camarera maleducada desen­
cadena automáticamente en ti un sentido de la compasión porque
tal vez haya tenido un mal día en el trabajo? O imaginemos que
en lugar de sentir rechazo, la crítica de tu amigo desencadena
autom áticam ente en ti un sentido de interés y curiosidad: «Me
pregunto si ésta es mi verdadera manera de actuar» o «¿Cómo
ven las cosas ellos para pensar de esta manera?».
Conviene mencionar que anclar o invertir los desencadenan­
tes no equivale a «ahogar» los sentimientos. Sencillamente esco­
géis una respuesta condicionada diferente a los estímulos que
antes producían efectos negativos. Si hay un sentimiento negati­
vo, lo sabréis porque lo sentiréis en el cuerpo.
Un tercer tipo de desencadenante peligroso es el que produ­
ce sentimientos de impotencia y ansiedad. Si experimentas estos
238 PARTE II: LOS VIRUS M EN T A LES Y LA C U R A C IO N

sentimientos a menudo, sigue las directrices del capítulo 8. Con­


sulta con un m édico para eliminar las posibles causas físicas,
considera las sugerencias para cambiar los criterios en el consu­
mo de grasas y, además, utiliza las sugerencias sobre la Terapia
de Virus Mentales más adecuada.

P ara Los virus restrictivos


superar los virus r e s t r ic t iv o s .
que, al parecer, influyen más en la salud son las creencias que
provocan sentimientos de aislamiento y soledad, así como cre­
encias erróneas acerca del «valor» que puede tener una enferme­
dad y las creencias relacionadas con la manera en que visualiza­
mos ei proceso de la enfermedad.
¿Cuál es, por lo tanto, el mensaje oculto en la soledad? Para
la mayoría de nosotros, significa que tenemos necesidad de
salir y tomar contacto con los demás. Debemos dar prioridad
al tiempo que dedicam os a la familia y los amigos. También
debemos tomarnos el tiempo para prestar ayuda a quienes la
necesiten. No hay mejor manera de recibir amor que dándolo
Sin tener que exagerar, permitamos a nuestros seres queridos
que conozcan nuestros temores, dudas y frustraciones. Las
investigaciones han demostrado que los pacientes de cáncer
que gozan de apoyo social, sobre todo en la modalidad de gru­
pos d e apoyo, tienen n iv e le s más altos d e linfocitos para atacar
las células malignas y mantener a raya la enfermedad. Estas
personas viven hasta dos veces más, como pacientes de cáncer,
que aquellos que no reciben apoyo emocional. Si nos sentimos
incómodos al tomar contacto con los demás, debemos buscar
la intención positiva oculta en la necesidad de aislarse, o bien
pedir ayuda.
En un nivel profundamente inconsciente, una parte de
Roberta creía que el cáncer tenía un valor intrínseco, porque
sanar sería un insulto a su madre, su abuela y otras mujeres de
la familia que habían fallecido de la misma enfermedad. Cuando
Jeffrey la ayudó a cambiar esta creencia, el único elemento que
faltaba era la creencia restrictiva de cómo ella visualizaba la
enfermedad por dentro.
£‘í a i n a v 2.39

Visualizar la respuesta para la curación

Los partidarios de la curación mente-cuerpo suelen recurrir a la


visualización como técnica de curación para una posible remi­
sión del cáncer. Cuando mi amiga Dana participó en un grupo
de apoyo para víctimas del cáncer en la región de Stanford, le
pidieron que visualizara las células del sistema inmunitario en
el campo de batalla bombardeando a las células malignas. Dana
participó en el grupo de apoyo, hizo la visualización y vivió un
año y medio más de lo que los médicos esperaban. Sin em bar­
go, me contó que esa visualización concreta le parecía incóm o­
da y rara. Hn algún nivel, sencillamente no era la más adecuada
para ella.

ADVERTENCIA: La perspectiva de un tratamiento no quirúrgi­


co y no farm acológico para una enferm edad terminal, así como
la posibilidad de una recuperación espontánea, son alternativas
muy atractivas pero potencialmente peligrosas para las víctimas
de cáncer. No se debe renunciar a tratamientos médicos cuando
éstos pueden ayudar, mientras se espera que ocurra un milagro,
pero hay que saber que los milagros sí ocurren. En muchas p er­
sonas, las técnicas mente-cuerpo y los cambios en personali­
dad pueden potenciar la eficacia del tratamiento médico.

Jeffrey abordó con inteligencia la visualización cuando le


pidió a Roberta que penetrara en su interior y observara m en­
talmente qué sucedía en su cuerpo. Cuando ella habló de mon­
tes y campos invadidos por la maleza, él preguntó:
-¿Q ué crees que podría acabar con la maleza?
-N o lo sé. Tal vez podría introducir algunas ovejas -'respon­
dió ella.
-Estupendo. Trae las ovejas y que se pongan a trabajar -a sin ­
tió él. Jeffrey siguió trabajando con ella para que su pensamiento
se volviera más congruente y coherente. Todos los conflictos
internos remanentes y las creencias restrictivas, que Jeffrey pen­
saba que podrían canalizar su condición, también podían b lo ­
quear el inconsciente de Roberta e impedir que ella sanara.
240 PARTE II: LO S VIR U S M EN T A LES Y LA C U R A C IÓ N

Un tiempo después del trabajo que Jeffrey había llevado a


cabo con Robería, ella acudió a la consulta de su médico para
hacerse un análisis de sangre. Las personas con leucemia tienen
una tasa muy alta de glóbulos blancos. Esta vez, el médico,
asombrado, le explicó que su tasa era normal.
—Tiene que haber un error en el análisis -dijo.
-'No, no es eso -le corrígió Roberta-. Son {as ovejas.
-¿¡Qué!?
- S í, se me había olvidado contarle que ahora tengo las ove­
jas. Y apostaría a que si las hago desaparecer la tasa volverá a
subir -d ijo Roberta.
El médico desvió la mirada, pues no podía creer que estuvie­
se escuchando tal desatino.
-S í, quitaré las ovejas y usted podrá hacerme luego otro aná­
lisis 'd i jo ella. Al cabo de un rato, hicieron otro análisis. La tasa
de glóbulos blancos ahora era muy alta, como debe ser en un
caso de leucemia.
-Ya lo ve, se lo había dicho -observó el m édico-. Había un
error en el primer análisis.
-N o , se equivoca. Si vuelvo a traer las ovejas, la tasa volverá
a bajar. Deje que lo haga y luego repila de nuevo el análisis
-pidió Roberta.
El médico parecía contrariado, pero accedió a su estrambóti­
ca petición. Para su asombro, al cabo de un rato, la tasa volvió a
bajar a su n i v e l normal. Roberta repitió varias veces el procedi­
miento y la tasa subía y bajaba según su visualización. Finalmen­
te, el médico rechazó todo aquello diciendo:
-Todo esto no es más que una cuestión mental. -N o se daba
cuenta de lo acertado de sus palabras.
Poco tiempo después, la leucemia de Roberta desapareció
del todo. El médico estaba a la vez asombrado y entusiasmado.
A hora que había desaparecido .la leucemia, podían tratar y ope­
rar el tumor. A esas alturas, Roberta había comenzado a descon­
fiar de la medicina occidental y de los procedimientos quirúrgi­
cos, y decidió consultar con Jeffrey. El le aseguró que la medicina
convencional podía ser útil y muy adecuada para ella ahora,
aunque los médicos antes hubiesen dado su caso por perdido.
E l cáncer 241

Utilizando un modelo lingüístico hipnótico, le preguntó si podía


hablar con su inconsciente. Ella asintió.
-¿Puedes sanar este tumor? -preguntó.
- S í -fu e su respue5ta. Había congruencia entre su tono de
voz y su lenguaje corporal. No había duda.
-¿Cuánto tardaría? -insistió él.
-Diecinueve días. —Una vez más, no había duda alguna en
su voz.
-E n to n ce s, se puede programar la operación de aquí a
veintiún días, pero asegúrate de que antes te hagan una radio­
grafía-sugirió. Ella se mostró de acuerdo y programó la inter­
vención. La noche antes de la operación, las radiografías revela­
ron que el tumor había desaparecido. Cuando la conocí, diez
años más tarde, en el seminario de PNL, Roberta era una de las
personas más vitales y vivaces con que he tratado.
En la «cima» del mundo, otro peregrino hablaba con un
monje y le explicaba los progresos del método de curación
mente-cuerpo y de ciertas recuperaciones de enfermedades
«incurables».
-Ya entiendo —dijo el m onje-. Vuestros pueblos finalmente
empiezan a descubrirlo.
TERCERA PARTE

Los virus mentales


y el trabaj o
11

Cómo acabar con la procrastinación


ahora mismo

. La proe ras li nación es el arte


de mantenernos al día con el ayer.

d o n m a r q u is

Las personas que consiguen importantes logros y los grandes


pensadores jamás procrastinan: ¿verdadero o falso? Cuentan que
en una ocasión Albert Einstein recibió un premio en forma de
un talón bancano por varios miles de dólares, pero que nunca
llegó a cobrarlo. Lo utilizó como marcador de libros y jamás fue
al banco. La institución que lo había galardonado le preguntó
por qué no había cobrado el talón, pero a esas alturas Einstein
ya lo había extraviado.
Einstein despertó mi interés durante mis años en la Facultad
de Física, porqup lo único que teníamos en común era que
ambos procrastinábamos, es decir, dejábamos para «otro día»
muchas tareas. Yo solía dejar los deberes para el último minuto y
me costaba mucho llegar puntualmente a mis citas. Por el con­
trario, Don., uno de mis compañeros, era uno de los más centra­
dos de nuestro programa de postgrado. Cuando le pregunté por
el secreto de su éxito, él me respondió que tenía que ver con la
fuerza de la fricción. No entendí muy bien qué quería decir.
Todos tenemos pequeñas cosas, asuntos de escasa prioridad
que nunca llegamos a resolver. Pero las cosas grandes (las resolu-

245
/no ÍARTE 111- LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

ciones de Año Nuevo, aquel proyecto tan importante o los objeti­


vos a largo plazo) pueden verse frustradas por lo que Tony Rob-
bins ha anatematizado como el «asesino furtivo». La procrasnna-
ción puede llegar a destruir la mayor parle de nuestra fuerza
monvadera en la vida, nuestros sueños y proyectos. La procrasti­
nación se cierne sobre nosotros como un ladrón en la oscuridad y
nos priva de posibilidades, de alternativas y de opciones.
En mi seminario sobre «Potenciación Personal vProfesio-
• y

nal» hemos definido el poder personal de acuerdo con la si­


guiente secuencia:

1. Saber qué queremos, es decir, tener una visión clara de cuáles


son nuestros objetivos.
2. Tener la capacidad de actuar y avanzar hacia la consecución de
nuestro objetivo.
3. Tener (a flexibilidad par a cambiar nuestra acción si lo que hace­
mos no nos lleva en ía dirección que queremos.
4. Tener un indicador, una prueba específica y concreta que nos
permita saber cuándo hemos alcanzado nuestro objetivo.

Cuando tenemos una visión clara de nuestro objetivo, el ele­


mento esencial es el punto 2, la capacidad de actuar. La procrasti­
nación es- precisamente lo contrario, es la capacidad para aceptar
la no acción. Sin ía acción, no sucede nada. Los sueños mueren.

Por qué procrastinam os

La procrastinación es, sencillamente, una alternativa, una elec­


ción, una manera fácil de escapar d e un virus Géminis Cuando
se trata de un proyecto, un objetivo o una tarea, tenemos la posi­
bilidad de realizarlos o no. La procrastinación es el resultado del
conflicto interno: una parte de nosotros quiere emprender la
acción y la otra no lo quiere. Si percibimos que el hecho de aco­
meter ia tarea es más doloroso que no hacerlo, inconscientemen­
te tomamos la decisión de abstenernos, aunque estemos conven­
cidos a nivel consciente de que algún día acometeremos la tarea.
Cdmr> acabar ton ía pocrasrinatiófi ahora mismo 247

Podemos pensar que carecemos del conocimiento para llevarla a


buen término; quizá poner en práctica el proyecto nos quitaría
nuestro tiempo de ocio, o sencillamente no sabemos por dónde
empezar. Puede que tengamos una creencia restrictiva acerca del
valor que Liene llevar a cabo el proyecto (temor al fracaso o
temor al éxito). La perspectiva de trabajar en el proyecto podría
desencadenar sentimientos de ausencia de recursos.

El virus de la procrastinación

El defecto del pensamiento que origina la procrastinación en casi


todos nosotros es una combinación de un desencadenante comple­
jo (una estrategia discapacitadora) y el virus Géminis de las partes
internas en conflicto. Los investigadores en el campo de la PNL han
estudiado a personas que tienen una gran motivación (para alcan­
zar ei éxito) y las han contrastado con otras que tienen una marca­
da tendencia a procrastinar.4! Una de las diferencias más destacadas
reside en las estrategias que los miembros del pnrner grupo utilizan
para motivarse.
Una persona propensa a la procrastinación pasa por una
serie de fases similar a la que vivo yo cuando tengo que. limpiar
el garaje (véase capitulo .1). Por ejemplo, puede que veas que hay
que rellenar los impresos de la declaración de la renta (visual
externo: V'). Luego, es posible que oigas una severa voz interior
que re dice: «Tienes que hacer esto» (auditivo interno: A ). A
continuación, quizás escuches otra voz interior que dice: «¡No
quiero hacerlo!» (auditivo interno: A')- Luego, puede que te ima­
gines todos los pasos y detalles previos con los que debes cum ­
plir hasta terminar la tarea y qué ocurrirá cuando no llegues a
terminarla (visual interno: V'), Finalmente, le sientes fatal y
quizá paralizado (cinestésico interno: C ) ante la perspectiva de
no completar la tarea y, además, por el conflicto interno entre la

4.1. S te v e y C o n n i r a e A n d re a s , 7'Jú’ H e a n o f i h e M t n d . Real P e o p le Press,


M o a b Í U í a h ) , 1 9 8 9 . [H ay tra d . ai c a s t e l l a n o : Eí c o n c ó n <¿c la w c i í c , C u a t r o
Vientos, S an tia g o de Chile. 1 9 9 1 ]
248 PARTE III: LOS V IR U S M EN TALES Y EL TRABAJO

parte autoritaria que dice que tienes que hacerlo y la parte rebel­
de (|ue no quiere hacerlo.
Pon a prueba esta estrategia en el siguiente ejercicio:

Ejercicio 22
Un desencadenante de la procrastinación

1. Piensa en algo que realmente debas hacer, pero que por algu­
na razón lo has estado retrasando.
2. Imagínate una voz interna severa y autoritaria que te dice:
«Tienes que hacerlo. Tienes que terminar».
3. A continuación, imagínate lodos los pequeños y tediosos
detalles de los que tienes que ocuparte para llevarlo a cabo.
Imagínate cómo se verán las cosas si no lo acabas.
4. Fíjate en cómo te sientes.

Cuando pido a los participantes de mis seminarios que


hagan esto, su energía alcanza sus cotas mínimas. Esta estrategia
o desencadenante complejo abre las puertas a las partes en con­
flicto de un virus Géminis. Con sólo pensar en la tarea, afloran
los sentimientos desagradables. La solución inconsciente, por lo
tanto, es no pensar en ello.

Cómo m otivarnos para la acción

Borra mentalmente los pasos del ejercicio anterior e inténtalo


con una estrategia diferente:

Solución antivírica número 15


Estrategia para la acción
1. Piensa en ese mismo proyecto que has aplazado.
2. Imagínate una voz suave, dulce, incluso sexy, que te invita a
acabar la tarea.
Cómo acabar con la procrastinación ahora mismo 249

3. Imagínate qué panorama verás cuando hayas terminado la


tarea. Imagina tus sentimientos en ese momento.
4. Ahora, vuelve a observar có m o te sientes.

La mayoría de las personas observan un cambio espectacular


entre el ejercicio 22 y la solución antivírica número 15. ¿Cuál
es la diferencia? La diferencia está en el contenido de los pasos
de la estrategia y en las diferentes submodalidades.
Puede que las personas que consiguen grandes logros no
escuchen una voz interna. Y si la escuchan, es probable que sea
una voz suave, dulce y alentadora, y posiblemente juguetona y
sexy. Lo que ellos visualizan no es tanto la secuencia de pasos
para ir desde un punto a otro como el aspecto que tendrá la tarea
una vez que esté acabada. Los sentimientos actuarán como moti­
vación.
Hn algunas ocasiones, ante una parte de nosotros que se
oponga con fuerza a que realicemos la tarea, quizá tengamos que
volver al Reencuadre de Seis Puntos (solución antivírica núme­
ro 8, p. 137) para mantener la intención positiva de la parte
objetora.

Imitación de personas que han obtenido grandes logros

Uno de los instrumentos más potentes de la PNL aplicado a la


terapia de virus mentales es el proceso de m o d ela d o , es decir,
hacer uso de las creencias y las estrategias de aquellas personas
que han conseguido grandes logros. Además de la estrategia para
la acción que estudiamos en la sección anterior, las personas que
alcanzan grandes éxitos utilizan otros trps instrumentos:

LiS'iA Díi Escribe una lista de proyectos, tare­


pr o c r a s t in a c ió n .
as y objetivos que hayas aplazado durante un par de meses o
más. Yo he descubierto que si comienzo el día ocupándome de
uno de los temas de mi lista, mi energía aumenta a medida que
disminuye la lista. Es una relación directa.
¿3Ü PAKi'fc 111: LOS V IR U S M ENTALES Y EL TRABAJO

O Casi todos l o s exper­


b j e t i v o s d ia r io s y l ist a d e a c t i v i d a d e s .

tos en la gestión del tiempo coinciden en que escribir y establecer


uncí pnondcid en una lista de objetivos y actividades diarios es un
paso importante hacia el logro de nuestros objetivos, y nos per­
mite aprovechar al máximo las horas del día. La regla número
uno es comenzar con los asuntos más importantes, de modo que
si hay cosas en nuestra lista que no llegamos a hacer, al menos
hemos resuello los problemas más importantes.
Si tienes la tendencia a procrastinar, comienza leyendo la
lista y pregúntate: «¿Cuál es el asunto del que menos quiero ocu­
parme?». Comienza por ese punto. Puede que no sea especial­
mente importante (quizá pedirle perdón a alguien o firmar algún
papel), pero por alguna razón te resistes a hacerlo.
Cuando les pido a los participantes del seminario que hagan
esto con su experiencia, ellos cuentan que se sienten como si les
hubieran quitado un peso de encima. Saben que cualquier cosa
que siga en la lista será más fácil. Sin embargo, conviene que no
se trate de un asunto demasiado complicado o desagradable. Si
es demasiado complicado, intenta dividirlo en tareas más peque­
ñas y comienza el día con una de esas tareas.

. Cuando pregunto: «¿Cómo se sube a la


P o rm e n o r Ila ció n
montaña más alta?», la gente responde intuitivamente: «Paso a
paso», es decir, el principio de la PNL de fragmentar un proble­
ma. Hay proyectos gigantescos de aspecto amenazador que
podemos manejar si los abordamos paso a paso. Si tienes un
proyecto difícil que has ido aplazando, intenta iniciar el proyec­
to dedicándole sólo 40 o 45 m inu tos al día. Al saber que pararás
al cabo de 40 o 45 minutos, es más fácil comenzar. Así es como
empecé a escribir este libro, sólo 45 minutos al día. Cuando el
proyecto adquinó más contenido, me fue más fácil dedicarle más
tiempo. Incluso ahora, en los días de horario más cargado en la
universidad, le dedico 45 minutos por la mañana y otros tantos
por la tarde. Si dedicas un momento a cada componente todos
los días, verás cómo unos se suman a otros rápidamente.
Para los proyectos cuyo comienzo es más difícil, intenta
hacer microparticiones. Para mí, por ejem plo, un proyecto de
Cómo a c a b a r con !c¡ pvoowíincK :<)n ahora m is m o ¿5 I

este tipo seria preparar mí declaración de Va renta. El primer día


no trabajo en los cálculos, pero dedico diez minutos a planificar
la información que necesito y a familiarizarme con el programa
informático que necesito para la declaración. Y si estoy animado
o empiezo a disfrutar, al cabo de diez minutos tengo que parar.
Al día siguiente, tampoco trabajo en los cálculos, pero comienzo
a reunir los impresos y las facturas que necesito para rellenar la
declaración. Una vez más, aunque me entusiasme la tarea, me
detengo al cabo de diez minutos. Pasados un par de días, cuan­
do el proyecto comienza a avanzar, puedo recompensarme dán­
dome unos diez minutos más al día. Finalmente, cuando la acti­
vidad coge vuelo, trabajo en periodos de 45 minutos o más.
¿Habéis observado que cuando trabajamos a toda marcha en
algo que hemos aplazado, una vez que nos empezamos a mover
es mucho más fácil de lo que habíamos esperado? De hecho,
puede que incluso me divierta entendiendo cómo funcionan las
leyes impositivas.
Años después de mi postgrado, entendí qué quería decir
Don cuando hablaba de la fuerza de la fricción. Hay un princi­
pio en tísica que dice: «La fricción estática es mayor que la fric­
ción cinética». Esto significa que es más difícil com enzar a
mover algo que conservar el movimiento una vez que éste ha
comenzado. El éxno de Don se debía a su truco para introducir­
se tranquilamente en todo lo que hacía y empezar a mover las
cosas. Para las tareas y los proyectos que son en verdad impor­
tantes, y en los que sin embargo tenéis una sensación de resis­
tencia o fricción, las estrategias de este capítulo deberían marcar
una diferencia.
Si no son tan importantes, entonces podéis hacer como Em-
stein v dedicar vuestra atención a otras cosas. Cuando la institu­
ción que le había otorgado el premio se puso en contacto con el
físico para saber por qué no habla cobrado el talón, él se percató
de que lo había perdido y preguntó si estarían dispuestos a darle
otro. Poco tiempo después, cuando lo recibió, los volvió a lla­
mar y preguntó: «¿Por qué me habéis enviado esto?».
12

Para superar el temor al fracaso


y el temor al éxito

Tal vez te decepcionas si fracasas,


pero si no lo intentas estás condenado al fracaso.

B evcrly SlLl-S

Parque Natural Boundary Waters («Aguas Fronterizas»), en el


norte de Minnesota, Estados Unidos. Siempre me había pregun­
tado por qué a Minnesota la llamaban «La tierra de los diez mil
lagos». Cuando visité aquella región de bosques, tuve la oportu­
nidad de descubrir por qué. Es una región de cientos de lagos
que se extienden a lo largo de muchos kilómetros, desde el norte
de Minnesota hasta territorio canadiense. La topografía es llana,
con algunos montes suaves, y tiene una mezcla única de bo s­
ques de hoja caduca y de hoja perenne, característico de la fron­
tera del norte.
La mayoría de la gente s a be que los ríos al oeste de la gran
cadena de (as Montañas Rocosas normalmente fluyen hacia e)
océano Pacífico, y que la mayoría de los ríos entre estas monta­
ñas y los Montes Apalaches fluyen hacia el Mississippi. Mis guías
me contaron que esta frontera norte crea una transición similar.
En general, los ríos al sur de aquí fluyen hacia ios bosques sub­
tropicales de hoja caduca, mientras que los ríos al norte fluyen
hacia los bosques de pino y más arriba, hacia el desolado paisaje
de la región polar.

253
234 PARTE III: LOS V IR U S M ENTALES Y EL TRABAJO

Era el mes de agosto y yo estaba allí para asistir a un semina­


rio sobre la naturaleza, como parte de un programa académico.
Hasta entonces, la mayoría de mis experiencias en la montaña
habían sido las excursiones con mochila por la Alta Sierra de
California. Este seminario prometía una aventura totalmente dis­
tinta llamada portaging, es decir, escalar y acampar transportan­
do nuestras canoas. También teníamos que estudiar los textos de
escritores que habían vivido en la naturaleza, visitar a un pione­
ro de verdad que vivía en lo más profundo del bosque y, final­
mente, conocer el secreto fundamental para superar el bloqueo
del escritor.
Una de las primeras cosas que aprendí, allí fue lo caros
que pueden ser los errores y los fracasos. Cuando uno tiene que
transportar la canoa de un lado a otro, es esencial reconocer el
lugar por el que se sale de un lago y el lugar por el que se entra
en el siguiente. Al cabo de unas horas, todos los lagos son igua­
les. Si se comete el error de no prestar atención y no observar los
sutiles detalles deí terreno, es fácil perderse. A diferencia de la
Alta Sierra, uno no se puede subir a lo alto de un monte, obser­
var el terreno desde lo alto y saber dónde se encuentra. Aquí, el
éxito significa sobrevivir. El fracaso signüica lo contrario. En este
sentido, la naturaleza puede ser implacable.
Una noche, mientras estábamos sentados en torno a la
hoguera, Bob, uno de los compañeros de viaje, sacó una guitarra
y empezó a tocar. El instrumento no estaba afinado y Bob era
sólo un principiante. Sus intentos para afinarlo empeoraron el
sonido, hasta que comenzaron a aullar los lobos del bosque. Yo,
preocupado por nuestra segundad, cogí la guitarra y la afiné en
unos minutos. Bob me preguntó cómo podía encontrar el tono
tan fácilmente. Recordé los momentos en que mi primer profe­
sor de música nos explicó cóm o se afinaban los instrumentos.
Según él, la técnica se basa en cometer errores y en la tísica. A
menos que comencemos fallando en el intento de afinar las cuer­
das, puede ser muy difícil lograrlo. Mi profesor decía que a veces
el tracaso puede ser valioso. A algunas de las personas más famo­
sas y que han logrado los mayores éxitos se les paga porque la
mayoría
✓ de las veces fracasan.
Para superar d temor <nl frataso y e i icr mn cu u u u fe ~S ,/

Me preguntaba entonces cómo se distorsiona nuestro pensa­


miento, de modo que a la mayoría el temor nos incapacita para
intentar nuevas cosas, seguir nuevas direcciones en la vida,
correr riesgos. Cuando intentamos mejorar con programas de
desarrollo personal, ¿por qué están casi siempre condenados al
fracaso? ¿Cómo podemos aprender a fracasar con éxito, a utili­
zar el fracaso como un resorte para el éxito? ¿Y cómo podemos
aprender a reconocer nuestro propio éxito y adecuar nuestras
normas internas de modo que nos resulte fácil tener éxito y difí­
cil fracasar?

Por qué fracasan la m ayoría de program as


de desarrollo personal

Recuerda la definición de poder personal desarrollada en el últi­


mo capítulo:

1. Saber qué querem os, es decir, tener una visión clara de nues­
tros objetivos. '
2. Tener la capacidad de actuar y avanzar hacia el logro de nues­
tro objetivo.
3. Tener la flexibilidad para cam biar nuestra acción si lo que hace­
mos no nos lleva por donde queremos.
4. Tener un indicador, una prueba específica y concreta que nos
permita saber con certeza cuándo hemos alcanzado el objeti­
vo deseado.

Una parte del paso 2, a saber, la capacidad de actuar, implica


la capacidad de superar la procrastinación utilizando las suge­
rencias del capítulo anterior. Además de la procrastinación, ¿qué
otra cosa nos impide actuar para lograr nuestros objetivos y pro­
yectos en la vida? En m: seminario de potenciación personal y
profesional, he identificado cuatro razones por las que la mayo­
ría de los esfuerzos de desarrollo personal están condenados al
fracaso.
256 PARTE 11í : LOS Vi RUS MENTALES Y EL TRABAJO

L.OS OBSíÁí-ULOS F.XTLRNOS. Entre éstos, se incluye dar prioridad


al tiempo necesario, contar con el dinero preciso, tener una edu­
cación o formación adecuada y contar con apoyo social. A pesar
de que los obstáculos externos pueden ser enormes, es probable
que sean los más fáciles de tratar. La mayoría pueden ser supera­
dos fragmentando el obstáculo en elementos más pequeños y
manejables. Mi ex mujer quiere hacer un doctorado pero carece
del tiempo y el dinero para matricularse a jornada completa, así
que sólo sigue una o dos asignaturas cada semestre. Puede que
tarde diez o quince años en acabar, pero, a la larga, conseguirá
su doctorado.

LOS OBSTÁCULOS INTERNOS. Éstos incluyen el temor al fracaso,


al éxko, al rechazo y a otras parces de nosotros (virus Géminis)
que crean conflicto interno y resistencia. Una parte de nosotros
quiere tener éxito, en tanto que otra parte o partes se oponen.
Los libros y los seminarios de desarrollo personal no proporcio­
nan medios para abordar el problema de estas partes objetoras.
Y si experimentamos un conflicto entre lo que queremos ha­
cer conscientemente y la resistencia inconsciente, sabemos
por una larga vida de experiencias que la que gana es la resisten­
cia inconsciente.
Desde el punto de vista de la Terapia de Virus Mentales, la
solución consiste simplemente en integrar la intención positiva
de ia resistencia mediante el Reencuadre de Seis Puntos o com ­
presión visual (solución antivírica número 8 o número 9, en el
capítulo 5, pp. 137 y 142). F.ste funciona para la mayoría de las
resistencias internas, salvo para el temor al fracaso. Este temor
puede desencadenar una respuesta de luchar o huir, y requiere
un enfoque especial que analizaremos más adelante.

L a PtiRCLPCIÓX DE FRACASOS Y RLVFSLS EN NUESTRO CAVí/NO.


Cuando aprendemos a tocar un nuevo instrumento musical,
cuando cambiamos un hábito autodestructivo o damos un nuevo
giro a nuestra profesión, estamos destinados a cometer algunos
errores y a sufrir reveses o fracasos por el camino. Por lo general,
los programas de desarrollo personal no nos proporcionan una
Para superar el /fino?' ai fracaso y el temor a! éxito 257

manera de lidiar con los obstáculos que surgen en el camino. Ana­


lizaremos brevemente algunas sugerencias que nos permitirán
convertir el fracaso en una respuesta (Jcedback) que nos sea útil.

El obstáculo más ignora­


E x p e cta tiv a s f r e n te a re n d im ie n to .
do en el desarrollo personal, y quizás el más interesante, tiene
que ver con las curvas de aprendizaje. Cuando aprendemos una
nueva habilidad, o ensayamos un nuevo com portamiento, el
rendimiento en relación, al tiempo no mejora a lo largo de una
línea recta. Es más probable que adquiramos el dominio necesa­
rio a lo largo de una curva de aprendizaje como en la ilustración
siguiente:

Como podéis ver, el rendimiento sube y luego se estabiliza,


o incluso disminuye levemente, conform e se integra la nueva
destreza. Esto da lugar a un nuevo ciclo. La ilustración de la
página 2 5 8 ilustra las llamadas curvas de Bandura,1* donde se
compara la expectativa con el rendimiento real para un ciclo de
aprendizaje.
La curva superior son las expectativas, y la inferior es el ren­
dimiento rea). En el punto 1, el rendimiento y las expectativas

42. Roberi Dilts y Todd Epsiein, \TLP Pracíi[í\?r<er Certification Training,


junio-julio d e 1 1.
z.-?» PARI E III: LOS VIR U S M EN TALES V E L TRABAJO

aumentan con el entusiasmo inicial. En el pumo 2, el rendimien-


1 0 tiende a estabilizarse, mientras que las expectativas siguen
aumentando. En el punto 3, las expectativas se estabilizan y el
rendimiento disminuye ligeramente. El punto 3 es fundamental
porque aquí se produce la mayor brecha entre las expectativas y
e! rendimiento. Es el punto en el que la mayoría de las personas
.se desalienta y suele abandonar. Si la persona cuenta con un
seguimiento o apoyo, o simplemente descubre una manera de
continuar, entonces en el punto 4 ambas curvas siguen la ten­
dencia ascendente hacia el próximo ciclo, o bien la persona
abandona y la curva desciende.
Ésta es la razón por la que suelo animar a los participantes
del seminario a seguir reuniéndose como grupo o con alguno
de los compañeros participantes. Las habilidades para aplicar
las soluciones antivíricas presentadas en este libro y llevar a
cabo ios ejercicios son precisamente eso, habilidades. La mane­
ra de dominarlas no consiste únicamente en leerlas y compren­
der su funcionamiento, sino en practicarlas una y otra vez. Esto
suele ser más fácil si trabajam os con otra persona. Además,
siempre que alguien que desea integrar un cambio primordial
en su vida llega al punto 3 de la curva de Bandura, contará con
el apoyo de un compañero de ayuda o de un grupo de co n ti­
nuidad.
P a r a s u p e r a r el te m o r a l j r a c a s o v ci (¿.mor tu t-juu/ d- / .f

El virus del tem or al fracaso

Vanos psicólogos de renombre sostienen que sólo existen dos emo­


ciones: eí amor y el temor. Afirman que el temor es simplemente la
ausencia de amor y que. en sí mismo, es una emoción «inútil».
Puede que en esto haya algo de verdad, pero también es verdad que
existen otras emociones y que cada una tiene unos neurotransmiso­
res únicos, como una «huella digital» de ese estado. Además, el
temor, al igual que otras emociones negativas, tiene una intención
positiva y un mensa]e. La intención positiva es sobrevivir y eí men­
saje es: «Hay que estar preparados, en el plano mental y físico, para
actuar enérgicamente si es necesario».
Los virus desencadenantes se producen cuando el temor se
ha anclado erróneamente a algo que no tendríamos por qué
temer, como asistir a clases de danza, acercarnos a una persona
atractiva o apuntarnos a un curso de lengua extranjera. A menu­
do, el temor está relacionado con el temor a ser rechazados, ya
sea por parte de ios demás o, peor aún, por nosotros mismos.
Pero nuestra supervivencia no corre peligro por el hecho de tener
«dos pies izquierdos» cuando bailamos, o cuando nos rechaza
aquella persona atractiva o cuando nos confundimos con la gra­
mática del alemán. Sin embargo, nuestra fisiología reacciona
como sí nuestra supervivencia dependiera de estas cosas. El
temor se convierte en pruebas falsas que parecen reales/' Perde­
mos por partida doble, porque no obtenemos ni los beneficios
ni la diversión de aprender a bailar, de entablar una nueva rela­
ción o de dominar una nueva lengua. \\ además, porque recibi­
mos todo el dolor emocional del fracaso y el rechazo como si lo
que más temiésemos ya hubiera sucedido. Cada vez que pensa­
mos en ello, experimentamos los estados negativos. Hay un pro­
verbio que ilustra este punto, y que dice que los cobardes m u e­
ren mil veces, y los valientes, sólo una.
El virus desencadenante que vincula el temor con el hecho
de que las cosas no salgan como nosotros quisiéramos (es decir,

F.n inglés, estas cuatro palabras forman la sigla PEAR («temor»); false
íívidence that Appe.irs Real. (S. dei T.>
260 PARTI! 111: LOS VIRUS M ENTALES Y EL TRABAJO

posibles errores y fracasos por el camino) nos impide intentar


cosas nuevas, seguir nuevos caminos en la vida, experimentar
nuevas aventuras. Al contrano, muchos nos vemos condenados
a la misma rutina y sólo hacemos aquellas cosas con las que nos
sentimos cómodos, si bien estamos atrapados en la rutina. Hay
un antiguo refrán que se ha vueJio muy popular:

«Pregúntate qué harías si supieras que no puedes fracasar».

Piensa en ello. ¿Qué harías íú? ¿Qué cosas nuevas intenta­


rías? ¿Qué nuevos caminos seguirías en la vida si el fracaso deja­
ra de existir como posibilidad para ti? Hay un corolario de la
PNL que puede reconfortarnos:

«El fracaso no existe. Sólo hay respuestas (feedback)>>.

Thomas Edison creía en este principio. Según se cuenta,


antes de fabricar su primera bombilla, Edison realizó varios
miles de intentos fallidos. ¿Cuántos de nosotros somos capaces
de hacer algo miles de veces, fracasar miles de veces y seguir
adelante, sin tener la certeza de que io que intentamos, a la larga,
funcionará? Ni siquiera Edison estaba seguro de que algún día
produciría una bombilla que funcionara. Cuando lo consiguió,
alguien le preguntó acerca de esto. Él dijo que nunca había pen­
sado que los primeros miles de intentos fueran fracasos. En cada
ocasión, Edison aprendía algo. Aprendía cómo no fabricar una
bombilla y, por lo tanto, aprendía algo útil.
En algún momento entre la temprana infancia y nuestros
años escolares, la mayoría de las personas aprende algunas aso­
ciaciones muy desagradables con el hecho de cometer errores y
recibir críticas. Los profesores, padres, hermanos y amigos nos
transmiten mensajes inequívocos de que no es correcto cometer
errores. Nos ayudan sin darse cuenta a anclar un sentimiento de
vergüenza, humillación o culpa cuando lo que intentamos no
funciona la primera vez.
En mis seminarios de Potenciación del Aprendizaje (Power-
learning®), uno de los principios más importantes consiste en
Para superar el temor ci! fracaso y el temor al éxito 261

crear una atmósfera que tenga algo de infantil. Les pregunto a


los participantes por qué querríamos una situación de este tipo.
Ellos no tardan en recordar que cuando éramos pequeños, antes
de que tuviésemos asociaciones negativas con el fracaso, estába­
mos abiertos al aprendizaje, especialmente a la adquisición de la
lengua. Fl doctor Lin Doherty, ex catedrático de la Universidad
de Massachusetts, enseñaba alemán utilizando principios que yo
enseño en mi seminario, uno de los cuales consiste en crear un
ambiente lúdico e infantil en el que está permitido cometer erro­
res. Con estos métodos, sus alumnos eran capaces de realizar
dos cursos de nivel universitario en un trimestre. De hecho, al
final del trimestre, los alumnos montaban una obra en alemán,
algo que probablemente no eran capaces de hacer los alumnos
que se licenciaban después de cuatro años de estudios.
Ahora bien, conviene comprender que existen momentos en
que es fundamental que la persona que aprende sepa distinguir
claramente cuándo los errores no están permitidos (en la cirugía
del cerebro, por ejemplo, o en los enfrentamientos militares).
Sin embargo, el hecho de tener poderosos desencadenantes
negativos asociados con el hecho de no recordar quién fue el
quinto presidente de Estados Unidos o no saber cómo se escribe
«jengibre», o tener algún problema de coordinación en el patio
del colegio, son desencadenantes que pueden discapacitarnos de
por vida para aprender algo.

Aprender a fracasar con éxito

Cuando las cosas no funcionan de la manera que nos gustaría, el


consejo que dan casi todas las tradiciones espirituales consiste
en mirar el lado bueno de las cosas, en ver lo bueno que hay en
todo lo que sucede y encontrar algo positivo. Las personas como
mi amiga Dana, que poseía esta habilidad de fonna natural, son
una fuente de inspiración. Son como imanes, los demás se sien­
ten atraídas por ellas. Desgraciadamente, nadie nos dice cómo
ver lo bueno que hay en lo que sucede. Cuando estamos irrita­
dos, ni siquiera nos interesa entender las cosas de esa manera.
262 PARTE III: LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

En india se cuenta la historia de un viejo sabio de la Anti­


güedad que había llegado a dominar esta capacidad. Un vecino,
escéptico, buscó al sabio para ponerlo a prueba. Ambos viajaron
de pueblo en pueblo, observando a las víctimas de crímenes, a
mendigos sin hogar, a los pobres que soportaban impuestos
injustos. Pero el sabio siempre encontraba algo positivo en cada
situación. Al final, encontraron un tigre muerto que llevaba
varios días descomponiéndose. La imagen y el olor eran tan
desagradables que el sabio se quedó mudo y el vecino llegó a la
conclusión de que había encontrado la horma de su zapato.
Quizá no todas las cosas tuvieran cualidades redentoras. Sin
embargo, los errores, los fracasos y las críticas constituyen
hechos que podemos aprender a manejar con plenitud de recur­
sos. Podemos aprender a fracasar con éxito y a utilizar el fracaso
como resorte para el éxito.
¿Habéis tenido alguna experiencia en la vida en que sucedía
algo decepcionante (un gran error, un revés, un fracaso) y, sin
embargo, estabais en un estado de plenitud de recursos para
manejar la situación? Cuando recordáis lo sucedido, sabéis que
hicisteis ,1o correcto. Si podéis pensar aunque no sea más que en
una experiencia de este tipo, vuestro inconsciente ya sabe cómo
fracasar con éxito. El truco consiste en descubrir cómo lo conse­
guisteis, es decir, cuál era en ese momento vuestra estrategia
inconsciente.

Solución antivírica número 16


Para descubrir cómo fracasar con éxito
"Recuerda un momento concreto en que hayas experimentado lo
que parecía un gran fracaso o revés y en el que estabas, sin
embargo, en plenitud de recursos para m anejar la situación.
Como de costumbre, comienza con la fisiología Al volver a esa
situación como si estuviese ocurriendo ahora, ¿cómo sientes el
cuerpo? ¿Qué sensaciones notas en tus músculos faciales?
¿Cómo es tu postura y tu respiración?
Para superar d temor aljrcicasoy el remar ai cailu Í-V u *

Para descifrar la estrategia, conecta con todos los sentimien­


tos, imágenes y sonidos de esa experiencia concreta. Es funda­
mental estar en contacto con esa experiencia como si estuviera
sucediendo ahora.

1. Al volver a la experiencia de sentirte en plenitud de recursos,


piensa en la primera cosa que debe suceder para desencade­
nar como respuesta un estado de plenitud de recursos frente
al fracaso aparente. ¿Es algo que ves (visual externo-Vc), algo
que oyes (auditivo externo-A*) o algo que tocas (cinestésico
externo-O')? Anota este primer paso que desencadena tu ple­
nitud de recursos.
2. A continuación, fíjate en lo que sucede en tu i n t e r i o r cuando
veas, oigas o toques aquello que generaba tu respuesta de
plenitud de recursos. ¿Visualizas algo en tu interior, escuchas
alguna palabra o diálogo interior o tienes alguna sensación
interna (V, A , C)? Cuando hayas tomado conciencia de este
paso, anótalo.
3. Después de ver, oír o sentir algo en tu interior, ¿es necesario
que suceda algo interna o externamente para que te sientas
en un estado de plenitud de recursos? Anota ese paso. Conti­
núa el proceso hasta que te parezca completo. Una estrategia
convencional puede incluir entre dos y cinco pasos.
4. Después de anotar cada paso, evoca otro m om ento en que
estuvieras en plenitud de recursos frente a un fracaso aparen­
te. Ponte en esa situación como si estuviera ocurriendo ahora
y observa si la experiencia sigue la misma secuencia de pasos.
Esto te permitirá mejorar tu estrategia.
5. A menudo sucede que el primer paso de tu estrategia es tu
modalidad dominante (Y, A o C), aunque es probable que
este paso cambie de una situación a otra. El último paso en
tu estrategia es un estado cinestésico interno de sentirse
en plenitud de recursos. Fíjate detenidamente en las sensa­
ciones de tu cuerpo.
6. Cuando estés enteramente convencido de que tienes la
secuencia correcta de pasos, anótalos. Es tu receta para fraca­
sar con éxito.
264 PARI'ti III. LOS VIRUS MENTALES V HL IRA BAJO

7. Para mejorar tu estrategia, comprueba las submodalidades de


los pasos internos.

Lina vez definida tu estrategia, llévala contigo o déjala en


algún lugar donde puedas verla todos los días. Es tu receta para
recuperarte cuando las cosas no funcionen como tú deseas, tu
manera de ver el lado bueno de las cosas.
Además de disponer de tu estrategia, formularte ciertas pre­
guntas potenciadoras acerca de la situación te ayudará a trans­
formar la manera en que das sentido a las cosas y a reencuadrar
tu punto de vista. He aquí algunas posibilidades:

• ¿Qué podría haber de positivo en lo que ha sucedido si yo


estuviera dispuesto a verlo de esa manera?
• ¿Qué he aprendido de esto, o qué podría aprender si quisiera?
• ¿Cómo puede este error o reves ayudarme a conseguir lo más
importante para mí en la vida, si estuviera dispuesto a adop­
tar esa perspectiva?
• ¿Qué estoy dispuesto a hacer para superar esta situación y
seguir adelante?

Tony Robbins suele utilizar la metáfora del fútbol: aunque


las cosas no funcionen, al menos hemos hecho una jugada.
Mientras sigamos moviendo la pelota, seguimos en el juego.
Deepak Chopra dice que cuando parece que las cosas no funcio­
nan como él quisiera, confía en que sucedan como debieran
suceder, en que los acontecimientos forman parte de un cuadro
más grande que él aún es incapaz de ver. Observa el cambio en
las submodalidades. Está mirando el cuadro desde demasiado
cerca. Más tarde, podrá tomar distancias y ver el conjunto.
La habilidad de fracasar con éxito constituye un instrumento
poderoso para la segunda cualidad del poder personal: la capa­
cidad para actuar. Podemos seguir moviendo la pelota aunque
no marquemos. Sin embargo, hay que templar esta cualidad con
la tercera: tener la flexibilidad para cambiar la manera de actuar si
lo que estamos haciendo no nos lleva hacia donde queremos. Se trata
Pura s u p e r a r vi t e m o r al f r a c a s o y el a m o r al éxito 265

de afinar el fino arte de fracasar con éxito. Edison no pretendía


fabricar una bombilla haciendo exactamente lo mismo una y
otra vez, miles de veces. Con cada intento, observaba atenta­
mente qué funcionaba y qué no funcionaba. A partir de esas
observaciones, modificaba su enfoque.
Cuando el vecino escéptico y el sabio encontraron el tigre en
descomposición, con aquel olor putrefacto, se retiraron a una
distancia segura y eí sabio se dirigió al otro:
-¿Has visto cuán blancos y brillantes eran sus dientes7 -p r e ­
guntó, con una sonrisa en los labios.

Curación rápida de la fobia de antiguos fracasos

El vinculo emocional entre los fracasos del pasado y los senti­


mientos díscapacitadores puede ser tan poderoso que es casi
como una fobia. Cada vez que pensamos en acercarnos a esa
persona atractiva o dedicarnos a ese nuevo deporté, o hacer un
curso de contabilidad, ios sentimientos desencadenados de
rechazo, humillación o baja autoestima pueden literalmente
paralizarnos e incapacitarnos para actuar. He aquí un proceso
rápido que puedes practicar en unos diez a quince minutos. Te
permitirá mitigar las emociones de los íracasos del pasado y
te ofrecerá una página en limpio para seguir adelante.

Solución antivírica número 17


Curación rápida de la fobia de antiguos fracasos
Escoge un contexto en el que hayas sufrido varios fracasos (soli­
citudes de empleo, la asignatura de cálculo, flirtear con personas
atractivas), un ámbito en el que te gustaría hacer borrón y cuen­
ta nueva.

1. Recuerda un momento concreto en que has sufrido un gran


fracaso en este contexto, tal vez un momento que no te gus-
266 PARTE III: LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

tana recordar o del que no te gustaría hablar. Ames de seguir,


pide a tu inconsciente que conserve todo lo que has aprendi­
do de estos reveses, de modo que no tengas que cometer los
mismos errores en el futuro.
2. Imagínate una placá protectora de plexiglás que se desliza
frente a ti para protegerte de lo que pueda haber al otro lado.
3. A continuación, imagínate frente a la placa de plexiglás,
observando o recordando una película en blanco y negro de
los acontecim ientos que rodearon ese fracaso. Asegúrate
de que tú y la película estáis al otro lado del plexiglás.
4. Ahora, quita la placa de plexiglás e imagínate o b s e r v a n d o lo
que sucedió, en color, tal como lo viste, sólo que acelera un
poco la película y mírala en sentido inverso. Comienza por el
final y avanza rápidamente hacia el principio. Cuando hayas
acabado, vuelve a colocar la placa de plexiglás.
5. Repite los pasos 2 y 3, pero esta vez proyecta la película aún
más rápido, hacia delante y hacia atrás. Haz esto dos o tres
veces, aumentando un poco la velocidad cada vez.
6. Comprueba tu reacción frente al recuerdo pensando en él. Si
tus sentimientos se han aclarado, deberías experimentar indi­
ferencia, incluso sentirte de buen humor ante las imágenes
mezcladas que van y vienen. Si aún tienes algún sentimiento
residual acerca de lo que ha sucedido, repite e! proceso.
7. Escoge dos o tres recuerdos en el mismo contexto con el que
estás trabajando y procede desde los pasos 1 al 5 para cada
uno de ellos.
8. Finalmente, pídele a tu inconsciente que reúna todos los
recuerdos marcados emocionalmenre en el contexto en que
estás trabajando, que ponga esos recuerdos en blanco y negro
y aléjalos de ti. Con la placa de plexiglás frente a ti, comienza
otra vez por el principio y observa la manera en que asistes a
la proyección en cámara rápida de la película de todos estos
recuerdos.
9. Entonces, retira el plexiglás y proyecta rápidamente la pelí­
cula de este montaje hacia atrás.
Para superar el temor al fracaso v ei temor ai c\:to V/ I

Un enfoque alternativo a este proceso consiste en aplicar la


solución antivírica número 13, la Confusión del Movimiento
Ocular (p. 204), mientras piensas en cada uno de los recuerdos
cargados en el ámbito que has escogido y luego en todos juntos.
Algunas personas responden más fácilmente a un proceso que a
otro. Para las personas que creen que carecen de dotes visuales,
la Confusión del Movimiento Ocular puede facilitar el proceso.

El tem or al éxito: el virus term ostato

¿Cómo es posible que algunas de las cosas que más deseamos en


la vida, como una profesión gratificante, la independencia eco­
nómica y una estrecha e íntima relación amorosa, sean a la vez
las cosas que más tememos poseer? Para muchas personas, el
temor al éxito infecta su motivación tamo o más poderosamente
que el temor al fracaso.
El temor al éxito es como un termostato. Muchas personas
se han adaptado a un cierto nivel mínimo de éxito, una cierta
zona de comodidad. Si superamos ese nivel, un defecto del pen­
samiento, un virus (t’rmosrafí?, nos inhibe de la misma manera
que un termostato eléctrico regula la calefacción en nuestros
hogares. El modelo presentado en la página 69 del capítulo 3
ilustra cómo funciona el virus termostato. Si no hemos progresa­
do hacia una cierta visión o meta, se debe a uno de los factores
siguientes:

• Sentimos algo positivo en no alcanzar nuestro objetivo.


• Percibimos algo negativo en el proceso de lograr nuestro ob­
jetivo.
• Sentimos algo negativo en obtener resultados, es decir, temor
al éxito.

El temor inconsciente al éxito puede ser un desencadenante.


Quizás en alguna ocasión habéis tenido un gran empleo que os
parecía especialmente gratificante, con el que os sentíais realiza­
dos, y de pronto os despidieron y os sentisteis destrozados por
268 PARTE Iíí: LOS VIRUS MENTALES y EL TRABAJO

esta pérdida. Sin qiie nos diéramos cuenta, los sentimientos de


satisfacción en el trabajo se anclaron en el temor de la pérdida.
En el futuro, si un empleo empieza a ser demasiado gratificante,
de pronto sentiréis miedo o empezaréis a tener una profunda
sensación de pérdida. Esto puede llevar a sabotear vuestra carre­
ra profesional.
El temor al éxito también puede conllevar creencias restricti­
vas. Esto sucede sobre todo con el hecho de poseer mucho dine­
ro. Pensemos en las creencias con que muchos hemos crecido:

• El dinero es la semilla de todo mal.


• Es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos que
un camello pase por el ojo de una aguja.
• No se puede comprar la felicidad.
• El dinero no solucionará tus problemas.

Cualquiera que sea la razón del temor al éxito, su resultado


son las partes en conflicto de un virus Géminis. Una parte añora,
al hombre o la mujer de nuestros sueños, y otra se muere de
miedo ante esa perspectiva, debido a un desencadenante o a la
ambivalencia causada por creencias restrictivas. Nos centrare­
mos en estos viras termostato íntimos en el próximo capítulo.
Cuando hay un desencadenante, la Terapia de Virus Menta­
les contra el temor al éxito utiliza la solución antivírica número
1 (p. 79), 3 (p. 85) o 4 (p. 89). También podéis abordar el temor
al éxito a partir de Jas creencias restrictivas con las soluciones
antivíricas números 6 (p. 114) o 7 (p. 121). Además, el Reen­
cuadre de Seis Puntos (p. 137) es una manera de resolver el con ­
flicto interno entre desear el éxito y no desearlo.
Además del temor al éxito, hay otros problemas importantes
que nos mantienen alejados del éx'úo.

La experiencia del éxito

La cuarta característica del poder personal es tener un indicador


(una prueba específica y concreta que nos permite saber cuándo
Para superar d unnor al fracaso y e¡ temor al éxito 269

hemos alcanzado nuestro objetivo). Muchas personas, entre ellas


estrellas de eme, ejecutivos de empresa, líderes políticos, figuras
del deporte e incluso líderes religiosos, personas que todo el
mundo ve como extraordinariamente triunfadoras, no se ven a sí
mismas de esa manera. Lo más probable es que nunca hayan
tenido indicadores. Están tan preocupadas por alcanzar sus
metas, por proyectos siempre lejos de su alcance, que no son
capaces de reconocer cuándo han alcanzado sus objetivos ni de
verse a sí mismas como personas de éxito.
En uno de mis primeros empleos después de la universi­
dad, com o ingeniero en una empresa de hornos microondas,
mi jefe, un viejo ingeniero, tenía un estilo de gestión bastante
extraño. Cada vez que yo cometía un error, o hacía algo de
manera diferente a com o él lo habría hecho, me daba el ser­
món. Cuando hacía algo bien o trabajaba horas extraordinarias,
nunca me hacía com entario alguno. Sin un reconocimiento y
una reacción (feedback) positiva, el éxito era casi imposible.
Intentar tener éxito era como intentar llenar un pozo sin fondo.
¿Cuántas personas tienen jefes como éste en su propia cabeza?

Ejercicio 23
Tus regías internas p ara el éxito

1. Pregúntate: «¿Qué ámbito de mi vida (la profesión, el desa­


rrollo personal, la lamilla, las relaciones, el tiempo libre, los
problemas económicos, espirituales, sociales., etcétera) deja
mucho que desear7 ¿En que ámbito tengo menos éxito?».
Anota tu respuesta.
2. Ahora, pregúntate: «¿Qué necesitaría para tener éxito en
m i ------- [el á m b ito q u e n e c e s ita s tr a b a ja r ]? » , o «El é x ito
e n ---------------------------------------------------- ¡ese ámbito] significa-------». Escoge
criterios concretos y mensurables. Frases como «tener una
mejor relación amorosa» o «trabajar en una profesión más
estimulante» son demasiado vagas. ¿Cómo sabrías que tie­
nes una m ejor relación amorosa o un empleo más gratifi­
cante? ¿Qué seria necesario, concretam ente? Define las
reslas o creencias v anótalas.
O j
270 PARTE III: LOS VIRUS VIENTALES Y EL TRABAJO

3. Cuando consideres las cuatro o cinco reglas o creencias de lo


que sería necesario para tener éxito en el ámbito escogido,
pregúntate:
- «¿Acaso estas condiciones para el éxito me dan una posibi­
lidad razonable de lograrlo, o simplemente mantienen el
éxito lejos de mi alcance?»
- «¿De quién son estas reglas? ¿Alguna vez me he sentado y
pensado conscientemente en diseñarlas como parte de un
plan maestro para el éxito, o simplemente las he adoptado
al azar?»
4. Finalmente, escoge un aspecto de tu vida en el que creas que
tienes mucho éxito y repite los pasos 2 y 3 pava encontrar
cuatro o cinco cosas concretas y mensurables que estés
haciendo y que te permitan saber que tienes éxito y cómo te
sirven estas reglas.

Las reglas o creencias acerca de qué es necesario para tener


éxito tara vez son decisiones conscientes. Más bien, evolucionan
de manera caótica a lo largo de toda una vida de intentar dar
sentido a las cosas. Si estas creencias mantienen el éxito fuera de
nuestro alcance, porque no sabemos qué es necesario para tener
éxito, o >i no es realista plantearse el logro de esas condiciones,
nos enfrentamos a un virus restrictivo que nos obstaculiza. Si
esto es lo que sucede en este ámbiLo de la vida donde no alcan­
zas el éxito, piensa en cambiar tus creencias por otras que te faci­
liten el camino al éxito.

Solución antivírica número 18


Para cambiar las reglas del. éxito
1. Identifica la intención positiva' o el valor relacionado con
cada regla, preguntándote: «¿Qué es lo importante para mí
en cum plir c o n -------lia regla]?». Tal vez una de las reglas
para sentir que tengo éxito en mi propósito de estar en buena
forma es que debo hacer ejercicio todos los días durante una
Para superar el temor al fracaso y el temor al éxito 271

hora y media. Lo importante para mí es que quiero ser cons­


tante:, de modo que el ejercicio se transforme en un hábito y
pueda tener tiempo para hacer estiramientos, pesas y eje r­
cicios aeróbicos.
2. Para cada regla, pregúntate: «¿Qué es lo importante en no
hacer esto?». Ésta es una pregunta interesante y fundamental.
Si crees que para tener éxito debes hacer algo y no lo estás
haciendo, ¿adivinas qué ocurre? Hay una buena explicación.
Si soy realmente honrado conmigo mism o, la razón por la
cual no hago tanto ejercicio y con tanta frecuencia es que
pienso que las sesiones largas de ejercicio son demasiado
duras, implican demasiado trabajo, y yo tengo muchas otras
cosas que hacer.
3. Para cada regla, pregúntate: «¿Puedo adoptar una nueva regla
que satisfaga lo que es importante en cumplir con -------
[la antigua regla] y lo que es importante en no cumplir con
-------?». Tal vez podrías hacer ejercicio regularmente un día
sí y otro no. tres o cuatro veces a la semana, y distribuir los
ejercicios en tres o cuatro sesiones más cortas durante el día
para cambiar de ritmo.
4. Para cada regla nueva, pregúntale a tu inconsciente si está de
acuerdo con ponerla a prueba como una manera de sentir
que tienes éxito. Pruébala durante una o dos semanas, y
luego observa si funciona y si te estás permitiendo pensar que
tienes éxito.
5. Si las nuevas reglas funcionan, estupendo. Si no, repite los
pasos 4 y 5 para generar nuevas reglas con que trabajar.
Cuando tengas reglas que puedas cumplir y tengas éxito de
forma regular, sugiero que utilices la solución antivírica
número 6 (capítulo 4, p. 114) para consolidar las nuevas
creencias cambiando las submodalidades.

Algunas personas creen que si sus creencias les facilitan el


éxito, se volverán complacientes o perderán la motivación. Eso
no es lo que sucede. El éxito a lo largo del camino inspira un
deseo de más éxitos, así com o un jefe competente motiva a sus
272 PARTE III: LOS VIRUS MENTALES Y EL TRABAJO

subordinados cuando reconoce sus logros y progresos en lugar


de sólo fijarse en sus errores y fracasos.
Uno de los guías que dirigía el seminario sobre la naturaleza
había prometido compartir el secreto de cómo superar el b lo ­
queo del escritor. Nos dijo; «Primero escribid y luego corregid».
Pensé que era una excelente ilustración del fracaso y el éxito.
Cuando se trata de escribir, muchos nos quedamos atrapados en
el mecanismo de crear ideas y corregirlas simultáneamente. Esto
nace de la creencia restrictiva de que, incluso cuando comenza­
mos a crear, es necesario escribirlo bien desde el principio, sin
errores en la sintaxis, el estilo o la expresión lógica. Desde el
punto de vista neurofisiológico, esto es casi imposible, porque la
escritura creativa implica un funcionamiento equilibrado de los
hemisferios izquierdo y derecho del cerebro, mientras que la
corrección es fundamentalmente un proceso del hemisferio
izquierdo. El secreto consiste, primero, en fracasar con éxito.
Limítate a anotar las ideas, permitiendo que fluyan, con inde­
pendencia de que pienses que las expresas de manera deficiente.
Una vez que lo hayas puesto por escrito, puedes pasarle el traba­
jo a tu corrector en el hemisferio izquierdo. La escritura se con­
vierte entonces en algo parecido a una escultura. A partir de la
forma primaria, el escultor puede retocar y pulir la obra de arte
final.
Si, com o en Aguas Fronterizas, vuestra supervivencia de­
pende de una observación atenta y de no cometer errores, enton­
ces deberíais observar un saludable respeto por esa necesidad y
permitir que el miedo sea, en parte, vuestro aliado. Por otro
lado, sí sólo trabajáis para terminar un proyecto o queréis flirte­
ar con la dependienta del mercado, tenéis que mantener viva
vuestra estrategia para fracasar con éxito y formularos preguntas
potenciadoras en caso de que las cosas no os funcionen.
Mi primer profesor de música me recordó que Ted WiíUams
fue el último gran jugador de béisbol de la gran liga que acabó
una temporada con un récord de bateo por encima del 0 ,4 0 0 .
Eso significa que Williams falló el 6 0 por ciento de los golpes.
Los propietarios del equipo le pagaban elevadas sumas, los
seguidores lo adoraban, y Williams llegó a ocupar un lugar en el
Pcim superar el temor al fracaso y el temor al éxito 273

Panteón de las Estrellas del béisbol por haber fallado tres veces
por cada dos que acertaba. También comprendí, cuando afiné la
guitarra de Bob, que el fracaso era la clave del éxito. La mayoría
de músicos saben que cuando se quiere afinar un instrum en­
to de cuerda, deliberadamente «desafinamos» al comienzo, para
luego acercar paulatinamente el sonido de la cuerda que quere­
mos afinar al tono exacto. Cuando desafinamos, resulta un soni­
do desajustado, que produce una vibración extraña. Cuanto más
lenta es esta vibración, más cerca estamos de conseguir la afina­
ción perfecta.
CUARTA PARTE

Los virus mentales


y el amor
13

Los virus íntimos

E) alquimista que pueda extraer de su corazón


las esencias de la compasión, el respeto, la añoranza y la paciencia,
el arrepentimiento, la sorpresa y el perdón y reunirías en un todo,
podrá crear ese átomo llamado amor.

Kahül G íbran

Uno de los episodios más románticos de mi primer matrimo­


nio tuvo lugar cuando mi mujer y yo hicimos una excursión,
mochila al hombro, a u n lago situado en la Alta Sierra de Cali­
fornia. El lago está flanqueado por montañas de granito por un
lado y colinas cubiertas de bosque por otro. Después de insta­
lar el campamento, subimos por la ladera del monte para tener
una vista más amplia de aquel magnifico panorama. Cuando
llegamos a lo alto y gozábamos de una inmejorable perspecti­
va, como por arte de magia el viento amainó y la última ola se
desvaneció en la superficie del lago, que recogió un reflejo per­
fecto de las montañas de la otra ribera. Las aguas del lago estu­
vieron quietas toda la noche, reflejando las sombras de la tarde,
el crepúsculo de la naturaleza, y el amor y la atracción mutua
entre mi mujer y yo.
Creo que todos hemos vivido ese entusiasmo inicial de estar
enamorados y sentirnos atraídos profundamente por otra perso­
na. En este caso, mi m ujer y y o nos sentíamos ingeniosos y
encantadores, y estábamos contentos sin razón aparente. A
medida que rompíamos los muros del aislamiento y la enajena-

277
278 PARTE IV: LO S VIRUS MENTALES Y EL AMOR

ción, aumentaba nuestra- sensibilidad. Comenzamos a veT y


escuchar cosas de las que no nos habíamos percatado. Nos sen­
tíamos fuertes y, sin embargo, al mismo tiempo., completamente
vulnerables. Cuando estamos enamorados, vivimos uno de los
pocos momentos en que nos abrimos de verdad para contar
nuestra vida y saber que el otro nos escucha de verdad.
El amor romántico ha sido definido de múltiples maneras,
ya sea como «el sistema energético más grande de la psiquis de
O ccidente»1' (reemplazando así a la religión como vía hacia la
plenitud, el éxtasis, el sentido y la salud psicológica) o como una
mera ilusión y un puro narcisismo. Los hombres y las mujeres
dedicamos enormes cantidades de energía a encontrar ese com­
pañero perfecto. Luchamos para crear y conservar una relación
gratificante para ambos, a pesar de que no existe ninguna norma
cultural acerca de cómo lograr que el amor funcione. La investi­
gadora Catherine Joh n son realizó un estudio con cien parejas
casadas que habían convivido entre 7 y 55 años.^ A pesar de
una creencia muy difundida de que el amor más profundo y per­
durable crece poco a poco con el tiempo, Johnson descubrió que
casi todas las parejas se habían sentido bien juntas desde el prin­
cipio, lo cual es una característica del amor romántico. Estar
«enamorado», como norma de las relaciones íntimas y el matri­
monio, es un concepto propio de Occidente. En otros lugares, el
«enamoramiento» no se considera un valor tan importante, si
bien la calidez, la estabilidad y la devoción compartida por las
parejas en otras culturas harían que nos sonrojáramos.
Cuando pensaba en la relación entre el amor romántico y los
virus mentales, me preguntaba por qué las cosas que más desea­
mos en la vida son, a veces, las que más tememos. ¿Qué hay en
esta «química romántica» que a la vez atrae y se sustrae a tantas
personas? ¿Acaso el amor tiene alguna utilidad? ¿Cuáles son las
grandes trampas que destruyen nuestras relaciones más íntimas?
¿Es posible volver a reavivar la magia del enamoramiento una
vez que se ha apagado?

44. Robert A. Johnson, We, Harper &r Row, Nueva York, 1983, pp. Xl-XIV
45. C ath erin e J o h n s o n , L u c k y in Lo v e , Viking, N ueva York, 1 9 9 3 .
Los viru s íntim os ¿ t i *

Los virus íntim os

Ningún otro ámbito de la existencia humana proporciona un


mejor caldo de cultivo para los virus mentales que las relaciones
amorosas. Con la excepción de los virus asesinos, los defectos
del pensamiento (virus íntimos) que infectan las relaciones amo­
rosas producen más sufrimiento que cualquier otro virus. De
hecho, los virus íntimos en las relaciones amorosas y entre
padres e hijos constituyen la base de numerosos virus asesinos.
Más del 50 por ciento de los matrimonios acaban en separación
debido a los virus íntimos. El resultado es que muchas personas
que han sufrido decepciones están convencidas de que el amor
romántico no funciona. En una ocasión, Jung describió nuestro
fracaso para hacer que las relaciones amorosas funcionen como
una «gran herida en la psique de Occidente» y como el «proble­
ma fundamental de la cultura occidental».^
El problema es que, a pesar de la sensación de éxtasis, el ena­
moramiento puede generar soledad, enajenación, frustración y
toda una gama de expectativas no confesadas y no pactadas pro­
pias de virus restrictivos. Se supone que nuestro compañero
debería proporcionarnos siempre un intensa placer en el plano
de los sentimientos. Se espera que él o ella sean amantes apasio­
nados, amigos y psicólogos, que estén a nuestra disposición
cuando los necesitemos y que nos dejen solos cuando lo desee­
mos. Hoy en día, el compañero también sería una persona
corresponsable económicamente, y debería tener la energía sufi­
ciente para reconfortarnos al final de la jornada.
Tenemos muchas expectativas y pocas energías y recursos.
Muchas personas pueden mantener estas expectativas durante
un tiempo, lo que dure la etapa inicial del cortejo, pero tarde o
temprano uno de los dos vuelve a una manera de vivir más rea­
lista y apegada a la rutina. Es posible que, en ese caso, el otro se
sienta abandonado. Peor aún, y no lo permita Dios, puede que
uno de los dos encuentre algo que criticar ensu pareja, haciendo
que el otro, el que recibe la crítica, se sienta presionado o trai-

4 6 . Cari Ju n g , citado en Joh n son .


280 PARTE IV; LOS VIRUS MENTALES Y EI. AMOR

d onado. Cuando las primeras promesas del amor romántico


comienzan a desmoronarse, es probable que nos sintamos irrita­
dos con nuestro compañero/a o con nosotros mismos, más que
con las expectativas que proyectamos en la relación. ,
Además de las expectativas poco realistas de los virus restric­
tivos, los virus íntimos son portadores de virus discapacitadores y
de estrategias no cumplidas que desencadenan profundos senti­
mientos de amor y atracción. Las partes internas también pue­
den distorsionar nuestra percepción de que nuestro com pañe­
ro/a es una persona diferente. Es como mirarse a un espejo y
olvidar que estamos mirándonos a nosotros mismos.
Cari Jung también sostenía que si descubrimos la herida psí­
quica de un individuo o de una sociedad habremos descubierto
ía vía más rápida para sanar y allanar el camino al desarrollo de
nuestra conciencia. Para nosotros, los occidentales, las relacio­
nes amorosas íntimas son un instrumento potencialmente pode­
roso, una vía que puede destruirnos o ayudarnos a avanzar hacia
el logro de nuestros sueños e ideales más nobles.

Las fases de la relación

Durante los últimos veinte años, he leído acerca de la existencia


de tres fases naturales en la evolución de la relación amorosa. La
primera etapa es la experiencia del resorte inicial. Nos sentimos
profundamente atraídos por el otro, eufóricos, como si, de pron­
to, panes fragmentadas de nosotros mismos se hubiesen acopla­
do. Compartimos con nuestra pareja una sutil sensación de
familiaridad. Solemos pronunciar frases como: «Me siento como
si te hubiera conocido toda la vida». Desde esta perspectiva,
tenemos la tendencia a ver todas las grandes cualidades de nues­
tra pareja (y de nosotros mismos) y a ignorar los aspectos no tan
halagüeños.
La segunda fase se caracteriza por una retirada (sentimientos
de decepción, desilusión, ira y traición). A esta fase se la suele
llamar la lucha por el poder. Las peleas, el ánimo inestable y la
negación del amor son intentos por aferrarse a la primera fase u
Los virus íntimos 281

obligar al compañero a volver a aquellos tiempos idílicos. Es el


punto en que vemos todos los defectos del otro y dejamos de
ver las grandes cualidades que nos atrajeron mutuamente. La
mayoría de las relaciones se rompen durante la segunda fase,
La tercera fase, para las parejas que llegan a este punto, se
caracteriza por el compromiso, la resolución y el equilibrio.
Somos muy conscientes de los defectos de nuestro compañero/a
y los aceptamos. Esto crea, de hecho, un espacio que potencia la
posibilidad de que el otro decida cambiar. Tampoco hemos olvi­
dado las buenas cualidades que propiciaron nuestro encuentro.
Las investigaciones más recientes demuestran que, también den­
tro de la estructura general de cada fase, las parejas viven peque­
ños ciclos.'17 La manera de valorar dónde estamos en la relación
y la calidad que le adjudicamos consiste en observar qué estados
experimentamos cuando estamos con nuestra pareja. Sobre
todo, deberíamos observar cóm o nos sentimos con nosotros
mismos como resultado del hecho de estar juntos.
A lo largo de los años, me he preguntado por qué existen
estas fases y qué sucede con la pasión y la excitación inicial.
¿Podemos impedir que se produzca la desilusión de la segunda
fase, o reavivar aquella chispa inicial que se ha apagado? ¿Acaso
tiene algún sentido sufrir los sentimientos desagradables de la
segunda fase?

Las cinco minas terrestres

Hay cinco potenciales «minas terrestres» que destruyen el goce


y 1a excitación inicial que reúne a las parejas y que acaban con la
mayoría de las relaciones íntimas.

D e s e n c a d e n a n t e s a g o t a d o s y e s t r a t e g i a s r u t i n a r i a s . .Si
hem os estado un tiem po lo bastante largo co n otra persona, es
hum ano acostum brarse a esa persona y com enzar a dar por sen ­
tada su presencia ju n t o a nosotros. Los desencadenantes inicia-

47. «'A Forecast fo rC o u p les», Psychnlogy Today.


ZA­ PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

Ies que despertaron los sentimientos de novedad y excitación


com ienzan a desvanecerse. Aun -asi, todo parece ir bien con
nuestra pareja, aunque nos encontramos atrapados por el traba­
jo , las facturas, el cuidado de los niños y la colada. Nos olvida­
mos de la espontaneidad y la ligereza que acompañaron nuestro
encuentro.
Las rutinas son estrategias que nos permiten llevar a cabo
tareas diarias de manera expeditiva. Si tuviésemos que dedicar
nuestro tiempo a pensar una manera creativa de levantarnos de
la cama, cepillarnos los dientes, ducharnos, tomar el café de la
mañana y salir al trabajo, es probable que no consiguiéramos
hacer nada más en la vida. Nos limitamos a hacer esas cosas y
no pensamos demasiado en ellas. En la relación, sin embargo,
esta manera de actuar, día tras día, totalmente predecible, es una
de las maneras más rápidas para acabar con la relación.
El primer paso para evitar esta mina terrestre es estar aten­
tos. Es evidente que existe una tendencia hacia la rutina. Pensad
en aquellos ámbitos de la relación en que las cosas se convier­
ten en rutina y pueden llegar a ser demasiado predecibles. Tene­
mos que estar atentos a cómo ser más espontáneos y sorprender
a nuestra pareja.

Los DESEN CA DEN A NTES N tG A H V O S . Si pasáis mucho tiempo con


vuestra pareja, habrá momentos en que os sentiréis irritados,
temerosos, dolidos o deprimidos, y puede que estos estados no
tengan nada que ver con vuestra pareja. Tal vez habéis tenido un
día difícil en el trabajo, o puede que una inversión financiera
haya fallado. Estáis experimentando aquel estado y al mismo
tiempo os encontráis con el rostro de vuestra pareja, escucháis
su voz, sentís su contacto, etc., de modo que la vinculáis incons­
cientemente a aquel estado negativo. Si a lo largo del tiempo esto
sucede una y otra vez, el solo hecho de ver su rostro, oír su voz
o sentir su contacto será suficiente para que os sintáis irritados,
temerosos, dolidos o deprimidos.
Hace quince años, cuando comencé a recorrer el país cele­
brando seminarios sobre métodos de aprendizaje innovadores,
había fines de semana en que programaba hasta tres seminarios.
Los virus nulifico

Cuando terminaba el último seminario, el domingo por la tarde,


estaba cansado. Justo antes de devolver el coche de alquiler en el
aeropuerto y volver a casa, llamaba a mi mujer (en aquellos
años) para contarle cómo me había ido y para decirle que volvía
a casa.
A medida que pasaba el tiempo, empecé a observar algo.
Cuando la llamaba desde la universidad por la tarde, había oca­
siones en que me sentía estupendo, pero en cuanto oía su voz
me sentía embargado por el cansancio. Cuando me di cuenta de
este patrón de conducta, me pregunté: «¿Qué está pasando? ¿Se
habrá acabado el romance? ¿Nos estaremos deslizando hacia la
segunda fase? ¿Por qué estoy tan cansado?». Afortunadamente,
en aquella misma época empecé a leer sobre los desencadenan­
tes y acabé dándome cuenta de lo que había sucedido. Seguí los
procedimientos descritos en la solución antivírica número 3 (p.
83) para colapsar aquella ancla discapacitadora y ya no volví a
tener problemas con su voz.
Los virus desencadenantes que sabotean las relaciones pue­
den datar de tiempos anteriores a la relación misma. Quizá vues­
tro padre o vuestra madre, o un hermano, tenía un gesto o un
tono de voz que os ponía los pelos de punta. Si sucede que vues­
tra pareja tiene aquel mismo gesto o tono de voz, os sentís irrita­
dos sin motivo aparente.
Uno de los desencadenantes negativos más poderosos son
la¿ críticas, debido a las experiencias vividas durante la infancia
en relación a las críticas y el fracaso. Para saber si experimentáis
un virus desencadenante, cuando vuestra pareja haga algo obser­
vad si respondéis siempre con la misma em oción, y si esa res­
puesta es automática, es decir, que no tenéis control sobre ella.
Con el tiempo, si acumulamos suficientes desencadenantes
negativos con nuestra pareja, ya no es tan divertido estar con
ella.. En su compañía, experimentamos más dolor cjue placer. La
mejor manera de evitar esta mina terrestre consiste en ser cons­
ciente del poder de los estados negativos y procurar no centrar­
nos en nuestra pareja cuando experimentamos un estado negati­
vo muy intenso. Martha Washington, la esposa del primer
presidente de Estados Unidos, fue probablemente una de las pri­
284 PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

meras especialistas en terapia de virus mentales. Cada vez que se


sentía irritada, Martha se sentaba en una determinada silla. Si
George Washington o alguno de los criados la veían sentada en
esa silla, sabían que tenían que dejarla tranquila hasta que estu­
viera dispuesta a levantarse.
Si los desencadenantes negativos ya están instalados en voso­
tros y vuestra pareja, uiilizad las soluciones antivíricas 3 o 4 (pp.
85 y 8 9 ) para colapsar o invertir los desencadenantes, o trabajad
con un terapeuta para que os ayude con uno de estos procesos.
La respuesta de la pareja a la critica puede ser casi fóbica, como
suele suceder con los fracasos del pasado. Los procedimientos
del capítulo anterior pueden ser útiles en estos casos.

LA a t r a c c ió n y las estra teg ia s a m o r o s a s . Cada persona tiene


una secuencia única de experiencias externas e internas (una
estrategia) para sentirse intensamente atraído por una pareja
potencial, y otra estrategia para sentir un profundo sentimiento
de amor. Algunas personas son más visuales; necesitan dem os­
trar que aman al otro llevándolo a determinados lugares, com ­
prándole ñores o regalos, o mirándolo con ese brillo especial en
los ojos. Para otras personas, las palabras son más importantes.
Necesitan oír «te amo» en ese tono de voz especial. A otras, lo
que les hace sentirse más amados es ese contacto especial o la
manera en que el otro los mima físicamente.
Durante el cortejo, y en la pnmera fase, tendemos a ser mul-
tisensoriales: regalos, cenas a la luz de las velas, miradas soñado­
ras, la frase «te amo» dicha de tantas maneras, y abundante con­
tacto físico. Sin embargo, es posible que, al cabo de un tiempo,
volvamos a la modalidad (V, A o C) con la que nos sentimos más
cómodos. Si la modalidad preferida del compañero/a es diferen­
te de la nuestra, a] cabo de un tiempo él o ella se sentirán no
queridos. Quizás el marido es más auditivo y ía mujer más
visual. Con el tiempo, puede que cada cual se sienta no amado.
-¿ Q u é quieres decir con que no te sientes amada? Te lo
demuestro todo el tiempo -d ice él. ,
-S í, pero yo necesito oír las palabras. Nunca me hablas como
me hablabas cuando salíamos juntos -se queja ella.
Los virus íntimos 285

-Pero si salimos mucho, le regalo ropa y ¿qué me dices del


anillo de diamantes? ¿Acaso no te demuestra eso todo lo que te
quiero? -replica él. Desde luego, no se están comunicando, por­
que hablan lenguajes diferentes basados en la modalidad prefe­
rida de cada cual.
Es muy sencillo descubrir por qué nuestra pareja se siente
atraída hacia nosotros y qué cosas desencadenan los sentimien­
tos de amor profundo. Estas estrategias suelen ser inconscien­
tes. Cuando nos representamos conscientemente los pasos que
experimentamos, poseemos las claves para mantener o incluso
reavivar la magia que nos atrajo en nuestros primeros encuen­
tros amorosos.

Ejercicio 24
Para inducir Ia estrategia de atracción

Piensa en un momento concreto en que te sentías totalmente


atraído por un compañero/a potencial. Para descubrir cómo
sucedió, comienza, como sueles hacer, con tu fisiología. Cuando
te sientes totalmente atraído, ¿cómo se siente tu cuerpo? ¿Qué
expresión tienes en el rostro? ¿Qué gestos o movimientos haces?
¿Cómo respiras? ¿Cómo estarías sentado ahora mismo si estuvie­
ses experimentando la misma atracción?
Para descubrir los pasos en tu estrategia, imagínate aquel
momento como si estuviese sucediendo ahora. Comunícate con
los sentimientos, las imágenes y los sonidos de cuando te sentías
totalmente atraído.

1. Cuando creas haber recuperado esa experiencia, observa la


p rim era cosa que debe suceder para que aparezca el senti­
miento de atracción. ¿Es algo que ves en el otro (visual
externo-Vc) o algo en la manera en que habla (auditivo ex-
terno-A'O o algo en la manera en que te toca (cinestésico
ex tern o -O ? Anota este primer paso.
2. Observa qué sucede en el interior, una vez que hayas visto,
oído o sentido lo que inició tu atracción. ¿Visualizas algo en el
interior, oyes alguna palabra o un diálogo interior, o tienes
___ ... mt,i\ m L tb Y hL AMOR

alguna sensación interna .(V\ A' o C )? Cuando hayas tomado


conciencia de este paso, anótalo.
3. Cuando hayas podido ver, oír o sentir algo en tu interior, ¿es
necesario que suceda algo más dentro o fuera de ti para que
te sientas totalmente atraído? Anota ese paso. Continúa el
proceso hasta completarlo. Una estrategia de atracción habi­
tualmente abarca entre clos y cuatro pasos.
4'. Después de haber anotado cada paso, podrías evocar otro
momento en que te hayas sentido totalmente atraído por un
potencial compañero/a sentimental. Vuelve a esa situación
como si estuviera sucediendo ahora, y observa si esa expe­
riencia contiene la misma secuencia de. pasos. Esto podría
mejorar tu estrategia.

La estrategia de atracción es la chispa inicial de una relación.


Lo que la alimenta es aquello que hace tu pareja para catalizar
un profundo sentido de amor.

Ejercicio 25
Para inducir ¡a estrategia de am or profundo

Piensa en un m om ento concreto en que te sentías totalmente


atraído por una potencial pareja amorosa. Para descubrir cómo
fue, comienza, como sueles hacer, con tu fisiología. Cuando
estás totalmente enamorado, ¿cómo se siente tu cuerpo? ¿Qué
expresión tiene tu rostro? ¿Cómo son tus gestos y movimientos?
¿Cómo respiras? ¿Cómo estarías sentado, o cómo permanecerías
de pie, si estuvieses experimentando en este momento el mismo
amor?
Para descubrir ios pasos en tu estrategia, imagínate aquel
momento como si estuviese sucediendo ahora. Comunícate con
los seíitimientos, las imágenes y los sonidos de la experiencia
que recuerdas.
A diferencia de otras estrategias, la estrategia de amor pro­
fundo suele abarcar sólo dos pasos. Experimentas un estímulo
visual, auditivo o cinestésico, y éste cataliza el estado cinestésico
de sentir un amor profundo.
Los virus ini irnos

1. Cuando vuelves a esa experiencia de amor profundo y total,


¿cuál es la cosa más importante que debe suceder para desen­
cadenar ese amor?
- ¿Es muy importante que él o ella te miren de una cierta
manera, que te traigan flores o regalos o que te lleven a
determinados lugares (visual externo-V0)? O:
- ¿Acaso es aún más importante que él o ella te digan las
cosas con un cierto tono de voz (auditivo externo-A*)? O;
- ¿Es tal vez más importante que te toquen de una determi­
nada manera (cinestésico externo~Cc)?
2. Todas estas cosas pueden ser muy agradables, pero sólo una
de ellas es la más importante. Puede que sea la misma moda­
lidad dominante (VAC), y puede que no.

Las c r e e n c ia s y v a lo r es en c o n f l i c t o . Cualquier discusión,


desacuerdo o incidente en una relación se basa en creencias y
valores en conflicto. Uno de los dos espera que el otro actúe de
una determinada manera, y no sucede así. Hay ocasiones en que
dos personas pueden incluso tener el mismo valor, pero diferen­
tes. creencias o normas acerca de lo que se necesita para realizar
ese valor.
Una querida amiga y yo valoramos el sentirnos cerca y
conectados durante ios escasos momentos que pasamos juntos
mientras yo acabo este libro. Me he dado cuenta de que cada vez
que esioy a punto de acabar una sección o un capítulo ju sto
antes de la cita establecida, para mí es importante acabarlo, si es
posible, aunque llegue con un poco de retraso. Así no estaré pen­
sando en lo que no he acabado. En ese momento, puedo dedicar
toda mi atención a estar presente con mi amiga, lo cual hace que
nos sintamos muy cerca y conectados. Sin embargo, ella piensa
que es importante que yo sea puntual. De esa manera ella sabe
que yo la valoro y podemos sentirnos cerca y conectados. Ambos
valoram os sentirnos cerca y conectados, y los dos teníamos
maneras diferentes de hacerlo hasta que descubrimos el conflic­
to y llegamos a un acuerdo en nuestras expectativas.
La base de la comunicación sin virus, que presentamos en el
próximo capítulo, consiste en restablecer una relación entre los
288 PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

amantes en conflicto y descubrir las diferencias en las creencias


y valores que subyacen.

Los virus mentales de la infancia

Conviene recordar que la base de ios conflictos internos son par­


tes inconscientes. Una parte (o virus mental) es una parte del
sistema nervioso (la mente inconsciente) que está más o menos
aislada funcionalmente. Es incongruente porque la conducta que
produce se encuentra en conflicto con su intención positiva. A
partir de la teoría de que la mayoría de nosotros nace en pleni­
tud, aquella plenitud se ve destrozada, al menos en parte, por la
formación de tres partes principales.48

La M Á S C A R A . ¿Qué rasgos tuviste que desarrollar cuando eras


niño para agradar a los demás? ¿Qué tienes que hacer ahora o
cómo tienes que actuar para ser aceptado socialmente? Al inven­
tario de estas creencias se lo suele llamar la m áscara. Esta parte
sin duda se origina en creencias de la infancia acerca de lo que
se necesita para despertar amor y aceptación en padres y adul­
tos. La máscara es un grupo de virus mentales restrictivos cuya
incongruencia se debe a que se parte del supuesto de que, sin
esos rasgos, nadie nos querría. Intentamos convertimos en algo
que no somos y adoptar conductas que no están en nosotros.
Las frases de los padres que estimulan la formación de este
d e fe c to d e l p e n s a m ie n to son frases como las s ig u ie n te s :

• «Los niños grandes no lloran.»


• «No te toques eso.»
• «En esta casa no se toleran esas conductas.»
• «No es verdad que odias a tu hermano pequeño.»

48. fíarville Hendrix, Geítmg the i o v e You YVciru. HarperCoIlins, Nueva


York. 1990. [Ha)' trad. cast.: Conseguir el a m o r tvi su vida, Obelisco, Barcelona,
1997.] Esta parte guarda un paralelismo con el modelo lmago del inconscien­
te, de Hendrix.
Los virus íntimas 289

La SOMBRA. ¿H abéis o íd o afirm a cio n e s c o m o éstas d u ran te la


infancia?: «Jamás serás capaz d e -------» o «Es que sencillamente
no estás dotado p a r a -------» o «Tu hermana es la que heredó la
belleza de la familia». Tal vez ahora que sois adultos decís cosas
como: «Jamás podré aprender informática» o «Mi memoria es
como un colador» o «No puedo tener orgasmos». Estas afirma­
ciones indican unas limitaciones autoimpuestas (más virus res­
trictivos) basadas en fracasos anteriores y en sugerencias de los
padres, los hermanos y los educadores. En cierto sentido, deja­
mos estas habilidades naturales a nuestras espaldas, con nuestra
som bra. El tejido de nuestra sombra son los virus restrictivos, a
saber, todas las cualidades y habilidades que creimos que nunca
poseeríamos. La buena noticia es que estas habilidades naturales
aún están potencialmente presentes por si deseamos recuperar­
las. La mala noticia es que algunas de las cualidades y capacida­
des que más admiramos en nuestros padres pueden ahora vivir a
nuestra sombra. En cierto sentido puede que nos sintamos
incompletos, porque carecemos de estos atributos deseados.
Según Hendrix, éstos son los atributos que con mayor probabili­
dad buscaremos y reconoceremos inconscientem ente en un
compañero/a en potencia.^ Es decir, percibimos a esa persona
como una manera de hacer que nos sintamos completos. Este
fenómeno se denomina transferencia. La sombra como parte es
incongruente, porque suponemos que no poseemos ciertas habi­
lidades y cualidades naturales y que es necesaria una segunda
persona para completamos.

Los PU N T O S C IE G O S. Al adoptar una máscara que incluye creen­


cias y valores de nuestros padres y otros adultos, también asu­
mimos parte de esos rasgos negativos sin ser conscientes de ello.
Si otros nos critican por ser avariciosos, insensibles, indiferen­
tes, excesivamente sensibles, por egoístas o por nuestro distan-
ciamiento, lo negamos porque no somos conscientes, o porque
somos ciegos ante el hecho de que adoptamos estas cualidades.
Se trata de creencias restrictivas o de virus desencadenantes invi­

49. Harville Hendrix, op. cií.


290 PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

sibles para nosotros. Es paradójico cuando una persona hace


afirmaciones como «jamás seré como mi madre» y, sin embargo,
actúa como una réplica de su madre. Esta parte es totalmente
incongruente, porque la intención es verse libre de esos atribu­
tos indeseables mientras, al mismo tiempo, en la conducta de la
persona se observan las mismas cualidades.
Muchos psicólogos creen que, en cierto sentido, aún posee­
mos el recuerdo de los sentimientos de plenitud y unidad con
los que nos iniciamos en la vida. Uno de los instintos humanos
fundamentales consiste, de alguna manera, en recuperar la cua­
lidad de seres completos. Para muchas personas esta necesidad
alimenta su búsqueda espiritual y su deseo de desarrollo perso­
nal. Una de las maneras más rápidas y asombrosas para tener al
menos un atisbo de cómo seria la recuperación de ese estado de
plenitud es a través de una relación íntima.

El espejo esquivo

La quinta mina terrestre, llamada espejo esquivo, se produce por­


que nuestro inconsciente es muy proclive a reconocer las cuali­
dades positivas en otra persona que, pensamos, nos faltan a
nosotros, cualidades que hemos eliminado o desterrado al
campo de nuestras sombras. También reconocemos una máscara
similar y puntos ciegos, que proporcionan cierto nivel de alivio
porque son familiares. Eso sugiere la afirmación: «Me siento

Persona, máscara y sombra


Máscara
Punios ciegos
(cualidades negati­
vas de los pací res)

Limitaciones Cualidades que hay que


üutoimpuestas poseer para ser aceptados
muy bien cuando estoy contigo. Me siento como si te hubiera
conocido toda la vida». Un compañero cuyas partes inconscien­
tes son muy coincidentes es como un espejo donde observar
nuestra plenitud potencial. Cuanto más parecidas sean sus par­
tes inconscientes a las nuestras, mejor será el espejo y más difícil
reconocerlo como tal. Enamorarse es como encender la luz para
vernos a nosotros mismos. Cuanto m ejor sea la iluminación,
mejor perfilada estará la sombra.
Cuando miramos al espejo por primera vez, vemos una ima­
gen ampliada de nosotros mismos cjue incluye nuestra sombra
(todas las grandes cualidades de nuestros padres que nunca
poseimos). Las limitaciones que nos hem os impuesto quedan
aparcadas momentáneamente. La promesa inicial del amor
romántico consiste en recuperar la plenitud primordial a través
de nuestra pareja. El virus mental restrictivo se denomina trans­
ferencia, es decir, atribuimos a nuestro compañero/a cualidades
deseables de los padres y trozos «que faltan» en nosotros. Actúa-
mos como si esa persona pudiese de alguna manera devolvemos
esas cualidades y el estado de plenitud que genera.
A medida que continúa la relación, es decir, mientras segui­
mos mirando en el espejo, empezamos a percatarnos de nues­
tros puntos ciegos. Atribuimos estas cualidades a nuestro com ­
pañero/a a través de un proceso denominado proyección: «No me
puedo creer lo avaro, insensible y exageradamente emotivo que
puedes Uegar a ser a veces». Esto no quiere decir que el compa­
ñero/a no tenga sus propios defectos y problemas, pero a\ mirar
en el espejo esquivo, resulta difícil saber si estáis mirando los
defectos de vuestro compañero o los propios. Se suele decir que
lo que menos toleramos en los demás son las cosas que menos
toleramos en nosotros mismos.
Como sostenía Cari ju ng, el amor íntimo puede ser un in s­
trumento poderoso en nuestra búsqueda de partes integrantes,
de plenitud y pensamiento coherente. Sin embargo, se nos plan­
teará un dilema. Nuestras necesidades pata ser más plenos son
probablemente las mismas que las de nuestro compañero/a, y lo
que más necesitamos de esa persona probablemente sea lo que
menos es capaz de darnos. El lado bueno es que si damos a
292 PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y 'EL AMOR

nuestrc compañero/a lo que n osotros m ás n ecesitam os, e x p e ri­


m entam os el estado que deseamos. Si nos situam os en el estado
que qu erem os y a la vez ayudamos a nuestro compañero/a, esta­
m os propiciando nuestra cu ración e integración.

• Si lo que más necesitas es cuidado, cuida de tu compañero/a.


• Si lo que más necesitas es estimulación intelectual, actúa de
manera intelectualmente estimulante.
• Si necesitas admiración, admira a tu compañero/a.
• Si necesitas amor, da amor.

En resumen, eí amor es uno de los caminos más rápidos


hacia la plenitud (saber situarnos en el mundo y desarrollarnos
espiritualmente). Desgraciadamente, este camino requiere gran
paciencia y valor porque está plagado de peligros. Cuando el
camino se convierte en el paraje desértico de la segunda fase, la
mayoría de las personas se sienten como si estuvieran hartas y se
deslizan por el umbral.

• Mina terrestre 5. Miramos en el espejo esquivo y no nos gusta


lo que vemos, de modo que, ¡cómo no!, culpamos al espejo.
Podemos pensar que el compañero/a ha traicionado la prome­
sa inicial tácita de estimularnos para conseguir nuestra pleni­
tud v unicidad.
4

• Mina terrestre 4. Empezamos a percibir creencias y valores que


entran en conflicto. .
• Mina terrestre 3. Las estrategias del amor y la atracción no se
están cumpliendo. -
• Mina terrestre 2. Experimentamos desencadenantes negativos
por los cuales el solo hecho de e sta r enn el compañero/a indu­
ce emociones negativas.
• Mina terrestre 1. La relación ha perdido su carácter lúdico y
espontáneo. Damos por sentada la presencia del compañero/a
a nuestro lado,1 y...
y

i B U M !
Los virus íntimos 293

Y pasamos a la siguiente relación. Sólo hay un problema con


este esquema: cuando pasamos a la siguiente relación, tenemos
que cargar con nosotros mismos. Si vuestra próxima pareja es un
espejo igual de bueno, es probable que acabéis viendo las mis­
mas cosas.

¿Qué es la química romántica?

Si alguna vez la habéis experimentado, sabréis muy bien qué es


la química romántica, aunque sea difícil de describir en pala­
bras. Analicémosla desde la perspectiva de la manera en que
damos sentido a las cosas.
En primer lugar, si experimentamos una atracción inicial
intensa, se ha activado nuestra estrategia de atracción. De la
misma manera, si en ciertos momentos sentimos una gran nece­
sidad de amor, nuestro compañero/a ha activado inconsciente­
mente nuestra estrategia amorosa profunda. Resulta ciertamente
muy útil saber cuáles son nuestras estrategias, de modo que si
alguien se acerca y las activa de forma inconsciente pero podero­
sa, tenemos una alternativa: no dejarnos llevar por el compañe­
ro/a equivocado.
Cuando dos personas sienten una atracción inicial, suelen
potenciar la química creando sentimientos relaciónales. Actua­
rán como espejos y correlatos el uno del otro, es decir, utilizan un
lenguaje cultural parecido, gestos y modelos de habla parecidos,
y dedican mucho tiempo a identificar creencias, valores e intere­
ses comunes mientras prescinden de las cosas en que no coinci­
den. A continuación, cada uno se asombra de lo cómodo y fami­
liar que se siente con el otro.
Además, el inconsciente reconoce las cualidades positivas
y negativas similares de nuestros padres o de otros adultos refle­
jados en la máscara, la sombra y los puntos ciegos del c o m ­
pañero/a. Un pensamiento fundamental al frecuentar a otra
persona es saber si la química existe hasta el punto de que el
compromiso resulte apropiado, si eso es lo que realmente esta­
mos buscando. Aunque la mayoría de las personas dicen que
294 PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

reconocen la química de manera intuitiva, conviene formular


algunas preguntas.

Ejercicio 26
Preguntas acerca de la química

1. ¿Te sientes claramente atraído por esa persona? Formúlate esta


' pregunta, escucha a tu cuerpo y responde con franqueza. Si
no, la incongruencia te comerá vivo. Los recelos acerca de la
atracción básica suelen surgir como una incomodidad en otro
lugar de tu cuerpo cuando te formulas esta pregunta. Hazte
un gran favor y asegúrate de que tu estrategia de atracción
está viva antes de comprometerte en una relación. Esto te
ayudará a superar los conflictos, la desilusión y el difícil tra­
bajo relacionado con la segunda fase.
2. La clase de persona p o r la que te sientes atraído, ¿es adecuada
para una relación? Algunas personas, por lá razón que sea, se
sienten habitualmente atraídas por parejas no disponibles,
por personalidades adictivas o tipos física o emocionalmente
abusivos.
Encuentra un buen terapeuta de virus mentales (véase
apéndice III) o a un formador de PNL para que te ayude a
cambiar tu estrategia autodestructiva. El proceso de cambiar
estrategias inconscientes es relativamente sencillo.
3. ¿Cómo te sientes contigo mismo al estar con esta persona? ¿Té sientes
- con más energía?
- con una conciencia espiritual más elevada?
- con una perspectiva más sana de la vida?
- más capaz de amar y aceptar a otros?
- más lúdico?
- mejor contigo mismo en general?
Estas preguntas proporcionan una buena medida de la
química presente. La última pregunta también es una buena
medida de la salud de una relación actual. Si estas preguntas
indican la existencia de una química con claridad y sin
embargo, aún sientes cierta ambivalencia al estar con esta
persona, te podrías preguntar:
t-UJ V•4

4. ¿Hay algo importante para mí en no tener una relación? En otras


palabras, ¿estás realmente disponible y, si no lo estás, en qué
te beneficia no tener xma relación?

Para curar el virus del termostato íntimo

La pregunta 4 del ejercicio anterior es especialmente interesante


Estoy seguro de que todos hemos tenido lá experiencia de sentir
un amor profundo por otra persona. Nuestro corazón se abre,
nos sentimos especialmente cerca, cuando de pronto, ¡BUM!
Nuestra querida pareja da por terminada la relación y se mar­
cha. Y allí quedamos nosotros, con el dolor de nuestro corazón
destrozado. El inconsciente ancla el hecho de sentirse cerca y✓
enamorado con el dolor insoportable de la pérdida. En el futuro,
cada vez que empecemos a sentir la proximidad de otra persona
y un profundo sentimiento de amor, esos mismos sentimientos
que más deseamos d esencadenarán el temor y la aprensión del
dolor, y nos encontraremos atrapados por un virus termostato
íntimo. La mayoría de nosotros en este punto nos cerramos a las
emociones y buscamos inconscientem ente alguna manera de
sabotear la relación. Éste es un ejemplo del temor al éxito como
virus desencadenante. Es uno de los principales obstáculos para
conseguir el amor que queremos.
Un buen enfoque terapéutico para este temor al éxito es
comenzar con la solución antivirica número 17 (curación rápida
de la fobia de antiguos fracasos, p. 265) como medio para disi­
par la reacción casi fóbica que muchas personas sienten ante la
vulnerabilidad de amar. Más allá de eso, el virus termostato ínti­
mo encierra un componente Géminis (el conflicto interno entre
la parte de nosotros que desea intimidad y la parte que tiene un
miedo enorme a dicha intimidad).
A la mañana siguiente, las aguas del lago estaban totalmente
quietas. En medio de esa calma, entendí por qué tantas personas
desean una relación amorosa íntima que realmente funcione y, a
la vez, por qué la temen tanto. Me acerqué a la orilla y comencé
a meditar para fundirme con el silencio y la paz del entorno. De
29CS PARTE IV: 1 O S VIRUS MHNTALÍ-.S Y EL AMOR

promo me di cuenta de Ía ilusión del amor. Había atribuido a mi


compañera los agradables sentimientos de plenitud y fuerza que
yo nunca había pensado poseer.
Cuando abrí los ojos, vi. en la superficie del agua un reflejo
nítido de mí mismo, y entonces supe que eso es lo que identi­
fica a una pareja ideal. También observé que eí reflejo invierte
la derecha y la izquierda, así como nosotros invertimos o con­
fundim os lo que vemos «allá fuera» con lo que somos por
dentro.
14

La comunicación sin virus

La co m u n ica ció n Huida es tan estim ulante com o eí café,


y tam bién provoca insom nio.

A N N E M O R R O W LlNDBERGH

Estoy en el pueblo de Duryea, en Pennsylvania.


-D im e , tía Teresa, ¿cuál es eí secreto de un matrim onio
feliz?
Yo acababa de volver a la vieja y pequeña ciudad minera
donde habían crecido mi madre, sus padres y m uchos de sus
parientes. No había vuelto desde los siete años y tenía curiosi­
dad por saber si alguno de mis familiares aún estaba vivo. Para
mi sorpresa, los habitan Les de ia antigua casa de mi abuela me
informaron del paradero de mi tía abuela Teresa. Esta m ujer
había estado casada más de cincuenta años, lo cual es sin duda
una proeza, sobre todo porque su marido, que había muerto
recientemente, solía tener muy mal talante y peor genio. Pues­
to que tantas personas tienen problemas con los compromisos
y con lograr que el matrimonio perdure, pensé que tenía que
conocer su secreto para un matrimonio feliz y duradero.
-¿Cuál es tu secreto? —le pregunté.
Ella me miró fijamente y respondió sin pestañear:
-¡Tapones para los oídos! -L a tía Teresa tenia un gran senti­
do del humor, pero yo sabía que estaba hablando en serio, así
que decidí no insistir en el tema. Sin embargo, no pude evitar
reflexionar acerca de qué pensaría de esas palabras mi amigo el

297
doctor Jo h n Gray, experto en estilos de comunicación de hom ­
bres y mujeres.
Recordé un seminario de fin de semana al que había asistido
con John. Él sabía que yo era físico y me preguntó qué pensaba
yo, como científico, de las relaciones amorosas. Le respondí que
pensaba que eran como rayos cósmicos.
-¿¡QUÉ!? -preguntó, desconcertado.
' Tal vez pensó que yo había perdido los estribos con mi cien­
cia del hemisferio izquierdo y que ya no guardaba contacto con
el hemisferio de mis sentimientos, aquella parte tan importante
en las relaciones. Le expliqué que los rayos cósmicos son unas
partículas subatómicas cargadas de alta energía que bombardean
la Tierra desde el espacio exterior.
-A h, ya lo entiendo. Piensas que las relaciones pueden tener
mucha energía, pero también mucha carga emocional, de modo
que se necesita espacio -concluyó mi amigo.
-Pues... supongo que sí, pero no es precisamente eso. Estas
partículas tienen mucha energía y se mueven casi a la velocidad
de la luz, y entonces suceden cosas curiosas -dije. Pensaba con­
cretamente en una partícula llamada muón. El muón es un rayo
cósmico secundario producido por colisiones subatómicas a unos
10.000 metros de altitud.50 Estas partículas sólo tienen una vida
de unas dos millonésimas de segundo antes de convertirse en
electrones, de modo que uno de los grandes misterios consiste
en saber cómo los muones pueden llegar hasta el suelo en lo que
dura su «lapso vital». A pesar de la velocidad que alcanzan, sólo
deberían ser capaces de viajar unos 600 metros, es decir, una die­
ciseisava parte de los 10.000 metros que llegan a recorrer.
Albert Einstein dio una explicación del fenómeno en su teo­
ría de la relatividad. Desde nuestro punto de vista, el tiempo se
ralentiza para los muones de alta velocidad y éstos «viven»
16 veces más de lo que se supone es su lapso vital. Por lo tanto,
pueden viajar dieciséis veces más lejos de lo que deberían. Ésta
es la razón por la que llegan a la Tierra. Por otro lado, si lo mira­

50. Arthur Beiser, P/iys¡C5 (3 .a ed.), Benjamín Cum m ings, Menlo Park
(California), L982, p. 648.
mos desde el punto de vista del muón (si lo tuviera), éste sólo
vive dos millonésimas de segundo, y sólo puede recorrer unos
600 metros. Lo fascinante es que, según Einstein, los dos puntos
de vista, el nuestro y el del muón, son igualmente correctos. De
todos modos, la pregunta sigue vigente: ¿cómo pueden llegar los
muones hasta el suelo desde casi diez mil metros de distancia?
Yo decía que esto se parecía a las relaciones porque cada miem­
bro de la pareja tiene un punto de vista igualmente válido y, sin
embargo, estos puntos de vista diferentes pueden provocar con­
flictos, e incluso paradojas, como la de los virus receptores del
amor.
El doctor Harville Hendrix, investigador y terapeuta de pare­
jas, realizó un notable descubrimiento hace algunos años. Cuan­
do las cosas no van bien en una relación amorosa, la mayoría de
las personas se quejan de que no se sienten amadas, porque su
pareja no es tan amante como era al comienzo de la relación. El
doctor Hendrix desarrolló un conjunto de ejercicios para per­
mitir que las parejas revivieran las maneras de expresarse mutuo
amor. Al cabo de un tiempo, las personas que practicaron los
ejercicios reconocieron que su pareja realmente las quería más, y
muchas relaciones mejoraron de forma espectacular. Sin embar­
go, unas cuantas relaciones en realidad empeoraron."5 Para algu­
nas personas, lo que más desean de una relación, aquello que se
quejan que no reciben, sentirse profundamente amadas, puede
empeorar las cosas si finalmente lo consiguen. He denominado
este fenómeno virus receptores del amor. Un investigador incluso
ha llegado a afirmar que cuando expresamos amor a nuestra
pareja puede que sea perjudicial para nuestra vida amorosa. No
entendí su comentario en aquel momento, pero sabiendo lo tor­
tuosos que pueden ser los virus mentales, imaginé que cualquier
cosa era posible.
Cuando comencé mis investigaciones sobre los virus menta­
les y su papel en las relaciones amorosas, pensaba que la habili­
dad fundamental para bacer que el amor perdurara era la comu­
nicación eficaz. No tardé en reconocer que esta habilidad en sí

51. Harville Hendrix, rfcc Low . i>p a l. íp. 28-1}.


300 PARTE IV: LO S VIRUS MENTALES Y EL AMOR

misma era susceptible de ser infectada por los virus mentaLes.


Me preguntaba cuál era la causa de los conflictos y las discusio­
nes tan características de la segunda fase. ¿Cómo se interrumpe
la comunicación? Si los virus mentales tienen una intención
positiva, ¿cuál es la intención oculta de las discusiones? También
sabemos que entregarse a emociones negativas como la hostili­
dad puede ser un factor significativo en las enfermedades coro­
narias, y que ignorar los sentimientos, como lo hacía tía Teresa,
podía provocar cáncer. ¿Cómo logramos, por lo tanto, un equili­
brio entre comunicar adecuadamente el amor y las emociones
negativas (el dolor, la ira, el sentimiento de traición) de una
manera que funcione para ambos miembros de la pareja?

Por qué surgen los conflictos y las discusiones

El núcleo de la primera fase consiste en descubrir las similitu­


des y estim ular la sintonía con nuestra pareja. Al reconocer
esas grandes cualidades en nuestra pareja que habían sido des­
terradas a nuestra sombra, podemos tener un mayor sentido de
plenitud cuándo nos miramos en el espejo de nuestro com pa­
ñero intimo. La idea de que ese compañero nos escucha real­
m ente puede darnos la sensación de que nos entiende y nos
valora.
Cuando el núcleo en la segunda fase se vuelca hacia las dife­
rencias, se interrumpe la sintonía y se fomenta la polarización.
Los conflictos y discusiones no son más que intentos fallidos
para restablecer sintonía defendiendo nuestro punto de vista e
intentando persuadir al compañero de que piense comó noso­
tros. Nos sentimos dolidos, irritados o molestos porque nuestra
pareja ha violado alguna creencia o valor nuestro. Muchas per­
sonas piensan que sus valores son universales, que cualquiera en
su sano juicio sabe que así deberían ser las cosas. Si su pareja no
está de acuerdo, siente la necesidad de señalar los defectos en su
manera de pensar. Desgraciadamente, cuando nuestro compañe­
ro desafía nuestros puntos ciegos o nuestra máscara, está
poniendo en tela de juicio nuestra condición de personas dignas
La comunicación sin virus 301

de ser aceptadas y amadas. Al desafiar nuestras creencias y valo­


res, desafía nuestra propia identidad.
E\ anuncio de que las cosas van mal en una relación, en la
mayoría de los casos, no viene tanto de la frustración, el dolor y
la ira que salen a la superficie como la manera en que se comu­
nican los sentim ientos..., o no se comunican, como en el caso
de mi tía Teresa.
El punto central de cualquier desacuerdo se reduce a una
verdad sencilla: independientemente de lo mucho que se nos
parezca nuestra pareja, muy a menudo les da un significado dife­
rente a las cosas. Si yo trabajo mucho tiempo, para mí eso puede
significar que quiero proporcionar a mi familia bienestar mate­
rial, porque los amo. Para mi familia, puede que signifique que
soy un adicto al trabajo que se preocupa más de su carrera pro­
fesional que de estar con ellos. El núcleo de la comunicación sin
virus es que cada miembro de la pareja descubra el sentido del
punto de vista del otro y, al igual que Einstein, considere ese otro
punto de vista igualmente válido.
Hay muchas maneras de categorizar la manera en que la
gente piensa: visuaU auditiva, cinestésica.. hemisferio derecho,
por oposición a hemisferio izquierdo; introvertido, por oposi­
ción a extravertido; aproximación, por oposición a alejamiento
de la gente; marcianos, por oposición a venusianos, etcétera.
Estos y otros sistemas contienen algo de verdad en tanto que
modelos. Algunos proporcionan perspectivas inteligentes e inte­
resantes. El problema que yo observo en estas diversas maneras
de categorizar a las personas es la dificultad de recordarlo todo,
es decir, las innumerables características descritas para cada
modelo. Creo que un enfoque más simple y realista consiste en
reconocer que cada vez que surge un conflicto nuestra pareja le
da un sentido diferente del nuestro. ■
Como hemos señalado, el inconsciente es muy hábil recono­
ciendo en un compañero potencial las partes inconscientes simi­
lares. Aunque esa persona exprese cualidades negativas de nues­
tros padres u otros adultos, y aunque esas cualidades nos
resulten incómodas, nos son familiares. Para muchas personas,
aunque la familiaridad signifique dolor, sigue siendo más cómo-
_____ v ii v u j :viciín lALfcb Y E L AM O R

da que lo desconocido. El doctor John Gray ha señalado la exis­


tencia del instinto humano fundamental de la comprensión.
Nuestro inconsciente recrea situaciones de la infancia que no
comprendimos con el fin de resolverlas ahora. •

La com unicación del am or sin virus

La mayoría de las personas con las que hablo y que tienen pro-
biemas en sus relaciones sentimentales reconocen que los culpa­
bles pueden ser los virus mentales. Sin embargo, siguen pensan­
do de ellas que son grandes comunicadoras. El problema es el
pensamiento distorsionado de su pareja.
En PNL existe un principio según el cual se puede medir la
eficacia de la comunicación según los resultados obtenidos.
Se trata de un punto de vista muy aventurado, porque atribu­
ye la responsabilidad de los resultados directamente al comunica-
dor. Si habéis tenido experiencias que dejan mucho que desear en
vuestra vida adulta, existe una buena posibilidad de que no sólo
ia relación sufra de un pensamiento falaz, sino también de que
vuestro único instrumento para reparar la relación (ía comunica­
ción) también esté contaminado con virus mentales.
Muchos hombres y mujeres están convencidos de que saben
expresar el amor a su compañero/a, y que comunican ese amor y,
sin embargo, suelen sentirse frustrados porque su pareja no apre­
cia el amor que ellos le expresan. Como hemos señalado en el
último capítulo, a menudo no nos sentimos amados porque nues­
tra estrategia amorosa profunda y, posiblemente, nuestra estrate­
gia de atracción no han sido activadas. El punto esencial en este
caso no estriba únicamente en comunicar el amor, sino en comu­
nicarlo de una manera que el otro comprenda, es decir, utilizando
su estrategia amorosa. Creo que esto es lo que pensaba aquel
investigador cuando sostenía que comunicar el amor a la pareja
podía ser perjudicial. Los gestos de amor no valorados tal vez sean
un caldo de cultivo para el resentimiento.
El primer paso para comunicar el amor eficazmente consis­
te en descubrir las estrategias de amor profundo y de atracción,
La comunicación sin virus 303

las propias y las de la pareja, mediante los ejercicios 24 y 25


(pp. 2 8 5 -2 8 7 ). Si después de realizar estos ejercicios, aún no
tenéis claro cuál es la clave para vosotros y vuestra pareja, inver­
tid un poco de tiempo y dinero. Consultad con un terapeuta de
virus mentales o con un profesional de PNL para que os ayude
en este proceso. Es una de las inversiones más rentables que
podéis hacer si valoráis una relación que funcione de verdad.
También podéis potenciar las expresiones de amor y de
atracción creando una lista de «regalos de amor».

Ejercicio 21
Lista de «regalos de amor»'3*

1. Escribe una lista de las cosas que te hacen sentirte amado y


titúlala «Mi lista de regalos de amor». Si no tienes pareja,
piensa en la última relación importante que tuviste y en lo
que esa persona hacía para que te sintieras profundamente
amado.
2. A continuación, piensa en el comienzo de tu relación actual
o de la última relación importante que tuviste. ¿Qué cosas
hacía tu pareja al comienzo de la relación que te hicieran sen­
tirte especialmente amado, y que después de un tiempo dejó
de hacer? Añádelas a tu lista.
3. Ahora piensa en cosas que nadie antes ha hecho por ti y que
imaginas que te harían sentirte profundamente amado. Añá­
delas a tu lista.
4. Vuelve a leer tu lista y clasifica los temas con un sistema de
cuatro estrellas (las cosas que tienen mayor impacto) hasta
una estrella (las que tienen menor impacto).
5. Si tienes pareja, intercambia la lista con él o ella. Señala con
una cruz los temas que serían más fáciles para ti, y con un
signo de interrogación los que serían más difíciles.
6. Conserva una copia escrita de la estrategia de atracción de tu
pareja,, de su estrategia amorosa y de esta lista de «regalos de

52. Harville Hendrix, op. cil. Esto forma parle de un proceso que el autor
llama «recuperar el rom anticism o c o n tu pareja».
304 PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL. AMOR

amor» en un lugar donde las veas regularmente. Utiliza la


estrategia de atracción y la estrategia amorosa de tu pareja
como seguramente lo hiciste cuando os conocisteis. Además,
una o dos veces a la semana, escoge uno de los puntos de la
lista de «regalos de amor» para tu pareja y ofrécelo como tal,
es decir, como un regalo, no como una expectativa. Practica
esto independientemente de cómo te sientas con tu pareja. Al
ofrecer tu amor con libertad, te sitúas en un estado amoroso.

Las discusiones

¿Recordáis la famosa fábula de los tres ciegos que examinan un


elefante por primera vez? Uno toca los colmillos y llega a la con­
clusión de que el animal es duro y tiene forma de lanza. El
segundo ciego toca la trompa y afirma que el elefante es flexible
y de formas sinuosas. El tercero, que toca el cuerpo, afirma que
el elefante es como un muro compacto. Entre los tres se entabla
una discusión acerca de sus respectivas percepciones. Cada uno
está convencido de la precisión de sus observaciones, y afirma
que cualquier ser razonable que percibiera con la misma aten­
ción llegaría a la misma conclusión; los otros dos ciegos deben
haber perdido todo contacto con la realidad. Cada uno intenta
convencer a los otros de que él tiene razón y de que ellos se han
equivocado.
Las discusiones son contraproducentes porque perdemos el
contacto con nuestra pareja, y es probable que los supuestos
subyacentes agudicen las carencias de la relación. Al igual que
los ciegos, la mayoría de las personas supone que cualquier per­
sona razonable pensaría igual que ellos, que su perspectiva es
universal y que la única y rara excepción es su pareja. Además,
suponem os que si uno tiene razón, el otro se equivoca. Si mi
compañero tiene razón, yo debo de haber perdido contacto con
la realidad.
Las discusiones son peligrosas porque, al calor del momen­
to, podemos decir algo que después nos reprocharemos. Una
vez pronunciadas esas palabras, no hay manera de borrarlas.
La comunicación sin virus 305

Una perspectiva útil de las discusiones consiste en establecer


un acuerdo con la pareja antes de que surjan. Si alguna vez os
encontráis atrapados en una discusión que se os escapa de las
manos, uno de los dos debe conservar la calma necesaria para
hacer algo insólito e interrumpir y poner fin al modelo de discusión.

C asi c u a l q u i e r c o s a q u e d ig a s
p a r e c e r á d iv e r tid a
si lo h a c e s a g a ta s .

P. J . O ’ROURKH

Éste es un excelente ejemplo de cómo interrumpir un mode­


lo de discusión si ambos estáis dispuestos a ponerlo en práctica.
De todos modos, es preferible decidir con antelación sobre lo
que cualquiera de los dos puede hacer o decir que sea lo bastan­
te insólito para sorprender al otro y poner fin a la discusión.
Poneos de acuerdo para procesar los sentimientos según el
modelo de com unicación previsto, más tarde, cuando los dos
estéis calmados.

Cómo com unicar las m olestias pequeñas y m oderadas

-N o me puedo creer lo desordenada que eres. Cada vez que


vengo a verte tienes los platos sucios y hay comida pudriéndose
por toda la casa —le espeta Dan a su amiga Linda.
-¿Ah, sí? Mira quién habla. Cuando voy a verte a ti, se puede
oler la caja del gato a una manzana de distancia -co n tra a ta ­
ca ella.
Estas frases no traducen todavía un gran resentimiento, pero
pueden convertirse en problemas mayores cuando ése es el esti­
lo de comunicación que predomina. Algunas parejas son capa­
ces de manejar con más claridad crisis y sentimientos profundos
y decisivos que los incidentes pequeños y moderados, que se
van acumulando y, a la larga, pueden acabar con la relación.
Una manera mucho menos basada en la confrontación y más
eficaz para comunicarse y evitar estas discusiones consiste en
crear una lista de demandas. La clave del proceso consiste en
identificar para ti, y para el bienestar de la relación, cuál es el
valor que ha sido violado y cómo, concretamente, tu pareja viola
ese valor con su conducta. Debéis hacer esto antes de comunica­
ros con vuestra pareja. Por ejemplo, si yo estuviera trabajando
con Dan y Linda en una consulta matrimonial, podría pregun­
tarle a Dan:
-¿Q u é importancia concedes a que Linda tenga los platos
limpios y recogidos?
-S e me ponen los pelos de punta al ver ese desorden, y me
entran ganas de irme -responde Dan.
-¿Qué importancia tiene para ú y Linda que no se te pongan
ios pelos de punta y que tengas ganas de quedarte? -insisto.
-Pues, quiero sentirme cerca de ella y pienso que estaríamos
más cerca si yo me. sintiera cómodo con ella en su casa como ella
en la mía -replica Dan.
Ahora hemos dado con el valor. Dan valora estar cerca de
Linda, y el hecho de sentirse cómodo en su casa puede contri­
buir a que eso se produzca.
-¿Cóm o sabes, concretamente, que no te sientes cómodo en
casa de Linda y que no te sientes cerca de ella? -pregunto.
-C u an d o veo los platos con comida de hace días, tengo la
sensación de algo poco higiénico. Me repele y no tengo ganas de
quedarme. Supongo que mi ex mujer era así y eso me ponía
enfermo -confiesa Dan.
Su reacción puede ser un desencadenante, a saber, la inco­
modidad como una sensación anclada en los platos sucios y el
desorden del pasado, o puede ser que sencillamente valore un
entorno limpio e higiénico. Si la reacción de Dan es un desenca­
denante, hay dos enfoques para solucionar el conflicto. Yo
podría ayudar a Dan a colapsar el ancla, o bien Linda podría
cambiar sus hábitos. Puesto que yo mismo estimo la higiene
como un valor, es probable que le mostrara a Dan cómo pedirle
de forma correcta a Linda que cambie sus hábitos. Por otro lado,
Si lo que molestaba a Dan era el hecho de que, de cuando en
cuando, Linda hablara con cierto tono, o con una cierta mirada,
o con determinados gestos, algo sobre lo cual ella no tenía un
La comunicación sin virus 307

control consciente, habría sido más apropiado ayudar a Dan a


colapsar o invertir su desencadenante.
Un componente clave en cualquier demanda es el vocablo por­
que. Se trata de una palabra muy poderosa y persuasiva. Por lo
general, preguntamos «por qué». La respuesta natural, como cuan­
do éramos pequeños y preguntábamos a nuestros mayores por qué
teníamos que comer los guisantes, o por qué no podíamos ir al
circo, es «¡Porque sí!». La Universidad de Pennsylvania llevó a
cabo una investigación: un grupo de personas esperaban en una
cola para utilizar una fotocopiadora, Entraba una colega del equi­
po y decía que tenía prisa y que sólo tenía que hacer diez copias, y
preguntaba si podía colarse. En el .62 por ciento de los casos la
dejaban pasar. Cuando cambiaba la frase de su petición y decía:
«Me gustaría colarme porque tengo prisa y sólo tengo que hacer
diez copias», la dejaban pasar en el 92 por ciento de los casos.
En la sesión con Dan y Linda, yo sugeriría este formato para
las demandas de Dan: «Me gustaría que tú ... [Ia conducta con­
creta que cumpla con la reglal porque ... [tu reacción emocional]
y quiero sentir ... [el valor] contigo cuando ... [el contexto del
incidente que provoca el malestar]».
En este ejemplo se generaría una frase como: «Me gustaría
que tuvieras los platos limpios y recogidos, porque lo s platos
sucios me ponen los pelos de punta y porque quiero sentirme
cómodo y cerca de ti cuando te vengo a ver a casa». La petición
es clara. No hay reproches, ni es necesario que alguien tenga
razón y el otro esté equivocado. No hay demandas agresivas ni
actitudes defensivas. He aquí una manera de superar el cúmulo
de pequeñas riñas que puedas tener con tu pareja.

Solución antivírica número 19


La lista de demandas
(para incidentes pequeños y moderados)
1. Cada miembro de la pareja tendrá tres h ojas de papel en
blanco. En la primera escribe «Riñas». Elabora una lista que
308 PARTI: IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

conteste a la afirmación siguiente: «Me siento molesto cuan­


do mi pareja...».
- Por ahora, evita las conductas que podrían ser fuente
importante de conflictos.
- Cualquier incidente que pudiera actuar como desencade­
nante (una mirada, un tono de voz, un gesto o una manera
de tocarte) sobre el cual tu pareja tiene escaso control
consciente, pero que automáticamente desencadena en ti
una respuesta, se maneja mejor colapsando o invirtiendo
el desencadenante.
- No campanas esta lista con tu pareja.
2. Divide el segundo papel en dos columnas. A la primera
titúlala «Valores», y a la segunda, «Reglas y creencias».
- Lleva cada uno de estos episodios a un nivel superior hasta
que obtengas un valor al preguntarte: «¿Qué importancia
tiene para mí que mi pareja haga ... [lo opuesto a la con­
ducta desagradable]?» y «¿Qué importancia tiene esto para
nosotros?». Repite la pregunta hasta que encuentres el
valor que ha sido transgredido. Anótalo. .
- Particulariza el valor y pregúntate: «¿Cómo sé, concreta­
mente, que no estoy consiguiendo ... [el valor] que
deseo?». De este modo obtendrás tu norma violada. Anó­
tala ju nto con el valor, pero en la segunda columna. (Por
ejem plo, puede que valore la seguridad con mi pareja
cuando ésta conduce el coche, y mi regla es que me siento
inseguro cuando gira en una curva al doble de la veloci­
dad permitida.)
3. En la tercera hoja escribe «Peticiones a mi pareja». Formula
una petición para cada molestia basándote en la siguiente
estructura: «Me gustaría que tú ... [conducta concreta que
satisface tu norma] porque ... [tu reacción emocional ahora] y
quiero sentir ... [el valor-] contigo cuando ... (el contexto del
incidente]».
«Cuando estamos jum os, me gustaría que. condujeras a la
velocidad permitida, o por debajo de ella, porque me mareo
y me da miedo la velocidad, y quiero sentirme bien y seguro
contigo cuando salimos juntos.»
La caminí arción si/i virus 309

4. Establece una prioridad de tus demandas señalando las más


importantes con cuatro estrellas, hasta una estrella para la
menos importante.
5. InteTcambia la lista de p eticio n es (p ero no las dos prim eras
hojas) co n tu pareja. Señala co n una cruz los tem as que se ­
rían m ás fáciles de cum plir, y co n un signo de interrogación
los qu e serían m ás d ifíciles. Puede que tengas que tratar
con los tem as m ás difíciles utilizando el m od elo de c o m u n i­
cación avanzada.
6. Todas las semanas haz un regalo a tu pareja a partir de su lista
de peticiones, y añade uno o dos de la lista de «Regalos de
amor».

Para comunicar emociones ancladas más


profundamente

Lo esencial de la comunicación sin virus, incluso en medio de


una grave crisis emocional, consiste en establecer y mantener la
sintonía para com unicar sentimientos sin proferir insultos, y
para identificar y resolver las diferencias en las normas y valores
que provocaron la crisis. El modelo que he elaborado tiene seis
pasos bien definidos:

P reparar el Esto significa obtener el permiso de tu


e s c e n a r io .
pareja para compartir tu malestar, y no irrumpir en escena con
todo un cúmulo de sentimientos. «Me siento irritado [molesto,
dolido, etc.l contigo. Estás dispuesto/a a escuchanne?» Esto le
ofrece a tu pareja un espacio mental y emocional para preparar­
se y disminuye la posibilidad de que manifieste una actitud
defensiva y se niegue a escuchar. Puede que tu pareja quiera
tener unos minutos para acabar lo que está haciendo en ese
momento. Poneos de acuerdo para conversar en algún momen­
to; lo ideal seria al cabo de diez minutos, o en las próximas vein­
ticuatro horas, si es posible.
Recordaos mutuamente que el objetivo de conversar es resol­
. . V IL W ^I J.VJJU1 lA L .i.J t £Ll _ A l V I t ^ K

ver los sentimientos en juego, y que no se trata de ventilar' otros


temas del pasado. Si tenemos en mente un objetivo bien defini­
do, podemos mantenemos centrados en este proceso.

Esta blecer Los investigadores de PNL han des­


una s i n t o n í a .
cubierto que cuando las personas se encuentran en una relación
intensa tienen tendencia a imitar o a ser espejo inconsciente­
mente el uno del otro. Estas personas asumen posturas simila­
res, usan gestos y modos de hablar similares y establecen un
contacto visual más prolongado. Sin embargo, una de las expre­
siones más poderosas de sintonía es la respiración sincronizada.
Si, quieres establecer una relación sólida con alguien, fíjate en su
respiración e imítala sin que sea evidente. Al cabo de un rato,
puedes comprobar la relación inconsciente acelerando o dismi­
nuyendo el ritmo de tu respiración, y observar si tu interlocu­
tor/a te sigue. Si así es, has establecido una sintonía inconscien­
te. Esto aumenta en gran medida tus posibilidades de acceder a
una sintonía consciente.

Ejercicio 28
L a sintonía y el r e flejo auditivo

1. Siéntate frente a tu pareja. Uno de los dos respira con norma­


lidad y el otro observa y sincroniza su respiración durante
aproximadamente un minuto. Cambiad de papeles y repetid
la operación durante otro minuto.
2. A continuación, uno de los dos asumirá el papel de emisor y
el otro el de receptor. El emisor habla de algo que sucede en
su vida que no tiene una carga emocional.
3.. El emisor pronuncia dos o tres frases y luego el receptor se
convierte en reflejo auditivo repitiendo la frase y preguntan­
do: «¿Lo he captado bien?». Si no es así, pide que te lo expli­
que y vuelve a repetirlo. Continuad con eí mecanismo del
reflejo durante unos minutos y luego cambiad de papeles.
4. Hablad acerca de cóm o habéis sentido cada parte del proceso
y si os sentíais realm ente escu ch ad os al p o n e r en práctica el
espejo auditivo.
El ejercicio 2 8 es una manera útil para conocer la construc­
ción de la sintonía mediante e\ mecanismo del espejo, y para
comenzar a sentar las bases de las habilidades necesarias que
propiciarán una comunicación sin virus.

E l r e f l e jo a u d it iv o . Es la clave para disipar la carga emocional


subyacente al enojo o la molestia. Es también la esencia de lo
que Deepak Chopra ha llamado indefensión, es decir, la renun­
cia a defender nuestro punto de vista. Una de las cosas que más
deseamos cuando estamos en conflicto con nuestra pareja es que
nos escuche. Queremos saber qué entiende y en qué medida le
importa lo que nos ha molestado.
La persona que esvá molesta, el em isor, escribe una cana de
amor describiendo qué ha sucedido y cuáles son sus sentimien­
tos al respecto, o sencillamente habla con su pareja, el receptar,
acerca de estos temas. Al igual que en el ejercicio anterior, el
receptor lee o escucha dos o tres frases a la vez, y devuelve la
información repitiendo lo dicho por el emisor.
El emisor debe respetar dos normas:

1. No debe proferir insultos ni tratar de destrozar al otro.


2. Debe expresar sólo aquello que otros no puedan discutir ni
sobre lo que puedan tomar partido.

Afirmaciones como: «Cuando la miraste de esa manera, todos


se dieron cuenta de que querías desnudarla allí mismo» o «¡Eres
un hijo de perra, un inútil y un irresponsable!» podrían ser recha­
zadas por otros. Al contrario, una afirmación como: «Cuando
olvidaste mi cumpleaños me enfadé, me sentí dolido y temía que
ya no te importara» no se puede discutir. Es una verdad tuya.
El receptor también debe respetar dos normas:

1. No debe hacer comentarios, expresar desacuerdos o reaccio­


nes. Por el momento, no debe hablar.
2. Debe repetir unas cuantas frases cada vez y luego preguntar:
«¿Lo he captado bien?». Si no es así, pedirá que se lo aclaren
y volverá a repetirlas.
312 PARTE IV: LOS VIRUS MENTALES Y EL AMOR

La primera norma es la parte más difícil de todo el proceso.


La mayoría de las personas están tan condicionadas por la idea
de que es inaceptable com eter un error o equivocarse que de
inmediato saltan para defenderse, sin siquiera escuchar lo que la
otra persona tiene que decir. A menos que ya tengas la magnífica
relación que querías tener, es probable que tu modelo para res­
ponder a tu pareja no haya funcionado. Este reflejo auditivo es
una manera fácil de poner fin a nuestros modelos habituales de
discusión y de actitudes defensivas. Para lo que tu pareja está
diciendo, la verdad es que tienes que escuchar. Si intentas urdir
un contraataque, sembrarás la confusión.
Cuando parezca que el mensaje llega a su fin, el receptor
preguntará: «¿Ya está?». Es probable que, en ese momento, el
receptor piense que lo han escuchado. Sin embargo, quizá no
hayas descubierto el significado más profundo que cada cual
tiene que expresar acerca del tema.

D ESC.U BR IR N ORM AS y Esto implica


V ALO RhS HARA E L E M IS O R .
ascender (cambiar a un nivel superior) hasta alcanzar el valor
mediante la pregunta: «¿Qué importancia tiene para ti y para
nosotros tener ... [lo opuesto a la conducta que desaprueba el
emisor]?». Puede que para mí sea importante, por ejemplo, que
recuerdes mi cumpleaños, porque quiero saber que me valoras y
que aprecias nuestros momentos juntos. Ese es mi valor.
A continuación, procede a descender (particularizar) hasta lle­
gar a la norma que ha sido violada: «Concretamente, ¿cómo sabes
que no dispones de ese ... (valorl que deseas en esta situación?».
Por ejemplo, sé que no me valoras ni aprecias los momentos que
pasamos juntos porque olvidas pequeñas cosas como los cumplea^
ños, las fechas importantes o sacar la basura el martes por la noche.
Otra pregunta que puedes utilizar para descubrir el impacto
emocional de lo que sucede es: «¿Qué temes de esta situación?».
La emoción básica que subyace a la ira, la frustración, la decep­
ción y la tristeza suele ser el miedo. Si soy franco, lo que temo es
que, si no me valoras ni aprecias los momentos que pasamos
juntos, nuestro amor podría morir, y puede que acabemos sepa­
rándonos.
Leí comunicación sin virus

Descubrir n o r m a s y valores para hl r e c e p t o r . Cambiad vues­


tros respectivos papeles. Puede que el receptor tenga o no tenga
valores relacionados con una determinada conducta. Mi pareja
podría decir que pensaba que sería más espontáneo y me sorpren­
dería más si me ofreciera regalos los días que no son cumpleaños,
fechas importantes, etc., porque yo no me los esperaría. Su valor
sería actuar con espontaneidad y de manera impredecible.
También podría decir que dedica demasiadas horas al traba­
jo, que se quedó absorta en la tarea y que olvidó mi cumple­
años. O quizá que en su familia no se celebraban los cumplea­
ños. Cualquiera que sea la explicación que el receptor ofrece, el
emisor la devuelve sin comentarios ni afán de contradecir.

El s a l t o c r e a t i v o . El receptor pregunta al emisor: «¿Cómo


podemos cambiar nuestras conductas o nuestras normas para
que tú tengas ... [los valores del emisorl que deseas y yo pueda
tener ... [los valores del receptor] que yo quiero?». Buscad alter­
nativas creativas, que pueden añadirse a la lista de «demandas»
de cada uno de vosotros.

Solución antivirica número 2 0


El modelo de com unicación avalizada (para aclarar
emociones negativas profundamente arraigadas)

1. Prepara el escenario:
- Obteniendo permiso para compartir los sentimientos, para evi­
tar sencillamente lanzarlos sobre tu pareja («tengo un senti­
miento y quiero preguntarte si podemos hablar de ello ahora
o en los próximos diez minutos o, a más tardar, en las próxi­
mas veinticuatro horas»),
- Recordándoos el uno al otro que el objetivo de hablar es
resolver los sentimientos y el tema en cuestión, y no airear
o reprocharle al otro cosas del pasado.
2. Establece una sintonía mediante un reflejo de la respiración
durante uno a dos minutos.
314 PARTE IV; LO S V IR U S M EN TA LES Y E L AM O R

- El emisor (el que está molesto) respira lenta y profunda­


mente.
- El receptor imita la respiración del emisor y visualiza al
emisor como un niño herido.
3. El reflejo auditivo. El emisor expresa sentim ientos y enun­
cia dos o tres frases seguidas, o el receptor lee dos o tres
frases seguidas de una carta de amor (la experiencia os dirá
cuál de las dos alternativas funciona m ejor para ti y tu
pareja).
- El emisor sigue dos normas:
a. No anatematiza ni intenta acabar con el otro.
b. Expresa sólo aquello que no puede incumbir a terceros.
- El receptor sigue dos normas:
a. No formula comentarios, ni expresa desacuerdos o
reacciones. Por el momento, no habla.
b. Repite una o dos frases seguidas y luego pregunta: «¿Lo
he captado bien?». Si no es así, pide que te lo explique
y vuelve a repetirlo.
Cuando parezca, que el mensaje está completo, el receptor
preguntará: «¿Ya está?». En ese momento, es probable que el
emisor sienta que lo han escuchado de verdad.
4. Descubrir normas y valores para el emisor.
~ El receptor pregunta: «¿Te parece bien que analicemos
ahora cuáles son tus normas y valores respecto a este
tema?». Si el emisor está de acuerdo, continuad.
- t i receptor asciende a un nivel superior: «¿Qué importan­
cia tiene para ti y para nosotros tener ... [lo opuesto a la
conducta que desaprueba el emisor]?». Continúa ascen­
diendo hasta encontrar uno o varios valores.
- Repite los valores. Pregunta: «¿Lo he captado bien?». Y
luego, anótalo.
- El receptor desciende (particulariza): «Concretam ente,
¿cómo sabes que no estás obteniendo los ... [valores] que
quieres en esta situación?».
a. Definid la(s) nomna(s) que ha(n) sido violada(s).
b. Repite la(s) norma(s) y pregunta: «¿Lo he captado
bien?». Y anótala(s).
- El receptor pregunta: «¿Qué es lo que temes en esta situa­
ción?». Repite las frases y anótalas.
5. Descubrir los valores y el temor p a r a el receptor. Cambiad de
papeles.
- El receptor pregunta: «¿Te parece bien si analizamos mis
normas y valores en este tema?». Si todo va bien, c o n ­
tinuad.
- El emisor asciende a un nivel superior: «¿Qué importancia
tiene hacer las cosas como tú las ves?». Puede que no haya
nada importante para el receptor, que sea una equivoca­
ción o un mal hábito. Si hay valores, continúa ascendien­
do hasta que tengas uno o dos valores. El emisor repite y
pregunta-, «¿Lo he captado bien?». Anótalos.
Nota: Si asciendes a un nivel superior en la medida sufi­
ciente, descubrirás que el receptor y el emisor comparten
el mismo valor.
- El emisor pregunta al receptor: «¿Qué temes en esta situa­
ción?».
6. El salto creativo. El receptor pregunta al emisor: «¿Cómo
podemos cambiar nuestra conducta o nuestras normas para
que puedas tener ... [los valores del emisor] que deseas y yo
pueda tener los ... (valores del receptor] que quiero?». Bus­
cad alternativas creativas.
Podéis añadirlas a la lista de «Peticiones» de cada uno de
vosotros.
Nota: Si el emisor está extremadamente molesto, puede
que no sea capaz de intercambiar los papeles y escuchar al
receptor (paso 5). Si esto sucede, es necesario detenerse des­
pués del paso 4. Los pasos 1 a 4 bastan por ahora y deberían
disipar en gran medida la carga emociona!. Poneos de acuer­
do para continuar el proceso en otro momento.
Si uno de vosotros se pierde emocionalmente durante
estos pasos y el procedimiento no funciona, utilizad un
modelo previamente acordado para interrumpirlo. Después,
poneos de acuerdo para volver sobre el tema y lograr que el
procedimiento funcione.
316 PARTE IV: LOS V IR U S M EN TALES Y E L AM O R

Hay ocasiones en que las parejas empiezan a utilizar este


proceso y uno de ellos se opone diciendo que es demasiado
mecánico, demasiado «paso a paso», característico del hemisfe­
rio izquierdo. Cuando hablamos de em ociones negativas pro­
fundamente arraigadas, es evidente que no es el momento de ser
espontáneos o improvisar sin más. La mayoría de las personas se
han pasado la vida utilizando modelos de comunicación auto-
destructivos-. El hecho de que, al comienzo, este proceso resulte
un poco raro y «paso a paso», es buena señal si conseguís seguir.
Os obligará a abandonar vuestra antigua manera de comunicar.
También se parece al aprendizaje de un instrumento y al trabajo
mecánico con escalas y arpegios. Es mecánico al comienzo y, no
obstante, es la manera más rápida de cultivar la habilidad para
dominar el instrumento.

El virus receptor del amor

A pesar de todos los esfuerzos de nuestra pareja para conocer


nuestras estrategias amorosas, a veces no funciona ofrecer rega­
los de amor, cumplir con las peticiones de nuestra lista de males­
tares pequeños y moderados, y comunicar emociones profunda­
mente arraigadas de manera clara. Harville Hendrix y otros
investigadores han observado que algunas relaciones empeoran
cuanto mayores son las expresiones de amor. Hay personas que
sufren la paradoja que yo denomino virus receptores del amor.
Cuanto más amor compartimos con nuestra pareja, más incó­
modos nos sentimos. Esto puede resultar frustrante y desconcer­
tante para nuestra pareja.
En realidad, la idea se parece a la del virus termostato (lo que
decimos que queremos es lo que suscita las mayores molestias
cuando lo conseguimos). También es diferente, porque la causa
del virus termostato suele ser un desencadenante, a saber, sentí-
mientos de dolor y pérdida del pasado anclados con el hecho de
sentirse cerca. Al contrario, el virus receptor del amor es el pro­
ducto de creencias restrictivas. Si un niño en una familia disfun­
cional no ha tenido 1a experiencia de sentirse profundamente
La c om u n ic ac ió n sin virus 317

querido, entonces recibiT amor puede ser una amenaza para él


en su vida adulta porque no le es familiar. A pesar de que no
sentirse querido tiene sus miserias, estamos acostumbrados. Si
una parte de nosotros quiere que seamos amados y otra parte se
siente incómoda cuando el amor aparece, la solución consiste en
encontrar la intención positiva de cada parte. Es muy posible
que ambas coincidan. En ese caso, se trata simplemente de rein­
tegrar las partes utilizando el Reencuadre de Seis Puntos o la
compresión visual (pp. 137 y 142).
Cuando pensaba en los problemas que tienen las parejas
para comunicarse, me di cuenta de que la comunicación es el gran
instrumento con que contamos para solucionar los defectos del
pensamiento que destruyen las relaciones. Cuando la comunica­
ción ha sido infectada con desencadenantes explosivos y creen­
cias restrictivas (intentar defender nuestro punto de vista o
intentar que la pareja piense como nosotros), perdemos la
noción de cómo reconocer un universo igualmente válido desde
una perspectiva a veces extraña y a veces fascinante.
Mi tía Teresa dominaba el arte de evitar las discusiones, pero
también es probable que se haya perdido toda una nueva mane­
ra de pensar acerca de las cosas, como nos ocurrirá a nosotros si
no adoptamos el enfoque de los muones de los rayos cósmicos.
Desde la perspectiva de los muones, la única manera de llegar a la
Tierra es que la distancia que deben recorrer sea tan sólo de 60 0
metros, en lugar de casi 1 0 .0 0 0 . En otras palabras, desde su
perspectiva, parece que el universo, paralelo a su velocidad, se
ha estrechado la dieciseisava parte de como lo percibimos noso­
tros. Al igual que en las relaciones, la perspectiva (nuestra) de
que el tiempo se ralentiza para los muones, y la otra (de los
muones), de que el universo se encoge una dieciseisava parte,
son igualmente válidas.
QUINTA PARTE

Hacia la plenitud
15

Conseguir los resultados


que deseamos en la vida

La felicidad tiene de altura


lo que le falta de longitud.

ROBERT FROST

Julio de 1976, Fairfidd, Iowa.


-Oye, Don, ven aquí fuera y mira lo que acabo de ver. ¡Es la
aurora boreal!
Steve sabía que yo era físico y pensó que me interesaría. Era
una tórrida noche de verano en la región central de Iowa, y está­
bamos acabando nuestra reunión vespertina del congreso de
profesores sobre la conciencia y la educación, de un mes de
duración. Y me pregunté: «¿La aurora boreal? ¿En esta región de
Iowa? ¿En pleno verano?». Le dije a Steve que creía que era posi­
ble, pero no demasiado probable. Quizás eran las luces de la ciu­
dad que se reflejaban en las nubes.
-N o , no, lo he visto claramente. Las luces van hacia el norte,
son muy brillantes y parpadean -insistió él.
-Vale, echemos una mirada. -Salimos, y cuando mis ojos se
acostumbraron a la oscuridad, vi lo que mi amigo señalaba. A
pesar de la humedad opresiva, el cielo estaba bastante claro y,
hacia el norte, cerca del horizonte, divisamos unas luces inten­
sas y parpadeantes. Yo jamás había visto la aurora boreal y esta­
ba muy emocionado. Sin embargo, cuando empecé a observar
con atención, comencé a ver un perfil de oscuridad en tomo a la

321
luz, y de pronto me di cuenta de que era una tormenta en la dis­
tancia, lo bastante lejos para que no se escucharan los truenos.
La tormenta era tan intensa que descargaba un relámpago tras
otro de forma continua.
Steve me preguntó qué provocaba la aurora boreal, y yo le
expliqué que eran partículas subatómicas del espacio exterior
que electrificaban el aire en la atmósfera superior, lo cual provo­
caba destellos.
-¡Ah! ¿Y cómo es posible que haya rayos cósmicos en el polo
Norte y aqui no? -preguntó.
Le dije que creía que aquí también teníamos rayos cósmicos.
-¿ Y por qué aquí no brilla el aire? ¿Por qué no tenemos la
aurora boreal del medio oeste7 -insistió Steve.
- E s una buena pregunta -r e s p o n d í-. Cuando estaba en la
universidad, en una ocasión le pregunté al profesor Hibbs algo
por el estilo. Él me dijo que es un poco como la vida. Si nos
movemos en la dirección que hemos trazado, avanzar no exige
mayor esfuerzo. Pero si nos movemos en contra de la dirección
trazada, avanzar es casi imposible y empiezas a dar vueltas en
círculos - le expliqué a Steve, si bien aquel seminario le daba a
aquellas palabras un significado más profundo.
Steve era profesor de ciencias políticas en una universidad
de Mississippz y su principal interés era la conciencia de los indi­
viduos y la política. Me recordó que los tres valores fundaciona­
les de Estados Unidos eran la vida, la libertad y la búsqueda de
la felicidad. Desgraciadamente, los padres de la nación no nos
habían dicho cómo conseguir la felicidad.
Incluso hoy en día los psicólogos están divididos a propósito
de este tema. ¿Qué es la felicidad? ¿Cómo contribuyen las nor­
mas internas a estados como la felicidad, la realización y la
obtención de los resultados que perseguimos? ¿Cómo definimos
lo que es necesario para tener éxito en la vida? ¿Y cómo liberar­
nos de los virus mentales que producen los conflictos internos,
de modo que podamos avanzar hacia un destino del que nos sin­
tamos orgullosos?
Conseguir ios resultados que cicscumu¿ en tu imuu

La búsqueda de la felicidad

En mi trabajo con mis clientes he observado que cuando una


persona es capaz de reintegrar las partes en conflicto de un virus
mental, mejora notablemente su coherencia de pensamiento y
de acción. Las personas parecen más centradas, más decididas,
más en armonía con su orientación en la vida y, en general, más
felices. Ésta era una de las cualidades más notables que intuí en
la manera de pensar de Dana, y que me condujo a otra reve­
lación:

C lave número 8: P ara encontrar la felic id a d du radera, cierra


la brech a entre tus valores m ás n obles y la m an era en que
vives la vida cotidiana.

En el informe de una investigación del Britisk Journal o f Social


Psychology,J3 los psicólogos de la Universidad de Bar-Ilan, en Is­
rael, com unicaron ciertos hallazgos decisivos que hacen de
la felicidad y la realización algo menos esquivo en la vida. Su
trabajo verificó y amplió los hallazgos de un investigador ante­
rior, E. T. Higgins. En el modeío de Higgins, el yo ideal refleja
nuestros valores fundamentales, el yo virtual refleja lo que supo­
nemos que los demás esperan de nosotros, y el yo real cómo pen­
samos que somos realmente. ■

Ejercicio 29
Sentimientos de congruencia

1. Pregúntate: «¿En qué aspecto de la vida (profesión, desarro­


llo personal, familia, relaciones, tiempo libre, económ ico,
espiritual, social, etc.) me siento mejor? ¿Qué aspecto parece
funcionar mejor para mí en este momento?». Anota tus res­
puestas.
2. Ahora, pregúntate: «En este aspecto que parece funcionar
para mí, ¿qué estoy haciendo en concreto que me haga sentir

53. Brítish Jou rnal qf Social Psychology, 30, pp. 2 L3 5 .


324 PARTK V: HACIA LA PLEN IT U D

orgulloso?». Anota al menos una cosa que estés haciendo.


Puede que te sientas bien con tu vida familiar porque has
dedicado una hora cada noche a estar con tus hijos y porque
sales con ellos de vez en cuando.
3. A continuación, encuentra el valor asociado con lo que has
escrito en el punto 2, preguntándote: «¿Qué importancia
tiene para mí hacer ... [lo que estás haciendo]?». Sigue ascen­
diendo a un nivel superior y pregúntate: «¿Qué importancia
tiene para mí ... (la respuesta a la pregunta anterior]?». Sigue
preguntándote hasta que encuentres un valor. Quizá valoras
demostrarle a tus hijos que los quieres de una manera que
ellos lo entiendan.
4. Finalm ente, pregúntate: «Cuando hago ... [la respuesta al
punto 2] que apoya ... (el valor del punto 3], ¿cómo me
siento?».

Cuando los psicólogos israelíes presentaron a los alumnos


de la Facultad de Psicología las preguntas del ejercicio 29, la res­
puesta a la pregunta 4 fue normalmente «un estado de felicidad
pasajera». En otras palabras, la felicidad pasajera es el resultado
de que las actividades de nuestro yo real se alineen con los valo­
res de nuestro yo ideal. Por otro lado, cuando lo que hacemos
concuerda con los valores del yo virtual, sentimos más tranquili­
dad y paz interior. Algunos valores del yo virtual pueden ser los
mismos que los del yo ideal, y otros pueden ser bastante dife­
rentes.

Ejercicio 30
Sentimientos de incongruencia

1. Pregúntate: «¿Qué aspecto de mi vida (profesión, desarrollo


personal, familia, relaciones, tiempo libre, económico, espiri­
tual, social, ctc.) deja bastante que desear? ¿Qué aspecto debo
trabajar más en este momento?». Anota tus respuestas.
2. Ahora, pregúntate: «En este aspecto que debo trabajar más,
¿qué estoy haciendo en concreto, o qué es lo que no estoy
haciendo, que provoca que me sienta molesto?».
Conseguir los resiíft^c/os que deseamos en la vida 325

3. A continuación, encuentra el valor asociado con lo que has


escrito en el punto 2, preguntándote: «¿Qué importancia
tiene para mi hacer ... [lo que no estás haciendo en el pun­
to 2]?», o «¿Qué importancia tiene para mí no hacer ... [lo
que estás haciendo en el punto 2]?». Sigue ascendiendo a un
nivel superior y pregúntate: «¿Qué importancia tiene para
mí... [la respuesta a la pregunta anterior]?» hasta que encuen­
tres un valor. Quizá sea importante para ti cumplir los pro­
pósitos de Año Nuevo, porque eso te haría sentir que contro­
las tu vida, que puedes fijar tu propio rumbo.
4. Finalmente, pregúntate: «Cuando hago (o no hago) ... [la res­
puesta al punto 2] que va en contra de ... [el valor del pun­
to 3], ¿cómo me siento?».

Una vez más, al analizar las respuestas de los alumnos a las


preguntas del ejercicio 30, en líneas generales, los investigadores
descubrieron que las respuestas al punto 4 eran «depresión»,
«tristeza» e «insatisfacción». En otras palabras, una gran discre­
pancia entre lo que se percibe como el yo real y el yo ideal pro­
duce el valor opuesto a la felicidad. Por contraste, una gran bre­
cha entre el yo real y el yo virtual probablemente produciría
sentimientos de culpa y ansiedad, lo contrario de la paz interior.
Así, al parecer, un componente fundamental de la felicidad
pasajera y de la realización es la congruencia, es decir, estar
libres del conflicto interno de los virus mentales que nos impi­
den vivir los valores que más apreciamos. Las claves para obte­
ner los resultados que queremos en la vida son:

• conocer claramente nuestros valores, sueños y proyectos más


entrañables (es decir, nuestra misión en la vida);
• encontrar una manera de cerrar la brecha entre nuestros valo­
res primordiales y la manera en que vivimos la vida cotidiana.

Si tu valor consiste en estudiar para una nueva profesión,


encuentra una manera de llevarlo a la práctica. Si tu valor con­
siste en vivir en una barcaza, como lo era para Dana, lleva tu
idea a cabo.
...■Mi- v. l i a u ¡.^ l-ft l'LhNITUD

Si decidieras aceptarla, tu misión sería...

Para cerrar esta brecha y hacer coincidir nuestro pensamiento


con el objetivo de nuestra vida, necesitamos saber con claridad
cuáles son nuestros valores y nuestros objetivos en la vida. Los
diez ejercicios deí apéndice I de este libro conforman una defini­
ción de proyecto para aclarar estos problemas. La definición
consta de cuatro partes:

• Descubrir los valores de tu vida actual, la unicidad personal y


los proyectos vitales.
• Descubrir por qué has «escogido» esta vida en particular, con '
todas sus alegrías y penas, triunfos y tragedias, y qué tendrías
que tener para poder mirar hacia atrás al final y decir: «Ha
sido una vida plena de satisfacciones».
• Redactar un informe de tu misión basándote en lo que has
descubierto.
• Realinear tus valores, objetivos y proyectos actuales para apo­
yarte automáticamente y avanzar hacia la realización de tu
misión y de un destino del que estarás orgulloso.

Es probable que tardes unas cuantas horas en hacer los ejer­


cicios, pero conviene saber que ei tiempo que les dediques
podría ser la inversión más importante que hayas hecho jamás
en aras de tu realización en la vida. Deja de leer ahora hasta que
hayas definido por completo tu proyecto...

Basándote en la declaración que has formulado en la sec­


ción IU del apéndice 1 y en todo lo que has escrito en la definí'
ción de tu proyecto hasta ahora, vuelve a tus Valores Vitales
(ejercicio 31, p. 3 3 9 ) y formula las preguntas de la siguiente
solución antivírica:
Conseguir Jos resultados que desearnos en ¡ti vicia 327

Solución antivírica número 21


Para realinear tus valores
1. ¿Cuáles son los valores que más te apoyan en la realización de
tu misión? Señálalos con una estrella y escribe sólo estos valo­
res en otra hoja titulada: «Valores que apoyan mi misión».
Establece su prioridad de acuerdo a su importancia relativa.
2. ¿Hay valores ausentes en tu nueva lista que, de estar presen­
tes, serían especialmente importantes para ayudarte a avan­
zar en tu misión? Anótalos en un orden adecuado de prio­
ridad.
3. Revisa tu antigua lista y observa si quisieras agregar algunos
valores más a tu nueva lista, con el fin de hacer el camino
hacia tu destino algo más divertido, interesante y emocionan­
te. Añádelos de acuerdo a una prioridad adecuada.
4. Observa los puntos en tu nueva lista que constituyen valores
de distanciamiento, como: «No quiero volver a tener una
relación abusiva», o: «No me quiero sentir rechazado», o:
«No estoy dispuesto a volver a perder dinero como con aque­
lla última inversión». Para cada uno de estos valores, pregún­
tate si todavía existe algún problema no resuelto o alguna
carga em ocional oculta en ese valor. Si sientes que hay un
componente emocional grave no resuelto, puedes proceder
de diversas maneras para cambiar el significado de lo que ha
ocurrido en el pasado.
- Utiliza la curación rápida de la fobia (solución aníivírica
número 17, p. 2 6 5 ) o la Confusión del Movimiento O cu­
lar (solución anúvirica número i.3, p. 2 0 4 ) para disminuir
o eliminar sentimientos de todas las épocas del pasado en
que experimentaste negativid.ad, como ser objeto de abu­
sos en una relación, sentirse rechazado o perder dinero en
malas inversiones.
- Reencuadra el significado formulándote preguntas como:
-«¿Qué importancia tenía para mí esa relación abusiva, o
qué importancia tendría, si decido pensar en ello de esa
manera? ¿Cómo me podría haber beneficiado de esa expe­
328 PARTE V: HACIA LA PLENITUD

riencia? ¿Cómo me podría ayudar a avanzar en mi misión


■:n la vida el hecho de tener esa experiencia, si decido pen­
sar en ello de esa manera?».
También podrías revisar tus valores de aproximación
para ver si hay alguno basado en experiencias de distancia-
miento. Sigue los últimos dos pasos citados más arriba
para cualquiera de ellos.
5. Para establecer una nueva prioridad en tu lista de valores
inconscientes, de modo que pienses espontáneamente de esta
manera, primero realiza una verificación ecológica. Pregun­
ta: «¿Hay alguna parte de mí que se oponga a que establezca
una nueva prioridad de mis valores de esta manera?». Si una
parte se opone, descubre la intención positiva de la pane
objetora. Si no, continúa.
- Especifica las submodalidades de cómo te imaginarías tu
antiguo valor primordial. Este proceso puede funcionar
con submodalidades auditivas o cinestésicas, pero suele
ser más fácil la modalidad visual. Especifica las submodali­
dades correspondientes para un valor menos importante, y
encuentra las submodalidades que son más diferentes, es
decir, las motrices.
- Si tu antiguo valor primordial se pronuncia a favor de la
vida y tiene alguna utilidad para que avances en tu misión,
podrías considerar la posibilidad de conservarlo como tu
valor primordial.
- Sigue los pasos 4, 5 y 6 de la solución antivírica número 5
(p. 9 0 ) para utilizar las submodalidades motrices y cam ­
biar (inconscientemente) la importancia de tus otros valo­
res, de acuerdo a tu nueva lista.

Esto completa tu definición. Una fase adicional consistiría en


volver atrás y establecer una nueva prioridad de tus objetivos
(objetivos para toda la vida, o quinquenales, o a seis meses de
plazo) a la luz de la declaración de tu misión y de tu nuevo con­
junto de valores.
Ahora que tienes tu declaración, tu nueva lista de valores y,
Conseguir ios rc-sulfrtíios cflir deseamos en Ja vida 329

posiblemente, tu nuevo conjunto de objetivos, conserva copias


de iodo ello en algún sitio donde puedas revisarlos cada dos o
tres semanas. Cuando tengas que enfrentar una decisión difícil,
consulta tu declaración para ver cuál es la alternativa que más
coincide con la dirección que has escogido. El hecho de tener los
valores alineados es una de las medidas más poderosas que pue­
des adoptar para construir un pensamiento congruente y libre de
virus. Progresar para ti ahora debería ser cada vez más automáti­
co y, en algunos niveles, no debería exigir esfuerzo alguno.
Los investigadores israelíes señalaron que no sabemos exac­
tamente cómo se asocia la felicidad pasajera con la felicidad a
largo plazo y con la realización. Es muy probable, no obstante,
que los instantes felices propicien m om entos felices, que los
momentos felices propicien días felices, y que éstos propicien, a
su vez, una vida feliz y plena.
Israel y Oriente Medio están muy lejos de la aurora boreal,
un fenómeno relacionado con eí campo magnético de la Tierra.
Nuestro planeta es un imán gigantesco, y cuanto más lejos nos
encontremos de las regiones polares, más paralelo al suelo es el
campo magnético de la Tierra.

Una de las principales causas de la tristeza, la depresión, la


ansiedad y el sentimiento de culpa es el hecho de apartarnos de
la dirección que nos hemos trazado en la vida, de nuestros valo­
res más nobles, de nuestra misión. Es como si los rayos cósmi­
cos intentaran cruzar las líneas del campo magnético de la
330 PARTE V: HACIA LA PLEN IT U D

Campo magnético Fulgor en ’ia atmósfera

WLPiJ > nwJlIU ■>!* mwJm


Polar ‘

Tierra. El campo magnético los desvía de su curso empujándo­


los hacia un lado, así como los virus mentales pueden hacer que
la vida descarrile de las vías de nuestros valores más nobles. Los
rayos cósmicos dibujan espirales en círculos y se aglutinan muy
por encima de la atmósfera. Sin duda, la mayoría de nosotros
piensa que nos movemos en círculos cuando nos encontramos
atrapados en conflictos internos.
El pensamiento congruente nos permite actuar de acuerdo
con los valores de nuestro yo ideal. Es como moverse con el flujo
de la vida, como señaló el profesor Hibbs. Es como los rayos cós­
micos que se dirigen a la Tierra en las regiones polares. Aquí, las
líneas del campo magnético de la Tierra señalan directamente
hacia el suelo.
Mientras los rayos cósmicos se muevan con la dirección del
campo magnético, así como nosotros nos movemos con nuestra
misión, no encontrarán fuerzas que se opongan. Cuando entran
en la atmósfera, electrifican e¡ aire y provocan el fulgor, como
una persona libre de conflictos internos.
16

Más allá de los virus mentales

Las personas enea ni adoras


viven hasta el limite de sus encaraos
y se com portan co n todo el escándalo
que el m undo les permite.

L ga gan p e a r sa l i. S mith

Washington, junio de 1993. AI igual que la mayoría de las gran­


des ciudades, durante los últimos veinte años Washington,
D. C., ha experimentado un aumento incesante de la criminali­
dad, del tráfico de drogas y de otros comportamientos incohe­
rentes y antisociales. La incoherencia de la ciudad no es sino el
reflejo de la incoherencia que reina en Estados Unidos, causada
por una epidemia de virus mentales. Sólo este año, más de un
millón de personas morirán a causa del tabaco, las drogas, las
enfermedades degenerativas crónicas prevenibles, la violencia,
los abusos infantiles y por conducir bajo la influencia del alco­
hol. Millones de personas sufrirán alergias, muchas tendrán que
cargar con fracasos, y muchos millones más quedarán atrapadas
en la lenta agonía de las arenas movedizas de la depresión. Otras
muchas asistirán a la muerte de sus sueños, sus profesiones, sus
velaciones amorosas y su pasión por la vida. Lo peor de lodo es
que la mayoría de estas personas ni siquiera son. conscientes de
la causa, a saber, una epidemia en nuestra manera de pensar y
de dar sentido a las cosas.
Un grupo de expertos en pensamiento coherente acaba de

331
332 PARTE V: HACIA US PLENITUD

llegar a Washington para realizar un experimento que podría


tener repercusiones espectaculares. Estas personas llevarán cabo
una práctica mental avanzada que produce el más alto nivel de
coherencia de ondas cerebrales jam ás observado. A lo largo
de los años, las estadísticas han indicado que cuando un cierto
número de personas se reúnen con este propósito, parece que la
coherencia se propaga en el ambiente, provocando la disminu­
ción de las tasas de criminalidad y de otros pensamientos no
coherentes en las zonas del entorno. Este grupo de expertos se
ha propuesto demostrar esto de manera definitiva.
El grupo de expertos ha notificado al presidente, a todos los
miembros del Congreso, a\ jefe de policía, a los medios de
comunicación y a los especialistas en ciencias sociales de diver­
sas universidades, que se producirá una disminución de entre
un 15 y un 20 por ciento del índice de criminalidad hacia el final
del experimento, que durará ocho semanas. Las autoridades han
reaccionado con discreción y simpatía am e esta propuesta.
Cuando se informa a la gente en la calle, o se la entrevista para
la televisión, muchos expresan la idea de que si ninguna otra
cosa ha conseguido disminuir el crimen, ¿por qué no intentar
algo nuevo como esto? Aun así, se respira cieno pesimismo. A la
pregunta de qué tendría que suceder para que la tasa de crim i­
nalidad en Washington, D. C., disminuya entre un 15 y un 20
por ciento los meses de ju n io y julio, el jefe de policía ha res­
pondido: «Sería necesaria una tormenta de nieve y que los Red-
ski ns de Washington ganaran todos los días».
F.1 fenómeno que el grupo intenta demostrar, mediante el
cual cuatro mil individuos pueden influir en el pensamiento
coherente de millones de personas en la zona, no es algo fuera
de lo natural. La voz humana tiene una energía sumamente
pequeña. Diez millones de personas hablando al unísono apenas
producirían energía sonora suficiente para encender una linter­
na normal y corriente. ^ Sin embargo, una sola persona que emita
la nota apropiada puede hacer añicos una copa. Cuando un con-

54. Paul Hewitt, C on cep tú a! Physics, Scott Foresman, Boston, 6.* ed.,
1989, p. 344.
M ás a lia de los virus m en tales 333

tingente de soldados atraviesa un puente, deben marchar fuera


de cadencia para crear una incoherencia deliberada, de modo
que el ritmo de su marcha no provoque una resonancia en la
estructura del puente, lo que podría derrumbarlo.
¿Es posible que un grupo de individuos que practican el
pensamiento coherente pueda provocar en las personas y en
el medio ambiente que los rodea una resonancia coherente? En
la medida en que ios individuos se liberan cada vez más de los
virus mentales, ¿qué característica común presentan? ¿Cuál es el
poder potencial del pensamiento coherente?

Las cualidades de un pensamiento libre de virus

A lo largo de mis investigaciones, seminarios y consultas, he


observado que las personas que se recuperan de los virus men­
tales, o cuyo pensamiento empieza a deshacerse de dichos virus,
presentan de forma cada vez más nítida seis cualidades bien
definidas:

La a UT o RRe f e r ENQa. Es un término que he lomado en présta­


mo de Deepak Chopra. Significa que estas personas se juzgan
más a sí mismas por sus normas internas que por lo que los
demás esperan de ellas. Les agrada estar con otras personas, pero
su éxito no depende de las opiniones de ellas, ni de las circuns­
tancias externas. Sus valores internos están alineados. Esto les
permite avanzar de manera espontánea e inconsciente hacia las
cosas importantes de la vida.

La capacidad para c o n t r o i .ar sus est a d o s . Es lo que hacía Dana:

• prestar atención al aquí y ahora; '


• colapsar o in v e n ir d esencadenantes que en la mayoría de las
personas producirían autom áticam ente estados de carencia de
recursos;
• cambiar su manera de pensar acerca de las cosas no deseadas
que han sucedido, y cambiar su significado. La manera más
j.r t PARTE V: HACIA LA PLENITUD

eficaz de llevar esto a cabo es cuidando de la propia fisiología


(ejercicio, masajes, técnlcu* de respiración c impulsos de
potencia) y mediante las prrftuntns polenciadoras, como en la
solución antivírica número 12 (p, 182).

Estas personas poseen


L a HABILIDAD DE FRACASAR C O N É X I T O .
de forma natural y han cultivado las habilidades del capítulo 22,
y no temen al fracaso. Al igual que Thomas Edison, utilizan los
reveses como un nuevo incentivo (feedbach). Tienen la capacidad
de dar sentido a todo lo que les sucede en clave positiva, de uti­
lidad o, al menos, con sentido del humor.

EL EQUILIBRIO entre la soledad y estar en compañía de otros. Les


agrada compartir con otros, sin que eso implique que se juzguen
a sí mismos según las normas de esas personas. La soledad les
permite centrarse y conectar con su esencia interna, y cerrar la
brecha entre sus valores primordiales y la manera en que viven
la vida cotidiana. Están centrados y son productivos en un tiem­
po estructurado, pero también poseen el equilibrio para disfru­
tar del tiempo no estructurado y ser espontáneos y divertidos.

El p e n sa m ie n t o CONGRUENTE Y ECOLÓGICO. Una vez más, con­


gruente significa que todas las partes inconscientes están alinea­
das en aras de su visión. Ecológico significa que su éxito también
propicia el éxito de otras personas. Para ellos, el éxito no es algo
que se alcance a expensas de los demás.

La in t u ic ió n y la creativid ad SOCIALES. Estas personas se con­


vierten en visionarias, y poseen la virtud extraordinaria de ver
las necesidades sociales como, por ejemplo, ía difusión del cono­
cimiento, la necesidad de influir en el cambio social, la inven­
ción de nuevos productos, la creación de nuevas empresas o el
apoyo a quienes lanzan ideas innovadoras. Siempre tienen una
manera de estar en el lugar correcto en el momento correcto.

Si vivimos nuestra unicidad interior, recuperamos una ino­


cencia y un encanto infantil que pueden magnetizar a la gente
Más allá d e ios virus mentales 335

alrededor de nosotros. Pienso que una de las razones por las que
las personas se sentían tan atraídas por Dana es que reconocían
el encanto que hubiesen querido experimentar en si mismas. Es
como querer recuperar las cualidades mágicas de la infancia.
Cuando Dana cayó enferma, recibió tratamiento para el cán­
cer de ovario durante más de un año y medio y, al igual que la
mayoría de las personas en esas circunstancias, había agotado
sus economías. Había acabado con sus ahorros, con su cabaña
en el bosque y con el Porsche del que tanto se enorgullecía. Un
día, cuando estaba en el hospital, su hermano apareció con un
Cadillac nuevo de regalo. Había conseguido un segundo empleo
por la noche, y había trabajado en un garaje durante un año para
ahorrar dinero y comprarle el coche nuevo. Yo había observado
que se repellan este y otro tipo de gestos de ayuda desinteresada
hacia Dana.
-D an a, no es nada fortuito que te expresen tanto cariño.
Debido a la manera en que piensas, el universo responde con
gestos de amor de este tipo -dije. Mi observación me condujo a
la novena clave de su manera de pensar.

Clave ntímero 9; Cuando tu pensam iento es congruente y está


en siníoma con tu o b jetiv o vital, el m undo en torno a ti r e ­
sonará.

La resonancia

Uno de los grandes misterios en el carnpo de las matemáticas es


el descubrimiento de la rama llamada cálculo infinitesimal. En
tiempos de sir Isaac Newton y de Gottfried W ilh d m Leibniz,
que concibieron la idea de este cálculo independientemente uno
del otro, se conocía la geometría desde hacía dos mil a ñ o s y el
álgebra desde h a c í a quinientos. El cálculo infinitesimal repre­
senta un salto enorme en nuestra comprensión de las matemáti­
cas y las leyes del movimiento físico. Es realmente notable que
dos mentes poderosas hayan concebid o simultáneamente la
misma idea, pero de forma independiente. Desde una perspecti­
336 PARTE V: HACIA LA PLhNI'I UD

va metafísica, hay quienes sostienen que cuando está a punto


de surgir una nueva manera de pensar (un nuevo paradigma), de
alguna manera está presente en el aire. Aquellas personas cuyo
pensamiento es lo bastante claro podrán aprehenderla.
Alguien dirá: «Es bastante fácil para personas como Einstein
y Newton, porque eran genios. Pero ¿cómo puede una persona
normal tener un impacto significativo en el mundo, aunque esa
persona carezca de virus mentales?». En parte, la respuesta es
que todos podemos servir como modelo, como muestra de posi­
bilidades para quienes nos rodean, como inspiración de lo que
podría suceder.
Cuando tocamos una guitarra eléctrica que no está conecta­
da, apenas podemos oiría. Las cuerdas de la guitarra por sí solas
producen un sonido muy apagado. Las mismas cuerdas, en una
guitarra acústica, suenan mucho más fuerte. ¿Cómo se explica
esto? La cuerda hace que el aire dentro de la caja de la guitarra
vibre por simpatía, es decir, el aire en el interior resuena y ampli­
fica su sonido. Es como una cantante capaz de emitir un timbre
muy alto. Si la cantante hace coincidir su timbre con una de las
frecuencias naturales de vibración de la copa, ésta vibra o resue­
na por simpatía. La energía en la copa continúa acumulándose
hasta que la rompe.
Cuando pienso en personas que han cambiado el curso de la
historia, pienso en Mahatma Gandhi, Ralph Nader, la madre
Teresa y Rachel Carson, autora de la novela Primavera silenciosa”
e inspiradora del movimiento ecologista en Estados Unidos. En
cierto sentido, cada una de estas personas entendió las necesida­
des importantes de la humanidad, algo que estaba en el aire, y
sólo empezaron a pensar y a actuar utilizando un pensamiento
congruente y coherente. Ya que la necesidad estaba presente,
resonaba en muchas otras personas, y los ideales de esa única
persona crecieron hasta conformar un movimiento. Creo que lo
mismo se puede decir de los tres pensadores más influyentes de
los últimos diez años, el doctor Deepak Chopra, Tony Robbins y

55. RacheJ Carson. Primavera silenciosa, Grijalbo Mondadori, Barcelona,


1980. ’
A t e ¿illri de. los virus menuifes 337

el doctor John Gray. Cada uno de ellos trabajó para perfeccionar


la claridad de su propio pensamiento y se orientó hacia una
necesidad social fundamental que, en cierto sentido, ya estaba
en el aire. La respuesta abrumadora a sus libros y charlas
demuestra que las ideas de estos pensadores tienen resonancia y
han beneficiado a numerosas personas en todo el mundo.
Cada vez más gente toma conciencia de las diversas solucio­
nes antivtricas capaces de generar un pensamiento poderoso y
un cambio rápido. Los individuos que no sufren virus provocan
en su entorno una resonancia armónica. Las personas cuyas
ideas generan'resonancia en su entorno poseen carisma.
Cuando los cuatro mil expertos en pensamiento coherente
llegaron a Washington, D. C ., en ju nio de 1 9 9 3 , abordaron el
pensamiento coherente desde una perspectiva distinta. Se ha­
bían formado en una práctica mental avanzada que produce los
niveles de sintonía y coherencia de ondas cerebrales más eleva­
dos jam ás vistos. La idea consistía en que un gran número de
personas que experimentaran ondas cerebrales ultrasíncroniza-
das y coherentes podrían, de alguna manera, provocar en el
entorno una resonancia armónica. Basándose en datos anterio­
res, los organizadores declararon a los medios de comunicación,
a los líderes políticos y a los teóricos de las ciencias sociales que
se produciría una disminución de entre un 15 y un 20 por cien­
to de la tasa de criminalidad en los dos meses siguientes. La poli­
cía de Washington acordó hacer un seguimiento de las estadísti­
cas durante aquel periodo.
Hn la mitad del experimento, la tasa de criminalidad había dis­
minuido en un 4 por ciento. Al cabo de ocho semanas, había
disminuido en un 18 por ciento, es decir, una cifra que se ajustaba
a lo previsto.*’ Cuando el grupo abandonó Washington, ía tasa de
criminalidad recuperó sus antiguos niveles. Estas cuatro mi} perso^
ñas no patrullaron las calles ni llevaron a cabo ninguna operación
policial. Simplemente permanecieron sentadas en las salas de tres
grandes universidades y practicaron una técnica de meditación
avanzada llamada MT (Meditación Trascendental) Sidhís.

d6. The Insunue of Science, Technology and Public Policy, Fairfield (iowa).
Jjo PARTE V: HACIA LA PLENITUD

w w >
'W \ A >
'W/\y\/V
'K/\J\S\S^

Luz normal no coherente Luz láser coherente

Dingi la mirada a la Luna llena, pensando en la plenitud de la


vida, y en el gran ejercicio de pensamiento coherente que había sig­
nificado llevar a los astronautas a la Luna. Pensé en aquella curiosa
nueva fuente de luz que éstos podían ver desde allá, incluso a nive­
les tan bajos como 15 vatios. Mientras los astronautas observaban
esta nueva luz coherente, ésta rebotó en los reflectores angulares
que habían instalado. En ese momento, fueron testigos del primer
rayo láser reflejado con éxito desde la Luna a la Tierra. El experi­
mento del láser permitió a Jason y a sus colegas en la misión de
control medir la distancia desde la Tienra a la Luna con una preci­
sión de menos de unos pocos centímetros.
La luz normal no es coherente, como una persona atrapada
en el pensamiento distorsionado de un virus mental tampoco lo
es. Las partículas de luz producidas por la vibración de los áto­
mos al azar no se refuerzan mutuamente y se dispersan en dis­
tintas direcciones.
Por el contrario, la luz coherente del láser está compuesta de
vibraciones sincronizadas, reunidas constructivam ente en un
haz y proyectadas en una dirección, com o una persona que
experimenta la congruencia de tener sus partes internas alinea­
das hacia sus sueños, sus proyectos y su misión en la vida.
Entonces recordé que los millones de vatios de luz incoherente
de la ciudad de Nueva York no eran visibles para los astronau­
tas. Un rayo láser de 1.5 vatios de luz coherente no sólo se puede
ver, sino que también tiene el poder para atravesar una plancha
de acero. Por eso, pensaba en lo poderoso que podía ser un pen­
samiento coherente libre de virus mentales.
Apéndice I

La definición de tu proyecto

En esta serie de diez ejercicios que constituye la definición de tu


proyecto, descubrirás tu unicidad, cóm o vives, cuáles son los
valores que más te motivan y cuál es tu misión en la vida. Tam­
bién descubrirás cuáles son los valores actuales que más te acer­
can a tu objetivo y cuáles interfieren y se adecúan a tus valores
para alcanzar la congruencia, es decir, el estado en que tus par­
tes internas están alineadas en función de tu misión en la vida.
Encuentra un lugar tranquilo, donde nadie te moleste duran­
te un par de horas, para realizar estos ejercicios.

Sección I: Tus valores actuales, tu unicidad


y tus proyectos

Ejercicio 31
Los valores actuales en la vida

1. Piensa en tu vida como un todo y recuerda un momento en


que te sintieras especialmente motivado. ¿Qué em oción o
estado experimentabas justo en el momento en que empeza­
bas a sentir esta motivación? Asígnale un nombre.

339
3 ;O ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CON FNL

Recuerda que podría ser algo positivo, com o sentir una


conexión, un sentido de la aventura, o como sentirse creati­
vo, o podría ser un valor de distanciamiento, como el temor
de que te despidan del empleo o de perder tu relación amo­
rosa. Cualquiera que sea su origen, anótala. No juzgues si
está bien o mal. .
A continuación, piensa en otro momento en que te sintie­
ras especialmente motivado para vivir la vida. ¿Cuál era la
emoción o estado que experimentaste justo en el momento
en que comenzaste a sentirte motivado? Anótalo. Repite este
proceso hasta que se te acaben los ejemplos.
2. Pregúntate: «¿Qué necesitaría para que me desalentara o
renunciara a seguir viviendo?». Escribe lo que se te ocurra.
Esto te proporcionará más valores de motivación. Sí una mala
salud o una depresión aguda te hicieran Tenunciar a tu deseo
de seguir viviendo, entonces tener una excelente salud o evi­
tar las depresiones es un valor importante. Aumenta tu lista
de valores a partir de esta pregunta.
3. Ante cada situación capaz de desanimarte en la vida, o que
te hiciera renunciar a seguir viviendo, pregúntate: «Si esto
ocurriera, ¿hay algo que pudiera suceder que reavivara mi
entusiasmo por la vida?». Si tuvieras problemas de salud,
pero fueses capaz de conservar un estado de plenitud de
recursos, piensa con claridad y aprende nuevas cosas. Tal vez
aquello cambiaría el estado de las cosas para tí. El control de
nuestros estados, la claridad de pensamiento y el aprendizaje
de nuevas cosas pueden ser valores nuevos para ti. Anota
todo lo que se te ocurra. Si nada pudiera reavivar tu entusias­
mo, has descubierto uno de tus valores más importantes en
la vida.
4. Establece una prioridad para los valores que has formulado
en los puntos 1 a 3. ¿Cuál es el valor más importante? ¿Cuál
es el segundo? (Y así sucesivamente.)
5. Amplía tu lista de valores vitales de la siguiente manera:
- Especifica los valores de aproxim ación preguntando:
«¿Qué otra cosa es lo más importante para mí en la
vida?». Busca los valores como fines, por ejemplo sentirse
Apéndice I I *

en forma, entusiasmado, saludable, amado, emocionado,


creativo, seguro o desaforado. Cuando surjan valores
com o medios, por ejemplo, tener más dinero, viajar o
tener una relación amorosa, pregúntate: «¿Qué importan­
cia tiene hacer tal cosa o tener tal otra?». A partir de aquí
deberían quedar definidos los valores como fines. Añade
estos nuevos valores a tu lista de prioridades según su
importancia.
- Especifica los valores de distanciamiento preguntando:
«¿Cuáles son los estados que evitaría a cualquier precio?».
Pueden ser la depresión, la aflicción, la humillación, la ver­
güenza, el fracaso, el rechazo o el dolor físico. ¿Cuáles son
los que más te importa evitar? Una vez más, añade éstos a
tu lista de prioridades.
6. ¿Se cumplen los cinco valores más importantes de tu lista en
las actuales circunstancias? Si no, ¿qué cambios habría que
introducir para que se cumplieran?

Estos valores son las cosas que más te motivan, las cosas por
las que te sientes más atraído y a través de las cuales esperas sen­
timientos placenteros. También son las que más temes como
potencialmente dolorosas. El siguiente ejercicio proporciona más
claves acerca de tu unicidad.

Ejercicio 32
L a unicidad p e r s o n a l

Escribe las respuestas a partir de las siguientes claves:

1. ¿Qué haces en la vida que te sea tan natural como respirar?


Podría ser cualquier cosa, seria o divertida, como sonreír, o
entender cómo funcionan las cosas, cocinar, discutir, pasar el
tiempo con otros, criticar, explicar las cosas, hacer de aboga­
do del diablo. ¿Cuál es la que más se adapta a ti de forma más
natural?
2. ¿Qué te atraía y fascinaba especialmente cuando eras niño?
¿Qué te gustaba hacer, independientemente de que fuera
banal (soñar, fantasear, explorar nuevos lugares, coleccionar
monedas o sellos, jugar a las muñecas)?
3. ¿Te sientes como si hubiese una parte en ti que todavía
quiere algunas de esas cosas de la infancia? ¿Practicas alguna
de ellas ahora? ¿Cómo sería tu vida si lo hicieras?
4. ¿Cuáles éran los valores más importantes para ti cuando eras
niño?
• Especifica los valores de aproximación preguntando: «¿Qué
era lo más importante para mí en la vida en aquel entonces?».
Una vez más, busca los valores como fines, estados como la
diversión, la aventura, sentirse amado, aprender cosas nue­
vas, sentir emoción, seguridad libertad, etcétera. Cuando sur­
ja n los valores como medios, por ejemplo tener una nueva
bicicleta o mirar un partido de baloncesto, pregunta simple­
mente: «¿Qué importancia tenía para mí hacer o tener eso?».
Esto debería inducir los valores como medios. Anótalos e
incluyelos en tu lista de prioridades.
* Especifica los valores de distanciamiento preguntando:
«¿Cuáles eran los estados que intentaba evitar a cualquier
precio?». Añádelos a la lista de la pregunta anterior según
el orden de importancia.
5. Pregunta: «¿Qué cambios haría en mi vida si supiera que no
puedo fracasar?». Anótalo.

¿Hay algún valor de tu infancia que aún esté presente en tu


lista de valores actuales? ¿Los hay que ya sean iguales? Modifica
tu lista de valores actuales de acuerdo a esto.
Un tercer paso hacia la comprensión de lo que te motiva
consiste en seguir tu camino a lo largo del tiempo teniendo tus
sueños y objetivos como referencia. Aquí existen tres procesos
que aprendí en la obra pionera de Alan Laikin, How lo Gct Con­
trol o j thc Time in Your Ufe [Cómo controlar el tiempo en nuestra
vidal. Si no has hecho algo así en los últimos dos o tres meses,
seria muy útil que hicieras los ejercicios ahora.
Apéndice J 343

Ejercicio .33
Los objetivos de la vida

En un papel, anota las cosas que te gustarla completar durante el


resto de tu vida. Escribe lo más rápido posible, y ,da preferencia a
la cantidad. Incluye todas las posibilidades lógicas así como prác­
ticas e incluso descabelladas, como lanzarse en paracaídas o
hacer un safari en África, cualquier cosa en que hayas soñado
aunque no parezca ni práctica ni sensata. No dediques más de dos
minutos a escribir la lista. Controla con tu reloj y comienza ahora.
Cuando hayas acabado, dedica un minuto más a revisar la
lista y a introducir nuevos elementos o modificaciones.

Ejercicio 34
Los objetivos quinquenales

En una segunda hoja, dedica no más de dos minutos a escribir


una lista de lo que te gustaría hacer en los próximos cinco años.
Algunos elementos tal vez se parezcan a los de la primera lista y
otros serán diferentes. Aquí también, da preferencia a la canti­
dad y evita censurar las posibilidades que se te ocurran. Cuando
estés preparado, comienza.
Al cabo de dos minutos, dedica un minuto más a revisar la
lista y a introducir nuevos elementos o modificaciones.

Ejercicio 35
Los objetivos en un p lazo de seis m eses

En una tercera hoja, dedica otros dos minutos al ejercicio


siguiente. Imagínate que supieras que vas a morir al cabo de seis
meses. Se han tomado todas las disposiciones para el funeral, las
cuestiones legales ya han sido resueltas y no tienes problemas de
dinero. ¿Qué harías en estos últimos seis meses? Aquí también,
da preferencia a la cantidad.
Cuando hayas completado la lista, dedica un minuto más a
revisarla y a introducir nuevos elementos o modificaciones
3 44 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CO N PNL

E jercicio 3 6
P rio rid a d es en ¡a vida

Dedica un minuto a revisar cada una de las tres listas y escoge


los cinco elementos a los que más te gustaría dedicarte, aquellos
que te son más preciados. Empieza con la lista de los seis meses,
continúa con la de los cinco años y, finalmente, con la lista para
toda la vida. No dediques más de un minuto a cada una.
Cuando acabes, dedica un máximo de treinta segundos a
revisar tus elecciones y a verificar que son las que más deseas.
Después de hacer los ejercicios, ¿observas algún patrón en
tus objetivos? ¿Cómo se pueden com parar estas tres listas?
Como podrás imaginar, la lista de seis meses contiene las cosas
que para ti son más importantes. ¿Han surgido valores nuevos?
Si tus objetivos en la vida son relativamente coincidentes con tu
lista de seis meses, tu dirección en el tiempo es congruente. Al
contrario, si tus objetivos en la vida son muy diferentes de los
objetivos de seis meses, te sugeriría que volvieras a examinar tu
trayectoria vital.
Antes de pasar a la próxima parte de la definición de tu pro­
yecto, puede que te divierta leer algo que he pegado en mi ofici­
na llamado «Líneas de orientación para la ''/ida». No sé.dedónde
vienen, pero siempre encuentro en ellas una inspiración.

Líneas de orientación para la vida

1. Aprenderás lecciones. Te has inscrito en una escuela a jorna­


da completa llamada «La vida en el planeta Tierra». Cada
persona o incidente es una fuente de lecciones.
2. No existen los errores, sino sólo las lecciones. «Los fracasos
sólo son peldaños hacia el éxito.»
3. Las lecciones se repiten hasta que se aprenden. Cada una se
presenta en diversas formas hasta que tú la entiendas. Si estás
aquí, aún hay lecciones pendientes.
4. Si no aprendes las lecciones fáciles, éstas se vuelven más
difíciles. El dolor es una manera por la cual el mundo capia
tu atención.
Apéndice !

5. Sabrás que has aprendido una lección cuando cambien ius


acciones. Sólo la acción puede transformar el conocimiento
en sabiduría. .
6. «Aíiá» no es un mejor lugar que «aquí». Cuando «allá» se
convierte en «aquí», divisarás otro «allá» que parece mejor
que «aquí».
7. No hay bien ni mal, sino consecuencias. El universo nunca
nos juzga, sólo nos brinda oportunidades para equilibrar y
aprender.
8. Tu vida depende de ti. La vida es la tela; tú eres el pintor.
9. Las respuestas están en ti. Lo único que necesitas hacer es
mirar, escuchar y confiar
10. Con el tiempo, olvidarás todo esto.

Sección II: Por qué has «escogido» tus circunstancias


en la vida y tus norm as para el éxito

Para los próximos ejercicios, tendrás que saber cómo organiza tu


cerebro el tiempo. Cuando pensamos en diversos acontecimien­
tos, algunos en un pasado cercano, otros en un pasado remoto
y otros en el futuro, o incluso los que nos están sucediendo en
este preciso m om ento, el cerebro ha de tener una manera de
ordenar o clasificar cada acontecimiento según su situación en el
tiempo.

Ejercicio 37
Para descubrir tu línea tem poral

1. Cuando piensas en acontecimientos que han ocurrido en el


pasado, y si tuvieras que señalar en qué dirección queda
ei pasado para ti, ¿hacia qué lado señalarías? Señala en aque­
lla dirección. ¿Está
- detrás de ti?
- a un lado?
- debajo de ti?
- encima de ti?
->~ru - n i_ iivn iN / \ la _o v i k u í iv ic jn m L C .3 i ln u

¿En qué dirección, físicamente, queda el pasado para ti? Si


no estás seguro, confía en lo que surja de tu inconsciente.
2. Cuando piensas en los acontecimientos del futuro, y si tuvie­
ses que señalar hacia el futuro, ¿en qué dirección señalarías?
Señala en aquella dirección. ¿Está
- frente a ti?
- a un lado?
- por encima de ti?
¿En qué dirección queda físicamente el futuro para ti? Una
vez más, confía en lo que te presente tu inconsciente.
3. Ahora, si imaginas la relación de los acontecimientos del pasa­
do con el presente y el futuro, ¿puedes imaginar una línea o
curva que conecte todos estos acontecimientos? Esta línea
o curva es tu línea temporal. Para muchas personas, la línea se
desplaza desde sus espaldas (el pasado), a través de ellos (el
presente), hacia delante de ellos (el futuro). Para muchos
otros, se extiende desde la izquierda (el pasado), pasa directa­
mente por delante de ellos (el presente) y va hacia la derecha
(el futuro). Para otros, el patrón es diferente. No existe una
configuración buena o mala de las líneas temporales. Es la
manera en que el cerebro organiza los acontecim ientos del
pasado, el presente y el futuro.

Las líneas temporales son únicas e individuales. Muchas per­


sonas tienen una línea temporal donde el pasado está detrás y el
futuro enfrente. Estas personas suelen vivir el momento y dejan
a sus espaldas el pasado con facilidad. Muchas otras personas
ven el pasado hacia la izquierda y el futuro hacia la derecha.
Estas personas pueden tener una perspectiva más amplia de la
capacidad de aprender del pasado y de la relación entre pasado,
presente y futuro. Utilizaremos una metáfora, a saber, la posibili­
dad de flotar por encima de tu línea temporal para tener una
perspectiva más clara de tu dirección en la vida.

i
Ejercicio 38
En el com ien zo...

1. Piensa en tu madre (o en una persona que desempeñara para


ti funciones similares a las de una madre). Si su vida sirvió
para aprender ciertas lecciones o para resolver ciertos pro­
blemas, ¿cuáles serian esos problemas? Tal vez necesitaba
desarrollar su autoestima, o la capacidad de cuidarse a sí
misma tanto como cuidaba de los demás, o aceptar su lado
femenino por oposición a dedicarse al trabajo y ser com pe­
titiva en él. ¿Cuáles crees que eran sus lecciones y proble­
mas? Anótalos.
2. Ahora piensa en tu padre o en una figura similar. ¿Cuáles fue­
ron algunos de los temas que aprendió en vida? Quizá nece­
sitaba estar más en contacto con su lado sensible, o quizá no
cuidó de su familia com o era debido porque trabajaba
mucho, o quizá fuera necesario que aprendiera a ser gentil,
por oposición a ser verbal o físicamente abusivo. Cualesquie­
ra que sean los problemas con los que lidió, anótalos.
3. A continuación, adopta una posición cómoda y relajada e
imagínate que empiezas a flotar en el aire por encima de tu
línea temporal. Flota y ve desplazándote hasta el momento
de tu concepción, un poco antes de que ocurriera.
4. Desde esta perspectiva, imagínate la siguiente situación. Ima­
gínate que vivimos en un universo donde, en forma de espí­
ritu, decidiésemos venir a la vida con ciertos padres, y que
escogiésemos todas las incidencias positivas y negativas
que tuvieran que ocu rrim os en esta vida. No quiero decir
que así sea, pero imagina durante un segundo que es así.
Desde esta perspectiva, contesta a las siguientes preguntas:
- ¿Por qué habrías escogido a la madre que has escogido?
Con todos sus problemas, las cosas que necesitaba apren­
der, sus grandes cualidades, sus defectos, ¿por qué la has
escogido? ¿Qué podrías aprender estando con ella y cómo
te beneficiaría tenerla como madre?
- ¿Por qué habrías escogido a ese padre? También en este
caso, con todas sus cualidades y defectos, ¿cómo le ayu­
348 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CO N PNL

daría su compañía a convertirte en una persona mejor y


más fuerte?
- Observa tu línea temporal desde este punto de partida
hasta el presente, y observa todos los acontecimientos feli­
ces, o frustrantes, o los momentos de triunfo personal, o
los momentos trágicos. Pregunta por qué querrías escoger
una vida con estos problem as concretos por resolver. Si
hubiese razones (maneras en que estos incidentes te harían
más fuerte y sabio), ¿cuáles serían esas razones? Cuando
lo hayas definido, anótalo.
3. Ahora, desplázate flotando hacia delante por encima de tu
línea temporal y vuelve al presente.

Ejercicio 39
Al f i n a l ...

1. Revisa todo lo que has escrito desde los ejercicios 31 hasta


el 38. '
2. Vuelve a adoptar una postura cómoda y relajada e imagínate
flotando por encima de tu línea temporal. Flota hacia delan­
te, hasta llegar al final. Flota hasta un punto en que te
encuentres por encima del final y mirando hacia atrás, obser­
vando todo lo que ha ocurrido en tu vida.
3. Desde esta perspectiva, contesta a las siguientes preguntas.
Asegúrate de permanecer por encima de tu línea temporal
para mantener la perspectiva y la objetividad.
- ¿Cómo te habría gustado que fuese tu vida? ¿Qué proble­
mas te gustaría haber resuelto? ¿Qué te gustaría haber
hecho y vivido en la vida? ¿Qué te habría gustado apren­
der? Anota las respuestas.
- ¿Qué tendría que suceder en tu línea temporal para que
pudieras mirar desde esta perspectiva al final y pensar:
«Ha sido una vida plena de satisfacciones»? Anota las res­
puestas. ¿Estas normas son realistas y factibles? Si no fuera
así, ¿estarlas dispuesto a cambiarlas?
4. Ahora flota lentamente por encima de tu línea temporal y
vuelve al presente.
Apéndice I 349

Nota: El elemento crucial en este punto es lo que has con­


testado a la segunda parte de esta última pregunta. ¿Tus ñor-
mas o tus creencias para una vida plena de éxitos te poten­
cian al facilitarte dichos éxitos? Si mantienen el éxito lejos de
tu alcance, utiliza el Reencuadre de Seis Puntos (p. 137) para
encontrar la intención positiva oculta en normas demasiado
exigentes y no realistas. Reintegra esta parte con la otra parte
de ti que desea tener éxito en la vida. Algunas personas pien­
san que si alcanzan demasiado fácilmente el éxito perderán
la motivación. Eso es precisamente lo que no sucede. Cuan­
to más éxito tenemos, más estimulados nos sentimos pata
volver a alcanzar más éxitos.

Sección III: Tu misión

En este punto, revisa todo lo que has escrito desde los ejercicios
31 al 39, y continúa.

Ejercicio 40
El descubrimiento de tu misión

Basándote en todos los datos que has reunido, es decir, las dife­
rentes perspectivas de cu vida, escribe uno o dos párrafos, o una
lista, o un poema, para expresar lo que consideras es tu misión
en la vida. A estas alturas, debería estar bastante claro, pero si no
es ése el caso, escribe lo que te parezca más adecuado. Tu misión
en la vida puede cambiar con el tiempo a medida que reúnas
más conocimientos acerca de la vida.

El último paso en la definición de tu proyecto es volver a la


página 3 2 7 , en el capítulo 15, y utilizar la solución antivírica
número 21 para realinear tus valores con el fin de apoyar espon­
táneamente la declaración de tu misión.
Apéndice II

Recursos

Powerlearning® Systems ofrece seminarios, consultas, libros y


vídeos sobre temas de potenciación personal y métodos de
aprendizaje innovadores. Para obtener inform ación sobre los
servicios disponibles, formación en los métodos de la Terapia de
Virus Mentales, programas de conferencias, producios o referen­
cias de terapeutas en tu región, dirígete a:

Dr. Don Lofland


PO. Box 4 9 6 ■
Santa Cruz, CA 95061

• Seminarios profesionales.
• Formación acreditada.
• Consultas individuales.
• Libros, vídeos, seminarios y recursos de aprendizaje ace­
lerado.

Si usted es consejero o asesor profesional, posee un certifica­


do en PNL y quiere ser incluido como referencia en su región, o
si desea recibir formación adicional en estos métodos, diríjase a
Powerleaming Systems, en la dirección ya señalada.
Pat Wyman, M. A., junto con el Center for New Discoveries

351
35 2 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CON PNL

in Leaming, ofrece sus Super Teaching Strategies (Estrategias


Superiores de Enseñanza) y cursos de formación por vídeo para
la corrección de la dislexia, para padres y maestros que trabajen
con niños y alumnos en la superación de virus mentales relacio­
nados con las dificultades de aprendizaje.

Pat Wyman
PO. Box 1019
Windsor, CA, 9 5 4 9 2
Tel. 7 0 7 -8 3 7 -8 1 8 0
Apéndice III

Tipos de virus mentales

Virus básicos

Virus desencadenantes

Desencadenantes Componentes: Sinestesia V/C, A/C o C/C: un


sencillos estímulo visual, auditivo o cinestésico desenca­
dena un estado anestésico de carencia de
recursos.
Intención positiva: La recuperación de re­
cuerdos, la seguridad para actuar sin tener
que pensar en lo que está sucediendo.
Solución antivírica: número 3: El colapso de
las anclas (p. 8 5 ) o número 4: Instalación
de desencadenantes de inversión (p. 89)

Desencadenarites Componentes: Secuencia de experiencias in­


complejos ternas y externas, es decir, una estrategia, de­
sencadena un estado desprovisto de recursos.
Intención positiva: La misma que los desenca­
denantes sencillos.
Solución antiviñca: número 1: Para cambiar las
submodalidades (p. 79).

353
354 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CON PNL

Virus restrictivos

Creencias Componentes: Un modo erróneo de interpre­


restrictivas tar los acontecimientos para darles sentido.
Intención positiva: Protección, dar sentido a
las cosas, proporcionarnos una medida para
saber si nuestros valores se cumplen experi­
mentando estados placenteros y evitando
estados dolorosos.
Solución antivírica: número 7: Para eliminar las
creencias discapacitadoras (p. 121).

Valores de Componentes: Prestar atención a valores que


distanciamiento no deseamos contribuye a crear estos valores
no sanados y provoca incongruencias secuenciales.
Intención positiva: Evitar estados dolorosos
que ocurrieron en el pasado.
Solución antivíñca: número 13: La Confusión
del Movimiento Ocular (p. 2 0 4 ), número 17:
Curación rápida de la fobia de antiguos fra­
casos (p. 2 6 5 ) o Preguntas de potenciación
para reencuadrar el significado.

Valores mal Componentes: Los valores importantes tienen


asignados una prioridad inconsciente demasiado baja,
o los de menor importancia tienen una prio­
ridad demasiado alta.
Intención positiva: Experimentar placer y evi­
tar el dolor.
Solución antivíñca: número 6: Replanteamien­
to de las prioridades (p. 114).

Virus Géminis Componentes: Hay dos partes internas en con­


flicto, lo cual lleva a la procrastinación, la
incapacidad de actuar o el autosabotaje.
Intención positiva: Buscar un equilibrio median­
te la armonización de diferentes puntos de
vista, si bien la intención más noble de todas
las partes en conflicto suele ser la misma.
Solución artíivírica: número 8: El Reencuadre
de Seis Puntos, (p. 137), para reintegrar una
problemática más leve, o número 9. La co m ­
presión visual (p. 1 42), cuando las dos par­
tes tienen casi el mismo peso.

Virus especializados

El virus de la adicción

Componentes: Desencadenante en forma de


una asociación errónea, creencias restrictivas
para racionalizar una adicción y conflictos
internos de un componente Géminis cuando
uno reconoce las consecuencias destructivas
de la adicción.
Intención positiva: Suele ser una manera mal­
sana de cambiar el propio estado.
Solución antivíñca: número JO: Para inducir una
estrategia de motivación (p. 60), número 11:
Consejos para prescindir de las adicciones
(p. 160) y apoyo de un profesional.

El virus de la alergia

Componentes: Un desencadenante (el alerge­


no) y una creencia restrictiva en la que el sis­
tema inmunitario confunde los alergenos con
virus invasores.
Intención positiva: Se trata posiblemente de un
sistema de defensa, de seguridad o de alerta
contra toxinas, o un sistema evolutivo para
protegemos de los parásitos.
Solución aníivfrica: Un terapeuta de Terapia de
356 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CO N PNL

Virus Mentales. En caso de que la alergia pre­


sente un peligro mortal, se debe contar con la
presencia de un médico. Véase capítulo 9.

El virus del cáncer

Componentes: Conflicto interno (virus Gémi­


nis), creencias restrictivas y desencadenantes
discapacitadores. rasgos de la personalidad
que incluyen la incapacidad de expresar emo­
ciones negativas y de lidiar con la tensión, lo
que arroja el resultado de una tendencia a
padecer un sentimiento de impotencia, ansie­
dad y depresión, a lo que habría que añadir
además una tendencia hacia el aislamiento
social y la soledad.
Intención positiva: Es difícil creer que el cán­
cer tenga una intención positiva, aunque los
desencadenantes, las creencias restrictivas y
el conflicto interno sí tienen intenciones
positivas.
Solución antivírica: Eliminar los factores de
riesgo con o cid o s y poner en práctica las
medidas de prevención consignadas en el
capítulo 10 (para la fisiología) y cultivar una
personalidad de bajo riesgo. N úm ero 14;
Preguntas potencíadoras para em ociones
negativas (p. 2 3 6 ). Es necesario contar con
atención m édica si ya se ha detectado el
cáncer.

El virus de la depresión

Componentes: Virus desencadenantes que


crean asociaciones entre circunstancias y
recuerdos con estados dolorosos y depresi­
vos, y virus restrictivos con circunstancias
Apéndice III 357

que transgreden nuestras normas acerca de


cómo deben ser las cosas.
Intención positiva: Conservar un sistema para
dar sentido a las cosas, y un orden basado en
unas normas que han sido violadas («¿Cómo
puede haber sucedido esto? ¡Jamás deberla
haber ocurrido!»).
Solución antivírica: número 12: Preguntas
potenciadoras (p. 182) y número 13: Confu­
sión del Movimiento Ocular (p. 2 0 4 ), ejer­
cicio y consejos sobre la dieta del capítulo 8,
además de ayuda profesional, en caso de
depresión grave o crónica. .

El virus del tem or al fra ca so

Componentes: Un desencadenante erróneo


que asocia la humillación o la culpa con el
hecho de que las cosas no funcionen como
quisiéramos.
Intención positiva: Seguridad y protección de
sentimientos discapacítadores.
Solución antivirica: número 16: Para descubrir
cómo fracasar con éxito (p. 262), número 17:
Curación rápida de la fobia de antiguos fra­
casos (p. 265).

El virus del tem or al éxito

■ Componentes: No hay normas ni creencias


para saber si se ha tenido éxito: o bien las
creencias mantienen al éxito fuera de alcan­
ce, o bien el éxito es desagradable porque no
es familiar.
Intención positiva: Seguridad y protección de
sentimientos discapacitadores, y conservar la
comodidad con cosas familiares.
L ^ L - i |Vl 1 1 V / \ k.^V^/O V ÍV iL -.l'i U V L . L J v . * w i * 1 M L

Solución antivírica: número 18: Para cambiar


las reglas del éxito (p. 270).

El virus term ostato íntimo: Véase Virus termostato.

Virus asesinos

• Virus cíe! alcohol y las drogas Véase Virus de la adicción.


• Virus de la ludopatía Véase Virus de la adicción.
• Virus de la adicción al sexo Véase Virus de la adicción.

• Virus del Componentes: Véase Virus de la depresión,


suicidio Intención positiva: Un intento de escapar de
los sentimientos huyendo de la vida misma.
Solución antivíñca: Ayuda profesional in­
mediata. Además, véase Virus de la depresión.

• Virus del tabaco Véase Virus de la adicción

El virus receptor del am or

Componentes: Creencias restrictivas de la


infancia, donde lo familiar era no recibir
amor. Recibir amor en una relación amorosa
es incómodo porque no es familiar. También
está presente un virus Géminis cuando una
parte del individuo desea amor y proxim i­
dad, y la otra lo teme.
Intención positiva: Familiaridad y comodidad.
5o/urión antivírica: número 8: Reencuadre de
Seis Pumos (p. 1 37), o número 9: La compre­
sión visual (p. 142).

El virus de la ansiedad ante las m atem áticas

Componentes: Un virus desencadenante y


creencias restrictivas.
Intención positiva: La misma que el virus del
temor al fracaso.
Solución antivíñca: número 3: El colapso de
las anclas (p. 8 5 ), número 4: La instalación
de desencadenantes de inversión (p. 8 9 ),
número 7: Para eliminar las creencias dis-
capacitadoras (p. 121) y número ¡7: Cura­
ción rápida de la fobia de antiguos fracasos
(p. 265).

Los virus d e la f o b i a

Componentes: Desencadenante sencillo o com­


plejo.
Intención positiva: Seguridad y protección.
Solución antivirica: número 1: El cambio de las
submodalidades (p. 79), número 13: Confu­
sión del Movimiento Ocular (p. 2 0 4 ), o
número I 7: Curación rápida de la fobia de
antiguos fracasos (p. 265).

El virus de la procrastinación

Com ponentes: Conflicto interno de un virus


Géminis.
Intención positiva: En algún nivel, el no hacer
parece menos doloroso que el hacer.
Solución antivírica: número 15: Estrategia para
la acción (p. 2 48) y las sugerencias del capí­
tulo 11 (pp. 249 -2 5 0 ).

El virus term ostato

Componentes: Similares al virus del temor al


éxito. Se produce una asociación negati­
va con el hecho de obtener el resultado, con
el proceso de alcanzar el resultado, o una
360 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CO N PNL

asociación positiva con no obtener el resul­


tado.
Intención positiva: Seguridad y protección de
sentimientos discapacitadores, y conservar la
familiaridad con las cosas cotidianas.
Solución antivíñca: número 2: El colapso de las
anclas (p. 8 3 ), número 4; La instalación de
desencadenantes de inversión (p. 8 9 ) o
número 6: Replanteamiento de las priorida­
des (p. 114).
Apéndice IV

Ejercicios

1. La coherencia de vuestrop e n sa m ie n to ............................. 20


2. Aquellos días tan especiales. . .............................................. 23
3. La motivación en nuestros o b je tiv o s................................. 27
4. Estados emocionales de temor............................................. 28
5. El marco «como s i » .................................................................. 30
6. ¿Qué se interpone entre vosotros y vuestros proyectos? . 70
7. Las submodalidades visuales............................................... 74
8. El descubrimiento de las submodalidades motrices . . . 74
9. Desencadenantes y desencadenantes de inversión . . . . 87
10. Cambiar el s e n t id o .................................................................. 88
11. Las creencias nucleares restrictivas................................... 98
12. Inducción de los v a lo re s ....................................................... 102
13. Inducción de las p e rla s.......................................................... 104
14. Las creencias restrictivas....................................................... 110
15. La identificación de las partes g e m e la s .................................131
16. La fisiología de los estados..................................................... 174
17. Preguntas discapacitadoras.................................................. 180
18. El reencuacire de los errores del pasado............................ 181
19. Las submodalidades del virus de la depresión............... 197
20. ¿Es saludable tu pensamiento?............................................. 2 2 7
21. Reencuadrar las emociones n eg a tiv a s.............................. 234

361
360 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CO N PNL

asociación positiva con no obtener el resul­


tado.
Intención positiva: Seguridad y protección de
sentimientos discapacitadores, y conservar la
familiaridad con las cosas cotidianas.
Solución antivínca: número 2: El colapso de las
anclas (p. 8 3 ), número 4: La instalación de
desencadenantes de inversión (p. 8 9 ) o
número 6: Pseplanteamiento de las priorida­
des (p. 114).
I

Apéndice IV

Ejercicios

1. La coherencia de vuestro p e n sa m ien to ............................ 20


2. Aquellos días tan especiales..........................................................23
3. La motivación en nuestros o b jetiv o s................................. 27
4. Estados emocionales de tem or............................................. 28
5. El marco «como s i» .................................................................. 30
6. ¿Qué se interpone entre vosotros y vuestros proyectos? . 70
7. Las submodalidades visuales................................................ 74
8. El descubrimiento de las submodalidades motrices . . . 74
9. Desencadenantes y desencadenantes de inversión . . . . 87
10. Cambiar el sentido . ................................................................ 88
11. Las creencias nucleares restrictivas................................... 98
12. Inducción de los v a lo res....................................................... 102
13. Inducción de las p e rla s .......................................................... 104
14. Las creencias restrictivas....................................................... 110
15. La identificación de las partes g e m e la s ............................ 131
16. La fisiología de los estados..................................................... 174
17. Preguntas discapacitado r a s .................................................. 180
18. El reencuadre de los errores del pasado............................ 181
19. Las submodalidades del virus de la depresión............... 197
20. ¿Es saludable tu pensamiento?............................................. 227
21. Reencuadrar las em ociones.negativas.............................. 2 3 4

361
362 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CON PNL

22. Un desencadenante de la procrastinación....................... 248


23. Tus reglas internas para el é x ito ........................................... 269
24. Para inducir la estrategia de atracción ............................. 285
25. Para inducir la estrategia de amor p r o fu n d o ................. 286
26. Preguntas acerca de la q u ím ic a ........................................... 294
27. Lista de «regalos de a m o r » ................................................... 303
28. La sintonía y el reflejo au d itivo........................................... 310
29. Sentimientos de congruencia...................................................323
30. Sentimientos de incongruencia..............................................324
31. Los valores actuales en la v id a.............................................. 339
32. La unicidad persona]............................................. ................. 341
33. Los objetivos de la v id a.......................................................... 343
34. Los objetivos quinquenales................................................... 343
35. Los objetivos en un plazo de seis meses............................ 343
36. Prioridades en la v i d a ............................................................. 344
37. Para descubrir tu línea tem poral........................................ 345
38. En el comienzo........................................................................... 347
39. Al final........................................................................................... 348
40. El descubrimiento de tu m isión........................................... 349
Apéndice V

Claves de conducta

Clave número 1: Ser congruente en nuestro


pensamiento ................................................................................ 27
Clave número 2: A quién tomar como modelo ....................... 59
Clave número 3: Incorporar desencadenantes positivos . . . 86
Clave número 4: Importancia de que nuestros valores
se alineen adecuadamente ...................................................... 112

Clave número 5: Tenemos en nosotros los recursos


que necesitamos ......................................................................... 134
Clave número 6: Cómo manejar nuestros estados de
modo constructivo..................................................................... 156
Clave número 7- Cómo cambiar nuestra manera
de p e n s a r ....................................................................................... 169
Clave número 8: Cómo encontrar la felicidad duradera . .. 323

Clave número 9: Importancia de un pensamiento


congruente................................................................................. 335

363
Apéndice VI

Soluciones antivíricas

1. Superar una fobia cambiando las submodalidades . . . . 79


2. La creación de desencadenantes de p o d e r ...................... 83
3. El colapso de las a n c l a s .......................................................... 85
4. La instalación de desencadenantes de inversión............ 89
5. Temor intenso o fóbico al r e c h a z o ...................................... 90
6. Valores (o creencias): Replanteamiento de las
prioridades ...........................................! ................................... 114
7. Para eliminar las creencias discapacitado ras .................. 121
8. El Reencuadre de Seis Puntos .............................................. 137
9. La compresión v is u a l............................................................... 142
10. Para inducir vuestra estrategia de motivación ............... 160
11. Consejos para que prescindas por ti mismo de las
a d ic c io n e s ................................................................................... 161
12. Preguntas p o ten ciad o ras........................................................ 182
13. La Confusión del Movimiento O c u l a r ......................... ■. . 204
14. Preguntas potenciadoras para emociones negativas . . . 236
15. Estrategia para la acción ........................................................248
16. Para descubrir cómo fracasar con é x i t o ............................262
17. Curación rápida de la fobia de antiguos fr a c a s o s .......... 265
18. Para cambiar las reglas del éxito ...................... ................. 2 7 0

365
366 ELIMINA LOS VIRUS MENTALES CO N PNL

19. La lista de demandas (para incidentes pequeños


y moderados) ............................................................................ 307
20. El modelo de comunicación avanzada (para aclarar
emociones negativas profundamente arraigadas).......... 313
21. Para realinear tus v a lo re s ........................................................327

También podría gustarte