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Parte 1
1.
Vístete para la ocasión. De lo contrario, finge hasta que tengas autoconfianza. Si sabes
que luces como una persona capaz y segura de sí misma, al final empezarás sintiéndote así,
también. Deberás vestirte de la manera que mejor te haga sentir, no de la manera que creas
que una persona segura se viste. Prueba los siguientes trucos:
• Dedica un poco de tiempo todos los días a tu higiene personal y asegúrate de
estar bien presentable. Dúchate todos los días, cepíllate, usa hilo dental y
acicala tu piel y cabello.
2.
3.
Sonríe. Ten siempre una sonrisa en los labios. Te sorprenderá ver cómo incluso las sonrisas
más pequeñas pueden desarmar cualquier situación social y hacer que todo el mundo se
sienta más cómodo. ¿Te imaginas a ti mismo acercándote a alguien con el ceño fruncido?
No, gracias.
Tu lenguaje corporal deberá ser más asequible. Si ves a una persona acurrucada en la
esquina fingiendo estar jugando con su teléfono celular, ¿de verdad te le acercarías para
saludarla? Quizá no. Si quieres que otros se acerquen a ti, ¡asegúrate de ser asequible!
• Mantén tu cuerpo abierto. Si tienes los brazos y las piernas cruzadas, les estarás
dando a entender a todos que no te interesa recibirlos. Lo mismo va para el rostro y
las manos. Si es evidente que te preocupa otra cosa (ya sea un pensamiento o tu
celular), los demás entenderán la indirecta.
5.
Mantén la mirada. Ahora que ya dominas el contacto visual, es hora de ponerlo en
práctica. ¿Sabías que los demás son igual de tímidos que tú a la hora de hacer contacto
visual? Prueba lo siguiente: mira a alguien a los ojos y observa quién dura más. ¿Esa otra
persona desvía la mirada antes que tú? ¿Ves? ¡También se siente incómodo!
• No, la revista Hola no fomenta entre sus lectores a que se queden mirando a todo el
mundo. Mirar fijamente a alguien hasta que sienta tu mirada y le avergüence la
evidente incomodidad no es el objetivo. Sin embargo, el objetivo es que te des
cuenta de que los demás se ponen igual de nerviosos que tú frente a la idea de mirar
a alguien a los ojos. Si te descubren, solo sonríe y saldrás del apuro.
Parte 2
1.
Reconoce tus talentos, tus cualidades y escríbelos. Por más decaído que te sientas, trata
de animarte y recordar aquello en lo que sobresalgas. Centrarte en tus atributos te distraerá
de percibir tus defectos y aumentará tu valor personal. Piensa en tus cualidades en cuanto a
tu aspecto físico, tus amistades y, sobre todo, tu personalidad.
• Recuerda los cumplidos que los demás te hayan hecho. ¿Qué han dicho sobre ti que
nunca hubieras percibido ni reconocido? Quizá te hayan halagado por tu sonrisa o tu
habilidad de estar imperturbable y sereno en situaciones estresantes.
• Recuerda tus logros pasados. Podría ser algo que otros recuerden, como cuando eras
el primer puesto de tu clase o algo que solo tú sepas, como una acción silenciosa de
servicio para mejorar la vida de otra persona. Sé consciente de lo grandioso que fue.
¡Vamos!
• Reflexiona en las cualidades que tratas de cultivar. Nadie es perfecto, pero si estás
tratando activamente de ser una persona buena y honorable, date crédito por el
esfuerzo. El hecho de que tengas pensado mejorar tu persona indica que eres
humilde y de buen corazón, esos atributos son positivos.
• Ahora escribe todo aquello que se te ocurra y léelo la próxima vez que te sientas
decaído. Ve agregando más elementos a medida que los recuerdes para que te
enorgullezcas de hacerlos.
2.
Piensa en los obstáculos que impidan tu autoconfianza. Toma un pedazo de papel y
escribe todo aquello que creas que te impida ser una persona segura de ti misma, por
ejemplo, calificaciones bajas, timidez, falta de amigos, etc. Ahora pregúntate esto: ¿Esto es
válido, lógico? ¿O son simplemente suposiciones mías? Para tu información, las respuestas
son “no” y “sí”, respectivamente. ¿Cómo se te ocurre que algo pueda determinar tu valor
personal? ¡Para nada!
• Lo más probable es que no te des cuenta de lo seguro que eres hasta que lo
seas. ¿Ha habido un día en que te hayas dado cuenta que eras listo, divertido,
ingenioso o puntual? Quizá no. Así que, si no ves cambios inmediatos, ten
presente que solo se debe a que estás viendo el panorama desde muy cerca.
Como cuando los árboles no dejan ver el bosque. Captas la idea.
5.
Recuerda que naciste con ella. No, no es una propaganda de Maybelline. Cuando naciste,
no te importó en lo más mínimo quién te oía llorar o lo blanda que estaba tu cabeza. Solo
estabas ahí. Fue la sociedad la que te señaló con el dedo y te hizo sentir que debías estar a
la altura de las cosas. Fue algo aprendido. Y, ya sabes lo que se puede hacer con las cosas
aprendidas: se pueden desaprender.
• Explota la confianza con la cual naciste. Está ahí, solo está enterrada bajo
años de exposición a los halagos, las amenazas y los juicios percibidos. Saca
a todos del contexto, porque no interesan. No tienen nada que ver contigo.
Lo único bueno eres “tú”. “Tú” existes aparte de cualquier otro juicio.
6.
Sal de tu cabeza. La falta de confianza no tiene nada que ver con el mundo externo, así que
tienes que salir de tu propia mente. Si te encuentras teniendo un diálogo interno, detente. El
mundo gira a tu alrededor, así que gira también con él. El único momento que existe es el
ahora. ¿Acaso no quieres formar parte de él?
• Gran parte del mundo existe fuera de tu mente (si asumimos que la realidad
es lo que parece ser). Pensar constantemente en lo que sientes o en cómo te
ves te saca del momento. Procura dejar de pensar en el pasado o en el futuro.
Concéntrate en lo que está delante de ti, pues quizá tenga algo emocionante.
Parte 3
Practica la autoconfianza
1.
Aprovecha tus aficiones. Si siempre has querido ser bueno en algún deporte o pasatiempo,
¡ahora es el momento! Mejorar tus habilidades reforzará la idea de que eres talentoso, por
consiguiente, aumentará tu confianza. Aprende un instrumento musical u otro idioma, una
expresión artística, como la pintura, empieza a diseñar proyectos, cualquier cosa que llame
tu interés.
• No, no asustarás a nadie a menos que seas un miembro del Ku Klux Klan
con aspecto de Quasimodo agresivo y huelas muy mal. Si alguien te saluda
de repente y te pregunta si debería ir a Starbucks o a otra cafetería, ¿cómo te
sentirías? Probablemente bien. A todos les gusta ser el héroe, habla con otras
personas y sé espontáneo.[3] Estarás alegrando su día por lo demás
monótono.
• Es importante que te rodees con los que a tu parecer te hacen sentir que eres
la mejor versión de ti. Solo al rodearte de esa gente lograrás el crecimiento
que quieres (¡y puedes!) alcanzar.
7.
Ve despacio. A mucha gente no le gustan los públicos numerosos y a mucha menos gente
le gusta hablar en público. Si te encuentras en algunas de estas situaciones, será importante
ir despacio. Cuando estamos nerviosos, tendemos a comportarnos aceleradamente para
terminar con todo. No lo hagas, porque será un indicativo de que estás nervioso. ¡Y te
estarás diciendo a ti mismo que estás nervioso también!
Espera el éxito. Gran parte de la vida es una profecía que se cumple sola. Cuando creemos
que fracasaremos, no nos esforzamos mucho. Cuando creemos que no somos los
suficientemente buenos, no nos comportamos tan bien. Si esperas el éxito, podrías estar
atrayéndolo hacia ti. El pesimismo en realidad podría socavar tus habilidades. [4]
• Seguro ahora dices: “¡No predigo el futuro con precisión! Esperar el éxito es
ilógico, ¡¿acaso no estabas defendiendo la lógica hace un segundo?!” En
realidad, sí, pero míralo de esta manera: a menudo esperas fracasar, así que
¿por qué no esperar el éxito? Ambos son circunstancias posibles y en su
mayoría, una no es más probable que la otra. ¡Punto para nosotros!
9.
Toma riesgos. En ocasiones la única salida consiste en tomar riesgos. Para poder ser bueno
en la vida, tendrás que enfrentarte a experiencias que te obliguen a aprender. No podrás ser
un experto inmediatamente. Si sigues haciendo lo que siempre has venido haciendo, nunca
serás bueno en nada. Deberás arriesgarte para crecer.
Consejos
• Deberás verte más seguro de ti mismo. Cuando camines, enfócate en el lugar
adonde quieras llegar. Asegúrate de sentarte derecho.
• En ocasiones, la gente dice cosas malas por envidia. Recuerda sonreír y disfrutar la
vida porque es muy corta.
• Habla en tono positivo. Cuando veas que vas a decir algo negativo de ti mismo,
reemplaza instantáneamente ese comentario con otro positivo.
• Deja de ser perfeccionista. Nada y nadie es perfecto. Los estándares altos tienen su
lugar, pero tu vida diaria tendrá tropiezos y defectos. Acéptalos como experiencias
de aprendizaje y sigue adelante.
• Recuerda vivir cada día como si fuera el último. Nadie sabe cuál será el último. ¿A
quién le importa lo que piensen los demás mientras pienses en positivo y te sientas
bien? Demuéstrales quién es el que manda. Disfrutar todos los días con una sonrisa
en tus labios es la mejor manera de seguir adelante.
• Tú eres la única persona que siempre te conocerá. Ámate y los demás te seguirán.
• Olvídate del qué dirán. Tu felicidad no es asunto de los demás, es solo asunto tuyo.
Nunca olvides
• Ser arrogante y tener confianza en uno mismo son dos cosas muy distintas. Ser
arrogante es algo negativo, mientras que tener autoconfianza no lo es. Deberás saber
distinguirlos.
• La misión de tu vida no deberá ser hacer todo para tener autoconfianza. Deberás
hacer las cosas que te hagan feliz. En la felicidad encontrarás la autoconfianza.